Volumen LXIV
Nº 1
enero-junio 2012
304 págs.
ISSN: 0210-4466
Volumen LXIV
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ESTUDIOS La literatura médica española sobre los riesgos del amianto durante el franquismo Alfredo Menéndez-Navarro Isidro Parga Pondal, o Seminario de Estudos Galegos e o laboratorio de Xeoquímica da Universidade de Santiago Francisco J. Leonardo Docanto La polémica sobre el hombre terciario y su expresión en la valencia de comienzos del siglo xx Jesús I. Catalá Gorgues Reforma sanitaria y movimiento puericultor en la lucha contra la mortalidad infantil en la ciudad de Palma de Mallorca (siglos xix y xx) Joana Maria Pujadas-Mora La salud pública en transformación. La estructuración de políticas sanitarias en Córdoba-Argentina, 19301943 María José Ortiz Bergia La medicalización del suicidio en la España del siglo XIX: Aspectos teóricos, profesionales y culturales José Javier Plumed Domingo y Luis Rojo Moreno La asistencia psiquiátrica en la historia política brasileña Ana Teresa A. Venancio Nuevas aportaciones documentales sobre el grabador Crisóstomo Martínez y su atlas de anatomía Raúl Velasco Morgado Antoine Thomas, SI as a «Patient» of the Kangxi Emperor (r. 1662-1722): A Case Study on the Appropriation of Theriac at the Imperial Court Beatriz Puente-Ballesteros LIBROS ENSAYO-RESEÑA Enfermedad e Historia ecológica José Luis Peset RESEÑAS
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Sumario
Nº 1
enero-junio 2012
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
Volumen LXIV
Nº 1
enero-junio 2012
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ASCLEPIO Revista publicada por el Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, nació en 1948 con el título Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica. Consagrada especialmente a la ciencia española, europea e iberoamericana, Asclepio publica artículos originales sobre historia de la ciencia, haciéndose eco de las diversas corrientes historiográficas de la disciplina. Con una periodicidad semestral está dirigida a un público especializado en historia de la ciencia, pero también a científicos de diversa formación que puedan encontrar en la historia elementos de reflexión epistemológica y social en su quehacer profesional. Edición electrónica: http://asclepio.revistas.csic.es
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, was born in 1948 with the title Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica. Particularly devoted to Spanish, European, and Latin American science, Asclepio includes original papers on the history of science, echoing the various historiographic trends in our field of study. It is half-yearly directed to an audience specialized in the history of science, but also to variously educated scientists who may find in history elements for epistemological and social reflection in their scientific work. Electronic edition: http://asclepio.revistas.csic.es
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REVISTA DE HISTORIA DE LA MEDICINA Y DE LA CIENCIA ESTUDIOS Alfredo Menéndez-Navarro: La literatura médica española sobre los riesgos del amianto durante el franquismo. ................................................................................. Francisco J. Leonardo Docanto: Isidro Parga Pondal, o Seminario de Estudos Galegos e o laboratorio de Xeoquímica da Universidade de Santiago. ............... Jesús I. Catalá Gorgues: La polémica sobre el hombre terciario y su expresión en la valencia de comienzos del siglo xx ......................................................................... Joana Maria Pujadas-Mora: Reforma sanitaria y movimiento puericultor en la lucha contra la mortalidad infantil en la ciudad de Palma de Mallorca (siglos xix y xx) ........................................................................................................................... María José Ortiz Bergia: La salud pública en transformación. La estructuración de políticas sanitarias en Córdoba-Argentina, 1930-1943 ..................................... José Javier Plumed Domingo y Luis Rojo Moreno: La medicalización del suicidio en la España del siglo XIX: Aspectos teóricos, profesionales y culturales ......... Ana Teresa A. Venancio: La asistencia psiquiátrica en la historia política brasileña ...................................................................................................................................... Raúl Velasco Morgado: Nuevas aportaciones documentales sobre el grabador Crisóstomo Martínez y su atlas de anatomía ........................................................... Beatriz Puente-Ballesteros: Antoine Thomas, SI as a «Patient» of the Kangxi Emperor (r. 1662-1722): A Case Study on the Appropriation of Theriac at the Imperial Court ............................................................................................................... Carlos Alberto Cardona Suárez: El problema de Alhacén ..............................................
7-36 37-64 63-96
97-120 121-146 147-166 167-188 189-212
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LIBROS ENSAYO-RESEÑA José Luis Peset: Enfermedad e Historia ecológica .......................................................... RESEÑAS ..................................................................................................................................
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Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 5-6, ISSN: 0210-4466
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REVISTA DE HISTORIA DE LA MEDICINA Y DE LA CIENCIA STUDIES Alfredo Menéndez-Navarro: Spanish medical literature on the risks of asbestos during the Franco Regime ...........................................................................................
7-36
Francisco J. Leonardo Docanto: Parga Pondal, the seminary of Galician studies and the laboratory of geochemistry, university of Santiago .................................
37-64
Jesús I. Catalá Gorgues: The controversy regarding Tertiary Man and its expression in Valencia (Spain) during the early 20th century ...........................................
63-96
Joana Maria Pujadas-Mora: Public health reform and the infant welfare movement in the fight against infant mortality in the city of Palma de Mallorca (19th and 20th centuries) .................................................................................................................
97-120
María José Ortiz Bergia: The transformation process of the public health system. The structuring of health policies in Córdoba, Argentina, 1930-1943 ................
121-146
José Javier Plumed Domingo y Luis Rojo Moreno: The medicalization of suicide in 19th century Spain: theoretical, professional and cultural aspects .....................
147-166
Ana Teresa A. Venancio: Psychiatric care in Brazilian political history ....................
167-188
Raúl Velasco Morgado: New documentary contributions to the knowledge of Crisóstomo Martínez and his anatomical atlas .......................................................
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Beatriz Puente-Ballesteros: Antoine Thomas, SI as a «Patient» of the Kangxi Emperor (r. 1662-1722): A Case Study on the Appropriation of Theriac at the Imperial Court ...............................................................................................................
213-250
Carlos Alberto Cardona Suárez: Alhacen’s Problem .......................................................
251-276
BOOKS REVIEW-ESSAYS José Luis Peset: Título en inglés ..........................................................................................
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REVIEWS ..................................................................................................................................
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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, págs. 7-36, ISSN: 0210-4466
ESTUDIOS
LA LITERATURA MÉDICA ESPAÑOLA SOBRE LOS RIESGOS DEL AMIANTO DURANTE EL FRANQUISMO
Alfredo Menéndez-Navarro Departamento de Historia de la Ciencia, Universidad de Granada
RESUMEN El amianto o asbesto es un mineral fibroso de propiedades ignífugas y resistente a la abrasión que ha sido empleado masivamente en procesos industriales y productos manufacturados desde comienzos del siglo XX. Su uso ha provocado graves problemas de salud en los trabajadores expuestos y en la población general. La atención historiográfica a los riesgos del amianto en España ha sido casi inexistente, lo que ha contribuido a consolidar la idea de una ausencia de preocupación por este problema en nuestro país hasta la década de los ochenta. El objetivo de este trabajo es analizar el surgimiento de dicha preocupación durante el periodo franquista, mediante un análisis de la producción científica y de la normativa aprobada para enfrentar los riesgos del amianto. PALABRAS CLAVE: Amianto. Enfermedades ligadas al amianto. Salud laboral. España. Franquismo.
SPANISH MEDICAL LITERATURE ON ASBESTOS HAZARDS DURING THE FRANCO REGIME ABSTRACT Asbestos is a fibrous mineral used since the early 20th century in a wide range of manufacturing processes and industrial products for its fireproofing and abrasion-resistant properties. Asbestos exposure has had harmful effects on the health of workers and of the general population. Asbestos risks have attracted scant historiographical attention in Spain, contributing to the idea of a lack of medical and public concerns about this issue until the 1980s. The aim of this paper was to analyze the emergence of such concerns during the Franco regime by exploring the medical literature and the legislation drafted to address asbestos hazards. KEY WORDS: Asbestos. Asbestos-related diseases. Occupational health. Spain. Franco regime.
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ALFREDO MENÉNDEZ-NAVARRO
1. INTRODUCCIÓN
El amianto o asbesto es un mineral fibroso conocido desde la Antigüedad y cuyas especiales propiedades ignífugas y de resistencia a la abrasión lo convirtieron en un material «indispensable» empleado masivamente en diversos procesos industriales y productos manufacturados desde comienzos del siglo XX: productos textiles, aislamientos térmicos, industria del fibrocemento, siderurgia, construcción naval, automoción, etc. La evolución en el consumo del amianto ha ido indisolublemente ligada a su impacto sobre la salud de la población1. La omnipresencia de este «mineral mágico» ha implicado, además, que sus efectos nocivos, en particular su poder cancerígeno, se hayan extendido más allá de los espacios laborales alcanzando a grupos de población asentados en el entorno de dichos centros productivos y a la población general2. Como ha puesto de manifiesto la historiografía médica, el conocimiento científico sobre los riesgos del amianto para la salud y la adopción de medidas preventivas y compensadoras ha seguido ritmos e intensidades muy dispares en los diferentes países. Dicha historiografía ha mostrado el complejo plantel de factores científico-técnicos, socio-políticos, económicos y culturales que han mediatizado el reconocimiento de las tres principales patologías asociadas a su exposición (la asbestosis, el carcinoma pulmonar y el mesotelioma pleural y peritoneal) y la adopción de medidas correctoras y compensadoras, así como la propia visibilización social del problema3. A diferencia de otros países de nuestro entorno, la atención historiográfica al estudio de los riesgos del amianto en España ha sido casi inexistente4, lo que ha contribuido
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1 LIN, R.T. et al. (2007), Ecological association between asbestos-related diseases and historical asbestos consumption: an international analysis. Lancet, 369, pp. 844-849. 2 SELIKOFF, I.J. (2000), Prólogo. En CÁRCOBA, Á. (ed.), El amianto en España, Madrid, Ediciones GPS, pp. 13-15. 3 Entre los casos mejor estudiados merecen destacarse el británico, el francés, el sudafricano y el estadounidense. TWEEDALE, G. (2000), Magic Mineral to Killer Dust. Turner & Newall and the Asbestos Hazard, Oxford, Oxford University Press; JOHNSTON, R.; MCIVOR, A. (2000), Lethal Work. A History of the Asbestos Tragedy in Scotland, East Lothian, Tuckwell Press; BARTRIP, P.W.J. (2001), The Way from Dusty Death: Turner and Newall and the Regulation of the British Asbestos Industry 1890-1970, London, Atholone Press; HENRY, E. (2007), Amiante: un scandale improbable. Sociologie d'un problème public, Rennes, Presses universitaires de Rennes; MCCULLOCH, J. (2002), Asbestos Blues: Labour, Capital, Physicians and the State in South Africa, Indianapolis, Indiana University Press; BARTRIP, P.W.J. (2006), Beyond the Factory Gates. Asbestos and Health in Twentieth Century America, London, Continuum. 4 Entre las excepciones se encuentran algunos textos de denuncia sindical que han in-
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a consolidar la idea de una ausencia de preocupación por este problema en nuestro país hasta la década de los ochenta. Este argumento es repetido como un mantra por los abogados defensores y los responsables de las empresas que manipularon amianto y que enfrentan en la actualidad juicios por daños a trabajadores y enfermos ambientales5. Carecemos de un estudio mínimamente comprensivo del impacto de los riesgos del amianto en nuestro país, de su abordaje médico-legal y técnico y de su evolución a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. El objeto de este trabajo es contribuir a paliar ese vacío historiográfico mediante el estudio del surgimiento de la preocupación médica y social sobre los riesgos del amianto durante el régimen franquista. Como tendremos ocasión de comprobar, el problema recibió una creciente atención en ciertos foros médicos que articularon una visión muy fragmentaria del problema, pero desde luego nada desdeñable. Exploraré, en primer lugar, la evolución del consumo de amianto. A continuación mostraré los primeros trabajos médicos surgidos durante el primer franquismo, de naturaleza divulgativa y con escasa vinculación al problema en nuestro país. Los cambios operados en la década de los cincuenta y sesenta que implicaron el reconocimiento médico-legal del problema y la adopción de las primeras medidas preventivas servirán de introducción a la obra de Lopéz-Areal del Amo, principal impulsor del estudio de estos riesgos en el tardo-franquismo. Finalmente, exploraré la atención recibida por los cánceres del amianto en el ámbito académico y hospitalario desde los años sesenta, concluyendo con una valoración de los cambios que
———— corporado una cierta reconstrucción histórica como DALMAU, J. (1978), El amianto mata. Salud y trabajo: el dossier Uralita, Barcelona, Centro de estudios y documentación socialista; CÁRCOBA (ed) (2000); la primera sistematización sobre la litigación en nuestro país y una reseña sobre la labor de defensa de los afectados del Colectivo Ronda de Barcelona: AZAGRA MALO, A. (2007), La tragedia del amianto y el derecho español, Barcelona, Atelier; ATIENZA, S. (2008), La fibra asesina. El amianto. La lucha de los abogados del Col.lectiu Ronda por defender los derechos de la víctimas de la asbestosis, Barcelona, Col.lectiu Ronda; y algunas aportaciones recientes desde la historia de la medicina como MENÉNDEZ-NAVARRO, A. (2007), Alice--A Fight for Life (1982) y la percepción pública de los riesgos laborales del amianto. Revista de Medicina y Cine, 3 (2), pp. 49-56; MENÉNDEZ-NAVARRO, A. (2011), A camel through the eye of a needle: Expertise and the late recognition of asbestos-related diseases. International Journal of Health Services, 41, pp.121-135. 5 Véase por ejemplo MENÉNDEZ-NAVARRO (2007), p. 55; o más recientemente los testimonios recogidos en el documental GALLART CAJO, I.; VALLÈS, R. (2011), Exposats a l’amiant, TV3, 30 Minuts, accesible en http://www.tv3.cat/30minuts/reportatges/1783/Exposats-a-lamiant. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 7-36, ISSN: 0210-4466
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posibilitaron una verdadera explosión de trabajos sobre el tema en el inicio de la transición democrática. 2. LA UTILIZACIÓN INDUSTRIAL DEL AMIANTO EN LA ESPAÑA FRANQUISTA
No disponemos de una visión de conjunto sobre el consumo y usos industriales del amianto en nuestro país a lo largo del siglo XX. Dada la nula producción nacional, los datos de importaciones recogidos por el Instituto Nacional de Estadística son los mejores indicadores del consumo de amianto, arrojando un volumen de importaciones de unos 2.600.000 Tm a lo largo del siglo XX6. La publicidad ha sido otra de las fuentes empleadas para conocer los usos del amianto. A lo largo del siglo XX se han identificado 310 empresas que produjeron, comercializaron y/o instalaron derivados del amianto en España. La mayoría de ellas eran pequeñas compañías, a menudo de tipo familiar, que distribuían amianto a granel o desarrollaban manufacturas para infinidad de aplicaciones. Un grupo más reducido eran compañías de mayor tamaño especializadas en sectores como el fibrocemento, las empaquetaduras, el amianto en placas o los cartones y los aislamientos y calorifugados7. La importación creció lentamente desde la segunda década de la centuria situándose en torno a las 6.000 Tm anuales en los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil8. Además de introducirse materiales de amianto con patentes extranjeras, surgieron las primeras empresas nacionales dedicadas a la fabricación de productos de fibrocemento y aislamientos. Entre ellas destacan compañías como Uralita, fundada por Josep M. Roviralta en Cerdanyola del Vallès en 1907, o Rocalla, creada en 1914 por Josep Esteva Casals. Junto a la fabricación de tejas de amianto-cemento, primero de los productos que gozó de una amplia aceptación en nuestro país, en la década de los veinte se introdujeron las placas onduladas, las tuberías de presión, los productos para revestimientos decorativos y las aplicaciones empleadas como aislantes térmicos9. Un buen ejemplo de la penetración de este tipo de productos lo po-
————
6 SOLA NIUBO, C. et al. (dirs.) (2001), Prospección sobre la presencia de amianto o de materiales que lo contengan en edificios, Barcelona, Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, p. 18. 7 SOLA NIUBO et al. (dirs.) (2001), pp. 53-61. 8 SOLA NIUBO et al. (dirs.) (2001), p. 18. 9 SOLA NIUBO et al. (dirs.) (2001), pp. 66-68. Sobre la fábrica de Uralita en Cerdanoyla veasé SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. (2005), Una indústria emblemàtica: la Uralita (1907-1997). En
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demos encontrar en los numerosos concursos públicos para suministro de agua a poblaciones convocados en la Gaceta de Madrid y en el Boletín Oficial del Estado en los que se optó por las conducciones de fibrocemento. Las empresas del sector emplearon activamente certificados de instituciones públicas y compañías privadas para acreditar las ventajas de este tipo de materiales. En la edición de 1957 del Manual General Uralita, por ejemplo, se reproducen documentos que acreditan el empleo de las conducciones de fibrocemento para el abastecimiento de agua y gas desde la década de los veinte y treinta, respectivamente10. Otro ejemplo indirecto de la extensión del uso de las placas de fibrocemento en las cubiertas de edificios lo proporciona la prohibición de su uso para edificios escolares dictada en 1935 a instancia de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas. En ella se cuestionaba la durabilidad del fibrocemento y se rechazaba por ineficaz el sistema de instalación a raíz de los problemas detectados en una escuela rural de Huesca. La reclamación de la compañía Uralita frenó en seco la aplicación de la orden que fue derogada en octubre de 193511. Ese mismo año, el primer manual técnico editado por la citada empresa para facilitar la colocación de cubiertas de fibrocemento se congratulaba del extendido uso de este material, que tornaba en innecesario «hacer su apología»12. La Guerra Civil provocó un acusado descenso de la importación de amianto, no recuperándose los niveles de preguerra hasta 195013. En este periodo se extendió su empleo en aislamientos y en la industria textil14. El boom de la importación de amianto se produjo a mediados de los años sesenta, casi una década y media más tarde que en el entorno europeo15, siendo su destino ma-
———— Història de Cerdanyola. Dels origens al segle vint, Cerdanyola del Vallès, Montflorit, pp. 344-352. 10 URALITA (1957), Manual General Uralita, Madrid, Editorial Dossat, pp. 602-604, 615. 11 Orden de 24 de octubre de 1935 relativa al empleo de material «Fibrocemento» en las cubiertas de las Escuelas. Gaceta de Madrid de 31 de octubre de 1935, núm. 304, pp. 849-850. 12 MARTÍNEZ SALVATELLA, A. (1935), Cartilla del colocador de «Uralita», Barcelona, Imp. La Neotipia, p. 5. 13 VIRTA, R.L. (2006), Worldwide Asbestos Supply and Consumption Trends from 1900 through 2003, Virginia, U.S. Department of Interior, U.S. Geological Survey, pp. 39-42. 14 La industria del amianto textil comenzó en España en 1940, aunque las dificultades de aprovisionamiento hicieron que su despegue no se produjera hasta mediada la década. MONTERO PERAL, F.J. (1975), Profilasis técnica de las neumoconiosis. En Symposium sobre «Neumoconiosis Minerales». Libro de ponencias del VIII Congreso de la Sociedad Española de Patología Respiratoria, Bilbao 26-27-28 de mayo, 1975, Bilbao, SEPAR, pp. 154-167. 15 VIRTA (2006), pp. 13-14. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 7-36, ISSN: 0210-4466
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yoritario el sector del fibrocemento, ligado en buena medida a los crecientes consumos de materiales de construcción por las obras contempladas en los Planes de Desarrollo puestos en marcha desde 1964. Ya en 1962 el 43% del fibrocemento consumido se empleaba en obras públicas (obras de saneamiento, abastecimiento y regadío, cubiertas y revestimientos de paredes de edificios públicos como estaciones, puertos, aeródromos u hospitales). Otro 32% se destinaba a edificación de viviendas particulares y el 25% restante a cubiertas y conducciones de edificaciones industriales. En 1967, España contaba con 21 establecimientos industriales destinados a la fabricación de productos de fibrocemento, seis de ellos puestos en marcha en los dos últimos años. Este crecimiento tuvo su reflejo en la población empleada en el sector que pasó de 3.095 trabajadores en 1962 a 5.983 en 196716. La construcción naval fue otro de los sectores en expansión en la década de los sesenta que consumió importante cantidades de amianto para ser empleado como material aislante. Junto a las cámaras de máquinas y calderas, el amianto fue empleado en conducciones de aire, pasos de cables eléctricos y mamparos exteriores e interiores. Hay que considerar además la construcción naval militar, con mayores necesidades de aislamientos que los barcos comerciales, y la reparación de los buques de guerra norteamericanos que llegaron a nuestro país tras la firma de los acuerdos cooperación de 195317. La industria siderometalúrgica (aislamientos de hornos y calderas, revestimientos, etc.) y la automovilística (empleo en zapatas, pastillas de freno y disco de embrague) fueron otros sectores con un consumo destacado de amianto. En la Figura 1 se muestra la evolución de las importaciones de amianto en bruto entre 1961 y 1987, a las que habría que unir cantidades muy inferiores de productos manufacturados. El consumo nacional pasó de 23.400 Tm en 1961 a 126.000 Tm en 1974, fecha en la que se dictó la nueva normativa de la edificación que recomendaba el uso de amianto proyectado en las estructuras metálicas como medida de protección contra el fuego, además de impulsar el sector de aislamientos e ignifugación18. A pesar de ello, las importaciones comenzaron un acusado declive en 1975 reflejando la crisis económica, las
————
16 ANADON, A (1968), La industria del fibrocemento en España. Economía industrial, núm. 59, pp. 7-18. 17 Análisis retrospectivo de la exposición de trabajadores del sector de la construcción naval al amianto y su relación causa-efecto con patologías del aparato respiratorio (2008), Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, Mapfre, UGT MCA, CCOO, pp. 33-43. 18 SOLA NIUBO et al. (dirs.) (2001), p. 20. Orden de 23 de febrero de 1974. BOE de 2 de marzo de 1974, núm. 53, p. 4310.
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primeras prohibiciones internacionales que provocaron un descenso del consumo mundial y, en particular, el fuerte descenso en la producción de materiales de fibrocemento19. FIGURA 1. IMPORTACIÓN ANUAL DE AMIANTO EN ESPAÑA (1961-1987)
Fuente: Anuario Estadístico de España (1962-1990), Madrid, Instituto Nacional de Estadística.
3. LA LITERATURA MÉDICA SOBRE LOS RIESGOS LABORALES DEL AMIANTO DURANTE EL PRIMER FRANQUISMO
Los problemas de salud laboral ligados al amianto tuvieron una tardía atención durante el régimen franquista, cuyo sistema compensador y preventivo en relación a las enfermedades profesionales estuvo prácticamente consagrado al problema de la silicosis20. Durante el primer franquismo, apenas una decena de publicaciones médicas divulgaron en nuestro país los riesgos laborales del amianto, generalmente sin tomar en consideración el desarrollo del consumo y los niveles de exposición entre la población española. ———— 19 20
VIRTA (2006), p. 3. MENÉNDEZ-NAVARRO (2011); MENÉNDEZ-NAVARRO (2007).
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Un primer grupo de trabajos fueron confeccionados por profesionales médicos directamente interesados en el ámbito de las neumoconiosis, como es el caso de los tisiólogos. Los pioneros en este campo fueron Silvano Izquierdo Laguna y Eusebio García Sanz, del Dispensario Antituberculoso «LedoArteche» de Bilbao, que desde 1940 venían desarrollando una investigación sistemática sobre la incidencia de silicosis en la cuenca minera de Vizcaya. Al igual que otros estudiosos de la silicosis de los años treinta y cuarenta, Izquierdo y García Sanz suscribían las tesis restrictivas sobre la capacidad patógena de otros polvos distintos al de sílice, aunque de forma novedosa incorporaron en el elenco patogénico al polvo de amianto21. El estudio de campo que desarrollaron se prolongó hasta 1944, examinando en total a 5.030 trabajadores, mayoritariamente mineros del hierro. Los reconocimientos se extendieron a otras industrias de riesgo incluida la del amianto. Se trata del primer reconocimiento médico de trabajadores del amianto en nuestro país que incluyó a 211 obreros de la empresa Sociedad Ibérica de Gomas y Amiantos de Sondica, dedicada a la producción de derivados del caucho22. En opinión de los autores, sólo un reducido número de operarios desarrollaba tareas expuestas como el trenzado de fibra de amianto, lo que a su juicio explicaba la detección de un único caso de afectación respiratoria inespecífica23. En lo que probablemente sea una excepción en los primeros años del régimen franquista, Izquierdo y García Sanz formularon una crítica nada velada a la normativa preventiva contra la silicosis promulgada en 194124, que al excluir a los trabajos con amianto contribuía, en palabras de los tisiólogos, a silenciar «… el problema de la asbestosis» en nuestro país25. Otros trabajos confeccionados por tisiólogos divulgaron las primeras síntesis de la literatura anglosajona sobre la asbestosis26.ssf Desde algunas instituciones con competencias en el ámbito laboral y de los seguros sociales se llevó a cabo una limitada labor divulgativa de los riesgos del amianto. En 1941, el Instituto Nacional de Previsión publicó un folle-
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21 IZQUIERDO LAGUNA, S; GARCÍA SAINZ, E. (1942), La silicosis entre los mineros de Vizcaya. Revista Española de Tuberculosis, 11 (83), 71-87 (pp. 72-73). 22 GONZÁLEZ GARCÍA, J.Mª. (1998), Los orígenes de la industria del caucho en el País Vasco (1923-1950). Vasconia, 25, 187-193 (pp. 188-189). 23 IZQUIERDO LAGUNA, S.; GARCÍA SAINZ, E. (1945), Silicosis, Bilbao, Imprenta Editorial Moderna, p. 196. 24 Orden del Ministerio de Trabajo de 7 de marzo de 1941. BOE de 18 de marzo de 1941, núm. 77, pp. 1873-1875. 25 IZQUIERDO LAGUNA; GARCÍA SAINZ (1945), p. 226. 26 FIGUEROA TABOADA, M. de (1945), Asbestosis. Medicina Colonial, 5 (3), pp.154-160.
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to con la conferencia pronunciada en octubre de 1940 por Ernest W. Baader, director del Instituto Universitario de Enfermedades Profesionales de Berlín. Aunque el objeto fundamental de la conferencia fue la silicosis, Baader señaló el carácter lesivo del polvo de amianto, destacando su capacidad neumoconiótica y cancerígena27. En febrero de 1943, con motivo de una nueva visita a nuestro país para participar en un curso de medicina del trabajo, Baader volvió a destacar los riesgos del amianto, en particular su relación causal con el cáncer pulmonar28. Desde mediados de los años treinta, la lucha contra el polvo de amianto se había convertido en una prioridad de las autoridades laborales alemanas. Aunque en esas fechas algunos investigadores británicos y norteamericanos ya habían publicado casos de carcinomas pulmonares detectados entre afectados de asbestosis, la relación causal entre amianto y cáncer de pulmón fue establecida de una forma convincente en un conjunto de trabajos alemanes aparecidos en 193829. Juan Dantín Gallego (1906-1997), que realizó una estancia en la clínica berlinesa de Baader a principios de los años treinta, publicó en 1948 un trabajo monográfico sobre la asbestosis. Dantín proporcionó una breve síntesis de la literatura internacional, con algunos casos clínicos tomados de autores italianos y datos epidemiológicos correspondientes al Reino Unido, sin apenas análisis de la situación española30. Dos años más tarde, Ignacio Fernández Seco publicó una extensa memoria sobre la asbestosis31. Fernández Seco formaba parte de la Sección de Prevención de Accidentes e Higiene del Trabajo
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27 BAADER, E.W. (1941), Las lesiones por el polvo industrial y su profilaxis, Madrid, Publicaciones del INP, pp. 9, 13. 28 La conferencia fue reproducida en BAADER, E.W. (1943), La Silicosis. Ser, 2 (2), pp.107-114. La misma revista incluía dos meses más tarde un extracto de los trabajos recogidos en el volumen 11 de 1942 de Archiv für Gewerbepathologie und Gewerbehygiene, que incluía sendos trabajos de Boehme y Welz sobre la asbestosis y su relación con el cáncer de pulmón, respectivamente. Ser, 2 (16), p.118. 29 PROCTOR, R.N. (1999), The Nazi War on Cancer, Princeton, Princeton University Press, pp. 108-109. 30 DANTÍN GALLEGO, J. (1948), Asbestosis. Archivos Médico Quirúrgicos y del Trabajo, 10, pp. 87-93. Durante su estancia en Berlín, publicó una amplia lista de enfermedades profesionales entre las que incluía la fibrosis pulmonar causada por el amianto. DANTÍN GALLEGO, J. (1931), Enfermedades profesionales. Archivos de Medicina, Cirugía y Especialidades, pp. 755-762. 31 FERNÁNDEZ SECO, I. (1950), Asbestosis pulmonar. Contribución al estudio de esta neumoconiosis, Madrid, Sección de Prevención de Accidentes e Higiene del Trabajo, Ministerio de Trabajo. Con el mismo título, la monografía se publicó en 1951 en Clínica y Laboratorio, núm. 303, pp. 424-448; núm. 304, pp. 35-56.
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del Ministerio de Trabajo, el organismo encargado de compilar los partes de declaración obligatoria de enfermedad profesional implantados en julio de 1944, y que contemplaba la exigencia de notificar los casos de «silicosis y otras neumoconiosis». En 1947, con motivo de la creación del Seguro de Enfermedades Profesionales (SEP), se reiteró la necesidad de declaración obligatoria para informar la progresiva extensión del SEP desde la silicosis «a la protección laboral en cada una de las industrias en que sea conocido el riesgo de una enfermedad profesional». El decreto contemplaba una amplia lista de enfermedades susceptibles de ser cubiertas progresivamente, entre las que se encontraba la asbestosis32. A pesar de la altisonante retórica oficial, el seguro sólo se amplió en 1951 al nistagmus de los mineros del carbón, aunque parece plausible que esta normativa fuese la responsable de impulsar los proyectos divulgativos sobre dolencias como la asbestosis33. Fernández Seco, al igual que Dantín, no realizó recomendación alguna sobre la necesidad de legislar al respecto en nuestro país ni estimación sobre la extensión del problema, aunque sí incluyó unas más que optimistas estimaciones sobre los depósitos minerales españoles de amianto34. En 1952, Arturo Parada Barros (1897-1968), perteneciente al cuadro médico del Instituto Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo (INMST) y especializado en la valoración de las neumoconiosis, publicó el primer caso clínico de asbestosis diagnosticado en nuestro país. Se trataba de un hombre de 45 años, empleado como empaquetador de amianto durante 12 años y que falleció apenas seis meses después de ser estudiado35.
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Decreto de 10 de enero de 1947. BOE de 21 de enero de 1947, núm 21, pp. 486-490. Orden de 6 de octubre de 1951. BOE de 22 de octubre de 1951, núm. 295, pp. 4757-4758. 34 FERNÁNDEZ SECO (1950), p. 14. Curiosamente esta fue una de las cuestiones destacadas en la reseña del texto aparecida en la revista londinense Occupational Medicine (1951), 1 (2), pp. 99-100. El autor de la recensión señalaba la oportunidad de proporcionar información fidedigna a los médicos españoles en esa etapa precoz del consumo de amianto «before a tale of human tragedy has a chance to be told» y deseaba que el texto tuviera a tal fin una amplia difusión. La reseña señalaba la escasa originalidad de la obra, si bien destacaba la excelente síntesis bibliográfica realizada y la práctica ausencia de errores, más allá de algunas cuestiones discutibles en la identificación radiológica de la asbestosis. 35 PARADA, A. (1952), Talcosis y Asbestosis. Medicina y Seguridad del Trabajo, 1 (1), pp. 51-55. La sección de referatas de esta misma revista se hizo eco de la publicación de DOLL, R. (1955), Mortality from lung cancer in asbestos workers. British Journal of Industrial Medicine, 12, pp. 81-86, que fue extractada en el volumen 3, número 12, pp. 112-113, de 1955. 33
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4. DE LA REFORMA DEL SEGURO DE ENFERMEDADES PROFESIONALES A LA PRIMERA OLEADA DE ALARMAS INTERNACIONALES
La posición hegemónica de la silicosis en el panorama de las enfermedades profesionales de nuestro país se mantuvo durante los años cincuenta y sesenta. No obstante, el creciente cuestionamiento de la política del Ministerio de Trabajo experimentado a finales de los cincuenta posibilitó la extensión de los sistemas de compensación a otros riesgos laborales. Entre los factores que permiten explicar este cambio está, en primer lugar, la inoperancia del SEP en el ámbito preventivo y el incremento del número de silicóticos experimentado en los años cincuenta36. Las protestas de las secciones sociales del Sindicato del Metal, que englobaba a la minería del plomo, forzó a la Delegación Nacional de Sindicatos a promover en julio de 1957 la constitución de una «Comisión interministerial para la prevención y reparación de la Silicosis»37. Aunque la principal materialización de la Comisión fue la reforma del Reglamento de Policía Minera en 196038, sus recomendaciones se extendieron a todas las industrias pulvígenas planteando, entre otras medidas, la reforma del SEP39. En el mismo sentido se pronunciaron los participantes en el III Congreso Nacional de Medicina y Seguridad de Trabajo, celebrado en Madrid en abril de 1957. Tres de las nueve conclusiones del congreso estaban dedicadas a las neumoconiosis, abogando por una mejora de la prevención técnica, por la formación de un grupo de expertos médicos para evaluar las incapacidades y por la reforma del SEP40. Tres años más tarde, en abril de
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36 La cifra de pensionistas pasó de los 6.027 reconocidos en 1950 a los 16.545 existentes en 1963. MENÉNDEZ-NAVARRO, A. (2008), The politics of silicosis in interwar Spain: Republican and Francoist approaches to occupational health. Dynamis, 28, 77-102 (p. 100); BASELGA-MONTE, M. (1971), Riesgo silicógeno y epidemiología de la silicosis en España. Medicina de Empresa, 7 (3), pp. 203-236. 37 BOE de 28 agosto de 1957, núm. 219, p. 805. 38 BOE de 18 enero de 1961, núm. 15, pp. 817-820. 39 GÓMEZ DE ARANDA Y SERRANO, L. (1957), Una iniciativa sindical en marcha. La prevención de la silicosis (Orden de 26 de julio de 1957), Madrid, s.l. 40 Crónicas y Actas del III Congreso Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo, Madrid 1957 (1957), Madrid, Ministerio de Trabajo, p. 92. Las actas sólo reproducen un número reducido de las 176 comunicaciones presentadas. En el listado de las mismas no hay ninguna referencia explícita al amianto. La comunicación de Domingo Espinós Pérez (p. 68) abordó el cáncer pulmonar profesional. El autor conocía los trabajos alemanes de los cuarenta sobre el carácter cancerígeno del amianto y citaba el trabajo de 1955 de Doll que establecía la relación causal entre amianto y carcinoma pulmonar. La comunicación está reproducida en ESPINÓS PÉREZ, D. (1957), Cáncer de pulmón y neumoconiosis. Medicina y Seguridad del Trabajo, 5 (n. 20), pp. 5-14.
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1960, el INP organizó en Madrid un coloquio sobre la silicosis que contó con la participación de los más destacados especialistas españoles pertenecientes al INMST y a la Organización Sanitaria del SEP. Las conclusiones del coloquio reflejaron la necesidad de extender el seguro a todas las industrias con riesgo de neumoconiosis41. En segundo lugar, la reincorporación de nuestro país a la OIT, que se hizo efectiva en mayo de 1956, implicó la ratificación de un conjunto de convenios internacionales42. Entre otros, el relativo a la indemnización de las enfermedades profesionales, refrendado en mayo de 195843. Se trataba del mismo convenio de 1934 ya ratificado por el gobierno de la Segunda República en 1935 y que contribuyó a la promulgación de la ley de enfermedades profesionales de 193644. Aunque el convenio no incluía entre las patologías indemnizables a la asbestosis, superaba con creces la cobertura del SEP, limitada en ese momento a la silicosis y el nistagmus de los mineros del carbón. Por último, los elevados costes del seguro favorecieron la creación en 1961 del denominado Fondo Compensador del Seguro de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales en sustitución de la Junta Administrativa que regía el SEP. El decreto de creación del Fondo corroboraba la restrictiva cobertura del SEP y su limitación al ámbito compensador, señalando la necesidad de ampliar las patologías con derecho a indemnización y potenciar las vertientes preventiva y rehabilitadora. El decreto incorporó un nuevo cuadro de enfermedades profesionales con 33 dolencias de origen laboral. La asbestosis fue incluida junto a la silicosis, limitando los trabajos de riesgo a la extracción, preparación y manipulación de amianto, el sector del textil-amianto, y la fabricación de guarniciones para frenos, material aislante y productos de
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Conclusiones del coloquio sobre diagnóstico, reparación y prevención de la silicosis (1960). Medicina y Seguridad del Trabajo, 8 (n. 30), 99-107 (p. 105). Las ponencias están reproducidas en pp. 3-98. 42 MATEOS, A. (1997). La denuncia del Sindicato Vertical. La era Solís: El nacionalsindicalismo ante la Organización Internacional del Trabajo. Volumen II (Primera Parte), Madrid, Consejo Económico y Social, p. 31. 43 BOE de 22 de agosto de 1959, núm. 201, pp. 11237-11238. 44 Gaceta de Madrid de 14 de noviembre de 1935, núm. 318, pp. 1252-1254; Gaceta de la República de 25 de marzo de 1938, núm. 84, pp. 1471-1473. El gobierno republicano ya había ratificado en 1932 el primer Convenio de la OIT sobre reparación de enfermedades profesionales de 1925. Gaceta de Madrid de 18 de mayo de 1932, núm. 139, pp. 1293-1294; Gaceta de Madrid de 4 de noviembre de 1932, núm. 309, pp. 795-796.
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fibrocemento45. La vertiente preventiva se plasmó en una nueva regulación más estricta de los reconocimientos médicos previos y periódicos de los trabajadores de las industrias de riesgo. Los reconocimientos se regían por un procedimiento análogo al de la silicosis, aunque a diferencia de ésta, en la que la periodicidad oscilaba entre los seis meses y los dos años en función del «índice de peligrosidad de su atmósfera», los trabajadores expuestos al riesgo de asbestosis debían efectuar los reconocimientos con periodicidad semestral46. El nuevo plantel normativo que enmarcó el abordaje de los riesgos del amianto durante las décadas de los sesenta y setenta se completó con el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas de 1961 que fijó en 175 partículas por centímetro cúbico la concentración máxima permitida de amianto en espacios productivos47. Se trata del mismo estándar acordado en 1946 por la American Conference of Governmental Industrial Hygienist que mantuvo su vigencia hasta finales de los años sesenta48. No hay que olvidar que el Reglamento de Actividades Molestas era básicamente una normativa de higiene pública destinada a fijar el emplazamiento y regular la apertura de las actividades productivas en función de sus riesgos ambientales, siendo ésta una competencia eminentemente municipal. No obstante el decreto señalaba la necesidad de intervención estatal dada «la trascendencia nacional de ciertos problemas derivados del ejercicio de la industria, como son los sanitarios y los de seguridad de las poblaciones». La función asesora era encomendada a las Comisiones Provinciales de Servicios Técnicos dependientes de los Gobiernos Civiles49. El reglamento completaba las inespecíficas y genéricas recomendaciones del Reglamento General de Seguridad e Higiene en ———— 45
Decreto 792/1961 de 13 de abril. BOE de 30 de mayo de 1961, núm. 128, pp. 81388145; Orden de 9 de mayo de 1962 por la que se aprueba el Reglamento del Decreto 792/1961. BOE de 29 de mayo de 1962, núm. 128, pp. 7268-7279. 46 Orden de 12 de enero de 1963. BOE de 13 de marzo de 1963, núm 62, pp. 4218-4227. 47 Decreto 2414/1961 de 30 de noviembre. BOE de 7 de diciembre de 1961, núm 292, pp. 17259-17271. 48 El nivel de 5 millones de partículas por pie cúbico (mppcf) que se trasladó a la legislación española fue originariamente propuesto en DREESSEN, W. et al. (1938), A Study of Asbestosis in the Asbestos Textile Industry. Public Health Bulletin No. 241, Washington, Government Printing Office, p. 91. Su equivalencia aceptada es 1 mmppcf=35 partículas/cc. La primera versión del Reglamento español fijó un nivel máximo de 150 partículas/cc, ligeramente inferior al estándar americano, que fue subsanado unos meses más tarde. BOE de 7 de marzo de 1962, núm. 57, pp. 3197-3199. 49 Decreto 2414/1961 (1961), p. 17259. En la prolija relación de actividades nocivas incluidas en el reglamento sólo se contempló una de las que implicaban riesgo de exposición a amianto, la fabricación de cemento hidráulico, en la que podría englobarse el sector del fibrocemento. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 7-36, ISSN: 0210-4466
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el Trabajo de 1940 sobre los trabajos en que se desprendiesen polvos nocivos a la salud50 y la Reglamentación nacional del trabajo en industrias derivadas del cemento de 1946, en la que se contemplaban edades mínimas de acceso a ciertas tareas de riesgo (16 y 18 años para los trabajos de moldeado de fibrocemento para «pinches» y «principiantas», respectivamente) y medidas preventivas contra el polvo de amianto en el sector del fibrocemento. Éstas incluían el establecimiento de sistemas de aspiración en los locales donde se desprendieran polvos nocivos «muy especialmente, si son de amianto o de materias colorantes tóxicas» y la provisión de caretas a los obreros expuestos51. Una década más tarde, en 1957, el decreto que reguló las actividades laborales insalubres prohibidas a mujeres y menores, extendió la prohibición del ingreso de hombres y mujeres menores de 18 y 21 años, respectivamente, en la industria textil del amianto y en la «extracción, trabajo y molienda del amianto»52. Por su parte, la Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el trabajo de 1971 introdujo normas generales para los trabajos con riesgos especiales, incluidos aquéllos en que se desprendieran sustancias pulvígenas «perniciosas para los trabajadores». En su artículo 136, la Ordenanza reguló la obligación de captar y eliminar «por el procedimiento más eficaz» las sustancias pulvígenas generadas en espacios productivos y la obligación de proporcionar a los trabajadores expuestos máscaras respiratorias y protección para la cabeza, ojos o partes desnudas de la piel53. No parece que este disperso y deslavazado conjunto de normativas orientadas a limitar los niveles de exposición al amianto garantizaran una adecuada protección. Hay que tener en cuenta, además, que su aplicación se limitó a algunos sectores de riesgo, dejando de lado actividades expuestas como el textil-amianto, la siderometalúrgica o la industria química. Por otro lado, la infradotada Inspección de Trabajo difícilmente pudo hacer un seguimiento adecuado del cumplimiento54. Los únicos datos sobre determinaciones de
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50 Orden de 31 de enero de 1940. BOE de 3 de febrero de 1940, núm. 34, pp. 914-924. Las medidas de protección incluían la provisión de máscaras y la instalación de medios de aspiración local. 51 Orden de 16 de julio de 1946. BOE de 18 de julio de 1946, núm. 199, pp. 5666-5676. 52 Decreto de 26 de julio de 1957. BOE de 26 de agosto de 1957, núm. 217, pp. 785-797. 53 Orden de 9 de marzo de 1971. BOE de 16 de marzo de 1971, núm. 64, 4303-4314 (p. 4391). Aunque el amianto estaba incluido en el referido artículo, las únicas menciones explícitas al asbesto eran las referidas a la obligatoriedad de utilizar prendas y protecciones de este material en la prevención y extinción de incendios. 54 PUJOL, J. (1977), La asbestosis: notas sobre su legislación actual. Jano. Medicina y Humanidades, núm. 301, pp. 49-50.
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concentración ambiental realizadas por los equipos técnicos móviles del INMST en 1968 confirman la escasa atención otorgada al amianto55. En el ámbito de la vigilancia sanitaria de los expuestos y el reconocimiento como enfermos profesionales de los afectados, las evidencias disponibles apuntan a un cumplimiento burocrático y restrictivo de la norma, con notables carencias en los exámenes médicos, aunque es un tema que exige mayor estudio56. Resulta llamativo que entre 1962 y 1968 sólo recibieran la calificación de enfermos profesionales 11 afectados de asbestosis, pertenecientes todos ellos a la provincia de Vizcaya, donde como veremos a continuación había un activo grupo de profesionales médicos interesado en estos riesgos57. A mediados de los sesenta, los medios profesionales de la medicina de empresa se hicieron eco de las nuevas evidencias sobre el poder cancerígeno del amianto. En septiembre de 1963, por ejemplo, Madrid albergó el XIV Congreso Internacional de Medicina del Trabajo, en el que participaron 3.242 congresistas, más de mil de ellos españoles. El patólogo sudafricano Christopher Wagner (1923-2001) presentó sus hallazgos sobre la relación causal entre la exposición al amianto en las explotaciones mineras de la Provincia Septentrional del Cabo y el desarrollo de mesotelioma pleural maligno58. Aunque el tema dominante en las sesiones dedicadas a neumoconiosis conti-
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55 Realizadas desde 1945, el número de visitas en 1968 ascendió a 156 y sólo en una empresa (desconocida) se realizaron determinaciones ambientales de polvos de amianto, que arrojaron niveles inferiores a la concentración máxima permitida. Labor realizada en el año 1968 por los equipos técnicos móviles del Instituto Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo (1969), Medicina y Seguridad del Trabajo, 17 (n. 66), pp. 84-92. 56 PUJOL (1977), p. 49. Un observador cualificado como el Dr. López-Areal señalaba en 1965 la ligereza con la se efectuaban los reconocimientos previos. LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L.; FERNÁNDEZ MARTÍN-GRANIZO, I; ABALO ABALO, A. (1965), Patología pulmonar del amianto: I) Asbestosis pulmonar. II) Amianto y cáncer de pulmón. Medicina y Seguridad del Trabajo, 13 (n. 52), 35-44 (p. 42). 57 MINISTERIO DE TRABAJO (1970), Memoria 1968. Instituto Nacional de Previsión, Madrid, IMNASA, p. 415. La cifra es ínfima si la comparamos con los 29.859 pensionistas reconocidos por silicosis en esa fecha. 58 WAGNER, J.C. (1963), Exposición al polvo de amianto y neoplasias malignas. En XIV Congreso Internacional de Medicina del Trabajo: Madrid, España, septiembre 16-21, 1963, Amsterdam, Excerpta Medica Foundation, 1963, vol. 4, p. 117. El trabajo seminal que mostró dicha vinculación fue publicado en 1960: WAGNER, J.C., SLEGGS, C.A., MARCHAND, P. (1960), Diffuse Pleural Mesothelioma and Asbestos Exposure in the North Western Cape Province. British Journal of Industrial Medicine, 17, pp. 260-271. En él se presentaban evidencias de 33 casos de mesotelioma pleural de los que 32 acreditaban su exposición laboral o ambiental a la crocidolita (amianto azul).
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nuó siendo la silicosis, otras tres presentaciones realizadas en este congreso abundaron en los riesgos cancerígenos y nemoconióticos del amianto59. Mayor trascendencia internacional tuvo la reunión monográfica organizada por Irving Selikoff (1915-1992) en la Academia de Ciencias de Nueva York en octubre de 1964, que reflejó la creciente preocupación por las patologías degenerativas en los países industrializados y la acumulación de evidencias sobre el poder cancerígeno del amianto. En la reunión participó un selecto grupo de investigadores internacionales procedentes de ocho países, con presencia mayoritaria británica y estadounidense60. Una de las novedades de la conferencia fue su preocupación por la dimensión ambiental del problema, es decir, por el impacto del amianto más allá de los centros productivos61. A ello contribuyeron el aumento de la población expuesta derivada del uso masivo del amianto en las sociedades industrializadas tras Segunda Guerra Mundial y de su incorporación a multitud de bienes de consumo, y la creciente preocupación por el impacto sobre la población y el medio ambiente que habían generado nuevos riesgos como las radiaciones ionizantes o del uso de pesticidas como el DDT62. Diversos estudios epidemiológicos presentados acreditaron la existencia de sobremortalidad por cáncer bronquial entre los trabajadores del sector del aislamiento y la industria naval, colectivos de riesgo hasta entonces desatendidos. Así mismo, se puso de manifiesto la incidencia de
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59 BUCHANAN, W.D. (1963), Asociación de ciertas neoplasias malignas con la asbestosis. En XIV Congreso Internacional … vol. 4, p. 62, presentó un estudio de 555 trabajadores británicos fallecidos entre 1947 y 1954 en los que la necropsia confirmó el diagnóstico de asbestosis. En 123 de ellos se descubrió un cáncer bronquial. También se sugerían incidencias elevadas de mesoteliomas y cánceres de ovario. Otras dos comunicaciones presentadas por B. Bogetti y P.F. Holt abordaron los riesgos de asbestosis entre los trabajadores del aislamiento y la producción experimental de asbestosis en cobayas, respectivamente. 60 WHIPPLE H.E. (ed.) (1965), Biological effects of asbestos. Annals of the New York Academy of Sciences, 132, pp. 1-766. 61 MELLING, J.; SELLERS, C. (2012), Objective Collectives? Transnationalism and «Invisible Colleges» in Occupational and Environmental Health from Collis to Selikoff. En Dangerous Trades: Histories of Industrial Hazard across a Globalizing World, Philadelphia, Temple University Press, pp. 113-125. 62 En el surgimiento de esta concienciación ambiental jugó un papel importante la publicación de CARSON, R.L. (1962), Silent Spring, New York, Houghton Mifflin. El desarrollo de las pruebas nucleares y las crecientes aplicaciones pacíficas de la energía atómica incrementaron el número de personas expuestas a radiaciones ionizantes en los ámbitos civil y militar. WALKER, J.S. (2000), Permissible Dose. A History of Radiation Protection in the Twentieth Century, Berkeley, University of California Press.
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mesotelioma entre personas con escasa o nula exposición laboral63. Aunque no se abordaron cuestiones de política social y control del riesgo, las nuevas evidencias sobre el potencial cancerígeno del amianto fueron la base para cuestionar los valores máximos de exposición acordados por la American Conference of Governmental Industrial Hygienist, señalando que estos valores, que no tenían en cuenta el tipo de fibra ni las grandes oscilaciones en los niveles de exposición, no garantizaban la protección frente al cáncer64. El énfasis en el potencial carcinogénico del amianto y en la dimensión ambiental del problema fueron amplificadas por las recomendaciones adoptadas en la reunión de la International Union Against Cancer, celebrada en Nueva York unos días más tarde65. La industria del amianto reaccionó ante este creciente consenso internacional introduciendo incertidumbre científica sobre el potencial cancerígeno del crisotilo (o amianto blanco), que representaba más del 85% del consumo mundial de amianto. Las investigaciones financiadas por las corporaciones industriales otorgaron a la crocidolita y a la amosita (o amianto azul y marrón, respectivamente) toda la responsabilidad en la producción de los cánceres descritos entre trabajadores y enfermos ambientales66. La influencia de la investigación científica financiada por la industria se dejó notar en la propia International Agency for Research on Cancer (IARC) creada en 1965 por la OMS como una agencia especializada con sede en Lyon y sucesora en cierta medida de la International Union67. En octubre de 1972, se celebró en Lyon una reunión multidisciplinar para evaluar los efectos cancerígenos del amianto con participación de representantes de la industria. Sus conclusiones fueron bastante cautas y, desde el punto de vista epidemiológico, la aportación más relevante fue la constatación de la existencia de un mayor riesgo de desarrollar un carcinoma bronquial entre los fumadores expuestos laboralmente al
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MELLING, SELLERS (2012); BARTRIP (2006), pp. 86-94. SCHALL, E.L. (1965), Present Threshold Limit Value in the USA for Asbestos Dust: A Critique. Annals of the New York Academy of Sciences, 132, pp. 316-321. 65 Report and Recommendations of the Working Group on asbestos and cancer (1965). British Journal of Industrial Medicine, 22, pp. 165-171. 66 TWEEDALE, G.; MCCULLOCH, J. (2004), Chrysophiles versus Chrysophobes. The White Asbestos Controversy, 1950s-2004. Isis, 95, pp. 239-259. 67 WAGNER, G. (1991), History of Cancer Registration. En JENSEN, O.M. et al. (eds.), Cancer Registration: Principles and Methods, Lyon, International Agency for Research on Cancer, pp. 3-6. 64
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amianto68. No obstante, en una reunión posterior celebrada en diciembre de 1976, la IARC adoptó una posición terminante señalando que todos los tipos de fibras de amianto podían provocar mesotelioma y carcinoma de pulmón y negando la posibilidad de definir niveles seguros de exposición69. Por su parte, la OIT celebró a finales de 1973 una reunión monográfica en Ginebra que abundó en la insuficiencia de las medidas de control basadas en los valores límite de exposición al amianto para proteger a los trabajadores de sus riesgos cancerígenos70. La prensa médica española apenas se hizo eco de las importantes conclusiones alcanzadas en estas reuniones internacionales. En 1968, la revista Progresos de Patología y Clínica reprodujo una versión española de un amplio editorial publicado un año antes por el equipo de Selikoff71. Aunque desprovisto de varias gráficas y del aparato bibliográfico de la versión inglesa, el texto proporcionaba una revisión del problema, incorporando datos de estudios epidemiológicos británicos, alemanes y de la propia experiencia de Selikoff con trabajadores del aislamiento. El texto recogía las estimaciones más pesimistas del momento sobre el incremento en la incidencia de cánceres del amianto72. La Revista Clínica Española publicó en 1967 una versión traducida y despojada de todo el aparato bibliográfico de un trabajo del neumólogo escocés James Cuthbert73. El trabajo ofrecía evidencias propias sobre incidencia de cánceres del amianto en trabajadores de la construcción o el mantenimiento, no considerados oficialmente expuestos, e informaba de casos de mesotelioma diagnosticados entre los vecinos de las fábricas de amianto y ———— 68 BOGOVSKI, P. et al. (eds.) (1973), Biological Effects of Asbestos. Proceedings of a Working Conference held at the International Agency for Research on Cancer, Lyon, France, 2-6 October, 1972, Lyon, IARC. 69 INTERNATIONAL AGENCY FOR RESEARCH ON CANCER (1977), IARC Monographs on the Evaluation of the Carcinogenic Risk of Chemicals to Man: Asbestos, Lyon, IARC. TWEEDALE; MCCULLOCH (2004), p. 247. 70 INTERNATIONAL LABOUR ORGANIZATION (1974), Report of the meeting of experts on the safe use of asbestos, Geneva, 11-18 December 1973, Geneva, ILO. 71 SELIKOFF, J. et al. (1968), Asbestosis y Neoplasia. Progresos de Patología y Clínica, 15, pp. 275-287. La publicación original SELIKOFF, J. et al. (1967), Asbestosis and Neoplasia. The American Journal of Medicine, 42, pp. 487-496. 72 «Thomson ha predicho que en el curso de las próximas décadas las neoplasias debidas a asbestosis rivalizarán con el cáncer pulmonar originado por el tabaco en forma de cigarrillos». SELIKOFF et al. (1968), p. 275. La afirmación procedía de THOMSON, J.G.; GRAVES, W. M. (1966), Asbestos as an Urban Air Contaminant. Archives of Pathology, 81, pp. 458-464. 73 GOLD, C.; CUTHBERT, J. (1966), Asbestos — A Hazard to the Community. Public Health, 30, pp. 261-270.
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«entre las mujeres que han limpiado y cepillado las ropas polvorientas de los maridos que trabajan con el amianto»74. Por último, la revista divulgativa Abbottempo, distribuida ampliamente entre los profesionales médicos en diversos idiomas, incluyó en 1968 un trabajo de Wagner sobre los cánceres del amianto75. 5. LA OBRA PIONERA DEL DR. LUÍS LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1909-1991)
El contexto de cambio respecto a la concepción de los riesgos del amianto descrito en el apartado anterior marcó el inicio de la dedicación a este problema de Luís López-Areal del Amo, quien acabó convirtiéndose en la figura más influyente en la identificación y difusión de sus riesgos en la España del tardofranquismo. Tras licenciarse en medicina en 1931 en la Universidad de Valladolid, donde fue discípulo de Misael Bañuelos, López-Areal completó su formación en la Casa de Salud de Valdecilla en la que permaneció primero como interno y después como ayudante del Servicio de Aparato Respiratorio entre 1933 y 1940. Durante dicha estancia completó su tesis doctoral (El electrocardiograma en la tuberculosis pulmonar y sus variaciones consecutivas a la colapsoterapia, 1935). El estallido de la Guerra Civil truncó el disfrute de una beca de dos años de la Junta para la Ampliación de Estudios en la Universidad de Heidelberg. En 1940 ingresó en el Patronato Nacional Antituberculoso y tras desempeñar la dirección de un sanatorio asumió, en 1944, el puesto de Director de Servicios. Desde 1942 había trasladado su residencia a Bilbao, a cuyo cuerpo de Beneficencia municipal accedió por oposición y al que permaneció ligado hasta 196876. En 1946 contribuyó a la fundación del Centro de Investigaciones Médico-Sociales en la capital vizcaína, una asociación creada por facultativos de los servicios de asistencia del Patronato Nacional Antituberculoso y dedicada a promover la realización de reconocimientos médicos y radiológicos sistemáticos a diversos colectivos sociales.
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CUTHBERT, J. (1967), Peligros del amianto para la salud publica. Revista Clínica Española, 105 (6), pp. 468-472. 75 WAGNER, J.C. (1968), Asbesto y cáncer. Abbottempo, 3, pp. 26-29. La versión inglesa en Abbottempo Book, 3, pp. 26-29. 76 LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1986), Un viejo médico recuerda, 1909-1986, mecanografiado. Archivo Familia López-Areal del Amo (a partir de ahora AFLAA). Se trata de un texto autobiográfico confeccionado a instancias de sus compañeros de la Sociedad Catalana de Medicina y Seguridad del Trabajo, que en 1980 le distinguieron con el premio «Ángel». Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 7-36, ISSN: 0210-4466
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En dicho Centro, López-Areal trabajó entre otros con los tisiólogos Izquierdo Laguna y García Sainz, familiarizándose con sus trabajos en torno a las neumoconiosis y colaborando activamente en los reconocimientos radiológicos de los trabajadores industriales vizcaínos77. En 1953, en su desempeño como especialista de Pulmón y Corazón del SOE y Jefe Clínico del Grupo Sanatorial Santa Marina de Bilbao, LópezAreal diagnosticó un caso grave de asbestosis en un trabajador empleado desde 1945 en una fábrica de fibrocemento de Bilbao. López-Areal apoyó su solicitud de calificación de enfermedad profesional por «neumoconiosis del asbesto y sílice» en 1954 y en 1958, siendo ambas denegadas por los tribunales calificadores provincial y central, respectivamente. El paciente falleció en 1960 tras ser intervenido de un epitelioma faríngeo78. El rechazo de la solicitud y la ignorancia reinante sobre este tema espolearon a López-Areal. En su opinión, el desconocimiento podía explicarse por el relativo escaso empleo del amianto en nuestro país y el prolongado periodo de latencia de las dolencias causadas. Por contra, el creciente consumo industrial y el carácter progresivo e inexorable de las patologías del amianto exigían combatir dicho desconocimiento. Su dedicación al tema se intensificó desde el año 1957 en que, una vez completada su formación como médico de empresa, comenzó a desempeñar ese puesto en Iberduero S.A. Su centro de documentación y los servicios de estadística y reprografía fueron claves, según su propio testimonio, para lograr datos relevantes y, sobre todo, para obtener y traducir al castellano la abundante bibliografía médica internacional sobre el tema, mayoritariamente publicada en inglés79. Tras asistir al Congreso Internacional de Medicina del Trabajo de Madrid de 1963, se propuso estudiar sistemáticamente los casos de asbestosis y de
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LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1961), Patología torácica en la industria vizcaína (resultados de treinta mil fotorradiografías). Medicina y Seguridad del Trabajo, 9 (n. 34), pp. 43-53. 78 AFLAA: LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1978), Historia de la Asbestosis en España, mecanografiado. Se trata del texto de una conferencia dictada por López-Areal el 7 de octubre de 1978 en Sevilla, con motivo de su nombramiento como socio de honor de la Sociedad Andaluza de Medicina y Seguridad del Trabajo. Dicho acto, que contó con la presencia del patólogo sudafricano Christopher Wagner, se realizó a continuación del Simposium Nacional de Asbestosis. La mención al caso clínico en pp. 2-3. El caso fue incluido en su publicación LÓPEZ-AREAL DEL AMO, FERNÁNDEZ MARTÍN-GRANIZO, ABALO ABALO (1965), pp. 39-40. La solicitud de reconocimiento de enfermedad profesional fue realizada al amparo del Decreto de 10 de enero de 1947 por el que se creó el SEP en el que, como he explicado anteriormente, se contemplaba a la asbestosis entre una amplia lista de enfermedades susceptibles de ser cubiertas progresivamente por el Seguro, lo que en la práctica no se materializó hasta 1961. 79 AFLAA: LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1978), pp. 3-4.
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cánceres del amianto detectados en los reconocimientos radiofotográficos de obreros en Vizcaya80. Los casos sospechosos eran ingresados en el Grupo Sanatorial Santa Marina para su estudio que, a pesar de las limitaciones tecnológicas, incluía la realización de pruebas funcionales, histológicas y anatomopatológicas. La tarea dejó de ser personal, liderando un amplio equipo de colaboradores que se nutrió de colegas del Grupo Sanatorial y de miembros del Centro de Investigaciones Médico-Sociales81. Los tres primeros trabajos publicados por el grupo aparecieron en Medicina y Seguridad del Trabajo, la revista editada por el INMST destinada fundamentalmente a los médicos de empresa, a quienes López-Areal consideró principales destinatarios de su labor de sensibilización sobre los riesgos del amianto. Los trabajos, publicados entre 1965 y 1971, combinaban una revisión sobre las patologías del amianto junto a la inclusión de un número limitado de casos clínicos propios: 3 casos de asbestosis en el primero82, 2 casos de carcinoma pulmonar en el segundo83, y una recopilación de 19 casos (incluyendo los cinco anteriores) de asbestosis, carcinomas pulmonares y un mesotelioma en el tercero84. De los 14 casos nuevos descritos en este último trabajo, 13 eran asbestosis diagnosticadas en un alto porcentaje entre trabajadores de «Montero S.A., Industrias del Amianto» de Baracaldo, una compañía dedicada a la producción de materiales para el aislamiento térmico y la estanqueidad industrial que empleaba a unos 250 operarios y que incluía procesos de textil-amianto85. El mesotelioma había sido diagnosticado en 1950 en un trabajador empleado en labores de aislamiento en el sector naval, aunque en esas fechas López-Areal no vinculó el proceso neoplásico al amianto86. Más allá de la casuística, el último de los trabajos mencionados refleja la visión de conjunto del problema alcanzada por López-Areal a comienzos de los setenta, que resulta indicativa de su plena familiarización con la literatura y los consensos internacionales, del creciente conocimiento de la situación en
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AFLAA: LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1986). AFLAA: LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1978), p. 4. 82 LÓPEZ-AREAL DEL AMO, FERNÁNDEZ MARTÍN-GRANIZO, ABALO ABALO (1965). 83 FERNÁNDEZ MARTÍN-GRANIZO, I.; LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L.; JIMÉNEZ MONTES, V. (1966), Patología pulmonar del amianto. II. Exposición al asbesto y cáncer de pulmón. Medicina y Seguridad del Trabajo, 14 (n. 55), pp. 32-42. 84 LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1971), Observaciones clínicas y resumen bibliográfico de los riesgos del amianto. 1) Asbestosis pulmonar. 2) Mesotelioma pleural difuso maligno. 3) Amianto y cáncer de pulmón. Medicina y Seguridad del Trabajo, 19 (n. 73), pp. 21-40. 85 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1971), p. 30. 86 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1971), p. 32. 81
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nuestro país y de su plena conciencia de la dimensión ambiental del problema del amianto. Esta visión fue enriqueciéndose a lo largo de la década, dedicando desde mediados de los setenta mayor atención a la dimensión preventiva y a la formulación de propuestas para el establecimiento de regulaciones industriales que limitaran de forma drástica los niveles de exposición. Un aspecto que merece consideración es discutir la influencia que ejercieron en LópezAreal las evidencias científicas generadas por grupos de investigación financiados por las corporaciones industriales y las asociaciones de productores del amianto. Durante los años sesenta, López-Areal fue parcialmente receptivo a los intentos de la industria del amianto de limitar el debate a la asbestosis amén de conceder credibilidad al cuestionamiento de la relación causal entre amianto y cáncer de pulmón realizado en la reunión internacional de Caen en 1964, auspiciada por la patronal francesa del amianto87. No obstante, se decantó por asumir dicha asociación en casos de intensa exposición laboral88. A comienzos de los setenta, López-Areal suscribía plenamente posiciones como la defendida por Cuthbert o la que comenzaba a postular la IARC respecto al grave problema de salud pública que supondrían los mesoteliomas derivados de la exposición ambiental89. También disipó cualquier duda en su posición respecto al papel del amianto en el carcinoma pulmonar, apuntando además a la alta incidencia de este tipo de cánceres entre las mujeres, ligado al elevado porcentaje de población laboral femenina empleada en las industrias del amianto90. A pesar de ello, en su labor divulgadora sobre los riesgos del amianto desarrollada durante los setenta mantuvo posiciones restrictivas, otorgando a la crocidolita o amianto azul la principal responsabilidad en la producción del mesotelioma y minimizando el potencial cancerígeno del crisotilo o amianto blanco. Así mismo, limitó la posibilidad de aparición del carcinoma pulmonar a los trabajadores con una larga e intensa exposición pulvígena91. ————
87 Congres International sur l’asbestose. Rapports et discussions (1964), Caen, Chambre Syndicale de l’amiante. 88 FERNÁNDEZ MARTÍN-GRANIZO, LÓPEZ-AREAL DEL AMO, JIMÉNEZ MONTES (1966), pp. 40-41. 89 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1971), pp. 21, 30-33. 90 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1971), pp. 32-33; LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1974), El cáncer pulmonar profesional. Medicina y Seguridad del Trabajo, 22 (n. 88), 15-37 (pp. 19-21). 91 LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1973), Las enfermedades pulmonares profesionales. Gaceta Médica de Bilbao, 23 (1), 1-10 (p. 9); LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1974), pp. 20, 27; LÓPEZ AREAL, L. (1975a). Etiopatogenia, epidemiología, patología y clínica de las neumoconiosis minerales. En Symposium sobre «Neumoconiosis Minerales». Libro de ponencias del VIII Congreso de la Sociedad Española de Patología Respiratoria, Bilbao 26-27-28 de mayo, 1975, Bilbao, SEPAR, pp. 88-102 (p. 96); LÓPEZ AREAL, L. (1976), Problemas médicos de
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Al margen de su labor divulgadora, el foco de atención de López-Areal continuó siendo la asbestosis, reiterando la necesidad de sensibilizar a los médicos del trabajo para hacer visible el problema en nuestro país. Desde comienzos de los setenta incluyó en sus trabajos datos que ilustraban el crecimiento experimentado en el consumo y proporcionó las primeras estimaciones sobre trabajadores expuestos, que cifraba en 8.000 en 1971. El 70% de ellos (5.600 obreros) pertenecía al sector del fibrocemento (que consumía casi el 77% del amianto importado), empleándose el resto en sectores como el textil-amianto, la construcción, el aislamiento y el mantenimiento, la construcción naval o la industria del automóvil, principalmente. La falta de conciencia sobre el problema entre médicos y autoridades laborales —señalaba López-Areal— eran causa directa del bajo número de casos diagnosticados y del ínfimo número de reconocidos por el Fondo Compensador como enfermos profesionales. A finales de 1968 el Fondo tenía reconocidos 11 casos de enfermos de asbestosis, 9 de los cuales habían sido identificados por el propio López-Areal y su equipo92. En 1973, la cifra de pensionistas por asbestosis ascendía a 42, 31 de ellos reconocidos en la provincia de Vizcaya93. A mediados de los setenta, López-Areal realizó las primeras estimaciones del nivel de infrarregistro de la patología del amianto en nuestro país. Extrapolando la incidencia de amiantosis registrada en su entorno laboral vizcaíno, que fijaba en un 10% de los expuestos, estimaba de forma conservadora en al menos 500 o 600 la cifra de afectados de asbestosis no diagnosticados94. Las dificultades para estimar la incidencia de cánceres del amianto eran aún mayores, dado su no consideración como enfermedad profesional. En 1974 López-Areal realizó encuestas epidemiológicas entre los servicios médicos de 12 empresas de sectores de riesgo (2 fábricas de textil-amianto, 2 de fibrocemen-
———— actualidad en la población de Vizcaya. Revista de Enfermedades del Tórax, 24 (n. 96), 257266, (p. 262). Como han mostrado TWEEDALE, MCCULLOCH (2004), se trata de planteamientos activamente promovidos desde la denominada corporate science y desacreditados por la IARC desde 1976. 92 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1971), p. 22. López-Areal publicitó durante 1971 su recopilación de 19 casos que vengo analizando: LÓPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1973), Observations cliniques des dangers de l’amiante: 1. Asbestose pulmonaire - 2. Mesotheliome pleural diffus malin - 3. Amiante et cancer pulmonaire. En Proceedings of the IVth International Pneumoconiosis Conference. Bucharest, 27 September - 2 October, 1971, Bucharest, Apimonda Publishing House, pp. 273-276. Así mismo presentó la comunicación «Riesgos profesionales del amianto» en el VI Congreso Internacional de Higiene, Medicina Preventiva y Medicinal social, celebrado en Madrid en octubre de 1971. 93 LÓPEZ AREAL (1975a), p. 92. 94 LÓPEZ AREAL (1975a), p. 92. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 7-36, ISSN: 0210-4466
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to, 2 de materiales de fricción y 6 astilleros) repartidas por el país. El resultado fue calificado como decepcionante, tanto por el reducido número de respuestas obtenidas como por las ínfimas cifras de diagnosticados y reconocidos: sólo 6 casos indemnizados por asbestosis, 4 entre trabajadores del sector del fibrocemento (1 de ellos afectado también por carcinoma pulmonar), y 2 entre trabajadores de la construcción naval95. Otros tres nuevos casos de asbestosis fueron publicados en 1975 por un grupo de profesionales de la Ciudad Sanitaria Francisco Franco de Barcelona96. El ínfimo número de casos de cáncer identificados en el sondeo epidemiológico (un carcinoma bronquial y ningún mesotelioma) llevó a López-Areal ratificarse en la existencia de un infrarregistro generalizado de este tipo de neoplasias, ya que sólo en Vizcaya su equipo había diagnosticado hasta la fecha «seis o siete epiteliomas bronquiales del amianto»97. Como tendré ocasión de mostrar más abajo, los casos de mesoteliomas fueron apareciendo en publicaciones médicas española desde finales de los sesenta. Su consideración de «rarezas clínicas» y el hecho de que su diagnóstico y tratamiento se realizara en el medio hospitalario, sin coordinación alguna con el contexto laboral, hizo que tanto los canales de comunicación como los enfoques fueran significativamente distintos. Un último aspecto a considerar es la creciente implicación de López-Areal desde mediados de los setenta en la demanda de una normativa técnica específica para reducir la exposición al amianto. Desde 1974 formuló la necesidad de sustituir la crocidolita y la amosita por otros tipos de fibras en los trabajos de aislamiento, aunque reconocía que dicho reemplazo era mucho más problemático en la industria automovilística98. Consciente del carácter irreversible de la patología del amianto, la prevención implicaba la reducción de los niveles de exposición por medios técnicos, una labor encomendada a los ingenieros industriales. Su dilatada experiencia en el sector del textil-amianto,
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LÓPEZ AREAL (1975a), pp. 92-93. La planta de Uralita de Sevilla fue de las empresas que colaboraron. Ese mismo año, el jefe de sus servicios médicos publicó su propia casuística: CRUZ CABALLERO, A. (1975), Enfermedades profesionales en la industria del fibrocemento. Nuestra experiencia. Profilasis de las mismas. Medicina y Seguridad del Trabajo, 23 (n. 8990), pp. 55-65. Aunque la planta contaba con cerca de 1.000 operarios, el trabajo sólo recogió 8 casos de asbestosis, uno de ellos afectado también de cáncer bronquial, todos diagnosticados en trabajadores jubilados o fallecidos. 96 FUENTES F.J. et al. (1975), Asbestosis pulmonar. Presentación de tres casos. Medicina Clínica, 64 (3), pp. 121-127. Se trataba de dos casos diagnosticados en empleados de la industria del fibrocemento y un caso de un trabajador del amianto textil. 97 LÓPEZ AREAL (1976), p. 261. 98 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1974), p. 26.
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que contaba con una larga tradición de adopción de medidas técnicas de eliminación y reducción de exposición al polvo desde los años treinta, alimentaron su plena confianza en la efectividad del control técnico de los riesgos del amianto99. López-Areal señaló la gran variabilidad entre los niveles máximos de exposición adoptados en diversos países, justificado a su juicio por la multiplicidad de métodos de determinación100. Aunque expresó reiteradas veces el carácter convencional de los valores límite de empolvamiento y la falta de consenso internacional101, su interés en la segunda mitad de los setenta se decantó hacia la promulgación de un reglamento técnico en nuestro país y en la actualización de los niveles de exposición aprobados en 1961, ámbito en el que realizó notables aportaciones102. 6. LA ATENCIÓN A LOS MESOTELIOMAS EN EL ÁMBITO ACADÉMICO Y HOSPITALARIO
Junto al interés que el amianto suscitó entre los médicos de empresa, hay que considerar también la atención que mereció en el medio académico y hospitalario. Desde finales de los años sesenta hubo un goteo de casos clínicos publicados en la prensa médica española que reflejan el interés que despertaron los cánceres del amianto, particularmente el mesotelioma. Aunque la inspiración de buena parte de los casos comunicados radicaba en la rareza y poca frecuencia de estos tumores, casi todos los trabajos discutieron su vinculación al amianto. Ello no implicó, salvo excepciones, que se establecieran conexiones con las investigaciones de los médicos de empresa, en particular de López-Areal, ni que se realizaran indagaciones sobre la incidencia del problema en nuestro país. El primero de los trabajos, publicado en mayo de 1968, fue confeccionado por José Luis Balibrea Cantero, profesor de Patología Quirúrgica en la Universidad Complutense. El Dr. Balibrea, sin experiencia previa en problemas relacionados con el amianto, participó en la intervención quirúrgica de un
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99 LÓPEZ AREAL (1975a), p. 91; LOPEZ-AREAL DEL AMO, L. (1975b). Prevención de los riesgos profesionales del amianto. Medicina y Seguridad en el Trabajo, 23 (n. 91), pp. 39-43. 100 LÓPEZ-AREAL DEL AMO (1974), pp. 26-27. 101 LÓPEZ AREAL (1975a), p. 98; LOPEZ-AREAL DEL AMO (1975b), p. 40. 102 LÓPEZ AREAL DEL AMO, L. (1978), Aspectos médico-legales de las enfermedades asociadas al amianto. En Symposium Nacional de Asbestosis. Sevilla, 5 y 6 de octubre de 1978, Sevilla, Servicio Social de Higiene y Seguridad del Trabajo, (mecanografíado), s.p.
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caso de mesotelioma difuso de pleura durante su estancia como facultativo en el Sully Hospital de Gales, un centro especializado en patología torácica. Su familiarización con la literatura especializada se reflejó en la amplia revisión bibliográfica incluida en la nota clínica publicada103. Ese mismo año, un grupo de facultativos de la Ciudad Sanitaria de Barcelona publicó un caso de mesotelioma peritoneal, aunque sin mención al amianto104. Un año más tarde, se publicó un nuevo caso de mesotelioma peritoneal difuso diagnosticado en una mujer de sesenta años sometida a una lapatoromía exploradora en el Hospital Provincial de Madrid. Ninguno de los intervinientes en la sesión clínica indagó o sugirió vinculación con el amianto105. Otra nota clínica publicada en 1969 resulta, a mi juicio, especialmente significativa. El caso fue presentado por tres internistas y otros tantos patólogos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Se trataba de una paciente de sesenta años de la que no se indagaron sus antecedentes laborales, constando en la historia clínica como «sus labores». El cuadro inicial era de disnea de esfuerzo progresiva, edemas de tobillo y pérdida de peso. Los hallazgos clínicos, radiológicos y de laboratorio resultaron poco clarificadores hasta la realización de una laparoscopia abdominal que mostró una siembra de pequeñas tumoraciones en el peritoneo cuya naturaleza no fue aclarada. La paciente falleció once meses después de su ingreso en la Fundación. La necropsia y el estudio anatomopatológico confirmaron que se trataba de un mesotelioma difuso pleuroperitoneal y que la enferma padecía una asbestosis pulmonar, la primera diagnosticada en el Departamento de Anatomía Patológica de la Fundación106. Las intervenciones que se produjeron una vez comunicada la anatomía patológica, especialmente por aquellos facultativos que no presentaban el caso, reflejan una cierta familiarización con la literatura científica especializada y en menor medida con los usos industriales del amianto y los sectores de riesgo a la vez que muestran las resistencias para considerar el amianto como un problema de nuestro entorno. Sirvan de ejemplo el dominio de la literatura sobre cáncer y amianto que acreditaba el Dr. Serrano Muñoz, a la sazón Jefe ———— 103 BALIBREA CANTERO, J.L. (1968), Mesotelioma pleural. Archivos de la Facultad de Medicina de Madrid, 13, pp. 481-501. Comunicación personal del Dr. Balibrea Cantero, 17 de marzo de 2011. 104 CURTO CARDÚS, J.; VIVER MANRESA, E.; CAÑADAS SAURAS, S. (1968), Mesotelioma peritoneal. Barcelona Quirúrgica, 12, pp. 296-298. 105 FRANCO, R. et al (1969), Mesotelioma peritoneal: Presentación de un caso. Hospital General, 9, pp. 485-492. 106 BARREDA, P. de la et al. (1969), Bronconeumopatía crónica y ascitis. Boletín de la Fundación Jiménez Díaz, 4, pp. 219-232.
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de Cirugía Pulmonar, o el reconocimiento de la dimensión ambiental de los problemas del amianto aducido por el internista José Antonio Abad Alonso y por el propio director de la Fundación, el Profesor López García107. Más limitado resultaba el conocimiento en torno a los grupos profesionales de riesgo, si bien uno de los patólogos responsables de la presentación del caso hizo una importante consideración en relación a la exposición de trabajadores en la industria del automóvil, en plena expansión en la Zona Franca de Barcelona108. No faltaron, sin embargo, las expresiones de ignorancia y de resistencia ante el diagnóstico. La posición más crítica la mantuvo el Dr. Ramírez Guedes, a la sazón Jefe de Medicina Interna de la Fundación, que negó categóricamente la existencia de casos de asbestosis en nuestro país. Especialmente desabridas resultaron sus intervenciones cuestionando la existencia de fuentes de exposición en nuestro país y la imposibilidad de que el caso en discusión hubiera tenido contacto con amianto, salvo que la paciente fuese una emigrante109. Una adenda al trabajo confirmaba que «a posteriori» de la presentación del caso se confirmó que la enferma se había ocupado bastantes años «en una pequeña industria del amianto»110. En la primera mitad de los setenta el número de casos de mesotelioma publicados no creció significativamente si bien en todos los trabajos se discutió su posible vinculación etiológica con el amianto. La concepción dominante entre los autores era que tales tumores sólo podían presentarse en sujetos con asbestosis. En algunos de los casos publicados se descartó la vinculación al no constar antecedentes de exposición al amianto111 y en otros hubo confirmación de la exposición aunque sin un cuadro de asbestosis concomitante112. En 1974, un grupo de internistas y patólogos del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona publicaron tres casos de mesotelioma pleural en hombres en los que ni sus antecedentes laborales ni la ausencia de cuerpos de asbesto en el tejido pulmonar apuntaban a una exposición al amianto. El trabajo, sin embargo, recogía las nuevas evidencias epidemiológicas sobre los riesgos ambientales, en particular su diseminación en el medio urbano gracias
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BARREDA et al. (1969), pp. 227, 230-232. BARREDA et al. (1969), p. 231. 109 BARREDA et al. (1969), pp. 227, 229. 110 BARREDA et al. (1969), p. 232. 111 RUBIÉS PRAT, J. et al. (1972), Mesotelioma peritoneal. Medicina Clínica, 58 (3), pp. 217-219. 112 RODRIGO SAEZ, L.; RAVIÑA RUBIRA, T.; HERRERO ZAPATERO, A. (1974), Mesotelioma peritoneal con metástasis ganglionares a distancia. Revista Clínica Española, 133 (3), pp. 263-266. 108
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al empleo en la construcción, y la ausencia de una relación dosis-efecto en la producción del mesotelioma, por lo que exposiciones breves y/o no intensas podían desencadenar el proceso cancerígeno. En consecuencia, la ausencia de exposiciones laborales y la no cercanía de sus residencias a centros fabriles llevaron a los autores a hipotetizar sobre una exposición ambiental de baja intensidad113. En 1976, se publicó una revisión de 13 mesoteliomas pleurales diagnosticados entre 1973 y 1974 en los servicios de medicina interna y cirugía torácica de la ciudad sanitaria Francisco Franco de Barcelona. Los autores contemplaban como causas del incremento del número de casos el mayor consumo de amianto y la extensión de las toracotomías exploradoras. Nueve mesoteliomas afectaban a hombres y cuatro a mujeres, con edades comprendidas entre los 29 y los 66 años. Nueve de los casos fueron considerados histológicamente como malignos. Sorprendentemente para los autores «ninguno de ellos tenía una profesión en relación con el asbesto, ni contactos con el citado mineral o con productos derivados del mismo»114. No obstante, los autores ignoraron la condición de trabajador del aislamiento y de mecánico de dos de ellos y el hecho de que otro de los afectados fuera vecino de una fábrica de fibrocemento. A mi juicio, ello refleja las dificultades para reconocer y ampliar el rango de fuentes de exposición entre los profesionales médicos españoles. 7. A MODO DE EPÍLOGO: LA SIMBIOSIS ENTRE MEDICINA LABORAL Y EL MUNDO HOSPITALARIO
En mayo de 1975, en el trascurso de una ponencia presentada al Simposio sobre Neumoconiosis Minerales organizado por la SEPAR en Bilbao, LópezAreal realizaba un balance nada halagüeño del impacto que sus esfuerzos divulgadores habían tenido entre los profesionales médicos y responsables empresariales españoles115. A pesar del pobre balance, el propio foro en el que realizó su valoración permite intuir la significativa trasformación que comenzaría a experimentar el abordaje del problema del amianto en las pos-
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113 AUSINA RUIZ, V. et al. (1974), Aportación a la epidemiología de los mesoteliomas pleurales. Anales del Hospital de la San Cruz y San Pablo, 34, pp. 409-414. 114 FRISON, J.C. et al. (1976), Mesotelioma pleural: revisión de 13 casos. Medicina Clínica, 66 (3), pp. 115-119. 115 LÓPEZ AREAL (1975a), pp. 91-92.
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trimerías del régimen franquista y en los primeros años de la transición democrática. El simposio contó con 14 ponencias. Exceptuando una de contenido introductorio y otra final sobre aspectos jurídicos, las 12 contribuciones reflejan un cambio sustancial en el interés de los neumólogos por las patologías respiratorias profesionales. Junto al carácter interdisciplinar de sus participantes (neumólogos, patólogos, inmunólogos, médicos del trabajo e ingenieros industriales), la reunión mostró la creciente consideración del problema del amianto (con tres ponencias) frente a la tradicional hegemonía de la silicosis y la neumoconiosis de los mineros del carbón, así como el peso creciente del abordaje técnico de la prevención116. Un par de años antes del citado simposio, un grupo de jóvenes médicos de marcada militancia antifranquista integrados en el recién creado Servicio de Neumología del Hospital Clínico de Barcelona sentaron las bases para ligar definitivamente el interés académico y hospitalario con la dimensión social del problema del amianto en nuestro país. En septiembre de 1973, Roberto Rodríguez Roisín, a la sazón residente de último año del citado servicio se desplazó al Brompton Hospital de Londres para continuar su formación en el laboratorio de función pulmonar. El contacto con trabajadores británicos afectados de asbestosis estímulo su interés sobre el tema, al que dedicó su tesis de doctorado, defendida en la Universidad de Barcelona en octubre de 1975117. En colaboración con su colega César Picado Valles, Rodríguez Roisín comenzó a colaborar con el comité de empresa de la fábrica de Uralita de Cerdanyola, examinando a los trabajadores afectados y prestando legitimación científica a sus reivindicaciones sobre los riesgos laborales del amianto118. Esta labor, que culminó durante los primeros años de la transición, convirtió al Servicio de Neumología en un referente nacional que contribuyó al conocimiento público de estos riesgos. Un conocimiento impulsado por la recuperación de las libertades democráticas y la creciente movilización obrera, elementos claves para estimular la mirada de los profesionales médicos y la opinión pública española hacia los problemas de salud del amianto en la transición democrática.
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116 Symposium sobre «Neumoconiosis Minerales». Libro de ponencias del VIII Congreso de la Sociedad Española de Patología Respiratoria, Bilbao 26-27-28 de mayo, 1975 (1975), Bilbao, SEPAR. 117 RODRÍGUEZ ROISÍN, R. (1975), Aspectos fisiopatológicos de la asbestosis pulmonar, Barcelona, Universidad de Barcelona [Tesis de doctorado]. 118 Comunicación personal del Dr. Rodríguez Roisín, 14 de junio de 2011.
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AGRADECIMIENTOS
Trabajo realizado dentro del proyecto HAR2009-07543 del Ministerio de Ciencia e Innovación. Quisiera expresar mi agradecimiento a la familia del Dr. López-Areal del Amo por las facilidades dadas para consultar su archivo personal, y a los profesores Rodríguez Roisín y Balibrea Cantero por sus valiosos comentarios. Así mismo deseo agradecer a D. Ángel Legaza y Dª Pilar Zamora de la Biblioteca Biosanitaria de la Universidad de Granada por su amabilidad y eficacia para atender mis requerimientos de material bibliográfico.
Recibido: 22 de junio de 2011 Aceptado: 2 de noviembre de 2011
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ISIDRO PARGA PONDAL, O SEMINARIO DE ESTUDOS GALEGOS E O LABORATORIO DE XEOQUÍMICA DA UNIVERSIDADE DE SANTIAGO Francisco J. Leonardo Docanto
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RESUMO Isidro Parga Pondal foi un dos científicos máis importantes que traballou na Universidade de Santiago. A súa valía como investigador fixo que esta institución, o Seminario de Estudos Galegos e a Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas subvencionasen o establecemento do primeiro laboratorio de Xeoquímica fundado en España, que foi dirixido por Parga. Neste laboratorio se realizaron importantes traballos, moitos encamiñados á busca de aplicacións prácticas que permitisen o establecemento de novas industrias en Galicia. Neste artigo se explica a orixe deste Laboratorio, as súas características e as actividades que levaba a cabo, así como os traballos que quedaron sen facer pola expulsión de Parga da Universidade ao comezo da Guerra Civil. PALABRAS CLAVE: Isidro Parga Pondal. Xeoquímica. Xeoloxía. Historia da ciencia. Galicia.
PARGA PONDAL, THE SEMINARY OF GALICIAN STUDIES AND THE LABORATORY OF GEOCHEMISTRY, UNIVERSITY OF SANTIAGO ABSTRACT Isidro Parga Pondal was one of the most important scientists who worked in the University of Santiago. His value as researcher has made that this institution, the Seminary of Galician Studies and the National Foundation for Scientifics Researchers and Trials of Reforms subsidized the establishment of the first laboratory of Geochemistry founded in Spain, which was directed by Parga. This laboratory made significant researches, a lot of them designed to search for practice applications that allowed the establishment of new industries in Galicia. This paper explains the origin of this laboratory, its characteristics, the activities which carried out and the investigations not ended because of the Parga’s expulsion of the University at the beginning of the Civil War. KEY WORDS: Isidro Parga Pondal. Geochemistry. Geology. History of science, Galicia.
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INTRODUCIÓN O Seminario de Estudos Galegos (SEG), tal e como relata detalladamente Mato1, foi unha institución que tivo a súa orixe no curso 1923-24, no que un grupo de estudantes universitarios amantes de Galicia2, tras conversar acerca da posibilidade de crear un centro cultural no que traballasen sobre as súas inquietudes, puxéronse en contacto co catedrático de Filosofía Armando Cotarelo Valledor. Tras unha reunión en casa deste, conseguen canalizar os seus propósitos cara a un modelo determinado de organización cultural. Días despois, o 21 de outubro de 1923, queda constituído o Seminario, realizándose a primeira reunión seis días despois da súa fundación, na antiga Facultade de Filosofía e Letras. Os creadores do SEG inspiráronse noutras institucións existentes que promovían a investigación e o interese polo país, tal como narrou un dos iniciadores do Seminario, José Filgueira Valverde: …En Galicia era necesario este movimiento de colaboración docente e investigador. (…) Hubimos de inspirarnos en el ejemplo de labor de cultura y patriotismo de la Sociedad de Estudios Vascos, institución que tanto ha laborado por la valorización cultural de aquel país (…). Del Instituto de Estudios Catalanes, exaltador ferviente de las virtudes de aquella tierra. De la Junta de Ampliación de Estudios, que como se sabe va a la cabeza del movimiento intelectual del momento. Todo ello impeliónos a abordar esta obra. Paralelamente quisiéramos suscitar una respuesta en el pueblo gallego a nuestra labor, cual la han obtenido estos otros centros de labor que menciono…3
Para abarcar todas as áreas da cultura galega, os estudos realizados no Seminario dividíanse en diferentes Seccións, cuxo número foi variando ao longo da súa historia. No ano 1923 propúñanse dez: Historia, Arte, Lingua e Literatura, Ciencias Sociais, Ciencias Naturais, Ciencias Médicas, Etnografía, Biografías, Folclore e Bibliografía.
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1 MATO, A. (2001), O Seminario de Estudos Galegos na documentación que garda o Instituto Padre Sarmiento, Sada-A Coruña. Publicacións do Seminario de Estudos Galegos, Ed. do Castro. 2 Entre eles Fermín Bouza Brey, Xosé Filgueira Valverde, Xulián Manuel Magariños Negreira, Ramón Martínez López, Lois Tobío Fernández, Wenceslao Requejo Buet, Ramón Francisco Romero Lema, Xosé Pena y Pena y Alberto Vidán Freiria. 3 GONZÁLEZ, X. (1928), Una visita al Seminario de Estudios Gallegos. Céltiga, 74. O artigo non presenta as follas numeradas. Esta referencia corresponde ás dúas primeiras páxinas do mesmo.
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Para o ingreso no Seminario eran necesarios unha serie de requisitos, como consta nos Estatutos da organización: a proposta previa dun socio4, a súa admisión na reunión seguinte á que se produciu a proposta e a lectura dun traballo orixinal e inédito, condicións que foron variando ao longo do tempo, segundo narra o propio Isidro Parga Pondal5: «A primeira obriga dos membros do Seminario era a de presentaren un traballo anual, mais despois esta norma foi evolucionando ca publicación dos Arquivos, donde se publicaban os traballos presentados nas diferentes sesións, ou nas xuntanzas». O Seminario de Estudos Galegos tratábase dunha institución directamente relacionada coa Universidade, tanto polo alto número de socios que eran alumnos ou profesores da mesma, como pola utilización das súas instalacións para reunións ou investigacións. O director do Seminario no ano 1928, Salvador Cabeza de León, resume estas relacións da seguinte forma6: «Seminario y Universidad se relacionan grandemente. Se complementan pudiéramos decir, se completan, a pesar de la autonomía en que vive el Seminario. (…) Pudiera
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4 Tal como indica Mato, A. (2001), p. 33, os estatutos do Seminario establecían tres tipos diferentes de socios: os asesores (residentes en Compostela e propostos pola Sección Directora), os numerarios (que leran un traballo de ingreso) e os correspondentes (colaboradores ou socios que non leran o traballo de ingreso). 5 PARGA, I. (1978), Isidro Parga Pondal, Testemuñas e perspectivas en homenaxe ao Seminario de Estudos Galegos. Cadernos do Laboratorio de Formas de Galicia, 5, p. 65-67, O Castro-Sada, Ediciós do Castro. Isidro Parga Pondal (Laxe, 1900 - A Coruña, 1986) licenciouse en Ciencias Químicas na Universidade Central e recén rematada a carreira obtivo unha plaza de profesor auxiliar de Análise Química na Facultade de Ciencias da Universidade de Santiago, cargo que desempeñou ata a súa expulsión da Universidade en 1936. Durante este periodo obtivo dúas importantes bolsas, unha da Junta para la Ampliación de Estudios, que lle permitiu estudar xeoquímica e xeoloxía en Zürich entre os anos 1930 e 1931, e outra da Asociación Española de Fabricantes de Cemento, desfrutada en Berlín entre 1932 e 1933. Estas bolsas lle permitiron traballar cos mellores xeoquímicos e xeólogos do mundo naqueles anos, como Paul Niggli, en Zürich, ou Hans Kühl en Berlín, convertindo a Parga no xeoquímico máis destacado co que contara España ata o momento. A súa expulsión da Universidade Compostelana no ano 1936, acusándoo de galeguista e ideoloxía de esquerdas, estivo influenciada en parte pola súa pertenza ao Seminario e a súa amizade con destacados galeguistas, como Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. Retirado á súa vila natal, fundou alí o Laboratorio Xeolóxico de Laxe, que entre 1940 e 1965 foi a única institución galega dedicada ao estudo da Xeoloxía (Vidal, J. R. (2009) El Laboratorio Geológico de Lage, Tierra y tecnología, nº 35, 73-80, p. 73). Desde este Laboratorio levou a cabo importantes traballos, como a publicación, en colaboración co IGME, de mapas xeolóxicos de Galicia, nos que aportou gran cantidade de novos e importantes datos. 6 GONZÁLEZ, X. (1928), p. 2.
