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Prescripción y Promoción de la Actividad Física Módulo 2: Actividad Física en la Hipertensión Arterial
Objetivo
Es objetivo de este Módulo abordar los aspectos más sobresalientes del Manual Director de Actividad Física y Salud de la República Argentina en lo que respecta a Actividad Física en la Hipertensión Arterial poniendo este material a disposición de todos los agentes de salud para su proceso de implementación.
Descripción
Este Módulo explica los beneficios de la Actividad Física en el tratamiento de la Hipertensión Arterial, y contiene sugerencias para realizar su prescripción en pacientes hipertensos. Finaliza con una ejercitación práctica. Contenidos 1. Beneficios de la Actividad Física en la Hipertensión Arterial 2. Prescripción de la Actividad Física en la Hipertensión Arterial
1 Beneficios de la Actividad Física en la Hipertensión Arterial Factores de riesgo en Argentina
La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo fue realizada por primera vez en el año 2005 y con el objetivo de contar con datos fidedignos para fijar prioridades en la acción de gobierno sobre la prevención y el control de enfermedades no transmisibles creando así las bases para el desarrollo de un sistema de vigilancia que permita orientar estas políticas (1). La vigilancia de factores de riesgo constituye la mejor estrategia para el diseño, evaluación y monitoreo de estrategias de prevención y control de estas enfermedades, que explican en Argentina más del 60% de la carga de enfermedad. Por lo tanto estas encuestas ofrecen datos que son la base para la planificación y ejecución de la Estrategia Nacional de Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles.
A partir de la información proveniente de la primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, se pudo saber que en nuestro país el 46.2% de la población realiza un nivel bajo de actividad física (o es inactiva). Más recientemente el Ministerio de Salud publicó los resultados de la Segunda Encuesta Nacional Factores de Riesgo para enfermedades no transmisibles. Esta encuesta realizada en el año 2009 tuvo por objetivo el de evaluar la evolución de los principales factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles, y a la vez, evaluar el impacto de políticas de prevención realizadas a nivel nacional y provincial (2).
La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del 2009 incluyó 14 aspectos, de igual forma que en el año 2005, y los podemos agrupar de acuerdo a sus resultados. La percepción de la población es que la salud no ha mejorado, ya que
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el 19,2% de la población evaluó su salud como mala o regular al igual que en la encuesta anterior. Pero en general nos hemos controlado más. Una mayor proporción de la población adulta (81,4%) se controló la presión arterial en los últimos dos años, aumentando en relación al 2005. De estos, el 34.5% presentó presión arterial elevada en al menos una consulta. Igualmente el control de colesterol se incrementó a 76,6% (en varones mayores a 35 y mujeres mayores a 45 años). Pero el 29,1% de la población manifestó tenerlo elevado. El control de glucemia se incrementó a 75,7%.
La inactividad física se incrementó significativamente a 54,9% en relación al año 2005, que fue de 46,2%. Más de la mitad de la población (53,4%) presenta exceso de peso (sobrepeso y obesidad) habiendo aumentado significativamente la obesidad de 14,6% a 18.0%, sin cambios en la prevalencia de sobrepeso, que es de 35.4%. El 25.4% de la población agrega siempre sal a las comidas. Solo el 4,8% de la población consume al menos 5 porciones de frutas y verduras por día, evidenciando una reducción de su consumo. La prevalencia de diabetes se incrementó al 9,6%. El 56,3% de las mujeres (>40 años) se realizó mamografía y el 60,5% (>18 años) se realizó un examen ginecológico, PAP, en últimos dos años. Ambos indicadores mejoraron significativamente respecto al año 2005.
Los profesionales de la salud tenemos mucho por hacer. Los programas de control muestran efectividad, es decir, la gente se controla más. Pero aún así necesitamos
mejores
intervenciones,
el
aumento
de
las
enfermedades
relacionadas con el sedentarismo como la obesidad y la diabetes son un llamado a la reflexión. Es necesario replantear las estrategias de intervención. El futuro depende de nuestras acciones de hoy.
