PREDECIBLE, PREVENIBLE Buenas Prácticas para abordar la Violencia Interpersonal y Auto-infligida durante y después de Desastres

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PREDECIBLE, PREVENIBLE Buenas Prácticas para abordar la Violencia Interpersonal y Auto-infligida durante y después de Desastres

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La Estrategia 2020 expresa la determinación colectiva de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación Internacional) para avanzar en la lucha contra los más grandes desafíos que enfrentará la humanidad en la próxima década. Esta estrategia se basa en las necesidades y vulnerabilidades de las diversas comunidades con las que trabajamos, así como también en los derechos y libertades básicas inherentes a todos los seres humanos. Además, busca beneficiar a todos los que apelan a la Cruz Roja/Media Luna Roja para ayudarles a construir un mundo más humanitario, digno y pacífico. Durante los próximos diez años, el enfoque colectivo de la Federación Internacional será el logro de los siguientes objetivos estratégicos: 1. Salvar vidas, proteger los medios de sustento y apoyar la recuperación después de desastres y crisis 2. Posibilitar una vida sana y segura 3. Promover la inclusión social y una cultura de no violencia y paz ISBN 978-1-55104-542-9 © 2012 Cruz Roja Canadiense Cruz Roja Canadiense Fundada en 1896 Incorporada en 1909 El emblema de la Cruz Roja y la designación “Cruz Roja” están reservados por ley en Canadá para el uso exclusivo de La Sociedad Canadiense de la Cruz Roja y para las unidades médicas de las fuerzas armadas, a través de la Ley de los Convenios de Ginebra, R.S.C. 1985, c. G-3. Los programas de la Cruz Roja Canadiense son posibles gracias a los servicios voluntarios y el apoyo financiero de los Canadienses.

Reconocimientos

Quisiéramos extenderles nuestro agradecido reconocimiento a las siguientes personas, quienes contribuyeron con sus conocimientos, su tiempo y sus experiencias para redactar este informe:

Colaboradores: María Elisa Alvarado, Directora General de la Cruz Roja Hondureña; Dra. Michaële Amédée Gédéon, Presidenta de la Cruz Roja Haitiana; Ange Sawh, Cindy Fuchs y Louise Geoffrion, del Equipo de Gestión de Desastres de la Cruz Roja Canadiense; Jan Gelfand, Director de Operaciones de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en la región de América

Autores: Gurvinder Singh en colaboración con Melinda Wells y Judi Fairholm Diagramación y diseño: Sharonya Sekhar, editora de diseño; Molly Baker, diseñadora

Apoyo a la investigación: Tan Bokhari; Reem Gigrah Revisores: Cruz Roja Canadiense: Pamela Aung Thin, Jessica Cadesky, Hossam Elsharkawi, Cindy Fuchs, Richard McCabe, Rachel Meagher, Sharonya Sekhar, Louis Philippe Vezina, Valerie Whiting, Pamela Davie, Christine Bloch Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja: Siddharth Chatterjee, Aradhna Duggal, Jonathon Gurry, Sandra Gutiérrez, Juliet Kerr, Lisa Soderlindh Comité Internacional de la Cruz Roja: José Antonio Delgado, Markus Geisser El Instituto Brookings: Elizabeth Ferris Peritos independientes: Elaine Enarson

Portada: Benoit Matsha-Carpentier, FICR Contraportada: FICR

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Hector Emanuel, Cruz Roja Americana

ÍNDICE Prefacio.........................................................................4 Generalidades.............................................................6 Un problema predecible...........................................8 Por qué la violencia aumenta en casos de desastres...................................................................10 Perfil: Honduras.......................................................12 Perfil: Haití.................................................................16 Las consecuencias de la complacencia.............19 Las barreras que impiden tomar medidas.........19 El uso de un enfoque de salud pública para.....20 Perfil: Canadá............................................................22 Buenas prácticas para la acción..........................24 Perfil: La Federación Internacional la región de América ...............................................28 Conclusión.................................................................32 Recursos.....................................................................33

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PREFACIO En nuestro mundo los desastres continúan desestabilizando y perjudicando territorios y vidas humanas. Con frecuencia ocurre que en las secuelas de un desastre las personas se unen espontáneamente por lazos de generosidad y compasión. A pesar de sus propios problemas, la gente de todas las edades se ofrece para ayudar voluntariamente a los afligidos, las comunidades se unen y se realizan numerosas y extraordinarias acciones humanitarias. Sin embargo, aun cuando los sobrevivientes recobran sus fuerzas, buscan refugio y medios de subsistencia e intentan rehacer sus vidas, aun así se enfrentan a muchas dificultades. Entre éstas se encuentra la devastación causada por la violencia que sigue a un desastre, aunque muchas veces no sea evidente y se mantenga en secreto. La seguridad y la protección de las personas se ven amenazadas no solo por el desastre en sí, sino también por la violencia que se manifiesta en varias formas: abuso, explotación, acoso, discriminación y rechazo por parte de otros sobrevivientes y de aquellos que supuestamente deberían brindar ayuda. La violencia existe en cada rincón del mundo — en países de ingresos bajos, medios y altos; en barrios urbanos marginados; en las aulas de clases; a puertas cerradas en los hogares e instituciones; y mediante la tecnología — y puede llegar a un punto de ebullición en casos de desastres. Una vez tras otra, el riesgo de violencia —personas que hieren a otras o a sí mismas — durante desastres se intensifica a medida que se desestabilizan o incluso colapsan los frágiles sistemas de protección, que aumentan los niveles de estrés y que las personas comienzan a comportarse de manera dañina o abusiva. Las poblaciones que ya enfrentan los riesgos más altos, tales como los niños y las mujeres, se ven mucho más amenazadas. Una mujer es atacada al atardecer mientras busca refugio en un campamento hacinado. Una niña es obligada a vender su cuerpo para poder alimentar a su familia. A un niño lo golpean, mientras otros observan en silencio, y luego lo abandonan en un lugar solitario y peligroso. Una pandilla roba y ame­ naza a los ocupantes de un refugio. Un padre pierde sus medios de subsistencia y descarga su vergüenza e ira sobre su familia. La desesperación de un anciano le lleva a quitarse la vida. Historias como éstas son comunes en un desastre. Esto no es aceptable. Sin embargo, a pesar de todos estos desafíos, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación Internacional) cuenta con soluciones. La violencia, aunque compleja y frustrante, no es inevitable. De hecho, al igual que el riesgo de otras crisis de salud pública -- tales como el cólera, enfermedades respiratorias, sarampión,

paludismo y la falta de alimento -- puede incrementarse en un desastre, la violencia puede contenerse, disminuirse y finalmente prevenirse. Es posible combatir la capacidad que tiene la violencia de prosperar debido a la ignorancia, el secretismo, la negación y el caos que representan los desastres. Este informe presenta buenas prácticas para abordar la violencia durante y después de desastres, y nos reta, en nuestra capacidad de equipo de respuesta ante desastres, a responder a este problema en nuestra labor a través de medidas tempranas y proactivas mediante un enfoque de salud pública. La Federación Internacional tiene un rol esencial y cuenta con muchos recursos para inclinar la ba­lanza en favor de la seguridad: nuestros Principios Fundamentales, voluntarios locales dedicados, redes de asociaciones diversas que incluyen aquellas auxiliares a los poderes públicos, un papel reconocido como equipos líderes de respuesta ante desastres y un historial de lucha contra las grandes plagas que enfrenta la humanidad. Ahora debemos reconocer el problema predecible y prevenible de la violencia en casos de desastres, agilizar nuestros pasos e influir sobre otros para que también respondan. Ahora es el momento de que este compromiso deje de ser un ideal y se convierta en realidad.

Bekele Geleta

Conrad Sauvé

Secretario General de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

Secretario General de la Sociedad Canadiense de la Cruz Roja

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Christopher Black, FICR

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GENERALIDADES Este informe de sensibilización exhorta a convertir en prioridad la prevención de violencia interpersonal y auto-infligida en el marco de la respuesta ante desastres de la Federación Internacional. El objetivo no es erradicar todos los problemas sociales endémicos durante una respuesta a desastres, sino contener y reducir el riesgo de violencia de modo que no aumente, y crear un entorno donde la prevención sea eventualmente posible. Ya sea mediante la distribución de alimentos, la construcción de refugios, el suministro de agua potable, la generación de medios de subsistencia, la provisión de tratamiento médico o la movilización de comunidades en asuntos de índole de salud o psicosociales, la prevención de violencia debe ser un tema transversal que sea parte de la responsabilidad, la visión y la acción de todos los que conforman el equipo de respuesta ante desastres. Este informe resalta por qué y cómo la violencia interpersonal y auto-infligida durante y después de desastres es un problema predecible y prevenible, así como también las medidas que deben tomar tanto la Federación Internacional como sus agencias asociadas para tener un papel más comprometido al abordar el problema: El riesgo de violencia en desastres aumenta debido a una combinación de factores traumáticos. Traumas tales como el colapso de los sistemas de protección, el aumento de estrés en los individuos y en las comunidades, las personas que se vuelcan a mecanismos nocivos de defensa como alcohol y drogas, y entornos hacinados e inseguros, son oportunidades ideales para que haya personas que abusen de su poder. Los grupos vulnerables se enfrentan a muchas amenazas. Aunque a menudo esta situación se mantenga oculta o en secreto, las personas con una vulnerabilidad preexistente a la violencia, tales como los niños, las mujeres y otros grupos marginados, tienen un riesgo mayor: primero sufren el desastre y sus consecuencias, luego el riesgo de violencia, y por último la falta de cuidados y protección cuando intentan obtener ayuda.

