Un Dios santo y justo (Joel)

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Casa Publicadora Brasilera Comentarios de la Lección de Escuela Sabática II Trimestre de 2013 Los orígenes

Lección 3 (13 al 20 de Abril de 2013)

Un Dios santo y justo (Joel)

Luiz Gustavo S. Assis

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¿Cómo debemos reaccionar ante una tragedia? Esta pregunta es crucial para que entendamos el mensaje del libro de Joel. Verdaderamente los problemas de los días del profeta deberían ser considerados como juicios sobre una nación desobediente al pacto con su Dios. Esa fue una de las motivaciones para que esta obra literaria fuera compuesta. Además, el escritor bíblico estaba preocupado con la postura del pueblo ante tamañas calamidades. Considerándolo de este modo, no se trata meramente de un antiguo libro sin relevancia para nosotros. Vivimos en una época en la que los desastres naturales y las calamidades forman parte de nuestra vida de todos los días. Así, ¿cómo debemos reaccionar ante tales acontecimientos?

Conociendo el libro Así como sucede con el profeta Oseas, disponemos de muy pocos datos acerca de quién fue Joel. Así como ocurre con la mayoría de los nombres bíblicos, Joel está compuesto por dos palabras: Yo (una de las formas para abreviar el sagrado nombre de Dios), y el sustantivo hebraico ‘el, que significa Dios. Su nombre, por lo tanto, sería algo así como “el Señor es Dios”. El nombre de su padre, que aparece en el versículo 1, puede ser tanto Betuel como Petuel, siendo que existe una ligera diferencia entre la versión hebrea y griega del libro. No obstante, la autoría del libro no es el propósito de este comentario. Lo mismo puede decirse sobre la fecha de la composición de la obra. Joel no menciona ninguna fecha o el nombre de algún rey israelita que nos ayude a fechar el libro. Algunos eruditos afirman que el profeta pudo haber escrito su mensaje alrededor del siglo V a. C., o sea, luego de período de cautiverio de los judíos en Babilonio. Otros, sostienen una fecha anterior, alrededor del siglo VII a. C., cuando los asirios ya habían destruido el reino del Norte (Israel), y representaban una amenaza también para el reino de Judá. No hay necesidad de ser dogmáticos en estas cuestiones, puesto que ni siquiera el autor del libro lo consideró algo importante. No obstanGraduado en teología en la Universidad Adventista de San Pablo (Campus 2, Engenheiro Coelho), actualmente se desempeña como pastor en el Distrito de barrio Sarandí, en la zona norte de la ciudad de Porto Alegre (estado de Río Grande do Sul, Brasil). Está casado con Marina F. Garner, también graduada en teología y profesora de Educación Religiosa en dos colegios adventistas de la misma ciudad. Recursos Escuela Sabática ©

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te, quiero presentar tres razones por las cuales creo que la segunda opción (siglo VII a. C.) puede ser la época en la que el profeta Joel desempeñó su ministerio: 1. Joel no hace ninguna mención al reino de Israel, ni a su capital Samaria, sugiriendo con ello que podrían ya haber sido destruida, evento que ocurrió en el año 722 a. C. El libro, por lo tanto, pudo haber sido escrito después de ese incidente. 2. Los muros de Jerusalén son mencionados en Joel 2:7-9, lo debiera indicar que esa descripción fue hecha antes de la destrucción de la ciudad, llevada a cabo en el año 586 a. C., cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, la destruyó en su totalidad. 3. Los servicios de adoración figuran como siendo realizados en el templo (Joel 2:15-17), lo que también sugiere que eso habría ocurrido antes de la destrucción de la ciudad, tal como ha sido mencionado anteriormente. Esta época se caracterizó por una gran inconstancia espiritual de los líderes de la nación. Si nuestra reconstrucción del período histórica fuera la correcta, se necesitaba mucho más que el mensaje de un profeta para conducir a la nación de vuelta a Yahweh, el Dios de Israel, aun cuando su mensaje involucrara una calamidad.

El mensaje de Joel Se presenta a continuación una estructura sugerida del libro de Joel. I.

Invasión de las langostas y el llamado al arrepentimiento (1:1 – 2:17). a. Llamado a la oración y la contrición (1:1-14) b. Anuncio del “Día del Señor” (1:15 – 2:11). c. Llamado al arrepentimiento y la oración (2:12-17).