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Ejercicio físico y enfermedades cardiovasculares
El ejercicio físico favorece el tratamiento de personas con hipertensión arterial, diabetes, dislipidemias y obesidad. Ha demostrado su utilidad en los programas de abandono del hábito tabáquico y puede formar parte de las medidas terapéuticas de los factores psico sociales que incrementan el riesgo de enfermedad cardíaca. La aplicación de los programas en individuos con estas características forma parte de los planes de prevención primaria y promoción de la salud, sin embargo es de recalcar la complejidad de los programas de prevención que obedece a múltiples factores relacionados con las causas de Enfermedad Coronaria (3). El ejercicio físico ejerce sus efectos a través del descenso de la presión arterial, mejorías del perfil lipídico y del metabolismo de los hidratos de carbono con incremento en la sensibilidad a la insulina, disminución de la obesidad, acciones directas sobre el endotelio, modificación de la agregación plaquetaria, aumento de la fibrinolisis, acciones coadyuvantes sobre la supresión del hábito tabáquico además de efectos psicológicos beneficiosos.
Disfunción endotelial: la disfunción endotelial fue identificada como un
disparador de fenómenos isquémicos y constituye el primer paso para el desarrollo del proceso ateroesclerótico. El entrenamiento regular favorece diferentes respuestas endoteliales y tal vez sea la clave para entender los efectos positivos del ejercicio sobre la perfusión miocárdica y la prevención. El vector de fricción de las fuerzas hemodinámicas, shear stress, paralelo al eje longitudinal del vaso, es uno de los mayores factores estimulantes de la vasodilatación mediada por el flujo
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sanguíneo. Se ha demostrado la influencia de las fuerzas hemodinámicas sobre la biología endotelial con expresiones de genes específicos en células endoteliales cultivadas. El incremento de este tipo de fuerza mediada por el flujo no sólo genera vasodilatación sino también adaptaciones y remodelamiento beneficioso en la pared del vaso. Así el ejercicio podría ser un estímulo para que el endotelio incremente la capacidad de transporte de L-arginina (precursor molecular del óxido nítrico) y aumente la actividad de la óxido nítrico sintetasa. Por otra parte, al incrementar la producción de superóxido dismutasa extracelular previene la ruptura precoz del óxido nítrico. La actividad física actúa sobre la microcirculación aumentando la respuesta vasodilatadora del lecho vascular a través de una sensibilización de las resistencias arteriolares a los efectos vasodilatadores de la adenosina (4). También es posible que el ejercicio físico tenga acciones sobre la modulación de respuestas inflamatorias del endotelio con cambios en mediadores químicos que facilitan el proceso ateroesclerótico, tal como la reducción de las citoquinas aterogénicas con incremento de las citoquinas ateroprotectoras. El ejercicio físico colabora en la mejoría de la distensibilidad y este efecto cobra importancia en la tolerancia al esfuerzo (mejoría de calidad de vida) y, eventualmente, en la disminución de riesgo. En humanos se ha demostrado incrementos en células progenitoras endoteliales en sangre periférica por ejercicios físicos programados (5).
Lípidos: se han descripto reducciones significativas de los triglicéridos y un
incremento de 3,6% en HDL asociado a un aumento en Apo A-1 en individuos sin enfermedad coronaria sometidos a planes de entrenamiento (6). El HDL aumenta con entrenamientos prolongados e intensos, existiendo una relación de tipo dosisdependiente. El ejercicio físico genera aumentos de lecitin-colesterol-aciltransferasa, lipoproteinlipasa (7) y descensos en la lipasa hepática.
