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RECURSOS Y MEDIO AMBIENTE CURSO 3º DE LA DIPLOMATURA EN CIENCIAS EMPRESARIALES
TEMA 2. Desarrollo humano y Medio ambiente Francisco Javier Barba Regidor
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Medio ambiente, recursos ambientales y desarrollo. Condicionantes ambientales del desarrollo económico y social; desarrollo y crecimiento. Crisis ambiental: los problemas ambientales. Soluciones a la crisis ambiental: conservacionismo, desarrollismo y desarrollo sostenible. El medio ambiente en el pensamiento económico.
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2.1. Medio ambiente, recursos ambientales y desarrollo 2.1.1. Desarrollo económico y social y medio natural. 2.1.1.1. Desarrollo y crecimiento Relaciones conceptuales Es frecuente el uso indiscriminado de ambos conceptos. Desarrollo y crecimiento son dos conceptos de fuerte carga económica y social cuyas relaciones son tan estrechas que resulta difícil establecer una diferencia entre ambos. No obstante es posible identificar el desarrollo como un fenómeno de múltiples enfoques, en tanto que el crecimiento se mostraría como un proceso medido en términos diferentes, aunque correlativos a los de aquél. El desarrollo como nivel de subsistencia: Los índices de Desarrollo Humano. El desarrollo de una sociedad humana se identifica con un aumento del nivel de subsistencia. Bajo esta idea, el desarrollo no tendría por qué medirse en términos exclusivamente económicos. Es decir, el desarrollo de una unidad política y geográfica no tiene por qué expresarse -como se viene haciendo- por su incremento de renta per cápita, por la acumulación de capital o por medio de su producto nacional bruto. También interviene, y por tanto también debería expresarse por medio de ello, el progreso técnico, el incremento de la esperanza de vida o el nivel de escolarización y de alfabetización de los ciudadanos. Estos son precisamente algunos de los parámetros utilizados por Naciones Unidas en sus diferentes informes sobre el estado del nivel de Desarrollo de las sociedades humanas (países) desde 1995. En este primer año, precisamente examinan las disparidades entre hombres y mujeres en todo el planeta y trata de medir el empobrecimiento de las mujeres en términos económicos y políticos. En el informe de 1996 se arguye que el crecimiento económico (no desarrollo), si no está adecuadamente gestionado, podrá determinar que haya serias dificultades para alcanzar un adecuado desarrollo humano. Los problemas de la pobreza y de los esfuerzos internacionales para su erradicación son abordados en el informe de 1997, para pasar en el informe de 1999 a abordar las estrategias para combatir el modelo de consumo que permitan desterrar la pobreza humana. En el de 1999 se aborda el problema que la globalización creciente puede suponer para la salud, el medio ambiente y otros, en tanto que en el de 2000 se insiste de nuevo en los derechos y desarrollo humanos, en la democracia y en la lucha contra la pobreza como temas a abordar. En el último informe, de 2010, se analizan aspectos cruciales del desarrollo humano, desde las libertades políticas y el autoritarismo hasta la sostenibilidad y la seguridad humana y esboza un programa más amplio de investigaciones y políticas para responder a estos desafíos. Reconoce incluso que “en las dos últimas décadas, el desarrollo humano ha avanzado considerablemente en muchos aspectos. La mayoría de las personas disfruta hoy de una vida más prolongada y más saludable y puede acceder a más años de educación, así como a una amplia gama de bienes y servicios. Incluso en países con una situación económica adversa, en general la salud y la educación han mejorado bastante. Los avances se observan no sólo en salud, educación e ingresos, sino también en la capacidad de la gente para elegir a sus líderes, influir en las decisiones públicas y compartir conocimientos. Sin embargo, no todas las aristas de esta historia son positivas. Estos años también han sido testigos del aumento de la desigualdad, tanto entre países como al interior de ellos, y se ha comprobado que los actuales modelos de producción y consumo no son sostenibles en el tiempo. En algunas regiones, como el sur de África y los países que formaban la ex Unión Soviética, ha habido períodos de retroceso, especialmente en salud. Las nuevas vulnerabilidades requieren la implementación de políticas públicas innovadoras para luchar contra los riesgos y las desigualdades y conseguir que las fuerzas dinámicas del mercado beneficien a todos”. En la constatación de las diferencias entre países ricos y países pobres, Naciones Unidas utiliza los denominados Índices de Desarrollo Humano (IDH). Los elementos a “medir” son, efectivamente, algunos de los parámetros señalados al comienzo de este epígrafe: la esperanza de vida, el nivel de escolarización
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y de alfabetización, la satisfacción de las necesidades perentorias, el Producto Interior Bruto per cápita real, entre otros. Para cada uno de ellos, su determinación se hace en relación con factores máximos y mínimos fijados por medio de la siguiente expresión: Índice =
(Valor actual xi – Valor mínimo xm)/(Valor máximo xM – Valor mínimo xm)
Para el cálculo de estos índices, tomemos el ejemplo de la Esperanza de Vida y del Nivel de Escolarización de dos países extremos, Grecia y Gabón. Para el primer parámetro, Grecia cuenta con un valor de 77’7 años, en tanto que Gabón tiene 53’7; los valores máximo y mínimo mundiales son, respectivamente 85 y 25 años, luego el índice correspondiente es: • Grecia: (77’7-25)/(85-25) = 0’878 ó 87’8 % • Gabón: (53’7-25)/(85-25) = 0’478 ó 47’8 % En lo concerniente al nivel de escolarización, en Grecia este valor se sitúa en el 93’8 de la población, mientras en Gabón lo hace en el 60’3; si los máximos y mínimos, respectivamente, están en el 100 y el cero, el índice correspondiente será: • Grecia: (93’8-0)/(100-0) = 0’938 ó 93’8 % • Gabón: (60’3-0)/(100-0) = 0’603 ó 60’3 % A partir de estos índices se elabora a continuación un listado con los valores que se alcanzan en cada país y se obtiene una relación ordenada de todos ellos. En los últimos informes (1998, por ejemplo) los países de alto, medio y bajo desarrollo humano fueron, de acuerdo con los parámetros que se citan, los siguientes: País
Canadá Noruega EE.UU.
Cuba Fed. Rusa China Etiopía Níger Sierra Leona
Número de Esperanza de Tasa de PIB per cápita orden Vida Alfabetización ($) Países con Alto Desarrollo Humano: Países Desarrollados 1 79’1 99’0 23.582 2 78’3 99’0 26.342 3 76’8 99’0 29.605 Países con Desarrollo Humano Medio: Países en vías de Desarrollo 56 75’8 96’4 3.967 62 66’7 99’5 6.460 99 70’1 82’8 3.105 Países con Desarrollo Humano Bajo: Países Subdesarrollados 171 43’4 36’3 574 173 48’9 14’7 739 174 37’9 31’0 458
IDH
0’935 0’934 0’929
0’783 0’772 0’706 0’309 0’293 0’252
La expresión monetaria del desarrollo: la tasa de crecimiento. Una de las expresiones usualmente utilizadas del desarrollo humano son las referentes a indicadores económicos: la renta per cápita, por ejemplo. Algunas de las críticas al empleo de la renta per cápita como índice del desarrollo apuntan a la ausencia de estadísticas adecuadas en los países subdesarrollados, a que las estimaciones de la renta en estos países son más bien ficticias (una buena parte de la renta no pasa al mercado, por lo que nos priva de un dato a veces importante), o a que si la renta por habitante es utilizada para efectuar comparaciones internacionales, aparece el inconveniente de la reducción de los datos a una unidad monetaria común que, además, en todo caso, fluctúa permanentemente. Hay que reconocer, sin embargo, que estos parámetros monetarios, en cambio, resultan esclarecedores a la hora de constatar la existencia de grandes desequilibrios en la economía mundial, con una frontera poco clara entre lo que engloba el conjunto de los países desarrollados y lo que engloba el de los países subdesarrollados. De ahí que Naciones Unidas, en 1947, deciden tomar la cifra de 230 $/habitante como ese límite, cifra que constituye la media mundial del Producto Bruto per cápita en ese año. Hacia 1998, esa media se situaría en los 555 $/habitante y por debajo de esta última cifra se encontraban ya 3.000 millones de personas, es decir, el 68% de la población humana del planeta, lo cual parecería dar a entender que, así entendido el desarrollo, habría de plantearse como un proceso de crecimiento económico, que se supera cuando
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aumentan los ingresos por habitante, lo que nos sitúa exclusivamente en una perspectiva económica y social que representaría una tasa de crecimiento. La expresión dialéctica del desarrollo: los procesos de cambio estructural. Además de este enfoque económico, ciertamente engañoso en lo que las cifras estadísticas suponen de “reparto virtual” y de “reparto real” de la riqueza generada, hay otro de tipo dialéctico, en el que el desarrollo se nos muestra como una sucesión de etapas históricas, que unos países han superado ya, que otros están en vías de alcanzar, y que otros, en fin, ven con serias dificultades de poder superar si no cuentan con las ayudas de los países con capacidad de poder hacerlo. El desarrollo, como proceso, implica, aun, un cambio estructural. El problema fundamental del desarrollo de una estructura subdesarrollada aparece como una necesidad de superar su estado de dependencia, de transformar esa estructura para obtener mayor capacidad autónoma de crecimiento y una reorientación de su sistema económico que permita satisfacer los objetivos de su propia sociedad. En consecuencia, el desarrollo se contemplaría como la mayor y creciente eficacia en la manipulación creadora de su medio ambiente natural, tecnológico, cultural y social (Arroyo y de la Vega, 1997).
2.1.1.2. Los factores del crecimiento Según Arroyo y de la Vega (op. cit., p. 269 y sigs.), el crecimiento de las sociedades humanas puede expresarse de tres maneras diferentes: de la población, de la acumulación de capital y del progreso técnico. Sin embargo, la acción de cada uno de estos parámetros no se orienta en un sentido único. Así, el crecimiento de la población actúa en dos sentidos opuestos sobre el desarrollo: como propulsora de la actividad económica y productiva, y como reductora de la renta por habitante. Sin embargo, cabe reconocer que el aumento de la población no constituye, por sí misma, un obstáculo para el desarrollo siempre y cuando la acumulación del capital siga un ritmo más acelerado que el del aumento de la población. Algunos de los parámetros que pueden incidir en el aumento o no de la población incluyen entre otros el nivel cultural, la distribución social del trabajo y la calidad de vida disponible, que actúan en el sentido contrario del crecimiento vegetativo, como bien se puede comprobar de las tasas correspondientes del mundo occidental respecto al denominado Tercer Mundo. Ahora bien, respecto a la acumulación de capital cabe decir que el primer problema con el que se van a encontrar las sociedades que pretenden llevar a cabo un crecimiento a partir de este factor va a ser en primer lugar la posibilidad de ahorrar, de hacerlo, además, en divisas extranjeras y de utilizar adecuadamente el ahorro disponible. Precisamente, la acumulación de capital o capitalización, entendida como la transformación de cierta cantidad de fondos de inversión -ahorro- en bienes instrumentales, se plantea de manera diferente en los países desarrollados que en los países en vías de desarrollo, y, más aún, que en los países subdesarrollados. Así, en tanto que en los primeros la capitalización se efectúa en el mercado interior, en los últimos sólo es posible si se realizan fuertes importaciones del extranjero al no producirse en el interior los bienes instrumentales necesarios. Además, estos últimos se exportan básicamente productos alimenticios y materias primas -que generan menos plusvalías que los productos manufacturados- con una escasa diversificación de los mismos, lo que arrastra una importantísima carga de dependencia del mundo desarrollado, que controla incluso el mercado de dichos productos, por lo que los precios no van a depender del país de origen, sino del conjunto de países de destino por la ley del mercado imperante en éstos. Problema añadido es la capacidad importadora de estos países pobres, que en muchos casos se orienta hacia productos, inversiones, etc. improductivas, cuando no a recursos económicos acaparados por el poder feudal constituido. En definitiva, esta capacidad importadora se verá limitada por la adquisición del exterior de productos y bienes de consumo de lujo, por gastos turísticos en el extranjero, por fugas de capitales. Por último, el progreso técnico es otro de los factores del crecimiento. En efecto, y, a su vez, depende de una fuerte tradición cultural, científica y técnica, que permita poner en juego parte del PNB y de los ahorros cosechados en programas de investigación científico-técnica. Indudablemente, como un sistema que se retroalimenta, si no hay inversiones en este sentido, no habrá desarrollo técnico y, en este caso,
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habrá que importarlo y pagarlo, con lo que la capacidad de ahorro se verá fuertemente limitada. También, si no hay ahorro, no puede haber capitalización con la que contar para invertir en investigaciones. Y así sucesivamente. Sin embargo, existen otros factores del crecimiento. Son los denominados factores ambientales, un vasto número de elementos que van desde el clima a la propia tradición cultural e historia de los pueblos, pasando por los suelos, la agricultura, el agua, etc. cuya influencia no se comentará aquí.
