Quince Tesis para una reencarnación de la iglesia

Quince Tesis para una reencarnación de la iglesia 1. El cristianismo es una forma de vida, no una serie de reuniones religiosas. Antes de que se les l

1 downloads 33 Views 3MB Size

Recommend Stories


Para una historia de la Iglesia
Gabriela Caretta & Isabel Zacca Compiladoras Para una historia de la Iglesia Itinerarios y estudios de caso FACULTAD DE HUMANIDADES UNIVERSIDAD NACI

La organización de la propuesta de investigación para una tesis
La organización de la propuesta de investigación para una tesis Por Dr. Nelson Colón y Dr. Luis Porter Introducción Una tesis no es un ensayo, ni un

UNA IGLESIA DE LAICOS
Una Iglesia de laicos, J.A. Estrada 1 Juan A. Estrada UNA IGLESIA DE LAICOS La Iglesia son los curas, es decir, el papa, los obispos y los religios

una película de ALEX DE LA IGLESIA
CRIMEN FERPECTO una película de ALEX DE LA IGLESIA SINOPSIS TALLA S El vendedor más seductor de una gran tienda asesina sin querer a su jefe de plan

Quince años construyendo una comunidad académica 1
Quince años construyendo una comunidad académica1 Alejandro Álvarez Gallego Universidad Pedagógica Nacional (Colombia) Grupo Historia de las Práctica

TESTIMONIOS PARA LA IGLESIA
Pág. 1 TESTIMONIOS PARA LA IGLESIA Tomo Uno Contiene los Testimonios Nº 1 al Nº 14 Con un resumen biográfico de la autora ELENA G. DE WHITE Pág. 2

Story Transcript

Quince Tesis para una reencarnación de la iglesia 1. El cristianismo es una forma de vida, no una serie de reuniones religiosas. Antes de que se les llamara cristianos, a los seguidores de Cristo se les llamaba «El Camino». Una de las razones era que literalmente habían encontrado el camino de vida. La naturaleza de la iglesia no se refleja en una serie constante de reuniones religiosas dirigidas por clérigos profesionales en lugares santos especialmente reservados para experimentar a Jesús. Muy al contrario, es la forma profética en la que los seguidores de Cristo viven cotidianamente sus vidas en el entorno de familias espirituales como respuesta vivida a las preguntas que hace la sociedad, en el lugar en el que más cuenta, sus hogares. 2. Es hora de cambiar el sistema «categoga» Las iglesias históricas Ortodoxa y Católica Romana desarrollaron y adoptaron, en el siglo IV después del período de Constantino, un sistema religioso basado en dos elementos: Una versión cristiana del templo del Antiguo Testamento (la catedral), y un modelo de la adoración que se hizo común después de la sinagoga judía. De esta forma adoptaron, como el patrón fundamental que habría de continuar en el futuro, un molde que daría forma a las reuniones cristianas y a la adoración, pero que ni había sido revelado por Dios de forma expresa, ni le había dado su visto bueno durante el tiempo del NT. De esta forma surgió la «categoga», conectando la mentalidad de «casa de Dios» con la sinagoga (catedral-sinagoga). El sistema de «categoga» fue bautizado con la filosofía griega pagana, quien separó lo sagrado de lo secular, y comenzó a desarrollarse en la peor época de la cristiandad, perdiendo la mayor parte de su energía para transformar la sociedad, e induciendo a la iglesia a permanecer absorta consigo misma durante los siguientes siglos. La Iglesia Católica Romana llegó a canonizar el sistema Lutero reformó el contenido del evangelio, la doctrina, pero dejó intactas las formas y estructuras de la «iglesia». Años después. Las llamadas «iglesias libres» separaron a la iglesia del estado, y entonces llegaron los Bautistas y la bautizaron, después los Cuáqueros la limpiaron en seco, más tarde el Ejército de Salvación le puso un uniforme, a continuación los Pentecostales la ungieron y los carismáticos la renovaron, pero hasta el día nadie ha cambiado realmente el sistema. 3. La Tercera Reforma Al redescubrir el evangelio de salvación por la sola fe y la sola gracia. Lutero empezó a reformar la iglesia a través de una reforma de la teología. En el siglo XVIII, por el movimiento de la renovación pietista, sucedió una recuperación de la intimidad con Dios, que llevó a la iglesia a una reforma de la espiritualidad, la Segunda Reforma. Ahora Dios está tocando a los mismísimos odres, iniciando una Tercera Reforma, la de las estructuras. 4. De casas = iglesia a iglesias en las casas. Desde los tiempos del Nuevo Testamento no ha habido nada a lo que se le pueda llamar «casa de Dios». Pagando con su propia vida, Esteban nos recuerda: Dios no habita en templos hechos con manos humanas. La iglesia es el pueblo de Dios. Por lo tanto, la iglesia estaba y sigue estando donde se encuentra la gente, esto es, en los hogares, en casas comunes y corrientes. Es allí donde los que pertenecen al pueblo de Dios comparten sus vidas en el poder del Espíritu Santo, tienen verdaderas reuniones ágapes, es decir, comen cuando se reúnen; a veces no dudan en vender alguna propiedad privada para compartir bendiciones materiales y espirituales; se enseñan unos a otros cómo obedecer la palabra de Dios en el contexto de situaciones de la vida

real, en una forma dinámica, con mucho diálogo, y no a través de unas clases teóricas dictadas por un profesor. Oran y profetizan juntos, se bautizan unos a otros, y llegan a despojarse de sus hipócritas máscaras confesando públicamente sus pecados, obteniendo así una nueva identidad como cuerpo a través del amor, la aceptación y el perdón. 5. La iglesia tiene que volverse pequeña para poder crecer a lo grande. Muchas iglesias de hoy son sencillamente demasiado grandes como para poder ofrecer a sus miembros una comunión verdadera. En realidad se han convertido en «comuniones sin comunión». La iglesia del Nuevo Testamento estaba formada por grupos de entre 10 y 15 personas. No crecía por el hecho de formar grandes congregaciones de 300 personas que llenasen una catedral y perdiesen el contacto personal de una comunión íntima. Al contrario, se multiplicaba de forma «horizontal» al dividir los grupos como se dividen las células orgánicas, una vez que esos grupos crecían hasta alcanzar las 15 o 20 personas. Esto hacía posible que, en ocasiones, todos los grupos que había en una ciudad se juntaran en una sola celebración, como en el atrio del Templo Salomón en Jerusalén. Nuestra iglesia conregacional tradicional tal y como la conocemos no es, en comparación, ni grande ni íntima, más bien es un intento fallido, una iglesia casera anormalmente grande y una celebración raquíticamente pequeña, lo que hace que carezca de la dinámica de ambas. 6. Ninguna iglesia debe ser dirigida por un solo Pastor La iglesia local no está dirigida por un pastor, sino supervisada paternalmente por un anciano, una persona con sabiduría que está conectada con la realidad que les rodea. Entonces las iglesias locales establecen vínculos entre sí a través de una rotación combinada de ancianos y miembros de lo que se conoce como los cinco ministerios (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) los cuales circulan «de casa en casa», como circula la sangre por el cuerpo. Los ministerios apostólico y profético tienen el papel especial de poner los fundamentos (Efesios 2:20; 4:11, 12). Un pastor (no en el sentido de título que uno posee, sino de alguien que ejerce por sus dones y llamamiento cuidado pastoral), es un miembro importante del equipo, pero no puede asumir más que una parte de toda la tarea de «capacitar a los santos para la obra del ministerio», y tiene que ser complementado sinergéticamente por la acción de los otros cuatro ministerios para que funcione de una forma apropiada. 7. Las piezas correctas, ensambladas de manera equivocada. Para hacer un puzzle, tenemos que ensamblar las piezas de acuerdo con un modelo original, porque si no, lo que obtenemos, la imagen final, no encaja, y las piezas no tienen ningún sentido. En el ámbito cristiano tenemos las piezas correctas, pero las hemos ensamblado de forma equivocada, quizá por miedo, o tradición, o celo religioso y una mentalidad de poder y control. De la misma manera en la que el agua existe en tres estados: sólido (hielo), líquido (agua) y gaseoso (vapor), de igual manera se encuentran hoy en día los cinco ministerios que se mencionan en Efesios 4:11, 12; los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, pero no siempre en la forma correcta ni en el lugar apropiado. A menudo están congelados en el rígido sistema del cristianismo institucionalizado, o permanecen como agua cristalina, o se han evaporado en el liviano aire de ministerios que van por libre o de iglesias «independentistas» que no le dan cuentas a nadie. Igual que para regar flores lo mejor es el estado líquido del agua, estos cinco ministerios de capacitación tendrán que transformarse en nuevas (pero a la vez antiguas) formas, para que la totalidad del organismo espiritual pueda florecer, y los «ministros» puedan

encontrar su lugar y papel apropiados. Ésta es una razón más por la que debemos retornar al diseño original de la iglesia. 8. Libre de las manos de un clero burócrata y hacia el sacerdocio de cada creyente Ninguna iglesia que se considere resultado del Nuevo Testamento puede ser dirigida por un único «hombre santo» profesional que actúa como intermediario de Dios, al estilo de Moisés, y es el que alimenta a una masa de consumidores religiosos pasivos. El cristianismo adoptó este método de las religiones paganas, o, siendo muy benévolos, del Antiguo Testamento. La extrema profesionalización de la iglesia desde la época de Constantino ha sido una influencia profunda desde hace demasiado tiempo, dividiendo al pueblo de Dios de una forma artificial entre laicos inmaduros y un clero profesional, y desarrollando una mentalidad basada en el poder y una estructura piramidal. De acuerdo con el Nuevo Testamento (1Tim. 2:5), «hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre». Es muy sencillo, Dios no quiere que profesionales de la religión se pongan por la fuerza entre él y su pueblo. El velo del lugar santísimo está roto, y Dios permite y quiere que la gente acuda a él directamente, a través de Jesucristo, el único camino. Sin embargo, para que el sacerdocio universal de cada creyente sea una realidad, el sistema que tenemos hoy en día tiene que cambiar por completo. El burocrático es uno de los sistemas administrativos más crueles, porque sólo hace dos preguntas: ¿sí o no? No deja opción para la espontaneidad y la humanidad, no hay lugar para la vida real. Puede que esto sea bueno para los negocios y la política, pero no para la iglesia. Parece que Dios está empeñado en liberar a su iglesia de la cautividad babilónica de los burócratas religiosos y los espíritus de control, para hacerla de dominio público, poniéndola en las manos de personas normales a las que Dios ha hecho extraordinarias y quienes, como sucedía en el principio, puede que todavía huelan a pescado, a perfume o a revolución. 9. Dejar atrás las estructuras organizadas del cristianismo para regresar a las orgánicas El «Cuerpo de Cristo» es una descripción vivida de un ser orgánico, no de un mecanismo organizado. La iglesia, a nivel local, está formada por una multitud de familias espirituales, que se relacionan de forma orgánica como una red. La manera en la que esas comunidades funcionan unidas es una parte integral de todo el mensaje. Lo que se ha convertido en un máximo de organización con un mínimo de organismo, tiene que cambiar a un mínimo de organización para permitir un máximo de organismo. Demasiadas organizaciones han estrangulado, como una camisa de fuerza, el organismo por miedo de que algo pudiera funcionar mal. El miedo es lo opuesto a la fe, y no precisamente una virtud cristiana. El miedo quiere controlar, la fe puede confiar. Por lo tanto, puede que el control sea bueno, pero la confianza es mejor. Dios ha confiado el Cuerpo de Cristo a personas con una mentalidad de servicio y con el don carismático especial de creer que él todavía tiene el control, incluso cuando ellos no lo están. Lo que necesitamos desarrollar en la actualidad son redes regionales y nacionales basadas en la confianza, no en un nuevo pacto de ecumenismo político, para que puedan volver a emerger las formas orgánicas del cristianismo. 10. De adorar nuestra adoración a adorar a Dios La imagen que ofrece la mayoría del cristianismo contemporáneo se puede resumir como personas santas que asisten regularmente a un lugar santo en un día santo a una hora santa, para participar en un ritual santo, dirigido por un hombre santo vestido con ropa santa por un sueldo

santo. Puesto que esta empresa cuyo enfoque es una presentación pública a la que llamamos «culto de adoración», requiere de un gran talento organizativo y una burocracia administrativa para que funcione bien, es normal que el patrón muy formalizado e institucionalizado se transforme rápidamente en tradiciones rígidas. Estadísticamente, un «culto de adoración» normal de una o dos horas de duración, consume muchos recursos, pero a cambio produce muy poco fruto en cuestión de discipulado de personas, es decir, de vidas cambiadas. Hablando en términos económicos, es una estructura con un «alto input y bajo output». Tradicionalmente, el deseo de adorar «de la forma correcta» ha llevado a mucho, denominacionalismo, confesionalismo y nominalismo. Esto no sólo pasa por alto el hecho de que a los cristianos se le ha llamado a adorar «en espíritu y en verdad», y no en catedrales con un himnario en las manos. También ignora el hecho de que la mayor parte de la vida se desarrolla en un ambiente informal, y así debe ser también con el cristianismo como forma de vida. ¿Tenemos que dejar de ser grandes actores y comenzar a actuar con grandeza? 11. Deja de llevar personas a la iglesia y comienza a llevar la iglesia a las personas La iglesia está dejando de ser una estructura del tipo «venir», para regresar a ser una estructura del tipo «ir». Como resultado, la iglesia tiene que dejar de llevar la gente «a la iglesia» para comenzar a llevar la iglesia a la gente. La misión de la iglesia nunca se verá cumplida sólo por añadir personas a la estructura existente. Lo que hace falta es nada menos que la iglesia se multiplique espontáneamente en áreas del mundo en las que todavía no se conoce a Cristo. 12. Redescubrir la Cena del Señor como una comida real con alimentos de verdad Las tradiciones de la iglesia han conseguido transformar la Cena del Señor en un ritual homeopático cargado de un profundo simbolismo religioso, por regla general con unas pocas gotas de vino, un trocito de pan insípido y una cara triste. Sin embargo, al comienzo de la iglesia, la Cena del Señor era en realidad más una comida substancial con un significado simbólico que una comida simbólica con un significado substancial. Dios está restaurando la comida real en nuestras reuniones. 13. De denominaciones a celebraciones de toda la ciudad Jesucristo llamó a un movimiento de carácter universal, y lo que vino fue una serie de corporaciones religiosas con cadenas de sucursales, comercializando sus propias «marcas» de cristianismo y compitiendo con las demás. Esta fragmentación en diferentes «marcas» de cristianismo, ha hecho que la mayoría del protestantismo haya perdido su voz en el mundo y no tenga ninguna influencia política, más preocupados con las distinciones tradicionales y las luchas religiosas que con desarrollar un testimonio colectivo frente al mundo. Jesús, sencillamente nunca le pidió a la gente que se organizara en facciones y denominaciones, y Pablo se refirió a ello como algo que no valía para nada, y una señal de inmadurez cristiana. En los primeros tiempos de la iglesia, los cristianos tenían una doble identidad: eran verdaderamente la iglesia de Cristo, es decir, se habían convertido en forma vertical a Dios, y se organizaban en base a su situación geográfica relacionándose con otros creyentes, esto es, se habían convertido de forma horizontal. Esto no sólo significa que los creyentes de una zona se organizan en base a su vecindario o a iglesias en las casas donde comparten sus vidas de forma local, sino que también se reúnen tantos como pueden como una sola identidad colectiva para una celebración de toda la ciudad o de una región expresando de esta manera que la iglesia en esa ciudad o región es un solo cuerpo. La autenticidad del cristianismo en los vecindarios junto

con la identidad como un solo cuerpo en toda la ciudad o región hacen que la iglesia no sólo sea relevante políticamente, y espiritualmente convincente, sino que le permitirá regresar al modelo bíblico de iglesia metropolitana, es decir, la suma de todos los creyentes nacidos de nuevo en una ciudad o un área. 14. Desarrollar un espíritu a prueba de persecución Crucificaron a Jesús, el representante de todos los cristianos. Hoy sus seguidores se interesan muchas veces más por títulos, reconocimientos y respetabilidad social, o peor aún, permanecen en silencio y tratan de pasar desapercibidos. «Bienaventurados seáis cuando os persiguieren», dice Jesús. El cristianismo es una sana amenaza al paganismo ateo y malvado, un mundo lleno de concupiscencia, materialismo, celos, y toda clase de valores demoníacos en lo referente a la ética, el sexo, el dinero y el poder. El cristianismo contemporáneo en muchos países es demasiado inofensivo y cortés como para que merezca la pena perseguirlo. Pero cuando el cristianismo viva de nuevo en los valores del Nuevo Testamento y, por ejemplo, llame al pecado por su nombre, la reacción del mundo será, como siempre fue, o la conversión o la persecución. En vez de instalarse cómodamente en los espacios temporales que ofrece la libertad religiosa, los creyentes tendrán que prepararse para ser descubiertos de nuevo como los principales opositores al desarrollo del humanismo, la esclavitud moderna del consumo y la diversión obligada y la adoración absoluta del yo, el centro del universo incorrecto. Ésta es la razón por la que los cristianos deben sentir la «tolerancia represiva» de un mundo que ha perdido sus absolutos y por lo tanto se niega a reconocer y obedecer a su creador Dios con sus valores absolutos. Unido a la creciente ideologización, privatización y espiritualización de la política y la economía, los cristianos tendrán la oportunidad (antes de lo que la mayoría se imagina), de permanecer acusados junto a Jesús. Tienen que prepararse ahora para el futuro desarrollando un espíritu a prueba de persecución y una estructura más resistente a la misma. 15. La iglesia regresa al hogar ¿Cuál es el lugar en el que le es más fácil a una persona ser espiritual? ¿Es quizá escondido tras un gran pulpito, vestido con ropas santas, predicando palabras santas a una masa sin cara, y finalmente desapareciendo en una oficina? ¿Y cuál es el lugar más difícil (y por lo tanto más significativo) en el cual ser espiritual? En casa, con el cónyuge y los hijos, donde todo lo que se dice y se hace se somete automáticamente a un examen crítico para ver si es cierto, donde la hipocresía se puede cribar y la autenticidad se puede desarrollar. Buena parte de la cristiandad ha huido de la familia como marco espiritual, a menudo por ser el lugar de sus propias derrotas espirituales, y ha montado actuaciones artificiales en edificios sagrados que no tienen nada que ver con la atmósfera de la vida real. Cuando Dios comienza a trabajar en la recuperación de los hogares, la iglesia tiene que dar media vuelta y regresar a sus raíces, el lugar del que procede. Tiene que regresar literalmente al hogar, completando el círculo de la historia de la iglesia al final de la historia del mundo. Cuando los creyentes de toda clase social, denominación, y tras-fondo, sienten un claro eco en sus espíritus acerca de lo que el Espíritu de Dios está diciendo a la iglesia, y comienzan a escuchar de forma global para actuar de forma local, empiezan a funcionar de nuevo como un solo cuerpo. Dejan de pedirle a Dios que bendiga lo que están haciendo, y comienzan a hacer lo que Dios bendice. Se organizan en iglesia en las casas por barrios y se reúnen en celebraciones de toda la ciudad o región. Estás invitado a formar parte de este movimiento y realizar tu propia contribución. Quizá tu hogar, también, llegará a ser una casa que cambiará el mundo.

La Reinvención de la Iglesia El puente sobre la brecha eclesial Nunca en la historia ha habido una fase con un mayor crecimiento global de las iglesias cristianas que en la actualidad. Las estadísticas indican que se establecen entre 2.000 y 3.000 iglesias cada semana. La iglesia evangélica mundial ha crecido de 150 millones en 1974 a unos 650 millones en 1998, y es hoy en día, de acuerdo con C. Peter Wagner y Ralph Winter, la minoría de mayor crecimiento sobre la tierra. Pero en este tiempo de gran emoción -incluso triunfo en algunos grupos-, el nivel de insatisfacción y frustración con «la iglesia tal y como la conocemos» ha alcanzado también proporciones globales. Recibimos mucha información sobre personas que «llegan a Cristo» cada día, y nos regocijamos. Pero generalmente no escuchamos mucho acerca del número de personas que se integran de forma estable en la membresía de las iglesias locales, e incluso menos en cuanto al éxodo silencioso de los que salen de nuevo, casi desapercibidamente, por las puertas traseras de las iglesias. Fueron atraídos, pero no incluidos; interesados, pero no integrados en una comunidad que le arrope; cosechados y segados, pero no reunidos en el granero; tocados, no transformados. Se giraron para dar un vistazo al Camino, pero se dieron la vuelta de nuevo, desilusionados con lo que vieron. Dios sí, iglesia no A principio de los años 90, se llevó a cabo una encuesta en Amsterdam en la que se les preguntó a los jóvenes si estaban interesados en Dios. El 100% dijeron que sí. A continuación se les preguntó si estaban interesados en la iglesia: el 1% dijo que sí, el 99% dijo que no. La mayoría de los pastores que vieron estos resultados pensaron que algo malo debía tener la juventud de Amsterdam, ya que nada malo tenía la iglesia. Hoy, con ciertos reparos, considero lo contrario. Quizá la juventud de Amsterdam tenga algo que enseñar a la iglesia que no hemos querido aprender. Pudiera ser que nos hayamos enamorado tanto de nuestras propias tradiciones que desde la distancia santa y «segura» en la que estamos, no seamos capaces de escuchar y percibir verdaderamente al mundo. Los creyentes no bautizados En otro estudio dirigido hace una década más o menos por el Dr. Herbert E. Hoefer, antiguo director del Instituto Teológico Gurukul, en Madras, India, mostró que más de 200.000 de lo que Hoefer llamó «creyentes en Cristo no bautizados» existían de forma anónima en esta ciudad de 8 millones de habitantes. Este número creciente se considera a sí mismo cristiano, pero, por una variedad de razones, no asiste a ninguna iglesia. Una de las razones es que les atrae Jesucristo, pero no la iglesia tal y como la han experimentado. Pregúntale casi a cualquier persona que no es un creyente nacido de nuevo, qué cruza por sus mentes cuando escuchan la palabra «iglesia evangélica». El riesgo es que no te va a gusta lo que oirás. Es asombroso lo bien que muchos cristianos pueden manejar o esconder su propia frustración con la iglesia. «Mira a Jesucristo y no a la iglesia», dicen. En realidad sabemos bien que algo es desesperadamente incorrecto con esa afirmación. Hay una actividad febril relacionada con la iglesia y las misiones como nunca hubo antes. Pero, también como nunca antes, los pastores están cambiando de iglesia, abandonando el ministerio o pidiendo años sabáticos; los misioneros se están quemando; y muchos creyentes normales sencillamente dejan sus iglesias y no regresan. Un sinnúmero de cristianos me ha dicho

que después de intentar este modelo de iglesia, aquella receta de avivamiento, subirse a esta ola, recibir el espíritu de esta manera, asistir a este «seminario que cambiará tu vida» y aquella «conferencia ungida», sus vidas e iglesias siguen igual. Algunos están listos para dejarlo todo, mientras que otros sin más esperanza, o sin otra alternativa mejor, aguantan donde están. La crisis de las misiones es una crisis de la iglesia «No me gustan los libros sobre misiones» dice Stephen Gaukroger, presidente de la Unión Bautista de Inglaterra y Gales, en el prólogo que escribió al libro de Patrick Johnstone La Iglesia es Mayor de lo Piensas: «¡Generalmente me dicen lo que ya sé y a continuación me hacen sentir culpable por no hacer más al respecto!» La idea tradicional de misiones anima a las iglesias o a los individuos a «dar dinero, ir uno mismo al campo misionero, o enviar a alguien». Pero muchas veces esto deja un mal sabor de boca, porque nunca sabemos cuando hemos dado, ido o enviado suficiente. Patrick Johnstone lo expresa de la siguiente manera: Vivimos en una época en la que nuestra percepción de lo que constituyen las estructuras de la iglesia se ha formado sobre la base de una teología inadecuada y a unos patrones distorsionados que hemos heredado a través de los siglos. Muy pocos se dan cuenta del impacto de esas distorsiones sobre la vida congregacional. Vemos que azotar a las congregaciones con un desafío misionero o un intento de pinchar sus conciencias en reuniones públicas dan un fruto muy raquítico. Encontramos que la iglesia ha heredado una mentalidad o cosmovisión que ha excluido totalmente las misiones. No me sorprende que las iglesias que no se han edificado sobre fundamentos apostólicos y proféticos (Ef. 2:20) no tengan una mentalidad apostólica y profética. La crisis de las misiones tradicionales es una crisis de la iglesia. Si las misiones son el pulso natural de una iglesia apostólica, entonces son una expresión de la gracia de Dios manifestada en personas apostólicas, no una iglesia tratando de cumplir con su cuota de misiones. Tenemos que quitar el látigo legalista de las misiones, y sugiero que comencemos por el mismísimo núcleo de las misiones, con nuestra comprensión de lo que es la iglesia. Ya que el látigo no sólo es evidente en las misiones, lo tenemos en casa, en la iglesia, como resultado de una falta de gracia y una sobredosis de legalismo, que a menudo usurpan el lugar de los ministerios apostólicos y proféticos que fueron reemplazados por maestros que cumplen con su deber, pastores carismáticos y evangelistas audaces. Como expondré más adelante, cuando se redescubra la iglesia, las misiones se reavivarán por completo. «Cuando la iglesia rechaza su misión, deja de ser la iglesia», dice Donald Miller. Pero cuando la iglesia vuelve a ser la iglesia de nuevo y acepta su naturaleza apostólica y profética, entonces llega a ser el instrumento de Dios para transformar y discipular vecindarios y naciones. Dios puede utilizar a una iglesia individual, en el espíritu de una fraternidad global, para verter su aceite en la llama de otras personas, para que la luz aumente y el mundo pueda ver al que ha sido durante demasiado tiempo ignorado, Jesucristo. La brecha eclesial Muchos pastores piensan e incluso dicen: «la iglesia sobre la que predicamos es muy diferente de la iglesia a la que predicamos». Si incluso los pastores admiten esto, ¿qué ocurrirá con los nuevos creyentes? El fundador de iglesias Terry Virgo escribió lo siguiente: En los tiempos en los que estaba de moda el evangelismo a través de abrir salones de té, se celebraban conferencias sobre cómo salvar la gran brecha entre el salón de té y la iglesia. Tenían la intención de ayudar a los nuevos creyentes a tratar con reuniones de iglesia formales,

muertas, e irrelevantes. Se les decía que esa fría e invariable monotonía era el pueblo de Dios disfrutando de la vida abundante. Por eso, algunos incluso llegaron a sugerir que era necesario un «lugar de tránsito» para que se pudiera preparar a las nuevas personas para la vida de la iglesia. En los inicios de la iglesia Willow Creek Community en Chicago, que tiene sus cultos de adoración orientados y hechos a medida para personas que están buscando a Dios, donde se pone un gran cuidado en que los no creyentes se sientan bienvenidos y se les ofrece un ambiente cómodo, no amenazante, y un «lugar seguro para recibir un mensaje peligroso» (eran muy conscientes de la «brecha de la iglesia», la fascinación que la gente siente por Jesucristo, y la insatisfacción de muchos con la iglesia local). En aquellos tiempos, de forma humorística, sugirieron una estrategia evangelística de siete pasos: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Pasa tiempo de calidad con no creyentes. Protégeles de la iglesia. Testifica de Jesucristo a esos nuevos amigos. Protégeles de la iglesia. Llévales a Cristo. Protégeles de la iglesia. Cuando hayan madurado lo suficiente y estén listos para un choque cultural, tráelos a la iglesia por vez primera.

¿Quién sigue a quién? Un misionero me contó sobre una iglesia europea de unas 200 personas que se propuso invitar a no creyentes a una reunión especial. Con la ayuda de mucha publicidad, 50 personas nuevas llegaron a este evento especial. «Por supuesto que muy pocos regresaron de nuevo a la iglesia. Pero estamos haciendo el seguimiento» dijo. Me quedé sorprendido. Si 50 no creyentes asisten a una reunión de una iglesia y no son electrificados por la experiencia, sino que salen sintiendo únicamente indiferencia, ¿por qué motivo la iglesia no asume las consecuencias? ¿No debería postrarse de rodillas tratando de saber qué es lo que va tan obvia y desesperadamente mal con ella, que tantas personas pueden entrar en contacto con la iglesia y aún así marcharse sin ser conmovidos? ¿No debería la iglesia hacerse un seguimiento a sí misma en vez de molestar con técnicas de ventas a los visitantes que permanecieron indiferentes y no fueron impresionados en absoluto? Tras 1.700 años de historia cristiana después de Constantino, ¿podemos todavía afrontar la discusión sobre cómo cambiar el mundo sin estar dispuestos a cambiarnos nosotros mismos? Quizá todos deberíamos seguir el consejo de Rick Warren en su libro La Iglesia con Propósito de «dejar de pedirle a Dios que bendiga lo que hacemos, y comenzar a hacer lo que él bendice». La tercera Reforma El investigador sobre el crecimiento de la iglesia Christian A. Schwartz sugiere que estamos en la era de la tercera Reforma. La primera Reforma sucedió en el siglo XVI, cuando Martín Lutero redescubrió el núcleo del evangelio: la salvación por la sola fe y el lugar central de la gracia y las Escrituras. Fue una reforma de la teología. La segunda Reforma tuvo lugar en el siglo XVIII, cuando se redescubrió la intimidad personal con Cristo. Fue, dice Schwartz, una reforma de la espiritualidad, que, fruto de unas rodillas apasionadas frente a un Salvador amante y personal, dieron nacimiento a una nueva era entusiasta de misiones y evangelización.

Sin embargo, todo esto aún era verter vino nuevo en odres viejos, cosiendo nuevos parches en el viejo tejido. El sistema eclesial de la iglesia Católica Romana era muy parecido al del Antiguo Testamento, una adoración centrada en el templo, llena de incienso y sacerdotes, áreas separadas para los laicos y el clero, y un altar. Lutero reformó el contenido del evangelio, pero no cambió la estructura básica de la misa. Este patrón «católico-romano-judío-reformado» de reunión fue bautizado por los Bautistas, ungido por los Pentecostales, mal usado por las sectas, renovado por los Carismáticos creyentes, uniformado por el Ejército de Salvación, lavado en seco por lo Cuáqueros, pero nunca cambiado de forma radical. Los «cultos» seguían siendo esencialmente espectáculos en el sentido de estar orientados hacia una audiencia, eran generalmente reuniones religiosas litúrgicas, donde muchos espectadores y consumidores observaban a un pequeño número de especialistas religiosos «actuando» para ellos y con ellos. Por lo tanto, la tercera y última parte de la reforma es una reforma de las estructuras. No se trata de ponerle un poco de maquillaje aquí y allá, sino de edificarla de acuerdo a los patrones fundamentales del Nuevo Testamento. Si esto significa que debemos empezar de cero, entonces empecemos de cero. Permítanme ilustrarlo de las siguientes formas. Grandes automóviles durante la crisis del petróleo Durante la crisis del petróleo en los años 70, era muy difícil vender automóviles grandes porque la gasolina era muy cara. Los fabricantes se rascaban la cabeza mientras miraban las filas de coches sin vender en sus almacenes. En ocasiones pienso que la situación de la iglesia en muchos países es la misma; el modelo de la iglesia que estamos ofreciendo puede que sea demasiado costoso, demasiado grande. ¿Está demandando el mercado otro producto? Cadenas de montaje atascadas La situación del establecimiento de iglesias en muchos países es como una cadena de montaje atascada. El producto (la nueva iglesia), parece muy difícil de vender, y permanece en la cadena de montaje, esperando que unos clientes entusiasmados quieran comprar el producto. El resultado: el sistema se bloquea, la obra apenas progresa, la gente se frustra cada vez más. ¿Pudiera ser que nos hayamos hecho especialistas en reproducir cadenas de montaje, pero que no le hayamos dado la suficiente atención a examinar el prototipo de nuestro producto? Haciendo un puzzle Imagínate a un niño, abriendo un puzzle e inmediatamente tratando de encajar las piezas. En la caja ve una fotografía de un coche de carreras rojo (¡le encantan los coches de carreras rojos!) Con gran emoción trata de encajar las piezas de acuerdo con la fotografía. Pero de alguna forma parece que las piezas no encajan como deberían. Trata de forzarlas, las dobla de aquí y de allá para que encajen a lo bruto; pero algo no parece ir bien. Finalmente, su padre viene al rescate. Papá toma la caja con la fotografía del coche rojo y le da la vuelta. ¡Sorpresa!, en la otra cara de la caja hay una fotografía de un precioso árbol, el «original». ¡El coche de carreras sólo es publicidad de otro puzzle de la misma compañía! El niño suspira con resignación, y comienza a encajar las piezas de acuerdo con el verdadero modelo original, y en pocos minutos está hecho. ¿Qué falló antes? Tenía todas las piezas correctas, pero el modelo original equivocado. Tenía un motivo honesto e incuestionable, pero sencillamente un modelo erróneo. Fotocopiadores espirituales ¿Es ésta, resumiendo, la situación de una gran parte del cristianismo actual? Tenemos las

piezas correctas: la palabra de Dios, la gente, casas, oración, motivación, dinero. Ahora bien, ¿estamos encajándolas todas de acuerdo a un modelo original equivocado? ¿Nuestro propio querido coche de carreras rojo? ¿Ha podido suceder lo impensable, que alguien siniestro nos ha metido con destreza un modelo poco práctico? Y por eso permanecemos hipnotizados frente a nuestras fotocopiadoras espirituales (seminarios bíblicos, casas editoriales, programas de liderazgo, etc.), apretando el botón verde para hacer fotocopias de lo que estamos convencidos es un modelo original, bíblico, canonizado, incuestionable, que ha sido probado por la Biblia y la historia. Puedo imaginar que Satanás, el enemigo de la iglesia, no tenga problemas con los programas evangelísticos o de misiones más frenéticos, siempre y cuando tengan que ver con hacer copias de los «coches de carreras rojos», nuestros patrones tradicionales de iglesia que no amenazan de forma seria a su reclamo satánico sobre la humanidad. Quizá haya llegado la hora de que dejemos de rascar la superficie externa de la humanidad y le permitamos a Dios recrear la iglesia en todos nosotros. Puede empezar con nosotros, volviendo a examinar nuestros modelos y dándole la vuelta a nuestros originales. Nuestra forma de ver la iglesia La mayoría de nosotros hemos crecido en una denominación cristiana o, en algún momento de nuestra vida, decidimos unirnos a una. Como resultado, generalmente vemos e interpretamos el cristianismo (e incluso la Biblia), a través de las gafas de nuestras propias tradiciones, «nuestra forma de creer y practicar». Pero, ¿qué tradición es la correcta? Como señaló en una ocasión el evangelista argentino Juan carlos Ortiz: «Hay más de 22.000 denominaciones en el mundo. ¡Qué suerte tienes que justamente tú estés en la que es correcta!». Desde entonces, no sólo el número de denominaciones ha alcanzado entre 24.000 y 30.000, sino que muchos cristianos han comenzado a entender que la mayoría de los problemas a los que se enfrenta la iglesia hoy en día no están fuera del sistema, sino dentro, en los patrones y modelos de fe y práctica que hemos heredado, aprendido y estimado, en la manera en la que «hacemos iglesia». ¿Quién tiene la culpa? «Nuestras estanterías están llenas de libros cristianos y vídeos», dice Ted Haggard de la iglesia New Life en Colorado Springs, EEUU, en su libro Priman/ Purpose -Making it hará for People to go to Hell from your City (El Propósito Fundamental, Hacer difícil que la gente de tu ciudad vaya al Infierno). «Tenemos iglesias en cada esquina, más obreros a tiempo completo que nunca antes, grandes departamentos de escuela dominical, sistemas de grupos celulares, seminarios sobre mega y meta iglesias. Tenemos autoadesivos cristianos, grupos de acción política, grandes ministerios paraeclesiales, y en medio de todo esto, hemos perdido cada ciudad principal de Norteamérica». Continúa: «En vez de reconsiderar nuestro métodos y evaluar nuestra propia efectividad, tratamos de evadir la responsabilidad de la condenación eterna de los que forman nuestras comunidades culpando a otros por nuestra propia inefectividad espiritual». ¿Un modelo occidental de iglesia para todo el mundo? Aunque hay unos 240 países en el mundo, en los últimos siglos sólo cuatro países han aglutinado la mayor actividad exportadora al mundo entero de sus modelos de iglesia: Alemania, Reino Unido, Aunque hay unos 240 países en el mundo, en los últimos siglos sólo cuatro países

han aglutinado la mayor actividad exportadora al mundo entero de sus modelos de iglesia: Alemania, Reino Unido, Estados Unidos de América e Italia. Estados Unidos de América e Italia. La mayor parte de las iglesias y los movimientos religiosos cristianos actuales todavía conservan sedes en uno de esos países, o al menos tienen un fuerte vínculo e influencia de esos países. Aunque no niego por completo las bendiciones de esta era misionera, también nos ha dirigido a una de las mayores monopolizaciones de la iglesia alrededor del mundo, en la cual un modelo occidental de iglesia se ha convertido en una práctica estándar y dominante casi en todas partes. El escritor americano Gene Edwards describe esta situación en el título de su inquietante libro The Americanization of the Church (La Americanización de la Iglesia), pero hemos de recordar el simple hecho de que Jesucristo no era un «occidental». Dado el hecho de que los cuatro países principales en las misiones mundiales han estado metidos en guerras mundiales unos contra otros, matándose frente a la mirada del resto del mundo, hemos de reconocer que, como «naciones cristianas», han perdido mucho de su credibilidad cristiana global. Occidente puede que tenga dinero, materiales, retórica e incluso una maquinaria misionera bien engrasada, pero esto no puede ser un sustituto de un llamamiento genuino por parte de Dios. Creo que hemos avanzado desde una era colonial de las misiones a lo que llamo «misión nacional», en la cual cada país está llamado a desarrollar sus propios modelos de iglesia. Con demasiada frecuencia esto tendrá que suceder a través de las personas de la propia nación, orando por ellos mismos, derramando sus propias lágrimas, encarnando al Cristo vivo nuevamente en su propio tiempo y cultura. Si el occidente pudiera venir entonces, y en el espíritu de un «colonialismo crucificado» (lo opuesto del imperialismo y el denominacionalismo), pudiera verter con sumo cuidado algo de aceite en este proceso, sería maravilloso. La iglesia tradicional, ¿la mayor barrera para creer? En un estudio llevado a cabo en Escocia en el año 1994 bajo el título Barreras para Creer, el Reverendo John Campbell dice: «Muchos han indicado que una de las grandes barreras para creer en Dios en la misma iglesia». Si el problema es el sistema, entonces incluso nuestra mejor solución es parte del problema. Esto deja incluso a los creyentes más dedicados, visionarios, apasionados y avivados, atrapados en un sistema que está succionando sus energías y les está sencillamente agotando. Pero la solución puede que no se encuentre en pequeños y adaptaciones de «la iglesia como la conocemos», sino en un redescubrimiento mucho más radical de la verdadera naturaleza de la propia iglesia. La mejor forma de «armar la iglesia para dar cabida a los inconversos» podría muy bien ser «desarmarla» tal y como lo entendemos en la actualidad. Bob Hopkins, uno de los promotores de la Iniciativa Anglicana de Establecimiento de Iglesias en el Reino Unido, nos ha recomendado «dejar de comenzar con la iglesia», es decir, dejar de tomar las iglesias actuales y sus patrones de adoración como base. Después de todo parece que Dios ha estado esperando durante mucho tiempo a través de la historia, dispuesto a dar las respuestas correctas a los que hacen las preguntas apropiadas. La iglesia en las casas, en otras palabras, es el eslabón perdido entre la espiritualidad y la sociedad, entre Jesucristo y su cuerpo, entre el cielo y la tierra. ¿Una piedra de tropiezo o un tesoro? Jesucristo comparó el Reino de Dios con un hombre que encontró un tesoro cuando labraba un campo (Mateo 13:44), entonces dejó lo que estaba haciendo para vender todas sus posesiones y comprar aquel terreno (y el tesoro). Lo que a primera vista parece una piedra de

tropiezo, una roca fuera de lugar que está interrumpiendo la rutina diaria y trastornando la apretada agenda de labranza, puede resultar en el mayor hallazgo en la vida de una persona. ¿Pudiera ser lo mismo con nuestras iglesias litúrgicas, dirigidas por programas? Puede que te suceda a ti, según Dios te hable en su propia forma respecto a las iglesias en las casas. Quizá las respuestas a las preguntas que tantos nos hacemos estén ocultas, pero cercanas, esperando a surgir, o encerradas tras una puerta prohibida que puede que otras personas ni siquiera piensen que existe. Tal vez encontremos este tesoro porque estamos buscando una salida a la insoportable agonía de la situación actual, o por simple accidente. Puede que en este momento, la idea de la iglesia en las casas pueda ser impensable, algo que nunca hemos oído, que incluso suene herético al principio, pero cuando avanzamos a través de la niebla de la tradición y volvemos a leer nuestras Biblias, puede que el asunto se vaya aclarando. Ten en cuenta la parábola del tesoro escondido. Cuando lo descubras, no vayas a la ciudad y lo anuncies a los cuatro vientos. Escóndelo de nuevo en el campo, ve y vende lo que tienes, y entonces cómpralo y haz lo que Dios te muestre con ello. La reencarnación de la Iglesia Muchas iglesias que están desesperadas por una renovación (o al menos un cambio), tienden a obviar el hecho de que no se puede producir una nueva cualidad en la iglesia por cambiar las estructuras. Como dice el gurú de la gestión Tom Peters, la renovación y la reforma están pasados, ahora lo que impera es la revolución; una empresa no necesita en realidad un director ejecutivo, sino un director destructivo, desmantelando continuamente las tradiciones que obstruyan, porque es mucho más fácil reedificar de acuerdo a un nuevo modelo que restaurar y renovar lo anticuado. Tratar de cambiar una iglesia por cambiar algunas de sus formas externas es tan fútil como tratar de cambiar tu mentalidad por cambiar tu ropa o caminar hacia atrás para dejar de ir al cine. Añadir una nueva declaración de misión o algún otro maquillaje sin una reforma genética radical de la iglesia, sólo conducirá a la frustración -como poner un paño viejo en un vestido nuevo, lo cual, según Jesús, no es aconsejable. El avivamiento y la reforma comienzan de verdad con un redescubrimiento y una reconstrucción completa de la esencia central de la iglesia, con un ADN neotestamentaro, el código genético de Dios, y un apoderamiento sobrenatural con el potencial de crecimiento desde dentro (Mr. 4:26). Esta semilla espiritual está preparado, al igual que cada grano de trigo, y es capaz de desarrollar sus propias estructuras adecuadas desde dentro hacia afuera, sin instrucción externa; sencillamente se abre de acuerdo a un modelo creacional que lleva dentro; se descomprime. Su terreno es el de las naciones y los grupos étnicos. El resultado de esta encarnación, al menos en los tiempos del Nuevo Testamento, fue un movimiento de iglesias en las casas, que inundaron la ciudad de Jerusalén en quizá menos de dos años como levadura en la masa, o como un virus incontrolable. Principios bióticos Casi todas las formas de vida se basan en la multiplicación de células orgánicas. El crecimiento ilimitado no es un principio creacional, pero la multiplicación sí lo es. Mi amigo Christian Schwarz ha estudiado lo que él llama los principios «bióticos», los patrones que funcionan en el orden creado por Dios para la vida orgánica. Esto le ha llevado a desarrollar lo que él llama el «Crecimiento Natural de la Iglesia». Muchos de los conceptos provienen del contexto de la agricultura y la biología, donde el crecimiento está definitivamente en consonancia con el patrón y método divino, y en la forma humana de patrones artificiales de

crecimiento y producción mecánica. orgánicos de Dios para estos principios bióticos contrastan entender cómo crece. Estos principios bióticos contrastan con los métodos «tecnocráticos» que gobiernan las máquinas. Son tan diferentes uno de otro como lo es un robot de un ser humano. Uno es una máquina, mientras que el otro es un organismo. El modelo de la «máquina» o «robot» funcionan muy bien en el mundo tecnológico, pero fallan en el mundo biótico, de crecimiento orgánico. Cuando comprendemos que la iglesia es una creación de Dios, un organismo «biótico», debemos observar los principios naturales y orgánicos de Dios para entender cómo crece. Los principios bióticos utilizan la cantidad mínima de energía para producir el máximo de resultados, y todo sucede «por sí mismo». Esto evita que la iglesia se convierta en un producto manufacturado, y le permite ser recreada por el Espíritu de Dios de acuerdo a los patrones creacionales divinos. Si seguimos con un patrón o una fórmula hecha sólo por hombres estamos trabajando en vano, incluso si dicha fórmula se nos da como buenas y apreciadas tradiciones. Algunos principios bióticos son los siguientes: 





Interdependencia. La forma en la que se interrelacionan las partes de un organismo es más importante que la mismas partes. Todas las células se organizan no de acuerdo a un caos dirigido por el azar, sino a un patrón creacional, del cual son portadoras, en el cual cada célula u órgano está vinculado a otros. En términos de multiplicación de iglesia, esto significa que no se debe tratar ningún aspecto, tema o asunto aislado de los demás aspectos y partes. Multiplicación. El crecimiento ilimitado no es el ideal, lo es la multiplicación. El fruto de un manzano no es una manzana, sino otro manzano. El fruto de una iglesia no es un converso, sino otras iglesias que plantan otras iglesias. Trasformación de la energía. Éste es el principio que observa cómo las fuerzas existentes (incluso las contrarias), se pueden usar de forma positiva para alcanzar la meta. Así es también como un organismo lucha contra un virus, no con un choque frontal, sino usando mucha de la propia energía del intruso para derrotarle. A través de un proceso de inoculación, las energías que antes eran destructivas se transforman en portadoras de salud. Muchas iglesias, al contrario, utilizan el método del boxer para vivir, emplean su propia energía para reducir a cero el «ataque» externo, para después, en un segundo golpe, dar su propio mensaje.

Cómo romper la «barrera de los 20» El libro del experto en crecimiento de iglesias Bill M. Sullivan Ten Steps to Breaking the 200-Barrier (Diez pasos para romper la barrera de los 200) tiene una intención comprensible que encaja ideológicamente con la línea general del movimiento de crecimiento de iglesias de los años 70 y 80: las iglesias buenas se hacen grandes, y las iglesias muy buenas se hacen muy grandes, así que cualquier cosa que frene a una iglesia «sana» de crecer es una barrera, y esas barreras son malas y, por lo tanto, deben quitarse. La idea de la «barrera de los 200» es sencilla. Estadísticamente, la mayoría de las iglesias dejan de crecer en algún momento entre las 100 y las 300 personas, es decir, una media de 200. Hay buenas razones culturales, sociológicas e incluso arquitectónicas por ello. Una de las razones es estructural, un problema inherente de la iglesia tradicional con un pastor general: hay

solamente cierta cantidad de personas (en los Estados Unidos unas 200) a las que un pastor es capaz de dar cuidado pastoral personal de calidad. Es probable que tenga un montón de espacio en su agenda para dedicarles, pero el espacio en su corazón es limitado; y la gente se da cuenta de ello. Como resultado, el crecimiento se detiene y la iglesia alcanza un techo invisible, la «barrera de los 200». Sin embargo, yo creo que hay una barrera mucho más importante que salvar: la «barrera de los 20». ¿Cómo la rompemos? La línea invisible: de orgánica a organizacional Como muchas reuniones familiares nos pueden enseñar, podemos conseguir la meta de tener comunión unos con otros sin la necesidad de estar muy estructurados. Las familias pueden estar juntas sin un maestro de ceremonias, una palabra de bienvenida, una canción especial, un sermón del padre y unas palabras de agradecimiento de la madre. Estas cosas suceden en las bodas y en las fiestas, pero no en la vida diaria. La iglesia no es una actuación o un espectáculo artificial, es para cada día, porque es un estilo de vida. En cada cultura hay una línea numérica muy importante entre lo orgánico y lo organizado, lo informal y lo formal, lo espontáneo y lo litúrgico. Yo le llamo la «barrera de los 20», porque en muchas de las culturas 20, es el número máximo de personas que todavía se sienten «en familia», orgánicos e informales, sin la necesidad de ser formales y estar organizados. Sin embargo, los organismos también tienen una estructura, no estoy abogando por una ausencia total de orden y estructura. No obstante, a diferencia de una serie de reuniones organizadas que generalmente se estructuran desde fuera, los organismos se suelen estructurar desde dentro. La naturaleza de una reunión define, y, por lo tanto, limita su tamaño. Si cruzamos la «barrera de los 20», el grupo deja de ser orgánico y comienza a ser formal, e incluso a sentir la necesidad de seguir un programa, de establecer un horario. La efectividad en las relaciones y la comunicación mutua decrecen, y la necesidad de que alguien dirija la reunión aumenta. Como resultado, la iglesia en la casa pierde sus atractivos originales, cambia sus valores, y comienza a desarrollar unas dinámicas totalmente diferentes. A menudo, sencillamente deja de funcionar por sí misma, de ser espontánea y vital, de ser guiada invisible e imperceptiblemente por los mecanismos internos del cuidado paternal y maternal, para necesitar literalmente que alguien la ponga en marcha, la organice, y la dirija de forma visible a un nuevo tipo de vida organizada (si tal cosa existe). Entonces, el organismo original es algo del pasado, aún vivo, pero atrapado en una estructura formal que lo estrangula, lo condiciona, y finalmente puede impedir la comunión espontánea y relacional en nombre de la comunión organizada. La palabra bíblica koinonia significa comunión o compartir, dar generosamente y participar en algo con alguien. Uno de los aspectos más mortales de cruzar esta línea es que la forma orgánica original de comunión generalmente pierde su potencial de reproducción interno, y sólo puede clonarse y copiarse, o incluso manufacturarse y finalmente producirse en masa con un gran esfuerzo desde afuera que ignora y rechaza su potencial interno de crecimiento explosivo. Es un hecho de la historia de la iglesia que siempre ha habido un paso muy corto desde la religión organizada hasta el institucionalismo y la fosilización. La persona número 21 Una de las decisiones más importantes en términos de la estructura y el futuro de una iglesia, es lo que haces cuando la persona número 21 entra por la puerta. Hablando

estructuralmente, esto lleva a la iglesia a la fase roja. O continúas creciendo y te organizas, perdiendo de esta manera las dinámicas de iglesia en la casa, y finalmente incluso alcanzando la «barrera de los 200», o divides la iglesia en la casa en dos o tres unidades y la multiplicas, creciendo de esta manera hacia los lados. En esta forma, puede que ni te enteres de que has cruzado la «barrera de los 200». ¿Una boda semanal? La vida consta de dos aspectos: el privado y el público, lo cotidiano y los eventos especiales (bodas, festivales, funerales y fiestas tradicionales). Ambos aspectos de la vida tienen sus propias formas de expresión válidas. La vida diaria se expresa generalmente en la familia, la unidad celular básica de la sociedad y la cultura. Las familias suelen ser muy orgánicas, informales, relaciónales y consisten en compartir lo que sea. Las bodas y similares son eventos extraordinarios, para los que cada uno se prepara a conciencia; suelen ser formales, necesitan de mucha organización y por lo general están muy estructurados. Imagínate que tengas que asistir a una boda cada fin de semana. Sigue el mismo patrón básico, incluso tiene el mismo novio y la misma novia; hasta la comida puede que sea la misma. Tal vez después de algunas semanas el entusiasmo se desgaste. Ya sabrías lo que esperar y lo que vendría a continuación. Todavía seguiría siendo algo bonito, una tradición preciosa, pero parecería raro tener el mismo tipo de evento cada semana. Hemos de tener cuidado de no hacer lo mismo con la iglesia. Jesucristo no nos ha enseñado sólo una forma de celebrar, sino una forma de vivir. Ambos aspectos son necesarios, ambos son buenos. Pero la vida cotidiana no es como una boda, como nos confirmará cada pareja casada. Si permitimos que la iglesia tenga solamente una «estructura de celebración», estaremos comenzando a celebrar una «boda semanal», y nuestro comportamiento en ella se habrá distanciado pronto de la vida real y dejará de tener sentido para la gente normal. Se convertirá en una actuación semanal artificial. Si la iglesia es una forma de vida en común dada por Dios, y si la vida sucede en la unidad básica de la familia que convive en un hogar, no hay nada más apropiado para la iglesia que ser una iglesia en la casa, ser la iglesia basada en simples, normales, cotidianos hogares. Las iglesias en las casas no son únicamente la forma en la que como humanos expresamos comunidad, sino que representan uno de los medios de Dios para conseguir la comunidad. Puede que las iglesias pequeñas ya sean demasiado grandes La misma creación nos enseña que nada saludable crece sin parar, sino que en algún momento deja de desarrollarse y comienza a multiplicarse. Más grande no significa necesariamente mejor o más bonito. ¿Pudiera ser que aunque es perfectamente correcto esperar que una iglesia crezca, normalmente buscamos ese crecimiento en la dirección equivocada? Nos fascinan esas historias a las que se les da mucha publicidad y que son bastante excepcionales de «megaiglesias», y que pasan por alto que suelen ser extraordinarias excepciones, debidas a líderes y circunstancias extraordinarios. Tal vez el problema no sea tanto el romper la barrera de los 200 hacia arriba, sino la de los 20 hacia abajo. Si el verdadero crecimiento de la iglesia se deletrea m-u-1-t-i-p-l-i-c-a-c-i-ón, entonces no debe ser hacia arriba, sino hacia los lados. ¿Nos ha embaucado el pensamineto ld idea que «cuanto más grande mejor»? Si es así, tenemos que quitarle un cero a nuestra mentalidad, entonces, una iglesia promedio tendría 8, 10 o 12 personas, una grande 15, y una «megaiglesia» no tendría una asistencia de miles, sino de 21 o 22.

Por lo tanto, quizá la «iglesia pequeña» promedio de 25 a 45 personas, que está tratando de alquilar un salón o recaudando fondos para el edificio, que acaba de comprar un pulpito y todavía está ahorrando para comprar un proyector de transparencias, no es en realidad tan pequeña, sino ciertamente demasiado grande. Han cruzado la línea del organismo-organización, tratando de crecer hacia arriba como las demás iglesias, sin darse cuenta de que ya se han convertido en algo demasiado pesado e inflexible, hinchados y deformados estructural-mente, y que sólo se mantiene en movimiento, centímetro a centímetro, por las persistentes actividades de un pastor o líder, y sus colaboradores, demasiado ocupado. A nivel mundial, el tamaño promedio de las iglesias es de unas 100 personas. Solamente un pequeño porcentaje llega a ser mayor de 200, y muchas se estancan en las 40 a 60 personas. La asistencia media dominical de las iglesias luteranas en Alemania en 1993, por ejemplo, fue de 23,5 personas. Encoger para crecer Se necesita a alguien con un don apostólico sobresaliente (lo cual, estadísticamente hablando, es bastante raro), para transformar una iglesia en una «megaiglesia». Para muchas iglesias sería en realidad una liberación que les dejaran ser lo que en realidad ya son: iglesia en las casas que han crecido un poco más de la cuenta que luchan con su propio tamaño y con el patrón implícito que están tratando de seguir. ¿Pero no sería mucho más práctico para ellos seguir el otro camino y hacerse más pequeños, para dirigirse en la dirección de la iglesia en las casas, para «crecer hacia abajo» en lugar de afanarse por crecer hacia arriba? Elton Trueblood dijo en una ocasión: «La iglesia debe ser más pequeña antes de que pueda ser substancialmente más fuerte». Estoy de acuerdo. Pero si nos decidimos a dar este paso adelante, también significará que la iglesia del futuro tendrá que hacerse mucho más pequeña, antes de que pueda llegar a ser sustancialmente mayor, al hacerse mucho más numerosa. Estadísticamente, tendrá que encoger para poder crecer. Voces proféticas Un amigo suizo me dijo recientemente que Dios le había mostrado una visión profética del Thunersee, el lago Thun cerca de Interlaken. Allí observó muchos grupos pequeños de cristianos bautizando personas. «El Thunersee será el mayor lago bautismal de Suiza», le dijo Dios. «¿Pero por qué son esos grupos tan pequeños?», preguntó mi amigo. «Son iglesias en las casas», le respondió Dios. Otro amigo, que sirvió en misiones durante muchos años y ahora ya tiene unos 70 años de edad, me contó una visión que tuvo en la que Dios le mostró en oración que una nueva forma de iglesia se esparciría por Suiza como una llama; iglesias en las casas. Como resultado de este movimiento de Dios, se celebrará en el año 2001 una gran reunión de unas 200.000 personas cerca de la ciudad de Lucerna, en la que esos creyentes estarán unidos y hablarán con una sola voz a Suiza como nación. El pastor Mike Bickle de Kansas (EEUU), compartió en una ocasión cómo en Cairo, en 1982, Dios le reveló que «él va a cambiar las formas y expresiones de la iglesia dentro de una generación hasta el grado de que ya no será reconocible». El futuro nos dirá si fue Dios o sólo un sueño. Rick Joyner, un profesor profético de Charlotte, EEUU, dijo algo muy similar: «Veo que viene un regreso al cristianismo bíblico tan arrollador que el concepto de cristianismo, tanto por parte del mundo como de la iglesia, cambiará radicalmente. Esto no implica ningún tipo de

cambio doctrinal en cuanto a lo que significa ser cristiano, sino a un cambio que hará que vivamos las verdades que proclamamos. Esto se reflejará cuando seamos verdaderamente conocidos por nuestro amor mutuo». Respeto mucho Amos 3:7, 8 y el ministerio de profecía, y no le recomiendo a nadie que tome las piedras de su tradición cristiana y se las tire a los profetas. ¿Qué pasaría si esas visiones, que son sólo una parte de la creciente corriente de voces entre el pueblo de Dios en la actualidad, fueran realmente de Dios? ¿Qué significaría para nosotros como creyentes? ¿Y para nuestras iglesias? ¿Podríamos simplemente sonreír por esta bonita (¡pero seguramente absurda!) idea, pasar la página, pelar cebollas, regar el jardín, salir por la tarde, y finalmente encargar ese proyector de transparencias y seguir adelante con la «iglesia tal como la conocemos»? Célula, congregación y celebración En la terminología que se usa en el movimiento del crecimiento de la iglesia diferenciamos entre tres niveles de iglesia: la célula, la congregación y la celebración. Voy a explicar con brevedad lo que significan estos términos. 1. La célula está basada generalmente en la casa y es sociológicamente pequeña, entre 3 y 20 personas. Su propósito es la comunión, el compañerismo cristiano, y sus funciones son mayormente orgánicas, es decir, los miembros están a menudo en contacto directo unos con otros y por lo tanto son una parte natural de la vida de los demás. 2. La congregación tiene un tamaño sociológico medio, habitualmente entre 20 y 200 personas. Funciona de una manera más formal, está organizada, generalmente tiene un pastor, colaboradores, algún tipo de culto de adoración y varios programas. A menudo trata de servir a un área geográfica, suele tener un «santuario» de algún tipo, un edificio especial que se usa para asuntos religiosos. Los miembros no tienen un contacto directo y natural entre ellos, porque las reuniones son demasiado grandes y no están organizadas para que eso suceda. 3. La celebración suele ser una reunión grande de 200 creyentes o más de un área, que expresan su unidad en Cristo, celebran lo que Dios ha hecho y hará por ellos, anticipando el regreso de Cristo. Generalmente está dirigida por personas con ministerios apostólicos y proféticos. Las celebraciones pueden tener lugar al aire libre, en estadios, centros de conferencias o cualquier otro lugar grande. Las personas no tienen ningún medio de estar en contacto directo con todos los presentes, y se sienten felizmente «perdidos entre la multitud». En muchas ocasiones en la historia, la catedral ha tratado, y a veces conseguido con éxito, cumplir con esta función que abarca toda una ciudad. Lo pequeño y lo grande En la Biblia encontramos dos de estas estructuras o niveles: la célula y la celebración. En el Nuevo Testamento leemos que la iglesia se reunía de forma regular en las casas, esto es, en unidades del tamaño de una célula, y que también se reunían en el pórtico del Templo de Salomón, o al aire libre, en un gran número. De estas dos, la célula, que es la iglesia basada en las casas, era el marco natural, la forma normal y más natural en la que los creyentes se reunían. Una vez que el Templo de Jerusalén fue declarado terreno prohibido para los seguidores de El Camino, continuaron reuniéndose en los hogares. Cuando la celebración no era posible, la célula seguía sobreviviendo. El Cristo resucitado se identificaba significativamente con la iglesia en las casas, y no les

apremiaba en ningún modo a formar «sinagogas cristianas» o a construir edificios con fines religiosos. Cuando Saulo perseguía la iglesia y entraba en las casas para sacar a los cristianos, Jesús le preguntó en su encuentro en el camino de Damasco: «Saulo, ¿por qué me persigues?». Durante los primeros tres siglos después de Cristo, los historiadores cristianos nos dicen que la iglesia en las casas era la forma normal y natural en la que los cristianos compartían sus nuevas vidas en unidad. Sólo después del período del Emperador Constantino en el siglo cuarto sucedió un cambio radical en la estructura de la iglesia. Se introdujo la iglesia de tipo congregacional, la iglesia se convirtió en un audiencia, se marginó a las iglesias en las casas y finalmente se prohibieron. Nadie podía funcionar como cristiano de forma privada, sin el visto bueno del estado y su reconocimiento como iglesia «ortodoxa» ordenada. (En el capítulo 2 se amplía con más detalle la historia de las iglesias en las casas a través de los siglos.) El ratón se casó con el elefante El resultado de esa transición fue un compromiso estructural, un matrimonio entre el ratón (la célula) y el elefante (la celebración), dando a luz un ser atípico, la iglesia tipo congregacional. Fue una iglesia muy profesionalizada en muchas maneras, con sacerdotes apropiados para un rey. Desarrolló sus propios edificios especiales para usos religiosos, sacando a la iglesia de la vida diaria para llevarla a los vestigios de la religión del Antiguo Testamento, con sacerdotes, altares y rituales muy simbólicos, en la que la mayoría de los visitantes no podrían ser verdaderos participantes, sino meros espectadores. Una de las pocas excepciones a esto fue la Iglesia Ortodoxa, que trató de mantener una estructura familiar tan grande como le fue posible. A través de este compromiso, la iglesia perdió dos de sus dinámicas más poderosas. La iglesia congregacional era básicamente una iglesia en la casa con sobrepeso y una celebración raquítica, y perdió los aspectos más importantes de ambos, la célula y la celebración. La células proveía una dinámica familiar, un hogar privado y estable, un lugar orgánico del cual los cristianos pudieran sentirse parte y en el que pudieran rendirse cuentas mutuamente. Las celebraciones eran lugares cargados de una atmósfera grandiosa, verdaderamente pública, en el cual las pequeñas iglesias en las casas volvían a conectar con el marco más amplio del movimiento cristiano y unas con otras, donde escuchaban las enseñanzas apostólicas y encontraban visión profética. A menudo, esto creaba un sentido de entusiasmo que conducía a reunir a más gente a nivel público, y que hacía que tales reuniones sacudieran literalmente una ciudad o región, o, en otro contexto, un pueblo o una ciudad pequeña. Comunión sin comunión La iglesia de tipo congregacional, con su semi-privada atmósfera, sus posibilidades limitadas de comunión y su clero profesional, fue una solución política que al mismo tiempo encajaba en el estado y se adaptaba a los patrones religiosos del mundo. Fue, en muchas maneras, un triunfo del espíritu religioso, un regreso a la ley y a los modelos religiosos del Antiguo Testamento, e incluso de las religiones paganas, de los cuales Jesucristo quería liberar a la humanidad. El problema, debemos enfatizar, no está en el Antiguo Testamento en sí mismo que es una parte importante de la revelación de Dios al mundo. El problema es llevar principios del Antiguo Testamento a los tiempos del Nuevo Testamento, ignorando el desarrollo dinámico de la relación de Dios con la humanidad, en la cual él estableció su reino sobre y más allá de un enfoque étnico en el pueblo de Israel. Ya que esta nueva estructura congregacional fue reforzada con fuerza por el estado y las

leyes eclesiales, forzó su contenido para adaptarse a la nueva estructura. En el Nuevo Testamento, el contenido definía la forma, es decir, la calidad definía la estructura. Ahora este proceso se revierte, y la forma moldea el contenido, la estructura define la calidad. Uno de los resultados fue una estructura jerárquica, basada en el poder, con un obispo o papa similar a un rey en lo alto, y grados eclesiales inferiores hasta el ujier y el organista. Esto también implica que la comunión orgánica y natural debía ajustarse para encajar en su nuevo envase, el edificio formal de la iglesia, y por lo tanto debía vaciarse de su contenido original para llenarse con el nuevo contenido, una estructura mayor. Finalmente, la comunión se fue diluyendo hasta casi dosis homeopáticas, y comenzó a perder su impacto en los propios cristianos así como en la sociedad. Había nacido la «comunión sin comunión». El final de la cena del Señor Otra víctima de este proceso fue la cena del Señor. Ya que es bastante difícil dar de comer (con comida real) a una catedral llena de gente, se fue degenerando en un ritual simbólico y religioso, que ofrecía microscópicos sorbos de vino y un pequeñito trozo de pan, que a menudo sólo tomaba el «clero» mientras que las masas lo miraban con asombro piadoso. Esto significa que la cena del Señor dejó de ser una cena, y perdió su significado poderoso, la realidad sin precedentes, revolucionaria del pueblo redimido, sin tener en cuenta clases o castas, compartiendo comida de verdad con un significado profetice, cenando con Dios, esperando su presencia física en cualquier momento, igual que después de la resurrección. Así llegó a convertirse en «la eucaristía», una muestra pía y simbólica de la comida original de un apetitoso cordero que Jesús compartió con sus discípulos. Por el año 150 d.C., la eucaristía y la fiesta de amor ágape eran dos partes diferentes de la cena del Señor. Como escribe el comentarista bíblico William Barclay: «La celebración de la cena del Señor en un hogar cristiano en el primer siglo, y en una catedral o un local del siglo XX no pueden ser más diferentes, no guardan relación una con otra, lo mires por donde lo mires». ¿Estuvo Procrustes trabajando en la iglesia? Esto me recuerda al famoso gigante griego Procrustes, quien obligaba a los que viajaban entre Atenas y Corintio a recostarse en su gran cama. Si la cama les quedaba grande, se les estiraba cruelmente con cuerdas para alcanzar el tamaño de la cama, aunque se rompieran sus huesos. Si eran demasiado altos y sobresalían de la cama, les cortaban brutalmente para que se ajustaran al tamaño. La mentira estructural Actualmente, 1.700 años después de que comenzaran esas desviaciones (no todas sucedieron en el siglo IV), estamos tan acostumbrados a la iglesia de tipo congregacional que para muchos resulta difícil incluso el imaginar cualquier otra forma de «vida auténtica de la iglesia» o de «servicios de adoración». Los hechos históricos que hemos mencionado crearon un sistema muy fuerte, un patrón uniformado, una estructura oficial y más tarde incluso santa que ha moldeado las experiencias y mentalidades de la gente a lo largo de los siglos, y ha formado un cuadro distorsionado de la iglesia que ya no tiene mucho en común con su original. Todo este proceso canonizó e institucionalizó una solución a medias, devastadoramente mediocre que encajaba tanto en los líderes religiosos como en los políticos de su tiempo. La iglesia congregacional se convirtió en una «mentira estructural», porque pinta el mensaje correcto con los colores equivocados, mete el material correcto en formas erróneas,

vierte el agua de vida en botellas contaminadas, toma a los pecadores redimidos y les moldea en una especie inofensiva de amables asistentes a la iglesia y participantes en programas. Hace promesas celestiales, pero no las entrega en la tierra. Se olvidó de enfocarse en la familia como el bloque de construcción del cristianismo, y se contentó con sentarse en templos religiosos, más o menos ornamentados, recitando fórmulas de adoración en su pequeña pero sólida parcela de cielo en la tierra. No es extraño que la sociedad en general siguiera a la iglesia en este proceso, y comenzara a perder también el enfoque en la familia. Resumiendo, la iglesia congregacional se convirtió en una estructura que se destruye a sí misma, es su propio obstáculo, que crea los problemas que trata de resolver, frustrando y quebrando los corazones de millones de personas que han buscado a Dios y han encontrado una iglesia de tipo congregacional, una caricatura de la familia sobrenatural de Dios en la tierra. Sólo los verdaderos héroes espirituales y las personalidades sobresalientes han sido capaces de alzar sus cabezas por encima de este sistema contaminado y marcar una diferencia durante algún tiempo, como veremos en el siguiente capítulo. Pero todo cambio, petición, renovación, avivamiento o reforma que propusieron hasta el día de hoy, fue absorbido rápidamente por el sistema inalterable de la cristiandad, por la estructura de la iglesia que no fueron capaces de tocar. Cinco elementos de una iglesia congregacional En su libro La Segunda Reforma, el veterano misionero norteamericano y autor William Beckham describe una iglesia congregacional, o como él la llama «tipo catedral», de la siguiente manera: Desde el tiempo de Constantino en el siglo IV, la iglesia ha funcionado principalmente como una «catedral». Se identifican al menos cinco elementos importantes con esta forma «catedral» de iglesia: 1. 2. 3. 4.

