Una frágil reserva de biodiversidad, valor añadido de nuestros campos y montes

El Olivar Aviario. Una frágil reserva de biodiversidad, valor añadido de nuestros campos y montes. por Juan Carlos Rubio1. Septiembre, 2010. Uno de lo

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El Olivar Aviario. Una frágil reserva de biodiversidad, valor añadido de nuestros campos y montes. por Juan Carlos Rubio1. Septiembre, 2010. Uno de los aspectos de mayor interés del olivar ibérico reside en su aporte como despensa y acomodo de una avifauna numerosa y diversa. Siendo un agroecosistema extensivo, es comparable en valor a la dehesa mediterránea, el gran sistema agrosilvopastoral 2 concebido por el hombre en la Península.! Basta con pasear por alguno de los majestuosos acebuchales de las provincias de Málaga o Cádiz para vislumbrar lo que éste milenario árbol salvaje entraña para los numerosos animales e insectos a los que da cobijo y sustento. Conejos, jinetas, camaleones y mochuelos, amén de flora circundante, le tienen querencia vieja de bueno por conocido. El hoy famoso lince también ha utilizado el refugio de los viejos olivos, aunque a falta de alcornoques y encinas de su preferencia. Pero nuestro generoso patrimonio natural ha sufrido grandes transformaciones desde que los fenicios pisasen estas tierras. Conforme las aves han tenido que adaptarse a los cambios o desaparecer como especies, la contemporánea preocupación por el mantenimiento de la biodiversidad y de los ecosistemas naturales renueva el interés por el olivar de cultivo, en sus diversas formas productivas. Una idílica visión contemplaría hoy el futuro olivar de cultivo como parte de nuestra diversidad botánica, entre acebuches, lentiscos, islas de almendros y aromáticos membrillos, la cornicabra o el mirto. Los viejos del lugar hablan del olivar en el curso de la cultura de la subsistencia. Al olivar se iba a recolectar espárragos, cardillos, collejas, diente de león y una larga lista de plantas útiles. Se iba también a cazar zorzales o lavanderas con costillas, visques, ligas, perchas, paletas o lazos (pegamentos y trampas prohibidos en la actualidad), o perdices, conejos y liebres en jornadas difíciles de olvidar. Los llamados percheros, palanceros o paranceros llegaban a un acuerdo con los dueños de los olivares para poder cazar aves con esos métodos, a cambio de una cantidad de las aves capturadas previamente acordada. Sin embargo, y a pesar de que la errática política agraria comunitaria con respecto a este poderoso cultivo se haya encarrilado por el sendero ecologista, la realidad es bien distinta pues resulta muy difícil establecer la cuantía de nuevas hectáreas sembradas con los denominados setos intensivos o superintensivos de olivar, ciertamente la antítesis del olivar tradicional, desde la óptica verde que demanda la sociedad moderna. El olivo ocupa entre el 8 y 9% del suelo agrícola total de España, aumentando considerablemente este porcentaje en zonas de especial sensibilidad para las aves migratorias, desde el centro al sur de la península. Al igual que ocurre con cualquier otra actividad agrícola, la oleicultura puede tener repercusiones medioambientales positivas o negativas en función de su grado de intensificación. 1

Juan Carlos Rubio es miembro de SEO/Birdlife y Gestor de Agricultura Ecológica por ASAJA/Ciudad Real.

E-mail: [email protected] 2 De Miguel, José M., Naturaleza y configuración del paisaje agrosilvopastoral en la conservación de la diversidad biológica en España. Revista Chilena de Historia Natural 72: 547-557, 1999.

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Un informe publicado en 2003 por los profesores Muñoz-Cobo y Moreno Montesino 3 estudiaba el uso del agroecosistema olivar en Jaén por las aves, con el objeto de determinar el efecto que provoca el hombre con los sistemas de laboreo de protección fitosanitaria sobre las aves del olivar. Partiendo de un principio comúnmente admitido, que las diferencias ambientales en el cultivo, son detectadas por los organismos y se posibilita el asentamiento de diversas comunidades ecológicas, se eligió el grupo taxonómico Aves al resultar muy adecuado para estudiar sus relaciones con dichos ambientes. El muestreo, realizado en la primavera de 1998, registró y ponderó variables estructurales del cultivo (tipos de olivar, cobertura herbácea, densidad de olivos y volumen de ocupación de las copas de los olivos), analizando y determinando su influencia en la presencia y abundancia de una determinada especie de ave. ! Una elocuente conclusión del citado informe residió en el elevado peso que la cobertura herbácea y la densidad de olivos por hectárea tienen en el cotidiano de la Olivar tradicional, almendros, viñas y encinares en el paisaje mayoría de las aves que frecuenta el olivar. agrario de los Montes de Toledo. Se insistía en que “del análisis (de las variables) se deduce que de proseguir la intensificación del cultivo tradicional hacia un olivar intensivo ciertas especies de aves serán perjudicadas en primavera debido a que estaremos eliminando las variables que determinan la presencia de dichas especies. (…) Parte de la comunidad de aves del olivar, con especies de importancia europea, pueden estar en peligro de continuar estas transformaciones agrícolas del paisaje olivarero.” Por otro lado, todo el conocimiento acumulado a lo largo de los siglos sobre el cultivo del olivar no parece encontrar el rédito preciso para las necesidades de la vida rural. Es posible que asistamos a una tendencia al alza de la producción y del consumo de aceite de oliva en todos los rincones del planeta. Que incluso el olivar sea uno de los cultivos más rentables tal cual se plantea el conjunto agro en algunas regiones. Pero es obvio que el problema es más amplio, afectando a la agricultura desde la perspectiva global - disponibilidades de recursos alimenticios, tendencias de consumo y distribución, intercambio de divisas, etcétera-, y desde la local - disponibilidad de recursos financieros, homogeneidad de los operadores, clima, sociología rural ligada al monocultivo, etcétera. Podría decirse que en las últimas décadas se viene produciendo un cambio muy significativo en el seno de los discursos académicos relacionados con el agro y el medio rural español. La irrupción principal de la biología, el estudio de la ecodiversidad o simplemente la curiosidad por el desarrollo de modelos agrarios viables propiciados por nuestra integración en la Comunidad Europea, amen de los perjuicios de los pesticidas o plaguicidas para la salubridad humana, han añadido nuevos y muy racionales valores a la praxis desarrollada durante tantos años por las escuelas de ingeniería agrónoma, complementándola o modificándola en su integridad.! Así, los ideólogos comunitarios ya vienen estableciendo la “ecocondicionalidad” como nuevo requisito de naturaleza conservacionista en la aplicación de subsidios agrarios. 3 J. Muñoz-Cobo, J. y Moreno Montesino, J. Uso del agroecosistema olivar por las aves. (I y II) Variables estructurales en la estación

reproductora. Bol . San. Veg. Plagas, 29: 159-169, 2003

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Olivar tradicional. Los Yébenes, D.O. Montes de Toledo. En la idea moderna, la conservación debe estar dirigida al medio que se mantiene natural y también a los cultivos, ya que, para la avifauna, el olivar constituye un enclave crucial por ser el lugar de nidificación, cobijo o sustento de especies sensibles.! Esto lo entienden muy bien los biólogos, quienes insisten en la urgencia del mantenimiento del olivar tradicional de sierra con sus setos, lindes, padrones y arroyos; además del uso menor de compuestos químicos para obtener una mejor calidad del cultivo. De igual forma, se alzan voces que reivindican un mayor interés de los gobernantes por la adecuada protección de la extensión territorial más importante de toda la península ibérica, aquélla en manos privadas, parcelas pequeñas o grandes que representan más del 80% del territorio. En este sentido, muy significativas han sido las reflexiones contenidas en el Informe “Public Goods From Private Land”4, elaborado en Diciembre de 2009 por la Fundación RISE (Rural Investment Support for Europe), una entidad independiente dirigida por un consejo paneuropeo cuyo objetivo principal es la promoción de la agricultura sostenible y la habitabilidad del medio rural. Entre otras ideas, se destacaba la necesidad imperiosa de trabajar con los propietarios o gestores de las tierras para conseguir cualquier meta plausible en el desarrollo y mantenimiento del vasto y más amplio territorio de la Unión Europea: el que está en manos privadas. ! Desde la óptica del olivar, que ha de incluirse en el territorio referido, muchas de las figuras pensadas para la ecoprotección no siempre vienen acompañadas de presupuestos que las posibiliten. Siendo alentador el conjunto de proyectos enumerados bajo el marco de LIFE (“El instrumento financiero para el medio ambiente”) y en particular “LIFE entre olivos..”5 resulta cada vez más necesario seguir abordando el medio rural en toda su complejidad, para desarrollar políticas de largo plazo que puedan unir la riqueza de todas las piezas –economía, natalidad, empleo, educación, paisaje, turismo, tecnologías, recursos hídricos, biodiversidad, residuos, mercado, etcétera- en un nuevo conjunto satisfactorio, tanto para la naturaleza como para el hombre, su especie dominante.

4 Buckwel, Allan (Prof. Director). RISE Task Force on Public Goods from Private Land. Italian Ministry of Agricultural, Food and Forestry

Policies. Rise. Diciembre 2009. 5 Life Focus. Buenas prácticas para mejorar el comportamiento medioambiental del sector oleícola. Comisión Europea. Dirección General de

Medio Ambiente. Luxemburgo. Oficina de Publicaciones Oficiales de la Unión Europea. 2010. ISBN 978-92-72-15121-7.

