Story Transcript
GABRIEL OLIVER
Pesca, peces y pescadores LA PESCA DEPORTIVA EN LAS AGUAS COSTERAS DEL MEDITERRÁNEO
2013
Introducción
Este libro se ha podido escribir gracias a que un grupo de aficionados a la pesca deportiva, algunos de ellos reputados como expertos en sus especialidades, le han contado a un novato como yo sus experiencias y algunos de sus trucos. Es importante destacar que ninguno de los que me han ayudado a escribir este libro cree que sus conocimientos están por encima de la mayoría de los aficionados y, en consecuencia, lo que aquí se describe no son más que experiencias personales, más o menos afortunadas, y no fórmulas mágicas que nos prometan todo tipo de éxitos en nuestras jornadas de pesca. Con independencia de que se tenga más o menos experiencia en el paciente arte de la pesca, aquí solo se pretende exponer algunas opiniones y procedimientos que deben ser considerados como subjetivos, puesto que incluso entre los que han colaborado conmigo no siempre hemos estado de acuerdo. Al escribir este libro, tan solo se ha pretendido que el lector pase un rato agradable mientras se le muestran algunos trucos, leyendo algunos comentarios sobre peces o conociendo algunas tácticas de cómo pescarlos. El «cómo pescarlos» quizás sea una afirmación muy optimista y pueda inducir a error, ya que podría dar a entender que siguiendo las propuestas de este libro queda garantizado regresar a casa con un montón de peces. Nada más lejos de la realidad. A lo sumo, lo máximo que conseguiremos será mejorar nuestra estadística o nuestras
posibilidades de conseguir mejores piezas y, quizás, con un poco de suerte y empeño, al final del año habremos capturado más piezas y algo más grandes que en años anteriores. Una vez expuesto lo que antecede, antes de entrar en materia será bueno repasar un poco nuestros conocimientos sobre los peces para recordar algunos detalles que pueden sernos muy útiles. El primer problema al que se enfrenta el pescador es conseguir llamar la atención del pez, transmitirle el mensaje de que le estamos presentando algo apetitoso e intentar convencerle de que no debe resistirse a la tentación de comerse nuestro cebo. Para conseguir estos objetivos, será preciso analizar cuáles son los mecanismos mediante los cuales los peces toman conocimiento de su entorno, mecanismos que son distintos a los que utilizan los animales terrestres que nos son habituales. En primer lugar, veamos cómo es su hábitat. El agua del mar es un medio unas ochocientas veces más denso que el aire en el que vivimos nosotros y esta circunstancia provoca notables diferencias en lo que a percepción de estímulos se refiere. Para intentar analizar las diferencias que hay entre los animales terrestres y los marinos, podemos analizar cada uno de los cinco sentidos de unos y otros. El sentido que más importancia tiene en nuestra percepción de lo que nos rodea es la vista, ya que nos permite identificar con bastante seguridad objetos o circunstancias que se hallan próximos a nosotros o a cierta distancia. Esto en el mar no es posible, debido a que el agua tiene un gran poder de absorción de la luz y a partir de cierta distancia, quizás unos veinte o treinta metros, ya no se puede distinguir nada con claridad. Ello determina que a los peces no les sea útil un sistema de visión lejana capaz de enfocar objetos a gran distancia y en consecuencia sus ojos solo están preparados para identificar objetos muy próximos, no siendo aptos para percibir detalles que estén algo alejados.
