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RUTA: Camarma - Fresno de Torote - Valdeolmos Distancia: 14.5 Km. Dificultad: Baja
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Hoy hemos salido los caminantes cargados de bote de pintura y brochas para remarcar el Camino de Santiago Complutense que ya marcamos hace dos años. Partimos desde Camarma, pueblo situado en la campiña del Henares y en el valle del arroyo Camarmilla junto al que se encontraron numerosos restos prehistóricos. También aparecieron en cotas más altas, un yacimiento Calcolítico Campaniforme y otros del Bronce y del Hierro. Es necesario referir todo esto para saber que Camarma estuvo habitado desde la más remota antigüedad. Durante la Edad Media perteneció al Alfoz de Alcalá y en el S. XVI Camarma contaba con 100 vecinos, la mayoría labradores. Nos hicimos la foto de grupo delante de su antiguo Ayuntamiento, una casona solariega que ha quedado como testigo del pueblo rural que fue hasta que llegó el desarrollo industrial.
De su Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, destaca por fuera un ábside románico mudéjar que probablemente componía una pequeña capilla a la que más tarde se le añadieron las tres naves que forman hoy el templo con la torre campanario a los pies. Durante mucho tiempo, esta capilla se mantuvo tabicada y sin comunicación con el nuevo cuerpo utilizándose como almacén y sacristía detrás del altar mayor. Después de unos trabajos de restauración la comunicación se abrió y se recuperaron unas bellas pinturas románicas al fresco entre las que destaca un gran Pantocrátor policromado que hoy podemos admirar.
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Salimos los caminantes desde los pies de la torre por la Calle Empedrada hasta llegar a una pequeña rotonda donde se encuentra el Hostal Vilche y donde giramos a la izquierda por la Calle de las Fuentes que nos hace cruzar la carretera que une Camarma con Valdeavero. Continuamos de frente por la Calle la Manda que nos saca de la población por un camino amplio en un día claro y azul. Vamos rodeados de extensos campos de labranza y un cartel nos avisa que estamos en una importante área protegida de aves esteparias por lo que se nos ruega respeto y no salirnos del camino.
Durante media hora ascendimos acompañados de la conducción de agua del Canal de Isabel II. Una pareja de aguiluchos merodean desde lo alto y una bandada de avutardas come apaciblemente en un sembrado. En lo alto de la loma paramos a contemplar lo que a la vista se nos ofrece: Hacia delante, las sierras de Navacerrada y la Cabrera, el Pico del Montón de Trigo, el Pico Ocejón… Mirando hacia atrás divisamos el cerro de San Juan del Viso del Alcalá, el pueblo de los Santos de la Humosa con su iglesia que asemeja un castillo y la impresionante Iglesia Colegiata de Meco… A nuestra izquierda aparecen las torres de la Castellana de Madrid y cruzando el cielo, aviones que han despegado de Barajas y que irán llenos de viajeros cada uno con sus sueños… Cuado bajamos de la cima el camino se bifurca y hemos de girar a la izquierda para en poco tiempo tener a la vista la alta torre de la iglesia de Fresno de Torote, un lugar fundado en el siglo XV por el primer Marqués de Santillana. Nos separa del caserío el río Torote que hemos de cruzar por un vado lleno de vegetación y maleza y de fresnos centenarios que siguen poblando la orilla del pequeño río. 3
Fresno de Torote
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Aparecemos en un pueblo fantasma y casi todo en ruinas. El ayuntamiento y sus gentes se trasladaron a la urbanización de Serracines que se halla a 2 Km. Solo el trasiego de una carretera que lo parte en dos, rompe con el silencio de este pueblo abandonado dentro de la Comunidad de Madrid. Su Iglesia de San Esteban nos da la bienvenida y delante de ella, en la plaza, donde aún queda una buena fuente, nos sentamos a descansar.
En un muro de esta Iglesia apareció durante su restauración, un sarcófago en el que yacía Don Juan Hurtado de Mendoza Luján, dueño de Fresno en el Siglo XVI. Este caballero participó en la toma de Granada junto a los Reyes Católicos y fue confesor de Rey Carlos I. También fue fundador de Convento de Dominicos de Atocha, Orden en la que ingresó. En medio de la plaza hablamos con Israel que es el guardián de este pueblo finca particular y nos dice que ahora los dueños son la familia Páramo para la que él trabaja en sus amplias tierras de labor. Curiosamente, en el caserón de oficios, queda una torre vigía con una garita, desde donde los peones eran vigilados mientras trabajaban, al estilo de las que se encuentran en los Ingenios azucareros de Cuba. Esta torre está rematada por una elegante veleta y tiene una campana para llamar a los jornaleros a comenzar y a terminar el trabajo.
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Nos marchamos de Fresno cruzando la carretera que va a Serracines y seguimos de frente saliendo del caserío dejando el cementerio, también abandonado, a nuestra derecha. Ya hemos recorrido 5,5 kilómetros, solo nos quedan nueve para llegar a Valdeolmos.
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De nuevo ascendemos rodeados de amplios campos de cereal, unos sembrados y otros en barbecho y de pequeñas lomas y cerrillos. Hacemos un giro a la derecha por un camino pedregoso de cantos rodados y sombreado por una hilera de encinas. De repente, el camino nos hace descender por una pronunciada pendiente desde donde divisamos unas naves azules y hacia ellas debemos dirigimos girando a la izquierda en un cruce de cuatro caminos.
No tardamos en hallarnos frente a Valdeolmos en medio del cual sobresale su Iglesia Parroquial de la Inmaculada que visitaremos el próximo día. Hoy nos dirigimos sin más pensar al Bar de Ángel y Marina ansiosos de tomar una cerveza bien fría pues estábamos sedientos.
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HASTA LA PRÓXIMA 8