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Terror islamista en Holanda. El asesinato de Theo Van Gogh. Por Floris Van den Berg
El 2 de noviembre del 2004, día de elecciones en EEUU, el director y crítico de cine holandés Theo Van Gogh fue brutalmente asesinado en plena luz del día en una calle de Ámsterdam. Mientras circulaba en bicicleta, fue primero disparado y luego apuñalado hasta morir. Clavaron una carta en su pecho con un cuchillo. El supuesto asesino, un holandés de orinen marroquí de 26 años, vestido a la islámica, fue posteriormente arrestado. La policía encontró una nota de despedida del asesino en un bolsillo de Van Gogh; aparentemente había planeado morir como mártir. Muy poco después, tanto la carta clavada como la del supuesto asesino, Mohammed Bouyeria, fueron publicadas. Aún pueden leerse en Internet (1) Desde el asesinato, Holanda ha estado en estado de shock; después de cientos de años sin un simple asesinato político, Van Gogh es el segundo desde que en mayo del 2002 mataran al candidato político Pim Fortuyn (2) Theo Van Gogh, cineasta político y crítico Van Gogh era visto como un ofensivo e indecente rebelde. Insultó a varias personas y grupos en sus columnas y en entrevistas en la TV, y tenía mucha afición a meterse con la comnidad judía y con escritores de origen judío. En los últimos tiempos, fueron los musulmanes los que centraron su atención, criticándolos y, a menudo, burlándose de ellos. Como algunos periódicos y revistas rechazaban sus columnas, los publicaba en su propia web: degezonderoker.nl (“el saludable fumador”). A veces, Van Gogh tenía razón; a veces, no. Pero, además de ser un rebelde político, era un cineasta. Muchos de sus filmes tienen una dimensión política, pero, sorprendentemente, no tienen la rudeza y a veces el
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simplismo de sus críticas escritas y habladas. Más bien al contrario, su serie televisiva Najib and Julia era una moderna Romeo y Julieta y tenía que ver con un romance entre un marroquí musulmán y una chica holandesa no creyente. Y también realizo Cool, una película sobre una banda de chicos marroquíes en Ámsterdam. Irónicamente, cuando Van Gogh murió, estaba justo finalizando 0605, una película sobre el asesinato de Pim Fortuyn. Van Gogh opinaba que el Islam era una religión opresiva y atrasada. Como aireaba esas opiniones, fue amenazado algunas veces, particularmente después de su corto Submission Part1, basado en un guión de la feminista liberal y apóstata islámica, Ayaan Hirsi Ali. Este corto político tuvo un profundo impacto en la comunidad islámica de Holanda, incluso para un film que pocos islámicos holandeses en realidad vieron. Fue un boca a boca que propagó su contenido. Submission muestra una mujer velada que reza a Allah con el seno denudo (para mostrar su vulnerabilidad). La mujer le pregunta a Alá por qué se abusa de las mujeres a pesar de que intenten ser buenas musulmanas. En el film una mujer es azotada por el marido. Textos del Corán con pasajes que degradan a las mujeres están pintados en cuerpos femeninos. En agosto del 2004, el film fue emitido por la TV holandesa como parte de un programa dedicado a la vida de Hirsi Ali. El film causó la ira de muchos musulmanes. Hirsi Ali y Van Gogh fueron declarados enemigos del Islam. Hirsi Ali aun está bajo protección policial desde el asesinato. Van Gogh ya no. Ayaan Hirsi Ali, feminista y apóstata La carta clavada en el cuerpo de Van Gogh iba dirigida a Hirsi Ali, miembro del parlamento y apóstata que había dedicado su carrera política a ayudar a emanciparse a las mujeres musulmanas y proteger sus derechos. Hirsi Ali criticó severamente el Islam y la moral islámica en artículos en periódicos, conferencias y libros (3). En una entrevista en un periódico holandés, etiquetó al profeta Mahoma como “pervertido” porque se acostó con una niña de 12 años, Asia, con quien se casó a tan temprana edad. El comentario causó consternación, y una delegación internacional de países islámicos y otras organizaciones viajó a La Haya para condenar el comentario de H.A.