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decirse que éste es un centro de preparación de alumnos de la Universidad en las labores de investigación». COMEZO DAS INVESTIGACIÓNS XEOQUÍMICAS DE ISIDRO PARGA PONDAL A relación de Isidro Parga Pondal co SEG ten a súa orixe en 1925, pois na acta da reunión do Seminario do día 14 de novembro dese ano recóllese a intención do Presidente do Seminario de crear unha Sección de Xeoquímica, que sería dirixida por Parga, que aínda non era socio. A súa entrada prodúcese da man de Luis Iglesias Iglesias, compañeiro seu na Facultade de Ciencias e membro do Seminario desde o día 22 de xaneiro de 1926. A entrada do mozo profesor no Seminario ten lugar o día 30 de outubro de 1926, coa lectura do seu traballo de investigación «Datos para la geoquímica de Galícia. El contenido en yodo de las principales algas marinas de las costas de Galicia». A pesares de tratarse da primeira publicación de Parga, amosa unha correcta estruturación no contido do traballo. Conta cunha completa introdución, formada por dúas partes, «Algunos datos sobre la Geoquímica» e «Historia geoquímica del iodo», na que inclúe o estado de coñecementos sobre o tema, tanto no campo da xeoquímica en xeral como do iodo en particular, e os obxectivos da investigación. A continuación, no apartado «Análisis del yodo en las algas de Galicia. Métodos, consecuencias y comparación de resultados», explica claramente as especies analizadas, a súa orixe, data de recolleita, etc. Na parte experimental conta con detalle o protocolo empregado, por que elixiu este e non outro, as diferencias con outros métodos existentes, etc. Na discusión explica os seus resultados, xustificándoos polo miúdo, mentres que nas conclusións non se limita aos resultados experimentais obtidos, se non que os relaciona con aplicacións prácticas que puideran ter unha gran importancia económica para Galicia. Por último, a pesares do limitado dos recursos da Facultade de Ciencias, o autor manexa unha completa bibliografía, en castelán, alemán e francés, sobre xeoquímica, o iodo, as algas e diversos tratados de química analítica. As algas analizadas foran recollidas nunha serie de recorridos pola costa de Galicia nas que Parga ía acompañado da súa dona, Avelina Peinador. Segundo conta o único fillo vivo do matrimonio, para obter as cinzas que logo eran analizadas en Santiago, as algas foron queimadas en Laxe, algunhas no xardín da casa onde naceu e noutras partes do pobo:«Eu acórdome de pequeno que ía coa miña nai a onde está agora o muelle grande, que eran rochas, e había unha fogueira como a metade desta terraza de grande, para xuntar as 40
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cinzas das algas. Había un pesco que había ido a coller as algas e as queimaba alí, para que meu pai collera as cinzas e as analizara».7 Parga clasificou estes organismos e os analizou seguindo os métodos que atopou na bibliografía á que podía ter acceso desde a Facultade de Ciencias, en cuxo laboratorio de Química Analítica realizou as análises. Este traballo, publicado en El Eco Franciscano en 19278, consta de 30 páxinas, extensión moi superior á maioría das súas publicacións posteriores. Comeza cunha breve presentación na que indica o estado do estudio xeoquímico de España, que está sen facer, e presenta os seus agradecementos á Facultade de Ciencias Químicas (sic) e ao Seminario de Estudios Gallegos (sic), polo seu interese nos estudios realizados. Personifica este agradecemento no Decano da Facultade, Mariano Álvarez Zurimendi, e en dous dos membros do SEG: José Vázquez Garriga, alumno de Parga, e en Juan José Barcia Goyanes, profesor auxiliar temporal de Anatomía da Facultade de Medicina, o que nos leva a pensar que probablemente desenroláronse parte das análises deste investigación na devandita facultade. O primeiro apartado deste traballo leva por título «Algunos datos sobre la Geoquímica»9, no que o autor fai algunhas consideracións sobre o ciclo xeoquímico dos elementos, consideracións que, segundo o propio Isidro, constituíron o xerme a partires do cal desenrolouse a súa futura carreira científica10. Estas «consideraciones» pódense dividir nun primeiro apartado, no que o científico realiza unha definición da Xeoquímica: «La Geoquímica estudia los elementos químicos de la corteza terrestre, considerándolos aisladamente, indagando su historia, o sea su distribución en el espacio y tiempo y tratando de penetrar las oscuras relaciones existentes entre la extructura de los átomos de los elementos y su abundancia en la corteza de la tierra (…)».11
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7 Entrevista grabada co fillo de Isidro Parga Pondal, Jorge Parga Peinador, en Laxe, o día 16/8/2010. 8 PARGA PONDAL, I. (1927), Datos para la Geoquímica de Galicia. El contenido en yodo de las principales algas marinas de las costas de Galicia, Santiago. Tip. de El Eco Franciscano. Esta publicación relixiosa editaba frecuentemente traballos científicos. Outros exemplos son o libro do médico Nóvoa Santos, R. (1916) Manual de Patología General, Santiago, El Eco Franciscano; ou a investigación do auxiliar temporal de Física, Arbaiza Basoa, J. (1928): «Aplicaciones del análisis armónico a la previsión del tiempo». Santiago. Tip. El Eco Franciscano. 9 PARGA, I. (1927), pp.7-9. 10 PARGA, I. (1978), p. 66. 11 PARGA, I. (1927), p. 7.
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Parga a diferencia da mineraloxía «…que estudia los elementos en sus combinaciones, cristales y moléculas en un mismo espacio de tiempo»12 e establece que o estudio xeoquímico dun elemento debe facerse a nivel de toda a codia terrestre, non pudendo falarse da Xeoquímica de Galicia nun sentido restrinxido que, sen embargo, dálle aos seus estudios. Máis adiante, neste primeiro apartado, explica que a Xeoquímica se trata dunha ciencia moi recente que, se ben se apoia nos datos de análises de minerais, rochas e organismos efectuados polos químicos no século XIX, está aínda nas súas primeiras fases de estudio, tanto en Europa como en América. Para rematar esta introdución, o autor refírese a diversas nocións e principios da Xeoquímica establecidos por Vladimir Vernadsky13, científico ruso considerado un dos pais desta ciencia. Este autor establece catro sistemas nos que poden atoparse os elementos químicos nun equilibrio de duración variable: os minerais, rochas, líquidos e masas gasosas; nos organismos vivos; nos fenó-
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PARGA, I. (1927), p. 7. Vladimir Ivanovich Vernadsky (San Petersburgo, 1863 - Moscú, 1945). Alumno da Universidade de San Petersburgo, onde ten entre o seus profesores de Mineraloxía a Dokuchaev, fundador da escola rusa de Pedoloxía, polo que se ve gran influenciado. Preparando a cátedra, estuda en París Química con LeChatelier e Mineraloxía con Fouqué. Esta mesma ciencia a aprende en Alemania con Groth, Sohnke e Haushofer. Desempeña a cátedra na universidade de Moscú entre 1891 y 1911, chegando a formar un dos laboratorios mellor equipados do mundo para a investigación da mineraloxía e xeoquímica. A partires de 1911 desenrola o seu traballo na Academia de Ciencias de San Petersburgo. Vive en Francia entre 1921 e 1926, período no que imparte un curso sobre Xeoquímica na Sorbona. Pioneiro no estudio da Xeoquímica e da Bioxeoquímica, tamén desenrolou diversos estudios sobre a radioactividade en minerais e rochas. No seu currículo constan máis de 100 publicacións científicas, ao longo das cales tratou de establecer un sistema teórico da Terra con varias partes interconectadas (biolóxica, xeolóxica, social e cultural) (Levit, G. (2001): BIOGEOCHEMISTRY - BIOSPHERE - NOOSPHERE. The Growth of the Theoretical System of Vladimir Ivanovich Vemadsky. Berlín, Studien zur Theorie der Biologie, Vol. 4, Verlag für Wissenschaft und Bildung, Berlin, 2001 p. 106). Entre as súas obras destacamos «La Geochimie» (Paris, 1924), na que recolleu as conferencias que impartira nun cursiño sobre xeoquímica na Universidade de París, Levit (2001), p.12. Esta obra tivo unha gran influencia en Parga, encamiñándoo ao estudo da xeoquímica. O libro, comprado por D. Isidro, aínda se conserva no Laboratorio Xeolóxico de Laxe, no seu actual emprazamento en Sada. A información desta breve biografía de Vernadsky procede das fontes: STADNICHENKO, T. (1947), Memorial of Vladimir Ivanovich Vernadsky. American Mineralogist. Vol. 32, nº 3-4, p. 181-188. VLADIMIR IVANOVICH VERNADSKY. (2010), En Encyclopædia Britannica. Consultado o 18 de outubro de 2010, en Encyclopædia Britannica Online: http://www.britannica.com/EBchecked/topic /626269/ Vladimir-Ivanovich-Vernadsky 13
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menos dos magmas silíceos e no denominado «estado disperso». O estudo dun elemento nos catro sistemas é o que caracteriza á Xeoquímica, a diferenza da Xeoloxía e da Mineraloxía, que concentra os seus estudos principalmente nos minerais, rochas e magmas14. O denominado por Parga «estado disperso» é de gran importancia ao seu parecer, ao existir elementos químicos cuxa maior parte se atopan neste estado de dispersión. Entre eles atópase o iodo, do que se ocupa neste traballo, estudando a súa presenza nas algas mariñas da costa galega15. Para introducir de maneira máis detallada esta primeira publicación, este científico dedica a continuación un apartado á «Historia geoquímica del yodo». Trátase dunha información procedente na súa maior parte da obra «La Geochimie» de Vernadsky, na que Parga escribe sobre a abundancia do iodo estimada neses anos, 1015 toneladas fronte a 2 x 1019 Tm da codia, tratándose dun elemento relativamente pouco abundante, aínda que máis que o arsénico ou a prata, coa diferenza de que destes últimos coñécense centos de especies minerais mentres que do iodo apenas se coñecen tres, principalmente en forma de iodatos de calcio e sodio diseminados entre o salitre e o xeso en América do Sur. Estes minerais de iodo atópanse na capa superficial da cortiza terrestre, non existindo, segundo Parga, nas capas máis profundas un só mineral deste elemento. O iodo atópase na superficie da terra en estado disperso, pero é concentrado por algúns seres vivos, como as esponxas ou as algas, nas que chega a aparecer en cantidades relativamente elevadas, e que serían a orixe dos minerais de iodo que se atopan na cortiza terrestre, de forma que os compostos iodados dos organismos pasarian aos minerais, logo destruiríanse, pasando este elemento químico ao estado de átomos e ións, para volver empezar de novo o ciclo xeoquímico do iodo ao ser acumulados nos seres vivos16. A seguinte sección desta publicación, «Análisis del yodo en las algas de Galicia. Métodos, consecuencias y comparación de resultados», contén a parte experimental, incluíndo tamén unha explicación dos diversos métodos que existen para determinar a cantidade do elemento de estudo nas algas17, varios problemas aos que se enfrontou á hora de realizar as análises18, unha clasificación destes organismos segundo o contido en iodo e a forma na que este
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PARGA, I. (1927), pp. 8-9. PARGA, I. (1927), p. 9. PARGA, I. (1927), pp. 11-13. PARGA, I. (1927), pp. 15-17. PARGA, I. (1927), pp. 19-20.
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elemento varía nas distintas partes do mesmo individuo19, a súa diferente idade e lugar de orixe20, así como a influencia que o clima ten na concentración deste elemento nas algas21. As análises foron realizadas en algas de 22 especies diferentes22, algunhas en diferentes etapas de crecemento, procedentes de 5 localidades, recolleitas entre febreiro de 1924 e agosto de 192623. Segundo o propio Parga, era a primeira vez que en España se facía un estudo analítico comparativo do contido en iodo de diferentes algas24. Seguindo o método de incineración de Moride e perfeccionado por Fresenius haxa a porcentaxe de iodo nas plantas analizadas, á vez que defende o método utilizado fronte a outros existentes, como o de Freundler e colaboradores, por ser estes máis lentos, laboriosos e ofrecer resultados menos exactos25. Nas súas análises, Isidro procura reducir ao mínimo todas as causas que dean lugar a erros, como as diferenzas entre recoller o exemplar fresco ou arroxado polo mar, á vez que ten en conta a estación do ano, a idade, a parte analizada, etc26. Segundo estas análises, Parga atopa algo de iodo en todas as algas e divídeas en tres grupos: as ricas en iodo (con cantidades que se poden expresar en décimas por cen), as que conteñen este elemento en centésimas (estas terían 10 veces menos iodo que as do primeiro grupo e serían as máis abundantes) e unha terceira clase, as algas pobres en iodo, que o conteñen en poucos miligramos. Estas investigacións complétanse con interesantes datos, como que dentro dunha mesma especie varía a cantidade do elemento entre as diferentes partes da alga (como exemplo, na Laminaria flexicualis o iodo é máis abundante na fronde que no talo), a súa idade (o contido é maior en plantas adultas) ou o
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PARGA, I. (1927), pp. 20-21. PARGA, I. (1927), p. 18. 21 PARGA, I. (1927), p. 21. 22 As especies, segundo a nomenclatura empregada por Parga neste traballo son: Laminaria saccharina, Laminaria flexicaulis, Laminaria cloustoni, Saccorhiza bulbosa, Fucus serratus, Fucus vesiculosus, Fucus platicarpus, Halydris siliquosa, Callofilis laciniata, Heterosiphonea coccinea, Gelidium corneum, Laurencia pinnatifida, Rhodymenia palmata, Pelvetia caniculata, Chondrus crispus, Himanthalia lorea, Bifurcaria tuberculata, Ginnogongrus norvegicus, Corallina rubens, Nemaliom lubricum, Codium tomentosum e Ulva lactuca. A táboa con estes datos aparece na páxina 18 da publicación. 23 Se ben a maioría das algas foron recolleitadas en Laxe, tamén analizou mostras procedentes de Vilagarcía, Vigo, Ribadeo e Ribeira, tal como se desprende da mesma información aparecida na páxina 18, na que tamén figuran as datas de recolleita. 24 PARGA, I. (1927), p. 15. 25 PARGA, I. (1927), p. 15. 26 PARGA, I. (1927), pp. 20-21. 20
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lugar do que proceden (a Laminaria saccharina recollida en Vigo é máis rica no elemento estudado que outra procedente de Vilagarcía, ambas recolleitas na mesma época do ano), á vez que indica a influencia do clima na variación do contido do iodo nas algas27. Os resultados obtidos por Parga acerca do contido en iodo das algas galegas estudadas son moi similares aos obtidos nas mesmas especies procedentes de Francia ou Escocia, datos que Parga obtén de estudos bibliográficos28. O traballo finaliza co apartado «Abundancia de las algas en Galicia. Las industrias del Iodo»29, no que o investigador mostra a importancia económica que tería unha explotación máis eficiente do iodo en Galicia. Do mesmo xeito que sucederá con gran parte das súas seguintes investigacións, o autor mostra un gran interese polas aplicacións prácticas dos seus traballos e os seus posibles usos na industria, que permitan un desenvolvemento económico de Galicia explotando os seus propios recursos, sen ter que importar produtos que son abundantes nesta terra30. Para comezar este último punto, explica que o uso máis frecuente das algas en Galicia é o de abono. Estimando que a produción anual destes organismos en Galicia pode chegar ao medio millón de toneladas e que só a quinta parte é utilizada polos labradores como fertilizante, quedando o resto abandonadas, que poderían ser utilizadas na industria do iodo, como sucede en Francia, Inglaterra ou Xapón31. A continuación realiza un resume da historia do descubrimento do iodo e do seu aproveitamento na industria. O achado deste novo elemento anunciouse na Academia de Ciencias de París o 29 de xaneiro de 1813 e poucos anos despois empezouse a vender como curiosidade científica. É a partires de 1829, co descubrimento de que este elemento constituía un remedio contra o bocio, cando comeza unha explotación máis intensiva, que aumentou ao descubrirse novos usos deste elemento, como a súa importancia na fabricación de colorantes, explosivos, etc., chegando o seu consumo a 3000 toneladas anuais no momento da realización do traballo por parte de Parga32. Se ben Chile é o principal país produtor deste elemento a nivel mundial, as industrias francesas ou inglesas fornecen case a totalidade de iodo que se consume nos devanditos
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PARGA, I. (1927), pp. 20-21. PARGA, I. (1927), pp. 21-22. PARGA, I. (1927), pp. 23-27. PARGA, I. (1927), p. 27. PARGA, I. (1927), p. 26 PARGA, I. (1927), pp. 24-25.
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países, mentres que en Xapón, onde levaron a cabo diversos estudos para achar os métodos máis económicos e produtivos para a súa extracción, pasouse de ser un país importador de iodo a ser un importante exportador33. Tendo en conta que as algas de Xapón son máis pobres neste elemento que as de Galicia, da explotación das algas galegas poderíase obter a totalidade de iodo que se consume en España, que era neses anos un importante importador do devandito elemento34. En España, este traballo, ademais de ser publicado en El Eco Franciscano, tamén o foi en Arquivos do Seminario de Estudos Galegos en 1927 e este mesmo ano apareceu recollido nunha nota bibliográfica escrita por Santiago Montero Díaz en El Eco de Santiago do 7 de marzo de 1927. A importancia desta primeira investigación de Parga queda de manifesto no feito de que ademais varias revistas estranxeiras recolleron resumos desta investigación. Así, no ano 1929 apareceu en British Chemical Abstracts e ao ano seguinte no número 24 de Chemical Abstracts. O valor deste traballo vai máis aló da súa importancia científica, tendo unha aplicación industrial, sendo consultada e empregada polos fundadores da «Sociedad Española del Yodo, S. A.» (SEYSA), que a recoñeceron como o único traballo sistemático realizado en España sobre este tema35. Neste aspecto hai que destacar que a amizade existente entre Isidro Parga e Pedro Marfany Vilarassau36 puido propiciar o desenvolvemento de SEYSA, que máis tarde continuaría o seu labor co nome de "Explotación de Algas S.A. " (EASA), fundada en 1935, da que Marfany foi director técnico e conselleiro da administración. Esta empresa tivo un especial desenvolvemento tras o ano 1938, no que se prohibiu a importación de iodo en España37.
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PARGA, I. (1927), p. 26. PARGA, I. (1927), p. 27. 35 Exposición da labor persoal, de investigación e académica efectuada polo Doutor Isidro Parga Pondal, p. 7. Arquivo do Laboratorio Xeolóxico de Laxe (ALXL). 36 Pedro Marfany Vilarassau (1909-1986). Estudou Química e Farmacia (1924-1928) en Barcelona. Máis tarde foi bolseiro durante catro meses, en Alemania para ampliar a súa formación en Química Industrial. No ano 1933 trasladouse a Madrid, onde obtivo o doutorado en Farmacia. Publicou o artigo «Una nueva fuente de obtención del iodo. Moderna obtención de iodo a partir de aguas ricas en ioduros», en Farmacia Nueva. En 1933 foi ademais socio fundador da firma PHAR S.A. (Fábrica de Productos Farmacéuticos, S. A) que tiña por obxecto a produción de iodo e de diversos produtos químico-farmacéuticos. (Dosil, F. (2007) Los albores de la botánica marina española (1814-1939), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 303, 314-315. 37 DOSIL, F. (2007), pp. 303, 314-315. 34
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Na publicación do Seminario de Estudos Galegos «10 cursos de traballo, 1923 -1934», esta investigación aparece recollida como pertencente a varias seccións e subseccións. Por unha parte, dentro da Sección de Cencias Naturás, está clasificada dentro do apartado relativo ás investigacións sobre Flora. Tamén aparece na Sección de Cencias Apricadas38, no apartado «Aproveitamentos industriaes en Galicia». As impresións do investigador acerca do seu ingreso no Seminario e a importancia nas súas posteriores investigacións foron publicadas no ano 197839: Recordo a gran satisfacción que sentín despois de ter lido o traballo, nel facía, na primeira parte, algunhas consideracións sobor do ciclo xeoquímico dos elementos e que, en certa maneira, foron algo así como o xermen do que despois foi o Laboratorio de Xeoquímica que orientou unha gran parte da miña obra científica futura. Pero daquela eu non podía albiscar aínda todo esto, e si me encontraba satisfeito era mais ben porque xa me sentía perteñecente a esta famosa agrupación científico - galeguista que era o Seminario de Estudos Galegos.
A "satisfacción" que indica Parga vén dada pola alta estima na que tiña ao Seminario, dada a súa ideoloxía galeguista: «O Seminario de Estudos Galegos tiña a pesares dos seus poucos anos un prestixio enorme, un prestixio cultural, de forma que entre os estudantes e profesores mozos, sentíase a necesidade de pertenescer ao Seminario si se desexaba ser algo, ter nome, servir a Galicia»40. Este prestixio viña dado polos destacados investigadores que eran membros e pola calidade dos traballos41, que segundo Parga «implicaba a existenza duns laboratorios ou dunhas organizacións investigadoras que naquela época era ainda moi raro atopar eiquí en Galicia»42.
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38 Dirixida polo arquitecto Manuel Gómez Román foi unha das últimas Secciones do Seminario en crearse. 39 PARGA, I. (1978), p. 66. 40 PARGA, I. (1978), p. 66. 41 «En el Seminario de Estudios Gallegos (…) se cobija una juventud de lo más solvente de Galicia, de lo más capacitado y de los más estudioso, (…) una juventud afectiva, vigorosa, pletórica de ansiedades nuevas, abrasada por las más nobles inquietudes». González, X. (1928), Las vacaciones del Seminario de Estudios Gallegos, El Pueblo Gallego, Vigo, 16/12/1928. 42 PARGA, I. (1978), p. 66.
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ORIXES DO LABORATORIO DE XEOQUÍMICA A importancia de contar cunhas instalacións adecuadas para realizar as súas investigacións será un dos principais obxectivos de Parga, tanto na Universidade coma no Seminario, que se verán conseguidos en parte co establecemento do Laboratorio de Xeoquímica de Galicia da Universidade de Santiago, subvencionado polo Seminario, polo Instituto de Estudos Rexionais e máis tarde tamén pola Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas (FNICER). Precursor deste laboratorio foi o laboratorio da Sección de Ciencias do Seminario, creado por proposta de Parga Pondal, seguramente sufragado por subscrición popular43. Nel leváronse a cabo algunhas das súas primeiras investigacións sobre Xeoquímica. Nunha carta dirixida dende o Seminario á "Sociedad Unión Estradense" en outubro de 1929, na que lle agradece a axuda que está a recibir desta, o presidente do Seminario escribe: «Soñamos un bó día en ter laboratorio xeoquímico propio e non emprestado, e xa vemos brillar os tubos de ensaio e os crisoles nas mans dos químicos da Seizón que dirixe o Dr. Parga Pondal —descendente do bardo inmorredeiro— facendo análisis dos nosos minerales, estudando a sua riqueza, abrindo camiños reales á nosa industria.»44 Desta comunicación dedúcese o interese que tiña o Seminario por contar cun laboratorio de Xeoquí-
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MATO, A. (2001), p. 64. A financiación do Seminario comezou sendo popular, para máis tarde participar Diputacións, algúns concellos e asociacións de países sudamericanos, como foi o caso da Asociación Protectora de la Cultura Gallega de Montevideo. Membros activos do Seminario, como Luis Iglesias ou o mesmo Isidro Parga actuaron como socios protectores e tamén colaboraron con cotas extraordinarias ás edicións dos dous primeiros tomos de Arquivos, revista editada polo Seminario. Non obstante os recursos económicos non debían ser os desexados. Na entrevista de González, X. (1928), terceira páxina da reportaxe, ao tesoureiro e director da Sección de Historia do Seminario, Salustiano Portela Pazos (Cóengo da basílica compostelá), explica con detalle o financiamento da entidade: «Con subvenciones desde un año ha, de tres diputaciones provinciales de Galicia; con donativos de socios protectores y los cuotas mensuales de los protectores. El total de ingresos, al año, no alcanza todavía a tres mil pesetas; cantidad insignificante para la publicación de los Archivos (el primer volumen ya en prensa), de interesantes monografías, algunas ya terminadas, adquisición de libros, gastos de material, luz, etc. (…) A medida que se vaya conociendo detalladamente la fructífera labor cultural y patriótica que aquí se realiza, sin otra mira ulterior más que la de investigar y dar a conocer las pasadas glorias y el patrimonio artístico de Galicia, aportar datos para la historia, estudiar la lengua, usos, costumbres, riqueza mineral, zoológica, etc., etc., no dudo que esta institución habrá de merecer unánimes aplausos con la eficaz colaboración de otros muchos y deseables elementos, y el consiguiente aumento de recursos económicos». 44 Documento conservado no Arquivo do Instituto de Estudos Galegos «Padre Sarmiento».
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mica propio, que non dependese exclusivamente da Universidade, tal como sucedía co laboratorio de Ciencias, e o feito de que aínda non existise formalmente a Sección de Xeoquímica45, dentro do Seminario debía de estar considerada unha parte importante da Sección de Ciencias. Tomando como partida o ano 1926, no que o mozo profesor entra a formar parte do Seminario, entre os cursos 1926/27 e 1929/30 o autor máis produtivo de traballos monográficos foi Parga, con sete, tres deles en colaboración46. Segundo conta o mesmo Isidro, estes estudos sobre Xeoquímica poderíanse ver aínda incrementados coa colaboración de particulares sen grandes coñecementos xeolóxicos: «Quizá mi sección (sic) más que ninguna necesite de la labor de cooperación de todo buen gallego. No hace falta tener conocimientos químicos: los individuos que están en contacto con la tierra, nuestros labradores, probablemente si quisiesen, serían el factor de máxima aportación con cualquier piedra cuyas condiciones de forma o color despertasen su curiosidad»47. A partires do curso 1930/31 o Seminario establece unha maior relación coa Universidade, deixando a que fora a súa sede nos primeiros anos da organización, no antigo Colexio de San Clemente, e pasa a ocupar varios locais na planta baixa do Edificio de Fonseca. O laboratorio orixinal da Sección de Ciencias dividiuse en dous: o laboratorio de Xeoquímica e o laboratorio de Fitopatoloxía (a partir de 1933 chamado Consultorio de Plagas del Campo48), que xunto á súa biblioteca correspondente tiñan a súa localización na Facultade de Ciencias, no Edificio central da Universidade. No ano 1932 (sesión do 29 de outubro) produciuse a creación da Subsección de Xeoquímica, dirixida por Isidro Parga Pondal, quedando englobada na Sección de Ciencias que continúa a dirixir Iglesias. Esta Subsección terá unha vida curta, pois na sesión do 14 de outubro de 1933, un ano despois da súa creación, pasa a chamarse Laboratorio de Xeoquímica, cunha vida autónoma da Sección de Ciencias. O propio Parga escribe o que significou para el
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45 MATO, A. (2001), p. 90. Este autor sitúa na sesión do Seminario do 4 de marzo de 1933 a creación do Laboratorio de Xeoquímica. 46 MATO, A. (2001), p. 67. 47 GONZÁLEZ, X. (1928). Cuarta e última páxina do artigo. 48 Este laboratorio fora creado polo Seminario no ano 1926 e levaba a cabo a súa labor en coordinación coa Universidade. Subvencionado por esta, o Instituto de Investigaciones Agronómicas, a Junta para Ampliación de Estudios e o Seminario, atendía gratuitamente a consultas de particulares e entidades agrarias sobre as enfermidades das plantas de cultivo. Baixo a dirección de Iglesias, publicou diversas follas divulgativas sobre os procedimientos de loita contra diversas plagas que atacan aos vexetais, como as cochinillas ou o verme da mazá. (SEG. 10 cursos de traballo. 1923/1934, Compostela, 1934).
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a creación deste Laboratorio: «…A finales de 1933, de regreso de Alemania, me reintegré en la Universidad compostelana, donde el «Seminario de Estudios Gallegos» y el «Instituto de Estudios Regionales de la Universidad» favorecieron la continuación de mis estudios de Geoquímica, en donde, con más medios, pude continuar mis trabajos de investigación…»49. O nacemento do Laboratorio de Xeoquímica tivo lugar grazas á colaboración da Universidade e o Seminario, que contribuíron de forma conxunta á dotación do local e medios económicos necesarios para realizar os traballos de investigación. Este feito garda relación directa coa etapa de Alejandro Rodríguez Cadarso ao frente do Reitorado da universidade compostelana, iniciada o 22 de marzo de 1930. O traballo de Cadarso como científico na Facultade de Medicina facíao coñecedor das limitacións que tiña a Universidade para levar a cabo labores investigadoras. O seu posto como deputado, á vez que reitor, unido a unha serie de cualidades, entre as que se atopaban as de ser un catedrático novo, docente implicado con profesionalidade demostrada, e espírito renovador e aperturista facilitou que puidera conseguir os presupostos necesarios para conseguir instalacións adecuadas para a investigación, o que tamén se viu favorecido polo incremento de fondos destinados á ensinanza que tivo lugar durante a Segunda República50. Se ben o reitorado de Cadarso finaliza en 1933, debido ao seu falecemento, instalacións feitas durante o seu mandato, como laboratorios e bibliotecas, permitiron que nos anos posteriores se continuara desenvolvendo unha grande actividade científica na Universidade, que se viu freada co comezo da Guerra Civil. O reitorado de Cadarso tamén permitiu un proceso de galeguización da Universidade. Cadarso, reitor progresista, galeguista e próximo ao Seminario (como mostra o feito de nomear a Armando Cotarelo como Vicerreitor) foi o creador do Instituto de Estudios Regionales (IER) e do Instituto de Estudios Portugueses, centros aos que adicou unha partida orzamentaria especial51. A proposta do SEG, o IER estruturouse en forma de padroado, presidido polo reitor e do que eran membros compoñentes do Seminario e da Universidade. Desta última foi elixido Martín Sauras como representante da Facultade de Ciencias52, mentres que por parte do Seminario elixiuse, a proposta de Parga, a Luis Iglesias para formar parte dese padroado, que era o encargado de xestionar a colaboración coa Facultade de Ciencias. Para a repartición dos
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Currículo Vitae de Isidro Parga Pondal. Laxe, febreiro de 1960 (ALXL). GURRIARÁN, R. (2004), pp. 208, 327, 346, 354 e 516. MATO, A. (2001), pp. 111-113. MATO, A. (2001), p. 112. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 37-64, ISSN: 0210-4466
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cartos do IER neste centro, a Xunta da Facultade de Ciencias, na sesión do 30 de setembro de 193253, nomeou unha ponencia formada polo decano Zurimendi, Iglesias, Parga e Martín, para que elaborasen as bases sobre as que deberían rexerse estes estudos. Na sesión do 29 de outubro de 1932 acórdase dar carácter oficial ás investigacións que tanto Parga coma Iglesias viñan realizando. Enténdese aquí que, se ben o Laboratorio de Xeoquímica non estaba establecido como tal, a mesma Facultade consideraba as investigacións de Parga como unha especialidade dentro do centro, aínda sen estar presente esa materia nos plans de estudo. O padroado do IER decide que esta entidade debe ter como funcións principais os traballos de investigación, cursiños e conferencias, publicacións e propaganda, entre a que se atopa anuncios en prensa. Tamén se acorda que o Seminario aporte todo o traballo que leva realizando sobre esta clase de estudos e que as publicacións resultantes desta colaboración figuren como resultado do traballo na Universidade e no Seminario54. CARACTERÍSTICAS E ACTIVIDADES DESENVOLTAS NO LABORATORIO DE XEOQUÍMICA55 Subvencionado polo IER, o Laboratorio de Xeoquímica contaba con catro dependencias, todas elas situadas no piso superior da antiga Facultade de Ciencias: un laboratorio de análise química mineral, no que podían traballar tres persoas á vez e que dispoñía dunha mesa central dobre, dúas mesas laterais e unha vitrina de extracción de gases; un cuarto de microscopía tamén con instalacións para tres persoas e no que ademais se encontraba a biblioteca e as coleccións petrolóxicas; un cuarto de balanzas, que constaba dunha balanza de análise prestada polo Laboratorio de Análise da Facultade de Ciencias; e un cuarto de espectrografía. Se ben o director do Laboratorio nomea esta última dependencia desta forma, aínda no ano 1936 estaba baleira, á es————
53 Libro de Actas da Facultade de Ciencias (1904-1935). Arquivo Histórico da Universidade de Santiago (AHUS). 54 MATO, A. (2001), pp. 112 - 113. Esta última condición explica que as investigacións realizadas por Parga Pondal unha vez establecido o Instituto de Estudios Regionales figuren como feitas no Laboratorio de Geoquímica del SEG y de la Universidad, nome que pode dar lugar a equívocos, cando en realidade se trataba da mesma dependencia. 55 A base principal deste apartado provén do documento Informe sobre el Laboratorio de Geoquímica de la Universidad de Santiago, por el Director del mismo Dr. I. Parga-Pondal, firmado polo propio Parga o 21 de xuño de 1935 e conservado no ALXL.
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pera dun espectrógrafo e outros aparatos necesarios para realizar análises espectrais, tanto cuantitativos como cualitativos, de grande importancia para as investigacións que se levaban a cabo no Laboratorio. Entre o material co que contaban para as investigacións destacaba un gran microscopio de polarización da prestixiosa casa Leitz, utilizado para estudos petrográficos e que se comprara no ano 1933 polo Instituto de Estudos Regionales. Un ano antes, o SEG comprara para o Laboratorio un crisol de platino. Deste mesmo elemento existía diverso material que comprara o director do Laboratorio por ser indispensable para os seus traballos, como outros crisois, pinzas con puntas de platino, unha cápsula grande, etc. A escaseza de medios cos que contaba este centro de investigación facía que nos seus inicios non tivese en propiedade nin o material básico para traballar, non posuíndo matraces, tubos, cápsulas de vidro nin reactivos propios, polo que era necesario utilizar os materiais e produtos do laboratorio de Química Analítica, materia da que Parga era profesor auxiliar na Facultade de Ciencias. Estas limitacións ás que se enfrontaba o Laboratorio non se daban en canto ao material a investigar, xa que posuía unha importante colección de rochas españolas, na súa maioría galegas, que foran recollidas e clasificadas polo director do Laboratorio. Estas mostras, ás que se unían coleccións mineralóxicas, permitiron rectificar os mapas xeolóxicos existentes, constituíndo un índice de rochas e minerais de gran valor. Das rochas existentes, Isidro realizara preparacións microscópicas durante a súa estanza en Alemaña, xa que, como vimos, o Laboratorio non contaba cunha máquina para esta función. Dende o Laboratorio, Parga trataba de establecer contacto con museos españois e estranxeiros cos que realizar intercambios, coa intención de completar as coleccións petrolóxicas. Ademais destas existía unha importante recompilación de mostras de areas de praias galegas que unha vez estudadas terían un gran valor científico e industrial. A biblioteca do Laboratorio, situada no mesmo cuarto que as coleccións de estudo, contaba no ano 1936 con máis de 300 volumes de obras relacionadas cos temas de investigación. A compra deste material bibliográfico fora sufragada polo Seminario e polo propio Parga. Como exemplo, en xaneiro de 1936 o SEG compraba as revistas Boletín y Memorias del Instituto Geológico de España, Memorias explicativas del mapa geológico de España, 1 : 50 000 y Anais da Facultade de Ciencias da Universidade do Porto, mentres que Parga, por suscripción particular, recibía Sweizerisches Mineralogisches und Petrographisches Mitteilungen, Anales de la Sociedad Española de Física y Química e o Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural. En varias destas revistas ás que estaba subscrito o Laboratorio ían aparecendo os resul52
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tados das investigacións que nel se desenvolvían. Os traballos levados a cabo nas súas instalacións, e que se pensaban continuar durante 1936, poden dividirse en dous grupos moi relacionados entre si: 1. Investigacións de carácter científico. Entre estas investigacións destaca o estudo das diferentes series de rochas eruptivas e metamórficas do macizo Galaico-Duriense, traballo levado a cabo dende múltiples aspectos debido á súa complexidade, pero non coa profundidade necesaria pola falta de medios. As principais vías de investigación que se levaban a cabo eran a diferenciación dos granitos, gabros e peridotitas; o estudo dos lamprófidos e outras rochas filonianas básicas; a orixe e extensión da pegmatita e de diversos minerais de interese que a forman, como berilo, espodumena, casiterita, wolframita, etc.; problemas do metamorfismo das rochas da rexión Galaico-Duriense; orixe e formación das anfibolitas; distribución dos elementos escasos nos magmas; estudo dos minerais que forman as areas resistentes á alteración; o proceso da alteración das rochas no macizo Galaico-Duriense e a súa posible relación co clima; a formación do caolín, etc. Testemuña do inicio destes estudos é a colección de rochas de Galicia deste investigador que está exposta no Museo de Historia Natural da Universidade de Santiago de Compostela56. Trátase dunha colección formada por rochas metamórficas na súa maioría (anfibolitas, gneises, xistos,…), pero que tamén conta con numerosos exemplares de rochas plutónicas (gabros, dioritas, granitos,…), mentres que son escasas as rochas filonianas (pegmatitas, lamprófidos, pórfidos...). As máis de 500 mostras que a conforman, pertencentes a 118 tipos de rochas, proceden na súa gran maioría de localidades pertencentes á rexión Galaico-Duriense, tanto da provincia da Coruña (Santiago de Compostela, Tordoia, Padrón...) coma de Pontevedra (Salvaterra de Miño, Porriño, Vilagarcía...). Foron recollidas entre o 3 de abril e o 11 de xullo de 1936 e son resultado dunha continuación da excursión que Parga realizara un ano antes co Seminario polas terras do Deza, coa intención de realizar un estudo xeoquímico da rexión. Tal como relatan García et al.57, a recollida de mostras viuse interrompida pola Guerra Civil, como se pode deducir da data na que foron recollidas as últimas mostras. As rochas quedaron gardadas na Universidade
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56 Esta colección é a única que se conserva na Universidade de Santiago que está formada por exemplares recollidos polo propio Parga e que é resultado das investigaciones do Laboratorio de Xeoquímica. 57 GARCÍA, C. et al. (2002), O coñecemento da xeoloxía de Galicia a través das pegadas de Isidro Parga Pondal no Museo de Historia Natural da Universidade de Santiago, Actas do VII Coloquio Galego de Museos, pp. 155-164.
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compostelá durante case 70 anos envolvidas nos papeis de xornal cuxas follas recollían os tráxicos acontecementos acontecidos no ano 1936. Ao realizarse o proceso de catalogación actual desta colección púidose comprobar que, se ben todas elas conservan o código do itinerario e o nome do lugar de recollida, máis da metade das rochas quedou sen identificar por Parga Pondal, o que demostra que os estudos que se propoñía realizar sobre o macizo Galaico-Duriense quedaron interrompidos nas súas fases máis temperás. 2. Estudos de aplicación práctica: investigacións relacionadas para o posible establecemento de industrias que aproveitasen os minerais ou elementos de interese, que non foran considerados previamente pola idea errónea da súa escaseza ou porque os seus usos na industria eran de recente incorporación. Destaca o estudo dos minerais que conteñen metais raros, como zircón, titanio ou torio, pola súa grande importancia económica, e as investigacións sobre as arxilas de Galicia e as súas propiedades plásticas, punto de fusión, condicións óptimas de fusión, etc., por considerar Parga a importancia destes materiais para o desenvolvemento dunha industria cerámica, que naqueles anos estaba moi atrasada. Deducimos que os coñecementos adquiridos durante estes estudos seranlle de grande axuda a Parga nos seus diferentes postos de traballo ocupados despois de 1936, tanto na empresa Kaolines de Lage como en Titania S.A. Outra das tarefas que se levaba a cabo no Laboratorio era a de analizar ou estimar o valor económico, os posibles usos ou a importancia dos produtos minerais que lle fosen remitidos, cousa que viña facendo dende 1934, de forma similar ao que Iglesias realizaba no seu Consultorio de Pragas do Campo, onde resolvía dúbidas e consultas acerca da importancia que certos insectos podían ter na economía dos cultivos.
UN PASO IMPORTANTE NA VIDA DO LABORATORIO: A AXUDA DA FNICER O IER e o Instituto de Estudos Portugueses viviron un gran descenso na súa actividade tras o falecemento do seu creador, Rodríguez Cadarso. O novo reitor, Ricardo Montequi, que fora vicerreitor co seu predecesor dende maio de 1931, foi elixido como sucesor de Cadarso o 20 de xaneiro de 1934. Montequi comezou o seu mandato cunhas liñas de xestión continuístas pero, principalmente polo contexto político, marcado polos acontecementos de Asturias e os gobernos do Bienio negro, unido á ideoloxía de Montequi, liberal aínda que cun compromiso galeguista moito menor que Cadarso, tiveron como con54
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secuencia unha redución no presuposto dedicado aos estudos rexionais58. Non obstante isto non significou o fin do Laboratorio de Xeoquímica, pois continuou contando co apoio económico da Universidade e do Seminario, ao que se uniría, a partir do ano 1935 a axuda económica da FNICER59. Esta colaboración produciuse logo de solicitude de Parga de «ensanchar os traballos de Xeoquímica que viña realizando»60. Tal como recollen as Actas do Consello de Administración da FNICER, o 24 de xaneiro de 1935 a súa petición foi aceptada, producíndose o ditame favorable de Antonio Madinaveitia, vogal do Consello de Administración da Fundación, aprobándose a concesión de 7500 pesetas para o primeiro trimestre do ano61, condicionada a que a Universidade de Santiago declarase a súa conformidade. O oficio da FNICER no que se lle informaba a Parga da concesión deste apoio foi asinado en Madrid o 28 de marzo de 1935 por José Castillejo, o seu director administrativo e á vez Secretario da JAE, e dicía: La Fundación Nacional, autorizada por su Consejo de Administración, ha resuelto organizar y sostener, bajo la dirección de usted, y en consideración a su preparación y aptitudes, un Laboratorio de Geoquímica para el estudio e investigación de problemas, tanto de ciencia pura como de aplicación, especialmente aquellos que afecten a nuestro suelo. Si la Universidad de Santiago presta de modo expreso su conformidad y facilita los locales necesarios a juicio de Vd., así como el suministro de agua, luz y fuerza, la Fundación considerará un honor tener en esa Universidad un centro de investigaciones como los que ya sostiene en otras.
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GURRIARÁN, R. (2004), p. 354. Creada o 13 de xuño de 1931 e cunha vida de só catro anos, a Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas foi un centro moi vinculado á JAE. Tiña como obxectivo promover o desenvolvemento tecnolóxico de España, descentralizar a actividade científica e actuar de conexión entre a investigación e a empresa. Foi dirixida por José Castillejo, secretario da JAE, que contou con expertos en diversas áreas que valoraban os proxectos que se lle presentaran solicitando axudas económicas. No ano 1934 comezou a crear laboratorios en provincias, chegando a establecer oito en diversas universidades: Histoloxía e Cultivo de Tecidos (Valladolid), Química Orgánica e Xenética (Salamanca), Embrioloxía (Cádiz), Xeoquímica (este creado grazas á Universidade de Santiago e ao SEG, como dixemos), Análise Metalúrxica (Oviedo), Hematoloxía (Zaragoza), ademais de renovar un laboratorio de Funcións en Valencia. 60 FORMENTÍN, J. e RODRÍGUEZ, E. (2001), La Fundación Nacional para investigaciones científicas (1931-1939) Actas del Consejo de Administración y Estudio Preliminar. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 168, 176, 186. 61 Para o segundo semestre de 1935 o orzamento aprobado para o Laboratorio foi de 15000 pesetas (Formentín y Rodríguez, (2001), p. 176). 59
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La Fundación exige de usted una dedicación plena al Laboratorio, incompatible con cualquiera otra ocupación oficial y privada, excepto la función docente en la Universidad, y le ofrece a usted una retribución anual de CINCO MIL pesetas, durante tres años, pasados los cuales se adoptarán acuerdos a la vista de los resultados obtenidos. A propuesta de usted y dentro de los recursos que cada año presupueste, abonará la Fundación el material indispensable para el Laboratorio y una o dos becas para jóvenes que, habiendo terminado sus estudios universitarios o próximos a terminarlos, quieran formarse en aquella especialización científica. Si Vd. acepta estas condiciones y se sirve devolverme un ejemplar de este oficio consignándolo así y añadiendo en su caso la conformidad del Sr. Rector o del Sr. Decano, recibirá usted instrucciones para comenzar inmediatamente los trabajos62.
Desta comunicación destacamos dous puntos. Por unha parte o obxectivo que debía ter o Laboratorio, isto é, que os traballos realizados nel fosen de ciencia pura pero tamén de aplicación, en consonancia cos obxectivos da FNICER de conectar a investigación realizada nos laboratorios que se establecían baixo a súa axuda coa aplicación industrial, co obxectivo de conseguir unha modernización tecnolóxica de España. Por outra, a Fundación só sufragaba os gastos indispensables para o material do Laboratorio e para unha ou dúas bolsas para mozos, debendo correr cos gastos de luz e auga a Universidade de Santiago, condición esta sen a cal non sería concedida a axuda. Esta comunicación da FNICER foi lida por Parga na reunión da Xunta da Facultade de Ciencias o día 9 de abril de 1935 e un día despois63, o Decano Zurimendi, acepta a condición de subministrar «luz, gas y fuerza» para o devandito Laboratorio, como viña facendo nos anos previos, tal como explica Zurimendi na resposta á comunicación lida polo beneficiario da axuda, e que forma parte do oficio que este mandaría á Fundación: …me es muy grato manifestar a usted que acepto, honrándome con ello, todas las condiciones que en el mismo se expresan, y que la Facultad de Ciencias de esta Universidad de Santiago ha cedido gustosa, en junta celebrada el día de ayer, los locales necesarios para la instalación de las diferentes dependencias de dicho Laboratorio de Geoquímica, y que en parte ya venían funcionando bajo mi dirección (sic), así como también se halla dispuesta a seguir suministrando por su cuenta, y como hace en la actualidad, los servicios gas, luz y fuerza…
O feito de que a Facultade de Ciencias facilitase o que a Fundación solicitaba non é de pouca importancia, dada a grave situación económica pola que
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Documento conservado no ALXL. Libro de Actas da Facultade de Ciencias (1904 — 1935). AHUS. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 37-64, ISSN: 0210-4466
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estaba a pasar a Universidade, tal como recollen as actas de Xunta da Facultade de Ciencias neses anos. Como exemplo, o 21 de decembro de 1933, o mesmo Isidro, consciente da penuria económica do centro, insiste no alto custo da electricidade, acordándose nesta Xunta, por solicitude de Parga, solicitar ao reitorado que negocie coa compañía eléctrica para obter unha tarifa especial para a Universidade e en especial para a Facultade de Ciencias. Estas xestións non darán resultado e o problema prolongarase no tempo, como demostra o feito de que na sesión do día 9 de maio de 1935 se indique que as xestións do reitor coa compañía de electricidade non deran resultados satisfactorios, engadíndose a iso o problema que a voltaxe da rede que tiña a Facultade era moi inferior ao oficial. Isto causaba que o motor destinado a accionar a bomba de elevación de auga non funcionase, o que obrigou á acometida de auga da compañía de augas potables de Santiago, xa que se non os traballos que se estaban a levar a cabo nos laboratorios terían que ser interrompidos ao non chegar a auga aos pisos superiores. Unha vez que a Universidade accedeu a correr con todos os gastos necesarios, o Laboratorio empezou a recibir a axuda económica da FNICER, grazas á cal puido funcionar de xeito case independente do resto dos laboratorios da Facultade de Ciencias, permitíndolle contar con material propio. A factura máis antiga que se conserva no ALXL que faga referencia á compra de material para o Laboratorio, pagado grazas á subvención da FNICER, ten data 30 de xaneiro de 1936 e o seu importe ascende a 441 pesetas. Nela podemos observar a gran limitación de recursos cos que contaba o Laboratorio antes da devandita axuda, pois gran parte do pedido era material básico, que foi mercado na casa de material científico «Establecimientos y vidrieras Llofriu S. A.»64: 5 triángulos de cuarzo opaco con alambre de 35 mm. 4 triángulos de cuarzo opaco con alambre de 45 mm. 2 triángulos de cuarzo opaco con alambre de 55 mm. 10 mecheros Bunsen para gas Benoid con regulador de aire. 2 desecadores Scheibler con tapa a botón y disco de porcelana de 12 cm. 3 desecadores Scheibler con tapa a botón y disco de porcelana de 14 cm.
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Empresa fundada en Barcelona no ano 1860 e que en 1936 contaba con catro establecementos: un na súa cidade de fundación, dous en Madrid e o cuarto en Palma de Mallorca. Ao longo da súa historia esta empresa fora gardoada con grandes premios en varias exposicións, como nas internacionais de Sanidade de 1932 e 1933. «Establecimientos y Vidrieras Llofriu S.A.» contaba con fábricas de medio cristal e vidro hoco, especializada en frasquería e botellería, e realizaba instalacións completas de laboratorios, vendendo produtos químicos puros para análises e material para farmacias. Información extraída das facturas do material mercado por Parga para o Laboratorio de Xeoquímica, conservadas no ALXL. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 37-64, ISSN: 0210-4466
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1 cristalizador fuerte con bordón vuelto de 215 mm de diámetro. 1 mortero de ágata con mano de 80 mm. 6 soportes de hierro pie trípode de 55 cm. de altura variable. 6 aros de hierro fundido con nuez de 10 cm de diámetro exterior. 2 cápsulas de porcelana fondo semi - plano de 167 mm. con pico, marcha flecha. 2 cápsulas de porcelana fondo semi - plano de 150 mm. con pico, marcha flecha. 2 crisoles con placa filtrante Jena modelo lG3 2 frascos densidades para sólidos de 30 gramos.
No segundo pedido, cuxa factura ten data do 26 de marzo de 1936, infórmase do envío de novo material como máis chisqueiros Bunsen para gas normal, que o mesmo Isidro se encargaba de adaptalos para gas Benoid (o empregado no Laboratorio), dous aparatos de baño maría Víctor Meyer, de cobre con nivel constante, discos de porcelana e embude de cristal, de 16 cm. de diámetro e a gas, que constitúen o material máis caro comprado ata a data, xa que entre os dous custaron 140 pesetas. Ao mes seguinte, realízase unha nova compra, esta vez máis numerosa, pero tamén constituída, na súa maior parte, de instrumental imprescindible para as tarefas experimentais que Parga realizaba como tubos de ensaio ou probetas de distintas características. A axuda da FNICER tamén permitiu ao Laboratorio de Parga acceder a publicacións ás que antes non lle era posible debido ao seu alto prezo. Desta forma, o Laboratorio subscribiuse e comprou todos os números atrasados da revista sobre temas xeoquímicos Chemie der Erde, e fíxose cargo da subscrición de Sweizerisches Mineralogisches und Petrographisches Mitteilungen, que ata entón fora sufragada polo propio director do Laboratorio. Resultado da axuda económica da FNICER, Parga realizou as seguintes investigacións, publicadas nas revistas que seguen ao título do traballo: «Arena monacítica en la ría de Arosa» (1935). Anales de la Sociedad Española de Física y Química. Tomo 33, p. 466. «Sobre la presencia de arenas monacíticas en las costas gallegas» (1935). Boletín de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. Tomo I, nº 2, p. 16. «Ensayo de clasificación cronológica de los granitos gallegos» (1935). Conferencia pronunciada na Universidade do Porto, na Semana Galega do Porto celebrada no ano 1935, publicada en Anais da Facultade de Ciencias do Porto, tomo XX, e en Reseñas científicas de la Sociedad Española de Historia Natural, tomo X, p. 27. «Beiträge zur kenntnis einiger jungvulkanischer gesteine spaniens» (1935). Sweizerisches Mineralogisches und Petrographisches Mitteilungen. Tomo 15, páx. 266. «Quimismo de las manifestaciones magmáticas cenozoicas de la Península Ibérica» (1935). Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales de la Junta para Ampliación de Estudios, Serie xeolóxica, n.º 39, Madrid, agosto de 1935, 174 p. 58
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Ademais destes traballos, durante o ano 1935 iniciáranse outras investigacións no Laboratorio, algunhas das cales se pensaba continuar durante o ano 1936. Entre elas encontrábanse novos traballos de Parga xunto ao profesor Burri sobre os fenómenos de contacto das andesitas do Cabo de Gata e as erupcións de Melilla e Chafarinas65. Para estas investigacións utilizaban rochas das coleccións de diversos museos europeos entre os que se encontraba o Museo de Ciencias Naturais de Madrid.66 A axuda da FNICER, tal como explicaba a comunicación da concesión que enviara a Parga, permitiu ao Laboratorio contar con bolseiros para que colaborasen nas tarefas de investigación. Entre eles encontrábase Pedro Brañas Cancelo67, que traballou xunto a Isidro nun estudo acerca das ilmenitas dos depósitos aluviais das costas galegas. Esta investigación tiña un interese que ía máis alá da parte teórica, enmarcándose dentro dos traballos de aplicación práctica do Laboratorio, pola posible utilización industrial do titanio, cuxos usos industriais coñecidos eran cada día maiores. Por este motivo se estaba a elaborar unha memoria que levaría por título «La industria del titanio, su posibilidad e importancia en Galicia» en cuxa elaboración colaborou Juan Martínez Núñez sobre as posibilidades desta industria que utilizaría como materia prima as ilmenitas galegas, e que sería pioneira en España68. Estas investigacións sobre o titanio serán a base da industria «Titania, S.A.» na que traballará Parga tras a súa expulsión da universidade compostelá. Durante o ano 1936 e dentro das actividades do Laboratorio, Parga tamén tiña intención de continuar cos traballos iniciados o ano anterior, no que realizara un estudo xeoquímico da bisbarra da Terra do Deza (Pontevedra) como parte do estudo que estaba a realizar o SEG. Outros dos plans que Isidro tiña pensado continuar era a publicación de varias investigacións realizadas xunto a alumnos da Facultade de Ciencias sobre diferenciacións magmáticas en granitos e outras rochas galegas, así como outros sobre a composición química de minerais raros que foran encontrados e se recolleran durante varias excursións
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65 Isidro comezara a traballar con Burri durante a súa na Eidgenössische Technische Hochschule de Zurich, y con el xa publicara dous artigos sobre a petroquímica das rochas volcánicas españolas. 66 Informe sobre el Laboratorio de Geoquímica de la Universidad de Santiago, por el Director del mismo Dr. I. Parga-Pondal,(1935). ALXL. 67 Brañas Cancelo non chegaría a completar os seus estudos de Ciencias antes da Guerra Civil, durante a que foi Teniente provisional de Infantería. Expediente de Pedro Brañas Cancelo no AHUS. 68 Juan Martínez Núñez traballaría máis tarde xunto a Isidro en «Titania S.A», como enxeñeiro xefe da mina.
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organizadas dende o Laboratorio. Entre estes traballos proxectados encontrábanse «Composición química de las ilmenitas de las playas gallegas», xunto ao bolseiro do Laboratorio, Brañas Cancelo, e «La diferenciación magmática de la mancha granítica de Ponteareas», xunto a Isidro Suárez Paz69. Ningunha destas dúas investigacións chegaría a ver a luz, ao verse cortada a actividade do Laboratorio pola sublevación facciosa que desembocaría na Guerra Civil. Outra da documentación que se conserva do Arquivo do Laboratorio de Xeoquímica no ALXL son as contas de gastos do Laboratorio entre abril de 1935 e xuño de 1936. A partir delas podemos coñecer o soldo mensual que tiña o director do Laboratorio, que ascendía a 416,66 pesetas e a cantidade que percibía o bolseiro, 166,66 pts., constando a existencia de só un destes axudantes durante este período. A estes gastos sumábanse outros, como os pertencentes a pagamentos a casas de material científico. Tamén se conserva un listado das cantidades que a FNICER ingresou durante o mesmo período na conta que o Laboratorio de Xeoquímica tiña no Banco Hispano-Americano. As cantidades subministradas pola FNICER parecían ir en aumento cada ano, tal como indica a diferenza entre as contías dos meses de maio de 1935 (397,17 pts.) e 1936 (1370,13 pts.), incremento seguramente debido á grande actividade que desenvolvía o Laboratorio. Aínda contando coa axuda económica da FNICER, o Laboratorio tiña importantes limitacións que impedían un estudo máis amplo en moitas investigacións. As necesidades máis urxentes eran de dous tipos: material necesario para realizar as investigacións (dende o instrumental máis básico a aparatos para realizar diversas funcións) e revistas e obras de consulta70. Dentro do primeiro grupo, o director do Laboratorio consideraba de especial importancia contar cun espectrógrafo de cuarzo con gran poder de dispersión para realizar análises cualitativas e cuantitativas, requirindo tamén para estes últimos un fotómetro termoeléctrico. Para a instalación destes aparatos Parga xa sinalara a existencia dun cuarto, tal como sinalamos, que designara co nome de cuarto de espectrografía. Outras das demandas de Isidro para un mellor fun———— 69
Isidro Suárez Paz (n. Vigo, 1906) licenciárase en Ciencias en 1933. Alumno de Fernando Calvet e axudante nas clases prácticas da asignatura de Análisis Químico na Facultade de Ciencias hata o ano 1936. Traballou en Zeltia, onde entrou grazas a Calvet (Gurriarán, 2004, p. 516). Foi vocal e máis tarde Vicedecano do Ilustre Colexio Oficial de Químicos de Galicia. A información dos traballos que Parga tiña pensado continuar proceden do documento Informe sobre el Laboratorio de Geoquímica de la Universidad de Santiago, por el Director del mismo Dr. I. Parga-Pondal, (1935). ALXL. 70 Segundo narra o propio Parga nun Informe do Laboratorio de Xeoquímica da Universidade de Santiago enviado á FNICER no que explica o traballo investigador realizado e as necesidades do Laboratorio (ALXL).
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cionamento do Laboratorio era a de contar cun forno eléctrico de resistencia de varas de carborundo e que alcanzase unha temperatura de 1250º C, especialmente necesario para os estudos de cocción das arxilas. Para medir con precisión a temperatura do forno Parga tamén consideraba necesario contar cun pirómetro termoeléctrico. Ademais dos aparatos xa citados, considerados de gran necesidade, o Laboratorio tamén requiría doutros, que permitirían unha maior rapidez e exactitude nos traballos realizados. Entre esta aparataxe solicitada encontrábase unha máquina de facer preparacións microscópicas de rochas ou unha balanza rápida de lectura directa. Destas solicitudes, autorizouse a adquisición do forno eléctrico e do pirómetro termoeléctrico, e aprazouse a compra do espectrógrafo de cuarzo e do fotómetro termoeléctrico ata que fosen indispensables71. O Laboratorio tamén requiría contar con material bibliográfico actualizado para coñecer as investigacións recentes realizadas no campo da Xeoquímica, se ben Isidro se enfrontaba ao problema do alto custo das obras e revistas importantes. Grazas á colaboración da Fundación puidérase acceder a varias publicacións, tal como se mencionou, mais no ano 1936 Parga solicitou poder contar tamén coa revista da Sociedade Alemá de Mineraloxía Fortschritte der Mineralogie, Kristallographie und Petrographie así como de importantes tratados e obras fundamentais que non estaban presentes na biblioteca do Laboratorio, polo seu elevado prezo e os limitados recursos cos que contaba este centro de investigación72. Por todas estas causas, Isidro solicita á FNICER a principios do ano 1936 a cantidade de 6000 pesetas anuais, como cantidade necesaria para un bo funcionamento do Laboratorio, diñeiro que se repartiría entre a compra de material funxible, os gastos do material de laboratorio e a parte que iría destinada aos bolseiros. A concesión da solicitude viuse reflectido no aumento de presuposto para o Laboratorio, que no segundo trimestre de 1936 recibiu 7500 pesetas73. Tras o visto e prace da Fundación e o conseguinte incremento dos recursos económicos, que posibilitaron cumprir as peticións de Parga, a actividade do Laboratorio durante os primeiros meses de 1936 foi intensa, véndose cesada polo comezo da Guerra Civil, segundo Parga74: «Cuando las actividades del laboratorio de Geoquímica de Santiago eran máximas, su trabajo quedó inte-
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GURRIARÁN, (2004), pp. 162, 163. Informe sobre el Laboratorio de Geoquímica de la Universidad de Santiago, por el Director del mismo Dr. I. Parga-Pondal, (1935). ALXL. 73 Contas do Laboratorio de Xeoquímica. ALXL. 74 C.V. de Isidro Parga Pondal, (1960). ALXL. 72
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rrumpido bruscamente por los acontecimientos políticos que se desarrollaron a partir de Julio de 1936». O Laboratorio de Xeoquímica levou a cabo importantes traballos acerca de análise de rochas e minerais e froito dos traballos realizados por Parga publicouse a existencia de varios minerais novos para España. Tamén colaborou en traballos máis amplos, como a elaboración do mapa xeolóxico da Terra do Deza, e coa Misión Biolóxica de Galicia e os servizos de Repoboación Forestal, para os que realizou diversas análises de terras. Durante a súa existencia contou co apoio do Instituto Xeolóxico e Mineiro de España, que fixo importantes doazóns de libros75. CONCLUSIÓN A través destes parágrafos puidemos observar como Isidro Parga Pondal, grazas á súa propia iniciativa, foi creando un importante centro de investigación na Universidade, primeiro contando só coa axuda económica desta, logo sumouse a do Seminario de Estudos Galegos e finalmente a da FNICER, dada a importancia que conseguiu o Laboratorio a nivel de España. No Laboratorio de Xeoquímica da Universidade de Santiago, Parga iniciou na investigación a varios dos seus alumnos, que máis tarde foron profesores, realizou investigacións que posteriormente serían de grande interese, como o caso dos estudos sobre o titanio e as súas materias primas, á vez que estableceu unha forma de traballar, aprendida durante as súas estanzas no estranxeiro, que se vería continuada no Laboratorio Xeolóxico de Laxe, continuador, en certo xeito, do Laboratorio de Xeoquímica da Universidade de Santiago. Recibido: 3 de marzo de 2011 Aceptado: 7 de julio de 2011
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SEG, 10 cursos de traballo. 1923 — 1934. Compostela, 1934. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 37-64, ISSN: 0210-4466
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, págs. 63-96, ISSN: 0210-4466
LA POLÉMICA SOBRE EL HOMBRE TERCIARIO Y SU EXPRESIÓN EN LA VALENCIA DE COMIENZOS DEL SIGLO XX*
Jesús I. Catalá Gorgues Universidad CEU Cardenal Herrera
RESUMEN El postulado por parte de algunos evolucionistas de finales del siglo XIX acerca de la antigüedad terciaria de la humanidad suscitó intensas polémicas entre naturalistas, biólogos y médicos. En España también hubo adherentes y detractores, cuyas diatribas entraban en el contexto general de la cuestión evolucionista en nuestro país. El debate se animó especialmente a raíz de la llegada a Valencia, en 1889, de un esqueleto humano fósil procedente de la Argentina al que se le atribuyeron rasgos primitivos y una gran antigüedad. A comienzos del siglo XX, una serie de publicaciones sobre dicho ejemplar reactivaron la polémica, con el catedrático de la Universidad de Valencia, Eduardo Boscá, como partidario de la atribución de edad terciaria, y con el antagonismo destacado ante tal propuesta del médico Faustino Barberá y de diversos científicos jesuitas. Datos científicos y argumentos ideológicos y religiosos se combinaron en la defensa de las posturas enfrentadas. PALABRAS CLAVE: Evolucionismo. Paleoantropología. Hombre fósil. Valencia. España. Eduardo Boscá. Faustino Barberá. Jesuitas. Siglo XX
THE CONTROVERSY REGARDING TERTIARY MAN AND ITS EXPRESSION IN VALENCIA (SPAIN) DURING THE EARLY 20TH CENTURY ABSTRACT Postulates on the tertiary age of humanity by some late-19th century evolutionists gave rise to heated controversy among naturalists, biologists and physicians. In Spain, the diatribes between supporters and detractors must be located within the general context of the evolutionary subject in a country, that was deeply polarized by ideological impregnations. Spanish debate was specially
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* Proyectos «Evolucionismo y los orígenes de la humanidad: la configuración de la paleoantropología como disciplina científica y su proyección en la biología española» (Ministerio de Educación y Ciencia, ref. HUM2006-04730), «Los años grises. La investigación biológica en la España del primer franquismo» (Ministerio de Ciencia e Innovación, I+D HAR 2010-21333C01) y «Ciencia, ideología y política en las sociedades naturalistas españolas del primer tercio del siglo XX» (Universidad CEU Cardenal Herrera, ref. PRCEU-UCH21/08).
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motivated by the arrival in Valencia of a human skeleton fossil in 1889. This specimen, collected in Argentina, showed some peculiar traits that were classified as primitive and dating from the Tertiary time period. During the early decades of 20th century, a series of papers about that skeleton were published and the controversy was reactivated. On one side, we find Eduardo Boscá, natural history professor in the University of Valencia, as a partisan of Tertiary age; on the other, the physician Faustino Barberá and some Jesuit scientists. Scientific data and ideological and religious arguments were combined in the defence of each confronted view. KEY WORDS: Evolutionism. Paleoanthropology. Fossil man. Valencia. Spain. Eduardo Boscá. Faustino Barberá. Jesuits. 20th century.
INTRODUCCIÓN En 1889, llegó a Valencia procedente de Argentina una colección de mamíferos fósiles que el ingeniero José Rodrigo Botet (1842-1915) regaló a la ciudad. Entre los ejemplares que integraban el fondo, se hallaba un esqueleto humano casi completo, procedente del arroyo de Samborombón, no muy lejos y al sur de Buenos Aires, que el paleontólogo argentino Florentino Ameghino (1854-1911), tras una inspección somera, había datado como del Plioceno y, por tanto, de época terciaria. Ya en Valencia, Juan Vilanova y Piera (18211893), catedrático de la Universidad Central (Madrid), refirió en la prensa local, a comienzos de 1890, los ejemplares más relevantes de la colección de Rodrigo, entre los que contaba, muy particularmente, el esqueleto humano en cuestión1. Vilanova, conocedor de los trabajos de Ameghino, discrepaba sin embargo de la atribución terciaria, pues asumía una identidad entre la formación diluvial pampeana y el lehm europeo2, incuestionablemente cuaternario. Vilanova visitó la colección guiado por el recolector de la misma, Enrique de Carles, en principio, el responsable de su montaje. De Carles, sin embargo, abandonó al poco tiempo Valencia, al declararse un brote de cólera3. Desde
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1 Sobre el hallazgo, primeros estudios y valoración de Vilanova del esqueleto humano de Samborombón, v. CATALÁ, J.I. (2011), ¿Absolutamente sin cuidado?: Juan Vilanova y la polémica sobre el hombre terciario. Asclepio, 63 pp. 379-404, artículo que se relaciona íntimamente con el presente, y al cual remitimos para la revisión del estado de la cuestión sobre la antigüedad terciaria de la especie humana en el último tercio del siglo XIX. 2 VILANOVA, J. (1892), L’homme fossile du rio Samborombón. En Congrès International des Américanistes. Compte-rendu de la huitième session tenue a Paris en 1890, pp. 351-352 [facsímil de 1968, Nedeln/Liechtenstein, Kraus Reprint]. 3 BELINCHÓN, M.; MICÓ, J.A.; SALINAS, A. (1993), J. Rodrigo Botet i el mon cientific valencià entre les dos Republiques (1873-1931), Valencia, Ajuntament de València, p. 26; BELINCHÓN, M.; PEÑALVER, E.; MONTOYA, P.; GASCÓ, F. (2009), Crónicas de fósiles. Las
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ese momento, fuera de los traslados que la llevaron por diferentes lugares de la ciudad, como el desaparecido convento de San Gregorio —situado en pleno centro de la ciudad, en la calle de San Vicente, en el lugar ocupado actualmente por el Teatro Olympia4— o un local municipal en el número 62 de la calle Ruzafa, entre 1890 y 1895 apenas se registra actividad en torno a la colección tras la marcha de Enrique de Carles5. No obstante, en 1891 la Corporación municipal había dispuesto la formación de una comisión «que ha de hacerse cargo de la colección Paleontológica», formada por seis miembros, dos de los cuales eran naturalistas6. Se trataba en un caso de Emilio Ribera Gómez (1853-1921), catedrático de historia natural del Instituto de Segunda Enseñanza de Valencia7. El otro era Eduardo Boscá Casanoves (1843-1924), jardinero mayor del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, a punto de ser nombrado catedrático de historia natural de la misma, y futuro protagonista principal de cuantas iniciativas se emprendieron para el montaje y estudio de los restos8. Nacido en Valencia, Boscá era desde hacía años uno de
———— colecciones paleontológicas del Museo de Ciencias Naturales de Valencia, Valencia, Ajuntament de València, p. 35. 4 CATALÁ, M.A.; VEGA, S. (2007), Valencia 1900. El legado fotográfico de J. Martínez Aloy, Valencia, Ajuntament de València, p. 38. 5 SALINAS, M.A. (2000), Un proyecto de instalación del Museo Paleontológico Rodrigo Botet de Valencia en la primera década del siglo XX. En BATLLÓ, J.; FUENTE, P. DE LA; Puig, R. (coords.), Actes de les V Trobades d'Història de la Ciència i de la Tècnica als Països Catalans, Observatori de l'Ebre, 11-13 de desembre de 1998, Barcelona, Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica, pp. 485-492. 6 [Oficio de la Alcaldía por el que se comunica a Eduardo Boscá su nombramiento como individuo de la comisión que ha de hacerse cargo de la colección paleontológica. Valencia, 23 de septiembre de 1891], Archivo del Museo de Ciencias Naturales de Valencia (AMCNV), serie Documentación de carácter administrativo, doc. 5. 7 Sobre Ribera, v. CATALÁ, J.I. (2000), Los cultivadores de la historia natural en Valencia (1909-1940), Valencia, Universitat de València [tesis doctoral inédita], pp. 98-100, y LÓPEZ PIÑERO, J.M. (2003), Estudio introductorio. En RIBERA, E., Elementos de Historia Natural, Valencia, Cátedra de Eméritos de la Comunidad Valencia, pp. iii-xlv [facsímil de la cuarta edición, Valencia, Manuel Alufre, 1893]. 8 Sobre los trabajos de montaje de la colección y la labor al respecto de Boscá, es de referencia SALINAS, M.A. (2001), Las colecciones paleontológica y conquiológica del Museo Paleontológico J. Rodrigo Botet de Valencia: inventario faunístico, importancia científica, museística e histórica, Valencia, Universitat de València [tesis doctoral inédita]. Para la biografía y contribuciones científicas del personaje, v. CATALÁ, J.I. (2005), Eduardo Boscá y el cultivo de la historia natural en la Valencia de la Restauración. Actividades Científicas de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana, 6, pp. 51-72, y especialmente CATALÁ, J.I. (2004), El desarrollo de una carrera científica en un contexto institucional Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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los más destacados defensores del evolucionismo en su tierra natal. Fue en su época de estudiante de medicina cuando se inició, de la mano del catedrático de historia natural Rafael Cisternas (1819-1876), en el conocimiento de la evolución, de forma prácticamente clandestina. Posteriormente, durante sus años en Madrid para completar la carrera de ciencias y doctorarse —ya en pleno período revolucionario— estableció relaciones con algunos jóvenes naturalistas de ideas avanzadas y también proclives a la aceptación de las hipótesis evolucionistas. Tras obtener plaza de catedrático de historia natural de enseñanza secundaria y ocupar la cátedra del Instituto de Ciudad Real, Boscá realizó entre los años finales de los setenta y los primeros de los ochenta importantes estudios herpetológicos, gracias a los cuales se renovó y mejoró notablemente el conocimiento de los anfibios y reptiles ibéricos; en estos trabajos, que obtuvieron un amplio reconocimiento internacional, Boscá no dudó en asumir la teoría evolutiva y en incorporar una orientación biogeográfica a la práctica taxonómica en esos grupos9. Aunque en 1881 logró un permiso oficial especial para llevar adelante sus estudios de campo, a la postre, sin embargo, su situación como catedrático en Ciudad Real distaba de ser la ideal para desarrollar una carrera científica. Esto debió de pesar mucho en la decisión que tomó en 1883, que le llevó a aceptar la mencionada plaza de jardinero mayor en Valencia, aun a costa de renunciar a la cátedra. Las cosas no rodaron demasiado bien, sin embargo, si atendemos a las quejas retrospectivas que manifestó Boscá respecto a tal decisión y a la evidencia de su escasísima producción científica durante aquellos años. No obstante, en 1892 logró acceder a la cátedra de la Universidad y pudo así retomar su carrera
———— precario: el caso del naturalista Eduardo Boscá y Casanoves (1843-1924). Cronos, 7 (1), pp. 3-60, donde se ofrece una aproximación somera al caso que estudiamos detalladamente en el presente trabajo. Recientemente, cuando una primera versión de éste ya había sido remitida a la redacción de Asclepio, se ha publicado SALINAS, M.A. (2009), El esqueleto humano de la colección paleontológica «Rodrigo Botet» de Valencia y el debate sobre la antigüedad del hombre (1890-1928), Debats, 105, pp. 85-100; en tal artículo se omiten varias referencias relevantes para el tema, y se llegan a conclusiones discrepantes con los trabajos no citados. Con posterioridad, ha salido publicada una biografía de Boscá a cargo de la misma autora; V. SALINAS, M.A. (2011), Eduardo Boscá Casanoves, 1843-1924: un darwinista valenciano, Valencia, Consell de Valencià de Cultura. 9 Más detalles sobre la contribución herpetológica de Boscá, en FRAGA, X.A. (1990), A modernización da Taxonomia herpetolóxica a fins do XIX no Estado Español: as aportacións de BOSCÁ e LÓPEZ SEOANE. Treballs de la Societat Catalana d’Ictiologia i Herpetologia, 2, 26-43, y SÁNCHEZ ARTEAGA, J.M. (2005), Eduardo Boscá Casanoves y la renovación taxonómica de los catálogos faunísticos en España durante el último tercio del siglo XIX. Asclepio, 57 (2), pp.81-108.
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investigadora, centrada ahora, por mor de su designación para la comisión antes mencionada, en la paleontología de vertebrados10. Boscá, de hecho, asumió de facto la dirección de los trabajos relacionados con la colección paleontológica municipal. Ya en octubre de 1891 había preparado, basándose en la lista de de Carles, una relación de los esqueletos que, en número de diez, y por estar razonablemente completos, podían ser susceptible de montaje para su exposición11. Como efectivamente no se dotaba ni de lugar ni de condiciones adecuadas, el montaje no pudo avanzar en los años siguientes. Será en 1895, con fecha de 20 de noviembre, cuando la Comisión de Monumentos del Ayuntamiento de Valencia acuerde la creación de una comisión auxiliar técnica para cuantas cuestiones se relacionaran con la colección paleontológica, en la que una vez más estará Boscá12, quien en 1896 recibe el encargo de la alcaldía de trasladar la colección a un local más espacioso donde poder avanzar en el montaje. El inmueble elegido era el antiguo parador de San Pablo, que había sido propiedad de los jesuitas13, bastante alejado del núcleo urbano —lo que llevó a su uso como hospital de coléricos en varias ocasiones durante la segunda mitad del siglo XIX—, extramuros de la calle de Quart. A pesar de las carencias y de dicho aislamiento, fue allí donde Boscá, ya plenamente responsabilizado de la colección, inició su labor científica con ésta en el verano de 189714. No tardarían en llegar los primeros frutos en forma de publicaciones. Así, en la sesión científica del día 1 de marzo de 1899 de la Sociedad Española de Historia Natural, se leyó una nota remitida por Boscá acerca de la colección. Después de ponderar, muy al estilo de los naturalistas españoles de la época15, el servicio a la ciencia patria que supuso el legado de Rodrigo y el trabajo de de Carles debidamente combinados, lamentaba la situación de la colección,
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CATALÁ (2004). BOSCÁ, E. Notas sobre la Colección paleontológica que el Ingeniero D. José Rodrigo Botet regala a la ciudad de Valencia, obtenida en las exploraciones efectuadas en las provincias de Buenos Aires (República Argentina) por el naturalista D. Enrique de Carles y principiada a instalar por el mismo naturalista [manuscrito]. Valencia, 21 de octubre de 1891. AMCNV, serie Relaciones y listas de piezas del legado de Jose Rodrigo Botet, doc. 2. 12 Acta de la sesión de la Comisión de Monumentos celebrada el 20 de noviembre de 1895, Archivo Municipal de Valencia (AMV), Actas de la Comisión de Monumentos, año 1895. 13 CATALÁ, VEGA (2007), p. 70. 14 SALINAS (2000). 15 Sobre el nacionalismo en la práctica de los naturalista españoles, v. CASADO, S. (1994), La fundación de la Sociedad Española de Historia Natural y la dimensión nacionalista de la Historia Natural en España. Boletín de la Institución Libre Enseñanza, 19, pp. 45-64. 11
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depositada en un lugar poco adecuado. De asumir la letra del escrito de Boscá, todavía no se había procedido a montar, sino que los trabajos iban más bien por reunir y ordenar los fragmentos que integraban cada ejemplar. Pasaba luego a describir los principales, siguiendo la denominación y ordenación que Karl von Zittel (1839-1904) había consagrado en su tratado de paleontología, la referencia para los paleontólogos evolucionistas de la época. Por ello, el último ejemplar del que se ocupaba Boscá era, precisamente, el esqueleto de Samborombón. Identificado como perteneciente al género Homo, pero sin ofrecer ninguna determinación específica, remarcaba en primer lugar su carácter indudablemente fósil, junto con el hecho de ser contemporáneo del resto de mamíferos fósiles de la misma localidad representados en la colección (entre otros, Megatherium, Hoplophorus y Macrauchenia). Se recordaba, por otro lado, que aunque el esqueleto estaba casi completo, sus piezas no se habían encontrado en conexión anatómica y estaban fragmentadas, y por ello su reconstitución sería una de las labores más arduas de cuantas se tenían que acometer. Boscá hacía memoria de algunos —no de todos— de los rasgos peculiares del ejemplar. Exponía, además, algunas inferencias ya más elaboradas, y en las que llegaba a contradecir algunos criterios de Ameghino; así, en primer lugar, deducía el sexo masculino16; en segundo, la dolicocefalia; este argumento, aunque contrario al primer dictamen de Ameghino, en realidad reforzaba el carácter primitivo del ejemplar; además, y en tercer lugar, Boscá especulaba sobre la posible ausencia de las apófisis inferiores en la cara posterior de la barbilla, lo cual podría tener repercusiones en la ausencia de músculos relacionados con la facultad del habla en los humanos modernos. Infería también un régimen alimentario, según el desgaste de las piezas dentarias, basado en la masticación de raíces con tierra mal separada17. Boscá, por
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16 Un estudio paleopatológico moderno del esqueleto indica la probabilidad de sexo femenino a partir de las características pélvicas, aunque «los caracteres secundarios sexuales craneales encontrados delaten una musculatura potente más propia del sexo masculino, al igual que los del lado de la mandíbula». El estudio en cuestión también recoge la alteración en el número de vértebras, con un aumento de las lumbares a expensas de las sacras, y la perforación del esternón, excluyendo en ambos casos patologías; v. PUCHALT, F.J.; VILLALAÍN, J.D.; BELINCHÓN, M. (1995), Restos esqueléticos precolombinos en el Museo Paleontológico de Valencia. En Proceedings of the IXth European Meeting of the Paleopathology Association (Barcelona, 1st - 4th September, 1992), Barcelona, Museu d’Arqueologia de Catalunya, pp. 295-299, cita en p. 295. 17 BOSCÁ CASANOVES, E. (1899), Noticias sobre una colección paleontológica regalada al Excmo. Ayuntamiento de Valencia, Anales de la Sociedad Española de Historia Natural (Actas), 28, 82-90. PUCHALT et al. (1995), p. 299, deducen que «la robustez de la mandíbula y
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tanto, sin declarar todavía el carácter terciario del ejemplar de forma explícita, acentuaba ciertos rasgos, por otro lado muy discutibles, para reforzar la impresión de primitivismo. LA ASUNCIÓN DE LA EDAD TERCIARIA DEL ESQUELETO POR BOSCÁ Y LAS PRIMERAS OBJECIONES
Aunque en su día se saludara su llegada, es bien cierto que la colección paleontológica había acabado por ser una gran desconocida entre los valencianos. En 1902, sin embargo, surgió la oportunidad de rescatarla del olvido, al acceder el Ayuntamiento a los deseos de la comisión organizadora de la conmemoración del cuarto centenario de la Universidad de Valencia, que tuvo lugar en dicho año, de montar una muestra abierta al público donde pudieran contemplarse algunos ejemplares. Según los datos que aporta Manuel Giner San Antonio, autor del libro-memoria de los fastos, por entonces Boscá ya había procedido a montar partes del gran megaterio y de otros cuatro ejemplares18. En esa misma obra, y entre los apéndices que incluía, apareció una «Relación de los principales ejemplares» de que constaba la colección, que aunque formalmente es obra del mismo Giner, hay que atribuir a Boscá, tanto por lo que aquel dice en el capítulo correspondiente a la colección, cuanto porque existe una separata conjunta de capítulo y apéndice en la biblioteca del Museo de Ciencias Naturales del Ayuntamiento de Valencia, depositario actual de la colección, dedicada de puño y letra de Boscá que firma como «recuerdo del autor»19. En el apéndice, por primera vez, aparece explícitamente referido el esqueleto de Samborombón como «El hombre del período terciario»; allí mismo, el ejemplar es calificado como «la perla de la colección»20. Con esta publicación, se abría el fuego para el episodio valenciano de la polémica sobre el hombre terciario.
———— la usura dentaria revelan un uso intensivo del aparato masticatorio bien sea por una alimentación con granos de arena o sílice, o bien por mascar pieles». 18 GINER, M. (1906a), Exposiciones abiertas al público durante los días de la celebración de los festejos. Exposición Paleontológica. En GINER, M. (rec.), Crónica del IV centenario de la Universidad de Valencia, Valencia, Doménech, pp. 163-167. 19 CATALÁ (2000), p. 531. 20 GINER, M. (1906b), Relación de los principales ejemplares de que consta la colección paleontológica, regalada á Valencia por don José Rodrigo Botet, expuesta al público durante los días de la celebración de los festejos. En GINER, M. (rec.), Crónica del IV centenario de la Universidad de Valencia, Valencia, Doménech, pp. 279-283, cita en en p. 283. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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La expresión pública del carácter terciario del esqueleto humano de Samborombón llegó en un momento para el que se suele asumir desde hace tiempo que el gran debate sobre la evolución se había reconducido en España hacia ámbitos de discusión más restringidos a lo científico, al tiempo que se generalizaba una aceptación, incluso por parte de los cultivadores de la ciencia católicos, si no de los mecanismos darwinistas —por otro lado, muy contestados entonces en todo el mundo21—, sí del hecho evolutivo22; ello, sin embargo, no impedía que, en ciertos casos, sobre todo cuando se hacía llegar la idea de evolución a la opinión pública —pensemos en el homenaje a Darwin en la Universidad de Valencia en 190923— volvieran a rebrotar los enfrentamientos24. Por eso, una declaración tan explícita como la expuesta, a través de una obra además pensada para la divulgación, contando con la polarización de opiniones que seguía presidiendo cualquier discusión sobre el origen, antigüedad y evolución del hombre, no podía quedar sin ser respondida. Fue un conocido médico valenciano con notable proyección pública, Faustino Barberá y Martí (1850-1924), quien se aprestó a contestar a los que defendían la edad terciaria del esqueleto de la colección paleontológica, y particularmente, a Eduardo Boscá. Barberá, destacado otorrinolaringólogo, era un personaje muy activo, dotado de una singular capacidad de iniciativa tanto en el ámbito profesional —así, en 1889 fundó la Revista Valenciana de Ciencias Médicas, y en 1894 fue uno de los organizadores del Congreso Médico-Farmacéutico Regional—, como en el social —se implicó muy intensamente en la enseñanza de los sordomudos25 y participó en el gobierno del sanatorio de leprosos de Fontilles26—, e incluso en el político —fue una figura de relieve del nacionalismo valenciano en cuanto mentor y presidente, des-
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21 BOWLER, P.J. (1985), El eclipse del darwinismo. Teorías evolucionistas antidarwinistas en las décadas en torno a 1900, Barcelona, Labor. 22 GLICK, T.F. (1969), La recepción del darwinismo en España en dimensión comparativa. Asclepio, 21, 207-214. 23 GLICK, T.F. (1982), Darwin en España, Barcelona, Península, pp. 51-67. 24 De hecho, autores de referencia como NÚÑEZ, D. (1977), El darwinismo en España, Madrid, Castalia, no admiten una normalización del debate evolucionista en nuestro país con el nuevo siglo. Una revisión sobre contribuciones recientes en esa línea, en CATALÁ, J.I. (2009), Cuatro décadas de historiografía del evolucionismo en España. Asclepio, 61, pp. 9-66. 25 MICÓ, J.A. (1996), Faustino Barberá y Martí (1850-1924), médico, historiador, político e introductor en España del «Método Oral Puro» para la enseñanza de los sordomudos. Quaderns d’Investigació d’Alaquàs, 15, pp. 31-42. 26 COMES, V.E. (2009), Fontilles (1909-2009). En COMES, V.E. (dir.), Cuidados y consuelos. Cien años de Fontilles, Valencia, Generalitat Valenciana, pp. 91-361.
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de finales de 1906, de la asociación regionalista València Nova, además de ser miembro de otras entidades valencianistas27—. Barberá sentía así mismo mucha afición por las ciencias naturales; de hecho, y según testimonio de José Rodrigo Pertegás28, Barberá había frecuentado el laboratorio micrográfico que en el Colegio de San José de Valencia había montado, ya a finales del siglo XIX, el jesuita Antonio Vicent (1837-1912). Allí, Barberá se dedicaría a estudiar las diatomeas valencianas, y produjo una memoria que nunca sería impresa29. Barberá colaboró, ciertamente, con diversos proyectos de los jesuitas. Ya hemos dicho que se implicó, como miembro de la comisión facultativa, en la obra del sanatorio de Fontilles, una iniciativa impulsada por su amigo, el padre Carlos Ferrís (1854-1924), quien compartía además con él mismo la condición de miembro de la junta fundadora del Colegio de Sordomudos y de Ciegos de Valencia30. En un ámbito más estrictamente científico, se interesó vivamente por el trabajo como arqueólogo y prehistoriador de Julio Furgús (1855-1909), otro jesuita, éste del Colegio de Santo Domingo de Orihuela aunque de origen francés, a quien dedicó un recuerdo en la Revista Valenciana de Ciencias Médicas con motivo de su fallecimiento en enero de 1909 tras despeñarse en un paraje en los alrededores de Orihuela31. En la recogida de materiales para la redacción de este trabajo, por cierto, le auxilió el jesuita naturalista del Colegio del Salvador de Zaragoza, Longinos Navás (1858-
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CUCÓ, A. (1971), El valencianisme polític, Barcelona, Lavínia. RODRIGO PERTEGÁS, J. [1924]. Discurso necrológico del Dr. Faustino Barberá Martí [ms], Archivo Rodrigo Pertegás (ARP), legajo Faustino Barberá, pp. 25-26. Este discurso tuvo lugar en el Centro de Cultura Valenciana. Una versión algo distinta es RODRIGO PERTEGÁS, J. [1924]. Necro-apología del Dr. Faustino Barberá, [ms], ARP, legajo Faustino Barberá, pp. 29-30. El Archivo de José Rodrigo Pertegás está depositado en el Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia «López Piñero» de Valencia. Además, está digitalizado. Los documentos citados se encuentran reproducidos electrónicamente en FRESQUET, J.L.; LÓPEZ, M.L.; CATALÁ, J.I. (2002), Archivo Rodrigo Pertegás: Ros de Ursins, Pere Pintor, Jaume Roig, Faustino Barberá, Valencia, Universitat de València / Fundación Marcelino Botín [CDROM]. Por otro lado, una transcripción del fragmento donde se cita el vínculo de Barberá con el laboratorio del padre Vicent, en MICÓ (1996), p. 35. 29 [Nota bibliográfica], ARP, legajo Faustino Barberá. Digitalizado en FRESQUET et al. (2002). 30 [Carta de Fernando Ferrando a Julio Perales. Valencia, 18 de febrero de 1928], ARP, legajo Faustino Barberá. Digitalizado en FRESQUET et al. (2002). 31 BARBERÁ, F. (1909), Las víctimas de la ciencia. Revista Valenciana de Ciencias Médicas, 11, 81-90, 97-106, 113-124, 137-140, 157-160. Se trataba de una serie de entregas en las que reproducía pasajes de algunas publicaciones de Furgús sobre sus temas de estudio. La primera se abría con un esbozo biográfico del finado. 28
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1938)32, impulsor de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales33, en la cual se dio de alta Barberá en 190734. Significativamente, su inscripción en la Real Sociedad Española de Historia Natural tuvo lugar bastante después, en 1914, tras ser presentado por el también jesuita Jaime Balasch Bosch (18691927), profesor de historia natural en el Colegio de San José35. El vínculo, pues, con la Compañía de Jesús, era intenso y venía de antiguo. No es casual, pues, que Barberá se pronunciara en contra de la atribución de edad terciaria al esqueleto de Samborombón en una comunicación leída en el homenaje a Linneo que la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, a impulso de Navás, había organizado en Zaragoza en 1907, con motivo del segundo centenario del nacimiento del gran naturalista sueco, figura venerada por los antievolucionistas precisamente como máximo exponente del fijismo36. En este trabajo, el autor ya dejaba claro desde el principio que iba a estudiar «de los objetos paleontológicos allí existentes, [...] el esqueleto de homo [sic] sapiens, atractivo singular y encanto fascinador de los hombres de estudio»37. Por la descripción que da, sabemos que el esqueleto para entonces ya contaba con una vitrina acristalada propia, con fondo de felpa roja, sobre la que descansaban los huesos fósiles ordenados en disposición natural, pero sueltos38; también, que las piezas habían sido consolidadas con baños de gela-
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32 [Carta de Longinos Navás a Faustino Barberá. Zaragoza, 14 de febrero de 1909], ARP, legajo Faustino Barberá. Digitalizado en FRESQUET et al. (2002). 33 Desde 1919, Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales. 34 SOCIEDAD ARAGONESA DE CIENCIAS NATURALES (1908), Catálogo de los señores socios de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales. Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, 7, pp. 5-15. 35 SECCIÓN DE VALENCIA (1914), [Sesión del 28 de enero de 1914]. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 14, pp. 93-95. 36 No debemos inferir necesariamente, sin embargo, que Barberá fuera antievolucionista. Según BALAGUER, E. (1996), Medicina y política en la Valencia de la Restauración: la obra de Faustino Barberá Martí (1850-1924). Quaderns d’Investigació d’Alaquàs, 15, pp. 43-65, las clases de anatomía impartidas por Peregrín Casanova, el célebre difusor del evolucionismo en Valencia, «impregnaron profundamente las concepciones científicas de Barberá» (cita en p. 47). 37 BARBERÁ, F. (1907a), Nota relativa al esqueleto humano de la colección paleontológica Botet en Valencia. En Linneo en España, Zaragoza, Mariano Escar, pp. 505-516, cita en p. 505. El mismo trabajo, con pequeñas modificaciones en la introducción, se reprodujo en BARBERÁ, F. (1907b), Nota relativa al esqueleto humano de la colección paleontológica Botet en Valencia. Revista Valenciana de Ciencias Médicas, 9, pp. 305-313. 38 Dirá en su momento Boscá: «Obedeciendo más bien á la presión de ambiente popular, que por convicción propia, transigimos en restaurar aquellos huesos que, por ser pares, permiten el estudio de los detalles ausentes en unos mediante el compañero del otro lado. A lo que
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tina. El grueso del estudio era una descripción parte por parte de los restos, empezando por la calavera y terminando por los pies. Respecto a los caracteres singulares que tanto habían llamado la atención de otros investigadores, Barberá se pronunciaba categóricamente; no encontraba el agujero occipital «más hacia atrás de lo corriente», mientras que la perforación esternal la achacaba a una soldadura incompleta de los hemisternones, y la anomalía en el número de vértebras lumbares (una de más) como un defecto compensado con la vértebra sacra de menos que exhibía. Barberá intentó inferir la talla del individuo a partir de la medición de los huesos de la pierna. En cuanto al sexo, reconocía la dificultad de determinación, aunque se inclinaba por el femenino en razón de la delicadeza de las líneas de inserción muscular y la suavidad general de las formas. En cualquier caso, reconocía que la pelvis era muy reducida, hecho para el que cabía la interpretación de que la mujer en cuestión habría sido nulípara y fuertemente raquítica. El interés del ejemplar, por tanto, estaría en lo teratológico, no en el supuesto primitivismo. La conclusión hacía explícito el rechazo a la atribución de edad terciaria al esqueleto, puesto que la aparición de restos humanos en el mismo nivel estratigráfico que los de otros seres vivos no forzaba a considerarlos como coetáneos si se tenía en cuenta que se trataba de materiales de acarreo fluvial. Citaba abiertamente la publicación que firmara Giner, pero no daba a entender que fuera Boscá —en todo el texto, solamente lo había citado al principio, para agradecerle el permiso para acceder al material estudiado— el que inspirara la idea. Sí que mencionaba a Ameghino, como defensor de la existencia del hombre terciario, y a Vilanova, como detractor, aun reconociendo —en opinión que asumía también él mismo— que ya hubo condiciones ambientales adecuadas en el Terciario para la existencia de seres humanos39. En la publicación no aparece cuándo estudió efectivamente Barberá los restos, aunque sabemos que contempló la colección —recordemos que no estaba abierta al público— en febrero de 1904, cuando, en calidad de presidente del Instituto Médico Valenciano, encabezó un grupo de socios de dicha
———— nos hemos opuesto, es á montarlos, tanto para dejar expedito su estudio, como para no comprometerlos en la operación. El esqueleto [...] ha quedado encerrado en una modestísima urna de cristal, y ordenados en lo posible sus huesos»; v. BOSCÁ, E. (1910), El esqueleto humano fósil del arroyo de Samborombón (América del Sur). En ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS, Congreso de Zaragoza, Madrid, Eduardo Arias, vol. 4 (1.ª parte), pp. 221-235, cita en p. 231. 39 BARBERÁ (1907a). Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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corporación que pasaron a verla en visita científica40. ¿Tenía pensado desde entonces publicar algo sobre el esqueleto, o su decisión vino a la postre por la publicación dos años después del libro de Giner con la declaración del carácter terciario? No tenemos de momento respuesta. Sí podemos decir que, pese a la rotundidad con que Barberá se expresaba, Boscá no se arredró, y fue incluso más allá en la defensa de su opinión. LA POLÉMICA SIGUE Eduardo Boscá necesitaba, aparte de lo dicho en una obra eminentemente divulgativa y, en todo caso, con poca difusión potencial, como era el libro del cuarto centenario de la Universidad, argumentar ante la comunidad científica la importancia singular del esqueleto de Samborombón. Preparó, pues, un estudio específico que presentó en 1908 al Primer Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado en Zaragoza. El foro, atendiendo a las circunstancias, era especialmente adecuado. Aquel año había tenido lugar la escenificación de la profunda fractura que dividía el colectivo de naturalistas españoles. Como hemos estudiado en otro trabajo41, Longinos Navás, animado por el éxito obtenido con el homenaje a Linneo, planteó a finales de 1907 la celebración de un congreso de naturalistas españoles (sería el primero con ese carácter) en Zaragoza al año siguiente, dentro del programa para la conmemoración del centenario de los sitios que sufrió la ciudad durante la Guerra de la Independencia. Comunicó su idea a la sección local de la Real Sociedad Española de Historia Natural, quien a su vez transmitió la iniciativa a la Junta Directiva central en Madrid. La alarma cundió entonces entre los círculos dominados por Ignacio Bolívar (1850-1944), catedrático de la Universidad Central, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales y hombre fuerte de la historia natural española de la época. Dejar que una iniciativa así pudiera ser llevada a buen puerto por Navás, uno de los líderes de ————
40 El Instituto Médico Valenciano pide permiso para practicar una visita oficial de carácter científico, el día 17 de Febro. Corrt.e. AMV, Expedientes de la Comisión de Monumentos, 2/1904. 41 CATALÁ, J.I. (2003), Confessionalitat i laïcisme: La fundació de l’Asociación Española para el Progreso de las Ciencias. Afers, 18 (46), pp. 565-590. El anhelo de celebrar congresos científicos de rango nacional en España ya había sido manifestado por Juan Vilanova; v. SALAVERT, V.L.; PELAYO, F.; GOZALO, R. (2003), Los inicios de la prehistoria en la España del siglo XIX: Juan Vilanova y Piera y el origen y antigüedad del hombre, Valencia, Universitat de València / Fundación Marcelino Botín [CD-ROM], p. 28.
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los naturalistas periféricos españoles y representante conspicuo del sector más clerical —frente, precisamente, a Bolívar, siempre vinculado a los círculos de tradición institucionista—, era conceder mucho. Por ello, la Junta directiva de la Real Sociedad derivó la propuesta para que, a la postre, se impulsara un congreso general de todas las ramas científicas, al uso de los que impulsaban las asociaciones para el progreso de las ciencias en diferentes países europeos desde hacía, en algunos casos, casi un siglo. Aquello fue el inicio del proceso de constitución de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, que efectivamente celebró su primer congreso en la capital aragonesa en el mes de octubre de 1908. Esta reunión científica representó, de alguna manera, la demostración de la capacidad de respuesta de los naturalistas de círculos oficialistas, de afinidades ideológicas liberales o republicanas, al reto lanzado por la alternativa conservadora y clerical. Ahora bien, ésta, con Navás a la cabeza, fue capaz a su vez de sacar adelante la propuesta que originalmente se había planteado, y Zaragoza fue también sede, aquel mismo mes de octubre pero dos semanas antes, del Primer Congreso de Naturalistas Españoles, que logró reunir un número de comunicaciones similar al que aglutinó la sección de ciencias naturales del de la Asociación. Aunque hubo algún caso de doble participación, los naturalistas más significados de una y otra facción solo participaron en el congreso que les era más afín. Boscá, como ya hemos dicho y como era de esperar, participó en el de la Asociación. En su comunicación seguía a Ameghino en la caracterización estratigráfica del esqueleto, e incluso hablaba de «prejuicios históricos, consiguientes a la falta de datos geográficos» para denunciar la tendencia tradicional de situar el origen de la humanidad en el Viejo Mundo y no considerar relevantes al respecto los restos americanos42. Él, como adherente a las tesis ameghinianas, asumía que Sudamérica podía ser cuna de la humanidad. En su comunicación, Boscá realizaba una revisión bibliográfica de lo que hasta entonces se había dicho del esqueleto, por lo que citaba a Hermann Burmeister (1807-1892), Ameghino, Vilanova (cuyos artículos en Las Provincias recordaba interesadamente para consignar que la posición algo retrasada del agujero occipital había sido apreciada por primera vez por aquél) y las Lecciones de Antropología de Telesforo de Aranzadi (1860-1945) y Luis de Hoyos Sainz (1868-1951)43. También, en una nota a pie, se ocupaba de la contribución de Barberá, para criticar algunas de las consideraciones que éste hacía, y especialmente la interpretación del orificio del esternón, pues
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BOSCÁ (1910), p. 222. Para todas estas referencias, v. CATALÁ (2011).
