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3 UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS”

EL VITALISMO MASFERRERIANO: UN MODO DE HACER FILOSOFÍA EN EL SALVADOR DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

TESIS PREPARADA PARA LA FACULTAD DE POSTGRADOS

PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR EN FILOSOFÍA IBEROAMERICANA

POR VÍCTOR MANUEL GUERRA REYES

OCTUBRE DE 2013 ANTIGUO CUSCATLÁN, EL SALVADOR, C.A.

4 Rector Andreu Oliva De la Esperanza, S.J.

Secretaria General Celina Pérez Rivera

Decana de la Facultad de Postgrados

N el l y Ar e l y C hé vez Re yn o s a

Director del Doctorado en Filosof ía Iberoamericana L ui s E dg ar Al va r en ga V ás qu ez

Director de Tesis Ricardo Roque Baldovinos

5

Para qué sirven una, dos, tres naciones más, o muchas, organizadas según el molde civilizado, explotadoras, asesinas, prostitutas, morfinómanas, pauperistas, militaristas, suicidas, rapaces y mentirosas?¿Qué gracia, que mérito puede encontrar un hombre, si no fuese perverso e insensato, en fundar una nueva familia, si ésta ha de ser tuberculosa, sifilítica, alienada o alcohólica?¿No pensará que el fundar y sostener tal familia es una desgracia, una vergüenza? No así para el hombre que está cierto de casarse con una mujer honesta; de ser él mismo un hombre sano y honesto, de que sus hijos, entonces, resultarán normales, sanos y honestos. Pues así deberían pensar y sentir los hombres que se empeñan en fundar nuevas patrias, Deberían pensar que una patria más, civilizada, es decir, carcomida por la explotación, la usura, la miseria, el militarismo, la prostitución, el alcoholismo, el morfinismo, la ignorancia y demás plagas y pestes de la civilización, no sólo no sería una patria digna de crearse y amarse, sino que sería una desgracia más, una vergüenza más. Masferrer. Nuevas Patrias.

6 ÍNDICE Página INTRODUCCIÓN

10

El Vitalismo como Obra intelectual de Alberto Masferrer

10

1. Articulación interna de esta tesis

13

2. Sobre el Método de esta investigación

16

CAPÍTULO PRIMERO

18

El Vitalismo en la obra intelectual de Masferrer

18

1. Antecedentes filosóficos del Vitalismo masferreriano: El Vitalismo en la filosofía europea

18

1.1.

El vitalismo para Nietzsche

20

1.2.

El Vitalismo para Henri Bergson

25

1.3.

El Vitalismo para Ortega y Gasset

28

2. Una aproximación al Vitalismo

33

3. Valoración de la Obra Intelectual de Masferrer

37

3.1.

Enfoque oficialista

38

3.2.

Enfoque contestatario

40

3.2.1. Aportes positivos del enfoque contestatario

46

3.2.2. Aportes negativos del enfoque contestatario

50

3.3.

52

Enfoque Científico

4. La filosofía vitalista, un nuevo enfoque de lectura de Masferrer

64

4.1.

El punto de partida del método filosófico de Masferrer

65

4.2.

La estructura argumentativa de la obra literaria de Masferrer

67

5. Panorama general de la obra de Masferrer

68

5.1.

Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer

68

5.2.

La obra filosófica vitalista de Masferrer

69

6. Recepción y valoración de la obra de Masferrer

71

Conclusión

76

7 CAPÍTULO SEGUNDO

78

Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932

78

1. Las Reformas liberales en El Salvador

81

1.1.

Las Reformas liberales y su fundamentación filosófica

81

1.2.

La abolición de las tierras comunales y ejidales

86

1.3.

La rebelión armada, respuesta campesina

1.4.

ante la abolición del ejido

94

Los efectos del liberalismo en la cosmovisión salvadoreña

96

2. El sistema agroexportador como base de la economía salvadoreña 1880-1932 2.1.

El sistema agroexportador

2.2.

El aporte del sistema agroexportador a

2.3.

104 104

la construcción del Estado salvadoreño

107

La dinastía de los Meléndez-Quiñónez

111

3. La Masacre de 1932

113

3.1.

El contexto internacional

113

3.2.

Antecedentes de la masacre

116

3.3.

Desarrollo y significado del hecho para la historia salvadoreña

118

4. Contexto filosófico

122

4.1.

El positivismo en El Salvador

122

4.2.

La postura de Masferrer ante el liberalismo

124

4.3.

Masferrer y las redes intelectuales centroamericanas

130

4.3.1. El Unionismo centroamericano y las redes intelectuales centroamericanas

137

4.3.2. La misión de América para Masferrer: Centroamericanismo y latinoamericanismo

139

4.3.2.1.

La Nueva Centroaméria, Carta abierta

140

4.3.2.2.

Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador

142

4.3.2.3.

La misión de América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo

149

4.3.2.4.

La Misión de América

151

Conclusión

155

8 CAPÍTULO TERCERO

157

El Pensamiento filosófico vitalista de Masferrer

157

1. Concepto fundamentales del Vitalismo masferreriano

159

2. Antecedentes sociopolíticos del Vitalismo masferreriano

161

3. El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana

163

3.1.

Principios fundamentales del vitalismo masferreriano

172

3.2.

Concreciones institucionales del vitalismo masferreriano

181

3.2.1. El Partido Vitalista

181

3.2.2. Los Círculos Vitalistas

186

3.2.3. La Educación vitalista

189

4. El método filosófico del vitalismo masferreriano

197

4.1.

La Ética vitalista masferreriana

202

4.2.

La Política vitalista masferreriana

204

4.3.

La fundamentalidad filosófica del Minimumvitalismo

208

5. Elementos del pensamiento filosófico vitalista masferreriano 5.1.

La tenencia de la tierra, clave de interpretación de la vida del salvadoreño

5.2.

211

La justicia social como praxis concreta y camino para una mayor humanidad

5.3.

210

222

La estructura política y económica vitalista: Vida versus propiedad privada

227

Conclusión

233

CAPÍTULO CUARTO

235

Los aportes filosóficos de Masferrer y los derechos humanos

235

1. El Minimumvitalismo masferreriano, un modo contextualizado de pensar la realidad desde la defensa de la vida

237

1.1. La defensa de la vida: fundamento del Minimumvitalismo y de los derechos humanos

239

1.2. Reseña histórica de los derechos humanos

239

1.3. Masferrer y los derechos humanos

242

9 2. Los derechos humanos para Ignacio Ellacuría

245

3. Balance y valoración de los derechos humanos en el pensamiento de Ellacuría

267

4. Los principios Minimumvitalistas y la propuesta ellacuriana de los derechos humanos

275

Conclusión

277

CONCLUSIÓN GENERAL

280

ANEXOS

288

Anexo 1: Ahí va la Sonda

289

Anexo 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorará la cultura salvadoreña

294

Anexo 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer

298

BIBLIOGRAFIA

302

A. Fuentes Primarias

302

B. Estudios

303

C. Bibliografía complementaria

307

10 INTRODUCCIÓN

El Vitalismo como obra intelectual de Alberto Masferrer Ignacio Ellacuría manifestó que todavía no existe una filosofía latinoamericana propia.1 Aceptando esta opinión como un hecho, queda claro que no existe una filosofía salvadoreña, al menos entendido esto en sentido estricto.

Aunque esta afirmación está basada en una apreciación radical y rigurosa según la cual en Latinoamérica y por añadidura en El Salvador no se haya producido una filosofía reconocida como tal, no obstante ello, sí ha existido un pensamiento crítico que por su carácter, nivel de criticidad y objeto de estudio puede considerarse como un verdadero pensamiento de carácter filosófico muy fructífero en la historia de las ideas en Latinoamérica y por supuesto, también en El Salvador.

Con este trabajo se pretende mostrar que existen grandes pensadores salvadoreños que si bien no pueden ser considerados específicamente como filósofos,2 sí han contribuido con su obra intelectual a dar prestigio y relieve a la reflexión crítica sobre la realidad histórica vivida por los salvadoreños y, por tanto, su producción intelectual debe ser considerada como un verdadero pensamiento filosófico. En esta perspectiva no puede negarse que el siglo XX salvadoreño haya tenido gran importancia en la historia del pensamiento

filosófico

centroamericano.

Como

ejemplo

de

estos

pensadores

salvadoreños que pueden ser considerados de alguna manera como filósofos, tenemos a Francisco Peccorini Letona,3 Carlos Alberto Siri,4 Julio Fausto Fernández,5 Roberto Lara

1

Cfr. Ignacio Ellacuría, Función liberadora de la filosofía, ECA, 435-436; Enero-febrero 1985, p. 46. Ellacuría afirma que es una constatación el hecho que “el continente latinoamericano no ha producido una filosofía propia, que salga de su propia realidad histórica y que desempeñe una función liberadora respecto de ella; tanto más de extrañar cuanto puede decirse que ha producido una teología propia, una poderosa expresión artística propia, especialmente en los campos de la poesía, la novela y las artes plásticas; es de notar, además, que la producción en estos campos ha logrado una reconocida universalidad, cosa que no lo han conseguido eventuales producciones filosóficas latinoamericanas, que han tenido el propósito de ser nacionalistas, indigenistas, autóctonas, etc.” 2 Consideramos filósofo o filósofa a aquella persona que reflexionan críticamente en torno a temáticas importantes de la existencia humana, cuyo objetivo primordial es ofrecer posibilidades de solución para resolver los problemas fundamentales de la sociedad en general y de los individuos en particular, con lo que se busca alcanzar mayores niveles de calidad de vida para las mayorías. 3 Filósofo y político salvadoreño, nació en 1918 en Santa Ana, fue asesinado en 1989. Su producción filosófica es reconocida como una de las aportaciones científicas importantes sobre todo con los aportes de su tesis doctoral en Filosofía por la Universidad de Comillas con el tema: Gabriel Marcel: la razón de ser de la

11 Velado,6 Juan Mario Castellanos,7 Rafael Menjívar,8 Francisco Gavidia9 y Alberto Masferrer.10 Todos ellos han desarrollado un modo de pensar crítico sobre la realidad vivida en El Salvador y en el continente. Ante la disyuntiva de que si la filosofía es universal o local11 y mientras la discusión sobre este punto se dirime, muchos intelectuales salvadoreños siguen ofreciendo sus mejores

participación, 1959. Otros temas de su obra filosófica son: El Ser y los Seres en Santo Tomás de Aquino, 1961; Los fundamentos últimos de los derechos del hombre: justicia moral y obligación, 1964; La voluntad del pueblo en la emancipación de El Salvador, 1972; El Kant que no conocíamos, 1963; El Hombre en la perspectiva ontológica, 1963; etc. 4 Filósofo salvadoreño nacido en San Miguel en 1905, muere en San Salvador en 1974. Entre sus libros están: Creo en el Hombre, 1973; Así fue mi vida, 1972; Hitos en el Camino, 1969; Naturaleza y Sobrenaturaleza, 1968; La Preeminencia de la Civitas y la Insuficiencia de la polis, 1967. 5 Filósofo y abogado salvadoreño nació en Usulután en 1913 y murió en San Salvador en 1981. Fue un prolífico escritor cuya obra intelectual supera los cincuenta títulos, de éstos sobresalen los de carácter filosófico, político y de derecho. Sus obras más leídas: Radiografía del Dolor, 1974; Los Valores y el Derecho, 1957; Origen del Hombre y otros Ensayos, 1978; Del Materialismo Marxista al Realismo Cristiano, 1970, etc. 6 Filósofo y abogado salvadoreño, sus libros más representativos son Los Ciclos Históricos en la evolución humana, Ediciones Studium, Madrid, 1963 y Estudio histórico de la evolución política de la humanidad, Dirección de Publicaciones, San Salvador, 1973. 7 Filósofo salvadoreño (1936), sus obras más importantes son: Introducción a la filosofía crítica de la Praxis, 1995; Filosofía, Ciencia y Revolución, 1972; El Salvador 1930-1960: antecedentes históricos de la guerra civil, 2001; Sobre la Metodología de las ciencias contemporáneas en sus orígenes, 1965; Consideraciones acerca de la praxis, 1967; Carlos Marx: su filosofía y las ciencias naturales, las matemáticas y la lógica, 2003. 8 Filósofo, economista y politólogo salvadoreño, nació en Santa Ana en 1935 y murió en Costa Rica en el 2000. Sus obras fundamentales son: Reforma Agraria en Guatemala, Bolivia y Cuba, 1969-1970, 1971; Reforma Agraria Chilena, 1970; Acumulación Originaria y desarrollo del Capitalismo en El Salvador, 1981; por problemas políticos tuvo que migrar a Costa Rica donde desarrolló su trabajo intelectual. Fue fundador y director de FLACSO en ese país. 9 Escritor, educador, historiador, periodista y filósofo salvadoreño, nació en San Miguel en 1863 y murió en San Salvador en 1955. Su influencia en la literatura latinoamericana fue impresionante. Descubrió el Verso Alejandrino Francés y lo enseñó a Rubén Darío, sus escritos son de alto nivel y tiene alrededor de doscientos cincuenta títulos. En cuanto a los temas de filosofía que Gavidia escribió están: Ensayo de una filosofía latinoamericana. Ascenso a lo desconocido, 1903; El Bien y el Mal, 1903; Ensayos de una filosofía, 1904; Idealismo y Realismo 1912; Curso de Filosofía de la Historia, 1917, La formación de una filosofía propia o sea latinoamericana, 1931. 10 Alberto Masferrer 1868-1932. Nació en el municipio de Alegría, departamento de Usulután. Sus más preciados e importantes escritos giran en torno a la realidad salvadoreña. Escribió Novela, Ensayos y Reflexión sociopolítica. Sus obras más importantes son: Leer y Escribir; La Doctrina del Mínimum Vital; El Dinero Maldito; Una vida en el Cine; ¿Qué debemos Saber?; El Libro de la Vida; Las Siete Cuerdas de la Lira; La Religión Universal; Ensayo Sobre el Destino; Estudios y Figuraciones sobre la Vida de Jesús; Patria. Este último escrito constituye una colección de artículos periodísticos de contenido político, económico y filosófico. Masferrer es uno de los autores que más han influido en la realidad salvadoreña de principios del siglo XX. Fue el ideólogo de la campaña política del presidente Arturo Araujo, quien un año después de ganar las elecciones, fue depuesto por un golpe de Estado dirigido por el militar y dictador salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez. 11 Ver los derroteros de la discusión en el monumental libro de Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, Una búsqueda incesante de la identidad; Universidad de Deusto, Bilbao, 2004, pp. 33-36.

12 ideas y soluciones ante los graves problemas que padece la sociedad salvadoreña y centroamericana.12 Cosa que impone por sí misma el hecho de que las ideas siguen apareciendo cada vez con más y mayor creatividad y no por ello menos críticas para, como dice Ellacuría, cargar con la realidad de una forma responsable y actualizada. En este trabajo nos concentraremos en Alberto Masferrer13 quien abordó diversas formas de pensamiento y las expresó de manera creativa y novedosa, teniendo como sujeto histórico de su reflexión, sobre todo al pueblo campesino, obrero e indígena. Así trató temáticas importantes dentro de distintas expresiones de las ciencias humanas como el arte, la novela, el ensayo, la política, la sociología y el pensamiento crítico que puede catalogarse como pensamiento filosófico.

Concretamente esta investigación estudia el pensamiento filosófico Vitalista de Masferrer.14 Pensamiento filosófico que se expresa en toda su obra intelectual desde sus primeras reflexiones publicadas en su libro Páginas (1893), hasta los dos artículos denominados Con mi voz y Humildad (1932), publicados en las postrimerías de su vida. 12

Son varios los ejemplos que pueden darse de estos autores salvadoreños, para el caso sólo citaremos algunos: Luis Armando González, filósofo, sociólogo y politólogo salvadoreño cuyo nivel crítico de sus aportes intelectuales los podemos apreciar en varias revistas de peso intelectual en El Salvador. Ejemplo: Balance político 2008 y perspectivas para 2009, en Revista Teoría y Praxis, Editorial Universitaria Don Bosco, Soyapango, N° 14, 2009. Los desafíos ético morales de la economía, Teoría y Praxis, N°15, 2009. Asimismo Luis Armando González es autor de un gran número de artículos científicos publicados en Revista Estudios Centroamericanos, ECA; sólo por citar dos ejemplos: El Salvador en 2007, Política, Economía y Sociedad, ECA N° 711-712, San Salvador 2008. Razones para un pensamiento crítico, ECA, 707, San Salvador, 2007. Otro autor es Carlos Gregorio López Bernal, historiador salvadoreño; en el desarrollo de esta investigación se citarán sus obras. Otro autor es Héctor Samour, Voluntad de liberación, el pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría, UCA Editores, San Salvador, 2002. Otro pensador sobresaliente en El Salvador es Dagoberto Gutiérrez (1944), político y pensador salvadoreño, su pensamiento se publica constantemente en periódicos y revistas de El Salvador. 13 En adelante se citará a este autor utilizando únicamente su apellido Masferrer. 14 La filosofía vitalista es aquella teoría filosófica según la cual la vida es irreductible a cualquier categoría extraña a ella misma. El Vitalismo es una doctrina que tuvo mucho éxito en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Las corrientes vitalistas se diferencian de otras corrientes de pensamiento filosófico, por su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia. Este es el caso del Vitalismo impulsado por la corriente vitalista de Nietzsche. Otra corriente vitalista es la perspectiva del vitalismo de Ortega y Gasset, que es denominada Raciovitalismo, para quien la vida en el sentido biográfico e histórico es entendida como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o biográfica como en su dimensión social o histórica. Más adelante nos detendremos en estas dos corrientes, aunque Masferrer no haga alusiones a las mismas. No obstante, es importante tener en cuenta que el vitalismo es una doctrina contraria al racionalismo, y sus conceptos más importantes son: temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud.

13

Ahora bien, no ha sido una tarea cómoda intentar organizar las ideas filosóficas de Masferrer, en primer lugar porque esas ideas nunca fueron rigurosamente sistematizadas en un sistema filosófico, sino que la mayor parte de las veces se encuentran diseminadas en obras que no son dedicadas a temas filosóficos o antropológicos propiamente dichos. En segundo lugar, porque a pesar de las indudables inclinaciones éticas que presenta Masferrer, éste no fue un filósofo sino un pensador que desarrolló varias aristas en el campo intelectual. Se puede decir por tanto, que lo que en Masferrer existe es una concepción ético-filosófica del ser humano más sugerida que explicada y sistematizada.

En este sentido, la obra clave del pensamiento filosófico de Masferrer es Patria, que como sabemos constituye una serie importante de artículos periodísticos cuya esencia fundamental no es ser una obra orgánica, constituida con principio, fin y contornos definidos como un sistema filosófico, sino que es una sucesión de pensamientos profundamente reflexivos sobre los temas álgidos de la realidad social y política que se vivió en El Salvador y en Centroamérica durante la primera mitad del siglo XX. Dicha reflexión tiene un compromiso ético y político claramente definidos y por tanto, en ésta radica la implicación propiamente filosófica del pensamiento masferreriano.

Por todo ello, el primer problema que se presentó a la hora de redactar esta investigación sobre el pensamiento filosófico de Masferrer es el de diseñar un esquema apropiado en el cual encuadrar sin violencia las ideas filosóficas, éticas y políticas de este autor. No obstante, habiendo diseñado y estructurado esa propuesta de esquema se vierte en él las ideas que constituyen lo que hemos clasificado como pensamiento filosófico de Masferrer que constituye a la vez lo que se ha dado a llamar Minimumvitalismo masferreriano.

14 1. Articulación interna de esta tesis

Los resultados de esta investigación se organizan en una introducción general, cuatro capítulos y la conclusión.

El Capítulo Primero es de carácter introductorio, en él se presentan los distintos aportes hechos por varios autores respecto del pensamiento de Masferrer. El contenido del Capítulo Segundo es de carácter histórico, en él se presenta el contexto social, político, económico y filosófico en el que se debe enmarcar la obra intelectual de Masferrer para tener mejor criterio de interpretación y valoración de la misma. Y los dos capítulos siguientes son de carácter filosófico. En el Capítulo Tercero se presenta por una parte, una nueva organización de las reflexiones e ideas filosóficas de Masferrer, y por otro lado su aporte en este campo de reflexión en el ámbito de Centroamérica y en particular el aporte a la realidad social y política de El Salvador en la perspectiva de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes vividos durante finales del siglo diecinueve y principios del veinte. El Capítulo Cuarto presenta los aportes en la línea de ejecutar una reflexión filosófica de los derechos humanos y su articulación con la labor ingente en la construcción de una nueva sociedad más justa y equilibrada en El Salvador y Centroamérica desde la perspectiva del Minimumvitalismo y la reflexión filosófica que Ellacuría hiciera a finales de la década de 1980.

En el Capítulo Primero se hace una aproximación general al Vitalismo diciendo qué es y en qué se fundamenta esta teoría que constituye en su esencia los antecedentes teóricofilosófico del Minimumvitalismo masferreriano. Asimismo se hace un balance bibliográfico en el que se presentan los enfoques fundamentales de los autores que han abordado la figura y obra intelectual de Masferrer y una propuesta de abordaje que al final proveerá mayor claridad, porque presenta a este autor en su justo lugar, como un intelectual iluminador de la realidad que le tocó vivir y un reformador que intentó con honestidad contribuir a ejecutar un cambio social en función de una nueva sociedad y una nueva patria salvadoreña.

15 Sin embargo, debido a que la figura y obra de Masferrer han sido trabajadas y hasta cierto punto modificadas de parte del oficialismo salvadoreño,15 para sacar ventaja de un pensador crítico y aceptado socialmente en El Salvador como es éste; es importante en esta investigación analizar críticamente la parte del pensamiento de Masferrer que el oficialismo ha manejado durante más de ochenta años. Con ello buscaremos demostrar que el oficialismo ha ejecutado un reduccionismo del pensamiento político y social de este autor. Es decir, que el oficialismo ha falseado el pensamiento político, social y filosófico de Masferrer omitiendo y ocultando el ámbito más crítico de su obra,16 y en contraposición, exaltó de forma exagerada el pensamiento poético, lírico, místico y panegírico del autor, en detrimento de aquel.

Se constata que Masferrer mantuvo una veta poética, basta con dar una leída a algunos de sus poemas, por ejemplo Blasón, Hazte un Cristal, Hazme suave el instante, o su obra El Rosal Deshojado, etc., para descubrirlo. Tampoco hay duda que Masferrer fuera un místico enamorado de la divinidad creadora de la vida y de la existencia; así sus libros Helios, Estudios y figuraciones de la vida de Jesús, La religión Universal, Las Siete cuerdas de la Lira, etc.. No obstante esto, en esta investigación se probará que en Masferrer no privó lo poético, ni lo místico, sino que privó la fundamentalidad filosófica en su vertiente social y política. Es decir, que Masferrer desarrolló en su vida el ámbito del pensamiento filosófico en su vertiente político. Esto es materia del Capítulo Tercero.

15

El Salvador, históricamente ha estado gobernado por una oligarquía que ha impuesto a través de elecciones fraudulentas gobiernos que han favorecido sus intereses de clase. Entendemos aquí, entonces, por oficialismo salvadoreño a aquella postura ideológica representada por las autoridades y grupos elitistas de la sociedad salvadoreña, que organizan el modus vivendi de acuerdo a sus intereses de clase y partido. 16 Ricardo Molina ha llegado a afirmar que la obra de Masferrer fue prohibida durante 1932-1949. No obstante, no presenta mayores fuentes. Remito a su trabajo titulado: “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de la "Doctrina del mínimum vital" presentado en el Congreso de Historia de Guatemala, llevado a cabo en julio de 2006. Este estudio ha sido publicado en Memorias del congreso por la Editorial Santillana, en el 2006. Asimismo se encuentra publicado en internet http://www.monografias.com/trabajos63/albertomasferrer-aportes-humanisticos/alberto-masferrer-aportes-humanisticos.shtml. Véase también las publicaciones del periódico Patria años 1937-1938; que durante ambos años no toca ni una sola idea del Vitalismo ni de Alberto Masferrer. Por otro lado y contrario a la opinión de Molina, Rafael Lara Martínez, en sus más recientes publicaciones afirma, basado en fuentes primarias, que dentro de la política cultural del General Maximiliano Hernández Martínez se daba gran importancia a algunos discípulos de Masferrer como por ejemplo Salarrué, además de apoyar económicamente a familiares cercanos de Masferrer. Con esta información se desautoriza la opinión de Ricardo Molina. Cfr. Lara-Martínez, R., Política de la cultura del Martinato, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011; del mismo autor, cfr. El Bicentenario, Un enfoque alternativo, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011.

16 El Capítulo Cuatro profundiza el Vitalismo masferreriano y presenta los elementos operativizantes que Masferrer vislumbró y ejecutó, haciendo práctica las líneas propuestas en su teoría vitalista en los Círculos Vitalistas y el Partido Vitalista. Asimismo, en este capítulo se presenta una nueva tendencia que habrá que inaugurar dentro de la recepción del Vitalismo de Masferrer, de su figura y de su obra intelectual como es la aproximación hacia la concreción de los derechos humanos desde la práctica del Minimumvitalismo masferreriano.

2. Sobre el método de esta investigación

El método para enfrentar el pensamiento filosófico vitalista y la obra intelectual de Masferrer en esta investigación es por una parte, el método histórico crítico que se aplicará de la siguiente manera: Se hará una recopilación y organización de la obra de Masferrer, la que es considerada como fuente primaria y también se organizará los estudios referentes al autor, lo cual se considera la fuente secundaria. Se procederá después a realizar una contextualización socio-histórica del autor y de su obra. Por otra parte aplicaremos el método analítico. Se desarrollará un análisis de dicha obra que incluye un ordenamiento sistemático, un análisis crítico y la hermenéutica de las fuentes. Estos pasos metodológicos culminan con la presentación de las nuevas perspectivas de estudios de Masferrer.

Lo anterior implica estudiar detenidamente la propuesta de reflexión crítica de Masferrer (El Minimumvitalismo), para desentrañar de las fuentes primarias, la estructura sistemática de la obra y se presentará el esquema básico de la misma. A este respecto, se tendrá especial cuidado al momento de analizar los artículos sobre el Vitalismo publicados en el Periódico Patria, ya que en su contenido y orientación, Masferrer elabora su reflexión crítica, su pensamiento filosófico y ético-político. En este sentido, en términos prácticos se ejecutará un análisis comparativo entre las fuentes primarias que están publicados en el periódico Patria con la edición publicada en 1971 por Matilde E. López en las Obras Escogidas de Alberto Masferrer17 a partir de los hallazgos obtenidos en Patria,

17

Matilde Elena López edita esta publicación en dos tomos en 1971, para ello ha seleccionando una colección muy amplia de artículos periodísticos sobre el Vitalismo publicados y editados por el mismo Masferrer en el periódico Patria.

17 se propondrá una nueva reestructuración de su obra política en las distintas temáticas organizadas y analizadas en el Capítulo Tercero.

Esto nos permitirá presentar el itinerario seguido por Masferrer en el despliegue de su pensamiento filosófico, el enfrentamiento que mantuvo con el poder político y económico de su tiempo y mostrará su protagonismo en aquellas instituciones en las que intentó cristalizar su pensamiento filosófico político; cosa que es ejecutada a nuestro juicio, en los espacios de los Círculos Vitalistas, el Partido Vitalista y la Educación Vitalista. Patria se convierte, por tanto, en el escrito fundamental desde el cual hay que estudiar y analizar toda la obra intelectual de Masferrer. Ella nos da las pautas fundamentales y las claves hermenéuticas para analizar el pensamiento filosófico vitalista y la historia misma detrás del hombre que significó Masferrer para el país y la región centroamericana.

En esta investigación no se estudiarán los escritos poéticos, místico-teosóficos ni novelísticos de este autor. Esta debe ser labor de otro especialista.18

El interés de Masferrer no sólo fue la búsqueda de darle rostro a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, sino que buscó reestructurar a la sociedad de tal manera que esos sectores tuvieran una palabra que decir. Para ello concluye que había que trastocar la realidad misma haciendo en ella una nueva nación centroamericana y latinoamericana.19

18

Remito a la reciente publicación realizada por Marta Elena Casaús Arzú, con la colaboración de Regina Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012. Obra que solventa en gran parte este vacío ya que en ella se aborda seriamente la obra místico-teosófica de Masferrer. 19 Cfr. La Misión de América, en Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Tomo II, Universidad de El Salvador, San Salvador, 1971, pp. 515-526.

18 CAPÍTULO PRIMERO

El Vitalismo en la obra intelectual de Masferrer

La finalidad de este capítulo es mostrar la obra intelectual de Masferrer, cosa que implica un trabajo de desmitificación de su pensamiento desde una propuesta de reconstrucción de su figura y obra intelectual, ya que lo que se ha dado a conocer de él es, sobre todo, el aspecto poético, el escritor idealista y el teósofo para los intelectuales.

Este capítulo se desarrolla en siete sub apartados. El primero de ellos trata sobre los antecedentes filosóficos de la propuesta vitalista de Masferrer, centrada desde el vitalismo europeo y sus más importantes representantes. En el segundo se busca una aproximación al Vitalismo masferreriano en su concreción fundamental como pensamiento filosófico político. En el tercero se presenta un balance bibliográfico de la obra de Masferrer: en este apartado se presentan tres enfoques distintos en los que se ha abordado históricamente la obra intelectual de Masferrer. En el cuarto se ofrece un nuevo enfoque para la lectura del autor que constituye a nuestro juicio el mejor modo de enfrentar su obra intelectual. Este apartado se desarrolla en dos ítems, en el primero se presenta sólo de manera general el método filosófico de Masferrer ya que este método se verá de forma más detenida en el Capítulo Tercero de esta Tesis, y en el segundo ítem se presenta la estructura argumentativa que Masferrer utiliza en su obra literaria. En el quinto se presenta un panorama general de la obra intelectual de Masferrer. En el sexto se presenta la recepción de la obra de Masferrer. Y para concluir el capítulo, el último sub apartado ofrece una valoración final del mismo y un anticipo del capítulo segundo.

1. Antecedentes filosóficos del Vitalismo masferreriano: El Vitalismo en la filosofía europea

El vitalismo como corriente de la filosofía ha tenido un desarrollo importante en el mundo, especialmente en Europa, sobre todo durante los últimos años del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX; por ello es necesario abordar en este capítulo a los representantes más importantes del vitalismo europeo y aunque esta corriente de pensamiento tenga pocos elementos comparativos con el tipo de vitalismo que Masferrer desarrolla, no cabe

19 duda que el vitalismo de este salvadoreño se inscribe por principio en el carácter fundamental de aquel vitalismo, ya que la vida es el elemento como principio con carácter de absolutez de todo vitalismo.

El vitalismo tiene en la historia de la filosofía una presencia bien definida que desde los presocráticos

hasta

la

filosofía

contemporánea

puede

rastrearse

sin

mayores

complicaciones. Al respecto, Johann Fischl (1900-1996), en su Manual de historia de la filosofía, recalca esta idea cuando afirma que “no menos vive de Heráclito toda la filosofía vitalista, como Bergson y el existencialismo”20 y que el mismo Nietzsche confesara en un momento de su vida que “no hay en Heráclito una sola frase que no haya yo incorporado a mi filosofía.”21 No obstante esto, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX que dicha presencia cobra fuerza en el mundo intelectual y académico de la Europa de esa época.

Los mayores representantes del vitalismo han puesto sus mejores esfuerzos intelectuales a dar relieve al ámbito de la vida como elemento caracterizador de esta corriente de pensamiento. Estos filósofos son Nietzsche,22 Bergson23 y Ortega y Gasset.24 Pero el vitalismo ha tenido a otros filósofos e intelectuales de gran peso que han dado impulso a esta corriente de la filosofía, entre ellos se cuenta a Miguel de Unamuno,25 que de 20

Johann Fischl, Manual de historia de la filosofía, Editorial Herder, Barcelona, 1967, p. 30. Ibídem. 22 Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo alemán que ejerció gran influencia en Europa y el mundo con su filosofía. Sus obras más representativas son: El origen de la tragedia (1872), Consideraciones inactuales (1873), Humano, demasiado humano (1878), El Viajero y su sombra (1880), Aurora (1881), La Gaya ciencia (1882), Así habló Zaratustra (1883-1884; publicada en 1891), Más allá del bien y del mal (1885), Genealogía de la moral (1887), El Caso Wagner, El ocaso de los Ídolos, El Anticristo, Ecce Homo, (opúsculos y libelos que Nietzsche escribió en 1888). Uno de los filósofos que más influencia tuvo en Nietzsche fue Schopenhauer, sobre todo en el valor que este filósofo da a la vida. Con su filosofía Nietzsche se constituye en uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX en Europa. 23 Henri Bergson (1859-1941), filósofo francés que se enfrenta con las corrientes mecanicistas, materialistas y deterministas de su tiempo y pone su concepción del mundo bajo el signo de la vida. Sus obras más representativas son: Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia (1889), Materia y memoria (1896), La evolución creadora (1907), La energía espiritual (1919), Duración y simultaneidad (1922), El pensamiento y el moviente (1934), Las dos fuentes de la moral y de la religión (1932). 24 José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y escritor español de gran calado. Sus obras más importantes en filosofía son: El tema de nuestro tiempo (1923), La rebelión de las masas (1930), Esquema de las crisis (1933), Historia como sistema (1935), Ideas y creencias (1935). Como filósofo propuso su filosofía vitalista como Raciovitalismo. 25 Miguel de Unamuno (1864-1936) escritor, ensayista y filósofo español cuya concepción de la vida, se dice que fue influenciado por Kierkegaard, en su expresión sobre el sentimiento trágico de la vida. Para Unamuno, la existencia humana también se expresa en el sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. De hecho así tituló la obra que mejor sistematiza su pensamiento. Estas reflexiones filosóficas las fundamenta Unamuno en el pensamiento que va de San Pablo a Kierkegaard. Unamuno entiende que la tragedia intrínseca 21

20 acuerdo a Fischl, “difícilmente habrá escritor que así haya puesto en el centro de toda su producción literaria El sentimiento trágico de la vida (1914), que surge del conflicto entre la sensibilidad y el espíritu, la vitalidad y la cultura, el tiempo y la eternidad.”26

En términos generales, la filosofía vitalista es la teoría filosófica para la que la vida es irreductible a cualquier categoría extraña a ella misma. Esta doctrina hace de la vida el valor supremo o la realidad última y unificante de las formas concretas de lo real.27 Las corrientes vitalistas se diferencian por su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia.28

1.1.

El vitalismo para Nietzsche

Nietzsche lucha contra la moral y la cultura institucionaliza de su tiempo porque de acuerdo a su perspectiva, éstas matan la vida. Para él la vida descansa sobre unas bases que están en contra de esa moral y esa cultura y contra ellas, la vida es lo único real. Por eso, la vida es fundamentalmente voluntad de dominio. La vida para Nietzsche comporta un principio que constituye siempre una nueva moral, este principio es la inocencia del ser. Porque tanto el ser y el devenir de todas las cosas implican dicha inocencia.29

El historiador de la filosofía, Teófilo Urdanoz (1912-1987), es de la opinión que Nietzsche defiende el principio de afirmación de la vida, de la exaltación infinita de una vida natural, en toda la potencia ilimitada de sus fuerzas e instintos, sin trabas ni normas que puedan

del hombre es su misma condición humana, vacilante entre el ángel y la bestia, que aúna en sí la mayor grandeza y la mayor miseria. Luego, el tema fundamental de su reflexión es el hombre, fin y no medio: "Ni lo humano ni la humanidad: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere". Este hombre que no es entonces un paradigma, un hombre ideal, sino el hombre esencialmente sentimental. Así, afirmar que de los filósofos no le interesan sus sistemas, sino el espíritu. Unamuno parte del problema de la existencia concreta y esto es el centro desde el cual se enfocan las demás cuestiones filosóficas. Para mayor profundización en este pensador, cfr. Nicolás Abbagnano, Historia de la filosofía, Romanticismo y Positivismo-Filosofía contemporánea, Tomo III, Montaner y Simón, S.A., Barcelona, 1956, Julián Marías, Miguel de Unamuno, Espasa-calpe, S.A., Madrid, 1971, J. Hirschberger, Historia de la filosofía, Edad Moderna-Edad Contemporánea, Tomo II, Herder, Barcelona, 2000. 26 J. Fischl, Op. Cit., p. 474. 27 Cfr. Teófilo Urdanoz, Historia de la Filosofía, Siglo XX, De Bergson al final de existencialismto, Tomo VI, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1998, p. 144. 28 Cfr. J. Hirschberger, Historia de la Filosofía, Tomo II, Editorial Herder, Barcelona, 1992, pp. 328-346. 29 Cfr. J. Hirschberger, Op. Cit., pp. 332-334.

21 estorbar el impulso desbordante del torrente de vida y aunque Nietzsche, enfermo y en continua búsqueda de la salud y de algo de vida, es el pensador que más ha glorificado la vida, que más ha cantado el ideal de una vida exuberante, sana y fuerte, de la alegría infinita de vivir.30

Para Nietzsche, la vida es dolor, lucha, destrucción, crueldad, incertidumbre, error. Es la irracionalidad misma: no tiene, en su desarrollo, orden ni finalidad; el azar la domina; los valores humanos no encuentran en ella ninguna raíz. Dos actitudes son entonces posibles frente a la vida. La primera de renuncia y fuga que conduce al ascetismo; esta es la actitud que Schopenhauer dedujo desde sí y es, según Nietzsche, la actitud propia de la moral cristiana y de la espiritualidad común. La segunda es la de la aceptación de la vida tal como es, en sus caracteres originarios e irracionales y conduce a la exaltación de la vida y a la superación del hombre. Esta es la actitud de Nietzsche. Toda su obra está encaminada a esclarecer y defender la aceptación total y entusiasta de la vida. Dionisos, el dios griego del vino, es el símbolo divinizado de esta aceptación y Zaratustra su profeta.31

De acuerdo con la opinión de Abbagnano, Dionisos es la afirmación religiosa de la vida total, no renegada ni fragmentada. Es la exaltación entusiasta del mundo tal como es, sin disminución, sin excepción y sin elección: exaltación de la vida infinita. El espíritu dionisíaco es lo diametralmente opuesto a la aceptación resignada de la vida, a la actitud del que ve en ella la condición negativa de los valores de bondad, perfección y humildad, que son su negación. Es la voluntad orgiástica de la vida en la totalidad de su potencia infinita, Dionisos es el dios de la embriaguez y de la alegría, el dios que canta, ríe y danza: abandona toda renuncia, todo intento de fuga frente a la vida. Esto quiere decir, según Nietzsche, que la aceptación integral de la vida transforma el dolor en alegría, la lucha en armonía, la crueldad en justicia, la destrucción en creación; renueva profundamente la tabla de los valores morales. Nietzsche cree que todos los valores fundados en la renuncia y en la disminución de la vida, todas las llamadas virtudes que tienden a mortificar la energía vital y a destrozar y empobrecer la vida, sitúan al hombre 30

Cfr. Teófilo Urdanoz, Historia de la Filosofía, Siglo XIX: Socialismo, materialismo y positivismo. Kierkegaard y Nietzsche, Tomo V, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, pp. 508-511. También remito a Giovanni Reale-Dario Antíseri, Historia de la Filosofía, de Nietzsche a la escuela de Franckfurt, Tomo VI, Universidad Pedagógica Nacional, Editorial San Pablo, Bogotá, 2009, pp. 13-38. 31 Cfr. Friedrich Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa S.A., México, 1988, p. 122.

22 por debajo de sí mismo y son, por lo tanto, indignas de él. Nietzsche da a toda pasión el carácter de virtud que dice sí a la vida y al mundo: El orgullo, la alegría, la salud, el amor sexual, la enemistad y la guerra, la veneración, las actitudes bellas, las buenas maneras, la voluntad inquebrantable, la disciplina de la intelectualidad superior, la voluntad de poder, la gratitud a la tierra y a la vida, todo lo que es rico y quiere dar gratificación a la vida, adorarla, eternizarla y divinizarla, todo el poder de estas virtudes que transfiguran todo lo que aprueba, afirma y obra por afirmación. Estas pasiones que no tienen ya nada de primitivo, porque son el retorno consciente del hombre a las fuentes originarias de la vida, constituyen la nueva tabla de los valores fundada en la aceptación infinita de la vida. Nietzsche plantea crudamente el dilema entre la moral tradicional y la que él defiende; pero en realidad, este dilema está ya incluido en otro, que es fundamental, entre la aceptación de la vida y la renuncia a la vida, entre el sí y el no frente al mundo.32

En palabras del mismo Nietzsche, resaltadas por F. Tomlin en el prólogo de Así hablaba Zaratustra, Dionisos es el simbolismo más elevado de la vida en la cultura: “No conozco simbolismo más elevado que este simbolismo griego dionisíaco. En él está, experimentado religiosamente, el más profundo instinto de la vida, del futuro de la vida, la eternidad de la vida: la procreación, el origen de la vida, es considerado como un principio sagrado. Sólo el cristianismo, con su horror fundamental a la vida, ha hecho de lo sexual una cosa impura, arrojando el oprobio sobre el principio, la razón misma, de nuestra vida.”33

El hombre dionisíaco posee una superabundancia de vitalidad y tiende a una visión trágica de la vida interior y exterior. Dionisos rechaza y aleja la idea de la muerte. 34 Para Nietzsche el último resultado de la concepción del mundo está fundado en la no aceptación de la vida, es el pesimismo que en su expresión final, es puro nihilismo. En este estado de cosas, se niega la vida porque incluye el dolor y el mundo es desaprobado en favor de un mundo ideal en el que se colocan todos los valores antivitales.35

Para Nietzsche todo lo que es terrenal, corpóreo, antiespiritual, irracional, es exaltado con la misma violencia con que es condenado por la moral ascética. “mi yo, dice Zaratustra, 32

Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 375-376. F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa S.A., México, 1988, p. XII-XIII. 34 Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 276. 35 Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 277-278. 33

23 me ha enseñado un nuevo orgullo y yo lo enseño a los hombres: no escondáis la cabeza en la arena de las cosas celestes, sino levantadla orgullosamente, como una cabeza terrena que crea el sentido de la tierra.”36 En esto Nietzsche es radical, ya que para él “la existencia del hombre es una existencia enteramente terrena: el hombre ha nacido para vivir en la tierra y no hay otro mundo para él.37

La transmutación de los valores es entendida por Nietzsche como la anulación de los límites, como la conquista de un dominio absoluto del hombre sobre la tierra y sobre el cuerpo, como la eliminación del carácter problemático de la vida y de toda pérdida o extravío que pueda amenazar al hombre.38

Respecto a la doctrina del eterno retorno, ésta es la fórmula central del filosofar de Nietzsche; esta doctrina consiste fundamentalmente en el hecho de que el hombre y el mundo se dicen sí a sí mismos, es la auto aceptación del mundo, es la voluntad cósmica de reafirmarse y de ser ella misma. El eterno retorno es la expresión cósmica de aquel espíritu dionisíaco que exalta y bendice la vida.39

El mundo se representa a Nietzsche desprovisto de todo carácter de racionalidad. La condición general del mundo es, por toda la eternidad, el caos, no como ausencia de necesidad, sino como falta de orden, de estructura, de forma, de belleza, de sabiduría y de todo esteticismo humano. El mundo no es perfecto, ni bello ni noble y no admite ninguna calificación que pueda referirse de alguna manera al hombre. Los juicios estéticos y morales no le conciernen ni tienen finalidad alguna. Si el devenir del mundo hubiese estado dirigido a un término definitivo, a una condición final de estabilidad, al ser o a la nada, ese término definitivo tendría ya que haber sido alcanzado. Nietzsche excluye del mundo todo carácter racional: el azar lo domina todo. Un poco de razón, dice Zaratustra, un grano de sabiduría dispersado de estrella en estrella, esta levadura está mezclada con todas las cosas; sólo por causa de la locura, la sabiduría está mezclada con todas las cosas. Un poco de sabiduría es posible: pero yo he encontrado en todas las cosas esta certeza feliz: prefieren bailar sobre los pies del azar: “¿Qué oculta sabiduría es esa de tener orejas largas y decir siempre sí y jamás no? ¿No ha creado el mundo a su 36

F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa, S.A., México, 1988, p. 4. Ibídem. 38 Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 278. 39 Ibídem, p. 280. 37

24 imagen, es decir, todo lo bestia posible? [...] Tu sigues caminos derechos y caminos torcidos: poco te importa lo que los hombres llaman derecho o torcido. Tu reino está más allá del bien y del mal. Tu inocencia es no saber lo que es inocencia.”40

El eterno retorno es una verdad terrible que puede destruir al hombre o exaltarlo: frente a él se mide la fuerza del hombre, su capacidad de superarse. En esta perspectiva, la idea de que esta vida, tal como la hemos vivido, tendrá que ser revivida otra vez y una cantidad innumerable de veces, que no habrá nada nuevo y que tanto las cosas más grandes como las más pequeñas volverán para nosotros en la misma sucesión y en el mismo orden, es una idea que puede sumir en la desesperación al hombre más fuerte. Y con todo, no hay otra alternativa, a menos que cerremos los ojos ante esta verdad; a ello responde Nietzsche con el enigma de Dionisos.41 Con ello, hay que amar la vida y a nosotros mismos más allá de todo límite, para no poder desear otra cosa que esta eterna y suprema confirmación, que el mundo ofrece al hombre el espejo en que debe mirarse. El espíritu dionisíaco es el espíritu del universo, ya antes de ser aquello que lleva al hombre a la superación de sí mismo.42

Si la doctrina del eterno retorno es la fórmula central y cósmica del filosofar de Nietzsche, la del superhombre es su término final, su última palabra. La aceptación infinita de la vida no es, para Nietzsche, la aceptación del hombre. El hombre debe ser superado, dice Zaratustra. El superhombe es el sentido de la tierra. El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre, una cuerda sobre el abismo. Lo que hay de grande en el hombre es que él es un puente y no un término. Lo que se puede amar en el hombre es que él es un tránsito y un ocaso.43 El superhombre es la expresión y la encarnación de la voluntad de poder. La voluntad de poder determina las nuevas valoraciones que son el fundamento de la existencia sobrehumana. El hombre debe ser superado: lo cual quiere decir que todos los valores de la moral corriente, que es una moral gregaria y tiende a la nivelación y a la igualdad, deben ser transmutados.44

40

F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Op. Cit., p.170. Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 280-281. 42 Ibídem, p. 281. 43 F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Op. Cit., p. 123. 44 Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 283. 41

25 Ahora bien, por esto es que cabe entender la filosofía de Nietzsche como el intento más radical de hacer de la vida algo Absoluto. La vida no tiene un fundamento exterior a ella, tiene valor en sí misma y la vida entendida fundamentalmente en su dimensión biológica, instintiva, irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a partir de su afirmación de la vida como voluntad de poder.

1.2.

El Vitalismo para Henri Bergson

La filosofía del ser es para Bergson la filosofía de la vida. Para él el ser es el impulso vital (élan vital), que es núcleo y alma de todo ser del mundo, en donde todo ser es conciencia, entendida ésta como vida, vivencia, impulso, duración, libertad, creación, energía creadora. Para Bergson el sentir interno, la vivencia interna del tiempo en el ser humano es heterogéneo, irreversible y siempre distinto, en términos cualitativos; es continuo como todo lo viviente y sobre todo incluye la libertad, la creatividad, la evolución creadora. Para este filósofo la vida es un continuo fluir en el que nada se pierde, sino que todo se acrecienta con nuevas adquisiciones. De ahí que, el tiempo humano es duración, es crecimiento orgánico y movimiento vital.45

El punto de partida y de la filosofía vitalista de Bergson es la doctrina de la duración real.46 La duración real es, en efecto, el dato de la conciencia, despojado de toda supra estructura intelectual o simbólica, y aceptado en su simplicidad originaria. La existencia espiritual es un cambio incesante, una corriente continua e ininterrumpida que varía sin tregua, no sustituyendo cada estado de conciencia por otro, sino disolviendo dichos estados en una continuidad fluida. No hay un sustrato inmóvil del yo sobre el cual se proyecte la sucesión de los estados conscientes. La duración es el progreso continuo del pasado, que roe el futuro y se acrecienta avanzando. La memoria no es una facultad especial, sino que es el mismo devenir espiritual que espontáneamente lo conserva todo en sí mismo. Esta conservación total es al mismo tiempo una creación total, ya que en ella cada momento, aun siendo el resultado de todos los momentos precedentes, es absolutamente nuevo respecto de ellos. Para un ser consciente, dice Bergson, existir 45 46

Cfr. J. Hirchberger, Op. Cit., pp. 579-581. Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 331.

26 significa

cambiar,

cambiar

significa

madurarse,

madurarse

significa

crearse

47

indefinidamente a sí mismo.

La vida entera del hombre transcurre en un tiempo real y en un mundo homogéneo. Ahí la vida es un continuo fluir en el que nada se pierde. En esta perspectiva, para Bergson, “todo ser es conciencia. Pero no es la conciencia kantiana, entendida sólo intelectualmente, sino conciencia tomada como vida, vivencia, impulso, duración, libertad, creación, energía creadora.”48

Para Bergson, de acuerdo a Abbagnano, la vida espiritual es esencialmente auto creación y libertad. En el Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, 1889, Bergson ha mostrado cómo toda discusión entre deterministas e indeterministas nace del intento de entender la vida de la conciencia, que es movimiento y duración, con los esquemas tomados de la consideración de la materia, que es extensión e inmovilidad. No es posible reducir la duración de la conciencia al tiempo homogéneo, del que habla la ciencia, constituido por instantes iguales que se suceden. El tiempo de la ciencia es un tiempo especializado y por esto ha perdido su carácter original. Tampoco es posible hablar de una multiplicidad de estados de conciencia semejantes a la multiplicidad de los objetos especiales que separan y se excluyen del uno del otro.49

La libertad no tiene el carácter absoluto que el espiritualismo pretende a veces atribuirle; por el contrario, admite grados. Somos enteramente libres cuando nuestros actos emanan de nuestra entera personalidad, cuando tienen con ella aquella semejanza indefinible que hay a veces entre el artista y su obra.50

Bergson, en su obra Evolución creadora muestra que la inteligencia es incapaz de comprender la naturaleza de la vida, ya que ésta, como evolución espiritual, permite explicar la naturaleza y el origen de la inteligencia y de sus objetos. Desde la perspectiva de Abbagnano, Bergson reduce la vida biológica a la vida de la conciencia, a la duración real. La vida es siempre creación, imprevisibilidad y al mismo tiempo conservación integral 47

Ibídem, pp. 331-332. J. Hirchberger, Op. Cit., p. 378. 49 Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 332. 50 Ibídem, p. 332. 48

27 y automática de todo el pasado. Tal es la vida del individuo, así como la de la naturaleza.51 Este mismo autor afirma que para Bergson los seres humanos “no podemos vivir más que una sola vida, por esto debemos escoger. La vida de la naturaleza, en cambio, no está sujeta a tales sacrificios: conserva las tendencias que se han bifurcado en un cierto punto y crea series divergentes de especies que se desarrollan separadamente. En otras palabras, la vida no sigue una línea de evolución única y simple. Se desarrolla como un haz de tallos, creando, por el sólo hecho de su crecimiento, direcciones divergentes, entre las cuales se divide su impulso originario.”52

El impulso de la vida, o élan vital conservándose a lo largo de las líneas de evolución, en las cuales se divide, es la causa profunda de las variaciones, por lo menos de aquellas que se transmiten regularmente con la herencia, que se adicionan y crean nuevas especies.53

De acuerdo a John M. Oesterreicher, en la introducción que hace a Bergson en Las dos fuentes de la moral y de la religión, el impulso vital, “el élan vital, es una corriente de conciencia que ha penetrado la materia, llevando en sí las causas de las diferentes formas en las que la vida se manifiesta. En su base es una, y en el curso de su evolución ha seguido tres divergentes caminos: el del torpor vegetativo, el del instinto y el de la inteligencia. Se hace así de la inteligencia nada más que un vector del movimiento lanzado por el élan vital, simplemente una flecha en el haz de la vida, y en un sentido el hombre es absorbido en la gran corriente de la evolución.”54

51

Cfr. Ibidem, p. 334. Ibidem, p. 335. 53 Ibidem, p. 335. 54 Henri Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión, Editorial Porrúa, S.A. México, 1997, p. XX. 52

28 1.3.

El Vitalismo para Ortega y Gasset

Este filósofo desarrolla un fino sentido para los problemas de la historia y la cultura, como afirma Hirschberger, “en este terreno se va a mover su espíritu con insaciable curiosidad y con irrefrenable afán teorizador.”55 Para Ortega y Gasset, la realidad humana en su concreto vivir histórico es el centro de su atención. Puede decirse que el signo del tiempo a comienzos del siglo XX, es dar entrada en un sistema filosófico al lado individual y circunstancial de la vida, al sujeto concreto, absorbido por los excesos lógicos del formalismo neokantiano y por los cánones universalistas del cientificismo del siglo XIX. En su expresión “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo” Ortega y Gasset afirma que lo que está en el centro de todo en el mundo es el hombre, en torno a quien, todo le rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual. El hombre, según Ortega, es el problema de la vida y entiende por vida algo concreto, incomparable, único: la vida es lo individual; es decir, yo en el mundo y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. Encontramos, por tanto, en Ortega y Gasset, uno de los más puros antropocentrismos expresados en el crisol del vitalismo en su vertiente raciovitalista.56

La vida entendida en el sentido biográfico e histórico, como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o biográfica como en su dimensión social o histórica, es el vitalismo entendido desde el punto de vista de Ortega y Gasset, quien desde la perspectiva de Fischl, “subordina el espíritu a la vida”.57

El raciovitalismo como sistema filosófico tiene como tema explícito la reflexión sobre la vida y el descubrimiento y explicación de sus categorías fundamentales. Con este título quiso separarse de los movimientos vitalistas más conocidos, particularmente del irracionalismo que conlleva la propuesta de Nietzsche. Ortega y Gasset considera que carece de sentido rechazar la racionalidad humana pues es una dimensión básica e

55

J. Hirschberger, Op. Cit., p. 508. Ibídem, pp. 508-512. 57 J. Fischl, Op. Cit., p. 474. 56

29 irrenunciable del ser humano, al estar incardinada en la vida humana y ser uno de sus instrumentos.58

La búsqueda de la verdad y de objetividad forma parte de las inclinaciones más profundas del ser humano, así como su predisposición para alcanzar dichos ideales mediante el ejercicio de la razón. De ahí que con la razón se construye las descripciones de la realidad que permiten orientarnos en la existencia. Por ello, los sistemas de creencias hacen inteligible la realidad y permiten el enfrentamiento a las dificultades que le son inherentes a la existencia. Pero ello no lleva de ningún modo al racionalismo pues la razón vital, a diferencia de la razón pura del racionalismo es capaz de recoger las peculiaridades y reclamaciones de la vida (la perspectiva, la individualidad, la historia, la vocación por la acción, la excelencia y la corporeidad).59

La razón vital conduce invariablemente a la razón histórica, puesto que la vida es esencialmente cambio e historia. La razón histórica tiene como objetivo el permitir comprender la realidad humana a partir de su construcción histórica y de las categorías de la vida; con ella se puede superar las limitaciones de la razón propuesta en la modernidad.60

La filosofía tradicional ha defendido la existencia de la naturaleza humana, de un núcleo fijo, estático y esencial, y por lo tanto ha entendido al ser humano en términos semejantes a las cosas del mundo (en términos sustancialistas). El concepto de razón pura y matematizante típico de la modernidad es la culminación de este punto de vista, pero Ortega y Gasset señala que este tipo de racionalidad ha tenido un éxito relativo pues con ella se han cumplido los ideales técnicos de la modernidad aunque no los morales y existenciales.61

La razón básica de este fracaso se debe a que esta idea de racionalidad típica de la Edad Moderna es adecuada para aprehender las cosas, pero no propiamente la realidad

58

Cfr. Antonio Pintor-Ramos, Historia de la filosofía contemporánea, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2002, p. 368. 59 Ibídem, p. 369. 60 En esta perspectiva, cobra mucha importancia la obra de Tzvi Medin, Ortega y Gasset en la cultura hispanoamericana, FCE, México, 1994, pp. 27-123. 61 Ibídem, p. 370.

30 humana, pues el hombre no es una cosa más del mundo, ni tiene naturaleza ni un ser estático, sino temporalidad e historia.

Se puede afirmar sin riesgo de equívoco que Ortega y Gasset describe dos formas de dar cuenta de la realidad; la primera es que los seres humanos explicamos una cosa cuando descubrimos las leyes cuantitativas a las que se somete; esta forma de comprensión es legítima cuando se aplica a los hechos y a las cosas, pero no cuando se intenta dar cuenta de los asuntos humanos. Se entiende algo cuando se capta el sentido presente en dicha realidad y es ésta la forma de comprensión adecuada para dar cuenta del mundo humano: el mundo humano no consta de hechos sino de sentidos, afirma este autor.62

En segundo lugar, el sentido o significación de una acción o asunto humano se hace inteligible cuando se relaciona con las creencias, valoraciones, sentimientos y proyectos del individuo, grupo o comunidad en el que aparece dicha acción o asunto; la razón histórica es precisamente el instrumento que se debe utilizar para comprender los sentidos de la existencia humana.

Para Ortega y Gasset, la inteligencia, la ciencia y la cultura están subordinadas a la vida y no tienen otra realidad que la que a ellas es inherente como utensilios para la vida. La creencia contraria, la subordinación de la vida a la inteligencia, deja la inteligencia suspendida en el aire, sin raíces, a merced de dos tendencias opuestas que concuerdan en destruirla.63

Fernando Salmerón, por su parte, en el prólogo a El tema de nuestro tiempo y La rebelión de las masas, afirma que para Ortega y Gasset, “éstas son épocas en las que no queda sino aceptar que la razón -las ideas, las normas, las instituciones-, tienen que ponerse al servicio de la vida y, con ella, ganar movilidad y fuerza de transformación.”64

Contra el intelectualismo tradicional, que creía que el hombre tiene la obligación de pensar, pero que tiene la opción de no hacerlo, Ortega y Gasset afirma que el hombre para vivir, debe pensar; y si piensa mal vive mal, en pura angustia, problema y malestar. 62

Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 371. Ibídem, 64 José Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Editorial Porrúa, México, 2002, p. XV. 63

31 En esta perspectiva, las cosas no tienen un ser en sí, sino que tienen un ser construido por el hombre que teniendo que tratar con ellas, ha de hacerse un programa de conducta y planear lo que puede o no puede hacer con ellas y lo que puede esperar de las mismas. En este sentido, el hombre tiene la necesidad de saber qué puede hacer con las cosas que le rodean; este es el verdadero sentido originario del saber. De ahí que resolver los problemas no es más que situarse en la actitud auténtica frente a las cosas.65

Finalmente, Ortega y Gasset es de la opinión que: El acto de la voluntad se dispara del centro mismo del sujeto. Es una emanación enérgica, un ímpetu que asciende de las profundidades orgánicas. El querer, en sentido estricto, es siempre un querer hacer algo. El amor a una cosa, el mero deseo de que algo sea, intervienen sin duda en la preparación del acto voluntario, pero no son este mismo. Queremos propiamente cuando, además de desear que las cosas sean de una cierta manera, decidimos realizar nuestro deseo, ejecutar actos eficaces que modifiquen la realidad. En las voliciones se manifiesta preclaramente el pulso vital del individuo. Por medio de ellas satisface, corrige, amplía sus necesidades orgánicas.66

Para concluir este apartado del vitalismo como corriente filosófica hay que ratificar que ésta es una doctrina contraria al racionalismo y sus conceptos más importantes son: temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud. Y como nos recuerda Longman, para Ortega y Gasset, la razón vital es constitutivamente razón histórica, y en este sentido, “el vivir siempre está referido a la vida humana y el horizonte de la vida humana es histórico; el hombre está definido por el nivel histórico en que le ha tocado vivir. La vida que funciona como ratio es en su misma sustancia histórica, y la historia funciona como razón.”67

Debe recordarse que esta corriente filosófica tuvo su mayor influencia en la Europa de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX; pero en Latinoamérica, esta corriente 65

Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 371. J. Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Op. Cit., p. 20. 67 Addison W. Longman, Temas y textos de filosofía, Editorial Alhambra Mexicana S.A. de C.V., México, D.F., 1998, p. 307. 66

32 tuvo su mayor resonancia a partir del impulso que diera Ortega y Gasset desde Argentina, cuando en 1919 realizara un par de visitas y haber influido en la clase intelectual argentina, sobre todo con su historicismo.68 Pero también con el impulso que Leopoldo Zea realizara en México, sobre todo, bien entrada la primera mitad del siglo XX.69 En el caso de Centro América, el influjo que tuvo el vitalismo orteguiano ha sido muy limitado, porque como afirmara Ellacuría, hasta 1956 a “Ortega y Gasset no lo han leído muchos en este espacio cultural y geográfico que significa el istmo centroamericano”.70

Ahora bien, haciendo un balance general del vitalismo europeo se puede afirmar que tanto Nietzsche, como Bergson u Ortega y Gasset, van en la línea de fundamentar una filosofía vitalista de raigambre antropológica supra individual o supra social; es decir, que puede aplicarse a cualquier ser humano en su ámbito individual y social independiente del contexto histórico en que se instalen. Por tanto, puede ser un sujeto europeo o latinoamericano aplicando esta filosofía mutatis mutandis cada caso. Esto implica que el vitalismo europeo puede ser aplicable en la cultura universal, pero esto conlleva el problema que este vitalismo es de todos y de nadie a la vez, de todas las culturas y de ninguna en particular; de ahí que el verdadero problema es la aplicabilidad de sus contenidos en ámbitos más concretos.

Por esto es que puede ubicarse el vitalismo europeo como antecedente del vitalismo masferreriano, pero sólo en la vía de anticipo intelectual de una reflexión filosófica de tradición inveterada tanto en su carácter temporal como en su carácter de radicalidad; pero no así en sus concreciones particulares y sus efectos prácticos.

Marta Casaús, sin embargo, es de la opinión que la corriente fundamental del Vitalismo masferreriano no tiene qué ver con la vertiente nietzcheana, bergsoniana u orteguiana como opinan algunos críticos masferrianos.71 A estos autores no los cita en ningún

68

Cfr. Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, una búsqueda incesante de la identidad, Universidad de Deusto, Bilbao, 2004, pp. 405-407; 437-444. 69 Remito al excelente estudio de esta etapa que ha elaborado Tzvi Medin, Ortega y Gasset…, Op. Cit., 1994. 70 Ignacio Ellacuría, “Ortega y Gasset: hombre de nuestro ayer”, en Escritos Filosóficos, Tomo I, UCA Editores, S.S. 1996, p. 21. 71 Véase el prólogo al Minimum vital de Rosa Serrano de López, San Salvador, 1994 y el de Francisco Morán, Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951, que pretenden encajarle en el vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de M.E. López, que lo cataloga como un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades espiritualistas que supo corregir posteriormente” Matilde Elena López, Masferrer, alto pensador de Centroamérica, Ed. Ministerio de

33 momento ni como referentes lejanos. Sin duda una de las fundamentaciones más sólidas fue la platónico-hinduista en su concepto del espíritu, la materia, el cosmos y la vida, que posteriormente hibridó con el vitalismo georgiano.72

Lo cual constituye un elemento clave a tener en cuenta en el estudio que ahora se está proponiendo en esta investigación.

2.

Una aproximación al Vitalismo masferreriano

A diferencia de otros autores que piensan que Masferrer expresó su mejor formulación del Vitalismo en su obra El Minimum Vital73 publicada en 1929; quizá tomando como base la expresión propia del mismo Masferrer que afirmó que en dicha publicación se encontraba formulada la versión más acabada del Vitalismo.74 Aunque esta afirmación sea clara y exprese verdad al respecto; en esta investigación se sostiene la tesis, en base a las evidencias encontradas, que la obra cumbre que cristaliza los principios filosóficos, sociales y políticos del pensamiento filosófico Vitalista de Masferrer, está mejor lograda en los artículos periodísticos que este pensador publicó en el periódico Patria durante los años de 1928 a 1930.75 Ya que, como lo mencionara el mismo Masferrer, El Mínimum Educación Pública, Guatemala, 1954, p.141. Nada más erróneo, porque Masferrer fue coherente desde el principio hasta el final con su doctrina vitalista, que toma elementos fundamentales más bien del espiritualismo francés, hindú y del pensamiento teosófico, que del vitalismo occidental orteguiano inspirado en el vitalismo biológico de fines de siglo. 72 Cfr. Marta Casaús, Las redes intelectuales centroamericanas… Op. Cit., pp. 70-120. 73 Masferrer en todos sus escritos, cuando habla del Mínimum Vital, el vocablo Mínimum lo escribe con tilde en la primera “i”, con “n” y no “m” al final, como es lo correcto. Esto no ha presentado controversia para el entendimiento del mensaje que Masferrer ha querido transmitir. Por ello, en nuestra Tesis Doctoral utilizaremos el vocablo latino Minimum como es la forma correcta en su escritura; a excepción de cuando se cite textualmente. 74 Ver por ejemplo Patria del 8 de febrero de 1929, pp. 1-2. Este mismo editorial es presentado por Matilde Elena López en el tomo II, de las Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San Salvador 1971, pp. 244-246 y 548-551. 75 Concretamente desde el 27 de Abril de 1928 al 16 de febrero de 1930. El Periódico Patria fue fundado por José Bernal como editor propietario y Alberto Masferrer como director en 1928 y circuló hasta 1938. Para mediados de 1932, la propiedad y dirección del periódico cambió, pasando a manos de A. Trigueros de León quien compró el periódico y ejerció como director. A éste le sucede en ambos cargos la señora Margot T. de Guerra. Quien en 1938 es sucedida en ambos cargos por Alberto Trigueros Guerra. De 1932 en adelante, el carácter social y la orientación ideológica y política del periódico deja de ser lo mismo que en tiempos de Masferrer para convertirse en una especie de instrumento de transmisión de acontecimientos de urbanidad social y datos más o menos históricos respecto del acontecer diario de El Salvador y el mundo. Y, ser además, una revista de publicidad comercial. Esto responde a que el régimen militarista de Maximiliano Hernández Martínez estaba ya en proceso creciente hacia su apogeo. Es interesante una nota que aparece justo después de las credenciales del rotativo que reza de la siguiente manera: “Se

34 Vital no es más que una aplicación del Vitalismo a la sociedad humana, únicamente desde el punto de vista económico; porque ésta es en realidad una doctrina sintética de la vida, que es a la vez filosofía, religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho.76 Como sostiene el mismo Masferrer, una aplicación de esta doctrina a la “sociedad humana, desde el punto de vista meramente económico, es la que esbocé en mi ensayo, titulado El Mínimun Vital, cuya síntesis dice: que el Régimen Social puede y debe organizarse de tal manera, que para todos los asociados haya la posibilidad segura de disfrutar de un Mínimun de Vida Integra.”77

En los artículos que Masferrer escribió en el periódico Patria, se encuentra evidenciada en toda su madurez el pensamiento filosófico en su vertiente político de la teoría Vitalista. En este marco, el Vitalismo como pensamiento filosófico político de corte latinoamericanista, está concentrado en tres editoriales de Patria, de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1928, denominados La Misión de América.78 Es decir que el itinerario seguido por Masferrer en conseguir una mejor formalización del Vitalismo, lo culmina en estos artículos. Y el proceso lo inicia proponiendo la transformación del modus vivendi individual, pasando por el ámbito de transformación de la familia como núcleo de la sociedad y culminando con la transformación de la sociedad entera. Argumento bien articulado y expresado en este escrito que incluye además, el agente dinamizador de esta transformación práctica que lo constituyen las instituciones del Estado y la Nación.79

informa que no se dará explicación de por qué no se publican los artículos y cartas de nuestros lectores”. La Dirección. 76 Cfr. Patria, 8 de febrero de 1929, pp. 1-2. 77 A. Masferrer, El Libro de la Vida, en Obras Escogidas, Tomo II, Editorial Universitaria, San Salvador, 1971, p.190. 78 La primera versión de estos artículos los escribió Masferrer en 1923, con el objetivo de presentarlos como Discurso en la apertura de las clases en la Universidad de El Salvador del año lectivo de 1924. Véase: Revista La Universidad, Serie XIII,-N°1; Julio-Septiembre de 1924, pp. 2-8. Posteriormente este discurso fue reelaborado por el autor y presentado en el periódico Patria en las fechas ya referidas. 79 Para Masferrer la Nación la constituye la región centroamericana y aun más extensa la latinoamericana. De ahí que como Centro América o América Latina no se encuentran ni unidas ni articuladas como un todo, esta tarea sea una deuda pendiente. Y, a la fecha, de acuerdo a su perspectiva, los esfuerzos de unidad en el caso de la sociedad centroamericana, han sido equivocados ya que han errado el método. Para Masferrer, la construcción de la Nación se debe ejecutar desde “la espontánea aproximación de las ideas y de los intereses” de los pueblos centroamericanos. Véase: Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996, p. 41. Por tanto, es la cercanía y el diálogo lo que logrará la creación de la nación centroamericana y no desde “la fuerza ni los convenios entre mandatarios”. Véase el comentario elaborado por Rafael Lara Martínez en la Revista Contra Punto, en http://www.paraprincipiantes.com/html/distri.shtml

35 El pensamiento filosófico político de Masferrer cobra fuerza a principios del siglo veinte, no sólo en El Salvador sino también en el resto de Centroamérica. En Guatemala, por ejemplo, el gobierno del General Lázaro Chacón (1927-1930),80 organiza su programa de gobierno basado en los principios del Vitalismo masferreriano. En el contexto de saber cuáles son los principios de esta doctrina, Masferrer fue invitado reiteradamente a Guatemala a explicar su teoría: En Quezaltenango, en el Casino de la ciudad, los millonarios de la región se congregaron para oír una detenida exposición de la Doctrina del Mínimun Vital. Fueron ellos, los ricos, los terratenientes los banqueros los grandes comerciantes, los grandes cafetaleros de la Costa, quienes nos invitaron reiteradamente a ir a su Centro, a exponer la Doctrina Vitalista, y durante tres horas nos escucharon con atención profunda, con exquisita cortesía, con la elegante actitud del hombre culto.81

En este pensamiento filosófico se expone la defensa y construcción de la vida, como elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida, es una especie de clave hermenéutica para la formulación de toda construcción de pensamiento. Este carácter es ineludiblemente político.

En la concepción filosófica de Masferrer la vida tiene un carácter político y por tanto es la clave hermenéutica del vitalismo en el sentido siguiente: Para Masferrer la vida es una,82

80

Lázaro Chacón nació en Teculután, Zacapa el 27 de junio de 1873. Designado a ocupar el cargo de presidente debido a la muerte del General José María Orellana. Fue un gobernante de grata recordación, por el corte suave moderado y progresista que imprimió a su administración. Su campaña eleccionaria fue difícil debido a la circunstancia de haberse definido entre dos sectores opuestos del liberalismo, su gobierno tuvo que hacer frente a la tensión internacional con Honduras, misma que llegó a su clímax en 1929 y que estuvo a punto de enfrentar militarmente a ambos países por cuestiones limítrofes promovidas por compañías bananeras de ambos países. Fundó el Banco de Crédito Agrícola, el de Crédito Hipotecario Nacional, construyó el edificio de la Facultad de Medicina, el de la Facultad de Ciencias Naturales, concluyó la obra del ferrocarril, terminó la construcción del Palacio Legislativo y afianzó la estabilización de la moneda entre otros. El General Chacón enfermó gravemente en ejercicio del poder y hubo de marchar hacia los Estados Unidos de América, donde falleció el 9 de abril de1931. Remito, asimismo al trabajo de María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en Historia, Guatemala, 2007. 81 A. Masferrer, Obras Escogidas, Editorial Universitaria, primera edición; San Salvador, 1971. Tomo I, p. 15. Estas obras están prologadas por la Dra. Matilde Elena López, quien presenta un extenso estudio sobre la obra de Masferrer. 82 A. Masferrer, “El Vitalismo como Religión”, en Obras Escogidas Tomo II, pp. 367-371.

36 es un bien supremo83 y su superioridad respecto de todo lo demás es de carácter absoluto.84 Esta vida, comprendida a la manera masferreriana no es abstracta ni metafísica sino material y “animal, concreta, visible y tangible, determinada de la forma más concreta y práctica.”85 De ahí que defender la vida en todas sus manifestaciones “es el mandamiento primero y supremo y a él nos atenemos los creyentes del Vitalismo para juzgar de los conflictos del presente, y para idear y preparar un Nuevo Orden Social que suprimirá o atenuará los más graves de esos conflictos.”86 Por su parte, la escritora Matilde Elena López,87 haciendo un itinerario por la vida de Masferrer, afirma que en los últimos cinco años de vida de este autor las ideas del Vitalismo se esclarecieron, se enlazaron y se ordenaron en su pensamiento alcanzando una cristalización que denominó “doctrina sintética de la vida, que es a la vez filosofía, religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho. Una aplicación de esta doctrina a la sociedad humana desde el punto de vista meramente económico, es la que esbocé en mi ensayo titulado El Mínimum Vital, cuya síntesis dice; que el Régimen Social puede y debe organizarse de tal manera, que para todos los asociados haya la posibilidad segura de disfrutar de un mínimum de vida integra.”88

Con la formulación del Vitalismo, Masferrer construye un pensamiento filosófico político en cuya base se encuentran tres elementos históricos: el pensamiento oriental89, el socialismo fabiano90 y la realidad salvadoreña de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.91 83

A. Masferrer, “Máquinas y Hombres”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 227. A. Masferrer, “La vida frente al dinero”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 225. 85 Ibídem, p. 225. 86 A. Masferrer, “Máquinas y Hombres”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 227. 87 Matilde Elena López (1925-2010), Doctora en Filosofía y Letras fue una prolífica escritora que ha dado a la literatura en El Salvador un avance importante sobre todo en el ámbito de la investigación literaria. Algunas de sus obras son Alberto Masferrer, alto pensador de Centro América; Tres ensayos sobre poesía ecuatoriana; Interpretación social del arte, Ensayo que fue premiado en Guatemala en 1962, etc.. 88 A. Masferrer, Ibídem, 1971, p. 78. Las cursivas aparecen con mayúsculas en el original. En adelante se citarán en cursivas todas las palabras que en el original aparezcan en mayúsculas; esto por seguir la recomendación de Corina Schmelkes, Manual para la presentación de anteproyectos e informes de investigación, Editorial Oxford University Press, México 1998, pp. 15-16. 89 Se entiende por pensamiento oriental a la tendencia intelectual desarrollada por pensadores espiritualistas asiáticos y europeos, sobre todo de la vertiente de Besant, de Tingley, del primer Krishnamurti y de Jinarajadasa. Dicho pensamiento no tiene nada que ver con la tendencia inaugurada por Edward Said a principios de la década de 1970, denominada Orientalismo. Cfr. p. 56 de este trabajo. 90 Se entiende por socialismo fabiano al pensamiento intelectual surgido también como movimiento socialista que tuvo mucha influencia en Inglaterra del siglo XIX y principios del XX cuyo propósito fue la de aplicar los principios de un socialismo democrático mediante reformas democráticas. En el caso del socialismo fabiano 84

37

Esto supuesto, el énfasis en esta investigación se pone en la concreción del Vitalismo como corriente de pensamiento pero también como concreción fáctica de la vida intelectual de Masferrer concretada en una praxis política que se va ejecutando en la reflexión y acción de manera articulada y que se diferencia notablemente de otros tipos de filosofía vitalista como pueden ser la de Friedrich Nietzsche (1844-1900), Henry Bergson (1859-1941) o la de José Ortega y Gasset (1883-1955).

3. Valoración de la obra Intelectual de Masferrer

La figura y obra intelectual de Masferrer han sido analizadas por estudiosos y críticos durante alrededor de ochenta años generando un importante cúmulo de artículos, ensayos

y

documentos

que,

desde

nuestra

perspectiva,

pueden

organizarse,

fundamentalmente desde tres enfoques: El Oficialista, el Contestatario y el Científico.

que influyó en Masferrer, éste estaba mezclado con el anarquismo de Tolstoi, Kropotkin y Proudhon en su unidad de pensamiento y de acción social. Cfr. M. Casaús Arzú, Las redes intelectuales centroamericanas: Un siglo de imaginarios Nacionales (1880-1920), F&G Editores, Guatemala, pp. 70-120; cfr. M.E. López, “El Pensamiento Social de Masferrer”, Op. Cit., pp. 5-85. 91 Matilde Elena López, ha profundizado y analizado la obra intelectual de Masferrer y afirma que lo que está de base en el Vitalismo masferreriano es el hinduismo de Buda, Krishnamurti, Vivekananda, el Yogi Ramacharaka, el socialismo fabiano de Henry George y el Humanismo-vitalismo de Tolstoi. Estos son los autores y sus ideas los que influyen en Masferrer. No obstante haber analizado en profundidad el pensamiento social de Masferrer, Matilde Elena, no le da la importancia y principialidad práctica que tiene la realidad social salvadoreña, sobre todo porque se trata de una realidad de miseria que vive la clase pobre salvadoreña que le exige a Masferrer pensar y repensar la realidad. Por mi parte, creo que es la realidad salvadoreña la que demanda acuciosamente a este pensador, formular una propuesta de solución que se volvió fundamental en el desarrollo de la vida social y política de El Salvador de principios del siglo veinte. En esta línea, resulta interesante el libro de esta autora Pensamiento Social de Masferrer, Imprenta Nacional, San Salvador 1984. Este libro fue en realidad escrito y publicado por Matilde Elena en 1965 como parte de su libro Interpretación Social del Arte, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 1965, pp. 611-707. Por su parte Marta Casaús Arzú, estudiosa de Masferrer, afirma lo mismo como fuentes del pensamiento de Masferrer. Cfr. “La Disputa por los espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: La figura de Alberto Masferrer”, en Revista Humanidades IV Época Año 2003, Número 2. Editorial e Imprenta de la Universidad de El Salvador, San Salvador 2003. Asimismo: “La influencia de Alberto Masferrer en la creación de redes teosóficas y vitalistas en América Central (1920-1930),” en Revista Repositorio III Época, N° 2, CONCULTURA; Talleres de DPI, San Salvador, 2006; pp. 58-90. Asimismo ver: Las Redes Intelectuales Centroamericanas: un Siglo de Imaginarios Nacionales (1820-1920), FEG Editores, Guatemala 2005, pp. 91-103. Ver también, “El Vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de América Central,” en Revista Cultura N° 102, Julio 2010; pp. 57-105.

38 3.1.

Enfoque oficialista

Es importante tener en cuenta que cuando el militarismo se impone en El Salvador a partir del golpe de Estado militar impulsado por Maximiliano Hernández Martínez y posterior a los eventos de 1932, cuando se asesina a alrededor de 30,000 salvadoreños entre campesinos e indígenas, se blanquearon las páginas de los periódicos salvadoreños sobre estos acontecimientos92 y aconteció la muerte física de Masferrer poco tiempo después de estos acontecimientos.

En el contexto histórico del martinato, ubicamos un grupo de intelectuales cuyo interés fundamental es presentar a un Masferrer idílico que no tiene más interés que cantarle a la naturaleza y sostener que lo que escribió en función del cambio social en El Salvador no fue sino cuestión accesoria.93 Por tanto, este enfoque retoma del pensamiento de Masferrer únicamente aquello que no cuestiona ni presenta opinión ante la forma de administrar la cosa pública en El Salvador. Masferrer es visto como el poeta de Hazte un Cristal, Niñerías y Hazme suave el instante, cuyos esfuerzos por moralizar la realidad social y corregir los vicios y mal crianzas de los campesinos y obreros salvadoreños le llevó a escribir El Dinero Maldito, ¿Qué debemos saber? Cartas a un Obrero, Leer y Escribir y La Cultura por medio del Libro; ensayos de orientación y compromiso social que increpan y cuestionan el papel del individuo y del Estado salvadoreño pero tienen la tendencia a afirmar que estos ensayos no responden a un pensamiento estructurado en la perspectiva del cambio social, sino en función de moralizar la sociedad de principios del siglo XX.

92

Cfr. Ricardo Molina, “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de la “Doctrina del mínimum vital””. Artículo presentado en el Congreso de Historia, celebrado en julio de 2006 en Guatemala, y publicado en Memorias del Congreso por Editorial Santillana, 2006. Asimismo, Matilde Elena López, ratifica esta aseveración; ver: “Las ideas económico-sociales de Masferrer dentro del marco de su época”, en el prólogo a las Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San Salvador, 1971, pp. 52-53. 93 En general los representantes de este grupo son intelectuales que se esconden en pseudónimos y a algunos de ellos el mismo Masferrer respondió con palabras muy enfáticas; véase por ejemplo la respuesta que Masferrer publica en Patria el 24 de agosto de 1928, que contesta “Al señor Mentiroso” ante las calumnias que ha escrito contra Masferrer el día 22 del mismo mes. Asimismo véase el artículo que Masferrer escribe a sus detractores con el título “Pega, pero escucha” del 4 de octubre de 1829, en donde afirma que está circulando una hoja anónima en contra suya. Otro autor que se debe ubicar en este grupo es Napoleón Viera Altamirano que cuando escribía en el Diario Latino lo hacía con el pseudónimo E. de S., Véase: A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, pp. 416-417.

39 Este análisis oficialista tiene, al menos, dos vertientes ideológicas de representación. La primera es la ya presentada, de carácter ecuánime y poco beligerante pero muy radical. Su lucha es realizada desde el ámbito del discurso político ideologizante,94 cuyo objetivo fundamental estaría en ocultar el Masferrer reformador que busca el cambio social. Intenta además mantener el status quo en donde los privilegios de clase no son trastocados. Esta faceta es aquella que presenta a Masferrer como el poeta y el místico de Las Siete Cuerdas de la Lira, El Rosal Deshojado, etc., como ya se ha mencionado.

La segunda vertiente se puede caracterizar como la de los belicosos acérrimos. Esta fue una corriente intelectual con una faceta muy negativa que se encargó de denigrar no sólo las ideas de Masferrer sino también a su persona. Esta vertiente ya estaba presente en tiempos del Masferrer de Patria y, por supuesto, es la que tuvo a su cargo concretar los lineamientos de ocultar y denigrar el Vitalismo durante los años de la época militarista hasta casi finales de la primera mitad del siglo XX. El mismo Masferrer que había sido denigrado por esta faceta, los describe acertadamente en el siguiente fragmento: Como era de esperarse, aquellos que labraron grandes fortunas usurpando la mayor parte del trabajo ajeno; aquellos que van en camino de la riqueza, mediante el mismo arbitrio; aquellos que esperan convertirse en privilegiados mediante la misma inicua explotación; y finalmente, aquellos cuyo beneficio y regalo radican exclusivamente en servir a una clase social adinerada y poderosa, se alzaron iracundos contra una doctrina que cercena y limita sus privilegios. Y como la ira es ciega, y como los injustos, y ya cegados, no reparan en medios –resultó que la doctrina del Mínimum Vital fue denigrada, escarnecida, atribuida a móviles ruines, confundida de propósitos con doctrinas diferentes y hasta opuestas, y por fin, calificada de bolsheviquismo (sic), que es la hazaña mental más osada a que se han atrevido los maliciosos y los ignorantes de estas tierras.95

Ambas vertientes, tienen en común que no profundizan en los enfoques prácticos que significa el Vitalismo en su momento más formalizado, sino sólo en lo que Masferrer, a los 94

El término ideologizante se usa aquí en la línea, acepción y orientación que Ignacio Ellacuría propende en su artículo “Función liberadora de la filosofía,” Revista Estudios Centroamericanos (ECA), N° 435-436, 1985; pp. 45-64. En este artículo Ellacuría afirma que “La ideologización nos enfrenta con la nada, con la apariencia de realidad, con la falsedad con apariencia de verdad con el no ser con apariencia de ser”. ECA, p. 50; que es justo lo que intenta ejecutar esta tendencia del Enfoque Oficialista. 95 A. Masferrer, Obras Escogidas I, Ibídem, p. 78.

40 inicios de su intuición filosófica, consideraba como Vitalismo; es a saber, una teoría que declinaba en una religión, una filosofía y una fe. Por tanto, el enfoque oficialista puede considerarse superficial, moralizante y cargado de un interés ideológico de corte derechista.96

Este enfoque ha sido el más efectivo para desfigurar el pensamiento de Masferrer por los recursos con los que ha contado. Y, en el desarrollo del mismo ha omitido el estudio real y profundo que Masferrer hizo de la realidad social que le tocó vivir y que de hecho vivían decenas de miles de salvadoreños y centroamericanos.

3.2.

