SI ME LEES, te cuento Vilma Vivas Yepes Todos los derechos reservados Dibujo de portada: Aariana Vivas Bélgica, 2016

SI ME LEES, te cuento Vilma Vivas Yepes Todos los derechos reservados Dibujo de portada: Aariana Vivas Bélgica, 2016 A todos los niños y adultos del

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SI ME LEES, te cuento Vilma Vivas Yepes Todos los derechos reservados Dibujo de portada: Aariana Vivas Bélgica, 2016

A todos los niños y adultos del mundo que sueñan y creen en la fantasía.

Los cuentos y las poesías infantiles son esa puerta que nos transporta al mundo de la magia y la fantasía, a ese maravilloso mundo que nunca dejamos atrás y que de adultos solemos recordar con nostalgia. Vilma Vivas Yepes.

ÍNDICE PRÓLOGO LA PRINCESA TRISTE EL LIRIO SOLITARIO LA ROSA VANIDOSA LA NUEVA VOZ LA NEVERA ESTROPEADA LAS SOMBRILLAS VIAJERAS EL SAPO POBRE EL PERRO COJO EL TELÉFONO DE LOS DESEOS EL BON-SAI NOSTÁLGICO EL HADA FLOR EL SECRETO DEL ÁNGEL NOCHE DE JUGUETES LA BRUJA BONDADOSA EL BAÑO AZUL LA CASITA DE CARAMELO TRES AMIGOS VOLANDO COMETAS EL CASTILLO DE ARENA MICIFÚ LOS HELADOS LA BOTELLA EL PIANO EL SOMBRERO DE AMELIA EL BESITO LA CARTA LIBRO DE CUENTOS OSITO CHIQUITITO ARCO IRIS VAMOS A JUGAR LA BAILARINA Y EL SOLDADO

SERENATA NOCTURNA BARQUITO DE MADERA LA SIRENA AZUL LA CASITA ROJA CABALLITO CIMARRÓN LA NOVIA LUNA RANITA TRISTE PECECITO LUMINOSO EL GATO SEBASTIÁN MARIQUITA DE OTOÑO MUÑECA DE TRAPO LUCERITO LA VACA MARIOLA LA PELOTA DE SEDA DOROTEA

PRÓLOGO “SI ME LEES, te cuento” es un libro donde las letras se visten de fiesta, danzan y celebran, donde las emociones fluyen con los versos de cada poema, donde la fantasía brilla en cada trazo que entrelaza una letra, donde cada relato nos cuenta una historia diversa que nos entretiene el alma. Si perdemos la capacidad de emocionarnos con las letras de un cuento o un poema, habremos perdido la esencia del corazón, de nuestro niño interior, de ese que nunca dejará de vivir dentro de nosotros, de ese que siempre estará vivo esperando que cada noche se abra un libro de cuentos y poemas para viajar por el mundo de los sueños, del amor y de la ilusión. Bienvenido a estas páginas, ellas se abren para recibirte.

LA PRINCESA TRISTE

El libro de cuentos yacía allí, en el estante de libros, dentro de la habitación de Lilia. Se lo habían regalado en el día de su cumpleaños, y ella lo había hojeado sin mucho interés; los cuentos de princesas ya le aburrían, ahora prefería mirar la TV, los programas de heroínas, de cantantes y actrices, le parecía más interesante ese mundo. Por eso el libro de cuentos había quedado en la esquina del estante solo y olvidado. Lilia se había acostado cansada esa noche y ya no le gustaba que le leyeran cuentos antes de dormir; ella estaba creciendo y tenía diez años y a esa edad ya los cuentos de princesas no eran como para animarse. Cerró los ojos y suspiró, pensaba en el paseo que daría al día siguiente con los niños de su escuela, irían al zoológico y pasarían el día paseando, viendo los animales, comiendo golosinas, hasta que se quedó dormida sin darse cuenta. Entonces un cuento del estante se abrió y mostró una página donde aparecía una princesa con la cara triste y con un bello vestido rosado de tul y encajes. La princesa triste la llamó: _ ¡Lilia, Lilia!, ella se dio la media vuelta en la cama pensando que la llamaban en sueños y continuó dormida, pero de nuevo la vocecita, esta vez más alta: ¡Lilia! Se sentó en la cama y miró hacia donde provenía el sonido: el estante de libros y allí estaba el libro de cuentos, abierto y en la página que mostraba, estaba ella: la princesa triste, quien la llamaba. Lilia se dijo: ¡No puede ser!, me habla la princesa del cuento. Se acercó al libro y miró a la princesa, quien le dijo:

_Sí, ¡Soy yo!, la princesa triste de este cuento. _ ¿Y por qué estás triste? Le preguntó Lilia. _Porque ya tú no lees libros de cuentos y ni siquiera me conoces ni tampoco mi historia. Entonces Lilia apenada le dijo: _Sí, es cierto, ya no creo en los cuentos. Y la princesa triste le respondió: _En los cuentos está la magia, la ilusión, todo lo que nos hace ser personas especiales y diferentes y si los niños no nos leen, entonces se irá

perdiendo toda esta magia y más nunca podremos ser la alegría ni la ilusión de algún niño. Entonces la princesa triste saltó desde la página y se posó en la orilla del estante. Lilia miraba asombrada aquella escena, ¡No lo podía creer! Debe ser un sueño se dijo. Pero no, era real, ella la princesa de rosado traje de tul, estaba allí, parada de pie, en el estante, era tan linda y delicada, tan pequeñita, tan llena de encanto que Lilia se sintió feliz de poder ver algo como aquello, y rogó porque no fuera un sueño. La princesa triste mirando a Lilia, le dijo: _Necesito que me ayudes a recuperar la magia, que los niños no dejen de creer en los cuentos, que la ilusión no muera porque creces y te vas haciendo adulto; siempre hay un niño dentro de nosotros que necesita creer, sonreír y vivir. Lilia respondió: _Te prometo que leeré este cuento y volveré a creer en la magia de las historias. La princesa triste sonrió y al hacerlo miles de pequeñas estrellitas brillaron sobre su cabeza y volvió a la página del libro, el cual lentamente se cerró. Lilia se durmió pero algo dentro de ella había comenzado a cambiar, la princesa triste con su sonrisa le había devuelto la magia y la ilusión.

EL LIRIO SOLITARIO

A la orilla de la laguna había nacido un lirio, entre árboles de pinos, hierbas y maleza, crecía erguido pero solitario aquel lirio. Algunos patos llegaban ocasionalmente a la laguna, nadaban un poco, conversaban entre ellos y luego remontaban el vuelo de nuevo pero ninguno veía al lirio que solitario deseaba tanto hacer amigos. Y así pasaban los días, las estaciones y llegó el invierno, entonces el lirio de esta historia se sintió tan solo que sus lágrimas de hielo comenzaron a rodar silenciosamente por sus mejillas. Pero justo ese día en que el lirio lloraba comenzó a brotar a su lado una pequeña flor silvestre, cosa rara para la estación, las flores no nacen en invierno, pero esta era una flor especial, las lágrimas del lirio al caer en la tierra habían hecho renacer una vieja flor que dormía su sueño de invierno. _ ¡Hola!, le dijo la flor, abriendo sus pétalos con mucha pereza. Y el lirio asombrado, contestó: _ ¡Hola flor!, ¿Cómo es posible que una flor nazca en invierno? A lo que la flor dijo: _ ¿Cómo es posible que un lirio no muera en invierno?, ¿Ves?, somos ambos especiales, quizá este sea nuestro destino: crecer y vivir cerca, uno al lado del otro. Y cuéntame: _ ¿Por qué llorabas?, dijo la flor. El lirio triste respondió algo apenado: _Lloraba porque me sentía solo en esta laguna, sin amigos; los patos antes venían y nadaban aquí, pero desde que llegó el invierno levantaron vuelo y se fueron en busca del sol.

_Tus lágrimas me han revivido, estaban tan llenas de calor que hicieron que brotara de nuevo a la vida, ya no estás solo, desde hoy seremos amigos y viviremos juntos a la orilla de esta laguna. _ Le contestó la flor.

A lo que el lirio feliz, dijo: _Nunca pensé que mis lágrimas me traerían a una amiga, ¡Gracias flor!

Y pasó el tiempo y la amistad entre el lirio y la flor crecía más y más. Pero un día comenzó a ponerse nublado el cielo, una tormenta se acercaba, la luz del sol se ocultó y los patos levantaron el vuelo asustados. El lirio y la flor se miraron y extendieron sus hojas para tocarse las manos y tomados de las manos, sus manos de hojas, esperaron a que llegara la tormenta. La lluvia llegó con fuerza y con ella el viento que soplaba haciendo un silbido largo y agudo, el agua del lago se levantaba en pequeñas ondas y los árboles se movían de un lado a otro, casi tocando la tierra con sus ramas pero el lirio y la flor seguían entrelazados con sus manos de hojas, soportando la tormenta. El viento sopló con tanta fuerza sobre ellos que sus raíces ya no pudieron seguir aferradas a la tierra, y ambos tomados de la mano volaron por el aire entre silbidos y relámpagos. La tormenta pasó, volvió la calma y salió de nuevo el sol, pero allí donde habían estado el lirio y la flor, ya no había nada, ellos habían desaparecido. El viento los arrojó en el jardín de una casita en el bosque, sin fuerzas, mojados y con los pétalos estropeados, estaban aún tomados de la mano, el lirio y la flor, casi sin vida, sin fuerzas. Y ocurrió que una niña salió de la casa a jugar en el jardín, y al ver al lirio y a la flor sintió pena por ellos, y tomándolos en sus manos corrió a la casa en donde vivía con su abuelita. _ ¡Abuela, abuela! Mira lo que el viento dejó en el jardín, gritó la niña. Y le entregó las plantas a la abuela, quien con suma dulzura las examinó y dijo a la pequeña: _Lucia, vamos a plantarlas en el jardín junto a las demás flores, quizá sobrevivan después de todo. Y así lo hicieron, las plantaron junto a los rosales y geranios del jardín. El lirio y la flor débiles pero con vida, sonreían, y continuaban con sus hojas enlazadas, tomados de la mano. El sol les alumbró y poco a poco empezaron a sentirse fuertes y erguidos, además las rosas y los geranios les hacían compañía y les animaban a recuperarse. El lirio y la flor vivieron felices en el jardín junto a las otras flores, y más nunca volvió el lirio a sentirse solo ni la flor a morirse. La fuerza de la amistad los había salvado.