Un edificio (una «catedral» o una «iglesia»). Un día especial (domingo). Un liderazgo profesional (sacerdotes, clérigos, hombres santos). Una reunión especial, realizada por personas (ceremonias, servicios, interpretación de dogma, motivación). 5. Una manera de mantenerse a sí misma (diezmos y ofrendas). A pesar de diferentes tipos de gobiernos eclesiásticos, diferentes diseños arquitectónicos de los edificios, diferentes títulos y vestimentas para los líderes, diferentes formas de adoración, y diferentes teologías, las iglesias, en su mayoría, funcionaban con este formato de «catedral». Ya fueran católicas o bautistas, presbiterianas o pentecostales, urbanas o rurales, grandes o pequeñas, ricas o pobres, occidentales u orientales, las iglesias han sido «catedrales» en su naturaleza. Este sistema «catedral» ha sobrevivido a revoluciones políticas, reordenación de mapas mundiales, grandes cambios sociales, herejías teológicas, la Reforma Protestante, y numerosos movimientos. Su capacidad de adaptación ha sido asombrosa. Usando una combinación de los sistemas de gobierno romano y feudal, el Emperador Constantino desarrolló una estructura eclesial que ha perdurado durante diecisiete siglos. La estructura tipo «catedral» ha tenido la capacidad de absorber todos los movimientos más importantes en su propia estructura sin cambiar su forma básica.

Aunque estoy de acuerdo con esto, no toma en cuenta la diferencia entre la catedral y la típica iglesia congregacional media. La catedral refleja básicamente el ejemplo del Antiguo

Testamento, mientras que la iglesia congregacional refleja más el patrón de la sinagoga judía. Sin embargo, es cierto que más tarde la iglesia trató de estrujar tanto como pudo la iglesia tipo «catedral» dentro de nuestra típica iglesia local promedio, a lo que llamo el modelo congregacional de iglesia. Principios y no procedimientos No estoy proponiendo revitalizar y reinventar la iglesia neotestamentaria extrayéndola directamente del libro de los Hechos, copiando fielmente todas sus formas y expresiones culturales, porque estamos viviendo en tiempos y lugares diferentes. Nuestras ciudades se parecen mucho más a Corinto que a Jerusalén; muchos países viven en una era postmodernista y postcristiana. No obstante, podemos y debemos aprender de los principios del Nuevo Testamento sin tener que copiar sus factores culturales y los procedimientos específicos de su tiempo. Hemos de tomar la calidad neotestamentaria de la iglesia seriamente, pero desarrollar estructuras, metodologías y procedimientos acordes a nuestro propio tiempo, culturas y grupos étnicos. Del modo heredado al emergente «El occidente ha comprimido la celebración en la congregación y se ha olvidado de los hogares», dice el Reverendo Bob Hopkins de la red anglicana de establecimiento de iglesias en Inglaterra. Continúa preguntando: «¿Es la congregación la materialización de la forma cultural en la que entendemos lo que es la iglesia?». Y si es así, uno pudiera añadir, ¿está este entendimiento cautivo por el orgullo nacional y la cultura eclesial? Europa se jacta de un gran trasfondo de historia y estructuras cristianas, pero la iglesia ha perdido en gran manera a la gente. Ésta es la razón por la que el anglicano Robert Warren hable del «modo heredado de iglesia» y del «modo emergente», una nueva forma de iglesia (o posiblemente muy antigua), re-emergiendo de acuerdo a los patrones del Nuevo Testamento. Para resaltar algunas de las diferencias entre las iglesias congregacionales y las iglesias en las casas del Nuevo Testamento, a continuación hay una lista selectiva de áreas principales en las que difieren. La lista podría ser mucho mayor.

Lugar Funcionarios principales Finanzas Estilo de vida Evangelismo

Grito de guerra Tamaño Estilo de enseñanza

Iglesia Congregacional Se reúnen en santuarios Pastores, maestros evangelistas Diezmos y ofrendas Individual Campañas, programas especialistas

Meter más personas en la Iglesia Grande, grupos impersonales Estático, centrado en el

Iglesia en la casa neotestamentaria Se mueve de casa en casa Apóstoles, profetas, ancianos Compartir lo que tienen Comunitario Discipulado natural de las Vecindades, multiplicación de si misma Meter la iglesia en las casas de las personas Meter la iglesia en la casa De las personas Pequeño, grupos íntimos Cinético, estilo preguntas

Tarea más importante del pastor Centro Palabra clave Ministerio Misión

sermón Dirigir el programa de la Iglesia; predicar buenos Mensajes; visitar, etc. Servicio de adoración en un Edificio de uso religioso ¿Hazte miembro! Orientado hacia actuar, Realizar algo en público Enviar misioneros especializados

Y respuestas Capacitar a cada creyente Para que haga la obra del ministerio La vida en una casa normal ¿Ve y haz discípulos! Orientado hacia capacitar, Dar poder a otros La iglesia se envía sí misma Como una unidad multipli-cable

Iglesia de células, grupos de base, iglesia en las casas Hoy en día hay tres movimientos principales, cada uno de ellos propugna en diferentes maneras que regresemos a una iglesia basada en células, centrada en los hogares. La mayoría de estos movimientos dirían que: «La célula y la celebración son importantes, pero la congregación es casi innecesaria». Las tres corrientes diferentes son: 1. La «iglesia de células» clásica, postulada, por ejemplo, por Ralph Neighbour Jr., William Beckham, o Yonggi Cho. 2. Los grupos de base, mayormente dentro de la iglesia Católica Romana. 3. El movimiento de iglesias en las casas, quizá mayormente conocido en la actualidad por China y Vietnam. Aunque la iglesia de células se parece y suena casi como el movimiento de iglesias en las casas, no lo son. Hay diferencias muy importantes y vitales que señalaré más adelante. Los grupos de base es un largo experimento de grupos pequeños en la iglesia Católica Romana, y pudiera muy bien desarrollarse hasta alcanzar una estructura de iglesia de células dentro de esa iglesia. Sin embargo, no es éste el momento de tratar esto con más profundidad, ya que mi principal intención es en las iglesias en las casas comunes. Ventajas de las iglesias en las casas sobre las iglesias tradicionales Veo al menos doce ventajas de un movimiento de iglesias en las casas basado en células sobre el modelo tradicional de iglesia tipo congregacional. 1. Discipulado multiplicador La iglesia en las casas en un modelo centrado en la multiplicación y el discipulado con un tremendo potencial de crecimiento, porque la «célula» es la mismísima unidad multiplicable. La multiplicación, el discipulado, y un estilo de relación tipo mentor, es decir, tomar responsabilidad, acompañar, ayudar a una persona «codo con codo» en su desarrollo cristiano práctico, son la clave del concepto. La congregación no es por definición un modelo de discipulado y tiende estructuralmente a evitar una relación de mentor y el propio discipulado. El discipulado en realidad nunca es de uno a uno: es una función de la comunidad. Cuando estamos junto al Espíritu Santo, la presión de nuestro entorno puede ser el maestro más poderoso de la tierra, como cualquier padre de adolescente afirmará. Las iglesias en las casas permiten un uso

santo de la presión del entorno, poniendo en práctica una sana y cálida rendición de cuentas mutua, aprendiendo los nuevos valores del Reino de los demás, siendo amigos y familia los unos de los otros, ayudándose a vivir juntos el nuevo estilo de vida, donde a nadie se le deja solo con luchas y secretos individuales, y por lo tanto cada uno madura rápidamente. 2. Una estructura a prueba de persecución A través de su forma de vida pequeña y flexible, y su espíritu a prueba de persecución, la iglesia en las casas puede evolucionar en una estructura casi a prueba de persecución (o al menos resistente a la persecución), como opuesto a la tradicional y muy visible «iglesia con una cruz en su campanario». 3. Libre de barreras al crecimiento Una vez que hemos puesto especial cuidado en prevenir que las iglesia en las casas pasen de un modo orgánico a organizacional, pueden multiplicarse a través de la mitosis, un proceso orgánico de reproducción celular, y por lo tanto el crecimiento global del movimiento está virtualmente libre de cualquier barrera de crecimiento de iglesias. 4. Involucrar a muchas más personas de forma más eficiente Las congregaciones suelen estar basadas en programas, en los que la mayoría de éstos están organizados a nivel congregacional. Han demostrado que son bastante ineficientes y consumidores de grandes recursos, haciendo que generalmente el 20% de unos miembros exhaustos de la iglesia realicen el trabajo para el resto, más pasivo 80%. En la iglesia en las casas se puede involucrar casi a cada personas de forma más natural y más fácilmente, y la madera muerta se poda. Ya que las personas involucradas se sienten realizadas y por lo tanto son más felices, la calidad general (y eficiencia) del la iglesia crece. 5. Rompiendo el dilema del cuidado pastoral El modelo de iglesia en las casas rompe con el dilema del cuidado pastoral, un problema bien conocido y auto-demoledor de la iglesia congregacional: según los números crecen, por regla general la calidad pastoral decrece, porque el pastor no puede atender más a todas sus ovejas. 6. Provee un lugar para transformar vidas y rendir cuentas unos a otros La iglesia en las casas es un lugar ideal para cambiar valores, transferir la vida y por consiguiente transformar los estilos de vida. Un análisis de la iglesia en occidente muestra que el modelo congregacional es casi totalmente inefectivo para cambiar valores básicos y estilos de vida. Muchos creyentes terminan con el mismo estilo de vida de los inconversos que les rodean, y por lo tanto no se pueden distinguir de la sociedad perdiendo su marco profético. Las iglesias en las casas proveen un lugar para la transformación radical de los valores y la reordenación de la vida, ofreciendo una rendición de cuentas mutua y orgánica en donde se ejerce una presión santa del entorno, que obra para bien y no para mal. 7. Las casas son un lugar más efectivo para los nuevos creyentes Se ha escrito mucho acerca de la mentalidad de mirarse hacia dentro de la iglesia congregacional, en la cual la iglesia y sus programas son el centro, y todo lo demás gira a su alrededor. Esta estructura tradicionalmente se resiente con nuevas personas que entran «destruyendo el orden y la situación». La congregación es, estadísticamente hablando, un lugar bastante hostil para

nuevos creyentes, responsable de una tasa increíblemente alta, de hasta el 99% de bajas en los llamados «programas de seguimiento evangelístico». En contraste, la célula o la iglesia en la casa es un lugar más efectivo, natural y acogedor para que las nuevas personas vengan y permanezcan en contacto con la comunidad cristiana. Provee padres y madres espirituales, no profesores y papeles. También le da la vuelta a la dirección general de la perspectiva de los cristianos: en vez de meter personas en la iglesia, están metiendo la iglesia en las personas. 8. Resolviendo la crisis del liderazgo Las iglesias en las casas están dirigidas por ancianos, y son sólo eso: mayores que la mayoría, sin necesidad de ser «viejos». Los ancianos no tienen que ser habilidosos maestros de ceremonias y profesores doctos: se puede empezar muy bien con padres y madres normales con hijos obedientes. En ese tiempo ya han pasado varios años viviendo una vida que va madurando y han pasado la prueba del tiempo. No graduados de seminarios capaces de realizar algunas funciones religiosas. Este tipo de liderazgo al que me refiero es fácil de encontrar y desarrollar en cualquier lugar sin necesidad de escuelas para especialistas religiosos consumidores de tiempo. Depende de de una participación y apoyo apostólico y profético inicial y continuado, ministerios que se pueden multiplicar a sí mismos y, por tanto, encajan y crecen de forma exponencial con un movimiento multiplicador de iglesias en las casas. Las escuelas dominicales, escuelas bíblicas y seminarios tradicionales son más estáticos, con un sistema de desarrollo de liderazgo basado en sumar que crece, en el mejor de los casos, de forma lineal y no en una manera exponencial. Son un sistema informador, y no transformador, como muy acertadamente señala Beckham. Por lo tanto no pueden encajar en un movimiento multiplicador de iglesias en las casas con un crecimiento exponencial necesitado de ancianos. 9. Terminando con la división de clero-laico «En ninguna parte del Nuevo Testamento encontramos referencias a un pastor dirigiendo una congregación», dice Barney Coombes. La iglesia en las casas no necesita un pastor en el sentido tradicional de la palabra, porque los ancianos, funcionando en unidad con los que han recibido dones para el cuerpo de la iglesia en las casas, mantienen y multiplican la vida de la iglesia. Esto, por lo tanto, rompe con la maldición de la división clero-laicos, que el sistema congregacional refuerza. 10. Es más bíblico No podemos darnos el lujo de ignorar la revelación bíblica durante mucho tiempo y salirnos con la nuestra. La tradición es una maestra efectiva, pero la Palabra de Dios es más confiable y sencillamente mejor. Incluso en una época de postmodernismo y relativismo, la Biblia todavía enseña absolutos. La Biblia no nos enseña en absoluto que un rebaño santo, reuniéndose en un día santo a una hora santa en un templo santo para participar en un ritual santo realizado por hombres santos vestidos con ropas santas por un sueldo santo es una iglesia neotestamentaria. La obra de Dios realizada a la manera de Dios todavía atrae la bendición de Dios. Incluso en el tiempo de Moisés Dios le exhortó a que edificara según el diseño. Vale la pena luchar incluso con nuestras propias tradiciones en las que confiamos para poder obtener de nuevo una verdad bíblica, porque no es la tradición lo que nos libera, sino la verdad de la Palabra de Dios. 11. Es sin lugar a dudas más barato La iglesia congregacional se puede definir como «terreno más edificio más pastor más salario

más programas». La iglesia en las casas es «personas más casas normales más fe más vida en común», lo cual es indiscutiblemente más barato. En contraste con las iglesias congregacionales que cuestan una enorme suma de dinero establecerlas, y más dinero para mantenerlas y propagarlas, las células e iglesias en las casas literalmente hacen dinero, porque producen más de lo que consumen. En una época en la que parece que pedir dinero para la no tiene fin, no debemos pasar por alto las alternativas, sino ser buenos administradores de los talentos económicos que Dios nos ha dado. 12. Resucita la iglesia urbana Veo a la iglesia actual organizada en 4 niveles: a. La casa (donde es posible tener compañerismo orgánico, independientemente de cómo lo llamemos). b. La iglesia congregacional (la iglesia denominacional tradicional orientada hacia las reuniones). c. La ciudad o región d. La denominación (la red, conferencia u organización de iglesias denominacionales en un área). Mientras que la iglesia tradicional está enfocada en dos niveles (b y d), la iglesia de células debería enfocarse en a y c. La iglesia en el Nuevo Testamento se nombró de acuerdo a su localización geográfica, no por su denominación. Con esta ola de iglesias en las casas, también se abre un camino de vuelta a la «iglesia de la urbana», literalmente la iglesia de la ciudad, todos los creyentes de una ciudad o región unidos, reuniéndose regularmente o irregularmente en celebraciones conjuntas de toda la ciudad, en las que los creyentes más dotados y humildes siervos del Cordero se olvidan de cualquier título y diplomacia, y en una nueva madurez, sacrifican su propio nombre, denominacionalismo, reputación y éxito personal para el avance del Reino del único Rey, el Cordero de Dios. Imagina el tumulto público cuando este colectivo urbano y liderazgo auténtico provea visión profética, enseñe principios apostólicos, permanezca en unidad, se bendigan mutuamente y le hable al mundo con una sola voz. Lo que el maligno ha estado tratando de evitar a toda costa se verá de nuevo hecho realidad: «los romanos», «los efesios», «los corintios», «la iglesia de Jerusalén», de Viena, de Singapur, de Madrid, de Bogotá, de Buenos Aires o Bolivia volverán a estar conectadas con las demás, cada una convirtiéndose en una entidad corporal sobrenatural y en un movimiento bajo un único Señor y Dueño, y hablando con una voz colectiva y poderosa a sus ciudades y naciones. Lo que sucede a pequeña escala en la iglesia en las casas rebosará a gran escala, a nivel de toda una ciudad, donde la iglesia «se destacará en lo pequeño y por lo tanto se destacará en lo grande». En vez de tener a cristianos que se entusiasman de vez en cuando por la actuación de motivadores y oradores importados en conferencias artificiales que se basan en nombres y temas, el gozo y el entusiasmo más sano, auténtico e infeccioso a nivel del hogar, sobreabundará y se expresará en toda la ciudad, donde nadie más podrá ignorarlo y la gente repetirá la frase que se decía al principio en Jerusalén: «¡Habéis llenado nuestra ciudad con vuestras enseñanzas!». Y sí en alguna ocasión Dios eligiera repetir algo como lo que sucedió en Pentecostés, donde 120 creyentes en el aposento alto se enfrentaron repentinamente al desafío de acomodar 3.000 convertidos en un día, estarían preparados, porque la estructura flexible y multiplicadora de las

iglesias en las casas estaría en su lugar. Están emergiendo fraternidades pastorales y redes de oración de forma regional y local en muchas partes del mundo. Creo que esto puede ser el principio de un proceso regional, una convergencia intuitiva y lenta, dirigida por el Espíritu, de personas con una mentalidad similar, que primero forman relaciones sanas, que dirigen hacia la formación de una identidad espiritual colectiva, un contenedor de unidad, en el cual en un Cairos especial (un momento específico de Dios para la historia) se puede establecer un desafío mayor. ¡Llevar delante de forma colectiva, el reto de discipular nuestra ciudad o región juntos!

***

Las Iglesias en las Casas a través de la Historia El Redescubrimiento a través de la oscura Edad Media La iglesia del Nuevo Testamento era una iglesia que crecía, dice el Dr. Alan Kreider, y desde la perspectiva de la historia sabemos que se mantuvo en crecimiento durante algún tiempo más. De acuerdo a una epístola dirigida a Diógenos escrita al final del siglo segundo, «los cristianos, crecen más y más cada día». En la mitad del siglo tercero Orígenes exclamó: «Multitudes de personas están viniendo a la fe». Ramsay McMullen, profesor de historia antigua en la-universidad de Yale, ha calculado que en cada generación unas 500.000 personas se añadían a la iglesia hasta la conversión del Emperador Constantino en el año 212 d.C. cuando la iglesia finalmente llegó a constituir entre el 5 y el 8% de la población del imperio romano. La multiplicación de las iglesias en las casas Los creyentes del Nuevo Testamento inmediatamente después se reunían literalmente en iglesias en las casas, generalmente en la habitación más grande. Los historiadores de la iglesia están de acuerdo en que raramente podrían llegar a reunirse más de 15 o 20 personas. Una vez que la iglesia en la casa crecía más de esta cifra, se multiplicaba sencillamente comenzando otra iglesia en otra casa cercana. Si no, este crecimiento causaba problemas de forma inmediata. Orígenes, predicando en un hogar en Cesárea, se quejó de que «algunos se han escondido en las esquinas más alejadas de la casa para ocuparse en historias Profanas». Únete a los candidatos para la muerte Ya que los cristianos no estuvieron constantemente bajo persecución, y tuvieron épocas de relativa libertad intercaladas con persecuciones sutiles o feroces, cada creyente sabía que la persecución podría surgir en cualquier momento, debido a una crisis local, a un edicto imperial, o a un «lobo» que se había metido entre las ovejas como el delator y mentiroso Judas, para traicionar y entregar a los seguidores de Cristo al Herodes de turno. Esto es a lo que Pablo llama «la comunión de los sufrimientos de Cristo», cuando escribe desde la prisión a los Filipenses (Fil. 3:10). Tertuliano escribe: «Somos asediados y atacados, nos hacen prisioneros en nuestras propias congregaciones secretas». Cada cristiano era, por definición, un candidato a la muerte. Si alguien quería una vida tranquila, o moverse en círculos respetables, sencillamente, no se hacía cristiano. Cuando un creyente, bajo la presión o en un interrogatorio, afirmaba «¡soy un cristiano!», conllevaba una poderosa alianza de autoridad. El poder de enfrentar la persecución vino, para muchos cristianos, de una visión real del futuro, la esperanza viva del inminente regreso del Mesías. La gente sabía que esta persona estaba dispuesta a morir por esta declaración, y esto causaba sorpresa o consternación. La persecución fue tanto una parte de la vida de los primeros cristianos que moldeó sus pensamientos (¡y sus estructuras!). Sobre esto trataremos más adelante. La Historia: más que una propaganda escrita por los vencedores Hay dos formas de leer la Biblia: podemos leer en ella lo que hemos experimentado, y buscar una «confirmación» bíblica para respaldar lo que ya sabíamos; o podemos leerla incluso aunque contradiga nuestras experiencias, lo cual puede ser substancialmente más doloroso, pero también liberador cuando lo hacemos. Podemos acercarnos a la historia de la misma manera. La historia será -como reza un eslogan comunista muy popular- «propaganda escrita por lo vencedores», es decir, una interpretación de la misma que encaje y justifique la norma o

situación actual; o es la ciencia que nos ayuda a descubrir verdaderamente lo hechos del pasado, incluso si pareciera que no encajasen en el marco que tenemos de nuestra propia historia. Si ahora buscásemos las razones por las que las iglesias en las casas del tiempo del Nuevo Testamento y en los primeros siglos después de Cristo crecían y se multiplicaban, podríamos sorprendernos al encontrar no lo que esperamos ver, sino un tipo de dinámicas muy diferentes. Sin evangelización Un ejemplo significativo es el evangelismo. Si estamos convencidos de que lo que todos tenemos que hacer es «evangelismo», en seguida comenzaríamos a ver el evangelismo en cada página de la Biblia, incluso aunque no se encuentre allí. Excepto por Felipe (Hech. 9) y los cinco ministerios (Ef. 4:11), no hay apenas mención de «evangelistas» o «evangelismo» tal y como lo entendemos hoy día en todo el Nuevo Testamento y en los escritos de la iglesia primitiva. Alan Kreider habla de una «comunicación silenciosa sobre animar a "evangelizar"». El Nuevo Testamento no habla acerca de la evangelización como una «actividad de predicar», y Jesús, de hecho, parece que habla en contra de ir «puerta a puerta» (Le. 10), un «método evangelístico» muy común en muchos países. Sin embargo, se da un gran énfasis en «hacer discípulos». Arthur Darby Nock dice que en la historia de la Si estamos convencidos de iglesia primitiva «había muy poca que lo que todos tenemos predicación a las masas en público, que hacer es «evangelismo», si es que había algo; sencillamente, en seguida comenzaríamos a era demasiado peligroso». La iglesia ver el evangelismo en cada no sólo tenía un mensaje, sino que Pá3ina de la Biblia> incluso ella misma era el mensaje. Ya que la misma iglesia representaba las «buenas noticias», no había necesidad de un evangelismo tipo proclamación, o de ir puerta por puerta. Solamente cuando la iglesia como estructura se convirtió en «malas noticias», una estructura mal encajada para un mensaje explosivo, se vio la necesidad de que surgieran proyectos especiales de «buenas noticias». El evangelismo sin un modelo de iglesia funcional es evangelismo porque no tiene un modelo de iglesia que funciona, y provee experiencias e incluso conversiones literalmente fuera del cuerpo. Por esta razón muchos historiadores no están de acuerdo con el escritor inglés Michael Green, quien declara en su, por otra parte excelente libro Evangelism in the Early Church (Evangelismo en la Iglesia Primitiva): «No puede haber duda de que... el evangelismo al aire libre continuó a través de los dos primeros siglos». El escritor pagano Caecilius, un contemporáneo de ese tiempo, informó que los cristianos eran «callados en público pero habladores en las esquinas». Esto también significa que en los tiempos de crisis y enfermedad, sus vecinos, los que habían aprendido a confiar en ellos, se sentían abiertos a acudir a los cristianos en busca de ayuda. El profesor de la misión bautista John Mark Terry, en su libro Evangelism, a Concise history (Evangelismo, una Historia Concisa), reflejando el pensamiento de nuestro tiempo presente, ve al evangelismo como algo factible, por lo tanto reinterpreta la Biblia y la historia desde esa perspectiva diciendo: «A cualquier lugar que Jesús fue, presentó el evangelio». La visión del evangelismo que presenta Terry está llena de «palabras evangelísticas clave» y metodologías: tocar, testificar, compartir, ministrar, predicar, contar las buenas nuevas y evangelizar. Incluso llega tan lejos como para decir que «Jesús usaba diferentes métodos evangelísticos». Debemos tener cuidado de no reinterpretar la historia de la iglesia leyéndola a través de las gafas de los métodos y estilos actuales de «evangelización». Jesucristo, al igual que su Cuerpo, la iglesia, no sólo tenía un mensaje: Él era el mensaje. Él no tenía el evangelio: Él era el evangelio.

El evangelio no es una serie de doctrinas, sino un estilo de vida redimido que refleja las cualidades de Dios. Lo que hicieron los primeros cristianos no fue tener un «estilo de vida evangelístico» conforme a un método probado. Más bien, su vida diaria normal tenía unas implicaciones evangelísticas inherentes, conforme a un Dios amante y compasivo. Sin misiones Georg Kretschmar señala que «el reclutamiento a la fe nunca se institucionalizó, la congregación no se organaba para las misiones». El impacto que tuvo la iglesia como entidad fue tan fuerte que la mayoría de los primeros cristianos ni siquiera oraban por la conversión de los paganos, sino que, de acuerdo con Yves Congar, un erudito dominicano, oraban por la prosperidad y la paz de la gente. Hay, dice Norbert Brox, una «ausencia sorprendente en cuanto a pensar o hablar sobre las misiones». La razón de esta «ausencia» es la misma que la «ausencia» de evangelismo: la iglesia en sí misma era la misión. Los «viajes misioneros» de Pablo y sus compañeros no se entendieron como «misiones», ni siquiera por su parte, esta expresión surgió siglos después como el título de los dibujos de los mapas del Mediterráneo en los apéndices de las Biblias. Pablo estaba simplemente haciendo un ministerio apostólico y profetice, y así mismo hizo la iglesia que había sido establecida y surgió a través de este ministerio. Ya que la iglesia era la misión, no enviaba «misioneros» especiales, sino que se enviaba a sí misma, en la forma de unidades multiplicables, unidades embriónicas de dos o tres de una iglesia local, que portaban la visión y el virus de la iglesia, dispuestos a infectar todo lo que tocase. No tenían cultos de adoración atractivos Aunque la iglesia de Corinto todavía estaba abierta a los visitantes, desde la primera mitad del siglo en adelante no se invitaba a paganos o incluso no eran admitidos en las reuniones cristianas. Después de la persecución bajo Nerón a mediados del siglo I, la mayoría de las iglesias cerraron sus puertas a los visitantes. Una de las funciones de los diáconos incluso parece haber sido la de un «portero eclesiástico», la típica persona musculosa que hoy en día permanece a la entrada de los clubs y los bares para evitar, si es necesario por la fuerza, que entres personas no deseadas. Tenían que filtrar los lobos de las ovejas, como explica el «Testamento de Nuestro Señor», un documento de mitades del siglo VI al describir las funciones de los diáconos. Pablo previene a los gálatas de que «los falsos hermanos, introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús» (Gá. 2:4). Las reuniones de comunión de los cristianos no tenían la intención de ser atractivas para los visitantes, por no estar diseñadas para ello. El Obispo Cipriano a mediados del siglo III en Cartago compara la iglesia con el huerto cerrado de Cantares (4:12). Incluso a un catecúmeno, alguien que estaba bajo enseñanza bíblica diaria con un instructor, se le despedía antes de que los cristianos realizaran sus ritos secretos, las oraciones, el beso santo, los bautismos y la cena del Señor. Los cristianos eran verdaderamente lo que Celsus, un crítico de la iglesia primitiva describió como una «sociedad secreta». Nunca se menciona la adoración en el Nuevo Testamento como la razón por la que los cristianos se reunían y ciertamente no consistía en cantar algunas canciones. La adoración consistía en un estilo de vida sacrificial y obediente: esto ciertamente involucraba en ocasiones cantar, pero sólo porque toda la vida está adorando. Abraham sabía esto muy bien, y cuando se dirigía al monte de Moriah para sacrificar a su hijo Isaac, le dijo a sus sirvientes que esperasen porque iba a «adorar» (Gén. 22). Fuera de la corriente principal

Los cristianos de los primeros siglos muchas veces se llamaban a sí mismos paroikoi (1 P. 2:11), extranjeros residentes. Lo que pensaban de sí mismos es que no eran colonos o ciudadanos obedientes con una influencia religiosa especial, sino una «colonia de alienígenas», que estaban en casa en cualquier lugar donde se encontraran, pero que en realidad no estaban totalmente en casa en ningún lugar. Cuando las personas se hacían cristianas se «convertían a la marginalidad», como dice el brasileño Eduardo Hoornaert. En lugar de ser parte de la corriente principal de la sociedad eran parte de una contracultura, una antisociedad, secreta y misteriosa para muchos, leal a «otro Rey», una tribu espiritual particularmente diferente. Pablo se describe ante Félix como «un seguidor del Camino, que ellos llaman secta» (Hch. 24:14), y se le conocía como el «líder de una secta» y un «provocador de disensiones» (Hch. 24:5). ¿Entonces por qué y cómo se hacía cristiana la gente? Si no era a través de programas de evangelización sistemáticos, misiones e invitaciones a cultos de adoración atractivos, ¿cómo se hacía cristiana la gente? Y si hacerse cristiano significaba unirse a una sociedad marginada y secreta, poniendo en peligro el prestigio social de uno y con muchas posibilidades de terminar como un candidato a la muerte, ¿por qué las personas querían hacerse cristianas? Miremos ahora algunas de las razones históricas por las que un gran número de personas decidieron unirse a la iglesia. Quizá encontremos aquí pistas que nos ayuden a desarrollar algo similar en la actualidad. De nuevo no deberíamos caer en la trampa de copiar los métodos históricos que están enmarcados en una época y situación diferentes, sino aprender de los principios subyacentes y aplicarlos de forma creativa y flexible en las culturas y grupos étnicos de hoy en día. Más allá del hecho de que los cristianos vivían sus vidas cristiansas en iglesias en las casas orgánicas y fácilmente multiplicables, capacitados y guiados por los cinco ministerios (Ef. 4:11), algunas de las razones principales por las que la gente se hacía cristiana en los tiempos antiguos, de acuerdo con numerosos estudios histíricos realizados por Alan Kreider y otros, son los que siguen a continuación: 1. Curiosidad Muchas iglesias en la actualidad tratan de ser atractivas para el mundo, le dan la bienvenida a los visitantes con caramelos y tarjetas, y ponen carteles en la entrada que rezan «¡Todos bienvenidos!». Realizan campañas evangelísticas de todo tipo y tamaño, tratando de atraer a los de afuera a la iglesia, y por regla general tratan de ser, cómo mínimo, sensibles a los buscadores, sino enfocados en ellos. Las iglesias primitivas funcionaban con dinámicas diferentes. Una de ellas era la insaciable curiosidad de la gente. La gente es aventurera y curiosa por naturaleza, tratando «ir donde nadie ha ido antes». Muchas personas en la actualidad se preguntan por qué siguen floreciendo movimientos ocultistas las sociedades secretas, como las masonerías. La respuesta es que apelan al instinto básico de la gente de ser parte de un grupo exclusivo, por lo cual los seres humanos son capaces de pasar casi por cualquier tipo de rito de iniciación. Jesús sabía esto, y usaba una especie de estilo de comunicación dual, uno para los de dentro, y otro para los defuera: «Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba» (Mt. 13:34). Parece que este mismo patrón continuó en la iglesia: predicando a los de afuera, enseñando a los de dentro. Jesucristo se mostró muy firme al usar esta forma de

comunicación: «A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan» (Le. 8:10). Incluso cuando habló sobre la «puerta estrecha» se creó una curiosidad insospechada y un entusiasmo casi febril entre muchos por conocer el misterioso mensaje y movimiento de Jesús. ¿Sabían ellos algo que nosotros no conocemos? Cristo sabía que el «misterio del evangelio» no es como «perlas que se echan a los cerdos», sino algo que se debe descubrir, buscar, y sólo entonces encontrar por revelación. La gente no era admitida en las iglesias a la ligera, y este hecho encendía e intensificaba su interés. Si le digo a mi hijo de cuatro años de edad que no abra un cajón bajo ninguna circunstancia, una vez que yo salga de la habitación, sé proféticamente a que lugar se dirigirá mágica e irresistiblemente: el cajón prohibido. En la actualidad a veces corremos el peligro de poner respuestas en la boca de personas que ni siquiera han hecho las preguntas adecuadas, y de no permitirles que tengan una verdadera curiosidad. Jesús se describe a sí mismo como el agua de vida, y a los discípulos como la sal de la tierra. Si la gente come sal, le hará tener sed, incluso si no la tenían antes. Si las personas todavía no están sedientas del agua de vida, dales de comer sal. Entonces tendrán sed, y beberán. 2. Perseverancia en medio de la persecución y el martirio La primera ocasión en la que muchas personas de los primeres siglos pusieron sus ojos en verdaderos cristianos fue cuando les vieron morir. Muchos creyentes fueron crucificados, atacados por bestias salvajes, abrasadas sobre que tiene sillas de hierro al rojo vivo, o simplemente quemados. Su humildad, paciencia, y en ocasiones demasiada resistencia para aquellos espantosos tormentos fue médicamente inexplicable; su amor unos por otros, dándose mutuamente el beso de paz, un signo revolucionario antes de ser ejecutados de una sociedad obviamente secreta, era evidente para todos. Los que les guiaban en su camino a la muerte a menudo decían: «¡Hay un poder entre ellos!». El hecho de que estaban dispuestos a morir por sus creencias hizo que muchos desearan secretamente creer en aquello tan poderoso. Como resultado, más personas se fascinaban, su curiosidad crecía más y fueron atraídos a la iglesia. Se ha dicho en muchas ocasiones, «la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia». Un cristianismo que tiene algo por lo que morir tiene un atractivo poderoso para la vida. 3. Exorcismos Cuando Jesucristo ejerció autoridad sobre los espíritus malignos y a continuación les dijo a los discípulos que «echaran fuera demonios» (Mt. 10:8), sus primeros seguidores escucharon atentamente, e hicieron lo que les dijo. En los primeros siglos, que muchos describen como «una era de ataduras, adicciones y compulsiones dañinas» (lo cual no difiere en gran medida de nuestros días), la libertad y plenitud de la vida en Cristo no podía permanecer oculta por mucho tiempo. Como portavoz de muchos, Ireneo señaló a la función «evangelista» del exorcismo: «Aquellos que han sido limpiados generalmente creen en Cristo y se unen a la iglesia». En una era en la que había competencia a la hora de hacer milagros, el Dios cristiano y esta poderosa «desintoxicación espiritual» en el nombre de Jesús parecían ser más fuertes y profundas que la influencia de otros dioses. El Catedrático Justino de Roma, escribiendo alrededor del año 150 d.C., describe cómo los cristianos ayudaban a otras personas casi de forma sistemática a renunciar a los demonios, y les veían siendo liberados de la opresión espiritual mayormente en cuatro áreas: sexo ilícito, magia, aumentar las fortunas privadas, y el racismo violento. Los primeros cristianos veían a los

que practicaban el sexo fuera del matrimonio, que acumulaban grandes fortunas para su propio beneficio, que estaban involucrados en el ocultismo, o que eran violentos con los extranjeros, como personas atadas demoníacamente que necesitaban la ayuda de Jesucristo para ser liberados de aquellas fuerzas espirituales avasalladoras que estaban más allá de cualquier control humano conocido. Cuando la iglesia dejó de enfocarse en estos ministerios en los siglos siguientes, dejaron un gran hueco. Quizá sea necesario que se llene de nuevo con el único organismo en la tierra llamado y dotado para ello: la iglesia. 4. Encontraron el Camino de vida Los cristianos creían que eran el instrumento de Dios para hacer un mundo nuevo, y no sólo encontraron la razón correcta y el camino para morir, sino también la forma correcta de vivir. Antes de que se les llamara cristianos, se les conocía como los seguidores del Camino. Esto se debió a dos razones: Jesús dijo «Yo soy el Camino»; y obviamente los cristianos encontraron el camino de vida. La forma en la que organizaron y estructuraron sus vidas se llamó la iglesia. Cuando un cristiano susurraba a un pagano «¡he encontrado el camino de vida!», no era ofensivo, sino misterioso y hasta atractivo en una época en la que la gente, de algún modo, era consciente de que algo andaba mal en sus vidas. Además, los cristianos tenían un estilo de vida comunitario, socialmente inclusivo como ningún otro grupo en la historia antigua. Compartían las bendiciones materiales con los que tuvieran necesidad a través de un fondo común. Incluso solían acoger a bebés abandonados a la muerte en los basureros, y los criaban como propios; o se ofrecían para cuidar a las víctimas de las plagas, poniendo en peligro sus propias vidas para gran asombro de sus contemporáneos. A los ojos de una sociedad materialista, o estaban locos o eran unos santos. Eran amigos accesibles y en los que se podía confiar y consejeros para cualquiera. Esto era especialmente cierto respecto a las mujeres, quizá por su habilidad de escuchar a las personas y permanecer atentas a sus preguntas. Agustín escribió casi avergonzado a un grupo de hombres: «Oh ustedes hombres, sus mujeres les sacan ventaja con facilidad. Es su presencia en un gran número la que hace que la iglesia crezca». Los cristianos eran conscientes de que la vida en sus «comunidades libres» era notable. Es la «belleza de la vida lo que hace que los extraños se unan a nuestras filas», escribió uno de ellos. Podían decir con todas las de la ley: «No hablamos de grandes cosas, las vivimos». Ésta es la razón por la que los líderes de la iglesia primitiva prestaron mucha atención a la calidad de la comunión, el amor y las relaciones entre todos, porque sabían que era una de las razones más importantes por las que las personas se acercaban a Cristo y eran salvas. 5. Las enseñanzas y persona de Jesucristo Un líder cristiano africano de la actualidad dijo acerca de los misioneros que conocía: «Vienen a predicarnos el evangelio, ¡pero no nos muestran cómo vivirlo!». En palabras de Alan Kreider, muchos cristianos primitivos estaban convencidos de que 1as conversiones empezaron no tanto al nivel de las creencias, sino al del estilo de vida». Sólo una persona que quería cambiar su estilo de vida estaba lista para el evangelio. De esta manera, una de las formas más persuasivas para que la gente fuera atraída a la iglesia fue las enseñanzas y persona de Jesucristo. Su Sermón de la Montaña no se entendió tanto como un sermón o un ideal moral, sino como una ética divina, una guía celestial para vivir. Los paganos de todas las edades se vieron poderosamente atraídos a Jesús y sus enseñanzas. Ninguna otra enseñanza de Jesús se repitió más que el mandamiento de amar a los enemigos. Aquellas palabras eran tan maravillosas que te hacían llorar o reír. La iglesia no se predicó a sí misma, predicó a Cristo al anunciar sus

enseñanzas y al ponerlas en práctica en su estilo de vida. El descarrilamiento de la iglesia La iglesia del Nuevo Testamento fue una familia orgánica, relacional y espiritual, que se multiplicaba a sí misma. Pero incluso antes de su muerte, Jesucristo advirtió a sus discípulos en cuanto a los engaños, los falsos profetas y los falsos cristos que tienen un propósito en común: engañar y descarrilar a los elegidos. Es natural que se piense en este engaño como parte de un terrible futuro, que sucederá a otros, no a nosotros. Sin embargo, Pablo, Pedro y Judas nos previenen de la inmediatez de los hombres impíos, los falsos maestros y profetas, que se muestran como ángeles de luz. No se cohibieron en sus palabras, sino que incluso maldijeron por anticipado a los que harían esto (Gál. 1:8, 9; 2 P. 2:1; Jud. 3-6). Tengo la terrible sospecha de que este engaño bien pudiera haber sucedido ya en proporciones globales por medio de lo que se ha llamado «Cristiandad», una mala caricatura y una versión condenada del cristianismo. Quizá lo peor sobre lo que Cristo predijo es ya una realidad, y tenemos que estar preparados para una situación puede que peor. Pero esto también significa que puede que actualmente estemos en el apogeo de muchas estructuras que ya se han descarriado e institucionalizado. Incluso si queremos ser hijos fieles de nuestras iglesias madre, automáticamente tendremos que hacernos parte de un movimiento tradicional que puede que saliera mucho tiempo atrás de otras corrientes que, así mismo, surgieron de otros movimientos del pasado que ya se habían descarriado. Si el río ha encontrado su curso una vez, es muy difícil cambiarlo. Sin embargo, nuestro compromiso más importante como cristianos es con el Dios del futuro, no con la historia del pasado. Rick Joyner, un maestro profetice de EEUU, lo dijo de esta manera: Muchos tienen que darse cuenta de que no tienen que nacer de la madre (iglesia), sino nacer de verdad del mismísimo Padre celestial. Una revolución silenciosa «Yo soy la luz del mundo», dice Jesús. Oscurecer la luz del mundo significa oscurecer el mundo. Y así es como se volvió oscuro el mundo. A la edad media se le llama la edad oscura. Si allí fue cuando la iglesia descarriló, merece la pena regresar allá en la historia para observar algunos de aquellos accidentes eclesiásticos. ¿Cómo pudo suceder? Los historiadores están de acuerdo en que pudo comenzar con la amenaza y el cambio de la enseñanza apostólica sobre el arrepentimiento, la santidad, el pecado, los bautismos y la deidad misma. Uno de los primeros intentos de hacer una diferencia no bíblica entre el «creo» y los «laicos» lo realizaron los nicolaítas, un grupo que enfatizaba la diferencia entre «los laicos que escuchan y los hermanos que ministran». Ellos tomaron como referencia a Nicolás, que fue uno de los primeros siete diáconos de la iglesia (Hech. 6:5), más tarde, influenciados por el dualismo griego, que derivó en el desarrollo de la doctrina de los «nicolaítas» (Ap. 2:6), que el Cristo resucitado dice que «aborrece». La palabra nicolaíta en griego está compuesta por dos partes. Nikao significa conquistar, estar por encima de otros, y laos significa personas normales. «Un nicolaíta es alguien que conquista a las personas corrientes, que está por encima de los laicos», dice Watchman Nee en su libro La Ortodoxia de la Iglesia. «La conducta de Ponerse por encima de los creyentes normales como una clase mediadora es lo que el Señor detesta y aborrece». El concepto de una casta especial de clero ya es evidente en las dos cartas de Clemente de Roma (alrededor del año 100 d.C), y convertir al obispo en la cabeza auto-crática de la iglesia local se ve ya en las cartas de Ignacio de Antioquia en Siria (entre los años 110 y 117 d.C.). A continuación se reintrodujeron dos fuerzas poderosas en el cristianismo: la moral y la

religión. La primera introdujo una serie de patrones de comportamiento, una serie de leyes por las que vivir. La segunda puede que empezara con el crucifijo, comenzando a persignarse o santiguarse para espantar algún espíritu malo, o con algunas velas «inofensivas» por aquí y algún incienso por allá. Pero en realidad no es inofensivo. Llevó al cristianismo a los patrones religiosos del mundo, completándolo con ídolos, amuletos, ritos religiosos y sacerdotes. Desde entonces se sucedieron rápidamente una serie de desviaciones de las enseñanzas originales de Jesucristo y los apóstoles. Las primeras «innovaciones» fueron la veneración de los santos (generalmente martirizados), y la separación de la cena del Señor como una manera significativa y profética de comer juntos en la presencia de Cristo de la «fiesta de amor ágape», hasta llegar a la eucaristía, una cena social y una función religiosa con un alto contenido simbólico. De acuerdo con Peter H. Davis en su artículo «La Iglesia en la Casa», en la segunda mitad del siglo I, documentos como la Didaché o el Canon de Hipólito muestran que la cena del Señor no estaba «añadida» a una cena real, sino que era una cena real. Sin embargo muy pronto las «fiestas de amor ágape» llegaron a ser solamente algo social y se abandonaron, mientras que la eucaristía en su forma simbólica (sin comida de verdad), se convirtió en la forma aceptada de celebrar la cena del Señor. Basado en el miedo, no en la fe Los verdaderos mayordomos y padres espirituales en el reino de Dios eran y son capacitados con el don sobrenatural de la fe que le hace posible creer verdaderamente que Dios todavía está en control, incluso aunque ellos no lo estén. Son capaces de vivir esta tensión saludable de la incertidumbre y lo impredecible de lo que pasará a continuación en la relación con Dios y su pueblo, porque su fuerza no está en entenderlo todo, sino en confiar en Dios. Muy pronto, la iglesia comenzó a ceder por la presión de sentirse segura. Alrededor del año 150 d.C., por ejemplo, la «teología académica» se introdujo como un sistema de interpretar las Escrituras y defenderlas de las herejías como el gnosticismo. Rápidamente el sistema de defensa se convirtió en algo más importante que el mensaje que defendía. Los movimientos carismáticos más tempranos como el montañismo crearon más problemas, porque algunos de sus miembros no fueron fáciles de controlar y empezaron a formar facciones en la iglesia y a atraer personas hacia líderes carismáticos independientes. Para defender la verdad y la iglesia contra esto, la iglesia se enfocó con fuerza en el dogma y el credo, y pusieron mucho cuidado en quién era capaz de realizar el ministerio y quién no. Resumiendo, trató de ejercer un control mayor, para evitar más daños. La motivación era correcta, pero el método no. El control es la consecuencia natural de una falta de confianza; proviene del miedo, lo opuesto de la fe, y lleva a la gente a construir un sistema que se asegure de que nada puede ir mal, a al menos de minimizar el peligro y la apostasía. Como resultado, la iglesia se centró más en rituales «seguros», fórmulas «correctas» y liturgias «aprobadas», y trató de convertirse en impermeable e infalible. Como una consecuencia de esto, la iglesia rápidamente cayó en las manos de teólogos guardianes entusiastas, policías de la fe y una nueva versión de «obispos», figuras reales que dejaron de ser los siervos más humildes y sencillos ancianos para convertirse en figuras principales notables e importantes ministros religiosos con el aura de autoridad que inspira temor para mantener al rebaño junto y a los problemas afuera. Una vez más un Saúl humano reemplazó a Dios como el rey del pueblo de Dios. Esos «reyes» espirituales fueron capaces, en el poder de personalidades carismáticas que ellos dominaban, alterar doctrinas e introducir cualquier cantidad de interpretaciones personales y subjetivas como una nueva enseñanza, un nuevo dogma; y una gran parte de la iglesia se fue

con ello. Tan pronto como el año 220 d.C, Orígenes introdujo la doctrina del bautismo de niños en Alejandría. Esto no sólo llegó a convertirse por el año 416 d.C. en una norma general para las iglesias de occidente, sino que afectó a la manera en la que la iglesia realizaba el «evangelismo» y de iniciar a la población en general en el sistema de la iglesia, una práctica que se puede equiparar a vender un seguro espiritual para la vida eterna a padres ignorantes de la Biblia, pero religiosos y piadosos, que temían por sus hijos y sencillamente tenían que confiar en los especialistas religiosos de su tiempo. La profesionalización de la iglesia bajo Constantino Cuando el Emperador Constantino se convirtió al cristianismo en el año 312 d.C., y en su Edicto de Milán hizo del cristianismo una religión del estado, los creyentes, cansados por siglos de persecución le proclamaron como un salvador, se relajaron y experimentaron el que fuera probablemente el mayor descarrilamiento de la historia. Después del 312, en la iglesia se hizo algo muy profesionalizado: se aprobaba a los sacerdotes y se les «autorizaba» a celebrar bodas y otras funciones religiosas en una forma pública cada vez más profesional, y la iglesia experimentó la dudosa bendición de equiparse con una casta mediadora entre sí y Dios. La iglesia tenía que «adaptarse al rey» y su corte, y esto significaba catedrales, no casas ordinarias. De esta forma, no sólo surgió la gran división entre el clero y los laicos, sino que fue aprobada, institucionalizada, sellada y protegida por el estado, un error que ha costado la vida de millones de mártires hasta el día de hoy, asesinados a manos de soldados seculares instigados por los defensores del cristianismo «organizado y registrado apropiadamente». La Iglesia había aceptado de buena gana el cambio de una secta perseguida a una religión prescrita por el estado, y perdió en el proceso su poder profetice sobre las costumbres sociales, culturales y los hábitos paganos porque ahora estaba casada con el sistema que autorizaba y protegía todo esto. La iglesia perdió su identidad como contracultura profética, sobrenaturalmente distinta de los patrones de este mundo, y se convirtió en una parte más del sistema. Como resultado, tanto el estado como la iglesia estaban atrapados. El estado perdió su dirección porque se había tragado el faro y la brújula, y la iglesia se emborrachó del poder político. Prohibiendo la iglesia en las casas En todo este proceso resalta un hecho en particular: en el año 380 los obispos Teodosio y Graciano ordenaron que solamente debía haber una iglesia ortodoxa reconocida por el estado y una sola norma de fe, el dogma ortodoxo. Se obligó a cada ciudadano romano a hacerse miembro y aceptar la creencia en la lexfidei, la ley de la fe. Se prohibió cualquier otro grupo o movimiento, incluyendo a los que se reunían en hogares. Esto significó el final legal de la iglesias en las casas. Esta ley puso las normas al revés. Hasta la norma de Severo en el año 222235, el gobierno no permitía los edificios para iglesias, y la única manera en la que se reunían los cristianos era en las casas. Pero, a partir del 380, empezar una iglesia en una casa significaba que se estaba quebrantando la ley y te convertía en un criminal. Había comenzado, pues, una nueva era: la persecución de la iglesia en el nombre de la «iglesia». Resucitando el modelo de culto al estilo de la sinagoga Al igual que la Mishnah judía permitía a diez varones judíos formar una sinagoga, los cristianos han heredado su modelo de culto de las sinagogas judías, no el templo, dice el Dr. Met Castillo. El maestro judío Rabino witz ha identificado cinco elementos en el culto de la sinagoga: invitación a adorar con himnos y una llamada formal a la adoración; oraciones y peticiones; una lección de las Escrituras; y conclusión con bendiciones. Según el culto cristiano se iba haciendo

más y más formal en los edificios llamados iglesias (en vez de las iglesias en las casas), después de Constantino, se había resucitado y heredado el modelo básico de la sinagoga judía, con el añadido de recitar el credo. De esta manera, la iglesia regresó a los modelos ritualistas y legalistas de culto que permanecerían casi sin cambio durante los siguientes siglos, y se convirtió en estilo de reunión aceptado y sacrosanto para los cristianos. El movimiento Prisciliano Prisciliano era un noble español del siglo IV que se levantó de inmediato contra la religión estatal y sacerdotal. Este hombre consagrado a Dios comenzó un gran movimiento laico en España y Francia. A él se le unió un número considerable de obispos y sacerdotes. Se reunían en pequeños grupos llamados «hermandades» en las casas normales en las que solamente los convertidos y bautizados podían participar. A la iglesia ortodoxa no le gustó esto y asesinaron a Prisciliano y seis de sus amigos en Trier. A través de este martirio, se convirtieron en precursores de otros movimientos de reforma similares como los Bo-gomilianos, Petrobusianos, Paterenianos, Waldenses, Lollardos y otros. Los celtas No hay regla sin excepción, e incluso la edad media produjo algunas de las obras teológicas y movimientos cristianos más maravillosos de todos los tiempos. Uno de los hechos históricos que a menudo se pasa por alto es que realmente no fue la Iglesia Católica Romana la que convirtió a Europa, sino los celtas. Era un pueblo bárbaro en su origen que más tarde se convirtió en cristiano, relacionado con los gálatas de Asia Menor y los galos franceses, que se extendían desde las regiones más altas del Danubio hasta Portugal y más tarde sobre Inglaterra e Irlanda. No sólo produjeron apóstoles fuertes, como Patricio de Irlanda que inició uno de los movimientos nacionales mas estratégicos de todos los tiempos en el establecimiento de iglesias, sino que también enviaron apóstoles como Gallo a Suiza y Bonifacio a Alemania. Entre los siglos VI y IX las doctrinas y valores papales de la Iglesia Católica Romana fueron desplazando a los celtas gradualmente, muy a menudo a través de la fuerza política. Pero los celtas hicieron muchas fuentes de aguas espirituales frescas para nutrir las tierras de Europa. Como Roger Ellis y Chris Seaton sugieren en su libro The New Celts (Los Nuevos Celtas), ya que esas fuentes se han llenado con el fango y la tierra de la historia, sería valioso limpiarlas y renovarlas para el futuro de Europa. El camino hacia abajo Éstas que hemos visto fueron las excepciones de los primeros siglos después de la conversión de Constantino: la realidad espiritual de aquellos días no era tan cautivadora. Los días en los que el tren de la cristiandad corría seguro por las vías profética y apostólica con una meta clara en mente, habían quedado muy atrás. De ahí en adelante la iglesia se dirigía al desierto. Fue un tiempo en el que de alguna manera se puede comparar a la anarquía espiritual que prevalece en algunos países de la actualidad, en los que la gente en realidad creen en cualquier cosa, siempre y cuando no esté en la Biblia. Las palabras de Jesús, «dejad que los muertos entierren a sus propios muertos», quedaron en el olvido. Por el contrario, la Iglesia orgu-llosamente hizo cementerios junto a sus edificios «santos» donde la gente pensaba que sus restos mortales estarían a salvo de los monstruos y los dragones de las profundidades. Esta práctica se vio alimentada por la creencia de que Dios habita de forma especial en edificios religiosos. El Concilio de Éfeso (431) proclamó el culto a María

como madre de Dios. Leo el Grande se nombró a sí mismo Obispo de Roma (440), y César Valentiano (445) confirmó su posición como el líder espiritual de todo el imperio occidental. Alrededor del año 500 los sacerdotes empezaron a usar una forma de verter común. Con Justiniano (527-565) la iglesia se convirtió verdaderamente en una iglesia regulada por el estado: todos los sacerdores se convirtieron en funcionarios públicos. Tan pronto como en el año 607, después de la caída del imperio romano, Bonifacio III fue el primer obispo en adoptar el título de «Papa» en la Iglesia Católica Romana. Anteriormente, este título, Pontifex maximus, significaba «gran constructor de puentes», y lo usaban los emperadores de Roma para describirse como los más altos sacerdotes y dioses del imperio romano. Algunos pasos más hacia la oscuridad fueron:       

      

709 Se introduce besar los pies del papa. 786 Se desarrolla la adoración de imágenes y reliquias. 850 Se usa por primera vez el agua bendita. 995 Canonización de los santos muertos. 1079 Se instituye el celibato de los sacerdotes. 1090 Se adoptan los rosarios para orar provenientes de varias religiones paganas. 1184 Comienza la inquisición, la policía de la fe: millones de judíos y brujas (y más tarde, después de la Reforma Protestante, también los cristianos protestantes) mueren a manos de la Iglesia de Roma. Se establece oficialmente por el Papa Inocencio IV en 1252. Las iglesia reformadas se unirían más tarde al mismo espíritu. 1190 Se instituye la venta de indulgencias, el perdón de la pena de los pecados a cambio del pago de dinero. 1215 Se declara la transubstanciación del pan y el vino: estos elementos cambian de manera sobrenatural y se transforman realmente en el cuerpo y la sangre de Jesús en la encarnación del sacerdote. 1229 Se declara la Biblia demasiado santa como para que la gente normal la lea y se prohíbe para los laicos. 1414 Se prohíbe participar del cáliz a los laicos. 1439 Se decreta la doctrina del purgatorio. 1439 Se afirma el dogma de los sacramentos. 1545 Las enseñanzas tradicionales de la Iglesia Católica Romana alcanzan la misma autoridad que la Biblia en el Concilio de Trento.

La inquisición Como consecuencia natural, aunque radical, de la decisión que tomaron Graciano y Teodosio en el año 380, surgió la sangrienta Inquisición, una organización religiosa y política a modo de «policía de la fe» cristiana que mató a millones de protestantes a manos de católicos, al igual que un poco más tarde, los llamados «anabaptistas» morirían a manos de los protestantes. Después de vencer al reino islámico en Granada en 1492, la Inquisición encontró otro grupo al que dar caza: los moriscos, moros islámicos que se habían convertido al cristianismo. Los judíos eran perseguidos y asesinados casi por todos, ya que se les yeía como los «asesinos del Hijo de Dios». No fue hasta el 22 de junio de 1998 que el Vaticano, bajo la dirección del Cardenal alemán Joseph Ratzinger, abrió sus extensos archivos sobre la Inquisición en el Palacio del Santo Oficio en Roma, donde estaba documentada la sangrienta actividad de la persecución y el asesinato de los herejes en no menos de 4.500 volúmenes de gran tamaño. «Nos preocupa la

verdad, y éste es un acto propio de limpieza», dijo el Cardenal Achule Silvestrini. Sin embargo, se cree que esos 4.500 volúmenes representan mucho menos que una tercera parte del material original, el resto del cual se perdió. En palabras de la revista alemana Der Spiegel (23/1998), «la inquisición husmeó con mucho cuidado a cualquiera que oliera incluso lo más mínimo a herejía». Cualquier material escrito que se considerara peligroso se incluyó de inmediato en el Index Additus Librorum Prohibitum, la lista negra de los libros prohibidos y donde, era posible se quemaron. La Inquisición fue especialmente cruel en España, donde tan tarde como en el año 1826,18 años después de que José Bonaparte, un hermano de Napoleón, declarara la Inquisición ilegal, tuvo lugar el último ahorcamiento de un «hereje» en Valencia. Esta persecución religiosa fue de la mano de una increíble caza de brujas, y podemos imaginar el júbilo de Satanás al ver a mujeres convertidas bíblicamente y a líderes de iglesias en las casas siendo quemados por la iglesia en el nombre de la brujería. La inquisición en Alemania fue igualmente cruel y despiadada. Cuando, por ejemplo, el reformador Jan Hus murió en la hogera en Konstanz en 1415, los «Padres del Concilio», simplemente se reían. La Reforma Lutero dijo en Worms, en 1521, algunas de las palabras más increíbles y jamás oídas para sus contemporáneos: «No creo en el Papa ni en los Concilios de la iglesia. Es un hecho que se han equivocado en muchas ocasiones. Yo soy un prisionero de la Palabra de Dios>> E1 monje Martín Lutero, más de 1.100 años después de que muriera la primera ola enérgica de iglesias en las casas, fue capaz de redescubrir el pulso del evangelio, la salvación por la fe y la gracia, y la centralidad de las Escrituras. Su descubrimiento fue como una bomba que rompió el muro teológico, y preparó el camino para la subsiguiente reacción en cadena de temas que habrían de reformarse. Otros reformadores como Zwinglio, Melanchthon, Calvino, Juan Knox y otros, comenzaron a promover la traducción de la Biblia y a que el hombre corriente la usara, y por lo tanto se tradujo la Biblia del latín (el lenguaje del clero profesional) a 14 idiomas populares en primer lugar, para luego alcanzar las 40 lenguas por el año 1.600. Si fue posible que la verdadera esencia del evangelio (salvación por fe, justificación por gracia), quedara oculta bajo la arena de la historia, ¿qué no pasaría con el resto? Si podemos errar gravemente en los asuntos centrales y primordiales, ¿podemos también habernos equivocado en otros asuntos menores? El hecho de que se puso de nuevo la Biblia en las manos de la gente común comenzó lo que yo llamo la historia del redescubrimiento: el punto crucial en el que la Iglesia comenzó a surgir de nuevo de la oscuridad, escapando de su propia presión estructural y redescubriendo, paso a paso, las verdades y las prácticas olvidadas hacía mucho tiempo, incluyendo las iglesias en las casas como forma orgánica de la iglesia. «El tercer orden de reunión» de Martín Lutero En el libro de Lutero Vorrede zur Deutschen Messe (su prefacio a la Misa Alemana y el Orden de la Reunión), publicado en 1526, distingue tres «órdenes de reunión»: La misa latina, una reunión para todos en latín que Lutero diseñó en especial para los jóvenes (el latín era el lenguaje cosmopolita, el «inglés» de aquel tiempo); la misa alemana, una segunda liturgia pública en alemán; y una tercera reunión de culto acerca de la cual escribió: El tercer tipo de reunión debe ser un orden verdaderamente evangélico y no debe realizarse en lugares públicos para cualquier tipo de personas. Sino que los que quieren ser cristianos en serio y profesan el evangelio con sus manos y bocas deben poner sus nombres en una lista y reunirse aparte en

una casa para orar, leer, bautizar, recibir los sacramentos, y realizar otras tareas cristianas.

