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Facultad de Arquitectura y Urbanismo UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE
S.Pr.A.T. Seminario de Práctica Profesional Asistida en Tecnología
SEMINARIO DE PRÁCTICA PROFESIONAL ASISTIDA EN TECNOLOGÍA Cuadernillo de Actividades y lecturas Módulo I: EL DESARROLLO TECNOLÓGICO
INDICE ACTIVIDAD GRUPAL Nº 1: ACTIVIDAD GRUPAL Nº 2: ACTIVIDAD GRUPAL Nº 3: ACTIVIDAD GRUPAL Nº 4: ACTIVIDAD GRUPAL Nº 5:
ACTIVIDAD GRUPAL Nº 1: Consigna: Lea y discuta en grupo el texto proporcionado, siguiendo las pautas que se indican a continuación: 1.
Según Skolimowsky, tenemos el riesgo de dejar de ser humanos. ¿Por qué? Dé un ejemplo.
2.
Lea atentamente el texto de Umberto Eco. ¿Por qué el aumento de información incide en un aumento de responsabilidad? ¿Cómo se relacionan la una y la otra?
3.
Según Eco, hoy es más difícil ser responsable que antes. ¿Está de acuerdo? Aplíquelo al progreso técnico. ¿Cree que cuanto mayor es el progreso mayor es la responsabilidad humana? Razone esta relación.
4.
Los dos textos sugieren una relación diferente entre responsabilidad y tecnología. ¿Cuál?
LECTURA PARA LA ACTIVIDAD Nº 1: INFORMACIÓN Y RESPONSABILIDAD (*) Según Umberto Eco, teórico de la comunicación y autor de El nombre de la rosa, era más fácil ser responsable para Kant que para nosotros. Kant, filósofo del siglo XVIII, se distinguió por su aguda conciencia de la moral, pero su mundo era más reducido que el nuestro. Umberto Eco lo explica así: Si Kant hubiera tenido que explicar la razón pura mediante fáciles diagramas por la televisión, su responsabilidad moral y cultural, en el ámbito social en que vivía, habría aumentado... Su responsabilidad estaba también en función de la cantidad de información que se podía recibir: puesto al día por viajeros, libros, gacetas sobre los acontecimientos de Alemania y de Europa, Kant podía ejercitar su sensibilidad sobre las desventuras del terremoto de Lisboa o por las famélicas poblaciones de la India, de las que acaso le llegaban vagas noticias. Pero aunque las noticias le hubieren llegado frescas y dramáticas, sin el halo del tiempo y de la fábula, le habría faltado todo poder sobre la situación de esos países, la suerte de aquellas gentes superaba – junto con el radio de su información y el de su movilidad – el radio de su posibilidad de actuar, de su eficacia y, por consiguiente, de su responsabilidad. ¿Y nosotros? ¿Y yo?... Toda persona que sufre hoy en el mundo entra dentro de mi radio familiar de eficacia, movilidad e información. Pero la información que tengo sobre la miseria de Martinico es total, mientras que la eficacia que tengo sobre la situación de Martinico, en tanto que lector, es limitada a largo plazo, trabajosa. De esta disparidad nace un shock. La violencia de la información choca con la fragilidad de nuestra eficacia y empuja a nuestra movilidad a soluciones heroicas, pero no siempre prudentes y realizables. ¡Feliz, pues Kant, que podía sentirse contento sólo con dar limosna a un mendigo y renuncias a ir al teatro! Nosotros, por desgracia, no. Responsables de todo un mundo, que poseemos cognitivamente, en la práctica nos sentimos débiles y cobardes, por más que en cierto modo agentes. La angustia (el sentimiento de la impotencia culpable) es nuestro patrimonio de hombres morales de este siglo... El proceso material del mundo ha agudizado, pues, mi sensibilidad moral, ha ampliado mi responsabilidad, ha aumentado mis posibilidades, ha dramatizado mi impotencia. Al hacernos más difícil ser moral, hace que yo, más responsable que mis antepasados, y más conciente principalmente en la conciencia de mi incapacidad. UMBERTO ECO: De la responsabilidad moral como producto tecnológico” en Diario mínimo, Barcelona, Península.
“Responsabilidad y tecnología, en este momento de la historia, tienen que ser consideradas una junto a la otra. La tecnología nos despoja sistemáticamente de responsabilidad (al delegar todo a los expertos) representa la victoria del mal. Pues si todo se nos hace, si no podemos ejercer nuestra responsabilidad, ya no somos humanos” H. Skolimowsky (*)
Extraído del libro: CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD - DOMINGO MORATALLA Tomás et. Alt., (2000) – Madrid (España): Ediciones SM
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ACTIVIDAD GRUPAL Nº 2: Consigna: Lea y discuta en grupo el texto proporcionado, siguiendo las pautas que se indican a continuación. 1.
Según la teoría de las necesidades de Maslow, ¿cómo clasificaría los siguientes objetos: camisa, anteojos para sol, automóvil, bronceador, tablero de dibujo, agua, bicicleta, escritorio para computadora, vivienda, televisor, semillas?
2.
Siguiendo la misma teoría, ¿dentro de qué necesidades se enmarcan el deseo de afecto y el deseo de aprender?
3.
Cite al menos tres “nuevos oficios” y construya un cuadro que los relacione con las “nuevas tecnologías” y las “viejas habilidades”. Le damos un ejemplo: - nuevo oficio: programador de software. - nuevas tecnologías vinculadas: lenguaje de informática, sistemas de comunicación. - viejas habilidades utilizadas: precisión, observación, capacidad de cálculo rápido.
4. ¿Podrían citar ventajas y desventajas de estos nuevos oficios? 5. Analicen críticamente la pirámide de autorrealización, y propongan otra, fundamentándola.
LECTURA PARA LA ACTIVIDAD Nº 2 Mínimos de bienestar social y máximos de consumo. Cuando los recursos son abundantes, o cuando los individuos aceptan como normal en su sociedad un alto grado de desigualdad, entonces es posible lograr un consumo equilibrado de todos los miembros de esa sociedad. Sin embargo, cuando todos los individuos exigen más y más, los niveles de consumo se esperan como “un derecho” que se reclama social y políticamente. En esta reclamación es importante distinguir entre los mínimos vitales de bienestar social y los máximos de consumo posible. Mientras que los mínimos vitales garantizan las necesidades básicas para todas las personas (alimentos, vivienda, salud), los máximos de consumo dependen de los deseos y preferencias de cada uno. Abraham Maslow: motivación y necesidades Abraham Maslow (1907-1970), psicólogo norteamericano pionero de la psicología humanista. El hombre autorrealizado expone la teoría de las necesidades humanas. Ha su juicio, no podemos explicar la actividad humana de la misma forma que explicamos la acción de los animales porque el hombre está “movido por” (motivado) necesidades de muy diversos tipos. En la raíz de la motivación se encuentran las necesidades. Las necesidades son de muy diversos tipos: alimento, seguridad, afecto, etc. Cuando una necesidad no está cubierta, el ser humano se siente en tensión con respecto a esa necesidad. Por ejemplo: si hace varias horas que no ha comido, siente necesidad del alimento. Las necesidades generan una tensión que no desaparece, hasta que el ser humano se apropia del incentivo (alimento). En el caso del alimento, se produce la satisfacción de la necesidad, pero no su anulación, porque unas horas más tarde el cuerpo ha perdido el equilibrio y la necesidad tiene que volver a ser satisfecha. Cuando no se produce la satisfacción tiene lugar la frustración. Sin embargo, la satisfacción de las necesidades no es un proceso mecánico en el que la satisfacción de una necesidad lleve a la supresión de otras. La motivación es un proceso complejo donde se entrecruzan e interrelacionan las necesidades, y donde hay una cierta ordenación o jerarquía de necesidades. Para Maslow hay dos grandes tipos de necesidades: • Necesidades deficitarias: expresan carencia del individuo, están orientadas a “llenar” deficiencias propias de una naturaleza humana débil, frágil y vulnerable: alimento, seguridad, afecto.
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• Necesidades de crecimiento: expresan capacidades y aspiraciones del ser humano al crecimiento permanente, a la “autorrealización”, a la plenitud, a la perfección (la necesidad de ver una exposición de arte, unas clases de música, etc.) Gráficamente podemos representar las necesidades en una pirámide.
AUTORREALIZACION
AUTORREALIZACION
Estima (autoestima y prestigio)
Estima (autoestima y prestigio) Comunicación
Pertenencia y afecto
Pertenencia y afecto
Seguridad
Seguridad
Necesidades fisiológicas
Necesidades básicas (Cobijo, Salud, Educación y cultura)
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ACTIVIDAD GRUPAL Nº 3: (Extraído del libro CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD de DOMINGO MORATALLA, Tomás y otros - Ediciones SM, Madrid, España, 2000)
Consigna: Lea y discuta en grupo el texto proporcionado, siguiendo las pautas que se indican a continuación. 1.
Una cuestión a debatir: ¿Quiénes han de ser responsables ante el desarrollo científico- técnico: los científicos, los técnicos, los políticos, los ciudadanos…?
2.
¿Qué cree que es más importante en un comportamiento responsable: la obligación, reparar un daño o el miedo a un posible castigo? De un ejemplo y describa estos tres componentes: responsabilidad de algo, hacia alguien y ante una instancia superior.
3.
la técnica moderna hace imprescindible una ética de la responsabilidad. ¿cuál de las novedades de la técnica moderna le parece que hace más decisiva y urgente esa respuesta ética? ¿Por qué?
4.
Teniendo en cuenta los criterios en el cálculo de riesgos, ¿qué requisitos debería cumplir un grupo de expertos, o un grupo social, para que su juicio sea relevante: el número de sus miembros, los títulos académicos de los expertos, el número de manifestaciones que hayan convocado, la preocupación por la corresponsabilidad?
5.
De la “Declaración de los derechos de las generaciones futuras” extraiga los cinco puntos que le parezcan más importantes y organícelos por orden de prioridad. Justifique su decisión.
6.
¿Por qué es importante la Ciencia a pesar de todo?
LECTURA PARA LA ACTIVIDAD Nº3: LA RESPONSABILIDAD, UNA PROPUESTA ÉTICA La ética es el saber humano que se ocupa de las formas como los hombres orientan su vida. Es un saber racional y práctico cuyo objeto es analizar las acciones humanas para buscar la forma de vida más plena. La técnica es una acción humana, por lo que tanto la técnica en sí como sus consecuencias entran de lleno en el campo de la ética. Técnica y ética En los últimos tiempos ha adquirido una especial relevancia la ética de la responsabilidad debido a la necesidad de responder a los problemas y desafíos de la técnica moderna. Hay quienes piensan que ésta es un simple instrumento o herramienta y que su bondad o maldad dependen del uso que se haga de ella. Esta postura suele ir acompañada de la idea de que la ciencia es neutral. Lo cual es totalmente cierto: por una parte, la ciencia y la técnica son creación del hombre, y éste no es neutral, sino que actúa según una escala de valores; por otra parte, tampoco son neutrales sus repercusiones, tanto positivas como negativas. La técnica es hoy día el “mundo natural” del ser humano y el ámbito en el que se desarrolla la vida, las creencias y los valores humanos. De ahí la necesidad de una valoración ética del desarrollo científico-técnico, tanto en sus objetivos y métodos como en sus consecuencias: y la necesidad de unos criterios que dictaminen un comportamiento responsable al respecto. ¿Qué se entiende por responsabilidad? El término responsabilidad proviene de la palabra latina spondeo (prometo), y se aplicaba a la promesa por la que un padre comprometía a su hija en matrimonio, éste se llevaba a cabo en una ceremonia llamada “esponsales”. De spondeo deriva respondeo (respondo), en el sentido de cumplir un compromiso solemnemente asumido.
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La responsabilidad requiere asumir un compromiso que tiene tres componentes: responsabilidad de algo (tareas, acciones), hacia alguien (al que se le debe ese compromiso) y/o ante una instancia superior (un tribunal, la conciencia, la sociedad, Dios, etc. ...). Responsabilidad: conocimiento y cumplimiento de los propios deberes y obligaciones. Deber u obligación que corresponde a alguien. Cargo u obligación moral de los que alguien debe responder. Responsable: persona que conoce sus deberes y obligaciones y trata de cumplirlos. Que está obligada a responder de algo o de alguna persona. Diccionario Clave, Madrid, Ediciones SM Ser responsable es ser capaz de responder. Los animales también responden, pero no son responsables de sus actos. El hombre tiene que adaptarse no a un medio, como en el caso de los animales, sino a un mundo, y para ello sus respuestas no pueden ser meramente naturales, sino que necesitan ser responsables o morales. El hombres es, además, un ser libre y, por ello, necesariamente moral. Puede responder de una u otra forma, bien o mal, mejor o peor, inteligente o atolondradamente, pero no puede no responder. Vivir es responder, y responder responsablemente. El hombre es el único animal que puede, debe y tiene que rendir cuentas de sus actos. DIEGO GRACIA: Ética y responsabilidad profesional, Madrid, Ediciones Doce Calles.
DEL IMPERATIVO TECNOLÓGICO AL IMPERATIVO ÉTICO DE LA RESPONSABILIDAD El desarrollo técnico tiene el riesgo de no ver más condicionamientos que los que se derivan de su propia complejidad y dificultad; por eso tiende al “más difícil todavía” sin otra perspectiva que su propia evolución. Uno de los axiomas o principios viene a ser: “hay que realizar todo aquello que sea posible, pues lo posible es deseable”. A esto se denomina “imperativo tecnológico”. Pero este principio debe ser corregido porque no todo debe hacerse, aunque pueda hacerse, pues “no todo lo posible es humanamente deseable”. El imperativo tecnológico debe, pues, someterse a un imperativo ético, a una ética de la responsabilidad que tenga en cuenta las transformaciones de la ética actual: Tiene efectos ambivalentes Hoy día no hay más remedio que utilizarla (como la facultad de respirar). Es fácil llegar a ser esclavos de ella
Accede a dimensiones globales Repercute no sólo en el aquí y ahora, sino en el mundo entero y en las generaciones futuras
LA TECNOLOGIA ACTUAL
Rompe con el antropocentrismo Su acción pone en peligro no sólo a la vida humana, sino la de todo el planeta
Es automática en su aplicación A veces no es fácil si su uso es correcto o no, ni prever sus efectos a largo plazo (por ejemplo, de tipo ecológico)
Plantea cuestiones fundamentales Cuestiona el valor de la vida, el respeto a la naturaleza, el sentido de lo humano
Las nueva posibilidades técnicas del ser humano lo colocan en una situación de poder que es también, simultánea e ineludiblemente, una condición de responsabilidad, en la que la toma de decisiones tiene una importancia mayor de la que nunca ha tenido, por la magnitud de sus consecuencias y por la cantidad y cualidad de las modificaciones que somos capaces de introducir.(...). De ahí que un imperativo tecnológico no pueda ser empleado en este momento y que, en su lugar, se haga necesario un imperativo ético. Es decir, el Homo faber ha de tener en cuenta su condición de ser moral y, como tal, decidir responsablemente acerca de cómo quiere configurar el mundo y hacer frente a los cambios tecnológicos de la humanidad. L. FEITO: La terapia génica en la pendiente resbaladiza. Miscelánea Comillas, n. 53, 1995.
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TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD Las relaciones entre tecnología y sociedad han variado a lo largo de la historia. Durante los últimos dos siglos han surgido numerosos trabajos dedicados a estudiar con precisión estas relaciones. Sin embargo, los estudios son muy diferentes y no siempre coinciden en los factores que marcan el ritmo del cambio tecnológico. La forma en que se han investigado estas relaciones ha dependido, en gran medida, de los factores explicativos con los que realizaban sus análisis los sociólogos, políticos, militares, economistas o historiadores de la tecnología. Del reduccionismo al interaccionismo Si tuviéramos que resumir la evolución que han seguido los estudios sobre las relaciones entre tecnología y sociedad, podríamos decir que han ido del reduccionismo de las primeras investigaciones al interaccionismo de nuestros días. El reduccionismo es una forma de investigación donde se busca un único factor explicativo con el que dar razón del cambio tecnológico. Por ejemplo, una explicación economicista es aquella que reduce la evolución de la tecnología a sus causas económicas. De la misma forma una explicación militarista es aquella que reduce la evolución de la tecnología a sus causas militares. El interaccionismo es la forma más habitual con la que hoy analizamos las complejas relaciones entre sociedad y tecnología. Se formula mediante la consideración de varios factores explicativos cuyas causas interactúan simultáneamente. Por ejemplo, para explicar la importancia de la navegación espacial no nos satisface únicamente una explicación económica o militar; también hay razones sociales, sanitarias o políticas. Aproximación neoclásica
Marxismo
Schumpeter
Evolucionismo
Interaccionismo
Proceso de variación en el que emergen nuevas posibilidades tecnológicas.
Los procesos de variación y selección son procesos sociales.
Emergencia de la innovación como producto de la conducta emprendedora de los empresarios.
Está influido por los contextos sociales, económicos, tecnológicos, científicos, políticos, etc.
que se configuran al mismo tiempo como producto de continuas elecciones.
Condicionamie nto pero no determinación por parte del ambiente económico.
Se amplía la importancia del ambiente económico al ambiente social.
Influidas por factores sociales, políticos, técnicos, económicos, etc.
Investigació n y desarrollo
Innovación
Cambio tecnológico
Es el resultado de la búsqueda de una máxima ganancias para los empresarios.
Es el resultado de la lucha de clases y de la competencia capitalista
Adaptado de J. L. Luján, en W: AA: Estudios sobre sociedad y tecnología. Barcelona, Anthropos
El múltiple uso de la tecnología Uno de los temas más importantes que han marcado la historia de las relaciones de los científicos con la sociedad es el múltiple uso al que se pueden destinar los descubrimientos científicos y sus aplicaciones científicas. Hoy, después de descubrir el impacto de la energía de 7
la nuclear o de la guerra bacteriológica (Vietman/El Golfo), uno de los temas que más preocupan a la sociedad es detectar los múltiples fines para los que se aplica la sociedad tecnológica. Sectores tecnológicos de uso indistinto, civil y militar: SECTOR MILITAR
SECTOR CIVIL
Construcción aeronáutica. Buques de guerra. Construcciones y obras de ingeniería militar.
Construcción aeronáutica y otros equipos. Construcción naval y mercantil. Ingeniería civil e infraestructuras sociales.
Misiles. Munición. Carros de combate y vehículos acorazados. Armas individuales.
Construcción aeronáutica y espacial. Productos metálicos. Vehículos de motor.
Tejidos, fibras especiales; equipos de protección química y bacteriológica.
Tejidos de uso industrial; ropa y equipos de protección en las operaciones o manipulaciones de materiales de riesgo o contaminados (con aplicación en casi todos los sectores industriales).
Automatización. Vigilancia y control perimetral, teledirección, reconocimiento de campo, robots de combate, sensores avanzados.
Sistemas de sensores para máquinas; herramientas avanzadas; integración de sistemas de fabricación sensible. Sistemas de tratamiento y acabado de superficies. Componentes y elementos de automatización. Ingeniería de automatización e integración. Conjunto de dispositivos traductores.
Comunicaciones militares.
Comunicaciones civiles. Sistemas y equipos para comunicaciones por cable y radio; equipos de radiodifusión e imagen; detección, localización e identificación de señales radioeléctricas; procesamiento de señales electromagnéticas.
Biotecnología. Producción de vacunas y órganos artificiales.
Producción de vacunas, órganos artificiales, fermentaciones industriales (antibióticos, aminoácidos, enzimas, etc.).
Adaptado de I. Ayestarán, en W.AA: Para comprender la ciencia, tecnología y sociedad. Estella, Verbo Divino.
PARTICIPACION Y CONTROL SOCIAL DE LA TECNOLOGIA Además de planificar la investigación y elaborar programas con las que realizarla, una sociedad moderna necesita la participación de los ciudadanos en la orientación de la investigación. Aunque esta participación no la pueden hacer todos los ciudadanos por igual, dado que tienen un conocimiento diferente de los problemas, sí pueden colaborar activamente en las distintas organizaciones sociales donde se detectan los riesgos, se descubren necesidades o se moviliza a la opinión pública en la defensa de una cultura de las responsabilidades.
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Criterios para el cálculo de las consecuencias de la tecnología. 1. Cálculo de riesgos: Consecuencias perniciosas que puede tener para la vida humana, la salud o el bienestar de la población. Estimación de la probabilidad de que se produzcan consecuencias no deseadas. 2. Impacto ambiental: consecuencias que puede tener las aplicaciones en el entorno físico, geológicas, químicas, biológicas, atmosféricas, etc. Estimación de la probabilidad de que se altere el equilibrio ecológico de la zona. 3. Consecuencias sociales: Consecuencias más difíciles de evaluar porque es difícil establecer un criterio social compartido por todos los investigadores. Estimación de los valores que una sociedad tiene como principios: dignidad humana, salud, libertad, justicia, solidaridad. Valoración en la que intervienen explícitamente dimensiones éticas y políticas. Una cultura tecnocrática o una cultura de las responsabilidades. Una cultura de las responsabilidades es aquella en la que todos y cada uno de los ciudadanos se sienten implicados en las aplicaciones de la tecnología. A diferencia de una cultura tecnocrática en la que sólo son responsables los expertos o sabios, en la cultura de las responsabilidades son todos los ciudadanos quienes se sienten afectados. Para Langdon Winner, en la cultura tecnocrática los expertos presentan las decisiones sociales sobre tecnología como decisiones necesarias y naturales, como si no hubiese más remedio que tomar esa decisión y no otra. Por ejemplo, cuando se decide el trazado de una autovía, los expertos de una empresa constructora pueden presentar la viabilidad de sus decisiones “como si no hubiese más remedio”, “como si no quedase otra solución”. Sin embargo, la movilización de los grupos ecologistas, los pueblos afectados u otros expertos más independientes pueden ofrecer otras opciones de viabilidad. A juicio de Winner, “en la relación medios-fines, el sistema como tal requiere de sus propios medios los recursos, la libertad y el poder social para llevar a cabo sus tareas. Necesita entre otras cosas, una atmósfera legal y una normativa que faciliten y no limiten, sus posibilidades de actuación”. Los límites de la tecnocracia. Hasta hace poco tiempo, la evaluación de las tecnologías se realizaba desde una cultura tecnocrática. En la actualidad, esa evaluación tecnocrática (tecno = técnica, cratos = gobierno), está siendo sustituida por una evaluación democrática (demos = pueblo, cratos = gobierno). Esto no significa que la evaluación de la tecnología sea una tarea popular o una cuestión de masas; significa que tanto la intervención de las personas como de las instituciones (parlamento, comités de expertos asesores), se realiza en clave de corresponsabilización. Institucionalizando interacciones entre expertos y no expertos. Comité de expertos en TA
Tecnólogos Parlamentos
Tecnología X
Grupos sociales relevantes
Redefinición del diseño tecnológico Propuestas políticas y organizativas (legales)
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¿Genios, expertos o ciudadanos? * La ciencia descubre, el genio inventa, la industria aplica y el hombre se adapta, o es moldeado por las cosas nuevas... Individuos, grupos, razas enteras de hombres caminan al paso que marcan ciencia e industria (Guía de la Exposición Universal de Chicago, 1933). * La educación de los ingenieros debería servirles de preparación para evaluar la naturaleza política de los contextos, argumentos y consecuencias que tienen que ver con su trabajo. Sería muy deseable que la familiaridad con las sutilezas del discurso político democrático llegara a ser parte de las herramientas básicas que los ingenieros deberían dominar en su formación. Necesitamos redefinir qué significa ser un “experto” y un “profesional”. LANGDON WINNER, “La carrera tecnológica y la cultura política”, en JOSE DE SAN MARTIN Y OTROS: Estudios sobre sociedad y tecnología. Barcelona, Anthropos. “El proceso de cambio que acompaña a la innovación tecnológica afecta a todas las dimensiones de la sociedad”. (WINNER)
¿Son verdaderos derechos los de tercera generación? Los nuevos derechos no corresponden a la noción de derechos del hombre tal como ha sido elaborada. Su titular no es el hombre o el individuo, sino una colectividad, a menudo difícil de determinar. Esto los opone a los verdaderos derechos del hombre, no sólo a los estrictamente individuales, sino incluso a los colectivos, que a menudo, no son más que derechos individuales que se ejercen colectivamente. Su objeto es, con frecuencia, impreciso. A veces, el nuevo derecho no hace más que retomar bajo una forma diferente todos o partes de los derechos económicos y sociales que figuran en la Declaración Universal y en la mayoría de las declaraciones nacionales; es el caso del derecho al ambiente o al desarrollo. También contradice o puede contradecir algunas de las libertades fundamentales, por ejemplo, la libertad de desplazamiento, o incluso alguno de los nuevos derechos de la nueva generación; pensemos en el posible conflicto entre el derecho a la autodeterminación de los pueblos y el derecho a la paz. En suma, su protección jurídica es muy difícil de asegurar, como consecuencia de la imprecisión de su titular y de su objeto. R. PELLOUX, en Revista de Derecho y de la ciencia Política en Francia y en el extranjero, 1, 1981
Declaración universal de los derechos de las generaciones futuras En 1.994, la universidad de La Laguna (Tenerife) y otros organismos, entre ellos la UNESCO y el equipo Cousteau, formularon la siguiente declaración sobre los derechos de las generaciones futuras: 1. Derecho a la tierra preservada. 2. Derecho a la libertad de opción de las generaciones futuras. 3. Derecho a la vida y a la preservación de la especie humana. 4. Derecho a conocer los orígenes e identidad propia. 5. Exención de toda responsabilidad individual por las acciones cometidas por las generaciones precedentes. 6. Limitación de perjuicios futuros al derecho de propiedad. 7. Derecho a la conservación y transmisión de los bienes culturales. 8. Derecho al desarrollo individual y colectivo sobre la tierra. 10
9. Derecho a un medio ambiente ecológicamente equilibrado. 10. Derecho al uso respecto del patrimonio común de la humanidad. 11. Derecho a la paz y a ser resguardados de las consecuencias de guerras pasadas. 12. Prohibición de futuras discriminaciones. 13. Intangibilidad de los derechos humanos de las generaciones futuras. 14. Puesta en práctica de los derechos de las generaciones futuras. LA UNIÓN ENTRE ECOLOGÍA Y ECONOMÍA: EL DESARROLLO SOSTENIBLE. La ética ecológica conduce a tomar actitudes que generen una nueva cultura de la responsabilidad ante el medio ambiente; tales actitudes deben tener una dimensión planetaria y abierta al futuro. Ahora bien, esto no es posible si las opciones éticas no van acompañadas de decisiones políticas y económicas que compartan la misma perspectiva y la hagan viable a nivel internacional. Economía y ecología están relacionadas. La Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, de la ONU, elaboró, en 1.987 un informe, conocido como Informe Brundtlond, en el que llama la atención sobre los peligros medioambientales si no se deciden cambios radicales a nivel mundial en los sistemas económicos. En tal informe se destaca un aspecto esencial: la relación entre ecología y la economía. Si sigue existiendo pobreza, difícilmente podremos tomar decisiones ecológicas. Por ejemplo, si un agricultor quema un bosque para transformarlo en terreno de cultivo, ¿podemos criticar su actuación si ése es su único medio de subsistencia? Es evidente que no se puede mantener un tipo de desarrollo basado en el deterioro del medio ambiente, pero ¿se debe frenar el desarrollo económico para salvar la biosfera? Tales cuestiones ejemplifican la necesidad de una conjunción equilibrada entre economía y ecología. La esperanza en el futuro está condicionada a una decisiva acción política que debe comenzar ya a administrar los recursos del medio ambiente de modo que se asegure un progreso y una supervivencia humana sostenibles. No estamos pronosticando un futuro, estamos presentando una advertencia – una advertencia urgente basada en los últimos y mejores argumentos científicos – de que ha llegado la hora de tomar las decisiones necesarias para asegurar los recursos que permitan sustentar a la presente y a futuras generaciones. COMISION MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO, en NUESTRO FUTURO COMUN, Madrid, Alianza. El desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible es la propuesta de un nuevo modelo económico, basado en la convicción de que no es posible conservar el medio ambiente si continúa el actual modelo de crecimiento ilimitado e imparable. La nueva propuesta contempla un tipo de desarrollo que satisfaga las necesidades de la generación presente sin, comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias. Hay dos grandes ideas de fondo: + La idea de necesidades, que es la base del crecimiento económico y que obliga a posibilitar la capacidad de elección de las generaciones futuras.
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+ La idea de limitaciones, que se deben imponer a la propia tecnología y a la organización social a fin de que el medio ambiente pueda asumir las transformaciones sin poner en peligro las necesidades de generaciones futuras. El desarrollo tiene sus límites. Gran parte de los actuales esfuerzos para conservar y mantener el progreso son simplemente insostenibles, tanto para las naciones ricas como en las pobres. Sacan demasiado y con demasiada rapidez, de la cuenta ya deudora de los recursos del medio ambiente como para que sea posible continuar haciéndolo en el futuro sin caer en la bancarrota. Es posible que en los balances de nuestra generación aparezcan beneficios, pero nuestros hijos heredarán las pérdidas. Estamos tomando prestado capital del medio ambiente de las futuras generaciones sin intención ni perspectivas de reembolso. Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible (...) Tanto la tecnología como la organización social pueden ser ordenados y mejorados de manera que abran el camino a una nueva era de crecimiento económico. La pobreza general ha dejado de ser inevitable. El desarrollo sostenible exige que se satisfagan las necesidades básicas de todos y que se extienda a todos la oportunidad de colmar sus aspiraciones a una vida mejor. Un mundo donde la pobreza es endémica será siempre propenso a sufrir una catástrofe ecológica o de otro tipo. COMISION MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO, Informe Brundtland, 1987. La Comisión Mundial del Medio Ambiente elaboró en 1992 una Carta para guiar la conducta de los Estados en la transición al desarrollo sostenible. En ella se formulan, entre otros, éstos principios y deberes generales: 1. Derecho humano fundamental: todos los seres humanos tienen el derecho fundamental a un medio ambiente adecuado para su salud y bienestar. 2. Igualdad entre las generaciones: los Estados deberán conservar y utilizar el medio ambiente y los recursos naturales para beneficio de la presente y de las futuras generaciones. 3. Conservación y utilización sostenible: los Estados mantendrán los ecosistemas y los procesos ecológicos indispensables para el funcionamiento de la biosfera, conservarán la diversidad biológica y observarán el principio del óptimo rendimiento sostenible en la utilización de los recursos naturales vivos y de los ecosistemas.
El mundo es de todos. “Lo ajeno es de todos, pero lo mío es mío”: tal es el lema único. Qué pena. Porque la casa común se va a ir a hacer puñetas. La deforestación en un país atenta contra la riqueza biológica de todos; los venenos liberados en una orilla producirán cáncer de piel a los ribereños de la otra; el dióxido de carbono emitido aquí cambiará el clima de otro sitio, y viceversa... Se habla de un nuevo orden internacional, de una aldea global, del inicio de otra época. Nada de eso sucederá si no nos convencemos que no hay, ni habrá nunca, más que un mundo: éste, el de todos. ANTONIO GALA: “El ecologista”, en País Semanal (1992)
APRENDER A CONVIVIR CON LA TÉCNICA Y LA CIENCIA. Hoy día sería una ingenuidad pensar que la ciencia y la técnica pueden solucionar todos nuestros problemas. Pero también sería ingenuo el extremo contrario y desconfiar totalmente del desarrollo tecnológico; podemos defender las grandes utopías tecnológicas, pero sí nuestra capacidad para proyectar un mundo más humano y más digno con la ciencia y con la técnica.