2.1.1.3. Consecuencias ambientales de las diferencias en los niveles de desarrollo Uno de los aspectos más controvertidos en el análisis del estado general del medio ambiente mundial es el que asigna a los países más desarrollados económica y tecnológicamente un nivel de responsabilidad en la degradación del medio ambiente superior al de los países menos desarrollados. De otro lado, parece legítima la pretensión de toda sociedad de alcanzar niveles de desarrollo y de crecimiento social y económico equiparables a la de los más avanzados en este sentido. Es decir, desde el objetivo de llegar a tener el mismo sistema económico, social y político que el existente en los llamados países desarrollados proceso de avance hacia el capitalismo-, la mayoría de los pueblos consiguen antes más bien hacerse copartícipes de los mismos niveles de responsabilidad por los daños ambientales que los países desarrollados vienen acumulando desde 1720 aproximadamente. Y además con tecnologías más lesivas y sin tecnología para poder restaurar lo degradado. De acuerdo con Pearce y Turner (1995) todas las presiones y tensiones ambientales son ahora fenómenos omnipresentes que aparecen en todos los sistemas económicos, independientemente de la ideología política. Sin embargo, no nos puede parecer extraño que los países más pobres de la Tierra son precisamente aquellos donde se encuentran algunos de los yacimientos de algunos de los recursos más apetecidos por la industria de los países más desarrollados, y, por tanto, más ricos. Además, en muchas ocasiones, estas materias primas son las únicas con que estos países subdesarrollados cuentan para poder avanzar hacia un cierto nivel de crecimiento. También hemos visto que ese recurso, más que un don de la naturaleza para ellos lo es para los países ricos, que explotan ese recurso devolviendo a cambio poca riqueza y mucha degradación ambiental en conjunto. Y además ocurre que, para poder capitalizar más deprisa, la explotación de estos recursos se hace de una manera más incontrolada, más salvaje, menos respetuosa para con el medio que lo alberga. En consecuencia, el daño ambiental generado puede llegar a ser tan grave que viene a ser irreversible, con el desencadenamiento de situaciones de riesgo para la población y los demás bienes (inundaciones, movimientos de laderas, desaparición de especies, plagas, etc.). A todo ello cabe añadir la incapacidad tecnológica, social y/o económica de los países pobres para gestionar adecuadamente sus propios recursos naturales, por lo que ésta la transfieren a empresas extranjeras (generalmente, multinacionales de intereses ajenos a los del propio país donde llevan a cabo su actividad extractiva). Esto determina que la generación de plusvalías se orienta, básicamente, tras satisfacer los correspondientes derechos de explotación, que frecuentemente no recaen directamente sobre la población, sino que se pierden en una prolija administración cercana a la propia de dictaduras con afán por el autoenriquecimiento. Además, de producirse una capacidad de ahorro en estos países, se invierte en adquisición de bienes de equipo fuera de sus fronteras, cuyo precio en conjunto supera con creces lo recibido en concepto de derechos de explotación de sus propios recursos. Se produce de ese modo un endeudamiento que exige la adquisición de nuevo capital en medios financieros internacionales a intereses que, llegado el caso, incrementan la deuda en términos inalcanzables para esos países. Estaríamos abocados a lo que se conoce como círculo vicioso de la pobreza que conduce no sólo a la inviabilidad de resolver las deudas contraídas por los países pobres, sino al crecimiento indefinido de la misma ante el papel que los intereses más la llegada de nuevos créditos internacionales que se conceden. Los países en vías de desarrollo y, más especialmente, los subdesarrollados, se van a ver envueltos en una cadena sin fin que no les va a permitir salir de ese pozo sin fondo que es la pobreza a no ser que no sólo se les condone esa deuda, sino que se lleven a cabo programas de cooperación para su desarrollo. Pero, efectivamente, ¿a costa de qué se puede y debe condonar esa deuda? ¿Gratuitamente? Las propuestas de octubre de 1998 por parte de unas 120 ONG al Gobierno y al Parlamento españoles se orientan a la conversión de la deuda en proyectos de cooperación (inversiones en salud, educación y medio ambiente). El ejemplo de Intermón, que pretende adquirir al 10 % de su coste la deuda de Mozambique con España, iría encaminado en esa línea (desarrollo educativo). Hoy Mozambique dedica el 33% de su presupuesto a la deuda. Seguramente España estaría encantada con hacer más operaciones así,
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porque la deuda real se sospecha que nunca va a ser cobrada. Pero el problema es que las ONG carecen de capacidad financiera para comprar no ya sólo la deuda de un país como España, sino la deuda que tienen todos los países en desarrollo. Y aquí surge el otro problema. Una gran parte de esa deuda no es hacia estados soberanos sino a empresas privadas que realizan proyectos de inversión en esos países. ¿Como pueden empresas privadas, dedicadas básicamente al negocio, perdonar las deudas contraídas por países pobres? En este sentido, se podrían apuntar algunas vías de solución, como las ventajas fiscales por inversiones realizadas en países del Tercer Mundo. Pero esta es una vía no explorada o, en todo caso, de exploración difícil, pues choca con intereses especulativos de muchos ceros, a la vez que arrastra tras de sí problemas financieros capaces de incidir en el trabajo y en las economías domésticas de los trabajadores de esas empresas. En este sentido cabe señalar que, de acuerdo con Lean y Hinrichsen (1992), como consecuencia del impago de esa deuda, se han llegado a perder 6.000.000 puestos de trabajo en Europa, América del Norte y Australasia.
2.2. La crisis ambiental: los problemas ambientales 2.2.1. El concepto. Las continuas referencias a los problemas derivados de las diferencias de desarrollo entre los pueblos de la Tierra y a sus consecuencias ambientales nos introduce en el concepto “crisis ambiental”, entendido como un cambio drástico, o ruptura, en la estructura y en la dinámica del medio ambiente como consecuencia de la actuación del hombre en él (J.L. Sanpedro, 1982). Esta situación se manifiesta generalmente por medio de tensiones ambientales provocadas en buena medida, de acuerdo con lo expresado más arriba, por el desigual crecimiento y desarrollo humano. Algunas de las referencias a estas tensiones ambientales son conocidas como problemas ambientales –ver más adelante- y sobre la responsabilidad de su generación clásicamente se ha apuntado hacia los países más ricos. La crisis ambiental actual, por lo tanto, como señala el propio Sampedro (op. cit.), se inicia con una anterioridad suficiente como para reconocer, efectivamente, que es el proceso industrializador de Occidente el responsable de la degradación ambiental para extenderse por los distintos países del planeta, independientemente de su régimen político. Incluso, cabe recordar aquí las palabras de Pearce y Turner (1995, pág. 29) sobre este tema: Las presiones y las tensiones ambientales son ahora fenómenos omnipresentes que aparecen en todos los sistemas económicos, independientemente de la ideología política, de los más pobres a los más ricos. A pesar de la impresión que ofrece parte de la literatura ecológica, la degradación ambiental no es atributo exclusivo del capitalismo industrial occidental. Las economías del bloque del Este se enfrentan a amenazas agudas de contaminación del aire y el agua, siendo importantes ejemplos la contaminación del agua de los ríos en muchas zonas industriales de Polonia y el descenso de los niveles de calidad del aire urbano en la Checoslovaquia industrial. El medio ambiente soviético ha sufrido gran variedad de abusos contaminantes en un largo período de fuerte industrialización y la contaminación está llegando a amenazar incluso a sus más preciados activos biosféricos, como es el caso del lago Baikal. Entre las economías en desarrollo, la contaminación atmosférica en ciudades como Caracas, Ciudad de México y Sao Paulo es extremadamente severa y supone importantes riesgos para la salud. Para el Grupo de los Treinta y Seis (los países más pobres de la tierra) su misma pobreza es una importante causa y, a la vez, efecto de problemas ambientales. La pobreza, que impide a los pobres tener los medios para actuar en su propio interés a largo plazo, genera presiones ecológicas (como la sobreexplotación de los pastos, la erosión y eventual desertización) que llevan a la degradación de los recursos y a mayores presiones sobre la población.
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Figura 2.1. Curva de Kuznetz Ambiental La curva que relaciona desarrollo y grado de deterioro del medio suele referirse a una “U” invertida para cada caso –figura 2.1, al margen-, con un cierto retardo temporal de la segunda respecto de la primera; es la curva de Kuznets ambiental: cuando comienzan a crecer, el nivel de degradación aumenta a medida que se va incrementando el nivel de crecimiento económico, con nuevas exigencias de bienestar general. Alcanzado un determinado nivel de crecimiento, la disponibilidad de recursos les permitirá invertir parte de sus “ahorros” en programas de conservación y de atención a sus problemas ambientales, por lo que el nivel de degradación disminuirá progresivamente hasta alcanzar un estado, ya que no similar al existente antes del inicio de su crecimiento, sí al menos capaz de permitir a sus ciudadanos disfrutar un medio ambiente más sano. Esta situación, por la que han pasado los países desarrollados, es o parece ser el camino a recorrer hoy por los países en vías de desarrollo y subdesarrollados. Una de las justificaciones que se le han dado a esta curva viene dada por el hecho de que los países pueden atribuir mayor importancia a la calidad ambiental a medida que aumenta su riqueza; esto es, si el país es rico, la utilidad marginal (adicional) de consumir un poco más es relativamente pequeña y los bienes ambientales serán relativamente mejor valorados a medida de que la economía crezca (Riera1 et al., 2005) Pero, ¿hasta qué punto se debe crecer y desarrollarse un pueblo como para empezar a asumir los principios proteccionistas y de “limpieza” de su medio ambiente? ¿Existe o no, incluso, un punto a partir del cual resulta impracticable abordar estas prácticas respetuosas para con el medio antes deteriorado? Es más, ¿puede existir la situación en que el punto de retorno ambiental no se llegue a poder alcanzar? Esto es, ¿no habrá un momento por encima del cual, independientemente del grado de desarrollo alcanzado, ya sea imposible del todo recuperar lo perdido ambientalmente? ¿Es posible, pues, crecer indefinidamente sin correr ningún riesgo de poder caer víctimas de nuestro propio progreso? Baste aquí recordar que en el caso hipotético de que Japón frenase su crecimiento económico ello daría lugar a un ahorro en recursos energéticos (p.ej. el petróleo), por lo que gastaría menos y sus vendedores ganarían menos, por lo que su capitalización se vería refrenada, impidiendo así su enriquecimiento y, en consecuencia, su crecimiento. Las incidencias ambientales serían menores, pero el nivel de vida de unos y otros no sólo no crecería sino que incluso pudiera verse seriamente dañado, y, precisamente más en el país pobre que en el rico, que, como tal, acaso pudiera tener recursos de otro tipo para resolver su problema. Conviene aquí recordar las palabras de Sampedro (op. cit.) referidas a esto mismo: …lo que sí es verdaderamente utópico es la ingenua fe en la posibilidad de un desarrollo económico indefinido; es decir, la producción creciente de bienes materiales sin limitación. Eso no es posible en un espacio limitado, y el planeta lo es: aunque lo olvidara una ciencia económica que, sin embargo, declaraba ocuparse de los bienes escasos.