Enfoque contestatario

Sus máximos representantes lo constituyen un grupo de escritores salvadoreños de formación académica notable cuyo interés fundamental es ofrecer una visión alternativa a la que presenta el Enfoque oficialista. Intentan recuperar la figura y obra de Masferrer desde el paradigma del reformismo social.97 Se trata del grupo conocido como la Generación del 44.98 Asimismo, se incorpora a este enfoque, por el carácter y orientación 96

Véase al respecto Matilde Elena López, “Pensamiento Social de Masferrer,” Op. Cit., Thomas Anderson El Salvador 1932; Ver Ricardo Molina, Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de la "Doctrina del mínimum vital". 97

Como reformismo social entiendo aquella búsqueda de transformar una sociedad injusta por otra más justa, sin que se haga uso de la violencia armada. 98 La Generación del 44 es la denominación dada a un grupo de intelectuales salvadoreños que en la década de 1940 alcanzó su madurez como grupo de escritores entre quienes se cuentan a Pedro Geoffroy Rivas (19081979), Hugo Lindo (1917-1985), José María Méndez (1916), Matilde Elena López (1922-2010), Julio Fausto Fernández (1913-1981), Oswaldo Escobar Velado (1918-1961), Luis Gallegos Valdés (1917-1990), Antonio Gamero (1915-1956) y Ricardo Trigueros de León (1917-1965). Pedro Geoffroy Rivas produjo una obra lírica marcada por la vanguardia y, además, desarrolló una importante labor de rescate de las tradiciones indígenas y de la lengua popular. La poesía de Oswaldo Escobar Velado tiene una dilatada preocupación existencial y un componente esencial de denuncia de las injusticias sociales. José María Méndez y Hugo Lindo exploraron nuevas fronteras de la narrativa. Numerosos escritos de esta generación jugaron un papel muy activo en el movimiento democrático que puso fin de la dictadura del general Hernández Martínez. Sin embargo, algunos de ellos colaboraron activamente con el régimen del coronel Óscar Osorio. Dentro de un proyecto de modernización del Estado, Osorio promovió una de las políticas culturales más ambiciosas en la historia de El Salvador. Para citar un ejemplo, a través del Departamento Editorial del Ministerio de Cultura (posteriormente Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación), bajo la dirección Ricardo Trigueros de León se desarrolló una labor editorial de gran alcance, la cual constituyó a la vez, un paso decisivo para sentar las bases de la normativa literaria salvadoreña.

41 del contenido de sus respectivas propuestas, otros autores que han publicado sus investigaciones sobre Masferrer y que sus trabajos académicos de mayor representación fueron reeditadas años más tarde por el departamento editorial del Ministerio de Cultura en una recopilación de trabajos en una sola obra con el título En Torno a Masferrer.99 También se incorporan otros autores y estudiosos de Masferrer que han ido dando su aporte en el devenir de la historia en esta parte del mundo. En esta línea, es importante destacar a un grupo de jóvenes estudiantes que en distintos momentos de la historia salvadoreña han querido profundizar los estudios sobre la figura y la obra intelectual de Masferrer desde los umbrales de la intelectualidad crítica y han investigado y presentado sus aportes en distintas tesis universitarias para obtener su grado académico. Este grupo de jóvenes, unos en 1976, otros en 1991 y otros en 1997, han intentando con toda honestidad presentar lo que Masferrer ha significado para la historia salvadoreña y centroamericana, pero sus aportes en realidad son muy modestos, aunque valga el hecho de querer mantener vivo el espíritu reflexivo sobre Masferrer que es lo que se estima en esta investigación.

Como se ha dicho antes, este enfoque es impulsado, sobre todo, por el movimiento literario salvadoreño denominado la Generación del 44. Este movimiento ha impulsado el análisis de la figura y obra de Masferrer desde la especificidad literaria, donde lo importante es el aporte a las letras salvadoreñas, a la poesía, al arte y al periodismo salvadoreño, y en esa labor, iluminar los procesos de cambio social en El Salvador. En 99

Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San Salvador, 1956. En este volumen aparecen los trabajos siguientes: “Laude y Responso de Don Alberto Masferrer,” de Claudia Lars. “Decreto del Consejo de Gobierno Revolucionario, en el que declaran Monumento Nacional la Tumba de Alberto Masferrer”. “Alberto Masferrer o la Conciencia de de un Pueblo” de Francisco Morán. “La Educación Vitalista de Alberto Masferrer” de Pedro de Alba. “Introducción a Masferrer” de José Luis Martínez. “Masferrer, Creador del Alma Nacional” de Salvador Cañas. “Mi Alberto Masferrer” de Pedro Geoffroy Rivas. “Masferrer o la Angustia Iluminada” de Gilberto González y Contreras. “Masferrer Alto Pensador de Centroamérica” de Matilde Elena López. “Masferrer y los pájaros” de Quino Caso. “El pensamiento vivo de Masferrer” de Humberto Díaz Casanueva. “Personalidad poética de Alberto Masferrer, Maestro y Apóstol” de Serafín Quiteño. “El retrato que yo me he hecho de Don Alberto Masferrer” de Carmen Lyra. “Estudios y figuraciones sobre la vida de Jesús” de Julio Enrique Ávila. “Un filósofo del Orden Social” de Juan del Camino. “Masferrer Humorista” de José María Peralta Lagos. Masferrer el Apóstol” de Alberto Velásquez. “Figura y Memoria del pensador Alberto Masferrer”, selección de Roberto Velandia. “El patriotismo inconforme de Alberto Masferrer” de Manuel Barba Salinas. “Alberto Masferrer” de Graciela Bográn. “Masferrer y el Mínimum Vital” de Humberto Tejera. “Una Voz” de Salarrué. “El Silencio sobre Masferrer” de Arturo Ambrogi. “Alberto Masferrer, Periodista” de Raúl Andino. “Masferrer Conciliador” de Miguel Ángel Espino. “Masferrer se ha ido…” de A. Guerra Trigueros. “Los que se van…” de Vicente Trigueros. “Analizando la personalidad de Don Alberto Masferrer”, Carta del Poeta costarricense, Lic. Rogelio Sotela. “Los últimos días de Masferrer” de Alfonso Rochac. “Alberto Masferrer” de Trigueros de León. “Condolencia de la República Mexicana por el fallecimiento de Don Alberto Masferrer.”

42 este enfoque sobresale Matilde Elena López y su análisis histórico crítico de la obra de Masferrer y su impacto en la sociedad salvadoreña. El resto de estudiosos no profundizan sistemáticamente ni elaboran análisis profundos en aspectos literarios,100 filosóficos o histórico críticos.

En el estudio elaborado por Pedro Geoffroy Rivas, este autor afirma que lo que salvó a Masferrer en su libro Ensayo sobre el Destino, de perderse en el orientalismo, en tonterías ridículas y en el absurdo filosófico, fue el enorme poeta que hay en él.101 Opinión con la que estoy de acuerdo ya que como se verá más adelante, este libro de Masferrer no representa en manera alguna aspectos filosóficos ni por accidente. Opinión similar nos ofrece Claudio Arenas, quien dice “Expresándome con franqueza, opino que Masferrer como pensador social, como creador de doctrina, carece en lo absoluto de valor. Su Mínimum Vital, que a mi juicio se ha superestimado hasta el exceso, carece de originalidad y no merece el calificativo siquiera de doctrina social, de teoría de reforma social.”102 Opinión con la que también estoy de acuerdo ya que leyendo el mencionado trabajo, le hacen falta muchos aspectos para ser una expresión de filosofía, religión y derecho. Y el mismo Masferrer ha dicho que el Mínimum Vital es sólo la expresión económica de su teoría Vitalista. Cosa que por mi parte afirmo que hay que 100

Ejemplo de estos estudios los tenemos en los artículos presentados en la Revista Cultura número 47. En esta revista, ningún estudio presenta un análisis crítico de las formas literarias de las obras de Masferrer. En general, estos estudios ofrecen una imagen de Masferrer como el escritor y poeta bonachón que no se metía con nadie si no era para pedirles que se portaran bien, que practicaran valores y que estudiaran seriamente ayudándole al Estado con su labor educativa. Este número se edita en homenaje a Don Alberto Masferrer, en 1968 al cumplirse el centenario de su nacimiento. En este número escriben al menos diecisiete autores conocedores todos del pensamiento y obra de Masferrer. Los trabajos que aparecen son los siguientes: “Masferrer, Reformador social” de Ítalo López Vallecillos. “Vocación y plenitud de Alberto Masferrer” de Alejandro Dagoberto Marroquín. “Retorno a Masferrer” de Ricardo Bogrand. “El Método Sociológico como instrumento Crítico” de Matilde Elena López. “Masferrer periodista” de José Salvador Guandique. “Humano, demasiado humano” de Claudia Lars. “Alberto Masferrer o la Conciencia de un pueblo (Fragmentos)” de Francisco Morán. “Mi Alberto Masferrer” de Pedro Geoffroy Rivas. “Personalidad poética de Alberto Masferrer, maestro y apóstol” de Serafín Quiteño. “Alberto Masferrer” de Trigueros de León. “Masferrer y su iluminada fuerza interior” de Claudia Lars. “Ideas de Masferrer para una filosofía de la Educación” de Luis Aparicio. “Anti-elegía para Alberto Masferrer” poema de Ricardo Castro Rivas. “Odas a Masferrer,” poema de José María Cuéllar. “Don Alberto Masferrer, Apóstol y visionario” de Roberto Armijo. “El individualismo de Alberto Masferrer” de José Roberto Cea. “Entrevista imaginaria con Don Alberto Masferrer” de Mercedes Durand. “Anti-homenaje” de Alfonso Quijada Urías. “Conversación con Alberto Masferrer” de Manlio Argueta. “Nota sobre Masferrer” de Tirso Canales y “Decretos legislativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer.” 101 Cfr. P. Geoffroy Rivas, “Mi Alberto Masferrer”, Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de Educación, San Salvador, 1968, p. 56. 102 C. Arenas, “Humano, Demasiado humano”, Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de Educación, San Salvador, 1968, pp. 43-44.

43 buscarla en toda la obra filosófica y política de Masferrer que es muy distinta a la obra poética, novelística y mística que también produjo.

Por su parte, José Salvador Guandique, citando a Rafael Antonio Tercero en su artículo Masferrer Periodista afirma que Masferrer “escribió muchos libros, veintidós en cuarenta años (más de dos por lustro, indicamos). Pero su obra más discutida –y, sin lugar a dudas una de las más importantes– no la escribió originalmente en forma de libro. La fue redactando desde su escritorio de director de un diario, entre el círculo polémico o doctrinario, entre el ajetreo de la noticia corriente y lo sensacional del momento. Así fue tomando cuerpo su obra culminante.”103

Afirmación muy importante ya que como se

sostiene en esta investigación, Patria es el escrito fundamental desde el cual hay que leer toda la obra intelectual de Masferrer. Es en Patria, donde el Vitalismo Masferreriano y toda su crítica social y política cobra sentido y muestra el horizonte por construir. De ahí que Masferrer bajo este punto, constituya una presencia filosófica en América Latina desde la perspectiva de los marginados sociales en El Salvador.

Posterior al manejo que el régimen militarista hiciera en la divulgación de la obra intelectual de Masferrer, hay un intento de presentar extractos de la obra de Masferrer que apuntarán a la construcción del ideario nacional salvadoreño, pero se eligen textos que no den posibilidad a cuestionar al status quo de la década de los sesenta y setenta en El Salvador. El máximo representante de esta línea fue Saúl Flores (1889-1980), un brillante profesor colaborador de Masferrer,104 adherido al Minimumvitalismo pero que por haber obtenido una beca del gobierno en 1928 para especializarse en educación en Chile, no sufrió la época terrible que le tocó vivir a Masferrer a principios de la década de 1930.

Saúl Flores participaba de la orientación ideológica de Masferrer pero a efecto de no meterse en líos con los dirigentes militares del país, publica durante las décadas de los 1950 a 1970, sólo los escritos moralizantes y culturales de Masferrer. En este marco publica en 1965, un libro titulado Madre América en el que presenta una serie de textos de pensadores hispanoamericanos en torno a la creación de la cultura latinoamericana. En 103

J.S. Guandique, “Masferrer Periodista,” Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de Educación, San Salvador, 1968, pp. 40-41. 104 Saúl Flores nació en Zacatecoluca en 1889 y murió en San Salvador en 1980. Algunas de sus obras son “Lecturas nacionales de El Salvador, 1943”, “Esta es mi tierra”, “Escuelas y maestros de El Salvador”, “Temas vivos sobre educación, 1964”, “Madre Tierra” “Madre América 1965” “El Sembrador 1973” y “Simiente”.

44 este texto aparecen dos artículos cortos de Masferrer, uno denominado La Misión de América: El Grito de Batalla y otro con el nombre de Ahora y en ti mismo. Estos textos105 no aparecen en ninguna otra fuente publicada por Masferrer o por sus editores. Se puede inferir que éstos fueron escritos en la época en que Masferrer dirigió el Colegio Ixelles que él fundó en 1918, cuya existencia fue efímera; pero que en el poco tiempo que dicho colegio funcionó, el profesor Saúl Flores le colaboró como docente. Ahora bien, con el sólo hecho que Saúl Flores haya editado estos artículos en su libro Madre América, su labor tiene ya gran importancia. No obstante, verter opinión en su contra por el hecho de no reflexionar críticamente en torno a Masferrer, creo que no es justo, por tanto me reservo palabra al respecto.

Con Matilde Elena López asistimos a una nueva etapa en el estudio de la figura de Masferrer ya que con ella se inicia un proceso de recuperación más objetivo del trabajo, obra y figura de este intelectual. Si bien esta autora a veces imprime una impronta literaria a su juicio sobre Masferrer, pero no con interés de falsear su pensamiento sino debido a que su especialidad es propiamente literaria y no filosófica; con Matilde Elena, el segundo enfoque que analiza la obra de Masferrer inicia una visión más científica y liberadora del oscurantismo y sentimentalismo al que el enfoque oficialista condujo al pensamiento y obra de Masferrer.

No obstante el serio esfuerzo que hace Matilde Elena López, presenta todavía algunos juicios que en el fondo son expresión clara de haber caído en el error de repetir el discurso oficialista que ella criticó tenaz y valientemente. Según la autora, el error de Masferrer estuvo en que envolvió su doctrina del Minimum Vital de emoción sentimental y puro altruismo. Afirma que “El humanismo masferreriano no aseguró las condiciones de sus objetivos y de su realización y se quedó convertido en una hermosa parábola. No 105

S. Flores, Madre América, Lecturas Americanas, Volumen III, Tipografía Offset, Editorial Central, San Salvador, 1965. En el texto denominado La Misión de América: El Grito de Batalla; Masferrer afirma que “América ya no es una expresión geográfica, sino una expresión moral. América es una Fe y un Propósito. América es el credo político, social y espiritual de los Hombres Nuevos: de los que ya no quieren asfixiarse en los pantanos de las patrias minúsculas, misérrimas, inermes, sobre las cuales todo insolente poderoso escupe y defeca, haciendo que los esclavos adoren su defecación. América es una Idea que batalla para convertirse en una Fuerza. No es un sueño, sino que es un yunque. América débil, desnuda, parcelada y mezquina, devorándose a sí misma, es la América Vieja, carcomida y podrida, obra de enanos y miopes. Enterremos y olvidemos esa América infecta, y hagamos surgir de sus cenizas la América Nueva, fuerte, unida, concorde, consciente de su misión, dispuesta al dolor y a la muerte para realizar su misión”. (Madre América, p. 11).

45 llegó a la lucha, al compromiso con el pueblo, a la lucha que puede arrastrar violencia, y entonces Masferrer retrocede, levanta la mano y señala los caminos de la paz.”106 Lo que se lee entre líneas en esta afirmación es que Matilde Elena, no estructuró en modo sistemático su lectura de Masferrer y no buscó la autenticidad de pensamiento que le caracterizaba al autor, sino que analizó el pensamiento masferreriano desde una postura eminentemente ideologizante, con el objeto de contrarrestar el uso abusivo del que era víctima Masferrer por parte del oficialismo. Este esfuerzo tiene notable valor, sobre todo en el contexto militarista en que le tocó escribir a Matilde Elena, ya que claramente se ubica en el lado contrario del oficialismo.

Se puede afirmar, por tanto, que Matilde Elena se quedó únicamente con el Masferrer de El Dinero Maldito, Leer y Escribir y El Mínimum Vital, no obstante haber presentado al Masferrer del Vitalismo y de Patria, en la compilación y edición de las Obras Escogidas de Alberto Masferrer que ella prologa con un interesante estudio. Como bien dice esta estudiosa de Masferrer, que en El dinero Maldito después que “ha descubierto la verdad que hay en el fondo del alcoholismo del pueblo. La horrenda corrupción patrocinada por el Estado que vive a costa de la embriaguez. Pero cuando esperamos que señale a los responsables y dé la solución adecuada, que nos dé la señal que espera el pueblo, después de diagnosticar correctamente, concluye: “Paz a los hombres de buena voluntad”, y les desea paz y prosperidad a los explotadores, a los que se enriquecen con el dinero maldito, después de haber señalado al Estado Corruptor tan valientemente.”107

Es importante analizar la obra de Masferrer a partir de sus escritos de Patria y todo el cúmulo de propuestas que éste ofrece en los últimos años de su vida. Siendo esta obra y la etapa que representa, la clave hermenéutica de un nuevo estudio de toda la obra intelectual de Masferrer; su estudio y análisis permite ubicarlo en el justo lugar que le tocó vivir.

106

A. Masferrer, Obras Escogidas I, Op. Cit, “Prólogo a las Obras Escogidas,” elaborado por Matilde Elena López, pp. 83-84. 107 A. Masferrer, Obras Escogidas I, Op. Cit., p. 83.

46 3.2.1. Aportes positivos del Enfoque Contestatario

Respecto de la compilación de estudios sobre Masferrer que ha significado la edición denominada En torno a Masferrer, se puede decir que se trata de una compilación de “opiniones de escritores nacionales y extranjeros que han sido publicados en torno a Masferrer.”108 Dos de los cuales son de mucho valor respecto al significado de Masferrer para la historia de El Salvador y la región centroamericana. Se trata de los trabajos de Francisco Morán titulado Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo y el ensayo de Pedro de Alba titulado La Educación Vitalista de Alberto Masferrer.

En Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, Francisco Morán llega a afirmar que Masferrer “más que pensador, más que un escritor y un poeta, es un hecho histórico de pura conciencia social.”109 Esta primera afirmación se complementa con la frase siguiente “Nunca antes de aquel momento poseyeron los pueblos de Centroamérica un ideal común que los uniera en la zona de la conciencia que es donde se operan las uniones valederas. La historia del movimiento mínimumvitalista de Masferrer es una revelación de las verdaderas posibilidades de unión centroamericana, si ésta ha de realizarse como satisfacción de las necesidades mínimas pero indiscutibles de los pueblos del Istmo.”110 Y culmina el autor diciendo “Y como lo que vale legítima y realmente para un pueblo es válido para la totalidad de los hombres, y puesto que Masferrer es legítima y realmente la conciencia social de un pueblo, Masferrer es una conciencia social de la Humanidad en un momento de la Historia.”111 Como se puede notar en este autor, la visión romántica de Masferrer queda superada.

En el estudio de Pedro de Alba denominado La Educación Vitalista de Alberto Masferrer, el autor enfatiza la propuesta de Masferrer de relacionar la educación vitalista con la nueva forma de organización de la propiedad de la tierra, la finalidad de las industrias, la reorganización de la Escuela Primaria, el Ejército, el presupuesto nacional, la legislación

108

Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San Salvador, 1956, p. 7. 109 F. Morán, “Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo”, Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Op. Cit., p.14. 110 Ibídem, p.16. 111 Ibídem, pp.17-18.

47 del trabajo, la administración de justicia, la asistencia pública; etc.112 Y afirma, además que “su programa tiene el alcance de una dilatada reforma social; para que el mundo se cure de tantos males se necesitan remedios heroicos (…) Reformas aisladas y medidas circunstanciales no tendrían efecto alguno si no se ponen en movimiento los recursos materiales y los esfuerzos creadores de la nación entera.”113

Años más tarde y en el marco de estudios sobre la figura y obra de Masferrer, en 1976, un grupo de estudiantes de la carrera de Letras de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, elaboró la primera tesis sobre Masferrer. Este documento se escribió con el interés de obtener el grado de licenciatura en Letras por esta universidad.114 Sobresale el aporte de estos jóvenes en su intento de presentar las etapas del pensamiento de Masferrer. Andino Meléndez y compañeros afirman que Masferrer hace una lectura de la realidad cotidiana de El Salvador, de la vida y su entorno. Por mi parte, sostengo que Masferrer hace eso pero también ofrece una respuesta, un análisis y luego una propuesta de solución a la problemática tan acuciante vivida por la sociedad salvadoreña. De acuerdo a ellos, el pensamiento y obra de Masferrer puede estructurarse en tres etapas: Etapa Romántica, Etapa Social-Política y Etapa Filosófica.115

112

Estas son afirmaciones acertadas respecto de la intelectualidad de Masferrer; pero también lo contrario ha sucedido con otros autores que se han quedado a medio camino en el estudio de la obra intelectual de Masferrer y no han terminado de recorrer la senda o derrotero intelectual que Masferrer caminó; y se lanzan a dar observaciones y conclusiones que Masferrer no hizo ni dijo. Más adelante abordaremos a estos autores al menos de manera general. 113

Pedro de Alba, “La Educación Vitalista de Alberto Masferrer”, Op. Cit., pp. 53-54 Se trata de la Tesis denominada Alberto Masferrer Humanista, de María Dolores Andino de Meléndez, Ena Victoria Hernández Delgado de Linares, María de Los Ángeles Herrera de Tejada, Daniel Portillo Chévez, Marta Hortensia Regalado Araujo y Marta Elízabeth Andino de Meléndez. Esta tesis fue elaborada para obtener el grado de Licenciatura en Letras de la Facultad de Ciencias del Hombre y la Naturaleza de la Universidad Centroamericana, José Simeón Cañas. La Libertad, 1976. 115 Éstas pueden determinarse de acuerdo a los autores, en base a los escritos y publicaciones de Masferrer. Por ejemplo: Etapa Romántica: 1883-1900; en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: Páginas, Niñerías, El Rosal Deshojado; Pensamientos y Formas; Notas de Viaje; Recuerdos. Etapa Social-Política: 1900-1925, en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: Ensayo sobre el desenvolvimiento Político en El Salvador; Las Nuevas Ideas; Leer y Escribir; ¿Qué debemos Saber?; El Dinero Maldito; Una Vida en el Cine; La Cultura por medio del Libro; El Mínimun Vital; El Libro de la Vida; Patria. Etapa Filosófica: 1925-1932; en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: El Buitre que se tornó Calandria¸ Ensayo sobre el Destino; Las Siete Cuerdas de la Lira; Estudios y Figuraciones sobre la Vida de Jesús; Helios; Caminos de Paz; La Religión Universal. 114

48 Es apreciable el esfuerzo realizado por los estudiantes pero no estoy de acuerdo en esta organización debido a que no responde a la realidad que vivió Masferrer sino que responde al orden cronológico de las publicaciones; cosa que no aporta a la comprensión intelectual de la obra de Masferrer. Además de que en esta línea ubican algunas obras en fechas que no corresponde a su publicación. Por lo demás, sí coincido en que se trata de tres etapas dentro de la obra intelectual de Masferrer. Pero éstas se juzgarán en el sub apartado quinto de este capítulo.116

Nuestro trabajo constituye, por una parte, un intento por describir grosso modo la obra literaria de Masferrer y por otra parte, es una propuesta de caracterización general de la época del autor, así como presentar los rasgos de influencia de dicha realidad en la obra literaria de Masferrer.

Por otra parte, en 1991 y 1997, otras dos generaciones de estudiantes elaboran sendos trabajos sobre Masferrer. El primero denominado “El pensamiento filosófico de Don Alberto Masferrer”117 y el segundo denominado “Estudio sobre el pensamiento político de Don Alberto Masferrer,”118 ambas son tesis elaboradas para obtener el grado de licenciatura.

En la primera de ellas, las autoras tienen el propósito de profundizar en el Masferrer filósofo, como ellas lo afirman “en los temas que él abordó, cosmos, la nada, la esencia de la naturaleza, Dios y otros.”119 Es interesante el hecho de que afirmen que en “el capítulo dos abordan las corrientes místicas y filosóficas que ejercieron influencia sobre el pensamiento del autor y se explica la concepción masferreriana acerca de lo que es el Universo, Dios y establecen que Masferrer es un místico, más que un filósofo”. Cosa que me parece interesante que lo digan, pero que en el desarrollo del documento no tratan esta cuestión, ni fundamentan su opinión. Asimismo las autoras afirman que “Masferrer no sólo denunciaba estas injusticias sino que buscó soluciones para las mismas. 116

Concretamente en el punto 5.1. Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer; cfr., p. 68. Elaborado por Rosa América Menjívar de Zelaya y María Laura Martínez de Menjívar. Tesis para optar al título de licenciadas en Educación. Universidad Pedagógica de El Salvador, San Salvador, 1991. 118 Elaborado por Clara Luz Artiga Carballo y Víctor Simón Castro Hernández, para optar al grado de licenciatura en Educación, en la especialidad de filosofía y letras, Universidad Pedagógica de El Salvador, San Salvador, 1997. 117

119

Menjívar de Zelaya, Op. Cit., p.ii.

49 Lógicamente, esto lo hizo entrar en choques con las clases poderosas, que vieron en él a un peligro para el mantenimiento de su condición.”120

Uno de los méritos de esta tesis es que cuando analiza los principios del Minimum Vital, hace una valoración sobre la situación que vive la sociedad salvadoreña de principios de los años noventa y valora que en ninguna de las necesidades primordiales que menciona el Minimum Vital se ha logrado a esa fecha, ni la solvencia material y espiritual de dichos principios, al menos en forma medianamente aceptable. Para ello, las autoras revisan brevemente la situación de la vivienda en El Salvador, la tenencia de la tierra, el trabajo, la alimentación, la asistencia médica, la justicia, la educación, el tema del agua, el ejército, el aguardiente, la prostitución, etc., y llegan a la conclusión que la doctrina masferreriana se anticipó a su tiempo y que con su filosofía y demás ciencias sociales, hace una lucha por la justicia, la libertad y la dignidad humana y que la filosofía de Masferrer mueve a pensar que para analizar y resolver los problemas sociales de un pueblo hay que partir de la realidad socioeconómica e histórica en que está inmerso ese pueblo. De esa manera las soluciones serán también reales y factibles.121

La segunda tesis toma en cuenta elementos dispersos de sociología para el análisis del ambiente histórico que vivió Masferrer, resalta el aspecto humano del autor y los condicionamientos sociales y políticos que tuvo para el desarrollo de su obra intelectual. La tesis en tanto documento, adolece de muchos problemas de estructura, de dispersión de ideas y sus aportes críticos son muy modestos.

En realidad, ha importado más las dimensiones propiamente literarias de Masferrer que las histórico crítica y filosófica. En este sentido, como hemos dicho arriba, hay que rescatar el esfuerzo que Matilde Elena López ha llevado a cabo en sus estudios sobre la figura y obra de Masferrer y su influencia en la vida social y política de El Salvador durante los últimos cuarenta años.

120 121

Ibídem, p. 7. Cfr. Ibídem, p. 142-43.

50 3.2.2. Aportes negativos del Enfoque Contestatario

No hay que olvidar que aún en este enfoque contestatario ha habido aquellos quienes han detractado a Masferrer. Esto ocurre a todas luces con Roque Dalton (1935-1975), que en Las Historias Prohibidas del Pulgarcito,122 dedica un poema a Masferrer donde no ataca sus ideas o su figura política e intelectual, sino a su persona. Pero Dalton, al igual que muchos se equivoca y con ello, no sólo le hicieron daño a la figura de Masferrer, presentándolo como un idealista, de ideología de derecha y cobarde, sino que además, le han hecho el juego al Enfoque Oficialista.

En lo personal pienso que Dalton exagera la dialéctica con Masferrer en vistas a justificar su enfoque revolucionario en la línea marxista, en el modo en que él lo entiende. Por lo demás, como es claro, no pretende un estudio crítico de Masferrer sino sólo lanzar su mordaz crítica.

Además, Dalton se equivoca con Masferrer al intentar ponerlo en la misma vía con Sarmiento,123 a quien Masferrer no cita en ninguna de sus obras ni siquiera para evitarlo; cosa contraria sí hace con el filósofo ecuatoriano Montalvo, quien ocupó un lugar especial en la obra de Masferrer y que influyó mucho en su forma de pensar. Melgar Brizuela en su artículo, De cómo y porqué Roque Dalton llamó “viejuemierda” a don Alberto Masferrer,124 denuncia el uso indiscriminado que las dictaduras militares han hecho de la figura y obra de Masferrer y que Dalton apunta de manera muy particular. En la visión de Melgar Brizuela: “Aunque el título del poema, una expresión frecuente en el habla popular salvadoreña, parece arremeter directamente contra la figura personal de Masferrer, la intención de Dalton es más bien develar por qué las dictaduras militares lo han “santificado y oficializado”; o sea, que su intención es denunciar el uso que de la obra del maestro Masferrer ha hecho y sigue haciendo la cultura oficial salvadoreña.”125

122

Roque Dalton, Las Historias Prohibidas del Pulgarcito, UCA Editores, San Salvador, 1988, pp. 102-110, su poema “Viejuemierda,” en el que acusa a Masferrer de ser “pícaro, santo-tonto e irritado tatarata”. 123 “don Alberto anduvo para siempre en la onda de Domingo Faustino Sarmiento en eso de confundir a cada rato los pobres con los bárbaros”, Ibídem, p. 103. 124 Luis Melgar Brizuela, “De cómo y porqué Roque Dalton llamó “viejuemierda” a don Alberto Masferrer”, Revista Humanidades, Universidad Nacional, N° 2; Enero-Marzo 2003, pp. 9-23. 125

Ibídem,, p. 10.

51

Las causas que Dalton afirma en su poema que pueden explicar al lector el interés que tiene por denigrar la figura de Masferrer son evidentes. Pero la razón más importante es que considera a Masferrer “cómplice objetivo de los asesinos del pueblo.”126

Aunque se puede no estar de acuerdo con Melgar Brizuela, su intento apacigua la detracción que Dalton ejecuta contra Masferrer, remediando en parte la impaciencia fuera de tono que éste tiene contra el maestro Masferrer y que como es sabido, Dalton tiene esta misma actitud respecto de otros autores.127

Por otra parte y para culminar este apartado de aportes negativos para la figura de Masferrer, es necesario recordar que la obra literaria de orientación social y política de este autor, por su carácter crítico fue considerada un peligro para el status quo en El Salvador de mediados del siglo XX. Un importante artículo cuya autoría corresponde a Ricardo Molina fundamenta este dato;128 y hace recordar que tan acentuada fue esta situación que los poetas salvadoreños no aceptaban a Masferrer dentro de sus filas, sino que afirmaban que Masferrer más que otra cosa fue periodista. Los periodistas por su parte, afirmaban que el otrora periodista capaz de dar cátedra al periodismo social e investigativo centroamericano, no era tal sino que era un espiritualista salvadoreño que nada tenía que ver con ellos.129

Contraria a esta idea es la de López Vallecillos quien afirma que la figura y obra intelectual de Masferrer fue “combatida en su tiempo, negada después, es el mayor aporte al esclarecimiento de la realidad social de El Salvador. Periodista valiente, denunció en su 126

R. Dalton, Op. Cit., 110. Resulta interesante que mucho tiempo atrás Dalton polemiza con Antonio Gamero argumentando que éste es servilista gubernamental (argumento personalista o ad homine). Ver polémica en torno a la Estética y la Política en Luis Alvarenga, Roque Dalton: La radicalización de las vanguardias, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, pp. 58-82. 128 Dicho artículo se denominado “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de la "Doctrina del mínimum vital" en el Congreso de Historia de Guatemala, realizado en julio de 2006 publicado en Memorias del congreso por la Editorial Santillana, en el 2006. Asimismo se encuentra publicado en internet en http://www.monografias.com/trabajos63/alberto-masferrer-aportes-humanisticos/alberto-masferrer-aporteshumanisticos.shtml. 127

129

Cfr. Ricardo Molina, Op. Cit., Es más, Molina afirma que “en 1948, Hugo Lindo presenta 43 fichas de académicos que ha logrado recoger, de estos 26 pertenecen a abogados y no aparece Alberto Masferrer, en unos casos se argumenta que no es escritor sino periodista, y los periodistas dicen que no es periodista sino poeta”.

52 tiempo la explotación del campesinado y del obrero por los sectores avorazados de la sociedad salvadoreña. Su posición espiritualista, de un alto humanismo, no le impidió hablar el lenguaje claro y preciso del combatiente que desea borrar las injusticias. Todo su pensamiento podría ubicarse dentro de las corrientes socialistas utópicas.”130

3.3.

Enfoque científico

Llamo Enfoque Científico al trabajo teórico que un grupo de especialistas, quienes a partir de poco más de una década han publicado estudios acerca de “la cuestión masferreriana.”131 Estos especialistas se han preocupado por analizar la figura y la obra intelectual de Masferrer dándole mucha importancia al contexto social, político, económico y cultural que le tocó vivir y su significado para la sociedad actual. Juzgan con rigor intelectual la obra de este autor y a partir de allí, presentan los resultados de sus investigaciones con una postura libre de ideologización partidaria, apegados a la realidad histórica que vivió Masferrer e intentando dar luces a partir de su obra intelectual, para la interpretación de la realidad que vive El Salvador en la actualidad.

En esta línea presentan su postura respecto de la actualidad del pensamiento de Masferrer y las implicaciones sociales y políticas para un El Salvador que aun no ha superado la situación social, económica, política y cultural que hizo surgir la personalidad de Masferrer y su Vitalismo como pensamiento filosófico político bien definido.

En este enfoque ubico a los historiadores Carlos Gregorio López Bernal y Marta Elena Casaús Arzú, al filósofo Ricardo Molina, al filósofo y literato Ricardo Roque Baldovinos y al educador Luis Alonso Aparicio. Todos ellos, con entero interés de aportar al desarrollo de las ideas y a depurar la figura y la obra intelectual de Masferrer de aquellas impurezas que no responden a la construcción de un pensamiento coherente con la historia y con los principios de las ciencias humanas. 130

Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1987, pp. 370. Me parece muy acertada esta denominación de “la cuestión masferreriana” con que el editorial de la Revista Humanidades de la Universidad de El Salvador, llama al hecho que simboliza Alberto Masferrer a principios del siglo XX. Por tanto, “la búsqueda de caracterizar ahora, a inicios del siglo XXI, el aporte filosófico, sociológico y literario del pontífice del vitalismo en El Salvador” es una de los esfuerzos intelectuales que lograrán ubicar a Masferrer y al Vitalismo, en su lugar propio. Revista Humanidades, N° 2, 2003, p. 7. 131

53

De este grupo de intelectuales sobresale López Bernal, historiador de alto calado quien respecto de Masferrer ha hecho varios aportes intelectuales; de los que para nuestro interés, traemos a cuenta dos artículos importantes. El primero es un intenso estudio denominado Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los años veinte.132 Se trata de un estudio que establece “similitudes entre Masferrer y Sandino examinando el contexto histórico en que vivieron y lucharon y las relaciones que mantuvieron con otros intelectuales de la región. Se estudia el acercamiento de ambos al espiritualismo y la teosofía y cómo estas ideas condicionaron sus propuestas políticas y en cierto momento, pudieron ser una manera de procesar el desencanto frente a los reveses de sus proyectos: utopías que aún debieran inspirar el destino de estos pueblos.”133 El segundo trabajo de López Bernal lo publica el periódico Co-Latino,134 en donde el autor presenta la actualidad del pensamiento de Masferrer confrontando por una parte los destinatarios o sujetos de su propuesta vitalista y, por otra parte, los gobiernos de turno cuya responsabilidad en el enfrentamiento de las responsabilidades sociales no es coherente con los objetivos para los cuales ha sido creado el Estado.

López Bernal afirma que aún después de ocho décadas de historia, muchas de las denuncias que Masferrer hizo, aun siguen teniendo tremenda vigencia en nuestros días. De acuerdo a este investigador “Alberto Masferrer articuló su crítica social en diferentes niveles. Hacia los individuos, hacia determinados sectores sociales y hacia el Estado, como máximo responsable del rumbo del país. A los individuos les cuestionó los vicios, el egoísmo, la irresponsabilidad, las debilidades personales. Aunque no desconocía que tales males pueden tener implicaciones sociales, reconocía que la mayor parte de esas falencias, afectan principalmente el desarrollo individual”. Y, continúa López Bernal afirmando que Masferrer criticó fuertemente al Estado salvadoreño por no proveer educación y calidad de vida a las personas atrapadas en la marginalidad, la exclusión, los 132

Carlos Gregorio López Bernal, “Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los años veinte”, Revista Humanidades, IV Época Año 2003; Editorial e Imprenta de la Universidad de El Salvador, año 2003, pp. 25-49. 133 Ibídem, p. 25. 134 C.G. López Bernal, “Alberto Masferrer: actualidad de su pensamiento social”. Diario Co-latino, Jueves, 4 de febrero de 2010.

54 vicios y la pobreza. Pero sobre todo, por no ser capaz de poner freno a los abusos, el egoísmo y la prepotencia de los poderosos.

De ahí que el autor afirme que Masferrer pugnaba por eliminar aquellas condiciones individuales y sociales que limitan las posibilidades de una vida mejor para los sectores sociales subalternos, sin menoscabo de que el capital adquiera la ganancia a que tiene derecho.

Como se ve, de acuerdo a la perspectiva que nos presenta López Bernal, Masferrer desarrolla una crítica social y formula un proyecto de transformación social. En la primera fue contundente y sólido no así en la segunda. Pero en ambos casos, su punto de partida fue el análisis profundo y sistemático de los problemas y las desigualdades sociales y económicas del país. Sin embargo, podemos decir que por influencia del oficialismo se ha tendido a destacar más las debilidades y vacíos de sus propuestas prácticas, olvidando el enorme aporte que hizo Masferrer en la denuncia, el cuestionamiento y la sensibilización social.

En cuanto a Marta Casaús, que en la actualidad es una sobresaliente historiadora y estudiosa de Masferrer ha desarrollado una importante investigación recientemente publicada, sobre el Vitalismo de Masferrer;135 investigación que se vuelve de obligatoria referencia para cualquier estudioso del vitalismo masferreriano.

135

Marta Elena Casaús Arzú, “El vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de América Central”, Revista Cultura, N° 102, enero-julio; Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2010; pp. 73-105. Asimismo: El vitalismo teosófico como discurso alternativo de las elites intelectuales centroamericanas en la década de 1920 y 1930. Principales difusores: Porfirio Barba Jacob, Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.rehmlac.com/recursos/vols/v3/n1/rehmlac.vol3.n1-mcasaus.pdf, La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-1930: Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.ues.edu.sv/descargas/memoria/sigloxx/casaus.pdf, Asimismo: Las redes intelectuales centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945), http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/327/circunstancia/ano-iii---numero-9---enero-006/investigaciones-encurso/las-redes-intelectuales-centroamericanas-y-sus-imaginarios-de-nacion--1890-1945-;Ver también Casaús A. y García Giráldez, T., Las redes intelectuales centroamericanas: Un siglo de imaginarios Nacionales (1820-1920), F&G Editores, Guatemala 2005. Asimismo se remite a la más reciente publicación realizada por Marta Casaús A., con la colaboración de Regina Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (19271932)” F&G Editores, Guatemala, 2012. Obra que solventa en gran parte este vacío ya que en ella se aborda seriamente la obra místico-teosófica de Masferrer.

55 Debido a la importancia de dicha investigación, se tratarán aquí algunos elementos que la autora destaca y que son muy sugerentes en el proceso de conocimiento científico de la figura y obra intelectual de Masferrer.

Para comenzar, Casaús es de la opinión que resulta difícil saber cuál es el objetivo central de un pensador como Masferrer debido a que “fueron tantas las aristas que tocó, tantas las vertientes que desarrolló”,136 pero aún con la diversidad de temas, una sola vía de interés es la que se convierte en la columna vertebral de la labor intelectual de Masferrer y esa es alcanzar mayores niveles de calidad de vida para todos los salvadoreños y centroamericanos. Fue eso lo que le llevó a formular de manera creativa su vitalismo y a reflexionar en profundidad sobre el quehacer del salvadoreño común. Esto lo confirma Casaús cuando dice que Masferrer “quiso moralizar la sociedad, a fin de que fuera más justa y equitativa y buscó para ello aquellos derechos y deberes que permitieran al conjunto de sus individuos satisfacer las necesidades básicas, lo que llamó Mínimum Vital.”137

Para esta autora, una de las principales tareas de Masferrer, como pedagogo y periodista fue generar nuevos debates en torno a temas socialmente candentes: la formación de la patria y la nación, la ampliación de los derechos inalienables del ser humano, la concesión del voto a las mujeres y los analfabetos, el reparto de tierras, el respeto al medio ambiente y sobre todo, la denuncia y acusación de las elites de poder y los gobiernos de turno por acaparar la riqueza, ostentar un lujo desmedido y carecer de conciencia social para con los desfavorecidos. En sus escritos denunció el abuso del consumo y comercialización del alcohol, la ausencia de escuelas y falta de educación del pueblo; en una palabra, rescató la necesidad imperiosa de regeneración moral y espiritual de la sociedad, basándose en la doctrina vitalista.138

Una cosa que se vuelve radical en los aportes que Casaús ofrece es que para ella, el Vitalismo masferreriano no tiene que ver, y por tanto, no hay que relacionarlo con el vitalismo nietzscheano o el raciovitalismo orteguiano, sino más bien que el Vitalismo 136

M. Casaús, Op. Cit., p. 73. Ibídem, p. 73. En el artículo, las cursivas aparecen en mayúsculas. 138 Cfr. Ibídem, pp. 73-74. Y continúa afirmando que Masferrer “Utilizó la palabra como arma política de agitación social, la opinión pública como tribuna de denuncia y debate y el panfleto político como instrumento de toma de conciencia, de difusión y convencimiento de la necesidad de cambiar el estado, las instituciones y la sociedad.” 137

56 masferreriano es de corte oriental ya que está “inspirado en las corrientes hinduistas y vitalistas en donde sin duda está anclada buena parte de su pensamiento.”139

Casaús concibe a Masferrer como un pensador coherente que supo combinar su vitalismo filosófico de orientación más bien hinduista con una veta socialista utópica y anarquista en los temas políticos y sociales, con la búsqueda espiritual de un panteísmo universalista a través de la teosofía, fundamentado básicamente sobre todo en la vertiente de Besant, de Tingley, del primer Krishnamurti y de Jinarajadasa y del anarquismo de Tolstoi, Kropotkin y Proudhon, la unidad de pensamiento y de acción social.140 En síntesis, para esta autora, Masferrer parte del concepto de “la vida” pero no en términos biológicos o filosóficos como otros autores europeos, sino como adaptación a las condiciones existenciales de un país dominado por una oligarquía, con grandes contrastes, conflictos sociales y enormes lacras sociales heredadas de las dictaduras liberales centroamericanas; la entiende como una nueva forma de comprender la nación cuya finalidad básica es “procurar la satisfacción de las necesidades vitales de todos sus hijos”; como una filosofía de vida –como diría Gransci– como una filosofía de la praxis, para transformar al hombre y la sociedad, pero no desde una perspectiva abstracta u homogenizadora para el conjunto de los ciudadanos, ni luchando exclusivamente en el marco constitucional o normativo, sino decantándose por una clara elección en pro de los más desfavorecidos, los excluidos, especialmente los obreros, las mujeres y los campesinos y partiendo de la necesidad de regenerar al individuo, la familia y la sociedad.141

Un elemento clave que rescata Casaús de Masferrer es que desde su óptica, este pensador logró una congruencia entre pensamiento, vida y realidad social y política; y aspiró a convertir su doctrina en un proyecto político de búsqueda de la identidad

139

Cfr. nota al pié N° 72. Asimismo véase los prólogos del Mínimum Vital de Rosa Serrano de López, San Salvador, 1994 y F. Morán. Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951; que pretenden encajarle en el vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de Matilde Elena López, que lo cataloga como un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades espiritualistas que supo corregir posteriormente”; Matilde Elena López, Masferrer, alto pensador de Centroamérica, Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1954, p. 141. Nada más erróneo, porque Masferrer fue coherente desde el principio hasta el final con su doctrina vitalista, fundada más bien en el espiritualismo francés que en el vitalismo occidental nietzscheano, orteguiano y bergsoniano. 140 Cfr. Marta Casaús, La formación de la nación cultural… Op. Cit., p. 18. 141 Ibídem.

57 nacional, regional y continental de la América Hispana; de ahí que lo híbrido de su pensamiento y la influencia de su obra hayan sido tan profundas en toda la región, porque en esa búsqueda de identidad de lo propio, en ese intento de singularización de la nación con elementos culturales y sociales particulares, no se quedó exclusivamente arraigado en las diferencias regionales o nacionales, sino que supo conjugar lo particular con lo universal en la búsqueda de un proyecto común y por ello su obra caló tan hondo en el imaginario nacional centroamericano.142

Por otro lado, para Casaús, un elemento expresamente filosófico de Masferrer que ella retoma es la idea y sentido con que Masferrer responde a un obrero refiriéndole que saber es poder: “puesto que para Masferrer saber es poder, todo ser humano debe conocer aquello que le sirva para acercarle a la verdad y procurarle a sí y a los demás una vida feliz. Considera que debe aprehender al máximo aquellos elementos que le permitan un conocimiento verdadero del mundo. Cree necesario vincular la ciencia con la moral entendiendo ésta, como la ciencia de los derechos y los deberes humanos, cuyo fin es enseñarnos, cómo se ha de vivir.”143

El derecho al pan que todo ser humano tiene, es otro de los temas que para Casaús es importante y que Masferrer lo articula con el derecho de saber y el tema de la propiedad de la tierra. En una de las obras de juventud de Masferrer, ¿Qué debemos saber?, su reivindicación por el derecho a la tierra es mucho más radical que en el Minimum Vital o en Leer y Escribir, donde ya no juega un papel central siendo el trabajo y la vida digna los que ocupan el lugar preferente. En esta perspectiva de acuerdo a Casaús, Masferrer: Considera necesario la liberación de la tierra, que ha sido monopolizada y esclavizada por unos pocos y, siguiendo la argumentación de Henry George, de Tolstoi y de Proudhon, considera la tierra como el bien más preciado de la persona y uno de los derechos humanos básicos del que los hombres se han visto desposeídos. Compartía con estos tres autores la opinión de que una de las principales lacras de la humanidad era la apropiación de la tierra y la posesión del suelo, punto de partida de la explotación y de la esclavitud, el hombre es un animal terrestre…Para el hombre la tierra es manantial de toda vida: su alimento, su vestido, su 142 143

Ibídem, p. 18-19. Ibídem, pp. 82-83.

58 habitación, vienen directamente de ella. Este final libertario, propio del anarquismo y del colectivismo agrario, la tierra para el que la trabaja, fue una de las demandas que perdió fuerza en sus obras posteriores, posiblemente presionado y mediatizado por una oligarquía cafetalera acaparadora, que se negaba a pensar en una reforma agraria en la década de 1920 y aun menos en la expropiación o colectivización de la tierra, o en la propuesta de George de crear un impuesto sobre el suelo.144

Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión y al pensamiento centroamericano. De acuerdo a la visión de Casaús, éstos son la formulación de la nación étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la cultura, el feminismo masferreriano, etc. En este marco, de acuerdo a Casaús, Masferrer junto con otros pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las dos corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.145 Masferrer negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la construcción de la nación porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más excluidos en su acceso a los derechos mínimos como eran la tierra, el trabajo, la salud, etc. Es más, cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad salvadoreña como una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los trabajadores, campesinos, niños y mujeres salvadoreñas.

En cuanto al debate intelectual entre la raza y la cultura, Masferrer consideraba que: El imaginario de la raza indohispana con preponderancia del elemento indio sobre el hispano debía reconsiderarse, porque renegaban de la parte negra e hispana que también es parte de la identidad latinoamericana. Se trata pues, de una falacia, porque cuando se habla de raza indohispana o indoamericana para defender y cultivar la raza, opina Masferrer, se están refiriendo a un núcleo de blancos o casi blancos, al que se designaba con el adjetivo de . Por ello proponía cambiar la palabra raza por la de cultura porque ésta reflejaba mejor un proceso de creación, de arraigo,

144 145

Ibídem, p. 84. Ibídem, p. 87.

59 un proceso de , mientras que raza se refiere más bien a lo físico, a lo puramente biológico.146 Por su parte, Ricardo Molina en su interesante estudio sobre Masferrer147 considera que “la Doctrina del Minimum Vital se constituye en un escrito normativo moral de un inquebrantable valor humanista, el amor por sus semejantes está presente en el escrito dirigido a los principales actores de la vida económica de El Salvador en los años previos a la rebelión campesina de 1932, cuando la región centroamericana vivía los efectos de la Gran Depresión Económica y los intelectuales en la región buscaban elementos culturales identitarios, mientras en las esferas de la crisis dio paso a férreas dictaduras militares.”148 Y, sin embargo, todo lo que se ha escrito respecto de Masferrer y su entorno cultural no corresponde al nivel que se esperaría; por tanto, es necesario el fortalecimiento de nuevas líneas de investigación y acción respecto de los ideales que Masferrer mantuvo; lo que exige una reestructuración de los campos y derroteros de investigación al respecto. Que éstos ya no vayan en la línea de simples compilaciones de materiales publicados o no, sino en la línea de generar nuevas propuestas en torno a la praxis que Masferrer ejecutara: Las investigaciones historiadas al periodo de Alberto Masferrer (1868-1932) en el siglo XX, se han referido a aspectos macroeconómicos, políticos, literarios, y algunos testimonios que hoy podrían ubicarse en las concepciones historiográficas de la vida cotidiana o micro historia; en todo caso los investigadores parece que tuvieron conciencia de las dificultades de la investigación histórica en nuestro país, y se limitaron a compilar datos, y procurar fuentes; razón por la que es importante rehacer, y hacer nuevos escritos que originen ideas nuevas e indaguen aspectos singulares que han sido ignorados e interpretados con ligereza, o con poca importancia por algunos prejuicios generados con posterioridad a esas épocas. Este es el caso del maestro Alberto Masferrer uno de los principales oradores en la campaña política del Ing. Arturo Araujo, nuestro supuesto intenta ampliar los horizontes de investigación en relación a este periodo de crisis política y económica, que Masferrer a sus 63 años vio e

146

Ibídem, p. 90. R. Molina, “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración…”, Op. Cit. 148 Ibídem, p. 1. 147

60 interpretó con una decidida participación militante en el terreno políticoelectoral.149

En este marco es que se vuelve necesario ubicar la acción de Masferrer en el contexto internacional, tanto regional como mundial. Teniendo en cuenta que ese tipo de praxis que desarrolló Masferrer, necesariamente iba a desatar las fuerzas obscuras del poder económico, militar, religioso y político. En ese caso, en la región centroamericana, las ideas de cambio en los años veinte como resultado del triunfo de la revolución rusa, crearon una condición optimista respecto a las potencialidades de los trabajadores y en vistas a la revolución. Mientras en los sectores económicamente dominantes, en el clero y en el ejército se dio una condición de miedo ante la posibilidad que la población se organizara y surgieran las hordas enloquecidas razón por la que la reacción de los acaudalados fue propiciar condiciones de seguridad fortaleciendo la posibilidad del surgimiento de las dictaduras militares ante el peligro comunista.150

Para culminar la visión de Ricardo Molina, es importante retomar una de las conclusiones a la que este investigador llega respecto del valor histórico de Masferrer. Y para él no consiste en ubicar a Masferrer como un hombre fuera de su tiempo como tradicionalmente hacen los escritos oficiales y los filántropos de las distintas instituciones de gobierno y organizaciones no gubernamentales; sino como un hombre para todos los tiempos, que al igual que Tomas Moro terminó siendo víctima del sistema político de su época, la utopía de Masferrer reunida en su Doctrina del Minimum Vital surgió en 1929 como documento definitivo fundamentándose en aspectos económicos de Henry George, según Masferrer "ha llegado la hora de que todos los hombres de buena voluntad se preocupen de que la vida íntegra sea una realidad en el mundo"151 alude a una utopía sobre la cual siempre hay que avanzar.”152

En cambio, Ricardo Roque Baldovinos, especialista en literatura y en filosofía, tiene un estudio iluminador sobre la reconstrucción de la nación salvadoreña153 en la perspectiva

149

Ibídem, p. 1. Ibídem, p. 4. 151 A. Masferrer, “La tierra que tenemos”, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 419-422. 152 R. Molina, Op. Cit., p. 6. 153 Ricardo Roque Baldovinos, Arte y Parte, ensayos de literatura, Istmo Editores, San Salvador, 2001. 150

61 estética. Se trata de un ensayo denominado Reinventando la Nación154 en donde presenta los aportes de Miguel Ángel Espino, Alberto Masferrer y Salvador Salazar Arrué, en esta vía. Por supuesto que la parte que nos interesa ahora es la correspondiente a Masferrer. En este marco interesa el hecho que Roque Baldovinos retome para su estudio los artículos de Masferrer denominados La Misión de América,155 trabajos que, a nuestro juicio, constituyen uno de los mayores aportes al pensamiento filosófico salvadoreño hechos por Masferrer en la época de su madurez intelectual.

Como afirma Roque Baldovinos, el problema americano para Masferrer .156 En esta perspectiva, “la cultura para Masferrer es ante todo elemento de creación, no la expresión de determinismos ineluctables, de la carga de un pasado opresivo. De ahí su esfuerzo por desvincularla de la raza.”157 Para este autor, Masferrer ejecuta una “vuelta a la comunidad cristiana primitiva [que] aparece así indisolublemente ligada a un proyecto de transformación social, donde la reconciliación se logra, se hace posible superando problemas estructurales y no simplemente buscando el equilibrio de las sangres que componen una raza determinada. Así pues, la cultura que esboza Masferrer es una cultura ligada a la política y no una cultura que suplanta la política.”158 Esto refuerza la tesis que el pensamiento de Masferrer constituye ciertamente un pensamiento filosófico político que nace de la experiencia que vivió en y con la sociedad de su tiempo. Otro estudioso de Masferrer es Luis Alonso Aparicio,159 quien ha publicado un importante estudio en su libro Alberto Masferrer, Pedagogo-político,160 en donde afirma que Masferrer no era un político sino un educador. Imprecisa afirmación porque incluso la educación y quizá, sobre todo ella, es una actividad política sin discusión. No obstante este punto de vista; esta obra constituye una manifestación del aprecio que su autor tiene por Masferrer. 154

Ibídem, pp. 65-93. Roque Baldovinos retoma la edición de Páginas Escogidas, Departamento Editorial del Ministerio de Educación, San Salvador, 1961, pp. 247-270. 156 Ibídem, p. 87. 157 Ibídem. 158 Ibídem, p. 88. 159 Luis Aparicio (1918), es también autor de un artículo sobre Masferrer que publicó en 1968, en la Revista Cultura N° 47, denominado “Ideas de Masferrer para una filosofía de la Educación”, pp. 138-144. 160 L.A. Aparicio, Alberto Masferrer, Pedagogo–Político, Universidad Pedagógica de El Salvador, Imprenta Offset Ricaldone, San Salvador, 2007. 155

62 Quizá los mejores aportes de la obra vayan en la línea de hacer un modesto estudio entre los nueve principios del Minimum Vital y los principios de las Naciones Unidas respecto de los derechos sociales, políticos y culturales. Y, presenta a Masferrer como un precursor de esos derechos.

Por otra parte, para Aparicio lo que condicionó y consolidó el modo de pensar político social de Masferrer fue la revolución mexicana, según él “lo que llegó a consolidar su pensamiento socio-político, fue la revolución mexicana de 1910, que culminó en 1911, con el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz.”161 En esta línea cabe destacar que para este autor, quienes influyeron en Masferrer fueron: Montalvo, Martí, Henry George, Tolstoi y Jesús de Nazareth. En palabras de Aparicio, Juan Montalvo, sin duda, imprime en los mensajes masferrerianos, ese tino de protesta de censura y condena contra toda tiranía. Pero también el delicado José Martí se hace presente en su estilo y sincera actitud hacia la urgencia de libertad de nuestros pueblos. No hay duda que sobre los enfoques de los problemas sociales y económicos especialmente el de la tierra, lo toma de las lecturas del norteamericano Henry George, igual que del análisis de la obra de contenido social del ruso Leon Tolstoy. En este último, se origina su actitud contraria a la guerra. Y su espíritu de no violencia en las relaciones de los seres humanos, seguramente los adquirió de sus estudios de las filosofías orientales. Es evidente que toda su obra está impregnada de un fuerte contenido ético, por lo cual predica en su doctrina vitalista que debe haber un límite en el deseo de bienestar y que más allá de los bienes indispensables para vivir, no debe ambicionarse el predominio sobre los semejantes, desde luego que con ello se obstaculiza el derecho de vivir de los demás. A veces se acoge a la Biblia para lanzar su palabra encendida de censura para quienes [se] lucran con la vida y el trabajo del hombre.162

Un aporte importante que este autor nos ofrece es su visión respecto de la recepción de la figura y obra que Masferrer significó en su tiempo: “para los grupos de poder de su tiempo; conservadores y timoratos, Masferrer fue un revolucionario peligroso; por eso lo 161 162

Ibídem, p. 24. Ibídem, p. 62.

63 dejaron solo con su discurso. Sin embargo, mucho de lo que él propuso en su prédica, la historia reciente se ha encargado de inscribirlo en el contexto de lo que hoy se conoce como desarrollo humano. Ahí tienen cabida sus “Nuevas Ideas” su “Dinero Maldito”, su “Leer y Escribir” y su “Mínimum Vital.”163

Para Aparicio, Masferrer no intentó en ningún momento darle carácter de sistema a su pensamiento ya que ello hubiera disminuido posibilidades de libertad ante la actividad pública que desarrolló. Ahora bien, en lo personal presumo que el ámbito teorético es mucho más abierto que el doctrinal. No obstante, para este autor, Masferrer no dio carácter sistémico a su teoría “ya que éste constituye un conjunto de componentes estrechamente unidos entre sí, es decir, unitario y cerrado en su propios límites, de manera que la disociación de alguno de ellos, le quitaría el valor de tal sistema. Siempre Masferrer habló de su Mínimum Vital como una doctrina y no de teoría pues ésta le habría limitado su libertad de incursionar en cuestiones de orden práctico y objetivo como eran los temas de carácter social que siempre le desvelaron.”164

Por otro lado, se puede estar de acuerdo con Aparicio en la perspectiva de la crítica masferreriana hacia la realidad, ya que para este autor, “la dura crítica de Masferrer en sus semejantes, no es antojadiza. Su conocimiento de la realidad, su penetrante análisis de la misma y su experiencia recogida en la historia de nuestros pueblos, lo autoriza para que su cátedra sea objetiva y, sobre todo, propositiva. Masferrer fue más allá del señalamiento de problemas: propuso las soluciones que, de acuerdo con su criterio, debieran resolver los mismos problemas. Ese es el tema de la mayoría de sus libros de carácter social.”165

Con Aparicio terminamos la presentación del Enfoque Científico, constatando que ciertamente el pensamiento de Masferrer sigue dando qué pensar y sus aportes al ámbito de las ideas filosóficas latinoamericanas aun quedan por evidenciar y ubicar en su justo lugar.

163

Ibídem, p. 8. Ibídem, pp. 51-52. 165 Ibídem, p. 63. 164

64 4. La filosofía vitalista, un nuevo modo de leer a Masferrer

Con esta investigación se quiere inaugurar una veta de estudio de Masferrer de carácter puramente filosófico. Hasta ahora, esta veta no ha sido abordada por parte de ninguno de los estudiosos de Masferrer, al menos no de una forma sistemática. Y cuando se ha hecho algún intento se ha terminado, queriéndolo o no, caricaturizando a Masferrer. Y, esto quizá no por mala intención, sino por falta de herramientas metodológicas en esta especialidad. Un ejemplo claro en esta línea lo tenemos con Matías Romero, que en su intento de presentar la figura y obra filosófica de Masferrer lo que hace es falsear, reducir y caricaturizar la figura y obra intelectual de Masferrer.166 Asimismo, comete el error de presentar ideas a medias y escritos mutilados de Masferrer a los que hace decir lo contrario de lo que el autor dijo en su momento de realidad que le tocó vivir y en el contexto literario de la obra.

No pueden tomarse, por tanto, sus escritos como visión filosófica aunque así lo exprese Matías Romero, pues más que ofrecer una visión de la obra intelectual de Masferrer, lo que hace es ocultarla. Cosa contraria sucede con Hugo Lindo (1917-1985),167 quien en su libro Recuento (1969), dedica unas páginas al ámbito filosófico de Masferrer afirmando que “lo cierto es que, en cuanto filósofo Masferrer no es propiamente un creador: se inspira en doctrinas y sigue líneas que ya eran conocidas desde hace muchos siglos. En cambio, frente a los 166

Matías Romero, Historia de la filosofía en El Salvador; Editorial Delgado, Imprenta Ricaldone, San Salvador, 2006, pp. 188-207. Matías Romero afirma que Masferrer, más bien era un hombre teórico que práctico, un idealista sincero (Romero, 190), y continúa con afirmaciones claramente fuera de lugar. Más adelante afirma lo siguiente: “Sin embargo sucedió en Masferrer una cosa, una cosa rara, la verdaderamente rara conjunción de su elevado sentimiento poético y fantástico con el otro espíritu austero y geométrico de su voluntad. El vitalismo contiene absurdos de técnica y de práctica. Masferrer no era abogado, ni un legislador, ni un sociólogo precisamente. Era un pensador político, un poeta social. Su inspiración poética no le abandona ni en el más sencillo de sus escritos. Como ejemplo de mi apreciación cito sus dos leyes, la ley de la tierra y la del pan, que más que trozos de códigos parecen dos himnos, profundamente afectivo y oloroso a pan el uno, y el otro amplio y verdegueante como el paisaje del Jiboa en el mes de mayo” (Romero, 192). 167

Poeta, novelista, diplomático, político y abogado salvadoreño. Nació en La Unión el 13 de Octubre de 1917. Doctor en Derecho por la Universidad de El Salvador, fue embajador de El Salvador ante la República de Chile (1952-1959) y ante la República de Colombia (1959-1960). Fue Ministro de Educación en 1961 y volvió al servicio diplomático como embajador de El Salvador en España (1969-1972). Murió en San Salvador, el 9 de septiembre de 1985. Publicó los poemarios: Poema eucarístico y otros (1943); Sinfonía sin límites (1953); Trece instantes (1959); Navegante río (1963); Cada día tiene su afán (1965); Solo la voz (1968); Maneras de llover (1969); Justicia, Señor Gobernador, (1969); Recuento, (1969) y Yo soy (1983).

65 problemas planteados por la realidad social de El Salvador, ante las dificultades y posibilidades de la enseñanza en el país, sí que tomó actitudes propias, hondamente meditadas, encendidas del más genuino patriotismo, y tan oportunas, tan cruelmente oportunas, que, al herir intereses y sacudir modorras, lo llevaron a conquistar la aureola de los mártires.”168

Una dificultad con Hugo Lindo es que ubica equivocadamente las obras de carácter místico-religioso de Masferrer en el ámbito propiamente filosófico. Cosa que se da con frecuencia como fruto del desconocimiento específico de lo que es propiamente filosofía; por lo que se confunde lo que es filosofía con cualquier tipo de especulación. A este respecto dice lo siguiente: “La línea filosófica de Masferrer es clara. Su expresión a través de diversos libros, orgánica. Las siete cuerdas de la lira, Estudios y figuraciones sobre la vida de Jesús, Helios, Ensayo sobre el Destino, son obras que siguen una corriente nítidamente especificable. No hay entre ellas, como suele ocurrir en algunos autores, contradicciones de fondo, cambios de postura, rectificaciones fundamentales. Todas ellas parten de los mismos principios y conducen a idénticos fines. El enfoque de los diversos problemas, está hecho desde un solo ángulo.”169 Nos consideramos de acuerdo con esta valoración, no así con la ubicación, carácter y contenido de los títulos de Masferrer citados por este autor, ya que todos ellos no los consideramos de contenido y carácter filosófico, sino más bien místico y religioso, como ya lo hemos apuntado antes.

4.1.

El punto de partida del método filosófico de Masferrer

Masferrer, en su búsqueda de responder a la problemática que vivieron los campesinos e indígenas salvadoreños de su tiempo, formuló sin lugar a dudas un pensamiento filosófico y crítico que ha aportado mucho al ámbito social y político de El Salvador de los últimos ochenta años.170

168

Hugo Lindo, Recuento, Anotaciones literarias e históricas de Centroamérica. Ministerio de Educación, DPI, San Salvador, 1969; pp. 296-297. 169 Ibídem, p. 297. 170 Remito a mi “Ensayo sobre los Principios de una Filosofía salvadoreña: Elementos para una reflexión filosófica de la sobrevivencia”, Revista Humanidades, IV Época, año 2007, N° 11, Imprenta Universitaria, San Salvador, Abril 2008; pp. 57-77.

66 Se trata de un pensamiento filosófico y político vitalista que tiene su método de articulación. Este método consiste en abrirse a la vida como máxima expresión de la existencia. Este abrirse constituye una disposición interna de la voluntad humana que impulsa al ser humano a que permita que la vida surja libremente desde su propio dinamismo. Este surgimiento de la vida es una imposición de la realidad misma y del dinamismo propio de la existencia. Por tanto, el ser humano no tiene más que dejar que la vida se desarrolle y despliegue su dinamismo; es decir, que la vida surja. Eso exige un abrirse a la concreción de la dignidad, de la posibilidad del goce de los productos de la tierra y del trabajo del ser humano, en tanto hombre y mujer, concretados sobre todo en los más pobres y entre ellos, especialmente al campesino y al indígena salvadoreño y centroamericano. En este sentido, la mayor expresión de la praxis política de Masferrer es la dignificación humana desde la vida misma, el disfrute, el goce concreto como algo real. Pero antes habiendo participado de la ejecución de dichos productos. Como afirma Zubiri, que la realidad funda el ser,171 en el caso de Masferrer se puede afirmar que se trata de un permitir que la realidad se exprese y este permitir exige una práctica humana de la defensa de la vida. Por ello, la propuesta filosófica masferreriana se enmarca en la filosofía primera, cuya máxima expresión de realidad se concreta en la vida misma de todos. Realidad que habrá que dignificar en la historia misma, lo cual exige una praxis política concreta.

En este sentido, es importante reconocer que Masferrer es uno de los primeros salvadoreños que supera –a lo mejor sin tener plena conciencia de ello- el principio veritativo aristotélico que privilegia la adecuación del intelecto con la cosa (adecuatio intellectus rei) en la línea de la veritas, privilegiando el sentido de la verdad vista como aletheia, como desocultamiento del ser.

171

X. Zubiri, Inteligencia Sentiente: Inteligencia y Realidad, Alianza Editorial, Madrid, 1998, pp. 217-228.

67 4.2.

La estructura argumentativa de la obra literaria de Masferrer

El abrirse a la vida como se afirma en el método filosófico propuesto por Masferrer permite tener conciencia de que en la realidad humana y social han intervenido contradicciones históricas que generaron un mundo socialmente mal organizado. Un mundo problemático e injusto que hay que corregir en función de la vida misma. Es ahí donde Masferrer propone en sus escritos una estructura básica de su método filosófico en cuanto al modo de abordar eficientemente la problematicidad de la realidad social y encontrar en ella una solución que proponer.

Después de estudiar la obra de Masferrer se ha encontrado que el autor sigue una estructura argumentativa básica en el modo de presentar sus escritos y que es a nuestro juicio, la estructura argumentativa correspondiente al método de su pensamiento filosófico. Esta estructura argumentativa puede verse en todas las obras que se consideran dentro del corpus textual masferreriano y ésta se desarrolla de la siguiente manera:

a) En un primer momento el autor hace una presentación del problema o temática a tratar. b) En un segundo momento presenta las causas importantes del problema o temática a tratar. c) Un tercer momento identifica quiénes son los responsables que causan el problema y quiénes son los que lo padecen. d) Un cuarto momento, el autor identifica las consecuencias o efectos prácticos generados por dicha problemática. e) Finalmente ofrece una solución que supere el problema.

Esta es la estructura argumentativa fundamental que descubro en los escritos de Masferrer. Este hallazgo con el que ahora se cuenta no se ha hecho visible ni indicado en ningún escrito sobre Masferrer que hasta ahora se haya hecho público por los estudiosos o especialistas en este autor.

Ahora bien, debido a que este primer capítulo es más bien un capítulo introductorio, será hasta el tercer capítulo en que se desarrolle más detenidamente este esquema que ahora

68 se presenta aplicándolo concretamente en el análisis de su pensamiento ético-político que se desarrollará en ese capítulo.

5. Panorama general de la obra de Masferrer

En este apartado se presenta lo que a nuestro juicio constituye la organización en etapas del pensamiento de Masferrer y de su obra filosófica.

5.1.

Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer

A la fecha los estudiosos de la obra de Masferrer no se han atrevido a presentar hipótesis sostenibles teóricamente sobre cuáles podrían ser las etapas del desarrollo del pensamiento de Masferrer. Hasta lo que conocemos, un solo intento ha habido y éste es el presentado por Andino y compañeros que en 1976 elaboraron su trabajo de graduación en el que afirman que a Masferrer se le puede organizar en tres etapas. Sin embargo, la organización que presentan es cronológica y no de producción intelectual, cosa con que no estamos de acuerdo, aunque sí coincidamos en que son tres etapas.172

Estas etapas, a nuestro modo de ver no deben organizarse solamente en modo cronológico, sino que se deben organizar teniendo como base el sistema de ideas y su aporte intelectual. Ahora bien, en la obra intelectual de Masferrer no se descubren etapas donde se vea claramente las particularidades e intereses intelectuales de este autor; sino que más propiamente se descubren dimensiones intelectuales en su pensamiento. En esta perspectiva el elemento clave que se toma en cuenta para hacer esta clasificación de la obra intelectual es el contenido de dicha producción. De ahí que reconozcamos tres dimensiones de pensamiento. La primera es la Dimensión Poética, la segunda es la Dimensión Religiosa y la tercera es la Dimensión Filosófica.

172

Para andino y compañeros, estas etapas son: Etapa Romántica: 1883-900, Etapa Social-Política: 19001925, Etapa Filosófica: 1925-1932. Véase cita 96 de esta Tesis para mayor explicación.

69 Estas tres dimensiones se encuentran presentes en toda la producción intelectual de Masferrer. Y como se ha dicho en la introducción a esta tesis, la obra intelectual va desde 1893 hasta 1932. De ahí que encontremos en su primer libro, Páginas de 1893 elementos de lo que hemos llamado las tres dimensiones intelectuales. Lo mismo puede decirse, con conocimiento de causa de las demás obras de Masferrer. Pero como en este capítulo solo se trata de hacer mención de este dato, se anuncia que esto se profundizará en el Capítulo Tercero de esta investigación.

5.2.

La obra filosófica vitalista de Masferrer

Aunque el pensamiento filosófico vitalista de Masferrer sea el objeto principal del tercero y cuarto capítulo, en este apartado hacemos una presentación general de la obra que se considera como el corpus textual masferreriano propiamente dicho.

El pensamiento filosófico vitalista de Masferrer se expresa en toda su obra intelectual. Pero más concretamente se concentra en los artículos que escribió como editoriales del periódico Patria; de ahí que Patria se convierte en la fuente principal desde la cual hay que estudiar y analizar toda la obra intelectual de Masferrer. Ella nos da las pautas fundamentales y las claves hermenéuticas para analizar su pensamiento filosófico y político vitalista y la historia misma detrás del hombre que significó Masferrer para el país y la región centroamericana.

A continuación se presenta un elenco de las obras de Masferrer que a nuestro juicio constituye el corpus filosófico masferreriano. En este punto es importante recalcar que las ediciones de los Artículos Vitalistas y del Libro de la Vida editados por Matilde Elena López, como también los artículos de Patria editados con ese título por Pedro Geoffroy Rivas, se han comparado exhaustivamente con los originales publicados en el Periódico Patria editados directamente por Masferrer en 1928, 1929 y 1930 y se ha determinado que aquellas ediciones son copia textual de los artículos originales publicados por Masferrer.173 173

Estos artículos se encuentran en sendos tomos de la Colección Especial de Periódicos Antiguos en propiedad del Museo Nacional de Antropología, David J. Guzmán (MUNA); colección que cuenta además, con los tomos correspondientes a las publicaciones de Patria durante los años de 1935 a 1938, cuyo editor corresponde al señor Alberto Trigueros Guerra. Por otra parte, se encuentran números individuales de

70

-

Páginas, Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996.

-

Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador (1901), aquí se utilizará la edición publicada por Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996.

-

Leer y escribir (Escrita en Italia, en 1913, fue divulgada en San Salvador por el diario La Prensa, en diciembre de 1915).

-

El Dinero Maldito (ensayo, 1927). Obras Escogidas, Tomo II, Editorial Universitaria, San Salvador, 1971.

-

El Mínimun Vital (ensayo, 1929). Obras Escogidas, Tomo II, Editorial Universitaria, San Salvador, 1971.

-

El Libro de la Vida (Guatemala, 1932). En 1971, fue reeditado por Matilde Elena López en las Obras escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San Salvador, 1971, Tomo II. Título con el que se publican diez artículos de Masferrer que por el contenido que tratan y por denominación del mismo autor,174 son cuestiones sociales y políticas que aquí las hemos clasificado como Pensamiento Filosófico Vitalista.

-

La Misión de América (1945) que son tres artículos de Masferrer publicados el 1, 2 y 3 de octubre de 1928. Asimismo se confronta con las primeras versiones de este texto que Masferrer elaboró por primera vez a finales de 1923 y que presentara como discurso de apertura de clases universitarias del año escolar de 1924 en la Universidad de El Salvador con el título “La Nueva Cultura.”175

ediciones de este periódico correspondiente al año 1929 en el Depósito del Archivo General de la Nación en el Palacio Nacional de El Salvador, pero corresponden a números ya organizados en las colecciones especiales en propiedad del MUNA. 174 En el primer ensayo que denomina Pórtico, Masferrer dice “Deseo publicar en pequeños folletos y bajo el nombre de “El Libro de la Vida” mis artículos y ensayos vitalistas. Este es el primero de la serie, y seguirán los otros cuando sea posible”. Obras Escogidas, Op. Cit., p. 189. 175 Remito a la Revista La Universidad, Serie XIII-N° 1, julio-septiembre de 1924, pp. 2-8.

71 -

Patria (artículos y editoriales recopilados por Pedro Geoffroy Rivas, San Salvador, Ciudad Universitaria, 1960). En esta edición aparecen cincuenta y ocho artículos de Masferrer.

-

Colección de Artículos Periodísticos sobre el Vitalismo, editados por Matilde Elena López, donde aparecen setenta artículos de Masferrer.

6. Recepción y valoración de la obra de Masferrer

En la línea de presentar una valoración de la obra de Masferrer, se quiere traer a cuenta un artículo elaborado y publicado por Manuel Barba Salinas (1900-1956) en su libro Memorias de un espectador.176 Este artículo fue escrito como ponencia para ser presentada en privado a un círculo de intelectuales en 1935. Barba Salinas hace una valoración muy acertada de la figura y obra de Masferrer. Desde mi punto de vista, estos retazos del documento resumen magistralmente el tenor de la cultura en torno a Masferrer pero que por las condiciones políticas militarizadas del momento, no fluía libremente. Con este resumen se quiere presentar la valoración de la recepción del pensamiento filosófico de Masferrer que en la síntesis de Barba Salinas, el espíritu de la cultura salvadoreña se ha expresado en este pensador salvadoreño, como bien afirma, “los grandes hombres encarnan las aspiraciones, las posibilidades, el espíritu de su pueblo en un momento dado de la historia. Ellos son los condensadores de los anhelos informes e inconscientes de las multitudes. Viven al ritmo de su tiempo y representan la parte noble y espiritual, la levadura superior del pueblo de donde surgen.”177

Como bien afirma este autor, Masferrer produjo tres libros fundamentales para la vida de nuestro país que por sí solos lo acreditan como un gran constructor social y como el más iluminado pensador salvadoreño en cuanto atañe al estudio hondo de nuestros problemas nacionales. Estos libros son Leer y Escribir, El Dinero Maldito y El Mínimum Vital. Para él, estos tres libros constituyen “joyas literarias, cuyo valor [dice el autor] no pretendo glosar

176

Manuel Barba Salinas, Memorias de un espectador, Ministerio de Cultura, Departamento Editorial, San Salvador, 1957; pp. 227-234. 177 Ibídem, p. 227.

72 en esta breve plática, el Maestro Masferrer plantea los tres problemas esenciales de la nacionalidad salvadoreña, problemas que –al fin y al cabo– constituyen uno solo, el de llegar a constituirnos en un pueblo auténticamente civilizado. Desanalfabetización, Desalcoholización, Mejoramiento Social y Cultura. He aquí sintetizado en dos palabras los problemas que Masferrer aborda en los libros mencionados.”178 Y continúa Barba Salinas: Aparte de su extraordinario valor como obras literarias, escritas en un estilo magistral, pongámonos a pensar lo que la solución de estos problemas significaría para nuestra vida de nación independiente, para nuestro porvenir en el rol de los países americanos, para nuestra salud física y espiritual. Estoy seguro que no hay un solo salvadoreño de mentalidad normal que crea que es bueno y justo que se mantenga la ignorancia en el pueblo y no se hagan esfuerzos para alejarlo de la barbarie por medio de la cultura. Estoy seguro que no hay un solo salvadoreño, ni aun de los que están recluidos en el manicomio, que afirme que no es problema pavoroso el del embrutecimiento de la raza por el alcohol. Y aun cuando haya muchos ciegos y sordos, que no quieren que se procure al pueblo un mejoramiento mínimo en lo económico, en lo sanitario, en lo cultural como pretende el Mínimum Vital, no

creo que haya un solo que se atreva

públicamente a decir que no conviene incorporar al pueblo a la civilización, que es lo único a que tiende en resumidas cuentas la calumniada doctrina del Mínimum Vital, tan comentada y vilipendiada por aquellos que jamás la han leído y que por otra parte no la leerán nunca porque son analfabetos en espíritu aun cuando conozcan más o menos el abecedario.179

Barba Salinas continúa su lectura de la figura y obra masferreriana afirmando que al final de cuentas, la intelectualidad salvadoreña irá abriendo espacios a Masferrer y sigue diciendo que: Nuestra generación ha de encaminar sus pasos a fin de lograr que se materialice el plan de Masferrer. A veces sorprende cómo fue de incomprendido un hombre que sólo quería civilizar a su país. Queda uno desconcertado al pensar cómo fueron tergiversadas sus enseñanzas y cómo fue su persona de maltratada y humillada, de calumniada y ofendida. 178 179

Ibídem, p. 228. Ibídem, p. 232.

73 Pero esta sorpresa desaparece cuando recordamos que ese ha sido el destino de todos los constructores de pueblos, sobre todo de aquellos que no adulaban a su tierra sino que querían construirla y mejorarla, en la búsqueda eterna e inalcanzable de la felicidad.180

Ahora bien, en la posición oficialista, la figura de Masferrer, no ha podido ser ocultada; y de hecho, quizá no haya habido ese interés, sino más bien su objetivo sea presentar el Masferrer poeta, místico y bonachón. En ese sentido, la recepción intelectual en esta vía, vaya en la línea de erigir monumentos, mausoleos y nombrar calles, colegios e institutos de educación con el nombre de este insigne salvadoreño.

Para concluir este apartado se presentan datos sobre la forma de recepción que el oficialista ha hecho de la figura y obra de Masferrer.

En este marco, los mausoleos de Masferrer fueron declarados Monumentos Nacionales mediante decretos legislativos emitidos el 30 de agosto de 1949 y el 22 de noviembre de 1957. Este último ordenó la creación del "Cuadro Masferrer", situado al occidente del cementerio de San Salvador, en un terreno expropiado por el Estado a don Víctor Manuel Escobar, lugar donde ahora reposan los restos mortales de Masferrer.

Por otra parte, Masferrer ha sido motivo de varias emisiones postales nacionales, un congreso panamericano de educadores, reunido en la ciudad brasileña de Río de Janeiro (1949), lo designó como "Maestro de América", mientras que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo escogió como el cuarto autor latinoamericano cuya obra pretendía traducir al francés e inglés (marzo de 1950).

El 21 de octubre de 1982, la Asamblea Legislativa de El Salvador declaró a Masferrer "Precursor de la Seguridad y Justicia Social en El Salvador". Aunque un decreto legislativo del 11 de agosto de 1933, que ordena la recopilación y edición de la obra masferreriana por cuenta del Estado salvadoreño hasta la fecha ha quedado sin efecto.181

180

Ibídem, pp. 227-233. Remito a Anexo 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer, pp. 298-301 de esta tesis. 181

74 A lo largo del siglo XX, su legado de papeles y efectos personales ha sido reunido y custodiado en San Salvador por el Instituto Masferreriano Salvadoreño (fundado en 1970) y por el empresario privado José Panadés, hijo. Asimismo, el Archivo General de la Nación, cuenta con el material misivo original que Masferrer enviara a su amante Hortensia, material que constituye alrededor de trescientas cartas. Cuenta además con un Fondo de documentos inéditos de Masferrer que en la actualidad se está transcribiendo por cuenta del Archivo General de la Nación para el servicio del público en general.

Con el paso del tiempo, han ostentado su nombre la Sociedad de Maestros de Secundaria de San Miguel; la Sociedad de Maestros de Santa Ana; el aula masculina de sexto grado del Colegio Centroamericano (San Salvador, 10 de septiembre de 1953); un premio de Ciencias Sociales en el Torneo Cultural Centroamericano de la Asociación de Estudiantes de Derecho (Universidad de El Salvador) que se celebra anualmente; una medalla al mérito magisterial de la Federación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia de El Salvador (1959), la biblioteca del Instituto "Nuestra Señora de Guadalupe" (Avenida España, San Salvador) y el primer premio de ensayo del primer Certamen Cultural Universitario, promovido por la Asociación de Estudiantes de Humanidades de la Universidad de El Salvador (octubre de 1961).

También fueron bautizados con su nombre un proyecto internacional para erradicar el analfabetismo (VIII Reunión del Consejo Interamericano para la Educación, la Ciencia y la Cultura, febrero de 1976), un Proyecto Multinacional de Educación Integrada para Adultos (Michoacán, México, 1977), sendas y calles en su localidad natal, la ciudad de Sonsonate, Santo Tomás (departamento de San Salvador), de Puerto El Triunfo (departamento de Usulután) y Jocoro (departamento de Morazán); dos avenidas de la Colonia Escalón y de San Juan Nonualco (departamento de La Paz); la Asociación de Desarrollo Comunal (ADESCAM, Alegría, departamento de Usulután) y la segunda planta de aulas en las remodeladas instalaciones del Centro Cultural Salvadoreño (San Salvador, 19 de julio de 2001), una institución de enseñanza bilingüe fundada en 1955.

Además, su apellido ha servido para denominar a un Tercer Ciclo Nocturno en Aguilares; un Instituto Nacional (Colonia Zacamil, San Salvador); a la desaparecida Ciudad Normal (acuerdo y decreto ejecutivos 1227 y 31, del 26 de abril de 1950 y 28 de junio de 1971) y su revista (mayo de 1951); una escuela parvularia de la Colonia Santa Rosa del Barrio El

75 Calvario (Cuscatancingo, departamento de San Salvador, junio de 1954); una universidad privada (San Salvador, 1980) y varias escuelas urbanas situadas en Nueva San Salvador, San Salvador, San Rafael Oriente, Centro Penal de Quezaltepeque, Barrio San José (Olocuilta, departamento de La Paz), Alegría (inaugurada el martes 3 de febrero de 1959), ciudad de Usulután, Barrio San Juan (ciudad de San Miguel) y Barrio La Fuente (San Simón, departamento de Morazán). En realidad, la lista es casi interminable. Y ello indica que la figura de Masferrer sigue dando sentido en algunos aspectos a esta parte del mundo.

76 Conclusión

Para articular un pensamiento sistemático desde la perspectiva de las ideas filosóficas en El Salvador, surge a la vista la necesidad de hacer presente un pensamiento que no es nuevo, que lleva ya larga data y que casi cien años más tarde sigue dando qué hablar.

El Vitalismo impulsado por Masferrer que como bien lo dice éste, aunque no es un pensamiento original, sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo XX.

En esta línea, cabe afirmar que una de las originalidades de Masferrer es el hacer aplicable el Vitalismo en la praxis histórica y en concreto, en la vida política, es decir, en los que habitan la polis. De ahí que encontremos que en el pensamiento filosófico de Masferrer no haya simplemente un pensamiento filosófico especulativo, sino un pensamiento filosófico que está orientado a la transformación de la realidad sociopolítica salvadoreña y centroamericana.

En esta perspectiva es que se vuelve importante abordar de manera seria, renovada y sistemática la obra de Masferrer. No obstante esto, hay otros elementos que son fundamentales y por los cuales vale la pena estudiar a Masferrer. Uno de ellos va en la línea de analizar las razones por las que los sectores políticos de corte conservador en El Salvador (la Derecha salvadoreña y los sectores ultra conservadores de la sociedad) han tenido como interés particular, sublimar el pensamiento social de Masferrer y destacar el aspecto más idealista, poético y romántico del autor y ocultar la parte más social y filosófica de su pensamiento; con lo cual ocultan el aspecto antropológico y realista del Vitalismo masferreriano que busca concretar niveles de lucha por la tierra y la emancipación del ser humano salvadoreño y centroamericano. Con ello se ha reducido y caricaturizado la figura y obra filosófica de Masferrer.

Masferrer surge en el momento preciso en que las fuerzas sociales de El Salvador se desplazan históricamente desde una perspectiva social e intelectual miserable a otra que busca manifiestamente ser más humana. Es a saber que la lucha por la tierra y los derechos a un mínimo para la vida, es una necesidad urgente porque han cambiado los

77 elementos intelectuales respecto de las ideas económicas y sociales de principios del siglo XX.

Masferrer, por la influencia que ejerce en su época es considerado como uno de los intelectuales más influyentes en Centro América. Ya que es el iniciador de una teoría con implicaciones prácticas que revolucionaron la sociedad salvadoreña, a tal grado que en la historia reciente de El Salvador pueda hablarse de un antes y un después de 1932. Es importante, por tanto, hacer una relectura de la obra de Masferrer, haciendo una especie de arqueología histórica para ver desde aquello que se ha desechado, qué es lo que puede generar nuevas ideas que iluminen la actual realidad que vive El Salvador.

