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REPENSAR LA ESENCIA DEL PERDON PARA CONSTRUIR DEMOCRACIA EN EL POSTCONFLICTO
PhD. Amalfi Padilla Castilla 1 Mgster Eliecer Mayorca Capataz2 Un hombre sabio procurará siempre perdonar, porque sabe lo que es el valor de la vida y no permitirá que ésta pase con un dolor que es totalmente innecesario Samuel Johnson En los últimos tiempos el acontecimiento vital de los rasgos propios del momento cultural que viven las personas se caracteriza por la indiferencia, y se impone a el dolor, la exclusión y hasta el rechazo a la verdad. Se trata de una situación que violenta a la misma condición del ser humano, quien con frecuencia para satisfacer sus aspiraciones de tener, o las ambiciones de poder, practica la violencia, y en la mayoría de los casos tiene que eliminar su competencia; pero sobre todo acude a ella, por la dura experiencia de injusticias amplias y profundas que prevalecen en el entorno. Ante estos hechos, es factible llegar a razonar que los satisfactores de los cuales dispone no son los más adecuados y, por lo tanto, no corresponden con sus anhelos y capacidades. Otras veces, puede ser por miedo, temor, odio, venganza o celos, lo lleva a vivir experiencias de angustias, de ofensas, de dolor profundo al descubrir que le han mentido o engañado, también, cuando un amigo lo oprime con bromas pesadas que lastima áreas sensibles o cuando un irresponsable lesiona a un ser querido para el resto de la vida, y se da cuenta de que esa manera de concebir la vida con penas, culpas o agravios por saldar es difícil La vida como derecho fundamental y valor clave, es la que marca la pauta, y tiene en toda la creación un alma racional como principio vital de los seres vivos, que activa o vivifica todas las operaciones; pero tiene como enemigo a la violencia Pereyra (2010:110) que ha acostumbrado al ser humano a la intolerancia, a la agresividad, al odio, al desamor, a la degradación de la persona y a la violación de la dignidad humana. La dignidad humana es según Yepes Duque (2004:28), el bien precioso que el ser humano posee, ella supera en valor al mundo material, y defiende que el ser humano no vale por lo que tiene aunque posea el mundo
Doctora en Ciencias de la Educación RudeColombia. Postdoctorado en Gerencia y Políticas Públicas Docente Investigadora Programa de Administración de Empresas Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Cartagena. 2 Magister en Administración, Candidato a doctor en Ciencias Sociales Universidad de Zulia, Docente Investigador de Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cartagena. 1
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entero, sino por lo que es, por su dignidad, por ello, la persona tiene la necesidad de rescatar su dignidad y la de los demás, para no ser tratado como objeto Ante estas situaciones señala Rivas (2012:30) que la única alternativa que tiene el ser humano para no quedar atrapados en el dolor es trabajar por la paz interior: es decir, trabajar por el hombre mismo, por sí mismo y entender que, cuando las cosas no funcionan, quien no funciona es el hombre mismo, por lo tanto, hay necesidad de acrecentar la capacidad de perdonar, como mecanismo para liberarse de los efectos corrosivos del odio, evitar las injusticias, adquirir una voz que le permita escuchar la paciencia con uno mismo y de esta manera, poder optar por el bienestar, la salud, y la vida a pesar del dolor, ya que todos los humanos tenemos a alguien a quien perdonar. Por otro lado, los ejemplos de la literatura existente sobre la temática (Narváez, 2010:11), se resalta que todos los seres humanos tienen la capacidad heroica de perdonar lo imperdonable (Derrida 2003) para volver a ver futuro y esperanza donde antes sólo había desconsuelo; es decir, contra la irracionalidad de la violencia, no hay nada más fuerte que la irracionalidad de perdonar. Ahora bien, paralelo a esta situación de irracionalidad de la violencia, ha hecho que el concepto perdón en los últimos tiempos también adquiera gran relevancia no sólo en el ámbito religioso, sino en la filosofía política, la antropología cultural, la psicología social y la