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Diabetes tipo 2 y síndrome metabólico: Si bien la etiología de la diabetes
tipo II no está plenamente aclarada, es factible que el sedentarismo favorezca la manifestación
de
un
defecto
genético
muscular
que
llevaría
a
la
insulinorresistencia. El balance calórico positivo, al que contribuye la inactividad física, puede llevar a la hipertrofia del adiposito que, al poseer menor cantidad de receptores de insulina, desarrolla resistencia. La actividad física regular aumenta el transporte de glucosa al músculo activo con incrementos en la sensibilidad a la insulina. En ejercicios intensos asociados a depleción muscular de glucógeno la sensibilidad a la insulina se mantiene elevada por tiempos prolongados. Se observaron reducciones en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en sujetos activos (8). Los efectos protectores del entrenamiento físico comienzan precozmente y se mantienen mientras se mantenga la actividad. El ejercicio físico facilita la acción de la insulina disminuyendo la resistencia a esta hormona en el paciente con sobrepeso. Existe asociación negativa entre capacidad aeróbica y fuerza muscular y la presencia de componentes del síndrome metabólico.
Obesidad: La Asociación Americana del Corazón ha declarado a la
obesidad como un factor de riesgo mayor (9). La actividad física puede colaborar en el descenso del peso corporal así como en la reducción del porcentaje graso con aumento de la masa magra. La frecuencia y duración de las sesiones de ejercicio están relacionadas con el proceso de modificación de la composición corporal y su mantenimiento en el tiempo. El tejido adiposo es un verdadero órgano endocrino y activo productor de citoquinas inflamatorias y sustancias que pueden promover ateroesclerosis y modificar la coagulación y procesos fibrinolíticos. El entrenamiento no sólo incrementa el gasto calórico, sino que facilita la movilización del tejido graso y su consumo como fuente de energía. Sin
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embargo, la actividad física para la pérdida de peso debe estar asociada a pautas alimenticias adecuadas con reducción de la ingesta calórica. Es importante recalcar que los individuos obesos que realizan actividad física tienen una morbimortalidad 30% menor con respecto a sus pares sedentarios y al comparar obesos entrenados con sedentarios delgados esta relación se mantiene. La adiponectina tiene propiedades anti-aterogénicas, contribuyendo a la disminución de la adhesión de monocitos a la pared endotelial, oxidación de LDL, formación de células espumosas y proliferación y migración de células musculares lisas. En individuos obesos se han observado niveles bajos de adiponectina. Por otra parte, tiene propiedades antidiabéticas, con aumentos de la sensibilidad a la insulina, captación de glucosa y oxidación de ácidos grasos libres, con disminución de triglicéridos intracelulares y glucógeno génesis hepática. En individuos obesos incluidos en planes de ejercicios fue posible observar aumentos en los niveles de adiponectina circulante y en los ARN mensajeros de sus receptores. Esto podría explicar la mejoría del síndrome metabólico y la resistencia a la insulina en respuesta al ejercicio (10).
Fibrinolisis: la actividad fibrinolítica del plasma puede incrementarse hasta 5
a 10 veces después de un ejercicio prolongado y las personas entrenadas tienen mayor actividad fibrinolítica en reposo que los sedentarios (11). Se han relacionado estos aumentos a elevados niveles del activador tisular del plasminógeno (t-PA) con valores inferiores del factor inhibidor del activador del plasminógeno. Los efectos beneficiosos del entrenamiento sobre la fibrinolisis ofrecen otro mecanismo potencial por el cual el ejercicio colabora en la reducción de eventos cardíacos.
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Tabaquismo: Se han observado beneficios en la reducción del hábito de
fumar en aquellas personas que desarrollan actividad física. Los programas de rehabilitación
cardiovascular
ofrecen
la
posibilidad
de
abarcar
estas
intervenciones, sumadas al seguimiento del paciente y al contacto permanente con el médico. Factores psicosociales: La depresión, ansiedad, angustia, así como los niveles de ira y hostilidad y la desadaptación social del paciente cardíaco generan un incremento en el riesgo de progresión de la enfermedad. Se ha observado que la reducción de estos factores a partir de programas sistemáticos ha tenido un impacto beneficioso sobre el pronóstico.