El riesgo de violencia debe abordarse mediante un enfoque de salud pública y debe ser una prioridad. En casos de desastre, el riesgo de violencia debe vigilarse y respondérsele con la misma urgencia, atención y recursos que otras emergencias prevenibles de salud pública, tales como enfermedades diarreicas y respiratorias, paludismo, sarampión y desnutrición. Todos los sectores y agentes en una respuesta ante desastres tienen un papel que deben desempeñar para abordar el problema. La respuesta se fortalece si todos usan un enfoque de salud pública. Las buenas prácticas para abordar la violencia pueden implementarse en todas las etapas del ciclo de gestión de desastres. Preparación para desastres: La prevención de la violencia debe integrarse en los sistemas internos —Incluyendo herramientas de respuesta y educación — de las organizaciones de respuesta ante desastres. Las organizaciones comu­ nitarias y las asociaciones locales involucradas en las respuestas ante desastres deben identificarse y recibir apoyo para desarrollar su capacidad de prevención de la violencia.

Respuesta y recuperación posterior a desastres: Debe dársele prioridad a la prevención de la violencia, asi­ mismo se le debe dar una respuesta rápida e incluir actividades de vigilancia y supervisión. Deberán hacerse de conocimiento general los riesgos de la violencia así como la Diplomacia humanitaria a las más altas autoridades. Deben reco­ nocerse y apoyarse las fortalezas existentes en las comunidades para prevenir la violencia. Recuperación y desarrollo a largo plazo: Los programas para prevenir la violencia deben implementarse mediante enfoques pragmáticos, detallados, basados en pruebas, y pertenecientes a las comunidades. Temas transversales: Para que la prevención de la violencia sea efectivamente integrada deberán considerarse la rendición de cuentas de beneficiarios, liderazgo, perspectivas de género, participación de niños y jóvenes, así como la integración de éstos en sistemas y herramientas existentes. La Prevención de la Violencia deberá asimismo incorpo­ rarse en los presupuestos de supervisión, evaluación y seguridad.

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América Preparación para desastres

Repuesta a Desastres

Prevención de Violencia

Recuperación y Desarrollo después de un Desastres

Las buenas prácticas incluidas en este informe refuerzan la Estrategia 2020 de la Federación Internacional — en particular los objetivos estratégicos uno y tres, que se enfocan en salvar vidas, proteger medios de subsistencia, apoyar la recuperación de desastres y crisis, y promover culturas de no-violencia y paz que contribuyan a disminuir los niveles de violencia. Este informe también proporciona opciones prácticas para aplicar la Estrategia de la Federación Internacional de Prevención, Mitigación y Respuesta

a la Violencia, específicamente el eje estratégico número uno: Los temas de prevención, miti­ gación y respuesta a la violencia están integrados en las etapas de análisis, planificación, desarrollo, implementación, supervisión y evaluación de iniciativas apropiadas para la programación de preparación, respuesta y recuperación ante desastres y crisis. El informe ofrece una visión gene­ ral del problema de la violencia en desastres, los factores de riesgo que

causan un aumento en la violencia luego de desastres, y las consecuencias humanitarias resultantes. El informe también destaca las medidas concretas que pueden tomarse para abordar la violencia, y lista ejemplos de desafíos, innovaciones y logros en la vinculación de la prevención de la violencia como un tema intersectorial en todas las etapas de la programación ante desastres de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja en América.

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UN PROBLEMA PREDECIBLE La violencia interpersonal ocurre cuando una persona utiliza su poder, en cualquier entorno, para causarle daño físico, sexual o psicológico a otra persona o a un grupo de personas. La violencia interpersonal abarca abuso infantil, violencia doméstica, violencia por razón de género, intimidación y acoso, abuso a personas mayores, y violencia comunitaria como en el caso de pandillas. Por cada acto de violencia interpersonal existe una persona que inflige violencia, un blanco o víctima/sobreviviente de la violencia, y a menudo espectadores que observan, escuchan o tienen conocimiento de la violencia. La violencia auto-infligida ocurre cuando alguien se causa daño a sí mismo, e incluye el suicidio. Cada día, 4,200 personas mueren a causa de la violencia (1.6 millones al año); de éstas, alrededor de 2,300 mueren a causa de suicidio, 1,500 a causa de violencia interpersonal y 400 a causa de violencia colectiva (como en el caso de guerras).i Cada año, 16 millones de casos de lesiones causadas por la violencia resultan ser lo suficientemente graves como para recibir atención médica en un hospital.ii Por cada joven que muere a causa de la violencia, se estima que alrededor de 20 a 40 sufren lesiones que requieren tratamiento hospita­ lario.iii La cantidad de personas que experimenta violencia interpersonal y auto-infligida a lo largo de sus vidas asciende a los cientos de millones.iv La violencia, en sus diversas formas, se encuentra entre las causas más prominentes de mortalidad en el mundo —mayor que la tuberculosis, los accidentes viales o el paludismo.v Sin embargo, a la prevención de la violencia aún no se le ha dado la

misma importancia que a otras prioridades de salud pública en cuanto a atención, recursos y apoyo. Esto es especialmente cierto en situaciones de desastres en las que los sobrevivientes al trauma inicial a menudo vuelven a convertirse en víctimas debido a la violencia. Al medir la magnitud de la violencia, las tasas de mortalidad nos muestran una imagen importante pero incompleta del problema. El impacto de la violencia no se define solamente por la pérdida de vidas humanas. También se manifiesta en el daño permanente que resulta de lesiones, discapacidad, trauma y enfermedades, así como también impactos menos evidentes como la pérdida de esperanza, confianza y autoestima. El Informe Mundial sobre Desastres de la Federación Internacional del año 2007 señala que: “Un desastre tras otro han producido pruebas irrefutables de que el

desplazamiento -- ya sea como resultado de peligros naturales o conflictos -- causa que aumenten considerablemente los riesgos de abuso físico a mujeres y niñas.” vi Aunque en cualquier contexto resulta difícil recolectar cifras exactas de la magnitud de la violencia interpersonal, y la presentación de informes se complica por la vergüenza, el estigma y la natura­ leza reservada de la violencia sexual, física y psicológica, ciertas tendencias resultan claras. Numerosas fuentes confirman que luego de un desastre aumentan las tasas de violencia que son reveladas en encuestas, las denuncias a las autoridades y agencias no gubernamentales, y que son divulgadas a través de las llamadas a líneas de emergencia aumentan.vii Si se considera el panorama completo, la evidencia es clara: el riesgo de violencia es predecible.

FICR

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DATOS ACERCA DE LA VIOLENCIA EN CASOS DE DESASTRES EN AMÉRICA Haití

Después del terremoto del 2010, informes basados en evaluaciones hechas por varias agencias haitianas e internacionales revelaron que la violencia interpersonal -- especialmente la violencia sexual -- dentro de los campamentos para desplazados internos en Puerto Príncipe representaba una grave amenaza humanitaria. La amenaza era mayor para los niños, las niñas y las mujeres, y el riesgo continuó incluso un año y medio después del terremoto. Una encuesta reveló que el 14 por ciento de las mujeres en campamentos de desplazados internos denunciaron haber sido víctimas de una o más experiencias de violencia sexual desde que ocurrió el desastre.viii Otro estudio encontró que el 60 por ciento de las mujeres y niñas entrevistadas dijeron que temían convertirse ellas o miembros de su familia en víctimas de violencia sexual. El mismo estudio reveló que el 70 por ciento de las encuestadas dijeron que temían más la violencia sexual en ese momento que antes del terremoto.ix Un estudio del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reveló que la incidencia de mujeres y jóvenes adolescentes involucradas en relaciones sexuales a cambio de favores — intercambio de sexo por acceso a protección, alimentos, cuidados de salud u otros servicios básicos — en campamentos de desplazados internos en Puerto Príncipe se había gene­ralizado más de un año después del terremoto, y que había empeorado por las condiciones precarias y vulnerables.