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H.A. nació en Somalia. La familia vivió en varios países durante su infancia. En Arabia Saudita conoció qué era una sociedad islámica estricta. En una ocasión, su profesor de Corán le fracturó el cráneo por no saberse cierto versículo de memoria. Su familia decidió casarla con un primo de Canadá; pero de camino hacia allí, en Alemania, huyó. Se estableció en Holanda, donde estudió ciencias políticas y trabajó como intérprete para inmigrantes, la mayoría musulmanes, adquiriendo conocimiento de primera mano de los problemas de la comunidad islámica holandesa. Después de sus estudios, Hirsi Ali trabajó como consejera en el Partido Laborista holandés. Criticó las políticas holandesas de integración de musulmanes, acusando al gobierno de ser demasiado tolerante con las tendencias intolerantes de la comunidad islámica holandesa en perjuicio de los niños musulmanes y, especialmente, de las mujeres. El Partido Laborista desaprobó su criticismo y entonces se pasó al partido Liberal como miembro del Parlamento, especializándose en problemas de integración, y continuó escribiendo y hablando en la misma línea. Recibió numerosas amenazas de muerte y está bajo permanente protección policial. Permaneció escondida durante meses después de la muerte de Van Gogh Multiculturalismo, integración e Islam en Holanda. La comunidad musulmana de Holanda crece rápidamente a causa de su alta natalidad, la inmigración y la importación de novias. En las ciudades más grandes, como Ámsterdam y La Haya, los inmigrantes-casi todos de procedencia islámica-constituye la mayoría de la población. Al igual que en otras ciudades europeas, los inmigrantes musulmanes tienden a vivir agrupados. Las escuelas de esos barrios están dominadas por ellos y su cultura, convirtiéndose en lo que los holandeses llaman zucarte sholen, literalmente escuelas negras. La ley holandesa permite la financiación pública para escuelas religiosas y hay ahora 42 escuelas islámicas de primaria, dos de secundaria y una universidad cuyo status islámico no es oficial pero sí conocido por todo el mundo (4). Los inmigrantes islámicos, mayormente árabes, de Holanda han formado una comunidad cerrada muy protegida de la cultura holandesa. Muchos musulmanes no leen periódicos holandeses, ni revistas, ni ven la televisión de Holanda. En vez de ello, ven los programas de sus países de origen o los
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que retransmite Al Yazira. Los mayores ni siquiera hablan holandés. No hay matrimonios entre las culturas ni mestizaje a pesar de los esfuerzos del gobierno en integrar a esos inmigrantes a la democrática cultura liberal holandesa. Esto ha sido el resultado de años de política de izquierdas con ínfulas multiculturales o, incluso, relativistas. Holanda ha ofrecido residencia y oportunidad a los inmigrantes bajo condiciones suaves. Pueden mantener su lengua original y sus tradiciones indefinidamente con poca presión para su asimilación. Lenguas inmigrantes como el turco o el árabe se enseñan en las escuelas como “medios de integración”. No se hace ningún esfuerzo para estimular la reflexión crítica de sus creencias y tradiciones. Por el contrario, sus tradiciones culturales no están solo toleradas sino animadas. Recientemente, esas políticas han sido discutidas seriamente por Pim Fortuyn, por ejemplo. Los críticos culpan de exceso a la famosa tolerancia holandesa. Se cita frecuentemente el enorme problema de la circuncisión femenina. Está prohibida en Holanda, pero se practica a muchas chicas de origen africano. Se las llevan sus familias en el verano a sus países nativos, como Somalia, donde les practican la operación. La “tolerancia” de esta práctica cultural implica, en efecto, que las chicas holandesas de origen africano no están protegidas por la ley holandesa. Este es uno de los dilemas que Ayaan Hirsi Ali ha planteado a la atención pública, así como otras presiones contra los derechos de las mujeres como los matrimonios forzados. Paradoja Liberal 1: la mentalidad de esclava De manera paradójica, muchas mujeres islámicas holandesas rechazan la actitud crítica de Hirsi Alí. Como si prefirieran ser víctimas de su cultura y religión. No se ven como tales. Un motivo es que las pocas mujeres musulmanas que se han atrevido a hacerlo han sido víctimas posteriormente de violencia. Pero es un problema más amplio: son mujeres que han pasado la vida entre los muros de la comunidad islámica. Es bien sabido que las ideas religiosas y culturales tienen gran impacto en los niños y en su sentido de la identidad. ¿Quién puede desear de forma genuina ser un esclavo simplemente porque es la costumbre? Los liberales se toman en