LA ROSA VANIDOSA Había una vez una rosa amarilla que vivía en el rosal de un hermoso jardín de palacio. Ella era la única rosa que había nacido amarilla en el rosal, todas sus hermanas eran rosadas y por eso la rosa amarilla se sentía superior a ellas. Todos los días la princesa Laura, quien vivía en el palacio, paseaba por el jardín y se detenía a contemplar a las rosas, oliendo su aroma y disfrutando de su belleza. La rosa amarilla era su preferida, era a ella a quien acariciaba con sus manos y a quien dirigía hermosos cumplidos, mientras que las otras rosas eran ignoradas por la princesa. Esto hizo que la rosa amarilla se convirtiera en una rosa vanidosa. _Ya ven ustedes, soy la preferida de la princesa, ella sólo tiene ojos para mí y a ustedes apenas las mira. - dijo la rosa amarilla a las demás. A lo que las demás rosas respondieron: _Algún día te darás cuenta que ser vanidoso no es nada de lo que debas alegrarte, la vanidad es un sentimiento muy malo que hace que el que lo siente al final termine sufriendo. Y la rosa amarilla riendo, les dijo: _ ¡Qué envidiosas son ustedes!, ya quisieran ser como yo, con este tono amarillo como el color del sol, del oro, del trigo y ser las preferidas de todos, en especial de la princesa. Las demás flores callaron y voltearon sus pétalos para otro lado, no valía la pena tratar de convencer a la rosa amarilla, la vanidad no la dejaba entrar en razón. Un día sucedió que pasó por el jardín del palacio un pintor, era un artista que siempre buscaba nuevos motivos para sus creaciones y al ver el rosal se detuvo junto a él, y descubrió entre todas las rosas rosadas a la rosa amarilla que orgullosa se mostraba más sonriente que las otras. El pintor quiso pintar un cuadro del rosal y sacando las pinturas de su bolso, se dispuso a pintar el rosal en un lienzo para regalárselo a la princesa. Todas las rosas se sintieron halagadas, era la primera vez que alguien las tomaba como motivo de inspiración y abrieron más sus pétalos y exalaron más su aroma, hermosas y radiantes. El pintor realizó su trabajo y al terminarlo sonrió, había quedado muy hermoso el cuadro, el rosal completo, con ese tono rosado tan delicado y en el centro la rosa amarilla destacándose entre todas.

Se dispuso a partir y tomó cada una de las pinturas para guardarlas en su bolso, pero entonces sin saber cómo, el bote de pintura negra se resbaló de sus manos y fue a caer justo sobre la rosa amarilla, quien quedó toda pintada de negro perdiendo su hermoso color. El pintor apenado trató de remediar la situación, pero nada pudo hacer, la rosa amarilla había dejado de serlo. Las demás rosas del rosal miraron apenadas a su hermana, quien ahora lucía un apagado color negro y aún no salía de su asombro, no podía creer que ella, la única rosa amarilla ahora fuera una rosa negra. Sus hermanas, las rosas, le dijeron: _Lo sentimos mucho hermana, no hubiéramos deseado que esto te pasara, pero te queremos mucho y siempre estaremos contigo para ayudarte y apoyarte. Y entre todas la cubrieron con sus pétalos en un gran abrazo. La rosa amarilla se sintió muy apenada por este gesto de amor de sus hermanas y arrepentida comenzó a llorar. Sus lágrimas al caer, fueron limpiando uno a uno sus pétalos y estos volvieron a ser amarillos, el color negro se había caído y ella había vuelto a ser la de siempre. Pero ella no lo sabía, creía que seguía pintada. Le dijo a las demás rosas: _Lamento haber sido siempre tan vanidosa y no haber podido valorar el amor de ustedes mis hermanas, ahora comprendo que la vanidad es un sentimiento que no nos eleva el alma sino que nos hace peores. ¡Perdónenme, hermanas! Las rosas emocionadas le respondieron con alegría: _Te perdonamos, pero no te aflijas que tus lágrimas de arrepentimiento han limpiado tus pétalos y eres la misma rosa hermosa de siempre. Y entonces la rosa amarilla sonrió contenta y agradecida extendiendo sus pétalos en un abrazo cubrió todo el rosal. Y desde ese día fueron todas muy felices.

LA NUEVA VOZ

El gallinero estaba como siempre, lleno de sonidos, de plumas que revoloteaban en el aire y las gallinas en sus nidos empollando sus huevos. Así transcurrían los días en el gallinero. Había un solo gallo pero el gallo había nacido sin voz y por eso no podía cantar cada amanecer para anunciar un nuevo día, eso lo hacía sentirse muy triste, porque en las granjas cercanas había otros gallos que cada mañana elevaban su voz, anunciando a todos un nuevo día. Las gallinas no sabían cómo consolar al gallo, este se la pasaba triste, caminando de un lado a otro del gallinero ya que no se sentía feliz en esas condiciones. Cada mañana el gallo de esta historia se paraba en la ventana del gallinero para ver salir el sol y abría su pico para entonar su canto, pero nada salía de su garganta, ningún sonido y el pobre gallo bajaba la cabeza y triste permanecía así por horas sin moverse de la ventana. Un día las gallinas que ya no soportaban ver cómo sufría el gallo, se reunieron en secreto y decidieron que debían hacer algo para alegrarle la vida, después de mucho pensar y pensar, resolvieron comprarle al gallo un disco con el canto más bello y alegre de los gallos al amanecer y también un reproductor para que el gallo pusiera el disco, es decir, su nueva voz. Salieron al pueblo y entre todas compraron el regalo para el gallo, luego se reunieron en gallinero y lo mandaron a llamar, el gallito que estaba como siempre triste y apesadumbrado, vino a la reunión. _Querido amigo, entre todas tus amigas hemos querido regalarte algo que te devolverá la alegría y que podrás usar cada día de tu vida. _dijo la gallina más vieja. El gallo asombrado no se imaginaba qué podría ser aquello tan especial. La gallina vieja tomó una caja de regalo y se la entregó con una tarjeta que decía: Para el cantor más grande del pueblo. El gallo emocionado abrió el paquete y encontró el disco y el reproductor de sonido. _No entiendo, esto es un disco y un reproductor _dijo el gallo. Y las gallinitas todas al unísono, dijeron: _Sí, ¡Es tu nueva voz!

El gallo conectó el reproductor y colocó el disco, y cuál sería su sorpresa al oír el más bello canto de gallo que jamás nadie había oído en todos los alrededores. _ ¡Kikirikiiiiiii! Todas las gallinas emocionadas aplaudieron la nueva voz del gallo. Y desde ese día, cada mañana al salir el sol el gallo se montaba en la cerca del gallinero y con su nueva voz anunciaba el amanecer. Gracias a sus amigas las gallinas, el gallo pudo ser feliz.

LA NEVERA ESTROPEADA

Era un día soleado como tantos otros de primavera y el sol se colaba por la ventana de la cocina. Allí dentro estaban reunidos la lavadora, la secadora, la cocina, la batidora de torta, la cafetera, el horno microondas, la licuadora, en fin todos los artefactos eléctricos que habían en la cocina aquella. Conversaban en voz muy baja, pues no querían que la nevera despertase y los oyese. Ella la nevera aun dormía, pero debajo de ella, se filtraba el agua formando un pozo. La cocina que estaba a su lado había sido la primera en darse cuenta porque sus pies se le habían mojado y por eso se había despertado. La nevera estaba enferma, ya no funcionaba y se descongelaba poco a poco. Los dueños de la casa estaban de vacaciones y hasta dentro de un mes no volverían, para cuando eso ocurriera sería demasiado tarde para la nevera, habría muerto. Entonces la lavadora que ya una vez había estado a punto de morir perdiendo toda su agua, dijo: _Creo que debemos hacer algo pronto, piensen en alguna solución. Y la tostadora muy preocupada contestó: _En eso estamos, pensando. En ese momento la nevera se desperezó y bostezó, abrió los ojos y cuál fue su sorpresa al sentir sus pies todos mojados, abrió su puerta y la luz no encendió, el agua caía desde el congelador en rápidas gotas. Entonces la nevera gritó: _Me he echado a perder. ¡Auxilio!, ya no funciono. El horno microondas que era el más sereno de todos los artefactos eléctricos, dijo con voz muy grave: _No te asustes amiga nevera, estamos pensando qué podemos hacer para ayudarte. La nevera se sentía asustada pensando en que podría morir si perdía todo su frío y su hielo, comenzó a llorar y eso fue peor, porque el agua empezó a salir desde su puerta hacia abajo mojando más y más el piso. A la secadora se le ocurrió una idea y dijo a los demás:

_Tengo una idea, pongámonos todos a funcionar para hacer suficiente ruido y quizá alguien que pase por la calle nos oiga y entre a ver qué pasa. La licuadora que era bastante alborotada funcionaba, dijo animada:

y le gustaba gritar siempre que

_ ¡Sí, es una buena idea!, pónganse a máxima velocidad y así lograremos hacer más ruido del normal.

