Story Transcript
“Al
primer
minuto
de
vivir
con
las
16
actitudes,
tu
vida
cambia.”
(Lama
Zopa,
Presidente
Honorario
de
Educación
en
Sabiduría
Universal)
Una
introducción
a
las
16
Actitudes
para
una
vida
con
sentido
Educación
en
Sabiduría
Universal
2012
La
visión
de
Educación
en
Sabiduría
Universal
(Universal
Wisdom
Education)
es
hacer
del
mundo
un
lugar
más
tranquilo
ayudando
a
las
personas
a
desarrollar
su
inclinación
natural
a
la
compasión
y
la
sabiduría,
así
como
contribuir
a
encontrar
la
felicidad
y
el
sentido
en
la
vida.
Las
16
actitudes
para
una
vida
con
sentido
fueron
desarrolladas
por
sugerencia
de
Lama
Zopa
Rimpoché
y
constituyen
la
primera
iniciativa
de
Essential
Education.
Las
publicaciones
de
las
16
actitudes
incluyen:
16
Actitudes
para
una
vida
con
sentido
y
Preparados
Listos,
un
conjunto
de
recursos
multimedia
para
niños
que
incluyen
el
libro
en
español.
Además
se
están
desarrollando
otros
materiales
para
jóvenes
y
adultos.
Para
mayor
información
o
para
inscribirte
a
la
lista
de
distribución,
visita
www.universalwisdomeducationeducation.org
Traducción
provisional
del
material
original
en
inglés.
Por
favor
no
reproducir
sin
permiso.
Las
16
actitudes
son
un
recurso
práctico
para
mejorar
la
vida.
Ofrecen
un
sistema
sencillo
pero
a
la
vez
muy
sólido
para
reflexionar
sobre
cómo
pensamos,
hablamos
y
actuamos,
y
esto
a
su
vez
contribuye
a
que
podamos
vivir
una
vida
plena
y
con
sentido
y
experimentar
un
bienestar
duradero.
Los
resultados
de
los
experimentos
más
novedosos
de
la
neurociencia
apuntan
a
que
todos
tenemos
un
gran
potencial
que
nos
permite
desarrollar
y
transformar
nuestra
mente
desde
el
nacimiento
hasta
el
mismo
momento
de
la
muerte.
Las
16
actitudes
nos
muestran
cómo
hacerlo
de
forma
que
sea
beneficioso
tanto
para
nosotros
como
para
los
demás.
¿POR
QUÉ
16
ACTITUDES?
En
el
siglo
VII,
el
Rey
Songtsen
Gampo
del
Tíbet
invitó
a
maestros
espirituales
y
filósofos
de
la
vecina
India
y
comenzó
así
una
transformación
de
su
pueblo,
que
pasó
de
ser
una
nación
de
guerreros
a
una
sociedad
conocida
por
su
serenidad
y
paz
interior.
Las
16
actitudes
para
una
vida
con
sentido
están
inspiradas
en
los
valores
y
principios
que
este
rey
introdujo
a
su
pueblo.
Las
actitudes
son
una
versión
moderna
de
la
sabiduría
ancestral.
Estas
simples
palabras
esconden
un
profundo
significado,
y
se
repiten
con
mucha
frecuencia
en
las
distintas
tradiciones
espirituales,
religiosas
y
filosóficas
de
todo
el
mundo,
aunque
no
siempre
se
lleven
a
la
práctica.
Si
somos
capaces
de
aprender
a
utilizarlas
en
las
situaciones
de
la
vida
cotidiana
nos
demostrarán
una
y
otra
vez
su
extraordinaria
capacidad
para
transformar
nuestras
relaciones,
para
ayudarnos
a
tomar
decisiones
adecuadas
y
para
aportarnos
paz
mental,
incluso
aunque
las
circunstancias
externas
sean
muy
difíciles.
16
ACTITUDES
PARA
UNA
VIDA
CON
SENTIDO
Las
actitudes
discurren
por
un
círculo
infinito
que
va
desde
la
Humildad
hasta
la
Valentía,
y
que
está
estructurado
en
cuatro
ámbitos:
1.
Pensar
–
todo
lo
que
hacemos
y
decimos
procede
de
los
que
pensamos.
2.
Actuar
–
toda
acción
positiva
contribuye
a
un
mundo
mejor.