Sea como fuere, este mismo autor sugiere que el pensar que el futuro nos resolverá el problema, pues el futuro nos asegurará nuevos descubrimientos que posibilitarán nuevas tecnologías (optimismo tecnológico) no sólo más limpias sino que también nos ayudarán a limpiar lo que pudiera estar sucio como consecuencia de las actividades de otro tiempo puede convertirse en una falacia al no poder responder a la siguiente pregunta: si la respuesta de la tecnología a los problemas planteados siempre se produce con un cierto retardo, ¿tendremos tiempo suficiente para que pueda llegar a resolvernos el conflicto suscitado por la crisis ambiental o ésta habrá acabado antes con todos nosotros?
1 Riera, P.; García, D.; Kriström, B. y Brännlund, R. (2005): Manual de economía ambiental y de los Recursos Naturales. Thomson Edic.-Paraninfo, 355 p.
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2.2.2. Los síntomas de la crisis: degradación y desequilibrios del medio ambiente natural y social. Muy a pesar de los enormes esfuerzos que últimamente se están llevando a cabo en este sentido, siguen siendo numerosos los síntomas de la degradación y de los desequilibrios del medio ambiente natural y social. Los diversos informes publicados en los últimos años por instituciones públicas, en general ligadas a Naciones Unidas (Informes sobre Desarrollo Humano, Informes del IPCC, etc.), así como entidades privadas (organizaciones ecologistas, etc.), entre otros siguen mostrando un panorama preocupante. Así, siguen sufriendo presiones superiores a las que pueden soportar numerosos hábitats naturales y ecosistemas frágiles (acuáticos, de montaña), así como los recursos renovables (agua, tierra, bosques, peces), que están siendo explotados a mayor ritmo que el de su renovación, lo que introduce síntomas de evidente insostenibilidad. Del mismo modo, el creciente consumo de recursos materiales y energéticos está agravando el problema de la contaminación de las grandes urbes, donde convergen problemas de hacinamiento de población en condiciones de miseria y de fuertes desequilibrios sociales que pueden acabar en situaciones de enfrentamiento civil a nada que la situación introduzca en el sistema una chispa desencadenante. Sin embargo, lejos de centrarse el problema de la contaminación en estos entornos urbanos, es igualmente preocupante la degradación de la atmósfera, aguas y suelos en áreas rurales como consecuencia de la sobreexplotación de los sistemas naturales correspondientes. La agricultura extensiva sería un ejemplo de actividad claramente lesiva por medio del sobreconsumo de agua y el empleo de fertilizantes y biocidas que permitan asegurar el incremento de la producción. Todos estos aspectos son recogidos por Jiménez Herrero (2000) en sendos cuadros de los síntomas degradación y desequilibrios del medio ambiente natural y social, indicando que son significativos en el contexto del cambio global.
2.2.3. Las contradicciones. Un importante elemento de valoración por parte de la población de toda esta polémica, "trabajo/desarrollo o medio ambiente" se puede encontrar en encuestas planteadas a la ciudadanía. Las conclusiones señalan obviamente que las preferencias de la sociedad apuntan no precisamente en sentido diferente al de los grupos ecologistas -eminentemente conservacionistas-. Políticos y trabajadores no prefieren industrias que den trabajo -recursos económicos a las familias como para poder disfrutar de un cierto grado, a su vez, de calidad de vida-; se valora más el medio ambiente. Incluso, cuando la pregunta se concreta sobre un tema próximo, la respuesta parece apuntar a que se debe dar prioridad a la protección ambiental frente al crecimiento económico. No obstante, las manifestaciones en el año 1994 de los habitantes de Ascó y Vandellós, donde se encuentran sendas centrales nucleares que algunos problemas han ido generando en los últimos años, muestra el tipo de preferencia que en ese sentido tienen los ciudadanos, cuando, independientemente de la confianza mostrada en ellas, ante la amenaza de cierre, es la conservación del puesto de trabajo -el crecimiento económico- lo más deseable. Todo ello demuestra la falta de coherencia de las respuestas en las encuestas del tema, y, por ende, su posible validez. Esta situación, que es válida para el caso de actividades que ya se están llevando a cabo y que están dando trabajo a la par que generando problemas ambientales, sin embargo, parecen tener otra respuesta cuando lo que se refiere a propuestas de actividades económicas a impulsar en la región correspondiente. Entonces, acaso por la peligrosidad sospechada –alentada o no por los medios de comunicación, que encuentran aquí un importante tema de trabajo periodístico-, acaso por intereses reivindicativos, en todo caso legítimos, las demandas ciudadanas dan la espalda a este tipo de proyectos: incineradoras, centrales y cementerios nucleares, embalses, líneas de alta tensión, penales y correccionales de menores, etc., son algunas de las propuestas más frecuentemente contestadas por la opinión pública. No deja de sorprender, sin embargo, la falta de coherencia social entre las demandas usuales y el nivel de vida requerido y de gasto producido, que, usualmente, se vienen llevando a cabo. La energía, de consumo creciente, básicamente se soporta desde dos tipos de centrales bien diferentes, pero de suficientemente conocido efecto contaminador y generador de riesgos para la salud y la seguridad ciudadanas así como
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para el medio ambiente en general: las centrales térmicas convencionales y las centrales térmicas por fisión de núcleos radiactivos (centrales nucleares).
2.2.4. Los grandes problemas ambientales 2.2.4.1. Criterios de definición La definición de problema ambiental implica todo un ejercicio de seria reflexión acerca de todo aquello que supone desajustes en el medio ambiente debido a causas dependientes directa o indirectamente de la actuación humana. Estos desajustes, además, en un plazo de tiempo más o menos inmediato contribuyen a desencadenar problemas de salud en la biosfera que, por tanto, podrán afectar de una manera más o menos seria a la propia salud del hombre y del medio en general. Además, según Novo (1986), considerando una concepción amplia del medio ambiente, amplia ha de ser también la consideración de los problemas ambientales: todo aquello que se constituya en "envolvente" del hombre para condicionar su vida o ser condicionado por él, puede constituirse en problema ambiental cuando esta relación se desequilibra y uno de los dos polos -el hombre o el entornoactúa agresivamente sobre el otro.
2.2.4.2. Clasificación Si el concepto es difícilmente definible, la clasificación de los problemas que comprende no deja de ser igualmente dificultosa. Sin embargo, como señala Soler Manuel (1997), para tratar la política medioambiental de la U.E. es conveniente referirse a la clasificación de problemas del RIV (institución holandesa implicada en la mejora ambiental) cabe distinguir cinco niveles: • Mundial: Capa de ozono, emisiones de óxidos de carbono, etc. Es decir, se alude implícitamente al efecto invernadero y al cambio climático. Un caso en el que las incertidumbres son grandes y la prudencia ha de ser máxima. • Continental: Lluvia ácida, ozono troposférico, que afecta a las grandes aglomeraciones industriales y urbanas de los países desarrollados. La controversia se centra en el automóvil, las centrales térmicas y las nucleares. • Ríos y mares. A pesar de los grandes esfuerzos que se realizan, continúa, si no aumenta, la presencia de elementos metálicos tóxicos en estos medios acuosos, a la vez que crece el aporte de nutrientes y de contaminantes orgánicos por encima de los niveles que permiten a estos entornos "metabolizarlos" convenientemente. • Región. Los residuos -de cualquier índole- plantea, problemas en su tratamiento y abandono, tales como la contaminación de suelos y de las aguas subterráneas, la gestión de las aguas, etc. • Locales. La calidad del aire en algunas ciudades, el ruido y el almacenamiento y circulación de substancias representan algunos de los ejemplos de problemas locales más evidentes y extendidos. Otras clasificaciones de los problemas ambientales parten de la idea del origen de éstos en función de sus relaciones con cada una de las tres funciones del medio ambiente: fuente de recursos, soporte de actividades humanas y sumidero de residuos. Cada una de ellas genera distintos tipos de problemas ambientales a diferentes escalas de desarrollo. En efecto, la escala con la que se manifiestan estos problemas ambientales condiciona una primera perspectiva a la hora de proceder a su clasificación. Seguidamente se aborda la pormenorización de los mismos a partir del análisis de los mismos, así como a partir de los agentes que los generan y del ámbito de actuación de los mismos. Se es bien consciente de que a la hora de proceder a realizar una clasificación como la indicada se pueden plantear situaciones conflictivas, como la que viene dada de considerar a la contaminación atmosférica dentro de varias categorías dimensionales; la incidencia, en cada caso, vendría dada precisamente por la misma escala y por los procesos generadores y sus consecuencias. En otros casos, se plantea el problema contrario: un mismo conflicto ambiental se incluye en una sola categoría, cuando bien es sabida su afectación a escalas diferentes; es el caso de los residuos. Es más, otros, a pesar de tener una localización geográfica concreta tienen una trascendencia global. Es el caso de la desaparición de especies endémicas, lo cual representa una irreparable pérdida genética para la
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biosfera en su conjunto al modificar la estructura y la dinámica de los ecosistemas que los acogen; en definitiva, significa un empobrecimiento más de nuestro planeta. En cada caso, en su momento se analizarán y se discutirán estas complicaciones a la citada clasificación.
2.2.4.3. Las fuentes de información y niveles de percepción de estos problemas La información de los problemas ambientales tiene una procedencia muy variada. Desde la propia percepción personal de lo que se puede considerar o no como problemático ambientalmente, hasta las referencias audiovisuales más sofisticadas que han sido aportadas por personas o entidades especialistas en la investigación del tema, la concepción de lo que es un problema medioambiental tiene unas connotaciones que desbordan hacia la vertiente de lo inmoral acerca del comportamiento humano ante la perspectiva de que esos problemas pudieran tener una causa humana, esto es, ligada a las obras realizadas por el ser humano. En este sentido, cabe señalar en España la existencia de diferentes experiencias llevadas a cabo por organismos de investigación sociológica (C.I.S., I.C.E. de la Universidad de Cantabria, etc.), que aportan un modelo de visión de la situación ambiental a la escala de lo nacional y a la escala de lo meramente regional. En cualquier caso, aunque se trata de encuestas llevadas a cabo a mediados y finales de la década pasada, muestran un panorama más alentador de lo que luego las costumbres ciudadanas parecen denotar. Así, parece haber un serio consenso a la hora de reclamar unas aguas o un aire más limpios o una necesidad de gestionar de una manera más adecuada los recursos; incluso parece clara la prioridad de la conservación del medio ambiente frente a la instalación de nuevas industrias sean éstas o no contaminantes, porque, sin embargo, las cosas no están tan claras cuando esta última cuestión se plantea directamente con algo así como un ¿aceptaría usted un puesto de trabajo a sabiendas de que el mismo pudiera ser dañino para el medio ambiente? En esta tesitura, la claridad en las repuestas a esta pregunta de cruce no están tan claras. Recientemente (abril de 1998), Pavé, Courtet y Volatier, en un artículo titulado "Mil investigadores opinan sobre el medio ambiente", publicado en la revista Mundo Científico, distribuyen los problemas ambientales mayores que resultan de esa investigación en tres categorías (Naturaleza, Humano e Industria), siendo el problema ambiental que más preocupa a los investigadores el del cambio climático (11'5 %), seguido de los problemas relacionados con la demografía (11'4 %) y con los valores (10'3 %), lo que plantea la íntima relación existente entre lo que se viene a entender como medio ambiente y ser humano. Recordemos en este punto las palabras del informe previo presentado por el grupo de expertos de la UNESCO a la reunión sobre Educación Ambiental celebrada en Tesalónica a finales de 1997: "uno de los principales problemas ambientales es la falta de respeto de los derechos humanos". Si no se respetan éstos, no se puede esperar que se respete el medio físico y biológico. Otros de los problemas detectados sitúan a la escasez y contaminación del agua en tercer lugar, con una "preocupación" por un 9'8 % de los encuestados, seguido de cerca, con un 9'7 %, por la vida urbana y los transportes y por los riesgos industrial, nuclear y los derivados de los residuos. Los problemas del suelo y de la agricultura (9'4 %), de la biodiversidad y genéticos (7'7 %), del mar y de los litorales (6'2 %), salud (6'8) o la energía (7'4 %) completan el panorama al respecto. La perspectiva de los problemas ambientales en España se lleva a cabo también mediante la elaboración y posterior publicación de sucesivas memorias que recogen la situación del medio ambiente en nuestro territorio hasta el año anterior a la publicación de dicho informe. Igualmente, existen diferentes monografías al respecto, una relación de las cuales se recoge al final en la bibliografía del tema. Cabe citar, en este sentido, la de Novo (1986), Lean y Hinrichsen (1992), entre otras.
