PARTIDO CONSERVADOR COLOMBIANO: EMERGENCIA, IDEOLOGÍA Y SIMILITUDES CON EL POSITIVISMO COMTIANO

PARTIDO CONSERVADOR COLOMBIANO: EMERGENCIA, IDEOLOGÍA Y SIMILITUDES CON EL POSITIVISMO COMTIANO Leidy Vanessa Álvarez Velásquez 782 Introducción Abo

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PARTIDO CONSERVADOR COLOMBIANO: EMERGENCIA, IDEOLOGÍA Y SIMILITUDES CON EL POSITIVISMO COMTIANO Leidy Vanessa Álvarez Velásquez

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Introducción Abordar la configuración del Estado y de los partidos políticos en Colombia durante el siglo XIX, implica considerar la influencia de las ideas de la Revolución Francesa de 1789 y la implementación de una nueva estructura de gobierno lejana al derecho divino y la sucesión del poder por vía de consanguinidad. Estos aspectos provenientes de la sociedad europea se hallan presentes también en el contexto de América, por la ocupación de la Corona Española y el orden social establecido por ésta; cuya racionalidad se hallaba impregnada de un fuerte sentimiento religioso que justificó durante largo tiempo la adhesión de las colonias a España y la asimilación de su forma de gobierno, es decir, la monarquía. Ahora bien, al romper la sociedad francesa del siglo XVIII, con las instituciones monárquicas y la configuración social de ellas derivada, se instaura un nuevo tipo de racionalidad basada en el derecho natural que le otorga al hombre la libertad y posibilidad de establecer como fundamento de toda relación humana la razón. Este aspecto se ve materializado, con la emergencia de la República a los ideales democráticos a ella asociados y la concepción de igualdad universal proclamada en La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Al llegar estas ideas esencialmente francesas a América, especialmente a lo que hoy es Colombia; al leerse y expandirse dicha declaración gracias a Antonio Nariño, se comienza la confrontación de la población criolla y mestiza hacia la Corona Española, que para ese contexto estaba bajo el mando de Napoleón Bonaparte. “Ante la crisis política de España con la invasión napoleónica, se iniciaron los movimientos de insurrección americana” (Ocampo, 2008) El sentido que adquiere la ocupación francesa de España es el factor detonante de los intentos independentistas en esta parte del mundo y se sigue el ejemplo que para 1789 habían alcanzado los franceses al derrocar al monarca Luis XVI, para establecer las bases de una forma de gobierno republicano. En Colombia este proceso se materializa en 1810, fecha en que se adquiere la independencia y emerge la posibilidad de establecer un nuevo orden social con base en otra forma de gobierno: La República. Es precisamente ésta nueva fase de la sociedad colombiana, donde se inserta la concepción de un estado de derecho y un ideal democrático que posibilitaría en el tiempo la aparición de los partidos políticos.

“En los hechos históricos se manifestaron tres tendencias políticas: los realistas o tradicionalistas, partidarios de la monarquía española y defensores de conservar el mismo Estado político español que existía antes de la revolución política de 1810, según sus ideas, se debía mantener a toda costa el gobierno colonial español; los autonomistas, partidarios de la autonomía respecto a la Junta de Regencia de España, pero conservadores de la autoridad legítima del monarca, “el deseado Fernando VII”, exigiéndole además que debía gobernar en esas tierras americanas; y los patriotas independentistas, partidarios de la separación definitiva de España y de instaurar en La Nueva Granada la forma democrática y republicana de gobierno, apropiada para un nuevo Estado nacional. Este grupo político fue partidario de la independencia absoluta y de la organización y consolidación de un Estado nacional, democrático y republicano”. (Ocampo, 2008)

