Un sector europeo bajo presión

El sector vitivinícola europeo se encuentra en una encrucijada. En medio de un intenso debate político, se avecinan cambios radicales en la legislació

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El sector vitivinícola europeo se encuentra en una encrucijada. En medio de un intenso debate político, se avecinan cambios radicales en la legislación europea, despertando preocupación por la producción vitivinícola, que podría tornarse irreconocible para finales de la década.

El vino

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Como explicaremos en estas páginas, esta jugada tiene profundas consecuencias sobre la creación de empleo, la industria del turismo, las elecciones del consumidor y sobre el medio ambiente.

¿Por qué les estamos contando esto En un momento en el que los titulares de los ahora? Porque se está perdiendo la oportunidad periódicos expresan la preocupación general por para salvar el sistema actual. Los derechos de el crecimiento, el empleo, las exportaciones plantación son parte de una serie de reformas y la sostenibilidad, el vino debería ser uno de agrícolas europeas de mayor alcance. Se prevé los bastiones de la resistencia de Europa. Durante que este debate político más amplio sobre la muchas generaciones, los productores vitivinícolas Política Agrícola Común (PAC) se concluya el año han fomentado un proceso de producción próximo, dejando poco margen para abordar tradicional y uso intensivo de mano de obra, que los desafíos, que aunque puedan considerarse ha sido la envidia del mundo entero. Sin embargo, pequeños en términos relativos son cruciales, a para los millares de viñedos que pueblan el paisaje los que se enfrenta el sector vitivinícola. rural europeo, el futuro se adivina profundamente La totalidad de los 15 Estados miembros incierto. productores vitivinícolas se oponen a la ¿Cómo un producto de una calidad liberalización programada, así como también el tan apreciada y de una importancia vital para Parlamento Europeo democráticamente elegido, la estructura de la vida europea ha llegado pero se necesita aun más apoyo político. La a una crisis? El problema es en gran medida Comisión Europea, que fue la primera en auto generado: para el año 2016 se prevé la proponer la liberalización, sigue abogando por su liberalización de los derechos de plantación (un consumación, un hecho que plantea interrogantes modo para regular la plantación de viñedos). Para acerca de la legitimidad democrática de la el año 2019, las reglas al respecto serán: «no formulación de políticas europea. 2012 es un hay reglas». En breve, cualquier persona podrá año crucial para el sector vitivinícola y sus plantar vides donde se le ocurra. consumidores. La cuenta atrás ya ha comenzado. Derechos de plantación: Guía para principiantes Actualmente, si una persona o una empresa desea plantar vides, necesita un permiso. Estos «derechos de plantación» son una manera de controlar el potencial de Europa para la producción vitivinícola y garantizar una utilización apropiada de las tierras. Se otorgan generalmente a personas con la capacidad y el conocimiento necesarios para lograr una producción vitivinícola sostenible y de alta calidad. El sistema está lejos de ser rígido: se pueden adjudicar derechos de nueva plantación cuando exista una demanda del mercado. Los derechos de plantación sustentan el sistema europeo de Denominación de Origen Protegida (DOP), que permite que determinados vinos impulsen la región donde son elaborados. Piensen en Rioja o Chianti. Vinos como estos podrían ver su producción triplicada bajo el plan de liberalización, alterando el delicado equilibrio entre oferta y demanda. No obstante, los derechos de plantación son de interés de todos los vinos europeos, y no solo de aquellos con una DOP, porque en el centro de este debate se encuentra la sostenibilidad de todo el sector. Es importante señalar que los derechos de plantación no son lo mismo que las cuotas de producción. Se adjudican en hectáreas de tierra en lugar de en hectolitros de vino, lo que regula el potencial de producción y garantiza el cumplimiento de las normas. Desde 1970, se ha establecido en la Unión Europea un sistema de permisos para cultivo de vides pero, en 2007, la Comisión Europea convenció a los ministros de agricultura europeos de que votaran específicamente por la eliminación de los derechos de plantación, con la intención de liberalizar el sector. Sin embargo, si bien la apuesta fue programada para fomentar la competencia, en realidad está amenazando con socavar el sector vitivinícola, generando una excedente de producción y una menor variedad de productos entre los que el consumidor puede elegir.