3.
Relacionarse
–
si
cuidamos
a
los
demás,
nos
cuidamos
a
nosotros
mismos.
4.
Encontrar
sentido
–
si
todo
cambia
constantemente,
cualquier
cosa
es
posible.
Cuanto
más
exploremos
estos
ámbitos
y
cuanta
más
atención
les
dediquemos,
más
profundos
serán
nuestro
conocimiento
y
experiencia
de
las
actitudes.
Ya
hay
muchas
personas
que
han
trabajado
con
estas
actitudes
y
consideran
que
les
permiten
desarrollar
resiliencia
ante
los
retos
y
el
estrés
de
la
vida
actual.
Si
quieres
ver
más
ideas
sobre
cómo
utilizar
las
actitudes
o
sobre
los
talleres,
guías
de
estudio
o
productos
como
las
tarjetas
de
las
16
actitudes,
entra
en
www.16guidelines.org
2
LOS
CUATRO
ÁMBITOS
Pensar
Todo
lo
que
hacemos
y
decimos
procede
de
lo
que
pensamos
Nuestra
forma
de
pensar
condiciona
nuestras
palabras
y
nuestras
acciones,
así
como
todas
las
decisiones
que
tomamos,
como
por
ejemplo
el
lugar
que
escogemos
para
vivir,
los
amigos
que
elegimos,
el
trabajo
que
desempeñamos
y
la
forma
en
la
que
empleamos
nuestro
tiempo.
Nuestras
vidas
están
moldeadas
por
nuestros
pensamientos
desde
la
más
tierna
infancia
hasta
el
día
en
que
morimos.
Reconocer
el
poder
de
la
mente
es,
por
lo
tanto,
uno
de
los
aspectos
más
importantes
de
nuestra
vida.
Esa
es
también
la
idea
que
subyace
en
las
16
actitudes
para
una
vida
con
sentido.
De
manera
instintiva,
solemos
percibir
el
mundo
como
algo
externo
a
nosotros,
como
una
sucesión
de
acontecimientos
que
unas
veces
nos
favorecen
y
otras
no,
y
de
los
que
somos
partícipes
casi
accidentales.
Pero
si
examinamos
bien
la
realidad,
veremos
que
nuestra
experiencia
del
mundo
está
influenciada
en
gran
medida
por
lo
que
sucede
en
nuestro
interior
y
por
nuestro
estado
de
ánimo.
Por
ese
motivo,
un
día
nos
sentimos
encantados
de
ver
a
una
pareja
abrazándose
en
público,
mientras
que
otro
día
nos
sentimos
desdichados
o
irritados
presenciando
la
misma
escena.
La
cultura
también
influye.
En
muchos
países,
un
abrazo
entre
un
hombre
y
una
mujer
—estén
o
no
casados—
se
considera
una
muestra
natural
de
afecto,
mientras
que
en
otros,
el
mismo
hecho
podría
calificarse
de
inmoral
e
inaceptable.
Nuestras
reacciones
emocionales
están
guiadas
por
una
compleja
mezcla
de
creencias,
actitudes
y
experiencias.
Si
reflexionamos
detenidamente,
podemos
reconocer
que
detrás
de
cada
emoción
existe
un
pensamiento
previo,
pero
a
menudo
no
somos
conscientes
de
ello
porque
los
acontecimientos
ocurren
con
gran
rapidez.
Un
arrebato
de
cólera
puede
originarse
en
pensamientos
del
tipo
«esta
persona
me
da
miedo»
o
«me
van
a
hacer
daño»
o
«no
consigo
lo
que
quiero»,
es
decir,
derivados
del
miedo
o
la
frustración.
De
igual
modo,
cuando
nos
sentimos
deprimidos,
podemos
pensar
que
no
somos
capaces
de
desenvolvernos
en
la
vida,
que
nadie
nos
quiere,
que
hemos
hecho
las
cosas
muy
mal
o
que
esa
situación
nunca
va
a
terminar,
y
aunque
estos
pensamientos
sean
exagerados
y
carezcan
de
fundamento,
nuestra
mente
tiene
el
poder
de
hacernos
creer
que
son
ciertos
y
causarnos
desdicha
e
insatisfacción.