Todos los artefactos eléctricos comenzaron a funcionar al mismo tiempo, haciendo un ruido insoportable, la lavadora batía y batía con fuerza varias veces, la secadora giraba rápido su motor, la batidora de tortas comenzó a girar también, la licuadora movió sus aspas a máxima velocidad, hasta la aspiradora que estaba en un rincón de la cocina, salió de su rincón y empezó a funcionar paseando por toda la casa. Sucedió que un señor que regaba sus plantas en la casa de al lado, escuchó un sonido inusual dentro de la casa de su vecino y dejando la manguera en el suelo, se acercó a la ventana de la casa y su sorpresa fue grande al ver a todos los artefactos eléctricos funcionando sin que nadie estuviera en la casa. Como siempre, sus vecinos le dejaban una llave para cualquier emergencia, así que entró a la cocina y comenzó a apagar cada uno de los artefactos, estaba bastante asombrado y no podía entender lo ocurrido. Al llegar junto a la nevera vio que la puerta estaba abierta y no había luz en su interior, luego notó que el piso estaba mojado con el agua que salía de la nevera, y extrañado comenzó a chequear la nevera, su enchufe, sus cables, hasta que logró solucionar el problema y la nevera volvió a encender su motor. El vecino limpió el piso, colocó todo en orden y salió de la cocina. En ese momento todos los artefactos eléctricos gritaron: _ ¡Viva, lo logramos! La nevera que había empezado a congelar, con su luz encendida, sonrió y tímidamente les dijo a todos sus amigos: _Gracias por devolverme la vida, no sé qué hubiera sido de mí sin su ayuda. Entonces todos dijeron: _Los amigos deben estar unidos siempre, en lo bueno y en lo malo y nosotros no somos la excepción. Desde ese día todos los artefactos eléctricos no dejaron nunca de funcionar ni de ser los mejores amigos del mundo.

LAS SOMBRILLAS VIAJERAS

La sombrillita azul con dibujos de Mickey Mouse estaba cansada del camino y se sentó a descansar, a su lado estaba la sombrilla de Bruselas, la que tenía las fotos de la ciudad de Bruselas, esta era más grande y alta que la sombrillita azul pero las dos provenían de Genk, donde habían sido compradas por su dueña. Ellas, un día que sus dueñas las dejaron olvidadas en un parque, habían decidido que no querían vivir más colgadas dentro del closet ni querían una vida apacible donde sólo de vez en cuando, cuando llovía, podían ser útiles. Ellas querían conocer el mundo, querían viajar. Así que ese día ambas echaron a correr y se alejaron del parque antes de que sus dueñas volvieran a buscarlas, cuando se dieran cuentan de que las habían perdido. Caminaron y caminaron montaña abajo, hasta que decidieron descansar a la orilla del camino. _ ¡Ay!, me duelen tantos mis piecitos. - dijo la sombrillita azul. Y entonces la sombrilla de Bruselas que era más alta y seria, le dijo: _ ¡Si, lo sé!, pero debemos seguir antes de que caiga la noche, debemos buscar un sitio donde guarecernos. Y continuaron su camino hasta que divisaron una casita en el bosque. Tocaron la puerta y nadie les abrió, decidieron entrar y no había nadie en la casa, como estaban muy cansadas se acostaron a dormir para esperar el nuevo día. A la mañana siguiente estaba el día muy nublado y presagiaba tormenta, se pusieron en marcha rápido y tomaron de nuevo el camino del bosque, pero la lluvia comenzó a caer con fuerza, también rayos y centellas, ellas abrieron sus brazos y siguieron el camino ya más protegidas. Fue cuando vieron a una mujer con un bebé en brazos y a su lado una niña de pocos años, todos estaban muy mojados, la niña y el bebé tosían con fuerza. La sombrillita azul muy apenada, dijo: _Yo iré a ayudar a esas personas, les diré que pueden usarme para protegerse de la lluvia. Pero la sombrilla de Bruselas, respondió: _ ¡No!, no vayas, ellas se quedaran contigo y nunca podremos ir a conocer el mundo.

La sombrillita azul se detuvo, pensativa, luego volvió a mirar a la mujer con los niños que se protegían de la lluvia con sus manos sobre la cabeza. Y entonces le dijo a su amiga: _ ¡Lo siento!, pero creo que es más importante ser sombrilla en este momento y ayudar a quienes nos necesitan que ir a conocer el mundo. Se acercó a la niña quien alegre la tomó por el mango y la colocó sobre su cabecita mojada. La sombrilla de Bruselas se sintió sola y apenada por su conducta y corrió hacia la mujer, quien contenta de su gesto, la tomó y con ella se protegió junto a su bebé. Así continuaron el camino hasta llegar a la casita del bosque donde ellas, las sombrillas, habían pasado la noche. La mujer y la niña secaron a las sombrillas, las cerraron y cuidadosamente las colocaron junto al fuego que habían encendido para entrar en calor. Después se arrodillaron y dieron gracias a Dios por haber encontrado a esas sombrillas en el camino del bosque. Seguro habían sido olvidadas por alguien. Y así fue como la sombrillita azul con dibujos de Mickey Mouse y la sombrilla de Bruselas, desde ese día tuvieron nuevas dueñas y comprendieron que conocer el mundo no era más útil que ayudar a la gente de ese mundo y permanecieron por siempre felices en la casita del bosque.

EL SAPO POBRE

Los sapos del estanque estaban todos reunidos aquella tarde de verano. Todos menos uno, el sapo pobre. El sapo pobre era el único que no poseía tesoros, los demás sapos se habían hecho ricos cuando uno de ellos halló los tesoros que un duendecillo enterró en el bosque, y lo había repartido con sus amigos del estanque. Pero en ese entonces, el sapito de nuestro cuento no vivía aún con ellos. Al llegar al estanque, el sapito pobre se dio cuenta del lujo que rodeaba a los demás sapos, ellos tenían las mejores flores de loto del estanque, importadas del Japón, usaban hermosos sombreros con plumas para protegerse del sol y escuchaban música clásica cada atardecer con un tocadiscos que uno de ellos había comprado en el pueblo. Al conocer al sapo pobre le dijeron que podía quedarse con ellos en el estanque, pero no muy cerca de ellos ni podía compartir las flores de loto del Japón ni tampoco usar el tocadiscos, porque ellos se consideraban sapos aristócratas, es decir, sapos de alta clase social. El sapito pobre al oír aquello se sintió muy triste, él venía de un estanque donde todos eran felices y compartían las mismas cosas, pero una tormenta había hecho que decidieran cada uno emigrar a otro estanque y por eso había llegado hasta allí. Una tarde los sapos ricos decidieron hacer una gran fiesta de gala. Invitarían a las sapitas de la laguna de abajo, ellas eran muy finas y coquetas y buscaban sapos ricos y elegantes con quienes casarse. Pero el sapo pobre no estaba invitado a la fiesta. Sólo podría mirar desde lejos cómo se divertían todos los demás pero él no podía participar. El sapito suspiraba entristecido de su mala suerte y comenzó a llorar en silencio. Llegó el día de la fiesta, los sapos ricos habían adornado el estanque con las más bellas flores de los árboles, tenían hermosa música y mucha comida para festejar. Fueron llegando las invitadas, todas ellas maquilladas, con sus sombreros de paja de Francia adornados con una rosa. Los sapos ricos estaban admirados de tanta belleza y comenzaron a cortejar a aquellas bellas sapitas finamente vestidas. El sapo pobre miraba desde lejos la fiesta y suspiraba en silencio. De pronto el cielo se oscureció, las nubes se aglomeraron unas sobres otras, produciendo enorme estruendo, truenos, rayos y relámpagos cruzaban el cielo sobre el estanque, era una terrible tormenta que se avecinaba. El sapito pobre las conocía, ya había sobrevivido a unas cuantas en su viejo estanque. Los sapos ricos no conocían las tormentas, en ese lugar nunca había habido una. Ellos no conocían lo peligrosas que podían llegar a ser.

El viento soplaba con fuerza, comenzó a mover las ramas de los árboles produciendo un agudo silbido y el agua del estanque comenzó a moverse con furia. Los sapos ricos miraban el cielo asustados, y las sapitas comenzaron a gritar, tratando de huir del estanque a toda prisa. Sólo el sapito pobre permanecía tranquilo debajo del hueco del viejo árbol que estaba a la orilla del estanque, él sabía que debía permanecer allí si quería sobrevivir a la tormenta. El viento hizo volar las lujosas flores de loto del Japón y desaparecieron en el aire, lo mismo sucedió con el tocadiscos y los discos de música clásica, los trajes, sombreros, todo se lo llevaba el viento en su rápido paso por el estanque. El sapito conmovido por la suerte de sus hermanos, los sapos ricos, salió de su escondite y los llamó: _ ¡Vengan, vengan todos aquí! , aquí pueden salvarse de la tormenta. Los sapos ricos asustados de morir corrieron hacia allá, lo mismo las sapitas y todos se guarecieron debajo del viejo tronco del árbol. La tormenta amainó y la lluvia dejó de caer, el sol salió y brilló sobre el estanque, pero todo había cambiado, sólo se veían hojas flotando, ramas y cortezas de árboles que el viento había arrancado a su paso y habían caído en el estanque. Ahora los sapos ricos eran todos unos sapos pobres, habían perdido sus tesoros. El sapito pobre les dijo: _Lamento que hayan perdido sus bienes pero han conservado la vida, que es el mayor tesoro que podemos poseer. Uno de los sapos ricos hablando en nombre de todos, muy conmovido y apenado por sus pasadas acciones con el sapito pobre, dijo: _Hemos salvado la vida gracias a ti, a tu nobleza y buen corazón. Hemos aprendido la lección, el mayor tesoro está en saber ser buenos y nobles, en ayudarnos y apoyarnos unos a otros y por eso queremos pedirte perdón, por todo el mal que te hemos hecho con nuestra vanidad. El sapito pobre respondió muy conmovido: _ Me siento feliz de haberlos podido ayudar, nosotros somos hermanos y debemos vivir como hermanos, ayudándonos unos a otros, esa es la verdadera riqueza, la del corazón. Y desde ese día en el estanque ya no hubo lotos del Japón, ni música clásica, ni sapos ricos ni sapo pobre, sólo había sapos hermanos que cantaban felices al ponerse el sol y que vivieron unidos para siempre.