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Si partimos del hecho que la revolución de independencia visibiliza la tensión social entre fuerzas contrarias, podemos tomar a manera ilustrativa como lo hacen José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez en el periódico La Civilización, ésta división como uno de los antecedentes a la formación de los partidos políticos. Es decir, la correlación de fuerzas enfrentadas durante el proceso que condujo a la independencia, manifiesta no sólo la fragmentación o polarización de la población, sino también los ideales y programas sociales de los bandos enfrentados. Como puede colegirse esta división política entre la sociedad de la época, está presente desde los primeros años del siglo XIX y hace parte de un conjunto de procesos que han tenido como fin formar, organizar y consolidar el Estado. Surgimiento de los primeros movimientos partidistas Éstos emergen durante el proceso de independencia de la Corana Española y con causas e intereses contrapuestos, tomaron nombre de –realistas e independientes-. Esta primera etapa de conformación/confrontación ideológica y armada se caracterizó por la disputa de la nación o lo que es igual la adhesión o no, a la Corona Española, la cual quería mantener el dominio territorial sobre América y continuar explotando los recursos de ésta parte del mundo, evangelizando poblaciones indígenas y demás habitantes. Ante esta situación, el movimiento independentista reacciona y sale vencedor. Este proceso contó con la aparición en escena de personajes como Simón Bolívar, Antonio Nariño, Francisco de Paula Santander, Camilo Torres, entre otros, siendo el primero quien tuvo la capacidad de organizar y movilizar las fuerzas de miles de criollos para enfrentar al ejército realista. En otra parte de la literatura existente sobre la historia política del Siglo XIX, se afirma que había una tercera tendencia intermedia entre los realistas y los independentistas; los autonomistas:

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Lograda la independencia, aparece otro elemento que enfrenta esta vez a los habitantes de la Nueva Granada, relacionado con la forma y organización del Estado, ya que había consenso acerca de que se organizara la Nueva Granada, en una República por oposición a la Monarquía; así lo menciona José Eusebio Caro al afirmar que “en cuanto a República o Monarquía, no hubo cuestión: la independencia y la República se confundieron en una misma idea, en un sólo nombre”. (La Civilización, 1849: N°5) Este movimiento independentista republicano, se debate entre si esa República debe ser federalista o centralista. El centralismo como doctrina política, manifestó para la población de la época la necesidad de un Estado unitario, con el fin de consolidar un sistema político y administrativo bajo la figura de un poder central que reordenara todo el territorio. De otro lado, el federalismo proponía el reconocimiento y autonomía de los territorios regionales y locales, en los cuales el gobierno general podía intervenir, sólo en disposiciones de carácter general. Inicialmente en 1813, los independientes centralistas triunfan, pero un año después los independientes federalistas asumen el control político de La Nueva Granada hasta el año de 1816, cuando un ejército español comandado por el Pacificador Pablo Morillo, ingresa a éste territorio con la intensión de reconquistarlo. Por este motivo, el gobierno federalista cede el poder a los centralistas para poder triunfar en la guerra, contra el ejército español. De esta manera, los independientes centralistas se quedan en el poder hasta 1830, constituyendo en su mandato “La Gran Colombia.” Sin embargo, surge una nueva cuestión basada en quién y cómo debe gobernar. En este punto los independientes centralistas vencedores anteriormente, se fragmentan entre bolivarianos o militaristas y liberales o civilistas. Los bolivarianos fueron el movimiento encabezado por Bolívar, que tenía como pretensión unir a los países hispanoamericanos que antes estuvieron dominados por La Corona Española, para hacerlos fuertes y así defenderse de las amenazas de invasión de los países dominantes –Europa y EEUU principalmente- y para someterlas a un gobierno absoluto dirigido por él: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo este mundo nuevo una sola nación, con un sólo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por tanto tener un sólo gobierno que confederase los diversos estados que hayan de formarse…” (Liévano, 1987:12).

Por su parte, los liberales liderados por Francisco de Paula Santander querían un Estado no gobernado por Bolívar, sino regido por la ley. Ambos movimientos triunfaron en 1830, pero este mismo año murió Bolívar, y con él murió su movimiento, razón por la cual los liberales quedaron en el poder, fundando la

República de la Nueva Granada dos años después. Ésta es el resultado de la aprobación de una nueva Constitución Política firmada el 29 de febrero de 1832, por medio de la cual se nombra a Santander como presidente y a José Ignacio Márquez como vicepresidente. El periodo presidencial se fija por cuatro años y en éste como en los sucesivos periodos, el país gozará de una relativa estabilidad política.

