POR QUE NO PROSPERAN TODOS LOS QUE DIEZMAN

POR QUE NO PROSPERAN TODOS LOS QUE DIEZMAN. ¿Tiene usted dificultad con sus finanzas? Si la tiene, ¿por qué? Dios promete bendecir a los que cumplen s

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POR QUE NO PROSPERAN TODOS LOS QUE DIEZMAN. ¿Tiene usted dificultad con sus finanzas? Si la tiene, ¿por qué? Dios promete bendecir a los que cumplen su ley de diezmar, pero hay otro importante aspecto que los cristianos deben tomar en consideración. por Richard Rice

T

engo mucha dificultad en vivir de mis ingresos», confesó el padre de una familia de la Iglesia de Dios Universal mientras consultaba con un ministro. “No lo comprendo”, dijo, “pues he sido miembro de la Iglesia por once años. He pagado todos mis diezmos fielmente. He enviado donativos mensualmente al fondo para la construcción de edificios. Nunca he dejado de dar una ofrenda en los Días Santos. No le he robado a Dios de absolutamente nada que le pertenece a Él. Entonces, ¿por qué estoy sufriendo las más humillantes y angustiosas privaciones de mi vida debido a problemas monetarios?” Con un tono de desaliento continuó: “Puesto que no he podido encontrar un empleo estable, no tengo suficiente dinero para siquiera comprar alimento y ropa apropiados para mi familia. Ni a plazos puedo comprar un auto usado”. Con las cejas fruncidas y una mirada triste, el hombre preguntó: “¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué no me ha prosperado Dios? ¿Acaso no ha prometido bendecir al que pague el diezmo? ¿Y no deben los seguidores de Dios rebosar de aún más bendiciones materiales al continuar obedeciendo sus leyes relacionadas con el pago del diezmo?” No es un caso inaudito. El ejemplo antes mencionado ni es ficticio, ni se trata de un caso único. Docenas de similares situaciones de la vida real se presentan a los ministros de Dios. Para demasiados seguidores de Dios - individuos que fielmente pagan diezmos apenas les alcanza lo que ganan- Cuando termina cada mes, casi no les quedan fondos que puedan ahorrar para un caso de apuro. A algunos hasta les ha sido imposible pagar sus cuentas mensuales. A unos cuantos hasta se les ha despojado de sus muebles y aparatos eléctricos debido a su inhabilidad de mantenerse al mismo nivel con el alto costo de la vida y de hacer sus pagos mensuales ¿Por qué tantos individuos están pasando extremas dificultades financieras cuando Dios ha prometido bendecir y prosperar al que pague diezmos? ¿Por qué no todos los miembros de la Iglesia han sido prosperados más con cada año que pasa si la ley del diezmo sí da buenos resultados?

Se requiere más que diezmar. No mal entienda, pues el diezmar produce grandes dividendos. Existe una ley invisible relacionada con el diezmo que garantiza un incremento monetario al que le da a Dios su décima parte sin refunfuñar. Lo que muchos miembros no parecen comprender es que tienen la obligación de obedecer otras leyes tan importantes como la ley relacionada con el diezmo. Usted ya debe saber cuáles son estas leyes inexorables - si ha estado asistiendo a los servicios de la Iglesia de Dios Universal cada Sábado (si se conducen en el área donde usted vive) y si ha estado estudiando la Biblia, La Pura Verdad y El Comunicado cuidadosamente. Pero el conocimiento no tiene valor si no se hace algo al respecto. Usted debe obedecer todas las leyes de Dios si espera continuar recibiendo las maravillosas bendiciones proveídas por el gigantesco almacén de Dios. Si no está recibiendo las bendiciones de Dios, es que no está haciendo todo lo que Dios requiere de usted. El apóstol Pablo revela por qué algunos no prosperan. Escribió: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque vimos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entreteniéndose en lo ajeno” (2 Tesalonicenses 3:10-11). Pablo amonestó a Timoteo: “porque si alguno no provee pare los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8). Su Biblia claramente dice que una persona que no trabaja y no provee para los suyos es peor que un incrédulo. Y aun cuando un individuo está satisfecho con tener escasos recursos monetarios, el diezmar por sí mismo no lo ayudará a ser próspero. Algunos en la Iglesia de Dios son pobres porque no trabajan Io suficientemente duro para mantener su colocación. Un miembro de la Iglesia de Dios debe estar dispuesto a trabajar más afanosamente que cualquier otro empleado. Debe estar dispuesto a trabajar para que su jefe gane dinero. Cualquier persona perezosa únicamente segará vergüenza, pobreza y derrota trae derrota. Es preciso ejercer dominio propio. Supongamos que otro miembro de la Iglesia de Dios es generoso con sus diezmos y ofrendas. Quizás envíe aún más de lo que su presupuesto le permita, pero no cuida de su salud. Por ejemplo, acostumbra a comer demasiados alimentos feculentos y grasientos, y muchos dulces, helados y pasteles. Este miembro no he aprendido a ejercer la fuerza de voluntad, y como resultado, come demasiado. No hace ejercicios y no procura dormir lo suficiente. Después se pregunta por qué padece de males como la hipertensión, problemas estomacales, desorden del hígado u otras enfermedades. El pago del diezmo no librará del desastre económico a la persona que no pueda mantener su empleo debido a que ha arruinado su salud por comer con gula. ¿Cree usted que Dios de algún modo revocará a este hombre la penalidad que se acarreó sobre sí mismo por haber quebrantado las leyes de la buena salud tan sólo porque fue fiel en diezmar? La respuesta es negativa. Dios no sería fiel a sus leyes si lo hiciera. Claramente manifestado en este ejemplo es el hecho de que diezmar por sí mismo no puede garantizar prosperidad económica sí otras leyes inmutables son violadas. Supongamos que un hombre gana un buen sueldo, pero no sabe disponer de ese dinero apropiadamente y malgasta sus ingresos en todo lo que desea. Dios no prosperará al hombre si derrocha su sueldo en cosas que no necesita y por ello no le queda lo suficiente para pagar sus cuentas mensuales.