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La protección de la biodiversidad agraria desde sus antecedentes europeos Hay que alejarse de las regulaciones de caza de Carlos I (1552) para encontrar, ya en plena Restauración decimonónica, las primeras medidas proteccionistas ligadas al agro. 6 En 1877, Agustín Salido, a la sazón gobernador provincial de Badajoz, exponía en una circular que los motivos para prohibir “la caza de toda clase de aves, con lazos, redes, linternas, y campanillas”, residían en sus conocimientos sobre plagas –fue autor de una obra denominada La Langosta- y las formas de combatirlas. Dos años más tarde, en 1879, una norma con rango de ley promulgada por Afonso XII fijaría periodos de veda, estableciendo que “las aves insectívoras (…) no pueden cazarse en tiempo alguno en atención al beneficio que reportan a la agricultura”. El reglamento correspondiente en el que se iban a listar las aves en cuestión no llegaría a publicarse –al no disponer de un compendio de referencia contrastado científicamente- y hubo que esperar a una discreta Real Orden de 1883 en la que, para mantener al menos el espíritu iniciado en la década anterior, se disponía que “los maestros y maestras de las escuelas públicas procuren inspirar a la niñez los sentimientos de benevolencia y protección que se deben dispensar a los animales y a las plantas”. El retraso español con respecto a otros países europeos en esta materia era evidente, por motivos más políticos que científicos. Se seguían, no obstante, los acontecimientos internacionales en mayor o menor grado. En Francia, la ley de caza de 1844 fijaba algunas prohibiciones para proteger a las aves al margen de los periodos de veda cinegética. El Reino Unido había reconocido expresamente la disminución de las aves marinas en 1869, fijando restricciones a la gran popularidad de su devastadora caza. En 1873, el Congreso Económico Internacional de Viena hizo hincapié, entre otras cuestiones, en la necesidad de defender a los pájaros valiosos para la agricultura por su papel como agentes plaguicidas. Italia y Austria-Hungría firmarían, dos años después, una declaración conjunta para la protección de las aves útiles a la agricultura.7 Sin duda, en evidencia ya estaban las positivas consecuencias de la protección de determinadas aves para el ejercicio económico del sector agrario. La idea procedía de los tiempos ilustrados del siglo anterior, cuando se debatía científicamente sobre perjuicios y beneficios ocasionados por algunas especies, como los gorriones y otros paseriformes. Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Bélgica adaptarían esta sensibilidad, diferenciadamente, en la penúltima década del XIX, celebrándose el Primer Congreso Ornitológico Internacional en 1884, en Viena, al que asistió el gaditano Augusto Conte, como ministro plenipotenciario y enviado extraordinario. Su presencia en este foro fue determinante para la elaboración de las leyes españolas antes citadas. En 1882 ve la luz la obra Beneficios de las aves insectívoras, del ingeniero de montes Antonio García Maceira, que fue premiada por la Sociedad Madrileña Protectora de Animales y Plantas, y enunció, entre otras virtudes, el camino para otras publicaciones que vendrían después. Señalar también el artículo titulado Utilidad de las aves, de Joaquín María de Castellarnau y de Lleopart, o los libros Els aucells més útiles a la agricultura de Catalunya, de Emili Tarré i Tarré, o La protección a los pájaros útiles a la agricultura, del Instituto Agrícola Catalán de San Isidro. La mayoría de estos autores no enfocaba la materia desde un punto de vista ornitológico, o desde la protección de aves amenazadas. Al contrario, se inspiraban claramente en el utilitarismo reinante. Así, en 1893 el ingeniero agrónomo Casildo Ascárate y Fernández llega a decir de las aves 6 Ferrero-García, Juan José. La Conservación de las aves en la España de la Restauración. Revista Quercus 294. Agosto 2010. 7 Van Heijnsbergen, P. Internacional legal protection of wild fauna and flora. IOS Press. Ámsterdam. 1997.

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rapaces nocturnas que “…a pesar de todas las preocupaciones y de todos los horrores que estas aves inspiran, la observación seria dice que son destructoras de Escarabeidos (coleópteros) perjudicialísimos a las plantas y de orugas tales que, como las procesionarias de la encina, y del pino, y del roble, son una calamidad para las más preciadas esencias forestales y árboles frutales”.8 Los horrores a los que remite el texto de Ascárate no eran otros que las creencias populares existentes en la Península Ibérica. Leyendas que, por poner algún ejemplo, hacían de la nocturna lechuza común un habitual consumidor del aceite de las lámparas, nuestro muy solicitado oliva lampante. Penetrando por el campanario, la lechuza se deslizaría hasta su objetivo, oyéndosela sorber el preciado líquido, dejando a todos los santos a oscuras. Por este motivo, exagerado por sacristanes y curas, la lechuza fue perseguida y cazada, asumiendo culpas que en modo alguno le pertenecían. Más bien eran aquellos sacristanes los que, tras sisar el aceite, acusaban a las lechuzas de ser las culpables de la oscuridad de los santos, como si de un mandato demoníaco se tratase. De ahí el refrán: “Donde hay coruja aceitona hay sacristana ladrona”. También el vernáculo catalán y valenciano “óliba” con que se conoce a la lechuza, se relaciona con esta leyenda, ya que el aceite en catalán/valenciano es “oli”, y la “óliba” viene a ser “aceitera”. En defensa de la lechuza diremos que además de ser la mejor Lechuza común. Colección Museo de las Ciencias de San Francisco. amiga del agricultor, por la multitud de roedores dañinos que California. consume, en no pocas ocasiones acababan por tirar las lámparas de las iglesias al posarse sobre ellas o rozarlas con el ala mientras perseguían a las polillas que también les servían de alimento, siendo también culpadas de que lo hacían adrede porque les molestaba la luz.9 Pero sigamos con nuestra cronología. En una conferencia internacional celebrada en el París de 1895 se clasificaron las aves en tres grandes grupos según su relación con el hombre: útiles para la agricultura, cinegéticas y nocivas. Este último apartado llevaba consigo la condena y persecución de las aves incluidas, en contraposición a la protección absoluta propuesta para las otras clases. Es durante la regencia de María Cristina, en 1896, cuando se pretende elaborar el listado reglamentario que quedó pendiente tras la ley de Caza de 1879. Así, una nueva sanción real, conocida como ley de los pájaros, llega a establecer que, por ejemplo, “las aves rapiñas nocturnas, los tordos de torre y los demás pájaros de menor tamaño, se declaran insectívoros, y no podrán cazarse en tiempo alguno”. Por contra, “la veda no regirá (…) para las aves de rapiña diurnas (…) las urracas y cucos”, que podrían ser cazados siempre y “de todos modos, menos a tiros.” A pesar de la confusión que ocasionó dicho articulado, y de la limitada protección que recibieron algunas aves, se establecían por primera vez una serie de infracciones y sanciones relativas a la preservación de especies no cinegéticas, sus nidos, su transporte y también con respecto a la responsabilidad civil subsidiaria y la suelta de animales recuperados. Autores como Ferrero-García encomian las disposiciones pioneras en materia de educación ambiental que esta ley recogía, e incluso insisten en que al margen de la abolición de sus preceptos penales sustantivos por el Código Penal de 1995, esta ley no ha sido expresamente derogada. 8 Ascárate y Fernández, C. Insectos y criptógamas que invaden los cultivos de España. L. Péant e Hijos. Madrid. 1893. 9 Pestana Salido, A.J. Las aves ibéricas en la cultura popular. Tundra Ed., 2009.

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Para valorar todo este cuerpo legislativo hay que tener en cuenta que hacia 1885 había sido publicado el magnífico tratado “Aves de España” del naturalista José Arevalo Baca, que ya registraba 387 taxones de aves ibéricas. Por ello, cuando en 1896, y por Real Órden, se aprueba el primer catálogo “científico y sinonímico vulgar” de aves protegidas de España, con listas elaboradas por el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio, conteniendo hasta un total de 120 especies, se estaba protegiendo hasta un tercio de la avifauna conocida hasta entonces en España. El articulado establecía la veda para la caza de un buen número de especies, desde febrero hasta agosto, y una lista de 80 especies que quedaban totalmente protegidas. Hubo que esperar al año 1900 para que el Tercer Congreso Internacional de Ornitología de París fijase las bases del denominado Convenio Internacional para la Protección de las Áves Útiles a la Agricultura, ratificado dos años más tarde por doce países, incluyendo España, el cual llegaría a estar vigente hasta 1950, lo que da idea de su trascendencia. El convenio mantuvo la clasificación de “pájaros perniciosos”, a los que dejaba a su suerte, aunque incluyó la novedosa salvaguarda del abejaruco y de las cigüeñas. Precisamente en esos años, 1902 y 1903, nuestro país establecería nuevas leyes que incluyeron referencias generales a la conservación de las aves insectívoras, y a la práctica cinegética. Desde el punto de vista de la legislación española, las primeras décadas del siglo XX fueron muy activas en la protección de espacios y “monumentos” naturales pero se apartaron del ideario conservacionista de las especies. La lectura de las hemerotecas de la época, y de las numerosas y reiterativas Ordenes Ministeriales que buscaban el acatamiento de las disposiciones vigentes, indica el relativo cumplimiento de las mismas. En realidad, y a pesar de nuestro aceptable grado de cobertura legal de la fauna ornitológica, aves y huevos llegaron a convertirse en dieta de supervivencia para gran parte de la población. La guerra civil y la larga post-guerra no aportaron nada, que aquí sepamos, y hubo que esperar a la Ley de Caza de 1970, la cual, derogando gran parte de las disposiciones vigentes en materia de conservación de aves, iniciaría una nueva tendencia. Su artículo 23.3 establecía que “serán objeto de especial protección las especies de interés científico o en vías de extinción, las beneficiosas para la agricultura, las hembras y crías de todas aquellas que tengan un señalado valor cinegético y aquellas otras afectadas por convenios internacionales suscritos por el Estado español”. El decreto posterior, de 1973, que estableció reglas nuevas para la conservación de la fauna, y la ley 4/1989, harían confluir el marco jurídico para la protección de especies y la de los espacios naturales. En palabras de FerreroGarcía, “nuestro país recuperaría (con ello) posiciones dentro del grupo de estados formalmente comprometidos con la conservación de su vida silvestre; un lugar en el que ya había estado casi un siglo antes”. Pero ciñéndonos al esquema conceptual que nos ocupa, que no es otro que el análisis del cultivo olivar como vector de biodiversidad, y en la cronología de nuestra admisión como país en la Comunidad Europea, debemos citar dos directivas comunitarias de trascendente relevancia, “Aves” y “Hábitats”, respectivamente de 1979 y 1992, que contienen la normativa comunitaria más importante dirigida a la preservación de los hábitats y de la diversidad biológica. De la conjunción de ambas surgió la valoración de la importancia del paisaje agrario, cuya conservación inició el camino burocrático de las políticas agroforestales europeas y nacionales a partir de entonces. Figuras de protección como las Zepas (Zonas de especial protección para las aves), los LIC (Lugares de Interés Comunitario), o los Catálogos de Especies Amenazadas, provienen de ese discurso.