LA CEBOLLA DIFERENTE

Las verduras estaban todas en el carrito de las verduras en el rincón de la cocina, el carrito tenía tres gavetas, arriba en la primera estaban las patatas, en el medio estaban las zanahorias y abajo en la última gaveta estaban las cebollas. Vivían felices unas al lado de las otras estas verduras de nuestra historia. Un día la señora de la casa tomó una cebolla del carrito y la cortó para hacer una ensalada, y al comenzar a cortarla vio con asombro que la cebolla no la hacía llorar como las demás. Entonces llamó a su esposo y le dijo: _Fíjate José, esta cebolla es distinta, no hace llorar. A lo que el esposo respondió: _ ¡Qué bien!, sembrémosla en el huerto y seremos los únicos en poseer cebollas que no hacen llorar. Lo hicieron y se dispusieron a esperar a que nacieran las nuevas cebollas. La cebollita de la historia ya plantada en el huerto, no entendía muy bien porqué ella era tan especial, parecía ser muy importante para esta gente. El tiempo pasó y la cebolla dio otras cebollas, nacieron más y más cebollas en el huerto y todas eran como la primera, no hacían llorar. Los dueños del huerto las vendieron a buen precio y todos se peleaban por comprarlas, eran además de muy raras, muy dulces. Había como algo mágico en ellas, donde las colocaran, en las ensaladas, en las carnes, en los sofritos, todo el que las comía dejaba de sentir tristeza y jamás volvía a llorar. Estas personas de la historia se hicieron muy ricos con la cebollita que no hacía llorar, pero el sentimiento de la tristeza y las lágrimas no volvieron a asomar en los rostros de todo el que las comía. Las personas comenzaron a añorar sentir las lágrimas en sus rostros, su sabor salado, porque ya no podían llorar ni cuando veían una película que los conmovía, ni cuando estaban muy emocionados y contentos, ya nadie lloraba de felicidad tampoco. Eso hizo que dejaran de comer las cebollas que no hacían llorar, ellos querían cebollas corrientes, las de siempre, las que al abrirlas en dos las lágrimas acudían a los ojos con ese picor normal. Ellos querían además poder sentir lágrimas de alegría y también de tristeza.

De este modo poco a poco las personas comenzaron a valorar las lágrimas, la tristeza, las emociones y comprendieron que llorar es algo que todos debemos hacer de vez en cuando, no sólo al picar una cebolla sino al vivir cada día, con plenitud, con felicidad, con alegría, con dolor, con pena, con cada emoción que sintamos, porque cada emoción del ser humano es siempre un don de Dios.

EL PERRO COJO

El carro pasó veloz y golpeó fuertemente contra algo, era Sansón un pequeño perrito peludo que había cruzado la calle y sin darse cuenta el auto lo había golpeado en su pata trasera. Sansón como pudo echó a andar, le dolía mucho la pata, no sabía a dónde dirigirse, no tenía casa ni amo, vivía solo en las calles de esa gran ciudad. Caminó hasta el parque donde a veces debajo de un banco dormía la siesta, después de hurgar en los pipotes de basura del parque buscando algo que comer. Debajo el banco de siempre se acurrucó, esperando a que pasara el dolor de la pata trasera. Se quedó dormido, soñó con conseguir un amo que lo adoptase y llevase a vivir con él en una casa con jardín donde pudiera retozar y jugar con la pelota. Cuando despertó se dio cuenta que sólo había sido un sueño, el dolor de la pata había cesado y entonces trató de echar a andar, ya no podía apoyar la pata al caminar de modo que la sostuvo arriba y caminó con las otras tres patas, se había convertido en un perro cojo. Sansón era el nombre que le habían puesto los niños del parque que a veces jugaban con él, lanzándole la pelota para que la fuese a buscar. Y el pobre Sansón cojeando salió en busca de comida en algún basurero cercano, había pasado mucho tiempo desde que el auto lo atropellase y tenía mucha hambre. Entró en el callejón donde quedaba la puerta trasera de un restaurante, en ese lugar había siempre un pipote con desperdicios. Se disponía a mirar adentro del pipote cuando vio a una anciana entrar por el callejón y la seguía un hombre de muy mal aspecto. La ancianita caminó rápido, estaba asustada, ella quería cortar camino por ese lugar pero la verdad es que ya era de noche y sentía algo de miedo. El hombre caminó más aprisa y se le fue acercando a la pobre mujer, y al estar a su altura le tapó la boca con una mano y con la otra le arrancó el bolso que llevaba. Sansón que estaba ya casi sobre el pipote de basura, sintió que debía hacer algo por ayudar a esa pobre anciana y a pesar de ser un perro pequeño, tenía buenos dientes afilados por roer viejos huesos y seguro podía hacer algo. La ancianita al sentirse sorprendida, gritó: _ ¡Socorro!, ¡Auxilio! Sansón corrió junto al hombre y le mordió el tobillo con toda la fuerza que podía, jamás había mordido a nadie, era un perrito bueno y pacífico, pero en esta ocasión supo que debía hacerlo. El hombre soltó un grito de dolor: ¡Ay!

Y le dio una patada al animal, quien tan valientemente lo mantenía agarrado del tobillo con su boca. La ancianita aprovechó el descuido del hombre para refugiarse en el restaurante por la puerta trasera, mientras el pobre Sansón caía a varios metros impulsado por la patada del hombre. El hombre asustado pensando en que ya la anciana estaría avisando a la policía, echó a correr y se escapó entre las sombras del callejón. Sansón yacía en el suelo, adolorido, le dolía la otra pata trasera y también el estómago, sólo podía aullar de dolor. En ese momento regresó la ancianita al callejón en compañía de la policía y el cocinero del restaurante, vieron que el ladrón había huido pero encontraron al pobre Sansón malherido. La ancianita agradecida llevó a Sansón al veterinario para que lo curara y conmovida por su buena acción lo adoptó. El doctor le operó la patita coja y Sansón se recuperó satisfactoriamente, ahora podía caminar con sus cuatro patas y además había conseguido una dueña, ya no tendría que vivir en el parque, ahora tenía su propia casita en el jardín de la anciana y su pelota para jugar. Desde ese día Sansón fue el guardián de la ancianita y también su mejor amigo, porque las buenas acciones siempre tienen su recompensa.

EL TELÉFONO DE LOS DESEOS El teléfono público de la calle “El deseo“ estaba ubicado en una esquina, la caseta de color rojo y el teléfono azul permanecían casi todo el tiempo solos, nadie lo usaba ya que todos en esa calle tenían teléfono en sus casas y teléfonos móviles también. Ana caminaba apurada buscando un teléfono público, no conocía bien esa calle pero le habían dicho que por allí podría encontrar uno. Al fin lo vio y apresuró el paso, entró a la cabina e hizo una llamada a su papá, quien se encontraba en otro país. Quería saber cómo se encontraba de salud ya que la última vez que supo de él, estaba muy mal con un problema de tensión. _ ¡Aló!, ¿Papá, eres tú? Soy Ana, ¿Cómo estás? La voz desde el otro lado del hilo telefónico se escuchaba cansada. _Sí hija, soy yo, tu papá. Lo que ocurre es que estoy muy enfermo, los médicos no me dan muchas esperanzas de recuperación. Me gustaría tanto que estuvieras aquí. Ana recién había comenzado a trabajar y la verdad es que no tenía suficiente dinero para viajar, sin embargo, contestó tratando de parecer animada: _No te preocupes papá, iré lo más pronto que pueda, yo también quiero verte. En eso la operadora anunció que sólo quedaba un minuto de tiempo. _Bueno Papá, te volveré a llamar, te quiero mucho. - dijo Ana. Pero en ese momento antes de colgar, una voz extraña dijo: _Si deseas viajar, el boleto de viaje lo encontrarás. Y luego se escuchó sólo el sonido vacío de la línea. Ana no sabía qué había sido esa voz. _ ¡Qué raro! - pensó. Salió de la cabina pensando en cómo haría para encontrar ese dinero que necesitaba para el viaje. Al salir pisó un papel de envoltura de chocolate, que se quedó pegado en la suela de su zapato y cuando se agachó a quitárselo, vio como un sobre volaba con el viento hasta ella y se depositaba justo a su lado, lo abrió y allí adentro había un boleto de ida y vuelta para el país de su padre. No lo podía creer, la voz del teléfono se lo había dicho. ¿Sería un regalo de Dios? Sin pensar mucho y muy contenta se fue a su casa a preparar el viaje.

