SINFONÍA 54 (MICROTEATRO)

SINFONÍA 54 (MICROTEATRO) Una obra de teatro de menos de 15 minutos de duración para dos actores y una actriz por Marc Egea Microteatro Sinfonía 5

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SINFONÍA 54 (MICROTEATRO) Una obra de teatro de menos de 15 minutos de duración para dos actores y una actriz

por Marc Egea

Microteatro

Sinfonía 54 (microteatro), de Marc Egea

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EL FORMATO Ésta es una obra de microteatro. Requiere una escenografía básica y muy poco atrezzo. Su duración es inferior a 15 minutos. Está concebida para ser representada profesionalmente en espacios de microteatro, o, de manera aficionada, en escuelas o talleres de interpretación. PERSONAJES OLIVIA ZINOVIEVNA

Años atrás, Olivia fue una joven prodigio del violoncelo. Ahora, prematuramente retirada de la música, acaba de casarse con el millonario Román Ortega.

ROMÁN ORTEGA

Empresario de éxito, muy reservado. Una de las pocas cosas que se conoce de él es que colecciona, en su mansión, obras de arte de enorme valor. Acaba de casarse con Olivia Zinovievna.

MARIO

Músico, compositor. A pesar de llevar años trabajando, no ha alcanzado el éxito comercial y vive muy modestamente. LUGAR

La acción se sitúa en el apartemento de Mario. TIEMPO La acción tiene lugar en dos momentos diferentes, separados por unas cuantas semanas. VESTUARIO Román viste elegante sin caer en el esnobismo. Olivia viste con sencillez y sobriedad, haciendo que así resalte su belleza natural. Mario viste informal. SITUACIÓN Olivia asistió anoche al estreno de una nueva sinfonía titulada: “Sinfonía 54”. La sinfonía fascinó a Olivia pero hubo algo que la desconcertó: ella y su marido (Román) fueron los únicos asistentes al acto. Al día siguiente, Olivia visita al compositor de la sinfonía (Mario) para suplicarle que cambie los planes que tiene pensados para esa sinfonía.

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SINFONÍA 54 Por Marc Egea (microteatro) Una obra de microteatro, para dos actores y una actriz, de menos 15 minutos de duración

Apartamento de MARIO, sin luz. Lo único que se ve, en medio de la oscuridad, es el teclado de un piano, iluminado por un pequeño flexo. Una mano de mujer (OLIVIA) pasea sus dedos por las teclas, despacio, emitiendo una melodía suave, aparentemente improvisada. Se abre la puerta de la calle. Es MARIO. Los dedos de OLIVIA se detienen. OLIVIA (VOZ EN LA OSCURIDAD) Hola. MARIO ¿Quién es usted? OLIVIA (VOZ EN LA OSCURIDAD) Olivia Zinovievna. MARIO no reacciona. OLIVIA vuelve el flexo hacia su propia cara, llenándola de luz. MARIO pulsa un interruptor y enciende la lámpara del apartamento. En el apartamento destaca la presencia de un piano y una pizarra con pentagramas. MARIO Cómo ha entrado. OLIVIA Me ha abierto tu vecina. MARIO no responde. OLIVIA La vecina de al lado. Una señora mayor, una mujer encantadora, le he preguntado si podía… MARIO

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Ah, ya, ya, vale, no me lo cuente. Qué quiere, qué hace aquí. OLIVIA Quiero hablar. MARIO Yo no. OLIVIA Muy bien. Pues, solamente escucha. MARIO Váyase, por favor. OIVIA No me iré hasta que hayas oído lo que he venido a decirte. Después de unos segundos de duda, MARIO cierra la puerta. OLIVIA espera a que MARIO tome asiento. Éste no lo hace, permanece de pie. Espera a que OLIVIA hable. OLIVIA (Acomodando el tono, como si MARIO le hubiera concedido mucho tiempo) En casa, de pequeña, había libros, pero sobre todo había discos, muchos discos: Mozart, Händel, Beethoven… Los grandes maestros eran como mi familia, crecí con ellos, no imagino una vida sin ellos… (Mira a su alrededor) Aquí no hay libros, no hay música… MARIO no habla. OLIVIA ¿Fue aquí donde la escribiste? (Refiriéndose al apartamento) MARIO ¿Cómo? OLIVIA ¿Sonó por primera vez en este piano? OLIVIA toca una tecla del piano. MARIO observa la mano de OLIVIA, sin decir nada. OLIVIA toca otra tecla. Luego otra. Es la melodía que estaba tocando antes OLIVIA, cuando estaba sola en casa. MARIO interviene: MARIO No. OLIVIA deja de tocar. MARIO No se puede tocar a estas horas.

