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7 o
ei.. ¡Señor! para un alma fuerte, tiene su encanto la lucha. Si á un padre á quien idolatro logro salvar, qué alegría! Cramer. ¿Qué vas á hacer, hija mía? Adel. ¡Voy... á lanzarme al teatro! .
(Exclamación general: todas de Adelaida,
las
educanda9 se alejan
exrepto Sofía, que parece animarla
con
sus ademanes y g\istos de aprobación. Cramer quetia
como abismado.)
música. Cramer.
Esas desdichadas viven entre amores, bravos y palmadas, Víctores y flores. si te inficiona
¡Ay,
esa seducción!
Baste esa corona
Adel.
para tu ambición. Logre afortunada Víctores y flores: no me importan nada penas ni dolores. Suerte mía, abona
esa predicción!
Pobre es mi corona para mi ambición. Sofía.
Si la suerte
abona
esa predicción; bella es tu corona,
.
—
2o
—
noble tu ambición.
Pedro.
Jorge y Nic.
¡Qué cosa tan mona! ¡Qué combinación! ella prima donna, yo primer bajón. Hay en su persona cierta distinción.
Brava prima donnal
buena adquisición! Coro.
(Yo,
si
conquistara
Víctores y amores, ¡ay!
¡cómo dejara
y honores!) Esa pobretona (Unas por su aplicación lleva una corona! ¡Vaya una razón! títulos
á otras.)
¡Decidida está mi suerte!
Adel.
al teatro!
Y
Cramer.
yo te sigo!
Adelaida, basta la muerte,
tu maestro irá contigo.
Adel. Cramer.
¡Ah, señor!
Tú siempre
fuiste
mi consuelo y mi alegria, y hoy también en esa triste profesión, seré tu guia.
Mi esperanza se renueva. ¡Que es pecado! (Ap. á Cramer.) Si á ese extremo
Adel.
Pedro. Adel.
vuestro noble afecto os lleva, ya no dudo, ya no temo.
Sofía.
Me espera ya la gloria y yo sus palmas conquistaré. ¡Quién duda de la victoria teniendo amor, teniendo fé! Te espera ya la gloria, y
jyo tus triunfos aplaudiré.
¡Quién duda de
la victoria
teniendo amor, teniendo
fé!
Jorge
y Nic.
La espera ya
26 -. la gloria,
y yo sus triunfos aplaudiré.
¡Quién duda de la victoria teniendo ardor, teniendo fé! Coro.
La espera ya
la gloria,
y yo sus triunfos envidiaré. ¡Quién duda de la victoria teniendo ardor, teniendo
FIN
I!
EL ACTO
fé!
PRIMURO.
ACTO SEGUNDO.
Cuarto de Adelaida en el teatro Real de Hannover, con puerta al fondo, que es la de entrada, y otra á la derecha, que dá paso á su tocador. A la izquierda una
puerta de escape. cenio,
En
el
mismo
lado
y
cerca del pros-
un monacordio.
ESCENA PRIMERA. CRAMER; luego
los
CORISTAS, vestidos de
Cramer. ¡Idólatras!— ¡No (Desde
la
me
egipcios.
entienden!
puerta del fondo y hablando á los de dentro.)
— ¡Egipcios! ¡venid acá! ¡Coristas! — ¡Gracias á Dios! (Empiezan á entrar (¡Seis... ocho!...
los Coristas.)
Todos están.)
¡Señores, varaos á cuentas!
Ninguno me negará que el acto segundo ayer
un acto... de crueldad. La orquesta iba por Pekin; fué
vosotros por Astracán, y luego, no hay en calor ni movilidad!
el
coro
Este con las bambalinas se emboba: el de mas apuntala un bastidor,
allá
—
un
y aquel parece
Y
—
28
costal.
mímica, señores,
la
que es
arte de expresar
el
y otras cosas órgano vocal?
los afectos...
sin el
¡Es preciso convencerse!
Un
corista es algo
en
la
ó
escena, que
mas un autómata
máquina de cantar.
— ¡Á ver! ¡cara de
¡actitud severa!
comer
agraz!
—
Gentes que se atreven á adorar al buey Apis, no han de ser lo mismo que los demás. ¡torva la mirada!
En llegando
á aquel pasaje,
¡digo! á aquel Verso
(Tarareando
filial...
manos, como quien dice: «¡la mar!» La bandera que se agita, es esto; ¡pero á compás! extendéis
asi las
(Haciendo con
mano un movimiento
la
espiral.)
— Yo soy si
Marco Antonio; veamos habéis comprendido ya.
MÚSICA. Mirad aquella nave que sobre el mar inquieto tranquila
que tiende
al
como
se resbala,
ave
el
viento perezosa
el ala.
¡Veréis tras ella luego
una y otra asomar! Es
el
tirano
desvanecido y ciego que á Roma oprime con pesada mano. Celoso de
que tierna el
la
hermosa
me
idolatra,
trono de Cleopatra
"se apresta á derribar.
)
Mi hueste numerosa inunde esas riberas, y á miles sus banderas retrátense en el mar.
La hueste numerosa
Coro.
(Accionando con alg-una exageración.)
inunde esas riberas, y á miles las banderas retrátense en el mar.
HABLADO. Cramer. ¡Muy bien! ¡bravo! Lo que es hoy no lo habéis hecho muy mal.
ESCENA DICHOS y
el
AUTOR, que
sale con
II.
un gran
cartel en la
mano.
Cramer. ¿Qué es eso, Autor? Estoy viendo Autor. ¡Mirad, mirad! el cartel... (Lee.) «Teatro Real de Hannover. Para solemnizar la entrada de su majestad Jorge «primero de Inglaterra en la capital de su «ducado, ha dispuesto la compañía una ran-
—
»cion extraordinaria, que se verificará hoy «veinticuatro de agosto de mil setecientos «catorce. Se pondrá en escena la aplaudida
«ópera, en dos actos, del maestro Capitoli«ni, titulada: Cleopatra, reina de Egipto.))
— ¡Con letras de (Lee.)
«En
ella
seis
pulgadas!
desempeñará
el
papel princí-
«pal la señora Adelaida Walstein, «actriz de los teatros de
Alemania.» Cramer. ¿De Alemania nada mas? Primera actriz de la Europa, del mundo... y de mas allá. Esto ha debido decir. Autor. Cierto es que podéis estar orgulloso de tener
— —
primera
— una discípula
30
-
tal.
Cramer. ¡Autor! quién me hubiera dicho cuando la vi coronar en el convento, que habia de venir?... Autor. ¡Conque es verdad que se crió en un convento! Cramer. Á dos pasos de aqui está. ¿El veinticuatro de agosto, no es hoy? ¡Qué casualidad!
—
Mil setecientos catorce...
— Cinco años hace: ¡cabal! Y
Autor.
entonces, ¿la destinaban
al teatro?
Cramer.
¿Queréis callar?
— Las desgracias de su padre... Mas
si
he de decir verdad, vocación
ella tiene ,
por esta vida fatal. Asi fué que ni mis lágrimas la pudieron ablandar. Salió al teatro; y yo entonces tuve una esperanza...
Autor. Cramer. Dije yo:
¿Cuál? si la
gritaran
á su salida, quizás...
Pero ¡qué! de todas partes la
aplaudieron á rabiar;
y yo, ¡me reconcomia de angustia... y de vanidad! Desde entonces, yo la ensayo sus papeles de pé á pá, y también parto con ella ios aplausos
que
la
dan.
palmadas, me pongo desde dentro á saludar como si fuera conmigo.
Si oigo
¡Es una debilidad!
Y
cuando
la e.chan
ó flores, cojo la
coronas
mas
chiquita, y la beso á solas! ¡que es una infamia! ¿es verdad?
-
51
—
Autor. No, que lo habéis merecido Cramer. ¡Por ella vengo á ensayar á estos paganos! ¡por ella
vivo en pecado mortal!
ESCENA DICHOS y ADELAIDA, que
III
sate de su tocador en el trajo de
Cleopatra.
Adel.
¿Vaciláis, maestro?
La duda
Cramer. no cabe en quien Adel.
¡Bien! ¡bien!
te idolatra.
— ¡Señores! Cleopatra,
reina de Egipto, os saluda.
— ¡Ay!
¡qué figuras tan raras! (Ap.