El cien por ciento de las mujeres y niñas que participaron en el estudio había estado involucrado directamente en relaciones sexuales a cambio de favores o había sido testigos de esto.x

Región del Caribe

Durante dos años luego de las erupciones volcánicas que ocurrieron en Montserrat en 1997 hubo un aumento en la cantidad de visitas a hospitales, supuestamente debidas a casos de violencia.xi Después del Huracán Noel en la República Dominicana en el 2007, hubo un aumento documentado en la cantidad de casos denunciados de violencia contra mujeres y niñas que vivían en refugios contra tormentas.xii

Nicaragua

Después del Huracán Mitch en 1998, hubo una cantidad creciente de denuncias de casos de violencia doméstica.xiii El veintisiete por ciento de las mujeres sobrevivientes y el veintiún por ciento de los hombres sobrevi­ vientes denunciaron que la violencia contra la mujer dentro de las familias y las comunidades había aumentado después del Huracán Mitch.xiv

Estados Unidos de América

En el 2005, después de que el Huracán Katrina azotó los estados de Luisiana y Mississippi, las denuncias de casos de violencia a manos de parejas íntimas aumentaron hasta tres veces más que la tasa nacional.xv También hubo un aumento en las denuncias de casos de violencia física y emocional en Luisiana.xvi En 1999, seis meses después del Huracán Floyd en Carolina del Norte, las lesiones cerebrales eran cinco veces más comunes en las áreas más afectadas por el desastre. Los investigadores concluyeron que este aumento se debió a niveles elevados de estrés entre los padres, lo que llevó a una incidencia más alta de abuso infantil.xvii

Durante las inundaciones en Missouri en 1993, hubo un aumento en la demanda de servicios de protección para mujeres. La tasa estatal promedio de rechazo en los refugios de violencia doméstica en las áreas afectadas por las inundaciones aumentó en un 111 por ciento en comparación con el año anterior. Los servicios para la mujer registraron un aumento del 400 por ciento más de lo estimado en la cantidad de mujeres y niños que buscaron refugio de la violencia.xviii Después de que el Huracán Hugo azotó a Carolina del Sur en 1989, las denuncias de supuestos casos de abuso infantil aumentaron en los tres, seis y 11 meses después del desastre, en comparación con el año anterior. En los primeros tres meses hubo un aumento de casi el 300 por ciento de supuestos casos de abuso infantil.xix En California, el equipo contra la agresión sexual de Santa Cruz denunció que los casos de agresión sexual aumentaron en un 300 por ciento luego del terremoto de Loma Prieta en 1989. Además, hubo un aumento del 600 por ciento en las denuncias de violencia doméstica durante los primeros cuatro meses luego del terremoto.xx Los resultados de las investigaciones representan ejemplos específicos en los que el problema se ha examinado. Sin embargo, en general, la respuesta a la violencia de parte de equipos de respuesta ante desastres continúa siendo limitada, desigual, de calidad incierta y de carácter reactivo en vez de estratégico y proactivo. En muchas situaciones de desastre continúan desatendiéndose los riesgos predecibles y las medidas que deben tomarse para abordar la violencia.

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POR QUÉ LA VIOLENCIA AUMENTA EN CASOS DE DESASTRES Determinantes sociales

No existe un factor único que represente para las personas un riesgo de ser víctimas de violencia interpersonal o auto-infligida durante y después de un desastre. En realidad, las personas hieren a otras personas y a sí mismas debido a una combinación peli­ grosa de factores complejos de riesgo o determinantes sociales entre individuos y en sus familias, comunidades y sociedades. Estos factores existen antes de que ocurra un desastre y se intensifican durante un desastre. La combinación de los determinantes sociales varía en cada lugar específico y su intensidad cambia a medida que cambia la situación en el terreno. Aunque hay muchas variables que aumentan el riesgo de violencia durante un desastre, algunos determi­ nantes sociales subyacentes comunes incluyen:

Los esfuerzos de prevención que se enfoquen en estos factores subyacentes comunes tienen consecuentemente el potencial de disminuir la incidencia de múltiples formas de violencia. Aunque estos factores aumentan el riesgo de violencia durante o después de un desastre, es necesario recalcar que los desastres por sí mismos no causan violencia. Básicamente, durante desastres la combinación de impactos negativos se refuerza entre sí. Los sistemas de apoyo social y comunitario se debilitan, el nivel de estrés en las familias e individuos comienza a alcanzar un punto de ebullición, las personas recurren a meca­ nismos poco saludables de defensa tales como abuso de sustancias, aquellos que están marginados ven cómo se les margina aún más y cómo se tornan más desespe­ rados y dependientes, y los mecanismos de protección no existen o están sobrecargados o no se hacen cumplir. Esto da como resultado que las personas sean cada vez más capaces de perder el autocontrol o de abusar de su poder para aprovecharse de los demás.

→→desigualdades y discriminación basadas en género y edad, →→aislamiento y exclusión sociales, →→abuso de alcohol y otras sustancias, →→desigualdad de ingresos, →→falta de sistemas de protección y →→abuso de poder.

José Manuel Jiménez, FICR

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Figura:

Determinantes sociales en desastres que aumentan los riesgos de violencia auto-infligida e interpersonalxxi ƒƒHistoria de la violencia ƒƒDiscapacidades producto del desastre ƒƒPérdida de relaciones, materiales y de medios de sustento por un desastre ƒƒTrauma psicológico ƒƒIncremento del estrés ƒƒPsicológicas/desórdenes de la personalidad ƒƒAbuso de alcohol/ substancias ƒƒSeparación familiar ƒƒExclusión/Marginación social ƒƒAcceso a armas/medios letales ƒƒVíctimas del maltrato infantil ƒƒFalta de educación preventiva

INDIVIDUAL

ƒƒHistoria de la violencia ƒƒHeridas producto de desastres ƒƒPérdida de miembros familiares ƒƒPracticas parentales nocivas ƒƒIncremento del estrés en miembros de la familia ƒƒTensiones producto de cambios en los roles y responsabilidades familiares ƒƒAbuso de alcohol/ substancias ƒƒFalta de sistemas de apoyo informal para la familia y amigos ƒƒFalta de educación preventiva

ƒƒPobreza ƒƒAcceso limitado a necesidades básicas ƒƒAlta tasa de desempleo ƒƒAltos niveles de criminalidad ƒƒServicios de cuidado inadecuados para las víctimas ƒƒFacilidades hacina­ das e inseguras para desplazados ƒƒSistemas de protección débiles ƒƒFalta de educación preventiva

RELACIONES CERCANAS

ƒƒPobreza ƒƒDisparidad económica ƒƒRedes económicas débiles ƒƒDesigualdad de género ƒƒDesigualdad etaria ƒƒFalta de leyes para la protección ƒƒDebilitamiento del estado de Derecho ƒƒNormas culturales que apoyan la violencia ƒƒAcceso a armas/medios letales

COMUNIDAD

SOCIEDAD/ CULTURA

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PERFIL: HONDURAS “Sin una gestión apropiada los alojamientos de desastre corren el riesgo de convertirse en “Campo de inseguridad”, exponiendo a las familias al riesgo. Esto agrava el trauma que viven las familias, que sobrellevan a la vez los efectos físicos y psicológicos del desastre.” María Elisa Alvarado, Directora General de la Cruz Roja Hondureña

Desde 1998 la Cruz Roja Hondureña ha estado involucrada en numerosas operaciones de respuesta a huracanes, sequías y a un terremoto en el 2009. Gran parte de su aprendizaje sobre violencia de desastres es producto de su experiencia manejando albergues luego del Huracán Mitch, una devastadora tormenta que arrasó América Central en 1998, en la que se estima murieron más de diez mil personas y dejó más de dos millones de damnificados. “Cumpliendo un pedido del Gobierno, la Cruz Roja tomó la responsabilidad de manejar albergues que alojaron 1,372 fami­ lias (6,676 personas),” recuerda María Elisa Alvarado, Directora General de la Cruz Roja Hondureña. Un promedio de 600 familias (3,600 personas) vivieron en los albergues durante tres años y medio. “Por el modo de vida transitorio y las difíciles condiciones urbanas en que vivían las personas, vimos surgir un gran número de problemas sociales como violencia familiar, violencia entre pandillas e inseguridad, que se agravaban debido a la situación de hacinamiento que prevalecía.”

Las familias alojadas provenían de diferentes barrios y asentamientos de bajos recursos, y cada una sufría pérdidas familiares y materiales, enfrentando grandes retos para recuperarse. En los albergues esta situación se exacerbaba por el alto nivel de concentración física y la falta de estructuras organizativas comunitarias. Las pandillas aprovecharon la ventaja con consecuencias trágicas: hubo 18 asesi­ natos dentro de los albergues. “La violencia es producto de la falta de oportunidades económicas, recursos educativos y organizativos, y la falta de seguridad,” comenta Alvarado. La Cruz Roja Hondureña trabajó junto a la Cruz Roja Española para atender los problemas que surgían en los albergues. “Manejar esta situación se convirtió en una prioridad y tomamos un rol mucho más activo en la organización comunitaria porque reconocíamos que el éxito en cualquier otra área dependía del éxito en este tema,” dice Alvarado. Empezaron por identificar líderes positivos dentro de la comunidad y a animarlos a formar parte de los comités de los proyectos comunitarios. Se promovió el diálogo y la cohesión grupal dentro de los comités. La Cruz Roja también se acercó a las familias de miembros de las pandi­ llas y consultó con expertos en pandillas juveniles hondureñas para orientar su trabajo.