Masferrer vio la situación de los pobres indígenas y campesinos de su tiempo, maltratados por la vida que las estructuras de poder de la sociedad les forzó a vivir. Y, desde el sentido común, como base de un conocimiento distinto de la realidad, descubre que dicha realidad necesita ser transformada para que sea una realidad que genere vida a los seres humanos. Es así que Masferrer también descubre que ese sentido común provee ciertas bases para la transformación de la realidad al evidenciarla como tal. Por tanto, hay que analizar el contexto social, político, económico y filosófico en que vivió este pensador. Es lo que se verá en el segundo capítulo.

78 CAPÍTULO SEGUNDO

Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932

El contenido del Capítulo Segundo es de carácter histórico. En él se busca situar la obra intelectual de Alberto Masferrer en el contexto social, político, económico y filosófico.

Para nuestra investigación se toma como delimitación temporal la época comprendida entre los años de 1880 a 1932, porque en este periodo El Salvador vivió un tiempo de lucha crucial para la construcción de la identidad nacional. De ahí que los hechos que ocurren entre ambas fechas constituyen un hito en la historia salvadoreña.182 La primera 182

Estudios de gran importancia al respecto que fundamentan esta hipótesis son los elaborados por el historiador Carlos Gregorio López Bernal. El primero es titulado: Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932. Editorial Imprenta Universitaria, San Salvador, 2007. El segundo es titulado: “Las reformas liberales en El Salvador y sus implicaciones en el poder municipal, 1871-1990”, en Revista La Universidad, Nueva Época, N° 1, mayo-junio, Editorial Universitaria, San Salvador, 2008, pp. 71-107. El tercer estudio de este autor es de reciente publicación denominado: Mármoles, Clarines y Bronces: Fiestas cívico-religiosas en El Salvador, siglos XIX-XX, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011. La investigadora Patricia Alvarenga también tiene un trabajo importante al respecto: Cultura y ética de la violencia, El Salvador 1880-1932, Dirección de Publicaciones e Impresos, CONCULTURA, San Salvador, 2006. Véase también Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria Santiago, 1932, Rebelión en la oscuridad, Revolución, represión y memoria en El salvador, Museo de la Palabra y la Imagen, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador (sin año de edición). Otro trabajo de gran importancia es el elaborado por Aldo Lauria Santiago: Una República Agraria, Los campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX; CONCULTURA, DPI, San Salvador, 2003. Véase también de Víctor Hugo Acuña Ortega: Historia General de Centroamérica Las Repúblicas Agroexportadoras (1870-1945), FLACSO, 1994; Tomo IV. Everett Alan Wilson: La Crisis de la integración nacional en El Salvador, 1919-1935, CONCULTURA, 2004; Roque Dalton: Miguel Mármol, Los sucesos de 1932 en El Salvador, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica 1972; Patricia Parkman: Insurrección no violenta en El Salvador; CONCULTURA, San Salvador, 2003; Thomas R. Anderson: El Salvador, Los sucesos políticos de 1932, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica 1982; Juan Mario Castellanos: El Salvador 1930-1960, Antecedentes históricos de la guerra civil, Biblioteca Popular, DPI, San Salvador, 2002; Rafael Guidos Véjar: El Ascenso del militarismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1980; Rafael Menjívar: Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño, UCA Editores, San Salvador, 1979; Luis René Cáceres (Compilador): Lecturas de Centroamérica, publicación realizada por el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, sin fecha. Otro estudio importante que puede ayudar a la comprensión de la temática es el de Luis Alvarenga denominado: Roque Dalton: La radicalización de las Vanguardias, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011.

79 fecha implica las reformas constitucionales llevadas a cabo indistintamente por gobiernos conservadores y liberales; marcando los inicios de la república agroexportadora que ha llegado incluso hasta finales del siglo XX.

Se ejecutan en torno a la misma fecha la eliminación legal y la transformación de facto del modo de tenencia de la tierra que durante más de tres siglos mantuvo la convivencia de clases sociales en la región, que más tarde se convirtió en los límites geográficos de El Salvador: tierras comunales y ejidales y la hacienda. El proceso de eliminación del tipo de tenencia de la tierra llevada a cabo relativamente en pocos años, provocó que comunidades indígenas y campesinas llevaran a cabo insurrecciones locales violentas en el occidente del país. Asimismo, durante esta época se mejoraron sustancialmente las vías de comunicación, introduciendo el ferrocarril y una compleja red de carreteras que a la vista de propios y extraños, representaba un desarrollo político y administrativo importante en la región centroamericana.

La segunda fecha comprende el final de los regímenes autoritarios comenzando por la dinastía de los Meléndez-Quiñónez;183 asimismo tiene presencia por primera vez en la historia del país la expresión de un gobierno de mucha apertura como fue el de Pío Romero Bosque (1927-1931), quien al final de su administración cede el gobierno a Arturo Araujo, que es considerado el primer gobierno elegido de manera soberana en una elección conocida como la primera elección libre llevada a cabo en El Salvador. En esta época, concretamente en 1929, se sufrió la depresión económica más crítica que los estadounidenses han padecido en el siglo XX. Ésta tuvo efectos negativos a nivel mundial, y, particularmente para El Salvador, ya que modificó el quehacer social, político, económico y militar en esa época. Sucede también una de las mayores masacres en Latinoamérica que militares y grupos de poder hayan ejecutado en contra de indígenas, campesinos y obreros. Hecho que fue llevado a cabo, sobre todo, en el occidente de El Salvador, en los primeros meses de 1932. Asimismo en esta época dio inicio una de las dictaduras más fuertes y representativas sufridas por los salvadoreños, la del General Maximiliano Hernández Martínez, que inicia con la masacre de indígenas, campesinos y obreros de 1932 y finaliza en 1944 con el derrocamiento de esta dictadura, gracias a la

183

Se denomina Dinastía Meléndez-Quiñónez a una serie de periodos presidenciales ejercidos en El Salvador por miembros de una familia acaudalada. Este periodo inicia en 1913 y finaliza en 1926. En el apartado 2.3 La dinastía de los Meléndez-Quiñónez, de este capítulo se dan más detalles.

80 breve unidad de todos los sectores de la sociedad salvadoreña.184 Los efectos de aquella masacre y del martinato, como se le conoce a esta dictadura, aun están presentes en la impunidad y la violencia que padece El Salvador a casi setenta años de derrocada aquella dictadura y a ochenta años de sucedida la masacre.

Por último, es en este periodo en que Masferrer da forma y desarrolla su potencial e incidencia intelectual concretada en su movimiento vitalista cuya mayor expresión de lucha por mejorar la cultura y la sociedad salvadoreña se lleva a cabo en la época que se desempeña como editor del periódico Patria, entre 1928 y 1930.

En el periodo que va de 1880 a 1932 hay poco más de cincuenta años de historia que vive El Salvador y que marca radicalmente lo que este país ha sido durante el resto del siglo veinte y principios del siglo veintiuno.

Como no es posible hacer una historia exhaustiva de esta época, cosa que tampoco es objeto de esta investigación, sin embargo, se analizará en ella un hecho importante que, a su vez, tiene tres acontecimientos que han marcado el devenir histórico de El Salvador. El hecho lo constituye las reformas liberales de 1880 en El Salvador y los tres acontecimientos históricos son: a) las reformas constitucionales que generan el cambio legal y de facto del modo de tenencia de la tierra; b) el triunfo y consolidación del sistema agroexportador como fundamento del Estado moderno salvadoreño, y, c) la masacre de campesinos y obreros llevada a cabo en 1932.

Estos tres acontecimientos serán analizados e interpretados como parte del proceso que explica la razón de ser de la sociedad salvadoreña en la actualidad y dan razón de lo que significa para la historia salvadoreña, la existencia del pensamiento y accionar de Masferrer. Por tanto, lo que hemos dado a llamar como el pensamiento filosófico de Masferrer, se ancla en el devenir histórico salvadoreño marcado por el hecho de las reformas liberales y los acontecimientos ya mencionados. 184

Se utiliza el adjetivo “representativa”, para caracterizar la dictadura militar de Maximiliano Hernández Martínez, en la línea en que Erick Ching se refiere a la misma en su artículo “El Levantamiento de 1932”, donde afirma que lo trágico y horrible del asesinato de miles de seres humanos acaecidos en 1932, es uno de los peores episodios de represión estatal en la historia moderna de América Latina “lo cual resultó en 50 años de dictadura militar, el más largo capítulo de ininterrumpido control militar en la historia moderna de Latinoamérica”. Sajid Herrera, (Coordinador), El Salvador: Historia mínima 1811-2011, Secretaría de Cultura de la Presidencia, Editorial Universitaria, San Salvador, 2011, p. 64.

81

Asimismo, se presenta en este capítulo el contexto filosófico en el que se enmarca la figura y obra de Masferrer. Por eso es importante abordar el positivismo y el liberalismo en El Salvador; ambos constituyen la veta más importante del pensamiento filosófico en el cual se engasta el vitalismo masferreriano.

2. Las Reformas liberales en El Salvador

El contexto histórico inicial en el que se ubica el vitalismo de Masferrer corresponde a los inicios del modernismo en Hispanoamérica185. En esta perspectiva, “la modernidad, es decir el proceso de secularización y racionalización de las sociedades latinoamericanas, si bien se emprende siguiendo el modelo europeo, tiene características que lo hacen irreducible a estos últimos: vinculación dependiente y subordinada al sistema mundial; atraso de la infraestructura productiva; la marcada vigencia de las estructuras de poder del antiguo régimen heredadas del período colonial; y, finalmente, el agente modernizador, la fracción liberal de la élite criolla.”186 En este marco general es que debe analizarse el periodo liberal salvadoreño y el pensamiento filosófico de Masferrer.

4.4.

Las Reformas liberales y su fundamentación filosófica

Los mayores exponentes del liberalismo salvadoreño187 se adherían a las corrientes de pensamiento inglés, cuyo objetivo era, como tendencia normal en todo grupo social dominante, la centralización del poder político, económico e ideológico. Al respecto, López Bernal afirma que “las reformas liberales se consideran como la culminación del proceso de la centralización del poder y del Estado. Generalmente este período se prolonga hasta

185

El modernismo es un movimiento cultural que implica una renovación artística y religiosa de finales del siglo XIX y principios del XX. Su área de influencia fue Europa y América. En Hispanoamérica, el modernismo también tuvo mucha incidencia en el ámbito político. Cfr. F. Ferrater Mora, “Modernismo” en Diccionario de filosofía, Tomo III, Ariel, Barcelona, 2001, pp. 2334-2335. 186 Ricardo Roque Baldovinos, “El modernismo hispanoamericano como modernidad estética”, Revista Realidad, N° 43, Enero- Febrero; UCA Editores, San Salvador, 1995; p. 230. 187 Entre los más importantes se puede citar a Rafael Zaldívar (1834-1903), Francisco Menéndez (1830-1890), Rafael Antonio Gutiérrez (1845-1921) quienes también fueron presidentes de El Salvador e impulsaron las reformas liberales en este país. Asimismo, en cuanto a políticos y científicos salvadoreños sobresalen David J. Guzmán (1846-1927) y Francisco E. Galindo (1850-1896).

82 finales del siglo XIX e incluso hasta el levantamiento de 1932, al cual se ha visto como manifestación de la crisis del estado liberal salvadoreño.”188 La filosofía que está de base en el liberalismo es la de John Locke.189 Locke es quizá el más importante de los teóricos del liberalismo como doctrina política y económica que defiende la libertad del individuo y la necesidad de que la sociedad y el Estado se sometan a los intereses individuales de quienes la conforman.

Para Locke, el ser humano tiene derechos naturales, derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada. En consecuencia la propiedad privada es importante también para la concepción liberal salvadoreña; supone en el fondo, una limitación a las pretensiones de las clases aristocráticas terratenientes ya que nadie puede reclamar justamente el derecho a la propiedad de aquello que no es trabajado ni produce ningún rendimiento económico. Por lo que si alguien no hace trabajar sus grandes extensiones de tierra, como era el caso de las tierras ejidales y tierras comunales en El Salvador, no puede legítimamente reclamar la propiedad sobre las mismas. Porque como principio, solamente el trabajo productivo otorga el derecho a la propiedad.

Ahora bien, la acumulación indefinida de propiedad genera una consecuencia inevitable: la sociedad se divide en dos clases, los que acumulan cantidades exorbitantes de propiedad de la tierra y aquellos que apenas tienen su fuerza de trabajo que vender. Se

188

C.G. López Bernal, “Las reformas liberales en El Salvador y sus implicaciones en el poder municipal, 18711990”, en Revista La Universidad, Nueva Época, N° 1, mayo-junio, Editorial Universitaria, San Salvador, 2008, p. 72. 189

John Locke, 1632-1704, pensador inglés considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno. Influenció el pensamiento posterior con su empirismo hasta desembocar en el escepticismo de Hume. Tras algunas vicisitudes en el mundo de la política internacional, que le valieron no pocos problemas, Locke volcó la experiencia de su vida intelectual en dos obras cumbre: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) y Pensamientos sobre educación (1692). Su teoría del conocimiento o epistemología, no cree en la existencia del innatismo ni en el determinismo sino que considera el conocimiento de origen sensorial, por lo que rechaza la idea absoluta en favor de la probabilística matemática. Para Locke, el conocimiento solamente alcanza a las relaciones entre los hechos, al cómo, no al por qué. Por otra parte cree percibir una armonía global, apoyado en creencias y supuestos evidentes por sí mismos, por lo que sus pensamientos también contienen elementos propios del racionalismo y el mecanicismo. Cfr. Johannes Hirchberger, Historia de la filosofía, Tomo Segundo, Editorial Herder, Barcelona, España, 1975.

83 consagra así la desigualdad y con ello el conflicto y la lucha de clases. Y, para solucionar ese conflicto es necesario, desde la perspectiva de Locke, el contrato social. Lo que implica constituir una autoridad por consenso libre que garantice el orden y la convivencia.

Esta filosofía liberal es la que condiciona a los intelectuales decimonónicos en El Salvador que ejecutan las reformas constitucionales que subvierten el orden establecido durante más de trescientos años de vida social, política y económica.

Como sostiene López Bernal, aunque el dominio de los liberales era evidente durante las últimas dos décadas del siglo XIX, el peso de la religión aún se hacía sentir. No obstante, el poder eclesiástico, más ideológico que económico no estaba en condiciones de detener el avance liberal. Incluso antes en la década de 1860, el gobierno de Gerardo Barrios se caracterizó por el clima de enfrentamiento con el clero que dio lugar a la enseñanza laica y a la separación entre Iglesia y Estado; sin embargo, con la derrota de Barrios y el ascenso al poder de Francisco Dueñas la Iglesia recuperó en buena medida su poder.190

No obstante, un poder tan grande como era el que detentaba la Iglesia católica, domeñarlo fue de carácter estratégico para los liberales y con ello ponían la base de algo mucho mayor que estaba por venir: La decisión estatal de imponer su autoridad sobre la Iglesia fue más bien política que económica. La Iglesia salvadoreña no tenía riqueza tan grande como la de Guatemala, pero ejercía una fuerte influencia en la población, principalmente entre aquellos que serían más afectados por las reformas. El hecho de que los liberales pudieran someter al clero hacía ver al resto de la población, especialmente a los indígenas, la fuerza que el Estado poseía. Si este era capaz de enfrentar y someter un poder tan antiguo, no había razón para creer que no podría hacer lo mismo con otros grupos sociales.191

En realidad, las medidas tomadas por los liberales en contra de la Iglesia tenían objetivos más ambiciosos; con ellas se buscaba una progresiva secularización de la sociedad 190

Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p. 65. Asimismo, Víctor Hugo Acuña, se refiere en los mismos términos a este hecho. Cfr. Historia general de Centroamérica; Las Repúblicas Agroexportadoras (1870-1945), FLACSO, Tomo IV, pp. 58-59. 191 C. G. López Bernal, Op. Cit., p. 66.

84 salvadoreña. Según los liberales, la religión debía dejar de ser considerada un factor de unificación política del pueblo. La unidad política se fundaba ahora en la comunidad de intereses políticos. Sólo así, los ciudadanos se sentían parte de una comunidad política porque ella representaba para todos la garantía y el instrumento esencial del bien común. Estos cambios exigían modificar la educación, oficializándola y convirtiéndola en una educación laica. En esta línea, López Bernal afirma que en 1874 Francisco E. Galindo publicó su Cartilla del Ciudadano, un documento muy importante para entender la posición liberal sobre el tema de la ciudadanía y el papel que asignaba a la educación en la sociedad que estaban construyendo. “La Cartilla fue texto de enseñanza obligatoria en las escuelas. Galindo expresaba: Es necesario, pues, emprender una campaña más gloriosa que la de la independencia: la educación republicana de las masas. Los próceres americanos nos dieron una patria libre y nosotros debemos formar un pueblo libre.”192

López Bernal cita, en la perspectiva educativa, el estudio que David J. Guzmán hizo en 1886, en el cual pone en evidencia la crítica realidad en la que estaba la educación salvadoreña. Las conclusiones del estudio que David J. Guzmán hizo en 1886 no fueron muy halagadoras; según sus cálculos la población analfabeta alcanzaba el 80%. Esta situación era alarmante para un intelectual que cifraba sus esperanzas de desarrollo del país, precisamente en la educación. “¡479,217 ignorantes es una cifra terrible para un país que pretende marchar por el camino del adelanto!” (…) Buscando elevar el nivel educativo propuso un impuesto del 1% al valor de la propiedad territorial. Lo recaudado sería destinado exclusivamente a educación y agregado a la suma ya establecida al efecto en el presupuesto ordinario. Según Guzmán, de este modo, se tendrían los 300,000 pesos que se necesitaban para mejorar el sistema educativo. Sobra decir que su propuesta nunca fue considerada seriamente.193

En esto puede verse que la tarea educativa del Estado liberal era inmensa, sobre todo, teniendo en cuenta que no existían condiciones económicas ni infraestructurales para echar adelante esa labor. 192 193

Ibídem, p. 67. Ibídem, p. 72.

85

A partir de Zaldívar,194 el Estado trató a los indígenas como individuos aislados, anulando su fuerza como etnia. En este proceso los cambios en el régimen de tenencia de la tierra y las formas de reclutamiento para el ejército fueron fundamentales. En esta línea, López Bernal afirma que: En la medida en que se lograba el sometimiento de la Iglesia y se anulaba el poder de las comunidades indígenas el Estado se fortalecía y consolidaba. Así, los indígenas, que antes consideraban a aquellas corporaciones como intermediarios que, de algún modo frenaban la intervención y los abusos de los gobernantes y los ladinos, fueron obligados a reconocer en el Estado un poder político superior, cuya legitimidad se originaba en un orden constitucional muy poco propicio a ellos.195 En este período, según el pensamiento positivista,196 era necesario que el Estado se convirtiera en impulsor decidido del progreso. Al respecto, la investigadora Patricia Alvarenga afirma que “en caso de que algún grupo o sector social obstaculizara el camino hacia el progreso, el Estado debería imponerlo, de ser necesario, con mano de hierro.” 197 Por su parte, López Bernal dice que por primera vez fue posible impulsar un proyecto en el cual la mayoría de los propietarios y hombres de orden, como llamó Zaldívar a quienes lo eligieron, estaban de acuerdo. El fortalecimiento del Estado, el desarrollo de una infraestructura básica (carreteras, puertos, telecomunicaciones, etc.) y la modernización del sistema legal llegaron a ser los puntos más importantes en la agenda de los gobernantes.198

La consolidación de los liberales en el poder permitió que por primera vez, el Estado salvadoreño pudiera reivindicar plenamente su soberanía, tanto a nivel centroamericano frente a Guatemala, como en el interior mismo de su territorio. De acuerdo con el proyecto liberal era necesario dotar al Estado de los elementos que le permitieran 194

Rafael Zaldívar (1834-1903), fue presidente de El Salvador de 1876 a 1885, y, durante su administración se llevó a cabo la extinción de tierras ejidales y comunales. 195 C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 68-69. 196 Estas son las posturas de liberales ilustrados como Francisco E. Galindo y David J. Guzmán. Cfr. A. Bonilla, Ideas Económicas en Centroamérica ilustrada 1793-1838; 1ª Edición, FLACSO, Programa El Salvador, San Salvador, 1998, pp. 122-126. 197 Patricia Alvarenga, Cultura y Ética de la Violencia, p. 35. 198 Cfr. C. G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 69.

86 visualizar y controlar al conjunto de la población, y a la vez inculcar en ella el pensamiento progresista promovido por la clase gobernante. Es en ese sentido que deben considerarse, por ejemplo, la creación de la Oficina de Estadística, la realización de censos de la población y la creciente promoción de celebraciones cívicas.199

4.5.

La abolición de las tierras comunales y ejidales200

David Browning es, a mi juicio el investigador que mejor estudia el proceso de abolición de las tierras comunales y ejidales, no sólo porque confronta el hecho con los decretos oficiales como fuente principal, sino porque también analiza el hecho en el contexto social y político de la época, enmarcándolos en la perspectiva histórica, desde la época precolombina hasta la época contemporánea.201

Como Browning afirma, al contrario del lento e inseguro crecimiento del cultivo de añil, el café producía recompensas considerables, inmediatas y efectivas a los cafetaleros capaces de obtener la mayor cantidad del grano al más corto plazo. Después de los primeros intentos de transformar la actual estructura de la tenencia de la tierra con fines comerciales, un gobierno de cafetaleros tomó la decisión de abolir todo aspecto de tenencia, uso o asentamiento del hombre que pudiera obstaculizar el rápido establecimiento de plantaciones de café.202

Como era de esperar, el resultado principal de esta decisión fue la abolición de la posesión comunal de la tierra a favor de la propiedad individual. Postura coherente con

199

Cfr. Ibídem. El ejido, es el nombre con el cual, los españoles llegados a América, denominaron a las extensiones de tierras destinadas al uso común de las comunidades indígenas. La administración de estas tierras estaba bajo los dirigentes indígenas, los caciques. Los ejidos eran reconocidos legalmente por el sistema político y administrativo, como la organización legítima de posesión de las tierras. Este sistema protegió la propiedad indígena de usurpadores ladinos y españoles. 201 David Browning, El Salvador, la tierra y el hombre, Dirección de Publicaciones, MINED, San Salvador, Segunda Edición, 1982. Browning desarrolla su investigación de 1965 a 1967, y publica los resultados y hallazgos de la misma en 1971, en su libro titulado: El Salvador Landscape and Society, Oxford University Press, Londres. En esta obra, Browning, inicia su estudio presentando los elementos históricos salvadoreños que constituyen los antecedentes de este país y que llevan al proceso de eliminación de las tierras ejidales y comunales, como es el contexto agroexportador que las elites salvadoreñas emprendían en la época, habiendo comenzado por el cultivo y exportación de cacao y añil, pasando por el desarrollo agroexportador basado luego en el café, y más tarde en el algodón y la caña de azúcar. 202 Cfr. Ibídem, p. 290. 200

87 los principios de la filosofía liberal. Esto fue iniciado con una serie de decretos que se aprobaron en corto tiempo. El gobierno procuró desarticular la estructura agraria que había evolucionado gradualmente durante alrededor de tres siglos y sustituirla con un sistema fundado exclusivamente en la propiedad privada de la tierra, y lo que es aún más importante, a base de un concepto que consideraba a la tierra y a sus habitantes como los recursos capitales que debían emplearse con eficacia, para entramar las fortunas personales. Este concepto era completamente extraño al agricultor salvadoreño cuya actitud hacia la tierra y su ciclo recurrente de siembra y cosecha, estaba aún arraigado en su pasado indígena. Entretanto, en la parte oficial, la prisa por la reforma de la tierra y la impaciencia con que se decretó, impidieron que se tuviera en cuenta el carácter complejo del sistema que se destruía y los problemas que creaba su destrucción.

La perspectiva que Browning ofrece cuando se discuten los problemas agrarios, económicos y sociales de muchos países latinoamericanos, en relación con sus sistemas de tenencia de la tierra, de su uso y de la conveniencia de reformar dichos sistemas, la política nacional de la tierra en El Salvador durante la última parte del siglo diecinueve, proporciona un valioso estudio comparativo. La documentación detallada de esta temprana reforma de la tierra aporta uno de los pocos ejemplos de América Latina de una política premeditada para cambiar el uso y la tenencia de la tierra de una nación, antes de que se hubiera empleado el término reforma agraria en su sentido moderno. Estamos asistiendo, por tanto, a la organización de un gobierno que se ha formado para revolucionar la función de la tierra que controla y aplica los resultados de esta revalorización en un país donde los conceptos que se tenían de la tierra estaban profundamente arraigados a la experiencia del pasado.203

Como práctica recurrente, el cultivo del café fue el único criterio para la reivindicación de la tierra del ejido. Condición indispensable para adquirir una parcela de tierra era que por lo menos, dos tercios de ella debían dedicarse al café, un año después de haberlo cercado.204 Más tarde se estipuló que cualquier persona que tuviera un tercio de su tierra plantada de café podía solicitar ser dueño en lugar de arrendatario, mientras que los que no habían plantado café perdían toda reclamación de la propiedad.205 Con el tiempo se anuló el derecho de la municipalidad de adjudicar las partes de los ejidos que estaban 203

Cfr. Ibídem, p. 293. Decreto Gubernativo, D.O. 1° de diciembre de 1856, citado por Browning, Op. Cit., p. 297. 205 Acuerdo Gubernativo, D.O. 7 de septiembre de 1858; citado por Browning, Op.Cit., p. 298. 204

88 plantadas de café y se le permitía que subastara cualquier tierra que se usara para pastos de ganado.206 Un informe municipal indica que hacia 1879, el ejido había sido ocupado prácticamente por completo y que los ocupantes se consideraban sus dueños sin la obligación de pagar renta: de una superficie total de 8,000 manzanas, 1,612 se arrendaban por una renta total de 4 reales cada una y 5,998 a 2 reales cada una, pero la recaudación total de la municipalidad se estima en 21 reales.207 Se reconoció oficialmente la situación en 1880 y el gobierno convino en “revocar permanentemente cualquier reivindicación de la tierra ejidal que estuviera ocupada en la actualidad.”208

En esta misma perspectiva, después de que Zaldívar accede al poder y gracias a que contaba con experiencia de primera mano de los cambios económicos y agrícolas que los plantadores de café habían producido en Guatemala, el recién estrenado gobierno salvadoreño estaba impaciente por reformar lo que estimaba como un sistema arcaico e ineficaz del uso de la tierra y alcanzar rápidamente la situación que consideraba la mejor: “para ver todo nuestro campo transformado en propiedades agrícolas que produzcan los valiosos frutos del azúcar, café, cacao, tabaco y añil junto con abundancia de cereales.” 209 Asimismo, Entre 1879 y 1881 se aprobó una serie de leyes cuyo primer fin fue la legislación de la naturaleza del uso de la tierra en los ejidos y tierras comunales de todo el país y entonces, cuando se comprendió la magnitud del problema, se originó la abolición de todos los sistemas de tenencia de la tierra común. En los años siguientes se intentó cambiar y regular la naturaleza de la vida y de los asentamientos rurales. Aunque ante todo el gobierno estuvo interesado en las tierras comunes de las tierras altas centrales del país, con el tiempo se puso en vigor la legislación a nivel nacional, y eso afectó el estado legal de las tierras comunes y de las formas de vida rural de toda la República.210

206

Decretos Gubernativos, 5 de de mayo y 1° de octubre de 1862, Legislación Salvadoreña del Café, 8, 10; citado por Browning, Op.Cit., p. 298. 207 “Informe de la Gobernación del Departamento de La Libertad”, D.O. 4 de noviembre de 1879. Citado por Browning, Op. Cit., p. 298. 208 Acuerdo Gubernativo, D.O. 2 de julio de 1880. Citado por Browning, Op. Cit., p. 298. 209 Editorial D.O. 30 de agosto de 1878; citado por Browning, Op.Cit., p. 302. 210 Browning, Op. Cit., p. 302.

89 De ahí que una iniciativa surgida en uno de los pueblos de la periferia de San Salvador, fue el detonante que inicia la revolución del tradicional modo de tenencia de la tierra en El Salvador para finales del siglo XIX. Ya que “el resultado fue un decreto de marzo de 1879 que repetía y ampliaba la resolución adoptada en Mejicanos y lo aplicó a escala nacional, con el objetivo primordial de garantizar la propiedad privada y eliminar los obstáculos para su transferencia libre.”211

Puede concluirse entonces que el informe de 1879, presentado en parte en la cita anterior,212 representa un dato detallado de cómo los campesinos de El Salvador consideraban la tierra en que vivían. El cuadro resultante refleja una complejidad de actitudes; la subsistente conciencia indígena de la comunión del hombre con la tierra, la huella del concepto español de la función cívica del patrimonio común, junto con el reconocimiento de los derechos de los individuos a tener y a arrendar propiedad y la influencia de las nuevas actitudes que consideraban la tierra exclusivamente como un recurso para crear riqueza nacional mediante la ardua labor de individuos que la trabajaban para su provecho personal. Esto habrá que analizarlo, desde la eliminación de las tierras ejidales y comunales con otra perspectiva, teniendo en cuenta las valoraciones culturales al respecto y la influencia de la calidad de la propia tierra y la consecuente atracción del hombre hacia las zonas más fértiles y la competencia por ellas. 213 Sólo que ahora, el cultivo de exportación se ha impuesto al cultivo de la sobrevivencia: granos básicos.

Browning señala que la actitud de los ladinos hacia la tierra común fue distinta de la de los indígenas. El concepto comunal era más débil y más fuertes las reclamaciones de la propiedad individual. Los pueblos ladinos del departamento de San Vicente dan prueba de ello; su vida comunal se había debilitado por la dispersión general de los agricultores a pequeña escala por los distritos circundantes, cada uno de los cuales, cultivaba una parcela de tierra de manera permanente y consideraba dicha parcela de su propiedad.214

211

Decreto Legislativo, D.O. 1° de marzo de 1879. Citado por Browning, Op. Cit., p. 306. Ver citas N° 23 y 24. 213 Cfr. Browning, Op. Cit., p. 315. 214 Cfr. Ibídem, p. 330. 212

90 La conclusión oficial de cambiar el uso de las tierras comunes de manera furtiva, llegó a su fin con un lacónico memorándum publicado en marzo de 1880: “Se ha decidido que es imperioso convertir los ejidos en propiedad privada.”215

No cabe duda que el gobierno, coherente con los principios de la filosofía liberal, estaba convencido de que el rápido desarrollo de la agricultura comercial sólo se lograría si la tierra estuviera en manos de individuos, como propiedad privada. En esta misma época, el gobierno preparó un plan para la creación de una Oficina de Registro donde se pudieran legalizar las reivindicaciones de la tierra y un establecimiento bancario para extenderles crédito a los terratenientes privados.216

Como era lógico, las cosas seguirían su curso en vías de una mayor radicalidad. De ahí que el decreto del 26 de febrero de 1881 fue en este aspecto una extensión lógica de esta presión por cambiar el uso y la tenencia de la tierra. El preámbulo del decreto establecía que: “La existencia de tierras bajo la propiedad de las Comunidades impide el desarrollo agrícola, estorba la circulación de la riqueza y debilita los lazos familiares y la independencia del individuo. Su existencia contraría los principios económicos y sociales que la República ha adoptado.”217 De ahí que por estos motivos se abolió el sistema de tierras comunales. Y el proceso fue así: El administrador de cada Comunidad recibió órdenes de dividir toda la tierra común entre los miembros, basándose en el principio de que todo aquel que la usara en calidad de comuneros, arrendatarios o individuos con otro tipo de convenios, debían ser considerados como propietarios de la zona que ocupaban. De un plumazo, el gobierno consideró abolida una forma de posesión de la tierra común y se congratuló de haber destruido este sistema anticuado y perjudicial.218 El decreto oficial lo dicta de la siguiente manera: La Cámara de Representantes de la República de El Salvador, CONSIDERANDO,

215

“Memoria presentado por el Ministerio de Gobernación” D.O. 24 de marzo de 1880. Citado por Browning, Op. Cit., pp. 336-337. 216 Decreto Legislativo, D.O. 18 de mayo de 1881. Citado por Browning, Op.Cit., p. 337. 217 Acuerdo Legislativo, D.O. 26 de febrero de 1881. Citado por Browning, Op.Cit., p. 338. En su momento se verá cómo Masferrer se opondrá a esta situación y dedicará, al menos un editorial de Patria denominado: La Crisis del Maíz, hay que volver a los ejidos, en donde afirma que la necesidad de restablecer la tierra comunal y ejidal es una necesidad urgente. Cfr. Editorial de Patria del 20 de diciembre de 1928. 218 Citado por Browning, Op.Cit., pp. 337-338.

91 1. Que la Agricultura es la fuente principal de vida y de prosperidad de la Nación y que es la obligación de la Legislatura eliminar cualquier obstáculo que se oponga a su desarrollo; 2. Que el obstáculo principal es el sistema de tierra comunal, que anula los beneficios de la propiedad de las tierras más extensas e importantes de la República, que se usan en la actualidad para formas de cultivos menos intensivos, o que causa el abandono de la tierra debido a la tenencias precaria e incierta los que la usan despojándoles del derecho de desarrollar la dicha tierra; 3. Que las resoluciones aprobadas para abolir el sistema de tierras comunales por métodos indirectos, no ha logrado el propósito que esta legislación perseguía…

POR TANTO DECLARO QUE Artículo 1. El sistema del ejido queda por tanto abolido en El Salvador…219

Es clara la conciencia y perspicacia de los oficialistas al decretar por la vía oficial el fenecimiento de las tierras ejidales y comunales. Como también es claro el mecanismo de expropiación que indica un reparto de tierras, con lo que se adelantan a los efectos lógicos que una usurpación forzada podía desencadenar con expresiones generalizadas de violencia desenfrenada por parte de las comunidades indígenas víctimas de la expropiación. En el fondo el oficialismo pone un salvaguarda de la integridad física de los que ejecutarían estos decretos, ya que en principio lo que manda a ejecutar dicho decreto es a que se lleve a cabo un reparto y distribución de la tierra entre aquellos que la harían producir.

Está claro, además, que un número pequeño de terratenientes adinerados extendió sus propiedades a expensas de las tierras comunes, en particular en las tierras altas centrales donde el panorama sufrió una transformación notable al ir concentrándose vastas áreas en propiedades individuales, mientras que la mayoría de la población que había vivido

219

Browning afirma que la “Ley que abolía los ejidos fue aprobada el 2 de marzo de 1882. Por razones que se desconocen, esta ley no apareció en el Diario Oficial, aunque se hace referencia a ella. El texto de la ley está contenida en un Decreto Legislativo de 2 de marzo de 1882, en Alberto Mena, Recopilación de disposiciones legales vigentes relacionadas con la Agricultura, Santa Tecla, 1904, p. 59”. Citado por Browning, Op.Cit., pp. 341-342.

92 siempre del cultivo y cosechas de granos básicos para su alimentación, fue desposeída y quedó sin tierras. Pero una parte de la comunidad sobrevivió con los propietarios y arrendatarios de granjas pequeñas y medianas.220

Y como el presidente Zaldívar había manifestado, la propiedad privada fue sinónimo de uso más intensivo y eficaz de la tierra. Particularmente se logró la expansión del cultivo del café: el valor de sus exportaciones aumentó de 2,9 millones de dólares en 1881, a 21,9 millones de dólares en 1916.221 De acuerdo a Browning: La abolición de las tierras comunales fue seguida por una legislación cuyo fin era controlar y reclutar a la gente que había sido desposeída: se nombraron jueces agrícolas en cada pueblo, como se había declarado legalmente, que debían confeccionar la lista de los jornaleros, organizar la captura de los que se marchaban de las propiedades antes de cumplir sus obligaciones

y

visitar

las

propiedades

privadas

para

comprobar

regularmente las necesidades de mano de obra. Los funcionarios contaban con el apoyo del ejército para llevar a cabo su tarea.222

Después de la abolición de los ejidos, se aprobó una legislación que permitía a los propietarios privados expulsar a los arrendatarios y a los intrusos de sus tierras.223

El campesino, cuyos ancestros fueron indígenas, durante gran parte del siglo veinte y quizá aun los de la actualidad, que ha venido a engrosar los hacinados tugurios de San Salvador, es un desposeído que busca trabajo como jornalero en una finca o hacienda; este agricultor continúa aferrado tenazmente a sus antiguas concepciones respecto de la tierra y otras prácticas. Para muchos de ellos, la milpa, cultivada con métodos y aperos rudimentarios de la que consigue una modesta cosecha de maíz, sigue siendo en muchos casos, el nivel familiar de la actividad económica. Aunque se destruyó el concepto legal de tierra común, muchos de los que habían contado con ella siguieron actuando de acuerdo con su creencia en los derechos ancestrales de acceso a la tierra.224

220

Cfr. Ibídem, p. 349. Ibídem, p. 352. 222 Decreto Legislativo, D.O. 17 de marzo de 1881; citado por Browning, Op.Cit., pp. 355- 356. 223 Cfr. Browning, Op. Cit., pp. 355-356. 224 Ibídem, p. 359. 221

93 Por su parte, López Bernal agrega el elemento del trabajo como un factor clave para el desarrollo del cultivo del café. Según él se llegó a establecer que uno de los factores decisivos para el desarrollo era el trabajo y que el atraso del país se debía a la actitud tradicional y conformista que buena parte de la población tenía, pues no explotaba debidamente las tierras que cultivaba. Así la decisión de eliminar los ejidos y las tierras comunales fue calificada sumamente positiva. En esta perspectiva, trae a colación la opinión de David J. Guzmán que se refiere al hecho en los siguientes términos: Ha desaparecido, gracias al patriotismo de los legisladores de 1881 y del gobierno del Dr. Zaldívar, la gran rémora de las comunidades, especie de persona jurídica de la peor laya, que había hecho de la propiedad el estancamiento del progreso agrícola, alejando de los campos á los hombres de ciencia, de trabajo, de capital y de espíritu de empresa que es el gran resorte sobre el cual se apoya el porvenir de estas ricas comarcas.225

En esta perspectiva, continúa este autor, los liberales argumentaron que los derechos ciudadanos colocaban a los indios en las mismas condiciones que los demás miembros de la sociedad volvían innecesarios y obsoletos los mecanismos que anteriormente les otorgaban un status especial. De ahí en adelante serían la capacidad individual y el trabajo los elementos que propiciarían el avance o el estancamiento de cada individuo. 226

Por su parte, Lauria Santiago afirma que a pesar de que las intenciones del gobierno nunca fueron muy claras y tenemos pocos documentos que describen cómo se redactó la legislación para privatizar las tierras comunes, el objetivo era crear una clase de campesinos y empresarios que impulsaran el desarrollo agrícola del país, especialmente su sector exportador. El resultado, sin embargo, fue más complejo y contradictorio de lo esperado. Terminó en una transferencia masiva de los derechos de propiedad en su mayor parte a campesinos y pequeños agricultores pero también a la emergente elite empresarial, especialmente mediante subasta o venta de extensiones de tierra ociosa a inversionistas comerciales, hacendados y especuladores. La división de tierras institucionalizó y volvió más rígido un sistema absolutamente defectuoso, pues estaba basado en el uso de la tierra para la agricultura de subsistencia durante un período 225

David J. Guzmán, Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador. Tipografía El Cometa, San Salvador, 1883. Citado en López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 48-49. 226 Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 49.

94 cuando la agricultura comercial se encontraba en expansión y aumentaba la competencia por los recursos.227

4.6.

La rebelión armada, respuesta campesina ante la abolición del ejido

A finales del siglo diecinueve, la protesta por la abolición de las tierras ejidales y comunales ya había tomado forma de rebelión abierta en contra de las autoridades, en la búsqueda de erradicar dicha ley y volver al sistema de propiedad común de la tierra. En esta perspectiva, Browning reconoce que ha habido por lo menos cinco incidentes separados, lo que sugiere que cada uno de ellos era una protesta contra la conversión de la tierra común en las plantaciones privadas del café. Por ejemplo, durante los disturbios de 1898 hay informes de que se les cortó las manos a los jueces de tierras, responsables de la asignación de tierras comunes como propiedades privadas.228 Pero hay una falta casi completa de información oficial acerca de estas protestas consideradas como verdaderas insurrecciones: La siguiente lista de fechas de las insurrecciones: agosto de 1872, marzo de 1875, agosto de 1880, enero de 1885 y noviembre de 1898; no se las menciona en la prensa oficial de aquel tiempo, con excepción de la de 1880, a la que se refiere de pasada como una “conspiración abortada en Ahuachapán”, seis meses después del acontecimiento. Cierto es que ninguna de estas demostraciones pareció haber convencido al gobierno de la necesidad de mejorar las condiciones del sector más pobre de la población rural, o tomar en cuenta las reclamaciones de tierras de los agricultores de subsistencia. Esto se logró con el levantamiento de 1932.229

Por su parte, Lauria Santiago admite que aunque hubo brotes de violencia no se trató de un proceso mediante el cual se culpara a la elite terrateniente de tomarse las tierras ejidales por la fuerza; sino que fue un proceso a diversos niveles que, más o menos, siguió pautas sancionadas por ley, si bien con frecuencia desconcertantes. Aun cuando

227

Cfr. A. Lauria Santiago, Una República Agraria, p. 285. Torres, Land and Settlement, 25. Citado por Browning, Op. Cit., p. 441. 229 D.O. 2 de enero de 1880. Cfr. Browning, Op. Cit., pp. 440-441. 228

95 las tierras iban a parar a manos de foráneos y estallaba la violencia, las demarcaciones entre oligarcas y campesinos indígenas nunca fueron claras.230

Asimismo, este autor afirma que la llamada revolución liberal de 1871 en El Salvador no fue una ruptura abrupta de las políticas de Estado o ideología, ni siquiera del modo de hacer política. De acuerdo a esta postura, si se compara, por ejemplo, el gobierno de Francisco Dueñas (1863-1871) con el de su sucesor “liberal”, Santiago González (18711876), no hay mucha diferencia en lo que se refiere a la administración del Estado, la participación política, el apoyo de pueblos y comunidades, la política económica, la promoción de las exportaciones y así por el estilo. Al presidente Dueñas se le describe con frecuencia como conservador, pero sus lealtades formales, sus planteamientos ideológicos y sus políticas eran claramente liberales.231 De ahí que para este autor, las leyes emitidas entre 1879 y 1882 sólo legitimaron la propiedad de facto. En las afueras de Nueva San Salvador y Santa Ana, donde las elites y los campesinos ricos habían desarrollado las más dinámicas economías cafetaleras, la tenencia de la tierra era segura y prácticamente privada, a pesar de que la mayor parte de las fincas estaba ubicada en ejidos municipales. Por ende, las tierras que se usaron inicialmente para las industrias del café y el azúcar con pocas excepciones importantes, no fueron “arrancadas” de las comunidades indígenas como aseguran algunos historiadores.232 Más bien, el crecimiento de la producción cafetalera en la mayoría de lugares creó múltiples fronteras internas, producto del desarrollo de baldíos y bosques de altura por medio de concesiones gubernamentales o mecanismos de mercado.233

Los beneficios de la economía agro exportadora fueron monopolizados por un puñado de terratenientes y comerciantes; lo que conllevó una desigualdad social que produjo un abismo entre las clases ricas y pudientes y las clases pobres y desprotegidas. Esta desigualdad social propició una etapa violenta que se expresó en gran opresión y exclusión. Sin mecanismos efectivos de participación, la democracia nunca existió, los eventos electorales fueron invariablemente fraudulentas y en consecuencia, los conatos de violencia y los golpes de Estado se constituyeron en el medio de acceso al poder y la inestabilidad social fue un rasgo permanente del sistema político. 230

Cfr. Lauria Santiago, Op. Cit., p. 326. Ibídem. 232 Ibídem, pp. 335-336. 233 Ibídem, pp. 341-342. 231

96 4.7.

Los efectos del liberalismo en la cosmovisión salvadoreña

De acuerdo a López Bernal, el ascenso liberal finisecular se dio luego del derrocamiento del presidente Francisco Dueñas,234 uno de los conservadores salvadoreños más representativos de la época. Este ascenso liberal inicia el último cuarto del siglo diecinueve con un nuevo espíritu para la nueva sociedad salvadoreña que se buscaba forjar un nuevo modo de vida social y económica: A partir de entonces dio inicio una serie de reformas que provocaron cambios importantes en lo político, lo económico y en las relaciones Estado-Iglesia y que complementaron transformaciones que se venían dando desde la década anterior. Los rasgos de las reformas liberales que más se ha destacado son: una marcada secularización de la sociedad, el irreversible desarrollo de la caficultura y significativas modificaciones en la tenencia y propiedad de la tierra. Pero también hubo importantes transformaciones culturales. Para entonces el país ya contaba con una importante comunidad intelectual que había abrazado los postulados del positivismo y la modernidad y que justificó y fortaleció desde las ideas los cambios en curso. La Iglesia y los indígenas fueron objeto de sus debates y ataques. La primera, porque era vista como oscurantista y ligada a la tradición; los segundos porque eran percibidos como un obstáculo al progreso y la modernidad.235

234

Francisco Dueñas nació en San Salvador, el 3 de diciembre de 1810, en el seno de una familia terrateniente y murió en San Francisco, E.E.U.U., el 4 de marzo de 1884. Fue líder del partido conservador y presidente de El Salvador en varios periodos (1851; 1852-1854; 1856; 1863-1871). Realizó estudios de derecho en la Universidad San Carlos de Guatemala donde se recibió de abogado en 1836. En 1837 fue elegido diputado al Congreso de las Provincias Unidas de Centroamérica. Luego de ser disuelta la Federación, en 1841, El Salvador se declaró una república independiente y soberana. Durante tres décadas (1840-1870), Dueñas participó activamente en la política del país como representante del partido conservador, que defendía los intereses de la Iglesia Católica, proponía mantener muchas de las instituciones coloniales dentro de la nueva sociedad independiente y se oponía a la Unión de Centroamérica. Dueñas siempre tuvo como rival político al caudillo liberal Gerardo Barrios y como aliado al presidente guatemalteco Rafael Carrera. El 1 de febrero de 1863, Dueñas asumió su último periodo como presidente constitucional. Durante este tiempo, estableció la bandera y el escudo nacional que estuvieron vigentes hasta 1912. Inició la construcción del Palacio Nacional de San Salvador, impulsó el cultivo del café e hizo mejoras a los puertos marítimos del país. Dueñas contuvo una sublevación dirigida por el ex presidente Gerardo Barrios, quien fue capturado y fusilado. Finalmente el liberal Santiago González encabezó un golpe de Estado que lo derrocó en 1871. Luego de ser depuesto, estuvo encarcelado por breve tiempo y al ser liberado, se exilió en los E.E.U.U., donde vivió hasta su muerte. 235 López Bernal, Op. Cit., pp. 72-73.

97 Se puede inferir que las reformas liberales supusieron un choque entre dos modelos de vida, uno ancestral que se negaba a desaparecer y otro novedoso e imponente que ya estaba siendo experimentado en la Europa moderna y que se abría paso en las recién nacidas e independizadas naciones latinoamericanas. No obstante, y a pesar de las evidentes diferencias de estos modelos, las distintas clases sociales salvadoreñas, hasta entonces habían convivido en tensas pero relativamente equilibradas relaciones. Los indígenas habían conservado cierta autonomía al tiempo que participaban con relativo éxito en la economía y la política. Sin embargo, como afirma López Bernal: Entre 1871 y 1890, los espacios de participación corporativa indígena se fueron reduciendo; la privatización de las tierras comunales tuvo nocivos efectos, no tanto en su situación económica, sino en su cohesión étnica, pero sobre todo debieron enfrentar una intransigente, –aunque quizá bien intencionada– ofensiva contra su forma de vida. Posiblemente esa presión haya sido una de las causas por las cuales los indígenas se involucraron tan decididamente en las movilizaciones políticas de 1885 y 1890, que quizá percibieron como las últimas oportunidades de revertir una evidente tendencia a la marginación y el sometimiento. El rasgo más importante de las reformas liberales no fue su radicalidad, sino su continuidad.236

Las reformas liberales no dependieron de la voluntad de una facción en particular sino de la claridad de una élite, que si bien no había encontrado la fórmula para hacer los relevos presidenciales tranquilamente, como afirma López Bernal, sí tenía claro el rumbo que quería darle al país, en su interés por construir la sociedad que veían viable en el contexto regional e internacional que vivían.237

236

López Bernal, afirma que ejemplo de éstos, son los trabajos de David Joaquín Guzmán, Teodoro Moreno, José Antonio Cevallos, Esteban Castro y otros que “Todos ellos pugnaron por “civilizar” y ladinizar al indio, como única vía para sacarlo de la “postración” en que según ellos vivía. Nadie lo tuvo más claro que Guzmán, para quien el indio era “un ser pasivo en el estado civil y social de nuestra sociedad á pesar de estar plenamente rehabilitado por las leyes de la república. Es necesario que el espíritu realmente liberal y humanitario de nuestras instituciones penetre por todos lados en el hogar del indígena, instruyéndole, sacándole de la apatía, y si es posible haciéndole desaparecer gradualmente en la masa de la civilización actual que es por una parte la suerte reservada á los vestigios espirantes de otras civilizaciones ya muertas y por otra la gloriosa misión encomendada al apoyo paternal de los gobiernos liberales ilustrados.” David J. Guzmán, Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador, Tipografía El Cometa, San Salvador, 1883, p.507; López Bernal, C.G., Las Reformas Liberales… Op. Cit., p. 73. 237 Ibídem, p. 74.

98 Paralelamente a los cambios políticos, la secularización de la sociedad y a la privatización de las tierras comunales y las ejidales continuó fortaleciendo al Estado y se destinaron cada vez más recursos a la construcción de infraestructura, especialmente carreteras, puertos, telecomunicaciones y ferrocarril. Asimismo se fortalecía al ejército y se trabajaba por mejorar los mecanismos de control social aplicando con más rigor las leyes contra los considerados vagos, los quebradores de trabajo y aquellos que insistían en “vivir en despoblado”.238

Por su parte, la investigadora Patricia Alvarenga, opina al respecto que fue la intelectualidad zaldivariana la que veía a El Salvador como un país atrasado. Y, para los positivistas, el atraso es la antítesis del progreso, que es el objetivo fundamental que siguen los países del mundo de finales del siglo XIX. Para los positivistas salvadoreños los pobres del campo debían de llevar una confortable vida y por ello no hacían el esfuerzo necesario para convertirse en disciplinados trabajadores. De ahí que los intelectuales de la época de Zaldívar se forjaron una visión del campesinado y elaboraron un discurso a través del cual, construyeron una imagen de los integrantes de las comunidades indígenas que los presentaba como gente conservadora, atrasada y vagabunda. De tal forma, el razonamiento de dichos intelectuales los llevaba a concluir 238

C.G. López Bernal, Las Reformas Liberales, p. 77. Es más, este investigador afirma en otro estudio que “la investigación histórica demuestra que el Estado salvadoreño de fines del siglo XIX, a pesar de su aparente fortaleza, tuvo muchos tropiezos para afianzar su control sobre el espacio territorial y sus habitantes. A partir de 1876 el gobierno de Zaldívar se esforzó por romper las comunidades indígenas, no sólo destruyendo su base material (tierras comunales), sino impulsando el desarrollo de un ejército que estuviera por encima de antiguas lealtades étnicas. En estas acciones es posible percibir cómo había cambiado la correlación de fuerzas entre los detentadores del poder y los indígenas. Los liberales postindependentistas y los conservadores que les sucedieron, forzados por la debilidad tuvieron que conceder a los indios considerables márgenes de autonomía, conformándose con ejercer una autoridad central que no era capaz de romper las formas tradicionales de vida. Además los grupos de poder tenían la necesidad de acudir a los indios en busca de alianzas para dirimir sus conflictos. Es así como la posibilidad de participar corporativamente en la formación de las estructuras militares daba a las comunidades indígenas un margen de autonomía y capacidad de negociación considerable. El escaso control territorial que los gobernantes ejercían, estaba relacionado con la carencia de una fuerza militar confiable, carreteras y medios de comunicación. Cuando estas limitantes comenzaron a ser superadas se inició también la erosión del poder de las comunidades indígenas. No obstante, el relativo éxito de tales esfuerzos se evidencia, por ejemplo, en la forma como los indígenas “reconstruyeron las funciones y el significado de una antigua y tradicional institución: la cofradía, adaptándola a sus necesidades de mantener y consolidar sus vínculos y lealtades étnicas.” Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas, Op. Cit., pp., 29-30.

99 que mientras este grupo étnico mantuviera en sus manos una gran proporción de la tierra, el país no encontraría el camino correcto hacia el futuro, es decir, el progreso.

De acuerdo con este esquema de pensamiento, la privatización de la tierra obligaría a los indígenas a convertirse en eficientes pequeños productores o en peones altamente productivos, pues no les quedaría más remedio que trabajar duro para sobrevivir. Por ello, Alvarenga afirma que “siguiendo la tradición positivista, los intelectuales del período de Zaldívar creían prioritario fortalecer el Estado para que éste, tomando la bandera del progreso, lo impulsara. En caso de que algún grupo o sector social obstaculizara el camino hacia el progreso, el Estado debería imponerlo, de ser necesario. De tal forma, la participación popular en el Estado debía evitarse o, al menos, hasta donde fuese posible, limitarse.”239 En este contexto, Alvarenga continúa diciéndonos que: La mayoría del campesinado rechazó el nuevo orden que el Estado pretendía imponer. Pero, entonces, ¿cómo logró el Estado adquirir el poder necesario para impulsar una reforma agraria de alcance nacional que beneficiaba especialmente a una minoría privilegiada de la población? Para responder a esta pregunta debemos centrar nuestra atención en dos procesos distintos pero convergentes: la formación de un Ejército nacional, y la cooptación de un grupo importante de sectores subalternos y medios.240

De acuerdo a esta autora, la clase dominante, por tanto, constituida gracias a la revolución zaldivariana, se había beneficiado del despojo y de la consiguiente institucionalización de la coacción campesina. Sin embargo, en su interior existían escisiones. Quienes más provecho sacaron del nuevo rumbo que tomaba la historia del país fueron los cafetaleros que controlaban el crédito. Éstos, gracias al monopolio del dinero, pudieron imponer al resto de los agricultores tasas de interés tan altas que les permitían apropiarse si no de todo, por lo menos de buena parte de los excedentes generados en las pequeñas y grandes plantaciones de café. Cuando el productor se veía incapacitado para pagar sus deudas, el prestamista se apropiaba de sus tierras y, de esta forma, el proceso de concentración territorial se aceleraba.241 239

P. Alvarenga, Cultura y ética de la violencia. El Salvador 1880-1932, 2ª ed. CONCULTURA, San Salvador, DPI, San Salvador 2006, p. 42. 240 Ibídem, p. 43. 241 Ibídem, pp. 46-47.

100

En esta perspectiva, la generación de acciones de terror por parte de instituciones de gobierno fue una práctica usual que decantó en terrorismo de Estado. Alvarenga lo dice expresamente afirmando que fue “durante el gobierno zaldivariano la generalización del terror se había convertido en parte esencial del proceso de dominación. A través de la aplicación recurrente de la tortura, quienes detentaban el poder del Estado procuraban crear un clima de temor que inhibiese a sus opositores. Fue en la época zaldivariana cuando tuvo inicio ese proceso de transición del terror al terrorismo de Estado.”242

Con estos sucesos lo que se muestra es que gran parte de la sociedad de finales del siglo diecinueve en El Salvador, buscaba independizarse y tomar distancia, superando el dominio de la religión y el oscurantismo al que ella conducía; una especie de sapere aude, ¡Atrévete a pensar! de la ilustración kantiana. Concretar la ilustración en estas tierras era bueno para la sociedad salvadoreña; no obstante, el método utilizado por las elites ilustradas salvadoreñas no fue el más adecuado ya que supuso el aniquilamiento de miles de indígenas, campesinos y obreros salvadoreños que para 1932, sufrieron la pesadilla, la persecución y la muerte a manos de un régimen que al final de cuentas se impuso sin discusión ni reparo.

Ahora bien, López Bernal, retomando este aspecto, fundamenta su postura yendo más atrás en el tiempo e incorpora a su análisis una nueva noción que fortalece el aporte intelectual en vistas a la construcción de la idea de nación salvadoreña como elemento ideológico aglutinador de las acciones del grupo de poder: No fue hasta que los liberales salvadoreños tomaron definitivamente el poder, a mediados de la década de 1870 y más específicamente en la década de 1880, que desde las esferas estatales y con el apoyo de destacados intelectuales se comenzó a esbozar un proyecto de nación, que si bien inició con muy buenos augurios, gracias al crecimiento de la economía, el fortalecimiento estatal y la relativa estabilidad política alcanzada, flaqueó en cuanto a lograr incorporar el grueso de la población. Además, los dirigentes liberales no fueron capaces de superar totalmente la

242

Ibídem, p. 58.

101 utopía unionista; hecho que en última instancia demostraba que no estaban plenamente convencidos de la viabilidad de El Salvador como nación.243

Como ya se ha dicho, la clase gobernante buscó desarticular un sistema agrario que venía funcionando desde la época colonial y que en buena medida, había garantizado a los indígenas el acceso a la tierra. A partir de entonces la tierra sería considerada un recurso que debía emplearse con la mayor eficacia y dedicarse de preferencia a los cultivos de exportación. Rafael Menjívar también ha estudiado este período y desde una perspectiva marxista, considera que las reformas liberales fueron claves en el proceso de acumulación originaria, ya que al mismo tiempo que permitieron que una reducida elite se apropiara de la tierra, también crearon una masa de trabajadores libres asalariados.244

En tal sentido, la comunidad indígena proporcionaba la única forma de articular un sistema sólido de lealtades y un discurso reivindicativo que difícilmente podía ser compatible con el proyecto dominante que buscaba precisamente trasladar las lealtades de todos los ciudadanos a la nación. Es decir, la relación comunidades indígenas y nación puede verse como la confrontación de dos proyectos hegemónicos mutuamente excluyentes, en tanto que se basaban en dos concepciones de la vida social con distintos valores.

Siguiendo con la perspectiva de López Bernal, para el pensamiento liberal, los indígenas debían renunciar a la comunidad indígena, lo que implicaba por ende, renunciar a su identidad e integrarse a la nación como individuos. La experiencia histórica demostraba que las pocas veces que los indígenas habían logrado defender sus intereses lo habían hecho por medio de la comunidad o instituciones ligadas a ella, por ejemplo, la cofradía. Por lo tanto, la oposición liberal a la comunidad indígena se debía no sólo a que la concebían como un obstáculo al progreso, sino a que también era percibida como un peligro por su capacidad para articular la resistencia de los indios al proyecto de dominación implícito en la nación.245

243

C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas, p.45-46. Rafael Menjívar, Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador. Citado por López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 46. 245 Cfr. C.G. López Bernal en Tradiciones Inventadas, pp.17-18. 244

102 Por tanto, a partir de la idea de la construcción del Estado y para que éste funcione eficientemente, por su misma lógica de funcionamiento; necesita del reclutamiento militar y de la recaudación de impuestos; necesita además, establecer vínculos directos entre los ciudadanos sometidos a su tutela y al centro de poder; por lo que el Estado debe crear mecanismos que permitan inculcar entre los ciudadanos sentimientos de obligación y lealtad hacia él. Es decir, que los vínculos tradicionales como aquellos relacionados con la religión, la etnia o la familia, deben ser desplazados y de ser posible anulados por una lealtad suprema hacia el Estado-nación.246

De ahí que el discurso nacionalista oficial, a partir del gobierno liberal trató de representar una comunidad política en la que al margen de las desigualdades y conflictos existentes, imponía la solidaridad forjada en torno de la lealtad nacional. Esta búsqueda de homogeneidad incluía la cuestión étnica y puede ser una de las razones para que se insistiera tanto en la necesidad del mestizaje, ya que en la noción de una sociedad mestiza podría diluirse mejor el tradicional antagonismo racial existente. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados para ocultar el conflicto étnico subyacente, incluso ya entrado el siglo XX, el levantamiento de 1932 evidenció la magnitud del problema.247

Los estudios de Aldo Lauria sugieren nuevas formas de interpretar el tema: señala que si bien en el campo hubo resistencia al proceso de extinción de ejidos y tierras comunales, también el gobierno logró la colaboración de miembros de los grupos subalternos para ejecutar tales proyectos. En esa relación de cooperación hubo individuos de esos grupos que lograron apropiarse de considerables extensiones de tierras despojando a sus vecinos o favoreciendo a unos en detrimento de otros. Esta situación vino a agravar conflictos ya existentes o dio pautas para el surgimiento de nuevas rivalidades. Las contradicciones al interior de las comunidades se agudizaron y la cohesión étnica se debilitó.248

Ahora bien, para el liberalismo político, los indígenas, su forma de tenencia de la tierra y sus valores culturales fueron vistos como el enemigo a vencer. De ahí que todo lo que presentaba rasgos del pasado fue visto como sinónimo de atraso o al menos de estancamiento. “La prisa por la reforma de la tierra y la impaciencia con que se decretó, 246

Ibídem, p. 20. Ibídem, p. 22. 248 Cfr. Lauria Santiago, Una república Agraria, p. 47. 247

103 impidieron que se tuviera en cuenta el carácter complejo del sistema que se destruía, y los problemas que creaba su destrucción.”249

López Bernal argumenta que una de las cuestiones que parece escapar en las consideraciones anteriores es preguntarse hasta qué punto el desarrollo económico y el modelo de sociedad que se buscaba, condicionaba a la vez las actitudes de los grupos dominantes hacia los indígenas. No era sólo una cuestión de racionalidad o de eficiencia económica. Hacia 1880 los referentes culturales de la elite económica e intelectual eran las naciones europeas. Se creía que había llegado el momento de incorporarse a una era de progreso y modernización y todo lo que no fuera acorde a ello debía ser rechazado. Por eso fue que la tierra era sólo una parte, aunque la más importante, de un proyecto de modernización que abarcaba otros campos de la vida social. Además de la significación económica que tuvo el cambio de régimen de tenencia de la tierra, la funcionalidad productiva de las tierras comunales y ejidales no fue considerada porque ellas eran vistas como muestra de un sistema arcaico que debía superarse. El interés de los cafetaleros por apoderarse de más tierras es innegable, pero como indica este autor, una revisión de los escritos de los impulsores y defensores de tales medidas indica que, al menos en algunos, estuvo presente la preocupación por la incorporación de los antiguos usuarios de esas tierras a un sistema más moderno y eficiente que condujera a su paulatina civilización.250

Algunas comunidades indígenas fueron las más grandes perdedoras en este proceso, no porque sus miembros hayan perdido sus fincas pre-existentes a manos de foráneos, sino porque se debilitó la base fundamental de cohesión comunal de manera abrupta o en los prolongados conflictos del período de 1880 a 1900. En su conjunto, la privatización debilitó los vínculos de solidaridad étnica al tiempo que la organización étnica se volvía cada vez más defensiva, elitista y jerárquica. Era de esperarse que los indígenas propietarios se distanciaran socialmente de los indígenas campesinos que perdieron acceso a la tierra y se convirtieron en trabajadores asalariados o arrendatarios. La propiedad individual de la tierra era también una fuerza centrífuga, en tanto los antiguos

249

H. Lindo, Los límites del poder en la era de Barrios, en Arturo Taracena y Jean Piel…compiladores. Citado por López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 145. 250 Cfr. C.G.López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 48.

104 ejidatarios y miembros de comunidades se encontraban en libertad de usar sus recursos sin aprobación del grupo.251

Por otra parte, uno de los factores que más contribuyó al desarrollo económico que el país alcanzó en las últimas dos décadas del siglo XIX es el hecho de que las diferencias ideológicas entre liberales y conservadores dejaron de ser determinantes en la vida política, producto de una confluencia de intereses económicos. Si bien el discurso conservador aún se hacía sentir, sobre todo cuando se tocaban los intereses eclesiásticos, no se cuestionaban las medidas gubernamentales orientadas al campo económico. “Centro América marcha por el sendero del progreso y de la libertad, sin embargo, los conservadores, desahogándose por medio del periodismo protestan contra este orden de cosas, contra el libre pensamiento, la libertad de culto, el matrimonio civil, la enseñanza laica y los demás principios y dogmas que constituyen el credo liberal. Ya es tarde: no se puede contener el torrente de las nuevas ideas.”252

5. El sistema agroexportador como base de la economía salvadoreña 1880-1932

5.1.

El sistema agroexportador

En la parte económica, la tendencia general para el período que se estudia es la importancia y énfasis que se da a la caficultura. Es a partir del desarrollo de una economía agroexportadora fundamentada en el café que El Salvador logró crear una base económica que le permitió ampliar y consolidar el aparato estatal y por ende iniciar un proyecto de nación. La importancia del café para el desarrollo de la sociedad salvadoreña es comúnmente aceptada, sin embargo, se han dado diferencias sobre aspectos más específicos. Inicialmente la extinción de las tierras comunales y los ejidos fue vista como producto inmediato de las reformas liberales de la década de 1880 y, desde esa perspectiva, se trató de establecer el total de la tierra afectada por la reforma.253

251

A. Lauria Santiago, Una República Agraria, pp. 343-344. Discurso que por encargo del Ejecutivo, pronunció el Dr. Darío González en el Salón de Recepciones del Palacio Nacional del Salvador (sic), el día 15 de septiembre de 1888. BUCA, Colecciones especiales, Documento manuscrito, MS-208. 253 Cfr. Ana Margarita Silva, El unionismo científico y los intelectuales en la vida política centroamericana, 1898-1921, Tesis doctoral; Colegio de México A.C. Centro de Estudios Históricos, México, D.F., 2005; p. 26. 252

105 De acuerdo a Lauria Santiago, “el crecimiento de la agricultura de exportación y la privatización de la tierra en el siglo XIX, y los inicios del XX no condujeron inevitablemente a la inmediata expropiación y proletarización de los campesinos.”254 Según él, en un primer momento la propiedad se dividió entre los antiguos usuarios de las tierras comunales y ejidales y es sólo hasta la década de 1920, cuando se puede hablar de una verdadera concentración de la propiedad, pero debida más bien a otros factores tales como división de la propiedad entre herederos, ventas o pérdidas por hipotecas vencidas, etc..255

Para finales del siglo XIX, la exportación del grano de oro (café), era una política estatal de mucha importancia. Al respecto López Bernal trae a colación el discurso presidencial de Rafael Gutiérrez en el acto de inauguración del ferrocarril de Acajutla: “Me asocio, señores á las alegrías de este pueblo generoso de la misma suerte que en días aciagos tuve la fortuna de compartir con él los azares y riesgos de la guerra; y hago votos porque esta obra, realizada bajo los auspicios de la paz y del trabajo abra una nueva era de prosperidades de todo género para este pueblo”.256

Cosa que fue mejorada sustancialmente con la introducción del ferrocarril y un complejo sistema de carreteras: El ferrocarril, los puertos y las carreteras permitieron la rápida circulación de los productos agrícolas, a la vez que incorporaban nuevos territorios a la dinámica productiva. Además, una vez que las regiones productivas más importantes del país contaron con servicios telegráficos y telefónicos, y que los municipios del interior fueron enlazados con las ciudades principales por medio del ferrocarril y las carreteras, el gobierno pudo al fin ejercer un efectivo control sobre los funcionarios municipales. La poca capacidad para hacer cumplir las disposiciones emanadas del poder central, agregado a la falta de personal idóneo, fueron las limitantes más serias que tuvieron los gobiernos en el pasado.

254

A. Lauria Santiago, Una república Agraria, p. 227. Cfr. Ibídem, pp. 228-235. 256 Diario Oficial, 10 de agosto de 1896, pp. 1273-1274; “Alocución dirigida por el ciudadano presidente de la República de El Salvador, General don Rafael A. Gutiérrez, en el acto de la inauguración del ferrocarril de Acajutla á Santa Ana, el día 28 de de julio de 1896”. Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas… Op. Cit., p. 57. 255

106 Por otra parte, el desarrollo de la infraestructura garantizó el control territorial y al mismo tiempo permitió que la población tomara conciencia del poder estatal y cada vez se hizo más difícil eludir su presencia.257

Zaldívar inició un largo período en el que la promoción y protección del sector cafetalero vino a ser la preocupación principal de los gobernantes. Ciertamente que desde hacía años se trataba de impulsar la caficultura, pero nunca antes se había elaborado una política sólida coherente encaminada a su fortalecimiento y expansión. Refiriéndose a dicho gobierno, Ítalo López Vallecillos afirma que “el origen y formación de la oligarquía cafetalera, necesariamente se halla en sus ocho años de administración.”258

Precisamente en la duración del gobierno de Zaldívar radica parte de su eficacia. Aunque en el Manifiesto inicial afirmaba que aceptaba transitoriamente la presidencia, su mandato se prolongó gracias a la oportuna promulgación de una nueva Constitución en 1880 y 1883. Como ya se ha dicho, esta administración destaca por el cambio del régimen de propiedad de la tierra, cabe señalar que tales medidas había iniciado a nivel municipal a fines de la década de 1870.

Ahora bien, el caso salvadoreño resulta particularmente interesante pues para la segunda década del siglo XX el país había alcanzado un considerable desarrollo económico gracias a la exportación del café. López Bernal afirma que en el campo político, los liberales habían logrado reglamentar toda actividad; si bien es cierto que no había desaparecido totalmente los intentos de golpe de Estado y los antagonismos caudillistas, estos fenómenos no lograban alterar significativamente el orden constitucional. Poco a poco los gobernantes habían ido incorporando a las masas urbanas y rurales a la práctica eleccionaria, al grado que para 1920 la participación política era realmente considerable. Obreros, campesinos e incluso indígenas se incorporaban decididamente a las gestas electorales y las tomaban muy en serio, hasta llegar a enfrentarse violentamente entre

257

C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas., p. 60. El texto dice: “El origen, la formación de la oligarquía cafetalera, necesariamente habrá de hallarse en sus ocho años de administración. Sin olvidar, desde luego, que algunas familias, más propiamente desde José María Cornejo, y Francisco Dueñas habían ya acaparado las tierras y tenían en sus poder los medios de producción, explotando a la población indígena en la parte occidental del país; la población media tenía que vivir a costa de los cultivos de añil, del cacao y del café.” Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1987, p. 116. 258

107 ellos cuando el caso era llegado.259 Ya para esa época, los liberales habían creado fuertes vínculos con los artesanos y éstos eran parte importante en las actividades promovidas por los gobiernos de turno.260

5.2.

El aporte del sistema agroexportador a la construcción del Estado salvadoreño

La construcción del Estado salvadoreño recibió, en la época que se estudia, un impulso importante gracias al sistema político organizado por los liberales durante este tiempo. Este impulso fue sistemático y orientado; a veces cobraba fuerzas y en ocasiones parecía desfallecer. López Bernal, afirma que “los liberales que gobernaron El Salvador entre 1876 y 1932, y los intelectuales vinculados con ellos, trataron de construir la nación salvadoreña e inculcar entre la población un sentido de pertenencia a esa comunidad política. Este proceso de ningún modo fue lineal y unívoco; estuvo lleno de tropiezos, ambigüedades y contradicciones.”261 Quien inicialmente estructura el cambio político en esta época fue el presidente Zaldívar. La política central de su gobierno fue el decidido apoyo al sector cafetalero cuya manifestación más evidente fue la abolición de las tierras comunales y ejidales (1881-1882). En realidad, la privatización de la tierra formaba parte de un programa más amplio que buscaba un reordenamiento de los recursos necesarios para el desarrollo de la economía por medio de la caficultura. Según Arturo Taracena, continúa López Bernal, este reordenamiento implicaba además de la propiedad de la tierra, el acceso a mano de obra, reforma y fortalecimiento del aparato estatal y el sometimiento de los centros regionales de poder a la hegemonía capital.262

La idea de patria y nación era algo nuevo; López Bernal afirma que: Los próceres centroamericanos no se refirieron nunca a una identidad cultural propia –salvo en el orden de la dimensión geográfica– para justificar sus aspiraciones de crear una nación, sino utilizaron ciertos elementos heredados del republicanismo francés. Estos elementos fueron la soberanía del pueblo, la igualdad ciudadana, la libertad de imprenta y la seguridad individual y de propiedad. Sin embargo, la igualdad ciudadana 259

Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas., p. 144. Ibídem, p. 56. 261 Ibídem, p. 9. 262 Ibídem, pp. 9-10. 260

108 era relativa. En realidad, la práctica política fue restringida por los mecanismos de elección indirecta en los que la condición económica fue determinante para el ejercicio de los derechos ciudadanos.263

En el estudio de la construcción de la nación salvadoreña debe considerarse el café no sólo en términos de lo que significó económica y políticamente, sino como un vínculo con otras sociedades, con las cuales aquellos que más se beneficiaron de su cultivo estuvieron culturalmente relacionados. De ahí que se pueda afirmar que el café estuvo estrechamente relacionado con la modernización y el progreso del país, pero a un alto costo social, que en general fue pagado por los sectores que menos beneficios recibieron de la caficultura. No obstante a través del tiempo las interpretaciones sobre este punto han variado significativamente. Así, el discurso liberal exaltó el café como promotor del progreso, la modernización y el desarrollo. Y su proyecto de nación estuvo relacionado con el crecimiento de las exportaciones.

Contrario al discurso liberal de progreso y modernización, Masferrer enfiló su reflexión crítica en contra del monocultivo y en contra de la poca o nula distribución de la riqueza que las exportaciones del grano de oro generaba para la elite salvadoreña. 264

También Rafael Menjívar concluyó que en El Salvador la acumulación primitiva de capital se produjo en el período de la expansión cafetalera. Los terratenientes no sólo expulsaron a los campesinos de sus tierras, sino que dadas las características de las relaciones laborales sobreexplotadoras impuestas, necesitaron construir un aparato represivo que garantizara la continuidad del sistema.265

En general las características del modelo económico y las relaciones laborales por él generadas influyeron para que en El Salvador se desarrollara un sistema político basado en el autoritarismo y la represión. Se acepta que a partir de 1911, los gobiernos de turno, fueron abriendo espacios a una mayor participación política y organizativa de las clases subalternas, gracias al esfuerzo y lucha que estos sectores fueron demostrando con lo que se fueron abriendo paso a fuerza de lucha y organización cada vez más eficiente.

263

Ibídem, p. 16. Esto puede verse en los distintos editoriales de Patria durante 1928-1929. 265 R. Menjívar, Acumulación originaria del capital, pp. 18-36. 264

109 En El Salvador las relaciones sociales se han caracterizado por contener alto porcentaje de conflictividad. Sin embargo, por muy autoritario y represivo que sea un sistema de gobierno no puede mantenerse apoyándose únicamente en la fuerza. Las clases dominantes salvadoreñas, gracias a su control del Estado, impusieron drásticas transformaciones sociales como la reforma al sistema de tenencia de la tierra que, generalmente se dice, fueron rechazadas por la mayor parte del campesinado;266 de tal manera que el malestar llegó a niveles de provocar convulsión social y manifestaciones populares violentas que terminaron con destrucción y muerte.

Aun cuando el sistema político salvadoreño ha sido tradicionalmente autoritario, también ha necesitado de una base social que de algún modo le dé legitimidad. Tal situación ha tenido al menos dos consecuencias: Por una parte el sector dominante logró captar el apoyo de importantes elementos de los sectores subordinados, pero además, en el marco de estas limitadas aperturas, se desarrolló y fortaleció una oposición más o menos organizada que posteriormente daría lugar a movimientos políticos con mayor autonomía. Es decir, la cooptación de sectores subalternos, en tanto que conlleva un mínimo de apertura y flexibilidad, implica un riesgo, ya que al amparo de dicha apertura pueden desarrollarse formas de oposición política y movimientos sociales más consistentes.267

López Bernal coincide con Thomas Anderson, cuando afirma que en El Salvador el sector obrero-artesanal inició su desarrollo bajo la mirada atenta de los detentadores del poder, quienes lo consideraron como uno de los grupos sociales idóneos para asimilar su propuesta ideológica. Los liberales trataron de introducir y reproducir en los trabajadores el espíritu positivista que resaltaba las virtudes del trabajo, el orden y la moralización por medio de la educación. A pesar de que numéricamente la clase obrera era pequeña en relación con la población total, sus características como grupo subalterno de avanzada permitieron que se le considerara como portadora de un potencial muy prometedor para “bajar” la identidad nacional al grueso de la población salvadoreña.

Cabe señalar que si bien la ideología liberal permeó a artesanos y obreros, esto no significa que fuera totalmente asimilada. Estos grupos situados en una posición subordinada, pero no necesariamente pasiva, fueron poco a poco desarrollando 266

Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 31. Cfr. T. Anderson, El Salvador, los sucesos de 1932, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, 2ª Edición, 1982 pp. 39-40. 267

110 alternativas de resistencia y oposición. El crecimiento del sector obrero que tuvo lugar en las primeras dos décadas del siglo XX, hizo que los gobernantes abrieran espacios que buscaban darle mayor base social y legitimación al sistema político. En tales circunstancias se permitió e incluso se promovió la organización obrero-artesanal, pero tratando siempre de mantener controlado su desarrollo en función de los intereses del sector dominante. Sin embargo, el movimiento obrero adquirió tal dinamismo que desbordó los espacios otorgados logrando significativos niveles de autonomía.268

A lo largo de la década de 1920, las luchas y la progresiva radicalización de las organizaciones obreras y campesinas evidencian el alto grado de desigualdad económica y social que el modelo económico basado en la caficultura había generado en El Salvador, así como la intransigencia de los sectores dominantes, lo cual condujo inevitablemente a la polarización política. Incluso entre el sector intelectual que años antes estaba bien identificado con el proyecto liberal y sus visiones de progreso, surgieron voces que cuestionaban y denunciaban la explotación y marginación que tal modelo de desarrollo generaba. Es aquí donde se enmarca la crítica que Masferrer ejecuta contra el sistema; sobre todo, en sus obras fundamentales como ¿Qué debemos Saber? Cartas a un obrero; el Minimum Vital; El Dinero Maldito y sobre todo, Patria.

En 1924 se fundó la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS), mejor conocida como la “Regional”. Su trabajo vino a complicar el panorama político y social; por primera vez los trabajadores fueron capaces de lograr niveles de autonomía política que les permitieron cuestionar seriamente la hegemonía liberal. La realidad política y social del país y la influencia de nuevas corrientes ideológicas como el anarquismo y el comunismo y los ecos de las revoluciones mexicanas y bolchevique, condujeron a la radicalización del movimiento obrero; situación que se complicó aún más cuando éste llevó la inquietud de la organización a los trabajadores del campo, donde estaban los más importantes intereses del capital.269

El periodo entre 1927 y 1931 se caracterizó por una apertura democrática que permitió la realización de elecciones presidenciales, en un clima de inusual libertad y respeto a la voluntad popular. Sin embargo, la magnitud de los problemas socio-económicos del país, 268

Cfr. Ibídem, pp. 39-61; R. Dalton, Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador, Editorial Universitaria Centroamericana, 1ª Edición, EDUCA, 1972, pp. 229-367. 269 Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, Op. Cit., pp. 112-177; T. Anderson, Op. Cit., pp. 39-63.

111 agravados al extremo por la caída de los precios internacionales del café y la incapacidad del gobierno de Arturo Araujo para ejecutar las medidas pertinentes, elevó las contradicciones sociales a tal punto que llevó a las masas a tomar el camino de la violencia, buscando cambiar sus miserables condiciones de vida.270

En esta línea, López Bernal afirma que se buscaba hacer sacrificios por la patria y fortalecer aun en medio de la crisis la idea de nacionalismo: Así el patriotismo es concebido como una actitud de lealtad que se tiene con la patria, definida como una entidad territorial que merece defensa, apoyo y respeto. El nacionalismo es entendido como un proceso que combina simultáneamente la construcción de la nación y del Estado, y que conlleva la “nacionalización” de la población. El nacionalismo busca moldear ciudadanos patrióticos y obedientes sometidos a la tutela de un Estado.271

5.3.

La dinastía de los Meléndez-Quiñónez

Se denomina “Dinastía Meléndez-Quiñónez”, a una serie de periodos presidenciales ejercidos en El Salvador por miembros de una familia acaudalada. Este periodo inicia con la presidencia de Carlos Meléndez en 1913 y termina propiamente con la administración de Alfonso Quiñónez Molina en 1927.

Una de las características de la dinastía Meléndez-Quiñónez fue el involucramiento de los sectores obreros en la actividad política, con lo cual buscaba una base social que legitimara su prolongada estadía en el poder. Sin embargo, no pudo evitar que la

270

Cfr. P. Alvarenga, Cultura y ética de la violencia, El Salvador 1880-1932, Dirección de Publicaciones e Impresos, CONCULTURA, San Salvador, 2006. Véase también Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria Santiago, 1932, Rebelión en la oscuridad, Revolución, represión y memoria en El salvador, Museo de la Palabra y la Imagen, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador (sin año de edición). Otro trabajo de gran importancia es el elaborado por Aldo Lauria Santiago: Una República Agraria, Los campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX, CONCULTURA, DPI, San Salvador, 2003. Véase también de Víctor Hugo Acuña Ortega: Historia General de Centroamérica, Las Repúblicas Agroexportadoras (1870-1945), Tomo IV, FLACSO, San José, 1994; Everett Alan Wilson, La Crisis de la integración nacional en El Salvador, 1919-1935, CONCULTURA, San Salvador, 2004. 271 López Bernal, Tradiciones Inventadas… Op. Cit., pp. 15-16.

112 oposición también atrajera a un considerable número de ellos. Puede afirmarse que fue en estos años que la política salvadoreña llegó a ser un asunto de masas.272

En esta perspectiva, la fundación de la FRTS, marca el inicio de una etapa muy importante en la historia de la organización laboral en El Salvador, debido a que fue bajo su conducción que se llevó a cabo el proceso de radicalización ideológica y política que al final desembocó en los trágicos sucesos de 1932. La FRTS vino a evidenciar las limitantes que subyacían en los proyectos de cooptación de los trabajadores impulsados por la dinastía Meléndez-Quiñónez. Las crecientes demandas de las organizaciones laborales, tanto en el campo puramente laboral como en lo político, obligaron a los gobernantes al cierre de los espacios y al aumento de la represión. Sin embargo, estas medidas no fueron suficientes para detener la organización de los trabajadores y más bien los empujaron a cambiar sus pautas de acción orientándose hacia la sindicalización.273

Durante la dinastía Meléndez-Quiñónez se organizó un grupo paramilitar denominado Ligas Rojas, cuyo objetivo era ser grupo de choque que hacía el trabajo sucio de torturas y asesinatos selectivos que mantuvo en el poder al grupo oligárquico.274

En el campo social, si bien para esos años ya era evidente la creciente marginación y empobrecimiento de los sectores más desprotegidos, principalmente en el área rural donde en forma sostenida y radical el café iba desplazando a los cultivos de subsistencia y las parcelas de los pequeños propietarios iban siendo absorbidas por las grandes propiedades; en general, la situación aún era sostenible. Sin embargo, a pesar de que el panorama salvadoreño no parecía ser tormentoso, la prolongada estadía en el gobierno de la Dinastía Meléndez-Quiñónez había motivado el crecimiento de sentimientos antagónicos hacia ellos.275

Por otro lado, en el medio urbano existía conciencia de que los Meléndez-Quiñónez permanecían en el poder gracias a su habilidad política pero, sobre todo, por la represión

272

Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 184-185. Ibídem, p. 191. 274 Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 196-207; T. Anderson, El Salvador…, Op. Cit., pp. 39-63. 275 Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 145. 273

113 de la oposición por medio de los cuerpos de seguridad, el ejército y las Ligas Rojas.276 Las farsas electorales que se montaban dejaban muy pocas posibilidades para los opositores. Miguel Mármol, al referirse a las elecciones de 1918 dice que “el apaleo y el destierro fueron las armas principales que prepararon el resultado de las urnas. Pero hubo también muertos y heridos y presos y torturados.”277 De modo que cuando en El Salvador se tuvo conocimiento de los esfuerzos que en Guatemala se hacían para derrocar al dictador Estrada Cabrera, en los círculos opositores comenzó a germinar la idea de que algo parecido podría hacerse en el país para eliminar a los Meléndez-Quiñónez. Esta tarea de ningún modo era fácil; aparte de que los gobernantes contaban con un aparato represivo muy eficiente también tenían el apoyo de sus partidarios, especialmente de los violentos grupos de las Ligas Rojas. Esta situación pudo incidir para que los opositores decidieran disfrazar los objetivos revolucionarios combinándolos con las iniciativas unionistas.278

6. La Masacre de 1932

Con la masacre de indígenas y campesinos de 1932 El Salvador cerraba una de las etapas más violentas de su historia. El impacto de este hecho aún se sigue estudiando y sus repercusiones son de gran trascendencia para la sociedad salvadoreña, de tal manera que para algunos estudiosos, las cicatrices de ese hecho aún marcan el modo de ser de los salvadoreños en el siglo XXI.

6.1.

El contexto internacional

Es importante tener en cuenta el contexto internacional de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. En este marco, hay que reconocer que la guerra hispano estadounidense sucedida en 1898, marcó un hito en la política internacional. Los resultados de esta guerra ubicaron a Estados Unidos como potencia internacional de primer orden y constituyó una concreción esperada y programada por la doctrina

276

Miguel Mármol, señala que “Fue en los tiempos de la Dinastía Meléndez-Quiñónez que el gobierno imprimió a la Guardia Nacional el carácter de cuerpo represivo de las actividades políticas, terrorista y criminal.” Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, Op. Cit., p. 60 277 Ibídem, p. 60. 278 Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 145.