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En las últimas décadas, toda la estrategia española en materia de Conservación y Biodiversidad se ha venido enmarcando dentro de la estrategia comunitaria, en gran medida gracias a la comodidad que los gobernantes españoles han encontrado en ello. Según datos de 2001, la superficie protegida por la legislación nacional ascendía a 3.605.500 hectáreas, repartida por todas las comunidades autónomas, dato a tener en cuenta para planificar los usos del territorio, especialmente en el caso de una actividad que, como la agraria, posee también una elevada incidencia territorial. Sin embargo, los conflictos de aplicación entre las políticas de protección de la naturaleza y agraria han sido evidentes. Los planes de uso y gestión territorial fueron diseñados para minimizar estos conflictos en el caso de determinados solapamientos territoriales de ambas políticas, pero se han venido desarrollando, también, en función de la conveniencia política regional. Por otro lado, los estudios de impacto ambiental, configurados para resolver conflictos de mayor enjundia, incluyendo aquellos relacionados con los efectos del uso del agua sobre el conjunto de los sistemas hidrológicos, han sido muy desnaturalizados: son materia sensible a los informes de parte, a la presión social ambiental o a las estrategias egocéntricas de las diferentes comunidades autónomas o partidos políticos, tan cuestionables en lo que a conservación del medio natural se refiere. En este contexto, España viene proponiendo ante la UE que se declare más del 20% de su territorio como LIC (Directiva “Habitats”) y alrededor de unos 6 millones de hectáreas como ZEPA (Directiva “Aves”), todas ellas incluidas en los LIC’s. Podemos aceptar estos datos por buenos, aunque en esta materia, sujeta al intercambio de información entre Comunidades Autónomas, el Estado y la UE, suele haber divergencias cuya naturaleza se nos escapa. No parece que ninguno de los partidos políticos mayoritarios, o minoritarios, tenga una posición “intelectual” en esta materia, al contrario, da la impresión de que prevalece el patrón crónico de la improvisación coyuntural, enmarcado además por la disfunción de los calendarios electorales. Sin embargo, las repercusiones en la actividad agraria de estas figuras de protección son muy importantes porque, en primer lugar, al estar repartidas por todo el territorio y ser susceptibles de englobar actividades agrarias, muchos proyectos agrarios de desarrollo rural o planes de regadíos coincidirán en parte o totalmente, o colindarán con ellas y, en segundo lugar, porque en la legislación sobre evaluación de los efectos ambientales en los proyectos agrarios, aumenta considerablemente el número de circunstancias en las que será obligatorio realizar dicha evaluación. En otras palabras, la ecocondición es hoy un ideario muy complejo que alterará y condicionará el futuro del medio agrario rural en forma significativa. Por ello, un buen número de organizaciones paraestatales, como la OCDE, trabajan desde hace años en un proceso de elaboración de indicadores agro-ambientales para la agricultura europea. No ha de extrañar, por tanto, que la UE se haya planteado profundizar en el desarrollo del concepto de paisaje como una fuente potencial de indicadores para el seguimiento de la integración de los aspectos medioambientales de la PAC (Política Agraria Comunitaria). Para ello, parte de un modelo establecido de paisaje agrario europeo, que muestra en su estructura un elevado grado de diversidad dentro de superficies relativamente pequeñas, frente a un tipo de paisaje de grandes dimensiones propio de países como EEUU, Canada o Australia. Según se ha constatado, “(…) el apego de los europeos a las zonas rurales no solo obedece al interés estético de los paisajes y a la riqueza de la flora y fauna, sino también a su enorme diversidad y a la gran variedad de especies que las habitan” (Comisión de las Comunidades Europeas, 2000).

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La plasmación de estos conceptos en directivas y reglamentos será naturalmente lenta y es de predecir que los países miembros más beneficiados serán aquellos que por su propia iniciativa sean capaces de conciliar antes todas las tareas implicadas, adelantando o defendiendo hasta la definición misma de las características de sus propios valores paisajísticos, no necesariamente enmarcados, como puede ser el caso español, en las tipologías definidas por Bruselas. Citemos el ejemplo peculiar de las dehesas o las estepas de la meseta castellana y determinadas comarcas andaluzas y extremeñas. Por otro lado, resulta urgente abrir paso al amplio concepto de paisaje cultural, el cultural landscape ya esgrimido en foros del norte de Europa10, para definir una más motivadora concepción del territorio. Desde el año 1992, España optó por utilizar los mecanismos de subvención comunitaria para restaurar forestalmente gran parte de sus suelos marginales. No dejaba de ser una más de las opciones a considerar, por otro lado, un recurso sencillo con el que aumentar la renta rural o agraria, y mejorar un bosque muy necesitado de tratamientos selvícolas. Sin embargo, a nadie se le escapaba por entonces que este planteamiento tendría fecha de caducidad, en la subvención que posibilita todo ello, y que tampoco paliaría estructuralmente las necesidades a largo plazo de nuestro paisaje, culturalmente entendido. Lin Yu Tang acuñó aquello de “Somos lo que comemos”, en su icónico “El Arte de Vivir”. Siguiéndole, podríamos apuntar que tenemos el paisaje que hemos querido tener, incluyendo sus carreteras, sus rotondas, su modelo de casa/piso/chalet/bar/tv/feria-de-septiembre, sus repoblaciones forestales, sus urbanizaciones costeras o sus políticos rurales.

Característico olivar super-intensivo español y campiña alemana de Baden-Württemberg. En el recurso comparativo, Alemania, y en particular el Land de Baden-Württemberg, lleva años implementando programas mixtos orientados a la protección y conservación del medio-ambiente y al desarrollo de la agricultura en territorios coincidentes, generalmente en manos privadas, objetivos ambos adornados de la consideración de servicio público y su correspondiente tratamiento fiscal. Su resultados, programas MEKA y LPR, han sido por lo general satisfactorios. En Holanda, con un paisaje agrario tan original, los resultados experimentales en la implementación del binomio agro-bio, resultan no tan positivos para algunas poblaciones de aves, aunque devienen interesantes para otras especies de la flora. Y en otros estados de la Unión, los estudios sobre los efectos de la agricultura sobre las poblaciones de aves, los insectos o la flora autóctona, siguen siendo sujeto de debate. De igual forma, la radicalidad del mensaje ecologista nacido en los años 70 del siglo XX, ha de adecuarse a la realidad de nuestro tiempo, nutriéndose de conceptos menos urbanos –el medio rural como un parque temático-, admitiendo toda la complejidad y la riqueza misma de un debate sereno entre polos o intereses aparentemente opuestos. Si los foros ecologistas más reflexivos han admitido la práctica cinegética en el cajón de la riqueza rural, los cazadores, por otro lado, han de limitar los efectos de la misma sobre el entorno, abandonando la munición de plomo y respetando las vedas anuales. 10 Dieterich, Martin y Van der Straaten, Jan (Ed.) Cultural Landscape and Land Use. The Nature Conservation-Society Interface. Kluwer

Academia Publishers. 2004.

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Desde la riqueza genética del olivo, que desde su milenaria existencia ha podido desarrollar cientos de variedades productivas para mesa o aceite, desde la cornicabra a la aloreña, la manzanilla o la gordal, hay que considerar el peligro que puede suponer la generalización de los cultivos intensivos para esta maravillosa diversidad de sabores y características naturales, al provocar la desaparición de muchas variedades tradicionales no adaptables a ese tipo de explotaciones. Es así que no puede existir un tratamiento uniforme en esta materia. Siendo un sujeto tan vivo como controvertido, también científico, el paisaje cultural español al que nos referimos, tan diverso, tiene que surgir desde abajo, no puede depender en su moderna conformación de una lluvia o goteo de subvenciones generalistas y lejanas, acomodado en el artificio del corto plazo, o del endeudamiento, mediatizado en suma por la enorme dificultad de los cambios en una sociedad tan decadente como la europea. Ha de encontrar voz y lógica propias en cada oportunidad y en el largo plazo, siendo guiado, sin duda, por la mejor educación posible que seamos capaces de dar a nuestros hijos, para que interpreten bien nuestros propios recursos naturales11. Y que viajen y comparen, para que puedan gestionar su tiempo-espacio. El pueblo –evocando al filósofo granadino Ganivet-, no suele equivocarse, aunque pueda ser equivocado.

Campiñas de Jaén, la Toscana y sur de Francia. Plantaciones de tulipán en Holanda.

11 Nogués Linares, Soledad (Ed.) El futuro de los espacios rurales- the future of rural areas. Santander. Servicio de Publicaciones de la

Universidad de Cantabria. 2004.

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Olivar bueno, olivar malo. La dehesa y el olivar representan paisajes antropógenos (que su fisiografía tiene que ver con las actividades que el hombre realizaba en épocas prehistóricas, en donde el aborigen destruyó parte del bosque con fuego para dedicar la superficie a actividades agrícolas y ganaderas) derivados del bosque mediterráneo original que constituyen, desde el punto de vista ecológico, zonas de madurez intermedia entre aquél y las áreas fuertemente transformadas por el cultivo como el ager (tierra cultivable, fértil) cerealista. Por ello en la mitad Sur de España la dehesa y el olivar presentan una avifauna con rasgos importantes de madurez, como su comportamiento migratorio, de forma que estos agrobiosistemas se convierten en verdaderos cuarteles de invierno y refugio de la avifauna europea, de modo muy similar a lo que sucede en las marismas, deltas y lagunas españolas con las aves acuáticas. Según destaca un informe del Ministerio de Medio Ambiente sobre la biodiversidad en el medio agrario, existen tres tipos diferentes de olivar, que en realidad serían cuatro de incluirse el olivar salvaje o acebuchal, por escaso que ya sea. Esté último se clasificaría el primero en el orden de bondades ecológicas, al que seguirían aquellos olivares tradicionales, gestionados generalmente en secano, con bajos insumos químicos, pero mucha mano de obra y aprovechamiento complementario de la vegetación arvense (la que crece entre los sembrados) por el ganado. Según el informe, "su distribución, actualmente regresiva, se limita probablemente a zonas serranas y escarpadas y otras áreas marginales desde el punto de vista de la productividad en todas las regiones olivareras, donde aparecen formando mosaicos paisajísticos con cereales, barbechos, pastizales y vegetación natural". En un tercer escalafón estaría el olivar tradicional Olivo de la variedad empeltre, con intensificado, caracterizado por una mayor densidad de cobertura vegetal arvense (arriba) y árboles, empleo de fertilizantes, herbicidas, pesticidas, y olivar super-intensivo californiano maquinaria de laboreo, riego, y recolección mecánica. (abajo). Finalmente, el olivar moderno, cuyas extensas plantaciones recientes de variedades arbustivas de pequeño tamaño ocupan vegas y campiñas de suelos profundos en detrimento del olivar tradicional y los cultivos herbáceos. Es el denominado cultivo superintensivo, en seto, con gestión intensiva en insumos y riego y recolección muy mecanizada y escasa mano de obra. En ambos casos desaparece la práctica totalidad de la vegetación asociada. La mala noticia del olivar superintensivo, ya importada ingenuamente por los nuevos operadores extra-comunitarios, como California –el primer estado norteamericano en el uso de pesticidas químicos-, Chile, Sudáfrica o Australia, se contrarresta con el saludable aliento ofrecido por los datos de la creciente producción ecológica española, correspondidos con un aumento del consumo del aceite de oliva resultante, al menos en los mercados de exportación. El consumidor español, todavía poco “verde”, deberá mentalizarse mejor para que el oro orgánico pueda aposentarse en los grandes lineales de la distribución. En la misma forma, el consumidor americano, más interesado por esta orgánica, encontrará dificultades en la adquisición de productos originados en los setos olivareros californianos o portugueses, tan artificiosos como cargados de cuestionables agentes plaguicidas.

