Sacar lo bueno de lo malo

Sacar lo bueno de lo malo Sobre el tema de si Dios permite el sufrimiento o no lo permite, o lo manda o manda la prueba, es un tema teológico, acá hay

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Sacar lo bueno de lo malo Sobre el tema de si Dios permite el sufrimiento o no lo permite, o lo manda o manda la prueba, es un tema teológico, acá hay un tercer elemento en las cosas desagradables que nos pasan. Qué les podemos decir a las personas que están padeciendo esta sequía, o se te incendia un negocio o se te quema la casa, que es todo lo que tienen. Entonces cuando pasa algo que aparentemente depende del cielo, como es la lluvia, no hay a quien culpar en lo inmediato, se reza y se reza y no pasa nada, si nos ponemos en el lugar de esas personas, piensan Dios es malo, injusto o cruel, indiferente o Dios está permitiendo esto para algo, pero hay un tercer elemento o un cuarto. El tercer elemento es lo que hacemos los hombres con las cosas, es como vamos tejiendo la red para el bien o para el mal, para la vida o para la muerte y cuando esta red está tejida, atrapa y funciona como tal, y hay un cuarto elemento que es el azar del cual nos vamos a ocupar el 12 de Septiembre con un gran teólogo que es Marcelo González. El tema del azar no es un tema menor, hay otras fuerzas otras tendencias que son azarosas y que no se las podemos adjudicar ni al hombre, ni al pecado ni a Dios, simplemente ocurren, son. Además de cuestionarnos y buscar quienes puedan responder estas grandes preguntas teológicas, nosotros podemos hacer algo que seguro Dios hace siempre y es sacar lo bueno de lo malo. Dios de lo malo siempre saca lo bueno y en eso podemos tratar de parecernos a él y seguir sus pasos. ¿Cómo fui capaz de hacer esto? Algunos tienen la suerte de poder explicitarlo así, otros lo sientes a través de una gastritis,,, (la pregunta se transforma en gastritis o se transforma en un tumor) ¿Cómo fui capaz de creer en esto? Se transforma en un resentimiento que congela el alma. ¿Cómo fui capaz de pensar que el otro iba a hacer tal o cual cosa? y esta rabia, este resentimiento, este quiebre que nos deja sin aliento…. Hay que pasar por estas experiencias antes de dar consejo cuando

realmente no responde el alma, está exhausta, está tendida, está agobiada, no responde a la palabra. En esas situaciones donde lo “malo” nos ha cubierto con su sombra, nos ha metido en un túnel oscuro, nos ha enterrado en las entrañas de nuestra propia tristeza, las preguntas, en realidad no llegan a ser tales pero se viven, a veces somáticamente otras veces como sentimiento, son de esta índole: No me lo voy a perdonar nunca, si la gente lo supiera no me mirarían a la cara. Es decir, crece la sensación de la irreversibilidad de lo malo. Por supuesto que decir que siempre se puede extraer algo bueno de lo malo en estas situaciones tan límite, casi que produce irritación o ira. Sin embargo, aunque cueste escucharlo, tengo esta buena noticia. Siempre es posible extraer algo bueno de lo malo. A veces nos puede llevar la vida descubrirlo, a veces no alcanza con la vida de una generación, y hacen falta varias generaciones para extraer lo bueno de lo malo. Hoy podemos mirar atrás y ver en ese horror del campo de concentración de Auschwitz, las cosas buenas que quedan como perlas en medio de un lodazal de pecado humano. Vamos a intentar pasar por esa puerta que es estrecha y que en otras ocasiones ni siquiera se ve. Bienvenido a una nueva metanoia de la mente, porque si Dios saca lo bueno de lo malo es porque primero lo está viendo, primero lo está mirando, lo está buscando. Decíamos que Jesús tenía la capacidad de reconocer el corazón del otro y de verle la perla, de ver la perla en la prostituta, en el publicano, de ver la perla en la persona marginada, en la persona fea. Y vio muchas perlas que supo cosechar inteligentemente para la comunidad del reino. Lo primero que tendríamos que hacer es reconocer que nuestra sociedad ha educado nuestra mente con una gran tendencia a la negatividad. Vivimos en guardia todo el tiempo, por un lado la sociedad de consumo nos adiestra para darnos permanentemente ideales que la misma sociedad de consumo genera. Bienaventurados de placer casi constante, si uno describe cuáles son los ideales de vida a los que uno ha tendido, muchas veces nos vamos a dar cuenta que son ideales