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La perspectiva utópica. Más que grandes utopías, habrá que perseguir perspectivas utópicas en las que la ciencia y la técnica ocupen su lugar. Sería bueno distinguir entre utopía perspectiva utópica. Las utopías no me interesas y hay razones históricas para guardarse de ellas. Los países “sin lugar” han resultado, en todos los casos, perniciosos. Pero las perspectivas utópicas son convenientes porque entrañan la necesidad de poner a prueba y la voluntad de modificar el propio espacio en que uno se encuentra. Son, por llamarlas con otro nombre, las perspectivas del deseo. Éstas ponen en tensión tu presente, tu estar ahí, con una hipótesis de futuro que, a mi modo de ver, es irremplazable para vivir. Lo peor que podría ocurrirnos sería aceptar una sociedad y una vida sin deseo. El deseo siempre implica una tensión entre el espacio que habitas y un espacio eventual que se proyecta en tu mente y en tu sensibilidad. R. ARGUILLOL y E. TRIAS: El cansancio de Occidente, Barcelona, Destino.
¿Por qué, a pesar de todo, la ciencia? A pesar de las deficiencias y problemas de la ciencia, ésta es una de las mejores herramientas para el conocimiento del mundo y su transformación racional. Poe eso es importante conocer los alcances y límites de la ciencia y de la técnica y aprender a vivir con ellas, puesto que son nuestra forma de vida. La ciencia forma parte de nuestra cultura. Las opiniones de la mayoría de las personas se ven de algún modo influidas por las ideas científicas: la de que la Tierra gira alrededor del Sol, la de que los defectos genéticos provocan enfermedades, la de que la radioactividad puede ser peligrosa... Es a la ciencia y a la tecnología a las que tendremos que recurrir para que nos ayuden a salir de parte del embrollo en el que nos encontramos, un embrollo que tiene que ver tanto con la contaminación ambiental con el exceso de población. No todas las soluciones, evidentemente, estarán basadas en la ciencia, pero, la ciencia puede realizar una aportación crucial. Nos ofrece soluciones específicas, pues lo impide la propia naturaleza de los descubrimientos. Saber cómo funciona el mundo, sin embargo, constituiría un requisito fundamental para ayudarnos a salvarlo. Finalmente, deberíamos recordar siempre el origen de la ciencia en Grecia. El compromiso de los griegos para la discusión libre y crítica fue esencial para que la ciencia se desarrollara. Y lo mismo, puede valer hoy en día. Aunque en el momento actual la ciencia está en pleno florecimiento, debemos ser conscientes de con qué facilidad se puede marchitar. La ciencia es uno de los mayores y más hermosos triunfos de la humanidad, y para que continúe la discusión libre y crítica, sin la menor interferencia política, es tan esencial hoy como lo fue en la antigua Jonia. L. WOLPERT: La Naturaleza no natural de la ciencia, Madrid, Acento.
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Educación universal
Eliminar el analfabetismo y adquirir una cultura básica que permita el acceso de todos a las posibilidades de la técnica. La tecnología y el lenguaje de los especialistas no deben ser medios disimulados de segregación y exclusión.
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Mediación y control de lo cotidiano
Todos deben poder valorar, en la vida cotidiana, el estado de su salud y de su entorno, compartir la responsabilidad sobre la vida, ser guardianes de sí mismos y de su jardín.
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Industrializar el espacio
La humanidad afronta el desafío de hacer posible la vida en el espacio, de constituir biosferas. Sería el logro de toda una secuencia tecnológica.
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Poblar el mar
Es hora de organizar un nuevo urbanismo marino: ya existen los elementos técnicos necesarios para ello.
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El hidrógeno como carburante
Reemplazar la gasolina y el gasóleo por el hidrógeno para evitar el calentamiento de la atmósfera.
6
Desarrollar la energía hidroeléctrica
Urge un plan hidrológico, con construcción de presas y sistemas de canalización, que asegure los recursos de agua y desarrolle su energía.
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Comunicación mundial
La infraestructura de comunicaciones es el sistema nervioso del mundo futuro. Tiene que tomar cuerpo el pueblo planetario posibilitando el contacto de todo el mundo con las bases de información, necesario para mantener la democracia.
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Estructurar ciudades
Reestructurar las grandes ciudades del mundo; hoy se han convertido en lugares de monstruosos atascos.
Humanismo industrial
El diseño vuelve a introducir el arte y la creatividad allí donde antes se instalaba una gris uniformidad. También deben evolucionar las relaciones humanas en las empresas y descartar el autoritarismo que aún queda.
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Transformar el planeta en un jardín
Es necesario un programa mundial de parques naturales, de protección de especies, de conservación del patrimonio genético... El hombre tiene que hacerse responsable de la naturaleza.
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Sistema judicial mundial
El principio de derecho de territorialidad ya ha pasado. Hacen falta procedimientos de apelación a tribunales reconocidos internacionalmente y una mínima legislación común.
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Sistema fiscal mundial
Los sistemas fiscales no han alcanzado la madurez. Hay que restablecer la noción de contribución.
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Adaptado de T. GAUDIN, en El País, 19-12-1991
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ACTIVIDAD GRUPAL Nº 4: 1. Del libro CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD de DOMINGO MORATALLA, Tomás y otros (Ediciones SM, Madrid, España, 2000):
a) ¿En qué consiste la controversia entre el “ser” y el “deber ser” de la tecnología actual en nuestras vidas? b) ¿Qué diferencia la “tradición americana” de la “tradición europea”? c) ¿Cómo podrían complementarse? d) ¿Cuál es la “tercera tradición”? e) ¿A qué conduce el “desarrollo convergente” en los enfoques descriptivos y valorativos proporcionados por estas tres tradiciones? f) ¿Qué obstáculos identifican BURNS y REINHARD para la participación pública en política científicotecnológica? g) ¿Cuáles son las fases de la “evaluación” de tecnologías? Explíquelas.
LECTURA PARA LA ACTIVIDAD Nº 4: (Extraído del libro CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD de DOMINGO MORATALLA, Tomás y otros - Ediciones SM, Madrid, España, 2000) LAS DOS PRINCIPALES TRADICIONES CTS Los estudios CTS constituyen la respuesta por parte de la comunidad mundial académica a la creciente insatisfacción con la concepción tradicional de la ciencia y la tecnología, a los problemas políticos y económicos relacionados con el desarrollo científico-tecnológico, y a los movimientos sociales de protesta que surgieron en los años sesenta y setenta. La reacción académica que terminó con el reinado del empirismo lógico en filosofía de la ciencia converge en los estudios CTS con la reacción social de crítica al cientificismo y la tecnocracia. La heterogeneidad del campo CTS, en el que podemos encontrar tanto filósofos como sociólogos, historiadores, antropólogos, pedagogos, politólogos o economistas, no se debe únicamente a la diversidad de disciplinas de las que provienen los autores. Dentro de este campo de estudios es posible distinguir, con más o menos claridad, dos tradiciones con distintos intereses y puntos de partida. Lo que se entienda por el anacrónico inglés “STS” señala precisamente las diferencias entre estas dos grandes tradiciones en la nueva visión de la ciencia-tecnología. La tradición europea de Science and Technology Studies (estudios sobre ciencia y tecnología) y la tradición americana de Science, Technology and Society (ciencia, tecnología y sociedad). Aunque en España suele utilizarse esta última expresión (con el correspondiente acrónimo castellano “CTS”), el uso de la misma en nuestra alengua no se restringe a los contenidos de la tradición americana, sino que tiene un alcance más general que comprende las dos tradiciones.
Factores Sociales antecedentes
Tradición europea
Ciencia Tecnología
Consecuencias sociales
Tradición americana
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Ambas tradiciones coinciden en resaltar la dimensión social (y práctica) de la ciencia y la tecnología, oponiéndose a la visión anacrónica sobre la naturaleza especial de la ciencia en tanto que forma autónoma de conocimiento y la tecnología como ciencia aplicada, contribuyen de este modo a la desmitificación de la imagen tradicional de la cienciatecnología. Se dan, sin embargo, importante diferencias en enfoque y objetivos entre ambas tradiciones que se pueden caracterizar por referencia a las dos posibles versiones de la “dimensión social” de la ciencia-tecnología: 1) La “dimensión social” entendida como los condicionantes sociales o la forma en que los factores sociales contribuyen a la génesis y consolidación de complejos científicotecnológicos, y 2) la “dimensión social” entendida como las consecuencias sociales, o la forma en que los productos de la ciencia-tecnología inciden sobre nuestras formas de vida y organización social. Cada una de las tradiciones presta especial atención a una de las dos perspectivas bajo las que cabe “socializar” la ciencia y la tecnología. La tradición europea, que denominamos así, por haberse originado su institucionalización académica en universidades europeas, coloca el énfasis en la dimensión social antecedentes de los desarrollos científico-tecnológicos. Su interés se cetra, por tanto, en describir cómo participan en la génesis y aceptación de las teorías científicas una diversidad de factores económicos, políticos, culturales, etc. La tradición europea se centró en un principio en la explicación del origen de las teorías científicas y, por tanto, de la ciencia en proceso. Sólo posteriormente se intentaron aplicar los esquemas explicativos del origen de la ciencia al caso de la tecnología (Pin Bijker, 1984). El carácter teórico y descriptivo de esta tradición se asienta sobre una fundamentación conceptual (ligada en ciertos lineamientos a la “nueva” filosofía de la ciencia que pretende separar, i, e., la reacción académica antipositivista) donde se tomaron como tesis centrales una familia de argumentos relativistas entre los que se destacan el de carga teórica de la observación (presunto “solo firme” de la actividad científica) y la infradeterminación de generalizaciones en ciencia (meta de la teorización científica) de la evidencia observacional. Pese a la importancia de los argumentos filosóficos legitimadores de este enfoque, las disciplinas que constituyen el marco explicativo básico de la tradición europea son las ciencias sociales, especialmente la sociología, y otras como la antropología y la psicología. La tradición americana, cuya institucionalización administrativa y académica ha tenido lugar en Estados Unidos, enfatiza las consecuencias sociales de las innovaciones tecnológicas, su influencia sobre nuestras formas de vida y nuestras instituciones. La tecnología es entendida como producto (sin atender a su proceso de creación) con capacidad para influir sobre las estructuras y dinámicas sociales. La ciencia sólo ha sido objeto de una reflexión post hoc, como un elemento subordinado al estudio del desarrollo tecnológico. Al contrario que la tradición europea, fuertemente anclada en el marco académico, la tradición americana, incluso la desarrollada en las universidades, tiene un carácter más bien práctico y un importante alcance valorativo, lo que implica la presencia de una reflexión educativa y ética, así como un especial interés en la democratización de los procesos de toma de decisiones en políticas tecnológicas y ambientales. En este sentido destaca el activismo que ha animado, en los ámbitos político y educativo, a numerosos autores de esta tradición. Debido a su crucial orientación valorativa (y en cierto modo, paradójicamente), la reflexión teórica de la tradición americana remite a menudo, no a la filosofía anglosajona (si exceptuamos la tradición pragmatista), sino al pensamiento europeo continental de autores como Ortega, Heidegger, Ellul, Haberlas, etc. La ética, la historia de la tecnología, la teoría de la educación, las ciencias
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políticas y la filosofía social son las disciplinas que componen básicamente su marco comprensivo. DIFERENCIAS ENTRE LAS DOS TRADICIONES TRADICION EUROPEA
TRADICION AMERICANA
Institucionalización académica en Institucionalización administrativa y Europa (en sus orígenes) académica en Estados Unidos (en sus orígenes) Énfasis en los factores sociales Énfasis en las consecuencias sociales antecedentes Atención a la ciencia y, Atención a la tecnología y, secundariamente secundariamente a la tecnología a la ciencia Carácter teórico y descriptivo
Carácter práctico y valorativo
Marco explicativo: ciencias sociales Marco evaluativo: ética, (sociología, psicología, educación, etc. antropología, etc.)
teoría de la
Con todo, esta clasificación geográfica de las tradiciones en CTS hace uso de un criterio externo cuyo fin es meramente expositivo. No existen rasgos intrínsecos que hagan necesaria esta clasificación por continentes, como muestra la experiencia de abundantes excepciones, así como la convergencia que está teniendo lugar recientemente entre ambas tradiciones, o la posibilidad de realizar otras clasificaciones geográficas (como la de pensamiento angloamericano frente al pensamiento europeo continental). Por otra parte, esta distinción entre las dos tradiciones sólo es realmente el caso durante la primera década de estudios CTS. Como veremos más adelante, con el tiempo los límites se han ido difuminando, aunque no completamente.; por ello hubiera sido quizá demasiado engorrosa para los fines meramente expositivos que aquí se pretenden. De cualquier modo queremos dejar claro que, si bien consideramos esta distinción de cierta utilidad analítica y heurística, somos conscientes de que no ofrece una imagen totalmente fidedigna de la multiplicidad del capo CTS, que además se encuentra en constante evolución y transformación (cf. Bijker, 1993b: 114). (Nuestra distinción parece no obstante tener algún antecedente reciente, como señala Fuller 1993a.) Otra clasificación que consideramos significativa atiende a criterios disciplinares (véase Roy, 1993; y Mitcham y Cutcliffe, 1994; así como las distinciones introducidas por el cuadro “Alta Iglesia, Baja Iglesia” del capítulo 7). Como ya hemos señalado, CTS es un intento de construir un ámbito de estudio precisamente en el abismo que, según C.P. Show, se había establecido entre las dos culturas tradicionales (una científica y tecnológica, otra social y humanista). Pero las dos culturas no son ámbitos totalmente homogéneos: entre las humanidades y las ciencias sociales hay importantes diferencias, y el mismo bloque de las ciencias sociales cuenta con componentes distintos, como la sociología, la economía y las ciencias políticas; otro tanto ocurre con las humanidades, que a veces tratan temas muy relacionados con las ciencias sociales, dando lugar a disciplinas como la teoría social o la teoría política. Tampoco parece necesario insistir en algunas diferencias importantes entre la actividad científica y la actividad tecnológica. Por lo tanto, las combinaciones entre elementos de las dos culturas son múltiples. En cualquier caso, parece claro que los diferentes enfoques CTS dependen en gran medida de cuál sea el ámbito disciplinar de la cultura social y humanística que se emplea para el estudio de la dimensión social de la ciencia y la tecnología. Cuando este papel lo realizan las 17
humanidades (teoría política, filosofía, teoría de la educación, etc.), tenemos el enfoque CTS que aquí hemos considerado como el núcleo originario de la tradición americana; cuando la herramienta analítica son las ciencias sociales, se trata del enfoque CTS en el que la economía y las ciencias políticas juegan el papel más destacado. Como veremos más adelante, esta última versión tiene un origen tanto norteamericano como europeo, y está desempeñando un papel importante en la convergencia de las dos tradiciones. No obstante, con independencia del carácter convencional de cualquier etiquetado (geográfico, disciplinar, etc.), y de todas las cautelas que hemos mencionado al respecto, lo cierto es que en el ámbito de referencia de éstas etiquetas existen enfoques bien diferenciados con su propio y distintivo “aire de familia”, de modo tal que la mayoría de los autores CTS encajan en una u otra tendencia por cumplir un número razonable de las características que la identifican (véase el listado anterior). Cada uno de esos enfoques interpreta de un modo diferente el significado de STS, utiliza distintos estándares de rigor académico, y se expresa y organiza por vías diferentes. Por un lado encontramos los miembros o colaboradores de la Society for Social Studies of Science (4S, Sociedad para los Estudios Sociales de la Ciencia), que publican en el boletín de las 4S (Technoscience) y en su revista (Science, Technology & Human Values), así como en otras del estilo de Social Studies of Science; y por otro lado, hallamos a los autores que asisten a los congresos de la Society for Philosophy and Technology (SPT, Sociedad para la Filosofía y la Tecnología) o la National Association for Science, Technology and Society (NASTS, Asociación Nacional CTS) y suelen publicar en sus boletines (SPT Newsletter y Bulletin of STS, respectivamente), o bien en series como Research in Philosophy and Technology o revistas como Technology in Society. Es decir, en el primer caso, encontramos a los autores que entienden “STS” como Science and Technology Studies (llámese tradición europea o de otro modo), y, en el segundo, aquellos que leen “STS” como Science, Technology and Society (que hemos etiquetado aquí como tradición americana). CAPÍTULO 10 CONVERGENCIA ENTRE TRADICIONES: EVALUACIÓN DE TECNOLOGÍAS Y ACIÓN POLÍTICA La tradición americana se ha centrado en identificar y valorar los efectos sociales de las tecnologías, mientras que, por otra parte, la tradición europea lo ha hecho tradicionalmente en el estudio del carácter de los procesos de cambio científico. Ambas tendencias tenían en sus manos potenciales herramientas prácticas que sólo se podían desarrollar adecuadamente mediante la unión de sus fuerzas. La tradición americana denunciaba impactos, pero no explicaba cómo se podían evitar influyendo sobre la construcción de los complejos científicotecnológicos. La tradición europea ofrecía «reconstrucciones sociológicas», pero se detenía en el momento de hacer valoraciones y sugerencias para el cambio. La convergencia de ambas tradiciones hacia el proceso de generación de las tecnologías, así como las nuevas concepciones de la tecnología que subrayan su carácter de formas de organización social, son pasos crucia1es para que la crítica social promovida desde la tradición americana pueda tener consecuencias prácticas en la reorientación, planificación y evaluación de los programas científico-tecnológicos. Un razonamiento simple muestra la comp1ementariedad de las tradiciones europea y americana, así como la importante consecuencia que se deriva de la misma (véase también el «silogismo CTS» en el cap. 12). Si la ciencia y la tecnología constituyen un producto social (según la tradición europea), que además es difícilmente analizable como ciencia pura o técnica no teorizada, y si los complejos científico-tecnológicos tienen unas consecuencias sociales de primera magnitud (según la tradición americana), entonces deberíamos promocionar la evaluación y control social del desarrollo científicotecnológico (dado un compromiso democrático básico). 18
La tercera tradición que hemos señalado, la derivada de los programas STP (Science, Technology and Public Policy), tiene también un importante papel que cumplir en este proceso de convergencia y su puesta en práctica. Los programas STP, que se habían ocupado de la formación de expertos en economía y política científico-tecnológica con un enfoque más bien tecnocrático, han visto cuestionadas sus presuposiciones básicas acerca de las relaciones entre tecnología y economía por la irrupción de las orientaciones evolucionistas. El evolucionismo en economía del cambio tecnológico, pese a sus diferencias, mantiene importantes puntos en común con el constructivismo en sociología: ambos enfoques descriptivos consideran los factores sociales (aspectos económicos, políticos, culturales) como elementos decisivos en la aparición, el desarrollo y la consolidación de las tecnologías. Tras la muerte del modelo lineal de innovación, y la complementariedad de ambas orientaciones, un amplio espectro de factores sociales debe hacer su entrada en la formulación y gestión de políticas científico-tecnológicas. El desarrollo convergente de los enfoques descriptivos y valorativos proporcionados por las tres tradiciones (europea, americana y político-económica) conduce, por tanto, a una nueva forma de entender la formulación de las políticas científico- tecnológicas. Recientemente, autores de diferentes tradiciones han comenzado a reconocer los resultados obtenidos en otras tendencias y a integrados en su propio trabajo. De esta convergencia han nacido nuevas orientaciones y perspectivas que contribuyen a enriquecer en gran medida el campo de los estudios sociales sobre ciencia y tecnología, así como sus implicaciones sociales y políticas. Los estudios CTS no se reducen, entonces, a un mero ejercicio académico o una nueva moda, sino que su fuerza y su interés principal radican precisamente en su puesta en práctica, es decir, en la creación e implementación de mecanismos democráticos de participación pública en política científico-tecnológica y ambiental que se correspondan adecuadamente con el carácter social y político que se ha revelado bajo la aparente objetividad, neutralidad y linealidad de la ciencia y la tecnología. La evaluación de tecnologías y la acción política constituyen, por tanto, el terreno en el que tiene lugar el encuentro entre las diferentes tradiciones. Sin embargo, la realización efectiva de la renovación en estos campos tiene aún que superar numerosos obstáculos derivados de ciertas concepciones atrincheradas y determinados intereses en la perpetuación de las mismas. Nos ocuparemos de ellos, y de sus consecuencias, antes de centramos en las transformaciones en la evaluación y gestión promovidas por la convergencia y complementariedad de los nuevos estudios CTS. LA TENACIDAD DE LA TECNOCRACIA Las concepciones clásicas de la tecnología, como conjunto de artefactos o simple ciencia aplicada (véase el capítulo anterior), tienden a producir una determinada concepción del cambio tecnológico resultante de suponer que la tecnología pose una lógica propia en la que no deben producirse interferencias externas. A su vez, esa imagen lineal y acumulativa del desarrollo de la tecnología sustenta una determinada imagen o concepción de la evaluación de tecnologías. La cuestión de la evaluación se convierte en una cuestión técnica de identificación y cuantificación de impactos con el fin de que nuevas y mejores tecnologías resuelvan dichos problemas y modifiquen la percepción pública negativa (se trata de la denominada ideología del «apaño tecnológico»). En contraposición, los nuevos enfoques donde se enfatizan los aspectos culturales y organizativos de las tecnologías (e incluso llegan a considerarse como formas de organización social) tienen unas consecuencias prácticas muy diferentes para la evaluación de tecnologías y su gestión pública. La primera y más importante consecuencia es la promoción de la participación ciudadana. Algunos demonios, sin embargo, deben aún ser exorcizados para que tal democratización llegue a ser una realidad.
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Además de esas anacrónicas visiones intelectualista y artefactual de la tecnología, y el interesado dilema que sustentan (eficacia interna versus interferencia externa), y como corolarios de las mismas, podemos identificar otros obstáculos para la participación pública en política científico-tecnológica. Tom Burns y Reinhard Ueberhorst (1988: 50-51) señalan los siguientes: - Analfabetismo científico-técnico de la mayoría de los ciudadanos y de sus representantes políticos. - Tecnificación interesada, por parte de los expertos y de la clase política e industrial a cuyo servicio se encuentran, de los problemas, elementos de juicio o criterios de evaluación relacionados con controversias tecnológicas o ambientales. - Sólo la fase final de desarrollo de tales controversias involucra, en lo que concierne a la legitimación de políticas generales o programas particulares, a los ciudadanos o sus representantes políticos. - Normalmente no se formulan alternativas genuinas para dichas políticas o programas. La consolidación de la ideología y ordenamiento democrático en todo el mundo ha significado, entre otras cosas, una creciente preocupación institucional por la opinión pública y un cambio cualitativo en la participación de los ciudadanos, a través de sus representantes políticos, en la administración pública, y así, consecuentemente, en la gestión del cambio tecnológico. El testimonio más evidente de esta sensibilización gubernamental y académica sobre la dimensión social del cambio tecnológico es, por un lado, el desarrollo del movimiento pro evaluación de tecnologías y análisis de impacto ambiental desde los años sesenta, y, por otro lado, la institucionalización administrativa de ese movimiento con la creación de oficinas de evaluación de riesgo y tecnologías desde los años setenta (véase el cap. 4). Desgraciadamente, ni el movimiento de evaluación de tecnologías ni su cristalización administrativa en numerosos países han conseguido abrir realmente la caja negra de la tecnología a la luz pública. Lo que más bien han conseguido es introducir la tecnocracia por la puerta de atrás, i.e. mediante la promoción de los tres últimos puntos de la lista anterior: la tecnificación de las controversias, la autocracia tecnológica y la omisión de alternativas. Sin embargo, como veremos más adelante, la convergencia entre las diferentes orientaciones CTS podría ayudar a cambiar esta situación. Un ejemplo lo constituye la actual discusión sobre nuevas tecnologías reproductivas (López Cerezo, 1991 b). Esta discusión se plantea usualmente como un debate restringido a expertos cuyo resultado deber ser sancionado por políticos. El debate entre expertos, además, se limita fundamentalmente a una evaluación técnica de tasas de éxito e índices de riesgo, omitiendo la consideración de alternativas obvias (por ejemplo, políticas de prevención de la esterilidad o programas de adopción). Tasas de éxito e índices de riesgo, con ser importantes, son también una cortina de humo para ocultar alternativas radicales a la tecnificación de la maternidad. Son como el rabo del pero de Alcibíades (el brillante pero poco escrupuloso estadista griego de alrededor de 450-400 A. C.). Cuando le preguntaron por qué había cortado el rabo de su pero, él respondió: «Mientras la gente se fije en el rabo de mi pero, no prestará atención a las cosas realmente importantes» (Lewontin y Berlan, 1986) (véase el cap. 14). Otro ejemplo lo constituye la legislación sobre política forestal en Asturias, en el norte de España. A través del requisito legal de informes de impacto ambiental ante cada proyecto de repoblación socialmente problemático, informes presuntamente objetivos y comprehensivos (a fin de cumplir la letra de la ley) pero con una fuerte carga valorativa si son descifrados con cuidado, los problemas sociales se convierten en cuestiones técnicas por decreto (González García, 1993b; véase también el cap. 15). Veamos ahora qué puede andar mal con la teoría y la práctica de la evaluación de tecnologías.
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TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA EVALUACIÓN DE TECNOLOGÍAS En la actualidad, la evaluación de tecnologías se entiende teóricamente como un conjunto de métodos para analizar los diversos efectos o impactos de la aplicación de tecnologías, identificando los grupos sociales afectados y estudiando además los efectos de posibles tecnologías alternativas. Su objetivo último consiste en tratar de reducir los efectos negativos de tecnologías dadas, optimizando sus efectos positivos y contribuyendo a su aceptación pública (véanse; Braun, 1984; Sanmartín y Ortí, 1992; Shrader-Frechette, 1985b). Las fases de la evaluación de tecnologías son las siguientes: 1) Identificación de impactos, estudiando la interacción entre tecnologías y contextos sociales. Se distinguen impactos directos e indirectos, así como diversos tipos de impacto: ambiental, psicológico, institucional/político, social, tecnológico, legal y económico. Se trata de la conocida clasificación EPISTLE, por el acrónimo inglés. 2) Análisis de impactos, determinando la probabilidad, severidad y tiempo de difusión de los impactos identificados, los grupos afectados y su respuesta probable, así como la magnitud previsible de los impactos indirectos. Existen diversos tipos de análisis: análisis costebeneficio, matrices de cruce-de-efectos, análisis de regresión, modelos de simulación, métodos delphi de sondeo de opinión especializada, etc. (véase, e.g., Sanmartín y Ortí, 1992; ShraderFrechette, 1985b; o Westrum, 1991). 3) Valoración de impactos. Se trata aquí de determinar la aceptabilidad de los impactos analizados a la luz de valores sociales. Por ejemplo, en la evaluación de riesgos se utilizan normalmente uno o más de los siguientes métodos: análisis riesgo-coste-beneficio, preferencias reveladas, preferencias expresadas y estándares naturales (véase ShraderFrechette, 1985c). 4) Análisis de gestión. Constituye la última fase de la evaluación y en ella se trata de suministrar asesoramiento para la toma de decisiones sobre política científico-tecnológica. Los análisis de impacto ambiental, por su parte, constituyen en la actualidad una clase de aplicación de las técnicas de evaluación de tecnologías, normalmente al estudio de las consecuencias ambientales de la implementación de un proyecto o tecnología en un contexto regional y a corto o medio plazo (véase Shrader-Frechette, 1985b: cap. 1). Claramente, un efecto indirecto positivo que resultaría de contar con resultados evaluativos del tipo descrito en la gestión de políticas científico-tecnológicas, consistiría en favorecer una interacción menos problemática entre tecnología-naturaleza-sociedad, una interación que eventualmente genere una percepción pública positiva que sin duda favorecería la viabilidad de tal tecnología (Sanmartín y Ortí, 1992). La OTA norteamericana (Office of Technology Asesment (Oficina de Evaluación de Tecnologías), fundada en 1972 por iniciativa del congresista E. Daddario, fue el primer paso para la institucionalización de la evaluación de tecnologías (véase también el cap. 4). Repasemos brevemente su estructura y metodología. Su función es «proporcionar indicadores temprano s de los beneficios probables e impactos adversos de las aplicaciones de la tecnología» (Acta fundacional de la OTA, 1972); no tiene por tanto una función adjudicataria ni de control, sino únicamente de asesoramiento y anticipación de impactos. La OTA está formada por un panel de 12 miembros (6 congresistas y 6 senadores) además de su director (que no tiene derecho a voto), asistidos por un equipo de unos 150 especialistas. Su área de trabajo consta de tres divisiones principales: (i) energía, materiales y seguridad internacional; (i) ciencias de la vida y la salud; y (ii) ciencia, información y recursos naturales. Los temas concretos sobre los que se realiza la evaluación se determinan por medio de un cuidadoso proceso de selección realizado por los miembros de la OTA y de diversos comités relevantes del Congreso estadounidense. La ejecución de la evaluación se lleva a cabo mediante contratos 21
de investigación con instituciones externas. Todas las partes relevantes juegan un papel importante en los diferentes estadios de la evaluación: el establecimiento de la definición del problema, la evaluación de los resultados provisionales, la revisión de los borradores de los informes, etc. Los informes, estudios y testimonios elaborados por la OTA se remiten finalmente al Congreso que, sobre la base de esta información, identifica opciones políticas alternativas y anticipa desarrollos de importancia. Hasta aquí todo perfecto. Teóricamente, la propuesta original norteamericana de los años sesenta que daría lugar a la creación de la OTA era ciertamente esperanzadora como instrumento de control efectivo del cambio tecnológico. La práctica, como sucede a menudo, ha resultado sin embargo ser decepcionante. El carácter fuertemente economicista de tales evaluaciones, y su uso habitual como instrumento de legitimación política que sólo trata de hacer públicamente aceptables tecnologías particulares (en tanto que rentables hechos consumados), proporciona un color muy diferente a la realidad de la evaluación de tecnologías. ¿Qué hay de malo en la economía? Nada, siempre que no sea sólo economía. Un estudio socialmente satisfactorio de problemas tecnológicos no puede restringirse al lenguaje tradicional del análisis coste-beneficio, un análisis donde no se cuestiona el valor de la excelencia técnica o el rendimiento económico como medida de una buena política social. Reducirlo todo a consideraciones económicas, adoptando así una postura economicista, es ocultar juicios de valor y presuposiciones metodológicas tras el glamour de las cifras en un análisis aparentemente objetivo (Shrader-Frechette, 1980: 42). Las evaluaciones economicistas de políticas científico-tecnológicas (al estilo practicado paradigmáticamente por el economista reaganita Julian Simon), por ejemplo, no suelen tomar en consideración el «coste» real de hacer negocios a base del expolio de recursos no renovables y la polución ambiental. No digamos ya impactos sociales. Tales análisis costebeneficio realizan un diagnóstico excesivamente optimista y confían simplemente en la ideología del apaño tecnológico: nuevas tecnologías resolverán los problemas creados por viejas tecnologías. Algunos críticos de este tipo de análisis ponen incluso en duda los supuestos méritos de una teoría económica que tenga tales costes ambientales en consideración vía externalidades (e.g., Kevles, 1992: 33). «Externalidades» es el término utilizado por los economistas para hacer referencia a los costes o beneficios que conciernen a aquéllos no directamente involucrados en las transacciones económicas (por ejemplo derivados de la destrucción de un ecosistema por la introducción en el mercado de un potente pesticida). Los llamados «economistas ambientales» sostienen que costes como los derivados de la degradación ambiental deben ser adecuadamente cuantificados y tenidos en consideración en los sistemas contables (de modo que queden reflejados, por ejemplo, en el precio de los productos). Sin embargo, como señalan Anita Gordon y David Suzuki, tal propuesta es simplemente inaceptable porque «integrar el medio ambiente en la economía es retrógrado [ ... ] la economía es realmente un subconjunto del mundo natural. Así, es la economía la que ha de adecuarse al medio ambiente y no al contrario» (A. Gordon y Suzuki, 1992; cit. en Kevles, 1992: 33-34). La preservación de una especie animal, o el riesgo de la propia vida (por minúsculo que sea), constituyen valores difícilmente cuantificables que no pueden ser omitidos en la evaluación de, digamos, programas de desarrollo energético o agroquímico. Simplemente, no hay forma de evitar el uso de valores, no cuantificables ni conmensurables, en metodologías economicistas como la del análisis coste-beneficio. Sin realizar juicios de valor es imposible responder a preguntas como las siguientes: ¿constituye la energía abundante un auténtico beneficio, o más bien un coste?, ¿cómo cuantificar el riesgo de un parámetro desconocido (e.g. sabotaje nuclear)?, ¿cómo decidir el peso negativo de un coste futuro?, etc. Amory Lovins
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compara la supuesta objetividad de las metodologías economicistas con la luz proyectada por una farola callejera bajo la cual busca su cartera el tradicional borracho, «no porque la ha perdido allí sino porque es el único lugar donde puede ver algo». Reducir los problemas e impactos sociales y ambientales a costes monetarios, del mismo modo que las farolas callejeras, «sólo hace más oscura la oscuridad circundante» (véase Shrader-Frechette, 1985b). No es extraño entonces encontrar opiniones tan exacerbadas como la de Brian Wyne (1975), para quien la tradicional evaluación de tecnologías, con toda su retórica de objetividad, sólo constituye un mecanismo para la creación de consenso de acuerdo con las líneas marcadas por una agenda política oculta, i. e. la que está al servicio de los intereses de las grandes corporaciones. En un tono más optimista, aunque con un diagnóstico no muy diferente, podemos encontrar las propuestas de mejora realizadas por autores como Arie Rip, Johan Schot, Kristin-ShraderFrechette o José Sanmartín. Se trata de propuestas donde se consideran los elementos éticovalorativos y los relativos al contexto social con el que interactúa una tecnología, y se tienen en consideración tanto en el diseño teórico de los métodos de evaluación como en la integración de grupos sociales relevantes en el propio proceso evaluativo. Aunque más adelante comentaremos algunos detalles de este tipo de propuestas, digamos ahora que en ellas se trata, en términos generales, de sacar adelante una metodología evaluativa que incluya el análisis de cómo cierta práctica (p.ej. el proceso de introducción de una tecnología dada) resuelve o es previsible que resuelva determinado problema en un sistema de interrelaciones sociales donde los grupos involucrados se distinguen por sus diferentes intereses: -
ingenieros que implementan la tecnología en cuestión,
-
profesionales contratados para evaluar impactos,
-
empresarios que pueden obtener un beneficio económico,
-
trabajadores que pueden obtener un beneficio laboral,
-
políticos que eventualmente obtienen una rentabilidad electoral,
-
grupos de presión (sindicalistas, ecologistas, etc.) con una agenda política dada,
-
grupos poblacionales de impacto directo e indirecto.