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La nueva tendencia agraria, como se ha señalado, persigue conciliar el laboreo del olivar con la preservación o aumento de los niveles de biodiversidad. !Así, son buenas noticias que al margen del incremento de los cultivos propiamente ecológicos conforme a la normativa europea, un número de instituciones privadas y públicas empiezan a trabajar en los espacios agrícolas con el fin de mejorar su conectividad, conservar el suelo, diversificar y embellecer el paisaje, creando hábitats para la fauna. La creación de islotes forestales y la revegetación de lindes y bordes de caminos son algunas acciones simples que sin entorpecer las tareas agrícolas contribuyen a elevar la biodiversidad en forma rápida, tienen poco coste y benefician al agricultor, al aparecer nuevos insectos y aves que combaten de manera natural las plagas, y reducir la abrasión y la erosión del olivar. En realidad, el olivar es más que un simple cultivo. Derivado del antiguo bosque mediterráneo, su aprovechamiento adehesado extensivo y la gran longevidad que alcanzan los olivos, favorece la presencia de una variada fauna y flora silvestre, otorgándoles, a pesar de su origen antropógeno, un valor biológico. Son dos las características principales por las que el olivo atrae a la fauna: el tronco tiende a quedarse hueco a medida que el árbol se hace más grueso y envejece, y su fruto constituye un alimento de gran valor energético. Esta doble función, como refugio y como alimento, provoca que los olivares, pese a ser ecosistemas más o menos artificiales, contengan una interesante fauna que va desde el mochuelo o la jineta12 , que viven en el interior de su nudoso tronco, hasta los zorzales que se alimentan de sus apetecibles frutos. “Por esta estacá, por esta estacá, por esta estacá…”, refiere un onomatopéyico refrán de la provincia de Córdoba, al describir lo que la perdiz de reclamo le dice desde su jaula a la perdiz salvaje, indicándole por qué estacada de olivos se ha de acercar para que le entre en condiciones al puesto del cazador.

Algunas etiquetas de aceite de oliva han utilizado la relación del olivar con las aves. 12 Los nombres científicos de las especies citadas se listan alfabéticamente al final del texto.

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Nómadas del viento Las aves aprendieron el arte del vuelo 150 millones de años antes que Icaro, ganando acceso rápido y directo a casi cualquier punto del planeta. Esta prodigiosa habilidad les ha permitido habitar y explorar el entorno más que cualquier otro ser viviente, incluyendo el hombre. Las aves son capaces de encontrar comida casi en cualquier sitio, construir sus nidos alejados de cualquier otra forma de vida y gestionar la escasez de alimentos y cobijo alzando el vuelo y migrando hacia nuevos parajes. Incluso el mar abierto no les supone obstáculo y son, muy probablemente, los habitantes del planeta de mayor éxito. La península ibérica es punto de referencia en la migración de las aves de Europa. Vienen a pasar el invierno desde sus residencias estivales del centro y norte de Europa, y no llegan, en su mayoría, hasta finales de septiembre y octubre. Algún adelantado, como el petirrojo, baja antes, pero currucas capirotadas, estorninos pintos y zorzales lo harán entrado el otoño13. Según datos de SEO/Birdlife este contingente puede superar los seis millones de individuos si se añaden las especies residentes en nuestro país y las que van de paso hacia África. La cifra es muchísimo mayor si se añaden los paseriformes – grupo cifrado en 300 millones de individuos que incluye a los pequeños pájaros de los bosques, del matorral y de las llanuras, que cruzan los Pirineos a principios del invierno-, y también las aves de presa, las limícolas, las anátidas, las grullas, etcétera. Las nutritivas aceitunas y los insectos que pueblan el olivar ibérico son el menú favorito de una gran parte de las aves migrantes, con cuya energía sobreviven al invierno o se recargan para seguir camino del Sur. Es por ello que la dimensión del olivar ibérico en materia europea de biodiversidad resulta crucial.! Estamos ante un problema comunitario que trasciende fronteras y gobiernos, afectando al corazón de la biodiversidad europea. Cuando se habla de aves, hay que tener en cuenta sus ciclos vitales pues las aves no entienden de ayuntamientos ni de comunidades autónomas. Como dice un buen amigo, España es una enorme gasolinera para las aves migrantes. En el fondo, no se puede hacer política en esta materia si los operadores a cuyo gobierno se encomiende el problema no se coordinan entre sí. Los pájaros ocupan el olivar español durante la primavera y el verano, bien para nidificar o para comer semillas e insectos. Algunas fuentes cuantifican en cuatro millones solo los verdecillos reproductores que se dan cita en los olivares del sur de la Península. También perdices, verderones, alcaudones y jilgueros se añaden a la amplia nómina de especies que habitan los más de 2,5 millones de hectáreas ocupadas por cultivos de olivos en España.

13 Rico, J. Millones de aves buscan olivas. El País, 20/08/2010.

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Esto no significa que a mayor superficie de olivar mejor calidad de vida para la avifauna. De hecho, cuando a finales del siglo pasado la Unión Europea instauró un régimen de subvenciones por olivo en lugar de por producción, luego por fortuna modificado en el año 2005, numerosas hectáreas de monte y de enclaves significativos para las aves desaparecieron para dar paso a nuevas plantaciones subvencionadas. La búsqueda del equilibrio y de las bondades de la intervención humana en el medio ambiente ha de enfrentarse a la terriblemente frágil estabilidad de la naturaleza. !Se ha demostrado que un pequeño pájaro como el alzacola, habitual del medio olivarero tanto como del naranjal y catalogado como “en peligro de extinción”, tiene su supervivencia en entredicho debido al uso de herbicidas en cultivos arbóreos. No tiene interés por las aceitunas, al contrario, los insectos, las arañas y las lombrices son sus principales presas. El abandono a su suerte de olivares de montaña tampoco parece ser solución. Un estudio realizado en la isla de Creta por Harriet Allen 14 abordó la correlación entre los métodos de cultivo en el olivar y la diversidad floral en sus suelos, señalando entre sus conclusiones que son precisamente los olivares de cultivo tradicional, de cubierta herbácea equilibrada, los que arrojan mayor riqueza floral y de artrópodos, la comida principal de muchas aves. Se señalaron igualmente los hipotéticos riesgos de incendio de los olivares semi abandonados y su menor biodiversidad en relación con otros olivares de superior cultivo y mantenimiento, como el tradicional. Como iremos viendo a continuación, cada especie de ave selecciona aquellas variables del cultivo que son características de su hábitat natural, incrementando el número de individuos cuando las condiciones en las que se encuentran esas variables son óptimas. Las especies de aves forestales responden a la estructura del arbolado, como el caso del agateador común, que solo selecciona olivos viejos; y las especies de aves propias de medios abiertos, a la cobertura herbácea, como en el caso de la perdiz roja. Cuanto mayor sea la complejidad estructural del cultivo (menor homogeneidad), mayor será la diversidad. Olivo y aceitunas salvajes en Sierra de las Nieves. Istán, Málaga. A la dcha. grupo de alzacolas.

14 Allen, Harriet. Cretan olive groves: the influence of cultivation methods on ground floral diversity. Small Ecological Project Grant 2268(a).

2005.

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El olivar tradicional Gracias a la cobertura que ofrece el follaje siempre verde de los olivos, el olivar crea en su interior un microclima más acogedor que el existente en el exterior, expuesto al viento y a unas temperaturas excesivamente variables a lo largo del año. !Es este el escenario típico para muchos cazadores de conejo a principios de verano, que pueden comprobar cómo las poblaciones de esta especie en el olivar no sólo se mantienen, sino que aumentan año tras año15. En cuanto a la flora, son innumerables las plantas que pueblan los olivares, estando constituida por plantas arvenses, es decir, plantas características de medios agrícolas, donde predominan las especies nitroheliófilas, las que necesitan ambiente soleado y suelos ricos en nitrógeno, generalmente procedente de restos orgánicos y deyecciones. La mayor parte son indiferentes al sustrato, como la verruguera, la viborera, el mijo de sol, la colleja colorada, la nevadilla, la maravilla silvestre, la hierba cana o la cerraja común.

Hierba verruguera (Chelidonium majus), colleja (Silene pseudoatocion), nevadilla (Paronychia argentea) y maravilla silvestre (Calendula arvensis), izda. a dcha. Dicho microclima y la facilidad para encontrar alimento, anima la visita o el establecimiento permanente de la fauna. Así, los olivares acogen numerosas especies de vertebrados, entre los que destacan las aves dada la gran variedad de especies presentes y su facilidad de observación. Menos evidentes pero presentes son también algunos mamíferos, reptiles y anfibios. Algunos mamíferos predadores son más comunes de lo que se piensa. En un estudio realizado por Duarte y Vargas16, se señaló como los principales mamíferos predadores de nidos y huevos de perdíz roja en el olivar son los gatos y perros domésticos. Los nidos predados por perros resultaron ser los más próximos a los bordes de carriles y caminos o al lindero que discurre entre el olivar y otros medios. El microhábitat del emplazamiento de estos nidos se caracteriza por poseer olivos jóvenes de un sólo tronco, con copa pequeña y muy circular, elevada cobertura vegetal y ramas muy próximas al suelo. Los nidos predados por gatos presentaban la tendencia opuesta. Otros predadores identificados fueron lirones caretos, erizos y mustélidos, pero ninguno de ellos manifiesta preferencias por las características del microhábitat de los nidos predados. Al contrario, se concluía que la predación de nidos en olivar es llevada a cabo sobre todo por predadores antropófilos, los cercanos al hombre, y está relacionada con la alteración del microhábitat de nidificación y el efecto borde.

