Parsons y Lhumann

Talcott Parsons. Cominudad societaria. Esquema AGIL. Enfoque cibernético. Niklas Lhumann. Comunicación. Sistema social. Sociedad

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NOTA: El presente trabajo fue realizado a partir de preguntas concretas por lo que no pretende ser una visión acabada de las teorías de Parsons y Luhmann, empresa que nos demandaría mucho más tiempo y espacio. Este artículo es recomendado para quién esté familiarizado con los autores arriba citados. El lector encontrará aquí consideraciones sobre los conceptos enunciados en los títulos para cada autor, así como un intento de comparar, a grandes rasgos, ambas teorías. 1.− TALCOTT PARSONS a) LA COMUNIDAD SOCIETARIA Parsons define a la comunidad societaria como el subsistema de integración de la sociedad, entendiendo a la última como el sistema mayor autosuficiente respecto de sus ambientes. Para lograr el cumplimiento de su función integradora, la comunidad societaria debe poseer un orden normativo institucionalizado, así como una orientación cultural, que brinde pautas de acción a los miembros de la comunidad, es decir, que provea a los individuos de la motivación adecuada (funcional) para el desarrollo de su acción. El orden normativo establecido no es arbitrario, sino que remite al sistema cultural del que la comunidad es depositaria. Esto significa que cuando el sistema cultural y las pautas y valores que se derivan de este son generales y compartidas por los miembros, se encuentra en condición de legitimar dicho orden normativo. Teniendo en cuenta la relación entre el sistema cultural y el ámbito de la realidad última en el marco de los sistemas adaptativos, la legitimación que viene dada por el sistema cultural posee siempre elementos religiosos. Hemos dicho arriba que la orientación cultural y el orden normativo deben ser compartidos por los miembros. Este concepto hace referencia a la distinción entre individuos que pertenecen e individuos que no pertenecen a la comunidad, asignando una forma de identidad para ellos. La transformación de individuos en miembros de una comunidad se realiza por medio de los procesos de socialización, a través del arprendizaje, estimulando los mecanismos de placer. Dado que este proceso comienza con la vida, se centra principalmente en la relación entre los adultos y los niños, en el marco del hogar (a pesar de que en sociedades evolucionadas y diferenciadas encontremos organismos específicos de educación). La socialización así entendida tiene como función el desarrollo de una motivación adecuada, por medio de la cual el individuo miembro participa de patrones de acción socialmente aceptados para el alcance de sus metas, de los cuales debe obtener también recompensas. Podemos señalar aquí que, en torno al papel ocupacional, la realización de servicios por parte del individuo para la sociedad, a cambio de recompensas y satisfacciones, se establece una relación funcional entre ambos. Relación en el cual tiene lugar el desarrollo de la política, como estructura que permite la organización de la acción colectiva para el alcance de metas. Esta es la manera en que Parsons intenta dirimir por un lado, el conflicto entre individuo y sociedad, y de otro el problema hobbesiano del orden, como dos caras de un mismo tema. En tanto que la sociedad provee las pautas controladas y aceptadas socialmente para la acción, y estas son internalizadas y utilizadas por las diferentes personalidades en la definición de situaciones particulares, el conflicto queda resuelto entre ellos; ya que mediante dichas pautas y expectativas institucionalizadas, los individuos pueden controlarse mutuamente, estableciendo formas de interacción conocidas y predecibles. Debemos destacar la importancia del control sobre una zona territorial para la comunidad societaria, en tanto que en una determinada ubicación espacial tendrá vigencia el orden normativo que de ella se deriva, su organización política, y el desarrollo de las actividades de los individuos como miembros de la sociedad. Dentro de este mismo contexto, la comunidad societaria debe esgrimir un control sobre la economía, la cual, mediante la tecnología, debe poder utilizar al ambiente físico como base de recursos para la satisfacción de 1