Y
es
justo
en
ese
poder
de
la
mente
donde
residen
nuestras
posibilidades;
al
igual
que
el
atleta
que
entrena
su
cuerpo,
nosotros
también
podemos
entrenar
nuestra
mente
y
cambiar
nuestros
patrones
de
conducta
explorando
nuevas
maneras
de
vivir.
Las
cuatro
actitudes
que
conforman
este
ámbito
son:
1. Humildad
2. Paciencia
3. Satisfacción
4. Alegría
3
Actuar
Toda
acción
positiva
contribuye
a
un
mundo
mejor
La
vida
humana
se
compone
de
millones
de
acciones
del
cuerpo,
la
palabra
y
la
mente.
Acciones
que
llevamos
a
cabo
desde
el
momento
en
que
nacemos
hasta
el
último
segundo
de
la
vida.
La
elección
de
esas
acciones
define
y
determina
la
calidad
misma
de
nuestra
vida
y
nuestras
experiencias.
La
mayoría
de
nosotros
reflexionamos
cuidadosamente
al
tomar
una
decisión
importante,
como
por
ejemplo,
escoger
un
nuevo
trabajo,
iniciar
una
relación
o
comprar
una
casa.
Pensamos
en
si
esta
decisión
nos
va
a
traer
la
felicidad
que
buscamos.
Incluso
cuando
planeamos
las
vacaciones,
nos
detenemos
a
pensar
sobre
ello
y
averiguamos
las
ventajas
de
ir
a
un
lugar
determinado,
si
habrá
actividades
al
aire
libre,
si
tendremos
la
compañía
que
deseamos...
en
estos
casos,
primero
pensamos
y
luego
actuamos.
Curiosamente,
no
sucede
así
con
miles
y
miles
de
acciones
que
surgen
sin
control
consciente,
a
partir
de
hábitos
de
conducta
«automáticos»
que
nos
llevan
a
entrar
en
un
determinado
establecimiento,
leer
un
periódico
y
no
otro,
buscar
o
evitar
la
compañía
de
determinadas
personas,
etc.
Esas
pautas
de
comportamiento
aprendidas,
que
nos
acompañan
desde
niños,
tienen
una
repercusión
determinante
en
nuestras
vidas.
De
la
misma
manera
que
un
árbol
surge
de
una
semilla,
el
resultado
de
nuestras
acciones
se
corresponde
con
las
causas
que
hemos
creado.
Preguntémonos
con
qué
frecuencia
reflexionamos
sobre
los
hábitos
y
patrones
que
marcan
nuestra
existencia
y
si
estos
siguen
teniendo
sentido,
nos
aportan
felicidad
y
satisfacción,
si
nos
ayudan
a
lograr
nuestros
objetivos.
La
decisión
de
cómo
actuar
no
sólo
afecta
a
nuestro
bienestar,
sino
también
al
de
los
demás.
Nuestras
acciones
tienen
la
capacidad
de
generar
armonía
en
todo
lo
que
nos
rodea
—la
familia,
los
amigos,
la
sociedad
en
general—
o
de
causar
dolor
y
discordia.
Cada
acción
que
emprendemos,
por
pequeña
que
sea,
origina
una
cadena
de
acontecimientos,
por
ello
debemos
prestar
atención
a
nuestros
pensamientos
y
acciones,
pues
las
consecuencias
de
nuestros
actos
son
más
complejas
y
tienen
un
mayor
alcance
de
lo
que
imaginamos.
La
razón
y
la
experiencia
demuestran
que
ciertas
acciones
ayudan
a
generar
un
mayor
bienestar,
mientras
que
otras
sólo
conducen
a
la
confusión
y
al
sufrimiento.
Una
vez
que
tomamos
conciencia
de
esto,
ya
no
podemos
culpar
«al
mundo»
o
a
fuerzas
que
no
controlamos
por
las
situaciones
en
las
que
nos
vemos
envueltos;
por
el
contrario,
debemos
reconocer
la
influencia
que
ejercemos
sobre
nuestra
vida
y
asumir
la
responsabilidad
de
nuestros
actos.
Las
cuatro
actitudes
que
conforman
este
ámbito
son:
5. Bondad
6. Honestidad
7. Generosidad
8. Habla
Positiva
4
Relacionarse
Si
cuidamos
a
los
demás,
nos
cuidamos
a
nosotros
mismos
Es
un
hecho,
aunque
nos
cueste
admitirlo,
que
no
podemos
arreglárnoslas
por
nosotros
mismos.