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«este hueso ha merecido [en el artículo de Barberá] un grabado representándolo de tamaño natural, en el que aparece la numeración de sus piezas colocadas á la inversa, no como equivocación, sino como error de concepto razonado en el texto; con lo cual, resulta que la anomalía del orificio, que tanto le preocupó, queda mucho menos explicable teratológicamente estudiada que considerando el hueso como un esternón francamente simiano; todo lo cual sea dicho sin ánimo de ofender al compañero»44.
Pasaba luego Boscá a ofrecer sus propias interpretaciones de algunos de los rasgos peculiares del ejemplar, para lo que apelaba a la autoridad de Ameghino junto a la información que le suministraba el trabajo antropológico del holandés Herman ten Kate (1858-1931), discípulo de Paul Broca (18241880) y Paul Topinard (1830-1911), que realizó numerosos estudios sobre las poblaciones indias de diversos lugares de América45. En concreto, consultó el artículo de Kate sobre los antiguos habitantes de la región calchaquí, es decir, la zona noroeste de Argentina, en la vecindad de la frontera boliviana46. Boscá consideraba que el esqueleto de Samborombón presentaba un parecido general muy acusado con los restos que se estudiaban en dicho artículo, y destacaba las similitudes en la mandíbula inferior, el esternón perforado (un rasgo muy extendido, según Kate, entre diferentes tribus indias), la pelvis y algunos otros rasgos menos llamativos. En cuanto al problema de la extraña fórmula vertebral que exhibía el ejemplar de Valencia, estimaba Boscá que la vértebra lumbar suplementaria (así considerada, por cuanto él mantenía que el sacro sí presentaba las habituales cinco vértebras soldadas), «representa un modelo de reducción orgánica, á juzgar por la pequeñez de la vértebra, comparada con las normales que la preceden, y que constituiría un obstáculo al proceso de la verticalidad actual del cuerpo humano, conquistada por nuestros antecesores. Entiendo que mejor que explicar el hecho como un caso anómalo comprendido entre los de exceso de vértebras sin compensación, habrá que considerarlo, siguiendo al doctor F. Ameghino, como un dato paralelo al de la multiplicación de las piezas óseas esternales.»47
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BOSCÁ (1910), p. 226. HOVENS, P.; HERLAAR, J. (2005), Indians of the Great Basin: The 1883 Fieldwork and Collection of Herman ten Kate, Leiden, Digital publications of the National Museum of Ethnology [http://www.rmv.nl/publicaties/16Grotebek/e/greatbasin.pdf]. 46 KATE, H. ten, (1896), Anthropologie des anciennes habitants de la Région Calchaquie (République Argentine). Anales del Museo de La Plata (sección antropológica), 1, pp. 1-62. 47 BOSCÁ (1910), p. 228. 45
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Así pues, nada de casos patológicos ni teratologías, sino caracteres que, considerados funcionalmente, no hacían sino reforzar el carácter ancestral del ejemplar. Esta interpretación funcional llevará a Boscá a interpretar el desgaste en los dientes como evidencia, ni más ni menos, que de «canibalismo, asignado como histórico á las razas indígenas americanas, y en particular á las de América del Sur, sea cual fuere el motivo invocado para justificarlo»48. Rasgos anatómicos eran fuente, por tanto, de interpretaciones culturales, algo que también aparecía, en ese mismo trabajo, cuando como de pasada hablaba de huesos fósiles de animales pertenecientes al mismo legado de José Rodrigo Botet que presentaban golpes de instrumentos o incluso «finas hendiduras, como producidas por punta de sílex»49. Una manera más, al margen de la estratigrafía, de demostrar la contemporaneidad del hombre con la fauna pampeana extinguida (un objetivo, como ya hemos avanzado50, que había marcado la trayectoria del propio Ameghino). A la postre, tanto esto último, como el resto de evidencias presentadas por Boscá, pretendían sustentar la atribución de edad terciaria al esqueleto de Samborombón. Sin embargo, en toda la comunicación presentada en el Congreso de Zaragoza no aparece de forma expresa tal idea. En ningún momento, pues, se habla explícitamente de «hombre terciario». Boscá tampoco aventuraba a qué forma humana en concreto, de las consideradas por Ameghino, podría adscribirse aquel ejemplar que había llegado a sus manos. Es cierto que el argentino solamente había empezado a dar noticias de la existencia de restos caracterizados como Tetraprothomo argentinus en 1907, y hasta 1909 no publicaría los correspondientes a Diprothomo platensis. Sin embargo, los géneros en cuestión, junto a Triprothomo y Prothomo, ya habían sido propuestos por él mismo en 1884, con ocasión de la publicación de su esquema hipotético de la filogenia humana51. En todo caso, no hay ni tan siquiera men-
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BOSCÁ (1910), p. 230. BOSCÁ (1910), p. 231. 50 CATALÁ (2011). 51 V. PODGORNY, I. (2001), La clasificación de los restos arqueológicos en la Argentina, 1880-1940. Primera parte: La diversidad cultural y el problema de la antigüedad del hombre en el Plata. Saber y Tiempo, 12, pp. 5-26, y PODGORNY, I. (2005), Bones and Devices in the Constitution of Paleontology in Argentina at the End of the Nineteenth Century. Science in Context, 18 (2), pp. 249-283. Ameghino presentó en su trabajo de juventud Filogenia (1884) un programa de clasificación evolucionista a partir de la embriología, la paleontología y una anatomía comparada ampliada, que llevaría a una reconstrucción de las formas predecesoras tras la aplicación de ciertas «leyes naturales» y del tratamiento matemático de la afinidad entre los seres; v. al respecto ORIONE, J. (1987), Florentino Ameghino y la influencia de Lamarck 49
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ción por parte de Boscá de tales supuestos ancestros, no solamente en evitación de una osadía como la de pretender identificar genérica o específicamente el esqueleto de Samborombón, sino ni siquiera a título informativo. ¿Ocultaban estas omisiones una discrepancia por parte de Boscá de la propuesta filogenética de Ameghino o de su modo de proceder en las reconstrucciones genealógicas, aunque mantuviera su adhesión a la antigüedad terciaria del hombre? La manera en que Boscá entiende la evolución es de las más cercanas al darwinismo de cuantas se pueden encontrar entre los naturalistas españoles de la época, sobre todo en su aplicación a los estudios faunísticos52, aunque esté lejos de ser un darwinista absolutamente ortodoxo; así, como ya hemos razonado en otro trabajo53, era capaz de combinar en una misma apor-
———— en la paleontología argentina del siglo XIX. Quipu, 4 (3), pp. 447-471. De esta forma, se podría establecer un esquema genealógico hipotético, del que el registro fósil tal vez llegaría a dar demostración fáctica en algún momento, siquiera de alguna de sus partes (pues, en todo momento, tiene en cuenta cuán incompleto es ese registro). De ahí que no haya paradoja en el hecho de que Ameghino estableciera su filogenia humana en un período temprano de su producción y solamente al final de la misma aportara estudios detallados de presuntas formas ancestrales fósiles. Una historia general de las reconstrucciones filogenéticas y sus problemas (incluido el uso de los fósiles) en BOWLER, P.J. (1996), Life’s Splendid Drama: Evolutionary Biology and the Reconstruction of Life’s Ancestry, 1860-1940, Chicago, The University of Chicago Press. 52 FRAGA, X.A. (2002), La recepción del darwinismo por los naturalistas españoles del siglo XIX, un análisis general. En Puig Samper, M.A.; Ruiz, R.; Galera, A. (eds.), Evolucionismo y cultura. Darwinismo en Europa e Iberoamérica, Madrid, Junta de Extremadura / Universidad Nacional Autónoma de México / Doce Calles, pp. 249-265. Este autor matiza, sin negarla en absoluto, la asunción de los principios darwinistas de diversos autores, entre otros, Cisternas y Boscá. Una visión, por el contrario, más proclive a hacer de ambos darwinistas en el pleno sentido del término, en LÓPEZ PIÑERO, J.M. (2008), El darwinismo valenciano del siglo XIX y su fundamento histórico, Valencia, Consell Valencià de Cultura, pp. 137-146. 53 CATALÁ (2004). No parece coincidir tampoco con esta visión matizada del darwinismo de Boscá SALINAS (2009), p. 96-97, que habla de «su inquebrantable adhesión al pensamiento darwinista y su fe ciega en el infalible cumplimiento de los principios de la evolución tal y como los conoció, primero de la mano de su maestro Rafael Cisternas, y después, directamente, a través de la obra de Charles Darwin», además de declarar que «no albergo la menor duda de que Boscá vivió como un darvinista hasta el menor asunto de su vida», aludiendo con ello a su compromiso social, que hace coincidir con el pensamiento del propio Darwin según se expresaría en Descent of Man. Tal vez un cierto exceso de simpatía por el personaje de Boscá —al que se refiere como «el científico valenciano más brillante de la Restauración» (SALINAS, 2009, p. 86)— haga decir esto a la mencionada autora; sin embargo, si es coherente con lo que dice, de «ubicar en su tiempo y su lugar antes de emitir juicios de valor» a Boscá, debería no olvidar el propio contexto de interpretación del darwinismo en las
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tación la herencia de los caracteres adquiridos y la perfectibilidad de los organismos con la lucha por la vida. Por otro lado, Boscá fue un adelantado —en sus contribuciones herpetológicas— en la introducción en España del concepto de grupo natural, que marca una clara asunción genealogista54. Boscá, de alguna manera, es un buen ejemplo de la complicada amalgama de ideas que los naturalistas evolucionistas españoles solían pergeñar. Su vinculación a las iniciativas de la Institución Libre de Enseñanza55 le harían sin duda conocedor —aunque no necesariamente adherente— de la aceptación condicionada de las tesis de Darwin por parte de los krausistas —quienes rechazaban el materialismo implícito en ellas—, y de las versiones entre ortogenéticas y lamarckistas que algunos de aquéllos elaboraron56. No hay que olvidar que Boscá fue uno de los jóvenes que impulsaron en Madrid el Ateneo Propagador de las Ciencias Naturales, donde la presencia krausista era importante. En realidad, y pese a las críticas krausistas a Haeckel, la propia asunción del cambio direccional hacía plausible los esquemas genealógicos puramente hipotéticos, y por tanto no cabría esperar en Boscá una beligerancia al respecto en el caso de ser proclive a unos esquemas evolucionistas no puramente materialistas. De hecho, en su discurso en el homenaje a Darwin en la Universidad de Valencia (1909), invocaba, respecto a la inclusión del hombre en la evolución, «la unidad sintética y sin excepciones, á que se encaminan los conocimientos, como ideal que nos aproxime á lo absoluto, ese más allá del que tan distantes
———— últimas décadas del siglo XIX, tanto en la comunidad internacional, como en España; pueden consultarse para orientaciones diferentes, entre otras muchas obras, BOWLER (1985), BOWLER, P.J. (1988), The Non-Darwinian Revolution: Reinterpreting a Historical Myth, Baltimore, The Johns Hopkins Univeristy Press, RUSE, M. (1996), Monad to Man: The Concept of Progress in Evolutionary Biology, Cambridge (Mass.), Cambridge University Press, y GLIBOFF, S. (2008), H.G. Bronn, Ernst Haeckel, and the Origins of German Darwinism, Cambridge (Mass.), MIT Press; para el caso español, sigue siendo perfectamente utilizable GLICK (1982), y actualizaciones posteriores como las de NÚÑEZ, D. (1996), Darwinisme espagnol. En TORT, P. (dir.), Dictionnaire du darwinisme et de l’évolution, París, Presses Universitaires de France, pp. 896-900, y PELAYO, F. (2008), Darwinism and Paleontology: Reception and Diffusion of the Theory of Evolution in Spain. En ENGELS, E.M.; GLICK, T.F. (ed.), The Reception of Charles Darwin in Europe. Volume II, London / New York, Continuum, pp. 386-399. Juzgamos algo peligroso, por otro lado, llevar la coherencia darwinista de Boscá, incluso, a aproximarlo a una especie de «darwinismo social» que, como es bien conocido —v. BROWNE, J. (2009), Charles Darwin. El poder del lugar, Valencia, Universitat de València— Darwin mismo rechazó. 54 SÁNCHEZ ARTEAGA (2005). 55 CATALÁ (2004), 56 SIMÓ, J. (2004), La Naturphilosophie en España. La recepción del evolucionismo en el entorno de la tradición krausista. Asclepio, 56 (2), pp. 197-222. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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nos encontramos»57; sin el materialismo absoluto de un Haeckel, hay no obstante una asunción monista para la vía del saber. Boscá procuró dar al trabajo del congreso de Zaragoza una difusión amplia, puesto que dispuso el envío de copias a personajes de la talla de Arthur Smith Woodward (1864-1944), Eugène Dubois (1858-1940) o Louis Dollo (1857-1931)58, entre otros59. A la vez, la asignación de edad terciaria al esqueleto se popularizó rápidamente entre los colegas españoles, en un momento coincidente con la aceptación favorable de las ideas de Ameghino por naturalistas como Eduardo Hernández-Pacheco (1872-1965)60. Estaba previsto
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BOSCÁ, E. (1909a), [Discurso pronunciado en la velada celebrada en el Paraninfo de la Universidad el 22 de febrero de 1909, en homenaje a Darwin]. Tribuna Médica, 3 (13), 4-7, p. 5. 58 Woodward, que trabajaba en el British Museum, visitó la colección de Valencia en dos ocasiones, y Boscá le devolvió la visita en Londres en febrero de 1910. Dubois y Dollo fueron visitados por Boscá en los Museos de Haarlem y de Bruselas, respectivamente, en el curso del mismo viaje, pero un mes después; v. BOSCÁ, E. (1911), Los Museos de París, Londres, Amsterdam y Bruselas. Anales de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 4 (1), pp. 1-61. 59 «Nota de los folletos remitidos al extranjero, del hombre de Samborombón». AMCNV, serie Documentos relacionados con los museos extranjeros, doc. 1. En la lista también aparecía el nombre de Armand Thévenin (1870-1918), asistente de Marcellin Boule (1861-1942) en el Muséum d’histoire naturelle de París y responsable del hallazgo de los restos de una mano fósil casi completa en la Chapelle-aux-Saints, al año siguiente (1909) del gran descubrimiento de los hermanos Bouyssonie; v. HUREL, A. (2005), La découverte de l’Homme fossile de la Chapelleaux-Saints (1908): Pratiques de terrain, débats et représentations des Néandertaliens. Organon, 34, pp. 97-118. Así mismo, estaba en la relación Paul François Hubrecht (1880-1929), geólogo de Amsterdam a quien Boscá conoció en el curso del viaje comentado en la nota anterior; v. BOSCÁ (1911). Este naturalista era hijo de Ambrosius Hubrecht (1853-1915), zoólogo vivamente interesado por la filogenia de los primates, estudioso de los társidos (a los que consideró como plausibles correlatos del tipo ancestral de primate, anticipando en algunos puntos la teoría de Frederic Wood Jones) y contradictor de la interpretación de Dubois de Pitecanthropus erectus; v. BOWLER, P.J. (1986), Theories of Human Evolution. A Century of Debate, 1844-1944, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, p. 118. 60 Hernández-Pacheco, que fue pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1911 y 1912 para realizar estudios de paleoantropología y paleozoología en diversas instituciones extranjeras, publicó, efectivamente, algunos trabajos con el fin de difundir la obra del argentino, según revela PELAYO, F. (2007), La evolución humana y su difusión en España en el marco de la JAE. Asclepio, 59, pp. 137-162. En esta línea, hay que situar una nota de julio de 1910 leída durante la sesión científica de ese mes de la Real Sociedad Española de Historia Natural, donde, al comentar un trabajo de Ameghino sobre Diprothomo platensis, afirmaba que éste «aduce, si no una prueba decisiva á la que no puedan hacerse algunas objeciones de detalle, por lo menos es justo reconocer que en su última Memoria ha avanzado mucho en favor de su teoría del hombre terciario»; v. HERNÁNDEZ-
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que el Segundo Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias tuviera lugar en Valencia en 1909, dentro del programa de actos vinculados a la Exposición Regional. Diferentes circunstancias, y principalmente los sucesos derivados de la Semana Trágica de Barcelona, con la ejecución de Francisco Ferrer Guardia y la caída del gobierno de Maura, vinieron a coincidir en el tiempo, con escasa antelación, con las fechas marcadas para la gran reunión científica, a finales de octubre y comienzos de noviembre; a esto, se sumó que el propio presidente de la Asociación no era otro que Segismundo Moret (1833-1913), encargado de formar gobierno precisamente tras la dimisión de Maura y sus ministros. Así pues, no hubo más opción que el aplazamiento, y el Congreso tuvo lugar finalmente en mayo de 191061. Con independencia de esto, Boscá ya tenía listo el primer catálogo-guía de la colección paleontológica que, debidamente publicado por el Ayuntamiento, fue explícitamente dedicado, como rezaba su título, «al Congreso de Valencia de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias». Para entonces, una parte apreciable de la colección ya se podía contemplar en la que sería su sede, oficialmente «provisional», durante más de ocho décadas: el Almudín, bello edificio gótico en el centro de la ciudad, que aunque amplio, era en todo caso poco adecuado para exhibir la muestra, sobre todo a causa de su deficiente estado de conservación. En el catálogo, el esqueleto era considerado «de raza sudamericana desaparecida, análoga, por lo menos, á la que en su día pobló la región argentina, llamada Calchaquía, y desolada en tiempo de la conquista de América por los españoles»62. Boscá apelaba a la autoridad de Ameghino para decir que el yacimiento donde fue hallado fue considerado por éste «de terciario plioceno superior, lacustre», evitando en todo momento, sin embargo, el empleo de la expresión «hombre terciario» como también cualquier caracterización taxonómica. Añadía que los restos ocupaban una urna aparte en un extremo del salón de exhibición. Por su parte, la Guía de Valencia que se publicó en obsequio de los congresistas daba cuenta anónimamente63, entre las atrac-
———— PACHECO, E. (1910), El Diprothomo platensis.—Un precursor del hombre del plioceno inferior de Buenos Aires, por el Dr. Florentino Ameghino [comunicación verbal]. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 10, 311-316, cita en p. 316. 61 CATALÁ (2003). 62 BOSCÁ, E. (1909b), Catálogo-guía de la colección paleontológica de J. Rodrigo Botet, dedicado al Congreso de Valencia de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, Valencia, Sucesores de Emilio Pascual, p. 12. 63 Para la gran producción de guías de Valencia con motivo o en torno a la Exposición Regional de 1909, v. SOLAZ, R. (2002), Guía de las guías de Valencia (1700-1975), Valencia, Ajuntament de València, pp. 158-169. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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ciones de la ciudad, del «Museo Paleontológico» —así, con esa denominación—, que contenía, entre otros valiosos ejemplares, «el esqueleto humano, fósil del terreno terciario, según el sabio doctor J. [sic] Ameghino, de la República Argentina. Estos restos pertenecen a una raza muy inferior ya extinguida»64. Apenas amagada en el Congreso de Zaragoza la posición de Boscá favorable a la consideración de terciario del esqueleto de Samborombón, y solamente algo más patente en las otras dos publicaciones comentadas, el catedrático valenciano realizó en 1910 dos viajes, uno a comienzos de año y otro en los meses finales, que le llevaron a estudiar materiales relacionados con los de la colección en París, Londres, Ámsterdam y Bruselas, por un lado65, y en Buenos Aires y La Plata, por otro66. Boscá fue acompañado por su hijo Antimo (1874-1950), catedrático de historia natural por aquel entonces en el Instituto General y Técnico de Teruel, del que posteriormente pasaría al de Castellón y, finalmente, al de Valencia, y excelente fotógrafo67. Para realizar tales periplos, los Boscá contaron con una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas68. En el Museo de Buenos Aires pudieron estudiar —pese a estar cerrado al público por amenazar ruina, y pese a estar un gran número de ejemplares embalados o metidos en cajas en previsión de un inminente traslado— diversos esqueletos fósiles de los que extrajeron datos para su comparación con los de Valencia. Se entrevistaron también con Enrique de Carles, quien les facilitó nuevos datos inéditos sobre los ejemplares que en su día recolectara y a quien acompañaron en una excursión científica. Y con el propio Ameghino, «ocupado en la actualidad en el estudio de las formas humanas últimamente encontradas en los tranquilos sedimentos de
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64 II CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS (1909), Guía de Valencia publicada en obsequio a los señores congresistas, Valencia, F. Vives Mora, pp. 167-168. El texto sobre el Museo era idéntico al de la guía Valencia y su región, publicada el mismo año de 1909 por el Comité Ejecutivo de la Exposición; v. BELINCHÓN et al. (2009), p. 38, y SALINAS (2009), p. 94. En este último trabajo, se atribuye plausiblemente la autoría del texto a Boscá. 65 BOSCÁ (1911). V. notas 59 y 59. 66 BOSCÁ CASANOVES, E.; BOSCÁ SEYTRE, A. (1915), Los Museos Nacionales de Buenos Aires y de la Plata. Anales de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 8 (1), pp.1-65. 67 Algunos datos sobre Antimo Boscá, en CAMARASA, J.M.; CATALÁ, J.I. (2008), Els nostres naturalistes. Volum II, València, Universitat de València, passim y especialmente p. 280. 68 Sobre la Junta como impulsora de los estudios sobre evolución humana, v. PELAYO (2007), donde se aportan también detalles sobre los viajes de los Boscá en tal contexto.
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la formación pampeana», pudieron revisar diversos materiales interesantes para las comparaciones con el esqueleto de Samborombón. En el Museo, por otro lado, hicieron acopio de bibliografía, y entre otros, de numerosos trabajos de Ameghino. También recibieron los valencianos una acogida formal en el Museo de la Plata, donde a su vez estudiaron diversos fósiles y se entrevistaron con Santiago Roth (1850-1924), jefe de la sección de paleontología y gran estudioso de la formación pampeana69, y Robert Lehmann-Nitsche (1872-1938), jefe de la sección de antropología. Éste, conocido por sus estudios lingüísticos y etnológicos, era también coordinador de un importante volumen sobre la formación pampeana —publicado en 1907 pero del que, aparentemente, Boscá no tenía noticia con ocasión del Congreso de Zaragoza de 1908— de cuya parte antropológica se encargó personalmente70. Lehmann-Nitsche, un estudioso que realizaba su trabajo desde una perspectiva evolucionista, se manifestaba también contrario a la propuesta estratigráfica de Ameghino y, desde luego, mantenía que «tous les restes ostéologiques humaines de la formation pampéenne actuellement entre nos mains, appartiennent [...] à l’Homo sapiens typique et que quelques unes des particularités ostéologiques de ce dernier se recontrent chez les indiens modernes»71.
Por otra parte, al ocuparse del esqueleto de Samborombón, y después de dar cuenta de las noticias y datos aportados en sus publicaciones por Burmeister, Ameghino y Vilanova, y verbalmente por Enrique de Carles, volvía a destacar la anomalía en la fórmula vertebral, como rasgo cierto de inferioridad, más la perforación esternal y el desgaste de las coronas dentales, como característica presente entre los indígenas sudamericanos actuales. Y como conclusión, señalaba que
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69 Nacido Kaspar Jacob Roth —era suizo—, fue un activo estudioso de la paleontología argentina de la época y descubridor de importantes ejemplares, entre otros, el hombre fósil de Pontimelo; más detalles en GIACCHINO, A.; GUROVICH, Y. (2001), Homenaje al Dr. Santiago Roth a 150 años de su natalicio. Agora Philosophica. Revista marplatense de Filosofía, 2 [consultada en internet en la página de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, 9 de julio de 2009: http://www.fundacionazara.org.ar/Artic/Tecnicos/fa057.htm]. 70 LEHMANN-NITSCHE, R. (1907), Partie anthropologique. En LEHMANN-NITSCHE, R., (publ.), Nouvelles recherches sur la formation pampéenne et l’homme fossile de la République Argentine. Revista del Museo de la Plata, 14, pp.191-453. 71 LEHMANN-NITSCHE, R. (1907), p. 203.
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«Une étude complète des restes de l’homme pampéen qui sont allés s’echouer au Musée de Valence, me paraît promettre des résultats intéressants, puisque, de son âge géologique, il n’y a pas lieu de douter»72.
No disponemos de momento de datos para juzgar si esta posición caló de algún modo en Boscá, pues nada comenta en el relato del viaje ni aparecen menciones posteriores a Lehmann-Nitsche73, quien, por otra parte, prodigó grandes atenciones a los valencianos durante su estancia e incluso les llevo de excursión para conocer in situ los sedimentos del Pampeano medio y superior74. Desde luego, si atendemos a la noticia de una conferencia que impartió el 12 de agosto de 1915 en el propio Museo Paleontológico, acompañado de Antimo Boscá, siguió divulgando las ideas de Ameghino y, por tanto, el postulado de que «el hombre pampeano existía ya en la época terciaria», aunque, para el ejemplar depositado en Valencia, no podía «afirmarse que se trata del ‘Homo pampeus’»75. La fidelidad al paleontólogo argentino, desde luego, acabaría por ser acremente usada en su contra. LA CARGA DE LA BRIGADA JESUITA El empeño de Boscá por difundir su interpretación —la de Ameghino, en último término— de la antigüedad del género humano acabó por forzar la intervención del ala más beligerante de los antievolucionistas católicos. Como señala Glick, durante las primeras décadas del siglo XX, fue «una nueva generación de biólogos jesuitas» los que tomaron el relevo en la defensa del dogma, a partir de «una base más fundamentada científicamente que lo que les fue posible a sus antecesores»76. Por eso, no resulta extraño que, en no-
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LEHMANN-NITSCHE, R. (1907), p. 298. Se conservan unas notas manuscritas de autor incierto sobre una cierta «conferencia» de Lehmann-Nitsche sobre el hombre fósil pampeano; desconocemos si se trata de unos apuntes tomados de una versión impresa o si realmente el autor asistió a una conferencia del mencionado especialista; v. Conferencia del Dr. Robert Lehmann-Nitsche. Sin fecha. AMCNV, serie Apuntes manuscritos de diversas caligrafías sobre los materiales, doc. 2. 74 BOSCÁ y BOSCÁ (1915). 75 MUSEO (1915), El Museo Paleontológico de Valencia. Una conferencia notable. Las Provincias, Valencia, 13 de agosto. 76 GLICK, T.F. (1992), El impacto del darwinismo en la Europa mediterránea y Latinoamérica. En LAFUENTE, A.; SALA, J. (eds.), Ciencia colonial en América, Madrid, Alianza, pp. 319-350, cita en p. 333. 73
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viembre de 1914, el jesuita Jaime Pujiula Dilmé (1869-1958), director del Instituto Biológico de Sarriá (Barcelona) y reputado embriólogo77, impartiera en el paraninfo de la Universidad de Valencia una serie de seis conferencias sobre «la vida y su evolución filogenética», dentro de los actos de la semana biológica que organizó el Instituto Médico Valenciano. La última de dichas charlas estuvo dedicada a la «Teoría de la descendencia», o de la evolución. Pujiula partía de una posición que solo admitía la probabilidad —que no certeza— de una evolución que él llamaba especigenética, «una evolución moderada, según la cual las especies presentes serían en realidad modificaciones de otras especies o formas, no precisamente rudimentarias, sino tales que, bajo el influjo de leyes internas y evolutivas, se habrían ido modificando y adaptando a las circunstancias, adquiriendo unas mayor perfección y otras quizás más bien degenerando»78.
Pujiula, por otra parte, consideraba caduco el darwinismo, y veía con «más garantías de probabilidad» al lamarckismo. Basaba esta diferencia de valoración, sobre todo, en la negación de finalidad o en el carácter finalista, respectivamente. Donde Pujiula resultaba absolutamente tajante era en defender la exclusión del hombre del proceso evolutivo79: «Actualmente se presenta la cuestión, en la mayor parte de las cátedras de Biología universitarias, como un hecho indiscutible. Ni es de extrañar; porque la mayor parte también de ellas son de hecho o por sistema ateas. Según ellas, el hombre es un producto de la evolución como otro cualquier organismo; es el último vástago de la evolución integral progresiva; es, digámoslo claro, aunque haga saltar los colores al rostro, una bestia perfeccionada. ¡Qué caída tan degradante para el hombre! ¡De origen divino a un vástago del bruto! Por fortuna queda aún gente sensata, que no ha doblado la rodilla ante el dios-materia, no sólo entre católicos, sino tam-
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77 Un acercamiento a la vida y obra de Pujiula en DURFORT, M. (1995), Jaume Pujiula i Dilmé, S.I (Besalú, Garrotxa, 1869-Barcelona, 1958), La morfologia microscòpica. En CAMARASA, J.M.; ROCA, A. (dirs.), Ciència i Tècnica als Països Catalans: una aproximació biogràfica, Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca, pp. 827-858. 78 PUJIULA, J. (1915), Conferencias sobre la vida y su evolución filogenética esta última particularmente con relación al hombre dadas del 23 al 28 de noviembre 1914 en el paraninfo de la Universidad de Valencia a petición del Instituto Médico Valenciano, Barcelona, Tipografía Católica, pp. 160-161. 79 Desde la postura contraria, BOSCÁ (1909a), p. 5, había señalado que «para muchos, el principal escollo del transformismo es el admitir sus conclusiones á propósito del hombre».
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bién entre acatólicos; gente que sabe volver por los fueros de la verdad y justicia, vindicando para el hombre los derechos de su dignidad y nobleza.»80
Lejos, pues, de la manera de conducirse de un Vilanova o incluso de un Barberá, que procuraban impugnar cuestiones relacionadas con la evolución humana mediante argumentos que no recurrían a consideraciones religiosas, Pujiula se lanzaba por la diatriba ideológica, con esa descalificación genérica a las cátedras universitarias y el colorido adjetival que se puede apreciar en la cita. Todo atisbo de lo que, siguiendo a Glick, podríamos denominar discurso civil sobre el evolucionismo81, estaba fuera de su consideración82. Partía la crítica de Pujiula de que la reivindicación del origen del hombre en otros animales era blandida por zoólogos, incompetentes a la hora de juzgar de aquello «propio y característico del hombre»: el alma racional. Por otro lado, y aunque argumentativamente estaba dispuesto a «suponer posible la evolución y el origen animal del hombre, en cuanto al cuerpo» —lo que no deja de ser una concesión retórica a ese discurso civil— en realidad lo que deseaba probar es que ni la anatomía comparada ni la fisiología, como tampoco el recurso a los argumentos basados en los órganos rudimentarios, la embriología o la paleontología, podían ofrecer pruebas del origen animal del hombre. Al argumentar respecto a la paleontología, buena parte del esfuerzo de Pujiula se dedicó a probar la inconsistencia del postulado del hombre terciario, tanto desde el punto de vista de la hipótesis de los eolitos, como desde los argumentos en pro de subsumir dentro de la especie humana los restos relacionados con el hombre de Neandertal o el hombre de Java. Y naturalmente, también argumentó contra las hipótesis de Ameghino83, incluyendo en ———— 80
PUJIULA (1915), pp. 164-165. GLICK, T.F. (1993), Ciencia, política y discurso civil en la España de Alfonso XIII. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.ª Contemporánea, 6, pp. 81-98. 82 No fue, de todos modos, el único autor en conducirse así, como muestra el caso del paleontólogo y profesor universitario Francisco Vidal y Careta (1860-1923), que juzgaba, con ocasión de la Primera Guerra Mundial, que el belicismo y el armamentismo, sobre todo por el lado alemán, conectaban con la asunción de las teorías de Darwin, al tiempo que arremetía contra la Institución Libre de Enseñanza y se burlaba de Ignacio Bolívar por sus enseñanzas evolucionistas; v. PELAYO, F. (2002), Darwinismo y antidarwinismo en España (1900-1939): la extensión y crítica de las ideas evolucionistas. En PUIG-SAMPER, M.A.; RUIZ, R.; GALERA, A. (eds.), Evolucionismo y cultura. Darwinismo en Europa e Iberoamérica, Madrid, Junta de Extremadura / Universidad Nacional Autónoma de México / Doce Calles, pp. 267-283. 83 Concretamente, contra su postulado de filogenia humana y contra la atribución de edad terciaria a restos humanos. No se ocupa, sin embargo, de las propuestas poligenistas de Ameghino, seguramente por haber excluido toda posibilidad de evolución humana. No hay 81
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el camino a Eduardo Boscá. El libro de Pujiula, también en este punto, representa un salto importante en el modo en que transcurría la polémica. Si Barberá, como hemos visto, trató de razonar sin personalizar en exceso y con moderación en sus expresiones, Pujiula, por el contrario, no dudó en emplear la ironía y hasta el sarcasmo para atacar a autores concretos: «En las pampas de América se han encontrado esqueletos humanos que el Dr. Ameghino estimó o declaró como terciarios: Homo pampaeus, Tetraprothomo argentinus. Pero el sabio Dr. Ameghino, como le llama el Sr. Boscá, no ha podido convencer a las eminencias antropológicas de Europa, para quienes el Sr. Ameghino ha exagerado la antigüedad de las capas geológicas de las pampas, sin duda el único punto de apoyo, para hablarnos del hombre terciario. En opinión de Branca y demás antropólogos europeos de primer orden, ni las capas de las pampas son terciarias ni los esqueletos, en ellas encontrados, de otro que del Homo sapiens, en todo igual al de nuestros días. [...] este hombre terciario, lo más inverosímil de este mundo, pertenece al dominio de la imaginación. [...] Este es el juicio que se han formado los antropólogos de Europa de los trabajos científicos del Dr. Ameghino y el crédito que les merecen.»84
No es baladí esa alusión a los especialistas europeos. La propuesta paleontológica de Ameghino fue desarrollada «en las condiciones de un país perifé-
———— que perder de vista que autores católicos como el cardenal Nicholas Wiseman se habían manifestado, antes incluso de las polémicas darwinistas, en contra del poligenismo, y que en ámbitos como el estadounidense, se vivía con más preocupación entre los católicos esta cuestión que la propia evolución darwinista; al respecto, v. LIVINGSTONE, D.N. (2000), The Origin and Unity of the Human Race. En FERNGREN, G.B. (ed.), The History of Science and Religion in the Western Tradition: An Encyclopedia, New York / London, Garland Publishing, pp. 452457. Una evidencia de la posición contra el poligenismo desde perspectivas católicas durante la época que aquí se estudia, se puede encontrar en la revista Ibérica, editada por los jesuitas del Observatorio del Ebro y en la que Pujiula colaboraba con cierta frecuencia; concretamente, en una nota sobre el hallazgo del cráneo de Broken Hill en la colonia británica de Rodesia, se afirmaba por el autor anónimo que «no falta quien pretende haber visto en los caracteres de este cráneo, motivos para crear la especie Homo rhodesiensis, distinta de la Homo neanderthalensis, ni tampoco quien declare al individuo a quien perteneció, pariente más o menos próximo del Pithecanthropus erectus; pero en suma y prescindiendo de fantasías y errores, el cráneo de Broken Hill es completamente humano, y por sus caracteres no rompe la unidad específica de las diferentes razas humanas, como acabará de probarlo un estudio más detenido y completamente desapasionado»; v. HALLAZGO (1921), Hallazgo de un cráneo prehistórico. Ibérica, 16, 374-375, cita en p. 375. 84 PUJIULA (1915), pp. 191-192. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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rico»85. Pese a ello, como aquí estamos mostrando, sí halló eco favorable en científicos de otros países, en unos casos también periféricos —como el que ocupa nuestro interés— pero también centrales —por lo menos, en aquella parte relativa a la filogenia de los mamíferos—. Pujiula, en todo caso, explota el prejuicio al poner en contraste la propuesta de un sudamericano con la unánime opinión de los que trabajan donde se hacía ciencia de verdad. En cuanto al esqueleto de Valencia «Con esto queda también juzgado el esqueleto del arroyo de Samborombón, que se guarda en la colección de Rodrigo Botet, de esta ciudad (Valencia), y descrito en sus obras por el Dr. Ameghino»86.
Pasaba entonces a criticar, en concreto, la comunicación de Boscá («el ya jubilado catedrático de Ciencias Naturales de la Universidad de Valencia») en el congreso de Zaragoza, y se centraba al respecto en el argumento de «reducción orgánica» que empleaba para la vértebra lumbar supernumeraria. Pujiula entendía que no era un caso de reducción sino de multiplicación o división embrionaria de la vértebra en dos. Aducía la frecuencia de aparición de vértebras supernumerarias en personas actuales, «cuya explicación no se busca en la filogénesis como el Sr. Ameghino, a quien sigue el Sr. Boscá, sino en la Patología embriológica»87.
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ORIONE (1987), p. 456. PUJIULA (1915), p. 192. 87 PUJIULA (1915), pp. 193. En una edición posterior de esta obra, de 1925 —en la que, por cierto, sigue refiriéndose a Boscá como si estuviera vivo—, Pujiula añadía, en su filípica contra Ameghino, que «también lo ha dejado de vuelta y media en América (Buenos Aires) el P. José M. Blanco, S.J., en una serie de conferencias que dio en la Capital de la República Argentina»; v. PUJIULA, J. [1925], Conferencias sobre la vida y su evolución filogenética esta última particularmente con relación al hombre dadas del 23 al 28 de noviembre 1914 en el paraninfo de la Universidad de Valencia a petición del Instituto Médico Valenciano. Segunda edición revisada y puesta al día por el autor, Barcelona, Tipografía Católica Casals, pp. 187188. Sobre las críticas del jesuita José María Blanco a Ameghino, v. PODGORNY, I. (1997), De la santidad laica del científico Florentino Ameghino y el espectáculo de la ciencia en la Argentina moderna. Entrepasados, 7, 37-61, así como ORIONE (1987) y BONOMO, M. (2002), El Hombre Fósil de Miramar. Intersecciones en Antropología, 3, pp. 69-85. Las querellas de Ameghino con sacerdotes, en todo caso y como es fácil de suponer, ya venían de mucho tiempo atrás. En concreto, cuando en 1884 publicó Filogenia, las iras clericales cayeron sobre él, si atendemos a lo que sostiene GÁRATE, J. (1970), Ameghino, Florentino. En GILLISPIE, C.C. 86
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La artillería jesuita siguió bombardeando en los meses siguientes. En octubre de 1915 se celebró en Valladolid el cuarto congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias. El profesor de historia natural del Colegio de San José de Valencia, Jaime Balasch88, presentó una comunicación específicamente dedicada al esqueleto de Samborombón. Balasch declaraba al comienzo de su trabajo que éste estaba motivado por la «mera curiosidad» que le suscitaba «la insistencia con que he visto citar en algunas publicaciones españolas recientes un esqueleto fósil, que se conserva en la colección paleontológica de Valencia, como propio del terreno terciario»89. Tras citar tales publicaciones, concluía que, aun de diversos autores, el «inspirador» de tal idea no era otro que Eduardo Boscá, cuya conferencia en el verano anterior también recordaba. Efectivamente, entre las citas estaban las ya mencionadas Crónica del IV Centenario de la Universidad de Valencia y la guía Valencia y su región, publicada con ocasión de la Exposición Regional90, en las que no aparecía la autoría expresa de Boscá. También citaba Balasch obras firmadas por «el que fue Catedrático de Historia Natural de la
———— (ed.), Dictionary of Scientific Biography, New York, Charles Scribner’s Sons, vol. 1, pp. 129132. La prensa argentina se mostró muy dividida tras la muerte de Ameghino respecto a la valoración de la obra de éste; v. la nota 38 de PODGORNY (1997), donde se reproduce una cita textual de La Cultura Argentina del año 1918; allí se caracteriza una corriente contraria a Ameghino que basaba sus críticas en lo científico, y otra, religiosa, a la que se acusaba de panfletista e irrespetuosa, y a la que en buena medida, cabe interpretar, representaba Blanco. 88 Un retazo biográfico de Balasch en PUJIULA, J. (1927a), El R.P. Jaime Balasch, S.J., subdirector del Laboratorio Biológico de Sarriá y Secretario de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales, Sección de Barcelona, fallecido el 9 de septiembre de 1927 (Nota necrológica). Boletín de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales, 26, 147-150, aparecido también, con varios cambios y omisiones, en PUJIULA, J. (1927b), El R.P. Jaime Balasch, S.J. † Nota necrológica. Butlletí de la Institució Catalana d’Història Natural, 27, 129-130. La aportación científica de Balasch que más destaca Pujiula es, precisamente, su nota sobre el esqueleto de Samborombón. Sobre la actividad naturalista de Balasch en Valencia, v. CATALÁ, J.I. (1996), Los religiosos en la Sección de Valencia de la Real Sociedad Española de Historia Natural (1913-1936). En Real Sociedad Española de Historia Natural (XII Bienal), Tomo Extraordinario del 125 Aniversario, Madrid, Real Sociedad Española de Historia Natural, pp. 484-488. La fecha de nacimiento de Balasch, hasta ahora no reportada en los trabajos citados, en CATALOGUS (1919), Catalogus Provinciae Aragoniae Societatis Iesu Ineunte Anno MCMXX, Barcinone, Typis Eugenii Subirana, p. 80. 89 BALASCH, J. (1920), «Nota sobre el esqueleto humano fósil del arroyo de Samborombón (América del Sur)». En Asociación Española para el progreso de las ciencias, Congreso de Sevilla, Madrid, Eduardo Arias, vol. 6 (2.ª parte), pp. 63-71, cita en p. 63. 90 V. nota 64. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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Universidad de Valencia» como la comunicación en el Congreso de Zaragoza o el catálogo-guía de la colección. Llamativamente, incluía así mismo en la relación aquella nota aparecida en 1899 en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, obra de Boscá pero en la que en absoluto se alude a la edad terciaria y en la que ni siquiera aparecen argumentos estratigráficos, fuera del reconocimiento de la contemporaneidad con la fauna de mamíferos. En su impugnación, en realidad poco original, Balasch utilizó argumentos anatómicos tomados de la bibliografía. Destacaba el uso que hacía de los datos de Herman ten Kate, por cuanto utilizó la constatación de la presencia relativamente frecuente de perforaciones esternales en los indios sudamericanos para mostrar que en modo alguno el agujero en el esternón del esqueleto depositado en Valencia era un rasgo de primitivismo. En realidad, lo que se demuestra con este ejemplo es cómo, por el doble énfasis de probar la antigüedad de la presencia humana en América del Sur y la continuidad racial con los indígenas actuales, los partidarios de estas ideas acababan por utilizar un argumento que resultaba más poderoso para la segunda que no para la primera de tales ideas, y que, a la postre, lo que hacían era debilitarlo ante los ataques de sus oponentes. Balasch también hizo uso de inferencias sobre el modo en que se halló el esqueleto junto a otros ejemplares de la colección. Para ello, utilizó el testimonio de Enrique de Carles, con especial incidencia en el carácter revuelto de los restos, sitos en terreno de aluvión. Por último, revisaba la bibliografía estratigráfica para hacer ver que la mayoría de especialistas se inclinaban por la datación cuaternaria del pampeano superior. Puesto que al inicio de su exposición, Balasch hacía depender enteramente las afirmaciones de Boscá de las teorías de Ameghino, la conclusión era que, obviamente, éste estaba equivocado. Sin reservas, decía que Burmeister había calificado en su día a Ameghino de «aficionado pretencioso», y aducía testimonios de autores franceses y británicos —estrategia semejante a la de Pujiula— también contra las teorías del naturalista argentino. El último párrafo es casi solemne de tan rotundo: «De todo lo que llevo expuesto, pues, se deduce: que ni las particularidades del esqueleto fósil del Arroyo del Samborombón, ni el modo cómo se le encontró, ni los terrenos de donde se le extrajo, ni la mayor y mejor parte de los geólogos permiten admitir que el esqueleto fósil humano del Arroyo de Samborombón sea de la época terciaria y, por consiguiente, tampoco la opinión que el Sr. Ameghino de él sustenta.»91
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BALASCH (1920), p. 71. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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La comunicación de Balasch, desde luego, hacía trizas la postura de Boscá. No sabemos cómo reaccionaría éste. No está de más recordar que Balasch formaba parte desde comienzos de 1912 de la Comisión Técnica Consultiva para la colección paleontológica que la Comisión de Monumentos del Ayuntamiento de Valencia había constituido92; así pues, tendría acceso privilegiado a la colección y, de una u otra manera, establecería alguna relación con Boscá93. En cualquier caso, la publicación de la comunicación debió de pasar por algunos avatares, si atendemos a que no apareció en las actas del Congreso de Valladolid, sino en las del posterior de Sevilla, celebrado en 1917, y en las que aparece como presentada en la sesión del 9 de mayo de dicho año. No tenemos duda, sin embargo, de que Balasch la presentó en el primero94, por cuanto, en una nota sobre la participación de los socios de la Aragonesa de Ciencias Naturales en el Congreso de Valladolid, Longinos Navás destacaba que aquél «desvaneció con datos y razones apodícticas las aserciones de Ameghino que le daba antigüedad fabulosa [al esqueleto] y asentó que era ni más ni menos que el Homo sapiens L., del pleno cuaternario.»95
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Nueva Comisión Técnica, AMV, Expedientes de la Comisión de Monumentos, 26/1912. 93 Algunos detalles más sobre esta relación, en CATALÁ (2004). 94 Aun así, tampoco aparece anunciada entre los «trabajos anunciados» de la sección de ciencias naturales en el programa del congreso; v. Asociación Española para el progreso de las ciencias (1915), Congreso de Valladolid. 17-22 octubre 1915 [programa], Madrid, Eduardo Arias. 95 NAVÁS, L. [firma como L.N.] (1915), La Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales en el Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias de Valladolid. Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, 14, 231-232, cita en p. 232. Por otro lado, el contenido de la comunicación fue también publicado por la propia Sociedad Aragonesa en su revista; v. BALASCH, J. (1917), «Nota sobre el esqueleto humano fósil del arroyo de Samborombón (América del Sur)». Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, 16, 243-253. Estas enrevesadas circunstancias para el trabajo de Balasch ya tratamos de aclararlas en nuestro estudio anterior, CATALÁ (2004). El no haber atendido debidamente a ellas ha llevado a SALINAS (2009), p. 100, a cometer un error a la hora de rescatar una fuente hemerográfica que Balasch reporta, relativa a la conferencia de Boscá a la que antes hemos aludido. Salinas dice haber consultado el diario Las Provincias, que cita Balasch, y no haber hallado noticia al respecto, al tiempo que maneja la idea de que hubo dos conferencias, una de las cuales, el 12 de agosto de 1917. La conferencia —solamente una— tuvo lugar, por el contrario, justo dos años antes, en 1915, con dos meses de antelación respecto a la celebración del Congreso de Valladolid de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias; ciertamente, BALASCH (1917) la cita equivocadamente como de 1914 (aunque a la vez refiere correctamente la fecha del número de Las Provincias donde fue reseñada); v. MUSEO (1915). Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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Lo cierto es que, con independencia de los virulentos ataques de Pujiula y Balasch, la causa de Boscá era difícilmente sostenible, toda vez que la comunidad científica cada vez se mostraba más unánimemente en contra de las teorías del ya difunto Florentino Ameghino96, que a la postre, habían sido la principal inspiración y apoyo para Boscá. Así, una autoridad mundial del calibre de Arthur Keith (1866-1955) —un personaje, por otro lado, absolutamente comprometido con la interpretación evolutiva del origen del hombre—, en su referencial The Antiquity of Man de 1915, con elegancia típicamente británica, pero con absoluta contundencia, rechazaba de plano las dataciones de Ameghino, de paso que juzgaba la obra de éste, en su conjunto, como recorrida por «a lack of precision and of detail, and particularly a decided tendency to overestimate the antiquity of all the geological strata of the Argentine Republic»97. En España, por su parte, resultaría especialmente influyente la opinión de Hugo Obermaier (1877-1946), el cual, en la primera versión de El hombre fósil (1916), hacía suya la postura de que no cabía considerar la presencia humana en el Terciario de Sudamérica98; en esa obra, por cierto, citaba el ejemplar del Museo Paleontológico de Valencia. En Francia, finalmente, y por no multiplicar los ejemplos, Marcellin Boule99 dictaba un juicio implacable en 1923: «les théories générales d’Ameghino sont radicalement fausses et l’on n’a jamais trouvé dans l’Amérique du Sud le moindre débris d’un Hominien fossile différant des Hommes actuels», al tiempo que conminaba a los jóvenes naturalistas de Sudamérica a aportar «un esprit nouveau, dégagé de tous liens antérieurs, à la solution des problèmes si intéressants qui se posent dans leur pays»100. No esperó Boscá, sin embargo, a leer esta última obra. En 1921, en el tomo conmemorativo del cincuentenario de la Real Sociedad Española de His————
96 Quedó, no obstante, un remanente de fieles ameghinianos, sobre todo en la propia Argentina, sacudida tras la muerte del naturalista por las disputas entre glorificadores y detractores de su figura; v. PODGORNY (1997) y BONOMO (2002). Posteriormente, la labor de Ameghino ha sido reconocida; además de numerosos estudios al respecto y diversos homenajes en su memoria, es destacable que la revista oficial de la Asociación Paleontológica Argentina se denomine Ameghiniana. 97 KEITH, A. (1915), The Antiquity of Man, London, Williams and Norgate, p. 289. 98 OBERMAIER, H. (1916), El hombre fósil, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas / Museo Nacional de Ciencias Naturales (Memoria n.º 9 de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas), pp. 288-290. 99 Quien así mismo citaba el esqueleto de Samborombón, «actuellement au Musée de Valence (Espagne)»; v. BOULE, M. (1923), Les hommes fossiles. Éléments de paléontologie humaine, Paris, Masson et Cie, p. 443. 100 BOULE (1923), p. 446-447.
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toria Natural, publicó un «Catálogo abreviado» de la colección paleontológica, un trabajo breve que se limitaba a una noticia introductoria —en la que se reiteraban algunas de las quejas sobre la escasa dotación económica que se había podido consignar a lo largo de los años a los trabajos de montaje y estudio de la colección, así como la importancia científica de ésta— más una lista de especies. La referencia al esqueleto era escueta pero bien clara: «Homo sapiens L., arroyo de Samborombón»101. Boscá, pues, admitía que el ejemplar, aun peculiar, correspondía a un hombre moderno, y ya no hablaría en lugar alguno de su edad terciaria102; admitir la pertenencia a nuestra especie del ejemplar suponía, de facto, apartarse de las tesis de Ameghino103. Boscá, aunque todavía publicaría alguna contribución monográfica sobre otros ejemplares de la colección, falleció en 1924 sin volver a ocuparse del esqueleto humano que tanta polémica suscitara en las décadas anteriores104.
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BOSCÁ, E. (1921), Catálogo abreviado de la Colección Paleontológica Sudamericana existente en Valencia. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, tomo del L aniversario, 550-555, cita en p. 553. 102 En las versiones en inglés, alemán, francés e italiano, escritas a mano o a máquina, de una circular informativa que se pretendía enviar en 1923 a los «Centros docentes y Científicos de Europa» para dar a conocer los ejemplares principales de la colección paleontológica de Valencia, se reseñaba «Homo sapiens fosilis» [sic], aunque todavía se aludía a sus singularidades anatómicas como evidencias de una raza prehistórica. V. AMV, Expedientes de la Comisión de Monumentos, 26/1923. 103 SALINAS (2009), p. 96, pretende que Boscá «no abandonó su posición inicial en relación con el esqueleto», y se basa al respecto en la aseveración de éste en BOSCÁ (1921) de que representaba una forma extinguida. Este aserto se entiende mejor si se repara en el epíteto subespecífico que, según decimos en la nota anterior, todavía aparecía en las diferentes versiones de la circular a los museos extranjeros preparada en 1923. Una cosa es admitir que se trataba de una raza desaparecida de Homo sapiens, de gran antigüedad, y otra pretender que esto casaba con el esquema ameghiniano que retrotraía el origen de la humanidad, que no la aparición de Homo sapiens, al Terciario. 104 Pocos años después de la muerte de Eduardo Boscá, su hijo Antimo presentó una comunicación en el Congreso de Cádiz de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, en la que describía unas observaciones con rayos X de algunas de las piezas singulares del esqueleto de Samborombón, con el propósito de determinar su grado de fosilización; v. BOSCÁ, A. (1928), Aplicación de los rayos X a la determinación del estado de fosilización. En ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS, Congreso de Cádiz, Madrid, Huelves y Compañía, 6, pp. 199-202. Para más detalles de este asunto, v. CATALÁ (2004). Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 63-96, ISSN: 0210-4466
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JESÚS I. CATALÁ GORGUES
CONCLUSIONES La polémica sobre la presunta edad terciaria del esqueleto humano fósil del arroyo de Samborombón, donado al municipio de Valencia por el ingeniero José Rodrigo Botet junto con el resto de ejemplares que conformaban su colección paleontológica, muestra hasta qué punto las tensiones acerca de todo aquello que tuviera que ver con el origen, antigüedad y evolución del hombre seguían siendo importantes y acusadas entre los naturalistas, biólogos y médicos españoles del cambio de siglo. Dicha polémica, que se inició en la última década del siglo XIX y recorre las dos primeras del XX, corresponde a un período donde, de alguna manera, se reconoce una menor virulencia en las discusiones sobre la cuestión evolucionista de lo sucedido hasta entonces y una reconducción de las mismas hacia el seno del colectivo de científicos españoles. Sin embargo, aunque la misma se fue sustanciando básicamente en la literatura científica —en contraste con las diatribas propias de las décadas de los setenta y ochenta del siglo XIX, llevadas en muchas ocasiones a otros ámbitos de expresión menos regulados—, no por ello se mostró libre de impregnaciones ideológicas notables. Los detractores de la atribución de edad terciaria al esqueleto en cuestión eran generalmente católicos activos —algunos, de vida consagrada— y alineados con sectores políticos conservadores, mientras que el principal argumentador a favor de dicha atribución, Eduardo Boscá, tenía una postura religiosa notablemente más laxa y posiciones políticas así mismo mucho más a la izquierda. Es de notar cómo fue aumentando, conforme pasó el tiempo, el tono crítico de los escritos de los contrarios, con una presencia creciente de los ataques personales, y sin embargo con un conjunto de argumentos que, sustancialmente, había cambiado poco desde las primeras contribuciones. El protagonismo, además, fue siendo asumido por naturalistas profesos en congregaciones religiosas —en concreto, miembros de la Compañía de Jesús—, lo cual puede interpretarse como una reacción ante la pretensión de extender los procesos evolutivos —cuyo hecho ya era ampliamente asumido por la mayoría de los naturalistas españoles en aquel momento, incluidos buena parte de los católicos practicantes— a la naturaleza humana. Del antievolucionismo general de los primeros años de la Restauración se había pasado a centrar el discurso en la imposibilidad e impertinencia de la evolución de la especie humana, que en el pensamiento de estos autores solamente podía ser resultado de la creación directa de la mano de Dios. Ante la extendida «laicización del discurso sobre el hombre»105, se opuso una argumentación en
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105 TORT, P. (2000), Darwin y la laicización del discurso sobre el hombre. Asclepio, 52 (2), pp. 51-83.
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LA POLÉMICA SOBRE EL HOMBRE TERCIARIO Y SU EXPRESIÓN EN LA VALENCIA DE…
principio teológica, pero que buscaba bases, pruebas y discurso en la biología, para mantener el estatus privilegiado del ser humano en el plan divino, en un ejemplo más de las preconcepciones teóricas, sesgos ideológicos y pasiones personales que siempre acompañan a la reconstrucción científica del pasado humano106. Recibido: 5 de diciembre de 2009 Aceptado: 20 de julio de 2010
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106 TATTERSALL, I. (1995), The Fossil Trail. How We Know What We Think We Know about Human Evolution, New York / Oxford, Oxford University Press.
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REFORMA SANITARIA Y MOVIMIENTO PUERICULTOR EN LA LUCHA CONTRA LA MORTALIDAD INFANTIL EN LA CIUDAD DE PALMA DE MALLORCA (SIGLOS XIX Y XX)*
Joana Maria Pujadas-Mora Centre d'Estudis Demográficos - Universitat Autònoma de Barcelona
RESUMEN El avanzado modelo balear de Transición Demográfica se documenta por una elevada esperanza de vida al nacer —de casi 42 años en la década de 1860— como resultado de una baja mortalidad infantil. Con el propósito de ahondar en las razones de esta situación sanitaria privilegiada se ha analizado la influencia del Higienismo sobre el descenso de la mortalidad. Para ello se ha examinado el movimiento puericultor y la reforma sanitaria de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Se trata de un conjunto de actividades cuya responsabilidad fue compartida por diversos actores sociales, desde médicos, abogados e ingenieros, a monjas u otros colectivos que permite pensar en la existencia de un consenso social en la denuncia de las causas ‘evitables’ de enfermedad y muerte. PALABRAS CLAVE: Higienismo. Movimiento puericultor. Reforma sanitaria. Descenso de la mortalidad. Mortalidad infantil. Siglos XIX y XX. Mallorca. Islas Baleares.
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La investigación que fundamenta este artículo se desarrolló en el marco del proyecto de investigación La acción de la Administración y de la Iglesia en el proceso de dotación de servicios públicos en España (1845-1930). Un análisis regional bajo la dirección de la Dra. Isabel Moll, de la Universitat de les Illes Balears (Universidad de las Islas Baleares). Dicha investigación, a su vez, es parte de mi tesis doctoral, Evolució de la mortalitat infantil i juvenil a la ciutat de Palma (Mallorca, 1838 - 1960) presentada en la Universitat de les Illes Balears en julio de 2009. Una primera versión de este artículo fue presentada en forma de comunicación en el seminario Salud y Ciudades en España 1880-1940. Condiciones ambientales, niveles de vida e intervenciones sanitarias organizado por el Grupo de Investigación en Historia de la Población, salud y alimentación (UAB), por el Grup Balmis d'Investigació en Salut Comunitària i Història de la Ciència (UA) y por el Grupo de Historia Económica, Instituciones y Patrimonio (UMU).
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PUBLIC HEALTH REFORM AND THE INFANT WELFARE MOVEMENT IN THE FIGHT AGAINST INFANT MORTALITY IN THE CITY OF PALMA DE MALLORCA (19th AND 20th CENTURIES) ABSTRACT The Balearic Demographic Transition has been considered a forerunner in the Spanish context due to a high life expectancy of 42 years in the decade of 1860, owing primarily to low infant mortality. For a more in-depth evaluation of the factors behind this exceptional health situation, we analyze the role played by Hygienism in the decline of mortality due to the Infant Welfare movement and Public Health reforms that took place at the end of the 19th century and in the first decades of the 20th century. Both processes were led by a variety of community stakeholders such as physicians, engineers, nuns, lawyers, as evidence of a social consensus in the condemning the so-called ‘avoidable’ causes of disease and death. KEY WORDS: Hygienism. Infant Welfare movement. Public Health reforms. Decline of mortality. Infant mortality. 19th - 20th centuries. Mallorca. Balearic Islands.
1. INTRODUCCIÓN El modelo balear de Transición Demográfica se considera avanzado en comparación con la mayoría de provincias españolas, al presentar una elevada esperanza de vida al nacer —de casi 42 años en la década de 1860—, como resultado de una baja mortalidad infantil1. El hecho ya fue reconocido por los higienistas mallorquines de finales del siglo XIX, quienes señalaron la situación sanitaria privilegiada que se daba en la sociedad balear, como una de sus principales causas2.
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Para una visión más detenida del tema ver: BUJOSA HOMAR, F. et al. (2000), La avanzada transición demográfica en Mallorca: el caso de la mortalidad infantil. Boletín de la Asociación de Demografía Historia, XVIII (II), pp. 125-146; CABRÉ, A. (1999), El sistema català de reproducció, Barcelona, Proa; DOPICO, F.; REHER, D. S. (1998), El declive de la mortalidad en España, 1860-1930, Madrid, Asociación de Demografía Histórica; GÓMEZ REDONDO, R. (1992), La mortalidad infantil española en el siglo XX, Madrid, Siglo XXI; MUÑOZ PRADAS, F. (2005), Pautas territoriales de mortalidad en la España de 1860: una reconstrucción y análisis. Revista de Demografía Histórica, 23 (2), pp. 43-78; NICOLAU NOS, R. (1991), Trayectoria regionales en la transición demográfica española. En EIRAS ROEL, A. (ed.) Modelos regionales de la transición demográfica en España y Portugal, 2. Asociación de Demografía Histórica, pp. 49 - 65 y PUJADAS MORA, J. M. (2009), Evolució de la mortalitat infantil i juvenil a la ciutat de Palma (Mallorca, 1838-1960), Palma, Universitat de les Illes Balears, Departament de Ciències Històriques i Teoria de les Arts. 2 Nos referimos básicamente a los trabajos de los médicos Enric Fajarnés Tur (18581934) y Emili Darder Cànaves (1895-1937) y del ingeniero de caminos Eusebi Estada Sureda (1843-1917).
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La literatura especializada sobre el tema ha planteado diversas propuestas para explicar esta situación, procedentes del marco de los factores médicosociales y de comportamiento individual, del de los factores políticos e institucionales, o del de los factores económicos y ambientales3. El presente artículo pretende ahondar en alguno de los factores citados y para ello enfoca la influencia del Higienismo sobre el descenso de la mortalidad a través del movimiento puericultor y de la reforma sanitaria de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Se trata de temas que se identifican con factores medicosociales, políticos e institucionales, utilizados en la lucha contra la mortalidad infantil y cuya presencia se desarrolla en la ciudad de Palma de Mallorca (capital de la provincia de las Islas Baleares). Esta lucha contra la mortalidad durante el siglo XIX se entendió por «[...] la necesidad de frenar la pérdida de aquella forma de «riqueza nacional» que eran los obreros del mañana»4 en un Estado que en 1898 había perdido sus últimas colonias lo que hizo que se revistiera de un «Regeneracionismo» de amplio espectro5. Además este clima facilitó el proceso de formación de la especialidad médica de la Pediatría6 y de su versión social, la Puericultura. Ésta última partía de la finalidad de reglar la crianza infantil sobre todo con relación a la nutrición7 y supuso «[...] la expresión profesional de la campaña de prevención de la mortalidad infantil»8. En todo este desarrollo intervinieron los
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Véase FRENK, J. et al (1991), Elements for a theory of the health transition en la revista Health Transition Review, 1 (1), 21-38; BERNABEU-MESTRE, J. et al, Determinanti della mortalità infantile e transizione sanitaria. Una riflessione a partire dall’esperienza espagnola. En BRESCHI, M. y POZZI, L. Salute, malattia e sopravvivenza in Italia fra ‘800 e ‘900, Undine, Forum, pp, 175-193. 4 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1996), Una medicina para la infancia. En LLOP, J. M. B. (ed.) Historia de la infancia en la España contemporánea, Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Fundación German Sánchez Ruipérez, pp. 149-192, p. 149. 5 BARONA VILAR, J. L. (2007), ¿Por qué mueren los niños? El debate ideológico sobre la salud infantil en la sociedad española (1904-1939). En CAMPOS, R. et al. (eds.), Medicina, ideología e historia en España (Siglos XVI-XXI), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 287-299. 6 MEDINA DOMÉNECH, R. M.; RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1994), Profesionalización médica y campañas sanitarias. Un proceso convergente en la medicina española del primer tercio del siglo XX. Dynamis, 14, pp. 77-94. 7 RODRÍGUEZ OCAÑA, 1996 y RODRÍGUEZ OCAÑA, E.; PERDIGUERO GIL, E. (2006), Ciencia y persuasión social en la medicalización de la infancia en España, siglos XIX-XX. Historia, ciencias, saúde-manguinhos, 13 (2), pp. 1-20. 8 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1998), La construcción de la salud infantil. Ciencia, medicina y educación en la transición sanitaria en España. Historia Contemporánea, 18, pp. 19-52, p. 24. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 97-120, ISSN: 0210-4466
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cambios en las doctrinas científicas en medicina y la nueva sensibilidad política refleja en leyes sociales, además de discurrir en paralelo con desarrollos coetáneos en otros países industrializados9. El movimiento higienista integrado por un amplio abanico de profesionales: médicos, pedagogos, ingenieros, arquitectos, enfermeras, etc. se ocupó de visibilizar la situación sanitaria convirtiendo la mortalidad infantil y las necesidades higiénicas en problemas sociales10. Para este menester, el discurso social se fomentó en la cuantificación de la mortalidad y la descripción de las malas condiciones sanitarias de la población con sus posibles soluciones11. Unas soluciones que más que considerarlas terapéuticas12, cuando se focaliza en el discurso médico, fueron dirigidas a la modificación de la conducta individual o del entorno físico. Es decir, hablaríamos de la acción social de la medicina como un concepto global de Salud Pública entendido como lo planteaba el médico Ch. Winslow ya en 1920, en un artículo publicado en Science:
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9 Para más detalle ver: GIJSWIJT-HOFSTRA, M. (2003), Cultures of child health in Britain and the Netherlands in the twentieth century, New York, Rodopi; PALACIO LIS, I. (2003), Mujeres ignorantes, madres culpables: adoctrinamiento y divulgación materno-infantil en la primera mitad del siglo XX, València, Universitat de València; PALACIO LIS, I.; RUIZ RODRIGO, C. (2002), Redimir la inocencia: Historia, marginación infantil y educación protectora. València, Universitat de València.; PERDIGUERO GIL, E. (2004), Salvad al niño. Estudios sobre la protección a la infancia en la Europa mediterránea a comienzos del siglo XX, València, Seminari d’Estudis sobre la Ciència; RAMAS VARO, M. L. (2001), La protección legal de la infancia en España: orígenes y aplicación en Madrid (1900-1914), Madrid, Consejo Económico y Social de España y RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1998). 10 BALLESTER, R.; BALAGUER, E. (1995), La infancia como valor y como problema en las luchas sanitarias de principios de siglo en España. Dynamis, 15, pp. 177- 192. 11 La cuantificación de los fenómenos demográficos y epidemiológicos es parte fundamental de la denominada ‘Medicina Social’. Esta cuantificación permitía establecer el valor económico y la etiología social de muchas enfermedades fruto de la Industrialización como desarrolla RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1987): La constitución de la medicina social como disciplina en España, 1884-1923, Madrid, Ministerio de Sanidad y Consumo. Del mismo autor y relacionado con el tema se recomienda ver: La medicina como instrumento social publicado en la revista Trabajo Social y Salud (2002, núm. 43, p. 19-36) que constituye parte del monográfico «La acción social de la medicina y la construcción del sistema sanitario en la España contemporánea». 12 Aunque deben tenerse presente las campañas de vacunación local. Ver: Dossier La vacunación antivariólica en España durante el siglo XIX. Asclepio, 56(1); CANALETA SAFONT, E. et al. (2008): De la inoculación a la vacuna: Mallorca de los siglos XVIII y XIX. En PERDIGUERO, E.; VIDAL HERNÁNDEZ, J.M. (eds.). Las vacunas: historia y actualidad, Menorca, Institut d'Estudis Menorquins, pp. 37-52.
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«[…] the science and the art of preventing disease, prolonging life, and promoting physical health and efficiency through organized community efforts for the sanitation of the environment, the control of community infections, the education of the individual in principles of personal hygiene, the organization of medical and nursing services for the early diagnosis and preventive treatment of disease, and the development of the social machinery which will ensure to every individual in the community a standard of living adequate for the maintenance of health»13.
La modificación de la conducta individual en relación a la mortalidad infantil se previno a través de la educación sanitaria14 dentro de las campañas puericultoras. Éstas incluyeron la construcción de un entramado de instituciones, bien filantrópicas bien de auspicio público, dedicadas al cuidado de la infancia, especialmente en términos de nutrición, por medio del fomento de la lactancia materna. A su vez la denuncia ambiental perseguía forjar una conciencia colectiva sobre la problemática sanitaria dirigida mayormente a las esferas públicas con potestad de actuación. Es decir, la clase médica con su discurso forjó la opinión general sobre el estado de salud de la población y dirimió que elementos debían ser modificados para mejorar su estado. El contexto de producción de este discurso supuso una plataforma estratégica para formular unos determinados postulados en detrimento de otros. Esta estrategia resultaría provechosa cuando el discurso se transformaba en aplicaciones reales. Por lo tanto, su eficacia implicaría una correlación positiva entre el pensamiento médico hegemónico y las actuaciones de la Administración pública en materia de Salud Pública. Una relación muy interesante y que se puede lanzar como hipótesis para futuros trabajos dado que nuestro objeto de estudio es analizar los anclajes estratégicos de la clase médica utilizados para construir y modelar la conciencia social en relación a la salud. La intencionalidad social de este discurso, sobre todo del discurso médico, en la ciudad de Palma, se vehiculó básicamente a través de dos asociaciones científicas, la Real Academia de Medicina y Cirugía (1831 - actualidad) y del Colegio Médico-Farmacéutico (fundado en 1882 y precursor del actual Colegio de Médicos de Baleares)15. Por obligación estatutaria el ingreso de socios
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WINSLOW C.E.A (1920), The Untilled Fields of Public Health. Science, 51, pp. 23-33,
p. 30. 14 La educación sanitaria puede entenderse como el «[…] suministro a la población de conocimientos médicos actualizados, es decir, algo similar a la popularización o divulgación sanitaria» (RODRÍGUEZ OCAÑA; PERDIGUERO GIL (2006), p. 305.) 15 Ver: TOMÁS MONSERRAT, J. (1985), Medicina y sociedad: el colegio de médicos de Baleares 1882-1982, Palma, Colegio oficial de médicos de Baleares.
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y la inauguración del año académico suponían sendas alocuciones que normalmente se publicaron como folletos o como artículos de la Revista Balear de Medicina, Farmacia y Veterinaria, órgano del colegio que apareció por primera vez en enero de 1885 y en 1888 adoptó el nombre de Revista Balear de Ciencias Médicas. Estas disertaciones tenían una clara función expositiva y argumentativa con un uso constante de términos técnicos de la Medicina dado que sus emisores y receptores eran profesionales de la salud. Aunque también pudieron tener una finalidad meramente descriptiva, sobre todo cuando el autor se limitaba a exponer la investigación de otros científicos. Tanto una finalidad como otra indican la ortodoxia de la práctica académica. Su extensión no superó las 15 páginas y siempre se escribieron en castellano. Los materiales de divulgación sanitaria normalmente confeccionados por los mismos médicos constituyen otras fuentes de gran importancia para nuestro estudio. La temática y la forma fueron muy diversas, pero tenían una finalidad claramente didáctica dirigida a la modificación de la conducta ciudadana en relación a la salud. Su pretensión pedagógica procedía de la idea de prevención y en cierta manera capacitaba a los ciudadanos a evitar problemas de salud mediante el propio control de las situaciones de riesgo. Desde una perspectiva de promoción de la salud se procuraba, por ejemplo, combatir las prácticas populares en salud, prácticas frecuentemente propuestas con anterioridad por la propia clase médica16. Este tipo de documentos buscaba la interacción con el receptor, público en general o bien con un perfil definido como el caso de las cartillas que incluían consejos puericultores dirigidos a las madres. Las instituciones, asociaciones, etc. que promovieron este tipo de divulgación en Palma fueron varias y diversas. Desde las propias instancias públicas a asociaciones obreras o culturales, como la Associació per la Cultura de Mallorca o el Foment de la Dona durante la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República. El catalán fue a menudo su lengua vehicular, a consecuencia, seguramente, de ser el idioma en que se expresaban sus destinatarios. Para el presente artículo las fuentes citadas se tratan a partir del análisis de su contenido17. Por otra parte el sujeto de estudio se identifica con los actores
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16 PERDIGUERO GIL, E. (1995), Popularización de la higiene en los manuales de economía doméstica en el transito de los siglos XIX al XX. En BARONA, J.L.; MICÓ, J. (eds.). Salut i malaltia en els municipis valencians, València, Seminari d'Estudis sobre la Ciència, pp. 225-250. 17 Para una explicación amplia y extensa sobre la investigación cualitativa y de su evolución en la literatura metodológica ver: Procediments qualitatius de recollida d’informació, i el primer capítulo: Investigació qualitativa, pp. 229-255 de BRUNTE, I. et al. (2002) Tècniques d’investigació social: fonaments epistemològics i metodològics, Barcelona, Pòrtic. Otras refe-
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responsables del movimiento higienista que actuaba en Palma de fines del ochocientos y principios del novecientos. La finalidad de este tipo de análisis consiste en observar como este tipo de actuaciones se adaptan a un contexto más general, por ejemplo las transformaciones sociales de Europa a finales del XIX y principios del XX18. 2. LA REFORMA URBANA, UN EJEMPLO DE ACCIÓN URBANÍSTICA GUIADA POR LA OPINIÓN SANITARIA
La clase médica mallorquina mostró las ‘necesidades higiénicas’ de la ciudad de Palma por medio de cálculos demográficos y epidemiológicos19. Éstos se leían desde una óptica catastrofista, lo que manifestaba un deplorable estado sanitario, lo cual justificaba su intervención. Estos médicos se encargaron de marcar las líneas de actuación para mejorar la situación sanitaria, proponiendo la actuación pública en materia de Salud Pública junto a recomendaciones de Higiene Privada20. Claro está que este discurso no tenía la infancia
———— rencias de gran interés: BALCELLS JUNYENT, J. (1994): La investigación social: introducción a los métodos y las técnicas, Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias y BRUNET, I. et al. (2000), Les tècniques d’investigació social i la seva aplicació, Tarragona, Universitat Rovira i Virgili. Servei Lingüístic. 18 AROSTEGUI, J. (2001), La investigación histórica: teoría y método, Barcelona, Crítica, p. 408. 19 Contrariamente los médicos mallorquines desatendieron la cuantificación de la mortalidad infantil a diferencia por ejemplo del médico catalán Lluís Comenge (1854-1916) que en 1900 publicó su estudio la Mortalidad infantil de Barcelona según las clases sociales. Para seguir el tema ver: RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1986), La labor estadística de Luís Comenge (1854-1916) en el Instituto de Higiene Urbana de Barcelona. Dynamis, 5-6, pp. 279-306. Por su lado, la Sociedad Española de Higiene desde su constitución en 1881 entendió la correlación positiva entre la poca vitalidad del crecimiento de la población española y la alta mortalidad en la infancia. De aquí que en 1885 esta sociedad promovió el estudio del también médico Juan Aguirre y Barrio, la Mortalidad de la primera infancia. Causas y medios de atenuarla como describen PERDIGUERO GIL y ROBLES GONZÁLEZ (2004). La lista de este tipo de estudios podría ampliarse con algunas publicaciones más pero tampoco es nuestro objetivo revisar este tipo de producción. 20 Sobre la importancia de las actuaciones públicas en materia de Salud Pública como factor determinante del descenso de la mortalidad, véanse los trabajos de Simon Szreter. Por ejemplo: SZRETER, S. (2002a), Rethinking Mckeown: The relationship between public health and social change. American Journal of Public Health, vol. 92 (5), pp. 722-725 y SZRETER, S. (2002b),The state of social capital: bringing back in power, politics, and history. Theory and Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 97-120, ISSN: 0210-4466
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como único destinatario, sino al conjunto de la población, como si veremos en el movimiento puericultor. Esta reforma pública recibió el apelativo general de Saneamiento de Palma, tal como el médico Bernat Riera Alemany tituló 5 conferencias que pronunció en el Colegio Médico-Farmacéutico entre 1900 y 1902. Esta institución fue la plataforma que utilizó la clase médica mallorquina para plantear la reforma bajo los siguientes términos: «La población urbana en suma, está amenazada en cuanto respecta a las condiciones que le dan este calificativo: 1º Por la infección del suelo y del agua. 2º Por las alteraciones comunes o específicas de la atmósfera. 3º Por la imperiosidad relativa de recursos alimenticios, y 4º Por la multiplicidad de contactos entre personas y entre personas y cosas, como dato de progresión de afectos contagiosos cuando sus gérmenes lleguen al grupo.[...]»21.
Con la utilización de la terminología médica de infección y alteración, Bernat Riera justificaba la actuación en el ámbito de la conducción de residuos, de la canalización del agua potable, de la inspección de mercados de productos alimentarios y mataderos y del sistema de limpieza de las vías públicas. Pero también se ocupaba de la esfera privada a través de la denuncia del hacinamiento en las viviendas y la ubicación de las fosas sépticas. Es decir, unieron la Higiene Pública y la Privada con la intención de que: «[...] la profilaxis individual sería la vanguardia de la oficial, y ambas constituirían un preservativo eficaz, porque si bien la profilaxis pública es siempre menor
———— Society, 31, pp. 573-621. Sobre políticas municipales de reforma urbana destacaremos ver, en otros, SALAS VIVES, P. (2002), Les obres públiques a Mallorca durant el segle XIX. Consideracions sobre l’acció de l'administració pública a l'època contemporánea. Mayurca, 28, pp. 5374 por su localización geográfica aunque su base de estudio es parte de la población rural de la isla. También citar los trabajos de Josep Lluís Barona para la realidad valenciana: (2002): BARONA VILAR, J. LL. (2002), Política urbanística i higiene de les ciutats. La societat valenciana en el trànsit al segle XX. Gimbernat, 38, pp. 223-238; BARONA VILAR, J. LL. (2002), Salud, enfermedad y muerte. La sociedad valenciana entre 1833 y 1939, Valencia, Institució Alfons el Magnànim y BARONA VILAR, C. (2006), Las políticas de salud: la sanidad valenciana entre 1855 y 1936, Valencia, Universitat de València. 21 RIERA ALEMANY, B. (1891), Estudios generales de Higiene Pública en sus relaciones con las condiciones sanitarias de Palma. Revista Balear de Ciencias Médicas, 7, pp. 225-231, p. 229.
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que la privada, los dos se complementan y hacen una profilaxis absoluta [...]. La profilaxis privada es superior a la oficial, porque no pueden responder en absoluto los Poderes públicos, aunque tengan montados a la perfección, que es mucho tener, un sistema de desinfección y saneamiento, y aunque esté la población en las mejores condiciones higiénicas imaginables»22.
Son palabras que justificaban la intervención médica en la divulgación de los preceptos higiénicos para que la sociedad palmesana se concienciara de la necesidad de una reforma sanitaria. Una concienciación que ya se venía fraguando desde hacía tiempo ya que en marzo de 1893 el Colegio MédicoFarmacéutico inició un ciclo de 13 conferencias, de las que 3 se dedicaron a la Higiene Pública de la ciudad de Palma a cargo del médico Bartomeu Bordoy Gelabert (1831-1906)23 y otras 3 tituladas de Reforma Sanitaria de Palma las impartió Joan Munar Bennàssar (1846 - 1911)24. En este discurso sobre la reforma sanitaria de la ciudad, que sólo se ha esbozado, resalta un elemento recurrente que utilizó la clase médica mallorquina: el derribo de las murallas. Esta cuestión se puede considerar como el ejemplo paradigmático de la creación de un estado de opinión por parte de los expertos en problemas sanitarios. Un problema que fue denunciado no sólo desde el Colegio Médico-Farmacéutico sino también desde la Real Academia de Medicina y Cirugía. Aunque no por ello dejaron de oírse voces discordantes como la del médico Bartomeu Bordoy Gelabert que bajo principios miasmáticos argu-
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22 OLIVER MULET, G. (1902), Disgregaciones sobre higiene, Palma, Tipografía de las hijas de Juan Colomar, p. 13-14. Gabriel Oliver Mulet (1847-1934) se doctoró en Medicina en la Universitat de Barcelona en 1871. Fue alcalde de la ciudad de Palma entre 1877 y 1878 y médico municipal entre 1919-1934. Fue académico numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía al igual que miembro del Colegio Médico-Farmacéutico. Colaboró activamente en la Revista Balear de Ciencias Médicas. Para más detalles ver: GRAN ENCICLOPÈDIA DE MALLORCA (1888-2004), (2), pp. 210-211 y TOMÁS MONSERRAT, J. (1985), p. 39. 23 Estudió Medicina en la Universitat de Barcelona según título expedido en Madrid el 1 de septiembre de 1854. Fue académico numerario y vicepresidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Palma. Al igual que director de la revista del Colegio MédicoFarmacéutico de Palma. Sobre el médico en cuestión se recomienda ver: GRAN ENCICLOPÈDIA DE MALLORCA (1888-2004), volumen 12, p. 73 y TOMÁS MONSERRAT, J. (1985), pp. 39-40. 24 Se licenció en Medicina en la Universidad Central en 1871. Fue profesor de anatomía e higiene en la Institución Mallorquina de Enseñamiento, vicepresidente de la Sección de Ciencias del Ateneo Balear, inspector de sanidad, vicepresidente del Colegio de Médicos de Baleares y presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Palma. En 1880 fue nombrado regidor del Ayuntamiento de Palma. Para reseguir la figura ver: GRAN ENCICLOPÈDIA DE MALLORCA (1888-2004), volumen 11, pp. 244-245 y TOMÁS MONSERRAT, J. (1985), p. 40.
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mentaba la no necesidad de su derrumbe en su conferencia Higiene Pública en la ciudad de Palma publicada en 1893. El derribo no fue efectivo hasta 1902. Los argumentos de carácter sanitario esgrimidos a su favor eran higiénicos pero también demográficos dado el crecimiento de la población que la ciudad de Palma había experimentado desde finales del siglo XVIII. La ciudad de Palma en 1787 tenía poco más de 34.000 habitantes, en 1860 contaba con más de 50.000. Toda esta reforma sanitaria se justificó con los resultados del perfil epidemiológico de la ciudad a través de la cuantificación de la mortalidad por enfermedades como la fiebre tifoidea, una de las enfermedades consideradas evitables por su conocimiento etiológico. Destacaremos dos estudios que utilizaron dicha enfermedad como parte de su justificación discursiva. El primero de ellos se tituló Enfermedades infecciosas en la ciudad de Palma durante el invierno de 1899 un dictamen realizado en la Real Academia de Medicina y Cirugía por petición del Ayuntamiento de la ciudad con la intención de conocer las enfermedades reinantes en esta capital. Su autor fue el médico Enric Fajarnés Tur (1858-1934).25 Para establecer el perfil epidemiológico no sólo se sirvió del número de defunciones por dicha causa sino que utilizó todas aquellas acaecidas por causa infecto-contagiosa para el periodo 18801894 en un ejercicio de demostración del número de defunciones que podían evitarse. En cuanto a la fiebre tifoidea manifestaba que en el momento no revestía de gravedad pero se había convertido en una enfermedad endémica de la ciudad como consecuencia de «[…] la incuria y la ignorancia higiénicas [las cuales] han colocado la población en un estado lastimoso, que hubiera podido evitarse obrando con previsión, atendiendo los sanos consejos de la ciencia y dedicando á los servicios de policía sanitaria urbana de Palma, los cuidados que necesitan las poblaciones modernas»26. Su erradicación pasaba por el examen bacteriológico de las aguas públicas y privadas, por la desinfección del alcantarillado, por la declaración obligatoria de la enfermedad y de todas aquellas enfermedades gastrointestinales y por el aislamiento de los enfermos. Y todo ello tendría fácil cumplimiento dentro de un regla-
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25 Para una aproximación a la figura de este médico ibicenco que puede ser calificado como el padre de la demografía balear a más del de la historia de la medicina ver: Enric Fajarnés i Tur (1858-1934) entre la demografia i la història editat per Ernest Prats y Joana Maria Pujadas publicado en Palma en 2008 por parte de la Conselleria d’Economia, Hisenda i Innovació en la colección ‘La ciència a les Illes Balears’. 26 FAJARNÉS TUR, E. (1900), Enfermedades infecciosas en la ciudad de Palma durante el invierno de 1899, Palma, Imprenta de las Hijas de Juan Colomar, p. 7.
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mento de policía sanitaria urbana bajo la dirección de los médicos municipales, el cual no existía. El segundo estudio formó parte de un compendio de cinco conferencias impartidas por el médico Bernat Riera Alemany y tituladas, como ya se ha indicado antes, Saneamiento de Palma. Su aproximación cuantitativa a partir del número de defunciones por fiebre tifoidea sirvió para establecer el número de días de trabajo perdidos en la ciudad de Palma afirmando que por culpa de la enfermedad anualmente se dejaban de percibir 12.500 jornales. También asignó un valor monetario a cada vida perdida con el propósito de mostrar que la inversión pública en materia de Salud Pública sería menos costosa que el valor de las vidas perdidas. Por esto: «Aunque cotice modestamente en 1.000 pesetas el precio medio del palmesano y no dé a su actividad en el trabajo colectivo un valor medio superior a 3 pesetas, siempre resultará que las 300 muertes evitables que suceden al año suponen al capital colectivo una pérdida de 300.000 pesetas; que los 30 mil jornales no realizados por razón de enfermedad evitable suponen 90.000 pesetas más perdidas del propio capital, suma que puede aumentar en 40.000 pesetas más atendiendo al trabajo perdido por los enfermeros, y finalmente, que los gastos de 3.000 enfermedades que la higiene pudiera ahorrar calculados sencillamente por una mediana de 40 pesetas-cantidad poco crecida habiendo calculado a las enfermedades una duración de 10 días- formalizan otra partida de 120.000 que ha de sumarse a las anteriores, operación que da un resultado de 550.000 pesetas anuales, que precisa abonar si hemos de ser lógicos en los presupuestos que se formulen para realizar el saneamiento de esta ciudad, tan imperiosamente reclamado»27.
Aunque sólo se hayan mostrado las aportaciones de la clase médica en la creación del estado de opinión sanitario balear, debe tenerse en cuenta el trabajo de los profesionales de la educación o de la ingeniería de obras públicas, como sucedió en el resto de España. Como ejemplo cabe citar al ingeniero Eusebi Estada (1843-1917), autor de una valiosísima obra, La ciudad de Palma: su industria, sus fortificaciones, sus condiciones sanitarias y su ensanche, con un apéndice sobre las condiciones que han de reunir las viviendas para ser saludables (1885), que fue constantemente citada por los médicos mallorquines y utilizada con frecuencia como piedra angular en la presentación de las necesidades higiénicas de la ciudad. Una reciprocidad entre profesionales que fue expresada por el propio Eusebi Estada de la siguiente manera:
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RIERA ALEMANY (1902), pp.26-27.
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«La clase médica ha respondido cumplidamente a este movimiento de la opinión y lo ha alentado con su inagotable autoridad en materias sanitarias, ya en los discursos leídos en la Academia de Medicina y colegio Médico-Farmacéutico, ya al emprender esta última corporación el estudio de la Topografía médica de Palma, ya en los artículos publicados en la Revista Balear de Ciencias Médicas sobre higiene y estadística demográfico-sanitaria, ya en fin, reconociendo explícitamente en un documento oficial publicado en el Boletín de la provincia, en el informe sobre el modo de combatir la difteria: la perniciosa influencia que sobre la salud pública ejercen las malas condiciones del alcantarillado y del abastecimiento de aguas de las poblaciones, factores importantes en la etiología de las enfermedades contagiosas» (Estada, 1885: XVI).28
Aunque desde la clase médica se oyeron voces, bastante marginales, de su supuesta prevalencia en la gestión y difusión sanitaria: «[...] solamente los Médicos tiene la exclusiva para formular juicios científicos en todo lo relativo a la Higiene, porque las Medicina es la única Ciencia que exige en su programa oficial el aprobado de esta rama de sus estudios, para ejercerla con título y derecho profesional. Que todas las demás Ciencias, incluso la Química, caen en el intrusismo cuando emiten conclusiones higiénicas no admitidas en la enseñanza oficial de la Medicina [...]»29.
3. EL MOVIMIENTO PUERICULTOR a. Combatir la mortalidad infantil por el fomento de la lactancia materna. «Amantarás a tu hijo bajo pena de ser mala madre siempre que puedas o lo juzgue así el médico de tu hijo, porque deber ineludible de toda madre es criar a tu hijo [...]»30.
La nutrición infantil a lo largo del último cuarto del siglo XIX complementó el discurso que se venía manteniendo sobre los problemas higiénicos a consecuencia de la insalubridad de las viviendas, de la falta de cuidados maternos por la integración de la mujer en el mercado laboral, la de pauperiza————
28 Citado por OLIVER JAUME, J. (2002), Urbanisme, societat i educació. La construcció social de la realitat a partir de l’enderrocament de les murades de Palma (1902), Palma, IX Conferencia de Sociología de la Educación, Las reformas educativas en la España actual. 29 BORDOY GELABERT, 1893, pp. V-VI. 30 MIR MIR, J. (1906a), Cartilla higénica para los niños que debe seguir toda madre, Palma, Tipografía de las Hijas de J. Colomar, pp. 1-10, p. 1.
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ción de la clase obrera y la herencia morbosa31. Así el médico Josep Cerdà Coll pronunció el discurso inaugural del año académico de 1900 del Colegio Médico-Farmacéutico de la ciudad de Palma con el título de La necesidad de la lactancia materna. Su disertación empezaba denunciando el abandono de su práctica en la ciudad de Palma. Manifestaba que «[...] es moda ya en nuestra ciudad, el que las madres no amamanten a pequeñuelos, rompiendo uno de los preceptos del matrimonio, y arrastrando la serie de inconvenientes que lleva en pos de sí tal modo de obrar»32. Aunque no especificó detenidamente los motivos del abandono, éstos pudieron ser consecuencia de la incorporación de la mano de obra femenina al sector industrial33 o por algunos conceptos de belleza que se empezaron a difundir entre la burguesía, como el autor señalaba en su texto. También afirmaba que las mujeres que vivían en el mundo rural eran más saludables34 y por lo tanto su leche era de mejor calidad dado que tenían una vida activa y laboriosa35. En el trasfondo de este discurso se percibe un tono moralizador producto de la función estipulada para la mujer de finales del siglo XIX y de buena parte del siglo XX: la función de esposa y madre. Se observa como los facultativos mallorquines, en consonancia con los del resto del Estado, abogaron por la lactancia materna en detrimento claramente de la lactancia mercenaria y la lactancia artificial sin causa médica justificada. La lactancia natural era explicada por los beneficios que aportaba a la madre recién parida. Así, ésta servía para regularizar «[...] los fenómenos del estado puerperal, combate la predisposición a la hemorragia uterina, disminuye los sudores puerperales, previene las erupciones que a
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RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1996) CERDÀ COLL, J. (1900), Necesidad de lactancia materna, Palma, Tipografía Hijas de Juan Colomar y Salas, pp. 1-30, p. 6. 33 Para una aproximación local sobre la participación de la mujer en el mercado laboral ver: ESCARTÍN BISBAL, J. M. (1997), La dona en la Mallorca contemporània, Palma, Documenta Balear o de la misma autora conjuntamente con Aina R. Serrano Espases señalar el capítulo La dona i el món de la fàbrica a Mallorca en el libro Dones a les Illes: treball, esplai i ensenyament (1895-1945) publicado en 1997. 34 Sobre el estado de salud del mundo rural destacaremos el reciente artículo de GALIANA Mª E.; BERNABEU-MESTRE, J. (2006), El problema sanitario de España: Saneamiento y Medio Rural en los primeros decenios del siglo XX. Asceplio, LVIII, pp. 139-164. Afirman que el estado de salud de las poblaciones rurales no era tan sano como se preveía desde las ciudades, denuncia que realizaron algunos médicos e higienistas como nos presentan los autores en este artículo. 35 CERDÀ COLL, J. (1900), p. 7. 32
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veces se presentan, disminuye la urgencia y congestión uterina post-partum, favorece el retorno de esta víscera a sus condiciones ordinarias, y tiene, en fin, para la madre todos los caracteres de una evacuación crítica .»36.
Aparte de estas ventajas físicas también se reseñaban otras ventajas psicológicas; y por supuesto se exponía el provecho que suponía para el niño, ya que esta leche implicaba «[...] como se producen relación con sus fuerzas digestivas, sufre modificaciones incesantes proporcionales al desarrollo progresivo de sus órganos, responde á todas sus necesidades, y está por completo en la perfecta armonía con las moléculas del organismo del niño»37. (Losada Mulet, 1907: 318).
Además era «[...] la única medicina que puede contrarrestar la mortalidad de la primera infancia [...] y no es que dicha mortalidad sea un mito, horroriza enterarse de ella, y mucho más en determinadas comarcas»38. La tarea del médico no se limitó exclusivamente a la explicación de los motivos por los cuales era conveniente la lactancia materna, sino también pautó su administración. Se aconsejó la cantidad de leche que debía ser suministrada a cada edad en condiciones normales de desarrollo del niño y sin la presencia de incapacidad física de la madre. Igualmente se especificó como y cuando debía ser efectuado el destete. Así, el también médico Josep Mir Mir (1883 — 1939)39 en la redacción de una cartilla pedagógica de capacitación para las madres (1906) afirmaba que: «En reglamentar las horas de las tetadas está en el secreto de la higiene infantil. Tomará tu hijo el pecho o el biberón cada dos horas, los dos primeros meses de su vida y solamente cada tres en los restantes hasta el destete, no dándole jamás más leche que la que pueda contener su estómago, pues en vez de vigorizarlo lo mata-
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36 LOSADA MULET, 1907, p. 317. Eugeni Losada Mulet (1860-1923). Doctor en Medicina y Cirugía en 1880. Fue médico forense e inspector del Ayuntamiento de Palma. Miembro de la Real Academia de Medicina y Cirugía. Fue alcalde de Palma entre 1897 y 1899. Para más información ver: GRAN ENCICLOPÈDIA DE MALLORCA (1988-2004), volumen 8: 136; TOMÁS MONSERRAT (1985), p. 46. 37 LOSADA MULET, E. (1907), p. 318. 38 CERDÀ COLL, J. (1900), p. 10. 39 Se licenció en Medicina en la Universitat de Barcelona en 1905. Fue médico de la Inclusa Provincial y de la Casa de la Misericordia según la GRAN ENCICLOPEDIA DE MALLORCA (1988-2004), volumen 11, p. 40.
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rás. Durante la noche tomará alimento dos veces en los primeros meses y solamente una en los restantes»40.
En esta misma cartilla también se regulaba la introducción de la alimentación complementaria. De esta manera: «Hasta cumplido 3 años no probará tu hijo carne, frutas, café, ni vino y nunca comerá fuera de las horas reglamentarias, no haciéndolo ni tampoco en éstas con exceso»41. Esta cartilla representa un ejemplo de material de divulgación que iba dirigido exclusivamente a las mujeres. Su finalidad era la de adoctrinarlas en la tarea de ser madres a través de un discurso en el cual el médico tenía un papel central en la crianza de los niños42. A su vez tenía la pretensión de destronar cualquier tradición popular en cuestiones de salud43. El uso de otro tipo de lactancia sólo se justificó por el padecimiento de la sífilis o la tuberculosis o la falta de secreción láctea. De esta manera se pudo recomendar una lactancia mercenaria o artificial. Para esta última el médico Josep Cerdà (1900) en el mismo discurso anteriormente citado explicaba como el proceso de pasteurización suponía un avance importante dado que: «[...] las doctrinas de Pasteur, que tienen a las ciencias biológicas una significación no inferior a la que tiene la luz en la vida orgánica, tanto es lo que deslumbran, tanto es lo que significan en todos los momentos de su desarrollo, han cambiado por completo la faz del problema; y hoy día, garantiendo la pureza de la leche y su esterilización, y cumpliéndose cuidadosamente algunas reglas al alcance de un mediana inteligencia y de una voluntad, la lactancia mixta es indudablemente superior a la mercenaria, y la lactancia artificial sostiene como ésta una ruda y equilibrada competencia.»44.