2.2.5. Las soluciones para la Crisis Ambiental Mundial De acuerdo con Sampedro (op. cit.), las naciones del Sur, por su parte, deben comprender que el daño ambiental es una de las amenazas más graves que enfrentan y que los intentos por mitigarlo se verán anulados si sus poblaciones crecen sin medida.
Este autor da una primera pauta para abordar (que no para resolver) la situación de crisis ambiental mundial observada. Si la pobreza es a la vez causa y consecuencia de los problemas locales y mundiales,
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como señalan Pearce y Turner, op. cit., el crecimiento descontrolado de sus poblaciones no sólo no va a salvarles a los países pobres mediante la generación y la ampliación de su capital humano –por otro lado inservible en unas sociedades deprimidas sin capacidad real para la creación de riqueza en forma de capitalización en bienes materiales y ahorro-, sino que, además les empobrecerá tanto más por cuanto en el reparto de la ya escasa capitalización producida por el trabajo o por la extracción y venta de sus propios recursos (ver atrás), a cada ciudadano le “tocará” menos capital. Esta idea es la que prevalecía en los países ricos a las puertas de la Cumbre de El Cairo sobre Población (1994) cuando proponían (¿chantajeaban?) a los países pobres medidas de control de su natalidad para asegurarles la prometida ayuda –presentada en 1992 en la cumbre del C.N.U.M.A.D., Río de Janeiro- del 0’7 % de su P.I.B. La respuesta dada por los países del Tercer Mundo no fue otra que una negativa absoluta a terminar de perder el único bien, el único potencial que les quedaba, la capacidad de procreación y de renovación de una población, además, con elevadas tasas de mortalidad por desnutrición, hambre y enfermedad. Dicho, de otra manera, que, para crecer todos, unos deben hacerlo menos y otros controlando su propio crecimiento para evitar encontrarse en la tesitura del "desajuste ambiental" que hoy enfrenta al mundo entero. Pero, ¿cuánto deberían controlar su crecimiento los países subdesarrollados? En la línea de lo comentado más atrás, ¿tiene acaso sentido plantearse esto?, o ¿estamos legitimados en Occidente para instar a que lo hagan? Precisamente, son estos foros de participación internacional acaso los más conocidos medios a lo largos de los cuales plantear y poner en marcha políticas de gestión mundialmente coordinadas (¿globalizadas?) como para disponer de una oportunidad para ser eficaces. No obstante, son numerosos los ejemplos de los desencuentros producidos antes, durante y después de dichos foros (reuniones de las COP sobre el Cambio Climático, p. ej.), aunque en algunos casos los pasos dados han permitido dar pasos eficaces adelante (Protocolo de Montreal sobre el control de Gases perjudiciales para la Ozonosfera), promulgar normas (legislación) proteccionistas y de gestión de los recursos naturales para asegurar tanto el acceso actual como futuro a ellos, como para conservar los que realmente deben conservarse para las generaciones venideras. Algunas otras propuestas, tanto nacionales como internacionales, para poder encontrar soluciones a la crisis ambiental planteada, se orientan esencialmente a la búsqueda de soluciones a las situaciones dibujadas. Entre otras, junto a las anteriormente señaladas, se citan las siguientes: • Desarrollo de una legislación adecuada a las necesidades de la gestión de los recursos naturales y a la salvaguarda de la naturaleza, así como implantación de medidas de educación, vigilancia y protección eficaces. • Implantación de tasas, impuestos, cánones, subsidios,... • Gastos de protección del medio ambiente en función del Producto Interior Bruto (P.I.B.). • Control y reducción en el consumo de recursos, especialmente energéticos. • Control y reducción de los residuos para reducir la contaminación. • Otras medidas: programas locales. Seguidamente, se abordan algunas soluciones que permiten organizar algunas de las estrategias mundiales y locales en la solución de las situaciones apuntadas.
2.2.6. El Desarrollo conservacionismo
Sostenible:
Frente
a
desarrollismo
y
2.2.6.1. Introducción: Conceptos y antecedentes La percepción de que el Sistema Económico Mundial, basado precisamente en el modelo desarrollista, con una escasa capacidad de respuesta por el antagónico conservacionista, está contribuyendo de manera activa: a) a la acumulación económica y tecnológica (en los últimos 100 años, la producción mundial se ha multiplicado por más de "20"; el consumo de combustibles, por "30" y la producción industrial por "50"), b) a la dinámica expansiva del crecimiento del Capitalismo Internacional y
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c) al aumento de la degradación ambiental, que, junto con el punto anterior, determina un reparto injusto de la riqueza del planeta (mayores riquezas que no se reparten por igual a una población que en los citados 100 años "sólo" ha crecido vegetativamente "3" veces), determina la necesidad de un cambio global que asegure 1. el cese de la amenaza a la seguridad global, 2. la fijación de unos límites al crecimiento y 3. la constatación de las estrechas relaciones entre pobreza y riqueza, en la idea de que de no hacerlo, existen bases suficientes para aventurar tanto un peligro de autodestrucción, la agotabilidad de los recursos o la ruptura del orden social; en definitiva, la insostenibilidad global. Ante ello, surge una nueva concepción: el Desarrollo Sostenible2 o Sustentable ("Sustainable Development"), como alternativa a los dos anteriores. Este concepto, definido como aquel que plantea los niveles de crecimiento económico y social de los distintos pueblos de la Tierra que sean compatibles con el correspondiente al de las generaciones futuras, surge precisamente desde una lógica ambiental, que considera la finitud de los bienes. Ello exige del hombre un planteamiento del sistema de gestión del medio acorde con esa lógica ambiental, que, a su vez, plantea como objetivo el ahorro de los recursos como principio la rentabilidad ecosocial y como criterios de decisión a la hora de llevar a cabo cualquier actividad aquellos que sean ecológicos y sociales. Esto es, el desarrollo se nos constituye como una consecuencia de la crisis del ecosistema mundial, lo que se traduce en la revisión de los modelos de producción y consumo. El origen del término se sitúa en diferentes referentes (Conferencia de Cocoyoc, México, 1974; Informes de 1981 del Banco Mundial, y, especialmente, el de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo, "Informe Bruntland", 1986. Sus ideas centrales se basaban en tres ejes: • los derechos de las generaciones futuras, • la prioridad de eliminar la pobreza actual y • la necesidad de encuadrar las acciones humanas dentro de la capacidad de la Biosfera, con un definidor central consistente en considerar este modelo como un proceso que pueda mantenerse indefinidamente en la búsqueda de un equilibrio entre las capacidades y las limitaciones existentes. En definitiva, el objetivo general sería hacer que el desarrollo de la Humanidad sea perpetuable en el tiempo, de modo que se pueda satisfacer las necesidades actuales y futuras, mejorando en cada caso la calidad de vida dentro de los límites del medio ambiente. Además, frente a la monetarización de la naturaleza previsto por algunos otros modelos de desarrollo, la sostenibilidad abunda en el valor inconmensurable de la naturaleza, que impide la mercantilización de la misma. La articulación de este objetivo general se hace por medio de los siguientes objetivos: 1. Fomentar el crecimiento. 2. Cambiar la calidad del crecimiento: hay que centrarse más en el desarrollo que en el crecimiento. 3. Fijar las necesidades esenciales de trabajo, alimentación, energía, agua y sanidad. 4. Asegurar un nivel de población que sea sostenible. 5. Conservar y mejorar los recursos básicos. 6. Reorientar la tecnología y la gestión de los riesgos, y 7. Unir la economía y el medio ambiente en la toma de decisiones. Indudablemente, un modelo de Desarrollo Sostenible, basado en conceptos como "necesidad", "capacidad" y "solidaridad" sincrónica y diacrónica, parte de una concepción del planeta finito, por lo que los niveles de Desarrollo Sostenible no pueden implicar un crecimiento continuo, es decir, sin incompatibles con él (¡el planeta no puede crecer para albergar un crecimiento permanente!, ¡tiene que haber un crecimiento límite!). Ello, a su vez, exige un cambio de percepción y, consiguientemente, un
2 Se puede consultar una interesante revisión conceptual y metodológica del “desarrollo sostenible” en la URL siguiente: www.bib.uab.es/pub/ensenanzadelasciencias/02124521v18n3p473.pdf: La evolución del concepto sostenibilidad y su introducción en la enseñanza (auts.: Luffiego y Rabadán).
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cambio de valores que nos haga considerar el medio ambiente en su globalidad, como resultado de la interacción entre naturaleza y sociedad (Sosa, 1999)3 Una situación tal tiene una dimensión humana en la que se toman las grandes decisiones que afectan a los cambios de valores y a los consiguientes cambios de comportamiento, adoptando una dimensión ética: la ética ecológica, que es una ética global, que contempla al ser humano como parte del medio. Asumir una ética de este tipo implica abandonar, según este autor, el "Paradigma de la Excepcionalidad Humana" y adoptar una perspectiva más sabia que modere el antropocentrismo exclusivista y orgulloso que ha presidido la construcción del mundo que conocemos a lo largo del proceso "modernizador". Los intereses humanos, sólo por ser "humanos", no habrían de ser siempre considerados como "supremos"; supremos, en todo caso, lo serían los intereses "comunes" a humanos y a no humanos.
2.2.6.2. Los Principios de la Sostenibilidad El Desarrollo Sostenible aboga, por tanto hacia la Sostenibilidad de las Sociedades Humanas dentro de un planeta gestionado igualmente de modo sostenible. Robinson et al. (1990) distinguen dos grandes grupos de Principios en los que la sostenibilidad se apoya: 1, ecológicos o medioambientales (protección de la vida, mejorar la diversidad, recuperar ecosistemas degradados, etc.), y 2, principios sociopolíticos, donde distinguen entre restricciones ambientales y ecológicas (mantener la actividad humana por debajo de la capacidad de acogida total del planeta, etc.) y criterios sociopolíticos de actuación (p. ej., asegurar que la población no pasa escasez y que está libre de presiones económicas). Para hacerla efectiva, Daly (1990)4 enumera los denominados Principios Operativos de Sostenibilidad: 1. 2.
3. 4. 5.
6.
7.
De la recolección sostenible: la tasa de recolección (explotación) debe ser igual o menor a la tasa de renovación (regeneración). De vaciado sostenible: El uso de los recursos no renovables es cuasi-sostenible cuando su tasa de vaciado es igual a la tasa de creación de sustitutos renovables; toda inversión en la explotación ha de llevar aparejada una inversión compensatoria en un sustituto renovable. Cuando los recursos no renovables son reciclables, su uso es cuasi-sostenible si la tasa de vaciado se compensa con un reciclaje o reutilización (nunca igual al 100 %). De emisión sostenible: La tasa de emisión de residuos debe ser igual o menor a la capacidad natural de asimilación (fijación o metabolización) de los mismos por los ecosistemas. De emisión cero: Los residuos no biodegradables o tóxicos con capacidad de bioacumulación exigen el cierre de las actividades que los producen. De integración sostenible: Los asentamientos y actividades humanas deberían estar integrados en el medio natural, por lo que no deberían sobrepasar la capacidad de acogida de un ecosistema o territorio determinado. De selección sostenible de tecnologías: Se deben favorecer las tecnologías más eficientes, que aumentan la productividad de los recursos, la eficiencia en el transporte o la eficiencia energética en el tratamiento de los residuos. Principio de precaución: Se debe operar siempre por debajo de los límites que establece la biosfera para no tensionar los ecosistemas, intentar anticipar las vías que conduzcan a un callejón sin salida y prevenir los efectos (los estudios sobre riesgos e impacto ambiental son aplicaciones claras de este principio).
