«TÚ ERES MI DIOS, TE DOY GRACIAS»: EL AGRADECIMIENTO

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«TÚ ERES MI DIOS, TE DOY GRACIAS»: EL AGRADECIMIENTO VIRGINIA CAGIGAL

DE

GREGORIO*

Fecha de recepción: julio de 2013 Fecha de aceptación y versión final: julio de 2013

Resumen El agradecimiento es un sentimiento natural en el ser humano: estrecha relaciones, expresa la conciencia de haber recibido algo no merecido, acrecienta la cercanía y nos humaniza. Como toda virtud, necesita aprenderse, ejercitarse y apoyarse en una serie de cualidades o hábitos humanos. La persona agradecida notará los efectos beneficiosos del ejercicio de esta virtud en la consecución de una vida satisfecha. PALABRAS CLAVE: altruismo, mérito, incondicionalidad, humildad, austeridad.

«You are my God, i thank You»: Gratitude Abstract Gratitude is a natural feeling for human beings: it strengthens relationships, it expresses the awareness of having received something that was not deserved, it brings us closer and it humanizes us. Like all virtues, it needs to be learned and practiced, as well as supported by a series of humane qualities or habits. A grateful person will notice the beneficial effects of exercising this virtue, from the attainment of a fulfilling life. KEY WORDS: altruism, merit, unconditionality, humility, austerity.

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Doctora en Psicología, Profesora de la Facultad de Ciencias y Humanas y Sociales, Directora de la Unidad de Intervención Psicosocial (UNINPSI). Universidad Pontificia Comillas. .

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«Gracias a la Vida, que me ha dado tanto: me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco, y en el alto cielo su fondo estrellado, y en las multitudes el hombre que yo amo». – Violeta Parra, 1966

Cuando la cantante y compositora escribe estas palabras parece que su intención es editar un disco que fuera epitafio de su vida, una despedida en la que va desgranando un agradecimiento por los bienes recibidos: la vista, el oído, el habla, el poder caminar y avanzar, el corazón, la risa y el llanto, de los que siente que nace su canto; agradece lo sencillo, lo de todos los días, lo que habitualmente damos por supuesto. Y es que el agradecer es algo natural en el ser humano, es consustancial a él; incluso los psicólogos evolucionistas atribuyen al agradecimiento funciones de selección natural1. Muchas de nuestras expresiones no verbales, como la sonrisa, el abrazo, la mirada cálida... son formas de decir «gracias», gestos para hacer ver a la otra persona que apreciamos su voluntad de agradarnos, de ofrecernos algo que para nosotros es grato y deseable. La psicología entiende la gratitud como «una emoción positiva que surge cuando uno percibe que se ha beneficiado de la acción con esfuerzo, intencionado y voluntario, de una persona, de su generosidad»2. Los primeros estudios sobre el agradecimiento, de la mano de figuras de la psicología como Trivers (1971)3, ponían el énfasis en el agradecimiento como una forma de «intercambio» casi comercial entre el dar y el recibir, una especie de balanza que equilibrara lo que uno recibe a través de una correspondencia proporcional en el dar4. Esta forma de comprender el

1. 2. 3. 4.