necesidades. b) EL ESQUEMA AGIL Y LA COMUNIDAD SOCIETARIA Las cuatro funciones del paradigma funcional de la acción son: primero, el mantenimiento de patrones (L); segunda, la integración (I); tercera, el alcance de metas (G); y por último, la de adaptación (A). La función mantenimiento de patrones se ubica analíticamente en el sistema cultural. Proporciona pautas de acción comunes y valores para el desarrollo de la acción y de la interacción a los demás sistemas. La cultura que se deriva del sistema cultural −constituida a través del tiempo y las generaciones−, no solo es aceptada y compartida por los individuos de la sociedad, sino que forma parte de la misma personalidad de aquellos, es decir, es cultura internalizada, lo que proporciona una base homogénea para la interacción de las diferentes personalidades. Como dijimos arriba, la comunidad societaria se sirve del sistema cultural para legitimar su orden normativo, en tanto que el sistema cultural se encuentra en lo más alto de la jerarquía de control cibernético, y en contacto con el ambiente de la realidad última. Es decir, que como sistema que posee mayor nivel de información, es capaz de brindar bases firmes para legitimar el orden normativo por el cual ha de regirse la sociedad, controlando a su vez a los sistemas subordinados en la jerarquía de control. Respecto de la función de integración correspondiente al sistema social, podemos decir que ella tiende a la solidaridad, que regula la interacción de los individuos de la sociedad por medio de normas. Para que la integración sea posible, el sistema social debe combinar eficientemente los productos que recibe de los restantes subsistemas, y encontrar de esta forma un equilibrio y compatibilidad entre los valores que proporcionan sentido a las acciones de los individuos, las metas políticas que ellos se proponen, y las disponibilidades económicas que sirven de recursos para la consecución de sus fines. Desde el punto de vista del esquema AGIL, podemos ubicar a la comunidad societaria dentro de la función de integración (I), como un subsistema de ella. De esta manera vemos que los tres subsistemas que le corresponden como ambiente son el mantenimiento de patrones culturales institucionalizados (L), el gobierno (G), y la economía (A): ADAPTACIÓN

ALCANCE DE METAS

A G MANTENIMIENTO INTEGRACIÓN DE PATRONES I L ECONOMÍA A GOBIERNO G MANT. DE PATRONES L 2

COMUNIDAD SOCIETARIA I De esta manera, mediante el establecimiento del orden normativo legitimado por el sistema cultural, el control de una zona territorial, el mantenimiento de una motivación adecuada para los miembros, y el control del complejo económico tecnológico, la comunidad societaria logra cumplir con su función integradora. La función referida al alcance de metas se vincula al sistema de la personalidad. El problema en este punto nos remite a la motivación de los individuos al momento de definir sus acciones, entendidas como medios válidos para la consecución de fines aceptados socialmente. Encontramos aquí el complejo de status−rol como una estructura de la acción o, más precisamente, podemos referirnos a este complejo como depositario de pautas de acción institucionalizadas, que no son otras que formas de comportamiento válidas y compartidas socialmente que proscriben conductas más o menos predecibles para los demás actores. Este tipo de acción es posible mediante la socialización del individuo, es decir, mediante el aprendizaje y la puesta en práctica de los valores y pautas que el sistema cultural mantiene vigentes. La internalización de las pautas culturales provee a la multiplicidad de acciones que tienen lugar en el sistema una base homogénea, que permite la existencia de expectativas fundadas en la orientación del actor, o en otras palabras, resuelve el problema de la doble contingencia. En síntesis, este proceso permite establecer tanto formas válidas de acción en tanto medios, así como metas válidas en tanto fines, ambas controlables en el transcurso de la misma acción. En relación con la comunidad societaria, podemos remitir la función del alcance de metas al gobierno, como ente político encargado de organizar las metas significativas para la sociedad en torno del papel ocupacional, en la forma de servicios y recompensas que los individuos rinden y reciben de la sociedad. Por último, la función de adaptación, la encontramos vinculada al organismo conductal, sistema que se encuentra directamente relacionado con el ambiente físico−orgánico. Tomando al ambiente como una realidad inmodificable (factores físicos y geográficos), el organismo conductal se adapta a dicha realidad, brindando al resto del sistema disponibilidades económicas como recursos. Para la comunidad societaria, esta función se encarna en la economía, que se relaciona directamente con el medio mediante la tecnología. Controlando adecuadamente el complejo económico tecnológico, la comunidad societaria obtiene recursos del medio ambiente para el desarrollo de las acciones y el alcance de metas. En síntesis, el esquema AGIL funciona correctamente en tanto las partes involucradas, a través de sus funciones, provean regularmente con su producto − que son insumos para el resto−, a los demás subsistemas. c) EL ENFOQUE CIBERNÉTICO El enfoque cibernético de la teoría de la acción se resuelve en la relación entre sus dos polos: la información superior, y la alta energía. El primero se relaciona con el ambiente de la realidad última, mientras que el segundo se relaciona al ambiente físico orgánico. La zona de la información es la que controla jerárquicamente al sistema, estando al mismo tiempo condicionada por la energía proveniente del polo opuesto, es decir que, a mayor información encontramos un nivel alto de control de la energía, mientras que al reducirse la primera, el nivel de control cede a favor de un condicionamiento mayor. En relación con el sistema AGIL, podemos decir que los sistemas con mayor nivel de información que se ubican esquemáticamente más cercanos al ambiente de la realidad última, controlan a los sistemas que se 3