dibujados por los medios masivos de comunicación, por la publicidad, por la fotografía, imágenes que se generan desde muy temprana edad en nuestra mente donde aparece todo lo ideal. Bueno, bonito, bello, feliz, lleno de gozo, de placer, de posibilidades, de admiración, etc. etc. Frente a ese modelo la vida nos golpea duramente porque la vida no es ese modelo, no es esa idealización, nos frustramos fuertemente y entonces exageramos y dramatizamos sumamente todo lo que es el costado negativo. Casi sin darnos cuenta aprendemos a estar en guardia para corregir lo que está “supuestamente” mal. Ese principio tan claro en psicología sobre la importancia del refuerzo, que es un principio hermoso, más que castigar lo malo hay que reforzar lo bueno. Más que fijarnos en lo negativo hay que fijarnos en lo positivo. Los pedagogos y psicólogos se cansan de decir que más que pensar en el castigo hay que pensar en el refuerzo, en el premio. Después entramos a especular en torno al castigo, con la trampa, con la picardía, hasta lo tornamos como un juego al castigo y esto es muy peligroso porque el castigo tiene un lugar en la educación y en la sociedad y necesita estar lo más lejos posible de todo tipo de manipulación, pero este sistema que está tan en guardia, en vez de animar a las personas y congratularlas por sus logros, de felicitarlas incluso por los fracasos. ¿Que es más difícil aprender a ganar o aprender a perder? Es fácil aprender a ganar, y al que pierde ¿quien lo felicita por aprender a perder? Es muy importante aprender a perder. Cuantas veces ante la posibilidad del fracaso nos abstenemos de jugar, porque no sabemos perder, y ¿Por qué no sabemos perder? Porque nunca nadie nos enseñó. Fracasado, inútil etc, son discursos que se han colado a través de la maestra con sus sermones o a través de los padres, entonces no aprendimos a perder y perder es un gran aprendizaje. Perder enseña muchas cosas, perder es justamente el anticipo de éxito. Una vez le preguntaron al inventor de la lámpara de luz, cómo fue que hizo y cuantos años le llevó llegar a este gran logro y el respondió: el verdadero merito está en las miles de lamparitas que tire a la basura porque había

fracasado, a ellas les debo esta lamparita encendida. Tiene una mente amplia, una mente que sabe fijarse en lo positivo, en sacar lo positivo del fracaso. No permitas que se pierda tu cosecha. Hay experiencias o realidades en la vida, de las que uno diría no se puede extraer mas nada. Un teólogo decía como hacer teología después de Auschwitz, el discurso de Juan Pablo II en los campos de concentración fue realmente maravilloso, dijo: … donde Dios hizo silencio… dónde Dios se calló… donde Dios no dijo nada… Esto vale por todos los campos de concentración del mundo, donde se tortura gente (Argentina, China, Rusia, Irak, Afganistán etc.) ¿Habrá habido algo bueno que salió de eso? Llevo muchos años leyendo literatura de teólogos sobrevivientes de los campos de concentración, filósofos que sobrevivieron, hay un libro “Elegirás la vida” su autora ha tenido el merito de poder relatar las historias de los sobrevivientes de Auschwitz en Argentina antes que mueran, donde cada uno de ellos pudo contar su propia historia y uno se da cuenta que a pesar de haber pasado experiencias durísimas inenarrables, y no por el sufrimiento físico tanto como por el sufrimiento moral y espiritual de ver hasta que punto puede ser denigrado un ser humano por parte de otro ser humano. Convengamos que la esencia del sufrimiento más agudo tiene que ver con el desprecio de la vida humana por parte de un congénere, porque la especia humana está hecha para la solidaridad, el amor mutuo, para la contención, para el apoyo, para el compañerismo, para la ternura. Estamos hechos para gestarnos, generarnos, recrearnos y amarnos los unos a los otros. Cuando eso va absolutamente en contrario, la herida humana es muy fuerte, por eso las heridas mas fuertes son las maternas, las que las mamás hacemos sin darnos cuenta a veces y a veces sí, cuando abandonamos a nuestros hijos, porque lo último que espera un ser humano es ser abandonado por quien le ha generado la vida. Volvamos a este capítulo tan negro donde todo parece estar

