SERIE RADIOFÓNICA LAS PUNTADAS DE DON CRISTÓFORO CAPÍTULO 11: LA INFANCIA DE CRISTÓFORO Escribe: Sergio Nuño

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69 II CURSO INTERNACIONAL DE ASPECTOS GEOLÓGICOS DE PROTECCIÓN AMBIENTAL CAPITULO 4 LAS NORMAS DE LA SERIE ISO 14.000 Rachel Negrão Cavalcanti Doc

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SERIE RADIOFÓNICA LAS PUNTADAS DE DON CRISTÓFORO CAPÍTULO 11: LA INFANCIA DE CRISTÓFORO Escribe: Sergio Nuño © Narrador: La semana pasada arribaron a la Casa de Don Cristóforo, dos de sus sobrinos, venidos uno del Distrito Federal y otro de Estados Unidos. Han pasado muchas cosas a siete días de su llegada. Escuchemos en qué va la historia. Trote de caballo

Cristóforo: (Cantando) Arre que llegando al caminito, arre michú, arre michú. Pobrecita mi burrita ya no quiere caminar, da dos pasos pa’ delante, veinticuatro para atrás. (Para sí mismo) Ah qué cansado vengo, toda la tarde pizcando el maicito, con el solazo encima. Pero ahorita que llegue a la casa, le voy a decir a mi Amá que me prepare un buen café de olla y luego, a descansar. (Al caballo) Oh, tordillo, ya llegamos. Ya sé que también andas cansado. Te voy a quitar la montura

Relinchido

para que te vayas a retozar a tu corral.

Puerta que abre

Cristóforo: Quiubo familia. Ya vine. Doña Leonila: Ah qué bueno, hijo. Ya me estaba dando pendiente. Como la última vez que llegaste tarde dijiste que el caballo se había desbocado por perseguir una yegua… Cristóforo: Sí, hombre. Ese tordillo salió garañón, como yo. Doña Leonila: Cállate macetón. Pásate pa’ la cocina, ahí están los muchachos, ahorita te sirvo.

Pasos con botas

Cristóforo: ¡Eita pelaos! Ya llegó su tío preferido. Benjamín: Ora sí que como quien dice ya llegó el tío Chóforo. Cáigale tío. Jhon: Ándale tío, vente a las gorditas con atole que nos hizo mi Grand mother. Cristóforo: ¿Y dónde dejaron a Damián, par de… dos? Jhon: Fue a su recámara, dijo que nos iba a enseñar una fotos de usted, tío. Cristóforo: ¡Ah caray! ¿Y por qué quieren ver mis fotos?

Benjamín: La neta mi buen, es que andábamos hablando de nuestros jefes, sus hermanos pues. Y entonces mi Amá Nila nos dijo que tanto usted, como mi Apá y mi tío Julián, eran unos verdaderos demonios. Y dijo que había unas fotos de cuando ustedes estaban morrillos. Cristóforo: ¡Ah qué mi Amá tan informativa! No le digo. Doña Leonila: Ya te oí, Macetón. Cristóforo: Ay Amá, pos ya sabe que me da hasta vergüenza contar todas nuestras diabluras de infancia. Doña Leonila: Vergüenza te había de dar haberlas hecho. Ahorita ya ni te lamentes. Mejor cuéntales a los muchachos todo lo que hacían Julían, Crescencio y tú. Damián: ¡Qué onda Apá! Me tomé la libertad de tomar las fotos que le tomaron cuando chico. Cristóforo: Tomando te voy a dejar… tu atole. Benjamín: Ándele tío, no se me arrugue y desembuche. Doña Leonila: Toma tu café de olla pa que te inspires. Guitarra nostálgica

Cristóforo: Bueno, pues. Sólo porque aquí están mis sobrinos, y ellos son como los retoñitos de mis queridos hermanos. Doña Leonila: ¡Ay qué tierno es mi Cristóforo! Cristóforo: Julian, Crescencio y yo éramos tan diferentes… Pero aún así, para todo andábamos juntos. Me acuerdo aquella vez que mi Apá nos mandó a traer las vacas del cerro. (Espacio para que se explaye el buen Arnold, según su nutrido léxico ranchero) ( La ideas es que siendo de madrugada, tenían mucho frío, y a Crescencio se le ocurrió hacer una fogata y provocaron un incendio que duró como dos semanas) Jhon: ¿Y qué hicieron tío? ¿Llamaron al 911? Cristóforo: Bueno hubiera sido. Pero pos cual 911… Novecientos once fueron los cuerazos que nos puso mi Apá cuando llegamos. Doña Leonila: Era un santo tu padre.