Lutero incluso vio la necesidad de un culto estilo celebración, que atrajera las masas, como tener un «culto de adoración al aire libre entre los paganos y los turcos. Estoy contento si haces sonar todas las campanas, tocas todos los órganos y trompetas y cualquier cosa que suene fuerte», escribió. Por desgracia, Lutero nunca tuvo la oportunidad de poner en práctica esta reestructuración revolucionaria de la iglesia en células y celebraciones. La historia de la Iglesia incluye una larga lista de intentos abortados prematuramente de restaurar la estructura de iglesias en las casas. Fallaron en un punto u otro, como muchos que siguieron el ejemplo de Lutero, descubrieron por sí mismos. Lutero dijo acerca de su propio fracaso en implementar la estructura de las iglesias en las casas: «Pero en este momento, no puedo ni deseo empezar este tipo de congregación... porque no tengo la gente apropiada para ello, no veo a muchos que están dispuestos. Pero si se me pidiera hacerlo y no pudiera rehusar con una buena conciencia, haría gratamente mi parte y ayudaría lo mejor que pudiera». El Dr. Martín Lloyd-Jones dice que el verdadero problema con la indecisión de Lutero al respecto era un «espíritu de precaución, consideraciones políticas, una falta de fe en las personas de sus iglesias y el miedo a perder el movimiento para los anabautistas». Después de 1526, Lutero cambió su idea y volvió casi a las mismas formas de culto de los Católicos Romanos, cediendo a las presiones de las autoridades civiles. Incluso él mismo es responsable de varios miles de martirios de cristianos que no estaban de acuerdo con sus enseñan, la contribución de Lutero al espíritu de la Inquisición. Desde 1530 mantuvo la postura de que cualquier cristiano que predicara o enseñara la Palabra de Dios sin ser un pastor debía ser entregado a la muerte, incluso si la enseñaban correctamente. Pero Lutero no está contento con sus logros. Al final de su vida escribió: «Apenas se encuentra un verdadero cristiano entre miles. Somos casi paganos con nombre de cristianos». En este sentido, Lutero fue como Calvino, que entre otras innovaciones, trató de obligar a cada ciudadano de Ginebra a asistir a los cultos o, en su defecto, a pagar una multa de tres Batzen; o, finalmente a ser excomulgado. Reformaron el contenido, pero no la forma del cristianismo. «No se decidieron a romper las formas o estructuras de la Iglesia que estaban en vigor desde los tiempos de Constantino», escribe el profesor de Biblia Visser't Hoft. El movimiento apostólico de Schwenckfeld Lutero tenía un discípulo y maestro muy influyente, Caspar Schwenckfeld (1480-1561). Al principio, Lutero acogió gratamente a Schwenckfeld, quien era un predicador pero no teólogo, algo así como «un mensajero de Dios», y quien le influyó bastante. Pero Schwenckfeld tuvo un «nacimiento de nuevo» dramático en 1527, y a través de los subsecuentes estudios de las Escrituras que realizó, empezó a criticar a Lutero. Le suplicó que no continuara con la nueva dirección que estaba tomando a partir de 1530, su eclesiología casi Católico Romana y sus enseñanzas de que una persona podía nacer de nuevo a través del bautismo. «Lutero comenzó a perseguir a Schwenckfeld con un odio inusitado, le llamó loco endemoniado y hereje, y rehusó incluso el leer sus escritos, devolviéndolos sin siquiera echarles un vistazo», escribe el profesor de la Biblia francés Alfred Kuen. «El reformador de Schlesien tuvo que deambular por Europa como un ciervo perseguido por un cazador». Este reformador marginado fue estableciendo comunidades vivas en diferentes lugares, que básicamente eran grupos celulares en los hogares, grupos bíblicos y grupos de oración. Para evitar más tensiones con la iglesia establecida, Schwenckfeld no introdujo en sus grupos el bautismo y la santa cena. Cuando murió en Ulm en 1561, los pastores luteranos trataron de atraer a sus muchos discípulos de nuevo a las iglesias por

la fuerza, y, si no eran capaces, les metían en la cárcel y les quitaban a sus hijos. Los anabautistas Cuando Zwinglio comenzó el trabajo de la reforma en Zurich, un grupo de antiguos amigos suyos se atrevieron a establecer una comunidad cristiana en Zolliton, cerca de Zurich, sin el permiso del gobierno. Eran Félix Mantz, un erudito del hebreo; Conrad Grebel, un miembro del concilio de la ciudad y de una familia muy respetada de Zurich; y Georg Blaurock, un antiguo monje y excelente evangelista. Gerber y algunos otros habían comenzado a descubrir la Biblia, como Zwinglio les animaba a hacer. En 1524 Grebel tuvo un hijo, y se negó a que le bautizaran pues creía que la Biblia enseña que la fe viene primero, y el bautismo es una consecuencia de haber creído, y, por tanto, viene después. Éste era también el tiempo en el que muchos cristianos comenzaban a leer juntos la Biblia, a orar y a celebrar la cena del Señor. En 1525 Zwinglio convocó al concilio de la ciudad e instigó una ley que obligaba a que todos los que tenían hijos sin bautizar los trajeran para ser bautizados antes de ocho días, de otra manera, los padres serían excomulgados. El bautismo se administró a la manera católica romana hasta la Pascua de 1525, lleno de encantamientos, persignaciones, unciones con aceite y rociamientos. Pero Grebel no se dejaría arrastrar. Él mismo bautizó a Blaurock, quien a su vez bautizó a otros 15. De esta manera comenzó el movimiento Bautista, que los reformadores llamaron anabautista, los «rebautizadores», y que según ellos era una blasfemia, ya que al bautizar adultos se anulaba la gracia que Dios otorgaba en el momento en el que se bautizaba al bebé. Zwinglio estaba de acuerdo con la sentencia sobre los líderes del movimiento. Grebel murió en la cárcel; Blaurock fue torturado, expulsado y quemado en la hoguera en el Tirol; Mantz fue ahorcado. El movimiento anabautista se extendió como las llamas. De acuerdo con un historiador del siglo XVI, muchos temían que la mayoría de la gente cayera en esta secta. Heinrich Bullinger, el sucesor de Zwinglio, vio cómo varios miles se unían a este movimiento, aunque supusiera la persecución. Muchos murieron por sus nuevas convicciones. En Holanda e Islandia fueron asesinados más de 30.000 anabautistas sólo entre los años 1535 y 1546. «Los reformadores les llamaban secta, y por lo tanto ellos mismos heredaron una calificación que provenía de la Iglesia Católica Romana, que expresaba que cualquier forma de comunión cristiana que estuviera fuera de la iglesia establecida era una secta», escribe el teólogo Emil Brunner. Los «Converticres» de Lab adié En 1640, Jean de Labadie, un antiguo jesuita, se convirtió en pastor en Amenies, Francia. Tenía una meta en su vida: la comunidad de los verdaderos creyentes en pequeñas «fraternidades». Muy pronto, sin embargo, se le advirtió que su trabajo estaba «perturbando la paz del estado», y tuvo que huir a Ginebra, donde tuvo que «despertar a la iglesia de Calvino que se había dormido», dice Alfred Kuen. Los pastores escépticos de Ginebra rápidamente hicieron que se trasladara a Holanda. El énfasis principal del trabajo de Labadie era un cambio de enfoque de los edificios de las iglesias a los hogares privados. Labadie escribió el primer libro sobre el establecimiento de los «Converticres», pequeñas comunidades de creyentes convertidos. Les dio consejos prácticos sobre qué hacer en las reuniones en las casas: una palabra de introducción, oración, canciones, lectura bíblica, profecía de acuerdo a 1 Corintios 14:24-26, o la discusión de un texto bíblico por parte de todos. Su obra atrajo gran atención; uno de sus estudiantes era Philipp Jakob Spener. Pero debido a su «determinación obstinada a reunir a los cristianos en

grupos pequeños», los pastores reformados de Holanda se le opusieron. Finalmente fue excomulgado y murió en Altona. Los hugonotes y la «iglesia en el desierto» Cuando Claude Brousson, un famoso líder de los Hugonotes, fue ejecutado en público en 1698 ante una multitud de 10.000 personas bajo el gobierno sangriento de Luís XIV en una Francia mayoritariamente católica, cantó el salmo 34 justo antes de morir. Ese salmo y su mensaje llegó tan lejos como las costas de Inglaterra, y fue adoptado por Daniel Defoe y otros que eran parte de los Disidentes, aquellos que tenían un sentido u opinión diferente de la iglesia establecida. Los Disidentes eran, de alguna forma, la versión inglesa de los Hugonotes, un movimiento protestante que se vio forzado a existir en la ilegalidad por la extrema persecución del que fue objeto a manos de la iglesia establecida. Se organizaron en iglesias en las casas y «La Iglesia en el Desierto», como se llamaban a sí mismos en referencia a cuando los israelitas salieron de la opresión de Egipto (Hech. 7:38). Además de las reuniones secretas en hogares particulares, también tenían reuniones más grandes en los claros de los bosques: de nuevo estaban poniendo en práctica ambas estructuras, las células y las celebraciones. Al final metieron a Defoe en la cárcel, donde escribió la famosa historia de Robinson Crusoe. «Crusoe navegando por los océanos era una descripción de la libertad que una persona tiene en Cristo. Su naufragio refleja el encarcelamiento de Defoe y la isla era un símbolo de su celda», dice el veterano misionero Ken McVety. Spener y la iglesia que no era la iglesia Philipp Jacob Spener (1635-1705), padre del Pietismo en Alemania, vio la necesidad de restaurar la iglesia y de que eran necesarios los grupos pequeños para la ayuda y disciplina de cada persona. Comenzó este tipo de reuniones en 1670, bajo el nombre de «reuniones piadosas» (collegia pietatis). Los creyentes se reunían un par de veces por semana en las casas, y en muchas ocasiones trataban sobre el mensaje dominical del domingo anterior que habían recibido en la iglesia luterana, a la que pertenecían, pero pronto se convirtieron en grupos de discusión bíblica. Esto levantó la oposición de las iglesias luteranas, y en su propia ciudad, Frankfurt, el concilio declaró que no les permitiría reunirse más en los hogares. «Spener fue una víctima de una definición errónea de sus propios grupos pequeños», escribe Bill Beckham. «Aunque él obviamente creía que los grupos pequeños eran la iglesia, no quería amenazar a las iglesias establecidas. Hizo de los grupos pequeños un apéndice de la iglesia establecida y condenó el movimiento». Sus Gemeinschaften (fraternidades) eran básicamente inferiores o medio pesias, sin ninguna intención de reemplazar la iglesia existente. Por tanto, prohibió los sacramentos en los grupos en las casas. Al final de su vida, Spener se volvió cínico y cauto. Después de marcharse de Frankfurt no comenzó ningún otro grupo. Las células de John Wesley Muchos historiadores de los orígenes del metodismo concuerdan en que la clave del avivamiento metodista fue la rendición de cuentas de los nuevos creyentes en grupos pequeños, a los cuales Wesley llamaba «clases». Howard A. Snyder, en su libro The Radical Wesley (El Wesley Radical) dice: «Las "clases" eran a todos los efectos iglesias. En las reuniones entre semana, que duraban una hora má o menos, cada persona compartía su progreso espiritual, sus necesidades o problemas, y la mayoría de las conversiones sucedían allí».

El metodismo está interconectado a través de una red de sociedades (la reunión de varias «clases»). En 1768, treinta años después de su comienzo, el metodismo tenía 40 «circuitos» y 27.341 miembros. Al final del siglo, uno de cada treinta ingleses era metodista. «Wesley puso en el liderazgo y en importantes ministerios a una de cada cinco personas, la mayoría pobres y sin mucha educación, hombres y mujeres trabajadores con poco o ningún entrenamiento, pero con dones espirituales y una disposición a servir. De esta forma convirtió a miles de ellos en líderes». Probó lo que Lutero deseó, pero no se atrevió a intentar: que personas corrientes, Dios las transforma en extraordinarias y son perfectamente capaces, con una estructura de iglesias en las casas, de crear un tremendo movimiento. Poco a poco el metodismo empezó de nuevo a enfatizar las reuniones congregacionales dominicales en edificios para uso religioso, de acuerdo al modelo anglicano. «Cuando dejaron de enfatizar las relaciones que fomentaban la rendición de cuentas mutua que tenían en sus reuniones de las '"clases", el movimiento de avivamiento empezó a declinar», señala Larry Kreider en su libro House to House (Casa a Casa). En la actualidad el metodismo denominacional se usa incluso como bandera para perseguir las iglesias en las casas, como muestra la siguiente información de la agencia de noticias Reuters, en noviembre de 1998: Fanáticos cristianos irrumpieron en una iglesia que se basa en reuniones en las casas en las Islas Solomon, y tras imposibilitar a cinco hombres, destruyeron la casa porque allí se había celebrado un culto que no era metodista. La constitución de esta pacífica isla garantiza la libertad religiosa, pero las costumbres y los valores tradicionales algunas veces infringen las libertades. Se practican varias fes cristianas y los estatutos de algunos pueblos requieren que sus habitantes asistan a varios cultos cada semana. Los líderes metodistas dicen que en algunos pueblos las costumbres ancestrales sólo permiten los cultos metodistas. El alcalde de Salamumu, donde ocurrió el incidente, dice que esos hombres habían sido advertidos de que no podían celebrar sus cultos en el pueblo. Durante los 200 años que se comprenden entre 1760 y 1960 ha habido demasiados grupos y movimientos que han vuelto a descubrir la importancia de los grupos pequeños como para poder mencionarlos en este libro. Para citar un ejemplo entre muchos otros, está el movimiento de los Hermanos en Cristo (Brethren), que fue, particularmente entre los años 1830 a 1920 la referencia en cuanto a un modelo de iglesia a base de grupos pequeños o iglesias en las casas que logró una rápida multiplicación de consecuencias mundiales. El movimiento de iglesias en las casas en Gran Bretaña Durante los años 70 del siglo XX, Gran Bretaña vio el nacimiento de lo que se ha denominado como el Movimiento de Restauración o de Iglesias en las Casas. Uno de los estandartes de este movimiento era que los cultos tradicionales y la vida de la iglesia tenían una desesperada necesidad de «restauración» a través de principios del Nuevo Testamento. Este movimiento no estaba guiado por una nueva forma de entender la iglesia como una iglesia en las casas en oposición a reunirse en un edificio llamado iglesia, sino por un redescubrimiento de los dones espirituales y las consecuencias de usarlos en las iglesias tradicionales. Como consecuencia de que muchas iglesias tradicionales sencillamente no estaban preparadas para dar lugar a la práctica de esos dones, muchos grupos salieron, como le ocurrió a Wesley cuando tuvo que comenzar a predicar al aire libre porque le fueron prohibidos los pulpitos anglicanos. Estos grupos se aventuraron a, literalmente, «zonas libres de obispos», donde podían practicar sus «nuevas» creencias sin la interferencia de las autoridades de la iglesia tradicional: ¿Y qué lugar más apropiado para hacer esto que sus propios hogares? Aunque estas nuevas agrupaciones de

iglesias, al principio se movieron a las casas para celebrar sus reuniones (de donde reciben su nombre), «el movimiento de iglesias en las casas tomó un nombre inapropiado», dice Arthur Wallis, «porque en ningún modo ellos veían las casas como algo sacrosanto. Según crecía la iglesia, no tenían problemas moviéndose a lugares de reunión más cómodos como colegios, centros sociales, salones de actos, o incluso comprar viejas iglesias en desuso». El hecho de que las casa fueran un lugar de reunión no fue considerado un asunto de mucha importancia. La mayoría de este movimiento parece que ha caído de nuevo rápidamente en las mismas estructuras eclesiales congregacionales y los mismos modelos de cultos del que salieron, excepto porque dan una gran importancia a un pastor fuerte, una gran adoración, los dones espirituales, y un evangelismo ferviente. En otras palabras, renovaron los aspectos cualitativos de la iglesia sin tocar las estructuras, y vertieron vino nuevo en varios odres viejos. Incluso el establecimiento de muchas nuevas iglesias no cambió mucho, porque al final se establecieron de nuevo estructuras viejas. Uno de los primeros resultados del liderazgo tan fuerte que requerían estos grupos fue lo que se ha dado a conocer como un «pastoreo autoritativo», un enfoque exagerado de «mano dura» en cuanto a la consejería y la labor pastoral, consecuencia de poner demasiada autoridad en las manos de un solo líder. Esto ha creado un miedo innecesario en los que permanecían fuera del movimiento, haciéndolo a sus ojos, sectario, pero en la actualidad casi ha desaparecido. Después de una fase espectacular de crecimiento inicial, muchos grupos que eran en su origen «iglesias en las casas» ya no lo son en su verdadero sentido, y puede que en realidad nunca lo fueran. Muchos se han conformado con una «estructura familiar» de iglesia, han dado a luz iglesias jóvenes o se han convertido o unido a alguna denominación o red de iglesias. Cerca de un tercio de las iglesias evangélicas de la actualidad en Inglaterra son parte de las «Nuevas Iglesias», como se las conoce generalmente. La longevidad de las iglesias en las casas Algunos han expresado que las iglesias en las casas pueden ser solamente otra moda pasajera, otro relámpago en el cielo. Estoy de acuerdo, especialmente si las iglesias en las casas se consideran como una nueva ola o el último «modelo» a seguir. Las estructuras congregacionales requieren de mucho control, jerarquía, infraestructura, recursos económicos, retórica, motivación y movilización para mantener la organización (y sus organismo espirituales, fraternidades y círculos), viva. Por el contrario las iglesias en las casas son algo vivo en sí mismo; son orgánicas. Lejos de llegar a extinguirse rápidamente, ya han pasado la prueba del tiempo. La iglesia no sólo sobrevivió en las casas durante el tiempo del Nuevo Testamento y hasta Constantino, mi estudio de la historia me lleva a creer que el Cuerpo de Cristo, la iglesia, sobrevivió durante la edad media en su forma congregacional, gracias a la iglesia en las casas. Las iglesia en las casas que está dentro de la iglesia congregacional se convirtió en el arca de Dios, donde la comunión nunca murió realmente, y la llama de la fe se mantuvo viva. La mayoría de los movimientos espirituales, las renovaciones teológicas o los llamados movimientos laicos de la historia formaron grupos pequeños, «conventicres», «clases» o células. Muchos no los llamaron «iglesias en las casas» como hacemos hoy en día, pero es evidente que el equivalente histórico a las iglesias en las casas ha funcionado como un tipo de conservante espiritual durante siglos, y en la actualidad han ayudado al Cuerpo de Cristo no sólo a sobrevivir, sino incluso a florecer en naciones como Rusia o China. En ocasiones esta llama se intensificó y resultó en grandes movimientos como los Moravos, o hizo que grandes denominaciones congregacionales se encendieran. Aunque generalmente esto sólo ocurrió durante un tiempo,

hasta que la estructura apagó de nuevo el espíritu en lo que llamó el «patrón de gálatas»: «¿Tan estúpidos sois que, habiendo comenzado con el Espíritu, queréis ahora terminar con esfuerzos puramente humanos?» (Gál. 3:3 Versión Dios Habla Hoy). Parece que este patrón se ha repetido incontables veces en la historia. No importa cuan espiritual comienza una nueva iglesia o movimiento, siempre tiende a dormirse más tarde o más temprano, por lo general cuando se entusiasma de sí mismo, saboreando y recontando su propios logros del pasado. Como resultado, caen en un modo congregacional. Es una de las consecuencias trágicas de la iglesia en la India, como señala Donald McGavran en su libro The Founders of the Indian Church (Los Fundadores de la Iglesia en la India). Parece que este patrón está presente en todos los países, casi cada iglesia nacional comienza en los hogares, la mayoría termina en las catedrales o sus equivalentes, como locales de culto. La reforma apostólica y profética De acuerdo con Efesios 2:20, los ministerios apostólico y profético no son sólo esenciales para poner el fundamento de la Iglesia, los apóstoles y profetas son el verdadero material de construcción de los cimientos de la iglesia. Ya que la Biblia nos recuerda que debemos probar a los apóstoles y sopesar a los profetas, parece claro que el papel apostólico tiene un carácter más fundacional, y que es saludable para los profetas someterse a la autoridad apostólica al igual que a la autoridad de la iglesia local. Asumo que también incluye el establecimiento de iglesias en el pasado, el presente y el futuro. La teología dispensacionalista dividió nítidamente la historia de la redención en segmentos o «dispensaciones», y proclamó que los ministerios apostólico y profetice ya no eran necesarios, porque ahora teníamos la Biblia. Esto condujo a un biblicismo peligroso, donde la Palabra de Dios se convirtió en un objeto de estudio e investigación científica, y casi remplazó a Dios mismo como el objeto de la adoración, con la subsiguiente proliferación de «grupos de estudio bíblico». El otro efecto fue que basándose en la lista del ministerio quíntuplo mencionado en Efesios 4:11, esto dejaba sólo tres ministerios: el pastor, el evangelista y el maestro. El desarrollo de iglesias que sólo tenían esos ministerios, sin la unción y los dones de los ministerios apostólico y profetice, ha creado modelos de iglesia pastorales y evangelísticos, o iglesias que se edificaron en base al ministerio del maestro. Estos modelos eclesiales centrados en la enseñanza, el pastor y el evangelismo, aunque han llenado países enteros, no los han discipulado realmente. ¿Pueden los evangelistas llegar a ser falsos profetas? La mayor parte de la iglesia actual ha recibido y todavía reciben a los evangelistas, sus organizaciones y planes como si fueran los profetas de Dios. Sin embargo, un evangelista es un verdadero evangelista cuando hace la obra de un evangelista. Si empieza a actuar como un profeta, estará andando fuera de su jurisdicción espiritual, cruzando una línea, asumiendo un ministerio para el que no ha sido ungido, y estará en peligro de convertirse en un «falso profeta», desviando el Cuerpo de Cristo sin malicia y con buenas intenciones, pero absorto en un entendimiento incorrecto de sí mismo y de la naturaleza de la tarea de la iglesia. Si tratamos a los evangelistas como los profetas para hoy, aquellos que son verdaderos profetas serán vistos como unos tontos ingenuos. El resultado es que la iglesia vacilará en seguir la dirección profética y apostólica, porque ya habrá sido llevada a un espíritu y mentalidad evangelístico, y por lo tanto no llegará a ser todo lo que Dios quiere que sea.

Muchos cristianos piensan que estamos viendo una gran resurrección de los ministerios apostólico y profetice a escala global. Esto cambiará la iglesia desde dentro. Podemos estar seguros de que llevará a la iglesia a una resurrección de los patrones y las estructuras apostólicas y proféticas. Creo que la iglesia en las casas es exactamente uno de esos patrones. Acercándonos: La conversación que nunca ocurrió Uno puede imaginarse una conversación llevada a cabo hace siglos entre Jesús y la iglesia, su novia en la tierra. El tema de conversación: «Las iglesias en las casas a través de los tiempos». -«Puede que recuerdes que dije que yo edificaría mi iglesia» -dijo Jesús. «Y porque prometí que estaría contigo hasta el final de los tiempos, también quería que la iglesia fuera parte de la vida diaria, en los lugares donde vivís, en vuestras casas». Se escuchó un murmullo de sorpresa entre los discípulos. -«Oh» -dijo Pachomius, el fundador del movimiento monástico. «Lo que quieres decir es que quieres que seamos parte de una orden monástica, ¿no?». -«No exactamente» -replicó Jesús. -«¿Ecdesiolae in ecclesia?, ¿pequeñas iglesias dentro de la iglesia grande real?» -preguntó Lutero. -«¡Casi!» -dijo Jesús, «pero todavía no es lo que quiero decir». -«¿Collegiae pietatis, grupos piadosos de estudio bíblico en los hogares?» -preguntó Philipp Jakob Spener. -«¿Grupos de oración, o al menos un tipo de fraternidades de comunión? -preguntaron los Moravos. «¡También podríamos llamarlos Gemenschaftenl» -añadieron. -«No, me refiero a iglesias en las casas» -contestó Jesús. -«Ahora entendemos lo que quieres decir: grupos de estudio bíblico, ¿correcto? ¿O qué te parece grupos de estudio bíblico evangelísticos?» En la última parte del siglo XX, varias voces llamaron la atención casi al unísono. -«¿Son grupos de jóvenes?» -probaron. -«¿Grupos de tierno amor? ¿Grupos de escuela dominical? ¿Grupos pequeños? ¿Grupos en los hogares? ¿Grupos en las casas? ¿Grupos de vida? ¿O quizá grupos de nueva vida? ¿Grupos de seguimiento? ¿Grupos de descubrimiento? ¿Grupos de discipulado? ¿Grupos de ministerio? ¿Grupos oikos?». -«Bueno, parece que no le gusta la palabra "grupos"» -alguien sugirió- «¡Probemos con células!». 94 Casas que transforman el mundo -«Bien, entonces ¿son células en las casas? O al menos células en los hogares? ¿Células de amor? ¿Células de vida? ¿O simplemente células?» No hubo respuesta. -«¡Alfa!, a lo que se refiere es a grupos Alfa» -exclamó alguien. «Le tiene que gustar el nombre y a nosotros nos encanta la comida, y el hecho de que sólo se mantiene la comunidad durante un tiempo limitado. Justo lo que está buscando nuestra sociedad». -«¿Comunidades de base?» -preguntó un movimiento en la Iglesia Católica Romana. -«¿Es quizá PID?». -«¿Qué el PID? Preguntó Jesús». -«Pequeñas Iglesias Diminutas, por supuesto» -fue la respuesta.

-«No entiendo la primera y la última palabra de ese eslogan. ¿Qué tengo de pequeño y diminuto?» -preguntó Jesús. -«¡Entonces no queda otra opción! Una iglesia de células completa, con supervisores, pastores de zona, evangelismo a los tipo B, eventos de cosecha, y una larga lista de rompehielos» -exclamó alguien. -«Bueno» -dijo Jesús, «lo que en realidad quiero decir es solamente iglesias en las casas, sencillas y nada sofisticadas iglesias en las casas, la iglesia que se reúne en casas normales y corrientes. ¿Por qué es tan difícil de entender?».

***

La Naturaleza de las Iglesias en las Casas Qué son, qué hacen y cómo funcionan Qué son Las iglesias en las casas son una forma de experimentar la vida cristiana de forma comunitaria en casas normales a través de un poder sobrenatural. Es la forma en la que viven las personas redimidas allá donde están. Es la forma orgánica en la que los discípulos siguen juntos a Jesús en sus vidas cotidianas. Ya que los redimidos no sé pertenecen más a sí mismos, adoptan un estilo de vida más bien comunitario en vez de únicamente privado e individual. Las iglesias en las casas surgen cuando los que se han convertido realmente dejan de vivir sus propias vidas para sus propios fines, y comienzan a vivir una vida comunitaria de acuerdo a los valores del Reino de Dios, y a compartir sus vidas y recursos con los demás cristianos y los que no lo son que están a su alrededor. Es el resultado de la convicción de que no sólo experimentamos a Jesucristo y su Espíritu en edificios sagrados dedicados únicamente a ese propósito, sino en medio de la vida. En ese sentido, la iglesia orgánica en las casas es lugar de la muerte del egoísmo, y por lo tanto el lugar de nacimiento de la iglesia. La verdadera comunidad comienza donde termina el individualismo. Art Katz, un judío mesiánico que vivió en comunidad gran parte de su vida dice: La vida comunitaria pulveriza tu viejo ego en el poder del Espíritu de Dios, y te rescata de vivir solamente una miserable vida privada, en la que después de amarnos unos a otros durante un par de horas en un culto semanal, llegamos corriendo a casa para regar nuestras plantas, sentarnos en la terraza, comer nuestro almuerzo individual y lavar nuestro coche. ¡Nuestro! Tenemos que empezar a funcionar como parte de la fraternidad de los redimidos. Como redimidos, no nos vamos a casa después de la reunión, ya estamos en casa con los demás. El cristianismo de las iglesias en las casas es el Cuerpo de Cristo en una casa normal y corriente, la sociedad de los «convertidos tres veces»: Los que se han convertido en forma vertical hacia Dios, horizontalmente hacia los demás, y por lo tanto capaces de convertirse para servir al mundo en amor, compasión y poder. En muchas maneras la iglesia en las casas es como una familia espiritual, relacional, espontánea y orgánica. Para su vida cotidiana no necesita un mayor nivel de organización, burocracia y ceremonias del que necesita una familia grande. De hecho, las iglesias en las casas reflejan bastante la forma en la que se comportan los familiares unos con otros. La iglesia en las casas es más que un grupo de afables familiares, es algo con ciertas capacidades especiales, porque es una creación sobrenatural, inventada y llenada de poder por Dios mismo. Una de esas capacidades es la de formar su propia estructura de apoyo desde dentro, llamada los cinco ministerios o el ministerio quíntuplo, que funciona como la estructura de soporte del cuerpo humano, los sistemas linfático y nervioso, las venas y el esqueleto. La gente hace casi cualquier cosa para ganarse el amor y respeto de las personas que les rodean. La iglesia en las casas provee una forma saludable y no competitiva para que ocurra. Después de todo, es una forma de amar, perdonar y vivir en unidad. Cómo son La iglesia en las casas refleja las cualidades y carácter de Dios. Este estilo de vida comunitario está moldeado por el espíritu de amor, verdad, perdón, fe y gracia. Las iglesias en las casas es la forma en la que nos amamos mutuamente, nos perdonamos unos a otros, lloramos

con los que lloran y reímos con los que ríen, damos y recibimos gracia, y permanecemos constantemente en contacto con la verdad y el perdón de Dios. Es un lugar donde se pueden desprender las máscaras, y podemos ser transparentes con los demás y aún así seguir amándonos unos a otros. Qué hacen Ya que siempre estamos en peligro de tomar modelos y sencillamente copiar su funcionamiento, quiero recordarte una vez más que no estoy recomendando a nadie que trate de hacer copias exactas de una iglesia neotestamentaria. En vez de eso, quiero que tomemos los principios y valores del Nuevo Testamento seriamente, como puntos esenciales dados por Dios, y sólo entonces que creemos un movimiento de iglesias en las casas acorde a nuestro tiempo, lugar, cultura específica, e incluso nuestra tribu (aunque sea urbana). Esto es más un proceso de encarnación que de contextualización, de Dios encarnándose de nuevo en tu contexto, en vez de hacer fotocopias baratas de modelos existentes de cualquier lugar. La gente que Dios usa típicamente y bíblicamente para desarrollar y encarnar la iglesia en una situación dada son cristianos dotados apostólicos y proféticos. Después de haber estudiado la iglesia del Nuevo Testamento, la iglesia primitiva y las iglesias en las casas contemporáneas, resaltan cuatro elementos. Parece que son como el esqueleto de las iglesias en las casas en todos los tiempos: 1. Reuniones con comida Se reunían para comer. Cuando Jesús enseñaba, muchas veces involucraba reunirse con ellos en sus casas y comer y beber -lo que ofrecieran. En esos casos, la enseñanza de Jesús solía ocurrir en la misma mesa, mientras se comía y no sólo después de la comida, rodeado de niños y visitantes, no en clases artificiales de seminario, sino en situación de la vida real. De forma similar, la iglesia en las casas es una mesa comunitaria que comparte comida de verdad. La cena del Señor era una comida sustancial con significado simbólico, no una cena simbólica con un significado sustancial. Cuando estaban comiendo juntos un cordero, empezaron a entender de qué se trataba todo: seres humanos cenando con Dios. La tradición hebrea en la comida era la de partir el pan al comienzo, después tomar el plato principal para finalizar con un brindis de vino. Constaba de tres partes: entrante, plato principal y postre. El Nuevo Testamento informa que los primeros cristianos: «Partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón» (Hch 2:46). Esto posiblemente se trataba de una experiencia diaria. Comer era uno de los propósitos principales por el que se reunían: «Cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros» (1Cor. 11:33). Comer es algo central en la extensión del Reino. Cuando el Señor envió a sus discípulos de dos en dos (Luc. 10:1-8), les dijo que encontraran a un hombre de paz, y comieran y bebieran lo que les diese. Por el hecho de que los discípulos admitieran su propia necesidad más elemental y aceptaran comida de sus anfitriones, estaban compartiendo algo de la vida a un nivel muy básico e íntimo, admitiendo de manera profética que todos dependían de Dios quien da a la humanidad el pan diario, lo sepa ésta o no. A la vez, esto abría a los anfitriones a recibir el pan de vida que ofrecían los discípulos. El hecho de con quién comes es muy importante para la identidad social de cada persona. En la mayoría de las culturas solemos comer sólo con los que son de nuestra propia sangre, nuestros familiares. Éste es precisamente parte del mensaje de las iglesias en las casas como «mesas de fraternidad». En la familia de Dios Él es el padre (Mt. 23:9), Jesús es el señor de la casa, y los discípulos los niños (Mt. 10:25). Somos una familia a través de la sangre de Cristo, así

que tenemos una relación sanguínea espiritual; y personas que de otro modo no tendrían nada en común, ahora son miembros de una misma familia, y por lo tanto, incluso comparten la comida, cosa que anteriormente hubiera sido impensable. Compartir una de las necesidades básicas más importantes del ser humano, la comida, era y todavía es un signo de un compañerismo profundo y revolucionario, venciendo toda diferencia nacional, social o tribal. En algunos países, comer juntos es una forma de cerrar un contrato, o hacer las paces. La gente que come junta, con los trasfondos más diversos, están proclamando un mensaje muy poderoso al mundo: «Ahora somos una familia. ¡Mira, incluso comemos juntos!». 2. Enseñanza mutua sobre cómo obedecer En la cultura hebrea, tradicionalmente el padre era el maestro de su familia en su casa, generalmente a la hora de comer. La enseñanza tradicional se enfoca en mostrar a alguien cómo hacer algo, y a explicar por qué las cosas son como son. La meta de la enseñanza no es aumentar el conocimiento, sino ayudar a la gente a obedecer y servir a Dios y sus propósitos (Rom. 1:5). Los ancianos de las iglesias en las casas asumen exactamente el mismo papel de padre de la casa, junto con maestros dotados carismáticamente, ya sean residentes o visitantes, o apóstoles que se mueven de casa en casa (Hech. 20:20). Aunque la iglesia primitiva crecía y se multiplicaba mucho sin disponer todavía del Nuevo Testamento escrito, vemos que la Palabra de Dios «crecía» (Hch. 6:7), «crecía y se multiplicaba» (Hech. 12:24), y «crecía y prevalecía poderosamente» (Hch. 19:20). El sujeto de la enseñanza es la Palabra, la historia de Dios, la Biblia, lo que Dios ha escogido revelarnos de sí mismo, de nosotros, de la historia del mundo, y de la forma de vivir (1Tes. 4:1), para que podamos encajar nuestra historia en su historia. La meta de la enseñanza es que los seres humanos, a través de una obediencia gozosa que les libere del poder del ego mediante una relación que les une a Cristo, puedan encajar mejor en el modelo de vida que Dios creó y lleguen a ser maduros y normales (de acuerdo a la norma de Dios), y por consiguiente sean transformados a la imagen de Cristo. Esto es enseñanza sistemática de la mejor, y no soltar una serie completa de doctrinas a estudiantes del cristianismo. El «sistema» original de enseñanza era relacional, orientado a presentar un discípulo de Cristo maduro a través de un espíritu de obediencia y un ministerio enfocado en los dones. El sistema de enseñanza puede ser una charla muy corta (¡no un sermón!), una ilustración, parábolas y ejemplos, acompañados y puntualizados generalmente por «gestos y movimientos de aprobación», o sanas interrupciones para pedir más té u otra galleta. A esto le sigue un tiempo de preguntas y respuestas muy dinámico e interactivo, y permite que cada persona participe y pueda recibir la aclaración que necesitan. «Las preguntas muestran lo que está pensando una persona y pueden ayudar a quitar el bloqueo mental si las tratamos adecuadamente, y por consiguiente animan el crecimiento espiritual», dice Met Castillo. Si hay algún tipo de examen en este estilo de enseñanza, está compuesto de dos partes: obedecer la enseñanza, demostrándolo a través de una vida cambiada, y comenzar a enseñar a otros. Jesús dijo: «... enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mt. 28:20). Aprender no es sólo escuchar, sino ver cómo se hace; a continuación hacerlo; y, finalmente, enseñarlo tú mismo a otros. La palabra griega que se traduce a menudo en el Nuevo Testamento como «predicar» es dialogizomai, que significa, tener un diálogo entre personas. Cuando Pablo alargó su predicación hasta la noche en Éfeso (Hech. 20:7) y el joven Eutico cayó desde la ventana y murió, en realidad Pablo no estaba «predicando» en el sentido de tener un monólogo; está teniendo un

diálogo, un tiempo en el que había preguntas y respuestas. En esta forma, los Participantes tenían la oportunidad de orientar la enseñanza por sus propias preguntas, y esto mantenía muy altos su nivel de interés y disposición de aprender. Esto difiere en gran manera al concepto de aprendizaje occidental, que a menudo se basa en que las personas adquieran un control intelectual sobre las cosas y las manipulen de acuerdo a sus deseos, y en el que generalmente, el estilo de enseñanza es un discurso, un monólogo profesional que se da a estudiantes en un ambiente puramente académico, lejos de la vida real. En términos técnicos, el estilo de enseñanza oriental es cinético: es decir que el tema de discusión se mueve literalmente alrededor de la mesa, de persona a persona, e involucra a todos. Después de tal diálogo, se llega a un consenso, surge una opinión colectiva, a la que puede seguir una acción corporativa. En occidente el estilo suele ser estático, tipo aula, el profesor adoctrina a un grupo pasivo, tratando de hacerles llegar sus argumentos, fiel al concepto griego y romano de escolasticismo e intelectualismo, donde la meta es que el conocimiento pase a los individuos a través de los siglos. La teoría de la comunicación ha probado que el estilo estático y de confrontación es una de las herramientas de enseñanza más inefectivas. El modelo cinético y participativo es más efectivo a la hora de cambiar las opiniones y los valores, y por lo tanto a la hora de cambiar a las personas. Algunas de las razones para esto son que sencillamente es más humano, parte de la vida real, no en un ambiente artificial, está guiado por personas reales con preguntas reales y existenciales, no por algunos libros teóricos y un programa establecido muy lejos de la realidad. Este estilo de enseñanza se enfoca en ayudar a las personas a ser «hacedores de la Palabra», enseñándoles a obedecer todo lo que Jesús nos enseñó (Mt. 28:20). Los científicos nos informan de que recordamos el 10% de lo que leemos; el 20% de lo que oímos, el 30% de lo que vemos, el 50% de lo que oímos y vemos, el 70% de lo que decimos, y el 90% de lo que hacemos. Es una buena práctica científica, como también una buena mayordomía del tiempo y las personas disponibles, ayudar a otros a expresarse, involucrarse, y enseñarles a fin de que enseñen a otros cómo obedecer de forma práctica. Cristo en la vida real. ¿Hay una mejor y más efectiva manera de enseñar que a través de vivir la verdad y la enseñanza de la verdad con otros, mostrando por el ejemplo, y, como este estilo de vida neotestamentareo será seguramente cuestionado, estar preparado para contestar cualquier pregunta pertinente? Una niña de siete años de edad pudiera levantar su mano y decir: «Mi perro estaba corriendo y le atropello un coche y murió. ¿Los perros van al cielo?» Esto proporcionaría una perfecta oportunidad para enseñar desde la Biblia a una experiencia de la vida real acerca del cielo y la tierra, y ¿por qué no?, del lugar de los perros en la creación. Este estilo de enseñanza comunica directamente con la vida de las personas, porque la propia vida hizo la pregunta, y el Dios vivo, el padre de la oikonomia, la «familia de Dios», la contestó. 3. Compartir las bendiciones materiales y espirituales Lo que el joven rico, a quien Jesús le dijo: «Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; ... y ven y sígueme» (Lc. 18:22), no fue capaz de hacer, la iglesia lo hizo: «Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno» (Hech. 2:44/ 45). Como personas redimidas, nosotros ya no nos pertenecemos a nosotros mismos; ahora pertenecemos a Dios y, por tanto, a la comunidad de Dios. En consecuencia, todo lo que somos y tenemos es de Dios, y pertenece a la familia de Dios, la iglesia (no en teoría, sino en la práctica). La cuestión no es:

«¿Qué porcentaje debo dar?», sino «¿por qué me debo quedar con algo después de que el Dios de amor me haya salvado de la seguridad del infierno y me haya dado su propia vida para redimirme?». Los cristianos del Nuevo Testamento compartían dos cosas en sus iglesias en las casas, las bendiciones espirituales y materiales: «Y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común... Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad» (Hech. 4:32-35). También compartían las bendiciones espirituales: «Cuando os reunís cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación» (1Cor. 14:26). Pablo animó a los cristianos a «hablar entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales» (Ef. 5:19), y dijo a Timoteo: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros» (2Tim. 2:2). Los cristianos sabían que ya no se pertenecían; Cristo era su dueño, así como de todo lo que poseían. Cuando se reunían, compartían lo que eran y lo que tenían, ya fuera espiritual o material. En la práctica, cada iglesia en la casa tenía un fondo común en el cual todos depositaban dinero, ropa, y objetos de valor. Cada persona tenía algo que compartir y/ por tanto, era capaz de servir a otros, lo que hizo que todos fueran capaces de apreciarse y valorarse mutuamente. Esto puede sonar a algún tipo de utopía social, un sueño ideal de un tiempo pasado, pero no por ello significa que podemos sencillamente ignorar el concepto que Dios nos dio de compartir. Pablo tuvo que recolectar dinero de iglesias para la iglesia de Jerusalén, lo que muestra que esta idea de compartir las bendiciones materiales va más allá de las puertas de la iglesia local. Ningún principio divino es a prueba de mal uso, por consiguiente, como hay un eslabón débil en la cadena (nosotros, los seres humanos), en nuestra debilidad (al igual que Ananías y Safira), hacemos vergonzosas excepciones que confirman la regla. Pero este estilo de vida bíblico y radical de compartir ahorra un montón de gastos diarios, establece un vínculo fuerte de comunidad entre los cristianos, y es en sí mismo un testimonio de Cristo compartiendo su propia vida y muerte con nosotros, para que podamos vivir con él. 4. Orar juntos «Y perseveraban... en las oraciones» (Hech 2:42). La oración es el latido de la relación de un hijo de Dios con su Padre en el cielo. Por tanto, en cualquier lugar en el que se reuniesen los cristianos oraban unos por otros, por las autoridades, por la paz, por los enemigos, tenían peticiones, daban gracias, bendecían a los que les maldecían, practicaban exorcismos y oraban por sanidad. La oración es una comunicación de doble vía, y cuando hablamos con Dios, puede que Él quiera contestarnos. A menudo lo hace a través de profetas, lenguas que se interpretan, sueños, visiones o ángeles, «nunca hace nada el Señor sin revelarlo a sus siervos los profetas» (Am. 3:7). La profecía ha sido una parte integral de las iglesias en las casas: «Así mismo los profetas hablen dos o tres... Porque podéis profetizar todos uno por uno» (1Cor. 14:29, 30). A diferencia de las iglesias tradicionales, las iglesias en las casas no tenían un programa a seguir en las reuniones, una liturgia. Cristo era el programa. Así que si una iglesia en la casa no sabía que hacer a continuación, sencillamente oraban y profetizaban, para que Dios pudiera revelar lo que Él quería que hicieran, o por lo que quería que orasen. Los mensajeros sobrenaturales, sus mensajes

y la profecía ayudaban a descubrir pecados (Hech. 5:3, 1Cor. 14:24), dar tareas especiales a los discípulos Hech. 8:26), identificar potencial espiritual (Hech. 9:10-19), hacer citas divinas (Hech. 10:9-47), permitir avances apostólicos (Hech. 16:6), e incluso animar a los individuos, (Hech 189-11) En la oración que Jesús nos enseñó, nos animó a decir: «Perdona nuestros pecados» (Lc. 11:4). En una familia que comparte su vida no se puede esconder durante demasiado tiempo la mala conducta. En las familias se produce una rendición de cuentas y un control muy saludables. De forma similar, las iglesias en las casas, como familias espirituales, son el lugar ideal en el que rendirse cuentas mutuamente sobre la conducta, lo que involucra naturalmente confesar nuestros pecados: «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados», dice Santiago 5:16. Cuando las personas confiesan sus pecados enfrente de los demás y se perdonan (Col. 3:13), en la forma cultural que sea apropiado, dejan de ser hipócritas, rompen el poder del pecado oculto en sus vidas, confiesan su propia necesidad de gracia y perdón, pierden su imagen, pero ganan el amor y respeto de sus compañeros pecadores redimidos por Dios; dejan las tinieblas y viven en la luz (1Jn. 2), se humillan a sí mismos y experimentan cómo Dios los exalta (Stg. 4:7-10). Se arrepienten, no para evitar las consecuencias del pecado, sino por la vergüenza de lo que han hecho. Esto a su vez restablece una forma natural y saludable de disciplina eclesial, tan bien conocida en la iglesia del Nuevo Testamento. Ovejas y cabras: Una diferencia pequeña pero decisiva «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria», Jesucristo no separará las ovejas de los evidentes lobos, como pudiéramos esperar, sino de las cabras. Para un observador sin experiencia, las cabras pueden resultar muy parecidas a las ovejas en lo externo, pero su comportamiento es muy diferente: parece que tienen un carácter mucho más negativo, son menos gregarias, y no les gusta tanto la compañía. Esto es muy importante. Jesús toma la decisión de dónde va a pasar la persona la eternidad, el cielo o el infierno. El factor principal en este pasaje no es si pertenecemos a la iglesia correcta, o si una vez dijimos el credo adecuado, o la oración apropiada, sino si hemos practicado una fe viva. Jesús ya nos advirtió severamente que: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt. 7:21). Esto va a causar algo de consternación entre los que tan sólo estaban echando demonios, profetizando y haciendo milagros. Jesús los expulsa en los términos más contundentes: «Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mt. 7:23). Cristo no quiere tener nada que ver con este tipo de personas en la eternidad. «La fe sin las obras está muerta», dice Santiago. La conclusión de todo esto es simple. Jesús espera que practiquemos una fe viva, que vivamos la verdad que Él predicó, o incluso que nosotros predicamos. Y cuando pidieron a Jesús que explicara más claramente lo que quería decir, él describió a alguien que ha experimentado el cristianismo de las iglesias en las casas: «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mí» (Mt. 25:35, 36). El cristianismo de las iglesias en las casas trata de compartir la vida, de ser ovejas gregarias en el poder del Espíritu de Dios. Comemos y bebemos juntos; damos cobijo al extranjero; compartimos la ropa; cuidamos de nuestros enfermos; y si alguien está en prisión (presumiblemente no porque hayan robado algo, ¡sino precisamente porque son cristianos perseguidos por su fe!), les visitaremos, y posiblemente a riesgo de ser encarcelados también.

¿Por qué extraña razón haríamos esto? Porque somos una familia. «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis», dice Jesús. Él no estaba hablando de su familia natural, de sus vínculos sanguíneos, sino que consideraba a cualquiera que «hace la voluntad de Dios» (Mr. 3:35), su «hermano y su hermana», es decir, hermanos cristianos. La solución no es tratar de dejar todo esto a las organizaciones de caridad, a los pastores a tiempo completo, a ministerios de consejería o de prisiones, a cambio de un donativo deducible de impuestos. «El Camino» es hacerlo como parte normal de nuestras vidas. Lo que marca la diferencia es la forma en la que vivimos, incluso respecto al cielo y el infierno. Esto no significa que somos salvos por medio de las obras en vez de la gracia. Significa que nuestra vida muestra nuestra fe, al menos a los ojos de Jesucristo. Y no creo estar preparado para discutir con él acerca de ello. Parece claro que Jesús aboga por que sus seguidores tengan un estilo de vida que se pueda practicar fácilmente en iglesias en las casas informales, relaciónales y orgánicas, familias espirituales que cuidan de forma práctica a sus miembros y a los que Dios quiere tocar por medio de ellos. Iglesias en las casas en la Biblia Este libro no puede presentar un estudio exegético profundo acerca de las iglesias en las casas que encontramos en la Biblia. Sin embargo hay otras obras que lo han hecho, especialmente The Church in Thy House (La Iglesia en Su Casa) del Dr. Met Castillo y The Church in the House (La Iglesia en la Casa) de Bob Fitts. Un vistazo general nos revela lo siguiente: No sólo los individuos son los receptores del evangelio, sino casas enteras 

  



 

Mateo 10:12: «Y al entrar en la casa saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibe, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies». Lucas 10:5: «En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa». Lucas 10:7: «Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa». Hechos 10:22: «Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras». Hechos 10:30: «Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente». Hechos 16:15: «Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel, entrad en mi casa y posad». Hechos 16:32: «Y le hablaban la palabra del Señor a él, y a todos los que estaban en su casa».

Pentecostés sucedió en una casa 

Hechos 2:2: «Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados».

               

Los cristianos se reunían regularmente en los hogares Hechos 2:46: «Y perseveraron unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón». Hechos 5:42: «Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo». Hechos 8:3: «Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel». Hechos 9:11: «Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso». Hechos 12:12: «Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando». Hechos 16:40: «Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron». Hechos 18:7: «Y saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga». Hechos 20:20: «Y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas». Hechos 21:8: «Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesárea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él». Romanos 16:5: «Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo». 1Corintios 16:19: «Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor». Colosenses 4:15: «Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa«. 1Timoteo 5:13: «Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran». Filemón 2: «Y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en su casa». 2Juan 10: «Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!».

Aspectos prácticos Los grupos en las casas no son iglesias en las casas Hay muchas razones por las que los tradicionales grupos en las casas, grupos de estudio bíblico, grupos de oración o incluso grupos de jóvenes son fieros competidores de una iglesia en la casa. El concepto pudiera parecer similar, pero en realidad es extremadamente diferente porque estos grupos se basan en una forma de entender la iglesia y unos valores muy distintos. Mientras que los grupos en las casas son una pequeña parte de la iglesia total y «real», una versión en miniatura de la misma, las iglesias en las casas son la iglesia en sí mismas en su sentido más amplio y completo. ¿Quién líder a las iglesias en las casas? Las iglesias en las casas no tienen líderes en el sentido técnico de la palabra, tienen ancianos. Éstos son miembros responsables de la sociedad, capaces de asumir un papel paternal o maternal, y que tienen que cumplir con los requisitos bíblicos (1Tim. 3). Estos ancianos locales

están respaldados y aconsejados por personas apostólicas, que generalmente funcionan fuera de los límites de una iglesia en la casa individual y que guían a las iglesias en unidad y, en ocasiones, incluso toman decisiones en conjunto con ellas (Hech. 15:2, 4, 22, 23). Bautismos Las iglesias en las casas son iglesias totalmente funcionales, y por lo tanto suelen realizar los bautismos ellas mismas, a menos que opten por hacerlo junto con otras iglesias en las casas en una celebración bautismal más grande. Los bautismos se pueden realizar en una bañera, un barril, un estanque, una fuente, una piscina, un río, un lago o el mar. Normalmente se realizan por inmersión después de que el nuevo cristiano haya dado testimonio de su fe, siguiendo el ejemplo del Nuevo Testamento. En algunas culturas, las iglesias en las casas prefieren bautizar a las personas inmediatamente después de su conversión; en otras, prefieren que el candidato pase por un tiempo de preparación. Pablo fue bautizado tres días después de su conversión (Hech. 9); el eunuco etíope lo fue inmediatamente y en el mismo lugar donde estaba (Hech. 8); Pedro animó a los 3.000 convertidos en Pentecostés a que se bautizaran ese mismo día (Hech. 2:41). Bodas En algunos países, las bodas las realizan funcionarios religiosos, mientras que en otros son funcionarios civiles. Jesucristo nunca celebró una boda. En la única boda en la que estuvo es en la que se menciona en Juan 2. Jesús, a pesar de quién era, no realizó la boda. Él puso el vino, y le dejó las funciones sociales a los que se preocupaban de ellas. A él no parecía interesarle celebrar o presidir ningún tipo de función social, y tampoco preparó a sus discípulos para ello. A él le interesaba el reino espiritual. Nunca celebró ni siquiera asistió a un entierro, de hecho dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos» (Mt. 8:22). Hay países en los que algunas iglesias establecidas parece que se han especializado en celebrar bodas solemnes para cualquier cristiano (no sólo los de sus propias iglesias), si las leyes lo requieren. En otros casos, las iglesias en las casas no se preocupan de estos temas. La sociedad lo hará. Los niños y las iglesias en las casas Ya que las iglesias en las casas son familias espirituales, los niños son una parte natural e importante, al igual que son una constante fuente de alegría (y molestia), en una familia natural. Los niños son necesarios para humillarnos con sus preguntas, romper las discusiones sin fin de los adultos, bajarnos de nuestra nube santa, y actuar como evangelistas naturales y constructores de puentes. También nos ayudan a poner a prueba los frutos del Espíritu, por ejemplo la paciencia, y servirán como espías mandados del cielo para descubrir en nosotros instantáneamente cualquier trazo de superstición religiosa e hipocresía. Los niños tienen un ministerio hacia los adultos que es, al menos, tan importante como el nuestro hacia ellos. Son, en resumen, tan importantes para las iglesias en las casas como lo son Para las familias. Cualquier pareja que tenga un bebé tiene que contestar a la pregunta: «¿Ha entrado este bebé en nuestras vidas, o hemos entrado nosotros en la suya?». Si consideramos la iglesia en la casa como una reunión basada en un programa con un tema de discusión, tareas, objetivos y un programa a cumplir (que por supuesto Jesús nunca enseñó), podemos pensar que los niños sólo «molestan», y, por tanto, tienen que ponerse aparte, en grupos de niños con sus propios programas para mantenerlos entretenidos y para educarles. Ciertamente, es muy positivo y natural que los niños hagan cosas juntos, especialmente los de la

misma edad. Pero es precisamente cuando comemos, reímos y lloramos juntos, en el contexto de toda la familia (mayores y pequeños juntos), cuando los niños ven desde su más temprana edad cómo vive la gente en comunidad, y lo que significa estar en casa con los demás y para los demás. Tener un tiempo especial para los niños puede muy bien ser una excepción común, pero no la regla. De otra manera los niños serán aislados de la iglesia desde su edad más temprana. La iglesia, de nuevo, no es una reunión, es una forma de vida. Si tenemos niños, son parte de nuestra vida, y por lo tanto de nuestras iglesias en las casas. Los hijos obedientes son un requisito para el liderazgo En 1Timoteo 3, uno de los requisitos que Pablo menciona para un anciano o diácono es tener hijos obedientes: «Porque el que no sabe como gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?». «Eso nunca funcionará en Suiza, porque nuestros hijos no escuchan, y lloran todo el rato, e interrumpirán nuestro programa. ¡Ni siquiera pueden estar sentados un minuto!», me dijo una señora con varios niños. «¡No me diga eso!», le contesté. «Pregúntele a Dios por qué los tiempos han cambiado y sus reglas ya no se aplican en la actualidad». Éste es el porqué el establecimiento de iglesias no empieza sobre el papel. Puede que empiece en la habitación de los niños, con padres cristianos que redescubren una forma llena del Espíritu de criar a sus hijos en sus respectivas culturas, no de acuerdo al modelo de este mundo, sino de acuerdo a los valores del reino de Dios. Madres jóvenes con niños pequeños Puede que el siguiente ejemplo no se aplique, e incluso no se comprenda, en algunas culturas, pero dará una idea de cómo las madres junto con sus niños pequeños (uno de los mayores potenciales y recursos de la iglesia) han sido confinadas en un sistema eclesial que en absoluto es el ideal para ellas. En la iglesia hay muchas madres jóvenes a las que sólo se da atención cuando tienen que salir corriendo del culto de adoración seguidas por la incómoda mirada de la congregación, porque no han podido mantener en silencio a sus bebés. Hace no mucho tiempo estaba almorzando en el apartamento de una pareja inglesa. Tenían dos niños de 3 y 1 año. Entre bocado y bocado de pudding y tragos de té, pregunté inocentemente a la esposa: -«¿Disfrutas, entonces, de tu grupo casero?» Ella miró al marido, después ligeramente a mí, y dijo: -«Bueno, ya sabes...» Y ahí terminó todo. Su marido se apresuró a decir, en un todo optimista: -«Sí, lo disfrutamos mucho» -tratando de salir de la situación de alguna manera. -«Ya entiendo» -dije. «Déjame imaginarlo: Cada domingo es como un pequeño drama. Si la congregación supiera por lo que tenéis que pasar antes de entrar al culto (puntualmente cinco minutos tarde), no serías una pareja de ancianos espirituales por mucho tiempo, ¿No es así? Los niños están molestos, las tostadas quemadas, la abuela enferma, el perro ha hecho de las suyas, papá no puede encontrar su corbata y el fular está roto. Entonces estáis en el culto agitados y nerviosos, pero tratando de que no se note (con una máscara espiritual de "¡todo está bien! Por favor no preguntes nada acerca de mí"), hasta que llega el momento de alivio semanal, cuando el pastor dice: «¡... ahora los niños pueden salir a sus clases!».

«Los domingos los niños tienen su escuela dominical, ¿pero qué pasa en los grupos pequeños en las casas? El miércoles a las 7.30 (o la hora que se aplique en tu país) no funciona de la misma manera. ¿Es lo que os pasa a vosotros?» -pregunté. «¿Estáis empezando a pensar que vuestros niños son un obstáculo para acercaros más a Dios?». Silencio embarazoso. «Y entonces, aquí vengo yo, y tengo el coraje de preguntaros y disfrutáis de vuestra reunión de grupo pequeño. ¿Son vuestros grupos en las casas un mini culto dominical, pero sin el alivio semanal y sin órgano? Pero hay una dificultad añadida para las familias jóvenes: ¿qué hacemos con los niños? ¿Alguien que los cuide? ¿O quizá debemos mandarles a la cama a las 7.30 para que podamos recibir a cada persona que viene con una sonrisa y sin interrupciones?» «¿Qué os parece esto como alternativa? La iglesia en las casas en la forma de una iglesia del barrio o la zona. Pudiera comenzar a las 4.00 y no a la 7.30. Las mujeres del barrio se podrían reunir, tomar café y disfrutar juntas con los niños, cantar, orar, hablar, reír y llorar juntas. Luego, a las cinco, los maridos comenzarían a llegar del trabajo, pero en vez de ir a sus propias casas para cenar, esta noche ellos también irían a la iglesia del vecindario». «A las 6.10 el marido inconverso de una de tus vecinas llega furtivamente a la puerta (por primera vez y después de haberle invitado once veces), más que nada, porque se le ha invitado a cenar, no a un estudio bíblico. Está nervioso y se balancea en la silla sin parar. La expresión de su cara dice: "Sé que todos queréis convertirme. No tengo ni la menor idea de cómo queréis hacerlo, pero me espero lo peor". En ese instante, tu hijo de un año viene gateando buscando la pernera de tu pantalón. Cuando la agarra grita "¡abuda!", y te pringa con una sustancia imposible de identificar. Entonces se ríe como sólo los bebés de un año pueden hacer. En ese segundo ocurre un milagro de transubstanciación. En un momento el tenso vecino y el anciano de la iglesia en la casa se convierten en "papaítos", mirándose el uno al otro y comenzando a reír. El bebé no sólo acaba de romper la tensión, sino que ha traído algo de calor humano a lo que tu vecino había esperado que fuera un ejercicio frío, formal y religioso. De repente, ya no hay tensión ni en la atmósfera ni en tu vecino. Todos están mucho más relajados y son más naturales». «A las 6.30 más o menos, todos se sientan a la mesa para una comida informal donde cada uno se sirve lo que quiere, o quizá en la que hay una gran fuente de espaguetis, o, como hacen en China, donde hay una gran olla de sopa de pasta. Hay algo de enseñanza en la mesa, pero sucede como en el Nuevo Testamento: conversaciones y diálogo durante la comida, no después. La gente habla de sus alegrías y sus penas, sus éxitos y fracasos, sus luchas y victorias, o peinados y coches, oran y profetizan unos por otros, bromean con los niños, quienes no están estorbando, sino enriqueciendo la situación, y recolectan algún dinero para una viuda desempleada que acaba de mudarse al barrio». «Muy pronto son las 7.30, y es tiempo para que alguien le cuente a los niños (de 6 meses a80 años) una historia antes de dormir, o de salir. Quizá ésta es la ocasión en la que el vecino inconverso está escuchando (y entendiendo) el evangelio por primera vez en su vida... ¿Cómo encajaría esto en vuestra realidad? -pregunté». «Es demasiado bueno para ser verdad» -dijo ella. «¿Pero que pensaría nuestro pastor...?». Le interrumpí con educación: «Vamos a verlo claramente. ¿Cuál es el lugar más sencillo para que alguien se muestre espiritual? ¿No es precisamente detrás de un pulpito, donde uno puede predicar a un grupo de personas distantes a través de un micrófono? ¿Y cuál es el lugar más difícil en el que ser santo? ¿No es el hogar, cuando estás con tu cónyuge e hijos, donde todo

lo que haces y dices pasa la prueba de la vida diaria? Pero también es el lugar en el que el evangelio tiene un impacto mayor, porque el mensaje de una vida extraordinaria en un lugar normal y corriente es su propia prueba de fuego, y es mucho más auténtico que un mensaje artificial que se da en un lugar no natural. Después de todo, cuando Jesús dijo a sus discípulos que fueran sus mensajeros en parejas, les instruyó a que encontraran una casa de paz, que comieran y bebieran lo que les dieran, sanaran los enfermos, les comunicaran que el reino de Dios había llegado, y que permanecieran con ellos (que no pasasen de casa en casa). No es tan complicado, ¿verdad?» Recapturando los hogares Creo que durante siglos la iglesia se ha escondido del lugar en el que se puede fallar en la vida diaria en casa, y ha escapado a centros de predicación artificiales, grandes catedrales, seminarios bíblicos, programas y talleres. Pero en la actualidad, Dios está reclamando nuestros hogares para Cristo. Cuando nuestros hogares se conviertan de nuevo en el habitat natural de la iglesia, la comunidad de los redimidos, el cristianismo se convertirá en un poderoso testimonio en el lugar en el que realmente cuenta, al otro lado de la puerta. El psicoterapista Larry Crabb, en su reciente libro Connecting (Conectando), lo dice de la siguiente manera: «Quizá el centro de la comunidad cristiana es conectar con unos pocos, en donde los cristianos normales con vidas que se entrelazan regularmente llevarán a cabo la mayor parte de las cosas que ahora dependen de que las realicen los profesionales. Esto ocurrirá cuando la gente se conecte con otros en formas que sólo el evangelio hace posibles».

***

LOS CINCO MINISTERIOS Los recursos y estructura de Dios para multiplicar las iglesias en las casas Cualquier forma de vida que crece está basada en la multiplicación de células orgánicas. Esto también es así con la iglesia como familia orgánica y relacional de Dios. Una vez que hemos descubierto que la iglesia no es una serie de reuniones organizadas y controladas en edificios religiosos, sino una forma de vida comunitaria sobrenatural, el pueblo de Dios que sigue a su maestro en unidad, debemos volver a considerar cómo se multiplica esta forma de vida en una manera sana y orgánica. «Si quieres edificar la iglesia, usa mujeres» David Yonggi Cho dijo en una ocasión: «Si quieres construir una organización, usa hombres. Si quieres edificar una iglesia, usa mujeres». A los hombres nos gusta tener las cosas bajo control, y por lo tanto nos encantan los ordenadores, los motores y los robots. Si les ponemos agua y aceite, le damos un poco de grasa y el combustible necesario, nuestras queridas máquinas funcionan y nosotros nos sentimos felices. El problema es que la iglesia no es una máquina, sino una forma de vida, no es una organización, sino un organismo. Uno de los factores que más se pasa por alto respecto a la fundación de iglesias en la actualidad es que un porcentaje muy significativo de esas iglesias parece que las han comenzado las mujeres. Da la sensación de que el Espíritu de Dios está desafiándolas a salir y salvar sus naciones, mientras nosotros los hombres seguimos sentados y pensando que tenemos que discutir más sobre teología y estrategias, o, como yo mismo, escribir otro libro. Crecimiento «Teo-mático» En su libro Desarrollo Natural de la Iglesia, Christian A. Schwarz dice: «Podemos aprender de la iglesia al observar y considerar con cuidado los lirios, cómo crecen. El crecimiento de las plantas y de otros organismos vivos nos muestra que tienen un potencial "biótico", la capacidad inherente de un organismo o especie dada, para sobrevivir y reproducirse. Este tipo de crecimiento natural no es mecánico ni artificial. Es dado por Dios». ¿Esto es así también para la iglesia? Yo creo que sí. Podemos ver este principio en Marcos 4:26-29, en la parábola del crecimiento de la semilla. «El hombre que siembra en la tierra: que lo mismo si duerme que si está despierto, lo mismo de noche que de día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma» (versión Dios Habla Hoy). Las palabras «por sí misma», son la traducción de la palabra griega automate, lo que significa automáticamente. Este automatismo de crecimiento es en realidad un «teo-matismo», ya que Dios mismo es el que en realidad causa el crecimiento; Es él quien da el crecimiento (1Cor. 3:6). Esto tiene unas consecuencias muy serias para nuestra práctica y pensamiento. Para que una iglesia crezca, debemos soltar o liberar el potencial biótico de crecimiento que Dios ha puesto, en vez de insertar este potencial en la iglesia por cualquier medio que nos venga a la mente. El potencial de crecimiento ya está allí y quiere salir, y entonces el crecimiento sucederá «por sí mismo». Dios se ha reservado esta parte de la obra para él por buenas razones.