114 Monroe,279 que tenía ya para antes de sucedida dicha guerra efectos internacionales. En esta perspectiva, Centroamérica se había convertido en parte importante para los intereses geopolíticos de Estados Unidos como potencia internacional. Cinco años más tarde, en 1903, la potencia norteamericana hace que Panamá se independice de Colombia y pocos años más tarde inicia la construcción del canal interoceánico. No obstante esto, resulta iluminador que en el contexto internacional, la guerra hispanoamericana de 1898 y los demás hechos intervencionistas de la política internacional estadounidense desarrollarán también efectos contrarios y antiimperialistas en el espíritu de la sociedad civil centroamericana y la salvadoreña. Como sostiene Mónica Quijada: La guerra entre España y Estados Unidos en 1898 estableció un nuevo orden internacional caracterizado por la expansión imperialista de Estados Unidos, especialmente en el Caribe y en Centroamérica. Luego de este conflicto fue clara la posición de Estados Unidos como potencia de primer rango en la escena mundial. Como han señalado varios autores, el 98 también fue el umbral de una reacción ideológica contra el expansionismo estadounidense y un momento caracterizado por la manifestación de opiniones encontradas sobre España.280

En este sentido, adquiere gran importancia la educación superior universitaria puesta en el contexto de las reformas de la política interna centroamericana y salvadoreña. Las reformas impulsadas por los liberales en Centroamérica se caracterizaron por visualizar la educación como promotora del progreso y de la modernización. En consecuencia, en las capitales centroamericanas se expandieron las oportunidades educativas. En ese marco, la universidad vino a ser una institución clásica de los sectores intelectuales donde asistían los hijos de profesionales, medianos comerciantes y terratenientes provincianos, quienes anhelaban un futuro mejor para sus hijos pero que no podían costear estudios en universidades europeas. De acuerdo con Woodward, la educación universitaria aceleró 279

La Doctrina Monroe postulaba el llamado de Estados Unidos a cumplir una misión civilizadora en el hemisferio occidental y justificaba su derecho de intervenir en otros países cuando se presentaran problemas que pusieran en peligro sus intereses (Cfr. George Black: The Good Neighbor: How to the U.S. Wrote the History of Central American and the Caribbean, Pantheon Books, New York, 1988. Cfr. Silva H., Ana Margarita, El unionismo científico y los intelectuales en la vida política centroamericana 1898-1921, Colegio de México A.C. Centro de Estudios Históricos, México, D.F., 2005. p. 54. 280 Cfr. Mónica Quijada, El 98 en la construcción nacional de Argentina; en El 98 Iberoamericano; Madrid, 1998, pp. 173-186. Citado por Ana Margarita Silva en su tesis doctoral, El unionismo científico y los intelectuales… Op. Cit., p. 85.

115 las expectativas de los sectores medios, proveyó información actualizada sobre el devenir mundial y despertó en los estudiantes un espíritu crítico hacia el autoritarismo imperante. De esa manera, las universidades vinieron a ser espacios contestatarios donde existían condiciones propicias para la formación de movimientos estudiantiles de crecientes proyecciones políticas.281

En esta línea, cabe traer a cuenta la opinión que para finales del siglo XIX tenían los intelectuales salvadoreños en cuanto al papel que debía jugar la Universidad de El Salvador en la sociedad salvadoreña. Al respecto, Miguel A. Durán, al escribir la historia de la Universidad nos recuerda ese acontecimiento de la siguiente manera: Al momento que nuestra Universidad ha llegado en su vida, su envoltura claustral está por dejarla libre completamente de la influencia clerical, de la Teología y del Dogma. En lo sucesivo, la Universidad debería seguir por el cauce científico, optando por un criterio más depurado y más de acuerdo con las nuevas formas de vida; con las nuevas exigencias del momento, que requerirá una más efectiva intervención en las actividades vitales de la Nación. En este momento, creemos nosotros, o sea en 1876, a la llegada del Dr. Zaldívar al Poder, desaparecer la Universidad Claustral y empieza un nueva fase. Verdad es que aún encontramos en ella la Facultad de Teología, pero ese hecho sólo constituye los últimos resplandores de un astro que declina. En lo sucesivo vendría la nueva estructura universitaria con sus fuertes empujes, a renovarlo todo: planes de estudio, métodos educacionales, etc., y a imponer más y mejor experimentación e investigación. En fin, hasta la manera de celebrar la apertura de clases había cambiado: ya no se harían con el morboso aparato aquél de la asistencia de todos los poderes estatales rodeado de clérigos y clásicos Te Deums previos. Pero la Universidad Científica no debía vivir, para desgracia de la cultura patria, desvinculada de la política militante; tuvo siempre, durante todos los tiempos: hoy, antes de hoy y después de hoy, que sufrir o gozar según el temperamento del nuevo estado de cosas. Y con frecuencia resonaron en

281

Cfr. Woodward, pp. 209-210; citado por Margarita Silva en su tesis doctoral, Op. Cit., p. 91.

116 su oído músicas tan caprichosas y aciagas, que le hicieron danzar danzas trágicas.282

Esto demuestra que tanto el contexto nacional como internacional había cambiado de forma radical. El cambio fue de carácter estructural; lo cual implicó un cambio en el sistema de comercio internacional, en el cual El Salvador debía incorporarse de una forma distinta. Esta era la oportunidad para la cual El Salvador se estaba preparando tanto y había cambiado su sistema social, político y económico a finales del siglo XIX.

6.2.

Antecedentes de la masacre

Para identificar los antecedentes de los hechos de 1932, hay que reconocer que estos hechos son “el resultado de una larga cadena de sucesos acaecidos dentro del país como fuera de él. Además, se distingue por ser el primer movimiento revolucionario latinoamericano en el cual desempeñaron el papel más importante hombres considerados como comunistas internacionales. Por lo tanto, señala el comienzo de una fase nueva y significativa en la historia de la región. La época de las ideologías había llegado a América Latina.”283

El crecimiento demográfico en El Salvador, la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York y la caída de las exportaciones en la década de 1930, agudizaron las tendencias estructurales heredadas de la década anterior; así como la baja de los ingresos, la escasez de tierras y la dependencia. Un creciente número de campesinos pobres sin tierras tenía que depender ahora de otros propietarios para acceder a la tierra y los salarios, pero esto se volvió cada vez más difícil a medida que se estancaba la economía de exportación, aumentaba el desempleo y bajaban los salarios. Durante esta década, el número de arrendatarios y colonos en fincas y haciendas aumentó de forma dramática. Sin embargo, gracias a que la producción de café se estabilizó, estos problemas económicos tuvieron poco que ver con el grano sino con patrones agrarios más amplios. Al respecto, Gould y Lauria Santiago, afirman que:

282

Miguel A. Durán, Historia de la Universidad, 1841-1930, Editorial Universitaria, 2ª ed., San Salvador, 1975; pp. 122-123. 283 T. Anderson, Op. Cit., p. 10.

117 Cuando comenzó el deterioro de los precios del café a finales de 1927, los propietarios hicieron recortes en los gastos en efectivo, y eventualmente convirtieron a los colonos en una fuerza laboral cautiva: bajo condiciones de vida miserables, se los forzó a trabajar más para tener acceso a la tierra, pero sin ninguno de los habituales beneficios en términos de salarios estables. Las condiciones de la tenencia de la tierra cambiaron en los años 1920´s, afectando en particular a los colonos. Los propietarios obligaron a todos los inquilinos a pagar por adelantado el terraje (renta), obligándolos a asumir todo el riesgo. El crítico social Alberto Masferrer expresó esta crítica del nuevo sistema que involucraba tanto a colonos como a pequeños propietarios.284

Con una situación social en franco deterioro aunada a la creciente radicalización de las masas llegó el momento de convocar a elecciones. Al respecto, López Bernal afirma que Romero Bosque rompió con la tradición de sus predecesores de nombrar de antemano su sucesor, quien actuando como “candidato oficial” se aseguraba el “triunfo” en los comicios. Una vez que se hizo claro que Romero Bosque no tenía intenciones de nombrar su sucesor, el país se encontró con la paradójica situación de que no existían partidos políticos organizados. Sin embargo, rápidamente se formaron seis partidos que, en realidad eran agrupaciones creadas alrededor de un caudillo más o menos reconocido.285

A pesar de que para los trabajadores organizados Araujo distaba mucho de ser el candidato ideal y que aún la FRTS expresó públicamente que no apoyaría ninguna candidatura, muchos obreros y campesinos atraídos por la propaganda vitalista del laborismo, terminaron votando por Araujo. Parte importante para lograr este apoyo fue la cuestión agraria. “Recinos, quien perteneció al partido Comunista… al amparo de la campaña presidencial de 1930-1931, y bajo las banderas del laborismo, hizo al campesinado promesas de reparto de tierras que Araujo no tenía idea de cumplir… Por su parte, Alberto Masferrer no estuvo muy a la zaga de Recinos en cuanto a promesas a las 284

J.F. Gould, Et. Al., 1932, Rebelión en la Oscuridad; Op. Cit., pp. 56-57. Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 214. Anderson afirma que entre los partidos formados para estas elecciones se encontraban: El de Miguel Tomás Molina, denominado Partido Reformador. El de Enrique Córdova, denominado Partido Nacional Evolucionista. El de Quiñónez Molina, denominado Partido Constitucionalista. El de Maximiliano Hernández Martínez, denominado Pro-Patria. El de Arturo Araujo, denominado Partido Laborista y El Partido Oficialista de Alberto Gómez Zárate. Cfr. Anderson, El Salvador, pp. 67-70. Esta misma lista de partidos es presentada por Alberto Peña Kampy en su libro El general Martínez un patriarcal presidente dictador, Tipografía Ramírez, San Salvador, 1972, pp. 20-21. 285

118 masas populares y la divulgación de la ideología mínimumvitalista. Sin embargo, cuando Araujo, ya ganador de las elecciones, presentó su “Plan de Trabajo” nada dijo sobre el problema agrario, a pesar de que buena parte de su triunfo lo debía a la crítica y denuncia que desde hacía tiempo venía realizando Masferrer.286

Como antecedente, es importante hacer mención que muchos colonos salvadoreños en el occidente mantuvieron relaciones de lealtad y de sumisión a su patrón a través de lo peor de la crisis económica y de la movilización de masas. No obstante, miles de otros colonos rompieron con la relación dinámica tradicional con el patrón y se aliaron con aquellos trabajadores del pueblo con quienes a menudo habían mantenido relaciones antagónicas. La reciente formación de grandes sectores de esta clase, combinada con el rápido deterioro de los salarios y de las condiciones de vida, fueron los principales factores en el anómalo desarrollo político y social de los colonos del occidente salvadoreño.287

Ahora bien, la respuesta de los hacendados a la crisis sólo exacerbó los problemas para los pobres de las zonas rurales; además de los apremiantes problemas de salarios por debajo de la subsistencia, injustas condiciones de trabajo y la creciente pérdida de tierra, los salvadoreños también enfrentaron una escasez de alimento. Las fuerzas del mercado, las limitadas tierras para cultivo y las condiciones naturales hicieron al país vulnerable a crisis alimentarias periódicas que incrementaron los precios y trajeron privaciones a quienes no podían cultivar su propio alimento, mientras creaban oportunidades para el enriquecimiento imprevisto de los productores y comerciantes a gran escala.288

6.3.

Desarrollo y significado del hecho para la historia salvadoreña

Thomas Anderson casi en forma poética inicia su versión de los hechos políticos y sociales de una de las masacres más espantosas sucedidas en América Latina.289 Browning, por su parte, refiriéndose a los mismos acontecimientos de enero de 1932 afirma que:

286

Cfr. Ibídem, p. 217. Cfr. J.F.Gould, 1932, Rebelión, pp. 57-58. 288 Ibídem, p. 60. 289 Cfr. T. Anderson, El Salvador, pp. 9-10. 287

119 El asesinato de algunos terratenientes residentes en sus propiedades, las demandas revolucionarias de los rebeldes, el gran número de los campesinos alzados, y el hecho de que la marcha fuese detenida sólo a unas pocas millas de la capital, no le dejó duda al gobierno acerca de los problemas de la estructura agraria nueva, introducida tan recientemente o acerca del profundo descontento que existía entre la población rural.290 La rebelión inició la noche del 22 de enero de 1932; “esa noche, y antes de amanecer el día veintitrés, entre 5,000 y 7,000 insurgentes atacaron los cuarteles militares en las cabeceras departamentales de Ahuachapán, Santa Tecla y La Libertad, y tomaron el control de varias sedes municipales en el centro y occidente de El Salvador.”291

Esta rebelión en tanto hecho vino a evidenciar la crisis del liberalismo salvadoreño el cual se mostró incapaz de manejar las contradicciones acumuladas, de las cuales, la depresión económica vino a ser el detonante. El sistema liberal hizo crisis por la acumulación de varias circunstancias que ya se han señalado, pero de ellas la que más destaca es su incapacidad de armonizar con los cambios políticos operados entre las clases subalternas en el ambiente de apertura política reducido durante el periodo de gobierno de Pío Romero Bosque. En este lapso, el cambio social llegó a ser el tema dominante y sobre él se pronunciaron diversos sectores de los grupos subalternos. No obstante, Romero Bosque, como representante de los intereses de las clases dominantes, no fue más allá de medidas paliativas que en lugar de disminuir las demandas populares, las aumentaron, principalmente por la exclusión de los trabajadores del campo.292

Las demandas para fortalecer la conciencia nacional no se hicieron esperar e incluso surgieron organizaciones cuyo fin primordial era promover el pensamiento nacionalista y si bien es cierto que pocas de ellas perduraron el anticomunismo se afianzó como parte importante del discurso nacionalista. La sociedad salvadoreña alcanzó una forzosa homogeneidad ideológica debido al radical autoritarismo que caracterizó a la gestión presidencia de Martínez. Cualquier espacio para la disensión ideológica fue suprimido y

290

D. Browning, D., El Salvador, p. 443. J.F. Gould,Op. Cit., pp. 229-230. 292 Cfr. CG. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 221. 291

120 el rígido control de la actividad política hizo muy difícil la construcción de un discurso alternativo.293

Inmediatamente después de que el levantamiento fue controlado se comenzó a construir la leyenda negra del comunismo salvadoreño, por medio de la cual se justificó la drasticidad de la represión. Las víctimas de este discurso fueron los indígenas salvadoreños. Como afirma López Bernal: En los días posteriores a la insurrección se dio rienda suelta al racismo acumulado por décadas, dejando ver la magnitud del conflicto étnico subyacente en la sociedad salvadoreña. Pero, poco tiempo después, quizá al abrigo de la reflexión, se cayó en la cuenta de que lograr la “reconstrucción nacional” sería muy difícil perpetuando la estigmatización del indio. Entonces se construyó la imagen del “indio engañado” por los comunistas, la cual creaba un espacio funcionalmente aceptable, tanto para los vencedores, como para los vencidos. A los primeros les permitía eludir su responsabilidad histórica, al desviar la atención de los agudos problemas sociales que habían sido determinados para que los desesperados campesinos e indígenas optaran por la lucha armada. A los últimos, les dio la posibilidad de reincorporarse a la sociedad, después de haber recibido el “castigo” al que se hicieron acreedores por querer mejorar sus condiciones de vida. El tono paternalista usado por el dictador Maximiliano Hernández Martínez calza exactamente con esta imagen.294

Por otra parte, es importante caer en la cuenta de que aunque las posibilidades de triunfo de la insurrección eran mínimas, ésta se produjo en enero de 1932, afectando en mayor grado la zona occidental de país que era importante centro cafetalero. La reacción del gobierno no se hizo esperar y la revuelta fue rápidamente controlada por el ejército. De este modo, el levantamiento comunista vino a ser la culminación de un proceso iniciado durante las últimas dos décadas del siglo XIX en el cual tuvo mucho que ver la situación de pobreza y marginación que el proyecto liberal había generado para los campesinos y jornaleros, así como el conflicto étnico subyacente en la sociedad salvadoreña. Como afirma Anderson, 293 294

Ibídem, p. 266. Ibídem, p. 269.

121 Por supuesto que la rebelión de 1932 provocó una fuerte reacción contra la cultura indígena. Hubo una notable disminución en el número de personas que portaban indumentaria indígena, seguían sus costumbres o hablaban su dialecto. Esto se debió en gran parte a la inmensa matanza, pero a medida que pasó el tiempo el principal estímulo del cambio parece que fue el deseo de desembarazarse de algunas características de un grupo despreciado entre la población. Como me dijo uno de ellos, un indígena salvadoreño dejaba de serlo con sólo desplazarse unos cuantos kilómetros, cambiar el refajo de su mujer por un vestido occidental, y preocuparse por hablar aceptablemente el español.295

La obra de Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria Santiago: 1932, Rebelión en la oscuridad, muestra que la culpabilidad que los oficialistas imputan a Masferrer sobre su responsabilidad de la masacre de 1932, es una acusación sin fundamento y carente de sentido de realidad; ya que es imposible que un solo hombre logre ejecutar una infinidad de elementos condicionantes sine qua non el levantamiento campesino no podría llevarse a cabo.

Haciendo una síntesis de los acontecimientos, Anderson afirma que de hecho las causas fundamentales de la rebelión se descubren con más facilidad que los motivos exactos que la produjeron en el momento en que ocurrió. Las causas subyacentes incluyen el profundo antagonismo existente entre los campesinos y los terratenientes, pocas veces notado por los ricos a las actitudes simuladas de los primeros. También había un problema racial definido en la zona de Sonsonate donde chocaban las culturas ladina e indígena. Por más que se insista en la homogeneidad de la raza salvadoreña no se puede encubrir el hecho de que los indígenas se sentían diferentes. A estas causas sociales fundamentales se agregaron otras de tipo económico: el monocultivo y el colapso en la gran depresión económica de 1929. Una causa política era la tradición dictatorial y de incompetencia gubernamental que le había dificultado a la gente de El Salvador seguir una vida política normal. Todos estos elementos fueron básicos para la rebelión del 22 de enero de 1932.296

295 296

T. Anderson, El Salvador, p. 31. Cfr. Ibídem, p. 131.

122 7. Contexto filosófico

Hasta ahora nos hemos preocupado por analizar el contexto histórico de la época en que vivió Masferrer, pero para tener una lectura más apropiada de la figura y obra de este pensador hace falta analizar las corrientes filosóficas de la época, cosa que ahora nos ocupa.

7.1.

El positivismo en El Salvador

El positivismo fue la corriente filosófica que más presencia tuvo en la conciencia intelectual de finales del siglo XIX y principios del siglo XX en El Salvador. El estudio de autores como John Locke, Augusto Comte, Herbert Spencer, John Stuart Mill y otros, proporcionó a grupos intelectuales centroamericanos los fundamentos y los principios para la elaboración de una cultura de mayor calado científico en estas latitudes.297

No fue sino hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX que tuvo presencia el Marxismo; o sea alrededor de los años veinte cuando la revolución rusa ya estuvo consolidada y se convirtió en un poder con clara presencia en el mundo.298

Para algunos autores, el liberalismo como sistema intelectual era demasiado abstracto y erudito para ser asimilado por el grueso de la población, por lo que debió ser combinado con otros elementos culturales entre los cuales el nacionalismo como elemento ideológico resultó ser el más compatible con los sectores populares. De acuerdo a López Bernal, la combinación de liberalismo y nacionalismo es vista como el discurso predominante, pero entendido como la confluencia de distintos tipos de discursos que se complementan. Así el liberalismo es considerado como un cuerpo teórico que legitima el proyecto reformador y modernizante de las oligarquías locales y el nacionalismo como el discurso autóctono por medio del cual, el liberalismo fue articulado en el proceso de construcción de la hegemonía. Así, el nacionalismo llegó a ser la ideología que buscaba proporcionar una

297

Cfr. Victoriano Ayala, Sociología. Programa resumen desarrollado en la Universidad Nacional de El Salvador. Imprenta Nacional, San Salvador, 1921. 298 Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, pp. 113-139.

123 base social popular al proyecto hegemónico oligárquico, en la medida en que el nacionalismo fuera asumido por el grueso de la población.299

Los intelectuales salvadoreños se identificaron con el pensamiento modernizante del grupo dominante. Para los años en que los liberales se apoderaron definitivamente del poder, ya existía un pequeño núcleo de intelectuales que gracias a los avances que la caficultura produjo, se ensanchó y lo que fue más significativo, encontró un ambiente propicio para su trabajo. La importancia de estos hombres no reside en su número si no en el peso que su pensamiento tuvo para justificar y promover el proyecto que el grupo en el poder impulsaba.300

Como se ha visto en otro momento, David J. Guzmán fue uno de los pensadores más influyentes de su época. Sus escritos reflejan una preocupación que desde perspectivas diferentes, parece haber sido común a intelectuales salvadoreños: la civilización de los indígenas y su incorporación a la sociedad. Hacia 1883 publicó un libro en el que presenta su posición al respecto. Sus planteamientos eran pragmáticos. Sin embargo, Guzmán era consciente de que las condiciones de vida de los indígenas en comparación con tiempos pasados, había desmejorado notablemente; valoraba que en tales circunstancias estos grupos aportarían muy poco al progreso del país pues las anteriores administraciones gubernativas y sociales, los había convertido en ciudadanos de segunda categoría. Es decir, seres pasivos.301

En esta perspectiva, Víctor Hugo Acuña señala que la influencia de la ideología liberal entre los obreros y artesanos se dio con mayor o menor intensidad en todos los países centroamericanos. Obreros y artesanos urbanos fueron aculturados en la versión positivista del liberalismo y asumieron como propios el mito del progreso, los ideales laicos republicanos y la creencia en la educación como medio de mejoramiento social e individual. Acuña señala además que los trabajadores urbanos fueron los primeros dentro de las clases populares en ser socializados dentro del discurso nacionalista construidos

299

Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p. 23. Cfr. E. Bradford Burns, “La infraestructura intelectual de la modernización en El Salvador. 1870-1900”, en Luis René Cáceres (Compilador), Lecturas de Historia de Centroamérica, BCIE, EDUCA, 1ª edición, San José, 1989, p. 566. 301 Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., pp. 81-82. 300

124 por las triunfantes elites liberales.302 Es decir que estos grupos sociales mostraron tempranamente una mayor receptividad ante los valores que los liberales querían transmitir a la sociedad.

Como sostiene López Bernal, las relaciones mantenidas con el Estado de parte de intelectuales, artesanos y obreros se habían consolidado gracias a los ideales y valores liberales, entre los cuales resaltaban el civismo, la moral y el orden. Y aunque ya para 1918 ideas anarco-sindicalistas e incluso planteamientos socialistas habían tenido alguna divulgación, de ningún modo eran dominantes en la ideología obrera. Estos grupos seguían creyendo que el progreso, individual y social era posible mediante la educación, el trabajo y la disciplina. Además, como una muestra más de que su matriz ideológica era y seguía siendo el liberalismo, los artesanos y obreros no habían renunciado al ideal unionista.303

7.2.

La postura de Masferrer ante el liberalismo

Masferrer inicia un modo nuevo de pensar para los intelectuales salvadoreños. Por su compromiso con la realidad que se vivía en El Salvador, especialmente las capas bajas de la sociedad y por su forma de concretar su pensamiento, puede decirse que Masferrer inicia una nueva ética. Esto implica un conocimiento claro de la realidad y una praxis concreta que exige el cambio social en todas sus expresiones.

Masferrer da más importancia a la actividad práctica del pensar (filosofar), que a la filosofía en tanto teoría o corriente de pensamiento. Por ello no se encuentra en sus escritos la construcción de un sistema de pensamiento filosófico, pero sí se encuentra claramente definida una actividad teórico-práctica que demanda una nueva organización del modo de vida de los salvadoreños y se orienta al cambio concreto en función de una ética y una moral más justa. Aunque en algunos momentos de su vida haya puesto interés en la literatura, la teosofía, la política, el espiritualismo, etc., su interés fundamental es generar ideas y conceptos para un pensamiento ético y político, como una acción y no 302

Cfr. Víctor Hugo Acuña, “Clases subalternas y movimientos sociales en Centroamérica (1870-1930)”, en Historia de Centroamérica, Las Repúblicas Agroexportadoras; Tomo IV, FLACSO, 2ª Edición, Costa Rica, 1994. pp. 291-292. 303 Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p.113.

125 como un sistema de pensamiento eminentemente teórico. De ahí que su mayor interés es el pensar crítico ante los problemas sociales, políticos y económicos que se vive en El Salvador y no solamente el estudio de la historia de las corrientes de pensamiento que se suceden en el mundo. De él son las siguientes palabras: Si soy civilizado, o siquiera culto, me daré cuenta exacta del hecho, lo comprobaré acaso, estudiaré sus causas o, por lo menos, ofreceré mi contribución en dinero o en trabajo para remediar el mal o atenuarlo (…) Pero si soy humano y ultra-pasé las fronteras de las salvajez, de la barbarie, de la cultura y de la civilización; si entré en esa zona superior que se llama Humanización, entonces aquel hecho de que los niños vayan a la escuela sin desayunarse, me punzará como una espina; se me presentará en toda extensión actual y futura, como una influencia nefasta y perenne, en el destino de aquellos niños: los veré, ya adultos, expuestos a los vicios y al crimen; sujetos a toda suerte de opresión y engaños.304

El compromiso político que Masferrer tiene con la realidad salvadoreña no pasa por ninguno de los partidos políticos existentes en ese momento. No obstante, Masferrer es consciente de que el verdadero accionar político que transforma la realidad tiene que pasar inexorablemente por la política orgánica; por ello inicia en 1929 la organización del Partido Vitalista.

A Masferrer no se le puede acusar de agitador político vinculado al comunismo; en ninguno de sus escritos cita ni por accidente a Farabundo Martí o a alguno de los dirigentes del Partido Comunista o del Socorro Rojo Internacional.305 No obstante, sí menciona a un líder artesano de mucha importancia para el movimiento obrero. Se trata del artesano José Mejía a quién responde a una misiva enviada por éste, con el libro ¿Qué debemos saber?, Cartas a un obrero. Ya que Mejía preguntaba en su carta, ¿qué debe saber un obrero para ser instruido?306

La investigadora Patricia Alvarenga afirma que Masferrer es el más importante pensador del período de 1880-1932, que “estuvo especialmente interesado en la temática de la 304

Patria, 28 de julio de 1928, pp. 1-2. Las cursivas aparecen en mayúsculas en el original. Otra prueba de ello la tenemos en el enojo que Roque Dalton muestra años más tarde. Cfr. R. Dalton, Las historias prohibidas del pulgarcito, Op. Cit., pp. 103-110. 306 A. Masferrer, “¿Qué debemos Saber?”, Obras Escogidas, Op. Cit., p. 145. 305

126 construcción de la nacionalidad. Sus propuestas de cambio social fueron tomadas por el gobierno de Pío Romero Bosque (1927-1931), pero sin éxito. Masferrer pretendía crear una nación fundamentada en el humanismo, que él definía como el derecho de todos los habitantes a satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. En este proyecto las madres solteras eran objeto de especial atención. Según Masferrer, la irresponsabilidad paterna constituía uno de los problemas más serios en el país, pues ésta sumía a una extensa población de mujeres y niños en la extrema pobreza.”307 Eso explica que en 1924, Masferrer fuera miembro de la sociedad Servicio de Madres Desvalidas, integrada especialmente por mujeres.

Ahora bien, de acuerdo a esta perspectiva, podría deducirse que aquí tenemos una de las causas principales por las que el oficialismo contemporáneo marginó a Masferrer y, por otra parte, exaltó sólo la parte de su pensamiento que le interesó únicamente por su utilidad. Y en esto tiene mucha responsabilidad Maximiliano Hernández Martínez que utiliza su supuesto apoyo al indígena salvadoreño solamente como fachada de su política cultural.308

El concepto de nación en Masferrer supone la integración de lo humano-vital, contrario al del oligarca que supone la muerte del indio, del campesino y del obrero.

La propuesta política de Masferrer se fundamenta en el concepto del Minimum Vital. De acuerdo con este concepto, todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad, meta que sólo puede alcanzarse cuando las necesidades básicas del ser humano están totalmente cubiertas. Masferrer atacó abiertamente a los poderosos terratenientes señalando que el latifundio era un crimen.309 En su propuesta de cambio social estuvo presente la atmósfera moralizadora que caracterizó la década de 1920, de ahí que desde su punto de vista, la lucha contra aspectos concretos como el alcoholismo, la prostitución y otros vicios en cuanto negación del aspecto vital es esencial para redimir a la humanidad.310

307

P. Alvarenga, Cultura y Ética, Op. Cit., p.198. Resulta interesante en este contexto las opiniones publicadas en periódicos salvadoreños por parte de intelectuales y académicos respecto de perdonar al General Martínez por el genocidio cometido. Al respecto el académico Álvaro Rivera Larios inicia un debate con el literato Miguel Huezo Mixco; cfr. Faro.net, ¿Y si condenamos a Salarrué?, en http://elfaro.net/es/201203//el_agora/7856/ 309 A. Masferrer, “Así no se puede”, Obras Escogidas, Op. Cit., p. 317. 310 Cfr. A. Masferrer, “Dinero Maldito”, en Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 110-142. 308

127 No cabe duda que Masferrer puede catalogarse como un humanista. De ahí que superara cualquier amarra con la doctrina liberal positivista como con la elite política. En definitiva, Masferrer fue un vitalista y por ello se vinculó con obreros, campesinos e indígenas. 311 En su línea de pensamiento, había desarrollado planteamientos cada vez más radicales contra el régimen liberal. El periódico Patria se convirtió en una tribuna de denuncia contra la injusticia, los vicios y las condiciones de vida de los trabajadores urbanos y del campo. Pero también en contra de las prácticas inhumanas y deshumanizantes de la elite política salvadoreña.

Como todo ser humano, Masferrer fue hijo de su tiempo y por ello fue parte del entramado ideológico de su época y se formó en el mundo intelectual de la oficialidad. Pero gracias al roce con el mundo intelectual europeo, oportunidad que la oficialidad le proporcionó al instituirlo como cónsul en Amberes donde tuvo la oportunidad de formarse intelectualmente; pudo desembarazarse del pensamiento oficialista liberal cuando estuvo de regreso en El Salvador. Y así, construir y presentar un pensamiento alternativo que trascendió al oficialismo; ya que este oficialismo, a juicio de Masferrer, no promovía suficientemente la educación, la salud, la vivienda, en definitiva, un Minimum Vital para las mayorías populares. Es así que Masferrer, siendo parte del oficialismo en un momento dado de su vida lo trasciende; luego construye y propone, en clara confrontación con el oficialismo, su teoría vitalista sintetizada en el Minimumvitalismo.

En esa línea la obra de Masferrer anticipa una conciencia clara del agotamiento del proyecto liberal de nación que la elite salvadoreña propugnaba. Por esto, Masferrer afirmó, en el contexto de fundación del periódico Patria: “En este diario la palabra Patria tendrá perennemente una significación muy restringida y muy concreta; significará, en primero lugar y sobre todo, la vida de los salvadoreños que viven actualmente. El escudo, la bandera, los próceres, los antepasados, las guerras con los vecinos, Atlacatl, la mitología india y todo lo demás que forma el ayer, pasará a segundo término, por muy interesante que parezca.”312 311

De esta vinculación dan cuenta los escritos de Patria, donde se encuentra publicadas una gran cantidad de cartas enviadas a su director, provenientes de estos sectores. Asimismo su libro ¿Qué debemos Saber? Se lo dirige especialmente a los obreros y campesinos salvadoreños, representados en el señor José Mejía a quien dedica este escrito. De la misma manera, Anderson, Alvarenga, López Bernal, etc., confirman esta tesis, Cfr. Thomas Anderson, El Salvador, pp. 70-71; Patricia Alvarenga, Cultura y Ética, pp. 60-65; C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 196-207. 312 Patria, Editorial del 27 de abril de 1928, pp. 1-2. Las cursivas aparecen en mayúsculas en el original.

128

De este modo, Masferrer le sale al paso a las formulaciones quiméricas elaboradas por otros intelectuales, aunque éstas estaban matizadas con sublimaciones bondadosas. Más adelante reafirma que para él lo único válido era la realidad cotidiana de los salvadoreños, muchos de los cuales ignoraban la existencia de tales mitos de la nacionalidad: “deseamos que se comprenda bien que no hablamos de símbolos ni de abstracciones: no queremos absolutamente referirnos a la entidad que se llama El Salvador, ni al ser ilusorio, convencional y fantasmagórico que se llama el salvadoreño.”313 No obstante, su mayor crítica se centraba contra los grupos dirigentes: “Bajo las apariencias de una cultura meramente exterior y de imitación, están viviendo de ideas y sentimientos viejos, respirando una atmósfera viciada por el estancamiento, con los ojos vueltos hacia atrás, entregados al culto de toda clase de fetiches.”314 En este marco Masferrer contrapone el espíritu que moviliza a los vitalistas a una praxis de vida concretos y de modo que: Los vitalistas no queremos oír hablar más de soberanía, ni de abstracciones de ningún género; queremos oír hablar de niños que comen buen pan y toman buena leche; de gentes que van calzadas y vestidas de verdad; de trabajadores que se nutren bien; de familias que viven en casa amplia, soleada, aireada; en fin, de un pueblo fuerte, sano, vigoroso, cuya religión es trabajar y cuya recompensa es vivir.315

Para Masferrer la problemática salvadoreña desbordaba la vida política y económica misma, ya que se trata de un problema cultural, por tanto, se trata de conformar una nueva clase dirigente en el país que oriente un modo nuevo de ser, una cultura nueva propia desde y con todos los salvadoreños: Una clase conductora, realmente capacitada para dirigir, ha de enfocar todas sus fuerzas en crear, mantener, desenvolver y vigorizar lo que se llama alma nacional (…) Ese trabajo, así entendido y orientado, originará una cultura propia: es decir, costumbres, leyes, instituciones, aspiraciones, artes, gustos, maneras de sentir y de pensar, no copiados sino propios;

313

Patria, Editorial del 27 de abril de 1928, pp. 1-2. Patria, Editorial del 27 de abril de 1928. En esto, Masferrer anticipa una de las mejores propuestas latinoamericanas acerca del fetiche leído en modo marxista; véase al respecto las reflexiones de Bolívar Echeverría, “La realidad nacional y el fetichismo moderno”, en B. Echeverría, Discurso crítico y modernidad, Ensayos escogidos, Ediciones Desde Abajo, Bogotá, 2011, pp. 95-125. 315 Patria, 10 de diciembre de 1928, pp. 1-2. 314

129 como vivas y palpitantes manifestaciones de su yo nacional, que puede y merece perdurar.316 Matilde Elena López317 afirma que Masferrer realizó sus ideas económicas, sociales y su pensamiento ético-político desde el camino de la justicia social que él entendía como la preocupación primordial por el bien común. Masferrer habló de la justicia social desde el corazón del pueblo, como la búsqueda de instrumentos institucionales que permitan una real distribución del ingreso obtenido con el producto del trabajo del obrero salvadoreño, productor de bienes. Y esto es preciso ejecutarlo por medio del mejoramiento de dicha devolución a través de la cualificación de la cultura, la asistencia social: educación, salud y vivienda. Por ello habló de la libertad humana desde los propios dominios del alma, como la esencia misma del ser humano. Y habló de los derechos naturales del ser humano desde lo alto del valor total de la vida, del Vitalismo como vida para todos.318

Para Masferrer, la justicia social es la forma simple y sencilla de devolver al pueblo parte de aquello que el mismo pueblo ha producido con su trabajo, a fin de que llene sus necesidades primordiales que es en suma su Minimum Vital.319

Masferrer fue un pensador que estuvo a la altura de los tiempos y que por otra parte se volvió un abanderado de la justicia social. Él predicaba la necesidad de cambiar radicalmente las estructuras injustas que gobernaban a El Salvador. No obstante, la conciencia de los poderosos permaneció impasible y peor aún, cerrada a posibles soluciones. Cuando en un editorial del periódico Patria se refiere a la hecatombe que está por venir, refiriéndose a la insurrección y magnicidio de más de 30,000 campesinos y campesinas salvadoreñas en 1932; y la posterior avalancha que significó la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, desde 1932 hasta 1944, lo hace afirmando que el problema del país no es simplemente el problema de carencia de alimentos para la mayoría de pobres, sino que hay problemas más radicales que son la concentración de la tierra y las riquezas salvadoreñas en pocas manos. Por tanto, de lo

316

Patria, 29 de junio de 1928, pp. 1-2. Cfr. M. E. López, “Prólogo a las Obras Escogidas de Alberto Masferrer”, en Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., pp. 9-84. 318 Cfr. A. Masferrer, “Doctrina del Mínimun Vital”, en Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 51-97. 319 Ibídem, pp. 58-59. 317

130 que se trata es de volver a la administración de la tierra cuando ésta era de todos, hay que volver, pues, al ejido.320

El diagnóstico social que presenta Masferrer es acertado y su pensamiento social profundamente realista. De ahí que Masferrer constituya una presencia filosófica en América Latina desde la perspectiva de los marginados sociales de El Salvador. En este sentido vio la situación de los pobres indígenas y campesinos, maltratados por la vida que los dirigentes liberales y la elite de la sociedad de su tiempo les forzó a vivir. Y desde el sentido común, como base de un conocimiento distinto de la realidad,321 descubre que ésta necesita ser transformada para generar vida a los seres humanos. Así descubre que ese sentido común provee ciertas bases para la transformación de la realidad al evidenciarla como tal.

Masferrer, afincado en la perspectiva de los desposeídos, puso su quehacer intelectual al servicio de aquellos que han sido históricamente rechazados por la historia oficial. De ahí que se convierta en un referente importante a la hora de intentar hacer una “historia alternativa”, o sea, una historia que no convierta en masa a la mayoría de los pobres y desposeídos; es decir, a aquellos que han sido marginados por la historia oficial y que sólo pintan como estadística, como número, pero no como personas ni ciudadanos.

7.3.

Masferrer y las redes intelectuales centroamericanas

Para entender correctamente a Masferrer es necesario ubicarlo en el contexto intelectual al que perteneció. En esta perspectiva, la investigadora Marta Elena Casaús Arzú, ha

320

Cfr. Patria del 20 de diciembre de 1928, pp. 1-2. Es interesante notar cómo el sentido común es catalogado como una categoría sociológica de mucha importancia para el filósofo marxista Antonio Gramsci (1891-1937), para quien la sociedad civil es una totalidad compleja y por tanto debe ser considerada bajo aspectos complementarios entre los cuales el sentido común desempeña un papel clave para el análisis de la cosmovisión de la sociedad civil. Para Gransci, el sentido común se ubica en el mismo nivel o grado cualitativo, como le llama él, que la filosofía, la religión, el folklore. Cfr. Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico, Editorial Siglo XXI, México, 1978, pp. 17-18. Masferrer, por su parte, sin decantarse por esta acepción sociológica del sentido común, permite que el acontecer diario lleve su rumbo y siga su itinerario en su actividad vitalista, de lo contrario, sería como ir contra corriente, lo que generaría un desgaste innecesario en la actividad práctica; por ello echa mano del sentido común para mejor desarrollo de la actividad práctica que le exige la labor vitalista. 321

131 orientado sus más recientes investigaciones en la línea de ubicar a Masferrer en el contexto de lo que ella ha dado a llamar: las redes intelectuales centroamericanas.322

Para esta autora, las influencias que Masferrer y los intelectuales centroamericanos tuvieron durante el primer cuarto de siglo del siglo XX vienen fundamentalmente de Europa y la India; pero también de Latinoamérica de donde también hubo una influencia importante de intelectuales que hicieron cambiar la conciencia social, moral y ética de la sociedad. Casaús lo afirma retomando las obras fundamentales de los distintos autores que incidieron en la conciencia social de esa época: Retomando la región latinoamericana, qué duda cabe de que fue el Ariel de Rodó el que marcó un punto de inflexión en lo que iba a ser el papel de los intelectuales latinoamericanos en la nueva concepción de los valores culturales y morales de ese grupo, abriendo nuevos caminos para la recuperación de la identidad cultural de lo hispano-latinoamericano, frente a lo anglo-norteamericano; pero no menos importancia tuvo -a nuestro juiciola influencia intelectual de Nuestra América de José Martí. Las fuerzas morales y el hombre mediocre de José Ingenieros, La raza cósmica de José Vasconcelos, La Misión de América y el Mínimum Vital de Alberto Masferrer y Alrededor del problema unionista y La enfermedad de Centro América de Salvador Mendieta.323

Masferrer alude clara y explícitamente a sus fuentes de inspiración de su obra. En La misión de América cita sus “caballeros andantes”, cuyas mayores hazañas del mundo las han acometido quienes han tenido como principal ocupación dispersar las ideas a través de folletos y periódicos: Buda, Pitágoras, Confucio, Jesús, San Pablo, Lao-Tsé y Platón, que se hicieron nómadas para desentrañar de sí mismos y cristalizar sus doctrinas 322

Estudios importantes de Marta Casaús Arzú a este respecto son: Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), F&G Editores, Guatemala, 2005; “La disputa por los espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: La figura de Alberto Masferrer”, en Revista Humanidades IV Época, N° 2 Enero-Febrero-Marzo; Universidad de El Salvador, San Salvador, 2003, pp. 55-77; “La influencia de Alberto Masferrer en la creación de redes teosóficas y vitalistas en América Central (1920-1930)”, Revista Repositorio, CONCULTURA, III Época, N° 2, San Salvador, 2006, pp. 58-90; “El Vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de América Central”, Revista CULTURA, Enero-Julio, N° 102, DPI, San Salvador, 2010, pp. 73-106. 323 M. Casaús Arzú, Las Redes intelectuales centroamericanas, Op. Cit., p. 5. Se remite a la reciente publicación realizada por Marta Elena Casaús Arzú, con la colaboración de Regina Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012.

132 maravillosas. Rubén Darío fue nómada y Manuel Ugarte, Vasconcelos, Gabriela Mistral, Haya de la Torre, impregnaron su vida y su trabajo con frecuentes períodos de nomadismo.324 Consideraba que todos ellos eran fieles a la memoria de Cervantes y a un cierto “quijotismo” hispano, que simbolizaba un estilo de vida, una forma de hacer política, una guía para la acción de personajes que recorrieron América para cumplir una misión vital: “la de forjar una nación nueva: Hispanoamérica”. Masferrer los citaba como mentores dignos de admiración o de referencia en la formación de la nación americana por su inspiración espiritualista, cuyo ejemplo de vida de estos “nómadas” no es sólo intelectual, sino existencial para que pueda mostrarnos el camino y darnos ánimo y luz para recorrerlo.325

Estas influencias también permitieron que se organizaran círculos locales de intelectuales que buscaban la “creación de opinión pública y una plataforma intelectual y política a través de la que se generó una gran disputa por la hegemonía cultural e ideológica de la época frente al positivismo y al marxismo.”326 En esta línea, Casaús continúa afirmando que: El círculo de sociedades teosóficas de Centroamérica, constituidas como sociedades centroamericanas y unionistas, fue una de las principales redes de sociabilidad de la época, generó sólidos vínculos entre los intelectuales de la región y nuevos espacios públicos de debate y difusión de la filosofía espiritista y espiritualista. Estas redes, estrechamente vinculadas entre sí en toda la región, las formaron: el coronel Patrick Brannon Vega, introductor de la teosofía en El Salvador (…); Alberto Guerra Trigueros, uno de los principales amigos y discípulos de Masferrer, y otros intelectuales espiritualistas, Geoffroy Rivas, Lars, Gavidia, Rivera y el poeta Salarrué, casi todos ellos vinculados entre sí y con los teósofos guatemaltecos aglutinados en torno a uno de los intelectuales orgánicos más sólidos e influyentes de la época: el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob que fue el núcleo alrededor del que giraron muchos de los intelectuales centroamericanos.327

324

Cfr. A. Masferrer, “La misión de América”, en Páginas Escogidas, San Salvador, Op. Cit., pp. 259-260. Cfr. M. Casaús, El vitalismo teosófico como discurso alternativo… Op. Cit., pp. 108-109. 326 M. Casaús, El Vitalismo de Alberto Masferrer, Op. Cit., p. 77. 327 Ibídem. 325

133 Para Masferrer saber era poder y por ello todo ser humano debía conocer aquello que le sirviera para acercarle a la verdad y procurarle así y a los demás una vida feliz. Consideraba que debía aprehender al máximo aquellos elementos que le permitieran un conocimiento verdadero del mundo. Creía necesario vincular la ciencia con la moral, entendiendo ésta “como la ciencia de los derechos y los deberes humanos, cuyo fin es enseñarnos, cómo se ha de vivir”328 En línea con el anarquismo consideraba que estos derechos han sido “conculcados”, robados por los ricos evitando que todos los hombres cumplan con su verdadero y esencial derechos vivir plena y libremente satisfaciendo todas sus necesidades corporales y espirituales.329 Entre los derechos básicos e inalienables que llama humanos está el derecho al pan, a la tierra y al trabajo. Es aquí donde las fuentes de inspiración del anarquismo o del socialismo fabiano están más claramente expresadas. Incluso cita a pie de página textos de Kropotkin, Reclús, Graves, para que los obreros los lean, con el fin de que reciban una educación de vida que es, a su juicio “lo que los anarquistas llaman educación integral y según ellos mismos, así vivirán todos los hombres en una sociedad bien integrada: trabajando con las manos y con el cerebro”. Al final, hace un llamamiento a los obreros centroamericanos a organizarse para crear una sociedad más sabia y justa y para lograr las mismas conquistas que otros obreros en Europa y en América Latina.330

Entre los temas que estos círculos de intelectuales tomaban como bandera de lucha estaba el unionismo centroamericano, la identidad nacional, la naturaleza y la esencia de la nación. En la misma línea, estos intelectuales como afirma Casaús, Partían del principio de la igualdad de las razas y rechazaban los planteamientos spenciarianos de la jerarquización racial o fenotípica; consideraban iguales a todas las razas y su degeneración como producto de la sociedad y la falta de educación cívica. Esa igualdad “espiritual” o “de 328

A. Masferrer, “¿Qué debemos saber?”, en Obras Escogidas, Op. Cit., p. 149. De acuerdo a Marta Casaús, el concepto de Masferrer y Kropotkin sobre la ciencia y la moral coincide en la medida en que es el medio más eficaz de conocer “el estado de las necesidades de la humanidad y medios económicos para satisfacerla”. P. Kropotkin, 41; y Ética, origen y evolución de la moral (Dogal: Madrid, 1977). Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p. 111. 329 Las similitudes con el Kropotkin de La Conquista del pan son enormes. Para éste, el fin último de los socialistas utópicos es “reconocer y proclamar que cada cual tiene ante todo el derecho a vivir y que la sociedad debe repartir entre todo el mundo, sin excepción de los medios de que dispone”, Cfr. P. Kropotkin, La Conquista del pan, Editoriales Júcar, Madrid, 1977, p. 22. 330 Sobre el anarquismo en Masferrer existe una fuerte polémica, no obstante, el filósofo Constantino Láscaris Conneno asocia a Masferrer con las corrientes anarquistas sobre todo por la influencia que ejerce en él autores como Tolstoi y Kropotkin. Cfr. C. Láscaris, Historia de las ideas filosóficas en Centroamérica, Op. Cit., pp. 286-230.

134 origen” les llevaba a pensar que los hombres y las mujeres tenían los mismos derechos y obligaciones y habían de ser incorporados como ciudadanos o ciudadanas en igualdad de condiciones.331

De ahí que sea comprensible que estos intelectuales, Masferrer, por supuesto, aboguen por el acceso a la educación, al trabajo y al sufragio universal sin restricciones de género o cultura. Asimismo, rechazaban las injerencias culturales y políticas foráneas especialmente las norteamericanas. Como afirma Casaús: Influidos por Rodó y la crítica a la nordomanía, consideraban que había que buscar los valores propios de la identidad latinoamericana y volver la mirada a las culturas ancestrales. En esta dirección muchos de ellos expresaron su rechazo a Estados Unidos. Buscaban también la regeneración moral del individuo y de la sociedad para evitar el retorno al caudillismo y las dictaduras; en esa línea intentaban imaginar una nación de ciudadanos iguales ante la ley, en la que se reconocían, respetaban y toleraban las diversidades de raza, credo, cultura y género.332

No cabe duda que el tema de la unidad centroamericana fue uno de los que más fue tratado por los intelectuales centroamericanos. Esto implicó no sólo un tema de reflexión intelectual sino un movimiento social y político que tuvo sus expresiones de solidaridad internacional, sobre todo con la identidad y solidaridad de los pueblos centroamericanos a favor de la lucha política, social y militar que Sandino llevaba a cabo con la invasión estadounidense comandada por el filibustero William Walker. En esta perspectiva, estos círculos representadas por estos intelectuales intentan construir un movimiento social y político que buscaba la reconstrucción de la patria grande centroamericana, sobre las bases del republicanismo que condujera a la concreción de la justicia social y promover el bienestar general, libre e independiente en campo internacional. De ahí que, como bien lo dice Casaús: Mendieta al igual que Masferrer y Wyld Ospina, defendían la federación centroamericana y definían al partido unionista como la práctica de la doctrina unionista en un partido cívico y educativo, que apoyaba la “economía socialista” y el sistema de gobierno conocido como “federalismo 331 332

M. Casaús, Marta E. Las Redes intelectuales centroamericanas, Op. Cit., p. 74. Ibídem.

135 autóctono”, con una división territorial y normas administrativas que corrigieran los graves y trascendentales errores de la Federación de 1824. Así la autonomía regional se había de mover dentro de su propia órbita, sin roces con la unidad nacional que debía ser vigorosamente mantenida y extendida.333

Lo que se quiere resaltar con Casaús es la enorme profusión del pensamiento regeneracionista en el que se unían otras corrientes de pensamiento como espiritualistas, vitalistas y teosóficas, todas ellas con una concepción filosófica y política diferente del positivismo y el liberalismo, que de alguna manera se oponían a éstos y conformaron una corriente política y cultural contra hegemónica muy fuerte, cuyos principios políticos diferían sustancialmente del liberalismo. Un eje de reflexión y acción puede resumirse en la lucha por la igualdad de géneros, razas y religiones, el intento por recuperar el pasado de los pueblos amerindios y dignificar a las poblaciones indígenas, buscando en ellas su espiritualidad y su pasado ancestral. A ello se añade un fuerte decálogo de reivindicaciones sociales, como el derecho al trabajo, a la tierra y a un salario justo, el respeto al medio ambiente y la educación de las mujeres; un intento de ampliar los límites de la ciudadanía y de la nación y la concesión del voto a mujeres e indígenas. En términos de posicionamiento político se definían antiimperialistas y antidictatoriales y en materia de gobierno, se definían como unionistas, federalistas y partidarios de la refundación de Nuestra América.334

Para Casaús otro aporte de Masferrer al pensamiento centroamericano es su concepto de raza y cultura;335 que juntamente con sus concepciones de nación y de identidad llevan a cabo una ruptura con el positivismo y con la vertiente spenceriana y determinista, con lo 333

Ibídem, p. 97. Cfr. Marta Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p.93. 335 Este fenómeno no fue individual ni estaba exclusivamente circunscrito a dos o tres personajes ilustres por cada república centroamericana como Sandino, Mendieta, Soto Hall, García Monge, Wyld Ospina o Juárez Muñoz, sino que fue fruto de un complejo entramado de redes sociales vinculadas a nuevas corrientes espiritualistas, espiritistas y teosóficas, que constituyeron durante las primeras décadas del siglo XX un intento de ruptura de los paradigmas positivistas y materialistas en la región y abrieron nuevos espacios de debate y de lucha por la hegemonía política y cultural. Si bien no lograron ganar la disputa por la hegemonía, porque fueron desplazados por ambas corrientes, generaron nuevos espacios de sociabilidad y de debate mediante nuevas aproximaciones a problemas no resueltos, que visibilizaban a actores sociales que no poseían voz propia, como las mujeres, los campesinos e indígenas, y generaban nuevos imaginarios nacionales en donde la búsqueda de valores propios, basados en lo étnico y cultural, iban a permitir sentar nuevas bases para la legitimidad de las naciones centroamericanas. M. Casaús, “Las redes intelectuales centroamericanas…” Op. Cit., p. 6. 334

136 que se tiene un aporte clave y diferenciador en Masferrer respecto del positivismo.336 En la línea de Vasconcelos, Mistral y Sandino, esos a quienes Masferrer llamaba caballeros andantes porque luchaban por la justicia, la belleza y la verdad, pero negando la validez del concepto de raza para explicar la identidad de América, consideraba que para forjar una verdadera nacionalidad: La defensa de la raza no es un buen punto de partida sobre el que debe descansar el andamiaje de nuestro patriotismo indoamericano, porque, …edificando sobre ella, una palabra sin sentido real, no edificamos nada sólido pues el problema según nosotros lo entendemos no es de raza sino de cultura, porque la América Latina –usemos ese falso nombre–, se viene desmoronando y cayendo a pedazos grotescamente, en los bolsillos insondables de los norteamericanos(…) no es porque en ella predomine una u otra raza no porque nadie intente destruir o alterar sus caracteres raciales, sino porque no tiene o no ha sabido crearse una cultura propia, original y elevada, que justifique su existencia como elemento de valía en el concierto de las naciones (…) porque en vez de crear, ha sido copiar y caricaturizar. Se preguntaba, ¿cuál raza? ¿Defenderla de quién? ¿De Estados Unidos que posee un millón de negros y de otras razas?337

Masferrer, como bien señala Casaús, no compartía del todo el planteamiento de Vasconcelos y de Enrique Rodó y algunos de sus seguidores acerca de la existencia de una raza hispanoamericana. Para Masferrer una raza latinoamericana no existe en realidad pero considera que ésta se hallaba en formación, en búsqueda de su propia identidad y de su propio destino como Nación. El imaginario de la raza indohispana en la que predominaba el elemento indio sobre el hispano y forjado por una mayoría de mestizos, era una falacia: ningún hispano quería considerarse descendiente de indios o de negros y renegaban de esa parte de su identidad. Era una falacia porque cuando se hablaba de raza indohispana o indoamericana para defender y cultivar la raza se estaban refiriendo a un núcleo de blancos o casi blancos, al que se designaba con el adjetivo de “latino”.338

336

Ibídem, p. 17. Ibídem. 338 Ibídem. 337

137 Esta es la razón, de acuerdo a Casaús, por la que las elites intelectuales y políticas centroamericanas actuales buscan de nuevo en Masferrer el referente, el punto de confluencia y de congruencia para la reformulación de la nación en momentos de crisis y vacío de poder: Porque ha sido uno de los pocos pensadores centroamericanos con un pensamiento híbrido, pero aglutinador; con un programa aparentemente sencillo, pero muy profundo y con proyección social; con una visión incluyente e integradora de la sociedad y con una postura regeneracionista y moralista, basada en la recuperación de los valores humanos y de los derechos inalienables del individuo. Por todo ello logró calar en el imaginario nacional y generar consensos entre diversos sectores y ha hecho posible la recuperación de referentes y símbolos cívicos, culturales y sociales para la formación de identidad nacional.339

7.3.1. El unionismo centroamericano y las redes intelectuales centroamericanas

El papel que debe jugar Centroamérica en el contexto mundial fue un tema analizado no sólo por Masferrer sino por otros intelectuales que aunque eran cuantitativamente pocos, por la incidencia que lograron en su época, fueron muy influyentes. Entre ellos Masferrer desempeñó un papel importante como orientador.

Para Marta Casaús el unionismo centroamericano constituyó un movimiento social y político que hizo grandes esfuerzos por reconstruir la nación centroamericana sobre bases republicanas y democráticas, para realizar un estado de justicia, promover el bienestar general, libre e independiente en campo internacional.340 Por ello, estos intelectuales luchaban contra el caciquismo representado por los dictadores locales de 339

M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo”, Op. Cit., p. 18. Cfr. M. Casaús, El vitalismo teosófico como discurso alternativo de las elites intelectuales centroamericanas en la década de 1920 y 1930. Principales difusores: Porfirio Barba Jacob, Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.rehmlac.com/recursos/vols/v3/n1/rehmlac.vol3.n1-mcasaus.pdf ; De la misma autora, ver: La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 19201930: Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. http://www.ues.edu.sv/descargas/memoria/sigloxx/casaus.pdf; Asimismo: Las redes intelectuales centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945), http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/327/circunstancia/ano-iii---numero-9---enero2006/investigaciones-encurso/las-redes-intelectuales-centroamericanas-y-sus-imaginarios-de-nacion--1890-1945-; Ver también: M. Casaús y T. García Giráldez, Op. Cit., 2005. 340

138 Centro

América

en

particular

y

Latinoamérica

en

general.341

Asimismo

eran

antiimperialistas y apoyaban la lucha por la soberanía nacional de Sandino y, con mayor o menor grado de intensidad, consideraban la prioridad de una unidad continental de todos los pueblos de América Latina. Simultáneamente defendían la federación como la práctica de la doctrina unionista en un partido cívico y educativo, el Partido Unionista, que apoyaba la economía socialista y el sistema de gobierno conocido como federalismo autóctono, con una división territorial y normas administrativas que corrigieran los graves y trascendentales errores de la Federación de 1824. Así la autonomía regional se había de mover dentro de su propia órbita, sin roces con la unidad nacional que debía ser vigorosamente mantenida y extendida.342

En opinión de Casaús, Masferrer en su concepción de América profundizó más que Wyld Ospina y Mendieta, porque consideraba como Martí, Ugarte, Vasconcelos y Haya de la Torre que América tenía una misión que cumplir que otros continentes no podían desempeñar, o no tenían la capacidad para ello, debido a su pluralismo cultural.343 Casaús fundamenta esta apreciación en lo que para Masferrer constituye la realidad latinoamericana, cuando éste afirma que “con cinco millones de blancos, veinte millones de negros y veinte millones de mestizos y dos millones de asiáticos, que mezclan sus almas y sus sangres, que darán como resultado la nueva raza, de la raza cósmica que forjará la América”344. Esta nueva raza, creará una nueva conciencia continental que traerá la vida nueva, la humanidad nueva y forjará a los hombres nuevos de América.345 Es interesante ver la coincidencia en el tema de la raza nueva y la humanidad nueva de Masferrer con Vasconcelos en su ensayo La Raza Cósmica. Coincidencia que también ve Casaús quien sostiene que Masferrer, inspirado en el espíritu de unidad continental, fundó en Guatemala en 1929 la Unión Vitalista Americana en la que planteaba desde el principio el objetivo de este proyecto de unidad, en la que uno de los objetivos fundamentales era el de desarrollar en todos los pueblos de la Unión la conciencia viva de un destino común, el cual habrá de cristalizar en la creación de una nueva cultura que traerá a los hombres y

341

Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…”, Op. Cit., p. 15. Ibídem. 343 Cfr. Ibídem, p. 16. 344 A. Masferrer, Obras Escogidas, p. 525. 345 Masferrer, “El grito de batalla”, citado por Saúl Flores, Madre América, Op. Cit., p. 11. Hay que notar que en esta temática Masferrer coincide con Vasconcelos en su ensayo La Raza cósmica publicado en 1925. 342

139 mujeres de su tiempo, una verdadera y más amplia justicia, y una más extensa e intensa cordialidad.346

Asimismo añadía que dentro de los objetivos de dicha unión, sería importante el procurar a todos los habitantes de Hispanoamérica la satisfacción íntegra de sus necesidades primordiales, según la define la doctrina del Mínimum vital.347

Este proyecto constaba de veintinueve puntos en los que se proponía una unión continental de la América hispanoparlante, en la línea de los forjadores de la patria grande como fueron Simón Bolívar o José Cecilio del Valle; o sus contemporáneos Ugarte, Martí, Mistral y Vasconcelos. Casi todos los puntos coincidían con su programa vitalista.348

7.3.2. La

misión

de

América

para

Masferrer:

Centroamericanismo

y

latinoamericanismo

Masferrer al igual que Rodó y Vasconcelos, cree que América constituye una presencia cultural importante en el desarrollo presente y futuro del mundo y es obvio que existan al menos dos Américas culturalmente distintas, una latina y la otra anglosajona. Ambas tienen un papel distinto en el desarrollo histórico de la cultura en el continente y han llevado un derrotero diferente y a veces hasta contrapuesto.

En la perspectiva latinoamericana, para dejar claro lo que Masferrer entiende por el papel que debe desempeñar este continente en el proceso de desarrollo de los pueblos del mundo, escribió al menos cuatro documentos importantes que viene al caso mencionarlos y sintetizarlos a efecto de vislumbrar el papel de Latinoamérica en el mundo a principios del siglo veinte. 346

Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p. 17. Ibídem. 348 Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo”, Op.Cit., p. 16. La autora nos remite también a las cartas manuscritas de Masferrer a su hermana Nela Mónico desde Guatemala, de la colección particular de José Panadés acerca de la fundación de la Unión vitalista de Guatemala y de la Unión vitalista Americana, presentada por su hermana Teresa Masferrer y por Gabriela Mistral el 29 de noviembre de 1929. Cfr. Teresa García Giráldez, “La patria centroamericana en la prensa política guatemalteca: continuidades y rupturas en El Amigo de la Patria y El Unionista, (1880-1920),” en Caleidoscopio, Universidad Nacional Autónoma de Aguascalientes, (en Prensa). Asimismo en la ponencia “La patria grande centroamericana: la elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas”, en III Congreso Nacional de Historia de El Salvador, junio 2003. 347

140

El primero es una carta abierta escrita y publicada en Costa Rica en 1898, denominada La Nueva Centroamérica;349 el segundo lo escribió en San Salvador, en 1901 denominado Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador.350 El tercero lo constituyen dos artículos cortos denominados: el primero La Misión de América: El Grito de Batalla y el segundo Ahora y en ti mismo.351 El cuarto documento fue redactado en su versión final en 1928 y se trata de tres artículos que Masferrer denominó La Misión de América.352

7.3.2.1.

La Nueva Centroamérica, Carta abierta

Este es el título que Masferrer dio a una carta dirigida a Don Rubén Rivera353, el día 28 de octubre de 1898, en el contexto del intento integracionista de la República Mayor de Centro América iniciado y convocado por el presidente de Honduras, Policarpo Bonilla, el 20 de junio de 1895 y al que acudieron además de aquel país, El Salvador y Nicaragua. Dicho intento, a la postre, como los anteriores a éste, resultó ser fallido. Para Masferrer este intento abrió una nueva etapa de reflexión sobre el tema de la integración centroamericana cuyos alcances exigieron claridad sobre el nuevo papel que debía jugar Centro América en el contexto político mundial. Masferrer afirma en esta carta que “es ley histórica que las ideas para que se conviertan en hechos, han de estar en proporción con los hombres llamados a realizarlas, han de 349

El filósofo y educador español radicado en Costa Rica, Constantino Láscaris Comneno (1923-1979) da cuenta de la presencia de Masferrer en Costa Rica para estas fechas. Cfr. C.C. Láscaris, Desarrollo de las ideas filosóficas en Costa Rica, Editorial Costa Rica, San José, 1965, pp. 249-252. 350 A. Masferrer, Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Editorial Clásicos Roxsil, Nueva San Salvador, 1996. 351 Saúl Flores, Madre América, Lecturas Americanas, Volumen III, Tipografía Offset, Editorial Central, San Salvador, 1965. En el texto denomina La Misión de América: El Grito de Batalla; Masferrer afirma que “América ya no es una expresión geográfica, sino una expresión moral. América es una Fe y un Propósito. América es el credo político, social y espiritual de los Hombres Nuevos… Cfr. ítem 4.3.2.3. La Misión de América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo, donde se amplía esta idea. 352 La primera versión de estos artículos los escribió Masferrer en 1923, con el objetivo de presentarlos como Discurso en la apertura de las clases en la Universidad de El Salvador del año lectivo de 1924. Véase: Revista La Universidad, Serie XIII,-N°1; Julio-Septiembre de 1924, pp. 2-8. Posteriormente este discurso fue reelaborado por el autor y presentado en el periódico Patria en las fechas ya referidas. 353 Don Rubén Rivera fue un médico de Sonsonate que publicaba en el Diario de El Salvador temáticas referidas a la integración centroamericana. Esta información se sabe por Masferrer, quien en la introducción a esta carta dice lo siguiente: “Mi estimado amigo. Por las repetidas defensas suyas publicadas en el Diario de El Salvador, adivino que es usted objeto de incesantes ataques…” Cfr. A. Masferrer, “La nueva Centro América”, Op. Cit., p. 47.

141 encarnarse en quienes sean dignos de simbolizarlas, de darles vida.”354 En el caso de Centroamérica, estos hombres “son Delgado, Morazán, Cabañas, Jerez, Valle, Barrundia, Gálvez, etc.”355 Para Masferrer, en el ámbito político la unión no hace la fuerza, ya que “si así lo fuera, la fuerza de las naciones estaría siempre en razón directa de su número de habitantes y de la extensión de su territorio. Pero en política, sólo produce fuerza la unión de las fuerzas; sólo energía la suma de energías. Unir debilidades, unir descréditos, unir enfermedades, unir cánceres, no dará jamás resultados positivos.”356

En el caso de los tres países que en 1896 buscaban unirse a iniciativa del presidente hondureño, constituyeron por un tiempo efímero, lo que se dio a llamar la Patria Grande de Centro América. Pero en realidad, en esta parte de la región centroamericana, concretamente en el tema de las vías de comunicación entre estos países, éstas no pasaban de ser caminos vecinales en condiciones precarias o en mal estado físico que imposibilitaban el tránsito y la conectividad; de tal manera que estos países se encontraban en situación de aislamiento físico entre sí. De ahí que el intento de unidad política centroamericana también resultaba ser un camino muy escabroso y a la postre se convertiría en un esfuerzo infructuoso. Por su parte el intelectual vicentino, Sarbelio Navarrete (1892-1953),357 contemporáneo de Masferrer, escribió varios artículos en el marco del tema de la integración centroamericana; uno de los cuales fue escrito en 1913 con el título El Estado centroamericano, en el cual afirma que las fuerzas que organizaron la Federación de las Provincias Centroamericanas fueron debilísimas y casi nulas: Puesto que tenemos el hecho de cinco Estados que, acentuando en el decurso del tiempo sus rasgos peculiares, han afirmado cada uno más su

354

Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Editorial Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996, p. 48. 355 Cfr. Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Op. Cit., 48. 356 Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Op. Cit., 49. 357 Sarbelio Navarrete (1879-1952), intelectual salvadoreño y doctor en Derecho por la Universidad de El Salvador, de la que fue Rector de 1936 hasta 1939, cargo al que renunció debido a la intervención que el régimen de Maximiliano Hernández Martínez llevara a cabo en esa fecha. Navarrete escribió artículos muy importantes en temáticas filosóficas, integracionistas y culturales. Dentro de sus escritos sobresalen: “Bajo el Signo de Descartes”, “La verdadera fecha de nuestra independencia”, “Panegírico a la Ciudad de San Vicente”, etc.

142 autonomía interior, y que constituidos hasta la fecha en Repúblicas soberanas, y considerándose como naciones distintas, parece que se alejaron por completo del gran ideal de una Patria común, solidaria e indivisible, como si en su egoísmo raquítico fuesen importantes para elevarse hasta donde llegan los pueblos que incrustan su personalidad en la historia.358 Para Navarrete, “el federalismo fue el disfraz aparatoso del egoísmo regionalista.”359 Ya que alrededor de la idea de unión centroamericana se ha formado una idea de erróneos conceptos y de pasiones mezquinas;360 porque “el fenómeno federalista apareció en nuestra historia como inmediata consecuencia del provincialismo y fue el predominio de los intereses localistas sobre los nacionales la fuerza disociadora que produjo la separación de los Estados.”361 En conclusión para este autor “la federación no existió jamás; fue solamente una sombra.”362 Idea que nos pone en la perspectiva y línea que ya había sido apuntada por Masferrer una década antes.

No cabe duda que Masferrer tiene claro que no es sólo por la vía de la voluntad que se va a lograr la unidad centroamericana, él sabe que hay que poner mediaciones concretas que vayan logrando el objetivo de salir del fragmentarismo político en el que han instalado a Centroamérica el caudillismo y conservadurismo. Esto lo trata Masferrer más profundamente en el Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador.

7.3.2.2.

Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador

Este ensayo lo escribió Masferrer hacia el año 1901 con el interés de participar en el concurso de ensayo que fuera convocado por el Diario de El Salvador en esa fecha.363 El 358

S. Navarrete, En los Jardines de Academo, Editorial Universitaria, Segunda edición, San Salvador, 1977, p. 74. 359 Ibídem, p. 76. 360 Ibídem, p. 80. 361 Ibídem, p. 82. 362 Ibídem, p. 77. 363 Cfr. A. Masferrer, Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Op. Cit., p. 44.

143 documento está organizado en trece sub apartados cortos al final de los cuales presenta un resumen del documento elaborado. Este trabajo cierra con una nota final en la que afirma el interés que motivó la redacción de este ensayo y declara, además, la razón por la cual no se ha estudiado y presentado el ámbito social de El Salvador. Por su parte, Luis Aparicio que prologa la segunda edición de este ensayo,364 afirma que esta obra recoge un penetrante análisis político del acontecer centroamericano y salvadoreño, ya que en ella, Masferrer advierte que “la unidad [de Centro América] habría sido lo deseable, alaba con sinceridad la independencia centroamericana; pero se duele porque recién conseguida, comenzaron las tendencias separatistas que habría de costar, como él lo dice ríos de oro y de sangre”.365

Del pasado nacieron tantas suspicacias que en el análisis de Masferrer, la federación resultaba insostenible y para rehacerla, sostiene Aparicio, siguiendo a Masferrer, “una vez rota, se recurrió a la vía fácil de las armas que sólo sirvieron para encender odios y sentimientos de venganza o de intervención de unos en los asuntos propios de los otros. Ese, para Masferrer fue el camino equivocado, la vía correcta era otra y él lo plantea así: Después de tantos esfuerzos sin fruto llega para nosotros con los albores del siglo vigésimo, la verdadera, la única forma posible de verificar la grande aspiración de ser uno: la aproximación primero, la unión después”.366

Por su parte, Rafael Lara Martínez al estudiar el pensamiento de Masferrer en lo referido al tema de la integración centroamericana, sostiene que este “ensayo rastrea la accidentada evolución que conduce de la colonia española a la federación centroamericana, para desembocar en la república salvadoreña independiente de inicios del siglo XX.”367 Y que el trayecto recorrido por el proceso integracionista “recorre ríos de oro y ríos de sangre por los cuales los que antes fueron hermanos –las diversas regiones

364

Ibídem,, pp. 5-6. Ibídem,, p. 5. 366 Ibídem. 367 R. Lara Martínez, El Bicentenario. Un enfoque alternativo, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011, p. 35. 365

144 centroamericanas– acaban en odios crecidos, desconfianzas erizadas, humillaciones y venganzas.”368

De acuerdo a la perspectiva de Lara Martínez, la visión masferreriana de la independencia en este ensayo apunta a evidenciar el legado de los intentos integracionistas, expresado en el caudal de riqueza desperdiciada en guerras intestinas y en el flujo de sangre de las víctimas acaecidas. Legado que es asimismo controversial, porque además de ser una utopía reservada a grupúsculos de soñadores, al final de cuentas implicó ser una empresa sumamente onerosa para los países centroamericanos.369

Para Masferrer la independencia política de Centro América no es asimilada, en principio, por parte del pueblo y sus dirigentes como un bien; afirmando que “sería la mejor celebración de nuestra independencia evidenciar que fue para nosotros un bien; una conquista merecida y bien aprovechada”.370 “¿Por qué hablar de independencia si no existe? ¿Cuál es la libertad de que gozamos?,”371 se pregunta él. En esta perspectiva, “la emancipación no debe mirarse sino como un camino hacia la libertad. ¿Qué parte de ese camino hemos recorrido nosotros?”372

Masferrer continúa su reflexión sobre el papel político de El Salvador en el contexto centroamericano echando una mirada a los momentos inmediatamente posteriores a la emancipación política de las provincias centroamericanas de la corona española; en ese contexto afirma que: Apenas declarada la independencia surge en los emancipadores la idea de una Confederación. Sugeríales tal proyecto el ejemplo de los Estados Unidos, a quien entonces era moda imitar, y se les presentaba como lógico y hacedero, el pensamiento de que la forma confederativa sería, en la república, la natural continuación de la vida colonial, unitaria en la monarquía.373

368

Ibídem, p. 35. Las cursivas aparecen en el original entre comillas, con lo que muestra el autor que está citando a Masferrer. Para evitar tanta comilla en un pequeño párrafo pero mantener el espíritu del texto, aquí se ponen en cursivas. 369 Cfr. Lara Martínez, R, El Bicentenario. Un enfoque alternativo, Op. Cit, p. 36. 370 A. Masferrer, A., Ensayo sobre el desenvolvimiento… Op. Cit., p. 9. 371 Ibídem. 372 Ibídem, p. 10. 373 Ibídem, pp. 10-11.

145 Con esta afirmación queda claro que para Masferrer la unidad de las provincias centroamericanas era algo de lo cual no se tenía en mente prescindir por parte de los que lideraban las luchas emancipadoras. Luego el autor hace una reflexión sobre el influjo que ha tenido la historia de dominación y sometimiento de la corona española a la formación cultural y humana en la individualidad de los salvadoreños, de tal manera que la idiosincrasia salvadoreña está condicionada por dos maneras de ser que podemos identificarla en la relación dialéctica que existe entre el dominante-dominado, tipificadas éstas en las figuras del militar y del sacerdote: Como aquellos sueños se desvanecieron, lo sabemos. Arriba, en los mandatarios, la tendencia irresistible a manejarlo todo, a ingerirse con poder absoluto, hasta en el pensamiento y en la conciencia. Abajo, en la masa, la costumbre, -trasmitida secularmente a través de la sangre de dos razas- de obedecer sin restricciones, de sujetar ideas, actos y sentimientos al poder de un hombre, para ellos un rey, aunque se llamara presidente o vice jefe; un verdadero monarca cuyo poder venía de Dios. Para sostener ese poderío, ya casi ilimitado, estaban la milicia y el clero. Aquel soldado era el antiguo paladín, devotísimo de su señor y de su dama; despreciando al pechero fiándolo todo a los tajos de su espada de dos manos, a los botes de su lanzón y a las resistencias de su escudo. Con otras armas y otro vestido, no ya bajo el dominio de un rey, pero siempre de un señor, allí estaba para sostener contra viento y marea la voz del jefe, la voluntad del amo, el antojo del señor que concedía honores y ascensos.374 El sacerdote por su parte, afirma Masferrer “para quien república y herejía eran la misma cosa; creyendo que todo poder viene de Dios (…) aceptaría el dominio estable de las dictaduras, dándoles su apoyo en cambio de la tranquilidad, del sosiego y de la conservación incólume de sus prerrogativas.”375 Para Masferrer “de este modo la república democrática y confederada tenía en su contra el pasado, los instintos, las costumbres, los intereses, las preocupaciones; en su favor no más que el cariño de unos pocos soñadores: una tímida aurora en lucha con la oscuridad

374 375

Ibídem, p. 12. Ibídem, p. 13.

146 cerrada y densa.”376 Luego apareció el lógico temor que la historia había corroborado; es a saber, la dominación de Guatemala como cabeza y corazón de la capitanía general que ante la nueva perspectiva histórica, buscaba seguir manteniendo dicho status: Pero un nuevo elemento apareció en seguida en forma de tendencias separatistas. Por debajo de los espíritus elevados y benévolos estaban los suspicaces que exigían entrar en el pacto federal en condiciones de absoluta igualdad; querían alejar todo peligro de que Guatemala ejerciera ni la más leve supremacía sobre los demás estados; temían que con apariencias de federación subsistiera la Capitanía General: un organismo en que Guatemala sería el corazón y el cerebro; el antiguo reino de Guatemala, en fin.377 De acuerdo a la perspectiva que Masferrer tiene en este punto, “a las suspicacias de unos y a las exigencias de los otros, añadamos que era Guatemala el baluarte de las ideas conservadoras, santuario de la tradición ultramontana, y [de] las provincias.”378 De ahí que “contra esas ideas, esos intereses, esas suspicacias, luchó incesantemente la federación, nunca sólida, nunca bien constituida, rota por un lado, apenas recompuesta por otro. La espada de Morazán fue para ella como una batería eléctrica para un cadáver: a cada contacto parece revivir; en realidad siempre está muerta.”379

Masferrer llega así a una conclusión lógica: que la historia ya dio de sí y demostró con entera claridad que la unidad política de las cinco repúblicas constituía un sueño irrealizable. En esta perspectiva, no volverá “a alzarse el caído estandarte: a la empresa de tremolarle, seguiría su abatimiento inmediato. Porque los tiempos han cambiado; porque estos pueblos han cambiado, y ha de cambiar, necesariamente la forma de realización de aquella idea.”380

De ahí que la iniciativa de construir la Patria Grande centroamericana, constituía una propuesta un tanto ingenua, porque “apenas fracasada la última tentativa de reconstrucción por la fuerza, algunos espíritus generosos e impacientes, creyeron e

376

Ibídem. Ibídem, p. 14. 378 Ibídem, p. 15. 379 Ibídem. 380 Ibídem, p. 18. 377

147 intentaron realizar la unión por medio de un pacto entre los gobiernos; efímera e infantil empresa, que la historia casi no ha tenido tiempo de registrar.”381 Y ante esa realidad, Masferrer cree que “la única forma posible de verificar la grande aspiración de ser uno es: la aproximación primero, la unión después.”382 Y ahí radica el principal papel político de El Salvador, evidenciado lúcidamente por Masferrer.

Cabe la posibilidad de aceptar que Masferrer posterga la unidad centroamericana ante tanto intento fallido y que en contraposición a ello acepta la fragmentación de la que ha vivido Centroamérica desde la independencia política en 1821. Aquí cabe la pregunta de cómo entiende Masferrer la nación.383 Esto se desarrolla en el Capítulo Tercero. Este análisis posibilita a este pensador ejecutar un salto cualitativo en su reflexión crítica y le permite ver que aquel último intento de unidad centroamericana conllevó necesariamente el error histórico ratificado por los hechos. Es decir que existe una constante “oposición entre los hechos y las instituciones [que] fue fatal: sus frutos fueron erigir la mentira en sistema de gobierno. De un lado, el poder, procurando siempre guardar las apariencias; de otro, el pueblo, contentándose siempre con que las apariencias se guardaran. En último resultado, la tiranía hipócrita y el pueblo farsante.” 384 Es más, Masferrer afirma que “cada vez más fuerte la lucha de la doctrina con el hecho, éste se hizo bárbaro y aquella pueril: del primero salieron crueldades y salvajismos; de la otra brotaron más y más expedientes, trabajos en la constitución escrita, mallas sutiles, tejidas con la más rara suspicacia, que, en vez de suavizar el despotismo no lograban sino exasperarlo y volverlo disimulado y artero.”385

Esto condujo a cambios de gobierno al arbitrio de los que toman el poder por medio de la fuerza de las armas y “el cambio de gobierno, creó, por la fuerza, toda clase de prerrogativas para las gentes de espada, hasta el punto de poner en sus manos los destinos de la nación. Así nos dio el militarismo.”386 Y esto constituyó la base del

381

Ibídem, p. 19. Ibídem. 383 El tema de la nación se desarrollará en el Capítulo Tercero, concretamente en el inciso 5. Elementos del pensamiento filosófico vitalista masferreriano. 384 Masferrer, A., Ensayo sobre el desenvolvimiento… Op. Cit., p. 24. 385 Ibídem, p. 25. 386 Ibídem, p. 32. 382

148 “descrédito, sujeción, miseria, desorden, ferocidad, atraso y tiranía, esos son, esos han sido para nosotros los frutos de las revoluciones.”387

Ahora bien, siendo ésta una situación estructuralmente grave en El Salvador, Masferrer sostiene que la solución al problema tiene que ir en la línea de mejorar o cualificar la cultura. Cosa que sólo se logra por medio del cultivo del pensamiento y la educación. Esto es lo que permitirá que el país salga adelante en el proceso de desarrollo cultural y que pone a El Salvador en las posibilidades reales de ejecutar su papel en el contexto internacional; porque como él lo dice referido a los adelantos que de verdad y con permanencia tenemos ya de civilización, ¿a qué los debemos? Y responde que sin lugar a dudas es la evolución cultural de los pueblos la que trasciende a aquellos que se han ido quedando rezagados; es decir, “a la influencia invasora de la cultura exterior, que en este siglo dispone de maravillosos medios de propaganda.”388 En el caso salvadoreño, “cuando nosotros hayamos enseñado y habituado a leer, siquiera a los dos tercios de nuestro pueblo, habremos hecho cien veces más, mil veces más que todas las revoluciones. En resumen: lo que nos atrasa y acabaría por matarnos, son las revoluciones; lo que nos salvaría, son la paz, el trabajo y el orden. Es preciso cerrar la era de las revoluciones.”389 Al final, concluye Masferrer que “los pueblos no existen aislados en el planeta. Por encima, o mejor dicho, sin contacto ninguno con los vínculos voluntarios de la diplomacia, existen vínculos irrompibles que atan a las naciones, haciéndolas participar fatalmente en el resultado de sucesos que les son extraños. Así, hay entre ellas, una solidaridad evidente, benéfica unas veces, perjudiciales otras, pero siempre más peligrosa para los más débiles.”390

No cabe duda que superar los problemas sociales, políticos, económicos y culturales, sólo puede hacerse a partir de una educación sistemática para todos, no sólo para los acomodados económicamente, ya que la cultura y la educación permitirán lograr mayores niveles de humanización en El Salvador y en la región centroamericana. 387

Ibídem. Ibídem, p. 34. 389 Ibídem, p. 36. 390 Ibídem, p. 39. 388

149 7.3.2.3.

La misión de América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo

Este tema lo aborda Masferrer en dos artículos cortos escritos presumiblemente hacia 1918. En el primero de ellos, el autor comienza afirmando que América es el continente que está destinado por la Providencia y por la Naturaleza a ensayar y realizar las nuevas formas de vida que la humanidad necesita para el momento. Según él, todo lo que los seres humanos han anhelado para concretar una nueva vida puede y debe realizarse en América. De acuerdo a esto, América tiene un nuevo significado consistente en “una vida limpia en la que el pan no se amasa con sangre, ni prostitución, ni embriaguez, ni miseria”.391

Masferrer se proyecta la imagen de la América del futuro no como un continente “nebuloso y fantasmagórico, abandonado al azar de los tiempos, sino un mañana concreto, preciso, que nuestra mente y nuestros brazos convertirán en hoy.”392 Para él, el continente americano ha dejado de ser una expresión geográfica para convertirse en una expresión moral: “América es una fe y un propósito. América es el credo político social y espiritual de los Hombres Nuevos: de los que ya no quieren asfixiarse en los pantanos de las patrias minúsculas, misérrimas, inermes, sobre las cuales todo insolente poderoso escupe y defeca, haciendo que los esclavos adoren su defecación.”393

Para Masferrer América es una idea que batalla para convertirse en una fuerza realizada en el tiempo y el espacio: “La América débil, desunida, parcelada y mezquina, devorándose a sí misma, es la América vieja, carcomida y podrida, obra de enanos y miopes”.394 Es una realidad que hay que superar por ello hace un llamado a los hombres y mujeres del continente a enterrar y olvidar esa concepción de América, a partir de una lucha que aunque conlleva sufrimiento, al final se consigue el triunfo. Y este camino no es el de las revoluciones miopes que hasta ahora se han practicado que reclaman ríos de oro y de sangre, sino aquella que conduce a elevar la cultura, el conocimiento y el desarrollo, aquella que es construida por hombres nuevos: Y hagamos surgir de sus cenizas la América nueva, fuerte, unida, concorde, consciente de su misión, dispuesta al dolor y a la muerte para 391

S. Flores, S., Op. Cit., p. 11. Ibídem, p. 11. 393 Ibídem. 394 Ibídem. 392

150 realizar su misión (…) ¡Hombres Nuevos de América, americanos libres! Alcémonos, formemos en fila de combate, ensanchemos el pecho, absorbamos poderosamente el aire de la vida, y que surja y resuene el grito de batalla: ¡A luchar por América! ¡A triunfar por América! ¡A sufrir por América!395

En el segundo artículo, Masferrer afirma que para que esa América de la que ha hablado antes se haga una realidad, es necesario que germine y nazca un hombre nuevo. Es decir, un hombre cuyo espíritu conlleve en sí mismo el anhelo de forjar el futuro como presente de la humanidad en esta parte del mundo. En este sentido, esa nueva América “jamás podrá nacer de una simple construcción mental, jamás de meras fórmulas científicas ni de abstractos y fríos sistemas, sino de una llama que a un tiempo dé luz y calor; de una llama que encendida en el corazón suba a esclarecer el pensamiento para que encuentre los caminos y a caldear la voluntad para que los recorra”396 de manera inminente. Y para que este pensamiento no se quede en una simple ilusión motivadora, Masferrer traduce dicha motivación en acciones programáticas concretas: Ahora y en ti mismo ha de comenzar la guerra implacable contra la embriaguez del alcohol, del opio, del tabaco, de la morfina, de todos los narcóticos; y contra la alimentación sangrienta, que hace al hombre agresivo, impulsivo, feroz y cruel; y contra la prostitución que pudre el cuerpo, que hace mugre la carne, y siembra de miasmas y de podredumbre la carne y los huesos, y disuelve la voluntad en las nieblas viscosas de la duda.397

Al final de este corto escrito, Masferrer afirma que este programa de vida es necesario cumplirlo para que dé inicio el surgimiento de hombres nuevos creadores de la nueva historia, de la nueva América que abrigará a la nueva humanidad, la nueva vida que todos los hombres anhelan y que así la necesitan.