Los beneficios de realizar Actividad Física en las personas con hipertensión
La actividad física colabora con el tratamiento de personas con hipertensión arterial, diabetes, dislipidemias y obesidad. Favorece el descenso de la presión arterial, mejorando el perfil lipídico y el metabolismo de los hidratos de carbono con incremento en la sensibilidad a la insulina. Colabora en la disminución de la obesidad. Produce acciones directas sobre el endotelio, con modificación de la agregación plaquetaria y aumento de la fibrinolisis. Ayuda en la supresión del hábito tabáquico y posee efectos psicológicos beneficiosos.
El ejercicio físico, o sea, la actividad física pautada en términos de volumen, frecuencia e intensidad, produce una reducción significativa en la presión arterial (12). Al realizar ejercicio se pueden encontrar efectos agudos y crónicos en la reducción de las cifras tensionales. En forma aguda se observa una reducción de 5 a 7 mmHg luego de una sesión aislada. Este efecto puede durar hasta 22 horas,
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siendo mayor la importancia de la disminución en aquellos pacientes con cifras mayores. Crónicamente se espera una reducción de la presión arterial de aproximadamente 8 y 5 mmHg en las cifras de presión arterial sistólica y diastólica respectivamente. (13; 14). Existe una relación directa entre nivel de aptitud física y la reducción de riesgo en hipertensos con intensidades moderadas a intensas de ejercicios físicos programados (15). Excepcionalmente, algunos pacientes se comportan como no respondedores al ejercicio, atribuyéndose esto a factores genéticos (16).
Efectos beneficiosos del ejercicio Por la reducción de la resistencia periférica, el descenso de la actividad simpática, los niveles de catecolamina plasmática y las acciones sobre el endotelio vascular.
Los efectos beneficiosos del ejercicio surgen de la reducción de la resistencia periférica, el descenso de la actividad simpática, los niveles de catecolamina plasmática y las acciones sobre el endotelio vascular.
El ejercicio regular favorece respuestas endoteliales que explican los efectos positivos del ejercicio sobre la perfusión miocárdica y la prevención. El efecto del estrés de fricción endotelial o estrés tangencial es directamente proporcional al flujo, y su aumento estimula la liberación de óxido nítrico, produciendo vasodilatación con la consiguiente disminución de la resistencia periférica y aumento de la perfusión.
El ejercicio también produce cambios en la estructura vascular como el remodelamiento vascular (aumento en diámetro de venas y arterias) y los fenómenos arteriogénicos y angiogénicos. (17) También se considera que el
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ejercicio puede mejorar la disfunción diastólica del ventrículo izquierdo. En el paciente hipertenso se puede presentar una disminución del llenado diastólico ventricular izquierdo con una reducción de su contractilidad.
Tensión arterial sistólica
Tensión arterial diastólica
Disminuye (Mg.)
La actividad física actúa sobre la microcirculación aumentando la respuesta vasodilatadora del lecho vascular a través de una sensibilización de las resistencias arteriolares a los efectos vasodilatadores de la adenosina (4).
Ejercicio aeróbico
Menor rigidez arterial
La depresión, ansiedad, angustia, así como los niveles de ira y hostilidad y la desadaptación social del paciente cardíaco generan un incremento en el riesgo de progresión de la enfermedad. Se ha observado que la reducción de estos factores a partir de programas sistemáticos ha tenido un impacto beneficioso sobre el pronóstico.
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Sin embargo se debe recordar que los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la hipertensión arterial son reversibles, ya que estos desaparecen luego de suspender la actividad.