á
Cramer. Egipcios al. fin, querida. ¡Qué vasallos! ¡en mi vida Adel. he visto tan malas caras! Cramer. Pues con eso los encomias. La verdad asi lo ordena,
que
es el lugar de la escena
Egipto, pais de momias.
Adel.
¿Estoy bien?
Cramer.
¡Oh, celestial!
¡hermosa! Adel.
No
es la belleza...
—¿Tengo toda
la
grandeza
de la majestad real? Cramer. ¡Vaya! eres toda una actriz. Por dos horas me ha tocado Adel. ser reina. ¡Corto reinado!
¡Dios quiera
que sea
feliz!
— Maestro, dadme corona. —Ya fuego sacro me inflama. la
el
Cramer.
¡Si vieras
cómo
la
fama
tu triunfo de ayer pregona!
¿Agradé mucho? Adel. Cramer. De un
modo
extraordinario.
¡Tenia
/Vdel.
tanto miedo!
..
Y
todavía
'/,
Cramor.)
)
-
—
32
no estoy tranquila del todo. Cramer. ¿Es posible? ¡qué delirio! ¡Triste del que se presenta Adel. á un público nuevo, y cuenta por instantes su martirio! La duda, el ansia, el temor que en ese trance le amargan, sus facultades
embargan
y amilanan su valor. Pero luego, cuando ya se confia en su indulgencia, entonces... ¡oh! su presencia
nuevo espíritu nos dá. Y al contemplar tantas almas que inmóviles, sin aliento escuchan, y en un momento baten con calor las palmas, se siente un placer tan vivo, tan grande, tan singular!
— ¡Yo no sé cómo pagar los aplausos
Cramer. Tú con
los
que recibo!
espectadores
has celebrado ya
el
pacto...
(Se oye una campanilla.
Autor.
¡Que se vá á empezar el acto segundo! ¡Yamos, señores! (Á
ios Coristas.)
Cramer. ¡Cuidado! ¡gesto feroz,
y expresión y valentia! (Se van los Coristas con
el'
Autor
)
No hay que olvidarlo.— ¡Hija mia! y Adel.
tú,
Ya
¿cómo
juzgareis.
Cramer.
estás de voz?
(Hace algunas escalas.)
¡Peregrina!
Mas cuenta con aquel ¡ta,
paso...
ra rá!
á toda
Daré un repaso mi cavatina.
(Cramer
se sieola, y figura
Adel.
nacordio.)
que
la
acompaña en
el
mo-
oo
MÚSICA. Pese al dios Tonante, de mi Antonio amante vive aqui guardada
memoria
la
fiel.
¡Áspid venenoso!
pues murió mi esposo, yo también airada partiré tras
él.
¡Ondas del Leteo! morir deseo, es porque á sus brazos
si
me
llevéis mejor.
Esa tirania no podrá ya impia desatar los lazos
que estrecbó
el
ESCENA DICHOS y PEDRO, con
el
amor.
IV.
bojon debajo del brazo.
HABLADO. Pedro. ¿Dónde está? ¿Por quién preguntas? Cramer. Pedro. ¡Ahí en ese corredor (Señalando á le
Cramer. Pedro.
he
puerta secrela.)
¿Á quién?
(impaciente.)
¿No
— Tan pronto como me ¡pif! lo
Adel.
la
visto.
mismo que en
lo
he dicho?
vio,
Florencia:
dio media vuelta y ¡adiós! (¡Ah! ¡no me ha olvidado! ¡ya
me
lo
daba
el
corazón!)
¡Silencio, Pedro, silencio! (Ap. á Pedro.)
Pedíio.
Habéis perdido
el color.
)
Cramer. Tú la
sí
que vas
á
perder
cabeza.
Pedro.
Creo que no. La he perdido ya hace tiempo, desde que tengo este amor.
Cramer.
¡Infeliz!
yo te prohibo
amarla.
Pedro. ¿Y por qué razón? Cramer. Porque es un atrevimiento y una infamia.
Adel.
No, señor.
— Amadme, Pedro. Cramer.
¡Eso es!
amadme, Pedro, que yo amaré Adel.
al otro,. y
(Remedándola.)
con eso
tendré uno... y tendré dos. no quiero á nadie!
¡Mentís! ¡yo ¡á nadie!
Cramer. Tanto mejor. Pero si me aman, en ello Adel. tengo una satisfacción. CRAMER. (Ap. á Pedro ) ¡Vamos! ¿y qué es lo que esperas, necio galanteador,
de ese afecto?
¿Lo que espero?
Pedro. ¡Pues
me
gusta la aprehensión! Casarme con ella.
Cramer. Pedro. Cramer.
¡Tú!
Yo, ¿Tú?
Pedro.
¡Yo, yo, yo, yo, yo!
Cramer. ¡Imbécil! (Alijándose de él.) Pedro. (¡Si no mirara que es mi tio!
—
ESCENA DICHOS y
Cramer. Autor. No hay
el
V.
AUTOR.
¿Qué hay, Autor? billetes: se
ha devuelto
.
—
-
55
dinero: ¡qué compasión! ¡Está ahogándose la gente,
y hace en la sala un calor!... Cramer. ¿Y el coro? Ha estado admirable. Autor. Cramer. Mi trabajo me costó. Autor. Todo vá bien.
Una
¡Señorita
voz. (Dentro.)
Adelaida!
Al punto voy.
Adel.
— Silencio,
Pedro, ó reñimos.
(Ap. á Peíro, y
Cramer. ¡Vamos,
-váse seg-uida
de Cramer y
el
Autor.)
hija! ¡con valor!
— ¡Pedro,
á la orquesta!
ESCENA PEDRO,
VI.
solo.
¡Á
la
orquesta!
á divertir á...— No voy.
¡Pues digo! ¡está el alcacer para zamponas!... ¡Que no! (Furioso.) ¡Y aunque quisiera, no puedo! (Prueba á tocar y no puede.)
— ¡No puedo!
¿será el temblor?
— ¡La música está de voy á olvidar
luto!
el bajón.,
— ¡Pobre instrumento! víctima de mi furor
inocente
.
¡erótico! ¡inseparable
testigo de
mi pasión!
MÚSICA. Tan fuera
devini centro
me
tiene esta locura,
¡ay!
que ni encuentro la embocadura.
(Toca, y después de unos .
momentos dá una
pifia.)
¡Ay, Pedro, Perico! ¡luciéndote estás!
—
¡Has dado una
Tan
—
o6
pifia! ¡perdiste el
compás!
de sentido
flaco
hermosura, que has perdido la embocadura.
te tiene esa
¡ay!
(El
mismo juego.)
¡Ay, Pedro, que en vano cansándote estás!
una
¡has dado
pifia! ¡perdiste el
ESCENA PEDRO
VII.
y DOS LACAYOS, que salen por
con una caja de aderezo y
el
compás!
la
otro con
puerta secreta,
un ramo de
el
u»r.
flores.
HABLADO. Pedro.
¡Me gusta! ¿qué gente es esta que se entra aqui de rondón? señores mios!
¡Eli,
Lac. i.°
¡Ah! (Con tono y ademan trágicos.)
Pedro.
¿Qué
es lo
que aquí buscan?
LAC. 2.°
Pedro.
¡Oh! (Lo mismo.) ¡Oh!.¡ah! (¡Qué
amena y qué
alegre
tienen la conversación!) (Los Lacayos
sobre una mesa la cajita y las
colocan
flores.)
Yo
Lac Lac
1."
2.°
necesito saber...
¡Ah! ¡Oh!
¡Caramba, ya estoy
Pedro. cargado!
LAC Lac
2.°
¡Olí! (Saludando.)
¡Ah!
i.°
(Lo mismo, y se van los dos por
Pedro.
la
puerta secreta.)
¡Y se fueron
dejando aqui!... (Viendo
la cajita.)
— ¡Horror,
horror!
.
ESCENA
VIII.
PEDRO y ADELAIDA. Adel.
¿Qué
Pedro. Adel. Pedro.
¡Qué picardía! ¿Por qué gritáis?
es eso?
¡Un ladrón!... ¡Dos ladrones!,.
Adel. Pedro. Adel. Pedro. Adel.
Pedro. Adel. Pedro. Adel. Pedro.
¿Es posible? nada menos que dos. ¿Qué se han llevado? Al contrario, han dejado. Eso es mejor. ¡Ay, qué aderezo tan lindo! ¿No os llenáis de indignación? ¡No!— ¿Y qué han dicho? ¡Si!