M.E. MCCULLOGH – M.B. KIMELDORF – A.D. COHEN, «An Adaptation for Altruism? The Social Causes, Social Effects, and Social Evolution of Gratitude»: Social and Personality Psychology Compass 17(2008), 281-285. Ibid., 281. Cit. por S.B. ALGOE, «Find, Remind, and Bind: The Functions of Gratitude in Everyday Relationships»: Social and Personality Psychology Compass 6 (2012), 455. MCCULLOGH et. al., art. cit., 282. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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agradecimiento acentúa el carácter «merecido» de lo que uno recibe: si uno ha dado tanto, merece recibir tanto. Según los estudios que mantienen esta perspectiva, el agradecimiento iría destinado a ampliar nuestra red de relaciones significativas con personas ajenas a nuestro entorno, con las que, precisamente al apreciar su apoyo y su esfuerzo por agradarnos, a través del agradecimiento que «devuelve» lo que se ha recibido, se estrecharían los lazos de relación. Sin embargo, una perspectiva más actual acentúa el aspecto más altruista y propiamente humanizador del agradecimiento: la posibilidad de agradecer como forma de expresar al otro que hemos percibido su empatía, su comprensión, apreciando su voluntad por agradarnos, por cuidarnos, por ofrecernos aquello que ha identificado que necesitamos, que nos viene bien o que nos gustaría recibir. Desde esta perspectiva, el agradecimiento se produce porque la persona tiene conciencia de que recibe algo que no merecía, pero que simplemente el otro ha querido ofrecernos, así porque sí, porque nos quiere, porque se pone en nuestro lugar, porque le importa que nos sintamos mejor. Así, el agradecimiento se convierte en una herramienta vital para acrecentar la cercanía, para hacer sentir a quien nos quiere que también nosotros apreciamos y valoramos la forma en que nos tiene en cuenta5. El agradecimiento es una virtud que nos humaniza, al estrechar la interacción, la complicidad, la percepción de sentirse comprendido y querido. Es una «argamasa» importante para mantener las relaciones más íntimas de forma sólida y duradera6. Pero puede y debe ser ejercitada, podemos entrenarnos para ello7, o bien podemos dejarlo morir, enterrado en el listado de «derechos» que creemos tener y que nos corresponden. Vamos en primer lugar a reflexionar sobre algunas capacidades necesarias para el agra-

5. 6. 7.

S.B. ALGOE, «Find, Remind, and Bind: The Functions of Gratitude in Everyday Relationships»: Social and Personality Psychology Compass 6 (2012), 455–469. A.M. GORDON – E.A. IMPETT – A. KOGAN – C. OVEIS – D. KELTNER, «To have and to hold: Gratitude promotes relationship maintenance in intimate bonds»: Journal of Personality and Social Psychology, 103 (2012), 257-274. A.M. WOOD – J. MALTBY – N. STEWART – P. A. LINLEY – S. JOSEPH, «A social-cognitive model of trait and state levels of gratitude»: Emotion 8 (2008), 281-290.

