Socialismo y movimiento obrero

Teorías económicas. Ludismo. Internacionales. Cartismo. Sindicatos. Socialismo utópico y científico

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1.Condiciones de vida obrera Durante toda esta época, los obreros en las fábricas se tenían que someter a grandes esfuerzos ya que no tenían seguro y corrían un gran riesgo de accidentes. Tenían que trabajar durante 14 horas para ganar una cantidad de dinero extremadamente baja, comparada con la cantidad de horas que trabajaban. Muchas empresas tenían que cerrar por causas económicas y las demás empresas bajaban los precios de sus salarios, así los obreros que estaban despedidos de las empresas que habían cerrado, tenían que aceptar ese salario si querían alimentar a su familia, en esta, las mujeres y los niños también trabajaban aunque cobraban un salario mucho menro al de los hombres. Los obreros, muy cansados de esto, crearon pequeñas constituciones de asociaciones o sindicatos para defender sus intereses. Estas asociaciones se crearon principalmente en las fábricas, estas asociaciones recogían también fondos para personas en paro o los jubilados. Surgían pequeños movimientos revolucionarios, que no eran más que huelgas o la destrucción de máquinas. Con esto se dieron cuenta de que no podían seguir así, sabían que eran consecuencia del capitalismo y pensaban en dar un cambio rotundo de sociedad. Muchos pensaron en poner en práctica algunas sociedades alternativas en las que no existiera tanta explotación y todo se igualara mucho más, uno de estos grandes pensadores fue Richard Owen, que creó la colonia de Nueva Armonía en Indiana 1.825, otros exponían sus ideales por escrito como Saint− Simon o Cabet. Fourier quería eliminar por completo el capitalismo, proponía igualar las comunidades de trabajo. Proudhon pretendía que los obreros tuvieran más poder sobre distintas asociaciones. Frente a esto, Karl Marx y Friedrich Engels, obreros por supuesto, criticaron a la sociedad capitalista primero y después escribieron la proclama de un grupo revolucionario la Liga de los Comunistas, así apareció el partido comunista. 2. Primeros movimientos de lucha Los obreros, ante la mala situación económica, se asociaron en gremios o sindicatos. En las primeras luchas intentaban conseguir el derecho de agruparse libremente. Las asociaciones creadas, pretendían la protección de los despidos, el accidente laboral... Se produjeron algunos movimientos de rebelión contra condiciones laborales, pero fundamentalmente se van a dividir en tres tipos estos movimientos de lucha: ludismo, cartismo y en los sindicatos. 2.1 Ludismo Movimiento que surgió en Gran Bretaña a comienzos de la industrialización, formado por grupos organizados de artesanos ingleses que durante 1811 y 1812 se amotinaron y destrozaron la maquinaria de la nueva industria textil que, consideraban, estaba acabando con su tradicional medio de vida. Los disturbios comenzaron en Nottingham a finales de 1811 y se extendieron rápidamente a Lancashire, Yorkshire, Derbyshire y Leicestershire. Los luditas actuaban de noche y ocultaban su rostro con máscaras; su nombre deriva de un hipotético líder fundador del movimiento, Ned Lud (o Ludd). No ejercían ninguna violencia contra las personas por lo que recibieron un fuerte apoyo de la población de estas comarcas. En 1812 un grupo de luditas fue tiroteado por orden de un empresario llamado Horsfell, que fue asesinado más tarde como represalia. Ante esta situación, el gobierno de Robert Banks Jenkinson, segundo conde de Liverpool, adoptó duras medidas represivas que condujeron a un proceso masivo en la ciudad de York en 1813; la mayoría de los luditas, a los que se declaró culpables, fueron deportados o condenados a la horca. En 1816 volvió a estallar una revuelta ludita a causa de la gran depresión que provocó la guerra entre Gran Bretaña y Francia. Los desórdenes no cesaron por completo hasta que comenzó una nueva etapa de prosperidad en la década de 1

1820. En España, el movimiento de destrucción de máquinas tuvo cierta importancia a partir de esa fecha, especialmente en Cataluña y Alcoy (Alicante) , 2.2 CARTISMO movimiento popular que actuó en Gran Bretaña desde 1838 hasta 1848 en favor de la reforma social y electoral. Su apelativo tiene su origen en la Carta del Pueblo, el nombre dado a un programa de reforma que la Asociación de Trabajadores de Londres, dirigida por William Lovett y Francis Place, envió al Parlamento en 1837. Este movimiento, respaldado por la Asociación, surgió a raíz del amplio malestar provocado por las leyes de Reforma de 1832 y la Poor Law Amendment Act (Ley de Enmienda a las leyes sobre los pobres) de 1834, legislación que los trabajadores consideraron discriminatoria. La Carta del Pueblo contenía seis demandas específicas, a saber: el sufragio para todos los varones mayores de veintiún años, el voto secreto, elecciones parlamentarias anuales, la abolición de los requisitos de propiedad para ser miembro del Parlamento, la asignación de un sueldo a los parlamentarios y distritos electorales equitativos. Cuando estas peticiones fueron rechazadas por la Cámara de los Comunes, la asociación lanzó una campaña nacional en apoyo de su programa y aproximadamente 1.250.000 personas firmaron una petición en la que reclamaban al Parlamento que la carta fuera sancionada como ley. Cuando el Parlamento volvió a rechazar el documento, los cartistas decidieron pasar a la acción directa y convocaron una huelga general. Esta protesta fue un fracaso, pero provocó el estallido de revuelta en Newport, Monmouthshire y Gales en noviembre de 1839, en la que muchos dirigentes del movimiento fueron arrestados y encarcelados. Los cartistas presentaron una segunda petición firmada por tres millones de seguidores en 1842, pero el Parlamento volvió a negarse a escuchar sus demandas. El cartismo atravesó un periodo de declive hasta 1848, fecha en la que se remitió otra solicitud al Parlamento. A pesar de las multitudinarias manifestaciones, esta carta no se aceptó alegando que el número de firmas era insuficiente y que algunos de los signatarios no existían. Aunque este movimiento fue perdiendo fuerza gradualmente, todas sus demandas, salvo la que reclamaba elecciones parlamentarias anuales, fueron elevadas finalmente a la categoría de leyes. . 2.3 Los Sindicatos