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MIR MIR, J. (1906a), p. 2. MIR MIR, J. (1906a), p. 7. 42 PALACIO LIS, I. (2003) 43 BERNABEU MESTRE, J. (2002), Cultura médica popular y evolución de la mortalidad: los cuidados de salud en la infancia durante la España contemporánea. Revista de Demografía Histórica, XX (II), pp. 147-162; CASTEJÓN et al. (2006), The mass media at the service of the fight against venereal diseases and the protection of maternal-infant health (1900-50). Historia, ciencias, saúde-manguinhos, 13(2), pp. 113-138 y PERDIGUERO GIL, E.; BERNABEU MESTRE, J. (1997), Burlarse de lo cómico nacido de la tontería humana: El Papel otorgado a la población por la divulgación higiénico-sanitaria durante la restauración. En MONTIEL, L.; PORRAS, I. (coords.), De la culpabilización Individual a la Culpabilización de la Víctima. El papel del paciente en la prevención de la enfermedad, Madrid, Doce Calles, pp. 55-66. 44 CERDÀ COLL, J. (1900), p. 30. 41
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Aún así Enric Alabern, médico responsable de la creación de la Gota de Leche de Maó,45 en su tesis doctoral Sobre lactancia artificial en las instituciones de puericultura y en la práctica privada, publicada en 1921, concluía que la lactancia artificial: «[...] hay que evitar[la] en lo posible, facilitando, fomentando y hasta creando, si así puede permitirse decir, la alimentación natural y específica de los niños, hasta tal punto que en la mentada Institución de Puericultura [Gota de leche de Maó] conseguimos reunir un mayor contingente de madres lactantes que de madres secas, encareciéndoles hasta la sugestión, a unas y otras, lo peligroso de la lactancia artificial y que los biberones allí preparados con leche esterilizada de vaca no son, a pesar de su cuidadosa y atenta preparación, lo mejor que puede darse a los críos privados del pecho, como ellas, las madres, pudieran tal vez creer, sino lo menos malo que puede ofrecérseles a falta de aquel, que es lo verdaderamente mejor.»46.
Además en la tesis de Alabern también se mostraban los inconvenientes y beneficios para los niños para quienes estaba contraindicada la leche materna o esterilizada del uso de la leche animal cruda (refiriéndose casi exclusivamente a la de vaca) y de la tratada con calor. Por lo cual, el médico afirmaba que sólo las condiciones de salud del niño y de los medios técnicos disponibles eran los factores que dirimirían el uso de un tipo u otro de leche artificial. Aunque la leche esterilizada fuera» [...] hoy por hoy, la más fácilmente obtenible y el alimento más calificado de los niños sanos en lactancia artificial»47, ya que la leche cruda: «[...] está contraindicada en la mayoría de los niños más que nada por los peligros de su manejo, si ha de mantenerse, como debe mantenerse, aséptica hasta ingestión, y luego por el disparatado precio que alcanza en las capitales donde [no] se cuenta con recursos para las costosas instalaciones de producción más los gastos del personal idóneo y suficientemente ilustrado (técnico) para hacerse cargo de lo que es el estado aséptico, sabiéndolo obtener y mantener»48.
La esterilización de la leche era la técnica más utilizada en las Gotas de Leche españolas, lo cual reforzaba su utilización dada la reducción de la mor-
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45 Ver: MONTILLA SALAS, X.; SUREDA GARCIA, B. (2008), La gota de llet: protecció a la infància i educació social a la Menorca contemporània, Maó, Institut Menorquí d’Estudis. 46 ALABERN, E. (1921), Sobre la lactancia artificial en las Instituciones de Puericultura y en la Práctica Privada, Palma, Tipografía de Amengual y Muntaner, p. 13-14. 47 ALABERN, E. (1921), p. 75. 48 ALABERN, E. (1921), p. 41.
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talidad que se había observado en este tipo de instituciones desde su implantación. No obstante, el médico Cerdá despreciaba el uso del biberón, no tanto por sus inconvenientes higiénicos49 como porque: «[...] en la mayor parte de los alimentos que con él se administran son farináceos, no contienen más que fécula, siendo insuficientes para la alimentación, pues no se halla en ellos elemento alguno nitrogenado; además [...] la saliva de los niños no tiene la propiedad de digerir los feculentos, explicándose de este modo los trastornos intestinales que lleva a la mayoría de estos pequeñuelos al sepulcro; trastornos que se desarrollan especialmente en verano [...]»50.
Por lo tanto la lactancia artificial sólo se justificó por prescripción médica y bajo su control en instituciones como las Gotas de Leche —que se tratarán más adelante— como parte de las campañas puericultoras. Por lo que respecta a la lactancia mercenaria sólo se entendía en caso de ausencia o muerte de la madre o por la existencia de algún tipo de problema físico o de enfermedad que imposibilitase este proceso fisiológico de la madre. Pero en el caso de los expósitos esta lactancia quedaba totalmente argumentada por lo que el sistema de crianza de las Inclusas se fundamentó en el uso de nodrizas tanto internas como externas. No obstante, las amas privadas eran duramente criticadas ya que según los médicos sólo tenían la pretensión de «[...] ganar dinero; poco le importa todo lo demás; ella sabe que la leche es mala, pero el egoísmo se sobrepone, verdad es que el médico puede reconocerlas, pero no siempre se prestan [...]»51. Esta práctica no sólo fue criminalizada por el hecho que la nodriza comercializaba con su leche, sino que a su vez implicaba una negligencia en la crianza de su propio hijo. La clase médica también alertó que la nodriza podía ser fuente de transmisión de enfermedades. Por todo ello este colectivo clamó por la necesidad de regular este tipo de lactancia, «Aquí todos sabéis como abundan, pero es lástima que al menos no estén reglamentadas, y se evitaría alguno de los muchos abusos que todos conocéis»52. Aunque no fue hasta la primera ley de protección a la infancia (1904) cuando se reguló.
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49 FILDES, V. (1988), The English wet - nurse and her role in infant care 1538 - 1800. Medical History, 32, pp. 142-173. 50 CERDÀ COLL, J. (1900), p. 19. 51 MIR MIR, J. (1906a), p. 11. 52 MIR MIR, J. (1906a), p. 12.
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b. Las campañas puericultoras y sus instituciones. Las campañas puericultoras fueron iniciadas en España en 1902 con la abertura de las denominadas Gotas de Leche53. La Gota de Leche de la ciudad de Palma se inauguró en enero de 1907 bajo la dirección del médico Josep Mir Mir. Este médico inspirador de la institución local, ha dejado algunas conferencias relacionadas con el tema, como Los consultorios de niños de pecho y la gota de leche pronunciada en el Círculo de Obreros Católicos de la ciudad de Palma el 20 de junio de 1906. En este texto justificaba la utilidad de dichas instituciones porque servían para «[...] imponer la Higiene como única ciencia capaz de prevenir ciertas enfermedades de la infancia, en particular su mayor enemigo, el verdadero Herodes de nuestros días, la guillotina de nuestro siglo, la diarrea.»54.
Las Gotas de Leche, entre otras funciones, consistían en un servicio de dispensa de leche, sin la pretensión de sustituir la lactancia materna ni tampoco relegar «[...] la lactancia mercenaria, [sino que] facilita leche de la mejor calidad y convenientemente preparada, a aquellas madres que a juicio del médico no pueden amamantar a su hijo, por su secreción láctea insuficiente, por ser esta de mala calidad, o por carecer de ella en absoluto»55.
La leche despachada debía ser de vaca previamente tratada con agua, cloruro de sodio y azúcar, después filtrada, embotellada en biberones y esterilizada. Los niños atendidos en estos consultorios eran convenientemente registrados en fichas individuales que contenían el nombre, la fecha de nacimiento, la edad de los padres, número de hermanos, antecedentes clínicos tanto propios como familiares y el peso. Medida que era actualizada semanalmente dada su gran importancia según el propio creador de la institución local: «El peso es el mejor guía que nos demuestra la salud del niño y su verdadero estado de
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53 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. et al. (1985), Los consultorios de lactantes y gotas de leche en Espanya. Jano, XXIX, pp. 1066-1072 y RODRÍGUEZ OCAÑA (1998), p. 24. 54 MIR MIR, J. (1906b), Los consultorios de niños de pecho y la Gota de leche: objeo de la fundación, necesidad de su establecimiento, Palma, Tipografía de las hijas de Juan Colomar, p. 7. 55 MIR MIR, J. (1906b), pp. 9-10.
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nutrición; niño que no aumenta en peso, es niño enfermo»56. Éste, a su vez, era considerado un indicador de buena salud como rezaba la cartilla higiénica anteriormente citada. En caso de enfermedad estos niños eran visitados por un médico aunque si presentaban un cuadro infeccioso por sarampión, viruela o tosferina no podían acudir al consultorio para evitar el contagio a otros niños. Otra gran función de los consultorios de niños de pecho fue la divulgación higiénico-sanitaria a través de las Escuelas de Madres a la cual debían asistir «[...] un día determinado de la semana todas las madres o encargadas de la lactancia de los niños, a la consulta que se hace en común, y en alta voz para que resulte más práctica con el ejemplo.»57. Los fondos económicos del consultorio se obtenían por suscripción popular en forma de socios protectores permanentes y de subvenciones del Ayuntamiento de la ciudad y de la Diputación Provincial. Aún así en la ciudad de Palma desde 1895 existía la Sociedad de Protección a la Infancia organizada por el abogado y político mallorquín Alexandre Rosselló (1853-1923). Tenía la misma finalidad filantrópica de las Gotas de Leche. Su objeto era el de: 1. Procurar lactancia a los niños de familias pobres que no tengan derecho de ser atendidos por la Exma. Diputación provincial según lo dispuesto en el art. 5 del Reglamento de la Inclusa de Palma. 2. Proteger a los niños de toda clase y condición contra el abandono, la miseria, los malos tratamientos y los ejemplos de inmoralidad. 3. Fomentar la educación de la infancia por todos los medios que estén al alcance de la Sociedad. 4. Popularizar en las familias los preceptos más útiles, higiénicos y morales, en harmonía con los preceptos religiosos.
Nos enfrentamos, pues, a una institución que, aparentemente, sólo se ocupó de proporcionar ayuda a la lactancia, sin ningún tipo de atención sanitaria hacia los niños, lo que sí dispusieron las Gotas de Leche. La lactancia mercenaria con una duración de 18 meses fue la única que preconizó la Sociedad de Protección a la Infancia. El reclutamiento de las nodrizas se realizaba por una Comisión ejecutiva con el beneplácito de una Junta de señoras. Posiblemente la comisión contaba entre sus miembros con algún médico dado que una de sus potestades era la inspección de las nodrizas. Esta asociación sirvió para cubrir un espacio asistencial yermo, en un momento en que este tipo de servi-
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MIR MIR, J. (1906b), p. 11. MIR MIR, J. (1906b), p. 11.
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cios sólo se prestaban a la infancia abandonada por medio de las Inclusas. Pese a su carácter filantrópico, admitía lactancias de pago por dictamen de la anterior comisión.58 Sus estatutos también disponían la posibilidad de instalar asilos marítimos, salas-cunas, patronato de aprendices, hospitales, hospicios y escuelas. De todas estas iniciativas solo se ha podido documentar la existencia de asiloscunas a cargo de una congregación religiosa. En 1903 se inauguró el Asilo Cuna del Niño Jesús de carácter filantrópico auspiciado por Margalida Caimari de la asociación Obreras de San José. La justificación del asilo venía determinada por la incorporación de la mujer al mercado laboral, una mujer que también era madre, en una ciudad donde: «[...] el número de madres jornaleras, a quienes el desempeño de los diversos oficios propios de la mujer, obliga a salir de sus casas para ganar el cotidiano jornal y sumando a estas las que concurren a fábricas y talleres, dan un crecido contingente de pobres madres puestas en el trance de abandonar sus hogares y por ende, á (sic) sus pequeñuelos, en los débiles brazos de niñas de pocos años, o hacinados en miserables, húmedas viviendas, encomendados á los mercenarios cuidados de alguna anciana de la vecindad».59
Este asilo ofrecía un servicio que no tenía parangón en la esfera pública. Al ser una asociación obrera no criminalizó a las trabajadoras, como sí pretendía el discurso médico, pero sí se la victimizó por las condiciones en que trabajaba, especialmente en el sector de la industria. Este asilo se localizó en uno de los barrios más populares de la ciudad en la calle Alfarería número 4. Tanto la Diputación Provincial como el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de las Baleares contribuyeron a su sostenimiento económico y su gestión corrió a cargo de un patronato fundado a tal efecto. En 1907 se fundó otro asilo de este tipo en el barrio de Santa Catalina. Su sostén económico en parte se debía a la cuota pagada por las madres, una peseta mensual. Este asilo contaba con un importante número de médicos protectores, muchos de los cuales ya se han citado como configuradores del discurso médico-social mallorquín. Entre ellos, Marià Aguiló, Tomàs Darder, Domingo Escafí, Josep Martí Ventosa, Antoni Mayol, Josep Mir Mir, Josep Mir Peña, Gabriel Oliver, Bernat Riera y Bernat Roca. Los médicos mallor-
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Artículo 10º del Reglamento de la Sociedad Protectora de la Infancia (1895), Palma, Escuela-Tipográfica Provincial. 59 Boletín de los Asilos Cuna del Niño Jesús de Palma y Santa Catalina: para acoger y cuidar durante el día niños en lactancia y párvulos pobres (1909), p. 3.
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quines recomendaban ardientemente estos asilos, que fueron creados a imagen y semejanza de la Créches francesas. Así el facultativo Marià Aguiló Cortès (1852-1924)60 en una alocución pronunciada en la Juventud Católica el 25 de marzo de 1883 manifestaba que este tipo de asilos permitían «[...] proporcionar al hijo del obrero un aire puro, al propio tiempo que una alimentación sana, suficiente y apropiada a su edad, una temperatura constante, limpieza y cuidados no interrumpidos, como también dejar libre a la madre todo el tiempo que reclama su trabajo, y hacer que pueda entregarse a él con entera tranquilidad [...]»61.
Para completar este apartado queda por mencionar como afectó localmente la promulgación de la primera ley de protección a la infancia de 1904, ley que desde hacía mucho tiempo anhelaba la clase médica mallorquina. Prueba de ello es que el Colegio Médico-Farmacéutico de la ciudad de Palma inauguró el año académico de 1904 con el discurso titulado Concepto higiénico-social de la protección de la infancia de Bernat Riera Alemany (1874 — 1926)62. En este se exigía que la ley no se demorase por más tiempo y calificaba a Manuel Tolosa63, inspirador de la ley en España, de »[…] apóstol de la idea en España y, si no mienten los periódicos al anunciar tareas preparatorias
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Licenciado por la Universitat de Barcelona en 1876. Fue uno de los médicos de la Inclusa. Impulsor de la creación del Colegio Médico-Farmacéutico y tuvo varios cargos relacionados con su revista. Fue presidente del Colegio de Médicos entre 1911 y 1912. Para más información ver: GRAN ENCICLOPÈDIA DE MALLORCA (1988-2004), volumen 1, pp. 40- 41; TOMÁS MONSERRAT (1985), p. 25. 61 AGUILÓ CORTÈS, M. (1903), Importancia de las Créches ó Casas-cunas: discurso leído en la Juventud Católica la noche del 25 de marzo de 1883, Palma, Tipografía de Felipe Guasp, p. 7. 62 Médico militar del Hospital Militar de Palma. Fue presidente de la Real Academia de Medicina de Baleares según aparece en la GRAN ENCICLOPÈDIA DE MALLORCA (1888-2004), volumen 14, p. 300. 63 La primera ley de protección a la infancia fue aprobada en España el 12 de agosto de 1904 gestada en el seno de la Sociedad Española de Higiene principalmente de la mano de Manuel Tolosa desde 1900 en un contexto favorable fruto del Congreso Internacional de Higiene y Demografía que se había celebrado en Madrid en 1898. Una de las principales conclusiones del congreso fue la necesidad de que leyes de este tipo debían ser promulgadas en toda Europa. Sobre el tema ver: PERDIGUERO E., ROBLES GONZÁLEZ, E. (2004), La protección a la infancia y la Sociedad Española de Higiene. En PERDIGUERO GIL, E. (comp.) Salvad al niño. Estudios sobre la protección a la infancia en la Europa mediterránea a comienzos del siglo XX, Valencia, Seminari d’Estudis sobre la Ciencia, pp. 93-120. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 97-120, ISSN: 0210-4466
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del actual ministerio, quizás esté reservado á un mallorquín ilustre el llevarla á la práctica» 64 refiriéndose al abogado y político Antoni Maura. Además en el discurso mostraba los beneficios que una ley semejante había producido en Francia. El autor presuponía que la ley debía corregir «[…] perniciosos errores de las costumbres» a más de impedir «[...] las inicuas usurpaciones a que se presta el abuso de las amas convertidas en materia de industria productiva.»65. La ley de protección de 1904 pretendía salvaguardar la salud física y moral de los menores de 15 años. Para ello y entre sus acometidos particulares se hallaba el de vigilar la lactancia mercenaria. Además debía prestar atención a las casas-cuna, los asilos, las escuelas, los talleres y a la institución benéfica por excelencia de la infancia abandonada, la Inclusa. Sus funciones fueron establecidas definitivamente mediante un reglamento publicado en 1908. Si la publicación del reglamento de la ley ya había sufrido un considerable retraso en su disposición, más lo sufrió la constitución de las juntas locales de organización que la ley general había previsto. La Junta Provincial de Protección a la Infancia y Represión de la Mendicidad de las Baleares fue constituida definitivamente el 16 de marzo de 1911 por requerimiento de la Real Orden de 8 de febrero de 1911.66 Así en el acta de constitución se manifestó que «Ahora la situación de la Junta es distinta, cuenta con recursos propios y por lo tanto está llamada a tener mucha importancia realizando de una manera práctica la humanitaria misión que le está encomendada».67 Prueba de que con anterioridad la junta local ya había sido constituida. Las juntas locales fueron divididas en cinco secciones: Puericultura y Primera Infancia, Higiene y Educación Protectora, Mendicidad y Vagancia, Patronato y Corrección Paternal y como última sección la denominada, Jurídica y Legislativa. La primera sección, Puericultura y Primera Infancia, relacionaba mensualmente el número de niños protegidos bajo su auspicio institucional. De
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RIERA ALEMANY, B. (1904), Concepto higiénico-social de la protección de la infancia, Palma, Tipografía de las hijas de Juan Colomar, p. 37. 65 RIERA ALEMANY, B. (1904), p. 37. 66 La Real Orden de 8 de febrero de 1911 disponía en su primer artículo que: […] se procederá por los Gobernadores y Alcaldes á constituir inmediatamente, si ya no lo estuvieran, las Juntas provinciales y locales de Protección á la Infancia y Represión de la Mendicidad, atendiéndose al efecto á los preceptos de la Ley de 12 de Agosto de 1904, Real Decreto de 24 de Enero de 1903 y Real orden del 28 de Febrero del mismo año. Gazeta de Madrid, 09/02/1911. 67 Acta de Constitución de la Junta Provincial de Protección a la Infancia y Represión de la Medicidad de Baleares, 17/03/1911. Guía de la Junta Provincial de Protección a la Infancia y Represión de la Mendiciad (1911), Pro Infantia, Palma, Imprenta de Rotger.
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esta manera en el Boletín de Estadística Municipal de Palma se puede consultar el número de niños a quienes atendía la Gota de leche de Palma, además de los litros de leche despachados mes a mes. Una vez expuesto el contenido de los discursos médicos relativos a la reforma sanitaria y al fomento de la lactancia materna se pueden observar al menos dos cuestiones que atañen directamente a lo planteado en un principio: la influencia de los profesionales de la salud en el descenso de la mortalidad y la consecución social que ayudó a convertir en intolerables las causas evitables de enfermedad y muerte. Prueba de ello son los bajos niveles de mortalidad en la infancia observados en la ciudad de Palma. Desde 1880-1890 la mortalidad infantil y juvenil se hallaba en franco retroceso mostrando valores del orden del 100‰ en las primeras décadas del siglo XX.68 Recibido: 29 de octubre de 2010 Aceptado: 25 de abril de 2011
AGRADECIMIENTOS Me gustaría agradecer a mi directora de tesis, la Dra. Isabel Roll sus comentarios y a los evaluadores sus sugerencias, que han ayudado a mejorar este artículo.
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LA SALUD PÚBLICA EN TRANSFORMACIÓN. LA ESTRUCTURACIÓN DE POLÍTICAS SANITARIAS EN CÓRDOBA-ARGENTINA, 1930-1943 María José Ortiz Bergia* Universidad Nacional de Córdoba
RESUMEN Esta investigación tiene como objetivo analizar los procesos de estructuración de políticas sanitarias en una provincia argentina a lo largo de los años treinta y comienzos de los cuarenta, poniendo en evidencia la importancia de este período en la generación de cambios en el tratamiento estatal de la salud en el interior del país. Para ello, el trabajo se dedica a estudiar la construcción de las políticas sanitarias y las nuevas capacidades estatales que se desplegaron alrededor del campo de la salud pública en la provincia de Córdoba. PALABRAS CLAVE: Salud. Políticas Sociales. Intervencionismo. Córdoba. Argentina.
THE TRANSFORMATION PROCESS OF THE PUBLIC HEALTH SYSTEM. THE STRUCTURING OF HEALTH POLICIES IN CÓRDOBA, ARGENTINA, 1930-1943 ABSTRACT The objective of this research is to analyze the health policy structuring process in an Argentinean province during the thirties and the beginning of the forties, showing the importance of this period in the production of changes in state health management in the interior provinces of the country. In order to do so, this paper studies the construction of the health policies and the new state capabilities that were brought into action surrounding public health in the province of Córdoba. KEY WORDS: Health. Social Policies. Interventionism. Córdoba. Argentina.
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* Lic. en Historia, Becaria del CONICET, Centro de Estudios Históricos «Prof. Carlos S. A. Segreti» Unidad Asociada a CONICET; Profesora Asistente de la Universidad Nacional de Córdoba.
[email protected]
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INTRODUCCIÓN La historiografía argentina y latinoamericana ha prestado una atención preferente al estudio de los procesos de salud/enfermedad en las tres últimas décadas, revelando su fructífero potencial para iluminar las complejas tramas de lo social. Al respecto, Diego Armus ha caracterizado el estado actual de estos estudios a partir de tres abordajes analíticos: una renovada historia de la medicina, una historia sociocultural de las enfermedades y una historia de la salud pública. Esta última especialmente volcada a la investigación del poder, la política, el Estado, la profesión médica y los cambios en las instituciones de salud en el marco de las estructuras económicas, sociales y políticas en las cuales se conformaron.1 Desde esta última línea de estudio, los investigadores argentinos han multiplicado sus abordajes sobre el complejo proceso de estructuración de las políticas sanitarias. Estos trabajos en general se insertan en un contexto temporal enmarcado por los procesos de construcción de la llamada Argentina moderna, término bajo el cual pueden sintetizarse los procesos de cambio estructural que atravesó el país entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, como la consolidación de un mercado capitalista, un orden estatal y la modernización de las relaciones sociales producto de los intensos procesos de inmigración, crecimiento poblacional y urbanización. Mediante esas investigaciones la historiografía argentina ha puesto en evidencia cómo «el estallido del conflicto social» y, en especial, la movilización obrera del período de entre siglos, interpelaron a las dirigencias políticas, quienes paulatinamente arbitraron innovaciones institucionales tendientes a resolver la llamada «cuestión social».2 En ese contexto, las problemáticas sanitarias fueron incluidas en la agenda pública producto de la preocupación de los reformistas sociales, más específicamente de los médicos higienistas.3
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ARMUS, D. (2007), La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950, Buenos Aires, Edhasa, p. 17. 2 SURIANO, J, (2000), Introducción: una aproximación a la definición de la cuestión social en Argentina. En SURIANO, J. (comp.), La cuestión social en Argentina 1870-1943, Buenos Aires, La Colmena, 19. 3 ZIMMERMANN, E. A. (1995), Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana, Universidad San Andrés; GONZÁLEZ LEANDRI, R. (2004), El Consejo Nacional de Higiene y la consolidación de una elite profesional al servicio del Estado. Argentina, 1880-1900. Anuario de Estudios Americanos, LXI (2), 571-593; ARMUS, D. (2000), El descubrimiento de la enfermedad como problema social. En LOBATO, M. (dir.), Nueva Historia Argentina. El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), Buenos Aires, Sudamericana, pp. 507-551.
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Asimismo, la mayoría de esos estudios se han dedicado a la indagación de la ciudad de Buenos Aires y de su periferia, centro político y económico del país, mostrando que en ese contexto la brecha entre las expectativas de reforma social y la generación de un equipamiento sanitario se acortó más tempranamente producto del intensivo accionar del Estado federal, municipal y de las asociaciones privadas de mutualismo y de beneficencia. Durante el período de entreguerras, dada la oferta sanitaria existente, se produjeron intensos debates sobre la necesidad de regular y reorganizar ese sistema y se generó una mayor intervención estatal orientada a ampliar los servicios de salud para integrar a nuevos sectores sociales.4 Sin embargo, esa trayectoria de los servicios sanitarios en la ciudad porteña da cuenta escasamente de los procesos desarrollados en el interior del país, en donde los gobiernos locales tuvieron mayores dificultades para construir instrumentos eficaces a la hora de promover el mejoramiento de las condiciones sanitarias de sus jurisdicciones. En este sentido, es necesario reconocer que, en un país de fuertes asimetrías regionales, la elaboración de intervenciones sanitarias que mejoraran las condiciones de vida de la población se desplegó a ritmos diversos y desiguales. Desde esa perspectiva, María Silvia Di Liscia ha demostrado que en el Territorio Nacional de La Pampa recién durante los años treinta del siglo XX se produjo un despliegue más intensivo de las intervenciones estatales, en donde la prioridad gubernamental fue expandir los establecimientos de salud sobre espacios rurales y localidades con escasos dispositivos de atención y de profesionales de la salud.5 Con la finalidad de profundizar en la discusión sobre esos diversos ritmos en los que se desplegó el proceso de construcción de las políticas sanitarias en
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4 GARNINO, M. I. y PERSELLO, A. V. (1988), La reformulación del mercado de atención médica. Buenos Aires, 1920-1940. Anuario de Rosario, 13, 343-367; BELMARTINO, S. (2005), La atención médica argentina en el siglo XX. Instituciones y procesos, Buenos Aires, Siglo XXI Editores. 5 DI LISCIA, M. S. (2007), Dificultades y Desvelos de un Estado interventor. Instituciones, salud y sociedad en el Interior Argentino. La Pampa, 1930-1946. Anuario IEHS, 22, 93123. Pero las investigaciones de Di Liscia no son las únicas que evidencian diferentes periodizaciones en la construcción sanitaria estatal en la Argentina. Al respecto, son importantes las investigaciones realizadas por Susana Belmartino y, más recientemente, por Susana Piazzesi sobre las políticas sanitarias en Santa Fe, estudios que revelan el intenso proceso de elaboración de políticas sanitarias en esa jurisdicción durante la segunda mitad de la década del treinta. BELMARTINO, S. (2007), Coyuntura crítica y cambio institucional en salud: Argentina en los años ʻ40. Salud Colectiva, 3(2), 177-202; PIAZZESI, S. (2009), Conservadores en Provincia. El iriondismo santafecino 1937-1943. Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral.
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la Argentina, en este artículo nos hemos propuesto avanzar en el estudio de una provincia del interior del país que muestra algunas similitudes con el caso pampeano, la provincia de Córdoba. En ese sentido, el análisis de las políticas sanitarias cordobesas muestra cómo incipientemente a partir de los años veinte,6 pero más claramente en la coyuntura abierta por la crisis económica mundial, se intensificaron y consolidaron las intervenciones estatales en el campo de la salud. En la provincia ese proceso se expresó a través de la expansión de la infraestructura sanitaria, de la mayor intensidad de las políticas preventivas de salud y de la ampliación de las capacidades de los aparatos públicos para intervenir en la sociedad. Esos cambios pusieron en evidencia indicios de la estructuración de un Estado social que permitió paulatinamente alcanzar un mayor grado de desmercantilización de las necesidades de individuos y familias y, por tanto, permitir independizar sus demandas de acceso a la salud de las condiciones impuestas por el mercado.7 Es necesario señalar que la jurisdicción cordobesa en esa coyuntura contaba con una población estimada en un millón y medio de habitantes distribuida en una extensa superficie territorial superior a los 160.000 km².8 Además, más allá de su peso territorial y poblacional, constituía para la época una muestra de la misma complejidad que encerraba un país de fuerte diversidad regional como la Argentina. La provincia tenía una doble inserción socioeconómica que complejizaba el marco en el cual se desarrollaban las intervenciones de los gobiernos locales. Por una parte, su zona sudeste se caracterizaba por un importante crecimiento económico producto de su incorporación al modelo agrario exportador de la pampa argentina; por otra parte, la zona noroeste del territorio provincial, centro económico del período colonial e independiente y
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6 CARBONETTI, A. (2005), La conformación del sistema sanitario de la Argentina. El caso de la Provincia de Córdoba, 1880-1926. Dynamis, 25, 87-116; MOREYRA, B. I. (2009), Cuestión social y políticas sociales en la Argentina. La modernidad periférica. Córdoba, 19001930, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes. 7 ESPING-ANDERSEN G. (1990), The Three Worlds of Welfare Capitalism, New Jersey, Princeton University Press, 37. 8 Para el período en que estamos trabajando es difícil calcular su población dada la falta de estadísticas fidedignas a lo largo del período 1914-1947. De todos modos, las oficinas públicas calculaban que en 1935 la población total de la provincia era de 1.235.398 y de la capital provincial de 268.277. Finalmente, en el censo nacional de 1947 la población de la provincia se fijó en 1.491.987 habitantes y la de la capital provincial en 386.828 habitantes. Dirección General de Estadísticas de la Provincia de Córdoba, Anuario estadístico, año 1935, Talleres Gráficos de «Comercio y Tribunales», Córdoba, 1938; Dirección Nacional de Servicio Estadístico, IV Censo General de la Nación, Buenos Aires, Vol. 1-2, p. 172.
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de más antiguo poblamiento, atravesaba durante el primer tercio del siglo XX un proceso de fuerte depresión económica y de agotamiento de los modos de vida preexistentes al quedar marginada de los procesos socioeconómicos que se vivían en la zona sudeste. En ese sentido, Córdoba era un territorio en el que convivían la Argentina moderna, la zona pampeana, de desarrollo económico vertiginoso y de arribo de inmigración europea, y la Argentina del interior, caracterizada por sus dificultades para insertarse en el proceso de crecimiento que protagonizaba la primera. En ese contexto, el eje de esta investigación es el de analizar los cambios producidos en las políticas públicas de salud de la provincia de Córdoba, reconstruyendo las tendencias en la conformación de las intervenciones estatales, las rupturas y las continuidades, los obstáculos y los condicionamientos y los factores causales que incidieron en el despliegue de políticas sanitarias en los años previos a la emergencia del peronismo en la Argentina. Para ello, indagamos en la trayectoria del organismo estatal dedicado a la atención de la salud, el Consejo Provincial de Higiene (en adelante CPH), en sus objetivos, en el contenido y orientación de sus intervenciones y en el desarrollo de sus capacidades institucionales, humanas y materiales. Respecto a esto último, en este trabajo adoptamos el concepto de «capacidades estatales» para aprehender las diferentes y las variables «aptitudes de las instancias de gobierno para obtener resultados»9 a través de sus intervenciones. Más precisamente, en esta investigación nos limitaremos a revisar aquellos aspectos que se relacionan con los contenidos administrativos de las capacidades estatales, a dimensiones tecno-burocráticas tales como los recursos humanos, la organización interna y las bases financieras que condicionan las posibilidades efectivas de los aparatos estatales para implementar políticas públicas.10 La investigación se estructuró en tres apartados. En el primero de ellos nos abocamos a proporcionar un panorama general sobre las características del sistema sanitario disponible a comienzos de los años treinta en la provincia de Córdoba, destacando los objetivos institucionales y las intervenciones que
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REPETTO F. y ANDRENACCI L. (2006), Ciudadanía y política pública: dilemas de reconstrucción de la política social argentina. En ANDRENACCI, L. (comp.) (2006), Problemas de política social en la Argentina contemporánea, UNGS, Prometeo, 313. 10 Conceptualmente podemos distinguir entre dos dimensiones de las capacidades estatales, las administrativas y las políticas, estas últimas remiten a las posibilidades estatales para imponer reglas y su habilidad para procesar las demandas sociales, políticas y económicas provenientes de la sociedad. ALONSO, G. V. (ed.) (2007), Capacidades estatales, instituciones y política social, Buenos Aires, Prometeo, pp. 18-19. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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desplegaba el CPH. En una segunda parte, nos propusimos estudiar las modificaciones y permanencias en las funciones del organismo sanitario provincial, en el contenido y orientación de su accionar y en el desarrollo de sus capacidades institucionales a lo largo de la década del treinta y comienzos de la del cuarenta (1930-1943). Finalmente, el último apartado está dedicado a analizar los cambios contextuales, políticos, sociales y culturales, que impulsaron y condicionaron la trayectoria del aparato estatal a lo largo de esos años en la provincia de Córdoba. LAS POLÍTICAS SANITARIAS EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX A lo largo de las tres primeras décadas del siglo XX existieron diferentes actores participando en el campo de la salud en la provincia de Córdoba municipios, Nación, provincia, sociedades de beneficencia, sanatorios privados y médicos particulares, a lo que no sería excepcional agregar a los idóneos en el arte de curar. Esta diversidad de actores conformaba un sistema heterogéneo, disperso y escaso en relación a las necesidades de su población. Así pues, la infraestructura existente en 1914, al margen de la capital provincial, consistía en sólo siete entidades hospitalarias, públicas y de beneficencia, en todo el territorio provincial.11 Para 1930, a éstas se sumaron otras siete, junto a dispensarios en las zonas menos pobladas, pero la norma fue la insuficiente penetración de la infraestructura sanitaria, en especial en las zonas más marginales socioeconómicamente como el noroeste cordobés.12 En el caso de la ciudad capital de la provincia, para 1930, era una urbe de cerca de 300.000 habitantes con sólo seis hospitales generales,13 dos destinados a la tuberculosis y uno a enfermedades infectocontagiosas. Entonces, hasta los años treinta el sistema sanitario se manifestaba como un deficiente tendido de dispositivos que no se adecuaban a la dispersión geográfica y al volumen de su población. En ese modelo asistencial, la participación del gobierno provincial se encontraba fuertemente limitada, prácticamente ausente de la administración de la infraestructura sanitaria pública, reduciendo sus actividades a la regulación
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MOREYRA (2009), p. 122. Ibid., p. 130. 13 Entre ellos se contaban el hospital universitario, el hospital de Niños de la Sociedad de Beneficencia, el Español y el Italiano de las sociedades de beneficencia de sendas colectividades y el Hospital San Roque bajo el Patronato del gobierno provincial. Finalmente, existía un Hospital Militar. 12
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del ejercicio de la medicina y a la intervención esporádica en la atención de las enfermedades infecciosas. También mantenía estrechas relaciones con la actividad privada con una política flexible de asignación de subvenciones, subsidios y obras públicas destinadas a sustentar el accionar de las organizaciones de beneficencia. Prevalecía, de ese modo, un sistema prescindente, predominantemente orientado por una concepción liberal de las políticas sociales, de políticas sanitarias fuertemente condicionadas por perspectivas epidemiológicas y con actuaciones de carácter más defensivo que preventivo. Hacia mediados de los años veinte se comenzaron a producir incipientes cambios en este esquema a partir de la difusión de dispensarios, la atención directa del problema de la salud y la centralización de todas las instancias administrativas.14 No obstante, la imagen que brindaba el sistema sanitario de la provincia en 1930 demuestra que esos cambios no eran más que esbozos de procesos más amplios que se produjeron años después. Para ese año, el gobierno bajo su estricto control contaba en todo el territorio de su jurisdicción con sólo tres dispensarios para niños, tres antituberculosos, un conjunto de establecimientos antivenéreos y un hospital. Asimismo, las actividades específicas del CPH en el campo de la salud se restringían a la regulación de los profesionales de la salud y a la administración de un precario sistema de atención de las enfermedades infectocontagiosas. En el año 1929, la labor del organismo había consistido en la regulación del desempeño de los profesionales de la salud y de sus prácticas ilegales, en la elaboración de informes médicos legales, inspecciones de higiene y de enfermedades infecciosas y a la distribución de vacunas y sueros.15 La política social provincial en las tres primeras décadas del siglo XX sólo había sufrido «desplazamientos parciales y coyunturales en una matriz histórica de permanencias.»16 LAS POLÍTICAS SANITARIAS EN LOS AÑOS TREINTA Iniciada la década del treinta dos procesos importantes caracterizaron la política sanitaria provincial. Por un lado, es factible identificar un proceso de ampliación de las intervenciones estatales en el campo de la salud, a través de cambios en la infraestructura sanitaria y de un despliegue más intensivo de políticas preventivas. Por otro lado, se produjo una redefinición de las prioridades gubernamentales, crecimiento del aparato público y de las capacidades
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CARBONETTI (2005). La Voz del Interior, 4/4/30, p. 11. MOREYRA (2009), p. 285.
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estatales para intervenir sobre las problemáticas sanitarias, procesos que se desplegaron en torno al Consejo Provincial de Higiene. El sistema sanitario provincial en transformación Un primer aspecto de los procesos antes mencionados se visualiza en los guarismos transcritos en la Tabla 1 que muestran el crecimiento constante de la infraestructura sanitaria de la provincia entre 1933 y 1943. Este aumento de la infraestructura implicó un quiebre en las políticas sanitarias que habían impulsado los gobiernos locales a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, generando que en pocos años el Estado cordobés se convirtiera en una importante organización en la prestación de atención médica para la población aún en los espacios más distantes del territorio. TABLA 1. INFRAESTRUCTURA SANITARIA PÚBLICA DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA, SEGÚN LAS LEYES DE PRESUPUESTO, 1932-194317 1932 1933 1934 1936 1939 1941 1942 1943* Gotas de Leche-Dispensarios de Lactantes Dispensarios Antituberculosos Dispensarios antivenéreos Pabellón de Leprosos Dispensarios de Profilaxis General, Primeros Auxilios y Atención Médica Hospitales Maternidades Estación Sanitaria del Noroeste Destacamentos Sanitarios Sanatorio de Previsión Social Sanatorio Psiquiátrico Provincial
5
5
7
7
7
8
8
8
4 14
4 12
5 9
5 9 1
5 8 1
5 10 1
5 10 1
5 9 1
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2 1 1 6 1
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9 1 1 4 1 1
8 2 1 7 1 1
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Elaboración propia. Fuente: Compilación de Leyes de la Provincia de Córdoba, 1932-1942; Archivo de Gobierno de la Provincia de Córdoba, Ministerio de Gobierno, año 1944, t. 4, fs. 61r-87r. *Extraído de una nómina de personal del año 1943.
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17 El cuadro tiene sólo un carácter referencial dado que no necesariamente los datos contenidos en las leyes de presupuesto pueden ser tomados como fidedignos de los establecimientos creados en los años asignados.
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Un aspecto que nos parece importante destacar es que los establecimientos destinados a la atención de enfermedades sociales como las afecciones venéreas y la tuberculosis tuvieron un ralentizado crecimiento a lo largo de esos años respecto a los dedicados a la atención asistencial de la población, dispensarios y hospitales, una cuestión que remite a cambios en las preocupaciones sanitarias centrales de las autoridades públicas. En ese sentido, las finalidades que presidieron la creación de los nuevos establecimientos distaron de responder predominantemente a las inquietudes por las enfermedades resultado de procesos infecciosos, de los cuales la sociedad debía defenderse a través de mecanismos de control, aislamiento, desinfección y represión. Estas innovaciones, en cambio, eran el resultado de una preocupación por asegurar el acceso a la atención sanitaria asistencial de la población. El gobernador, autoridad máxima de la provincia, explicaba que los dispensarios que se estaban construyendo respondían a «una nueva orientación y finalidad más amplia, dada la índole de sus funciones. El carácter de sus servicios se extiende a la asistencia médica general de acuerdo a las necesidades de la población. Instalados en las regiones más pobres de la Provincia prestan incalculables beneficios a los vecindarios, alejados hoy del peligro del curanderismo y descongestionando evidentemente los hospitales de la ciudad.»18 En ese sentido, este tipo de intervenciones se desplegaron en especial en la denominada campaña provincial, pueblos y ciudades rodeadas de amplios espacios rurales que generaban su aislamiento de la prestación de los servicios públicos sanitarios. Sobre esto último es importante destacar que la construcción de dispensarios de profilaxis general y, aunque más lentamente, de hospitales regionales, permitió no sólo dar satisfacción a las necesidades inmediatas de pueblos y ciudades, sino también descentralizar los servicios de salud de la capital provincial que se encontraban sobresaturados por la concurrencia de enfermos del resto de la jurisdicción. Pero eso no implicaba que no existieran preocupaciones similares para con la población de la ciudad de Córdoba, capital del territorio, sino que la provincia delegó su atención en otras jurisdicciones. En la Capital, estas iniciativas, tendientes a descentralizar la atención sanitaria y a mejorar sus condiciones de acceso, fueron protagonizadas por el municipio local. Entre 1932 y 1942 se crearon nueve dispensarios seccionales en las distintas barriadas de la ciudad, descentralizando los servicios de salud. Desde el municipio se destacaba la finalidad de este tipo de establecimientos: «sus servicios tienen un carácter y una finalidad distinta: es la medicina de ur-
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18 Secretaría Técnica Parlamentaria, Cámara de Diputados, Mensajes a la Legislatura acerca del Estado de la Provincia. Gobernador Pedro J. Frías, 1933-1935, Córdoba, 1992, p. 85.
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gencia y la clínica general, la que más solicitan los barrios obreros a donde la carencia de recursos repercute en el organismo, privándole de los elementos indispensables que aseguran el crecimiento y proveen a su defensa.»19 Entonces, la provincia desarrolló su accionar en las zonas semiurbanas y dejó en manos del municipio capitalino la ampliación de los servicios médicos primarios de su población. La lógica en la base de esa política fue la existencia de otros participantes que podían subsanar la escasa actividad provincial, permitiendo a las autoridades provinciales dedicarse a expandir los servicios de salud en aquellos lugares donde los dispositivos sanitarios eran escasos o nulos. TABLA 2. HOSPITAL Y DISPENSARIOS DE PROFILAXIS GENERAL EN 1943 Tipo de establecimiento
Número
Hospitales Regionales
8
Dispensarios de Profilaxis General, Primeros Auxilios y 57 Atención Médica
Localización Deán Funes, Leones, Cruz Alta, General Cabrera, Arroyito, Pozo del Molle, Villa de María, Corral de Bustos Ambul, Athos Pampa, Balnearia, Buchardo, Canals, Capilla de los Remedios, Carrilobo, Ciénaga del Coro, Despeñaderos, Devoto, El Arañado, General Levalle, Gigena, Hernando, Huerta Grande, Jesús María, Jovita, La Calera, La Carlota, La Cruz, La Laguna, La Paz, La Playosa, Laborde, Laguna Larga, Las Arrias, Las Perdices, Las Varillas, Los Reartes, Mina Clavero, Moldes, Noetinger, Obispo Trejo, Pampa de Achala, Quilino, Reducción, Río Primero, Río Segundo, Río Tercero, Salsacate, San Agustín, San Francisco del Chañar, San Javier, Santiago Temple, San Vicente, Santa Rosa de Río Primero, Serrezuela, Soto, Tancacha, Tránsito, Tulumba, Ucacha, Unquillo, Villa Ascasubi, Villa Concepción del Tío, Villa General Mitre, Villa Valeria.
Fuente: Archivo de Gobierno de la Provincia de Córdoba, Ministerio de Gobierno, año 1944, t. 4, fs. 61r-87r.
Recapitulando, en esos años treinta el gobierno modificó el lugar que ocupaba en el campo de la salud pública a través de la creación de numerosa infraestructura sanitaria. Ese proceso fue acompañado por nuevas concepciones y objetivos socio-políticos en torno al problema de la salud, en especial,
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Los Principios, 9/5/32, p. 2. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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orientados a favorecer el acceso a prestaciones de carácter asistencial a las poblaciones que carecían de servicios sanitarios regulares y gratuitos. En ese sentido, existieron procesos similares con los evidenciados por Di Liscia para el Territorio Nacional de La Pampa, en donde el accionar estatal intentó penetrar los territorios rurales y semirurales con políticas sanitarias que pusieran al alcance de la población los avances médicos.20 Pero, como en el caso de La Pampa, en la provincia de Córdoba existen otros elementos que también confirman esta consolidación del Estado provincial en el campo de la salud, como las campañas sanitarias. En esos años, afecciones como la difteria, la fiebre tifoidea, la peste bubónica, la viruela, el paludismo y el tracoma, constituyeron nudos centrales de las preocupaciones sanitarias de las autoridades. Dos instrumentos se desplegaron en su tratamiento, por un lado, políticas preventivas como la distribución de vacunas y la realización de campañas educativas de salud, por el otro, las intervenciones sobre los brotes epidémicos que sobrevinieron a lo largo de la década. En lo que hace al primero de estos instrumentos existió un pronunciado incremento en las acciones del CPH destinadas a impulsar campañas preventivas de salud, consistentes en vacunaciones y en la difusión de preceptos higiénicos. Además de la vacunación antivariólica, a partir de 1932 se estableció la obligatoriedad y gratuidad de las antitíficas y antidiftéricas en las escuelas públicas y privadas. El aumento de las capacidades del CPH para realizar este tipo de intervenciones se puso en evidencia en 1936, producto de una serie brotes de viruela en el país, episodios que incentivaron una intensa campaña de vacunación y revacunación. Hacia finales de ese año se habían distribuido 359.780 vacunas comprendiendo no sólo a los escolares, sino gratuitamente a empleados públicos provinciales, municipales, nacionales, de sociedades particulares y a la población que así lo requiriera. El mismo presidente del Departamento Nacional de Higiene, ente nacional dedicado a la política sanitaria, destacaba sobre el organismo local «Indudablemente, le cabe a Córdoba y a sus autoridades sanitarias el haber sido la primera provincia que atacó con mayor energía, eficacia e intensidad la tarea de vacunación y revacunación de la mayor parte de su población. Esta campaña realizada en el período precoz, ha dado grandes resultados y el Consejo Nacional no puede sino estar contento de hacerlo constar así».21 Asimismo, otra faceta de este interés por las medidas de carácter preventivo fueron las campañas de difusión de preceptos higiénicos, tales como la
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DI LISCIA (2007). La Voz del Interior, 19/12/36, p. 6.
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educación antivenérea, el combate de la mosca asociada a la propagación de enfermedades como la poliomielitis y la difusión de consejos propios de la Puericultura sobre la mejor forma de cuidar a los niños en los dispensarios de lactantes y en la «Semana del Nene». Incluso, en 1937 el CPH organizó una Exposición de Higiene destinada a poner en evidencia los logros alcanzados, los avances científicos y los nuevos objetivos sanitarios bajo jurisdicción estatal. La misma contó con la participación de las reparticiones provinciales, municipales, nacionales, asociaciones deportivas, industriales, casas comerciales y compañías de servicios públicos. Más de 50.000 personas visitaron la muestra a los que se sumaron los escolares.22 Un tercer campo en el que se desplegaron las actividades del CPH fue en la acción profiláctica en casos de brotes epidémicos. Sin embargo, en estos episodios en general las intervenciones fueron de carácter más bien tardío y reactivo, caracterizándose por sus dificultades para dar respuesta a los episodios de enfermedades infecciosas. En el caso de la provincia, uno de los azotes permanentes del período fue la peste bubónica favorecida por la importante producción agrícola que generaba la proliferación de roedores cerca del hábitat humano. La política de control de la peste consistía en el saneamiento permanente y la desratización. Un accionar de este tipo habían impulsado las autoridades a comienzos de la década a través de una campaña de desratización aplicando nuevos métodos de exterminio que consistían en la construcción de barreras dentro de las cuales se utilizaban perros ratoneros, máquinas fumigadoras y cartuchos asfixiantes. El éxito de esta política preventiva fue la inexistencia de casos mortales de bubónica entre 1934 y 1935. Pero para 1940 la falta de continuidad de estas medidas incidió en un nuevo brote de peste bubónica con el resultado de 103 enfermos en el territorio provincial y la existencia de casos durante los dos años consecutivos.23 La inadecuación de los mecanismos de atención se puso en evidencia en los pedidos de recursos extraordinarios para adquirir los insumos necesarios para la campaña de profilaxis y el tratamiento de los enfermos, como la contratación de profesionales y peones, la compra de medicamentos, camiones sanitarios y carpa-hospital. Esta coyuntura mostró las dificul-
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22 Secretaría Técnica Parlamentaria, Cámara de Diputados, Mensajes a la Legislatura acerca del Estado de la Provincia. Gobernador Amadeo Sabattini, Córdoba, 1992, p. 96. 23 A partir de ese año se produjo una paulatina disminución de los casos, 52 en 1941 de los cuales sólo 27 fueron mortales y 30 en 1942. Mensaje a la Legislatura del Gobernador de la Provincia Santiago del Castillo, año 1941, p. 17; Archivo de Gobierno de la Provincia de Córdoba (en adelante AGPC), Ministerio de Gobierno, año 1942, t. 43, f. 240r.
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tades del gobierno local para consolidar una estructura permanente de saneamiento y control, en parte producto de su alto costo económico y de su escasa relevancia pública fuera de los períodos en que la enfermedad cobraba virulencia. Una trayectoria accidentada similar sufrió el tratamiento del paludismo. En 1933 se produjo un brote en plena capital provincial durante la cual el CPH se dedicó a limpiar el cauce de los ríos y a distribuir quinina entre 2.000 enfermos o sospechosos de serlo. Al igual que en el caso de la peste bubónica, en 1936, un grave brote de paludismo en el norte de la provincia requirió la sanción de fondos extraordinarios para atender la problemática, nuevamente distribución de quinina, limpieza de cauces y camiones sanitarios. De todos modos, este episodio implicó una novedad respecto a los precedentes, dio lugar a la generación de una estructura permanente de atención de las enfermedades endémicas del norte cordobés como el paludismo, la enfermedad de Chagas, el tracoma y la brucelosis, un establecimiento sanitario dedicado a la lucha continua contra esas afecciones. En síntesis, a lo largo de estos años se produjo una reforma estructural en la participación del gobierno provincial en el campo de la salud. El eje de esas modificaciones fue la expansión de la infraestructura a disposición de la población y una renovada orientación de la misma en especial tendiente a atender más sistemáticamente a la población rural de la provincia. Este cambio fue acompañado por el despliegue más intensivo de políticas de carácter preventivo como las campañas de vacunación y de educación sanitaria. Estos dos aspectos mostrarían las innovaciones institucionales más destacadas. En contraste, las intervenciones destinadas a atender las enfermedades endémicas en los ámbitos rurales mostraron los límites de esos procesos, a través de la necesidad de realizar inversiones extraordinarias en condiciones críticas y la desigual atención dada a través del tiempo a las políticas de saneamiento. Los cambios en las capacidades estatales: el Consejo Provincial de Higiene Este apartado está dedicado a investigar la conformación de las capacidades del CPH para intervenir en las problemáticas sanitarias de los cordobeses, para regular las relaciones sociales, penetrar e imponer sus directivas sobre el conjunto de la sociedad. Para ello nos hemos propuesto revisar qué modificaciones se produjeron en la estructura del aparato estatal, estudiando los cambios en su organigrama interno y en sus recursos humanos y materiales. Uno de los primeros indicadores de los procesos de cambio institucional que se produjeron en los años treinta es el de la ampliación de los objetivos Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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del organismo. En 1930 el funcionario a cargo del CPH, el Dr. Vázquez Amenabar, reseñaba que las tareas del mismo habían sido las de atender a la profilaxis de las enfermedades epidémicas, la regulación de los profesionales de la salud, los informes médicos legales y la distribución de sueros y vacunas. Sin embargo, la expansión de la infraestructura sanitaria, la mayor expectativa en el mejoramiento en las condiciones de acceso a la medicina, la misma ampliación del concepto de salud, no sólo como ausencia de enfermedad, sino como una condición de bienestar integral, incidieron en el crecimiento de los objetivos institucionales del CPH. En 1936, el gobierno al presentar un proyecto de creación del Departamento Provincial de Higiene, incluyó como finalidades del organismo no sólo las funciones tradicionales de profilaxis y reglamentación, sino también: el de ejercer la superintendencia sobre todas las instituciones y servicios sanitarios que dependieran directamente del gobierno y la inspección y la vigilancia de aquellos que recibieran financiamiento de la provincia. Además, debía organizar comisiones asesoras técnicas para el estudio de los medios defensivos frente a las enfermedades, dirigir y orientar el deporte y propender al mejoramiento de la vivienda y de la alimentación popular.24 El propósito del mismo era la estructuración de un organismo «con amplias facultades [en] el extenso radio de acción, confiándole la defensa integral de la sociedad frente a los daños que puedan originarle las enfermedades, la mala vivienda, la alimentación deficiente, el trabajo insalubre y todo otro factor negativo respecto a su salud y progreso.»25 En realidad, este proyecto buscaba sancionar ex post facto algunas de las nuevas funciones que se habían ido incorporando en la agenda de gobierno con la ampliación de la infraestructura y la educación sanitaria, las políticas de salud de carácter preventivo y las nuevas injerencias como el control bromatológico. Finalmente, estas modificaciones en los objetivos institucionales del organismo fueron acompañadas también por cambios en su organigrama interno, con el crecimiento de sus secciones y dependencias. En lo que hace a la ampliación de su estructura, ya en 1930 se abrió un espacio de producción de vacunas y sueros aunque el mismo carecía de la infraestructura y de los recursos necesarios para desarrollar eficazmente sus tareas.26 Recién en 1932 se creó el Instituto de Higiene, repartición destinada a la producción de vacunas y sueros, análisis químicos, bacteriológicos y bromatológicos. La ampliación de las necesidades de análisis, estudios e investigaciones llevó a la complejización de esta sección que devino en la de
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Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba, 18/8/36, p. 824. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba, 18/8/36, p. 823. La Voz del Interior, 16/8/30, p. 11. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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Laboratorios. Además, se creó un área de bromatología destinada al control de la calidad de los alimentos y, finalmente, en 1940, se organizó una Farmacia con la finalidad de producir los insumos médicos de las reparticiones provinciales. Estas innovaciones tuvieron como propósito construir una mayor capacidad de intervención y, a su vez, de autonomía para la política sanitaria provincial. TABLA 3. ORGANIZACIÓN Y PERSONAL DEL CONSEJO PROVINCIAL DE HIGIENE, 1932-1943 Personal de la repartición Secciones centrales
Según Leyes de Presupuesto* 1932 1933 1934 1936 1939 1941 1942
Dirección
19
19
19
19
8
Sección Médico Escolar Instituto de Higiene (1932) Laboratorio y Gabinetes (1939) Subsección Química Subsección Bromatología y Farmacia Central Bacteriología y Serología
9
9
9
13
13
8
12
12
13
13
Instituto Antirrábico
2
2
2
2
Personal Efectivo en 1943**
8
8
8
2
2
2
3
3
3
6
6
6 5
5
5
3
3
3
Profilaxis General e Higiene
10
10
15
16
Asistencia Médico-Social
3
3
3
3
Asuntos Legales
2
2
2
2
7
6
6
6
40
42
42
47
56
48
53
54
31
33
33
34
43
48
53
Inspección de Farmacias Total Total sin sección Médico escolar***
* Compilación de Leyes de la Provincia de Córdoba, 1932-1942. ** AGPC, Ministerio de Gobierno, año 1944, t. 4, fs. 61r-87r. *** La sección Médico Escolar pasó a formar parte del Consejo General de Educación a partir del presupuesto de 1941.
En la anterior tabla se puede constatar este proceso de ampliación de las secciones burocráticas y técnicas del CPH y de los empleados en cada una de ellas. Como se puede observar existió a lo largo de esos años una complejizaAsclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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ción de su organigrama, tendiente a alcanzar una mejor distribución de las labores, delimitando las tareas, permitiendo alcanzar una mayor especialización y experiencia en las actividades que desplegaba la repartición.27 Los espacios que adquirieron una mayor centralidad fueron las áreas de laboratorios y de producción de insumos médicos destinados a dotar al organismo de mejores condiciones para el desarrollo de sus intervenciones. Asimismo, la mayor división de las tareas permitió la optimización de la labor administrativa en cada una de las secciones. Acompañando este proceso, a lo largo del período los recursos públicos invertidos en el organismo fueron creciendo paulatinamente. Incluso, en la coyuntura de los primeros años de la década, afectada por la crisis económica mundial, la tendencia a que los montos destinados a salud superaran en términos relativos el gasto provincial total fue constante. TABLA 4. VARIACIÓN RELATIVA DEL GASTO TOTAL Y EL GASTO EN SALUD PROVINCIAL. (1930=100), 1930-1942 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942
Salud 100 103 102 99 102 104 109 113 133 164 174 179 184
Gasto total 100 94 86 107 87 111 84 87 96 103 106 107 115
Fuente: Anuario Estadístico de la Provincia de Córdoba, años 1930-1942.
De todos modos, la participación relativa de la salud en las inversiones estatales fue poco significativa, pasando del 4 al 5% del presupuesto de gas-
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AGPC, Ministerio de Gobierno, año 1940, t. 45, f. 210r. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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tos.28 El presidente del CPH, Dr. Guillermo Stuckert, se quejaba al ministro de gobierno por esta política de asignación del gasto público. El funcionario destacaba que la inversión de fondos en el organismo no era coherente con las expectativas puestas en el mismo y, en términos relativos, era insignificante respecto a otras reparticiones destinadas a la educación y a las obras públicas.29 Este escaso protagonismo del organismo dentro de los rubros del presupuesto provincial incidía en su desenvolvimiento. Esto se pone en evidencia en el lento crecimiento de los recursos humanos en relación al incremento significativo de sus actividades.30. Por lo tanto, si bien la trayectoria del CPH a lo largo de los años treinta estuvo marcada por la constante expansión del Estado en el campo de la salud pública, con nuevos objetivos institucionales, la ampliación de la estructura del aparato estatal y su reorganización. Existieron una serie de condicionamientos a estas nuevas funciones del Estado provincial en el campo de la salud pública, siendo uno de los principales la política de asignación del gasto. En ese sentido, la dotación de recursos materiales y humanos fue una permanente fuente de dificultades en la realización de sus actividades, limitando los proyectos de sus funcionarios y la penetración del organismo estatal en el territorio. UN CONTEXTO HISTÓRICO CON SENTIDO Como señalamos anteriormente, existieron un conjunto de procesos sociales, económicos, políticos y culturales que explican las modificaciones reseñadas, una matriz histórica que les dio sentido, impulsó su desarrollo y marcó sus límites. Un primer elemento que parece insoslayable de revisar es el de las modificaciones producidas en la sociedad, en sus condiciones materiales, sus prácticas y expectativas en relación a los servicios sanitarios brindados por el poder público y cómo éstos impactaron en el diseño de las políticas sociales. En ese sentido, según las investigaciones contemporáneas, a lo largo de los años treinta, se produjeron importantes modificaciones en las condiciones sanita-
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Leyes de Presupuesto, Compilación de Leyes de la Provincia de Córdoba, 1932-1942. AGPC, Ministerio de Gobierno, año 1942, t. 43, f. 239r. 30 Como ejemplo particular, en 1942, la sección de Asistencia Médico-Social debía llevar el control de los establecimientos sanitarios públicos y las instituciones de beneficencia en toda la provincia con un personal consistente en tres personas -un médico en jefe, un subinspector y un escribiente. 29
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rias de la población, que para el caso de la ciudad de Córdoba ha llevado a calificar esos años como propios del desarrollo de una transición epidemiológica, un cambio que supuso la caída de las afecciones infecto-contagiosas, de la mortalidad infantil y un aumento de la esperanza de vida al nacer.31 Según Dora Celton existió una disminución de la mortalidad bruta que entre 1930 y 1944 pasó de 16,4‰ a 12,0‰, con dos períodos de mejoras que fueron entre 1930-1934 y 1940-1944.32 Esto fue producto de la disminución de las enfermedades infecciosas y respiratorias, entre las que se encontraban las parasitarias, la gripe o influenza, neumonía y bronquitis para los menores de cinco años y demás enfermedades respiratorias. La contraparte de ese proceso fue un aumento de otras afecciones como el cáncer y las cardiovasculares. Además, se dieron cambios en los porcentajes de mortalidad según la estructura de edad. Se dio un proceso de disminución de los porcentajes de mortalidad en los menores de 15 años. Entre 1935 y 1945, se calcula que la mortalidad infantil pasó de 199,25‰ a 85,25‰, con una disminución media anual entre 1925-1935 de 4,45‰, de 9,55‰ entre 1935-1940 y de 3,25‰ entre 1940-1945. Esa disminución relativa de la mortalidad infantil se relacionó con el decrecimiento de las enfermedades de tipo infeccioso parasitario en la población menor a los 15 años. Ese proceso tuvo como consecuencia un aumento en la esperanza de vida al nacer que en el período intercensal 19141947 pasó de 34,7 a 53,9 años, un aumento de 19 años. De todos modos, las enfermedades infecciosas y respiratorias siguieron teniendo una fuerte incidencia entre las causas de mortalidad general hasta bien entrada la década del cuarenta, pero pasaron del 61,5‰ a 37,3‰ de la mortalidad bruta entre 1925 y 1947. Esa reducción del nivel de mortalidad fue provocada por una pérdida de importancia de las enfermedades infecto-contagiosas pero con una permanencia de afecciones como la tuberculosis pulmonar y la meningitis. En lo que se ha dado en denominar como afecciones modernas, en las que se agrupan las enfermedades crónicas degenerativas, éstas crecieron paulatinamente producto de la menor mortalidad infantil y del aumento de la esperanza de vida al nacer. Así afecciones como el cáncer, pasaron de 4,3 a 11,2‰ y las cardiovasculares 8,8 a 30,4‰ entre 1935 y 1947. Según Celton: «A medida que la mortalidad descendía, con mayor intensidad desde 1935
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31 CARBONETTI, A. y PERANOVICH, A. (2006), La mortalidad infantil en la ciudad de Córdoba entre principios y mediados del siglo XX. En XX Jornadas de Historia Económica, Mar del Plata. 32 CELTON, D. E. (1992), La mortalidad en la ciudad de Córdoba (Argentina) entre 1869 y 1990. Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, 10 (1), pp. 34-35.
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[…] surgió un ‘patrón moderno’, similar a los países industrializados».33 En definitiva, existieron cambios en las condiciones de vida de la población que dieron lugar a modificaciones en las problemáticas sanitarias a ser consideradas por los entes públicos. Vinculado a esto último, en los años treinta se puso en evidencia un aumento sostenido en la demanda de atención sanitaria. En el caso de cuatro de los hospitales de beneficencia existentes en la ciudad de Córdoba, dos generales y dos para la atención de los enfermos de tuberculosis, el ingreso de enfermos aumentó en un 50% entre 1930 y 1943.34 Este fenómeno puede atribuirse a diversas causas. Por un lado, se dieron factores coyunturales como las consecuencias sociales de la crisis económica de comienzo de los años treinta, con sus efectos en el aumento del desempleo y la caída de los ingresos que dificultaron el acceso por medio del mercado a la medicina privada; por otro lado, cambios estructurales como el crecimiento poblacional, el proceso de medicalización, la consolidación de una cultura higiénica35 y los cambios en las tendencias de los índices de mortalidad, incidieron en el aumento de las solicitudes de atención en los servicios gratuitos de salud. Como consecuencia de esta demanda ampliada, los hospitales de beneficencia tendieron a gestionar fondos para aumentar sus servicios buscando adecuarse a las necesidades existentes. Un proceso similar se produjo en el ámbito público, donde la expansión de la atención sanitaria respondió a una demanda en constante crecimiento que colapsaba los servicios existentes. Ligado a esto, otro de los fenómenos emparentados a los procesos de cambio en la demanda fue el de la ampliación de la categoría del sujeto de atención de la política sanitaria. En ese sentido, el tradicional destinatario de la beneficencia pública, caracterizado por la indigencia y definido por su invalidez, fue paulatinamente modificado para incluir a todos aquellos cuyas condiciones materiales dificultaban su acceso a la medicina por medio del mercado, en especial, a los trabajadores.36 Ahora bien, hay otra serie de factores que permiten explicar también los cambios en la orientación de las políticas sanitarias y están relacionados con
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Ibid., p. 50. Anuario Estadístico de la Provincia de Córdoba, años 1930-1943. 35 ARMUS, D. y BELMARTINO, S. (2001), Enfermedades, médicos y cultura higiénica. En CATTARUZZA, A. (dir.), Nueva Historia Argentina. Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre política (1930- 1943), t. VII, Buenos Aires, Sudamericana, 283-329. 36 ORTIZ BERGIA, M. J. (2009), De caridades y Derechos. La construcción de políticas sociales en el interior argentino. Córdoba (1930-1943), Córdoba, Centro de Estudios Históricos, 120. 34
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las modificaciones producidas en el mismo seno de la práctica médica, a partir de cambios en las rutinas, en las formas de diagnóstico y de las terapias. Al respecto, es necesario destacar las implicancias que tuvo el desarrollo de los avances científicos en la prevención y atención de muchas enfermedades, como la aplicación de nuevos tipos de análisis, la lenta implementación de los mecanismos de asepsia y antisepsia y el desarrollo de una compleja aparatología de diagnóstico y terapia como los rayos X que en esos años se consolidaron como dispositivos terapéuticos y de análisis. Esto tuvo profundas consecuencias en las mayores expectativas sociales en torno a la eficacia de la medicina y en la consolidación de una estructura de prestación médica centrada en el hospital. A lo largo de la primera mitad del siglo XX, éste dejó de ser un refugio donde los pobres iban a morir y se convirtió en un espacio preferente de prestación dado el acceso a equipamientos de complejidad y por su capacidad para aglutinar a las nuevas especialidades médicas que se iban estructurando.37 Estas cuestiones incidieron en la gestación de modificaciones en la cobertura de los servicios desplegados por el Estado, en el formato y en la orientación que adquirieron las políticas sanitarias públicas provinciales. Otro elemento explicativo de la mayor envergadura que adoptó el CPH dentro del campo sanitario y dentro del aparato estatal fue el accionar desplegado por los funcionarios a cargo del mismo a lo largo de esos años. En ese sentido, el común denominador de los dirigentes elegidos para desempeñar su presidencia fue el de personalidades con una destacada trayectoria en el campo médico, permitiendo revestir al organismo de un mayor protagonismo público y a sus nuevas propuestas de intervención de una creciente legitimidad basada en sus saberes científicos. Así, tanto Alejandro Centeno (19301931), Francisco de la Torre (1932-1935) como Guillermo Stuckert (19361943) constituyeron referentes profesionales en el ámbito cordobés, con una importante inserción universitaria a lo largo de las primeras décadas del siglo en el marco de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba. En lo que hace al primero de ellos, Alejandro Centeno se graduó de médico en 1889, se especializó en Francia y luego volvió a Córdoba pasando a formar parte de la planta docente de la Facultad en diversas cátedras como Patología Interna, Enfermedades Nerviosas, primer profesor titular de Enfermedades Infecciosas, en 1904, y, finalmente, se retiró de la docencia como
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37 Esto último se puso en evidencia en la creciente organización de sociedades profesionales cordobesas como las sociedades de tisiología, medicina interna, pediatría, oftalmología, dermatología, biología, radiología, cirugía y otorrinolaringología.
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titular de la Cátedra de Clínica Médica. Decano de la Facultad de Medicina entre 1914 y 1918, propició la creación de una Escuela de Odontología, del Instituto Antirrábico y la implantación de las cátedras libres. En el campo médico recibió importantes reconocimientos como miembro de la Academia Nacional de Medicina -1932- y del comité académico de la revista médica del Círculo Médico de Córdoba, institución a la cual pertenecía.38 Además, como representante de una de las familias más tradicionales de Córdoba formó parte de la vida pública y social de la provincia en forma constante a lo largo del período de entre siglos. Fue legislador provincial en 1895, 1898-1907, 19141918 y 1926-1930. En su foja de servicios también constó la dirección de hospitales y reparticiones sanitarias públicas como la Asistencia Pública de la ciudad de Córdoba. En ese sentido, constituyó un profesional con una larga trayectoria pública, contando con un importante capital académico, social y político. El sucesor de Centeno en el cargo de presidente del CPH durante la administración demócrata (1932-1935) fue Francisco de la Torre, un dirigente con menos antecedentes que Centeno pero igualmente bien posicionado en el ámbito académico y profesional de la provincia. El mismo se había recibido en 1906 en la ciudad de Buenos Aires. Durante los años 1910 y 1913 viajó por Europa y Estados Unidos. Entre 1914-1918 fue jefe de servicios de niños del Hospital Rawson en Buenos Aires y llegó a Córdoba en 1918 para desempeñarse como titular de Materia Médica y Terapéutica de la Facultad de Medicina de la Universidad local. A semejanza con Centeno ocupó cargos dirigentes en la Universidad, en 1919 fue nombrado consejero y vicedecano de la Facultad de Medicina, pero renunció en 1920, y en 1921 fue nombrado rector de la Universidad dejando el cargo en 1923. Ese mismo año fue representante del gobierno de Córdoba como delegado al Congreso Panamericano del Niño celebrado en Montevideo y, además, dirigió uno de los dispensarios de lactantes que existían en la ciudad capital. El siguiente presidente del CPH sería un profesional y dirigente político y universitario de trascendencia. Guillermo Stuckert nació en 1889 y se graduó en Córdoba de farmacéutico en 1909 y de doctor en medicina en 1913. Profesor titular de Química Biológica de la Escuela de Medicina (1919-1946), en 1922 se lo nombró titular de la misma materia en la Universidad del Litoral y en Química Inorgánica en la Escuela de Farmacia (1924-1946), además, estuvo a cargo del Instituto de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba. Stuckert también fue un docente e investigador destacado, socio del Círculo ———— 38
Revista Médica del Círculo Médico, julio-agosto 1932, p. 286.
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Médico y socio fundador de la Sociedad de Biología de Córdoba (1934), fue el descubridor de la alfa-fagarina, alcaloide de acción específica sobre la fibrilación del corazón. También tuvo una activa vida política al interior de la Universidad siendo elegido miembro del consejo directivo (1927-1931), vicedecano (1929-1930) y decano (1936-1940). Finalmente, fue un activo militante del Partido Radical de Córdoba siendo electo diputado provincial entre 1919-1921 y 1949-1952. 39 En definitiva, los tres presidentes del organismo que hemos reseñado tuvieron un perfil similar, una activa vida académica en la docencia universitaria, una constante práctica médica en establecimientos hospitalarios de la ciudad capital y una intensa vida política, en los tres casos dentro del espacio universitario, ocupando a los largo de más de tres décadas los máximos cargos políticos de esa institución. Finalmente, en lo que hace a Centeno y a Stuckert a través de una vida política comprometida activamente a través no sólo de la función pública como presidentes del CPH, sino también a través de importantes cargos representativos en sus respectivos partidos. Por tanto, los tres presidentes constituyeron nexos privilegiados entre la práctica médica, la formación académica y la labor pública. Podemos señalar entonces que una de las características de estos tres técnicos-políticos fue su alternancia entre espacios de producción de conocimiento social y de políticas sociales.40 En los tres casos su significativa trayectoria universitaria permite suponer que su posicionamiento en el ámbito público fue el resultado del prestigio y la legitimidad acumulados a partir de su labor docente, una estrecha relación entre el saber y el poder donde su participación del aparato estatal constituyó una transferencia de sus acreditaciones académicas. Como consecuencia de ello, los saberes adquiridos por estos funcionarios permitieron revestir al CPH de una mayor jerarquía institucional, potenciando los proyectos presentados, revistiendo de legitimidad científica las demandas de recursos y favoreciendo el acceso a los aparatos públicos de las innovaciones médicas. No obstante, como muestran los casos de Centeno y Stuckert, para acceder a las máximas jerarquías del aparato estatal no eran suficientes sus acreditaciones universitarias sino una larga trayectoria en los círculos partidarios. Entonces, las identificaciones políticas fueron una condición necesaria aunque no suficiente para acceder a la dirección del aparato estatal.
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AAVV (1955), Quien es quien en la Argentina: Biografías contemporáneas, Buenos Aires, G. Kraft ltda., p. 600. 40 NEIBURG, F. y PLOTKIN, M. (comp.) (2004), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, pp. 20-25.
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Finalmente, un último elemento que parece necesario revisar es el relativo a lo que podemos denominar como un clima de época favorable al intervencionismo y que dio sustento a la mayor participación estatal en el campo de la salud. En ese sentido, las experiencias de intervencionismo que se desplegaron a nivel mundial como respuestas a la crisis económica de comienzos de los años treinta, generaron un fuerte consenso entre los contemporáneos sobre la necesaria participación estatal en la regulación económica y social. En el contexto cordobés, a partir de 1933 y 1934 incluso sectores más bien liberales articularon discursos donde se reconocía la necesaria intervención del Estado. Es dentro de ese universo conceptual donde la ampliación de la participación estatal en el campo sanitario debe ser entendida, dando legitimidad a la creciente intromisión estatal en esferas consideradas anteriormente como ajenas a sus funciones. Esas modificaciones se interrelacionaron a su vez con la difusión de discursos sobre la salud/enfermedad que circularon con profusión durante esos años e hicieron de la intervención sanitaria un accionar privilegiado en pos del progreso social. Las investigaciones realizadas han puesto en evidencia cómo a lo largo de las primeras décadas del siglo XX se produjo un desplazamiento conceptual en la definición de los procesos de salud/enfermedad, desde perspectivas definidas en términos liberales y que asumían las enfermedades como resultado de conductas individuales, hacia una mirada social de la salud, pensada como producto de condiciones materiales adversas y factibles de ser neutralizadas mediante el accionar público. En ese contexto el interés por la preservación del «capital humano», entendido por las condiciones óptimas de la población en procura de asegurar el progreso de la sociedad, constituyó la piedra angular alrededor de la cual se articularon las propuestas tendientes a mejorar los servicios asistenciales de salud. En un mensaje uno de los gobernadores del período, el Dr. Amadeo Sabattini, señaló: «el derecho y la moral contemporáneos, al fundamentar por encima de todo el derecho a la vida, ha creado a los Estados el deber consiguiente de asegurar su desarrollo dentro de las mejores condiciones, no sólo en bien del individuo, sino como un imperativo social para la supervivencia del conglomerado humano y para su supervivencia en el futuro.»41 Implicadas en estos cambios tendrían marcada incidencia las perspectivas eugénicas que justificaban la intervención estatal con la meta de modificar las condiciones sanitarias de la sociedad. En ese sentido, los debates sobre la cantidad y la calidad de la población tuvieron una marcada trascendencia en ———— 41
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba, 18/8/36, p. 823.
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el ámbito público provincial y nacional.42 Incluso, el caso cordobés fue una de las expresiones más importantes del impacto de la eugenesia en las políticas públicas en la Argentina de entreguerras, a través de la implantación simultánea de mecanismos voluntarios y coercitivos de mejoramiento racial. En ese sentido, a diferencia del contexto nacional, en los años treinta el gobierno provincial crearía en procura de contrarrestar los efectos de las enfermedades venéreas, un dispositivo de aislamiento y reclusión compulsiva de las prostitutas en pos de su «curación», el Sanatorio de Previsión Social.43 De todos modos, el mayor impacto de las perspectivas eugénicas se puso en evidencia en la fundamentación de políticas sanitarias de carácter inclusivo centradas en la infancia, como el desarrollo de la Puericultura en el ámbito de las Gotas de Leche, con la instrucción de las madres sobre el mejor modo de cuidar a sus pequeños, y en el ámbito educativo a través de la selección y el posterior tratamiento alimenticio, médico y físico de los denominados «niños débiles». Finalmente, podemos aseverar que en términos más amplios la eugenesia funcionó en el contexto local como un discurso legitimador más bien difuso de las innovaciones en política sanitaria, dado que permitió un consenso común entre los distintos conjuntos políticos alrededor de la idea que la salud de un pueblo era su capital más importante. Ahora bien, durante esos años el progreso, el crecimiento y el fortalecimiento de la nación fueron núcleos argumentales que sustentaron las innovaciones institucionales en el campo de la salud pública, sin embargo, esos tópicos también establecieron límites a la mayor participación estatal en el campo sanitario. Eso se expresó en las decisiones políticas respecto a la distribución de los recursos públicos y en el escaso protagonismo presupuestario del área de salud. Como hemos señalado anteriormente, la salud en el esquema público provincial adquirió una escasa relevancia presupuestaria. La salud era relegada y los funcionarios a cargo del área se mostraron contrariados con esta política. Pero para explicar esto es necesario situarse en el contexto en el que vivían ————
42 Para seguir la discusión historiográfica actual sobre la incidencia de la eugenesia en las políticas públicas en la Argentina, ver: MIRANDA M. A. (2003), La antorcha de cupido: eugenesia, biotipología y eugamia en Argentina, 1930-1970, Asclepio, vol. LV, 2, 231-255; DI LISCIA M. S. (2008), Reflexiones sobre la «Nueva Historia Social» de la salud y la enfermedad en Argentina, CARBONETTI A. y GONZÁLEZ-LEANDRI R. (ed.), Historias de salud y enfermedad en América latina siglos XIX y XX, CEA-CONICET, Córdoba, 15- 47. 43 RIMONDA, N. D. (2008), Tecnologías de control social en defensa de la salud pública. La prostitución en la ciudad de Córdoba entre 1936-1954, Trabajo Final de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de Córdoba, Inédito.
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los contemporáneos en el interior del país, en donde si la salud de la población constituía un pilar para el progreso social y económico, no por ello era el único, el más eficaz o el políticamente más redituable. En cambio, para la dirigencia política la seguridad, la educación y las obras públicas fueron políticas más estrechamente vinculadas con la generación del progreso económico y social del territorio, a través de la preservación de la propiedad privada urbana y rural, la puesta en valor de nuevas tierras para la agricultura a través del riego, la formación de los futuros ciudadanos y el mejoramiento de las vías de comunicación y de transporte. La salud constituía un elemento más de las políticas públicas que aseguraban el crecimiento económico y el progreso político, pero no el más importante. Eso explica el porqué si bien existieron cambios y rupturas respecto al lugar que ocuparon las políticas sanitarias, existieron a su vez permanencias, como la falta de recursos humanos y materiales a disposición del CPH, escasez de infraestructura sanitaria en vastos espacios y en algunos casos imprevisión en la atención de algunas afecciones infectocontagiosas. A MODO DE CONCLUSIÓN El propósito inicial de este trabajo fue el de poner en evidencia trayectorias diferentes en la estructuración de las políticas sanitarias en la Argentina que permitieran complejizar el proceso de construcción del Estado interventor en el país. Para ello nos abocamos a analizar el aparato sectorial dedicado a la atención de las políticas sanitarias de una provincia del interior del país, Córdoba, identificando los cambios y continuidades que se produjeron en los años treinta en su infraestructura y en la orientación de sus intervenciones sanitarias. En torno a ese problema pudimos constatar cómo a partir de mediados de los años veinte y más claramente en los treinta, se produjeron modificaciones institucionales en los aparatos públicos provinciales que implicaron su desplazamiento desde una perspectiva liberal y defensiva de la salud hacia una perspectiva social y asistencial/preventiva, que modificó los mecanismos y los alcances de la intervención estatal en las condiciones sanitarias de la población. Estos procesos se expresaron en la extensión de los servicios médicos públicos, el desplazamiento de la preocupación por la salubridad urbana, por la atención asistencial de las zonas rurales, la consolidación de políticas de prevención y la construcción paulatina de nuevas capacidades para los aparatos estatales tendientes a permitir una mayor autonomía de acción y una Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 121-146, ISSN: 0210-4466
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más amplia penetración del territorio. Para comienzos de los años cuarenta estos procesos modificarían la participación de las estructuras estatales provinciales en el campo de la salud, desplazándolas desde una actitud liberal, característica de las primeras décadas del siglo XX, hacia un mayor protagonismo que implicaría la ampliación de sus intervenciones y la modificación de sus objetivos y orientaciones. En la base de estos procesos se entrecruzaron una serie compleja de causas. Primero, cambios en las condiciones materiales de la población y en sus demandas de salud, que impactaron en el interés político por ampliar la infraestructura gratuita al alcance de los sectores de menores ingresos, en especial, en las zonas con escasa disponibilidad de acceso a la prestación de atención médica. Un segundo elemento causal fueron las innovaciones en las prácticas médicas que renovaron la prestación de los servicios sanitarios, tales como el creciente proceso especialización y la aplicación de novedades científicas y tecnológicas en el diagnóstico y las terapias. Asimismo, el mayor protagonismo estatal en el campo de la salud fue en parte el resultado de los dirigentes que se integraron a la burocracia estatal en esos años. En ese sentido, los funcionarios sanitarios a cargo del aparato estatal se destacaron por su extensa trayectoria docente y política en el ámbito universitario, experiencia que cimentó su prestigio personal y el de sus saberes adquiridos, generando una mayor jerarquía de las reparticiones de salud dentro del organigrama público y su mayor capacidad para potenciar a la salud en la agenda política. Finalmente, un último fenómeno vinculado a los anteriores es el de la consolidación de modificaciones en los marcos conceptuales de los sectores dirigentes a través de los cuales se pensaba el problema de la salud, las políticas sociales y el Estado. La conformación de un consenso favorable a la intervención estatal en la salud fue el resultado de diferentes discursos que circulaban en esos años sobre el valor del capital humano/trabajador, las teorías eugénicas extensamente aceptadas en las discusiones políticas del momento y las perspectivas reformistas de la «cuestión social» arraigadas en el ámbito local entre liberales, progresistas y conservadores.
Recibido: 15 de noviembre de 2010 Aceptado: 20 de octubre de 2011
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LA MEDICALIZACIÓN DEL SUICIDIO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX: ASPECTOS TEÓRICOS, PROFESIONALES Y CULTURALES José Javier Plumed Domingo Hospital La Fe, Valencia
Luis Rojo Moreno Universidad de Valencia
RESUMEN El presente artículo analiza el proceso de medicalización del suicidio en España en el siglo XIX. Describe el paso de la concepción del suicidio como acto libre del sujeto a una conducta patológica susceptible de tratamiento por parte de la Medicina Mental. Frente a este nuevo modelo, otras posiciones conservadoras provenientes de la Medicina y el Derecho siguieron defendiendo el esquema tradicional. El interés inicial de los médicos mentalistas por los aspectos sociales del suicidio se fue desarrollando durante este período. El hecho social que se invocó con más frecuencia fue la pérdida de ideas religiosas, lo que era comprensible teniendo en consideración la gran importancia que la religión tuvo en la ciencia y sociedad españolas. Con la introducción de la teoría de la degeneración esta conducta acabó formando parte del cuerpo de «enfermedades sociales» de la España de fin de siglo. PALABRAS CLAVE: Suicidio. Siglo XIX. España. Nosología. Etiología.
THE MEDICALIZATION OF SUICIDE IN 19TH CENTURY SPAIN: THEORETICAL, PROFESSIONAL AND CULTURAL ASPECTS ABSTRACT This paper analyzes the medicalization process of suicide in Spain during the 19th century. It describes the transition of suicide seen as an act of free will to a model, developed by mental doctors, which considered it a pathological behavior. Against this model, other conservative positions from the fields of Law and Medicine continued to defend the traditional view. The initial interest of mental medicine regarding the social aspects of suicide was developed during this period. The social factor that authors considered to be the most influential to suicide was the loss of religious ideas, which was understandable considering that religion was very pre-
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sent in Spanish science and society throughout the century. During the last decades of the 19th century, with the introduction of the degeneration theory in Spain, this behavior was finally included among the «Social Diseases» group KEY WORDS: : Suicide. Nineteenth century. Spain. Nosologý. Etiology.
INTRODUCCIÓN La historiografía del suicidio explica cómo en el siglo XIX se consolidó un proceso de transición en su concepción, desde la visión teocrática que criminalizaba las conductas autodestructivas hasta un modelo científico-médico de esta conducta. Para justificar este proceso de transición, se ha apelado a factores de tipo profesional, social y teórico. El posicionamiento de distintos colectivos profesionales respecto al suicidio tuvo gran influencia en su proceso de medicalización. En Inglaterra, M. McDonald estudia cómo los tribunales de justicia participaron en el cambio de concepción en la conducta estudiada durante el siglo XVIII. El embargo de los bienes del difunto, la consecuencia legal que en aquel momento histórico suponía el suicidio, sufría una oposición social cada vez más intensa. Ello llevó a un espectacular incremento de los fallos judiciales en que se consideraba al difunto víctima de una enfermedad mental y libre de pena, lo que contribuyó a la transición del concepto del suicidio como un acto libre a una enfermedad mental1. Para el caso de Francia, J. Goldstein pone como causa principal del cambio conceptual del suicidio a la consolidación de la especialidad psiquiátrica. Describe la autora cómo la nueva especialidad buscó la forma de legitimarse socialmente a través de distintos medios: la influencia como peritos en los juicios criminales, la capacidad de estructurar «científicamente» los fenómenos mentales mediante clasificaciones, sustituir el cuidado espiritual antes concedido por la iglesia por una atención médica populista y, en el caso del suicidio, cambiar uno de los pecados castigados socialmente por una enfermedad mental sin implicaciones morales2. Un lugar común en la literatura médica de la época era relacionar los cambios sociales y políticos con el aumento de los casos de suicidio. Así, la transición del Antiguo Régimen a la nueva sociedad burguesa y liberal se consi-
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1 MC. DONALD, M. (1989), The medicalization of suicide in England: laymen, physicians and cultural change, 1500-1870. The Milkbank Quaterly, 67, Suppl. 1, pp. 69-91. 2 GOLDSTEIN, J. (2001), Console and classify. Chicago, Chicago Press, p. 383.
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deró la causante de nuevos males, en los que el suicidio ocupó un lugar preeminente. Entre los cambios más llamativos relacionados con la conducta autodestructiva estuvo el proceso de secularización de la sociedad, que supuso un enfrentamiento de la burguesía liberal con las fuerzas políticas conservadoras y con la Iglesia. Para el caso de Francia, J. McManners señala la gran importancia que tuvo la crítica constante por parte del poder eclesiástico a la ola de seglarismo que se estaba viviendo en Europa durante el siglo XVIII y que recurría al supuesto incremento de las tasas de suicidio como una de las señales más evidentes de este proceso. Ante las críticas, las fuerzas liberales empezaron a sostener la noción de que el suicidio se trataba de una enfermedad mental para defenderse ante las críticas constantes que sugerían que el suicidio era una consecuencia social más de la ideología ilustrada3. Una de las visiones más difundidas sobre la razón que llevó al desarrollo y consolidación del proceso de medicalización del suicidio está relacionada con el papel conferido a la psiquiatría por las nuevas fuerzas sociales para actuar coercitivamente sobre los grupos que supusieran un peligro al orden burgués. En este sentido, Z. Cahn sugiere que el cambio conceptual del suicidio estuvo ligado a la aparición del movimiento romántico. Dado que la característica más señalada de este movimiento fue la apología del individualismo y la libertad, de la que el suicidio fue la muestra más característica, recibió por parte de la clase médica y otros grupos sociales una respuesta conservadora, en la que se consideraba esta visión como subversiva y, secundariamente, enfermiza4. Lieberman comparte de esta visión. De acuerdo con el modelo propuesto por Foucault, la psiquiatría participó en el proceso de control social en la transición del Antiguo Régimen a la sociedad moderna, en la medida en que convergieron sus intereses profesionales y los de la nueva clase dominante, la burguesía. Los frenópatas extendieron la idea de la existencia de una epidemia suicida causada por la conmoción debida a los cambios políticos y sociales, que eran distintos a los valores tradicionales de la Iglesia Católica5. En el siglo XIX hubo un intenso debate psiquiátrico sobre la naturaleza del suicidio apoyado en un nuevo modelo de individuo. Las nuevas corrientes románticas, espiritualistas e idealistas concibieron un nuevo modelo de sujeto
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3 MCMANNERS, J. (1981), Death and the Enlightenment: changing attitudes to death among Christians and unbelievers in Eighteenth century France. Oxford, Oxford University Press, pp. 409-437. 4 CAHN, Z. (1998), Suicide in French thought from Montesquieu to Cioran. New York, Peter Lang Publising, pp. 123-174. 5 LIEBERMAN, L. (2003), Leaving you. The cultural meaning of suicide. Chicago, Ivan Dee, pp. 22-24.
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que propiciaba la introspección y la reflexividad. Esto implicó un cambio en la concepción de la conducta humana y llevó a establecer cambios en los modelos y tratamientos psiquiátricos6. Hubo un intento de aproximación naturalista y científico al comportamiento humano, que apartó definitivamente al hombre de los modelos teológicos y metafísicos y lo consideró susceptible de estudio científico mediante la observación. Este nuevo yo reflexivo fue conceptualizado, de acuerdo con el esquema tomado de la Ilustración, en base a su oposición a la influencia patógena de las pasiones exacerbadas, que ponían en peligro permanente al individuo que surgió de esta sociedad en transición7. En la segunda parte del siglo XIX hubo un proceso de modificación de este esquema de persona y se fue definiendo un modelo somaticista y mecánico de sujeto8, lo que influyó notablemente en la consideración del suicidio por parte de la medicina mental de la época. La medicalización del suicidio exigía un desarrollo teórico y una nosología que permitiese definirlo como enfermedad mental, de la misma forma que sucedía con otras conductas socialmente inaceptables9. Este cuerpo teórico se desarrolló fundamentalmente en Francia, aunque hubo aportaciones desde otros países como Inglaterra, en que autores como Prichard y Maudsley tuvieron un importante papel en la definición médica de los trastornos de la voluntad10. En una reciente revisión sobre el tema, R. Healy considera que para entender históricamente el suicidio se requiere su estudio en cada uno de los países europeos y llama la atención sobre la ausencia de estudios sobre los países de Europa del Sur, entre los que se encuentra España11. En su estudio sobre la historiografía española, Lázaro y Bujosa señalan la ausencia de estudios con-
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6 HUERTAS, R. (2010), Locura y subjetividad en el nacimiento del alienismo. Releyendo a Gladys Swain. Frenia, 10, pp. 11-27. 7 WEINER, D. (1990), Mind and body in the clinic: Philippe Pinel, Alexander Crichton, Dominique Esquirol and the birth of psychiatry. En: ROUSSEAU, G (Ed), The languages of the psyche. Mind and body in Enlightenment thought. Berkeley: California Press, pp. 331-401. 8 ÁLVAREZ, R; HUERTAS, R; PESET, J. (1993), Enfermedad mental y sociedad en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX. Asclepio, 45 (2), 41-60. 9 MARTÍNEZ PÉREZ, J. (1996) Catalogando la diversidad del comportamiento humano: la nosología francesa decimonónica ante las conductas delictivas (1800-1855), Asclepio, 48 (2), pp. 87-114. 10 GATES, B.T. (1988) Victorian suicide. Mad crimes and sad stories. New Jersey, Princeton University Press.pp. 12-22. 11 HEALY R (2006) Historiographical reviews: suicide in early modern and modern Europe. The Historical Journal, 49, 3, pp. 903-19.
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ceptuales sobre el tema12. Este trabajo es una aportación en este hueco historiográfico y trata de analizar el proceso de la medicalización del suicidio en la España del siglo XIX. EL SUICIDIO COMO PROBLEMA DE CONDUCTA NO PSIQUIÁTRICO Uno de los debates más importantes sobre el suicidio en la literatura psiquiátrica del siglo XIX fue si debía ser considerado como una enfermedad mental o como el acto voluntario de un individuo mentalmente sano. Para G. Berrios y M. Mohanna, sobre 1880 triunfó en Francia la «Standard view», según la cual el suicidio a veces es consecuencia de la enfermedad mental y a veces no lo es13. Estos autores cuestionan la concepción tradicional que vinculaba el pensamiento de Esquirol a un modelo organicista que consideraba la conducta suicida en último término como consecuencia de una patología cerebral. Si bien entendemos como ciertas dichas consideraciones, lo cierto es que el modelo propuesto por Esquirol para conceptualizar el suicidio se aproxima antes al organicismo que a una visión en la que el libre albedrío del sujeto sea aceptada14. Un modelo alternativo vino propuesto por la postura de Brierre de Boismont, cuyo libro «Du suicide et de la folie suicide» tuvo un gran predicamento en España, fundamentalmente entre los psiquiatras de orientación espiritualista que desarrollaron su trabajo en el segundo tercio del siglo XIX. Aunque Pedro Mata consideraba que fue el autor que logró el triunfo de la «Standard View» 15 , su obra se ligó a una crítica de la visión del suicidio como enfermedad mental y fue una de las autoridades más frecuentemente citadas en referencia al tema. Aunque su libro no fue traducido, hubo comentarios en la
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LÁZARO, J; BUJOSA, F (2000) Historiografía de la psiquiatría española. Madrid, Triacastela, p. 172. 13 BERRIOS, G.E.; MOHANNA, M. (1990), Durkheim and French psychiatric views on suicide during the 19th century. A conceptual history. British Journal of Psychiatry, 156, pp. 1-9. 14 Esquirol escribe en su Tratado: «Puesto que el suicidio es casi siempre una enfermedad no debe ser castigado, la ley no impone penas sino a los que comenten actos en plena razón. Creo haber demostrado que el hombre no atenta contra sus días sino cuando está delirante y que los suicidas son enagenados». ESQUIROL, J.E. (1857), Tratado completo de las enagenaciones mentales consideradas bajo su aspecto médico, higiénico y médico-legal,. Madrid, Imp. De Gómez Fuentenebro , Tomo I, p. 285. 15 MATA, P. (1875) Tratado de Medicina y Cirugía legal. Teoría y práctica. Madrid, Bailly-Bailliere, p. 482. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 147-166, ISSN: 0210-4466
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literatura médica referenciando las reediciones francesas16 y se tradujo un trabajo del autor acerca de esta materia17. Brierre de Boismont creía que sostener que el suicidio era siempre un síntoma de locura implicaba negar la importancia en la conducta de las ideas y de las creencias. Interpretaba la tendencia de algunos frenópatas a considerar que el suicidio era siempre consecuencia de la locura como un sesgo profesional, ya que su práctica les obligaba a valorar enfermos mentales y no personas sanas, y alertaba contra la tendencia a considerar al ser humano como un grupo uniforme, sin importantes diferencias individuales18. En su análisis sobre el «fastidio de vivir», consideraba que se trata de un problema emocional complejo, relacionado tanto con los cambios sociales (cambios políticos, secularización) como con el nuevo modelo de sujeto, que ejemplificaba el Werther de Goethe. Para Brierre de Boismont este personaje se caracteriza por: su imaginación desenfrenada19, sus deseos hacia un objeto desconocido y por su actitud más centrada en la reflexión que en la acción20. Por otro lado, la hipertrofia de un yo más volcado a la reflexión, al pensamiento y a la búsqueda de la satisfacción que a actuar un ideario social establecido se ligaba al movimiento romántico, que se consideró ideológicamente peligroso. Estos factores, para Brierre de Boismont, no radicaban en una alteración del juicio de base somática, sino en una desviación del carácter condicionada por el libre albedrío del sujeto, que se decide por tomar una dirección vital equivocada. De hecho, aunque aceptaba los casos de locura entre los suicidas, concluye su trabajo afirmando que «el disgusto de la vida es frecuentemente una causa de suicidio sin que haya síntomas de enajenación mental»21.
