Presas romanas en España Miguel Arenillas Parra

Presas romanas en España Miguel Arenillas Parra DESCRIPTORES OBRAS HIDRÁULICAS PRESAS ÉPOCA ROMANA Introducción Los emplazamientos y sus problemas

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Presas romanas en España Miguel Arenillas Parra

DESCRIPTORES OBRAS HIDRÁULICAS PRESAS ÉPOCA ROMANA

Introducción

Los emplazamientos y sus problemas

El interés de los romanos por asegurar la disponibilidad de agua abundante en los núcleos urbanos es cuestión bien conocida, a la que se han referido muchos autores. Con este fin, plantearon y construyeron numerosos sistemas hidráulicos, a veces muy complejos.1 De modo general –y en España con mucha frecuencia– el origen de estos sistemas se solía situar en cabeceras fluviales (donde las aguas se captaban mediante pequeños azudes de derivación) o en tomas directas en fuentes. Estos tipos de soluciones determinaron en numerosas ocasiones la necesidad de construir largos acueductos y se han solido explicar por el interés en disponer de aguas de calidad, aunque fuesen lejanas, frente a otras más próximas pero de peores características.2 Ahora bien, en zonas con condiciones climáticas poco favorables (precipitaciones bajas y de irregular distribución temporal), los romanos –igual que se había hecho antes y se haría sistemáticamente después– tuvieron que recurrir a la regulación fluvial, construyendo presas de embalse. Un reciente trabajo académico3 ha permitido identificar restos o referencias de 72 presas y azudes de época romana, construidos en España entre los siglos I y IV de nuestra era.4 Cincuenta de estas obras se han podido localizar y caracterizar con suficiente detalle; en las veintidós restantes, aunque identificadas sobre el terreno, no ha sido posible llegar a una caracterización aceptable, en unos casos por tratarse de ruinas en un estado de degradación importante y en otros al quedar enmascaradas por reparaciones y reconstrucciones posteriores a la época romana. De las cincuenta primeras, 21 corresponden a presas de embalse (las de mayor altura figuran en la Tabla 1) y las 29 restantes a azudes de derivación.

La mayor parte de las presas catalogadas –y, en particular, las más importantes– se concentran en tres zonas del territorio español: la cuenca del Ebro, en especial su margen derecha, con un foco que podría situarse en Zaragoza (Caesaraugusta); el entorno de Mérida (Augusta Emerita) en la cuenca del Guadiana; y la margen izquierda del Tajo en puntos próximos a Toledo (Toletum). Pues bien, en estos tres sectores la regulación natural de los ríos que por ellos corren es baja o muy baja,5 lo que obligó a los romanos, según lo más arriba indicado, a construir presas de embalse capaces de almacenar las aguas disponibles en los períodos favorables, con objeto de distribuirlas adecuadamente a lo largo del año (Fig. 1). En la selección de los emplazamientos de estas obras –y sin que se disponga, por el momento, de una explicación razonable al respecto– los romanos aplicaron criterios muy diferentes de unas zonas a otras (sobre todo en las presas de mayor entidad), lo que condujo a soluciones conceptualmente muy distintas. Así, mientras que en la cuenca del Ebro las grandes presas romanas (Almonacid y Muel, por ejemplo) se sitúan, como norma, en tramos medios de ríos de cierta importancia, en el centro-oeste peninsular se ubican en cerradas próximas a las cabeceras fluviales (Alcantarilla) o bien en arroyos de orden menor (Proserpina o Cornalvo), con cuencas de recepción, por lo tanto, pequeñas. Es decir, en el primer caso se trata –con todos los matices que se quiera– de auténticos embalses de regulación en el sentido actual del término, mientras que en el segundo las grandes presas se construyeron realmente para formar grandes depósitos en las cabeceras de los respectivos sistemas. De hecho, en los embalses mayores de esta última zona (Alcantarilla, Cornalvo y Proserpina) los romanos dispu-

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TABLA 1 Principales presas de época romana en España Nombre

Altura (m)

Almonacid de la Cuba

34,0

Aguasvivas

Ebro

Proserpina

21,6

Las Pardillas

Guadiana

Cornalvo

20,8

Albarregas

Guadiana

Ermita Virgen del Pilar

16,7

Santa María (Aguasvivas)