No más iglesias manufacturadas Todos estaremos de acuerdo en que la iglesia no se puede manufacturar: El hombre no puede hacer un avivamiento, ni producir crecimiento en la iglesia, ni un movimiento de fundación de iglesias manufacturado. Ni siquiera podemos «hacer», manufacturar, producir o elaborar un buen sermón, podemos «hacer» un mal sermón, que es malo porque lo hemos «hecho» por nuestra cuenta. ¿Así que, cuál es el papel del hombre en todo esto? Si no podemos hacer que suceda un avivamiento, ¡al menos podemos dejar de impedirlo! El ministerio correcto consiste en liberar el automatismo de crecimiento por el cual Dios hace crecer su iglesia, no manufacturarlo. Si en el pasado hemos impedido este potencial de crecimiento biótico, puede que tengamos que arrepentimos, ponernos a un lado, observar los caminos de Dios con atención (por ejemplo mirando los lirios, como recomendaba Jesús), y entonces unirnos humildemente al proceso en una etapa posterior. Tecnócratas En el pasado, muchas iglesias y misiones han tenido la tendencia de pensar al revés: Con la ayuda de fuertes programas y esfuerzos casi sobrehumanos e incansables, enseñando, predicando, organizando y levantando fondos constantemente, han tratado de infundir la calidad necesaria en los grupos e iglesias que han establecido. Esto es como tratar de empujar un coche por uno de sus costados, moviéndolo un centímetro con mucho sudor, en vez de dar vuelta a la llave de contacto y dejar que el motor que tiene el coche lo mueva. «El evangelio es poder (dynamis) de Dios», explosivo como la dinamita, dice Pablo en Romanos 1:16. Si tratamos de producir el evangelio por nosotros mismos, podemos ser como alguien que calienta uranio 235 sobre un fuego, en vez de dejar que suceda la reacción nuclear necesaria, lo cual liberará del mismo uranio una energía atómica increíble. Quizá queramos agrandar las ruedas que dan equilibrio a la bicicleta de la iglesia, sin darnos cuenta del increíble don del equilibrio que Dios ya ha dado, incluso a los niños pequeños. Si tratamos de manejar la iglesia como una empresa con los mejores principios de gestión y métodos probados satisfactoriamente, puede que estemos empezando a hacer la obra de Dios con nuestra propia fuerza, sin usar el potencial inherente de poder y crecimiento que Dios ha establecido. De hecho, puede que nos encontremos luchando contra ese potencial, porque trastorna nuestros programas planificados. Como resultado, nos convertiremos en «tecnócratas», que controlan y reglamentan con la ayuda de métodos y artefactos técnicos. Con la mejor de las intenciones y probablemente los motivos más puros, puede que creemos máquinas inútiles, porque nuestras mentes (y por lo tanto nuestros métodos) se han corrompido. Dios ha provisto todo lo que necesitamos para el crecimiento y la multiplicación de la iglesia: ¡El secreto y el poder están en la semilla! Tenemos que usarla de manera apropiada. Cómo mantener discípulos inmaduros a través de la enseñanza «He estado enseñando a mi iglesia durante cinco años, y todavía parecen tan débiles», me dijo un joven pastor. -«¿A cuantos les has enseñado a enseñar?» -le pregunté. -«¿Qué quieres decir?- respondió él. -«Acabas de contestar mi pregunta» -repliqué. «El trabajo de un maestro es enseñar a enseñar, y no hacerlo para ellos por siempre. De hecho, ésta es una manera artificial de mantener a la gente en una inmadurez perpetua, prolongando su condición de bebés en el

nombre de una gran y maravillosa enseñanza de discipulado». El potencial de crecimiento orgánico visto en forma numérica La mayoría de las personas que descubre el modelo de iglesias en las casas por primera vez, no ven inmediatamente su potencial para el crecimiento a través de la multiplicación orgánica. Pero la calidad correcta en la estructura apropiada produce un crecimiento dinámico inmenso. ¿Cómo puede llegar a ser tan buena la calidad en las relaciones, que se produzca una multiplicación rápida de iglesias sin perder esa calidad? La respuesta es obvia: Sucede en proporción a la intensidad de las vidas que se comparten en las iglesias en las casas, una dinámica que raramente se experimenta en las iglesias tradicionales. Ya que en el cristianismo tradicional muchas veces no se comparte la vida, este hecho (y su potencial) a menudo se pasa por alto. Estoy de acuerdo con los que dicen que edificar una comunidad no es cosa tanto de números como de calidad. Al mismo tiempo, la calidad que lleva más tarde o más temprano a la cantidad, es a mi modo de ver, sospechosa. Me interesa la calidad espiritual en su lugar correcto, en su estructura adecuada, en el orden de magnitud apropiado y distribuida convenientemente. Es muy instructivo dar un vistazo al potencial numérico de las iglesias en las casas orgánicas. Elefantes o conejos Un ejemplo son los diferentes patrones de reproducción de los elefantes y de los conejos. Elefantes Sólo son fértiles 4 veces al año Sólo una cría por embarazo Período de gestación de 22 meses Alcanzan la madurez sexual a los 18 años. Potencial de crecimiento máximo en 3 años: de 2 a 3.

Conejos Son fértiles casi continuamente Una media de 7 crías por embarazo Período de gestación de 1 mes Alcanzan la madurez sexual a los 4 meses Potencial de crecimiento máximo en 3 años: de 2 a 476 millones

Patrón típico de crecimiento de las iglesias en las casas Las iglesias en las casas no se multiplican como los conejos, pero este ejemplo muestra el potencial teórico de multiplicación rápida. Una iglesia en la casa típica puede tener entre seis y veinte personas, y por regla general puede doblarse en seis a nueve meses. Para nuestro ejemplo tomamos un tamaño medio de 12 personas por iglesia, y un promedio de multiplicación menor que la media de 12 meses. También asumimos que en el primer año de funcionamiento, la iglesia en la casa en realidad no se doblará. Puede que tenga un problema de liderazgo, o cualquier otro problema al empezar. Seguimos pesimistas y también asumimos un 25% de fallos, y períodos de crecimiento y consolidación, lo que significa que una de cada cuatro iglesias en las casas que comienza no continuará por diferentes razones en un período de tiempo dado de 5 años. Esto nos dará el siguiente cuadro: Después del año

Número de Iglesias

Número de personas

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 15 20

Sólo 1, no 2 2 4 8 12 (=16 menos 25%) 24 48 96 192 288 (= 384 menos 25%) 6.912 (= 9.216 menos 25%) 165.888 (= 221.184 menos 25%)

12 24 48 96 144 288 576 1.152 2.304 3.456 82.944 1.990.656

Este cuadro, que realmente ha sucedido varias veces en la historia y también en tiempos recientes, incorporaría casi 2 millones de personas en un movimiento de iglesias en las casas en un período de 20 años. El proceso se puede acelerar mediante factores contextúales, un tiempo de multiplicación menor, avivamientos, persecución, o quizá ir más despacio por otros factores. Sin embargo, el punto central es que el crecimiento se produce por medio de la multiplicación, y la multiplicación es exponencial, no lineal. De la suma a la multiplicación Las iglesias en las casas son una estructura multiplicable. Se pueden multiplicar literalmente sin parar, siempre y cuando tengan los fundamentos. Dos de esos fundamentos son la calidad bíblica y el liderazgo. La mayoría de las estructuras para el desarrollo de líderes de la actualidad están basadas en la suma. Enseñamos a líderes jóvenes una serie de clases y a cumplir unos programas que tienen un resultado similar, un número de «graduados» parecido cada vez. Podemos meter a la gente en el sistema de seminarios bíblicos y quizá añadir al número de pastores ordenados o misioneros 50 o 500 cada año. Pero a la vez que algunos se están graduando, otros tantos se están jubilando o abandonando. Además, tan sólo añadir líderes para cubrir la demanda de las iglesias en las casas que se van multiplicando no es suficiente. La suma no puede mantenerse con la multiplicación, porque una suma constante produce un crecimiento lineal; dos más dos es cuatro, más dos, seis. Una multiplicación continua produce un crecimiento exponencial; dos veces dos es cuatro, y dos veces esto es ocho. Si tratamos de proveer líderes para un movimiento de iglesias en las casas a través de una estructura que está orientada hacia la suma y no la multiplicación, el propio sistema de preparación de liderazgo será muy pronto el factor que limite el proceso de multiplicación de las iglesias, y el crecimiento cesará. Dios no quiere da a luz bebés para ver cómo se mueren de malnutrición y frío. Otra barrera de los 200: cuando la suma detiene la multiplicación Si tenemos iglesias en las casas que se multiplican, lo que crea una media de crecimiento exponencial, necesitamos una estructura de preparación de líderes que crece tan rápido como las iglesias se multiplican. Por lo tanto, la propia estructura de liderazgo también tiene que multiplicarse. O empezamos a multiplicar todos nuestros seminarios y escuelas bíblicas, o encontramos una manera mejor.

Si dibujamos un crecimiento lineal (desarrollo del liderazgo) y un crecimiento exponencial (multiplicación de iglesias en las casas), ambas se cruzan en el punto en el que el número de iglesias supera al número de líderes. Esto se traduce en una parada brusca del movimiento, porque el recién nacido movimiento de iglesias en las casas se ve falto de calidad y líderes. La estructura de ayuda no ha crecido lo suficientemente rápido, y, por tanto, todo el movimiento está en peligro de diluirse o incluso parecer una secta. Es interesante notar que este punto de intersección, a menudo sucede cuando hay entre 150 y 200 iglesias en un movimiento dado, por las mismas razones por las que una iglesia tradicional de un solo pastor generalmente experimenta la «barrera de los 200» que se describió en el capítulo 1. Un único líder no tiene capacidad de cuidar a más personas, y el crecimiento se para. Generalmente, esto puede crear en el proceso una nueva denominación. Sin embargo, hay una forma de romper este problema estructural de crecimiento inherente; podemos sencillamente evitarlo desde el principio y proveer estructuras que ayuden a la multiplicación de líderes. La multiplicación de los cinco ministerios La respuesta al problema estructural son los llamados cinco ministerios, o ministerio quíntuplo de Efesios 4:11-13: «Y él mismo (Dios), constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar (otras traducciones usan capacitar) a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe...» El ministerio quíntuplo funciona como los poderes auto-organizadores de la iglesia. Son parte del «potencial de crecimiento biótico» inherente, una estructura interna, parte del ADN espiritual de la iglesia, que se forma a sí mismo en el cuerpo de Cristo, al igual que el cuerpo humano forma su propio sistema linfático, su sistema de anticuerpos, o de circulación sanguínea, con una increíble e inherente habilidad de crecer de forma orgánica con el crecimiento general del propio cuerpo, y mantenerse o incluso curarse a sí mismo. Me gustaría enfatizar que el concepto de los cinco ministerios es una enseñanza y práctica bíblica general, esto es, que no es algo particular de una denominación o el movimiento de iglesias en las casas, sino que se aplica a toda la iglesia. Cada uno de estos cinco ministerios tiene su propia tarea a cumplir en la preparación de los santos para la obra del ministerio, y se mueven constantemente por las iglesias (casas), como si fueran su propio sistema digestivo o pulmonar. Habilitando a personas para el ministerio El aspecto más importante para las iglesias en las casas es que estos ministerios también se pueden multiplicar a sí mismos: apóstoles identificando y entrenando a otros apóstoles, profetas identificando y entrenando a otros profetas, y multiplicándose a través del sencillo principio bíblico del discipulado. De esta manera, la estructura de liderazgo puede crecer de forma exponencial junto a un movimiento de iglesias en las casas que se multiplican. En palabras de Barney Coombs: «Jesús toma pordioseros y los convierte en príncipes. Agarra a seis pescadores malhablados, un cobrador de impuestos detestado y otros cinco don nadie, y los transforma en la élite de la Jerusalén celestial». La base de este proceso es que se habilita, de forma exponencial, a más personas para que hagan la obra de Dios. Es encontrar, nutrir y lanzar a personas dotadas de un talento y dones sobrenaturales a su llamamiento divino para que saquen a la luz lo que Dios

tiene en ellos, y hacerlo de manera sistemática y estratégica. Dando ministerios a otros Después del tiempo de Constantino, la iglesia se convirtió en un canal para la distribución de recursos a sus miembros en lugar de desafiarlos a que ellos mismos se convirtieran en recursos, dice William Beckham. El llamamiento bíblico de apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro no es el de asumir o usurpar «el ministerio», y realizarlo sólo ellos mientras los demás miran, sino el de capacitar al pueblo de Dios para el ministerio, entrenar a otros. Son entrenadores apostólicos, proféticos, evangelísticos, pastorales y de enseñanza, no los que sólo realizan esas funciones; son maestros, no hombres orquesta. El verdadero fruto de un evangelista no es un converso, sino otro evangelista. Por extraño que parezca, el modelo que se ha convertido en la norma es exactamente lo contrario: Profesores, evangelistas, pastores, apóstoles y profetas especialistas se mueven a una velocidad asombrosa, con demasiado trabajo y estrés, esclavos de sus agendas. A diferencia de Jesucristo, es difícil incluso aproximarse a ellos, con su presión arterial, y muchas otras cosas, en peligro. Dan seminarios y hablan en conferencias en las que muestran a una masa maravillada la última novedad en su área de especialización, y hacen exactamente lo contrario de la tarea que verdaderamente Dios les encomendó: En vez de capacitar al pueblo de Dios para el ministerio, ellos lo realizan para que el pueblo lo observe. En vez de enseñarles cómo enseñar, sólo les enseñan. En lugar de prepararles para que sean evangelistas, sólo evangelizan. En vez de entrenar a las personas en cómo profetizar, profetizan ellos mismos y se marchan sin dejar ningún discípulo detrás. Esto no sólo establece un principio general, sino que también deja, tanto al maestro como al estudiante, insatisfecho y vacío, porque no han hecho lo que Dios quería que hicieran, esto es, ser discipulado en esos ministerios, aprender los secretos de los demás, ser iniciado uno mismo en el proceso de la multiplicación. Esto crea un nuevo rango de clero y laicos, y finalmente no es capaz de preparar al pueblo de Dios para realizar su ministerio. Dios ha dado los cinco ministerios para darlos a otros, para usarlos en capacitar a otros para realizar la obra del ministerio, lo que en última instancia significa multiplicar la estructura a través del cual el ministerio está funcionando: las iglesias en las casas. Los cinco dedos de la mano Gerald Coates, líder del movimiento pionero en Inglaterra, compara los cinco ministerios con los cinco dedos de la mano. El apóstol es el dedo pulgar: Da estabilidad, mantiene el equilibrio, y puede tocar a los demás dedos. El profeta es el dedo índice: Te señala y te dice: «¡Eres tú!». El evangelista es el dedo corazón: el más largo de todos y que llega más allá, al mundo. El dedo anular se parece al pastor, que cuida de las relaciones internas. El dedo meñique es el maestro: Se puede meter hasta el fondo del oído, y allí compartir la verdad del evangelio. El pastor El pastor, en el sentido bíblico, que es dado como don (no en el sentido tradicional de puesto, o posición), es por naturaleza el que cuida de primera mano a las ovejas: permanece en medio del rebaño. Todo gira a su alrededor, pero en ningún lugar del Nuevo Testamento hayamos a un pastor que esté guiando una congregación. Por su naturaleza es una persona amorosa que puede crear un ambiente familiar. Para él lo más importante son las relaciones, sencillamente porque su interés está en la salud espiritual del rebaño a largo

plazo. El buen pastor conoce el nombre de las muñecas de los hijos de los adultos que tiene a su cuidado; está interesado en los detalles diarios. Sólo hay un problema: La mayor debilidad de una persona, a menudo está en la sombra de su área más fuerte. El pastor tiene la tendencia de perder la visión general, porque está «perdido en las relaciones». Generalmente, a este ministerio le acompaña un «punto ciego profesional». Sin embargo, su lema es «¡las relaciones lo son todo!». El pastor se enfoca en redimir las relaciones con Dios, y unos con otros, y también a ayudar a otros a funcionar en esta forma relacional. El profeta El profeta está por delante del rebaño, quizá cinco kilómetros más allá de la próxima colina. Está en el puesto de vigía. Allí es donde escucha la voz de Dios y tiene visiones, entra en el trono de Dios y vislumbra algo. En verdad puede resultar muy apropiado el que suela estar lejos del rebaño, porque pocos le entienden realmente. No está tan interesado en las personas y lo que piensan de él, sino en la voz de Dios para la situación. Además de esto, suele tener una personalidad complicada y desorganizada, precisamente porque tiene un don tan único. ¿Puedes imaginarte pasar un rato tranquilo tomando un café con Jeremías? Seguramente nos dejaría a un lado y utilizaría el café para ilustrar algo. La perspectiva de un profeta es radicalmente diferente de la de un pastor. Escucha a Dios y desde esta perspectiva cuestiona todo de una manera casi cruel, incluyendo al pastor. Pero ésta es la sana tarea que Dios le ha dado. Por esta razón, hay una tensión histórica entre el pastor y el profeta: Uno es un defensor del status quo que quiere mantener la comunidad; el otro cuestiona todo, y otros le ven (con razón) como una amenaza, porque interrumpe las cosas y quiere «movimiento inmediato». El pastor, como se ve en muchos cuadros, no sólo tiene un palo en su mano para manejar las ovejas y mantener alejados a los lobos; también puede que lo use rápidamente para mantener alejados a los profetas. Pero ambas perspectivas son válidas, puesto que ambos están sirviendo a Dios y al mismo rebaño, uno con una atención muy amorosa, el otro con una visión profética. ¡Ambos son necesarios! El lema del profeta, que describe su ministerio, es «visión». A menudo los profetas tienen la habilidad singular de ver y oír lo que otros ni ven ni oyen. Esta revelación sobrenatural necesita atravesar un proceso saludable de interpretación en la iglesia (1Cor. 14:29) y de aplicación. El profeta suele recibir un llamamiento directo de Dios, y generalmente es enviado bajo un maestro profeta, como en el caso de Elías y Eliseo (2Reyes 3:11). El apóstol El apóstol no está tan lejos del rebaño como el profeta. Sólo está a un par de kilómetros, precisamente en lo alto de la próxima colina en vez de pasada la colina como el profeta. Desde esta posición de mando puede ver todo el panorama y estudiar su mapa, buscando el siguiente lugar de pasto verde. Generalmente, no tiene tiempo para visitar las casas y para las charlas superficiales; «el mundo es su iglesia». Como Pablo, en realidad nunca está satisfecho, ¡después de Roma, quería ir a España! Su palabra clave es «estrategia», su pulso las naciones. Los apóstoles se parecen mucho a los generales de los ejércitos. Llevan el peso y la responsabilidad principales para el avance de la causa. El ministerio apostólico es un ministerio de fundación, puede crear algo de la nada, formar una base en el desierto. En cierta manera, reúne a los demás dones en él. El apóstol tiene un don

sobrenatural para poder -puede funcionar como un solucionador de problemas y un descubridor de talentos-. Y si el pastor -la palabra sólo se menciona una vez en el Nuevo Testamento- es el equivalente a un «tío» espiritual, muy amoroso y dedicado a cuidar a otros, pero al final no responsable, entonces el apóstol (se menciona a 22 de ellos por su nombre en el Nuevo Testamento) es el padre espiritual que tiene la última responsabilidad, la verdadera tortura y el verdadero gozo. El maestro El maestro, usando el ejemplo de su relación con el rebaño de ovejas, vive a una distancia crucial de éste. Se sienta en una posición de ventaja a un kilómetro del rebaño, de manera que pueda mandar sus perros a tiempo para ocuparse de una oveja que se está comportando mal, otra que está separándose sin darse cuenta del pasto apropiado. Su lema es: «¡La verdad y nada más que la verdad!». El maestro está interesado en la calidad, en los detalles, a los que encuentra más fascinante que el panorama completo. Suele ser una persona a la que le gustan los detalles y necesita saber todo con exactitud. Le encanta enseñar, y su don es el de ayudar a otros a enseñar a otros cómo enseñar. Al igual que su maestro Jesús, cuando enseña no sólo deja sus notas, sino literalmente su espíritu. El evangelista El evangelista está rodeando al rebaño, también a un kilómetro de éste, lo suficiente para no oler como las ovejas del rebaño y por lo tanto asustar a las ovejas salvajes, pero lo bastante cerca para llevarlas al rebaño. Tiene tres metas y pasiones: Que la gente encuentre a Jesús, que encuentre a Jesús, y que encuentre a Jesús. Introduce en las iglesias un enfoque hacia fuera saludable, e incluso está involucrado en el discipulado de nuevos creyentes para que maduren a través de literalmente «leerles el evangelio», «evangelizándoles», llenándoles de las buenas nuevas. Bíblicamente, el evangelista no lidera la extensión de las iglesias, sino que trabaja en colaboración con los apóstoles y profetas, quienes llevan la responsabilidad principal de establecer los cimientos de las iglesias. El evangelista apodera a otros para que sean evangelistas; no para crear actividades evangelísticas, sino para que las iglesias en las casas puedan convertirse o seguir siendo un movimiento evangelístico. Evitando la proyección de ministerios Uno de los grandes errores de nuestro tiempo es que hemos permitido o incluso animado la «proyección de dones espirituales». La proyección de dones sucede cuando un cristiano que ha recibido un don espiritual particular asume que su don es la cosa más natural de mundo, y que los demás cristianos conseguirán automáticamente los mismos resultados si hacen lo que él hace. Pasa por alto el hecho de que Dios nos ha hecho únicos y nos ha dado a cada uno dones especiales. Puede que en algún momento el plan de Dios para alguien sea que deje de tener un don y se convierta en uno, por ejemplo, alguien dejaría de sólo profetizar para convertirse en un profeta. Cualquiera que se compare con otro está comparando manzanas con naranjas y no está haciéndose ningún favor, así como tampoco a los demás. De hecho, está complicando las vidas de otros cristianos con una comparación injusta, y se puede decir que está sencillamente pecando contra el cuerpo de Cristo, en el cual no todos son boca ni todos son oídos. La «proyección de ministerios» lo complica todavía más. En este caso, el maestro mira al evangelista y dice: «¡Tú y tus campañas evangelísticas! La enseñanza teológica es lo que realmente importa. Tienes un problema: ¡Tienes que ser más parecido a mí!». El

pastor mira horrorizado al profeta y dice: «¡Tú y tus visiones. Las buenas relaciones que duran es lo que cuenta!». Agarra con fuerza su bastón de pastor, dispuesto a mantener a los lobos a raya, y comienza a echar a los profetas. Cuando un maestro edifica una iglesia Si dejas que un maestro edifique él solo una iglesia, lo hará sobre la base de su don de enseñanza. ¿Qué otra cosa se podría esperar? Puede que convierta la iglesia en una sala de estudio, o que empiece escuelas bíblicas, u otro tipo de centros de enseñanza. Esto puede que se desarrolle hasta convertirse en impresionantes catedrales de predicación, si tiene los dones retóricos necesarios, donde tanto personas que viven lejos como los que están cerca asisten para que les impresionen. Pero con demasiada frecuencia cuando el talentoso maestro se va, el centro también desaparece. Un maestro en realidad no pone los fundamentos; pero los explica de forma brillante. El modelo de iglesia del evangelista A menudo parece que los evangelistas viven en una carrera sin fin, y, si les dejas edificar una iglesia, crearán la mayor y más fascinante serie de eventos y programas con un montón de adrenalina por minuto. Pero al final sólo tendrá un mensaje que decir. Un evangelista será capaz de juntar a muchos, pero generalmente no estará dotado para edificarles unidos. La gente se cansará pronto de esta dieta espiritual basada en un solo elemento y la dejarán, buscando algo más. Quizá el evangelista también descubra el problema, y se vaya antes de que la gente lo haga (una solución más elegante), convirtiéndose en viajero e itinerante, con unos recursos básicos de 10 o 20 mensajes evangelísticos, buscando gente que todavía no los ha oído. El modelo de iglesia pastoral Uno de los mensajes más fuertes de un pastor «carismático» (hablando de don pastoral, no de posición) al mundo es éste: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os escucharé y os aconsejaré». Y sí que vienen. Si se le deja todo al que tiene el don pastoral, su ministerio creará de forma natural centros de consejería que pueden convertirse en hospitales espirituales, donde la gente viene a que cuiden de sus heridas en el poder del Espíritu Santo. Los pastores, como buenos «tíos» (en el sentido de relación familiar), tienen dificultades en decir «no». A menudo, el resultado es un efecto de choque creado por el mejor don que hay en ellos: Se ven abrumados por más personas con necesidades de las que son capaces de manejar, y este crecimiento les limita y se para. Muy pronto se ven sobrecargados y alcanzan su capacidad máxima. El papel predominante de los apóstoles y los profetas en el establecimiento de iglesias Por muy importantes que puedan ser los hospitales espirituales, no pueden reemplazar aquello para lo que han sido dotados de forma única los apóstoles y profetas: Edificar una base y un cimiento sobrenatural para un movimiento de iglesia multiplicador; para aceptar nada como imposible; para responder de forma estratégica a las visiones y las revelaciones sobrenaturales; para ser buscadores de talentos profetices. No están tan orientados hacia las personas y las necesidades sentidas de éstas, como los buenos pastores, maestros y evangelistas, sino más bien centrados en Dios. Dios les ha dado la habilidad de ver más allá de las cosas, más allá de las necesidades y problemas humanos, y se ocupan de

las tareas y visiones de Dios. No sólo quieren edificar «una iglesia», ¡quieren toda la ciudad o el país! Viven en el futuro, para el futuro, desde el futuro, constantemente expectantes con el desarrollo del futuro, y por lo tanto pueden empujar y guiar a la iglesia al futuro, y prevenirla de llegar a convertirse solamente en una institución tradicional que celebra sus hechos pasados, o en un monumento fosilizado de la historia antigua. La iglesia está «edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra del ángulo Jesucristo mismo» (Ef. 2:20), escribe Pablo. Juan escribe a la iglesia en Éfeso después de que casi el resto de los «doce apóstoles» hubiera muerto: «Que has probado a los que se dicen ser con los cimientos apóstoles, y no lo son» (Ap. 2:2). Esto simplemente sugiere que el servicio de los apóstoles continuó más allá de la «era apostólica», como escribe Watchman Nee en su libro The Orthodoxy of the Church (La Ortodoxia de la Iglesia). Al igual que ocurre con los cimientos de una casa, mucho del trabajo de los apóstoles y de los profetas no siempre está a la vista, pero se siente. Es por esto que Pablo se refiere a ellos como «primeramente» en la lista de ministerios para la iglesia (1Cor. 12:28), porque han sido «llamados» en primer lugar para realizar el trabajo fundacional, para «cimentar iglesias», descubrir el lugar, mover la tierra, excavar, echar los cimientos, para que otros, como los carpinteros, los fontaneros, los electricistas, puedan edificar sobre esa base. ¿Te gustaría vivir en una casa en la que los carpinteros hayan puesto los cimientos? Admiro a los carpinteros, pero no me gustaría vivir en esa casa. Sencillamente porque está fuera de su competencia. En vez de modelos de iglesia pastorales, evangelísticos o de maestros, los apóstoles y profetas edifican iglesias apostólicas y proféticas. El apóstol, que se menciona en primer lugar en todas las listas de ministerios bíblicos, es alguien «enviado para tratar de resolver lo irresoluble con el propósito de facilitar el crecimiento de la iglesia de Jesucristo tanto en su calidad como en su cantidad», dice Barney Coombs en su excelente libro Apostles Today (Apóstoles Hoy). Jugando en el mismo equipo y no unos contra otros Tenemos que dejar de ejercer estos ministerios contra los demás, y comenzar a reconocer estos dones especiales en los demás. Son partes muy válidas del cuadro entero, cada una un 20% del 100% total del ministerio, con los ministerios apostólico y profético cumpliendo un papel especial y algo más prominente que los demás. El maestro nunca será capaz de tomar el lugar o reemplazar la labor de un apóstol o un profeta; el pastor no será capaz de realizar el trabajo al que ha sido llamado un apóstol o un profeta; y el profeta puede que se sienta miserable si se le pide que sea un pastor (hablando del don pastoral de dar cuidado a otros), pero despegará si se permite que funcione en armonía y sinergia, y será un complemento perfecto con los demás. Una iglesia en la casa está dirigida por ancianos. No cada iglesia en la casa individual de 15 personas tendrá su propio apóstol, su profeta, su evangelista, su pastor y su maestro, sentándose juntos en el salón de la casa. Estos ministerios son de capacitación, llegando más allá del marco de una iglesia en la casa local, y funcionando «translocalmente», afectando toda un área, especialmente en el caso de apóstoles y profetas, y puede que más lejos que un área. Construyendo un depósito genético espiritual para la iglesia local El plan del maligno ha sido durante mucho tiempo mantener a los pastores en una esquina, a los profetas en la otra, mirando hacia fuera por la ventana, mientras los maestros se

sientan en la biblioteca, los evangelistas beben café fuera, y los apóstoles viajan a ultramar. Para poder ver los cinco ministerios funcionando juntos de nuevo, deben ser identificados nuevamente. Entonces cada uno debe reconocer los otros ministerios, lo que puede involucrar bastante arrepentimiento para redimir los malentendidos del pasado y corregir la mala comprensión de cada uno. Tienen que hacerse amigos de los demás, porque «cualquier cosa importante en el reino de Dios está basado en relaciones redimidas», dice Roger Forster. A continuación, tienen que formar equipos, generalmente basados en la localización geográfica (la ciudad, la región, la provincia, o el país), y comenzar a multiplicarse a sí mismos, profetas multiplicando profetas y evangelistas multiplicando evangelistas a 30 a 60, a 100 por uno, y finalmente formando el equivalente a un depósito genético, un centro de capacitación y recursos para todo el cuerpo de Cristo en esa localidad y más allá. Basado en este depósito de liderazgo, la persona correcta con el don correcto se puede despachar rápidamente para añadir a la dieta espiritual si se necesita en algún lugar, para resolver una crisis, dar un empujón especial necesario a una iglesia o un área. Los capacitadores apostólicos y profetices y los siervos del Cuerpo, al igual que los civiles, forman un senado espiritual y un concilio para la ciudad, la región o la nación. Una de sus tareas es la de trabajar duramente para evitar la formación de otra élite o clase espiritual dominante, olvidando títulos y fama, y siendo humildes y abiertos a rendir cuentas unos a otros. Su tarea es la de ser responsables de la identidad, el llamamiento y el propósito redentor de la iglesia en una ciudad o región, para hablar verdaderamente con una voz a la nación, para realizar celebraciones y transmitir visión apostólica y profética a un nivel mayor. Su trabajo normal será estar disponible para cualquier iglesia en la casa que les necesite, moviéndose constantemente «de casa en casa»«, derramándose ellos mismos en el pueblo de Dios según se multiplican las iglesias en las casas. ¿Eres tú la persona? ¿Dónde comienzas a desarrollar este depósito genético espiritual? Con los que tienen una visión apasionada y sobrenatural para ello. Esos que puede clamar, y lo hacen, por una ciudad, región o país deben ser los que inicien el proceso; nadie más tendrá realmente la unción para ello. Será la gente apostólica y profética, porque esto es parte de la naturaleza que Dios les da dado. John Knox, el reformador de Escocia, un hombre apostólico, oró en una ocasión: «¡Dios, dame Escocia o me muero!». Éste es el tipo de oración que debe estar de forma natural en tus labios antes de que hagas esto. El pastor Colton Wickramaretne de la People's Church (Iglesia del Pueblo o de la Gente) en Colombo, Sri Lanka, el cual es un hombre apostólico y profético, lo dice de esta manera: «El método de Dios es un hombre. ¿Eres tú ese hombre?». El primer paso en muchas áreas es reconocer, formar y multiplicar los ministerios individuales. Tenemos que hacer aquello para lo que Dios nos hizo. Quizá en la actualidad trabajas como pastor, pero en realidad eres un profeta. O puede que estés tratando de ser un maestro, cuando en realidad eres un pastor, y tienes que estar en contacto con la gente, lejos de todos esos papeles. Tres áreas de responsabilidad en la iglesia En vez de desarrollar tres «niveles de liderazgo» jerárquicos, las iglesias en las casas se mantienen y multiplican de forma orgánica a través del ministerio de tres tipos de personas dotadas de manera especial:

1. Ancianos Las iglesias en las casas están dirigidas por ancianos, cuya función es la de ser como padres y madres de las mismas. Estos ancianos dan a la iglesia en la casa una sabiduría redimida, supervisando el rebaño como un padre supervisa a sus hijos, mostrándoles cómo vivir, y añadiendo autenticidad a través de una experiencia familiar probada y de un estilo de vida equilibrado y maduro. 2. Los cinco ministerios Los ancianos son entrenados y capacitados por personas que han sido llamadas por Dios para uno de los cinco ministerios: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Esos ministros circulan por las iglesias «de casa en casa» y funcionan como el sistema de circulación sanguínea, nutriendo todas las iglesias en las casas con los elementos necesarios para mantener o conseguir la salud y, por tanto, multiplicarse. Esos ministerios son como tendones y articulaciones, vinculando en unidad a las iglesias en las casas para ser un solo gran sistema. Su ministerio trasciende las iglesias en las casas individuales y sirve al cuerpo de Cristo como un depósito genético espiritual, del que las iglesias en las casas de un área o región, y en ocasiones de más allá, pueden recibir ayuda. 3. Padres apostólicos Los capacitadores espirituales de los cinco ministerios tienen que ver con el tercer grupo de lo que llamo «padres apostólicos», personas con un don apostólico y profetice además de un carisma y llamamiento especial de Dios para una ciudad, una región o un país. Estos padres apostólicos, a los que se puede reconocer generalmente porque traen una agonía y un dolor espiritual casi invariables por un lugar, una ciudad, un país, o un grupo étnico (Gál. 2:7-9), se convierten en la columna vertebral local, los «pilares de la fe» en el ámbito regional o nacional, afirmando el movimiento de iglesias en las casas de forma local, y siendo responsables de las celebraciones y de la iglesia de toda la ciudad que va surgiendo. Ya que con frecuencia suelen tener una verdadera mentalidad del Reino, un espíritu quebrantado a causa de la carga espiritual que llevan, no son capaces de edificar un movimiento y reino masivo a su alrededor, sino que funcionan verdaderamente sirviendo a todos, y por lo tanto, liderando a todos, no desde arriba, desde la altura de una pirámide jerárquica de poder, sino con sus pies en la tierra, junto a otros capacitadores (Mr. 9:35). A los diáconos se les puede ver funcionando junto a los ancianos (Fil. 1:1), pero también como los secretarios y asistentes de los padres apostólicos, ocupándose de los aspectos administrativos y sociales, y dejando a los apóstoles con las manos libres para realizar su trabajo (Hch. 6). Muchas compañías punteras saben en la actualidad que su futuro depende de la cualidad de la siguiente generación de sus líderes. Así que emplean empresas (así llamadas), recursos humanos y agencias de colocación, o envían a sus propios cazadores de talentos a las universidades para encontrar el tipo de persona dotada del calibre que la compañía piensa que necesita emplear. El Cuerpo de Cristo debería aprender de ello. Necesitamos un ministerio sobrenatural de cazatalentos, o incluso un plan, que identifique de forma sistemática y reclute los dones en otros y en las iglesias, para ayudar a esos apóstoles y profetas en potencia o a esos que van a ser pastores a convertirse en aprendices con sus propios modelos a la vista, personas que están a mucha distancia de ellos en la madurez y experiencia espiritual en la verdadera área de ministerio que sienten

están llamados a servir. Esos discípulos y aprendices pueden cargar con los maletines de sus maestros, o «verter agua en las manos» de un profeta experimentado, y aplicar todo lo que puedan, «captando el espíritu» de alguien que ministra en el espíritu. «Imitadme a mí», como Pablo dice. Al igual que un aprendiz sin un maestro no tiene sentido económicamente, un discípulo sin un maestro no tiene sentido espiritualmente. Sanando el trauma eclesial En la actualidad hay muchos apóstoles y profetas que ni siquiera están en la iglesia porque no hay mucho espacio para ellos en las iglesias tradicionales centradas en el pastor. Les han empujado a un lado, a menudo se les teme porque parecen demasiado fuertes, radicales y diferentes. A algunos no sólo se les ha marginado, sino incluso rechazado, y como resultado han renunciado a la iglesia casi por completo, quizá con una última chispa de esperanza que todavía prende en ellos. Muchos se han metido en negocios, o se han hecho doctores en medicina. Pero cada vez más de ellos saben en lo más íntimo que han sido llamados a algo más importante que ganar 10.000 euros al mes operando úlceras, evitando la iglesia que les hirió, sobreviviendo espiritualmente con la radio y la televisión, y asistiendo ocasionalmente a conferencias o a un «capítulo» de hombres de negocios cristianos. Estos apóstoles y profetas que han sido rechazados, que nunca se les ha descubierto o que nunca se les permitió ejercer su llamamiento, sufren de lo que yo llamo el «trauma eclesial», una herida muy profunda que les hizo la institución que en realidad debe sanar, la iglesia, que no llegó al nivel de su propio llamamiento y que (de una forma casi maligna), ha malherido a los ministerios que ella misma más necesita. No obstante, muchos de estos hombres de negocios cristianos apoyan fuertemente cualquier cosa excepto la iglesia, invirtiendo en ministerios «para-eclesiales» (para de «paralelos» o «al lado de») y en misiones, porque no hay lugar para su visión dentro de la iglesia, hasta que puedan apartarse de la iglesia que les hirió. La tragedia de esto es que la iglesia es la misión de Dios. Alguien tiene que encontrarles, ir a ellos, pedirles perdón, sanar el «trauma eclesial», hablar a esa chispa irradiante y avivarla hasta que se convierta en una llama, y entonces reclutarles, ayudándoles a verse como Dios les ve, y lanzándoles a su potencial apostólico y profético para la edificación de la iglesia. ¿Coincide esto con un acorde? Si estás cerca de un piano y cantas un tono, algunas de las cuerdas del piano resonarán con la melodía y darán un eco: Resonarán con la frecuencia de tus tonos. Esto también se da a nivel espiritual. A veces explico los cinco ministerios a los participantes de un seminario, y después les pido que se identifiquen ellos mismos como uno de los ministerios y que se pongan en la esquina de la habitación que les corresponda (a la que previamente hemos asignado un ministerio). Generalmente hay un pequeño grupo de participantes que se queda sentado porque no saben a qué grupo pertenecen. Entonces pido a alguno de los representantes de los pastores, evangelistas, profetas, apóstoles o maestros que se acerquen desde sus esquinas y oren de forma breve por lo que todavía no saben su llamamiento. A continuación pregunto a los que todavía están sentados si han sentido o experimentado algo especial mientras oraban por ellos, si coincidió con, o hizo vibrar un acorde espiritual en ellos. Si la respuesta es positiva, entonces les animo a unirse al grupo al que sintieron que respondían espiritualmente, y a ir a su esquina, donde pido a los que ya están allí que pongan sus manos sobre ellos y oren para, «avivar el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos» (2Tim. 1:6; 1 Ti. 4:14).

¿Cuál es el siguiente paso para tu área? Depende de dónde estés, y qué ministerios hayan estado estableciendo o dominando tu área o incluso tu iglesia en el pasado. Si hubo una sobreabundancia de ministerio pastoral y evangelístico en tu país o grupo étnico, quizá tengas que considerar complementar los efectos de estos buenos ministerios con ministerios apostólicos, proféticos y de enseñanza, para que el suelo espiritual tenga todos los nutrientes y el cuidado que necesita para desarrollar un fruto fuerte y saludable. ¿Regando flores con cubitos de hielo? Estoy convencido del ministerio pastoral. También creo totalmente en los otros cuatro ministerios, los apóstoles, los profetas, los maestros y los evangelistas. Al igual que el agua se puede encontrar en tres estados (líquido, sólido y gaseoso), también se pueden encontrar los cinco ministerios hoy en día, pero no siempre en el estado apropiado ni en el lugar apropiado. Puede que estén congelados en el rígido sistema del cristianismo institucionalizado; pueden hallarse como agua cristalina; o puede que se hayan desvanecido como el vapor en el aire liviano de ministerios que se asemejan a «llaneros solitarios» e iglesias «independientes», que no rinden cuentas a nadie. Dios está transformando la cualidad central de los cinco ministerios, que la era del cristianismo capturó y congeló en paquetes compactos, y los está calentando con sumo cuidado, sacando lo mejor de ellos para la tarea de regar su creación, la iglesia. Muchas personas en la iglesia de hoy en día tienen heridas o incluso malos sentimientos hacia los cinco ministerios, especialmente en cuanto a los ministerios apostólico y profético, porque puede que les hayan encontrado en la forma o paquete incorrectos, es decir, como hielo o como vapor. Pero esto no debe llevarnos a deshacernos del bebé junto con el agua de la bañera. La lección de Liebig El biólogo y químico Justus von Liebig descubrió hace unos 150 años que el terreno sólo necesita cuatro fertilizantes o minerales para que las plantas crezcan saludables: nitrógeno, cal, potasio y fosfatos. Cuando estos cuatro elementos se encuentran en el terreno en la cantidad y armonía suficientes, sucede el crecimiento «automáticamente»; el suelo es verdaderamente fértil, y tiene todo lo que necesita para producir una buena cosecha. Si falta uno de los fertilizantes, digamos cal, el crecimiento se verá limitado y frenado por este factor. El terreno necesita cal, y uno puede añadir tanto nitrógeno, fosfato y potasio como quiera, pero no cambiará la situación, incluso la empeorará, a menos que se añada cal. El tratamiento de un terreno demasiado ácido Para seguir con la ilustración vamos a decir que el evangelismo es el fosfato, la profecía el potasio, la enseñanza el nitrógeno, y el pastorado la cal. Si tienes un terreno tratado meticulosamente con fósforo (evangelismo), y nitrógeno (enseñanza), alcanzará muy pronto un nivel de saturación en el que añadir más fósforo y más nitrógeno tendrá en realidad un efecto negativo: Hará el terreno ácido y tendrá el resultado opuesto al que se pretende. Lo que necesita el terreno ahora no es más fósforo y nitrógeno, sino potasio y cal en cantidad suficiente para que estos dos minerales puedan llegar al mismo nivel, y, por lo tanto, restaurar la armonía del terreno. Esto puede dañar a los productores de fosfato y nitrógeno, porque se puede sentir

rechazados, pero en realidad son complementados por la cal y el potasio, de forma que su buena contribución, junto con los otros elementos necesarios, reducirá la acidez y el terreno será fértil de nuevo. ¡Fosfato para el mundo! Alguien se puede levantar en una conferencia cristiana y decir: «¡El fosfato (evangelismo) lo hizo para mi iglesia! Cuando apliqué fosfato, mi iglesia explotó. Fue todo lo que necesité, y es todo lo que tú necesitas. Hermanos y hermanas, tengo un mensaje para vosotros: Necesitáis fosfato. Puede que no os deis cuenta, ¡pero lo necesitáis! Incluso antes de que puedas preguntarte qué necesitas, yo ya tengo la respuesta: ¡Fosfato! Funcionó para mí, funcionará para ti. Vamos a empezar un ministerio, "Fosfato para el mundo", y decirle a todo el mundo que la bendición del fosfato cambiará sus iglesias para bien». ¿Qué pensarías de un hombre así? ¿Le permitirías hablar de nuevo en la conferencia? Yo no lo haría. Me alegra lo que ha pasado en su iglesia, pero tendré mucho cuidado en no copiarle, porque la situación en su área puede que no se corresponda con la que hay en la mía. Una buena idea puede ser la contextualización (importar una idea de fuera para un terreno local), pero la encarnación es mejor. Dado el desarrollo histórico en el área de nuestro agricultor, puede que hay estado anhelando fosfato, ¡pero puede que lo que necesite sea cal! Si sigo el consejo de los entusiastas del fosfato, puede que destruya el terreno y llegue a hacer, de algo bueno, algo muy malo. El mensaje de nuevo es que no debemos copiar los métodos y experiencias de otro, sino ser nosotros mismos apostólicos y profetices, sensibles y creativos para nuestra propia situación. Cada buen agricultor es capaz de examinar el terreno, averiguando su calidad, los fertilizantes que necesita, y en qué cantidad para producir una buena cosecha. Esto sería, en esta ilustración, el trabajo del apóstol. Al igual que el sabio agricultor que conoce cuál de los cuatro minerales se necesitan, el ministerio apostólico se dará cuenta de cuál de los cuatro ministerios son necesarios a continuación para crear un equilibrio sano que verdaderamente desarrollará un buen terreno. Puede que recuerdes de manera similar el ADN espiritual, formado por las cuatro letras genéticas: Guanina, Citosina, Timina y Adenina. Se establecen juntas en una estructura de doble espiral, que define qué letras corresponden y complementan a las otras letras genéticas, y la verdadera manera en la que están ordenadas definirá cómo crece el organismo. Si comparamos, para seguir ilustrándolo, esas cuatro letras genéticas con los cuatro ministerios: Evangelismo, profecía, enseñanza y pastorado, este acto creativo de ponerlas juntas en el orden correcto caería bajo la responsabilidad del apóstol, el «aparejador» de Dios.

***

¿IGLESIAS EN LAS CASAS, O IGLESIAS DE CÉLULAS? Trece razones por las que la iglesia en las casas es la solución natural David Yonggi Cho, pastor de la Iglesia Yoido Full Cospel, en Seúl, Corea del Sur, convirtió al sistema de grupos celulares en algo famoso a nivel mundial. En tiempos más recientes, lo ha hecho el material publicado por Ralph Neighbour Jr. William Beckham, Larry Kreider, Larry Stocktill y otros, con lo que este concepto, la «iglesia de células», ha conseguido tener un impulso a nivel mundial. «Las células forman la unidad básica de la iglesia de células», dice Neighbour. Todos los miembros, o al menos la mayoría, de una iglesia basada en células son parte de un grupo pequeño o célula, que generalmente se reúne una vez por semana, y suele reunirse también en una celebración, un encuentro más grande que suele dirigir un «pastor principal». Estructuralmente la iglesia de células forma una pirámide, en la que el pastor principal está en lo alto, seguido de los pastores ayudantes, los pastores de zona o regionales, y que «desciende» hasta los líderes con sus respectivos líderes ayudantes. Aunque comparto con muchos de mis contemporáneos una animadversión inherente del lenguaje de «arriba hacia abajo» de los sistemas complicados y de encasillar todas las eventualidades bajo Planes A y Planes B, puedo estar totalmente de acuerdo con el diagnóstico que hace Ralph Neighbour sobre la iglesia tradicional en los primeros capítulos de su libro Where Do We Go From Here? (¿A dónde vamos desde aquí?) Él señala que uno de los principales culpables que reemplaza la verdadera comunión y compañerismo cristianos con seguir los programas «adecuados» y que éstos sean emocionantes, es que la iglesia esté dirigida por programas y centrada en eventos (como los cultos). A continuación Neighbour explica en su excelente libro los detalles y aspectos de una iglesia basada en células. Sugiere, por ejemplo, que las reuniones de célula se estructuren en base a cuatro hechos: Bienvenida, adoración, palabra y acción. La bienvenida es un rompehielos para que la gente participe; la adoración tiene que ver con meditación, lecturas o canciones; la palabra es la aplicación del sermón del domingo anterior; y la acción significa cómo alcanzar de forma práctica a los que están en el oikos, el círculo inmediato de amigos y relaciones que tiene una persona. Sin embargo, también comparto con muchos observadores del movimiento de la iglesia de células una cierta duda: ¿Puede haber ocurrido lo impensable, que la iglesia de células haya desarrollado muchos programas excelentes para evitar convertirse en un diseño basado en programas y, al hacerlo así, se haya convertido en lo que más teme: un diseño basado en programas? La mano de Dios en el movimiento de las iglesias de células No quiero que haya duda al respecto, veo claramente la mano de Dios en el movimiento de iglesias de células y otros relacionados. Creo que Dios es el iniciador principal de un cambio de paradigma que ha resultado en muchos cambios en términos eclesiales de unas proporciones radicales y globales tales, que muchos de nosotros nos sorprenderíamos si pudiéramos ver todo el panorama de una vez. Yo mismo me doy cuenta de que lo que estoy escribiendo aquí es sólo una pequeña parte de toda la verdad, y precisa del trabajo complementario y las ideas de otros. Los cambios inminentes van a ser tan grandes, que puede que incluso profetas contemporáneos todavía no estén preparados. Estoy de acuerdo en que es difícil asimilar todo el tema y las implicaciones que tiene la iglesia en las casas de una sola vez, mucho menos tomarlo seriamente e implementarlo mañana por la noche. Dios es un maestro global muy considerado, nos enseña paso a paso, primero la A, luego

la B, luego la C, hasta llegar a la Z. A través de la iglesia de células nos está enseñando a regresar a lo pequeño, en un lenguaje que muchas iglesias tradicionales basadas en programas pueden entender bastante bien. El hecho de que la propia iglesia de células claramente tenga algunos genes del diseño de iglesia basado en programas en realidad no me inquieta, ya que veo que puede servir como un maravilloso puente de comprensión para los que aún no han vuelto a cruzar desde la orilla de la religión organizada tipo catedral (o congregacional) a la orilla original de una forma de entender la iglesia orgánica y relacional, como una forma de vida, en el lugar en el que estamos en el hogar. En este sentido, veo la iglesia de células como una de las casas de tránsito, dando un enfoque y visión algo limitados, para que nosotros, en nuestras propias limitaciones, podamos vislumbrar mejor el camino que hay por delante. También puede ser la mano gentil de Dios que hace ir más despacio el autobús de nuestras iglesias tradicionales y globales, para negociar un giro más radical hacia el cristianismo de iglesias en las casas más adelante. Si no desaceleramos por las señales de advertencia que realmente entendemos y a las que prestamos atención, no estaremos bien preparados y posiblemente volquemos en la curva con resultados desastrosos. Dios no nos quiere volcar y crear el caos, sino ayudarnos a negociar el futuro. Por lo tanto, en ocasiones tienen que hacernos ir más despacio para prepararnos para lo que él sabe que viene, pero nosotros no. A menudo nuestra mentalidad super-activista lo facilita, y en otras ocasiones de colapsos y «quemazones» han surgido nuevas voces proféticas, porque hemos tenido el tiempo para orar y pensar, para estar de nuevo tranquilos y delante del Señor. He visto y he escuchado acerca de numerosos movimientos de iglesias de células o adaptaciones nacionales de la idea que han funcionado en una forma muy similar a las iglesias en las casas. Soy muy feliz por este hecho. Mi intención en este capítulo no es crear una división artificial, sino señalar un espectro y un continuo en un proceso de reforma del cual, estoy convencido, la iglesia de células es una parte importante. Tengo mucha simpatía por la iglesia de células, porque comparto totalmente el interés en desarrollar una iglesia del Nuevo Testamento, una estructura de trabajo que discipule verdaderamente a las personas y, por ende, a las naciones. No tengo la intención de crear una polarización artificial, sino señalar algunas diferencias fundamentales entre las iglesias en las casas y el concepto de iglesias de células. Con este proceso he hecho una lista de algunas diferencias clave entre los dos sistemas, sabiendo que hoy en día se están desarrollando muchos modelos y estructuras, y necesariamente habrá algunas variaciones e incluso características similares entre ambas. Diferencia Central

Iglesia de células

Iglesia en las casas

1. Filosofía 2. Refleja 3. Se desarrolla en 4. La célula es 5. Administración 6. Programa

Reino del liderazgo Cultura urbana Naciones guerreras Parte de una unidad mayor Sistema Jetro Dirigido por un programa

7. Estructura 8. Liderazgo 9. Centro 10. Celebración 11. Visibilidad

Piramidal Escalera de liderazgo Cuartel general Debe Alta

Tribu sin cabeza Cultura de pueblo también en las pacificas La unidad en sí misma Ministerio quíntuplo La iglesia en la casa es el programa Plana Ancianos y apóstoles Descentralizado Opcional Baja

12. Sistema 13. El «ala grande es»

Evangelístico La iglesia denominacional

Apostólico y profético La iglesia de la Ciudad

1. Reino del liderazgo y las tribus sin cabeza Si comparamos las iglesias de células y las iglesias en las casas, puede que simplemente hagan resonar la distinción ancestral entre los reinos del liderazgo, tribus con una persona a la cabeza, y las tribus sin una cabeza definida. En este caso la iglesia de células reflejaría el patrón del reino del líder, y las iglesias en las casas las estructura de las sociedades tribales sin una cabeza definida. 2. Cultura urbana y de pueblo Muchas de las iglesias de células de hoy en día se han desarrollado en ciudades o áreas metropolitanas, mientras que las iglesias en las casas han prosperado tanto en las ciudades como en los pueblos. Creo que es importante notar que la mayoría de las iglesias de células han surgido en la ciudad. Aunque, como algunos argumentaron, la historia de la redención comienza en el Jardín del Edén y termina en la nueva ciudad de Jerusalén, muchas personas en la actualidad viven ambos mundos a la vez, la ciudad y el pueblo. Puede que una persona habite en la ciudad, pero aún viva en un pueblo dentro de la ciudad, en una colonia, urbanización, bloque de pisos, comunidad de vecinos vigilada, «ciudad dormitorio», o un barrio urbano o residencial. La iglesia de células ofrece una isla visible en el mar urbano de humanidad, un castillo que se levanta por encima de las masas, donde la gente puede buscar y encontrar refugio bajo la bandera de un abanderado o a la sombra de un gran hombre de Dios. Esta es una aplicación del modelo de iglesia de células que puede que no siempre sea el caso. Lo cierto es que parece que muchas personas en las ciudades están socialmente perdidas, sin identidad, esperando que alguien se les acerque para ofrecerles un lugar al que pertenecer. Pero esto es cierto sólo en la superficie. Muchas personas, incluso en las ciudades, pertenecen en realidad a un club, un clan, un grupo de algún tipo, una banda, una «tribu» moderna, o se sienten parte de su lugar geográfico, su bloque de apartamentos, su barrio, o su «ciudad dormitorio» cerca de la ciudad, por ejemplo. Todavía tienen su tribu, su pueblo incluso dentro de la ciudad. Casi cada país, con la excepción obvia de las ciudades estado como Singapur, el Vaticano, etc., conservan la mayor parte de su herencia, los patrones típicos de vida, las tradiciones y las fortalezas culturales en los pueblos. Muchos países son cada vez más conscientes de esto y están más orgullosos de ello: «India vive en un pueblo», dijo Mahatma Gandhi. ¿Pero qué ocurre si la iglesia en India, por ejemplo, vive en las ciudades? ¿Puede una iglesia urbana discipular los pueblos? Las estadísticas dicen que no. Las consecuencias son bastante simples: Una iglesia que se desarrolla en la ciudad, en términos generales, no alcanzará a los pueblos. Si no ganamos a los pueblos, no discipularemos a toda la nación. En la misma manera en la que necesitamos ganar las ciudades (a las que también podemos ver como a grandes redes de pueblos y barrios), también necesitamos el tipo de iglesia que pueda penetrar y ganar los pueblos. Si podemos discipular los vecindarios, también podemos discipular la nación. Las iglesias en las casas parece que son capaces de hacer ambas cosas. 3. Guerra y paz Algunas tribus son tradicionalmente guerreras, como los masai de África, los japoneses, o los vikingos noruegos, mientras que otras tienen una mentalidad y una historia más pacífica,

como los dravidianos del sur de la India, los finlandeses, los filipinos o los bushmen de Kalahari. Es decir, algunos países han desarrollado una cultura más guerrera, mientras que a otros sencillamente les gusta más la paz y tienen una mentalidad más de colonos. Esto se refleja en la forma en la que ven su propio país y a sí mismos como individuos, en las películas de cine que realizan, en el lugar que ocupa el ejército o la ley, o en si les gusta más tener un rey o un presidente. En algunos países la mayoría de la gente simplemente espera que otros les digan que hacer, mientras que en otros un actitud tal sería muy mal visto. En algunas naciones las personas son muy formales y rituales, en otros muy abiertos y cordiales. Algunos países te hacen sentir como si estuvieras entrando en un campamento militar, con muchos controles estrictos, donde nadie mueve un dedo sin un permiso previo, mientras que otros son más como un camping, con muy poca organización y más como un lío agradable. En muchos países occidentales, desde los tiempos de Tomás de Aquino en el siglo XIII, el individualismo, y más tarde la democracia, es lo que más se valora por encima de todo, donde cada persona cuida de su propia vida, en otros países los individuos se sienten más parte del «Ummah», la comunidad bien entramada, son otros generalmente los que se ocupan de sus vidas. Las iglesias que se desarrollan en un país y una cultura en particular siempre reflejan, en un alto grado, esta mentalidad de «guerra o paz». Las personas que crecen en una cultura «guerrera» esperarán y aceptarán en un grado muy alto que les digan dónde tienen que sentarse y a qué tienen que pertenecer, qué hacer y cómo comportarse. Desde la niñez sus vidas han estado llenas de pequeños rituales y ceremonias, cintas e insignias, títulos y organigramas, y siempre habrá un abanderado al que seguir. No es de sorprender si se espera lo mismo de la iglesia. Creo que la iglesia de células refleja ese patrón, y lo hace bien. Sin embargo, la gente que crece con un trasfondo pacífico, democrático, socialista e incluso comunista, tienen algo en común con la Generación X actual de occidente, cuestionarán cualquier cosa que se les imponga de forma instintiva, ya sea en lo político, lo económico o lo espiritual. Se opondrán a una iglesia con un toque militar Y un general espiritual a la cabeza, y valorarán una iglesia orgánica y relacional con un liderazgo que sirve a los demás. Esta es una razón más por la que me inclino hacia las iglesias en las casas. Funcionan de forma efectiva, tanto en los ambientes guerreros como pacíficos. 4. Estatus ínter dependiente Cuando la célula es una parte importante de una iglesia individual más grande, entonces se puede decir que estructuralmente le «pertenece», como es el caso de la Iglesia del Evangelio Completo Yoido de Seúl, o la Iglesia Bautista Comunidad de Fe de Singapur. La iglesia en la casa no «pertenece» hablando en términos de organización a una unidad mayor en ese sentido. Generalmente es parte de una red inter-dependiente (¡no independiente!), de iglesias en las casas similares, o en caso de lugares en los que existe una restricción a profesar el cristianismo, funcionan totalmente por sí mismas. No son parte de una iglesia más grande «real», o denominacional, ellas mismas son reales. 5. Jetro o los cinco ministerios A falta de los cinco ministerios, muchas iglesias de células promueven lo que se conoce como el principio de Jetro, un sistema de administración que delega autoridad a diferentes niveles de liderazgo. Jetro, el suegro de Moisés, le aconsejó (Ex. 18) que delegase la tarea de juzgar al pueblo de Israel a «gobernantes y jefes sobre mil, cien, cincuenta y diez», porque de otra manera él no sería capaz.

Pero debemos darnos cuenta de que el principio de Jetro básicamente es una estructura policial que refuerza la ley y el orden, y que no está diseñada para edificar y dar poder a una comunidad del Nuevo Testamento basada en el amor y la gracia. Moisés era un mediador entre el pueblo de Israel y Dios, y esto precisamente es lo que Jesús abrogó cuando él mismo se convirtió en mediador una vez para siempre, abriendo el acceso al trono de la gracia para que toda persona fuese lavada por la sangre del cordero. ¿Estamos tratando de que de hacer lo nuevo en el poder de lo viejo? En una iglesia de células el líder incuestionable suele ser alguien tipo Moisés, el «pastor principal» con su «consejo de ministros», que delegan su autoridad a un montón de niveles de responsabilidad y liderazgo, con un montón de informes, administración, burocracia, y me atrevo a decir, hasta control. Estructuralmente, esto me parece como un intento protestante de catolicismo, una emulación evangélica de un sistema episcopal y jerárquico. ¿Se trata de un desliz froidiano cuando leemos en Chruch Growth and the Home Cell System (Seúl, pág. 122) (Crecimiento de la iglesia y el sistema de células en los hogares), que «cada semana se añaden nuevas almas al ordenador central»? ¿Cómo afecta a la dignidad de una persona saber que es el número 5.432 en el sistema de control del ordenador de la iglesia? No hay muchas personas que quieran que otros les manejen y contabilicen, y saber que el gran ojo vigilante de Gran Hermano que todo lo ve, controla y observa cada uno de sus movimientos. Me han mostrado con orgullo muchas grandes oficinas con ordenadores de iglesias de células como si fueran el lugar santísimo. En ocasiones he salido con la sensación de que el mayor temor no expresado de esas iglesias es que alguien no haga bien su tarea o se salga de la línea, que el pastor caiga enfermo o muera, o falle la electricidad, o les ataque un virus informático, toda la iglesia se desmoronaría en un instante. «El crecimiento de la iglesia (de células) no debería verse limitada por nuestra unción y visión», dice Lawrence Khong; y Marks Koch, que trabaja con la Christliches Zentrum Buchegg, una iglesia de células en Zurich, Suiza, continúa sugiriendo que «una iglesia debe estar liderada por un solo pastor». Este pensamiento tradicional de un solo pastor no se diferencia mucho del modelo congregacional de iglesia. De hecho la vida y la visión de la Iglesia dependerá en alto grado de la calidad, la visión y la energía del pastor principal. Conociendo a muchos líderes cristianos (¡y a mí mismo!), no sólo sugiero que cualquiera de una puede caer en el error, sino también que no debemos edificar demasiado sobre el carisma de una sola persona. También la cantidad de pastores principales disponible en la actualidad es demasiado limitada. La cantidad de personas del calibre de Lawrence Khong, Yonggi Cho, Ralph Neighbour, Kriensak Chareon-wonsak, William Kumuyi, Gerald Coates, Max Schlapfer, D. Mohán, Bill Hybels y César Castellanos que se encuentran en cada país es muy limitado. Puede que en realidad no sean «pastores principales», sino personas con un don y llamado apostólico mucho mayor que su actual ocupación, y no debería (y posiblemente no lo hará), confinarles a sus propias iglesias. En contraste, una iglesia en la casa se ve mucho menos amenazada por un corte de electricidad, porque no hay muchos datos que se puedan perder. Los ancianos de las iglesias en las casas se relacionan con personas que ejercen los cinco ministerios, a través de los cuales Dios da poder, unge y anima a otros a realizar la obra del ministerio. Este ministerio quíntuplo es discreto y casi invisible. La idea no es delegar autoridad desde arriba hacia abajo para edificar una pirámide creciente que llegue hasta el cielo, sino habilitarse mutuamente para esparcirse y generar un movimiento que pueda, si es necesario, esconderse bajo la alfombra y continuar existiendo de forma oculta.

