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Teórico 3 Situación narrativa. La narración Enunciación literaria y ficcional. Situación narrativa. Narrador y narratario.
1. Repaso. Historia y discurso Se repasan los dos grandes niveles del relato propuestas por Todorov y Roland Barthes: el nivel de la historia y el nivel del discurso. Se repasa el análisis de las acciones que propone Barthes, un análisis de las acciones del relato (en el nivel de la historia) en términos de funciones. Recordemos que el estructuralismo concibe al texto narrativo como un sistema cerrado cuyos elementos establecen una red de relaciones en diferentes niveles. Es así que las unidades conforman una sintaxis particular. Las catálisis, los indicios y los informantes tienen en efecto un carácter común: son expansiones si se las comprara con núcleos; los núcleos constituyen conjuntos finitos de términos poco numerosos, están regidos por una lógica, son a la vez necesarios y suficientes. En tanto los indicios y los informantes se combinan libremente entre sí, una catálisis implica necesariamente la existencia de un núcleo. Los núcleos, a su vez, se relacionan por solidaridad, es decir, cada uno obliga al siguiente y existe a partir del anterior y establece entre sí una relación cronológica y lógica a la vez: cada hecho que viene después de otro es leído como causado por el anterior. En esta dinámica de secuencia y consecuencia se funda toda actividad narrativa. Ella define la armazón misma del relato (las expansiones son suprimibles, pero los núcleos no). En síntesis, la lógica de la acción consiste en el encadenamiento de nudos de acción que aseguran en su conjunto la continuidad estructural del relato.
Se analizan las Funciones cardinales en el cuento “El fin”: … Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Una sucesión lógica de núcleos unidos entre sí por una relación de solidaridad arma una secuencia.
La Secuencia (Claude Bremond,1964) Todo relato tiene secuencias. Una serie de nudos constituye una secuencia en tanto estas unidades elementales se encadenan entre sí y se integran en unidades más amplias. Una secuencia se inicia cuando uno de sus términos no tiene antecedente solidario y se cierra cuando otro de sus términos ya no tiene consecuente. Las secuencias se imbrican entre sí: no ha terminado una cuando ya se inicia otra. Por ejemplo, reconocer a un amigo, acercarse a él, saludarlo e iniciar una conversación, son las diferentes funciones que componen la secuencia cerrada que podríamos denominar “encuentro”. Nada precede a la acción de reconocer al otro ni sucede a la conversación que no integre estrictamente ese conjunto homogéneo de acciones. La secuencia, como vemos, siempre puede ser nominalizada. Puede seguir la “pelea”. Las diferentes secuencias representan en función del proyecto humano que es, en última instancia, el horizonte de sentido de todo relato: se parte de un obstáculo que debe ser resuelto, se sigue con la tarea de resolverlo y se finaliza con la resolución o no. (reto al duelo, pelea, resolución)
Se analizan las catálisis en el cuento “El fin”. Un punto se agitó en el horizonte y creció hasta ser un jinete, que venía, o parecía venir, a la casa. Recabarren vio el chambergo, el largo poncho oscuro, el caballo moro, pero no la cara del hombre, que, por fin, sujetó el galope y vino acercándose al trotecito. A unas doscientas varas dobló. Recabarren no lo vio más, pero lo oyó chistar, apearse, atar el caballo al palenque y entrar con paso firme en la pulpería. ** Una unidad puede pertenecer al mismo tiempo a dos clases diferentes: dar una puñalada puede ser una pura función (cardinal) pero también, por ejemplo, indicio de carácter del personaje Se ejemplifica con “El cautivo” y “El fin” Los Indicios pueden remitir al lado oculto de un carácter, contribuir al significado de determinada atmósfera
2. Historia, relato y narración (Gerard Genette) La primera distinción entre dos niveles (historia y discurso) que los primeros estructuralistas proponen (Barthes, Todorov) es replanteada por Gerard Genette en 1972. Para Genette esta bipartición resulta insuficiente porque no da cuenta del proceso narrativo que convierte a la historia en relato. Según Genette, en su introducción al capítulo «Discours du récit» en Figures III, el vocablo
“relato” puede designar en efecto: A1. el enunciado narrativo, que puede ser oral o escrito A2. la sucesión de acontecimientos reales o ficticios… A3. el acto de narrar tomado como tal Estas tres acepciones del vocablo “relato” son dimensiones fundamentales de cualquier texto narrativo. Según Genette, es sólo la A 1ª. designación, la que corresponde al texto narrativo, la que puede llevar ese nombre. ALa 2ª designación, que corresponde al «contenido narrativo» sería la «historia». ALa 3ª, que corresponde al «acto narrativo productor y por extensión, el conjunto de la situación real o ficticia en la que toma lugar» se llama la «narración». Ejemplo Foto de André Kertész Se ejemplifica con una foto.