II. Salvación en el Día del Señor (2:18 – 3:21). a. Restauración de Judá (2:18-27) b. Renovación del pueblo (2:28-32). c. La llegada del “Día del Señor” (Oseas 3). Como puede verse, el “Día del Señor”, es una expresión clave en el libro de Joel, así como para otros profetas que serán estudiados a lo largo del trimestre. Ese “día”, fue presentado por Joel de dos maneras, las cuales son, justamente, los principales temas del libro. Juicio. En el capítulo inicial del libro se describe una calamidad asoladora de la vida de los moradores del reino de Judá. Un ejército de langostas estaba asolando la nación. Es interesante notar que este tipo de “ejército” aparece en diversos pasajes del Antiguo Testamento (Jueces 6:5; Jeremías 46:23; 51:14, 27; Nahúm 3:15). Un ejército de langostas estaba destruyendo la nación. No sólo en la Biblia hebrea, sino también en tabletas cuneiformes encontradas en las ruinas de Ugarit, actual Ras Shamra, en Siria, existen menciones a las langostas marchando como un ejército para destruir. Tal situación significaba diversos problemas para la economía y la subsistencia de la nación. En Joel 1:4 se mencionan cuatro palabras afines a “langosta”. Es muy probable que sea una referencia a las cuatro etapas del crecimiento de ese insecto. Las Recursos Escuela Sabática ©

langostas no dejaron nada (Joel 1:16-18). Tal como lo menciona la lección, para una sociedad agrícola en la que todo lo que se cultivaba era para la subsistencia de la familia, una plaga como esa debió haber causado un estado de desesperación en Judá. Desesperación porque, además del hecho de que una cosecha fuera destruida, la economía no podía permanecer estable. Además, sería necesario aguardar todo un período de siembra y cosecha para lograr aprovechar lo que se había plantado. Estamos hablando de un período de aproximadamente un año. Durante ese tiempo, muchas familias judías debieron haber vivido en los márgenes de la pobreza. Joel aprovechó esa calamidad para llamar la atención del pueblo a su deplorable estado espiritual. Para él, la destrucción causada por las langostas era un anuncio divino de que algo peor vendría como consecuencia del apartamiento de Dios de parte de los líderes religiosos y el resto de la nación. Es en tal sentido que se emplea la expresión “Día del Señor”. Hace referencia a la plaga de las langostas (Capítulo 1); al ejército invasor (2:10); a la batalla final en el juicio definitivo (capítulo 3) y al derramamiento del Espíritu Santo (2:28). Joel describe a ese día como “cercano”, y llegando como una “devastación” por el Todopoderoso (Efesios 1:15); un “día de tinieblas y oscuridad” (2:2); muy terrible. Entonces formula una pregunta retórica: “¿Quién lo podrá soportar?” (2:11). Al mismo tiempo en se hace necesario presentar esta faceta del castigo divino, el “Día del Señor”, es necesario que lo equilibremos con el otro lado de la justicia divina. Algunas señales anunciarían ese día: “…tiembla la tierra, se estremece el cielo. El sol y la luna se oscurecen, y las estrellas retraen su resplandor” (2:10). Estas mismas señales son mencionadas más tarde en el versículo 31: “El sol se volverá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso del Señor”. Los mismos eventos también pueden verse en Joel 3:15. Estos pasajes fueron mencionados más tarde por el propio Jesús (Mateo 24:29) y por Juan (Apocalipsis 6:12, 13), en referencia a eventos que tendrían lugar antes de la Segunda Venida de Cristo. Sin embargo, es interesante recordar que tales señales ocurrieron en ocasión de la propia muerte de Jesús. Hubo un terremoto, una oscuridad e incluso algunas personas volvieron a la vida. Los eventos que atribuimos a la Segunda Venida de Cristo ocurrieron en el momento de su muerte. Y todos esos eventos apuntaban a un día de juicio, el Día del Señor. En otras palabras, en aquél viernes, a las 15 horas, hubo un juicio sobre el Hijo de Dios colgado en la cruz. Como Representante de toda la raza humana, estaba recibiendo el castigo por el pecado de la humanidad. Los espectadores de aquella dramática escena del sacrificio de Jesús, quienes conocían las profecías del Antiguo Testamento relacionadas con el “Día del Señor” percibieron que algo mucho más grande estaba sucediendo en aquél lugar denominado Gólgota, o 2 Calvario. El “Día del Señor” estaba sucediendo exactamente allí. Tal como Pablo escribió, “Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros legásemos a ser justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). El propio Dios recibió el juicio por nuestros pecados para que nosotros pudiéramos tener vida abundante. 2 Con esto, no estoy pretendiendo sugerir que la tradicional interpretación adventista del día oscuro y la luna roja como sangre, ambos hechos ocurridoes en 1780; ni la caída de las estrellas de 1833, no tengan validez. William Shea, uno de los principales eruditos adventistas del siglo pasado, presenta esta posibilidad de que el “Día del Señor” haya ocurrido en los días de Joel, en la era apostólica, y en los eventos naturales relacionados con la venida de Cristo en esos mismos actos. Ver William Shea, A Marcha dos Sinais, Ministerio, mayo/junio de 1999, pp. 12, 13. Recursos Escuela Sabática ©