Ebro

Guajaraz

Tajo

Alcantarilla

15 a 20

Muel

13,0

Pared de los Moros

8,4

Río

Cuenca

Huerva

Ebro

Farlán (Aguasvivas)

Ebro

Fig. 1. Situación de las presas romanas en España.

sieron trasvases desde áreas adyacentes6 con objeto de incrementar las reducidas –y a veces insuficientes– escorrentías de las cuencas propias; y ello con unos planteamientos que debieron de estar muy bien establecidos, pues en los tres casos las soluciones son prácticamente idénticas (Fig. 2). Esta disparidad de criterios en la elección de emplazamientos condujo, probablemente, a las diferentes tipologías estructurales empleadas en cada caso. En el Ebro todas las grandes presas conservadas (o conocidas) son de fábrica, lo que podría considerarse lógico para aquella época al tratarse de obras situadas en ríos con crecidas importantes; y, más aún, cuando se comprueba que los criterios para aliviar tales avenidas no debían de estar completamente establecidos entonces. Sirva de ejemplo en este sentido la presa de Almonacid (de la que se tratará más adelante), que es, en España, la única de estas obras romanas en la que se conserva un aliviadero de superficie. Según datos hidrológicos actuales –que no deben de diferir en mucho de los correspondientes a la época romana7–, la eficacia de este aliviadero resulta muy reducida, pues su capacidad, sumada a la de los restantes órganos de desagüe de la presa, solo permitía evacuar avenidas de menos de veinte años de período de retorno, sin verter por coronación.8 En las cuencas del Tajo y el Guadiana, contrariamente a las soluciones estructurales adoptadas en el Ebro, los romanos, al construir las tres presas de mayor altura que allí se conservan, recurrieron a una tipología radicalmente distinta: materiales sueltos con pantalla impermeable aguas arriba.

Fig. 2. Sistema hidráulico de Alcantarilla.

Las estructuras En la mayor parte de las presas construidas por los romanos en España hay un elemento constructivo de carácter básico, que se repite casi sistemáticamente: el muro-pantalla, con el que se conseguía la estanquidad de la estructura. A este muro se agregaban –y no siempre– otros elementos que aseguraban (o completaban) la estabilidad del sistema: fábricas de distinto tipo o caballones de tierra. El muro-pantalla romano es de concepción muy sencilla: un núcleo de hormigón de cal (opus caementicium), enmarcado por dos paños de fábrica, que solían ser de mampostería (opus incaertum) o sillería (opus quadratum). A veces a estos paños, que servirían entonces de simples encofrados perdidos, se adosaban otros de características cada vez mejores hacia el exterior. De este conjunto el elemento más importante era el núcleo de opus caementicium, pues era el que propiamente debía cumplir la misión de impedir el paso del agua. No obstante, en algunos casos, especialmente en obras menores, el muro-pantalla se simplificaba y quedaba reducido a un único paño de mampostería o sillería recibidas con mortero de cal. I.T. N.o 62. 2003

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Fig. 3. Presa de Almonacid de la Cuba.

Fig. 4. Planta supuesta de la primera presa de Almonacid.