La experiencia acumulada desde comienzos de los ochenta permite constatar los principios acuñados por Daly y reformulados por Arroyo y de la Vega (1997) para dar un contenido operativo al desarrollo sostenible como • de irreversibilidad cero, • de la recolección sostenible, • del vaciado sostenible, • de la emisión sostenible, • de selección sostenible de tecnologías y • de precaución.
3 Sosa,N.M. (1999): "Desarrollo sostenible: ¿mito o realidad?". Conf. Jorn. Prov. "Educ. para un Desarrollo Sostenible", Santander, 3 de junio de 1999 4 Daly,H.E. (1990): Toward some operational principles of sustainable development. Ecological Economics, 5.
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Estos principios no sólo no son de uso generalizado en todo el planeta, sino que su aplicación es notoriamente distinta de unas partes a otras. A pesar del sentido que orientan estos Principios, el papel que sobre ellos ejerce, de un lado la economía, y de otro la ecología, ha determinado que se hable clásicamente de dos modelos de sostenibilidad. De un lado, la enraizada en lo económico permite hablar de una sostenibilidad débil, ya que establece criterios e indicadores regidos exclusivamente desde las reglas de la economía a la hora de valorar la sostenibilidad, parámetros que, por otro lado, lejos de ser fijos, son claramente especulativos y, ocasionalmente, volátiles. Frente a ella, existe la denominada sostenibilidad fuerte, enraizada en planteamientos ecológicos, se rige por medio de criterios de funcionamiento de los sistemas naturales a la hora de determinar la gestión económica de esos recursos. Jiménez Beltrán (en Jiménez Herrero, 2000) habla de dos ideologías contrapuestas, una tecnocéntrica (s. débil) y otra biocéntrica (s. fuerte) para referirse a ellas. ¿Cómo articular la sostenibilidad? El análisis del funcionamiento de los ecosistemas, revelaría según Nebel y Wrigth (1999) un modelo de gestión hacia la sostenibilidad global. Según estos autores, los ecosistemas se rigen por cuatro Principios que son: 1. Primer Principio de la Sostenibilidad. "Los ecosistemas reciclan todos los elementos de modo que se libran de los desechos y reponen los nutrientes" 2. Segundo Principio de la Sostenibilidad. "Para su sostenibilidad, los ecosistemas aprovechan la luz solar como fuente de energía". 3. Tercer Principio de la Sostenibilidad. "Para que haya sostenibilidad, el tamaño de las poblaciones de los consumidores no debe sobrepasar al de la población de los niveles tróficos inferiores, contribuyendo así a evitar el agotamiento de éstos". 4. Cuarto Principio de la Sostenibilidad. Para lograr la sostenibilidad, en los ecosistemas se mantiene la diversidad". En definitiva, se nos habla tanto de necesidad de hacer uso de las fuentes energéticas renovables, del consumo racional y de la recuperación y reciclado de residuos, del control del crecimiento y del mantenimiento de la diversidad de culturas, razas, etc. desde la concepción por igual de todas ellas y de los derechos que las sustentan.
2.2.6.3. Las dimensiones del Desarrollo Sostenible Considerando que no existe un consenso actual acerca del significado de “desarrollo sostenible” –existen más de cien definiciones al respecto-, y que tampoco lo hay acerca de qué deba sostenerse -¿los recursos, el sistema social, el sistema económico, el ecosistema global, el planeta?-, parece aceptable pensar que el desarrollo sostenible debe consistir al menos en (Ataraz5, 2002) • Sostener los recursos naturales. • Sostener los niveles de consumo. • Lograr sostenibilidad de todos los recursos: capital humano, capital físico, recursos ambientales, recursos agotables. • Perseguir la integridad de los procesos, ciclos y ritmos de la naturaleza. • Sostener los niveles de producción: una actividad sostenible es aquella que o bien utiliza recursos renovables o bien, al menos, financia la puesta en marcha de un proyecto que asegure tanto la producción renovable de un bien substitutivo del consumido, como la absorción de residuos generados sin daño para los ecosistemas. La mayoría de las políticas están diseñadas orientadas a cambios en la producción. Figura 2.2. Las sostenibilidad.
dimensiones
de
la
Muchas de las interpretaciones de desarrollo sostenible coinciden en que para llegar a él las políticas y las acciones para lograr crecimiento económico deberán respetar el medio ambiente y además ser equitativas socialmente si se quiere alcanzar el crecimiento económico. En el Consejo Europeo de Gotemburgo de 5 Ataraz, M. (2002). Teoría de las tres dimensiones de desarrollo sostenible. Ecosistemas, 2002/2.
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2001, su presidenta Nicole Fontaine insiste en “la voluntad de la UE a favor de un desarrollo sostenible, cuyas tres dimensiones, la económica, la social y la ambiental, son indisolubles”. Este concepto de sosteniblidad puede ser representado gráficamente mediante un triángulo equilátero. La zona de equilibrio de las tres dimensiones estaría situada en el baricentro del triángulo. A estas tres dimensiones habría que añadir una cuarta, la dimensión ética, que “sobrevolaría” a las demás, dándole a éstas el sentido y el valor último.
2.2.7. La Gestión Ambiental: una vía de participación desde la actividad productiva Desde estos planteamientos, a título de ejemplo, la política ambiental de una empresa debe sustentarse sobre tres pilares básicos: la prevención, la información y la comunicación, en el establecimiento de directrices que no se aparten de la normativa para alcanzar una mejora en su actividad de manera continua y razonable y utilizando medios acordes, compatibles con lo que se espera de ella en este tema. Los aspectos formales de esta gestión deben abundar en la transparencia tanto a nivel directivo como cara a la opinión pública. Conceptualmente, la Gestión Ambiental puede ser definida como el conjunto de disposiciones y actuaciones necesarias para lograr el mantenimiento de un capital ambiental suficiente para que la calidad de vida de las personas y el patrimonio natural sean lo más elevados posible, todo ello dentro del complejo sistema de relaciones económicas y sociales que condicionan ese objetivo. Por capital ambiental entendemos los tres soportes básicos de todas las actividades que se dan en el seno de la biosfera (tierra o geosfera, aire o atmósfera y agua o hidrosfera) y todos los seres vivos que acompañan al ser humano a bordo del planeta Tierra, tanto los conocidos, tanto los conocidos como los no conocidos, cuyo conjunto es tan variado y extenso que ha dado lugar al concepto “biodiversidad” como un nuevo bagaje a tener en consideración al valorar la riqueza del planeta. Para gestionar el medio ambiente es necesario conocerlo. Para ello, hay que determinar: - los recursos que aporta cada uno de esos soportes básicos (para nosotros, “sistemas naturales”), - su capacidad para albergar las actividades humanas y - su capacidad para recoger los desechos de esas actividades y reciclarlos dentro de la dinámica general de dichos sistemas. Por ello, el gestor ambiental, como sujeto decisorio que establece una línea de acción en la asignación de medios materiales y humanos para intervenir en la producción de materias y energías que afectan a los ciclos ecológicos vitales dentro de su ámbito competencial, ha de elaborar predicciones estadísticas, opinar y dar soluciones en aras de alcanzar objetivos beneficiosos no sólo para el ser humano en particular, sino también para el medio ambiente. Son diversos los objetivos de los Sistemas de Gestión Ambiental a implantar en la empresa. Aragón Correa (1995) enumera cinco que aquí resumimos: 1. Supervisar que la organización en la que se implanta cumpla con la legislación ambiental. 2. Identificar y gestionar los riesgos de los posibles impactos ambientales, actuales o futuros, provocados por la organización, procurando su minimización en los términos más eficientes posibles. 3. Realizar los planteamientos necesarios para la determinación y cuantificación de los objetivos medioambientales de la organización. 4. Identificar el volumen de recursos necesarios, las características de los mismos, su organización, de cara a garantizar el cumplimiento de los objetivos medioambientales fijados. 5. Poner los medios para tratar de evitar denuncias de los grupos de presión y problemas con la comunidad social en la que la organización se integra, así como, en general, lograr que las relaciones con todos los agentes del entorno empresarial (internos y externos) contribuyan al logro de los objetivos medioambientales. Es importante recalcar aquí que, de acuerdo con este autor, un Sistema de Gestión Ambiental no puede funcionar como un programa tangencial de la operatoria normal de la empresa. Más bien, se trata de un
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programa que debe permitir la introducción de la componente medioambiental en cada uno de sus procedimientos y planteamientos de la empresa. Por tanto, para una adecuada gestión medioambiental dentro de un sistema de gestión general de la organización. Cairncross (1993), incluso, sugiere que el responsable de esta parcela en la empresa debe estar situado al máximo nivel de capacidad de gestión que otros responsables (de personal, de producción, de inversiones, etc.). Los pasos a dar para la implantación de un Sistema de Gestión Ambiental según Aragón Correa (op. cit.) incluyen desde el nombramiento de un comité de directores para supervisar el proceso hasta la realización de auditorías definitivas y la implantación de acciones correctoras oportunas, pasando por la autoevaluación de la organización, la redacción del Plan de Acción, la revisión o creación del Manual de Procedimiento Medioambiental o la ampliación o redacción de las instrucciones de trabajo, entre otros.
2.3. El medio ambiente en el pensamiento económico 2.3.1. Introducción Ya hemos comentado que la presencia de las presiones y de las tensiones ambientales existen en todos los sistemas económicos y políticos; tanto el modelo capitalista como el de economía planificada desde el Estado presentan numerosos ejemplos que cabe recordar: accidentes de barcos petroleros, escapes radiactivos, contaminación atmosférica, expoliación de recursos, etc. La pobreza de los países subdesarrollados, que pudiera ser justificada como libre de toda culpa en este deterioro ambiental, es, sin embargo, a la vez causa y efecto de sus propios problemas ambientales: la entrega de sus recursos naturales a empresas extranjeras, que amparados en la ausencia de una legislación proteccionista de esos países, a la par que movidos por el afán de lucro más acelerado posible, no sólo degradan la naturaleza de esos países, sino que contribuyen a acelerar los procesos de crecimiento de la miseria (hambre, enfermedades, muerte) en tanto en cuanto buena parte de la riqueza no queda allí, sino que pasa a engrosar el PNB de los países donde se radica la matriz de dichas empresas. Por lo tanto, no hay interdependencias claras entre el crecimiento económico y los sistemas ecológicos que lo sustentan. Más bien cabe señalar que en todos los países, desarrollados o subdesarrollados, los procesos de degradación son cada vez mayores en todos los niveles.
2.3.2. La visión de la Economía clásica Ante estos planteamientos, cabe reflexionar acerca de las relaciones históricas entre Economía, como encargada de valorar y gestionar los recursos naturales, cada vez más escasos, y la ecología, esa disciplina que aborda las relaciones entre los seres vivos y el medio físico en que aquéllos se desenvuelven y, con ellos, también el ser humano. Los primeros paradigmas económicos mostraban ya un interés notable por el medio ambiente y los recursos que podían suministrarnos. Así, cabe señalar, dentro del paradigma de la economía clásica, en pleno Siglo XVIII que: *
Los economistas clásicos son una referencia relevante en los debates ambientales contemporáneos.
*
La economía política clásica subrayaba el poder del mercado para estimular tanto el crecimiento como la innovación, pero era bastante pesimista en cuanto a las perspectivas de crecimiento a largo plazo: la economía del crecimiento, como una mera fase temporal entre dos posiciones estables de equilibrio y una posición final que representaba una existencia con un nivel de subsistencia inmóvil (: el estado estacionario).
