Session ENV16 Sustaining Andean Livelihoods in the 21 st. Century

Session ENV16 “Sustaining Andean Livelihoods in the 21st. Century”. Desarrollo sostenible o supervivencia a toda costa? La estructura agraria en la Q

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Session ENV16 “Sustaining Andean Livelihoods in the 21st. Century”.

Desarrollo sostenible o supervivencia a toda costa? La estructura agraria en la Quebrada de Humahuaca, Argentina.

Carlos Reboratti, Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Prepared for delivery at the 2001 meeting of the Latin American Studies Association, Washington D.C., September 6-8, 2001.

1. Introducción

Tal vez uno de los temas más analizados y discutidos en los estudios de desarrollo de esta última década haya sido el del llamado “desarrollo sostenible” y más ampliamente, el de la sostenibilidad. Si bien el segundo término tiene una historia más antigua en el ámbito científico, el primero ha tenido una mayor difusión y, desde su aparición para el gran publico, hacia fines de la década del ´80, ha atraído un gran interés, tanto para denigrarlo como ensalzarlo. Su calificación va desde ser “le dernier gadget ideologique de l ´Óccident” (Latouche, 1994) hasta que “una economía sostenible representa nada menos que un orden social superior” (Brown et al, 1997), una panacea (futura) de todos nuestros males. No es nuestra intención terciar teóricamente en la disputa conceptual, sino tratar de utilizar el término en un ejemplo concreto y, desde allí, analizar su utilidad y sus falencias. Como campo de aplicación tomaremos a la Quebrada de Humahuaca, en el noroeste de Argentina, y trataremos de aplicar ese concepto a su situación actual.

La Quebrada de Humahuaca es un valle andino, relativamente angosto pero de fondo chato, ubicado en la provincia argentina de Jujuy, de unos 170 km. de largo y de dirección norte-sur, que desciende desde las alturas del altiplano hasta desembocar en un valle de mediana altura, donde se ubica la capital provincial. Sus características ambientales van desde un semidesierto de altura, con una vegetación de arbustos espaciados en el norte (a unos 3.200 msnm), a una selva montana en el extremo sur, ubicada a unos 1.000 msnm (Arzeno y Castro, 1999).

Sobre este marco ambiental se desarrolló durante mucho tiempo una cultura agrícola y pastoril, reemplazada a la llegada de los conquistadores españoles por un sistema de haciendas andinas, que retenían una densa población campesina. La Quebrada era al mismo tiempo un área de paso hacia las minas del Alto Perú y el marco de una cultura

campesina basada en la combinación de los cultivos tradicionales (papa y maíz) con la cría de ganado vacuno y ovino. La independencia de principios del siglo XIX no cambió mucho la situación, y recién la llegada del ferrocarril, hacia principios de siglo, activó la economía local y conectó la Quebrada con los mercados del sur. El ferrocarril también sirvió para relacionar el gran reservorio de mano de obra campesina andina con los plantaciones azucareras de los valles subtropicales, necesitados de mano de obra temporaria para la zafra (Seca, 1989).

A lo largo de este siglo la situación se fue lentamente modificando y se organizaron en la Quebrada espacios heterogéneos. En el norte, y fuera de la influencia creciente de la ruta que fue reemplazando al ferrocarril, se mantuvo una economía campesina de subsistencia. En el centro de la Quebrada, esta fue reemplazada por una de pequeños productores agrícolas, primero de frutas y luego de hortalizas dirigidas a los mercados del sur. En el sur de la Quebrada se mantuvo una economía de grandes haciendas ganaderas, poco pobladas.

Es sobre este territorio que nos podríamos hacer una serie de preguntas sobre el uso del termino de desarrollo sostenible o, mas ampliamente, del de sostenibilidad, entre otras: cuál es la escala adecuada para aplicar el concepto?; es necesario contar con una unidad de significación estadística?; se puede fragmentar la sostenibilidad en diferentes temas? la idea de sostenibilidad se refiere exclusivamente a lo ambiental, o incluye lo social? si es así, es necesario hacer una opción entre uno y otro factor?; quien decide y como en esa opción?; se trata de un concepto aplicable al pasado, al presente o al futuro?