neurociencia entre otras, como esa herramienta para potenciar a las personas con una mejor perspectiva en la toma de decisiones Al interés teórico por parte de la ciencia Wagon (2015:60), se unen los pedidos y manifestaciones públicas de perdón por parte de los representantes de las instituciones públicas y privadas que han tenido lugar en el escenario mundial, que dirigen su interés a la acción de perdonar. Perdonar es el proceso que lleva a cabo una persona para reconstruir la paz en el silencio interior, con la intención de recuperar la capacidad de volver a confiar en la vida y en los demás, seres humanos, mediante el reencuentro, toda vez que abre la posibilidad de fortalecer la relación o dejarla ir sin rencores con la esperanza en el propio futuro. Perdonar es sólo una parte del proceso de liberación interior para sanar las heridas, y consiste en vivir en el presente para optar por el camino de la libertad de las dependencias (Rivas, et al.,15), y de los deseos de venganza escondidos bajo la capa de justicia Arendt (2015). Al respecto Escobar (2007:12) afirma que la humanidad se está jugando su porvenir en la decisión de si la salida a la situación actual de violencia, es el desquite, la venganza, el castigo o el perdón como posibilidad de reencuentro, de reconciliación para gozar de una hermandad. También señala Escobar (2007:10, 11) que a lo largo de la historia la opción de la violencia, el desquite y la venganza es la que ha primado, dado que nuestro concepto de justicia nos incita que, quienes actúan mal y causan aflicción, deben sufrir por sus actos y no sean perdonados gratuitamente y a cambio de nada; es decir, a los seres humanos nos gusta la justicia y el perdón no es un acto de
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justicia sino un gesto de misericordia, algo superior a nuestra fuerza y forma humana de pensar. Es decir, el perdón es la oportunidad sobre la tierra que tiene el hombre para armonizar la vida ya que el perdón nos devuelve la paz, nos regresa a la hermandad, nos reconcilia con nosotros mismo, permite dejar a tras las paginas sangrientas de la historia y escribir paginas nuevas Antecedentes Según Lumera (2015:17), el perdón es de hecho un constructo muy antiguo, conocido y aplicado por las civilizaciones más remotas, y por lo común su origen y empleo de la noción perdón está enraizada y asociada a las prácticas religiosas judeocristiana, en razón a que inicialmente fue estimado objeto de reflexión solamente para teólogos, religiosos y consultores espirituales o algunas corrientes filosóficas que están presente en la religión. Precisamente, es en la religión cristiana en la que el tema del perdón aparece de manera más reiterativa, y en el ámbito sacramental la confesión representa uno de los rituales más intenso. La noción de perdón, que era desconocida en la Antigüedad, proviene según Jacques Derrida (2003), de Abraham y reúne, por ello, a las tres religiones más representativas de la humanidad: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. En razón a este origen, la noción de perdón ha sido restringida, en una dimensión teórica, a un contexto teológico y, en su uso común, a un ámbito religioso. Además, ha traído consigo que la noción de perdón este permeada de una fuerte carga metafísica y concebida como una facultad divina que es propia de Dios y, a través de la cual, le es posible al ser humano alcanzar la salvación Madrid Gómez (2008:137). Ello permite considerarlo la piedra angular de muchas tradiciones espirituales, que expresa las palabras y enseñanzas de aquellos maestros e individuos que han dejado huellas extraordinarias, y se presenta como un medio para alcanzar un fin determinado y predecible Arendt en su obra la condición humana (1958, 2005:258), reconoce que el descubridor del papel del perdón en la esfera de los asuntos humanos es Jesús de Nazaret y en sus famosas palabras de la cruz: “Señor perdónalos porque no saben lo que hacen”, el inicio de la historia del perdón, que en modo alguno considera se trata de un concepto de carácter exclusivamente religioso, pero el hecho que hiciera este descubrimiento en un contexto religioso y lo articulara