El movimiento obrero organizado se inició en Gran Bretaña y Francia durante el siglo XVIII y principios del XIX, extendiéndose con gran rapidez por todo el mundo. En España y Latinoamérica aparecen las primeras organizaciones de trabajadores a mediados del siglo XIX, adquiriendo pronto una destacada importancia. La pobreza, las malas condiciones de vida, el bajo nivel de vida, y la explotación capitalista del proletariado del continente sudamericano hicieron que surgiesen multitud de organizaciones de trabajadores. Sin embargo, la inestabilidad política y las dictaduras militares, tanto en España como en el entorno latinoamericano, han dificultado la supervivencia de estos movimientos. Algunos han logrado sobrevivir en la clandestinidad, otros han desaparecido, y algunos han renacido con el restablecimiento de la democracia. La descripción de los sindicatos en el mundo de habla hispana viene dificultada por la ingente cantidad de organizaciones de este tipo existentes, puesto que no sólo aparecen sindicatos generales a los que se pueden adscribir todos los trabajadores por cuenta ajena, sino también sindicatos específicos para cada rama de actividad, industria, o incluso empresa concreta.

El movimiento obrero y las asociaciones sindicales en España han tenido una fuerza predominante desde mediados del siglo XIX. Durante las años anteriores a la I República española aparecieron numerosas organizaciones sindicales adscritas a todo tipo de corrientes políticas. Entre 1839 y 1867 debieron existir en España unas 30 sociedades obreras, siendo la más conocida la Sociedad de Tejedores de Barcelona, fundada 2

en 1840. Poco después se formó la Federación de las Tres Clases de Vapor. En 1855 el capitán general de Barcelona disolvió las llamadas `sociedades de resistencia' de los trabajadores. La Revolución de 1868 facilitó la aparición de nuevas organizaciones y la llegada a España de los primeros enviados de las organizaciones obreras internacionales. La Federación Regional española, adherida a la Asociación Internacional, de tendencia anarquista, se fundó en 1870. Dos años más tarde, en 1872, se produjo una escisión y un grupo de trabajadores de orientación marxista creó la Nueva Federación Madrileña, embrión inicial de la Unión General de Trabajadores (UGT), creada en Barcelona en 1888. Por su parte, los núcleos obreros anarquistas, seguidores de Mijaíl Alexándrovich Bakunin, sobrevivieron en medio de grandes dificultades, hasta que lograron establecer la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), a finales de 1910.

Las organizaciones obreras españolas participaron, junto con los partidos de izquierdas, en los diferentes procesos revolucionarios que jalonaron las primeras décadas del siglo XX, el enfrentamiento o la colaboración con la dictadura del general Primo de Rivera, las huelgas generales nacionales o regionales, la represión militar y el advenimiento de la II República, que apoyaron inicialmente con todo entusiasmo. Sus diferentes actuaciones durante el periodo republicano, especialmente las protagonizadas por la Federación Anarquista Ibérica (FAI), el sector más radical de la CNT, llevó a los sindicatos a un enfrentamiento suicida del que supieron salir cuando el levantamiento del 18 de julio de 1936 volvió a unirlos en la lucha contra el fascismo, durante la Guerra Civil. El movimiento asociativo obrero sufrió una grave crisis durante el franquismo, cuando se prohibió la libre sindicación, por lo que los sindicatos obreros tuvieron que pasar a la clandestinidad.

En la actualidad, los dos sindicatos con mayor representación son Comisiones Obreras (CCOO) y la UGT. Las Comisiones Obreras surgieron a raíz de las huelgas mineras asturianas de 1962 y 1963 (siendo su primer antecedente las comisiones de fábrica del País Vasco de 1956 y la comisión obrera de 1958 en Gijón). Respaldadas por el Partido Comunista de España (PCE) lograron una rápida difusión y se caracterizaron por luchar, desde su interior, contra el sindicalismo vertical de la Central Nacional de Sindicatos (CNS). Declaradas ilegales en diciembre de 1966, perdieron parte de su influencia durante el periodo de clandestinidad, aunque volvieron a ser el principal sindicato tras ser declaradas legales en 1977. En las elecciones sindicales de 1978 tenían una posición superior a la de UGT, predominio que perdieron en las elecciones sindicales de 1986 recuperándose posteriormente. En 1987 Antonio Gutiérrez sustituyó en la presidencia a su líder histórico, Marcelino Camacho. La UGT experimentó un crecimiento espectacular durante la II República, a la que defendió en las grandes ciudades tras el alzamiento de 1936. Fue declarada ilegal durante el franquismo, por lo que perdió gran parte de su influencia. Tras la muerte del general Francisco Franco en 1975, recuperó la legalidad y a partir de 1986 afianzó su liderazgo dentro del movimiento sindical español. Creó una plataforma de acción sindical con CCOO en 1988 para protestar, en la opinión de estos sindicatos, por la política social−liberal del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), convocando una huelga general en toda España el 14 de diciembre de 1988, con una respuesta de apoyo masivo por parte de la población. En 1992 volvieron a convocar otra huelga general, esta vez de media jornada, que tuvo menos repercusión que la anterior. Durante el XXXVI Congreso de la UGT (1994), el que había sido su secretario general desde 1976, Nicolás Redondo, fue sustituido por Cándido Méndez. 3. La internacional LA PRIMERA INTERNACIONAL La Internacional, nombre común de varias asociaciones creadas para unir a las organizaciones socialistas y 3