15 Lapeña, R. Trucos para cazar conejos en olivos y lindes de girasoles en julio. elcotodecaza.com, Julio 2010. 16 Duarte, J. y Vargas, J.M. Mamíferos Predadores de nidos de perdíz roja (Alectoris rufa) en Olivares del Sur de España. Depto. Biología

Animal. Fac. Ciencias, Univ. Málaga. 47 Galemys 13 (nº especial), 2001.

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El olivo atrae, además, por sus hojas, sus flores o sus frutos, a una gran variedad de insectos, pero, sobre todo, a aquellos que constituyen su propia fauna entomológica: sus plagas o parásitos. Entre éstos hay que mencionar dípteros como Daucus oleae y Clinodiplosis oleisuga; coleópteros, es decir, escarabajos, de la familia de los escolítidos como Phloetribus scarabaeoides; lepidópteros, es decir polillas y mariposas como Prays oleellus; tisanópteros como Liothrips oleae y hemípteros, chinches y chicharras como Coccus oleae, Euphyllura olivina e Hysteropterum grylloides. Hay, sin embargo, muchas otras especies que han sido citadas u observadas en el olivo, sean o no plaga de él, como Vesperus xatarti, un cerambícido; Polydrosus xanthopus, un curculiónido; Lytta vesicaria, un meloideo; Anoxia villosa, un escarabeido; Hylesimus taranio, un escolítido; Leperisinus fraxini, Scolytus rugulosus; y un largo etcétera, aunque sus nombres entre la gente olivarera son más asequibles a la pronunciación y reconocimiento del profano en la materia: barrenillos, gusano blanco, picudo, escarabajuelo, palomilla, sacristán, castañuela, y moncheta. Nombres que desde antiguo se vienen aplicando en todas las regiones productoras: oruga, arañuelo, tábano olivenco, taladrilla, etcétera.

Insectos buenos, insectos malos: arriba un ejemplar de Crisopidae, común en el olivar mediterráneo y muy beneficioso, al devorar especies plagas como la palomilla, la cochinilla y el algodoncillo. Abajo, la mosca del olivo, Daucus oleae, en un sello turco.

A su vez, todas estas especies atraen o pueden atraer a una múltiple fauna insectívora que se suma a la fitófaga que acude al olivar en busca de aceitunas u otros productos verdes.

El verano del olivar es la sombra de muchas aves. Tras la reproducción, los olivares son visitados por ciertas especies que no los frecuentan mucho el resto del año, pero que en esta época buscan aliviarse del enorme calor estival. Así, no es extraño encontrar a la avutarda en olivares despejados cercanos a zonas esteparias, al alcaraván y al abejaruco común. Como tampoco lo es contemplar al milano negro, el águila calzada, la culebrera europea o el alcotán que encuentran en el olivar un magnífico cazadero. Otras aves de presa que lo emplean como territorio de caza a lo largo de todo el año, son el ratonero común y el cernícalo común. La “sumaya” o chotacabras pardo, aprovecha las calurosas noches veraniegas para revolotear entre los olivos y capturar sus presas. Ya en otoño, los olivares comienzan a poblarse de un considerable número de aves migratorias, al ser uno de los pocos terrenos arbolados de las inmensas estepas que atraviesan en su largo viaje hacia África, entre ellas son de mencionar el mosquitero papialbo, arregustado en los olivares más maduros de las cumbres, el papamoscas cerrojillo, o la tarabilla norteña. ! También por estas fechas comienzan a asentarse las primeras aves invernantes que buscan resguardo y sustento. Así, podemos observar insectívoras como la curruca cabecinegra, la curruca capirotada, el mosquitero común, la tarabilla! común, el petirrojo, el sedentario estornino negro, los zorzales común, alirrojo, y charlo y el mirlo común, que rebuscan invertebrados escondidos en el rugoso tronco de los olivos, entre su copa y en el suelo o las aceitunas caídas o suspendidas en sus ramas, dado el enorme valor energético de éstas, uno de los mejores alimentos en esta fría época del año.

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La dieta del zorzal alirrojo, especie migradora con uno de sus cuarteles invernales más importantes en la Península Ibérica, fue estudiada en la década de los 80, en Jaén, por Soler et al17. Siendo un ave que alimenta a sus pollos con invertebrados, se conocía poco de la dieta de los adultos. El hallazgo de una elevada ingesta de aceitunas confirmó un comportamiento similar al de otras especies de aves invernantes, si bién en la cultura popular, este zorzal ha sido capaz de dar nombre a una variedad de aceituna, la zorzaleña (o lechín para molino), la muy pequeña y redonda así llamada porque los zorzales son muy aficionados a comerla. Se señaló por entonces que “el hecho de que la aceituna aparezca en los contenidos estomacales de todos los animales examinados (comprados a cazadores) a lo largo de todo el período de estudio, sin disminuir los porcentajes a pesar de que la recolección se termina en enero o febrero, indica, que al menos en los últimos meses el zorzal alirrojo debe conseguir una parte importante de estos frutos en el suelo. Es por ello que las pérdidas económicas provocadas por esta especie sean prácticamente nulas. Los resultados de este estudio arrojaban un promedio del 85,7% de materia vegetal –principalmente aceituna- en los estómagos analizados. Por lo que respecta a su papel como insectívoro, aunque entre sus presas se identificaran dos Homópteros considerados parásitos del olivo: Euphyllura olivita (Algodón del olivo) y Chrysomphalus dictyospermi (Piojo rojo), la importancia que alcanzan en su dieta se consideró muy baja. El “piojo rojo” es un Homóptero de pequeño tamaño que se halla adherido a la piel de la aceituna. En el estudio de referencia se indicó que un elevado porcentaje de aceituna ingerida (40,5%) tenía piojo rojo. A pesar de que los túrdidos suelen rechazar los frutos carnosos atacados por insectos, el elevado porcentaje de aceituna parasitada por este Homóptero que ingiere el zorzal alirrojo, ponía de manifiesto una posible preferencia por estos frutos parasitados que le aportaría alguna proteína de origen animal. En el caso de la curruca capirotada, ha sido señalado el hecho de que siendo su dieta fundamentalmente insectívora durante el período reproductor, sin embargo, durante el otoño e invierno, experimenta modificaciones fisiológicas en su tracto digestivo para adaptarse a una alimentación básicamente frugívora. Para ello, estas aves han desarrollado un ritmo endógeno circanual que controla este proceso y les hace seleccionar este tipo de dieta durante el invierno.

De arriba a abajo, los zorzales real, alirrojo, común y charlo, especies habituales de los olivares españoles.

17 Soler, M.; Pérez-González, J. A.; Tejero, E.; y Camacho, I. Alimentación del zorzal alirrojo (Turdus iliacus) durante su invernada en olivares de

Jaen (Sur de España). Ardeola 35(2). 1988, 183-196.

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En la misma forma, en otras aves como el cuervo salvaje de Nueva Caledonia, se ha demostrado recientemente que al descubrir la alta capacidad nutritiva de determinadas larvas y escarabajos escondidos en las hoquedades de los troncos, esta especie evolucionó para poder utilizar ramitas, a modo de herramientas, con las que extraer con éxito los insectos.

Las currucas: capirotada, cabecinegra, carrasqueña y mirlona, de izda a dcha. Los censos realizados históricamente en torno a la migración invernal de la curruca capirotada desde sus cuarteles europeos coinciden de pleno con las coberturas de olivo en la Península Ibérica, cuestión que, por otro lado, también se ha demostrado como positiva desde el punto de vista fitopatológico. 18 Es así que esta especie es una de las más abundantes en los olivares ibéricos. La aceituna se ha convertido durante el invierno en una de sus principales fuentes de alimento. El alto valor energético de las aceitunas permite a las currucas permanecer todo el invierno con una dieta exclusivamente frugívora, evitando los riesgos de un largo viaje hacia la sabana africana en busca de insectos. Algunos han visto esta relación como un largo proceso de coevolución animal-planta, que habría convertido a las currucas en dispersantes de las semillas de algunas plantas mediterráneas. Estos vegetales han desarrollado durante el otoño e invierno una producción de frutos con diferentes características nutritivas que las currucas seleccionarían según las circunstancias. Durante los pasos migratorios preferirían frutos con alto contenido en agua y carbohidratos, y durante el invierno aquellos que tuvieran un alto valor energético que les permitiera pasar el invierno con una dieta exclusivamente frugívora. Otros estudiosos han llegado a comprobar diferencias morfológicas en las distintas poblaciones de curruca capirotada que habitan la península ibérica. Se señala que aquellas poblaciones residentes en el sur de la Península tendrían la tendencia a invernar en estas mismas zonas; mientras que las poblaciones más norteñas, con alas de mayor porte y tarsos menores, acostumbradas a comer en zonas de dura invernada, las abandonarían en otoño para buscar sustento en otros campos donde pasar un mejor invierno.19 El zorzal real es un invernante que suele refugiarse en el olivar y que se alimenta de aceitunas en grandes cantidades. Otro especialista invernal de la aceituna es el estornino pinto; esta ave suele ser una de las que, junto al mirlo y los diversos zorzales, o su pariente el estornino negro, recibe comúnmente el ambiguo nombre de tordo.

18 Santos Mengs, F.J. Migración e invernada de la familia Sylvidae (Orden Paseriformes, Clase Aves) en la Península Ibérica. Univ. Comp. de

Madrid. Facultad de Ciencias Biológicas. Septiembre 1992. DE 19 Tellería, J.L. y Carbonell, R. Morphometric variation of five Iberian Blackcap Sylvia atricapilla populations. Journal of Avian Biology vol.30:

63-71. Copenhague 1999.