con un lenguaje también religioso, no es razón para tomarlo con seriedad y sentido estrictamente exclusivo del ámbito religioso Por ello, al considerar la persona de Jesús de Nazaret en tanto personaje histórico y no en tanto figura religiosa, el papel del perdón lo pone en la esfera de los asuntos humanos. Jesús de Nazaret es, al parecer de Arendt, quien, a partir de la experiencia en la pequeña y entramada comunidad de sus seguidores, inclinadas a desafiar a las autoridades públicas de Israel expresó que la insistencia del deber de perdonar procede claramente de que “no saben lo que hacen” concluye que no sólo Dios tiene que perdonar a los humanos, sino que, los humanos son los que
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tienen que perdonar mutuamente siete veces y siete veces, setenta veces siete o, en verdad interminable, lo perdonaras (Ibid.,259). De esta consideración resulta claro, afirmar que la noción de perdón en el pensamiento de Arendt, se trata de una facultad humana que vincula a los seres humanos mediante su capacidad de actuar y por ello remite al ámbito de los asuntos humanos. Es decir, Arendt convierte esa facultad de actuación en una experiencia que surge de la pluralidad humana y en razón de esto, puede ser en tendida como una facultad política; son los seres humanos los que tienen que perdonarse entre sí, recíprocamente y de manera ilimitada, para restaurar y rehabilitar la capacidad humana de actuar, el cual supone la facultad de perdonar En razón a lo expuesto, el tema del perdón hasta hace pocos decenios estaba prácticamente olvidado en las Ciencias Sociales Lumera (2015:17), sobrevivía interpretado a veces de modo restrictivo y solamente en el ámbito estrictamente eclesial. Y quizás en virtud de este perjuicio, psicólogos y psicoterapeutas no se habían ocupado de ello, y mucho menos los médicos. Pero recientemente se ha asistido a una inversión de esa tendencia, tanto en el ámbito religioso como en el de las ciencias sociales, se comienza a comprender que la promoción a gran escala de una cultura del perdón es una de las herramientas más poderosas que disponen los seres humanos para combatir la violencia, resolver toda clase de conflictos y construir la paz, el bienestar material y moral de la humanidad Narváez (et al, 11). Concepto de perdón El perdón es una experiencia interna de paz y comprensión que se vive en el presente (Morales, 2012:61), para que ocurra debe haber algo que perdonar (un acto, un hecho, una ofensa, etcétera.,) la intervención de varios participantes, habrá alguien que perdona y alguien perdonado (Domínguez, 2006:11). El perdón es un asunto en el cual se establece una relación personal, y en donde lo hecho se perdona por amor a quien lo hizo. También esto, lo reconoció Jesús por amor a quien lo hizo (le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama) y esta es la convicción corriente en el fundamento cristiano, de que sólo el amor tiene poder para perdonar (Arendt, 2005:260). Además, porque el amor, aunque es uno de los hechos más raros en la vida humana posee un inigualado poder de auto-revelación y una inigualada claridad de visión para descubrir el quien. Es decir, sólo por amor se puede perdonar. Así mismo Arendt (Ibíd., 261), sostiene que el amor debido a su pasión, establece un medio que nos relaciona, pero a la vez destruye porque mientras dura, nos separa de los demás. Y el único que puede insertarse en medio, producto del amor es el hijo; mediante el hijo es como los amantes vuelven al mundo del que se le ha despojado. Estos argumentos son los que le permiten a Arendt afirmar que el amor no es necesario ni mucho menos imprescindible para el perdón, ya que lo