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La generación de empleos en tiempos de crisis Estudio de caso: «Invertirse a uno mismo en el sector vitivinícola» La tradición amenazada Australia: ¿una visión de nuestro futuro? Tenerlo todo: opciones, competencia y una fuerte regulación La política de los derechos de plantación

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La generación de empleos en tiempos de crisis En estos días, leer los titulares de los periódicos es deprimente. El paro es alto, hay ajustes en el gasto gubernamental, y Europa enfrenta una fuerte competencia proveniente de los Estados Unidos, y también de China, India y otros países. Que lo que se necesita es crecimiento y empleo se ha convertido en una cantinela conocida.

vitícolas crean alrededor del 22% de los empleos del sector agrícola en la Unión Europea. Las exportaciones de vino alcanzaron los 6,7 billones en 2010, contabilizando casi un cuarto de las exportaciones agrícolas europeas. El vino es un producto de alta calidad, “made in Europa”.



El actual modelo de producción, sustentado en el régimen de derechos de plantación establecido, sostiene una red de pequeñas empresas, por lo general, familiares. Este ecosistema de proveedores, productores y distribuidores genera empleo directamente, de una manera en la que un modelo concentrado, industrializado, no podría hacerlo. El sector también mantiene empleos indirectamente cuando los trabajadores y los propietarios van a comer a restaurantes locales, emplean a fontaneros y compran en los mercados rurales de los agricultores.

Los políticos están de acuerdo en una premisa: que las pequeñas y medianas empresas, fundamentalmente en los sectores que emplean mucha mano de obra, son esenciales para la creación de empleo y la recuperación. El sector vitivinícola europeo es como un ejemplotipo de empresa sostenible; es el modelo a seguir para un negocio de valor añadido, arraigado en una tradición rica en fortalezas que no pueden ser externalizadas o imitadas a bajo coste. La Unión Europea cuenta con más de 2,4 millones de viticultores y el sector emplea directamente más de 2,2 millones de personas (equivalente a tiempo completo), según la Comisión Europea. Las explotaciones

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Agreguen a esto los miles de empleos generados a través de las visitas guiadas por los viñedos y empezarán a ver un cuadro más completo del aporte del sector a la economía. Muchas de las regiones vitivinícolas europeas en riesgo son sitios declarados Patrimonio Mundial de la UNESCO, que constituyen ambientes únicos y que promueven la biodiversidad. Tomemos los vinos de Alsacia, por ejemplo. Este pequeño viñedo de 15 600 ha tiene 5 000 productores y emplea a 20 000 personas. Estas viñas de montaña forman una parte esencial de uno de los más bellos paisajes vitivinícolas. Aproximadamente 7 millones de personas visitan Alsacia cada año, 85% de las cuales se acerca

para explorar las rutas del vino. La liberalización propuesta provocaría una relocalización de los viñedos, que en lugar de plantarse en las colinas, se plantarían en las llanuras, y reduciría la cantidad de viticultores a alrededor de un centenar. El sector turístico se debilitará, el ambiente se deteriorará y la biodiversidad se verá seriamente afectada.

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«Invertirse a uno mismo en el sector vitivinícola» “¿Por qué elegí una carrera en el sector vitivinícola? En cierto modo, creo que fue a la inversa, él me eligió a mí. La producción de vino ha sido parte de la historia de mi familia durante generaciones y cumple un rol fundamental en la cultura de nuestro pueblo. Me encanta. Me encanta su historia, la satisfacción que sentimos cuando años de trabajo se transforman en un producto de calidad y si, también, me encanta su sabor. Como carrera, se requiere mucha inversión de tiempo y esfuerzo para lograr las habilidades y la especialización necesarias para conocer las uvas adecuadas, elegir las zonas más aptas para plantar y dominar la ciencia de la fermentación. Como cualquier otro negocio, también se trata de entablar relaciones. Este es un sector con un intensivo empleo de mano de obra, por lo tanto, durante la vendimia, gestiono un equipo de personas, y también trabajo con una David Brazsil, red de proveedores y distribuidores para llevar Viticultor húngaro (HNT) nuestro producto al mercado. Para mí, es estupendo ser parte de una tradición tan europea que se ha ido transmitiendo con el pasar de los años y que, espero, las nuevas generaciones se ocuparán de seguir propagando.»