2. Sostenibilidad y escala

La primer pregunta que es necesario hacerse cuando se habla de desarrollo sostenible o simplemente de sostenibilidad es cuál es la escala adecuada para analizarla (o intentarla, si se habla de una acción voluntaria). Hasta el momento, y teniendo en cuenta el origen del concepto, la idea de desarrollo sostenible se aplicaba fundamentalmente a países o, en todo caso, a regiones. Esto era así porque se pensaba que estos recortes territoriales eran completos en sí mismos y significativos en lo que hace al poder de decisión sobre los diversos factores (ambientales, económicos, sociales) que incluye el concepto. Incluso se agrandaba la escala y los usuales pensadores catastrofistas analizaban a la

tierra como una unidad de “desarrollo sostenible”, apelando a la conocida norma de escaparse de la realidad cambiando de escala y englobando a todo el mundo.

Pero cualquier sea la escala que adoptemos, nos tendremos que enfrentar un problema que en la literatura aparece como casi tan antiguo como el mismo concepto de desarrollo sostenible: como se lo mide? Usualmente, la solución es usar varios tipos de información estadística, para lo cual necesitaremos (más por motivos prácticos que conceptuales) encontrar unidades estadísticas completas geográficamente especificadas, sean países, provincias o municipios (Pahelke, 1999). Muchas veces, y eso es evidente en los países en desarrollo, la elección de una escala de trabajo se encuentra más determinada por la existencia o no de este tipo de unidades que por motivos conceptuales.

Si tomamos el caso de la Quebrada de Humahuaca, es bastante complicado desde el comienzo buscar una escala adecuada. Si pensáramos en unidades ambientales homogéneas como base para el trabajo, veríamos que por lo menos tenemos tres distintas, la alta, media y baja Quebrada. Pero estas divisiones, de limites imprecisos, no coinciden con otros fragmentos territoriales que podríamos buscar. Por ejemplo, si tratáramos de utilizar algún tipo de dato estadístico, veríamos que la Quebrada esta dividida en tres unidades de significación informativa, por lo menos en lo que hace a los censos de población y producción agropecuaria. Estas unidades, que en Argentina se llaman “departamentos” son, yendo de norte a sur, los de Humahuaca, Tilcara y Tumbaya. Si fuéramos totalmente estrictos, además deberíamos incluir el departamento Capital, ya que el extremo sur de la Quebrada penetra en el mismo. Pero estos departamentos abarcan mucho más territorio que el estrictamente ubicado en la Quebrada, por lo cual los datos relevados no se corresponden con los que necesitamos.

Si dejamos de lado esas sutilezas metodológicas y queremos analizar el tema de la posibilidad de planificación de un desarrollo sostenible (o por lo menos de una intervención), el problema que tenemos es que los departamentos en primer lugar no son estrictamente unidades de toma de decisión de ningún tipo, sino solamente fragmentos virtuales de territorio que sirven para fines informáticos y electorales. Las unidades territoriales que efectivamente administran son los municipios, más pequeños que los departamentos pero que no son unidades de información. Paradójicamente, en

los países del Tercer Mundo (o del Sur, como quiera llamárselos), que es donde sería mas necesario aplicar la idea de desarrollo sostenible, es justamente donde la información territorialmente referenciada es de menor calidad. Eso nos ubica en un problema básico y muy difícil (y caro) de resolver, y es el como acceder a la información que posiblemente nos permita analizar el tema del desarrollo sostenible.

Otro tema referido a la escala en la cual trabajamos la idea de sostenibilidad es tratar de determinar si éste es un proceso que se da en territorios contiguos o que pueden formarse, según la idea de Bebbington, “islas” de sostenibilidad en un mar de insostenibilidad o, por lo menos, en un medio neutro (Bebbibgton, 1997). Esta aproximación le quita al concepto cierta propiedad mágica de dispersión y difusión del proceso y lo fragmenta en sistemas diferenciados, autónomos y aislados. Esta es tal vez la mayor debilidad de la idea, ya que se difícil pensar en sostenibilidades aisladas de un contexto que les de realmente sustento. Pero al mismo tiempo la acerca más a la realidad concreta de las circunstancias de desarrollo de fragmentos diferenciados (social o territorialmente definidos) en los cuales se pueda determinar no tal vez que exista o no sostenibilidad, pero si que ésta es diferencial entre cada uno. La pregunta para hacerse en este caso es que si a partir de las “islas” se producen efectos de difusión o percolación hacia otros sectores.