—
Muchas cosas
¡ah! y
nada mas.
— Ese
obsequio
será de algún seductor.
Adel. Pedro.
¡Callad, Pedro!
¡No me callo! ¡Estoy estallando! estoy... ¡Pero os dejo por coqueta! esto será lo mejor. (Váse por
la
puerta del fondo.)
ESCENA
IX.
ADELAIDA, luego JORGE.
Adel.
¡Qué magnífico aderezo! ¡cada brillante es
un
sol!
—Pero ¿cómo habrán
entrado
hasta aquí?...
Como
Jorge. (Por
la
entro yo.
puerta secreta. Adelaida dá un grito.)
—
38
—
ICTUSSCA
Adel.
(¡Tiembla de verme!) (¡Ya le esperaba,
Jorge.
me sobresalta!) Temo y espero;
Jorge.
y ahora su vista
que esa mirada ni bien es ni
dulce
bien amarga.
Adel.
Yo no
Jorge.
con eso basta. ¡Feliz quien oye
mudado:
lie
tales palabras!
Albricias á mi suerte
mando si
e^te día,
bien hasta lioy
muchas ¡Quién
debo
la
fatigas.
lo
creyera,
Adel.
que tari grandes dolores hay en la ausencia! Las penas ponderadas
Jorge.
que tienen ya consuelo solo en ser dichas. Mala es la ausencia; pero el alma constante no desespera. Con este amor luchando,
pronto se alivian,
—
triste
y gimiendo,
suspiros enviaba
siempre á mi dueño. Y esto ha podido aliviar solamente tanto martirio.
Adel.
¡Suspire enhorabuena!
si
no se lo vedo, encuentra que se solo con eso. ¡Quéjese, digo!
alivia
—
59
—
medicina del alma son los suspiros.
Mas explícita os deseo, que no acierto á comprender
Jorge.
si
de burlas ó de veras
escucháis mi amante
í'é.
misma no me
Adel.
¡Yo á mí
Jorge.
uno y otro puede ser. Mas decidme si mi pena tendrá
Adel.
.
fin
No
lo sé.
Ya
le
Jorge.
alguna vez.
Si
Adel.
mas
piadosa...
he dicho que no
sé.
— tendrá. — dirá (Vamos amando, — que ó blando — su pecho Vamos amando, que ello el cómo y cuándo su fin
Jorge.
entiendo!
dirá;
ello
si
está.)
altivo
HABLADO. Jorge.
¡Mi bien!
¡Pero qué imprudencia!
Adela. Jorge.
¡Esas miradas encienden
mi corazón! Adel. Jorge.
Adel. Jorge.
¡Si
os sorprenden,
como sucedió en Florencia!... No temáis: aqui seré sin duda mas venturoso. Comprometéis mi reposo. No me lo perdonaré. ¡Mas soy tan feliz ahora! Esta noche os he admirado...
Adel.
Desde aquel palco cerrado.
Jorge.
¿Cómo lo sabéis, señora? Yo que he hecho un largo camino y que á sorprenderos vengo... os lo ha dicho?
—¿Quién
Es que tengo
Adel.
conmigo
cierto adivino.
(Foniendo
la
mano sobre
el
corazón.)
40 Jorge.
¿De veras?
¡Mucho que
Adel. Jorge.
si!
y os esperaba también. ¡Ah!
Adel.
Pero decidme: ¿quién rnnnrla estas cosas aqui?
Jorge.
me habléis de eso, por Dios! Mi posinon no es t;m alta... Son adornos que hacen falta
Adel.
á una reina como vos. Pero hay regalos, y en vano
Jorge.
Adel.
¡No
decir
que
Jorge.
Adel. Jorge.
Adel.
Jdrge.
Adel. Jorge.
lo
contrario intente,
admiten solamente de un amigo. .. ó de un hermano. ¡Cómo! ¿y nunca del amor? ¡Nunca! y con verdad lo digo. Pues bien: yo soy vuestro amigo. Pronto lo ha dicho, señor-! En eso de la amistad suele haber muchos engaños. ¡Pero hace ya tantos años que os conozco!... Eso es verdad,, se
Ya
recordareis aquel
para mí presente, en que ciñó vuestra frente dia,
del genio el verde laurel.
Adel.
No
Jorge.
¡Laurel de
feliz
(Señalando á
la
Adel.
¿Y
lo
he olvidado tampoco. agüero!
corona,)
vos, señor consejero,
habéis medrado?
Y no
Jorge.
poco.
Adel.
¡Hola!
Jorge.
¡Si, Adelaida mia! Tero aunque tanto he ganado; ¿qué me importa? á vuestro lado olvido mi gerarquia.
Adel.
¿Sois ministro? (Con tono burlón.)
¡Vaya! y mas.
Jorge.
Amigo
del soberano;
tenso con
él
mucha mano!
— 41 — Adel.
¿Sois favorito?...
Quizás.
Jorge.
Adel.
¡Kola! ¡Hola!
Y
Jorge. se ha v
tiene
un capricho:
empeñado en que me améis,
Adel.
¿Si
¿Pues de qué
lo
sabéis?
Jorge.
No hace nada que
lo
ha dicho.
Adel.
¿Está aqui?
Aqui
Jorge.
Adel.
está.
¡Qué idea!
— ¡Puede hacerme tan dichosa el rey!
¡Qué! ¡no es otra cosa!
Jorge.
Adel. Jorge.
Pues eso es lo que él desea. Si de mi padre proscripto logro el perdón alcanzar... ¿Qué cosa podrá negar á la
Adel.
gran reina de Egipto?
¡Ay! Buscad alguna traza
de que pueda su perdón implorar...
¡Buena ocasión!
Jorge.
Adel.
Esta noche vá de caza. ¿Esta noche? ¿qué decis?
¿Y cómo?... Jorge.
¿No se os alcanza? Con antorchas, á la usanza de
los nobles del pais.
— Venid conmigo. Adel. Jorge.
¡Qué espanto!
Y
os presentaré.
Adel.
¿Tan tarde y con vos?— No soy cobarde, pero no me atrevo á tanto.
Jorge.
Perdéis
Adel.
No importa; ¿pero qué
oportunidad...
la
— El maestro y esto es
Joüge.
conmigo,
lo justo;
¿verdad?
¡Bien! ¡bien! (Yo lo arreglaré.)
¿Y
al fin
no habrá para mí
esperanza?
Adel.
digo?
irá
Creo que
sí;
— pero no
lo
42
—
juraré.
(En esle momento aparece Craroer, en actitud de observar, por la puerta del fondo.)
ESCENA
X.
ADELAIDA, JORGE
y
CRAMER.
Cramer. (Bien sospechó mi sobrino.) ¡Mi muestro! Adel. Cramer. Perdonadme. — ¿A quién buscáis, caballero? Jorge.
No
es á vos.
Cramer.
¿Se burla? (¡Calle!
Jorge.
me
acuerdo de haber vislo esa cara en otra parte.) Cuando venga el coche, un criado yo
(Ap.
á Adelaida.)
os avisará
al
instante,
y os dirá por contraseña:
¡Amor! Adel.
Volveré á mi padre honra y patria.
Cramer.
(Este señor ni
—
aun se ha dignado mirarme.) ¡Caballero!...
No
Jorge.
tardéis. (Ap. á Adelaida.)
Cramer. Digo, que aqui no entra nadie... y que...
¿Qué?
Jorge.
¿Qué?
Adel.
Que
Cramer.
yo he visto
esa cara en otra parte.
Jorge.
¡Já! ¡já!
Cuamer.
¡Salid al
(Viendo
(jue
Jorge se
momento! dirig-e á la
tercepta el paso.)
¡pero por
la
puerta grande!
¡sin misterio! Asi será
mas público Jorge.
Adel.
su desaire.
Eso no. ¡Pero, maestro!
puerta secreta
le in-
—
—
45
moderad ese lenguaje, y mirad...
Ya
Cramer.
be mirado:
lo
tu reputación es antes...
ESCENA AUTOR.
DICHOS, PEDRO y
el
no de gozo.
aprovechando
Jorg-e,
gue, se oculta en
Pedro.
XI.
Este sale
muy
abatido, y aquel
confusión de
la
la
escena que
He si-
tocador de Adelaida.
el
¡Bravo! ¡bien! ¡ya se acabó la función!