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La tradición amenazada

¿Qué viene a su mente cuando piensan en la vitivinicultura? Tal vez, una imagen idílica de un viñedo sobre las laderas de una colina, cultivado por abnegados viticultores. O tal vez, imágenes de su vino favorito madurando en barricas de roble. Si alguna vez han realizado una visita por un viñedo, la pregunta seguramente conjugará aromas, sabores y sonidos para acompañar estas imágenes. Lamentablemente, esta escena pronto podría pasar para siempre a la historia. La podrán encontrar en postales pero no en los pueblos en los que ha crecido durante generaciones. Durante siglos, la elaboración del vino ha sido una forma de vida en distintas partes de Europa. Es una tradición; parte de nuestra cultura y patrimonio. Es una larga y amorosa tarea, que requiere un puntilloso conocimiento de la utilización de las tierras, de las variedades de uva, de saberes científicos y empresariales. Esta experiencia se ha ido transmitiendo y adaptando a través de los años en el seno de comunidades de viticultores, donde su gente se enorgullece del proceso de elaboración y del producto obtenido. Los viñedos familiares y las redes de productores de vino son parte de una rica historia, pero sería un error pensar en la industria como un «coto cerrado». Los jóvenes pueden ingresar en el sector si adquieren las habilidades y tradiciones que la definen. Las autoridades pueden adjudicar derechos de nueva plantación si se cumplen ciertos criterios, incluyendo una demostración de una demanda de mercado insatisfecha. Para las pequeñas empresas del sector vitivinícola, la liberalización del sector no solo reduce el valor de sus derechos de plantación, sino que amenaza con diezmar el ecosistema económico rural y las comunidades que dependen de él. Este escenario catastrófico se caracteriza por una producción drásticamente incrementada, una disminución de la calidad y la desaparición de las explotaciones agrícolas familiares en favor de una menor cantidad de operadores industriales que dan trabajo a menos personas en un período de paro elevado. Cuando ustedes piensan en el vino, la imagen que se forman en la mente no es, seguramente, de fábricas atestadas de gigantescos tanques de vino de mesa elaborado en forma masiva. 4.

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Australia: ¿una visión de nuestro futuro? Abandonar el sistema de los derechos de plantación podría describirse, en el mejor de los casos, como un salto hacia lo desconocido. Aunque, a decir verdad, hemos visto el futuro. Y no es para nada bonito. Australia ha aumentado espectacularmente su producción a escala industrial, inundando el Reino Unido y otros mercados con su vino en los ‘90. El producto era agradable al paladar y barato, particularmente considerando los miles de kilómetros que tenía que viajar para llegar a las estanterías de nuestros supermercados. Pero esta historia no tiene un final feliz. El mercado australiano está compuesto en gran medida por un puñado de grandes agentes intermediarios, en lugar de la diseminada red de productores y cooperativas existentes en Europa. Impulsados por su rápido éxito y por el aliciente de la aparentemente estable demanda de los agentes intermediarios, los viticultores plantaron demasiadas viñas, resultando en un excedente de producción crónico. Los precios cayeron en picado. Los grandes actores que manejan el mercado no derraman ni una lágrima, ellos siguen teniendo la última palabra, insistiendo en comprar a precios que a muchos viticultores les resultan insostenibles. El resultado ha sido la disminución de los ingresos de los viticultores, una bajada en la reputación del producto y un proceso industrializado que se concentra en una variedad reducida de uvas. No se trata, por lo tanto, de un modelo a seguir. Es importante destacar que un aumento de la capacidad de producción no es algo que se pueda revertir fácilmente, pero puede evitarse regulando los derechos de plantación.