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considera como el destructor del en medio de que nos relaciona y nos separa de los demás, además, el amor es a-político y todo lo que se requiere es el respeto mutuo. El respeto es concedido como una suerte de amistad sin cercanía ni intimidad. Es la consideración desde la distancia que establece el mundo existente entre dos seres humanos (Canovan, 1992, ref. en Wagon,2015:68). El respeto debido a que sólo concierne a la persona, es totalmente suficiente para impulsar lo que hizo una persona por amor a la otra. Perdonar viene de la cópula latina entre per y donare y significa dar. Al perdonar damos ¿pero que damos? Damos aceptación, amor, vida, ayuda, conocimiento, experiencia, consejo, orientación, esperanza, bienestar; esto es lo que explica que perdonar es un dar, conceder de manera voluntaria y gratuita; se da por el acto mismo de dar. La doctrina social de la iglesia a través de Pablo VI (1967) pedía en la encíclica Populorum progressio un compromiso para promover un mundo más humano para todos, “un mundo en donde todos tengan que dar y recibir, sin que el progreso de los unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros”; así mismo Juan Pablo II (2002) consideró que la sociedad civil era el ámbito más apropiado para una economía de la gratuidad y Benedito XVI en la encíclica Cáritas in Veritate (2009) también considera necesario decir sin gratuidad no hay ni siquiera justicia. Es decir, el hombre es un ser donal, es puro añadir (Elles, 2006:235 y de los tipos de actos propios de la gratuidad coherentes con la lógica del don, el perdón se puede considerar el mayor de ellos El perdón se sustenta desde quien perdona y está motivado por el mismo acto de perdonar, no necesita ningún impulso del mundo, siendo esta la única posibilidad para surgir. Según Domínguez (2006:14), lo que logramos dar será algo para nosotros mismo; nos damos la oportunidad de recordar el daño que nos han hecho sin rencor y sin odio, de aceptar continuar con la vida teniendo siempre presente que el mundo que construimos es algo que viene del golpe, y de ese impacto que alguna vez derribo todo aquello de cuanto teníamos conciencia, cumplió con destruirnos, pero al mismo tiempo nos deja ahora con la disposición y energía para volver a rehacer nuestra vida Al respecto, y según lo expuesto se ha de considerar que existen diversas concepciones del perdón y desde diversos puntos de vistas: desde la visión religiosa y teológica, el perdón es un reflejo de la presencia divina dentro de nosotros; la actitud hacia el perdón es, sin duda originada y estimulada por las creencias y por un contexto espiritual. Desde el ámbito exclusivamente religioso y filosófico el perdón ha entrado en la dimensión de la psicología y de la psicoterapia aportando sus inspiraciones espirituales y morales para centrarse en el bienestar y equilibrio de la persona. En este proceso es relevante el aporte científico del Teólogo Lewis Smedes (1977, ref. en Morales, 2012:62), quien sostiene que el perdón conlleva beneficios psicofísicos y considera el perdón como un acto nacido de necesidades propias de los seres humanos, para sanar el dolor de una pena considerada injusta y tormentosa y de una vida fracasada por el odio
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A partir de esta visión, se observa que desde la década de los noventa aparecen muchas definiciones de perdón. Entre ellas Flanigan (1992), es recuperar el dominio sobre una situación peligrosa que ha generado una herida. Para Worthington y Wade (1999) el perdón es una elección interior de la víctima (inconsciente o deliberada) de renunciar al rencor, y si es posible y prudente de buscar una reconciliación con el ofensor. Denton y Martin (1998), un proceso interno central para la psicoterapia en el que la persona afectada, sin que el otro se lo solicite, abandona los sentimientos negativos y el deseo de devolver el daño; este proceso produce beneficios físicos, psicológicos y emotivos. Aletti M (2005), lugar de la redefinición de la identidad individual Por otro lado, Gorush y Hao (1993, ref. en Lumera, 2015:151), consideran que, con el aporte de la psicología la ciencia se ha dado cuenta de que el concepto de perdón puede ser comprendido profundamente desde una óptica holística; de tal manera que, una definición completa debe abarcar las tradiciones, la experiencia, los componentes emotivos, afectivos, decisionales y las investigaciones clínicas para tener un mayor acercamiento al concepto. El perdón es ante todo una actitud personal de cambio de percepción Rivas (2012:50) de poder considerar a las