¡Terrible lance! Autor. Cramer. ¿Qué pasa? ¡Nada! el esclavo Pedro. que debe sacar los áspides ha rodado la escalera. (Restregándose
Adel.
las
manos con
placer.)
.
¿Y qué?
Pedro.
Salva sea
la
parte,
descoyuntado un pié. Cramer. Buscad otro. Pedro. ¡Si! ¡al instante! se ha
— ¡Pero
si
es
un
(irónicamente.)
partiquino]
¡quién canta aquellos compases!...
Cramer. Tiene razón Pedro: aquella melodía entre el andante y
la cabaleta.
— ¡Autor,
es preciso resignarse!
Adel.
¡Adiós, esperanza mia!
fracasan todos mis planes.
Pedro.
Solo
un medio hay de
del apuro, y es
ADEL. Pedro. Autor. Adel.
¿Cuál?
muy
salir
fácil.
(Con ansiedad.-)
Devolver
el
dinero.
¿Qué dice ese botarate? ¡Ah! ¡qué idea tan
(Furioso.)
feliz!
¡Autor! escuchad aparte. (Le habla
al
oido.)
Autor.
¡Y es verdad!— Al punto vuelvo,
Adel.
¡Maestro! ¡mi segundo padre!
(váse.)
)
(Con mucha zalamería.
vos sabéis la melodía;
¿verdad?
¡Vaya
Pedro.
si la
como todas
Cramer.
Si,
Adel.
¡Pues bien!
todas, sin faltar
y aunque lo liareis
(Sale lar
Autor. Cramer. Autor. Cramer.
el
me
un
ápice.
daréis la vida;
el sacrificio es
grande,
por mí; ¿no es verdad?
Autor con uu
c.riado
que trae un vestido
de egipcio.)
¡Vamos pronto, señor Cramer! ¿Qué es esto? Yo no comprendo... ¡Pronto! poneos ese traje.
¿Yo? ¿para qué? (
— ¡Ave Maria!
Comprendiendo.)
¡qué borror! ¡Pues
como me
(Riéndose.)
¡Pobre
— ¡Fuera de aquí! Pedro. Adel.
sabe!
tus óperas:
enfade!...
tío!
¿Conque no queréis sacarme de este
apuro?— Si
supierais...
Cramer. ¡Un hombre de mi carácter, que ba enseñado en un convento el
Adel.
miserere y
la salve!
Está aqui...
Cramer. Adel.
¿Quién está? ¡El rey! ¡el
mismo
rey!
Cramer. Adel.
¡Eso es grave!
De incógnito para oírme viene.
¡Qué rey tan amable!
Cramer.
(Enternecido.)
Quiero pedirle una gracia. Adel. Cramer. ¿Cuál? Adel. El perdón de mi padre. Si me abandonáis, hoy dejo
—
el teatro.
Cramer. Pedro.
Cramer
¡Yo abandonarte!
—Lo
liaré.
Vá
á desafinar...
¡Este quiere provocarme!...
la.
-
—
45
— «Aqui están,
reina y señora...»
(Cantando.)
Adel.
¡Muy
Autor.
¡El ritornelo del aria!
Adel.
¡Vamos! ¡Vamos!
¡muy bien! ¡admirable!
bien!
(Váse corriendo por
CRAMER, PEDRO
y
el
(Á Adelaida.)
el
fondo.)
ESCENA
XII.
AUTOR,
con
mer
Cramer.
r¡ue
el
criado ayuda á Cra-
á vestirse.
Disfrazadme bien, señores.
La peluca.
Autor.
Cramer. Que no me conozca nadie. ¡Mucho colorete! ¡mucho!
— ¡Cierra
los ojos,
buen ángel
de mi guarda!
Los oidos
Pedro.
son los que debe taparse.
Cramer. «Aqui están, reina y señora...» (Cantando.)
Autor. Llegó Cramer.
momento.
el
¡Adelante!
(Después de un instante de indecisión, se vá seguido del
Autor y
el
criado.)
ESCENA
XIII.
PEDRO, luego JORGE, que
Pedro.
Si le dieran
una
sale
del tocador.
grita
de aquellas monumentales, dejarían
Jorge.
Pedro.
el teatro...
Se fueron. (¿De dónde sale hombre?) ¿Quién está aqui? Pero si pierdo un instante...)
este
Jorge.
(Se dirige hacia la puerta secreta.)
—
46 Pedro.
mismo que vi en mismo en cara y
(El el
—
¡Alto! (Cerrándote
¿Qué
Jorge.
Pedro.
No
Florencia: en talle.)
el
paso.)
.
es eso? ¡insolente!
permito que pase que yo sepa quién es, á qué ha venido y qué trae... ó qué lleva. le
sin
¡Temerario! la sangre!)
Jorge.
Pedro.
(¡Aquí vá á correr
Jorge.
¡Abre paso, ó vive ¿Queréis reñir?
Pedro.
el cielo!...
(Preparándose para andar á puñetazos.]
¡Miserable!
Jorge. ¡soy
el
rey!
Pedro.
¡El rey!
¡Cuidado
Jorge.
con que
lo
(Váse por
la
digas á nadie! puerta secreta.)
ESCENA XIV PEDRO, un momento después ADELAIDA.
Pedro.
¡Soy perdido! las piernas!
Adel. Pedro.
Adel.
¡el
rey!— ¡Me tiemblan
¡tengo calambres!
¡Pedro!
¡Aqui no hay Pedro! estás hablando con un cadáver. Esloy loca de alegría.
—
Si quisiera
dedicarse
al teatro...
Pedro. Adel.
Pedro.
¿Quién? ¿el rey? ¡No digas mas disparates! ¡Pobre maestro! le echaban coronas de todas partes. ¡Han aplaudido á mi tio! (Ya no vá á haber que le aguante.) ¿Es de veras?
—
—
Adel. Pedro. Adel.
Si, buen Pedro. ¡Pero qué cosas se aplauden! ¡Y delante del rey!
47
—
Pedro.
Eso será lo
que
un
tase
sastre.
¿Qué dices?
Adel. Pedro.
Que
lo sé
todo,
y que el rey es vuestro amante, y estaba escondido allí... (Señalando Adf.l.
¡Allí!
Pedro. Adel. Pedro.
Le he
al
tocador.)
¿de dónde
lo
sabes?
visto.
¡Gran Dios!
¡Me puso una cara de vinagre, y me dijo... «Soy el rey!» Hizo bien en declararse,
porque
me Adel
si
no...
(
— ¡Todavía
están temblando las carnes!)
sus palabras ambiguas, su altivez, sus ademanes!... ¡Es el rey! ¡Corazón mío,
(¡Sí,
—
no
me
atrevo á interrogarte!)
ESCENA XV. CRAMER,
DICTIOS,
el
AUTOR y CORISTAS
nier viene cargado de coronas y
ramos de
se dejan ver el org-ullc y la satisfacción.
dean y
le felicitan
de ambos sexos. Cra
flores.
Todos
En
su fisonomía
los actores le ro-
con demostraciones de cariño y entusiasmo.
MÚSICA. Cramer.
¡Hija querida! ¡Pedro adorado!
¡no be visto público tan- ilustrado!
¡qué inteligencia! ¡qué buen criterio!
Adel.
y sobre todo, ¡québuena fé! Solo el talento le lia conquistado esas coronas que le han echado.
Yo envanecida, siempre de vuestro genio Pedro.
(¡Cómo
le
me
miman!
¡le
al
imperio
humillaré.
han embaucado!
¡qué satisfecho que se ha quedado!
—
—
4H
_
¡Pobre vejete! ¡y os
que
lo
¡y os que habla en toma de buena fé!)
¡Tiene talento para
Couo.
y-
entra en
la
¡Esta
muy buen
pié!
todos, todos!
noebe soy
—¡Cuántas
lo serio
escena con
¡Abrazadme
Cramer.
serio!
feliz!
llores
y coronas!
(Soltándolas sobre una mesa.)
Para vos.
Adel.
¡No! para
Cramer.
tí.
Para todos hay.
Adel.
(Pedro coge la
entre las coronas una de laurel, seca, á
que habrá alada una carta.)
Pedro.
Es cierto: no tenéis por qué reñir. Aqui está la de mi lio.
Cramer. Adel.
¡Ah! ¡Qué es esto! es
¡No
vi
cosa
mas
ruin! luí
insulto...