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NIETO Y SERRANO, M. (1865) El suicidio y la locura suicida. Siglo Médico, 12, p. 472. BRIERRE DE BOISMONT, A. (1854), Del fastidio de la vida, Boletín de Instituto Médico Valenciano, 5: pp. 158-61, 171-7, 189-93, 201-4, 217-22, 233-36. 18 BRIERRE DE BOISMONT, A.(1856) Du suicide et de la Folie suicide. Paris, Baillière, pp. 482-6. 19 La imaginación fue considerada por el pensamiento ilustrado como una de las facultades más importantes, con la razón y la memoria. Se consideró que era, a su vez, la más peligrosa, en cuanto su carácter subjetivo le hacía ser fuente de errores y enfermedades, tanto a nivel psíquico como físico. En la medicina mental española del siglo XIX se recogió esa tendencia, de modo que los médicos que se planteaban los factores ligados a la causalidad de la enfermedad mental consideraban este factor como importante y, desde el higienismo, se planteaban medidas sociales para limitar el alcance de esta facultad. Ver: NOVELLA, E. (2010), La higiene del yo: Ciencia médica y subjetividad burguesa en la España del siglo XIX. Frenia, 10, 49-74, pp. 55-61. 20 BRIERRE DE BOISMONT, A. (1854), pp. 175-6. 21 BRIERRE DE BOISMONT (1854), p. 236. 17
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En la medicina mental española del segundo tercio del siglo XIX pervivían activos los autores espiritualistas, que vieron con recelo los primeros intentos de incorporación de la medicina mental europea, fundamentalmente en lo que coresponde a los modelos cercanos al materialismo. De la misma forma que en Francia, pero con mucha mayor virulencia, hubo una agria polémica entre estos y los autores materialistas22. Independientemente de que ambos modelos teóricos aceptaban la existencia de un sustrato orgánico en la locura, sus planteamientos ideológicos estaban claramente diferenciados, en la medida en que los espiritualistas consideraban que la realidad psíquica era independiente de las propiedades materiales del cuerpo y no podía comprenderse su funcionamiento simplemente mediante el estudio de la fisiología. El materialismo se relacionó con el progresismo y el liberalismo y se reivindicó como una amenaza al estado social durante todo el siglo23. Los autores espiritualistas aceptaban un modelo dualista del psiquismo humano, lo que permitía compatibilizar el modelo de sujeto con la idea de libre albedrío propuesta por el dogma católico. Hemos de recordar que el peso de la Iglesia Católica en la vida social y política española fue enorme y tuvo un gran peso en el desarrollo de diversas áreas de la ciencia en nuestro país durante todo el siglo. Fueron conocidos los virulentos debates en foros académicos y públicos entre los defensores del catolicismo conservador y los introductores de las nuevas ideas científicas que fueron consideradas peligrosas ideológicamente desde la Iglesia. Los primeros adoptaron una posición cada vez más defensiva y hostil hacia los planteamientos filosóficos materialistas y hacia la introducción de modelos científicos que pudieran cuestionar el dogma católico en distintas ramas de la ciencia, como las nuevas doctrinas evolucionistas24. Para los psiquiatras de orientación espiritualista en España, la defensa del libre albedrío fue un punto ideológico fundamental. En el caso del suicidio, un acto calificado por la Iglesia como pecado mortal, la defensa de un modelo dualista que no considerase un determinismo orgánico en la conducta del paciente era esencial. Este modelo estaba condicionado por el esquema voluntarista de Maine de Biran, según el cual la salud mental dependería de un equilibrio de fuerzas entre la voluntad libre del ser humano, conocida como «interioridad», frente a las fuerzas orgánicas, ligadas al elemento pasional.
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GOLDSTEIN (2001), pp. 240-75. Sobre la relación entre ciencia positivista y liberalismo ver: NUÑEZ, D (1975), La mentalidad positivista en España: desarrollo y crisis. Madrid, Tucar. 24 PELAYO, F. (1999), Ciencia y creencia en España en el siglo XIX. Madrid, CSIC. 23
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Aunque ambas fuerzas interaccionaban no lo hacían recíprocamente y tanto el yo voluntario como el libre albedrío no estaban plenamente condicionados por lo físico25. Para Maine de Biran, la locura se definía por la pérdida de la libertad y de la conciencia del yo, fenómenos que no ocurrían sistemáticamente en el caso del suicida, siguiendo el esquema ya visto en Brierre de Boismont. De acuerdo con este planteamiento, Joaquín Quintana publicó una ponencia en el Primer Congreso Español de Medicina, donde exponía un punto de vista psicologicista de la enfermedad mental. Negaba que las pasiones fuesen una función meramente orgánica y definía la monomanía de forma coherente con el modelo espiritualista: «fenómeno psicológico, acompañado de representaciones pasionales anormales, que determinan anormalmente las afirmaciones de conciencia en una dirección especial»26. F. Castellví y Pallarés hacía suyo este pensamiento reconociendo en el hombre un «principio de unidad inmaterial, espiritual, dotado de facultades propias que no son del organismo» y caracterizado por la conciencia del yo, que recibe impresiones del cerebro aunque depende de sí mismo para pensar27. En su Memoria sobre el Suicidio, si bien al hablar de los suicidas que ejecutan el acto de forma aparentemente libre afirmaba la probable existencia en cada caso de «una pasión que, sorda y lentamente, haya sobreexcitado su cerebro produciendo una monomanía», acababa por desviarse del criterio unitario y aceptaba un modelo que relacionaba con Descuret: «casi todos los que atentan contra sí hay monomanía suicida; pero que no deja de haber personas que se maten en la plenitud de la razón» 28. J.B. Descuret, fue un autor de gran influencia en España. Médico y doctor en Letras, mostraba un modelo de individuo bien definido, en el que las pasiones, enfermizas por naturaleza, han de ser dominadas en todo momento por una razón sólida capaz de someter las fuerzas de nuestra naturaleza interna. En su libro, La medicina de las pasiones29, entre las múltiples consecuencias enfermizas del descarrío pasional señalaba al suicidio, al que definía como
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GOLDSTEIN (2001), pp. 260-1. QUINTANA, J. (1863), Discurso pronunciado sobre la «pasión y la locura» en la Real Academia de Medicina de Madrid. Siglo Médico, 10, 341-4; 357-9; 373-5; 390-2, p. 390. 27 CASTELLVÍ y PALLARÉS (1845), Memoria sobre el suicidio. Boletín del Instituto Médico Valenciano, 2, 466-8; 473-5; 482-5; 493-9; 505-9; 513-20 ,p. 483. 28 CASTELLVÍ y PALLARÉS, F (1845), p. 496. 29 Se tradujo en dos ocasiones y tuvo numerosas reediciones; la edición más conocida fue traducida por Pedro Felipe Monlau en 1842; la otra por Francisco de Borja García Blanco. Sobre esta obra se ha publicado: DIÉGUEZ, A.(2010) Perspectiva sobre las pasiones en la España del período Romántico. Frenia, 10, pp. 29-48. 26
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«triple atentado contra la moral, contra Dios y contra sí mismo»30. Consideraba el acto como consecuencia de un «delirio de las pasiones» 31 y hablaba de estado mórbido, aunque consideraba que el suicida conservaba su capacidad de decisión. Este modelo de Descuret, aplicado a la conducta suicida, tuvo un notable éxito entre autores de orientación espiritualista. V. Moreno y López citaba a Descuret, señalando que las pasiones no estaban relacionadas con el alma ni con el cuerpo, sino que serían «independientes de la materia a que resisten», aceptando un dualismo psíquico32. Los autores espiritualistas fueron perdiendo predicamento en la medicina mental española a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, en determinados colectivos siguió manteniéndose el modelo de conducta suicida como un acto libre del sujeto no ligado a la enfermedad mental. Desde el Derecho, hubo una actitud inicialmente reacia a aceptar la medicalización de conductas socialmente inaceptables que, hasta el siglo XIX, habían estado determinadas por la competencia de jueces y abogados. Sin embargo, en Francia hubo a partir de la tercera década del siglo una significativa aproximación entre jueces y frenópatas, en la medida en que se fueron aceptando en los tribunales diagnósticos de monomanía33. Pero hubo importantes reticencias como la defendida por Elias Regnault, un autor frecuentemente citado en España, que fue uno de los legistas opuestos al diagnóstico de monomanía. En un libro sobre esta enfermedad consideraba el suicidio como la más alta expresión de la libertad humana. Distinguía al hombre del animal en cuanto podía recurrir al suicidio: «el animal pasivo no puede responder a las torturas de la enfermedad más que una planta»34. Esta visión de individuo libre fue aceptada por un gran número de legistas que escribieron sobre el suicidio en España.
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30 DESCURET, JBF. (1857) La medicina de las pasiones o las pasiones consideradas con respecto a las enfermedades, a las leyes y a la religión. Barcelona, Imprenta Pablo Riera (2ª edición) original de 1841, p. 364. 31 Aquí hemos de recordar lo ambiguo del término «délire» en la psiquiatría francesa, que no se puede identificar con la definición del término delirio en los términos en que lo conocemos ahora, sino que hay que entenderlo como un acto pasional que no está estrictamente fuera del control voluntario, aunque lo debilita. Ver: BERRIOS, G.E.; MOHANNA, M (1996) Suicidal behaviour. In: BERRIOS, GE; PORTER, R. A history of clinical psychiatry. London, Athlone Press, 612-24, p. 615. 32 MORENO Y LÓPEZ, V. (1864) ¿Cuáles son los caracteres diferenciales de la monomanía y la pasión? . Toledo, Imp. López Fando, p. 26. 33 HUERTAS, R (2005),El siglo de la clínica. Madrid, Frenia, p. 77. 34 REGNAULT, E. (1830), Nouvelles réflexions sur la monomanie homicida le suicide et la liberté morale. Paris,: Baillière, p. 99.
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La legislación española que seguía vigente durante el XIX fue la ley 15, título XXI, libro 12 de la Novísima Recopilación, que ordenaba que los bienes del suicida fueran incautados. Sin embargo, no se aplicaba sistemáticamente porque estaba aceptado por los Tribunales lo injusto de esta ley35. Aunque el papel en las sentencias fue nulo, la reticencia por parte de abogados y de determinados médicos legales a aceptar el diagnóstico de monomanía suicida fue significativa y estaba relacionada con la adscripción a los modelos conservadores que consideraban algo escandaloso aceptar que el suicidio podía ser un acto sin connotaciones morales peyorativas. Aquellos que consideraban al suicidio un acto de locura defendían mantener fuera cualquier medida legal coercitiva. Sin embargo, desde el campo del Derecho y de la Medicina Legal más conservadora se propusieron cambios legislativos para frenar una conducta considerada como un peligro social desde el punto de vista moral. R. Ferrer y Garcés, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Barcelona, defendía la imposibilidad de considerar que todo acto suicida era consecuencia de un estado de enfermedad y lo consideraba un subterfugio para impedir la estigmatización de aquel que había cometido este acto. Además, proponía retomar medidas punitivas para frenar estos comportamientos: «podría afectar la buena memoria del suicida, cubriéndola de una mancha de infamia; y esto tal vez sería suficiente para contener el brazo que había armado la desesperación u otra causa igualmente lamentable»36. F. Álvarez Arenas, juez de Primera Instancia, exponía en su libro la actitud de varios jueces respecto al tema. Si otro jurisconsulto, Salas, rechazaba la condena del acto suicida porque de él no se derivaba un mal para el individuo y el juez Pacheco lo consideraba consecuencia de un acto de enajenación, este autor mostraba su queja de que «ya tenemos al jurisconsulto español participando enteramente de las ideas de los filósofos que atribuyen el suicidio a la demencia»37 y pensaba que se trataba, simplemente, de una invención para defender el suicidio. También proponía retomar la práctica de la infamia pública sobre el cuerpo del suicida y así volver a aplicar la ley 15, ya citada. Incluso ya en el principio del siglo XX un jurista, Sicars y Salvadó considera-
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35 SICARS Y SALVADÓ, N. (1902), El suicidio jurídicamente considerado. Barcelona, Librería Barcelonesa, p. 141. 36 FERRER Y GARCÉS, R. (1847), Tratado de Medicina Legal o exposición razonada de las cuestiones jurídico-médicas que se exponen en los tribunales de justicia. Barcelona, Imp. Pablo Riera, pp. 338-342. 37 ÁLVAREZ ARENAS, F. (1859), Cuestiones filosófico-político-legales sobre los delitos del suicidio y del duelo. Madrid, Imp. De la Revista de la Legislación, p. 58.
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ba que el Código Penal de 1870 no hubiese reformado la legislación frente al suicidio suponía que «los legisladores españoles se han visto envueltos en las ideas que dominan en nuestros días y no parece sino que nos avergonzamos de seguir las tendencias de determinados filósofos» 38. Y aunque reconocía la postura de destacados juristas en contra, proponía volver a las medidas judiciales del Antiguo Régimen ya citadas, incluso el castigo del cadáver del suicida. De la misma forma, los médicos de orientación católica y conservadora, aunque no dedicados a la medicina mental, se opusieron a la medicalización del suicidio y mantuvieron la idea católica sobre la libertad individual del sujeto que comete este acto. En su tesina doctoral, E. Gaspar hablaba de la importancia de combatir al suicidio y del hecho que «nuestra Santa madre la Iglesia Católica anatemiza justamente el suicidio como acto de rebelión contra la voluntad divina»39. En una revista de orientación católica, aunque empezaba aceptando que el suicidio podía ser una manifestación de conducta consecuencia de una disfunción cerebral, Carbonell y Solés defendía la libertad moral basada en los principios católicos y creía que el acto suicida es consecuencia de una falta de principios morales de base religiosa, que degeneran en un estado enfermizo aunque prima la libertad del sujeto en el acto.40 EL SUICIDIO COMO ENFERMEDAD MENTAL Desde las primeras décadas del siglo XIX hubo autores que definieron al suicidio desde el punto de vista médico. La tendencia por parte de autores de orientación liberal a medicalizar las conductas que tradicionalmente habían sido definidas desde el prisma filosófico, moral o legal fue progresiva pero constante, y resultaba enormemente tentador hacerlo en un área tan controvertida. En un artículo anónimo el autor consideraba que «son muy pocas las excepciones de la regla que considera al suicidio como el resultado de una demencia o locura»; «o como el efecto de aquellas pasiones vivas, violentas y casi irresistibles que no pueden menos de ocasionar un trastorno intelectual»41. En su obra Elementos de Medicina y Cirugía, P. Peiró y J. Rodrigo,
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SICARS Y SALVADÓ (1902), p. 143. GASPAR, E. (1896), El suicidio. Granada, Imp. El Pueblo, p. 3. 40 CARBONELL Y SOLES, F (1898), Reflexiones sobre el suicidio. El Criterio Católico de las Ciencias Médicas, I, 8, pp. 260-7. 41 ANONIMO (1821), Consideraciones médico legales sobre la desesperación y el suicidio. Décadas Médico-Quirúrgicas, 2, 49-63, p. 49. 39
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en relación al suicidio, se felicitaban de la falta de medidas legales frente al suicida, dado que era un trastorno mental: «el suicidio no tiene, pues, ningún objeto real; no tiene más otro que es ilusorio» «Hemos probado que era el resultado de una enfermedad. Esta acción carece pues de libertad y no puede ser efecto de la voluntad de un hombre sensato»42 . R. Nadal y Lacaba también consideraba que el suicidio era un signo inequívoco de enfermedad mental. Para este autor, «en los diferentes modos de quitarse el hombre su preciosa existencia no hay ni fuerza, ni debilidad, ni valor ni cobardía; solamente sí domina en la constitución física una afección crónica o aguda, que no deja de distinguirse por los fenómenos morales o físicos que anteceden»43. Ilustrativo de este paradigma fue una reunión que tuvo lugar en el Instituto Médico Valenciano, donde se concluyó que «el suicidio, entre los que profesan la religión cristiana, es necesariamente una monomanía»44. Uno de los modelos materialistas más representativos en la primera mitad del siglo XIX fue el movimiento frenológico. Esta corriente teórica consideraba que el cerebro es un conjunto de órganos que contribuyen a la función global del psiquismo y la irritación de cada una de sus partes daría lugar a una manifestación conductual diferente. En el caso del suicidio, la frenología definió un modelo organicista y mecánico de esta conducta. Pers y Ramona pensaba que la causa del suicidio se debía a un trastorno debido a un escaso desarrollo del órgano cerebral de la conservatividad y muy pronunciado del órgano de la destructividad45. De la misma opinión era Cubí y Soler, que defendía que este rasgo se unía a las alteraciones en la circunspección, la tendencia a la autoprotección, que aparece en el área posterolateral de la cabeza y, si estaba deformada, aumentaba la tendencia al suicidio46. Pedro Mata, catedrático de Medicina Legal, fue uno de los médicos más importantes del período. Dentro de su amplio campo de actividades prestó un notable interés a la medicina mental. Estuvo muy influido por la doctrina frenológica y reconoció su inspiración en la obra de Esquirol, del que tomó
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42 PEIRÓ, P.; RODRIGO, J. (1844), Elementos de Medicina y Cirugía Legal, arreglados a la legislación española. Zaragoza,Imp. Mariano Peiró, p. 108. 43 NADAL Y LACABA, R (1844) ,Suicidios. Barcelona, Imp. Antonio Brusi, p. 5. 44 AVELLAN, R (1845), El suicidio, ¿es compatible con la integridad de las funciones intelectuales? Boletín del Instituto Médico Valenciano, 2, 9-10, p. 9. 45 PERS Y RAMONA, M. (1849), Manual de frenológía al alcance de todos. Barcelona, José Tauló, p. 333. 46 CUBÍ Y SOLER, M. (1849), Elementos de frenología, fisonomía y magnetismo humano,en completa harmonía con la espiritualidad, libertad e inmortalidad del alma. Barcelona, Imp. Hispana, pp. 85-6.
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tanto su esquema nosológico como su orientación organicista. Así, fue uno de los introductores del concepto de monomanía en España, que defendía para explicar conductas anómalas como «locuras de amor, ambición, de fanatismo religioso, político, de persecución, de homicidio, suicidio, etc» 47. Fue constantemente acusado de materialismo y ateísmo por círculos católicos radicales y respondió a las críticas con un libro, donde hacía referencia al problema del suicidio48. Describía al sujeto que sufría este trastorno como víctima de pasiones enfermizas, en lo que denominaba «delirio del instinto», ajustándose al concepto de monomanía instintiva de Esquirol49: «hay sujetos que luchan largos años contra su tendencia al suicidio»; «mas son manzanas que aunque bellas al exterior llevan dentro un gusano que las devora»50, en una referencia inequívoca al carácter endógeno e involuntario de su origen. Incluía al suicidio entre las distintas modalidades de trastornos de comportamiento que merecían la categoría de locura monomaníaca y hacía una alusión al famoso caso de Juana Sagrera51 como queja de la falta de reconocimiento social de este nuevo diagnóstico de locura que pugnaba por validarse en los tribunales52. En su Tratado de Medicina Legal mantenía una postura ambivalente con respecto a la consideración del suicidio como enfermedad mental. Si bien defendía inicialmente la «Standard view», por otro lado comentaba que «el instinto de la propia conservación es muy poderoso en el hombre; y obrar contra su ten-
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MATA, P. (1858), Tratado de la razón humana con aplicación a la práctica del foro. Madrid, Bailly-Bailliere, p. 483. 48 MATA, P. (1868), De la libertad moral o libre albedrío. Madrid, Bailly-Bailliere, p. 9. 49 Recordemos que el modelo propuesto por Esquirol implicaba siempre la existencia de delirio, aunque afectaba únicamente a la voluntad, siendo detectable por el comportamiento del sujeto. Ver: HUERTAS (2005), pp. 72-74. 50 MATA (1868), p. 130. 51 Sobre este famoso caso está publicado: CUÑAT, M. (2007) Las cartas locas de doña Juana Sagrera. Frenia, VII, 89-107; REY, A; PLUMED, J (2004) La verdad sobre el «caso Sagrera». En: ÁLVAREZ J.M., ESTEBAN, R. (coords.) Crimen y Locura. Madrid, AEN, pp. 85132. Recordamos que Pedro Mata fue uno de los peritos del caso, en el que intentó sostener sin éxito el diagnóstico de monomanía e incapacidad de la supuesta enferma. 52 Para llevar a cabo este proceso, la psiquiatría española empezó a contar tempranamente con el aparataje teórico procedente de Francia para diagnosticar y definir las conductas anómalas relacionadas con los trastornos de la voluntad, del que el concepto de monomanía fue el modelo más sobresaliente. Sobre el tema se ha publicado: MARTÍNEZ PÉREZ, J. (1996) Problemas científicos y culturales en la difusión de una doctrina psiquiátrica: la introducción del concepto de monomanía en España (1821-1864), En: ARQUIOLA, E.; MARTÍNEZ PÉREZ, J. (Eds.),Ciencia en expansión. Estudios sobre la difusión de las ideas científicas en España (s. XVIII- XX), Madrid, Complutense, pp. 490-520. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 147-166, ISSN: 0210-4466
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dencia tiene, en efecto, todo el sabor de una aberración, de una locura». Identificaba a los que supuestamente se suicidan en estado cuerdo como «víctimas de la violencia de la pasión que les domina y en esto se encuentra la lógica explicación de su atentado»53. Vemos que el modelo que describe tiende al somaticismo y a considerar al suicidio como la consecuencia irrefrenable de una irritación cerebral. Desde el punto de vista profesional, la psiquiatría española vivió sus primeros intentos de institucionalización en la segunda parte del siglo. El primer paso en este proceso se ha considerado que corresponde a la escuela catalana, encabezada por Juan Giné y Partagás, la figura más importante de la psiquiatría española del siglo XIX54. Este autor, de ideología liberal y progresista, sostuvo una visión positivista de la enfermedad mental que casaba mal con el pensamiento conservador en varios aspectos fundamentales, siendo uno de los más importantes el libre albedrío, cuestión sobre la que la psiquiatría española vivió un intenso debate55. Los trastornos de la voluntad fueron en el siglo XIX uno de los aspectos psicopatológicos más importantes no sólo a nivel clínico56 sino que, además, fueron claves en la intervención del psiquiatra en distintos campos de gran influencia social, como la Justicia y el Higienismo. Se ha descrito cómo uno de los primeros pasos en el proceso de institucionalización de la psiquiatría fue a través de los Tribunales de Justicia, de modo que la consideración del acto criminal como una conducta sólo evaluable por el psiquiatra se ha relacionado en España, como Goldstein lo hizo para Francia, con la necesidad de afirmación profesional del psiquiatra57. En el caso del suicidio, el debate estuvo ligado al interés de la psiquiatría de redefinir una conducta de gran impacto público y que fue progresivamente definida como enfermedad social a tratar, de acuerdo con los principios del Higienismo. Aunque Giné y Partagás en su Tratado teórico-práctico de Frenopatología dedicaba un espacio a justificar la existencia del alma, probablemente para no ser cuestionado por su materialismo, describía en términos puramente fisioló-
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MATA (1875), p. 482. HUERTAS, R. (2002), Organizar y persuadir. Madrid, Frenia, p. 77. 55 DIÉGUEZ, A. (2002), El problema del libre albedrío en el alienismo español. En: FUENTENEBRO,, F; HUERTAS, R; VALIENTE, C.(Eds.), Historia de la psiquiatría en Europa, Madrid, Frenia,, pp. 137-46. 56 BERRIOS, GE; GILI, M. (1995), Will and its disorders: a conceptual history. History of Psychiatry, 6, 21, pp. 87-104. 57 CAMPOS, R; MARTÍNEZ PÉREZ, J; HUERTAS, R (2000), Los ilegales de la naturaleza. Medicina y degeneracionismo en la España de la Restauración (1876-1923), Madrid, Frenia, pp. 53-6. 54
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gicos el fenómeno voluntario, «la voluntad es expresión de un automatismo cerebral, cuyo origen, teniendo en cuenta los datos fisiológicos, debe referirse a las células de la zona cortical o de los cuerpos estriados»58, con lo que reducía el problema del libre albedrío a la expresión de un fenómeno neurobiológico. En las clases de psicopatología impartidas en su manicomio de Nueva Belén, Giné y Partagás sostenía la independencia de la voluntad frente a otras facultades y veía el suicidio como un acto de «heterabulia», definido como «actos impulsivos, ejecutados sin motivo intelectual previo y aun frecuentemente contra las aspiraciones, más o menos racionales, que nacen en la mente del enfermo»59. Su discípulo, Arturo Galcerán Granés, sostuvo un planteamiento radicalmente somaticista, recibiendo la influencia de la psicofisiología de Ribot y de su obra, «Las anomalías de la voluntad»60. Ya comentaba Galcerán en referencia al libre albedrío: «el libre albedrío es una ilusión» «es la volición un proceso puramente orgánico, mejor, un proceso cerebral, y como tal, un producto de correlación e integración de fuerzas materiales»61. Para Galcerán Granés el suicidio, como el homicidio, sería una alteración de la voluntad, por exceso y consciente, en las que «la sensibilidad orgánica, transmitiendo potentes corrientes y el exagerado reflejismo cerebral, convirtiendo estas corrientes en voluntad fatal, es lo único enfermo»62. Vemos cómo en la década de los 80 está consagrado desde la medicina mental un modelo del suicidio como enfermedad mental, causada por un sustrato orgánico alterado y que entraba directamente en la jurisdicción del especialista, a pesar de las críticas ya discutidas que venían desde otros campos. EL SUICIDIO COMO PROBLEMA SOCIAL Desde las primeras décadas del siglo XIX, los frenópatas consideraron que el suicidio tenía una notable raigambre social. Se especuló con que los cam-
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58 GINÉ Y PARTAGÁS, J. (1876), Tratado teórico-práctico de frenopatología. Madrid, Moya y Plaza, p. 183. 59 GINÉ Y PARTAGÁS, J (1881), Aforística frenopática. Revista Frenopática Barcelonesa, 1, 41-5; 81-7; 121-4; 161-7; 201-6; 241-7; 281-7; 321-5; 361-5; 401-4; 444-5, pp. 361-63. 60 RIBOT, Th. (1883), Les Maladies de la Volonté. Paris, Alcan. 61 GALCERÁN GRANÉS, A. (1884), El determinismo en la voluntad y el libre albedrío: crítica de ambas teorías. Revista Frenopática Barcelonesa. 3, p. 369. 62 GALCERÁN GRANÉS, A. (1884), Responsabilidad parcial de los enajenados. Datos prácticos para conocerla y graduarla. Gaceta Medica Catalana, 7, 580-90; 621-29; 648-57; 68999; 714-22; 745-52, p. 628.
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bios sociales tenían una relación causal con el número de suicidios, lo que fue una señal de alarma sobre un supuesto estado enfermizo de la nueva sociedad. Ante este hecho la medicina mental tenía que dar una respuesta, con lo que la intención de los médicos del S XIX de tomar un papel cada vez más activo en la organización social se hacía presente en el caso del debate sobre el suicidio. No es casual que la personalidad más notable del higienismo en España, Pedro Felipe Monlau, se interesase por el suicidio en sus Tratados. En el caso de su libro «Elementos de Higiene Pública» planteaba que el suicidio era siempre un acto mentalmente enfermizo y, que en el caso de que los suicidas fallasen habría que tratarlos «como enfermos morales» y «quizás deberán ser pasados a un manicomio más bien que a una penitenciaría»63, con lo que incluía al suicida dentro de la esfera de acción del médico. Ya Esquirol señalaba en su Tratado los factores sociales que estaban relacionados con el suicidio. Aquí distinguía entre aspectos individuales (edad, sexo, estado civil) y sociales. Entre estos, se destacaba tanto la influencia de la civilización como la pérdida de la religiosidad. La civilización como factor causal de la locura fue un tema recurrente. Claramente influido por el pensamiento de Rousseau, la idea de que la civilización producía una exaltación de las pasiones y un aumento del número de locos fue frecuentemente invocada. Además, constantemente se hacía referencia a citas estadísticas que justificaban con datos esta afirmación. De la misma forma, los cambios políticos (señalaba la Revolución) contribuían al proceso de excitación colectiva ya citado y aumentaban la frecuencia de monomanías, entre ellas el suicidio64, lo que dio lugar a un intenso debate en la psiquiatría francesa65 . En España, muchos acusaban a los cambios producidos por la civilización, estimulante y excitante de las pasiones, de ser una causa frecuente de suicidio66. Así, Castellvi y Pallares lo relacionaba con el aumento de las necesidades consecuencia de la civilización moderna y la dificultad para satisfacerlas, consecuencia del egoísmo y de las condiciones sociales67. Nadal y Lacabra proponía medidas de higiene social para frenar los casos de suicidio, cuyo objetivo fuese desarrollar una clase media, de muy escaso peso en la España de la época, en que las
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MONLAU, P. (1847), Elementos de higiene pública. Barcelona, Imp. Pablo Riera, p. 760. ESQUIROL, J.E. (1857), Tomo I, p. 155. 65 MARTÍNEZ PÉREZ, J. (2001), Suicidio, crisis política y medicina mental. Frenia, I (2), pp. 40-65. 66 MAESTRE DE SANJUAN, A. (1851), ¿Qué causas conducen al hombre a poner fin a su vida?. Madrid, Imp. Del colegio de Sordomudos y Ciegos, p.15. 67 CASTELVI Y PALLARÉS (1845), p. 506. 64
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tensiones económicas y sociales fuesen menos intensas: «Debe tender sin cesar a preservar la clase inferior de los vicios de la ignorancia y la miseria y a la clase opulenta de los de la insolencia y falso saber; procurando en aproximar las dos espresadas a la clase media en donde reina naturalmente el espíritu de orden, de trabajo, de justicia y de razón, porque en fuerza de su posición y de su interés directo está igualmente apartada de todos sus excesos»68. La pérdida de valores religiosos fue una cita constante en los autores que alertaban sobre las causas sociales de suicidio. Brierre de Boismont opinaba que el mayor problema de la sociedad moderna estribaba en la pérdida del sentimiento religioso: «sociedades que envejecen, habiendo perdido las almas el sostén de la fe»69. Si en países como Francia y Reino Unido el proceso de laicización de la sociedad estaba en pleno avance, en España fue conflictivo y difícil durante todo el siglo. Hubo una tendencia general en los autores a considerar los principios religiosos como la mejor preventiva para el suicidio. Maestre de San Juan planteaba, como prevención del suicidio, una educación basada en los más rígidos principios de religión y moral70. En su libro de Higiene Pública, Monlau consideraba que el mayor factor preventivo era una buena educación cristiana.: «desde el momento en que se enflaquecen las creencias religiosas» «»todo está perdido; no os extrañéis que el individuo se atreva a levantar una mano homicida contra sí mismo»71. De la misma forma, en su libro sobre la higiene individual Monlau referenciaba a Descuret, señalando que la pérdida de religiosidad era la mayor causa de suicidio72. Un autor autodenominado «Platón resucitado», en una revista médica de orientación católica, consideraba el suicidio como «delito social e individual y pecado»; «consecuencia de la poca solidez de su educación católica»73. Aunque vimos que los frenópatas sostenían una visión materialista y atea del problema del suicidio, para un gran número de autores provenientes del Derecho y otras ramas de la medicina la causa más importante del suicidio, mal epidémico de la España moderna, seguía siendo la pérdida de la fe católica74 y el argumento siguió teniendo un papel importante hasta final de siglo. ———— 68
NADAL Y LACABRA (1844), P. 13. BRIERRE DE BOISMONT (1854), p. 190. 70 MAESTRE DE SANJUAN (1851), p. 15. 71 MONLAU (1847), pp. 755-6. 72 MONLAU, P (1864), Elementos de higiene privada o arte de conservar la salud del individuo Madrid, Imp. Moya y Plaza (cuarta edición), p. 392. 73 PLATÓN RESUCITADO (1884), Una página de un libro antiguo. El Sentido Católico de las Ciencias Médicas, VI, 21, 317-323. 74 ÁLVAREZ ARENAS (1859), p. 73; ARBUNIES (1882), p. 17. 69
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En el año 1843 el Ministerio de Gracia y Justicia publicaba datos epidemiológicos sobre los suicidios y tentativas, que empezó a hacerse de forma constante en la segunda parte del siglo. Los autores españoles recurrieron cada vez con más frecuencia a las cifras para justificar sus postulados y establecían una ligazón entre el crecimiento de las cifras del suicidio en diversos países europeos, fundamentalmente Francia, y la situación española, en la que las cifras aumentaban constantemente. Hubo una intensa discusión sobre las causas sociales que producían el aumento de suicidios. En este sentido, Ignagcio Valentí y Vivó consideraba que buen número de conductas aceptadas socialmente, entre las que señalaba: las lecturas eróticas, los espectáculos obscenos, la holganza, el mal ejemplo y la relajación de los vínculos familiares; tenían una implicación en los casos de suicidio, por lo que recomendaba su supresión o control75. Jimeno Agius señalaba que, entre los años 1859 y 1862, el número de suicidios se mantenía constante y era significativamente más bajo que en el resto de Europa, en torno a los 223 casos por año, 1 suicidio por cada 100000 habitantes frente al 12.5 de Francia o al 28.8 de Dinamarca76. Sin embargo, constataba que «el número de suicidas había crecido de forma verdaderamente aterradora» en relación a la década anterior, señalando entre sus causas más frecuentes la miseria económica77. EL DEGENERACIONISMO Y SU POSTURA RESPECTO AL SUICIDIO El degeneracionismo fue la teoría psiquiátrica que dominó la esfera europea durante las últimas décadas del siglo XIX. Planteaba un modelo dimensional de la enfermedad mental, según el cual los distintos trastornos psíquicos se producen por un proceso común degenerativo78. Su fundador, BenedictAuguste Morel, apelaba a una herencia alterada con un sustrato ideológico moral, basado en la ideología católica y simbolizado por el mito del «ángel caído». Su discípulo, Valentín Magnan, defendió un modelo científico natural según el cual la degeneración hereditaria se debía a distintas causas objetivas,
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75 VALENTÍ Y VIVÓ, I (1874), Curso elemental de Medicina Legal. Barcelona, Imp. Verdaguer y compañía, p. 181. 76 JIMENO AGIUS, J. (1888), El suicidio en España. Madrid, Imp. Góngora y Álvarez, P. 4-5. 77 JIMENO AGIUS (1888), p. 23. 78 Sobre las bases teóricas del degeneracionismo y su influencia en la psiquiatría española tenemos: PLUMED, J; REY, A (2002) La introducción de las ideas degeneracionistas en la España del siglo XIX. Aspectos conceptuales. Frenia, II (I), pp. 31-48.
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entre las que destacaban distintas noxas relacionadas con enfermedades de origen social (entre las que el alcoholismo fue un paradigma)79. A la hora de conceptualizar el suicidio y el concepto ya caduco de monomanía suicida, Valentín Magnan estableció un cambio a un modelo nosológico en el que la supuesta enfermedad mental no sería sino un síntoma dentro de otros estados patológicos80. Este modelo fue asimilado por los psiquiatras españoles en su aproximación al suicidio, que fue conceptualizado sistemáticamente como un síntoma psiquiátrico. La etiología del cuadro, de acuerdo a los principios de la degeneración, se consideraba debida a la herencia81 y la terapia consistía en la toma de medidas higiénicas de intervención social e individual. Así, Jesús Sarabia pensaba que, dado que la herencia era la causa más importante del suicidio, la forma de erradicarlo a nivel social era establecer mejoras en la situación económica de la población y promocionar la enseñanza y la moralidad82. M. Zaragoza consideraba el verdadero suicidio un rasgo hereditario. Para prevenirlo, propugnaba evitar ingresar en familias con antecedentes. Sin embargo, si la unión era un hecho irreversible, proponía cambiar la constitución del individuo con medios como la educación y el tipo de alimentación. Para este autor, las medidas individuales resultaban insuficientes y proponía que el Gobierno castigase obras inmorales y el juego, problemas sociales relacionados con el suicidio. Además, sugería medidas preventivas de intervención eliminando aquellos medios habitualmente utilizados por los suicidas, como el fósforo de las cerillas83. El suicidio, pues, fue consagrado como enfermedad social por el degeneracionismo y su prevención se añadió al ideario del movimiento regeneracionista posterior al Desastre del 98. En este sentido, Ambrosio Tapia alertaba en su libro sobre el peligroso aumento del suicidio, definido como mal social, en España en 1897, que relacionaba con vicios sociales como la vagancia, el alcoholismo y el juego. Planteaba a los gobernantes la aplicación de remedios
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79 Sobre este tema ver: HUERTAS, R (1992), Madness and degeneration. From «Fallen angel» to mentally ill. I. History of Psychiatry, 3, pp. 391-411. 80 MAGNAN, V. (1887), Consideraciones generales sobre la locura. Siglo Médico, 34, 104-106; 118-20. 81 MARTÍNEZ VALVERDE, J (1900), Guía del diagnóstico de las enfermedades mentales, Barcelona, José Espasa, pp. 211-12. 82 SARABIA, J. (1889), El suicidio como enfermedad social. Madrid, Imp. De la Sociedad Montera, p. 21. 83 ZARAGOZA AVEÑO, M. (1877), El suicidio en relación con las ciencias médicas. Discurso manuscrito leído en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid, no publicado, pp. 28-37.
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«a fin de lograr, si no su extirpación completa,»»al menos que se aminore, ya que su aumento significaría un paso atrás trascendentalísimo en el progreso moral de esta desgraciada España, cuya prosperidad han de conocer seguramente los hombres del siglo XX»; «Parece que la era de la regeneración es llegada»84. CONCLUSIONES El proceso de medicalización del suicidio en España se desarrolló a lo largo del siglo XIX. Dado el gran peso de la Iglesia Católica en España a nivel social y político, el proceso fue más conflictivo que en otros países como Francia e Inglaterra. Sin embargo, los frenópatas mostraron su interés desde el comienzo en definir médicamente esta conducta. El cambio se consolidó en la segunda parte del siglo, en el que hubo un acuerdo desde la psiquiatría en considerarlo una enfermedad con un sustrato orgánico. En las dos últimas décadas el degeneracionismo incorporó al suicidio en el grupo de conductas impulsivas patológicas y fue entendido como una manifestación más del proceso degenerativo. Si desde el principio se relacionó al suicidio con las causas sociales, de acuerdo con el esquema tomado de la psiquiatría francesa, su carácter de enfermedad social fue cobrando mayor peso progresivamente hasta que se consolidó. Aunque inicialmente el factor social más importante relacionado con el suicidio fue el laicismo, finalmente se añadieron otros muchos para los que se propusieron distintas medidas de intervención pública. Recibido: 14 de junio de 2010. Aceptado: 2 de marzo de 2011.
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84 TAPIA, A. (1900), Los suicidios en Cataluña y, en general, en toda España. Barcelona, Luis Tasso, p. 234.
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LA ASISTENCIA PSIQUIÁTRICA EN LA HISTORIA POLÍTICA BRASILEÑA*
Ana Teresa A. Venancio Fundación Oswaldo Cruz, Río de janeiro, Brasil
RESUMEN Este trabajo analiza las relaciones entre la asistencia psiquiátrica y la historia política brasileña durante diferentes momentos: la segunda mitad del siglo XIX, cuando la creación del primer manicomio sirvió como afirmación del poder imperial; el inicio del siglo XX, cuando la configuración de la psiquiatría ayudaba a la joven República a recorrer el camino hacia una nación civilizada; los años 40, en los que un Estado centralizador dio un fuerte impulso a la asistencia psiquiátrica; y desde finales de los años 70, cuando los avances en la psiquiatría brasileña vinieron de la mano de la redemocratización política. PALABRAS CLAVE: Asistencia psiquiátrica. Psiquiatría. Historia. Brasil.
PSYCHIATRIC CARE IN BRAZILIAN POLITICAL HISTORY ABSTRACT This study analyzes the relationship between psychiatric care and Brazilian political history at different points in time: in the second half of the nineteenth century, when the creation of the first asylum served as an affirmation of Imperial power; at the beginning of the twentieth century, when the introduction of psychiatry was part of the new Brazilian Republic's pledge to become a «civilized» nation; in the 1940s, when a centralized Brazilian State boosted the expansion of psychiatric care; and as of the 1970s, in which case the Brazilian psychiatric reform has run parallel to political redemocratization. KEY WORDS: Psychiatric care. Psychiatry. History. Brazil.
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Versión ampliada del trabajo presentado en el Simposio Internacional «Sistemas de atención en psiquiatría y salud mental: condiciones histórico-sociales de producción», realizado en Mar del Plata, Argentina, en abril de 2009, organizado por la Red Iberoamericana de Historia de la Psiquiatría.
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1. INTRODUCCIÓN En este trabajo procuro presentar las relaciones existentes entre el desarrollo de la asistencia psiquiátrica en Brasil y la historia política brasileña a lo largo de cuatro momentos distintos: durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando la creación del primer manicomio brasileño contribuyó a la afirmación del poder imperial; las primeras décadas del siglo XX, en las que la configuración de una ciencia psiquiátrica ayudaba a la joven República a establecer el rumbo hacia una nación civilizada; el inicio de la década de 1940, momento en el que la construcción de un «nuevo» modelo de Estado, fuerte y centralizador, dio un gran impulso a la asistencia psiquiátrica; y el final de la década de los 70 e inicio de los 80, cuando la reforma del modelo brasileño de psiquiatría, basada en la idea de ciudadanía del enfermo mental, vino ligada al proceso de redemocratización política, tras veinte años de dictadura militar. Siguiendo las tendencias historiográficas en materia de psiquiatría surgidas en los últimos años en diferentes contextos nacionales1, se intenta demostrar que, históricamente, la asistencia psiquiátrica no trajo consigo solamente lugares para la exclusión y el control social. En primer lugar, tratamos de remarcar que la asistencia psiquiátrica también tomó parte en la construcción de representaciones sociales y en el desarrollo del propio Estado, así como de las políticas públicas en el área de la salud. En segundo lugar, se pretende observar cómo, en ciertos momentos de la historia de la psiquiatría en Brasil, la recepción y la asimilación de ideas y de prácticas psiquiátricas europeas no fue una copia literal, ni tampoco una adaptación distorsionada de los conocimientos y de las acciones generados en Europa. Perfectamente al día respecto de los últimos avances de la psiquiatría europea, los psiquiatras brasileños se preocuparon, en cambio, por cuestiones y temas propios de su sociedad y del momento histórico, creando así respuestas para las cuestiones específicas que se debatían en su país. En este sentido, se procura destacar cómo las políticas públicas en materia de psiquiatría no fueron tanto la expresión de una adhesión a los avances técnico-científicos en este área, cuanto el resultado de su interrelación con la historia política brasileña y con procesos sociales concretos.
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1 De acuerdo con HUERTAS, R. (2001), «Historia de la Psiquiatría, ¿Por qué?, ¿Para qué? Tradiciones Historiográficas y Nuevas Tendencias». Frenia. Revista de Historia de la Psiquiatría, I (1), pp. 9-36. SACRISTÁN, C. (2005), «Historiografía de la Locura y de la Psiquiatría en México. De la hagiografía a la historia posmoderna». Frenia. Revista de Historia de la Psiquiatría, V (1), pp. 9-33.
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No obstante, el análisis de estos argumentos no persigue el objetivo de establecer una periodicidad definitiva de la historia de la psiquiatría en Brasil. Las divisiones temporales de los cuatro momentos históricos aquí presentados son fundamentalmente una hipótesis de trabajo2 que, de esta forma, se constituye como parte integrante de los argumentos a demostrar. Sin duda prodrían seleccionarse periodos distintos, dando preferencia a otras líneas de análisis como, por ejemplo, la investigación respecto de la creación y la consolidación de la enseñanza de la psiquiatría en Brasil. Es más, la selección de estos cuatro momentos de la asistencia psiquiátrica en Brasil más bien constituye un punto de partida para ayudar a pensar comparativamente la historia de la asistencia psiquiátrica en contextos nacionales específicos. 2. EL NACIMIENTO DE LA PSIQUIATRÍA EN LA ÉPOCA DEL IMPERIO EN BRASIL El primer momento que pretendo analizar es el del surgimiento de la psiquiatría en Brasil, con la creación en 1841 del primer manicomio brasileño, inaugurado solamente once años después, en 1852, bajo el nombre de Hospício de Pedro II, en homenaje al joven emperador de Brasil, Pedro II (18251891), hijo de Pedro I (1798-1834), quien había proclamado la independencia de Brasil del imperio portugués en 1822. El primer manicomio brasileño se inspiró en la experiencia francesa, según la cual la psiquiatría surge como última consecuencia de la creación de los asilos, cuya tutela se disputaban las asociaciones médicas y religiosas a finales del siglo XIX. Sin embargo, los contextos específicos —francés y brasileño— apuntan hacia diferencias significativas. En el caso francés, la creación del asilo psiquiátrico se vio amparada por el proyecto liberal-burgués instaurado por la Revolución Francesa, sirviéndose de forma más clara de la aportación de los médicos para la creación y la implantación de una política asistencial pública que respondiera a la problemática de la exclusión o inserción social de distintos segmentos de la población. En cuanto al caso brasileño, el primer asilo fue una expresión más del régimen monárquico centralizador, surgido a partir del acuerdo entre las élites dirigentes, habiendo sido instaurado por decreto imperial como uno de los actos conmemorativos de la coronación del nuevo empe-
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2 De acuerdo con STAGNARO, J.C. (2006), «Evolución y situación actual de la historiografía de la psiquiatría en la Argentina». Frenia. Revista de Historia de la Psiquiatría, VI, 737, p.10.
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rador3. La ascensión de la clase médica y de sus propuestas se vería limitada por la afirmación y el mantenimiento de ese poder central monárquico, que tenía en la institución religiosa un importante aliado, gracias a la administración del manicomio por la Santa Casa de la Misericordia de Río de Janeiro. En este contexto, el tema de la asistencia social se materializaba especialmente en la forma de caridad con los desvalidos, en lugar de reafirmar la necesidad de un nuevo contrato social. Uno de los motivos que se encuentran en el origen de la creación de este primer manicomio, de acuerdo con la historiografía4, son las denuncias sobre el estado de abandono en que se encontraban los locos en la ciudad de Río de Janeiro. Algunos médicos admiradores de la higiene y la medicina francesa, miembros en su mayoría de la Sociedad de Medicina y Cirugía de Río de Janeiro, protestaron sobre la situación a través de dicha entidad, así como de los artículos que publicaban en los periódicos especializados en medicina. Los médicos franceses Jean Maurice Fraive y Xavier Sigaud, junto con los brasileños José de la Cruz Jobim y Vicente de Simoni, fueron algunos de los personajes que reivindicaron hacia 1839 la creación de un manicomio que diera acogida a los alienados. Aunque estos ruegos encontraran cabida en el proyecto de consolidación de la monarquía en el Brasil imperial, tal consonancia de ideales no fue suficiente para la conformación de la psiquiatría como campo científico. De esta forma, la creación del primer asilo en Brasil precedió a la existencia de un cuerpo de conocimiento especializado y con organización institucional. En la época de la inauguración del manicomio, en 1852, las primeras facultades de medicina brasileñas (las de Río de Janeiro y de Bahía) —creadas en 1832 y sucesoras de los antiguos Colegios Médico-Quirúrgicos— poseían precisamente una cátedra de Medicina Legal y, posteriormente, una de Higiene.
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MACHADO, R. (1978), A Danação da norma. Medicina social e a constituição da psiquiatria no Brasil, Rio de Janeiro, Graal; TEIXEIRA, M.O. (1997), ‘O nascimento da psiquiatria no Brasil’ En Cadernos IPUB, nº 8 - Noção de Pessoa e Institucionalização dos Saberes Psicológicos no Brasil, Rio de Janeiro, Instituto de Psiquiatria, pp. 42-78; _____. (1998). Deus e a Ciência na Terra do Sol: o Hospício de Pedro II e a constituição da medicina mental no Brasil. Tese de doutorado em psiquiatria, Rio de Janeiro, IPUB-UFRJ. 4 Entre distintos autores podemos citar: MOREIRA, J. [1905a] (1955), Notícia sobre a evolução da assistência a alienados no Brasil. Arquivos Brasileiros de Neuriatria e Psiquiatria - ed. Especial - 50 anos, 65-101; MACHADO (1978); ARRUDA, E. (1995), Resumo Histórico da Psiquiatria Brasileira, Río de Janeiro, Ed. UFRJ; TEIXEIRA (1998); ENGEL, M.G. (2001), Os Delírios da Razão: médicos, loucos e hospícios (Rio de Janeiro, 1830-1930), Rio de Janeiro, Ed Fiocruz.
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Ésta última era una de las principales áreas de investigación médica. En 1887 surgía la revista semanal Brazil Médico, vinculada a la Facultad de Medicina de Río de Janeiro, y la mayoría de sus textos trataban sobre "higiene pública". En el campo de la divulgación científica también abundaban los estudios sobre medicina legal, aunque fue solo más tarde, en la década de 1920, cuando empezó a crecer el número de trabajos sobre "alienación y enfermedades mentales", como lo demuestran los artículos difundidos en la primera publicación médica periódica en Brasil —Gazeta Médica da Bahia—, lanzada en 18665. Los primeros médicos del manicomio y del Asilo Provisório —activo desde 1841 hasta la inauguración del manicomio— eran los profesores catedráticos de Medicina Legal. En Río de Janeiro, el primer catedrático de Medicina Legal —José Martins da Cruz Jobim (1802-1878)— fue, entre 1841 1852, el encargado del Asilo Provisório. Solo en 1881, en una nueva reforma de la enseñanza médica (decreto nº. 3.024), se creó la asignatura «Clínica Psiquiátrica y enfermedades mentales», también bajo la absoluta responsabilidad del catedrático de Medicina Legal de la época, el Dr. Nuno Ferreira de Andrade (1851-1922), que fue director médico del manicomio. En 1882, la nueva ley obligó a organizar oposiciones para la cátedra de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Río de Janeiro, fecha en la que fue seleccionado, y nombrado al año siguiente, el Profesor João Carlos Teixeira Brandão (1854-1921). En 1887, poco antes de la proclamación de la República (1889), Teixeira Brandão sería nombrado también director del manicomio: «Es posible, por lo tanto, afirmar que la Medicina Legal fue prácticamente la cuna de la psiquiatría brasileña. Esta raíz común que une las dos especialidades no es en modo alguno fortuita. Las relaciones de proximidad y conflicto entre la medicina legal y la psiquiatría, demuestran, de forma ejemplar, la importancia del discurso médico en general, y del psiquiátrico en particular, en la definición de las cuestiones políticas fundamentales para la nueva sociedad que emergía»6.
De este modo, cuando tiene lugar el surgimiento de la psiquiatría en Brasil, la ciencia se instaura en el asilo por vía de la Medicina Legal, mientras que la caridad religiosa era lo que regía la asistencia. Ese cuadro cambiaría a partir de la proclamación de la República, ocurrida en 1889, fecha en la que
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SCHWARCZ, L.M. (1993). O espetáculo das raças, São Paulo, Companhia das Letras, pp. 199 e 222. 6 RUSSO, J.A. (1993), Psiquiatria, manicômio e cidadania no Brasil. Em RUSSO, J. et al. (coord.), Duzentos anos de Psiquiatria, Rio de Janeiro, Relume-Dumará/ Editora da UFRJ, p. 9. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 167-188, ISSN: 0210-4466
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se volvió a denominar el asilo brasileño como Hospício Nacional de Alienados y dejó de formar parte así de la Santa Casa de la Misericordia (decreto nº 206-A, de 15 de febrero de 1890), pasando a ser responsabilidad exclusiva de las instituciones médicas. Parte de la clase médica estaba entonces involucrada en los nuevos proyectos de organización social, animados por la República, lo que contribuía al propio desarrollo de los profesionales, en cuanto que representantes de los grupos de élite que compondrían dicha organización social. La Psiquiatría era por aquel entonces una asignatura específica de la Facultad de Medicina, responsable de la dirección del único manicomio civil brasileño. Después de casi diez años, en 1897, Teixeira Brandão deja la dirección del Hospício y también la dirección de la Assistência Médico-Legal de Alienados, creada en 1890 como órgano nacional formulador de una política asistencial para los alienados7. En lo que se refiere al Hospicio en el período concreto que va de 1887 a 1903, se carece de investigaciones más profundas. Las fuentes primarias y secundarias reunidas presentan un cuadro de denuncias respecto a las condiciones en las que se encontraba el manicomio y su administración, que se materializó en la alternancia de distintos directores: Márcio Nery, interinamente, de 1898 a 1899; Pedro Dias Carneiro de 1900 hasta su jubilación en 1901; seguido por Antonio Dias Barros, antiguo médico residente y profesor de la Facultad de Medicina, quien dirigió el manicomio hasta 1903. 3. LA PSIQUIATRÍA CIENTÍFICA POR JULIANO ZADOR DEL INICIO DEL SIGLO XX.
MOREIRA Y EL PROYECTO CIVILI-
En 1903 se inicia el segundo período al que he hecho referencia al comienzo de este trabajo. En aquel año, Juliano Moreira (1873-1933) fue nombrado director del Hospício Nacional de Alienados, permaneciendo en el cargo hasta 1930 y, durante este tiempo, asumió también la dirección de la Assistência a Alienados. Su nombramiento y las reformas que allí emprendió estaban en consonancia con el proceso de urbanización de la ciudad de Río de
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7 En 1927, la Asistencia Médico-Legal de Alienados era designada nuevamente como Servicio de Asistencia a Psicópatas (SAP) por el decreto nº. 17.805 del 23 de mayo, como sección del Ministerio de Justicia y Asuntos Internos, y en 1930 pasa a formar parte del Ministerio de Educación y Salud Pública, creado por el Governo Provisório. El 2 de abril de 1941, el decreto nº. 1.371 sustituye el SAP por el Servicio Nacional de Enfermedades Mentales (SNDM). ENGEL (2001), p. 258.
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Janeiro (entonces capital federal de Brasil)8. Muchas fueron las medidas de saneamiento propuestas e implantadas por Oswaldo Cruz9, director general de salud pública del país durante la gestión del alcalde Francisco Pereira Passos (1902-1906), que consideraban a la ciudad un laboratorio y un modelo de urbanidad a la vez. Dentro de este contexto de modernización —aunque la idea de país se redujera a la capital federal—, Juliano Moreira tomó parte en los esfuerzos de mejora emprendidos en el área de la salud, acometiendo un conjunto de acciones dirigidas a la ampliación de la asistencia psiquiátrica en Brasil, por la vía de la legislación y del establecimiento de instituciones consideradas como apropiadas. En el primer aspecto, incentivó y defendió la promulgación de la primera Ley federal de asistencia a los alienados (1903), como se puede comprobar en su respuesta al médico Nina Rodrigues (1862-1906), que criticaba la citada ley en el artículo «La asistencia médico-legal a alienados en los estados brasileños», publicado en la Revista Brasil Médico en 190610. En cuanto a las instituciones responsables del tratamiento psiquiátrico, la cuestión se debatió en varios artículos entre 1905 y 191011. Este último presentaba tanto una revisión histórica acerca del modo como en que los locos y alienados eran tratados en Brasil desde el período colonial (incluyendo un panorama sobre cómo se encontraban en aquel momento las instituciones existentes), como la publicación de una serie de propuestas institucionales y terapéuticas que, a ejemplo de los países europeos, podrían ser de gran valor para el progreso de la asistencia, caso de ser implantadas en Brasil. ————
8 Sobre el proyeto de urbanización de Río de Janeiro véase: BENCHIMOL, J.L. (2003) Reforma urbana e revolta da vacina na cidade do Rio de Janeiro. In: Jorge Ferreira; Lucilia de Almeida Neve. (Org.). Brasil republicano. Economia e sociedade, poder e política, cultura e representações. Rio de Janeiro, Editora Civilização Brasileira vol 1, pp. 231-286. 9 AZEVEDO, N. (1995), Oswaldo Cruz: a construção de um mito da ciência brasileira. Rio de Janeiro, Editora Fiocruz. 10 MOREIRA, J. (1907a), A lei federal de assistência a alienados e a crítica do professor Nina Rodrigues. Brazil-Medico, ano XXI, n.23, 221-225, 15 de jun.. ____. (1907b) A lei federal de assistência a alienados e a crítica do professor Nina Rodrigues (conclusão). BrazilMedico, ano XXI, n. 24, 231-233, 22 de jun. 11 MOREIRA, J. (1905b), Assistência aos epilépticos: colônias para eles. Archivos Brasileiros de Psychiatria, Neurologia e Sciencias Affins, Anno I, n.2; MOREIRA [1905a] (1955); _____. (1908), Ligeira vista sobre a evolução da assistência a alienados na Alemanha. Comunicado a Academia Nacional de Medicina do Rio de Janeiro em nov. 1907, Archivos Brasileiros de Psychiatria, Neurologia e Medicina Legal, n.1 e n. 2. _____ (1910), Quaes os melhores meios de assistência aos alienados. Arquivos Brasileiros de Psiquiatria, Neurologia e Medicina Legal, ano VI, nº 3-4
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Ya en los primeros años de su gestión como director, Juliano Moreira dotó de nuevo equipamiento al Hospício Pedro II, institución de finales del siglo XIX, en esos momentos ya vista como obsoleta y estancada. Fundó los laboratorios de bacteriología y virología priorizando —en lugar de los chalecos, las camisas de fuerza y las rejas— el uso de oficinas de trabajo, clinoterapia y open door12. Persiguió también la reforma de las colonias agrícolas de la Ilha do Governador (Isla del Gobernador, barrio de Río de Janeiro), creadas en 1890, así como la construcción de nuevas colonias para enfermos crónicos y para las víctimas de enfermedades específicas: alcoholismo, sífilis, lepra, etc. Al parecer, Juliano quería para Brasil, a ejemplo de los «países más civilizados», una «asistencia diferenciada de acuerdo con las distintas formas de enfermedades cerebrales, creando por tanto hospitales-colonias especiales para epilépticos, para alcohólicos y para minusválidos, imbéciles e idiotas»13 . Quedaba mucho por construir y, en este sentido, Juliano Moreira escribió insistentemente a favor de las colonias14. Su principal argumento era que se hacía necesario ofrecer asistencia a los desamparados, especialmente a los más pobres, por los mayores riesgos a que se veían expuestos a consecuencia de la degeneración causada por tales enfermedades. Defendía que todos estos enfermos podrían beneficiarse en alto grado de la vida al aire libre, combinada con el trabajo en el área de la asistencia heterofamiliar. La inspiración, como ocurría con los países europeos, era la pequeña aldea de Gheel; sin embargo, Juliano Moreira consideraba que era imposible reproducir esa experiencia que, según él, se había iniciado en el siglo XVII con los aldeanos de Gheel hospedando a locos que creían en una curación milagrosa en la Iglesia local de Santa Dymphne. De esta forma, apostaba por el llamado «sistema alemán», en el que la asistencia de los colonos de Gheel era sustituida por la asistencia familiar, llevada a cabo fuera de la institución por empleados y familias15. Este proyecto se plasmaría en Río de Janeiro con la inauguración, en 1924, de la Colônia de Psicopatas-Hombres, ubicada en la zona rural de Jacarepaguá,
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12 La defensa, por Juliano Moreira, del open-door, de la clinoterapia y del régimen heterofamiliar, está presente en MOREIRA, J. (1901) Klinoterapia. Diffusão do seu uso, sua technica e resultados no tratamento das psychoses. (extraído do Brazil-Medico). Rio de Janeiro: Typographia Besnard Frères,. _____ (1906) Ligeiras Notas a Propósito da Assistencia Familiar, Archivos Brasileiros de Psychiatria, Neurologia e Sciencias Affins, Anno II, nº 1, jan. e MOREIRA, J. [1905] (1955); (1910). 13 MOREIRA 1910, p. 387. 14 En MOREIRA (1910) se observa el uso de varias categorías para hablar sobre el espacio colonial que se quería implantar: colonia agrícola, asilo-colonia, hospital-colonia. 15 MOREIRA 1910, p.386.
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adonde fueron llevados los pacientes de las antiguas colonias de la Ilha do Governador16. Esas inversiones en el área asistencial venían ligadas al desarrollo de una ciencia psiquiátrica brasileña, produciéndose, también por esa vía, la inclusión de Brasil en el conjunto de las naciones civilizadas. Con objeto de integrar la psiquiatría en los movimientos a favor del «progreso» de las ciencias en el país, Juliano Moreira fomentó la difusión de publicaciones periódicas científicas, como lo hizo él mismo, con la creación en 1905, juntamente con el médico forense Afranio Peixoto, de los Archivos Brasileiros de Psychiatria, Neurología e Ciências Affins17, órgano de divulgación de la primera sociedad científica psiquiátrica brasileña: Sociedade Brasileira de Psychiatria, Neurología e Ciências Afins. También defendió e implantó el uso de lenguajes y sistemas especializados, como la primera clasificación psiquiátrica brasileña en 1910, participando en congresos médicos internacionales (Lisboa, 1906; Ámsterdam y Milán, 1907; Londres y Bruselas, 1913). Respecto a las teorías psiquiátricas, Juliano Moreira se vio claramente influenciado por el alemán Émil Kraepelin y sus teorías de corte organicista. Al igual que Kraepelin, Juliano Moreira entendía la enfermedad mental como un estado de naturaleza distinta al de los estados considerados normales. La concebía como un fenómeno limitado al plano de la «excepción biológica», y adoptaba los principios clasificatorios propuestos por el psiquiatra alemán: los síntomas observados en los términos de su etiología y la evolución de la enfermedad. En opinión de Juliano Moreira, la enfermedad mental «como desviación de la normalidad, es una excepción biológica»18 y, en ese sentido, solo puede observarse a partir de la consideración preponderante de la esfera orgánica del individuo. Como en Kraepelin, se trataba de una síntesis entre la
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16 Sobre la historia de esa instituición, en 1935 nuevamente denominada Colônia Juliano Moreira véase VENANCIO, A.T.A. ; CASSILIA, J.A.P. (2010), Política assistencial psiquiátrica e o caso da Colônia Juliano Moreira: exclusão e vida social (1940-1954). In: WADI, Y.M; SANTOS, N.M.W. (orgs.) História e Loucura: saberes, práticas e narrativas. Uberlandia, EDUFU, pp. 51-83. 17 Muchos de los artículos escritos por él a favor de las transformaciones en la asistencia psiquiátrica, aquí ya citados, fueron publicados en este periódico. Inicialmente nombrado Arquivos Brasileiros de Psiquiatria, Neurologia e Ciências Afins (abril 1905- 1907), después bautizado nuevamente como Arquivos Brasileiros de Psiquiatria, Neurologia e Medicina Legal, (1908-1918) y, por último, como Arquivos Brasileiros de Neuriatria e Psiquiatria (1919-1957 ?) 18 MOREIRA, J. (1919), Classificações em Medicina Mental. Archivos Brasileiros de Neuriatria e Psychiatria, Anno1, 1° trimestre, p. 93.
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etiología moral y física solo en la medida en que se consideraba que la etiología física podría abarcar y designar una probable etiología moral. La causalidad, por consiguiente, se relaciona con la acción de ciertas toxinas sobre el córtex cerebral, asociándose a perturbaciones generales del organismo que se manifiestan en síntomas. En ese modelo eminentemente médico, los síntomas de las enfermedades mentales se relacionaban con afecciones de la voluntad y de la conciencia, consideradas desde el punto de vista organicista, como lo había hecho Kraepelin: «(…) los estados depresivos no son más que la conciencia del estado del cuerpo, de la hipotonía de los músculos lisos y estriados, el resultado de la desnutrición muscular y cerebral; se espera que la mejora del estado general, la reparación de las perturbaciones nutritivas del organismo y del cerebro, cambien el estado kinestésico que provoca en la conciencia una conmoción dolorosa. Y la hiperestesia psíquica del melancólico, con sus dolores morales angustiosos, con su estado abúlico acentuado, necesita con urgencia algo que le suprima la actividad de los músculos relacionales de la vida, por ello el paciente necesita que se le ahorre todo acto voluntario, cualquier determinación propia.»19
Como en la teoría kraepeliniana, la visión de Juliano Moreira sobre la voluntad y la conciencia no estaba en relación con ninguna consideración de orden moral que pusiese en cuestión el libre albedrío individual o la existencia de una motivación idiosincrática. Se trataba en exclusiva de la conciencia y de la voluntad puestas en juego en las reacciones motoras, del sustrato físico propiciador o imposibilitador de la acción psicomotora individual; esa conciencia y voluntad de carácter físico eran determinantes para la expresión de las capacidades de afecto, de juicio y, por consiguiente, del total individual que representa la personalidad20. Desde este punto de vista, J. Moreira se centró en el análisis de diagnósticos cuya descripción tuviese en cuenta aquellos fenómenos de intoxicación que afectasen a la dimensión orgánica individual —las neuronas, el sistema nervioso— y que generasen comportamientos ———— 19
MOREIRA, J. (1901), Klinoterapia. Diffusão do seu uso, sua technica e resultados no tratamento das psychoses., Rio de Janeiro,Typographia Besnard Frères, p.43. 20 Podemos entender, en este sentido fisicalizador, la referencia que hacen Juliano Moreira y Afrânio Peixoto sobre las llamadas intoxicaciones crónicas, de las que el Prof. Kraepelin «solamente se ocupó de las llamadas voluntarias: alcoholismo, morfinismo y cocainismo» MOREIRA, J. e PEIXOTO, A. (1905), Classificação de molestias mentaes do professor Emil Kraepelin. Archivos Brasileiros de Psychiatria, Neurologia e Sciencias Affins, Anno I, n. 2, pp. 204-216.
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«anormales» a los sujetos: la lepra, la sífilis21 y el alcoholismo. De esta forma, buscaría, por ejemplo, hacer patente la confluencia de psicopatías entre los leprosos, no con vistas a establecer una relación de causa y efecto entre la segunda y la primera enfermedad, sino para afirmar que «no se puede negar que las toxinas leprosas actuando sobre las neuronas superiores de un individuo predispuesto, pueden producir psicosis infecciosas»22 . Las teorías kraepelinianas servirían a Juliano Moreira para responder a cuestiones específicas, surgidas en aquel momento, acerca del horizonte y las futuras vías de desarrollo de la sociedad durante la Republica brasileña. En este sentido, paradójicamente, las teorías psiquiátricas alemanas fueron «traducidas» por Moreira en un discurso anti-determinista, contrario a la creencia en la inexorabilidad de los males generados por el clima tropical y por la constitución racial de los brasileños: «El clima no influye en nada sobre los síntomas de diversas psicosis. Es en el grado de formación del individuo donde reside la causa de las diferencias que puedan presentarse. El descendiente puro de dos caucasianos, igualmente puros, criado en el interior en medio a personas ignorantes, presenta los mismos delirios rudimentarios que los individuos de color desprovistos de formación»23.
Afirmaba que no se debería atribuir las enfermedades mentales que afectaban a la población brasileña a esos factores ambientales o raciales, sobre los cuales nada se podría hacer. Para él, el motivo de las enfermedades mentales en Brasil, igual que en todos los países del Viejo Mundo, se encontraba en el plan biológico estrictamente individual, y no en el plan colectivo o social. En la discusión propiciada por las teorías médico-legales racistas de finales del siglo XIX —expresadas en el pensamiento de Nina Rodrigues (1862-1906), por ejemplo— Juliano Moreira proponía el igualitarismo de las razas, afirmando ser posible la inclusión del mestizo pueblo brasileño en un proyecto civilizador universal, por medio de acciones públicas en la área de la salud y de la educación.
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MOREIRA, J. (1918), A Psychiatria e a Guerra. Conferência realizada no Club Militar em 4-2-1918 sob os auspicios da Sociedade Medico-Cirurgica Militar. Capital Federal, apud PORTOCARRERO, V.M. (2002), Juliano Moreira e a descontinuidade histórica da psiquiatria, Rio de Janeiro, Editora Fiocruz, p.87. 22 MOREIRA, J. (1906), Psychoses em leprosos. Archivos Brasileiros de Psychiatria, Neurologia e Sciencias Affins, Anno II, n° 1, p. 54. 23 MOREIRA, J. e PEIXOTO, A. (1906), Les maladies mentales dans les climats tropicaux. Archivos Brasileiros de Psychiatria. Neurologia e Sciencias Affins, Anno II, (1), p. 238. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 167-188, ISSN: 0210-4466
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4. LA ASISTENCIA PSIQUIÁTRICA EN EL CONTEXTO DE LAS POLÍTICAS DE SALUD EN BRASIL (1937-1954) El tercer momento que quiero destacar se inicia en 1937, cuando, por motivo de un golpe de estado, el Gobierno Federal bajo la presidencia de Getúlio Vargas (1882-1954) instauraba un régimen de excepción política denominado Estado Novo. Getúlio Vargas había alcanzado la Presidencia de la República de Brasil en 1930, por medio de un golpe sostenido por un levantamiento militar que, bajo su liderazgo civil, tenía como objetivo impedir la investidura del nuevo presidente —Júlio Prestes— elegido en marzo del mismo año. Las causas de este movimiento armado se venían gestando ya desde décadas anteriores, como cabe constatar: (i) por una parte, la alternancia política en los presidentes de la República, representantes bien del Estado de São Paulo, bien del de Minas Gerais24, lo que favoreció desde la década de 1910 a las oligarquías de ambos estados, en detrimento de otras oligarquías locales sin acceso a los centros de decisión nacionales, e hizo emerger un descontento creciente en éstas; (ii) y por otra parte, en el surgimiento de nuevas fuerzas sociales en Brasil desde los años 20, en especial de una clase media, como consecuencia de los procesos de industrialización y urbanización, la cual comenzaba a exigir una participación y una representación políticas que, hasta el momento, no había experimentado. Getúlio ascendió al poder apoyado por las oligarquías de distintos estados y por la clase media urbana, teniendo a la vez como desafíos políticos el ser representante de los anhelos de las fuerzas sociales que lo apoyaron (clases medias urbanas y oligarquías locales), y resolver la tensión entre los proyectos políticos de centralización y los de reparto del poder entre las instituciones nivel local. Ambos proyectos ocasionaban disputas entre las oligarquías25. En este contexto el gobierno de Getúlio Vargas (1930-45) buscó un nuevo mode-
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24 Esa alternancia de presidentes procedentes de los estados de São Paulo y Minas Gerais se dio a conocer como política del «café con leche», considerándose que los dos estados eran, respectivamente, los mayores productores de café y de leche. En el lenguaje popular brasileño la expresión «ser café con leche» significa que el sujeto en cuestión no se encuentra en situación de competencia igualitaria con los demás, siendo considerado como miembro elegido o integrante de un determinado ámbito sin haber pasado por los trámites de evaluación o competencia a los que se someten los demáss indivíduos. 25 FONSECA, C.; HOCHMAN, G.; TRINDADE, N.L. (2005), A Saúde na Construção do Estado Nacional no Brasil: Reforma Sanitária em Perspectiva Histórica. In: LIMA, N.T.; GERSCHMAN, S.; EDLER, F.C.; SUÁREZ, J.M. (coords.), Saúde e Democracia: História e Perspectivas do SUS, Rio de Janeiro, Editora Fiocruz, pp. 27-58, p. 38 e ss.
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lo para las instituciones políticas y para la estructura del sistema de salud pública, donde se encontraba la asistencia psiquiátrica. A partir de 1937, con el Estado Novo, el Gobierno Federal expresa su clara opción por una política centralizadora, liderada solamente por las instancias federales, y que se inclinaba tanto hacia la modernización del Estado, como hacia la construcción de un proyecto nacional. Dentro de ese proceso de mayor centralización política y administrativa, todos los órganos del Ministerio de Educación y Salud Pública, con competencias en el área de la salud, pasaron a integrar el Departamento Nacional de Salud (DNS)26. Se incluían aquí aquellos que hasta ese momento estaban bajo la responsabilidad de la División de Asistencia a Psicópatas, encargada de las siguientes tareas: «de los servicios concernientes a la asistencia a psicópatas y a la prevención mental, de carácter nacional, así como de aquellos de carácter local que sean ejecutados por el Gobierno Federal; de su responsabilidad será promover la cooperación del Gobierno Federal en los servicios locales, por medio del auxilio y de la subvención federales, fiscalizando el empleo de los recursos concedidos.»27
Durante ese período se verificó en el campo de la salud un proceso tanto de centralización política como de descentralización en lo referente a la implantación efectiva de las decisiones del Estado, buscando una interacción entre los ámbitos federal, regional y municipal de gobierno. Las decisiones del Gobierno Federal seguían las directrices para las políticas de salud pública que se discutían internacionalmente. Entre 1930 y 1945, la Organización Panamericana de Salud había promovido varias reuniones recomendando el modelo de «centralización normativa y descentralización directiva». Con ese objeto fueron creados los llamados «distritos sanitarios»— áreas que comprendían grupos de municipios— por medio de los cuales se realizaría el control de las acciones de salud28. La intención era instituir la fiscalización de los municipios bajo la responsabilidad de los estados, garantizando jerárquicamente el control federal sobre todas las instancias, no obstante, sin dejar de dialogar con los poderes locales, que mantenían de esa manera alguna relevancia en el juego de poder. Asimismo, desde 1941 se institucionalizó la reforma del Departamento Nacional de Salud, que distribuyó sus áreas de acción según enfermedades.
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26 El Departamento Nacional de Salud estaba, por lo tanto, compuesto por cuatro secciones: División de Salud Pública, División de Asistencia Hospitalaria, División de Amparo a la Maternidad y a la Infancia y la División de Asistencia a Psicópatas. 27 BRASIL. Artigo 17° da Lei n° 378 de 13 de janeiro de 1937. 28 FONSECA, et. al.(2005), p.45
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Tales áreas de acción pasaron entonces a ser responsabilidad de distintos órganos: Servicio Nacional de Lepra, Servicio Nacional de Malaria, Servicio Nacional de Peste, Servicio Nacional de Tuberculosis y Servicio Nacional de Fiebre Amarilla29. En ese contexto fue creado también el Servicio Nacional de Enfermedades Mentales (SNDM), que reunía la División de Asistencia a Psicópatas (DAP) de alcance nacional y el Servicio de Asistencia a Psicópatas, orientado al Distrito Federal. El Departamento Nacional de Salud ampliaba su acción en el área psiquiátrica, hasta entonces exclusivamente concentrada en la capital federal. La tarea de formulación de una política asistencial psiquiátrica de ámbito nacional salía así fortalecida. En ese contexto, de 1937 a 1941, el gobierno federal realizó una investigación que tenía como objetivo evaluar las condiciones de la asistencia psiquiátrica, obteniendo como resultado una clasificación de los servicios prestados por los diferentes regiones brasileñas: en los estados de Sergipe, Goiás y el territorio de Acre la asistencia era considerada inexistente; en Mato Grosso, Espírito Santo y Piauí la asistencia fue evaluada como deficiente, sin tratamiento diferenciado y especializado; en Amazonas, Maranhão, Ceará, Río Grande do Norte, Alagoas y Santa Catarina, se constató que había alguna oferta de orientación especial, pero con asistencia muy deficiente; en Paraíba, Pará, Bahía y Río de Janeiro la asistencia se entendió como especializada, pero reducida. Solo en cinco estado brasileños —Paraná, Rio Grande do Sul, Pernambuco, São Paulo y Minas Gerais— los métodos psiquiátricos fueron considerados más modernos y dirigidos a la prevención30. En base a esa investigación, desde 1941 el Servicio Nacional de Enfermedades Mentales pasaría a gestionar la extensión de la asistencia psiquiátrica a todo el territorio nacional, creando el Plan Hospitalario Psiquiátrico, cuyo objetivo era la planificación e instalación de 4.000 plazas psiquiátricas en diferentes estados, con la ayuda financiera del Gobierno Federal. Entre las propuestas del plan se observa una insistencia en el modelo institucional de 'hospital-colonia'; bajo la directriz de que una «futura acción —como la que se proyecta— no se vea en la obligación de abandonar lo hasta ahora realizado»31. De entre los veinte estados brasileños existentes en la época (incluyén-
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BRASIL. Decreto-lei n° 3.171 de 2 de abril de 1941. PEREIRA, M. de F. (1992), A psiquiatria brasileira nos anos de 1930 a 1950. (dissertação de mestrado, não defendida), Rio de Janeiro, IMS/UERJ, p.45-6 31 BRASIL/Ministério da Educação e Saúde /Departamento Nacional de Saúde (DNS). Plano Psiquiátrico para a União Sugestões para a Ação Supletiva da União. In: Arquivo Gustavo Capanema, série Ministério da Educação e Saúde — Saúde e Serviço Social, GCh 30
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dose la capital federal), catorce habían sido señalados para la construcción o la ampliación de un hospital-colonia o colonia. Para los demás estados (Amazonas, Pará, Río Grande do Norte, Paraíba, Bahía y Paraná) se preveía la construcción de hospitales o de pabellones en sus interiores. Ese modelo institucional de colonias para pacientes psiquiátricos no era una novedad en Brasil, igual que sucedía en otros países iberoamericanos y europeos. Como hemos visto anteriormente, la noción de colonia y sus derivados semánticos (asilo-colonia, colonia agrícola, hospital-colonia), destinada incluso a diferentes tipos psicopatológicos (alcohólicos, epilépticos), era defendida desde el inicio del siglo XX por Juliano Moreira. En este nuevo contexto entre los años 1940 a 1950, el modelo de la colonia aparecía asociado al servicio del hospital moderno, sirviendo como «modelo», tanto por considerar lo que había de más adecuado para el tratamiento de la enfermedad mental, como en lo relativo al incentivo sistemático que se ofrecía por tomarlo como patrón. El prototipo del hospital-colonia se concebía entonces como un complejo hospitalario que ocupaba un amplia área física, apartado de los centros urbanos, integrado por grandes pabellones y núcleos para el ingreso de cientos de pacientes, quiénes, a su vez, tendrían como recursos terapéuticos la antigua praxisterapia, pero también los modernos tratamientos de convulsoterapia. Con ese modelo, el Estado brasileño creía promover la centralización y la modernización de la asistencia psiquiátrica a nivel nacional. El principal personaje de este proceso fue Adauto Botelho (1895-1963), médico licenciado por la Facultad de Medicina de Río de Janeiro en 1917 y primer director del Servicio Nacional de Enfermedades Mentales, que se mantuvo en el cargo hasta 1954. Desde el punto de vista de la clínica, se interesaba particularmente por el tema del alcoholismo. En 1921, juntamente con los psiquiatras Pedro Pernambuco, Antonio Austregésilo y Ulisses Vianna, había fundado el Sanatorio Botafogo: una clínica privada con menos de 20 plazas psiquiátricas, orientada al tratamiento de las toxicomanías, en un momento en que éstas se presentaban como categoría diagnóstica en círculos psiquiátricos de la ciudad de Río de Janeiro. Además de ello, su producción académica, aunque reducida cuantitativamente frente a otros psiquiatras de renombre, se centró en el tema del alcoholismo, y en otros como los de la parálisis general, la psicosis maníaco-depresiva, el síndrome de Ganser, además de otros dos trabajos sobre política asistencial, todos publicados en periódicos especializados de Río de Janeiro, capital de la República. En los Ar-
———— 34.08.03 / II-14. Rio de Janeiro, Centro de Pesquisa e Documentação de História Contemporânea do Brasil /Fundação Getúlio Vargas (CPDOC/FGV). s/d Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 167-188, ISSN: 0210-4466
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chivos Brasileiros de Psychiatria, Neurologia e Sciencias Affins publicó ocho artículos, mientras que en el Archivos Brasileiros de Higiene Mental fueron tres artículos. En el Jornal Brasileiro de Psiquiatría, órgano oficial de divulgación del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Brasil —de la que había sido director (1956-1958)— publicó solamente el artículo «Influencia del psicoanálisis sobre la psiquiatría» (1956). Como responsable del Servicio, Adauto Botelho fomentó la implantación de hospitales-colonia en varias capitales de los estados y creó el Centro Psiquiátrico Nacional (hospital psiquiátrico, colonias, hospital para niños y para neurosífilis) posteriormente llamado Centro Psiquiátrico Pedro II. En 1944, iniciaba de modo incipiente la difusión de los Ambulatórios de Saúde Mental, desde el Consultório de Psico-Higiene en Río de Janeiro. Al final de su gestión de 13 años, Adauto Botelho había realizado una ampliación de 16000 plazas psiquiátricas en todo el país32 y, no sin razón, muchas de las nuevas colonias y hospitales fueron inaugurados con su nombre. Basados en estos modelos, por ejemplo, fueron creados el Hospital Psiquiátrico Adauto Botelho en Cuiabá, y el Hospital Colonia Adauto Botelho en Cariacica (Espírito Santo), cuyas obras fueron iniciadas en 1949; y el Hospital Colonia Adauto Botelho33 en Pinhais (Paraná), que empezó a funcionar en 1954. También la Colônia Santana, establecida a finales de 1941 en el municipio de San José, en el Salto do Imaruí (Santa Catarina), formó parte de esa directriz asistencial psiquiátrica establecida por el Dr. Adauto Botelho. Un número significativo de estas plazas psiquiátricas se implantó en base al Decreto Ley 8.550, de 1946, que autorizaba el SNDM a realizar convenios con los estados de la federación. El Gobierno Federal se encargaría de la construcción y dotación del nuevo centro psiquiátrico, mientras que las instituciones de cada estado estarían encargadas de la donación del terreno, de los gastos de mantenimiento de las instalaciones y de la retribución de los profesionales que allí actuarían. A este respecto, lo que se observa es que la política psiquiátrica durante este período, que fue responsable del ingreso de un número significativo de personas, no solo acrecentó el proceso de exclusión social de muchos individuos y de grupos amplios de la población, sino que también contribuyó al establecimiento del propio Estado brasileño, por medio de la planificación y
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32 De acuerdo con PAULIN, L.F. e TURATO, E.R. (2004), Antecedentes da reforma psiquiátrica no Brasil: as contradições dos anos 1970. História, Ciências, Saúde- Manguinhos, vol. 11(2), 241-58, p.244. 33 SIGOLO, R. P. (2001), Vislumbrando o diferente: teorias psiquiátricas na formação da Colônia Santana. Psychiatry on line Brazil, vol. 6 (4). http://www.polbr.med.br/ano01/wal0401.php
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la ejecución político-administrativa de los órganos encargados, favoreciendo el liderazgo del Gobierno Central frente al de los estados de la Federación. 5. LA REFORMA PSIQUIÁTRICA BRASILEÑA DESDE FINALES DE LA DÉCADA DE 1970 En la época reciente, los nuevos rumbos de la asistencia psiquiátrica en Brasil están en relación con otro momento específico de la historia política brasileña, a finales de la década de 1970 e inicio de los años 80. Se trata de una época marcada por un proceso de distensión de la represión política, instaurada con el régimen militar de 1964, y cuya intensificación se materializó en la implantación del Acto Institucional n° 5 en 1968. A finales de los años 1970, el proceso paulatino de redemocratización política supuso la vuelta de las agrupaciones políticas a la legalidad, la creación de nuevos partidos, como el Partido de los Trabajadores (1978), y el surgimiento de movimientos sociales en conexión con diferentes grupos de minorías y las condiciones de vida generales de la población, como las asociaciones de barrios y de favelas. Por una parte, el modelo de desarrollo sostenido por los gobiernos militares estaba roto y, por otra, la sociedad civil volvía a organizarse reivindicando la normalidad de los derechos políticos y la amnistía para los exiliados. En el área de la salud se observa la denuncia y la crítica de la política vigente, marcada por el abandono de las instituciones asistenciales públicas y por la excesiva privatización de los servicios, que el Estado financiaba pero no controlaba. En cuanto a la asistencia psiquiátrica, esta práctica fue llamada más tarde «industria de la locura»34. Por lo menos desde la década de 1960, el Gobierno Federal había dejado de invertir en la compra de equipos y en la renovación de las instituciones públicas del área psiquiátrica, manteniendo el modelo centrado en la hospitalización por medio del pago de plazas en instituciones privadas. Sin embargo, el pago de plazas privadas no vino acompañado de una fiscalización de los servicios de salud financiados. De esta forma, junto al abandono de las grandes instituciones psiquiátricas públicas, se pudo observar una falta de criterios y de fiscalización técnico-terapéutica en los servicios privados, convirtiéndose así en nuevos lugares de depósito de personas y de creación de conductas crónicas en los enfermos mentales.
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34 De acuerdo con RUSSO, J.A.; VENANCIO, A.T.A. (2008), Loucura e Responsabilidade. In: SOUZA LIMA, A.C.; SCHRITZMEYER, A.L.P.; CARRARA, S. (coords.). Antropologia e Direito: bases para um diálogo interdisciplinar (NO PRELO). Blumenau, Nova Letra.
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En ese contexto político y en contra la «industria de la locura», tuvo origen, al final de la década de 70, un proceso que fue conocido como la reforma psiquiátrica y que, inicialmente, estuvo vinculado al escenario de la reforma sanitaria propuesta por los médicos por entonces comprometidos en la crítica al régimen militar. Para la reforma sanitaria, el asunto de la ciudadanía se confundía con el de la extensión universal del acceso a los bienes sociales, o sea, la extensión igualitaria de servicios de salud de buena calidad a toda la población. La reforma psiquiátrica brasileña, a su vez, tuvo como punto de origen, en 1978, la «crisis de la DINSAM» — División Nacional de Salud Mental, órgano federal encargado de la política de salud mental del país, creado en 1970 en sustitución del Servicio Nacional de Enfermedades Mentales. Los profesionales del área manifestaron las pésimas condiciones de los tres hospitales psiquiátricos del Ministerio de la Salud localizados en Río de Janeiro y divulgaron una denuncia corporativa de explotación del trabajo de los denominados «becarios»: profesionales y estudiantes que trabajaban en tales instituciones cobrando «becas de salud mental», es decir, un tipo de remuneración que no veía reconocidos los derechos laborales garantizados por el estado brasileño desde los años 30. Como respuesta, el gobierno prescindió de los becarios, a continuación extinguió los programas de prácticas y trabajo voluntario existentes en las tres instituciones, y contrató médicos que habían superado las oposiciones realizadas por el Ministerio de Seguridad y Asistencia Social, para sustituirlos. En el mismo año se realizó en la región sur del país, en la ciudad de Camboriú, el V Congreso Brasileño de Psiquiatría, que contó con la presencia de un grupo de profesionales que habían sido cesados por la DINSAM, dando a ese congreso técnico-científico una connotación eminentemente política en cuanto a las direcciones a seguir por la psiquiatría brasileña. Los profesionales se reunieron en una asamblea general y lanzaron el «Manifiesto de Camboriú», fijando para enero de 1979 un Encuentro de Profesionales de Salud Mental35. Esta movilización política en el área psiquiátrica creó como lema la expresión «por una sociedad sin manicomios». Se inspiraba principalmente en la experiencia italiana liderada por Franco Basaglia, que denunciaba las pésimas condiciones de trabajo de los profesionales de la salud mental y las situaciones inhumanas en las que vivían los residentes en los manicomios, propo-
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35 VENANCIO, A.T.A.. (1990), Sobre a «nova psiquiatria» no Brasil: um estudo de caso do hospital-dia do Instituto de Psiquiatria. Dissertação de mestrado em antropologia social, Rio de Janeiro, Museu Nacional/UFRJ, p.115-116.
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niendo asimismo, como nuevo modelo, la reinserción social del enfermo mental y el fin de los manicomios. En este campo de la salud mental, las quejas fueron, ya a finales de la década de 1980, traducidas bajo la expresión de la ciudadanía del loco. La cuestión de la ciudadanía del loco ampliaba por fuerza el tema de la universalización y de la equidad propuesta por la reforma sanitaria, ya que buscaba cuestionar y reconocer la ciudadanía de ese sujeto «especial», frente a la comunidad basada en el contrato social. En este sentido, era necesario demarcar las limitaciones de este individuo frente a las exigencias racionales, la responsabilidad y la independencia socialmente impuestas, al mismo tiempo que se debería garantizar su ejercicio de la autonomía, la generación de renta propia, el derecho de libre circulación, etc. Desde la segunda mitad de los años 80, la reforma psiquiátrica dejó de ser predominantemente un movimiento de denuncia y crítica al modelo de asilos y pasó a producir resultados concretos dentro del espíritu que la animaba. Nuevos tipos de instituciones de servicio público —Hospitales de día, Núcleos y Centros de Atención Psicosocial (NAPS y CAPS), Clubs de Ocio— empezaron a surgir en varios estados brasileños, todos como alternativas al ingreso y a la permanencia prolongada en hospitales psiquiátricos. Se observa a la vez una planificación de las políticas del sector en los años 90, cuando las directrices del Ministerio de la Salud, desde una coordinación que se identificaba con los ideales de la reforma, estimulaban esas experiencias asistenciales innovadoras por medio de una financiación distinta. Además, los pacientes y sus familiares, organizados en asociaciones, empezaron a participar en las conferencias municipales, regionales y nacionales de salud mental36. Durante la década de 1990 varios estados brasileños —como Ceará, Pernambuco, Río Grande do Norte, Distrito Federal, Minas Gerais, Paraná y Río Grande do Sul —aprobaron legislaciones en pro de la sustitución progresiva de la asistencia y la internación hospitalaria por la atención en servicios extrahospitalarios, con vistas a un desarrollo permanente de la vida social del paciente, reconociendo así sus derechos civiles37. Esas legislaciones se inspiraban en un proyecto mayor de ley federal elaborado por los líderes del movimiento de reforma psiquiátrica y presentado a la Cámara de los Diputados del Congreso Nacional en 1989 por el Diputado Paulo Delgado del Partido de los Trabajadores que, sin embargo, encontró grandes dificultades para ser aprobado.
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De acuerdo con TENÓRIO, F.R. (2001), A Psicanálise e a Clínica da Reforma Psiquiátrica, Rio de Janeiro, Rios Ambiciosos; RUSSO e VENANCIO (2008). 37 BRASIL/ Ministério da Saúde /Secretaria Executiva. Legislação em saúde mental 1990-2002. 3ª ed. revista. Brasília: Ministério da Saúde, 2002. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 167-188, ISSN: 0210-4466
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Se tramitó el proyecto de ley federal en el Congreso y en el Senado durante doce años, con la redacción de varios textos sustitutivos, frutos de una dura lucha política. En líneas generales, podemos decir que, de un lado, estaban los parlamentarios que defendían la idea de «una sociedad sin manicomios», junto con los que consideraban importante la reforma de la asistencia psiquiátrica, pero temían sus efectos; y de otro, estaban aquellos que se oponían a la transformación de la asistencia, abogando por la continuidad del modelo de tratamiento centrado en el ingreso psiquiátrico. En 2001, el proyecto de Ley federal fue votado y aprobado como Ley n° 10.216. Su primer artículo destaca como objetivo el eliminar cualquier forma de discriminación de las personas con trastorno mental, en cuanto a la raza, el sexo, el color de la piel, la orientación sexual, la religión, la nacionalidad, la edad, los recursos económicos, etc. Inspirada en la ley italiana, determina los modos por los cuales han de tener lugar los ingresos: voluntario, involuntario o forzoso. La necesidad del consentimiento del paciente para ser ingresado, la idea de que el ingreso involuntario debe ser controlado por el Ministerio Público, o la determinación de que el carácter forzoso del ingreso debe considerar la salvaguarda del paciente, pretenden impedir los ingresos arbitrarios y la violación de sus derechos humanos y civiles. Quedaban entonces instauradas las bases sobre las cuales el tratamiento psiquiátrico —marcado por la idea de la ciudadanía del loco— debería ser defendido y ejercido: la garantía del derecho del paciente a negarse a recibir tratamiento, y el deber incontestable del Estado de ofrecerle y prestarle servicio.
CONSIDERACIONES FINALES Este artículo ha buscado demostrar que la asistencia psiquiátrica en Brasil —en las dimensiones específicas de su planificación, organización y efectiva realización— fue fruto de las íntimas relaciones entre el campo psiquiátrico y el contexto político en el cual se dio. En este sentido, se ha buscado amplificar el argumento histórico de que la creación y la implantación de instituciones asistenciales psiquiátricas en Brasil, a ejemplo del proceso francés de constitución y desarrollo de la institución asilar, fue solamente, o principalmente, expresión de los amplios procesos de imposición disciplinaria propios de la modernidad, esos que produjeron un panorama decisivo de medicalización de la sociedad y de control social. Desde esta perspectiva, se ha pretendido construir un enfoque analítico más generalizador en relación con una concepción que remarca la medicina psiquiátrica como agente del poder dis186
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ciplinario. En este sentido, se han destacado los procesos históricos específicos del contexto brasileño, buscando mostrar los diferentes actores sociales e intereses en juego. Aunque sea incontestable el hecho de que, históricamente, la asistencia psiquiátrica en Brasil produjo un cuadro de exclusión social para una parcela significativa de la población, es necesario considerar que este proceso no solo no fue homogéneo temporal y espacialmente, sino que, además, fue simplemente uno de los desdoblamientos de otros procesos sociales y políticos más amplios que estaban teniendo lugar. De esta forma, se ha señalado que la constitución del primer manicomio brasileño en 1841 formó parte de un proyecto político que tenía como objetivo consolidar los ideales monárquicos en el país. La creación de un manicomio, antes de ser un instrumento de control social fomentado por el proceso de medicalización de la sociedad, contribuía a la demostración de las alianzas entre el poder monárquico y el poder religioso, y al deseo de participar en el modelo de civilización europeo anclado en la misión de la caridad. Como vemos, en Brasil, la creación de la institución del manicomio no derivó de inmediato la gestión del problema de la locura a manos del cuerpo médico, aunque se estuviera de acuerdo con las recomendaciones de un grupo de médicos inspirados en la higiene, y tampoco llevó a la institucionalización del saber psiquiátrico en Brasil. En esta misma línea interpretativa, parece demostrado que, en los albores del siglo XX, el proyecto de organización de la asistencia psiquiátrica formaba parte de una idea más amplia de reformulación de los espacios físicos y simbólicos de la ciudad de Río de Janeiro. La entonces capital de la República serviría como laboratorio para la implantación de un proyecto civilizador que pasaba a presentar el desafío —desde entonces continuamente presente— de organizar una sociedad regida por los principios republicanos de igualdad y libertad. El orden político recientemente instaurado, marcado por esos nuevos valores, se veía, de esta manera, frente al desafío de sobreponerse a la tradición patriarcal y esclavista, que se mantenía viva en el imaginario y las prácticas sociales de la época. En este sentido, se ha destacado que la política asistencial resultó una aliada importante del proceso de institucionalización de la ciencia psiquiátrica en el ámbito brasileño, al mismo tiempo que el desarrollo y la consolidación de campos científicos eran considerados pilares centrales para el reconocimiento del grado de civismo de una sociedad. La implantación de una política asistencial psiquiátrica de ámbito nacional en los años 40, por su parte, no provocó solo el incremento del número de plazas psiquiátricas en todo el país, considerado por la historiografía como una clara expresión de la extensión de métodos de control social, sino que Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 167-188, ISSN: 0210-4466
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trató también de hacer participar el área de la psiquiatría en el complejo desarrollo de una política de salud pública, buscando para tal objetivo el aumento de la cobertura asistencial a la población brasileña, diseminada por el amplio territorio nacional. Estaba en juego la implantación de una política pública que demostrara el liderazgo y el centralismo del gobierno federal en la constitución de un Estado nacional frente a las resistencias y las exigencias de los distintos estados brasileños. Por último, se ha recalcado que solo en un contexto de distensión del régimen autoritario de la dictadura militar, pudo tener lugar el proceso de reforma psiquiátrica, aunque ya hubiese acontecido en otros países desde las décadas inmediatamente posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial. En Brasil, ese proceso adquiere colores propios en cuanto a cómo ocurrió la apertura política y el uso de los canales e instrumentos democráticos a finales de la década de 1970. Se dio preferencia a las relaciones asociativas entre iguales; y la complejidad del juego político en el Congreso Nacional y en el Senado Federal no impidió las victorias de la reforma psiquiátrica en varios estados del país. Al contrario, de hecho parece que la reforma psiquiátrica tuvo repercusión y se consolidó por la vía de las experiencias locales, convirtiéndose más adelante en una propuesta nacional legislativa, defendida por el Gobierno Federal. En dicho contexto, la asistencia psiquiátrica se transformaría cada vez más en la negociación de las pretensiones de los diferentes actores sociales (médicos, otros profesionales del campo de la salud mental, pacientes y ex pacientes) que se resistían al modelo centrado en los ingresos, así como en el desarrollo de nuevas formas de reinserción social de los enfermos. Seguramente, esas propuestas han planteado nuevas cuestiones para la asistencia psiquiátrica brasileña, que sigue teniendo frente a ella el reto de responder —en un plazo de tiempo concreto— a los problemas propiamente estructurales de la modernidad, como el de crear, en el contexto de una comunidad basada en el contrato social, un lugar para la diferencia instituida como locura.