comunistas de todo el mundo. En 1864 representantes de los obreros fabriles ingleses y franceses fundaron, en Londres, la Asociación Internacional de Trabajadores, que aspiraba a acabar con el sistema capitalista. Karl Marx, que vivía en Londres por esos años, fue elegido miembro del Consejo General provisional de la Internacional y se convirtió en la figura predominante en el seno de la Internacional, redactó sus estatutos y un discurso inaugural muy cuidado concebido para salvaguardar la unidad de los objetivos. Sin embargo, desde el principio, los anarquistas de Pierre Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin se opusieron al modelo de Marx de un Estado centralizado dominado por los trabajadores. Bakunin precipitó una crisis en la organización al denunciar la actitud despótica de Marx y hacer un llamamiento para crear una Internacional "antiautoritaria". En el Congreso de la Haya de 1872, Marx salió victorioso y Bakunin fue expulsado de la Internacional. Tras la ruptura entre marxistas y anarquistas, sin embargo, se tomó la decisión de trasladar el Consejo General a los Estados Unidos, donde tuvo una existencia gris hasta que fue formalmente disuelto en 1876. A pesar de que la Primera Internacional provocó inquietud en los círculos políticos de la derecha europea, nunca contó con más de 25.000 miembros. LA SEGUNDA INTERNACIONAL

En 1889, centenario del comienzo de la Revolución Francesa, se celebraron dos congresos socialistas en París. Uno, inspirado en el Manifiesto Comunista de Marx, creó la que más tarde se conocería como la Segunda Internacional. La nueva organización, una vaga federación de partidos de masas, creó en 1900 un centro de coordinación, la Oficina Internacional Socialista (Bruselas). Hasta la I Guerra Mundial, la Segunda Internacional se reunió nueve veces en intervalos irregulares. En el Congreso de Londres de 1896, fueron expulsados los anarquistas, dejando a los marxistas, "sobre todo a los alemanes", en una posición de liderazgo incontestable. Éstos, a pesar de que seguían proclamando las teorías revolucionarias de Marx, buscaban la reforma dentro del marco legal alemán. Numerosos marxistas franceses adoptaron el mismo acercamiento. En 1899 el socialista francés Alexandre Millerand aceptó la cartera de Comercio en el gabinete no socialista de René Waldeck−Rousseau. Ese mismo año, el líder socialista alemán Eduard Bernstein publicó su Socialismo Evolutivo, una revisión de la doctrina marxista donde rechazaba la inevitabilidad de la revolución y proponía la colaboración con los partidos no marxistas para alcanzar las metas socialistas. Karl Kautsky, líder de los marxistas ortodoxos alemanes, se opuso a los planteamientos de Bernstein. Un conflicto paralelo minó los esfuerzos de la Internacional para evitar una guerra en Europa. Comprometidos ideológicamente con la paz y el internacionalismo, los socialistas europeos no podían aceptar la derrota militar de sus propias naciones, dentro de las cuales constituían subculturas reconocidas. Cuando la I Guerra Mundial estalló en 1914, las lealtades nacionales demostraron ser más fuertes que los compromisos de clase y la mayoría de los socialistas respaldó los esfuerzos de guerra de sus respectivos gobiernos. Esto supuso el fin de la Segunda Internacional, a pesar de que hasta 1920 los esfuerzos para revivir la organización no se abandonaron. LA TERCERA INTERNACIONAL En marzo de 1919, tras la Revolución Rusa, Lenin, el líder bolchevique del nuevo gobierno soviético, organizó otra Internacional, popularmente conocida como la Internacional Comunista, o Komintern, para impulsar la revolución mundial según el modelo comunista ruso. El Congreso Fundacional eligió como presidente a Grígori Zinóviev, uno de los lugartenientes de Lenin, y designó una comisión ejecutiva para asegurar la continuidad entre congresos. El Segundo Congreso, de 1920, adoptó 21 condiciones para el ingreso que reflejaban la insistencia de Lenin en la obediencia total y su desprecio por el socialismo reformista de la Segunda Internacional. 4