¡Una carta!... ¡Es para mí! (Leyendo
el
sobre y arrancándola de
— ¡Cielo Santo! (Después de
la
corona.)
abrirla.)
¿Qué te pasa? ¡Nada! ¡nada! permitid...
Cramer. Adel.
Noy 24 de agosto es el dia de la cita; que has olvidado. Si S. M. la reina Cleopatra se digna venir á cenar con su amiga de colegio, esta noche irá á buscarla al teatro un criado que pronunciará á su oído la pala(Lee.)
cita
bra ((amistad.» este momento
(En
Sofía. salen por
el
fondo dos criados que
se acercan misteriosamente á Adelaida.)
Criado
1.°
¡Amor!
(Al oido de Adelaida con aire misterioso.)
Criado 2.° Adel.
¡Amistad! (Lo mismo.)
Indecisa entre duda y temor, me atrevo á tener voluntad;
ni
mas perdone por boy que Pedro.
me
el
espera también
(¡Esa carta es sin
amor, la
amistad.
duda de amor!
— lo
49
—
conozco en su tierna ansiedad.
Espiarla será lo mejor
y con eso sabré la verdad.) Cramer. De la gloria arrullado al clamor, respirando con mas libertad, siento ya renovado el calor que apagaba en mi pecho la edad. Coro.
¡Gloria! ¡Gloria al insigne cantor
que
el
prodigio vá á ser de esta edad!
¡Aplaudid
al feliz vencedor! ¡Compañeros, su triunfo cantad!
(Adelaida sigue
al
criado segundo, que se vá por
puerta del fondo, y detrás el
la
Pedro, como espiándola:
coro entre tanto rodea á Cramer, manifestándole con
sus ademanes
FIN
el
mayor entusiasmo.)
DEL ACTO SEGUNDO,
ACTO TERCERO.
Salón en una quinta ó
sitio real
cérea de Hannover, con
puertas al fondo y á ambos lados. Al levantarse el telón aparecen los nobles de la ciudad agrupados á la izquierda, trae
y entre
una corona
ellos
un paje que en una bandeja
real.
ESCENA PRIMERA. CORO BE NOBLES: luego JORGE y SOFÍA.
MÚSICA. Coro.
Jorge.
En
el don de esa corona podrá ver su majestad el amor que á su persona guarda siempre la ciudad.
Salud, vasallos, (saliendo con
—Presentes de
veis
nobleza de más prez. Nuestros hidalgos vengan con bien. la
los
Sofía.
Jorge;
Coro.
La reina os oye. Por tal merced, besar nos deje
(Á
Sofia.)
Sofia.)
—
—
52
sus reales pies
La lealtad hannoveriana que os merece tanto honor, su augusta soberana dá osla prueba de su amor. á
(F.l
Taje so adelanta y présenla la corona á
Y kaga
la
Dios ¡jue ose faJgente
atribulo del poder,
simbolice en vuestra frente la
ventura y
el
placer.
(El Paje se retira después de dejar
la
coror
una mesa.) Sofía.
En esa bermosa prueba que vuestra ley me dá, puro afecto miro de mi pais natal. La reina, agradecida
el
á la ciudad,
responde
y la nobleza sea su intérprete leal.
Coro.
Asi lo liará.
De nuestros reyes
la alta
escriba en bronce
la fiel historia,
memoria
y en el severo libro imparcial su excelso nombré guarde inmortal. (Se retiran por
el
fondo, quedando solos en
Jorsre v Sofía.)
ESCENA
II.
JOISGE y SOFÍA.
IfABLABO. Jorge.
¡Debéis estar orgullosa!
¡Con qué cariño os festeja vuestra nativa ciudad! Sofía.
Cierto es que
me
lisonjea.
Jorge.
Y
os hace un digno presente en esta hermosa diadema,
(Colocándola en la cabeza de Solía.)
— ¿Es
1
pesada'.'
En
Sofía.
Jorge.
que me parezca ¿Qué teméis?
¡Os quiero tanto!
Sofía.
Jorge.
Y
dado pruebas de amor? Yo, duque de Hannover, presunto rey de Inglaterra, yo; ¿no os he
pude aspirar Sofu. Jorge.
á la
mano
de las mas altas princesas. Lo conozco.
Y sin embargo, impulsado por mi ciegn pasión, os hice
Sofía.
vos consiste ligera.
mi esposa,
y de un gran estado reina. ¡Jorge! Dios sabe que no
codiciaba esta existencia. (se quita ja,
la
corona y vuelve á colocarla en
cubriéndola con un velo.)
Sofía.
Vuestro amor era mi dicha. ¿Y ya no? Bien lo quisiera; pero ya, si soy amada, no es con la misma vehemencia.
Jorge.
¡Qué aprehensión!
Sofía.
Yo bien conozco cuidados que rodean á un trono: por eso tengo aversión á estas grandezas.
Jorge.
los
¡Si! porque hubierais nacido de condición mas modesta, todos los bienes del mundo,
todas sus coronas diera.
Sofía.
¿Qué queréis? en esta vida no hay felicidad completa. ¡Como antes fui tan dichosa!...
Jorge.
¿Y ya no?
Jorge.
Sofía.
¡Como antes era a un tiempo
con vos partícipe
la
bande-
—
—
54
de alegrías y de penas! ¡ay! desde que hemos vuel
Pero
to
á Alemania... la tristeza se pinta en vuestro semblante,
en vos una reserva!... negocios de Estado!. Conozco que mi presencia os importuna. ¿Es posible? ¡y hallo
Jorge. Sofía.
Jorge. Sofía.
¡Oh!
Y
¡los
no,
si
.
dadme una prueba.
Llevadme
á la cacería
de esta noche. Bien
Jorge.
mas no son
lo hiciera;
esos sangrientos
espectáculos, ni esas fatigas para
una dama.
— Tengo de vos una queja. — ¿Es verdad que habéis salido mañana en
esta
Sofía.
litera?
Es verdad.
Jorge.
Una
Sofía.
¡Tenía tanta impaciencia
convento vez primera! conocí á Adelaida.
por visitar
donde os
—Y Jorge.
allí
locura!
el
vi Ja
¿Adelaida?
¡No se acuerda!
Sofía.
(En tono de reconvención.)
Jorge.
¿Quién es Adelaida? ¡Yaya!
Sofía.
una de mis compañeras, que es actriz en el teatro de Hannover. Jorge.
(¡Tendrá sospechas!) Ignoro de quién me habíais. ¡Ah! ¡vamos! ya caigo: aquella...
— Sofía.
Jorge.
Sofía.
— ¡Tendría
La
hija
tal
satisfacción en verla!...
¿Qué
de Walstein.
estáis diciendo, señora?
¡Una reina de Inglaterra!... (Yo procuraré estorbarlo.) ¿No queréis? (¡Ay! ¡si supiera!...)
Jorge.
¡Os
lo
prohibo, Soda!
as leyes de la etiqueta...
Sofía.
Jorge.
Pero... ¡Basta! no esperéis que ceda en esta materia. Conozeo que en esta quinta
—
pasareis Sofía.
No
muchas
molestias.
es eso.
Sin distracciones...
Jorge. (Suena un
reloj.)
Sofía.
(Las doce.)
Jorge.
(La hora se acerca.) Pero debernos mañana entrar en la Residencia, y empezarán los festejos y acabará esa tristeza. (Sale un Paje.)
Paje.
¿Señor?
¿Qué hay?
Jorge.
Ya
Paje.
monteros
los
vuestras órdenes esperan. Jorge.
Paje.
¿Y
el
maestro?
(a p
En
.
ai
Paje.)
la capilla.
— Hubo que emplear fuerza... — Aun no me despido. (Á la
Jorge. Sofía.
Silencio.
— Parece que No
Soiia.)
estáis inquieta.
es nada.
Hasta luego.
Jorge.
Adiós.
Sofía.
(Me engaña.) (Nada
Jorge.
recela.)'
(váse, seguido del Paje.)
ESCENA
III.
SOFÍA, sola.
¡Me engaña! ¡Alguna mujer es causa de esa tristeza!
— ¡Gran la
Dios!
si
esto hace
horrible verdad,
¿Pero por qué
me
¿qué
la
duda,
hiciera?
atormento?