personas y situaciones de otra manera, para abrirse a la esperanza, de una libertad emocional y la paz espiritual. El perdón es como una balanza entre la justicia y la misericordia, comienza con una tarea que por sus inicios debe ser negativa (Domínguez, 2006:6) que conlleva una acusación que revela en el presente algo que debe ser absuelto de sus penas y culpas, pero que, en el proceso de ir hacia una manera de hacer, la resolución puede cambiar positivamente La necesidad humana de perdonar El ser humano es en esencia, un ser social, en donde el vínculo y la relación interpersonal son elementos que forman parte de la vida cotidiana de la persona. Para ello, debe establecer la prioridad de saber convivir con las personas de su hogar, su núcleo familiar, en el trabajo con las personas que comparte experiencias, conocimientos, aprendizaje y en general con todas aquellas que interactúa en las relaciones sociales, las cuales demandan cada día una verdadera destreza de comprensión, buen trato y amabilidad como parte de las exigencias para entrar en la vida del otro. Entrar en la vida del otro del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasiva que renueve la confianza, el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que la otra abra la puerta de su corazón para unirnos en un proyecto común a cultivar redes de integración así seamos diferentes (Papa Francisco, 2016:91). Pero a menudo nos equivocamos y desilusionamos a los otros, obrando con rudeza, rompiendo vínculos, perdiendo amistades, cónyuges, hijos, oportunidades laborales y demás familia; ello provoca sufrimiento y desorden interior, que hacen imperativa la necesidad de perdón
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Esta necesidad de perdón que se tiene, en efecto obedece a que no existe en el mundo manera alguna de justificar comportamientos inaceptables y abusivos a las dificultades de vivir en sociedad (Casarjian, 1998:19) y como consecuencia nadie está exento de heridas productos de frustraciones, decepciones, problemas, penas de amor, traiciones, los conflictos de parejas, conflictos en las familias, entre jefes y empleados, entre amigos, entre vecinos, entre razas y naciones y todos tienen algún día la necesidad de optar por el perdón debido a su poder de transformación Benavent (2014:198) para no endurecer el corazón, proporcionar la paz para continuar creando relaciones más sanas que permitan seguir viviendo juntos con otras personas, consigo mismo, porque es bueno perdonar. El mundo en el que estamos es complejo y milagroso, donde todos vivimos entre el sufrimiento y la alegría, pero nadie sabe qué ocurrirá mañana. Luskin (2008:240). Un hecho innegable en la convivencia del hombre es que siempre están presente defectos, limitaciones, faltas y errores, tanto a nivel personal como en nuestras relaciones con Dios, con la naturaleza y con los demás. Estos errores algunos involuntarios, otros totalmente voluntarios, se hacen presente en sus dos facetas: tanto de las ofensas sufridas como de las cometidas y permiten entender que lastimarse es algo común (Ibid.,208). Además, no se puede volver al pasado y vivir esos hechos de manera diferente, ni cambiar lo vivido, pero si cambiar nuestra vivencia actual, rechazar lo hecho, reparar el daño, compensar esa falta con amor y eso significa una buena oportunidad para perdonar. Los numerosos problemas, las incertidumbres y las frustraciones que rodean la vida en los comienzos de este siglo (O’Donnell, 2008:10), confunde a las personas de tal manera que, parece no dejar espacio para respirar, se recuperen y las puedan afrontar; pero también plantea que el ser humano pese a excelentes avances científicos logrados, no ha aprendido a utilizar su propia fuerza interior para liberarse de ese dolor existencial. Por ello Lumera (2015:16), considerando el gran poder de transformación que tiene el perdón y sus efectos positivos sobre el comportamiento humano, lo estima bueno, conveniente y saludable para producir paz en el interior de las personas, aboga por una comprensión profunda que consienta experiencias originarias de nuestro ser que incide en poder restablecer un estado de unión