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OLIVIA Con el dinero, ahora podrías comprarle el piso a todos tus vecinos y tocar cuando quisieras. Aunque… supongo que habrás preferido comprarte una casa bien grande, llena de lujos, y estarás a punto de mudarte… MARIO no habla. OLIVIA mira a MARIO. OLIVIA ¿No? MARIO no contesta a esa pregunta. A OLIVIA le agrada pensar que quizá ese silencio signifique que MARIO no ha comprado esa casa de lujo. OLIVIA Yo, de niña, vivía en el campo. Una casita solitaria, en medio de la naturaleza, como en los cuentos. Lo que más me gustaba era tocar dentro, en invierno, junto a la chimenea, mientras afuera nevaba. Dicen que el violoncelo es el instrumento perfecto para tocar junto a un fuego. Por eso lo elegí. También influyó que mi padre era violoncelista… OLIVIA coge una tiza y empieza a dibujar en la pizarra, mientras habla. OLIVIA Mi padre no quería que fuera una violoncelista. Quería que fuera la mejor violoncelista. El dibujo corresponde a una clave de sol. A continuación, escribe un compás. OLIVIA Cuando me hice un poco mayor empezó a marcarme horarios. Tenía que levantarme muy temprano, para tocar. Escribe una nota musical. OLIVIA Luego iba a la escuela. Después del día entero en el colegio, cuando volvía a casa, continuaba con el violoncelo, toda la tarde. Paraba para cenar. Y seguía un par de horas más, hasta que me iba a la cama. MARIO escucha. OLIVIA escribe otra nota musical. OLIVIA Ésa fue mi infancia. Y mi juventud. Un día, mi padre decidió que ya estaba preparada y me presentó al mundo… “Señoras y señores, con ustedes, el nuevo fenómeno de la música:…” Aparece un hombre. Es ROMÁN. OLIVIA continúa escribiendo notas musicales en la pizarra, pero deja de ser visible para los presentes.

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ROMÁN …No, no, no, sólo soy un aficionado. Me gusta el arte, pero… como le puede gustar a cualquiera… (Se fija en el piano) Bonito piano. MARIO Gracias. ROMÁN ¿Puedo? MARIO concede. ROMÁN toca una tecla solamente. Sonríe. MARIO ¿Con eso ya sabe si suena bien? ROMÁN No. Sólo quería tocarlo. MARIO ¿Sabe tocar el piano? ROMÁN Acaba de escuchar mi repertorio completo. (Amable) No, no tengo ni idea. (Baja la tapa del teclado) Para mí, esas cosas que escriben ustedes… (Señalando con la mirada la pizarra de OLIVIA) …son chino. Se fija en la placa que hay sobre el teclado del piano. ROMÁN ¿Qué marca es? MARIO No tienen marca. Se lo puse yo. ROMÁN (Lee) “Rosebud”. ¿Por la película de Orson Welles? MARIO Sí. ROMÁN ¿Sabe qué fue de él? MARIO ¿De Orson Welles? ROMÁN

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No. Del “Rosebud” que aparecía en la película. MARIO Oí decir que Steven Spielberg compró aquel trineo en una subasta. ROMÁN No se equivoca. ¿Sabe cuánto pagó por él? MARIO Mucho dinero. ROMÁN Muchísimo. Ahora le contaré un secreto: Yo pagué diez veces más. Spielberg compró el de la escena del niño y la nieve. En mi casa, tengo un trineo idéntico a ése pero… ennegrecido por el fuego. MARIO ¿Se refiere al trineo que…? ROMÁN Si uno se fija, y le pone imaginación, aún puede leerse la palabra “Rosebud”. MARIO No sabía que se salvó del fuego. ROMÁN No lo sabe nadie. La gente que se maravilla con mis cuadros y esculturas, luego pasa por delante de ese trineo medio carbonizado y no imaginan que pagué más por él que por todas las obras de arte juntas… Tiene gracia. ROMÁN ve que sobre el piano hay una bola de cristal de nieve. ROMÁN ¿Cuál es su Rosebud? Rosebud es aquella alegría, aquella ilusión que todos teníamos cuando éramos jóvenes, y luego perdimos. ¿Cuál es su Rosebud, se lo puedo preguntar? MARIO sonríe. MARIO Entonces es verdad que usted es una especie de Charles Foster Kane, que se dedica a acumular piezas únicas… ROMÁN toma la bola de cristal de nieve. ROMÁN (Mirando la bola) Me dedico a vivir. Y para alegrarme un poco la vida compro obras únicas. Aunque debo decirle que la más valiosa de todas no he tenido que comprarla. MARIO ¿Ah, no? ¿Qué es?