Recibido: 13 de enero de 2010 Aceptado: 1 de marzo de 2011
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NUEVAS APORTACIONES DOCUMENTALES SOBRE EL GRABADOR CRISÓSTOMO MARTÍNEZ Y SU ATLAS DE ANATOMÍA Raúl Velasco Morgado Universidad de Salamanca
RESUMEN En el presente trabajo damos a conocer nuevos hallazgos documentales sobre Crisóstomo Martínez, figura clave para entender la anatomía española del Barroco y el movimiento novator. Se aportan algunos nuevos datos biográficos sobre su probable fecha y lugar de nacimiento y su desconocida familia; igualmente se dan noticias relativas a unas primeras gestiones directas del autor con la Corona en 1683 para la solicitud de la pensión que le permitiría su viaje a París. Además, se analizan los diferentes informes elaborados para la deliberación última de la Corte en esta materia y se da cuenta de los problemas que sufrió el anatomista para el cobro de las cantidades acordadas una vez desplazado a Flandes. PALABRAS CLAVE: Anatomía. Novatores. Grabado científico. Valencia. Siglo XVII. NEW DOCUMENTARY CONTRIBUTIONS TO THE KNOWLEDGE OF CRISÓSTOMO MARTINEZ AND HIS ANATOMICAL ATLAS
ABSTRACT In this paper we present new documentary findings about Crisóstomo Martínez, a key figure in understanding the Spanish Baroque Anatomy and the movement called «novator». The documents presented show some new biographical data as well as some early news regarding the author’s direct negotiations with the Crown in 1683 in order to apply for the grant that would allow him to take his famous trip to Paris. We also analyze the reports prepared for the final deliberation of the Court on this matter and the problems the artist encountered in collecting the sum that had been agreed upon once he moved to Flanders. KEY WORDS: Anatomy. Novatores. Scientific engraving. Valencia. 17th century.
CRISÓSTOMO MARTÍNEZ Y SU «ATLAS ANATÓMICO» El movimiento denominado novator tuvo una significación decisiva en el desarrollo de la ciencia en las últimas décadas del siglo XVII. Fue López Pi189
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ñero quien, en diversos estudios fundamentales sobre algunos de sus representantes, revisó su actividad y reivindicó su papel tradicionalmente silenciado por la historiografía tradicional1. A grandes rasgos, esta corriente sería la manifestación de la revolución científica en España a través de un grupo minoritario de estudiosos —los novatores— y de la asunción por estos individuos de los presupuestos de la nueva ciencia frente a la tradición escolástica. La caracterización como «época deslucida» del reinado de Carlos II a la luz de los intentos y logros de estos autores ha sido revisada en las últimas décadas, pues es patente que su aportación representó una alternativa en la anquilosada ciencia del Seiscientos. En este contexto aparece en Valencia, importante foco de actividad del nuevo movimiento2, la figura de Crisóstomo Martínez3, un personaje sin una formación inicial específicamente médica, pero con una obra radicalmente innovadora en el ámbito de la anatomía humana. Martínez no solo se habría dedicado a importar la nueva ciencia en una mera labor de asimilación de saberes foráneos, sino que habría participado activamente con producción propia en la generación singular y específica de nuevos conocimientos. Célebre por su aportación a la morfología a través de su colección de grabados anatómicos, desenvolvió su actividad profesional en el círculo de las bellas
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1 El término novator lo divulgó con un sentido peyorativo el obispo de Jaén, Francisco Palanco, decidido tomista. La historiografía posterior y muy especialmente el P. Ramón Ceñal emplearon ampliamente el término que López Piñero reutilizó en un esquema de periodización que hoy es ampliamente aceptado y que, a grandes rasgos, acaba con la barrera que se colocaba en 1700 —el año del cambio dinástico— y que velaba en gran parte las relaciones de continuidad existentes entre ambos siglos. Véase LÓPEZ PIÑERO, J.M. (1979), Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII. Barcelona, Labor. 2 Una revisión sobre el movimiento novator en el ámbito médico lo encontramos en MARTÍNEZ VIDAL, A. y PARDO TOMÁS, J. (2003), Un siglo de controversias: la medicina española de los novatores a la Ilustración. En BARONA, J.L., MOSCOSO, J., PIMENTEL, J. (eds.), La Ilustración y las ciencias. Para una historia de la objetividad, Valencia, Universitat de València, pp. 107-135; y con un enfoque local que nos permite entender el marco valenciano del que parte la obra de Martínez y hacer comparación con otras áreas de la Península en PARDO TOMÁS, J. y MARTÍNEZ VIDAL, A. (2007), Medicine and the Spanish novator movement: ancient vs. moderns, and beyond. En NAVARRO BROTONS, V. y EAMON, W. (eds.), Más allá de la Leyenda Negra. España y la Revolución Científica. Beyond the Black Legend: Spain and the Scientific Revolution, Valencia, Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero, pp. 323-344. 3 Para la biografía y obra de Martínez seguimos la obra de LÓPEZ PIÑERO, J.M. (2001), El atlas anatómico de Crisóstomo Martínez, 3ª ed. Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 2001, que contiene una profunda revisión historiográfica sobre el tema.
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artes, autodenominándose «pintor y abridor de láminas [grabador]»; sin embargo, no se conservan de él pinturas al óleo, aunque sí hasta ocho grabados en cobre para publicaciones de la época4. Guardaba así estrechas similitudes con los primeros microscopistas europeos, ajenos a las aulas universitarias y más cerca del apasionamiento del aficionado que de la sistematización de los académicos. Pero, a diferencia de muchos de sus coetáneos, la carencia de estudios médicos no le mantuvo alejado del ambiente académico, pues en Valencia mantuvo una relación fluida con profesores de medicina y, en Francia, sus cartas muestran una proximidad notable al más importante anatomista del momento, Guichard-Joseph du Verney (1648-1730), y al círculo de la Académie des Sciences. En los años ochenta del siglo XVII, Martínez comenzó la obra gráfica por la que hoy es conocido: su serie de láminas de anatomía macroscópica y microscópica. La primera noticia de solicitud de ayuda económica a la Ciudad de Valencia para proseguir en París un trabajo al parecer ya iniciado, se venía fechando en 1685. La Ciudad, tras una misiva al rey Carlos II para que éste concediese su aprobación, accedió a proporcionar una ayuda de ochocientas libras valencianas a Martínez en cuatro pagos. Este acuerdo llegaba tras fracasar un primer intento de obtener el aval de un fiador que Martínez no consiguió procurarse. Cada fracción del pago se haría con un lapso de año y medio, comprometiéndose a enviar previamente a cada reembolso los grabados de seis de las veintidós tablas de que debía constar el «atlas». De esta manera serían completados al final de los cuatro años tanto el libro como la liquidación de la pensión. En París, desde julio de 1687, Martínez se alojó en el Collège de Montaigue, y se dedicó a la preparación de su obra. En abril de 1689, al enfrentarse España a Francia en la Guerra de los Nueve Años, fue perseguido y acusado de espionaje, motivo por el cual, según se ha venido repitiendo por sus biógrafos, huyó a Flandes en 1690, donde moriría alrededor de 1694. Solo una lámina de grandes dimensiones dedicada a las proporciones humanas fue editada con seguridad en vida del autor, en París, alrededor de 1689. La siguiente impresión de la misma saldría a la luz en Frankfurt-Leipzig en 1692 y, aunque López Piñero aventura el hecho de que pudo haber sido iniciativa de Martínez en aquel país5, no contamos con ninguna documentación que lo respalde. Nunca se publicó íntegra su anatomía completa. Hoy se conservan die-
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4 Una relación de sus grabados en PAEZ RIOS, E. (1981), Repertorio de grabados españoles en la Biblioteca Nacional, Madrid, III, pp. 189-190. 5 LÓPEZ PIÑERO, (2001), p. 39.
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cinueve de sus láminas —dieciocho, en realidad, ya que una de ellas está repetida— en el Archivo Histórico del Ayuntamiento de Valencia. La modernidad de Martínez no solo se limita a incorporar las nuevas técnicas del grabado europeo a la ilustración científica española, sino que, dentro de la morfología, asume el interés anatómico del Barroco por la función y deja atrás el hieratismo estático vesaliano. Asimismo, siguiendo los pasos de los microscopistas clásicos (Swammerdam, Leeuwenhoek, Hooke…), prestó una atención especial a la estructura microscópica corporal y a la embriología, con lo que su actividad trasciende la mera reproducción gráfica. De este modo, Martínez habría incorporado a la ciencia española las inquietudes e intereses más renovadores de la nueva ciencia que surgía en Europa, al margen de las universidades, y con cultivadores que en su mayoría solo se atenían a la búsqueda del conocimiento con criterios empíricos, limitación que, como hemos apuntado, nuestro grabador superaba con sus relaciones académicas. HISTORIOGRAFÍA Y LAGUNAS DOCUMENTALES SOBRE EL PERSONAJE Y SU OBRA Las fuentes para el estudio de Crisóstomo Martínez son de dos tipos: la documentación de archivo conservada y los textos impresos publicados en los años más cercanos a su fallecimiento. La documentación de archivo hasta ahora conocida se encuentra en los fondos documentales del consistorio municipal de Valencia. Buena parte de esta documentación fue estudiada a finales del siglo XIX por Vives Ciscar6 y está constituida, fundamentalmente, por la relación epistolar de la Ciudad con el Consejo Real para proveer la ayuda económica a Martínez para el viaje a Paris. Por desgracia, los hallazgos documentales de Vives se acotaron a la escala local, no sin que el historiador echase en falta tanto la carta enviada al Rey por el Consell el 19 de noviembre de 1686, como las deliberaciones del Consejo y de los médicos de cámara acerca del proyecto. El propio Vives Ciscar reconocía que «por más gestiones que practicamos en los Archivos de la Corte, de Simancas y en el general del reino de Valencia, no hemos tropezado con tales documentos, resultando un paréntesis en nuestro trabajo que hemos de llenar con conjeturas»7.
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6 VIVES CISCAR, J. (1890), Bosquejo biográfico del pintor y grabador valenciano Crisóstomo Martínez y Sorlí. Discurso leído en la sesión pública que celebró la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia con motivo de la apertura del curso oficial de estudios de 1890 a 1891 [...], [Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Valencia]. 7 VIVES CISCAR (1890), p. 35.
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La razón de lo infructuoso de esta búsqueda hay que atribuirlo a las vicisitudes de buena parte de la documentación relativa al Reino de Valencia. Es sabido que a la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, seguía existiendo el Reino de Valencia dentro de la Corona de Aragón, que con sus propios fueros, dependía, en lo que a la relación con el Rey se refiere, del Consejo Supremo de la Corona de Aragón. A pesar de que los Habsburgo siguieron propiciando en un principio la integridad del archivo valenciano donde se depositaba toda la documentación relativa al Reino, la del Consejo se recogió en el Archivo General de Simancas. Al comienzos del siglo XIX los archivos del Estado sufrieron nuevos cambios; tras la Guerra de la Independencia, la documentación incautada por las tropas napoleónicas del Archivo de Simancas relativa al Consejo Supremo de la Corona de Aragón se incorporó al Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona. Así, la búsqueda de Vives Ciscar en los archivos «de la Corte», de Simancas y del Reino de Valencia estaba abocada a ser infructuosa. Nuestro estudio se ha nutrido esencialmente de esta documentación, hasta ahora desconocida, que llegó hasta el Archivo de la Corona de Aragón a través de una peripecia que ha impedido una revisión más completa de la biografía de Crisóstomo Martínez. Por otro lado, en el mismo fondo del Ayuntamiento se encuentra la colección de láminas que Martínez remitió a la ciudad que financiaba su trabajo y tres cartas que el grabador envió desde París al catedrático de Medicina de Valencia Juan Bautista Gil de Castelldases. Este material fue dado a conocer y estudiado por Barberá8 hace más de un siglo. Toda esta información solo sería completada décadas después por el hallazgo de la documentación relativa a la entrega de las láminas a la ciudad y fue objeto de una comunicación de García Martínez al III Congreso Nacional de Historia de la Medicina celebrado en Valencia en 19699. Estas fuentes manuscritas se completan con la información contenida en la escasa obra impresa del autor. En 1740 se editan en París dos de sus láminas10 con un Éloge Historique anónimo, que, como afirmó López Piñero «propor————
8 BARBERÁ, F. (1902), Valencianos ilustres. Crisóstomo Martínez. Revista Valenciana de Ciencias Médicas, 4, pp. 291-336. 9 GARCÍA MARTÍNEZ, S. (1971), La cátedra valenciana de anatomía durante el último tercio del siglo XVII. En VV.AA. III Congreso Nacional de Historia de la Medicina. Valencia, 10-12 de abril de 1969. Actas. Volumen II. La Medicina, la Ciencia y la Técnica en la historia valenciana, Valencia, Sociedad Española de Historia de la Medicina, pp. 167-185. 10 Durante el siglo XVIII se publicaron estas dos láminas en París en sendas ocasiones, la primera en 1740, que contiene el Éloge al que nos referimos y otra sin él, en 1780, por encargo de la Académie Royale de Peinture.
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ciona testimonios directos de algunos hechos de interés», aunque se produzcan cincuenta años después de su estancia en Francia. La profundización que este historiador, llevó a cabo sobre el movimiento novator le permitió publicar en 1964, a una obra monográfica sobre Martínez11, cuyo valor historiográfico le ha permitido llegar a una tercera edición. En este estudio, además de analizar con detalle la trayectoria y originalidad del grabador y contextualizar su personalidad en la sociedad valenciana de su tiempo, se reproducen las láminas y se transcriben las notas manuscritas y las tres cartas conservadas. REVISIÓN DE LOS DATOS BIOGRÁFICOS DEL AUTOR Los nuevos documentos que sacamos a la luz y transcribimos al final de este trabajo son, como ya hemos adelantado en el epígrafe anterior, la documentación administrativa conservada en el Archivo de la Corona de Aragón (A.C.A.) relativa a Crisóstomo Martínez y que comprende el período entre 1687 y 1695. Reproducimos en el apéndice un total de ocho documentos. Aunque en el Archivo hay doce, tres son meras respuestas afirmativas que no aportan nada nuevo y que transcriben las peticiones, y otro es la carta de la ciudad de Valencia al Rey de 8 de abril de 1687, ya recogida por Vives en su estudio arriba citado. Excepto el primer documento —una solicitud del grabador de un privilegio real para que no le copiaran sus trabajos— los restantes se relacionan con las peticiones de ayuda y con las dificultades para cobrar la pensión tanto en Francia como sobre todo en Amberes una vez que salió de París. Pocos son los datos biográficos que se tienen de Crisóstomo Martínez. Los documentos hallados en el Archivo de la Corona de Aragón ratifican unos, descartan otros y aportan alguna información novedosa. Para Vives Ciscar, Crisóstomo Martínez es el Crisóstomo Alexandrino Jusep Martínez Sorlí nacido en 1638 y del que encontró la partida de bautismo en la parroquia de San Martín Obispo y San Antonio Abad de Valencia12. Esta proposición, fue rechazada por Pérez Contel en 1955, que defendía el origen de Martínez en Játiva13 y proponía como fecha de nacimiento el año 1640. Esta tesis sobre el origen setabense del artista había sido ya defendida por Gregorio Mayans y
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LÓPEZ PIÑERO, (2001). VIVES CISCAR, (1890), p. 7. PÉREZ CONTEL, R. (1955), Crisóstomo Martínez Pont, Játiva. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 189-212, ISSN: 0210-4466
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Siscar en el siglo XVIII, quien daba como fecha de nacimiento 164114. La historiografía más reciente ha aceptado como más plausible la hipótesis de Vives. De hecho, «Sorlí» como segundo apellido oficial aparece en varios repertorios que mencionan sus obras. Si aún cabía algún género de dudas, a la vista de la nueva documentación, parece un hecho constatable su nacimiento en la ciudad de Valencia. Solo basta con leer las expresiones: «natural de la ciudad de Valencia»15, «tan interesante gloria para la siudad un yjo como el autor»16 o «la Ciudad a quien su hijo dedica la obra»17, que aparecen continuamente en los documentos y que, dada su rotundidad no cabe atribuir a un interés puntual por conseguir la ayuda solicitada. Más dudas ofrece, en cambio, la información sobre la fecha de su nacimiento. En 1687 el pintor, en su solicitud al rey, afirmaba tener más de cincuenta años de edad18. De aceptar este testimonio —que podría interpretarse de otro modo como un mero intento de inducir compasión en el monarca y no como un dato objetivo—, colocaríamos su fecha de nacimiento antes de 1637. Esta fecha, que apenas dista un año de la propuesta por Vives Ciscar, se aleja notablemente de las hipótesis de Mayans y Siscar y de Pérez Contel. Sobre su familia, de la que hasta ahora carecíamos de información, recogemos noticia de su existencia. Su esposa y sus cuatro hijos vivían en Valencia mientras él se encontraba en París y fueron presentados por el artista como su principal preocupación a la hora de solicitar una ayuda económica. Debió contraer matrimonio tardíamente, pues el mayor de hijos solo tenía seis años en 168719. ————
14 MAYANS Y SISCAR, G. (1854), Arte de pintar. […] Obra póstuma. Publícala un individuo de su familia, Valencia, Imprenta de José Rius, p. 173. 15 Petición de Crisóstomo Martínez a Carlos II para que le conceda privilegio para de que no se copien sus láminas. Madrid, 28 de Julio de 1683. Archivo de la Corona de Aragón (A.C.A.) Consejo de Aragón. Leg. 0816. nº 33/1. (Documento 1 del anexo documental). 16 Solicitud de Crisóstomo Martínez al Rey para que medie con la ciudad de Valencia. 11 de abril de 1687. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0828. nº 88/1. (Documento 5 del anexo documental). 17 Cosme Caudel, 24 de noviembre de 1691. Oficio de Cosme Caudel, procurador de Crisóstomo Martínez, a Carlos II para que se haga el segundo pago de la pensión del grabador. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0929. nº 247. (Documento 6 del anexo documental) 18 Solicitud de Crisóstomo Martínez al Rey para que medie con la ciudad de Valencia. 11 de abril de 1687. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0828. nº 88/1. (Documento 5 del anexo documental). 19 Solicitud de Crisóstomo Martínez al Rey para que medie con la ciudad de Valencia. 11 de abril de 1687. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0828. nº 88/1. (Documento 5 del anexo documental).
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El último dato biográfico lo encontramos cuando afirma en 1684 que «ha treinta y dos años que vine aplicado a la pintura»20, por lo que podemos situar a Crisóstomo Martínez comenzando su carrera de pintor hacia el año 1652, con poco más de quince años de edad. Esto contradice la suposición de Vives Ciscar de que, en unos primeros años, seguiría el oficio paterno, que, en el caso de «su» Crisóstomo Martínez Sorlí, era «belluter» (tejedor de terciopelo), para después dedicarse al arte. Una afirmación que ya parecía desmentir Barberá, que no pudo localizar a nuestro autor en los archivos de esta profesión a pesar de encontrar en este gremio a parte de la familia de aquel Martínez Sorlí21. UNA OSADA PETICIÓN A LA CORTE El bibliógrafo ilustrado José Rodríguez había propuesto en su Biblioteca valentina el año 1680 como fecha de comienzo de las láminas anatómicas22. A la vista de la nueva documentación podemos asegurar que los trabajos comenzaron alrededor de 1683, ya que en 1687 afirma llevar «más de cuatro años» trabajando de manera exclusiva en las láminas sin ganar «un real en su facultad»23. De ese año es una información muy interesante sobre el contacto de Crisóstomo con la ciencia europea. López Piñero aseguraba que su primera obra anatómica surgió exclusivamente de las relaciones con el mundo universitario valenciano de la época y afirmaba que las primeras láminas se realizaron antes del viaje a París. Sin embargo, en la documentación descubierta, el propio Martínez asegura en 1683, que su técnica la ha conseguido con «industrial y estudio en otros países», dato que advierte de una relación temprana con la Europa científica de su tiempo aun antes de emprender su conocido viaje. Hemos localizado asimismo una solicitud de ayuda al monarca del propio Martínez fechada en 1684, un año anterior a la documentación conocida sobre su actividad. El escrito advierte de una iniciativa propia del grabador ante Carlos II, actuando así al margen del ámbito municipal y de la administración
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Petición de Crisóstomo Martínez a Carlos II. s.f. [Recibido en Madrid en agosto de 1684]. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0826. nº 40/4. s/d. (Documento 2 del anexo documental). 21 BARBERÁ, (1902), p. 330. 22 RODRÍGUEZ, J. (1747), Biblioteca valentina […], Valencia, pp. 103-104. Citado por LÓPEZ PIÑERO, (2001), p. 30. 23 Cosme Caudel, 24 de noviembre de 1691. Oficio de Cosme Caudel, procurador de Crisóstomo Martínez, a Carlos II para que se haga el segundo pago de la pensión del grabador. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0929. nº 247. (Documento 6 del anexo documental)
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del Reino de Valencia24. En dicha solicitud define sus objetivos iniciales: «[el estudio y dibujo de] las partes, miembros, huesos, arterias, músculos y nervios que gobiernan el movimiento del cuerpo humano de que hacen las verdaderas acciones que postura». A pesar de que se emplean en el texto términos de claro origen vesaliano, como el mismo de «fábrica», e incluso cita al maestro flamenco y a Valverde de Hamusco, Martínez manifiesta con estas palabras un interés por el dinamismo y por la función más allá del estatismo del cuerpo entendido como edificio que había defendido la morfología del XVI. Este acercamiento a una anatomía funcional, un rasgo característico de la anatomía del Seiscientos, ya había sido advertido por López Piñero como una de las características novedosas de la aportación de nuestro autor25. Resulta llamativo que en nada alude en esta primera súplica a la microscopía ni a la embriología que, como hemos comentado anteriormente, serían sus otros aspectos innovadores. Tal ausencia podría hacernos pensar que estos dos rasgos de su obra aparecerían con posterioridad a esta carta. Aun careciendo de formación académica, la relación de Martínez con algunos miembros del claustro universitario de Valencia fue estrecha. Ya lo apreció en su día Vives Ciscar26, cuando identificó a Gil de Castelldases, catedrático de Prima de la Universidad de Valencia, como custodio de los envíos de Martínez. Volviendo a la nueva documentación, en ésta su primera solicitud no solo afirma que su obra había sido revisada y aprobada antes de enviársela al Rey por los médicos de aquella universidad, sino que se coloca a sí mismo a la altura de los grandes profesores del Estudio General citando como precedente de su pensión la concedida al doctor Collado, catedrático en aquel estudio, que fue becado para desplazarse a Montpellier con el fin de ampliar sus conocimientos sobre simples27. Con el fin de tomar una decisión, el monarca solicitó información al virrey de Valencia, Pedro José de Silva, Conde de Cifuentes, quien a su vez pidió
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24 Petición de Crisóstomo Martínez a Carlos II. s.f. [Recibido en Madrid en agosto de 1684]. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0826. nº 40/4. s/d. (Documento 2 del anexo documental). 25 LÓPEZ PIÑERO, (2001), p. 45. 26 VIVES CISCAR, (1890), Anexo documental 2, sin p. 27 Aporta el dato de que el doctor Collado estuvo «detenido» en aquella ciudad durante cuatro años. Creemos que se está refiriendo al valenciano Lluís Collado (1520-1589), discípulo de Vesalio que vivió un siglo antes que Crisóstomo, y, en un primer tiempo fue catedrático de simples de la Universidad valenciana. Sobre el vesalianismo en Valencia véase LÓPEZ PIÑERO, J.M. (1979), The vesalian movement in sixteenth Century Spain. Journal of the History of Biology, 12, 45-81.
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dictamen tanto a los médicos de Cámara como a la Ciudad de Valencia. Remitió las deliberaciones al Consejo de Aragón junto con todos estos documentos junto con una «caja de oja de lata» que contenía treinta y cuatro dibujos preliminares, que complementaban «quattro que ya están en esa cortte en tabla grande» que había mandado el autor junto con su petición28. La Ciudad emitió informe favorable previa consulta al Claustro de Doctores, organismo que agrupaba a los médicos con título de doctor que vivían y ejercían su actividad en la ciudad de Valencia y sus alrededores29. Aunque sus funciones eran fundamentalmente de tipo gremial, ejerciendo el control local del ejercicio de la medicina, aquí constatamos unas atribuciones como órgano consultivo. Las firmas del documento emitido por dicho claustro, que lleva fecha del 23 de julio de 168630, no corresponden a la totalidad de sus miembros —que serían unos cincuenta— sino a la llamada «Junta de electos». Contamos con el dato de que para dicha junta se habían elegido nueve doctores tres años antes31, pero solo aparecen cinco en este documento. Tres son catedráticos: el ya mencionado Gil de Castelldases, su antecesor jubilado Felip Juliá Rodríguez de Gilbau, y Matías García. La presencia de este último entre los suscriptores es digno de destacar puesto que este catedrático de anatomía era un defensor acérrimo del galenismo. No obstante, paradójicamente, era también un férreo defensor de la observación científica experimental e incluso la utilizó para rebatir las ideas de la nueva ciencia32. Los otros dos que firman el informe son Juan José Viñau, el «médico más anciano» del Hospital y Agus-
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A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 926. nº 14/1. 19 de noviembre de 1686. Informe del Virrey de Valencia sobre la petición de Crisóstomo Martínez. Sin fecha; A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 826. nº 40/1. (Documento 3 del anexo documental). Informe del Consejo de Aragón sobre el asunto Crisóstomo Martínez. 29 de noviembre de 1686 y A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0613. nº 12. (Documento 4 del anexo documental). 29 Sobre la estructura de este claustro véase MARZAL RODRÍGUEZ, P. (2003), Doctores y catedráticos. Los claustros del Estudio General de Valencia (1675-1741), Valencia, Universitat de València, sobre todo sus pp. 62-105, donde aborda el claustro médico. 30 Informe de comisión médica valenciana sobre asunto Crisóstomo Martínez. Valencia, 23 de julio de 1686. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 826. nº 40/3. (Documento 3 del anexo documental). 31 MARZAL RODRÍGUEZ, P. (2003), p. 115. 32 Y es que, este galenista «había asimilado inadvertidamente la mentalidad metodológica de sus adversarios» tal y como asegura LÓPEZ PIÑERO, J.M. (2000), La facultat de Medicina. En VVAA, Cinc segles i un dia. Valencia: Universitat de Valencia, p. 53. Este apoyo ya había sido intuido, aunque sin bases documentales, por GARCÍA MARTÍNEZ (1971), p. 175.
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tín Abaas. Se echa de menos aquí la presencia del catedrático de «herbes» Gaudenci Senach y de los otros tres miembros de la junta que no aparecen entre las firmas; sin embargo, no se puede elucubrar sobre las razones de tales ausencias por no haberse hallado hasta el momento la documentación relativa a su reunión. En el informe, la Junta destaca fundamentalmente, no el contenido, publicado en numerosos tratados de anatomía modernos, —ellos citan de nuevo a Vesalio y a Valverde— sino «la nueva y fácil método con que expresa dichas partes»33. Este informe se convierte en una prueba más de la existencia en los círculos médicos de la ciudad de Valencia, incluso entre los personajes más conservadores de la comunidad científica, de un evidente apoyo a la innovación. En su informe último, el virrey llama la atención sobre una interesante novedad que no se encuentra referida en ninguna de las exposiciones que le fueron remitidas y que, siendo el Conde de Cifuentes un profano en las ciencias médicas, debió recoger de algún comentario ocasional de alguno de los informantes. En efecto, el virrey advertía que en la persona de Martínez se unían el artista y el hombre de ciencia a diferencia de otras obras semejantes producto de una doble colaboración que no era deseable. Decía: «aunque ay autores que an escripto sobre esta materia, como en ella solo concurrió lo científico de la facultad y ubieron de valerse de harttífizes, salieron las obras con muchos yerros en los dibujos»34. Esto significaba toda una reivindicación de una experiencia nueva frente a los hábitos tradicionales. El resultado de todas las exposiciones de los expertos derivó en la ayuda otorgada por el Consell municipal, que, según su informe final, empleó dinero procedente de «la bolsa del Morbo», que era la que dedicada a las epidemias y atenciones generales de higiene pública. Desde la Corte, se instaba también a la Diputación a que colaborase en la beca, puesto que los primeros cálculos preveían unas necesidades en torno a cuatro mil libras valencianas. Esta cantidad, que no era cubierta ni en una cuarta parte por lo concedido por la Ciudad, da una idea de la magnitud del primer proyecto de Martínez. A pesar de la recomendación no se encuentra en la documentación conservada referencia
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33 Un estudio sobre la novedad iconográfica de Martínez al interpretar dichas partes y sus relaciones lo encontramos en: VALVERDE, N. (2009), Small Parts: Crisóstomo Martínez (16381694), Bone Histology and the Visual Making of Body Wholeness, Isis, 100(3): pp. 505-536. 34 Informe del virrey de Valencia sobre el asunto de Crisóstomo Martínez. Sin fecha. Crisóstomo Martínez. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 826. nº 40/1. (Documento 3 del anexo documental).
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alguna a una intervención de esta institución en la financiación del grabador, por lo que cabe deducir que ni siquiera se plantearon la posibilidad de colaborar en el proyecto. LOS PROBLEMAS CON EL PAGO Y LA ENTREGA DE LA OBRA Entre el primer pago de doscientas libras, hecho efectivo en mayo de 1687, y la entrega en 1695 de las dieciocho láminas conservadas a la ciudad de Valencia, existía un vacío documental que se palía en cierta medida por la nueva documentación aquí presentada. Vives Ciscar indagó en los libros de cuentas de la ciudad y no encontró los restantes pagos a Martínez, deduciendo que no se hicieron35. A la luz de la nueva documentación encontrada se confirma de manera fehaciente esta hipótesis. En 1691, cuando ya había pasado el primer plazo para la entrega de láminas y había llegado el momento del segundo anticipo, la Ciudad de Valencia se negó al pago alegando incumplimiento del compromiso por parte del artista: no había enviado las trescientas impresiones pactadas. Se encontraba ahora Crisóstomo en Amberes «por averlo desterrado de los reynos de Francia cierta ymbidia» entre los personajes más conservadores de la comunidad científica, y había contratado y otorgado poderes como procurador a un tal Cosme Caudel, presbítero, para que cobrase la cantidad pendiente en su nombre36. El hecho es que Martínez se había dedicado íntegramente a la investigación y a realizar nuevos dibujos y no a la impresión, incumpliendo por esta razón la entrega acordada y dando pretexto a la Ciudad para desentenderse del pago. El trabajo del artista había superado las 24 láminas inicialmente comprometidas hasta convertirse en 44, cuarenta y una de las cuales fueron enviadas a la Corte como prueba de su esfuerzo y dedicación37. Lamentablemente, estas láminas, que casi doblaban en número a las conocidas, se han perdido y no podemos conjeturar hasta donde había llegado la actividad, como artista y estudioso, del valenciano.
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VIVES CISCAR (1890), p. 36. Cosme Caudel, 24 de noviembre de 1691. Oficio de Cosme Caudel, procurador de Crisóstomo Martínez, a Carlos II para que se haga el segundo pago de la pensión del grabador. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0929. nº 247. (Documento 6 del anexo documental) 37 Cosme Caudel, 24 de noviembre de 1691. Oficio de Cosme Caudel, procurador de Crisóstomo Martínez, a Carlos II para que se haga el segundo pago de la pensión del grabador. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0929. nº 247. (Documento 6 del anexo documental) 36
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En una de las cartas relativas a estos grabados perdidos encontramos la anotación: «Las láminas se las llevo el P. Borja»38. La documentación no nos da más datos sobre este personaje, pero bien pudo ser Francisco Antonio de Borja y Centellas y Ponce de León (1659-1720). Este clérigo, que alcanzaría años después el rango de cardenal, aún no había sido nombrado obispo en estas fechas y era por entonces canónigo de la Catedral de Toledo donde ostentaba el arcedianato de Calatrava. En la corte, era sumiller de cortina del Rey y se le había nombrado miembro del Consejo de Estado y del Consejo de Aragón39, donde llegó a ser regente por Valencia40. Todos estos datos que avalan su relación con la corte y con el Consejo encargado del asunto de Martínez le convierten en un firme candidato a ser él quien se llevó las láminas desaparecidas. Carlos II, a la vista del trabajo remitido, envió una nueva orden a la ciudad de Valencia en 8 de diciembre de 1692 para que se le pagara parte de lo acordado (cuatrocientas libras). A pesar de ello, la Ciudad se reafirmó en el incumplimiento de lo convenido y decidió no pagarle41. Martínez no se arredró ante este desinterés y, consciente de la importancia y dimensiones de la labor desarrollada, dirigió su petición expresamente al monarca pidiendo su intervención ante la ciudad para conseguir la ayuda económica. Perteneciente a un gremio artesanal, reivindicaba además un mayor reconocimiento público de su labor en forma de títulos y alguna forma de honor. Caudel solicitaba en su nombre: «como Vuestra Magestad y sus gloriosos antesesores lo an costumbrado y a esta invitasión lo estilan las demas nasiones, [se le pague] no solo con e[x]presivos premios de maravedises sino con los lustrosos de nobleza y onores»42. Una petición que no carecía de precedentes en la historia de la anatomía (Vesalio acogido en la corte de los Austrias españoles un siglo an-
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38 Cosme Caudel, 24 de noviembre de 1691. Oficio de Cosme Caudel, procurador de Crisóstomo Martínez, a Carlos II para que se haga el segundo pago de la pensión del grabador. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0929. nº 247. (Documento 6 del anexo documental) 39 Sobre la linajuda familia del futuro cardenal, véase RUANO, F. (1779), Casa de Cabrera en Córdoba […], Córdoba, en la oficina de Don Juan Rodríguez, p. 83 40 Acerca de las atribuciones de este cargo véase ARRIETA ALBERDI, J. (1994), El Consejo Supremo de la Corona de Aragón (1494-1707), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, pp. 360-362. Sobre Borja, Ibid. p. 608. 41 El licenciado Cosme Caudel reclama la cantidad pactada por el libro de Anatomía, sin fecha [1693]. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0932. nº 87/1. (Documento 7 del anexo documental). 42 Solicitud de Crisóstomo Martínez al Rey para que medie con la ciudad de Valencia. 11 de abril de 1687. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0828. nº 88/1. (Documento 5 del anexo documental).
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tes, o su contemporáneo Thomas Bartholin en la de Cristián V de Dinamarca), y que Martínez parecía conocer; como si desease encontrar en la corte del Hechizado un mecenas a la altura de su arte y en sintonía con otros antecedentes regios destacados. A pesar de que sus peticiones caían en saco roto, el pintor siguió con sus investigaciones morfológicas. En 1693 informaba de que había seguido trabajando en una nueva tabla «que consta de vara y tres quartas de alto [1,40m] y contiene un retrato cierto y fidedigno de la nervología(sic) de el hombre de el tamaño del natural»43. La palabra es legible solo parcialmente, incluso es interpretada como «herbología de el hombre» en la respuesta del Consejo de Aragón a la Ciudad44. Para nosotros, la trascripción más correcta sería la de «nervología», en correspondencia con una posible dedicación en Flandes al estudio de la neuroanatomía. De esta forma dedicado probablemente al estudio del sistema nervioso periférico, habría completado el estudio de las partes que «gobiernan el movimiento» tal y como anunciaba en su primer escrito. Esta sería la última referencia documental directa que nos ha llegado de nuestro autor. Por último, haremos notar que, en noviembre de 1695, el Consejo volvía a preocuparse por el trabajo de Martínez y solicitaba información al virrey sobre el proyecto anatómico. Las únicas noticias que éste pudo darles es que, tras el envío de las diecinueve láminas que conocemos y su traslado a los territorios de la Corona en Flandes, nada se sabía de él. La respuesta del Virrey añadía otra versión sobre el motivo de su marcha de París al afirmar que «començando la Guerra, le desterró el Rey de Francia»45. Aquí se pierde el rastro sobre la vida y la obra de Crisóstomo Martínez, quien desaparece en Amberes al igual que la mayoría de su obra gráfica. CONCLUSIONES Los documentos conservados en el Archivo de la Corona de Aragón nos muestran a un Crisóstomo Martínez que comienza sus investigaciones anatómi-
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El licenciado Cosme Caudal reclama la cantidad pactada por el libro de Anatomía, sin fecha [1693]. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0932. nº 87/1. (Documento 7 del anexo documental). 44 El Consejo de Aragón a la Ciudad de Valencia sobre el asunto Martínez. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0932. nº 87/2. 1693. 45 Respuesta de Carlos Homo dei Moura y Pacheco, virrey de Valencia sobre el estado de la obra de Martínez, noviembre de 1695. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0848. 52/3. (Documento 8 del anexo documental).
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cas en contacto con la transición que se vivía en la Europa de su siglo desde la argumentación silogística a la experimentación que se vivía en la Europa de su siglo, mediante una experiencia vital personal de viajes al extranjero, incluso antes de la conocida pensión a París. Fruto de este contacto y de un trabajo no remunerado, el grabador completa un total de cuarenta y cuatro láminas de las que solo se conservan dieciocho. Respecto a la cuestión de la pensión otorgada por la Ciudad de Valencia, hemos rescatado los informes de los diferentes comités, que acreditan el temprano apoyo del claustro de doctores de Valencia (galenistas incluidos) al trabajo de Martínez. Sin embargo, su empeño en el trabajo de investigación y dibujo y la imposibilidad material para completar el trabajo manual de impresión en los plazos exigidos por el Consistorio, derivaron en un enfrentamiento legal del que no obtuvo beneficios económicos. A pesar de todo ello, el artista prosiguió sus investigaciones anatómicas, añadiendo a sus intereses la neuroanatomía. Con todo ello, el pintor valenciano se convirtió en una figura clave para entender la Anatomía española de su siglo a pesar de haberse perdido al menos dos tercios de su obra anatómica.
ANEXO DOCUMENTAL Documento 1 Madrid, 28 de julio de 1683. Petición de Crisóstomo Martínez a Carlos II para que le conceda privilegio para de que no se copien sus láminas. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0816. nº 33/1. Crisóstomo Martínez, natural de la ciudad de Valencia, pintor y abridor de láminas dize: que aviendo conseguido con su industrial y estudio en otros países alguna habilidad y primor en inventar y abrir en láminas, se sigue que otros abridores de láminas de no tanta habilidad imitan y abren en láminas las obras ya abiertas por el suplicante de lo que se siguen dos daños: el uno el quedar el suplicante defraudado de sus propios trabajos y tal vez desacreditado y el otro el que como sea más fácil el imitar y copiar [que] el inventar, no se aplican al estudio propio y pudiendo ser buenos artífices se quedan en una medianía y el suplicante sin el fruto de su mayor aplicación. Por la que suplica a V. M. sea servido concederle Real Privilegio para que ninguna persona en dicha ciudad y reyno pueda copiar abriendo en láminas sus obras abiertas en láminas pues de esta suerte será el suplicante dueño de las suyas propias y los demás se alentarán a idear e inventar por diferente camino y se perficionarán en este arte, de lo que recibirá particular merced, de la real mano de Su Magestad. [nota al dorso]: Madrid Julio 28 de 1683; [...] Ynforme el Virrey Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 189-212, ISSN: 0210-4466
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Documento 2 Sin localización, agosto de 1684. Petición de Crisóstomo Martínez a Carlos II. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 826. nº 40/4. Crisóstomo Martínez, vecino y natural de la ciudad de Valencia dice: que por [ilegible] inclinación ha treinta y dos años que viene aplicado a la pintura que juntamente a abrir láminas. Que uno y otro se gobierna por una misma idea y para lograrlo todo con la valentía y perfección del dibuxo se ha empleado en la inteligencia de las partes, miembros, huesos, arterias, músculos y nervios que gobiernan el movimiento del cuerpo humano de que hacen las verdaderas acciones que postura, efectuando por este medio la perfección del dibuxo. Y aunque sobre la materia han escrito diferentes sujetos como son Besalio, Vallverde y otros, ha procurado adelantar el juicio de calidad, que le parece haría agravio a su patria y reino en no manifestar a todos una obra tan soberana, como lo es la armazón y fábrica del cuerpo humano con las circunstancias que lo goviernan y con la indicación de los movimientos con tan (ilegible) expresión que visiblemente se conoce reducido a veinte y dos tablas o láminas de marca mayor, explicando todo con cifras, que van al margen de la pintura sin tener más efectos que la expresión de la clave, que manifiesta la inteligencia de las cifras; obra tan útil que a un tiempo ha de ser favorable a los pintores, a los dibujantes y con mayor logro para los médicos, teniendo como tienen estas tablas reducida toda la anotomía (sic) que, lo que los autores han explicado con dilatados volúmenes, lo enseña y manifiesta visiblemente, con que con corto estudio lograra mucho de calidad; que lo han admirado los médicos de la Universidad de Valencia aprobándola por singular, que como tal, han solicitado ponerla en execución. Y por ser esta materia de muchísimo trabajo y coste, que ecede la posibilidad del suplicante que para dicho effeto se ha de conducir a reinos estraños, donde las prensas, las aguas y las tintas hazen luzir con perfección las estampas que para cada lámina son menester de (ilegible) cabales e empleo; con que en las jornadas que gastará de ida y buelta y detención para labrar las láminas, y tirar las estampas llegará a quatro años y al mismo tiempo se le ofrecerá el gasto de su persona que el de su familia, que dexará en Valencia, y el de la fabrica que todo lo hace muy considerable que no la ha de poder suportar si no se socorren la ciudad de Valencia y el Reino con algunas aiudas de costa para alimentos de su familia, puesto que ha de redundar y ceder en beneficio y autor dado dellos y en utilidad de aquella universidad para el fácil estudio de la anotomia (sic), haziendose por este medio más celebre que es el fin a que ha mirado siempre la ciudad, pues para el aumento de aquella universidad y mayor lustre de aquel reino imbió a sus expensas al Dotor Collado a la Universidad de Mompeller (sic), para que allí aprendiesse los saludables remedios de aquella escuela y ilustrase después la Universidad de Valencia, a donde volvió haviendo estado detenido el Mompeller (sic) quatro años. Todo ello Señor representa a V.M. para que se logre un beneficio tan conocido [...]
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Documento 3 Informes varios sobre la petición de Crisóstomo Martínez.. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 826. nº 40. Documento 3a Sin localización, [1685]. Informe del virrey de Valencia. Señor Con el despacho de 18 de agosto pasado me manda V.M. informe sobre la pretensión que tiene Crisóstomo Martínez para que la Ziudad y Reyno le dé una ayuda de costa para que pueda sacar a luz la obra que tiene travaxada donde en la misma se dibuja y declara la intelixencia de las partes, miembros, guesos, arterias, músculos y nervios deel cuerpo umano y que gobiernan su movimiento. Por ser tan grande el costo que a de thener en esta ôbra y ser cortos sus medios y que juntamente se sirva V. M. dispensar en las hórdenes y estatutos que ubiere en contrario que, junto con lo que yo entendiere, envié algunos dibujos deestas láminas comunicando la materia con personas yntelixentes y, habiendo echo juntar los medios de primera graduación, ysieron caval exsamen dela obra y convinieron era utilísima para médicos y cirujanos y para el estudio de la nothomia (sic) porque, aunque ay autores que an escripto sobre esta materia, como en ella solo concurrió lo científico de la facultad y ubieron de valerse de harttifizes, salieron las obras con muchos yerros en los dibujos. Demás que no ay alguna impresa tan llena como esta y aunque este informe fue tan a favor de la obra como quien ama de contribuir a la ayuda de costa, (ilegible) la Ziudad y Reyno quise oírles sobre esta pretensión, y la ziudad responde con el ynforme que remito adjunto a que acompaña el que an echo los médicos. Y la Diputación respondió que no thenía que añadir, que aguardaría la resolución de V.M. para juzgar la causa y deliberar la ayuda de costa y considerando la utilidad de la obra y que me aseguran que el costte a de pasar de quatro mill libras, de no acompañar la representación de la ziudad y convenir en la ayuda de costa que tiene deliberada con las condiciones que en su ynforme expresa y tanvién será justo ayuden algo la Diputación si bien cantidad limitada respetto de sus muchos emperos para que los hijos deste reyno se animen al trabajo y se logre el provecho inteligente que deesta obra se a de seguir y juntamente remito 34 dibujos sin conttar quattro que ya estan en esa cortte en tabla grande según el horden que a de guardar. Documento 3b. Valencia, sin fecha. Informe de la Ciudad de Valencia. Excelentísimo Señor, En vista de la Real Carta de S.M. de 18 de Agosto de 1685 y memorial adjunto en que se sirve de pedir informe a V.E. sobre la pretensión de Crisóstomo Martínez; la Ciudad Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 189-212, ISSN: 0210-4466
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debe decir a V.E. que, aviendo hecho examinar la obra que pretende sacar a luz en veintydos tablas de marca mayor sobre la notomia (sic) del cuerpo humano y su explicación dicho Martínez a los catedráticos y médicos de mayor intelligencia de esta ciudad, han respondido uniforme (como consta por su relación) que dicha obra, a de ser de grande beneficio y utilidad a la salud pública, y por consiguiente, digno el autor de que se le aliente ayudándole en quanto fuese pusible para que la obra llegue a su devida perfección y a salir a la luz pública. Y así parece a la Ciudad que se le podran dar al dicho Crisóstomo Martínez de la bolsa del Morbo (que es a la que toca cuidar de la salud pública) ochocientas libras en quatro años, ducientas en cada uno, con obligación de que aya de dedicar esta obra a la ciudad, para que conste lo que dezea y trabaja por el aumento y lustre de las siencias y salud pública y lo que alienta en quanto puede a los que se aplican al estudio de cosas y trabajos grandes, como lo es este. Y también con obligación de dar fiadores a satisfacción de la Ciudad, que dentro de dichos quatro años dará concluida y impresa con toda perfección a la dicha obra y que, en caso de no hazerlo, aya de restituir las cantidades que hubiere cobrado; y espera la ciudad sera servido V.E. informarlo en esta conformidad. Documento 3c Valencia, 23 de julio de 1686. Anexo que corresponde al dictamen del claustro de doctores médicos de Valencia.. De orden y comisión de los muy ilustres señores jurados de esta Ilustre Ciudad de Valencia hemos visto una obra hecha por Crisóstomo Martínez, pintor, vecino y natural de esta ciudad de Valencia, la qual en veinte y dos tablas o láminas de marca mayor, tiene estampadas y distribuidas toda la historia anatómica, expresando clara y distintamente todas las partes, miembros, huesos, arterias, musculos, venas y nervios que rigen el movimiento y sustento del cuerpo humano; y, aviéndola visto en diferentes occasiones con toda atención y cuidado, no obstante que ay mucho ya estampado de esta materia por el doctor Besalio (sic), Valverde, y otros gravissimos autores, somos de sentir ser obra muy útil y necesaria para la fácil inteligencia de todas las partes del cuerpo humano, por la nueva y fácil método con que expresa dichas partes, redundando en gravísima utilidad, así de los médicos, cirujanos y estudiantes que profesan la facultad de medicina, como de los pintores, dibujantes, architectos y otras personas estudiosas y de curioso ingenio, y así mesmo de gran lustra a esta illustrisima ciudad, por ser el autor hijo de ella, por todo lo quall es raçon se dé a la prensa, procurando adelantar dicha obra, por ser tan larga y costosa, con todo lo pusible, para que llegue al devido cumplimiento de su perfección este es nuestro sentir y assí lo firmamos en Valencia a 23 julio 1686. El Dr. Juan Joseph Viñau, médico del Hospital general más anciano [rúbrica]; El Dr. Mathias Garcia, catedrático de anatomia [rúbrica]; El Dr. Agustín Abaas, Médico del Hospital general [rúbrica]; El Dr. Felip Juliá Rodríguez, catedrático de prima jubilado [rúbrica]; el Dr. Juan Bautista Gil de Castelldases, catedrático de Prima [rúbrica]
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Documento 4 Sin localización, 29 de noviembre de 1686 Informe del Consejo Supremo de la Corona de Aragón sobre la pretensión de Crisóstomo Martínez. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0613. nº 12. [In marg.] Presidente Don Pedro Antonio de Aragón; Don Pedro Villarcampa; Don Juan de Heredia, Marques de Castellón; Don Antonio de Calatayud; Don Juan Baptista Pastor; Don Joseph Rull, Marqués de Canales; Don Pedro Valero; Don Francisco Comes y Jorro, Marqués de Villalba. Señor, Por parte de Crisóstomo Martínez, vecino y natural de la ciudad de Valencia, se dio memorial en el consejo refiriendo que por natural inclinación ha treynta y dos años que vive aplicado a la pintura y juntamente a abrir láminas, que uno y otro se govierna por una misma idea, y que para lograrlo todo, con la valentía y perfección del dibuxo se ha empleado en la inteligencia de las partes, miembros, guesos, arterias, músculos y nerbios que goviernan el movimiento del cuerpo humano de que nazen las verdaderas acciones y posturas, efectuando por este medio la perfección del dibujo y suplicando que, para poder sacar a luz la obra que tiene trabaxada, donde en lámina se declara todo, por ser tan grande el coste que ha de tener en esta obra y haverse de conducir a Reynos estraños donde las prensas, las aguas y las tintas hazen luzir con perfición las estampas, y para cada lámina son menester dos meses cavales de empleo, se digna V.M. mandar que la ciudad y reyno de Valencia le asistan para dicha obra con alguna ayuda de costa proporcionada. Escriviose al virrey que encargase a las personas que le pareciese de la prefessión y médicos que reconociesen esto y que si hallasen ser útil lo avisase remitiendo algunos de los dibujos de estas láminas para verlos aquí, informando de lo que se le ofreciese y pareciese en la materia. A que responde en carta para V.M. de 19 del corriente que haviendo hecho juntar los médicos de primera graduación, huvieron cabal examen de la obra y convinieron era utilísima para médicos y cirujanos, y para el estudio de la nothomía (sic) porque, aunque ay autores que han escrito sobre esta materia, como en ellos solo concurre lo científico de la facultad y hubieron de valerse de artífices, salieron las obras con muchos yerros en los dibujos, demás que no ay alguna impresión llena como esta, y que, aunque este informe fue tan a favor de la obra, como quien havía de contribuir la ayuda de costa eran la Ciudad y Reyno, quiso oyrles sobre esta pretensión, y la ciudad responde con el informe que remite a que acompaña el que han hecho los médicos. Igual la Diputación respondió que no tenía que añadir, que aguardaría la resolución de V.M. para juntar la casa y deliberar la ayuda de costa. Y que considerando la utilidad de la obra y que le aseguran que el coste ha de pasar de quatro mil libras, debe acompañar la representación de la ciudad y convenir en la ayuda de costa que tiene deliberada con las condiciones que en informe expresa. Y que también será justo ayude algo la Diputación, si bien con cantidad limitada, respecto de sus muchos empeños para que los hijos de aquel reyno se animen al trabajo y se logre el provecho y lustre que de esta obra se ha de seguir y que, junAsclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 189-212, ISSN: 0210-4466
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tamente, remite treynta y quatro dibujos sin contar quatro que ya estaban en esta corte en tabla grande según el orden que ha de guardar en el libro y se presentaran por parte del pretendiente. El papel que el Virrey remite de los cathedráticos y médicos de aquella ciudad son de sentir ser esta obra muy útil y necesaria para la fácil inteligencia de todas las partes del cuerpo humano, y que redundará en grande utilidad, assí de los médicos, cirujanos y estudiantes que profesan la facultad de medicina, como de los pintores, dibujantes, architectos y otras personas estudiosas y de curioso ingenio. La Ciudad en su papel refiere también el beneficio y utilidad de la salud pública y assí siente se podrán dar a dicho Chrisóstomo Martínez de la bolsa del Morbo (que es a la que toca cuydar de la salud pública) ochocientas libras en quatro años, docientas en cada uno con obligazion de que dedique esta obra a la ciudad para que conste lo que desea y trabaxa por el augmento y lustre de las ciencias y salud pública y lo que alienta en quanto puede a los que se aplican al estudio de cossas y trabajos grandes como lo es éste. Y también con obligazión de dar fiadores a satisfazión de la ciudad de que dentro de quatro años dará concluyda y impresa con toda perfeción la dicha obra y que, en caso de no hazerlo, haya de restituir las cantidades que hubiere cobrado. El consejo, haviendo visto con toda atención los informes referidos del virrey, ciudad, cathedraticos y médicos en que expresan el beneficio que de esta impressión de las láminas se ha de seguir al beneficio y utilidad de la salud pública, declarándosse la intelligencia de los guessos, arterias, miembros y músculos del cuerpo humano y reconocido también dichos dibujos que ha remitido, se conforma con disentir. Les dé parezer se haga la obra y que a Chrisóstomo Martínes le dé la Ciudad para ayuda de ella las ochocientas libras que offreze en quatro años de los effectos del morbo, dozientas en cada uno con las conduciones y calidades que expresa. Y también pareze se escriva a los diputados que asistan para dicha obra con alguna cantidad la que les pareziese por ser tan beneficiossa y importante para todo aquel Reyno. [...] Madrid a 29 de Noviembre de 1686.
Documento 5. Sin localización, 11 de abril de 1687 Solicitud de Crisóstomo Martínez al Rey para que medie con la ciudad de Valencia.. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0828. nº 88/1. Señor, Chrisóstomo Martínes, pintor, dice: que en meses pasados fue S.M. servido de aprovar a la siudad de Valencia la aiuda de costa de 800 libras para que pudiesen transportar a Fransia a abrir las láminas deel libro que tiene dibujado y escrito de anothomia (sic), respeto de necesitar de aquellas tintas, aguafuerte y aires, para su maior perfección. Con tal, que dicha aiuda costa se la diese en quatro años, cada uno 200 libras, y que antes diesse fiansas de que dentro de dichos quatro años sería completo dicho libro y le dedicaría a la siudad; y aviendo buscado las fiansas para lograr dicha aiuda de costa no las a podido allar en quatro meses (que V.M. se sirvio honrarle con la Real Carta de aprova-
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sión) en que a perdido todo este presioso tiempo y agora se le malogra el de la primavera para asser su viaje. Y respeto, Señor, de que su obra es de tanta considerasión y utilidad para los pintores, escultores, arquitectos, sirujanos y medicos y de tan interesante gloria para la siudad un yjo como el autor como la siudad lo a representado a S.M., viendo a los hombres de maior intelijencia y primeros catredáticos de la Universidad y V.M. lo ha confirmado por sus médicos de camara, y que está oy muy arriesgada en dilatarse por allarse el autor con más de 50 años de edad y algunos achaques que le han ocasionado lo laborioso de ella en más de quatro años de trabajos, y con tan pocos medios, pues en todo este tiempo no a ganado un real en su facultad, antes bien para poder pasar a consumido muchas y ser tan propio de la real clemensia de S.M. el mandar librar no solo esta aiuda de costa, sino otras maiores (en premio de tanta tarea) como V.M. y sus gloriosos antesesores lo an costumbrado y a esta invitasión lo estilan las demás nasiones, no solo con epresivos premios de maravedises, sino con los lustrosos de nobleza y onores a cuia generoça emulasión cresen ingeniosos sujetos en las academias y de mucha utilidad en sus republicas. Suplica a V.M. sea de su real servisio honrarle con una carta escriviendo a la siudad de Valensia que V.M. se dará por servido de que la primer aiuda de costa de las 200 libras se den agora de contado sin fiansas y que, para las otras que se an de dar, cada año envíe por fiança seis láminas de las 24 que componen el libro y la primera la de la dedicatoria de la siudad, en que la siudad no arriesga más que las primeras 200 libras que parece las merece en satisfación de lo que hasta agora a trabajado sin interés alguno y el desapropio de conducirse a tan remota provincia de bando sin su abrigo ni el de madre [y] quatro ijos, que el maior es de seis años, lo que además que será obra muy de la piedad de V.M., suplicante lo reçibirá y particularmente la poderosa mano de S.M.
Documento 6 Sin localización, 24 de noviembre de 1691. Oficio de Cosme Caudel, procurador de Crisóstomo Martínez, a Carlos II. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0929. nº 247/1. Señor, El Licenciado Cosme Caudel, presbítero, procurador de Chrisóstomo Martínez, digo que por una Real Carta fue V. M. servido honrar a mi parte permitiendo y mandando a los jurados de la Ciudad de Valencia pudiesen darle y le diesen ochocientas libras de ayuda de costa en quatro años, doscientas libras cada año para abrir y estampar las láminas y ymprimir sus explicaciones deel libro de anothomia (sic) que a compuesto con obligación de dar fianças; y en otra Real Carta despachada en 20 de abril del año 1687 fue V.M. servido aprovar el arbitrio que dichos jurados propucieron a V.M. de dispensar a mi parte la obligación de dar fianças, quando, por no allarlas y ser pobre, quedava frustrada obra tan del bien público como del ynforme que avía precedido constava, en cuya execución, aviendo rezebido mi parte la primer bistrecha de 200 libras, se obligó a dicha ciudad a remitir a la ciudad de Paris (que era el parage elegido para más hermosura y Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 189-212, ISSN: 0210-4466
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claridad de la ympreción, y oy lo es Amberes por averlo desterrado de los reynos de Francia cierta ymbidia), mil y ochocientas estampas cada un año y medio, efetos de seys láminas esto es 300 estampas de cada lámina parte de dicho libro, las quales cirviesen de seguridad para el cumplimiento de la obra y entonces recibiese la segunda bistrecha de 200 libras y así continuar mi parte y la ciudad, asta el cumplimiento de dichas 800 libras. Se ha seguido, Señor, que el libro que avía de constar de veintiquatro láminas se ha augmentado hasta 44 láminas, assi por aver agregado productos de nuevas especulaciones y estudio en que ha descubierto nuevos vaços asta âora no descubiertos, y como por aver mejorado la distribuyción de las partes para mayor y más clara inteligencia, a cuya causa, y por su poca salud, a mi parte más conveniente enplear las fuerças de su caudal y el tiempo en abrir las láminas y no dividirlas en estamparlas como se yvan abriendo, porque, si Dios dispuciese de su vida, era más ymportante dejara más láminas abiertas y la explicación manoescrita que no menos láminas y aquéllas estampadas, pues el estampar y ymprimir es de la ynteligencia de qualquiera y el abrirlas no. Y aviendo acudido a dichos jurados el año 1690 a pedir la segunda bistrecha de 200 libras con demostración de 19 estampas, efetos de 19 diferentes láminas que entonces avía ya abiertas cuyo número excedía en la metad al que en dicho tiempo le competía tener, le fue respondido no dever la Ciudad darle cantidad alguna por aver faltado a lo capitulado de remitir las 1800 estampas cuya respuesta parece al pie del memorial que ago demostración. Assimesmo ago demostración de 41 estampas efetos de 41 diferentes láminas que, algunos meses han, están abiertas, que verifican que, aunque mi parte a faltado a la formalidad de la obligación, no a cosa alguna de las que conducen al fin para que fundada dicha ayuda de costa, pues, si se concidera para útil deel buen bien público, se ve el libro casi concluso con los aumentos tan considerables como del número de las láminas se ynfiere, si, por la parte de la gloria de la ciudad a quien su hijo dedica la obra, no puede dudarse en su condición a España, pues es el blanco donde aciertan todas las obras grandes para logro de su costa, y a nadie le cita mejor en el presente caso que a mi parte para gozar los frutos de su trabajo, estudio y costas, y por aver coste por si solo dicha obra (excepto las 200 libras de la primer bistrecha) en tiempo tan penoso como aver estado la mayor parte de el enfermo de gota, a apurado su caudal y arbitrio sin que lo aya para papel, estampar, ymprimir, conducir y pagar derechos reales y no alla otro refugio sino el de la piedad de V. M. Por tanto, a V. M. pido y suplico sea de su real agrado mandar a los jurados de la ciudad de Valencia, que, pues ya no se puede dudar salga a luz el libro de anotomia que a compuesto Chrisóstomo Martínez, para cuyo efeto se le señalaron ochocientas libras de ayuda de coste en quatro años, dar le den las dos que son quatracientas libras para que pueda costear la ympreción, papel, pagar derechos y condución de los libros a Valencia, en cuyo caso le den la última porción de doscientas libras que cumplan el número de las ochocientas. Espera de la poderosa mano de V.M. toda gracia y merced. [en la cabecera del oficio] En Madrid a 24 de Noviembre de 1691; Desde el despacho como suplica; y adviértase a la parte que ha de dar a cada un ministro un libro destos y dos al presidente y tesorero general. Las láminas se las llevo el P. Borja.
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Documento 7 Sin localización, 1693. El licenciado Cosme Caudal reclama la cantidad pactada por el libro de Anatomía. A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0932. nº 87/1. El Licenciado Cosme Caudel, presbítero, procurador de Chrisóstomo Martínez, dice que, en bista de quarenta y una estampas efetos de quarenta y una diferentes láminas de que consta el libro de anatomía que ha compuesto mi parte, fue V.M. servido en 8 de diciembre más cerca passado, mandar a los jurados de la ciudad de Vallencia diessen a Chrisóstomo Martínez quatrocientas libras, parte de aquellas ochocientas de que se havia hecho gracia en ayuda de costa para inprimir este libro. Dispensando V.M. la obligación a que estaba tenido de remitir cada un año y medio mil y ochocientas estampas productos de seis diferentes láminas que sirviesen de siguridad para el cumplemento de la hobra, y, habiéndose acudido a los jurados por las 400 libras, responden no deber dar cantidad alguna por no haver remitido todas las 1800 estampas que se habría obligado dentro del término y, si bien este desconsuelo ha mortificado el ánimo de Chrisótomo, su firmeza y amor a la patria le ha alentado a que, aplicando sus fuerças personales y confiando en la paternal providencia de V.M. ha compuesto siguiendo parte de dicho libro, en una de la lámina que consta de vara y tres quartas de alto, y contiene un retrato cierto y fidedigno desde la nervologia(?) de el hombre de el tamaño del natural, con tal aptitud que a un tiempo se logra la vista general de quanto contiene el original con la qual se evitaran los varios (ilegible) que sobre la composissión de la nervologia(?) a visto en diferentes autores (como si esta materia fuera oppinable), yerro a que los conduce a no reducir a especular una práctica las noticias de las antiguas teóricas. Y reconociendo será lástima que obra que estará perfeta y la gracia de V.M. concedida, queda en este estado por falta de medios, privando al público de las conveniencias que le han de resultar, suplico a V.M. sea de su real grado repetir su Real Orden mandando a los jurados de Vallencia que toda suplica cessante [...]
Documento 8. Sin localización, noviembre de 1695. Respuesta de Carlos Homo dei Moura y Pacheco, virrey de Valencia, sobre el estado de la obra de Martínez.A.C.A. Consejo de Aragón. Leg. 0848. 52/3. Señor mío, en carta del 16 del corriente me dize V.M: de orden del Consejo que, siendo virrey de este reyno el señor Conde de Zifuentes dio S.M. permiso a Chrisóstomo Martinez para que se abriese unas láminas de los huesos humanos y, deseando el consejo saber el estado de esta materia, havía acordado que V.M. me participase esto para que, informándome, avise lo que huviese sin que se suspendan las diligencias que se juzguen convenientes para la pública utilidad. Y en respuesta de esta orden, diré a V.M. que, haviendo solicitado noticias he adquirido que con Chrisóstomo Martínez ajustó esta ciudad le daría ochocientas libras por toda la obra que para pasar a Paris y empecar las láminas. Se le dieron doscientas. Sepa, dice el síndico de la ciudad, costa de esta cantidad, y Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 189-212, ISSN: 0210-4466
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no más, que este hombre fue a Paris, que empezó esta hobra y ha embiado unas diez y nueve estampas de diferentes huesos y figuras. Que, estando continuando, se rompió la paz y empeçando la guerra le desterró el rey de Francia. Que no sabe dónde está este hombre ni a buelto a escribir a la ciudad, ni a embiado ninguna lámina, ni en la ciudad ay más de las 19 estampas sin que por ahora se ofrezca otra cosa que avisar a V.M. que se servirá de participarlo al consejo.
AGRADECIMIENTOS Queremos expresar nuestro agradecimiento a Antonio Carreras Panchón y a Noelia Caro Martínez, que colaboraron con interesantes aportaciones en la preparación final del manuscrito.
Recibido: 1 de septiembre de 2010 Aceptado: 13 de mayo de 2011
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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, págs. 213-250, ISSN: 0210-4466
ANTOINE THOMAS, SI AS A «PATIENT» OF THE KANGXI EMPEROR (R. 1662-1722): A CASE STUDY ON THE APPROPRIATION OF THERIAC AT THE IMPERIAL COURT* Beatriz Puente-Ballesteros Katholieke Universiteit Leuven, Belgium
ABSTRACT In this article I shall concentrate on Antoine Thomas’ illness and death (July 28, 1709) in Peking. This will serve as a case study to elucidate certain aspects of the role played by Jesuit medicine, i.e. Jesuit physicians and Jesuit drugs, at the court of the Kangxi emperor (r. 1662-1722), the first of the three great rulers of the Qing dynasty (1644-1911). As a first step the network of power, as reflected in the so-called medical palace memorials, will be presented in order to arrive at a more comprehensive evaluation of the medical involvement of the Jesuits, as practising physicians, suppliers of foreign drugs and as patients. It will be shown that the circumstances of Thomas’ illness and death must be based on a political and social analysis of the role of court medicine as patronised by the Kangxi emperor. Secondly, the case study of Antoine Thomas will also allow us to reflect on the delocalisation and appropriation of theriac at the Chinese court - one of the foreign
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* This article is a revised version of one of the chapters of my Ph. D. thesis: Beatriz Puente-Ballesteros (2009), «De París a Pekín, de Pekín a París: La Misión jesuita francesa como interlocutor médico en la China de la era Kangxi (r. 1662-1722)», Tesis Doctoral con grado Europeo, Ciencias Sociosanitarias y Humanidades Médicas, Universidad Complutense de Madrid, section 3.2.1 (c, d). It is a work carried out under the academic supervision of Prof. Catherine Jami (REHSEIS-UMR 7219 (CNRS & Université de Paris-Diderot)) and Prof. Luis Montiel (Dep. History of Science, Unit History of Medicine, Faculty of Medicine, Complutense University of Madrid). This article was started during my stay in the department of Sinology at K.U. Leuven (Katholieke Universiteit Leuven) from 2009 to 2010 as F+ postdoctoral researcher, and was finished at the same institution while being supported by the postdoctoral program of the Chiang Ching-kuo Foundation for International Scholarly Exchange from 2010 to 2012. I especially want to express my gratitude to Nicolas Standaert, my academic supervisor during my stay in Leuven, and to Noël Golvers and Ad Dudink for providing me with invaluable information in Western and Chinese sources. I would also like to thank Asclepio’s anonymous referees for reading and commenting on this paper.
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drugs in the supply of which Jesuits might have been participated. Last but not least, I shall introduce a number of references in archival documents which throw some additional light on Thomas’ illness and death, and how they were perceived and dealt with in the imperial court. KEY WORDS: Theriac. Kangxi emperor. Imperial Network. Court medicine. Court physicians. Jesuit physicians. Jesuit drugs. Western medicine. Power. Patronage. Medical palace memorials. Delocalisation. Appropriation. Medical diversity. Funeral ritual.
ANTOINE THOMAS, SI COMO «PACIENTE» DEL EMPERADOR KANGXI (R.1662-1722): UN ESTUDIO SOBRE LA APROPIACIÓN DE LA TERIACA EN LA CORTE IMPERIAL RESUMEN En el presente artículo me centro en la enfermedad y muerte de Antoine Thomas (28 de Julio, 1709) en Beijing. Lo cual servirá como estudio para aclarar ciertos aspectos del papel jugado por la medicina Jesuita, es decir, médicos Jesuitas y medicinas Jesuitas en la corte del emperador Kangxi (r. 1662-1722), el primero de los tres grandes emperadores de la dinastía Qing (1644-1911). Primero se presentará la red de poder, según se ve reflejada en los llamados memoriales de palacio de medicina, para poder llegar a una evaluación más profunda de la involucración médica de los Jesuitas, como médicos practicantes, proveedores de medicamentos extranjeros y como pacientes. Se demostrará que las circunstancias de la enfermedad y muerte de Thomas han de basarse en un análisis político y social del papel de la medicina de corte promovida por el emperador Kangxi. En segundo lugar, el estudio sobre Antoine Thomas también nos permitirá reflexionar sobre la deslocalización y apropiación de la teriaca en la corte china - uno de los medicamentos extranjeros en cuyo suministro posiblemente participaran los Jesuitas. Para terminar, presentaré numerosas referencias en documentos de archivo que arrojarán algo más de luz sobre la enfermedad y muerte de Thomas, y cómo fueron percibidas y tratadas en la corte imperial. PALABRAS CLAVE: Teriaca. Emperador Kangxi. Red Imperial. Medicina de corte. Médicos de corte. Médicos Jesuitas. Medicamentos Jesuitas. Medicina occidental. Poder. Patrocinio. Memorias médicas de palacio. Deslocalización. Apropiación. Diversidad médica. Ritual funerario.
After An Duo 安 多 [Antoine Thomas] came from the Western Ocean, he sincerely devoted his strength to matters of astronomy (tianwen 天 文) and calendrical methods (lifa 曆 法). Having heard now that he has already died this indeed fills my heart with great compassion. Vermilion rescript of the Kangxi Emperor KXMZ 24/6/48 [30/7/1709]2
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KXMZ 1449, p. 631. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
ANTOINE THOMAS, SI AS A «PATIENT» OF THE KANGXI EMPEROR (R. 1662-1722): A CASE…
[…] Como en concha sutil perla perdida, lágrima de las olas gemebundas, entre el cielo y la mar sobrecogida el alma cuaja luces moribundas y recoge en el lecho de su vida el poso de sus penas más profundas. Miguel de Unamuno El mar ciñe a la noche en su regazo (Fragmento)
The arrival of the French Jesuit Mission in Beijing and its installation at the court of the Kangxi emperor in 1688, after the death of Ferdinand Verbiest, SI (1623-1688) activated a considerable propaganda machine, generated by members of the French Jesuit Mission in coalition with scholars of the Académie des Sciences.3 In spite of this flood of information, some episodes
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3 The French Jesuit mission can be understood as an «enterprise» combining science and faith. It was an effort created by a triangular strategy established by the Royal Confessor, the Jesuit de la Chaise, the French king Louis XIV, and the members of the Académie des Sciences. The mission, known under the name of the «King’s Mathematicians», and thus being conceived as scientific, succeeded in the establishment of French interests in China in breach of the stipulations established by the Treaty of Tordesillas, by which China was considered a zone of influence of the Crown of Portugal. Due to both its scientific roots and religious aims the French Jesuit mission produced an unprecedented output of publications edited by the Jesuits in Paris, with the Académie and the Church as main addressees. The overall scientific strategy of the mission, the selection of its members and the controversy over the violation of the boundaries set by the Padroado has been described in detail in Isabelle Landry-Deron (2002), «Les mathématiciens envoyés en Chine par Louis XIV en 1685», Archive for History of Exact Sciences 55.5: 426-430. The role played by the Jesuits as correspondants of the savants is treated by Antonella Romano (2000), «Entre collèges et académies: Esquisse de la place des jésuites dans les réseaux européens de la production scientifique (XVIIe-XVIII siècle)», in D.-O. Hurel and G. Laudin (eds.), Académies et sociétés savantes en Europe, Paris: H. Champion, pp. 387-407; id. (2005), «Les Jésuites entre apostolat missionaire et activité scientifique (XVIe-XVIIe siècles)», in Archivum historicum Societatis Iesu 74: 213236. For the Jesuit editors in Paris see Alexandre Brou (1934), «Les Jésuites sinologues de Pekín et leurs éditeurs de Paris», Revue d’Histoire des Missions 11: 556-563. In my Ph.D. thesis I have thoroughly investigated the selection and translation of medical information included by the Jesuits in their encyclopaedic works. See Puente-Ballesteros (2009), chapter 4. For an analysis of the mission’s endeavours in the fields of mathematics and astronomy see Florence Ch. Hsia (1995), «French Jesuits and the Mission to China: Science, Religion, History», Ph.D. thesis, University of Chicago, UMI; id. (1999), «Some Observations on ‘Observations’: The Decline of the French Jesuit Scientific Mission in China», Revue de Synthèse 4.2-
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of the Jesuit mission in China have remained somewhat obscure. One example, pointed out by Catherine Jami (2007), is the important work of a Jesuit of Belgian origin, Antoine Thomas, who was already in the court prior to the French mission.4 In recent years, although only a few European and Chinese researchers have investigated the life and work of Thomas, they have yielded exceptional results by analysing the dual role that Thomas performed as mathematician and geographer at the Kangxi court. With regard to the state of the field in research into Antoine Thomas, we may distinguish a first phase marked by the general monographic works of Henri Bosmans, SI (1914) (1924), Anthony Florovsky (1951) and Yves de Thomaz de Bossierre (1977) which were based exclusively on European sources.5 In a second stage, with the discovery of new materials and by adopting a comparative approach to Western and Chinese sources, other researchers carried out an in-depth analysis of his scientific work performed at the Manchu court. Without going into the details of these individual investigations, I would particularly like to mention the invaluable work of Catherine Jami (2003) (2005) (2007) who aptly described Thomas as a discreet mathematician, due to the fact that his work had almost no impact on his contemporary European audience. Han Qi, together with Jami (2003) (2005), focused on Thomas’ role as court mathematician, but by presenting new sources in
———— 3: 305-333; and id. (2009), Sojourners in a Strange Land: Jesuits and their Scientific Missions in Late Imperial China, Chicago and London: The University of Chicago Press, pp. 93-110. 4 See Catherine Jami (2007a), «A Discreet Mathematician: Antoine Thomas (16441709) and his Textbooks», in Noel Golvers and Sara Lievens (eds.), A Lifelong Dedication to the China Mission: Essays Presented in Honor of Father Jeroom Heyndrickx, CICM, on the Occasion of his 75th Birthday and the 25th Anniversary of the F. Verbiest Institute K.U.Leuven, Leuven: F. Verbiest Institute K.U. (Leuven Chinese Studies; 17), p. 447. In fact, Antoine Thomas served as secretary of Ferdinand Verbiest, and was asked to draw up his necrology. Verbiest’s death gave rise to the origin of the French Jesuit mission which was sent to the Chinese court in order to replace the scientific gap left by Verbiest. The necrology of Verbiest written by Antoine Thomas was transcribed by Henri Bosmans S.J. (1914), «La notice nécrologique de Ferdinand Verbiest, par son secrétaire, Antoine Thomas de Namur, vice-président effectif et président intérimaire de l’Observatoire de Pékin», Annales de la Société d’Émulation de Bruges 64: 102-133. 5 Yves de Thomaz de Bossierre, with a preface by Jacques Gernet (1977), Un Belge mandarin à la cour de Chine aux XVIIe et XVIIIe siècles: Antoine Thomas 1644-1709; Ngan To P’ing-Che, Paris: Les Belles Lettres (La Chine au temps des Lumières; 3); Anthony Florovsky (1951), «Maps of the Siberian Route of the Belgian Jesuit, A. Thomas (1690)», Imago mundi 8: 103-108; Henri Bosmans, S.J. (1924), «L’oeuvre scientifique d’Antoine Thomas de Namur, S.J. (1644-1709)», Annales de la Société Scientifique de Bruxelles 44: 154-181.
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Chinese.6 Thomas’ role as a geographer and historian in the service of the Kangxi emperor was described by Davor Antonucci (2007), Eugenio Lo Sardo (2003), and John W. Witek (2003).7 Beyond the analysis of the role displayed by Thomas as mathematician and geographer Claudia von Collani (2003) disclosed Thomas’ participation in handling the daily financial matters of the mission and, especially, his role in the conflict arising from the «Rites Controversy» and the «disagreement» with the Pope’s legate Thomas Charles-Thomas Maillard de Tournon (1668-1710).8 My contribution to the spectrum of research around the figure of Antoine Thomas is the description of Thomas as malade, or one might even say, «patient of the Kangxi emperor», particularly through the testimony provided by four documents, four medical palace memorials, three of them in Manchu (here in their Chinese translation) and one in Chinese. The first aim of this article is to demonstrate that Antoine Thomas belonged to a privileged circle of ministers, advisors, officials, officers, relatives ————
6 Han Qi 韩 琦 and Catherine Jami (2005), «Imperial Mathematics and Western Learning during the Kangxi Reign (1662-1722): Some New Evidence», in Duoyuan wenhua zhong de kexueshi: Dishijie guoji Dongya kexueshi huiyi lunwenji 多 元 文 化 中 的 科 學 史 : 第 十 屆 國 際 東 亞 科 學 史 議 論 文 集 (History of Science in the Multiculture: Proceedings of the Tenth International Conference on the History of Science in East Asia), Shanghai: Shanghai jiaotong daxue chubanshe, pp. 3-11; Han Qi and Catherine Jami (2003), «Kangxi shidai xifang shuxue zai gongting de chuanbo: Yi An Duo he ‘Suanfa zuanyao zonggang’ de bianzuan wei li» 康 熙 时 代 西 方 数 学 在 宫 廷 的 传 播: 以 安 多 和 《算 法 纂 要 总 纲》 的 编 纂 为 例 (The Circulation of Western Mathematics at the Court during the Kangxi Period: A Case Study of the Compilation of the Suanfa zuanyao zonggang by Antoine Thomas), Ziran kexueshi yanjiu自 然 科 学 史 研 究 (Studies in the History of Natural Sciences) 22.2: 145-156; Han Qi (2003), «Antoine Thomas, SJ, and his Mathematical Activities in China: A Preliminary Research through Chinese Sources», in Willy Vande Walle and Noël Golvers (eds.), The History of the Relations between the Low Countries and China in the Qing Era (1644-1911), Leuven: Leuven University Press, Verbiest Foundation, pp. 105-114. 7 Davor Antonucci (2007), «An Unpublished Manuscript by Antoine Thomas: The ‘De bello Cam Hi imperatoris Tartaro: Sinici contra Tartaros Erutanos. Feliciter confecto anno 1697’», in Golvers and Lievens (eds.), Op. Cit., pp. 15-28; Eugenio Lo Sardo (2003), «Antoine Thomas’s and George David’s Maps of Asia», in Vande Walle and Golvers (eds.), pp. 7588; John W. Witek (2003), «The Role of Antoine Thomas, S. J. (1644-1709) in Determining the Terrestrial Meridian Line in Eighteenth-Century China», in Vande Walle and Golvers (eds.), Op. Cit. , pp. 89-103. 8 Claudia von Collani (2003), «Thomas and Tournon: Mission and Money», in Vande Walle and Golvers (eds.), Op. Cit., pp. 115-135; and id. (1993), «Matteo Ricci in der Chronik der Ming-Dynastie: Der Bericht Joachim Bouvets S.J. an Antoine Thomas S.J. aus dem Jahre 1707», in Monumenta serica 41: 189-203.
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and other protégés who received the special attention of the Kangxi emperor in the case of illness. Many members of this imperial network, no doubt, belonged to the political and military pillars of the rising and increasingly secure empire of the Manchu ruler. Secondly, by taking Antoine Thomas’ illness as a case study I shall discuss the appropriation of theriac at the Kangxi court. I shall show to what degree this drug was integrated into court medicine in practical and theoretical terms. What were the indications of this drug, when was it applied, and how complete was the process of its appropriation? This drug appears to have been controlled by the emperor, who seemingly was the main receiver and distributor of theriac. Thus, the Kangxi emperor, by means of his active intervention in the medical attention of his confidants or more specifically through the distribution of efficacious drugs not readily accessible to the general public, held in his hands an additional tool for reinforcing his eminent power over the elite selected by him.9 Thirdly, I shall consider the question of the possible Jesuit origin of theriac, which, via the prescription of a court physician, was distributed by the Kangxi emperor to Thomas, a member of the imperial network. This study of Thomas’ illness is thus also a contribution to the history of the transmission of theriac to China, that is to the research carried out by Carla Nappi on its pre-Qing transmission as evidenced in pharmacopeias.10 In this case study I shall go a step further into it, as I shall analyse the delocalisation of theriac as a material object during the early Qing dynasty and especially — as mentioned above — the role of the Kangxi emperor therein. Who were the actors of this delocalisation, and through which channels did this drug arrive in China? I shall also introduce a description of the attempts at indigenisation carried out by the emperor, and will make a first approach to the question of how strict and pervasive was the emperor’s control over the prescription and distribution of this drug. Fourthly, I shall shed some new light on hitherto unknown aspects of the life of Thomas, on the last days of this Belgian Jesuit in Peking. I shall show him as a member of an imperial network which had been woven in the first person by the Kangxi emperor and which reveals that in many instances medicine, patriarchism and power spoke a similar language. I shall also briefly
———— 9
Puente-Ballesteros (2009), chapter 2. Carla Nappi (2009a), «Bolatu’s Pharmacy: Theriac in Early Modern China», Early Science and Medicine 14.6: 737-764; and id. (2009b), The Monkey and the Inkpot: Natural History and its Transformations in Early Modern China, Cambridge, MA: Harvard University Press. 10
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discuss the ritual precedents governing the funeral of Antoine Thomas, as a sign of imperial favour and appreciation, but also as a reflection of the strictly hierarchical structure and thus the limitations of the Jesuits’ radius of action. 1. INSIDE THE IMPERIAL NETWORK: ANTOINE THOMAS, SI AMONG THE TIENTS» OF THE KANGXI EMPEROR
«PA-
Before elucidating the events surrounding the death of Antoine Thomas, a few words need to be said about the sources available on the Chinese/Manchu side. For a proper contextualisation and thus fuller comprehension of the episode under discussion here, an understanding of the role and function of palace memorials in general and the so-called medical palace memorials in particular during the Kangxi period is fundamental.11 The reason for this is that it was precisely through this means of communication that the illness and death of Antoine Thomas was reported to the emperor. Palace memorials were a private, confidential means of communication and control by the emperor, who in this way received first-hand information directly from his informants and thus circumvented ordinary bureaucratic routine and intervention.12
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11 For more details and a definition of «medical palace memorials» see: Beatriz PuenteBallesteros (2011), «Jesuit Medicine in the Kangxi Court (1662-1722): Imperial Networks and Patronage», in East Asian Science, Technology, and Medicine nº 34, chapter 2 as well as Puente-Ballesteros (2009), section 2.1. 12 Researchers in general agree on the private nature of the palace memorials of the Kangxi reign, and possibly also in the case of his successor, the Yongzheng emperor (r. 17231735). It was not until the Qianlong period (1736-1795) that this communication system became more bureaucratised, and its contents no longer enjoyed this exclusively private and confidental feature that had been characteristic of the closed network created by the Kangxi emperor. For a discussion of these issues see Silas H. L. Wu (1970), Communication and Imperial Control in China: Evolution of the Palace Memorial System 1693-1735, Cambridge, Mass.: Harvard University Press (Harvard East Asian Series; 51), p. 3; Jonathan D. Spence (1988), Emperor of China: Self Portrait of K’ang-hsi, New York: Vintage Books, p. 42; Pei Huang (1994), «The Confidential Memorial System of the Ch’ing Dynasty Reconsidered», Bulletin of the School of Oriental and African Studies 57.2: 335; Mark C. Elliott (2001a), «The Manchu Language Archives and the Origins of the Palace Memorial System», Late Imperial China 22.1: 46, note 65; Evelyn S. Rawski (2004), «The Qing Formation and the Early Modern Period», in Lynn A. Struve (ed.), The Qing Formation in World-Historical Time, Cambridge, Mass.: Harvard University Asia Center (Harvard East Asian Monographs; 234), pp. 221; Beatrice S. Bartlett (1985), «Books of Revelations: The Importance of the Manchu Language Archival Record Books for Research on Ch’ing History», Late Imperial
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A striking point to be mentioned here is that palace memorials contain a substantial amount of information concerning the state of health of important officials, officers, imperial relatives and other persons most trusted by, or close to, the Son of Heaven.13 Why did the Kangxi emperor decide to use a private, confidential channel like the palace memorials for reports about matters of illness? The answer is quite obvious: For an emerging empire, as was the Kangxi emperor’s (a foreign ruler over Chinese territory), illness or even death of these important actors could be interpreted as a sign of political or military weakness. Thus, illnesses of key ministers, advisers, officials and officers were not only a matter of personal crisis, as shown in the memorials’ rhetoric demonstrating the closeness of the relationship between the emperor and some of «his patients», but often also constituted a political and administrative problem, insofar as they had to be made known in time to enable the ruler to find adequate replacements for these key positions, if necessary. Two main categories of actors were involved in this imperial network: «informants» and «patients». «Informants» were men who had the right and privilege to submit palace memorials, and thus to report on such private and confidential matters as the illness of an official. «Patients» were those who were granted the favour of receiving the medical attention of the emperor himself. There can be no doubt that both informants and patients constituted a privileged elite, though not always for the same reasons. This is why I have defined the imperial network as having been composed of two different subnetworks. One was the «network of power» that comprised all those actors holding a high-level official position in the Qing government. This network becomes clearly manifest in the case of informants in both Chinese and Manchu palace memorials. In the case of patients mentioned in the Manchu palace
———— China 6.2: 27; and id. (1990), Monarchs and Ministers: The Grand Council in Mid-Ch’ing China, 1723-1820, Berkeley, Los Angeles: University of California Press, pp. 66-67; PierreEtienne Will (1972), «Transmissions secrètes et succession impériale à l’époque mandchoue», T’oung Pao, Second Series 58.1/5: 120-136. 13 My research was based mainly on an analysis of the two published series of Kangxi palace memorials, the one in Chinese (3,200 memorials) and the other in Manchu (4,297 memorials, available in Chinese translation). See Kangxichao manwen zhupi zouzhe quan’yi 康 熙 朝 滿 文 硃 批 奏 摺 全 譯 (Complete Translation of Imperially Rescripted Manchu Palace Memorials of the Kangxi Period), edited by the First Historical Archive, China, Beijing: Zhongguo shehui kexue chubanshe, 1996 (hereafter: KXMZ) and Kangxichao hanwen zhupi zouzhe huibian 康 熙 朝 漢 文 硃 批 奏 摺 彙 編 (Collection of Imperially Rescripted Chinese Palace Memorials of the Kangxi Period), edited by the First Historical Archive, China, Beijing: Dang’an chubanshe, 1984-1985 (hereafter: KXMZ).
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memorials, a second sub-network was the «network of closeness». This was made up of a group of protagonists who did not hold an official position, but who shared some degree of closeness with the emperor. Among them we find female relatives of the emperor, eunuchs, female servants, retired officials as well as Jesuits and other Westerners. The distinction of these two sub-networks reflects the complexity of communication concerning medicine at the court. The medical palace memorials show clearly that after having received information about the illness of his officials or other trusted or close persons the emperor did not remain as a passive observer, but actively intervened, especially by assigning physicians and drugs that were under his control and thus not easily accessible to other members of the empire’s elite, let alone the common population. Among those drugs and physicians were Jesuit drugs and Jesuit physicians. No doubt the patronage and intervention of the Kangxi emperor within the framework of medical practice provided him with an additional tool for reinforcing his authority within the imperial network, especially by creating feelings of gratitude and indebtedness in the patients attended by him; and it thus contributed to the consolidation and legitimisation of his power as Son of Heaven at the top of the Qing political hierarchy.14 A quantitative analysis of the medical palace memorials15 highlights the clear Manchu (and other non-Han ethnic) identity of the imperial network of the Kangxi emperor, a Manchu ruler. We counted 377 medical palace memo-
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14 This is a pattern that shows some similarities to, but also clear differences from, emperors of the Song dynasty, such as Taizhong (r. 976-997), Zhenzong (r. 997-1022) and particularly Huizong (r. 1100-1126). In the case of the Song emperors, they showed their personal interest in medicine not only through the distribution of remedies to their personal circle, but also through the promotion of institutions of public health, such as the Imperial Pharmacy and the system of Poor Houses. Moreover, these institutions fulfilled the Confucian ideal of caring for the people and spreading Imperial benevolence throughout the empire. But in the case of the Kangxi emperor, providing «his patients» with medical care showed his paternalistic attitude, and proved he was an ideal Confucian monarch, but directed only to «his public», his Imperial Network. Thus within his Imperial Network the Son of Heaven created bonds of gratitude, showing that patriarchism, medicine and power spoke a similar language. See Asaf M. Goldschmidt (2010), The Evolution of Chinese Medicine: Song Dynasty, 960-1200, London and New York: Routledge, pp. 20-25; and id. (2005), «The Systematization of Public Health Care by Emperor Song Huizong: Benefiting or Policing the Sick», in Jiang Xiaoyuan (ed.), History of Science in the Multiculture: Proceedings of the Tenth International Conference on the History of Science in East Asia, Shanghai: Shanghai Jiao Tong University Press, pp. 325-329. 15 I have differentiated the medical palace memorials in the following four ways: firstly there are memorials describing the episode of an illness of a patient or a group of patients, also
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rials out of a total of 4,297 Manchu palace memorials, and 222 of them out of the 3,200 Chinese palace memorials. Although no great disparity exists in the number of Manchu and Chinese medical palace memorials, a great difference does arise when we consider the number of actors appearing in them as well as their ethnic origin. Thus, in the case of memorials in Manchu there is a total of 64 informants and 213 patients. These figures clearly contrast with the 28 informants in the Chinese memorials, and especially with the small number of only 34 patients. Regarding the ethnic origin of patients attended by the emperor 202 (197+5) were of Manchu or other non-Han ethnicity respectively, while only 45 (29+16) were Chinese.16 Whereas this pattern, beyond doubt, shows that the circle of power and closeness of the Kangxi emperor corresponded to the cultural diversity favoured by the emperor himself, at the same time it reveals a distinct Manchu identity. The analysis of memorials also throws light on the institutional positions held by relevant informants and patients in Qing government and bureaucracy. The network of informants was composed primarily of members of the Central Government in Peking,17 who submitted 272 memorials out of 377. In this category the imperial family is particularly prominent: its members are the main informants with a total of 184 memorials out of 272. In fact, it is principally Yinzhi 胤 祉, third son of the Kangxi emperor, who handed in 48 memorials on his own, and another 85 together with his male siblings. This data
———— including a medical report drawn up by physicians and attached to the memorial. Secondly, there are memorials which show how the Kangxi emperor attentively monitored the course of a patient’s illness, but which do not contain medical reports. A third group of memorials are those containing vermilion rescripts from the Kangxi emperor: that is, his isolated comments regarding a patient’s affliction, his own state of illness, or in which he ordered doctors to visit a patient, changed the therapeutic measures, commanded the provision of drugs, or asked about a therapy or drug unknown to him, [among other matters relative to medical practice.] A fourth group comprises those memorials that informed the emperor about the arrival of drugs, physicians, and foreign or unknown therapies. These reports were mostly answers to questions previously addressed by the emperor to the memorialist. 16 See Table 1. 17 This does not mean that the «informants», as members of the Central Government, were always in Beijing; they might have been sent on a special mission or, they formed part of the court on horseback, namely accompanying the emperor on of his many tours and excursions. This also holds true to some extent for the «patients.» On the other hand, patients affiliated to the Dependencies or Territorial Administration might have received imperial care while staying in the capital. For a description on the Imperial tours during the Kangxi reign see Michael G. Chang (2007), A Court on Horseback: Imperial Touring & the Construction of Qing Rule, 1680-1785, Cambridge (Massachusetts) and London, pp. 75-87.
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manifests not only the confidential, but also the private nature of the information contained in these archival documents. Confidentiality was enforced by the use of Manchu, while privacy finds its expression in the fact that this was information exchanged between father (the emperor) and son(s) (Yinzhi et al.). In comparison to Manchu memorials, the group of informants in Chinese memorials was smaller. Moreover, while the Manchu informants were concentrated in the Central Government, the Chinese memorialists submitted their reports from the Territorial Administration, and thus from outside of the centre of power. However, in the case of Chinese memorials a substantial degree of privacy can also be observed. In fact, in contrast with the Manchu informants who were mostly sons of the emperor reporting about many different patients, the Chinese wrote to the emperor directly about their own illnesses or indirectly about those of their relatives. The constellation of patients outlined in the Manchu palace memorials is partly similar to what we have seen in the case of the informants. Both groups were basically members of the Central Government and came mainly from the imperial family. At the same time it has to be emphasised that another important institution was strongly represented. This was the military, more specifically the Manchu Eight Banners, stationed in the capital, and even more particularly members of the emperor’s personal guards, belonging to the Manchu Upper Three Banners (shang san qi / dergi ilan gūsa), comprising the Bordered Yellow Banner, the Plain Yellow Banner, and the Bordered White Banner.18 In most of these cases the informant was Yinzhi. The pattern of the centre-based network of informants mentioned above is replicated in a similar manner in the case of the network of patients. This kind of parallel can also be observed in the Chinese palace memorials, namely, that both informants and patients came from the Territorial Administration and thus represented a network of a much more peripheral dimension. Let us now consider the role of Jesuit medicine within this imperial network as outlined above. First of all, it appears that the Kangxi emperor quite strictly controlled the reception and distribution of Jesuit drugs.19 This seems to have been especially true in the case of Jesuit drugs, as the Jesuits or other foreigners brought them to China only in limited quantities, a part of which
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18 For the Manchu terms of the division of the Banners see Mark C. Elliott (2001b), The Manchu Way: The Eight Banners and Ethnic Identity in Late Imperial China, Stanford, California: Stanford University Press, p. 79. 19 I shall deal in a separate article with the question of how strict this control was, and to what degree Jesuit medicine, i.e. physicians and drugs, was available outside of the court.
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they offered to the emperor as a gift.20 The limited circulation of Jesuit drugs in the court becomes even more obvious from the fact that it was effectively only one type of informant, one of the emperor’s sons, who reported about the assignment of Jesuit physicians and drugs. For the 21 patients out of a total of 32 treated with Jesuit drugs and/or by Jesuit physicians the informants are sons of the emperor, especially Yinzhi 胤 祉, his third son, who reported alone or together with one or several of his brothers (among them Yinsi 胤 祀 and Yinzhen 胤 禎 in 20 cases). In the remaining cases of patients it was Yinreng 胤 礽 who did so. Moreover, Yinreng 胤 礽 and another of the emperor’s sons, Yinyou 胤 祐, memorialised not about patients treated with Jesuit medicine, but about Jesuit drugs per se, for instance their arrival in China. Another important conclusion of my research on the role of Jesuit medicine within the Kangxi emperor’s medical intervention is that relevant testimony appears almost exclusively only in Manchu memorials (32 patients in Manchu memorials compared to 4 in Chinese memorials), directed mainly to Manchu patients or those of other ethnicities (31 patients versus 5 Chinese ones; see Table 1). From this we can conclude that Jesuit medicine was part of the highly confidential and private nature of the Manchu medical palace memorials, characterised, as we stressed above, by the use of Manchu and by the direct line of communication between the emperor as a father and his sons. The patterns shown for the medical palace memorials in general also hold true in the special case of the disease of Antoine Thomas. Thomas’ illness is reported in a medical palace memorial in Manchu, the informant being Li Guoping, who held a position in the Central Government, specifically in one of the Six Ministries. Moreover, it was the emperor himself who was requested by the Imperial Palace Physician Ru Huang 茹 璜 to assign a Western
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We have very few testimonies informing of the drugs the Jesuits carried with them to China, but in each and every case where some data is offered it becomes clear that only limited quantities were involved. An example of this is cinchona which was part of a number of gifts that four Jesuits, namely Ji Li’an 紀 理 安 (Kilian Stumpf), Su Lin 蘇 霖 (José Soares), Bai Jin 白晉 (Joaquim Bouvet), and Ba Duoming 巴 多 明 (Dominique Parrenin), offered to the Kangxi emperor for his sixtieth birthday. Among these gifts were two small bags of cinchona transcribed as jinjina 金幾那. See Ma Qi 馬 齊 (1717), Wanshou shengdian chuji 萬 壽 盛 典 初 集 (Profuse Rituals for the Emperor’s Birthday, First Collection), in Yingyin wenyuange siku quanshu 景 印 文 淵 閣 四 庫 全 書 (The Photolithographic Edition of the Complete Library of the Four Treasuries of the Wenyan Pavilion), Taibei: Taibei shangwu yinshuguan, 1983-1986, 654: 55, fº 14. Further down we shall see that quantities of theriac mentioned in archival documents were also very small
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drug, theriac, that was under the emperor’s control and was presumably of Jesuit origin. This shows that the Belgian Jesuit was integrated into the imperial network and thus belonged to a privileged group of patients monitored by the Kangxi emperor. As mentioned above, most of the patients attended personally by the emperor, like high officials, advisors and military personnel, were part of the network of power which held the empire together in political and military terms. There was, however, also a number of other actors who belonged to this privileged circle of patients, but due rather to their closeness to the emperor than to their participation in the exertion of real political or military power. This was the case of such patients as female imperial relatives, the Kangxi emperor’s wet-nurse, palace eunuchs, and servants, as well as guests from other parts of All-under-Heaven, like the Jesuit Antoine Thomas. TABLE 1. ETHNICITY OF PATIENTS MENTIONED IN MEDICAL PALACE MEMORIALS OF THE KANGXI PERIOD. SOURCE: PUENTE-BALLESTEROS (2011), TABLE 1 Han
Manchu and other Ethnicities
Patients in memorials in Manchu Patients in memorials in Chinese Grand Total Patients
16 29 45
197 5 202
Patients treated by Jesuit medical practise (included in the above sum of memorials in Manchu or Chinese)
5
31
Another important facet is that Jesuit medicine can be considered part of the policy of promoting cultural and scientific diversity as adopted by the Kangxi emperor. It is perhaps not too far-fetched to conclude that Jesuit medicine was included within the Kangxi emperor’s patronage of Western Learning (xixue 西 學), that is to say the scientific, technical, and medical knowledge and expertise brought by the Jesuits to China. One of the main Jesuit actors who participated in the transmission of Western Learning to the emperor was indeed Antoine Thomas, as Catherine Jami and Han Qi have demonstrated.21 In the following sections I shall analyse the four palace memorials
————
21 The Kangxi emperor’s support of Western sciences as expounded by the Jesuits in general, and the French Jesuits in particular, has been intensively studied, especially in the areas of mathematics and astronomy, focusing on the interaction and transmission of Jesuit sciences
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that bear witness to the illness and death of this important actor in the first intensive phase of Sino-Western intercivilisational encounters.