donde interior y exterior se vuelven una sola cosa. Para Santo Tomas (ref., en López, 2006:31), el perdón restablece lazos perdidos y la comunicación truncada entre los diferentes aspectos de nuestro ser, integrando todas las partes con el propósito de restablecer una condición única y no fracturada; esto demuestra que perdonar es bueno para prepararse a ser una persona más fuerte, evitar problemas, vivir en paz y armonía, tener una historia más comprensiva y serena frente a la realidad. Esta visión Tomasina, permite afirmar que el origen de los conflictos puede radicar en la percepción de considerar al hombre aislado o separado de los demás, por ello (Neylor, 2006:111), es bueno perdonar y perdonar al otro ya que nos enaltece, nos abre a
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la misericordia de Dios y nos hace mejores personas, despertando nuevos deseos de vivir de manera diferente Aprender y saber perdonar Una de las grandes enseñanzas que la humanidad ha recibido es según Carreón (2012:229) que se requiere más valentía y sabiduría para ser misericordioso, que para imponer un castigo. También recuerda que con frecuencia se habla de cómo ser una mejor humanidad y, de hecho, está convencido que la parte clave para lograrlo es saber perdonar: perdonar a otros, amarnos a nosotros mismos y al prójimo porque es algo esencial, para vivir sin rencores; eso permite vivir tranquilo, en armonía, inclusive en los momentos adversos, porque la armonía está en nuestro interior y en nuestro pensamiento Para Casarjian (1998:63), el perdón es algo que se puede poner en práctica de manera inmediata aun cuando todavía no se sientas con el ánimo de perdonar a ciertas personas. Y, la manera más amplia de trabajar con él y aprender, es poder practicarlo con todas las personas, de tal manera que, todo el mundo se convierte en nuestro maestro. Para comenzar la práctica del perdón, se recomienda hacerlo en territorio neutral, y con personas que de manera real no se tiene una relación difícil, a fin de facilitar introducirse en el proceso y comenzar por lo más básico, aunque sientas la urgencia de perdonar aquellas personas con las cuales se tiene una relación difícil. El perdón es una capacidad que no es innata a los humanos, por lo tanto, representa un arte que se puede enseñar (Narváez, et al, 2010:11). En el ejercicio de dicho arte se debe entrenar y practicar, pues es algo que se desconoce y en lo cual no se tiene la pericia y el compromiso consciente para ser empleado de un modo más exigente, y obtener incalculables beneficios tanto a nivel individual como colectivo. Por ello, Casarjian (1998:64) sugiere comenzar por lo básico, aprendiendo a perdonar practicando con personas en donde no hay historias personales de rabia y dolor, repetirlo cuantas veces sea necesario hasta dominarlo, integrarlo y sentirlo como algo natural, para ser más alegre y felices. Para aprender a saber perdonar es primordial caer en la cuenta de que nadie es perfecto y de que todo el mundo puede cometer errores que, constituyen una gran oportunidad de aprendizaje. Ello requiere estar dotado de una gran tolerancia y una apertura de mente para poder comprender el error del otro o su acción ofensiva y de esa manera, liberar tanto a la persona que cometió el error como quien perdona. En este proceso de aprender a perdonar (Luskin,2008:214), también es importante concebir cómo manejar la forma de reaccionar al ser heridos, entender que estar de mal humor, crear una historia de rencor no es el mejor camino para deshacerse de disgustos y frustraciones. Por lo tanto, saber perdonar es según Neylor (2006:111) una cosa maravillosa que libera a la persona, le permite sentir una sensación de paz, de tranquilidad y