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ROMÁN No es una cosa, es una persona… OLIVIA “…La prodigiosa Liv”. ROMÁN continúa observando la bola de cristal de nieve, pero deja de ser visible para los presentes. OLIVIA (Mientras continúa escribiendo notas musicales en la pizarra) ¿Sabes? Han pasado muchos años ya, pero, cada vez que alguien me reconoce, siempre me pregunta por qué lo dejé… (Mira a MARIO) ¿Sabes por qué lo dejé? MARIO se muestra reacio a entablar una conversación, no obstante, contesta: MARIO ¿Porque se cansó de la música…? OLIVIA Porque me cansé del marketing. El marketing puede hacer genial a un músico mediocre. Y eso es lo que pasó conmigo: Me cansé de que la gente creyera que yo era una violoncelista prodigiosa cuando… no lo era. MARIO Quizá, lo prodigioso de usted no era su técnica sino su espíritu. OLIVIA ¿Mi espíritu? MARIO El… sentimiento que imprimía a sus interpretaciones. OLIVIA Qué más da. Publicitábamos mi técnica, no mi sentimiento. MARIO Si le pregunta a la gente de la calle quién es el violoncelista más virtuoso del momento, el más técnico que hay ahora, ¿cree que sabrán darle un nombre? Silencio. MARIO ¿Qué clase de sentimiento podrá transmitir ese violoncelista si no lo escucha nadie? Usted expresaba sentimiento de una manera única, y la escuchó todo el mundo. La escuché yo. OLIVIA

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¿Estás diciendo que me equivoqué al bajarme de los escenarios? MARIO Estoy diciendo que no fue una equivocación subirse a ellos. OLIVIA piensa un instante. OLIVIA Muy bien. Sigamos con el cuestionario: Si le preguntamos a la gente de la calle cuál es la mejor sinfonía de la todos los tiempos, ¿crees que sabrán darme el nombre correcto? MARIO ¿Cuál cree usted que es el nombre correcto? OLIVIA Pues, ahora que lo dices, no lo sé. ¿Me puedes ayudar? La la sinfonía número 6 de Tchaikovsky es “La patética”, sinfonía nº3 de Beethoven es “La heroica”; la 41 de Mozart es la sinfonía “Júpiter”. Dime, tu… Sinfonía número 54… (Escribe “54” en la cabecera de la partitura de la pizarra) ¿se llama…? MARIO ¿Usted qué nombre le pondría? OLIVIA ¿Yo? ROMÁN Olivia Zinovievna. OLIVIA se queda pensativa, observando las notas musicales de la pizarra (que ya forman una pequeña partitura), pero deja de ser visible para los presentes. MARIO ¿Qué quiere de mí? ROMÁN deja la bola de cristal en el piano, sobre la tapa del teclado. ROMÁN Usted escribió una pieza titulada: “Sinfonía 54”. La expresión de MARIO se congela. MARIO ¿Cómo? ROMÁN Referencia de registro: JV-24/601. No se moleste en negar que existe y que la escribió usted.

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MARIO no lo niega. MARIO no dice nada. ROMÁN espera a que MARIO hable, pero éste se ha quedado sin palabras. ROMÁN Quiero comprársela. MARIO No está en venta. ROMÁN Le doy cien millones por ella. MARIO No está en venta. ROMÁN ¿Ha oído la cifra que le he dicho? MARIO Sí. Cien millones. No está en venta. ROMÁN ¿Por qué? MARIO Por el motivo por el que usted la quiere comprar. ROMÁN Si cree que quiero comercializarla, se equivoca. La quiero para mí. MARIO ¿Y por qué no compra cualquier otra? Dice que no entiende de música… ROMÁN Pero personas que sí entienden de música –y mucho- me han dicho -para que alguien como yo pueda hacerse una idea-, que esa sinfonía suya sería… algo así como la Décima Sinfonía de Beethoven si Beethoven hubiera vivido más tiempo y hubiese tenido talento suficiente para escribirla. MARIO Y usted, con su espíritu arqueológico, quiere desenterrarla, para que la puedan escuchar sus amistades cuando vayan a ver su colección de obras de arte. ROMÁN No. Quiero desenterrarla para asegurarme de que no la encuentra alguien más generoso que yo y se la da a escuchar al mundo. Porque quiero que esa sinfonía no la escuche nadie. Solamente una persona. OLIVIA “Olivia”.

