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TEMA 9. LA NARRATIVA ESPAÑOLA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX. LA NOVELA EN EL EXILIO La novela de finales de los años 30 (como la poesía) había tendido hacia la rehumanización y el compromiso social, tras abandonar la deshumanización de los años 20. En esta línea se encuentra la literatura de Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel, quienes al acabar la guerra marchan al exilio por su apoyo a la República. Su obra se realiza al margen de la literatura que se hace en España y, en general, tratan con insistencia sobre el tema de la guerra.
Max Aub: escribe en el exilio su gran ciclo narrativo sobre la Guerra Civil, la serie de los Campos: seis obras sobre la Guerra Civil y el exilio en los campos de concentración en Francia. Posteriormente retomará el gusto por lo experimental como en Juego de cartas. Francisco Ayala: en Diálogo de los muertos (1939) recuerda el final de la Guerra Civil; en Muertes de perro (1958) trata el tema de la dictadura en una imaginaria República hispanoamericana. De 1982 a 1988 publicó sus memorias, con el título Recuerdos y olvidos. Rosa Chacel: Memorias de Leticia Valle (1945) trata sobre el despertar erótico de una adolescente. En sus obras es constante el motivo de la memoria como una forma de recuperar la propia identidad vital. También escribió obras de carácter autobiográfico, como Barrio de maravillas. Ramón J. Sender: Una de sus obras más significativas es Réquiem por un campesino español (1953), en la que expone los problemas de conciencia de un cura que no había intentado evitar el asesinato de un campesino republicano. Muy conocida es también la serie Crónica del alba (1942-1966), compuesta por nueve novelas de sabor autobiográfico con el trasfondo histórico de España en las cuatro primeras décadas del siglo XX.
LA NOVELA EN LOS AÑOS 40 Estamos en una década de desorientación cultural, dado que se ha roto con la tradición más inmediata y se van a tomar como modelo autores realistas: Galdós o “Clarín”. El realismo se considera la mejor fórmula para pasar la censura. Se va trasponer el malestar social a la esfera de lo personal o de lo existencial. Aparecen temas como la soledad, la frustración o la muerte con protagonistas que son seres marginados, desarraigados, desorientados y angustiados. Como representante de esta tendencia que exalta el régimen dictatorial está Gonzalo Torrente Ballester con Javier Mariño, sobre la conversión de un joven al ideario falangista. En esta década nos encontramos con el llamado “tremendismo”, corriente narrativa que selecciona los aspectos más duros de la realidad para actuar como revulsivo frente a la realidad que refleja. Carece de capacidad crítica. Aquí situamos estas obras:
La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela, quien emplea en esta novela la técnica del manuscrito encontrado, al que acompañan otros documentos
incorporados por el transcriptor. Un condenado a muerte confiesa su último crimen a un amigo de la víctima y le pide perdón e intenta justificar su conducta explicando todas las desgracias que ha padecido en un destino marcado por la fatalidad. Destaca su violencia. Nada (1945) de Carmen Laforet. Andrea, la protagonista, va a estudiar a Barcelona y vive con sus familiares en un ambiente sórdido de mezquindad, de histeria, de ilusiones frustradas, de vacío, rodeada de personas desquiciadas por la guerra y que al acabar el curso viaja a Madrid sin haber conocido nada de lo que esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel Delibes. El tema de la novela gira en torno a la tristeza y frustración que opone a una resignación religiosa. Destacan las bellas descripciones de paisaje, la preocupación humano-psicológica y la expresividad de los diálogos. Otra novela de esta época es El camino, que transcurre en un ambiente rural que Daniel, el Mochuelo, quiere abandonar para estudiar en la ciudad
LA NOVELA EN LOS AÑOS CINCUENTA. Para muchos, La colmena, de Cela, publicada en 1951, es un precedente de la novela social. En ella, con más o menos realismo, aparece reflejada la sociedad del momento (la de la inmediata posguerra). Pero es hacia mediados del decenio cuando se dan a conocer toda una serie de escritores que, con una intención crítica, van a llevar a sus novelas como temas fundamentales las injusticias y las desigualdades sociales (literatura comprometida), aprovechando la relajación de la censura. Como técnica narrativa, se recurre al objetivismo: el narrador desaparece (se limita a unas escuetas informaciones referentes a lo que una cámara fotográfica podía registrar), no hay introspección ni pensamiento de los personajes y todo el relato se basa en el diálogo. A menudo, se emplea un lenguaje cercano al coloquial. Las preocupaciones estéticas no importan demasiado, se prefiere la forma transparente, clara, que no enturbie la percepción de contenidos. Se presentan ambientes situados en la vida rural (condiciones de vida y de trabajo infrahumanas, ruina, atraso, pobreza...), la vida urbana (escenario de la burguesía, con sus frívolos comportamientos y su falta de conciencia social) o el mundo obrero (malas condiciones de trabajo, pésimas retribuciones...
La colmena (1951) de Camilo José Cela marca el inicio de esta corriente. En el Madrid de posguerra, más de trescientos personajes -la mayoría dominados por la avaricia, la insolidaridad y las bajas pasiones- nos muestran su vivir cotidiano, lleno de penurias y miserias. Dinero, hambre y sexo son las únicas preocupaciones de personajes alienados en esa gran colmena donde lo importante es sobrevivir. Las innovaciones más importantes son la reducción del tiempo (unos pocos días), del espacio (pocos lugares) y protagonista colectivo. EI Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, novela en la que el autor describe qué hace una pandilla de amigos que pasan un domingo en el campo. Sus conversaciones delatan la monotonía de sus vidas, su falta de expectativas... La monotonía se rompe al final, cuando una chica del grupo se ahoga.