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Otras aves, típicas granívoras, como la paloma torcaz, el pinzón vulgar y el lúgano, encuentran en los olivares un buen lugar donde consumir brotes y semillas de herbáceas. Mientras, que la lavandera blanca y el bisbita común exploran el suelo del olivar roturado en busca de insectos, larvas lombrices y algunas pequeñas semillas. El gavilán común acude a invernar a los olivares, atraídos por la gran población de pequeñas aves invernales. En ocasiones, también el milano real sobrevuela en invierno los olivares en busca de carroña y pequeñas presas. El zorro rojo, el conejo de monte y la liebre ibérica excavan sus cubiles en los márgenes del olivar, penetrando en él en busca de alimento. Y hasta los jabalíes, como en la Dehesa de Monreal (Toledo), acuden rápido al caer al suelo las primeras aceitunas en el mes de noviembre.! En primavera, el olivar acoge un considerable número de especies reproductoras, sedentarias o estivales. Junto al tronco de los olivos o en las lindes que separan las parcelas del olivar, algunas aves como la perdiz roja, el machacón chotacabras cuellirrojo, el bisbita campestre, la collalba rubia o la totovía hacen sus nidos. De antiguo, el término tortolera hace referencia a los chupones o raíces delgadas utilizadas por algunas aves para la fabricación de sus nidos. En los charcos formados por las precipitaciones primaverales, ponen sus huevos el sapillo pintojo, el sapillo moteado común y el sapo corredor. También en el suelo del olivar o bajo las piedras y en los márgenes incultos colindantes, entierran sus huevos algunas especies de reptiles, tales como el lagarto ocelado, la lagartija ibérica, la lagartija cenicienta, la culebra de escalera y la culebra bastarda. El olivar tradicional, de troncos maduro-viejos con gran cantidad de grietas y huecos es preferido para reproducirse por algunas rapaces nocturnas como el cárabo común, y ocasionalmente por la lechuza común, y el mochuelo, que allí capturan desde insectos hasta pequeños mamíferos, lagartos, ranas, etcétera. Es también el hábitat del que depende el agateador común para su subsistencia, que devuelve el cobijo alimentándose de diversos insectos y arañas perjudiciales para el olivo. Son beneficiadas también por este cultivo milenario el pequeño triguero, cuya población española es la más importante de Europa, la ya escasa tórtola europea, icono rural de otros tiempos,! el colorido carbonero común, que también anida en huecos y captura insectos, la diminuta curruca cabecinegra y la elusiva curruca Chotacabras cuellirrojo, bisbita campestre y carrasqueña, incesantes en su atareada vida persiguiendo sapillo pintojo, de arriba a abajo. larvas, ortópteros, chinches y pulgones. Estas especies son las más perjudicadas debido a la eliminación de las variables que determinan su presencia en el olivar tradicional.

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Como contrapunto, las especies generalistas como el verdecillo, el cantor verderón europeo, y el jilguero, serían las especies menos afectadas por el cambio de cultivo siempre que se mantenga la cobertura herbácea. Siendo granívoros reproductores en el olivar, el uso extensivo de herbicidas para eliminar la cobertura herbácea incide negativamente sobre estas especies, de igual modo que se ha señalado para otros cultivos, con una clara disminución de sus efectivos.

Troncos de olivos centenarios y acebuchal malagueño.

Tipologías de olivar y aves: cada mochuelo a su olivo! La observación científica del comportamiento de las aves en relación a las distintas tipologías de cultivo ofrece interesantes resultados, ya señaladas en el estudio de los profesores Muñoz-Cobo y Moreno Montesino, anteriormente citado, y otros. Aunque paisaje perdido, por escaso, el acebuchal es testigo viviente de los bosques mediterráneos primigenios. Es el antecesor del olivar de cultivo, pleno y salvaje. Por tener tuvo hasta un ministro de Comercio (1957-1965) con su nombre, Alberto Ullastres, catalán para acebuchal, quién además de pasar a la historia al limitar la exportación del aceite de oliva, para no desabastecer el mercado interior ante la mala cosecha (1961-1962), lo arregló sacándose de la manga el llamado “aceite de regulación”, la mezcla autorizada de oliva y soja al 50%; en suma, una barbaridad motivada en el abaratamiento del consumo de aceite de oliva por las clases humildes, que fue pronto corregida aunque las heridas del despropósito tardasen en cicatrizar. El acebuchal, volviendo a la geobotánica, era preeminente en algunas zonas abrigadas de Cádiz y Málaga, pero puede encontrarse en zonas de Castilla-La Mancha, siempre al sur del río Tajo. Hoy en día este tipo de bosque es muy escaso. A principios del siglo XX algunos acebuchales se prolongaban hasta las mismas orillas del mar, ocupando los suelos más fértiles, profundos y llanos, lo que precipitó su tala para dar paso a la agricultura.! En algunos casos los acebuches fueron transformados en olivares cultivados, alcanzando rendimientos, producciones y calidades extraordinarias. ! La frondosidad y porte que pueden desarrollar estos árboles, encontrándose hasta una altitud de 400 metros y sobre suelos arcillosos (bujeos andaluces), ha permitido en alguna ocasión el asentamiento en sus copas de nidos de buitre leonado. Más común resulta la presencia del ruiseñor, por la abundancia de insectos que este tipo de bosques contiene. También zarceros pálidos, verderones y jilgueros abundan en el sotobosque de lentisco. La tórtola se asienta en verano y cría en su interior, al igual que la abubilla que acude al arbolado viejo con numerosos huecos para anidar; además, siendo un clásico migrador transahariano que regresa a África tras el verano, es frecuente que algunas abubillas se queden a pasar el invierno en estas acogedoras serranías en lugar de atravesar el Estrecho.

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La presencia frecuente de coscojas y arrayanes dan cobijo a una abundante comunidad de aves como la curruca cabecinegra, también mirlos, mochuelos, cucos, zarceros, mosquiteros, papamoscas, herrerillos, carboneros, pinzones y agateadores. Como inquilino predador terrestre de esta comunidad del acebuchal es frecuente el tejón, ya desaparecido en otros bosques ibéricos. !! El acebuchal ha podido sobrevivir en estas zonas dado el servicio que presta al hombre y a la orientación de estos bujeos a la ganadería, en los que el acebuche constituye un aporte alimenticio complementario, sobre todo en el estío y en épocas de sequía prolongada. También el aprovechamiento de sus ramas para elaborar cercas (hincos), carbón vegetal y leña, entre otros usos tradicionales. Con respecto al olivar de cultivo, se observa cómo un grupo de aves tiende a seleccionar olivares con bajo volumen de copas: el triguero, el alcaudón común, la cogujada común y la perdiz roja, ya que son especies propias de medios abiertos, con matorral disperso. Estas especies destacan a su vez por Al borde de su extinción, eL tejón se refugia en seleccionar olivares con alta cobertura herbácea, ya los escasos acebuchales ibéricos. Ilustración de que sitúan en el suelo los nidos, fundamentalmente el Walter Heubach (1865-1923). Debajo, un triguero, y se alimentan de insectos y semillas del ejemplar de carbonero comun o chochoví estrato herbáceo. En el caso del alcaudón común, la (Córdoba) alta cobertura herbácea, de un cierto porte, es uno de los factores determinantes de su presencia y de sus niveles de densidad. ! Otro grupo de aves estaría formado por el pinzón vulgar, el mirlo común, la curruca carrasqueña, y el ruiseñor común, se trata de especies propias de medios más complejos y cerrados, con mayor desarrollo del matorral generalmente ligado a arroyos, olivos maduros de buen porte, con cobertura herbácea media. En concreto, el pinzón vulgar, es especie ligada al carácter forestal del medio. La curruca carrasqueña es una especie con una clara tendencia hacia el medio forestal con mayor desarrollo del estrato arbustivo. Aparece también un grupo de aves formado por la curruca cabecinegra, que gusta de lindes con matas, la curruca mirlona, y el carbonero común que en general pertenecerían al grupo anterior ya que son especies propias de medios más complejos, que seleccionan olivares viejos y elevada cobertura herbácea. La curruca cabecinegra es una especie con preferencia por matorrales que alcanzan un mayor desarrollo. El carbonero común prefiere las arboledas que alcanzan un gran desarrollo. De este último cuenta Pestana que en algunas zonas de Córdoba le llaman chochoví, pues su canto a los cuatro vientos parece decir eso tras haber contemplado a una aceitunera desmarcada para orinar: “chochoví, chochoví, chochoví…”, lo cual es motivo de gran mofa para la mujer al regresar a la labor con un carbonero cantarín revoloteando en sus cercanías.

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El grupo formado por especies típicas de arbolado disperso, bien desarrollado y viejo, como son el verderón común, el verdecillo, y el agateador común, destaca por seleccionar olivares con una cobertura herbácea mayor, que en el caso del verderón común resulta necesaria para sacar adelante a la prole en la época de nidificación. El agateador común se alimenta de insectos en los troncos, y en aquellos viejos y agrietados, con musgos, encuentra gran cantidad de artrópodos, siendo esos olivares los más seleccionados por la especie también para nidificar en sus huecos. ! El pardillo común, y la curruca cabecinegra, son aves propias de matorrales, que en el olivar eligen plantaciones jóvenes, densas y con buena cobertura herbácea. Estas preferencias son también compartidas por el jilguero y la tórtola europea. La cogujada común tiende a situarse en olivares jóvenes y con alta cobertura herbácea al ser una especie típica de medios abiertos.

Cogujada común, cogujada montesina, agateador común y verdecillo, izda. a dcha. En olivares más labrados y abiertos, más esteparios, aparecen otras aves como la collalba rubia, la cogujada montesina, el triguero, el gavilán o el bisbita común.! Hay que destacar también la pérdida de hábitat para la mayoría de las aves esteparias –el sisón común, la avutarda, el alcaraván, la terrera común, el aguilucho cenizo, entre otras también llamadas aves del cereal, cuando sus espacios abiertos y agrícolas cambian de uso al monocultivo del olivar. Para su nidificación y descanso, el raro estepario alcaraván, se beneficia de las zonas naturales no intervenidas del olivar. Se alimenta principalmente de invertebrados (ortópteros, coleópteros, caracoles, miriápodos), incluyendo a veces su dieta pequeños vertebrados (ratones, topillos…), por lo que resulta un gran aliado para la agricultura.20 El aguilucho cenizo es una de las aves que más sufre esta situación. Sus poblaciones más importantes se encuentran en España, a donde acude cada primavera, procedentes de África, para su reproducción. Esta ave anida en el suelo y sobrevuela los campos de cereal para cazar roedores y pequeños pájaros con los que alimentarse. Otras aves como el búho chico y el alcotán, especies eminentemente forestales, han visto seriamente mermado su medio con la práctica desaparición de muchas dehesas21 . Sobreviven en algunos bosquetes-isla y en las escasas zonas adehesadas que van quedando, siendo la presión ejercida por manos privadas que buscan su transformación agraria el principal riesgo para estas especies. Es también el caso de la avutarda, que no utilizando el olivar22 , puede ver como su hábitat se pierde de transformarse en olivar, o incluso el de las grullas, utilizan algunos olivares frondosos de los Montes de Toledo como refugio en sus paradas migratorias. 20 Rubio Aragonés, J.C. La Dehesa de Monreal. Olivar histórico, agricultura ecológica y D.O.P. Montes de Toledo. Aceites Toledo S.A. 2008. 21 Gil-Sánchez, J.M., Molino Garrido, F. M. y Valenzuela Serrano, G. Distribución y estatus de las aves rapaces (Falconiformes y Estrigiformes)

de la provincia de Granada (1990-1996). ISSSN: 1130-4251, vol. 10, 15-48, (1999). 22 Alonso, J.A., Alonso, J.C. y Martín, E. La Población de Avutardas de la provincia de Madrid.