395

Ibídem. Ibídem, p. 12. 397 Ibídem, p. 13. 396

151 7.3.2.4.

La Misión de América

En su escrito denominado La Misión de América, Masferrer inicia su reflexión diciendo qué es lo que entiende por América. Y dice que con este vocablo se refiere “al conjunto de pueblos (…) que son una unidad, como religión, como historia, como suelo y clima y continuidad territorial, como instinto democrático y como tendencia social; que son por la colaboración de la naturaleza y del tiempo, la más vasta, espontánea, continua y definida unidad que hasta hoy se haya mostrado sobre el planeta.”398 En este conjunto de pueblos, lo “que verdaderamente hay de real, de profundo, significativo y estable en las nacionalidades, es el suelo, es la sangre, es el concepto de la vida social y de la vida espiritual; es sobre todo, el idioma, que expresa y resume todos los demás y que sirve como de sello a la entidad que de ellos resulta.”399

Para Masferrer, aunque fueron monárquicos los orígenes latinoamericanos y la educación que estos pueblos recibieron, surgió a pesar de ello: Una constelación de repúblicas democráticas que son ahora la patria hispanoamericana. diferencias

en

la

Diferencias legislación

en

el

mecanismo

secundaria;

gubernamental;

diferencias

en

ciertos

procedimientos y en la organización formal de algunas instituciones: todo ello, cosa fácil de modificar; pero en lo hondo, en lo determinante que es el instinto democrático, y en su manifestación que es la forma republicana, subsiste la similitud, más bien dicho, la Identidad y la Unidad.400

No obstante a esta Latinoamérica le hace falta algo para que cobre su verdadera identidad y unidad como pueblo; y eso que le falta es “una conciencia colectiva y la exterioridad de algunos matices comunes, para ser a sí mismo una actual y viviente nación.”401

En la reflexión que hace Masferrer sobre el papel que debe desenvolver el continente americano, necesariamente hay que analizar el papel de Europa para el mundo. En este contexto, la Primera Guerra mundial, librada en Europa de 1914 a 1918 demostró que 398

A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 515-516. Ibídem, p. 516. 400 Ibídem, pp. 516-517. 401 Ibídem, p. 517. 399

152 este continente está imposibilitado para ser rector de la cultura, la unidad y la civilización humana.402 Para Masferrer, esta guerra demuestra que “se tiene ya conciencia de que la hegemonía de la civilización europea llegó a su fin, y que la decadencia ha comenzado. Allá mismo, los hombres de más visión y sinceridad lo comprenden y lo confiesan, y los más optimistas discurren desesperados remedios, como los que suelen aplicarse a los enfermos que agonizan.”403 De acuerdo a su punto de vista: En el momento en que Europa comienza a perder el gobierno de la civilización, se halla la América Española como un niño inexperto, inhábil, acostumbrado a que piensen por él, a que ideas, sentimientos, aspiraciones y gustos se le den hechos; a que le enseñen o le sugieran todo, hasta los vicios; a no ser más que un reflejo de aquella luz de Europa que ahora comienza a nublarse y desvanecerse. Nuestra aspiración única, que fue en todo copiarle e imitarla, se encuentra ahora convertida en una aspiración peligrosa; pues si la civilización europea comienza a morir, no es sino porque ya no es saludable, ya no es adecuada, ya no responde a las necesidades y anhelos del mundo.404 En esta línea Masferrer afirma que “Europa, decimos, es la separación y la fragmentación: en la moneda, en la frontera, en el idioma, en el suelo, en los hábitos, en el clima, en la forma de gobierno, en la jerarquía social, en todo. Y los hombres quieren ya otra cosa; sienten que pueden y deben fundar otra cosa: una nueva cultura, más humana, más suave, más armónica, más para todos, más integral, más sencilla, más espiritual.”405

En este estado de cosas, el autor contrapone la realidad vivida en Latinoamérica respecto de la que vive la América sajona y recordando que en el contexto de la doctrina Monroe, los Estados Unidos llevó a cabo la guerra contra España en 1898, y después de resultar vencedor de ésta, despojó a España de Cuba. Poco más tarde provocó la independencia de Panamá de Colombia en 1903, e inició la construcción del canal interoceánico. En este contexto internacional, la América sajona como pueblo del norte tiene la más viva, exacta y definida conciencia de lo que puede intentar. Por ello:

402

Cfr. Ibídem, p. 518. Ibídem. 404 Ibídem, p. 519. 405 Ibídem, p. 520. 403

153 Mientras nosotros nos ejercitamos en retraernos, en separarnos y en contraponernos, ellos se ejercitan en ligarse, en concretarse y vigorizar el alma nacional; en hacer un haz de todas sus fuerzas materiales y espirituales, para tener así una irresistible palanca que les permita remover y dominar cualquier obstáculo. Mientras nosotros copiamos ellos crean; mientras nosotros nos avergonzamos de tener algo nuestro, ellos se enorgullecen de no tener nada que no sea propio; mientras nosotros nos empeñamos en ser un remedo o un reflejo, ellos se empeñan en ser una realidad una individualidad.406

De acuerdo a Masferrer, el hecho de que Latinoamérica no haya forjado una conciencia colectiva clara e identificada con la diversidad de los pueblos que la conforman; por ello, el latinoamericano se conduce por derroteros perversos que lo apartan de “la concordia, de la unidad de miras, de la organización encaminada a realizar los mismos grandes fines,”407 que son la construcción de un pueblo unido, culto y alto por sus aspiraciones y realidad de justicia y concordia. Y “¿Cómo ha de ser esa nueva civilización de que hablamos? Lleguemos antes al despertar de nuestra más amplia conciencia: movámonos en el sentido de nuestra fuerza directriz, que es la cooperación, y entonces el espíritu hablara por nosotros, y veremos, clara y exactamente, el camino de nuestra salvación.”408

Este es el horizonte que llama a ser construido por los pueblos latinoamericanos. Y para eso debe haber una conciencia clara de lo que se pretende construir, un claro liderazgo que sea el conductor de los pueblos hacia ese horizonte. Masferrer lo afirma de la siguiente manera: Como toda luz viene de lo alto, pienso yo que en la América Hispana – donde no hay realeza, ni aristocracia, ni órdenes militares caballerescas, ni castas sacerdotales dominantes, ni colegios de iniciados, ni ricas y refinadas oligarquías, ni mecanismo alguno, tradicional o clásico, encargado de la alta enseñanza y conducta de los pueblos– pienso yo, que son las Universidades las llamadas, necesariamente, a consultar la brújula y a trazar el itinerario.409 406

Ibídem, p. 522. Ibídem, p. 524. 408 Ibídem, p. 525. 409 Ibídem. 407

154

Y Masferrer culmina con una reflexión que adelanta la perspectiva universal del dominio de la vida diciendo que “cuando las universidades hispanoamericanas orienten su trabajo en el sentido que demandan la vocación de estos pueblos y la necesidad y el anhelo de la humanidad en esta hora,”410 entonces, hombres y mujeres comunes de todos los pueblos de América, “podremos decir que las esperanzas del mundo se han salvado, y que la Nueva Era no será el predominio mental y moral de una sola nación sino la flor, la rosa de cien hojas, nacidas del corazón y de la inteligencia de todas las razas y de todos los pueblos.”411

El llamado está hecho a que se construya la patria, la nación y en este sentido para Masferrer la patria lo constituye toda la región centroamericana. Porque el suelo, la lengua, las costumbres, el folklor, etc., no construyen la patria, sino que lo que la construye es la unión de voluntades. De ahí que la educación de calidad desempeñe un papel crucial en la construcción de la patria y eso sólo se concreta en aquel lugar donde la educación formal no prepara caricaturas de profesionales sino, por el contrario, forma a seres humanos en el pleno sentido de la palabra; es a saber, personas que piensan por sí mismas.

En este marco es que para Masferrer la unidad centroamericana vendrá a ser la solución a muchos problemas provinciales. No obstante, el tema de la federación, como ya se ha visto es una creación fantasmagórica que desde la perspectiva de Sarbelio Navarrete y por supuesto para Masferrer, es un tema insoluble por el momento.

Teniendo presente las características que América latina tiene para ese momento y resaltando las ideas que Masferrer expresa al respecto, la de identidad y unidad cobra fuerza para la construcción de una verdadera patria y el papel histórico que le toca jugar a este continente en el conjunto de naciones en el mundo. En esa línea Masferrer destaca la falta de conciencia de sí que tiene América latina; por lo que el papel de las universidades como centros de investigación en los campos de la cultura, de la historia nacional y de la proyección social es de carácter necesario y urgente. Esta perspectiva viene a solventar, al menos en parte, la necesidad de una conciencia social 410 411

Ibídem, p. 526. Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 526.

155 latinoamericana. Es interesante ver cómo años más tarde, Ignacio Ellacuría trata la cuestión del papel que debe jugar la universidad en cuanto tal en el marco del cambio social y cómo para eso debe ella revalorar el hecho y la necesidad de asumir el carácter político que le compete. Esto implica asumir la realidad sociopolítica en la que la universidad se encuentra instalada; es decir, la realidad de las mayorías oprimidas como punto de fundamentalidad ética que conlleva la opción preferencial por las mayorías oprimidas.412

Conclusión

En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de los pueblos indígenas prolongaría el proceso hasta bien entrado el siglo XX. La aplicación inicial de la medida generó varias revueltas indígenas importantes, aunque fallidas: las de 1884 en Izalco y Atiquizaya, las de 1885 y 1889 en Cojutepeque y la de 1898 en Santa Ana, en que los indígenas insurrectos cortaron las manos de jueces repartidores ejidales.

Este hecho debe enmarcarse en la perspectiva de la consolidación del sistema liberal en Centroamérica y concretamente en El Salvador. Para los liberales, el orden era la razón de ser del progreso. De ahí la necesidad de legislar en torno a la propiedad de la tierra y del suministro de mano de obra. Este reordenamiento implicó primero el debilitamiento de la Iglesia como factor de poder económico y político, lo que no produjo de ninguna manera el fin de la intervención de aquélla en los asuntos públicos. Segundo, el sometimiento de los centros de poder regionales al poder central, con miras a sentar las bases para construcción de un Estado nacional. Y tercero, la desestructuración de las comunidades indígenas, con el resultado a un nuevo impulso a su cultura de resistencia, expresada en forma de marginación y de rebeliones. En resumen, la gran novedad de este período reside en que la clase dominante actuó por primera vez como tal, desde la independencia política de España.

412

Cfr. I. Ellacuría, “Universidad y política” en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Escritos Políticos, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 1991, pp. 17-45.

156 Para nuestra interpretación y análisis, la conversión de las tierras del común en propiedad privada se ubica entre los acontecimientos más importantes de la historia salvadoreña. Miles de parcelas previamente poseídas y administradas por comunidades y municipalidades pasaron a manos privadas. Campesinos y empresarios obtuvieron títulos de tierras que ahora podían vender o hipotecar con mayor facilidad o administrarlas sin recurrir a las autoridades municipales o comunales.

El hito que constituye las reformas liberales y sus tres momentos históricos (las reformas constitucionales de 1881; la dinastía de los Meléndez-Quiñónez y la masacre de 1932), para la historia salvadoreña, ha puesto las bases para una seria transformación del país. En ello cifró Masferrer sus expectativas en la construcción de una Patria donde la vida de los salvadoreños sea viable de manera concreta y no idealista. Esto implicó para él la elaboración de un pensamiento filosófico y político que tuviera que ver con la realidad concreta que le tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y campesinos. Un pensamiento filosófico y político al que le corresponde una ética, cuyo punto de inflexión fuera la búsqueda de transformar la realidad de su tiempo en una realidad más justa. Por ello estructura su propuesta Vitalista. Pensamiento filosófico que mejor expresa el contenido ético y político de una reflexión crítica al servicio de la construcción de una sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no podemos vivir si no es en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa distribución de la tierra, sea el elemento clave del Vitalismo de Masferrer.

La reforma del sistema de tenencia de la tierra es lo que está a la base de la propuesta ético-política de Masferrer. La tierra como el recurso fundamental para el desarrollo de la vida del ser humano. De ahí la centralidad del ser humano en su pensamiento filosófico vitalista, pero no un hombre idealizado sino un ser humano real, física y materialmente ubicado en espacio y tiempo concretos.

Esa centralidad del ser humano real, en el vitalismo de Masferrer, es la que lo ubica en el contexto histórico salvadoreño de 1880-1932; sólo que en el lado contrario del liberalismo; es decir, desde la lucha por la justicia social.

157 CAPÍTULO TERCERO

El pensamiento filosófico vitalista de Alberto Masferrer

Pensar críticamente la realidad, es decir, formarse una idea de la misma, comprenderla y transmitirla a los demás con el interés de ir conquistando mayores niveles de humanidad para un pueblo, es tarea ineludible del filósofo y el sentido propio del objeto de la filosofía. De ahí que si damos por aceptado que la filosofía, en tanto amor a la sabiduría, es una búsqueda incesante por conocer y transformar la realidad; esta búsqueda exige un procedimiento específico que brinde las herramientas necesarias para articular y orientar la praxis que conduce a dicha transformación. Esto, en función de alcanzar niveles de vida más adecuados para la mayoría de hombres y mujeres de un espacio y tiempo concretos. Esa es la praxis fundamental que encontramos en la vida y obra intelectual que desarrolló Masferrer.

Por ello, analizar el Vitalismo masferreriano, es decir, la propuesta intelectual de Masferrer, permite presentar el itinerario seguido por éste en el despliegue de su pensamiento, que en su momento inicial estuvo condicionado por sus relaciones con el oficialismo del que se nutrió intelectualmente durante muchos años y posterior a esta etapa y llegar a concluir que el oficialismo se quedaba corto ante las exigencias de la realidad social, económica y política; esa conciencia le impulsó a dar un cambio importante en su concepción de la vida y de la realidad y le exigió, asimismo, un cambio de actitud para ser coherente con dicha realidad. Esto le llevó por una parte a derroteros que le enfrentaron directamente con el poder político y económico de su tiempo y por otra parte, a formalizar las instituciones en las que intentó cristalizar su pensamiento filosófico y político: los Círculos Vitalistas, el Partido Vitalista y la Educación vitalista.

Ha habido una opinión, muy generalizada por cierto, que afirma que Masferrer expresó su mejor formulación del vitalismo en su obra El Minimum Vital, publicada en 1929;413 por el contrario, aquí se sostiene que la obra cumbre que expresa mejor los principios fundamentales de su pensamiento social y político del Vitalismo de Masferrer es la publicada en el periódico Patria, entre los años de 1928 a 1930. Ya que como lo 413

Cfr. Capítulo Primero de esta investigación, concretamente el punto 2. Una aproximación al Vitalismo masferreriano, pp. 33-37.

158 mencionara el mismo Masferrer, refiriéndose a su escrito, El Minimum Vital es la aplicación del Vitalismo a la sociedad humana, únicamente desde el punto de vista económico y que presenta elementos de una doctrina sintética de la vida, que integra a la vez filosofía, religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho.414 En su escrito el Minimum Vital, se afirma que “el régimen social puede y debe organizarse de tal manera, que para todos los asociados haya la posibilidad segura de disfrutar de un Mínimun de Vida Integra.”415

En los artículos que Masferrer escribió en el periódico Patria se encuentra en toda su madurez su pensamiento filosófico, concretamente en los ámbitos ético y político de la teoría Vitalista masferreriana. En este marco, el Vitalismo masferreriano, como pensamiento filosófico político, puede observarse de forma concentrada en estos artículos. En ellos Masferrer busca conseguir una mejor formalización teórica de la orientación ética y política de un pueblo que dista mucho de ser culto pero que se encuentra en el proceso de serlo. En este sentido, el proceso inicia desde su perspectiva, con la transformación del modus vivendi individual, pasando por el ámbito de transformación de la familia como núcleo de la sociedad y culmina con la transformación de la sociedad entera.

Este capítulo se ha dividido en cinco partes. La primera trata sobre los conceptos fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano. En esta parte también se especifica el corpus textual masferreriano. En la segunda parte se tratan los antecedentes sociopolíticos en los que se debe analizar la figura y obra intelectual de Masferrer. La tercera parte aborda los principios fundamentales del pensamiento filosófico vitalista, sus presupuestos y fuentes. Asimismo, trata de las concreciones institucionales del vitalismo: El Partido Vitalista, Los Círculos Vitalistas y la Educación Vitalista. En la cuarta parte se presenta el método filosófico del vitalismo masferreriano que incluye la Ética Vitalista y la Política Vitalista. En la quinta parte se analizan los elementos configuradores de la praxis del pensamiento filosófico vitalista. Estos son: La tenencia de la tierra, la justicia social y la estructura política y económica vitalista.

414 415

Cfr. Patria, 8 de febrero de 1929; pp. 1-2. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p.190.

159 1. Conceptos fundamentales del Vitalismo masferreriano

Como se ha mencionado en la introducción a esta investigación, las reflexiones éticopolíticas de Masferrer nunca fueron rigurosamente sistematizadas en un sistema filosófico, sino que se encuentran diseminadas en obras que no son dedicadas a temas filosóficos o antropológicos propiamente dichos. Y que a pesar de las indudables inclinaciones éticas que presenta Masferrer, éste no fue un filósofo sino un pensador que desarrolló varias aristas en el campo intelectual.

En este sentido la obra clave del pensamiento filosófico de Masferrer es Patria, que como sabemos constituye una serie importante de artículos periodísticos cuya esencia fundamental no es ser una obra orgánica, sino que es una sucesión de pensamientos profundamente reflexivos sobre los temas álgidos de la realidad social y política que se vivió en El Salvador y en Centroamérica durante la primera mitad del siglo XX. Dicha reflexión tiene un compromiso ético y político claramente definidos y por tanto, en ésta radica la implicación propiamente filosófica del pensamiento masferreriano.

En este sentido el pensamiento filosófico vitalista de Masferrer se expresa en toda su obra intelectual. Pero más concretamente se concentra en los artículos que escribió como editoriales del periódico Patria; de ahí que Patria se convierte en la fuente principal desde la cual hay que estudiar y analizar e interpretar toda la obra intelectual de Masferrer. Ella nos da las pautas fundamentales y las claves hermenéuticas para analizar su pensamiento filosófico, político y vitalista. Asimismo es desde Patria que hay que ver la historia misma detrás del hombre que significó Masferrer para el país y la región centroamericana.

El elenco que constituye el corpus textual masferreriano se ha expuesto en el Capítulo Primero de esta Tesis Doctoral.416 No obstante, en este punto es importante aclarar que durante el desarrollo de nuestra investigación se ha confrontado los originales publicados en el Periódico Patria editados directamente por Masferrer en 1928, 1929 y 1930 con las ediciones de los artículos de Patria editados en 1960 por Pedro Geoffroy Rivas y los Artículos Vitalistas y El Libro de la Vida editados en 1971 por Matilde Elena López. Dicha

416

Remito al Capítulo Primero, ítem 5.2. La obra filosófica de Masferrer pp. 69-70.

160 confrontación nos condujo a la conclusión siguiente: que las ediciones realizadas por Pedro Geoffroy Rivas y Matilde Elena López constituyen una copia textual de los artículos originales publicados por Masferrer en el periódico Patria en los años señaladas.417 De ahí que no exista riesgo en el uso de estas fuentes ya que constituyen, como se ha dicho, copia textual de la fuente primaria que es la base fundamental para nuestro estudio realizado y presentado en este Capítulo Tercero.

Ahora bien, hay que dejar claro que en la obra intelectual de Masferrer existe una serie de conceptos fundamentales que este autor retoma en distintos momentos de su vida y que son conceptos fundamentales porque sin ellos no se comprende a cabalidad el aporte intelectual de este autor en el ámbito del pensamiento crítico, en la línea ética y política, que es donde reside el mayor aporte a la sociedad salvadoreña y centroamericana en la época que le tocó vivir y para la posteridad.

Estos conceptos, en orden de importancia como se tratan en esta Tesis Doctoral son: El concepto que Masferrer tiene de la Vida, el concepto de Vitalismo, el tema de la Tierra, el tema de la Justicia, el Partido vitalista, los Círculos vitalistas, la Educación vitalista, el tema de la Justicia. Estos temas fundamentales se desarrollan en este capítulo por lo que aquí solo se mencionan y se aclara que su fundamento teórico de los mismos se encuentra diseminado en lo que hemos dada a llamar el corpus textual masferreriano. Estos conceptos fundamentales se han englobado en un término que a nuestro juicio constituye la síntesis del pensamiento vitalista masferreriano: el Minimumvitalismo. Y éste se concreta en la satisfacción plena de las necesidades primordiales que posibilitan el desarrollo completo de la vida de los seres humanos. En esta perspectiva, existe un vínculo importante entre los principios fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano y los principios de justicia, bien común y derechos humanos, que en condiciones normales defienden las sociedades y estados nacionales en la actualidad mundial, que esto último es materia del capítulo cuarto.

417

Estos artículos se encuentran en sendos tomos de la Colección Especial de Periódicos Antiguos en propiedad del Museo Nacional de Antropología, David J. Guzmán (MUNA); colección que cuenta además, con los tomos correspondientes a las publicaciones de Patria durante los años de 1935 a 1938, cuyo editor corresponde al señor Alberto Trigueros Guerra. Por otra parte, se encuentran números individuales de ediciones de este periódico correspondiente al año 1929 en el Depósito del Archivo General de la Nación en el Palacio Nacional de El Salvador, pero corresponden a números ya organizados en las colecciones especiales en propiedad del MUNA.

161 Ahora bien, Masferrer articula su pensamiento filosófico de la siguiente manera: La fuente de reflexión crítica de Masferrer se fundamenta en la absolutez de la vida, en lo biológico y en lo ético-político, donde tienen cabida las concreciones del Partido Vitalista, los Círculos Vitalistas y la Educación Vitalista. Éstos orientan la nueva praxis política en vistas a la construcción de una sociedad más justa y equitativa en El Salvador.

2. Antecedentes sociopolíticos del Vitalismo masferreriano

Masferrer tiene claro el diagnóstico social, político, económico y cultural de El Salvador durante la segunda década del siglo veinte y se da cuenta que tal como se encuentra organizada la sociedad de su tiempo, los dirigentes políticos salvadoreños no han hecho nada por mejorar la situación de las mayorías de la población salvadoreña particularmente la indígena y la campesina. Estos sectores de la sociedad se ven a sí mismos imposibilitados de mejorar sus condiciones de vida, ya que históricamente se han considerado como víctimas pasivas de esa situación. Masferrer sabe que si no se hace algo por cambiar esa realidad muy pronto en El Salvador “tendremos millares de pequeños y medianos propietarios arruinados, y unos quince o veinte Rockefeller, que habrán absorbido las más grandes energías del país.”418 Asimismo se tendrá a cientos de miles de empobrecidos que no servirán ni para ciudadanos ni para defender su familia y menos, defender la patria, porque los “hombres que no se alimentan bien, que no se abrigan bien, que no descansan bien, que no se guarecen bien, no sirven ni para trabajadores ni para ciudadanos; ni para defender a su patria, ni para sostener a su familia.”419 De ahí que Masferrer advierta en uno de sus escritos que “tal como la vida se halla organizada en nuestros tiempos, un pueblo analfabeto será, sin remedio, el esclavo de un grupo de perversos de su propio suelo o la presa fácil de cualquiera nación poderosa que desee absorberlo o dominarlo.”420

De modo que como se ha visto en el capítulo segundo, resulta crucial la etapa vivida en El Salvador durante los años de 1880 a 1932, ya que durante esa época, de acuerdo a la opinión de Lauria-Santiago, López Bernal y otros autores, se constituye el desarrollo del

418

A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 289. Ibídem, p. 59. 420 Ibídem, p. 10. 419

162 capitalismo en el país;421 proceso que benefició de manera importante a unos pocos salvadoreños y empobreció a multitudes. En esta perspectiva, como afirma Matilde Elena López: El desarrollo del capitalismo en El Salvador, no se ha realizado por las vías de una revolución campesina,

verdadera y radical,

sino por la

transformación de latifundistas en industriales del campo. No ha beneficiado al pueblo, sino a unos cuantos ricos que van en camino de ser millonarios. Al mismo tiempo va surgiendo el proletariado, pero en condiciones tan miserables, que más les valía a los trabajadores haber continuado de siervos. Los pequeños propietarios son arrasados por la gran propiedad terrateniente, y con la avalancha de la crisis mundial, la situación se agudiza tremendamente. Surgen paros patronales y la desocupación en masa. Los trabajadores de la ciudad y del campo se empobrecen cada día más. Las aguas sociales se enturbian y se encrespan hasta alzarse con violencia inaudita. Todo está preparado para una insurrección si no hay la mano que detenga a tiempo la tormenta.422

De ahí la necesidad urgente de un cambio radical en el orden social en el que vive El Salvador a principios del siglo XX; lo que hacía necesario desarrollar de manera sistemática una lucha por la justicia social que transformara radicalmente la situación injusta que vivía la mayoría de la población salvadoreña. Esto siguió siendo una deuda pendiente. No obstante, Masferrer propone, con su vitalismo un giro total para superar la difícil situación a la que han llevado al país una serie de gobiernos irresponsables.423 Él sabe que tiene que ser cuidadoso en su propuesta, ya que la violencia social está a flor de piel en el pueblo, por la situación de crisis estructural que han vivido las mayorías salvadoreñas durante décadas. Pero la violencia directa no es alternativa en su proyecto; no obstante la necesariedad y urgencia de un cambio que sea radical. Por eso Masferrer tiene que fundamentar en la realidad su proyecto vitalista, para que éste no sea un cascarón incoherente entre la esencia de su propuesta filosófica y la realidad fáctica que vive la sociedad salvadoreña durante esa época. En esta perspectiva, se cumplen en

421

Cfr. R. Menjívar, Acumulación originaria del capital, Op. Cit., A. Lauria- Santiago, Una república agraria, Op. Cit., C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas… Op. Cit.. 422 M.E. López, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 23. 423 Cfr. Capítulo Segundo de esta investigación, Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932, pp. 78156.

163 Masferrer las premisas fundamentales de la esencia del ser filósofo que tiempo después aparecería con más fuerza en el criterio de Ignacio Ellacuría, para quien “el filósofo –si realmente lo es– filosofa desde su situación, y esta situación es hoy más que nunca una situación pública y política, configurada últimamente por esta dimensión de publicidad política.”424 En la misma perspectiva, afirma Héctor Samour que “la politización de la filosofía debe ir orientada a que la filosofía, sin dejar de ser filosofía, busque una acción transformadora del mundo y de la sociedad para posibilitar la revelación cada vez mayor de la realidad a través de una conciencia hecha crítica en la praxis.”425

3. El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana

Para Masferrer la vida es lo más importante que tenemos los seres humanos; es más, la vida para él en todas sus manifestaciones tiene un carácter absoluto. Por tanto, la vida adquiere carácter de principio, es algo principial. De ahí que cuidarla, respetarla y promoverla, es clave para el desarrollo presente y futuro de la humanidad. De acuerdo a su criterio, la vida es el origen de todo; en sus manifestaciones de fuerza y salud, la vida es “la fuente de donde manan todas las prerrogativas y todos los derechos reales. Cuando se tiene vida, se es independiente, se es libre, se es soberano, y se tiene aliento para luchar, y para morir defendiendo la libertad, la independencia y la soberanía, y todo lo demás.”426 La vida no es una abstracción; al contrario, es el elemento vinculante entre el hombre y la realidad. Y los vitalistas que en general, tienen conciencia clara que les permite comprender y profundizar lo que es la vida, también están en disposición de defenderla; tanto de las agresiones físicas y directas, como de aquellas manifestaciones ideologizantes envueltas en discursos con apariencia de bondad, cuyo interés es distraer la atención de los verdaderos problemas de la sociedad que atentan contra ella.

El vitalismo sienta postura ante esos discursos ideologizantes acerca de la vida, que más parecen cantos de sirena que intentan engañar al pueblo ingenuo con ideales envueltos

424

I. Ellacuría, “Filosofía y política”. En Veinte años de Historia de El Salvador, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 49. 425 Héctor Samour, Voluntad de liberación: el pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría, UCA Editores, San Salvador, 2002, p. 260. 426 A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243.

164 en palabras como progreso y desarrollo. Por ello, Masferrer es enfático al anunciar que los vitalistas: No queremos oír hablar más de soberanía, ni de abstracciones de ningún género; queremos oír hablar de niños que comen buen pan y toman buena lecha; de gentes que van calzadas y vestidas de verdad; de trabajadores que se nutren bien; de familias que viven en casa amplia, soleada, aireada; en fin, de un pueblo fuerte, sano, vigoroso, alegre, cuya religión es trabajar y cuya recompensa es vivir427. Nosotros sabemos, y ya no queremos perder el tiempo en demostrarlo, porque es evidente, que las palabras de soberanía, independencia, autonomía, carecen de sentido para los innutridos, para los desmedrados, para los miserables, para los mendigos. El Mínimun Vital coloca el vivir, el vivir sano, alegre, fuerte, por encima de todo, y como base de todo; es, a la vez, la raíz del árbol y el penacho que le corona. Y no puede confundirse, ni quiere confundirse con la Caridad, con el altruismo, con la Beneficencia, con la Democracia. No quiere que se le confunda ni en los fines, ni en los medios, con sistemas que han sido ya ampliamente experimentados, y contra los cuales se ha dictado fallo de nulidad.428

El vitalismo busca concretar en hechos prácticos que beneficien al pueblo pobre y necesitado. Por el contrario, todo discurso ideológico, por muy bonito que éste sea, 427

En el texto original, las cursivas aparecen con mayúsculas. Esto quizás porque Masferrer buscaba darle mayor realce al contenido de algunas palabras. En adelante, se pondrán en cursiva las palabras que en el original aparezcan con mayúsculas. 428 A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243. Por supuesto que al asumir una postura como ésta, traería a Masferrer consecuencias graves respecto de la crítica despiadada y falsa de los grupos de poder. No obstante, él era consciente de que eso pasaría y al respecto afirma que: “Cuando entramos a trabajar en Patria, [el periódico] nos habíamos trazado ya un derrotero y habíamos calculado con exactitud los obstáculos del camino. Previmos con toda conciencia que una sociedad ignorante, viciosa, opresora, ávida, servil e intolerante, no se dejaría exhibir en la madurez de sus lacras, sin reaccionar contra nosotros con todas sus fuerzas sin procurar, por todos los medios, sofocar nuestra voz primero, y desacreditarnos después, cuando se desengañara de que no podía hacernos callar. Y eso mismo hace que los otros, los incurables, se irriten, se enfurezcan y se apresten a herirnos, a exacerbarnos, a desprestigiarnos, a desvirtuar nuestra labor a fuerza de mentiras, de burlas, de calumnias, de injurias. Se ha ido más allá: se ha insinuado repetidas veces al gobierno que nos quite la libertad de escribir, para salvar el orden; se ha dicho, con tono de susto, y para emedrentar [sic] a los ricos, que pretendemos despojarles; a los creyentes, que negamos a Dios; a los campesinos y a los obreros, que les embaucaremos con fines de utilidad mezquina y personal; a los estudiantes que abogamos porque no les dé gratuita la enseñanza; a las clases sociales privilegiadas económicamente, que luchamos para implantar el comunismo, el bolchevismo, y que deben desconfiar de nosotros y combatirnos como a desquiciadores sociales. Todo ello es perfectamente lógico, natural, inevitable: es la llaga, perturbada en su placidez miasmática, que se encrespa al sentir la cuchilla que viene a extirparla y el ácido que viene a desinfectar sus raíces.” Ibídem, pp. 545- 546.

165 adornado

de

palabras

como

soberanía,

independencia,

etc.,

si

no

termina

comprometiéndose seriamente por mejorar física y materialmente la vida de los desnutridos de un lugar concreto, no es más que un discurso ideologizante al que se debe combatir. Y ante él, el vitalismo lo que hace es evidenciar su interés mezquino que busca mantener un estado inicuo de cosas, que reproduce la violencia y la muerte. Es decir, si un hacendado o un ideólogo habla de temas como soberanía o democracia y éste no se traduce en buen pan y buena leche para los niños de su hacienda, mejor no debe hablar porque los idealismos de soberanía, nación, democracia, etc., no sirven para apaciguar el hambre del pueblo.429

La realidad que viven las mayorías pobres salvadoreñas actualmente exige replantear la concepción histórica del término masferreriano Minimum Vital. Este principio se ha interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores, sino incluso por algunos de sus seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el Minimum Vital recomienda por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo poco a poco y no morir de hambre violentamente. Y así se ha pensado que Masferrer ha sido en realidad un ideólogo del sistema y que con su teoría le hizo un gran favor a las clases poderosas en el sostenimiento del status quo.

Al contrario, el Minimum Vital es la concreción del vitalismo propugnado por Masferrer. En este sentido, el fundamento del Minimum Vital está en la naturaleza y en el orden cósmico, porque como afirmara el mismo Masferrer, que “el Mínimun Vital no es invención mía; no es la cristalización de mi vida, ni la concepción moral que yo tenga del vivir individual: es una verdad científica que tiene sus raíces en la Biología;430 es un sistema431 económico, basado en la filosofía y en la Naturaleza.”432 429

Ibídem, p. 243. Es interesante que Masferrer sienta las bases de su Minimumvitalismo en la biología; en esta línea, nos sentimos identificados con la fundamentalidad con que Xavier Zubiri analiza los campos de la biología como fundamento ontológico de la vida. Zubiri llega a concluir que la unidad radical de la vida está en la “conexión entre bios y zoe. La zoe es por lo pronto la raíz de la apertura al mundo, porque la inteligencia no tiene cosas con qué estar en la realidad si a ella no le llegan. Y no le llegan sino hasta que el organismo se hiperformaliza. Lo mismo debe decirse de la volición. Por tanto, no sólo porque la intelección es sentiente y la volición tendente, sino por este arranque natural que es la hiperformalización, el aspecto del bios es reclamado y sustentado por el aspecto del zoe. Por eso, la zoe no es sólo raíz, sino también fundamento del bios. Es fundamento porque lo que se llama zoe no comprende únicamente las estructuras sensitivas, sino todas las estructuras de la sustantividad humana.” Zubiri, X. Sobre el Hombre, Alianza Editorial, 3ª Edición, Madrid, 2007, pp. 574-75. Asimismo, Zubiri distingue dos estructuras distintas y fundamentales en los seres vivos; “la que denomina materia viva y lo que es propiamente organismo. Zubiri llama materia viva no a la materia constitutiva de los organismos, sino a una estructura material que es en sí misma viva; por tanto, viviente. El 430

166

En realidad aquel modo erróneo de ver el Minimum Vital genera una lectura indebida de este término. Porque visto desde una perspectiva apegada al espíritu e intencionalidad de Masferrer, la expresión apunta más en términos socioeconómicos, al número mínimo de necesidades por solventar que a la generosidad con que se saldan dichas necesidades.

La aproximación más asentada en la intencionalidad masferreriana que nos hemos formado del término, apunta a la satisfacción de un mínimo de necesidades, nueve en total: Trabajo, Alimentación, Habitación, Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. Y solventar estas necesidades, no sólo se refiere a la calidad y a la cantidad del producto a satisfacer, ya que esto no está en discusión porque de acuerdo a su criterio, tienen que ser necesidades solventadas en modo pleno. Esto porque a quien se le resuelven es un ser humano en el propio sentido de la palabra. Por tanto, el vocablo Minimum Vital, no se refiere a lo mínimo requerido para satisfacer la necesidad humana, sino a la cantidad de necesidades. Por ejemplo, la primera necesidad a satisfacer en el sistema vitalista es el trabajo. Éste debe ser, de acuerdo a la perspectiva vitalista, perenne, honesto y remunerado en justicia. Como es de notar, Masferrer no está pidiendo trabajo a medias y pagado a criterio del patrón, sino todo lo contrario. De ahí que afirme que el Minimum Vital apunta a una vida íntegra limitada hasta lograr lo suficiente y eso es lo indispensable e irreductible. Esto quiere decir que el minimum no está en la búsqueda de superar la precariedad con lo mínimo posible, sino por el contrario, superar esa organismo es una estructura material cada vez más complicada, cuyas propiedades sistémicas son cada vez más ricas y complejas, pero siempre puramente materiales”. Ahora bien, de acuerdo a Zubiri, en el entramado del decurso argumental de la vida, “lo que hay de vida en la trama decisional es que las decisiones son mías, y esto no en cuanto soy agente de los actos, sino en cuanto soy autor de mis decisiones. En la medida en que soy autor de esas decisiones ahí está lo vital de la vida y no en la trama argumental. No en la estructura del argumento, sino en el carácter mío de la decisión, es mediante lo que defino la figura de mi sustantividad.” Xavier Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., p. 586. Esta visión no fue conocida por Masferrer. Sin embargo, a nuestro juicio, no se contrapone a esta concepción teorética; aunque Masferrer tenga una visión mucho menos elaborada que la de Zubiri. Cfr. X. Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., pp. 53-55; 589-598. 431 El término sistema es usado por Masferrer, no con la profundidad y complejidad que dicha palabra tiene en otros autores, como por ejemplo Alejandro Llano, para quien en este vocablo “se halla la sobrecarga de funciones atribuidas al , entendido de manera genérica como el conjunto de mediaciones tecnoestructurales con un alto nivel de abstracción y generalidad”. Ver: Alejandro Llano, La Nueva Sensibilidad, Editorial Espasa-Universidad, Madrid, 1988, p. 39. Masferrer tampoco tiene en mente la complejidad, fundamentalidad y riqueza del vocablo sistema como lo utiliza Zubiri, para quien este término es determinante en el despliegue de su antropología filosófica. En este sentido, para Zubiri, sistema es un constructo estructural de notas de carácter sustantivo. En donde cada nota que comprende este sistema es nota-de el sistema. “Por tanto, sistema no es primariamente sistematización de notas, sino unidad de un constructo.” Ver: X. Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., pp. 43-46. Asimismo Cfr. X. Zubiri, Inteligencia Sentiente, Inteligencia y Realidad, Alianza Editorial, 6ª Edición, Madrid, 2006, pp. 203-240. 432 A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 274.

167 situación con lo suficiente: “la vida íntegra limitada a lo suficiente, a lo indispensable, a lo irreductible, es lo que se llama Mínimun Vital. Economía Vitalista es, pues, el conjunto de leyes, normas, instituciones y procedimientos, que asegurarán a cada uno, la vida íntegra reducida a su mínimun; a ese grado por debajo del cual ya no hay sino deficiencia, ruina, disolución o muerte.”433 Con esto nos estamos moviendo en el vitalismo masferreriano, en el ámbito de los principios fundamentales del mismo.

El Minimum Vital apunta a la fundamentalidad con que hay que afrontar y resolver la vida, más que a la generosidad o cantidad del producto que resolverá las necesidades elementales para vivir.434 En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en el decurso de una situación y en un mundo en el que, en lo que respecta a lo social, lo político y lo económico, impera el caos.

Con esto Masferrer justifica, desde la práctica real, la necesidad de un pensamiento filosófico vitalista, luego propone el Minimum Vital y posteriormente hace una apología de su sistema vitalista ante los detractores que rápidamente aparecen esgrimiendo cualquier tipo de argumentos: Dígase cuanto quiera decirse para disculpar la inepcia del hombre como ser social, el hecho es que el castor, la abeja, la hormiga y otros animales, han resuelto sencilla y plenamente el problema de la Vida y del Trabajo. Y el hombre no lo ha resuelto. Sin libros, sin universidades, sin economistas, ni sociólogos, ni biologistas [sic], aquellos realizan y viven este régimen sencillo y justo que obliga a todos al trabajo, y asegura a todos la vida y un mínimum de bienestar y de seguridad. Y los hombres con montañas de

433

Ibídem, p. 425. Es importante tener en cuenta que el concepto de vida y, en todo caso, la teoría vitalista ha sido abordada filosóficamente desde otras perspectivas, pero que son coincidentes con la de Masferrer; cabe mencionar la visión que tienen por ejemplo Hans Jonas, en su libro El Principio vida, para quien ésta, en su perspectiva ontogenética inicia de forma compleja. En esta línea H. Jonas afirma que: “El lugar de la vida en el mundo queda reducido ahora al organismo, una problemática forma y ordenación particular de la sustancia extensa. Solo en él se encuentran la res cogitans y la res extensa, el ser y el ser , después de haber sido arrancados y llevado a dos esferas ontológicas separadas, de las que sólo la segunda es , mientras que la primera ni segunda pertenece a él. Su encuentro en el organismo se convierte así en un indescifrable enigma. Pero como el organismo en su calidad de cosa corporal es un caso de lo extenso, y por lo tanto un pedazo de , no puede ser nada esencialmente distinto del resto del mundo, esto es, del ser en general del mundo.” H. Jonas, El Principio Vida, hacia una biología filosófica, Editorial Trotta S.A., Madrid, 2000, p. 25. Se remite asimismo a las posturas de Berson, Ortega y Gasset, Nietzsche, etc., que presenta Manuel Garrido de estos autores en su libro El legado filosófico y científico del siglo XX; Ediciones Cátedra-Teorema, Madrid, 2005, pp. 75-110. 434

168 libros, y mares de teorías, no lo han podido resolver; antes, al contrario, se han apartado cada día más del camino que podía llevarles a su resolución, buscando en los submarinos y los zepelines, en la conquista y el despojo, lo que sólo se encuentra en el camino de la paz y de la bondad.435

Masferrer ve el Minimum Vital como un medio, una tabla de salvación, el remedio a la urgente situación difícil de su tiempo, que ha venido radicalizándose desde mucho tiempo atrás y que se ha convertido en un problema estructural de toda la sociedad salvadoreña. El Minimum Vital, no es el fin, es decir, la situación ideal que los hombres y mujeres necesitan para vivir en una sociedad equilibrada y justa, sino el medio posibilitante y factible, que coadyuvará a conseguir una sociedad más equitativa y justa: En esta hora de odio y de codicia extremos, de concupiscencia enloquecida y de miseria exasperada, el Mínimun Vital es la tabla de salvación en el naufragio. No es un estado ideal, no es tan alto como otras formas de vida que han soñado los hombres. Pero es lo posible, es lo factible, es lo sencillo, es el remedio de urgencia; es el sendero único por el cual se puede transitar, para mientras se encuentra de nuevo el camino real, la vida ancha y clara del amor, adonde algún día los hombres volverán.436 Para Masferrer el Minimum Vital “radica, sobre todo, en una transformación de la conciencia individual y colectiva. Luego se encarna en leyes e instituciones, pero antes los individuos deben llegar a sentirla y vivirla en toda su verdad intensa y viviente.”437 En este sentido, la formulación de esta teoría tuvo un itinerario cuyos inicios se remontan como el mismo Masferrer lo afirma, a 1902, cuando su “trabajo literario comenzó a orientarse en una dirección vitalista; ya en 1905, esa tendencia predominó en mí, al grado de que todas mis actividades en la enseñanza, en la vida social, en la literatura, en el periodismo y en la política, se tiñen acentuadamente con los matices del vitalismo. Desde el año 27 hasta hoy, no hice otra cosa sino allanar el sendero y ampliarlo, a fin de convertirlo en camino ancho y claro.”438 De ahí que el Minimumvitalismo sea una doctrina sintética de la vida, 439 como ya lo ha dicho Masferrer.

435

A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 383. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 58. 437 Ibídem, p. 72. 438 Ibídem, p. 189. 436

169

Como es normal en una sociedad organizada a partir de una situación de injusticia social, donde la educación y la cultura dejan mucho que desear; como era el caso de la sociedad salvadoreña durante la época de principios del siglo XX. Para esta sociedad es para quien surge la doctrina vitalista, que busca el bienestar de las mayorías populares sin ir en detrimento de los potentados; sino que esta doctrina lo que busca es ponerle límites a la desmesurada ansia de riqueza que éstos tienen. No obstante ellos, no estando en disposición de compartir las riquezas expoliadas a la nación;440 se levantan en contra de la doctrina vitalista. Niegan sus principios y calumnian su proceder con el agravante de no proponer una crítica formal y fundamentada, sino inventada desde idealismos quiméricos que ubican a Masferrer como un peligro para la sociedad salvadoreña. Masferrer lo dice así: Como era de esperarse, aquellos que labraron grandes fortunas usurpando la mayor parte del trabajo ajeno, aquellos que van en camino de la riqueza, mediante el mismo arbitrio; aquellos que esperan convertirse en privilegiados mediante la misma inicua explotación; y finalmente, aquellos cuyo beneficio y regalo radican exclusivamente en servir a una clase social adinerada y poderosa, se alzaron iracundos contra una doctrina que cercena y limita sus privilegios. Y como la ira es ciega, y como los injustos – cuando la injusticia es su negocio– caen fácilmente en la ira, y ya cegados, no reparan en medios, resultó que la doctrina del Mínimun Vital fue 439

Con doctrina sintética de la vida, Masferrer hace referencia a que el sistema vitalista consiste en una síntesis que aglutina lo social, lo económico, lo filosófico, lo político y lo religioso. 440 En este sentido, es importante ponerle rostro a la nación que se expolia. Y Masferrer la ve en aquellos rostros a quienes se les arrebata lo que les pertenece por derecho y porque ellos la han procurado con su trabajo. En este marco, presenta la dialéctica existente entre la realidad de los pobres y la de los ricos. Ambas se explican por la existencia de la otra, de acuerdo a la perspectiva de Masferrer que tiene unas reflexiones importantes en esta línea: “Yo tuve la dicha de obedecer a mi vocación, de sentirla y amarla, desde los 15 años (…) Así es que vivo contento, dichoso, en la medida posible en un mundo que no está organizado para la dicha; y si alguna vez me quejo y trueno y maldigo y aparezco desbordante de ira (no de odio), no es por mí, no es por sentirme impotente en el Plano económico, sino por los demás: por los millares y millares de parias a quienes ustedes, los victoriosos en el Plano económico, hacen dormir al raso y sobre el suelo húmedo, en aquellos cafetales de que ustedes extraen millones cada año; por los infelices a quienes ustedes mantienen eternamente con tortilla y frijoles, mientras ustedes, con su trabajo, con sus pobres y oscuras vidas trocadas en oro, se van todos los años a Europa a beber champaña y a conquistar bailarinas; por los tristes esclavos que han de vivir, ¡vivir!, ellos, sus mujeres y sus hijos con setenta y cinco centavos diarios, mientras ustedes en solo una alegre noche de casino ganan o pierden al juego cuarenta mil colones.” Patria, 25 de agosto de 1928, pp. 1-2.

170 denigrada, escarnecida, atribuida a móviles, confundida de propósitos con doctrinas

diferentes

y

hasta

opuestas,

y

por

fin,

calificada

de

bolcheviquismo, que es la hazaña mental más osada a que se han atrevido los maliciosos y los ignorantes de estas tierras.441

Todo lo contrario sucede con las sociedades más cultas, donde se encuentran hombres de limpia y alta mentalidad, como afirma Masferrer “los más altos de América, han escuchado la palabra vitalista, unos aceptándola, otros corrigiéndola, otros rechazándola, pero todos ellos gozosos de que un escritor hispanoamericano fuera el autor de una doctrina que venía a enriquecer la ideología del Continente, y a fortalecer la esperanza de que vendrá una era de justicia y de cordialidad, muy más alta que la opaca, mezquina y asfixiante que nos legara una civilización moribunda.”442 Sociedad que ha enseñado que como el hombre es lobo para el hombre, de lo que se trata, es de la búsqueda de la sobrevivencia. Eso es a lo que se induce socialmente en todos los sentidos, a acaparar y a gozar, a explotar, a oprimir y a despojar, so capa de progreso y civilización. Masferrer lo dice de la siguiente mantera: Pero esos psicólogos, que con ciertos economistas y biólogos han sembrado en el alma del hombre, ya de por sí cruel y estúpida, las ideas más torpes y rastreras; esos cientistas que han ideado y enseñado la concepción de la vida más fea, grosera y mezquina, -sólo eficaz para realizar en vasta escala el estigma de Hobbes, del “hombre como lobo del hombre”,– esos sabios, decimos, nunca han tenido el valor de confesar que, por consiguiente, la única prudencia será satisfacer a éste y sus necesidades, deseos y caprichos. Mas, aunque así no lo declaren, las naciones y los individuos, educados por ellos, lo han adivinado y aceptado, y tomándolo como principio director, han organizado una vida individual y colectiva encaminada sencillamente a esto: acaparar y gozar; y para ello, mal encubriéndose bajo las nebulosas palabras de Progreso y Civilización, se han consagrado todos a explotar a oprimir y a despojar. Oprimir y despojar unos individuos a otros, unas clases a otras, unos pueblos a otros:

441 442

Ibídem, p. 190. Ibídem, p. 191.

171 cuestión de ser el más fuerte y nada más. ¿Quién le robará a quién? Esa es la cuestión perenne y capital de nuestra época.443

Esta lógica es la que ha llevado a la humanidad a grandes guerras; y para el momento que Masferrer le tocó vivir, al menos se había desarrollado ya la primera guerra mundial, cosa que para él constituyó en términos simbólicos un rapto de amor al que se entregaron en 1914 las naciones civilizadas. Esta guerra arrasó con toda perspectiva y sueño de humanización desde los caminos y horizonte que la vieja Europa había preconizado y abrió la perspectiva para que la América hispana entrara en escena y diera de sí un modo nuevo de orientar la vida de las naciones civilizadas, no desde la perspectiva de la cultura dominante, sino desde la perspectiva de la vida, la concordia universal y el deseo de paz basada en la justicia. Masferrer lo afirma diciendo que: La crueldad, la malignidad, el refinamiento en destruir; el cinismo altanero de los que se creían los más fuertes; la grosería y la avidez en el saqueo; el desprecio a toda doctrina generosa y a toda costumbre caballeresca; la prisa con que los sabios, poetas, escritores, sacerdotes, maestros y reformadores, corrieron a secundar a quienes dirigían la matanza: la impudicia de los que hicieron negocio con su neutralidad, y la vileza de los que aguardaron el instante oportuno para tomar sin riesgo su parte de botín,… todo eso nos enseña que el hombre de hoy es el hombre de ayer el de hace tres mil años, y el de hace diez mil y veinte mil; y que las naciones civilizadas, bajo su espesa y complicada vestimenta de legislación, de moral, de ciencia, de arte, de religión, de filosofía, son aquellas mismas hordas de Gengiskán y de Alarico; las mismas de los reyes asirios y de los cazadores de Nemrod; las mismas que hicieron al Eterno arrepentirse de haber creado al hombre, y le indujeron a raerle de la haz de la Tierra, con el diluvio purificador.444

Por ello hay que reconocer, afirma Masferrer, que las sociedades se transforman muy rápidamente, que los conceptos de nación, sociedad, patria, democracia, soberanía, etc., son muy dinámicos y por tanto cambiantes; que es necesario un nuevo modo de enfocar la vida, la patria y todo en lo que los seres humanos creemos. Por tanto, es el momento 443 444

Ibídem, pp. 225-226. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 375.

172 de instaurar un nuevo concepto y una nueva acción para construir la sociedad. A esto es que se tienen que abrir la nueva sociedad. Al sistema del Minimum Vital: Hoy más que nunca, sería inepto vincular lo que es una manera nueva y amplísima de comprender y de sentir la vida, a un artificio económico, a una reglamentación escueta y estricta. Hoy más que nunca, debemos recordar que las sociedades se transforman rápidamente, que las ideas y las cosas ya no están, sino que van. El concepto estático de nación y de sociedad, tiene que ser sustituido por el concepto dinámico. La relatividad y la movilidad, son ahora reconocidas como los caracteres inherentes de todas las cosas, nada esta, todo va: esa es la ley a que deben ajustarse todas las formas que se creen para regir a los hombres, y sería una torpeza olvidarlo cuando se trata de una reforma tan honda y tan amplia como es el Mínimun Vital.445

De lo contrario, si no se ejecuta una transformación de concepción teórica que es paso ineludible para la transformación de la sociedad, necesariamente nos estamos condenando al fracaso; ya que “si no se verifica la sustitución del antiguo credo social por otro más justo y más sabio, está claro que la Nación continuará girando sobre sus goznes oxidados, camino de su ruina como nación y como raza.”446

3.1.

Principios fundamentales del vitalismo masferreriano

Para Masferrer el “Mínimun Vital significa la satisfacción constante y segura de nuestras necesidades primordiales.”447 Esto implica un modo nuevo de concebir la vida y todo lo que la promueve en las relaciones humanas y con el mundo que la circunda; implica además un modo nuevo de creer y actuar; ya que el Minimum Vital significa esencialmente una fe;448 una manera nueva, sencilla y justa de comprender y de sentir las relaciones humanas. Como lo afirmara de forma taxativa: “es un concepto nuevo de la 445

A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 71. Ibídem, p. 61. No nos meteremos a analizar o problematizar el alcance de conceptos como Raza, Patria, Nación, Pueblo, etc., que Masferrer menciona con un interés particular. Sino que se mencionarán y se usarán a la manera que este autor lo hace, es decir en su sentido lato. 447 Ibídem, p. 58. 448 Para Masferrer, el Minimum Vital, exige como sistema y como praxis creer en él como proyecto de vida. Por eso afirma que es una fe. 446

173 vida; una manera nueva de hablar y de traducir en hechos e instituciones las sílabas de esa nueva palabra. Lo que se profesaba antes, y veneraba como beneficencia, se transporta ahora al plano de la justicia; lo que el pueblo recibe hoy como favor, lo recibirá como derecho, como restitución.”449 Para Masferrer, como padre del Minimumvitalismo, “la doctrina del Mínimun Vital radica, sobre todo, en una transformación de la conciencia individual y colectiva.”450 A su tiempo, esta doctrina se ha de encarnar en leyes e instituciones que le convertirán en un cuerpo legal propicio para una práctica coherente. Esto se llevará a cabo gracias al dinamismo generado por esfuerzo de los propagadores del vitalismo “y cuando ya una minoría grande y consciente se haya convencido de su justicia y de su necesidad, ésta se hará una realidad, pero esa cristalización legislativa no alcanzará a ser una realidad, si antes los individuos no llegan a sentirla en toda su verdad intensa y viviente.”451 Por ello, Masferrer cree que las mediaciones históricas son claves en el proceso de ejecución y llevada a la práctica de su teoría vitalista.452 Hablar del sistema Minimumvitalista,453 no es hablar de conceptos vacíos sino de conceptos que comportan una verdad454 y una praxis concreta en la realidad que expresan. De ahí que, si no existen en la realidad concreciones prácticas que satisfacen de manera sostenida las necesidades más importantes de un pueblo, dicho sistema no existe más que como una ilusión quimérica o elucubraciones intelectuales de ideólogos de un sistema que necesita de ellos para permanecer y sostenerse en el tiempo y el espacio.

Por otra parte, Masferrer sabe que las necesidades de un pueblo son inconmensurables por eso concreta y define que se trata de las necesidades primordiales que son “aquéllas que –si no se satisfacen–, acarrean la degeneración, la ruina, la muerte del individuo. La 449

Ibídem, pp. 69-70. Ibídem, p. 72. 451 Ibídem. Masferrer continúa su afirmación diciendo que “no queremos absolutamente que esta doctrina acabe en unas cuantas leyes artificiosas, muertas desde su nacimiento como tantas otras que tenemos y de cuya mentira nos alimentamos, juzgándolas verdaderas y eficientes sólo porque duermen en los códigos. No queremos un simulacro más, bajo cuya falsía pudra su vida pestilente la antigua injusticia, más corruptora cuanto más revestida se ostenta con las formas de la legalidad. No; lo que anhelamos es una superación de nuestra conciencia colectiva, cimentada sobre una superación de la conciencia individual.” Es importante aclarar que aquí el vocablo superación no se entiende en su sentido paradigmático; sino en su sentido lato, de promoción. 452 Por consiguiente, es falso creer como usualmente lo hacen sus detractores, que Masferrer no tuviera claro los momentos precisos de la interpretación teórica de la realidad. Con el análisis de los principios fundamentales del vitalismo masferreriano se deja claro esto. 453 Remito a la acepción de sistema de Alejando Llano. Op. Cit., p. 39. 454 Cfr. Heráclito, Parménides, Empédocles, Textos presocráticos; Edicomunicación, S.A., Barcelona, 1995, p. 15. 450

174 salud, la alegría la capacidad de trabajar, la voluntad de hacer lo bueno, el espíritu de abnegación, la fuerza, en fin, en todas sus manifestaciones, están vinculadas a la satisfacción constante, segura, íntegra, de tales necesidades.”455

De ahí que como ya se ha dicho, la satisfacción plena de las necesidades primordiales es la base y la condición sine qua non se posibilita la vida y por añadidura, el sistema vitalista. Por eso la importancia radical de asegurar la satisfacción de las mismas no sólo para unos pocos sino para todos, sea uno de los requisitos claves de dicho sistema; ya que “no puede ser el interés restringido de una casta, de una clase social, de un grupo de privilegiados, sino el interés supremo de la Nación entera, puesto que ella extrae todas sus eficiencias, de la salud, de la fuerza, del equilibrio, de la alegría y del valor de todos sus hijos.”456 Y continúa Masferrer preguntándose “¿Cuáles son, reducidas al mínimun, esas necesidades primordiales, vitales, supremas, sin cuya satisfacción no hay más que debilidad, degeneración y aniquilamiento?”457 Tal como lo comprende son éstas: 1ª) Trabajo higiénico, perenne, honesto y remunerado en justicia; 2ª) Alimentación suficiente, variada, nutritiva y saludable; 3ª) Habitación amplia, seca, soleada y aireada; 4ª) Agua buena y bastante; 5ª) Vestido limpio, correcto y buen abrigo; 6ª) Asistencia médica y sanitaria; 7ª) Justicia pronta, fácil e igualmente accesible a todos; 8ª) Educación primaria y complementaria eficaz, que forme hombres cordiales, trabajadores, expertos y jefes de familia conscientes; 9ª) Descanso y recreo suficientes y adecuados para restaurar las fuerzas del cuerpo y del ánimo.458

Teniendo identificadas y organizadas estas necesidades primordiales, lo que trata es de identificar unos principios fundamentales que tienen que llevarse a cabo para que se 455

A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 59. Ibídem, p. 59. 457 Ibídem. 458 Ibídem, pp. 61-62. Es interesante ver que estas necesidades vitales identificadas por Masferrer, son prácticamente las mismas que a principios del siglo XVI identificara Bartolomé de las Casas, que era necesario asegurarlas a los indígenas por parte de los españoles encomenderos. Las Casas menciona las siguientes: 1ª Comida necesaria; 2ª Curarlos en sus enfermedades de médico y medicinas; 3ª [Descanso] Que los enfermos tengan descanso confortable; 4ª Comida guisada; 5ª Camas en que duerman y no el suelo; 6ª Vestir para cubrir sus carnes; 7ª Calzado conforme a la necesidad: 8ª Casas en las que se metan; 9ª Trabajo moderado y que mujeres y niños no vayan a las minas; 10ª Cognoscimiento de Dios [Educación]. Y sentencia el fraile dominico: “Todas estas diez cosas, perteneciente a la salud y vida de los cuerpos y ánimas de los indios, probó aquel padre fray Bernaldo [sic] en el dicho tratado ser obligados los españoles y deudores a darlas a los indios por deuda y obligación de justicia y de caridad, y así cierto, es verdad.” Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, Volumen III, Alianza Editorial, Madrid, 1994, pp. 2154-2155. 456

175 sienten las bases del vitalismo. Masferrer señala seis principios a los que denomina afirmaciones fundamentales. “Por eso, a la cabeza de los principios que forman la filosofía de la Doctrina Vitalisma, figuran estas afirmaciones fundamentales:”459

1a.- Que el Estado, la Provincia y la Comuna, tienen como finalidad y obligación primarias, trabajar ante todo y sobre todo para que las Necesidades Vitales sean procuradas igualmente a todos los habitantes del país.

2a.- Que cualquiera otra forma de actividad es secundaria, y que es ilícita si se ejerce con daño o postergación de la primera.

3a.- Que el ideal constante y supremo del Estado, de la Provincia y de la Comuna ha de ser acercarse lo más posible a la gratuidad completa de la alimentación, del vestido, de la habitación y del agua.

4a.- Que la Asistencia Médica, la Justicia y la Educación, han de ser siempre gratuitas y accesibles, puesto que la salud, la justicia y la educación, constituyen los tres mayores intereses de la raza.

5a.- Que el trabajo es la condición indispensable de la salud individual y colectiva, en su triple aspecto de salud corporal, moral y mental, entendida la salud como llave del bienestar, de la concordia y del progreso; y que, por consiguiente, la aspiración y el deber más altos son para cada uno, vivir de un trabajo honesto, lícito y benéfico para la comunidad.

6a.- Que no es trabajo lícito, ninguna forma de actividad que directa y manifiestamente cause la ruina del individuo, de la familia o de la raza.460 De acuerdo a la perspectiva masferreriana, “puesto que todos vertemos nuestras vidas en la obra común, todos tenemos derecho a que se nos devuelva, siquiera en porción mínima, en la del Mínimun Vital, aquello que hemos dado: nuestro trabajo, nuestro yo.”461 Por esto es que Masferrer afirma que “necesitamos repetir una y otra vez, que el Minimum 459

Ibídem, p. 61. Ibídem, pp. 61-62. 461 Ibídem, p. 66. 460

176 Vital no es Beneficencia, sino Derecho, y derecho primario y absoluto.”462 Y, aunque pueda parecer que solventar suficiente y perennemente sólo las necesidades fundamentales del ser humano, es restrictivo y timorato, en realidad lo que garantiza es justamente la vida sana y responsable de todos aquellos que no se pueden defender por sí mismos, ya que “el Mínimun Vital, a pesar de su voluntaria restricción que se contenta con satisfacer las necesidades primordiales, es todo ello cosa viva, cuya finalidad es la vida, cuyo manantial y camino tienen que ser, literal y espiritualmente, vida. Y no puede nacer, ni desenvolverse, ni culminar, sino mediante la acción continua, disciplinada y fervorosa de hombres que la sientan, la piensen, y la quieran.”463

En este contexto, Masferrer afirma que todos los hombres y mujeres de buena voluntad tienen una serie de mandamientos individuales que considerar y vivir para que el Minimum Vital se haga vida. Porque “a esta hora, el Mínimun Vital existe. Existe como pensamiento y emoción; ha tejido su red de luz en el corazón y en el cerebro de muchos, y de ahí saldrá a cristianizarse en leyes, instituciones y costumbres, para bien de todos, para salvar el honor del Hombre, demostrando que éste es ya capaz de organizar la Vida sobre un mínimun de justicia y de concordia.”464 Por eso, diseña una serie de doce reglas a los que llama mandamientos, para que la existencia formal del Minimum Vital, en los hombres de buena voluntad, se traduzcan en acciones prácticas y mediaciones concretas. Estos mandamientos son los siguientes: 1°- Considerar la condición del trabajador honrado y experto como el ideal más alto a que puede aspirar un miembro de la comunidad;

2°- Honrar el trabajo vital, como el fundamento y la condición indispensable del bienestar común y de justicia social;

3°- Ser trabajadores asiduos, esforzados, atentos y leales con su obra, cuya perfección han de considerar ligada íntimamente a su honor y a su probidad; 462

Ibídem, p. 75. Ibídem, p. 73. Las cursivas aparecen en el original en mayúsculas. En adelante se citarán en cursivas todas las palabras que en el original aparezcan en mayúsculas; esto por seguir la recomendación de Corina Schmelkes, Manual para la presentación de anteproyectos e informes de investigación, Editorial Oxford University Press, México 1998, pp. 15-16. Remito también a la cita al pie de página número 69 del Capítulo Primero en donde se anuncia por primera vez esta consideración. 464 Ibídem, p. 54. 463

177

4° Ayudar a todos sus hijos, y a sus padres ancianos y necesitados;

5°- Contribuir lo mejor que puedan al sostenimientos de los orfanatorios, hospitales y asilos de indigentes de su comuna o de su provincia;

6°- Proteger a los animales no dañinos, y especialmente a los pájaros, como eficaces auxiliares de nuestra vida;

7° Respetar y proteger al árbol, como acumulador y distribuidor de la vida en el Planeta;

8°- Ser limpios y bien hablados;

9°- No embriagarse ni narcotizarse; no aventurar al juego el producto de su trabajo; no disiparse ni prostituirse, a fin de que todas sus fuerzas converjan a la eficacia máxima de su labor;

10°- No explotar ningún vicio; no vivir de la usura; no usurpar en ninguna forma el trabajo ajeno; no acaparar la tierra; ni las casas, ni los víveres, ni nada que sea indispensable a las necesidades vitales de los demás;

11°- Velar para que sean cumplidos los derechos del niño, a quien han de considerar como supremo elemento purificador y edificador de la vida social;

12°- No prestarse nunca ni por recompensa ni por amenaza a servir de instrumento de ninguna explotación o tiranía que afecten a los derechos vitales de los otros.465

Para Masferrer es elemental deducir el Minimumvitalismo para la existencia de los pueblos en el mundo; ya que el orden del mundo, en el propio sentido del vocablo cosmos; apunta a la realización del vitalismo como sistema. Por ello, según él, el sistema 465

Ibídem, pp. 74-75.

178 Minimumvitalista se resume en cinco tesis fundamentales que se pueden expresar de la siguiente manera: La primera es que todo ser humano, por el hecho serlo, tiene derecho a que se le asegure un minimum de vida íntegra por parte de la colectividad. La segunda es que el mundo y la naturaleza ha provisto todo para tal fin. La tercera es que los elementos del cosmos y todas sus potencialidades les pertenece a todos los seres, no sólo al ser humano, por tanto, no son apropiables por ningún individuo y quien lo haga, es un usurpador y no se le puede justificar dicha acción; la usurpación se da por costumbre creada por la comunidad que es la única legítima poseedora. La cuarta es que gracias a que el hombre es un trabajador, tiene derecho imprescriptible a un minimum de vida íntegra. Y la quinta es que el deber primario del individuo, la familia, la comunidad y el Estado es organizar la propiedad, el trabajo, la producción, el consumo y las relaciones sociales para la realización concreta del Minimum Vital.466

Ahora bien, en contraposición al Vitalismo encontramos la pobreza, que como condición social “es la más grande de las penas, porque es la causa de casi todas las demás.”467 Y la pobreza extrema conduce a los seres humanos a niveles altos de degradación. En este sentido, encontramos en el concepto del Minimum Vital un alcance psicológico del término y no sólo biológico, como hasta ahora se había visto en Masferrer. Porque “en efecto, el carácter esencial de la pobreza es anular, destruir el yo, aniquilar la personalidad. Un hombre, para quien buscar el sustento, comer, abrigarse, ha llegado a ser la única, imprescindible e imperiosa preocupación, un problema nunca resuelto, más que a medias;

466

De forma ampliada estas tesis fundamentales son: “1°- Toda criatura, por el simple hecho de nacer y de vivir, tiene derecho a que la Colectividad mediante una justa y sabia organización de la propiedad, del trabajo, de la producción y del consumo, [le asegure] un mínimun de vida integra, o sea la satisfacción de necesidades primordiales; 2°- La Naturaleza ha previsto lo necesario a la consecución de ese fin, dotando a la Colectividad de Sustancias Comunes, que son la materia prima del trabajo y de la vida, y dotando a cada individuo de instrumentos que le capaciten para transformar esas sustancias, y extraer de ellas todo lo necesario para la sustentación individual y colectiva; 3°- La tierra, el agua, el aire, la luz, el calor solar, con todas sus modalidad y potencialidades, son esas sustancias comunes, herencia y propiedad de todos los seres, y por consiguiente no apropiables, a título perenne por ningún individuo, sino por usurpación que nada puede jamás justificar. Así, ningún hombre es dueño legítimo de la tierra: usa de ella en cuanto se lo permiten las leyes y costumbres creadas por la Colectividad, que es la sola y legítima poseedora; 4°- Los instrumentos de trabajo de cada hombre, son sus brazos, sus piernas, sus sentidos, sus pensamientos. El motor de ellos, su voluntad de trabajador; y en cuanto realiza esa voluntad mantiene su derecho imprescindible a un Mínimun de Vida Integra; 5°- El deber primario, anterior a todo, por encima de todo, para el individuo, la familia, la Comuna y el Estado, es organizar la propiedad, el trabajo, la producción y el consumo, lo mismo que las relaciones entre hombre y hombre, de manera que todo converja a la realización perenne y fácil del Mínimun Vital: es decir, a que el trabajador encuentre siempre las condiciones necesarias para alcanzar su Mínimun de Vida Integra.” A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 77-78. 467 Ibídem, p. 80.

179 un hombre así ha descendido por debajo de muchos animales.”468 Pero es obvio que aspirar y conducir a la nación a niveles mejores en su condición de vida es posible; ya que la justicia social basada en la praxis del Minimumvitalismo es algo factible de acuerdo a la perspectiva masferreriana: Y se verá, lo esperamos, que éste no es un sistema complicado como se lo imaginan los doctos, sino fácil y simple, como lo han entendido los sencillos; una mera extensión de la familia a la sociedad; una ampliación, en grande escala, de lo que han experimentado y consagrado los siglos como la mejor entre las conquistas del hombre, que es la vida en familia; una mejor distribución no fundada sólo en los méritos de cada uno, sino también en sus necesidades; no en la quimérica igualdad, sino en la real e inevitable fraternidad; no en las leyes feroces de la lucha que rigen la Naturaleza inferior, sino en las leyes de la cooperación, que rigen la Naturaleza evolucionada y ascendente.469

Por desgracia, el mundo ha llegado a una situación social en la que la usurpación y la injusticia hacen del mundo un lugar exasperante y deshonroso, un lugar cuya “situación de lucha cruel y acérrima en la que los millones acumulados surgen de la opresión y de la ruina de los hambrientos; en que atesorar es una palabra sagrada, y en que la envidia, disfrazada de reivindicación, acecha impaciente el momento de trastornar las cosas, de manera que los miserables de hoy sean los opulentos de mañana.”470 Para Masferrer, eso es lo que engendra el odio y la codicia en los seres humanos, es como una especie de veneno mortal que ha usurpado la mente y el corazón humano dividiendo a la humanidad en dos polos irreconciliables: “ese odio y esa codicia son dos venenos mortales e insidiosos que se han infiltrado en el corazón de casi todos los pueblos. Consciente o inconscientemente, la humanidad entera se está afiliando en esas dos legiones de irreconciliables: la de los que padecen y odian y aspiran a la venganza, y la de los que

468

Ibídem, p. 81. Ibídem, p. 54. Masferrer se mueve en este aspecto, en la concepción aristotélica del modo de organización social. Para Aristóteles, es claro que no es lo mismo la administración doméstica que la crematística, ya que a esta última corresponde el proveer y a la primera el usar; fuera de la administración doméstica, en efecto, ¿a qué otro arte podría corresponder la utilización de los bienes domésticos? Pero en cambio puede prestarse a discusión si, por más que no sean idénticas, la crematística es una parte de la administración doméstica. Cfr. Aristóteles, La Política, Editorial Porrúa, México, 1989, pp. 163-168. 470 A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 55-56. 469

180 atesoran y gozan, y por necesidad y ceguera se sostienen y se defienden con la represión.”471

Por tanto, llevar a la práctica el sistema del Minimumvitalista es una urgente necesidad en el momento que le toca vivir; y hace un llamamiento “al buen sentido de los hombres, a su bondad primaria, a su instinto de conservación, casi a su egoísmo, para que no se desgarren, para que no se devoren; para mantener en unos la esperanza fundada de un mayor bienestar y en otros la seguridad de no ser despojados de aquel excedente de riqueza, obtenido sin extorsión ni ruina de sus semejantes.”472 Es en este contexto que Masferrer hace un llamado al desmedrado, que no es un anónimo sino un trabajador, proletario concreto que tiene un hogar, una familia, un nombre, a que deponga cualquier odio que mantenga en contra de aquellos que lo han empobrecido y le pide que se conforme con el Minimum Vital, que como hemos visto, no se trata de un llamado a conformarse con miserias que el sistema arroja sino que es un llamado a conseguir lo suficiente para vivir bien y que le coloca al ser humano en los umbrales de la dignidad humana. Y, simultáneamente al potentado, Masferrer le hace otro llamado: a que le ponga límites conmensurables a su ambición: El Mínimun Vital dice al trabajador, al proletario, al asalariado: confórmate con lo imprescindible; conténtate con que se te asegure aquello indispensable, sin lo cual no podrías vivir; esfuérzate para erigir sobre esa base mínima el edificio de tu holgura y de tu riqueza, y así ascenderás o descenderás según tu esfuerzo, según tu disciplina, según la firmeza de tu voluntad. Y al poseedor, al rico, le dice: consciente en que haya un límite para tu ambición conténtate con que se te de libertad para convertir en oro el árbol y la piedra, pero no la miseria, no el hambre, no la salud, no la sangre de tus hermanos. Traza una línea máxima a tus adquisiciones, y no pases de ahí, para que no te desvele el odio de tus víctimas; para que te dejen gozar en paz, riendo y cantando, de lo que atesoraste.473

Es obvio que leyendo este texto de Masferrer sin tener el contexto que explica, por un lado, la situación límite a la que ha llegado la humanidad y, por otro lado, que conformarse con lo mínimo que asegure “aquello indispensable sin lo cual no podrías vivir”, podría 471

Ibídem, p. 57. Ibídem. 473 Ibídem. 472

181 interpretarse como una demagogia ideológica que lo único que hace es el servicio al status quo. Pero en el contexto del Minimumvitalismo, lo mínimo significa en realidad lo máximo posible en términos práxicos y en esta perspectiva, las mediaciones históricas para lograr que se concrete el Minimum Vital son el Partido Vitalista, los Círculos Vitalistas y la Educación Vitalista, que se desarrollarán más adelante.

3.2.

Concreciones institucionales del vitalismo masferreriano

Como ya se ha afirmado, toda teoría por muy bien estructurada que sea su formulación, si no tiene concreciones fácticas que sirvan de plataforma para su ejecución no deja de ser más que pura ideologización. Por ello, Masferrer es consciente de la necesidad de concretar su sistema Minimumvitalista y lo que mejor puede llevar a cabo dicho papel son fundamentalmente tres instrumentos: Un partido político,474 los Círculos Vitalistas y una Educación vitalista.

3.2.1. El Partido Vitalista

Para 1928, mientras Masferrer continuaba con la dirección del periódico Patria el desarrollo de las actividades de reflexión y divulgación del sistema vitalista hizo florecer en Masferrer y sus seguidores, la necesidad de articular un movimiento político coherente con el sistema vitalista que fuera la alternativa real y concretara las esperanzas del pueblo salvadoreño de construir una sociedad más justa y equilibrada. Para iniciar la solución de los problemas estructurales que vivía El Salvador en aquella época, era necesaria, por tanto, “una fuerza inteligente, orientada, disciplinada y desinteresada [que] será el Partido Vitalista, y nacerá y vivirá para actuar en ese sentido y especialmente para hacer vivir, encarnándolas en las leyes y las instituciones, las doctrinas del Mínimun Vital."475 No obstante, concretar la fundación del partido era una cosa difícil, debido a la confusión que

474

Teniendo en cuenta lo que Masferrer afirma respecto de lo que entiende por Partido Vitalista, nos da la pauta para pensar que se trata de algo más que un partido político; es decir, se trata más de una especie de Instituto Político, ya que éste tiene un carácter más regional que local y sus principios trascienden los elementos normativos y reglamentarios propiamente dichos. 475 Ibídem.

182 esto podía generar, sobre todo, porque no había a esa fecha en El Salvador, un partido que no buscara sino sus intereses particulares.

De acuerdo a la forma cómo lo expresara Masferrer, la fundación del Partido Vitalista era un proyecto que generaba temores, “esa palabra se agitaba en nuestro corazón y hacía temblar nuestros labios; pero le conteníamos el vuelo, temerosos de que la incomprensión ambiente achacara a móviles mezquinos el intento de soltarle las alas.”476 Pero fue la poetisa chilena Gabriela Mistral, la que rompió ese temor e irrumpió en el ambiente, ya que “acaba de pronunciar la palabra que nosotros vacilábamos en decir: El Partido Vitalista.”477 Es de las entrañas de la vida, toda ella consagrada a la justicia y a la verdad, de donde ha surgido la afirmación de que esta doctrina es doctrina de concordia, de salud, de reparación y purificación. Y es ella quien dice, que la doctrina necesita cristalizarse en una vasta asociación que se llamará El Partido Vitalista, el cual vendrá a desinfectar nuestra América y disipar las nubes caliginosas que enturbian su horizonte. ¡Maestra y Amiga, que su voluntad se cumpla; que su palabra se haga carne; que su sueño se vuelva flor y espiga! Fundaremos el Partido Vitalista.478

El Partido Vitalista no será, de acuerdo al criterio vitalista, un partido como los demás, que constituían un “armadijo para cazar votos”479 y colocar como presidente de la república a alguno de aquellos a los que Masferrer llamaba “iluminados semidioses,”480 instituidos por sí mismos o por su padrino, el presidente saliente. Por el contrario, “nuestro partido no tendrá vinculaciones de ningún género con las Ligas de Ocasión, nacidas exclusivamente para conseguirle simpatizadores a un candidato sin programa y sin antecedentes.”481

En cuestiones electorales, Masferrer sabía que el pueblo salvadoreño tenía poca formación política, por ello contrapuso los principios y características vitalistas que inspiraran las acciones programáticas de los miembros del Partido: 476

Ibídem, p. 233. Ibídem. Es importante hacer mención que Gabriela Mistral tenía una relación cercana a Masferrer quien encontraba en la poetisa chilena un apoyo importante para su teoría vitalista. Esta relación está vinculada a los círculos teosóficos que se desarrollaron en Latinoamérica durante la primera mitad del siglo XX. 478 Ibídem. 479 Ibídem, p. 297. 480 Ibídem. 481 Ibídem, p. 298. 477

183 La mentalidad crónica de nuestro pueblo, en materia de gobierno y administración, es buscar –ni siquiera buscar sino esperar que lo traiga el Espíritu Santo– un hombre que posea todas las virtudes, todo el saber y toda la inteligencia. Para que haga la felicidad del país. A Dios gracias, los vitalistas no somos tan candorosos ni tan ignorantes para creer en el Elefante Blanco: los Vitalistas sabemos que no hay buen gobernante (salvo por milagro) si no hay en torno suyo una colaboración organizada y viviente, que le ayude y le impulse en lo bueno, y le reprima y le contenga en lo malo. Con una fuerza así, organizada, disciplinada, inteligente, desinteresada, se puede sacar partido hasta de gobiernos muy mediocres. Sin el control y el apoyo de una tal influencia, el Gobierno hará lo que le cuadre, lo que se le ocurre, a veces bien, a veces brillantemente, a veces torpemente.482

En esta perspectiva, Masferrer inicia la concreción de su proyecto político que alcanza de manera práctica la forma de vida de la sociedad y que la convierta en una sociedad en donde las grandes diferencias económicas, políticas, sociales y culturales se reduzcan notablemente, en función de que todos los hombres y mujeres de la sociedad tuvieran en un futuro próximo, acceso a una vida digna.

Por lo que respecta a los partidos políticos contendientes en las elecciones próximas a 1930, y que “siendo todos los candidatos, cual más, cual menos, representantes del régimen social que nosotros los vitalistas queremos modificar profundamente y no hallando en los programas de esos candidatos nada o casi nada en conexión con nuestras ideas y tendencias.”483 Masferrer afirma que no sólo él, sino todos sus allegados no ven en los contendientes electorales ni partidos ni programas políticos.484 Y a todos les falta no sólo sentido de realidad sino seriedad en sus planteamientos para abordar los problemas futuros del pueblo al que quieren gobernar; por tanto:

482

Ibídem, pp. 297-298. Ibídem, p. 328. 484 El contexto de los partidos políticos de la época, es decir, de principios del siglo XX y sus propuestas, se ha analizado en el Capítulo Segundo de esta Tesis Doctoral. Cfr. 3.2. Antecedentes de la masacre, pp. 116118, donde se remite asimismo al estudio que C.G. López Bernal hace al respecto del tema en su libro Tradiciones inventadas… Op. Cit., pp. 143-266. 483

184 La Unión Vitalista485 no ve, no ha podido ver hasta hoy en lo que se llama partidos electorales contendientes, más agrupaciones que procuran el triunfo del amigo o conocido que les es simpático. Como ideología, no percibe diferencias apreciables. Los llamados programas, no lo son ni en su forma textual ni en su espíritu. Les falta, sobre todo, el sentido de la realidad actual y urgente; a tal grado que los más graves problemas vitales –trabajo y pan-, no aparecen en sus cláusulas en forma reveladora de una honda comprensión ni de una seria preocupación.486

Ante esta realidad, y ante la solicitud de algunos miembros vitalistas, Masferrer afirma que se ha designado a “don Francisco Morán para que dirija los trabajos de organización del partido vitalista aquí en El Salvador.”487 Para que después de organizado dicho instrumento político se defina, previo una consulta ciudadana y con sus miembros, la posibilidad de participar en los comicios electorales venideros, teniendo como candidato a la presidencia a Masferrer488. No obstante, ante los deseos de “un grupo de amigos y algunos grupos de simpatizantes que me vienen incitando a que proclame mi candidatura a la Presidencia de la República.”489 La decisión fue la siguiente: Sostengo el criterio de que nuestro Partido, si bien se abstenga de participar en las próximas luchas políticas, debe participar en otras

485

El término Unión Vitalista, es usado por Masferrer para nombrar al conjunto de la organización de los Círculos Vitalistas. El término no hace referencia a un grupo organizado, al menos en los escritos de Masferrer no se encuentra dicha organización, por tanto, se deduce que se trata de una simple denominación y no representa una organización paralela. 486 Ibídem. 487 Ibídem, p. 234. Don Francisco Morán es un profesor y líder comunal que acompañó a Masferrer en la organización de base del Partido Vitalista. De acuerdo a comentarios del mismo Masferrer, “Morán es un hombre íntegro, seguro y claro. No odia ni le odian… es profundamente desinteresado. No ambiciona poder sino justicia. No busca riqueza sino independencia. Es libre por temperamento, y ha logrado afianzar su libertad en la independencia económica de un modesto haber, fruto de su trabajo. Morán es hombre de Letras, aunque no literato. Maestro de alta clase, en cuanto comprende su misión y la vive con inteligencia y conciencia. Patriota, de los que saben analizar el ayer y prever el mañana. Hombre de hogar, sin vicios, sin malas pasiones. Y todo ello, al servicio de una voluntad fervorosa y acendrada.” 488 Ibídem, p. 395. 489 Ibídem, p. 395. La nota sigue de la siguiente manera: “Es posible que mis amigos estén en lo cierto en cuanto a lo primero. Es dudoso que acierten en lo segundo. Yo sé que tengo muchos adversarios: he lastimado muchos intereses; he combatido demasiados prejuicios; he ridiculizado muchas tonterías; he puesto en evidencia la mentira de muchos dogmas, y sería excesiva candorosidad pretender que por esa actitud me estuvieran agradecidos y quisieran ahora escogerme para Conductor Supremo: Lo más que se puede desear en mi caso, es que algunos me estimen y casi todos me respeten, como sucede efectivamente; pero de ahí a que me ensalcen, hay mucha diferencia.” No obstante, Masferrer, hace un sondeo sobre qué piensa la gente sobre su candidatura, para lo que elabora los principios de su programa de gobierno y los divulga como panfletos. Para ver su contenido, remito a Anexo 1: Ahí va la sonda, pp. 289-293 de esta tesis.

185 posteriores. El Vitalismo es y debe ser Militante, porque su doctrina es práctica y sus ideales tienden, por sí mismos, a realizarse. De tal manera que si nos abstuviéramos definitivamente de intervenir en política, mutilaríamos dolorosamente a grupo de una de sus más sagradas funciones y más incuestionables derechos. Es más, todos los que aquí han venido, obedecen a un llamado en el cual se encuentra implícita la noción de que nuestro partido es y será político. Queremos formar y preparar hombres. Y, una vez que estén preparados, debemos procurar que ocupen los cargos públicos. Merecemos, primero, el poder. En cuanto lo merezcamos, iremos a él. Lo procuraremos, al menos.490 En definitiva, como afirma Masferrer el “Mínimun Vital no se formuló para lamentar el pasado ni para ensoñar el porvenir, sino para modificar el hoy y preedificar el mañana. No solamente queremos dejar a nuestros hijos un aire puro, un agua clara, sino que nosotros mismos, antes de irnos de la vida, queremos experimentar qué cosa es aire puro y a qué sabe el agua clara.”491 “Pues así nosotros, vitalistas, arquitectos y escultores de una nueva vida, de un nuevo régimen social, no podemos erigirlo sin un instrumento adecuado, que es el partido vitalista, ni podemos confiar la obra a quienes ni la comprenden ni la aman.”492 490

Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2. Por otra parte, Masferrer considera que ante tanto descrédito al que ha sido sometido el sistema vitalista y el mismo partido por parte de los defensores del status quo en El Salvador: Deduzco que no es el odio a mí el que ha inspirado esos ataques, sino el miedo al Partido Vitalista, que ya se va revelando como una influencia y que, inevitablemente, se convertirá en una fuerza poderosa antes de dos años. Y se cae, una vez más, en la puerilidad de creer que desacreditándome a mí, se atrofia la propaganda vitalista; que haciendo de mi nombre un andrajo moral, el –vitalismo queda reducido a un miserable expediente que nadie ya se atreverá a difundir como doctrina. Estos son los infantilismos en que se hunde la mentalidad ambiente, la más baja, según parece, de todos los pueblos del trópico en América. (…) Lo mismo que ha sucedido con la tierra y con el dinero, viene sucediendo con la inteligencia ilustrada: unos pocos monopolizan el saber y el comprender, y como no se interesan en su difusión, la gran masa se va tornando cada día más rehacia (sic) al examen, más refractaria al pensamiento, más cerrada al análisis de las ideas y de los hechos. Todavía hace unos seis meses, se hubiera podido sofocar, o más bien retardar la difusión del Vitalismo, cubriendo mi nombre con una buena capa de cieno. Ahora ya no; ahora, hagan lo que hicieren contra mí, el Mínimun Vital se extiende y crece, se concreta y se organiza, y se apresta a infiltrar su contenido desinfectante y vitalizador en los tejidos grietosos y purulentos de un régimen social condenado a desaparecer. Lo que pasa es que en este pueblo nuestro, las gentes se acostumbraron ya a las inmensas cosechas, a los enormes dividendos, a las fortunas que se amasan en un año, al lucro tremendo que no repara en succionar la sangre de los débiles, y que, cegados por ese afán y esa acumulación triunfante de riquezas, no conciben ya que nada ni nadie les perturbe en su marcha conquistadora. Y por eso, en vez de examinar se enfurecen, y en vez de colaborar en la investigación de una fórmula de mayor justicia, de mejor concordia, se entregan a discurrir ardides malignos y expedientes feos para extinguir la llama que podría alumbrarles y purificarles.” Ibidem, pp. 313-315. 491 Ibídem, p. 374. 492 Ibídem.