Cada uno de estos grupos representa un segmento social con valores y objetivos que deben ser tenidos en cuenta. Se trata, pues, de promover proyectos interdisciplinares de estudio que, evitando un enfoque meramente economicista, involucren institucionalmente una participación activa de todos los segmentos sociales afectados por el cambio tecnológico. LA PRÁCTICA DE LA PARTICIPACIÓN PÚBLICA Como argumenta y ejemplifica Ray Kemp (1991) con la gestión de residuos radiactivos, la percepción y aceptación pública del riesgo asociado a una tecnología depende no sólo de la magnitud de tal riesgo (y la competencia técnica de los profesionales involucrados), sino también de la participación pública en el proceso de gestión y toma de decisiones. Ahora bien, tal participación pública no puede restringirse a una mera sanción administrativa del resultado final de una controversia técnica. No podemos pretender un control democrático real del cambio tecnológico cuando tal control se reduce a una decisión discrecional de agencias gubernamentales (o, en el mejor de los casos, de comisiones parlamentarias) sobre la adjudicación o no de recursos a políticas y programas concretos.
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Es cierto que un buen número de países (como Alemania, Suecia o el Reino Unido) han creado recientemente oficinas de evaluación de tecnologías siguiendo el ejemplo norteamericano de 1972. Miembros habituales de tales oficinas son parlamentarios de ambas cámaras, oficiales del gobierno, especialistas de prestigio y, ocasionalmente, representantes de colectivos sociales o grupos de presión. La función de tales oficinas, como en el caso americano, es asesorar a las autoridades (ejecutivas o legislativas) sobre la idoneidad o no de políticas y programas de desarrollo tecnológico, así como sobre sus costes económicos e impactos sociales y ambientales. Trata de parchearse así el analfabetismo científico-técnico de nuestros políticos, capacitándolos para adoptar decisiones fundamentadas. Sin embargo, aunque la tendencia global de dichas oficinas de evaluación de tecnologías ha sido la de alejar éstas del tradicional control del ejecutivo (vía ministerios o agencias gubernamentales), adscribiéndolas a comisiones parlamentarias, su capacidad para desempeñar una auténtica regulación democrática del cambio tecnológico deja mucho que desear. En primer lugar, el hecho de que oficinas como la OTA norteamericana o el POST británico sólo tengan por función el asesoramiento, y no el controlo adjudicación, limita extraordinariamente la utilidad práctica de tales oficinas en la regulación del cambio tecnológico. No es extraño entonces que su uso real sea con frecuencia, especialmente en Europa (véase más adelante), el de legitimar decisiones tomadas previamente. En segundo lugar, se necesita algo más que la participación ocasional de ciudadanos, además de expertos y parlamentarios, para promover mediante tales oficinas un control público real de la política científico-tecnológica, un control independiente respecto a opacos intereses partidistas y la presión de la industria privada. No basta, como sucede por ejemplo en Suecia, con que las oficinas de evaluación de tecnologías soliciten la opinión de los grupos sociales afectados. Deben integrar tales grupos en unas oficinas con capacidad de control (o, cuanto menos, recomendación) sobre el diseño y desarrollo de políticas y programas ambientales y tecnológicos, así como con capacidad de adjudicación en situaciones de conflicto durante la implementación de tales políticas y programas. (En la sección sobre democratización volveremos sobre este punto.) No es extraño entonces, dadas las consideraciones anteriores, que las instituciones democráticas convencionales y sus tradicionales estilos políticos (i.e., burocracia legitimada por expertos) sean incapaces de hacer frente al reto de una gestión adecuada del cambio tecnológico en la sociedad contemporánea. Nos enfrentamos a estructuras sociales, en los órdenes académico, político y educativo, que no consiguen digerir el nuevo sentido de la ciencia-tecnología de finales del siglo XX; como no consiguen asegurar, frente a una transformación tecnológica cada vez más vertiginosa, la preeminencia de la práctica democrática a través de la participación pública (véase Burns y Ueberhorst, 1988: 93). RENOVACIÓN DE LA EVALUACIÓN DE TECNOLOGÍAS Durante los últimos veinte años se ha pasado de una concepción de la tecnología como producto (en el sentido artefactual) a una concepción de la tecnología como proceso (en una parte importante de carácter social). Y, por lo tanto, la evaluación ha pasado de centrarse en los productos tecnológicos a estudiar, y en la medida de lo posible intentar incidir sobre, el proceso de construcción de la tecnología. Así, mientras que la evaluación tradicional sería principalmente reactiva, las propuestas actuales parecen ser más bien pro activas (Hronszky, 1994; Quintanilla, 1989). Hacia finales de los años ochenta se introdujo el concepto de «evaluación constructiva de tecnologías» (Rip y van den Belt, 1988; Rip et al., 1995; Smits, 1990). De acuerdo con esta nueva elaboración conceptual, la evaluación de tecnologías no debería ocuparse
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exclusivamente de los aspectos externos de las tecnologías (los efectos o impactos) sino, y fundamentalmente, de su desarrollo interno como un proceso continuo en el que se generan elecciones condicionadas por factores sociales, económicos, técnicos, científicos o políticos (Schot, 1992). La evaluación de tecnologías, desde esta perspectiva, cumple especialmente la función de facilitar la toma de decisiones respecto a las nuevas posibilidades tecnológicas. La idea subyacente es, pues, que las sociedades contemporáneas pueden controlar, por lo menos en algún grado, el ritmo y la dirección del cambio tecnológico (Luján López y Moreno, 1993). La innovación tecnológica puede considerarse como un proceso de aprendizaje social (Rip y van den Belt, 1988; Sla y Tuininga, 1989). La evaluación constructiva se considera un instrumento para guiar este proceso estableciendo vínculos entre la innovación y los objetivos sociales, políticos, ecológicos, etc., que deberían estar presentes desde el principio en el diseño de las nuevas tecnologías (Boxsel, 1994). Con esta finalidad, la evaluación constructiva tiene que ser capaz de: -
llevar a cabo una evaluación de los posibles impactos sociales de una nueva tecnología para los grupos sociales implicados;
-
proporcionar una panorámica de las soluciones tecnológicas y organizativas de los aspectos problemáticos de la tecnología en cuestión; y
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diseñar procedimientos de interacción y retroalimentación entre las interpretaciones sociales y los diseños tecnológicos (Sla y Tuininga, 1989).
Al contrario que la evaluación de tecnologías clásica, que se ocupaba principalmente de la regulación de los productos de la actividad tecnológica, la evaluación constructiva trata de influir en el proceso de generación de las tecnologías. La evaluación constructiva enlaza con experiencias anteriores que proponían, por ejemplo, el diseño de tecnologías limpias o amables con el ambiente y el usuario (véase el cap. 4) y, de este modo, intenta situarse precisamente en el espacio entre la innovación y la evaluación (clásica) para servir de nexo entre ambas. Boxsel (1994) ha sugerido recientemente algunos modos de mejorar la práctica de la evaluación constructiva de tecnologías: 1) Mejorar la metodología utilizada para pasar desde la elaboración de los mapas «sociotecnológicos» al establecimiento de un diálogo entre los diferentes actores involucrados. 2) No concentrar la acción en el momento de la introducción de las tecnologías. La innovación se produce también durante el proceso de difusión, y la evaluación constructiva debería tener a ésta también como objeto de intervención. 3) El fenómeno del atrincheramiento de las tecnologías sugiere que una acción eficaz debe tener en cuenta la conexión entre las tecnologías existentes y las nuevas. 4) Las tecnologías pueden diseñarse de tal manera que sea más fácil anticipar las distintas consecuencias sociales, culturales, ambientales, políticas, etc. Se trata de incorporar en las propias tecnologías propiedades como la flexibilidad y la transparencia para que la evaluación sea más eficiente. 5) La evaluación constructiva es una forma de aprendizaje social respecto a las consecuencias de las tecnologías. Los proyectos de evaluación constructiva deberían planificar el propio proceso de aprendizaje. Esto es, aprender a aprender. Otra propuesta similar a la evaluación constructiva es la de la «evaluación estratégica de tecnologías» (véase Sanmartín y Ortí, 1992), en la que también se trata de anticipar conflictos más que de analizar impactos ya dados. Queda claro de este modo cómo se pueden compatibilizar las preocupaciones de las diferentes tradiciones CTS. La mejor comprensión del proceso social de construcción de tecnologías facilita también la gestión pública de éstas.
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La nueva sociología de la tecnología y la nueva economía de la tecnología mantienen una estrecha relación con el nuevo modo de entender la evaluación de tecnologías, especialmente en lo que atañe a la evaluación constructiva de tecnologías y a la posibilidad de establecer un modelo participativo. Los sociólogos constructivistas y los economistas evolucionistas han rechazado los tradicionales modelos unidireccionales para trabajar con modelos multilineales. Con anterioridad, los modelos de cambio tecnológico podían apelar al incremento de la eficiencia técnica, al incremento de la eficiencia económica o a cualquier otro criterio «maximizador». El pretendido resultado era siempre una historia lineal de éxito tecnológico. Los modelos multilineales, por su parte, muestran que la evolución de una tecnología podría haber sido distinta en función de otros factores económicos, técnicos, culturales o políticos. Mediante la evaluación de tecnologías y el desarrollo de políticas científico-tecnológicas se pretende «re-conducir» el proceso en su conjunto para asegurar la incorporación de determinados valores sociales, económicos, ecológicos y políticos. La regulación de la tecnología y la actividad investigadora no aparece tanto como un tipo de limitación, sino como una orientación y un estímulo para innovación (Irwin y Vergragt, 1989; Jelsma, 1991; Rip y van den Belt, 1988; Schot, 1992). La sociología constructivista se ocupa principalmente de determinar los grupos sociales relevantes relacionados con la implantación de una tecnología, y la evaluación constructiva estudia los modos en que se pueden armonizar los intereses de estos grupos sociales entre sí y con los intereses sociales generales con el fin de incidir directamente en el proceso de generación de tecnologías. Las investigaciones evolucionistas en economía tienen, por su parte, importantes implicaciones para la política científica y tecnológica. Según Dosi (1991), las instituciones, más que llevar a cabo una planificación racional, se deben ocupar de mantener la descentralización de los esfuerzos innovadores (potenciación de la diversidad); encontrar mecanismos para examinar continuamente la innovación; y no tener en cuenta sólo la variación gradual, sino también la revolución tecnológica e institucional (dada la tensión existente en el proceso innovador entre aprender a emplear mejor los recursos tecnológicos conocidos y la experimentación con posibilidades desconocidas). EVALUACIÓN DE TECNOLOGÍAS Y POLÍTICA CIENTÍFICO- TECNOLÓGICA Hacia finales de los años sesenta, la tecnología se convirtió en objeto de debate político (véase el cap. 4). En este contexto, es cierto que la evaluación de tecnologías ha contribuido en parte a crear un clima cultural en el que cuestiones relacionadas con las tecnologías se analizan en foros sociales e instituciones políticas. Está claro que en este sentido la valoración debe ser positiva, aunque, como hemos apuntado más atrás, la sensibilidad social de la práctica evaluativa real todavía deja bastante que desear. Pero hay otros aspectos que tampoco son enteramente satisfactorios. La evaluación de tecnologías, en cualquiera de sus versiones, no ha tenido mucho impacto sobre la formulación de políticas científicas y tecnológicas. No obstante, hay que señalar que, a este respecto, la situación ha sido distinta en Europa y en Estados Unidos. En Estados Unidos, el debate respecto al ingente apoyo público a la investigación con fines militares fue amplio e intenso (McNeill, 1982). Ésta gran interés por la política científicotecnológica condujo a que desde un principio se concibiera la OTA, entre otras cosas, como una forma de incidir públicamente sobre este tipo de políticas. Ésta no fue la situación en Europa. Pero la fuente más importante de diferencias quizá sea de índole política e instituciona1. En Estados Unidos existe una clara separación entre el Parlamento y el poder ejecutivo, por lo que una institución parlamentaria como la OTA posee una gran autonomía. En Europa la relación entre Parlamento y ejecutivo es mucho más estrecha, y una agencia parlamentaria de evaluación de tecnologías puede concebirse como una amenaza para esta
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situación. Sin lugar a dudas, las agencias de evaluación han tenido en Europa una autonomía mucho menor que en Estados Unidos (Boxsel, 1994; y Sanz-Menéndez y Muñoz, 1994, para la evolución de la política científica española). A nuestro entender, debería tenderse a establecer una mayor conexión entre la elaboración y ejecución de políticas científico-tecnológicas y la evaluación de tecnologías. Smits y Ley ten proponen el desarrollo de una «política tecnológica comprehensiva» en la que la evaluación de tecnologías juegue el papel de un agente institucional de cambio (Smits, 1990). En el contexto de esta política, la evaluación de tecnologías debería contribuir a: - la generación de conocimiento sobre las opciones sociales, económicas y materiales en relación con el cambio tecnológico, facilitando la articulación de la demanda de aplicaciones tecnológicas concretas, útiles y deseables; - estimular el debate sobre la dirección del desarrollo tecnológico en relación a cuestiones sociales e institucionales; - el desarrollo por parte de los actores sociales de estrategias tecnológicas y socioinstitucionales innovadoras, esto es, de nexos de diferente tipo entre usuarios y productores. Las propuestas de Boxsel (1994) para estrechar los lazos entre la evaluación de tecnologías y la política científico-tecnológica son las siguientes: - aumentar los fondos dedicados a evaluación, dado que en la actualidad, debido a su propia dimensión, es difícil su influencia sobre una política científico-tecnológica que generalmente hace uso de importantes cantidades presupuestarias; - introducir la práctica de la evaluación de tecnologías también en el seno de la comunidad de I+D y en las industrias; - orientar las evaluaciones hacia la explicación de los compromisos sociales, políticos, culturales, etc., subyacentes al desarrollo tecnológico y a la propia práctica evaluativa; - dado que el desarrollo tecnológico tiene un carácter cada vez más internacional, también la evaluación debería internacionalizarse. Las instituciones de la Unión Europea pueden jugar aquí un papel destacado (véase Petrella, 1994). La tecnología, un asunto de la máxima importancia social, se ha convertido en los últimos años en objeto de debate político, algo que durante mucho tiempo pareció imposible. Pero el debate no es suficiente. Hace falta diseñar instituciones que faciliten el gobierno público de la tecnología, y ésta es una labor que en gran medida está todavía por hacer. Para afrontar el problema de la dimensión social de la innovación tecnológica, las democracias occidentales avanzadas tendrán que recurrir a la innovación política. En la siguiente sección veremos algunas propuestas para convertir la evaluación de tecnologías y la política científicotecnológica en procesos abiertos a la participación pública. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA POLÍTICA CIENTÍFICO- TECNOLÓGICA: ALGUNAS PROPUESTAS A la luz de las nuevas concepciones sobre la naturaleza social de la tecnología y su evaluación, se han presentado diversas propuestas encaminadas a la democratización de la gestión del cambio científico-tecnológico. Según Kristin Shrader-Frechette, la intensidad de las controversias relacionadas con las tecnologías sugiere que las instancias gubernamentales responsables de utilizar los resultados de la evaluación de tecnologías y de los análisis de impacto ambiental son incapaces de establecer la relación entre los componentes tecnológicos, ambientales y
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políticos en la toma de decisiones. El motivo puede ser que la evaluación de tecnologías y la gestión tradicional del cambio científico-tecnológico no son sensibles a los aspectos sociales y valorativos que han de tener en cuenta como una parte importante de la toma de decisiones. Los proponentes del conocido como «experimento del tribunal científico» (science court experiment) defienden que un tribunal científico podría hacer de árbitro en las controversias tecnológicas proporcionando información científica adecuada, promoviendo una política más abierta, ayudando a que ecologistas y miembros de otros grupos de presión reconozcan los «hechos» científicos, y alertando a los científicos contra la utilización de juicios de valor bajo el epígrafe de datos empíricos. El experimento del tribunal científico fue propuesto por un grupo de asesores presidenciales al final de la administración republicana de Gerald Ford (la US Task Force ofthe Presidential Advisory Group on Anticipated Advances in Science and Technology). Pero con la llegada de Jimy Carter al poder, en 1977, este organismo fue disuelto y el experimento nunca fue ensayado. En el informe inicial, «The Science Court Experiment: An Interim Report», la experiencia se justificaba sobre la base de cinco tesis: 1) las controversias relacionadas con la ciencia deberían ser resueltas mediante la confrontación de posiciones opuestas; 2) en estas controversias es posible separar los componentes científicos de los político-éticovalorativos; 3) científicos de prestigio pueden aclarar los hechos científicos en estas controversias; 4) el papel de los abogados de cada posición puede ser separado del de los jueces; y 5) el proceso debe desarrollarse a la luz pública. Kristin Shrader-Frechette (l985a y 1985b) analizó la propuesta del experimento del tribunal científico teniendo en cuenta las aportaciones realizadas por Michalos (1980) y llegó a la conclusión, basada en los enfoques CTS, de que la tesis (2) y (3) eran incorrectas. En lugar del tribunal científico, propuso los llamados «comités tecnológicos» (technology tribunals) formados por grupos de ciudadanos cultos. Su principal argumento es el siguiente: Los científicos solos no pueden ser responsables de las decisiones cruciales sobre ciencia y tecnología porque éstas, además de aspectos técnicos, también tienen una dimensión social, ética y política. ShraderFrechette propone, en consecuencia, que las tesis (2) y (3) del informe sobre el tribunal científico se cambien por las siguientes: 2') los componentes científicos no son separables de los componente éticos, políticos y valorativos en las controversias relacionadas con la tecnología; y, por tanto, 3') ciudadanos cultos, informados por la opinión de los expertos, deben decidir el resultado de estas controversias. Es cierto que la propuesta mejorada de Shrader-Frechette deja aún en el aire la concreción de algunas cuestiones sin duda conflictivas. Por ejemplo, ¿qué tipo de articulación institucional tendrían tales comités?, ¿qué relación deberían mantener los defensores de posiciones rivales con los encargados de resolver las controversias?, ¿qué tipo de controversias serían evaluadas por tales comités?, ¿qué papel deberían desempeñar la administración pública y los parlamentarios en todo el proceso?, etc. No obstante, aun con lagunas, consideramos que este tipo de propuestas constituye ya un paso adelante, un intento de hacer frente institucionalmente al reconocimiento de que hacer tecnología es (también) hacer política y de que las decisiones ambientales constituyen (entre otras cosas) elecciones éticas. Un buen modelo de implementación institucional para comités o propuestas organizativas que respondan a desiderata como los enunciados por Shrader-Frechette es el definido por Burns y Ueberhorst (1988: sec. 4.3). Un modelo tal trataría de articular el discurso 28
democrático con respecto al proceso de toma de decisiones. En este modelo, además de ciudadanos y políticos independientes (que actuarían como moderadores y eventuales adjudicadores), se distinguen otras dos clases de participantes: grupos interesados y expertos encargados de proporcionar información. Todos ellos con un objetivo común: alcanzar un acuerdo democrático que apoye una práctica efectiva. Con respecto al esquema de funcionamiento del propio modelo, en nuestra adaptación del mismo, pueden distinguirse las siguientes fases interactivas: - Planteamiento de problemas, donde deben destacarse los valores y creencias que subyacen al reconocimiento de tales cuestiones como problemas que requieren discusión común, búsqueda de consenso y acción institucional. - Enunciación de alternativas para afrontar dichos problemas, incluyendo un examen de los valores, creencias y supuestos subyacentes a cada alternativa. - Análisis de las alternativas seleccionadas, incluyendo un estudio de las precondiciones, implicaciones, limitaciones, costes económicos, impactos sociales e impactos ambientales. - Proceso discursivo, es decir, negociación y cooperación constructiva. - Toma de decisiones. En esta última fase, cuyo desarrollo puede requerir la revisión de resultados o acuerdos de fases anteriores, se trata de adoptar decisiones de mutuo acuerdo (a ser posible consensuadas), implementarlas, realizar un seguimiento y, finalmente, una evaluación de las mismas. Sólo siguiendo este tipo de líneas de acción institucional consideramos que puede desarrollarse un control democrático satisfactorio de las cuestiones problemáticas relacionadas con la tecnología y el ambiente, extendiendo además tal control desde la elaboración de agendas administrativas o legislación hasta la implementación de tales agendas o leyes. Hay, no obstante, algo que subyace a la viabilidad misma de propuestas como las anteriores. Nos referimos a la necesidad de proporcionar, mediante la educación y la formación pública general, una sólida base que permita a los ciudadanos ser parte activa en la gestión del cambio científico-tecnológico.
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ACTIVIDAD GRUPAL Nº 5_ FINAL MODULO 1: Consigna: Del libro de VEDOYA, Daniel Edgardo: LA TECNOLOGÍA NUESTRA DE CADA DÍA, Ediciones del I.T.D.A.Hu., 2001
1. Elija cada grupo una de las tríadas siguientes, realice un análisis crítico y reflexione sobre estos conceptos relacionándolos con la carrera de arquitecto. A. CAMPO CIENTÍFICO: ciencia, técnica, tecnología B. CAMPO SOCIAL: individuo, familia, sociedad C.
CAMPO CULTURAL: información. enseñanza, transversalidad
D. CAMPO TECNOLÓGICO: invención, innovación, transferencia E. CAMPO ESTRATÉGICO: virtualidad, globalización, complejidad F.
CAMPO ECONÓMICO: trabajo, producción, desarrollo
A. CAMPO CIENTÍFICO: CIENCIA, TÉCNICA Y TECNOLOGÍA CIENCIA La ciencia contemporánea se ha tornado demasiado compleja. Por ello, resulta inaplicable alguna de las fórmulas simples imaginadas por los filósofos tradicionales o por los especialistas científicos. Sólo un generalista podría esperar captar los rasgos esenciales de la ciencia, aunque es poco probable que lo logre si sólo se limita a algunos relativos resultados de la investigación, que además pueden aprenderse en libros de texto. Para que la definición de un concepto sea adecuada debería establecer las condiciones necesarias y suficientes que permitan caracterizarlo e individualizarlo, esto es, distinguirlo de otros conceptos. Y las definiciones corrientes del concepto de ciencia serán adecuadas, cuando se ajusten a la práctica de la investigación científica. Un concepto muy popular de ciencia es el que la identifica con el descubrimiento, sea de ideas o de cosas antes desconocidas. Este concepto es aplicable tanto a la matemática pura como a las ciencias fácticas. También se conoce a la ciencia como un sistema organizado de conocimientos referidos a la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Otra opinión, igualmente difundida, es que la ciencia es recolección y elaboración de datos. Según este concepto, los datos se sistematizan, sea en forma de clasificaciones, tablas o curvas empíricas o, si no hay más remedio, en forma de teorías (de las que siempre hay que desconfiar). Contrapuesto a este concepto basado en el dato, hay quiénes opinan que la ciencia, sea formal o fáctica, es una libre creación de la mente humana. Aunque esta opinión da cuenta de la creatividad, pasa por alto las limitaciones impuestas por la lógica y por la realidad. Por este motivo, es incapaz de distinguir las obras científicas de las artísticas. Una cuarta opinión, igualmente difundida, trata la naturaleza del quehacer científico asegurando que éste consiste en conjeturar y criticar. Según esta opinión, llamada "racionalismo crítico", investigar es plantear problemas y resolverlos imaginando conjeturas y sometiéndolas a discusiones críticas y a rigurosas pruebas empíricas que se proponen antes de confirmarlas. De este modo, las hipótesis que no son refutables (falseables), aunque sea en principio, son consideradas "metafísicas" antes que científicas. A partir de la falta de convencimiento de estas cuatro epistemologías tan populares surge una quinta, más fiel a la práctica de la investigación científica. No obstante, antes de emprender 30
esta búsqueda debemos decir algo sobre criterios de cientificidad. Una definición establece las condiciones necesarias y suficientes; un criterio, sólo las condiciones suficientes. Para una mejor comprensión de cada concepto, caracterizaremos a las ciencias, las tecnologías, las humanidades, las seudociencias y las ideologías, como campos de conocimientos. Un campo de conocimiento puede caracterizarse como un sector de la actividad humana dirigido a obtener, difundir o utilizar conocimiento de alguna clase, sea verdadero o falso. El que un campo de conocimientos (CC) logre alcanzar la verdad, el poder, la persuasión, la utilidad, o alguna otra meta, comparte ciertas características con otros campos. La herramienta intelectual que utiliza la ciencia es conocida como método científico. Consiste en un procedimiento reglamentado que permite evaluar la validez en la construcción de proposiciones generales con apoyo empírico, confrontadas con la teoría de la que forman parte. El desarrollo científico es concebido así como un proceso regulado por un código de racionalidad, por un lado, y un código de honestidad profesional, que convierten a tal desarrollo en un proceso progresivo y acumulativo de acercamiento a la verdad. Se trata, en todo caso, de un proceso regulado por una lógica autónoma respecto a condicionantes externos (sociales, políticos o psicológicos). Cuando la incertidumbre plantea la alternativa de dos desarrollos teóricos igualmente aceptables en un momento dado, aquella autonomía es preservada apelando a algún criterio metacientífico igualmente objetivo. Ésta es, en síntesis, la imagen de la ciencia heredada de los movimientos predominantes durante este siglo agonizante. Ocupémonos brevemente de los criterios más populares de cientificidad, o sea, criterios para averiguar si cierta actividad (o sus resultados) puede considerarse científica. Los criterios más populares en la actualidad son los siguientes: 1) Tautológico: la ciencia es lo que hacen los científicos. 2) Consensual: a diferencia de las letras y de las ideologías, que rebosan de controversias, la ciencia las evita o al menos se propone alcanzar la unanimidad. 3) Empírico: la ciencia admite tan sólo datos o síntesis inductivas de los mismos. 4) Falibilista: la ciencia se ocupa solamente de hipótesis falibles, en particular empíricamente refutables. 5) Pragmatista: en ciencia sólo cuenta el éxito práctico. 6) Formalista: el sello de lo científico es la matematización. 7) Metodologista: el único requisito para hacer ciencia es adoptar el método científico. La noción de ciencias de transferencia aborda de manera metódica el establecimiento de pasarelas entre la ciencia y la tecnología. Esta noción supone una distinción entre dos grupos de ciencias: las ciencias puras y las ciencias de transferencia. Las características de las ciencias puras comprenden el carácter fundamental de sus actividades (la exploración de las fronteras del conocimiento sin preocuparse por las incidencias prácticas de los resultados); sus reglas y códigos de comportamiento relativos a la divulgación y la confirmación de los conocimientos; su origen (universidades o laboratorios públicos estrechamente vinculados con las universidades); su financiamiento (principalmente a partir de fondos públicos), y su prioridad en relación con la formación de investigadores (para su acceso a los laboratorios) consagrados al estudio de ciencias fundamentales. Los temas abordados por esas disciplinas pertenecen esencialmente a las áreas de las ciencias físicas y biológicas y los científicos que se dedican a ellas forman comunidades sólidas a escala nacional e internacional. Las ciencias de transferencia (que engloban las diversas ramas de la ingeniería o ciencias tecnológicas) tienen en común con las ciencias puras el interés por las ciencias exactas. Ambas 31
tienen características relativamente diferentes. No obstante, su actividad está principalmente guiada por el deseo de resolver problemas surgidos de actividades sociales o económicas; sus centros de investigación se sitúan en las universidades técnicas, las escuelas de ingenieros, los establecimientos sectoriales de I+D públicos y la industria; el sector industrial asegura una buena parte de su financiamiento; sus investigadores son normalmente empleados por la industria. Las ciencias de transferencia abordan temas ampliamente ligados a objetos y fenómenos artificiales y las comunidades de investigación en esas áreas están muy próximas de las profesiones más interesadas por la aplicación de sus resultados. Sería erróneo, como en el caso de las ciencias tecnológicas (que sin duda deben clasificarse dentro de las ciencias de transferencia) considerarlas como simples ciencias aplicadas, situándose adelante de la ciencia fundamental. Las ciencias de transferencia desempeñan un papel esencial sirviendo de interfase entre el mundo de las ciencias puras y el de la industria. Se ocupan de problemas concretos que se presentan efectivamente en todos los campos de la actividad humana. Consideradas como áreas o disciplinas, las ciencias de transferencia pueden trascender las fronteras clásicas que separan a la ciencia de la tecnología: las mismas estructuras de organización (tanto si se trata de empresas como de universidades) pueden, en ciertos casos, engendrar innovaciones simultáneamente en los conocimientos tecnológicos y científicos. Sus fronteras no siempre son netas, y a menudo son pluridisciplinarias (por ejemplo, las ciencias de los materiales) y su desarrollo analítico refleja en gran parte las necesidades sociales y económicas. Esas disciplinas desempeñan las funciones de toda disciplina científica (es decir, creación, transmisión y organización de ciertos tipos de conocimiento) y tienen también por objetivo llevar a cabo o mejorar proyectos técnicos. Desde el punto de vista de la sociología de las ciencias, ellas hacen intervenir comunidades híbridas constituidas por personas que poseen los mismos conocimientos generales y la misma formación inicial; algunas trabajan en el marco de la ciencia pura, o al menos cerca de ella, y otras, en la industria. Por su importancia creciente y su complejidad, la política científica debería tener como objetivo, entre otros, la creación y el apoyo de una red de relaciones y vínculos entre los diferentes tipos de instituciones, es decir, entre aquéllas que producen y las que utilizan la investigación. Presentación inicial de las ciencias de transferencia A. Áreas de la Ingeniería: * Ingeniería mecánica (fluidos, sólidos), ingeniería civil, ciencia geotécnica. * Ciencia térmica, termodinámica, ciencia de combustiones. * Óptica, ciencia del láser, ingeniería eléctrica. B. Áreas ligadas a las tecnologías de la información: * Microelectrónica, automatización y robótica. * Ciencia informática. C. Áreas ligadas a la química: * Ciencia de los materiales, ingeniería química. * Química de base (toda la química, con excepción de ciertos sectores, como la química cuántica, la bioquímica y geoquímica). D. Áreas ligadas a la medicina, la farmacia y la agronomía: * Biotecnología, microbiología, química farmacéutica, investigación química, ciencias de la tierra y diferentes sectores agronómicos. E. Ciertas áreas de las ciencias sociales que requieren una definición más precisa.