Descenso
Efectos psicológicos beneficiosos
Presión Arterial
Mejora perfil lipídico
Colabora con supresión hábito tabáquico
Aumenta sensibilidad a la insulina
EJERCICIO Mejora metabolismo de hidratos
Aumento de la fibrinolisis
de carbono
Disminución de la agregación plaquetaria
Acciones sobre el endotelio
Colabora con el control de la Obesidad
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2 Prescripción de la Actividad Física en la Hipertensión Arterial La Actividad Física es una importante intervención para prevenir y tratar a pacientes con pre hipertensión arterial (esto es una presión arterial sistólica de 120–139 mmHg y/o una presión arterial diastólica de 80–89 mmHg).
Ya instalada la hipertensión la Actividad Física es parte de la estrategia terapéutica para pacientes con hipertensión leve o grado uno (140–159/80–90 mmHg) y también en moderada o grado 2 (160–179/100–109 mmHg).
Hay que recordar que la Actividad Física también posee beneficios sobre otros factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Además, es una intervención de bajo costo con pocos efectos secundarios si se realiza siguiendo las pautas de las actuales recomendaciones.
Uso terapéutico del ejercicio en hipertensión leve
Ejercicio de tipo aeróbico
En personas sedentarias de mediana edad que no tomen medicación se sugiere el ejercicio regular moderado (18). Actividades de tipo aeróbico, que se pueden asociar a ejercicios contra-resistencia de baja carga. Por ejemplo, caminar por 30 minutos o andar en bicicleta 40 minutos. La presión arterial disminuye con períodos repetidos de ejercicio aeróbico moderado a intenso. Esto se debe al descenso de resistencias vasculares, por aumento del calibre arterial y formación
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de nuevos vasos. Los beneficios comienzan a observarse a partir de la tercera semana de iniciado el plan.
Intensidad: es el ritmo y nivel de esfuerzo con que se realiza la actividad. El ejercicio moderado como caminar, comparado con una actividad vigorosa, como correr, produce reducciones similares de riesgo para la hipertensión, la hipercolesterolemia y la diabetes mellitus. (19) Por lo tanto los ejercicios de intensidad moderada son los indicados. Intensidad moderada: es una actividad que representa del 45 al 59 % del Consumo de Oxígeno Máximo (VO2max.), también podemos estimarlo como el 50 al 69 % de la frecuencia cardiaca máxima. Incluye caminar enérgicamente, bajar escaleras, bailar, andar en bicicleta, nadar.
La Frecuencia Cardiaca de Ejercitación (FCE) es la frecuencia cardiaca a la que se indica realizar una actividad física o ejercicio, controlando de este modo la intensidad del mismo. Parte de la posibilidad de calcular la frecuencia cardiaca de reserva (FCR), esto es la diferencia entre la frecuencia cardíaca máxima teórica y la frecuencia cardíaca de reposo. La frecuencia cardíaca máxima (FCM) teórica puede estimarse como la constante 220 menos la edad (220 – edad) y la frecuencia de reposo (FCRP) la definimos como aquella frecuencia cardiaca que tiene la persona después de estar 15 minutos sentado. Entonces: FCR = FCM – FCRP
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A partir de ese dato podemos indicar un trabajo con un porcentaje deseado de la frecuencia cardíaca de reserva, entonces si deseamos que la persona ejercite al 60 % de la frecuencia cardiaca de reserva calculamos del siguiente modo (20): FCE60 = FCRP + 0.60 (FCM – FCRP)
Lo interesante de esta fórmula es que la FCE es equivalente al mismo porcentaje del VO2max. Por lo tanto un trabajo físico realizado tomando en cuenta el 60 % de la FCE, equivale a una intensidad del 60 % del VO2max (21). Por ejemplo, si una persona tiene 50 años, posee una FCRP de 80, y deseamos que trabaje entre el 50 y 60 de su frecuencia de reserva tendremos que: FCM = 220 – 50 = 170 y FCR = 170 – 80 = 90
FCE60 = 80 + 0.6 (90) = 80 + 54 = 134
FCE50 = 80 + 0.5 (90) = 80 + 45 = 125
Por lo tanto podemos indicarle a nuestro paciente que realice una actividad de tipo moderado trabajando entre 125 y 134 latidos por minuto.