186 3.2.2. Los Círculos Vitalistas

Otro instrumento que cristalizaría el sistema Minimumvitalista masferreriano serían los Círculos Vitalistas. Estos fueron grupos de reflexión constituidos por hombres y mujeres a lo largo de El Salvador, para abordar temáticas sobre la realidad nacional y los problemas de la organización vitalista, vistos a la luz de los principios de la vida y la justicia social. Por ejemplo, de acuerdo a lo publicado en Patria, el día viernes 4 de octubre de 1929, se realizó una reunión ordinaria de un grupo vitalista en San Salvador donde se analizó el tema ¿Debe militar en las justas electorales el Partido Vitalista? Asimismo, se analizaron otros problemas en esa sesión ordinaria como fue el tema sobre el “número preciso para que se autorice la formación de un grupo vitalista y se reconozca por el partido, oficialmente su existencia es de diez personas. Y en varias partes de la república se ha obtenido y sobrepasado ese número. De manera que los núcleos se multiplican; la Doctrina es fecunda y la organización próspera. Ya en lo futuro podrá palparse hasta qué punto es, tal circunstancia, beneficiosa para el país en general.”493

Una de las conclusiones a la que se llegó en esa reunión fue que todos debían participar como miembros de la comunidad, en acciones concretas para exigir que las autoridades municipales mejoraran la vida del municipio. Para ello fue importante pedir que las autoridades municipales escucharan al pueblo en toda situación, especialmente en momentos de emergencia: “oírle siempre que se trate de sus intereses gravemente afectados, es el procedimiento indicado por la razón y la justicia, a quienes deseen gobernar y no imponer.”494 Asimismo, para resolver de manera satisfactoria los problemas más sentidos en toda comunidad, se concluyó que todos los vitalistas debían exigir a las autoridades de la Comuna la participación de los afectados, para la solución de sus problemas: Que se estudie el problema de la vivienda así en comicios, fuera de la estrecha y ciega atmósfera oficinesca; que diga el pueblo su parecer; que se recoja y examine la opinión de quienes saben por técnica o experiencia: eso es vida municipal. Vida municipal autónomo, es decir un paso trascendental para salir del sistema asfixiante y despótico que ha hecho de

493 494

Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2. Ibídem.

187 las Municipalidad meros y ciegos instrumentos de una tiranía creciente, peor mil veces, por su hipocresía, que la dictadura franca.495

En este sentido, la participación reflexiva de los miembros vitalistas era una cuestión de mucha importancia. De ahí que Masferrer refiriera una reflexión importante a los miembros de los Círculos Vitalistas de la siguiente manera: Si aspiramos a despertar en los demás una nueva conciencia de hacer visible y tangible, viviéndola, esa mayor justicia y belleza del plano espiritual a donde queremos que los demás nos sigan. Solamente las modificaciones incidentales o insignificantes se pueden obtener mediante la elocuencia sin médula; pero si se trata, como es este caso de una profunda y trascendental modificación del vivir colectivo, no se logrará nunca si la doctrina no aparee encarnada, cristalizada en la vida de sus adeptos.496

En esta perspectiva, la construcción de ciudadanía vendría a ser una de las aspiraciones fundamentales del espíritu que fundamenta los Círculos Vitalistas. De ahí que “una ciudad, ¿qué debería ser sino la unión de gentes, ubicadas en sitio común, donde hubiera un hogar para cada familia? ¿Y por qué no un hogar amplio, seco, luminoso, y aireado y alegre?497

Y Masferrer sabía que en dichos círculos se reunían gente sencilla y de buena voluntad; por eso su léxico y uso dialogal de las palabras era sencillo y claro, para ser comprendido por todos. Y retomaba el caso y problema de la vivienda diciendo que “si hay una celdilla para cada abeja, y una celda para cada uno de los castores, y una cueva para cada raposa y un nido para cada avecita, y hasta una guarida para cada lobo, y hasta un hoyo para cada reptil, ¿por qué, Señor no ha de haber un hogar para cada hombre y cada mujer que necesiten dónde guarecerse a criar su niño, a esconder su amor y a modelar y afinar sus almas?”498

Estos Círculos Vitalistas no sólo se organizaron en El Salvador, sino también en Guatemala y Honduras. 495

Ibídem. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 256. 497 Ibídem, p. 330. 498 Ibídem. 496

188

Masferrer desarrolló a través de sus artículos de prensa y sus libros todo un proyecto de construcción del gobierno vitalista. Fundó sociedades vitalistas en El Salvador y Guatemala. En el acta de fundación de la Sociedad Vitalista de Guatemala se exponía lo siguiente: Los suscritos convencidos de que el propone una fórmula de vida más justa, y en consonancia con las realidades sociales y biológicas, capaz de resolver por su bondad y por la justicia que encierra, el pavoroso conflicto de clases, extinguiendo la causa del odio entre el capital y el trabajo, de la manera más libre, premeditada y etánea: nos adherimos a la causa Vitalista y hacemos el propósito firme de luchar por todos los medios a nuestro alcance, por la difusión y realización de estas ideas, y a fin de poner en práctica desde hoy nuestros anhelos, fundamos esta Sociedad que, con el nombre de Sociedad Vitalista de Guatemala trabajará por nuestra causa.499

La voz de la oposición hizo oír sus argumentos en el contexto del desarrollo del sistema vitalista,500 a lo que Masferrer respondió haciendo referencia a la praxis desarrollada por la religión católica, afirmando que “el Vitalismo es una doctrina, su grupo, es una cristalización de esa doctrina, como la iglesia es una cristalización del dogma católico.” 501 En este sentido, ¿Qué significa, si no, ese expandirse a través del continente; que la propaganda que se hace en Honduras y en México? Un partido político salvadoreño, jamás puede pasar las fronteras.”502 Por ello, “hay que hacer del Vitalismo algo trascendental, ampliamente humano, y no encerrarlo dentro del estrecho espacio de una 499

María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en Historia, Guatemala, 2007, p. 24. 500 A este respecto, Masferrer afirma que “la mayor o menor barbarie de un pueblo tiene como exacta medida su mayor o menor agresividad contra la verdad nueva; su impulso de persuasión y ofensa ante el hombre que le predica esa verdad. El aforismo histórico de que “nadie es profeta en su pueblo”, no es verídico enteramente si no en los ambientes bárbaros; y cuando Jesús se quejaba de que en Israel todos los profetas morían de muerte violenta, denunciaba la barbarie intensa de aquel pueblo, uno de los más bárbaros de la historia. En un ambiente culto, no solamente el profeta, cualquier hombre de mentalidad esclarecida, es oído con respeto y benevolencia, y si no es endiosado ni se le acata, por lo menos se le tolera. Son los pueblos bárbaros, primitivos, ignorantes, los que se enfurecen y se revuelven airados contra el hombre que les dice una palabra nueva; son aquellos que en vez de mentores han tenido capataces, y donde el rebenque y el látigo, la impostura y la tiranía han anquilosado la facultad del raciocinio y enmohecido las conciencias.” A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 573-574. 501 Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2. 502 Ibídem.

189 frontera. ¿Qué eso significa una mutilación? Nada de eso. El catolicismo, sin ser ni erigirse en partido político siempre ha influido en la política.”503

3.2.3. La Educación vitalista

Para Masferrer, enseñar era una función social que no podía dejársele enteramente a ningún gobierno. Algo más, si sólo a él se le encomendara esa función, juzgando las circunstancias de la época en que escribió Leer y Escribir (1913) y ¿Qué debemos saber? (1915), el gobierno podía cumplirla muy pobremente. La educación no era prioritaria para los gobiernos y según su juicio, esto contrasta con la realidad, porque educar a las clases desposeídas, que es donde se encuentra y crece sin medida el analfabetismo, es una necesidad urgente para el verdadero desarrollo de la patria.504 Su propuesta para cumplir

503

Ibídem. Marta Casaús trata el punto de los círculos vitalistas pero lo hace en un contexto amplio en el sentido que sólo menciona estos círculos como espacios que fueron una mediación en la construcción de ciudadanía a principios del siglo XX. No se ha encontrado información más concreta de los círculos vitalistas en forma particular que dé pautas para valorar mejor estos espacios de reflexión. Se remite a la amplia bibliografía de Casaús citadas en el Capítulo Primero, notas 72 y 116 de esta Tesis, y en el Capítulo Segundo nota 141. 504 Al respecto Masferrer afirma que: “Lo que pasa es esto: que habiendo vivido trece años fuera de mi país, en centros de mucha cultura; habiéndome acostumbrado a ver realizadas, vividas plena y fácilmente instituciones y costumbres que se tienen entre nosotros como utopías; habiendo recibido auxilios de mi país a fin de que hiciera y aprovechara mis viajes, siento como un imperioso deber el esforzarme para que tales costumbres e instituciones se realicen aquí también; se me hace insoportable no ver en torno mío igual ambiente de cultura que ese en que viví en otras partes, y ha venido a ser una necesidad de mi organismo, una función vital, dispararme con todas mis fuerzas contra el hacinamiento de prejuicios, de mentiras, de explotación de rancias ideas, de sentimientos rastreros que forman nuestro ambiente mental y psíquico, tenido y admirado aquí por la gran mayoría como vida civilizada, y que para mí es sencillamente, basura moral y mental. No se sabe qué abunda más en El Salvador, si la basura moral y mental, o la basura física, con todo y ser muchas de nuestras ciudades, bullentes y crecientes basurales de ésta última clase. Y es claro: si no hubiera tanta basura en nuestros cerebros, no habría tanta en nuestras calles, en nuestras casas y en nuestros campos (…) Es basura, y hay que botarla y quemarla, si es que no preferimos que lleguen hombres mejores, con concepto más limpio de la vida, y nos boten y nos quemen con ella. Ustedes dirán que tenemos el derecho para salvaguardarnos, pero es mentira: la basura no tiene derechos, y quienes la cultivan y adoran tampoco. La basura, hermanos, sea de tronchos de col, de tronchos de pensamientos, no merecen vivir aunque esos tronchos asuman las formas de leyes, centros de educación, de aristocracia, de libertad y de ciencia. Y esto es lo que nos sucede: que estamos adorando tronchos de col, roídos, podridos, tumefascientes, pestilentes. Y eso no lo he inventado yo, sino que puede comprobarlo cualquiera de ustedes, si tiene buena voluntad y se va por mundo a observar y a comparar. Este es el caso: no pudiendo yo avenirme a vivir en paz con el juego de gallos, con la embriaguez, causa del 80% de los delitos, y sin embargo fomentada; con que se permita la importación de armas prohibidas; con que se monopolice la tierra y se concentre en unas pocas manos feudales y opresoras; con que se permita introducir el hule para matar pájaros; con que se desriñone a las sirvientas con el grosero oficio del trapeado; con que se usurpe a los campesinos su trabajo y se les mantenga sin zapatos, sin escuela, sin médico, alimentados sólo con tortillas, frijoles y aguardiente; con los seudónimos; tras de los cuales se esconden mentidos y desorientados dirigentes; con una imaginaria educación de la mujer, que ya casi no forma sino tenedoras de libros, como si la mujer de aquí fuera una estúpida, incapaz de otra

190 ese compromiso fue siempre pedir que toda persona que sepa leer y escribir debía convertirse en educador de analfabetos; es decir, sugería una labor privada. Ahora bien si el Estado colaboraba, su ayuda sería bienvenida. Pero esto en realidad era una crítica contundente contra el estado de cosas organizado por los distintos gobiernos que no proveía educación y calidad de vida a la inmensa cantidad de hombres y mujeres atrapadas en la marginalidad, la exclusión, los vicios y la pobreza.505 Pero la crítica también alcanza a los ricos y poderosos, sobre todo, porque los gobiernos no eran capaces de poner freno a los abusos, al egoísmo y a la prepotencia de los poderosos: Aquí se ha creído que hay cultura pero no la hay. A una razón se contesta con un insulto, generalmente escudado en el anónimo. A un hombre que pide mejor vivienda para los miserables; y mejor pan y más trabajo, se le llama bolchevique, el vitalismo no predica la violencia; no quiere el despojo sino el respeto a lo de cada uno. Y sin embargo, en lugar de que los opositores contesten argumentos con argumentos y nos convenzan de un errar en el cual –al cabo humanos– podríamos incurrir, nos escarnecen, nos insultan, nos calumnian. Pero el pensamiento está en marcha. Y les arrollaremos con la idea, porque todavía no ha nacido hombre que pueda luchar contra ella victoriosamente.506

Para Masferrer todos los hombres y mujeres deben emanciparse de las cadenas de la ignorancia. En el caso de los obreros, se dirigía a ellos diciendo que “aceptando que la condición de obrero no es esencial ni principal en el hombre, sino accidental y subordinada (pues consiste simplemente en una de tantas maneras de ganarse la vida), cosa que la teneduría…No pudiendo yo vivir contento, ni resignarme a toda esa barbarie, y debiendo hacer alguna cosa por mi país y por mí, por mi propia alma, para no asfixiarme en la basura, he convertido mi pluma en escoba, y me he puesto a dar escobazos a la Gran Pirámide, a ver si va reblandeciéndose y llega un día en que la podemos derruir y barrer.” Ibidem, pp. 443-445. 505 Masferrer es consciente, que “especialmente los obreros, puedan interesarse por mantener una organización que pesa sobre ellos con abrumadora pesadumbre. Ellos, verdaderas bestias de carga de las clases ricas; ellos, cuyas hijas son consideradas por los privilegiados como simple carne de placer; ellos cuyo horizonte intelectual casi nunca traspasa las boberías que enseña la escuela primaria; ellos, cuya sangre derramada una y otra vez, hace el gasto de todas las veleidades, estupideces y perversidades de los políticos; ellos, cuya vida se encierra entre el taller y el cuartel y la taberna; ellos, repito, no se comprende que puedan buscar paliativos, sino que de una vez y con toda decisión de un esclavo que por fin se rebela, deben preguntarse: ¿qué haremos para emanciparnos? Y a esa valerosa pregunta, verán que no hay otra respuesta que la que nosotros les damos: romper este viejo y estrecho molde en que se ahoga la sociedad actual, y encaminarse, sin vacilaciones, en busca de una organización más sabia y más justa. Y, –penétrense bien de esto– esa liberación, esa emancipación, tiene que ser obra de ellos mismos. Porque ninguna verdad, ninguna libertad se conquistó jamás sin el propio esfuerzo.” Ibídem, 154-155. 506 Patria, 7 de octubre de 1929, pp. 1-2.

191 la pregunta ¿qué debe saber un obrero para ser instruido? Ya no tiene razón de ser, y debe sustituirse por esta otra: ¿Qué debe saber un hombre para ser instruido? He aquí la cuestión en su verdadero terreno.507 En esta perspectiva, como afirma Masferrer, “si el hombre, cada hombre, no se emancipa de la bestialidad, el conjunto, el conglomerado social no puede ser sino un tropel de bestias. En este contexto “afirmaba, no ha mucho Krisnamurti, [sic] que el problema del individuo es el problema de mundo.”508 Por tanto, hay que cambiar todo el supuesto orden que se ha establecido desde mucho tiempo atrás, ya que este orden no está organizado en función del ser humano ni de la vida: Si tenemos esas leyes y esas religiones y esa moral. Las tenemos aún, y han durado mucho, y han causado inmenso daño, y nos han sumergido en tinieblas tan espesas, que ya se hace casi imposible recordar por qué rumbo se ocultó el sol, ni saberse por dónde volverá. Mas ahora, deben morir. Debemos desembarazarnos de ellas con resolución y premura; debemos crear y organizar una nueva y más alta concepción de la vida, en la ley, la educación, las costumbres, todo se halle subordinado francamente al bien del niño, cuyos derechos no admiten tasa ni medida, ni restricción ni prescripción.509

507

A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 149. En esta línea Masferrer afirma que la educación es urgente y necesaria para mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. “¡Es verdaderamente asombroso! Los mismos hombres que sufren con paciencia que se les asile en casas húmedas, estrechas, oscuras, donde todas sus fuerzas decaen y donde su vida se acorta sensiblemente, corren enfurecidos a matar y a que les maten, para defender el honor de la bandera; los mismos hombres que consienten en vivir ellos y sus hijos, medio muertos de hambre y expuestos a toda clase de enfermedades por falta de nutrición suficiente, mientras que a un paso de ellos hay gentes que hartan a sus perros con jugosas carnes, esos mismos hombres asesinan y se hacen matar para que el enemigo no dé un paso más allá de la frontera; los mismos hombres que soportan vivir en la desnudez y en la ignorancia mientras que en torno de ellos reina el lujo y la instrucción se prodiga a los que menos la necesitan, esos mismos hombres niegan al extranjero el derecho de ciudadanía, y riñen a balazos por el derecho de elegirse un amo que los explote y les oprima. En verdad, el alma del pueblo ha debido sufrir terribles y larguísimas presiones, para que así haya podido ensordecer a la voz de los instintos naturales que le gritaban cuáles eran sus verdaderos, útiles, necesarios y sagrados derechos. Y ahora asistimos a este raro espectáculo: una resolución cual nunca se intentó semejante, acompañada de increíbles esfuerzos y de sufrimientos sin número, para enseñar otra vez a los hombres de lo que las bestias saben: cuál es su verdadero destino: ¡vivir, vivir libre y plenamente, satisfaciendo todas sus necesidades corporales y espirituales.” Ibidem, p. 152. 508 509

Ibídem, p. 199. Ibídem, p. 212.

192 Masferrer afirma que esta situación tiene una causa fundamental que hay que superar necesariamente, porque es la realidad provocada por el acaparamiento de la tierra y todo el sistema capitalista organizado en El Salvador. Bajo este principio se trastoca los valores y convierte en ideologización todo valor. En este sentido hasta la ciudad se organiza así: En el centro, palacios, hoteles, casinos! En los barrios sanos y alegres, mansiones, chalets, villas, delicias y holguras para los amos. A la orilla, en el suburbio, para los pobres, mesones, tugurios, covachas, cuchitriles forjados en tablas podridas con guangochos, trozos de acapetate enmohecido, pedazos de lata oxidada, tiras de petates chinchosos, vejez, mugre, hediondez, obscuridad, y melancolía y estrechez y asfixia!... Y ahí dentro, criaturas de Dios a quienes los otros les llaman conciudadanos, compatriotas, prójimos, hermanos… ¡hasta hermanos!510

Es tal la situación que Masferrer critica y busca superar desde la trinchera del periódico Patria; en este marco es que “el concepto de salud, el bienestar, la prosperidad, la comodidad, la cultura, la libertad, la paz y el contento de los salvadoreños que viven hoy, es para nosotros el valor supremo, la cosa primordial, intransferible, impostergable; y a obtener, mantener y mejorar esos valores, se encaminarán constante y firmemente las actividades de este diario Patria.”511 510

Ibídem, p. 330. Ibídem, p. 434. En esta perspectiva, Masferrer es más radical y afirma que: “En este orden de ideas, lo más grave, la mayor desventura que puede acontecerle a la patria, es que un niño salvadoreño muera de inacción, o crezca sin escuela, o no aprenda oficio; es que un peón o un obrero salvadoreño se envenenen semanalmente con alcohol, y falte cada lunes a su trabajo por causa de ese envenenamiento; es que una muchacha salvadoreña, por falta de previsión social, se prostituya y viva de su vergüenza, cuando podría muy bien vivir de su trabajo; es que los tribunales pervertidos le nieguen o le bastardeen la justicia a quien la reclama justamente; es que un estudiante que debería hacer una carrera bien hecha, con estricta moral y ciencia bastante, salga con una caricatura de profesión, farsante o corrompido, a causa de que sus maestros no supieron instruirle ni educarle; es que el empleado que aportó a un Banco o a una caja de ahorros para que se lo custodiara, se encuentre una mañana con la noticia de que los custodios le han robado, con la complicidad o la indiferencia de las autoridades, y que se consagran, de allí en adelante, a ser hombres honorables, “puntales de la sociedad”; es el dinero al 5%; los maestros vendiendo sus recibos; las librerías importando obscenidades; los teatros y los cines representando porquerías; el labriego descalzo; la casa exorbitante; los caminos imposibles; los bancos transformados en montepíos, y los montepíos en ahorcaderos; es todo aquello que es y que no debería ser; todo aquello que altera, empequeñece, defrauda, restringe, afea, entorpece y pervierte la vida de cada uno de nosotros, de cada salvadoreño que vive hoy, que sufre y trabaja, y que tiene perfecto derecho a vivir íntegramente, hasta donde lo permiten la tierra y la hora en que vive. Nosotros sabemos que trabajando por los salvadoreños que viven hoy, si lo hacemos con tino y acierto, ya estamos trabajando con eficacia máxima por los que vivirán mañana. Así es que nos desentenderemos del porvenir, en el mismo sentido y por la misma necesidad que nos impele a desentendernos del pasado. El pasado es irremediable. El porvenir, se modelará enteramente según el hoy. Y, por otra parte, nada más sabio que 511

193

Como bien afirma Masferrer que quien se conforme con que las cosas sigan como él las encontró, como los demás se las dan hechas, como la tradición y la rutina las modelaron, y se acomoda a vivir entre los rincones polvorientos de ideas rancias, de sentimientos vulgares y de hábitos enmohecidos, no es ciertamente un hombre en el noble sentido de la palabra, no es un humano sino un animal que ya alcanzó la forma, pero todavía no el espíritu de humanidad.512 Lo mismo se aplica esta ley a los pueblos que a los individuos. Y los pueblos que se han cultivado intelectualmente con una educación crítica y realista con la vida son: Pueblos fuertes, cargados de vigor, serán necesariamente expansivos y querrán modelar el mundo a su propia imagen. En forma de conquista armada, de expansión comercial, de influencia literaria o científica, de imposición de sus leyes o de su idioma, de imperio de sus modas o de su religión o de su moneda, el pueblo cargado de vida, de fuerza pugnará inquieto, sugerente y aún progresivo, para salirse de sí mismo, rebasar el cauce de sus modalidades, infundirse o transfundirse en los demás y hacer de ellos imágenes suyas, variaciones o repeticiones del tema que encierra, su propio yo, expresado en forma de cultura.513

Y todo lo contrario puede decirse de aquellos individuos y pueblos que permanecen en la inanición, son como seres “sin espíritu –aglomeraciones de hombres en un territorio– sin más deseo que vivir animalmente, gozando de su propia comida y su bebida, no realizan ningún esfuerzo para alcanzar una cultura original, y menos aún para extenderla más allá de sí mismos.”514 Se comportan por la vida “como arcilla, pasivos y plasmables y lo reciben todo, inertemente del azar, de la tradición, de los sucesos, de las fuerzas

conformarse al dicho de Jesús, de que “bástale a cada día su propio afán”. En fin, y para terminar con las razones en que fundamentamos nuestro concepto de Patria, queremos decir que El Salvador, como la mayor parte de los pueblos de América Tropical, es un pueblo inadaptado; ni su espíritu ni su vida se armonizan bastantemente con las exigencias y aspiraciones de la época. Bajo las apariencias de una cultura meramente exterior y de imitación, están viviendo de ideas y sentimientos viejos, respirando una atmósfera viciada por el estancamiento, con los ojos vueltos hacia atrás, entregados al culto de toda clase de fetiches. De tanto mirar hacia atrás y contemplar lo que llaman sus glorias, y su naturaleza y su civilización ancestral, y sus próceres y su idealismo, estos pueblos han perdido la facultad de hacer, de vivir su propia vida, de ser ellos mismos, de trazar y dejar marcada con hondura y firmeza en la historia, la huellas de sus pies.” Ibídem, pp. 435- 436. 512 Ibídem, p. 453. 513 Ibídem, p. 454. 514 Ibídem, p. 454.

194 naturales, de lo que le imponen o simplemente le proponen y sugieren los pueblos intensos y expansivos.515 Masferrer es radical al referirse a este tipo de hombres y pueblos afirmando que “un pueblo así no inventa ni crea nada: cambia sus modas, sus gustos, sus hábitos, cada vez que le llega de fuera la sugestión o la imposición de cambiarlos; adquiere ideas y creencias nuevas, apenas recibe la leve influencia de la voluntad exterior; su ademán, su tono social, su idioma, hasta su comida y su bebida, serán otros, apenas el interés o simplemente el espíritu dominador de fuera le presente nuevos modelos, nuevas formas, nuevos moldes en que vaciar su arcilla amasable e impersonal.”516

Masferrer es muy actual en su crítica a la vida de los pueblos tropicales y a la experiencia vivida y padecida en El Salvador de la primera mitad del siglo XX. Es más, podría pensarse que nuestro autor está influenciado por el pensamiento colonialista que en su mejor expresión de “colonialidad del poder” constituye el dinamismo propio del desarrollo capitalismo europeo desde hace alrededor de quinientos años, de donde el saber y el poder están centralizados desde el continente europeo y que Masferrer siendo hijo de su tiempo, actúa motivado por esa forma de dominación cultural.517 Esta situación es una posibilidad real y en el caso salvadoreño, ha llevado al país y a su población a una práctica lamentable, de acuerdo a la opinión de Masferrer, ya que para él, un pueblo como éste: No tiene alma propia, no tiene carácter, no tiene individualidad, y si no los adquiere o desenvuelve, su destino en la historia está marcado ya: ser materia prima que amasarán y manipularán los pueblos originales; y mientras llega la hora de caer entre sus dedos vigorosos e inflexibles, ser 515

Ibídem. Ibídem. 517 Cfr. Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, Eurocentrismo y América Latina.” En Edgardo Lander, comp., Colonialidad del Saber, Eurocentrismo y Ciencia Sociales, CLACSO-UNESCO, Buenos Aires, 2000, pp. 201-246. Asimismo ver: Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, Op. Cit., pp. 857-884, Verónica Carmen Mendizábal, La colonialidad del poder, en http://www.monografias.com/trabajos67/colonialidad-poder/colonialidad-poder.shtml. Otros estudios muy sugerentes al respecto son los de Walter D. Mignolo, La colonialidad: la cara oculta de la modernidad. En http://www.europhilosophia.eu/mundus/IMG/pdf/MACBA-walter_mignolo_modernologies_cas.pdf, Asimismo, W.D. Mignolo “El pensamiento decolonial, desprendimiento y apertura”. En Enrique Dussel, Et. Al, El Pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” [1300-2000], historia, corrientes, temas, filósofos, Editorial Siglo XXI, México 2009, pp. 659-682, Nelson Maldonado-Torres, “El pensamiento filosófico del giro descolonizador”, Ibídem, pp. 683-697, Raúl Fornet-Betancourt, “La filosofía intercultural”, Ibídem, pp. 639-646. 516

195 una caricatura, una pantomima perenne en la cual se juega la cultura, imaginándose que aquel copiar y recibir constantemente las formas que de fuera le llegan, es civilización y progreso, cuando, en verdad, es solo pantomima.518

Masferrer es consciente de esta realidad padecida en El Salvador; éste es el diagnóstico real, no elucubraciones de un espíritu perdido en la penumbra y en reflexiones vacías. Y ante tal situación ve una solución clara en la educación del pueblo. Ésta debe ser conducida por los dirigentes del pueblo. Y ambos, pueblo y dirigencia deben iniciar el proceso cabal de la construcción de la verdadera patria salvadoreña: Queremos decir para extraer la lección práctica de ese tema, que una clase conductora, realmente capacitada para dirigir, ha de enfocar todas sus fuerzas en crear, mantener, desenvolver y vigorizar lo que se llama alma nacional, o sea el propio espíritu acorde con la propia índole y con el propio ambiente. Ese trabajo, así entendido y orientado, originará una cultura propia: es decir, costumbres, leyes, instituciones, aspiraciones, artes, gustos, manera de sentir y de pensar, no copiados sino propios; como vivas y palpitantes manifestaciones de su yo nacional, que puede y merece perdurar. Eso se llama crear y vivir y proyectar una cultura: es decir, hacer una patria.519 No obstante, Masferrer reconoce que el país vive bajo un “imperio nefando y torpe de leyes, creencias religiosas, costumbres, tradiciones, prejuicios y rutinas mentales que relegan al niño a segundo término; que le declaran ilegítimo; que se imaginan ascender a la santidad cuando le otorgan la mezquina e inepta caridad de un hospicio.” 520 Imperio obscuro y torpe cuyas clases dominantes en lo económico, social y político, y, aún así, siendo tan poderosos, lo único que otorgan en su generosidad es “la farisaica limosna ocasional de juguetes y vestidos, hecha en cantidad y formas infelices, características de una heroica hazaña que llaman previsión social y educación, a la desdichadísima escuela primaria con sus pobres maestros, sus pobres casas, sus pobres instrumentos de trabajo, su pobre enseñanza, su pobre presupuesto y su pobrísima comprensión de los derechos

518

A. Masferrer, Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 454-455. Ibídem, p. 455. 520 Ibídem, p. 457. 519

196 y de las necesidades del niño.”521 Entonces, qué podemos esperar de esta sociedad en el futuro próximo, puesto que lo único que tenemos es todo eso “y lo vamos llevando como un trofeo; como una flor de civilización cristiana y de filosofía y de ciencia.”522 Y con ello nos sentimos sumamente orgullosos. Sin embargo, se ignora algo fundamental y es que: El problema fundamental y perenne en todo pueblo es impulsar al mayor número de sus hijos de peldaño en peldaño, o mejor dicho, de plano en plano espiritual: de la salvajez a la barbarie, de ésta a la cultura, de ésta a la civilización, de ésta a la humanización, o sea aquel estado en que el hombre no puede ya vivir para sí mismo si al mismo tiempo no vive intensamente para los demás. Esa impulsión ascensorial se obtiene, casi exclusivamente, por la educación, es decir, por la escuela, y básicamente, primordialmente, por la escuela primaria. Elevar la escuela primaria al máximun de su perfección, a fin de que produzca el máximo de su rendimiento, es como sembrar la semilla del hombre, del hombre verdadero, que es el hombre humanizado.523 Entonces, pues, “si la educación, en vez de ser la torpe y tiránica deformación que es hoy, fuera el cultivo prudente, atinado y desinteresado de cada uno, según la ley de sus naturales y más salientes aptitudes,”524 entonces el futuro del país se encaminaría a la construcción del verdadero progreso y desarrollo, como es el discurso de las clases 521

Ibídem. Masferrer continúa su reflexión afirmando que “la conducta social del hombre, no es ni puede ser la misma, sino que es diferente en sus móviles y en sus procedimientos, según sea ese tono o temperamento espiritual que es ya la característica de su vida: según que sea un neto egoísta o semi-salvaje, un bárbaro, un hombre culto, un civilizado o un humanizado. Y, naturalmente, su capacidad –y por consiguiente, su derecho– para gobernar y dirigir, decrece a medida que desciende de la humanización a la salvajez. Creer y practicar que todos, por ser lo que llaman un ciudadano, por tener tal edad y pagar tales impuestos, se hallan igualmente capacitados para gobernar, para conducir, para dirigir, es un error craso y sus consecuencias son peligrosísimas. Es el error de la Democracia tal como se soñó al principio y como se han empeñado en practicarla casi todos los pueblos hispanoamericanos, llevados de su entusiasmo y de su inexperiencia. Es el error que dio el cetro de los reyes a las masas, convertido en garrote, y el cual, necesariamente habría de tornarse látigo en manos de quien sedujera y arrastrara a las masas. Porque la masa es siempre engañable, seducible y dominable. Su característica es ser un instrumento, llámese pueblo inglés o salvadoreño.” Ibídem, 483. 522 Ibídem, p. 458. 523 Ibídem, pp. 483-484. Masferrer ratifica que está consciente de su objetivo programático y afirma que “sabemos adónde vamos y sabemos y aceptamos los que nos espera. En esta pugna, en que nosotros representamos la conciencia limpia y nueva de El Salvador, cada uno dará de sí: los defensores del viejo y carcomido régimen fundado sobre la miseria, la opresión, el privilegio y el fanatismo, darán lo que tienen: lo que nazca de su educación, de su atraso y de sus intereses; y nosotros, daremos lo que tenemos: la visión de una nueva vida, más justa, más cordial, más humana, que esa negra y triste mezquina que nos ha tocado vivir.” Ibídem, p. 548. 524 Ibídem, p. 510.

197 políticas dirigentes. Eso es lo que se logrará con una educación vitalista, de acuerdo a la perspectiva del Minimumvitalismo Masferreriano.

En esta perspectiva, y con el interés de que la sociedad se organice más humanamente y se eduque en el espíritu vitalista, participa con lecciones magistrales en la Universidad Popular,525 plataforma con la que desarrollan varias campañas de alfabetización. Pero Masferrer sabe que la cultura no puede llegar en modo efectivo a las masas si no cambia la base económica de la sociedad. No se trata simplemente de un problema de cultura sino de un problema social, de un problema económico, porque el alfabetismo está vinculado profundamente al régimen social, a la infraestructura de la sociedad. Aquí es donde Masferrer articula los preceptos que deben respetar y hacer práctica todos los vitalistas que se incorporen al Partido Vitalista y a los Círculos vitalistas.526 Por ello, “nuestro derecho y lo que conviene al desarrollo moral de la humanidad, no es castigar al que ande errado, sino esclarecerle. Puesto que su yerro viene de la ignorancia, lo que procede es iluminarle para que vea su yerro y enderece su camino.”527

El 5 de enero de 1932, quince días antes de la masacre, Masferrer dictó una conferencia sobre el Vitalismo en Hispanoamerica y cómo el Minimum Vital se debía incorporar a la vida social, política, educativa, económica en el continente.528 Anunciaba asimismo la preparación de un estudio que denominaría Economía del Minimum Vital en el que diría las reformas económicas, políticas y educacionales para que el Minimum Vital se realice concretamente. Este es tema que se verá en el próximo capítulo.

4. El método filosófico del vitalismo masferreriano

El Minimumvitalismo masferreriano es por su objeto, contenido y horizonte, un pensamiento filosófico de carácter político, es decir, se engasta dentro de la filosofía política. Este pensamiento filosófico, en tanto propuesta, adquiere presencia y cobra fuerza a principios del siglo veinte, no sólo en El Salvador sino también en el resto de

525

Para mayor información sobre la iniciativa y el desarrollo del proyecto de Universidad Popular, ver Roque Dalton, Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en el Salvador, Op. Cit. Pp. 145-177. 526 Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 74. 527 Ibídem, p. 47. 528 Ibídem, p. 191.

198 Centroamérica. En Guatemala, por ejemplo, el gobierno del General Lázaro Chacón (1927-1930), organiza su programa de gobierno basado en los principios del Minimumvitalismo masferreriano.529 En el contexto de saber cuáles son los principios de esta doctrina, Masferrer fue invitado reiteradamente a Quezaltenango, Guatemala, a explicar su teoría Minimumvitalista.530

En el Minimumvitalismo se expone la defensa y construcción de la vida como elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida es la clave hermenéutica para la formulación de toda construcción de pensamiento. Y en la concepción filosófica de Masferrer la vida no se puede desligar de lo político, como clave hermenéutica de su Minimumvitalismo, en el sentido siguiente: Para Masferrer, la vida es una,531 es un bien supremo532 y su superioridad respecto de todo lo demás es de carácter absoluto.533

Esta vida, comprendida a la manera masferreriana no es simplemente abstracta en tanto su carácter físico, sino fundamentalmente material, “animal, concreta, visible y tangible, determinada de la forma más concreta y práctica.”534 De ahí que defender la vida en todas sus manifestaciones “es el mandamiento primero y supremo y a él nos atenemos los creyentes del Vitalismo para juzgar de los conflictos del presente, y para idear y preparar un Nuevo Orden Social que suprimirá o atenuará los más graves de esos conflictos.”535 De ahí que el Minimumvitalismo masferreriano esté estrechamente vinculado a una praxis política. Aquí es donde cobran gran importancia las concreciones institucionales del vitalismo masferreriano: El Partido vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista, que ya se han desarrollado en el apartado anterior.

Masferrer afirma que en los últimos cinco años de su vida, las ideas del Vitalismo se esclarecieron, se enlazaron y se ordenaron en su pensamiento alcanzando una cristalización que denominó doctrina sintética de la vida. 529

Cfr. María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en Historia, Guatemala, 2007. 530 A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 415. 531 Ibídem, pp. 367-371. 532 Ibídem, p. 227. 533 Ibídem, p. 225. 534 Ibídem. 535 Ibídem, p. 227.

199

Con la formulación del Vitalismo, Masferrer construye a su modo un pensamiento filosófico político en cuya base se encuentran tres elementos: el pensamiento oriental, el socialismo fabiano y la realidad salvadoreña de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.536

Esto supuesto, el Vitalismo como corriente de pensamiento y concreción fáctica de la vida intelectual de Masferrer como Minimumvitalismo, es realizable en una praxis política que se va ejecutando en la reflexión-acción articulando a su vez pensamiento y realidad. Esta articulación implica un momento inicial de dejarse llevar por la facticidad de la realidad;537 para en un momento segundo entrar al proceso de reflexión y análisis de la realidad y luego al momento práxico que implica la actividad que busca concretar el cambio de la realidad. El Minimumvitalismo masferreriano inaugura en el país un pensamiento que tiene su fundamento en la búsqueda incesante de mayores niveles de justicia social en la sociedad salvadoreña y centroamericana de la primera mitad del siglo XX. Tanto en su contenido como en su método, tiene como fundamento el elemento práctico de la búsqueda de la

536

Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 78. Marta Casaús afirma al respecto que las fuentes de inspiración del pensamiento de Masferrer, como autodidacta y librepensador fueron variadas e híbridas; “confluían corrientes muy bien amalgamadas, pero esencialmente diferentes. A nuestro juicio, es lo que provocó por una parte una amplia aceptación en múltiples sectores, pero también el rechazo de otros; es también lo que le confirió tanta originalidad y ha contribuido a que su pensamiento perdure. Es una hibridación de varias corrientes: el vitalismo de Tolstoi, el socialismo fabiano de Henry George; el anarquismo y socialismo libertario de Kropotkin y de Proudhon; las corrientes teosóficas e hinduistas de Krishnamurti, Jinarajadasa, Tagore o Ghandi; y el pensamiento unionista y panhispanista de Haya de la Torre, Rodó, Martí, Ugarte, Mistral y Vasconcelos, etc. Resulta difícil saber cuál de ellas primaba; me atrevería a pensar que el socialismo fabiano con tintes anarquizantes y el hispanoamericanismo constituyen el núcleo central de su pensamiento ético-político, influido además por Rodó, Darío, Montalvo y Martí en su adaptación centroamericana.” Cfr. Marta Casaús Arzú, La contribución de Alberto Masferrer al pensamiento social centroamericano (1920-1930); ponencia presentada en el congreso de Literatura e Historia en Guatemala, el 28 de julio de 2008. Ver: Revista Repositorio, Op. Cit., pp. 58-90. 537 Este dejarse llevar por la facticidad de la realidad como parte inicial del método del pensamiento filosófico y político de Masferrer, consiste en abrirse a la vida como máxima expresión de la existencia. Este abrirse constituye una disposición interna de la voluntad humana que impulsa al ser humano a que permita que la vida surja libremente desde su propio dinamismo. En esta perspectiva es clave tener en cuenta las mediaciones concretas del Vitalismo, especialmente, la Educación Vitalista que en todo momento conduce a que el hombre desde su ámbito personal tome conciencia del valor de la vida y en esta perspectiva, se enriquece la concepción humanista de Masferrer que deja abierta la posibilidad de la existencia y reconocimiento de la divinidad por encima y fuera de sí misma que le da coherencia a la vida misma y le jalona a un nivel de vida superior que apunta a su vez a una utopía realizable solo en parte. A medida que se hace concreto el vitalismo en un mejor trabajo, en la producción de alimentos en aprender a leer y escribir, en esa medida, la utopía se acerca y el espíritu de la humanidad se hace más noble y real.

200 unidad de la vida, tanto en su aspecto animal, como vegetal y cósmico.538 Incluye, por supuesto, el ámbito social de la realidad.539

En esta perspectiva, el Minimumvitalismo masferreriano es un pensamiento filosófico cuyas raíces se hunden en lo más profundo de la realidad humana. Con el vitalismo de Masferrer, los salvadoreños asistimos a una propuesta de reflexión filosófica que intenta con su clara concepción del mundo, instaurar un ser humano integrado política, social y económicamente en un contexto social determinado en El Salvador de principios del siglo XX.

Masferrer realizó sus ideas económicas, sociales y ético-políticas, desde la justicia social y el bien común como ya se ha mencionado. Buscó instrumentos institucionales que permitieran una real distribución del ingreso obtenido con el producto del trabajo del obrero salvadoreño.540 Y esto es preciso ejecutarlo por medio del mejoramiento de dicha devolución a través de la cualificación de la cultura y la asistencia social: educación, salud y vivienda. Habló de la libertad humana como la esencia misma del ser humano. Y habló de los derechos naturales del ser humano desde lo alto del valor total de la vida: Vitalismo entendido como vida para todos.541

538

Remito a las concepciones de la vida en sus distintas manifestaciones: animal, vegetal y cósmico; que han sido profundamente estudiadas por Xavier Zubiri, Hans Jonas, Alejandro Llanos y Manuel Garrido, en los textos ya citados. Ver páginas 163-172 de este trabajo. 539 Es importante tener presente que a este momento histórico en El Salvador, le corresponde el surgimiento del Marxismo como ideología política. En este contexto es que los dirigentes e ideólogos de las capas dominantes acusaban a Masferrer de bolchevique; sin embargo, Masferrer no desarrolló el Marxismo de forma sistemática en su teoría vitalista, y ni siquiera menciona esta teoría en sus escritos. Pero sí conocía de esta teoría; ver carta a Hortensia, del 16 de septiembre de 1928, donde le menciona estar “leyendo un interesantísimo libro sobre el marxismo”. Ver M. Casaús Arzú, El libro de la vida… Op Cit. 2012, p. 74. 540 Propuso por ejemplo, la instauración de un Consejo Económico Social de alto nivel, en el gobierno de Pío Romero Bosque para que Planificara de acuerdo a Plan Nacional y evitara tantas crisis de granos básicos, y que la Hacienda Pública se administre con altura técnica y política. A esto dedicó al menos dos artículos denominados: Necesitamos un consejo Económico y El consejo Económico: Hacia la Creación de un Cuarto Poder. Asimismo propuso la vuelta al Ejido y reformas esenciales a la Constitución salvadoreña, de tal manera que buscara eliminar la ley de supresión de Ejidos y el latifundismo. Esto lo propuso en al menos tres extensos y profundos artículos, uno del 21de julio de 1928 titulado Habrá que esperar, en el que cuestiona la estructura de la Constitución de la República y pide reformas a ésta; otro del 23 de julio de 1928 denominado Terraje y otro del 20 de diciembre de 1928 titulado La crisis del Maíz, hay que volver a los ejidos. Masferrer escribe el 26 de julio de 1928, un cuarto artículo que titula: Hagamos las paces con el ídolo, en donde ridiculiza los intentos de reforma constitucional que han hecho distintas Asambleas Legislativas: “declaramos enfáticamente que no nos interesa en lo más mínimo que se reforme nuestra Constitución. Por nosotros, puede quedarse eternamente así, como está desde hace 43 años, virgen y mártir, sin que nadie se haya metido con ella ni para bien ni para mal… Eso sí, exigiremos la natural reciprocidad, y esa consiste en que no nos estorbe.” 541 Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 51-97.

201

Para Masferrer la justicia social es la forma simple y sencilla de devolver al pueblo parte de aquello que el mismo pueblo ha producido con su trabajo, a fin de que llene sus necesidades primordiales que es, como ya quedó explicado, su Minimumvitalismo “definido concretamente, Mínimun Vital significa la satisfacción constante y segura de nuestras necesidades primordiales.”542

Masferrer urgía la necesidad de cambiar radicalmente las estructuras injustas que gobernaban El Salvador. No obstante, la conciencia de los poderosos permaneció impasible y peor aún, cerrada a posibles soluciones. Si no se solucionan estructuralmente el hambre y la miseria en El Salvador; es decir, la concentración de la tierra y las riquezas salvadoreñas en pocas manos, no se podrá construir una sociedad viable en el desarrollo humano. No se construirá una patria, por tanto, de lo que se trata es de volver a la administración de la tierra cuando ésta era de todos, hay que volver, pues, al ejido.543

En cuanto a la miseria en que vivían miles de salvadoreños se pregunta ¿y todo esto por qué? “porque unos tienen demasiada codicia y otros demasiada imbecilidad. Porque sólo una codicia infinita puede impulsar a unos al acaparamiento de las casas; y sólo una imbecilidad infinita puede inducir a los otros a consentir ese acaparamiento.”544 Esto como diagnóstico social es exacto y un pensamiento social realista.

La crítica de la política y el modus vivendi es el punto de partida de un esforzado intento por comprender la esencia del hombre y la humanidad salvadoreña y centroamericana. De ahí, que el Minimumvitalismo se desarrolle de un modo dialéctico en el intercambio incesante entre el momento racional y el momento empírico del vivir concreta y realmente. Por eso este pensamiento filosófico está constantemente en proceso de desarrollo en combinación entre vida y realidad; porque dicha realidad lleva dentro de sus entrañas la vida misma como elemento fundante de su ser.

542

Ibídem, pp. 58-59. Ibídem, pp. 539-540. 544 Ibídem, p. 203. 543

202

4.1.

La Ética vitalista masferreriana

Para Masferrer la responsabilidad en la construcción de la sociedad es de todos, en consecuencia, construir una sociedad justa y equilibrada es una necesidad que compete también a toda la sociedad. Aquí es donde cobra sentido aquella idea de que los ricos pongan límite a sus ansias de poder y de riqueza y los pobres deben conformarse con un Minimum Vital. En esta perspectiva, como afirma Matilde Elena López, el humanismo auténtico de Masferrer tiene su raíz en el hombre como centro de todo, incluso de los problemas, ya que el hombre no es sólo la medida de todas las cosas sino el supremo bien: El humanismo que parte de la idea de que en el hombre radica el valor supremo, y que su ilimitada capacidad de creación, su inteligencia, sus cualidades esenciales, determinan la posibilidad de organizar un mundo racional y justo. Un humanismo que encara la realidad y participa en la transformación de la sociedad, y que en los días de Sócrates, tenga fe ilimitada en la salvación del hombre por el hombre mismo.545

La ética vitalista coloca en el centro de los problemas sociales la vida del ser humano en sus concreciones particulares de hombre y mujer, en sus condiciones materiales y espirituales de existencia; ahí se encuentra la posibilidad de reencontrar su esencia humana, de conquistar por fin su identidad como persona y como pueblo, en la conquista de su libertad. Esto es justamente lo que buscaba Masferrer en su lucha por procurar las mejores condiciones de la felicidad humana. Por ello, la ética vitalista es una actividad de primera importancia en su vida. De ahí que podamos afirmar que en el Minimumvitalismo de Masferrer hay una expresión propiamente ética, porque es un “sistema social que es una mera extensión de la familia a la sociedad; una ampliación, en grande escala, de lo que han experimentado y consagrado los siglos como lo mejor entre las conquistas del hombre, que es la vida en familia, una mejor distribución no fundada sólo en los méritos de cada uno, sino también en sus necesidades.”546 Y esto se encuentra en la ciencia de la

545 546

Matilde E. López, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 80. A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 245.

203 vida porque “está en los libros y en la vida, y el que sabe leer y observar, posee el secreto de la sabiduría.”547

De ahí que una responsabilidad ética de los que han alcanzado cierto nivel de cultura sea educar, porque “no es lo mismo poner el pie sobre un pueblo y obligarle a estarse quieto, que enseñarle a que se esté quieto por su propia y consciente determinación. Oprimir es una cosa. Educar es otra.”548 Concretando una educación en la que todos dentro de una sociedad participan, la doctrina del Minimum Vital conduce necesariamente a una vida de paz y concordia, en donde la envidia no echa raíces que obstaculicen el bien común fundado en el respeto recíproco, de suerte que cada quien se sienta seguro dentro de los límites mínimos de satisfacción de sus necesidades primordiales. Por ello, como nos recuerda Luis Aparicio, Masferrer fue “hombre de paz y enemigo de la violencia, fue radical en su posición cuando el derecho fue violentado, o cuando se le negó a quienes tenían necesidad de que se les reconociera. Por eso se vuelve duro contra una sociedad que se dice cristiana, y en la que al mismo tiempo los grandes explotan a los pequeños; el hombre sólo piensa en el medro (y) la mujer en el lujo”.549

Masferrer, teniendo como paradigma la vida en su unidad fundamental, afirma que a ésta le corresponde una ética que implica el hecho de no poner obstáculo al desarrollo pleno de la misma vida, y ya que ésta es una, se deduce “que la filosofía eficaz y trascendente, demuestra y confirma la misma verdad: que la moral, si no se encamina a procurar, o por lo menos a no estorbar la vida íntegra para toda criatura, es vacía o perniciosa.”550 Masferrer tenía claro que “frente al vicio y el crimen, el Estado no debe tener más que una actitud, y es la guerra. El vicio y el crimen son los enemigos naturales, irreconciliables del Estado; son, por excelencia, los enemigos; los que hay que combatir siempre, sin tregua ni relaxo.”551 Si el gobierno desatiende u olvida esta su capital función, lo mejor sería que no hubiera gobierno. “Trae el gobierno tantos daños; es tan opresivo, tan costoso, tan invasor, tan usurpador, tan desviado y tan ciego, que no hay por qué extrañarse de que grandes pensadores y filósofos lo declaren como el resumen de todo lo malo y enojoso.

547

Ibídem. p. 34. Ibídem, pp. 37-38. 549 Luis A. Aparicio, Alberto Masferrer, pedagogo-político, Op. Cit., pp. 61-62. 550 A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 78. 551 A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 128. 548

204 Cuanto menos gobierno necesite un país, mayor será su prosperidad y ventura; la anarquía, que es una concepción ideal de la vida, de la vida sin gobierno, no lo es sino porque lleva implícita la perfección, la santidad del individuo.”552 En este marco Masferrer es radical y afirma: ¿Para qué autoridad, ni policía, ni tribunales, en una sociedad que fuera simplemente cristiana, con verdadero cristianismo? Necesitamos de gobierno porque somos crueles, perversos, codiciosos, brutales y tiránicos, necesitamos que alguien nos vigile, nos contenga, nos reprima y nos castigue. Y esa es la función excelente y perenne del gobierno: contenernos, reprimirnos, castigarnos; extirpar con el hierro y el fuego aquellas tendencias que nos arrastran al vicio y al crimen, puesto que vicio y crimen son los poderosos y activos disolventes de la vida social. Vida social supone justicia, fraternidad, amor.553

4.2.

La Política vitalista masferreriana

En su política vitalista Masferrer presenta los intereses esenciales de las clases sociales salvadoreñas sin detrimento de ninguna ellas, poseedoras y desposeídas, ya que para él la vida humana es lo fundamental y ambas clases están constituidas por seres humanos. Esto es clave para la concreción de la política vitalista, no sólo porque la diferencia de otras maneras de hacer política, que tienen como elemento clave de su hacer política sus intereses de partido o de clase. Por el contrario, la política vitalista busca articular todos los aspectos de la vida social y cultural: arte, ciencia, religión, filosofía, etc.. Por lo que no debe reducirse el pensamiento político de Masferrer a la organización de un partido

552

Ibídem, pp. 128-129. Ibídem., pp.129-130. En esta perspectiva, Masferrer sigue su reflexión, afirmando que “Son estas ideas y términos que no admiten pactos ni armisticios; la guerra entre ellos es a muerte y perenne: si ha de mejorarse la vida social, será porque el vicio y el crimen se aminoraron; si llegan uno y otro a cierta tolerancia mutua, en que los reglamentos usurpan el lugar de la represión, entonces la sociedad cae en la más triste y ruin de las dolencias, que es la hipocresía. Y vivir de la hipocresía, de la mentira organizada y santurrona, es ciertamente, peor que morir. Por eso, decíamos, no hay más que una actitud verdadera, racional y sencilla para el Estado, frente al vicio y al crimen, y es combatirlos a muerte; si el gobierno malconoce (sic) y descuida esa actitud, o no la cumple con máxima energía, entonces el gobierno es una maldición, un fraude, porque nos falla en aquel trabajo y misión que únicamente lo hacen tolerable: perseguir, atenuar, aminorar, reprimir el crimen y el vicio. Nos carga entonces con grandes y enojosos grillos, inherentes a su naturaleza, y no nos da, en cambio, aquello único por lo cual hemos consentido su tiranía y pesadez.” 553

205 político simplemente, sino a estructuras políticas más complejas que articulen e integren estos aspectos mencionados.

Esta política afirma que la construcción cultural de la identidad de la patria es aun una tarea pendiente; ya que antes que eso se trata de concretar y solventar las necesidades primordiales de los seres humanos para que en un momento segundo, se inicie la construcción de la cultura y de la patria. En la política vitalista tienen cabida los desposeídos y los potentados pero ambos sectores tienen que deponer cada uno sus intereses particulares y priorizar los intereses comunes, ya que la política vitalista no es excluyente ni sectaria, sino integradora y dinamizadora de los elementos primordiales de la vida.

En la política vitalista se integra una visión global que incluye la región centroamericana y mundial; exige unas relaciones internacionales de respeto, donde los Estados Unidos y Europa, tienen que deponer sus intereses imperialistas554 y colocar en su lugar los intereses de todas las naciones: Lo mismo que se dice de los individuos cabe decir de las naciones. Pensar que una nación de ignorantes va a librarse de una nación culta, si ésta quiere someterla a su influencia o dominarla, es como pensar que en la lucha entre un ciego y un hombre que ve, las ventajas pueden estar de parte del ciego. En realidad, no hay otro destino para un pueblo ignorante, que el despotismo adentro y la dominación afuera.”555

554

Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 566-567. Sobre este aspecto Masferrer afirma que “El ejército no tiene que ver conscientemente con las instituciones: las defiende y guarda, si se lo mandan; las ataca y destruye, si se lo mandan. Empero, no se ve próximo el día en que nos veamos libres enteramente de agresiones y de conquistas. Mientras subsista el Imperialismo, debemos contar con un Ejército, lo más eficiente posible. No para embestir aisladamente contra un poder incomparablemente superior, sino para unirnos todos los pueblos débiles y oprimidos y librar un día la batalla decisiva contra la Codicia Imperial. Sobre esta emergencia inevitable, no cabe abrigar ilusiones: llámese Inglaterra, o Alemania, o Francia o Saxoamérica, la ley evolutiva de todos los Imperialismos es igual e invariable: penetración pacífica, mientras el pueblo invadido y explotado no se resiste; marinos, cañones, acorazados y aviones, cuando se cansan de que le extorsionen y le sorban la vida. Únicamente el día en que nos vean a todos los hispanoamericanos unidos para la defensa, para la liberación común, únicamente entonces, reflexionarán, y comprenderán que todos somos amigos, hermanos, y que tenemos iguales derechos e iguales intereses. Y si entonces no reflexionan, les haremos reflexionar, con las mismas razones que ahora usan ellos para civilizarnos: ametralladoras y aeroplanos.” De la misma manera Masferrer propone que se construya un ejército vitalista, cuya función sea primordialmente el mejoramiento del hábitat y el cultivo y mantenimiento de bosques tropicales. Cfr. Ibídem, pp. 568-570. 555 Ibídem, p. 10.

206 Para Masferrer, la política vitalista constituye una fuerza transformadora que refleja acertadamente las necesidades del desarrollo concreto de la vida material del pueblo salvadoreño y de cualquier sociedad en la que sea integrada. En esta perspectiva, no cabe duda que para Masferrer tal y como están organizadas las cosas en nuestro tiempo “un pueblo analfabeto será, sin remedio el esclavo de un grupo de perversos de su propio suelo, o la presa fácil de cualquier nación poderosa que desee absorberlo o dominarlo.”556 Y esto hay que llevarlo, desde la perspectiva vitalista, al plano del desarrollo económico, social, ético y político de El Salvador y de cualquier pueblo del mundo. Por tanto, no es posible superar la iniquidad, el atraso, la miseria si no se organiza políticamente la sociedad desde una perspectiva más justa y equitativa.

La política vitalista responde a los intereses vitalistas del pueblo. Encuentra apoyo constante en los marginados por la historia, por aquellos que han organizado la vida del pueblo. Por esto es que Masferrer le da radical importancia a la educación vitalista como a la educación política y a la formación de cuadros vitalistas, porque él sabe que “el ignorante es fatalmente la víctima, el esclavo del hombre instruido. Si no hay en éste una gran bondad, acabará siempre por explotar o tiranizar a los ignorantes que le rodean y éstos, aunque hayan sido engañados y explotados cien veces, caerán de nuevo en las redes de aquéllos. Porque el ignorante es un ciego”.557

Por ello es que Masferrer afirma que al nivel interno en el país, debe realizarse una reforma constitucional si se quiere garantizar la constitución de una verdadera patria salvadoreña, cuyo horizonte sea en todo momento la defensa de la vida. Porque por ahora, “a decir verdad, ese perpetuo intervenir del Estado es funesto para la conciencia de los individuos, quienes se acostumbran poco a poco a no pensar, a no cuidarse de las cosas que más le importan. ¿Qué significa, por ejemplo, el hecho de que centenares de nuestras aldeas carezcan de una escuela, sino que hemos abdicado de nuestro carácter de hombres fraternales para convertirnos en simples piezas del mecanismo que llaman Estado?”558

Por ello, el verdadero mal que nos inunda es que hemos dejado de creer en nosotros mismos y nuestras posibilidades; y, en cambio hemos dejado que otros piensen por 556

Ibídem. Ibídem. 558 Ibídem, p. 44. 557

207 nosotros, porque “el verdadero mal, no es sino que nuestra fe se ha desviado; en vez de creer en nosotros mismos en la voz de nuestra conciencia, en la valía de nuestra acción personal, en la eficacia todopoderosa de nuestra voluntad regida por las leyes divinas que nos imponen la misericordia, creemos en el gobierno, y aceptamos que él piense, quiera y trabaje por nosotros.”559 De ahí que afirme Masferrer que no hay que olvidar que los hombres, “dondequiera que vivan, lo mismo en una capital que en la más obscura y miserable aldea, son hombres y no rebaños. Y deben pensar constantemente en que una ley más alta, más sabia que todas las leyes humanas, les impone el cumplimiento de ciertos deberes, de los cuales nadie puede eximirles.”560

La política vitalista antepone la lucha por la defensa de la vida buena ante cualquier otra lucha, incluso la lucha por la construcción de la nación o por la unidad centroamericana; porque como afirma explícitamente Masferrer: “ya se hizo entre nosotros refrán aquello de que Centroamérica, el único ideal por el que se puede luchar y morir es la causa unionista. Si es así, ¡ay de nosotros! porque nación tan desdichada, donde los múltiples y grandes intereses humanos no mueven a nadie; donde el trabajo, la educación, la salud, la fuerza, todas las manifestaciones y necesidades de la vida son vistas como insignificantes, naciones tan infelices digo, no tienen más porvenir que un próximo desaparecimiento.”561 Y sobre este aspecto, Masferrer es muy explícito cuando afirma que este país aún no constituye una patria; aunque se tengan ganadas algunas metas para el logro de este objetivo: Porque, nótese bien, nosotros no somos, no constituimos, todavía una patria. Error lamentable el de creer que la temperatura, el paisaje, la raza, el gobierno, ni aun el idioma, bastan para constituirla. De todos esos lazos, el de mayor potencia que es el idioma no basta, sin embargo, para que un grupo tan grande como se quiera de hombres, pueda formar una patria. Esta es sobre todo una creación moral, y su núcleo se encuentra en la comunidad de aspiraciones, sostenidas y perseguidas por el común esfuerzo. Ahí donde los hombres, sea cual fuere su color, su origen sus 559

Ibídem, p. 45. Ibídem, pp. 45-46. 561 Ibídem, pp. 24-25. Masferrer continúa afirmando que en El Salvador se debe tomar ejemplo de otras experiencias, sobre todo la de aquellos países desarrollados: “Nosotros debemos hacer lo que han hecho los pueblos del norte de Europa, lo que hace Chile, lo que ha hecho Estados Unidos, lo que han comenzado Italia y España: formar un pueblo de cultura homogénea, con aspiraciones comunes; forjar una nación en que los vínculos únicos no sean los recuerdos, la raza y el clima, sino la vida espiritual, el designio sistemado de elevarse por el esfuerzo de todos para todos.” Ibídem, pp. 25-26. 560

208 costumbres, persiguen un mismo fin, del cual han hecho el más alto objeto de su vida, y para alcanzarlo se avienen a trabajar, a sufrir, a ayudar, a sostenerse, a tolerarse, a confraternizar, ahí hay una patria o se halla en capacidad de nacer. Mientras que la simple aglomeración de gentes sin ideales comunes, sin aspiraciones profundas que les vinculen y sostengan así sean de hombres que parezcan todos gemelos por la estructura física y coman, beban, se muevan y en todo vivan como si fueran infinitos ejemplares de un mismo tipo; ésos, digo, no tienen cohesión, no son patria; son cosa deleznable, que pueden trozarse, como un árbol, como una piedra, como un bloque de arcilla, como un montón de arena.562

Es interesante que Masferrer compare a El Salvador a un monstruo devorador de sangre inocente de pobres campesinos que mantienen con su vida a “señores de la Tierra y del Comercio y de la Banca; vosotras las nobles matronas, vosotras las señoritas gentiles y nosotros los caballeritos apuestos; con esa sangre se pagan nuestros ocios, nuestros lujos, nuestras joyas, nuestras mansiones, nuestras quintas, toda nuestra vida ociosa y mentirosa, gris y charlatana, alimentada incesantemente con el dinero maldito.”563

4.3.

La fundamentalidad filosófica del Minimumvitalismo masferreriano

Como se ha visto, el pensamiento filosófico de Masferrer por su objeto, contenido y horizonte es una reflexión filosófica crítica que se concreta en una ética y una política contextualizada en un tiempo y un espacio concretos. De ahí que, el interés del Minimumvitalismo es fundamentalmente ético. En esta perspectiva, el análisis de la fundamentalidad ética desde el crisol de la justicia social que permite valorar la praxis 562

Ibídem, pp. 26-27. Es interesante que para Masferrer El Salvador “tal como se halla ahora constituido, es un monstruo. Es algo como la antigua Esparta, donde un puñado de ciudadanos tenía a su cargo una inmensa cantidad de ilotas. La palabra es dura pero exacta. Y si no, aquí están los hechos: ahí, a las puertas de San Salvador, en San Marcos, Panchimalco y casi todos los pueblos circundantes, los pobladores, en su gran mayoría, son verdaderos parias, crasamente ignorantes, tan distanciados de la mentalidad capitalina, como un habitante de Paris, puede hallarse respecto de un negro congolés.” 563 Ibídem, pp. 115-116. Masferrer continúa diciendo que “Mas ahora, sabéis. Ahora vuestros ojos se abrieron y se iluminó vuestra conciencia. Ahora, si fijáis la vista en la copa en que espumea el aguardiente, veréis cómo se vuelve roja o negra: roja de sangre, negra de miseria y de ruina. Ahora ya sabéis que cada moneda que echáis en vuestras arcas como precio de la fatal bebida, es la suerte de un pobre labriego que irá a presidio; de uno que irá al sepulcro; de un niño que caerá en la orfandad; de una esposa que verá día a día consumirse el esfuerzo de su compañero, en el estanco o en la cárcel. Ahora comprendéis que eso es trocar en placer y en lucro, el dolor y el hambre.” A. Masferrer, Op. Cit., 136.

209 política en la sociedad salvadoreña actual es una exigencia ineludible. Y es que, como se ha visto en la realidad, la orientación general del Minimumvitalismo no permite separar lo ético de lo político, ya que todo ambiente político reclama un ethos. En este sentido, este pensamiento filosófico puede enmarcarse dentro de las corrientes filosóficas occidentales más puras, donde el objeto fundamental no puede ser otra cosa que una reflexión sobre la realidad misma de la polis.

De modo que una de las orientaciones fundamentales que debe seguir el Minimumvitalismo sea convertirse en una reflexión filosófica crítica en los ámbitos ético y político radical, es decir, que tenga como pretensión intelectual con alcance de los fundamentos de las cuestiones políticas, por tanto, debe tener siempre como tarea insoslayable el determinar qué es en verdad lo realmente posible en la praxis política. En este sentido, el Minimumvitalismo debe apuntar, desde su perspectiva filosófica a estructurar lo social y lo político desde la absolutez de la vida como principio dinamizador de la realidad. Hay que reconocer, en esta perspectiva, que es la capacidad de compartir criterios de justicia lo que capacita al hombre para una vida no sólo social, sino auténticamente política.

La realidad social de injusticia institucionalizada en todos los aspectos de la vida social de principios del siglo XX en El Salvador y que continúa en los inicios del siglo XXI, muestra que para conseguir niveles de vida más ajustados a una verdadera humanidad, exigen un apego a la justicia, particularmente, a la justicia distributiva. En este sentido, la justicia es esencial para la construcción de una verdadera sociedad, ya que el orden de la comunidad política se erige necesariamente en la administración de la justicia.

Masferrer hace un llamado a construir una nueva sociedad donde impere la justicia. Para ello, indica que un camino que conduce directamente a esto es hacer que se respete y promueva la vida. Pero para lograr esto, no basta con asegurar la vida en su manifestación biológica, sino llevar a cabo una vida buena y es sabido que no hay posibilidad de una vida verdaderamente buena si no es en un régimen socialmente justo. Aquí, cabe afirmar que sólo un régimen justo puede llegar a concretar un ambiente de seguridad pública. Es decir, que la seguridad pública es fruto del cumplimiento de la justicia y no meramente del ejercicio de la coerción.

210 En las actuales condiciones sociales y políticas de El Salvador, donde la ambición desenfrenada ha llevado a la administración de la cosa pública a una situación de ingobernabilidad; un elemento importante en la línea de ir cualificando desde la perspectiva filosófica el Minimumvitalismo es superar el esquema de las relaciones domésticas que Masferrer propone ya que la actividad política vista desde este marco es anterior a la concepción de la política más actual en las condiciones sociales contemporáneas.

La teoría de Masferrer del Mínimumvitalismo no es posible aplicarla en la sociedad actual, si no es previamente ejecutado un cambio en sus principios operativos ya que el nivel de complejidad que la sociedad actual ha adquirido implica nuevos tipos de relaciones sociales que son irreductibles a la cuestión propiamente de la familia. Ahora bien, para alcanzar una vida justa en la sociedad, como es su interés, son necesarias una serie de condiciones materiales que la aseguren y que sin las cuales nadie se consideraría propiamente humano. Por tanto, el vivir bien en Masferrer significa la supervivencia biológica, el bienestar social, moral y justo.

5. Elementos del pensamiento filosófico vitalista masferreriano

Lo que está a la base de la praxis del Minimumvitalismo masferreriano es, por un lado, la realidad fáctica salvadoreña que le indica el estado de la situación que vive la sociedad de su tiempo y, por otro lado, su sensibilidad y compromiso por la búsqueda de construir una sociedad más justa para todos los salvadoreños. Esta base puede ser analizada y representada desde lo que aquí se denomina núcleos temáticos masferrerianos. Estos núcleos temáticos son ideas claves desde las cuales se articula un modo de pensar programático que se lleva a cabo en el desarrollo de una praxis política y ética y que en el caso de Masferrer lo instituye como líder intelectual que tuvo una influencia importante en otros intelectuales de peso de su tiempo. Estos núcleos temáticos son: la tenencia de la tierra en El Salvador; la justicia social para el ser humano (hombre y mujer, aquí los niños tienen un papel clave) y la estructura política y económica vitalista. Estos núcleos temáticos en Masferrer jalonaron su horizonte de reflexión y organizaron su pensamiento teniendo un asidero en la situación concreta de la sociedad salvadoreña de principios del siglo XX.

211

Esta estructura de pensamiento exige un cambio radical e implican un cambio de paradigma cultural, que como se verá en el Capítulo Cuarto, siguen teniendo vigencia en El Salvador del siglo XXI, que en su momento tuvieron consecuencias prácticas serias para la sociedad. En otras palabras, lo importante es analizar el cómo esos núcleos temáticos del Minimumvitalismo masferreriano tienen sustento, reflexión y aplicación en la realidad salvadoreña de tal manera que haya claridad que éstos no constituyen una especulación vacía de Masferrer, sino que implican una conexión entre el ámbito teórico (ideas) y el ámbito fáctico (realidades). Es lo que se verá a continuación.

5.1.

La tenencia de la tierra, clave de interpretación de la vida del salvadoreño

El tema de la tierra para Masferrer es un tema recurrente en toda su propuesta intelectual. Basando sus reflexiones en Carlyle564 y en Henry George,565 afirma que la tierra es de Dios porque él la ha creado; pero si ha de ser de alguien más, “tiene que ser del trabajador que la cultiva.”566 Porque para él, la tierra o el suelo como solía llamarle, es comparable al aire, al agua o a cualquiera de los elementos; por tanto, debe ser considerada en su esencia como un bien para todos los seres humanos: “el suelo, para expresarnos más claramente, es uno de los agentes naturales, anterior y posterior al hombre. Es un agente natural lo mismo que el agua, el aire, la luz, la electricidad, el calor solar, y como éstos concedidos al hombre, a todos los hombres, como materia de trabajo.”567

Desde un enfoque antropológico y sociológico, Masferrer hace notar el nexo directo que existe entre la tenencia de la tierra, que es el lugar donde todo ser humano se desarrolla y la vida humana misma. Pero no sólo eso, sino que además advierte que quien conoce ese nexo, puede usarlo como principio de dominación: Quitad al hombre todos sus elementos terrestres ¿qué otra cosa quedaría más que un espíritu sin cuerpo? Dedúcese de esto, que el hombre que posee la tierra de la cual o en la cual otro hombre ha de vivir, es el amo de 564

Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 161. Ibídem, p. 80. 566 Ibídem, p. 161. 567 Ibídem, p. 162. 565

212 este último, el cual es un esclavo. El hombre que retiene el suelo en que yo debo vivir, dispone de mi vida o de mi muerte, en absoluto, como si yo fuese algo de su pertenencia. Hablamos de la abolición de la esclavitud; no hemos abolido más que una de sus duras formas: la esclavitud directa del cuerpo. Hay otra forma de esclavitud más vergonzosa, más insidiosa y atroz: la esclavitud hábil que transforma al hombre en verdadero esclavo, embaucándole y engañándole con la palabra libertad.568

Por eso, desde inicios del siglo XX, Masferrer ya proclama la necesidad de reformar el modo de tenencia de la tierra. En su libro Las nuevas ideas (1913) esboza una reforma agraria como estrategia para que las familias campesinas pudieran poseer una parcela en la que habrían de producir los elementos básicos para su alimento. Porque ningún argumento es aceptable para justificar la propiedad privada: ¡Monopolio de la Tierra! Verdaderamente, es difícil hallar una frase más irritante ni que signifique un absurdo y una injusticia mayores. ¿En virtud de qué pueden los hombres monopolizar la tierra? Todos los argumentos, más o menos aceptables con que se defiende la propiedad privada, aparecen como burdas patrañas cuando se trata de justificar el monopolio de la tierra. Porque ésta no es, ni en apariencia, obra humana, sino que es cosa tan anterior y superior al hombre, como el firmamento respecto de una golondrina. Una calandria que, anidando en el extremo de la más pequeña rama de una ceiba, quisiera luego apropiarse todo entero el gigantesco árbol, no nos parecería tan ridícula como el hombre queriendo apoderarse de la tierra.569

El problema de la concentración de la tierra en pocas manos es una de las realidades más acuciantes para El Salvador. Por ello Masferrer concluye en la necesariedad de emancipar la tierra para que “al nacer, cada hombre encuentre que es poseedor de una porción del suelo; que al llegar a la edad del trabajo, halle que tiene en qué trabajar; que cualquiera que sean las circunstancias de su vida, sepa que siempre habrá un rincón de tierra que le servirá de refugio y amparo.”570 Y continúa afirmando que no sólo la tierra debe liberarse, sino también todo lo que sea necesario para hacerla producir: “Tierra libre, 568

Ibídem, p. 163. A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 54. 570 Ibídem, p. 55. 569

213 y libre también cuanto sea necesario para trabajarla. Libres los caminos, libres la fabricación, introducción y uso de las herramientas, libre la compra y venta de los productos agrícolas; libres todos los elementos, factores, usos y productos del cultivo.” 571 Desde esta perspectiva, concluye que negarle al hombre el acceso a la tierra es producirle la muerte, pues desgraciadamente, la tierra no es como el aire, y los hombres pueden monopolizarla y esclavizarla: La tierra es de unos pocos, donde quiera que exista la civilización. La mayoría de los hombres, en los países civilizados, no poseen un pedazo de tierra ni un rincón donde levantar una cabaña. Pero ¿a qué equivale despojar al hombre de la tierra? Exactamente a quitar a los pájaros el aire, y el agua a los peces. Privados de su elemento natural, perecen o degeneran rápidamente, convirtiéndose en seres monstruosos o deformes. El hombre es un animal terrestre, lo mismo que el caballo, el ciervo y el buey. No siendo animal acuático ni del aire ¿de dónde había de ser? ¿Y cómo se quiere que el animal humano no se deforme y se corrompa si se le priva de su natural elemento? Para el hombre, la tierra es el manantial de toda vida: su alimento, su vestido, su habitación vienen directamente de ella; su fuerza, su salud y su independencia, también de ella proceden.572

En el análisis de Masferrer hay dos momentos; en el primero aparece una visión naturalista de la vida, la cual no puede ser vista de forma desvinculada de la tierra donde aquella se desarrolla. En el segundo momento hay un orden de cosas en donde el sistema de tenencia de la tierra es un momento segundo que hay que analizar más detenidamente.

Esta tenencia, con las características actuales, no sólo es un problema social, sino biológico y, en cuanto tal, también antropológico. Encontramos en esta visión masferreriana que su análisis es progresivo, en cuanto que va de lo natural, constituido por el hombre como animal terrestre, al ámbito del capital, donde se enmarca el sistema de la tenencia de la tierra y de ésta se pasa al ámbito de la vivienda como concreción de la organización simbólica de la polis, como afirmación del hombre respecto de su entorno natural. Pero como la dinámica que conlleva el capital es de ansia de poder y dinero, es 571 572

Ibídem. A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 159.

214 decir, mercantilista, ello hace que algunos hombres que habitan la polis busquen dominar a otros, manipulando los elementos del sistema a favor de sus intereses económicos. Un ejemplo de ello lo ve Masferrer en el mesón573 como caricatura de una vivienda digna. En este ejemplo, la vida y su lugar natural de habitación existe en función de la lógica del mercado, generando no más vida sino un modo de vida infrahumano. Por el contrario, Masferrer reclama el sentido pleno de la vivienda no como lugar pasajero de subsistencia, frente a lo que se presenta como más estable –el mercado–, sino que el mercado debe generar mejores condiciones de vida. Por esto es que Masferrer pide en lugar de éste, una vivienda amplia, seca, soleada y ventilada donde poder vivir.574

En este sentido, el acaparamiento de la tierra conlleva simultáneamente el acaparamiento del capital. Y siendo esto una práctica histórica muy arraigada en El Salvador tiene efectos psicológicos serios en los grupos sociales que la padecen. Uno de estos efectos es el hábitat concreto y en él, el problema de la vivienda en el país es uno de los problemas más importantes. Dentro de este marco, el tema del mesón es la representación clara que Masferrer encuentra como sitio emblemático que representa al salvadoreño común, es a saber, una caricatura de ser humano y sociedad que se desarrolla en el mesón. Ante esta caricatura de vivienda para el salvadoreño trabajador, Masferrer apuntala su crítica radical y dice: ¡Cuartos de mesón! Sucias y estrechas celdas en que el vaho de las respiraciones promiscuas forman una atmósfera cargada de sudor y de todas emanaciones; calabozos en fila, donde los llantos y las cóleras de unos, se le meten por los oídos y le envenenan el ánimo a todos los que están viviendo ahí en el más horrible comunismo: el de aquellos que no se aman sino que se soportan… cuartos de mesón, húmedos, miasmáticos, lamparosos, impregnados de mugre y de tristeza… cuartos de mesón, que se beben la sangre de los niños y la voluntad de los adultos… cuartos de mesón, cuyas paredes son como empastadas en maldiciones y hálitos de rincones mohosos… Cuartos de mesón, con su pila única y misérrima, su excusado execrable, donde el que entró una vez se siente como degradado 573

El mesón es para los salvadoreños el lugar donde se alquila habitaciones cuyo baño y letrina es de uso común de los huéspedes que hacen uso del mismo. Esta palabra según el Diccionario de la Real Academia Española tiene la acepción siguiente: mesón del latín masǐo,-onis, vocablo que tiene influencia del francés maison que significa hospedaje público donde por dinero se daba albergue a viajeros. 574 Estas son las características de la tercera necesidad primordial que Masferrer afirma que se debe solventar. Cfr. 3.1. Principios fundamentales del vitalismo masferreriano.

215 para siempre; donde la pobre e ingenua muchacha ha de oír las groserías e infamias que vomita ahí al lado un borracho brutal o un tahúr endemoniado.575

Conociendo el problema de la vivienda y del hábitat en El Salvador, Masferrer concluye que la raíz de este problema no es una situación natural o inventada de la nada; sino que tiene sus raíces en situaciones históricas que tienen que ver con el problema del acaparamiento de la tierra en este país y con problemas psicosociales que convierte a los causantes de esta realidad en quimeras ávidas de más riquezas y a quienes padecen este problema en una situación de inanición. No obstante tanta vacuidad; dicha situación es vista como natural y necesaria por parte de quienes deben poner orden en la ciudad, es decir, la autoridad competente como es la comuna, quienes ignorantes de su condición de autoridad, no tienen el alcance intelectual para saber que no puede existir hombre ni ciudadano, mientras se viva en una caricatura de vivienda y de sociedad, como es el mesón.

En este contexto, Masferrer inicia el proceso de superación de dicha realidad comenzando con el señalamiento de tres elementos de dicha problemática: los causantes de la misma, quienes la padecen y las causas principales que generan el problema. Esto lo afirma de la siguiente manera: Y este San Salvador, ciudad de mesones, donde cuarenta mil criaturas humanas, por lo menos, viven suciamente, oscuramente, odiosamente (…) ¿Y todo por qué? Porque unos tienen demasiada codicia, y otros demasiada imbecilidad. Porque sólo una codicia infinita puede impulsar a unos al acaparamiento de las casas, y sólo una imbecilidad infinita puede inducir a los otros a consentir ese acaparamiento. La casa, -esa necesidad suprema del hombre-, convertida en objeto de lucro, en manera lícita de atesorar dinero, es señal de codicia infinita; y el mesón, caricatura siniestra y mortal de la casa, es señal, en quienes la consienten, de imbecilidad infinita. Bastaría que los que representan los intereses comunales, los que rigen la Comuna, el Municipio, que es uno así como Hogar Común, se dieran cuenta de que jamás habrá hombre sano, equilibrado, moral activo y fuerte, si nace y vive en un cuchitril, para que se viniera abajo el malvado 575

A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 202.

216 régimen que consiente y apaña el acaparamiento de la tierra, sobre la cual ineludiblemente han de levantarse las casas.576

Masferrer pone en evidencia la realidad oculta de aquellos que teniendo la responsabilidad de proteger al pobre y sencillo no lo hacen; sino que por el contrario, contribuyen con el acaparador de la tierra y de la vida. Y con ello son causantes y responsables también de tanta miseria, no sólo cómplices. ¿Y si la Comuna, el Gran Hogar Común, cuya verdadera y grande misión es proporcionarle y garantizarle a todos los asociados, a los convencidos, los elementos necesarios para obtener lo que llaman Mínimun Vital, lo que hace es proporcionarle a los acaparadores lo necesario para que monopolicen la tierra, y acaparen con la tierra la vida, y se hagan así dueños y señores hasta del aire, hasta del mísero jirón de cielo que se ve desde los cuartos del mesón, cuando sin fe en los hombres buscamos allá arriba algo o alguien que sea menos cruel y menos codicioso?577

Masferrer se adelanta a la crítica descabellada de aquellos que pueden desacreditar su observación y catalogarlo como iluso o en el peor de los casos, como bolchevique o comunista, como ha sido costumbre, sobre todo, después del triunfo de la revolución rusa; y se le acuse de creer ingenuamente en la existencia de un mundo en el que no haya pobres. Al contrario, él no niega que haya pobres, pero pobres, no hambrientos y menos miserables. El que ellos existan es evidencia clara de que este mundo está trastocado, porque el lado extremo de la miseria es el vampirismo y la tiranía. En este sentido, afirma que: No reprobamos la riqueza. No proclamamos ninguna era ilusoria, en que no haya pobres, y menos el reino quimérico en que todos los hombres habitarán en palacios y beberán champaña. “Siempre tendréis pobres entre

576

Ibídem, p. 203. No cabe duda que la radicalidad con que Masferrer trata el tema del mesón en este texto, el contenido lapidario del mismo y la realidad de trasfondo que trata, sigue siendo tan actual a principios del siglo veintiuno; no obstante los esfuerzos de gobiernos de turno e instituciones que trabajan el problema de la vivienda en El Salvador, la casa, la vivienda en este país, -esa necesidad suprema humana- sigue siendo transada y sigue siendo objeto de lucro para la empresa privada y la han convertido en artículo de lujo, accesible a muy pocos salvadoreños. 577 Ibídem.

217 vosotros” afirmó Jesús,578 y creemos que así es la verdad, y que es saludable que impere y sea respetada esa verdad. Siempre tendremos pobres, a Dios gracias; pero no miserables, no hambrientos: porque éstos no son el fruto del espíritu ni siquiera de la ciega Naturaleza, sino los frutos de la codicia, del vampirismo, de la tiranía y de la estupidez.579

En esta perspectiva, Masferrer afirma que en su ser y proceder se mantiene asentado sobre la realidad, sobre las más firmes e inconmovibles realidades y nada se quiere proclamar que no tenga su raíz en el suelo, bien arraigado y resistente. “Pero ninguna realidad, ninguna ley natural, ningún derecho humano ni animal, ninguna necesidad, ninguna filosofía ni religión sirven de fundamento al hecho monstruoso de acaparar la tierra urbana, de convertir en objeto de explotación y lucro la casa, que es prolongación y complemento del hombre, como la concha lo es del caracol, y el nido, del pájaro, la guarida de la raposa.”580 Es más, Masferrer llega a afirmar de forma enfática y “con absoluta convicción y certeza, que no merece ningún respeto, ningún acatamiento al sistema político, social o religioso, o lo que sea, que sostenga la legitimidad de semejante régimen.”581 De ahí que como afirme Masferrer que la sociedad no puede garantizarle a sus ciudadanos ni siquiera un techo para vivir y morir, ¿de qué sirve la sociedad? O si alguien por no ser adinerado, la Comuna lo abandona a la inclemencia del acaparador de la tierra, que me exige diez, quince, veinte colones por una vara de terreno, y me imposibilita así tener casa, ¿para qué sirve la Comuna, o el Estado, o la organización social, cargada de oropeles y de mentiras?582

Otro tema que está íntimamente vinculado al tema de la tierra es el de los granos básicos, en especial del maíz y azúcar, principalmente.

En El Salvador acaecieron, por distintas razones, varias crisis en las que escaseó el maíz y granos básicos en general. En este marco, Masferrer publicó varias reflexiones en distintos artículos, en torno a este tema y pedía que el gobierno de turno tomara la 578

Masferrer se refiriere al texto bíblico de Juan 12, 8; en el que, en el contexto de la Unción de Betania, Jesús dice a Judas y a otro discípulo: … “Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí, no siempre me tendréis. Bíblia de Jerusalén”, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975, p. 1526. 579 A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 204. 580 Ibídem, p. 204. 581 Ibídem. 582 Cfr. Ibídem, pp. 208-209.