Las presas mayores del Ebro Entre las obras de época romana, la presa principal del valle del Ebro es la de Almonacid de la Cuba,9 próxima al pueblo del mismo nombre, en la provincia de Zaragoza. Se trata de la presa de mayor altura (34 metros) de todas las de esta época conservadas en el mundo y está situada en el río Aguasvivas,10 afluente del Ebro por la derecha, con una cuenca receptora de unos 1.000 km2. La estructura que hoy se conserva –en bastante buen estado– corresponde a una importante reconstrucción de otra anterior –también romana– de tipología completamente distinta (Fig. 3). La primera presa que se levantó en la cerrada de Almonacid –según cabe deducir de las numerosas prospecciones realizadas– debió de ser una presa formada por tres arcos, uno central, situado en el sector más angosto y profundo de la cerrada, y dos laterales que se apoyaban contra el terreno y contra dos grandes contrafuertes, en los que enlazaban con el arco central (Fig. 4). Esta primera presa se tuvo que romper bastante pronto, quizá incluso en las fases finales de su construcción, y también se debió de reconstruir enseguida, modificándose entonces muy sustancialmente su estructura, que pasó a ser la propia de una presa de gravedad y planta recta. Sin embargo, en la reconstrucción se mantuvieron, en todo o en parte, muchos de los elementos de la obra original. La primera intervención en la cerrada de Almonacid se ha podido datar por el método del C14 aplicado a dos muestras de madera obtenidas de un sondeo, que corresponden a dos niveles próximos al de cimentación. La edad calibrada de esas muestras sitúa la construcción de la obra en la época de Augusto, y concretamente en los años iniciales del siglo I de nuestra era. Por ello la segunda presa debe de corresponder, con bastante seguridad, a las primeras décadas de ese mismo siglo y quizá a la propia época de Augusto. La presa definitiva de Almonacid es un muro-pantalla muy reforzado en el cuerpo de presa, con un bloque más esbelto y de poca altura en la margen izquierda, en el que se sitúa el aliviadero, que corresponde, con algunas reparaciones posteriores (en su mayor parte de época romana), a los restos conservados de la primera presa. La parte principal de la estructura cierra la zona más profunda del valle, y en sección consta de un cuerpo central rectangular y de dos paramentos escalonados; aguas abajo el escalonado es doble. En el cuerpo central se señala la presencia de un muro-pantalla que, por los datos obtenidos de los sondeos, alcanza entre diez y do74

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Fig. 5. Sección de la presa romana de Almonacid.

ce metros de espesor. Este muro corresponde a la primera presa, y quizá entonces tuviese un revestimiento de sillares (opus quadratum), según cabe deducir de las muestras extraídas con algunos sondeos. Al reconstruirse la obra el muro-pantalla se reforzó muy significativamente, en especial aguas abajo, donde se levantó un nuevo muro de mampostería, revestido por un paño de opus vittatum (piezas de caliza dispuestas en bandas horizontales), al que se adosó un gran faldón escalonado, el inferior de los dos que se conservan en ese lado. En una reparación posterior se incrementaría el refuerzo con dos nuevos faldones escalonados, uno por cada cara. En este momento, que corresponde, muy probablemente, con la época de Trajano (98-117), se recreció además la presa para paliar en cierta medida los efectos del aterramiento del embalse, que ya debían de ser significativos entonces11 (Fig. 5). Otra presa importante de la cuenca del Ebro es la de Muel (Zaragoza), de especial interés pues era la cabecera de uno de los tres (o quizá cuatro) sistemas de abastecimiento romanos a Caesaraugusta. Sin embargo no está todavía investigada en detalle, lo que tampoco es fácil, ya que el embalse que formaba en el río Huerva (afluente del Ebro por la derecha) está completamente aterrado. Se puede observar, no obstan-

Fig. 6. Presa de Muel desde aguas abajo.

te, toda la fábrica del paramento de aguas abajo con una altura de unos 13 metros; se trata de una sillería almohadillada con hiladas alternantes –aunque sin una secuencia clara– de piezas dispuestas a soga con otras colocadas a tizón (Fig. 6). El espesor de la fábrica se ha estimado en unos siete metros,12 aunque podría ser mayor en la parte inferior de la obra. Al estar relacionada con el abastecimiento de agua a Caesaraugusta es fácil que esta presa se construyera durante la época de Augusto y quizá en una fecha temprana, pues la fábrica del paramento se ajustaría bien a este período. La presa de la Ermita de la Virgen del Pilar, próxima a Monforte de Moyuela (Teruel), se emplaza en el río Santa María, afluente del Aguasvivas, y es una presa de gravedad formada por una pantalla compleja que se construyó en dos etapas. Se conserva tan solo la parte de la estructura situada en la zona más alta de la margen izquierda, donde se puede observar una sucesión heterogénea de fábricas que permiten explicar la construcción en dos fases y también el recrecimiento final de la estructura. Sin embargo, el espesor total de la presa es de tan solo 6,90 metros, que para su altura máxima de 16,60 metros, conduce a una clara situación de inestabilidad.13 De hecho la presa se rompió, aunque no muy pronto, pues los sedimentos del embalse alcanzaron bastante espesor, según se observa en la ladera, aguas arriba de la presa (Figs. 7 y 8). La presa que, probablemente, se ajusta mejor al modelo estricto de muro-pantalla es la conocida como la Pared de los Moros.14 Se localiza cerca de Muniesa (Teruel), en un cauce secundario, el arroyo Farlán, afluente derecho del río Aguasvivas. La presa formaba inicialmente un embalse de unos 150.000 metros cúbicos de capacidad; en la actualidad tiene un gran boquete en su sector central, en coincidencia con la zona más profunda de la cerrada. Las características de la fábrica –en general poco cuidada– y su trazado en planta, algo sinuoso (se adapta a la disposición de los afloramientos de caliza de la zona), hacen pensar en una obra romana tardía de carácter rural. La estructura tiene casi ocho metros y medio de altura máxima y una longitud en coronación del or-