Si queremos que los peces detecten nuestros cebos, no nos queda más remedio que acercárselos tanto como sea posible; de lo contrario, ni siquiera los verán. Esta circunstancia cobra mucha más importancia cuando se pesca a la fluixa o cacea en mar abierto, donde se hace más evidente la necesidad de que los peces detecten nuestros señuelos a cierta distancia. Más adelante hablaremos de ello con cierto detalle. Si pasamos al sentido del oído, que suele estar muy desarrollado en algunos animales terrestres, conviene recordar que en el medio marino los sonidos se transmiten bajo reglas distintas. Al tratarse de un medio muy denso, los sonidos agudos, es decir, los de frecuencias altas, prácticamente no pueden propagarse, puesto que se atenúan con gran rapidez y tan solo se pueden propagar a cierta distancia los sonidos de frecuencias bajas, es decir, los sonidos graves. Es obvio que lo de captar la atención de los peces mediante sonidos puede que tenga alguna eficacia, pero es una propuesta un tanto compleja de desarrollar. Si pensamos en el olfato en el sentido que nos es familiar, no es preciso recordar que en el mar la cosa cambia, y más que el olfato considerado como una dispersión en el aire de pequeñas partículas que alcanzan nuestra nariz, habría de pensar en pequeñas partículas sólidas que se diluyen en el agua y son dispersadas por las corrientes marinas o por los pequeños movimientos del agua. La mayoría de los peces están muy bien preparados para captar estas pequeñas partículas, y todos conocemos mecanismos que, como el brumeo, son casi infalibles para conseguir que los peces acudan. Si bien este es un estímulo que funciona con gran eficacia, siempre queda la problemática de conseguir una rápida y amplia dispersión de nuestro engodo, puesto que dependemos inevitablemente de las corrientes marinas que, desde luego, no son tan eficaces cómo las corrientes del aire que trasportan los olores con gran facilidad. Y si nos centramos en el gusto, resulta seguro que los peces nos ganan, puesto que al vivir en un ambiente líquido, es uno de los
sentidos mejor preparados para informarles de los estímulos externos a la menor traza de partículas disueltas en el agua. Creo recordar que algunos peces detectan la presencia de sangre en concentraciones menores de una parte por millón. Por otro lado, los peces no solo son capaces de identificar el gusto de la comida con la boca, también lo pueden hacer con los labios, las barbas de algunos peces que escarban en el fango, el morro e incluso algunas partes de la piel. Todos hemos visto alguna vez cómo un pececillo tantea nuestro cebo tocándolo con el costado y no con la boca. Ello se debe a lo indicado, pueden conocer si está bueno o no simplemente rozándolo con el cuerpo. Por último, hemos que hablar de uno de los órganos sensoriales más importantes de los peces al que se conoce como la línea lateral, que es un conjunto de células que se hallan a ambos lados de su cuerpo y que, entre otras cosas, les permite detectar los más mínimos cambios de presión del agua. Ello quiere decir que cuando un pez se aproxima a otro, las ondas de presión que genera al desplazarse son captadas de inmediato por la línea lateral y le informan de que alguien se le está acercando, de su tamaño y a qué velocidad se aproxima. Si la velocidad de aproximación es elevada, seguro que se trata de un ataque. Esta línea lateral, que es capaz de detectar todo tipo de vibraciones e incluso identificar cuándo un pez está herido, es el órgano sensorial al que se dirigen algunos de los señuelos que se utilizan en el curri, y que se desplazan generando vibraciones con pequeñas hélices, bolitas metálicas y otros artilugios similares que han demostrado su eficacia en una multitud de ocasiones. Si analizamos estos datos y extraemos las conclusiones adecuadas, podremos entender cuáles son los mecanismos que hemos de utilizar para llamar la atención de los peces, conseguir que salgan de sus escondrijos y que acudan a tomar nuestros cebos. Estas mismas conclusiones nos ayudarán a elegir los cebos más
adecuados, que sean atractivos a los peces y que sean capaces de provocar su ataque o vencer su desgana. El mejor cebo es el que reúne las siguientes cualidades: que sea bastante visible, que tenga buen sabor y que sea algo jugoso para impregnar el entorno con partículas atractivas. Evidentemente, este cebo cuasi perfecto no existe, y nos tendremos que conformar con otras propuestas no tan ideales. Dicho todo esto, como ya tenemos claro qué cebos y qué señuelos podrían ser los más adecuados a nuestros propósitos, es el momento de entrar en materia y empezar a comentar otros temas y más concretamente cuáles son los aparejos más eficaces o más adecuados para capturar estas deseadas presas que a veces nos quitan el sueño. Quisiera manifestar que estoy convencido de que el sistema de pesca que ofrece mayores posibilidades de capturar una presa de gran tamaño es el curricán costero y por esta razón creo que es una buena idea empezar este libro comentando esta modalidad de pesca. Tengo la sensación de que, pese a lo dicho sobre la posibilidad de conseguir capturas de gran tamaño, este sistema de pesca no solo sigue sin ser bien conocido entre la mayoría de aficionados, sino que incluso existe un gran número de ellos que lo consideran una forma de pescar aburrida además de una enorme pérdida de tiempo. Como que estoy absolutamente convencido de que pescar al curri es una buena opción para practicar la pesca, iniciamos este libro intentando cambiar un poco esta imagen negativa.