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*
Según Adam Smith, lo vital para el progreso económico y social era crear las condiciones para que las transacciones económicas tuvieran lugar en mercados de libre competencia, con gobiernos limitados a ofrecer "servicios de vigilancia" (ley y orden, defensa nacional, educación).
*
Para Thomas Malthus y David Ricardo existían límites ambientales, en términos de límites a la oferta de tierra agrícola de buena calidad y, por lo tanto, en el rendimiento decreciente de la producción agrícola. Est ado es t acionario
Figura 2.3. El estado estacionario. Para el primero, a medida que fuera creciendo la población, los rendimientos decrecientes reducirían la oferta alimenticia per cápita, con lo que los niveles de vida se verían forzados al nivel de subsistencia y la población dejaría de crecer.
Producto total neto:
*
Product o t o t al
Q1
Q S1 S 0
P
Salario s reales c onst ant es
PE Po blació n t o t al
*
Para Ricardo, a largo plazo, el crecimiento económico también desaparece debido a la escasez de los recursos naturales; los rendimientos decrecientes no se orientan hacia la escasez absoluta, sino hacia la necesidad de disponer de nuevas tierras, de diferente calidad, no tan productivas ya. En su modelo, es importante la existencia de un progreso tecnológico que incremente la capacidad de producción; de lo contrario, la curva de producto total (sujeta a rendimientos decrecientes) permanece fija. La innovación técnica desplazaría la curva del producto total hacia arriba, con lo que los salarios gastados podrían ser detraídos de buenos rendimientos productivos. La figura 2.2, arriba al margen, representa esta idea.
*
John Stuart Mill introduce un cierto optimismo ante la lejanía del estado estacionario; el progreso económico era concebido en términos de una carrera entre el cambio técnico y los rendimientos decrecientes en la agricultura. Pero antes de alcanzarse el estado estacionario, el progreso técnico habrá proporcionado muchos de los requerimientos materiales individuales, de modo que la sociedad será libre para luchar por la educación, la estética y otros objetivos sociales.
2.3.3. La Economía marxista y el medio ambiente Posteriormente, Karl Marx, a través del paradigma marxista relanza la teoría del valor del trabajo de la economía clásica, enfrentando la historia en un fenómeno dialéctico o de conflicto entre las fuerzas materiales o económicas (capital y trabajo). El poder, según él, lo tendría quien controlara los recursos económicos; se justificaba así la lucha de clases para alcanzar dicho poder y evitar, de ese modo, la creciente indigencia de la mayoría clase obrera. El progreso no sería sino un proceso de desarrollo natural inherente a la historia humana, y se podría entender como el avance material y tecnológico logrado por la explotación ("humana") de la naturaleza. Porque la naturaleza estaba ahí para ser humanizada por medio de la ciencia para que su valor inherente pudiera ser convertido en valor de uso. Según algunos seguidores suyos, la única base viable para una sociedad es un sistema productivo que sea capaz de reproducirse. Ello insinúa que los sistemas naturales pueden suponer un límite a la reproducción, así como a la consistencia económica y política de la sociedad. Y, en este sentido, los sistemas económicos capitalistas modernos no logran superar la prueba de la reproducción; es decir, no son sostenibles o sustentables, y la destrucción del medio ambiente es una de las razones. El poder económico, la explotación y el proceso dialéctico que enfrenta a las dos clases sociales están en las raíces de un inevitable proceso de expoliación de la naturaleza, lo que, a su vez, contribuye al fracaso del capitalismo. Un modelo económico marxista contemplaría a capitalistas competitivos buscando innovaciones que ahorran mano de obra para incrementar la productividad del trabajo a corto plazo y el valor total de la plusvalía, lo que eleva el ritmo de beneficios y la acumulación de capital. Sin embargo, a largo plazo, las nuevas tecnologías imponen una fuerte carga al medio ambiente al crecer tanto la toxicidad como la permanencia de los desechos. La contaminación genera daños que incluyen la morbilidad y la mortalidad humanas. Estos daños se convierten en "daños sociales" por su desigual incidencia social. Los obreros se ven sometidos a más de lo que sería su ración justa de contaminación, por lo que se necesitan más cuidados médicos para los obreros con el objeto de mantener la productividad del trabajo. Si los sindicatos reclaman y logran obtener un mayor cuidado médico compensatorio o jornadas laborales más cotas, su salarios reales habrán crecido a expensas de los beneficios y la acumulación de
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capital, lo que hace inevitable una típica situación de confrontación marxista en la economía de mercado. El grado de acierto con el que han tratado los problemas ambientales los países con economía centralizada, sin embargo, no es mayor que el correspondiente al del caso de los países capitalistas (ejemplos de la antigua Unión Soviética, Polonia, Checoslovaquia, Rumanía, China, etc.). En la economía internacional, el proceso de explotación se manifiesta en los términos de las operaciones de las empresas transnacionales. El desarrollo económico del Norte y del Sur está unido por lazos estructurales, lazos éstos que afectan radicalmente del Sur. Según los marxistas, los cambios en el medio ambiente del Sur se deben entender en términos de la división internacional del trabajo.
2.3.4. Los modelos de la Economía del siglo XIX Los paradigmas neoclásico y humanístico, ya a finales del Siglo XIX abandonan aquellas perspectivas clásicas, introduciendo nuevas funciones en su concepción: *
Hacia 1870 se abandona la teoría del valor del trabajo y el precio de un bien deja de verse como una medida del trabajo en él invertido para comenzar a medirlo en términos de su escasez: los analistas comparaban la cantidad disponible de un bien (oferta) con la cantidad requerida (demanda); esta interacción determinaba el precio de equilibrio del mercado para un bien dado.
*
La actividad económica observable en el mundo real se veía como el resultado de la interacción entre la actividad productiva (determinada por el progreso tecnológico) y las preferencias de los compradores individuales, limitados por la escala factible de elección e ingresos.
*
Se introduce el denominado análisis marginal, el estudio de la relación entre cambios pequeños e incrementales en la determinación de precios y estructuras de mercado, de una manera ajena a los modelos de crecimiento a largo plazo.
*
El objetivo principal era definir una serie de leyes que rigen la actividad económica. En las raíces del análisis económico se postulaba un modelo específico de la naturaleza humana: la persona "racional y egoísta", con una estructura de preferencias que le hace actuar sobre la base de las restricciones a la maximización de su satisfacción (utilidad).
*
El valor económico (instrumental) de los bienes comerciales, bienes y servicios ambientales sin precios, o la simpatía por las generaciones futuras se determina según la utilidad personal producida. Las preferencias de los individuos llegan así a revelarse por las elecciones que hacen y la eficiencia y consistencia de la elección refleja un comportamiento racional.
*
El criterio de los que es socialmente deseable se suele expresar en términos del así llamado criterio paretiano: una situación de óptimo de Pareto es aquella en que resulta imposible que la situación de un individuo mejore sin que la de otro empeore, donde "mejor" quiere decir "más preferida" y "peor" implica "menos preferida". Todo equilibrio de mercado competitivo es un óptimo paretiano y cualquier óptimo de Pareto es un "equilibrio competitivo siempre que se cumplan ciertos requisitos restrictivos como la perfecta información, la ausencia de externalidades, etc.". El "teorema básico de la economía de bienestar" busca legitimar el comportamiento racional como socialmente deseable y también justificar una pequeña intervención gubernamental que mejora las condiciones bajo las cuales los individuos hacen sus elecciones. La intervención (del gobierno) sería justificable siempre que existieran los llamados fallos del mercado, es decir, cuando esté claro que los mercados no están maximizando el bienestar colectivo.
*
Los seguidores del paradigma humanístico postulan por una jerarquía de necesidades en lugar de un conjunto de deseos o preferencias sustituibles: las preferencias o gustos no son estáticos e independientes, sino interdependientes, pueden variar a lo largo del tiempo y se aprenden a través de la cultura. Las necesidades no se pueden intercambiar entre sí, ni por bienes de mercado, sin amenazar a la supervivencia: de aquí resulta que altos niveles de calidad ambiental son necesidades humanas.
*
Para esta escuela económica se ha de acudir a la racionalidad ampliada para determinar la existencia de criterios múltiples de clasificación de las preferencias dentro de un mismo individuo, con preferencias tanto autointeresadas como altruistas, que le dan sentido de comunidad a la vez
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que generan en él una fuerte obligación a obedecer determinadas leyes que asocia a sus "metapreferencias" (derivadas de consideraciones morales). No se aspiraría a la eliminación del mecanismo del mercado, sino que trataría de limitarlo y complementarlo de un modo significativo. El papel del gobierno no se limitaría sólo a la corrección de las desviaciones del mercado, sino también a descentralizar la actividad económica y a promocionar una distribución de los ingresos más igualitaria. *
El medio ambiente tiene aquí una perspectiva más "social" que "naturalística".
2.3.5. La Economía del Siglo XX y el medio ambiente La economía de la postguerra y el surgimiento del ambientalismo estricto marcan un nuevo hito. Con la experiencia del periodo de entreguerras (años 20 y 30), con un desempleo masivo, los años 50 se sitúan en la perspectiva de la economía keynesiana con sus énfasis en la intervención gubernamental y el déficit presupuestario; el crecimiento económico vuelve a estar en las agendas políticas y económicas y el crecimiento económico conducido por la innovación tecnológica. Esta situación parecía ofrecer perspectivas de progreso ilimitado. En el periodo siguiente se constata una extensiva y creciente contaminación ambiental, que eleva la conciencia ecologista en algunos sectores de las sociedades industrializadas, dando lugar a ideologías ambientalistas, algunas de ellas contrarias al crecimiento económico ("crecimiento cero"). Frente a las ideas contrarias a las que condujeron al nacimiento de la ciencia económica (= "la escasez de los recursos en relación con sus posibles usos"), hasta entonces, numerosos economistas postulaban hacia un crecimiento económico que se podía mantener indefinidamente. Lo que sí era necesario era un sistema de precios que funcionara de modo eficiente. Este sistema sería capaz de acomodarse a mayores niveles de actividad económica, aun manteniendo un nivel aceptable de calidad ambiental. El agotamiento de los recursos no renovables se vería contrarrestado por el cambio tecnológico (incluyendo el reciclaje) y la aparición de sustitutivos que aumentarían la calidad del trabajo y el capital y permitirían, entre otras cosas, la extracción continuada de un menor número de recursos no renovables (atención a la referencia de J.L Sampedro, 1982). Desde 1970, dentro del ambientalismo cristalizan cuatro visiones del mundo que han servido de base a la subdisciplina de la economía ambiental. Éstas se organizan desde una visión "tecnocéntrica" hasta una "ecocéntrica": •
Extrema "comucopia", que apoya un crecimiento guiado por el mercado y la tecnología; la naturaleza tiene sólo un valor instrumental en una Ética de crecimiento económico en términos de valor material.
•
"Acomodativa". Con una valoración de la naturaleza igualmente instrumental, parte de una posición conservadora y de gestión de recursos, no considera realista la sustitución infinita, sino que postula por el desarrollo sostenible en tanto que se cumplan determinadas normas de gestión de recursos.
•
"Comunalista". Parte de una posición de preservación de los recursos. Se requieren limitaciones macroambientales preventivas a causa de límites físicos y sociales. Es preciso un sistema socioeconómico descentralizado para la sostenibilidad. La naturaleza adquiere no sólo un valor instrumental, sino también intrínseco, esto es, tiene un valor en su propio derecho, independiente de la naturaleza humana.