Cuando Lenin murió en 1924, la corriente revolucionaria había retrocedido en Europa y los sueños de una revolución socialista mundial dejaron paso a las ideas más nacionalistas de su sucesor, Iósiv Stalin. Para Stalin, el Komintern era poco más que un medio de proteger su poder absoluto en el interior y de aumentar cada vez más la influencia soviética en el exterior. Los radicales y aparentemente inexplicables cambios en la política del Komintern, especialmente en lo relacionado con la cooperación con los no comunistas, eran dictados por las intrigas intestinas y las estrategias de política exterior de Stalin. Como concesión a sus aliados estadounidenses y británicos durante la II Guerra Mundial, Stalin no dudó en disolver el Komintern en mayo de 1943. LA CUARTA INTERNACIONAL La Cuarta Internacional, de menor importancia en comparación, fue fundada en 1938 por Trotski y sus seguidores en la oposición a Stalin. Tras el asesinato de Trotski, en 1940, estuvo controlada por los comunistas belgas, cuyos profundos desacuerdos la llevaron a disgregarse en 1953. 4. Socialismo utópico El socialismo utópico se caracterizó por proponer una sociedad alternativa sin desigualdades ni explotación y que fuera dirigida por los trabajadores. Los marxistas criticaron este sistema por ser demasia ideal, y fueron ellos los que le pusieron el nombre de utópico. Principales teóricos Saint−Simon, Claude Henri de Rouvroy(1760−1825) Socialista francés, nacido en París. A los 16 años viajó a Estados Unidos para combatir en la guerra de la Independencia estadounidense. Cuando regresó a Francia, ofreció su apoyo a la Revolución, renunciando a su título. Es considerado uno de los fundadores y teóricos del socialismo moderno. Sus escritos contienen razonamientos en favor de una organización social, encabezada por hombres sabios y basada en la industria, que beneficie por igual a todos los componentes de la sociedad. Después de su muerte, los discípulos de Saint−Simon organizaron y popularizaron sus ideas, y sus principios y teorías recibieron el nombre de sansimonismo. Su principal obra es El nuevo cristianismo (1825). Owen, Robert (1771−1858) Socialista utópico británico, considerado como el padre del movimiento cooperativo. Nació en Newtown (Gales) el 14 de mayo de 1771. Comenzó a trabajar como aprendiz de hilador a los 9 años y a los 20 ya era director de una fábrica de tejidos en Manchester. Adquirió participaciones de la fábrica textil de New Lanark (Escocia) y contrajo matrimonio en 1799 con la hija del dueño. New Lanark consiguió fama internacional gracias al experimento que allí realizó Owen, consistente en mejorar las condiciones de los trabajadores y conseguir un aumento de productividad y beneficios simultáneamente. Creía firmemente que la humanidad avanzaría si se mejoraba el entorno de los individuos tanto en el ámbito moral como económico; Owen señalaba que las circunstancias externas eran las que moldeaban la personalidad del individuo, de manera que si éstas eran positivas promoverían una actitud bondadosa que repercutiría favorablemente en la productividad. El ambiente creado en New Lanark fue un reflejo de esta filosofía. Alentado por este primer éxito, inició un nuevo experimento en 1825: compró 8.100 ha de tierra en Indiana y fundó la Comunidad de New Harmony. Sin embargo la población que voluntariamente se había sumado al proyecto no tardó en perder el entusiasmo inicial y los problemas que surgieron no pudieron subsanarse con las visitas periódicas de Owen. Vendió el terreno en 1828 y perdió una buena parte de su fortuna. Su fama le permitió dar a conocer sus ideas a destacados estadistas del momento. Participó en distintos 5

congresos socialistas y fue una escritor prolífico. Su obra Libro del nuevo orden moral (1826−1844) contiene la formulación más completa de su doctrina. En 1833 Owen participó en la fundación del primer sindicato británico, que fracasó poco después. No obstante, sus ideas dieron como resultado la creación del movimiento cooperativo internacional, que comenzó a operar en Rochdale (Inglaterra) en 1844. Falleció el 17 de noviembre de 1858 en su residencia de Newtown. Fourier, Charles (1772−1837) Filósofo y socialista francés, nacido en Besançon, y educado en su universidad. Hacia 1799, Fourier comenzó estudios de ciencias políticas y economía. Su primera obra amplia, Théorie des quatre mouvements et des destinées générales (Teoría de los cuatro movimientos y de los destinos generales, 1808), exponía su sistema social y sus planes para una organización cooperativista de la comunidad. El sistema, conocido como fourierismo, se basa en un principio universal de la armonía, desplegada en cuatro áreas: el universo material, la vida orgánica, la vida animal y la sociedad humana. Esta armonía sólo puede prosperar cuando las limitaciones que la conducta social convencional pone a la satisfacción plena del deseo, hayan sido abolidas, permitiendo una vida libre y completa. El estado armonioso ideal se alcanzaría por la división de la sociedad en falanges cooperativas, o comunidades, cada una compuesta por unas 1.600 personas que vivirían en el falansterio, un enorme edificio comunal situado en el centro de una gran área agrícola. Se establecieron normas detalladas para regular la vida de cada individuo de la falange. La asignación del trabajo se basaba en el talento. La propiedad privada no se aboliría, pero al mezclar al rico y al pobre, las diferencias visibles entre ellos desaparecerían. La riqueza comunal de la falange proveería con generosidad la subsistencia básica de sus miembros. El matrimonio, en el sentido, clásico sería abolido y reemplazado por un sistema elaborado que regularía la conducta social de los convivientes. Aquellos proyectos suscitaron pocas adhesiones, por lo que Fourier continuó trabajando como agente de bolsa en Lyon. Más tarde se trasladó a París, donde trató sin éxito de encontrar un mecenas dispuesto a financiar su sistema. En 1832 había reunido un pequeño grupo de adeptos a sus teorías. Sin embargo, los centros que fundó fracasaron en su mayoría. 5. Socialismo científico o marxismo Biografía de Marx