Fig. 7. Restos de la presa de la Ermita de la Virgen del Pilar (Monforte de Moyuela, Teruel).

Fig. 8. Presa de la Virgen del Pilar (sección y fábricas). I.T. N.o 62. 2003

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den de los setenta metros. Su tipología es la ya indicada: un único muro de casi tres metros de espesor, constituido por dos paños de mampostería recibida con mortero de cal (opus incaertum), y un núcleo de opus caementicium. Los paramentos son de 1,10 metros de espesor cada uno y están construidos con mampuestos de caliza, ligeramente trabajados. El núcleo alcanza los 70 centímetros de espesor (Fig. 9). El defecto básico de esta estructura es su extrema esbeltez. Con una geometría tan arriesgada cabría esperar la presencia de un terraplén de tierras aguas abajo, pero los materiales allí presentes no han permitido detectar restos de ese posible complemento estructural. Por ello, sin duda, la Pared de los Moros se rompió; y probablemente muy pronto, pues los niveles de sedimentos en el embalse no están muy desarrollados.

Fig. 9. La Pared de los Moros (Muniesa, Teruel) desde aguas abajo.

Las presas de las cuencas del Tajo y el Guadiana En las grandes presas de materiales sueltos del centro-oeste peninsular se recurrió también al muro-pantalla como elemento fundamental para retener las aguas. En dos casos (Alcantarilla y Proserpina) se aplicó esta solución con criterios de diseño muy estrictos; en el otro (Cornalvo) se recurrió a una variante más compleja, si bien es posible que en este caso la obra que se conserva, aunque de evidente traza romana, refleje modificaciones importantes de épocas posteriores (Fig. 10). La primera de estas tres presas debió de ser la de Alcantarilla,15 que está arruinada desde tiempos muy antiguos, probablemente desde la propia época romana. Las causas de esta rotura se han podido analizar por los numerosos restos que se conservan y por su similitud con la presa de Proserpina. La obra se emplaza sobre el río Guajaraz, afluente del Tajo por la izquierda, en una zona alta de su curso (con solo 50 km2 de cuenca alimentadora) y fue la cabecera del importante abastecimiento de agua romano a Toledo.16 La presa está formada por un gran terraplén de tierras, hoy muy degradado, y un muro-pantalla aguas arriba, del que se conservan algunos tramos casi intactos y numerosos bloques volcados sobre el terreno. La longitud total de la presa debió de superar los 800 metros y su altura máxima se puede estimar entre 15 y 20 metros (Fig. 11). El muro-pantalla está constituido por un núcleo de hormigón de cal de unos 60 centímetros de espesor y dos paños de mampostería, con una dimensión total en la base del orden de cuatro metros. El paño de aguas arriba debía de estar fo-

Fig. 10. Secciones tipo de las tres grandes presas romanas del centro-oeste peninsular.