Para comprender el funcionamiento de un texto, se deben tener en cuenta de forma simultánea esas tres dimensiones. El relato, como acto verbal, comporta todas las características de ese acontecimiento. Actualiza la condición dialógica del lenguaje (Benveniste). Presenta una situación comunicativa completa. El texto narrativo, desde el punto de vista de su configuración interna, puede ser considerado como la articulación de tres aspectos, a los que Genette asigna una denominación específica: Historia: aquello que se cuenta (nivel de las acciones), o sea el conjunto de acontecimientos que son objeto del discurso narrativo; instancia conceptual que no tiene existencia efectiva y que está constituida por hechos que se organizan en un orden cronológico ideal que jamás podría ser trasladado a la linealidad del relato. la narración, o situación narrativa que comprende al acto por el cual el narrador se dirige al narratario, acto de producir un relato (situación ficticia o real), proceso por el cual el narrador se dirige al narratario el relato o discurso narrativo que, tanto oral o escrito, nos permite conocer la historia como la narración que la sostiene, remite al producto material constituido por signos lingüísticos que conforman un todo significante, que es también denominado por las teorías de análisis del discurso ‘enunciado’ o ‘texto’. Historia y narración solo pueden ser analizadas a través del relato. La distinción de historia y narración remitiría, respectivamente, a las nociones de enunciado y enunciación que describe Emile Benveniste (1978), en tanto la primera hace referencia a lo dicho y la
segunda al proceso por el cual un sujeto asume el rol de enunciador o sujeto de la enunciación para dirigirse a un enunciatario. En el relato, como en todo acto comunicativo, la primera persona designa al locutor y la segunda al alocutario, o sea a los dos participantes del acto comunicativo o narración. A su vez, la tercera remite a una no-persona que, en términos de Benveniste, refiere a aquello que es objeto del discurso, tanto a fenómenos, procesos, objetos como a la persona que no participa del acto de comunicación que, como tal, es objeto y no sujeto del discurso.
3. Niveles de descripción del relato El relato se constituye en objeto de estudio de Genette dado que nuestro conocimiento de la historia como de la narración está mediatizado por el relato; su análisis implicará siempre la articulación del R (relato) con la H (historia); del R con la N; de la H con la N. Analiza el modo, el tiempo y la voz en el relato. Funciones distribucionales Historia (Barthes) Funciones integrativas
núcleos catálisis indicios informantes
Relato (Genette) Modo Voz Tiempo
Narrador
-------------------------------------------------------------Narratario Narración: situación narrativa
Situación narrativa El acto de narrar es el acto a través del cual un sujeto se erige como narrador de una historia que cuenta a otro (el narratario). Filinich: "Siendo el relato un acto verbal, comporta todas las características propias de ese acontecimiento por el cual un sujeto se instala como locutor y asume el lenguaje para dirigirse a otro, condición dialógica del lenguaje que el relato actualiza." Hablar es siempre dirigirse a otro, el monólogo no es más que un diálogo consigo mismo, hablante se desdobla. Esta propiedad del hablar es obvia en la situación comunicativa oral cotidiana. Se analiza la situación narrativa en "La forma de la espada” Un hombre conoce al Inglés de la Colorada y le pregunta cómo recibió la cicatriz que le