Marx, Karl (1818−1883), filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia contemporánea. Marx nació en Tréveris el 5 de mayo de 1818 y estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena. Publicó un artículo en la Rheinische Zeitung (Gaceta Renana) de Colonia en 1842 y poco después pasó a ser su jefe de redacción. Aunque su pensamiento político era radical, todavía no podía calificarse de comunista. Las críticas de las condiciones sociales y políticas vertidas en sus artículos periodísticos le indispusieron con las 6

autoridades, que le obligaron a abandonar su puesto en el rotativo en 1843; poco después, el periódico dejó de editarse y Marx se trasladó a París. Los estudios de filosofía, historia y ciencia política que realizó en esa época le llevaron a adoptar el pensamiento de Friedrich Hegel. Cuando Engels se reunió con él en la capital francesa en 1844, ambos descubrieron que habían llegado independientemente a las mismas conclusiones sobre la naturaleza de los problemas revolucionarios. Comenzaron a trabajar juntos en el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la organización de un movimiento internacional de trabajadores dedicado a la difusión de aquellos. Esta colaboración con Engels continuó durante toda su vida. El Manifiesto Comunista Marx se vio obligado a abandonar París en 1845 debido a su implicación en actividades revolucionarias. Se instaló en Bruselas y comenzó a organizar y dirigir una red de grupos llamados Comités de Correspondencia Comunista, establecidos en varias ciudades europeas. En 1847, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (más tarde llamada Liga Comunista). El programa que desarrollaron −conocido en todo el mundo como el Manifiesto Comunista− fue redactado por Marx basándose parcialmente en el trabajo preparado por Engels y representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo moderno. Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en la Crítica de la economía política (1859). Según se explica en estas tesis, el sistema económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las necesidades vitales de los individuos, determina la estructura social y la superestructura política e intelectual de cada periodo. De este modo, la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados, es decir, entre la clase social gobernante y las clases sociales oprimidas. Partiendo de estas premisas, Marx concluyó en el Manifiesto que la clase capitalista sería derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase obrera que culminaría con el establecimiento de una sociedad sin clases. Esta obra ejerció una gran influencia en la literatura comunista posterior y en el pensamiento revolucionario en general; ha sido traducida a multitud de lenguas y de ella se han editado cientos de miles de ejemplares. El exilio político Poco después de la aparición del Manifiesto, estallaron procesos revolucionarios (las revoluciones de 1848) en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco, por lo que el gobierno belga expulsó a Marx temeroso de que la corriente revolucionaria se extendiera también por el país. El pensador alemán se trasladó a París y después a Renania. Fundó y editó en Colonia una publicación comunista, la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), y colaboró en actividades organizadoras de agrupaciones obreras. En 1849 fue arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a la rebelión armada. Aunque fue absuelto, se le expulsó de Alemania y se cerró la revista. Pocos meses después las autoridades francesas también le obligaron a abandonar el país y se trasladó a Londres, donde permaneció el resto de sus días. Una vez instalado en Inglaterra, se dedicó a profundizar en sus ideas, publicando nuevos escritos, y a alentar la creación de un movimiento comunista internacional. Durante ese periodo, elaboró varias obras que fueron constituyendo la base doctrinal de la teoría comunista. Entre ellas se encuentra su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a título póstumo en 1885 y 1894, respectivamente), un análisis histórico y detallado de la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido por aquélla. Véase Capital. La siguiente obra de Marx, La guerra civil en Francia (1871), analizaba la experiencia del efímero gobierno revolucionario francés conocido como la Comuna de París, establecida en esta ciudad durante la Guerra Franco−prusiana. Marx interpretó su creación y existencia como una confirmación histórica de la necesidad de que los trabajadores tomen el poder mediante una insurrección armada y destruyan al Estado capitalista. Aclamó a la Comuna como "la forma política, finalmente hallada, en la que podía producirse la emancipación 7