Equivalente metabólico: un equivalente metabólico (MET) es la cantidad de energía que el cuerpo utiliza en reposo. Equivale a consumir 3,5 ml de oxígeno por kilogramo del peso corporal por minuto (ml.kg-1.min-1).
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Ejemplos de actividades y sus valores MET
< 3 MET
3-6 MET Caminar 4 km/h
> 6 MET
Sentado
1
3
Cortar leña
6.5
Escribir
1.5 Bajar escaleras
4.5
Trotar 8 km/h
7.5
Vestirse
2
Bailar
4.5
Baloncesto
9
Manejar el auto
2
Caminar 4.8 km/h
4.5 Nadar crol 0.7 m/s
Caminar 3.2 km/h
2.5 Ciclismo 15.6km/h 5
Correr 19.3 km/h
15 20
Modificado de: Wilmore y Costill (20)
Por ejemplo levantarnos y lavarnos las manos y la cara es una actividad que representa 2 MET. Caminar a 5 km/h son 5.5 MET y así, cuanto mayor sea el esfuerzo, mayor serán los MET utilizados.
Cualquier actividad que consuma 3-6 MET se considera de intensidad moderada, y si es > 6 MET se considera de intensidad vigorosa (22).
Es conveniente tener en cuenta que los valores de intensidad absoluta, medidos en METs también varían según los grupos de edad.
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Intensidades absolutas en METs Grado de
Adolescentes y
Adultos
Ancianos
Muy ancianos
actividad
adultos
(35 a 64 años)
(65 a 79 años)
(≥ 80 años)
(35años) Leve
2.4 – 4.7
2.0 – 3.9
1.6 - 3.1
1.1 - 1.9
Moderado
4.8 – 7.1
4.0 – 5.9
3.2 – 4.7
2.0 – 2.9
Intenso
≥ 7.2
≥ 6.0
≥ 4.8
≥3
Modificado de: Kunik y Díaz Colodrero (23).
Percepción subjetiva del esfuerzo: el esfuerzo percibido esta basado en las sensaciones físicas y psíquicas que se experimentan durante el ejercicio. El fisiólogo sueco Gunnar Borg plasmó esta idea en una escala que puede utilizarse intra esfuerzo (24). Los sujetos pueden auto clasificarse a una intensidad con la que creen que están haciendo ejercicio. Hay una clasificación numérica asociada que puede corresponderse también a un rango cercano en el que se encuentre su frecuencia cardiaca (25).
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Escala de Borg de Percepción Subjetiva del Esfuerzo
Clasificación
Escala
6 7
60-80 Muy, muy leve
8 9
Muy leve
Leve
Un poco duro
Duro
150-170 160-180
Muy duro
18 19
130-150 140-160
16 17
110-130 120-140
14 15
90-110 100-120
12 13
70-90 80-100
10 11
Equivalente en FC
170-190 180-200
Muy, muy duro
20
190-210 200-220
Modificado de: Buceta (26).
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Este sistema es interesante de utilizar para controlar la intensidad del ejercicio en situaciones en las que se utiliza medicación que puede alterar la frecuencia cardíaca como los beta bloqueantes.
Combinando métodos
Es posible combinar los diferentes métodos para clasificar la intensidad del ejercicio, es decir, tomar en cuenta la frecuencia cardíaca máxima, el VO 2max. o la FC de reserva y la escala de Borg de percepción subjetiva del esfuerzo.
Clasificación de la intensidad del ejercicio
Intensidad relativa (%) FC máxima
VO2max o FCR*
Escala de
Clasificación de
esfuerzo
intensidad
percibido (Borg) < 35
< 30
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Muy intensa
* Frecuencia cardiaca de reserva
Modificado de: Wilmore y Costill (20).