6. ¿Tenemos un programa o somos el programa? En una iglesia de célula típica, cada célula tiene un programa que cumplir un patrón bastante cerrado que seguir. Este programa lo puede obtener el líder de célula del pastor o responsable, o se puede tratar con el líder de célula en una reunión especial el miércoles para ponerlo en práctica en la reunión de célula del jueves, o puede que se haya entrenado a los líderes para seguir ese patrón en cada reunión. Yonggi Cho aconseja a otros ministros que «nunca deleguen en otros la importante responsabilidad de escribir las lecciones o de dirigir los seminarios para los líderes de células». En contraste, el programa mismo, idealmente es la propia iglesia en la casa. Ya que la iglesia en la casa suele ser parte de una red apostólica en la cual operan los cinco ministerios, no corre el peligro de convertirse en un club santo, una reunión social aislada o un grupo con «koinonitis» (un tipo de «infección comunitaria» de un grupo cristiano que sólo se interesa por sí mismo), gracias no a un programa, sino a la forma en la que funciona y se relaciona con otras iglesias en las casas. Aunque los cristianos en las iglesias en las casas leen y hablan sobre la Biblia, no es un estudio bíblico; aunque oran, no es una reunión de oración. Cristo es una persona, y la idea de tener una reunión con esa persona organizada vez tras vez con el mismo viejo patrón, parece tan creativo e innovador como un novio que le lleva a su futura esposa cada día el mismo ramo de flores, le canta las mismas canciones, y le declara su ardiente amor con el mismo poema. Sospecho que después de no mucho tiempo ella no se sentirá demasiado emocionada de recibirle y escuchar su programa. La mayoría del enfoque en programas de la iglesia tradicional viene del hecho de que la mayor parte de las reuniones están organizadas de tal manera que no pueda haber sorpresas (indeseadas), como personas «laicas» que ponen en práctica sus dones espirituales para vergüenza del profesional religioso. Por el miedo a que algo vaya mal, muchos de ellos han desarrollado formas democráticas de administración. La democracia puede parecer la forma más segura de gobierno de la iglesia, pero se ha demostrado que es una de las formas que más rápidamente lleva a la inconsciencia y el anonimato espiritual, porque tiene la habilidad de bloquear la dirección profética en el nombre de la mayoría numérica. Suele introducir la burocracia como la manera más inhumana y legalista de administración a través de funcionarios que se asegurarán que se sigue la letra de la ley. Es sí o no. En vez de ser personas que simbólicamente nos sentamos en el Jardín del Edén bajo el árbol de la vida, terminamos sentándonos todos (y discutiendo) bajo el árbol de la sabiduría del bien y el mal, y los que tienen razón se convierten en más importantes de los que están en Cristo. Entonces los programas de la iglesia comienzan a convertirse en infalibles, siguiendo un orden preestablecido (sacar la guitarra de la funda y el libro de canciones, cantar, orar, escuchar el estudio bíblico o sermón, orar de nuevo, terminar la reunión), en los cuales nada puede salir mal. En un contexto tal, sospecho que en realidad nada puede ir bien. No hay nada malo en cantar, orar y tener un estudio bíblico. Pero si esto se convierte en el programa dominante cada vez que se reúnen los cristianos, pronto se convertirá en una tradición. Ésta es la razón por la que preocuparse con los estudios bíblicos o incluso la oración puede fácilmente matar una comunidad saludable, porque valora y enfatiza un programa sobre lo demás. En última instancia, esto atrae e involucra rápidamente a las personas en un programa, lo cual resulta sencillo durante los primeros meses, pero luego no sólo genera la necesidad de seguir inventando programas de seguimiento para el último programa de seguimiento, sino que comienza a cansar y quemar a la gente. «Cuando nos dimos cuenta de esto con sorpresa,

cerramos todas nuestras reuniones de oración», dice el pastor D. Mohán de la Asamblea de Dios en Madras, India, con una membresía de 12.000 personas. En una iglesia en la casa, la idea es reunirse para estar juntos en la presencia de Jesús, quien sí puede que tenga un programa para el grupo, y que lo revelará gustosamente a través de su Espíritu Santo y a través de cualquiera presente con un ministerio profetice: «Cuando os reunís... los profetas hablen dos o tres» (1Cor. 14:26-29). La razón principal por la que los cristianos se reúnen es compartir y transferir vida, y ya que la vida no es predecible, sus reuniones tampoco lo serán. Este mismo factor hace a las iglesias en las casas aún más atractivo, al menos para los adolescentes, puede ser un «efecto secundario» agradable. Un programa puede incluso dañar o evitar la comunidad y el compañerismo, porque puede introducir un enfoque demasiado dominante en la misma y obligar mecánicamente a ir en una dirección predefinida. El propio programa que dirige una iglesia de células introduce una condición, y una comunión condicionada es una comunión limitada. Muchos de los programas se desarrollan porque se ha dicho a los cristianos que sus reuniones deben tener un propósito evangelístico. Esta estructura evangelística acarrea una presión evangelística inherente a hacer algo, lo cual resulta en las alarmantes cifras de personas que se queman en las iglesias de células. No obstante, los programas pueden en ocasiones servir como métodos temporales de establecer una mentalidad o un patrón de comportamiento en las personas. Una vez que los han asimilado, se puede descartar el programa y la vida puede continuar. He escuchado acerca de uno de los mejores programas de este tipo para las reuniones de célula de mi amigo Steve Dixon de la iglesia basada en células Kings, en Slough, Inglaterra. Lo llaman V.I.D.A.: V significa tratar con las cosas de la vida; I tiene que ver con intercesión; F se refiere a familiaridad, diversión, compañerismo, comida; y A con alcance envangelístico. En vez de ver las células como una serie de reuniones semanales basadas en un programa que comienza a las 7.30 p.m, en tal lugar, las iglesias en las casas ven su esencia como compartir las vidas, y podrían reunirse cada día como en el tiempo del Nuevo Testamento, o la cantidad de veces que les venga bien. Aquí las |as personas son el recurso, Jesucristo es el programa, la comunión es la razón, la multiplicación el resultado, y el discipulado de todo el barrio o vecindario, la meta. 7. ¿Una estructura plana o piramidal? Casi todo lo que el hombre toca (edificios, empresas, política) se hace más grande y con una estructura más alta, con un montón de niveles, peldaños y un marco piramidal. Quitando el tabernáculo, que era una tienda, el templo fue el único edificio que Dios ha diseñado nunca, y era plano, no con muchos pisos. La iglesia de células se suele convertir rápidamente en una estructura piramidal con el pastor principal en lo alto, seguido de los pastores ayudantes, los directores de los diferentes departamentos de cuidado pastoral, los pastores de distrito, de subdistrito, los líderes de sección y finalmente, en la parte más baja de la pirámide, los líderes de célula con sus aprendices o ayudantes y los padres espirituales. Una estructura tipo pirámide o basada en el poder trae consigo el peligro de la corrupción política: Cuanto más cerca te encuentres de la persona que está arriba del todo, más poder o influencia puede llegar a tener. En este tipo de situación, la autoridad espiritual está en peligro de ser reemplazada por la propia distancia que te separa de la fuente de poder, quien es el propio líder incuestionable. En comparación, la iglesia en las casas tiene una estructura plana. Las tareas a realizar no las hacen personas de una jerarquía, sino aquellos que han sido dotados de manera única para un

ministerio especial que se relacionan con los demás como amigos redimidos y se someten mutuamente. En el Nuevo Testamento no hay inferioridad o superioridad entre los miembros de la iglesia, sino igualdad: Nadie es más importante que los demás (1Cor. 12:21-25), sino que cada uno tiene sencillamente que cumplir una función diferente en el cuerpo. Por lo tanto no se delega el ministerio de arriba hacia abajo, sino que se obtiene a través de un espíritu humilde de servidumbre. Como establecí en el capítulo anterior, hay tres áreas principales de responsabilidad:  Las iglesias en las casas están dirigidas por ancianos.  Los ancianos son entrenados y capacitados por personas que han sido llamadas por Dios  Los capacitadores espirituales que tienen que ver con lo que llamo padres apostólicos regionales, personas con un don apostólico y profético además de un carisma y llamamiento especial de Dios para una ciudad, una región o un país. Estos padres apostólicos, a los que se puede reconocer generalmente porque traen una agonía y un dolor espiritual casi invariables por un lugar, una ciudad, un país, o un grupo étnico, se convierten en la columna vertebral local, los «pilares de la fe» a nivel regional o nacional, afirmando el movimiento de iglesias en las casas de forma local, y siendo responsables de las celebraciones y de la iglesia de toda la ciudad que va surgiendo. La iglesia en la casa es parte de una red interdependiente, un sistema verdaderamente autorregulable de elementos interrelacionados. «El principio biótico de la interdependencia establece que la forma en la que las partes individuales están integradas en todo el sistema es más importante que las partes mismas. Este es el esquema natural: Interdependencia estructurada», dice Christian Schwarz. La estructura es plana, porque no hay una persona más alta o más importante que otra. Esto también tiene consecuencias para la corrupción en potencia con el dinero y el poder en la iglesia, de la cual la iglesia tradicional no está exactamente libre ni inmune, porque no es nada impresionante ser el humilde anciano de otras 13 personas o simplemente servir a algunas iglesias en las casas como maestro, pastor o evangelista. 8. Liderada o dirigida paternalmente A los humanos nos encantan los líderes, sonreímos cuando tomamos un café que tiene el eslogan «Lidera, sigue, o quítate de en medio». En el tiempo de Saúl, Dios quería ser el Rey de los israelitas, pero en vez de eso la nación quería seguir la corriente de los demás países y tener un rey decente. Hoy en día vez corremos el mismo peligro. Todo el mundo quiere líderes, no siervos, y así es también en la iglesia tradicional. Tal vez queremos lo que Dios no está dispuesto a darnos, y en vez de darnos cuenta de la vanidad de nuestros intentos, seguimos adelante con lo que creemos es persistencia. Al igual que un cuerpo humano, el cuerpo de Cristo no tiene varios líderes, sino varios miembros, cada uno con funciones diferentes. Cuando esos miembros funcionan en unidad con obediencia colectiva a su cabeza, todo el cuerpo estará siendo literalmente dirigido por la cabeza. Llamar a un miembro líder por encima de los demás (y a pesar de la presencia de la cabeza) es una confusión horrible. Jesucristo es la cabeza de la iglesia, y es todo el liderazgo que verdaderamente se necesita. La iglesia está siendo liderada cuando sus miembros obedecen a su cabeza. La iglesia experimenta el liderazgo cuando de forma colectiva obedecen a su cabeza y funcionan juntos en unidad. Si queremos ver un tipo de liderazgo bíblico (no político o empresarial), debemos dejar

de asumir ciegamente y usurpar el liderazgo de la iglesia como si fuera la cosa más natural del mundo. El hombre asume que debe haber un liderazgo en todo lo que toca. Es parte de su herencia creacional. Sin embargo, la iglesia es una excepción, porque no es un invento humano ni su propiedad. Verdaderamente es de Dios. Ser un verdadero y fiel mayordomo de su iglesia requiere fe sobrenatural en un Dios que tiene todas las cosas bajo control cuando a nosotros se nos han escapado hace tiempo, y esto va totalmente en contra de nuestro pensamiento humano. Esta también es la razón por la que Dios gobierna su iglesia a través de personas apostólicas y proféticas que generalmente tienen el don carismático de la fe más que otros. Rick Warren, pastor principal de la iglesia Saddeleback Community, lo dice de esta manera: «Para que una iglesia crezca, tanto el pastor como los miembros tienen que soltar el control». El liderazgo en el sentido político de asumir la última responsabilidad, de llenar un hueco de ministerio y funcionar con una descripción de trabajo en un programa, poner una autoridad delegada en otra persona, sencillamente no es bastante bueno para la iglesia. Esto obstruirá su desarrollo como Saúl obstruyó a Israel, como obispos de tiempos pasados que se comportaban como pequeños reyes obstruyeron el desarrollo de la iglesia y la llevaron al absurdo y a un sistema feudal. El cuerpo de Cristo requiere siervos fieles y humildes, que funcionen en obediencia a Cristo y en amor, respeto y sumisión mutua hacia los demás, no a profesionales de alto nivel y «grandes» líderes en su propio derecho, que construyen sus pequeños reinos alrededor de sus personalidades o dones personales. La iglesia requiere de mayordomos que son como Cristo, que administran bien la oikonomia, o familia de Dios, que sabe que ellos mismos son liderados por Cristo, quien no es dominante ni mandón, y que no trabaja con ayudantes, sino que tiene una fe absoluta en su Padre y por esta razón le fue confiado el mundo. Las iglesias de células requieren liderazgo a muchos niveles. Las iglesias en las casas, en contraste, no son lideradas, sino guiadas paternalmente. Por regla general una célula tiene un líder y un aprendiz; una iglesia en la casa tiene un anciano. Hay una gran diferencia. Soy el padre y esposo de una pequeña familia, pero muy pocos me llamarían el líder de mi familia. Parte de la tarea de un padre es liderar, pero no necesariamente parte de la tarea de un líder es dar cuidado paternal. Las iglesias en las casas son por naturaleza familias espirituales, centros de extensión del corazón celestial del Padre, que expresa su amor apasionado por sus hijos a través de personas especiales cuyos corazones están latiendo al ritmo de la pasión de Dios. No hay ninguna iglesia en el Nuevo Testamento a la que se le diga que tiene ha de ser «liderada» por un pastor o cualquier otro líder, sino que siempre hay personas ordenadas por Dios (siervos) que llevan la responsabilidad especial de la iglesia, es decir, los ancianos, los apóstoles y los profetas. Quiero dejar claro que esto no significa que sean líderes. Muy pocos le pedirán a un mayordomo su tarjeta de visita. Los mayordomos de la iglesia son siervos, y cuanto más sirven, más van a liderar en última instancia (Le. 22:26) en una manera que pone patas abajo la forma en la que el mundo espera el liderazgo. Un siervo humilde y obediente puede liderar porque él mismo es liderado. Por tanto, si es algo, el liderazgo es una función de obediencia. Muchos movimientos de iglesias en las casas en el mundo no tienen líderes en el sentido político; son servidos por mayordomos ungidos que funcionan en forma similar como padres y madres espirituales, como en el caso de Yuan Alien en Beijing, el «padre» del movimiento chino de iglesias en las casas. Para una iglesia de células con una estructura piramidal y con «líderes» entrenados en cada nivel, es bastante posible que entre en la iglesia un nuevo tipo de profesionalismo y clericalismo por la puerta trasera. Además, muchas iglesias de células tienen una «escalera de liderazgo», en la que una persona, por su propio esfuerzo puede «subir», empezando como

aprendiz de líder de célula y llegando hasta ayudante del pastor principal. Aparte del peligro de una posible competición en una estructura así, significa que una persona realiza su tarea durante un tiempo corto, y entonces pasa a otro nivel. ¿Qué ocurre si Dios ha llamado a una persona a ser sólo un anciano, y nunca tuvo la intención de que llegara a convertirse en el ayudante del pastor principal? 9. La cuestión del cuartel general Generalmente, la iglesia de células tiene un cuartel general impresionante, como una expresión del ministerio único de su pastor principal y sus asociados más cercanos. Las iglesias en las casas son un sistema descentralizado con muchos centros diferentes (es decir, ¡los hogares!), que pueden cambiar en cualquier momento si es necesario. Me volví a dar cuenta de esto cuando estaba hablando en la iglesia en casa de Yuan Alien en Beijing, la cual está conectada de forma invisible «bajo la alfombra» con muchas otras iglesias en las casas. Y todo este movimiento sucede desde un dormitorio con unas pequeñas sillas y una minúscula terraza, localizados en una pequeña callejuela por la que ni caben los coches, justo detrás de un mercado muy bullicioso. Las iglesias en las casas parecen mostrar una mentalidad peregrina más flexible: Están en movimiento en el momento en el que el Espíritu de Dios se mueve. Las iglesias de células están más asentadas que esto: Han desarrollado raíces y una estructura administrativa más o menos grande, y por regla general transmiten el mensaje de que están aquí para quedarse. Uno de los aspectos negativos de los cuarteles generales es que generan la necesidad de tener mucha organización y administración. El mayor problema en cuanto a organizar la iglesia es que introduce burocracia. Ésta es posiblemente la forma de administración más peligrosa, cruel e inhumana, porque sólo permite un sí o un no como respuesta. «¿Rellenaste el informe apropiadamente, sí o no?». Un sistema burocrático de administración deja la puerta muy abierta para el tipo de personas que al final contarán, organizarán, administrarán, manejarán, venderán, y finalmente controlarán -y, por tanto, matarán- la iglesia. Howard Astin, en su libro Body and Cell (El Cuerpo y la Célula), comenta que algunas iglesias de células se sienten muy «regimentadas». Esto se puede evitar muy fácilmente en las iglesias en las casas, porque todo en ellas es relacional, y, por consiguiente, las cosas son más humanas. Lo que hay que organizar no difiere de lo que hay que organizar en la vida que una familia aplica con el núcleo familiar, los tíos y sobrinos, los abuelos, cielo- etc. No hemos de asumir el control de la iglesia como si fuera una empresa que necesita un departamento de Calidad Total de Gestión una filosofía moderna de negocios que no deja lugar a desarrollos imprevistos y tiene «todo lo básico ya cubierto» para lograr la máxima calidad y por lo tanto la máxima satisfacción del cliente, lo que significa el máximo beneficio. Tratándose de la iglesia podemos tener una estrategia más modesta, sabiendo que Dios está en control. Ya que hay una cabeza -y naturalmente un cuartel general en el cielo-, podemos relajarnos en la tierra y tener tantos pequeños eslabones de esta cadena celestial de iglesias como sea posible, porque Dios no va a perder la cuenta de ninguno de ellos: Él tiene la supervisión final. Puede que al tratar frenéticamente de ayudar a Dios a llevar adelante sus negocios, estableciendo impresionantes catedrales o locales y cuarteles generales muy visibles, sin quererlo hayamos en realidad dejado a Dios en segundo plano, ya que esas estructuras puede que glorifiquen tanto al hombre terrenal que hayan tapado la gloria del Cordero en el proceso.

10. El papel de las celebraciones La iglesia de células suele requerir los dos tamaños sociológicos para que funcione bien: la célula y la celebración. Como lo ilustra William Beckham: Ambas son alas necesarias para la «iglesia de dos alas». Las iglesias en las casas pueden existir independientemente de celebraciones, sobre todo cuando están en un ambiente hostil al cristianismo, y aun así seguir extendiéndose. Pueden celebrar la forma en la que están vinculadas unas a otras en una estructura interdependiente, mientras que en la iglesia de células, la celebración, con todos sus componentes de un grupo de adoración, la predicación de un pastor, etc., pueden llegar a convertirse en un retroceso hacia una estructura congregacional tradicional, la cual trataron de dejar atrás. Sus celebraciones suelen además tener un carácter denominacional (las que se reúnen en nuestras celebraciones son las células con nuestra «marca»), mientras que las iglesias en las casas favorecen y apoyan más la celebración de toda una ciudad o región, donde toda la iglesia local se une como la suma total de todos los cristianos en un área. La una construye un nuevo denominacionalismo, mientras que la otra edifica el reino. ¿Cuál es más bíblica? 11. Mucha visibilidad o poca visibilidad Ya que las iglesias en las casas pueden funcionar con o sin una celebración y el cuartel general administrativo consecuente, es obviamente mucho menos visible. En muchos países o ciudades las iglesias en las casas pueden funcionar sin que el público se dé cuenta. La estructura de red interdependiente del movimiento de iglesias en las casas vincula a las iglesias unas con otras de forma secreta, «bajo la alfombra», a través de Una visibilidad una estructura plana e invisible, así que incluso hay celebraciones cuando los cinco ministerios van rotando por las iglesias y llevando consigo buenas nuevas, saludos, dones y visión. Esto también significa que son menos dadas a la corrupción por parte de personas inseguras y, por lo tanto, hambrientas de poder a las que atrae, como moscas a la miel, las estructuras poderosas e impresionantes. El tipo de cristianismo del que hablo hace una declaración de sí mismo mucho más modesto, lo cual es importante para áreas del mundo con un montón de prejuicios religiosos, donde los movimientos religiosos tratan de pisarse unos a otros compitiendo por ver quién puede tener la torre más alta o el edificio santo más grande. Una visibilidad baja respecto a las estructuras humanas también significa una visibilidad alta para la mano de Dios. Finalmente, una estructura que se ve poco es mucho más resistente a la persecución y preparada para todas las eventualidades apocalípticas que las grandes iglesias de células con un hombre vulnerable a la cabeza y un centro de operaciones también vulnerable. 12. Los fundamentos evangelísticos o los apostólicos y profetices Muchos han entendido de forma correcta que la iglesia de células es un modelo de iglesia evangelístico. Ya que muchos creen que el «evangelismo es la necesidad del momento», podemos caer en la tentación de ir con la corriente y edificar de forma evangelística. Sin embargo, como señalé anteriormente, la fuerza directriz a largo plazo de la iglesia no es su visión evangelística, sino una sólida fundación apostólica y profética (Ef. 2:20). De este modo, el enfoque apostólico hacia fuera, y la visión profética del pasado, el presente y el futuro, se encuentran literalmente innatos. Creo que a menudo las iglesias en las casas son «apostólicas y proféticas», precisamente porque ésa es la manera exacta en la que los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento edificaron la iglesia. Los evangelistas nunca han jugado un papel principal en la propagación de la iglesia: Esto ha sido siempre el ministerio de personas con dones y llamamiento apostólico y profético. La iglesia apostólica y profética, como una nueva forma de

vida, es las buenas noticias en sí misma, y no necesita realmente del evangelismo como la actividad que la dirija, acompañado de toda la presión insana de realizar lo que ello involucra. Un buen ejemplo de esto es Argentina, país que ha estado experimentando el avivamiento desde el año 1982, cuando perdió una guerra contra Inglaterra, y una gran parte de su orgullo nacional se hundió junto con su buque insignia, el General Belgrano. Se levantaron evangelistas muy dotados como Carlos Anacondia, Héctor Jiménez y Ornar Cabrera, que tuvieron campañas evangelísticas masivas de proporciones casi desconocidas, contando las decisiones por Cristo por millares. Sin embargo, he oído que tanto Carlos Anacondia como otros se han preguntado honestamente: «¿Dónde están ahora todas esas personas a las que llevamos a Cristo?». Ornar Cabrera, en una conferencia relacionada con Amanecer en Miami en noviembre de 1998, señaló que muchos pastores argentinos, incluyéndose él, han tenido dificultades para incorporar a los muchos que adoptaron «decisiones para Cristo» en sus iglesias existentes o las nuevas que establecieron. Argentina, como revela un estudio realizado en septiembre de 1996, tiene uno de los porcentajes de establecimiento de iglesias más bajo de todo Latinoamérica. Todo ese «evangelismo de extracción», como yo lo llamo, tratando de extraer a individuos de sus familias a través de una «decisión para Cristo» puramente verbal e individual, no sólo está rompiendo las estructuras sociales existentes, y por lo tanto es odiado por los padres de los niños que se convierten alrededor del mundo, sino que también no ha producido tanto crecimiento de iglesia después de todo. Tiene que haber un eslabón perdido. «El evangelismo que saca a los individuos de su contexto familiar y no les da un nuevo contexto es una chapuza, y puede hacer más mal que bien», dice Alan Tippet. El argentino Alberto de Lúea, junto con un número creciente de pastores, ve el establecimiento y la multiplicación de iglesias como la forma profética de avanzar. Ahora están desarrollando una estrategia nacional de multiplicación de iglesias. En otras palabras, están pasando de estar dirigidos por el evangelismo a funcionar en una manera apostólica y profética para ver su nación discipulada. El buen evangelismo ayuda y funciona en unidad con los cinco ministerios, nunca de forma aislada como una fuerza única de un «curalotodo» para los perdidos o lo que no han oído el testimonio de la iglesia. He mencionado anteriormente que la iglesia de células parece ser un producto urbano, un modelo de iglesia que crece en la ciudad o en un clima metropolitano. La ciudad desarrolla una cultura particular, muy diferente a la de los pueblos. En los pueblos, cada persona es directamente responsable de sus actos. En una atmósfera con un control social muy estrecho nadie puede escapar, porque todo el mundo conoce a todo el mundo. Sin embargo en una ciudad, un individuo puede diluirse rápidamente en una masa anónima y comenzar a pensar que no tiene que responsabilizarse por las consecuencias de sus acciones, porque siempre puede desaparecer entre la multitud. La ciudad genera una filosofía de «acierta y corre», en la que cualquier vendedor entiende que tiene que presentar su producto rápidamente a tantas personas como pueda, porque en el siguiente momento se habrán ido. Esta filosofía ha moldeado en gran manera el pensamiento evangelístico, lo que a su vez a revertido en el concepto de la iglesia de células. Pero cuanto más tiempo la iglesia piense que los evangelistas son los profetas, más difícil será oír a los verdaderos profetas. 13. ¿Cuan grande es grande? William Beckham nos da una ilustración muy útil de la iglesia: El ave con dos alas. Un ala es la estructura de células, las pequeñas reuniones de creyentes; el otro ala es el culto de

adoración grande, la celebración. Una iglesia de una sola ala, sólo con servicio de adoración, en el que se perdió el sistema de células en el devenir de la historia, es una criatura limitada, que sólo vuela en círculos y que ya no puede realmente planear como un águila. Por lo tanto necesita una segunda ala. Estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, la gran diferencia entre las iglesias en las casas y las iglesias de células es que éstas últimas suelen desarrollar un tipo de celebración denominacional «con marca», como la «Celebración de la Iglesia Bautista Comunidad de Fe». La segunda ala natural para las iglesias en las casas en la iglesia de la ciudad, idealmente todo el cuerpo de Cristo de una ciudad o un área, que se reúne y celebra con el mayor número de personas, de forma regular o irregular, sin una etiqueta denominacional, sólo como los cristianos de la ciudad reuniéndose y actuando como un solo cuerpo. En vez de tener un enfoque y una identidad a nivel de iglesia 1 (la casa) y 3 (la ciudad o región), la iglesia de células suele enfocarse en el nivel 1 (la casa o célula), y 2 (una congregación), un cierto número de células bajo una sola etiqueta en un área. ¿Haciendo una transición para siempre? Uno de los aspectos más llamativos de las iglesias de células es que parecen que están en constante «transición». La transición puede que se convierta en la constante más sobresaliente del movimiento de iglesias de células. Lawrence Khong de la Iglesia bautista Comunidad de Fe en Singapur, un hombre de Dios apasionado y visionario, mencionó en un folleto en 1998 que ahora estaban en su «décimo año de transición». A mi modo de ver, las iglesias de células sólo han hecho una mitad del cambio de paradigma, no han completado totalmente el círculo y todavía no han finalizado la «segunda reforma». Pero son un brillante comienzo en la dirección correcta, dado el hecho de que la mayor parte de las iglesias en el mundo están edificadas de acuerdo al modelo congregacional de iglesia. Creo que Dios quiere que completemos el círculo, regresando de todo corazón al Dios del Nuevo Testamento y consecuentemente a su modelo de iglesia en las casas, encarnado en formas apostólicas y proféticas en nuestro terreno, tiempo, grupo étnico y cultura, porque Dios quiere una vez más poner el mundo patas arriba. ¿Cordero o león? Según la revelación bíblica nos encontramos con Jesús en varias formas: una es el Cordero de Dios, y otra el León de Judá. Mi impresión es que las iglesias en las casas son mucho más «Cordero», mucho más frágiles y vulnerables en su naturaleza que las iglesias de células, que en ocasiones me recuerdan a un león, una estructura monárquica. Todos sabemos que llegará el día en que Jesucristo regrese como el gobernante mundial y establecerá su dominio visible. Pero todavía no estamos allí. En la actualidad experimentamos el Reino Mesiánico, pero en muchas formas no lo estamos experimentando totalmente. Somos fuertes cuando somos débiles, los humildes heredarán la tierra, las cosas de los últimos tiempos del Reino de Dios no se harán «con espada o con poder, sino por mi Espíritu». En las iglesias en las casas, como espero que haya quedado claro, hay muchas cosas que pueden no funcionar bien; y probablemente será así. Si a través de las iglesias en las casas se consigue algo bueno, la gloria no recaerá en un sistema ingenioso, un pastor humano fantástico, un concepto ungido, sino en el mismísimo Cordero de Dios, que ha hecho lo humanamente imposible y al final ha visto a sus corderos a salvo en el Reino. Al igual que él, a ellos les han golpeado, ridiculizado, escarnecido, dañado y puede que crucificado cuando estaban sobre la tierra. Pero reinarán eternamente en su Reino venidero. ***

Desarrollando una Estructura a Prueba de Persecución «Bienaventurados seáis cuando os persigan»: Cómo desarrollar un espíritu a prueba de persecución y proliferar bajo presión Cuanto más le amaba la gente, más amenazada estaba la vida de Jesús. Era una piedra de tropiezo para los líderes religiosos y políticos, y molestaba y amenazaba el maravilloso mundo controlado por los negocios de los ciudadanos civilizados y normales. Como resultado, fue cuestionado, amenazado, tentado, engañado, perseguido y finalmente traicionado, capturado y ejecutado. El milagro es que sobrevivió a todo, fue «probado» a través de todo este sufrimiento. De hecho, sobrevivió incluso a su propia muerte. Sus discípulos vivían en un mundo de fiera y brutal persecución religiosa. Estuvieron en cárceles, tenían poca educación académica, no disponían de grandes edificios religiosos u oficinas de misiones. En algunas ocasiones contaban con el favor de la gente, pero en otras fueron fervientemente perseguidos, además no tenían fundaciones ni benefactores a los que acudir para recibir ayuda financiera. Aun así, Jesucristo les dijo que fueran e hicieran discípulos en todas las naciones. Jesucristo debía conocer algo que en ocasiones corremos el peligro de pasar por alto. Su propia habilidad para sobrevivir, su poder sobrenatural para vivir, para alcanzar sus propósitos en contra de toda posible circunstancia. Su propia flexibilidad iba a ser incorporada a su iglesia, su cuerpo sobre la tierra. Quizá Jesús previo que su iglesia tendría unas habilidades dadas por Dios fascinantes: Puede proliferar en medio del caos, florecer en la oscuridad, ser rica en la pobreza, crecer en el desierto, prosperar bajo presión y cantar en la cárcel. ¿Dónde buscamos la inspiración? Muchas de las ideas, lecciones y consejos para el establecimiento y el crecimiento de la iglesia que circulan hoy en día provienen de las iglesias que no están bajo persecución en vez de las que lo están. No es que no haya nada que aprender de las iglesias que viven en libertad, nada más lejos. Pero la evidencia, y los estudios sobre misiones -como el llevado a cabo por David Barrett y sus asociados- muestran que la iglesia ha crecido, y todavía lo hace, da manera más vigorosa bajo un cierto nivel de persecución y aflicción. Como cuando Mao Tse Tung expulsó a todos los misioneros occidentales de China en 1949, la iglesia comenzó a ser perseguida, y creció como nunca antes. De acuerdo con varios estudiosos del tema, hasta el 10% de China es evangélica en la actualidad, el mayor grupo de evangélicos del mundo. La misma información nos viene de Etiopía, Rusia, Vietnam, Sudán y Cuba. Pero generalmente los ojos de la iglesia están donde se encuentran también los ojos del mundo: En los índices de la bolsa de valores, y en los centros del poder político y económico. Muchos quieren aprender del poderoso cómo dominar el mundo, solamente unos pocos quieren aprender de los mansos a habitar la tierra. Como resultado, muchas de las lecciones sobre el establecimiento y el crecimiento de iglesias que por ejemplo Djibouti nos puede dar, pasan inadvertidas, pues la mayoría de los cristianos ni siquiera saben dónde está Djibouti. Conocen Wheaton, Pasadena y Colorado Springs, Brownsville, Toronto, Oslo, Roma, Stuttgart, Londres y Berna, y consecuentemente aprenden las lecciones de los maestros a quienes miran. En 1998, el evangelista alemán Ulrich Parzany recibió una medalla por sus logros en el área del trabajo con jóvenes en Alemania. Como respuesta dijo: «Ellos crucificaron a mi jefe, Jesucristo. Me están homenajeando, ¿qué he hecho mal?» Jesús nos envió como corderos en

medio de lobos. Esto significa que hay lecciones que debemos aprender de los corderos que han estado entre lobos. También significa que es difícil, si no imposible, predicar el mensaje de redención desde una posición de poder. Cada vez más cristianos se están dando cuenta en la actualidad que hay poder en la debilidad, fortaleza en la humildad, y que hablar de una «agencia misionera poderosa» es una contradicción de términos. Gracias Dios por la presión Estamos tentados a pensar que las palabras de Pablo «y también, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2Tim. 3:12), deben haber sido escritas para otro lugar y otro tiempo, quizá para otro mundo. Sin embargo, Jesús dijo en Mateo 5:10-12: «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gózaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros». Hoy en día corremos el peligro de dar la vuelta a esas palabras, y definir bendiciones y maldiciones de acuerdo a los patrones del mundo, no de acuerdo a los valores de un Reino de Dios que tiene unos valores contrarios. Creemos que somos bendecidos cuando tenemos éxito, recibimos lo que esperamos, somos homenajeados, citados, y se nos dan puestos de honor, cuando somos admirados, y nos deslizamos por una vida sin dolor, pacífica, segura y sin problemas. Nos comportamos como si la libertad religiosa fuera un estado de bendición, y la persecución fuera mala en esencia. Quizá hasta oramos al mismísimo Dios que envía la persecución que «sea tan bondadoso que nos proteja de ella». Tres tipos de persecución Hay tres tipos de persecución:   

Externa, a manos del gobierno local o nacional, o de otros grupos religiosos; Interna, en la que los cristianos luchan y se persiguen unos a otros, no bendiciéndose mutuamente y llenando los países de «hermanos enfadados» (Mt. 5:22-24); Tercera, y probablemente la mayor de todas, ninguna persecución, porque no merece la pena perseguir a la iglesia; sus valores y estilo de vida se han ablandado con una sociedad impía; la sal se ha convertido en insípida, y la sociedad la pisotea sin darse ni cuenta.

En este sentido es útil volver a examinar el papel de la persecución y el sufrimiento con respecto a la iglesia. Sobresalen varios hechos: 1. Jesús fue perseguido porque no cumplió con las leyes religiosas Juan 5:16: «Y por esta causa perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo». 2. Se supone que los cristianos tendrán enemigos para poder amarlos Mateo 5:44: «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen». Romanos 12:14: «Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis».

3. Jesús predijo la persecución Mateo 10:23: «Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre». Mateo 13:21: «Pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza». Lucas 21:12: «Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre». Juan 15:20: «Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra». 4. La persecución no es algo extraordinario, sino una parte normal de la experiencia cristiana de «todos los que quieran vivir piadosamente» Romanos 8:35: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?». 1Corintios 4:12: «Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos». 2Tesalonicenses 1:4: «Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis». 2Timoteo 3:11,12: «... persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquia, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución». 5. La persecución es una bendición, no una maldición Marcos 10:29, 30: «Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que no haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna». 2Corintios 12:10: «Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte». 6. Jesús se identifica con la iglesia perseguida Hechos 9:4,5: «Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues». Hechos 22:7, 8: «Y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces respondí: ¿Quién eres Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues». Hechos 26:14,15: «Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea; Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues». 7. La persecución tiene una larga historia Éxodo 1:12: «Pero cuanto más lo oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de

manera que los egipcios temían a los hijos de Israel». Hechos 7:52: «¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores». 8. El evangelio se extendió a causa de la persecución Hechos 11:19: «Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos». 9. Evitar la persecución puede significar evitar la cruz Gálatas 5:11: «Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz». Gálatas 6:12: «Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo». La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia Se ha señalado en innumerables ocasiones, que la persecución ayuda a la iglesia a mantenerse pura y santa, a pagar el precio del evangelio y estar menos concentrada en los lujos, y que la sangre de los mártires siempre ha sido -y sigue siendo- la semilla de la iglesia. Podemos llegar a tres importantes conclusiones para las iglesias en las casas: 1. La persecución es normal, la paz en una excepción Si el reino de Dios está luchando al nivel más profundo posible con el reino de este mundo, la consecuencia evidente son los disturbios y conflictos, o incluso un estado de guerra. En este momento de la historia, el reino de Dios y «el mundo bajo la autoridad del maligno», sencillamente no son compatibles, son irreconciliables, como el agua y el fuego. Jesús vino para destruir las obras del maligno, y esto no va a suceder en conversaciones pacíficas diplomáticas. La iglesia, como el cuerpo de Cristo sobre la tierra se verá inmerso en este conflicto. La persecución, por lo tanto, es lo normal para las iglesias; la paz y la armonía son la excepción. 2. La persecución reforma la calidad interna y la estructura del cristianismo, y por lo tanto restaura los patrones apostólicos de la iglesia Jesús dice: «Ama a tus enemigos». Muchos pastores saben que incluso después de muchas horas de sermones motivadores, así como de estudios bíblicos, pocos cristianos llegan realmente a amar a sus vecinos amables; así que, qué decir de los que no son amables. La persecución cambia todo esto alterando constantemente el status quo y transformando a los cristianos cómodos en peregrinos. Erradica toda complacencia y restaura el espíritu pionero. Libera a los cristianos con su fijación con los grandes edificios y les involucra en un movimiento. Los discípulos, a los que Jesús mandó que fueran sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hech. 1:8), sólo comenzaron a alcanzar más allá de Jerusalén después de que Dios permitiese la persecución (Hech. 8:1-4). La persecución devuelve la iglesia a la semejanza de su fundador perseguido, Jesucristo. Jesús dijo: «Bienaventurados sois cuando os persiguen». Por lo tanto, la persecución restaura muchas «bendiciones», lo que supone una calidad con la que Dios está dotando a la iglesia. Esto también tiene consecuencias estructurales, porque durante la persecución, la iglesia

necesita «vivir con las maletas en la mano», necesita tener una «estructura movible», existir y desarrollarse en una tienda flexible en vez de hacerlo en una estructura sólida inamovible que tiene la intención de permanecer allí para siempre. Necesita tener formas dinámicas, muy adaptables a cualquier cambio. La iglesia en las casas encaja perfectamente en esta descripción. En ocasiones la persecución puede ser la última advertencia a una iglesia adormecida que se permitió el lujo dormirse en todas las llamadas para despertarse apostólicas y proféticas del pasado. La persecución en un despertador que pocos serán capaces de pasar por alto. De esta manera, Dios puede volver a traer una mentalidad de urgencia y misión, y restaurar la naturaleza apostólica de la iglesia. Al ser esparcidos, pueden de nuevo ir y «predicar el evangelio por todas partes» (Hch. 8:4), que es lo que deberían estar haciendo en primer lugar. 3. La persecución purifica el programa de la iglesia Una iglesia aerodinámica establecida que está absorta con su propia cultura desarrollará muy pronto valores, prioridades, hábitos y programas que no están en línea con las prioridades de Dios de cambiar el status quo introduciendo su reino. La iglesia primitiva tenía muy pocos proyectos (sociales, políticos, ecológicos, evangelísticos, etc.) en los cuales la iglesia actual está metida y, aún así, crecía y se extendía. En tiempos de persecución, el programa de la iglesia se reduce a lo básico del reino: Esparcirse de manera plana; Seguir siendo la levadura que leuda la masa; y continuar discipulando las naciones. Algo de persecución también ayuda a prevenir la corrupción en la iglesia, porque nadie quiere ser un rey o una estrella en una sociedad medio legal de pequeños grupos nada impresionantes. Permaneciendo en buena compañía Debemos encontrar un término medio saludable entre, por un lado, glorificarnos enfermizamente en la persecución, como el padre de la iglesia primitiva Ireneo, quien decía que «anhelaba las bestias en Roma» y, en el otro lado, apelar a la Comisión de Derechos Humanos de las naciones Unidas, a los secretarios de la Fraternidad Evangélica Mundial, o al periódico local por cada discriminación a causa de ser cristianos. Tenemos que ver la persecución y sus propósitos desde la perspectiva de Dios, la cual puede ser diferente de nuestras propias ideas y deseos. Sencillamente tenemos que estar preparados para permanecer gozosos en la compañía del principal acusado, Jesucristo. Si cualquier persona que ejerce algún tipo de poder religioso, político o económico hoy en día, comenzase a entender todas las demandas de Jesucristo, y a rechazarlas, se uniría naturalmente al grito de todos los tiempos: «No queremos que éste reine sobre nosotros. ¡Crucifícale, crucifícale!» (Le. 19:14; 23:20), y con él, todos los que llevan su nombre. El mensaje de 40 millones de mártires Cuando murió Esteban (Hech. 7), se había martirizado en Jerusalén a 2.000 cristianos, de acuerdo con F. L. Ploter en su libro Martyus in All Ages (Mártires en todas la Épocas). • Felipe, después de un avivamiento en Frigia, fue encarcelado, atado y ahorcado. • Mateo fue martirizado en Etiopía. • Santiago, el medio hermano de Jesús, fue arrojado desde el pináculo del templo y lapidado cuando tenía 96 años, y después de esto le machacaron el cerebro, según dice Josefo. 

Matías fue lapidado, decapitado y crucificado.

          

Andrés predicó en Asia, y terminó crucificado por orden de Algenas, procónsul de Acaya. Marcos, dice Eusebio, fue enviado a Egipto, estableció una iglesia en Alejandría, y fue arrastrado hasta la muerte. Pedro, dice la tradición, murió en Roma, crucificado cabeza abajo. Pablo probablemente sufrió el martirio en Roma. Judas, dicen algunos escritores antiguos, fue crucificado en Jerusalén. Bartolomé fue azotado y crucificado. Tomás murió supuestamente como mártir en India, asesinado con una lanza. Simón el Celote predicó en África, y más tarde fue crucificado en Bretaña. Juan, como una excepción, murió de muerte natural en Patmos a la edad de 98 años. Timoteo, obispo en Éfeso fue martirizado. Bernabé fue asesinado por los judíos en Siria.

A partir de aquí se escribe una gran lista de mártires en la historia -Ignacio, Simeón, Clemente, Zenón, Fausto, Jobita, Justino, Policarpo y muchos otros. David Barrett, del Movimiento de Evangelización Global ha documentado unos 40 millones de cristianos mártires desde la muerte de Cristo, con una media de 160.000 por año «sin contar los que fueron solamente acosados y echados de sus casas, o a los que se denegó su nivel social a causa de su fe en Jesucristo». Barrett anticipa que esta cifra alcanzará a una media de 300.000 mártires por año cuando lleguemos al 2025. No puedes quemar la iglesia La verdadera iglesia de Jesucristo no puede ser quemada. No está hecha de madera, heno, paja o piedra, sino de personas redimidas por Dios. Si los aspectos más visibles del cristianismo tradicional, como los edificios, son fáciles de atacar, las casas no lo serán. Casi en cada cultura el hogar es un lugar protegido, seguro y tranquilo: «Sencillamente es de mala educación atacar una casa privada», dice el Dr. Met Castillo. No estoy diciendo que la iglesia en las casas es inmune a la persecución, sino que no solamente es el lugar más natural, sino también el más seguro posible. Una estructura flexible En muchos países las iglesias en las casas han sido, y todavía lo son, la columna vertebral espiritual de los movimientos cristianos, incluso bajo una fiera persecución o una estrecha vigilancia como en Rusia, China, y otros países del medio oriente. Ya que la iglesia en las casas se encaja de forma invisible en la arquitectura existente de un país, es capaz de responder de forma flexible a cualquier tipo de presión o nueva situación. Gracias al enfoque de las iglesias en las casas de compartir las vidas y no de realizar servicios religiosos, pueden existir sin demasiados problemas, ya que no alertan a los vecinos y a la policía secreta con música alta, palmas, oraciones en voz alta o sermones. Incluso algunas iglesias en las casas se reúnen en un lugar diferente cada semana, de tal forma que sólo los miembros saben en qué lugar se reunirán la siguiente semana. Éste puede ser una habitación de hotel, un autobús alquilado para una excursión, bajo un árbol, o en las casas de los miembros. En algunos países incluso los miembros comienzan a llegar a la reunión de uno en uno o en parejas desde por la mañana, para no levantar sospechas. Si alguien de afuera comienza a hacer demasiadas preguntas, ¡es increíble cuántos cumpleaños, bodas, aniversarios y fiestas de

todo tipo pueden tener algunas familias! Evita crear tu propia «persecución» Un joven de una iglesia se puso de pie y contó como fue al mercado de un pueblo en el que los habitantes eran de una religión no cristiana. Allí comenzó a predicar en voz alta. -«Enseguida estaban acosándome, finalmente me golpearon y me echaron del pueblo. Pero me siento orgulloso de haber permanecido firme por Jesús» -exclamó. Yo le pregunté: -«¿Quién te dijo que debías ofenderles? ¿Qué hubiera hecho Jesús en ese pueblo? Quizá no les hubiera alterado abiertamente después de todo. Él no quiere que les tiremos una bomba, sino que ganemos sus corazones. Quizá Jesús hubiera empezado cenando con un hombre de paz, y puede que no le hubieran echado del pueblo». En una ciudad de la India, una cruzada evangelística suscitó una gran hostilidad por parte de los activistas no cristianos. Algunos cristianos, sintiéndose amenazados por su condición minoritaria, se agitaron y empezaron a luchar con la policía. El resultado fue demandas judiciales, discusiones, discriminación, y algunos cristianos que terminaron en la cárcel. En una ocasión me invitaron a predicar en la iglesia de un pequeño pueblo en Tamil Nadu, al sur de la India. La iglesia de unas 35 personas se reunía en un local alquilado en la calle principal. ¡Si se puede decir algo en cuanto a la alabanza y la adoración es que tenían mucho volumen! La iglesia había alquilado micrófonos y un gran altavoz, con lo que el sonido se podía oír probablemente a medio kilómetro. A unos cincuenta metros del lugar se estaba celebrando un mitin político. Cada cinco minutos alguien del mitin venía y pedía de manera educada si la iglesia podía bajar un poco el volumen. Los líderes de la iglesia se volvieron hacia mí y me dijeron: -«¿Lo ve?, ni siquiera podemos tener un culto de adoración sin que nos molesten». -«Puede que haya una solución a vuestro problema mucho más simple y barata» -dije. «¡Apague ese aparato! ¡En una reunión tan pequeña como ésta, en realidad no necesitáis un altavoz para nada!». Tenemos que evitar un sentido erróneo de competición y orgullo religiosos, el afán de luchar a toda costa por nuestros «derechos humanos» o nuestra «condición minoritaria». Quizá también debamos cuestionarnos si la palabra «cruzadas», refiriéndose a campañas evangelísticas, es todavía una palabra apropiada para el mundo actual. Si está surgiendo una verdadera persecución, debe suceder a causa de la piedra de tropiezo de la cruz, y no por nuestra propia falta de sabiduría. No hay paz por delante Jesucristo nunca predijo un futuro pacífico y armónico para la iglesia, viviendo en un romántico pueblo alrededor de una iglesia, rodeados de una vegetación exuberante y unas vistas pintorescas. Él profetizó que el ambiente se caldearía, la persecución e incluso la tribulación. «Cuando os persigan en esta ciudad, huid a otra» (Mat. 10:23); «Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán» (Mat. 24:9). El escenario futuro para el mundo que Jesús retrata en Mateo 24 y otros lugares no tiene que ver con un mundo pacíficamente unido, coexistiendo armónicamente, haciendo negocios unos con otros, y mandando y recibiendo bonitas postales de Navidad durante toda la vida. Jesús habla de un planeta terriblemente desgarrado por las guerras y llenándose de amargura, profundamente afligido, en el que cada nación se levanta contra las demás, acosado por hambres y terremotos, y lo peor de todo, una pérdida de amor y un incremento del odio.

Estate preparado El clima político, religioso e incluso económico del mundo está calentándose ideológica y espiritualmente. Noé no esperó que comenzase a llover para empezar a construir el arca. Por una razón similar, nosotros hemos de estar preparados hoy por lo que vaya a venir mañana: 1. Tenemos que desarrollar una mentalidad a prueba de persecución, y prepararnos para volver a ser dignos de que nos persigan, regresando a los patrones del reino de Dios, y permaneciendo firmes por la causa de Dios, incluso si esto significa que perdemos la respetabilidad de la sociedad. Esta preparación comienza con un avivamiento del modelo neotestamentario de cristianismo en cada uno de nosotros, donde comienza de nuevo a arder un fuego en nuestro interior que nadie puede sofocar. 2. Tenernos que dejar que de esta mentalidad surja una estructura apropiada para la iglesia, y abracemos de nuevo la forma neo-testamentaria de iglesias en las casas, porque éstas serán capaces no sólo de mantener la vida de la iglesia, sino también de permitirle florecer y crecer, incluso bajo la presión y la persecución. Después tenemos que considerar las consecuencias de estas decisiones, orar en nuestra intimidad, y junto con nuestras familias, amigos, iglesias, organizaciones y colaboradores, escuchando la dirección de Dios, y comenzando a tomar las medidas apropiadas. ¡Ahora! Los menonitas en Etiopía Es muy conocido cómo la Iglesia Menonita de América solía hacer su trabajo misionero en Etiopía. En 1982, la iglesia Meserete Cristos tenía unos -5.000 miembros. Entonces los comunistas tomaron el poder. El gobierno confisco todos los edificios y las propiedades de las iglesias, y metió a la mayoría de los líderes en la cárcel. La iglesia menonita se convirtió, casi por decreto gubernamental, en un movimiento dirigido por laicos y basado en las casas. Pero en vez de obstaculizar el desarrollo de la iglesia, las drásticas medidas tomadas por los comunistas tuvieron el efecto contrario. Después de 10 años, el movimiento menonita había crecido hasta las 50.000 personas. El período más explosivo de crecimiento de los menonitas en Etiopía comenzó cuando se quitaron dos de sus presuntos pilares de crecimiento: Sus edificios para usos religiosos (que llamamos iglesias) y sus pastores. «Ahora tenemos un buen plan de dos pasos para el crecimiento de la iglesia en cualquier lugar», exclamó humorísticamente un pastor al final de un seminario. «¡Cerrar todos los edificios de las iglesias, y pedir a todos los pastores que, por favor, se tomen unas largas vacaciones!». ¿Cuándo comenzó la persecución? Aunque siempre se ha amenazado y perseguido a los escogidos de Dios, su pueblo, a los profetas y a los reyes piadosos, la persecución para la iglesia del Nuevo Testamento no empezó por accidente. «Y Saulo consentía en su muerte (de Esteban). En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y Samaria, salvo los apóstoles» (Hech. 8:1). En Hechos 7, vemos a Esteban predicando su sermón ante las autoridades religiosas, que fue casi aceptado en su totalidad hasta que llegó al tema concreto, metió el dedo en la yaga, se atrevió a tocar uno de los temas más candentes que era el rey de los tabúes. Cuando oyeron esto, «se enfurecieron en sus corazones y crujían los dientes contra él... se taparon los oídos y arremetieron a una contra él... y le apedrearon».

¿Qué fue lo que escucharon como para perder el control de esa manera?¿Qué terrible y explosivo tema había tocado Esteban? Él dijo: «El Altísimo no habita en templos hechos de mano». Esteban cuestionó el centro de sus creencias, el templo, el edificio religioso. Aunque el tabernáculo y el templo, con el culto que allí se daba, eran el centro de la práctica religiosa del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento nos introduce en una dimensión totalmente nueva de la adoración, donde el Espíritu de Dios se disocia claramente de los ladrillos. De ahora en adelante, las mismísimas personas son el templo (1Cor. 3:16, 6:19). ¿Qué significa esto para el templo antiguo? «Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí» (Mat. 12:6). Lo reemplaza con el templo del cuerpo (Jn. 2:19-21). Cierra el capítulo de los templos de ladrillo y de la adoración centrada en ellos, y abre un nuevo capítulo. La adoración ya no sucede en Jerusalén o Samaria, en la «casa de Dios» especial, en tabernáculos, lugares santos o edificios, ni alrededor de símbolos santos como altares de piedra, sino en «espíritu y en verdad» Jn. 4:23, 24), porque Dios es espíritu y verdad. Los templos se han ido para siempre, para nunca volver. Incluso en el cielo, no habrá templo: «Y no vi en ella (la nueva Jerusalén) templo; porque el Señor Dios todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero» (Ap. 21:22). Cuando Jesús habló a la mujer samaritana, ella inmediatamente sacó el tema de dónde adorar, obviamente era algo a lo que ella daba importancia. «Nosotros adoramos en esta montaña, vosotros los judíos decís que se debe adorar en Jerusalén. ¿Quién tiene razón?». «Nadie», contestó Jesús. «La hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad», no en un lugar que es más santo que otro. Todo el concepto de una «casa de Dios», un templo como lugar santo y religioso, una morada de Dios entre su pueblo, se ha desvanecido por completo en el Nuevo Testamento. De hecho, nunca vemos en el Nuevo Testamento que Dios pidiera a alguien que construyera para él un edificio religioso. «El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas las cosas?» (Hech. 7:49). En vez de esto, nos edifica a nosotros como casa espiritual, la iglesia, nos hace parte de su familia, y construye una casa para nosotros en el cielo, en la ciudad que está por venir. Religión, el meollo del problema «La religión es para los incrédulos; es el asunto de los que no tienen dios», dice el teólogo suizo Karl Barth. La religión es lo que el hombre hace por Dios; el cristianismo es lo que Dios hace por el hombre. Por lo tanto, el cristianismo no es religión. Es una relación viva con un Dios vivo. En el momento en el que el cristianismo se convierte en religión, muere. La palabra «religión», viene del latín religare, y significa literalmente amarrarte a algo, poner un ancla fiable en un lugar seguro, de tal forma que no seamos llevados por las corrientes de la vida a aguas peligrosas y desconocidas. La religión trata de alcanzar a Dios, y poner un ancla en un lugar seguro, cerca de la línea que separa a los hombres de Dios, lo secular y lo santo, y, luego, salvaguardar ese ancla y la línea a cualquier coste. La religión no sólo no es capaz de ver que Cristo ya ha roto esa línea por nosotros, sino que ni siquiera quiere verlo. “El hombre religioso corta un árbol en el bosque, talla un ídolo de él, lo pone delante de él, se postra ante él y exclama, ¡sálvame! (Jer. 10). Hace sus propios acuerdos con el mundo espiritual, y si es especialmente imaginativo e influyente, puede incluso fundar una nueva religión para tratar con Dios en su parte del mundo. La religión quiere permanecer en el lado seguro de las cosas espirituales. Cuanto más insegura sea una persona, más tiempo y energía dedicará a defender sus convicciones religiosas y sus vacas sagradas, para no mostrar sus

profundas dudas y perder su imagen. La gente religiosa necesita seguridad en cuanto a las cosas de las que no están seguros, necesitan tocar lo que saben que no pueden tocar, necesitan oler lo que no se puede percibir. Las personas religiosas quieren sentir a Dios, oír a Dios, beber a Dios, comer a Dios, interiorizar a Dios, y al final les encantará poseer a Dios y ponerle -o al menos algo que tiene que ver con Dios, algo santo- en un trono, en un lugar seguro, en una caja fuerte, para cerrar la gran puerta metálica y poner la llave a buen recaudo. Entonces emplearán a un sacerdote sagrado o a un hombre santo que salvaguarde el santuario a cambio de un buen sueldo. Más tarde construirán un edificio religioso alrededor del ídolo, del lugar seguro y del sacerdote, y lo visitarán una vez por semana, dando algunas donaciones y pidiendo bendiciones. En esta forma, las personas religiosas habrán creado un templo para ellos mismos, porque son los genios detrás de ello, y al final saben que son ellos mismos los que se sientan en el trono. Éste es su mayor problema, que el haber sido engañados por Satanás que codicia desviar la adoración lejos de Dios en cualquier manera posible, todavía no haya cruzado por sus mentes. A las personas religiosas les encanta la sensación de que se les ponga la piel de gallina cuando participan con un fervor absoluto en ceremonias religiosas con velas, música santa, procesiones, y rituales imponentes; y defenderán sus tradiciones y prácticas religiosas a cualquier precio, y lucharán y discutirán por ellas sin ninguna lógica, porque en realidad estarán defendiéndose a sí mismos. La raíz del problema es que saben perfectamente que sin Dios están perdidos, pero son demasiado orgullosos para reconocerlo, quizá por la presión de sus amigos, familiares y la sociedad. Nadie les ha dicho todavía que hay una forma de tratar con su orgullo y su pecado, la cruz de Jesucristo. En el Islam, por ejemplo, no hay seguridad de la salvación, excepto, dicen algunos, para los que mueren en la Guerra Santa. Incluso después de haber guardado todas las leyes religiosas, no hay garantía de que Alá te llegue a dejar entrar alguna vez en el paraíso, puede que sencillamente cambie de parecer en el día de tu muerte. Esto hace que la gente tenga una gran inseguridad, y las personas con una gran inseguridad son el mercado perfecto para un seguro. Las personas muy inseguras en el área de la religión comprarán casi cualquier cosa de los vendedores de la religión -haz esto, y aquello- para, al menos, sentirse seguros. Este modelo no puede calmar la agonía vacía de personas sin paz y en una búsqueda constante. Al final, la religión es una falsa adoración, unas creencias pseudo-sagradas y unas prácticas inútiles inspiradas, apoderadas y defendidas por el «espíritu de este mundo». Muchos maestros de la Biblia han señalado una conexión entre la religión y la ramera de Babilonia, «ebria de la sangre de los santos... -porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación... y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites» (Ap. 17-6- 18-3) Al haber nacido pecadores (Sal. 51; Rom. 3:23), todos tenemos una conciencia dañada, sabiendo que somos culpables delante de Dios. El atajo más sencillo para calmar esta molestia es la religión, que es como una característica innata en cada persona sobre la tierra. El mundo emana religión, incluso si se da en la forma de agnosticismo y liberalismo, a cuyas enseñanzas sus adherentes se aferran con un fervor religioso apasionado. No tenemos que hacer nada especial para convertirnos en religiosos; lo llevamos en la naturaleza, y nos invade sin que nos demos cuenta, como un espíritu malo que asoma su cabeza cuando todos duermen. La religión surge como la electricidad estática cuando caminamos con zapatos con suela de plástico sobre la alfombra. Se necesita el poder del Espíritu Santo, el ministerio apostólico y profético constante, y la capacitación continua de los creyentes, para mantener un espíritu no religioso, alerta y

sobrio, para dejar que Cristo nos libere de la religión y le adoremos en espíritu y verdad. Si yo fuera el maligno y quisiera evitar que el cristianismo fuera un testimonio efectivo de Jesús, con toda seguridad dejaría caer sobre los seguidores de Cristo la peor plaga que hay sobre la faz de la tierra: La religión. Buscaría los miembros más débiles de la iglesia -¡que a veces parecen los más fuertes!- y les susurraría en sus mentes las ancestrales y tan probadas palabras: «¿Realmente Dios ha dicho eso?» (Gén. 3:1), minando su fe en la palabra de Dios y en Dios mismo, inspirando en ellos el deseo de obtener más seguridad, poder, gloria y fama, y después les alimentaría con el veneno preparado de la religión. Qué triunfo para el maligno si puede arraigar su último plan demoníaco: Perseguir a la iglesia en el nombre de la iglesia, perseguir al pueblo de Dios en el nombre de Dios y hacer que los funcionarios de la religión organizada mantengan la cabeza del cuerpo orgánico de Cristo bajo el agua tanto como sea posible. Por consiguiente cuando establezcamos el movimiento de iglesias en las casas, tenemos que tener cuidado con las sectas que puedan surgir bajo un cierto nombre, proponiendo rituales efectivos, tradiciones, leyes morales, prácticas y métodos espirituales, modelos de adoración pseudo-santos, y experiencias religiosas que se suponen deben ser la norma. Debemos descargarnos de cualquier energía religiosa que se vaya acumulando, como la electricidad estática, yendo a la cruz de Cristo y pidiéndole que nos libere personal y corporativamente del espíritu religioso, y nos llene con la fragancia de Dios, «los creyentes son cartas leídas por todos los hombres», y «la multiforme sabiduría de Dios, sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia» (Ef. 3:10), a través de sencillas pero sobrenaturales iglesias en las casas en las que el pueblo de Dios comparte su vida con Dios y con los demás. Esas casas, literalmente cambiarán el mundo. También necesitamos entender que, en los días en los que Esteban habló contra el templo, no fueron sólo Saulo y sus hombres los que se inflamaron en un fanatismo sangriento, sino todo el infierno, porque el eje central del sistema religioso y demoníaco de mantener a la gente ciega e ignorante (y por lo tanto perdidos para la eternidad), estaba bajo ataque. Crecimiento sin precedentes, persecución sin precedentes Según el Espíritu de Dios resucite y literalmente reencarne el cuerpo de Cristo a su forma orgánica original, y según Jesús, la cabeza de la iglesia, restaure los patrones apostólicos y profetices en la iglesia, sucederá un crecimiento explosivo sin precedentes de iglesias en las casas en muchos países. Un número incontable de personas serán salvadas e incorporadas a las iglesias, tanto de los pobres como de los ricos, tanto de la población rural como de la urbana. Pero no debemos olvidar ni por un momento que, junto con este movimiento de cosecha final, vendrá lo que Jesús predijo: La persecución aumentará como nunca antes, porque el maligno se dará cuenta que ahora la iglesia va realmente en serio. La iglesia se estará estructurando y capacitando con las herramientas para la cosecha que él más teme y que ha estado tratando de erradicar del planeta durante casi 2.000 años: La sencilla y nada religiosa familia de Dios en la forma de iglesias en las casas. Este movimiento global, que emerge desde las sombras de la historia y la tradición religiosa, está lleno de poder y activamente envuelto en tirar abajo las «puertas del infierno», los mecanismos preventivos, los tropezaderos y mentalidades religiosos y probablemente incluso los demonios que parecen querubines, como los ángeles que Dios puso a la entrada del jardín del edén para impedir que Adán y Eva volviesen a entrar en el paraíso. Esas puertas (Mat. 16:18), se pueden interpretar como el equivalente maligno de la «hermosa entrada» del templo en la que el hombre cojo fue sanado después de que Pedro y Juan

oraran por él (Hech. 3). El atrio del templo no era lo mismo que el santuario en sí mismo, era un primer nivel del templo. De igual modo, las «puertas del infierno» pueden ser entradas firmemente custodiadas que tratan de mantener a la gente dentro de la gigantesca sala de espera del infierno, un lugar en el que, si nada ocurre, miles de millones de personas morirán y entrarán en una eternidad sin Dios, el infierno. Como dice la intercesora americana Cindy Jacobs: «La iglesia tendrá que poseer las puertas del enemigo». Como Jesús claramente predijo, esas puertas no prevalecerán y mantendrán a sus cautivos por siempre. Hemos de estar preparados para el momento en el que ocurra. En términos de nuestra visión, nuestra disponibilidad, nuestras estructuras flexibles, también tenemos que estar preparados para recibir cualquier cantidad de personas que el mismo Dios decida añadir a su iglesia. Como en el tiempo de Elíseo (2 R. 3,4), debemos «hacer en este valle muchos estanques», y «pedirle vasijas prestadas a todos los vecinos», para que Dios, viendo nuestra fe, pueda verter su agua para llenar nuestros estanques, y su aceite llene las vasijas que le traemos.

***

NO HAY PROGRESO SIN CAMBIO El arte de hacer una transición, o cómo evitar hacer lo nuevo en el poder de lo viejo Una caravana de camellos estaba trotando por el desierto. De repente, faltaba alguien. Finalmente le encontraron, sentado detrás de un árbol en el último oasis que pasaron. Cuando le preguntaron por qué se había quedado atrás, respondió: «Mi cuerpo se mueve tan deprisa en este viaje, que necesito esperar a que mi espíritu le alcance de nuevo». En una forma similar, muchos cristianos encuentran que sus espíritus a veces van muy por delante de la realidad de sus vidas presentes. Como si fuera en una visión o en un sueño, se sienten repentinamente lejos de sus vidas acostumbradas y volando por encima de sus desiertos, siendo llevados por el viento del Espíritu a lugares desconocidos. Cuando se despiertan, se sienten desafiados a ir donde no han estado antes. Experimentan la clásica tensión entre una visión del futuro y la realidad de su situación actual. Esto parece que les ocurre a muchos cristianos con referencia a la naturaleza de la iglesia. Sin embargo, algunos sienten la necesidad de que sus cuerpos alcancen a sus espíritus de nuevo, y que las estructuras actuales encajen en la nueva calidad de iglesia que están descubriendo. Para darle la vuelta a la ilustración de nuestro camellero: Su espíritu se ha ido lejos al futuro y está descansando bajo un árbol en un oasis, mientras su cuerpo todavía se afana bajo el sol del desierto deseando ponerse al día. En una ocasión, un líder de una denominación me preguntó después de un seminario: -«Estoy convencido al 100% en cuanto a las iglesias en las casas. Pero la denominación que lidero está basada en el modelo tradicional de iglesia. ¿Qué hago ahora?» Tuvo una nueva visión de la iglesia, pero como líder responsable, consideró la realidad de su presente y se dio cuenta de que tenía que trabajar para ponerse al día con sus estructuras. Casi en cada reunión, seminario o conferencia sobre el tema del movimiento de la iglesia en las casas orgánica y relacional, surge la misma pregunta: «Entiendo lo que está usted diciendo, y estoy totalmente de acuerdo. Pero tengo esta iglesia funcionando según el modelo tradicional. ¿Cómo puedo cambiar el sistema sin destruir la iglesia?» Yo llamo a esto la pregunta del «cómo cruzar el río sin mojarme los pies». ¿Podemos realmente progresar sin que haya cambio? Creo que no. Pero la parte más dolorosa es que todo cambio es personal. Trastorna las rutinas y las tradiciones. Pero si queremos que ocurran cosas nuevas en y a través de la iglesia, hemos de estar preparados para, en primer lugar, hacer cambios personales; en segundo lugar, hacer cambios en nuestra familia; y en tercer lugar, hacer cambios en nuestro ministerio. Después de un seminario en un país asiático, el líder de una denominación se acercó a mí con la misma pregunta: -«Estoy personalmente involucrado en pastorear una iglesia. ¿Qué sugerirías que haga ahora?». Eran la 10 de la noche. Había pasado todo el día hablando con un grupo de pastores y nos encontrábamos caminando sobre el césped hacia nuestros dormitorios. Le dije de manera informal: -«¿Sabes qué? Dejaría de pastorear en el sentido tradicional de la palabra. Me daría cuenta, en tu caso, que tengo más un papel apostólico que pastoral, dejaría mi oficina, y dedicaría mi tiempo a servir de padre espiritual y capacitador de una nueva generación de fundadores de iglesias en las casas». -«Ésa es la respuesta que he estado buscando durante los últimos 7 años» -respondió.

