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N OTA D E TA PA GREG NORMAN EN LA ARGENTINA UN TIBURÓN EN LA MONTAÑA Greg Norman pasó por la Patagonia para supervisar los trabajos que se llevan a

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GREG NORMAN EN LA ARGENTINA

UN TIBURÓN EN LA

MONTAÑA Greg Norman pasó por la Patagonia para supervisar los trabajos que se llevan a cabo en El Desafío, una espectacular cancha de golf a espaldas del Volcán Lanín y rodeada de lagos. GOLF STYLE tuvo el privilegio de estar entre los pocos medios que pudieron compartir una charla con el Gran Tiburón Blanco, cuyos mejores pasajes compartimos a continuación.

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Fotos: Gentileza El Desafío

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einticuatro horas en la más absoluta de las discreciones. Lejos de los flashes, Greg Norman no arribó por primera vez al país para autopromocionarse ni para hablar de viejas hazañas como el golfista Nº 1 del mundo. Vino a trabajar. Entonces no hubo tiempo que perder: el hombre se arremangó para hacerle frente a la virgen topografía de la montaña de El Desafío, su nuevo proyecto de cancha, y puso manos a la obra con la destreza que le otorga la experiencia. Y así como llegó aquella mañana del 20 de octubre a esta ciudad en su jet privado, volvió al otro día a su hogar en Boca Ratón (Florida) de la misma forma y con todo el reajuste del diseño del campo en su cabeza. GOLF STYLE fue uno de los pocos testigos que tuvo el privilegio de acompañar en esa visita relámpago al Gran Tiburón Blanco, siempre rodeado de los desarrollistas y arquitectos del emprendimiento.

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En la Patagonia profunda En esas seis horas con el frío y viento envolviéndolo todo, Norman se sumergió en un exigente e intenso patrullaje por el futuro par 72 de El Desafío. Allí imaginó cada tiro de salida, cada movimiento de tierra y cada ondulación de green, entre tantos otros detalles, además de evaluar las mejores vistas patagónicas del lugar. Todavía con el trajín encima y antes de volcar sus ideas en el mapa, se entregó a una amigable charla que zigzagueó siempre entre su rol de empresario y jugador. “En este momento, es claro que estoy mucho más dedicado a los negocios que al golf, y me siento genial en esta multiplicidad de funciones”, reconoce, y enseguida aclara: “La dirección que tomó mi empresa fue en gran medida favorable. No todo anduvo de manera ideal, porque negocios son negocios, aunque honestamente predominaron las cosas positivas. Quiero seguir en esta línea”. Para familiarizarse con este intrincado rompecabezas del ensamble de campos, Norman –N°1 en el golf durante 331 semanas consecutivas, hasta que lo sucedió Tiger Woods– se nutrió de la

influencia de dos grandes maestros del diseño del pasado: Alister Mackenzie, que ideó la cancha del Jockey Club de San Isidro, y A. W. Tillinghast. “En su época, ellos no tenían las herramientas ni los recursos para hacer grandes movimientos de tierra. Tuvieron que ararla tirando con caballos. Y eligieron adaptarse a la topografía del lugar, lo que en mi opinión hace mucho más interesante el recorrido. Antes que imponer elementos artificiales al paisaje, prefiero respetar la filosofía de lo que el terreno me pueda ofrecer de manera natural. En este proyecto de El Desafío, me atrapa especialmente que tenés vistas fantásticas en 360 grados”. El Tiburón mueve las manos, se lo advierte entusiasmado. Pero no es sólo por estas iniciativas empresariales que florecen cada semana en su compañía. Ese vigor renovado a los 53 años se explica también por haber superado un momento traumático en su vida. Por eso, no es casualidad su tercer puesto en el Open Championship de la gira regular, en julio pasado: “Mis tres últimos años fueron duros y no resultaron fáciles. Con el divorcio resuelto y mi nueva vida con

¿Cuál fue el mejor jugador que vio en su vida?

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“Creo que el más completo de todos es Severiano Ballesteros. No fue un atleta del todo asombroso en cuanto a su capacidad física; tampoco tenía un swing perfecto ni le pegaba sublimemente a la pelota todo el tiempo, pero entendía muy bien qué y cómo había que hacer para ganar. Después, están los jugadores de swings muy puros, técnicamente impecables, como Tom Purtzer, pero no tuvo mayor suceso en las competencias. Steve Elkington es otro que ingresa en este rubro. Y luego está Tiger Woods, obviamente, que con sus récords estuvo en el lugar y tiempo correctos. Sólo hay algunos pocos jugadores top que son capaces de desafiarlo. Se convirtió en el gran dominador y es, seguramente, de los mejores jugadores de todos los tiempos”.