Las consultas con los residentes fueron realizadas, en parte, a través de un mapeo de las necesidades y puntos de vista de diferentes grupos: hombres, mujeres, jóvenes, niños y adultos mayores. Este enfoque de segregar los grupos permitió obtener una imagen más completa de los retos que enfrentaban las personas, como discriminación por género, la falta de trabajos, el alto costo de la canasta básica, el consumo excesivo del alcohol, la violencia doméstica, los embarazos en adolescentes y calidad educativa deficiente. Este enfoque en facilitar la comu­ nicación y la participación dió resultado, ayudando a los residentes de los albergues a romper el aislamiento y, como comunidad, atender los problemas que juntos enfrentaban. Según cuenta una de las antiguas residentes del albergue que participó dentro de los comités, la clave fue encontrar la forma co­rrecta de ayudar a los residentes a encontrar la forma de ayudarse ellos mismos, “no estábamos buscando que nos llevaran la comida a la boca, necesitábamos que colaboraran lo más posible en apoyarnos en mejorar nuestra calidad de vida.” Con mayor autonomía y participación, las comunidades se hicieron más resilientes, más hábiles en el manejo de sus pérdidas y más tolerantes los unos con los otros en la situación de hacinamiento en que vivían. “Promovimos la idea de la auto-gestión, involucrando a las personas en la planificación, gestión y facilitación de los programas,” destaca Alvarado.

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La Cruz Roja Hondureña ofrece las siguientes lecciones aprendidas: →→Evitar dentro de lo posible las

concentraciones masivas de personas en un solo lugar. →→La participación comunitaria

en el manejo de albergues y en los programas que se desarro­ llan es clave; la Cruz Roja tiene un papel importante en facilitar y organizar la participación, asegurando que las tareas y responsabilidades están claras.

→→Se necesita más apoyo y

respuesta sobre las condiciones en que viven las persona albergadas en comunidades de acogida. →→Trabajar directamente con

comunidades y familias para crear oportunidades de diálogo sobre la violencia, sus factores de riesgo y soluciones. →→Intentar asegurar que la estan-

cia en los albergues sea lo más corta posible y buscar

alternativas con las autoridades para normalizar la vida de las familias lo más rápido posible. →→Invertir en desarrollar las habili-

dades y destrezas de los equipos de respuesta, incluyendo reconocer los factores que causan la violencia. →→Reconocer la necesidad de

entrenar, sensibilizar y ofrecer apoyo terapéutico al personal y voluntarios.

Familia cuya casa fue destruida por el Huracán Mitch viviendo en el estadio, San Pedro Sula, Honduras. © Sean Sprague \\ spraguephoto.com

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Factores clave que influyen en el riesgo durante situaciones de desastre Condiciones ambientales y de contexto Durante el 2009, 42.3 millones de personas fueron forzadas a huir de sus hogares debido a conflictos, violencia y violaciones a los derechos humanos.xxii Muchas de estas personas se vieron forzadas a ingresar a campos de desplazados, asentamientos precarios o alojamientos temporales. Los factores de riesgo específicos para la violencia dentro de los campos de desplazados incluyen: →→Falta de seguridad y vigilancia; →→seguridad deficiente en el perímetro; →→falta de iluminación; →→letrinas o estructuras sanitarias y de lavado inadecuadas en los campos; →→falta de privacidad durante el uso de estructuras de higiene; →→alojamientos inadecuados e inseguros; →→hacinamiento / alta densidad poblacional; →→falta de sistemas de protección formales e informales; →→desalojos forzados potenciales (frecuentemente muchas veces); →→falta de análisis y entendimiento del alcance y las formas de violencia inmediatamente luego de un desastre; y →→falta de voluntad entre el liderazgo para hacer de la prevención de violencia una prioridad

Colapso y estrés en los sistemas de apoyo y protección comunitarios Los sistemas de apoyo, formales e informales, de los que las personas dependen para sobrellevar el estrés y las adversidades pueden debilitarse o colapsar durante los desastres. Como resultado, el riesgo de que este estrés se maneje de manera dañina se eleva.

Falta de sistemas para la educación sobre la prevención de violencia y protección El grado al que las comunidades entienden los sistemas de prevención de violencia y protección antes de un desastre impactará en la seguridad de los individuos y comunidades durante la respuesta al desastre y la recuperación.xxiiii

Los factores que pueden surgir durante un desastre incluyen: →→interrupciones y disminución en la disponibilidad o acceso a, en la calidad y velocidad del apoyo que provee el gobierno y agencias no gubernamentales y de la sociedad civil; →→colapso de la ley y el orden – impunidad; →→una respuesta inadecuada de las agencias responsables del orden público a las víctimas/sobrevi­ vientes y de quienes infligen la violencia; →→pocas medidas de protección para los sobrevivientes de la violencia, exponiendo a las personas al riesgo de re-victimización y a la falta de apoyo para la recuperación de sus heridas físicas y psicológicas. →→la falta de un sistema de reportes. →→Información limitada sobre el proceso para reportar la violencia. →→separación familiar, incluyendo a niños separados y huérfanos; →→el silencio de los espectadores, que no se sienten suficientemente seguros para detener o reportar la violencia, no saben qué hacer o creen que la violencia es acep­ table; y →→la explotación de las vulnerabilidades por quienes están en posiciones de autoridad.

Algunas brechas clave, son: →→la falta de oportunidades para la educación y empoderamiento disponibles para los beneficiarios; →→una educación limitada para el equipo de respuesta a desastres a través de las áreas programáticas, como desastres, salud, etc.; →→inconsistencias en el proceso de filtro para el equipo de respuesta a desastres, para asegurar que no son una amenaza para los beneficiarios; y →→un déficit en los sistemas internos para crear entornos seguros, libres de violencia dentro de las organizaciones, incluyendo procedimientos operativos estandarizados para la preparación, respuesta y recuperación de desastres.

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Acceso a bienes y servicios comprometido En algunas situaciones de desastre puede existir ayuda humanitaria, pero el acceso a la misma puede estar comprometido. Preguntas como quién controla el acceso, quién enfrenta barreras para el acceso y por qué, y quién sufre negligencias son muy relevantes durante desastres. La falta de acceso a la ayuda humanitaria puede crear depen­ dencia hacia personas con intenciones nocivas, lo que incrementa el nivel de riesgo de abuso de poder y violencia. Algunos asuntos clave sobre el acceso, son: →→el acceso limitado a medios de sustento e ingresos; →→una distribución no equitativa de la ayuda humanitaria y de emergencia dentro y entre los campos. →→inequidad en el poder y normas sociales que restringen el acceso a los servicios y apoyo a mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidades; →→falta de apoyo para el acceso a servicios a las personas con pro­ blemas de salud mental; →→falta de acceso a cuidados de salud, acceso seguro a comida, alojamiento y combustible para cocinar; y →→el miedo a encontrar violencia mientras se busca acceso a bienes, servicios o soporte.

Riesgos pre-existentes de violencia La violencia ha costado un precio catastrófico a seres humanos de todas las edades, antecedentes, habilidades, géneros y creencias. Aunque todos pueden ser afectados, algunos grupos enfrentan mayor riesgo que otros. En situaciones de desastre, los grupos que tienen vulnerabilidades preexistentes a la violencia están más amenazados ya que los factores que los ponen en riesgo se intensifican. En la mayoría de las comunidades y culturas estos grupos son principalmente niños y mujeres. Los niños enfrentan un riesgo desproporcionado durante desastres porque son los miembros de la sociedad más pequeños, débiles y dependientes. Esta vulnerabilidad se agrava en situaciones de desastre. Los niños que son separados de sus familiares o se convierten en huérfanos son quienes experimentan el mayor riesgo: su vulnerabilidad se multiplica por la pérdida de quienes los cuidan y la falta de sistemas confiables de protección durante desastres. Las mujeres no son inherentemente vulnerables, pero pueden serlo debido a factores sociales y culturales como la discriminación por género y las inequidades que pueden incrementarse durante emergencias. La mayoría de las personas que mueren durante desastres naturales son mujeres; mujeres que usualmente tienen menos acceso a recursos esenciales para la preparación, mitigación y rehabilitación.xxiv Las mujeres también

enfrentan altos niveles de violencia sexual luego de un desastre y discriminación durante el proceso de asistencia. xxv Además, la violencia hacia las mujeres puede crecer cuando los hombres se sienten amenazados por el cambio en las relaciones de poder que ocurre cuando las mujeres cambian su rol de género tradicional y adquieren mayores responsabilidades y oportunidades en las iniciativas de socorro y recuperación. xxvi La violencia de género también es una amenaza para los hombres y para las personas que no se adhieren a un rol de género tradicional dentro de sociedad. A parte del género, otros factores pueden aumentar la vulnerabilidad a la violencia de algunos grupos, como la etnia, poblaciones indígenas o tribus específicas, color o matiz de piel, ser miembros de una clase social o casta que se caracteriza por un bajo nivel social y económico, la xenofobia y los estereotipos relacionados a esta, estatus migratorio o desplazamientos internos, orientación sexual, edad –incluyendo los ancianos y los jóvenes-, discapacidades, o creencias/afiliación política y religiosa. Cualquier grupo que sea percibido por otros como “menos qué”, “diferente” o “con menos valor humano” experimenta un mayor riesgo a la violencia.