218 responsabilidad debida, en su obligación por resolver estas crisis. Estas crisis se profundizaban más por la actitud egoísta de parte de algunos comerciantes deshonestos, quienes por su avidez de dinero, aprovechaban la situación de crisis y con su actitud de acaparamiento,

la

fluctuación

de

los

precios

de

los

granos

básicos,

subía

inmisericordemente. Masferrer lo afirma así: “subieron los precios hora por hora, y este es el momento en que el pueblo está sufriendo hambre. No sólo padece sino que sufre, con paciencia infinita, mientras los graneros de muchos particulares rebozan de grano, esperando el instante anhelado en que el hambre de los más se convierta en el oro de los menos.”583 Hay maíz y sin embargo el pueblo empobrecido sufre hambre. Ante tal situación, poniendo en primer lugar la vida humana por encima de todo lo demás, Masferrer afirma que “ha llegado el momento en que ese grano-pujesto que sus dueños no se conducen como prójimos nuestros- debe ser expropiado, y vendido al pueblo en numerosos puestos de venta, al precio que tase el Gobierno.”584 Que el Gobierno les pague a esos señores que tienen entrojada el hambre del pueblo, el valor neto de su mercancía, y que lo ponga inmediatamente a la disposición del pueblo, no sólo en las cabeceras de departamento, sino también en las de distrito, y en todos los pueblos. Que se ocupe de la distribución del grado a los alcaldes, a los directores de escuela, a los vecinos honrados de buena voluntad. Y que se les haga a todos responsables y que se escarmiente al primero que resulte con picardías. Todo esto no quiere ni ciencia ni arte, sino una hora de buena voluntad y de energía. Así como lo aconsejamos, lo hemos visto practicar en Estados Unidos y en otros países en ocasiones semejantes, y no hay ninguna razón para que no se haga aquí lo mismo. Salvo que se quiera ayudar a los explotadores en su maldita explotación.585

Esta realidad padecida por las mayorías del pueblo pobre y oprimido es lo que conduce a Masferrer a proponer la solución a la mayoría de los problemas que padece la sociedad salvadoreña. La solución a los problemas está en que hay que volver a los ejidos. “No sigamos viviendo de quimeras. No nos empeñemos en resolver con teorías elucubraciones la enfermedad aguda y crónica, y cancerosa ya, que radica sencillamente en un hecho material evidente y tangible: la falta de tierra para el cultivo; la escasísima y 583

Ibídem, pp. 267-268. Ibídem, p. 268. 585 Ibídem. 584

219 aventurada ganancia para el labriego que se atreve a cultivar la tierra ajena.”586 Porque esto es radical: Nación que no sabe asegurar y regular la producción y el precio de su Grano Vital, de su pan cotidiano, de su Cereal Sagrado e indispensable no es o no merece llamarse nación; anda desconcertada, alocada, viendo empañadamente los males y sus remedios; buscando, como una casquivana perversa, compensaciones ilusorias a su hambre crónica, en devaneos y oropeles que se imagina ser cultura y progreso. Y ese va siendo ya nuestro caso, nuestro tumor creciente. Y para extirparlo, no es buen remedio que el Presupuesto se entrometa, por cierto con eficacia mínima, a importador de maíz. El remedio bueno, natural, seguro, sencillo, probado es volver al ejido: a la tierra comunal dedicada única y exclusivamente a sembrar el maíz, el arroz, el frijol, el maicillo, la yuca, el guineo, el ayotal anexo, y algún otro, que son el pan de Vida, el alimento diario, el pasar de todos, el derecho de todos, el Mínimun Vital realizado en el pan, o como lo formulaba Jesús: El Pan Nuestro de cada día.587

Masferrer no es partidario de la violencia social directa o indirecta. En ese sentido, es importante no provocarla siguiendo la lógica de los acaparadores. Por el contrario, si lo que se busca es una sociedad más justa y equilibrada el camino es la justicia misma. Por ello, para cuando publica su artículo La crisis del Maíz, Hay que volver al Ejido, que fue el 20 de diciembre de 1928 ya tenía prácticamente definido su sistema vitalista.588 Por tanto, “no se trata de despojar a nadie de sus tierras, sino de comprar las necesarias para restituirle a cada Municipio sus Ejidos.”589 Por lo que adelanta como principio vitalista que: El sistema, o mejor dicho la organización económica de nuestro sistema vitalista, exigirá naturalmente, profundas modificaciones del régimen actual: 586

Ibídem, p. 270. Ibídem, pp. 271-272. Masferrer continúa su reflexión diciendo que “Si se le restablece a cada municipio su tierra comunal, sus ejidos, volverán los tiempos en que el maíz no era un problema; en que todo hombre de buena voluntad se iba al ejido, y sembraba el grano bienhechor, o el arroz o el frijol casero y prometedores de vida y paz. Y entonces, que los dueños de tierras hagan en ellas lo que quieran: que cultiven en ellas café, o pasto, o rosas, o lo que les venga al arbitrio; que procuren con su cultivo la mayor y más segura ganancia, y que gocen en paz de Dios de sus cosechas. Por la fuerza misma de las cosas se restablecerá el equilibrio. Habrá vida segura y suficiente para el pobre, para el jornalero, y naturalmente, como habrán dejado de ser parias, nadie podrá ya comprar sus brazos mediante un salario de hambre. Se volverá sencilla y pacíficamente a un Mínimun de Justicia, que traerá consigo el pan y la concordia.” 588 Ver Item 3 de este capítulo: El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana, pp. 163 ss. 589 Ibídem, p. 272. 587

220 entre otras, constituir de mejor manera los actuales municipios. Exigiría, además, que el Estado adquiriera y conservara, diseminadas en todo el país, tierras destinadas exclusivamente al cultivo de bosques, para que el pueblo no se quede sin madera, sin combustible y sin agua.590

Ahora bien, para principios del siglo XX concretamente durante el primer cuarto de siglo, había en el país grandes porciones de tierra que no eran cultivadas. No obstante, tampoco había disponibilidad por parte de sus propietarios a ser proporcionadas a los campesinos para su cultivo. Masferrer teniendo en cuenta esta realidad y para que los latifundistas se vieran en la necesidad de hacer producir las tierras de las que eran propietarios o que las mismas fueran otorgadas a los campesinos para que las hicieran producir; propone un impuesto único a la propiedad de la tierra.591 Es más, dicho impuesto ayudará a que el gobierno se provea de fondos y no tenga que corromper a la sociedad con impuesto al licor, que con el interés de incrementar el fondo colectado tenía que emborrachar diariamente a la mayor cantidad posible de miembros de la sociedad. Ese impuesto único de diez colones anuales por manzana bastaría para llenar holgadamente las verdaderas y honestas necesidades nacionales, que calculamos en veinte millones de colones, sin contar lo que se gasta en amortización e intereses de la Deuda. Con los diez millones restantes extinguiríamos de una vez y para siempre la renta infernal de Aguardiente, que nos produce ahora cuatro millones, y emplearíamos los seis restantes en pagar nuestra deuda exterior, para ya nunca más endeudarnos; pues una nación pequeña y débil, si contrae deudas, pierde su independencia y vive sujeta a toda clase de humillaciones.592

Con este impuesto no sólo se amortizaría la deuda externa sino que también se podría invertir en mejorar la cultura y la educación salvadoreña. Y sería más ético ya que el gobierno no tendría que corromper a los salvadoreños para tener ingresos. Y “nuestro presupuesto de ingresos, libre así de infames recursos y de la pesada carga de la Deuda, 590

Ibídem, p. 272. El impuesto único a la propiedad de la tierra es uno de los elementos radicales de la teoría georgiana. Su autor, el filósofo Henry George, afirmaba que este recurso es clave, en la búsqueda de la justicia social de la sociedad norteamericana. Ver: Henry George, Pobreza y Miseria, Francisco Beltrán Editor, Madrid, 1922. Masferrer, por su parte, considera que George es uno de los maestros que le ayudan a formular su teoría vitalista. 592 Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 420. 591

221 ascendería a veinticuatro millones anuales, que vendría a ser unos diez millones más de lo que ahora podemos gastar en verdadera y necesaria cultura.”593 Con el gravamen de la tierra así, de acuerdo a la perspectiva de Masferrer, se estaría en capacidad de suprimir todos los demás impuestos y derechos que ahora percibe el Estado; “aduanas, licores, exportaciones de café, papel sellado, multas de policía; de todos absolutamente, y eso nos haría la vida más barata, mucho más barata de lo que ahora nos cuesta.”594

Sin embargo, lo mejor sería que la tierra fuera repartida entre los que la hacen producir. Pero si esto no se puede, tasar la propiedad de la tierra es lo que conviene: Forzoso es repartir la tierra donde quiera que se intente vivir dentro de la justicia y de la armonía, porque sin la tierra no hay vida. Ahora, la cuestión es saber cómo se ha de repartir, y en eso sí hay diversos sistemas variables según las circunstancias de lugar y de tiempo. Este sistema de que venimos hablando es el preconizado por Henry George, y se llama del Impuesto Único. Es decir, del impuesto sobre la tierra, y de la exoneración de todos los gravámenes sobre el trabajo y las cosas. Porque ha llegado la hora de que todos los hombres de buena voluntad se preocupen de que la Vida íntegra sea una realidad en el Mundo.595 Para Masferrer la tierra, con todas sus potencialidades y recursos “en todas sus modalidades, se considera, naturalmente, como propiedad total y perenne de la Nación. Esta puede repartirla de nuevo, una y otra vez, siempre que lo imponga el exceso y la deficiencia de la población. Si la población decrece, los lotes se agrandan; si aumenta, los lotes se aminoran.”596 Asimismo afirmaba que había que distribuir la tierra en tres categorías: “Tierras Estadiales; tierras Comunales y Tierras Familiares. La extensión de 593

Ibídem. Ibídem. 595 Ibídem, p. 422. Masferrer sabe que sus detractores, que también lo son del vitalismo, saldrán a enfrentarlos aún con una guerra ideológica sucia. “La doctrina Vitalista cuya expresión mínima es el Mínimum Vital, y que algunos aquí, en su inmensa y dichosa ignorancia se imaginan que el bolchevismo, comenzó a germinar en nuestro pensamiento, allá en Nueva York, la tremenda ciudad de la lucha; y ahora mismo, suspiramos por ver en nuestro país siquiera una sombra de las realidades neoyorquinas en cuanto al empeño del gobierno por hacer la vida siquiera tolerable. ¡Bolchevismo! Claman las dos o trescientas familias millonarias o medio millonarias que tienen las tierras, el gran comercio y la alta banca. ¡Bolchevismo! repiten los intonsos plumarios que han puesto al servicio de los opulentos su servilismo y su ignorancia. Y por su parte, los que nos gobiernan, en todas las esferas del gobierno, parece que no tuvieran vínculos de ninguna clase con sus gobernados, a juzgar por la indiferencia con que ven el encarecimiento diario de la vida, y a juzgar también por los actos con que contribuyen a ese encarecimiento.” Ibídem, p. 554. 596 Ibídem. 594

222 terreno asignada a cada una de esas categorías, ha de variar según lo exija o permita el número de habitantes, la superficie cultivable, la fertilidad, la importancia de los cultivos.”597

En definitiva, para Masferrer la tierra, base sustantiva y máxima de toda forma de organización social, pertenece a la colectividad de toda la nación.598 Por lo mismo, en una reunión plena de un círculo vitalista desarrollada el 2 de noviembre de 1929, Masferrer afirmó que “todos los hombres tienen igual derecho de usarla como usan de los demás elementos naturales indispensables para la vida. Siendo así, es natural que el que posee la tierra pague un fuerte impuesto. De ahí que el hombre que pretende disfrutar de la tierra con exclusión de otros hombres; y cuantos más sean los excluidos; mayor debe ser el gravamen.”599 En esa misma reunión consienten la necesidad de que la Asamblea Legislativa debe adoptar leyes en torno a este impuesto único a los terrenos incultos en El Salvador.600

5.2.

La justicia social como praxis concreta y camino para una mayor humanidad

Masferrer, al vincular el tema de la tierra con el tema de la Justicia se sitúa en el ámbito de la Ética y en este campo, en todo momento es radical. Afirmaba que “lo que nosotros queremos es que haya justicia; que se dé a cada uno lo que es suyo; que se devuelva a todos los hombres la tierra que se les ha usurpado: después, allá verá cada uno el uso que hace de su heredad.”601 Y en esta línea de reflexión, nadie se queda sin su parte de responsabilidad: Propietarios, terratenientes, administradores y gente común, tienen algo que les vincula; por eso, hacia ellos también se encamina la reflexión y cuestionamiento de Masferrer que les increpó con el siguiente cuestionamiento: “Y ahora, conteste de nuevo el lector la pregunta: ¿ha matado usted? O mejor, conteste honradamente a estas otras: ¿Cuántas brazadas de más les da usted a sus peones cuando les mide la tarea?

597

Ibídem. Ibídem, p. 426. 599 Patria, 2 de noviembre de 1929, pp. 1-2. 600 Esta reflexión queda registrada pero no se dice en ninguna parte del artículo que esta moción se operativizará de alguna manera. 601 A. Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 163. 598

223 ¿No cree usted que es demasiado trabajo para un hombre? ¿Y cuánto le paga usted a cada uno por su trabajo? ¿Tendrán con eso para alimentarse bien él y sus hijos?”602

Desde la perspectiva de Masferrer es un hecho que la humanidad, en sus condiciones normales, no puede vivir sin sus grandes aspiraciones de justicia. Y éstas, no se realizan de tarde en tarde, ni siquiera aproximadamente. Pero las grandes revoluciones de la historia humana nos recuerdan que la justicia llega, al menos de vez en cuando a la humanidad; porque: Cuando ya el ambiente moral está muy viciado; cuando la injusticia llega a hacer la vida irrespirable; cuando la aspiración por una vida mejor llega a ser enteramente contraria a la existencia real, entonces se opera una crisis, sobreviene una revolución que hace cambiar el rumbo a la sociedad, y que permite a los hombres seguir viviendo. Esto es lo que significa el aparecimiento

del

Mosaísmo,

del

Budismo,

del

Cristianismo,

del

Mahometanismo, de la Reforma de Lutero, como también la supresión del canibalismo, de la esclavitud personal, de la servidumbre, asimismo la Revolución francesa. Esos y otros acontecimientos de tamaña o parecida significación han sido los avances de la Humanidad hacia la Justicia, que es la única fuente de libertad y de bienestar.603

Para él la justicia tiene que ver con todos los ámbitos humanos y para todos los hombres de la tierra, independientemente de la labor que desarrollen. En tal sentido, la superación individual y gremial desde la cualificación cultural y educativa, es muy importante. La justicia, por tanto, tiene que ver con la educación de calidad para todos los miembros de la sociedad. En este marco, Masferrer propone un mecanismo claro de la forma siguiente: Que a los obreros y a cuantos deseen instruirse con miras elevadas, lo que les importa no es adquirir el bagaje pesado, confuso y atestado de mentiras de la Ciencia Oficial, sino, en primer lugar, adquirir los conocimientos fundamentales que servirán de base a una instrucción racional y humanitaria; en segundo lugar, esforzarse por difundir esos conocimientos entre el mayor número de hombres, y en tercer lugar, empeñarse todos juntos en dar a la ciencia y a la vida una nueva orientación haciendo de la 602 603

Ibídem, p. 173. Ibídem, p. 182.

224 Verdad Científica un instrumento de concordia, de auxilio mutuo, de amor entre todos los hombres, en vez de un medio de opresión, de engaño y de explotación como es ahora.604

Desde este marco de actividad Masferrer infiere una clara regla de conducta y es la siguiente: retomando la idea platónica de que el mal proviene de la ignorancia y no hay que castigar sino esclarecer al que anda errado, porque “nuestro deber no es pegar sino predicar. Nuestro derecho, y lo que conviene al desarrollo moral de la humanidad, no es castigar al que anda errado, sino esclarecerle. Puesto que su yerro viene de la ignorancia, lo que procede es iluminarle para que vea su yerro, y enderece su camino.”605

Pero no debe olvidarse que la ausencia o presencia de la justicia se mide desde sus concreciones más particulares, físicas y materiales como es “ese pan, que ingerido por nuestro organismo se convierte en fuerza, alegría y pensamiento; ese pan, que es la vida y que siendo naturalmente el premio del trabajo debería sobrar a los trabajadores; ese pan rueda abundantemente de la mesa de los ricos ociosos y falta enteramente a veces, o escasea casi siempre, en casa de los que riegan la tierra con el sudor de su frente.”606

En esta perspectiva, la pregunta por la justicia comporta necesariamente la pregunta siguiente: “¿por qué los que siembran, cuidan y cosechan el pan han de carecer de él? ¿Por qué el campesino que soporta todas las fatigas del trabajo agrícola ha de vivir hambriento, mientras el ocioso burgués que jamás ha trazado un surco ni abrió jamás un hoyo, vive en la abundancia? ¿Es esto lo que llaman orden social? ¿A esto es a lo que llaman república y civilización?”607 Como bien responde Masferrer a esta pregunta, “tan injusto y torpe desorden no tendrá remedio mientras no se alcance la liberación de la tierra: de la tierra que, lo mismo que el aire y el agua, no puede ser objeto de monopolio sin que se cometa el mayor de los crímenes contra Dios y los hombres.”608 Esta situación, por tanto, es como una bomba de tiempo y lo único que puede evitar que explote, es que

604

Ibídem, p. 180. Asimismo, Masferrer propone que en todos los municipios salvadoreños se organicen bibliotecas municipales para las que ofrece al menos cien títulos que a su consideración son los que generarían la elevación de la cultura del pueblo. Ver Anexo 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorarán la cultura salvadoreña, pp. 294-297. 605 Ibídem, p. 184. 606 Ibídem, p. 158. 607 Ibídem. 608 Ibídem.

225 se libere o desmonopolice urgentemente la propiedad de la tierra. A este respecto, Masferrer dice: Mi opinión personal es que en todas partes, aquí sobre todo, esa situación pavorosa, fecunda en odios y generadora de grandes peligros sociales, en que se debaten los sin trabajo, y los que apenas ganan para no morir violentamente, no encontrará remedio serio y acertado, mientras no se desmonopolice la tierra, y se haga entrar en una amplia movilización que la vuelva accesible, directa o indirectamente, al mayor número de los trabajadores de buena voluntad.609

Entendiendo bien el Minimum Vital se cae en la cuenta que no se trata de un mínimo sino de máximos. De ahí que concretar este sistema Minimumvitalista es concretar la justicia y hacer que ella sea el verdadero camino de la paz individual y social. Y en términos sociales exige una reforma radical en el modo de producir las riquezas que distribuidas de manera equitativa vendrán a superar la pobreza social “porque las riquezas humanas están producidas por todos y es justo que todo se divida. Es más: para que un pensamiento abstracto se produzca, es necesaria la vida social, porque el mejor pensador, abandonado a sí mismo, se convierte en pocas semanas, en un hambriento idiota, sin razón. Sin otra cosa que una avidez famélica. Sí pues, todo está hecho por todos, ¿no es justo que todos reciban parte del producto, y que como mínimun, reciban los elementos para su vida?”610 En este sentido Masferrer hace un llamado a reflexionar sobre este hecho y se verá “con cuánta razón y justicia el Vitalismo proclama la necesidad de sustituir nuestras leyes bárbaras y retrasadas, por otras más cristianas, más humanas, más científicas, y más acordes con las ideas reinantes y con la voluntad universal de hacer de la vida un bien común, en vez de ser como ahora, el privilegio de los afortunados.”611 En esta perspectiva, siendo radical consigo mismo y por ello, con la sociedad en general afirma

609

Ibídem, p. 294. Como afirma Masferrer en este contexto: “Antes, la tierra era del mayor número de salvadoreños –hace de esto unos cuarenta y cinco años-; ahora es de muy pocos, y va siendo cada día de un número más restringido de propietarios. Dicho en otros términos, El Salvador se está latifundizando precisamente en la hora misma en que países de más extensión territorial y de menor población relativa, hacen todo esfuerzo para deslatifundizarse.” Ibídem, Op. Cit., p. 317. 610 Ibídem, p. 309. 611 Ibídem, p. 311.

226 que su artículo denominado La crisis del maíz ha planteado bien la cuestión. Y, analizando bien esta situación, se trata de una cosa sumamente seria: Y es a la de un pueblo que a medida que progresa sufre más miseria; a medida que más trabaja menos come, y viste peor y se aloja peor; a medida que sus terratenientes exportan mayores cantidades de café y las venden a precios fabulosos, sus jornaleros, sus campesinos padecen cada día más la escasez de frijoles, de maíz, de frutas, de legumbres, de leña, de azúcar; de un pueblo en que la mayoría de los habitantes sufren la privación perenne de cosas esenciales para su vida, que antes no les costaban nada o les costaban muy poco. ¿Progreso? Sí, Progreso, y Miseria: que tal es la cosecha del régimen social orientado y conformado por la Economía Clásica, según el principio de la lucha: es decir, de la riqueza y el bienestar de los menos a costa de la indigencia y de la degeneración de los más. Pero nosotros buscamos otra cosa: buscamos un orden social en que la Ley de Cooperación predomine sobre la Ley de Absorción individualista. Y eso nos lo dará la Nueva Economía, la Economía del Mínimun, cuyo lema es vida y justicia, antes que Progreso.612

Como era de esperarse el acaparamiento de la tierra causa el desorden y la crisis en todo el sentido de la palabra, incluso en el orden constitucional. En este marco, Masferrer

612

Ibídem, p. 318. Masferrer continúa su reflexión afirmando que “Por muchas causas se están volviendo periódicas y agudas las crisis del maíz en El Salvador: por la codicia de los terratenientes, que exigen a los sembradores un terraje imposible; porque el chapulín se ha enseñoreado del país, y no hay fuerza que lo extermine o lo destierre; porque el café y otros cultivos le sustraen, cada día más a los cereales, el terreno que necesitan; porque cien mil borrachos, ocupados en beber sin descanso, le restan a la agricultura por lo menos cincuenta mil trabajadores; porque millares de campesinos, que tenían y cultivaban sus parcelas, así que las perdieron se vinieron a San Salvador, a limpiar zapatos, a vender billetes de lotería, a servir de rufianes, a mendigar y a robar; porque la población aumenta en treinta mil habitantes cada año, por lo menos, mientras que el terreno no aumenta nada; porque la milicia acapara al bracero que no se fue a la Costa Norte, o no se vino a San Salvador, o no se dedica a la embriaguez; en fin, por mil causas que preocuparían y alarmarían a los dirigentes, en cualquier nación que los tuviera, pero que aquí, donde ser intelectual es hacer cada uno su negocio, o decirle piropos a la Luna, no preocupan ni alarman a nadie. Ello es que nuestro infortunado país sufre ya con harta frecuencia la crisis del hambre, por carestía de maíz, arroz, frijoles, azúcar, sal y legumbres. No hablamos de los huevos, de la fruta, de la carne ni de la leche, porque éstos, hace tiempo que son manjares casi exclusivos de la mesa del rico; pero sí del plátano, del güisayote, del aguacate, que antes fueron comida del pobre, y hoy van entrando a la jerarquía de la viandas aristocráticas.” Ibídem, pp. 383-384.

227 afirma que “al margen de nuestra Carta fundamental, –comenzamos a tomarla en serio–; no pasando por encima de ella, sino simplemente a su margen, queremos crear un nuevo derecho, no político sino Vital, que garantice al pueblo su mínimun de pan, de techo de escuela de vestido, de terreno, de agua, de todo lo que es elemental, primordial, irreductible, y que si no se le asegura, acabará por embrutecérsele, degradarle y arruinarle.”613 Para que eso no suceda y que por otra parte se respete el orden constitucional, Masferrer con una sutil ironía afirma que dado que no conviene irrumpir el orden constitucional en momentos de crisis social se debe caminar respetuosamente al margen de nuestra Constitución, pero ejecutar lo que haya que hacer. De esa forma todos estaremos bien y además protegidos por nuestra Carta magna: Por ejemplo, cuando haya crisis de maíz, y el pueblo esté sufriendo hambre, y sepa que los señores tienen el maíz entrojado, y que no hay autoridad que les obligue a ponerlo en circulación, entonces, en virtud de su derecho al pan, vaya el pueblo muy serenamente, les quite el maíz a los señores vampiros, y les extienda el correspondiente recibo, cobrable ante Nuestra Carta Fundamental. Algo así por el estilo es lo que deseamos crear y hacer vivir al margen de la Carta Magna, sin tocarle a ésta ni una sola cana. Y entonces sí: el pueblo, la gente que trabaja, asegurándose su vida con su propia mano, y los jurisconsultos y los economistas darwinianos rindiendo culto a la letra y al espíritu de su Diosa, todos viviremos en paz y contentos, doliéndonos, únicamente de no haber encontrado antes solución tan sencilla y tan eficaz.614

5.3.

La estructura política y económica vitalista: Vida versus propiedad privada

Para Masferrer es necesario garantizar legalmente la vida y el acceso a la tierra para las familias salvadoreñas. Por ello, la necesidad urgente de reformar la constitución salvadoreña era fundamental, pero también había que trabajar en acciones colaterales que garantizaran la calidad de vida de todos los salvadoreños. Es en ese marco donde se articulan la ejecución de acciones medioambientales que garantizaran la sostenibilidad de la tierra y sus productos. Como también donde se ubican la concreción de un ejército 613 614

Ibídem, pp. 417-418. Ibídem, p. 419.

228 vitalista615 y por supuesto, donde se enmarca la reforma económica: Economía del Minimum Vital en la que se articula la crítica de Masferrer a la economía capitalista. En esta crítica hay un artículo muy iluminador denominado La vida frente al dinero en el que afirma que: Lo que caracteriza al sistema capitalista, como poder corruptor y apresor, es que todo se puede comprar. Si un hombre tiene dinero suficiente, puede comprar todas las cosas de la ciudad, todos los víveres de la cosecha, todas las tierras de la Nación. Si da por ellas su dinero, son suyas, y dispondrá de ellas como le venga en gana. Son su propiedad, algo sagrado, intocable, que las leyes han colocado por encima de la necesidad, del dolor y de la vida.616

Masferrer afirma que es triste reconocer el hecho, porque la realidad es sumamente dura, “pero en el conflicto entre la vida y la propiedad, las leyes han optado por ésta, por su símbolo que es el dinero.”617 En el sistema capitalista, la vida ha fracasado frente al dinero. En este sistema, la propiedad privada ha salido victoriosa. Ante esta realidad “nosotros alzamos y proclamamos, con la Doctrina del Mínimun Vital, frente a esa deificación del dinero, la deificación de la Vida. Frente al dios de la propiedad erigimos el altar de la Vida.”618 Porque “ese sistema capitalista, que convierte en paria al trabajador manual y en vampiro al rico, ese sistema capitalista, sin corazón, sin patria, sin humanidad, sin poesía, sin más ley ni ocupación ni anhelo que acumular, atesorar, amontonar riqueza (…) eso es lo odioso; eso es lo que odio yo con odio intenso.619 615

Ibídem, pp. 568-570. Es interesante que para Masferrer, el Ejército debe tener como primordial defensa el hábitat para garantizar la vida. En este marco, las funciones que debe tener el ejército nacional son: “1ª Defensa contra la agresión exterior, o función guerrera propiamente dicha; 2ª Defensa contra la incomunicación, o sea apertura y mantenimiento de las carreteras; 3ª Defensa contra la suciedad, o sea introducción del agua en cantidad bastante a todas las poblaciones y aldeas del país; 4ª Defensa contra la enfermedad y aniquilamiento de la raza, o sea desecación de los pantanos; 5ª Defensa contra la esterilidad de la tierra, o sea resiembra y mantenimiento de los bosques y vigilancia sobre la regulación de la tala. 6ª Defensa contra incendios, inundaciones, terremotos, plagas, ciclones, etc.” 616 Ibídem, p. 223. 617 Ibídem, p. 223. Masferrer es fecundo en su crítica acérrima contra el capitalismo. En esta línea hace una síntesis de hechos concretos de los que él tiene noticias; que “si el propietario exige, hay que abandonar tierra, casa, muebles, y con ellos, posición social manera de ganarse el pan, y caer en no se sabe qué abismos donde Shylock, que no pude cercenar el muslo, destruye y pulveriza, a veces, la vida de una familia entera. La vida ha fracasado, pero la propiedad salió victoriosa.” Ibídem, p. 224. 618 Ibídem, p. 225. 619 Ibídem, pp. 237-238. Masferrer, continúa afirmando que “en el sistema capitalista florecen los ricos anatematizados por Jesús, los que extraen su riqueza de la miseria ajena. Y es que el sistema ese, es naturalmente vampiresco, a causa de que no pone límites a la adquisición ni a la posesión, ni fija condición a los procedimientos que la producen. Ese sistema fomenta y alienta la ruin pasión de la codicia, diciéndole al

229

Masferrer en su crítica al sistema capitalista mira una deificación de la propiedad privada y del dinero y en eso ve claramente que en “este mundo del dólar, en que todo se halla subordinado al dinero; en que atesorar y gozar son los anhelos predominantes, casi únicos; en que para amasar riqueza se extorsiona y se asesina en mil formas, no es bueno, ciertamente.”620 Y en palabras concretas este sistema que convierte en vampiro al rico y paria al pobre, Masferrer contrapone el sistema vitalista que en términos comunes su administración es tan sencilla y común, como la administración de una familia y así “el Mínimun Vital es, y se abrirá camino, y suavizará y esclarecerá la vida colectiva, según su propia y esencial virtualidad. Su esencia y su dinámica, que son aplicar al régimen social las modalidades características del régimen familiar;621 transformar la nación en una gran familia radican en la realidad biológica y en la realidad histórica, y nada tienen que recibir ni que perder, de los labios efímeros que ahora proclaman su bondad y su belleza.”622

Ahora bien, en cuestiones de administración de la cosa pública, lo que corresponde a un buen gobierno en cuanto a lo económico; teniendo en cuenta que en toda sociedad la realidad es que el poder que se impone con toda su dureza y fuerza, es el económico; contando con ello, Masferrer afirma que en El Salvador, el poder económico es ciertamente una especie de cuarto poder del Estado. Y la realidad muestra que este poder se ha instaurado e impuesto como el verdadero y único poder, ya que quien domina la economía y el capital, domina el poder de las armas y quien en una sociedad, domina las armas y el capital, lo domina todo. Por esto para él, el poder económico debe ser elegido directamente por el pueblo que a su vez debe generar una opinión pública cualificada que sea la garante de que todo gobierno respete el estado de derecho. Por tanto, Masferrer concluye que lo que procede es crear una especie de ministerio que constituya oficialmente el “Poder Económico, de real independencia, electo directamente por el hombre: “coge cuanto puedas”, y le despierta y azuza la crueldad, la mezquindad y la mentira, diciéndole: “cógelo como puedas”. Para ese sistema lo mismo son rosas que estiércol, y aún mejor estiércol porque éste es más abundante que las rosas. Pero no es así en el sistema del Mínimun Vital, porque éste traza profundamente un foso que detiene a la codicia no permitiéndole que acapare las cosas vitales, ni permitiéndole la explotación de los vicios; no permitiéndole que haga dinero con el hambre, con el frío, con la ignorancia, con el desamparo, con el dolor; no permitiéndole que retenga indefinidamente lo que están necesitando para no morir ni degenerarse los demás.” Ibidem, p. 241. 620 Ibídem, pp. 446-447. 621 Es importante reconocer que en este aspecto, Masferrer sigue a Aristóteles, quien en su Política, afirma que… “No hay diferencia alguna entre la gran casa y una pequeña ciudad (…) La primera comunidad a su vez que resulta de muchas familias, y cuyo fin es servir a la satisfacción de necesidades que no son meramente las de cada día, es el municipio.” Cfr. Aristóteles, Política, Editorial Porrua, México, 1989, pp. 157-158. 622 Ibídem, p. 275.

230 pueblo, mediante el sufragio consciente e ilustrado de aquellos que tengan abundante capacidad moral, intelectual y económica para elegir.”623 Por eso al hablar de un Cuarto Poder, que sería el poder económico, lo asiento sobre la elección directa, libre, consciente e ilustrada de los que tienen sobradamente capacidad moral, intelectual y económica. Así debiera ser electo, por elección directa, consciente, libre e ilustrada, el Poder Judicial, que ahora no es más que una ficción. Años se necesitarán para hacer entrar en la perezosa comprensión de nuestras gentes, la idea sencilla y clara de que el Poder Económico es de mayor trascendencia y eficacia que los tres Poderes -dos de ellos supuestos- que forman la trinidad romántica forjada y venerada por nuestra Constitución. Años se necesitan para que las gentes se convenzan de que el único real e incontrastable Poder, es aquel que tiene en una mano las armas y el dinero en la otra. Por eso nos contentamos por ahora con insinuaciones y no pedimos simplemente, que se piense ya en la creación del Poder Económico, sino, simplemente, en la de un Consejo Económico, que ayude a llevar la responsabilidad y garantizar la eficiencia del manejo de la Hacienda Pública.624 Con la iniciativa de crear este Poder Económico, que a su juicio debe comenzar por la instauración de un Consejo Económico, Masferrer nos presenta una idea clave por la cual hay la necesidad de organizar dicho consejo. El afirma que: Disponer de las armas, significa ser dueño de la libertad de los demás. Disponer del dinero significa ser dueño del pan de los demás. Quien dispone de ambas cosas, es, en la realidad innegable e inevitable, dueño de la vida de los demás, puesto que, esencialmente, la libertad y el pan constituyen la vida.(…) ¿Siendo esto así, dónde radica la única y eficaz barrera que atenúa o detiene los avances ilegales del Poder Ejecutivo? Radica en la cultura moral de quienes lo ejercen y en la influencia o en el temor que en ellos ejerce la opinión pública. Con una Constitución como la nuestra y la de casi todas nuestras democracias tropicales, es enteramente hacedero y fácil gobernar despóticamente, dentro de la ley. Y tan fácil, que

623 624

Ibídem, p. 286. Ibídem, p. 575.

231 puede afirmarse la incapacidad mental o la grosería moral de aquellos gobiernos que violan abiertamente las prescripciones constitucionales. Poca habilidad y escaso don de gentes y de gobierno se necesitan para cubrir las apariencias, cuando tenemos en la diestra las armas y en la siniestra el dinero: salvo que una opinión pública celosa, amplia y disciplinada, nos haga recordar que nuestros actos ilegales nos atraerán sus iras (…) les retiene dentro de la justicia, aun cuando tengan de su parte la ley escrita, aunque las armas y el dinero les confieren poderes temibles; pues saben que esa opinión pública es capaz de quebrar todas las resistencias y derribar todas las barreras. La conciencia colectiva, que genera, mueve y orienta la opinión pública, fácilmente se trueca en voluntad, en necesidad de acción, y arrastra y subyuga a los mismos encargados de oprimirla y sofocarla.625

Ante el carácter de absolutez que ha cobrado propiedad privada, como máxima expresión y concreción del sistema capitalista, Masferrer contrapone la economía vitalista, que en términos más concretos significa “que ningún artículo de uso perenne, universal y necesario, debe ser objeto de proteccionismos de ningún género.626 De modo que afirme que “el ideal del Estado, consistirá, según ese principio, en esforzarse cada vez más para que esos artículos se abaraten, hasta llegar, si fuera posible, a la gratuidad absoluta. Este es el caso de la leche, del maíz, de la harina y singularmente del azúcar.” 627 En cuanto a estos productos y especialmente al último, afirma que: Ya hicimos ver en otra ocasión, que el azúcar no admite sucedáneo: que mientras el maíz puede reemplazarse con otros cereales y aun con tubérculos, nada puede reemplazar el azúcar, ni por su naturaleza ni por su extensión. En este concepto, no vacilamos en colocarle después del agua, y nos parece evidente que gravarlo, es carecer demasiado del sentido de las realidades. El proteccionismo, lícito y conveniente para levantar y aun para mantener una industria de uso limitado, no lo es, en ninguna manera, para dificultar y encarecer aquello de que todos necesitamos y que llena fines primordiales.628 625

Ibídem, pp. 575-577. Ibídem, p. 353. 627 Ibídem. 628 Ibídem. 626

232

Masferrer propone un modo distinto de organizar la economía para organizar mejor la vida. Esta economía es “aquella que procura en primer lugar, la realización de la vida íntegra para todos los asociados. Su tipo es la economía familiar, y los preceptos, normas y procedimientos de ésta, ampliados, son los que convienen a la sociedad que se llama comuna, provincia, nación, humanidad.”629 En esta línea, la mejor vida “es aquella que realiza ampliamente las necesidades de un ser. En el hombre, esas necesidades se determinan por las facultades físicas, morales, estéticas, mentales y espirituales. Si todas las facultades o fuerzas actúan o funcionan, entonces la vida es íntegra y la economía que le produce es moral y justa.”630

Los temas claves de la Economía Vitalista, son: La comuna, la Tierra, el Presupuesto, el Ejército, la Escuela, la Sanidad, la Justicia, el Trabajo, la Asistencia Pública. Masferrer constata que “una minoría en todo el mundo, se apodera de la mayor parte del producto del trabajo común, y lo gasta y derrocha sin medida, o lo atesora y guarda para sus descendientes, obligando a una considerable porción de los asociados a vivir en la escasez y en las privaciones, y a los restantes, a consumirse en la abyección, y estrechez, la suciedad y el hambre.”631

629

Ibídem, p. 324. Ibídem. 631 Masferrer A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 380. Para Masferrer, las sociedades propiamente animal han superado sin tener la ciencia humana, lo que los humanos no han superado: “Dígase cuanto quiera decirse para disculpar la inepcia del hombre como ser social, el hecho es que el castor, la abeja, la hormiga y otros animales, han resuelto sencilla y plenamente el problema de la Vida y del Trabajo. Y el hombre no lo ha resuelto. Sin libros, sin universidades, sin economistas, ni sociólogos, ni biologistas (sic), aquellos realizan y viven este régimen sencillo y justo que obliga a todos al trabajo, y asegura a todos la vida y un mínimum de bienestar y de seguridad. Y los hombres con montañas de libros, y mares de teorías, no lo han podido resolver; antes, al contrario, se han apartado cada día más del camino que podía llevarles a su resolución, buscando en los submarinos y los zepelines, en la conquista y el despojo, lo que sólo se encuentra en el camino de la paz y de la bondad.” Ibídem, p. 383. 630

233 Conclusión El aporte de Masferrer al ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica va en la línea de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes experimentados a finales del siglo diecinueve y principios del veinte. La obra intelectual de Masferrer es por ello un pensamiento filosófico y político.

En este sentido, el Minimumvitalismo masferreriano en cuanto sistema, comporta una fundamentalidad filosófica en su vertiente ética, donde lo social y lo político son dimensiones radicales en ella. Estas dimensiones son derivaciones de un ethos específico que para él lo constituye la vida. Por tanto, el Minimumvitalismo masferreriano se enmarca también en la tradición filosófica por el mismo hecho de ser un pensamiento filosófico vitalista en cuanto tal. De modo que para él la vida en sus manifestaciones, natural, animal y cósmica, generan el sustrato de su despliegue teórico. En este pensamiento filosófico se expone la defensa y la construcción de la vida como elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida es la clave hermenéutica para la formulación de la construcción de su pensamiento. En consecuencia, en la concepción filosófica de Masferrer la vida no se desliga de lo histórico-político.

La vida es una y constituye un bien supremo cuya superioridad respecto de todo lo demás comporta su carácter de absolutez. La vida así comprendida no es simplemente abstracta, sino fundamentalmente material, animal, visible y tangible, determinada de la forma más concreta y práctica. De ahí que defenderla en todas sus manifestaciones supone una praxis orientada a la construcción de un nuevo orden social.

En esta perspectiva, la realidad que viven las mayorías pobres salvadoreñas, principalmente indígenas y campesinas, exige replantearse la interpretación que hasta hoy se ha hecho del término masferreriano Minimum Vital. Este principio se ha interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores, sino incluso por algunos de sus seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el Minimum Vital recomienda, por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo poco a poco y no morir de hambre violentamente.

En realidad, el término Mínimum Vital apunta, por una parte, al número mínimo de necesidades por solventar que a la generosidad con que se saldan dichas necesidades.

234 Ahora bien, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación, Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.

El Minimumvitalismo ha constituido una presencia filosófica en El Salvador, tan importante pero inadvertida. Esto debido a intereses de grupos de poder que han manipulado el pensamiento masferreriano en función de sus intereses. Su estrategia ha consistido en presentar a un Masferrer romántico y lírico, ocultando al Masferrer crítico de las injusticias sociales. Sin embargo, por honestidad intelectual, en El Salvador se le debe hacer justicia a Masferrer, haciendo una lectura integral y no caricaturesca de su obra. En esta perspectiva, esta investigación concluye que la obra intelectual de Masferrer constituye un pensamiento de carácter filosófico cuya vertiente principal es una Ética humanizadora y una praxis política concreta. Es aquí donde tienen cabida el Partido Vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista.

Con la concreción del Minimumvitalismo, Masferrer busca un equilibrio social que implique, por un lado, que grandes sectores de la sociedad salvadoreña dejen de ser miserables y que nadie pueda comprar su fuerza de trabajo mediante un salario de hambre. Y por otro lado que frene y ponga límites a la codicia infinita de los ricos, que conducen a aquellos al desmedro y deterioro físico y moral. En este marco se ubica el llamado de Masferrer a que El Salvador retome una visión más equitativa del sistema de tenencia de la tierra orientada a una visión más comunitaria, lo cual supone una pertinente aplicación de la justicia social vitalista.

Visto el vitalismo masferreriano desde esta nueva perspectiva, se abren también nuevos campos de investigación en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y particularmente en El Salvador. Los campos de investigación en este terreno tienen que ir en el proceso de instalar el pensamiento filosófico de Masferrer como un pensamiento filosófico, es decir, una reflexión crítica que dé cada vez más de sí en su quehacer iluminador en la construcción de una sociedad más humanizada y humanizante. Esto es lo que se hace en el Cuarto Capítulo.

235 CAPÍTULO CUARTO

Los aportes filosóficos de Masferrer y los derechos humanos

En el Capítulo Cuarto se presenta lo específico de los aportes de Masferrer en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y en particular a la realidad social y política de El Salvador de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. Aportes que como se verá, siguen teniendo vigencia y actualidad en el contexto que vive la sociedad salvadoreña de principios del siglos XXI.

Las ideas, como afirma Sajid Herrera, sean éstas filosóficas o de cualquier carácter y contenido “no deben presentarse ni concebirse desvinculadas de los procesos económico-sociales en los cuales ellas se originan. Visto de esa manera, las ideas filosóficas tienen sus orígenes en individuos en comunidades de investigadores e ideólogos quienes son deudores de los condicionamientos materiales existentes en cada época histórica.”632 En el caso de Masferrer, como ya se ha visto, estas ideas van en la perspectiva de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes de su tiempo. En esta línea, el interés particular de este capítulo es articular las concreciones particulares del Minimumvitalismo y sus principios fundamentales con las formas de expresión de la justicia social cuya vinculación más concreta se puede observar en la conceptualización de los derechos humanos, en el modo como se concibe en las sociedades occidentales, específicamente para Latinoamérica.

Ahora bien, como se ha dejado claro a lo largo de este trabajo, los aportes de Masferrer van en la línea del Minimumvitalismo y éste se concreta en la satisfacción plena de las necesidades primordiales que posibilitan el desarrollo completo de la vida de los seres humanos. En esta perspectiva, existe un vínculo importante entre los principios fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano y los principios de justicia, bien común y derechos humanos, que en condiciones normales defienden las sociedades y estados nacionales en la actualidad mundial.

632

S. Herrera, “Las ideas filosóficas en El Salvador: El caso de los criollos”, Revista Cultura, n° 84; EneroAbril, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 1999; p. 63.

236 En el marco de desarrollo de las ideas filosóficas en El Salvador, Ignacio Ellacuría (19301989), desempeña un papel crucial como filósofo de finales del siglo XX instalado en este contexto geográfico, de tal manera que sus aportes en el ámbito filosófico, político y social son punto de referencia para todo aquel que quiera hacer una reflexión filosófica de la realidad salvadoreña y centroamericana. En este sentido, Ellacuría reflexiona con profundidad sobre los derechos humanos y afirma que éstos, para que no sean objeto de manipulación por parte de grupos minoritarios, intereses particulares o ideologizaciones, deben ser historizados.

Por esto en este capítulo se da importancia crucial a la reflexión filosófica que Ellacuría hiciera, sobre todo al final de su vida, respecto de los derechos humanos. De ahí que su análisis de las diferentes conceptualizaciones sobre derechos humanos permite afirmar que en su filosofía expresada sobre todo en su libro Filosofía de la realidad histórica,633 asume las distintas dimensiones que los derechos humanos tienen como parte de la praxis humana. Como afirma Alejandro Rosillo en esta línea de estudio, Ellacuría “comprendió su aspecto histórico, social, jurídico-positivo y ético, sobre la fundamentación de la producción y reproducción de la vida del pueblo, es decir, desde la satisfacción de sus diversas necesidades que hacen viable al phylum humano, sea como persona o como sociedad y especie.”634

El Minimumvitalismo tiene unos presupuestos fundamentales que aportan a la idea de desarrollo humano. De ahí que en este capítulo también se aborde filosóficamente la actualidad de los derechos humanos siguiendo la línea y concepción del pensamiento de Ellacuría. Apoyándonos en este filósofo hispano-salvadoreño se enriquecerá la fundamentalidad del análisis y reflexión que Masferrer tiene respecto de que los derechos humanos como derecho primario y por ello cobran carácter de absolutez para el desarrollo de una vida digna de seres humanos.

El capítulo se divide en cuatro partes. En la primera de manera sintética se presentan las reflexiones conclusivas a las que Masferrer llegó respecto del papel del Minimumvitalismo en el contexto de la realidad social salvadoreña en su punto culminante que constituye la defensa de la vida concretada en aquellos temas que para Masferrer fueron claves y que 633

I. Ellacuría, Filosofía de la realidad histórica, UCA Editores, San Salvador, 1992. A. Rosillo Martínez, Los derechos humanos desde el pensamiento de Ignacio Ellacuría, Editorial Dykinson, S.L., Madrid, 2009, pp. 153-154. 634

237 pueden consolidarse en el tema de los derechos humanos; se sintetiza también la fundamentalidad filosófica del Minimumvitalismo en su elemento clave: vivir y hacer vivir como elemento categórico que anticipa la proclamación de los derechos humanos por parte de la Organización de las Naciones Unidas en 1948. En este sentido cobra importancia tener una reseña histórica de los derechos humanos, por lo que se ha incorporado muy brevemente en esta primera parte. En la segunda parte se aborda el aporte filosófico sobre los derechos humanos que ofrece Ellacuría en su filosofía, historia y teología. En la tercera parte se presenta un balance del pensamiento sobre los derechos humanos que realiza Ellacuría para el ámbito intelectual salvadoreño en particular y latinoamericano en general. En la cuarta parte se presenta una valoración sintética de los principios minimumvitalistas y la propuesta ellacuriana de los Derechos Humanos.

Al final se presenta la conclusión en la que se retoman los elementos más importantes de este capítulo.

6. El Minimumvitalismo masferreriano, un modo contextualizado de pensar la realidad desde la defensa de la vida

Como se ha visto en el Capítulo Tercero, Masferrer pudo constatar que en la realidad salvadoreña que se desarrollaba a principios del siglo XX, existían amplios sectores de la población que carecían de aspectos básicos para su bienestar. Dicha realidad era producto de un modo egoísta de organizar la vida social, política y económica de los salvadoreños de ese tiempo y de ninguna manera podía atribuirse a situación natural alguna. En este sentido, su lucha por orientar una forma más equitativa de vivir la vida sigue teniendo validez en la actualidad ya que se puede constatar que siguen existiendo amplios sectores de la población salvadoreña que carecen de los elementos más básicos del bienestar humano: acceso a salud, recursos suficientes para satisfacer sus necesidades primordiales y acceso al mundo de los conocimientos. Esta realidad sigue otorgando validez a los principios minimumvitalistas de Masferrer, ya que desde las primeras décadas del siglo XX a la fecha, los diversos ensayos de desarrollo han cumplido mucho menos de lo que prometieron. Esto no sólo ha seguido reproduciendo, generación tras generación la pobreza y la desigualdad en la sociedad salvadoreña, hasta llevarla a niveles críticos que desataron la guerra civil de 1980 a 1992, que cobró más de

238 setentaicinco mil vidas y miles de millones de dólares en pérdidas en infraestructura social y económica; como también ha minado la fortaleza de la democracia, puesto que la idea de bienestar que está en la base de la dignidad de la persona humana, centro de los pactos o contratos sociales modernos en los que por supuesto es incluido el salvadoreño, no se ha llevado a cabo.

Haciendo una síntesis sobre los principios fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano, se concluye que son: 1. La vida es lo más importante para todos los seres humanos. De ahí que la vida tenga para Masferrer un carácter absoluto y por tanto sea algo principial de la que manan todos los derechos reales de los seres humanos.635 2. El vitalismo busca concretarse en hechos prácticos que permitan el desarrollo de una vida íntegra. 3. El vitalismo implica la satisfacción de un modo pleno de un mínimo de necesidades primordiales, nueve en total: trabajo, alimentación, habitación, agua, vestido, asistencia médica, justicia, educación y descanso. Que son necesidades que si no se satisfacen conducen a la degeneración física y a la muerte.636 Por ello, el Minimumvitalismo comprende una ética y una política. 4. El vitalismo tiene sus raíces en el ámbito biológico. 5. El vitalismo implica, además, un modo distinto de organizar el sistema económico porque está basado en el principio de la naturaleza.637 6. El vitalismo es una conquista de los seres humanos en medio de un mundo en el que impera el caos. 7. El vitalismo no es un fin, sino un medio para alcanzar una sociedad equitativa y justa. 8. El vitalismo a su tiempo ha de encarnarse en leyes e instituciones que le convertirán en un cuerpo legal propicio para una práctica coherente.638 9. El vitalismo no es beneficencia, sino derecho primario y absoluto.639 10. El vitalismo se concreta en instituciones vitalistas: El Partido vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista.

635

A. Masferrer, “Vino nuevo en odres nuevas”, en Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 59. 637 Ibidem, p. 274. 638 Ibidem, p. 72. 639 Ibidem, p. 75. 636

239 11. El vitalismo como pensamiento filosófico implica una ética y una política. 12. El Minimumvitalismo tiene unos elementos básicos como clave de interpretación social y política: la tenencia de la tierra; la justicia social como praxis concreta y camino para una mayor humanización de la sociedad; una estructura política y una economía vitalista: vida versus propiedad privada. 13. El Minimumvitalismo implica una crítica al sistema capitalista y denuncia la deificación de la propiedad privada.640

6.1.

La defensa de la vida: fundamento del Minimumvitalismo y de los derechos humanos

Como se ha visto el principio fundamental que da sentido a la labor intelectual de Masferrer es la defensa de la Vida, vivir y dejar vivir en sus propias palabras. En este marco, el trabajo higiénico, perenne, honesto y remunerado en justicia, reviste especial importancia para él porque éste dinamiza a los demás elementos primordiales que constituyen el mínimo practicable para que la vida humana sea tal cosa. El trabajo es por ello lo que dinamiza su programa vitalista y la seguridad social es lo que tiene que cambiarse en la perspectiva de conseguir una vida más justa para todos y todas. En este sentido, el desarrollo de la sociedad salvadoreña debe basarse en una economía que tenga como principio fundamental el bienestar de la sociedad misma. De ahí la importancia de que los liderazgos nacionales adopten un nuevo enfoque de las relaciones entre la política social y la política económica en donde lo que prime sea la defensa de la vida.

6.2.

Reseña histórica de los derechos humanos

De acuerdo a la perspectiva de Gimbernat, los derechos humanos deben ser entendidos dentro del gran movimiento de ciudadanos y pensadores que han procurado en la historia

640

Ibidem, p.224, 246-247.

240 de la humanidad, reivindicar los derechos de las personas y resaltar la dignidad de la igual condición humana en cada individuo.641 De ahí que desde su perspectiva original, los derechos humanos “son el resultado de una larga y ardua confrontación, a través de múltiples vicisitudes frente a los modelos que imperaban e imperan de formas estatales absolutistas, que subordinan a las personas mediante la coacción del poder y los instrumentalizan como súbditos.”642

En los manuales se destaca como declaración precursora de los derechos humanos, la Carta Magna de Juan sin Tierra en 1215, que le fue impuesta al monarca por sus barones, en la que aparece enunciada una breve serie de derechos de los súbditos del rey. No obstante, hay que reconocer, como nos lo recuerda Gimbernat, que la conciencia universalizadora del valor actual de los derechos humanos en cuanto tales, procede del siglo XVIII; fundamentalmente del impulso que diera a éstos la filosofía ilustrada que define una determinada emancipación de los ciudadanos frente a la dominación inaceptable que ejerce el poder del Estado.643

Por tanto, es en el siglo XVIII donde se fundamenta el origen de la concepción moderna de los derechos humanos así como de la concepción de la democracia y del Estado de Derecho. Es aquí donde los derechos humanos de acuerdo a Gimbernat: Conforman un factor clave en aquel gran movimiento social que inaugura la modernidad. Como fruto de la Revolución Francesa, culmen de todas aquellas ideas y propuestas sociales, la Asamblea Nacional de aquel país aprueba el 26 de agosto de 1789 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que es expresión de toda aquella peripecia histórica. Desde aquel instante, esta declaración se va a convertir en el texto base de todo el gran proceso difusor de los Derechos Humanos.644

De acuerdo a la perspectiva que nos presenta este autor, dentro de los precursores o coetáneos de la Declaración francesa se cita el Bill of Rigths, consecuencia de la

641

Cfr. José Antonio Gimbernat, Los derechos humanos a los cincuenta años de la Declaración de 1948, Editorial Sal Terrae, Madrid, 1998, p. 7. 642 Ibídem. 643 Cfr. Ibídem. 644 Ibídem.

241 revolución de 1688 en Inglaterra, que crea una forma de gobierno parlamentaria e inicia el arraigo de los principios liberales en la organización de la vida pública.

En esta misma línea, hay que traer a cuenta el caso de los Estados Unidos de Norte América, donde hay que resaltar el Acta de Tolerancia (Maryland) de 1649, y ya en el siglo XVIII la Declaración de los Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 1776, la Declaración de Independencia de 1776 y el Bill of Rigth de 1791, que forman parte de la Constitución de los Estados Unidos llamada particularmente como Declaración de los Derechos de la Constitución Federal de los Estados Unidos.

Ahora bien, en cuanto a los antecedentes filosóficos de los derechos humanos, puede decirse que culminan en los Enciclopedistas y en Rousseau y Kant quienes llevan a cabo una ruptura importante con el iusnaturalismo medieval, representado fundamentalmente por santo Tomás de Aquino.645

De ahí que autores como Grocio, Hobbes o Locke son los precursores de la modernidad en el pensamiento ético, jurídico y político en donde las nociones básicas de ley natural y naturaleza adquieren un sentido específico importante.646

Ahora bien, el punto culmen de la institucionalización de los derechos humanos lo constituye la Declaración de 1948. En donde los Estados de todo el mundo, perdedores y ganadores de la Segunda Guerra Mundial, consideraron que era imprescindible crear doctrinas jurídicas e instituciones que garantizaran no volver a repetir un acontecimiento tan funesto para la humanidad como había sido esa guerra. De ahí que surge la idea de crear la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que viniera a suplantar la vieja organización denominada Sociedad de Naciones. La ONU estaría dotada de un texto fundacional que lo constituye la Carta de las Naciones Unidas, que entre otras cosas significa por primera vez el reconocimiento internacional de la importancias incuestionable de los Derechos Humanos como norma básica de la nueva institucionalidad.647

645

Cfr. Mauricio Beuchot Puente, Los derechos humanos y su fundamentación filosófica, Universidad Iberoamericana, México, 1997, pp. 16-25. 646 Remito al excelente estudio que tienen al respecto John Humphrey y Richard Tuck, denominado “La Declaración internacional de derechos, Estudio crítico” en Los fundamentos filosóficos de los derechos humanos, Ediciones Serbal, UNESCO, Barcelona, 1985, pp. 64-90. 647 Cfr. Ibídem, p. 67.

242 Dieciocho años más tarde de firmada la Declaración universal de los derechos humanos, en 1966, la Asamblea General de la ONU aprobó los textos que componen El Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales y el Pacto de derechos civiles y políticos que vienen a consolidar más los derechos humanos proclamados en 1948.648

6.3.

Masferrer y los derechos humanos

Para enero de 1932, Masferrer publica en Guatemala una serie de artículos compilados en un documento que le tituló El libro de la vida y que Matilde E. López publica en la edición de 1971,649 en uno de esos artículos, Masferrer afirma que: Además de mis artículos vitalistas, numerosos, he publicado algunos folletos insinuadores de la doctrina, por ejemplo: “Cartas a un Obrero”, “Las Ideas”, “El Dinero Maldito”, “Helios” y “La Religión Universal”. Desde diversos puntos de vista, lo que se afirma en todos ellos es la misma idea: que la Vida es Una, y sus corolarios consiguientes, a saber: que para toda criatura –planta, animal u hombre,– el valor supremo es la propia vida; que todos aspiran a la vida íntegra; que la Naturaleza ha provisto a la satisfacción de esos anhelos; que la esencia de todas religiones civilizadas es reconocer y vivir la afirmación de que la Vida es Una; que la filosofía eficaz y trascendente, demuestra y confirma la misma verdad; que la moral, si no se encamina a procurar, o por lo menos a no estorbar la vida íntegra para toda criatura, es vacía o perniciosa; que el Arte y la Ciencia no deben nunca negar o contradecir esa Verdad Suprema, y que culminan cuando la sirven.650

Por tanto, para Masferrer la defensa de la vida es el elemento fundamental que motiva y reproduce la actividad fundamental del hombre en toda sociedad. Por esto es que para Luis Aparicio, Masferrer es un precursor de los derechos humanos con su doctrina del Minimumvitalismo, según este autor “para Masferrer, la doctrina del Mínimum Vital debía llevarnos a una vida de paz y concordia, en donde la envidia no eche raíces que obstaculicen el bien común fundado en el respeto recíproco, de suerte que cada quien se 648

Cfr. Ibídem, pp. 68-69. A. Masferrer, “El Libro de la vida”, en Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 187-230. 650 A. Masferrer, “Pórtico”, en Obras Escogidas, Op. Cit., p. 189. Las negrillas son del original. 649

243 sienta seguro dentro de los límites mínimos de satisfacción de sus necesidades primordiales.”651

Puede inferirse entonces, que desde la perspectiva de Masferrer los derechos humanos existen independientemente de que no se les reconozca o cumplan, porque para él los derechos se asientan en la biología, en la vida misma, no sólo la humana sino la del mundo en general. Por tanto, se deduce que los derechos humanos los poseen los hombres por el mero hecho de ser hombres. De ahí que éstos no dependen ni de su positivización en leyes particulares que los exijan ni de la voluntad del legislador, ya sea éste individual o colectivo, sino que los derechos humanos están más allá de la positivización y tienen autonomía propia. Por ello es que pueden traducirse en leyes y normas. Puede decirse entonces que para Masferrer los derechos humanos son inherentes al ser humano por su misma esencia o naturaleza. De ahí que su labor se centre, sobre todo, en la defensa de la dignidad humana; dignidad que no sólo ha sido difícil de descubrir en la realidad salvadoreña de principios del siglo XX, sino dignidad que no se ha hecho respetar en esa época turbulenta que le vino en suerte vivir.

En esta línea de pensamiento, J.A. Gimbernat afirma que los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, han permitido resaltar el relieve que éstos han adquirido en la conciencia colectiva de la humanidad; en contraste con otras ideologías y religiones más localistas, que no han logrado el mismo nivel e incluso que con el pasar de los años han llegado incluso a fenecer.652 Para este especialista, los derechos humanos: Deben ser entendidos dentro del gran movimiento de ciudadanos y pensadores que han procurado en la historia reivindicar los derechos de las personas y resaltar la dignidad de la igual condición humana en cada individuo. En su génesis son el resultado de una larga y ardua confrontación, a través de múltiples vicisitudes frente a los modelos que imperaban e imperan de formas estatales absolutistas, que subordinan a las personas mediante la coacción del poder y los instrumentalizan como súbditos.653

651

L.A. Aparicio, Alberto Masferrer, Pedagogo-político, Op. Cit., p. 52. Las negrillas son del original. Cfr. J.A. Gimbernat, Op. Cit., p. 5. 653 Ibidem, p. 7. 652

244 Por otra parte, Antonio Cassese (1947-2011), teórico de los derechos humanos citado por Gimbernat, hace una síntesis del contenido de la Declaración de 1948 en cinco puntos principales: 1) Los derechos de la persona (derecho a la igualdad, a la vida, a la libertad, a la seguridad, etc.); 2) los derechos que corresponden al individuo en sus relaciones con los grupos sociales de los que forma parte (derecho a la intimidad en la vida familiar, a la libertad de movimientos de las personas en el mundo, a poseer una nacionalidad, a la propiedad y a la libertad religiosa); 3) derechos políticos (libertad de pensamiento y reunión, derecho electoral activo y pasivo, derecho a tener acceso al gobierno y a la administración de la cosa pública); 4) derechos económicos y sociales, relacionados con el trabajo y la producción y referidos también a la educación (derecho al trabajo y a una justa retribución, derecho al descanso, derecho a la asistencia sanitaria, etc.); 5) derecho a un orden social e internacional justo.654

A nuestro juicio, la postura de Masferrer está en plena sintonía con el sentido de los derechos humanos y en muchos puntos es aún más radical que la que expresa la Declaración Universal de los Derechos Humanos defendida por la ONU, porque desde el Minimumvitalismo propuesto por Masferrer se puede apreciar una confrontación entre el ideal de la realización plena de los derechos humanos y la verdad real vivida por los pueblos del mundo actual. Y, esto por dos razones importantes: la primera, porque los derechos de pretensión social no son susceptibles de reclamación individual en las leyes particulares de los Estados nacionales, los centroamericanos inclusive, por ejemplo el derecho al trabajo, a una vivienda digna, a la alimentación, a la salud, etc.; su ausencia no puede ser reclamada ante ningún tribunal, cosa que no ocurre con las conculcaciones de los derechos civiles y políticos. La segunda razón es que se encuentra la incapacidad real y actual de los Estados nacionales para garantizar tales derechos a miles de ciudadanos de nuestro mundo. Su consecución resulta todavía más difícil por ser bienes dejados al libre juego de mercados, a los que todas esas personas carecen de acceso real. En esta línea, como afirma Gimbernat: En la práctica de la política de los Estados occidentales, tanto en su interior como, sobre todo, con

respecto a los países no desarrollados, los

Derechos Humanos –en contra de las tesis sostenidas– son divisibles y, en consecuencia, tampoco son vistos como universales, a no ser en el reconocimiento benevolente de que son justas y humanas las aspiraciones 654

Cfr. Ibidem, p. 11.

245 incumplibles de todos aquellos que ahora son víctimas de la falta de aplicación de tales derechos.655

7. Los derechos humanos para Ignacio Ellacuría

El tema de los derechos humanos tiene una importancia crucial en la reflexión filosófica y en toda la vida intelectual de Ignacio Ellacuría. Articulada la reflexión crítica de este filósofo hispano-salvadoreño en lo que comprende a su teoría de los derechos humanos con la línea de reflexión y los postulados fundamentales que tiene el Minimumvitalismo masferreriano, puede afirmarse que Ellacuría con su reflexión crítica y su fundamentación de la teoría de los derechos humanos, otorga al planteamiento de Masferrer una validez radical en el orden de la principialidad. Por esto resulta de gran importancia estudiar a fondo la propuesta intelectual ellacuriana respecto del tema de los derechos humanos y cómo se articula con la teoría Minimumvitalista masferreriana.

Ahora bien, Ellacuría hace una fundamentación filosófica del bien común, la justicia y los derechos humanos desde la filosofía de santo Tomás de Aquino. El itinerario que sigue es fundamentar el bien común luego la justicia y posteriormente los derechos humanos; primero desde el ámbito de la polis como un todo, la ciudad como un ámbito de totalidad pero enmarcado desde el sujeto que soporta dicha polis y este sujeto es la humanidad, la comunidad.656

Para Ellacuría los derechos humanos tienen que articularse desde el carácter de la humanidad como un todo. Es decir, desde el carácter de mundialización. Para él los derechos humanos son necesarios para la subsistencia humana y para su viabilidad real.

655

Ibidem, p. 22. Ellacuría publica una serie de artículos sobre los derechos humanos en los que expresa su visión respecto de ellos; estos artículos son: “Historización del bien común y de los derechos humanos en una sociedad dividida”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 207-225; “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías populares”, en Escritos Filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 433-445; “Los derechos humanos fundamentales y su limitación legal y política”, en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Escritos Políticos I, UCA Editores, San Salvador, 1991, pp. 501-520; El Mal común y los derechos humanos, en Escritos Filosóficos III, UCA Editores, 2001, pp. 447-450. Asimismo, en su artículo teológico “Utopía y Profetismo”, publicado en Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, UCA Editores, San Salvador, 1993, pp. 493-542, fundamenta desde la teología la teoría de los derechos humanos. 656

246 Ahí radica la necesariedad de los derechos humanos. Por ello, éstos en algún sentido, pueden estimarse como la prolongación y la actualización histórica del bien común: Tiene una larga trayectoria filosófica y teológica. No se trata, por tanto, de temas nuevos, ni se trata tampoco de problemas accidentales en la estructuración de la sociedad y de la historia. Pero, ¿por qué estos temas tan graves en un correcto planteamiento de la ética personal y de la ética política han tenido tan poca incidencia en la configuración ética de la persona y la sociedad? ¿Por qué, al contrario, han servido y están sirviendo para una tan permanente negación real del bien común y de los derechos humanos?657

La idea de bien común que tiene Ellacuría se afirma en dos ideas claves, la primera es que la sociedad en el sentido de polis, civitas, esto es, como sociedad política, es una realidad necesaria para el individuo. La otra idea clave es que la sociedad no puede ser lo que es, ni hacer lo que debe hacer si no cuenta con suficientes recursos materiales que estén a disposición de todos y cada uno de los individuos dentro de la polis que habitan.658 Ellacuría fundamenta su reflexión basado en santo Tomás de Aquino quien es explícito en sus afirmaciones respecto de lo que concibe como bondad. “La bondad, [expresa Ellacuría siguiendo al Aquinate], de una parte se considera en relación con lo que es su todo, y como el hombre es parte de la ciudad, es imposible que ningún hombre sea bueno sino por su relación al bien común”659 De ahí se concluya que: Nadie es bueno sino en relación con el bien común; más aún, el que prefiere su bien propio al bien común, más exactamente, su bien “privado” al bien “comunicado”, no es una persona ética. Ni se excluyen de esto los bienes de la persona, porque el bien común prevalece sobre el bien singular de cada persona (“inquantum bonum commune praeeminet bono singulari unius personae”). Y así sostiene santo Tomás que no hay voluntad recta en ningún hombre que busca un bien particular si no lo refiere al bien común como a su fin (“non est [autem] recta voluntas alicuius hominis 657

I. Ellacuría, “Historización del bien común y de los derechos humanos en una sociedad dividida”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 207-208. 658 Cfr. Ibidem, p. 208. 659 Ellacuría retoma al Tomás de Aquino de la Summa Theologica 1-2. q. 92, a. 1, ad 3, en donde se afirma que “Siendo, pues, el hombre parte de la ciudad, es imposible que un individuo sea bueno si no guarda la debida proporción con el bien común”. [Esta cita y las dos siguientes corresponden a la paráfrasis previa, En la primera y la tercera, las palabras entre corchetes han sido omitidas por Ellacuría. Nota del Editor.]

247 volentis aliquod bonum particulare, nisi referat illud in bonum commune sicut [in] ferem”). La parte recibe su sentido del todo, y por ello, cualquier bien de una parte es ordenable al bien del todo.660

En eso se funda, de acuerdo a la opinión que sostiene Ellacuría, que los actos de cualquier virtud pertenezcan a la justicia y que la justicia tenga prioridad sobre cualquier otra virtud moral.661 Ahora bien, Ellacuría concluye que esa justicia prioritaria en la vida del individuo y de la sociedad no es la justicia de los jueces, ni la justicia de los individuos: Sino la llamada justicia legal, la justicia de la ciudad, la justicia que busca la promoción y la defensa del bien común. Paralelamente, es promoviendo esta justicia ciudadana, esta recta estructuración de la sociedad civil, como se prevé de la mejor manera al bien de las personas: el mejor modo de alcanzar al bien de las personas y el alcanzar justamente a todas, para que ellas desarrollen su vida personal, es dirigiendo el esfuerzo a la promoción estructural del bien común; más aún,

la forma justa de buscar el bien

propio es buscando el bien común.662

Esto por dos razones que como bien define Ellacuría, en primer lugar porque tanto el bien común como el bien particular son bienes personales, bienes vistos desde la persona y para la persona. De ahí que sólo quien identificara la persona con la privacidad particular puede ver disminución de lo personal por la acentuación del bien común y en segundo lugar, porque la discusión se plantea respecto de bienes de índole más interna y lo que aquí importa no es la consideración de esos bienes, sino más bien de aquellos bienes que competen a la persona como ciudadana, como integrante de una sociedad política. En el caso de estos bienes, sobre todo de los bienes económicos, que son los fundamentales en la estructuración de la sociedad, la discusión está zanjada y no cabe duda sobre la prioridad del bien común sobre la de los bienes particulares.663 De ahí que para Ellacuría, los derechos humanos puedan considerarse como: Despliegue del bien común de la humanidad como un todo (...) Una vez cumplida la condición real de una única historia de la humanidad es ya urgente la consideración mundial de los derechos humanos; no puede 660

Ibidem, pp. 209-210. Cfr. Ibidem, p. 210. 662 Ibidem. 663 Cfr. Ibidem, p. 211. 661

248 olvidarse que el bien común daba paso a una estricta justicia, anterior a la voluntad de los individuos y generadora de derechos irrestrictamente tales, que deben ser reconocidos y promovidos por las leyes de la sociedad.664 En este sentido, es la humanidad la comunidad fundante del bien común. Por ello, “el situar los derechos humanos en relación con el bien común da a aquellos su fundamento y su marco de referencia, mientras que proporciona al bien común un principio de concreción y obligatoriedad. Si los derechos humanos se derivan del bien común, se presentarán como obligación para todos los integrantes de la humanidad, pues todos tendrían un derecho fundamental a participar del bien común como tienen obligación de contribuir a su realización.”665 De ahí que para él la apropiación privada de algo que es por su naturaleza social y, por consiguiente, común, es una injusticia fundamental, que hace injustos todos sus efectos: No hay, por lo tanto, posibilidad ética de apropiación privada del bien común con menoscabo de la comunidad de ese bien. Cuando predomina lo privado y los intereses privados o de grupo en la distribución del bien común y, antes, en la producción explotada de lo que es el bien común, cuando unos pocos se apropian de aquello que no puede ser suyo más que haciendo que no sea de los otros e impidiendo que los otros puedan servirse de lo que tienen derecho, estamos ante la negación misma del bien común y ante la ruptura del orden social justo.666

Para Ellacuría el bien común es fundamentalmente un conjunto de condiciones estructurales que se expresan en la justicia de la sociedad. Ambas condiciones deben ser promovidas por la sociedad como un todo y, en concreto, por los órganos verdaderamente representativos de la sociedad. Ninguna estructuración de la sociedad y ninguna forma de gobierno se legitiman, si no representan la mejor promoción del bien común. Para este autor la prueba real y fehaciente de dicha promoción está en que ninguno de los seres humanos que constituyen la sociedad se vea privado de las condiciones básicas para el desarrollo personal y en que ninguno se aproveche del bien común, en menoscabo del derecho de los demás a servirse de ese bien común. Así resulta que la justicia, como puesta en marcha del bien común, es la virtud fundamental de la ciudad y es el norte 664

Ibidem. Ibidem, p. 212. 666 Ibidem, p. 213. 665

249 orientador del ciudadano y del político. El garante del bien común, el gobernante, debe contar con la posibilidad real no sólo de castigar a quien viola las exigencias del bien común, sino que ha de tener en sus manos la posibilidad radical de que no se pueda llevar a cabo cualquier tipo de violación a los derechos humanos. Sería absurdo, de acuerdo a la postura de Ellacuría, que quien detentara el poder político fuera al mismo tiempo representante de intereses o de algún grupo de individuos, sobre todo si ese grupo fuera de quienes se han apropiado indebidamente de lo que es el fundamento del bien común.667

De acuerdo a la realidad vivida en la región centroamericana y particularmente en El Salvador, aun durante las últimas décadas del siglo XX, ésta mostraba que existía una constante violación a los derechos humanos fundamentales. Lo que sugería para Ellacuría que existía a la vez una insuficiencia en el enfoque meramente formal. Se pregunta entonces este pensador, ¿Qué falla, entonces en el planteamiento que desde la perspectiva formal es tan razonable y progresista, para que no resulte satisfactorio como planteamiento? ¿Qué hay de mistificado en la idea de un bien común que se supone que es superior al bien particular? La respuesta para Ellacuría es clara y se sitúa también en el ámbito del carácter formal y su interpretación en la línea de la abstracción idealista. Es decir, este planteamiento en tales condiciones no tiene en cuenta las condiciones reales en las que debe positivizarse la defensa del bien común; condiciones sin las cuales la búsqueda del bien común resulta ser ambigua. De lo cual resulta que ni se tiene claro cuál debe ser en cada situación histórica el contenido del bien común, ni se tiene determinado cuál es el camino para conseguirlo. Paralelamente, para Ellacuría, no se conoce cuál es la escala jerárquica de los derechos humanos, ni cuál es la causa verdadera de su permanente violación estructural, más allá de lo que pudieran considerarse voluntades personales.”668 De ahí que Ellacuría sostenga la idea que: Una doctrina del bien común que no cuenta con la posibilidad real de una sociedad internamente conflictiva, que no se percata de la existencia de clases opuestas con intereses contrarios y contrapuestos, no puede plantear ni resolver adecuadamente el problema del bien común. Una doctrina del bien común que no cuente con la sospecha de que el Estado en vez de ser garante del bien común es el gendarme de un orden que 667 668

Cfr. Ibidem, p. 214. Cfr. Ibidem, pp. 214-215.

250 favorece a una minoría de la sociedad, no puede ofrecer más que soluciones mistificadas a las exigencias reales del bien común.669

Por esto según Ellacuría la afirmación de algunos derechos humanos puede ser la máscara para tapar la violación fundamental de los derechos humanos más básicos. Él lo afirma en la línea de que no se puede dar por derecho humano fundamental la existencia de un determinado orden económico y la subsistencia de un orden político, que refuerce la permanencia y la vigorización de ese orden económico, sin que caiga por su basamento ético toda posible defensa de los derechos humanos. No es que se deba desdeñar, de acuerdo a su punto de vista, sobre todo en casos de regímenes frontalmente dictatoriales, la protección contra abusos individuales o la promoción de marcos formalmente democráticos, pero tal protección y promoción no pueden hacer olvidar lo que son los derechos fundamentales de la existencia humana y lo que son las condiciones indispensables y mínimas para que tenga un sentido real hablar de derechos humanos. Por tanto, defender unos derechos humanos que no sean los fundamentales o defender los fundamentales sin preocuparse de las condiciones reales que los posibilitan, es mistificar todo el problema de los derechos humanos y del bien común. Sólo en la afirmación consecuente de lo que es el derecho a la vida, incluido el derecho a la libertad de la vida, puede verse la prueba de fuego de lo que es la aceptación real de los derechos humanos frente a lo que es su mistificación interesada.670

Ahora bien, ofreciendo una postura sumamente sugerente, Ellacuría afirma que tanto el bien común como los derechos humanos para que lleguen a ser un principio de verificación, tienen necesariamente que historizarse. Para él: Sin historización del bien común y de los derechos humanos ni se sobrepasa su formalidad abstracta y mistificadora, ni se verifica su verdad o falsedad. Dar por supuesto que hay un bien común para todos los pueblos y épocas reduce su realidad a un contenido mínimo, que, además, ignora las condiciones de su realización. La historización consiste en ver cómo se está

realizando,

en

una

circunstancia

dada,

lo

que

se

afirma

abstractamente como un “deber ser” del bien común o de los derechos humanos, y consiste, en segundo lugar, en la posición de aquellas 669 670

Ibidem, p. 216. Cfr. Ibidem, p. 216-217.

251 condiciones reales sin las cuales no se puede dar la realización efectiva del bien común y de los derechos humanos. Si, por ejemplo, se considera que el derecho al trabajo es un derecho fundamental y una parte indispensable del bien común y se verifica que la mitad de la población activa no tiene ocupación permanente y que un determinado tipo de orientación económica no va a poder resolver ese problema, habrá que decir que esa ordenación económica y de la sociedad que la propugna están negando realmente la preeminencia del bien común y están anulando un derecho humano fundamental. En tal caso, el bien común exige, en principio la reestructuración de esa sociedad por el cambio radical de su ordenamiento económico.671

Para este autor, sólo mediante esta historización es posible comprobar si un bien supuestamente general es común, si está siendo comunicado a todos los miembros de la sociedad. El bien común sólo es realmente común si propicia un tipo de vida común.672

En esta perspectiva, para Ellacuría, la enorme desigualdad en el disfrute de los bienes de una misma nación, que debería ser un todo, en el cual la totalidad debiera primar sobre la parcialidad, muestra una apropiación por unos pocos del bien común, en este sentido no se trata tan sólo de los bienes formalmente económicos, sino también de los bienes culturales, políticos, sanitarios, etc.; por ello no puede hablarse de un bien común que tenga elementos de concreción en la realidad. De ahí que el fenómeno de la pauperización, que conlleva la degradación estructural en la sociedad real que hace más pobres a los pobres por el mismo mecanismo que hace más ricos a los ricos, es la verdad histórica del presunto bien común nacional. En este sentido, la existencia conflictiva de clases sociales en el mundo actual en la cual está estructurada la economía moderna plantea la existencia de intereses contrarios. Esto impide hablar de forma coherente del bien común. Para Ellacuría, el presunto bien común es, en este contexto, tan sólo un marco formal que permite legalmente la negación del bien común real. Y es que, en una estructura capitalista burguesa, es claro el predominio de la parte sobre el todo y también

671

Ibidem, pp. 217-218. Más adelante Ellacuría afirma que “Lo importante en el proceso de historización no es el logro alcanzado en un momento determinado, sino la orientación del proceso. Pero no su orientación ideal, sino su orientación real.” p. 219. En este sentido demerita el fin al cual impulsa la utopía del logro de la justicia social como modelo de sociedad al que pretende llegar toda comunidad. 672

252 de la parte menor sobre la parte mayor; cuando esto ocurre se está negando el bien común en beneficio del bien particular, que ya no puede llamarse bien, sino tan sólo utilidad egoísta.673 Ellacuría es claro en su propuesta de lo que deben ser los derechos humanos. En sus palabras, se expresa de la siguiente manera: Los derechos humanos deben ser primariamente derechos de los oprimidos, pues los opresores no pueden tener derecho alguno, en tanto que opresores, y a lo sumo tendrán el derecho a que se les saque de su opresión. Sólo haciendo justicia a los pueblos y a las clases oprimidas se propiciará su auténtico bien común y unos derechos humanos realmente universales. Este “hacer justicia”, dada la actual situación histórica, tendrá que tomar la forma de un “hacerse justicia”. La legitimación de este “hacerse justicia” estriba, precisamente, en la primariedad del bien común y en la negación que del bien común hacen los acaparadores de los bienes comunes y los representantes legalizados de esos acaparadores. El bien común y los derechos humanos deben ser un activo hacer derecho y hacer justicia, hacerse derecho y hacerse justicia.674

Ahora bien, este principio ellacuriano de que los derechos humanos deben ser primordialmente derechos de las mayorías populares oprimidas por un contexto social, político y económico estructurado en una sociedad que se encuentra en constante dialéctica; orienta la reflexión de este pensador a que el supuesto fundamental respecto de los derechos humanos es que éstos deben alcanzar una perspectiva y validez universal, pero que esto no se logrará si no se tiene en cuenta el “desde” dónde se consideran y el “para” quién y “para” qué se proclaman. Consecuentemente, hay que tener claro y explícito ese “desde” y ese “para”, es desde los pueblos oprimidos y desde las mayorías populares para o en busca de su liberación.675 El problema de los derechos humanos es un problema no sólo complejo sino ambiguo, pues en él no sólo confluye la dimensión universal del hombre con la situación realmente distinta en la que desarrollan su vida los hombres, sino que propende a ser utilizado ideológicamente al servicio no del hombre y sus derechos sino de los intereses de unos u otros grupos. 673

Cfr. Ibidem, p. 220. Ibidem, p. 223. 675 Cfr. I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías populares”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, p. 433. 674

253 Por ello hay que plantearlo en un triple plano: en lo que tiene de verdadero y falso -problema epistemológico-, en lo que tiene de justo e injusto – problema ético-, y en lo que tiene de ajustado o desajustado –problema práxico o político–.676

Para Ellacuría, la forma cómo se ha enfocado la teoría de los derechos humanos es una forma impersonal que ha permitido que éstos hayan sido utilizados por intereses de grupo en una sociedad polarizada, donde los que detentan el poder son quienes deciden qué es derecho y qué no lo es. En este sentido afirma este autor “en vez de esa concepción abstracta, ideologizada y ahistórica del derecho, en este caso de los derechos humanos, se propone enfocar el problema general del derecho y en particular de los derechos humanos, no sólo desde la perspectiva del triunfo de la razón sobre la fuerza sino, más en concreto, desde la defensa del débil contra el fuerte.”677

Ahí es donde la teoría de los derechos humanos desde la perspectiva ellacuriana, cobra un nuevo matiz no visto hasta ese momento, en su propuesta de historizar los derechos humanos desde la perspectiva clara que ofrece la opción por las mayorías populares, es decir, una opción por la defensa de la vida de aquellos que ante la omnipotencia de unas minorías de la sociedad que articulan a su favor la administración de los recursos de la tierra, no pueden defenderse, por ello este filósofo hispano-salvadoreño afirma que: La aplicación de la historización a los pueblos oprimidos y a las mayorías populares muestra que el problema radical de los derechos humanos es el de la lucha de la vida contra la muerte, es la busca de lo que da vida frente a lo que la quita o da muerte. La lucha de la vida contra la muerte se plantea en muy diversos planos, tanto si se atiende al orden personal, como al orden social y al orden institucional. No se refiere sólo a la vida biológica, aunque la vida biológica humana es, no sólo más que biológica en su unidad estructural.678 Por ello, para Ellacuría, “la mera vida biológica -aquel mínimo que se convierte, cuando falta, en lo máximo- se constituye en el derecho primario.”679 Esto puede parecer algo 676

Ibidem, pp. 433-434. Ibidem, p. 435. 678 Ibidem, p. 439. 679 Ibidem, p. 440. 677

254 sobreentendido en los países ricos, que tienen asegurado el derecho a la vida en su realidad práctica; pero no es así en la mayor parte de los países en Latinoamérica, donde se hace sumamente problemático conservar la vida biológica, ya sea por la extrema pobreza o por la represión y la violencia cotidianas que se vive en estas latitudes, tanto en el momento en el que vivió Masferrer, como el que vive Ellacuría y como el que se vive ya entrado el siglo XXI. En este sentido, para la mayor parte de la humanidad, los derechos humanos deben ser de la humanidad entera, de lo contrario dejarían de ser derechos humanos realmente. Siendo esto así, no se dan las condiciones reales para poder seguir viviendo biológicamente, porque como es sabido el hambre y falta de trabajo someten el orden establecido, con lo que los derechos humanos, si no se cumplen en la realidad, cuestionan radicalmente el modo de vida organizado en la actualidad; sobre todo en la parte occidental de este mundo.680 En este sentido para Ellacuría, la “lucha por la vida contra la muerte, que es, en concreto la lucha de la víctima contra su verdugo, puede darse en otros planos: el de la libertad, el de la justicia, el de la dignidad, el de la solidaridad; en definitiva, en el plano de la plenitud de la vida, que sin dejar nunca de ser biológica, transciende los límites de lo biológico.”681 Ahora bien, -continúa Ellacuría– en un mundo dividido y conflictivo, no radicalmente por las guerras, aunque se viva y padezca una guerra cruel durante esta época que vive este filósofo, sino dividido sobre todo por “la injusta distribución de los bienes comunes, esa comunidad y esa humanidad no son estáticas ni unívocas, por lo cual debe ponerse en vigor el principio de la prioridad de lo común y de lo humano sobre lo particular. Esto se logra dando prioridad teórica y práctica a las mayorías populares y a los pueblos oprimidos a la hora de plantear con verdad, con justicia y con justeza el problema de los derechos humanos.”682

De ahí que pueda hablarse con entera propiedad, que en el mundo también existe lo que Ellacuría denomina como el mal común; para él, el mal común no es el mal que padece una persona que sumado al que sufre otra y otra se convierte en un mal generalizado. Esto más bien debe caracterizarse como un mal de muchos.683 La diferencia entre el mal

680

Cfr. Ibidem, p. 440. Ibidem. 682 Ibidem, p. 445. 683 Cfr. I. Ellacuría, “El Mal común y los derechos humanos”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 447-450. 681

255 común y el mal de muchos es que el mal común es tal, cuando afecta más o menos profundamente a la mayor cantidad de individuos de una sociedad de modo que queda resaltada su capacidad de propagarse y comunicarse. Pero más radicalmente el mal común, desde la perspectiva de Ellacuría, es aquel mal estructural que distorsiona ineludiblemente al individuo. Por ello, el mal común no sólo impone sus efectos sobre la sociedad y la mayoría o totalidad de la misma, sino que trastorna la individualidad personal de los seres humanos que afecta. En sus palabras, el mal común es “aquel mal estructural y dinámico que, por su propio dinamismo estructural, tiene la capacidad de hacer malos a la mayor parte de los que constituyen una unidad social”. 684 De ahí que el mal común apunta al trastorno vital humano para convertir al individuo en un reproductor maligno que conduce a la inviabilidad de la especie y, por tanto, induzca a la destrucción del individuo y de la sociedad. Para Ellacuría: Nuestra situación está configurada por el mal común. La sociedad, el país, están de tal forma estructurados y dominan en él tales dinamismos, que la mayor parte de la población queda afectada malamente, de suerte que para no estarlo hay que luchar contra corriente y no dejarse determinar por ese mal común. Ciertamente algunos sacan provecho de este mal común, pero esto mismo les hace malos en un sentido más profundo. Las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales son tales que la mayor parte de los ciudadanos salvadoreños viven en pobreza crítica con insatisfacción de sus necesidades básicas en salud, vivienda, educación y trabajo.685

Ellacuría constata que existe una relación dialéctica entre lo que es el mal común y lo que es el bien común. Para él, vistas las cosas desde el mal común real; es decir, desde el mal que afecta a las mayorías, sobre todo cuando este mal cobra las características de injusticia estructural que apenas posibilita la existencia de la vida humana y que deshumaniza a la mayor parte de los seres humanos que viven sometidos a dichas estructuras injustas como son la injusticia institucionalizada en leyes, costumbres, ideologías, etc., surge el problema del bien común como una exigencia negadora de esa injusticia estructural e institucional. En ese contexto el bien común es negación superadora del mal común. Éste debe ser contrapuesto como bien al mal pero debe tener las mismas características que hacían del mal común algo realmente común. 684 685

Ibidem, p. 448. Ibidem, p. 448.