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TÉCNICA Técnica es sinónimo de 'habilidad', 'destreza' para realizar una acción determinada. En la acción participa, naturalmente, un actor (el hombre) que ejecuta la acción, y un objeto, que es sometido a dicha acción. Según Francisco SUAREZ (op. cit.): "La técnica propiamente dicha presenta tres aspectos sobre los que es necesario insistir rápidamente: a) el 'instrumento', el útil (el medio); b) la 'operación' (manual o mental); c) el ‘técnico’ mismo (tanto una persona como algún instrumento que acciona). Debemos agregar aquí un cuarto aspecto, sin el cual la técnica no podría ejecutarse. Es la actitud necesaria para ejecutar una acción técnica, que llamaré, por ese mismo motivo, ‘actitud técnica’, es decir, la acción ejercida por el actor sobre la herramienta, los movimientos que realiza para manipular la herramienta, sin los cuales no podría hacer un efectivo y adecuado uso de ella. Estos aspectos o elementos son distintos entre sí, aunque están indisolublemente unidos para la acción. Un análisis pormenorizado de cada uno de ellos podría llegar a ser incongruente, si se los aísla del conjunto que forman, pero resultaría fundado si se los estudia en relación a sus propias interacciones. En efecto, ellos "...evolucionan con una cierta independencia, interactuando sin cesar los unos sobre los otros." (Para profundizar en este tema, remito al lector al Apartado «TRANSVERSALIDAD» del Capítulo 3: INFORMACIÓN, ENSEÑANZA Y TRANSVERSALIDAD). TECNOLOGÍA La tecnología es, en algún sentido, el estudio de las técnicas. Por ello pareció oportuno, previo a analizar lo que es, en definitiva, la tecnología, considerar el concepto de 'técnica'. Por otra parte, es común asociar los conceptos de ciencia y tecnología, considerándolos sinónimos o vinculados, dependiente uno del otro, afirmando que "la tecnología es ciencia aplicada". La actividad puramente científica está orientada a satisfacer una curiosidad, a resolver las dudas acerca de cuáles son y cómo están organizadas las leyes de la naturaleza, en tanto que la actividad estrictamente tecnológica está orientada a producir bienes y servicios de utilidad económica y social. No obstante, la ciencia y la tecnología tienen algo en común: son formas organizadas de conocimientos. Sin embargo, estos conocimientos están organizados para fines distintos: en el caso de la ciencia, para saber “por qué”; en el caso de la tecnología, si bien el por qué es útil y muchas veces imprescindible para continuar evolucionando, su característica conceptual consiste en saber “cómo”. El cuerpo de ideas llamado ciencia consiste en un conocimiento racional, sistemático, exacto y verificable; el conocimiento tecnológico, en cambio, no requiere de estos atributos, en tanto nos permita producir bienes y servicios en forma confiable y cumpliendo con determinados prerrequisitos sociales y económicos. En sus formas extremas, ambas actividades son distintas en cuanto a sus motivaciones básicas, su estructura de valores, y el tipo de personal que se dedica a ellas. Con base en lo anterior, sin embargo, la ciencia y la tecnología resultan indispensables para el desarrollo integral de una nación. Hechas estas acotaciones previas, podemos pasar ahora a analizar en profundidad el concepto de ‘tecnología’. Se entiende por tecnología al conjunto organizado de conocimientos aplicados para alcanzar un objetivo específico, generalmente el de producir y distribuir un bien o servicio. 33
“La tecnología es una actividad social centrada en el saber hacer que, mediante el uso racional, organizado, planificado y creativo de los recursos materiales y la información propios de un grupo humano, en cierta época, brinda respuesta a las necesidades y a las demandas sociales en lo que respecta a la producción, distribución y uso de bienes, procesos y servicios. La tecnología nace de necesidades, responde a demandas e implica el planteo y la solución de problemas concretos, ya sea de las personas, empresas, instituciones, o del conjunto de la sociedad”. Se puede hablar de dos definiciones de 'tecnología', una restringida y otra general. En la primera sólo se hace referencia al aspecto técnico (conocimiento, destreza y técnica, herramientas, máquinas o recursos), en la que se incluirían las concepciones intelectualista y artefactual, mientras que la segunda incorpora, además de los rasgos ya mencionados, los aspectos organizativos (actividad económica e industrial, actividad profesional, usuarios y consumidores) y los aspectos culturales (objetivos, valores y códigos de comportamiento). Los cambios técnicos pueden producir ajustes en los aspectos culturales y organizativos, del mismo modo que las innovaciones en la organización pueden conducir a cambios técnicos y culturales. Tecnología es, en términos generales, el conjunto de acciones que realiza el hombre en procura de lograr el mejoramiento de sus relaciones con los objetos -bienes y servicios-, para un mejor y más efectivo uso de los mismos, en beneficio de una mejor calidad de vida. La actividad puramente científica está orientada a satisfacer una curiosidad, a resolver las dudas acerca de cuáles son y cómo están organizadas las leyes de la naturaleza, en tanto que la actividad tecnológica está orientada a producir bienes y servicios de utilidad. Aún continúa manteniéndose hoy en día la concepción tradicional de la ciencia-tecnología como una actividad autónoma, valorativamente neutral y benefactora de la humanidad, una concepción que hunde firmemente sus raíces en el siglo pasado. Esta concepción tradicional, asumida y promovida por los propios científicos y tecnólogos, sigue usándose aún en nuestros días para legitimar formas tecnocráticas de gobierno y continúa orientando el diseño curricular en todos los niveles de la enseñanza. De acuerdo con la imagen tradicional o concepción heredada de la ciencia, ésta constituye fundamentalmente una actividad teórica cuyo producto son las teorías científicas. Son científicas y tecnológicas aquellas actividades sistemáticas, estrechamente relacionadas con la generación, mejoramiento, difusión y aplicación del conocimiento científico y tecnológico en todos los campos de la ciencia y la tecnología. Podemos dividir a las actividades científicas y tecnológicas en tres categorías: A. Investigación y Desarrollo Experimental (IDE) Trabajo sistemático y creativo realizado con el fin de aumentar el caudal de conocimientos inclusive el conocimiento del hombre, la cultura y la sociedad-, y el uso de estos conocimientos para idear nuevas aplicaciones. Se divide, a su vez, en investigación básica, investigación aplicada y desarrollo experimental. # Investigación básica: es el trabajo experimental o teórico realizado principalmente con el objeto de generar nuevos conocimientos sobre los fundamentos de fenómenos y hechos observables, sin prever ninguna aplicación específica inmediata. # Investigación aplicada: es la investigación original realizada para la adquisición de nuevos conocimientos, dirigida principalmente hacia un fin u objetivo práctico, determinado y específico. # Desarrollo experimental: trabajo sistemático llevado a cabo sobre el conocimiento ya existente, adquirido de la investigación y de la experiencia práctica, dirigido hacia la producción de nuevos materiales, productos y servicios, a la instalación de nuevos
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procesos, sistemas y servicios, y hacia el mejoramiento sustancial de los ya producidos e instalados. B. Educación y Enseñanza Científica y Técnica (EECyT) Se refiere a todas las actividades de educación y enseñanza de nivel superior no universitario especializado (estudios técnicos terminales que se imparten después de la secundaria), de educación y enseñanza de nivel superior que conduzcan a la obtención de un título universitario (estudios a nivel de una licenciatura), estudios de posgrado, capacitación y actualización posteriores y de formación permanente y organizada de científicos e ingenieros. C. Servicios Científicos y Tecnológicos (SCyT) Son todas las actividades relacionadas con la investigación y el desarrollo experimental que contribuyen a la generación, la difusión y la aplicación de los conocimientos científicos y tecnológicos. Los SCyT pueden ser clasificados como sigue: 1. Los servicios de ciencia y tecnología prestados por las bibliotecas, los archivos, los centros de información y documentación, los servicios de consulta, los centros de congresos científicos, los bancos de datos y los servicios de tratamiento de la información. 2. Los servicios de ciencia y tecnología proporcionados por los museos de ciencias y/o tecnología, los jardines botánicos y zoológicos y otras colecciones de ciencia y tecnología (antropológicas, arqueológicas, geológicas, etc.). 3. Actividades sistemáticas de traducción y preparación de libros y publicaciones periódicas de ciencia y tecnología. 4. Los levantamientos topográficos, geológicos e hidrológicos; observaciones astronómicas, metereológicas y sismológicas; inventarios relativos a los suelos, los vegetales, los peces y la fauna; ensayos corrientes de los suelos, del aire y de las aguas, y el control y la vigilancia corriente de los niveles de radiactividad. 5. La prospección y las actividades asociadas cuya finalidad sea localizar y determinar recursos petroleros y minerales. 6. Recolección de información sobre los fenómenos humanos, sociales, económicos y culturales, cuya finalidad consiste, en la mayoría de los casos, en recolectar estadísticas corrientes, por ejemplo: los censos demográficos, las estadísticas de producción, distribución y consumo, junto con el establecimiento y el mantenimiento de normas y patrones de medida. 7. Ensayos, normalización, metrología y control de calidad; trabajos corrientes y ordinarios relacionados con el análisis, el control y el ensayo de materiales, productos, dispositivos y procedimientos, mediante el empleo de métodos conocidos, junto con el establecimiento y el mantenimiento de normas y patrones de medida. 8. Trabajos corrientes y regulares cuya finalidad consiste en aconsejar a clientes, a otras secciones de una organización o a usuarios independientes y en ayudarles a aplicar conocimientos científicos, tecnológicos y de gestión. 9. Actividades relativas a las patentes y licencias; trabajos sistemáticos de carácter científico, jurídico y administrativo realizados en organismos públicos. Con este trasfondo intelectual, no es sorprendente la imagen simplista y despreciativa que usualmente se asociaba a la tecnología. Ésta era vista únicamente como ciencia aplicada a la construcción de artefactos, o bien identificada simplemente con tales artefactos. La tecnología constituía, en este difuso lugar común, el brazo armado de la ciencia pura, su vínculo terrenal con el mundo social. El progreso científico sólo era posible si la búsqueda de la verdad (reglada únicamente por la ecuación lógica + experiencia), constituía el objetivo exclusivo de la empresa científica. 35
Cualquier valor externo, por benemérito que éste fuera, era visto como una interferencia que sólo podía obstaculizar o detener el desarrollo del conocimiento. Aún objetivos tales como el bienestar social debían ser evitados como ideales reguladores del desarrollo del conocimiento científico.
La
verdad, alcanzada así de un modo autónomo por la aplicación de un método privilegiado, produciría más tarde o más temprano un mundo de posibilidades tecnológicas y, a la larga, de bienestar social. Se trata de la conocida concepción unidireccional del progreso humano:
progreso tecnológico
progreso económico
progreso social Esta imagen tradicional de la ciencia y la tecnología, que recibe una formulación programática rigurosa en el segundo cuarto de este siglo por parte del empirismo lógico, no aparece por generación espontánea. Se deriva de una serie de factores heterogéneos que convergen durante el siglo XIX en la producción de una determinada imagen, hoy cuestionada, de la ciencia como conocimiento puro libre de cargas valorativas y compromisos prácticos. Se refiere principalmente al proceso de profesionalización de una nueva clase vocacional, la de los científicos, y a la institucionalización del modelo contemporáneo de Universidad de Alemania. La ciencia, sólo en tanto que búsqueda de la verdad, era concebida como motor del desarrollo tecnológico, un desarrollo que se suponía en la base de la revolución industrial y, en última instancia, de la realización social de los ideales de la revolución política francoamericana. Pero más que el origen del mito de la ciencia pura, interesa ahora su función en una ideología bien conocida, la ideología científica. La mayoría concuerda en asegurar que el desarrollo explosivo y la rápida difusión de la tecnología son peculiares de la civilización moderna, sea capitalista o socialista. No obstante, no existe consenso acerca de la naturaleza misma de la tecnología. Tanto el lego como el filósofo suelen confundirla con la industria, y frecuentemente advierten sólo su aspecto benéfico o maléfico, sin llegar a reconocerlos a ambos. Hay quiénes se niegan a diferenciar la tecnología de la ciencia, y pretenden reconocer a una y otra como consecuentes y solidariamente desarrolladas. Según Peter Drucker, la palabra tecnología "es un manifiesto en cuanto combina 'techne' (el misterio de un arte manual) con 'logos', el saber organizado, sistemático y con un fin determinado". Para Eugene Skolnikoff la ciencia "quiere saber cómo y por qué las cosas son como son", y como solía decir Isaac Asimov, "al comienzo era curiosidad... hoy es el deseo de saber". Jorge Sábato definió a la tecnología como "el conjunto de conocimientos científicos, técnicos y artesanales que permiten producir un buen servicio". Esta explicación puede complementarse con la de la American Association for the Advancement of Sciences que destaca que las tecnologías "amplían nuestras habilidades para cambiar el mundo, para cortar, modelar y unir materiales, para mover cosas de un lugar a otro, para llegar más lejos con nuestras manos, voces y sentidos. Usamos tecnologías para tratar de cambiar el mundo, para que se adapte mejor a nuestras necesidades". La palabra y el concepto de tecnología no surgieron hasta los primeros años del siglo XVIII. El documento fundamental de este cambio fue la Encyclopédie, editada entre 1751 y 1772. En este período también nacieron las primeras escuelas tecnológicas en Francia y Alemania. Es común relacionar el concepto de tecnología con la informática, la microelectrónica, el láser o a las actividades espaciales, tecnologías conocidas como ‘duras’, al igual que las tradicionales. 36
Sin embargo, la mayoría de las definiciones usuales de tecnología también permiten reconocer a otras, en una concepción moderna del término, a las que se suele denominar ‘blandas’. Las tecnologías blandas -en las que su producto no es un objeto tangible-, pretenden mejorar el funcionamiento de las instituciones u organizaciones para el cumplimiento de sus objetivos. Estas organizaciones pueden ser empresas industriales, comerciales o de servicios o instituciones, con o sin fines de lucro. Entre las ramas de la tecnología llamadas blandas se destacan la educación (en lo que respecta al proceso de enseñanza), la organización, la administración, la contabilidad y las operaciones, la logística de producción, el marketing y la estadística, la psicología de las relaciones humanas y del trabajo, y el desarrollo de software. En la generalidad, se identifican como duras a aquellas tecnologías basadas en los conocimientos de las ciencias también llamadas ‘duras’, como la física o la química. En cambio, las denominadas ‘blandas’ se fundamentan en las ciencias modernas también llamadas blandas, como la sociología, la economía o la administración. Estas tecnologías son llamadas ‘nuevas’ porque, en lo sustancial, han aparecido y, sobre todo, se han perfeccionado, difundido y asimilado después de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces su desarrollo y, por qué no, sus consecuencias, son de una magnitud y trascendencia sin precedentes. Si recorremos listas de nuevas tecnologías (NT), veremos que, más allá del detalle o de sus diferentes objetivos, hay total coincidencia en destacar tres NT: las biotecnologías (BT), las que surgen de los nuevos materiales (NM) y las tecnologías de la información y la comunicación (TIyC). También existen otras NT, las ambientales, las energéticas y las espaciales. Estas NT se nutren de la producción científica más avanzada, considerada la frontera del conocimiento: tecnologías de punta, tecnologías calientes (hot technologies), o altas tecnologías (high tech). Hay otras formas de identificarlas, según su importancia estratégica en la economía: se sostiene que si no se las domina será imposible, en el mediano y corto plazo, controlar las manufacturas de productos que aseguren una posición relevante en la competencia económica y comercial internacional. Por eso se las suele denominar también ‘tecnologías estratégicas’. Según Lewis Branscomb, profesor en Harvard y ex-vicepresidente de investigación y desarrollo de IBM, la "tecnología es, probablemente, el factor de mayor trascendencia individual en la evolución de la competencia global. La aceleración de la innovación tecnológica crea nuevos negocios, transforma otros y redefine las reglas del éxito en la competitividad". Hoy día el acceso a la información es un factor importante que ningún gobierno debe despreciar, por la sencilla razón que el control de las NTIyC constituye un factor de poder. La biotecnología se dedica al estudio de la genética de plantas, animales y microorganismos con el fin producir sustancias útiles a la humanidad. Consiste en la producción de bienes y servicios aplicando principios científicos y de ingeniería para procesar materiales, por medio de agentes biológicos. En el desarrollo de las BT intervienen varias disciplinas científicas, como la biología molecular, la biología estructural, la genética molecular, la inmunología, la biología celular, la ingeniería bioquímica, la ingeniería de proteínas, etc. Por otra parte, los nuevos materiales, en su significado absoluto, se refieren a aquéllos que son completamente novedosos con respecto a los existentes. Así como en la antigüedad los materiales marcaron eras, como las de piedra, del bronce o del hierro, hoy los nuevos materiales están definiendo con sus características campos muy diferentes, como el de los vehículos (autos, aviones, bicicletas), el de la moda, de las estructuras (edificios, puentes), o de las prótesis.
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Los especialistas en materiales rechazan la idea de categorizarlos como nuevos materiales, aunque están convencidos de que la mayoría de las NT depende de ellos. El desarrollo de estas denominadas nuevas tecnologías tiene su base de sustentación, en buena parte, en los adelantos de las últimas décadas en las ciencias y las tecnologías de los materiales. Los espectaculares avances de la microelectrónica, de la navegación espacial, de las telecomunicaciones, de los transportes, el aprovechamiento de las fuentes alternativas de energía, y aún las biotecnologías, no habrían sido posibles sin el mejoramiento de los materiales tradicionales y el desarrollo de otros, completamente nuevos. En realidad, dado que la expresión ‘material’ sólo cobra sentido práctico cuando está referida a un objeto (producto) fabricado con determinado proceso, quizá sería más correcto hablar de nuevos productos y de nuevos procesos. Hoy la palabra producto está muy generalizada y también se la usa para denominar bienes intangibles como, por ejemplo, los productos bancarios. Un rasgo común a los nuevos materiales es que son preconcebidos o diseñados para satisfacer alguna necesidad de la que se han determinado los requerimientos. Precisadas las condiciones que el nuevo material debe cumplir, se lo fabrica, a partir de los conocimientos científicos adquiridos durante los últimos años. Es decir, así como se sabe cómo armar, gen a gen, los organismos que sean capaces de producir lo que deseemos y cómo diseñar drogas, molécula a molécula, gracias a las BT, en razón de las NT, hoy se sabe cómo construir, a veces también molécula a molécula, y aún átomo a átomo, los materiales que se necesitan para cada caso en particular. Por último, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIyC) cubren un variado conjunto de alternativas que pasa por la microelectrónica, el software, las telecomunicaciones y la informática. Todas se basan en tecnologías electrónicas y usan un mismo lenguaje: la señal digital.
Del libro de VEDOYA, Daniel Edgardo: LA TECNOLOGÍA NUESTRA DE CADA DÍA, Ediciones del I.T.D.A.Hu., 2001 B. CAMPO SOCIAL: INDIVIDUO, FAMILIA Y SOCIEDAD INDIVIDUO El hombre, en el transcurso de su vida, va acumulando experiencias, internalizando conceptos, asimilando conocimientos, que le permiten actuar y desempeñarse en el mundo, frente a sus semejantes. Actúa en función de lo que conoce y reacciona ante lo que no conoce. Asimismo, actúa o reacciona frente a eso que conoce o no conoce, según tenga o no conciencia de que posee o no ese conocimiento. Es así que sabe aquello que conoce y aquello que aún le falta conocer, por un lado, pero también sucede que, en muchos aspectos, tiene internalizados conocimientos sin tener conciencia de ello, y desconoce que existen muchos temas de los que ni siquiera tiene noción de que así fuere. Resumiendo, el hombre desarrolla aptitudes, destrezas, conceptos, procedimientos, en función de su mundo conciente, y busca encontrar los mecanismos adecuados y apropiados para que ese mundo le sea útil. Es quizá, dentro del reino animal, uno de los seres más indefensos en el momento de su nacimiento. Es incapaz de desarrollar acciones inmediatas que le permitan preservarse. La madre debe asistirlo en todo.
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No obstante, a partir del alumbramiento comienza un proceso de aprendizaje que le permitirá ir incorporando, poco a poco, lentamente, pero permanentemente, conocimientos de todo tipo. Sus primeros gestos, sus primeros esfuerzos por erguirse, sus primeros gorjeos intentando comunicarse con ese mundo parlante que comienza a abrirse a su alrededor, del que sólo tiene contacto inmediato a través de su propia madre que, a su vez, también hace esfuerzos por comunicarse con su bebé. En síntesis, el niño va acumulando conocimientos y desarrollando destrezas desde los primeros días de su existencia. Aprende a darle un uso adecuado a su boca -que, a la hora de mamar, le permitirá alimentarse, habiendo para ello desarrollado la que hasta entonces fuera su única destreza innata: la succión-, a sus brazos, a sus manos, a sus dedos. A poco tiempo de nacer descubre que, cerrando los deditos de sus manos, puede aprehender objetos pequeños, que llorando anuncia su hambre, que una posición incómoda en la cuna se suple por otra más cómoda con sólo girar el cuerpo. Algunos antes, otros más tarde, alrededor del primer año el niño comienza a desarrollar una nueva destreza: haciendo uso de sus extremidades superiores se irgue, y accionando convenientemente sus extremidades inferiores comienza a dar los primeros pasos. Entonces vienen los primeros movimientos de desplazamiento, conocidos como “gateo”, que lo llevarán lentamente a alcanzar esa nueva meta: caminar. ¿Qué ha pasado desde el nacimiento hasta este momento? El niño ha desarrollado destrezas, por un lado; pero, por el otro, ha estado empleando un recurso de eficientismo para que esas destrezas le sean útiles: estuvo desarrollando tecnologías, adaptando el uso de cualquier objeto que encontraba a su alrededor, para ponerlo a su servicio: una silla, la pata de una mesa, el andador, etc. Pero le bastó con aplicar las técnicas adecuadas para hacer un buen uso de cada objeto. También debió adecuar el uso de su cuerpo (de cada extremidad de su cuerpo), para que el resultado sea el esperado. Hay muchas maneras de mover las piernas, pero sólo existe una reducida variedad de ellas que permiten llegar a los movimientos adecuados para poder caminar. Tampoco basta con mover adecuadamente las piernas, pues deben entrar en función otros músculos del cuerpo que le posibiliten mantenerse erguido, en posición vertical, que le den el movimiento apropiado para ese acto que lo impulsará hacia adelante, etc. Todo esto implica una serie de técnicas asociadas para un nuevo fin, el desarrollo de una destreza: caminar. Es muy similar a lo que significa “tecnología”. Hacer un uso adecuado de los objetos (en el caso del hombre, de sus extremidades, sus músculos, etc.), de modo de lograr que éste le sea beneficioso, que mejore su calidad de vida. Caminar, en este caso, es una acción beneficiosa para el hombre, una manera de mejorar su calidad de vida. En el principio, el hombre estaba solo en el mundo, y debió preocuparse por resolver muchos problemas: alimentarse, cobijarse, protegerse, defenderse, comunicarse. Pronto descubrió que los recursos inmediatos de su cuerpo le eran insuficientes para lograr cada una de esas necesidades vitales. Así, fue incorporando a su bienestar una serie de objetos que le permitían incrementar sus recursos. Fue ideando y construyendo artefactos que le servían para aumentar sus posibilidades de vida. Eran verdaderos extracuerpos que incrementaban potencialmente sus recursos. De esta manera fueron ingresando al hábitat natural del hombre los utensilios domésticos, su refugio, el mobiliario, las herramientas, etc. A cada cúmulo de situaciones se correspondía un sinnúmero de técnicas y el desarrollo de nuevas tecnologías. Domesticó animales, cultivó la tierra, construyó refugios, fabricó herramientas de trabajo, etc. 39
Con el correr de los tiempos estos recursos fueron multiplicándose, perfeccionándose, sofisticándose. La palabra hablada se complementó con la palabra escrita, pasando sucesivamente por al chasqui, el correo pedestre, el telégrafo alámbrico y el inalámbrico, la radio, la televisión y, hasta hoy, por lo menos, Internet, las webs y las autopistas informáticas. La movilidad pronto se vio enriquecida, a partir de la invención de la rueda, con el transporte terrestre, en sus sucesivos avances: los carruajes tirados por caballos, el automóvil y el ferrocarril. Ya a fines del siglo XIX, comienzan los primeros esbozos de un nuevo medio de movilidad: la aviación. Poco duró la euforia de los vuelos a explosión. Los motores a reacción comenzaron a multiplicarse a mediados del siglo XX, y de allí a los viajes exploratorios al espacio extraterrestre no hubo más que un suspiro. En todo este transcurso, es digno de destacar un fenómeno que fue el artífice de la mayoría de estos progresos: el chip electrónico. Pero el chip electrónico no hubiera tenido razón para existir sin la complicidad del proceso de cambio sufrido por la escritura. La escritura quizá es la tecnología del hombre que más cambios ha sufrido a lo largo de la historia de la humanidad. Cambios que se dieron, por un lado, por la diversidad de idiomas subyacentes en un mundo demográficamente explosivo. Pero por otro, por la búsqueda incesante del hombre por perfeccionar sus mecanismos de comunicación con ese mundo. La escritura de nuestros días es el resultado de un largo proceso de transformaciones que vienen desde la prehistoria. No obstante también, a la diversidad, consecuencia directa de un mundo cada vez más complejo, se oponía una pertinaz búsqueda de mecanismos de comunicación que, a la vez que simplificaran los medios, también los unificaran, para contrarrestar esa multiplicidad de lenguajes. De esta manera se llegó al descubrimiento más extraordinario de todos los tiempos. Se dice que, hace miles de años, empezamos a contar con los dedos y que de allí nacieron los primeros dígitos, que fueron diez (del uno al diez), hasta que se inventó el 0 (cero), un invento que se atribuye a un hindú que vivió no después del siglo noveno. Le llevó al hombre cerca de cinco mil años, a partir del comienzo de los símbolos numéricos, concebir uno que representara la nada. No se sabe quién fue el hombre que lo logró, sin duda uno de los pensadores más creativos y originales de la historia. Los hindúes denominaron a este símbolo “sunya”, que quiere decir “vacío”. Este mismo símbolo que representaba la nada fue más tarde recogido por los árabes, quiénes lo denominaron “cefer”, que en su idioma también quiere decir “vacío”. De aquí a la palabra cero, cada uno puede sacar sus propias conclusiones (en inglés: “cipher” y “zero”). También dio origen al término “cifra”.(1) Pero ahora ya no son necesarios los números, ni siquiera las letras que cada idioma utiliza para armar sus rompecabezas literarios. Todo el cúmulo de complejos abecedarios existentes en el mundo se han debido hacer a un lado, para dar paso a sólo dos componentes que han logrado resumirlo todo, a la vez que se erigen como monumentales colosos que todo lo resuelven: el 1 y el 0. Cero (0) o no cero (1). Sí o no. Verdadero o falso. Blanco o negro. El ying o el yang. El ser o el no ser del Hamlet de Shakespeare que hoy se proyectan como la alternativa válida del fin de siglo para resolver la incertidumbre de la humanidad. En realidad, este descubrimiento fascinante, y a la vez trascendental, no es un producto de este siglo, y ni siquiera del XIX. 40
Gottfried Wilhelm LEIBNIZ (1646-1716) probó que todos los números se pueden escribir con sólo dos dígitos, el 1 y el 0. Se inauguró así, en el siglo XVII, la “era binaria”. Después se demostró que esta simplificación favorecía el cálculo automático y que las máquinas podían efectuar cualquier cálculo realizado efectivamente por un calculista no humano (conocido también como “computador”). Estas máquinas se conocieron en el mundo por su nombre en inglés: “digital computers” (computadoras digitales). A los dígitos binarios 1 y 0 se los bautizó “bits”, como abreviación de su denominación en inglés: “binary digits”, y se convirtieron en los elementos básicos de la información. A mediados del siglo XX comenzó, como consecuencia de ello, la “era digital”.(2) Un bit no tiene forma, ni color, ni tamaño, ni peso, y puede desplazarse a la velocidad de la luz. Es el elemento atómico más pequeño en la cadena ADN de la información que describe el estado de algo: encendido o apagado, verdadero o falso, arriba o abajo, adentro o afuera, blanco o negro. (3) FAMILIA La familia, en cambio, debió conformar sus espacios de acuerdo a las tecnologías que circundaban a su alrededor. Las nuevas tecnologías que se han ido incorporando al seno del hogar, modificaron normas de conducta, perfeccionando modos de vida, por un lado, y desarticulando vínculos familiares, por otro. Las actividades del hogar encontraron en las nuevas tecnologías que se incorporaban a los quehaceres domésticos, la liberación de una variedad de incomodidades hasta esos momentos estables en su seno. También exigieron cambios en las disposiciones y costumbres. Primero el mobiliario tradicional. Luego la introducción de los medios de comunicación: el teléfono, la radio y la televisión. Por último, el ingrediente que faltaba: el computador electrónico que, si bien en una primera instancia representó un privilegio de sólo un reducido número de hogares, hoy es un componente obligado de toda familia, tanto para llevar la contabilidad doméstica, como para el control y la seguridad, la regulación de las condiciones de habitabilidad, el trabajo, el estudio y el esparcimiento, y hasta el control climático y de habitabilidad y la seguridad del hogar. (4) La vinculación del hogar con el mundo se da hoy día a través de un computador electrónico, conectado por medio de un módem a una línea telefónica, y de allí a una red de Internet. Del antiguo teléfono con discado manual se pasó al digital. La radio de válvulas es hoy un material de museo. Hasta el transistor pasó a la historia, dando lugar al chip electrónico. Los microprocesadores invadieron el hogar para proveerlo de todas las variedades de comodidades en procura de un mejor confort y una economía de esfuerzos. La “caja boba”, como se diera en llamar al televisor, pronto se convirtió en el monitor terminal de un computador, con el cual el niño juega (con jueguitos electrónicos), pero también estudia (tanto con enciclopedias digitalizadas, programas de simulación o Internet), el ama de casa resuelve todos los problemas hogareños, y el padre recrea sus asuntos de oficina. La incorporación de tecnologías ha permitido a la familia disponer de más tiempo para el esparcimiento, conectarse con sus amistades, comunicarse con el mundo, conocerlo directamente, viajando en los modernos y confortables jets del momento, o a través de alguna página web que le acerca cualquier punto, por más distante que sea, en tiempo real. El tiempo dejó de ser un mito, y la realidad se confundió con lo virtual, gracias al milagro de la informática. SOCIEDAD
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La ciencia es esencial porque ofrece un método y un proceso para establecer nuevas verdades y para poner en tela de juicio las verdades aceptadas, y porque ha llegado a estar íntimamente ligada a la tecnología, que tiene la llave para la satisfacción de las necesidades humanas a gran escala. Sin embargo, la ciencia y la tecnología pueden echar raíces en una sociedad determinada sólo si sus estructuras y objetivos se ajustan bien a las formas de pensamiento y acción prevalecientes. Algunos países tienen éxito con mayor facilidad mientras muchos otros fracasan en sus intentos de aprovechar al máximo los recursos científicos y tecnológicos disponibles. En otras palabras, ¿qué tienen en común los así llamados países recientemente industrializados (Brasil, la India, Corea del Sur o Taiwan), a pesar de ser tan diferentes entre sí en lo que hace a su historia, su cultura, su organización política, su dirección económica y sus elecciones sociales? No podemos dar una respuesta definitiva, aunque sí surgen las siguientes conclusiones: 1. En contraste con el África, todos estos países comparten una larga historia cultural asociada con la escritura y la imprenta. 2. Todos tienen un pasado científico en la intersección de los métodos tradicionales y la ciencia europea, a veces con una herencia científica mucho más antigua que la ciencia europea. 3. A diferencia de la mayoría de las otras colonias, todos han sido industrializados, en alguna medida, durante casi un siglo, y han tenido el aparato necesario para la formación avanzada, apoyado por una larga tradición de intercambios científicos y culturales con instituciones de investigación de los países industrializados. Estas características compartidas muestran la importancia del tiempo y la continuidad en la construcción de instituciones académicas e industriales capaces de abrir camino hacia una relativa autonomía tecnológica. Pero el tiempo no es suficiente. Hay otras dos características que explicarían ampliamente los sorprendentes resultados de las políticas de modernización que aplican estos países recientemente industrializados. 4. De una manera o de otra, todos tienen alguna forma de capitalismo de estado, y los más altos niveles de gobierno son conscientes, desde hace ya bastante tiempo, del papel que juegan la ciencia y la educación para el desarrollo. 5. En sus esfuerzos para la educación y la investigación, todos demuestran querer liberarse de su dependencia de los países industrializados. La disponibilidad de recursos naturales y las presiones demográficas pueden determinar la línea de pobreza, pero es la voluntad colectiva (es decir, los sistemas políticos, la organización social, la distribución del ingreso, el acceso a la educación general y la eficiencia del sistema educativo) la que debe definir los límites de la capacidad de movilizar recursos humanos y financieros. El estudio de estos casos muestra cuán profundamente interdependientes son los factores técnicos, económicos, políticos, sociales y culturales, involucrados en el proceso de cambio técnico. Las transformaciones de la sociedad y de la tecnología son al mismo tiempo causa y efecto, y la forma en que las sociedades se adaptan a estas transformaciones es tan sistemática como estático es el sistema técnico. En este sentido, ya no se puede igualar a la tecnología con cierto equipamiento de computación o con procesos de producción específicos. La tecnología también es la gente, las organizaciones sociales y las formas de gestión; como tal, se la debe definir como proceso social que da forma a la sociedad en la misma medida en que la sociedad le da forma a ella. Esto implica también que la comprensión y el control eficiente del proceso de cambio tecnológico requieren un enfoque que incluya la práctica y las herramientas analíticas de 42