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también de armonía, una felicidad impresionante; por eso es muy bueno perdonar y ser perdonado, ya que, da paz alegría, crecimiento y nos hace sentir más leves, nos abre a la misericordia de Dios, despierta en nosotros nuevos deseos de vivir de manera diferente, sin miedos ni tristeza, con un corazón grande, libres y reconciliados, para seguir adelante. El perdón es algo muy personal, y como cada persona piensa de manera diferente, es posible intuir que no existe una norma establecida o correcta para llevarlo a cabo como proceso. Para perdonar, puede ser sencillamente una cuestión de declarar te perdono y ya está; para otro será una cuestión de tiempo, que le permita curar la herida, el cual alberga la esperanza en que, un día se levantará y descubrirá que le gustaría volver a ver a esa persona. Y para un tercero, se tratará de una aflicción constante que no se va, no importa de cuantas terapias haga, cuanto llore, cuánto rabie, luego de repente se da cuenta de cómo lo entorpece el paso de su propia culpa, que ha sido proyectada en la otra persona (Luskin, 2008; Linares, 2013; Bishop y Grunter, 2002, Lumera, 2015). Así mismo, en la revisión de la literatura, la estrategia más recomendada es la palabra escrita, mediante oraciones o a través de carta que ayude a establecer una base nueva y clara para continuar o no esa relación con la persona Consideraciones finales Amable lector, actualmente se encuentran en el contexto local, nacional, regional y mundial, muchos actos injustos que hieren, perturban duramente a las personas y grupos sociales, mediante la ola de conductas violentas; ello es una clara señal de que el perdón como problema emerge en la vivencia personal, siendo el primer plano una encrucijada privada de carácter existencial, pero el abordaje del problema con la incorporación de la ciencia trasciende los límites de lo íntimo y lo personal para convertirse en un problema en general que atañe a nuestro acontecer social y cultural, por ello, se está implementando como un estilo de vida en la humanidad. Como estilo de vida, el perdón está siempre presente en nuestra existencia, en donde actúa como elemento regulador de las relaciones humanas con mayor o menor relevancia: ya sea por una herencia cultural o religiosa o por necesidad de pedirlo o concederlo. El perdón se entiende como un valor humano y universal por ser muy humanizador que comprendido desde una óptica holística y, situado en las relaciones sociales, tiene la capacidad de proporcionar la paz, posibilitar reconstruir determinados contextos, un futuro nuevo tanto para el ofensor como el ofendido, al romper el círculo de la venganza, creando relaciones personales, sociales y políticas más sanas En relación con la necesidad de perdón, al considerar la esencia del individuo un ser social, donde el vínculo y la relación forma parte de la vida cotidiana de la persona, ello demanda, establecer como prioridad la necesidad de perdón, pues no existe manera alguna de justiciar comportamientos inaceptables y abusivos a
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las dificultades de vivir en sociedad. A ello, se une la necesidad de comprensión, buen trato amabilidad como exigencia para entrar en la vida del otro, renovar la confianza y el respeto Considerando el gran poder de transformación que tiene el perdón y sus efectos positivos sobre el comportamiento humano, es fundamental y saludable que las personas aprendan a perdonar para producir paz en su interior. Y la manera más amplia es poder practicarlo en territorio neutral con todas las personas de tal manera que, todo el mundo se convierta en maestro. Por otro lado, en el proceso de aprender a perdonar tener en cuenta que cada persona piensa de manera diferente, que no existe una norma correcta ni una estrategia única para perdonar, sino que cada persona con tolerancia, apertura mental pueda determinar los mecanismos que considere pertinente para llevar a cabo el proceso. La señal de saber perdonar es: a) no caer en la trampa del resentimiento ya que cuando se acumula genera sentimientos muy negativos que terminan haciéndonos daño y afectando nuestras relaciones interpersonales; b) darse cuenta de que es el ser humano, el responsable de sus sentimientos y además tiene el poder de transformar las experiencias negativas en una oportunidad para aprender y crecer como persona y c) comprensión de manera integral de la persona que causo daño y reconocer que se perdona con el corazón y no con la palabra Linares (2013) .
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