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rrado en toda su extensión por sillares (opus quadratum), de los que se conservan varias hiladas en el bloque que se mantiene en pie en la margen izquierda. Se trata de piezas bien labradas, de unos 50 centímetros de altura, 60 centímetros de espesor y longitudes que llegan a superar el metro. El problema principal –y bien conocido en la actualidad– de una presa de las características indicadas es su inestabilidad a embalse vacío: una pantalla tan esbelta como la de Alcantarilla difícilmente resiste el empuje del terraplén en esa situación y menos aún cuando está saturado, lo que puede tener lugar –entre otras circunstancias– al producirse filtraciones a través de la pantalla. De hecho, la presa rompió por empuje del terraplén, pues el muro-pantalla está volcado hacia el embalse en todo el tramo central derruido. Esta deficiente tipología del muro-pantalla se mejoró en las presas de Proserpina y Cornalvo. Por ello es muy probable que Alcantarilla sea la más antigua de las tres grandes presas romanas que se conservan en el centro-oeste peninsular. Por datos arqueológicos, su fecha de construcción se ha situado dentro del siglo I de nuestra era, pero a partir del primer cuarto, aproximadamente17. La presa de Proserpina es una obra mucho mejor conocida que la anterior, pues todavía se mantiene en servicio (aunque dedicada a otros fines distintos de los previstos por los romanos) y ha sido estudiada recientemente con bastante detalle.18 Está ubicada sobre el cauce del pequeño arroyo de Las Pardillas, subafluente del Guadiana por la margen derecha y se trata, en realidad, del recrecimiento del cierre de una charca natural que se situaba pocos kilómetros al norte de Mérida. La presa de Proserpina, con una estructura similar a la de Alcantarilla, según lo dicho, está formada por un gran espaldón de tierras y un muro-pantalla aguas arriba, constituido por dos paños de fábrica de granito –sillería, sillarejo y mampostería, según las zonas–, con un relleno entre ambos de hormigón de cal. La altura máxima de este muro es de 21,60 metros. En planta la presa describe tres alineaciones rectas, con una longitud total en coronación de 427,80 metros. El paramento de aguas arriba del muro-pantalla es vertical en los 6,60 metros inferiores e inclinado en los restantes, lo que se consigue mediante el escalonamiento de las sucesivas hiladas de sillares que lo forman en esta zona. De este paramento surgen nueve contrafuertes, distribuidos de modo irregular a lo largo del sector central de la presa; ocho tienen su origen en la fábrica inferior y solo uno, el más próximo al estribo derecho, queda fuera de esta zona central. Los ocho primeros son verticales en la parte correspondiente a la fábrica más antigua y a partir de esa cota se prolongan hasta coronación con una pendiente algo más suave que la del muro, lo que se consigue también con el retranqueo de las sucesivas hiladas. En el tramo inferior los ocho contrafuertes rematan con sección semicircular a unos cuatro metros y medio del paramento; en la zona superior escalonada, todos los contrafuertes son de sección rectangular (Fig. 12). El paramento de aguas abajo queda cubierto por el espaldón de tierras casi hasta coronación. No obstante, mediante sondeos y rozas se ha podido comprobar su verticali-

Fig. 11. Presa de Alcantarilla (río Guajaraz, Toledo). Estribo izquierdo.

Fig. 12. Presa de Proserpina (Mérida) desde aguas arriba.

dad en distintos puntos, lo que, probablemente, es característica general a lo largo de toda la estructura. Las indicadas prospecciones han permitido detectar también la existencia de dieciséis contrafuertes en el sector central de la presa, adosados a este paramento y dirigidos hacia aguas abajo. Se trata de elementos verticales de mampostería, de 1,40 metros de ancho y tres metros de longitud, separados unos seis metros entre ejes; todos estos contrafuertes rematan dos metros por debajo de coronación. Los sondeos horizontales realizados en el muro-pantalla han permitido fijar para éste un espesor máximo de 5,90 metros. Tienen interés en esta obra las torres de toma, que se adosan al muro pantalla por la parte de aguas abajo, quedando por tanto embebidas en el espaldón de tierras, del que sobresalen con altura estricta para permitir el acceso a su interior. La torre principal se ubica en la parte más profunda de la cerrada, tiene una sección irregular, aunque casi cuadrada, de entre cinco y seis metros de lado por el exterior, y a ella acometen dos series de tomas. La inferior es una toma romana y está formada por dos tubos de plomo de unos 22 centímetros de diámetro interior, que se emplazan a más de tres metros sobre el nivel de cimentación (Fig. 13). Casi cuatro metros más arriba hay otra toma labrada en una losa de piedra, que se debió de abrir, probablemente, en el siglo XVII, cuando el aterramiento del embalse había inutilizado las tomas inferiores. La otra torre si sitúa en la margen izquierda, a unos diez metros I.T. N.o 62. 2003