ubican por debajo, condicionados por el ambiente físico−orgánico. Según lo dicho, ubicamos al sistema cultural, con su función de mantenimiento de patrones, al tope de la jerarquía cibernética; seguido por el sistema social que cumple con la función de integración, como los dos subsistemas más relacionados con la función de control. Por debajo de ellos, encontramos al sistema de la personalidad cuya función es establecer el alcance de metas, y al organismo conductal como encargado de la adaptación, más ligados al condicionamiento del ambiente físico orgánico. Debemos destacar que ninguno de estos sistemas se compone de energía pura ni tampoco de información pura, sino que según la primacía de uno u otro componente serán ubicados en la jerarquía de control, y que por ello, serán más o menos controlados, así como más o menos condicionados. 2.− * NIKLAS LUHMANN a) COMUNICACIÓN, SISTEMA SOCIAL Y SOCIEDAD Luhmann define a la comunicación como el tipo de operación propia de los sistemas sociales, a través de la cual el sistema se produce y se reproduce. El tipo de sistema que resulta de esta operación, es el sistema autopoiético operativamente cerrado. Es decir, un tipo de sistema que se produce a si mismo a partir de su propio producto (comunicaciones), y como tal se encuentra cerrado a su entorno, ya que no puede operar fuera de sus propios límites. La relación del sistema con el entorno se produce a través del concepto de acople estructural y re−entry, que permiten al sistema el intercambio con el entorno de manera autorreferencial, es decir, transformar los estímulos que provienen del exterior a una forma con la cual el sistema pueda trabajar. Los sistemas sociales aparecen a partir de la diferenciación que el sistema hace entre sí mismo y su entorno, en palabras de Luhmann, la obra que es producida es el sistema mismo, o más exactamente: la forma del sistema, la diferencia entre sistema y entorno. El concepto de comunicación como operación del sistema permite a Luhmann desplazar al individuo del seno de los sistemas hacia el entorno de los mismos, ya que ellos no pueden ser construidos por la comunicación, la cual se produce a partir de comunicaciones dentro del mismo sistema, en el marco de un entorno que lo permite y lo tolera. La comunicación, como síntesis entre información, participación y comprensión, es un tipo de operación que no implica individuos, es decir, que es realizada integramente por el sistema, condición que permite al sistema producirse y reproducirse a partir de una diferenciación. Esta diferenciación debe ser entendida como reducción de complejidad del entorno, que se transforma en complejidad interna del sistema en forma estructurada a través de la comunicación y de los medios generalizados de comunicación. A partir de la definición de los sistemas sociales, Luhmann concibe a la sociedad como un tipo especial de sistema: como el sistema que engloba todas las comunicaciones, aquel que se reproduce autopoiéticamente mediante el entrelazamiento recursivo de las comunicaciones y produce comunicaciones siempre nuevas y distintas. Los subsistemas que ella abarca son producidos por una diferenciación funcional, por la cual un subsistema se diferencia del entorno para el cumplimiento de una función específica que anteriormente era realizada por la sociedad; mientras que la sociedad garantiza el entorno en donde ello será posible. Este tipo de diferenciación requiere el establecimiento de un código propio de comunicación del nuevo subsistema para realizar la función específica, hecho que ilustra la imposibilidad de la comunicación entre sistemas dada la diferencia de códigos de comunicación que cada uno utiliza. Esto quiere decir que la relación de los sistemas con su entorno, y con ello con los demás sistemas, se produce mediante acoples estructurales. Estos acoples producen irritaciones en los sistemas y permiten que esos estímulos sean llevados a una forma interna con la cual el sistema puede operar. 3.− 4