3. Cuántas sostenibilidades?

Quitándole una parte al término de desarrollo sostenible, y volviendo de esa manera al concepto inicial, se comenzó también a hablar de la sostenibilidad de otras unidades de significación diferentes a las territoriales. Así se habla comúnmente de “agricultura sostenible” o de “ciudades sostenibles”, implícitamente indicando que cada uno de estos recortes puede lograr la sostenibilidad aun cuando esta característica no se transmita hacia el resto del sistema (por ejemplo, podríamos pensar en una ciudad que se sostiene ambientalmente vertiendo sus deshechos al mar, tornando a éste “insostenible”). Esta fragmentación no deja de tener problemas, porque a decir de Henke y Zappacosta (1993) “Del análisis de la jerarquía existente entre los diversos agrosistemas, desde los locales a los internacionales, se puede deducir como las interacciones entre los sistemas económico, social y ambiental (y por ende sus instrumentos de intervención) varían de acuerdo el nivel al cual nos referimos. Eso deja decisivamente indefinido el perfil de un

sector agrícola sostenible […] de hecho, una agricultura sostenible a un cierto nivel puede resultar insostenible en uno mayor, y así sucesivamente”.

Yendo al caso de la Quebrada, tal vez se podría pensar en actividades que son sostenibles, o por lo menos que lo son hasta ahora, como por ejemplo la agricultura comercial de pequeña escala que se realiza en el sector medio y que se dirige a los mercados regionales del sur. Esta agricultura se puede pensar como exitosa, ya que ha crecido significativamente, e incluso a atraído a población de fuera de la Quebrada. Si bien no carece de problemas en su desarrollo (por ejemplo, el cuello de botella de la comercialización o los riesgos ambientales que sobrelleva), se encuentra bien afincada, es relativamente moderna y genera mucha actividad y dinamiza el mercado de trabajo (Arzeno y Castro, 1999). Es sin embargo “sostenible”?.

Nadie podría decirlo, porque su sostenibilidad depende mucho más de factores externos a ella que a los internos. Internamente se podría pensar, por ejemplo, que los actores involucrados conocen la tecnología necesaria, que los recursos naturales son adecuados, que la tierra esta bien distribuida y que en la sociedad local esa actividad es considerada como básica y prestigiosa. Pero para desarrollarse con mayor eficiencia requeriría de una organización territorial más eficiente, de la construcción de infraestructura de riego y transporte y de una mejor regulación del uso de agroquímicos. Por otra parte, su verdadera debilidad es que depende de un mercado que comparte con otros lugares de producción y en el cual no define ni los precios ni los sistemas de comercialización. Y todos estos son factores externos al agrosistema. Tal vez refinando demasiado el concepto, podemos pensar que la agricultura es en la Quebrada es sostenible pero no sustentable, esto es, que es su dependencia de los factores externos la que la hace frágil.1

Es menos claro que pudíeramos hablar de “ciudades sostenibles” en la Quebrada. Las unidades urbanas mayores (Humahuaca y Tilcara) son pueblos ubicados a la orilla del río Grande. El núcleo original de los pueblos por lo general se instaló sobre la terrazas antiguas del río o de algunos de sus tributarios. Pero el crecimiento urbano llevo a esos 1

Podríamos dividir la idea de sostenibilidad en dos, manteniendo el nombre original para el proceso que dependa de los factores que se relacionan al interior del proceso, mientras que podriamos llamar “sustentabilidad” a los factores del contexto exterior al mismo. De esta forma, y cambiando de escala, habría países que, por la magnitud de su deuda externa, son sostenibles pero no sustentables.

pueblos a crecer primero sobre el terreno más fácil y plano, que son las terrazas más modernas y los lechos de inundación del río. Instalados en una terreno sedimentario aluvial ya de por si frágil y sujeto a permanentes inundaciones, la situación se agrava cuando, por problemas de acreción, el lecho de los ríos tributarios que rodean a esos pueblos se eleva por encima del nivel de los mismos, conformándose en una amenaza permanente. Para evitar esto, en una segunda instancia el crecimiento de la mancha urbana se trató de hacer hacia las laderas de los cerros que bordean la Quebrada. Pero esto ubica a los pobladores en terrenos muy inestables por las mayores pendientes, inestabilidad agravada por la remoción de los suelos realizada en el momento de la instalación urbana. También encarece notablemente la llegada de los servicios básicos a esas nuevas urbanización, que fatalmente son las que menos cuentan con agua, cloacas o pavimentos. Si bien el problema es conocido localmente, la pobreza de la administración local es absolutamente incapaz de solucionar o aliviar el problema, y los pueblos viven con una permanente Espada de Damócles sobre sus instalaciones. Es “sostenible” esta situación?? Solamente si estos pueblos dejaran de crecer o recibieran una fuerte inversión desde afuera. Otra vez, se trata de una sustentabilidad antes que una sostenibilidad. Esto último queda reservado a la suerte y al azar de que este año no se produzcan grandes lluvias que generarían avalanchas, aluviones e inundaciones.