No todo lo nuevo es bueno, y no todo cambio es útil. Aunque es una historia muy conocida, todavía me encanta la carta que sigue a continuación, porque refleja no una convicción teórica, sino una filosofía que sencillamente no puede ver el cambio como algo bueno y necesario porque quiere defender la situación actual: 31 enero 1829 Al Presidente Jackson El sistema de canales de este país se está viendo amenazado por el desarrollo de una nueva forma de transporte conocida por el nombre de «ferrocarril». El gobierno federal debe preservar los canales por las siguientes razones: 1. Si se cambian los barcos por ferrocarriles, resultará en una seria pérdida de empleos. Capitanes, cocineros, pilotos, caballerizos, se dejará a los mecánicos y los maleteros sin medio de supervivencia, por no mencionar a los numerosos granjeros que ahora se dedican a cultivar heno para los caballos. 2. Los constructores de barcos sufrirán pérdidas, y los constructores de cables para remolcadores y arreos quedarán desamparados. 3. Los barcos de los canales son absolutamente esenciales para defender los Estados Unidos. En caso de problemas inesperados con Inglaterra, el canal Erie sería el único por el que podríamos transportar las provisiones tan importantes para llevar a cabo la guerra moderna. Como usted debe saber bien, Sr. Presidente, los carruajes del «ferrocarril» son arrastrados a la enorme velocidad de quince millas por hora, por «motores» que, además de poner en peligro la vida y el pellejo de los pasajeros, avanzan con mucho ruido y un gran estruendo atravesando el campo, incendiando cosechas, asustando al ganado y atemorizando a mujeres y niños. Ciertamente el Todopoderoso nunca tuvo la intención de que la gente viajara a una velocidad tan vertiginosa. Martín Van Burén, Gobernador de Nueva York (De: Dynamic preaching, Predicación dinámica Net Results Magazine, Marzo 1991) Cuatro fases de un cambio de paradigma Si queremos ver cambios prácticos, en primer lugar debe cambiar nuestro paradigma. Un paradigma es la manera en la que vemos e interpretamos el mundo de acuerdo con un patrón inherente o cosmovisión, viendo las cosas a través de un tipo específico de gafas. Un cambio de paradigma es un proceso que generalmente tiene cuatro etapas: 1. «¡Búscalo!» Un cambio de paradigma suele comenzar con una crisis en nuestra antigua manera de interpretar el mundo, lo que puede estar relacionado con una crisis personal. La crisis da nacimiento a la creatividad. Si no se hacen las preguntas pertinentes y

concretas, si no se buscan con ahínco nuevas respuestas, no habrá lugar para aceptar ni siquiera un nuevo aspecto, no digamos ya un nuevo paradigma. El falso contentamiento es el mayor enemigo del cambio. Generalmente un cambio de paradigma comienza con una crisis, en la que el mundo que consideramos seguro y familiar, nuestra forma tradicional de explicar las cosas, se hace pedazos. La causa de esta crisis puede ser un accidente o una revelación, una experiencia positiva o negativa con algo que sencillamente no encaja en nuestro mundo. La palabra china para describir la crisis es wu-wei, y significa tanto cambio como la oportunidad para comenzar algo nuevo. 2. «Predícalo». En la segunda fase encontramos lo que hemos estado buscando. Lo llamo la «fase eureka», porque esta parte del cambio de paradigma suele estar acompañada por una emoción y entusiasmo abrumadores de alguien que «lo encontró». Puede que nos veamos flotando en las nubes y totalmente en babia con nuestro nuevo descubrimiento, esperando contárselo a todo el mundo en una manera casi evangelística o apologética. En realidad, lo que hemos encontrado es solamente una parte de la verdad, un fragmento de una pieza mayor, pero nuestra búsqueda desesperada nos ha cegado frente a todo el cuadro. Hemos estado sedientos durante demasiado tiempo, y ahora que hemos encontrado una fuente, todo lo que queremos es beber, beber, y beber. Ésta es la fase más peligrosa de un cambio de paradigma, ya que nuestro entusiasmo nos puede llevar a afirmaciones o acciones inmaduras y superficiales, las cuales son difíciles de redimir más tarde. 3. «Vívelo». En esta tercera fase nos sentamos simbólicamente, salimos de nuestra babia, y empezamos a convertirnos en una parte integral del nuevo paradigma que hemos encontrado. Dejamos de predicarlo y defenderlo, y lo ponemos en práctica. 4. «Enséñalo». Esta última fase nos convierte en agentes de cambio, ayudando a otros a descubrir el paradigma que nosotros mismos hemos encontrado, y a que realicen los cambios necesarios. Tres opciones para el cambio Una de las frustraciones más devastadoras que alguien puede experimentar es tratar de realizar lo nuevo en el poder de lo viejo. Es como predicar la democracia desde los altavoces de un buque de guerra de un país invasor. Jesucristo es claro como el cristal cuando habla sobre el nuevo vino en odres viejos y el parche nuevo en la ropa vieja. Él dijo que dos sistemas tan radicalmente diferentes como el vino viejo y el nuevo no se pueden mezclar sin dañar a ambos, el vino y el odre. El mismo principio se cumple con el remiendo de paño nuevo en el viejo vestido (Mat. 9:16, 17). Esto nos deja tres opciones para el cambio: 1. No cambies en absoluto. Sigue adelante. Quédate con tu estructura, mantenía, amplíala, trabaja desde ella, porque te das cuenta de que el cambio será demasiado costoso, demasiado perturbador, demasiado doloroso, o sencillamente demasiado peligroso e inseguro. Dios te bendecirá. No todo el mundo tiene un ministerio apostólico o profético, sin miedo a cambiar y tocar personas y temas delicados. Haz lo mejor que puedas para usar tu estructura actual para el bien, y mantén un contacto personal y cercano -con las puertas abiertas a la comunicación- con quien has elegido otra opción. Puede que más adelante os necesitéis unos a otros. Quizá Dios abra las puertas para una futura

cooperación con personas que te ayudarán, que ayudarán a tu iglesia, organización o denominación, a estar preparados para el cambio. Prepárate desde ahora para cuando llegue ese día. 2. Intento de compromiso. Trata de «jugar a dos manos a la vez». Vierte el vino nuevo en odres viejos, o el vino viejo en odres nuevos, y trata de vivir en ambos mundos. Esto es, después de todo lo que he visto, una opción segura para el desastre. Puede que entres en una fase de transición, y nunca salgas de ella. 3. Prepárate para el cambio. Puede que tu espíritu haya ido muy por delante. Ahora las estructuras tienen que alcanzarlo. Más allá del modelo Titanic La mejor y más radical forma de cambio sería comenzar de nuevo. Un pastor se levantó en un seminario y dijo: «¡Esto significa que tenemos que cerrar todas nuestras iglesias!». Hablaba bastante en serio. Pero con una iglesia de más de 10.000 asistentes no es algo fácil de hacer. Cambiar de un estado a otro significa hacer una transición, cruzar desde un campamento al otro. Hay varias formas de hacerlo, todas son peligrosas y costosas, toman tiempo, e incluso al final puede que no funcionen. Las empresas invierten millones en anticipar e implementar cambios para mantener el negocio o ganar cuotas de mercado. Los asesores en administración y cambio como Tom Peters ganan 50.000 ° diarios por dar un seminario a los ejecutivos de las compañías. Sin embargo, hay algunos cambios que no cambian nada. Nos ayudan a tranquilizar nuestras mentes y emociones, dándonos la ilusión temporal de que estamos haciendo algo, pero son tan inofensivos como una tormenta en un vaso de agua. Puede que alguien decida pintar el santuario en un color diferente, mover el piano de la derecha a la izquierda, o venir con una organización parecida. Yo llamo a este tipo de cambio el «Modelo Titanic». Cuando el Titanic chocó con un iceberg, ningún cambio en la decoración, volver a pintar el barco, o incluso remodelar los apartamentos, haría ningún bien. Hubieran tenido sólo un valor superficial y se quedarían rápidamente obsoletos, ya que el propio barco se estaba yendo a pique. El revolucionario de ayer todavía es el padre de la iglesia de hoy Es interesante observar que la mayoría de los cambios en la historia no vinieron a través de procesos democráticos pacíficos, sino por parte de personas desequilibradas y en muchos sentidos radicales. Hay muy pocos cambios verdaderamente radicales o innovadores que los hayan iniciado comités o consejos; la mayor parte provienen de personas visionarias que vieron lo que nadie más veía, dijeron lo que nadie más se atrevía a decir, e hicieron lo que estaba «prohibido» y era tabú en su tiempo. Muchos de los revolucionarios de ayer, como Lutero, Booth, Wesley, o Hudson Taylor, se han convertido en las columnas más fiables de la iglesia. Muchos de ellos formaron iglesias o movimientos que han alcanzado una magnitud y una administración tan compleja, que la probabilidad de que esas organizaciones o iglesias pongan su poder de decisión en las manos de una sola persona visionaria es mínima. Sin embargo, el cambio comienza con las personas, y puede que tú seas el hombre o la mujer para la tarea. Te animo a hacer esto en el área de tu jurisdicción personal o en tu organización, no importa cuán grande o pequeña sea. Comienza con lo que está a mano. George Bernard Shaw dijo en una ocasión: «El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable persiste en su intento de adaptar el mundo a sí mismo. Por tanto, todo progreso depende del hombre irrazonable». En este sentido, ¿cuán irrazonables nos atrevemos a ser?

Cinco modelos para llevar a cabo una transición Aparte de un enfoque radical para el cambio, es decir, comenzar todo de nuevo, existen cinco diferentes formas de llevar a cabo una transición: 1. «Windows 95» El conocidísimo programa informático Windows 95 te permite hacer cambios en su configuración, lo que determina la forma en la que el ordenador se entiende a sí mismo, y, por consiguiente, hace funcionar tus programas. Cambiar la configuración es como cambiar un dato de tu propio pasaporte. Si quieres que el nuevo cambio en la configuración funcione adecuadamente, el software mostrará un mensaje que diga: «Ahora deberá reiniciar su ordenador para que los cambios surtan efecto». Una vez que has reiniciado tu ordenador, funcionará la nueva configuración, y tu ordenador funcionará de forma diferente. Cambiar y hacer una transición desde un modelo a otro significa que quizá tengas que cerrar tu trabajo actual, y comenzar de acuerdo a una nueva «configuración» , una nueva serie de valores. Este enfoque te permitiría terminar con una fase en una forma apropiada y establecer con beneplácito un nuevo fundamento, una nueva calidad, y entonces edificar una estructura diferente en una dirección distinta. 2. El principio «avanzadilla» del 20% profético Este enfoque tiene que ver con elegir cuidadosamente al 20% de las personas en tu iglesia, organización o denominación, que crees que serán capaces, convenientes y dotados para dirigir tu iglesia u organización a un nuevo futuro. Ellos formarán una «avanzadilla», una base que más tarde ampliarás cuando la gente los siga. Forman una o varias iglesias en las casas con ellos. Vive y sirve como su modelo del patrón que quieres establecer, pero sin tocar la estructura actual de los demás o cambiar nada. Durante un tiempo, que puede ser de 6,12 o 18 meses, tendrás una estructura paralela, el viejo modelo y el nuevo funcionando a la vez. Una vez que hayas establecido este nuevo patrón y veas que ese 20% que has elegido está bien integrado en el nuevo paradigma y ha encontrado el camino a seguir, dales el poder para multiplicar ese patrón a través de que ellos mismos lleven a otros al nuevo paradigma. Entonces ellos tomarán personas «una a una» y las llevarán a la nueva base establecida, introduciéndoles en el nuevo patrón de la iglesia, hasta que nadie más esté dispuesto a cruzar de la antigua base al nuevo campamento. A continuación debes declarar una nueva fase abierta, dar tus órdenes de marcha para la nueva dirección, y dejas de echar una mirada sobre tus hombros a los que se quedaron atrás que no estaban listos para avanzar. Tendrás que dejarles atrás, porque sabes que tienes que avanzar. En todos los procesos de cambio hay cuatro tipos de grupos distintos: En primer lugar, un pequeño grupo de «pioneros», que viven en lo alto del mástil y ven lo que otros no quieren ni ver; en segundo lugar, un grupo algo mayor de «adaptadores rápidos», que aceptan muy pronto la nueva visión si es realmente nueva y alguien con credibilidad la respalda; en tercer lugar está un grupo grande de «adaptadores tardíos», los que aceptarán la nueva idea si es nueva, viene respaldada y se establece como la nueva ley; en cuarto lugar, tenemos al último y de nuevo un grupo relativamente grande de «vagos», muy tradicionalistas, que parece que siempre están recordando las «ollas de carne y las cebollas de Egipto» y no cambiarán, no importa el qué. Esperar por ellos para que acepten el cambio es inútil. No lo harán. Están bajo un «impacto futuro», como dice Alvin Toffler, la parálisis del miedo que agarra a los que se sienten sobrepasados por el desarrollo.

Casi en cada iglesia u organización encontrarás los que dan más importancia a los valores tradicionales del pasado que a ser proactivo, profético y dispuesto al cambio. En muchos países de Asia y África se rinde un fuerte culto a los antepasados. Incluso los tradicionalistas cristianos pueden caer en un culto a los antepasados, similar. Es un culto porque los devotos reverencian más a aquellos que les pasaron prácticas muy apreciadas, sistemas de fe y creencias, que a Jesús mismo, el que hace todas las cosas nuevas. Puede que necesites prepararte mentalmente, y preparar a tu iglesia para al final perderlos. No se perderán del reino de Dios, porque encontrarán otro grupo o iglesia, o comenzarán la suya propia. 3. Morphing, la transición sin fallos «Morphing» es una técnica moderna de imagen que permite que se transforme una imagen en otra de una manera casi imperceptible, con tal grado de finura que el proceso es casi perfecto. En el contexto del cambio en la iglesia, este proceso está determinado a hacer el cambio de un patrón a otro sin perder a nadie, y por lo tanto a hacerlo tan suave y pastoralmente sensible como sea posible. Introduce un patrón nuevo en pasos que van incrementándose. Aunque aun así es una forma delicada, porque es como transformar un caballo en un conejo al galope. El punto más vulnerable es cuando el viejo patrón ya no es totalmente válido, y el nuevo todavía no es totalmente evidente. Además, conlleva interminables discusiones e intentos de convencer a los tradicionalistas, lo cual es sólo aconsejable para los que tienen un buen humor sobrenatural, y una visión y paciencia profetices. Puedes seguir varios pasos: Introducir y enseñar una nueva serie de valores; introducir de forma gradual nuevos patrones de comportamiento; cambiar el liderazgo de acuerdo al nuevo patrón; volver a establecerse en un nuevo fundamento y comenzar a edificar. Una iglesia u organización pequeña de hasta 100 personas (con voz y voto), puede emplear de 1 a 3 años para realizar este proceso. Una de tamaño medio (100 a 500) seguramente necesitará entre 3 y 5 años. Una iglesia u organización grande (más de 500), puede tomar entre 5 y 8 años o más. 4. A sus espaldas Este modelo es para los más desesperados y aventureros. Sucede en secreto, como han surgido muchos inventos bajo la más estricta seguridad por miedo a que fueran robados o copiados prematuramente. En este enfoque, comienzas desde cero sin involucrar a tu iglesia u organización en esta nueva a ventura. Lo haces en la otra punta de la ciudad, de espaldas a tu grupo, por decirlo de alguna manera. Permite realizar un nuevo experimento sin heredar los genes espirituales y mezclar las estructuras, y observar de primera mano el nuevo patrón. Puede que quieras delegar algo de trabajo de tu grupo actual en otras personas a fin de estar más libre para desarrollar esto. Cuando el modelo crezca, puede que en alguna etapa quieras presentar a las dos entidades mutuamente. 5. El estilo de Holg Kong: Iglesias u organizaciones multi-estructurales Como el evangelio es dinámico y excelente, reflejando a un Dios que en ningún modo es mediocre o «regular», tenemos que evitar una mediocridad institucionalizada como «mezcla equilibrada» entre lo bueno y lo malo. No obstante, un último recurso podría ser tratar de trabajar al mismo tiempo con dos patrones de valores separados, teniendo sumo cuidado en mantenerlos separados para no mezclar lo inmezclable. Muchas iglesias congregacionales han introducido diferentes tipos de adoración, muy distintas unas de otras, pero todas organizadas por la misma iglesia. Algunas, como la Holy Trinity de Brompton, una iglesia anglicana en Londres, la cual

ofrece un culto de adoración tradicional y un culto con un estilo más familiar un poco más tarde, para alcanzar a diferentes audiencias. Otros, como la iglesia Tilehurst Free en Reading, Reino Unido, ofrece grupos celulares a los que quieren, y un modelo congregacional tradicional para los que prefieren ese estilo. Yo llamo a esto el enfoque de Hong Kong, porque es similar a ser «un solo país con dos sistemas», en el cual China y Hong Kong funcionan bajo un solo gobierno, pero con dos sistemas administrativos diferentes. Uno está basado en el comunismo, el otro, en los valores capitalistas. Puede que se trate de una solución temporal, pero, en algunas etapas, una solución es mejor que una división. Lecciones del mundo de la gestión administrativa En los negocios, con un mundo que se mueve a gran velocidad, un mercado y unos productos que cambian constantemente, y una tecnología en continuo desarrollo, el cambio es la única constante. Los consultores en gestión administrativa y negocios saben que si una empresa no es capaz de ajustarse al cambio y estar al nivel de los competidores, están fuera del negocio y tienen que cerrar. Me resisto a los intentos superficiales de comparar las iglesias con las empresas, porque son como manzanas y naranjas. El éxito empresarial y las estrategias para conseguir el máximo beneficio son bastante diferentes a seguir al Cordero de Dios y llevar nuestra cruz. La iglesia y las empresas están edificadas sobre cimientos diferentes, y siguen un programa diferente: Mammón y Dios. Pero hay áreas en la que coinciden, especialmente a la hora de organizar la parte visible de la iglesia. Podemos, pues, arriesgarnos a echar un vistazo por encima de la valla para ver como lo hacen «los hijos de este mundo», como dice Jesús. El lenguaje que se usa en los negocios en cuanto a la transición y el cambio es categórico: «Cualquier cosa que te hizo tener éxito en el pasado, no lo hará en el futuro. Es el final del mundo tal y como lo conocemos», dice Tom Peters en su libro The Circle of Innovation (El Círculo de la Innovación). Éste es el motivo por el que hemos de «pensar en términos de revolución, no evolución. El "incrementalismo" es el peor enemigo de la innovación», concluye. Una actividad incesante, tanto en las iglesias como en las empresas, puede que a menudo sea la fachada de una gran inseguridad. Jim Utterback, en su libro Mastering the Dinamics of Innovation (Dominando las Dinámicas de la Innovación), hablando de los que no quieren cambiar por los nuevos desarrollos tecnológicos, dice: «Se resisten a cualquier intento de entender la innovación, y se atrincheran en los viejos productos. Esto resulta en un aumento de la productividad y el rendimiento que puede llevar a la vieja tecnología a alturas jamás imaginadas. Pero, en la mayoría de los casos, es una señal de una muerte inminente». Más importante que asistir al próximo seminario con la «nueva idea», sería, dice Peters, comprar un borrador para deshacernos de los pensamientos y enseñanzas erróneas, que bloquean nuevos desarrollos. Incluso dice que debemos desarrollar una «estrategia de la amnesia». «El problema nunca es cómo meter los nuevos e innovadores pensamientos en tu mente, sino cómo sacar los antiguos», dice Dee Hock, creador de VISA. Muchas compañías, de acuerdo con Peters, no necesitan un Director Ejecutivo, sino un Destructor Ejecutivo, cuyo trabajo sea echar abajo regularmente las estructuras y procedimientos innecesarios, evitando el culto a personalidades, despedazando las vacas sagradas que se han colado entre ellos para pastar, y evitando planes ingenuos porque el jefe de la compañía se ha enamorado de un producto que en realidad nadie más quiere.

Bendice el lío En la búsqueda de la excelencia y de nuevos productos y avances, «el tamaño de tu visión se corresponde con el tamaño de tu papelera». Los visionarios empresariales son inmensamente productivos, pero la mayor parte del tiempo producen basura inútil, hasta el momento en el que encuentran ese diamante, una idea o invento que cambiará el curso de la historia. Por esta razón debemos «bendecir el lío», para animar a los innovadores, a los desarrolladores de productos, los visionarios y los aparentemente buscadores caóticos de lo imposible, los «tontos», «gafotas» y casi insociables genios que siempre están trabajando en sus pequeñas oficinas y laboratorios, como el fundador de Microsoft, Bill Gates, quien ha terminado liderando una de las compañías con más influencia en el mundo. Cuando una empresa que está pasando por problemas requiere los servicios de consultaría de Tom Peters, él dice: «En solo un segundo tengo la respuesta. De los 150 ejecutivos, 144 están entre los 48 y los 59 años de edad. Les llamo los "viejos caballeros blancos". Hablan igual, huelen igual, se visten igual, comen la misma comida y beben las mismas bebidas». No es de extrañar, concluye, que no haya creatividad en una atmósfera de conformidad, y que no haya lugar para la visión, porque cada uno se fija y controla a los demás.

***

TODO CAMBIO ES PRÁCTICO El último paso que das determina el siguiente «¡Eso significa que hemos de cambiar casi todo lo que hacemos!», exclamó un conocido líder de misión en India después de oír en cuanto a las iglesias en las casas. No obstante, no todo cambiará cuado comencemos a desarrollar un movimiento de iglesias en las casas. El evangelio eterno, su contenido, la vida espiritual y otros aspectos cualitativos que la iglesia del pasado descubrió y nos enseñó, permanecerán, y debe ser así. Pero si consideramos seriamente las iglesias en las casas, tendremos varias consecuencias teológicas y prácticas muy serias para la iglesia, su crecimiento, su establecimiento y también para las misiones. «La verdad nunca dañará una causa justa», dijo Mahatma Gandhi. Sin embargo, este material no tiene la intención de criticar ninguna iglesia particular. Tenemos que dejar eso atrás. Con un amor mutuo y una apreciación genuina, somos llamados a ser parte de la solución, y no a seguir siendo parte del problema. Muchos líderes cristianos están de acuerdo en que un pensamiento lógico, e incluso las propias estadísticas de misiones nos dirán que, incluso si llegáramos a multiplicar lo que tenemos hoy en día por un factor 10, no hará una gran diferencia en términos del discipulado de las naciones. A veces me entristece observar que hay áreas y asuntos del ministerio en las que parece que no hay estudio empírico o verdad que puedan cambiar nuestro pensamiento para mejorar. «Cuan necio es actuar antes de saber los hechos», dice el refrán. En muchos países, la Población puede seguir creciendo más rápidamente que la iglesia; el evangelismo puede ser como darle un pellizco a un elefante; las iglesias se pueden estar envejeciendo; es necesario cambiar las estructuras; la mayoría de la población no responde al tipo de iglesia que promovemos; e incluso los grandes proyectos y programas evangelísticos apenas si arañan la superficie si comparamos sus resultados con las enormes cifras de población actual. ¿Hay vacas sagradas en el camino del Cordero? No sería la primera vez ni la última que el pueblo de Dios estuviera sordo frente a las verdaderas intenciones de Dios danzando alrededor de una vaca de oro. Muchos líderes están de acuerdo en que los obstáculos para la extensión del reino de Dios están mucho más adentro de nuestro pensamiento que fuera. Los problemas más importantes de las iglesias y las misiones de las iglesias y las misiones en la actualidad, afirman muchos, no están en el dinero, ni en los «... ismos» del momento, sino en el «duro terreno de nuestra propia cabeza», escondidos en esos conceptos incuestionables, axiomas, en las bien desarrolladas convicciones y las tradiciones hechas por los hombres, que nos han llegado a ser tan queridas y sagradas que el solo hecho de intentar tocarlas es para muchos un «acto de herejía». Esto es el «síndrome de la vaca sagrada», en el que parece que los animales sagrados (conceptos espirituales), bloquean el camino del Cordero de Dios, tratando de dormir en las calles y hacer que el público circule rodeándolas, o causando un atasco cuando uno de estos queridos animales piensa que debe ponerse en medio de una avenida principal y quedarse mirando con indiferencia. En lugar de aceptar la vaca con pasividad, a veces tenemos que hacer sonar el claxon; y, ¿quién sabe?, puede que la vaca se mueva, para que el camino se despeje y la vida continúe.

Pagar el precio En el cristianismo de las iglesias en las casas, uno de los precios a pagar es el de dejar de dar énfasis en la libertad individual por encima de la obediencia colectiva a Cristo. Si queremos lo que Cristo quiere, no estaremos más dispuestos a hacer solamente aquello que cada uno quiere hacer, o cómo y cuándo lo quiere, independientemente de la comunidad en la que está. Ya no podremos llamar más a nuestros hogares «nuestros» hogares, o pensar en nuestros coches como si fueran solamente «nuestros». El estilo de vida occidental de muchos cristianos todavía está centrado en la carrera profesional, la televisión, el ocio, la privacidad, las mascotas, una cubierta de azúcar con una fina capa de comportamiento cristiano como asistir al culto de la iglesia, orar antes de las comidas y escuchar música cristiana. Esto no se diferencia en gran manera de la mayoría de los demás que viven en occidente, donde en una orgía de individualismo que dura toda la vida, casi todo está engranado y estructurado para conseguir la seguridad personal, el éxito, la diversión, e incluso el crecimiento espiritual individual. En la parte no occidental del mundo, tenemos que superar una adicción a las prioridades equivocadas, donde el honor que se da a la familia, la lealtad a la tribu o al clan, todavía se anteponen en muchos casos a la fidelidad a Dios, donde las culturas en las cuales la vergüenza está muy arraigada hacen difícil decir la verdad y confesarse los pecados unos a otros, y donde las conversaciones y a veces toda la vida se mantienen a un nivel de cortesía y religiosidad. En otras palabras, sin nuestra propia transformación, que comienza con arrepentimiento, la crucifixión del yo y de algunos de nuestros valores y hábitos culturales, sin abandonar un estilo de vida centrado en uno mismo para poder dejar de conformarnos a los patrones de este mundo, no habrá mucho poder redentor para tocar y transformar nuestras sociedades con el evangelio. El cristianismo nunca ha sido realmente barato, siempre tuvo la intención de costamos la vida. Durante casi 2.000 años la gente ha tratado una vez tras otra de sacarse de la manga un compromiso cómodo, una situación en la que ambas partes ganan, por un lado el reino de Dios y por el otro el espíritu de este mundo. Uno de los resultados fue que algunas de las tristes consecuencias de alinearnos con el mundo para estar a la moda y ser modernos se ha convertido en una parte institucionalizada de la manera en la que pensamos y «hacemos iglesia»: Algunas se han convertido en parte de nuestras tradiciones heredadas más apreciadas, lo cual hace doloroso y difícil replanteárselas. Sin embargo, el mensaje de Pablo sobre el tema es breve y simple: Después de convertirme en un discípulo de Cristo, mi antiguo yo ya no existe, sino que ahora Cristo vive en mí. Deshaciéndonos de la doble vida Como cada pastor de iglesia tradicional sabe, no sólo es fácil, sino bastante común que los creyentes que asisten a un culto dominical o una reunión de oración los miércoles, vivan una doble vida, es decir, que tengan una vida secreta que se haya mantenido oculta para sus pastores o congregaciones, y vivan enganchados a sus pecados durante años sin que nadie lo sepa. Esto también se debe a que de las 168 horas que tiene la semana, los cristianos que están en una iglesia tradicional enfocada en los cultos, pasan unas 3 o 4 horas junto a otros cristianos cada semana. Éste no es suficiente tiempo para transferir de manera efectiva la vida y los valores del reino, para desarrollar relaciones profundas, para hacer discípulos y entregar nuestras vidas unos a otros. Las iglesias en las casas reducirán en gran medida este estilo de vida de compromiso que trata de sacar lo mejor de los dos mundos, porque nos involucrará hasta el fondo en la comunidad

diaria y una rendición de cuentas continua y muy saludable. Esto va a costamos caro. Pero si nuestro estilo de vida tiene alguna relación con la salvación de personas reales de un infierno real, merece la pena.

Algunas consecuencias prácticas A continuación voy a hacer una pequeña lista de las consecuencias más importantes de un sistema de iglesias en las casas, y algunos temas clave que puede que tengamos que considerar cuando comencemos a desarrollar un movimiento de iglesias en las casas. Dejaríamos de «hacer iglesia» y comenzaríamos a «ser iglesia» Tendríamos que dejar de ir a la iglesia y comenzar a hacernos iglesia, siete días a la semana. La iglesia dejaría de ser una actividad organizada del domingo por la mañana, y comenzaría a ser el estilo de vida orgánico y corporal de los cristianos. La iglesia volvería a tocar todos los aspectos de la vida y a ser integral Cuando la iglesia vuelve a ser parte de la vida cotidiana, todos los aspectos de la vida empiezan a ser tocados y transformados por Dios. El evangelio del reino volvería a expresarse a través de «palabras, hechos y milagros», reflejando así a un Dios completo, Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. El final del problema del dinero Muchos proyectos tradicionales de establecimiento de iglesias y misiones tienen un factor limitante importante -el dinero. Necesitan dinero para realizar actividades evangelísticas, comprar un terreno, alquilar un edificio o construirlo, y pagar el sueldo del pastor, así como proveerle vivienda digna. Necesitan dinero para sillas, un sistema de sonido y un proyector. No ocurre así con las iglesias en las casas. Éstas no costarían dinero, sino que producirían dinero, lo que podría apoyar económicamente a los cinco ministerios que, a su vez, les apoyan a ellos espiritualmente. Las iglesias en las casas no necesitan un pastor profesional a tiempo completo: Cualquier persona con la cualificación de anciano hará el trabajo. El final del problema del líder Después del dinero, la segunda queja más oída de las iglesias cristianas es: «¡No tenemos bastantes líderes!». Para una iglesia congregacional típica se necesita un gran número de pequeños genios, personas que pueden manejar cualquier parte de los varios programas, desde predicar a enseñar, pasando por casar, enterrar, tocar el órgano, levantar fondos, organizar y dirigir reuniones grandes y pequeñas, y hacer estudios bíblicos a cualquier hora del día. Al cambiar a un sistema de iglesias en las casas, el mundo estaría lleno de líderes en potencia para las iglesias en las casas en un instante, porque ya no se precisaría de líderes profesionales o semiprofesionales que encajen en la estructura congregacional, sino que tendríamos una estructura hecha a la medida de todo el mundo. Esto también resolvería el problema global del desempleo espiritual. En la actualidad tenemos en torno al 70% de todos los cristianos espiritualmente desempleados, sin una forma en la que involucrarse en el sistema de sus iglesias, mientras que los líderes de estos mismos sistemas se quejan pidiendo más líderes. En una situación de iglesias en las casas, cada persona participaría y tendría una tarea espiritual.

El fin del problema del edificio En vez de tener un problema con la necesidad de comprar, construir o alquilar más edificios o locales, seríamos capaces de usar lo que ya hay en abundancia: Hogares de todo tipo y forma. Podríamos sencillamente usar las casas que ya tenemos para que se multipliquen. Una nueva calidad en las conversiones La mayoría de las iglesias tradicionales organizan sus programas de alcance evangelístico para que más personas asistan a las iglesias. Estadísticamente 1 de cada 100 personas que «toma una decisión para Cristo» en las reuniones evangelísticas (campañas, «cruzadas», etc.), empezará a asistir a la iglesia. Esto significa que se pierden 99 de cada 100 nuevos «conversos». Esto no sólo es costoso en términos de dinero y personas, sino también nos habla del bajo nivel de calidad en las conversiones que producen tales actividades. En vez de hacer que los buscadores espirituales repitan una oración («repite detrás de mí para invitar a Cristo a tu corazón»), las iglesias en las casas permitirían unas conversiones mucho más «relaciónales», a menudo de familias enteras, que se ayudarían mutuamente a «ser firme con su decisión» después. Para una conversión de calidad, argumenta David Pawson en su libro The Normal Christian Birth (El Nacimiento Cristiano Normal), necesitamos un arrepentimiento personal, una fe personal, una llenura personal del Espíritu Santo, y un bautismo. Muy diferente a la atmósfera apresurada de las campañas evangelísticas y las reuniones de seguimiento, la iglesia en la casa sería capaz de proveer un marco natural para ello, y de esta manera aumentar la calidad de las conversiones, reduciendo los problemas que tienen las iglesias con las conversiones medio hechas e incrementando la calidad total de la iglesia en una localidad. ¿Puerta a puerta? No vayáis de puerta en puerta, dice Jesús en Lucas 10. Sin embargo, muchas actividades evangelísticas tienen el «puerta a puerta» como su metodología y estrategia fundamental. Esto tiene consecuencias serias. En Lucas 10, Jesús mandó a sus discípulos «de dos en dos», sin dinero, y les pidió que encontraran al «hombre de paz» en el pueblo. Ellos debían entrar en su casa, y formar un núcleo de iglesia inmediato con ese «tercer miembro». Entonces podían comer y beber «lo que les pusieran delante». Comer y beber tiene un sentido muy importante de identificación con el nuevo grupo. Si apreciamos lo que comen, ellos apreciarán lo que tenemos que decir. Muchos cristianos en la actualidad llevan su propia comida cuando hacen actividades evangelísticas en los pueblos, porque no confían en que los de los pueblos les den una comida sana y limpia. ¿Pero cómo pueden los de los pueblos confiar en esos visitantes que les ofrecen su vida eterna a cambio? En muchas sociedades la hospitalidad es una tarea que Dios ha dado; si unos extraños llegan a un pueblo y llaman a una puerta, es responsabilidad de la familia darles hospedaje. Pero si se ve a esos extraños dejando la primera casa y llamando en las demás puertas, los aldeanos tienen sólo dos posibles conclusiones: O sucede algo terriblemente malo en la primera casa para que no puedan hospedarlos, o esos extraños no son huéspedes, sino vendedores, criminales o miembros de una secta. En ambos casos, los vendedores puede que ganen unas poquitas personas durante algún tiempo, pero al final perderán el pueblo. El «puerta a puerta evangelístico», suele estar enfocado hacia la extracción: Tiene que ver con llamar a un gran número de puertas para terminar con un pequeño puñado de personas, a las que, después, se ha de hacer «seguimiento». El establecimiento de iglesias apostólico y profetice suele funcionar al revés. Está orientado hacia la penetración, y evoluciona de los pocos a los

muchos. Es más importante encontrar (éste es uno de los lugares en los que entra el profeta)-y permanecer en la casa correcta que llamar a las puertas de muchas casas. En primer lugar, se establece una iglesia con calidad en la casa, y se hace de esta una casa de paz, el punto de apoyo y la avanzadilla para discipular a todo el pueblo o ciudad. Las misiones serían redefinidas En el centro de muchas de nuestras misiones tradicionales y contemporáneas, se encuentra el concepto congregacional de iglesia. Desde este centro estático, «alcanzamos» a otros que están cerca de «la iglesia», intentando que «vengan a la iglesia», y llamamos a esto evangelismo. Si hacemos esto mismo en otro país, o cruzando importantes barreras sociales, étnicas o lingüísticas, lo llamamos misiones. Pero si las iglesias en las casas se convirtieran en el centro de nuestro concepto misionero, la iglesia estática dejaría de identificar y enviar a especialistas movibles, los «misioneros», y podría empezar a enviarse a sí misma simplemente actuando de forma apostólica como una entidad. La iglesia, en el mejor sentido de la palabra, se convertiría de nuevo en la misión, la que envía, así como la que es enviada. Podríamos enviar a las mismísimas unidades multiplicables de la iglesia, que pueden cambiar todo lo que tocan con su ADN espiritual en cada cultura y lengua. Funcionaría muy parecido a una infección vírica, en la que el virus introduciría su propio código genético en cada célula receptora que tocase, transformándola a su propia imagen. Las misiones volverían a tener la dinámica de la levadura: Se manda a sí misma. En lugar de traer más personas a la iglesia, estaríamos trayendo la iglesia a las personas. Más acción y menos actuación El tipo de iglesia congregacional está orientada hacia la plataforma en la que «realiza» el culto. El énfasis está en «llevar» la reunión, «dar» el mensaje, «realizar» las funciones, «celebrar» los ritos. El meollo del asunto está en que, con tantos espectadores involucrados, ya no es una estructura de discipulado, sino que se presta, al menos potencialmente, a la actuación, cumplir con acción la acción sin emoción, realizar las formas externas sin contenido, mientras los espectadores permanecen vacíos e inválidos tras una cortina de humo religioso de saludos corteses, aleluyas y amenes. La pregunta, ¿estás actuando poderosamente o eres un poderoso?, podría servir para retornar a la iglesia a la vida normal, lejos de las reuniones realizadas de forma artificial. ¿El resultado? Se restauran la autenticidad y la autoridad en el lugar, en los mismísimos vecindarios. Esto nos llevaría a menos actuación, y a una acción más significativa. Combinación de las dinámicas locales y regionales, el LAN y WAN espiritual Cuando se conectan varios ordenadores a través de cables o líneas telefónicas, se hace una diferencia entre las redes de área local (lo que en términos informáticos se denomina con las iniciales inglesas LAN, Local Área Network), y la redes de área extensa (WAN, Wider Área Network). Las redes de área local pueden ser parte de las redes extensas. Ésta será exactamente la forma en la que se desarrollen las iglesias en las casas. Una red local de iglesias en las casas interdependientes (LAN) se conectarán con una red mayor de iglesias en las casas (WAN) en el barrio, la ciudad, o la provincia. Pueden intercambiar ministerios y trabajar juntas en una asociación estratégica para alcanzar metas de saturación en el establecimiento de iglesias. Una nueva en busca de musulmanes, hindúes y budistas

No es un secreto que dada la estructura y sistema actual de la iglesia, solamente los adherentes más marginados e inferiores de otras creencias se están uniendo a la iglesia en un número significativo, salvo unas pocas y dolorosas excepciones. Cada vez más los cristianos se están dando cuenta de que la mayor parte del problema está en el propio sistema de la iglesia. Para muchos musulmanes, hindúes y budistas el mero hecho de entrar en un edificio de la iglesia ya es un problema espiritual, cultural, social y filosófico. Cuando se desarrolle el estilo familiar de las iglesias en las casas, mucho más cercano a la mentalidad de gran familia de esas tres religiones, abrirá toda una nueva perspectiva en cuanto a cómo ayudar a seguir a Jesucristo de forma apropiada a las personas que se han criado en sociedades islámicas, hindúes y budistas. Ya en la actualidad vemos que de todas las estructuras eclesiales posibles, las iglesias en las casas tienen, con mucho, el mayor potencial de crecimiento entre estos grupos. Muchos cristianos han tratado, por ejemplo, de llevar musulmanes a las iglesias. Las iglesias en las casas nos permitirán llevar la iglesia a los musulmanes. Prosperando en culturas socialistas y comunistas A la iglesia tradicional no le ha ido particularmente bien a la hora de atraer a intelectuales, ateos, socialistas y comunistas. ¿Pero de qué suelen tratar sus lemas? De la redistribución de la riqueza, de compartir los recursos y la justicia por igual. Éstos son valores del Nuevo Testamento, que la iglesia congregacional ha predicado, pero no siempre vivido. El comunismo como ideología es todavía en la actualidad atractivo porque se enfoca en la justicia, los derechos del pobre, y la redistribución de la riqueza, si es necesario, por la fuerza. El comunismo de Lenin hablaba del «poder para el pueblo», pero el resultado fue que el poder lo usurparon unos pocos elitistas que se «sacrificaron» ocupando lo más alto de la pirámide de poder. Como cristianos, hemos de evitar una versión idealista del «comunismo primitivo», y todos sus cuentos y ensueños, porque el cristianismo también habla de poder para el pueblo, pero provee un sistema de dar ese poder y rendir cuentas a Dios para ese poder llamado «iglesia», donde se facilita el poder de Dios a través del servicio humilde de ancianos que llevan su cruz y miembros de los cinco ministerios. El problema del comunismo es que no trata con la raíz del problema de corrupción, la naturaleza pecaminosa de la gente. Así que esas personas que «redistribuyen la riqueza» son tan falibles y pecadores como los que la reciben, y el resultado suele ser, más corrupción y dictadura. Las iglesias en las casas con su énfasis en compartir los recursos materiales y espirituales, y su ausencia de líderes de tipo dictatorial son particularmente efectivas en las sociedades que son o han sido socialistas o comunistas, como Rusia, Cuba, China, Vietnam, Etiopía o Corea del Norte. El comunismo es, en muchas formas, un aliado estratégico involuntario que prepara la mentalidad de la gente para un movimiento masivo de iglesias en las casas. Si cualquier gobierno socialista o comunista no es capaz de implementar el «paraíso comunista», la iglesia en las casas, sin mucha propaganda, puede entregar el producto final. Puede hacer de manera local lo que el gobierno no puede hacer de forma nacional. La iglesia en las casas tiene la repuesta a las preguntas socialistas, y provee la estructura apropiada para la vida en un modelo que funciona, porque ha encontrado la solución al pecado, la raíz del problema. El nivel de entusiasmo aumentaría En las iglesias congregacionales tradicionales se movilizan para un ministerio real a muchas menos personas que en las pequeñas iglesias en las casas. Incluso en una iglesia

tradicional de menos de 100 asistentes, dice el estudio de Christian Schwarz, sólo el 31% están involucrados en un ministerio que se corresponde a sus dones espirituales. En una iglesia mayor, el porcentaje es sólo del 17%. Es un hecho conocido que las personas que están involucradas son personas con entusiasmo, y las personas que no lo están se aburren rápidamente. La iglesia en las casas, con su estilo de vida participativo es capaz de forma inmediata de involucrar a casi todas las personas. Como resultado, hay más personas entusiasmadas. Las personas entusiasmadas sobresalen, y las personas sobresalientes atraen.

Algunos temas prácticos de los que tratar Si queremos ver un nuevo desarrollo, quizá tengamos que hacer cosas nuevas. Al desarrollar iglesias en las casas, hemos de tratar algunas áreas prácticas. A continuación menciono una pequeña lista: Restaurar de nuevo las familias al centro de la iglesia El cristianismo occidental y el secularismo se ha enfocado con fuerza en el individualismo, a expensas de la familia. Las familias estables y seguras, incluso con un solo cónyuge manejando el hogar y los niños, son unidades sociales mucho más estables que las actuales parejas sin hijos, en las que los dos trabajan, y que quizá se rían y desprecien a los cristianos con sus tradiciones, pero que están destrozando sus propios matrimonios y cuerpos por el placer de una corta vida de lujos. Cuando tienen hijos, suelen producir unos niños inseguros, problemáticos y violentos. Estos niños casi sin padres, crecen intranquilos y sin paz, dejados a su suerte, mientras sus padres persiguen una carrera de éxito o una importancia social. Se ha sacrificado a la familia en el altar del éxito económico y social, y solamente la iglesia puede romper ese círculo porque ha encontrado una forma de vida mejor y más humana, no de Mammón (el amor al dinero), sino de Dios. La relación correcta entre el hombre y la mujer como el centro de la familia está en el centro de la iglesia en las casas. Mi amigo Kari Törmä del Ministerio para el Matrimonio Integral, en Finlandia, cree que «necesitamos enfocarnos en la relación más exigente del mundo, la que sucede entre un esposo y una esposa, para crear un fundamento sólido para la iglesia y la sociedad». Una de las mejores cosas que puede hacer un padre por su hijo, por ejemplo, es amar a su madre. En el entorno de una iglesia en la casa familiar, pueden surgir los verdaderos padres y madres, y así se pueden restaurar familias sanas. Los niños pueden contribuir en su propia manera a las iglesias en las casas, sencillamente siendo lo que son, sacando a la luz los aspectos más vulnerables y delicados de los adultos, llevándoles hasta el límite, haciéndoles llorar y reír, humillándoles y sorprendiéndoles. El establecimiento de iglesias en las casas, no obstante, bien pudiera comenzar con la relación entre el marido y la esposa, y en la restauración de la familia. Desarrollando estructuras que dan poder a otros Jesucristo les dio el poder y las llaves, y los primeros discípulos pusieron el mundo al revés (Hech. 17:6). Como cristianos, no obtenemos el poder de las demás personas, sino de Dios. No obstante, nuestra tarea en la tierra es ayudar a que cada persona saque de sí lo mejor. El punto central de la gran comisión es discipular, y discipular es básicamente dar poder a otros como Dios nos lo ha dado a nosotros. Conocí a un joven y dinámico pastor que sirvió bajo un «poderoso siervo del Señor». Dirigía fielmente la adoración, hacía lo que se le pedía, y servía humildemente al siervo

principal. Sin embargo, nunca se le dio una responsabilidad real. Después de seis años estaba deshecho, estaba listo para dejarlo, una cáscara vacía, no podía más. Cambió su lugar de trabajo, y terminó en otra red de iglesias en la que el pastor principal vio inmediatamente su potencial y cómo podía encajar en su propia visión y estrategia. El joven salió de guatemala para entrar en guatepeor. No se le discipuló ni se le apoderó, sólo se le utilizó. Si nos discipulamos y damos poder a otros, como hizo Jesús, acabamos explotando a los demás, usándoles para nuestros propósitos, incluso si disfrazamos esto con palabras espirituales. Si las iglesias congregacionales tradicionales no tienen el discipulado en un lugar central, no serán capaces de desarrollar una estructura que discipule y apodere a la gente, y no digamos ya en cuanto a discipular a las naciones. La calidad define la estructura que, a su vez, determina la cantidad. Como resultado, las personas permanecen sistemáticamente sin discipulado y sin poder. Si la estructura tradicional no da poder y discipula, ¿qué es lo que hace? Cómo dar poder a otros

Cómo explotar a otros

Déjales funcionar Cree en ellos Delega autoridad Pon los planes de Dios en ellos Invierte en ellos Ámales y díselo Dales lo que tienes Dialoga con ellos Pasa tiempo libre con ellos Dales las llaves ahora Sírveles Alábales Transfiéreles la maestría

Dales funciones Haz que crean en ti Requiere sumisión Hazles parte de tus planes Úsales Ama más la tarea que hacen que a ellos Coge lo que tienen Predícales Dales cita previa Esconde las llaves hasta que te jubiles Deja que te sirvan Acepta sus alabanzas Demuéstrales tu maestría

Debemos volver a capturar el discipulado como el corazón de la gran comisión, y ponerlo en práctica en nuestros ministerios e iglesias. Las iglesias en las casas y los cinco ministerios son la forma que Dios ha dado para discipularnos y darnos poder unos a otros, y por ende, a las naciones. Tenemos que hacer esto, no por accidente, sino por principio, y decidirnos a desarrollar estructuras e incluso estrategias que ayuden a discipular y apoderar a otros a nivel local, regional, nacional e incluso internacional. Desarrolla ancianos con discapacidades, y gente mayor Una manera de apoderar a otros es fijarnos estratégicamente en los que esta sociedad guiada por el éxito y orientada hacia la juventud considera débil. El 10% del mundo sufre lesiones y discapacidades. En vez de tratar de hacer los edificios de las iglesias más accesibles para los discapacitados (¡para que puedan llegar a la iglesia!), deberíamos hacerlo al revés y llevar la iglesia a sus hogares. Hemos de motivar y capacitar a las personas discapacitadas, que a veces están atadas a sus casas, para transformar sus hogares en iglesias. Esto no sólo añadirá el 10% de la población a la lista de posibles fundadores de iglesias en las casas y ancianos, sino que será difícil encontrar promotores más entusiastas de la idea.

De igual modo, no solamente debemos dar poder a los jóvenes inteligentes de entre 18 y 30 años -que ya disfrutan de la atención de la sociedad-, sino también a nuestros mayores. Porque una iglesia tradicional suele estar muy controlada por programas, y, por tcon-siguiente, no necesita muchas personas mayores. Sin embargo, cuando entrenamos y capacitamos a los mayores para llegar a ser ancianos de las iglesias en las casas, muchos de ellos florecerán, del mismo modo que florecerán las iglesias en sus casas. Y realmente nosotros también lo haremos, cuando en los asuntos de la iglesia contemos con una buena porción de sabiduría redimida y cabellos grises. ¡Se convertirán en abuelos con visión! Deja de contextualizar y empieza a encarnar Jesús era asiático, no europeo. La mayoría de los cristianos, y los que todavía no lo son, están de acuerdo en que realmente no necesitamos una iglesia contextualizada, aunque todavía básicamente occidental en Asia, África o Latinoamérica. Cada país debe desarrollar sus propios modelos de iglesia, encarnando de nuevo a Cristo en su propio tiempo, cultura y terreno. La contextualización ha sido un método misionero útil en el pasado, cuando el evangelio y la expresión occidental de la iglesia se adaptaron para que encajaran en el contexto cultural y lingüístico local. Ahora que la iglesia se encuentra en casi todas las culturas del mundo, debemos dejar que forme sus propias expresiones, sus formas rurales y urbanas, para que comunique poderosamente sus propios patrones culturales. Cambiar nuestros modelos tradicionales de adoración Las misiones existen porque no existe la adoración. Cuando el Espíritu reemplaza los rituales y el modelo de adoración centrada en el templo del Antiguo Testamento, los cristianos están llamados a adorar a Dios «en espíritu y en verdad». Sin embargo corremos el peligro de pasar por alto que la verdadera adoración neotestamentaria tiene mucho más que ver con una obediencia llena del Espíritu (Rom. 12:1, 2), que con música y canciones de adoración. Nuestra adoración debe girar en torno a nuestra disponibilidad incondicional de dejar a un lado nuestra vida, posesiones, familiar, casa, amistades, respetabilidad evangélica, y todo lo demás, para llegar a ver el conocimiento de la gloria del Señor cubrir la tierra como las aguas cubren el mar. Incluso puede ser muy apropiado recuperar algunas de las formas de adoración del Nuevo Testamento, postrarnos en el suelo para expresar una adoración y alabanza a Dios que no tiene palabras (Mat. 28:9; Ap. 4:10), o indicándole a Dios que incluso estamos dispuestos a dejar nuestras propias vidas por él, en obediencia a su llamada. Esto no tiene necesariamente que hacernos olvidar de cantar nuestras canciones. Sin embargo, frases como: «Permite que tengamos ahora un tiempo de adoración», o «entremos ahora en adoración», queriendo decir que ahora nos tenemos que poner de pie y cantar algunos coros, pueden ayudar menos de lo que parece, sencillamente porque son frases erróneas. «Es importante darse cuenta de que el Nuevo Testamento nunca menciona la adoración como la verdadera razón por la que los cristianos se reúnen, venían para edificarse y animarse unos a otros (1Cor. 14:26; He. 10:24, 25), y se enfoca más en el cómo que en el cuándo y dónde sucedía la adoración», dice Peter Ignatius de la iglesia Christian Fellowship en Madras. El Nuevo Testamento nunca se refiere a una reunión de la iglesia como un servicio de adoración. En resumen, la adoración no es tanto lo que hacemos, sino cómo lo hacemos; no tanto lo que decimos o cantamos, sino cómo somos un sacrificio vivo. Introduce un nuevo nivel de compromiso Las sociedades secretas han florecido, y lo siguen haciendo, por la curiosidad de la gente

sobre lo desconocido, lo secreto. Quieren pertenecer a algo especial. El cristianismo en su forma de iglesias en las casas ha sido una sociedad secreta. Aún lo es, y posiblemente lo será, o llegará a ser de nuevo, si no secreta, semi-secreta. Este llamamiento a dar más atención al proceso de iniciación de novicios en la iglesia, significa que requerimos un nivel de compromiso más alto de cualquiera que quiera ser parte de una iglesia local. Después de todo, es un compromiso a ser parte de una familia espiritual y compartir la vida con otros, lo cual es un compromiso muy alto, mucho más que comprometerse a ser miembro de una organización voluntaria que sólo requiere asistir de vez en cuando. Es interesante notar que las personas no acuden en masa a los lugares en los que son bienvenidos de forma incondicional, sino que el número de personas interesadas en unirse a un grupo está relacionado con el nivel de compromiso que requiere. Un pastor en Alemania anunció que «el nivel de los sermones en mi iglesia es tan exigente intelectualmente que no todo el mundo será verdaderamente capaz de entender lo que se está predicando». Esto hizo que mucha gente acudiera por curiosidad a ver si el predicador estaba en lo cierto. Cuantas más restricciones haya en la puerta, más parece la gente interesada en cruzar por ella. Además, ya que el nivel inicial de compromiso de alguien que se hace parte de una iglesia en la casa es elevado, también se eleva el nivel de calidad. Volver a descubrir patrones de iglesia tribales Después de haber sido expulsados del jardín del edén, el hogar que Dios hizo para Adán y Eva, la humanidad ha permanecida básicamente sin hogar. El lugar en el que se suponía que debían encontrarse los humanos y su creador Dios, estaba cerrado para ellos. Esto dejó un profundo «vacío del hogar» en el corazón y la mente de todos los humanos, y explica el anhelo que todos sentimos por tener un hogar, un castillo, una familia y un clan, un refugio en el que estemos seguros y a salvo, en el que tenemos una identidad, y en el que posiblemente podemos olvidar por un momento que Dios nos expulsó a todos de su presencia. «El hombre es un animal tribal», escribe Peter March en su libro Tribes (Tribus): La población primitiva de la tierra estaba formada básicamente por cazadores y recolectores que formaban grupos de caza como solución efectiva para la supervivencia. Un grupo de 6 a 8 cazadores varones formaban una banda de unos 20 a 25 individuos, incluyendo mujeres y niños. Este tamaño demostró que era suficiente para los propósitos de caza, pero no para los sociales, como el matrimonio. Para ello se requería una unidad social mayor. La población ideal para ese tipo de unidades sociales, parecía estar en torno a los 500 hombres, mujeres y niños, y de este modo se establecía una tribu, que solía albergar a unas 20 bandas de cazadores, cada una de ellas formada por unas 6 familias.

La identidad social es saber quién es uno en relación a los demás. Muchos científicos ven el origen de los patrones del comportamiento humano básico en el área de la territoriedad, el matrimonio, el parentesco, los tabúes, la interacción social, etc., arraigados en el formato tribal, el cual, dicen, todavía está muy impreso en la humanidad. Esa es la razón por la que pueden y no deberían suprimirse, son demasiado básicos. Estos patrones tribales surgen de manera automática, ya sea que miremos las tribus tradicionales o modernas de la sociedad, los cazadores de zorros, los hinchas del fútbol, los comandos o los criminales, los sindicalistas o los terroristas, los Boy Scouts o los Ángeles del infierno. Todos obedecen a las mismas reglas básicas. Encontramos modernas tendencias tribales por doquier: En nuestros comités, tribunales, equipos y brigadas, en los consejos, gobiernos, miembros de la junta, clubs, sociedades secretas, grupos de protesta, clanes o institutos, bandas callejeras, reuniones de colegio, y clubes de fans de las estrellas.

Tribus jerárquicas y «acéfalas» Los antropologists definen una «tribu» como un conjunto de grupos de personas que comparten patrones de lenguaje, de características culturales básicas, y tradicionalmente, un territorio común. Se dan en dos formas diferentes: Acéfalas (sin cabeza), de una única cabeza, una autoridad centralizada, y en la que los miembros adultos son parte del proceso de toma de decisiones y tienen un estatus muy parecido; y las jerárquicas que, por el contrario, tienen una autoridad centralizada muy clara en la forma de un jefe, y que desarrollan una estructura piramidal de autoridad. Ritos de iniciación La iniciación, como la transición especialmente señalada de una etapa de la vida a otra, o el proceso de llegar a ser parte de una tribu, suele tener cuatro etapas. Primero está la persona de afuera que no está involucrada con la tribu y no es parte de ella. No se fía de la tribu, y a la tribu se le ha enseñado a no fiarse de él. A continuación viene la etapa de novicio, en la que la persona entra en un período de prueba y entrenamiento, a lo que generalmente acompañan rituales simbólicos de muerte, como circuncisión, aislamiento, u otras formas de muerte simbólica para el iniciado, en las que representa que está muerto para la vida normal de la tribu. Por medio del sufrimiento y los actos de valentía, el novicio declara su compromiso y demuestra valor. La tercera etapa es la bienvenida del que fuera novicio como miembro integral de la tribu. La cuarta y última etapa es cuando un miembro integral de la tribu se convierte en iniciador de otros, y por lo tanto se ocupa de ese círculo de vida. Este patrón básico todavía se cumple en las estructuras tribales tradicionales y modernas. Novatadas de iniciación Cuando los chicos entran en el colegio, los jóvenes en la universidad o el ejército, se suelen ver sometidos a algún tipo de humillación o novatada para mostrar de qué material están hechos. Sólo entonces son admitidos en la tribu académica o militar. A menudo las bandas callejeras también requieren que los nuevos demuestren de qué están hechos antes de ser admitidos en la tribu. Muchas veces han de cometer un crimen, como robar una manzana o un automóvil, es decir, pasar el examen. De esta manera, el nuevo recluta se vincula al grupo a través de su complicidad con ellos en actividades ilegales, con una amenaza invisible sobre su cabeza: Si alguna vez dejas la tribu,, el mundo sabrá el crimen que has cometido. Muchas tribus modernas, como las sociedades secretas, tienen ritos de iniciación bastante duros, como tener una soga al cuello para simbolizar lo que sucederá si alguna vez se traicionan los secretos de esa sociedad, o llenarse de tatuajes. La masonería, fundada en 1717, todavía tiene, sólo en Inglaterra, unos 500.000 miembros que se reúnen mensualmente, no a pesar de, si no a causa de sus rituales de iniciación «arcaicos». Las iglesias en las casas ayudan a que surjan las dinámicas tribales positivas La iglesia congregacional media de entre 80 y 150 miembros es una de las únicas estructuras que rompe con la mentalidad tribal, y viola en el proceso los sentimientos y tradiciones profundamente arraigados. Este patrón no se adapta a los patrones tribales inherentes, y restringe el flujo natural de formar relaciones y la identidad social. La iglesia es demasiado grande para las dinámicas orgánicas de una banda pequeña, como demasiado pequeña para proporcionar un «poblado» para sus miembros. Tradicionalmente, la iglesia ha tratado de soslayar esto por medio de un liderazgo muy organizado, fuerte y autoritativo, así como por unos

modelos de adoración muy estructurados. Pero, cuando el tamaño de una iglesia se acerca a los 20, o a los 500 en el lado opuesto, ambos polos numéricos hacen que destaquen o surjan las dinámicas sociales y tribales especiales, los patrones tribales de la banda de caza o del poblado, que de otra manera permanecerían dormidos. Las iglesias en las casas y las grandes celebraciones, pueden volver a capturar de inmediato las dinámicas sociales y tribales de la «pequeña banda de caza» de unas 20 personas, y tener sus otras necesidades cubiertas en reuniones con más personas, como las celebraciones de toda la ciudad. Además, también el cristianismo tiene sus ritos de iniciación, como el bautismo y el compartir los bienes materiales con la comunidad. Incluso hay un equivalente cristiano a los crímenes menores que requieren las modernas bandas callejeras para que los nuevos miembros se vinculen a la tribu; es la confesión de los pecados. Si alguien confiesa sus pecados a la iglesia en la casa, quizá pierda su reputación para el mundo exterior; y, si así fuera, moriría a una doble vida, pero sería aceptado en gracia, perdón y amor por su nueva tribu espiritual. En términos de vincular iglesias en las casas, las iglesias de células tienden a reflejar la estructura jerárquica, mientras que las iglesias en las casas y su estructura plana, vinculadas en una interdependencia mutua, relejan más el patrón tribal sin cabeza. Ésta puede ser una de las razones por las que la iglesia de células podría ser más apropiada para las culturas jerárquicas, y las iglesias en las casas para las culturas democráticas. Cambiar nuestra estructura de enseñanza En una ocasión, en África, se fue la electricidad justo cuando iba a empezar a enseñar a unos 200 pastores y evangelistas. Elegí seis discípulos (los que mejor sabían inglés), y les pedí que oraran cada uno por los demás. A continuación expliqué a mis seis «discípulos» una sencilla lección que me tomó 15 minutos. Entonces les pedí que eligieran ellos mismos seis discípulos cada uno, y que les contaran exactamente lo que yo les había enseñado. Entonces, esos 36 discípulos de mis seis discípulos tuvieron que escoger otros seis discípulos cada uno (ya teníamos los 200 asistentes), y enseñarles la misma lección de nuevo. Después de esto, le pedí a uno de los discípulos de la última generación, que recibió la lección a través de dos generaciones, que viniera al frente y repitiera la enseñanza -lo más alto que pudiera-. Cuando su enseñanza era correcta, todos ponían su pulgar hacia arriba, pero si introducía variaciones, o falsas enseñanzas, todos ponían su pulgar hacia abajo. Como resultado, no sólo nos divertimos un rato y ahorramos electricidad, sino que hicimos que 43 de ellos repitieran la enseñanza, y pudimos observar quiénes estaban dotados, y quiénes necesitaban, digámoslo así, más oración. ¿Cuánto realmente recuerdas de las lecciones que te dieron en el colegio, donde un profesor explicaba un tema frente a una clase, y tú tomabas apuntes tan bien como podías para no suspender en el inevitable examen? Éste es, sin discusión, el peor método de enseñanza posible para el ser humano, pero lo hemos usado tanto que lo reproducimos donde vamos, incluso en la vida de la iglesia. Si queremos cambiar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, tenemos que cambiar nuestras estructuras convenientemente, y pasar del aprendizaje estático al cinético. En el Nuevo Testamento, el modelo y la forma de enseñanza está destinado a cambiar el estilo de vida a través de cambiar los valores. Ya que la iglesia en las casas es una estructura que surge del corazón del discipulado, podemos de nuevo comenzar a enseñarnos unos a otros cómo vivir y cómo enseñar, y no sólo a hacer tragar un tema tras otro. En la tradición hebrea hay lo que se llaman las escuelas de pensamiento rabínico. Lo principal es aprender en primer lugar a pensar, cómo manejar y usar las habilidades intelectuales que Dios ha dado a uno, y luego cómo aplicarlas a los demás temas. Generalmente, los estudiantes atraviesan primero este proceso de

aprender a pensar, y luego mirando los otros temas, son capaces de de conseguir las máximas calificaciones con facilidad. La enseñanza cinética o dinámica abandona las aulas, los largos sermones o estudios de la Biblia, y se hace parte de la vida diaria en el lugar más natural de la tierra, el hogar. Allí es donde nos podemos enseñar unos a otros a través del ejemplo, preguntando y contestando, metiendo a cada uno en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje, edificando, no un conocimiento teórico individual, sino un consenso, una comprensión corporativa y, por lo tanto, un impulso espiritual.

***

CEC En primer lugar vienen los valores y el contenido, en segundo lugar los métodos y los planes, y por último el crecimiento y los números. Cómo pensar en términos de CalidadEstructura-Cantidad Hay un plato de comida maravilloso en el norte de África llamado cuscús, hecho con sémola de trigo, carne y vegetales, que se suele comer sentado en el suelo de una tienda con las piernas cruzadas, alrededor de una olla grande, formando pequeñas bolitas de cuscús con las manos y echándolas a la boca. Cuando estoy con mis amigos en Sudán y es la hora de comer nos solemos poner en fila para comer. Cada dos personas reciben un solo plato, y ambos toman su ración de arroz y salsa del mismo plato, usando el cubierto más flexible del mundo, la mano. De vez en cuando, alguien te dará en el hombro y, con la mejor sonrisa posible, echará los restos de su plato en el tuyo, en signo de amistad y aprecio. Cuando dejamos que nuestra saliva se mezcle, la calidad de nuestro compañerismo aumenta. En muchos países aún se sellan los contratos legales con una comida como señal de mutuo acuerdo. El mensaje de CEC, que representa la Calidad, Estructura y Cantidad, es simple: La reforma, el avivamiento, el crecimiento y el establecimiento de iglesias parece que siguen esos tres pasos en ese mismo orden, cada uno relativo al anterior. Cada uno es incompleto (e incluso peligroso) sin los demás, y siguen una lógica natural. Más iglesias mejores y menores El meollo de lo que muchos de nosotros estamos viendo que Dios está haciendo en todo el mundo en este tiempo, es lo siguiente: Está trayendo de nuevo la C, o sea, la Calidad fundacional neotestamentaria, apostólica y profética, a su cuerpo. Esta nueva calidad forma su propia E, nuevas Estructuras: Emergen desde dentro, no por esfuerzos de fuera. Estas nuevas estructuras demostrarán, a su vez, que son valiosas y capaces de un crecimiento y una multiplicación rápidos; la segunda C, el aspecto de la Cantidad. Esto puede significar muchas más iglesias, cualitativamente «mejores», y (para sorpresa de algunos), mucho más pequeñas de lo que estamos acostumbrados. Calidad Calidad -no más la víctima silenciosa La iglesia siempre corre el peligro de darle la vuelta al orden, y comenzar con cantidad y métodos, en vez de con calidad. Hay dos razones principales para ello. La iglesia está en la constante tentación de prestar demasiada atención a personas impresionantes que desde fuera parecen estrellas espirituales y ganadores seguros. Su mensaje simple es: Hemos encontrado un botón mágico que apretar para conseguir el éxito instantáneo en el cristianismo. Influencian con fuerza a una iglesia algo deprimida a través de un enfoque insano en la mera cantidad, y en ocasiones la animan a poner en marcha mega proyectos evangelísticos que pretenden «tocar a tantos como sea posible, tan rápidamente como sea posible». Esta mentalidad, casi completamente fuera del Nuevo Testamento, está excesivamente llevada sólo por los números y las metas, y básicamente le están diciendo a la iglesia que actúe ahora, y piense más tarde; que dispare ahora, y pregunte luego; que evangelice ahora, y haga seguimiento después; que tenga éxito ahora, y ponga los parches después; que vean como el

testimonio de su éxito se cumple hoy, y dejen a otros la reforma y el control de calidad; que se apresuren a salvar a otra ciudad, y dejen a la iglesia local o nacional la culpa por un seguimiento mediocre. La otra razón es muy simple, el «dinero del donante»: El dinero que se da a misiones y al evangelismo conlleva la agenda del que dio la donación. La regla de oro todavía es válida ahora: El que tiene el oro, pone las reglas. Reflejando la mentalidad de muchos donantes en la actualidad (pero no todos), a menudo se espera que ese dinero rinda un dividendo alto, preferiblemente cuantificable en números y en resultados. Los años 30, cuando el volumen se convirtió en el nuevo dios Hubo una vez en que a calidad era una factor natural en el comercio, escribe diario Steve Smith en su libro sobre gestión administrativa The Quality Revoluüon (La Revolución de la Calidad). «Entonces, durante los años 30, comenzó a prevalecer la mentalidad de masas. Primero vino la producción en masa, a continuación el servicio en masa: "Almacénalos hasta arriba, véndelos rápidamente". El volumen era el nuevo dios». Las primeras décadas del siglo XX fueron también el tiempo en el que nacieron muchos ministerios y organizaciones evangelísticas de la actualidad, y su filosofía general se ajustaba al espíritu de su tiempo. La obsesión por la cantidad y por el ministerio masivo creó un vacío en el área de la calidad, lo que todavía es evidente en la actualidad. Smith continúa diciendo: «Muchas empresas permanecen increíblemente inconscientes de la brecha de la calidad, la diferencia sí el enfoque en la cantidad entre lo que el cliente espera y lo que la compañía ofrece, en parte, porque únicamente se miran a sí mismos (sus medidas, mayormente a nivel interno (es decir, maneras, interno, pueden mostrarles que todavía están mejorando satisfactoriamente), y en la otra parte, porque no a nuestras metas numéricas quieren enterarse». ¡Rápido, rápido!», ¡actúa ahora y piensa luego!, «son palabras que vienen del infierno», dice Francis Schaeffer. Pero muchas veces las recibimos como si fueran una revelación del cielo. Si el enfoque en la cantidad reemplaza nuestro enfoque en la calidad, entonces estaremos tentados a usar estructuras (es decir, maneras, métodos, planes, técnicas y proyectos), para llegar sólo a nuestras metas numéricas. Generalmente la calidad es la víctima silenciosa de este proceso dirigido por la acción y orientado hacia el éxito. Sin embargo, como cuerpo de Cristo, no deberíamos evitar pagar el precio y construir una iglesia de calidad en algún lugar, ahora o más adelante. Las calles de Madrás Permíteme ilustrar este punto. En el tiempo de escribir este libro me encuentro en Madras, al sur de la India. Cada año nuestra ciudad se ve sometida a una copiosa lluvia monzónica. Este aguacero torrencial se lleva por delante muchas calles, y las deja muy necesitadas de reparación. Debido a la falta de un sistema de alcantarillado apropiado, deja la mitad de la ciudad (y generalmente mi oficina también), inundada. Cuando para la lluvia, se distribuyen por toda la ciudad pequeños grupos de obreros, rellenando los huecos y baches con cualquier material imaginable -basura, arena, piedras, grava, bolsas de plástico e incluso trozos de madera-,y lo cubren con una generosa capa de alquitrán. Este estupendo parche se deteriora rápidamente a causa del terrorífico tráfico, el sol y más lluvia; se vuelven a abrir baches por todos lados, y muy pronto la calle está preparada para el próximo monzón, que hace que se repita de nuevo el ciclo. Los pasos que se dan en esta situación son la cantidad en primer lugar

(parchear tantos agujeros como sea posible), la estructura en segundo lugar (usando grupos de trabajadores rápidos que sólo arreglan la calle superficialmente), y la víctima es la calidad. La ayuda que la India está recibiendo, generosas contribuciones para el desarrollo, por parte de los países occidentales con ese solo propósito, construir y reconstruir vez tras vez las carreteras. Mientras que el dinero siga llegando, ese proceso seguramente no cambiará; después de todo, y de algún modo, funciona. El precio de la calidad, con los subsidios de occidente es éste: No hay progreso real, sólo un mantenimiento de la situación actual. Buenos cimientos Aunque la mayor parte de las comparaciones se quedan cortas, sugiero que, en alguna manera, la calidad de la iglesia es comparable a la calidad de una casa. Depende de seis factores: • • • • • •

El carácter, sabiduría y visión del arquitecto El lugar físico donde se encuentra el edificio La calidad de sus cimientos El material de construcción que se usa La calidad del maestro constructor La calidad y entusiasmo de los obreros

Jesucristo dejó claro que Dios mismo es el inventor, visionario y padre de la iglesia; Jesucristo, y no cualquier terreno arenoso, es la roca y los cimientos de la misma (Mt. 7:24-26; 1 Co. 3:11); y Jesús ve a las «personas idóneas» como Pedro (Mt. 16:18) o «un hombre de paz» (Le. 10:6), y no a cualquier hombre, como un posible punto de comienzo (o lugar de construcción) para la iglesia. Aquel que apodera los ministerios apostólicos y profetices los instituye para establecer los cimientos o fundamentos de la iglesia (Ef. 2:20); el conjunto de los redimidos son las «piedras vivas» que se edifican unidas (1 P. 2:5); y, una vez más, el mismo Jesús es el maestro constructor (Mt. 16:18), que utiliza a las personas apostólicas como sus «oficiales de primera» o expertos en sus áreas de construcción (1Cor. 3:10). ¿Quién edifica qué? Aún existe una gran diferencia entre construir una iglesia y el proceso mecánico de construir un edificio. No podemos tomar «seis principios garantizados», y construir la casa de Dios, con independencia de su hacedor. Dios sabiamente se ha unido a ese proceso. En un acto de gracia y soberanía, Dios se reserva el derecho de dar el desarrollo cuando él quiera, y a suplir el secreto del crecimiento cuando y donde le plazca. Jesucristo, Dios en la tierra, lo ha condensado en sus famosas palabras: «Edificaré mi iglesia». Veo cuatro posibles interpretaciones a estas palabras, de las cuales sugiero que deberíamos dar prioridad a la última. Lo interesante es que la mayoría de estas interpretaciones son obvias y tácitas. 1. «Nosotros edificaremos nuestra iglesia». Edificaremos, con nuestras propias fuerzas y métodos tradiciones, nuestros propios reinos. El resultado es que una secta religiosa dirigida por un hombre. La carne edifica carne. 2. «Nosotros edificaremos su iglesia». Esta interpretación es más peligrosa que la anterior, porque atrae a los hacedores, los activistas de cada cultura, e implica que nosotros los

humanos podemos construir la casa de Dios; la carne puede edificar espíritu, las grandes estrategias y proyectos humanos edificarán el reino de Dios. El resultado suele ser el mismo que bajo el punto 1, pero tiene implicaciones espirituales más engañosas, y algunas veces incluso triunfalistas. Algunos han llamado a este método «hechicería y magia moderna», porque trata de usar otros medios que el Espíritu Santo con fines espirituales. Los resultados suelen ser demasiada manipulación y megalomanía espiritual. 3. «Jesús edificará nuestra iglesia». En realidad esta interpretación dice que Jesús usará sus recursos para nuestros fines; el espíritu edifica carne. Somos los pocos que Dios ha elegido, la denominación o grupo correctos, un remanente santo -¡quizá incluso el único!y, por lo tanto, Jesucristo nos ha elegido para edificar nuestra iglesia. En esta posición, los humanos están usando a Dios para fines humanos; lo primordial es la iglesia, y todo lo demás es secundario frente a la meta de edificar una denominación u organización particular, y no su iglesia universal. Jesús, poniéndolo en términos gráficos, vierte su aceite en nuestro fuego, y el resultado puede ser nada menos que un reino religioso humano temporal. Hay un problema más con este pensamiento: Si nada crece y nada sucede, debe ser por la voluntad de Dios, ya que a ciencia cierta nosotros no tenemos ningún problema. 4. «Jesús edificará su iglesia». Esto implica que el propio Jesucristo es el maestro constructor, y él nos invita a ser sus colaboradores (Col. 4:11), y ayudarle a edificar su iglesia a su manera. Esto es algo humillante, porque no resalta mucho nuestros esfuerzos humanos, sino que enfatiza una colaboración espiritual con Jesús y su Espíritu como el socio mayor. El resultado tendrá el sello de aprobación de Dios, porque fue él mismo quien dio el mandato de edificar, y sus propios genes espirituales están involucrados en ello. El Espíritu edifica espíritu. Sólo por la gracia de Dios seremos capaces de apreciar el hecho de que ésta es la única manera de enfatizar el nombre correcto en los títulos de crédito de todos los intentos de crecimiento y establecimiento de iglesias: El Cordero de Dios. Más allá de la renovación y la reforma Durante los siglos, la verdadera división en el cristianismo no ha estado realmente entre las denominaciones, los católicos y los protestantes, o los carismáticos y los tradicionales, sino entre el Espíritu y la Carne, el aliento de vida y el olor de muerte, entre los movimientos religiosos humanos y los movimientos del Espíritu de Dios. En muchos países, hasta el día de hoy, ha habido un gran número de movimientos de renovación que han luchado a veces durante siglos para renovar sus estructuras tradiciones, llamando a la iglesia a regresar a la Palabra de Dios, al Espíritu de Dios, o a la confesión original de fe de su iglesia o denominación particular. Cuando leemos acerca de importantes líderes reformadores, o incluso preguntamos a líderes de movimientos renovadores actuales, pareciera que ninguno de los tres métodos que he mencionado realmente funcionase satisfactoriamente para todos los involucrados. La respuesta puede que sea todavía más radical. La renovación y reforma de las estructuras existentes puede que no llegue muy lejos. Puede que estemos usando y siguiendo un código genético espiritual, un patrón metodológico que puede resultar brillante en comparación con otros movimientos y corrientes eclesiales, pero que todavía no alcance del todo la norma de Dios. Para resumirlo, si comprometemos la calidad, ninguna cantidad será capaz de hacerlo.