del trabajador". Esta teoría fue desarrollada en Crítica del programa de Gotha (1875) en los siguientes términos: "Entre los sistemas capitalista y comunista se encuentra el periodo de transformación revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a un periodo de transición, cuyo estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado". Durante su estancia en Inglaterra, Marx también escribió crónicas sobre acontecimientos sociales y políticos para periódicos de Europa y Estados Unidos, entre ellos varios artículos sobre las 'revoluciones liberales' en España y en la América hispana. Fue corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y escribió varios artículos para la New American Cyclopedia. Los últimos años Después de la disolución de la Liga Comunista en 1852, Marx se mantuvo en contacto con cientos de revolucionarios a fin de crear otra organización de la misma ideología. Sus esfuerzos y los de sus colaboradores culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la I Internacional. Pronunció el discurso inaugural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de su Consejo General (órgano directivo), superando las críticas del grupo seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Tras la eliminación y represión de la Comuna parisina, en la que habían participado miembros de la I Internacional, la influencia de esta organización disminuyó y Marx recomendó trasladar su sede a Estados Unidos. Los últimos ocho años de la vida del filósofo estuvieron marcados por una incesante lucha contra las dolencias físicas que le impedían trabajar en sus obras políticas y literarias. Los manuscritos y notas encontrados en Londres después de su muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1883, revelan que estaba preparando un cuarto volumen de El capital que recogería la historia de las doctrinas económicas; estos fragmentos fueron revisados por el socialista alemán Karl Johann Kautsky y publicados bajo el título de Teorías de la plusvalía (4 volúmenes, 1905−1910). Asimismo, Marx planeaba realizar distintos trabajos que comprendían investigaciones matemáticas, aplicaciones de éstas a problemas económicos y estudios sobre aspectos históricos de varios desarrollos tecnológicos. Su influencia Marx no ejerció una gran influencia en vida, fue después de su muerte cuando su pensamiento comenzó a destacar dentro del movimiento obrero. Su concepción pasó a denominarse marxismo o socialismo científico, una de las principales corrientes de la teoría política contemporánea. Su análisis del sistema capitalista y su teoría del materialismo histórico, la lucha de clases y la plusvalía son las principales fuentes de la ideología socialista contemporánea. Su tesis sobre la naturaleza del Estado capitalista, el camino hacia el poder y la dictadura del proletariado tienen una importancia decisiva en la acción revolucionaria. Estas doctrinas, comentadas por la mayoría de los socialistas después de su muerte, fueron retomadas por Lenin en el siglo XX, y el desarrollo y aplicación que el político ruso hizo de ellas fue el núcleo de la teoría y la praxis del bolchevismo y de la III Internacional. Materialismo dialéctico Marx recibió la influencia filosófica de Hegel; pero la transforma de idealista a materialista. La dialéctica se desarrolla en 3 períodos: Tésis: afirmación Antítesis: negación de la afirmación Síntesis: negación de la negación de la afirmación Materialismo histórico Marx pretendía desvelar las leyes inherentes al desarrollo del capitalismo. Creía que cada época histórica se 8

caracterizaba por un modo de producción específico que se correspondía con el sistema de poder establecido y, por lo tanto, con una clase dirigente en perpetuo conflicto con una clase oprimida. Así, la sociedad medieval estuvo caracterizada por el modo de producción feudal, en el que la clase poseedora de la tierra obtenía una plusvalía del campesinado que trabajaba aquélla. Las sucesivas transiciones del sistema de esclavitud al feudalismo, y del feudalismo al capitalismo, se produjeron cuando las fuerzas productivas (es decir, los grupos relacionados con el trabajo y los medios de producción como las máquinas) no podían seguir desarrollándose con las relaciones de producción existentes entre las distintas clases sociales. Así, la crisis que afectó al feudalismo cuando el capitalismo necesitaba una creciente clase trabajadora conllevó la eliminación de las bases legales e ideológicas tradicionales que ataban a los siervos a la tierra. La relación fundamental del capitalismo, basada en salarios, parte de un contrato entre partes jurídicamente iguales. Los propietarios del capital (capitalistas) pagan a los trabajadores (el proletariado, poseedor únicamente de su fuerza de trabajo) salarios a cambio de un número de horas de trabajo acordado. Esta relación disfraza una desigualdad real: los capitalistas se benefician de parte de lo producido por los trabajadores y no remunerado en sus salarios. Esta plusvalía generada en favor de la clase capitalista proporciona a los propietarios del capital una gran riqueza y el control sobre el desarrollo económico de la sociedad. De esta manera se están apropiando no solamente de la riqueza, sino también del poder. La compleja superestructura política, el conjunto de leyes e ideologías, regula y refuerza este tipo de relaciones sociales. En efecto, al poseer la plusvalía, los capitalistas pueden acumular riqueza y poder, determinando la dirección que seguirá la sociedad. Los bienes producidos mediante el sistema capitalista deben tener valor de uso, ya que, de no tenerlo, no se podrían encontrar compradores; pero, para el capitalista, tienen que tener valor de cambio: no se producen para el consumo del propio capitalista, sino para que éste pueda intercambiarlos por dinero. Así, la producción capitalista es esencialmente una producción dirigida al intercambio y no a la satisfacción de necesidades. La competencia hace que las empresas capitalistas ineficaces vayan a la quiebra, y se tienda a la concentración de empresas y la creación de monopolios, al tiempo que los mercados no dejan de crecer, pues las técnicas productivas y las medios de intercambio están continuamente cambiando y mejorando. Las crisis son un fenómeno inherente al capitalismo. Los capitalistas intentan aumentar la intensidad de la jornada laboral y, en consecuencia, la productividad del trabajo. Por su parte, los trabajadores, si están organizados, resistirán. Los capitalistas intentarán ampliar los mercados, pero al mismo tiempo pagarán a sus trabajadores el mínimo posible. Si lo consiguen, tanto el consumo como la demanda de los trabajadores disminuirán, los mercados se reducirán y el capitalismo entrará en crisis. Para Marx modo de producción capitalista consta de una infraestructura (la base económica) de la cual depende la superestructura, es decir el conjunto de organización jurídica, política social, cultural, religiosa, etc. Por eso afirma que la infraestructura influye en la superestructura y la compara con un edificio.