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Un hombre sin vueltas Norman es, ante todo, una persona afable y nada proclive a las posturas de divo. Pero no lo saquen de su labor, cuyos tiempos y procedimientos deben respetarse a rajatabla. Si hay algún factor que altera su rutina, bastará con un gesto: su ceño se fruncirá en señal de “Me estás interrumpiendo”. Es que para él cada minuto vale y la rueda de The Great White Shark Enterprises debe seguir girando. Este plan de diseño en la Argentina –por el que cobraría un fee cercano a 1.200.000 dólares– es apenas uno de los 67 que alrededor del mundo están en curso en este momento, además de las 65 canchas de golf ya concluidas bajo su firma desde que G O L F

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estableció este negocio en Sydney, en 1987. Son muchos millones de dólares los que factura su empresa, que con base en Australia y en el transcurso de los años extendió sus tentáculos hacia los más diversos rubros: el de la indumentaria, el del vino, el del management de eventos, cocina, césped para disciplinas deportivas, desarrollo de GPS y todo lo que rodea al estilo de vida del golf. Su expansión sin pausas en los negocios resume la otra vida de un hombre que hizo del marketing y el branding un culto, además de un pasado en el golf lleno de gloria. Hoy, el diseño de canchas es su tarea favorita. “Tenés que comenzar con el final en mente”, es su secreto para la concreción de sus dibujos de 18 hoyos.

Greg Norman supervisa las obras en la espectacular cancha que El Desafío Mountain Resort construye en la Patagonia, a mitad de camino entre San Martín de los Andes y Junín de los Andes. 45

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Chrissie (la ex tenista Chris Evert), pude dejar todos esos problemas atrás. Sentía que tenía una mochila en mis espaldas que me producía presión y estrés. Pero ahora estoy muy feliz con mi mujer y me siento liberado. Entonces, todo se volvió más fácil”, sonríe. -¿Este cambio ya se notaba en el Open Championship? -Seguro, porque ese peso extra que traía conmigo ya no estuvo. Fui a Royal Birkdale con pocas expectativas, pero empecé a fortalecerme cada vez más en el juego. En la primera ronda, ya en el hoyo 5 vislumbré un buen rendimiento. Por alguna razón, empecé a jugar mi mejor golf en los últimos tres años. Me sentí bien, relajado, mi entorno fue bueno y mi mujer estuvo allí siguiéndome. Simplemente, todo fue fluyendo. Y hasta el tee del hoyo 16 del domingo llegué a pensar que podía ganar. Pero Padraig Harrington hizo birdie y águila y ahí dije “bye, bye”.

En sus años de profesional, Norman llegó a las 20 victorias en el PGA Tour y a 69 triunfos fuera de los Estados Unidos.

La nueva vida con Chris Evert El 1° de julio de 1981, Norman contrajo matrimonio con la estadounidense Laura Andrassy, a quien conoció mientras ella trabajaba como azafata en pleno vuelo. Tuvieron dos hijos, Morgan-Leigh y Gregory. Sin embargo, en mayo de 2006, el Tiburón resolvió el divorcio y no dio motivos sobre la ruptura. En septiembre del año último anunció su boda con la ex tenista Chris Evert, con quien se casó el 28 de junio de este año en Bahamas, ante 140 invitados. Evert llevaba 18 años en pareja con Andy Mill, un ex esquiador mundial y olímpico de Colorado. El primer esposo de la ganadora de 18 títulos de Grand Slam había sido el ex tenista británico John Lloyd (1979-1987).

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al paisaje, prefiero respetar la filosofía de lo que

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"Antes que imponer elementos artificiales

el terreno me pueda ofrecer de manera natural.

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En este proyecto de El Desafío, me atrapa especialmente

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que hay vistas fantásticas de 360 grados”. G O L F

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-Se recuerda una imagen suya en el tee del 10 de la tercera vuelta, sentado al lado de Camilo Villegas y otros jugadores, y a la espera de reanudar el juego cuando disminuyera el viento. ¿Qué pensaba en ese momento? -No estaba sorprendido; sólo me llamaba la atención que todo el mundo se había ido de golpe y de repente quedé solo. Sabía que estaba liderando y me sentía listo para jugar. Alrededor veía los grupos de espectadores y de marshalls. Es difícil de explicar cuando todo el mundo te está mirando, con varias cámaras fotográficas y de TV encima. Me senté cerca de aquel tee y me dije: “Bueno, éste es tu momento, tómate un respiro”. No estaba pensando realmente nada en especial, a decir verdad. Probablemente me sentía en paz conmigo mismo, que es el mejor estado que puedo pretender de mí. Y de golpe quedé casi solo. Me enviaron fotos de ese momento, y en varias de ellas había mucha intensidad. -A propósito de Villegas, ¿se ve identificado con él 25 años atrás? -Totalmente. Por muchas cosas, hasta por el tipo de pantalones que usa (risas). Fuera de broma: me encanta su espíritu. Había jugado con Camilo un torneo de las plumas en Canadá unas diez semanas antes del British Open. Y vi que él estuvo tocando la puerta del éxito todo el tiempo. Si creés en vos mismo y practicás duro porque repetís “sé que puedo ganar, sé que puedo ganar”, ganarás. Todo aquel que tiene ese íntimo deseo puede triunfar, y no encontré mucha gente así. Están los que dicen “Creo que puedo ganar”, o “Tal vez gane” u “Ojalá que gane”, pero no es común escuchar: “Sé que puedo ganar”. Y eso se lo escuché mucho a Camilo.