“La violencia destruye familias, comunidades y países; cuida a los que están a tu alrededor y protege a tu comunidad.” Campaña Servicio de Mensajes de Texto (SMS) para la prevención de la violencia de la Cruz Roja, Haití \\ Cruz Roja Canadiense

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PERFIL: HAITÍ “Luego del terremoto vimos una gran solidaridad entre las personas, especialmente entre nuestros voluntarios. Sin embargo también vimos que las condiciones de vida que enfrentan las personas desde el terremoto ha incrementado la violencia. Estamos trabajando junto a nuestros socios, personal y voluntarios en integrar la prevención de violencia a través de todos nuestros programas, e integrarla en el entrenamiento de nuestros voluntarios.” Dra. Michaële Amédée Gédéon, Presidenta de la Sociedad Nacional de la Cruz Roja Haitiana

La Sociedad de la Cruz Roja Haitiana (SCRH), en asociación con la Cruz Roja Española, ha trabajado para reducir los niveles de violencia en comunidades como Bel Air durante varios años. Sin embargo, luego del devastador terremoto del 12 de Enero de 2010, este trabajo ha tomado una nueva prioridad. “La violencia ha incrementado, es física, emocional y sexual… hay muchas víctimas, especialmente entre los jóvenes,” comenta un oficial de movilización comunitaria de la SCRH. “Existen muchos problemas en los campos, hacinamiento, insuficientes letrinas y muchas vio­ laciones. Vemos que los niños están solos, y las niñas corren un riesgo particular,” añade Ferna Victor, Director de Desarrollo de la SCRH.

Aunque la violencia no es algo nuevo en Haití, el terremoto incrementó la vulnerabilidad y el riesgo. “Los desastres y la violencia van juntos porque uno puede causar el otro,” destaca un voluntario de la Sociedad de la Cruz Roja Haitiana. “hay un número de factores que pueden promover –o prevenir- la violencia, inclusive en condiciones tan difíciles como las nuestras,” dice la Dra. Gédéon. “Un campo que tiene luz durante la noche es más seguro que uno que no la tiene. Algunos campos son espacios seguros, otros no.” El trabajo de prevención de violencia en Haití ha incluido acciones prácticas, como trabajar con la Federación Internacional para mejorar la iluminación en los campos de La Piste y el Anexo de la Mairie, y en la comunidad de

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Talia Frenkel, Cruz Roja Americana

Delmas 30. Una campaña de radio y mensajes de texto (SMS) fueron lanzados para ofrecer información sobre prevención de violencia y cómo las víctimas de la violencia pueden obtener ayuda. El liderazgo de la Sociedad de la Cruz Roja Haitiana también ha participado en una capacitación de tres días denominada “Diez Pasos para la Creación de Entornos Seguros” para promover la no violencia dentro de la SCRH y sus programas, y se desarro­ lló un plan de acción. “La violencia está escondida y no es fácil hablar de ella”, dice un miembro del personal. “Ese trabajo me ha dado corazón. Hay mucha violencia en mi país… Con la Cruz Roja puedo ver que existe la posibilidad de reducir la violencia.”

Dentro del plan de acción de la SCRH se integraron pasos concretos para proteger a los voluntarios de la violencia, como el trabajo en pares y el aprendizaje sobre cómo mante­ nerse seguros. Escuchar a las víctimas de la violencia y ofrecerles la ayuda que necesitan son aspectos críticos del entrenamiento de los voluntarios. Los próximos pasos para la Sociedad de la Cruz Roja Haitiana incluyen expandir el trabajo de prevención de violencia a través del país y la capacitación continua para los voluntarios sobre cómo protegerse y proteger a otros. Comprometer a las comunidades en la prevención de violencia también es una prioridad. Como los explica un voluntario de la SCRH, “los adultos entrenan a los jóvenes, los jóvenes entrenan a los niños y los niños son nuestro futuro.”

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ABUSO DE PODER POR TRABAJADORES HUMANITARIOS DURANTE DESASTRES Informes alrededor del mundo han mostrado que hasta los trabajadores humanitarios pueden ser una amenaza para las personas afectadas por emergencias. Se alega que los trabajadores humanitarios, cuya labor es servir a los heridos, enfermos, damnificados, hambrientos y desprotegidos, abusan y explotan a los más vulnerables. Estas alegaciones contra trabajadores humanitarios que causan daños físicos y obligan a los beneficiarios a ofrecer sexo para obtener servicios humanitarios, cuidados básicos y acceso a recursos continúan.xxvii Durante la década pasada se hizo aparente un patrón alarmante de informes de distintas agencias humanitarias, especialmente durante emergencias. Esta traición a la responsabilidad requiere de acciones de cada agencia humanitaria y de su liderazgo. El problema ha generado atención y acción de muchas agencias humanitarias, pero aún falta hacer más. Soluciones simples, como actualizar los códigos de conducta no son suficientes. Las organizaciones humanitarias tienen el deber de cuidar de las personas a las que sirven. Cuando la violencia ocurre, esta debe ser reportada y debe recibir el seguimiento apropiado. Este patrón de abuso de parte de trabajadores humanitarios requiere que todas las agencias humanitarias enfrenten este problema de una manera comprehensiva. Las soluciones existen; es el momento de que los líderes se aseguren de que estas son implementadas. Cecilia Goin, FICR

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LAS CONSECUENCIAS BARRERAS PARA LA DE LA COMPLACENCIA ACCIÓN Barreras sociales Las consecuencias visibles e in­vi­ Aunque el problema de la violencia es claro si­bles de la violencia personal y y existen soluciones adecuadas, aún quedan auto-infligida se agravan cuando barreras en múltiples niveles que restringen quienes pueden actuar frente a éstas se mantienen complacientes. la acción. La falta de leyes, desigualdad y Aunque muchas veces se mantiene discriminación por género, y la percepción de que la violencia es una opción legítima escondido y en secreto, el daño para resolver los problemas pueden estar producto de la violencia sexual, arraigadas profundamente en la sociedad y física o psicológica y la negligenno podrá eliminarse en semanas o meses. cia continúa mucho después de Barreras organizativas la reconstrucción de edificios, la generación de medios de sustento y Dentro de las organizaciones es común encontrar barreras como los sistemas burola disponibilidad de agua limpia. cráticos complejos, miedo a lo que se divulNo hay solamente heridas físicas inmediatas y cicatrices, el daño a las emociones y la autoestima, y el impacto en las relaciones personales puede durar años o toda una vida, e influenciar a las generaciones futuras en una familia. La lista de los impactos humanos producto de la violencia interpersonal, especialmente contra los niños, es amplia e incluye el incremento del riesgo de abuso de sustancias y otros comportamientos riesgosos, baja autoestima, relaciones poco saludables, daño auto-infligido y suicidio, y condiciones de salud como el cáncer y las enfermedades cardíacas.xxviii El impacto económico de la violencia interpersonal y auto-dirigida incluye el costo para tratamiento, cuidado y apoyo, procedimientos legales y la pérdida de tiempo para el trabajo o el estudio. Investigaciones recientes sobre los vínculos entre la violenciay el desarrollo comunitario muestran que el ritmo, escala y calidad del desarrollo se ven reducidos por la violenciaxxix e impacta también el producto interno bruto de los países. La salud econó­ mica es esencial para la reconstrucción de una economía vibrante que provea empleos y motivación, y que genere fondos para los sistemas de apoyo social.

gue, personal sobrecargado, falta de fondos, falta de sistemas de protección, aislamiento programático que limita la integración de los temas, y una falta de guía técnica. En los desastres también es común encontrar una falta de coordinación y comunicación significativa entre organizaciones.

Barreras individuales

Barreras individuales como la naturaleza emocional de la violencia interpersonal y auto-infligida, la creencia de que la violencia es inevitable, las experiencias y prejuicios personales, y la inseguridad sobre qué hacer y dónde comenzar pueden frenar o detener la acción. Para los beneficiarios las barre­ ras incluyen no ser invitados a participar de las soluciones, la falta de control sobre los procesos de prevención, dependencia económica y de otros tipos, el desconocimiento de los recursos para la ayuda y una respuesta ineficaz de parte de los equipos de respuesta a desastres.xxx

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USANDO UN ENFOQUE DE SALUD PÚBLICA PARA PRIORIZAR LA PREVENCIÓN Los desastres causados por la fuerza de la natu­ raleza son usualmente impredecibles y no pueden ser prevenidos, aunque su impacto puede ser reducido. En este sentido, hablar de “reducción de riesgo de desastres” es un paradigma apropiado. En contraste, la violencia no es impredecible o producida por fuerzas inevitables de la natura­ leza, aún durante desastres. La violencia es el producto de formas de pensamiento humano, comportamientos y las decisiones individuales hechas por voluntad propia.