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Fig. 13. Presa de Proserpina. Toma inferior romana.

sobre el cauce. Es también de sección sensiblemente cuadrada, de unos siete metros de lado por el exterior. A esta torre acomete la toma superior, que se emplaza unos diez metros por encima de la más baja. En origen era también romana, pero en la década de los cuarenta del siglo pasado fue sustituida por el tubo de fundición que se conserva actualmente. Entre la presa y Augusta Emerita los romanos construyeron un canal, de unos ocho kilómetros de longitud total, que accede a la ciudad salvando el río Albarregas por el acueducto de Los Milagros. La mayor parte de esta conducción se ha podido identificar sobre el terreno. Pues bien, la toma situada en la torre de la margen izquierda, es decir, la más alta, tiene un interés especial: es la única que, por cota, permite llevar agua del embalse hasta Mérida a través del acueducto de Los Milagros, ya que la rasante de la conducción se sitúa, en todo su recorrido, por encima del nivel de la otra toma romana. La época de construcción del acueducto de Los Milagros es un tema sometido todavía a debate. Sin embargo, para la presa de Proserpina se dispone de una datación absoluta, obtenida de una muestra de madera que se extrajo de la parte inferior de la fábrica mediante un sondeo horizontal. Analizada por el método del C14 determina una edad calibrada que sitúa la construcción de esta obra en la época de Trajano (98-117). Este dato es posible que sirva para facilitar el acuerdo en el referido debate, pues lo que sí parece razonable es que la construcción del acueducto de Los Milagros deba situarse en fechas próximas a las de la presa (Fig. 14). La presa romana de Cornalvo se ubica en el río Albarregas, afluente del Guadiana por la derecha, a unos quince kilómetros de Mérida. Se construyó para mejorar un aprovechamiento anterior del abastecimiento de agua a Emerita que tenía su origen en una serie de captaciones subálveas, excavadas en los depósitos aluviales del río Albarregas, en la zona que después quedó cubierta por el embalse.19 Estas captaciones convergían en un punto en el que se iniciaba la conducción hasta Mérida.20 Cuando las aguas de esta captación resultaron escasas para la ciudad es cuando se debió construir la presa; entonces se levantó una torre de toma en el punto donde se unían las captaciones antiguas, próximo a la estructura principal, pero dentro del embalse. De este modo la torre de toma de Cornalvo resulta un elemento singular en 78

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Fig. 14. Acueducto de los Milagros (Mérida).

Fig. 15. Presa de Cornalvo (Mérida).

Fig. 16. Presa de Consuegra (Toledo) desde aguas abajo.

las presas de época romana construidas en España, al ser una obra exenta, situada aguas arriba de la presa, con acceso desde la coronación de ésta a través de un puente del que todavía se conservan las piezas de arranque (Fig. 15). La presa de Cornalvo está todavía sin investigar en detalle, pero en sus grandes líneas sigue el modelo de Alcantarilla y Proserpina: un gran terraplén protegido aguas arriba por un elemento estructural –que en este caso no es propiamente un muro-pantalla–, al que se confiaba, básicamente, la función de cie-

rre estanco. De los datos hasta ahora disponibles parece que esta estructura está formada por tres muros longitudinales (paralelos a la dirección de la presa), otra serie de ellos perpendiculares a los anteriores y todos cubiertos por el paramento de aguas arriba de la presa, que tiene una inclinación no muy acusada y creciente con la altura. Los recintos formados por esta retícula de muros están rellenos de materiales de muy diverso tipo. Se sabe que la presa ha sido reparada en distintas ocasiones y, por ello, cabe la posibilidad de que parte de esta estructura corresponda a alguna de tales intervenciones.21

múltiples son, entre otras, las de Esparragalejo, igualmente en Mérida, y la de Villafranca, en Teruel, de 150 metros de longitud. La presa de Puy Foradado en la cabecera del importante sistema hidráulico de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza), y con solo tres metros de altura, es probablemente la más original de las conservadas, pues es el único ejemplo conocido en España de presas de gravedad con planta curva. En la actualidad solo queda a la vista el paramento de aguas abajo (el embalse está aterrado), formado por cuatro hiladas de sillares de unos 56 metros de desarrollo.22