«¡Devolvedme mi iglesia!» Dios es bueno y, como consecuencia, establece buenos principios para su iglesia. Por lo tanto, la normalidad es sólo lo que cumple con la norma de Dios, no importa qué lugar haya ocupado un concepto dado sobre la iglesia en la historia o en nuestra tradición, y a pesar de cuántas personas hayan estado de acuerdo con ello en el pasado. El reino de Dios no es democrático. Muchos cristianos en la actualidad sienten que Dios simplemente está llamando a la iglesia de regreso a los principios del Nuevo Testamento con unos firmes fundamentos apostólicos y proféticos. Cuando los mansos hereden la tierra Esto significa en la práctica que Dios nos llama a todos lejos de un espíritu de complacencia, a un espíritu de avivamiento; de la superficialidad, a la profundidad; de la tibieza, al verdadero ardor; de la mediocridad, a la excelencia espiritual; de la búsqueda del placer, a una vida de pasión; de vivir una falsa paz con el mundo, a un estado de guerra bajo la ley marcial de Dios; de conformarnos a los patrones de este mundo, a ser transformados a la imagen de Cristo; de un patrón de conducta tonto y muy costoso a base de pruebas y errores, a un modo profético; de una mentalidad de colono, a una de peregrino; de un enfoque hacia el «yo», a uno hacia el «nosotros»; de un pensamiento individual, a uno corporativo; de esconder los pecados de uno, a vivir en la luz; de jactarnos con orgullo, y predicarnos a nosotros mismos, a una verdadera fortaleza en la debilidad, sabiendo que son los mansos los que heredarán la tierra, una afirmación de Jesús que le da la vuelta a cualquier sabiduría terrenal. Ser antes de hacer Algunas de las cualidades esenciales de Dios son el amor, la esperanza, la fe, la verdad, la luz y la compasión. La esencia de Dios, sus verdaderas cualidades, no tienen que ver tanto con lo que él hace, como con lo que él es. Ya que en primer lugar Dios «es» el «gran Yo Soy», el que «era en el principio», y sólo después «hizo» lo que hizo, y «hace» lo que hace como una emanación de su personalidad, en la misma forma, nosotros somos llamados en primer lugar a ser, y luego a hacer. Porque Dios es amor, él ama. Lo que Dios hace muestra lo que es, y porque es un buen Dios -¡un Dios de calidad!-, sus acciones son buenas, y con una calidad sobrenatural. Esta es la razón por la que el evangelio son «Buenas Noticias», porque son las noticias más seguras sobre un Dios sobrenaturalmente bueno que redime a la humanidad del terrible pecado, sacrificando a su propio hijo, liberando a esa humanidad de una esclavitud que era demasiado fuerte como para que ella pudiera hacerlo sola, soltando a los que permanecían cautivos por un sistema de mentiras que viene directamente del infierno, y proveyéndoles un nuevo sistema para poder vivir sus nuevas vidas en Cristo, una estructura llamada iglesia, ante la cual todo el infierno se queda sin poder. Las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia que yo edifico, dice Jesús. Estructura La estructura es, según el diccionario de Oxford, «la forma en la que se juntan las cosas», cómo se organizan las cosas. Ya que la Biblia describe la iglesia local como el cuerpo de Cristo, la esencia y las cualidades de Dios tendrán que estar reflejadas en ella, y no en un solo individuo perfecto y santo. Para Dios, lo bueno no tiene por qué ser igual al éxito numérico. Muchas de las cualidades de Dios son relaciónales, interdependientes. No se pueden vivir individualmente, en un vacío. Al menos se requieren dos personas para poder amar. Esto también significa que

muchas de las cualidades de Dios, sus genes espirituales, se pondrán en práctica de manera corporativa: Se verán en nuestro estilo de vida, la forma en la que seguimos a Jesús. Todo esto requiere algo de estructura, una forma más o menos sistemática de hacer las cosas que hacemos. No postulo por un tipo de estructura perfecta, perfeccionista, o cualquier otro tipo legalista. La Biblia nos anima a tratarnos unos a otros con gracia, perdón, amor y verdad -¡no sólo verdad!-, en un espíritu de afecto y apreciación mutua. Al mismo tiempo, no debemos ignorar el patrón y propósito sobrenatural de Dios para la iglesia, que no es, por ejemplo, ser un agradable club social, sino que tiene un destino eterno. Estructura y cultura Jesús se hizo carne y habitó entre nosotros. Eligió Belén, hace 2.000 años, un lugar y una época muy particulares. Vivió, comió y se relacionó con las personas de su tiempo en una forma especial, que es muy difícil que alguien sea capaz de emular, porque nosotros vivimos en un tiempo y una cultura diferentes. Su encarnación significa que el Dios eterno se hizo uno de nosotros, y fuimos capaces de ver a Dios en Jesús por primera vez: «El que me ve, ha visto al Padre», dice Jesús. Si Jesucristo se encarnara hoy, por decir algún lugar, en el sur de Francia, posiblemente se comportaría en forma similar, y a la vez muy diferente a como lo hizo en Palestina. La calidad de su vida, sus principios y destino serían los mismos, pero la forma en la que hablaría y actuaría, sería diferente. Esto significa que la calidad interna de la iglesia, el cuerpo de Cristo, puede ser la misma en cada cultura y época, pero diferirá grandemente en su estilo, la manifestación estructural de su vida. Predica sobre la iglesia o predica sobre Jesús Vincent Donovan, un misionero a la tribu Masai, explica en su libro Christianity Rediscovered (El Cristianismo Redescubierto), que las misiones anteriores a este grupo africano se han basado más en la agricultura y lo social, enfocándose en crear escuelas, etc. Pero ha tenido muy poco efecto en los Masai. Donovan se preguntó la siguiente cuestión: «¿Puedo dejar a un lado todo lo que hacen los demás misioneros, y llevarles sólo el mensaje de Jesús?» Como resultado, Donovan vio a «pueblos enteros entregarse a Jesús». Él resume su experiencia en dos lecciones. La primera fue que si predicas la iglesia, el resultado será como la iglesia que te envió; predica a Jesús, y la respuesta será muy diferente. La segunda lección fue que él mismo redescubrió de nuevo el evangelio en el proceso, cuando «la iglesia se hizo carne» otra vez en culturas sin iglesia y comenzó a marcar su propio desarrollo. Confundir la cultura con las realidades espirituales Unos jóvenes cristianos de los Estados Unidos de América estaban dando un informe en una iglesia asiática sobre el alcance evangelístico que habían estado haciendo en Calcuta. Con verdaderas lágrimas de quebranto, hablaron sobre las personas que adoraban a ídolos muertos en los templos, pero no reconocían como adoración de ídolos vivos del deporte, la música o el cine, las interminables horas de televisión en su país de origen. Estaban quebrantados por la increíble pobreza material en Calcuta, y no se daban cuenta de la pobreza espiritual y emocional de incontables millones de personas que sufren de soledad y falta de sentido de la vida en sus propios países. No podían creer que las personas hiciesen sacrificios con flores e incluso animales a sus dioses, pasando por alto que es casi normal en su país sacrificar incluso niños y familias enteras en el altar sagrado del éxito. Se maravillaban del humo y las ofrendas de incienso que «esos paganos dan a sus dioses», y no veían ni por un

momento la contaminación que causa cada individualista que atesta las carreteras con sus coches, la industria que contamina el ambiente, y los fumadores que intoxican las habitaciones. Ellos decían: «¡Esos niños están tan sucios!», pero no se daban cuenta de que la mayoría de los niños en su propio país no obedecen a sus padres y son increíblemente mal hablados, y albergan fantasías que la mayoría de los niños en Asia u Oriente Medio detestarían. En resumen, vieron y juzgaron lo de fuera, no lo de dentro. Se impresionaron por la cultura, no por el espíritu que estaba detrás, y no fueron capaces de ver que en patria no era mejor que en Asia. La naturaleza caída y pecaminosa sólo se ve diferente en el exterior; pero su esencia es básicamente la misma en cualquier parte. Pecados y bendiciones nacionales Al igual que un ser humano, cada país y cada tribu en cualquier tiempo de la historia tiene su propia forma de hacer las cosas, sus propios valores, lenguaje, patrones de conducta, sistemas de comunicación, sus propias fortalezas y debilidades, y sus bendiciones y pecados. Al igual que entre los hombres hay mentirosos y abogados, asesinos y mecánicos, borrachos y conductores, podemos encontrar que cada nación tiene su propia personalidad, con sus fortalezas y debilidades, sus pecados y sus bendiciones especiales, sus dones y sus maldiciones. La mayoría de los países y las tribus, como los humanos, suelen tener la tendencia a sobreestimar sus puntos fuertes, y subestimar sus debilidades. ¿Qué país te viene a la mente cuando piensas en características nacionales como el perfeccionismo, la timidez, la inseguridad, la megalomanía, la pereza, el miedo, el orgullo, la superficialidad, la militancia, la obsesión por las artes marciales, la lujuria, la glotonería, la tacañería, la corrupción, la soledad, la neutralidad? Patrones del mundo -patrones de Dios Una de las palabras que más me fascina en el Nuevo Testamento es la palabra griega stoicheia (Col. 2:8, 20; Gá. 4:3), que de manera similar a la palabra aion en Romanos 12: 1, 2, significa: «Patrón, esencia, principios». «No os conforméis a los principios de este mundo», dice Pablo. Originalmente, la palabra stoicheia significaba los elementos principales del mundo, como la tierra, el agua, el fuego, y el aire. Sin embargo, Pablo da un significado mucho más espiritual a los «patrones de este mundo»; parece que los ve como leyes naturales espirituales de un mundo caído, principios con un poder demoníaco que han formado sus tradiciones, instituciones y culturas, que «automáticamente» se apodera y controla a cada persona que nace bajo su jurisdicción. «No puedes entender Europa sin la dimensión de lo demoníaco», dice el psicoanalista alemán C. G. Jung. Los dos imanes Compararía los efectos de stoicheia a dos gigantescos campos magnéticos. Como muchos de nosotros habremos visto en los experimentos de nuestra época escolar, cuando esparces limaduras de hierro en un campo magnético, se colocan «automáticamente» de acuerdo a los patrones magnéticos. Si «limaduras de hierro» humanas se esparcen (es decir, nacen bajo un patrón determinado), comenzarán de inmediato a alinearse y, con la ayuda de un poco de presión social espiritual, se quedarán colocados en esa manera. Esto no es un principio mágico, sino parte del hecho de que este mundo ha «caído en el pecado». La Biblia enseña que el pecado puede corromper y contaminar la tierra (Dt. 24:4; Jer. 16:18; Núm. 35:33; 2Cr. 7:14; Ez. 9:11; Gn. 6:11).

Desde Adán y Eva en adelante sabemos que el pecado tiende a esparcirse. Por lo tanto podemos ver pecados de individuos (enaltecidos, apoderados y animados demoníacamente), que se desarrollan en pecados de grupos enteros de personas, que se desarrollan en hábitos de comunidades, que se desarrollan en tradiciones locales, que se desarrollan en instituciones nacionales, y que al final forman culturas, configurando los espíritus, las mentes y los patrones de pensamiento de millones de personas casi «automáticamente». Esto influencia el pensamiento humano en cada cultura, especialmente en los aspectos más elementales de la vida, como el trabajo, la comida, el dinero, el honor, la vergüenza, los niños, cómo comportarse, e incluso cómo pensar. Cuando una persona nace y crece en una cultura particular, también tiene que beber y recibir con la leche materna este paradigma y patrón espiritual, haciéndose parte de un sistema espiritual apabullante de «stoicheia y aion» en el cual son introducidos a través del pecado de sus padres, y, en última instancia/ a través de su propio pecado. Sin embargo, bajo su perspectiva, estas personas se considerarán como absolutamente «normales». En esta ilustración, el reino de Dios introduce una dimensión completamente diferente a este sistema. Se ha bajado del cielo a la tierra, por decirlo de alguna manera, un nuevo imán muy potente que forma su propio campo magnético e influencia, y cambia la forma en la que piensa, actúa y se comporta la gente. Finalmente, muchas limaduras de hierro humanas cambian su lealtad y se colocan en este nuevo campo magnético del reino de Dios. Esto causa bastante confusión, porque los dos sistemas magnéticos, el «sistema de este mundo» y el «reino de Dios», no son iguales, y atraen a la gente en direcciones opuestas, colocándoles en patrones muy diferentes. El propio patrón de la vida de las personas tiene un mensaje inherente: Dice de manera clara y simple a qué sistema perteneces. De esta forma, el propio estilo de vida de los cristianos se convierte en un grito de guerra, y puede ser el verdadero escenario práctico de lo que podemos llamar la «guerra espiritual». Tres formas de establecer iglesias El evangelio del reino desafía y cambia la verdadera esencia, es decir, las creencias centrales y los valores de un mundo, un país, un grupo étnico y una cultura pecaminosos, caídos e impíos. Crucifica los patrones pecaminosos, y es capaz de redimir y utilizar poderosamente los aspectos de una cultura que reflejan e institucionalizan las bendiciones de Dios. En cada cultura, por lo tanto, hay tres maneras esenciales de establecer y edificar la iglesia: 1. Uno puede tratar de encajar en los «patrones del mundo» en una cultura y país dados, y adaptar la iglesia lo mejor que se pueda al patrón cultural aceptado. Este hábito, escondido a veces detrás de lo que se llama «evangelismo orientado hacia necesidades sentidas», o «cristianismo estatal», probablemente se verá desde fuera como un éxito rápido; pero suele fallar en lo que se refiere a penetrar profundamente y cortar las raíces espirituales y el sistema invisible a través del cual se sostienen los patrones pecaminosos y los hábitos culturalmente aceptados. El resultado suele ser una iglesia adaptada, a menudo con una tasa de crecimiento inicial increíble, pero con una depresión posterior inaudita y perdurable, por la cual, más tarde o más temprano, la iglesia es absorbida, perdiendo su poder, y finalmente su identidad. Se ha fusionado con los patrones de este mundo. 2. El otro extremo es ignorar los patrones de este mundo, de la cultura local, la «forma de hacer las cosas» en el lugar, y crear un remanente en una «isla santa», tan separado del mundo que casi cualquier intento de comunicación e interacción significativos fracasa.

Esta mentalidad suele crear un «síndrome de la isla», y la iglesia se queda muy diferente y, por tanto, se vuelve sospechosa, verdaderamente extraña, pequeña y de nuevo sin poder alguno para cambiar a las personas y para discipular y transformar un país. 3. La tercera manera, por la que yo abogo, no es un término medio, sino encontrar una mezcla verdaderamente divina entre la crucifixión y la redención de una cultura dada. En esta posición no podemos depender demasiado de la sabiduría humana y los conocimientos antropológicos, sino de la revelación divina, de la profecía y de un sano pensamiento apostólico. Ésta es también una de las varias razones por las cuales es tan importante que el establecimiento de iglesias sea una tarea en la que se colabora globalmente. Dios nos puede usar para ayudarnos unos a otros a reconocer los bloqueos espirituales que se han desarrollado cultural y nacionalmente, las ataduras y fortalezas que hemos absorbido con nuestra leche materna. Necesitamos fertilizarnos espiritual-mente, ayudándonos mutuamente a romper los patrones heredados de stoicheia, sin renunciar a partes buenas y divinas de nuestras culturas y países, y sacar así lo mejor de cada uno de nosotros en sinergia con los demás. Los yupis y los salvajes, danzando al son de los mismos dioses La idea de unos salvajes felices que viven en paz con la naturaleza, y tienen que ser protegidos por los antropólogos y etnólogos del mundo externo, reforzado por las agencias gubernamentales, está pasando por alto la cruda realidad: La vida del típico salvaje es sólo eso, salvaje. Están obligados a vivir en circunstancias espirituales muy fuertes, sujetos en ocasiones a leyes crueles, vulnerables a las demandas irreales de la tradición, las costumbres y los demonios, que les chupan la vida y los empujan a un círculo sin fin de agradar y aplacar a unos dioses distantes y enfadados. Esto no difiere mucho de los modernos ejecutivos yupis de occidente, que bailan al son de un ascenso en sus carreras, aplacando el cruel y costoso dios de la moda, y tratando de olvidar todos los problemas en una huida constante. Éstos, y los típicos salvajes, viven la misma mentira: Se han colocado de acuerdo al mismo patrón magnético espiritual, y necesitan la misma redención, pero de formas diferentes. Una iglesia nacional y el propósito redentivo de las naciones Cada nación o grupo étnico tiene su propia identidad y carácter, casi como una personalidad colectiva. Desde este punto, (y por el hecho de que Dios es un Dios de las naciones), podemos concluir que cada nación y grupo étnico tiene su propia identidad colectiva y por tanto necesita desarrollar su propio tipo de iglesia, con sus propias estructuras y formas de organizar las cosas Jesucristo tiene que ser encarnado en cada nación y terreno y el resultado, su iglesia, será idéntica en su calidad, pero muy diferente en su estructura de las otras iglesias en los países vecinos. Además, Dios llama al cuerpo colectivo de Cristo en un país a encontrar y llevar a cabo su propio propósito redentivo nacional, a funcionar bajo su propio don colectivo sobrenatural, a llenar su lugar estratégico que nadie puede suplantar, en la economía global de Dios. Por lo tanto, la misión en cada país tiene tres metas: 1. Desarrollar una eclesiología nacional, es decir, una expresión de la iglesia nacional y no extranjera; 2. discipular la nación a través de la multiplicación de este tipo de iglesia;

3. definir su propia contribución a las misiones mundiales, de acuerdo al propósito redentor que Dios ha ordenado para cada nación. ¿Más iglesias bautistas del sur para Irak? Si la iglesia es encarnada en una cultura muy urbana y militarizada, por ejemplo, en la que han reinado durante mucho tiempo monarcas poderosos, y la gente normal, muy insegura, todavía siente la necesidad de permanecer a la sombra de un general o líder fuerte, y quieren seguir a un abanderado, porque de otro modo se sentirían perdidos en la multitud, ¿cómo sería una iglesia en esta cultura? La iglesia tendría el aroma de un ejército, se organizaría de acuerdo a rangos militares y en filas, donde cada persona tiene un título o una insignia para mostrar su posición, y en la que el papel vital de un pastor principal está fuera de toda duda. ¿Pero cómo sería la iglesia en una sociedad rural y matriarcal, donde son las mujeres las que tomas las decisiones? ¿Y cómo sería en un país democrático, en el que se valora la libertad personal por encima de cualquier otra cosa, y en el que se sospecha de cualquier líder que aparente demasiada autoridad, y donde las banderas son símbolos de un pasado militar que quieren olvidar lo más rápidamente posible? Éstas iglesias serían muy diferentes unas de otras. Conociendo los corazones visionarios, gentiles y humildes de muchos de mis hermanos bautistas del sur, estoy seguro de que me perdonarán si les uso para ilustrar este principio. En el 'sentido en el que he descrito esto, no necesitamos más iglesias bautistas del sur en el norte de Irak, sino iglesias que hayan nacido en el norte de Irak. La misma calidad, diferentes estructuras La suma total de esto es que las iglesias encarnadas en culturas diferentes pueden ser, en esencia, de la misma calidad espiritual, pero pueden ser bastante diferentes en sus estructuras. El occidente se ha desarrollado de acuerdo al patrón judeo-cristiano, unido durante siglos a un sistema de lógica griego y romano. Esto no funciona muy bien al «este del Jordán». Nunca debemos ceder en aspectos cualitativos del reino que Dios ha dado, pero debemos ser flexibles y realmente proféticos en el área de nuestras estructuras, en la manera en la que ordenamos las cosas en la iglesia. Quizá queramos observar lo que los antropólogos llaman una «equivalencia dinámica», una forma creativa de explicar lo inexplicable, como explicar a un esquimal cómo es una uva, a un sudanés cómo es la nieve, y a un inglés cómo es un día soleado. Esto significa que debemos ser fieles al mensaje original, pero adaptar las formas para que tenga sentido para el receptor. La calidad la da Dios, las estructuras serán diferentes, y son expresiones flexibles del cuerpo de Cristo encarnado una vez tras otra en una expresión local y orgánica de la iglesia. Ésta es también una de las razones por las que los «modelos» de iglesia son muy difíciles de trasplantar, traducir y contextualizar en un lugar diferente. Podemos aprender de los principios subyacentes de cada iglesia, pero transferir todo el modelo llevará a hacer fracasar y demorar el proceso de enraizamiento de Cristo en cada suelo nativo. Crea, no copies Muchos pastores con los me encuentro me dicen: «¡Lo he intentado y no ha funcionado!». Creo que hoy en día puede haber unos 200.000 pastores en todas partes del mundo que sufren de lo que yo llamo la «depresión Yonggi Cho». Yonggi Cho es un pastor coreano muy singular, increíblemente dotado y capaz de liderar miles de personas y edificar un movimiento eclesial. Pero muchos no han entendido que su mensaje no es: «Cópiame, y obtendrás los mismos resultados», sino, «aprende de los principios que Dios me ha mostrado, y

quizás él te bendiga también». Un pastor puede enseñar algo, pero lo que la gente escucha puede ser muy diferente. Esto es el porqué muchos no han entendido que hay dos razones para el éxito del pastor Cho: El propio Yonggi Cho obediente, y los principios de crecimiento de iglesia que ha descubierto a lo largo de su vida. Como resultado, muchos son los que han seguido su ejemplo, y, sin darse cuenta o de forma consciente, han tratado de copiarle. Muy pocos hombres, que además tenían muchos dones especiales, han tenido un éxito significativo, pero la mayoría ha fracasado. Éstos se sienten hoy día más culpables y deprimidos que antes, porque piensan honestamente que «lo han intentado, pero no funcionó», un síntoma claro del patrón patológico del «copismo», una enfermedad mortal que ha afectado a muchas iglesias en todo el mundo. Hace algún tiempo, el pastor Colton Wickramaratne en Colombo, pastor de una de las mayores y más dinámicas iglesias en Sri Lanka, me contó cómo alguien le estaba hablando con entusiasmo del «maravilloso modelo de evangelismo llamado Evangelismo Explosivo». «La iglesia del pastor james Kennedy», según le estaban contando a Colton, «en Fort Lauderdale, Florida, literalmente ha explotado con este programa». El pastor Colton le contestó con ironía: -«¿Cómo puedo explotar con la explosión de otro? ¿No caigo tan bajo como para renunciar al potencial creativo que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros? ¿Si me empeño en copiar a otro, cómo puedo ser yo mismo? Si copio la experiencia y el modelo de otro puedo fracasar en encontrar y crear la manera única que Dios ha diseñado para mí, ¡y para nadie más!». Entre los años 1986 y 1992 muchos pastores en Europa copiaron a John Wimber y su modelo del la iglesia de la Viña (Virneyard). Como resultado, un gran número de iglesias en la actualidad tienen una liturgia nueva: Una hora de adoración al estilo de la viña, 45 minutos de predicación, y 20 minutos de tiempo de ministración. Desde 1994, muchas iglesias han sustituido el modelo de John Wimber por el de John Arnott, de la que fuera anteriormente iglesia de la viña en Toronto, Canadá. Unos pocos años después, un buen número de pastores ahora nos dicen que están recuperándose de la «depresión post-Toronto». -«¡Pero qué maravilla!» -me dijo un pastor «que ahora tenemos Willowcreek. ¡Ésta sí es la definitiva!». -«¿Maravilloso?» -pensé-, pero contuve las ganas de decirle lo que pensaba, y le dije que ya podía ver una depresión post-Willowcreek afectando a muchas iglesias. Seis pasos sencillos para convertir una bendición en una maldición Vamos a ponernos en el lugar del maligno por unos momentos: ¿No es el «copismo» una trampa perfecta? Para muchas iglesias todo comienza de forma maravillosa. Alguien experimenta la bendición de Dios porque ha sido obediente a su Palabra y a su Espíritu. Otra persona relata la historia y así surge el testimonio. Una tercera persona crea un modelo fuera de esa experiencia, que a continuación un cuarto copia y clona. El quinto, finalmente sugiere: «¡Vamos a crear una institución alrededor de este nuevo modelo!». Éste empieza franquicias por todo el mundo. La sexta persona convierte todo esto en una nueva ley, que juzga a todos los que hacen las cosas de diferente modo. Y Así tenemos «seis pasos seguros y sencillos para transformar una bendición en una maldición». Si ponemos nuestras manos en el arado, y miramos atrás (o hacia afuera), ¿cómo nos atreveremos a pensar que somos aptos para la obra en el reino de Dios? Ya es hora de que veamos cómo resucita y se nutre todo el buen potencial creativo en el cuerpo de Cristo que nuestro creador nos ha dado a cada uno hace tiempo, y que ha estado casi

sofocado bajo demasiadas capas de bendiciones copiadas. Eso significaría que tendríamos que estar constantemente aprendiendo y buscando qué métodos está usando Dios en nuestra parte del mundo, en nuestra sociedad y cultura, para alcanzar personas para sí y su iglesia. ¿Podría ser que nuestra adicción a los modelos de fuera, que entonces trataríamos constantemente de adaptar y contextualizar, en realidad sólo revelasen una profunda crisis de liderazgo y una inseguridad generalizada en cuanto a lo que debemos hacer? Incluso más peligroso, ¿puede esto revelar una sordera seria a lo que está tratando de decir el Espíritu Santo a nuestras iglesias, de lo cual tenemos que arrepentimos y dejar a un lado? Pero seamos realistas. Las estadísticas revelan que el 80% de los pastores seguirán copiando otros modelos y programas. El 15% tomarán otros modelos y los cambiarán un poco para que les encajen mejor. Sólo un 5% son verdaderos inventores de sus propios caminos y modelos. Las verdades centrales del cristianismo desafían la mente que no está redimida y, como el amor, la fe y la esperanza, son mayormente no lógicos y atractivos sólo a los que son como niños. Por lo tanto, tengo una propuesta muy «irrealista» que hacer: ¿No podríamos, en el nombre de Jesús y el poder del Espíritu Santo, confundir todas esas estadísticas y dar la vuelta a esa triste realidad? ¿No debemos dejar de copiar y comenzar a crear en el nombre del Dios creador, que vive en cada uno de nosotros, seamos pastores o no? Cantidad ¿Cuánto tardó la iglesia en las casas del Nuevo Testamento en «llenar Jerusalén de la doctrina» (Hech. 5:28)? Quizá 2 o 3 años, incluso puede que menos. Lo repito, la cantidad empieza con la calidad, con lágrimas apasionadas en los ojos de hombres que claman por su ciudad; y no mucho más tarde podemos ver esa misma ciudad llena de las enseñanzas de aquel que tenía sus ojos llenos de lágrimas por ella. Lo que llama la atención en la experiencia de Jerusalén fue que el crecimiento se dio como levadura en una masa; fue infeccioso, como un virus que se extiende, transformando todo lo que tocaba con un poder dinámico. Fue como si el cristianismo hubiera alcanzado una masa crítica, y se hubiera convertido en una reacción en cadena y no pudiera contenerse o controlarse más, excepto por parte de Dios. Cada creyente era una partícula de levadura, llevando consigo un código genético que era capaz de depositar en cada puerta abierta de cada casa posible, y transformar cada célula a través de su código genético del reino de Dios, en parte de ese reino, en una iglesia en la casa. El ADN espiritual Siguiendo el trabajo inicial del monje australiano Gregor Mendel (1822 a 1884), estaban los biólogos americanos Francis Crick y James Watson, quienes descubrieron en 1953 la estructura química del ADN (Ácido desoxirribonucleico), el elemento básico de la vida. El ADN contiene moléculas de azúcar (desoxirriboso), y moléculas de fosfato en un patrón regular, lo que forma la llamada espiral de ADN. Junto a las moléculas de azúcar está una de las cuatro «bases» o «letras genéticas», llamadas adenina, citosina, guanina y timina. La forma en la que se ordenan esas letras A, C, G y T, componen la propia información que está contenida en el patrón original. Esta combinación de letras genéticas compone los cromosomas o estructura de la vida, y es responsable del tipo de especie, tamaño, forma y calidad del organismo que está formado por ellas. El efecto poderoso de una infección vírica depende en gran medida del poder del ADN del virus. El virus infecta una célula normal, y le introduce su propio ADN, por lo que la célula

«receptora» se transforma a la imagen del virus, y enferma. De forma similar, todos llevamos un ADN espiritual y divino, el ADN del reino de Dios, que contiene el patrón de la iglesia en cada uno de nosotros. Por lo tanto, todo lo que tocamos se verá infectado, o al menos afectado, por esta maravillosa enfermedad, y transformado a la imagen de Cristo en la tierra, formando literalmente su cuerpo allá donde vamos, de acuerdo al código genético. El resultado será crecimiento a través de la infección, un verdadero sistema de multiplicación como la levadura en la masa, casi imparable en términos de cantidad. Si la calidad del ADN es correcta, todo lo que tenemos que hacer es trabajar hacia la formación de una masa crítica edificando una estructura apropiada, y dejar al «Dios de los números» hasta qué cantidad quiere él llegar. El prototipo correcto es más importante que un almacén lleno Todo esto nos lleva a una cuestión dolorosa pero apremiante. Si la calidad actual de la iglesia con la estructura actual, los diferentes tipos de iglesias y sus métodos y programas no nos lleva cualitativa y cuantitativamente a conseguir el discipulado de las naciones, ¿qué lo hará? En el mundo de los negocios, el estudio y el desarrollo son dos áreas muy importantes. Se da más atención y se invierte más dinero en el desarrollo de los productos correctos, un prototipo comprobado y que funciona, antes de pasar a la producción en masa. El prototipo correcto es más importante que un almacén lleno de productos de baja calidad. El más mínimo error en el original puede causar unos resultados catastróficos, con unas consecuencias muy costosas, una vez que las líneas de montaje están funcionando. Los gurús de la gestión nos dicen que «es 50 veces más fácil comenzar de nuevo que corregir el problema». Creo que hacemos bien en invertir en primer lugar la mayor parte de nuestro tiempo en desarrollar un prototipo de la iglesia adecuado y con calidad en cada país o grupo étnico, y sólo después desarrollar estrategias para la multiplicación de la iglesia. Sin embargo, esta forma de pensar puede ser una buena trampa para personas a las que les encanta la calidad y tienen una actitud algo perfeccionista. Muy a menudo nuestras mayores debilidades se esconden a la sombra de nuestras áreas más fuertes. El peligro es que podemos pasarnos la vida entera trabajando en nuestros laboratorios espirituales y no llegar a sacar nunca nuestro producto de la fase experimental, porque pensamos que todavía no es el momento o no es suficientemente bueno. Una señal clara de un prototipo bueno es que de todas maneras se escapa rápidamente de las manos. O lo robará el espionaje industrial, o lo venderá un científico corrupto por un precio ridículo a un patrocinador fascinado, tomándolo recién salido del horno, de las manos de los científicos, y poniéndolo directamente en el departamento de ventas; o, si es algo orgánico en lo que trabajamos, se pondrá de pie y se marchará solo. ¿Cuan grande es grande, cuántos son muchos? «Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra», explica el profeta Daniel (Dn. 2:35,44), refiriéndose obviamente al reino celestial de Dios que en parte está expresado por la iglesia. Es evidente que en algún momento el número de los redimidos alcanzará proporciones que Juan describe en Apocalipsis como incontable (Ap. 7:9). Dios quiere que «todos los hombres sean salvos» (1 Ti. 2:4), que la levadura leude toda la masa (Mt. 13:33). Él le dará a Jesús como herencia la naciones, y como posesión los confines de la tierra (Sal. 2:8), y «la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar» (Hab. 2:14). Efesios 3:10 dice que el vehículo para que se conozca la «multiforme sabiduría de Dios» es la iglesia, obviamente esparcida por la tierra en unas proporciones verdaderamente globales.

¿Nos contentamos con un infierno relativamente lleno y un cielo relativamente vacío? Si contamos con una población mundial de más de seis mil millones de personas, y consideramos que unos veinte mil millones han vivido y muerto desde el comienzo de la historia de la humanidad, supone que más del 25% de la población de todos los tiempos están vivos en la actualidad. Jesucristo dijo que él venía al mundo no para juzgarlo, sino para que el mundo fuese salvo por medio de él. Muchos cristianos, e incluso muchas estrategias misioneras, parece que se contentan con arañar la superficie, ganando a unos pocos y no «salvando el mundo». El hecho es que incluso si muchas de nuestras estrategias contemporáneas tuvieran éxito, todavía nos quedaríamos con un infierno relativamente lleno, y un cielo relativamente vacío. ¿Realmente nos atrevemos a decir que si se salva un 5% es suficiente? Si ganamos un puñado de cada nación, ¿se completado realmente nuestra misión? Si nos hemos acostumbrado demasiado a una iglesia medianamente efectiva y a unos resultados misioneros mediocres, 'esto nos podría llevar erróneamente a creer que en el futuro sólo serán posibles unos resultados similares a los del pasado. Esto limitaría nuestras expectativas a la luz de nuestra experiencia, y, por tanto, mirando hacia atrás desde nuestro arado nos sentiríamos incapaces para la tarea en el reino de Dios (Luc. 9:62). Podemos aceptar, muy a pesar nuestro, una visión de ganar al 10 o 20% de la población como «realista», porque de acuerdo con nuestros métodos y experiencias esto sí sería posible. Pero la razón real podría ser que no somos capaces de imaginar nada que supere esto, y en nuestro interior nos preguntamos si llegar a más realmente es la voluntad de Dios. ¿No depende de la elección de Dios? No lo sé todo, y tengo miedo de las respuestas fáciles. Pero sé esto: Dios ha escogido a los elegidos principalmente con el propósito de los no elegidos. El Dios que quiere que se le implore En Génesis 18 vemos a Abraham, el primer patriarca, negociando torpemente con Dios acerca del destino de Sodoma y Gomorra, y mientras Dios le concede una libertad y una influencia enormes, Abraham se pregunta si Dios se enfadará con su audaz petición. En Ezequiel 22, Dios está buscando un intercesor que se ponga en la brecha para salvar literalmente a la nación de su juicio divino. Al no hallar ninguno, Dios sigue adelante con la destrucción profetizada, una situación en la que Dios infiere claramente que esto no tendría por qué haber sucedido. Jesús habló de la viuda persistente, que recibió bendición sólo por su negativa a aceptar un no como respuesta (Lc. 18:1-8). Tanto Moisés como Pablo dejaron constancia a Dios de que ellos mismos estaban dispuestos a sufrir pérdida si Dios salvaba a sus conciudadanos. Pocos cristianos hoy en día se levantarían ante el Todopoderoso Soberano en la forma en la que lo hicieron Abraham y Moisés. Ellos prácticamente dijeron: «¡Eso no, Señor!» Tuvieron la audacia de cuestionar la intención divina, basada en su compresión humana del carácter, la gloria, el poder y el amor de Dios. Apelaron a Dios, en base a su misericordia prometida, en base a la deshonra que traería a su nombre entre las naciones, que él terminara con su propio pueblo. Si sabemos algo sobre la oración, es que deberíamos orar «de acuerdo a la voluntad de Dios», conforme a los deseos más profundos de Dios. Sabemos que Dios, hacedor de todo, quiere que nadie perezca, que todos sean llevados al conocimiento de la verdad, al arrepentimiento, que todos sean salvos. ¿Está esperando Dios contestar una oración de súplica que realicen los más de 100 millones de seguidores de Jesús alrededor de todo el mundo, que no se conformarán con un no como respuesta, y que sólo estarán satisfechos con un cielo que esté lleno y un infierno que esté (relativamente) despoblado? ¿Qué podría impedir que esto sucediera?

Venciendo las fortalezas en nuestras propias mentes Este tipo de intercesión implicaría ciertamente la destrucción de las fortalezas que tenemos en nuestras propias mentes en cuanto a las posibilidades del futuro de Dios para la tierra y sus pobladores. El evangelista argentino Ed Silvoso acuñó la siguiente definición de una fortaleza espiritual en su libro ¡Para que ninguno perezca!: «Una fortaleza espiritual es una manera de pensar, impregnada de desesperanza, que nos hace aceptar como inalterable lo que sabemos que es contrario a la voluntad de Dios». Si nos negamos, por cualquier razón, a orar «que ninguno se pierda» y que todos sean salvados, ¿no sería esta negativa una «fortaleza espiritual», un impedimento, un «terreno duro» en nuestra propia cabeza? ¿No deberíamos desarrollar las estrategias misioneras y de establecimiento de iglesia sólo después de haber superado estas barreras en nuestras mentes y espíritus, venciendo todo pensamiento desesperanzador y limitante, y razonando en el Contrariamente poder y Espíritu de aquel que vino a salvar el mundo? Satanás triunfará sobre cada persona que está en el infierno innecesariamente, por una iglesia dormida, una visión limitada, un cristianismo mediocre y unos creyentes que sólo se defienden, en vez de «imponerse y saquear el infierno». Después de todo, ¿qué quiso decir Jesucristo cuando su declaración más definitiva sobre la iglesia fue que «las puertas del infierno no prevalecerían contra ella»? Contrariamente al pensamiento popular y las traducciones, el sentido de las palabras en Mateo 16:18, en el griego original no quieren decir que «las puertas del infierno» están asaltando la iglesia, sino que la iglesia está asaltando las puertas del infierno. Sea lo que sea que representen esas puertas, no serán capaces de aguantar. ¿Es la iglesia la que al final romperá la entrada del infierno y de algún modo lo despoblará, ya que sabemos que en su origen el infierno no tenía la intención de tener personas (Mt. 25:41)? Si en algún momento ha habido un tiempo, dada la explosión demográfica actual, en el que incluso el más mínimo ajuste en la audacia de nuestra oración intercesora, el tamaño de nuestra visión, y lo atrevido de nuestras estrategias tendría unas consecuencias mayores, ese tiempo es ahora. El pequeño rebaño que heredará el reino Muchos han dicho que el «pequeño rebaño» del que Jesús habla en Lucas 12 quiere decir que la iglesia siempre será una minoría. En realidad Jesús no está diciendo eso. Quizá estaba hablando bastante literalmente acerca de un «rebaño pequeño», el tamaño normal que tendría su iglesia, reuniéndose en grupos de unas 10 o 15 personas en los hogares. Son pequeños rebaños con una gran herencia: «Al Padre le agradó daros el reino». La humilde estructura de una iglesia en la casa no debería engañar a nadie en cuanto a su potencial espiritual, moral, económico e incluso político: A Dios le encanta poner patas arriba los principios del mundo y dejar que los mansos, como dijera Jesús, posiblemente con una «estructura mansa», hereden la tierra. La visión de Dios de lo que puede hacer, y de hecho hará su «pequeño rebaño», es probablemente «más alto que los cielos sobre la tierra», y no sólo nos expandirá a todos de una manera tremenda, cuando comencemos a tratar de adherirnos a la visión global de Dios, sino que nos dejará totalmente mudos, incluso en nuestra debilidad de «comprender en parte». El pequeño rebaño de un Dios grande puede ser mayor que el gran rebaño de un Dios pequeño. ¡Cuanto más pequeña sea la iglesia, mayor es su potencial de crecimiento!

En un estudio a nivel mundial, el investigador alemas sobre el crecimiento de la iglesia, Christian Schwarz, ha estudiado el promedio de personas que se añaden a la iglesia local en un período de cinco años: Tamaño de la iglesia por asistencia 1-100 (promedio de 51) 100-200 200-300 300-400 Más de 1.000 (promedio 112 de 2.856)

Personas añadidas en cinco años 32 32 39 25

Porcentaje de crecimiento que supone para la iglesia 63 23 17 7 4

Una iglesia de hasta 100 asistentes (que en el estudio resultó un promedio de 51), gana 32 nuevas personas en un período de cinco años, y crece de 51 a 84 asistentes, lo que supone un crecimiento del 63%. En contraste, una gran o incluso mega-iglesia de unas 1.000 personas (el tamaño promedio en su estudio es de 2.856), ganó 112 nuevas personas en cinco años, lo que supone un crecimiento del 4%. Comparando la tasa de crecimiento de una iglesia por debajo de 100 con la que está entre 100 y 200, la diferencia ya se torna muy significativa. La iglesia más pequeña muestra casi tres veces más porcentaje de crecimiento que la mayor. Este asombroso estudio muestra también que una iglesia de 2.856, que es 56 veces mayor que una «pequeña iglesia» promedio de 51, gana en números, que no en porcentaje, solamente tres veces más personas que la iglesia pequeña. En otras palabras, si tomamos la mega-iglesia y la dividimos en 56 iglesias de 51 personas cada una, estadísticamente ganarían un promedio de 1.792 personas en el mismo período de 5 años, 16 veces más que si la mega-iglesia se queda como está. Bajo otra perspectiva, la estructura promedio de la mega-iglesia impide que 1.680 personas (es decir, 1.792 menos 112), sean ganadas cada cinco años. El resultado fundamental de este estudio muestra que las iglesias pequeñas son mucho más efectivas atrayendo personas. La relación es tan simple como el mecanismo de un columpio: las estadísticas muestran que en la abrumadora mayoría de los casos, cuando la cantidad se incrementa, el potencial de crecimiento disminuye. El salto quantum del crecimiento organizado al orgánico Sin embargo, lo que Schwarz no nos muestra es lo que sucede si comparas el potencial de crecimiento de una iglesia en la casa orgánica con la «pequeña iglesia» tradicional y organizada de acuerdo a un patrón congregacional. Sería como comparar el crecimiento de las semillas de mostaza con hacer una pila de rocas. El modelo de crecimiento congregacional suele darse a través de la adición; las iglesias en las casas suelen crecer por multiplicación. El primer sistema resultará en un crecimiento lineal, mientras que el otro en uno exponencial. Aunque no tenemos unos ejemplos de estudio empírico para comparar, las señales son muy claras de que el crecimiento exponencial sigue aumentando según el tamaño de la iglesia siga bajando, y parece que alcanza un nivel de potencial máximo con el tamaño de unas 10-15 personas por iglesia. Seguro que todos hemos hecho alguna vez números y estrategias para salvar el mundo, y yo estoy muy de acuerdo con que las estadísticas de este tipo no se tomen demasiado literalmente.

Sin embargo, deben servir para señalarnos el potencial de crecimiento explosivo de la iglesia orgánica en la casa. Las iglesias más pequeñas suelen ser mejores Otro factor que muchos puede que ya sepan o al menos hayan sentido antes, y que ahora nos muestra de forma empírica el estudio de Christian Schwarz, es que según crece el tamaño de la iglesia, generalmente decrece su calidad. En las iglesias grandes hay un número menor de asistentes que están usando sus dones espirituales que en las iglesias pequeñas. Cuanto más pequeña sea la iglesia, más calidad tendrán la comunión y el compañerismo. Las iglesias grandes tienen una tendencia mayor a transformar a los asistentes en consumidores pasivos de un programa apasionante que las iglesias en las casas, en las cuales es vital que cada persona esté involucrada. Un escaparate para Dios a la distancia de un paseo para cada persona Si todas las personas en el mundo no sólo van a escuchar y leer, sino también a «ver y entender» el evangelio (Ro. 15:21), y si se mantiene la situación económica en las próximas décadas, lo cual significa que un gran número de personas no dispondrán de un transporte privado, una respuesta lógica a este problema logístico sería que deberíamos trabajar, en un esfuerzo unido, hacia la meta de poner un iglesia a la distancia de un paseo para cada persona en la tierra. Para que la gente vea «cómo se aman unos a otros», deberíamos literalmente poner la iglesia, el cuerpo de Cristo, como un «escaparate para Dios», en el barrio o vecindario de cada persona sobre este planeta. Cada vez más personas están siendo cautivadas por este tipo de meta apostólica, asumiéndola como una visión personal para ellos mismos, sus movimientos, sus ciudades, sus ernias, sus regiones, estados, países, y continentes.

***

SIENDO LOS PADRES DE LA PRÓXIMA GENERACIÓN ¿Pudiera ser que ya estemos realizando la mayor parte del entrenamiento y del desarrollo de ancianos (y por lo tanto de iniciadores de iglesias), pero que no hayamos visto la conexión entre el papel de familias sanas y sólidas y el establecimiento de iglesias? ¿Quién hará todo el trabajo? ¿Quiénes serán los que inicien todas esas iglesias en las casas necesarias? ¿Quiénes estarán ejerciendo los cinco ministerios? ¿Quién hará todo este trabajo? ¿Y de dónde saldrán todas las personas necesarias? Al final, todos estaremos de acuerdo en que tendrán que ser personas normales y corrientes a las que Dios haga extraordinarias, y que, como en los viejos tiempos, puede que aún huelan a pescado, el perfume de la revolución. Si los ancianos deben ser los padres de las iglesias en las casas, entonces debemos descubrir y desarrollar ancianos potenciales. Los ancianos son personas sabias y realistas, y generalmente suelen ser padres y madres de familia. Hoy en día existen muchos ministerios hacia la familia. ¿Pudiera ser que ya estemos realizando la mayor parte del entrenamiento y del desarrollo de ancianos (y por lo tanto de iniciadores de iglesias), pero que no hayamos visto la conexión entre el papel de familias sanas y sólidas y el establecimiento de iglesias? ¿Policías sin uniforme? El desarrollo del liderazgo dentro de nuestras estructuras tradicionales ha significado en muchos casos la preparación de personas para que crezcan para así poder encajar en la estructura existente, mantenerla y, si fuera posible, ampliarla. Muchas veces se han establecido líderes a través de darles autoridad, de «ordenarles». Sin embargo, hay muchos países en los que se sospecha de este tipo de autoridad. Muchos han visto a líderes políticos o religiosos con miel en los labios y un látigo de hierro en sus manos. Uno de esos grupos es lo que se conoce como «Generación X», la mayor parte de los jóvenes actuales en occidente. El último tipo de autoridad que la Generación X y otros grupos como los rusos del antiguo comunismo aceptarán es la autoridad institucionalizada, prescrita desde arriba, una autoridad que necesita de una superestructura que la autorice con títulos, insignias, medallas y uniformes, imagina un policía que en su tiempo libre está en un cruce tratando de dirigir el tráfico, pero sin llevar su uniforme. Le ridiculizarían, le ignorarían o incluso le atropellarían por no llevar su uniforme. Muchas iglesias se sienten como este desgraciado policía, con la sensación de que la población no toma suficientemente en serio sus vestidos religiosos, sus cruces, sus títulos o sus identificaciones. La gente siente que la vida de la iglesia tal y como la han experimentado no encaja con el mensaje revolucionario del evangelio que a veces han escuchado. Como resultado, se toman la libertad de ignorar los uniformes eclesiales, y la autoridad prescrita y ordenada desde una superestructura distante. Requieren, por decirlo de otro modo, un tipo de liderazgo que se ha ganado estando entre ellos, que ha sido probado diariamente a través del servicio. ¿Desarrolla de verdad nuestro sistema de preparación de líderes a líderes? Tradicionalmente le hemos pedido a Dios que «envíe obreros a la mies», orando que él proveyera más personas. Cuando los doce apóstoles hicieron esto, ellos mismos se convirtieron en una respuesta inmediata a sus propias oraciones: Primero fueron enviados ellos mismos (Mt. 9,10). Si realmente queremos ver a más personas involucradas en tomar responsabilidades en el reino de Dios, tendremos invariablemente que involucrarnos nosotros mismos y meternos en el

proceso. Con este propósito, hoy en día organizamos conferencias de reclutamiento para jóvenes, les vemos dedicando sus vidas en el «altar», organizando eventos de movilización misionera, hacemos promoción de nuestra misión u organización, dirigimos seminarios de liderazgo, establecemos y multiplicamos escuelas bíblicas y seminarios teológicos, y escribimos libros y materiales de enseñanza. Esto es bueno, ¿pero es suficiente? En el corazón del liderazgo espiritual en el Nuevo Testamento no hay un conocimiento intelectual, o unas habilidades especiales, o incluso el deseo de liderar, sino una capacidad inocente de obedecer a Dios. Creo que fue mi amigo Greg Groh del Concilio Mundial de Liderazgo quien me dijo: «Sólo tengo un problema con el entrenamiento de liderazgo cristiano actual. No prepara líderes». ¿Preparar liares o criar hijos? Al igual que en los ministerios de Bernabé y Pablo, luego de Pablo y Timoteo, o de Elías y Eliseo, los ministerios apostólicos y proféticos producen nuevas personas en una forma muy parecida a como los padres y madres «dan a luz» a hijos e hijas. Pablo escribe a los Gálatas: «Hijitos míos, por quienes vuelvo de nuevo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros... estoy perplejo en cuanto a vosotros» (4:19, 20). No se dirige a ellos como sus estudiantes, sus discípulos o sus alumnos, sino como sus hijos. Éste es probablemente uno de los sellos de las personas apostólicas, tanto en el Nuevo Testamento como en la actualidad: Están constantemente en una labor espiritual. No es natural para un hombre dar a luz a un hijo, ya que éste es un don de la mujer. No obstante, las personas nacen de nuevo por el Espíritu, y yo sugiero que también nacen al ministerio por el mismo Espíritu. Como cada decano de seminario bíblico estará de acuerdo, el proceso mecánico por el cual un estudiante pasa por diferentes módulos de enseñanza y experimenta la transferencia de conocimiento teórico no producirá líderes fuertes. Hay mucho más involucrado, a saber, la labor paternal hacia hijos e hijas espirituales. El asunto principal es éste: Puede que queramos entrenar a muchos nuevos líderes, pero Dios el Padre sencillamente quiere que criemos a hijos espirituales. Criar a un hijo es mucho más que enseñarle unas pocas lecciones o cursos. Como cualquiera que tenga hijos sabrá, no se puede ser padre sin dolor. Supone una frustración y a la vez una emoción totales; te hace caer de rodillas o subirte por las paredes; te hace llorar y reír; y sueles acabar perplejo con tus hijos (como Pablo), y muchas veces contigo mismo. Es la tarea más cautivadora que conozco. Es el precio que debemos pagar por las generaciones espirituales que están por venir. ¿Estamos listos para esto? Los atajos baratos de entrenamiento, los cursos de emergencia, los seminarios en los que no hay relaciones y los esfuerzos puramente académicos son tan efectivos como unos padres de fin de semana o escribir un libro sin dolor. El establecimiento de iglesias comienza en el cuarto de los niños Una de las cualificaciones de un anciano bíblico es que «gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)» (1Ti. 3:4). Esta primera prueba definitiva de autenticidad del carácter y la personalidad de alguien a través de sus propios hijos es tan ingeniosa y natural que a veces remarco en broma que «el establecimiento de iglesias comienza en el cuarto de los niños». Los niños sanos respetan una autoridad verdadera, pero evitan por naturaleza un comportamiento autoritario vacío y una dictadura fría sin un carácter apropiado. Si un padre comete el error de exigir obediencia vez de pedirla, habrá perdido a sus hijos en ese mismo momento. No habrá ningún intento obstinado o castigo posible que logre devolver la confianza perdida; únicamente un verdadero quebranto, unas lágrimas humildes y pedir perdón a tus propios hijos serán capaces

de hacerlo. Creo firmemente que Dios puede utilizar a los niños para sus propósitos, porque su Santo Espíritu reside en los que han nacido de nuevo, y no es su edad lo que cuenta, sino el Espíritu Santo, que es capaz a través de ellos de hacer cualquier cosa que pueda hacer un discípulo más mayor o maduro, porque lo hacen en el poder del mismo Espíritu. Sin embargo hay una diferencia. Se ha puesto de moda el organizar campañas evangelísticas y viajes misioneros de verano para niños y jóvenes solteros, y generalmente el resultado para esos niños ha sido muy positivo. No obstante, la mayoría de los pastores a los que he preguntado, consideran que hay una gran limitación para el establecimiento de iglesias en los ministerios y misiones de corto plazo con jóvenes solteros y niños. Aunque el propio Jesús, y personas como Timoteo no estaban casados, Dios ha escogido por regla general vincular el establecimiento de su iglesia con padres y madres que han sido probados socialmente, y que se han calificado en la vida real como buenos padres con sus hijos e hijas, y que reflejan el pulso amante y apasionado del Padre en el cielo. Maestro y discípulos, no profesor y estudiantes El tema de criar a una nueva generación de hijos e hijas espirituales para llevarlos a la cosecha de Dios tiene que ver con la transferencia de la vida. Antiguamente, la vida era literalmente soplada en otros. Era captada, absorbida durante un período de tiempo, y no sólo enseñada. El modelo bíblico para hacer esto se basaba en la relación cercana, natural, y a veces de toda una vida, entre un maestro y sus discípulos, un padre y sus hijos espirituales, quienes le imitaban natural y descaradamente. Un profesor que enseña brillantemente a sus estudiantes, pero que no está muy involucrado en sus vidas, no tiene comparación con la eficiencia de un padre y sus hijos espirituales. Los maestros y los padres espirituales no sólo entrenan a sus discípulos en el sentido técnico: Los dan a luz, los crían, y casi literalmente, como hizo Jesús con sus discípulos, inyectan su espíritu en ellos y, por lo tanto, se reproducen a sí mismos. He estado sentado frente a muchos profesores fascinantes, pero, para ser honesto, no me acuerdo de una sola palabra de lo que dijeron, pero me acuerdo de cómo eran, y eso es lo que me ha quedado de ellos. Como el maestro y los discípulos comparten sus vidas, y no solamente 45 minutos en una clase estéril cada semana; son capaces de amar, mostrar, entrenar, corregir y animarse unos a otros. Se hacen vulnerables a los demás. Esto es lo que conlleva hacer discípulos, y hacer discípulos es uno de los mandamientos principales de Jesús. No podemos delegar esta tarea a tomar apuntes o a un programa, o hacerlo a través de la radio o desde un pulpito o una silla de director. Un programa es incapaz de producir un discípulo como una máquina no puede generar una canción. El discipulado tiene que ver con personas involucradas con otras personas. Trata de maestros y discípulos, padres e hijos espirituales que se encuentran; y entonces conlleva un proceso de nutrición y comisión. Hijos sin padres Los hijos espirituales y los discípulos realmente no quieren ser parte de tu maravilloso programa: ¡Te quieren a ti! ¿Te has preguntado alguna vez por qué tantos líderes de la iglesia actual están en sus posiciones de liderazgo no a causa de, sino a pesar de aquellos que deberían ser sus padres espirituales? ¿Cuál es la razón por la que, a diferencia de Jesús, tantos líderes espirituales contemporáneos no sólo tienen un pasado de haber roto abruptamente con sus iglesias, denominaciones y organizaciones para realizar su propio llamamiento, sino que también tienen una trayectoria nada despreciable de hijos espirituales que les han abandonado también,

muy a menudo amargamente desilusionados, para comenzar sus propios proyectos? ¿Podría ser que el trauma de tener que separarse para poder manifestarse afecta (y de hecho maldice) el ministerio cristiano mucho más de lo que nos hayamos atrevido a pensar? La forma en la que heredamos es tan importante como lo que heredamos Está más allá de toda duda que para llevar a cabo la tarea que nos queda de discipular a las más de 230 naciones de este mundo, necesitaremos muchísimos líderes audaces, radicales, valientes y fieles, sean jóvenes o viejos. La mayor parte de la antigua generación de cristianos se pregunta con agonía dónde están los jóvenes y las personas capaces de seguir sus pisadas y llevar adelante la obra de sus vidas. ¿Pudiera ser que este temor tenga que ver con la forma en la que se relacionan las generaciones actualmente? ¿Ha surgido un patrón entretejido con los pecados acostumbrados, que hace que los líderes mayores y jóvenes se separen antes de que puedan llegar a ser efectivos trabajando juntos? O peor aún, ¿habrá pasado una maldición que no ha sido rota, a través de las generaciones, atrapando a ambos, impidiendo que se pase de forma efectiva el testigo de una generación a otra para ver cómo se completa la obra de Dios en la tierra? ¿A qué se debe que las generaciones emergentes estén reinventado continuamente las iniciativas espirituales porque piensan que deben separarse de la senda abierta por sus padres espirituales o físicos y comenzar de nuevo, en vez de terminar un trayecto heredado? Sospecho que la forma en la que heredamos es tan importante como lo que heredamos. Muchos líderes mayores, igual que algunos padres, tienen tanto miedo de dejar que otras personas, y otros líderes jóvenes se hagan cargo, que sólo sueltan el timón cuando se mueren literalmente hablando. Si heredamos de un muerto, o de alguien que lo da a regañadientes, o de alguien que suelta el contra sólo porque tiene una enfermedad seria, será una experiencia, cuanto menos, agridulce. Siempre me he preguntado por qué Jesús se «retiró» a la edad aproximada de 33 años, y no a los 65. Se había realizado su obra redentora en la cruz, podía regresar a casa porque había introducido e instado a sus discípulos en la herencia apropiada del Padre celestial. Sé que no estoy muy cualificado para escribir esto, ya que muchas veces me siento un padre miserable. Pero estoy acariciando la idea de retirarme a los 50 años, y sueño con usar toda la energía que Dios me haya dejado para invertirla en la generación emergente, y estar disponible para ser un padre espiritual de tantos como sea capaz. «Sé un padre para él» Estaba sentado con Rudi Pinke del Centro Cristiano de Frankfurt una tarde de septiembre. Admiro a Rudi, un experiodista, desde que sentí que él es uno de esos nuevos líderes radicales de la iglesia, dispuesto a ir y hacer lo impensable. Compartí con él lo que pensaba que el Espíritu Santo estaba haciendo alrededor del mundo, en cuanto a la reinvención de las iglesias en las casas, la multiplicación de las iglesias de células, los milagros, las alianzas estratégicas y todo eso. De repente me miró y exclamó: «Wolfgang, ¡aquí no somos lo bastante radicales!». Si esto lo hubiera dicho casi cualquier otro pastor que conozco, me hubiera sonreído cortésmente y hubiera pensado: «No sabes cuánta razón tienes». Pero quien hablaba era Rudi Pinke. Y allí mismo en su oficina me di cuenta. La cosa no es ser radical. Eso no es suficiente. Y recordé otro incidente que sucedió recientemente. Allí se encontraba, a un metro de mí, pálido, tieso y aparentemente incapaz de moverse. Acababa de predicar en esta iglesia radical de Alemania un típico sermón de movilización a las misiones: Id y ved vuestra nación discipulada, por el amor de Dios, piensa lo impensable, haz lo imposible, levanta a los muertos, y planta 50.000 iglesias en Alemania. El pastor realizó un