varias disciplinas, de las ciencias “duras” a las “blandas”, de la historia, la sociología, e incluso la filosofía, a la tecnología como tal, la economía o las ciencias de gestión. Por otro lado, el nuevo sistema técnico que está surgiendo actualmente a nuestro alrededor amenaza aumentar, más que reducir, la brecha entre los países industrializados y los países en desarrollo. Existe el riesgo real de que el efecto Mateo en la ciencia, bien demostrado por Merton en el caso de los científicos y los descubrimientos científicos, también resulte aplicable al desarrollo económico y social, es decir, que los ricos reciban más y los pobres, menos. Las nuevas tecnologías abren nuevas oportunidades. Sin embargo, el impacto de su amplia difusión amenaza con incrementar la brecha entre ricos y pobres. Las disparidades económicas interactúan con las características del nuevo sistema técnico y crean una barrera más, que separa el control de la producción del control del uso de la nuevas tecnologías; el uso se asocia cada vez menos con la producción, de modo que apenas unos pocos países (en algunos casos, apenas unas pocas empresas) están en posición de producir los bienes y servicios más avanzados que resultan imprescindibles para obtener ventajas comparativas, sino para el futuro de todo el sistema económico, al menos para un sector determinado. El pluralismo tecnológico es imprescindible. Esto significa que los métodos tradicionales no resultarían beneficiados por las mejoras en la productividad mediante la introducción de tecnologías más avanzadas. Por el contrario, el uso de algunos elementos del nuevo sistema tecno-económico posibilita la modernización de sectores tradicionales. La combinación de tecnologías nuevas y tradicionales y el manejo deliberado del pluralismo tecnológico para hacer uso de productos y procesos con diferentes niveles de productividad son las únicas opciones capaces de satisfacer tanto las restricciones económicas como las demandas sociales reales de la mayoría de los países en desarrollo. Esta opción es menos prestigiosa y al mismo tiempo más difícil de implementar que otra en que las tecnologías avanzadas sean importadas, sin que importe su costo. Por otro lado, es la que posibilitará extender las mejoras en higiene, vivienda, nutrición, salud y empleo a una mayor parte de la población antes que a un grupo limitado que se aproveche de un proceso de crecimiento acelerado en unos pocos y pequeños sectores de la economía. En cuanto a la investigación básica, es evidente que muy pocos países en desarrollo cuentan con la infraestructura necesaria (en recursos humanos, físicos, o financieros) para aportar más que marginalmente al progreso científico. Esto es, la ciencia, tal como la promueve y la entiende la comunidad científica internacional, en la que los criterios, tópicos y objetivos son definidos casi exclusivamente por los laboratorios universitarios o privados de los países industrializados líderes. En este contexto, la noción de una ciencia relevante es algo contradictoria: hay ciencia excelente y nada más, excepto prácticas científicas indiferentes según los criterios, tópicos y objetivos de la ciencia internacional. En síntesis, la investigación académica se ocupa de tópicos y valores de investigación que motivan a los mejores laboratorios de los países industrializados, en tanto que en muy pocos países en desarrollo la investigación académica puede operar en circunstancias que no resulten precarias, totalmente diferentes de las que se gozan en el modelo al que quieren emular. Aunque esto no significa que no haya lugar para otro tipo de investigación básica, dirigida a la situación social. El establishment científico es elitista por naturaleza; al igual que en los países ricos, en los países pobres la ciencia no está dirigida a ayudar a los pobres sino a desarrollar el 43
conocimiento. Los aportes de la investigación básica al bien de la humanidad llegan pasando por tortuosos e impredecibles caminos en los que la investigación no estaba destinada, al comienzo, a resolver los problemas sociales. Esto significa que el tropismo de la ciencia internacional lleva en muchos países en desarrollo a dos excesos: uno, que demasiada investigación dirigida a tópicos que están muy lejos de ser los problemas más urgentes, y otro, que hay demasiados científicos que ni siquiera están interesados en solucionar estos problemas. Es típico del subdesarrollo, de hecho, que se forme demasiada gente muy altamente calificada en comparación con los recursos y disponibilidades existentes, y muy pocos técnicos y administradores de nivel medio, comparados con las necesidades reales de la sociedad. La mera expansión del sistema de educación superior conlleva el riesgo de agravar la distorsión entre la necesidad más urgente de personal técnico de nivel medio y la inútil provisión de científicos de alto nivel. El tipo de formación científica que suele encontrarse en los países en desarrollo, basada en el modelo de las instituciones líderes de Occidente, es claramente al menos adecuado para las circunstancias locales, tanto en lo que hace a su contenido como en cuanto a los objetivos de los programas. En el caso de los países recientemente industrializados como los cuatro pequeños dragones deL Asia, cuyo desempeño en la innovación técnica no estuvo precedido ni acompañado por logro alguno en la ciencia internacional, La mayoría de sus logros estuvieron vinculados a calificaciones obtenidas en escuelas técnicas más que en laboratorios universitarios. Nunca se insistirá lo suficiente en la elección de las prioridades que juegan un papel esencial en la adaptación de las nuevas tecnologías a las necesidades, restricciones y condiciones nacionales. En general, estas necesidades son bien conocidas, desde la producción y la distribución de alimentos, la higiene y la salud, hasta los problemas urbanos, los desechos industriales y el control ambiental. El desarrollo de la infraestructura básica necesaria debería reflejar la voluntad para definir e implementar estrategias de desarrollo que estén en armonía con el ambiente, conserven la base de recursos físicos e incluyan nuevos enfoques de la educación y los servicios. Vinculada con esto, la noción de ciencia, como recurso básico para el desarrollo, se refiere una vez más a todo el sistema de disciplina, que abarca desde las ciencias naturales hasta la ingeniería y las ciencias sociales, que tienen que jugar un papel crucial en la formulación e implementación de políticas y programas tecnológicos para satisfacer los diferentes desafíos. La cuestión es que el cambio técnico no es (ni debería ser tratado nunca como si lo fuera) un fin en sí mismo: es un medio para alcanzar objetivos económicos y sociales mayores. El dominio del cambio técnico y de la tecnología misma conforman un proceso social en el que individuos y grupos hacen elecciones sobre la asignación de recursos extremadamente escasos. Lo que está en juego es encontrar el mejor camino (para mantener el equilibrio o corregir el desequilibrio) entre la necesidad de innovar, de adaptar el cambio técnico y de modernizar las estructuras sociales por un lado, y la necesidad de preservar el ambiente, elegir las soluciones técnicas que resultan adecuadas para las condiciones locales y defender la coherencia de las raíces culturales, por el otro. La evaluación social de la tecnología no puede reducirse a un debate técnico sobre cuestiones técnicas: el cambio técnico provoca un debate que involucra cierta elección de valores y cierta concepción del desarrollo económico y social. El choque entre la lógica tecnocrática y la lógica democrática tiene un costo que puede parecer elevado a quienes toman las decisiones, pero siempre será menor que el que habría que pagar si no hubiera intentos de previsión o regulación. 44
De hecho, no hay espacio en los regímenes totalitarios para una evaluación social de la tecnología, ya que no sólo esos sistemas, por definición, no tienen en cuenta la opinión de las minorías sino que además, basan la razón para sus decisiones exclusivamente en la capacidad técnica. La vulnerabilidad de las sociedades democráticas radica en su capacidad de adaptarse a los cambios técnicos. Los países que tratan de minimizar las pérdidas y maximizar las ganancias no son necesariamente timoratos, sino que pagan muy cara su voluntad de permitir el debate público. Si el desarrollo es un viaje entre la tradición y la modernidad, la tecnología es, ciertamente, una de las locomotoras más potentes que viabiliza este viaje. Los organismos que diseñen las políticas tendrán que conducir esta locomotora de manera tal que realmente sirva a las necesidades y a las exigencias del desarrollo. A modo de ejemplo, analicemos lo que sucede con el Tratado de Libre Comercio (TLC) suscripto entre los Estados Unidos, México y Canadá Aún cuando sea primordialmente eso, es decir, un tratado que propone la libertad en el intercambio comercial entre esos países miembros, su texto impone un número de disposiciones ambientales sin precedente que jamás se han visto antes en ningún otro tratado bilateral o multilateral, las que, sin embargo, establecen el respeto a la autonomía de los países. Dichas disposiciones incluyen, entre otras cláusulas, el derecho de cada país de hacer valer sus normas de salud, de seguridad y ambientales existentes, así como el compromiso por parte de sus miembros, de trabajar conjuntamente para mejorarlas hacia los estándares más elevados de los mismos. Bajo este TLC también se acordó adherir a tres acuerdos ambientales internacionales que incluyen: el Protocolo de Montreal sobre “Sustancias que Reducen la Capa de Ozono”, el Convenio sobre “Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Silvestres en Peligro de Extinción” (CITiES), y el Convenio de Basilea sobre el “Control de los Movimientos Transfronterizos de Desechos Peligrosos y o Descarte”. Este TCL subraya la protección ambiental por medio de sus disposiciones en relación con la inversión. Estas estipulaciones consolidan específicamente los derechos de las partes a fin de garantizar que la actividad se emprenda de manera ambientalmente sensible y se renuncia firmemente al relajamiento de las normas ecológicas como medio para reducir las inversiones encarando definitivamente el tema del llamado "Refugio para Contamindores". Las disposiciones ambientales del TCL de América del Norte han sido complementadas por la negociación del Tratado Norteamericano de Cooperación Ambiental y la creación posterior de la Comisión Norteamericana para la Cooperación Ambiental (CEC), cuyo encargo es resolver las disputas ambientales que surgieren entre los países miembros del TCL, asegurarse de que sus leyes ambientales correspondientes sean impuestas, y evaluar el impacto ambiental de los proyectos propuestos. La sede del CEC está en Montreal y se compone de un Consejo de Representantes de Nivel Ministerial de México, Canadá y Estados Unidos, una Secretaría encabezada por un Director Ejecutivo y un Comité Conjunto Consultivo Público (JPAC) compuesto por quince miembros que incluye a representantes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de los tres países miembros.
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Del libro de VEDOYA, Daniel Edgardo: LA TECNOLOGÍA NUESTRA DE CADA DÍA, Ediciones del I.T.D.A.Hu., 2001 C. CAMPO CULTURAL: INFORMACIÓN, ENSEÑANZA Y TRANSVERSALIDAD INFORMACIÓN A fines de 1991 la máquina de reproducción facsimilar súbita y brutalmente le arrebató la vida al telégrafo. Durante más de 150 años el telegrama representó todo lo que era inmediato e importante (primero por cable, luego sin hilos). Era el paradigma de la urgencia. A la luz de este acontecimiento, la Western Union clausuró su servicio telegráfico en todo el mundo. No obstante, continúa prestando un servicio, hoy novedoso, basado precisamente en el empleo del fax: la transferencia inmediata de dinero a cualquier parte del mundo. El fax constituyó una nueva tecnología frente a la cual el telegrama no pudo sobrevivir. El paso del teletipo y del telegrama a la transmisión facsimilar representa un aspecto de lo que algunos futurólogos, asesores de negocios, denominarían un "cambio de paradigma", la discontinuidad en la -de otra forma estable- marcha del progreso empresarial. Y, hablando de discontinuidades, también lo fue el automóvil, que transformó radicalmente la economía y la sociedad. Cuando el automóvil apareció por primera vez parecía que era sólo una versión sin caballo del conocido carruaje. Predecir las consecuencias de la introducción del automóvil habría sido casi imposible. ¿Quién habría imaginado entonces que una máquina ruidosa, maloliente y poco confiable, con el tiempo sería la responsable de la creación de los suburbios, de la división de las familias y del crecimiento de los supermercados, los centros comerciales y el sistema de autopistas? Ver más allá de una discontinuidad de estas características es tan difícil como lo sería para un niño de nueve años imaginar que tiene quince. Puede visualizar fácilmente que tiene diez, y quizá soñar que tendrá doce, pero para él es prácticamente imposible planear lo que será su vida cuando comiencen a funcionar sus hormonas. Las hormonas son una discontinuidad. Pasar por esa discontinuidad, trátese de una innovación tecnológica, de una transferencia tecnológica, o del cambio producido por la adolescencia, es como afrontar una experiencia de aprendizaje, dolorosa, pero a menudo recompensatoria. En la obra “The Age of Unreason”, Charles Handy se refiere a las experiencias de aprendizaje en la siguiente forma: “Pídale a alguien que evoque dos o tres de las experiencias de aprendizaje más importantes de su vida, y nunca hablará de los cursos que siguió o los diplomas obtenidos, sino de los roces con la muerte, las crisis que soportó, las confrontaciones o los desafíos nuevos e inesperados. En otras palabras, hablarán de las ocasiones en que se rompió la continuidad, en que no pudieron apoyarse en la experiencia anterior, ni pudieron basarse en las normas o el manual. Pero sobrevivieron, y llegaron a considerar el episodio como una experiencia de aprendizaje, de crecimiento. Por consiguiente, el cambio discontinuo, cuando se lo afronta debidamente, es el modo de crecer”. Si las máquinas de fax, ya instalados en tantos hogares, y los artefactos a los cuales uno puede hablar, hoy parecen exagerados, recordemos lo que era un mundo sin máquinas de calcular automáticas, sin impresoras láser y sin teléfonos celulares. Esta historia no corresponde al siglo pasado. Así era el mundo cotidiano en 1980. En ese año el número de televisores con control remoto era estadísticamente insignificante, no se conocían aún los discos compactos, eran escasas las grabadoras de video, y no había locales de alquiler de videos. Sólo los restaurantes tenían hornos de microondas. Cada máquina de fax costaba varios miles de dólares, y se necesitaban cinco minutos para transmitir una sola página; además, sólo las compañías muy grandes contaban con este servicio. Nadie poseía una computadora personal.
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Las primeras PCs salieron al mercado a partir de 1982, aproximadamente. Las computadoras portátiles, más comúnmente llamadas “notebook” pudieron utilizarse sólo a partir de 1990. Cada veinte años, desde 1900, la cantidad de poder informático (inteligencia artificial), que puede adquirirse por un dólar ha aumentado por mil. Es decir, un incremento de más de un millón de veces desde 1950. Si el costo real de la fabricación de automóviles hubiese disminuido desde 1950 a la misma tasa que el correspondiente al del procesamiento de la información, hoy sería más barato abandonar en la calle un Rolls Royce y comprar uno nuevo en lugar de depositar un peso en cualquier parquímetro. Actualmente hay más capacidad informática en un automóvil moderno que la que se utilizó en la nave espacial Apolo que fue a la luna. Dicho de otro modo, con lo que costaba a una empresa comercializadora, en 1950, hacer un seguimiento de cada compra y transacción de un solo cliente, el comerciante actual puede rastrear cada compra y transacción de varios miles de clientes específicos, de a uno por vez, y a menor precio. No es difícil reconocer la importancia que la tecnología tiene hoy en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Basta con echar una mirada a nuestro alrededor. Por esto, es sorprendente que el estudio del fenómeno tecnológico haya suscitado tradicionalmente tan poco interés académico. Existen, sin embargo, razones que pueden explicar este fenómeno, en que el estudio de la tecnología haya sido relegado frente, por ejemplo, al de las ciencias humanísticas y de las ciencias sociales. Las imágenes de la tecnología, como ciencia aplicada o como colección de artefactos, han contribuido, sin duda, a considerar de escasa importancia el análisis de la tecnología. Si la tecnología fuera nomás ciencia aplicada, lo que debería hacerse es analizar el proceso científico, ya que esto nos daría la clave para entender a la tecnología. Por el contrario, de ser la ciencia valorativamente neutral, consecuentemente los artefactos resultantes de su aplicación también lo serán: más bien, será el uso que se haga de ellos lo que plantee problemas éticos, políticos y sociales. De este modo, no es difícil entender por qué el análisis de la tecnología en general, y el estudio filosófico de la tecnología en particular, se ven frenados en algunos ámbitos de decisión y control. ENSEÑANZA El incremento de los recursos para las actividades de I+D debe ir acompañado de una estrategia que consiste en abordar los siguientes interrogantes: invertir en qué, cómo y para qué. En los países industrializados, la vinculación Universidad-Empresa (U-E) expresa una de las características más destacables del actual proceso productivo: el valor estratégico del conocimiento científico y tecnológico. Pero una tecnología más íntimamente ligada que en otras etapas, con el conocimiento científico. Por eso, en los países más avanzados la relación U-E llega, en su máxima expresión, conviven e interactúan dentro de un mismo espacio físico. En Argentina, la evolución de la relación U-E es el resultado del comportamiento de actores sociales dotados de una lógica diferente a la de los países desarrollados, en un contexto de: a) pautas culturales distintas; b) normas poco estimulantes; c) políticas de CyT tradicionales; y, e) escasos instrumentos de promoción de la innovación. Muchas dificultades se interponen para el desarrollo de una cultura innovadora en la Argentina, todas ellas derivadas de la condición periférica de su economía, las políticas proteccionistas aplicadas durante muchos años, el ajuste recesivo, la dependencia tecnológica
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de las empresas, la baja tasa de inversión, la escasez de crédito y el peso estructural de la deuda externa, recientemente renegociada. En este contexto, gran parte de las empresas, que durante largo tiempo han disfrutado de una legislación que las protege de la competencia internacional, encontraron más rentable orientar su producción y venta hacia el mercado interno, utilizando normalmente procesos licenciados o comprados llave en mano, que realizar el esfuerzo de desarrollar tecnologías propias y luchar por la obtención de un espacio en el mercado externo. El resultado de esta situación es que la mayoría de los integrantes del sector productivo carecen de una clara percepción de la necesidad de la I+D, lo que se traduce en que el gasto privado en ciencia y tecnología represente apenas un 10% del gasto total del país, y determina una lógica actoral poco propicia al riesgo innovador. El sector científico y académico también debe modificar sus patrones culturales tradicionales para estar en condiciones de convertirse en un actor relevante de los procesos de innovación. La Universidad, en Argentina, es una de las instituciones de mayor importancia desde el punto de vista del desarrollo científico y tecnológico y del estímulo a las capacidades innovadoras. En particular, las universidades públicas constituyen la más grande reserva de investigadores del país, ya que reúnen según el censo de 1988 el 54,7% del personal científico y tecnológico (PTC). Los investigadores universitarios son los de mayor productividad, medida a través de indicadores clásicos, tales como la producción de publicaciones en revistas científicas con referato, poniéndose de manifiesto durante los últimos años una fuerte tendencia de crecimiento, pese a las restricciones impuestas por la crisis económica. Son, sin embargo, los que disponen de peor financiamiento, ya que en forma directa apenas se asigna a las universidades el 8,1% del presupuesto nacional para ciencia y tecnología. El resultado es que los laboratorios universitarios se encuentran en una situación claramente desfavorable, de gran debilidad estructural, debido a la baja tasa de inversión en infraestructura científica. Poseen, sin embargo, recursos humanos de alta calidad. Semejante contradicción está operando como un elemento crítico que impulsa a los investigadores universitarios hacia la búsqueda de fuentes alternativas de fondos para financiar sus actividades. La necesidad material estimula un cambio de valores en cierta cultura tradicional de las universidades, pero no es el único motivo. En una sociedad como la Argentina, que trata de emerger de una crisis de varias décadas, los universitarios son actores especialmente sensibles, con vocación de contribuir al logro de objetivos sociales. En Argentina, las universidades que desarrollan actividades de investigación y de posgrado de alto nivel son más propensas a la relación U-E (universidad-empresa) que aquéllas que se dedican exclusivamente a la docencia, debido a que la capacidad de transferencia está directamente relacionada con la de producir conocimiento científico y tecnológico. La ideología neoliberal que actualmente domina la escena política tiende a presentar a las universidades privadas (que en Argentina realizan muy escasa investigación) como las más adecuadas para colaborar con el sector privado, confundiendo la naturaleza empresaria de estas universidades con la capacidad de brindar servicios a las empresas. La realidad, que es resistente, muestra lo contrario. Son aquellas universidades públicas que cuentan con mayores recursos científicos las más vinculadas en emprendimientos concretos con el sector productivo. Las modalidades de vinculación que se pueden detectar en Argentina son muy variadas, aunque resultan clasificables en tres tipos: a) órganos de vinculación propios (departamentos u oficinas con funciones específicas en el tema);
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b) órganos externos, de derecho privado, para facilitar la vinculación, sea bajo la modalidad de fundación (sin fines de lucro) , o comercial; c) adecuación normativa de las actividades de vinculación, particularmente en cuanto a la propiedad de resultados, elaboración de cláusulas y contratos tipos y a la participación de docentes e investigadores en los beneficios obtenidos. Si bien es sabido y aceptado que la función de la Universidad se asienta en tres pilares fundamentales: Docencia, Investigación y Extensión, no siempre se da que se desarrollen sendas misiones en forma estructurada y sistemática. Es cierto, puesto que quién hace docencia, no siempre investiga; por lo general, quién investiga, no enseña; y la extensión queda relegada a una actividad que se realiza en un ámbito ajeno al de la enseñanza y la investigación, a través de una secretaría, por lo general descentralizada. Es cierto, también, que esta situación está cambiando, y que actualmente se aprecia una pronunciada tendencia a encauzar estas misiones a un carril que las integre, las compatibilice, y permita que lo que se investiga sea transferido a la enseñanza, quién hace docencia, necesariamente, se integre a grupos de trabajo que realicen investigación, y tanto la docencia como la investigación, promuevan efectivas acciones de extensión al medio. En el caso concreto de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Nordeste, la necesidad de establecer nexos entre estas tres misiones indiscutibles e imprescindibles de la Universidad, llevó a la creación del I.T.D.A.Hu. (Instituto de Investigaciones Tecnológicas para el Diseño Ambiental del Hábitat Humano). Allí se han desarrollado dos proyectos de I+D referidos a la problemática de la enseñanza de la tecnología y del diseño en la carrera de Arquitectura. El principio básico que orienta la actividad del I.T.D.A.Hu., se basa en el concepto de que el objeto de la arquitectura es la producción de espacios habitables, adecuados y suficientes para el desempeño de las diversas actividades del hombre, y la búsqueda de soluciones, en este campo disciplinario, que lleve a mejorar su calidad de vida. Para el logro de este objetivo primario de la arquitectura, es necesario que los espacios estén de acuerdo a las normas de habitabilidad, que establezcan simultáneamente condicionantes de estabilidad, confort y calidad, y que esta última se satisfaga con la pertinencia, la eficiencia y la eficacia del producto. La habitabilidad y el confort se logran, necesariamente, resolviendo adecuadamente los aspectos tecnológicos, propios de la arquitectura. Obviamente, la búsqueda de solución de espacios habitables, adecuados y suficientes, ajustados a las normas de confort y habitabilidad, y que además ofrezcan calidad, exige la aplicación de complejos mecanismos de diseño. Y todo buen diseño comienza en una adecuada y controlada enseñanza. Es en las aulas donde, quizá inconcientemente, pero sí indiscutidamente, se están trazando las primeras líneas de todo edificio que se construirá en el futuro. Es a partir de las aulas, en función de la calidad de la enseñanza que en ellas se imparta, que se decide el resultado futuro de un diseño: bueno o malo. El I.T.D.A.Hu., conciente de esta realidad, se preocupa por el estudio y la solución de los problemas tecnológicos que interesan al hábitat humano. Pero también es conciente de que todo esfuerzo sería vano, si no se conjugan, estrechamente vinculadas entre sí, docencia, investigación y extensión. Para cumplir con su función docente, el I.T.D.A.Hu. tiene en su estructura funcional un Departamento de Técnicas Educativas Apropiadas (D.T.E.A.) para el diseño tecnológico del hábitat humano.
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Precisamente, la transferencia de los resultados de las investigaciones que se realizan requiere de los instrumentos adecuados para que la comunicación sea efectiva, dinámica y comprensible. Para que esta transferencia alcance los beneficios esperados, no debe limitarse a la simple comunicación de los resultados, sino también, y principalmente, se debe hacer docencia, para entender el problema, conocer las soluciones y aprender a aplicar los mecanismos que permitan lograrlas. Dado que el proceso de enseñanza es un proceso tecnológico (es una tecnología ‘blanda’), cabe hacernos esta pregunta: «Cuando enseñamos cualquier concepto, ¿también lo hacemos con criterio tecnológico?» Entendemos por tecnología al conjunto de acciones que desarrolla el hombre para establecer una mejor relación entre él y los objetos en general, adecuando y ajustando su uso, tendiente a optimizar cada vez más esa relación, con el fin de lograr mejorar su calidad de vida. Resulta obvio, entonces, que apliquemos también este concepto en todo proceso de enseñanza. Es lo que corresponde a nuestro rol docente, dentro de la universidad, para ser coherentes en todo sentido. Si lo que enseñamos es tecnología, la manera en que lo hagamos debería ser necesariamente tecnológica. Es decir, hacer que el acto educativo se convierta, en términos tecnológicos, en una manera de transmitir conocimientos que conduzcan a optimizar las relaciones entre el hombre y el objeto de conocimiento, y mejorar los métodos de enseñanza, para lograr un más dinámico, efectivo y eficiente aprendizaje. Lo que en educación se conoce como "transposición didáctica": hacer que el objeto de conocimiento se transforme en un objeto de enseñanza y de aprendizaje. El objeto de conocimiento pasa así a convertirse en un objeto tecnológico. Nada más lógico que aplicar técnicas educativas que hagan uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para lograr este objetivo. Contrariamente a lo que piensa la mayoría de la gente, no se trata del uso exclusivo de la computadora. Quién así lo crea está muy alejado de la realidad. En realidad, se trata de hacer uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, donde intervienen la imagen escrita y hablada, el texto, el audiocassette, el vídeo, el hipertexto y los multimedios, entre otros. Es decir, todos aquellos recursos considerados multisensoriales. Llegado a este punto, es razonable hacernos una nueva pregunta: ¿Cuál es, entonces, el objeto de esta propuesta?» Evidentemente, queda claro que no es sólo enseñar. El interés pasa además por la información y la comunicación. Se trata de hacer que se aprenda a pensar tecnológicamente, a resolver problemas y, fundamentalmente, a saber cómo se aprende y qué hacer con lo que se aprende, teniendo plena conciencia de lo que se ha aprendido. Este proyecto sigue una metodología basada en la Tecnología Educativa Apropiada , cuyos pilares básicos son: 1. Las Teorías de la Enseñanza; 2. El uso adecuado de los Medios; 3. Los Modelos Educativos La enseñanza se desarrolla a partir de definiciones precisas que cubren aspectos conceptuales (contenidos), procedimentales (destrezas, habilidades, aptitudes) y actitudinales (éticos, culturales, históricos, etc.).
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Una teoría del aprendizaje es un conjunto de hipótesis o especulaciones acerca de cómo las personas modifican su personalidad a través del tiempo, considerando cómo los elementos principales de las diferentes experiencias que viven se abstraen para ser organizados y articulados hasta integrarse en modelos mentales. En esta propuesta es preciso relacionar y articular las teorías del aprendizaje con la informática. Dentro del área de la informática, existen algunas teorías del aprendizaje que tratan de encontrar parecidos, similitudes o analogías entre el funcionamiento de la computadora y ciertos procesos mediante los cuales opera la mente: a. la teoría del procesamiento de la información; b. la teoría cognoscitiva; y, c. los procedimientos heurísticos. En el primer caso (procesamiento de la información), identificamos los diferentes procesos mentales de percepción, transformación y devolución de la información para relacionarlos respectivamente con los conceptos de entrada, de procesamiento y de salida, que conforman el esquema de la computadora. Las cuestiones principales de esta teoría son la eficiencia y el error. Todo proceso lógico se conforma de tres instancias: a) ingreso de insumos; b) procesamiento; y, c) obtención de resultados. Del mismo modo, dividimos el mecanismo del pensamiento en tres partes: entrada, procesamiento y salida; si nos equivocamos en algo, necesariamente debió pasar en alguno de estos tres sectores. La cuestión es identificar exactamente la fuente del error, y proponer los remedios necesarios para repararlo. En el ser humano, el funcionamiento de los mecanismos de aprendizaje es determinado por dos realidades: 1. las estructuras internas de aprendizaje (cómo hace el sujeto para conocer); y, 2. los hechos externos que influyen en el mismo (por ej.: interactuar con un soft determinado). La teoría cognoscitiva se caracteriza principalmente por su preocupación en interpretar por los procesos que efectúa la mente para conocer (funciones del pensamiento). Los mecanismos mentales del individuo para conocer la realidad se conciben como un conjunto de procesos complejos (análisis, síntesis, comparación, transferencia, generación de hipótesis, clasificación, generalización, analogía). Los procedimientos heurísticos son un conjunto de procedimientos que tienen por finalidad ofrecer herramientas para pensar o resolver situaciones problemáticas. Se estructuran en un método que ayuda a considerar tanto lo fundamental de una situación, como sus detalles, para lograr alternativas de solución de la misma. La articulación entre los procedimientos heurísticos y la informática se establece para poder formalizar ciertas operaciones del pensamiento (tales como la recolección de información, la división del problema en sus partes principales, el análisis de cada parte y la evaluación de alternativas) que, trasladadas a la informática, mejorarían o afianzarían los mecanismos del pensamiento del usuario. Tanto la teoría del procesamiento de la información, como los procedimientos heurísticos, se ocupan principalmente de los procesos mentales relacionados con las operaciones lógicas y formales. Como no todos los problemas pueden resolverse mediante el análisis lógico, la teoría del pensamiento lateral propone buscar caminos distintos a los conocidos y no ceñidos a la lógica formal, así como la inserción del problema en su contexto.