Surgimiento del Partido Liberal y el Partido Conservador

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La relativa estabilidad política sin embargo, no anula las divisiones presentes en la sociedad, que como hemos visto han girado en torno al concepto de nación y el tipo de Estado bajo el cual ésta debe organizarse. Surge de este modo un tercer aspecto de vital importancia para el surgimiento de los partidos políticos en el país, el cual podríamos denominar la cuestión moral, es decir, los principios ideológicos que deben unificar y dirigir el país. Es preciso indicar que tanto Partido Liberal como el Partido Conservador se derivan del movimiento liberal vencedor en 1830. No obstante el Partido Liberal o Rojo, fue el primero en constituirse en el año de 1848, bajo las ideas de Ezequiel Rojas que se consolidan un año más tarde en el periodo presidencial de José Hilario López. Ezequiel Rojas bajo las ideologías de Santander y Azuero, comienza a plantear los principios liberales, declaración por medio de la cual se buscaba llegar a los pobladores de La Nueva Granada, con la intensión de esbozar un conjunto de reformas políticas que beneficiarían a la sociedad en general. Sus principios se encuentran consagrados en el periódico liberal El Aviso de 1848, y se fundamentan en la creación de un sistema de República democrática, en la que el pueblo pueda gozar de los derechos y garantías que les concedía la constitución; donde reine la igualdad y “que ningún ciudadano, sea vejado impunemente por los que ocupan una posición más ventajosa” (El Aviso, 1848: N° 49), además, para que cada persona pueda ejercer como miembro activo de la sociedad, derechos políticos como el voto. Conjuntamente la libertad, se propone como la fuente de la vida, como el alimento indispensable de las naciones que quieren marchar por el camino del positivo progreso, en caminado a la concepción de abolir la esclavitud y romper con la exclusión social presente en la Nueva Granada. Además, dicho progreso se planteaba también en términos de riqueza, la cual según los liberales llevaría al bienestar y a la felicidad de la sociedad: “Sin riqueza pública y particular, que todo es uno, no puede haber felicidad, ni bienestar para una nación” “(…) Sin riqueza pues, no hay poder, no hay felicidad” (El Aviso, 1848: N° 43), de esta manera, se transmite a las personas, el ánimo para que fueran cada vez más activas en sus trabajos, ya que “Los pueblos que no ambicionan las riquezas adquiridas por medio del comercio, de la agricultura, o de la minería, no ambicionan la felicidad y el bienestar social” (El Aviso, 1848: N° 43).

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Pero para alcanzar la riqueza, el Partido Liberal proponía la llegada de personas del extranjero para que contribuyeran al progreso del país, pues La Nueva Granada se encontraba en esos momentos muy escasa de población, lo cual impedía el adecuado y progresivo desarrollo de la economía. De la misma forma, se rompe completamente con las ideas religiosas proponiendo una educación laica, donde predomine el pensamiento racional y no la fuerza, ni las doctrinas religiosas; en la que no haya ni fanatismo, ni impiedad, y donde, la tolerancia, esté en contra del exclusivismo. De esta manera, el Partido Liberal influenciado por las premisas de la Revolución Francesa “libertad, igualdad y fraternidad”, buscaba por medio de su Proyecto Nacional y sus principios sacar del estancamiento económico y social en el que se encontraba el país después de la independencia, promoviendo mejoras en el libre comercio, la libertad de pensamiento, la participación política igualitaria bajo la concepción del pueblo como ciudadanos y un cambio social en general. Un año más tarde José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez crean el Partido Conservador, Institución con pretensiones similares a las de su contrario, pero expuestas desde una óptica religiosa pretenden igualmente consolidar un proyecto político que conduzca a la estabilidad social, económica y política. En este partido adquiere gran protagonismo La Iglesia, ya que esta Institución transmite mediante la educación los más preciados valores de la civilización; éste es quizá uno de los elementos que más distancia a los dos partidos, puesto que mientras el Partido Liberal le apuesta a una educación laica que forme buenos ciudadanos, el Partido Conservador opta por una educación tradicional y religiosa que forme buenos cristianos moral y socialmente. Así se expone en los principios que le dieron vida al Partido Conservador, que resaltan los compromisos ideológicos y morales de sus miembros, en oposición al pensamiento liberal. Y que se encuentran consagrados en el periódico La Civilización. El Partido Conservador es el que reconoce y sostiene el programa siguiente: -“El orden constitucional contra la dictadura; -La legalidad contra las vías de hecho; -La moral del cristiano y sus doctrinas civilizadoras contra la inmoralidad y las doctrinas corruptoras del materialismo y del ateísmo; -La libertad racional, en todas sus diferentes aplicaciones, contra la opresión y el despotismo monárquico, militar, demagógico, literario, etc., etc., etc. -La igualdad legal contra el privilegio aristocrático, oclocrático, universitario, o cualquier otro; -La tolerancia real y efectiva contra el exclusivismo y la persecución, sea del católico contra el protestante y el deísta, o del deísta, y del ateísta contra el jesuita y el fraile, etc.; -La propiedad contra el robo y la usurpación, ejercidos por los comunistas, los so-