Estaba lloviendo y había empezado a oscurecer, pero para Vicente la lluvia no tenía importancia, lo habían despedido de su empleo esa tarde y no sabía qué hacer. Vio la cabina telefónica y recordó que tenía que llamar a un amigo quien le había ofrecido hablar con su jefe a ver si lo podían emplear. Entró a la cabina telefónica y marcó el número de su amigo. _ ¡Aló!, Hola Pedro, soy yo, Vicente, te llamo por lo que me dijiste hoy, ¿Crees que será posible? Del otro lado de la línea telefónica se oyó la voz de Pedro muy apenado que le decía: _Lo siento Vicente pero la respuesta ha sido negativa. Vicente se despidió de su amigo con mucha tristeza. ¿Qué podía hacer? En eso, una voz que provenía del teléfono, le dijo: _Si trabajo quieres hallar sobre mí debes mirar. Vicente asombrado colgó el auricular. En ese instante sus ojos tropezaron con una tarjeta que estaba sobre el teléfono. Era la tarjeta de una compañía y tenía la dirección y el teléfono, decidió que no perdía nada con llamar. Marcó el número y pidió que le comunicaran con el nombre de la persona que aparecía en la tarjeta. La persona le atendió y él le explicó su situación y el área en la que había trabajado, y mayor fue su sorpresa cuando el hombre del otro lado del hilo telefónico le dijo que justo necesitaban a alguien como él. Vicente no lo podía creer, besó la tarjeta y al día siguiente iría a la entrevista con la persona con la que había hablado. La noticia del teléfono de la calle “El deseo” que cumplía los deseos, se fue pasando de boca en boca y todos empezaron a acudir al teléfono a pedir sus deseos. Una mujer adentro de la cabina telefónica, pedía: _Quiero una casa de lujo, con una gran piscina y muchas comodidades. Y esperaba. Pero nada ocurría, la mujer enojada le dio una patada a la cabina telefónica y se marchó. Entró luego un hombre que tenía muchas empresas, era rico, pero deseaba tener más dinero y propiedades. Al quedar solo dentro de la cabina, pidió: _Quiero expandir mis empresas en el exterior, necesito socios ricos y más dinero para invertir. Y esperó pero nada ocurrió.

El hombre furioso empezó a golpear las paredes de la cabina telefónica mientras gritaba: _ ¡Mentira, todo es una mentira! Luego entró un niño que deseaba comprar un nuevo juego para su ordenador, y en voz baja dijo: _Quiero un juego nuevo para mi ordenador, el más caro y el mejor. Y esperó, pero nada. El teléfono no cumplía su deseo. Entonces muy molesto escupió varias veces sobre el teléfono y salió con la cara roja de la rabia. Ese día desfilaron muchas personas por la cabina telefónica de la calle “El deseo” pero ninguna obtuvo su deseo. Y todas habían golpeado, escupido y maltratado al teléfono y a su cabina. La pobre cabina telefónica y su teléfono estaban en bastante mal estado. Entonces un muchacho humilde que trabajaba en el Supermercado de esa misma calle, al pasar por la cabina telefónica y verla en ese estado, entró, la limpió, colocó el auricular de nuevo en su sitio ya que lo habían dejado descolgado, y dijo: _Ojalá no te hubiesen maltratado así, la gente no sabe apreciar un buen servicio público. ¿Será verdad que cumples los deseos de la gente? Mejor sería que no lo hicieras más, muchas personas no están preparadas para recibir. Si yo tuviera dinero, pondría una escuela para la vida y enseñaría que la verdadera felicidad está en lo que somos interiormente y no en lo que poseemos. En ese momento, muchas estrellas salieron del teléfono y como por arte de magia debajo del teléfono apareció una bolsa con monedas de oro y una tarjeta que decía: “Para invertir en la escuela para la vida”. El muchacho no lo podía creer, ese dinero era para que él cumpliera su deseo, el de enseñar a los demás el valor de ser persona. La cabina telefónica recuperó su anterior estado, parecía nueva. Pero ese fue el último deseo que concedió. Desde ese día sólo fue una cabina telefónica como cualquier otra.

EL BON-SAI NOSTÁLGICO Un día llegó a vivir en la terraza un Bon-Sai. Venía de China y el largo viaje que había hecho lo dejó muy cansado. Además durante el viaje y luego al llegar a Bélgica no le habían puesto suficiente agua y muchas de sus hojitas las había perdido. Su nueva dueña lo había regado y limpiado y ya después lo colocó en el marco de la ventana de la terraza, justo en el medio de un Geranio y una Siempreviva. El Bon-Sai suspiró apenado al verse en ese lugar tan extraño y ajeno a él. Al pasar los días pudo comenzar a sentirse mejor porque el viento del bosque, el canto de los pájaros y la compañía de las demás plantas lo hacían sentirse menos solo y triste, pero seguía estando en sus ojos una sombra de melancolía. No dejaba de pensar en su país, en los cerezos en flor, en los lotos del estanque, y en el sonido del Gong que lo hacía meditar y remontarse a lejanas regiones que sólo en sueños se pueden visitar. Y una lágrima de cristal rodó por su tronco retorcido hasta parar a sus pies, donde fue absorbida por la tierra. El geranio que era muy observador y que hasta ahora había guardado silencio, se atrevió a preguntarle:_ ¿Qué te pasa Bon-Sai?, ¿Por qué estás tan triste? _ ¡Hola Geranio!, disculpa mi tristeza pero no me adapto a este país. Extraño mucho a mi tierra, sus olores, sonidos y naturaleza. Siento que voy a morir de tristeza aquí y cubrió su rostro con sus ramitas para que el Geranio no le viera llorar. _dijo el Bon-Sai. _ ¡Ah!, bueno no todo es tan malo, entiendo tu nostalgia pero todos en esta terraza hemos venido de otros sitios, algunos en semilla y otros aunque hemos nacido aquí provenimos de raíces lejanas. Fíjate en el Ají Dulce Venezolano, él llegó en semilla con algunas de sus hermanas pero cuando fue sembrado sólo él germinó y fue creciendo solo, aunque claro al lado nuestro, y también como tú no dejaba de pensar en el Mar Caribe, en las palmeras de sus costas y en el sol tropical de su tierra, pero se consoló cantando una canción que recordaba de allá y que a nosotros nos encanta escuchar. _ dijo el Geranio y continuó: _Si miras en aquella maceta verás al Perejil, antes era un perejil amargado, se la pasaba de mal humor, protestaba por todo, él proviene de Holanda y allá estuvo en semilla junto a los más bellos tulipanes, lo que lo hacía extrañar su tierra y lo volvió muy presumido pero un día sufrió mucho con una tormenta y entonces comprendió que aquí está su lugar entre nosotros y ahora hasta canta de vez en cuando a coro con el Ají Dulce. A veces nos concentramos tanto en nosotros y nuestras tristezas que creemos que nadie más las padece y no es así. ¿Te das cuenta que no eres el único?, vamos hombre, anímate, ya verás cómo pronto te acostumbras a nosotros y te sentirás feliz. _ ¡Hum! - suspiró el Bon-Sai no muy convencido con las palabras del Geranio.

El día siguiente amaneció radiante con un lindo sol, las rosas Bárbara y Pulgarcita habían abierto sus capullos y ahora tenían unas lindas rosas que decoraban su peinado. Y las flores rosadas de los Geranios estaban muy contentas y se peinaban la cabellera rozándose unas con otras. Y más allá el Ají dulce desperezándose, comenzó a estirar sus hojas y a cantar su canción preferida, a lo que el Perejil feliz se le unió haciéndole coro: "Al árbol debemos solícito amor, jamás olvidemos que es obra de Dios…" La planta de Siempreviva que estaba al lado del Bon-Sai, le dijo: _ ¡Buenos días Bon-Sai!, yo por lo general no hablo mucho, pero hoy me siento muy animada y me gustaría que fuéramos amigos y que me contaras historias de la China, de sus plantas, de sus aromas, de sus sonidos, de sus aves. Todas las demás plantas que lo habían escuchado, gritaron a coro: _ ¡Sí, por favor!, Bon-Sai, cuéntanos, anda cuéntanos, mientras aplaudían entusiasmadas con sus manitas de hojas. El Bon-Sai se sintió feliz de que sus amigas y compañeras de terraza quisieran saber de su país y su cultura, y entonces les dijo que sí, que encantado les contaría historias de la China milenaria, podría cada día recordar a su tierra y además les enseñaría a las demás plantas lo bello que es nunca olvidar los orígenes mientras se conserve el amor en el corazón, a pesar de lo lejos que podamos estar. Cada día desde entonces, en la mañana muy temprano, todas las plantas hacían silencio, para escuchar al Bon-Sai, quien encantado comenzaba su historia: "Sucedió una vez allá en la remota China, que un cerezo......."