llamamiento al altar. Por alguna razón nunca me han gustado los llamamientos al altar, y suelo tratar de ponerme a un lado. Pero aquel joven me atrapó aunque yo estaba escondido detrás de una columna. Se acercó y se puso en frente de mí. Recordé que se trataba de un líder de jóvenes en la iglesia, muy comprometido: Conocía su trabajo, era respetado y, estoy seguro, en aquel tiempo era el objeto de muchas oraciones de chicas solteras en la iglesia. Yo no sabía qué hacer, así que oré que Dios me diera una indicación. Entonces escuché que el Espíritu de Dios me hablaba: «Sé un padre para él». Así que abracé a este joven y oré como un padre hubiera orado bendiciendo a su hijo. Me sorprendió su reacción. Se derritió como un bloque de hielo en mis brazos, comenzó a llorar, secándose con cualquier cosa en la que pudiera secarse. Más tarde se unió a nosotros su madre, y se arrepintió del pecado de tener sus propios planes para su hijo, en vez de dejar a Dios que se ocupara de él. Nunca olvidaré aquel incidente. Estábamos allí; él lloraba, y lloraba, y lloraba. Allí comprendí algo por primera vez. En primer lugar, me estaba preguntando si es algo importante que la última palabra del Antiguo Testamento sea «maldición». Malaquías 4:5, 6 dice: «He aquí yo os envío al profeta Elías antes de que venga el día de Jehová grande y temible. El hará volver el corazón de los Padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición». Lo que sigue a continuación es la historia de rebeliones y facciones políticas, de guerra y tensiones, un tiempo sin liderazgo del cual la Biblia prefiere no hacer mención. ¿Pudiera ser que la relación que no ha sido redimida ni restaurada entre los padres y los hijos, no es solo el problema de la vieja generación que todos conocemos, que da vueltas a temas como la moda, la cantidad de pelo y el estilo de música, sino el resultado espiritual de padres que no le dan sus corazones a sus hijos? Lo hacen repitiendo una tradición impía, porque sus propios padres lo hicieron también. Como resultado, puede que estemos pasando una maldición a través de las generaciones en vez de dar bendición. Las lágrimas que rompen la maldición Imagínate tú mismo, un hijo espiritual, descansando sobre el corazón de un padre espiritual que te expresa su amor incondicional, que te dice que eres la joya de su vida, alguien de quien sentirse orgulloso, un sueño hecho realidad, y que deja esa tierna lágrima de amor y afirmación paternal en tu mejilla cuando le dejas. O imagínate a ti mismo, un padre espiritual, abrazado por un hijo, que te conforta cálidamente, que te dice lo orgulloso que está de ti, cuan seguro se siente en tu presencia, que admira abiertamente tu sabiduría, te brinda su corazón en una bandeja de plata y dice: «Dime cómo puedo ser como tú. ¿Qué debo hacer con mi vida?». En ese instante, algo os sucede a ambos. Se restaura una integridad que el maligno quiso robar. El padre es capaz de ponerse de pie y ser radical, olvidando lo que dirán y pensarán los vecinos, y se pone de pie con coraje por los valores y las visiones del reino, porque hay algo que le da una fuerza y dirección casi incontrolables: Un hijo suyo cree en él y le ha dado su corazón. En una manera similar, algo se despierta en el corazón del hijo. Está dotado con un sentido de seguridad y propósito. Puede atravesar puertas cerradas, resucitar muertos, hacer lo que nadie se ha atrevido a hacer antes, porque hay un padre que le ama, que cree en él, que se lo ha dicho y lo ha probado. De hecho, se ha roto una maldición en ambos, y se ha transmitido una bendición. Aporreando la puerta Nunca olvidaré un incidente que sucedió durante una conferencia de DAWN en Nottingham, en 1995. Estaba en un seminario sobre establecimiento de iglesias de jóvenes. Un joven de unos 20 años se puso de pie y expresó su pasión e interés por su generación, y contó la

historia de cómo habían comenzado una iglesia de jóvenes. De repente, sorprendió a todo el mundo levantando una silla, y, comenzando a orar la estrelló violentamente contra el suelo. La reacción de los espectadores varió. Algunos estaban horrorizados con este comportamiento obviamente indisciplinado y poco inglés: «¡Esa silla se puede romper!» Otros tan sólo estaban perplejos. Mientras permanecía sentado allí, sentí que el Espíritu de Dios me decía: «Mira, está llamando al corazón del Padre con todas sus fuerzas. Tiene un montón de profesores, directores, entrenadores, predicadores, casi de todo, excepto un padre espiritual». Un rebelde es un radical sin el corazón del padre Si los padres y la madres vuelven sus corazones hacia sus hijos e hijas, y éstos vuelven sus corazones hacia los padres y madres, (¡según el modelo bíblico esto debe comenzar con los padres!), se creará un nuevo y saludable marco, en el cual podrá desarrollarse, y así lo hará, un cristianismo y un liderazgo verdadero, valiente y radical. Si esto no sucede, el coraje se convertirá rápidamente en rebeldía, y usará todo su poder para romper y rasgar, en vez de construir y completar. Tenemos muchos radicales actualmente, en ambas generaciones, la mayoría de ellos se han convertido en rebeldes. Un rebelde es un radical sin el corazón del padre (o del hijo). Se le deja con uno de los mayores traumas que alguien puede sufrir: Se encuentra perdido en la corriente generacional sin un ancla seguro, y se ha convertido en un huérfano espiritual. Cuando se abrió el cielo en el bautismo de Jesús, la mayoría de nosotros nos quedamos con el recuerdo de la paloma. Pero hubo una voz en el cielo de un padre que declaró públicamente: «¡Éste es mi hijo amado en quien tengo complacencia!». ¿Pudiera ser que éste fuera realmente el comienzo y la rampa de lanzamiento del ministerio de Jesús, el hijo y amante de su padre, y que el mayor secreto de su fuerza radicara en su declaración: «Yo y el Padre uno somos»? Huérfanos espirituales A cualquiera que se lance a la existencia sin que se le haya dado el corazón de un padre, puede acabar siendo un huérfano espiritual. Un estudio realizado por el Dr. Fierre Rentchnick en 1975 bajo el título Orphans Rule the World (Los huérfanos manejan el mundo), ha demos¬trado que muchas personas que han hecho mella en la historia eran huérfanos. Alrededor de 300 de los políticos más influyentes del mundo eran huérfanos: Alejandro el Grande, Julio César, Carlos V y Luís XIV, George Washington y Napoleón, así como Lenin, Hitler, Stalin y Castro. Esto también es cierto respecto a los líderes religiosos: Moisés, Buda, Confucio y Mahoma fueron huérfanos también. El trauma de crecer sin padre acumuló una enorme energía que usaron para afirmarse a sí mismos frente al mundo, porque nunca oyeron a un padre cariñoso decirles: «¡Bien hecho!». Nunca se regocijaron, descansaron y saborearon la seguridad que ello da. Muchas iglesias, denominaciones y organizaciones han dado a luz sin quererlo una ola de hijos que son huérfanos espirituales, líderes sin padres que han tenido que separarse de otros para poder obedecer el llamado de sus vidas. Muchas personas en Europa siguen lamentando que dos guerras mundiales hayan matado a nuestros padres; se han asesinado a generaciones enteras. Cuando comenzaron las guerras, «todos los valientes fueron al frente y murieron. ¿Quiénes fueron lo suficientemente astutos como para quedarse en la retaguardia? Los contables. ¡Y hoy día hemos heredado sus genes y nos estamos ahogando en un torrente de burocracia!», dice mi

amigo Bob Smart de Reading, Reino Unido, con ese humor británico tan negro y afilado. Él lo menciona como una broma, pero puede que contenga más verdad de lo que uno se imagina. Los padres espirituales son una de las mayores necesidades de la Generación X actual, en la que muchos son incapaces de creer en el amor incondicional y seguro de un padre celestial, por culpa de sus padres terrenales. Se les entretiene demasiado y se les da muy poco cuidado paternal. Son, de hecho, huérfanos espirituales. Volviendo los corazones para preparar a las personas para Jesús En Lucas 1 se encuentra un versículo sorprendente acerca de Juan el Bautista: «E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los hijos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Como cumplimiento obvio a la profecía del Antiguo Testamento de Malaquías acerca del «segundo Elías», su ministerio era el de desenrollar la alfombra roja para el Rey Jesucristo. Su propio padre Zacarías dudó: ¿Cómo puedo estar seguro de esto?, ya que hubiera tenido otros planes para un eventual hijo. Zacarías tuvo que experimentar una cirugía espiritual radical antes de ser lleno del Espíritu y se uniera a su propio hijo en el ministerio profético (Lc. 1:76). El mensaje crucial de Juan el bautista era el arrepentimiento, apartar los corazones de los padres lejos de sus pecados y tradiciones y fijar sus ojos en el hijo por venir, Jesús: «He aquí el cordero de Dios... Este es aquél...» (Jn. 1:29, 30). El volver los corazones al Padre y a su Hijo está en obvia relación con «preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Juan tuvo un ministerio profético: Volver los corazones para preparar al pueblo para la venida de Jesús. Liberando a las naciones Brian Mills, líder de la oración intercesora en Inglaterra y un querido amigo paternal, es uno de esos hombres y mujeres que todavía puede llorar sin vergüenza y abiertamente; que ama a los niños y, por lo tanto, tiene más hijos espirituales de los que probablemente tanto él como su esposa saben. Cuando charlábamos sobre este tema de los padres y los hijos, me dijo cómo Inglaterra había dado a luz unos 44 países durante el período del imperio británico. Pero en vez de dar su corazón a estos «hijos», Inglaterra les tomó lo más preciado que tenían, sus recursos naturales y humanos y la fama política de gobernar sobre ellos. Inglaterra robó a sus hijos en vez de cuidarles paternalmente, y ahora tiene una deuda espiritual que pagar a naciones como la India, que todavía celebra su independencia, pero que necesita ayuda para avanzar hacia su libertad. Cuando los padres, humanos y espirituales vuelvan sus corazones a sus hijos, las denominaciones a sus descendientes no deseados, las organizaciones a sus disidentes, y las naciones colonialistas a los países emergentes, y no sólo en una forma simbólica o con breves actos de diplomacia política, causará una liberación porque romperá una maldición. Animando a radicales saludables Discipular a naciones enteras esparciendo iglesias en las casas por todos lados hasta que los países estén llenos de ellas, puede resultar un pensamiento radical para muchos, y requiere de un tipo de fe especial. Pero los radicales del ayer suelen ser a menudo los pilares que mantienen a la iglesia del hoy. Si queremos ver a una multitud de cristianos aceptar su llamamiento y herencia en el Reino de Dios, e ir y ver a naciones enteras, grupos étnicos, ciudades y regiones discipuladas, tenemos que proveerles una atmósfera y un ambiente en el que puedan desarrollarse de manera sana y sin el trauma de ser huérfanos espirituales. Ser radical suele significar estar dispuesto a caminar sobre una capa de hielo muy delgada, y si incluso nadie a

quien respetamos está allí para creer de verdad en nosotros, aun así nosotros seguiremos adelante. Me gustaría hacer un llamamiento a que ha que hagamos un esfuerzo profético, coordinado y sistemático a animar a los padres que quedan entre nosotros, y a los que están surgiendo, a comenzar este proceso, y dar sus corazones a los hijos. Esto hará que los hijos a su vez vuelvan sus corazones a los padres. Esta última profecía de Malaquías me parece lo más desafiante e imposible de todo, con una oposición acérrima por parte de cada demonio sobre la tierra, ya que ellos saben y temen lo que pasaría. Necesitamos, pues, clamar a Dios y que sea su propio Espíritu Santo el que venga y ablande los corazones, rompa los muros, salve las grietas, rompa la maldición, aplique a nuestras vidas, iglesias y organizaciones la redención que Jesús consumó en la cruz, y ore a Dios que avive fuegos, tire bombas, truene desde el cielo o haga cualquier cosa necesaria para hacer que los padres y los hijos se arrojen a los brazos unos de otros. Siguiendo a anti-líderes Muchos profetas dicen que los líderes del futuro en el reino de Dios no tendrán caras ni títulos. Serán don nadie, anti-líderes, sin títulos impresionantes en sus tarjetas de visita; serán débiles y frágiles en vez de poderosos y abrumadores. Desde luego, no serán estrellas. Preferirán que se les conozca como padres en vez de como líderes, y estarán quebrantados por los perdidos en vez de jactarse desvergonzadamente de su última «victoria en el ministerio», y de lo que Dios ha conseguido a través de ellos y sus magníficos programas. Los nuevos líderes no estarán interesados en el control y el poder; pasarán por alto su imagen pública, haciendo oídos sordos al clamor jubiloso de los seguidores cristianos mundanos que esperan elegir su siguiente Rey Saúl, sólo para verles cabalgando sobre una ola de aplausos humanos dirigiéndose hacia la inconsciencia espiritual, tratando de hacer efectivo aquí en la tierra cualquier premio que Dios quiera darles en el cielo. Pero, ¿quién escucha a los profetas? ¿No les hemos apedreado siempre en el nombre de las buenas, y viejas tradiciones? Tres etapas para convertirse en discípulos efectivos Dios está buscando constantemente a los que puede enviar. Una vez que encuentra a alguien que está dispuesto, le guiará y dotará, y le llevará a relacionarse con las personas apropiadas. He observado las siguientes tres etapas por las cuales suele pasar una persona para convertirse en un discípulo efectivo, y luego en un discipulador efectivo. 1. La limpieza de primavera espiritual Las personas son pecadoras y tienen que arrepentirse, arrepentirse de cada pecado conocido y limpiar su pasado. La mayoría de las personas no sólo han pecado, sino que han recibido pecado, a través de un trato injusto, odio, miedo, celos, etc. Puede que en esta etapa se necesite sanidad interior y consejería para perdonar a los que han pecado contra nosotros, y bendecir a los que nos han maldecido. Redimir las relaciones con nuestro padre o hijos, como he tratado de explicar anteriormente. Aceptar tu propia existencia, cualquiera que fuera la circunstancia en la que surgiera, como el deseo de Dios. Es parte del deseo de Dios que tú seas hombre o mujer, claro u oscuro, con un trasfondo hindú, cristiano o musulmán. Da gracias a Dios detalladamente por lo que ha invertido en ti. Como resultado, serás capaz de decir junto al salmista: «Dios me hizo de forma maravillosa». Da gracias a Dios por tus dones y habilidades naturales o adquiridas: No te enseñó a nadar para dejar que te ahogaras. Sé razonable en cuanto a

las disciplinas cristianas básicas y muestra frutos del Espíritu en tu vida cristiana: Oración, gozo, paz, paciencia, etc. Una vez que tu pasado está redimido, comenzarás a tener un futuro redimido. No tendrás que cargar con traumas, heridas, y otras hipotecas espirituales en tu vida de ministerio, que hieran a otras personas. Yo le llamo a esta fase la «limpieza de primavera espiritual», el proceso de aceptar y apropiarse personalmente de la salvación que Jesús nos ha dado, que nos limpia, tanto como sea posible, del pecado y de sus consecuencias. Es como en la vida real: Cuando nos ponemos ropa que hemos lavado y cepillado, estamos listos para salir en público. 2. El descubrimiento de los dones espirituales, las herramientas para el trabajo A cada cristiano se le ha dado uno o más dones espirituales (1Co. 12-14; Ro. 12) cuando Jesús comenzó a vivir en su interior a través del Espíritu Santo (Ro. 8). Esos dones son poderes sobrenaturales de Dios, las herramientas para el trabajo de los cristianos, necesarios para ser un miembro del equipo útil junto a un maestro de obras. Luego un cierto número de cristianos recibe dones y un llamamiento especial que se va desarrollando hacia los cinco ministerios de capacitación que se mencionan en Efesios 4:11. Dejan de tener un don, y pasan a ser ellos mismos un don. Hay tres formas de descubrir los dones espirituales: a. «Por sus frutos los conoceréis»: En el contexto del ministerio y la vida de la iglesia, los creyentes pueden ayudarse unos a otros a identificar sus dones espirituales a través de «gustar» y después comentar sobre los frutos de los demás. b. Análisis de dones espirituales: Herramientas, tales como pueden ser las pruebas de dones esprituales, se pueden encontrar en casi todos los países. c. Ministerio profético: Las personas proféticas pueden a menudo «ver» el área en la que ha sido dotada una persona. En este caso, júntate a una persona que vaya por delante de ti en el área de ministerio para la cual Dios te ha dotado. Lleva sus maletas, aprende de él; si es posible, vive con ella, y empápate de ella tanto como puedas preguntando sin parar. Sé su discípulo. 3. Aprendizaje espiritual: Entrenamiento práctico especializado Entrénate durante algunos días, meses, o años, de forma relacional con y bajo la supervisión de alguien que tenga más experiencia que tú, preferiblemente en la misma área del llamamiento que has recibido. De esta forma, los profetas deberían entrenar a profetas aprendices, los apóstoles a apóstoles aprendices, los evangelistas maduros a evangelistas inexpertos, etc. Los aprendices pueden llevar las maletas de sus maestros, verter agua en sus manos, vivir con ellos, ver cómo funcionan. En vez de idolatrar a un «hombre santo» desde lejos, llegarán a conocer a una persona de Dios y a aprender de él en la vida real. Las superestrellas espirituales y los gigantes inaccesibles en sus propios círculos, han hecho más por evitar que otros descubran sus propios dones y llamamientos de lo que muchos se dan cuenta. Si aprendes de una persona que tiene el mismo don y un llamamiento similar al tuyo, tu curva de aprendizaje será fenomenal: Aprenderás en el área exacta de tu don, lo cual será emocionante. Además, tú mismo dictarás la velocidad a la que aprendes, tu aprendizaje será tan gradual y tan rápido como sean las preguntas que hagas. Todo esto se debería llevar a cabo en el contexto natural y saludable de las iglesias en las

casas. El entrenamiento no debe ser necesariamente algo que sucede fuera del cuerpo. Cuando las iglesias en las casas van estableciendo y multiplicando nuevos grupos de creyentes en los hogares, la mejor manera de ser entrenado para hacer esto es verlo en funcionamiento en primera línea, para infectarse con el patrón, y de esta manera poder reproducirlo dondequiera que se vaya. Tiempo y finanzas Muchas personas preguntan cuándo deberían dedicarse a pleno tiempo al ministerio, y quién pagará las facturas. Sólo tengo espacio aquí para contestar brevemente: Te dedicas a ello cuando estás seguro que Dios te ha llamado, y te lo ordena, Él paga. El problema suele surgir con todo el sistema de educación del país. Generalmente está diseñado para preparar a una persona para que ocupe un lugar en la estructura económica laboral del mundo, de la cual, en más de una forma, Dios quiere salvarnos. Un pastor lo expresó recientemente de la siguiente manera: Los años más importantes de la juventud se gastan -¿o debemos decir se sacrifican?- en el altar de la educación, en el que los padres vierten el aceite del fuego sagrado. Como resultado, muchas personas sólo piensan en ser discipulados cuando llegan a los treinta, y entonces hacen cuenta de los muchos años que han perdido obteniendo diplomas que, en muchos casos nunca van a necesitar en modo alguno. Aquellos a los que ministres serán llenados de poder por Dios para darte poder a ti, incluyendo el área financiera. Una o dos iglesias en las casas de 15 personas pueden fácilmente financiar a un cristiano a tiempo completo en occidente, y entre cinco y diez iglesias en las casas pueden financiar un profeta, un evangelista, un apóstol o un pastor en el resto del mundo. Experimentarás en primera persona la promesa de Mateo 6:33 cuando vayas en fe y des tus primeros pasos.

***

MODELOS PARA LA MULTIPLICACIÓN DE IGLESIAS Cómo establecer iglesias sin manufacturarlas Si quieres multiplicar iglesias, ¡deja de plantar iglesias! Jesús nunca dio un mandamiento expreso de ir y plantar iglesias. Muchos movimientos de establecimiento de iglesias han luchado en vano para mostrar una evidencia bíblica de que realmente el Nuevo Testamento nos manda plantar iglesias. Toda la esencia del mensaje de Jesús gira en torno a tres mandamientos muy básicos: • «Arrepentíos de vuestros pecados.» • «Amad a vuestros semejantes.» • «Id y haced discípulos.» Esta es nuestra parte. La parte de Dios es: «Os perdonaré; También aceptaré a vuestros semejantes; Edificaré mi iglesia». Si nos apropiamos de la parte que corresponde a Dios, y tratamos de edificar su iglesia, estaremos de alguna forma usurpando una responsabilidad que no nos corresponde, arrebatándole las riendas a Dios y asumiendo que todavía podemos ir y construir el «templo de Dios» en cualquier momento del día. Esto no es sólo un acto solemne, sino una usurpación de la prerrogativa de Dios, una intrusión en el área de la responsabilidad que Dios se ha reservado para sí mismo. Si no dejamos de hacerlo, podemos estar manufacturando iglesias, creando líneas de montaje, franquiciando iglesias, experimentando con iglesias, edificando algo que parece una iglesia, pero que al final puede resultar que somos como Saúl, comenzando a usurpar un ministerio que no fue el suyo, sacrificando en el altar algo que, se suponía, sólo el profeta podía hacer. Cuando nos hacemos parte del plan de Dios aceptando nuestra propia responsabilidad de arrepentimiento, de amor y discipulado, Él nos usará de acorde en la multiplicación de iglesias en las casas. Si hacemos lo que se espera que tengamos que hacer, Dios hará lo que Él promete que hará, y edificará su iglesia. En este sentido, el verdadero levantamiento de iglesias comienza cuando dejamos de tratar de manufacturarlas. El discipulado está en el centro del mensaje de Dios, y es una forma sencilla y efectiva de multiplicarnos nosotros mismos. Cuando lo Jesús será capaz de multiplicar iglesias, formadas por varios discípulos. Las cinco etapas orgánicas La iglesia debe estar donde está la gente para poder saturar la sociedad con la gloria de Dios (Mt. 13:33; Ro. 15:18-21). Por lo tanto, cada iglesia debe ser como un escaparate para Dios, donde la gente puede ver a Dios y exclamar: «Mirad cómo se aman unos a otros». Esto tiene que suceder repetidamente, local y convincentemente, para permitir que los vecindarios de las iglesias lleguen a ser y a permanecer como discípulos de Jesucristo. La mayoría de las iglesias atraviesan cinco etapas orgánicas en su proceso de desarrollo y vida, que se puede comparar con el desarrollo de un ser humano: 1. Concepción: Alguien (individual o corporativamente) concibe la semilla espiritual de una

2.

3. 4.

5.

nueva iglesia. La persona (o personas) está ahora «embarazada con una iglesia invisible». Puede ser por una palabra directa del Señor, una visión, un llamamiento, una convicción, o sólo como parte de un movimiento de establecimiento de iglesias. Fase prenatal: Durante este tiempo de planificación, se habla sobre esta iglesia futura (quién, dónde, cuándo, cómo, por qué), y se prepara todo para su nacimiento. Éste es un buen momento para soñar acerca del futuro, al igual que los padres hacen cuando saben que hay un bebé en camino. Nacimiento: El tiempo de plantar de verdad la iglesia, cuando comienza a funcionar como una entidad orgánica. Fase de crecimiento visible: La iglesia crece y madura por suma, y como sucede con cada persona adulta, finalmente llega al momento cuando el crecimiento orgánico logra su máximo desarrollo. Multiplicación: es el tiempo en el que la iglesia se multiplica a sí misma, o, si no logra hacer durante el ciclo de vida apropiado, suele entrar en una menopausia espiritual y comienza a morir. Durante el proceso de multiplicación saludable, se desarrolla el equipo de los cinco ministerios, y comienza a asegurar el desarrollo cualitativo y la multiplicación continua.

Modelos prácticos de establecimiento de iglesias Al igual que hay muchas culturas, idiomas, ministerios y circunstancias, hay probablemente también incontables maneras de plantar iglesias. De nuevo, debemos ser creativos y no fotocopiadores de los modelos de otros, buscando recetas para el éxito y errando en escuchar individualmente a Dios. Dios elige el ministerio apostólico y profético para «establecer el fundamento», para llevar a cabo la obra de fundación y plantación por su habilidad innata de iniciar e inventar, de ser proactivos y proféticos en una manera única. Sin embargo, quiero señalar algunos modelos que parece que se repiten en muchas partes del mundo como un modelo general o genérico de establecer iglesias. Pueden servir como una guía inicial y proveer ideas sobre algunos principios, pero no se deben tomar como plano para el éxito seguro. Hemos de permanecer siempre conscientes de la creatividad de Dios y su forma, probablemente única, de comenzar su iglesia en un lugar y tiempo específico. 1. El modelo de la «casa de paz» La meta es plantar y multiplicar un movimiento de iglesias en las casas en un área. Un modelo neotestamentario para esto se encuentra el Lucas 10, donde vemos a los discípulos yendo de dos en dos y permaneciendo en la casa de un «hombre de paz», una persona que no tiene por qué ser un cristiano, pero que está dispuesto a abrir su casa y su familia para el mensaje y la presencia de los embajadores del Príncipe de Paz. El proceso típico para el establecimiento de este tipo de iglesia en las casas suele tener siete pasos: 

Los cristianos empiezan a compartir sus propias vidas con su mensaje del evangelio inherente durante un período de unos pocos días o algunas semanas con un «hombre de paz», quien puede ser un cristiano o alguien temeroso de Dios. Literalmente estos cristianos viven con la familia que ha abierto sus puertas. Puede que esta persona que todavía no es cristiana se haya interesado después de haber asistido a un suceso público, como una sanidad, un exorcismo, una conversión, o puede que sea un buscador que

 

 





solicita que se empiece una iglesias en su propio hogar o el de un amigo o vecino. Se modela una iglesia en la casa con ellos y para ellos, comiendo, orando, compartiendo, enseñando unos a otros cómo vivir de acuerdo a la palabra de Dios. Se establecen ancianos locales desde la primera semana descubriendo lo talentos locales de los futuros ancianos y pasando bastante tiempo de forma especial, discipulándoles. En esta etapa, no sólo serán útiles los dones de profecía y discernimiento espiritual, sino que también deberemos simplemente observar hacia quienes tienden las personas de forma natural a seguir como líderes o a confiar. Se insiste en desarrollar patrones de iglesias locales, autóctonos y no importados de fuera. Se edifica orgánicamente y se asegura la multiplicación de la iglesia antes de que la iglesia en la casa alcance su punto óptimo orgánico, aquel en el que todavía es orgánica, pero que está en peligro de volverse organizada. Esto tiene que inculcarse en el pensamiento de cada nuevo cristiano desde el principio. Se establece una forma local de celebración, si es posible, con varias iglesias en las casas reuniéndose juntas, o con otras iglesias en las casas en un área cercano que se vinculan a través de los cinco ministerios existentes o emergentes. Se asegura que se establece un tipo de relación de mentor apostólico y pro/ético y que el patrón de las iglesias en las casas es capaz de reproducirse por sí mismo.

Como dije anteriormente, muchas iglesias en las casas en la actualidad tienen entre 8 y 15 miembros, y suelen multiplicarse cada seis a nueve meses. La mayoría de ellas las guía un anciano que no recibe salario alguno, y que suele trabajar en conjunto con otros ancianos de otras iglesias en las casas para permanecer en contacto, enseñanza y planificación. Las formas y los tamaños de las iglesias en las casas pueden variar mucho. En la antigua nación comunista de Bulgaria, algunas iglesias en las casas incluso se reunían en casas para las celebraciones, llegando a juntar hasta 250 personas que permanecían tranquilas y en orden para no atraer la atención de los vecinos. En algunas iglesias en las casas en China, durante este tipo de celebraciones en las casas, algunas veces se bautizaron más de 1.000 personas. Algunas iglesias en las casas se reúnen en el mismo hogar cada semana, otras en cuatro o cinco lugares durante la semana, para no atraer demasiado la atención y permitir que se involucren varios anfitriones. Hay iglesias en las «casas» que en ocasiones se reúnen en cuevas, o a veces alquilan un autobús para visitar un lugar y tener una enseñanza in situ, o se reúnen en un hotel de vez en cuando, debajo de un árbol, en un barco, o cualquier otro lugar. Pero el pulso principal de la iglesia en las casas sucede en el verdadero hogar de sus miembros. 2. El enfoque familiar del establecimiento de iglesias El método de establecimiento de iglesias no se basa sólo en ganar individuos para Cristo, sino familias enteras. Trata de comenzar una nueva iglesia en la casa con una familia entera convertida, que luego se vincula con otras familias para la multiplicación de las iglesias en las casas. Esto hace que se vean conversiones de familias enteras, como en el caso de Cornelio (Hch. 10), o Lidia (Hch. 16), y entonces se formen nuevas iglesias en los hogares de los familiares convertidos. Este es un modelo de tres pasos que se desarrolló predominantemente en el contexto musulmán, pero que se debe considerar como una de las muchas maneras de hacerlo: 

Corre la voz de que estás dispuesto a orar, sin coste alguno, en el nombre de Jesús por





cualquiera que tenga problemas. Si alguien solicita tu ministerio, pon de forma amistosa dos condiciones para reuniros: (1) Estoy dispuesto a ir sólo si está presente toda la familia, porque no quiero hacer nada a espaldas de ellos y quiero que te sientas en tu propio terreno. (2) Si voy, quiero que me des permiso para explicar lo que voy a hacer cuando ore en el nombre de Jesús, para que puedas estar seguro de que no voy a practicar la magia. Si es invitado, el que está plantando iglesias puede compartir el evangelio del Reino con toda la familia presente. Nadie interrumpirá, porque quieren que ore. Después de su presentación del evangelio, puede orar por el enfermo o por el que tiene el demonio. Ora en alto, y suele marcharse nada más orar. Si algo sucede, es mucho mejor respetar la dignidad de la familia y dejarles pensar en lo que han visto y oído en la privacidad de su hogar. De otro modo, podrían sentir una «derrota religiosa» frente a alguien de otra fe. Si la familia ha decidido, después de un tiempo de reflexión, que quieren saber más sobre Jesucristo, le pedirán al plantador de iglesias que regrese. En esta ocasión, de nuevo pone una condición: toda la familia debe estar presente, como la última vez. Si están de acuerdo, va con la firme intención de llamar a toda la familia a la fe en Cristo y guiarles a una conversión de toda la familia, comenzando una iglesia con ellos ese mismo día.

3. Establecimiento de iglesias a través de la radio Esta estrategia usa la radio en una forma apostólica para plantar iglesias. En vez de evangelizar a los muchos para obtener la respuesta de unos pocos, y meterles en programas de seguimiento, esta estrategia se basa en comenzar un movimiento, que encaja muy bien con países con una geografía dispar, o donde hay severas restricciones a las reuniones cristianas. Puede suceder en cuatro fases, similar al modelo practicado por FEBC en China o IBRA Radio en oriente medio. Fase 1 Esta fase ya suele existir. Es el programa de radio evangelístico tradicional que produce el CRA, el Cristiano Radiofónico Aislado, que ha decidido seguir a Cristo a través de los mensajes que oye en la radio, pero, como en el caso de los 3 a 5 millones de CRAs estimados en oriente medio, puede que nunca vean a otro cristiano en toda su vida. Pierden los aspectos comunitarios y fraternales del cristianismo, y suelen permanecer solos, débiles y tristes. Los modelos de seguimiento tradicional como los cursos bíblicos por correspondencia no suelen cambiar demasiado la situación del CRA, y tienen un potencial muy limitado para alcanzar a los millones de oyentes. Fase 2 Se introduce en la radio una programación adicional, como «Cómo ser mejor Cristiano», o «Cómo interpretar sueños», o «Cómo criar a los hijos», que trata de romper el patrón individual de escucha. Se invita a los CRA que inviten a amigos de confianza o a vecinos a que escuchen esos programas juntos, con un énfasis en los temas de la discusión en grupo y los estudios. Fase 3 El siguiente paso es la introducción de la «iglesia de la radio», «la iglesia en tu casa», o cualquier otro programa con un título cultural-mente apropiado como «Dios en la casa». Su

intención es entrenar personas para que lleguen a ser una iglesia. Este programa suele constar de una reunión de iglesia en la casa grabada en el lenguaje y las maneras locales, donde se anima a los oyentes a reunirse y participar de acuerdo al patrón de la iglesia en la casa que se está transmitiendo. La radio toma el lugar del apóstol o anciano durante un tiempo. Después de haber demostrado cómo es una iglesia en la casa, se puede entrenar a los participantes y enseñarles cómo plantar y formar iglesias en las casas a través de un programa corto de enseñanzas en la misma estación radial. Esto puede suceder 30 minutos o una hora después de que se transmitiera la reunión de la iglesia en la casa, como parte de la experiencia de una iglesia en la casa. Después de algunas semanas o meses, los que quieren continuar el nuevo patrón de iglesia en la casa que han observado, practicado y del cual se les ha enseñado, se constituyen ellos mismos como una nueva «iglesia de la radio». Entonces pueden escribir a la emisora, quien a su vez informará a una red local de iglesias en las casas que puede contactar e incorporar a la nueva iglesia en su red. Fase 4 Las iglesias en las casas que van surgiendo se conectan a una red de iglesias existente en sus áreas para asegurar su cuidado apropiado y una supervisión apostólica posterior. FEBC ha visto miles de iglesias establecidas de este modo, e incluso tiene un programa conocido por «Amanecer en China» con la meta de establecer un millón de nuevas iglesias en las casas. 4. La cooperación entre cruzadas de evangelización y el establecimiento de iglesias Una de las grandes pérdidas en el concepto de «cruzada evangelística más seguimiento, más integración en las iglesias locales», ocurre en los pasos 2, seguimiento, y 3, integración en las iglesias locales. Los estudios muestran que solamente un promedio del 1% de los llamados «nuevos conversos», los que han hecho una oración para «recibir a Cristo» en la reunión, llegarán realmente a ser miembros de las iglesias locales y seguir los pasos 2 y 3. El resto no sólo se pierde, sino que a menudo incluso se vacunan contra el evangelio, porque dicen con toda seriedad: «Lo intenté, y no funcionó». Realísticamente las campañas evangelísticas no dejarán de existir en el futuro próximo y, por lo tanto, hemos de buscar formas en las cuales pueden ser una contribución al establecimiento de iglesias. Se requieren don cosas: Primero, una apertura y disposición por parte del evangelista y su equipo a realmente servir, a ayudar al liderazgo de la iglesia local y su visión en su trabajo, a largo plazo, de multiplicación de iglesias; y segundo, una disposición a combinar el ministerio evangelístico con los ministerios apostólicos locales, y desarrollar patrones locales para la plantación de iglesias. Como resultado, en vez de tratar de incorporar a los buscadores en iglesias existentes, perdiendo a la mayoría de ellos en el proceso, la meta es plantar nuevas iglesias en las casas durante la propia campaña evangelística. Los ministerios apostólicos locales, o si es necesario, importados, entrenarán al os cristianos existentes ¡localmente para comenzar iglesias en las casas varios meses antes de que comience la campaña. Entonces, hasta diez buscadores pueden conectarse en la propia campaña a un anciano de una iglesia en la casa de su zona, quien les invitará dentro de las siguientes 24 a 48 horas a una primera reunión de la iglesia en la casa en su propio vecindario, ya sea en el hogar de uno de los buscadores, como en el del anciano. Desde ese punto, es la responsabilidad de los líderes de las iglesias en las casas el desarrollar esta reunión inicial para que llegue a ser una iglesia en la casa. Eso no significa que la primera reunión debería ser de seguimiento, sino que tendría que ser una reunión original, la misma

iglesia en la casa. Una reunión religiosa de seguimiento es mucho menos atractiva que una reunión de iglesia en la casa con comida. Los buscadores están buscando más la relación de un padre espiritual que una enseñanza bíblica, y se les tiene que enseñar cómo vivir de forma natural en una manera cristiana en vez de doctrinas de una iglesia particular. Si esto se hace de forma estratégica, de 10.000 buscadores en una campaña grande, en donde con el seguimiento de la iglesia tradicional y las estrategias que se suelen usar para incorporar personas a la iglesia, unos 100 acabarían incorporándose realmente, y 9.900 no. El promedio de retención de los buscadores incorporados en iglesias en las casas suele ser mucho más alto. Algunas experiencias indican que es posible un promedio de retención del 10 e incluso del 15%, y en algunos casos extraordinarios hasta del 25 y el 30%. Sin embargo, el hecho es que todo el sistema actual de evangelismo y seguimiento está tan arraigado en nuestro pensamiento y tradición evangelística que tristemente hay pocos evangelistas en la actualidad que ven una conexión entre el establecimiento de iglesias y sus ministerios, y dado el constante flujo de invitaciones nuevas que reciben para predicar, muy pocos incluso considerarían un cambio en su modelo. Se puede usar en enfoque parecido para la plantación de iglesias en las casas con el uso de las campañas de evangelización a través de la película «Jesús». En vez de conectar esta herramienta evangelística con la estrategia tradicional de seguimiento e incorporación, en el mismo día de la proyección, se pueden formar nuevas iglesias con los nuevos buscadores. Un equipo de fundación de iglesias de una red local o cercana pueden acompañar al de la película y permanecer detrás durante un par o tres semanas para modelar las iglesias en las casas y las celebraciones, orando para detectar y entrenar a futuros ancianos, etc. En muchos países en los que se muestra la película «Jesús», entre el 20 y el 50% de los que la ven indican que les gustaría seguir a Cristo. Esto puede ser una oportunidad permanente para comenzar movimientos de iglesias en un número similar al de buscadores, en estrecha cooperación con los equipos que muestran la película. 5. Establecer iglesias dando a otros la visión El establecimiento de iglesias en una obra del Espíritu Santo. Algunas personas, especialmente las apostólicas están dotadas de forma única para esto, y pueden sencillamente catalizar y facilitar la obra del Espíritu Santo a través de otras personas. Inspiran y esparcen una visión y ponen en marcha a la gente. «Embarazan a otros espiritualmente», como dijo en una ocasión Yonggi Cho, y se pueden plantar nuevas iglesias a través de inspirar a otros y darles una visión de lo que hay que hacer. Hay muchos iniciadores de iglesias por descubrir, por inspirar y por emplear en el mundo. Han de ser reclutados estratégicamente para usar sus dones, generalmente siguiendo una estrategia tripartita: Buscando y hallando a los que tienen el potencial para plantar iglesias; nutriéndoles; y soltándoles. 6. El establecimiento de iglesias en cooperación con la obra del Espíritu Santo Esto funciona alertando y movilizando proféticamente a las iglesias y movimientos de Dios en un área que se va a abrir, para responder y cooperar de forma rápida a la obra especial del Espíritu Santo, «dando seguimiento» a uno de sus actos de gracia soberanos. Requiere:  

Pedir a Dios que extienda su mano para hacer cosas poderosas en el nombre de Jesús (Hch. 4:28-32), o reconociendo que él ya lo ha hecho, y... Teniendo a las iglesias preparadas para responder rápidamente a una «puerta abierta» y a

los «campos blancos listos para la siega», plantando multitudes de iglesias velozmente a través de la reorganización de los recursos y las personas. Hay muchos ejemplos de este tipo de avivamiento preparado sobrenaturalmente de establecimiento de iglesias, crisis locales o nacionales que llevan a una nueva hambre en el pueblo, encuentros de poder bien conocidos, sanidades, exorcismos, o un número importante de personas con visiones y sueños y otras experiencias sobrenaturales que demandan una explicación. Entre los musulmanes turcos del sur de Bulgaria a comienzos de los 90, surgieron muchas iglesias entre antiguos musulmanes debido a muchas sanidades y exorcismos inusuales. Se hubiera plantado muchas iglesias más durante ese período, sin embargo, no había personas lo suficientemente dispuestas o flexibles para aprovechar esa ventana de oportunidad.

***

PRODUCIENDO UN IMPULSO NACIONAL Cómo desarrollar una masa crítica, y dejarle el resultado a Dios La historia de la iglesia ha visto pasar muchos movimientos sin un impulso real. Lo que realmente necesitamos es impulso, y estoy seguro que el movimiento seguirá. Una gran avalancha comienza con pequeña bola de nieve que empieza a rodar. En seguida agarra velocidad, incorpora más nieve y otros materiales, y desarrolla un impulso, alcanza una masa crítica, y ya no hay quien lo pare. El impulso es «una cantidad que expresa el movimiento de un cuerpo o sistema, y que es igual al producto de la masa de un cuerpo y su velocidad». La iglesia en la casa tiene la habilidad revolucionaria y flexible de contener y producir impulso. Tiene un potencial inmenso para la multiplicación, es flexible, y puede adaptarse rápidamente a un cambio de situación. Pero la razón principal por la que prefiero las iglesias en las casas antes que cualquier otro movimiento para producir un impulso es que, cuando se ha generado el impulso, sólo Dios controla de verdad las consecuencias. Si Dios quisiera ver a un 80 o 90% de la población mundial salvada e incorporada a la iglesia, cualquier movimiento, no importa cuan visionario y atrevido fuera, probablemente no sería capaz de asimilar la magnitud de este tipo de visión. Estoy muy seguro de que Dios sí que puede asimilarla; y si nosotros hacemos nuestra tarea de arrepentimos, amar a nuestros semejantes y hacer discípulos, él hará la suya y edificará su iglesia. Esto no significa que debemos dejar de trabajar para llegar a nuestras metas. Las metas son la manifestación de nuestra visión, nuestras declaraciones de fe. Expresan hoy lo que creemos acerca de mañana, y generan la movilización y el enfoque de energía. Las metas tienen un efecto movilizador importante y pueden resolver problemas que surgen si nos quedamos pasivos en nuestro estado actual. Algunas de las situaciones más hermosas suceden cuando el cuerpo de Cristo en una región o país adopta una meta colectiva, una misión corporativa de lo que los cristianos planean hacer juntos acerca del futuro. Imagina a un niño que dispara una flecha con su arco y da en la puerta de un granero. Después de disparar, se acerca a la puerta y dibuja una diana alrededor de la flecha con una tiza que saca del bolsillo. Entonces, retrocede unos pasos, y grita: «¡Diana, justo en el centro!». Este tipo de comportamiento está bien para un niño, pero no para la iglesia. Hebreos 11:1 habla de una fe orientada hacia el futuro, una «certeza de lo que no se ve». ¿Ése es nuestro blanco real, o, al final de cada año, nos sacamos una ti/a del bolsillo? ¿Quién gobierna realmente las naciones? En muchos países en los que estamos atrapados entre ideologías políticas y religiosas, cultos a la personalidad, declive moral, crecimiento del crimen organizado, desarrollos económicos y ecológicos que parece que han perdido el control, surge una pregunta en boca de cada vez más gente: ¿Quién gobierna realmente los países? Y a este respecto, una vieja profecía vuelve a muchos que están en posiciones de gran importancia: «Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes: Admitir amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo» (Sal. 2). Esta profecía habla del Señor Jesucristo; Él es quien dijo: «Id y haced discípulos a todas las naciones». Sólo el señor de una nación puede hablar este tipo de lenguaje con ese descaro. Muchos mandatarios, presidentes, cancilleres, dictadores, reyes y generales, así como su personal, al igual que Pilatos, saben muy en el fondo de su ser, que no

tienen poder de verdad «si no te fuese dada de arriba» (Jn. 19:11). Desde los días de Moisés y Aarón, Dios ha levantado profetas en cada generación para hablar a las vidas y circunstancias de las naciones. Incluso hoy en día Dios levanta personas como Paul Caín (EEUU), Bernard Ancoma (UK), Jeremy Sunderraj (India), o Erich Reber (Suiza), que han hablado, o van a hablar regularmente a las vidas de los presidentes y a otros mandatarios de parte de Dios. En un futuro muy próximo muchos gobiernos nacionales tendrán que tomar una decisión tremenda, cuando Jesús cumpla su promesa: «Los mansos heredarán la tierra». Esta herencia dada por Dios comienza con oración, es recibida en oración, y termina con oración. Y sólo los mansos son lo suficientemente mansos para creerlo, y ésta es la razón por la que van a experimentarlo. El discipulado de las naciones «Discipular a las naciones» es parte de la tarea que Dios ha dado a la iglesia local. A muchos de nosotros nos resulta familiar el discipular a una o dos personas; ahora bien, ¿cómo discípulas un pueblo, una calle, una ciudad, una región, un grupo étnico o una nación? ¿Cómo discipuló Jesús a la gente? Invitó a todos, y eligió a algunos para que fueran sus apóstoles especiales. Entonces compartió su vida con ellos, enseñándoles literalmente cómo vivir, cómo morir, y cómo llevar a cabo la «obra de Dios». El resultado fue un movimiento de personas mezcladas: algunos le siguieron, otros le rechazaron, pero todos le conocieron. Un discípulo de Jesús sigue a su maestro en comunidad con otros discípulos. Jesús nunca se identificó totalmente con ningún cristiano, pero sí lo hizo con «la iglesia», su cuerpo sobre la tierra. Un cristiano individual no puede por lo tanto traer un evangelio completo; la iglesia local sí puede. El cristiano individual «conoce en parte», es un miembro, pero no una representación de todo el cuerpo. Un cristiano individual puede actuar de parte de Jesús como un «embajador de Cristo» en una misión o tarea especial. Pero cada creyente debe al final morir a sí mismo y vivir para Cristo. La nueva vida en el espíritu es corporativa, no individual. Esto es importante porque significa que el lugar en que se debe discipular a las personas es la iglesia local. Esto conlleva una consecuencia importante: La forma de discipular a las naciones es a través de la multiplicación de iglesias hasta que tengamos suficientes. Ningún evangelismo, estudio bíblico, programa de discipulado, no importa cuan excelente pueda ser, alcanzará lo que solamente el cuerpo local de creyentes puede hacer: Discipular unos a otros y a sus vecinos en la vida real, enseñar unos a otros cómo vivir en espíritu y en verdad, ayudarnos unos a otros a cambiar nuestros valores y estilo de vida, ofrecer la rendición de cuentas mutua, corrección, amor, gracia y perdón, y ser un estímulo continuo para la vida de los demás. Solamente esto hará que Cristo se refleje en nosotros a los demás y al mundo que nos rodea, para que la gente no sólo escuche y lea acerca de él, sino que verdaderamente «vean y entiendan» (Ro. 15:21) el evangelio, para que todos puedan llegar a saber y ver qué es conocer y ver a Jesús. Una iglesia a la distancia de una caminata para cada persona Para que cada ser humano «vea y entienda» el evangelio del Reino expresado a través del cuerpo local de Cristo, es necesario que haya una comunidad vibrante (un escaparate de Dios), a la distancia de una caminata para cada persona en cada país. La levadura del Reino debe funcionar «hasta que todo sea leudado» (Mt. 13:33). Ninguna persona debería estar fuera del alcance de la vida de una iglesia local. No debe quedar ningún «territorio neutral» en el que las personas no sepan nada sobre Jesús. La iglesia tiene que ser la estación de Dios sobre la tierra, y

ha de encontrarse en cada pueblo, comunidad, barrio, urbanización, bloque de apartamentos de cada país. Esas iglesias no tienen que ser perfectas, y no lo serán; pero tienen que procurarlo tanto como puedan para ser del calibre y la calidad del Nuevo Testamento, para que no sólo llenen, sino que discipulen a las naciones. Si tenemos que empezar a trabajar en la calidad de nuestras iglesias entonces ese es el lugar por donde comenzar. Si vemos que no tenemos suficientes iglesias en nuestro país, entonces tenemos que plantar el número que sea necesario. En resumen, necesitamos la calidad correcta de iglesias en las estructuras apropiadas en cantidad suficiente en cada lugar correcto. La mayoría de la población se multiplica porque las familias, como su unidad básica, se multiplican. Si la iglesia sigue con sus métodos y estrategias que la llevan a la suma y no a la multiplicación, la gran comisión de discipular a naciones enteras nunca se realizará. Objetivos antes que métodos Desde que David Barrett publicó su libro sobre 700 planes globales para evangelizar el mundo, se han desarrollado incluso más planes e iniciativas que al final todas quieren ver que algún tipo de metodología alcance proporciones globales. Cada cristiano, dice el pastor Bill Hybels de la iglesia Willowcreek Community en Chicago, debería contestar a tres preguntas básicas: ¿Qué? Por qué? y ¿Cómo? 1. ¿Qué es lo que al final quieres conseguir (y cómo lo vas a medir)? 2. ¿Por qué quieres conseguir esta meta y no otra? 3. ¿Cómo (por ejemplo, de qué manera y con qué método) tratarás de alcanzar tu meta? El problema es, según el dice, que muchos métodos y co-cristianos comienzan el sentido contrario, con la metodología en primer lugar. Luego encuentran algunas razones para seguir haciendo lo que están haciendo, y demasiado a menudo no llegan a conseguir lo que querían conseguir al principio. Los métodos se han convertido en la meta, y ahora son un fin en sí mismos. Todos corremos el peligro de enamorarnos de los métodos y comenzar a creer que la evangelización del mundo se ha de hacer difundiendo este o aquel método por todo el mundo. Esto está lejos de la verdad. Toda la sopa es mejor que sólo la guarnición Uno de los fantásticos lemas del Movimiento para la Evangelización Mundial de Lausanne nos anima a que «la iglesia entera, tome el evangelio entero, y lo lleve al mundo entero». El mayor problema, como hemos visto en la historia de la iglesia, ha sido la propia iglesia. La pieza que le falta a la ecuación, la naturaleza saludable de. la iglesia, está de nuevo en su lugar porque Dios está haciendo a la iglesia «completa», permitiendo que regrese a su vida verdaderamente orgánica, relacional y holística. En muchos países cristianos se sabe que «Dios está haciendo algo»: una «nueva reforma apostólica», como lo llama C. Peter Wagner en su libro Churchquake (El terremoto de la iglesia). Para ilustrarlo mejor, es como si Dios estuviera trayendo una nueva forma completa de la iglesia original, con todos los elementos e ingredientes necesarios, de acuerdo a un patrón apostólico y profético. Si Dios estuviera elaborando una sopa, añadiría especia tras especia, ingrediente tras ingrediente, esperando pacientemente a que el plato esté en su punto y perfectamente cocinado antes de ir a alimentar al mundo. Puede que muchos de nosotros como humanos no tengamos su paciencia celestial, y estemos junto a la olla apropiándonos de una pizca de sal y de este o aquel ingrediente, lo cual puede ser una nueva

sensación de ministerio o de una ola espiritual, que nos haga crear ministerios y organizaciones alrededor de cada ingrediente y llenando al mundo con ellos. Pero una parte no es lo mismo que todo, un ingrediente no es la sopa, y los efectos de un ingrediente solo, aunque sea bueno y vital, so satisfará durante mucho tiempo. ¡Dejemos a Dios que termine de cocinar su sopa! Parece que Dios está reedificando la calidad de la iglesia en primer lugar, y si esa calidad alcanza sus proporciones correctas, encontrará y desarrollará sus propias estructuras en todos los lugares, y se esparcirá de forma global, impulsada por los medios de Dios, infectando todo lo que toca como si fuera un virus celestial, transformando la sociedad y todo grupo étnico con el ADN espiritual que Dios le ha dado, de acuerdo a la ley de la masa crítica. Discipulando a las naciones, no sólo llenando iglesias Habiéndome criado en Alemania, donde hay lugares con más de 20.000 habitantes que no tienen una sola iglesia evangélica, cuando llegué a Florida (EEUU) por vez primera creí que estaba entrando en el mismísimo cielo. Tras una investigación superficial que hice en la ciudad de Sarasota, descubrí para mi asombro que solamente allí había una iglesia evangélica por cada 650 habitantes, unas 30 veces más de nivel de saturación que en muchas áreas de Europa. Sin embargo, y espero que mis amigos norteamericanos me perdonarán por decirlo, muy a mi pesar, debo admitir que no encontré mucha diferencia en el estilo de vida diario entre ambos mundos. «Algunos dicen que hay muchas naciones evangelizadas, pero en una gran medida siguen sin ser discipuladas», dice James Engel. «Un estilo de liderazgo basado en el poder que se ejerce desde arriba hacia abajo, construye grandes iglesias pero trágicamente se queda corto a la hora de discipular a las personas. Como dijo un líder cristiano en África Central: "Los misioneros nos trajeron la salvación, pero nunca nos enseñaron cómo vivir"». El discipulado tiene que ver en primer lugar con introducir una nueva calidad de vida, y luego añadirle la cuestión de la cantidad. Hay cristianos en muchos países que me han dicho algo relativo a la siguiente afirmación: «Si la calidad de la iglesia actual no aumenta de forma drástica, puede que llenemos nuestro país entero con iglesias del estilo que predomina, pero no lo discipularemos en realidad». Jim Montgomery, de Ministerios Dawn (Amanecer), dice que hemos de trabajar hacia la meta de tener una iglesia por cada 500 o 1.000 habitantes en cada país. Sin embargo, este cálculo está basado en una iglesia tradicional típica con un promedio de membresía de entre 50 y 100 personas. Cada persona, dicen los sociólogos, puede influir con sus ideas y valores de forma efectiva sólo a un número limitado de personas. Cuando, en el futuro, haya muchas más iglesias en las casas en cada país, sucederán dos cosas: Primero, puede que el tamaño promedio de cada iglesia se reduzca y sociológicamente alcance menos personas comparado con la «pequeña iglesia» de 50 a 100 asistentes. Segundo, puede que simultáneamente se vuelva más poderosa en su testimonio, porque recupera su dimensión orgánica, se ubica en la vida real, y desarrolla un potencial de multiplicación tremendo. Aún creo, sin embargo, que es una buena estrategia para el cuerpo de Cristo en cualquier nación, región o ciudad, trabajar hacia una meta inicial de ver una iglesia establecida por cada 500 a 1.000 personas. Ya que este proceso estará enfocado a alcanzar un cierto tipo de nivel de saturación, en el que se logra un límite natural, este tipo de proceso se llama establecimiento de iglesias por saturación, es decir, plantar tantas iglesias como sean necesarias para llenar la tierra con la presencia de Dios. Cómo comerse un elefante La tarea misionera que nos dejó Jesús es una empresa de proporciones mastodónticas (tan

grande como un elefante). Sólo su tamaño a veces es para deprimirse y sentirse incapaz. Hay un proverbio africano para estos casos: «¿Cómo te comes un elefante? Simple: ¡Córtalo en trozos pequeños!». En nuestra situación, la increíble responsabilidad y tarea de saturar naciones con el evangelio se debe repartir equitativamente entre muchos hombros en todo el mundo. Sobre cada persona, iglesia, cada grupo que está trabajando en su localidad, haciendo lo que solamente ellos pueden hacer para alcanzar el objetivo común. Las piezas individuales de la tarea son idealmente del tamaño justo para que puedan ser llevadas a cabo en un ciclo de tiempo dado; las piezas nunca son tan grandes como para destruir o frenarnos, ni tan pequeñas como para que alguien empiece a creer que puede hacerlo todo solo. El proceso es como el de Nehemías al motivar al pueblo de Dios para reconstruir los muros de Jerusalén juntos. Después de compartir la visión con ellos, distribuyó el trabajo para alcanzar la meta común, dando a cada familia una «pieza» de trabajo apropiado para ellos. Como resultado, no sólo amontonaron un caótico montón de piedras, sino que construyeron realmente un muro. La cacería de conejos En las cacerías tradicionales de conejos los cazadores usan perros para cazar. Antes de que comience la cacería, los cazadores esperan en el lugar de comienzo con sus perros. Es interesante observar con atención a esos perros. Antes de que comience la actividad están nerviosos, no paran de ladrar, se muerden unos a otros, marcan sus territorios, y suelen armar un alboroto. Todo eso cambia en el momento en el que suena el cuerno y se suelta al conejo. En un instante esos perros se transforman. De repente tienen una poderosa meta en común: ¡Atrapar al conejo! Le persiguen hombro con hombro hasta que le dan caza. Si un perro está más interesado en morder a otros perros, marcar los árboles o sólo ladrar, lo hace por su propia voluntad. Abandona la persecución porque tiene otras prioridades. Hay una interpretación bastante más dura que viene de Sudáfrica. Hay muchos proyectos evangelísticos y misioneros en la actualidad, y muchos de nuestros grupos, movimientos, iglesias y fraternidades, que se pueden comparar a los perros de la ilustración: están muy a menudo igual que antes de empezar la cacería. Lo que realmente necesitan es un «conejo», común a todos, un objetivo concreto por el que trabajar juntos; una meta que es bastante mayor como para desafiar hasta la médula a cada participante, y motivarle a unirse a un proceso estratégico común con un enfoque claro. O como Pablo expresó: «Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?» (1Co. 14:8). Las hormigas competentes Imagina dos hormigas frente a un elefante. Están discutiendo quién de ellas se comerá el elefante. La iglesia promedio en la actualidad tiene unas 100 personas. Dados ciertos factores sociológicos, una iglesia local tiene por regla general un potencial evangelístico de un factor 10, es decir, puede impactar como máximo de forma efectiva las vidas de unas diez veces las personas que tenga. Una iglesia de 100, puede por tanto «alcanzar» con el evangelio alrededor de unas 1.000 personas en su estrato cultural, étnico y social. Eso significa que en una ciudad de 15.000 habitantes, necesitaríamos realmente unas 15 iglesias, una por cada 1.000 habitantes. Eso no significa que cada iglesia tendrá que crecer hasta unos 1.000 miembros; significa que cada iglesia tiene la tarea (su propia pieza del elefante), de alcanzar las vidas de 1.000 personas. Muchas iglesias probablemente hablarán en términos de competencia si se abre una

segunda iglesia activa en una ciudad pequeña de 15.000 habitantes. No sólo son necesarias ambas iglesias, sino posiblemente otras 13 más. En otras palabras, no hay por qué luchar sobre qué hormiga se comerá el elefante. La única solución es llamar a más hormigas. Si la magnitud de la meta es entendida de forma realista por cada iglesia en un área, se reducirá la competencia, y los competidores acabarán siendo compañeros y, luego, se espera que amigos. PÍOS ¿Por dónde empezar como cómo llega a a tal proceso nacional? Jim Montgomery ha escrito dos libros sobre este mismo tema, así que puedo ser breve a este respecto. Para nuestro propósito, quiero remarcar cua¬tro claves estratégicas: personas, información, oración y estrategia. Personas en primer lugar «El método de Dios es un hombre». Al igual que John Knox en Escocia, quién oró: «Dios, dame Escocia o me muero», hay hombres y mujeres de Dios, más de unos que de otros, que conocen y llevan una agonía y un fuego especial, un verdadero dolor por sus naciones, ciudades, regiones o grupos étnicos. A menudo son personas apostólicas y proféticas, que llevan una carga en sus hombros que otros raramente entienden. Suelen ser llorones y quebrantados; son en esencia padres y madres apostólicos modernos, embarazados con los sueños de Dios, dispuestos a dar a luz una visión nacional. A menudo los hallarás dispuestos a cargar con la última responsabilidad, recorrer cualquier distancia, vender sus casas, coches y derechos espirituales, hacer cualquier cosa, caminar sobre las aguas y atravesar el fuego, si es necesario, para ver a sus naciones salvadas. Los movimientos que Dios ha iniciado en la historia nunca comenzaron con comités. Siempre lo hicieron con individuos-visionarios. Ésta es la razón por la que tales personas tienen que venir en primer lugar. Son los ungidos para el liderazgo y el servicio, y alrededor de ellos puede emerger un movimiento nacional. Información «La verdad os hará libres». Al diablo le gusta que los cristianos se empañen en una nube de confusión, en la que no sabemos si vamos adelante o hacia atrás, en la que no entendemos el status quo o la dirección que debemos tomar desde aquí. Ésta es la razón por la que necesitamos información. La forma de obtenerla es doble: Oramos, y hacemos preguntas. La oración revelará de forma sobrenatural cosas que Dios quiere que sepamos. Hacer preguntas sistemáticamente es lo que llamamos investigación. Al igual que hicieron Josué y Caleb cuando espiaron la tierra prometida, necesitamos investigación dirigida por el Espíritu sobre la «cosechadora» (la iglesia), y el «campo a cosechar» (el mundo). Tenemos que orar respecto a la diferencia entre tener una iglesia a la distancia de una caminata para cada persona, y la situación actual. Hemos de observar las señales de los tiempos: tenemos que leer e interpretar los periódicos, las estadísticas, los estudios de tendencias y cualquier otra cosa que nos ayude a entender la naturaleza y magnitud de la tarea por completar en una nación. Ya que no podemos amar lo que no conocemos bien, el conocer mejor nuestro país nos permite amarlo mejor. El amor es uno de los movilizadores más fuertes sobre la tierra. Si, por ejemplo, algunas personas pueden leer que su propio país, distrito o ciudad necesita en realidad

10.000 iglesias más; y si la iglesia actual continúa haciendo las cosas como las hace ahora, no cambiará el estado actual de la nación de una manera significativa en los próximos 200 años; y si siguen leyendo los periódicos sin perturbarse e inquietarse en lo más profundo de sus seres, entonces puede que esas personas se cuenten a sí mismas fuera del liderazgo espiritual para un proceso de cambio en sus propios países. Puede que cambien de parecer más tarde, pero los que tienen la pasión, a los que Dios ha inspirado un llamamiento y sentido de responsabilidad verdaderos, reaccionarán de forma diferente a los hechos y las estadísticas, porque saben que esos números representan un desafío profundo: Personas reales con problemas reales, caras, direcciones, sufrimientos y problemas, y con almas eternas en juego. ¿Continuará la iglesia su camino tan contenta? Este tipo de motivación movilizará a las personas correctas para movilizar a otras. Oración Cuando una persona se arrodilla, Dios entra en juego. Las oraciones alegran a Dios por una nación, y alimentan la visión y la pasión. La oración mueve montañas; levanta muertos, sana enfermos, restaura heridas, bendice a los que maldicen, pide perdón por el pecado, y por lo tanto sana la tierra, y toca el corazón del Padre. A veces nos separa nuestra propia fuerza, pero la oración nos humilla de nuevo, y como consecuencia nos une. La oración no es sólo un medio para realizar mejor la obra espiritual, es obra espiritual en sí misma. Ya que la oración es esencialmente comunicación con Dios, y la buena comunicación tiene dos direcciones, la oración también involucra que Dios nos conteste en una manera y otra. Cuando oramos por el discipulado de las naciones a través de la multiplicación masiva de la presencia de Cristo en las iglesias en las casas, Dios nos empezará a hablar a solas y juntos. Ya sea que oremos en pequeños grupos, en tríos, en iglesias en las casas, en iglesias tradicionales o en «casas de oración para todas las naciones» (lugares que permanecen 24 horas orando); ya sea que oremos en nuestras cabañas o casas, coches o autobuses, celebraciones o redes, Dios comenzará a hablarnos. Generalmente alertará a los profetas que están entre nosotros en primer lugar (Am. 3:7, 8), luego unirá a la iglesia a través de visión espiritual, combinando los cinco ministerio en una sinergia estratégica, instándonos a ver revelaciones en su palabra que hemos pasado por alto demasiado tiempo, despertando a cada vez más personas en la noche para interceder, dando sueños y visiones, y finalmente vertiendo su Espíritu Santo sobre toda carne para agitarnos y mantenernos despiertos a los propósitos redentores de Dios para nuestro tiempo. Este tipo de oración va más allá del tipo de oración «Dios, mi nombre es Dani, dame, dame, dame», a la que mi amigo el Dr. Víctor Choudhrie llama «oración de la cabra», porque desde lejos sólo puedes oír la verdadera palabra clave «meee, meee», todo gira en torno a mí y lo que yo quiero. Las verdaderas oraciones alegan con Dios en cuanto al destino de las naciones. La gente que comienza a orar este tipo de oraciones, serán arrastradas irresistiblemente a hacerse parte de la solución a sus propias oraciones. Jesús dijo a sus discípulos que «pidieran al Señor de la mies que enviara obreros a su mies», y a continuación ellos mismos se encontraban entre los que habían sido enviados. Estrategia La estrategia es cómo usamos nuestros recursos limitados para una meta específica en la forma más eficiente y rentable posible. La estrategia se enfoca en la energía. Como buenos administradores de los talentos de Dios, hemos de trabajar con rentabilidad; excepto al dar regalos, la mano derecha no tiene que saber qué está haciendo la izquierda. Para que emerja y

crezca un impulso nacional, tenemos que buscar y encontrar a los que han sido llamados y dotados por Dios para ese propósito. Les reconoceremos trabajando en su tarea espiritual especial. Luego habremos de encontrar y liberar a los líderes de oración de Dios para que inicien y desarrollen un impulso de oración, y comience un proceso de investigación y análisis cuidadoso para conocer lo hechos correctamente. Cuando oremos acerca de esto, puede que Dios quiera hablarnos en cuanto a un camino específico a seguir. Cuando este mensaje profético, este grito de guerra espiritual que resuena inmediatamente en los corazones de otros cristianos, sea recogido en las iglesias en las casas a través de conferencias, celebraciones, o de casa en casa, de boca en boca, el pueblo de Dios será movilizado hacia una meta y un objetivo común. Entonces necesitarán un marco estratégico para sus actividades, los ministerios apostólicos y profetices serán capaces de funcionar libremente, y las iglesias en cada localidad, ciudad, región o país serán capaces de moverse a una vez. «Encuentra un propósito, los medios vendrán a continuación», dice un cartel publicitario al otro lado de mi calle en Madras. Cuando el cuerpo de Cristo en una nación encuentre su propósito redentor, los medios (generales espirituales, capacitadores, ancianos de iglesias en las casas, dinero, planes, métodos, etc.), vendrán a continuación. La alfombra Dios no nos pide que entendamos completamente esto. De hecho, puede ser peligroso y corruptible el saber y entender demasiado. Los que serán capaces de confiar en Dios para dar el siguiente paso son los que confían en que él tendrá el control y la supervisión final en esa colaboración sobrenatural entre Dios y los hombres llamada establecimiento de iglesias en las casas. Luego, podemos realizar nuestra «pieza» de trabajo con alegría y dejar que él la vincule con el resto del cuadro; podemos llevar nuestra cruz y dejarle a él la fama y la gloria. Quizá Dios está tejiendo una alfombra, en la que un hilo se está uniendo a otros hilos, hasta que forme el producto final. Creo que habrá algunos gritos de sorpresa cuando nos demos cuenta de que cuando fuimos vinculados con personas y movimientos alrededor del mundo, e hicimos cosas que muchas veces no tenían ningún sentido desde un punto de vista humano, de hecho, Dios estaba creando una alfombra y dejándonos ver sólo el «otro» lado, la parte de abajo. Luego, en un momento particular de la historia, le dará la vuelta a la alfombra para que todos la veamos, y nos quedaremos de piedra al ver un diseño tan genial. Y puede que nos impresionemos más cuando nos demos cuenta de que todo esto es parte de aquella alfombra roja, que da la bienvenida de nuevo a Jesucristo el Mesías a la tierra que él creó, para tomar posesión de lo que es suyo por derecho. Qué mayor alegría para cualquiera de nosotros que dejar que él haga pasar a nuestro grupo, nuestro pueblo, nuestra ciudad, y nuestro país, se pare por un momento, nos sonría y diga: «¡Bien hecho, eres un siervo fiel!».

***

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.