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Con relación al tamaño de las aceitunas y a los modos en que las aves comen y dispersan sus semillas – cuando el pájaro pica, es cuando la fruta está rica -, un estudio realizado por P.J. Rey et al23 señaló que la curruca cabecinegra y el petirrojo prefieren picotear estos frutos, sean salvajes o cultivados, mientras que la curruca capirotada muestra claras preferencias por tragar aceitunas salvajes, generalmente más pequeñas, y sólo picotea las que son de cultivo, superiores en tamaño. El zorzal común, sin embargo, gusta de tragarse tanto las salvajes como las cultivadas. De esta forma, se comprobó como las especies frugívoras pueden actuar de distinta forma ante los mismos frutos, dispersando sus semillas o simplemente comiendo la pulpa de la aceituna. Sin duda estos comportamientos vienen influenciados por la relación de tamaños aceituna/boca, en tal forma que un pequeño crecimiento del fruto puede ser determinante para el rendimiento que las aves obtienen de la aceituna, pero también para el árbol, al fallar el aspecto de dispersión de sus semillas si las aves sólo comen la pulpa de las aceitunas. Esta diversidad de comportamientos fue ya señalada con respecto de la alcaparra24 , cuyo fruto abierto, rojo y jugoso resulta un recurso atractivo para gran número de especies animales. Así junto a zorros, tejones y otros carnívoros, se ha constatado su consumo por parte de especies tan dispares como el lagarto ocelado, la collalba negra o el conejo, el cual parece ser el principal dispersante de semillas de alcaparra. Destaca pues el hecho de que especies generalmente consideradas como estrictas insectívoras, en los dos primeros casos, o herbívoras, en el último, se estén comportando en las estepas castellanas y andaluzas como frugívoras, al menos durante una parte del ciclo anual. Algo similar ocurre durante este período con los frutos secos de la retama, ávidamente consumidos por el ganado y los conejos, los cuales defecan posteriormente semillas enteras que pueden así germinar a considerable distancia de la planta madre. El vector conejo, además de establecer una relación de mutualismo con ambos arbustos, debe estar jugando incluso un papel paisajístico al contribuir a la facilidad con la que ambas especies colonizan los campos de cultivo al poco de ser abandonados. El olivar más “sostenible” Cuanto más negativas reacciones suscita la manoseada evocación del término “sostenible”, mayores son las voces que hablan desde la cruda realidad, sin adjetivos infantiles políticamente correctos. Entrando en materia, los comentarios nostálgicos sobre la escasa población actual de zorzal pueblan hoy la red de redes. Un cazador habla de la utilización de un pequeño olivar como barómetro de la salud de la especie25: Yo los cazaba en Malpica del Tajo, hasta que se cargaron el olivar ! Qué tiempos! Otros reconocen la presión cinegética sobre esta especie y se hacen preguntas sobre su recuperación. Yo maté hace 2 años 68 zorzales en 5 horas de 9 a 2 de la mañana y ahora para matar 68 tienes que estar una temporada entera. Otro cazador hace dramáticos recuentos: …de haber no 23 Rey, P.J., Gutiérrez, J.E., Alcántara, J. y Valera, F. Fruit size in wild olives: implications for avian seed dispersal. Dept. de Biología Animal,

Vegetal y Ecología, Universidad de Jaén. Functional Ecology, 1997, 11, 611-613. 24 Aves esteparias en Andalucía. Bases para su conservación. Manuales de Conservación de la Naturaleza, nro. 3. Consejería de Medio

Ambiente. Junta de Andalucía. 2006. 25 Relatos cinegéticos (III): caza de zorzales, ¿por qué quedan tan pocos?. Lusi1, http://www.armas.es/actualidad/articulos/809-Otros/

30102-relatos-cinegeticos-iii-caza-de-zorzales-ipor-que-quedan-tan-pocos.html

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hace tantos años cientos de miles e incluso millones que emigraban, a la casi extinción de la especie en la actualidad. En Pozo Alcón (Jaén) los mataban todo el año, llenándose congeladores enteros de pájaros por tirador, era sitio de paso migratorio, hasta exterminarlos en la actualidad, ya no hay ni uno solo. No será de extrañar que no se pueda cazar en el futuro estando protegido por las leyes, lo mas seguro. Y otro aporta el remordimiento personal: Es muy simple por qué quedan tan pocos. La primera vez que fui a un paso de zorzales fue la última vez que cacé si eso se puede llamar caza. Sres. Tres remolques de tractor TRES de animalillos muertos. ¿Para qué? Tal vergüenza de mi mismo sentí que dejé la caza para siempre. (…) No quiero que esto se tome como un alegato contra la caza. Simplemente es mi opinión personal. Sin embargo, el problema es más complejo. Celebramos el incremento de la racionalidad en los ambientes cinegéticos, la búsqueda del equilibrio entre los recursos y la práctica deportiva. Pero hay que decir que la reducción de productividad (cría) de las aves centroeuropeas debida a la intensificación agrícola y a los cambios en el clima puede ser la principal causa del menor número de aves invernantes, incluyendo el zorzal. Las aves son el mejor testigo de estos cambios y en diversas culturas se observan sus ciclos y sus migraciones para la toma de decisiones de calado. En Galicia, por poner un ejemplo, la sabiduría popular ha trasladado la prueba del mirlo -”a proba do mirlo”- a los estudios de contaminación fluvial. Consiste en ver si en el río hay mirlos acuáticos. Si no los hay, malo…el río esta contaminado! El olivar es pieza fundamental en el equilibrio de nuestro rico y variado ecosistema, el que habitamos. No hay evidencia de que la avifauna tenga efectos negativos en el olivar. Si el perjuicio es la ingesta de aceitunas, en su mayoría no recolectadas y en el suelo, este será siempre menor que los numerosos hurtos de temporada realizados por amigos de lo ajeno sobre los que organizaciones agrarias como Asaja-Córdoba26 ya piden reformas en el código penal.

Distintas técnicas de recolección: vareo manual, vibrador mecánico, cosechadora en super-intensivo.

Al contrario, aquí abogamos por una corrección de los riesgos que el monocultivo olivar conlleva para la biodiversidad, más allá del desarrollo del catálogo de recursos que su propia gestión entraña. Valoramos el escaso interés social que pueda tener el cereal, dada la mecanización casi total de sus labores, generando a lo sumo un jornal por hectárea y año, cifra enormemente inferior al caso del olivar de regadío, 25 jornales, y desde luego de otros modelos de agricultura intensiva como el espárrago blanco, 150 jornales, o en el caso más extremo del tomate cherry forzado bajo malla de plástico, 1.050 jornales.

26 Una reforma del código penal permitirá tipificar como delito tres hurtos en el campo. Desde Asaja-Córdoba se reclaman medidas más

duras. Oleo Digital nº 2276. 17 Sept 2010.

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Valoramos también cómo el interés de la gente se dirige hacia sistemas arbolados y con agua. Esta vieja añoranza fue popularizada en España por la generación del 98, al forzar una imposible y frustrante comparación con la Europa verde. Pero ¿cuanta contradicción existe si ponemos en la balanza del equilibrio churras y merinas, o lo que es lo mismo la instalación de calderas de biomasa olivarera en colegios y edificios públicos enfrente de la desaparición de numerosas especies de fauna y flora esteparia? Muy probablemente, la conservación de este tipo de espacios, las estepas y sus comunidades de fauna y de flora, necesita de una intensa labor de educación y divulgación ambiental dirigida al conjunto de la sociedad. Ya el término de “estepa” sabe a poco y huele a pobreza: evoca desiertos y hasta la nada, aunque poco tenga que ver con ello. De hecho, las comarcas andaluzas y castellano-manchegas caracterizadas por el sistema estepario producen extraordinarios aceites de oliva o enormes vinos, al sol, que no es poco, Cuerva dixit. Algunos datos cifran la disminución de la superficie de cereal en las provincias de Málaga, Córdoba y Jaén, entre 1990 y 2000 en un 20 por ciento, mientras que la del olivar creció en un 13 por ciento en ese período. A falta de actualizar los datos para el año 2010, mucho nos tememos que esta tendencia arroje hoy cifras ya dramáticas para el grupo de aves esteparias. ¿Cuánta demagogia aplicamos al recuperar el senderismo y el cicloturismo, la vía verde del aceite, si previamente hemos reducido la biodiversidad en esos mismos entornos? En la escasez de recursos, ¿cuál es así el sentido de un proyecto de protección de 4.000 olivos milenarios en las comunidades autónomas de Cataluña, Aragón y Valencia - subvencionado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino-, si se abandonan los primigenios acebuchales que todavía sobreviven -y su característico entorno-, a su buena o mala suerte? ¿Qué hace exactamente la Xunta Gallega subvencionando con partidas millonarias una nueva refinería privada de aceites de oliva y girasol en Ourense, cuando sobra capacidad de refino en todo el territorio nacional, más aún en las zonas cercanas a la producción? Dice el conselleiro de Medio Rural, Samuel Juárez, que el mencionado proyecto “es muy interesante” (sic) haciendo especial hincapié en la elaboración del producto con aceitunas gallegas!, a las que habrá que entender como eje de recuperación etnobotánica de la genética autonómica, subvencionada igualmente, y que en el mejor de los casos dará para unos cestos y numerosísimas notas de prensa.27 Seriedad, más que “sostenibilidad”, es lo queda por pedir. Las cifras son muy reveladoras. De una producción nacional de aproximadamente 1.400.000 toneladas de aceite, Andalucía, la madre de la producción olivarera nacional, sólo produjo 9.000 ton. de aceite ecológico en el año 2009, esto es, un ridículo 0,6 por ciento del olivar más grande del planeta. Se habla de 110 almazaras ecológicas en Andalucía, de un total andaluz cifrado en 726. El número total de almazaras operativas en España es de 1.738. Se dice que la superficie española dedicada a cultivos ecológicos es cercana al 1.700.000 hectáreas, del cual dos comunidades autónomas ocuparían el 70% (Andalucía, 54,08% y Castilla-La Mancha, 15%). Si tomamos como referencia los 24,8 millones de hectáreas de superficie agrícola útil en España (SAU 2005), las hectáreas “verdes” solo suponen el 7%. Hay que considerar que el patrón comunitario o SAU, usado para la clasificación de las tierras agrarias, ya excluye de las mismas aquellas superficies ocupadas por especies forestales, erial, espartizal o matorral. Por la misma regla de tres, existe una superficie de olivar incuantificable que no estando acogida a los parámetros oficiales de la agricultura ecológica –con papeles-, cumple de pleno derecho cualquier análisis objetivo sobre la ausencia de pesticidas y agentes plaguicidas en sus aceites resultantes.