4. Quien define la “sostenibilidad”?

A mitad camino entre la fragmentación temática y el recorte territorial/administrativo, se comenzó a hablar de la sostenibilidad de los medios de vida2. Existe en este caso evidentemente una afinación escalar hacia un análisis más detallado y cercano a la vida cotidiana de los que vendrían a ser los beneficiarios de la sostenibilidad (no siempre enterados del tema), pero esa saludable dosis de realismo al mismo tiempo exige realizar un ajuste conceptual. Si utilizamos una escala detallada que incluya el análisis de personas, ya sea tomadas individualmente, en grupos familiares o en núcleos sociales pequeños, es necesario saldar una discusión todavía no muy desarrollada sobre el sentido mismo de la idea de sostenibilidad y la carga de subjetividad y paternalismo que muchas veces conlleva. Uno podría preguntarse: quién determina el límite de los “sostenible”? (Becker et.al., 1999). 2

No hay una traducción exacta al español del término inglés livelihood, que se puede considerar o bien como “subsistencia” o como “medio de vida”.

Hasta ahora, la idea de sostenibilidad partió de los ámbitos intelectuales, ha pasado a los escenarios institucionales internacionales y se ha filtrado (como retórica y no como práctica) a los ámbitos políticos. Pero la idea, habría que ver bien por que, esta fuera del alcance del común de la gente, que no la ha incorporado ni como parte de su lenguaje no como parte de su ideario cotidiano y vital. Posiblemente esto se deba que es un concepto que apela a escalas temporales y geográficas que por lo general están fuera del horizonte del hombre común. Pero creo que hay además una posición algo elitista en los que hablamos de “sostenibilidad”, ya que implícitamente le damos al término una serie de características que están bastante lejos de lo que la gente puede pensar como similar.

La idea de la sostenibilidad de los medios de vida se aplicó desde un principio, y casi con exclusividad, al medio rural y más específicamente a los grupos campesinos, dándole al termino un sentido muy similar al de “resiliencia” (Chambers y Conway, 1992). Sin embargo esa discusión evitó (o desconoció) la gran cantidad de trabajos que en América Latina se dedicaron a las llamadas “estrategias de vida” de las familias campesinas, un término a todas luces similar, si no idéntico, al anterior (Torrado, 1981; Hugo, 1998 y Tuiran, 1993). Estas estrategias de vida, a través de muchos ejemplos, indicaban la enorme flexibilidad de los mecanismos de adaptación a las diferentes circunstancias, mecanismos que la mayor parte de las veces incluían el trabajo estacional y temporario realizado fuera del hogar y de la localidad, a veces a miles de kilómetros de la ubicación del núcleo familiar. La sostenibilidad concreta, entonces, no podía encuadrarse en un lugar geográficamente determinado y en un marco temporal fijo, sino que se asemejaba mas a una red que una territorio contiguo (Troncoso, 1998).

Por otra parte, y llevando la idea a un extremo, ¿es necesario siempre pensar que la “sostenibilidad” de un grupo campesino medida a través de sus estrategias de vida debe incluir el mantenerse indefinidamente en un mismo lugar? En realidad eso va en contra de lo que nos enseña la larga historia de la movilidad de la población (Skeldon, 1990). De hecho, muchas veces los campesinos (y también los habitantes urbanos), “sostienen” su hogar decidiendo migrar y de esa manera logran mejorar su situación. La pregunta aquí es cual es el núcleo de la “sostenibilidad”, el lugar o la gente? Hay situaciones o procesos alternativos y mejores a los de la sostenibilidad?

Muchos investigadores han indicado como la migración, lejos de ser tomada como una situación anómala y dramática por los campesinos, es parte de esa “sostenibilidad”, que incluye diversos procesos de fragmentación y aglutinamiento de la familia a lo largo de una escala temporal larga y generacional, más que individual (Bebington, 1998; Reboratti, 1986 y 1997).