De la misma manera en que otras crisis de salud como las enfermedades diarreicas, males respiratorios, desnutrición y la propagación de enfermedades infecciosas pueden ser anticipadas y manejadas, también puede serlo la violencia interpersonal y la auto-infligida. Parte de la solución recae en el enfoque para contrarrestar el riesgo. Contrarrestar el riesgo de violencia requiere alejarnos de las respuestas reactivas luego de que esta ocurre y tomar un enfoque proactivo “contra la corriente” para detener la violencia antes de que ocurra en primer lugar.xxxi

Un enfoque de salud pública para la violencia se centra en metodología basada en la ciencia, en la que: →→se recopilan datos basados en la población para describir el problema, su alcance, causas y consecuencias; →→se definen los factores de riesgo y protección; y →→se lanzan y monitorean intervenciones basadas en investigación para luego ampliar su escala. Hasta la más pequeña inversión en prevención puede llevar a obtener impactos mayores, de larga dura­ ción. Esto es cierto no solo en contextos de desarrollo, también en situaciones de emergencia y recuperación.

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Se requiere enfoque de salud pública que respaldado en estrategias de prevención comprehensivas, que integre pers­ pectivas de justicia, género, y de derechos humanos, y busca alcanzar a toda la población a través de la prevención primaria, en vez de hacerlo por segmentos. El diseño e implementación de los programas de prevención y protección necesitan reconocer e influenciar la resiliencia comunitaria para que los programas y sistemas estén “basados en fortalezas” y se enfoquen tanto en las vulnerabilidades de las personas, como en sus capacidades.

DEL PAPEL A LA PRÁCTICA: IMPLEMENTANDO ESTÁNDARES EXISTENTES Prevenir la violencia durante desastres no es un discurso nuevo. Durante los últimos años, el trabajo de un número de agencias y coaliciones ha promovido la integración de la seguridad, protección y prevención de violencia en el núcleo práctico del trabajo humanitario en los desastres. Sin embargo, el reto de pasar estos estándares del papel a la práctica continúa. Abajo se describen algunos ejemplos de estándares, directrices y cartas que la Federación Internacional ha apoyado formalmente:

El Proyecto Esfera, Carta Humanitaria y Normas Mínimas de Respuesta Humanitaria

De acuerdo a las estándares de Esfera, los derechos a la protección y seguridad son temas transversales e incluyen principios como evitar exponer a las personas a otros daños durante desastres producto de la acción humanitaria, asegurar el acceso de las personas a la asistencia imparcial, proteger a las personas de los daños físicos y psicológicos producto de la violencia y la coerción, y asistir con el acceso a remedios y recuperación del abuso.xxxii

Amanda George, Cruz Roja Británica

Comité Permanente entre Organismos

→→Directrices aplicables a las

Intervenciones contra la Violencia por Razón de Género en Situaciones Humanitarias: El mensaje esencial de las direc­ trices es: “Todos los actores humanitarios deben tomar acción, desde la fase temprana de una emergencia, para prevenir la violencia sexual y proveer asistencia apropiada a los sobrevivientes/víctimas.”xxxiii →→ Directrices sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Situaciones de Emergencia: Estas directrices ayudan a los actores humanitarios a identificar, monitorear, prevenir y responder a las amenazas y a la protección y fallas en la protección social y los abusos a través de la protección legal. xxxiv

Carta de los Niños para la Reducción de Riesgo de Desastres

El desarrollo de esta carta fue liderado por diferentes agencias humanitarias, incluyendo PLAN, Save the children, Visión Global y UNICEF. Dentro de sus elementos clave se describe que la protección a los niños debe ser una prioridad antes, durante y después de un desastre.xxxv

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PERFIL: CANADÁ “Estamos revisando nuestro marco de recuperación — intentando cambiar de la reacción a la proación, no solo para brindar servicios de emergencia sino también de prevención de violencia y apoyo psicosocial — y estudiando las buenas prácticas que existen dentro del Movimiento para socorro y recuperación.” Louise Geoffrion, Subdirectora de Gestión de Desastres, Cruz Roja Canadiense

En los últimos años, las provincias de Saskatchewan, Manitoba y Alberta han experimentado desastres complejos y de gran escala, que incluyen incendios forestales e inundaciones masivas. Según los pronósticos, esta tendencia continuará por varios años más. Esto ha dado como resultado evacuaciones prolongadas, largos períodos de recuperación y complicados programas de asistencia tanto para hogares como para comunidades. La continua reincidencia de inundaciones no permite que la mayoría de las familias experimenten una recuperación total, y esto disminuye

La Cruz Roja Canadiense ha identificado varias lecciones aprendidas y buenas prácticas a partir de experiencias recientes de respuesta:

su sensación de seguridad y protección a la vez que aumentan sus preocupaciones financieras y su incertidumbre. Según Cindy Fuchs, Directora Pro­ vin­cial de la Cruz Roja Canadiense, equipos locales de respuesta de la Cruz Roja han observado cómo esta tensión y frustración se han convertido en reacciones violentas de muchas maneras: “En algunos casos, hay un incremento en la violencia interpersonal en los lugares donde están ubicados los refugios de evacuación. En ciertos casos, la ira y la frustración van dirigidas a las autoridades locales o a los mismos colaboradores de la Cruz Roja.” Puede resultar difícil medir el impacto de la violencia. En Slave Lake, Alberta, los clientes les contaron a los equipos locales de recuperación que había habido un aumento en los casos de violencia interpersonal después de los incendios que destruyeron la mayor parte de la ciudad y causaron daños por $700 millones, aun cuando las estadísticas oficiales de violencia doméstica habían disminuido. “Los →→Aumentar la programación espe-

cífica para manejar los impactos emocionales que ocurren en una situación de desastre — tanto para los miembros del equipo de respuesta de la Cruz Roja como para la gente de la comunidad afectada. La respuesta al bienestar psicológico de las personas y las familias debe ser proactiva. Si se espera a que surja un problema, esto significa que la respuesta ha llegado demasiado tarde.

miembros de la comunidad dijeron que creían que menos gente estaba denunciando casos de violencia, y que el desplazamiento de familias a otras comunidades significaba que el problema de un aumento en la violencia también estaba desplazándose con ellas,” comentó Fuchs. Sin embargo, los asistentes sociales de la Cruz Roja también han escuchado a algunas personas decir que la interferencia causada por un desastre les proporcionó una oportunidad para escapar de una situación que ya era abusiva. “La exposición a problemas de violencia interpersonal, violencia dirigida a comunidades anfitrionas o incluso a la misma Cruz Roja puede llevar a mayores niveles de estrés,” explica Ange Sawh, Directora de Gestión de Desastres para la región occidental de Canadá. En algunos casos, esto ha dado como resultado problemas en casa si las personas no son capaces de lidiar con el nivel de estrés que están experimentando.

→→Preparar al personal y a los

volunta­rios para que anticipen y aborden problemas de violencia interpersonal y comunitaria, y para proteger más eficientemente a las personas cuando surjan situaciones de violencia. Algunos pasos que se han identificado incluyen adaptar materiales de capacitación en respuesta ante desastres de modo que incluyan más contenido sobre prevención de violencia, y desa­ rrollar estudios de casos concretos

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Evacuación de emergencia de miembros de la comunidad de Wollaston Lake Hatchet Lake First Nation causada por incendios forestales en el norte de Saskatchewan. \\ Richard Marjan, The Star Phoenix.

basados en situaciones reales para así ayudar a los colaboradores a que comprendan mejor cómo manejar situaciones en las que haya ocurrido o se haya denunciado un caso de violencia. →→Recolectar información y obtener

una idea de lo que está ocurriendo en la comunidad para así anticipar desafíos y poder darles respuesta. →→Tomar en cuenta la capacidad de

las organizaciones y autoridades locales de abordar y responder a la

violencia. Los programas de la Cruz Roja deben estar vinculados con estos programas locales. →→Incluir la programación de preven-

ción de violencia como parte de las respuestas ante desastres. El vínculo ha demostrado resultados positivos, especialmente para abordar la violencia interpersonal. En los lugares donde se ha introducido la programación de prevención la gente está conversando con la Cruz Roja acerca de la violencia.

→→Trabajar con las comunidades en

prevención de violencia antes de un desastre, ya que ese enfoque es más eficaz que introducir la prevención de violencia durante o después de un desastre. →→Basarse en las buenas prácticas del

recurso de seguridad “Acceso Más Seguro” del CICR y la experiencia de los colegas a nivel internacional.

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BUENAS PRÁCTICAS PARA LA ACCIÓN Las buenas prácticas que se detallan a continuación se basan en normas y experiencias existentes, en la Estrategia de Prevención, Mitigación y Respuesta a la Violencia de la Federación Internacional y en información acerca de lo que funciona y lo que no funciona para abordar la violencia durante y después de los desastres. Estas buenas prácticas pueden implementarse en todas las etapas del ciclo de preparación y respuesta ante desastres.