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decimiento, y más tarde abordaremos cómo podemos ayudar a los más pequeños a aprender a agradecer. «El Señor es mi fuerza y mi energía»: cualidades sobre las que se apoya el agradecimiento Para agradecer, en primer lugar hay que saber contemplar; hay que estar atento a lo que sucede alrededor y, sobre todo, hay que estar atento a quienes tenemos alrededor. Hay veces que recibimos algo del otro y apenas lo vemos; se da por supuesto, está ahí, no lo tenemos casi en cuenta, «es lo normal»; nuestra mirada pasa por encima, sin apenas fijarse. Con cierta frecuencia, en talleres de crecimiento personal para parejas que he tenido la oportunidad de impartir, al preguntar a alguno de los cónyuges si alguna vez agradecía a su marido o mujer algo de su cotidianidad (que le preparara el desayuno, que recogiera la ropa o la mesa, que se parara a buscar un documento necesario, etc.), las respuestas más frecuentes han sido: «¿Por qué se lo voy a agradecer, si es lo normal?»; «¿Para qué, si es lo que tiene que hacer?»; y otras muchas respuestas en esta línea. Desde hace varias décadas, se pone el acento en el riesgo de la monotonía para sentirse bien en la vida. Sin embargo, la naturaleza es necesariamente monótona: el sol sale siempre por el mismo punto cardinal y se pone todos los días; las estaciones se suceden; amanecemos, nos preparamos, nos vamos al trabajo o al lugar de estudio, comemos más o menos a las mismas horas, y un sinfín de acontecimientos «monótonos, que dan a nuestra vida previsibilidad y capacidad de control, pero también pueden contribuir al aburrimiento y la rutina en las relaciones. ¿Qué hace diferente el día a día? La capacidad de contemplar. Si la persona sabe mirar alrededor, descubriendo, no se aburre, imposible. ¡Son tantos los encuentros singulares, los detalles transformadores...! Cada día la luz es diferente, las sombras de los edificios son distintas... Pero hay que mirar. Si nuestra mirada es capaz de fijar su atención, como una cámara de un gran cineasta, en lo que ocurre a nuestro alrededor, también contempla a los otros, que paradójicamente nos sorprenderán en la monotonía. Así, la contemplación permite prestar atención, y al fijar la atención y caer en la cuenta, nos sorprendemos. El agradecimiento introduce originalidad, Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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novedad y frescura en nuestra vida y en nuestras relaciones. Y nos acerca a quienes queremos y nos quieren, estrechando lazos y consolidando las relaciones que más nos importan. Cuando la persona tiene una actitud agradecida hacia los demás, hacia la vida, hacia Dios, la vida es singular. No es que se viva ñoñamente, en una especie de cuento de hadas, sino que verdaderamente uno siente dentro cuanto ocurre a su alrededor que no ha merecido, que lo recibe por el hecho de ser amado. El agradecimiento surge de esta experiencia de saberse querido incondicionalmente, que es una vivencia imprescindible para el desarrollo de cualquier ser humano. La persona siente que quien le ama porque sí, le da porque sí, se pone en su lugar porque sí y trata de agradarle y ofrecerle lo mejor porque sí. Es curioso, porque ese mismo porque sí es muchas veces el argumento para no agradecer («es lo que tiene que ser, hace lo que tiene que hacer», como comentábamos antes), y al mismo tiempo, cuando uno cae en la cuenta de la importancia de ese porque sí, es cuando siente más agradecimiento. El agradecimiento se sustenta en la humildad. Para agradecer hay que poder apreciar al otro, y para apreciar al otro hay que ser humilde. Si no somos humildes, nos cuesta darnos cuenta de lo que el otro hace, y todavía más nos cuesta aceptar que haga algo por o para nosotros. Se sabe agradecer si se sabe recibir. Pero a veces la soberbia no nos permite aceptar que el otro nos cuide o nos ofrezca lo mejor que desea ofrecernos. Jesús está del lado de los humildes cuando dice: «Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los grandes y sabios y se las has revelado a los sencillos»8. «Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su Misericordia»: el agradecimiento a Dios «Porque sí, porque te quiero; porque sí, te he creado a mi imagen y semejanza, te he querido libre, te he revelado estas cosas, te he ofrecido a mí Hijo». No hay mayor incondicionalidad en el amor que la de Dios,

8.

Mt 13,25

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que regala todo al hombre por amor y sin merecimiento por parte de este. Por ello, cuando la persona se acerca a la grandeza del amor de Dios, queda maravillada, desbordada cualquier medida humana. Si somos capaces de ser sensibles para estar agradecidos a Dios, la vivencia inmediata es de asombro ante su capacidad para estar atento a nuestras necesidades, cómo nos cuida, cómo nos tiene en cuenta, cómo se pone en nuestro lugar... Y cuando podemos dar gracias a Dios, podemos ser agradecidos hacia los demás. Probablemente, una de las experiencias que más pueden sorprendernos es aquella en la que nos acercamos a personas cargadas con una pesada cruz de mucho sufrimiento, y sin embargo, de su boca no sale más que agradecimiento a Dios. Esta experiencia solo es posible a partir de una confianza infinita en Él, al saberse amado incondicionalmente y llevado en Su mano a pesar del dolor o la dureza. El Bienaventurado es precisamente la persona que sabe seguir agradeciendo a Dios tantos dones, a pesar de la pobreza, el llanto, el hambre, la injusticia, la persecución...: tantas situaciones límite en las que saber reconocer a Dios, saberse acompañado por Él, a pesar de la miseria o la inmensa dificultad en la vida, es un gran don; agradecer a Dios en el drama personal acerca al hombre al Reino de los Cielos, acercando el Reino de los Cielos al hombre, humanizándolo. «Abridme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor»: efectos del agradecimiento La investigación psicológica ha identificado importantes efectos positivos de la gratitud en las relaciones, además de su relevancia para estrechar relaciones de cercanía, como ya hemos comentado. Es un fenómeno que no había sido estudiado de forma objetiva y rigurosa hasta recientemente, con la emergencia de la psicología positiva9. Todos los da-

9.