cialistas, los supremos, o cualquier otro; -La seguridad contra la arbitrariedad de cualquier género que sea; -la civilización, en fin, contra la barbarie.” En consecuencia, el que no acepta algo de estos principios no es conservador. (La Civilización, 1849: N°9)

El anterior programa encierra las concepciones ideológicas del Partido Conservador por oposición al Partido Liberal, y ante todo su posición moral, la cual, es entendida como el camino a la felicidad y estabilidad social, ya que manifiesta de manera contundente que la moralidad es el primer elemento de la civilización y de la perfección del individuo. José Eusebio Caro, plantea que: “La moralidad es el primer elemento de la civilización, es en esencia, la civilización misma. Quien dice moralidad dice civilización, quien dice inmoralidad, dice barbarie.”(La Civilización, 1849: N°2)” La gran cuestión, para la lógica conservadora es, siempre la de moralizar al pueblo. “No hay medio mejor de ilústralo, no hay medio mejor de enriquecerlo que moralizarlo”. (La Civilización, 1849: N°2) Sin embargo, la apuesta conservadora a la educación, la cual es la vía para la civilización, posee sin perder la trascendencia religiosa aspectos liberales, por ejemplo en el siguiente planteamiento:

El pensamiento conservador afirma que el Estado se hizo para el perfeccionamiento del individuo y que sus actividades deben dirigirse necesariamente a generarle un bienestar y a ayudar a dicho perfeccionamiento. Pero, “El Estado no podría cumplir su función, si dejara al individuo la plenitud de sus libertades, que pasarían entonces a convertirse en caprichos” (Restrepo, 2000), he aquí la importancia de los postulados conservadores y la cuestión moral. Para tener más claridad de la importancia de la cuestión moral para el Partido Conservador, la cual es la esencia de su doctrina, debemos remitirnos a algunos postulados de la Filosofía Escolástica que se basan en dos aspectos respectivamente, un aspecto espiritual y uno histórico- temporal. El aspecto espiritual, hace referencia al orden de la sociedad con base a la armonía del plan divino; y el aspecto histórico-temporal, a la organización de la sociedad en base a la lógica del pensamiento que predispone al orden y a la relación causa-efecto. Es decir, “como consecuencia del primer postulado surge el principio de subordinación del hombre a la voluntad divina; como efecto del segundo, viene el convencimiento

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“Es donde confluyen la moralidad, la instrucción y la riqueza; en la suma mayor a que todas juntas pueden elevarse en cada una de las épocas de la historia del género humano que se hace consistir la civilización, o lo que es realmente, la mayor perfección posible del hombre como ser moral, intelectual y material”. (La Civilización, 1849: N°2)

de la continuidad de todo proceso a través del tiempo” (Restrepo, 2000) Estos aspectos de la Filosofía Escolástica, constituyen un punto de apoyo para explicar la ideología conservadora, ya que su aspecto espiritual, explica el pensamiento moral y el segundo aspecto histórica-temporal, su actitud histórica. Pues la doctrina conservadora tiende a ser realista, analizando el conocimiento de la naturaleza humana y de las cosas, es decir la experiencia histórica.