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serio lo que la gente dice que quiere, pero cuando lo hacen asumen que están frente a una expresión racional, informada y libre. Una educación liberal y democrática, una prensa libre y un discurso público sin trabas podrían proveer las precondiciones de una elección autónoma. Bajo ellas, me parece que muy poca gente adoptaría un punto de vista religioso y, mucho menos, un de opresivo. Paradoja liberal 2: tolerando la intolerancia Quizá la paradoja central de una sociedad pluralista está representada por la palabra acuñada por Ian Buruma y Avishai Margalit en su libro Occidentalism (5). En las comunidades islámicas de Holanda y de otros países occidentales existe una fuerte tendencia antioccidental. Ésta puede ir desde un suave amor a la madre patria y sus tradiciones y religión, a un apasionad y articulado odio hacia la cultura occidental, llevando todo ello al fundamentalismo y al terrorismo. Algunas de las diferencias de actitud más relevantes en las culturas islámicas conciernen a la moral sexual, especialmente la sexualidad de las mujeres. La revolución sexual y la emancipación de la mujer que sacudió Occidente durante los 60 y los 70 nunca llegaron a la cultura islámica. Otros puntos de conflicto incluyen la separación de estado y religión, la igualdad entre hombre y mujer, la homosexualidad, los matrimonios del mismo sexo, y las ideas sobre la formación y educación de los hijos. En una democracia liberal como Holanda, son elementos cruciales del contrato social, y los conservadores islámicos los rechazan todos. Tan amplia y profunda es la brecha que separa la cultura islámica de la europea que difícilmente queda alguna base para un sentido compartido de comunidad. Una sociedad liberal desea tolerar cuanto más mejor, ¿pero qué hace con sus subculturas intolerantes? Un estado liberal no tiene métodos totalitarios efectivos para suprimir la intolerancia. Paradoja Liberal 3: libertad ¿para quién? La cuestión clave es: ¿qué puede hacer una sociedad liberal y tolerante para guiar a sus inmigrantes hacia una ciudadanía liberal y democrática? Esto está en el centro de la paradoja liberal: una sociedad liberal sólo funciona si
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la mayoría de la gente está de acuerdo con las reglas. No se puede jugar al fútbol si los jugadores se empeñan en usar las manos. Pero la fuerza y la coacción no son métodos en los que una sociedad abierta pueda descansar. Una cuestión que el liberalismo tendrá que responder es qué considera que es el elemento básico de la libertad. Si es el individuo, lo que parecería obvio, la libertad podría requerir poner límites en la libertad de los padres para educar e indoctrinar a los hijos. Después de todo, los niños también son individuos. Si los individuos han de ser protegidos de tantas influencias indebidas como sea posible de cara a salvaguardar su capacidad para realizar decisiones equilibradas, informadas y genuinamente voluntarias, la educación religiosa debería estar controlada. Si la libertad individual es el ideal básico del liberalismo, el gobierno debería proteger con vigor a los niños de la indoctrinacion religiosa- y mucho más de los mandatos religiosos como la circuncisión, especialmente la de las niñas. Si una democracia liberal es una sociedad abierta, los niños deberían tener una opción realista de liberarse de las tradiciones de sus padres. La indoctrinacion de los padres debería estar limitada de manera que no pudiera cercenar las posteriores capacidades de los niños para tomar decisiones racionales, informadas y libres. Paradoja liberal 4: problemas judiciales La declaración universal de derechos humanos (UDHR) del 1948 garantiza la libertad de expresión y la libertad religiosa. ¿Por qué ha de tener la religión derechos especiales? Cuando hay libertad de expresión y de reunión, cualquier tipo de club o sociedad puede organizarse dentro de la ley. ¿Por qué la libertad religiosa debería tener más privilegios que la de los Ángeles del Infierno o la de la Sociedad Americana de Filosofía? La declaración de la UDHR sobre libertad religiosa es superflua. Y es potencialmente peligrosa, ya que la gente religiosa o sus organizaciones pueden hacer reclamaciones especiales basadas en la libertad de culto que un grupo como los Ángeles del Infierno no puede hacer. Por ejemplo, en Holanda, la blasfemia es hoy en día ¡un delito! Naturalmente que los críticos de cualquier cosa, incluidos los de la religión, deben ser