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Las relaciones productivas son el conjunto de relaciones sociales que los hombres necesitan para poder producir. Teoría política Según Marx la lucha de clases surge porque entre las relaciones sociales de producción hay un grupo (los capitalistas o burgueses) cuyo interés es obtener riquezas a base de explotar a la masa proletaria que solo puede vender su fuerza de trabajo. Por eso dice Marx que la historia de la sociedad es la historia de la lucha de clases; y propone una revolución obrera con un estado en el que el modo de producción sea colectivo o del estado y en el que desaparezca la propiedad privada; que no la individual. Interpretaciones del marxismo La compleja, y a veces confusa, obra de Marx, permitió que se produjeran interpretaciones dispares de la misma. Ya antes de 1914, la ortodoxia dominante, representada en Alemania por Karl Kautsky y que defendía la inevitabilidad del colapso del capitalismo a través de la revolución, fue puesta en duda por Eduard Bernstein, auténtico fundador de lo que vino a denominarse revisionismo. Tras la Revolución Rusa (1917), Lenin añadió a la doctrina marxista una interpretación del imperialismo, una teoría del Estado y los principios de la organización revolucionaria liderada por el partido; la formulación de leninismo permitió hablar de una doctrina marxista−leninista. Las posteriores aportaciones hechas al marxismo por Stalin (el estalinismo, que negaba la internacionalización de la revolución), Trotski (el trotskismo, que preconizaba justo lo contrario), Mao Zedong (el maoísmo, que suponía la adaptación del marxismo al Tercer Mundo) o Antonio Gramsci (que subrayó el papel de la ideología en una sociedad civil para la construcción de una hegemonía política), se sumaron a las distintas interpretaciones que en el siglo XX se hicieron del pensamiento de Marx 6. Anarquismo Doctrina política que se opone a cualquier clase de jerarquía, tanto si se ha consolidado por la tradición o el consenso como si se ha impuesto de forma coactiva. Los anarquistas creen que el mayor logro de la humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o sobrenatural, por lo que es básico abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía de los hombres y la esclavitud económica. Combatir al Estado como entidad que reprime la auténtica libertad económica y personal de todos los ciudadanos se convierte en una necesidad inmediata y la desaparición del Estado se considera un objetivo revolucionario a corto plazo. La doctrina anarquista impone para su acción una sola 10

limitación: la prohibición de causar perjuicio a otros seres humanos, y de esta limitación nace otro presupuesto ideológico básico: si cualquier humano intenta hacer daño a otros, todos los individuos bienintencionados tienen derecho a organizarse contra él. Principales teóricos

Pierre Joseph Proudhon Uno de los pensadores políticos más destacados del siglo XIX, Proudhon influyó tanto en el socialismo como en el anarquismo. Hijo de campesinos, concibió una sociedad de relaciones fraternales, una vez abolidos los más altos organismos de gobierno. Famoso por considerar la propiedad como robo, fue un pensador pacifista con muy poca inclinación a la violencia. Fue amigo del pintor francés Gustave Courbet, que le hizo este retrato. Bakunin, Mijaíl Alexándrovich (1814−1876) Revolucionario y anarquista ruso, nacido en Priamujino en el seno de una familia aristocrática. Estudió en la academia militar de San Petersburgo. Fue oficial de la guardia imperial, pero renunció al cargo y se dedicó a viajar por Europa durante varios años, antes de tomar parte en las revoluciones de 1848 y 1849, desatadas en París y Alemania. Fue arrestado en Austria y condenado a muerte, pero la pena no se ejecutó sino que fue entregado a los rusos, quienes lo encarcelaron durante varios años. Lo enviaron a Siberia en 1855, de donde escapó en un barco estadounidense con destino a Japón, y llegó a Inglaterra en 1861. Desde esta fecha hasta su muerte, Bakunin se dedicó a difundir el pensamiento anarquista por toda Europa. En 1869 fundó la organización semiclandestina Alianza Democrática y Social y, en calidad de dirigente del grupo, se opuso a Karl Marx en la I Internacional; este enfrentamiento concluyó con la expulsión de Bakunin en 1872. Pasó sus últimos años en Suiza, viviendo en la miseria, planeando conspiraciones que nunca llegaron a realizarse y manteniendo correspondencia con pequeños grupos anarquistas, alentados por su ferviente inspiración. Kropotkin, Piotr Alexéievich (1842−1921) Geógrafo y pensador político ruso, el principal teórico del movimiento anarquista.Nació en Moscú el 21 de diciembre de 1842, estudió en San Petersburgo y sirvió en el Ejército ruso desde 1862 hasta 1867. Durante este periodo, dirigió dos expediciones sucesivas a Siberia y Manchuria, respectivamente, que proporcionaron conocimientos geográficos de gran valor. Regresó a San Petersburgo en 1867, donde fue nombrado oficial del la Sociedad Geográfica rusa. Exploró los glaciares de Finlandia y Suecia en nombre de la mencionada agrupación desde 1871 hasta 1873. Mientras realizaba estas investigaciones, también se dedicó a estudiar los escritos de los principales teóricos de la política, y finalmente adoptó los puntos de vista del socialismo revolucionario. Más tarde se convertiría en uno de los defensores de la doctrina radical del anarquismo. En 1872 participó en la I Internacional, primero como marxista y luego como seguidor del ideólogo anarquista Mijaíl Alexandróvich Bakunin. 11