R.A. CUMMINS, «Positive psychology and subjective well-being homeostasis: A critical examination of congruence», en A. EFKLIDES – D. MORAITOU (Eds.), A positive psychology perspective on quality of life, Springer Science + Business Media, New York 2013 (Vol. 51) 67-86. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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tos de investigación son consistentes en la relación entre el agradecimiento y el bienestar psicológico de la persona10. Los estudios psicológicos sobre el agradecimiento ponen de manifiesto que, cuando a una persona se le muestra agradecimiento, se incrementa su motivación para volver a hacer cosas por el otro11, aun cuando sean costosas. La capacidad de hacer esfuerzos por otros sin esperar nada a cambio, solamente por el placer y la alegría de dar algo a los demás, es un fenómeno eminentemente humano, expresión directa de la capacidad de amar desinteresada e incondicionalmente. Uno de los efectos de la gratitud tiene que ver con la relación entre el agradecimiento y la envidia: las personas con mayor capacidad para la gratitud presentan índices menores de envidia12, lo que se relaciona con la importancia del agradecimiento como una capacidad que consolida las relaciones humanas en positivo, y especialmente con respecto a las personas cercanas. Por otra parte, la investigación sobre el agradecimiento arroja datos que indican que la gratitud incrementa la confianza en terceras personas13. El agradecimiento favorece una actitud confiada en los demás: uno aprende a mirar alrededor, observando cuánto hacen otros por mí, y desde ahí se aprende a confiar en los demás, a atribuirles intencionalidades bondadosas, a considerar que existen personas en el mundo que dan lo que pueden, que aprecian las necesidades de los demás y tratan de satisfacer-