Esta noche se renuevan
—
5(3
—
de otra edad mus venturosa las
memorias hechiceras!
kiusica. ¡Cómo en
alas del deseo mis delirios lisonjee, devorando la distancia que me aleja de esa edad!
¡Cómo
diera estas riquezas
y coronas y grandezas por vftlver de aquella infancia á la inquieta libertad!
Mas pasaron esos dias con mis breves alegrías, y ahora vivo entre cadenas, pobre reina á mi pesar. Condenada por Jos cielos al martirio de los celos, tengo envidia hasta á las penas que se pueden publicar.
ÍMBLñDO. Sofía.»
¿Qué nuevas
traéis?
(Á un Paje que
sale por la izquierda.)
Paje.
Señora, vuestras órdenes están
cumplidas.
Pero esa dama;
Sofía.
ha venido?
Aun
Paje.
tardará.
me consume.)
Sofía.
(La impaciencia
Paje.
Mandó vuestra majestad que para desorientarla se la hiciera rodear...
Sofía.
Es cierto: y que no sospeche quién soy, ni dónde está, nivea á nadie. ¿Lo habéis ni
—
—
01
entendido?
Descuidad.
Paje. (Sofia
vá por
se
la
derecha y
el
Paje
por
el
lado
opuesto.)
ESCENA .JORGE y varios monteros por
•Jorge.
Si, la
IV.
el
fondo: luego
CRAMER.
señores: es magnífica
noche!
si
se ha de dar
crédito á los del pais,
cuanta mas oscuridad... Cramer. ¡Dejadme! (Dentro.)
v
¿Qué
Jokge.
es eso? ¿quién
atreve á gritar?...
asi se
Cramer. Dejadme, digo. (Sale seguido de dos criados.)
(¡El maestro!)
Jorge.
Cramer. ¡Con un hombre de mi edad cometer un rapto!
(¡Cómo habrán dejado escapar!) Cramer. ¡Señores!... — ¡Calla! yo he visto en otra parte... ¡Cabal! Jorge.
lo
en
el teatro!
Jorge.
¡Silencio!
me
Cramer. ¡Yo no
quiero callar!
Amigo, os he conocido, y sois...
Mont. Cramer.
¡Es su majestad! ¡El rey!
ESCEM.
V.
DICHOS y SOFÍA. Sofía.
Jorge.
¿Qué
es esto? ¡Silencio! (Ap. á Cramer.)
vuestra suerte en ello vá. Sofía.
-Qué miro! ¡Cramer!
Cramer. ;
Soíia!
—
58
—
¡qué encuentro tan singular! Jorge:'.
Es
la reina.
Cramer.
¡Quién!...
¡la reina!...
¡Ah, señora! ¡perdonad! Sofía.
¿Cómo estáis aquí, maestro? yo os mando que Jo digáis.
Cramer. (La reina quiere que y
el
rey
Yo...
me manda
liable
callar.)
si...
Pues que ya es preciso,
Jorge.
verdad.
¡sea! os diré la
— Sabiendo que
el señor Cramer un músico especial, aunque modesto, le he dado una ocasión de brillar.
es
Á
su claro ingenio quiero
deber la marcha triunfal con que Hannover nuestra entrada pretende solemnizar.
Cramer. ¿Yo, señor? Jorge.
Sois ya maestro de mi capilla real.
Cramer. ¿Yo? Sofía.
(¡.Me
ahoga
la alegría!)
¡Ah, Jorge! ¡cuánta bondad
y cuánta delicadeza! ¡Yo no sé cómo pagar!... Cramer era mi maestro. Jorge. ¿Cramer? ¡qué casualidad! Sofía. Vos lo sabiais. Cramer. Sin duda. JORGE.
(Ap. á Cramer.)
Ya habéis hablado de mas. Adiós, Cramer: vuestra gloria empieza aquí.; trabajad. Ponedle un clave en la sala (Á un Criado.) (Alto.)
de
los
conciertos.
Ya
Criado. Jorge.
(Vise Cramer con
Y ¡adiós!
Sofía.
está.
Conducidle.
¡Adiós!
lus Criados.)
vos, señora,
>
—
—
59
Descansad,
Jorge.
y hasta mañana.
Mañana
Sofía.
rae tendréis
Jorge. Sofía.
que perdonar... (son riéndose.)
¿Yo perdonaros, Sofía? ¿Qué? Nada: ya os lo dirán. (Váse Jorge, seguido de
los
ESCENA SOFÍA,
Paje.
Ha
llegado;
el
Monteros.)
VI.
PAJE.
mas no viene
sola.
¿Con quién?
Sofía.
Á juzgar
Paje.
por Sofía.
hombre humilde.
la traza, es
Algún criado quizás. Detenedle. (Váse y las
el
Paje.)
Tengo quejas empiezo á olvidar.
ESCENA VIL SOFÍA y ADELAIDA.
Adel.
¿Dónde?... ¡Adelaida querida! (Se abrazan.)
Sofía.
Adel.
¡Soüa! ¡me ahoga el contento!
Sofía.
¡Ay! ¡mira, este es el momento mas hermoso de mi vida! ¡Este el mas afortunado! No es cierto que el placer mata. ¿Cómo dkjes eso, ingrata,
Adel.
¡Quién! ¿yo olvidarte, Sofía?
después que
me
has olvidado?
¿yo olvidarte cuando soy tu hermana, y me ves que estoy... sollozando de alegría?
Mírame Sofía.
bien.
Me
pareces
—
—
00
mas hermosa. ¡Si será
Anuí..
verdad!
me Sofía.
Adfx.
lo lia
Tiene
público ya
el
el
dicho muchas veces. público razón.
¡Mil gracias por el cumplido.1
—No
que he venido,
es eso á lo
sino á pedirte perdón.
una cita sagrada! ¡Yo no! mi ventaja es esa, porque estaba tu promesa
¡Falté á
Sofu.
en mi corazón grabada.
— Yo, rebosando contento, con ciega y entera esta
te,
mañana llamé
á las puertas del convento;
mi estancia,
y al penetrar en
¡qué bermosos
me
parecieron
aquellos sitios que vieron
juegos de nuestra infancia! ¡Pregunté en vano por tí! ¡en vano! ¡Pobre Sofía! ¡Mentira me parecía
los
Adel. Sofía.
que no estuvieras Sentí al
Adel.
el
tocar
allí!
muerte mi desencanto. dolor de
la
Perdona.
He
Sofía.
sufrido tanto,
que necesitaba verte. Salí esta noche en secreto, y desde un palco cerrado tu victoria he presenciado,
¡que ha sido un triunfo completo!
Adel.
¿Verdad?
-,i
Y
Sofía.
arrojé á tus pies
entusiasmada... ¡aunque
triste!
corona que me diste, y he guardado corno ves. ¡Y yo la luya! en amor y en eso, no me aventajas. la
Aoel.
La tengo entre inis alhajas
— como Sofía.
—
61
de mas valor.
la
¿De veras?
Nunca he
Adel.
olvidado,
y será en mi pecho eterna, esta amistad dulce y tierna. —Pero dime: ¿te has casado? Sofía.
Y no ha
sido
muy
fatal
mi elección. Adel.
¡Asi lo creo!
(Examinando
la sala.)
—¡Qué Sofía.
fausto! Por lo que veo, no debes pasarlo mal. Oye: hablemos de otras cosas: de aquellas dos colegialas
que tú conoces. ¡Qué malas
Adel.
eramos! Sofía.
¡Y qué golosas!
Adel.
¡Es verdad! ¡cuando una piensa
Sofía.
¿Recuerdas cuando íbamos chiticallando á revolver la despensa?
Donde estaban
Adel.
las toronjas...
¡aquellas gordas!
Sofía.
¡Si, si!
Adel.
¡Y
conservas!
las
Sofía.
¡Asi
rabiaban las pobres monjas! ¡Qué atracones de rosquillas
Adel. Sofía.
Adel.
.
nos dábamos! ¡y de nueces! , Pero en cambio, ¡cuántas veces nos pusieron de rodillas! si fuera un delito,
Como
—
y en esa edad... -¡Ay, Sofia! ¡qué tiempo aquel! en el dia Sofía.
he perdido el apetito. Pero esta noche has de honrar mi pobre cena. -
Adel.
¡Ay,
pues
¿me
si
lo
hermana
yo tuviera gana, habías de rogar?
!
—
62
—
SlVFU.
Un
Sofía.
Comprendo y te daré ¿Qué entiendes?...