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Frecuencia: los ejercicios deberían realizarse al menos 3 días a la semana, y progresivamente llegar a realizarlos la mayor parte de los días de la semana. Se ha demostrado un descenso sostenido de los valores de presión arterial de hasta 22 horas luego de una sesión de ejercicios más allá del tipo, duración o intensidad del mismo (27).
Duración de la sesión: Iniciar con 5 a 10 minutos hasta llegar a 30 minutos o más, de modo continuo o acumulado a lo largo del día en fracciones de 10 o 15 minutos.
Los beneficios del ejercicio son independientes del cambio en el peso corporal aunque se sugiere que quienes posean sobrepeso deberían llevar su gasto calórico a un mínimo de 1000 kcal/semana a más de 2000 kcal/semana o más de 2,5 horas/semana de ejercicios aeróbicos de moderada intensidad.
Ejercicios de sobrecarga muscular
Estos ejercicios han demostrado beneficios sobre la hipertensión arterial cuando se realizan como complemento a ejercicios dinámicos. Se debe ejercitar con cargas bajas, altas repeticiones, 12 a 15 repeticiones o incluso más, e involucrando el mayor número de grupos musculares.
Se puede ejercitar realizando 2 a 4 circuitos de ejercicios con pausas completas entre ellos (por ejemplo pausas de 3 minutos). La pausa es una variable de entrenamiento, recordándose que los intervalos de 60 segundos o más permiten
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una mayor recuperación de frecuencia cardíaca y presión arterial entre ejercicios, pero pausas más acotadas pueden servir para
mejorar la adaptación
cardiovascular (28).
Uso terapéutico del ejercicio en hipertensión moderada
Si existe afectación orgánica primaria (como por ejemplo la hipertrofia ventricular izquierda) la intervención terapéutica se debe dirigir a la disminución de la resistencia periférica y en este caso el ejercicio tiene un papel auxiliar a los fármacos. Se sugiere el control semanal de la presión arterial y mantener la consulta médica anual.
Por ejemplo, se puede realizar un programa de ejercicio aeróbico que incluya caminar, correr, andar en bicicleta o nadar. También se puede asociar un circuito de resistencia, con peso bajo y alto número de repeticiones. Siempre controlando los valores de presión arterial antes de iniciar ejercicio. En hipertensión leve o moderada: se desaconsejan deportes que impliquen un trabajo muscular isométrico (lucha, boxeo).
Se debe recordar que ejercitando musculatura pequeña (como de los miembros superiores en el remo o cavar en el jardín), la presión sanguínea será más alta que para miembros inferiores. Por otro lado, el ejercicio dinámico produce un aumento lento y progresivo de la presión arterial sistólica proporcional al trabajo y un comportamiento variable de la presión arterial diastólica. Recordamos que el ejercicio en normotensos aumenta la presión arterial sistólica y se mantiene igual o disminuye la presión arterial diastólica.
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El ejercicio en la hipertensión avanzada
En este caso el objetivo del tratamiento es el descenso de la presión arterial para disminuir la carga sobre el corazón y proteger órganos vitales de más daños. Así, en este caso, el ejercicio esta contraindicado. Si se puede estabilizar la presión arterial mediante el tratamiento farmacológico, se podrá realizar actividad física aeróbica con restricción absoluta de los trabajos con alto componente estático. Se sugiere en este caso el control de la presión arterial al inicio de la sesión y mantener la consulta médica periódica (cada 6 meses).
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Sitios web de interés American Heart Association
www.heart.org
American College of Sports Medicine
www.acsm.org
American Society of Hypertension
www.ash-us.org
Centers for Disease Control and Prevention
www.cdc.gov
European Society of Cardiology
www.escardio.org
European Society of Hypertension
www.eshonline.org
Global Advocacy for Physical Activity
www.globalpa.org.uk
Global Physical Activity Net
www.globalpanet.com
National Institutes of Health
www.nih.gov
National Heart, Lung and Blood Institute
www.nhlbi.nih.gov
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