•
De "ecología profunda". Su idea de la preservación de los recursos es extrema, postulando por un sistema socioeconómico con un gasto mínimo de recursos, la aceptación de la bioética (que confiere derechos morales o intereses a especies no humanas). El valor de la naturaleza es intrínseco por lo tanto. Su referencia de partida es el Informe Meadows (Meadows et al., 1972: The Limits of Growth, Universe Books, N.Y.), que adopta una postura malthusiana al señalar que las políticas de protección del medio ambiente y la promoción de objetivos de crecimiento económico eran incompatibles: el crecimiento económico a largo plazo no era factible. Son igualmente referentes interesantes los costes sociales y, especialmente, ambientales que se constatan de vivir
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en una sociedad de crecimiento: "paradoja" de Easterlin, "bienes de posición" de Hirsch, "economía triste" de Scitovsky, que son representativos del pensamiento de los "limites sociales".
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ANEXO I: LOS ESFUERZOS INTERNACIONALES 1. La Conferencia de Estocolmo (1972) y el "Informe Bruntland" En el año 1972 se inicia el debate internacional sobre el medio ambiente coincidiendo con la publicación por parte del Club de Roma de su alarmante informe sobre el crecimiento de la población, la industrialización, la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales, lo que sirve de punto de partida del debate y del desarrollo de una conciencia ambiental en una sociedad dominada por el desarrollismo de los años sesenta. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, de Estocolmo, bajo el eslogan "UNA SOLA TIERRA", trató precisamente de llamar la atención de los gobiernos del mundo y de la opinión política sobre estas cuestiones. Como resultado de esta Conferencia se adoptó la denominada Declaración de Estocolmo sobre principios ambientales básicos. Se acordó un Plan de Acción que condujo a la creación del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), así como de un sistema de vigilancia. En 1973, y como consecuencia de la Conferencia de Estocolmo, se adopta el Convenio CITES sobre el Comercio Internacional de Especies Silvestres de Flora y Fauna, así como el Convenio sobre Patrimonio Mundial. En los años posteriores, este impulso decae como consecuencia de la recesión económica, hasta que en 1982 la Reunión Especial del Consejo de Gobierno de PNUMA, vuelve a alertar sobre el progresivo deterioro del medio ambiente y de la situación del Tercer Mundo. En 1983, la Secretaría General de las Naciones Unidas designa a la Ministra Noruega Gro Harlem Bruntland para crear la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo, cuya tarea principal era presentar la llamada Agenda Global para el Cambio. Esta comisión tenía tres grandes objetivos: 1. Examinar los problemas críticos del medio ambiente y desarrollo y formular propuestas para abordarlos. 2. Proponer nuevas formas de cooperación internacional sobre estos temas. 3. Aumentar el nivel de comprensión y compromiso de individuos, organizaciones y gobiernos. La Comisión Bruntland, formada por 23 representantes de distintas áreas geográficas, cultura y situación económica, trabajó durante varios años utilizando el método de las "audiencias públicas" celebradas en distintas partes del mundo, escuchando lo que todo el mundo tenía que decir sobre Nuestro Futuro Común, que fuel el nombre que la comisión dio a su informe final, que se publica en 1987, desapareciendo en él la dicotomía entre "desarrollo" o "medio ambiente", siendo acuñada por primera vez la expresión "DESARROLLO SOSTENIBLE", que vendría a identificar aquél que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacción de las suyas propias. Este informe describe un escenario en crisis cara al futuro, considerando el orden económico internacional, los índices de crecimiento de la población, los sistemas agrícolas, la creciente cantidad de especies en extinción, el desarrollo urbano, la administración de "bienes comunes" (los océanos, la Antártida, el espacio exterior) y la "cultura armamentista". Según el informe, el desarrollo económico y la protección ambiental están indisolublemente ligados y describe muchos de los cambios necesarios para dotar de una base futura al desarrollo: el uso racional de los recursos naturales y la participación popular en la toma de decisiones. Se define en él, además, el "desafío global" al que se enfrenta la sociedad, haciendo un análisis de los objetivos y de las condiciones técnicas necesarias para alcanzar un desarrollo sostenible. Las implicaciones que el informe plantea al mundo desarrollado se pueden resumir en las siguientes: • Aspectos específicos relacionados con la contaminación de países industrializados: sustancias tóxicas, residuos, contaminación atmosférica y de las aguas, seguridad nuclear, efectos de la agricultura intensiva. • Problemas de naturaleza global o que afecten a "bienes comunes", como el efecto invernadero, el cambio climático, la perdida de ozono en la alta atmósfera, la degradación de los océanos, la deforestación y la pérdida de patrimonio cultural.
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• •
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Problemas con el Tercer Mundo, que incluye la inadecuación y precariedad de las ayudas al desarrollo, el impacto ambiental y sociológico generado por ciertas prácticas de comercio. Cambios institucionales necesarios para lograr una acción eficaz de los organismos internacionales, así como la exigencia de una participación activa en las instituciones financieras multilaterales (Banco Mundial) en la promoción del desarrollo sostenible.
El informe tiene en cuenta así mismo • la economía internacional y su papel; • la población y los recursos humanos; • la producción de alimentos, y • toda una serie de aspectos específicos tales como: * la degradación de los ecosistemas y la pérdida del patrimonio natural; * la energía, de la que señala que "es necesaria para la vida". El desarrollo futuro depende de su disponibilidad a largo plazo en cantidades crecientes y de fuentes accesibles, seguras y ambientalmente adecuadas; * la industria, con control de la contaminación, internalización de costes, evaluaciones de impacto, riesgos industriales. Además de analizar las bases para la gestión de los bienes comunes ya reseñados, el Informe Brundtland hace una llamada a las relaciones de paz, seguridad, desarrollo y medio ambiente como elementos indisolubles de esos bienes comunes que se trata de gestionar. El 21 de octubre de 1991, simultáneamente en Madrid, Londres, Moscú, Nueva York, Tokio y otras 55 capitales de todo el mundo se presenta el documento "CUIDAR LA TIERRA. UNA ESTRATEGIA PARA EL FUTURO DE LA VIDA", que en realidad define la estrategia para poder crear una sociedad con desarrollo sostenible y que exigirá para su implantación durante los primeros diez años ¡1'3 billones de dólares! En 1989, la Asamblea General de Naciones Unidas adopta la Resolución 44/228, por la que se convoca la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, a celebrar en Río de Janeiro del 1 al 12 de junio de 1992 (CNUMAD 92 o Río 92).
2. La Conferencia de Río de 1992. 2.1. Objetivos Durante la primera quincena del mes de junio de 1992, 118 Jefes de Estado y de Gobierno, junto con 178 delegaciones procedentes de más países que los representados en las Naciones Unidas, además de 15.000 representantes de 3.521 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y 9.800 periodistas, debatieron sobre dos escenarios: la Cumbre de la Tierra -de carácter oficial- y el Foro Global -paralelo y alternativo al anterior y promovido por las citadas ONG-. Una relación de los objetivos propuestos en esta Conferencia Internacional puede encontrarse, entre otros, en el artículo de Domingo Jiménez Beltrán ("La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Brasil, junio 92; planteamientos y objetivos. Aportación española", pp. 29-53), que aparecen en el libro Medio Ambiente y Desarrollo; antes y después de Río, publicado por la fundación Marcelino Botín en 1993. 2.2. Resultados de Río-92 Los resultados alcanzados al término de esta Conferencia Internacional pueden enumerarse en los siguientes: 1.
Una declaración de los derechos y de las obligaciones individuales, colectivas y de los Gobiernos en lo referente al Medio Ambiente y al Desarrollo, es decir, una especie de Constitución planetaria, denominada "Carta de la Tierra" o "Declaración de Río".
2.
Un plan de acción o "Agenda 21", en la que se establecen las acciones a emprender por los gobiernos y las organizaciones internacionales para integrar el medio ambiente y el desarrollo humano en el horizonte del siglo XXI. Establece los medios técnicos y financieros necesarios para desarrollar programas específicos que ayuden sobre todo al Tercer Mundo a alcanzar un desarrollo sostenible.
3.
Dos convenios específicos: unos sobre "Cambio Climático" y otro sobre "Biodiversidad".
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4.
Una "Declaración de principios sobre los bosques" en lo referente a su conservación y explotación racional.
2.3. Recursos financieros Se entiende por tal los fondos que los países industrializados van a poner a disposición de los países en desarrollo para facilitar y favorecer éste, para ayudarles a la solución de sus problemas ambientales y pagarlos por las servidumbres ambientales que se les impongan como depositarios de una gran parte del patrimonio natural mundial. Se crea un Fondo Ambiental Global (GEF) que gestionará estos fondos, que habrán de provenir de los Fondos de Ayuda al Desarrollo constituídos por el 0'7 % del PIB de los países desarrollados. En principio, se estima en 1.300 millones de dólares americanos el fondo para los tres primeros años. Sin embargo, las estimaciones de los fondos necesarios para desarrollar los programas enunciados en la Agenda 21 alcanzan los 125.000 millones de dólares al año sólo para el período 1993-2000, con costes que oscilan entre los 29.000 millones de dólares por año para asentamientos humanos, hasta 8 millones de dólares por año para residuos radiactivos. 2.4. Los contenidos de los principales documentos de Río 92 2.4.1. La Carta de la Tierra Presta atención a una serie de principios básicos como los siguientes: • Cautela. • Evaluación ambiental previa. • Quien contamina, paga. • Participación pública. • Acceso a la información. • Notificación rápida de emergencias ambientales transnacionales. • Quien usa los recursos, paga. • Reparto equitativo de cargas. • Compensación adecuada a las víctimas de episodios transnacionales. 2.4.2. Agenda 21 Se trata de un desideratum de los problemas ambientales y de las acciones para la recuperación y desarrollo sostenible de sectores concretos. Los temas que trata se pueden agrupar en cuatro grupos: • Dimensión social y económica. Políticas internacionales y nacio-nales. Pobreza. Modelos de consumo. Demografía. Condiciones sanitarias. Asentamientos humanos. Procesos de decisión. • Gestión y conservación de recursos. Atmósfera. Planificación Integrada de recursos terrestres. Ecosistemas frágiles. Desertificación y sequía. Sistemas de montaña. Agricultura sostenible y desarrollo rural. Diversidad biológica. Biotecnología. Océanos y recursos vivos. Aguas continentales. Substancias tóxicas y tráfico de productos peligrosos y residuos. Residuos radiactivos. • Reforzamiento de la función de los grupos sociales. Mujeres y desarrollo sostenible. Juventud. Pueblos indígenas. Organizaciones no gubernamentales ("ONG's"). Autoridades locales. Sindicatos. Industria y Empresarios. Comunidad científica y tecnología. Productos primarios. • Instrumentos de aplicación. Recursos financieros y su instrumentación. Transferencias de tecnología. Apoyo científico. Educación, formación y sensibilización pública. Capacidad de gestión. Marco institucional internacional. Instrumentos y mecanismos legales internacionales. Información y banco de datos. 2.4.3. Convenio sobre Biodiversidad Consta de un preámbulo y cuarenta artículos en los que se establecen: • Objetivos: conservar la máxima biodiversidad en beneficio de generaciones futuras. • Principios fundamentales. La conservación de la biodiversidad es preocupación común de la Humanidad. Los estados tienen el derecho soberano a explotar sus recursos biológicos.
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Obligaciones generales. Planes, programas y medidas para conservar y para llevar a cabo un uso sostenible de los recursos biológicos. Cooperación internacional y recursos financieros para garantizar el cumplimiento del convenio. Medidas de conservación in situ. En particular: 1. Selección de áreas y ecosistemas más representativas o que requieran medidas de protección. 2. Establecimiento de planes de recuperación y rehabilitación de ecosistemas. 3. Reglamentación de la utilización de organismos modificados genéticamente. 4. Asistencia a poblaciones indígenas para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad. Medidas de conservación ex situ. Conservación de especies de importancia medicinal, agrícola o como fuentes de material genético que se encuentren en peligro. Se citan las siguientes medidas: 1. Acceso a los recursos biológicos y también a los resultados de las investigaciones y beneficios derivados de su explotación comercial. 2. Acceso a la tecnología: facilitar el acceso a la tecnología necesaria para la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica y a la tecnología que utiliza el material genético. 3. Mecanismos financieros: los países desarrollados se comprometen a sufragar los costos derivados de la aplicación del convenio. 4. Relación con otros convenios de conservación existentes. Los ya existentes pueden negociarse como protocolos de este Convenio.