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respetuosos y educados por una cuestión de etiqueta, pero esto no requiere una ley. En una democracia liberal, la libertad de expresión es crucial. La ley sólo debería impedirla en caso de que incluyese amenazas a las personas. Maneras rudas de expresar desacuerdo, como insultar, pueden ser desagradables pero deberían ser toleradas. La existencia de un derecho especial para la religión pone en peligro la libertad, en parte porque los muy creyentes (true believers) a menudo no son capaces de discernir entre una crítica racional y un insulto. Pueden tomar la critica racional como un insulto y a la ley como su arma (o tomar directamente un arma). En una democracia liberal la gente tiene que hacer chistes, incluso feos, sobre la religión, como hizo tantas veces Theo Van Gogh, En defensa de la sociedad abierta Un crítico social ha sido asesinado. La tranquilidad política de Holanda ha sido abruptamente alterada y puede volver a suceder. El más tolerante país europeo puede experimentar el real choque de civilizaciones. Ofrezco las siguientes recomendaciones para apoyar a la sociedad abierta holandesa: 1- Acabar con la contaminación del debate racional. Ya es hora de que los humanistas se impongan y defiendan sus principios en la sociedad abierta participando en el discurso público. Muchos intelectuales holandeses- incluyendo algunos humanistas- sostienen una postura postmoderna y relativista, lo que les lleva a criticar a los críticos con la religión y las tradiciones opresivas. Esos críticos postmodernos- juntamente con musulmanes librepensadores que niegan que exista conflicto entre el Islam y las sociedades liberales- crean una pantalla que protege a los musulmanes extremistas de tener que oír cualquier crítica racionalista. Los críticos racionalistas constituyen una minoría y muchos se han vuelto más cautos y reservados aun por la muerte de Van Gogh y las numerosas amenazas de muerte contra quienes critican el Islam o la cultura musulmana. Muchos humanistas en Holanda prefieren no criticar el Islam,
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pero esa cítrica necesita ser oída. 2- Actuar en contra de la xenofobia, las armas de fuego y la doble nacionalidad. La xenofobia y el racismo de cualquier tipo no deben ser tolerados. Pero el gobierno y los partidos políticos han tomarse los problemas de la inmigración muy seriamente. La política del avestruz no hará más que animar la aparición de partidos xenófobos de ultraderecha. Un tema importante es la cuestión de la facilidad en conseguir armas en Holanda durante los últimos 5 años. La Unión Europea debe dejar clara su jurisdicción y tomar medidas contra las armas de fuego. Estas no causaran problemas de inmediato, pero si fueran menos fáciles de obtener el debate público seria más seguro. Hay que terminar con la política de que los inmigrantes puedan tener dos nacionalidades y dos pasaportes para estimularla la lealtad a Holanda. Los inmigrantes han de limitarse a una nacionalidad. Si eligen la holandesa y reclaman los derechos de la ciudadanía holandesa deben ser holandeses y sólo holandeses. Con esta propuesta trato de urgir a crear un “suave” nacionalismo muy saludable. 3- Tomarse muy seriamente la seguridad. Lo más importante. Los políticos holandeses deben ser menos condescendientes hacia tradiciones culturales o religiosas que contengan prácticas intolerantes contra las mujeres. Esto vale tanto para musulmanes, como para judíos, cristianos o extremistas hindúes (6). El estado debe adoptar el secularismo- o “laicismo” como se le llama comúnmente en Europa- mucho más en serio. La financiación pública de las escuelas religiosas o de otras organizaciones debe disminuir. El mayor énfasis en la escuela debe darse a los principios de la sociedad democrática, abierta y liberal, en la ciudadanía y en el pensamiento racional y científico. Sería mejor si los partidos políticos de corte religioso fueran reemplazados por partidos con otros principios (7). Por desgracia será una larga batalla convencer a un amplio público, incluso en Holanda, de las ventajas de una sociedad abierta y de unos valores humanistas de corte liberal.