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ROMÁN deja de ser visible para los presentes. MARIO ¿“Olivia”? OLIVIA asiente, sonríe. OLIVIA ¿Sabes? Ayer, cuando la escuché, me pareció –no te rías, por favor-… me pareció que esa música estaba escrita para mí. Podría haberse titulado “Olivia” perfectamente, sí, Sinfonía 54 “Olivia”… (Sonríe. Mira la pizarra. Recuerda) Sentí… (Sigue con el dedo las notas, como si las acariciara) …Sentí como si me hablara, como si hablara a la Olivia que hay dentro de mí, a aquella pequeña Liv que tocaba junto a la chimenea mientras afuera nevaba: a aquella niña inocente que amaba la música tanto como a la vida misma… (Mira a MARIO) Y le decía… “Muy bien, Liv: Gracias”. OLIVIA deja la tiza. Mira a MARIO directamente. OLIVIA Y me sentí… bien. MARIO ¿Por qué? ROMÁN Porque es de justicia. OLIVIA queda ensimismada con su recuerdo y deja de ser visible para los presentes. ROMÁN …Porque Olivia lleva años mereciendo un reconocimiento así. Y se lo quiero dar. Quiero organizar un concierto, un único concierto privado, para Olivia, y luego… Luego esa sinfonía desaparecerá para siempre. Nadie más podrá escucharla. Ése es mi regalo a Olivia. MARIO no contesta. ROMÁN Qué me dice. ROMÁN saca un contrato de su maletín. ROMÁN He hecho redactar el contrato. Puede leerlo. MARIO ¿El contrato? ROMÁN

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Quiero que haya un contrato. ROMÁN abre el contrato. ROMÁN Está todo. Sólo falta su firma en la última página. A MARIO le interesa lo que dice ROMÁN, más que lo que pueda poner en contrato. ROMÁN (Mientras pasa páginas) Usted me transferiría los derechos íntegros de su Sinfonía 54. ¿Ése es el título…? MARIO Sí. Cincuenta y cuatro. (Mira el contrato) Puede escribirlo así… o con números romanos, da igual. ROMÁN (Continúa) Usted me transferiría los derechos íntegros de su Sinfonía 54. Debería entregarme la partitura, todas las copias que tenga, impresas o digitales. Y tendría que prometerme también -eso no está en el contrato, se lo pediría como un favor personal-… (Deja el contrato sobre la mesa) …Que no contacte con mi mujer. Nunca. No hable con ella. No acepte una cita. MARIO ¿Por qué? OLIVIA Porque esa música me dio paz… Y si me la ha dado a mí, se la puede dar a todo el mundo. ROMÁN deja de ser visible para los presentes. OLIVIA va hasta MARIO. OLIVIA He venido a pedirte, a suplicarte que permitas que todo el mundo pueda escuchar tu sinfonía 54. OLIVIA toma el contrato y se lo muestra a MARIO. MARIO Qué es eso. OLIVIA El contrato que firmaste. MARIO Qué hace con él. OLIVIA

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Lo he cogido de la caja fuerte de mi marido. Si lo hiciste por dinero, te daré todo el que yo tengo, pero, por favor, no prives a la gente de algo así. ¿Sabes cuánto bien podría hacerle al mundo tu sinfonía? Por favor… Pone el contrato en las manos de MARIO. OLIVIA Rómpelo. MARIO mira el contrato. Efectivamente, es el contrato que le trajo ROMÁN. Mira a OLIVIA. MARIO ¿Por qué no lo rompe usted? OLIVIA Porque no puedo. Por mucho que lo desee, yo no puedo hacerlo. Tienes que hacerlo tú. MARIO toma el contrato, lo mira como si reencontrara a un viejo amigo. OLIVIA Podrás volver a escribirla entera. Yo la escuché una vez y mira… (Señala la pizarra) …he podido sacar la melodía. Está en tu cabeza. La tienes aquí dentro. (Le señala el corazón) No dejes que se quede ahí… por favor… (Señalando el contrato) …Rómpelo. ROMÁN ¿Qué me dice? OLIVIA deja de ser visible para los presentes. MARIO abre el contrato. Llega a la última página. Toma el bolígrafo que le ofrece ROMÁN… y firma. MARIO Digo que no tiene que darme los cien millones a cambio. ROMÁN Le corresponden. MARIO No. ROMÁN deja de ser visible. OLIVIA Por qué no. MARIO