2.4.4. Convenio sobre Cambio Climático Contiene toda una serie de disposiciones sobre aspectos de información, inventariado, programas de investigación, transferencia de tecnología, ahorro energético, etc. No obstante, la parte fundamental de este Convenio reside en los compromisos que los países desarrollados han aceptado en el marco del mismo; éstos son: •
Limitación y reducción progresiva de las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero.
•
Mecanismos financieros. Aspecto no precisado.
2.4.5. Declaración sobre bosques Se trata de una declaración sin fuerza jurídica obligatoria de principios para la ordenación, conservación y desarrollo sostenible de los bosques de todo tipo.
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ANEXO II. UNA VISIÓN DE LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO PARA ASEGURAR LA SOSTENIBILIDAD DEL DESARROLLO Según: L. Jiménez Herrero (1996): Desarrollo Sostenible y Economía Ecológica. Ed. Síntesis, 365 p. REEQUILIBRIO ECOLÓGICO-ECONÓMICO ENTRE EL NORTE Y EL SUR (1)
Realmente, ¿se persigue una "nueva era del crecimiento económico" como lo define el Informe Bruntland, con una restauración de las economías modernas? O, por el contrario, ¿lo que subyace en el fondo no es la búsqueda de un equilibrio ecológico y económico internacional "razonable" para que los países industrializados puedan mantener sus niveles de prosperidad, con pequeños sacrificios, y para que los países en desarrollo alcancen niveles de bienestar "suficientes" sin poner en peligro el orden mundial vigente?
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Existe sin embargo, una contradicción patente en el planteamiento de la nueva orientación del crecimiento económico alineado en el desarrollo sostenible: los costes ecológicos y los límites físicos. El Informe Bruntland omite claramente pronunciarse sobre los conflictos latentes que se esconden tras los incrementos de producción requeridos. Aceptando que la duplicación de la población es altamente probable dentro de cincuenta años, las estimaciones más simples apuntan (como la del Informe Bruntland) que es necesaria una actividad económica entre cinco y diez veces la actual para satisfacer las aspiraciones de tal población. Esto supone un esfuerzo extraordinario que requiere tasas anuales de crecimiento económico entre el 3'2 % y el 4'7 % durante todo este tiempo.
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Pero, sobre todo, significa mecanismos de redistribución más equitativos para hacer frente a la miseria. Cerca de 2.000 millones de personas malviven actualmente en el margen de subsistencia. Alrededor de 1.300 millones carecen de abastecimientos de agua potable. Cada año mueren de hambre en los países pobres cerca de 14 millones de niños.
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Una condición necesaria, aunque no suficiente, según el Informe Bruntland, para la eliminación de la pobreza absoluta es un rápido crecimiento en los países en desarrollo en su conjunto. Esto no puede lograrse si la renta per cápita no crece el 3'5 anual (5 % en Asia; 5'5 % en América Latina; 6 % en África). En las condiciones actuales para que un país en desarrollo pudiera reducir las miserables condiciones de la población que vive por debajo del límite de pobreza (necesidades elementales) del 50 al 10 %, se requiere un lapso de tiempo de 18 a 24 años si el ingreso per cápita aumenta a razón del 3 % anual; entre 26 y 36 años si crece el 2 % anual; y de 51 a 70 años si el aumento es la razón del 1 % anual. Estas pretensiones serían ambientalmente posibles en la medida en que las naciones industrializadas, según el citado Informe, pudieran modificar sustancialmente las tecnologías y transferirlas para consumir menos materia y energía y mejorar la eficacia del uso de los recursos.
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No obstante, recordando la ecuación del Impacto Ambiental, I = P x C x T (Población por Consumo por Tecnología), para mantener la neutralidad del Impacto sobre el medio ambiente (I = constante), se hace evidente que todo el peso para contrarrestar los efectos de los aumentos de la población (P) y del Consumo (C) descansa en las mejores Tecnologías (T), lo cual significa justificar el desarrollo sostenible en base a argumentaciones amparadas en un elevado "optimismo tecnológico". Con una duplicación de la población y una presumible cuadruplicación del consumo total en los próximos 35 años, el esfuerzo tecnológico requerido sería 8 veces superior al actual, simplemente manteniendo la estructura actual de la distribución de la renta mundial. Si se pretendiera, por ejemplo, equiparar la renta per cápita de los países en desarrollo con la de los países industrializados, el proceso tecnológico tendría que multiplicarse además por un factor equivalente a la diferencia media entre ambos, del orden de 25 veces, manteniendo constantes el Impacto Ambiental y la Renta del Norte.
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Pero además es imprescindible que las naciones industrializadas permitan un reajuste del sistema económico mundial a través de una incorporación equitativa de las economías periféricas al mercado global. el decenio de los años ochenta ha supuesto para un gran número de países en desarrollo un importante retroceso en términos de disminución del ingreso por habitante. Igualmente, se constata un deterioro de la relación real de intercambio, una disminución de los precios de los productos primarios de exportación, numerosas dificultades de acceso a los mercados de los países desarrollados (proteccionismo agrario e industrial), y una notable reducción de la ayuda al desarrollo. No sólo ha sido una "década perdida" desde la perspectiva del desarrollo, sino también desde la perspectiva ecológica; y en este caso irreversible, debido a los altos costes ambientales sufridos.
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La nueva filosofía del crecimiento satisface mínimamente a los países en desarrollo, en tanto que se aleja la sombra del "estado estacionario" asimilado al "crecimiento cero". Asimismo, complace a los países
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industriales porque no se cuestionan las bases del sistema. Su argumento empírico es que desde 1970 se han logrado mejoras sustanciales en la calidad del medio ambiente en los países de la OCDE con gastos de protección ambiental que oscilan entre el 0'8 y el 1'5 del PIB, con un crecimiento del conjunto de sus economías del 80 %. Determinadas instituciones, como la OCDE y el Banco Mundial apoyan las tesis de que es posible mejorar la calidad ambiental y simultáneamente mantener el crecimiento económico, pero sin poder precisar cómo. (8)
En esencia, aunque se reconocen límites físicos para las fuentes de recursos, para los sumideros de residuos y emisiones, se piensa que el aumento de la producción puede ser posible en la medida en que se implanten fuerzas positivas para la sustitución, el progreso técnico y el cambio estructural; enfoque que recoge la visión económica neoclásica contemplando la posibilidad de sustituibilidad permanente entre las distintas formas de capital y de los factores productivos.
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Desde esta concepción, podríamos decir entonces que el desarrollo sostenible se apoya más en el "crecimiento de los límites" que en el ajuste a "los ajustes del crecimiento".
CUESTIONES 1.
Justifíquese adecuadamente la denominada contradicción patente a que se alude en el párrafo (2) del texto adjunto. ¿Entre qué términos se sitúa dicha contradicción?
2.
¿Por qué considera usted que una duplicación de la población en el breve plazo de medio siglo exigirá un crecimiento de la actividad económica como se indica en el texto del párrafo (3) del, orden de 5 a 10 veces la actual? Enumere las razones que justificarían una afirmación de esa índole razonando si unas cifras de esa índole son elevadas o bajas?
3.
En el párrafo (5) se recoge una expresión matemática que relaciona cuatro conceptos clave en lo referente al crecimiento y al medio ambiente. Discuta convenientemente el significado de dicha expresión y cómo deben ser las variables independientes para justificar un impacto ambiental nulo.
4.
¿De qué otra manera, si es ello posible, representaría usted las relaciones entre dichos parámetros para que la expresión matemática fuera más ajustada a lo que quiere decir?
5.
Razona el significado del mencionado "optimismo tecnológico" en el contexto general del párrafo (5) en que se recoge.
6.
¿Por qué, según su opinión, para equiparar la renta de los países pobres con la de los países desarrollados, tal como se señala en el párrafo (5), se exige un proceso tecnológico veinticinco veces mayor, como plantea la diferencia entre ambos tipos de países? ¿Qué pasaría si el impacto ambiental no se mantuviera constante? ¿Y si el que no se mantuviera constante fuese el nivel de renta del Norte?
7.
En el párrafo (6) se señala que la década de los ochenta ha sido una "década perdida" tanto desde la perspectiva del desarrollo como desde la ecológica. Enumere con la más estricta prioridad según su criterio las razones que para usted conducirían a ratificar una expresión de este tipo. Si usted considera que esta afirmación no es cierta, razone, en todo caso, por qué cree usted que no ha sido de esa manera.
8.
Justifique la primera frase del párrafo (7): 'La nueva filosofía del crecimiento satisface mínimamente a los países en desarrollo, en tanto que se aleja la sombra del "estado estacionario" asimilado al "crecimiento cero"'.
9.
Póngale un título periodístico al párrafo (8).
10.
Establezca las diferencias semánticas y las reales entre "crecimiento de los límites" y "límites del crecimiento", que se contraponen en el párrafo (9) como antagonistas en el desarrollo sostenible.
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ANEXO III. INFLUENCIA DEL SISTEMA ECONÓMICO-SOCIAL EN LA DEGRADACIÓN AMBIENTAL El sistema económico-social participa activamente de la degradación ambiental. Una afirmación tan radical como ésta debe ser convenientemente justificada a pesar de la obviedad que encierra. Para ello, la figura 2.21 nos resume algunos de los argumentos que la apoyan. Estos argumentos, convenientemente enumerados, a manera de invitación a una rápida reflexión personal -que analizaremos más detalladamente en su momento (tema 11)- son: 1. La explotación de los recursos • Se esquilman los recursos alimenticios; • se agotan los combustibles fósiles, fruto de la fotosíntesis y de otros procesos metabólicos antiguos; • la explotación de los recursos tanto minerales como energéticos producen contaminantes tanto gaseosos (voladuras,...), líquidos (vertidos, lixiviados,...) como sólidos (escombreras), que suponen además de un impacto negativo y directo al paisaje un riesgo de movimiento de tierras en pendientes, etc. entre otros. • en general, se produce una fuerte desforestación y pérdida de biomasa vegetal, desprotegiendo los suelos, que perderán su potencial biológico, contribuyendo así a agudizar el problema del hambre y la desnutrición. 2. Afección y/o desaparición de los grandes biomas • Desaparición de especies animales, vegetales, etc. • Alteración de los equilibrios en los ecosistemas. 3. La desforestación, la erosión de los suelos y la desertización • Se encierra aquí toda la cadena de procesos que contribuye a u empobrecimiento del planeta. • Se modifica el clima como consecuencia de la pérdida del vapor de agua que no va apoder liberarse al no poderse llevar a cabo la fotosíntesis. 4. El armamentismo y los conflictos bélicos • Destrucción de ecosistemas naturales (bosques, cultivos, humedales,...). • Daños -irreparables- en el patrimonio histórico-cultural de los pueblos. • Desviación de recursos por parte de la carrera armamentista que podrían servir para mejorar la calidad de vida de amplias capas de la Humanidad. • Riesgos ante la posibilidad de una "Guerra Nuclear": pérdidas humanas, contaminación químico-radiactiva de la atmósfera, reducción de la luz solar sobre el planeta, destrucción de ecosistemas naturales de vital importancia, desmantelamiento del sistema urbano e industrial, y retorno del hambre, escasez y enfermedades a zonas libres de ellos, así como mutaciones serias en los seres vivos.. 5. Los residuos • Pérdida de valor paisajístico del entorno. • Proliferación de insectos y roedores y enfermedades de transmisión por ellos. • Lixiviados que pueden alcanzar los niveles freáticos y contaminar aguas de abastecimiento humano. • Derroche y pérdida de uso de recursos reciclables. 6. La contaminación, en general • Problemas de salud (respiración, alimentos, higiene). • Efecto invernadero y cambio climático. • Consumo exacerbado, poco racional, de los recursos. • Pérdida de calidad de vida. 7. La salinización de los acuíferos 8. Otros