Tenerlo todo: opciones, competencia y una fuerte regulación Se estarán preguntando por qué alguien propondría la liberalización de los derechos de plantación, considerando el impacto negativo señalado en estas páginas. Fundamentalmente, algunos responsables políticos suscriben a la idea de que la desregulación es siempre buena para la competencia. La idea es que acabar con el sistema de los derechos de plantación estimulará la competencia, lo que es positivo para los consumidores.

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Existen una serie de problemas con esto. El primero es una cuestión fundamental sobre cuáles son los intereses de los consumidores. Como se señaló antes, Australia ya ha demostrado qué sucede cuando la producción es demasiado elevada: crece la competencia entre los viticultores, pero la variedad de productos entre los que el consumidor puede elegir se ve reducida. La competencia, como tal, beneficia a un reducido número de agentes intermediarios, en lugar de marcar una diferencia notable para el consumidor. Esencialmente, la viabilidad del sector se pone en duda, lo que afectará a largo plazo a los consumidores. Existe también una idea equivocada de los derechos de plantación como una cuota de producción o, incluso, como una forma de control de precios. Esto es sencillamente falso. El sistema de derechos de plantación regula el potencial de producción; se ocupa de la calidad y la cantidad de plantación de viñedo. No controla ni la producción final ni los precios. Europa debe hacer una sabia elección cuando de competir en mercados globales se trata. ¿Apuntaremos al segmento de calidad del mercado o nos sumaremos a la carrera para producir el vino más barato, una carrera que sería muy difícil de vencer considerando los costos de producción mínimos de Chile y China? La mejor manera para proteger la competitividad del vino europeo es mediante la gestión del potencial de producción, salvaguardando la diversidad y la calidad, y garantizando un equilibrio entre oferta y demanda.

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La política de los derechos de plantación

Ahora, la historia de los derechos de plantación se debate en la arena política, envuelta en la compleja maquinaria de los procesos legislativos europeos. Después de un largo y encendido debate en diciembre de 2007, la Comisión Europea presionó a los ministros de agricultura europeos para que aceptaran una serie de reformas que incluían un calendario para la supresión de los derechos de plantación. Las repercusiones se han sucedido desde entonces, con la oposición a la ejecución del plan, a medida que se avecina la fecha límite de 2016. En 2010, Alemania se manifestó en contra de la liberalización de los derechos de plantación, y Francia siguió sus pasos a comienzos de 2011. En abril de 2011, un grupo de países (Alemania, Francia, Italia, Chipre, Luxemburgo, Hungría, Austria, Portugal y Rumanía) se unieron para pedir a la Comisión Europea que cambiara la legislación, para proteger los derechos de plantación antes de que fuera demasiado tarde. Desde ese momento, España, República Checa, Eslovaquia, Grecia, Eslovenia y Bulgaria también se han unido en contra de la liberalización, elevando a 15 el número total de los países que se oponen al plan. Estos países representan el 98% de la producción vitivinícola de Europa. Sin embargo, la complejidad de la toma de decisiones de la Unión Europea es tal que estos 15 estados no tienen los votos suficientes como para revertir la decisión de 2007. Pero no todo está perdido. En enero de 2012, Dacian Cioloş, Comisario Europeo de Agricultura, creó un Grupo de Alto Nivel para el vino, con el fin de examinar el tema de los derechos de plantación. El grupo deberá emitir su informe a fines de 2012.

Si se conservara el sistema de derechos de plantación, la Comisión Europea debería enviar una

propuesta para la aprobación por parte del Parlamento Europeo y los ministros de agricultura de la Unión Europea. Esto es lo que estamos pidiendo. Además, necesitamos más apoyo por parte de los gobiernos nacionales para salvaguardar el futuro del sector vitivinícola europeo.

European Federation of Origin Wines (EFOW) 18 Square Ambiorix, B-1000 Bruxelles, Belgium +32 2 733 50 60 / +32 2 733 50 58 [email protected] www.efow.eu - www.plantingrights.eu

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