EL HADA FLOR

La luna salió detrás de las nubes y alumbró todo el bosque que en silencio dormía, pero no todos duermen de noche, las hadas y los duendecillos permanecen despiertos, es cuando la magia de las horas nocturnas comienza. El hada Flor se peinó su larga cabellera y se puso una bella flor blanca para decorarla, Mariposita se posó en una de sus rodillas y le dijo: _He visto a unos niños que viven solos en una cabaña del bosque, creo que deberías ir a verles. El hada Flor se sintió conmovida y alzó el vuelo hasta la cabaña aquella, miró por una de sus ventanas y vio a los tres niños pequeños muy solos y tristes, estaban despiertos rezando junto a una velita encendida. Decidió entrar por la chimenea y al verla los niños se asustaron mucho, pero luego cuando contemplaron el brillo de sus alas y su bondadosa sonrisa, se calmaron. _ ¡No teman niños!, soy el hada Flor -les dijo- vivo en el bosque y supe de ustedes por Mariposita, mi amiga, a ver díganme: ¿Por qué están tan solos en esta cabaña? El niño más grande tímidamente, dijo: _Es que nuestros padres salieron a buscar comida desde ayer y aún no han regresado, estábamos rezando para que volvieran. El hada pensativa, contestó: _Bien, no se asusten yo iré a buscarlos y los traeré de regreso. Alzó el vuelo y se fue a buscar a los padres de los niños, pero fue en vano, los padres no aparecían, parecía que se habían esfumado. El hada Flor regresó muy triste y les dijo que no había tenido suerte, pero que ella se quedaría a hacerles compañía y les traería de comer cada día hasta que sus padres volviesen, los niños muy agradecidos se acostaron a dormir confiando en el hada Flor. El hada Flor se dispuso ir a visitar a su amigo Merlín, el viejo mago que vivía del otro lado del bosque, estando con Merlín le contó la historia de los niños y Merlín buscó en su bola mágica y vio a los padres, sin saber se habían comido uno de los frutos del sueño y yacían dormidos debajo de un gran árbol en un rincón lejano del bosque, el hada Flor agradeció a Merlín su ayuda y presurosa corrió a rescatarlos, usando los polvos mágicos de sus alas, los roció con ellos y los padres despertaron asombrados, el hada Flor los guió hasta la cabaña cuando ya estaba saliendo el sol.

Los niños sintieron la puerta abrirse y felices vieron a sus padres que ya estaban de regreso vivos y sanos, todos se abrazaron muy contentos y el hada Flor prometió hacerles llegar comida cada día, las ardillitas del bosque y los conejos serían los encargados de dejarles las frutas y las verduras en su puerta. El hada Flor se retiró a dormir, porque deben de saber que las hadas duermen de día porque de noche hacen buenas acciones en la tierra.

EL SECRETO DEL ÁNGEL La niña cantaba una hermosa canción, un ángel que la escuchaba embelesado desde una alta nube sin saber cómo, resbaló y cayó a la tierra justo enfrente de la niña. La pequeña abrió los ojos impresionada, el ángel presuroso se sacudió el vestido y batió sus dos alas aún algo aturdido por la caída. _ ¿Eres un ángel? _le preguntó la niña. _ ¡Sí, lo soy! _contestó el ángel. La niña caminó a su alrededor mirando detenidamente al ángel, tocando sus alas blancas de plumas suaves y largas. Ella nunca pensó conocer a un ángel, estaba encantada. Me gustaría tener unas alas como esas, pensó, suspirando. El ángel se despidió de ella, tenía que volver al cielo. Pero antes de irse le dijo un secreto: _Tú también eres un ángel, sin alas, porque cuando venimos a la tierra en misión de ayuda y de luz, las alas las dejamos en el cielo hasta que regresamos allá como almas, todos somos ángeles pero no todos lo saben o no lo recuerdan. Y abriendo sus largas alas se elevó al cielo. Esa noche la niña rezó antes de dormir: “Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares nunca en mi vida y préstame tus alas hasta el otro día.”

NOCHE DE JUGUETES El reloj del salón dio las 12 campanadas, la casa estaba vacía, todos se habían ido de vacaciones. En el cuarto de los juguetes el arlequín sacó tímidamente su cabeza de la caja de madera donde siempre dormía, y miró a un lado y al otro, no había nadie y sonrió comenzando a entrar y salir de su caja impulsado por el resorte que le sostenía, luego la bailarina de traje color rosa con lentejuelas dio una vuelta en el aire y comenzó una hermosa danza, acompañada por la caja de música que abriendo su tapa comenzó sonar. Poco a poco todos comenzaron a despertar, el pequeño tren rojo y azul se sacudió el polvo e hizo sonar su silbato de salida y partió por la pista dando vueltas y vueltas muy contento, el soldadito de plomo rompió la formación en que estaba con sus otros compañeros y en un instante se plantó enfrente de la bailarina pidiéndole permiso para ser su pareja de baile y comenzaron a danzar felices. Las muñecas de trapo Anita y María aplaudieron al verlos, ellas eran muy románticas y estas escenas las conmovían mucho. La pelota de seda con corcho francés, muy presumida comenzó a rebotar animada, solía decir que ella podía tocar las nubes, la luna y las estrellas. El tamborcito repiqueteaba en la esquina de la habitación y el pequeño piano también se unió al equipo de músicos. Todo era una fiesta, que maravilloso era poder cobrar vida a las 12 de la noche cuando no hay nadie en casa. Deben saber que el espíritu de los juguetes nunca duerme, siempre está atento a que llegue el momento propicio para disfrutar de su vida de magia y fantasía.

LA BRUJA BONDADOSA Existió hace mucho tiempo en un lugar remoto y alejado entre montañas un pequeño pueblo de campesinos y agricultores, allí habían sólo unos 50 habitantes, de los cuales muy pocos eran niños, la mayoría eran adultos y ancianos. Los niños solían ir al bosque a jugar cerca del arroyuelo y muy cerca había una vieja cabaña que lucía un aspecto feo y descuidado, se decía que en ella vivía una bruja muy alta, de rostro verde y malvado, que llevaba una olla en un brazo y una escoba en el otro, muy pocos la habían visto cuando cultivaba su huerto y al verla habían salido despavoridos del lugar. Los adultos suelen hacer muchas conjeturas sobre lo que ven y no comprenden, o sobre lo que les atemoriza en base a las apariencias y así viven asustados a lo largo de sus vidas sin saber si aquello a lo que temen es realmente algo tan malo. Los niños en su inocencia y aún puros en su corazón suelen percibir la bondad a pesar de lo que esconda una apariencia fea o desagradable, y eso fue lo que pasó ese día cuando dos de los niños Pedrito y José jugaban cerca del río, esa mañana lucía radiante y el sol brillaba a través de las ramas de los altos árboles, entonces sintieron ruido de ramas y cuál sería su sorpresa al encontrarse a la bruja de la cabaña quien con su caldero en una mano recogía moras silvestres, los niños se quedaron paralizados del miedo pero la bruja muy amablemente les sonrió y les dijo: _No teman, no soy mala, este es sólo un aspecto exterior, no nací agraciada, pertenezco a una raza de seres que somos distintos a ustedes en el exterior pero a nosotros eso no nos convierte en malos o en perversos, somos seres de gran corazón y nos gustaría que lo entendiesen las demás personas del pueblo. Los niños se miraron las caras sorprendidos con aquellas palabras y sus corazoncitos sintieron que eran sinceras, le sonrieron a la bruja que ya no parecía tal sino más bien una señora muy amable. Cuando perdemos el miedo eso que nos parece feo puede volverse incluso hermoso porque aprendemos a ver con los ojos del alma, esos que no distinguen por apariencias sino por sentimientos. La bruja bondadosa les pidió que fueran con ella hasta su cabaña allí les daría caramelos y pastel de moras, los niños animados la siguieron, al llegar a la cabaña se sorprendieron al ver el hermoso ambiente que adentro de ella reinaba, una linda mesa con un mantel bordado en flores de colores, un sofá de rayas alegres, una mecedora junto al fuego y sobre la mesa platillos con caramelos, golosinas y una bella tarta de moras con crema. Se sentaron muy contentos y merendaron con la bruja bondadosa quien les dijo que su nombre era Ágata cuyo significado es "bueno, bondadoso", los niños decidieron que la llamarían por su nombre que además les parecía muy hermoso, esa tarde comieron y Ágata les contó historias de su gente, de su cultura donde todos eran buenos amigos y vecinos y no juzgaban a otros por su condición física ni por sus bienes o riquezas sino por el amor de sus corazones y la bondad de su alma.

Los niños se despidieron con afecto y le dieron cada uno un beso en su mejilla, a lo que ella sonrió agradecida, finalmente tenía dos nuevos amigos que la visitarían y podrían juntos charlar y recoger moras en el bosque. Al llegar al pueblo los niños contaron sobre Ágata y refirieron como era ella la última de su raza y que ahora vivía tan sola y abandonada en esa cabaña del bosque, los campesinos compadecidos creyeron en los niños y todos juntos fueron a ver a Ágata quien les recibió feliz con muchas tartas de moras y desde ese día ya no tuvo Ágata que esconderse de nadie, y cada vez que podía llevaba moras al pueblo y tartas y las obsequiaba a los niños y a sus familias y también les ayudaba en las labores del campo. Desde ese día la bruja bondadosa ya no fue vista por su mal aspecto ni por su ropa sino por el amor que ofrendaba desde su corazón.