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Concepción conservadora y concepción positivista La declaración de los principios conservadores, antes mencionados es de gran importancia en el intento de vincular los planteamientos del Partido Conservador con los aportes realizados por Augusto Comte a la sociología en el Siglo XIX. Es preciso resaltar que este autor ve en la política una de las herramientas para reorganizar la sociedad y generar tranquilidad, al tiempo que ésta hace posible obtener seguridad, orden y progreso, ya que lo que caracteriza a la humanidad es la búsqueda de la felicidad, la cohesión social y el progreso material de la humanidad. También es importante recordar que el principal interés de Comte radica en superar la tendencia crítica que caracterizó a la sociedad francesa durante y después de 1789; y que de no superar ésta actitud crítica es imposible pensar en un proceso de reorganización social, puesto que se hace imposible fundar un nuevo orden social basado en un principio crítico utilizado esencialmente para derrumbar un orden social que no correspondía a los deseos del pueblo. Sin embargo, el aporte más trascendental del autor francés con respecto al tema, son los aspectos espiritual o teórico y el temporal o práctico, estos hacen parte de su teoría política y son de gran importancia para emprender el procesos de reorganización. “El aspecto teórico o espiritual, es aquel conjunto de ideas pensadas para llevar a cabo un plan o proyecto político de organización social con miras a convivir armónicamente y garantizar la seguridad, el progreso y la felicidad de las naciones; y el aspecto temporal o práctico, es aquel en que el Estado se materializa cómo máximo órgano social, en estrecha relación con los postulados teóricos que le dan vida, para que oriente sus acciones en función de: regular, sancionar y ordenar la vida en sociedad, dado que determina la manera de repartirse el poder y el conjunto de las instituciones administrativas más en relación con el espíritu del sistema tal y cómo han sido fijados por los trabajos teóricos”. (Comte, 2001)

De lo anterior, podemos deducir que algunos de los planteamientos del Partido Conservador se ajustan a los postulados teóricos de Comte, por ejemplo aquel que hace mención a la legalidad en oposición a las vías de hecho y la apuesta a la civilización en contra de la barbarie, además de la correspondencia entre el Estado y La Iglesia, estos tres elementos combinados, dan cuenta de la moralidad que este partido proclama como bastión para establecer el orden, la estabi-

lidad social y el progreso. Por tanto podemos concluir, que el partido conservador como institución no sólo plantea una organización social basada en el respeto a la ley y la educación religiosa, sino también la ampliación de esta doctrina moralizadora, al conjunto de la sociedad, con base en la articulación entre La iglesia y el Estado, ya que la primera institución se constituye en guía y promotora en el proceso de reorganizar la sociedad, es decir, esta articulación manifiesta la unión entre el aspecto espiritual y el práctico, aunque ello implicara la imagen e interpretación de retorno al orden social existente durante la Colonia y el mantenimiento del status quo, o lo que es igual a la prolongación de algunas de las prácticas e instituciones propias de la época colonial.

BIBLIOGRAFIA

Comte, August (1977). “Plan de trabajos científicos necesarios para reorganizar la sociedad”, en Primeros Ensayos, Fondo de Cultura Económica, pp. 71113. El Aviso, Periódico Liberal (1848). Bogotá. Año I, trimestral. Números 41,43, 49,74. La Civilización, Periódico Conservador (1849). Bogotá. Año I, trimestral. Números 2, 5, 9, 10, 11.

Ocampo López, Javier (2008) “Independencia y Estado Nación” en Historia de las ideas políticas en Colombia: de la independencia hasta nuestros días, Bogotá, Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., pp. 23-62. Restrepo Jaramillo, Gonzalo (2000) “La Doctrina Conservadora” en Revista Cooperativismo y Desarrollo, No. 73, pp. 61-70.

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Liévano Aguirre, Indalecio (1987). Bolivarismo y Monroísmo, Bogotá, Tercer Mundo Editores S.A.

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