corta el rostro. El Inglés cuenta cómo fue traicionado por su amigo Vincent Moon, que lo delata para recibir una recompensa. Tras descubrirlo, lo persigue, atraviesa con un alfanje de acero el rostro del delator, quien luego huye con el dinero de la recompensa a Brasil. Al final de su relato, el hombre de la cicatriz le confiesa la verdad: él es el traidor, él es Vincent Moon y le ha relatado la historia como si fuera él el que fue traicionado. Así, el acto narrativo se convierte en una acción más de la historia. La diégesis (historia) propiamente dicha se desarrolla como una confesión del Inglés hecha al narrador, en una situación de enunciación donde la palabra oral intenta contextualizar la marca, revelar la cicatriz a través de una historia. La cicatriz es centro del relato, huella de algo pasado que narra o devela su historia. En "La forma de la espada", de Borges, el acto de narrar se explicita, con la particularidad de que la situación narrativa representada incluye otra situación narrativa. El personaje del nivel diegético se transforma en un narrador de un relato segundo. Esa segunda enunciación surgida del nivel diegético da lugar a una segunda historia ubicada en un nivel metadiegético. En este relato “enmarcado” (un relato incluye otro relato), el primer narrador —Borges— (que luego se convierte en narratario de la segunda historia) cede la palabra a un segundo narrador, el inglés de la Colorada (que dice ser irlandés y que tienen una cicatriz), quien le cuenta una historia. ¿Por qué? Esa inversión de perspectiva y roles genera un efecto de lectura especial: el narratario, Borges, lo escucha de un modo que no sería igual si conociera la verdad. La historia (los hechos) que se narran dependen de la forma en que son narrados, de la perspectiva que elige el narrador para contarla. Todos somos, en cuanto lectores, una proyección del protagonista, nos hacemos cómplices de su traición. “Al fin me dijo con su voz habitual: - Le contaré la historia de mi herida bajo una condición: la de no mitigar ningún oprobio, ninguna circunstancia de la infamia. Asentí. Esta es la historia que contó, alternando el inglés con el español, y aun con el portugués: ‘Hacia 1922, en una de las ciudades...’ (...) “-¿Usted no me cree? –balbuceó-. ¿No ve que llevo escrita en la cara la marca de mi infamia? Le he narrado la historia de este modo...”
En las dos citas, a través de formas pronominales o verbales, se señala a los participantes de la situación narrativa: “me dijo”, “le contaré”, “asentí”, “¿usted no me cree?”. * A través de la palabra del Inglés sabemos que el yo del discurso es el propio Borges.
Benveniste: todo discurso remite necesariamente a un sujeto que sólo puede ser un "yo". Pero la utilización de las distintas personas gramaticales no hacen sino ocultar ese yo. Por ello, el "Borges" interlocutor del inglés es tan figura como el protagonista del relato: una figura lingüística que, al igual que en el otro caso, se devela al final. El ámbito del texto es el discurso, el lenguaje antes que el contenido referencial. La "verdad" del cuento sólo se encuentra en su lenguaje. * La historia de una traición: la traición es doble, en la historia y en el relato porque se asume una perspectiva, identidad ajena.
Enunciación literaria-Enunciación ficcional. Doble proceso de enunciación Al final: “Borges: a usted que es un desconocido, le he hecho esta confesión. No me duele tanto su menosprecio.” (dice el narrador Vincent Moon) Este Borges no puede ser confundido con el propio Borges, quien pertenece al mundo real y no puede entablar un diálogo con sus personajes, que pertenecen al universo de la ficción. Tampoco con el autor implícito, pues se le atribuyen frases acciones que se escapan de su competencia (encuentro con Moon, etc). Su nombre aparece ficcionalizado en la figura del narratario, actúa y habla como un ente de ficción. El relato ficcional representa una situación comunicativa completa, en la cual un locutor (narrador) dirige su mensaje (historia-relato) a un alocutario (narratario), que remite al proceso real de enunciación cuyos realizadores son autor y lector. Ahora bien, la situación narrativa de una narración de ficción, a diferencia de la de un relato oral o una referencial (por ejemplo, la anécdota o el recuerdo), es una enunciación ficcional que está constituida por el narrador y el narratario, los que de ningún modo deben confundirse con los participantes de la situación o enunciación real, que son el autor y el lector. Es un doble proceso de enunciación. Es necesario distinguir las figuras.