Esto es evidente en la Quebrada de Humahuca, donde la migración, tanto temporaria, como ocasional o permanente, ha sido parte de la vida cotidiana y de las historias familiares. Históricamente la movilidad de la población local comenzó cuando la economía pre-colonial se integraba en extensos circuitos de intercambio, eslabonadas por caravanas de productos. Se continuó con la migración forzada de los indígenas hacia otros lugares adonde los llevaban los encomenderos españoles y luego se transmutó en la ya nombrada emigración temporaria a la zafra y la emisión de migrantes hacia distintas ciudades del país. Muchos de esos migrantes integran cadenas de movilidad con otros familiares de la localidad y se mantienen en contacto con su núcleo familiar original, tanto a través de visitas periódicas como por el envío de remesas de dinero. También hay numerosos casos de inmigración desde regiones cercanas y de movimiento internos a la Quebrada, tal vez ligados a la idea de “islas” de sostenibilidad (Janoschka, 2001; Karasik, 1992 y Sala y Radrizzani, 1967). A través del ejemplo de la Quebrada creo que se hace evidente como dentro de la propia idea de sostenibilidad hay que incluir la dimensión de la dinámica demográfica, como elemento que es a la vez causa y efecto de esa sostenibilidad.

5.Que sostiene la sostenibilidad?

Seguramente influenciado por su origen en la ciencias biológicas y por el fuerte peso del conservacionismo en su desarrollo posterior, la idea de “desarrollo sostenible” siempre incluyó un fuerte sesgo hacia la sostenibilidad ambiental. Cuando se habla de “desarrollo sostenible”, la mayor parte de las veces se piensa más en el ambiente que en la gente que vive en el mismo. Esta idea en el fondo conservacionista, al poner el énfasis en el ambiente, cargaba todos los costos del la sostenibilidad en lo social. Incluso en la declaración oficial de las Naciones Unidas se obviaba el crucial tema del uso de los recursos naturales no renovables. En otras palabras, ¿quién decidía que se

usaba ahora y que se dejaba para las “futuras generaciones” y con qué costo se tomaba esta decisión??.

Si pensamos el desarrollo sostenible como un sistema complejo que engloba lo social y lo ambiental, si queremos llegar al mismo es necesario que hagamos un balance entre los pro y los contra de uno y otro. En las declaraciones de los organismos internacionales se puede hablar de teóricos equilibrios, pero en la practica el apoyar uno dará como resultado que el otro pague un costo. Al decir de Sneddon (2000) “Ambos términos [desarrollo sostenible y sostenibilidad] son básicamente conceptos normativos que describen visiones de cómo las actividades humanas y los procesos ecológicos podrían compatibilizarse para el bien de ambos. Pero esas visiones son muchas veces contradictorias, dependiendo de que grupo social promueve un camino especifico”

Podemos trasladar el dilema al caso de la Quebrada de Humahuaca. Allí se desarrollaron dos formas de producción totalmente diferentes en cuanto a su organización, tipo de producción y relación con el ambiente. En el sector norte se mantuvo una economía de base campesina, desarrollada alrededor de la producción agrícola y ganadera de subsistencia, con una fuerte dependencia de los recursos ambientales (o de los servicios de la naturaleza, si queremos ser mas amplios). Se cultivaban los productos andinos clásicos (maíz y papa) en pequeños predios y se hacia una ganadería de vacunos y ovinos (posiblemente antes de llamas) en un sistema de trashumancia. La población campesina fue incluida en su momento en el sistema de migración estacional a la zafra, y al quebrarse este por la mecanización de la cosecha de caña de azúcar, fue reemplazada por una emigración hacia los centros poblados de la Quebrada y del sur. La economía campesina se fue deteriorando y reduciendo en superficie de cultivo y número de animales que se cuidaban. Al migrar los hombres y mujeres jóvenes, la población se avejentó y también disminuyó su capacidad para la producción agraria. El resultado fue una disminución de la población y, notablemente, una mejora en el ambiente, sobre todo en la cobertura vegetal. Los bosques de arbustos se extendieron y los pastizales mejoraron en densidad y cobertura. Desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental, se había logrado un éxito. Claro que a costa de la emigración de la población, que buscaba seguramente otro tipo de sostenibilidad (Arzeno y Castro, 1999).

Como caso contrario tenemos el ya comentado ejemplo de la agricultura comercial de la Quebrada media, basado en el uso intensivo del suelo y los agroquímicos y desarrollada en condiciones de alto riesgo natural por el peligro de inundaciones y aluviones por realizarse en el fondo de los valles fluviales. Sin embargo, desde el punto de vista social y mientras haya tierras disponibles, el sistema es sostenible, ya que se amplía y genera trabajos e ingresos, con independencia de cual sea el costo ambiental que se tenga que pagar y los riesgos que haya que correr.