(luiré.
¡Vanidosillal
gusto.
Lo que
Adel.
es
muy
justo:
¡quieres lucir la vajilla! (Se oye sonar
Sofía.
Adel.
¿Qué
el
bajón de Pedro.)
es eso? (Sobresaltada.)
¡Pobre muchacho! le había
— ¡Qué cabeza! ¡ya olvidado! — ¡Entra!
¡es Sofía!
(Oirig-iéndose á la puerta del fondo./
Sofía.
¡Oye. (Oaeriendo detenerla.)
No tengas empacho.
Adel.
(Haciendo entrar á Pedro, que
trae
bajo su capa
bajón.)
ESCENA
VIH.
MICHAS y PEDRO.
Pedro. Adel. Pedro. Sofía.
¡Sofía!
¿No
¡Válgame Dios!
conoces? Es Pedro. ¡No se acuerda! El del piporro; el sobrino del maestro. le
hombre? que salga al momento! ¿Cómo? eso parece echarme. ¿Y por qué? ¡Vamos! se ha vuelto ¡Adelaida! ¿aqui ese
¡Dile
Pedro. Adel.
Pedro.
vanidosa. Sofía.
Pedro. Adel.
Hay mil razones... (Con (¡Qué estirada de pescuezo!) ¿Es celoso tu marido? ¡Pues
Sofía.
Adel.
si
llegara á saberlo!...
¿Qué barias? ¿Qué? Le
diria:
«amiguito, no juguemos; el que tiene la ventura de poseer un portento de belleza y de virtudes,
ha de hacer por merecerlo.»
digr>¡dad.)
el
— Y
—
63
sobre todo, ya sabes
mí opinión en esto: en mi casa yo he de ser cuál os
el
Sofía.
ama, y
si
Pero tú
Adel.
Sofía.
no, protesto.
Si supieras...
eres
como Dios
y
picaro abusará...
el
¡Me quiere mucho!
Me
Adel.
Y
si
¿Asi?...
— Déjanos,
Pedro.
(Cod altivez.)
Ya
Sofía.
Adel.
alegro.
no, ya nos veríamos
las caras.
PEDRO.
hecho,
te lia
lo ois:
al
punid.
Querida, vamos adentro. (Vanse por
la
derecha.)
ESCENA PEDRO,
Yo soy
i
el
IX.
solo.
primer piporro
(Hablando hacia dentro y alzando
la
voz.)
en el teatro! ¡el primero! y caben en todas partes los hombres de mi talento. ¡Me ha cargado esa tontuela! Pero en esto hay un misterio que no adivino, por mas que me devano los sesos. Yamos por partes: aqui hay cena... en que yo no ceno,
— —
y esto es sin duda que estorbo. ¡Para algo sirve el ingenio!
— —
rey!— Todavía ha salido del cuerpo el susto! Suelen prender á algunos por mucho menos. ¡De recordarlo estoy dando diente con diente! Y si pienso que á no hablar pronto... —¡Qué miro!
no
Si el rey... ¡el
me
64
—
— Aqui
me
— ¡ya vuelven!
cuelo.
(Entrase por la izquierda.)
ESCENA
X.
SOFÍA, ADELAIDA, PEDRO, escondido.
Sofía.
¿Nada mas? Ñafia mas, luja.
Adel.
La
gloria es el alimento
de los artistas, y
el dia
que hay aplausos, no comemos. "Vosotras,
pobres mortales
que no remontáis el vuelo mas allá de los quehaceres y los cuidados domésticos, no sabéis cuan venturosas nos hace, aunque dá sus celos, ese amante que se llama el
público.
Lo comprendo.
Sofía.
Adel.
me has dicho me intereso
Pero aun no
Ya sabes
si
nada..
por tu suerte, y en tres años mortales que no nos vemos... Sofía.
Dices bien: nuestras historias
Adel.
ya es justo que nos contemos. La mia es breve y sencilla. Pues la mia, poco menos.
—
MDSIC&. Adel.
¡Vamos
á ver!
Sofía.
Adel. Sofía.
Adel.
¿Quién ha de hablar?
Yo no he de
ser.
Tú
has de empezar.
Rica de glorias y de trofeos he realizado nuestros deseos.
—
—
63
Reina del arte, ya sin rival, tengo la escena por pedestal. Ya se han cumplido, por lo que veo, tus esperanzas y mi deseo. Gloria del arte, ya sin rival,
ciñe tu frente lauro inmortal.
Y
en tu nuevo estado
sin
duda serás
dichosa.
Hay de todo si
digo verdad.
Hay mas y
celos, temores...
salgo á cantar,
á cuatro
mis penas
Yo
soy
la
palmadas se van.
reina de Macedonia,
reina de Egipto, de Babilonia:
ya soy duquesa, ya emperatriz,
siempre mimada, nunca infeliz. ¡No te acobardes en mi presencia! ¡yo soy modesta, yo doy audiencia! no te avergüences por tu humildad,
que
es
muy
Elevada
sencilla
mi majestad.
á tanta altura,
tú alcanzaste entre las dos
mayor parte de ventura. ¡Qué dichosa
te hizo Dios!
Tú
toda
á tus pies
la tierra
inclinada viendo estás.
Yo soy (Levantando na. se
La
reina... de Inglaterra. el
velo y dejando descubierta la coro-
cortina, tras de la cual está
mueve, pers
sin
que
se
vea
al
Pedro escondido,
actor.)
(Asombrada.)
¡De Inglaterra! (Con modestia.)
Nada mas.
(Adelaida quiere arrojarse á los pies de Sofia, y esta se lo impide.)
—
—
66
Adelaida.
mi reina es la que miro! ¡Decidme que es un sueño! ¡decidme que deliro! De aquel amor los lazos— rompiéronse, y después... ni aun merece esos pies. la que subió á esos brazos, ¡Mi augusta soberana,
—
Sofía.
Robóme
esta grandeza, la paz
¡Bendita
la sencilla
No rompa nuestros La que
porque
pobreza en que lazos,
la
te
HABLADO ¿Qué
suspiro.
miro!
— altura en que me ves. — no quiere sus
te abrió sus brazos,
Sofía.
te
-
tienes?
Adel.
Con mi memoria
Sofía.
lucho, y sospechando estoy... En pocas palabras voy á referirte
mi
historia.
— Ya recordarás que entró un día en nuestro convento cierto galán.
(Qué tormento!) has olvidado?
Adel.
¿No
Sofía.
lo
Adel.
(¡Ay, no!)
¡Aquel consejero!
Sofía.
Adel.
Si.
¡Y aun disputamos un dia, por cuál de las dos iría!...
Sofía.
— ¡Adelaida! ¡era por mí! Adel.
(Haciéndose violencia.)
¡Me alegro!
Qué amartelado
Sofía.
me
miraba desde afuera aquel pobre amante, que era el gran duque disfrazado! Solicitada por él
luego, ¡mira qué sorpresa!
subió .
al
rango de duquesa conde de Zell.
la hija del
Y mas
tarde...
¡No blasono
á
pies.
— bidé mi dicha en esta parte!
—Dios, que sus bienes reparte, nos ha reservado un trono.
¡Qué ventura!
Adel.
¿Mas qué ha sido
Sofía.
de mis locas alegrías? ¡Mira, Adelaida! hace dias
que Adel.
le
encuentro distraído.
¡Señora!... ¡Tal vez
Sofía.
mas sean
me
engaño;
ó no quimeras,
tengo celos! y si vieras... ¡hacen los celos un daño!... Tal vez no tengáis razón... Mi debilidad confieso. Mas no te aflijas por eso,
Adel. Sofía.
—
me tengas compasión: que si digo la verdad, no tengo de su amor duda. Un corazón no se muda con tanta facilidad. Es joven y algo ligero: poder y prestigio tiene, y sin duda le entretiene un capricho pasajero. Mas luego que de ese amor ni
rompa sé
los
infames lazos,
que volverá á mis brazos
como
á su centro mejor.
Adel.
Tal creo.
Sofía.
¡Siempre la palma ha de ser mia! ¿es verdad? (¡Con qué inocente crueldad me está destrozando el alma!)
Adel.
UNA
VOZ. (Dentro.) ¡El rey!
Sofía.
(Asustada.) ¡El rey vuelve ya!
Adel.
¿Qué teméis?
Sofía.
(Bajando
Adel.