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Los puntos principales de la teoría del pensamiento lateral son: 1. considera la mente como sistema de procesamiento que va organizando la información en esquemas o rutinas; 2. una vez que el esquema se ha formado, aunque aparezcan elementos nuevos o poco conocidos, la mente intentará relacionarse con ellos, en un principio, según las pautas de dicho esquema. Cualquier nueva información que llegue fluirá siempre de la misma manera y estableciendo relaciones cada vez más definidas; 3. el objetivo del esquema será encontrar datos familiares a los cuales asimilar la información nueva, para eliminar la necesidad de pensar como si fuera la primera vez; 4. existen también mecanismos ocupados de la parte creativa del pensamiento; ellos producen rupturas y flexibilidad en los esquemas previamente estructurados, explorando caminos “laterales”, o sea novedosos y no trillados (de estos mecanismos se ocupa la teoría del pensamiento lateral). Lo obvio, lo lógico y lo conocido no constituyen el único modo de ver las cosas, ni necesariamente el mejor. Incorporar técnicas mediales al proceso de enseñanza permitirá lograr el mejoramiento de los mecanismos que lleven a una más fluida y dinámica interacción entre el docente y el estudiante, despertando el interés de éste, posibilitando su comprensión de los contenidos didácticos y optimizando el aprendizaje. Motivar al alumno es crear en él intereses diversos que logren despertar su atención hacia la clase. Para ello es necesario desarrollar una serie de situaciones motivantes. Los medios ofrecen la simultaneidad de respuestas que van desde la simple imagen, pasando por el color, el sonido, la animación, los mensajes escritos y hablados, las imágenes tridimensionales, la simulación de la realidad, los modelos analógicos, los procesos de autoaprendizaje y autoevaluación, etc. La informática permite transmitir mensajes de todo tipo: escritos, hablados, gráficos, animados, etc. La interacción significa la participación del estudiante en el proceso de autoinstrucción, ya sea en clases interactivas con el profesor, o con éste y la máquina, interactivamente, o simplemente entre el estudiante y la máquina, en un proceso de autoinstrucción. El proyecto tendrá especial relevancia en la educación, en general, y la enseñanza de la tecnología, en particular. Serán sus efectos inmediatos la reducción de los tiempos de ejecución de los planes didácticos de las asignaturas que se involucren y el mejoramiento del aprendizaje. Los efectos sobre la actividad académica estarán determinados por la generación de recursos humanos, la consolidación del grupo de investigación, el mejoramiento de la labor docente y el desarrollo de tareas de extensión. TRANSVERSALIDAD En el proceso educativo, los docentes no pueden quedarse a la orilla del camino viendo cómo el desarrollo científico-tecnológico pasa por su lado sin ser capaces de obtener nada de él para proporcionárselo a sus alumnos; como parte integrante de su propia cultura general, pareciera que se conformaran con seguir siendo unos analfabetos tecnológicos. Es necesario incorporar conductas científico-tecnológicas a la educación para propiciar un desarrollo integral en el individuo objeto de nuestro quehacer pedagógico para que de esta manera pueda obtener altos niveles de convivencia y satisfacción social y se lleve a cabo una verdadera renovación educativa.
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La educación tecnológica no sólo se debe impartir para formar tecnólogos al nivel de institutos tecnológicos o universidades; se debe crear un curriculum que integre estos conocimientos a todo nivel, desde el preescolar hasta el superior, y desarrollarlo progresivamente acorde a las necesidades del alumno y los adelantos del momento. Esta educación tecnológica se debe enmarcar en el proyecto educativo de la institución, de manera que los estudiantes puedan analizar la problemática que los rodea desde un enfoque científico-tecnológico, plantear soluciones a estos problemas y satisfacer sus necesidades, permitiéndoles de esta manera construir por sus propios medios alternativas de solución, evaluarlas y aplicar los conocimientos así obtenidos en su formación integral. En este currículo el docente, formado en la ciencia y en la tecnología, deberá aplicar estos conocimientos de manera profesional, dinámica, sensible y humana. Deberá dejar atrás las prácticas despersonalizantes y traumatizantes, para afrontar su rol de facilitador que propicie el desarrollo de las capacidades de sus alumnos, para que éstos construyan su propio conocimiento y la forma de aplicarlo a la solución de sus problemas y de la comunidad en la cual se desenvuelve. El sistema educativo forma a los actores sociales que, desde las diferentes disciplinas científicas y tecnológicas, deberían contribuir a mejorar la calidad de vida de la sociedad. A su vez, el sistema científico-tecnológico debería contribuir al sistema educativo alentando el desarrollo del espíritu crítico, estimulando la inteligencia y facilitando la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos. La transformación educativa en marcha requiere que los científicos y los tecnólogos participen en forma activa en la revisión sistemática y continua de los contenidos curriculares y que se comprometan con la formación de los jóvenes a través de la capacitación de los docentes y el contacto directo con estudiantes de todos los niveles educativos. La aplicación de nuevas tecnologías (en particular, las vinculadas con la información, la comunicación y la gestión de organizaciones) favorecerá el mejoramiento de las estructuras de gobierno y administración del sistema educativo, la conducción de las instituciones universitarias y los procesos de enseñanza y aprendizaje de mayor investigación e intercambio de producciones sobre el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la educación, sus alcances y sus limitaciones. En la educación superior hay una marcada confluencia entre los sectores de la educación, la ciencia y la tecnología, toda vez que las instituciones educativas, en especial las universidades, albergan un considerable número de integrantes de la comunidad científico-tecnológica y concentran una parte importante de la producción del sector. Es preciso, también, incentivar las relaciones entre las instituciones educativas y sus actores (autoridades, docentes, auxiliares docentes, investigadores, estudiantes avanzados, etc.), y las organizaciones de la producción y de los servicios, apuntando al incremento y al mejoramiento de la formación de competencias para el mundo del trabajo. La tecnología y la ciencia deben ser ejes articulados de la formación universitaria; esto plantea un desafío que la universidad moderna deberá aceptar, incluyendo a la tecnología dentro de la formación general. Si no lo hace, está cerrando los ojos ante la realidad del mundo tecnológico que nos rodea e, inconcientemente, colaborando en la perpetuación de una situación de atraso cultural ante la nueva estructura social que está surgiendo como consecuencia de la llamada revolución científico-tecnológica. Es por estas razones que la enseñanza de la tecnología debe considerarse desde un enfoque transversal, teniendo en cuenta diversos aspectos. Estos aspectos se refieren a lo conceptual (histórico, ético, cultural, social), a lo actitudinal (búsqueda, investigación, autoconfianza, autodecisión, responsabilidad, solidaridad,
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cooperación, inter-, multi- y transdisciplinariedad), y a lo procedimental (habilidades intelectuales, estrategias cognitivas, destrezas motoras). La incorporación de la tecnología como tema transversal surge como necesidad de las actuales demandas sociales y significa fundamentalmente un cambio en la perspectiva de la práctica educativa. Al hablar de un cambio de perspectiva, nos estamos refiriendo a un nuevo concepto de transversalidad en la educación, alineado en otra dimensión, impregnando al resto de las materias curriculares, y enriqueciéndose de los aspectos fundamentales que hacen a la esencia de cada una de ellas. A partir de este momento ya no se debe trabajar más con conocimientos sueltos, sino relacionándolos, resolviendo problemas, anticipando acciones, desarrollando proyectos. Mientras el trabajo manual estaba destinado a los técnicos y el trabajo intelectual a los científicos, la educación se resolvía mediante compartimientos estancos. Hoy, en cambio, se da un nuevo enfoque, una manera diferente de relacionar los problemas, de ver la realidad. La incorporación del concepto de transversalidad en la enseñanza de la tecnología permitirá situar al estudiante frente a esa realidad, sensibilizándolo para que tome posiciones críticas, enjuicie y actúe en consecuencia y en libertad, desarrollando un enlace entre lo científico y lo cotidiano, acercándose a situaciones de todos los días que lo afectan y hacia las que debe responder. La tecnología, como eje transversal de la educación superior, se centrará en los contenidos culturales que serán incluidos en el diseño curricular de la carrera, tomados de la realidad como respuesta a los problemas cotidianos, convirtiéndose en punto de partida de proyectos más ambiciosos, críticos, reales y actuales. Las competencias educativas para el desarrollo del conocimiento requiere una coparticipación activa y un cambio de los esquemas en las acciones decisorias. Una competencia implica eficiencia (criterio económico, equilibrio de tiempo y dinero, relación costo/beneficio), eficacia (criterio instrumental, objetivos a lograr), y pertinencia (criterio cultural, normas, valores, contexto). Existen varios elementos en una competencia, estructuras complejas que expresan orientaciones intelectuales, prácticas y sociales: cognitivos, perceptivos y metacognitivos. Hay que tomar conciencia de lo que se sabe y de cómo se aprende lo que se sabe. Hay que aprender a pensar, y esto debe estar presente en todo proceso de enseñanza, en el aprendizaje y, principalmente, en los materiales educativos. Una persona será tanto o más competente según pueda resolver las estructuras complejas del pensamiento, demostrando algún logro en sus orientaciones intelectuales, prácticas y sociales. Este proceso, enmarcado en la interacción enseñanza/aprendizaje, exige una adecuada transposición didáctica, un cambio indispensable que debe darse desde la ‘caja negra’ a la ‘caja transparente’, y que se pone de manifiesto en el conjunto de saberes, contenidos, etc. Las competencias tecnológicas deben estar vinculadas al trabajo. Las competencias afectivas, en el contexto de la incertidumbre, del azar, etc. Las competencias socio-históricas, proyectándose en dimensiones témporo-espaciales. Las competencias comunicativas, mediante mensajes y metamensajes. Con todo, aún resulta difícil responder a la cuestión: ¿qué educación tecnológica debemos enseñar? El proceso de enseñanza y de aprendizaje se concreta cuando una persona, que posee un conocimiento, trata de trasmitirlo a otra persona, produciendo entre ambos un compromiso.
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Se produce también una relación dialéctica, comunicativa. Es una enseñanza orientada. Se aprende y se enseña de a dos. Aunque en este sentido, no interesa aún si la enseñanza es buena o mala. Es en este planteo que debe inspirarse la enseñanza de la tecnología. Existen tres presupuestos. El primero, epistemológico, en cuanto al conocimento de la disciplina. El segundo, psicológico, referido a los prerrequisitos del aprendizaje. El último, sociológico, determinado por el grado de desarrollo tecnológico que alcanzó el país, en qué medida, etc. Por último, revalorizar los conceptos de enseñar y aprender permitirá seleccionar buenos contenidos y socializarlos. No obstante, ya no podemos hablar de un buen aprendizaje sin considerar la interdisciplinariedad, aún en el plano de la didáctica, de las demandas técnicas y las estrategias. No podemos desconocer el aporte de la psicopedagogía, así como tampoco el de las dinámicas de grupo que, más allá de ayudar a comprender los procesos psicológicos mediante los cuales se enseñan y se aprenden unas cosas más que otras, son consideradas en el currículo como aprendizajes vitales y significativos. Si creemos -es más, ponemos en esto nuestra vocación docente a su servicio- que educar es integrar y preparar al estudiante en forma individual y grupalmente para que pueda ocupar con eficacia su lugar en la sociedad, no sólo vocacional sino espiritual y mentalmente, no es precisamente información enciclopédica lo que necesitamos darle, sino sabiduría, equilibrio, autorrealización y rapidez, cualidades todas éstas que sólo pueden provenir del trabajo formador e integrado. El juego interdisciplinario debe ser el protagonista principal de la actividad docente, una actividad en permanente crecimiento que se va transformando con el vivir mismo. Poner cada uno algo de sí, en una interacción permanente e integradora, es lo que pretendemos lograr cuando nos internamos en el juego interdisciplinario. El estudio enciclopédico o académico, por completo que pueda llegar a ser, también puede ser sólo superficial, ya que puede carecer del sentimiento de la realidad, y de la experimentación con esa misma realidad. No obstante, la especialización, que seguramente ha surgido como una necesidad del hombre de adentrarse en determinados temas, a fin de dar respuestas más ajustadas a los requerimientos de su realidad, se ha ido desvirtuando en los últimos tiempos, y lo que antes fue suma, hoy se ha convertido en resta. Se ha pasado de la omnipotencia del hombre-técnico-universal, que tenía una respuesta a cada uno de los problemas que se le presentaban, a la impotencia del hombre-tecnólogoespecialista, que se encuentra disminuido frente a cualquier tema que escapa al estrecho campo de sus conocimientos. Así, lentamente, la suma se va trocando en resta. Es preciso colectivizar las experiencias. Que una persona se dedique a la ingeniería no debe ser obstáculo para que sepa también de arquitectura o de literatura. Es falso que esto no le sirva. El hombre disociado, especializado en la resta, tendrá un punto de vista mucho más estrecho que aquél que no ha cercenado sus inquietudes por conocer otras disciplinas. Como si un objeto de conocimiento no pudiera ser abordado desde diversos puntos de vista. Es aquí donde interviene el concepto de transdisciplinariedad, como complemento del juego interdisciplinario. Ya no se trata de que cada uno dé algo de sí. Cada uno debe nutrirse de los conocimientos de los demás e internalizar él mismo parte de esos conocimientos para prestar así, en una estrategia transdisciplinar, un mejor servicio a la docencia, un mejor aporte a la sociedad.
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Del libro de VEDOYA, Daniel Edgardo: LA TECNOLOGÍA NUESTRA DE CADA DÍA, Ediciones del I.T.D.A.Hu., 2001 D. CAMPO TECNOLÓGICO: INVENCIÓN, INNOVACIÓN Y TRANSFERENCIA INVENCIÓN Se cuenta que, en una escuela de España, en una clase de tecnología, se estaba estudiando el uso de un instrumento de medida, específicamente un amperímetro. En la clase se encontraba un alumno ciego, que no podía hacer uso del instrumento, puesto que su lectura era visual. Sus compañeros comenzaron a investigar el caso, y descubrieron que el no vidente podía, no obstante, percibir la diferencia térmica en una lamparita encendida o apagada. Basándose en este principio, diseñaron un amperímetro cuya lectura se podía realizar a través de una escala de lamparitas. Al pasar los años, los mismos compañeros de escuela fueron diseñando un laboratorio de física completo que pudiera ser utilizado por ciegos. Al finalizar sus estudios decidieron continuar la experiencia. Así, conformaron una empresa. En este contexto, detectaron que en países como Argelia, Túnez y Marruecos era elevado el índice de glaucoma(1). Ya adultos, durante los años 1994 y 1995, su empresa facturó alrededor de un millón de dólares en concepto de venta de equipamiento didáctico a estos mismos países. Por otra parte, en Inglaterra, un país que se destaca por estar a la vanguardia en materia de enseñanza de tecnología, a principios de los años ochenta. la oficina de patentes creó una extensión exclusiva para inventores infantiles y juveniles, con la intención de simplificar los trámites y alentar el patentamiento de las ideas de chicos de cualquier edad. Actualmente, esta dependencia publica un resumen mensual de los inventos patentados por chicos en edad escolar, e incorporó una sección especial dedicada a su defensa frente a las empresas (2). En la Provincia de Corrientes (Argentina), un grupo de estudiantes secundarios han formado, hace cuatro años, el Club de Ciencias "H20", y aún hoy se mantienen vinculados a él. Además, son los autores de audaces proyectos tecnológicos como el "TUKI II", un brazo mecánico manejado por computadora, o el sistema de reciclaje ecológico de metales, que en el año 1997 obtuvo el segundo premio en la feria Mundial de Canadá. En el año 1992, a raíz de un proyecto para el dragado de ríos en la provincia de Corrientes, la Dirección de Enseñanza Media convocó a las escuelas de la zona para trabajar sobre ecología en los esteros del Iberá. Entre los alumnos que respondieron a aquella iniciativa se encontraba un grupo de chicos de la escuela técnica "Bernardino Rivadavia" de la ciudad de Corrientes. Ellos, además de su actividad escolar, eran miembros del mencionado club de ciencias, el "H20", que funciona dentro de FUNDAVAC (Fundación de Ayuda a Víctimas de Accidentes y Catástrofes). Interesados en este concurso, se presentaron con un trabajo cuyos resultados obtenidos los llevaron a ver la posibilidad de explorar una serie de cambios de los que el que más gustó fue justamente la aplicación de la ciencia, a nivel tecnológico, al campo práctico. De ahí surgió un proyecto metalúrgico ecológico. Este proyecto concluyó con el diseño de un sistema para reciclar latas de aluminio vacías de bebidas gaseosas. Una de las características más importantes del método desarrollado es que, no sólo permite recuperar el 100% del metal, sino que es el único sistema ecológico conocido hasta la fecha. Por lo general, la fundición del aluminio se hace a crisol abierto, con llama directa. Así, el metal, que está dentro de un recipiente, entra en contacto con una llama hasta
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que se derrite. Lógicamente, la llama es producto de la combustión, y ésta libera gases tóxicos que se diseminan en el medio ambiente. La virtud del proyecto es evitar este problema, porque utiliza un recipiente cerrado dentro del cual se produce un arco voltaico. El proceso se realiza al vacío y, consecuentemente, al no haber oxígeno, no hay combustión, no hay llama, ni tampoco contaminación. La máquina fue presentada originalmente en la Feria de las Ciencias de su escuela. De allí pasó luego a las de nivel zonal, hasta llegar a la Feria Nacional realizada en San Luís. De allí se seleccionaron treinta trabajos para ser presentados en la 9na. Feria Internacional de Mendoza, en 1944, donde mereció el primer premio, entre más de 250 trabajos de varios países latinoamericanos, de Estados Unidos y de Francia. Algunos meses después, en mayo de 1995, con el apoyo del CONICET, el equipo de trabajo, junto con sus profesores, viajó hasta la ciudad de Toronto, en Canadá, para participar de la 45ta. Feria Internacional de Ciencia y Tecnología. En esta competencia se presentaron más de 1.500 proyectos de todas partes del mundo, muchos de ellos auspiciados y apoyados por importantes instituciones, como la NASA. El jurado, integrado por diecisiete científicos de renombre internacional y varios premios Nobel, entregó a la delegación argentina -una de las pocas enviadas por una escuela estatal-, el segundo premio en su especialidad. INNOVACIÓN Postman trae a colación un pasaje del Fedro de Platón para reforzar una idea subyacente en el relato. En él, Sócrates le contaba a su amigo Fedro que el dios Theuth, inventor, entre otras muchas cosas, del número, el cálculo, la geometría, la astronomía y la escritura, en cierta ocasión se las mostró al rey Thamus afirmando que deberían darse a conocer ampliamente y ponerse a disposición de los egipcios. Thamus preguntó a Theuth sobre la utilidad de cada uno de ellos, expresando su aprobación o desaprobación, a medida que éste se las explicaba, según consideraba que las afirmaciones estuvieran bien o mal fundadas. Esto fue así, hasta que le llegó el turno a la escritura. En este sentido, Theuth dijo: "He aquí un logro que aumentará la sabiduría y la memoria de los egipcios, pues he descubierto una medicina infalible para la memoria y la sabiduría". Thamus replicó: "...el descubridor de un arte no es el juez más apropiado del daño o provecho que aportará a quienes hagan uso de él. Así sucede en este caso: tú, que eres el padre de la escritura, has dejado patente tu afecto hacia tu creación atribuyéndole prácticamente lo contrario de su verdadera función. Porque aquéllos que aprendan ese arte dejarán de ejercitar su memoria y se volverán olvidadizos; confiarán en la escritura para traer los recuerdos a su memoria mediante signos exteriores en lugar de mediante sus propios recursos internos. Lo que has descubierto es una medicina para el recuerdo, no para la memoria. Y, por lo que atañe a la sabiduría, tus alumnos tendrán reputación de poseerla, sin que sea verdadera: recibirán mucha información sin la instrucción apropiada y, en consecuencia, se pensará que son muy eruditos, cuando serán en gran medida ignorantes. Y como estarán llenos de la apariencia de la sabiduría, en lugar de la sabiduría verdadera, se convertirán en una carga para la sociedad". De hecho, hay un error en el juicio de Thamus, aunque también puede extraerse de él una enseñanza importante. En primer lugar, encuentra en el relato varios principios pertinentes de los que podríamos aprender a reflexionar con prudente circunspección sobre una sociedad tecnológica. El error no radica en que la escritura dañará la memoria y creará una sabiduría aparente, es más, puede demostrarse que ha producido este efecto. El error de Thamus se centra en su creencia de que la escritura será una carga para la sociedad, y nada más que una carga. No llega a imaginar cuáles podrían ser las ventajas de la escritura que, como sabemos, son considerables.
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Consecuentemente, podemos aprender de ello que es una equivocación suponer que cualquier innovación tecnológica tiene un efecto unilateral. Toda tecnología supone tanto una carga como un beneficio; no lo uno u lo otro, sino lo uno y lo otro.(4) Actualmente nos encontramos rodeados de multitudes de entusiastas que, al igual que Theuth, sólo ven lo que pueden mejorar las nuevas tecnologías y son incapaces de imaginar lo que pueden destruir. No caben dudas de que nos enfrentamos hoy a la revolución tecnológica más importante, la cual tiene un impacto social decisivo en dos dimensiones fundamentales de la experiencia humana: el tiempo y el espacio. Las transformaciones económicas, sociales y organizativas dadas por el sistema de relaciones que operan a través de los flujos espaciales, como las telecomunicacíones, los sistemas de transporte rápido, etc, están conformando un nuevo modelo de organización social que redefine la estructura de los estados, regiones y territorios a nivel mundial y toca a todos los ámbitos de la organización social, desde la producción hasta el marketing, del tiempo libre a la política, hasta extenderse a nuevas formas de control y vigilancia. Sin embargo, la innovación tecnológica no es imposible de controlar, aunque tenga contenidos propios que puedan incidir sobre las características de una mutación. La innovación tecnológica no es simplemente el producto de la investigación y el desarrollo aplicados a la resolución de problemas sociales y económicos; la manera en que nace, crece y se difunde depende de un conjunto de factores sociales, económicos y organizativos. Aquí resulta importante analizar la caja negra que comprende los mecanismos constitutivos y de crecimiento de la tecnología para reconsiderar la relación Ciencia-Tecnología-Sociedad, no según una lógica lineal y unidireccional, sino circular y sistemática. Considerar la naturaleza compleja del proceso innovador y de la relación entre innovación tecnológica y sociedad, ya es un desafío. La innovación no es sólo la aplicación de los resultados de investigación y desarrollo a alto nivel, sino también el resultado de capacidades emprendedoras, estratégicas, de decisión, organizativas e imaginativas. Es necesario un acercamiento a la innovación tecnológica de carácter sistémico que, si bien subraye la fuerte interdependencia entre tecnología, economía, política, cultura y contexto territorial, supere este modelo tradicional, en cuanto esté en condiciones de trasladar la visión teórica a estrategias sociopolíticas más sofisticadas. Esta definición permite entender a la tecnología como organización social y, por lo tanto, no sólo tener una mayor comprensión de las relaciones que se desarrollan entre sociedad y ambiente, sino reconstruir a partir de la sociedad la relación que se establece entre la tecnología y su uso. De esta manera será posible hacer un discurso concreto sobre la innovación tecnológica, individualizando sus potencialidades, evaluando sus límites y describiendo el impacto diversificado sobre el territorio y sobre el sistema socio-económico. Una estrategia de desarrollo e innovación tecnológica de largo aliento debe partir considerando el estado en que se encuentra el esfuerzo tecnológico en el país. Se requiere una red de centros tecnológicos y universidades de alto nivel científicotecnológico, una masa crítica de empresas que incorporen una dinámica de innovación autosostenida y una capacidad nacional de alto nivel suficiente para emprender nuevas iniciativas tecnológicas de mayor escala y complejidad. Una política tecnológica debería centrarse en grandes propósitos: # Desarrollar e incentivar la transferencia tecnológica (TT) para masificar la masa de empresas que innovan. Más que acciones específicas de TT, se trata de desarrollar una política de fomento de la infraestructura tecnológica nacional, entendida como el conjunto de organizaciones que prestan servicios tecnológicos básicos y avanzados a las empresas. Asimismo. se trata de expandir la infraestructura de información, considerada como el 58
conjunto de redes "de valor agregado" (p.e. correo electrónico, comercio electrónico, bases de datos de información, sistemas de acceso a INTERNET, etc.), lo que permitirá proveer más y mejor información a las empresas en todo el país, mejorar la coordinación entre empresas, desarrollar la eficiencia del sector público y su interacción con el sector privado, así como el acceso de los ciudadanos a servicios más eficientes y a la descentralización. # Catalizar y facilitar el desarrollo de una masa crítica de empresas que rutinariamente hacen innovación tecnológica avanzada. Su presencia será un factor decisivo para que se eleve el protagonismo del sector privado en el desarrollo científico-tecnológico del país. Estas empresas no sólo deben contratar y realizar actividades precompetitivas de desarrollo, sino que también deben poder contratar y realizar I+D de tipo productivo. Asimismo, estas empresas se constituirán en la base de la conformación de consorcios tecnológicos que serán factor de demanda organizada capaz de inducir el tipo de investigación científico-tecnológica en las Universidades e Institutos Tecnológicos. El fomento a las empresas innovadoras debe ser una probabilidad abierta, que otorgue espacio al subsidio de actividades de I+D precompetitivo e industrial. Hacia el futuro. el fomento productivo se basará cada vez más en el fomento tecnológico; ello exige un nuevo perfil del sistema de incentivos para el sector público. # Impulsar el desarrollo de la actividad de I+D orientada hacia la innovación tecnológica. Una de las fuentes más importantes de Innovación Tecnológica avanzada es el fomento al desarrollo de investigación científico-tecnológica de tipo precompetitivo, orientada a generar una actividad de transferencia tecnológica. En este campo reside la posibilidad de colaboración entre empresas y universidades. # Incrementar el rol del sistema financiero en el proceso de innovación. Una de las herramientas que debe tener un impulso más activo es la industria de fondos de capitales de riesgo y la ampliación de los sistemas de fondos de garantía. En este sentido, debe incrementarse la cobertura sin perder capacidad de monitoreo del sistema. Para ello deben impulsarse modificaciones legales que faciliten el "despegue" de la llamada industria de capital de riesgo. # Fomentar la formación de recursos humanos de calidad mundial para la actividad científica y tecnológica. El propósito es incrementar la masa de científicos y técnicos dedicados a la I+D científico-tecnológica y precompetitiva. No sólo se trata de favorecer la formación de nuevos profesionales, sino también de adoptar nuevas actitudes y capacidades para la innovación, tales como la adaptación flexible y la disponibilidad para el aprendizaje continuo. De esta manera, el país podrá acelerar su desarrollo tecnológico en la medida que se decida a invertir más en la formación de profesionales altamente capacitados para la innovación tecnológica. # Desarrollar los sistemas regulatorios que induzcan a las empresas a elevar la calidad de su gestión y el desarrollo de sistemas de producción ambientalmente "más limpios". El desarrollo de normas y estándares de producción exigentes, así como de sistemas regulatorios adecuados, constituyen un marco de incentivos para difundir tecnologías avanzadas, así como para proteger a las empresas que más esfuerzos realizan en innovación tecnológica. La consolidación de iniciativas como éstas, y el desarrollo de otras nuevas, deben ser parte de uno de los propósitos más relevantes de la política tecnológica. # Impulsar la modernización del sector público para la innovación: a partir de concentrarse en la modernización y fortalecimiento de los institutos públicos, el desarrollo de capacidades regulatorias que favorezcan la innovación tecnológica, el fortalecimiento de la dimensión tecnológica de las políticas sectoriales, y la consolidación de una nueva generación de profesionales altamente capacitados en política y gestión científica y tecnológica. Según un primer estudio realizado por la OCDE(5) (1971), la innovación tecnológica se definiría como la "primera aplicación de la ciencia y la tecnología en una nueva dirección,
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seguida de un éxito comercial". Esta definición pone el acento sobre los productos y los procedimientos de producción que, simultáneamente, incorporan un cierto grado de novedad y reciben una sanción positiva del mercado. Esto implica que, a menudo, en las economías capitalistas, ciertos tipos de I+D que podrían tener un valor social importante, simplemente no son emprendidos, creando así las condiciones de una deficiencia de mercado que requiere una acción gubernamental. Hoy, la I+D, ligada a cuestiones de medio ambiente, es un ejemplo notable de esta situación. Partiendo de esta primera definición se han establecido varias clasificaciones, especialmente la distinción reciente entre a) las innovaciones progresivas (incrementales), b) las innovaciones radicales, c) los nuevos sistemas tecnológicos, y d) las tecnologías genéricas difusoras; esta distinción se encuentra en informes publicados por la OCDE. La definición centrada sobre la “primera aplicación”, incluso si posee utilidad como punto de partida del análisis, es limitada. Puede hacer pensar que adherimos a la tesis errónea según la cual las innovaciones representan entidades homogéneas bien definidas de las cuales se puede decir que entran en el circuito económico en un momento determinado. En realidad, las innovaciones fundamentales están sometidas a cambios relativamente profundos durante su período de vigencia. La importancia económica de los mejoramientos ulteriores, pueden superar por mucho la de la inversión original. Igualmente, en el caso de productos o procedimientos totalmente nuevos, para la puesta a punto y el proceso de producción se requieren numerosos conocimientos intelectuales, múltiples pruebas y relaciones de ida y vuelta. Actualmente, referirse al "proceso de innovación" o a las "actividades de innovación" sirve para indicar que, desde esta óptica, las distinciones tradicionales entre el descubrimiento, la invención, la innovación y la difusión, pueden no revestir más que un interés limitado. Generalmente, la innovación se produce a partir de conocimientos disponibles. Cuando los ingenieros de una empresa se enfrentan con un problema de innovación técnica, se dirigen primero hacia los conocimientos científicos y tecnológicos existentes, frecuentemente por etapas sucesivas. La necesidad de investigación sólo surge cuando las fuentes de información se revelan inadecuadas. Este análisis del rol de la I+D en el proceso de innovación en las empresas se aplica directamente a las grandes empresas. Por debajo de un cierto tamaño, las PyMEs no pueden afrontar el peso financiero de un equipo de I+D. Para la mayoría de las PyMEs, mantener un equipo de I+D está fuera de su alcance. Obviamente, en el caso de muchas empresas de esa categoría, no es necesario que el esfuerzo de renovación tecnológica sea permanente. Incluso si se acorta la vida útil de los productos y los procedimientos, éstos tienen como mínimo algunos años de vigencia. En ese lapso, la innovación incremental, asociada al proceso normal de producción, basta para asegurar la competitividad. Por proceso de innovación se entiende la utilización, la aplicación y la transformación de conocimientos científicos y técnicos para resolver ciertos problemas concretos. A lo largo de los últimos treinta años, la innovación se enraizó profundamente en las actividades de las empresas en el conjunto de la zona OCDE. Aunque los centros de investigación públicos, los laboratorios universitarios y las organizaciones sin fines de lucro pueden contribuir notablemente y a menudo de manera decisiva (como en la biotecnología) a ciertos avances científicos e incluso tecnológicos, no desempeñan generalmente sino un rol marginal en la innovación comercial. Sin embargo, el éxito de una innovación semejante sigue siendo extremadamente dependiente tanto en la investigación fundamental de largo plazo y de su organización institucional como de las ciencias de transferencia que constituyen un puente entre la investigación básica y la innovación industrial. Los dos modos tradicionales de describir los principales determinantes del cambio técnico son los de la atracción creada por la demanda y del impulso ejercicio por la tecnología. El 60
primero refleja el carácter central de las fuerzas del mercado en la orientación de la tecnología, las variaciones de la demanda, de los costos, de los precios y las oportunidades de beneficio que influyen sobre las motivaciones de las empresas y hacen progresar el avance técnico. El segundo modo atribuye a los avances autónomos de la ciencia pura y de la capacidad tecnológica, y más generalmente al campo del saber, el rol principal en la innovación. Los dos enfoques presentan problemas. El enfoque sintético, el más prometedor, reconoce al proceso de innovación funcionamientos propios que no pueden ser descriptos como simples respuestas flexibles al cambio de las condiciones de mercado y de la base científica de la industria. La definición más completa de un contexto económico que determina los progresos tecnológicos, en el que la tecnología y la política pública interactúan, debe tener en cuenta las variaciones de la demanda del mercado, de los precios y de la rentabilidad, como así también el rol de las instituciones y de los factores de orden sistémico. El aspecto acumulativo de la tecnología, la noción de trayectorias tecnológicas y la de rendimientos crecientes de adopción deben, en su conjunto, considerarse como parte de este abordaje más amplio. En el curso de los últimos diez años se ha puesto de relieve, con frecuencia, la aptitud de la tecnología para provocar cambios radicales. La importancia atribuida al carácter acumulativo de la tecnología sirve para subrayar el hecho de que para desarrollar y utilizar plenamente nuevas tecnologías, son necesarios procesos de aprendizaje largos y complejos, tanto por parte de las empresas que originan la innovación como por parte de aquéllas que se confrontan con la nueva tecnología en fases ulteriores de su desarrollo, en relación con el proceso de difusión. TRANSFERENCIA La transferencia tecnológica (TT) se define como la interacción entre dos o más entidades, orientada por el objetivo de transferir o traspasar tecnologías. En el proceso de TT el acervo de conocimientos acumulados puede mantenerse estable o incrementarse. Cuando se produce esto último, ello indica que la propia actividad de TT generó nuevo conocimiento tecnológico. Pueden identificarse 3 mecanismos tecnológicos: a) TT por servicios a empresas: - Asistencia tecnológica asociada a la compra y/o instalación de Maquinarias y/o equipos; - Consultorías y servicios de expertos; - Educación continua y educación de posgrado; - "Marketing" directo de tecnologías generadas; - Servicios de información; - Contratos de I+D entre empresas y universidades y/o centros tecnológicos; - Uso común de laboratorios e infraestructura científico-tecnológica; - Misiones tecnológicas. b) TT por acuerdos organizacionales: - "Brokers" de tecnologías; - Fondos de capital de riesgo; - Centros de excelencia o centros de alta tecnología; - Programas de investigación cooperativa (Programas = Proyectos); - Centros de innovación y centros de transferencia tecnológica; - Parques tecnológicos y científico-tecnológicos; - Incubadoras de empresas;
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- Pasantías de investigadores y/o empresarios derivadas de contratos; - Consorcios tecnológicos de empresas; - "Joint Ventures". c) TT por resultados de I+D: - Congresos, talleres, seminarios, "briefings"; - Tesis doctorales, tesis de maestrías, nuevos productos; - Patentes y licencias; - Bases de datos; - Publicaciones científicas y otros documentos. Los mecanismos más relevantes de TT son por servicios o por acuerdos organizacionales. Se estima que en países desarrollados, sólo el 20% de la TT viene por resultados de I+D, porcentaje menor aún en países en vías de desarrollo. Desde hace casi treinta años, las reflexiones sobre la ciencia y la tecnología han estado dominadas por una concepción lineal del pasaje de la investigación a la comercialización. En ese modelo, el desarrollo, la producción y la comercialización de nuevas tecnologías seguía un curso bien definido en el tiempo, que comenzaba con las actividades de investigación e implicaba una etapa de desarrollo del producto que luego finalizaba con la producción y la eventual comercialización. Ese modelo concordaba relativamente bien con la teoría del impulso creado por la ciencia, que era hegemónica en los años 50 y 60, pero también podía adaptarse a las teorías más sutilmente fundamentadas, basadas en la atracción ejercida por la demanda, adoptadas con creciente frecuencia en los estudios más elaborados. Del mismo modo, otros estudios pertenecientes a esta nueva generación constataron la influencia de la demanda y de los mercados sobre la orientación y la tasa del cambio técnico, especialmente en el seno de trayectorias tecnológicas establecidas, sin poner en duda las ideas establecidas acerca de la jerarquía del saber y su modo de desarrollo. El sector de empresas aporta un cierto apoyo financiero a la investigación y a la creación de nuevos conocimientos, ya sea directamente, ya sea por intermedio de fundaciones sin fines de lucro. Ese apoyo surge del hecho de que la producción industrial y las disciplinas técnicas que la acompañan necesitan poder acceder a las “ciencias exactas o productivas” para resolver problemas tecnológicos complejos. Los conocimientos en las ciencias físicas y biológicas tienden a pasar por varias fases diferentes. En la primera fase, los trabajos científicos son de naturaleza descriptiva; en la fase siguiente, los trabajos se vuelven taxonómicos; en un tercer momento, los trabajos consisten en la formulación de reglas y la construcción de modelos realmente productivos. Los avances científicos no son sino la primera etapa de una secuencia muy larga de acumulación de conocimientos. Los primeros lasers se pusieron a punto hacia 1960 y conocieron aplicaciones extremadamente diversas en los últimos treinta años. Sin embargo, desde el punto de vista del historiador de la ciencia, los principios científicos que sustentan el láser ya habían sido formulados por Einstein en 1916. Los trabajos de investigación actualmente realizados a nivel mundial sobre el desarrollo de productos que permitirían incorporar los conocimientos científicos recientemente adquiridos en materia de super conductividad a alta temperatura, no darán quizás resultados que permitan explotar comercialmente a gran escala esos conocimientos sino dentro de décadas. Cuando una ciencia no ha avanzado lo suficiente para proponer modelos realmente productivos y cuando faltan elementos claves de conocimientos fundamentales, los ingenieros utilizan métodos más trabajosos para resolver los problemas técnicos y tienen que apoyarse sobre conocimientos anteriores. Esto ocurre, aún hoy, en ciertas industrias de punta de sectores cruciales en los cuales los trabajos realizados para hacer avanzar los conocimientos 62
son muy lentos y costosos por carecer de bases científicas para orientar mejor su curso. Esa falta de conocimientos productivos trae como consecuencia costos de desarrollo muy elevados. Hoy, el acento está puesto sobre todo en la duración de la fase de desarrollo y los costos elevados de la innovación. A cada fase del proceso de innovación corresponden gastos de inversión. Durante la fase de innovación, los gastos se vinculan, principalmente, con la inversión en tecnología (I+D, licencias, concepción e ingeniería), los activos fijos necesarios para la fabricación de productos en cantidad suficiente para su introducción en el mercado, las pruebas de mercado y prospección comercial y, eventualmente, las inversiones inmateriales preparatorias (formación de los trabajadores y reorganización de la producción). En la fase de expansión del mercado, se pone el acento en las inversiones en equipos fijos (innovación en los procedimientos) acompañadas por inversiones inmateriales complementarias (especialmente la formación de los trabajadores y los gastos consagrados a la reorganización de la producción) como así también las inversiones de comercialización ligadas a la producción a gran escala. Cuando los mercados para los nuevos productos hayan alcanzado su plena expansión y la competitividad esté determinada por el precio, se manifestará una fuerte presión para introducir nuevos procesos que permitan la racionalización y la reconstrucción. Esto requiere un aumento de las inversiones inmateriales complementarias para la formación y la reorganización y asimismo inversiones en el capital físico. Esos gastos comprenden los gastos de equipamiento y los gastos de I+D, y también un amplio rango de gastos correspondientes a las inversiones inmateriales. Estas inversiones son frecuentemente muy costosas y el tiempo juega un papel importante. La duración de la fase de desarrollo y los costos crecientes de I+D son problemas presentes también en industrias más antiguas, como la automotriz y la aeronáutica. La escala de inversiones necesarias para la innovación en una cantidad cada vez mayor de ramas industriales es uno de los motores de los procesos de concentración industrial y de globalización vinculados entre sí. Las redes interempresarias y las alianzas tecnológicas proveen medios para compensar parcialmente esta baja de los costos de I+D a través de una cooperación entre las empresas. Los gastos de I+D por empresa, expresados como porcentaje del valor agregado, han aumentado regularmente en todos los países. El rol de la innovación industrial en la competitividad y el crecimiento se traduce en la amplitud de los gastos de I+D realizados por el sector empresario. Una vez reafirmada la dependencia de la sociedad industrial respecto de la ciencia fundamental, se debe prestar atención a las disciplinas susceptibles de establecer y el tipo de conocimiento necesario para las firmas y para los administradores en su actividad cotidiana. Los laboratorios de I+D industrial y las asociaciones de investigación específicas de una rama industrial son instituciones surgidas del sector industrial que tienen por vocación el establecimiento de ese puente, pero ese acercamiento debe estar igualmente organizado a partir de laboratorios universitarios y centros de investigación públicos. Este esfuerzo puede ser complementario a las medidas tomadas por el sector industrial o puede ser una iniciativa necesaria cuando las empresas no están aún dispuestas a tomar ellas mismas las medidas necesarias para acortar la distancia existente. Históricamente, por ejemplo, los gobiernos han actuado de manera particularmente activa en la agricultura, área en la que alentaron el desarrollo de la agronomía, la formación de ingenieros agrónomos y la puesta en marcha de servicios de difusión tecnológica. Por lo tanto la agricultura logró una larga y particularmente exitosa serie de realizaciones en materia de creación de ciencias de transferencia bajo formas apropiadas.