EL BAÑO AZUL La casa era vieja, algo fea y hacía tiempo que nadie la habitaba. Tenía dos plantas y dos baños, uno en la planta superior y otra en la planta inferior junto a la cocina. El baño de la planta superior era de mejor calidad, sus mosaicos color rosa con blanco aún se conservaban en buen estado y su espejo redondo con marco dorado estaba en perfectas condiciones, parecía que el paso del tiempo no los había afectado. El piso tenía bellos mosaicos también, algo sucios por el polvo acumulado, pero hermosos al fin. El baño de la planta baja era de inferior calidad pero muy lindo también, tenía mosaicos azules de Holanda y aunque parecían poco costosos eran tan hermosos y originales que se destacaban con la luz que entraba por la ventana. Las piezas del baño eran azules también, todo estaba decorado en azul al contrario del baño de la planta superior que era todo en color rosa. La puerta de la casa se abrió y entró una elegante mujer, alta, muy bien vestida con un portafolio debajo del brazo, era de la agencia inmobiliaria, venía a mostrar la casa a los posibles nuevos dueños. _Es una casa vieja pero muy hermosa. _ dijo la elegante mujer. _Sí, es cierto, hay algo en ella que me gusta. _respondió la otra mujer que acompañaba al caballero. Recorrieron la casa, vieron cada uno de sus salones, habitaciones y rincones, hasta llegar al baño azul. Al abrir la puerta, la luz destiló colores brillantes como pequeños arcos luminosos en sus mosaicos azules. La mujer compradora, asombrada, exclamó: _ ¡Qué mosaicos más hermosos los de este baño! Me gusta la casa, la compraremos. Y fue así como la vieja casa pasó a tener nuevos dueños. La restauraron, pintaron, limpiaron pero el baño azul siguió siendo el mismo, no le habían quitado sus mosaicos de Holanda. Y pasó a ser el baño principal de la casa. La primera vez que la nueva dueña usó el baño azul, al abrir el grifo del lavamanos, el agua que salió tenía destellos de escarchas y una luz que parecía mágica, además tenía una temperatura cálida que al correr sobre la piel calmaba cualquier dolor que pudiesen tener quienes mojaban sus manos con ella. La bañera azul era algo especial también, al llenarla de agua y sumergirse en ella y cerrar los ojos, se podían visitar los más bellos países del mundo, sentir la brisa en

el rostro, el sonido del mar, el perfume de las flores del campo y al terminar de bañarse todas las preocupaciones y tristezas habían desaparecido. Todas las piezas del baño tenían un encanto especial, era como un lugar fantástico donde se podía rejuvenecer, curarse y sentirse feliz, todo al mismo tiempo. Lo cierto de esta historia es que en ese baño azul vivían los duendes de los mosaicos, ellos habían venido desde Holanda, habitaban en cada uno de los mosaicos y hacían magia. Eran los duendes de la felicidad. Pero nadie lo supo nunca porque los duendes azules nunca se dejaron ver. A ellos les gustaba hacer el bien sin que nadie lo supiera, porque para hacer el bien a los demás no hay que estar diciéndolo, basta con la buena intención de hacerlo.

LA CASITA DE CARAMELO Los niños fabrican una casita de caramelo, le ponen merengue y ventanas de galletas, la casita es bien grande y será para una fiesta, la que celebrarán en su clase para recibir a la maestra. ¡Ponle crema aquí!, le dice Luisito a Lucia, y Lucia presurosa aprieta el tubo de crema color rosa, y así van dando forma a la casita de caramelo, entre dos es más fácil el trabajo cuando se trata de terminar a tiempo y con esmero. Y llegó el día siguiente, el primer día de septiembre, los niños muy contentos se marchan a la escuela, al llegar pondrán sobre la mesa la casita de caramelo, para que cuando llegue la maestra reciba la sorpresa.

TRES AMIGOS Pepito tiene un patito, gordito y amarillito, que juega con el cada mañana, que le acompaña y entra por la ventana. El osito Teddy se siente celoso porque desde que Patito llegó Pepito no le presta atención, se la pasa jugando con Patito y eso le parte el corazón. Teddy no te pongas triste, le dice Pepito con emoción, que yo a ti te quiero desde que nací y tú estabas en mi habitación. Teddy sonríe contento al escuchar las palabras de Pepito, y entiende que entre amigos no debe haber celos por Patito. Patito juega ahora con los dos, Teddy lo mece y le canta una canción, ahora son tres los amigos que disfrutan un momento de amor, porque cuando la amistad es sincera, no hay distancias ni división.

VOLANDO COMETAS ¡Vamos a volar cometas! gritan los niños entusiasmados, llevando en sus manos las cometas que su mamá les ha comprado. Fito, el perrito, también quiere ir y corre detrás de ellos cuando van a partir, y dos mariposas se invitan, volando presurosas. Ahora todos están en el campo volando las cometas, el viento noblemente las sopla con fuerza. ¡Qué lindo es verlas volar alto! ¡Qué lindo es poder correr jalando las cometas! La infancia siempre será un hermoso regalo para la humanidad.

LISA Y GATITO Lisa tiene un gatito que es muy juguetón, lleva un lazo en el cuello y la nariz en forma de corazón. Siempre salen juntos de paseo, van al parque de la esquina y allí alegres cantan una canción: "Gatito, gatito, amor de mi amor, yo me llamo Lisa y te quiero siempre a mi alrededor. Lisa, Lisa, amiguita fiel, yo me llamo Gatito y te seguiré siempre a donde tú estés." Y así pasan los días estos dos personajes de mi invención, tomados de las manos y cantando con mucha emoción.

EL CASTILLO DE ARENA Hoy hace un hermoso sol, ¡Vamos a la playa!, gritan todos con emoción, la madre toma la sombrilla, la toalla y el bronceador, los niños alborotados la siguen con ilusión. Han llegado a la playa, corriendo hasta la arena comienza la construcción. ¡Un castillo de arena!, grita Juanita muy animada, ¡Sí, un castillo de arena!, dicen los otros dos. Y comienza la aventura con arena, entre caracoles, el balde y una pala, todos encantados van dando forma al castillo de la princesa y el dragón.

MICIFÚ Luisana se ha ido a la playa y se ha llevado con ella a Micifú, el pobre va muy asustado porque no sabe nadar, Luisana lo abraza y le dice: nada te va a pasar. Ya adentro del agua Micifú no deja de temblar, tiene miedo y frío, teme caerse y que Luisana no lo pueda rescatar. No te preocupes Micifú que yo te sostengo muy bien si te sujeto con fuerza nunca te vas a caer, le dice Luisana al pobre Micifú, que no deja de pensar: ¡Quién ha visto que a los gatos les guste nadar! Y así pasan las horas, flotando sobre el azul del mar, debajo del cálido sol de verano. ¡Este día, Luisana y Micifú, nunca lo van a olvidar!

LOS HELADOS Roberta y su perrito Tilín veranean en la playa disfrutando del calor, hace mucho tiempo que no iban y ahora todo les parece encantador. El sol está que quema y Roberta tiene sed y el pobre Tilín con tanto pelo no sabe ya qué hacer. Entonces pasa el heladero con una maravillosa tentación: helados refrescantes para pasar el calor. Yo quiero uno de fresa, dice Tilín con emoción y para Roberta, su favorito, uno de vainilla en barquilla, y se sientan sobre la arena a comerse los helados con mucha satisfacción. ¡Qué bueno es compartir placeres entre dos!

LA BOTELLA Oscar ha encontrado una botella en la arena una botella con un mensaje que es de una sirena, Tico su perrito curioso está por saber qué dice la nota, Oscar le dice: Tico, cálmate, vamos a casa a ver qué pasa. Llegando a su casa, Oscar le cuenta a su padre quien con sumo cuidado saca la nota y comienza a leer: “Querido Oscar: Soy la sirena que mora en la costa y siempre te veo jugar con Tico a la pelota, por no tener pies no puedo acercarme, mi cola de pez no me deja presentarme. Mucho me gustaría que me escribieras una nota, poniéndola en la botella y llevándola a la costa, deja que la lleve el mar sobre una gran ola y así podre saber que podemos ser amigos a pesar de mi cola.” Oscar presuroso escribió un mensaje: “Sirenita he leído tu nota y no sabes la alegría que siento al saber que moras en la costa. Cuando vaya a jugar con Tico en la playa lanzaré a la orilla la pelota para que tú también juegues y no te sientas tan sola.”

EL PIANO A María y a Juanito les han regalado un piano, los dos muy contentos aprenden a tocarlo. Pillín, su perrito, practica encantado, haciendo el coro mientras espera a los dos hermanos. ¡Toquemos una canción clásica!, dice María pero Pedrito quiere tocar algo más animado. Que si esta, que si la otra, discuten los dos hermanos, Pillín fastidiado y cansado ya se ha marchado. Finalmente deciden lo que tocarán, una canción clásica para Navidad, Pillín contento por la decisión regresa ladrando y toma posición. Ahora felices tocan el piano y Pillín animado canta haciendo el coro a los dos hermanos. ¡La Navidad ha llegado!

EL SOMBRERO DE AMELIA Amelia tiene un sombrero nuevo, se lo ha regalado su tía la que vive lejos, es grande, rosado y tiene una cinta con un lazo de lado. Amelia sale a jugar en pijama, se ha levantado y no puede esperar, en el jardín una mariposa ha encontrado, una rosada como el sombrero, una que en su ala se ha posado. Amelia la saluda emocionada, la mariposa bate sus alas encantada. ¡Amelia, Amelia! La llama su mamá desde la ventana, ya es hora de vestirse y de ir a la escuela como cada mañana.

EL BESITO Pedrito y Anita son buenos amigos, desde siempre juegan juntos y salen cada tarde a mecerse en los columpios. Esa tarde Anita resbaló y a punto de caerse, Pedrito la salvó, evitando que se golpeara al salirse del columpio que tan alto la meció. Anita agradecida no sabe qué decir, se queda mirando a Pedrito que sonríe al verla a ella sonreír. Anita le da un besito, que deja a Pedrito sorprendido, no esperaba esa recompensa, pero, ¿Qué no hace un amigo?

LA CARTA Isabel ha salido a esperar al cartero, ella espera una carta, una carta, ¿De quién?, pregunta "Pajarito", su amiguito fiel. Es sólo una carta, no preguntes de quién, responde sonriendo Isabel, mientras Pajarito revolotea queriendo saber quién es. Ha llegado el cartero, la bocina de su bici ha sonado, Isabel sale corriendo con su corazón galopando, Pajarito la sigue sobre su cabeza, revoloteando. Abre el buzón y saca de adentro un rojo corazón, Pajarito muy curioso y moviendo su cabecita quiere saber qué dice en su interior. Isabel abraza contra su pecho el corazón y cerrando los ojos piensa en esa persona que le ha enviado todo su amor, ese hermoso presente que estrecha entre sus brazos tiene un mensaje bordado, que dice: “Para Isabel con mi bendición de su abuelita que la recuerda, deseándole lo mejor”.