Hoy
Sofía.
y asi ¿Una audiencia?
ios ojos.)
Que
tu presencia.
he pedido una audiencia, no lo extrañará.
le
Adel.
Sofía.
La VOZ.
Le he rogado que me oiga, por si consigo algún alivio al castigo de mi padre desterrado. Yo en su infortunio cruel le ayudaré si conviene. (Mas cerca.) ¡El rey!
Adel. Sofía.
Señora, ya viene.
Te dejo
sola
(Váse por
la
con
él.
derecha.)
ESCENA ADELAIDA, luego JORGE por
el
Adel.
Si es
rEDRO-
(Asomando con temor
honrado,
si
X. PEDRO
fondo:
es hidalgo... la
cabeza.)
¡Adelaida!
Adel.
¿Todavía aquí?
Pedro. Adel.
¡Silencio!
Pedro. Adel.
(¡El
Jorge.
¡Adelaida!
¡Por desdicha mia! (¡De aqui no salgo!)
corazón
Adel.
me
palpita!)
(Saliendo.)
¡Al fin!...
¿Qué hacéis
Jorge. aqui?
Adel. Jorge.
Adel.
¿Qué? vos lo sabréis. Pero no era aqui la cita. Eso á vuestro mensajero dije cien veces.
Ha habido
Jorge.
un error...
¡Qué mal servido
Adel. estáis,
— ¿Mas
señor consejero! visteis al rey?
Le
Jorge.
vi,
Adel.
y aproveché la ocasión... ¿Le hablasteis de ese perdón?
Jorge.
Le be Labiado.
escondido.
-
¿Y qué?
Adel. Jorge.
—
69
Vedlo aqui.
— ¡Pero, ¡Adelaida!
mal
estáis
en esta casa, y yo voy á guiaros...
Adel.
¿Pues dónde estoy? ¿Dónde? en un sitio real. ¿Pero por qué es el temor? Temo... que aqui el rey os vea. ¿Y qué importa? ¿Soy tan fea
Jorge.
Al contrario...
Adel. Jorge.
Adel. Jorge.
que asuste á nadie, señor? Agradecida
Adel.
por bondades tantas, y poner quiero á sus plantas mi gratitud y mi vida.
le estoy
Jorge.
¡Adelaida!
aunque
la ley
quebrante de mi lealtad, voy á decir la verdad. Yo tengo celos del rey. Venid. ¡Celos de un amigo! ¿podéis pensar de ese modo? ¡Señora! es capaz de todo. ¿De veras?
— Adel. Jorge.
Adel.
¡Como os
Jorge.
Adel.
¡Qué infamia!
Jorge.
Adel. Jorge.
Adel.
Adel.
voz.)
No
callo.
con él muy benigna! Esa sospecha es indigna de un amigo y de un vasallo. Me admira vuestro lenguaje. De la gratitud que siento es d )uda, y yo no consiento ¡Estáis
ni quiero
Jorge.
la
¡Callad!
Adel. Jorge.
lo digo!
(Alzando
¿Y
si
que
se le ultraje.
es verdad?
Al arrullo del poder resistiré,
que no hay corona que esté á la altura de mi orgullo. Y á saber que el soberano
.
-
Jorge.
Adel. Jorge.
70
—
buscaba la afrenta mia, mi padre no aceptaría ni la vida de su mano. No nos faltará en la tierra, si llega ese duro trance, un lugar donde no alcance el poder de la Inglaterra. Hablad mas claro. Eso quiero. Sacadme de esta inquietud. ¿Sabéis ya quién soy?.
Adel.
"
¡Salud
mi rey Jorge primero! ¿Y no os envanece?... á
Jorge.
Adel. Jorge.
Adel.
No.
De mi amor
os daré pruebas.
No nacen para mancebas mujeres como yo.
las
Jorge.
¡Ya comprendo! ¡desdichada! ¿habéis visto?...
Adel. Jorge. Adel.
Si, á fé
¿Qué habéis hecho? Mas
mia.
>
la
Sofía...
reina no sabe nada.
Jorge.
¿Nada?
Adel.
¡Os lo juro! Mirad que aun mas que noble y hermosa,
—
es la reina vuestra esposa
un milagro de bondad.
ESCENA
XI.
DICHOS, SOFÍA y CRAMER.
Jorge.
¿Quién viene?
Adel.
(¡Cramer aquí!) Mi buen maestro os suplica
Sofía.
que
le oigáis.
Ya he terminado..
Cramer. si
su majestad benigna
quiere Jorge.
oirlo...
No: mañana.
—
71
—
A DEL.
¿Qué
Sofía.
¿De qué te admiras? Era Cramer mi maestro, y hoy lo es de nuestra capilla. Es un rasgo delicado
es esto?
—
del rey, ¿no es verdad, querida?
Cramer. ¡Adelaida! AdEL.
¡Si!
que
el
Adelaida,
indulto solicita
de su padre. Sofía.
no dudo que Jorge.
á
lo
consiga.
mi ruego
Llegáis tarde.
Sofía.
Jorge.
Y
Ya en
él
¿Cómo, tarde? he puesto mi ürma.
(Entregándolo á Sofia.)
Sofía.
—
¡Qué bueno sois! Pero os resta perdonar mi rebeldía.
Me
Jorge. Sofía.
prohibisteis, señor,
que viera á mi pobre amiga de la infancia: era mandato que obedecer no podia. ¿Por qué razón? Porque ya estaba dada la cita, y mi palabra es sagrada. (Dando
Jorge.
el plieg-o
á Adelaida.)
Hicisteis bien... ¡Y
hoy es dia
de indulgencia!
Adel.
Otro culpable vuestro perdón necesita.
Jorge.
¿Quién?
Adel.
Un pobre que estará temiendo vuestra justicia, si no se ha muerto del susto. (Levanta
la
vé á Pedro al
cortina de la puerta de la izquierda y se
acurrucado contra
el
quicio y abrazado
piporro.)
Cramer. ¡Mi sobrino! Adel. ¡La
rodilla!
(Ap.
á
Pedro.)
(Le trae hasta ponerle de'ante del rey, haciéndole que se arrodille.)
—
—
72
— Es Pedro... Primer piporro...
Pedro. Jorge.
Pedro. Adel.
Alzad.
(Sonriéndose.)
¡Os debo la vida! (Ap.
á Adelaida.)
¡Padre y señor! no abusemos de la bondad infinita de nuestros reyes.— ¡Adiós, señor! ¡Mi reina querida! ¡la pobre actriz se despide... y para siempre! ¡Hija mía!
Cramer.
¿qué dices?
Me
Adel. Sofía.
vuelvo á
Siento que este clima
Adel.
daña á mi salud: Sofía.
Jorge.
Italia.
¿Por qué? la
atmósfera
de Florencia es mas benigna. Siendo asi... ¡Pero vos, Cramer,
quedareis en mi capilla! Cramer. ¡Perdonad, gran rey! ¡magnánimo señor! ¡majestad invicta!
perdonad; pero no puedo abandonar á mi hija. ¡Yo no tengo otros afectos, ni otro bien ni otra familia!
Pedro.
(¡Ingrato!)
Cramer
Y en mis oidos ya ha sonado esa armonía de las palmadas: yo quiero ser actor
Adel.
como mi
niña.
¡Ah, padre y señor!
Pedro.
(¡El tio
Cramer
ha dorado bien la pildora!) Hasta que case á Adelaida...
Adel.
No
le
lo esperéis: seré artista
y nada mas: á
la
gloria
he consagrado mi vida. (Adelantándose hacia
— ¡Al teatro! lo dije;
¿quién
¡si!
el
proscenio.)
otra vez
y lidiando ya, el
campo
dejará
que tiene tan noble juez? Entre aquellos bastidores hay tal magia, h*ay tal encanto, se goza y se lucha tanto,
que se olvidan Allí del
los dolores.
humano
fraude
nuestra gloria nos defiende,..
Cramer. Dices bien. Arel. Esto se entiende si el público nos aplaude.
FIN DE L.4
ZARZUELA,
Habiendo examinado esta zarzuela, no hallo inconveniente
guno en que
su representación sea
autorizada.
Madrid
Diciembre de 1861. El Censor de Teatros,
Ahtoxio Ferrer del Rio.
13
al-
de
ERRATA. En
la
página 30,
léase Tres años.
línea
12,
dundo dice Cinco años