10. R.A. EMMONS – A. MISHRA, «Why gratitude enhances well-being: What we know, what we need to know», en K.M. SHELDON – T.B. KASHDAN – M.F. STEGER (Eds.), Designing positive psychology: Taking stock and moving forward, Oxford University Press, New York 2011, 248-262. A.M. WOOD – J.J. FROH – A.W. GERAGHTY, «Gratitude and well-being: A review and theoretical integration»: Clinical Psychology Review 30 (2010), 890-905. 11. MCCULLOGH et al., art.cit., 281. 12. R. ROBERTS, «The Blessings of Gratitude: A Conceptual Analysis», en R.A. EMMONS – M.E. MCCULLOUGH, The psychology of gratitude, Oxford University Press, New York 2004, 58-78. P.C. WATKINS – M. VAN GELDER – A. FRIAS, «Furthering the science of gratitude», en S.J. LÓPEZ – C.R. SNYDER (Eds.), Oxford handbook of positive psychology, Oxford University Press, New York 2009, 437-445. 13. MCCULLOUGH et al., op. cit., 283. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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las o ayudar. Este efecto de la gratitud es muy importante en una época en la que parece que el «piensa mal y acertarás» tiende a dominar las interacciones de muchas personas, y en la que los riesgos de seguridad y de confiar en los demás son señalados constantemente. Otro efecto relevante del agradecimiento es que favorece un sentimiento profundo de seguridad14. Al sentir que hay personas que piensan en uno, que tratan de aligerar la carga que uno a veces puede llevar, se siente seguridad; esta seguridad es básica para establecer relaciones significativas de vínculos afectivos profundos, fundamentalmente en la infancia, pero también a lo largo de toda la vida. La persona agradecida bendice; bendice a Dios, bendice al benefactor; nacen expresiones positivas sobre ese ser que uno siente que le ha dado tanto, que le ha mirado singularmente y se ha ocupado de sus necesidades. Cuando uno bendice, «alaba, ensalza, engrandece»15, es decir, dice bien del otro, habla bien de él, ensalza sus bondades, las comparte, las expresa. Así ocurre con el leproso, a quien Jesús pide que no cuente lo que ha ocurrido, su curación, ni hable de Él; pero el leproso, según se va, proclama lo que ha sucedido y habla de la figura que tanto bien le ha hecho16. Por ello el agradecimiento es una virtud con gran capacidad de transformar las relaciones humanas, encaminándolas hacia una vivencia positiva de los unos sobre los otros. Cuando el corazón está agradecido, necesita celebrar. La celebración es culminación del agradecimiento: el corazón del hombre no puede guardar más las bondades recibidas, todo lo positivo que ha vivido, y necesita expresar el gozo en un estallido de alegría compartido con otros. La celebración es festejo, y cuando se experimenta agradecimiento, hay mucho que festejar. La Eucaristía, en esencia Acción de gracias, es celebración, es fiesta; Jesús, reunido con quienes más quería para celebrar la Pascua, comienza dando gracias al Padre. ¿Por qué da gracias? Seguro que, por tanto, no podemos imaginar cuánto debió de sintetizarse en esa ac14. CLARK & MILLS (1993) 690., cit. por S.B. ALGOE, op. cit., 459. 15. Diccionario de la RAE, XXII Edición. 16. Mc 1,40-45. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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ción de gracias; pero seguro que por saberse amado, profundamente amado, aun en un momento como el que se avecinaba. En la Eucaristía, la máxima expresión de Acción de gracias, Jesús avanza del agradecimiento a la bendición, y de la bendición al compartir. Estos son los efectos del agradecimiento; este es su recorrido, que va trazando un surco en nuestro corazón, dando forma a la manera de ser y de estar en la vida con y para los demás. Por último, el agradecimiento contribuye a dar sentido a la propia vida: «Cuando se sabe mirar al pasado de manera agradecida, es más fácil encontrar un sentido vital»17. «Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación»: aprender a agradecer en la familia La educación en casa, en la familia, ofrece a los hijos una gran oportunidad para aprender a vivir, para aprender a estar en el mundo y poder sacar lo mejor de ellos mismos. Los padres pueden y deben ofrecerles lo que creen que mejor les ayudará a estar en la vida. Sin embargo, a menudo no es tarea fácil. El contexto actual de queja constante, de demanda de derechos, a veces favorece en los niños y jóvenes una percepción de que todo se les debe y que no hay nadie a quien agradecer nada. En tareas de docencia, o en el mismo ejercicio de la maternidad o paternidad, se observa con bastante frecuencia cómo chicos o chicas por quienes un profesor o un padre o madre se han «mojado», se han implicado hasta el fondo, lo han dado todo, apenas reciben gesto alguno de agradecimiento; antes bien, incluso su actuación viene seguida de un reproche por algún fleco que quedó sin cerrar. Se produce entonces un abuso, que es en realidad abuso despótico de poder, en entornos en los que los hijos (o los alumnos) se han acostumbrado a que se les dé cuanto exigen y se les deba explicación