LIBRO DE CUENTOS Libro de cuentos abre tus páginas, llévame lejos entre lagos y cielos, muéstrame la magia de tus colores, enséñame la letra de tus canciones. Libro de cuentos, infatigable compañero, recorreré tus hojas, caminaré tus sueños, compartiré con príncipes y princesas, pelearé contra dragones y hechiceros. Libro de cuentos cierro tu tapa, me está llamando el sueño, allí entre ilusiones y anhelos, te encontraré de nuevo.

OSITO CHIQUITITO Osito chiquitito, amigo de mis noches, duérmete conmigo sin hacer reproches. Osito chiquitito, osito de peluche, dame la mano al dormir y hagámonos amapuches. Osito chiquitito, con voz de ilusión, ven a navegar mis sueños y cántame una canción. Osito chiquitito, Rey de mi corazón, no me abandones nunca, ¡Por favor!

ARCO IRIS Un Arco Iris salió ésta mañana, un Arco Iris vi por la ventana, un Arco Iris que iluminó mi cara. Un tesoro esconde el Arco Iris en una olla grandota de barro que dejan los duendes al final de su arco. Un Arco Iris dibujó en el cielo gotitas de colores en la lluvia del alba. Un arco iris salió ésta mañana para decorar mi alma.

VAMOS A JUGAR Vamos a jugar que vamos a cantar a la rueda, rueda sin descansar. Vamos a jugar que vamos a soñar, sueños de colores sin despertar. Vamos a jugar que somos inventores de bellos corazones para los mayores. Vamos a jugar que nunca creceremos y que por siempre niños seremos.

LA BAILARINA Y EL SOLDADO La bailarina con su traje de lentejuelas mira al soldado con su bayoneta al hombro, la bailarina suspira por el que le roba la vida. El soldado firme sin voltear el rostro, siente que su corazón de prisa late por la bailarina que en el rincón yace. Llega la noche en el cuarto de juguetes, la bailarina ahora danza para el soldado, el soldado sonríe enamorado. Bajo la luz de la luna, en la noche oscura, bailan enlazados, la bailarina y el soldado, hasta que la magia haya acabado y regresen a sus cajas los juguetes encantados.

SERENATA NOCTURNA Duérmete mi niño, duérmete ya, la luna se ha dormido de tanto esperar. Duérmete mi niño, Duérmete ya, los angelitos inquietos están. Duérmete mi niño, con una serenata nocturna, que el viejo Mozart tocará. Duérmete mi niño, duérmete ya, ¡Shhh! Silencio, que ha cerrado sus ojos, mi niño dormido está.

BARQUITO DE MADERA Barquito de madera llévame a navegar, cruzando por azules aguas sobre el mar; surcando océanos profundos sin final. Barquito de madera con velas al viento, pon la proa rumbo a buen puerto, allí donde nos esperan los sueños. Barquito de madera se hace tarde ya, no me dejes esperando en esta soledad, aquí te espero, no te demores más.

LA SIRENA AZUL Una sirena salió del agua con su cola de pez color azul una sirena de cabellera larga y sonrisa dulce como la luz. Ven, sirenita, dame la mano, no tengas miedo, ¡por favor!, te prometo una piscina grande con agua dulce para nadar. La sirenita sonriendo me miró y me dijo estas palabras que siempre recuerdo con amor: “Marinerito de tierra firme agradezco tu bondad, pero pertenezco al agua salada y es allí donde debo morar”.

LA CASITA ROJA Tengo una casita de techo rojo, de paredes blancas como la cal, tengo una casita de porche amplio y con un patio para jugar. Tengo una casita en donde vivo, con grandes ventanas para mirar a la lluvia cayendo en la mañana y a sus gotitas de agua en los cristales, resbalar. Tengo una casita con flores blancas, que nacen en primavera bajo el sol, algunas rojas como las rosas y otras amarillas de girasol. Tengo una casita de techo rojo, donde voy tejiendo mis sueños y fantasías, donde cada noche rezo al acostarme, a las hadas y a los angelitos que me cuidan.

CABALLITO CIMARRÓN Un caballito ha llegado, un caballito cimarrón, tiene manchas marrones en la cara y rosado el corazón. Caballito solitario, caballito correlón, vamos a jugar un juego los dos, yo te monto y tú corres por praderas y llanos, soñando que somos libres y hermanos. El caballito se ha marchado, y me ha dicho Adiós. ¿Cuándo volverá por estos prados, el caballito cimarrón?

LA NOVIA LUNA He mirado el cielo y he visto a la luna con su vestido de estrellas y su velo largo cosido de cometas. Luna blanca, luna buena, ¿Te casas esta noche de luna llena? La luna sonríe enamorada, en su corazón no hay espacio para más nada, es el sol el que la llena, es el sol el que la ama. Luna blanca, luna buena, ¿A dónde irás de viaje, cascabelera? La luna se ha marchado arrastrando su velo, la lleva el sol de la mano, orgulloso y sereno, y los astros titilan allá arriba, sonriendo en el cielo.

RANITA TRISTE La ranita está triste, la ranita está sola, ya no canta en el lago, ya no sueña con magos. Ranita verde, bella ranita, ¿Qué te pasa hoy, que no hay alegría en tu carita? La ranita me mira con ojos callados, la ranita suspira por su sapo amado, es un sapo el que la entristece, el sapo que vive en la charca de al lado. Ha llegado el sapo croando, animado, la ranita verde contenta, ha saltado, allí van juntos los dos, cantando y brincando sobre las hojas de loto del lago. Allá van felices los dos sapitos, enamorados.

PECECITO LUMINOSO Tengo un pececito dorado con ojos redonditos y acaramelados, un pececito en su pecera, un pececito que me espera. Pececito pequeñito, no dejes de nadar, entre algas y caracolas sobre la arena del mar, mírame pececito a través del cristal, te envío un besito cada vez que vuelvas a pasar. Pececito luminoso, amigo y compañero, te voy a cuidar siempre, con amor y esmero.

EL GATO SEBASTIÁN El gato Sebastián se sube al tejado, allí duerme la siesta tranquilo y echado. Su ama lo llama para darle de comer, Sebastián perezoso no quiere volver. Sebastián, Sebastián, ¿Dónde estás? Sebastián lame sus patas y enrollando su cola se echa a dormir. Sebastián está soñando, no lo vayas a despertar, Sebastián es un gato muy dulce y especial.

MARIQUITA DE OTOÑO Me he encontrado una mariquita sobre una hoja larga y verdecita, una mariquita roja con puntitos negros y hermosas alitas. La he bautizado como “Lucecita” porque cada vez que me mira, en sus ojitos veo una chispita. Lucecita no te vayas a marchar, espera que llegue la noche si vas a volar. Lucecita, mi dulce mariquita, aquí te dejo de regalo, una florecita.

MUÑECA DE TRAPO Amanda la muñeca de trapo de rojo vestido, sonríe contenta porque María con ella juega. La muñeca de trapo se ha quedado dormida en los brazos de María que le canta enternecida. María le mece, María le canta, a la muñeca de trapo llamada Amanda.

LUCERITO Ha caído un lucero desde el cielo, ha caído un lucero de madrugada. Es un lucero bonito con muchos destellos, es un lucero que vi sobre la montaña. Lucerito de la mañana, compañero de mis juegos, alúmbrame la ventana para velar mi sueño. Ya he cerrado mis ojos, a ver si me duermo. Lucerito no te alejes, Lucerito no te vayas, quédate a mi lado hasta que despierte, quédate a mi lado hasta que llegue el alba.

LA VACA MARIOLA Tengo una vaca que se llama Mariola, es una vaca lechera que mueve la cola. Mariola es muy simpática y conversadora, “Mú” es lo que dice cuando la interrogas. Vamos a jugar Mariola, baila conmigo debajo de las farolas, canta una canción desde el corazón. Mariola canta conmigo, ¡No seas floja! Mariola se ha cansado de jugar, y se ha marchado al corral a descansar. ¡Hasta mañana Mariola, que duermas bien! Vendré a buscarte otra vez.

LA PELOTA DE SEDA Salta, salta, alto, alto, que llegues al cielo, que sea de un salto. La pelota de seda, es rosada y coqueta, y lleva un lazo de tul para adornar su cabeza. Salta, salta, alto, alto, que toques la luna y que te regale un rayo.

DOROTEA Dorotea la muñeca que vive en el desván, de todos olvidada y que nadie quiere ya. ¿Qué pasa Dorotea, que no te vienen a buscar? Han crecido los niños y a Dorotea no la necesitan para jugar. Pobre Dorotea, ¡Qué triste está! Lloran sus ojos de cuentas de cristal, mojando su vestido de encaje y su boquita no sonríe más. Dorotea vive de recuerdos, de felices momentos que nunca volverán, agacha la mirada y se pone a llorar. No llores Dorotea que alguien se acerca al desván, se escuchan los pasos y pronto te encontrarán. Es Luisita la que entra, La querida Luisita que ha crecido ya, Dorotea levanta la cabeza llena de emoción y de ansiedad. Luisita la mira y piensa: ¡Qué bonita está! ¿Cómo la había olvidado en este desván? Abraza y besa a Dorotea y le dice: “Más nunca sola estarás, vendrás conmigo por siempre, aunque haya crecido y contigo no juegue más.” Dorotea está contenta, sus ojos brillan de felicidad. Los niños cuando crecen no deben olvidar la verdadera amistad.

Si has llegado hasta aquí leyendo este libro, debo darte las gracias, por tu tiempo y paciencia. Gracias por pasearte por estas letras llenas de fantasía.

Vilma

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