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Porque no escribí esa sinfonía para que la escuchara todo el mundo. La escribí para una persona. Para una sola persona en el mundo. En el rostro de MARIO empieza a asomar una lejana sonrisa. MARIO (a ROMÁN) Me considero pagado. OLIVIA deja de ser visible. MARIO (A ROMÁN) Cumpla su parte, por favor. Organice ese concierto. Sólo para Olivia, para la Prodigiosa Liv. Y luego destruya las partituras. Entrega el contrato a ROMÁN. ROMÁN Así lo haré. ROMÁN guarda el contrato en su maletín. OLIVIA Por qué ríes. ROMÁN deja de ser visible. MARIO tiene una sonrisa franca en el rostro. MARIO No río. OLIVIA ¿Por qué sonríes? Tienes la misma sonrisa que tenía mi marido anoche cuando tiró las partituras al fuego. No puedo entenderlo. ¿Cómo podéis sentiros bien destruyendo algo valioso? OLIVIA deja de ser visible. ROMÁN estrecha la mano de MARIO, sonriente. ROMÁN Adiós. MARIO. Adiós. ROMÁN sale por la puerta. OLIVIA ¿Cómo podéis sentiros bien… simplemente destruyendo? (Se sulfura recordando)

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Cogí su estúpido trineo y le amenacé con tirarlo al fuego. Y ¿sabes qué hizo? Me lo quitó de la mano y lo tiró él mismo. Y dijo: “Mira, Olivia, cómo se quema”. Feliz. (A MARIO) ¿Cómo puede daros placer destruir algo? MARIO Es conseguir algo lo que da placer. OLIVIA no entiende. MARIO ¿Le dio pena que se quemara ese trineo? OLIVIA ¿El trineo? Ninguna pena, sólo era madera. Pero las partituras, tu sinfonía… la gente no va a p… MARIO Para ti era madera; y, para la gente, ni siquiera eso porque nunca han sabido que existió. Silencio. OLIVIA comprende que la gente no podrá sufrir por algo que no existió nunca. OLIVIA ¿Y por qué no quieres que exista tu sinfonía? MARIO Sí existe. OLIVIA Para mí, solamente. Y no es solo papel. ¿Cómo se supone que tendré que sentirme yo el resto de mi vida? MARIO mira a OLIVIA con ternura. MARIO No puedo decírselo. Por mucho que lo desee, eso lo tendrá que averiguar usted. Silencio. MARIO Por qué no se va a casa, junto al fuego… OLIVIA se ha rendido. No va a insistir. Tiene ante sí a un hombre feliz. Se vuelve hacia la pizarra por última vez, para despedirse de esa tenue versión en tiza de la Sinfonía prodigiosa que habló con su alma. MARIO espera respetuosamente. OLIVIA

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¿Por qué no le pusiste un nombre? MARIO Se lo puse. Lo tiene. Si uno se fija, y le pone imaginación… OLIVIA sólo ve una partitura titulada “54”. Toma el camino de la puerta. OLIVIA Cincuenta y cuatro… Se detiene. Mira la pizarra. Sí. Cincuenta y cuatro. Va hacia ella. Toma la tiza y escribe 54 en números romanos: “LIV”. Mira a MARIO. Empieza a oírse, por lo bajo, música sinfónica. La luz se va apagando mientras el volumen de la música asciende y un violoncelo solista toma el protagonismo sobre resto de instrumentos. Cuando la música alcanza el máximo volumen, lo único que queda visible, bajo la luz del pequeño flexo del piano, es la bola de cristal de nieve, en cuyo interior luce una casita campestre rodeada de nieve. FIN

Sinfonía 54 microteatro Copyright © Marc Egea 2015 Barcelona - España

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