256

En esta línea, Ellacuría propone unas recomendaciones concretas respecto de la construcción teórica de una justicia estructural que se oponga al mal común que viven las sociedades. Un bien será, por tanto, un bien realmente común, cuando tenga la capacidad de afectar con su bondad a la mayor parte; segundo, cuando tenga de por sí esa comunicabilidad bienhechora; tercero, cuando tenga un cierto carácter estructural y dinámico. En el caso de tener que superar una injusticia estructural e institucional, se trata de crear una justicia estructural e institucional esto es, una serie de estructuras e instituciones, que no sólo posibiliten sino que contribuyan eficazmente a que la mayor parte de los individuos –y no sólo unas minorías privilegiadas– puedan satisfacer sus necesidades básicas y puedan construir personalmente sus propias vidas.686

En esta perspectiva es que habrá que articular una ortopraxis de los derechos humanos y que a partir de ella es que habrá que construir una nueva institucionalidad estatal, en donde la defensa de la justicia y la concreción de la misma garantice que los distintos Estados no sean violadores de los derechos humanos, sino los garantes del derecho y la justicia. Ellacuría lo dice de la siguiente manera: Una consideración de los derechos humanos desde esta perspectiva del mal común dominante los mostraría como el bien común concreto, que debe ser buscado en la negación superadora del mal común, que realmente se presenta como una situación en el que son violados permanentemente y masivamente los derechos humanos. La situación de los derechos humanos, como expresión fundamental del estado de justicia o de injusticia en que vive la mayor parte de la población, se convierte así en una medida tanto de la gravedad del mal común como de la necesidad de alcanzar el bien común. Donde es de capital importancia hablar primariamente de Estado de justicia y, sólo después, de Estado de derecho, porque tras el Estado de derecho puede ocultarse el mal común, la injusticia estructural e institucional. Un Estado de derecho que oculte el Estado de injusticia no es parte del bien común sino del mal común. Al 686

Ibidem, p. 449.

257 contrario, un Estado de derecho que refleje institucionalmente el Estado de justicia es una necesidad del verdadero bien común, que posibilita realmente el que las grandes mayorías vivan bien y justamente.687

Ahora bien, estos aportes de Ellacuría a la teorización de los derechos humanos muestran su interés principal, que como afirma Antonio González en la presentación que hace al libro de J.A. Senent de Frutos denominado Ellacuría y los derechos humanos, consiste en mostrar la prioridad de los derechos humanos más directamente relacionados con la supervivencia de la especie humana, y cuya amenaza define precisamente la situación de los pobres. Dicho en términos “praxeológicos”688: toda moral concreta de un grupo social y toda fundamentación racional de obligaciones universales hunde sus raíces en todos aquellos bienes elementales sin los cuales no es posible la praxis humana y por ende la ética. Si la insistencia en los fundamentos biológicos de la moral permite a Ellacuría atender especialmente a los derechos más urgentes para los pobres, la perspectiva universal le posibilita pensar los derechos humanos a la altura de la situación histórica de nuestro planeta.689 En esta perspectiva, como ratifica González, “la realización histórica de los derechos humanos no se puede medir desde los estrechos márgenes de un Estado nacional. Una filosofía de los derechos humanos a la altura de nuestro tiempo requiere necesariamente un punto de vista planetario.”690

Un aporte que Senent tiene en su libro es rescatar el método que Ellacuría propone para abordar una teoría de los derechos humanos. Senent ubica dicho estudio en una perspectiva totalizadora del pensamiento ellacuriano. Es decir, aborda el estudio y análisis de los derechos humanos no sólo desde su filosofía sino también desde su teología, su

687

Ibidem, pp. 449-450. Antonio González teoriza respecto de la praxeología y para él este término se refiere al carácter que los actos, actuaciones y actividades tienen respecto de la praxis humana. Como González dice, “El término praxis puede ser utilizado como concepto general que abarca los distintos tipos de configuración funcional de nuestros actos. De este modo, podemos afirmar que las acciones, las actuaciones y las actividades constituyen los tres modos fundamentales de la praxis”. Para mayor desarrollo, ver A. González, Estructuras de la praxis. Ensayo de una filosofía primera, Editorial Trotta, S.A., Madrid, 1997, pp. 187-190. 689 Cfr. José A. Senent de Frutos, Ellacuría y los derechos humanos, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998, pp. II-III. 690 Ibidem, p. III. 688

258 política y su historia.691 Para Senent, el estudio de los derechos humanos desde esta perspectiva puede constituir un pensamiento relevante y necesario para la elaboración de una teoría de los derechos humanos a la altura del presente histórico y teóricodoctrinal.692 En este sentido, como afirma este autor, no basta con preguntarse por el posible fundamento de los derechos, sino que es preciso además llevar la búsqueda teórica hasta la pregunta por su realidad y realización en el mundo. Ello exigirá una metodología que tenga en cuenta la historicidad constitutiva de estos conceptos, y que por ello, busque la verdad histórica de la institución que se pretende conocer.693

La atención hacia el problema de la justicia y de los derechos humanos, ocupa un lugar importante en la filosofía de Ellacuría y en la propia comprensión que él tenía de los problemas que ha de abordar el quehacer filosófico pues constituye “uno de los puntos esenciales, sobre los que toda filosofía debe volver una y otra vez, incluso para acompañar adecuadamente una determinada praxis.”694

Ahora bien, el principio fundamental que Ellacuría sostiene en su propuesta teorética de los derechos humanos es “el principio de la vida frente al principio del poder, el principio propio de los partidos políticos y aun de los movimientos revolucionarios: lo que busca es una vida más digna para las mayorías populares y no el poder del Estado, hace más hincapié en la democracia social que en la democracia política, en el pluralismo social que en el pluralismo político como puntos determinantes de la verdadera democracia, y la utiliza como medio de acción y aun de lucha, formas no de guerra armada sino de presión social”695

Ellacuría describe también la función que da ultimidad a la labor filosófica que, dicho sea de paso, él también vive en su quehacer cotidiano y que se puede leer desde este concreto talante filosófico que expresó en diversas facetas y es que: Si la búsqueda de la verdad es una de las dimensiones principales en la ética de la filosofía, no es la única, ni es suficiente para caracterizar como 691

Cfr. Ibidem, p. 11. Cfr. Ibidem. 693 Cfr. Ibidem, pp. 13-14. 694 I. Ellacuría, “Función liberadora de la filosofía”, en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos Políticos I, UCA Editores, San Salvador, p. 105. 695 I. Ellacuría, “Análisis ético-político del proceso de diálogo en El Salvador” en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos Políticos III, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 1408. 692

259 plenamente ética la labor filosófica, independientemente de lo que sea la ética del filósofo y es que filosóficamente no basta con buscar la verdad, sino que hay que procurar realizarla filosóficamente para hacer la justicia y construir la libertad.696

Así pues, podemos afirmar que la unidad del pensamiento y la obra de Ellacuría proviene de la fidelidad a su clara vocación humana de justicia y libertad que “le forzó a hacerse cargo de la realidad donde quiso vivir (…) a encargarse responsablemente de la transformación real de lo inhumano de tal realidad y a cargar con las consecuencias positivas y negativas de ese comprometedor encargarse”697 En esta misma línea, Senent afirma que: Lo que se intenta apuntar, conforme a la propia concepción ellacuriana, es la idea de que la primera clave para acercarnos a la adecuada comprensión de los derechos humanos, no haya de ir meramente en la vía de la discusión, argumentación o diálogo sobre conceptos. Esa aproximación desconocería que el ser humano no se reduce ni se define primordialmente ni por lo que “piensa” ni por lo que “dice” sino que se define por lo que “va haciendo”, incluso más propiamente, por el contexto histórico-social desde donde se está posibilitando lo que puede o no puede hacer, y es desde ahí donde habría que empezar a plantear la búsqueda de la verdad sobre los derechos como instrumentos o medios para la realización humana.698

Se trata de que no podemos preguntarnos qué son los derechos humanos, o cuáles son éstos, al margen de la realidad humana existente. Más aun, no se trata sólo de poner en relación ambos planos, sino de que se adopta una perspectiva crítica y dialéctica que atiende a lo que está definiendo más negativamente la realidad y que busca una respuesta adecuada teórica y práctica para esta situación inquirente que es donde Ellacuría plantea el problema de los derechos humanos. En este contexto, los planos de reflexión que hay que dilucidar en este problema, y a los cuales habría de referir el resto de las cuestiones son como ya se ha anunciado: lo que tienen de verdadero y de falso, cuestión epistemológica; lo que tienen de justo e injusto, cuestión ética y lo que tienen de 696

I. Ellacuría, “Función Liberadora de la filosofía”, Op. Cit., p. 113. Alvaro Pisani, J.L. “Vida y obra de Igancio Ellacuría (1930-1989)” en Voluntad de vida. Ensayos filosóficos, Seminario Zubiri-Ellacuría, UCA Editores, Managua, 1993, p. 140. 698 J.A. Senent, Op. Cit., p. 44. 697

260 ajustado o desajustado, cuestión práxica. Como método implica que no se pueden dar por supuesto estos planos, sino que hay que “verificar” esas dimensiones.

Esta triple pregunta en cuanto a lo que tienen o no tienen de verdadero, de correcto y de ajustado, para su adecuado desarrollo hay que ponerla en relación con el desde dónde, el para quién y para qué de los derechos humanos, que desde la propuesta ellacuriana nos lleva a reconocer a las mayorías populares en busca de su liberación como el horizonte fundamental para reconocer el grado de verdad, de justicia y de realización de los derechos humanos universales.699

Como se ha dicho ya, Ellacuría defiende que el problema de los derechos humanos hay que plantearlo desde su historización desde las mayorías populares y los pueblos oprimidos. Con esta historización se pretende que el problema de los derechos humanos se eleva al ámbito de la racionalidad e irracionalidad, esto es, no sólo desde la perspectiva del triunfo de la razón sobre la fuerza sino, más en concreto, desde la defensa del débil contra el fuerte. Nos movemos aquí no en la perspectiva del derecho romano que para que éste se realice, deba dársele a cada cual lo que le corresponde; sino en los umbrales de un derecho más superior que exige la defensa de aquellos que no pueden defenderse por sí mismo. En este sentido, como afirma Senent: No se elige por tanto un planteamiento meramente abstracto de los derechos humanos que se quede en la “esencia universal” de los derechos, sino que busca historizar esa esencia, yendo más allá de planteamientos ahistóricos que pueden incurrir no sólo en inoperancia real, sino en justificación ideologizada e interesada, mediante la defensa de los derechos

conquistados

sin

reconocer

el

proceso

real

de

esas

700

conquistas”.

La declaración de los derechos humanos de 1948 realizada en el marco de la ONU podría ser vista como un hito fundamental e incontrovertible en la evolución moral de la humanidad en cuanto a que con ella se habría admitido de manera casi unánime un consenso acerca del carácter universal de la idea de derechos humanos y a su vez un acuerdo sobre el elenco y el contenido de los derechos humanos, que constituiría el 699 700

Cfr. Ibidem, pp. 50-51. Ibidem, 52.

261 núcleo de legitimidad acordado que debería ser respetado y desarrollado por los sucesivos instrumentos internacionales sobre derechos humanos. Desde este punto de vista, el reconocimiento de esta institución a nivel internacional sería la expresión de que los derechos humanos constituyen un punto de referencia unívoco y universal.701

En dicha perspectiva, la tesis central del multiculturalismo de acuerdo a la opinión de Senent es que bajo la supuesta validez universal de los derechos humanos lo que hay es la pretensión y el prejuicio de considerar superior una cultura concreta. Este universalismo no sería otra cosa que una muestra del etnocentrismo occidental, que en realidad respondería al imperialismo de una cultura dominante proyectada como universal, aunque sea bajo la apariencia de una concepción abstracta y por encima de circunstancias de tiempo o lugar.702 Por tanto hay una acusación de etnocentrismo tras la pretensión de universalidad y además vinculada con la anterior, un uso ideologizado de esta universalidad, pues serviría de legitimación o justificación al imperialismo y colonialismo europeo-occidental.

Para Ellacuría la situación principal que dimensiona el problema de los derechos humanos no es principalmente la crisis de legitimación de un ideal normativo que se pretende imponer sin historizar y particularizar desde cada tradición, y no precisamente porque tal proceso sea irrelevante, sino porque esta violación no agota el problema real de los derechos humanos. Por ello, como sostiene Senent, la cuestión primera, no es una ideología extraña que se impone sin diálogo, no es una crisis cultural, sino que es una crisis de realidad o una realidad crítica la cual consiste primordialmente en un orden histórico que es el creado y mantenido por la civilización del capital que produce relaciones opresoras en todos los subsistemas sociales porque impide el mantenimiento y la expansión de la propia vida libre de la mayoría de los pueblos.703 Como nos lo recuerda Senent, utilizando las palabras del filósofo hispano-salvadoreño: Ellacuría plantea la necesidad de historizar la idea de la universalidad de los derechos, precisamente porque con esa historización “se aprecia mejor el peligro [de] que su teoría y praxis propendan a tomar la forma de una normatividad absoluta y abstracta, independiente de toda circunstancia 701

Cr. Ibidem, pp. 63-64. Senent fundamenta esta opinión en J. De Lucas, El desafío de las fronteras. Derechos humanos y xenofobia frente a una sociedad plural, Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1994, pp. 17-113. Cfr. Ibidem. 703 Cfr. Ibidem, pp. 73-74. 702

262 histórica”. Lo cual puede dar lugar, y de hecho lo da, a que tras la apelación a una titularidad universal de los derechos desde un punto de vista conceptual e intrínseco a la propia institución como algo que está más allá de su proceso histórico.704

Ahora bien, para Ellacuría, lo que define más radicalmente la universalidad de los derechos, es que éstos responden a un dinamismo humano radical el cual es observable cuando se historiza el proceso real de su surgimiento, y desde donde, aparece que este universalismo abstracto y nivelador “es la cobertura jurídica y formal de quienes ya han sido liberados de ciertas opresiones y dominaciones y procuran, a su vez, que no lo consigan otros, respecto de ellos, mediante sucesivos y más complejos procesos de liberación.705

Por eso, si el problema real de los derechos humanos es que existe un orden histórico mundial que produce la violación masiva de los derechos fundamentales, de la vida, de la libertad económica, de la libertad, social de la libertad cultural y de la libertad política de las personas y de los pueblos, entonces la tarea de la universalización de los derechos humanos debe ir en la línea de un proceso histórico de liberación de las mayorías populares y los pueblos oprimidos de las opresiones particulares que padecen desde la actual ordenación de la forma de vida humana, y no sólo ni principalmente de una adaptación o descubrimiento desde las propias raíces culturales de la idea de los derechos humanos.706

La perspectiva ellacuriana parte no sólo de los excluidos de los beneficios reales sino también del hecho de que los pueblos empobrecidos representan la mayoría de la humanidad en los momentos actuales y es desde esta realidad humana más universal desde donde han de buscarse no sólo las preguntas éticas fundamentales sino el lugar desde el cual historizar las justificaciones teóricas en orden a su esclarecimiento último.707

704

Ibidem, pp. 77-78. I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo” en Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, UCA Editores, San Salvador, 1992, p. 416. 706 Cfr. Senent, Op. Cit., pp. 84-85. 707 Cfr. Ibidem, p. 98. 705

263 La propuesta metodológica y práctica para abordar el problema integral de los derechos humanos que defiende Ellacuría desde el horizonte de la praxis histórica y desde la perspectiva de las mayorías populares, iría en la línea de su historización dialéctica, esto significa que el método adecuado para encontrar y realizar un derecho efectivo y dinámico, un derecho que sea en su realización histórica lo que pretende ser en su teoría ideal -ser lo verdadero, lo justo y lo ajustado-, es negar superadoramente aquella condición de debilidad, de esclavitud y de opresión, que es lo que se da de hecho, aunque no sea el dato de lo que corresponde al hombre en su esencia ideal.708

Ahora bien, la lucha por la defensa de los derechos humanos en Ellacuría es preciso articularla en el marco de la construcción de una nueva civilización, una civilización que Ellacuría ve como una utopía posible. Él define esta idea de la manera siguiente: La civilización de la pobreza,709 en cambio, fundada en un humanismo materialista, transformado por la luz y la inspiración cristiana, rechaza la acumulación del capital como motor de la historia y la posesión-disfrute de la riqueza como principio de humanización, y hace de la satisfacción universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo y del acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la humanización.710 Para él, “esto se logra por lo pronto, mediante un ordenamiento económico apoyado en y dirigido directa e inmediatamente a la satisfacción de las necesidades básicas de todos los hombres. Sólo esta orientación responde a un derecho fundamental del hombre, sin cuyo cumplimiento se irrespeta su dignidad, se violenta su realidad y se pone en peligro la paz mundial.”711

Ahora bien, ¿cuáles son las necesidades básicas que hay que solventar de acuerdo a la perspectiva de Ellacuría? Para él no hay mayor discusión, aun contando con diferencias culturales e individuales, propiciantes de distintas subjetivizaciones de esa necesidad, 708

Cfr. I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías populares”, Op. Cit., pp. 443-444. 709 Para Ellacuría, “la civilización de la pobreza se denomina así por contraposición a la civilización de la riqueza y no porque pretenda la pauperización universal como ideal de vida.” Utopía y Profetismo, Op. Cit., p. 426 710 I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo”, Op. Cit., p.426. 711 Ibidem, p. 427.

264 porque hay que contar con que se trata de atender a la situación de pobreza extrema o de miseria de más de la mitad del género humano: Como tales deben considerarse, ante todo, la alimentación apropiada, la vivienda mínima, el cuidado básico de la salud, la educación primaria, suficiente ocupación laboral, etc. No se trata de proponer que esto agote el horizonte del desarrollo económico, sino que esto se constituya en punto de partida y en referencia fundamental, en condición sine qua non de cualquier tipo de desarrollo. La gran tarea pendiente es que todos los hombres puedan acceder dignamente a la satisfacción de esas necesidades, no como migajas caídas de la mesa de los ricos, sino como parte principal de la mesa de la humanidad. Asegurada institucionalmente la satisfacción de las necesidades básicas como fase primaria de un proceso de liberación, el hombre quedaría libre para aquello que deseara ser, siempre que lo deseado no se convierta en nuevo mecanismo de dominación.712

Ellacuría continúa su análisis dando realce al papel fundamental que desarrolla el trabajo digno, como actividad práctica en el desarrollo económico de toda sociedad; pero es importante reconocer que el trabajo no sólo desempeña ese aspecto sino que además, desempeña una labor de perfeccionamiento del ser humano como ser social porque es mediante la práctica laboral que se asegura la satisfacción de las necesidades básicas humanas y la realización personal: La civilización de la pobreza propone, como principio dinamizador, frente a la acumulación del capital, la dignificación por el trabajo, un trabajo que no tenga

por

objetivo

principal

la

producción

del

capital,

sino

el

perfeccionamiento del hombre. El trabajo, visto a la par como medio personal y colectivo para asegurar la satisfacción de las necesidades básicas y como forma de autorrealización, superaría distintas formas de auto y de hétero-explotación y superaría asimismo desigualdades no sólo hirientes, sino causantes de dominaciones y antagonismos. No se trata sólo de que el hombre nuevo deje de hacer de la riqueza su ídolo fundamental, al cual ofrece todo lo que tiene: capacidad de trabajo, principios morales, salud, ocio, relaciones familiares, etc. Se trata, sobre todo, de hacer una

712

Ibidem.

265 sociedad que, negativamente, no obligue a hacer de la riqueza el valor supremo, porque sin él todo se pierde.713

Ellacuría reflexiona sobre una realidad ya constatada en nuestro continente y es aquella que los sistemas capitalistas en América latina han sido incapaces de satisfacer las necesidades básicas de la mayor parte de la población; es más estos sistemas son los responsables de que existan desigualdades hirientes entre “los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco, han llevado a una gigantesca deuda externa impuesta sobre los hombres que para nada disfrutaron ni sacaron provecho de los préstamos, han producido con frecuencia crisis económicas profundísimas y han promovido una cultura inmoral del consumismo y de la ganancia fácil.”714 Para él, el ideal económico capitalista se apoya, al menos parcialmente, en los vicios egoístas de la naturaleza humana; por lo cual “diríase, por tanto, que, si se lograra el hombre nuevo, el ordenamiento socialista funcionaría mejor, mientras que bajo el dominio del hombre viejo funcionan mejor unas estructuras que, fundamentalmente, son injustas para la mayor parte de la población mundial.”715 En este sentido para Ellacuría: Lo que debe ser excluido, por lo pronto, es la actual diferencia insultante entre quienes despilfarran y quienes no tiene para subsistir, y esto, aun cuando no se diere relación causal o funcional entre la pobreza y la riqueza. Lo que sí es una obligación imperiosa es el que se asegure a todos la satisfacción de las necesidades básicas, pero superado ese nivel han de respetarse las opciones particulares y el trabajo o rendimiento mayor, siempre que se respete la igualdad de oportunidades y se eviten los procesos conducentes a desigualdades llamativas y provocantes de conflictos.716

En esta perspectiva es que Ellacuría afirma que la cultura debe ser liberadora de ignorancias, de temores, de presiones internas y externas, en busca de una apropiación de una verdad cada vez más plena y de una realidad cada vez más plenificante.717 En este proceso de liberación la cultura irá siendo generadora de libertad real, no reducida a

713

Ibidem, pp. 427-428. Ibidem, p. 430. 715 Ibidem, p. 431. 716 Ibidem, p. 433. 717 Cfr. Ibidem, p. 438. 714

266 seleccionar o elegir entre distintas ofertas condicionadas y condicionantes, sino orientada a la construcción del ser propio como personas, como comunidades, como pueblos y como naciones en un esfuerzo de creación no sólo de aceptación. “Hay en todo el mundo una tremenda imposición cultural, que universaliza desde centros poderosos la visión y la valoración del mundo con los más distintos medios comunicativos. Esta imposición cultural mantienen a las grandes mayorías de América latina y de otras partes en formas alienadas de entenderse a sí mismas y de entender y valorar el mundo.”718

Para Ellacuría lo que debería ser favorecedor de una unidad plural se convierte en uniformidad empobrecedora. La facilidad de los medios de comunicación, por otra parte, lleva a saltar alienadamente desde un estado primitivo, a veces muy rico y sano, de cultura a estadios sofisticados de decadentes de una cultura impuesta más por el medio y envoltorio con que se presenta que por el fondo en qué consiste.719 En este contexto es que para él de lo que se trata es de: Buscar una cultura para la mayoría y no una cultura elitista con mucha forma y poca vida. El que tengan vida y la tengan en abundancia no unos pocos, sino a ser posible todos, debería ser el lema de la nueva cultura en la tierra nueva. Tarea realmente utópica pero a la que impulsa -y el impulso se ve en muchas partes- el profetismo real, que repudia y supera las lacras de una cultura alienante y en el fondo deshumanizante.720

8. Balance y valoración de los derechos humanos en el pensamiento de Ellacuría.

Para elaborar un balance de la teoría de los derechos humanos de Ellacuría, resulta propicio echar mano de la propuesta que hace A. Rosillo Martínez, especialista en derechos humanos sobre esta filosofía ellacuriana. Para Rosillo, el teólogo Juan José Tamayo que prologa su libro,721 es de la opinión que “Ellacuría elabora una teoría 718

Ibidem. Cfr. Ibidem. 720 Ibidem, pp. 438-439. 721 Alejandro Rosillo Martínez, Los derechos humanos desde el pensamiento de Ignacio Ellacuría, Editorial Dykinson, S.L. Madrid, 2009. 719

267 contextual y en cierta medida heterodoxa, no acorde con los cánones occidentales de los derechos humanos,”722 que fundamenta con tres ideas principales sobre los derechos humanos: la primera es que Ellacuría hace una fundamentación de los derechos humanos desde el ámbito biológico; la segunda es que para él es preciso historizar los derechos humanos para evitar toda ideologización de los mismos y tercera es la articulación que hace de los derechos humanos con el ámbito de la estructura de la sociedad.723 Esta opinión coincide con lo que se ha analizado en el ítem anterior. En este sentido, Ellacuría parte de la constatación que la mayoría de los seres humanos no son sujeto de derechos humanos en la práctica. Peor aún: esa mayoría ve conculcados, negados, atropellados sus derechos. Se apreciará enseguida la diferencia importante en el punto de partida si lo comparamos con la mayoría de las declaraciones de los derechos humanos, que parten de la base de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos; es decir, son sujetos de derechos, cuando los hechos lo desmienten: sólo unos pocos seres humanos son sujetos de derechos, cada vez menos, por razón del neoliberalismo, que vacía los derechos humanos de su fundamentación antropológica y moral y los reduce a uno solo: el derecho de propiedad. En esta perspectiva, Ellacuría se plantea el fundamento biológico de los derechos humanos. Pero para ello él plantea que la práctica de los derechos humanos es inseparable de la supervivencia de la humanidad. Solo ese planteamiento da una perspectiva universalista a los derechos humanos. Según esto hay que conceder prioridad a los derechos humanos que tienen que ver con la supervivencia de los seres humanos, que son los más amenazados, sobre todo en el Tercer Mundo: la vida, la salud, la educación, el vestido, la vivienda, el trabajo, etc. Sin satisfacción de las necesidades básicas no hay vida humana, ni dignidad humana, ni derechos humanos.724

En la perspectiva de la Historización de los derechos humanos, de acuerdo a Rosillo, el discurso occidental de los derechos humanos se caracteriza por la ambigüedad, ya que a juicio de Ellacuría, tiende a ser utilizado ideológicamente al servicio no de todos los seres humanos, sino de los intereses de unos u otros grupos. La teoría y la praxis de los derechos humanos tienden a plantearse en forma de normatividad absoluta y abstracta, independientemente

de

toda

circunstancia

histórica.

Por

eso,

cree

necesario

contextualizar la reflexión sobre los derechos humanos desde una triple interrogación: desde dónde, para quién, para qué. El desde dónde son los pueblos oprimidos; el para 722

Ibidem, p. 13. Cfr. Ibidem, p. 13. 724 Cfr. Ibidem, pp. 13-14. 723

268 quién son las mayorías populares; el para qué es la búsqueda de su liberación. El nuevo horizonte de intelección de los derechos humanos es el reverso de la historia, la praxis histórica de liberación.725 En este sentido Rosillo afirma que: El pensamiento de Ellacuría tiene gran actualidad para aquellos países donde los discursos acerca de los derechos humanos, el estado de derecho, la democracia, la institucionalidad, entre otros, se utilizan de forma ideologizada para ocultar fines ilegítimos e injustos; y donde la legalidad de la injusticia es una realidad frecuente que atenta contra la producción y reproducción de la vida de los pueblos. Además, sus postulados e ideas son una parte destacada de un pensamiento que sigue acompañando los procesos de emancipación de los pueblos latinoamericanos y que ha sido uno de los pocos movimientos intelectuales que ha logrado seguir sosteniendo un horizonte utópico aun en tiempos de posmodernismo celebratorios que condenan todo relato de construcción de un mundo otro. Me refiero al pensamiento latinoamericano de la liberación.726

Uno de los aportes más destacados de Rosillo respecto del modo cómo Ellacuría aborda el tema de los derechos humanos, es que para él, la conceptualización de los derechos humanos: No se inscribe en ninguna tradición liberal y moderna que centre su atención en la discusión sobre la distinción entre el orden jurídico y la moral, es decir, en la tradicional disputa entre iuspositivismo y iusnatuaralismo. Tampoco se desarrolla bajo el presupuesto de que todo derecho es creación estatal, y por tanto, para Ellacuría un “derecho” es algo más que el mandato de la autoridad que genera un derecho subjetivo pues no pretendía, así suponemos, realizar una teoría jurídica de los derechos humanos, sino comprenderlos como momentos ideológicos de la praxis histórica por la liberación. Momentos ideológicos que, corren el riesgo de ideologización y, en consecuencia, de ser utilizados para fines distintos a la liberación.727

725

Cfr. Ibidem, p. 14. Ibidem, p. 23. Las cursivas pertenecen al original. 727 Ibidem, pp. 135-136. 726

269 La importancia que la realidad histórica tiene en la filosofía de Ellacuría,728 le hace preocuparse de manera prioritaria por los derechos humanos desde su materialidad antes de elaborar una filosofía de contenido idealista, formal y abstracto que buscase precisar con exactitud el concepto de derechos humanos. Por eso, no sería adecuado ni conveniente encasillarlo dentro de corrientes iusnaturalista y iuspositivista, o buscar insertarlo dentro de la discusión terminológica sobre los derechos, tan frecuente en el Primer Mundo, donde el debate se centra más en afianzar el sistema jurídico y estatal y los conceptos necesarios para su correcto funcionamiento que en la realidad y los procesos de liberación de subjetividades emergentes.729 Como bien afirma Rosillo, “Ellacuría piensa los derechos humanos desde América latina, donde el principal derecho -y también la mayor preocupación y la más urgente necesidad a satisfacer- de la mayor parte de las mujeres y los hombres es salir del estado de pobreza y explotación ocasionada por un capitalismo periférico y neocolonialista.”730 De acuerdo a este autor: Desde la filosofía de la realidad histórica, el discurso de derechos humanos es pensado desde un paradigma de pensamiento complejo, no idealista, donde la materialidad de la historia tiene preferencia ante cualquier intento de simplificación de estos derechos; es decir, de encerrarlos en el pensamiento de lo claro y distinto. En este sentido, para Ellacuría la expresión “derechos humanos”, dentro de su complejidad, es algo que de alguna forma es “derecho”, es decir, “algo que es debido y exigible, y que a la vez afecta radicalmente al hombre por ser hombre, aunque también a

728

Ellacuría opta por hablar de “realidad histórica” y no simplemente de “historia” porque aquélla abarca todas las demás formas de realidad (realidad material y biológica, realidad personal y social), sobre las que está subtendida dinámicamente, a la vez que en la realidad histórica es donde los otros tipos de realidad dan más de sí y donde alcanzan su mayor grado de apertura: en la realidad histórica se nos da no sólo la forma más alta de realidad sino también el campo abierto de las máximas posibilidad de lo real. Es decir, la realidad histórica es la realidad entera asumida en el reino social de la libertad: “...la realidad histórica, ante todo, engloba todo otro tipo de realidad: no hay realidad histórica sin realidad puramente material, sin realidad biológica, sin realidad personal, sin realidad social; en segundo lugar, toda otra forma de realidad donde da más de sí y donde recibe su para qué fáctico -no necesariamente finalístico- es en la realidad histórica; en tercer lugar, esa forma de realidad que es la realidad histórica es donde la realidad es más y donde es más suya, donde también es más abierta. Cfr. I. Ellacuría, El objeto de la filosofía, en Veinte años de Historia, Op. Cit. p. 86. 729 Cfr. Ibidem, pp. 136-137. 730 Ibidem, p. 137.

270 especificaciones más concretas de humanidad, como la de ser mujer o niño o ciudadano, etc.731

Con mucha razón Rosillo sostinene que Ellacuría habla de derechos humanos como una necesidad socio-política y político-biológica, porque está comprendiendo su fundamento desde las necesidades humanas, no sólo de las llamadas necesidades básicas, o en el caso de Masferrer que llama a éstas como necesidades primordiales a solventar de manera plena y en esa situación permiten al hombre desarrollarse como persona en comunidad. Se trata de la satisfacción de las necesidades que hacen viable la especie humana, al phylum, como tal, es decir como animal de realidades. Esta viabilidad sólo puede darse con una presencia de los otros dentro de la vida del individuo; en este sentido y en propiedad zubiriana, en respectividad de los que habilitan en el modo humano de habérselas con la realidad: En este sentido es como deben comprenderse los derechos humanos: como la exigencia de satisfacción de las necesidades que hacer viables a la especie humana y a sus modos de convivencia social y política. Un conglomerado humano que imposibilita el acceso a los bienes a parte de sus pobladores, que en su propia estructura se genera la violencia que destruye vidas humanas, o cuyo concepto de bienestar pone en riesgo la viabilidad de la especie por razones ecológicas o por acciones bélicas, no se le puede considerar una comunidad humana donde se busque el cumplimiento de derechos humanos; su forma de “convivencia” no es capaz de satisfacer las necesidades socio-político-biológicas de sus miembros.732

Cabe aclarar que en esta perspectiva, asumir las necesidades del animal de realidades como fundamento de derechos humanos, no conlleva a realizar una declaración específica y absoluta de ellas y mucho menos de sus medios de satisfacción, lo que sería, por ejemplo, una positivización concreta de derechos fundamentales, sino que abre el espacio de la vida y de la praxis a la realidad, a su contingencia y a la apropiación de posibilidades y capacidades en cada momento histórico. Se trata de insertarlos en el dinamismo de posibilitación, es decir, en la entrega de formas de vida real, que se 731 732

Ibidem, p. 138. Ibidem, p. 139.

271 convierten para el ser humano en posibilidades de realización tanto biográfica como social. De ahí que hablar de necesidades humanas no significa caer en un ontologismo sobre el ser humano, sino en considerarlas como parte de esa manera de enfrentarse a la realidad que otorga una dimensión objetiva a las luchas de liberación.733

Ahora bien, hablar de necesidades humanas, como fundamento de derechos humanos, es necesario porque establece una instancia objetiva sin la que no puede existir la vida humana, sin la cual no puede darse la tranquilidad político-biológica.734 De ahí que la exigencia de derechos humanos parte de lo físico de la realidad, realidad que se impone al animal humano, al hombre y lo impele a tomar una opción, es decir, el ser humano debe hacerse cargo de la realidad. En este hacerse cargo, debe optar dentro de una serie de posibilidades; y para Ellacuría, este optar debe ir encaminado a una praxis de liberación. Lo cual significa elegir aquello que posibilite el ejercicio de derechos humanos y que por tanto haga viable el phylum humano.735

Es importante resaltar que en esta afirmación Ellacuría busca desvincularse de cualquier idealismo y iusnaturalismo abstracto que pregone a un ser humano universal; pues esta representación abstracta trata en realidad de un tipo de ser humano que se considera superior a los otros. Con Ellacuría se afirma que no hay un hombre abstracto, es decir, un ser humano anterior a la historia que desde él se determine el contenido histórico, su forma de desarrollo o su finalidad. La especie humana se va configurando en razón de recepción y apropiación de posibilidades haciéndolas parte de su realidad.736 De ahí que para Ellacuría los derechos humanos no son algo ajeno a la realidad histórica, y por lo tanto, tampoco a la praxis humana. En tal sentido los derechos humanos son abiertos y en constante cambio y se van actualizando según los procesos de lucha de los pueblos en aras de su dignidad, buscando que su realidad humana dé más de sí.737

Por eso conceptualizar los derechos humanos como aspiraciones naturales es decir, aspiraciones con un fundamento biológico-ético, parte de un humanismo histórico, dinámico, pero a la vez estructural, materialmente metafísico, intramundano, donde el

733

Cfr. Ibidem, pp. 139-140. Cfr. Ibidem, p. 141. 735 Cfr. Ibidem. 736 Cfr. Ibidem, p. 142. 737 Cfr. Ibidem, p. 144. 734

272 acento por la lucha por la justicia se vincula con las necesidades de vida del pueblo y no con las reivindicaciones; con esto se busca subrayar la materialidad de las prescripciones éticas en las necesidades vitales de la comunidad.738 Para Ellacuría, los derechos humanos en tanto prescripciones éticas son “obligantes en conciencia y que humanizan o deshumanizan a individuos, grupos o pueblos, según sea la habitud y la actitud, así como de su cumplimiento o incumplimiento actuales.”739

Ahora bien, en cuanto al tema del consenso comunitario y mundial por los derechos humanos es considerado como un dinamismo positivo por Ellacuría; no obstante, este consenso debe ser historizado para asumir críticamente el desde dónde se va instaurando el consenso mundial. Para Ellacuría no es lo mismo un consenso por los derechos humanos realizado desde las grandes mayorías populares o desde los grupos sociales anticapitalistas que el consenso elaborado por las grandes potencias del planeta; su para qué y su por qué son muy distintos en la realidad por más que formalmente se predique lo mismo.740

Es así que pensar los derechos humanos desde la realidad histórica nos posibilita abordarlos como valores no sólo de una colectividad o nación, sino desde la humanidad en su totalidad. La realidad histórica es para Ellacuría una realidad procesual y dinámica, y en ella se nos da el campo abierto de las máximas posibilidades de lo real.741 Al ser los derechos humanos ideales utópicos tiene como presupuesto que nacen en y desde la praxis humana, esto es, “son esbozados desde las mismas acciones humanas y se dirigen a ellas mismas como motores de procesos de liberación.”742

Esta dimensión tiene un carácter dialéctico, pues la denuncia de las situaciones de violación de derechos humanos y la utopía se potencian mutuamente. Es necesario un horizonte utópico para que se dé la toma de conciencia de que algo puede ser superado; pero también se requiere una constatación del origen estructural de la negación de derechos humanos (de su privación y negación), para que dicha toma de conciencia

738

Cfr. Ibidem, p. 145. Ibidem, p. 146. 740 Cfr. Ibidem, p. 148. 741 Cfr. Ibidem, p. 149-150. 742 Ibidem, p. 150. 739

273 adquiera la forma de un auténtico dinamismo de lucha y de exigencia real de bienes. Por eso, “la denuncia sin utopía es, hasta cierto punto ciega, pero la utopía sin denuncia es prácticamente inoperante, más aún, eludiadora del compromiso real.”743

Para Ellacuría la utopía siempre deberá ser el motor que impulse la permanente humanización pues de lo contrario es fácil caer en una ilusión que oculte lo que en realidad se hace: establecer un orden que una vez instituido buscará la perpetuación, y es cuando los derechos humanos se convierten en un discurso de legitimación y ya no de utopía. De ahí que las concepciones de derechos humanos que dan prioridad al formalismo institucional y sistemático, por encima de la realidad histórica y las necesidades de los seres humanos, sean estáticas y cierren la puerta a cualquier dimensión utópica y transformadora que puedan tener.744

En este sentido, reivindicar el principio de la vida o de la solidaridad por encima del principio de la eficiencia empresarial o del mercado capitalista es una manera en que los derechos humanos pueden mostrarse como momento intelectivo de la praxis de liberación. De ahí que comprender los derechos humanos como ideales utópicos posibilita, entonces, que no se conviertan en un discurso hegemónico que impida y anule el proceso de liberación, sino al contrario, que sean momentos ideológicos que faciliten la construcción de prácticas sociales e históricas que permitan al ser humano vivir con el máximo de dignidad.745

Las mayorías populares y las minorías excluidas son quienes principalmente sufren el mal común, en especial cuando se constituye como injusticia estructural e institucionalizada, es decir, que se sostiene sobre estructuras e instituciones sociales que no posibilitan la vida humana. De ahí que el bien común debe entenderse en su historización como la negación superadora del mal común. Esto buscaría también que la injusticia estructural e institucionalizada se vea sustituida por una serie de estructuras e instituciones justas, que posibiliten que la mayoría de individuos y no sólo unas minorías privilegiadas tengan la capacidad de satisfacer sus necesidades y constituirse como personas.746 Cabe entonces el cuestionamiento siguiente: 743

I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos”, Op. Cit. Pp. 438-439. Cfr. Ibidem, p. 151. 745 Cfr. Ibidem, pp. 151-152. 746 Cfr. Ibidem, pp. 159-160. 744

274 ¿Cuándo unas estructuras son evidentemente injustas? ¿Cuándo esas estructuras representan la institucionalización de la violencia? La respuesta es clara: cuando atentan gravemente contra los derechos fundamentales de la persona y cuando dañan peligrosamente el bien común del país. Quiere esto decir que, cuando la situación estructural de un país, el conjunto de su organización, económica, de su organización jurídica y de su organización política, llevan durante un tiempo prolongado a la negación de los derechos fundamentales de la persona, tales como el derecho a la vida, el derecho a la alimentación, y a la salud, el derecho a la educación, el derecho a la libertad, el derecho a un juicio justo, el derecho a no ser apresado injustamente y a no ser torturado, el derecho a la organización política, el derecho a la libre expresión, etc., entonces, estamos ante estructuras evidentemente injustas y ante la violencia institucionalizada”747

Superar esta situación es posible desde el respeto a los derechos humanos y sobre todo, desde la defensa de los mismos bajo la óptica de la promoción de las mayorías populares para que sean estas mayorías el sujeto histórico que promueva y defienda sus derechos.

9. Los principios Minimumvitalistas y la propuesta ellacuriana de los Derechos Humanos

Ellacuría al analizar crítica y profundamente la realidad salvadoreña y latinoamericana y constatar que la violación a los derechos humanos, que se lleva a cabo de manera sistemática y estructural en este continente, hace que el mal común sea lo que permea la vida de los pueblos en esta parte del mundo. De esto podemos deducir, que su análisis da la razón al Minimumvitalismo de Masferrer, porque al retomar los principios más sobresalientes de éste como son, “ante todo, la alimentación apropiada, la vivienda mínima, el cuidado básico de la salud, la educación primaria, suficiente ocupación laboral, etc.”748, y valorando la realidad latinoamericana, constata que éstos no se han cumplido. Esto significa lo siguiente: 747

I. Ellacuría, “Comentario a la carta pastoral”, en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos políticos II, UCA Editores, San Salvador, p. 725. 748 Cfr. I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo” en Mysterium Liberationis, Op. Cit. P. 426. Asimismo, Ellacuría en su Comentario a la Carta Pastoral en sus Escritos Políticos, Op Cit., p. 725, afirma que “la gran tarea

275

En primer lugar que existe una deuda pendiente con el cumplimiento fáctico de los principios minimumvitalistas y por tanto no puede haber una sociedad integrada en ninguna parte donde se viole constante y sistemáticamente los derechos humanos. Es más, no puede haber estabilidad social y política que pueda garantizar un desarrollo humano a ningún pueblo y sociedad donde no se respeten las necesidades básicas de sus ciudadanos.

En segundo lugar que así como para Masferrer el Minimumvitalismo tiene fundamento biológico, así en Ellacuría, para que la especie humana siga siendo viable como phylum genético es preciso que se cumplan los derechos humanos concretados en trabajo, vivienda, salud, educación, descanso, etc. Por tanto, si éstos no se cumplen, la especie humana se pone en riesgo porque se presentan las condiciones necesarias para su autodestrucción. Cuando no se cumplen los derechos humanos, se condena la vida humana al fracaso.

En tercer lugar, que el camino está ya señalado tanto por Masferrer como por Ellacuría. Masferrer señalando que concretar el Minimumvitalismo es la tabla de salvación en la situación social que vivía El Salvador de principios del siglo veinte. Mientras que para Ellacuría, el proceso que puede salvar a la humanidad en la actualidad es la construcción de una civilización de la pobreza, en donde el hombre no sea esclavo de la producción y del capital, sino el agente dinamizador de la justicia, el respeto y la promoción de los derechos humanos.

En cuarto lugar, en ambos intelectuales, la claridad de ideas es un hecho que puede resumirse en la síntesis siguiente: Existe una lucha entre Vida y propiedad privada, entre Vida y capital, entre Vida y poder, entre la Razón y la fuerza. En esta situación, para ambos intelectuales la utopía puede acercarse desde la actividad práxica del hombre nuevo. Esta figura simbólica del hombre nuevo, no es ilusión sino realidad que se concreta en individuos que han dado su vida al servicio de la justicia social. Y en El Salvador se tienen los ejemplos de Rutilio Grande y Monseñor Romero, quienes se

pendiente es que todos los hombres puedan acceder dignamente a la satisfacción de esas necesidades, no como migajas caídas de la mesa de los ricos, sino como parte principal de la mesa de la humanidad.”

276 despojan de sus individualismos y sirven a la causa de la justicia de los salvadoreños empobrecidos por personas y estructuras injustas. Por tanto, el simbolismo del hombre nuevo no es un recurso idealista, sino una figura posible, concreta y presente con suficiente fuerza dialéctica en orden a la transformación social.

En quinto lugar, puedo notar que Ellacuría logra sistematizar filosóficamente el mismo presupuesto vitalista que Masferrer apuntó como horizonte de su praxis.

277 Conclusión

El pensamiento filosófico vitalista masferreriano en cuanto tal, no debe ser considerado un problema localista correspondiente exclusivamente a la realidad salvadoreña, sino que por el mismo hecho de ser una reflexión filosófica de la realidad de su tiempo, el Minimumvitalismo en sus pretensiones últimas de justicia y radicalidad en el respeto y la promoción de la vida en todas sus expresiones es también un quehacer intelectual centroamericano y latinoamericano.

Tanto para Masferrer como para Ellacuría, ascender a una sociedad más justa en El Salvador y en Centro América es alcanzable únicamente por la labor ingente de un Hombre Nuevo cuya labor individual no se termina en una reflexión intimista y solipsista, sino en una actividad política en el puro sentido del término, una actividad que tiene que ver con la polis, porque conlleva la concreción práxica de los principios del Minimumvitalismo. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.

En El Salvador las relaciones sociales se han caracterizado por contener alto índice de conflictividad. Sin embargo, por muy autoritario y represivo que sea un sistema de gobierno no puede mantenerse apoyándose únicamente en la fuerza. Las clases dominantes salvadoreñas gracias a su control del Estado, impusieron drásticas transformaciones sociales, como la reforma al sistema de tenencia de la tierra que fue rechazada por la mayor parte de los campesinos, cuyo malestar llegó a niveles de provocar convulsión social y manifestaciones populares violentas con resultados de destrucción y muerte.

Aquí es donde entra la reflexión filosófica de los derechos humanos que Ellacuría actualiza. Para él los derechos humanos pueden considerarse como el despliegue del bien común en la humanidad como un todo. No es que en la consideración clásica se olvide del bien de toda la humanidad y aun el bien de todo el mundo, pero dadas las circunstancias históricas, apenas se podía hablar con verdad histórica de una única humanidad que se pudiera ver envuelta en la realización del bien común. Una vez cumplida la condición real de una única historia de la humanidad es urgente la consideración mundial de los derechos humanos.

278

Se debe ser consciente de que los derechos humanos son momentos ideologizados de la praxis humana y por eso necesitan de su historización. De lo contrario son sólo una abstracción sobre la cual se predican principios que nada tienen que ver con la realidad y aunque esos principios sean parte de su deber ser, el darlos por asentados sin realizar su verificación histórica conlleva a un uso ideologizado. Tal es el caso de la universalidad que se predica sobre estos derechos.

La necesidad de historizar los derechos humanos surge de su complejidad, pues en ellos no sólo confluye la dimensión universal del ser humano con la situación realmente distinta en la que desarrollan la vida los hombres, sino que además con facilidad son utilizados ideológicamente no al servicio del ser humano y la producción de la vida, sino a favor de intereses de ciertos grupos de poder. La historización de los derechos humanos, no consiste formalmente en contar la historia del concepto, ni tampoco relatar la historia real connotada, sino que sigue las pautas ya expuestas del método de historización de los conceptos; esto es: a) La verificación práxica de la verdad-falsedad, justicia-injusticia, ajuste-desajuste que se da del derecho proclamado; b) La constatación de si el derecho proclamado sirve para la seguridad de unos pocos y deja de ser efectivo para los más; c) El examen de las condiciones reales, sin las cuales no tienen posibilidad de realidad los propósitos intencionales; d) La desideologización de los planteamientos idealistas, que en vez de animar a los cambios sustanciales, exigibles para el cumplimiento efectivo del derecho y no sólo para la afirmación de su posibilidad, se conviertan en obstáculo de los mismos; e) La introducción de la dimensión del tiempo para poder cuantificar y verificar cuándo las proclamaciones ideales pueden convertirse en realidades o alcanzar, al menos, cierto grado aceptable de realización.

El interés de Masferrer giró en torno a que no sólo se visibilice a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, sino también a reestructurar a la sociedad de tal manera que los sectores desfavorecidos económicamente tuvieran una palabra qué decir ante la urgente necesidad de combatir su pobreza estructural. Para ello fue necesario comenzar un proceso de cambio social en la realidad misma, haciendo en ella concreta la construcción de una nueva nación centroamericana y latinoamericana. Cosa que la historia ha definido como tarea imposible de construir, por lo menos hasta el presente momento.

279

Por otra parte, la llamada urgente de Masferrer a los poderosos de la sociedad salvadoreña a que concreten la teoría Minimumvitalista para todos los salvadoreños que no contaban ni siquiera con la posibilidad de un trabajo honesto que les generara los ingresos necesarios para vivir una vida digna y poder gestionarse vivienda, educación, salud, descanso, etc., en definitiva, concretar en la práctica, al menos, el artículo uno de la Constitución de la República de El Salvador; es un llamado a los gobernantes a que giren su política de gobierno a una política de Estado que tenga como paradigma un desarrollo humano cuyo eje principal sea poner a la persona humana en el centro de su accionar.

Para finalizar hay que reconocer que con Masferrer y Ellacuría se ratifica que los derechos humanos son una necesidad de la convivencia social y política, son una necesidad socio-biológica y político-biológica, sin la que se hace inviable la especie humana y el modo social y político en que ésta debe desenvolverse. Los derechos humanos son una exigencia, física antes que moral, no tanto de una naturaleza humana, abstracta e individual, sino de una esencia física, individual y específica, y del conjunto real de toda la humanidad y no del concepto de una humanidad abstracta.

280

CONCLUSIÓN GENERAL

El Minimumvitalismo impulsado por Masferrer, que como bien lo dice éste, aunque no es un pensamiento original sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo veinte.

Una de las originalidades de Masferrer es hacer aplicable el Vitalismo en la praxis histórica, y en concreto, en la vida política salvadoreña. De ahí que encontremos que en el pensamiento filosófico de Masferrer no hay simple especulación sino un pensamiento filosófico que está orientado a la transformación de la realidad sociopolítica salvadoreña y centroamericana. De ahí que por la influencia que este pensador ejerció en su época sea considerado como uno de los intelectuales más sugerentes.

Esta investigación se ha realizado principalmente con el objetivo de sistematizar el pensamiento filosófico de Masferrer y mostrar la unidad del mismo con su objeto de interés. Este pensamiento ha estado transido por la duda fundamental acerca de si realmente constituye un pensamiento filosófico propiamente dicho. La discusión sigue abierta y la duda permanece, pero de lo que no se duda es que este pensamiento constituye un aporte al desarrollo intelectual centroamericano. La duda fue agravada por el hecho de que ni siquiera se haya organizado el pensamiento de Masferrer, vertido en su obra intelectual como un corpus coherente y original, si no como una serie de trabajos eventuales presentados en forma de artículos periodísticos, dedicados fundamentalmente a reflexionar en torno a la realidad sociopolítica salvadoreña y centroamericana de la primera mitad del siglo veinte.

Esto determinó la hipótesis de nuestro trabajo: que la producción propiamente filosófica de Masferrer estaba publicada en forma de artículos periodísticos y que encuentra su unidad y sentido en el intento de Masferrer por reflexionar en profundidad sobre la realidad vivida por los salvadoreños de principios del siglo veinte y en su búsqueda de presentar soluciones concretas y viables a esa problemática.

281

Desde el punto de vista filosófico es estéril sostener la discusión sobre si el pensamiento filosófico de Masferrer, a saber, el Minimumvitalismo es propiamente un pensamiento coherente y original ya que semejante planteamiento es ambiguo porque no existe pensamiento que no haya sido hondamente marcado en su punto de partida y en los problemas fundamentales que trata por la persona que la formula y el pueblo al que su autor pertenece.

Es importante anotar que el Minimumvitalismo por su constitutiva pretensión de búsqueda radical de la justicia social y con ello, honestidad y verdad, debe ser considerado en propiedad, un verdadero pensamiento filosófico; otra cosa es que hasta ahora no se hayan sacado las debidas aplicaciones filosóficas de esta obra intelectual. En este sentido, el Minimumvitalismo parte de las concreciones históricas vividas por la sociedad de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. Estas concreciones individuales, sociales e históricas que Masferrer vislumbra, las retoma, las analiza y luego propone solucionarlas desde la praxis concreta. Por eso el Minimumvitalismo ha de estar, en virtud de su naturaleza y de sus pretensiones, vinculado a la praxis histórica de los hombres y los pueblos que luchan por la consecución de al menos un mínimo de vida justa. En este sentido, la importancia de la praxis reviste gran relevancia para un adecuado planteamiento del Minimumvitalismo.

Como se ha visto en el desarrollo de esta tesis, el pensamiento filosófico de Masferrer por su objeto, contenido y horizonte es un pensamiento político. De ahí que el interés del Minimumvitalismo sea fundamentalmente ético. En esta perspectiva, el análisis de la fundamentalidad ética desde el crisol de la justicia social que permite valorar la praxis política en la sociedad salvadoreña actual, sea una exigencia ineludible. Y es que, como se ha visto en la realidad, la orientación general del Minimumvitalismo no permite separar lo ético de lo político. En este sentido, éste puede enmarcarse dentro de las corrientes filosóficas occidentales más puras, donde el objeto fundamental no puede ser otra cosa que una reflexión situada en un contexto preciso.

De ahí que una de las orientaciones fundamentales que debe seguir el Minimumvitalismo sea convertirse en una filosofía política radical, es decir, que tenga como pretensión

282 intelectual el alcance de los fundamentos de las cuestiones políticas, por tanto, debe tener siempre como tarea insoslayable el determinar qué es en verdad lo realmente posible en la praxis política. En este sentido, el Minimumvitalismo debe apuntar desde su perspectiva filosófica, a estructurar lo social y lo político desde la absolutez de la vida como principio dinamizador de la realidad. Hay que reconocer, en esta perspectiva, que es la capacidad de compartir criterios de justicia, lo que capacita al hombre para una vida no sólo social, sino auténticamente política.

La realidad social de injusticia institucionalizada en todos los aspectos de la vida social de principios del siglo veinte en El Salvador y que continúa en los inicios del siglo veintiuno, muestra que para conseguir niveles de vida más ajustados a una verdadera humanidad, es necesario un apego a la justicia, particularmente a la justicia distributiva. En este sentido, la justicia es esencial para la construcción de una verdadera sociedad ya que el orden de la comunidad política se erige necesariamente en la administración de la justicia. Es aquí donde se enmarca el llamado que Masferrer hace a construir una nueva sociedad en la que impere la justicia. Para ello, indica un camino que conduce directamente a ésta y es hacer que se respete y promueva la vida. Pero para lograr el respeto a la vida, no basta con asegurarla en su manifestación biológica, sino llevar a cabo una vida buena y es sabido que no hay posibilidad de una vida verdaderamente buena si no es en un régimen socialmente justo. Aquí, cabe afirmar que sólo un régimen justo puede llegar a concretar un ambiente de seguridad pública. Es decir, que la seguridad pública es fruto del cumplimiento de la justicia y no meramente del ejercicio de la coerción.

Ahora bien, para alcanzar una vida justa en la sociedad, como es su interés, sea necesario una serie de condiciones materiales que la aseguren y sin las cuales nadie se consideraría propiamente humano. Por tanto, el vivir bien en Masferrer significa la supervivencia biológica, el bienestar social, moral y justo. Esto es lo que se ha buscado articular en este trabajo.

En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de estos pueblos prolongaría el proceso hasta bien entrado el siglo veinte. Este hecho debe enmarcarse en la perspectiva de la consolidación del sistema liberal en Centroamérica y concretamente en El Salvador. Para

283 los liberales, el orden era la razón de ser del progreso, de ahí la necesidad de legislar en torno a la propiedad de la tierra y del suministro de mano de obra. Este reordenamiento implicó, primero el debilitamiento de la Iglesia como factor de poder económico y político, lo que no produjo de ninguna manera el fin de la intervención de aquélla en los asuntos públicos. Segundo, el sometimiento de los centros de poder regionales al poder central con miras a sentar las bases para construcción de un Estado nacional. Y tercero, la desestructuración de las comunidades indígenas, con el resultado a un nuevo impulso a su cultura de resistencia expresada en forma de marginación y de rebeliones.

Masferrer cifró sus expectativas en la construcción de una patria donde la vida de los salvadoreños fuera viable de manera concreta y no idealista. Ello implicó para él la elaboración de una reflexión política que tuviera que ver con la realidad concreta que le tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y campesinos. Un pensamiento filosófico político al que le corresponde una ética, cuyo punto de inflexión fue la búsqueda de la transformación de la realidad de su tiempo, en una realidad más justa. Por ello estructuró su propuesta Minimumvitalista. Pensamiento que mejor expresa el contenido ético y político de una reflexión intelectual al servicio de la construcción de una sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no podemos vivir si no es en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa distribución de la tierra sea el elemento clave del pensamiento filosófico masferreriano, es decir, el Minimumvitalista.

La reforma del sistema de tenencia de la tierra es lo que está a la base de la propuesta ético-política de Masferrer. La tierra como el recurso fundamental para el desarrollo de la vida del ser humano. De ahí la centralidad del ser humano en su Minimumvitalismo, pero no un hombre idealizado sino un ser humano real, física y materialmente ubicado en espacio y tiempo concretos. Esa centralidad del ser humano real, en el Minimumvitalismo es la que lo ubica en el contexto histórico salvadoreño de 1880-1932; sólo que en el lado contrario del liberalismo. Es decir, desde la lucha por la justicia social.

El Minimumvitalismo masferreriano comporta una fundamentalidad filosófica en su vertiente ética en donde lo social y político son dimensiones fundamentales. Éstas son derivaciones del núcleo fontanal que para él constituye la vida. Por tanto, este pensamiento filosófico puede enmarcarse en la línea de la filosofía vitalista iniciada y desarrollada en Europa. De modo que para él, la vida es una y constituye un bien

284 supremo, cuya superioridad respecto de todo lo demás comporta su carácter de absolutez; y en sus manifestaciones, natural, animal y cósmica, generan el sustrato de su despliegue teórico. En esta reflexión filosófica se expone la defensa y la construcción de la vida, como elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida, es la clave hermenéutica para la formulación de la construcción de su pensamiento. En consecuencia, en la concepción filosófica de Masferrer la vida no se desliga de lo histórico-político.

El Minimumvitalismo masferreriano ha constituido una presencia filosófica en El Salvador, tan importante como inadvertida. Esto debido a intereses de grupos de poder que han manipulado el pensamiento masferreriano en función de sus intereses. Su estrategia ha consistido en presentar a un Masferrer romántico y lírico, ocultando al Masferrer crítico de las injusticias sociales. Sin embargo, por honestidad intelectual, en El Salvador se le debe hacer justicia a Masferrer, haciendo una lectura integral y no caricaturesca de su obra. En esta perspectiva, esta investigación concluye que la obra intelectual de Masferrer constituye una Ética humanizadora y orientada a una praxis política concreta. Es aquí donde tienen cabida el Partido Vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista.

No obstante, el Minimum Vital se ha interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores sino también por algunos de sus seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el Minimum Vital recomienda, por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo poco a poco y no morir de hambre violentamente. Por el contrario, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación, Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.

Con la concreción del Minimumvitalismo Masferrer busca un equilibrio social que implique, por un lado, que grandes sectores de la sociedad salvadoreña dejen de ser miserables y que nadie pueda comprar su fuerza de trabajo mediante un salario de hambre. Y por otro lado frene y ponga límites a la codicia infinita de los ricos, que conducen a aquellos al desmedro y deterioro físico y moral. En este marco se ubica el llamado de Masferrer a

285 que El Salvador retome una visión más equitativa del sistema de tenencia de la tierra orientada a una visión más comunitaria y a que los gobernantes de su época organicen un Consejo Económico, ya que la economía es en realidad un cuarto poder en El Salvador.

Visto el Minimumvitalismo desde esta nueva perspectiva, se abren también nuevos campos de investigación en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y particularmente en El Salvador. Los campos de investigación en este terreno tienen que ir en el proceso de instalar el pensamiento filosófico de Masferrer como una Ética que da cada vez más de sí como quehacer iluminador en la construcción de una sociedad más humanizada y humanizante.

El pensamiento filosófico vitalista masferreriano no debe ser considerado una teoría localista correspondiente exclusivamente a la realidad salvadoreña, sino que por sus pretensiones últimas de justicia y radicalidad en el respeto y la promoción de la vida en todas sus expresiones, es también un quehacer intelectual centroamericano y latinoamericano.

Para Masferrer, ascender a una sociedad más justa en El Salvador y en Centro América es alcanzable únicamente por la labor ingente de un Hombre Nuevo cuya labor individual no se termina en una reflexión intimista y solipsista sino en una actividad política en el puro sentido del término. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.

Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión intelectual y a la historia de las ideas y del pensamiento centroamericano, éstos son la formulación de la nación étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la cultura, el feminismo masferreriano, etc. En este marco, Masferrer junto con otros pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las dos corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.749 Masferrer negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la construcción de la nación, porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más excluidos en su acceso a los derechos mínimos, como eran la tierra, el trabajo, la salud, etc. Es más, cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad salvadoreña como 749

Cfr. Casaús, Op. Cit., p. 87.

286 una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los trabajadores, campesinos, niños y mujeres salvadoreñas.

Podemos concluir que el Minimumvitalismo de Masferrer mueve a pensar que para analizar y resolver los problemas sociales de un pueblo hay que partir de la realidad socioeconómica e histórica en que está inmerso ese pueblo. De esa manera las soluciones serán también reales y factibles. Como sabemos por la experiencia, hoy más que en su época, se violan los derechos humanos de los salvadoreños; hoy se malversan más y se roban los fondos públicos; hoy la droga y el aguardiente se consumen más o igual que en la época en que Masferrer la denunció. Si así son efectivamente las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales del país, no hemos hecho progresos en relación con la realidad que le tocó vivir a Masferrer, por eso su doctrina tiene vigencia plena aún en nuestros días. La libertad de pensamiento, de tránsito y de reunión, para Masferrer son en realidad necesidades más bien que derechos. Por tanto, están inscritos en la naturaleza del ser humano y simplemente deben ser reconocidos, si fueran derechos artificiosos habrían de ser concedidos, mientras que las necesidades, como la de alimentarse y la de dormir son funciones naturales que nacen con el hombre y que ninguna sociedad y mucho menos ningún Estado los concede.

Es aquí donde entran en coincidencia la propuesta intelectual de Ignacio Ellacuría respecto de la teoría de los derechos humanos en occidente y la visión masferreriana de una sociedad más justa y equilibrada. Para Ellacuría la utopía siempre deberá ser el motor que impulse la permanente humanización pues de lo contrario es fácil caer en una ilusión que oculte lo que en realidad se hace: establecer un orden que una vez instituido buscará la perpetuación, y es cuando los derechos humanos se convierten en un discurso de legitimación y ya no de utopía. De ahí que las concepciones de derechos humanos que dan prioridad al formalismo institucional y sistemático, por encima de la realidad histórica y las necesidades de los seres humanos, sean estáticas y cierren la puerta a cualquier dimensión transformadora que puedan tener.

En este sentido, reivindicar el principio de la vida y de la solidaridad por encima del principio de la eficiencia empresarial y del mercado capitalista es una manera en que los derechos humanos pueden mostrarse como momento intelectivo de la praxis de liberación. De ahí que comprender los derechos humanos como ideales utópicos

287 posibilita, entonces, que no se conviertan en un discurso hegemónico que impida y anule el proceso de liberación, sino al contrario, que sean momentos ideológicos que faciliten la construcción de prácticas sociales e históricas que permitan al ser humano vivir con el máximo de dignidad.

288

ANEXOS

ANEXO 1: Ahí va la sonda

289 Este documento constituye el contenido de un panfleto que Masferrer divulgara en 1930 a efecto de saber cuál es la opinión de la población en caso de que él aceptara postularse como candidato presidencial.

Esto es lo que dice la sonda:

A la insinuación de algunos grupos de amigos simpatizantes para que se me proclame Candidato a la Presidencia de la República, he respondido con el siguiente artículo, publicado en Patria el 1° de agosto de 1930.

El lector ha de fijarse bien que no es un programa definitivo, sino el armazón económico del mismo, en globo, y prescindiendo todavía de muchos aspectos interesantes. En fin, una Sonda.

Un programa electoral, según yo lo entiendo, es un compromiso de honor entre el candidato y sus electores. Y además, es una especie de contrato formal, aunque implícito, que le da el gobernante el derecho de rehusar toda exigencia que le aparte de su programa, y le impone al país la obligación de secundar al gobernante en la realización de ese programa que, por el hecho de su aceptación, significa ya una comunidad de ideales entre el elegido y electores.

Por esto ha de ser el programa de tal manera concreto, claro, sencillo y práctico, que nadie pueda luego excusarse de su incuria, infidencia o inepcia, alegando que no había interpretado de otra manera, o que las circunstancias han cambiado.

El candidato electo ha de sentirse, y se le debe considerar, como el arquitecto encargado de una edificación según previo y convenido plan, que no podría modificarse en nada sustancial, sin previo examen y anuencia de quien paga el trabajo. Fuera de esta manera de entender las cosas, me parece a mí que todo lo demás es embrollo o ignorancia o apatía.

En este momento y en nuestro país, un programa ha de ser, necesaria y principalmente, un programa económico. Porque en todas partes y muy especialmente aquí, la cuestión capital, el problema de los problemas, es cómo se va a vivir y de qué se va a vivir. En

290 torno a eso, y según la conexión más o menos estrecha que guarden con esta viga maestra del edificio, se dispondrán los otros puntos del programa que sean de utilidad y transcendencia evidentes.

Atendiendo absolutamente a ese criterio, expongo en seguida lo que sería el armazón de mi programa en caso de proclamarse candidatura, y lo expongo, no como anhelos más o menos fervorosos pero sujetos a permanecer en el limbo de los ensueños, sino como propósitos, de los cuales yo no consentiría en apartarme. Un poco más, un poco menos en la medida y en el tiempo; alguna relativa flexibilidad impuesta por el ambiente y que es tan propia de las cosas humanas; el contentarse con andar quince leguas en vez de las veinte que se quería andar, -es inevitable y ha de tenerse como probable, si no es uno un fanático peligroso, o un loco, desentendido enteramente de las realidades.

Pero, descontada esa conformidad tan natural y aceptable, yo no consentiría que se me desviara gravemente de mis propósitos, y mucho menos que se me exigiera prescindir de ellos.

Estos propósitos esenciales, que pudieran muy bien incluirse en la Economía del Mínimum Vital, son los que detallo en seguida, y su lectura detenida, atenta y meditada, servirá para que cada uno de mis simpatizantes vea dentro de su conciencia, cuál es su verdadera y firme actitud respecto de mi:

Yo quiero,

1°.- Que no se contraiga ningún empréstito exterior,

2°.- Que no haya presupuestos con déficit. Ni partidas globales mayores de diez mil colones cada una. Ni eventuales que pasen, en todo, de cien mil colones.

3°.- Que no se otorgue concesión ni se celebre contrato por más de veinticinco años. Y que toda contrata o concesión que afecte a todo el país, sea sometida al examen y aprobación de los concejos Municipales.

291 4°.- Que se funde el Banco del Pueblo, con préstamos de cinco a cincuenta colones; sin más garantía que la calificación moral de la persona, y con intereses no mayores del 15 por ciento al año.

5°.- Que se graven los solares sin edificar con un 5 por ciento anual de su valor en venta, y que ese impuesto se aplique exclusivamente, a la construcción de casas municipales de alquiler, de precio ínfimo y medio.

6°.- Que se graven las tierras incultas con un cinco por ciento anual de su valor en venta, y que el impuesto se aplique exclusivamente a la compra de tierras comunales.

7°.- Que se grave toda tierra rural, cultivada, que exceda de cien manzanas, con el uno por ciento anual de su valor actual, y que su producto se aplique, exclusivamente, a la compra de tierras para construir los bosques del Estado.

8°.- Que toda herencia mayor a cien mil colones se reparta así: 70 por ciento a la familia legítima, natural o adoptiva; 20 por ciento para el municipio, y 10 por ciento para la Nación.

9°.- Que toda herencia mayor de 500,000 colones se divida así: 60 por ciento para la familia, 25 por ciento para el municipio, y 15 por ciento para el Estado.

10°.- Que las rentas municipales se inviertan exclusivamente en cosas de la jurisdicción municipal respectiva, y los nacionales exclusivamente en otras de la nación.

11°.- Que en ningún caso puedan comprometerse las rentas municipales por más de diez años, ni las nacionales por más de veinticinco.

12°.- Que no se comprometan nunca las rentas del municipio por más del valor de un tercio de la renta anual, ni las de la Nación por más del valor de la mitad de la renta anual.

13°. Que ningún capital hecho en el país se extraiga definitivamente de él, sin dejar a favor del Fisco un 20 por ciento de su importe.

292 14°. Que a nadie pueda ejecutarse por deudas, sin dejarle un 20 por ciento de su haber, si la deuda no excede de 100,000 colones, y un 10 por ciento si fuere mayor.

15°.- Que la casa familiar, única y de precio medio o ínfimo, sea inembargable.

16°. Que la posesión rural, familiar, única y de precio ínfimo, sea inembargable.

17°.- Que se graven las casas no familiares, que excedan de 30,000 colones, con un uno por ciento de su valor actual.

18°.- Que se fije un salario vital o mínimo a los jornaleros del campo, y que este salario ascienda o descienda por encima de mínimun, según el precio de las cosechas y el precio de los productos.

19°.- Que las municipalidades adquieran los actuales mercados de víveres, o construyan otros, donde las vivanderas no paguen impuesto de ninguna clase.

20°.- Que se proteja al trabajo de las mujeres proletarias o semiproletarias salvadoreñas, no permitiendo a ningún extranjero emplearse en aquellas ocupaciones de industria, oficio o comercio, que constituyen el pasar habitual de muchas mujeres.

21°.- Que no se haga ningún trabajo de edificación ni de mobiliario y otro cualquiera que sea posible hacerlo nosotros, sino por obreros del país; acudiendo únicamente a técnicos extranjeros, para que enseñen o dirijan, cuando no los hubiere aquí.

22°.- Que a ningún empleado privado o público que hubiere prestado servicios continuos por más de cinco años, se le pueda despedir sin aviso previo de seis meses; y sin indemnizarle, -caso de no comprobársele culpabilidad–, con un quince por ciento del total de sus sueldos devengados, si éstos no pasasen de treinta mil colones, y con un diez por ciento, si excedieron de esa cantidad. El mismo régimen deberá aplicarse a los obreros, después de tres años de servicios continuos; salvo para todos, el caso fortuito o de fuerza mayor.

293 23°.- Que el Ejército abra y mantenga las carreteras nacionales, y plante y conserve los bosques del Estado.

24°.- Que el vestido de los niños de madres desvalidas se constituya en obligación municipal, y su asistencia médica, incluso medicinas, en obligación del Estado.

25°. Que la Escuela primaria prolongue su tiempo hasta los diez y siete años, con horarios decrecientes; y que se organice de tal manera, en cuanto a enseñanza y tendencia que se encamine directamente a formar trabajadores eficientes y perfectamente capacitados para subvenir a sus necesidades.

Poco más, poco menos. Dice Goethe, hablando de los anhelos del hombre, que sale temprano por la mañana en busca de una golondrina, y gracias a eso a la tarde regresa con una lagartija. Yo me resignaría a no coger la golondrina, y me conformaría con otro pájaro cualquiera, que volara de veras. Para volver con una lagartija, mejor no salir.

Y este es mi sondaje, y es probable que los simpatizantes se me vayan y los indiferentes me hagan las cruces, pensando estar en presencia del Diablo. Pero yo, pienso así, y no puede ser de otra manera.

Doy, pues, cumplidas gracias a quienes me favorecen con simpatías, y a todos saludo, recordando aquella frase popular tan gráfica: Ya saben donde vivo. Agosto de 1930. A. Masferrer.

ANEXO 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorarán la cultura salvadoreña

294 Masferrer, en su artículo La cultura por medio del libro propone la fundación de Bibliotecas Públicas en los municipios, que contengan al menos cien libros que sirvan para la formación cultural de los salvadoreños y afirma que “si fundáramos las bibliotecas municipales sobre la base de lectura amena, habríamos hecho algo muy importante en este ramo de crear diversiones para el pueblo.”750 Concluye asimismo que “en nuestra lista no han de figurar sino libros que, por ser divertidos no sean mentirosos, y que no sean obscenos y que no dejen un concepto demasiado estrecho de la vida y que no exijan demasiada técnica como algunos del encantador de Julio Verne. ¿Bastaría con eso? amenidad, inteligencia, decencia, verdad, amplitud y sencillez, paree casi todo lo que deberíamos exigir en los libros que vamos a poner en manos de nuestro pueblo.”751 En este sentido para Masferrer, “todo lo que han creado de hermosura, de arte, de verdad, de bondad, los grandes escritores que son, por ello, los mejores y más grandes maestros de la humanidad.”752

Cien libros de primer orden que sean obras de arte, obras amenas, sanas, discretas, optimistas, instructivas y sugestivas. Como si dijéramos, cien diamantes o cien rubíes extraídos de las minas de la literatura, de la historia, de la ciencia, de la religión, de la moral.753 Para él, “no es perfecta la lista que hemos formado, hay en ella una veintena de obras que podrían substituirse ventajosamente con otras; pero ello no es posible por el momento. En todo caso, estamos seguros de no haber incluido en nuestra lista ningún libro tonto ni perverso.”754 He aquí la lista755:

1. Fábulas, de Samaniego. 2. Cuentos, de Charles Perrault 3. Cuentos, de Hans Christian Andersen 4. Cuentos y Fábulas, de León Tolstoi. 5. La Tierra, de Vidal de la Blache. 750

Masferrer, A., Obras Escogidas, Op. Cit., p. 104. Ibidem, p. 111. 752 Ibidem, p. 112. 753 Ibidem, p. 112. 754 Ibidem, p. 112. 755 Para comodidad del lector, los títulos los pongo en cursiva. El original los pone en letra normal. 751

295 6. El África Tenebrosa, de Enrique M. Stanley. 7. El Arroyo, de Eliseo Reclús. 8. Luz y Vida, de Karl Georg Büchner. 9. Colección de Cartillas Científicas, de Edwar V.Appleton. 10. Teatro Selecto, de Calderón de la Barca. 11. Dramas, de Friedrich Schiller. 12. Comedias, de Bretón de los Herreros. 13. Un enemigo del pueblo, Henrik Ibsen 14. El Avaro, de Moliere 15. Comedias Escogidas, de Juan Ruiz Alarcón. 16. Comedia de equivocaciones, deWilliam Shakespeare. 17. La Tempestad, de W. Shakespeare 18. Sueño de una noche de verano, de W. Shakespeare. 19. Macbeth, de W. Shakespeare. 20. Dramas y Leyendas, de José Zorilla. 21. El Bufón de las familias 22. El Pájaro, de Michelet 23. El Insecto, de Michelet 24. Las Abejas, de Maeterlinck 25. Viajes escolares, de Topffer 26. Las Flores animadas, de Grandville 27. La Vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne 28. Miguel Strogolff, de Julio Verne. 29. Viajes del capitán Grant, de Julio Verne 30. El País de las Pieles, de Julio Verne 31. Libro del hombre de bien, de Benjamín Franklin 32. Ayúdate, de S. Smiles. 33. Vida y Trabajo, de S. Smiles 34. La vida Sencilla, Ch. Wagner 35. Junto al hogar, de Ch. Wagner 36. La Alegría de vivir, de Orison Swett Marden 37. El Poder del pensamiento, de O. S. Marden 38. Los Nueve libros de la Historia, de Herodoto 39. Historia de la conquista del Perú, de Guillermo H. Prescott

296 40. Historia de la conquista de México, Antonio de Solís 41. Bolívar y la emancipación hispanoamericana, de Mancini 42. Vidas Paralelas, de Plutarco 43. Memorias del príncipe, de Piort Kropotkine 44. Memorias, de Benvenuto Cellini 45. Civilizadores y Conquistadores, de Alphonse de Lamartine 46. Rimas, de Gustavo A. Becquer 47. Versos, de Francisco Gavidia 48. Cantos del hogar, de J. de DiosPeza 49. Poesías Líricas, de Espronceda 50. Poesías Escogidas, de Campoamor 51. El Cancionero, (traducción de Llorente). 52. Tierras del Cielo, de Flamarión 53. Los tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas 54. Veinte años después, de Alejandro Dumas. 55. La Dama de Montsoreau, de A. Dumas. 56. Rob Roy, de William Scott 57. Quintin Durward, de Walter Scott 58. Ivanhoe, de Walter Scott 59. Fabiola, de Cardenal Wisseman 60. Diario de un niño de pecho, de Carlos Eugenio Smidt 61. Educación de las Madres de familia, de Aimé Martín 62. El cuerpo y el alma del niño, de Aimé Martín. 63. Cuentos, de Grimm y de Perrault 64. Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes 65. Educación de los Jóvenes, de Fenelón 66. Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes 67. Lazarillo de Tormes, de H. de Mendoza. 68. Viajes de Gulliver a Liliput 69. El príncipe perro, de Laboulaye 70. El Gobierno Municipal en Estados Unidos 71. Cartas y Discursos, de Abraham Lincoln 72. La conquista del pan, de Piort Kropotkine 73. Los hombres en el año tres mil, de Guiton Onoffre

297 74. El Trabajo, de Timoteo Bodareff 75. Orlando furioso, de L. Ariosto 76. Las Mil y una noches, Anónimo 77. La vida devota (traducción de Quevedo), San Francisco de Sales 78. Florecillas de San Francisco de Asis 79. El Libro del Trópico, de Arturo Ambrogi 80. La hija del adelantado, de José Milla. 81. La Odisea, de Homero. 82. El País de los Ciegos, de H. Wells 83. Robinson Crusoe, de Daniel Defoe 84. La Isla del Tesoro, de Stevenson 85. David Copperfield, de Charles Dikens 86. El Príncipe feliz, de Oscar Wilde 87. El Vicario de Wakefield, de Goldsmith 88. Los Trabajadores del mar, de Víctor Hugo. 89. El Noventa y tres, de Víctor Hugo 90. Los Miserables, de Víctor Hugo 91. Corazón, de D´Amicis 92. La cabaña del tío Tom, de Beecher-Stowe. 93. Abajo las Armas, de Berta de Sutner 94. Resurrección, de León Tolstoi 95. Amor y Matrimonio, de León Tolstoi 96. La muerte de Iván Ilych, de León Tolstoi 97. Historias extraordinarias, de Edgard Alan Poe 98. Confesiones de un médico, de Veresaief 99. La Ciudad y las Sierras, de E. de Queiroz 100. Obras de fígaro, de Mariano José de Larra.

ANEXO 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer

298 DECRETO N° 152 La Asamblea Nacional Legislativa de la República de El Salvador, CONSIDERANDO: Que la labor desarrollada durante toda su vida por el ilustre salvadoreño don Alberto Masferrer como publicista, es de aquéllas cuyo mérito cada día se patentiza más y se hace más digna de aprecio; Que esa labor, por su belleza y por sus nobilísimas tendencias, merece conservarse como un Tesoro de la Nación para que en ella, como un ejemplo, se inspire la juventud y sirva de estímulo para la forja del porvenir; Que la obra filosófica y literaria de este Grande Hombre corre riesgo de perderse si no se edita convenientemente, hoy que aún es fácil su compilación; Que esta labor debe realizarse por cuenta del Estado por ser obligación de éste la conservación de esta clase de tesoros para afirmar las características intelectuales que den personalidad moral y sello propio a la Patria; Por tanto: en uso de sus facultades constitucionales, DECRETA: Art. 1°- Compílese y edítese en los Talleres de la Imprenta Nacional por cuenta del Estado, la obra literaria del maestro Alberto Masferrer. Art. 2°- El Poder Ejecutivo se encargará de dar cumplimiento a esta disposición a la mayor brevedad posible. Dado en el Salón de Sesiones del Poder Legislativo. Palacio Nacional, San Salvador, a los once días del mes de agosto de mil novecientos treinta y tres. R.V. Morales, Presidente.- P. GUZMÁN TRIGUEROS, Srio.- Franco. Federico REYES, Secretario. Maximiliano Hernández Martínez, Presidente Constitucional. Salvador Castaneda Castro, Ministro de Gobernación. (Publicado en el Diario Oficial N° 179, Tomo 115 de fecha 16 de agosto de 1933).

DECRETO 269

299 EL CONSEJO DE GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LA REPÚBLICA DE EL SALVADOR, CONSIDERANDO: I.- Que el cuatro de septiembre próximo entrante, se cumple el décimo séptimo aniversario de la muerte de don Alberto Masferrer, renombrado filósofo, maestro y escritor, gloria y prestigio de la República; II.- Que es un deber del Estado honrar la memoria de quienes supieron dar nombre y prestigio a la Patria, ya que el culto hacia los ilustres desaparecidos, al mismo tiempo que elevada expresión de una clara conciencia nacional, es estímulo eficaz en el desarrollo de las más altas virtudes cívicas en las generaciones futuras del país. POR TANTO, En uso de las facultades que le confiere el Decreto N° 1, de 16 de diciembre retropróximo, publicado en el Diario Oficial N° 276, Tomo 145, de la misma fecha, DECRETA: Art. 1°- Declárase monumento nacional la tumba de don Alberto Masferrer. Art. 2°- El Ministerio de Cultura se encargará de mantener dignamente presentado dicho monumento. Art. 3°- Autorízase al Director del Cementerio General de esta ciudad, para que, libre de derechos permita el depósito de los restos mortales del Maestro Alberto Masferrer, en el puesto de mausoleo N° 5, interior del cuadro “R” del expresado Cementerio. Art. 4°- Este decreto entrará en vigor desde el día de su publicación en el Diario Oficial. DADO EN LA CASA DEL CONSEJO DE GOBIERNO REVOLUCIONARIO: San Salvador, a los treinta días del mes de agosto de mil novecientos cuarenta y nueve. Dr. Humberto Costa, Mayor Oscar Osorio, Mayor Oscar A. Bolaños, Doctor Inf. Reynaldo Galindo Pohl, Rubén H. Dimas, Ministro de Cultura; Dr. Eduardo Barrientos, Ministro de Asistencia Social. (Publicado en el Diario Oficial N° 190, Tomo 147 de fecha 31 de agosto de 1949).

DECRETO N° 543 LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA REPÚBLICA DE EL SALVADOR.

300

CONSIDERANDO: I. Que la Liga Femenina Salvadoreña y el Comité Vitalista Pro-Centenario del Maestro “Alberto Masferrer” solicitan un homenaje nacional con motivo del centenario del nacimiento del Maestro Alberto Masferrer; II.- Que el artículo 196 de nuestra Constitución Política declara: que es obligación del Estado la conservación, el fomento y la difusión de la cultura; III.- Que tributar homenaje de respeto y reconocimiento a los grandes hombres que en su trayectoria por la vida se han consagrado en el campo de la cultura, constituye un deber ciudadano de alto significado, ya que contribuye en la orientación positiva de las nuevas generaciones; IV.- Que el Maestro Alberto Masferrer con su pensamiento ético, social y político que satura sus numerosas obras literarias y con su actitud digna en toda la extensión de la palabra, se perfila como uno de los más altos valores de nuestra Patria; POR TANTO, En uso de sus facultades constitucionales y a iniciactivaa de los Diputados señores Hermelinda Rivas v. de Rosales, Antolín de Jesús Castillo, Abel Salazar Rodezno, Mario Oscar Godínez, Juan Ricardo Ramírez Rauda y Jesús Silvestre Mestizo DECRETA: Art. 1- Declárase el año de 1968, “Año de Alberto Masferrer”. Art. 2.- El presente Decreto entra en vigencia desde el día de su publicación en el Diario Oficial. DADO EN EL SALÓN DE SESIONES DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA: PALACION NACIONAL: San Salvador, a los veinte días del mes de diciembre de mil novecientos sesenta y siete. Francisco José Guerrero, Presidente; Julio Hidalgo Villalta, Vice-presidente; Edgardo Napoleón Delgado, Vice-presidente; José Francisco Guerrero, Primer Secretario; Julio Góchez Calderón, Segundo Secretario. Miguel Angel Ariz Lagos, Segundo Secretario. CASA PRESIDENCIAL: San Salvador, a los veintiún días del mes de diciembre de mil novecientos sesenta y siete. PUBLÍQUESE:

301

Fidel Sánchez Hernández, Presidente de la República. Francisco Armando Arias, Ministro del Interior. PUBLÍQUESE EN EL DIARIO OFICIAL Enrique Mayora Rivas, Secretario General de la Presidencia de la República. (Publicado en el Diario Oficial N° 235, Tomo 217 de fecha 21 de Diciembre de 1967).

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