Cuando regresó a Rusia, comenzó a difundir el pensamiento anarquista, motivo por el que fue arrestado y encarcelado en 1874. Consiguió escapar dos años después y se unió a una sociedad anarquista internacional, la Federación del Jura. A continuación, se instaló en Francia, donde fue detenido en 1883 y sentenciado a cinco años de prisión por sus actividades anarquistas. Tras ser liberado tres años después, se trasladó a Inglaterra, donde residió y trabajó durante treinta años. Después de la Revolución bolchevique de 1917, regresó a su país y se estableció cerca de Moscú, pero aunque tomó parte en la vida política soviética no desarrolló cargo oficial alguno. Falleció el 8 de febrero de 1921 en Dimitrov, una localidad próxima a Moscú. El tema central de los numerosos trabajos de Kropotkin fue la abolición de toda forma de gobierno en favor de una sociedad que se rigiera exclusivamente por el principio de la ayuda mutua y la cooperación, sin necesidad de instituciones estatales. Esa sociedad ideal (comunismo anarquista o anarcocomunismo) sería el último paso de un proceso revolucionario que pasaría antes por una fase de colectivismo (el anarcocolectivismo). Sus obras fueron escritas tanto en inglés como en francés; entre ellas, se encuentran las siguientes: Palabras de un rebelde (1885); Campos, fábricas y talleres (1899); El terror en Rusia (1909), Ética, origen y evolución (1924) y la autobiografía Memorias de un revolucionario. Pero quizá su libro más conocido y más importante para el pensamiento anarquista sea La conquista del pan (1888). Tendencias anarquistas A partir de finales del siglo XIX el anarquismo se dividió en tres grandes corrientes: • anarco−sindicalistas o grupos sindicales: grupos que realizaban las funciones sindicales pidiendo mejoras en las condiciones de vida obrera. Su forma de lucha fue, como la de la mayoría del resto de sindicatos, la huelga. Tuvo una gran importancia en España. • grupos de reflexión y propaganda teórica • grupos de propaganda de hecho La acción terrorista de anarquistas partidarios de la propaganda de acción produjo una imagen asesina del anarquismo, la cual fue muy perjudicial para el resto de corrientes no partidarias del uso indiscriminado de las armas. Además sirvió como excusa a muchos países que eliminaron el anarquismo condenando a muerte injustamente a anarquistas que jamás emplearon la violencia, por ejemplo la llegada de inmigrantes de origen italiano a EE.UU. estimuló la formación de organizaciones anarcosindicalistas reprimidas con gran dureza por el gobierno estadounidense, donde fueron ejecutados anarquistas de origen italiano (como Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti) de forma arbitraria, ante las protestas internacionales. 8.Opinión de grupo Marxismo Uno de los pilares de la crítica del capitalismo por parte de Marx es el de la historia de la sociedad es la de la lucha de clases. Creemos que durante la mayor parte de la historia ha habido una sociedad clasista que, pensamos, ha ido evolucionando: de esclavos hemos pasado a ser siervos y de ahí a ser proletarios. Pensamos que el sistema sigue siendo el mismo: unos explotan y otros son explotados; pero ahora, eso sí, con más sutileza. El capitalismo, creemos, ha evolucionado de tal manera que nos da la sensación de que formamos parte del gobierno democrático. Pero opinamos que la verdadera democracia es algo más que echar un voto en una urna cada cuatro años. Según Marx después de producirse la revolución del proletariado, debe haber una dictadura proletaria. Nuestra opinión es que este periodo de dictadura puede ser represivo para el pueblo; es decir somos más partidarios de que después de la revolución sería más conveniente celebrar unas elecciones democráticas. Pero con una democracia de la que todos pudieran formar parte, es decir una democracia de verdad, y no una burguesa; como la que se plantea en muchos de los paises occidentales. 12

En resumen, estamos de acuerdo con gran parte de las ideologías marxistas. Pero creemos que el régimen de gobierno ideal en un país con bases socialistas−comunistas sería el de una democracia revolucionaria con un sistema federal y en forma de república.

Anarquismo Sobre la abolición del estado (en la cual vamos a centrar nuestro análisis) tenemos opiniones diferentes: −Adrián: creo que la supresión de un gobierno central es bastante utópica. Es cierto que sería un sistema bastante libertario, pero creo que en el momento en el que brotaran minorías que estuvieran en contra de este sistema surgirían muchos problemas. Por eso creo que la disolución del estado es bastante complicada, y sólo se podría aplicar a pequeña escala. −David: opino que el único modo de que los hombres fueran realmente libres sería en el momento en el que desaparecieran todo tipo de instituciones de control o, incluso, de manipulación (como en el caso de la Iglesia); es decir: el estado, la policía, las instituciones religiosas, ... Pero para que realmente se pudiese abolir creo que la gente tendría que tener dos bases muy importantes: la ética del respeto a los demás y la solidaridad. Creo que no me sentiré libre mientras sigan existiendo instituciones que, según mis experiencias personales, han sido bastante represoras, como la policía. Pero he de reconocer que es bastante complejo; aunque espero que llegue el día en que la gente se conciencie y todos podamos vivir sin la necesidad de ser controlados. Además pienso que la idea general de la gente sobre el anarquismo es de caos o terrorismo, que pienso es solo fruto de la ignorancia. Y es creo que a la hora de criticar o analizar una ideología (o cualquier cosa) no hay que dejar influenciarse por los demás sino informarse y ser objetivo.

Socialismo utópico Creemos que las comunas del socialismo utópico solo se pueden llevar a cabo para un número reducido de personas. Pensamos que a nivel de grandes regiones no funcionaría y coincidimos con el marxismo en calificarla de demasiado ideal, de utópica. Nota: hemos centrado nuestro análisis de las diferentes ideologías obreras principalmente en el marxismo y en el anarquismo porque creemos que han sido las más influyentes en la historia pasada cercana y en la actual. Karl Marx

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