17. J. SEGURA BERNAL, « La actitud de agradecimiento en la búsqueda de sentido de los jóvenes»: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial 9 (2005), 75-91. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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siempre que las cosas no estén a su gusto. Incluso en la actualidad se incrementa la consulta de padres a los especialistas de psicología por conductas de violencia ascendente o filio-parental, es decir, de los hijos a los padres, y se observa a padres que ya están casi «anestesiados» ante este fenómeno. ¿Qué está ocurriendo cuando en una cultura como la nuestra, en la que los niños y jóvenes tienen prácticamente todo lo que necesitan y quieren, los hijos no solo no agradecen a los padres sus desvelos, sino que se los echan en cara, violentándolos? Cuando se tiene de todo, es muy difícil aprender a agradecer, porque hay pocas necesidades, y estas son satisfechas con facilidad o con inmediatez, lo que incrementa la percepción de que lo que se pide o reclama es un derecho; se pierde entonces la perspectiva de que el otro nos cuida y se preocupa de nosotros; no se cae en la cuenta de que lo que los padres dan es fruto de su capacidad de amar. Se desdibuja la referencia de la entrega gratuita y generosa. Por ello, que los niños tengan de todo es una gran dificultad para el agradecimiento. La gratitud crece en la austeridad, cuando recibir algo inmerecido es poco frecuente, o cuando incluso es poco frecuente recibir lo que podríamos considerar merecido; entonces, el que alguien piense en las necesidades de uno y en darle lo mejor se convierte en algo especial. Así, vemos que cuando el hijo pródigo deja de tener la vida resuelta, deja de vivir a mesa y mantel puestos, «con todo mi derecho», es cuando es capaz de «entrar en sí mismo y decir: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”»18. Necesita alejarse de lo que se le da en abundancia para aprender a valorarlo, porque hasta entonces había tenido de todo y cuanto deseara; el proceso requiere además que fije la atención (entrar en sí mismo), parándose, escuchándose, observando y mirando alrededor y a su padre con unos ojos diferentes, que a partir de ese momento ya sí son capaces de agradecer. La dificultad ac-

18. Lc 15,11-32. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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tual para la austeridad en nuestra sociedad occidental hace difícil que los niños y adolescentes sean agradecidos. Los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Por tanto, por más que les digamos que den las gracias, si no nos ven hacerlo, es difícil que lo hagan; la gratitud se aprende viviéndola, al observar a los padres agradecerse mutuamente los esfuerzos, cuando se agradece a los propios hijos los esfuerzos que ellos hacen. Una clave de la gratitud es agradecer el esfuerzo, no el resultado, ya que así se transmite empatía, se transmite que se ha percibido que el otro ha hecho esfuerzos y que se tiene en cuenta lo que le cuesta y lo que le resulta difícil. Por ello, una clave del buen agradecimiento es ponerse en el lugar del otro y agradecer en la medida en que al otro le supone esfuerzo o se ha interesado por nosotros, y no tomando como medida lo que a mí me cuesta o me supone esfuerzo. Tal como hemos comentado, cuando a una persona se le agradece lo que ha hecho por uno, se incrementa su motivación para volver a actuar de forma desinteresada y generosa por los que tiene cerca; por tanto, si se desea que los hijos hagan cosas por los demás, sean generosos y piensen en lo que los de su alrededor necesitan, expresarles agradecimiento por sus esfuerzos y por aquello que hacen para agradar es una buena forma de potenciarlo. En general, los padres tienden a considerar que deben señalar a los hijos lo que hacen mal, como forma de corregirles y corregir sus conductas; sin embargo, perdemos muchas veces de vista que lo que más ayuda a una persona a mejorar es que alguien le ayude a ver lo que hace bien, señalándolo y valorándolo. Por ello, si se observa en los hijos actitudes de entrega, conviene señalarlas y hacérselas ver como algo valorable y positivo. Hemos señalado que el agradecimiento produce bendición, lleva a hablar bien de quien ha hecho el bien; por ello, cuando se educa a los hijos en la expresión de gratitud, también se va consolidando una actitud menos crítica con los demás, más tendente a presuponer buena voluntad en las conductas de otros, a pensar bien de ellos y también a hablar mejor de quienes les rodean.