Un ascenso vertiginoso Greg Norman nació en el 10 de febrero de 1955 en Mount Isa, Queensland (Australia), fruto de la unión de Merv y Toini Norman. Su madre desciende de finlandeses y fue una destacada golfista amateur. Durante su infancia, el Tiburón practicó surf, rugby y cricket y, a los 16 años, se inició en el golf. Dos años después, ya era scratch y quedó bajo el ala de Charlie Earp, profesor del Royal Queensland Golf Club. Su sueño original fue convertirse en piloto de la Fuerza Aérea Australiana, pero se encaminó en este deporte y ganó su primer título (el West Lakes Classic de Adelaida, en 1976) luego de su cuarta participación en torneos. Totaliza 20 victorias en el PGA Tour –dos de ellas en los Open Championship de 1986 y 1993– y 69 triunfos fuera de los Estados Unidos.

-¿Cómo era usted en ese sentido a los veintipico? - Creía fuertemente en mí, como Villegas, ya sea en surf, fútbol, rugby o cricket. Me jugué hasta el límite. A veces me ha ido bien y otras mal, pero eso fue lo que hice.

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-En aquel Open Championship charló con Andrés Romero para una posible convocatoria para la Copa Presidentes de 2009… -Sí, tuve un diálogo con él, lo considero un muy buen jugador. En realidad, manejo un abanico de unos 30 a 35 jugadores que tienen posibilidades de integrar mi equipo en ese certamen y los veré jugar a

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Charlando con Norman Por Paquito Aleman

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Habían pasado 12 años de la última vez que había hablado con Norman. En aquella oportunidad, fue en sus oficinas de Florida, cuando él todavía era el Número 1 del mundo y yo estaba empezando en ESPN. El recuerdo que me quedó de aquella vez fue la de un tipo superprofesional que, a pesar de ser el mejor golfista del planeta, había tenido la gentileza de recibirnos por 45 minutos. Esta vez el encuentro fue en San Martín de los Andes, adonde su trabajo como diseñador lo trajo para darle los últimos toques al trazado de El Desafío, su primera cancha en la

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todos para evaluar sus capacidades. Es que para mí, ser el capitán de la Copa Presidentes implica una responsabilidad adicional, que es la de extender el juego del golf a distintas bases alrededor del mundo, como la propia Argentina, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Fidji, Colombia... Es decir, cualquier lugar fuera de los centros tradicionales, como los Estados Unidos y Europa. A partir de la formación del equipo Internacional, quiero ver el crecimiento del golf y nuevos jugadores en la Argentina, y es algo que advierto si me detengo a analizar lo que pasó en este país en estos dos últimos años. Es crucial para este deporte. Cuantos más países se vean representados en el conjunto Internacional de la Presidents Cup, mejor.

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Argentina. La charla fue en el mismo tono que aquella de Florida y, por supuesto, el tema principal fue lo sucedido en Royal Birkdale en julio último. En ningún momento mostró tristeza por no haber ganado; creo que no había ido con esa intención al Open y me quedó claro que su vida gira hoy alrededor de sus empresas y de Chris Evert, su nueva mujer. Siempre es una sensación diferente hablar con uno de estos personajes, pero al final se puede entender por qué han sido tan grandes en su deporte y todos tienen una cualidad en común: saben hacer fácil lo difícil. 49

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HOMENAJE

PRESENTACIÓN DE LA MUESTRA

EL GOLFISTA ARGENTINO

DEL SIGLO Premios y reconocimientos

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Evidentemente, 1986 marcó la mejor temporada de Norman en el circuito profesional. Ese año, fue premiado por la BBC Sports como personalidad extranjera del año, lauro que repitió en 1993, con lo que igualó a Muhammad Alí, Bjorn Borg y Roger Federer. Además, este año fue distinguido con el premio Old Tom Morris, de parte de la Golf Course Superintendents Association of America. En 2001 ingresó en el Salón de la Fama del Golf. Por otro lado, fue cinco veces ganador del premio Byron Nelson (promedio de score más bajo del PGA Tour), en tres oportunidades receptor del trofeo Vardon (promedio de score más bajo del PGA de América) y en tres ocasiones ganador del premio Arnold Palmer (N°1 en lista de ganancias). En 1995 acarició el Jack Nicklaus Award como mejor jugador del PGA Tour del año.