Presas menores

Conclusión

Además de las grandes presas, a las que se ha hecho referencia en los párrafos anteriores, las obras menores –pequeñas presas y azudes de derivación– tienen también un indudable interés. En unos casos por estar situadas en las cabeceras de grandes sistemas hidráulicos, en otros porque sirvieron para introducir en nuestro territorio nuevas tipologías y en conjunto por ser el resultado de la primera intervención sistemática sobre el medio hídrico hispano. Entre las presas de contrafuertes mejor conocidas cabe destacar la de Consuegra (Toledo) (Fig. 16), con más de 600 metros de longitud, aunque pequeña altura (4,80 m), y también la de Araya, en las inmediaciones de Mérida. De arcos

Las presas de época romana conservadas en España constituyen un patrimonio importantísimo y, sin duda, singular. Por un lado, forman, en Europa, el conjunto más numeroso de obras de este tipo, y por otro, representan el sustrato –con muy pocos ejemplos más antiguos– sobre el que se apoya toda la labor desarrollada a lo largo de los siglos por los ingenieros hidráulicos en el territorio español. Merecerían por ello una mayor atención. ■

Miguel Arenillas Parra Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos E.T.S.I.C.C.P. de Madrid

Notas 1. Un análisis sucinto de estas cuestiones puede verse en Arenillas, M., “Obras hidráulicas romanas en Hispania”, I Congreso sobre las obras públicas romanas en Hispania, Mérida, 14-16 nov. 2002. 2. Al aplicar este modelo en España, los romanos no hicieron sino repetir el que habían empleado sistemáticamente en la península Itálica, más favorecida por las lluvias que la Ibérica. En Roma, concretamente, los once acueductos que fueron construyéndose entre los siglos IV a.C. y III de nuestra era tuvieron sus orígenes, en todos los casos, en fuentes o en cabeceras fluviales, a veces muy alejadas de la urbe. Esto supuso, entre los once acueductos, casi 500 kilómetros de conducciones, llegándose a superar los 90 kilómetros en uno solo de ellos, el Aqua Marcia, concluido el año 144 a.C. Sobre el tema véase Panimolle, G., Gli acquedotti di Roma antica, Roma, 1968. 3. Castillo, J.C., Tipología y materiales de las presas romanas en España, Tesis Doctoral, E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Universidad Politécnica de Madrid (inédita), 2002. Un avance puede verse en Castillo, J.C. y Arenillas, M., “Las presas romanas en España. Propuesta de inventario”, Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de las Presas, Mérida, 8-11 nov. 2000. 4. Entre estas obras no se han contabilizado los azudes de derivación de carácter minero, que son particularmente numerosos en las antiguas explotaciones romanas –y anteriores– del noroeste peninsular dedicadas a la extracción del oro. 5. Arenillas, M., “Hidrología e hidráulica en el solar hispano. Las presas en España” (ponencia), Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de las Presas, Mérida, 8-11 nov. 2000. 6. En los tres casos se construyeron azudes de derivación en los cauces de tales cuencas y desde ellos conducciones de alimentación a los respectivos embalses. Para el caso de Alcantarilla puede verse Arenillas, L., Arenillas, M., Díaz-Guerra, C. y Macías, J.M., “El abastecimiento de agua a Toledo en época romana”, Historia del abastecimiento y usos del agua en la ciudad de Toledo, Madrid, 1999; y para Proserpina y Cornalvo, Martín, J., Arenillas, M., Cortés, R., Díaz-Guerra, C., Arenillas G., M. y Jiménez, D., “El abastecimiento de agua romano a Augusta Emerita”, II Congreso Nacional de Historia de la construcción, A Coruña, 22-24 oct. 1998. En ambos trabajos hay numerosas referencias a estudios anteriores. 7. Font Tullot, I., Historia del clima de España, Madrid, 1988. 8. Castillo, J.C., 2002, op. cit. 9. Arenillas, M., Díaz-Guerra, C. y Cortés, R., “La presa romana de Almonacid de la Cuba” en La presa romana de Almonacid de la Cuba. Del mundo romano a la ilustración en la cuenca del río Aguasvivas, Madrid, Doce Calles, 1996. 10. En la cuenca del río Aguasvivas hay una notable concentración de presas y azudes, cuya construcción se prolonga desde la época romana (con tres, o quizá cuatro, estructuras) hasta el siglo XX y con unos ejemplos interesantísimos de los siglos XIV a XVI. Sobre estas presas véase: Arenillas, M., Díaz-Guerra, C. y Cortés,