escrito con horror y con sangre. ¿hay algo bueno que se pueda extraer de allí? Créanme… tantas cosas En principios podríamos pensar que el Concilio Vaticano II, ha sido la flor que nació tras ese invierno terrible de la humanidad, donde pudimos ver donde el hombre es lobo del hombre y hasta que punto puede devorarlo y destruirlo y de allí en más la declaración de los derechos humanos, los mejores filósofos de la historia, la más bella literatura, la más bella proliferación del arte, las más bellas reflexiones sobre lo humano, con todo el carácter de densidad y profundidad que nos dejó esa herida abierta que muestra a la humanidad “miren de lo que son capaces”, personas humanas “miren lo que habita en vuestro interior” miren como existe el infierno y puede existir en esta tierra y lo han creado ustedes. Estas son cosas terribles y muy dolorosas pero que carga de aprendizaje. A la pregunta de este teólogo: ¿cómo hacer teología después de Auschwitz? Se sumaron muchas otros, cómo hacer literatura, como escribir después de Auschwitz, como hacer filosofía después de Auschwitz, como pintar después de Auschwitz, como hablar sobre el bien, la verdad y la belleza después de Auschwitz, un Papa diciendo en Auschwitz, Dios aquí enmudeció… y con él enmudecemos todos y ese silencio nos hace bien. Es uno de los aprendizajes mas profundos que hemos hecho acerca de nuestra naturaleza, de la magnitud del pecado original, de la hondura de la que es capaz la maldad cuando elegimos ese camino, después de Auschwitz, las palabras de Dios elige el camino de la vida y vivirás tú y tu descendencia de lo contrario morirás irremediablemente. Sentencia maravillosa que en definitiva nos arrima a la última encrucijada frente a la cual está siempre el alma humana, entre el bien o el mal. Vamos a un caso mas frecuente y mas común, le pongamos un nombre cualquiera, Juan cometió el error típico del que en el transcurso de un viaje de trabajo tuvo una relación amorosa, pasajera, superflua con una mujer y esto le costó la relación con su esposa y perdió la familia. Su esposa lo dejó, al cabo de mucho tiempo, (habían pasado ya muchos años), Juan seguía

reprochándose cada día lo que había hecho, había tirado su vida por la ventana, esas cosas pasan, una metida de pata que cuesta un precio tan alto, dicen los que padecen esto. Una palabra, un desliz, y los costos que se pagan son tan altos. Un error, mire para el otro costado y me trague un camión y le costó la vida a mi hijo, ¿qué cosa buena puedo sacar de eso? Lo que ocurre es que exige una conversión de nuestra mente, pensar en primer lugar que no somos eternos, que somos un verdadero soplo, una chispa en el desarrollo de la humanidad, pero nosotros nos creemos imprescindibles para esta humanidad, pero estamos aquí con una misión y tenemos que hacer aprendizajes a veces muy dolorosos, lo van a ser menos en la medida en que lo aceptemos. Pone de un costado los errores que has cometido, las pérdidas que has vivido, las cosas malas y del otro costado lo que has aprendido en ellas. Es cierto que lo vas a escribir frunciendo la nariz, pensando mejor es que no hubieran ocurrido, pero si estamos enganchados en que el pasado sea distinto de lo que fue estás perdiendo el tiempo y estás sufriendo inútilmente porque el pasado es irreversible, lo que fue, fue, lo que es reversible es mi actitud, el peso del pasado tiene ese propósito, enseñarnos, para que a su vez podamos enseñar, transmitirnos una lección, la vida es como una naranja, el dolor es un cuchillo que nos parte en dos, los errores y las cosas malas son la trituradora de la naranja que le saca el jugo, pero de las cosas malas es posible extraer un jugo nutritivo y alimenticio, portador de grandes riquezas. Los aprendizajes en base a los cuales la humanidad ha avanzado, ha crecido, ha desarrollado, en el camino del bien si saco bien el jugo, en el camino del mal si me resisto a hacerlo. En el caso de Juan y de los que como Juan cometieron errores importante y tuvieron que pagar altos costos, a veces demasiado altos para el pensamiento de ellos, es necesario empezar a comprender por ejemplo que no había sido su intención, que no había estado en su voluntad destruir su familia, que la perdió porque cometió un error muy importante, pero lo mejor es salir. Además es propio de estas personas