TABLE 2. GENERAL INSTITUTIONAL AFFILIATION OF PATIENTS IN THE MEDICAL PALACE MEMORIALS IN MANCHU, KANGXI PERIOD. SOURCE: PUENTE-BALLESTEROS (2011), TABLE 6 Administrative Divisions Central Government
Military
Number Patients22 64
125
Administrative sub-divisions
CentrePeriphery
Imperial Family
30
Eunuchs, female servants
2
Imperial Household Department
6
Grand Secretariat Six Ministries
11 6
Censorate Jesuits, Westerners
0 9
Eight Banners
Capital
Garrisons Green Standards Territorial Administration & Dependencies
21
Grand Total
210
Number Patients
117
Administrative sub-sub-divisions
Number Patients
Ranking Officers
17
Bodyguard, Vanguard and Guard
79
Others
21
7 1
———— to China and the Kangxi emperor’s patronizing of Western Learning. The final aim of this sporsorship policy was to establish an alternative science vis-à-vis Solid Learning (shixue 實 學), a system of knowledge that had been inherited from Ming China and thus was purely Chinese. Therefore, this shift in policy can be considered, at least partly, a means to legitimise the recently established Qing dynasty — a means that was designed by the Kangxi emperor, who played an important role as the patron in control of foreign knowledge. See especially Catherine Jami (2007b), «Western Learning and Imperial Scholarship: The Kangxi Emperor’s Study», East Asian Science, Technology and Medicine 27: 154-170; Han Qi and Jami (2003), pp. 145-156. Cf. also in general Hashimoto Keizô 橋 本 敬 造 (1988), Hsü Kuang-ch’i and Astronomical Reform: The Process of Chinese Acceptance of Western Astronomy 1629-1635, Osaka: Kansai University Press. 22 The total number of patients is 213, but in three cases the position is not mentioned, nor could it be found. This is the reason why the grand total is 210.
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TABLE 3. GENERAL INSTITUTIONAL AFFILIATION OF PATIENTS IN THE MEDICAL PALACE MEMORIALS IN CHINESE, KANGXI PERIOD. SOURCE: PUENTE-BALLESTEROS (2011), TABLE 8 Administrative Divisions
Number Patients23
Central Government
9
Military
9
Administrative Sub-divisions Imperial Family Eunuchs, female servants Imperial Household Department Grand Secretariat Six Ministries Censorate, Jesuits, Westerners Eight Banners
CenterPeriphery
Number Patients
Number Patients
3 0 0
Capital
Garrisons Green Standards Territorial Administration & Dependencies Grand Total
Administrative Sub-sub-divisions
5 0 0 1 1
Ranking Officers Bodyguard, Vanguard and Guard Others
0 1
0
2 6
13 31
* With regard to the categorisation into «Central Government», «Military» and «Territorial Administration» I have followed: Charles O. Hucker (1985), A Dictionary of Official Titles in China, Stanford, California: Stanford University Press, pp. 83-96. For the definition of Dependencies see: Hippolit S. Brunnert and V. V. Hagelstrom (1912), Present-Day Political Organization of China, Shanghai: Kelly and Walsh Limited, pp. 441-442. Includes patients treated by Jesuit medicine (Jesuit drugs and/or Jesuit physicians)
2. ANTOINE THOMAS’
DISEASE: APPROPRIATION OF THERIAC IN THE IMPERIAL
COURT
The death of Antoine Thomas took place in Beijing on July 28, 1709, as reported by Giampaolo Gozani, SI (1659-1732), Visitator in China, in his letter to the Father General in Rome on October 21, 1709.24 Gozani explained
————
23 The total number of patients is 34, but three of them have not been included because in two cases the positions are not known, while in one case, Gao Shiqi 高 士 奇, it is a case of a retired official. 24 «Le 28 juillet 1709, après une longue maladie de plusieurs années supportée avec un patience de tous les instants, longanimité et admiration de tous, rempli des mérites, et muni
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that Thomas suffered a long illness before his death, but without describing the course of the disease itself. At the same time Gozani underlined Thomas’ efforts to support the mission for the advancement of the Christian faith in China. He also stressed the missionary’s work as a great mathematician and the Kangxi emperor’s appreciation of him as shown in the organisation of Thomas’ funeral. Indeed, this funeral ritual was ordered to follow the precedent of that of another Jesuit formerly installed at the court, the Portuguese Tomé Pereira, SI (1645-1708).25 We can also obtain corroborative evidence for what was mentioned by Gozani from the sources on which we have worked for this article, namely four palace memorials that I shall discuss and analyse in this article. A first palace memorial was submitted by the Chinese official Li Guoping 李 國 屏, a Ministry Vice-director, on the 21st day of the sixth month of the year 48 of the Kangxi reign [27/7/1709]. In this document Thomas’ (An Duo 安 多, Chinese transcription of his name) illness is briefly described by Ru Huang 茹 璜, physician of the Imperial College of Medicine, whose words are quoted by Li Guoping.26 A second memorial written in Chinese by the physician Ru Huang himself on the 20th day of the sixth month of the year 48 of the Kangxi era [26/7/1709] or very shortly thereafter is attached to Li Guoping’s Manchu memorial, in which Ru Huang gave a detailed description of Thomas’ medical case. Because details about the illness are lacking in the report of Gozani, this medical report provides invaluable additional information. In the third palace memorial it was again Li Guoping, on the 24th day of the sixth month of the year 48 of the Kangxi era [4/7/1706], who reported Thomas’ death to the Kangxi emperor, thus perfectly agreeing with the information given in Gozani’s letter. As to the fourth memorial, the informants were Li Guoping and another official, Wang Daohua 王 道 化,27 who repor-
———— des sacrements de la Sainte Église, a expiré doucement dans le sein du Seigneur, le Père Antoine Thomas, Recteur du Collège.» See ARSI Jap. Sin. 173, fº 173; translated from Latin to French by de Thomaz de Bossierre (1977), p. 142. 25 Gozani’s letter focuses on Thomas’ efforts in spreading the faith in China, but does not include any mention of the importance of his mathematical work. His expertise in this field was indeed explicitly mentioned in the same letter as follows: «Petit ex universa Societate uiros P insignes praesertim in practica Mathematica.» See ARSI Jap. Sin. 173, fº 173v. 26 See KXMZ 1445, p. 629. Because we do not have the original palace memorial in Manchu we cannot give his name in Manchu transliteration. However, in the Chinese palace memorial written by the physician Ru Huang the Chinese name of Thomas is An Duo. 27 It is quite probable that Wang Daohua was the Chinese name of the Manchu official He-shi-heng, also called Wang laoye 王 老 爺. However, more research has to be done in this
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ted on the 3rd day of the seventh month of the year 48 of the Kangxi era [8/8/1709] in more detail about the imperial sponsorship of Thomas’ funeral. This information, too, is in exact agreement with Gozani’s account. In this section I shall focus on the first two memorials in order to analyse the process of appropriation of theriac in the Kangxi court. In the first memorial, Li Guoping reported the following, one day prior to Thomas’ death, as recorded in Gozani’s letter: Li Guoping respectfully submits a Palace Memorial stating: […] Besides, on the 20th day of this month I received a report from the people of the Western Lands [Westerners], Su Lin 蘇 琳 (José Soares, SI) and Ji Li’an 吉 利 安 (Kilian Stumpf, SI), as follows: «[Because] the state of An Duo’s (Thomas’) health is very serious, a [court] physician is requested.» I, your bondservant, and others have sent for a [court] physician to make a diagnosis. [Subsequently], the physician Ru Huang reported to us saying: «[Because] An Duo’s illness is very serious, I now wish to request for deliyage and to use it with a variable quantity of Lizhong tang for medical treatment.» Together with the Chinese palace memorial of Ru Huang I respectfully submit this in a palace memorial in order to inform [the Emperor].28
In the second document, the medical report of the Imperial Physician Ru Huang, we can read the following: I, Ru Huang, physician from the Department for Prescriptions for Adults of the Imperial College of Medicine, respectfully report in a palace memorial: On the 20th day of the sixth month of the year 48 of the Kangxi reign-period [26/7/1709], the [Ministry] Vice-director Li Guoping sent for me to inspect the illness of the Westerner An Duo. His symptoms are insufficient zhongqi 中 氣 (Middle TripleWarmer), and spleen and stomach being depleted and weakened, with the result that he often suffers from hiccups, the qi of his four extremities [arms and legs] is reversed because of cold, his faeces are liquid and wet, his muscles are decreasing and becoming thin, and he has no appetite for drink or food. As the Six Veins [as shown by pulse diagnosis] are depleted and thin, his illness must be very serious. I, the physician, [therefore] request the Sagely Drug (shengyao 聖 藥) deliyage 德 里 鴉 噶 to use it together with a variable quantity of Lizhong tang 理 中 湯 to save and cure him. Respectfully I report this in a palace memorial.
———— respect. See Antonio Sisto Rosso (1948), Apostolic Legations to China of the Eighteenth Century, South Pasadena: Perkins, pp. 286-287 and 305. See also Claudia von Collani (2005), Joachim Bouvet, S.J.: Journal des voyages, Taipei, Taiwan: Taipei Ricci Institute (Variétés Sinologiques New Series 95), p. 40, footnote 150 and p. 101, footnote 224. 28 KXMZ 1445, p. 629. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
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[Ingredients of] variable proportion of Lizhong tang 理 中 湯: fuling 茯 苓 (Poria cocos (Schw.) Wolf.), one qian 錢 and five fen 分; baimu 白 木 (Shirakia japonica Hur.), stir-fried with earth [tuchao 土 炒 ?], two qian; hezirou 訶 子 肉 (Terminalia chebula Retz), kernels removed, one qian and five fen; wuweizi 五 味 子 (Schisandra chinensis (Turez.), Baill.), one qian; bao jiang 炮 薑 (baked ginger), eight fen; rougui tan 肉 桂 炭 (cassia charcoal),29 eight fen; processed [?] fuzi (fuzi zhi 附 子 制; Aconitum carmichaeli Debx.), six fen; zexie 澤 瀉 (Alisma plantago-aquatica L. var. orientale Sam.), eight fen; mutong 木 通 (Akebia quinata (Thunb.) Decne.), one qian; ten lianci 蓮 子 (lotus seeds), with the cores removed, used as a vehicle [for all the previous ingredients]; one slice of roasted ginger.30
In the vermilion rescript to Li Guoping’s palace memorial the emperor stated the following: «After you have received this document, I [the Emperor] order you, in obedience to this rescript, to go to see An Duo personally.» The process of appropriation is clearly described in these two palace memorials that Li Guoping and Ru Huang respectively addressed to the Kangxi emperor. In the first memorial Li Guoping reported to the throne that he had sent a Chinese physician of the Imperial College of Medicine to attend Antoine Thomas in response to the request of two Jesuits, José Soares, SI (16561736) and Kilian Stumpf, SI (1655-1720). The seriousness of Thomas’ health condition was beyond doubt, because, as a matter of fact, Thomas died the next day. In the second memorial, the physician Ru Huang asked the emperor for theriac in order to use it in Thomas’ treatment. This shows that the emperor’s intervention in court medical practice not only consisted in making available court physicians, whose service centred on the imperial family, but also in exerting control over the distribution of theriac as a kind of imperial prerogative.31 Indeed, Ru Huang explicitly asked the Kangxi emperor for theriac,
————
The KXMZ has neigui tan 內桂炭, which in all probability is a misprint. See KXMZ 1445, p. 629. 1 jin 斤 = 16 liang (ca. 596.8 g); 1 liang 兩 = 10 qian (ca. 37.3 g); 1 qian 錢 = 10 fen (ca. 3.73 g); 1 fen = 10 li (ca. 0.373 g). Cf. Qiu Guangming 丘 光 明, Qiu Long 丘 隆 and Yang Ping 杨平 (2001), Duliangheng juan 度 量 衡 卷 (Volume on Weights and Measures), in Lu Jiaxi 卢 嘉 锡 (ed.), Zhongguo kexue jishushi 中 国 科 学 技 术 史 (A History of Science and Technology in China), Beijing: Kexue chubanshe, p. 430. 31 The role and function of physicians of the Imperial College of Medicine is a field still largely unexplored. That this institution had originally to serve the imperial family is made clear by Chen Yongsheng 陈永生 and Zhang Sumeng 张苏萌 (1997), «Wan Qing xi yixue wenxian fanyi de tedian ji chuban jigou» 晚 清 西 醫 學 文 獻 翻 譯 的 特 點 及 出 版 機 構 (Characteristics of the Translations of Western Medical Works and their Publishers during the Late Qing Dynasty), Zhonghua yishi zazhi 中华医史杂志 (China Medicine History Magazine) 27.2: 76-77. For a first approach to Jesuit medical activities at the Kangxi court see Guan 29 30
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and it is he, the ruler, who will assign it. In Ru Huang’s memorial theriac is called shengyao or «Sagely Drug». The adjective sagely may have been used in two meanings. One the one hand it may have referred to the emperor and the drugs dispensed by him, as the Son of Heaven was also called the «Sagely Father» (shengfu 聖 父). On the other hand, it may have connoted the «surprising» effectiveness of such drugs as theriac or the well-known Jesuit drug cinchona, which in palace memorials is also called by the same name, «Sagely Drug».32 The palace memorial submitted by the court physician Ru Huang makes it clear that theriac had been almost completely appropriated by the Chinese side. Three arguments can be adduced for this: First, it was a Chinese physician of the Imperial College of Medicine who prescribed it, and none of the Jesuits, Jesuit physicians or Western physicians who already had been installed at the court and had participated in the prescription of this or other foreign drugs.33 This was no isolated case, and hence shows that for the Chinese or Manchu side theriac did not have a specific Jesuit or Western identity. Second, the prescription of theriac was prompted by a Chinese type of diagnosis, in accordance with symptoms corresponding to the Chinese pathophysiology of spleen and stomach deficiencies: «His symptoms are insufficient zhongqi (Middle Triple-Warmer), and spleen and stomach being depleted and weakened, with the result that he often suffers from hiccups, the qi of his four extremities [arms and legs] is reversed because of cold, his faeces are liquid and wet, his muscles are decreasing and becoming thin, and he has no appetite for drink or food.» Here is not mentioned what was considered to be one of the main indications for the use of theriac, namely as a medicine against poisoning, as indicated in all European pharmacopeias. Moreover, the diagnosis also followed the well-known Chinese pulse diagnosis (liumai 六 脈): «As the Six Veins [as shown by pulse diagnosis] are depleted and thin, his illness must be very serious.» Third, the drug is prescribed together with another
————
Xueling 関 雪 玲 (1994), «Kangxichao gongting zhong de xiyang yishi huodong» 康 熙 朝 宮 廷 中 的 西 洋 醫 事 活 動 (Western Medical Activities at the Kangxi Court), Gugong bowuyuan yuankan 故宫博物院院刊 (Palace Museum Periodical) 1: 99-111; Dong Shaoxin 董 少 新 (2008), Xing shen zhi jian: Zaoqi xiyang yixue ruhua shigao 形 神 之 间: 早 期 西 洋 医 学 入 华 史 稿 (Between Body and Spirit: A History of the Introduction of Western Medicine in China in its Early Period), Shanghai: Shanghai guji chubanshe, pp. 216-234. 32 See, for instance, KXHZ, 1154, vol. 4, p. 325. 33 For an overall picture of the physicians installed at the court see footnote 61 in this article. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
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Chinese recipe, Lizhong tang, whose ingredients of Chinese origin Ru Huang detailed in his memorial, including the quantities of each of them. The appropriation of theriac, however, was not total. This is made evident by the Chinese and Manchu names that were assigned to this drug, the Chinese name being deliyage.34 This was a phonetic transcription of the foreign name of this drug, and thus marked it unmistakably as a substance of nonChinese origin coming from foreign regions. To sum up, in Ru Huang’s memorial theriac can be identified as a foreign drug prescribed for the treatment of a foreign patient, Antoine Thomas. It was a drug which was under the control of the Kangxi emperor, and was prescribed by a Chinese court physician, who applied it on the basis of Chinese medical theory in accordance with pathological symptoms and pulse diagnosis. It was a drug that was prescribed together with another Chinese recipe, and, presumably, was not the first choice in a therapeutic itinerary, but a last resort when the illness reached a degree of utmost crisis. Its character as a last resort finds its corroboration in the death of Thomas shortly after his case had been mentioned in the relevant palace memorials, which indicates that his illness was already in a very serious stage. From all of this further questions arise: Where did the theriac assigned by the emperor come from? Who were the agents of the delocalisation of theriac? And were the Jesuits themselves (delocalised) agents in the transmission of theriac? 3. DELOCALISATION
OF THERIAC: MEDICAL DIVERSITY AND ATTEMPS AT INDIGENISATION AT THE IMPERIAL COURT
The case study of the illness and death of Antoine Thomas proves that theriac was imported to China during the Qing dynasty, starting in the Kangxi period at the latest. Besides the case of Thomas, theriac was assigned by the emperor to many other patients who belonged to his imperial network.35 Theriac was a drug which, during that time, was possibly of Jesuit origin, but which was clearly overshadowed by Jesuit propaganda for another drug. Members of the French Jesuit mission especially praised cinchona by under-
———— 34
Only the Chinese translations of the Manchu palace memorials were at my disposal,
but following the Chinese transcription deliyage would probably be written in Manchu as: 35 Cf. Puente-Ballesteros (2009), pp. 257-261.
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lining the imperial favours received at the court for having used it for healing the Kangxi emperor. 36 The analysis of the medical palace memorials clearly demonstrates that theriac was prescribed more often than cinchona, both being assigned by the Kangxi emperor.37 The application of these two drugs in China can be considered a phenomenon of the era of the emerging global economy, in which the Jesuits participated as transmitters of drugs from South America to Europe and beyond. But while in the case of cinchona the Jesuit background is wellknown and this drug even bore the nickname «Jesuit bark»,38 this is much less clear in the case of theriac, even though there was a sort of theriac which was known as triaga brasilensis and was produced in Brazil in the Jesuit College of Bahia.39 Moreover, Jesuits are also mentioned as producers of other types of theriac in Europe which were dubbed theriaca andromachi. The formula was described in detail in a manuscript dated 1646 and now stored in the Jesuit Roman College.40 According to Sabine Anagnostou the main agency distributing theriac produced in Brasil, but also European kinds, such as theriaca andromachi or Roman theriac, to other Jesuit pharmacies was the pharmacy of the Collegio Romano in Rome.41 Indeed, according to the Roman College’s account books covering the years from 1622 to 1697 and from 1823 to 1848, theriac was a frequently prescribed medicine.42 As made clear by histo-
———— 36
See my forthcoming publication on the role of Jesuit drugs at the Kangxi court. This topic is also discussed in my Ph.D. thesis. See Puente-Ballesteros (2009), chapter 3. 37 Puente-Ballesteros (2009), pp. 249 and 257-261. 38 Research carried out on chinchona is abundant. See, e.g., Mauricio Nieto (2006), Remedios para el imperio: Historia natural y la apropiación del Nuevo Mundo, Colombia: Universidad de los Andes, p. 191; Londa Schiebinger (2004), Plants and Empire: Colonial Bioprospecting in the Atlantic World, Cambridge, Massachusetts, and London, England: Harvard University Press, pp. 214-215; Michael Worboys (1996), «Germs, Malaria and the Invention of Mansonian Tropical Medicine: From ‘Diseases in the Tropics’ to ‘Tropical Diseases’», in David Arnold (ed.), Warm Climates and Western Medicine, Amsterdam-Atlanta: Rodopi, pp. 183-184. 39 Cf. Nuno A. Pereira (1996), «Triaga Brasilica: Renewed Interest in a SeventeenthCentury Panacea», Toxicon 34.5: 511-516. 40 BnI FG Ms. 1382. 41 Sabine Anagnostou (2003), «Vom römischen und brasilianischen Theriak», in C. Friedrich and S. Bernschneider-Reif (eds.), Rosarium litterarum: Beiträge zur Pharmazie- und Wissenschaftsgeschichte. Festschrift für Peter Dilg zum 65. Geburtstag, Eschborn: Govi, pp. 17-32; id. (2005), «Pharmazie auf internationaler Ebene: Die Apotheke des Collegio Romano vom 16. bis 18. Jahrhundert», Geschichte der Pharmazie 57: 57-63. 42 ARSI, FG 1143; ARSI, FG 1069.6. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
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rical incidents, theriac was a medicine administered by Jesuits with the justification that the benefits obtained by producing and selling it were in support of the poor strata of society. Several historical testimonies, particularly of the seventeenth century, exist revealing the conflicts between Jesuits and French pharmacists arising from competition over the production and distribution of theriac.43 While it is clear that the Jesuits acted as transmitters of cinchona to the Kangxi court, this is less obvious in the case of theriac. However, it is quite probable that the role of the Jesuits as transmitters was also very important in the case of theriac —a drug which caught the medical interest of the Kangxi emperor, was integrated into court medical practice, and was eventually also prescribed to Antoine Thomas. So could it be that we are dealing with a medicine of possible Jesuit origin which subsequently fell under the emperor’s prerogative of assignment, so that the Jesuits themselves had in turn to request it from the emperor for use in their own treatment? In order to answer this question, a brief account of the history of theriac in China is first given, followed more specifically by a presentation of the evidence of the ways of its transmission and the actors involved during the Kangxi reign. The history of theriac began in ancient Greece, where it responded to the need for compounding a drug to treat poisoning, but which was later prescribed as a general tonic.44 It was clearly related to court physicians, and this-
————
43 Cf. J. Bernard (1893), Les médicaments oubliés: La thérique, étude historique et pharmacologique, Paris: Libraire J.-B. Baillière et fil, p. 94. Bernard described how Pierre Dionis (1643-1718) in his well-known work Cours d’operations (1707) denounced the Jesuits in the following way: «In Lyon, the surgeon P. Dionis says, physicians engaged in ruining the pharmacy, send everybody to purchase drugs prescribed by them to the Jesuit Fathers, who have a famous apothecary, and the same physicians established seven or eight years ago charity sisters in the hospital, who make and sell all kinds of formulas. The pretext they use to authorise this novelty is that, they say, the poor profit from the sale of these drugs.» («A Lyon, dit le chirurgien P. Dionis, les docteurs ayant comme entrepris de ruiner la pharmacie, envoient tout le monde acheter les médicaments qu’ils ordonnent, chez les Pères Jésuites, qui y ont une fameuse apothicairerie; et les mêmes médecins ont encore depuis sept ou huit ans établi des soeurs de charité a l’hôpital, qui font et débitent toutes sortes des compositions. Le prétexte qu’ils ont pris pour autoriser cette nouveauté, c’est que par ce moyen, disent-ils, les pauvres profitent du gain que l’on fait à la vente de ces drogues.») 44 The etymology of the word «theriac» goes back to the Greek word theriake, meaning «related to wild beasts». Other interpretations state, however, that the term is composed by two words, i.e. tyrya or «poisonous animal» and qâ or «lethal plant», thus refering to the prescription of theriac against all kinds of poisonous beasts and plants. See Dusanka Parojcic, Dragan Stupar, and Milica Mirica (2003), «La thériaque: Médicament et antidote», Vesalius 9: 28.
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much later found its parallel in the interest of the Kangxi emperor and the physicians from the Taiyiyuan 太 醫 院 (Imperial College of Medicine) in this drug.45 Theriac was a medical concoction, composed of various ingredients changing in number in various formulas during different periods. The theriac ascribed to Mithridates VI (King of Pontus 120-63 BC), under the name Mithridaticum, was composed of 41 ingredients, while Galene (a combination of Mithridaticum with snake meat) of Andromachus (floruit AD 68), Nero’s physician, had 64. Marcus Aurelius’ physician Galen (130-200) even proposed a sort of theriac with more than 77 components. The first to write extensively on theriac was Galen, to whom are attributed three books on this topic.46 During the seventh century the Arabs came into contact with the Hellenistic medical tradition through various channels. First, the Hellenic tradition was still taught in Egypt by the School of Alexandria, which incorporated the Arabian and Indian traditions into the Hellenistic one. In addition, a large amount of literary and scientific Hellenistic texts were translated into Arabic, starting under the Umayyad dynasty (661-750) and continued by the Abbasids (750-1258), a period in which Baghdad became the capital of an empire that stretched as far as India and Spain. The works translated included those of Hippocrates (ca. 460-ca. 370 BC), Dioscorides (ca. 40-90 AD) and Galen, which were enriched with commentaries added by the Arabic physiciantranslators. Among the translations of medical books was the «The Book of Theriac», known also as the «Book of Antidotes», by Averroes (980-1037) which was based on Galen’s work.47 Second, medical practice itself became a
———— 45
See my forthcoming publication on Jesuit drugs at the Kangxi court. See Alberico Benedicenti (1951), Malati, medici e farmacisti: Storia dei rimedi traverso i secoli e delle teorie che ne spiegano l’azione sull’organismo, Milan: Editore Ulrico Hoepli, vol. 2, p. 905; Adrienne Mayor (2009), The Poison King: The Life and Legend of Mithridates, Rome’s Deadliest Enemy, Princeton: Princeton University Press, p. 246. For an overall introduction see Vivian Nutton (1997), «Galen on Theriac: Problems of Authenticity», in Vivian Nutton (ed.), Galen on Pharmacology: Philosophy, History and Medicine, Leiden: Brill, pp. 133-151; George W. Corner (1912), «Mithridatium and Theriac, the Most Famous Remedies of Old Medicine», The Johns Hopkins Hospital Bulletin 26.292: 222-226; Michael Stein (1997), «La thériaque chez Galien: Sa préparation et son usage thérapeutique», in Armelle Debru (ed.), Galen on Pharmacology, Leiden, New York: Brill, pp. 133-151; J. Flahaut (1998), «La Thériaque Diatessaron ou Thériaca des Pauvres», revue d’Histoire de la Pharmacie 46.318: 173-182. 47 Benedicenti (1951), vol. 2, p. 906; J. Moulierac-Gagniere (1987), «De Galien à Djalinus: Un manuscrit arabe de la theriaca», Bulletin de Liason de l’Association des Amis du 46
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way of diffusing this drug. The most striking instance known is that of the Byzantine physician Paul of Aegina (c. 625-c. 690), who practiced in Alexandria, and who used theriac, Mithridatium and Galene and was then succeeded by Rhazes (865-930) in this practice.48 Via these different routes theriac became well-known and was included in Arabic pharmacopoeias, which called these drugs tiryaq. It was a medicine used by caliphs and members of the rulers’ families and prescribed in cases of chronic diseases. This pattern was basically repeated in Europe, where theriac became a court drug prescribed by court physicians for the families of the rulers. The importance given in this summary account to the process of transmission of theriac from the Hellenistic to the Arabic tradition lies in the fact that the spread of theriac to China took place as a result of the interaction between the Chinese and Arabic cultures. It was Edward H. Schafer who long ago pointed out that the knowledge of theriac in China can be traced to the Tang Dynasty (618-907), more specifically to the exchanges that took place along the Silk Road. Theriac was one of the gifts which the Byzantine embassy in 667 presented to emperor Gaozong (r. 650-683).49 Moreover, Schafer demonstrated that theriac was mentioned in a number of Chinese texts.50 Scha-
———— Musée de la Pharmacie 12: 24. Cf. Joëlle Ricordel (2000), «Ibn Djuldjul: ‘Propos sur la Thériaque’», Revue d’Histoire de la Pharmacie 48.325: 73-80, and id. (2000), «Le traité sur la thériaque d’Ibn Rushd (Averroes)», Revue d’Histoire de la Pharmacie 48.325: 81-90. 48 Gilbert Watson (1966), Theriac and Mithridatium: A Study in Therapeutics, London: Wellcome Historical Medical Library, p. 97. 49 Edward H. Schafer (1963), The Golden Peaches of Samarkand: A Study of T’ang Exotics, Berkeley: University of California Press, p. 184. 50 See Schafer (1963), pp. 184-185. The transmission of theriac to Tibet and Japan was studied by Christopher I. Beckwith, as well as by Teruko Nakamura and Jiro Endo. See Christopher I. Beckwith (1980), «Tibetan Treacle: A Note on Theriac in Tibet», The Tibet Society Bulletin 15: 49-51; id. (1979), «The Introduction of Greek Medicine into Tibet in the Seventh and Eighth Centuries», Journal of the American Oriental Society 99.2: 297-313; Teruko Nakamura and Jiro Endo (2001), «The Introduction of Theriac into Japan», Journal of the Japan Society of Medical History (Nihon Ishigaku Zasshi) 47.3: 512-513. Nakamuro and Endo also made a first approach to the introduction of theriac into China. See Teruko Nakamura and Jiro Endo (2000), «The Introduction of Theriac into China», Journal of the Japan Society of Medical History (Nihon Ishigaku Zasshi) 46.3: 358-359. Chen Ming, based on the book Haiyao Bencao, and Paul Buell based on Huihui yaofang, analysed medical exchanges between China and Western countries in Song and Yuan China, but do not mention theriac. See Chen Ming (2007), «The Transmission of Foreign Medicine via the Silk Roads in Medieval China: A Case Study of Haiyao bencao», Asian Medicine: Tradition and Modernity 3: 241-264; Paul D. Buell (2007), «How Did the Persian and Other Western Medical Knowledge Move East, and
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fer’s research was continued by Carla Nappi, who in the framework of her study on natural history and its transformations in early Modern China undertook an in-depth study of the sources so far known.51 Wang Jichao contributed to the discussion insofar as he found out that theriac had already been introduced into China during the Sui dynasty (581-618), with Indian ophthalmology probably serving as a medium.52 All these authors dealt with the history of the transmission of theriac to the Middle Kingdom during the Chinese middle ages, as a result of Sino-Arabic interactions and encounters on the Silk Road. Theriac thus left its traces in relevant Chinese pharmaceutical texts. Both Schafer and Nappi asserted that Su Gong 蘇 恭 (656-660) and his collaborators were the first pharmaceutical authors to mention theriac or diyejia 底 野 迦, a name obviously derived from the phonetical transcription of the Arabic term tiryaq. The work in question is entitled Xinxiu bencao 新 修 本 草 (Materia Medica Newly Revised), also known as Tang bencao 唐 本 草 (Tang Materia Medica),53 a work of crucial relevance as it was quoted once and again in later pharmaceutical treatises. Furthermore, T. H. Barrett is of the opinion that the legitimisation of theriac took place by its subsequent inclusion in the Bencao gangmu 本 草 綱 目 (Materia Medica Arranged according to Drug Descriptions and Technical Aspects) of Li Shizhen 李 時 珍 (15181593), published in 1596.54 This inclusion had already been mentioned by Schafer and was further investigated by Nappi, pointing out that theriac was listed in the Bencao gangmu under the «category of beasts» (shoubu 獸 部), in the same way as this had been done in the Xinxiu bencao.55 Eventually, both Nappi and Wang Jichao give prominence to the inclusion of theriac in the imperially commissioned sixteenth-century pharmaceutical work Yuzhi bencao pinhui jingyao 御 製 本 草 品 彙 精 要 (Materia Medica, Written on
———— Chinese West? A Look at the Role of Rashid al-Din and Others», Asian Medicine: Tradition and Modernity 3: 279-295. 51 Nappi (2009a), 737-764; and id. (2009b). 52 Wang Jichao 王 紀 潮 (2006), «Diyejia kao: han yapian hefang shi chuan Zhongguo de wenti» 底 也 迦 考:含 鴉 片 合 方 始 傳 中 國 的 問 題 (A Study of Theriac: Was [Theriac] Transmitted to China in Opium Formulas?), Ziran kexueshi yanjiu 自 然 科 学 史 研 究 (Studies in the History of Natural Sciences) 25.2: 139-140. 53 Schafer (1963), p. 243; Nappi (2009a), p. 746. 54 See T. H. Barrett (2002), «Buddism, Taoism and the Eight-Century Chinese Term for Christianity: A Response to Recent Work by A. Forte and Others», Bulletin of the School of Oriental and African Studies 25.3: 560. 55 Nappi (2009a), p. 753 and note 40. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
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Imperial Order Containing Essential and Important Material Arranged in Systematic Order; 1505).56 This treatise contains an illustration depicting the process of delocalisation of theriac. The protagonist is an Arab who, on his knees, offers theriac to a Chinese. At the top of this plate we find the phonetical transcription of theriac, diyejia 底 野 迦, written as in earlier treatises and thus a Chinese transliteration of the originally Arabic term tiryaq. From the above it follows that theriac, under the name of diyejia, was known in China through pharmaceutical works from the seventh to the sixteenth centuries. The case of the Yuzhi bencao pinhui jingyao is particularly relevant for our study, since this work was edited and expanded during the reign of the Kangxi emperor.57 Thus, it is very probable that the emperor himself as well as the court physicians were aware of the virtues and uses of theriac. Nonetheless, it could well be that the transmission of this drug differed from earlier periods, even if the material object, the drug itself, was more or less the same. This is, for instance, suggested by the different phonetic transcription, deliyage 德 里 鴉 葛, which is used in the memorials and, as we shall see later, points to another origin than the Arab one (i.e. diyejia 底 野 迦). Our question then is how theriac was transmitted to early Qing China. An important insight into the transmission of this drug as a material object is provided by the testimonies of the illness and death of Antoine Thomas. Other sources add to our knowledge by describing the various agents, among them Jesuits, involved in the delocalisation of theriac in early Qing China, especially during the reign of the Kangxi emperor. Thus, based on the case study of Thomas and the investigation of other unknown historical incidents my research will contribute to the knowledge of theriac transmission to China which so far has concentrated on the pre-Qing period. Already prior to Thomas’ case theriac can be found in Jesuit writings related to China. Giulio Aleni, SI (1582-1649) in his work Zhifang waiji 職 方 外 紀 (Geography of Countries Foreign to China) included a description of theriac, defining it as a very strong drug produced in Damascus and as being efficacious against any kind of illness and poisoning. The Chinese transliteration of theriac given by Aleni is diliyajia 的 里 亞 加, and is thus very similar to that given in our palace memorials.58 In addition Philippe Couplet, SI
———— 56
Wang Jichao (2006), p. 147; Nappi (2009a), p. 753. Paul U. Unschuld (1986), Medicine in China: A History of Pharmaceutics, Berkeley: University of California Press, p. 145. 58 I would like to thank Dr. Noël Golvers for having brought this to my attention. This reference can be found in Paolo De Troia (trans.) (2010), Geografia dei paesi stranieri alla 57
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(1623?-1693) in his letter sent from Macao on February 4, 1659, itemised theriac among the products brought by him to China.59 Another type of Jesuit reference to theriac in relation to China concerns the existence of some kind of indigenous product. Thus, François-Xavier Dentrecolles, SI (1664-1741) described a sort of «Chinese theriac». He stressed that the manufacture of this kind of theriac there was accompanied by a ritual similar to that in Europe. Moreover, he underlined that this medicine was offered to the emperor and the empire’s elite, though it is not clear to exactly which emperor he referred. The preparation of a kind of Chinese theriac, no doubt, represents an attempt at indigenisation, inherently made possible by the different ingredients in various formulas found under the name of theriac. This was a main difference from cinchona, the latter not being a compound, but a drug that could not easily be indigenised. The episode involving «Chinese theriac» is described in Dentrecolles’ letter to the Academia Curiosorum Naturae dated January 1729: … he says it is a Chinese theriac, which is prepared there with the same notoriety as the theriac of Venice, that the mandarins attend its composition with doctors, and that on it is affixed the Emperor’s seal. The favourable aspects of the constellations are taken into account, and one always carries it with one for the needs that may arise.60
Indeed, already in an earlier letter Dominique Parrenin, SI (1665-1741) had described the Kangxi emperor’s interest towards European theriac as well as the knowledge he had of it. The type of European theriac mentioned by Parrenin was the theriaca andromachi which was one of the most common,
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Cina Zhifang waiji 職 方 外 紀: Traduzione, introduzione e note di Paolo De Troia, Roma: Fondazione Civiltà Bresciana, Centro Giulio Aleni (opera omnia, vol. 1), p. 76n54. De Troia does, not. however, provide further information regarding the circulation and impact of this book in China. Thus it is unclear to which degree this work was taken into account by the Kangxi emperor or the imperial physicians. 59 Again I would like to express my gratitude to Dr. Golvers for this reference. The source is: «Le P. Couplet à un Père inconnu», Macao, 4 février 1659, in Analectes pour servir à l’histoire ecclésiastique de la Belgique 9, 1872, p. 17. Theriac is called there theriacam. 60 «… il dit que c’est la thériaque de la Chine, qu’on l’y compose avec la même célébrité que la thériaque à Venise, que les mandarins assistent à cette composition avec les médecins et qu’on y appose le sceau de l’Empereur, qu’on a égard aux aspects favorables des constellations, qu’on en porte toujours sur soy pour les besoins qui peuvent survenir.» See BnF, Fr. Mss. fº 166. This document was transcribed by Yves de Thomaz de Bossierre (1982), François Xavier Dentrecolles (Yin Hong-siu Ki-tsong) et l’apport de la Chine à l’Europe du XVIIIe siècle, Paris: Les Belles Lettres, p. 165. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
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and which the Jesuits had probably conveyed to the Son of Heaven, although we do not know the exact composition of this drug. The relevant episode was recounted by Parrenin in his letter addressed to the Académie des Sciences on July 7, 1723. In this letter Parrenin related how the Kangxi emperor had Jesuits, accompanied by Chinese «botanists» and Chinese officials, search for the ingredients that made up the formula of theriac, but that eventually that mission did not succeed. This can be understood as an attempt of the Kangxi emperor at the indigenisation of theriac. In the words of Parrenin we read in his memoirs as follows: Twenty-seven or twenty-eight years ago the Emperor Kangxi, who knew the effects of theriac of Andromache, wanted to have it prepared. It was necessary to find vipers and some plants that were not in his storehouses, among others gentian and impératoire. He nominated for this father Gerbillon, French; father Stumpf, German; father Ozorio, Portuguese; brother Baudino, Piemontese and a skilled chemist and botanist. They were joined by the most learned Chinese botanists, in the belief that people from different realms could more easily discover the plants that resembled those of their country. The Emperor had them accompanied by mandarins to the neighbouring mountains, the banks of rivers and other places where they hoped to find the plants they wanted. Their efforts were futile; they did not even find any vipers.61
The emperor’s interest in European theriac, as indicated in Parrenin’s letter, is corroborated by Chinese and Manchu palace memorials. One is a Manchu palace memorial revealing the emperor’s request for theriac from the Pope’s legate Charles-Thomas Maillard de Tournon (1668-1710). This memorial also relates that one of the routes to supply the missions with drugs was via the Philippines and, more specifically, through the port of Canton. This was information provided by Maillard de Tournon, quoted under a Man-
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«Il y a environ vingt-sept à vingt-huit ans que l’Empereur Canghi, qui connoissoit les grands effets de la thériaque d’Andromaque, souhaita qu’on en fit la composition. Il fallut chercher des viperes, & quelques plantes qu’on ne trouvoit pas dans les magasins, entre autres la gentiane & l’impératoire. Il nomma pour cela le pere Gerbillon, François: le pere Stumpf, allemand; le pere Ozorio, Portugais; le frere Baudin, Piémontois, Apothicaire & Botaniste habile. Il leur joignit les plus savans Botanistes Chinois, se persuadant que des gens de différens royaumes remarqueroient plus aisément les plantes qui feroient plus aisément les plantes qui soient semblables à celles de leur pays. L’Empereur les fit conduire par des Mandarins dans les montagnes voisines, sur le bord des rivieres, & dans les autres lieux où il y avoit espérance de trouver les plantes que l’on cherchoit. Leurs peines furent inutiles; ils ne trouverent pas même de viperes.» See Bib. Inst. Mss. 2698, ff. 10v-11. This fragment was edited in Lettres édifiantes, LEC, vol. 19, p. 315.
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chu name which corresponded to the transliteration of his Chinese name, Duoluo 多 羅. In this memorial He-shi-heng 赫 世 亨, Work Superintendent in the Imperial Printing Office in the Hall of the Military Glory, on the 24th day of the fifth month of the year 45 of the Kangxi era [4/7/1706], related the following: «Duoluo [Maillard de Tournon] has given me two boxes of deliyage (theriac), gross weight 5 qian and 4 liang...»62 In the same memorial is mentioned the Jesuit physician Giuseppe Baudino, SI (1657-1718), who was installed at the court and had also been involved —as described in Parrenin’s letter— in the search for the ingredients of theriac. In the palace memorial under consideration here he answered a series of questions addressed to him by the emperor, though regarding another drug. Doubtless, in this case Maillard de Tournon was the agent of the delocalisation of theriac, an episode also reflected in European sources. In fact among the gifts that Maillard de Tournon decided to bring with him to China and to offer to the Son of Heaven was also theriac, namely a sort named «theriac of Venice».63 But the Jesuits themselves also brought theriac with them to China, and thus acted as (delocalised) agents in this drug’s transmission. They used it for their own treatment, for which evidence can be found in their letters. For instance, Joachim Bouvet, SI (1656-1730) applied theriac to neutralise the sting of a scorpion. There was no physician prescribing it for him, but it was he himself who decided to administer it.64 In a second example we can find a very similar pattern. In this case it is Jean-Baptiste Belin de Fontaney, SI (1653-1715) who prescribed himself theriac. In his letter of January 15, 1703, addressed to François de la Chaise (1624-1709) he wrote that after an infidel had attempted to poison him, he decided to administered himself theriac, the remedy par excellence against such evils: I had a very bad night, and in the morning I felt great stomach pains that continued all day and the next night until two in the morning when I got up, unable to rest. I then suffered very violent vomiting, which caused me much suffering, and
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KXMZ, 869, p. 418. See Claudia von Collani (2008), «Mission and Medicine in China: Between Law, Charity and Science», in Staf Vloeberghs et al. (eds.), History of Catechesis in Leuven: Ferdinand Verbiest Institute (Leuven Chinese Studies; 18), SF Vol. 6, p. 266. 64 See Claudia von Collani (2008), «Mission and Medicine in China: Between Law, Charity and Science», in Staf Vloeberghs et al. (eds.), History of Catechesis in Leuven: Ferdinand Verbiest Institute (Leuven Chinese Studies; 18), p. 59. 63
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Canon China, Canon China,
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what I have ejected appeared to me the taste of a veritable poison. I took theriac and was instantly relieved.65
Theriac was also one of the gifts that the Jesuits and other Westerners offered on their own initiative to the Kangxi emperor, unlike the case of Maillard de Tournon, where its supply had been especially ordered by the ruler. As for the Jesuits, a Chinese palace memorial by Lang Tingji 郎廷極, Provincial Governor of Jiangxi (Jiangxi xunfu 江 西 巡 撫) of the 26th day of the third month of the year 48 of the Kangxi reign [5/5/1709] disclosed how Antonio da Costa (Bi An 畢 安), SI (1662?-1734) belonging to the Church (Tianzhutang 天 主 堂) in the prefecture of Ganzhou 贛 州 (Jiangxi province), presented the emperor with one box of theriac, called deliyaerga 德 利 亞 爾 噶.66 Another example is provided by von Collani, who mentions that theriac was one of the drugs Bouvet presented to the Kangxi emperor, together with other drugs such as cinchona and a medicine called «remède des pauvres.»67 Further cases of theriac being presented to the emperor as a gift can be found in Western sources. On 14th July 1712 the Franciscan Bernardino della Chiesa (1644-1721) proposed to the Jesuit Killian Stumpf, SI (1655-1720) that they should take theriac with them in order to offer it as a gift to the Kangxi emperor.68 A few months later, on 14th October, della Chiesa offered the same to the fourteenth General of the Society of Jesus, Michelangelo Tamburini (1648-1730).69 Other Westerners, whose names were not mentioned but who definitely were not Jesuits, offered the emperor two small boxes of theriac on his sixtieth birthday. The name by which it was called in the relevant document is deliyage 德 里 亚 亞 格.70 This was another transcription of theriac in Chinese, more or less of the same phonetic characteristics as
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65 «J’eus une très-mauvaise nuit, & le matin je sentis de très-grandes douleurs d’estomac, qui continuerent tout le jour & nuit suivante jusqu’à deux heures du matin, que je me levai, ne pouvant prendre au repos. J’eus alors de violens vomissemens, qui me firent beaucoup souffrir, & ce que je rejettois me paroissoit au goût un veritable poison. Je pris de la thériaque, & fus promptement soulagé.» See LEC, vol. 17, p. 332. 66 KXHZ, vol. 2, 475, p. 386. 67 Cf. von Collani (2008), p. 54. Here the sources are Lettres edifiantes and Bouvet’s diaries, which, however, do not inform on the location of this event. As cinchona was also called «pâtes des pauvres», I assume that this could have been one and the same drug. See APF, SC Indie Orientali, e Cina, Miscellanea 2, ff. 425v-426. 68 SF VI, p. 704. 69 SF VI, p. 707. 70 Ma Qi (1717), fº13.
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the others mentioned above. In addition Bouvet related that around 1690 a group of merchants from the King of the Eleuths presented two small boxes of theriac to the Kangxi emperor.71 Finally the Kangxi emperor could also have learnt about the properties and efficacy of theriac through medical literature in Manchu. Such information was made available by Parrenin through the translation of Western anatomical works in the so-called Manchu Anatomy.72 This work, according to Watanabe Junsei, included the Manchu transliteration of theriac as deriyaga.73 To summarise, a comparative analysis of Chinese, Manchu and European sources shows that different agents participated in the transmission of theriac to the Chinese imperial court, among them the Jesuits. In addition, the testimony of Dentrecolles demonstrates that an attempt at indigenisation took place, as the missionary speaks of «Chinese theriac». This is corroborated by Parrenin who described the personal interest of the Kangxi emperor in producing theriac by himself. Another important facet concerns the phonetic transcriptions of theriac as deliyage 德 里 鸦 葛, deliyage 德 里 亞 格 and deriyaga in Manchu (of which I do not have the original Manchu script), which all are near to the pronunciation of «theriaque» used by the French Jesuits in their letters. These transcriptions tally far less with the name diyejia 底 野 迦 under which theriac was mentioned in the pharmaceutical treatises. This all prompts us to hypothesise that the theriac used in the palace was predominantly of Western origin, and that the transmission can very probably be attributed to the Jesuits, due to their eminent position at the court. No doubt theriac is another example of the medical diversity promoted by the Kangxi emperor, a result of the «multicultural» stance supported by him within the boundaries of his empire.
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Von Collani (2008), p. 59. Dergici toktobuha Ge you ciowan lu bithe (Complete Record of the Human Body, Imperially Commissioned). For the Manchu transcription and translation of the title I have followed Marta E. Hanson (2005), «The Significance of Manchu Medical Sources in the Qing», in S. Wadley, C. Naeher and K. Dede (eds.), Proceedings of the First North American Conference on Manchu Studies (Portland, or, May 9-10, 2003), vol. 1: Studies in Manchu Literature and History, Wiesbaden: Harrassowitz, p. 145. 73 See Watanabe Junsei 渡 辺 純 成 (2005), «Manshûgo igakusho ‘Kakutai zenroku’ ni tsuite» 満 洲 語 医 学 書 『格 体 全 録』について (Regarding the «Complete Anatomical Book» Written in Manchu), Manzokushi kenkyû 満 族 史 研 究 (Research on the History of the Manchu People) 4.6: 107. Deriyaga would probably be written in Manchu as: 72
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4. THE DEATH OF ANTOINE THOMAS: BETWEEN RITUALS AND CONDITION HUMAINE The Manchu palace memorial submitted by Li Guoping on the 24th day of the sixth month of year 48 of the Kangxi era [30/7/1709] elaborates on what we already mentioned briefly at the beginning of this article, namely the death of the Jesuit missionary after a last attempt at healing him by using the «Sagely Drug» theriac. The date of this document is two days later than the day of Thomas’ death (28th July, 1709), as reported in the letter of the Jesuit Gozani of 21st October, 1709. This third palace memorial analysed in this article runs as follows: In the morning of the 22nd day of this month, An Duo died of an illness. In the night of the 23rd day I received an Imperial Rescript [stating the following]: «After you have received this document, I [the Emperor] order you, in obedience to this Rescript, to go personally to see An Duo. Respect this!» [However,] because An Duo was already dead, your bondservant went [instead] to the Church of the Heavenly Master to promulgate the Imperial Rescript to the people from the Western Ocean. When Su Lin (Soares) and others [listened to it], they kneeled down and said: «We all [are] people that came from far away and resemble [i.e. are as worthless as] ants. When An Duo suffered [this] illness, he received the condescending attention of the Sage’s Heart [i.e. the Emperor], and the Emperor from his temporary abode [on his tour] sent —by a specially promulgated Rescript— him [i.e. Li Guoping] to see him [An Duo]. Not only would the already deceased An Duo have been unable to honour this [Imperial] Favour, but we also are not able all to express our feelings of gratitude to the fullest. Even if we exerted all our strength to a life-threatening degree and even if we, jaded horses, did all our best, this would not be enough to repay [the Emperor] even only an infinitesimal part [of the favour granted to us].» After their speech they all expressed their gratitude for this favour. Moreover, when An Duo was still alive, he had written a palace memorial. I now ask permission to submit this memorial in his place. Together with the memorial of An Duo as well as with the death report of An Duo which has been submitted by the physician Ru Huang I respectfully submit this in a palace memorial in order to inform [the Emperor]. [Vermilion rescript:] After An Duo came from the Western Ocean, he sincerely devoted his strength to matters of astronomy (tianwen 天 文) and calendrical methods (lifa 曆 法). Having heard now that he has already died this indeed fills my heart with great compassion. I order Li Guoping and Wang Daohua to attend to his funeral in accordance with the precedent of the funeral of Xu Risheng 徐 日 升 (Tomé Pereira, SI).74
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The wording of Li Guoping as well as that of Soares and other Jesuits who are quoted by him allows us to conjecture what can be considered to be the real meaning of the Kangxi emperor’s intervention in Thomas’ disease: firstly, the concern shown by the emperor or the «Sage’s Heart», as he is called by the Jesuits, in treating Thomas’ disease and sending theriac was a means for the emperor to strengthen his control over the Jesuits, who in this way were included in a network of indebtedness and gratitude. This is clearly seen in the rhetoric of the following excerpt: «We all [are] people that came from far away and resemble [i.e. are as worthless as] ants. When An Duo suffered [this] illness, he received the condescending attention of the Sage’s Heart [i.e. the Emperor] ... .» As demonstrated by my previous research, this rhetoric was identical with that used by other Chinese and Manchu officials when expressing their appreciation of receiving the medical attention of the Kangxi emperor.75 Thomas is thus another example highlighting the degree of control the Kangxi emperor exerted over his officials and advisers by staying abreast of their state of health and intervening in their therapy, in order to keep his elite in the best possible physical shape. Secondly, through this attitude the Son of Heaven reinforced his legitimacy as an emperor by patronising knowledge, expertise and the prescription of rare efficacious drugs, and by making them available to only a very restricted circle of selected patients. This created bonds of gratitude, as is made plain by the rhetoric in the palace memorial adduced above. Now let us turn to the emperor’s vermilion rescript, by which the emperor ordered that the funeral for Thomas should be carried out according to the precedent already adopted for Tomé Pereira, SI (1645-1708). This was also mentioned in Gozani’s letter. As we know from Ferguson, the emperor also issued an imperial edict in Chinese with a content similar to the vermilion rescript.76 This means that the contents of the confidential vermilion rescript
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75 The rhetoric of power, patronage, secrecy and closeness of the medical palace memorials has been analysed in my forthcoming publication. See Puente-Ballesteros (2011), chapter 4. For preliminary results on this topic see Puente-Ballesteros (2009), section 2.2. 76 Thomaz de Bossierre cited Ferguson’s translation of imperial edicts, among them one devoted to Thomas’ death. See Thomaz de Bossierre (1977), p. 143, quoting Ferguson (1933), «Imperial Edicts», Collectanea Commisionis Synodalis 6: 35: «Since the time of his arrival from a foreign country, Antoine Thomas has rendered good service in astronomical observations and in the preparation of almanachs. It is with deep regret that I have heard of his passing. As in the case of the death of Thomas Pereira, I present him with taels 200 and ten bolts of satin to show my special regard for a minister from a distant land. Li Kuo Ping and Wang Tao Hua are hereby ordered to send these presents to him.» Ferguson did not attach the origi-
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included in Li Guoping’s memorial was later made public. In the Chinese edict the emperor proclaimed that he had sent two of his officials to participate in the funeral and had, moreover, supplied 200 taels of silver and 10 bolts of satin. Though this data is absent in the rescript that we translated above, it can be found in Li Guoping and Wang Daohua’s77 reply to the Kangxi emperor in a palace memorial from the 3rd day of the seventh month of the year 48 of the Kangxi reign [8/8/1709]. The fourth document I have investigated says the following: Li Guoping and Wang Daohua respectfully report in a palace memorial: We [venture to say] that on the night of the 2nd day of this month we —in response to the palace memorial submitted by us— received a Vermilion Rescript: «After An Duo came from the Western Ocean, he sincerely devoted his strength to matters of astronomy (tianwen 天 文) and calendrical methods (lifa 曆 法). Having heard now that he has already died this indeed fills my heart with great compassion. I order Li Guoping and Wang Daohua to attend to his funeral in accordance with the precedent of the funeral of Xu Risheng 徐 日 升 (Tomé Pereira). Respect this!» According to the precedent [of Tomé Pereira] we prepared 200 taels of silver, ten bolts of satin, tea and wine to be sent by [us] Li Guoping and Wang Daohua. Moreover we promulgated the imperial edict to Su Lin and others. Su Lin and the others, full of tears, knelt down and kowtowed saying: «The Emperor is nourishing us people from the Western Ocean. The Imperial Favours conferred on us cannot be counted by numbers and expressed by words. We have now learned that upon An Duo’s death, the Sagely Heart of the Emperor was filled with great compassion. He [even] issued a benevolent edict and moreover granted rewards according to the precedent of Xu Risheng [Tomé Pereira, SI]. Not only does the already deceased An Duo receive glory, but we, too, would like to express our deep gratitude for this tremendous favour. As we do not find words for writing this in a palace memorial, we can only kneel down in front of the Heavenly Master [tianzhu 天 主, i.e. God] and pray for ten thousand years [of life] for the Emperor.» After their speech they all expressed their gratitude for this favour. Because of this I respectfully submit a palace memorial in order to inform [the Emperor]. [Vermilion rescript:] Noted! Is there news from the Western Ocean?78
———— nal Chinese text, but it is clear that his translation is of the same wording as the imperial edict which is reproduced on Thomas’ tombstone in the Zhalan Cemetery in Beijing. For Thomas’ tombstone inscription cf. Edward J. Malatesta, S.J. and Gao Zhiyu (eds.) (1995), Departed, Yet Present: Zhalan: The Oldest Christian Cemetery in Beijing, Macau: Instituto Cultural de Macau, Ricci Institute, University of San Francisco, pp. 162-163. 77 See footnote 27. 78 KXHZ 1455, p. 633.
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As has been shown by Nicolas Standaert, the funeral ritual the emperor ordered for the Jesuits followed a prescribed pattern. As a matter of fact, the gifts and amounts contributed by the emperor remained more or less the same.79 For example, in the funeral organised for the Jesuit surgeon Pierre Frapperie, SI (1664-1703) installed at the court of the Kangxi emperor, the ruler ordered the funerals of the Jesuits Ferdinand Verbiest, SI (1623-1688), Ludovico Buglio, SI (1606-1682), and Gabriel de Magalhães, SI (1609-1677) to be taken as reference. Moreover, just as in the case of Thomas’ funeral, the emperor sent 200 taels of silver and 19 bolts of satin.80 Thus although the information in the third and fourth documents tallies with the description in Gozani’s panegyric letter after the death of Thomas, Gozani’s intention was totally different from that of the Chinese informants. For the Chinese officials, the preferential treatment received by Thomas during his illness and the funeral rituals ordered by the emperor were in conformity with a strict bureaucratic and hierarchical procedure. All this reflected a certain degree of imperial favour granted by the ruler to his subordinates, in this case the Jesuits, in accordance with their services and status at the court. But while the Jesuits were praised for their services to the emperor, at the same time they were assigned to their appropriate rank within a strict hierarchy, without ever having an influence on important policy matters. It is clear that the Jesuits attempted to make use of this ritualized relationship. On the one hand, in China itself, they tried to use their standing at the court to strengthen their position within the imperial network to which they belonged. Towards the outer world, on the other hand, they presented a different version of events, such as the way Gozani did, in order to praise the achievements of the China mission and to stress its purported influence on the Kangxi emperor.
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79 This information is contained in an Imperial Order (Shangyu上 諭) maybe copied by the Jesuits and attached to a letter sent by Jean Domenge, SI (1666-1735) in 1 January 1704 from Singanfu (Xi’anfu 西 安 府 in Shaanxi province) to Jean Basset, MEP (1662-1707) vicar of Sichuan. See MEP 407, f. 409. 80 MEP 407, f. 409.
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5. CONCLUSIONS The nucleus of the cosmic egg —the vital vermeil core— Distills the purple exudate that feeds me even more. This quintessential theriac, which also heats the sun, will cure me of mortality: my final goal is won. ‘Wu Yun, Cantos on Pacing The Void’81 .
In his vermilion rescript, as well as in his edict, the Kangxi emperor showed his compassion for the late Antoine Thomas, whom he had appreciated for his qualities as a mathematician. In fact the emperor was mourning the loss of one of the participants in his imperial network. Together with the emperor’s relatives, officials, officers and advisers, Thomas was a member of this network, fostered by the Son of Heaven, not only due to his scientific knowledge, but also because of the «multicultural» identity promoted by the Kangxi emperor within the boundaries of his empire. As has been asserted by Rawski, Crossley, Bartlett, and Elliott, this was a policy aiming at creating a specific Qing identity as an alternative to that of the Han. Through both his confidential and public statements the emperor made it clear that the Jesuits, or in this case more specifically Antoine Thomas, belonged to a group of people under his patronage. These people were privileged insofar as they were favoured, attended and supported by the emperor who was promptly informed if one of them became seriously ill. Moreover, the supreme ruler himself took personal action in attempting to preserve their health, which in turn provided him with an additional tool for strengthening the legitimacy of his imperial power. The illness and death of Antoine Thomas provide material for an inspiring case study on the phenomenon of the delocalisation and appropriation of a foreign drug during the early Qing dynasty. It is thus a contribution to the research undertaken by Carla Nappi, who, by centring mostly on pharmacopeias, traced the transmission of theriac in early modern China. I have shown that theriac was a drug of difficult access for the general public. At least at the court, its distribution was subject to the control of the Kangxi emperor, who obtained it within the framework of a tribute and gift-exchange relation. The emperor personally prescribed it to members of the elite in cases of urgency. This prerogative doubtlessly accentuated the emperor’s image as a fatherly
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81 Edward H. Schafer (1981), «Wu Yun’s ‘Cantos on Pacing The Void’», Harvard Journal of Asiatic Studies 41.2: 414.
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figure endowed, as the Jesuits (in the words of Li Guoping) and others called it, with a «Sagely Heart»82. But what about the possible paradox that the theriac that was used to treat the Jesuit Antoine Thomas may have been a product of Jesuit origin? Could it be that, given the prerogative of the ruler, the emperor became the distributor of this drug to its original suppliers? Almost certainly the emperor’s control was not all-encompassing. This is suggested by the case of Joseph Premare SI who sent the emperor theriac from Jiangxi, meaning that in that area far away from the palace the Jesuits held some stock of theriac and could thus act as distributors of this drug. Do we have to assume that the Jesuits delivered all their available theriac to the emperor? Probably not, as is indicated by the cases in which Jesuits treated themselves with theriac. Hence it may well be that the attention paid by the emperor to Antoine Thomas the day before his death responded only to a ritual, in which the Jesuits enjoyed the privilege of being attended by the emperor and consequently participated in this «game of gratitude». All this leaves open the question of whether the palace memorials convey a real picture of what really happened at the patient’s bedside. The replies of the Jesuits were not transmitted by themselves but only via the memorialists. Moreover, we have here a complex amalgam of different actors, using different strategies of rhetoric and ritual according to their status in the hierarchy of power. The actors involved in these events were the emperor, a Chinese physician, a Jesuit patient, and four informants, i.e. one Chinese, one possibly Manchu and two Jesuits, who reported in Manchu to the emperor. What is, however, remarkable over and above the question of whether the emperor’s theriac was of Jesuit origin or not is the fact that theriac was another example of the medical diversity promoted by the Kangxi emperor, as a natural consequence of his general support of cultural diversity. This provided an ideal
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Elliott (2001a), p. 44, remarked that the Manchu written language, even when used by the emperor, had a more conversational and informal tone than Chinese. Thus, the rhetoric in the Chinese translations may differ from that of the Manchu originals. In order to deal with this caveat, I shall endeavour to analyse the discourse and rhetoric of patronage and power that the emperor used for the assignment of physicians and the prescription of drugs on the basis of the Manchu originals. This might then allow us to achieve better fine-tuning in the elucidation of the hierarchical status and power structure during selected periods of the Kangxi reign. However, it has also to be stressed that the authors of the three Manchu memorials were Chinese officials, mainly, Li Guoping. This could mean that in this case the rethoric of the Manchu was patterned according to the Chinese, so that there would be no great difference. In the absence of a comparison with the original Manchu memorials, however, this remains a hypothesis. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 213-250, ISSN: 0210-4466
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scenario for the transmission of Western drugs, among them those of Jesuit origin. Now, turning to the European source, we see that although Gozani’s testimony tallies in most points with the information provided by the palace memorials, an important difference can be noted precisely in Gozani’s specific presentation of the events. While for the emperor and his officials bureaucratic routine played an important part in the regulation of Thomas’ funeral, Gozani, in his endeavour to legitimize and strengthen the Jesuit mission in China, made use of these events to write a panegyric of Thomas in which the funerary regulations of the emperor were presented as a sign of the ruler’s distinctive appreciation of the «great mathematician». Apart from the more general issues discussed above, in this article I have analysed in detail four palace memorials reporting the illness and death of Antoine Thomas in Peking. This allows us to obtain some glimpses of his personal life beyond his role as a mathematician, astronomer and geographer. In these documents, this Jesuit of the China mission is shown as a patient and as an individual subjected to the inevitable cycle of life and death de la condition humaine. It is in this respect that this essay can also be considered as a contribution to the research on the biography of this important Belgian missionary.
Recibido: 17 de enero de 2011 Aceptado: 15 de Julio de 2011
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EL PROBLEMA DE ALHACÉN Carlos Alberto Cardona Suárez* Universidad del Rosario (Colombia)
RESUMEN El artículo se ocupa del problema que Alhacén formuló y resolvió en el libro V de su tratado de óptica. A saber, encontrar el punto de reflexión en un espejo dado, si se conocen las posiciones del objeto y del observador. Se pretende, primero, exponer el complejo esquema de argumentación usado por el filósofo y científico árabe, y segundo, proponer un posible esquema de razonamiento como un candidato que exhibe la lógica del descubrimiento. PALABRAS CLAVE: Problema de Alhacén. Espejo esférico convexo. Reflexión. Percepción. Pirámide visual.
ALHACEN’S PROBLEM ABSTRACT This paper deals with the problem that Alhazen formulated and solved in book V of his treatise on optics. That is to say, finding the reflection point in a given mirror, when the positions of both the object and the observer are known. The intention is to, firstly, exhibit the complex argumentation scheme used by the Arabic scientist and philosopher; and secondly, propose a possible method of reasoning like a candidate exhibiting the logic of the theory which could lead to the discovery of the solution. KEY WORDS: Alhazen´s problem. Convex spherical mirror. Reflection. Perception. Visual pyramid.
A finales del siglo XII o comienzos del XIII un fantasma inició su recorrido por Europa. Nos referimos a la traducción del árabe al latín de un extenso y profundo tratado de óptica. Los pasos de dicho fantasma se sienten palpitar en las obras de Roger Bacon (1214-1294), John Pecham (1230-1292) y Erazmus Ciolek Witelo (1230-1314), para nombrar las más importantes. No hay rasgos del personaje que emprendió la tarea de la traducción y las fuentes ya parecen desestimar que se tratara de Gerard de Cremona.1 Nos referimos,
———— * Profesor Titular, Escuela de Ciencias Humanas, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia, doctor en filosofía. Dirección para correspondencia: Carrera 68 A, No. 22 A 75, casa
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pues, al tratado cuyo título en árabe es Kitāb al-Manāzir y que se atribuye a Ibn al-Haytham. Se han propuesto dos títulos para la presentación de la obra en latín De «Aspectibus» y «Perspectiva». El primero se puede traducir como «Acerca de las apariencias» para darle realce a los aspectos psicológicos que menciona el tratado. En tanto que el segundo se puede traducir como «Óptica» subrayando la concentración en los medios por los cuales la visión se lleva a cabo. El nombre completo del autor es Abu ‘Ali al-Hasan ibn al-Hasan ibn al-Haytham, nombre que se ha abreviado bajo una de dos formas Alhacén o Alhazen. Después del año 1250 varias copias manuscritas del De aspectibus llegaron a instalarse en puntos estratégicos de Europa. La primera edición impresa apareció en 1572 con la excelente obra de Friedrich Risner Opticae thesaurus. Ésta edición permitió contar en Europa con una versión canónica del trabajo de Alhacén; versión que se constituyó en una de las fuentes de inspiración de Kepler, Descartes y Huygens entre otros. No obstante, la versión latina tiene algunas deficiencias. Los tres primeros capítulos del libro I en la versión original en árabe, allí donde se establecen algunos criterios metodológicos, no están presentes en la versión europea. Lagunas similares se encuentran en los libros restantes. En consecuencia, la versión en latín no es una réplica exacta de la versión árabe. Los tres primeros libros de la versión original en árabe han sido traducidos al inglés recientemente por A. I.Sabra; en tanto que la versión latina ha sido llevada al inglés por Mark Smith.2 Para
———— 7, Bogotá (Colombia). Correo electrónico:
[email protected]. Agradezco profundamente los comentarios y contribuciones de Sebastian Cristancho y Nicolás Montenegro. La presente investigación contó con el apoyo del Fondo de Investigaciones de la Universidad del Rosario FIUR (código del proyecto: DVG-073). Las figuras se han construido con los programas Cabri II-plus y Cabri 3D. 1 SMITH, M. (2001), Alhacen’s Theory of visual perception, traducción al inglés con comentarios de los tres primeros libros del De Aspectibus, 2 vols., Philadelphia, American Philosophical Society, p. xx. Hay indicios de una traducción del De Aspectibus al italiano en el siglo XIV. El escultor italiano Lorenzo Ghiberti reportó haber tenido contacto con las ideas de Alhacén (Cfr. STEFFENS, B. (2007), Ibn al-Haytham First Scientist. Greensboro, Morgan Reynolds, p. 104). La primera alusión a una versión en latín en Occidente proviene de un escrito de Jordanus de Nemore en un período entre 1220 y 1230; cfr. SABRA, A. I., (1982), Ibn al-Haytham’s lemmas for Solving ‘Alhazen’s Problem’, Archive for History of Exact Sciences, 26, (4), 299-324, p. 299. 2 SMITH, M. (2001), Alhacen’s Theory of visual perception, traducción al inglés con comentarios de los tres primeros libros del De Aspectibus, 2 vols., Philadelphia, American Philosophical Society. SMITH, M., (2006), Alhacen on the principles of reflection, traducción al inglés con comentarios de los libros 4 y 5 del De Aspectibus, 2 vol., Philadelphia, American Philosophical Society. SMITH, M., (2008), Alhacen on image-formation and distortion in
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los efectos asociados con el tema del presente artículo, tomaremos en consideración la traducción al inglés que de la versión en latín preparó Mark Smith.3 Alhacén nació muy probablemente en el año 965 en Basora (Al-Basra), ciudad localizada en lo que hoy se conoce como Irak. Basora es también el puerto de Simbad el Marino. Alhacén participó como estudiante en la Casa de la Sabiduría, una de las más grandes bibliotecas del mundo musulmán, fundada en el siglo IX con el objeto de promover el estudio y traducción de obras clásicas. Allí tuvo la oportunidad de familiarizarse con las obras de Platón, Aristóteles, Euclides, Apolonio, Ptolomeo y Galeno. Alhacén llegó a ocupar un cargo público en Basora; cargo que abandonó aduciendo, según algunos comentaristas, razones asociadas con algún tipo de enfermedad mental.4 El científico árabe se trasladó después (1010) al Cairo para trabajar bajo el gobierno de al-Hakim, quien ordenó la construcción de la biblioteca del Cairo. Todo parece indicar que la relación estaba fundada en un plan novedoso que Alhacén había concebido para controlar las devastadoras crecientes del Nilo. Ciertos desacuerdos con al-Hakim, posiblemente asociados con el fracaso del proyecto para controlar el Nilo, fueron tejiendo las condiciones para que Alhacén fuese condenado a arresto por cerca de diez años. Es probable que durante ese tiempo se hubiese concebido y adelantado buena parte del proyecto de su tratado de óptica. Una vez terminó el arresto, Alhacén se instalo en El Cairo para posteriormente desplazarse a Bagdad y Basora. El filósofo y científico árabe murió en el año 1040.5 El De Aspectibus es un compendio de 7 libros. El libro I presenta un esbozo general de la teoría de la visión de Alhacén. El libro II da cuenta de su forma peculiar de concebir la psicología de la percepción. Este libro sienta las bases teóricas para que el libro III se ocupe de los errores inducidos en la percepción visual cuando está en juego la visión directa. Los libros IV y V se ocupan de la reflexión y formación de imágenes en espejos planos y en espejos curvos. En estos libros se enuncia y se resuelve el famoso Problema de
———— mirrors, traducción al inglés con comentarios del libro 6 del De Aspectibus, 2 vol., Philadelphia, American Philosophical Society. SMITH, M. (2010), Alhacen on refraction, traducción al inglés con comentarios del libro 7 del De Aspectibus, 2 vol., Philadelphia, American Philosophical Society. 3 Las referencias a la obra de Alhacén aludirán al libro en números romanos, seguido del capítulo en números arábigos y, después del punto, la numeración del párrafo correspondiente. 4 STEFFENS, B. (2007), p. 44. 5 SABRA, A. I., (2003), Ibn al-Haytham, brief life of an Arab Mathematician: died circa 1040, en http://www.harvardmagazine.com/on-line/090351.html. Algunos comentaristas tienen dudas acerca del regreso del filósofo a su patria natal, LINDBERG, D. C., (1967), Alhazen’s Theory of Vision and its Reception in the West, Isis, 58, (3), pp. 321-341, p. 60. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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Alhacén. El libro VI —complemento del III— se ocupa de los errores en la percepción visual ocasionados por rayos reflejados. Por último, el libro VII se detiene en el estudio de la refracción de la luz. No es difícil establecer con claridad las principales influencias en la obra de Alhacén. Aristóteles contribuye para establecer una actitud y, quizá, un método para la investigación científica en general. Euclides y Apolonio aportan el trasfondo geométrico. La obra de Ptolomeo sugiere problemas y aporta la dirección específica en la que han de enfrentarse. En muchos casos, Alhacén se limita a servir de correa de transmisión de las ideas de Ptolomeo. Por último, la anatomía del ojo se toma casi directamente de los trabajos de Galeno. En el contexto árabe, Ya ‘qūb al-Kindi (801-866) contribuyó a la asimilación del pensamiento griego e inició la osadía de participar en dicha empresa con una mirada crítica. Si bien Aristóteles se había sentido inclinado a pensar que el corazón podía ser el asiento del alma, Galeno se atrevió a sostener que las funciones más importantes asociadas al alma debían tener su asiento en el cerebro. Los pensadores árabes quisieron ofrecer una descripción galenizada de la psicología de Aristóteles. Ellos quisieron asignar ciertas facultades psicológicas a regiones específicas del cerebro. Una buena parte de esta síntesis, estudiada por Alhacén, se encuentra en Los diez tratados del ojo escrito por Hunayn ibn Ishāq (809-873). Sin el ánimo de ser exhaustivos, podemos reducir a seis los aportes básicos de Alhacén en el De Aspectibus: (i) ofrecer argumentos definitivos en favor del intramisionismo; (ii) elucidar la naturaleza compleja del vértice en la pirámide visual euclidiana; (iii) aportar una descripción psicológica muy completa de los procesos de inferencia presentes en la percepción directa; (iv) advertir la importancia de métodos experimentales y modelos matemáticos para validar conjeturas en el estudio de la óptica; (v) proponer y ofrecer una solución completa del Problema de Alhacén; (vi) reiniciar los estudios cuidadosos de la refracción. (i) Ofrecer argumentos definitivos en favor del intramisionismo. A propósito de los fenómenos asociados con la percepción visual, los griegos se debatían entre, por un lado, concepciones extramisionistas (Platón, Euclides, Ptolomeo) que asumen que un cierto efluvio que emana del ojo sale al encuentro del objeto hasta entrar en contacto directo con él, provocando después la aparición de una imagen o fantasma del objeto contemplado; y, por otro lado, concepciones intramisionistas (Aristóteles, atomistas) que abogan porque alguna modificación del objeto sobre el medio sea la responsable de que el ojo reciba la forma sensible del objeto correspondiente. Alhacén, por su parte, ofreció argumentos poderosos en favor del intramisionismo y mostró cómo 254
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podía usarse en este caso el modelo de la pirámide euclidiana, concebida inicialmente para esquemas extramisionistas. En efecto, si pensamos que es a partir del ojo que emana cierto efluvio visual, conviene preguntar si hay algo que regresa al ojo o nada retorna. En el segundo caso nada podría percibirse. En el primero nos vemos obligados a restituir la tesis intramisionista. También conviene preguntar si ese efluvio es o no corporal. Si es corporal, hemos de admitir algo absurdo; esto es que una sustancia corporal que emana del ojo puede llenar en un solo momento todo el espacio que tenemos al frente desde nuestros ojos hasta la inmensidad del cielo, sin que el ojo sienta mengua alguna en su constitución. Si no es corporal no hay espacio para hablar de sensación, toda vez que ella implica el reconocimiento de objetos físicos por la afección que ellos producen en nuestros órganos corporales (Alhacén, I, 6.56). (ii) Elucidar la naturaleza compleja del vértice en la pirámide visual euclidiana. La pirámide visual de Euclides es un instrumento que, sin duda, simplifica el análisis de la visión. En el caso de Euclides lo fundamental es: (i) un observador reducido a un punto (el vértice de la pirámide); (ii) un objeto que ha de ser contemplado y que constituye la base de la pirámide; (iii) una mediación que ocurre en virtud de líneas rectas entre el objeto y el observador; y (iv) un observador que lee las claves geométricas de la mediación para inferir posiciones, tamaños y distancias del objeto percibido. Ahora bien, concebir el observador como un punto geométrico es una simplificación que deja por fuera aspectos esenciales. Un punto, según Euclides, es aquello que no tiene partes. Concebir el ojo como un algo sin partes no nos permite abrazar la complejidad que en sí encierra la percepción. Alhacén, considerando la información anatómica aportada por Galeno, procuró establecer la funcionalidad geométrica de cada una de las partes del ojo. (iii) Aportar una descripción psicológica muy completa de los procesos de inferencia presentes en la percepción directa. El ojo es una ventana abierta que permite instalar en la pared posterior del cristalino una imagen isomórfica del objeto contemplado. A continuación esta imagen es capturada, sentida y transportada por los espíritus visuales a través del nervio óptico hasta el nervio común y por éste hasta la parte frontal del cerebro sin pérdida del isomorfismo inicial. Allí el sensor central está en condiciones de percibir las propiedades visibles, algunas de ellas encarnadas —en el buen sentido aristotélico— en los objetos exteriores. Entre estas propiedades conviene asentar la siguiente distinción. De un lado se encuentran las propiedades que se perciben por la sensación bruta [sensu solo] y, de otro lado, las propiedades que son percibidas gracias a la intervención del juicio, del reconocimiento y de la diferenciaAsclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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ción en conjunción con la sensación de las formas percibidas. Alhacén adelantó un juicioso estudio de las características de las inferencias presentes en la percepción visual.6 (iv) Advertir la importancia de métodos experimentales y modelos matemáticos para validar conjeturas en el estudio de la óptica. Todas las superficies reflectantes desvían la luz, forma y color. Lo hacen ajustadas a dos principios centrales: (i) dado un punto de reflexión sobre la superficie ocurre que la línea de incidencia y la línea de reflexión se encuentran en el mismo plano con la normal trazada a la superficie en el punto de reflexión; y (ii) tales líneas forman con la normal ángulos equivalentes (Alhacén, IV, 3.2). El filósofo árabe no se limitó a sugerir plausibles argumentos especulativos o a apoyarse en la tradición (Aristóteles, Euclides, Ptolomeo) para soportar las mencionadas leyes, sino que intentó someterlas a una rigurosa verificación empírica. Para ello dispuso de un cilindro macizo, sellado completamente, cuya base inferior contenía el dibujo de rectas de guía convergentes en el centro de la base del cilindro prefigurando el paso de la luz. Las paredes del cilindro poseían orificios justo en los puntos de intersección de las líneas de guía de la base y las paredes del cilindro. Estos agujeros se sellaban con bloques de madera fácilmente removibles. En la base se podía disponer un espejo en una posición controlada por el experimentador. Alhacén destapaba un agujero para permitir la entrada controlada de la luz y, después, retirando uno a uno cada tapón, buscaba la trayectoria de salida del rayo de luz reflejado. De otra parte, Alhacén, siguiendo a Euclides y a Ptolomeo, se esmeró por hacer de la geometría el canon con el que debían presentarse los problemas y las soluciones asociadas con el estudio de los fenómenos ópticos. Así, la geometría logra encarnarse en el estudio de la percepción visual. No se trata de un instrumento adicional que pudiese hacernos la vida más cómoda. La geometría es el lenguaje en el que se puede formular significativamente las preguntas propias que atañen al estudio de la percepción visual. (vi) Reiniciar los estudios cuidadosos de la refracción. Alhacén intentó darle continuidad a los estudios que Ptolomeo había iniciado a propósito de las regularidades matemáticas implícitas en los fenómenos de refracción de la luz. Él advirtió los problemas de Ptolomeo en el momento de pretender explicar el aumento del tamaño aparente de la Luna cuando era contemplada en el horizonte. Cuando un observador en la Tierra dirige su mirada al cielo, asimila la superficie
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6 No carece de fundamento pensar en una anticipación a algunas claves fenomenológicas en la presentación de Alhacén. EL-BIZRI, N. (2005), A philosophical perspective on Alhazen´s optics, Arabic Sciences and Philosophy, 15 pp. 189-218.
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celeste a un plano que se extiende indefinidamente en todas las direcciones. Así las cosas, cuando contempla la Luna en el horizonte, la mente habrá grabado la expectativa que impone que la distancia a la Luna es bastante mayor comparada con la distancia recordada en el zenit. Si en los dos casos imaginamos objetos que poseen el mismo tamaño absoluto, ellos serán contemplados bajo conos visuales de la misma amplitud angular; en consecuencia, como en el horizonte la Luna parece más distante, la facultad visual aventurará la hipótesis según la cual, la Luna debe ser un objeto de mayor amplitud en su tamaño. EL PROBLEMA DE ALHACÉN Después de ofrecer argumentos y evidencias experimentales en favor de las leyes de la reflexión, y después de fortalecer la confianza en el principio de Ptolomeo,7 Alhacén propone el famoso problema que lleva su nombre. Este problema reza así: si yo conozco la geometría del espejo y las ubicaciones del objeto y del observador, se pide hallar el punto de reflexión, en caso de existir, para que después se pueda establecer la ubicación precisa de la imagen correspondiente.8 Este problema se formuló en forma precisa inicialmente en la proposición 18 del libro V.9 Si el espejo es plano, la solución es trivial. En los casos restantes, la solución exige una complejidad que no alcanza a advertirse en la simplicidad de la formulación del problema.10 Nos
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7 Este principio, formulado en lenguaje intramisionista, asegura que la imagen que de un objeto contempla un observador en una posición conocida frente a un espejo, debe hallarse en la intersección de la prolongación del rayo visual que llega al observador y de la perpendicular trazada desde el objeto al plano tangente a la superficie del espejo en el punto de incidencia; cfr. SMITH, M., (1996), Ptolemy’s Theory of Visual Perception, traducción al inglés de la Óptica, Philadelphia, The American Philosophical Society, III, §3. Alhacén V, 2.1. 8 Los autores más representativos de la geometría griega mantienen una distinción entre problema y teorema. Un problema se presenta gramaticalmente en infinitivo y pide la construcción de un objeto geométrico en un contexto claramente delimitado. Un teorema, por su parte, se presenta bajo la forma de un condicional que pretende aseverar una propiedad en una configuración geométrica dada. Cfr. KNORR, W. R., (1986), The Ancient Tradition of Geometric Problems, New York, Dover Publications, INC, p. 348. 9 Alhacén V, 2.137. 10 En la presentación que Marcus Baker hace de la bibliografía acerca del tema, califica así la propuesta de Alhacén: «La solución se lleva a cabo con la ayuda de una hipérbola que interseca una circunferencia, y resulta excesivamente prolija e intrincada» (BAKER, M., (1881), Alhazen´s Problem. Its Bibliography and an Extension of the Problem, American Journal of Mathematics, Vol. 4, (1), pp. 327-331, p. 327.
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concentraremos en la solución para el caso de los espejos convexos (esféricos, cónicos y cilíndricos). Alhacén divide el problema en dos casos. El primero de ellos es muy sencillo; mientras que el segundo reviste una complejidad extrema. En el primero caso se establece como condición que tanto objeto como observador se encuentren a la misma distancia del centro del espejo. Imaginemos que O representa la posición del objeto y V la del observador frente a un espejo esférico convexo de centro en N (Figura 1). Imaginemos también que ON ≅ VN . La circunferencia AGB define el corte de la esfera con el único plano que contiene a los puntos O, V y N. Los puntos A y B definen los límites del sector efectivo para la reflexión.11 Se traza la bisectriz NGM al ángulo ONV. Esta bisectriz se encuentra en el plano ONV y corta ortogonalmente la circunferencia en G. Los triángulos OGN y VGN son obviamente congruentes y, en consecuencia, los ángulos OGM y MGV resultan congruentes; esto convierte al punto G en la solución del problema. De otra parte, OG, GV y GM se encuentran en el mismo plano ONV.
Figura 1. Problema de Alhacén para el caso en el que ON ≅ VN
La solución del segundo caso, cuando objeto y observador se encuentran a distancias disímiles del centro del espejo, implica un camino muy tortuoso.
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11 En estos puntos ocurre que las rectas VA y VB que no aparecen en la figura son tangentes a la circunferencia.
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De hecho, Alhacén presenta la solución después de ofrecer 6 lemas que atienden a construcciones auxiliares. Los lemas mencionados son las proposiciones 19 - 24 (Alhacén, V, 2.141 - 2.197).12 A continuación me ocuparé del método desarrollado por el filósofo árabe para resolver el problema asociado con los espejos esféricos convexos. Las construcciones auxiliares se presentan al final del apartado y se reenumeran atendiendo al orden en el que se van necesitando. La solución la presenta Alhacén en la proposición 25 (Alhacén, V, 2.198 - 2.215).
Figura 2. Formulación del Problema de Alhacén
Imaginemos un espejo esférico de centro G, un observador ubicado en A y un objeto ubicado en B. La figura 2 muestra el corte de la esfera con el plano que contiene a los puntos A, B y G. El punto de reflexión ha de encontrarse en el mismo plano, en consecuencia ha de hallarse sobre la circunferencia aludida. El problema se puede formular así: dada una circunferencia de centro G y los puntos exteriores B (objeto) y A (observador), se pide hallar la ruta del rayo de luz que va desde B hasta A pasando por D (un punto en el espejo cuya normal es DE) de tal manera que los ángulos BDE y ADE sean congruentes. A continuación (i) presento la solución de Alhacén; (ii) formulo algunas va-
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12 Para un análisis y presentación de los lemas, véase SABRA, A. I., (1982), pp. 299-324; SMITH, M. (2008a), «Alhacen´s Approach to «Alhazen´s Problem»», Arabic Sciences and Philosophy, vol. 18 pp. 143-163.
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riaciones en la presentación de la construcción auxiliar requerida; (iii) presento las claves de la demostración; (iv) sugiero una hipótesis plausible que podría explicar el camino que condujo a Alhacén a concebir una solución tan compleja; (v) presento el lema 6; (vi) presento el lema 2; (vii) muestro la extensión del método general para ocuparse de los espejos convexos (cilíndricos y cónicos); y, por último, (viii) recojo la conclusión final. (i) Presentación de la solución. Se construyen los segmentos auxiliares FM y FK, uno a continuación del otro sobre la misma recta, de tal manera que FM ≅ BG y FK ≅ GA (Figura 3).13 O es el punto medio de MK y OC es una perpendicular a MK. El punto C se elige de tal manera que el ángulo OCK es la mitad del ángulo BGA. A continuación se halla un punto S sobre CO que satisface la siguiente condición: si desde ese punto se traza la recta SP BG = SF, ésta va a cortar la recta CK en un punto P tal que , siendo GD PK GD el radio de la esfera. Este paso se lleva a cabo con la construcción auxiliar 1. Como veremos más adelante, la solución del problema depende esencialmente de la posibilidad de encontrar este punto S.
Figura 3. Problema de Alhacén (planteamiento y preámbulo)
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Alhacén no exige la igualdad de los segmentos como aquí se sugiere, él pide que la construcción satisfaga la proporción FM = BG . Como la elección es arbitraria, podemos FK
GA
facilitar el razonamiento si la construcción auxiliar replica la medida de los segmentos BG y GA (Alhacén, V, 2.200).
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No hay sólo un punto que satisface la condición impuesta en la construcción auxiliar. Hay dos puntos S y S’. Alhacén demuestra que si ninguno de los ángulos CKS o CKS’ es mayor que un ángulo recto, no habrá, entonces, solución para el problema.14 Imaginemos, pues, que CKS es mayor que un ángulo recto. A continuación se construye el ángulo BGE igual al ángulo SPK. La intersección de GE con la circunferencia es el punto buscado D (Figura 4). Probaremos, entonces, que D satisface la condición exigida, a saber, los ángulos BDE y ADE han de ser congruentes (Sección (iii)).
Figura 4. Problema de Alhacén (caso en el que ∠CKS > 90o )
(ii) Variaciones en la presentación de la construcción auxiliar. La ubicación de la construcción al margen es completamente irrelevante. En consecuencia y a diferencia de Alhacén, haremos la construcción sobre la disposición inicial para facilitar la contemplación de las congruencias y semejanzas requeridas. Para ello, construimos el segmento GK, a continuación de BG, de tal manera que AG ≅ KG . Para que el lector pueda seguir la variación propuesta, rebautizaremos los puntos G y B con las alusiones G-F, B-M. De esa manera se pueden seguir las descripciones en uno u otro esquema. Después replicamos todas las construcciones enunciadas en la presentación de la prueba. La figura 5 exhibe la nueva organización.
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Este resultado se justificará más adelante.
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Figura 5. Problema de Alhacén (reubicación de la construcción auxiliar)
(iii) Demostración. Para efectos de la demostración se agregarán los siguientes elementos. La tangente a la circunferencia por D que corta a BG en el punto N; el punto Q sobre BG de tal manera que los ángulos GDQ y OKC sean congruentes; la perpendicular BZ a QD; el punto I sobre DZ de tal manera que DZ ≅ ZI ; DL paralela a BI, con L sobre BG; el punto H sobre BG, de tal manera que los ángulos HDL y BGA sean congruentes (Figura 6).
Figura 6. Problema de Alhacén (elementos de la prueba)
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Los elementos adicionales de la construcción conducen a establecer que ∠QDN =
∠HDL , y ∠BDQ = ∠BDL .15 Estos dos resultados contribuyen a 2 2
mostrar que ∠BDN ≅ ∠NDH . En consecuencia, sus respectivos ángulos complementarios ∠BDE y ∠HDG son congruentes. Ahora bien, si H, D y A fuesen colineales (Conjetura), de ello se podría concluir que ∠BDE ≅ ∠EDA , que es lo que se busca. Para probar la conjetura, prolongamos HD (Figura 7) hasta cortar GA en un punto W; por tanto W es colineal con H y D. Mostraremos que W coincide con A. Sea el triángulo GHW, trazamos HT paralelo a BD (con T sobre GD).
Figura 7. Problema de Alhacén (conjetura)
Dado que SP = BG y ∠BGD ≅ ∠SPK (por construcción), se puede conPK
GD
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En el primer caso, dado que ∠QDN + ∠GDQ y ∠OCK + ∠OKC son rectos, y
∠OKC ≅ ∠GDQ , se sigue ∠QDN ≅ ∠OCK . Además ∠OCK = ∠BGA por construcción. En 2
el segundo caso, DL y BI son paralelas, mientras que el triángulo BDI es isósceles, pues BZ es una perpendicular a DI trazada en el punto medio Z. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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cluir en forma crucial que SPK ≈ ΔBGD . Las construcciones adelantadas también permiten establecer las siguientes semejanzas: 16 ΔFPK ≈ ΔQGD, ΔBDQ ≈ ΔSKF , ΔBQZ ≈ ΔSOF . A partir de estas últimas se puede inferir la proporción:
IQ BG . De otro lado, la semejanza = QD GA
ΔLDQ ≈ ΔBQI más el hecho de que BDI es isósceles, imponen la proporción: IQ BD . A partir de estos resultados se infiere: (1) BD BG . = = DL GA QD DL
En otra dirección, de la semejanza ΔHDL ≈ ΔHWG se infiere (2)
BD BG HD HG 17 . De la semejanza ΔGTH ≈ ΔGDB , se establece . Co= = DL GW HT GH
mo HD ≅ HT (pues ΔTHD es isósceles, ya que ∠BDE ≅ ∠HDG (según los pasajes iníciales de la prueba) y ∠BDE ≅ ∠HTD ), se puede sustituir éste reBD BG . Tomando HD cosultado en la proporción anterior y obtener: (3) = HD HG BD ⎛ BD ⎞ ⎛ HD ⎞ mo media proporcional entre BD y DL, se puede escribir: =⎜ ⎟⎜ ⎟ DL ⎝ HD ⎠ ⎝ DL ⎠ HG ⎞ para substituir (2) y (3) y concluir: (4) BD = ⎛⎜ BG ⎞⎛ ⎟⎜ ⎟. DL ⎝ HG ⎠⎝ GW ⎠ BG ⎛ BG ⎞⎛ HG ⎞ BG , lo que Sustituyendo (1) en (4) concluimos: =⎜ ⎟⎜ ⎟= GA ⎝ HG ⎠⎝ GW ⎠ GW nos permite defender que W coincide con A y, en consecuencia, A, D y H han de ser colineales (conjetura probada).
(iv) Hipótesis que exhibe una posible lógica del descubrimiento. ¿Cómo pudo Alhacén concebir un procedimiento tan complejo para dar con la solución del problema? Esta es una pregunta que quizá nunca logremos descifrar.
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16 La primera se infiere del hecho de que los ángulos FPK y BGD son congruentes por construcción, así como lo son los ángulos PKF y QDG. La segunda se infiere porque (i) SKF unido a FKP resulta congruente con BDQ unido con QDG (que es congruente a PKF) y (ii) DBQ es congruente con FSK por la semejanza previa establecida entre los triángulos SPK y BDF. La tercera se infiere porque los dos triángulos son rectángulos y los ángulos QBZ y OSF son congruentes. 17 ∠HDL ≅ ∠BGA por construcción y H es colineal con B y G.
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De un lado, los pasos preliminares recuerdan los métodos empleados por los griegos para hallar una media proporcional entre dos segmentos dados: (i) disponerlos uno a continuación del otro sobre una recta; (ii) hallar el punto medio de la composición; (iii) trazar una perpendicular por el punto de reunión de los dos segmentos; y, por último (iv), encontrar sobre dicha perpendicular un punto que satisface condiciones adecuadas para la solución (en este caso, el punto debe ser la intersección con la circunferencia que se centra en el punto medio y pasa por los dos extremos libres de los segmentos reunidos).18 La familiaridad de Alhacén con los métodos griegos pudo guiar los pasos iniciales. De otro lado, la solución del caso simple, aquel en el que objeto y observador equidistan del espejo, pudo ofrecer las pistas siguientes.19 Sumadas las dos ideas seminales, pudo ser que Alhacén, después de suponer que objeto y observador equidistan del centro del espejo, reuniera los segmentos GB y GA’ —GK’ en la figura 8— uno a continuación del otro sobre la misma recta. El punto G define ya el punto medio que coincide con la intersección de los dos segmentos por donde se ha de trazar una perpendicular. A continuación, si ésta sugerencia es plausible, Alhacén pudo determinar la propiedad esencial del punto que habría de buscar sobre dicha perpendicular, a saber el punto C’. C´ es el corte de la recta BA´ con la perpendicular a BK´ por el punto G. Dado que los triángulos A´GB y K´C´B son isósceles y semejantes, resulta que los ángulos K´C´G y BGD (la bisectriz de A´GB) son congruentes. La Figura 8 muestra los rasgos sobresalientes de la solución de Alhacén para este caso particular. Utilizo las letras primadas para referirme a los mismos elementos de la solución general. En la Figura 8 el punto C’ también se denomina P’. Se puede esperar, dado que ya se sabe que la solución debe buscarse sobre la bisectriz de BGA, que la figura auxiliar replique un triangulo semejante a BGD. Como G y K’ ya forman parte de la construcción auxiliar y ∠BGD ≅ ∠GC ' K ' , se puede encontrar un punto S’ sobre GC’ tal que ∠BDG ≅ ∠C ' K ' S ' . De esa manera, los triángulos BDG y P’K’S’ resultan semejantes.
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EUCLIDES, (1956), The thirteen books of the Elements, New York, Dover Publications, INC. Traducción al inglés y edición a cargo de Thomas L HEATH. VI, 13. 19 Mark Smith propone una estrategia que atiende también a esta segunda recomendación. Sin embargo, Smith no se concentra en la construcción auxiliar inicial, sino en los elementos agregados para ofrecer la prueba final. Esto hace que las dos propuestas, la de Smith y la mía, subrayen elementos diferentes aunque pudiesen estar emparentados. SMITH, A. M. (2006), xlix-li. Una síntesis del análisis también está presente en SMITH, A. M. (2008a), pp. 146-151. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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Figura 8. Solución al Problema de Alhacén en el caso en el que GA' ≅ GB
Figura 9. Solución al Problema de Alhacén en el caso en el que A’ cae sobre la tangente BR.