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Hasta aquí hemos hablado de la TT en términos que podríamos caratular como de transferencia exógena. Pero existe otro tipo de transferencia tecnológica, que llamaré endógena, que se refiere a aquélla que se produce internamente en un proceso tecnológico y que hace a la transformación y esencia misma de la evolución de la tecnología, a través de la historia de la humanidad. En el apartado COMPLEJIDAD, del capítulo 5. VIRTUALIDAD, GLOBALIZACIÓN Y COMPLEJIDAD, vinculo este fenómeno directamente con el grado de complejidad interna que identifica a cada proceso tecnológico. Esta complejidad produce, en una relación inversamente proporcional, cierto grado de simplicidad en el objeto tecnológico, que se traduce en satisfacciones de servicio, bienestar, confort, mejoramiento de la calidad: a mayor complejidad del proceso tecnológico interno, mayor será la simplicidad en el manejo de la tecnología que lo sustenta y, consecuentemente, el servicio que presta será mejor. Esto lo podemos observar, de manera clara y directa, en la evolución vivida por el ordenador electrónico. Paradójicamente, cuanto mayor complejidad se logra, mayores son los beneficios obtenidos y menores son los precios de comercialización. Una tecnología tiende a ser cada vez más compleja, en cuanto a sus mecanismos de resolución interna, que hacen a su funcionamiento, en procura de lograr hacer cada vez más simples los procedimientos externos de uso, facilitando una mejor y más fluida vinculación con el usuario común. Este proceso vivido por cualquier tecnología, implica una transferencia permanente de actitudes técnicas y acciones -que en un momento determinado estuvieron a cargo del usuario-, a los mecanismos internos del objeto tecnológico, produciendo, por un lado, una mayor eficiencia del sistema, y por el otro, la liberación por parte del usuario de ejercer aquellas acciones, disponiendo ahora de tiempo y libertad para mejorar sus relaciones con el objeto. Las acciones, ahora transferidas al objeto, son ejercidas por éste en forma autónoma. A modo de ejemplo, veamos lo que sucedió con la escritura. En el inicio, el hombre empleaba como herramienta básica, una especie de cincel con el que esculpía la piedra. El objetivo era dejar un rastro en la piedra, de modo tal que pudiera percibirse de alguna manera, estableciendo un código de representación e identificación de lo escrito. Los grafismos marcados en la piedra representaban una idea que se quería transmitir. El uso del cincel y de la piedra requerían de ciertas actitudes del hombre, que desplegaba determinados actitudes técnicas, necesarias para hacer funcionar el sistema así establecido. Esas actitudes técnicas fueron luego transferidos a algo más sencillo: una pluma de ganso, o una delgada varilla extraída de alguna caña, manchada con alguna sustancia especial que permitiera delinear trazos sobre una superficie, que ahora era un papiro, o un pergamino, etc. que reemplazaba a la antigua piedra. La actitud técnica empleada por el hombre para esculpir la piedra, cambió por otra, necesaria para manipular la pluma, que permitiera trazar la escritura sobre el pergamino. El grabado sobre la piedra fue reemplazado por la impresión con tinta. Con el tiempo, la actitud técnica de escribir sobre un papel (tomar la pluma con los dedos, de una determinada manera, apoyarla sobre el papel y producir ciertos movimientos que permitirán ir dibujando las letras sobre la superficie, humedeciendo cada tanto la pluma en un recipiente que contenía tinta), fue transferido a la imprenta. Ésta se logra gracias a una nueva transferencia de actitudes técnicas. La escritura sobre papel fue reemplazada por una nueva forma de escribir, ahora con unos diminutos objetos diminutos con letras grabadas en relieve sobre su superficie, los objetos tipográficos.
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La imprenta transfirió procesos técnicos a la máquina de escribir. La máquina de escribir evolucionó desde mecanismos manuales hasta electrónicos, siempre desarrollando procesos de transferencias endógenas. Mecanismos que se complejizaban interiormente, a la vez que se simplificaban exteriormente, mejorando sus relaciones con el usuario y optimizando sus prestaciones. Si bien no podemos decir que los ordenadores electrónicos sean un hito en la evolución de la máquina de escribir, sí resultan ser un caso más de transferencia tecnológica, por lo menos en lo que se refiere a la escritura, ahora resuelta gracias a los programas procesadores de texto. Esta transferencia endógena a que me refiero, se ha resuelto siempre, y sigue resolviéndose, en un doble proceso interactivo. Cuanta mayor sea la complejidad interna en los mecanismos de funcionamiento y de resolución de los problemas en los objetos tecnológicos, mayor será la simplicidad determinada en el uso de los mismos, y mejores serán sus prestaciones y resultados.
Del libro de VEDOYA, Daniel Edgardo: LA TECNOLOGÍA NUESTRA DE CADA DÍA, Ediciones del I.T.D.A.Hu., 2001 E. CAMPO ESTRATÉGICO: VIRTUALIDAD, GLOBALIZACIÓN Y COMPLEJIDAD VIRTUALIDAD Recuerdo aquél día en que estaba preparando las valijas para realizar un viaje que, en ese momento, consideraba que era una aventura estéril, dado que se trataba de visitar un paisaje que hasta ese momento creía que estaba preparado exclusivamente para los niños: Disneyworld, en Orlando, Florida, USA. Debí transitar muchos kilómetros y trasladarme hasta los recónditos parajes de ese mundo de fantasía para reconocer que lo que allí había, en nada se parecía a un cuento de hadas o narraciones infantiles que conocía hasta ese momento. Por supuesto, había espacios destinados a los niños. Éstos se encontraban en Magic Kingdom y MGM. Epcot Center, en cambio, era la representación fiel de un mundo tecnológico, del que yo no tenía la más mínima idea que existía, y se presentó ante mí, no como un mundo de fantasía, sino como la fiel realidad, manifestada a través de efectos especiales logrados con las más sofisticadas tecnologías de realidad virtual. Un oxímoron, por utilizar el calificativo de Negroponte. La realidad virtual puede convertir lo artificial en algo tan real como la realidad misma o, quizás, aún más real que ésta. En las simulaciones de vuelo, una de las aplicaciones más sofisticadas -y más antiguas-, de la realidad virtual, se producen mayores sensaciones de realidad que cuando se vuela en un avión real. Es por eso que los pilotos, recién recibidos pero perfectamente capacitados, se hacen cargo de los controles de un avión de pasajeros repleto, en su primer vuelo en un 747 real, porque en el simulador de vuelo han aprendido mucho más de lo que podrían haber aprendido manejando un avión verdadero. En el simulador, un piloto puede vivir todo tipo de situaciones extremas que, en la realidad serían casi imposibles, o significarían un desastre aéreo, o podrían terminar haciendo pedazos un avión de verdad. Una aplicación de la realidad virtual, de gran incidencia y responsabilidad en la sociedad, sería emplearla en las escuelas de conductores. 65
GLOBALIZACIÓN El efecto horizontal de algunas tecnologías -en particular de las NTIyC- puede llegar muy lejos. Más aún cuando se aplican en un mundo que se globaliza, es decir, en el que cada día hay menos barreras a la libre circulación de gente, productos y servicios. Esto se evidencia en la transformación que ha provocado la introducción masiva de la informática y las telecomunicaciones, durante los últimos años, en las actividades bancarias y bursátiles, lo que ha facilitado la rápida globalización de los mercados financieros. Hoy, una empresa argentina puede definir un nuevo producto y encargar su diseño a un especialista, por ejemplo, de Estados Unidos. Éste, sin moverse de su estudio, cumplirá la tarea y transmitirá luego -a Taiwan- los planos y especificaciones para que allí se preparen las matrices y herramientas requeridas para la fabricación del producto. Sin haber movido hasta ahora ni una sola hoja de papel, la empresa interesada recibirá en su computadora toda la información necesaria para empezar la fabricación, apenas llegue a sus manos el envío, desde Taiwan, de las matrices y herramientas. Podemos sacar varias conclusiones de este imaginario trayecto: # Técnicamente todo es posible; # Lo determinante son los costos, los tiempos y la calidad que se desee; # Siempre gana el mejor, esté donde esté; y, # Consecuentemente, cada vez es más frecuente que los que no son mejores se quedan sin trabajo. ¿Y quiénes se ubican en este cuadro? Aquéllos que sólo pueden ejecutar tareas simples, quiénes asignan a sus productos poco valor agregado. Téngase en cuenta que no estoy hablando de “malos”, ni siquiera de “mediocres”. Tan sólo me he referido a quiénes no llegan a ser los mejores, aún cuando puedan llegar a ser buenos. La actitud tradicional ha sido -y lo sigue siendo- que cuando tenemos que realizar un trabajo buscamos la herramienta que más se adapta a nuestra necesidad. Esto se aplica tanto al martillo que requerimos para clavar un clavo en nuestro hogar, como al medio de transporte que preferimos para un viaje, al soft de procesamiento de textos que instalamos en nuestra PC, al torno o al robot que se necesita para fabricar una determinada pieza. Sin embargo, hoy las nuevas tecnologías son de tal potencia que la aparición de una nueva herramienta nos obliga a estudiar cómo usarla, porque las diferencias en sus resultados son tan trascendentes que, si nuestra competencia la usa antes que nosotros, puede sacarnos del mercado. Obviamente, esta situación no es la que se produce en nuestro hogar, donde seguimos usando -al menos por ahora- el martillo, pero sí en muchas otras actividades. Imaginemos lo que le pasaría al banco que ignore al cajero automático, al supermercado que no aproveche el código de barras, etc. Cada vez es más corto el tiempo que exige incorporar las NT en nuestras vidas, porque cada vez es mayor la importancia de los cambios que provocan. El sociólogo Manuel Castells, basándose en una experiencia de investigación de casi 20 años, considera que existen tres aspectos interconectados en una transformación a nivel global. El impacto de la tecnología en sí misma sobre la organización del espacio, el efecto regional de la industria de alta tecnología, y los efectos regionales de la modernización tecnológica de los viejos procesos de producción, distribución y administración. El cambio profundo está marcado por el paso de una economía mundial a una global, logrado por los flujos telemáticos que, así como unien en redes directas sitios distantes, también desunen territorios de una misma región. Lograr el éxito de las distintas regiones requerirá
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que formen parte de la red. Esto constituirá un reto para los gobiernos y para las políticas locales y nacionales. Competitividad e interdependencia sistémica son los elementos que caracterizarán las relaciones en el interior de la red. Las empresas individuales no solamente tienen como condición esencial de supervivencia alcanzar mayores niveles de productividad a través de nuevas formas de especialización flexibles También deben estar a la altura del establecimiento de sólidas redes comerciales. Existe un conflicto, ya lo intuido por los analistas de los procesos de industrialización, que puede tener efectos devastadores en caso del abandono de los viejos centros industriales. Se requiere gran habilidad por parte de los gobiernos y de las políticas nacionales y locales, lo que se va a revelar si logran adecuar la tecnología a las condiciones del contexto y favorecen el desarrollo de mejores tecnólogos y estructuras territoriales, donde el conocimiento, los recursos financieros y humanos, se combinen sinérgicamente. ¿Cuáles deberían ser, entonces, las políticas necesarias para el crecimiento tecnológico? La crítica a una mera cultura de la excelencia constituye un parámetro al cual deberá referirse para precisar un concepto amplio de innovación, como un conjunto de capacidades emprendedoras, estratégicas, de decisión y organizativas que están en la base de la constitución de políticas de la innovación y estructuras de difusión de esta misma innovación territorialmente eficaces. Las políticas de innovación son aquéllas que favorecen el desplazamiento hacia adelante de la frontera tecnológica. Es decir, aquéllas que promueven la innovación radical, que son, sobre todo, políticas de carácter integral y territorial que permiten a un mayor número de empresas y de situaciones la alineación a una meta ya existente que permita a los distintos estados y a las diversas regiones de un mismo estado, correr a la misma velocidad o en modo menos deficiente. Lograr adaptar las tecnologías a condiciones específicas será esencial para evitar rezagos tecnológicos que castiguen sobre todo a las pequeñas unidades productivas que, como se sabe, encuentran los mayores obstáculos en la producción de innovación por las dificultades de acceso al financiamiento para el desarrollo de la investigación, y por la carencia de capacidad organizativa, a pesar de ser las más activas en favorecer el crecimiento del empleo y hacerlo en la región a la que pertenecen. La producción de la innovación y la constitución de un ambiente favorable, para que así sea, reclaman capacidades profesionales complejas que frecuentemente, tanto los actores individuales, como la empresa individual o los individuos que se orientan poco al mercado de trabajo, no poseen. El resultado es un sistema descentralizado más flexible que aquél tradicional y verticalmente integrado. Las políticas estatales permiten una visión del estado en acción, desagregado y descongelado como estructura global y puesto en un proceso social en el que se entrecruza complejamente con otras fuerzas sociales. Esta visión es complementaria de otros enfoques, con cuyas hipótesis y conclusiones puede controlarse mutuamente. Uno de ellos apunta directamente a una reconceptualización del tema del estado y la sociedad. Aún cuando recoge los resultados de investigaciones más empíricamente orientadas, su objeto propio es una teorización a un nivel ya inicialmente alto de abstracción. Un segundo enfoque gira alrededor de las vinculaciones entre clases y estado; su objeto propio es una relación estructural clase-estado que abarca numerosos modos de vinculación (incluso políticas estatales) entre una y otro. El tercer enfoque es más empírico e inductivo que el primero e intervienen más actores sociales que el segundo, sobre la base del estudio de una o pocas cuestiones y sus respectivas políticas. Un estudio de las políticas estatales ayudaría a desagregar y a poner en movimiento 67
al estado y a sus actores (clases, fracciones de clase, organizaciones, grupos, eventualmente individuos), que aparecen más global y estáticamente definidos en los otros dos enfoques. El campo propio de este tercer enfoque es más dinámico y menos estructural, donde el proceso social es tejido alrededor del surgimiento, tratamiento y resolución de cuestiones ante las que el estado y otros actores adoptan políticas diversas. Una visión más directa y analítica del primer enfoque y más estructura de del segundo, se corresponde en el tercero con una más detallada y dinámica de cómo y por qué un complejo conjunto de actores ha actuado respecto de ciertas cuestiones (conflictos, coaliciones, movilización de recursos, grados relativos de autonomía, poder de los actores, incluyendo el estado). Estas argumentaciones de Oszlak y O'Donnell, referidas casi con exclusividad al problema latinoamericano, se complementan con otros análisis, de otros autores, basados en fenómenos que acontecen en el ámbito universal: mundialización, globalización, cambios de paradigmas, etc. John Naisbitt y Patricia Aburdene destacan como las influencias más importantes y dominantes las que se enuncian a continuación: 1. el crecimiento económico mundial de los años '90; 2. el renacimiento de las artes; 3. la introducción del capitalismo en China y Europa del Este; 4. la mundialización y el renacimiento nacionalista; 5. las privatizaciones de los Estados; 6. el peso económico de la cuenca del Pacífico; 7. el auge del liderazgo femenino; 8. el impacto de las biotecnologías; 9. el renacimiento religioso; y, 10. el triunfo del individuo. Alvin Toffler pone el acento en la informatización de la sociedad, en el surgimiento de una economía fundada en el poder del conocimiento, en la mundialización y en la transformación de las organizaciones empresariales, políticas y sociales. Peter Drucker, en LAS NUEVAS REALIDADES Y LA SOCIEDAD POSCAPITALISTA, señala como fenómenos emergentes la constitución de una sociedad del conocimiento, el derrumbe del Estado nodriza, el crecimiento de las iniciativas comunitarias, la redefinición de las organizaciones y de los modelos de gestión, la formación de un nuevo espacio supranacional mundialización de la economía, bloques regionales, organismos transnacionales-, y la necesidad de estrategias de protección al medio ambiente. Por su parte, Paul Kennedy, en HACIA EL SIGLO XXI, selecciona tres fenómenos que le parecen decisivos para el destino de la humanidad en explosión demográfica, el impacto de las nuevas tecnologías sobre el empleo y la economía -informatización, robótica, biotecnologías-, y los desequilibrios ecológicos, en particular, el recalentamiento de la atmósfera. Por último, Augusto Pérez Lindo (4) nos plantea un cuadro de las MEGATENDENCIAS MUNDIALES, que a la hora de analizar todas estas cuestiones resulta muy interesante: 1. Positivas: a. el proceso de mundialización b. el surgimiento de la economía del conocimiento c. la emancipación femenina d. los procesos de democratización en el mundo
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e. la desmilitarización y el desarme de muchos países f. el surgimiento de nuevos movimientos sociales 2. Catastróficas: a. el agravamiento de los desequilibrios internacionales y sociales b. la explosión demográfica c. el empeoramiento de los desequilibrios ecológicos d. el incremento del desempleo 3. Ambiguas: a. el derrumbe del estatismo y los procesos de privatización b. el renacimiento de la cultura mítica y de las religiones c. el predominio del individualismo d. el desarrollo y el impacto creciente de los multimedios e. la informatización y robotización de la sociedad f. la revolución biotecnológica Según Riccardo Petrella, el enfoque de la regionalización parte de la idea de que es más fácil y eficaz empezar incorporando en un organismo económico a países que, por razones de vecindad, comparten una historia, unas tradiciones y unos valores que les son comunes y que están ligados por intereses también comunes, que no integrar de golpe a todos los países y pueblos del mundo. En muchos casos, el enfoque de la regionalización también asume el principio, más pragmático, según el cual la integración de diferentes Estados, pueblos y culturas ha de ser un proceso gradual que, partiendo de la creación de una sólida comunidad de intereses económicos entre los países de la zona, vaya construyendo luego, paso a paso, otras plataformas integradoras en los campos monetario, de las relaciones exteriores y de la defensa. El principio pragmático sostiene que este proceso gradual finalmente conducirá a la plena integración política. Hay procesos de regionalización desde los años '50 bajo la forma de eliminación progresiva de todas las barreras económicas que mantienen la fragmentación de la región en otros tantos mercados nacionales. Los diversos ejemplos de regionalización abarcan un amplio abanico que va de la simple unión arancelaria hasta la integración económica basada en una unión monetaria con políticas económicas comunes, pasando por la creación de un mercado único u otras formas de integración y cooperación económica. COMPLEJIDAD El imperio de los principios de disyunción, reducción y abstracción dominan nuestro universo científico, en una especie de “paradigma de simplificación”. Este paradigma, formulado por Descartes, ha controlado el pensamiento occidental desde el siglo XVII, permitiendo arribar a los trascendentes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica, y sus consecuencias recién comienzan a develarse en el siglo XX. Fue necesario superar esta disyunción entre los tres pilares del conocimiento científico (la biología, la física y la ciencia del hombre), y hubo que acudir a otra simplificación: la reducción de lo complejo a lo simple, reduciendo lo biológico a lo físico y lo humano a lo biológico). El ideal del conocimiento científico clásico era descubrir el orden imperante en la complejidad aparente de los fenómenos del mundo conocido. La complejidad se presenta así como un tejido de componentes heterogéneos, inseparablemente asociados en un intento de unir paradojalmente lo uno con lo múltiple. La complejidad es, precisamente, una maraña de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que conforman nuestro mundo fenoménico. 69
En otras palabras, la complejidad tiene rasgos enredados, inextricables, desordenados, ambiguos, inciertos. “No hace falta creer que la cuestión de la complejidad se plantea solamente hoy en día, a partir de nuevos desarrollos científicos. Hace falta ver la complejidad allí donde ella parece estar, por lo general, ausente, como, por ejemplo, en la vida cotidiana” (Morin, op. cit., 87). No obstante, no podemos descuidar el hecho de que la complejidad existe gracias a la presencia de hechos simples que se suman conformando un todo complejo. Si bien “el todo es más que la suma de las partes que lo constituyen”, queda demostrado que también “el todo es menos que la suma de las partes” (Morin, op. cit., 121), y por si fuera poco, para complicar más aún el concepto, “el todo es más y, al mismo tiempo, menos que la suma de las partes” (Morin, op. cit., 122). Este modo de asumir el análisis de la realidad presenta un planteo metafísico y epistemológico: la ciencia es considerada hoy como hipotética, en cuestionamiento permanente, facilitando que los seres humanos nos interroguemos acerca del mundo de nuestra propia existencia y de todo lo que nos rodea. Este planteo brinda forma al espíritu curioso de la existencia humana, presenta la complejidad como forma de abordar la realidad y concibe al conocimiento como analizador de las relaciones estructurales, funcionales y constructivas que vertebran y conforman el mundo. No obstante, no podemos desvincularnos de aquella concepción primigenia que nace con Newton, donde primaba el paradigma de la simplicidad. ¿Qué hizo que el pensamiento humano cambiara tan vertiginosamente de rumbo? Por un lado, fue necesario realizar un análisis desde la óptica de la complejidad para posibilitar una explicación de la esfera del psiquismo, dado que la simplicidad se agotaba con el modelo de los movimientos de las corporeidades, de las cosas, de los entes. Por otra parte, esta situación ambigua, y al mismo tiempo polivalente, nos retrotrae a la concepción newtoniana simplista del mundo. Entre los siglos XVI y XVIII predominó una manera simplista de concebir la realidad, que hizo eclosión con la visión del mundo propuesta por la teoría “mecanicista” de Newton., también conocida como “paradigma de la simplicidad”. El rasgo que caracterizó este paradigma o forma de entender la realidad fue concebir al mundo como un espacio vacío lleno de cosas adentro. “Cosas” que a su vez eran concebidas como “corporeidades” (cuerpos), relacionadas entre sí mediante vínculos externos, uno fuera del otro, de modo que donde residía uno no podía residir el otro, regidos por el principio de impenetrabilidad de los cuerpos (ningún cuerpo puede ocupar el lugar de otro, no puede penetrarlo), por los principios de acción y reacción (si un cuerpo acciona sobre otro, éste reactúa sobre el primero), etc. Así, humildemente, comenzaba a surgir la tesis de la primeridad y la segundidad Hoy, ya nada es simple, pero al mismo tiempo, nada es complejo, absolutamente. Lo simple existe gracias a lo complejo. Lo complejo no sería tal sin la presencia de lo simple. El paradigma de la simplicidad se entroncaba en lo complejo, lo desentrañaba, para explicarlo, para entenderlo. El paradigma de la complejidad se posiciona sobre lo simple, lo entrelaza, para abarcarlo, para dominarlo. La complejidad es una forma de abordar la realidad. Consiste en tres grandes elementos o conceptos según sus jerarquías: estructurales, funcionales y constructivas. Enfocar cualquier objeto de estudio en la complejidad, no sólo haciendo referencia a sus componentes interactuantes, no alcanza; habrá que agregar estructuras formativas, relaciones funcionales e historias formativas. De lo contrario, no habrá un enfoque completo según la complejidad.