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REDUCCIÓN DEL RIESGO DE DESASTRES Poner en orden nuestra agencia humanitaria Cada agencia humanitaria tiene la responsabilidad no solo de brindar asistencia a comunidades afectadas por desastres para prevenir la violencia, sino también de garantizar que tenga listos sus propios sistemas internos (políticas, procedimientos operativos estándares, educación y supervisión) para crear entornos seguros. Algunos ejemplos de sistemas internos incluyen: →→procedimientos para : Pre-se­lec­ cionar miembros del equipo de respuesta ante desastres; →→un código de conducta, políticas contra el acoso y para protección de menores, que definan claramente los comportamientos esperados; →→capacitar a todos los miembros del personal y a los voluntarios acerca de cuáles comportamientos son apropiados y cuáles no;

→→sistemas para rendir informes; e →→información acerca de dónde referir a los beneficiarios si ocurre algún caso de violencia. Vínculo a evaluaciones de vulnera­ bilidad y capacidad La integración de la prevención de violencia en las evaluaciones de vulnerabilidad y capacidad es esencial para poder comprender los riesgos y las fortalezas que tiene cada comu­ nidad como preparación para un desastre y para garantizar el principio de “no hacer daño” mediante enfoques para abordar la violencia. Estas evaluaciones recogen información de inteligencia y perspectivas de las comunidades locales e informan las medidas que se toman a lo largo del ciclo de respuesta ante desastres. Cuando se omite la protección contra la violencia de una respuesta ante un desastre, toda la respuesta puede verse afectada negativamente.

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daniel cima, ficr

Educar Una labor primordial es educar a los miembros de un equipo de respuesta ante desastres en todos los niveles y comunidades para que se preparen para minimizar el riesgo de violencia y responder rápida y eficazmente en caso de que ocurra. Algunos de los principales cursos de capacitación de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en los que es necesario reforzar la prevención de violencia con educación y herra­ mientas apropiadas incluyen: →→Reducción de desastres basada en la comunidad (CBDR, por sus siglas en Inglés), →→Equipos de evaluación y coordinación sobre el terreno (FACT, por sus siglas en Inglés), →→Unidad de Respuesta a Desastres (ERU, por sus siglas en Inglés) para todo el personal, →→Módulos de salud psicosociales y comunitarios para las ERU,

→→Equipo regional de intervención (ERI) y Equipo nacional de intervención (ENI), →→Restablecimiento de vínculos familiares (RFL, por sus siglas en Inglés), →→Evaluaciones de vulnerabilidad y capacidad (AVC), y →→Salud y primeros auxilios comunitarios en acción (SPAC). La educación para los beneficiarios y el personal de la Cruz Roja y la Media Luna Roja debe incluir conocimientos de normas globales existentes y cómo deben aplicarse en entornos locales; los riesgos y factores de protección contra la violencia y cómo pueden prevenirse; y cómo brindarles asistencia a las personas que han sufrido daños. Asociaciones El poder de las multitudes: ninguna agencia, no importa cuán grande sea, puede por sí sola abordar la violencia. Mediante asociaciones y redes es

posible coordinar y aprovechar las fortalezas de cada agencia, así como también aumentarse el alcance y la magnitud de la respuesta. Es nece­ sario desarrollar asociaciones antes de que ocurran los desastres, como parte de la planificación de preparación, de modo que los socios puedan movilizarse en casos de emergencia de manera complementaria. Las asociaciones incluyen colaboraciones con agencias gubernamentales nacionales y locales, organizacio­ nes de bases y no gubernamentales (ONG) a nivel internacional, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y participación en grupos humanitarios. Debe prestársele especial atención a la labor con agencias y redes existentes que prevengan o respondan a la violencia, de modo que puedan aumentarse las capa­ cidades de las bases que ya estén activas y así puedan utilizarse en casos de desastres.

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RESPUESTA EN CASOS DE EMERGENCIA Y RECUPERACIÓN INICIAL Darle prioridad a la prevención de violencia De la misma manera en que los riesgos de otras emergencias de salud pública se vigilan muy de cerca y se les dan respuesta en casos de desastres, abordar la violencia también requiere de atención y de recursos, y debe incluir campañas de educación en prevención, comu­ nicación masiva y esfuerzos de mitigación sobre el terreno.

Responder rápidamente Inmediatamente después de las evaluaciones iniciales realizadas por los equipos FACT o la Unidad Panamericana de Respuesta a Desastres (PADRU), la prevención de la violencia y abordar los impactos de la violencia deben convertirse en temas transversales como parte de nuestras prioridades de toma de decisiones y de planificación. Las siguientes preguntas pueden ayudar a determinar los factores clave que deben trazarse en la respuesta inmediata: ƒƒ ¿Cuáles sistemas de apoyo y fac-

tores de protección, que funcionen y que sean fiables y accesibles, están disponibles? ƒƒ ¿Cuáles son los riesgos específicos de violencia dentro del contexto de las comunidades afectadas? ƒƒ ¿Cuáles medidas policiales, de la ONU, privadas, comunitarias u otras medidas de seguridad están establecidas? ƒƒ ¿Quiénes son vulnerables a la violencia, por qué y dónde?

Recolectar información y supervisar Es necesario recolectar datos y estadísticas acerca de violencia interpersonal y auto-infligida en los puntos clave de contacto con los beneficiarios. La recolección de datos puede llevarse a cabo como parte de las visitas de los pacientes a instalaciones de cuidados de salud, ya sean temporales o permanentes, como parte integral de vigilancia rutinaria de morbilidad (refiérase al Manual del Proyecto Esfera 2011 para ver ejemplos de formularios de rendición de informes). También es posible recolectar estadísticas en los puntos de distribución de alimentos, en refugios, etc.

ficr

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Brindar asistencia al apoyo social comunitario y la autoayuda Deben promoverse los mecanismos familiares y comunitarios para la protección y el apoyo psicosocial. Algunas actividades clave pueden incluir mantener a las familias juntas cuando sea posible; ayudar a los adultos a impedir que los niños se separen de sus familias; organizar actividades de búsqueda y unificación para niños y adultos que se hayan separado de sus familias; y preservar la unidad familiar y permitir que las personas de aldeas/comunidades o redes de apoyo específicas puedan vivir en la misma área si son desplazadas.

Levantar nuestras voces colectivas y romper el silencio La amenaza de la violencia y la disponibilidad de estrategias de prevención y recursos de ayuda deben comunicarse rápida, amplia y repetidamente mediante tecnología, medios sociales, comunicación masiva, redes locales y a altos niveles, y de boca en boca. Invocar a las asociaciones gubernamentales y agencias humanitarias Las medidas que se tomen en el terreno pueden brindar beneficios, pero es más eficaz si se complementan con diplomacia humanitaria a autoridades de alto nivel. Las decisiones que se tomen a estos niveles pueden tener un impacto en sistemas, recursos, atención y medidas en el terreno. Los mensajes y herramientas clave de diplomacia humanitaria deben enfocarse en persuadir a las agencias gubernamentales y humanita­ rias pertinentes a que establezcan sistemas ambientales tales como iluminación, instalaciones sanita­ rias adecuadas, y sistemas de protección, seguridad y educación en prevención/mitigación/respuesta.

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RECUPERACIÓN Y DESARROLLO A LARGO PLAZO Tomar una perspectiva a largo plazo y aplicar un enfoque detallado Es esencial darle respuesta a la violencia en casos de desastres. Sin embargo, esto no es suficiente por sí solo, las medidas que se tomen en casos de crisis solo pueden brindar resultados limitados. Para que la violencia pueda abordarse de manera integral, se requieren medidas de prevención primaria en la preparación ante desastres, durante un desastre y en las fases de recuperación y desarrollo. Al igual que otros problemas profundamente arraigados tales como el VIH; salud materna, neonatal e infantil; y tuberculosis, la violencia no puede erradicarse en ciclos de proyecto de seis meses o dos años. En su lugar, es esencial un enfoque a largo plazo con recursos adecuados, asistencia técnica y atención. Enfocarse en medidas prioritarias para la prevención de la violencia Hay varias medidas prioritarias que pueden tomar las Sociedades Nacionales para apoyar la seguridad a largo plazo, basándose en las necesidades de las comunidades locales, la capacidad de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y el papel de otras asociaciones que están relacionadas con el tema de la violencia. Estas medidas incluyen iniciativas para abordar el mal uso y el abuso de alcohol y otras substancias, manejar el estrés, luchar contra la discriminación en condiciones de estigmatización, y promover la seguridad personal y la no-violencia en el hogar, el colegio, el lugar de trabajo y la comunidad.

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MEDIDAS TRANSVERSALES EN TODAS LAS ETAPAS DEL CICLO DE RESPUESTA ANTE DESASTRES Garantizar oportunidades para la participación y rendición de cuentas de los beneficiarios Las personas que se benefician de las intervenciones, tales como los niños, los jóvenes y las mujeres, necesitan tener la oportunidad de participación, de un sentimiento de pertenencia y de liderazgo en todos los niveles, incluso en el análisis, el diseño, la implementación, la supervisión y la evaluación. Deben tomarse en cuenta tanto las fortalezas como las vulnerabilidades de los beneficiarios para definir medidas de prevención y protección. Asimismo es importante garantizar que los beneficiarios tengan

un mecanismo claro, accesible y seguro para que puedan brindar sus comentarios o poner sus quejas. Los líderes deben liderar. El papel de los líderes de las comunidades, las instituciones gubernamentales y las agencias humanitarias realizan es primordial. Cuando los líderes le dan prioridad a la seguridad, puede lograrse mucho. Cuando los líderes no cumplen con su responsabilidad de abordar la violencia. Las consecuencias para las organizaciones y los beneficiarios pueden ser profundas y duraderas. Los líderes no solo establecen la pauta en cuanto a la respuesta a un desastre y cuáles son las prioridades, sino que también determinan cómo y si las personas que están abusando de su poder rendirán cuentas.