Aunque alguien que sea así pague sus diezmos, ¿por cuánto tiempo podrá eludir las dificultades financieras si sigue malgastando su sueldo? ¿Debe esperar que Dios le proteja de cada crisis, elimine todas sus dificultades y le salve de la bancarrota, aunque siga derrochando sus recursos? Claro que no. No se da cuenta usted de que si Dios librara a tal hombre de todos sus aprietos sin que éste se enmiende - ¿significaría que Dios condona sus pecados? ¡Pero Dios no condona el pecado! Prosperarlo solamente lo motivaría a seguir malgastando sus bienes y por consiguiente destruiría su carácter. Qué claro está; no podremos triunfar si no le damos a Dios; en diezmos y ofrendas, lo que le pertenece. Pero no debemos solamente obedecer la ley del diezmo debemos obedecer todas las otras leyes y poner en práctica las siete leyes del éxito. Si usted no está familiarizado con ellas, entonces solicite nuestro folleto gratuito, Las siete leyes del éxito. La clave del éxito. Dios no nos deja en duda a este respecto. Se requiere más que diezmar para tener una vida abundante. En Josué 1:8 se delinea otra clave del éxito: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. ¿Notó usted que Dios hizo hincapié en la plena aceptación de todas sus leyes y la total obediencia a las mismas? No dijo: «Pague sus diezmos y entonces será prosperado y tendrá mucho éxito». Dijo muy claramente: “¡Guarde y ponga por obra todos los mandamientos!” Esto no significa que usted tiene que ser perfecto para prosperar, pero si quiere decir que debe luchar para alcanzar esa meta de perfección y no violar a sabiendas cualquier aspecto de la vida cristiana. El gran Legislador formuló docenas de leyes y principios espirituales que conducen al éxito. La obediencia a solamente una ley no produce el éxito de sí misma. El agua es necesaria para la buena salud, pero sólo tomar agua no es suficiente para mantenerla, puesto que también uno tiene que comer, dormir y hacer ejercicios. De igual manera, diezmar es solamente una de las muchas leyes que deben obedecerse para poder progresar Y ser próspero. Pero de sí misma no prospera a uno si se desobedecen otras leyes relacionadas con el éxito económico. La respuesta al hombre que fue al ministro sin comprender por qué el diezmar no le estaba dando buen resultado es muy sencilla. A pesar de que estaba pagando sus diezmos, rechazaba otras leyes espirituales de Dios. Su falta de sabiduría en la disposición de sus recursos monetarios, su rebelión en obedecer instrucciones, su oposición a mejorar sus aptitudes en general y aprender bien un oficio, y su falta de entusiasmo contribuyeron a su ruina. Su obediencia a la ley del diezmo no podía revocar la pena que resultó de su desobediencia a otras Leyes que están vigentes. Las bendiciones prometidas a Israel. En el capítulo 28 de Deuteronomio, el Eterno sin reservas prometió grandes y maravillosas bendiciones a Israel si obedecían todos sus mandamientos. “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz del Eterno tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos . . . vendrán sobre ti todas estas bendiciones... Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el

fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir . . . Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre del Eterno es invocado sobre ti, y te temerán”. “Y te hará el Eterno sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que el Eterno juró a tus padres que te había de dar”. “Te abrirá el Eterno su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos...si obedecieres los mandamientos del Eterno tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles “ (versículos 1-14). Se requiere la obediencia. Dios prometió 21 increíbles bendiciones en cambio de la obediencia. ¡Qué recompensa magnífica viene como resultado de la obediencia a la ley de Dios! Pero tenga bien en cuenta el hecho de que el Eterno exige la obediencia a todas sus leyes. Y además de las recompensas esperadas, Dios agrega aún más bendiciones si uno se somete humildemente a Él y lo obedece. La Biblia irrefutablemente prueba que la obediencia garantiza el éxito. Pero con igual certeza la Biblia afirma que la desobediencia produce el fracaso. Dios promete que todos los que insolentemente violan sus leyes fracasarán. Dios advierte en Deuteronomio 28:15: “Pero aconteceré, si no oyeres la voz del Eterno tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán” (léalas en Deuteronomio 28:16-68). Dios advirtió que las maldiciones que prosiguió a enumerar, de seguro vendrían repentinamente sobre los desobedientes. La verdadera y duradera prosperidad no puede provenir de la rebelión - las maldiciones son el resultado. ¿Está usted ocultando sus pecados? ¿Acaso se debe su falta de prosperidad a la posibilidad de que esté ocultando sus pecados? Salomón en su gran sabiduría estaba consciente de las graves consecuencias de intentar ocultar los pecados cometidos. En Proverbios 28:13 amonestó: “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. Algunos no han prosperado porque se han engañado a sí mismos negándose a valorar su vida personal conforme a los santos preceptos de Dios, no queriendo ver lo que están haciendo mal y culpando a Dios para justificar sus propios actos incorrectos. El hombre mencionado al principio de este artículo fue culpable de este vicio. En su tono de voz se notaba una actitud de acusación contra Dios. Después de todo, estaba obedeciendo la “gran” ley que prometía prosperidad material. Entonces, ¿por qué después de todas estas semanas, meses y hasta años de diezmar, no lo prosperaba Dios? La respuesta es obvia. No se examinaba a sí mismo con el fin de verse como Dios lo veía. El hombre estaba ocultando sus pecados mediante el engaño de sí mismo. Pero, ¿acaso no hay individuos que sólo recientemente aprendieron la verdad y sin embargo prosperaron cuando empezaron a diezmar? ¿Por qué son bendecidos cuando dan una décima parte de sus ingresos si no obedecen todas las leyes de Dios? Claro que prosperaron. Docenas de cartas son enviadas diariamente a la Obra por

nuevas personas que nos dicen cómo pusieron Malaquías 3:8-10 a la prueba y lo mucho que fueron recompensadas. Pero usted debe darse cuenta de que el diezmar quizás sea el único punto de verdad que estos individuos comprenden. Según obedecen, Dios los derrama con bendiciones. Y a través de este medio pueden ver que hay ventajas materiales en obedecer a Dios. Los despierta a la realidad de la Palabra de Dios. Pero conforme crecen en gracia y conocimiento y comprenden más verdades, Dios espera más de ellos. Si rechazan nuevas verdades y se niegan a obedecerlas, las bendiciones que se han obtenido al diezmar disminuirán. Dios manda: “Sed, pues, vosotros perfectos”. Debemos obedecer nuevas verdades conforme nos son reveladas. Busque primero el Reino. ¿Cuál es su interés principal en la vida? ¿Es acaso adquirir bienes materiales, riquezas y tesoros? ¿Poseer grandes riquezas con el fin de satisfacer sus anhelos y deseos carnales? ¿Es ése el motivo por el cual usted diezma? ¡No debe ser así! Haga su meta principal el servir al Dios viviente con todas sus fuerzas, de complacerlo sin importar cuáles sean las consecuencias, de buscar su Reino sobre cualquier otra meta física. Si usted pone su corazón en las cosas de arriba y concienzudamente procura con todo su ser obedecer las leyes de Dios, entonces Él atenderá a sus necesidades diarias y también agregará bendiciones extras en abundancia. ¿Desea usted prosperar? Entonces busque “primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). EL COMUNICADO 1981.

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