LUHMANN Y PARSONS Podemos vincular a Parsons y a Luhmann a partir del seguimiento por parte del segundo de la línea teórica del estructural funcionalismo establecida por el primero, aunque sea desde una reformulación de la misma. En este sentido podemos decir que ambos entienden a la sociedad como un complejo de sistemas que cumplen funciones específicas establecidas a partir de la diferenciación, proceso que determina la evolución de la sociedad de lo más simple a lo más complejo. En la reformulación de Luhmann encontramos una inversión del paradigma parsoniano, que pasa de la primacía de las estructuras sobre las funciones a la primacía de las funciones sobre las estructuras. Este paso le da a la teoría de Luhmann un carácter más flexible, ya que no necesita de un número fijo de estructuras que cumplan un numero determinado y necesario de funciones como precondición de la existencia de la sociedad, sino que la cantidad de sistemas estará determinada por las diferentes funciones específicas que se desarrollen dentro de una sociedad. Mientras que para Parsons las cuatro funciones que describe en el esquema AGIL eran necesarias y debían ser realizadas en todo sistema social, Luhmann las entiende como mecanismos de selección, es decir, como diferentes formas de reducción de complejidad del entorno realizadas por los sistemas; lo que le permite relativizar las estructuras respecto de las funciones. Esto es, que entiende a las funciones como formas de resolver problemas de complejidad de un modo contingente, que podrían haber sido otras. Una gran diferencia entre ambos autores la encontramos en torno al concepto de sistema. En tanto que Parsons concibe sus sistemas como adaptativos en la relación con sus ambientes, y abiertos −es decir que permite la comunicación y el intercambio entre sistemas, como condición necesaria para la integración y el funcionamiento de la sociedad−; Luhmann los define como autopoiéticos y operativamente cerrados, compuestos de operaciones de comunicación. La diferencia radica en que para Parsons la comunicación e intercambio no solo es posible, sino necesaria, mientras que en Luhmann la comunicación ocurre hacia el interior de los diferentes sistemas y no entre ellos, relacionándose con el entorno a partir de acoples estructurales de una forma que no es adaptativa sino selectiva. Este tipo de sistema autopoiético que nace del entorno a partir de una diferenciación, se crea a si mismo, diferenciando a su entorno particular en el mismo acto. El entorno de Luhmann se caracteriza por la complejidad, que debe ser reducida por operaciones de selección de los sistemas, mientras que en Parsons los ambientes eran realidades dadas e inmodificables, y en el caso de la realidad última, incognoscible. Al centrar su teoría en el concepto de comunicación, Luhmann puede deshacerse de las nociones de individuo y territorio que tan necesarias eran para el sistema parsoniano, desplazándolas hacia el entorno de los sistemas sociales, remitiendo de esta forma el estudio de lo social a las comunicaciones y las relaciones entre ellas. El problema de la doble contingencia de Parsons se disuelve así en múltiples estabilizaciones que ocurren entre las comunicaciones, y no entre individuos, sino entre sistemas autopoiéticos y cerrados. Luhmann puede establecer así un concepto de sociedad único −con el que recorta específicamente el objeto de estudio de la sociología−, que abarca a todas las comunicaciones posibles, a diferencia de Parsons que vincula el concepto de sociedad al grado de autosuficiencia de un sistema, que se relaciona a su vez con una determinada zona territorial. La sociedad de Parsons se vincula directamente con las sociedades estados, en tanto que Luhmann entiende a la sociedad como un sistema mundial, como ya dijimos, como el conjunto de todas las comunicaciones. La definición de sociedad le permite a Luhmann sortear tres obstáculos epistemológicos (en términos de G. Bachelard) de la teoría social: al primero lo llama el prejuicio humanista y se refiere a la hipótesis de que la sociedad está compuesta de seres humanos o de relaciones entre ellos. Al segundo obstáculo podríamos llamarlo el prejuicio de la pluralidad territorial de las sociedades y radica en la creencia de que una sociedad remite a un territorio determinado. Luhmann reconoce aquí la diferencia entre las condiciones de vida de los diferentes territorios, pero ellas tienen que ser explicadas como tales diferencias dentro de la sociedad, no pudiendo presuponerse como diferencias entre sociedades. Con esto se comprende que las diferencias culturales y de cualquier tipo son diferencias entre sistemas, es decir, diferentes formas de selección y de reducción de complejidad del entorno por medio de comunicaciones. El tercer prejuicio u 5

obstáculo se deriva de la concepción del sujeto de conocimiento y el objeto de estudio como entidades separadas y autónomas implícita en la teoría del conocimiento. Según ello, sería posible una teoría social cuyo punto de partida no se encuentre dentro de la sociedad, sino que se permita describirla desde fuera. Pero la sociedad, como es evidente, es un objeto que se autodescribe. Las teorías de la sociedad son teorías sobre la sociedad hechas en la sociedad. Si esto está prohibido por la teoría del conocimiento, entonces no puede haber concepto de la sociedad alguno que sea adecuado a su objeto. En otras palabras: el concepto de sociedad tiene que ser construido autológicamente, tendría que autocontenerse. De esta forma se concibe a la teoría social como una disciplina autorreferencial, es decir que entabla una relación circular con el objeto. Para cerrar este punto es importante destacar la diferencia del observador frente a su objeto de estudio. Mientras que Parsons se sitúa por fuera de la sociedad buscando en ella los sistemas que completen su esquema, Luhmann se ubica dentro del sistema social produciendo observaciones de segundo grado, es decir, observaciones de observaciones. Lo que Luhmann dice de la sociedad lo dice desde la sociedad, en tanto que Parsons se permite hablar desde fuera de ella. • Las citas corresponden a NIKLAS LUHMANN: Complejidad y modernidad. Eds. Trotta, Madrid, 1998, Cap. 3

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