Los bravos, de Jesús Fernández Santos, en la que se tratan las condiciones de vida en el campo.
En los años cincuenta, también se cultivan otras tendencias narrativas: libros de viajes y relatos cortos o cuentos (ejemplo de este último caso es Ignacio Aldecoa). Apartado de la estética realista se encuentra la obra del escritor gallego Álvaro Cunqueiro (Merlín y familia; Las crónicas del sochantre). En sus novelas y relatos breves, se deforma el espacio y el tiempo y predomina lo fantástico y lo mágico.
DÉCADA DE LOS 60: NOVELA EXPERIMENTAL Una fecha, 1962, y un libro, Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, serán el anuncio de una renovación en la novela: la denuncia social se hará compatible con audaces ensayos de nuevas formas, influidas por las narrativas europea y americana (Joyce, Kafka, Faulkner…). Características:
Temas variados: infancia, paso del tiempo, lo onírico, la ironía… Técnicas. Perspectivas única o múltiple. Se experimentan todas las posibilidades del lenguaje Orden anacrónico: analepsis, prolepsis, elipsis… Estructura fragmentada en secuencias. Narrador que interviene comentando los hechos. Estilo indirecto libre y monólogo interior.
Tiempo de silencio relata el fracaso de un joven investigador que acaba ejerciendo su carrera de médico en un pueblo. Describe una España atrasada, fanática, enemiga de la ciencia y la cultura, una España que, como indica el título, vivía una época de silencio. Lo novedoso de esta obra radica en las técnicas empleadas. Destacable es el uso del lenguaje, que a veces choca con el tema: chabolas y escenas vulgares son descritas con tono solemne, con referencias a la mitología clásica. Lenguaje en el que, por otra parte, abunda la ironía y el sarcasmo, y que combina magistralmente el uso de distintos registros lingüísticos. Asimismo, el monólogo interior, los diálogos intercalados en los monólogos, las digresiones morales... componen una obra de estructura compleja, compuesta por 63 secuencias divididas por espacios en blanco. Autores que siguieron los rumbos de la novela experimental fueron Miguel Delibes con Cinco horas con Mario, monólogo interior en segunda persona que una mujer tradicional de clase media, Carmen, dirige al cadáver de su marido; Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa, y Juan Goytisolo con Señas de identidad o Juan Benet, Volverás a región. La novela experimental fue definida como una "novela abierta" en la que el lector debe asumir un papel activo, realizando su propia interpretación de la obra. En suma, una novela que contribuyó a renovar un género que parecía agotado.
LA NOVELA A PARTIR DE 1975 La narrativa se aleja del experimentalismo y del mero juego literario. Hay una vuelta al interés por la historia, por el argumento, por la intriga (lo que se ha dado en llamar “regreso a la narratividad”); pero no por ello se vuelve al realismo típico de la narrativa del XIX, ni al más próximo del realismo social. La ambientación realista sólo sirve de marco verosímil a las preocupaciones estrictamente individuales de los personajes. Las novelas de hoy son deudoras en recursos y procedimientos técnicos tanto de la renovación narrativa de los sesenta como de las más variadas tradiciones novelísticas de nuestro siglo: novela negra, de aventuras... Se utiliza la tercera persona narrativa, pero también la primera y el monólogo interior; se vuelve al relato lineal, pero también se echa mano de cierto desorden cronológico. Prácticamente, ningún género ha estado ausente de la novela española de los últimos veinte años: novelas de amor, de aventuras, policíacas, fantásticas, psicológicas, novela negra, novela histórica, relatos autobiográficos, etc. El inicio del nuevo giro lo marca La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza; otras obras suyas son El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas o La ciudad de los prodigios. Como rasgos destacan: a) Moderan la experimentación, pues los logros son escasos, por ello desechan las audacias y consolidan las novedades más sólidas. b) Retoman el interés por la historia y la anécdota y el “gusto por contar”. c) Simplifican la estructura y la técnica narrativa. d) Ausencia de grandes pretensiones, la novela es un entretenimiento. e) Adoptan una mirada distanciada y un cinismo amargo frente a los problemas. f) El desencanto y el escepticismo lo reflejan con un tono desenfadado y humorístico pero su fondo es amargo y tierno. g) Amalgama de tendencias y géneros en torno a diversos temas, desde el intimista, autobiográfico y erótico, al histórico, político, legendario y de aventuras. La defensa de la condición femenina aparece en la obra de numerosas autoras. Otros autores:
Javier Marías Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, Negra espalda del tiempo. Luis Mateo Díez El relato del náufrago) Manuel Vázquez Montalbán Los mares del Sur; la serie de Pepe Carballo, como ejemplo de novela policíaca. Juan José Millás, El desorden de tu nombre, El desorden de tu nombre, Visión del ahogado y Letra muerta. Antonio Muñoz Molina ,Beatus ille, El invierno en Lisboa, El jinete polaco… Arturo Pérez-Reverte con El maestro de esgrima, La tabla de Flandes y las novelas El capitán Alatriste. Julio Llamazares con Luna de lobos, La lluvia amarilla y El río del olvido. Josefina Aldecoa con Historia de una maestra y Mujeres de negro. Carmen Martín Gaite con Entre visillos y El cuarto de atrás. Miguel Delibes con El hereje.