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-Habló de Pigu Romero. ¿Y qué le parece Ángel Cabrera? -Lo que hizo en el US Open el año pasado fue simplemente fenomenal. No muchos esperaban cosas de él y terminó ganando un título grande. Lo que consiguió el Pato debería ser un incentivo para cualquier jugador joven proveniente de cualquier parte del mundo. Los sueños se pueden cumplir. Sólo alcanza con ver a Pigu y a Camilo, que vinieron de países que uno no espera en el golf. En los 80, los nuevos talentos provenían siempre de Suecia o de Australia. Pero creo que ahora, el mundo del golf se ha vuelto más fuerte de lo que solía ser. -Por el tercer puesto en Royal Birkdale le esperará el Masters el año próximo. ¿Cómo se va a preparar? -Me siento bien para ese Major; tengo grandes amigos allí en el Augusta National. Pero la cancha es ahora considerablemente distinta de lo que era durante la mejor parte de mi carrera. Veré qué tal me va. Sólo cuando esté en el lugar me contestaré esas

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preguntas que me hago hoy acerca del campo. Iré con la expectativa de hacerlo bien y ya estoy practicando. Por supuesto que soy realista. Lógicamente no voy a poder estar practicando diez horas todos los días, como lo hacía en la década de los 80, pero puedo entrenarme con mis actuales capacidades físicas y voy a llegar en buena forma. -¿Cuáles son sus planes para los próximos diez años? -Disfrutar de lo que hago y hacerlo crecer, porque me gusta que la gente que trabaja conmigo progrese. Tengo un gran equipo a mi alrededor, y mientras mi compañía crezca, todos lo que la integran crecerán conmigo. Pero no me refiero sólo financieramente, sino en cuanto al conocimiento personal y del negocio. Si empleás una persona, esa persona se desarrolla y podrá a su vez estar a cargo de sus hijos. Y eso es una responsabilidad muy saludable.

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En el Restó Lalo de Buenos Aires, se presentaron las indigrafías originales de la muestra plástica “El golfista argentino del siglo”, organizada por Celebridades Deportivas en Pinturas e Industrias Culturales Argentinas (ICA). 2

Por Gianni Buono

ue en 1999 cuando la memoria se subordinó a la sensibilidad: la vida deportiva de Roberto De Vicenzo se convirtió en obras de arte mediante las manos de un grupo de plásticos argentinos notables (Andrés Compagnucci, Martín Di Girolamo, Alejandra Fenocchio y Víctor Florido, entre otros), quienes humanizaron la muestra “El golfista argentino del siglo” en 12 obras originales que sintetizan la carrera del individuo que, mediante su calidez y por sobre el deporte, ha hecho de su vida un preciso hecho artístico. En 2008, una producción de Celebridades Deportivas Argentinas en Pinturas junto a Industrias Culturales Argentinas (ICA) ofrece una serie limitada de indigrafías de los originales que completan el mensaje estético creado para tributar a Roberto. En tanto, el protagonista construye su futuro. Su marca, Roberto De Vicenzo, a través de su management, prepara una cantidad de acciones que corporizarán la participación de sus productos en la feria de la Professional Golfers Association (PGA) de 2010. Asoma el posicionamiento de las indigrafías en los clubes argentinos y del resto de América, más la inminente edición bilingüe del libro Premium sobre su vida (Caballero, Golfista, Triunfador), junto a un set exclusivo de indumentaria para jugar golf, by Legacy, que acompañará a la marca en múltiples acciones distribuidas en el corto y mediano plazo. Pero aún Roberto guarda un detalle delicioso: está proyectando la primera cancha de golf diseñada en su totalidad por él y pensada como un punto estratégico vital para la confirmación de su marca. De Vicenzo ha hecho de su sensibilidad un arte. Y el arte, desde su belleza, le rinde homenaje al hombre que le ganó al campeón. Es hora de celebrarlo.

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1. Roberto De Vicenzo junto a Guillermo Salatino (sentado), Marcelo Azqueta (Legacy) a su izquierda y el ex Puma, Andrés Courreges. 2. De Vicenzo frente a dos indigrafías presentadas en el Restó Lalo de Buenos Aires. 3. El Maestro junto a Pancho Peláez, de Potrerillo de Larreta, y su esposa Biba Zuberbühller, posando delante de “El golfista argentino del siglo”, de Martín Di Girolamo. 4. Roberto junto al artista Andrés Compagnucci.

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Foto: Víctor Grubicy 51

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