Incorporar la cuestión de género Las necesidades y fortalezas particulares de las mujeres, los hombres, las niñas y los niños, y otras identidades de género deben reco­nocerse, comprenderse e incluirse. Es importante comprender los papeles y las responsabilidades de los hombres y las mujeres en las comunidades afectadas y cómo se han visto influenciados por el desastre, así como también la condición de la mujer en la sociedad -- incluso su condición legal -- y el nivel de acceso y control de los recursos, tales como artículos de socorro y dinero. Incluir a los niños y los jóvenes Los niños y los jóvenes deben participar y estar representados, según sea adecuado, en el proceso de toma de decisiones que los afecten. La prevención de la violencia

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Benoit Matsha-Carpentier, FICR

contra niños y jóvenes requiere de un enfoque especial en todas las etapas del ciclo de respuesta ante desastres, ya que ellos son los grupos que se ven más amenazados y las consecuencias pueden ser más graves para ellos. Las personas jóvenes no solo se ven afectadas por los desastres, sino que también desempeñan un papel valioso en la reconstrucción de comunidades. Integrar herramientas y enfoques existentes Los recursos financieros, humanos y técnicos y la capacidad de abordar la violencia interpersonal y autoinfligida pueden variar muchísimo de una organización a otra, e incluso de un país a otro o de una ciudad o comunidad a otra. Por lo tanto, es esencial establecer un enfoque basado en las fortalezas que integre la prevención de la violencia en los

programas, políticas, procedimientos y capacitación existentes, de modo que se puedan aprovechar al máximo los recursos limitados y reutilizar lo que ya está dispuesto y que se ha comprobado es eficaz. Supervisar, evaluar y definir las lecciones aprendidas Es primordial garantizar la calidad y la efectividad en la programación para lograr tener éxito en la prevención de la violencia. Las buenas intenciones no son suficientes. Es necesario contar con una visión clara de lo que funciona, lo que no funciona y cómo la programación puede modificarse para mejorar el impacto.

Presupuestar Para tomar medidas se requiere de dinero. Cada nivel de respuesta (reducción del riesgo de desastres, emergencia y recuperación temprana, y recuperación y desarrollo a largo plazo) necesita de un presu­ puesto para integrar la prevención de la violencia. Algunas formas oportunas y efectivas de obtener fondos incluyen agregar la prevención de la violencia en los llamamientos de emergencia y como partida presu­ puestaria en la reducción del riesgo de desastres (RRD) y otros sectores (por ejemplo, rendición de cuentas de beneficiarios, salud y primeros auxilios comunitarios, valores humanitarios, desarrollo organiza­ cional y de la juventud).

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PERFIL: La Federación Internacional la región de América “La programación de prevención de la violencia en las Sociedades Nacionales en América tiene una larga historia. El próximo paso es apoyar asociaciones entre Sociedades Nacionales para encontrar formas innovadoras de abordar los problemas de violencia. El enfoque en promover culturas de no-violencia en la Estrategia 2020 y dentro de la planificación para la región de América significa darles más atención y apoyo a las Sociedades Nacionales que están haciendo esta labor, y un mayor enfoque en cómo integrar la prevención de la violencia en las actividades de preparación, respuesta y recuperación ante desastres y a lo largo de programas comunitarios en la región.” Jan Gelfand, Jefe de Operaciones para la Región de América de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

“Tenemos que abordar el tema de la violencia en América,” dice Jan Gelfand, Jefe de Operaciones para la Región de América. La Organización Panamericana de la Salud ha identificado a la violencia como la pandemia social del siglo XXI, en base en los resultados de un estudio que revelaron que durante el período 2004-2009xxxvi cuatro de los cinco países más violentos en el mundo estaban en América. La desigualdad social, la exclusión social y el abuso

de poder son factores importantes que aumentan el riesgo de violencia. “Esto puede expresarse en cifras de suicidio, agresión, explotación y abuso, homicidios y actividades de pandillas,” explica Gelfand. “Cuando las personas sienten que no pueden confiar en las instituciones para ayudarles o protegerles, la violencia puede parecerles la única forma que tienen disponible para lidiar con los desafíos a los que se enfrentan. Debemos involucrarnos más en todos nuestros programas, poniéndoles especial énfasis a nuestras actividades relacionadas con desastres, de manera que podamos abordar los factores de riesgo y prevenir la violencia.” De acuerdo con la Estrategia 2020, la oficina de la zona para América ha subido el perfil de la prevención de la violencia en los marcos de programación a largo plazo, específicos por zona y país, para el período 2012-2015. “El enfoque se concentra tanto en reforzar la labor de las Sociedades Nacionales y la Federación Internacional con comu­ nidades para prevenir la violencia, como también en garantizar un entorno seguro para el personal y los voluntarios de la Cruz Roja,” dice Gelfand. Esto incluye prevención de violencia en situaciones de desastre y crisis, y también integración de actividades de prevención de violencia en todas las áreas instituciona­ les y de programas.

Se han identificado cuatro áreas de enfoque temático para la programación zonal integrada: riesgo urbano, migración, cambio climá­ tico y violencia. En América, la Federación Internacional buscará establecer una estrategia de co­nstrucción sobre los puntos de conexión en todas estas áreas, mediante una programación comu­ nitaria integrada. La estrategia también le brinda más atención a las crecientes vulnerabilidades y necesidades de las comunidades que están especialmente en alto riesgo. “Hemos visto que hay personas que viven a lo largo de las líneas de fricción de la desigualdad, la pobreza y la inseguridad, y hay algunas comunidades particularmente afectadas por los cambiantes patrones de riesgos y crisis de desastre,” explica Gelfand. En términos prácticos, esto significa que la prevención de la violencia se convierte en un componente central de la labor que está realizándose con las comunidades y los bene­fi­ ciarios en operaciones de desastre y crisis, en entornos urbanos, con comunidades migrantes así como también en otras áreas programá­ ticas en curso. Una parte importante del enfoque de la Federación para abordar la violencia es concentrarse en políticas y sistemas para prevenir la violencia dentro de nuestras propias instituciones, mediante la adopción de recursos tales como los Diez Pasos Para Crear Entornos Seguros.

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El marco de los Diez Pasos incluye analizar el contexto específico del problema de la violencia, reconocer las vulnerabilidades y la resiliencia de las personas, definir y comprender los riesgos e instrumentos de protección, y capacitación. Esta labor es especialmente importante para prepararse, responder y recuperarse en casos de desastres. El marco de los Diez Pasos apoya al personal y a los voluntarios, y garantiza que los programas de la

Cruz Roja y de la Media Luna Roja se implementen en un entorno seguro — ya sea en el contexto de actividades comunitarias en curso o durante la intensidad de una operación ante un desastre. “La Estrategia 2020 y la Estrategia de Prevención, Mitigación y Respuesta a la Violencia de la Federación Internacional constituyen un llamado para que el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

Cruz Roja Boliviana

evalúe lo que debe hacerse y tome medidas concretas en el área de prevención de la violencia,” dice Gelfand. “Hemos establecido a la prevención de la violencia, tanto en nuestra labor con las comunidades, como dentro de nuestras propias instituciones, como una de las bases de nuestro compromiso para reducir el riesgo y la vulnerabilidad. Esta es la visión y el plan en la región de América.”

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CONCLUSIÓN En un desastre tras otro, el riesgo de violencia interpersonal y auto-infligida aumenta debido a una combinación de factores. Aunque cualquiera puede ser vulnerable a la violencia, las personas con una vulnerabilidad preexistente, tales como los niños, las mujeres y otros grupos marginados, se ven especialmente amenazadas. Y aun cuando el problema de la violencia en casos de desastre es complejo, no es inevitable. La violencia puede ser prevenida. El riesgo de violencia debe abordarse mediante un enfoque de salud pública que sea parte de todos los sectores programáticos en un desastre. Existen buenas prácticas que pueden implementarse en todas las etapas del ciclo de gestión de desastres.

un niño portando una calcomanía haciendo un llamado para terminar la violencia contra las mujeres, campamento La Piste, Puerto Príncipe, Haití. \\ Juliet Kerr, Prevención de la Violencia, FICR

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RECURSOS

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PREDECIBLE, PREVENIBLE

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja opera bajo siete Principios Fundamentales: Humanidad

La Cruz Roja trabaja para prevenir y aliviar el sufrimiento humano donde sea que se encuentre, protegiendo la vida y asegurando el respeto para el ser humano.

Imparcialidad

La Cruz Roja se guía únicamente por las necesidades de los seres humanos y no hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político.

Neutralidad

Para mantener la confianza de todos, el Movimiento no toma ningún lado en conflictos o se involucra en controversias políticas, raciales, religiosas o ideológicas.

Independencia

Las Sociedades Nacionales siempre deben mantener su autonomía para poder actuar de acuerdo a los principios del Movimiento.

Servicio Voluntario

Es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado.

Unidad

En cada país sólo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la totalidad del territorio.

Universalidad

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse mutuamente, es universal.

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