27 Nueva planta de refino de Aceites Abril. Semanal Oleo, Pag. 12. 1-8 septiembre 2010.

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Más aún, la paradoja se puede encontrar en que el mismo crecimiento de los cultivos ecológicos nuevos puede estar sucediendo precisamente en los aledaños de la SAU. Esta tendencia actual, que incluye la sustitución del paisaje estepario por cultivos arbóreos, en gran medida olivar, ecológico o nó, devuelve a estas zonas al mismo lugar que ocupaban los humedales ibéricos en la década de los años setenta, ecosistemas hoy mimados pero entonces considerados inútiles, foco de mosquitos y generadores de miseria. Vemos como olivos, almendreras y naranjales ocupan el territorio del cereal de secano, los barbechos y hasta cualquier lindero, al tiempo que se redoblan las subvenciones y un vasto catálogo de acciones relacionadas con los cultivos ecológicos. Y así podemos seguir relatando contradicciones, paradojas e hipocresías. El caso es que no parece que estos cambios radicales en el paisaje rural encuentren la correspondencia pretendida en el incremento de la renta rural, de guiarnos por las cadenas de valor elaboradas por las agencias estatales afectas y, sobre todo, por las reivindicaciones aireadas frecuentemente por las cooperativas agrarias.28 Otros sostienen que el olivar es el cultivo más rentable de los posibles. Y en el lado del consumidor, a pesar de la importancia que las políticas económicas y sostenibles de las empresas tienen, se indica que el precio sigue siendo el principal obstáculo esgrimido por los consumidores, especialmente los naturales de los países más desarrollados, a la hora de adquirir los llamados productos verdes.29 Esta percepción debe ser corregida en función del tipo de producto y del país consumidor, hasta el extremo de que el 60% de los consumidores consultados en países tan dispares como Alemania, Francia, Reino Unido, Brasil, la India y China, opina que es importante comprar productos ecológicos30 , -en estos tres últimos países se indica que el 70% de los consumidores quiere aumentar el consumo de los mismos. Tal vez la opulencia de nuestra sociedad nos impida despejar sus contradicciones. Siempre hay alguien que hace preguntas sobre la viabilidad de “su nueva plantación de olivar”. Diga uno lo que diga, la promiscua musa olearia se sale con la suya. Nunca hace grandes preguntas ni aspira a vislumbrar el futuro. Es parte de la inercia que hemos conseguido, “el milagro que aún esperamos”, en palabras del economista Santiago Niño. Puede que resulte que el nuevo olivar sostenible sea precisamente el que no se plante y que, como dice en clave muy cruda el profesor catalán, “a medio plazo, lo único que hay que hacer es sobrevivir”.31 Con toda probabilidad, los árboles no nos dejan ver el olivar y sus muy diversas tipologías. De ello las aves entienden más que el ser humano. Fijémonos pues en su comportamiento y aprendamos cuanto valor añadido hay en los verdaderos ciclos de la naturaleza. Por nuestro propio bien.

28 La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) estima que el olivar andaluz puede alcanzar los 700

millones de euros de pérdidas al final de la campaña 2009/2010. Mercacei, Pag 23. 6/12 Septiembre 2010. 29 Los europeos consideran que lo ecológico es caro. Mercados. El País. 19 septiembre, 2010. 30 Cohn&Wolfe et al. Global Media Deck. 2010 ImagePower Green Brands Survey. Junio 2010. 31 Entrevista a Santiago Niño. El País Semanal, 12 de septiembre 2010.

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AGRADECIMIENTOS A mis amigos Gonzalo Gómez-Arnau, Carlos A. Torralvo, Enrique García-Tenorio, Ramón Caravaca, Javier Torrego y Felipe Navarro, por sus aportaciones y sugerencias al texto.

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LISTADO DE ESPECIES CITADAS (ORDEN ALFABÉTICO)

Nombre común"

"

"

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Nombre científico

Abejaruco común"

"

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"

Merops apiaster

"

"

Abubilla""

"

"

"

"

Upupa epops

"

"

Águila calzada" "

"

"

"

Hieratus pennatus

"

"

Aguilucho cenizo"

"

"

"

Circus pygargus

"

"

Alcotán""

"

"

"

"

Falco subbuteo

"

"

Alzacola"

"

"

"

"

Cercotrichas galactotes

"

"

Agateador común"

"

"

"

Certhia brachydactyla

"

"

Alcaraván"

"

"

"

"

Burhinus oedicnemus

"

"

Alcaudón común"

"

"

"

Lanius senador

"

"

Avutarda"

"

"

"

Otis tarda

"

"

Bisbita campestre"

"

"

"

Anthus campestres

"

"

Bisbita común" "

"

"

"

Anthus pratensis

"

"

Buho chico"

"

"

"

"

Asio otus

"

"

Buitre leonado" "

"

"

"

Gyps fulvus

"

"

Camaleón"

"

"

"

"

Chamaeleo Chamaéleon

"

"

Cárabo común" "

"

"

"

Strix aluco

Carbonero común"

"

"

"

Parus major

"

"

"

"

Cernícalo común"

"

"

Falco tinnunculus

"

"

Chotacabras cuellirrojo o pardo""

"

Caprimulgus ruficollis

"

"

Cogujada común"

"

"

"

Galerita cristata

"

"

Cogujada montesina"

"

"

"

Galerita theklae

"

"

Collalba rubia" "

"

"

"

Oenanthe hispanica

"

"

Conejo de monte"

"

"

"

Orycrolagus cuniculus

"

"

Cuco común"

"

"

"

Cuculus canorus

"

"

Cuervo de Nueva Caledonia"

"

"

Corvus moneduloides

"

"

Culebra europea"

"

"

"

Circaetus gallicus

"

"

Culebra de escalera"

"

"

"

Elaphe scalaris

"

"

Culebra bastarda"

"

"

"

Malpolon monspessulanus

"

"

Curruca cabecinegra"

"

"

"

Sylvia melanocephala

"

"

Curruca capirotada"

"

"

"

Sylvia atricapilla

!

!

Curruca carrasqueña!

!

!

!

Sylvia cantillans

"

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!

!

Curruca mirlona"

"

"

"

Sylvia hortensis

"

"

Erizo común"

"

"

"

"

Erinaceus europaeus

"

"

Estornino negro""

"

"

"

Sturnus unicolor

"

"

Estornino pinto""

"

"

"

Sturnus vulgaris

"

"

Gavilán común" "

"

"

"

Accipiter nisus

"

"

Grulla común" "

"

"

"

Grus grus

"

"

Herrerillo común"

"

"

"

Parus caeruleus

"

"

Jabalí" "

"

"

"

"

Sus scrofa

"

"

Jilguero""

"

"

"

"

Carduelis carduelis

"

"

Jineta" "

"

"

"

"

Genetta genetta

"

"

Lagartija cenicienta"

"

"

"

Psammodromus hispanicus

"

"

Lagartija ibérica""

"

"

"

Podarcis hispanica

"

"

Lagarto ocelado""

"

"

"

Timon lepidus

"

"

Lavandera blanca"

"

"

"

Motacilla alba

"

"

Lechuza común""

"

"

"

Tyto alba

"

"

Liebre ibérica" "

"

"

"

Lepus granatensis

"

"

Lirón careto"

"

"

"

"

Eliomys quercinus

"

"

Lúgano""

"

"

"

"

Carduelis spinus

"

"

Milano negro" "

"

"

"

Milvus migrans

"

"

Milano real"

"

"

"

"

Milvus milvus

"

"

Mirlo común"

"

"

"

"

Turdus merula

"

"

Mirlo acuático" "

"

"

"

Cinclus cinclus

"

"

Mochuelo"

"

"

"

Athene noctua

"

"

Mosquitero común"

"

"

"

Phylloscopus collybita

"

"

Mosquitero papialbo"

"

"

"

Phylloscopus bonelli

"

"

Paloma torcaz" "

"

"

"

Columba palumbus

"

"

Papamoscas cerrojillo" "

"

"

Ficedula hypoleuca

"

"

Pardillo común ""

"

"

"

Acanthis cannabina"

"

"

Perdiz roja"

"

"

"

"

Alectoris rufa

"

"

Petirrojo"

"

"

"

"

Erithacus rubecula

"

"

Pinzón vulgar" "

"

"

"

Fringilla coelebs

"

"

Ratonero común"

"

"

"

Buteo buteo

"

"

Ruiseñor común"

"

"

"

Luscinia megarhynchos

"

"

Sapillo pintojo" "

"

"

"

Discoglossus pictus

"

"

Sapillo moteado común""

"

"

Pelodytes punctatus

"

"

Sapo corredor" "

"

"

Bufo calamita

"

"

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jcr 30

"

"

Sisón común"

"

"

"

"

Tetras tetrax

"

"

Tarabilla común""

"

"

"

Saxicola torquita

"

"

Tarabilla norteña"

"

"

"

Saxicola rubetra

"

"

Tejón europeo" "

"

"

"

Meles meles

"

"

Terrera común" "

"

"

"

Calandrella brachydactyla

"

"

Tórtola europea"

"

"

!

Streptopelia turtur

"

"

Totovía""

"

"

"

"

Lullula arborea

"

"

Triguero"

"

"

"

"

Emberiza calandra

"

"

Verdecillo"

"

"

"

"

Serinus serinus

"

"

Verderón común"

"

"

"

Carduelis chloris

"

"

Zarcero pálido" "

"

"

"

Hippolais opaca

"

"

Zorro rojo"

"

"

"

"

Vulpes culpes

"

"

Zorzal alirrojo" "

"

"

"

Turdus iliacus

"

"

Zorzal común" "

"

"

"

Turdus philomelos

"

"

Zorzal charlo" "

"

"

"

Turdus viscivorus

"

"

Zorzal real"

"

"

"

Turdus pilaris"

"

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