Cristóforo: Luego, otra vez que se me quedó muy grabada, fue cuando en las fiestas patronales nos apuntamos para ser monaguillos en la parroquia. De antemano el Sr. Cura no quería que ayudáramos la Misa, porque éramos unos completos diablillos. Pero por influencia de doña Cuca, la catequista, nos pudimos inscribir. ¡Ah, gran error, Doña Cuca! Nunca se iba a imaginar que a Juliancito, el especialista en descular hormigas, se le iba a ocurrir cubrir de cera los ornamentos de padre, quezque para que quedaran más tersos al tacto y hasta almidonaditos. Cuando se enteró el Sr. Cura, no querrán saber el final. Benjamín: ¿Qué pasotes, tío. Qué pasotes? Cristóforo: Nombre, pos no creerás que nos mandó mejor de piones del albañil que andaba reparando la torre. Y ahí nos tienes, de andar vestidos con sotana, a andar cargando botes con mezcla hasta el quinto piso. Doña Leonila: Pero quién les manda a ser tan macetones. Ay, yo tenía Flash back

una pena con el Sr. Cura… Se me caía la cara, de vergüenza y todo por estos atrabancados, sin juicio. Cristóforo: Bueno, pero hasta eso, éramos almas caritativas. Nunca buscábamos pleitos. Me acuerdo aquella vez… Chiquillo Abusón: Pos no les vamos a pagar las canicas que les debemos. A ver qué nos hacen…

Con pitch

Cristóforito: Lo justo es que nos paguen. Otro Chiquillo Abusón: Les vamos a pagar con golpes… Crescencito: ¡Pos me canso, éntrenle, maricas! Cristóforito: ¡No, Crescencito! Ni tú ni Julian se deben manchar las manos. Acuérdense que hay que poner la otra mejilla cuando nos…

Golpazo… Cristóforito: Ayyy!! Crescencito: ¡Ándale! Ya se quebaron a Choforito. Regreso al tiempo real

Doña Leonila: Le quebraron la nariz, por eso no ven que la tiene como

con curva de rotorno. Damián: A mí me habías dicho que esa nariz estaba así porque el caballo te había tumbado en un jaripeo mortal. Cristóforo: Todo influye, mijo. Todo influye. Damián: Bueno, pero a pesar de todo, te dejaste ver muy recto y pacificador. Doña Leonila: Cuéntales cuando el trío de burros me perdió el mandado que les encargué. Cristóforo: Eso lo ha contado como treinta veces. Doña Leonila: Pos sí pero me da mucha risa que por ir discutiendo, los perros de Don Macedonio, metieron el hocico a la talega y se comieron el mandado. Cristóforo: Sí, ese día no comimos… Pero la verdad es que con todo y todo, éramos trabajadores y nos sabíamos divertir en el campo, al aire libre, con juegos sanos. Me acuerdo de los torneos de Trompo, los concursos de balero. Y luego, noso ingeniábamos para hacer casitas de zacate. No es por nada, pero ni el agua se les metía. Jhon: Me hubiera gustado tener una infancia así de bonita. Cristóforo: Sí, pues. Yo no me arrepiento de mi infancia, Me gustó mucho. Ahora nomás veo a los muchachitos pegados todo el día a la tele. Qué lástima. Ay nomás como tarugos, desperdiciando su ingenio. Quezque jugando el “pley estaichon”. Y los papás bien contentos porque el muchacho por estar de lelo, no les da lata. Doña Leonila: Mejor que den lata, pero que no estén tan soreques. Benjamín: Qué buenas historias. Tío. Mi jefe nunca me había contado sus anécdotas. Pero es chido que usté sea abierto con nosotros y nos cuente. Doña Leonila: Por cierto, ¿a dónde se fue Damián? Jhon: Me dijo que uba a encerar las chamarras de mi tío Cristóforo Cristóforo. ¡¿Quèeee?!!! Móndrigo.. Ven acá…

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