superponer cada día nuevos errores al error original hasta llegar a pensar que no puede salir nada bueno de el. San Juan hace una hermosa parábola de este intercambio de aguas, entre Jesús y la Samaritana, si vos me das a beber tu agua, yo puedo darte a beber la mía. Si vos me das de beber tu agua estancada, oscura, contaminada, yo te puedo dar mi agua que es agua de vida eterna que siempre fluye y que es segura. Así nos hundimos cada vez más en el mismo pozo que nos metimos años atrás, o a veces décadas atrás y seguimos hurgando en ese mismo pozo, en vez de exprimir su aprendizaje. Cuando por fin podemos aceptar que somos seres errantes, que la vida no es ese modelo de perfección que nos hemos imaginado, que vamos a seguir cometiendo errores, empezamos a remontar y nuestros pensamientos empiezan a ser mas racionales y al cabo del tiempo podemos aprender lo útil de todo lo que hemos vivido, lo bueno de todo lo que hemos vivido y nos damos cuenta de que no solo tenemos el derecho a vivir sino que tenemos el derecho de equivocarnos, siempre y cuando podamos sacar de nuestros errores un aprendizaje y una lección. A veces en el costado izquierdo donde una escribe las cosas malas, las cosas están escritas con tinta roja y con mayúscula y los aprendizajes se escriben con tinta negra y con minúscula. Es bueno fijarnos más en esos aprendizajes en vez de sancionar y castigarnos tanto, premiarnos y reforzarnos por haber aprendido a perder. En lugar de imponernos, dialogar, en lugar de emplear la amenaza, el deber y el miedo, emplear la motivación. En lugar de el seguidísmo, que es siempre paralizador bajo el manto del mismo dolor, el razonamiento inteligente, en lugar del inmovilismo, la creatividad, en lugar de la dureza el afecto, en lugar de la insensibilidad, la sensibilidad, en lugar de la tristeza, la alegría, en lugar de la derrota, la esperanza, las ilusiones. Nos preguntamos que les falta a las personas que se sienten infelices o agotadas, o a las que dicen “ya no puedo mas” o a los amigos que vemos apáticos o decaídos o a muchos niños que parecen estar aburridos sin que haya brillo en sus ojos. ¿Qué nos falta cuando nos sentimos impotentes y sin esperanza? Ilusiones. El hombre no puede vivir sin

ilusiones, porque lo que mueve la fuerza de nuestro motor son las ilusiones y son el timón que guía nuestra nave, el horizonte que nos espera. Podemos perder muchas cosas, pero no las ilusiones. El ser humano no puede vivir sin ellas porque entonces nuestra existencia es un cúmulo de obligaciones sin sentido, una rutina pesada, esfuerzos malgastados, falsas responsabilidades, insatisfacciones permanentes, trampas constantes. Hay mucha gente triste, muchos jóvenes perdidos que parecen viejos, muchos adultos confundidos, muchas personas sin esperanza. Demasiado peso sobre nuestras espaldas, no estamos hechos para eso, estamos hechos para la alegría y por eso es muy importante tener ilusiones. En vez de derrota y pesimismo, pongamos esperanza, en vez de desconfianza, pongamos confianza, en lugar de inseguridad, seguridad y en vez de humillarnos, cosechemos y sembremos autoestima. El consumismo que está imperando en este momento no nos enseña estas cosas y tenemos que superponer al consumismo el consumo realmente sostenible y sustentable, y en lugar de la intransigencia la flexibilidad para con nosotros y para con la vida. En lugar del dogmatismo, la inteligencia. En lugar de mentes cerradas, mentes abiertas. En lugar de la reacción, la acción. Para esto debemos enseñar un nuevo estilo de vida, nuevas escuelas, nuevos docentes, nuevo no porque lo viejo haya sido malo, nuevo porque de lo viejo podemos extraer un gran aprendizaje. Así no va, hay que cambiar. Gracias al pecado, al error, a las malas experiencias, gracias incluso a los que del pecado han pagado costos altísimos con su vida, gracias a ellos nosotros sus herederos podemos aprender. Les dejo este relato como cierre del programa de hoy: "Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba de los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón. Pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.

Durante años esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para lo que fue creada. Pero la vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía era su obligación. Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador, diciéndole así: • Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir. Por favor reemplázame por otra, no aguanto mas esta vergüenza El aguador dijo compasivamente: • Cuando regresemos a la casa quiero que te fijes en las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Así lo hizo la tinaja. Y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino, pero de todos modos se sentía apenada porque al final sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces: • ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Sembré semillas de flores a lo largo del camino por donde vas, y todos los días las has regado a través de tus grietas y durante años yo he podido recoger esas flores para decorar el altar de Dios. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza. Les invito a mirar las flores que han crecido a lo largo del camino gracias a nuestras grietas.

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