El autor-El lector La enunciación literaria no es, estrictamente hablando, comunicación. Autor y lector no se comunican mediante el lenguaje, la obra literaria, sino que el autor comunica lenguaje. No se expresa como subjetividad sino que se manifiesta en tanto escritor. Autor es una instancia diferente de la persona física. La obra constituye un universo autónomo que tiene sus leyes propias, del cual quedan excluidos el autor y el lector, no pueden inferir en el curso de los acontecimientos. El autor se manifiesta en la obra * De manera explícita (dedicatorias, prólogos, notas al texto) Ej: De El mundo es ancho y ajeno: “La intención de llevar el indio a la novela pese a las obras que ya tenía publicadas me hacía confrontar dos problemas difíciles. El primero, mostrar
el espíritu indígena, lo que implicaba un tratamiento novelístico de personajes.” (El autor reflexiona sobre su práctica.) * Implícita: elecciones estilísticas, destino de los personajes, disposición gráfica, elección del género. * Ficcionalizado como narrador: cuando se introduce en el universo por él creado. Interviene en el mundo de ficción. Borra las fronteras entre enunciación literaria y ficticia. El nombre del autor no tiene una función designativa sino que articula significados emanados del conocimiento previo que el lector posee sobre él. Ejemplo: Forma de la espada. * Lector explícito: cuando el autor lo apela en el prólogo (es una advertencia para el lector), notas o intervenciones. * Implícito: el destinatario de las estrategias enunciativos, una competencia supuesta para descifrar los significados. * Instalado como autor narrador puede instalar frente a sí a un lector narratario. Las cuestiones acerca del lector y del autor se ubican en un nivel enunciativo que no será estudiado por una teoría de la narrativa sino que han sido objeto de reflexión para una teoría de la recepción. Interesan solamente cuando interfieren en el universo de ficción.
Enunciación ficcional: narrador y narratario Deslindamos la situación real de enunciación, en la que están comprometidos autor y lector, de la situación de enunciación ficticia, acto narrativo o situación narrativa ficticia en la que se ponen en escena dos interlocutores autónomos creados por el autor. El narrador asume la posición de sujeto de la enunciación para dirigirse al narratario, determina la configuración del universo ficticio. Según Benveniste , cuando plantea la fundamentación lingüística de la subjetividad, señala que la subjetividad es la capacidad del locutor de plantarse como sujeto. El discurso no hace sino actualizar la estructura del diálogo que es inherente a la lengua. Característica dialógica de la lengua es expresada en la polaridad de las personas yo-tú. Como en el acto de producir un enunciado, en el relato literario, un locutor adopta el papel de sujeto de la enunciación (el narrador); de un alocutario al cual el locutor dirige el discurso (el narratario), y de un modo de referir la historia (una posición adoptada frente a lo narrado, manifiesta en la percepción y la voz narrativa). El nivel de la narración o situación narrativa está compuesta por dos figuras, narrador y narratario, que actualizan la relación polarizada de las personas gramaticales: la relación yo-tú.Ese acto de narrar o situación narrativa pocas veces está explícito en el relato ficcional
El narrador El relato literario está sostenido por una voz, un sujeto de la enunciación cuya perspectiva
configura la historia y a la vez modela, construye, un posible oyente de su voz al que se dirige (Filinich). El narrador como una metáfora personalizada organiza el mundo que narra: elige un modo de referir la historia, adopta una posición frente a lo narrado. Para el narrador como el hablante solo es posible hablar en primera persona, sostiene mediante un yo digo todo discurso. Así como el narratario se reconoce por ser quien asume el tú al cual se dirige implícitamente todo enunciado. En el nivel de la narración sólo dos personas gramaticales entran en el juego, yo narrador y tú narratario. El nivel de la historia está ocupado por la tercera persona gramatical él, la no persona, el objeto del discurso. En el nivel del relato en tanto discurso narrativo virtualmente todas las personas gramaticales pueden aparecer, pero el relato canónico, centrado en los acontecimientos en la historia, ha privilegiado la tercera, de ahí que la aparición de la primera y la segunda sean percibidos como variantes de la tercera. El relato canónico reserva el yo para el narrador, el él para aquello de lo que se habla, el tú para el destinatario de la narración. En el relato contemporáneo se producen desplazamientos de la función narrativa. Sobre la base del ese modelos narrativos realiza torsiones que hacen que el lugar de la tercera inherente al relato tradicional sea ocupado por la primera o la segunda. La aparición en el discurso de otros pronombres personales diversos del clásico pronombre en tercera, no