BR y BW (tangentes a la circunferencia que define el espejo) determinan el sector en donde es factible encontrar una solución al problema. Cuando A’ cae sobre la tangente BR (como muestra la figura 9), estamos bordeando el límite para una solución posible. En este caso, BDG es un ángulo recto y así mismo debe serlo P’K’S´. Ello muestra por qué Alhacén advierte que para 266
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tener una solución al problema ha de ocurrir que el ángulo CKS (en la figura 7) sea mayor que un ángulo recto.20 Ahora bien, conocida la solución del caso elemental, Alhacén pudo evaluar situaciones emparentadas que condujesen a la misma solución, tratando de establecer las modificaciones y los invariantes básicos. Cualquier punto A que se encuentre sobre la semirrecta DA’ ha de conducir a la misma solución D, siempre que tanto B como las características geométricas del espejo se conserven. Así entonces, el punto D ya no se encuentra en la bisectriz de AGB. Cuando A se desplaza desde A’ hasta la nueva posición, la bisectriz rota de GE a GU. La figura 10 muestra el caso. La solución al problema debe conducir al punto D. Los puntos N y H, por razones obvias se mantienen invariantes (N es el corte de BK´ con la tangente en D; H es el corte de A´D con BK´). También resulta invariante el triangulo BDG. Imaginemos, pues, que Alhacén replica los pasos iniciales de la construcción auxiliar del caso simple. Pudo, entonces, disponer GB y GK ( GK ≅ GA ) uno a continuación del otro para trazar después la perpendicular a este segmento por G. Si a continuación se construye el ángulo GC´´K (C´´ sobre la perpendicular) de tal manera que ∠GC´´K ≅ ∠AGU (la bisectriz de AGB), es claro que este ángulo ya no permite la determinación de D, que ahora no cae sobre dicha bisectriz. Como ya conocemos la solución, podemos construir los ángulos GPK (con P sobre C´´K) y PKS (con S sobre PG) de tal manera que ∠GPK ≅ ∠BGD (mitad de A´GB) y PKS ≅ GDB . Así las cosas, el triángulo SPK resulta semejante con el triángulo invariante BDG. Se puede probar, primero, que el punto S cae precisamente sobre la perpendicular a BK trazada en el punto medio O y, segundo, que el ángulo OSP es congruente con el ángulo EGU (la rotación de las bisectrices como efecto del desplazamiento de A).21 Dado que ahora el protagonismo se puede concentrar sobre la mediatriz SO, podemos prolongar KC´´ hasta cortar a SO en C. (Fase de construcción).22 En ese orden de ideas, si nos dan inicialmente B y A (y desconocemos A´), podemos trazar la perpendicular por el punto medio O, y después de trazar el ángulo OCK congruente con la bisectriz de BGA, hemos de hallar S, sobre dicha perpendicular, de tal manera que podamos garantizar la colinealidad de S, G y P, por un lado, y la semejanza de los
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También se advierte que sólo hay solución si la recta A´B no corta a la circunferencia. Estos resultados se pueden defender acudiendo a las construcciones que justificaron la demostración general. 22 Más adelante se entenderá el sentido de la introducción en paréntesis para el párrafo. 21
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triángulos SPK y BGD (aun cuando D también se desconoce). Así las cosas, después de construir el triángulo rectángulo COK, se busca sobre CO el punto S a partir del cual se puede trazar la recta SG que corta a CK en P de tal maSP BG nera que . El hecho de que desconozcamos la posición precisa de D = PK GD no es óbice para adelantar la tarea, toda vez que la magnitud de GD, donde quiera que se encuentre D, coincide con el radio de la circunferencia. Esta construcción garantiza la colinealidad S-G-P y da pie para garantizar la semejanza buscada si a continuación construimos ∠BGE ≅ ∠SPK . Es, entonces, muy posible que Alhacén partiese de la solución del caso simple y, a continuación, procurase hallar los invariantes al modificar dicho caso. Más adelante veremos que este ejercicio metodológico se repite para situaciones más complejas (los espejos cilíndricos-convexos y los espejos cónicos-convexos). De ser correcto el procedimiento de descubrimiento que hemos esbozado, hemos de preguntar, entonces, por la similitud o diferencias con los métodos de análisis y síntesis propuestos por Euclides en el Libro XIII de sus Elementos. En la traducción que sugiere Heath de esos difíciles pasajes, teniendo en cuenta las aclaraciones de Pappus, el análisis es el método mediante el cual aceptamos como hallado lo que estamos buscando, para después indagar por la causa antecedente de esto último y continuar así hasta llegar a algo ya conocido o perteneciente a los primeros principios. En el caso de la síntesis que le sigue, recorremos el camino inverso; esto es, partimos de lo ya conocido o de los primeros principios a los que arribamos con el análisis y, una vez garantizada la reversibilidad necesaria del proceso anterior, avanzamos hacia la construcción formulada como problema.23 Heath, siguiendo a Hankel, propone dos fases en el análisis: primero la transformación, en la que nos movemos desde la supuesta solución al problema hasta hallar una nueva construcción que no pertenece a los datos originales; y, segundo la resolución en la que se prueba que todas las partes restantes de la nueva construcción son conocidas. En formas análoga, la síntesis consta también de dos fases: la construcción en la que se sigue el proceso inverso de la resolución del análisis —garantizada la reversibilidad con carácter necesario—; y la demostración en la que se prueba que la construcción así obtenida satisface las condiciones exigidas inicialmente en el enunciado del problema. Imaginemos, pues, que el procedimiento descrito exhibe efectivamente un camino de descubrimiento; y supongamos, también, que dicho procedimiento encarna la dupla análisis-síntesis. Veamos ahora si podemos identificar las
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fases señaladas. Supongamos que la circunferencia y los puntos A y B (Figura 10) son dados y nos piden hallar el punto que satisface las condiciones del punto de reflexión. Imaginemos que D sea ese punto. Fase de transformación. Trazamos la bisectriz GU al ángulo AGB. Trazamos la semirrecta DA y hallamos A´ sobre ella, de tal manera que GA´≅ GB . D es también la solución al problema de Alhacén si hubiesen sido dados A´ y B originariamente. Trazamos BA´ y obtenemos el corte C´ con la perpendicular a GB por G (Figura 8). Se construye el triángulo isósceles BC´K´ y el triángulo C´K´S´ ( A´G ≅ K ´G ) forzando la semejanza con el triángulo BDG. Fase de resolución. Imaginamos ahora que un punto virtual se desplaza a lo largo de la semirrecta DA, desde A´ hasta llegar nuevamente a A. En esa transformación exigimos, primero, la invarianza de la semejanza entre los triángulos BDG y SPK (con S y C sobre la mediatriz de BK (Figura 10), P sobre la recta CK, GK de idéntica longitud a la que existe entre G y el punto virtual y el ángulo SCK congruente con la bisectriz al ángulo formado entre B, G y el punto virtual), y segundo, que la rotación de la bisectriz (EGU) se replique en el ángulo OSG.
Figura 10. Solución al Problema de Alhacén en el caso en el que A cae en la recta DA’.
Fase construcción. Es la fase descrita en el párrafo que inicia con la anotación (Fase construcción). Fase de demostración. Es la fase descrita con el numeral (iii). Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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(v) Construcción auxiliar 1 (Lema 6). Nos ocuparemos ahora de las dos construcciones auxiliares (Lemas 6 y 2) que hacen posible la solución general para el caso de los espejos esféricos convexos. Dado el triángulo rectángulo ABG (ABG recto) y un punto D sobre uno de los catetos (para el caso, BG); dados también los segmentos libres E y Z, se pide hallar la recta que pasa por D y corta a la hipotenusa AG en Q y al otro cateto AB en T, de tal manera que TQ E .24 = QG Z
La solución exige adelantar las siguientes construcciones (Figura 11). Trazar AD. Trazar DM paralela a BA, M en el corte con GA. Construir la circunferencia que pasa por G, D y M. Construir ∠DMC ≅ ∠GAD con C sobre la
circunferencia. Construir el segmento H de tal manera que AD = E . A partir H
Z
de C se halla la recta que corta a GM en L y a la circunferencia en N de tal manera que LN ≅ H . Este procedimiento exige una nueva construcción auxiliar (Construcción Auxiliar 2). Ahora se traza la recta ND y se obtienen los cortes Q y T con AG y AB. La recta ND es la recta buscada.
Figura 11. Lema 6
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Alhacén, V, 2.193 — 2.197 Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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Dado que ΔNQL ≈ ΔDQA se tiene
AQ AD .25 De la semejanza = QN NL
ΔTQA ≈ ΔNQG se concluye: TQ = AD . Como el lema 2 garantiza la cons-
QG NL AD E trucción de NL ≅ H , y (por construcción) se puede concluir, enton= H Z
ces, TQ = E , que era lo que se pretendía.26 La solución completa del ProQG Z blema de Alhacén depende ahora de nuestra habilidad para trazar CN de tal manera que la longitud de LN coincida con la longitud de un segmento dado.
(vi) Construcción auxiliar 2 (Lema 2). Dada una circunferencia GAB de diámetro GB y un segmento de recta HZ, se pide trazar una recta desde A que corte la circunferencia adicionalmente en D y al diámetro GB en E, de tal manera que ED ≅ HZ (Alhacén, V, 2.158-2.166).27 La solución del problema exige las siguientes construcciones (Figura 12). Trazar AB y AG. Se dispone HZ sobre la recta GB. Se traza HM paralelo a GA y el ángulo LHZ congruente con el ángulo ABG.28 Se proyecta ortogonalmente Z sobre HM (en T) y sobre HL (en N). Se construye la cónica (hipérbola) que pasa por T y tiene como asíntotas a ZN y HL.29 Se traza la circunferencia de centro T y radio BG (puede ocurrir que corte la otra rama en dos puntos, en un punto o en ninguno). Sean C y C' los cortes de dicha circunferencia con la
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La semejanza se infiere de que ∠NQL ≅ ∠DQA (opuestos por el vértice) y
∠DMC ≅ ∠DNC ya que ellos subtienden el mismo arco CD (EUCLIDES, (1956), III, 21) y
∠DMC ≅ ∠DAG (por construcción). 26 El lema 2 prevé dos soluciones, de donde se puede esperar también dos soluciones para el problema propuesto. 27 Los griegos se referían a esta clase de problemas con el término neusis. 28 M y L se definirán con más precisión a continuación. Por lo pronto no requieren de una definición más precisa. 29 Alhacén sugiere usar el método de Apolonio (Cfr. Apolonio, (2000). Conics. Santa Fe, Green Lion Press. Edición preparada por Dana Densmore, II, 4). Pappus denominaba problemas sólidos a aquellos cuya solución requiere en forma necesaria el uso de superficies cónicas (cfr. KNORR, W. R., (1986), p. 341). La referencia necesaria a una cónica puede tomarse como indicio de la posibilidad de que el problema no se pueda resolver con el uso exclusivo de regla y compás. Para una demostración en esta dirección véase NEUMANN, P., (1998), «Reflections on reflection in a spherical mirror», en American Mathematical Monthly, 105, pp. 523-528. Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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otra rama de la hipérbola en caso de que existan los cortes o coincidan en uno solo (si no hay corte, no habrá solución). Se traza TC y se hallan los cortes F, Q con las asíntotas HL y ZN. Se traza la paralela a TC por Z y se definen los cortes M, L con HT y HN. Se construye el ángulo BGD (D sobre la circunferencia) de tal manera que ∠BGD ≅ ∠HLZ y se traza AD que corta a BG en E. En este caso ED ≅ HZ , que es lo que se quería. Si en lugar de tomar C se hubiese tomado C' y se sigue el mismo procedimiento, el resultado conduce a otro punto D’ que satisface también la condición impuesta.
Figura 12. Lema 2
Dadas las semejanzas ΔHML ≈ ΔGDB y ΔHMZ ≈ ΔDEB , se tiene BG LM y BD = MH , de donde concluimos (1) BG = LM . De otro lado, = BD MH DE HZ DE HZ 30 dado que QC ≅ TF (Apolonio II, 16) y TF ≅ LZ concluimos QC ≅ LZ ; y dado que TQ ≅ ZM inferimos (2) LM = TQ + QC = TC . A partir de (1) y (2) tenemos BG = TC . Finalmente, dado que BG ≅ TC por construcción, conDE HZ cluimos DE ≅ HZ que es lo que esperábamos construir.
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30 Apolonio demuestra en II, 16 que si Q y Q´ son puntos arbitrarios sobre ramas diferentes de una hipérbola y K y K´ los cortes de QQ´ con las asíntotas, ocurre que QK ≅ Q´K ´ .
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(vii) Espejos cilíndricos y cónicos convexos. Las soluciones de Alhacén, si bien siguen el mismo esquema de razonamiento, se vuelven absolutamente complejas por lo extensas y lo escabroso de los giros en los argumentos. No obstante, la estructura profunda del razonamiento es simple, elegante y poderosa. Expongo en líneas generales el esquema de razonamiento y procuro resaltar el parecido de familia con el esquema propuesto en la lógica del descubrimiento. Alhacén concibe dos casos simples y un caso complejo. El caso complejo se resuelve atendiendo la solución de un caso simple para después hacer modificaciones que resaltan elementos invariantes. En primer lugar, observador y objeto pueden encontrarse en un plano que contiene al eje del cilindro o del cono. En este caso el punto de reflexión ha de encontrarse en la intersección de dicho plano y la superficie del espejo (a saber, una recta). El problema entonces se reduce a hallar la solución para el caso de un espejo plano. En el segundo caso, observador y objeto pueden encontrarse en un plano paralelo a la base del cilindro o del cono. El punto de reflexión ha de encontrarse, pues, en la intersección de dicho plano y la superficie del espejo, a saber una circunferencia. Este caso remite a hallar el punto de reflexión en un espejo esférico convexo. La Figura 13 exhibe los casos 1 y 2 para espejos convexos cilíndricos y cónicos. A representa un objeto (o un observador), B un observador (o un objeto) que se encuentra junto con A en un plano que corta longitudinalmente bien sea al cilindro o al cono; B’ un observador (o un objeto) que se encuentra con A en un plano paralelo a la base del cilindro o del cono; G y G’ son los respectivos puntos de reflexión.
Figura 13. Problema de Alhacén, espejos cilíndricos o cónicos convexos (casos 1 y 2)
En el tercer caso —este es el caso más complejo e interesante—, no hay un plano que contenga al objeto, al observador y al mismo tiempo o bien sea Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 251-276, ISSN: 0210-4466
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paralelo a la base, o bien contenga al eje del cilindro o del cono. El esquema propuesto por Alhacén es el siguiente. Sea A el observador y B el objeto. Se determina un plano paralelo a la base (del cilindro o del cono) que contenga al punto A. El corte de este plano con la superficie del espejo es una circunferencia. Llamemos a esta circunferencia S. Después, sobre dicho plano se proyecta al punto B en forma perspectiva desde el vértice del cono, o en forma ortogonal si se trata de un cilindro.31 Sea G el vértice y B’ la imagen de B sobre el plano que contiene a A.32 A continuación se resuelve el problema de Alhacén para los puntos A y B’. Este caso coincide con el caso de los espejos esféricos convexos. Sea C’ la solución de dicho problema. C’ se encuentra sobre S. A continuación se traza C’E’ normal al cilindro o al cono. Luego se traza la recta que une a C’ con G. Ahora se concibe el plano que contiene a C’ y al eje del cono (o del cilindro). Es claro que C’G pertenece a dicho plano. Ahora se busca la intersección de dicho plano con la recta AB. Sea K tal intersección. Finalmente se traza una perpendicular a C’G que pasa por K. La base de tal intersección F se encuentra sobre
Figura 14. Problema de Alhacén, espejos cilíndricos convexos y cónicos convexos.
la superficie del espejo y determina el punto buscado. FK es la normal a la superficie del espejo en el punto de reflexión. Es claro que AF (rayo reflejado), FK
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31 Se traza una recta desde el vértice que contenga al punto B. A continuación se halla la intersección de dicha recta con el plano paralelo a la base y que contiene a A. Si el espejo es cilíndrico bien podríamos pensar que se trata de un cono cuyo vértice se encuentra corrido al infinito. En ese orden de ideas, la proyección se vuelve ortogonal. (Este no es el lenguaje de Alhacén, por razones obvias). 32 Si se trata del cilindro, el vértice G se concibe como un punto al infinito.
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EL PROBLEMA DE ALHACÉN
(normal) y BF (rayo incidente) se encuentran en el mismo plano ABF.33 Alhacén procura demostrar que la condición de congruencia entre los ángulos B’C’E’ y E’C’A no se pierde en la proyección.34 Por lo tanto los ángulos AFK y BFK son congruentes. La Figura 14 muestra los elementos descritos para los dos casos. (viii) Conclusión. La exposición que Alhacén ofrece de la solución al problema que lleva su nombre oculta la lógica del descubrimiento. Nos encontramos con un ejercicio complejo, por la cantidad de movimientos abstrusos que supone, y brillante, por la contundencia del resultado. Hemos sugerido un procedimiento que podría develar aspectos centrales de la lógica del descubrimiento. Suponemos que se usan, primero, métodos emparentados con los procesos usados por los griegos para hallar medias proporcionales, y, segundo, un mecanismo heurístico sencillo que se puede resumir así: (i) hallar la solución a un caso trivial, y (ii) deformar el caso trivial conservando los invariantes básicos hasta dar con las condiciones del caso complejo. Es probable que esta combinación encarne la reunión juiciosa de análisis y síntesis. De cualquier manera, la solución del problema para el caso de los espejos cónicos y cilíndricos exhibe nuevamente el patrón que hemos querido resaltar: solución de un caso trivial, seguido de una transformación que atiende los invariantes hasta dar cuenta de las condiciones complejas iniciales. Recibido: 14 de junio de 2010 Aceptado: 4 de abril de 2011
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K está en el plano ABF, pues K está en la recta AB. La demostración no reviste mayor complejidad.
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ENSAYO-RESEÑA ENFERMEDAD E HISTORIA ECOLÓGICA José Luis Peset Instituto de Historia, CCHS-CSIC
CARSON, Rachel, Primavera silenciosa, prólogo y traducción Joandomènech Ros, Barcelona, Crítica, Fundación Jorge Juan, 2010, xxxviii, 372 pp. [ISBN: 978-84-9892-091-8] NASH, Linda, Inescapable Ecologies. A History of Environment, Disease, and Knowledge, Berkeley, Los Angeles, London, University of California Press, 2006, 333 pp. [ISBN-13: 978- 0520-24887-8] Para mucha gente no será novedad el libro de Rachel Carson, un bello y clásico libro de la historia ecológica, o de la ecología sin más. Ya fue traducido poco después de su primera edición, formando un hermoso volumen. (Rachel Carson, Primavera silenciosa, Barcelona, Luis de Caralt Editor, 1964. Las citas del texto de R. Carson están hechas por esta edición) Sin embargo, una buena y nueva edición castellana siempre será noticia. Nos presenta el prologuista a la autora como una científica, bióloga marina y zoóloga, que supo desplegar con atractivo y éxito ante el gran público las bellezas del mar. Su libro Silent Spring fue respuesta a la industria química y a la política agraria norteamericanas. Muy contestado, uno de los ataques que recibió la autora es más bien un gran elogio, el de «sacerdotisa de la naturaleza». (J. Ros, prólogo, p. xvii) Excelente escritora, ella misma afirmaba poseer «la mágica combinación de conocimientos objetivos y de respuesta emocional profundamente sentida.» (J. Ros, p. xv) Pero pronto se aceptaron muchas de sus propuestas, así pudo informar por encargo del presidente Kennedy sobre el uso de plaguicidas a la agencia de protección ambiental. Consiguió al parecer limitar el uso del DDT (excepto para luchar contra la malaria y otras enfermedades). Sus principales dardos iban contras las expresiones «control de la naturaleza», o bien «progreso a toda costa». (J. Ros, p. xx, xxiii, xxxi) Si hoy la ciencia matiza sus afirmaciones (sobre plaguicidas cancerígenos), o duda de algunas (paso de tóxicos a sangre cuando las grasas se metabolizan), otras se mantienen. Así los «efectos en cascada» (J. Ros, p. xxvi), esas primaveras sin pájaros, o esos otoños sin frutos (dados los actuales peligros para las abejas y otros polinizadores). La naturaleza es entendida como una «red de vida», hoy biocenosis o ecosistema. Señala así el prologuista los principales aciertos de la obra, como mostrar la acumulación de tóxicos en los organismos, la
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victoria de los insectos en la evolución, la insistencia en una agricultura sostenible, en la que razones ecológicas se unen a las económicas. La aniquilación de especies hermosas (y útiles), la contaminación de la cadena alimentaria, los daños genéticos, el peligro del cáncer… Los horrores de la talidomida ayudaron en estas luchas. La Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro condujo al Convenio sobre la Biodiversidad, con los acuerdos sobre los gases invernadero. En alguna edición hay prólogo de Al Gore o postfacio de Edward O. Wilson. No es extraño que una edición inglesa estuviera prologada por Julian Huxley, o que en su libro tengan cabida palabras e imágenes, poetas y científicos. Viniendo la autora del terreno de la ciencia, se preocupa en sus páginas por la vida humana, o la vida de la naturaleza. Una de sus primeras frases, es sobrecogedora: «¿Qué es lo que ha silenciado las voces de la primavera en incontables ciudades de Norteamérica? Este libro trata de explicarlo.» (R. Carson, 1964, p. 15) No lo son menos, algunas afirmaciones —resultan tempranas en los años sesenta— sobre el peligro de algunas actividades científicas o técnicas. De todas formas, se ha vivido la guerra y el holocausto, también las explosiones atómicas, está reciente el miedo ante el poder destructor de la especie humana. El libro de Adorno y Horckheimer está también próximo. Son sus frases enérgicas: «la radioactividad es ahora la antinatural consecuencia del entrometimiento del hombre en el átomo. (…) La química, (…) es la creación sintética de la inventiva humana, obtenida en los laboratorios y sin contrapartida en la naturaleza.» (R. Carson, 1964, p. 19) Se preocupa de forma principal por los efectos que los productos químicos mal empleados tienen sobre la naturaleza. Nos informa Agustí Nieto-Galan de una Exposición en 1994 en el Museum of American History de la Smithonian Institution en Washington sobre «Science in American Life», en relación sobre todo con la química. Se seguía allí la tendencia a igualar poder político y científico propia de la tradición de este magnífico museo, si bien al parecer se infiltraron algunas críticas más o menos explícitas. Desde luego no pudieron gustar a los profesionales de la química, una ciencia en entredicho entre los ecologistas e historiadores de la nueva tendencia ecológica. (Agustí Nieto-Galan, Los públicos de la ciencia. Expertos y profanos a través de la historia, Madrid, Fundación Jorge Juan, Marcial Pons Historia, 2011, pp. 26-27) Nos dice así Rachel Carson que desde 1940 se habían producido 200 nuevos productos contra las «plagas», no olvidemos que tan solo nos habla de una veintena de años. Estamos sin duda en la era de los especialistas, con un gran poder de la industria. Las plagas han sido sin duda desde el mundo clásico y bíblico uno de los castigos de la humanidad, la reacción de esta ha sido poderosísima en estos tiempos últimos. Los insectos tienen muchos conflictos con el hombre, «como competidores de los productos alimenticios y como portadores de enfermedades.» (R. Carson, 1964, p. 21) Además, los insectos —aparte de sus propios ciclos vitales, o cambios por alteraciones en climas o temperaturas— aumentan por la intensificación de los cultivos y por la importación de plantas, nada extraña pues los cuidados que en un paraíso como Australia se toman para evitar la entrada de organismos vivos extraños. Muy potentes productos se han ideado, sustituyendo a los antiguos venenos. Los insecticidas antiguos se basaban en el arsénico, los modernos en el fósforo (base de los fosfatos orgánicos) o en el cloro como el DDT, empleado como insecticida en 1939. Son productos muy peligrosos en el cuerpo humano (su metabolismo) y en la naturaleza, por lo que nos habla Carson de estos «insecticidas sistemáticos», que cubren y destruyen como la túnica de Medea. Las consecuencias son la contaminación de las aguas (ríos y mares, arroyos y lagos) y serios peligros para el mantillo verde, debido a la lombriz de tierra (estudiada por Darwin, nos recuerda), bacterias, hongos y algas, que reducen plantas y animales a sus productos minerales. El manto verde de la tierra supone plantas y animales en equilibrio, parece compensar las luchas en la naturaleza de que hablaba Heráclito. Nos introduce la autora el vuelo de las abejas, hoy tan amenazadas, en busca del polen, la actividad de los insectos herbívoros, los vuelos de los escarabajos. Es el hombre el culpable de su alteración, pues se ve amenazado el protector manto por las urbanizaciones, los campos de golf, los pastizales… y en especial los herbicidas. La acción humana siempre está presente, así se pulverizan los olmos desde 1930 por el mal holandés debido a la im-
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portación de troncos para chapeado contaminados por hongos. Se afectan petirrojos, estorninos, vencejos y cardenales… y ningún pájaro canta. Las luchas en USA contra polillas y hormigas con fumigaciones desde los cielos con DDT producen ríos de muerte. Hay venenos al alcance de todos, llegando mucho más allá del sueño de los Borgia, afirma. El precio que paga el ser humano (y los animales) radica en el hígado (cirrosis), también en el sistema nervioso. A través de muy estrechas ventanas entra la química en la célula. Se encuentra el DDT y los hidrocarburos en los huevos de los pájaros. También afectan las radiaciones, la luz solar, junto a esos productos químicos, produciendo muchos cánceres. Ya se encontró una causa en el hollín en el cáncer de escroto de los deshollinadores, nada menos que en 1775 por sir Percival Pott. El australiano sir Macfarlane Burnet consideraba que el DDT hace a los mosquitos ginandromorfos. Se pueden producir alteraciones de los cromosomas y leucemias. Las amas de casa que usan DDT contra las arañas tienen riesgo de leucemia, se afirma. Según Warburg los cancerígenos como las radiaciones o los químicos incluso en pequeñas dosis actúan sobre la respiración de las células. Se puede llegar también al cáncer por la alteración del equilibrio de las hormonas sexuales, a través del hígado. Toma la frase «mar de cancerígenos» —quizá demasiado fuerte— para indicar nuestra situación. La naturaleza se defiende, en su búsqueda de armonía. «El equilibrio de la naturaleza no es un statu quo; es fluido, mudable y en estado permanente de reajuste. El hombre también forma parte de este equilibrio. A veces la balanza se inclina a su favor; otras veces —y muchas mediante su actividad— cambia en su desventaja.» (R. Carson, 1964, p. 252) Los insecticidas se emplearon por los aliados en Italia, así el DDT contra el tifus exantemático, para matar piojos en la guerra. En la primavera de 1944, el Allied Control Comission en Italia pregunta a la Rockefeller Foundation sobre la malaria. Esta recomienda el DDT y en 1945 la Health Division of UN relief organization empieza campañas en Italia, seguidas por otras en Grecia, Venezuela y Ceilán. La Rockefeller también actúa en Cerdeña (y en España). Grandes entusiasmos acompañaron los logros, pero en 1947 las moscas domésticas muestran resistencia en Grecia, también en Cerdeña. El mosquito Anopheles la muestra en 1951 en las islas griegas. (James L. A. Webb Jr., Humanity’s Burden. A Global History of Malaria, Cambridge, New York, Cambridge University Press, 2009, pp. 160-161.) Sin duda, según la ley de supervivencia del más fuerte de Darwin, corresponderá a los insectos este honor de sobrevivir y resistir. Primero consiguieron los mosquitos resistencia en el exterior, luego en las casas, también lo logran las cucarachas y las pulgas. El otro camino para luchar contra estos parásitos son los insectos machos esterilizados, técnica que empezó poco después, si bien hay también peligros en los esterilizantes, nos dice. Los machos voladores de alguna polilla son atraídos por el olor glandular de la hembra, más pesada y que no vuela. Se puede luchar así en el control de insectos por medio de los olores, sonidos, o bien otros seres vivos, como las arañas. Este tipo de lucha tiene una historia, al parecer, más que centenaria. Insistiendo en el peligro del «control de la naturaleza», considera muchas posibilidades de control biológico de insectos. «Todas tienen esto en común: son soluciones biológicas, basadas en la comprensión de los organismos vivos que tratan de controlar y de la total fábrica de la vida a la que pertenecen esos organismos.» (R. Carson, 1964, p. 284) Sería una manera de mantener el equilibrio en la naturaleza, que el empleo de productos peligrosos arriesga. ************* En el mismo sentido nos advierte Linda Nash, pero de forma más elaborada, propia del largo camino de las ideas ecologistas y de la historiografía ecológica. «One of the major cultural developments of the late twentieth century was the reenvisioning of human beings’ place in the world. In many ways the most radical notion to emerge from the modern environmental movement was the idea that people were inescapably part of a larger ecosystem.» Tras elogios al libro de Rachel Carson, enfoca su estudio al Valle Central de California, con la intención de complicar «the history of Americans’ relationship to nature.» (L. Nash, 2006, p. 1) Siempre dominado el valle por el capiAsclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 277-284, ISSN: 0210-4466
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tal y la técnica, escribe la autora, el historiador social se ha interesado por el trabajo, la raza y la violencia; el ecológico, por la invasión de las praderas por los ganados, también por especies foráneas, o bien modificadas genéticamente, el empleo de tóxicos pesticidas y las presas y los ríos artificiales. Es una tierra de gran belleza y riqueza rural, nos dice, pero también es el paisaje más productivo e industrializado, dominado por el capital y la tecnología, heredando un largo proceso de colonización y desarrollo capitalista. Pero es preciso retener desde la ecología y la medicina las ideas sobre salud y enfermedad, también sobre el cuerpo y el medio. El libro se apoya en dos esenciales aspectos: uno diacrónico, el pensar en una pervivencia de las ideas ambientalistas de la medicina antigua; el otro sincrónico, al recordar la relación, la permeabilidad entre el ser humano y su entorno, en un nuevo planteamiento del puesto del hombre en la naturaleza, tal como enunciaba el libro de Thomas Huxley. Los seres humanos son parte inescapable de un amplio ecosistema, en lo que se basan las importantes ideas sobre salud y enfermedad que vienen del ecologismo. Aquí son de forma magistral aplicadas al Valle Central de California, separándose tanto de un romántico agrarismo, como del management ilustrado del medio ambiente. Siempre se ha valorado en el sur, nos recuerda, la explotación de la madera, la agricultura, las minas, además de temas relacionados con la salud como las aguas, el clima, la atmósfera. En el Valle le ha interesado la antigua percepción de los suelos, las fuentes, las enfermedades, los vientos, el sol y el papel de los médicos, quienes en su vivencia y estudio del paisaje han mostrado en sus pobladores los viejos miasmas, las fiebres, la debilidad... Sin duda se hereda el escrito hipocrático Sobre los aires, aguas y lugares, al igual que se conocen las Topografías médicas europeas, «as I realized how important perceptions of health were to understanding the natural landscape in earlier eras.» (L. Nash, 2006, p. 5) Había miedo a ciertos paisajes, sean pantanos, selvas o climas tropicales. Se relacionaba con el colonialismo europeo, que si bien deja de sentirse vuelve a renacer esta relación con el norteamericano, cuando empiezan importantes estudios y publicaciones sobre la medicina colonial. Así puede verse la biografía de Richard Pearson Strong (1872-1948), especialista en medicina tropical, quien trabajó en Filipinas entre 1899 y 1913 (sobre disentería por amebas y peste en especial neumónica), con una cátedra en Harvard se encamina a América central y del sur y a África. En la primera guerra mundial se interesa por el tifus exantemático y la fiebre de las trincheras. Contribuyó al Department of Tropical Diseases of Harvard Medical School, al Journal of Parasitology, a la American Society of Parasitologists. (J. C. Bequaert, In memoriam, The Journal of Epidemiology 34(6), December 1948, 515-517). A él va dedicado el libro postbélico de J. S. Simons et al (1944-1951) Global epidemiology dedicado al estudio epidemiológico de Asia, África y Oceanía, y en donde se recuerdan sus servicios al ejército. Tras esas fiebres y debilidades se encuentra la «miasmatic disease» —que se supone malaria— que se presenta en una primera etapa de viajeros y pioneros, de inmigrantes, también de médicos, comerciantes y colonos, antes de los grandes asentamientos. Se muestra cómo las ideas sobre los miasmas, que actuarían sobre un cuerpo permeable y poroso, explicado todavía desde el humoralismo, influyen en los paisajes y los proyectos de aquellas gentes. Son así considerados en la obra los problemas que el hombre blanco encuentra en el Valle Central de California, que enlazan también con el discurso que articula raza, medio y salud. James L. A. Webb Jr. ha descrito la relación entre la raza, la división norte/sur norteamericana y la malaria. Sin duda el norte y el sur se distinguían por los tipos de cultivos y la política económica y racial. La inmunidad de los afroamericanos permitía a estos mayor resistencia y trabajo, quedando divididos los Estados Unidos por cultivos, esclavismo y enfermedad. (J. L. A. Webb, 2009, pp. 87-91 y 119-121) Haciendo un juego con la malaria del sur de Norteamérica y de Italia, se ha referido Randall M. Packard a esta enfermedad como «A Southern Disease». (R. M. Packard, The Making of a Tropical Disease. A Short History of Malaria, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2007, pp. 67-83) A mediados del siglo XIX, con los discursos colonial y racista, se quiere mostrar la relación entre las razas y el medio, la de los grupos humanos con la salud y la enfermedad, su permeabilidad a
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ésta. Se considera que hay lugares que no admiten a la civilización blanca, que embrutecen o matan a estas razas. Así fue recogido muy precozmente por Joseph Conrad en Heart of Darkness y ahora es retomado por Mario Vargas Llosa en su novela El sueño del celta, en que hace renacer la figura de un extraordinario héroe irlandés. Más tarde se mantendrá, o potenciará la idea de la susceptibilidad de las razas a ciertas enfermedades, así en la primera mitad del XX, como se recoge para un período algo posterior en la película de Tate Taylor titulada Criadas y señoras. Tras la segunda guerra mundial, la vieja desigualdad del racismo ha producido además desigualdad social, económica, de acceso a lugares, servicios e instituciones, de trabajos y enfermedades. Por las injusticias que se heredan se llega a la exigencia de una «environmental justice». Esas ideas ambientalistas tradicionales se rompen con la «germ theory», con la «modernist amnesia», al explicar la enfermedad por la disfunción orgánica y un particular agente patógeno. Naturalmente, Robert Koch y la nueva bacteriología están detrás. (J. L. Peset, On the History of Medical Causality, en C. Delkeskamp-Hayes, M. A. Gardell Cutter, (Eds.), Science, Technology, and the Art of Medicine, Kluwer Academic Publishers, Dordrecht, Boston, London, 1993, pp. 57-74.) La «germ theory» separa el cuerpo del medio, la nueva salud pública identifica la falta de enfermedad con la ausencia de patógenos en el cuerpo, no en el medio ambiente. Se identifica la modernización con la salud. Pero en el siglo XX se insiste de nuevo en las causas ambientales del cáncer, el asma, la «multiple chemical sensitivity», incidiendo en el proceso de cambio de las enfermedades infecciosas a las no transmisibles. Se acentúa en la postguerra americana por la urbanización, la polución del aire, la radioactividad, los pesticidas… Es la etapa de la introducción de la química en el Valle Central de California, las décadas de 1950 y 1960, en que brotan las quejas de granjeros y de los trabajadores en las granjas, en la que urgen replanteamientos desde la ciencia ecológica y las críticas de los «environmentalists». En la etapa de los 1980 surgen ideas conflictivas sobre el cuerpo, la salud y la enfermedad, en la misma salud pública y entre los profanos. En la siguiente etapa, con más polución y más problemas con el cáncer, surgen críticas contra los modelos que vienen de la «germ theory». Otra vez se consideran los cuerpos permeables y porosos. Se inscribe por tanto su libro en la historia y consideración de la modernización de Norteamérica. La modernización no supone tan solo el triunfo del hombre sobre la naturaleza, se nos dice, sino también sobre el hombre. La actuación sobre el medio interviene sobre la sociedad y el cuerpo humano (y su mente). Toma de Bruno Latour la opinión de que la modernización es la separación de la naturaleza. Podía citar también el discurso en la Academia de Franz Kafka, con los sufrimientos de ese simio que ha sido hominizado. La naturaleza humana es naturaleza más cultura (M. W.Wartofski, Organs, Organismus and Disease: Human Ontology and Medical Practice, en H. T. Engelhardt, S. F. Spicker (Eds.), Evaluation and Explanation in the Biomedical Sciences, D. Reidel Publishing Company, Dordrecht-Holland, Boston-USA, 1974, pp. 67-83), pudiendo así intervenir en ella tanto la enfermedad malaria, como la ciencia química, pues la industria tiene un papel bidireccional entre tierra y hombre, pues a los dos afecta. Así escribe la autora, «my own practice is, admittedly, the belief that our bodies powerfully affect and depend on the environments they inhabit, that the changes we make in the land will ultimately be registered in ourselves and in those who follow us in very material ways.» (Nash, 2006, p.15) No es extraño que se conceda a la historia de la salud y la enfermedad mucha importancia en la historia ecológica, si bien entendida de forma distinta a la académica tradicional. La historia de la medicina y de la salud pública ha sido construida como historia cultural e intelectual, nos dice, así en las universidades, agencias gubernamentales y sociedades científicas. Se ha olvidado el paisaje, el medio, que la historia de la medicina y la salud son locales; es necesaria la interacción de las mentes con el contexto social, económico, material y ambiental. En el siglo XIX había una medicina local, basada en las ideas acerca de miasmas y climas cálidos, además sobre pantanos, suelos, vientos... Si en el siglo XX se corta en los laboratorios, hoy de nuevo se tiene en cuenta el lugar, el medio, ya se trate de territorios con abundancia de mosquitos Anopheles, con temperaturas que convienen a bacteAsclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 277-284, ISSN: 0210-4466
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rias y parásitos, con aguas residuales, con peligroso uso de la química, o bien con un arriesgado destino ambiental de las toxinas (hay que considerar la meteorología, la geología, también la hidrología). Se trata, en fin, de las condiciones materiales y biológicas de una comunidad humana. Siempre con esa confrontación fundamental detrás, entre la modernización del capitalismo y la salud y el bienestar de la población, saltan disputas entre diversos niveles del saber, locales o estatales, incluso universales, o bien entre distintos profesionales, así los oficiales de salud pública y los expertos diversos, ingenieros, científicos ambientales…, quienes regulan la relación entre el cuerpo y el medio, entre la salud y la enfermedad. Y además entre la ciencia universal y la particularidad de los cuerpos y los lugares o medios (environments). El lugar, el medio ambiente se vive a través de prácticas culturales y lingüísticas, nos dice la autora, siendo distintas las formas de entender y las percepciones de la población sobre la salud, la enfermedad y el medio. Se tienen también en cuenta en el libro que comento los cambios materiales en la enfermedad, así como en el uso y calidad de la tierra, los aires, las aguas, los suelos. Se juntan en sus páginas la ciencia actual con la ciencia de la época; el entendimiento del cuerpo y las enfermedades con las realidades materiales; los productos del lenguaje y de la cultura y las prácticas de experiencia distinta del cuerpo. Si para Barbara Duden el cuerpo tiene tiempo histórico y transhistórico, hay también experiencia cultural y prácticas, más nuestra propia experiencia. La intención es sin duda colocar el cuerpo humano en el centro de la historia medioambiental, junto a las plantas, los animales, los suelos o los climas. Los seres humanos son tanto agentes como objetos de los cambios ecológicos, dada la mutua relación entre el hombre y el medio. Critica la dicotomía moderna entre los seres humanos y la naturaleza, el paisaje; también la historia que solo considera las formas en que el ser humano modela su mundo. No se trata de una lucha contra impedimentos, obstáculos externos, pues no está claro donde empieza lo no humano. El medio es también agente histórico, así lo son el hombre, los insectos, los árboles, el suelo y las aguas, los microbios, los productos químicos, también las plantas y los animales. J. McNeill ha insistido en ello al historiar las Américas entre los siglos XVII y XX. (J. R. McNeill, Mosquito Empires, Cambridge, New York, etc., Cambridge University Press, 2010). El cuerpo «modern» es distinto del hipocrático «ecological». Este considera la relación dentro/fuera, los flujos, la dependencia del medio; en el pensamiento clásico —que llega al mundo moderno—, la salud y el bienestar consisten en balance, armonía y relación dinámica entre el cuerpo y el más amplio mundo, que se piensa externo. Esta relación de permeabilidad convive con otras opciones «modernas», hubo transición entre ellas pues coexisten diversas visiones y experiencias según niveles de saber, población o naciones y culturas. Se encuentran numerosos textos en que se plasma el miedo al entorno, la niebla, los pantanos, las minas, pues en el siglo XIX, en su búsqueda de armonía con la naturaleza, se desea un diagnóstico del paisaje, que es hecho con el termómetro, o bien teniendo en cuenta la presencia de lluvia o de los vientos, de peces y animales. La incidencia del hipocratismo médico es, pues, muy notable. El cuerpo «moderno» pertenece a la medicina alopática occidental, al capitalismo americano. Tras ese gradual surgimiento, ese distinto proceso, según lugares y culturas, a partir del siglo XVII, se cementa en los laboratorios a fines del XIX, por los libros de texto médicos, por el propio entendimiento del cuerpo aislado por la piel. Consiste la salud es no tener enfermedad, no tener sustancias o agentes peligrosos en él, que debe estar separado del medio. Esta necesidad es sin embargo muy antigua, pues siempre la naturaleza tiene un lado peligroso. Se puede ver en las divinidades hostiles de antiguos cultos griegos, romanos o de otras culturas, pero también en los escritos médicos. Recuerdo siempre con entusiasmo el libro de Marie Christine Pouchelle sobre el cirujano medieval Henri de Mondeville. En sus páginas nos muestra las imágenes del cuerpo —populares, religiosas, cultas— como edificio o construcción cerrados, la enfermedad como invasión de agentes externos peligrosos. (M. C. Pouchelle, Corps et chirurgie à l’apogée du Moyen Age, París, Flammarion, 1983) Es una vivencia que Levi Strauss señaló en el pensamiento no científico, la enferme-
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dad o la curación se espera de cruces entre distintos reinos, mineral, vegetal o animal, así la enfermedad se identifica en las prácticas chamánicas con objetos o animales invasores. (Claude LéviStrauss, La pensée sauvage, París, Plon, 1962, pp. 217-218; Anthopologie structurale, París, Plon, 1958, pp. 192-196). Sin duda, en ninguna cultura la naturaleza es considerada por entero benéfica, dada la enorme vulnerabilidad del ser humano (y del entorno), que él mismo con frecuencia aumenta con sus acciones, voluntarias o involuntarias. Así parecería cortada aquella tradición hipocrática de forma radical en los laboratorios por la «germ theory» (Andrew Cunningham, Perry Williams (Eds.), The Laboratory Revolution in Medicine, Cambridge, Cambridge University Press, 1992), que se haría eco de estos temores, separando de la naturaleza (del medio) que pierde su papel en la salud, considerada como la ausencia de agentes patológicos. Se acompaña de la higiene y la «sanitation» contra la suciedad, los insectos, los restos y las basuras. Estos sentimientos influyen tanto en los médicos como en los profanos. Serían tan solo activos los hombres y los patógenos, el espacio se considera como pasivo y homogéneo, quedando para los ingenieros, entomólogos, hidrólogos y agrónomos. La relación de la salud con el medio queda también reservada a la medicina tropical, la ecología de la enfermedad, la salud ocupacional, la ingeniería sanitaria, o bien la epidemiología moderna. Pero pronto renace la herencia clásica a partir de los años 1950 en la postguerra americana por muy variadas razones, los pesticidas, la radioactividad, la polución de aires, aguas y suelos… de nuevo parece haber permeabilidad entre el cuerpo y el medio en que se habita. Así llegan a los ciudadanos las experiencias de enfermedades en lugares y medios diversos, como asma y cáncer, que promueven el activismo ambiental de los 1960, pues se piensa otra vez en la permeabilidad al ambiente, pero también en la pureza del cuerpo. Para entender la salud es necesario tener en cuenta la materialidad del mundo no humano, pues en la experiencia de la enfermedad hay muchos factores, en especial un entendimiento ambiental de la salud y el cuerpo. Se activan y se viven los movimientos ecologistas y la búsqueda de una justicia ecologista. Es lo que la amena película Erin Brockovich de Steven Soderbergh quería mostrar. Cita a Henri Lefebvre para mostrar cómo la conceptualización del espacio necesita la del cuerpo. Se saltan las ideas ecologistas las anteriores de raza, clase, pobreza, nación, continentes... pues «it is not a linear story.» (L. Nash, 2006, p.214) Es interesante afirmación, que vale la pena comentar. Sin duda la naturaleza nos iguala, al menos al final, pero la sociedad nos hace distintos, incluso antes de nacer y después de morir. En el Valle Central de California conviven riqueza productiva con pobreza vejatoria, perfectos frutos y pesticidas, bellos paisajes y cánceres, nos dice con enérgicas afirmaciones que recuerdan las de Rachel Carson. Sin duda, a pesar de los avances de la medicina y la salud pública, es imposible la pureza del cuerpo y la estricta singularidad de la etiología. No se quiere volver con las nuevas ideas a las viejas Topografías y a los clásicos miasmata, pero sí buscar prácticas mejores en la sociedad y en la biología. No se trata de imponer soluciones individuales a las soluciones ambientales. Quiere pues replantear «our physical natures and biological dependence», nos dirá. «This book is a contribution toward that rethinking and part of an ongoing conversation about how best to understand the relationship between our own species and the larger world.» (L. Nash, 2006, p. 215) Sin duda, los libros que comento suponen una moderna sensibilidad hacia los seres vivos que acompañan al hombre. Una magnífica novela de éxito, Freedom de Jonathan Franzen, se centra en esas necesarias obsesiones del hombre de hoy por respetar la vida, la naturaleza. Un pájaro pequeño de gracioso nombre, la reinita cerúlea, está amenazada y hay que crear espacios protegidos, se narra en la novela. Para ello el protagonista debe pactar con compañías mineras que destripan la tierra, ofreciendo reparación de las pérdidas y destrucciones y, sobre todo, espacios libres. La química, la minería, la preservación de la vida de los pájaros de Rachel Carson y la nuestra propia están en juego.
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RESEÑAS LEITNER, Ulrike (ed.), Alexander von Humboldt und Cotta. Briefwechsel. Beiträge zur Alexander-von-Humboldt-Forschung 29. Berlin: Akademie Verlag, 2009, 702 pp. [978-3050045986] Con la reciente publicación de las cartas intercambiadas entre Alexander von Humboldt y su editor Johann Friedrich von Cotta (1764-1832), así como la continuación de la correspondencia con su hijo Johann Georg von Cotta (1796-1863), el Centro de Investigación Alexander von Humboldt de la Academia de Ciencias de Berlín-Brandenburgo ha concluido un proyecto más dentro de su línea de edición de las cartas del famoso viajero prusiano. Este centro de investigación alberga toda la correspondencia conocida de Humboldt y tiene entre sus tareas la edición de este rico tesoro documental, que no se realiza en orden cronológico sino ordenado según los corresponsales individuales, comenzando con su correspondencia con Carl Friedrich Gauss (1977) y Heinrich Christian Schumacher (1979) hasta Carl Ritter (2010), August Böckh (2011) y la familia Mendelssohn (2011), o los representantes de ciertos países con los que estaba en contacto, entre los que figuran su correspondencia con los Estados Unidos (2004) o con Rusia (2009). Con la publicación de las cartas cursadas entre Humboldt y su editorial Cotta, Ulrike Leitner ha puesto al alcance del autor un conjunto de documentos de gran valor para la investigación humboldtiana. Esta editorial, originalmente fundada en el año 1659 en Tubinga, fue dirigida por parte de Johann Friedrich von Cotta a partir de 1797 y llegó a ser la editorial más importante de su época. Ya en el año 1795 se produciría el primer contacto entre Humboldt y la casa que sería su editorial en Alemania hasta 1859, de tal manera que, con la excepción de algunos trabajos, todas sus obras serían publicadas por Cotta. Tras la muerte de J. F. von Cotta en 1832 se encargó su hijo Johann Georg von Cotta junto con su hermano Ida von Reischach de la editorial. Con él Humboldt llegó a tener una relación más de amistad que con su padre, a quien también apreciaba mucho. El hijo promovió con más énfasis la programación científica de su línea editorial, lo que estrechó la colaboración con su famoso autor. Fue esta editorial la que pudo celebrar el gran éxito que obtuvo la obra Kosmos de Humboldt en Alemania, además de la buena acogida de una colección de obras clásicas más económica, pensada para el gran público (Volksbibliothek deutscher Klassiker), en la que también aparecieron las obras de Humboldt en una nueva edición. Debió de ser en 1805 en Tubinga cuando se concretaron las modalidades de la colaboración entre el autor y la editorial. Se dio una particularidad editorial, ya que fue diseñada como una empresa conjunta con la editorial francesa Schoell, con la idea de preparar las ediciones francesas y alemanas simultáneamente y en mutua colaboración. Sin embargo, tras las primeras publicaciones, las diferencias entre ambas editoriales llevaron a Cotta a tomar la decisión de terminar la colaboración con Schoell en 1810, de modo que, a partir de este momento, las ediciones comenzaron a publicarse de manera independiente en Alemania y Francia. La correspondencia conservada de Humboldt con Johann Friedrich von Cotta abarca los años 1805 a 1832, continuando a partir de 1832 y hasta su muerte en 1859 con el hijo, Johann Georg.
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Aunque se trata de un intervalo de tiempo parecido, de la primera correspondencia solo se conservan 84 cartas, mientras que de la segunda se mantienen 291 documentos. En ambos casos se trata sobre todo de las cartas enviadas por parte de Humboldt, ya que él mismo no tenía la costumbre de conservar toda la correspondencia recibida, a diferencia de la editorial, que estableció un ejemplar archivo de correspondencia. Además, las cartas aumentaban en su extensión con el paso del tiempo, lo que también muestra una creciente amistad y confianza. Con Georg no solamente se trataron temas estrictamente editoriales, sino que Humboldt también incluyó sus propios comentarios personales sobre otras personas, sobre su vida cotidiana, la situación política, y sobre acontecimientos de carácter científico. Así, por ejemplo, numerosas de sus cartas contienen recomendaciones o apoyos para otras personas, escritas con el objetivo de que la editorial considerase la publicación de los trabajos de aquellos autores, entre los que figuraba también su hermano Wilhelm von Humboldt. Lo valioso de esta correspondencia es el hecho que con una duración de 54 años abarca un intervalo de tiempo extremadamente largo para una correspondencia. Además, se trata de una época históricamente muy interesante, marcada por muchos acontecimientos políticos que también tenían una influencia en la vida de nuestro erudito cosmopolita. Por lo tanto, son muy interesantes y valiosos sus comentarios de carácter político, social o ideológico, ya que en sus publicaciones Humboldt solía ser más reservado en este sentido. Sobre todo en sus últimos años, cuando Humboldt andaba afectado por problemas económicos, mencionaría este extremo también en las cartas a su editor, buscando soluciones; por ejemplo, presentando ideas para nuevos proyectos editoriales a Johann Georg von Cotta. Sin embargo, el tema principal en la correspondencia con Cotta hijo hasta la muerte de Humboldt en 1859 fue la preparación de su último gran proyecto, la edición de su obra sintetizadora, el Cosmos. Todavía residiendo en París, durante los años 1825 y 1826, Humboldt impartió un cierto número de conferencias sobre la descripción física del mundo, y también tras su regreso a Berlín, entre 1827 y 1828, ofrecería las conferencias que le hicieron célebre en su tierra y que serían el germen de su futura obra de madurez. En estas lecturas se manifiesta su intención de presentar el nivel de conocimiento sobre las ciencias naturales de su época a una amplia audiencia. Humboldt no buscó tener como espectadores solamente a la elite científica de entonces, sino también llevar este conocimiento a un gran público general. Tras el gran éxito que éstas tuvieron, en marzo de 1828 finalmente fue firmado un contrato entre Humboldt y Johann Friedrich Cotta, al que posteriormente, en 1849 se añadiría un anexo, para la publicación de una obra basada en el conjunto de las conferencias. A pesar de que Humboldt —motivado por el impacto que tuvieron— tenía previsto dedicarse en seguida a la elaboración de esta obra, finalmente transcurrieron casi diecisiete años desde la firma del contrato hasta la publicación del primer volumen del Cosmos, ya que otros proyectos más urgentes o inmediatos —como por ejemplo su viaje asiático (1830) o la edición de su obra Examen critique (1836-39)— le impedían continuar con esta tarea. Por lo tanto, una gran parte de esta correspondencia muestra las diferentes fases del proceso de elaboración de esta obra, las ideas que Humboldt manifiesta y los problemas por los que se veía afectado este proyecto, y de esta manera ofrece al lector valiosa información de contexto para entender bien esta obra en particular. La publicación de la correspondencia entre Alexander von Humboldt y su editorial Cotta, dentro de la serie Beiträge zur Alexander-von-Humboldt-Forschung (Aportaciones a la investigación sobre Alexander von Humboldt) del Akademie Verlag, es otra edición muy lograda y recomendable para todas las personas que quieren conocer más en detalle el proceso editorial de las obras de Humboldt en Alemania. Al igual que otras publicaciones de esta misma serie, destaca por un excelente y riguroso trabajo de edición, basado en un minucioso estudio de todo el material editado, además del profundo conocimiento de Humboldt como persona, así como del contexto histórico en el que se desarrolla esta correspondencia. Una extensa introducción ofrece valiosa información sobre este contexto, sobre la historia de la casa editorial así como un análisis del contenido de esta correspondencia. Muy útil también resultan las numerosas y eruditas anotaciones en las propias
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cartas, que ayudan a comprender el contexto en el que fue redactada carta documento, así como un extenso índice de las fuentes bibliográficas o de las personas mencionadas.
Sandra REBOK CSIC
SIDDHARTHA, Mukherjee, El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer. Madrid, Taurus Pensamiento, 2011, 640 pp. [ISBN: 9788430606450] Durante sus dos años de prácticas en la especialidad clínica de oncología, Siddhartha Mukherjee escuchó con frecuencia cómo los pacientes a los que trataba le comunicaban una inquietud que trascendía su situación personal: ¿conseguirá la medicina erradicar el cáncer? El anhelo que afloraba en la pregunta motivó a este médico de formación a emprender la escritura de una historia de la enfermedad. En este libro, Mukherjee discute la narrativa que confiaba en hallar una única cura para todas y cada una de las formas adoptadas por el cáncer. No reconstruye la historia de un saber lineal y acumulativo, sino que presenta un estado de la cuestión del conocimiento sobre la enfermedad en el que los hallazgos tienen tanta importancia como los fracasos y los retos pendientes. Su relato, que comienza en la Antigüedad y termina en el siglo XXI, aborda el cáncer desde una triple aproximación: la búsqueda de sus causas; la aplicación de tratamientos destinados a alcanzar la curación de los pacientes o, en mucha menor medida, a paliar su dolor; y la popularización de medios de prevención o detección precoz de la enfermedad. La propuesta de Mukherjee es tan interesante como inabarcable. Pero hay al menos otro motivo por el que su autor tiene razón en estimar que ha escrito «una» y no «la» biografía del cáncer. Mukherjee afirma que la historia del cáncer es la historia de los pacientes. Sin embargo, su relato no se centra en la experiencia de las personas diagnosticadas con la enfermedad, sino en las vidas y obras de profesionales de ámbitos tan diversos como la cirugía, la anatomía, la bioquímica, la epidemiología, la endocrinología, la botánica, la embriología, la genética, la virología, la industria farmacéutica, la publicidad y la política. Mukherjee intenta escribir una nueva historia del cáncer a partir de las fuentes tradicionales de la historia de la ciencia y, ya entrado el siglo XX, con algunas aportaciones desde la historia política. El resultado que alcanza consiste, sobre todo, en una recopilación de los descubrimientos sobre el objeto «cáncer» desde distintas disciplinas científicas vinculadas a la medicina. Mukherjee apenas incorpora descripciones de pacientes tratados antes de la segunda mitad del siglo XX. A partir de este periodo, sus descripciones provienen sobre todo de observaciones y testimonios orales de sus propios pacientes y, en menor medida, de entrevistas a parientes de enfermos o a supervivientes de larga duración, así como de casos clínicos recopilados por otros médicos. Estas voces, circunscritas al contexto clínico estadounidense, apenas son interpretadas por el oncólogo de formación. Para escribir la historia de la experiencia de los enfermos de cáncer, Mukherjee podría haber partido del análisis de estas fuentes —centradas, no en la enfermedad sino en el enfermo— desde la teoría de las emociones y la cultura material. Las descripciones de pacientes que recoge en su libro se prestan a ello, ya que, por un lado, contienen alusiones al entorno hospitalario en el que residen o al que se desplazan de forma regular para recibir consulta y tratamiento; y, por otro lado, aluden a emociones predominantes durante este proceso, tales como el miedo, la ansiedad, la melancolía y la esperanza. Además, algunas de estas voces sugieren que la experiencia del enfermo de cáncer conlleva un distanciamiento y una transformación respecto a la percepción de sí mismo que tenía antes de recibir el diagnóstico. Ahora bien, ¿es este proceso comparable en todos los enfermos de Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 285-296, ISSN: 0210-4466
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cáncer de un mismo periodo histórico? ¿Y en el conjunto de enfermos de cáncer de diferentes épocas? O aún, ¿posee la experiencia del cáncer ciertas particularidades respecto a la experiencia de otras enfermedades? Siguiendo a Susan Sontag en su libro La enfermedad y sus metáforas, Mukherjee sostiene que la penetración social de determinadas metáforas asociadas al término «cáncer» – sistémicas en toda la medicina heredera de las enseñanzas de Galeno, políticas en la cirugía radical practicada a principios del siglo XX, o atómicas en la era de la quimioterapia – condicionan la experiencia de las personas diagnosticadas con esta enfermedad. Aún así, mantiene una postura ambigua respecto a la historicidad de las formas de pensar y de sentir de los enfermos. ¿Son acaso comparables, tal y como pretende, las emociones experimentadas por Atossa, reina persa de la Antigüedad que padeció de un tumor en un pecho, y las emociones de una mujer del siglo XXI diagnosticada con cáncer de mama? Más aún, ¿es generalizable la apreciación del cáncer como un enemigo que ha de ser cercado y exterminado? ¿O, por el contrario, proviene de la apropiación de la semántica militar —con términos tales como «conquista», «guerra» o «cruzada»— asociada al cáncer en los EEUU de la segunda mitad del siglo XX? En la primavera de 2011, Mukherjee recibió el premio Pulitzer en la categoría general de noficción por una historia del cáncer en la que apenas encontramos una reflexión genuina del autor acerca de lo que significa vivir con una u otra variante de esta enfermedad en diferentes épocas y lugares. Futuras investigaciones deberían fijar su atención en la historicidad de la experiencia de las personas diagnosticadas con cáncer. Para ello, podrían apoyarse en testimonios, cartas, diarios y autobiografías elaborados por los propios enfermos. Pero quizá sea en otras fuentes, tales como historias clínicas, obras literarias y pictóricas, e incluso en una relectura de la teoría médica que atendiera a la información referida al enfermo y no a la enfermedad de cáncer, donde mejor se exprese el carácter cultural de la experiencia de los enfermos. El uso complementario de todas estas fuentes podría constituir la base sobre la que escribir una historia del cáncer verdaderamente situada desde la perspectiva del enfermo.
Fanny H. BROTONS CCHS-CSIC
CARRILLO, Juan Luis; BERNAL, Encarnación; CARRILLO-LINARES, Juan Luis, Medicina vs mujeres. La literatura médica sobre clorosis (siglos XVII-XX) ¿ciencia o propaganda?; Málaga, Universidad de Málaga, 2010, 175pp, 10 lám. [ISBN: 9788497473200] La revisión crítica sobre la existencia de entidades clínicas tradicionalmente aceptadas por la medicina académica ha constituido, en las últimas décadas, un espacio de debate intelectual común a historiadores, sociólogos y filósofos. Obviamente las enfermedades mentales ha sido donde esta indagación ha tenido más éxito y se ha conseguido, de manera más concluyente, demostrar cómo la definición de supuestos procesos morbosos desde prejuicios sociales, intereses mercantiles o dogmatismos de escuela ha contribuido a un ordenamiento político y jurídico determinado. La carencia de una sustentación científica rigurosa ha tenido diversos orígenes y se puede analizar con perspectivas diferentes aunque haya sido del constructivismo social y los estudios de género desde donde han surgido las críticas más demoledoras. En esta línea de investigación se desenvuelve la monografía que comentamos. Durante casi cuatrocientos años los médicos han debatido sobre una enfermedad –la clorosis, traducción del
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griego en alusión a una pretendida coloración verdosa de la piel- para cuya curación se prescribía el matrimonio (el remedio preferente), sales de hierro o intervenciones penosamente agresivas (descargas eléctricas en el útero o sanguijuelas en la vulva, por ejemplo). En 1554 se sitúa la primera descripción del morbo virgíneo por el médico alemán Johannes Lange aunque su origen puede rastrearse ya en los escritos hipocráticos. Qué sucedió a lo largo de estas tres centurias hasta que mediado el siglo XX se desinfló el «monstruo dormido» es lo que los autores procuran dilucidar en el apretado texto que comentamos. Bajo el término de clorosis se cobijaba un padecimiento denominado con una sinonimia abundante, (febris alba, palida, amatoria, morbus virgineus entre otras) que confinaba la enfermedad a la mujer y la vinculaba a síntomas específicos de su sexo como la amenorrea o la dismenorrea. Investigar la historia de una entidad clínica inexistente plantea numerosos interrogantes y no se puede pretender encontrar en una publicación como la que comentamos respuestas a todas ellas. Conviene no olvidar que la etapa estudiada abarca entre 1619 y 1941, más de trescientos años a lo largo de los cuales los autores han recogido un total de 1254 publicaciones en prácticamente todas las lenguas europeas, lo que evidencia una entidad nosológica de larga singladura e indudable éxito social. El periodo temporal, la dispersión y el volumen de las fuentes, la multiplicidad de factores susceptibles de análisis y los distintos abordamientos metodológicos para un estudio de esta magnitud exigen una monografía de varios centenares de páginas. Los autores, limitados sin duda por las exigencias editoriales de la publicación, han tenido que optar por dirigir su mirada a algunos aspectos más puntuales pero que pueden resultar más ilustrativos para conocer la forma en que la sociedad científica construye una entelequia. En este sentido el recurso a los análisis bibliométricos consigue superar una simple cuantificación indiscriminada y el cumplimiento -una vez más- de algunas de las leyes sobre el crecimiento de la ciencia sobradamente constrastadas. El papel real de los «grandes productores», un tema habitual en los estudios más cuantificadores, tiene sin embargo una significación histórica mucho menos relevante cuando, como demuestran los autores, no existió una voz con autoridad que impidiese a cualquiera opinar sobre la enfermedad. Del mismo modo la forma singular en que se verifica la ley de dispersión de Bradford pone de manifiesto el carácter errático de esta literatura, con puntas y valles, sin un desarrollo prospectivo del conocimiento análogo al que se aprecia en otros problemas. Hasta dónde llegó la propaganda y dónde se detuvo la ciencia es asunto sobre el que los autores recapitulan, en una valoración ciertamente crítica, sobre el papel de los científicos de las primeras décadas del pasado siglo. El reforzamiento de la autoridad masculina y la renovación de medidas de control sobre la mujer es para los autores un factor determinante en la pervivencia de la enfermedad en la literatura científica de entreguerras. Una reacción antifeminista al sufragismo más agresivo habría favorecido la pervivencia de una entidad nosológica que, por definición, no podía nunca afectar a los varones. ¿Hasta dónde fue así? No se puede minusvalorar esta realidad pero no pueden desconocerse tampoco las limitaciones conceptuales y técnicas de una hematología en mantillas, con tantas dificultades para identificar las células sanguíneas específicas del padecimiento, pero también de otros cuadros patológicos de entidad mucho menos cuestionable. La historia de la clorosis ofrece otras muchas perspectivas abiertas a posteriores revisiones. Así el estudio cronológico de un discurso teórico (científico o no, eso es ya otro asunto) de reconocida vigencia en Europa y América. O los problemas sobre la validez del método científico que se subordina ante criterios de autoridad y rutinas no cuestionadas. O las contribuciones que desde la hidrología, la electroterapia o el mismo psicoanálisis se hicieron para resolver una enfermedad que tanto entenebrecía el universo femenino. En cualquier caso será necesario volver a revisar esta monografía tan llena de sugerencias como atenta una revisión sin prejuicios del pasado.
Antonio CARRERAS PANCHÓN Universidad de Salamanca Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 285-296, ISSN: 0210-4466
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REMY, Bernard avec la collaboration de FAURE, Patrice, Les médecins dans l´Occident romain, Paris-Bordeaux, De Boccard, 2010, 222 pp. [978-2-356-13026-6] En el panorama de la escasez de fuentes sobre la antigüedad, sin duda siempre la epigrafía ha proporcionado algunas líneas de información a partir del reflejo de los casos puntuales. Desde que en 1909 y 1915 el profesor Raphaël Blanchard publicara su Épigraphie médicale. Corpus inscriptionum ad medicinam biologiamque spectantium (Paris), que reunía 1.258 inscripciones históricas, se han producido diversos intentos de recopilar las inscripciones antiguas referidas a la medicina, por parte de historiadores de la antigüedad, o de la historia de la medicina, unos trabajos que han recogido algunas de estas referencias a los médicos que aparecen en los epígrafes, muchos de ellos simples epitafios. Podemos mencionar, como ejemplo más referente, la monografía del profesor finés H. Gummerus, quien en 1932 recopiló los textos de buena parte de estas inscripciones latinas del Occidente romano. Fue a consecuencia de la elaboración de su tesis doctoral en 1984 que Bernard Rémy inició la publicación de una serie de artículos, sobre las inscripciones de médicos en diversas provincias romanas, trabajos que han constituido el fundamento de la presente monografía. Tenemos en esta obra, por tanto, el lógico desenlace de una línea de investigación seguida desde hace muchos años. La colaboración de Patrice Faure ha estado dirigida a la lectura y análisis de alguno de los epígrafes, y sobre todo, a lo relacionado con los médicos en el ejército. Ahora esta recopilación en relación con los médicos del Occidente romano sustituye, con ventaja, la de Gummerus (Der Ärztestand in Römischen Reche nach den Inschriften). Como señalan los autores en la introducción, en ausencia de una documentación adecuada sobre el conjunto de los profesionales de la salud, la atención se ha centrado de forma exclusiva en los médicos que aparecen en las inscripciones. Como es bien sabido, si bien en la antigüedad no existió un criterio legal decidiendo la competencia médica, sin embargo en el Imperio Romano la medicina como profesión era una realidad, de tal forma que como vemos en las fuentes literarias, la gente sabía distinguir entre los realmente médicos de aquellos que eran unos simples charlatanes. Y ello condujo a la fuerte promoción social de los médicos profesionales, que comenzaron estando bajo sospecha (significativo al respecto es la suspicacia de Cicerón), y del desprecio de la condición normal de libertos pasaron a la valoración de la elevación de status a partir de César (sólo en la capital), y del Principado (influjo de la elevación al orden ecuestre del médico Antonio Musa). Los médicos recibieron privilegios fiscales bajo Vespasiano, y con Adriano (como vemos en el Digesto) fueron exceptuados del pago de impuestos locales. La obra consta de dos partes. La segunda de ellas recoge la documentación que se utiliza para el estudio, por lo que es ciertamente el apéndice documental. Los autores realizan un expurgue de la recopilación realizada en su día por Gummerus, eliminando los textos que consideran equívocos, por el contrario suman a aquellos las principales novedades producidas en las últimas décadas que, ciertamente, no son muy numerosas. Así pues, el conjunto dista en número de impresionar en diferencia con el trabajo anterior, si bien la calidad del análisis es infinitamente mayor por el avance en los conocimientos epigráficos. En este corpus epigráfico de Rémy y Faure se recoge en cada uno de los casos la descripción del soporte, transcripción del texto, aparato crítico bastante echaustivo, traducción al francés, un comentario concreto del documento, así como en buena parte de los casos, la reproducción fotográfica o en dibujo (todas las hispanas menos una están reproducidas). Como destacan los propios autores, un espacio importante en cada uno de las fechas de los epígrafes se dedica a las denominaciones y fórmulas con el fin de apreciar el grado de latinización de los médicos de Occidente, que a la luz de lo visto fue bastante elevado. Las piezas son expuestas en el texto a partir de un orden geográfico, comenzando por la Península Ibérica, en la que se reseñan médicos en las siguientes poblaciones: Mirobriga (Santiago do Caçem), varios profesionales en Emerita, Metellinum (Don Benito), Villafranca de los Barros,
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Astigi, Chiclana de la Frontera, varios médicos en Corduba, Mellaria (Fuente Obejuna), Ipagrum (Aguilar de la Frontera), Segobriga (Saélices, Cuenca), Ebusus, Dianium y Tarraco. El primero de ellos, de la Lusiitania, de forma excepcional hace una dedicatoria al dios Esculapio, y entre ellos hay algunos nombres de origen helénico como Symphorus de Emerita, Artemidorus en Chiclana, o Philumeno en Segobriga. En cualquier caso, la totalidad de los médicos documentados en Hispania ya estaban recogidos en el artículo de Rémy publicado en 1991. Nos interesa más el estudio y análisis comparado del material, que constituye la primera parte de la obra que comentamos (pp. 23-79). En esta primera parte de la monografía, Rémy y Faure plantean cuestiones que son particularmente relevantes, como son el estatuto jurídico documentado de los profesionales, el origen geográfico y social, las creencias religiosas y participación en la vida pública, así como otros aspectos derivados de la presencia de los médicos en la epigrafía latina. Los autores acompañan su estudio con unas ajustadas notas, así como con un elenco bibliográfico, sobre el que luego haremos alguna indicación. Respecto a la datación de la documentación objeto de estudio, los autores señalan la dificultad de conseguir un conocimiento adecuado, al carecer de fechas concretas, por lo que tan sólo puede realizarse una aproximación a partir de los criterios paleográficos, así como por el formulario. Se trata de una aproximación discutible, en la medida en la que naturalmente no existen criterios fijos y aceptados de forma unánime por parte de los investigadores. Por ejemplo, la consideración de que las referencias a médicos libertos son indicios de epígrafes más antiguos, mientras las que tienen duo nomina son muy posteriores; más discutible es la búsqueda de datación en la tópica fórmula de los epitafios, suponiendo el nombre del difunto como cabecera del siglo I, y la referencia a los dioses Manes como producida a partir del siglo II. En cualquier caso, esta aproximación en su conjunto sí tiene contenidos de cierta verosimilitud, y de acuerdo con la misma los autores creen documentar dos momentos de máximo, en el siglo I (32% de la documentación) y sobre todo en el siglo II (entre el 32 y el 40%). No hay novedades al respecto si tenemos en cuenta que justamente esta es la norma general seguida por las inscripciones latinas, que tienen su máximo en los siglos I(segunda mitad) y II, mientras en el siglo III la práctica del epitafio se rarifica y se traslada a centros rurales. En lo que respecta al análisis de la repartición geográfica, todo estudio que recopila epigrafía es en sí mismo lo que en investigación se considera relación de casos. Este hecho significa que más allá de una aproximación siempre habrá dificultades para poder realizar una estadística significativa. En esa relación de casos por lo general el mayor número suele coincidir con los territorios en los que se conoce una mayor colección epigráfica, y los resultados del estudio que comentamos no son ajenos a esta regla, que además suele relacionarse con el grado de transformación romanizadora y de desarrollo económico. Si la fuerte presencia relativa de documentación epigráfica de médicos en la Narbonense («la provincia») entra perfectamente en este terreno, no obstante el que también suceda con la provincia de la Germania Superior indica, en este caso, la importancia de la medicina militar. En Hispania, por el contrario, no parece existir una correspondencia más allá de la siemple casualidad, si bien probablemente también influye el que el 100% de los documentos son epitafios en el caso de la Bética y la Hispania Citerior, mientras en la Lusitania los epitafios se completan con un 25% de documentos de inscripciones votivas a las divinidades. Podemos, por tanto, detectar una bajísima participación de los médicos en los cultos y en la vida civil, al menos que no se identifican como tales, si bien es difícil saber el significado real de este hecho. En varias páginas los autores se extienden sobre el tipo de soporte y formas de las mismas, para pasar a continuación a un análisis concreto acerca de la figura de los médicos tal y como aaprece documentada. En el conjunto, los médicos son en su inmensa mayoría hombres, pues tan sólo aparecen reflejadas un 5´8% de mujeres. Los autores aceptan que, como es evidente, había muchísimos más hombres que mujeres dedicados a la medicina, pero consideran como muy probable que realmente las mujeres fueran bastante más numerosas en la medicina puesto que, como es bien Asclepio, 2012, vol. LXIV, nº 1, enero-junio, 285-296, ISSN: 0210-4466
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sabido, las mujeres están infra-representadas en los textos epigráficos romanos. Entre estos casos de mujeres se encontraba Iulia Saturnina de Emerita. Los autores prosiguen con un análisis del estatuto jurídico, para lo que recurren a las fuentes literarias y a la observación de la onomástica. A partir del estudio de cada uno de los médicos documentados, Rémy y Faure establecen, si bien señalando que es debida cierta cautela al respecto, una tabla en la que la inmensa mayoría de los médicos sobre los que puede avanzarse una conclusión eran ciudadanos romanos, ingenuos y libertos (en torno al 85%), habiendo algunos peregrinos, pero que eran escasísimos los esclavos (un 3%). Y finalmente indican que en la Bética y en la Germania Superior todos los médicos documentados eran ciudadanos romanos. Prosiguen los autores estableciendo estadísticas, que son obviamente siempre tendenciales, acerca de la documentación. Así tratan de la designación de la profesión, (llama la atención en Tarraco como Tiberio Claudio Apollinaris es considerado artis medicine doctiss(imus), el que la mayoría de los médicos mencionados aparecen como «gereralistas», también la mayoría ejercían la medicina de forma privada, aunque existe alguno público como en Corduba donde P. Frontinius Scicola es mencionado como medicus colonarum coloniae Patriciae. En lo que respecta a las especialidades, la única bien identificada es la oftalmología (medicus ocularius), donde existen bastantes casos documentados en la Bética, estudiados desde antiguo. En lo que respecta a los médicos militares, curiosamente no aparece reflejado ni uno sólo en las provincias hispanas, aunque sí está documentado en Binchester un medicus alae Vettonum, es decir, el sanitario del ala de caballería del ejército auxiliar, formado por reclutas entre los vettones (norte de Extremadura, sudoeste de Castilla-León y zona de Talavera de la Reina).Los médicos aparecen adscritos a ls distintas unidades, que pueden ser cohortes de infanteria del ejército auxiliar, alas o bien legiones destinadas en Germania. En cuanto a la bibliografía utilizada, la misma aparece reflejada en ajustadas y muy concretas notas, así como en un elenco general (pp. 14-18). Al contrario de lo que suele ser corriente en estos casos, la bibliografía española está bien representada, como corresponde a un trabajo que ha requerido la presencia algún tiempo en nuestro país, y como se ve también en el prólogo en el apartado de agradecimientos, aunque la misma se relaciona sobre todo con la faceta puramente epigráfica. En cualquier caso, sí detectamos una ausencia importante, por constituir un trabajo de referencia en nuestro país, el de Santos Crespo y Luís Sagredo, «Las profesiones en la sociedad de la Hispania romana» (Hispania Antiqva, 6, 1976, pp. 53-78), en el que se recogían la mayor parte de las inscripciones hispanas objeto de estudio. También existen algunas ausencias importantes en la bibliografía francesa, en especial una obra imprescindible sobre la medicina romana, la de Jean-Marie André, La Médecine à Rome (Paris, 2006), reseñada por uno de nosotros en un número anterior (E. Gozalbes, en Asclepio, 59 (2), 2007, pp. 274-278). En buena parte la monografía de Rémy y Faure, que se fundamenta en la epigrafía, es un magnífico complemento de la síntesis de André. La obra que reseñamos finaliza con una larga serie de índices que resultan de utilidad: de nombres griegos y romanos, de la vida sagrada y religiosa, de nombres geográficos, de los emperadores y su familia, de los poderes públicos y administración romana, del ejército, de la administración provincial, municipal y local, de los oficios y comercio, así como de otras particulariedades. Finalmente una tabla de concordancias entre las siglas identificativas de las inscripciones latinas, desde el Corpvs Inscriptonvm Latinarvm, cierra esta obra que consideramos que a partir de este momento se ha convertido en un referente imprescindible sobre la medicina romana en Occidente.
Enrique GOZALBES CRAVIOTO Universidad de Castilla-La Mancha
Inmaculada GARCÍA GARCÍA Universidad de Granada
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SCHAFFER, Simon, Trabajos de cristal. Ensayos de historia de la ciencia, 1650–1950, trad. de Miguel Martínez-Lage y Juan Pimentel, edición a cargo de Juan Pimentel, Madrid: Marcial Pons Historia, 2011, 436 pp. [ISBN: 978-84-92820-30-6] Antes de que me invitaran a reseñarlo, cuando apenas había empezado su distribución y yo no sabía aún de él, este libro ejemplar llegó a mis manos del modo más inverosímil, por idóneo, posible: me lo entregó su autor en su despacho del departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Cambridge, a comienzos de 2011. Yo había vuelto en régimen sabático a la ciudad donde casi dos décadas atrás había conocido a Schaffer, claro, pero también a Juan Pimentel, el audaz editor de esta magnífica colección de ensayos. Más coincidencias que añadir a las que éste enumera en su nota introductoria y que han alumbrado esta obra. Otra coincidencia de carácter menos personal, la aparición de una nueva edición de Leviathan and the Air-Pump. Hobbes, Boyle, and the Experimental Life (Princeton: Princeton University Press, 1985; 2011), da relieve a esta publicación. Schaffer debe como es bien sabido buena parte de su crédito académico a esta obra escrita en un momento en que se podía «debatir la posibilidad de la sociología del conocimiento científico, o practicarla», como proponía irónicamente Steven Shapin en 1982 en una revista editada por Roy Porter, uno de los raros profesores de la Facultad de Historia de la Universidad de Cambridge que se interesaba por lo que hacían los historiadores de la ciencia de la misma universidad.1 Ambos, Porter y Shapin, habían examinado en 1980 la tesis de Schaffer, quien tras doctorarse en Cambridge había conseguido un puesto académico en Imperial College. De la correspondencia y los encuentros entre Schaffer (Londres) y Shapin (Edimburgo), entre 1981 y 1983, nacería su Leviathan, un clásico de la historia de la ciencia del último cuarto de siglo que les valió en 2005 el Premio Erasmus. Lo relevante aquí no es que el libro vea la luz de nuevo, sino que los autores introduzcan esta nueva edición con un ensayo, «Up for Air: Leviathan and the Air-Pump a Generation On», donde explican cómo escribieron el libro, tildan su recepción inicial de «blanda», repasan las circunstancias intelectuales e institucionales que les llevaron a escribirlo, y finalmente lo consignan al pasado: «una de las razones por las que aceptamos el difícil encargo de escribir esta introducción, es que nos permitía situar el libro como objeto histórico».2 Afortunadamente no cabe decir lo mismo todavía de estos Trabajos de cristal, una serie de nueve artículos o capítulos de libro, publicados entre 1983 y 2005, cuya aparición en castellano se debe a la existencia de una traducción de El Leviatán y la bomba del vacío, que era la opción natural de editor y editorial.3 Hay que celebrar que tuvieran que maniobrar y que no cejaran en su empeño, porque el volumen resultante es inédito en lo menos dos sentidos. En primer lugar, porque ofrece una vista aérea sobre la obra de Schaffer, al reunir trabajos diversos que, aun así y de manera crucial, funcionan como un todo; y en segundo lugar, porque incluye un prólogo redactado a medida en el que Schaffer explica el sentido de su labor en las últimas tres décadas. Junto a la
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1 Steven Shapin, «History of science and its sociological reconstructions,» History of Science 20 (1982): 157–211, p. 157: «One can either debate the possibility of the sociology of scientific knowledge or one can do it». Shapin citaba en su artículo cinco trabajos de Schaffer, incluida su tesis doctoral (1980). 2 «Up for Air: Leviathan and the Air-Pump a Generation On», en Steven Shapin y Simon Schaffer, Leviathan and the Air-Pump: Hobbes, Boyle, and the Experimental Life (Princeton: Princeton University Press, 2011), xi-l, cita en p. l. La introducción está disponible en la web de la editorial: http://press.princeton.edu/titles/9440.html 3 El Leviatán y la bomba del vacío. Hobbes, Boyle y la vida experimental, trad. de Alfonso Buch (Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2005).
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nueva introducción al Leviatán, ambos textos revelan a un autor eminentemente reflexivo que ha mostrado una preocupación tenaz por «comprender mejor las cosas» (p. 23) a partir del extrañamiento y la distancia crítica, alcanzados a través de la observación minuciosa y desprejuiciada de episodios de confrontación y falta de consenso. Las controversias —empezando por la que enfrentó a Newton con los filósofos naturales que no consiguieron replicar, y por tanto cuestionaron, sus experimentos cruciales sobre la naturaleza de la luz, en el ensayo que da título al libro— han permitido a Schaffer problematizar el curso de las ciencias y recuperar a quienes fueron excluidos de ellas, hacer «que lo extraño se transforme en algo un poco más familiar […] y lo familiar en algo extraño» (p. 18), reemplazar en definitiva «la presunción de consenso… por la presunción de la diferencia» (p. 20). Esta colección de ensayos aventaja a la monografía en diversidad y amplitud cronológica, si no historiográfica. En «Up for Air», Shapin y Schaffer argumentan que para mostrar la relevancia actual de las formas de producción de conocimiento en la Inglaterra del siglo XVII no es necesario «atravesar todos y cada uno de los estadios temporales intermedios» («The book did not establish or justify its remarks about the present by traversing every temporally intermediate stage», p. xlii). No es contradictorio que Schaffer haya atravesado luego algunos de ellos, como lo hace en este libro, porque su intención no ha sido construir un relato de progreso temporal, sino recuperar algunas de las soluciones que se han dado al problema del conocimiento y al del orden social en distintos momentos y lugares. Esta preocupación constante, junto al interés minucioso por el cuerpo y lo corpóreo, la puesta en escena, y el mercado y la circulación de capital —las «pasiones» que han guiado al autor—, recorre los ensayos reunidos en este volumen y hace que puedan leerse en cualquier orden. El editor ha optado con buen juicio por estructurar el volumen cronológicamente según el periodo tratado en lugar de la fecha de publicación, de forma que el libro se abre con un trabajo de 1998 sobre el cuerpo y la filosofía natural en la Inglaterra de la Restauración, y se cierra con otro de 2004 sobre las pompas de jabón como mercancías en la física clásica a finales del siglo XIX. Pero el trabajo más antiguo incluido en el volumen, que trata sobre los prismas de Newton y se adentra en el siglo XVIII, fue publicado en 1989, mientras el más reciente, sobre el comercio de instrumentos científicos en China y el Pacífico en el siglo XVIII, apareció en 2005. Tanto da. Schaffer se detiene también en W. Defoe, en la electricidad y los autómatas ilustrados, en el genio romántico, y en las relaciones entre la casa de campo victoriana y el laboratorio de física. Es difícil concebir un proyecto tan diverso y sin embargo coherente, y más aún desarrollarlo con este rigor. Las pasiones del autor informan su visión de la ciencia como una red de conocimientos y prácticas fiables, capaces de transformar el mundo. Cómo se alcanza tal fiabilidad, y cómo se distribuye, es precisamente lo que hay explicar, no algo que se pueda dar por hecho, y a ello se dedican estos relatos, que no podrían estar más alejados de las historias gloriosas que abundan en la confusión entre la manera como se construye la ciencia y lo que el público sabe de ella, cosas que no tienen por qué coincidir. En el caso de los científicos, este problema se solapa con su doble predisposición a la amnesia y la nostalgia: a olvidar cómo alcanzaron sus certezas mientras añoran un pasado puro y desinteresado. Pero ese pasado nunca existió. Comprender los panfletos de Defoe contra los especuladores de la Compañía de las Indias Orientales («Estos individuos pueden arruinar a los hombres en silencio, dejarlos mermados y empobrecidos mediante una suerte de artificios impenetrables, como el veneno que opera desde lejos; pueden camelar a los hombres para que ellos solos se busquen su propia ruina, y sonsacarles todo su dinero con esos mecanismos extraños e insólitos de los intereses, los descuentos, las transferencias, las cuentas, las obligaciones, las acciones, los proyectos y sabrá el Diablo con qué otros cálculos y nombres incomprensibles», Villainy of stock—jobbers detected, 1701, citado en p. 151), o las graves advertencias de A. R. Wallace al cabo de un siglo maravilloso («hemos malogrado de manera pecaminosa nuestra economía social para darles a unos pocos una injuriosa riqueza, en un grado en el que nunca se ha visto, mientras que millones de personas están
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condenadas a sufrir una perpetua carencia en lo tocante a las necesidades básicas. En vez de dedicar los poderes más formidables de nuestros hombres más grandes a remediar estos males, presenciamos cómo los gobiernos de los países más avanzados arman hasta los dientes a sus poblaciones, agotando muchas de sus riquezas y todos los recursos de su ciencia en la preparación de la destrucción de la vida, de la propiedad y la felicidad», The Wonderful Century, 1898, citado en p. 26), por poner sólo dos ejemplos entre muchos, sitúa en perspectiva los modos de gobernar las ciencias y pensar sus relaciones sociales hoy. Junto a su eficacia remota, no es la menor de las paradojas aparentes de estos ensayos el que hayan reforzado el perfil disciplinar de la historia de la ciencia desde la interdisciplinariedad más radical. Sólo hay que echar un vistazo a las fuentes de Schaffer para darse cuenta de que son tan heterogéneas y diversas como los actores y escenarios de sus historias, o tal vez esa sea la razón primordial de que estas historias se resistan a encajar en cualquier relación histórica de progreso, o no se amolden al despliegue de cierta lógica o institucionalización científicas. El único principio metodológico irrenunciable es el de la reflexividad y la crítica, libres de límites disciplinares. Cambridge es por supuesto un lugar que fomenta y propicia este tipo de intercambios intelectuales y sociales, como hace notar Pimentel y ha reconocido el mismo Schaffer en otro lugar: «Cambridge está lo suficientemente retirado y es lo suficientemente híbrido para suministrar las mezclas de recursos que uno necesita; proporciona un tipo de retiro muy poroso. La yuxtaposición de habilidades inesperadas ha sido crucial para mi, el hecho de que se pueda reunir con relativa facilidad a personas con intereses y saberes heterogéneos: visitantes de paso, técnicos, colecciones desconocidas, el estudiante extrañamente motivado, el desconcertante sistema de clasificación de la biblioteca de la universidad, todo ello puede ser cordial sin ser académico, y viceversa».4 Desde este punto de vista, «alcanzar la profesionalización actual ha tenido un coste elevado» («Up for Air», p. xxiv). Quién sabe, puede que la precariedad crónica de la disciplina en España acabe teniendo sus ventajas. El aforismo de Shapin no resuena con la misma ironía en España que en el Reino Unido. Ya sea por la atención indebida que hemos prestado a guerras de ciencia ajenas, o porque hemos leído las reseñas antes que el original, el caso es que muchas veces hemos preferido debatir a practicar otras historiografías de la ciencia. Estos Trabajos de cristal son, sin embargo, producto de una práctica persistente, y sólo cabe leerlos con el mismo esmero con el que han sido elaborados. Si algo aportan al escorado debate sobre la cuestión no es una muestra más, innecesaria a estas alturas, de las posibilidades de la sociología del conocimiento científico, sino una serie de bellísimos ejemplos de una particular mirada sobre las ciencias, que no sólo transforma nuestra percepción de su pasado sino que tiene implicaciones vitales para su gobernanza: «Antes que defender un aislamiento de las ciencias respecto de la economía social, este tipo de unión parece más prometedora: insistir en las numerosas e íntimas conexiones que tiene la ciencia con la sociedad nos ofrece una considerable esperanza en las formas verdaderamente imaginativas de progreso» (26). Puede que el mejor uso que podamos dar a esta colección de ensayos sea apropiarlos para la reflexión sobre las virtudes y defectos de la propia cultura científica. Señalemos finalmente que la edición hace justicia al texto y a la apuesta de Marcial Pons Historia por la colección Ambos Mundos. La traducción de Miguel Martínez-Lage (1961–2011) es todo lo impecable que cabía esperar del Premio Nacional de Traducción del Ministerio de Cultura en 2008. Es igualmente aparente que debe buena parte de su eficacia a un trabajo de edición exquisito, y que las decisiones del editor, junto a sus aclaraciones puntuales, hacen que un texto escrito en un inglés sofisticado fluya con toda naturalidad en castellano. Sólo hay que lamentar que hayan caído las imágenes que acompañaban originalmente a estos textos como parte fundamental del argumen-
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4 Serie de cinco vídeos de una entrevista de 4 horas de duración con Allan Macfarlane (grabadas entre junio y julio de 2008), primera entrevista http://youtu.be/BP1eXmO3NbA
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to. Y ya que la web de la editorial ofrece al visitante las seis primeras páginas del libro, dos de las cuales corresponden al prólogo, que tiene diez, ¿por qué no dar un paso más y ofrecer el prólogo entero?
Xavier ROQUÉ Centre d’Història de la Ciència (CEHIC), Universitat Autònoma de Barcelona
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Ejemplo: Cueto, Marcos (2011), “Natural History, High-Altitude Physiology and Evolutionary Ideas in Peru”. En: Glick, Thomas; Puig-Samper, Miguel Angel; Ruiz, Rosaura (eds.), The Reception of Darwinism in the Iberian World, Boston, Kluwer Academic Publishers, pp. 83-94, p. 90. — Artículos de revista: apellidos, nombre de autor desarrollado (sin coma) año de publicación (entre paréntesis), “título del artículo” (entre comillas altas), nombre de la revista (en cursiva), n.º de volumen (sin vol.), (número del fascículo) (entre paréntesis), primera y última página del artículo, número de la página de la que procede la cita. Ejemplo: Albarracín, Agustín (1972), “Intrusos, charlatanes, secretistas y curanderos. Aproximación sociológica al estudio de la asistencia extracientífica en la España del siglo XIX”, Asclepio, 24 (2), pp. 323-366, p. 329. — Documentos disponibles en Internet: se referencian siguiendo el estilo de documento que corresponda añadiendo al final [en línea], disponible en (en su caso DOI): URL, [consultado el dd/mm/aaaa]. Si el documento tiene DOI se indicará éste en lugar de la URL. Ejemplo con URL: Peset, José Luis (2005), “Ciencia y vida: ¿una imposible conjunción?”, Asclepio, 57 (1), pp. 9-22, [en línea], disponible en: http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/ article/view/26/25, [consultado el 15/12/2011]. Ejemplo con DOI (ficticio, en este caso): Peset, José Luis (2005), “Ciencia y vida: ¿una imposible conjunción?”, Asclepio, 57 (1), pp. 9-22, [en línea], DOI: 10.3989/asclepio.2005.001, [consultado el 15/12/2011]. CITA BIBLIOGRÁFICA. Se incluirá en el texto, entre paréntesis, indicando únicamente apellido del autor (en minúsculas), año de publicación y página de donde proviene la cita. Ejemplo: (López Piñero, 1987, p. 14). Si se citan varias obras de un mismo autor y de un mismo año, se debe añadir una letra (a, b, c...) junto al año de publicación, tanto en la cita bibliográfica como en el listado de referencias bibliográficas. Ejemplo: Peset, José Luis (1983a), Ciencia y marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 73. En la cita: (Peset, 1983a, p. 73). No se admite el uso de ibidem, idem ni op. cit. en ningún caso. Las notas a pie de página se reservarán para comentarios o aclaraciones al texto, pudiendo incluir las citas bibliográficas necesarias. Los autores se comprometerán a efectuar la corrección de pruebas de acuerdo con las indicaciones de tiempo que les haga llegar la Dirección de la revista. La publicación de originales no da derecho a remuneración. Los autores recibirán un archivo en formato PDF con el contenido de su trabajo y un ejemplar del fascículo donde aparezca su colaboración. Los originales publicados en esta Revista son propiedad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo necesario citar la procedencia en cualquier reproducción parcial o total.
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Example: Cueto, Marcos (2011), “Natural History, High-Altitude Physiology and Evolutionary Ideas in Peru”. In: Glick, Thomas; Puig-Samper, Miguel Angel; Ruiz, Rosaura (eds.), The Reception of Darwinism in the Iberian World, Boston, Kluwer Academic Publishers, pp. 83-94, p. 90. — Journal articles: surname, full name of author (without a comma), year of publication (in parenthesis), “title of the article” (in quotes), name of the journal (in italics), volume number (without vol.), (issue/part number) (in parenthesis), first and last page of the article, page where citation is located. Example: Albarracín, Agustín (1972), “Intrusos, charlatanes, secretistas y curanderos. Aproximación sociológica al estudio de la asistencia extracientífica en la España del siglo XIX”, Asclepio, 24 (2), pp. 323-366, p. 329. — Documents available online: are referenced according to the corresponding type of document adding [online] at the end, available at (if applicable DOI): URL, [retrieved on dd/mm/yyyy]. If the document has a DOI it is to be used instead of the URL. Example with URL: Peset, José Luis (2005), “Ciencia y vida: ¿una imposible conjunción?”, Asclepio, 57 (1), pp. 9-22, [online], available at: http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/ article/view/26/25, [retrieved on 15/12/2011]. Example with DOI (fictional, in this case): Peset, José Luis (2005), “Ciencia y vida: ¿una imposible conjunción?”, Asclepio, 57 (1), pp. 9-22, [online], DOI: 10.3989/asclepio.2005.001, [retrieved on 15/12/2011]. BIBLIOGRAPHICAL CITATION. Is to be included in the text, in parenthesis, indicating exclusively the author’s surname (in lower-case letters), year of publication, and page where the citation was obtained. Example: (López Piñero, 1987, p. 14). If several works by the same author from the same year are cited, a letter must be added (a, b, c…) next to the year of publication, both in the bibliographical citation and the list of bibliographical references. Example: Peset, José Luis (1983a), Ciencia y marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 73. In the citation: (Peset, 1983a, p. 73). The use of ibidem, idem or op. cit. is unacceptable in any case. Footnotes should be reserved for comments or text clarification and may include any necessary bibliographical citations. The authors agree to correct any samples within the timeframes stipulated by the Director of the journal. The publication of original work does not give the right to receive any form of remuneration. The authors will receive a PDF file with the content of their work and a copy of the issue their work appears in. Original work published by this Journal belongs to the Spanish Council for Scientific Research (CSIC) and therefore must be cited as a source in the case of any partial or total reproduction.
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Volumen LXIV
Nº 1
enero-junio 2012
304 págs.
ISSN: 0210-4466
Volumen LXIV
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ESTUDIOS La literatura médica española sobre los riesgos del amianto durante el franquismo Alfredo Menéndez-Navarro Isidro Parga Pondal, o Seminario de Estudos Galegos e o laboratorio de Xeoquímica da Universidade de Santiago Francisco J. Leonardo Docanto La polémica sobre el hombre terciario y su expresión en la valencia de comienzos del siglo xx Jesús I. Catalá Gorgues Reforma sanitaria y movimiento puericultor en la lucha contra la mortalidad infantil en la ciudad de Palma de Mallorca (siglos xix y xx) Joana Maria Pujadas-Mora La salud pública en transformación. La estructuración de políticas sanitarias en Córdoba-Argentina, 19301943 María José Ortiz Bergia La medicalización del suicidio en la España del siglo XIX: Aspectos teóricos, profesionales y culturales José Javier Plumed Domingo y Luis Rojo Moreno La asistencia psiquiátrica en la historia política brasileña Ana Teresa A. Venancio Nuevas aportaciones documentales sobre el grabador Crisóstomo Martínez y su atlas de anatomía Raúl Velasco Morgado Antoine Thomas, SI as a «Patient» of the Kangxi Emperor (r. 1662-1722): A Case Study on the Appropriation of Theriac at the Imperial Court Beatriz Puente-Ballesteros LIBROS ENSAYO-RESEÑA Enfermedad e Historia ecológica José Luis Peset RESEÑAS
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Sumario
Nº 1
enero-junio 2012
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466