Arrepentimiento y salvación A partir de Joel 2:12-17, la expresión clave es “convertíos ahora a mí con todo vuestro corazón”. Ya se ha mencionado en el segundo comentario de la lección sobre Oseas que el verbo en hebreo traducido como convertir es shub, que también significa volver. Este verbo aparece dos veces en este texto (versículos 12 y 13). Tal arrepentimiento debía ser mostrado de modo íntimo, evidenciado en una vida de oración, tristeza por los actos pecaminosos, ayuna y solemne convocación. Todos debían participar de este reavivamiento nacional (versículo 16). Todos debían tener el objetivo de suplicar el perdón divino por los pecados de la nación. La crisis abrió los ojos del pueblo para que percibiera su degradación en su relación con Dios. En el pacto entre Dios e Israel, las promesas de bendiciones podían convertirse en maldiciones y viceversa, según la obediencia de los israelitas (Deuteronomio 28; Jeremías 18:1-10). Es exactamente eso lo que podemos ver en Joel. Cuando el pueblo se arrepintió (shub) de sus malos caminos, los mensajes de juicio se convirtieron en 3 mensajes de salvación y restauración (versículos 18 al 32). Aquello que fue destruido por las langostas, sería restaurado a un nivel mucho mejor. Tal restauración traspondría los límites de aquello que es material y coronaría a la nación con la mejor de las dádivas: el Espíritu de Dios. Muchos siglos antes de Joel, Moisés había expresado su deseo de que todo el pueblo de Israel recibiera el Espíritu de Dios (Números 11:29). Joel muestra el anhelo divino de cumplir con este sueño del mayor líder que el pueblo de Israel había conocido. El Espíritu de Dios sería derramado “sobre toda carne”. Hombres, mujeres, niños, ancianos, siervos y siervas recibirían el Espíritu de Dios sobre ellos y estarían así capacitados para profetizar, o sea que serían portavoces de Dios para hacer conocido su Nombre (Juan 2:28, 29). Incluso la naturaleza se uniría en esta tarea de anunciar el “Día del Señor” (versículo 31). Es en este punto del libro que nos encontramos con un importante versículo para la comprensión de un tema intrigante en el libro de Apocalipsis. “Y todo el que invoque el Nombre del Señor será salvo. Porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como el Señor ha prometido; y entre los sobrevivientes a quienes Él llame” (Joel 2:32). En relación a los 144.000, Juan escribió: “Entonces miré y vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él 144.000 que tenían el Nombre del Cordero y el Nombre de su Padre escrito en sus frentes” (Apocalipsis13:32). El mejor modo de entender el Apocalipsis es conocer bien el Antiguo Testamento. Prácticamente en todos los pasajes de libro existe alguna clase de mención o el eco de un pasaje o evento de la Biblia hebrea. Recordemos que, al describir a los 144.000, el lenguaje de Juan es muy semejante al de Joel. Ambos hablan del Nombre del Señor (frases 3 En Joel 2:14 se menciona un posible arrepentimiento divino. A pesar de que para este “arrepentimiento” se utilice la misma expresión utilizada para el acto humano (versículo 12), como así también para el acto divino (versículo 14), en el hebreo original no se trata del mismo vocablo. La expresión hebrea para referirse al arrepentimiento divino es naham, que transmite la idea de una tristeza profunda, agotamiento. Esta misma raíz verbal (nhm) se utilizaba en el árabe antiguo para referirse al cansancio de un caballo luego de una corrida. Con esto en mente, cuando algunos pasajes mencionan que Dios se arrepiente (por ejemplo, Génesis 6:6), nos imaginamos a un Dios cansado ante tamaña rebeldía humana, pero sin ser inestable como los seres humanos. Recursos Escuela Sabática ©

destacadas en el énfasis añadido), del monte Sión (frases destacadas) y de aquello que Joel denomina “sobrevivientes” (o remanente, como en el original hebreo). Juan nombra a los 144.000. No se trata de un número literal, sino de un incontable grupo de personas que son descriptas en otras partes del libro como “la gran multitud” (Apocalipsis 7:19). Ellos “han lavado su ropa, y las blanquearon en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14). En otras palabras, fueron salvados por el sacrificio de Cristo. “Y todo el que invoque el Nombre del Señor será salvo” (Joel 2:32). Los juicios predichos por Joel tenían por objetivo mostrar a sus oyentes el gran anhelo de Dios por salvar a sus criaturas.