sólo transforma la relación de los pronombres, sino también entre aquellos pronombres que designan al narrador y al narratario. De ahí que más que hablar de narrador en primera, segunda o tercera, consideraremos que el narrador habla siempre en primera para dirigirse a otro. Aunque se trate de un yo que cuente su propia historia distinguimos el yo del acto discursivo del que corresponde a las acciones efectuadas en un pasado. El yo de la enunciación ficcional no se confunde con el yo de la enunciación literaria. El narrador adopta el lugar del sujeto de la enunciación en el interior del universo de ficción, por fuera queda la función autor. Presencia del narrador La instancia narrativa puede realizar su función narrativa asumiendo diferentes grados de presencia en el relato, presencia marcada por aquellas huellas en su discurso que lo develan u ocultan. Puede dejar marcas (lingüísticas) o no. En el relato oral de un recuerdo, por ejemplo, aparecen los deícticos, marcas que señalan al enunciador y al enunciatario de la situación comunicativa (alguien cuenta a otro anécdotas de su historia de vida), fundamentalmente a través del pronombre de primera y de segunda persona. La tercera persona es el objeto del discurso (“ mi abuela“). 1 Tu bisabuela tenía 18 cuando se casó con tu bisabuelo que yo nunca conocí. Se enamoró de él a primera vista en un baile y se separaron por motivos que desconozco. Ella sufrió mucho porque él vivió solo para su trabajo. Nunca pudo demostrar el afecto a sus hijos,
tenía el carácter de un militar aunque no lo fuera. Mariana, 54 años 2 Fuimos a un baile a un club y en el baile estaba tu abuelo. Me sacó a bailar y yo me negué. Entonces les jugó a los muchachos una botella de vino que me iba a sacar otra vez y yo iba a acceder. Cuando vino, le expliqué que no podía bailar piezas movidas porque me apretaba el vestido. Entonces me pidió que bailara el vals. Y, sabés, ahí me enamoré de él. Elisa, 78 años 3 Roque era pastor de ovejas, cuidaba las ovejas del padre en Italia, Potenza. Estaba todo el día en la montaña y así conoció a una chica que también era pastora y se enamoraron. Fueron creciendo y se pusieron de novios, hasta que él se cansó de esa vida. Tenía 17 años y quería cambiar. En ese momento se hablaba de América como el lugar del progreso. Don Roque llegó a América después de un viaje bárbaro en barco donde lo agarró una tormenta que casi se muere, casi dos años después. Pero cuando fue a buscar a su novia, ella se había casado. Para él fue tan doloroso que no quiso quedarse en Buenos Aires, fue a la estación de ferrocarril, tomó el primer tren y se fue a Concepción del Uruguay. Con un bolsito, con sus ilusiones y sin nada más. Roberto, 52 años En los dos primeros relatos aparecen las huellas del yo narrador (“yo” “ fuimos”) ( y del narratario): pero es solo en la segunda en la que el narrador participa de la historia como protagonista. En el tercero, el narrador cuenta la historia que le ocurrió a otro (a Roque). Si bien en este último caso no aparecen las huellas del narrador, como en todo relato, el narrador está implícito en el acto de enunciación narrativa. De ese modo, podríamos anteponerle la cláusula: “Yo te cuento que...” Genette clasifica la voz del narrador en función de su relación con el mundo narrado. Describe tres tipos de narradores en función de su participación o no en el nivel diegético (historia) 1. Narrador homodiegético: participa en calidad de testigo de la historia que se cuenta, se nombra a sí mismo y pertenece de alguna manera al universo que se narra (como personaje o como testigo). 2. Narrador autodiegético: participa en calidad de protagonista, es decir aquel que cuenta su propia historia (relato autobiográfico), cuenta hechos que le sucedieron a él. 3. Narrador heterodiegético: no participa del mundo narrado y, dado que cuenta de alguien que no es él mismo, al que designa en tercera persona, narra los acontecimientos desde fuera del mundo narrado; cuenta acerca de otros. Homodiegético: “La forma de la espada” Héterodiegético “El cautivo”, “El fin” Además de la voz del narrador, hay otras voces en los relatos. El relato supone la posibilidad de narrar hechos y, también, la de referir palabras (Genette dice que en un
relato no hay más que palabras del narrador y palabras de los personajes.). Veremos el uso de las voces más adelante. En el próximo teórico veremos la distinción entre voz y mirada: a veces el narrador expone los hechos desde una conciencia determinada, pero no cede la voz. El que narra (la voz que narra) no es el mismo desde cuya perspectiva se narra.
Bibliografía: Benveniste, Emile,/1979) Problemas de Lingüística General,7ª ed. Mëxico, Siglo XXI Bremond, c. (1973) Logique du récit, Paris, Seuil. Filinich, María Isabel, (1997) La voz y la mirada, (1997)Puebla, Plaza y Valdés, S.A. de C.V. Editores. Genette, Gerard, (1969)Figures II, Paris , Seuil. ----------------------(1972) Figures III, Barcelona, Lumen.