Podríamos incluir también el caso de los pueblos de las ciudades, que no “sostenibles” no desde el punto ambiental ni el social, y sin embargo siguen creciendo. Y nos podríamos preguntar: que sucede cuando nosotros definimos algo como insostenible pero el proceso continúa? El sentido común nos dice que se debería producirse una catástrofe o que desapareciera. Sin embargo nada de eso pasará con las ciudades. Podríamos pensar que la producción campesina va a desaparecer dentro de no mucho tiempo, y que los cultivos de hortalizas pueden colapsar por un desastre ambiental generalizado. Pero desaparecerán los pueblos?.

6. Futuro o pasado sostenible?

Una de los problemas que se encuentran al hablar de sostenibilidad es que es difícil no sólo determinar dónde y cuándo comienza y termina, sino también si ocurrió alguna vez o si, por el contrario, es una utopía que ocurrirá en el futuro. Por supuesto esto está ligado a un tema que recorre subterráneamente la discusión sobre el concepto, y que es cuál es periodo de tiempo del cual estamos hablando. Paradójicamente, la sostenibilidad es un estado de un proceso que necesariamente debe ser recortada temporalmente. Salvo en el caso de las metáforas religiosas referidas al Paraíso, no hay tal cosa en la sociedad humana como la sostenibilidad eterna, ni aún de largo plazo. De pensarlo así, estaríamos negando toda posibilidad de cambio (ya sea social o ambiental).

Claro que para ponerse de acuerdo en este tema, es necesario compatibilizar de alguna manera las escalas temporales en las cuales trabajamos. Para un arqueólogo, por ejemplo, no es difícil encontrar culturas que se “sostuvieron” durante cientos y miles de años. En la historia moderna, en cambio, los plazos se acortan, los períodos se achican y los procesos se aceleran. De esa forma, y volviendo sobre nuestro ejemplo de la

Quebrada de Humahuaca, la cultura agroganadera que se desarrollaba en la misma hasta la llegada de los españoles posiblemente había durado (se había sostenido) durante por lo menos mil años. En ese periodo se produjeron cambios en factores tales como la forma de instalación, las técnicas de cultivo y la organización de la sociedad. Pero se puede decir que era “sostenible” en cuanto al mantenimiento de un grupo social a lo largo del tiempo. Pero dejo de ser sostenible cuando llegaron los españoles y cambiaron todo el sistema, introduciendo el trabajo forzado, nuevos cultivos, nuevos animales, nuevas formas de posesión de los recursos y nuevas formas de instalación. A partir de allí, la cultura dual hacienda-campesino reemplazo la aborigen y se mantuvo durante mas de doscientos años. Se la puede considerar sostenible tanto como a la anterior? O es que hay rangos temporales de sostenibilidad? Y si es así, cual es el adecuado?

Si en cambio pensáramos que la sostenibilidad es una meta a lograr, sería necesario que se introdujeran una serie de cambios, algunos de los cuales hemos mencionado. En primer lugar la sostenibilidad (definida de alguna manera) debería pasar de la retórica a la práctica en el terreno de lo político. Cualquier alcalde de un pueblo de Humahuaca puede hablar del “desarrollo sostenible”, pero en realidad no conoce bien de que se trata y, mucho menos, cómo lograrlo. Lo único que esta haciendo es imitando el lenguaje que usan su colegas en la política provincial, los que a su vez imitan a los del nivel nacional. En muchos ámbitos políticos, si no se agrega el termino “sostenible” a la palabra desarrollo se corre el riesgo de no ser incluido en algún potencial plan de inversión, generalmente utópico e irrealizable en sí mismo, pero por lo menos manejable como indicador de “éxito” político.

En segundo lugar la idea de sostenibilidad tiene que ser claramente definida para ser introducida en el lenguaje y el pensamiento cotidianos. Por supuesto que todo el mundo apoya la idea de la necesaria durabilidad de los procesos. Pero también todo el mundo tiene claro que los procesos tienen por lo general ciclos de nacimiento, auge, decadencia y desaparición (tal como es la vida misma). Y la noción de sostenibilidad puede ser contraria a eso. Hay que tener en cuenta que con mucha facilidad a la idea de sostenibilidad le puede suceder como a tantos otros conceptos en las Ciencias Sociales y pasar de ser un pensamiento utópico a otro retrogrado.

Bibliografía

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