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No basta con aplicar el método analítico, funcional, estructural; aunque es necesario, no es suficiente. Todo habrá que pensarlo a la luz del proceso constructivista. No significa esto que nos centremos exclusivamente en Piaget; me refiero a la totalidad de las transformaciones metodológicas del siglo XX. Herbert Simon, en “La arquitectura de la complejidad”, nos plantea un ejemplo acudiendo a la alegoría de dos relojeros, Tempus y Horus, ocupados en la fabricación de relojes, a partir de un determinado número de piezas. Pero, mientras el primero lo hace en su totalidad, el otro lo realiza en forma particionada. Tempus ensambla de una sola vez las 1000 piezas que componen cada reloj para lograr conformar el todo. Horus, en cambio, va ensamblando de a 10 piezas por vez, completando así un total de 100 módulos, para arribar al mismo fin. Si por diversas circunstancias debieran abandonar la operación en un momento dado, Tempus deberá comenzar su trabajo nuevamente desde el principio, en tanto Horus lo hará sólo desde el momento en que haya terminado de ensamblar el último módulo. Al final, Horus habrá terminado su trabajo antes que Tempus. Pero, ¿es la de Horus la mejor estrategia? Esta paradoja nos hace desviar la atención de otras alternativas. Si los relojeros no vieran interrumpida su labor, ¿cuál sería entonces la mejor estrategia? Evidentemente, mientras Tempus resolvería su problema en 1000 operaciones, Horus lo debería hacer en 1111. El conocimiento precisa poner orden a los fenómenos, rechazando el desorden, descartando lo incierto, seleccionando los elementos de orden y de certidumbre, descartando la ambigüedad, clarificando, distinguiendo, jerarquizando. La ciencia es una simplificación necesaria para encarar el estudio del universo, para extraer ciertas propiedades, ver ciertas leyes, y para eso construye su objeto extrayéndolo de su ambiente complejo y lo expone en situaciones experimentales no complejas. La ciencia requiere de un pensamiento complejo para resolver las situaciones complejas poniéndolas en un marco de simplicidad relativa. El pensamiento complejo es aquél que reconoce que la realidad no puede descomponerse en partes pequeñas para ser analizada, para que los problemas sean resueltos, pero acepta que la realidad es una y, aunque dividida artificialmente para su estudio, siempre será una y requerirá de esfuerzos multi-, inter- y hasta a veces transdisciplinarios para ser estudiada. El desarrollo de un tipo tal de pensamiento sólo se logra desafiando nuestros mitos y dogmas académicos, rescindiendo paradigmas, repensando críticamente cómo pensamos, y aceptando, la mayoría de las veces, que las contradicciones no siempre pueden ser resueltas. Es preciso asumir una actitud diferente, despojándonos del caparazón de especialistas en determinada ciencia o técnica, y reconocer que el mundo es uno, y la realidad, aunque compleja, también es una, entremezclándose en ella disciplinas de diversa especie. Ver las cosas con sentido unilateral, desde la óptica de un físico, de un matemático, de un administrador, de un sociólogo, etc., resulta hoy una actitud egoísta, superficial y hasta artificial. Por otra parte, si bien el paradigma de la complejidad caracteriza a nuestra realidad cotidiana, y se impone día a día en nuestra vida, el paradigma de la simplicidad no deje por ello de ser actual, y se impone también en cada caso. No podríamos distinguir uno sin la presencia del otro. Estamos parados frente al surgimiento de un nuevo paradigma, el paradigma de la diversidad.
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Resulta necesaria una toma de conciencia radical. La causa profunda del error no está en el error de hecho (falsa percepción), ni en el error lógico (incoherencia), sino en el modo en que organizamos nuestros sistemas de ideas (teorías, ideologías). Las amenazas más graves que enfrenta la humanidad están ligadas al progreso ciego e incontrolado del conocimiento (armas termonucleares, manipulaciones de todo orden, desarreglos ecológicos, etc.). (ver Capítulo 8: HOY). El desarrollo tecnológico se ha logrado, en gran medida, gracias a esta vertiente de complejidad que complica la comprensión de ciertos principios de funcionamiento de los procesos («caja negra»), produciendo paradojalmente una simplificación en el uso y manejo de los productos tecnológicos. Esto ha sucedido mediante la transferencia endógena que se produce internamente en todo proceso tecnológico, que se traduce en una transformación (innovación, cambio, reforma), esencia misma del desarrollo tecnológico, a lo largo de la historia de la humanidad, protagonista privilegiada de los cambios producidos -y que se siguen produciendo- en la sociedad.
Del libro de VEDOYA, Daniel Edgardo: LA TECNOLOGÍA NUESTRA DE CADA DÍA, Ediciones del I.T.D.A.Hu., 2001 F. CAMPO ECONÓMICO: TRABAJO, PRODUCCIÓN Y DESARROLLO TRABAJO La convergencia de componentes electrónicos, computadoras, telecomunicaciones, electrónica profesional y de consumo y sus servicios relacionados, caracteriza a lo que también se llama el sector de la información, que abarca actividades que, de una u otra manera, implican la creación, el procesamiento o la transmisión de señales, es decir, de información. Este sector debe su importancia al hecho de que ninguna actividad puede desarrollarse sin algún intercambio de información. esto explica la naturaleza ubicua de estas TIC y por qué cada día encontramos chips en más lugares diferentes. Las múltiples tecnologías que integran cada grupo de NT (BT, NM y TIC) comparten dos características: Por un lado, el nacimiento y el desarrollo de cada NT genera nuevas actividades. Con ellas aparecen nuevas empresas y surgen nuevos empleos: tanto por su creación de nuevos puestos de trabajo como por requerir nuevos perfiles a los que los cubren, a la vez que hacen que desaparezcan otras actividades. Pensemos, por ejemplo, en la informática y su producto más familiar, la computadora personal. A comienzos de la década de los ochenta casi no había PC en Buenos Aires. Hoy se las comercializa y repara, se dictan cursos sobre cómo usarlas, se escriben, se venden (y también se roban) programas para aprovecharlas; hay empresas que se ocupan de impresoras para PC, modems para PC, diskettes para PC, papel para PC, etc. No hay duda de que se han generado nuevos empleos que, casi siempre, requieren nuevos conocimientos para que puedan ser desempeñados. Por el otro, cuando una nueva tecnología se incorpora a otra actividad, ésta cambia y ya nada es igual. A este efecto se lo ha denominado efecto horizontal. Veamos, por ejemplo, el efecto de las NTIyC en las cajas registradoras, que pasaron de ser electromecánicas a electrónicas. Con este proceso no sólo se modificó la naturaleza del producto sino que también se ampliaron sus funciones: ahora la caja registradora es parte del 72
sistema y, de ser una máquina de sumar y restar, se convirtió en una terminal de entrada de datos que, por ejemplo, se usa para controlar los movimientos de mercaderías y actualiza el stock del local o se conecta con las computadoras de los bancos, del negocio y del cliente e, instantáneamente, acredita en una cuenta lo que se debita en otra. Si miramos una industria compleja, como la aeronáutica, apreciaremos cómo las computadoras, que se utilizan cada vez más en el diseño y fabricación de los aviones y en la gestión de las líneas aéreas, produjeron más seguridad y comodidad en los vuelos y economías a las compañías que, en muchos casos, se trasladaron a los pasajeros. El efecto horizontal que provoca la difusión de las TIyC en las etapas de diseño, producción, distribución y comercialización de diferentes bienes y servicios permite acortar los plazos en que se cumple el ciclo y, por lo mismo, hace posible responder con mucha mayor rapidez que en el pasado a nuevas exigencias, sean éstas reales o inducidas. Otra categoría de efectos es que la generalización del uso de una tecnología puede descolocar a los que no la dominan. Por ejemplo, hasta que aparecieron los primeros simuladores eran necesarias muchas horas de vuelo -y asumir los costos- para formar un piloto. Más tarde, se generalizó el entrenamiento en simuladores y se pudo capacitar pilotos sin consumir gasolina ni mantener aviones. La generalización de la cirugía virtual puede significar una desventaja para los que no la usen, ya que seguirán sufriendo los inconvenientes y los altos costos de la capacitación de los cirujanos que requiere, necesariamente, cadáveres o voluntarios. Esta reflexión tiene particular importancia en países de menores recursos, como el nuestro. El paso de la sociedad industrial a la sociedad programada, post-industrial o neoindustrial se basa en el crecimiento de una pluralidad de modelos organizativos, implica soluciones diversificadas y comportamientos culturales heterogéneos, y está definido por la suma de una mayor racionalidad relativa que confronta en un modelo global. Para reflexionar sobre los nuevos modelos organizativos, es importante considerar los siguientes puntos: A) la cultura de la innovación; B) la relación tecnología-trabajo, con respecto a los problemas de empleo y de la organización de los procesos de trabajo; C) el territorio, como lugar de definición y producción de estrategias organizativas y políticas y de nuevos modelos de organización social. Muchas aportaciones subrayan la importancia de elaborar una teoría que pueda explicar los cambios sociales que se están desarrollando, inducidos por el desarrollo tecnológico y señalar líneas de acción tendientes a controlar su impacto en la sociedad. Esta mutación que se está dando en la sociedad postmoderna, ofrece dos lecturas, consideradas por algunos un tanto inadecuadas, parciales y hasta equivocadas. Una primera lectura, despojada de contenidos optimistas ligados a una idea evolucionista de progreso, permite entrever algunos cambios y evaluar su deseabilidad, aunque numerosas investigaciones empíricas pusieron en evidencia cómo la situación real ha minado la certeza de los apologistas de la sociedad postindustrial sobre un crecimiento lineal hacia un difuso bienestar y demostraron cómo las grandes metáforas de las ciudades cableadas. La teoría postmoderna tiene, en cambio, el mérito de revelar cómo el proceso de transformación forzado no significa progreso, cómo la relación entre la ciencia y la cultura supone una relación de poder, y cómo el problema del conocimiento se convierte en un problema de eficiencia y de control social. El haber concentrado el análisis en los procesos de comunicación, en el poder de los medios, y en el crecimiento de realidades virtuales, ha impedido, sin embargo, considerar los contenidos de tecnología y las posibilidades de emancipación de los protagonistas sociales: usuarios, pero 73
también creadores de tecnología. Ésta no permite el análisis y tampoco puede ofrecer una explicación de las transformaciones sociales existentes y de las alternativas políticas. Una segunda línea de reflexiones se interesa en los procesos del trabajo, del empleo, y de las nuevas modalidades organizativas que influyen sobre los procesos de reorganización del trabajo, así como sobre la reorganización del territorio. Las controvertidas consecuencias sociales del progreso tecnológico sobre las transformaciones del mercado de trabajo y sobre los procesos de capacitación de la fuerza de trabajo han sido objeto de muchos estudios, desde proyecciones de economistas como Leontieff y Dukin sobre el futuro del empleo, hasta el punto muy debatido entre Braverman y Adwell sobre la evolución de los procesos de capacitación. Por la actualidad de sus consideraciones relativas a la defensa y reutilización de las potencialidades de los recursos humanos y organizativos de las viejas regiones industriales parece importante llamar al debate sobre la desindustrialización. Existiría entonces una relación de complementariedad entre cambio tecnológico y pleno empleo demostrada empíricamente por el mayor crecimiento de los puestos de trabajo en las industrias de "high-tech". El desequilibrio entre los trabajos perdidos en los viejos sectores y las nuevas oportunidades podría resolverse con las políticas oportunas de soporte estructural de las demandas políticas y tecnológicas calificadas. Sin embargo, según muchos economistas de la O.C.D.E. indican, a diferencia de 1981, que en caso de reanudarse el desempleo, éste será mucho mayor, por el fuerte desequilibrio entre la caída del empleo y el crecimiento del ciclo económico. PRODUCCIÓN La tecnología de producción por línea de montaje posibilitó la producción masiva, pero la aparición de los medios masivos fue lo que prácticamente impuso el desarrollo del marketing masivo. La actual precipitación de la situación socioeconómica, ejemplificada en Turín y en Piemonte por los asuntos de la Fiat y descritas a nivel europeo por el connotado ‘libro blanco’: "Crecimiento, Competitividad y Empleo", explica claramente la paradoja de la relación entre Innovación Tecnológica y Sociedad. Por un lado, el crecimiento de la innovación tecnológica es una condición necesaria para el desarrollo, pero por el otro, el desarrollo tecnológico no implica por sí mismo difusión generalizada de bienestar; al contrario, trae desigualdad, diferente distribución de las oportunidades, situaciones de polarización entre sobreempleo y desempleo. Hoy parece haberse decretado el divorcio entre el crecimiento de la tecnología y el crecimiento del empleo. Los procesos de automatización en la industria y en los servicios generan más automatización, fenómeno definido por el sociólogo italiano Galino como automatización recurrente; como consecuencia, los niveles de productividad se presentan más amplios que los grados de expansión de los mercados a nivel mundial: el problema ya no es sólo el de "comparable work" o de movilidad entre trabajos equivalentes, sino el de trabajo y no trabajo. El objetivo no es sólo la promoción de políticas adecuadas de promoción y difusión de la innovación, sin duda necesarias, sino la superación del paradigma de la "información intensiva" que, si bien en una época permitió el enriquecimiento de la sociedad occidental, hoy se puede revelar como una trampa. La relación tecnología-empleo nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que la innovación tecnológica se funda en un paradigma cultural del siglo XIX, el de la eficiencia productiva basada en el ahorro de tiempo y esfuerzo y, por lo tanto, es intrínseco a su contenido el hecho de que la tecnología actual presente rendimientos decrecientes en términos de empleo global. Es evidente entonces la paradoja tecnológica que contrapone a quién trabaja demasiado y a quién no trabaja, centros de excelencia y áreas de pobreza creciente: una confirmación de esto
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se obtiene de los resultados de una investigación empírica conducida en 1982 sobre los trabajadores de la Fiat en "Casa Integratione" y la comparación con la situación actual. Entre éstos había un grupo de personas, definibles como pioneros, que individualizaban la experiencia de la caja integradora como una posibilidad de mejoría; hoy, en cambio, parece desaparecer esta tipología, aunque vayan a la caja integradora figuras con un mayor grado de capacitación, ya sean técnicos o empleados. La reestructuración tecnológica y económica modifica también la organización del trabajo y la composición interna de la mano de obra. Los nuevos modelos de organización del trabajo definidos como producción ligera, empresa flexible, implican una importante transformación del modelo taylorista-fordista: estos comportaban la constitución de una fábrica con flujo total, con productividad total. Con respecto al modelo fordista precedente, la fábrica funcionaba como un todo continuo, el espacio productivo estaba integrado y conectado en un único ciclo, perfectamente continuo, los tiempos muertos se eliminaban a través de la obtención de la mayor eficiencia por parte de cada uno. La profunda ruptura con el modelo precedente sucede en el plano de las relaciones con el mercado, con la sustitución de lógicas comunicativas respecto a las lógicas de mando en los estilos de dirección y organización y la sustitución de una racionalidad de proceso respecto a una instrumental económica, sobre la definición del proceso de trabajo y de organización interna y externa. Sin embargo, también en este plano el desarrollo innovador presenta contradicciones. Las nuevas estrategias organizativas, las políticas de personal, las técnicas de gestión y administración se basan en un concepto de eficiencia que contrasta con las estrategias de innovación organizativa inspiradas en una lógica comunicativa de investigación, consenso y participación. La presión que se ejerce sobre el personal es a costa de un notable stress, desde el momento en que la supervivencia del empleado está directamente relacionada con la utilidad que la empresa tiene que alcanzar. Además de estas contradicciones, se insiste en el proceso de reajuste productivo; por ejemplo, F. Nashhold, con una óptica de larga jornada y sobre la base de una vasta actividad de investigación conducida por su grupo, el WZB, hace explícitas cómo se dan algunas megatendencias independientes del desarrollo tecnológico, las cuales tendrán que tomarse en cuenta por las empresas en su proceso de modernización y de utilización de la tecnología. Las "megatrend" especificadas por el investigador, se refieren a características intrínsecas de la fuerza de trabajo, que van a modificar los comportamientos y las actitudes al impactar sobre los niveles de eficiencia y la calidad de la prestación de trabajo y van a cambiar profundamente en el futuro las características del mercado de trabajo y la estructura del empleo. Las empresas europeas tendrán que hacer cuentas con trabajadores más viejos y dotados de menor prestancia física, en contraste con los principios de desempeño y de eficiencia técnica. El territorio, y en particular los factores locales, se toman en consideración ya sea por los efectos de la transformación económica y de la reestructuración tecnológica a gran escala, o ya sea como área operativa de intervenciones políticas y administrativas, así como punto de apoyo para la constitución de agregados innovadores, como el contexto cultural. DESARROLLO En todo plan de desarrollo socio-económico para una comunidad, el eje principal debe desplazarse en la búsqueda del mejoramiento de la calidad de vida del individuo, finalidad primordial de toda actividad humana. Esta premisa, que implica un cúmulo de situaciones, será factible sólo si se apoya firmemente en una planificación estructurada, centrada en el progreso científico y tecnológico, con cuyos resultados puede lograrse el progreso económico; de aquí, consecuentemente, se debería llegar al progreso social.
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Lógicamente, esto dicho así tan simplemente, no aparece por generación espontánea. Todo este conjunto representa, por otra parte, el motor del desarrollo social y económico de una comunidad. Pero para que este desarrollo sea efectivamente el motor del desarrollo social y económico de la sociedad, debe necesariamente ser sustentable. Si el desarrollo es sustentable, propenderá al mejoramiento de la eficacia económica, a la protección y el restablecimiento de los sistemas ecológicos y al aumento del bienestar de la gente. Éste no es un objetivo a largo plazo sino una necesidad de hoy. Significa que las presentes formas de acción ya no son una opción para los gobiernos, las empresas privadas, las comunidades o los individuos que deben participar en ellas. Debe promoverse el desarrollo sustentable en la forma de decisiones a nivel nacional e internacional. Contribuir con nuevos conocimientos, conceptos y análisis de políticas, además de identificar y diseminar informaciones sobre las mejores prácticas de desarrollo sustentable, demostrando cómo medir el progreso y estableciendo asociaciones en las cuales se amplíen estos mensajes, y produciendo la necesaria transferencia tecnológica de estos resultados. Para que la sustentabilidad se logre, a partir de una efectiva transferencia tecnológica, es menester también contar con la aceptación de sus destinatarios. No debe convertirse en una imposición. Fundamentalmente, la sustentabilidad requiere EDUCACIÓN. No obstante, si bien el desarrollo sustentable asegura la permanencia de la calidad de vida, para lograrlo también se requiere de la NECESIDAD. Necesidad y educación son dos factores singulares que necesariamente deben manifestarse vinculados para asegurar que el desarrollo sea sustentable. Cabe agregar además, que el desarrollo sustentable es un sistema donde no sólo se da la necesidad y la educación, sino también resulta imprescindible la intervención institucional que asegure su aplicación. Deben concurrir, en un sistema biunívoco y permanente, la formación de la conciencia, la educación ambiental y la necesidad. El desarrollo sustentable es aquél que satisface las demandas del presente sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. La tendencia actual es la conservación de los ecosistemas y de la vida silvestre, el uso apropiado de los materiales, la conservación y protección del agua, la eficiencia de la energía, la reducción de los desechos y el manejo responsable de los mismos, la mejora de las condiciones de salud de los residentes locales y el derecho a saber, el desarrollo económico y la reducción de la pobreza. La explotación indiscriminada de los recursos naturales en aras de un bienestar temporal pone en riesgo la existencia misma del hombre, además de plantear un problema ético y moral hacia las generaciones futuras. Es obligación de esta generación entregar a sus descendientes los recursos naturales al menos como los recibió y, de ser posible, incrementados y mejorados. Si bien es cierto que el desarrollo económico ha provocado problemas en el medio ambiente, también es importante destacar que el crecimiento económico es crucial para reducir, en el mediano y largo plazos, los efectos ecológicos adversos. El crecimiento sostenido en las oportunidades de empleo y en el ingreso y la cobertura de servicios básicos como la educación, permiten aminorar las presiones sobre los recursos naturales.
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Es necesario generar una cultura ecológica que, conjuntamente con el aumento del ingreso, permita a la población optar por conservar el medio ambiente y utilizar sus riquezas a través de un aprovechamiento racional y orientado a la sustentabilidad. Debe reforzarse una cultura de responsabilidad con la naturaleza, lo que implica un compromiso con las generaciones futuras, el cumplimiento estricto de las normas jurídicas para la preservación ecológica y el control de residuos y procesos contaminantes, así como la elaboración de acciones para prevenir y combatir el deterioro ambiental en los grandes centros urbanos y en las ciudades, en general. A través de la historia, el hombre ha transformado a la naturaleza adecuándola para la satisfacción de sus necesidades y requerimientos. A partir del inicio de la década de los setenta se intensificaron las preocupaciones y las reflexiones en torno al ambiente, y el punto focal de éstas versó sobre la finitud de los recursos naturales, su capacidad de regeneración y el incremento de la presión sobre los ecosistemas por el crecimiento exitoso de las poblaciones. Por último, para lograr la sustentabilidad, además de los aspectos económicos y ecológicos, debe resolverse, fundamentalmente, el aspecto social. Ningún desarrollo podrá sustentarse, si la propia sociedad no se siente identificada con él. Ahora bien, ¿cómo se pone en marcha un programa que contemple estos aspectos? Fundamentalmente, desde un enfoque sistémico, en un marco científico-tecnológico. Para instrumentar un plan de desarrollo, caracterizado por la sustentabilidad, será preciso diseñar un proceso de gestión que permita tomar decisiones, con el fin de: 1. Lograr crecimiento económico, equidad y sustentabilidad ambiental en los ámbitos de gestión, como forma de alcanzar el desarrollo sustentable; 2. Determinar qué puntos de intercambio deben existir entre estos tres objetivos en una determinada región y entre regiones; 3. Facilitar el conocimiento, por parte de los actores involucrados, del tipo de intercambios viables y de los valores de dichos intercambios; 4. Determinar en qué momento se alcanza el equilibrio de desarrollo sustentable que satisface a los actores de la región en desarrollo. Siendo el desarrollo sustentable función de los tres objetivos mencionados, no será posible privilegiar a uno en desmedro de los otros. La gestión realizada por los diversos actores debe favorecer simultáneamente el crecimiento económico, la equidad y la sustentabilidad ambiental, a través de la transformación productiva, la prestación de servicios sociales y la conservación de los recursos naturales. Algunos de los criterios planteados precedentemente sentaron la base de la Primera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano, realizada en el año 1972. Allí se suscribieron de común acuerdo 26 (veintiséis) principios para el cuidado, preservación y regeneración del medio ambiente. El evento fijó pautas que sirvieron a varios países para crear en ellos instituciones que atendieran los problemas ambientales de sus respectivas regiones. Once años más tarde, en 1983, la ONU creó, como órgano independiente, la “Comisión Mundial del Medio Ambiente y el Desarrollo”, cuyo informe se conserva en el documento titulado "Nuestro futuro común", publicado en 1987, conocido universalmente como "lnforme Brundtland". Este documento resume los principios y postulados de la “I Cumbre Mundial”, sentando las bases para la reunión que se dio luego en Río de Janeiro, en el año 1992. En él se expresa que el Desarrollo Sustentable busca el éxito y el cumplimiento de los requerimientos de las
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generaciones actuales, sin menoscabo de los recursos naturales, para cubrir las necesidades de las generaciones futuras. Más recientemente, en mayo de 1995, se llevó a cabo en La Haya una reunión en la que se hicieron planteamientos claros para solucionar el problema del sobrecalentamiento de la tierra y el efecto invernadero, provocados por las emisiones de C02 a la atmósfera y la falta de reservorios para su absorción. En este sentido, los países desarrollados presentaron una iniciativa que obligaría, para principios del próximo siglo, a disminuir las emisiones como una medida primaria en la solución del problema. Esta circunstancia afecta en forma no equitativa a los países en vías de desarrollo, dado que, en segunda instancia, existe una necesidad imperiosa de proteger las reservas de bosques y lograr la recuperación de los ya dañados. En el proceso de globalización comercial y de crisis ecológica del mundo actual, es importante tener en cuenta el empleo de los recursos naturales, ya que su utilización también es inequitativa. Los países ricos poseen aproximadamente la cuarta parte de la población mundial, pero consumen aproximadamente el 70% de la energía. el 80% de la madera y el 60% de los alimentos. La mayoría de los países pobres viven en las áreas más vulnerables, desde el punto de vista ecológico, y sobreutilizan las tierras con el fin de procurarse madera para combustible, cultivos de subsistencia y comercialización, así como los bienes y servicios que requieren para desarrollarse. De esta forma, las diferencias con relación a la preocupación y atención al ambiente varían de acuerdo al grado de desarrollo de los países. Entonces, a las naciones desarrolladas les preocupa la destrucción de la capa de ozono, el sobrecalentamiento de la tierra y el efecto invernadero, mientras que en los países en vías de desarrollo las obligaciones ambientales son más inmediatas y la atención se centra en la degradación de las aguas y del suelo, y la contaminación del aire, así como en la pérdida irreparable de los ecosisternas de mayor fragilidad. Si se propusiera como meta para el año 2050 que los países en vías de desarrollo alcanzaran los niveles actuales de vida de los países desarrollados, asumiendo que la población mundial llegara a los 10.900 millones (95% de incremento sobre el nivel reportado por las Naciones Unidas para 1992), el saldo logrado en el año 2050 sería: # siete millones de toneladas diarias de residuos; # un consumo de 92.400 millones de barriles de petróleo crudo al año, lo que representaría un consumo acumulado equivalente a tres veces las reservas actuales; de todos modos, estas reservas ya se habrán agotado en el año 2020; # un consumo anual mayor a los 8 billones de metros cúbicos de gas natural y un consumo acumulado dos veces superior a las reservas actuales conocidas; también estas reservas, al igual que el crudo, estarían agotadas en el año 2031; # una producción mayor a las 19.000 toneladas de clorofluorocarbonatos (CFC) por año: 12 veces más que la cifra actual. De todos modos, si todos estos pronósticos se cumplen en la fecha indicada (año 2050), no valdría la pena preocuparse por los bosques tropicales, la biodiversidad o la capa de ozono, porque simplemente ya no existirían. Para fines prácticos, la probabilidad de la ocurrencia de este escenario en un futuro próximo es prácticamente nula porque precisamente no es sostenible. No obstante, el ejercicio siempre resulta útil para demostrar la falta de viabilidad para sostener los patrones actuales de consumo de los países desarrollados y el gran absurdo de reproducirlos en países en vías de desarrollo. Resulta claro que la mayor responsabilidad moral y financiera recae en los países desarrollados, ya que, de alguna manera, los países pobres han prestado, sin compensación, sus derechos por un ambiente de mejor calidad. Además, y no menos importante, para 78
mantener el equilibrio hombre-naturaleza ya mencionado, se requiere de un gran esfuerzo científico y tecnológico. Partir de las diferencias existentes entre las naciones, considerando su nivel de desarrollo, su riqueza natural, el grado de deterioro ecológico y la potencialidad de sus recursos y limitaciones, ayudará a establecer bases de cooperación. En el comercio internacional, la política ambiental de cada nación es importante, y la fortaleza de la misma en los países involucrados será la pauta para un verdadero desarrollo sostenible. Consecuentemente, el comercio coadyuvará al logro de este objetivo. En este sentido, el informe Brundtland hace un llamado para que los aspectos ambientales formen parte importante de los acuerdos comerciales entre las naciones. Los proyectos ambientales en la actualidad no pueden buscar soluciones parciales, requieren para su desarrollo del concierto de profesionales de diversas disciplinas, de una correcta ponderación de los enfoques y objetivos de las actividades, así como de una gran capacidad de innovación, ya que si bien se ha dicho que la tecnología debe ser la encargada de resolver los problemas causados por su propia evolución, el logro de esta tarea requerirá de cambios fundamentales en sus planteamientos y de una conciencia clara de que el hombre, como cualquier otro organismo, es parte del equilibrio de la naturaleza, por lo que sus acciones deben ser integrales. Se debe seguir pugnando por que las aproximaciones innovativas en el desarrollo de proyectos cuenten con el apoyo económico necesario, ya que se requiere de una reingeniería total de los esquemas de producción del país para lograr que éstas no sean sólo buenas intenciones o parte del discurso cotidiano. En el marco de la globalización, el crecimiento del comercio internacional y la difusión de patrones de consumo y producción, exigen un planteamiento a escala mundial para la transición hacia el desarrollo sustentable. Se necesitan estrategias de cooperación regional para mejorar las condiciones de inserción de las economías nacionales en el mercado global. Es un hecho que los intereses de las sociedades modernas en torno a las cuestiones ambientales han rebasado fronteras políticas e institucionales, y que se han extendido por todo el globo, abriendo nuevos espacios de interacción y de confrontación entre grupos, sectores y gobiernos. Los intereses ambientales expresados internacionalmente se han convertido en origen de controversias políticas que hoy ocupan los primeros lugares en las agendas de discusión y de negociación entre países y entidades multilaterales (ONU, Banco Mundial, OMC). La fuente de estos intereses reside, por una parte, en las repercusiones transfronterizadas de ciertos procesos de deterioro ambiental. o en los problemas de acceso y manejo de los recursos comunes globales del planeta (biodiversidad, aguas internacionales, equilibrio climático, capa de ozono). Por el otro lado, están las preocupaciones que los habitantes de un número creciente de países (sobre todo, industrializados) manifiestan por el destino de determinados sistemas ambientales, especies o ecosistemas, aunque éstos se ubiquen fuera de sus territorios (los bosques tropicales son el mejor ejemplo). También, y de manera cada vez más notable, consideraciones de tipo económico referidas a ventajas o desventajas competitivas por diferentes normas ecológicas entre países, proteccionismo disfrazado de controles ambientales, prácticas comerciales desleales originadas en subsidios que se presume son antiecológicos, agotamiento de recursos valiosos, etc., marcan las relaciones internacionales de una manera insospechada hasta hace poco tiempo. Debe asumirse la responsabilidad de transferir, implantar, desarrollar e innovar tecnologías congruentes con las necesidades de la sociedad, creando productos y proporcionando los
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servicios de una calidad tal que puedan participar en el esquema actual de globalización de los mercados. Para afrontar el impacto ambiental del desarrollo económico, la tecnología se centró, hasta hace poco en colocarse al final del proceso industrial, identificando los desechos y tratando de controlarlos por diversos métodos. Actualmente los objetivos buscan, además de resolver los problemas creados por la contaminación, ser más proactivos en sus planteamientos con el fin de manejar de manera integral los problemas generados por la misma, disminuyendo en lo posible el uso de materias primas, evitando las emisiones, mejorando la calidad de los productos, reciclando, reutilizando y disminuyendo los desechos e intentando una integración con la naturaleza. En la actualidad, para todos los países, la única alternativa de desarrollo es un mayor nivel de control de los factores que condicionan el cambio técnico. No obstante, esto es mucho más importante y al mismo tiempo mucho más difícil para los países en desarrollo; ante todo, porque pueden participar sólo de manera marginal en la producción del nuevo sistema técnico, y luego, porque no están bien preparados como los países industrializados para ajustar y controlar el impacto de las nuevas tecnologías. La tecnología no constituye, en lo más mínimo, un factor único o aislado en el proceso de desarrollo socioeconómico; el éxito de los esfuerzos para trasplantar una tecnología depende en gran medida de los preparativos que se hagan previamente y del contexto social, económico y cultural. La semejanza de los problemas que enfrentan los países en desarrollo no debería opacar la gran diversidad de circunstancias. Éste debe ser el punto de partida de cualquier interpretación de los problemas (y lo que ellos implican) planteados por el impacto de las nuevas tecnologías sobre los países en desarrollo. La experiencia del pasado reciente ha demostrado que, sean cuales fueren los alineamientos de solidaridad, no hay un solo Tercer Mundo, sino varios. Las deficiencias que caracterizan al subdesarrollo no se presentan en todas partes en la misma medida, y la semejanza de los problemas que el Tercer Mundo enfrenta no impide la creciente diversidad de situaciones posibles. El desarrollo no es un mero viaje de la tradición a la modernidad; es también una carrera con líderes y perseguidores cuyas ventajas comparativas no se adquieren de una vez y para siempre, y esto es particularmente cierto en lo que hace a la capacidad científica y técnica. La ciencia y la tecnología han de jugar papeles esenciales en el proceso de desarrollo, pero su plena contribución, según sostiene correctamente el informe, depende estrechamente de la medida en que se las pueda incorporar a las estructuras existentes y combinar con las tradiciones y las culturas prevalecientes.
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