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Cuando los padres enseñan a los hijos a ser agradecidos, favorecen a su vez que aprendan a confiar en las personas que les quieren. Ya hemos comentado que la gratitud contribuye a la confianza. Los niños se atreven a salir al mundo y arriesgarse en la socialización si pueden confiar en personas de su entorno que les transmiten seguridad. Por ello, enseñarles a caer en la cuenta de que hay gente que se implica por ellos, que trata de ayudarles, que se coloca en su lugar, es un aprendizaje muy importante para saber que se puede confiar en las personas. Así mismo, se ha visto cómo la gratitud favorece un sentimiento de seguridad muy profundo, que en el caso de los niños contribuye a establecer relaciones significativas seguras, en las que se puede experimentar confianza y saber que, más allá de que uno se porte bien o mal, o que haga las cosas bien o mal, es querido, y hay personas dispuestas a darle amor sin esperar nada a cambio. Probablemente ningún tipo de interacción exprese tan a semejanza el amor de Dios como el amor de una madre a un hijo, profunda e inevitablemente incondicional: Dios nos ama por el hecho de existir, y por ello nos da todo («porque sí», como hemos comentado más arriba), no porque «nos portemos bien»; y en los padres nace este mismo sentimiento de dar a un hijo todo el amor, más allá de su conducta, porque «es mi hijo» o «es mi hija», por el mismo hecho de existir. Por último, es importante ayudar a entender cuándo y cómo le transmitimos el agradecimiento al otro. En esto el lenguaje también tienen sus códigos culturales, en el sentido más amplio de las culturas, pero también en las diferentes familias de las que proceden marido y mujer al formar una pareja; para uno, ofrecer un detalle puede significar «intentar comprar» al otro, mientras que para el otro es la forma más exquisita de decir gracias; para uno, decirlo sin palabras es más sutil y expresivo, mientras que para el otro es incomprensible... A veces se piensa que «ya se nota, ¿no?, y por tanto no hay que decirlo», mientras que para el otro es una enorme sorpresa cuando lo escucha en palabras concretas y le genera un importante efecto de haber sido atendido y de que se ha puesto el otro en su lugar. Aprender a decodificar los significados de los gestos y expresiones de quienes tenemos alrededor y nos quieren es muy importante a la hora de comprender el nivel emocional de nuestros interSal Terrae | 101 (2013) 723-735

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cambios, y en especial en una emoción positiva tan singular y humana como es el agradecimiento. Los niños y los adolescentes con facilidad para la gratitud muestran niveles más elevados de satisfacción en la vida19. Por ello, el esfuerzo de los educadores –padres y profesores– por ayudarles a desarrollar la empatía para ponerse en el lugar del otro, apreciar sus esfuerzos, valorar su generosidad, es importante, porque de este modo contribuiremos a forjar jóvenes con más capacidad de compromiso con las personas más cercanas y con más capacidad de aceptar y acoger en su círculo de relaciones personales a otras personas de entornos no tan cercanos inicialmente. «Es de bien nacido ser agradecido» reza el refranero. Pero vivimos una época en la que se escucha más la queja que el reconocimiento de lo recibido y de lo que se tiene, con la mirada más puesta en lo que falta que en lo que uno goza: salud, familia, trabajo, amistad, experiencia, cualidades personales, recorrido vital... Pedir y reivindicar contribuye a mejorar las cosas, ¿qué duda cabe?; pero tener un corazón agradecido y capaz de encontrar motivos para agradecer ayuda a sentirse seguro, confiado; en definitiva, a reconocer a quien nos ama y a saberse profundamente amado.

19. W. DAI – W. ZHANG – D. LI – C. YU – C. WEN, «Relationship between stressful life events and problem behaviors in adolescents: Effects of gratitude and intentional self-regulation»: Chinese Journal of Clinical Psychology 18 (2010), 796-798. K. MALLEN OZIMKIWSKI, «The gratitude visit in children and adolescents: An investigation of gratitude and subjective well-being»: Dissertation Abstracts International: Section B: The Sciences and Engineering 69 (2008), 686. Sal Terrae | 101 (2013) 723-735

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