R., 1996, op. cit., y Hereza, I., Arenillas, M., Díaz-Guerra, C., y Cortés, R., “Las presas de la cuenca del Aguasvivas. Dos mil años de regulación fluvial”, I Congreso Nacional de Historia de las presas, Mérida, 8-11 de nov. 2000. 11. Hereza, I., Arenillas, M., Díaz-Guerra, C. y Cortés, R., “Un ejemplo histórico: el aterramiento del embalse romano de Almonacid de la Cuba”, V Congreso de Grandes Presas, Valencia, 1996. 12. Castillo, J.C., 2002, op. cit. 13. Para una estructura de sección rectangular y peso específico medio de 2 t/m3 (que debe de aproximarse bastante al de las fábricas romanas), la estabilidad al vuelco exige no superar con la altura el doble del espesor, considerando, como es lógico, el efecto de la subpresión, circunstancia que, muy probablemente, los romanos no sabían valorar. 14. Arenillas, M. et al, 1996, op. cit. y Hereza, I. et al, 2000, op. cit. 15. Arenillas, L. et al, 1999, op. cit. 16. Además del trabajo citado en nota anterior, pueden consultarse los siguientes: Fernández Casado, C., “Las presas romanas en España”, Revista de Obras Públicas, 1961, Madrid, 1961; Celestino, R., “El pantano romano de Alcantarilla, en Mazarambroz”, Toletum, 7, 1976; Sánchez Abal, J.L., “Obra hidráulica romana en la provincia de Toledo (Pantano de Alcantarilla)”, Segovia y la arqueología romana, Barcelona, 1977; Aranda, F., Carrobles, C. e Isabel, J.L., El sistema hidráulico romano de abastecimiento a Toledo, Toledo, 1997. 17. Sánchez Abal, J.L., 1977, op. cit. 18. Arenillas, M., Martín, J. y Alcaraz, A., “Nuevos datos sobre la presa de Proserpina”, Revista de Obras Públicas, 3311, Madrid, 1992; Alcaraz, A., Arenillas, M. y Martín, J., “La estructura y la cimentación de la presa de Proserpina”, IV Jornadas Españolas de Presas, Comité Nacional de Grandes Presas, Murcia, 1993 y Martín, J. et al, 1998, op. cit. 19. Martín, J., Arenillas, M., Cortés, R., Díaz-Guerra, C. y Arenillas, L., “El sistema hidráulico de Cornalbo en Mérida”, III Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Sevilla, 26-28 oct. 2000. 20. Macías de Liáñez, M., Mérida monumental y artística, Mérida, 1929. 21. Hay datos de una importante reparación realizada en el siglo XVIII, cuando el Conde de Campomanes rehabilitó la obra con el fin de usar las aguas del embalse en una fábrica de papel que construyó algunos kilómetros aguas abajo de la presa. La estructura que hoy se conserva puede corresponder en parte a esa época, ya que por entonces se construyó –o inició, pues nunca se concluyó– la gran presa de El Gasco, cerca de Madrid, con una estructura en celdas que, en cierta medida, se asemeja a la de Cornalvo. 22. Para todas estas obras véase Castillo, J.C., 2002, op. cit., con abundante bibliografía sobre el tema. I.T. N.o 62. 2003

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