La relevancia del mensaje de Joel Lo que hasta ahora vimos se relaciona con el ámbito histórico y la teología del mensaje del profeta. ¿Cómo puedo aplicar este contenido a mi vida devocional y transmitir esto a mi Unidad de Acción de la Escuela Sabática? Dios y las tragedias naturales. En el año 2012 fue lanzada la película “Lo imposible”, describiendo los esfuerzos de una familia mexicana para encontrarse luego del tsunami que asoló el sur de Asia el día 26 de diciembre de 2004. Mientras lo veía, mi corazón se apesadumbró al pensar que lo que el filme transmitía no se trataba de una muy bien elaborada producción de Hollywood. Case trescientas mil personas perdieron la vida en esa tragedia. Es interesante notar cómo los que adoran a la “Madre Naturaleza” acostumbran culpar al Padre (Dios) por tragedias como esta. Para un ateo, tal desastre fue una casualidad, sin ningún propósito. Para un budista o un hindú, fue el karma de aquellas víctimas. Ellas estaban recibiendo lo que merecían. ¿Y que sería para un cristiano que afirma que su Dios es el Creador, el Sustentador, Todopoderoso y amante? Es algo extremadamente delicado intentar explicar una situación como esta, pero creo que podemos aprender algo de una rara enfermedad denominada CIPA (Congenital Insensitivity to Pain with Anhidrosis [Insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis]. Se trata de un desorden en el sistema nervioso que conduce a la insensibilidad al dolor. Un niño que nace con este problema puede quemarse la mano en el fuego y no sentir nada. Puede caer desde un segundo piso de un edificio, quebrarse algunos huesos y no sentir nada. Es sorprendente que la madre de uno de estos niños dijera en cierta oportunidad que la oración de ella fuera que hijita pudiera sentir dolor algún día. Pareciera extraño, pero el sufrimiento y el dolor terminan significando funciones esenciales para la vida humana. El dolor, por ejemplo, nos muestra que hay algo que está funcionando mal en el cuerpo. Tal vez Dios trabaje del mismo modo con nosotros. El sufrimiento y el dolor son formas de que Dios llame nuestra atención hacia algo malo que pueda estar existiendo en nuestro mundo. Podemos no tener todas las respuestas, pero el hecho es que hay algo malo que sucede en los seres humanos y en el mundo. Y el Dios bíblico desea presentarse como Aquél capaz de guiarnos ante momentos tenebrosos de nuestra existencia. La poderosa intervención del Espíritu de Dios. Joel menciona el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. Pero, ¿qué significa esto? ¿Una mera capacidad para cumplir con nuestras funciones eclesiásticas? En rigor de verdad, hay una obra Recursos Escuela Sabática ©

que debe ser realizada en cada corazón. En Tito 3:5, Pablo habla acerca del “lavado regenerador y renovador del Espíritu Santo”. Así como las plantaciones de los días de Joel fueron destruidas por las langostas, nuestra espiritualidad está siendo devastada por la acción perniciosa del pecado y eso sólo puede ser restaurado por la tercera Persona de la Divinidad. Sólo Él tiene el poder de regenerar y renovar. En una época en la que tanto se habla de reavivamiento y reforma dentro del adventismo, es necesario hacer de eso nuestra prioridad personal, no solo de nuestras congregaciones. Hace más de veinte años que escuché por primera vez un himno del cuarteto Heraldos del Rey, y desde entonces es una de mis canciones favoritas. Concluyo este comentario con las palabras del himno Habita en mí. ¡Habita en mí, oh Señor, Conforme tu promesa, oh Padre! He oído siempre tu llamado, Te pido, oh Dios, ¡habita en mí! Habita en mí, por tu poder, Muchas decisiones debo hacer. Dame esa tan preciosa luz, Divina luz, habita en mí. Me encuentro ante duras pruebas Es muy difícil vencer. Necesito una guía Que me diga dónde ir. Habita en mí, oh Señor Por el Espíritu de tu amor. Dime cómo debo caminar Ven, guíame, ¡habita en mí! Te entrego, Padre, mi vivir. Haz de él un feliz lugar Donde puedas con placer morar ¡Te amo, oh mi Dios! Habita en mí… ¡Que esa pueda ser nuestra oración diaria para que así recibamos el derramamiento del Espíritu de Dios en nuestra vida!

Luiz Gustavo S. Assis

Pastor Porto Alegre - Brasil Traducción: Rolando D. Chuquimia © RECURSOS ESCUELA SABÁTICA

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