Pongamos
como
ejemplo
un
simple
desayuno.
Cuando
estamos
medio
dormidos
o
con
prisas
por
marcharnos
al
trabajo
es
fácil
olvidar
a
todas
las
personas
que
hacen
posible
ese
sencillo
acto.
No
recordamos
al
campesino
que
plantó
el
trigo
para
el
pan,
al
ingeniero
encargado
de
las
tuberías
por
donde
corre
el
agua
que
usamos
para
hacer
el
café
o
al
conductor
que
lleva
los
suministros
hasta
la
tienda
donde
compramos
los
alimentos.
Nuestra
interrelación
con
los
demás
es
infinita.
Si
investigamos
hasta
el
final
en
esta
cadena
descubriremos
que
estamos
relacionados
con
todos
los
seres
vivos
del
planeta,
tanto
los
del
pasado
y
el
presente
como
los
del
futuro.
Nuestra
tendencia
a
ignorar
o
pasar
por
alto
estas
conexiones
no
es
sólo
poco
realista,
sino
que
además
representa
un
gran
obstáculo
para
alcanzar
la
felicidad.
Existe
una
creencia
extendida
de
que
somos
individuos
independientes
que
han
trabajado
muy
duro
para
ser
autosuficientes.
Los
eslóganes
publicitarios
trasmiten
el
mensaje
de
que
debemos
ser
egocéntricos,
alcanzar
la
excelencia
y
priorizar
nuestras
necesidades
y
preocupaciones
sobre
las
de
los
demás.
En
la
escuela
o
el
trabajo,
en
la
prensa
y
en
la
televisión,
todos
los
días
nos
alientan
a
competir
en
lugar
de
colaborar
los
unos
con
los
otros.
Todo
esto
a
menudo
conlleva
soledad,
ansiedad
y
depresión.
No
requiere
un
gran
esfuerzo
ver
que
las
personas
más
felices
que
conocemos
son
aquellas
que
reconocen
que
dependemos
los
unos
de
los
otros
y
cultivan
relaciones
afectuosas
con
los
demás.
En
el
día
a
día,
esta
interdependencia
es
quizás
la
principal
causa
de
felicidad
o
de
sufrimiento
para
los
seres
humanos.
A
nadie
le
agrada
que
lo
desprecien
y
la
sola
desaprobación
de
alguien
nos
puede
afectar
durante
días,
tal
vez
años.
Por
el
contrario,
cuando
alguien
nos
apoya
y
nos
alienta,
sentimos
que
no
estamos
solos.
Ser
amable
con
los
demás
es
al
mismo
tiempo
ser
amable
con
uno
mismo.
Las
relaciones
más
sólidas
y
duraderas
están
basadas
en
el
deseo
sincero
de
que
la
otra
persona
sea
feliz.
Cultivar
esta
forma
de
pensar
pone
en
movimiento
una
cadena
de
acontecimientos
en
los
que
aprendemos
que
en
la
medida
en
que
somos
más
amables,
también
recibimos
una
respuesta
más
amable
de
los
demás.
Incluso
cuando
nos
equivocamos
y
actuamos
de
forma
inadecuada,
el
hecho
de
que
nuestra
intención
no
fuera
hacer
daño
puede
suavizar
la
situación.
Las
cuatro
actitudes
que
conforman
este
ámbito
son:
9.
Respeto
10.
Perdón
11.
Gratitud
12.
Lealtad
5
Encontrar
sentido
Si
todo
cambia
constantemente,
cualquier
cosa
es
posible
Todo
lo
que
nos
rodea
cambia
constantemente.
Es
una
ley
de
la
naturaleza.
El
mundo
gira
y
el
día
sucede
a
la
noche;
las
estaciones
transcurren
inexorablemente;
los
alimentos
surgen
de
la
tierra
y
luego
se
descomponen;
las
innovaciones
devienen
objetos
obsoletos
con
el
paso
de
los
años
y
la
ropa
de
moda
tras
varias
temporadas
está
ya
raída
y
anticuada.
Incluso
los
continentes
y
las
montañas
se
mueven
con
el
transcurso
de
los
siglos.
Los
seres
vivos
estamos
también
atrapados
en
un
proceso
de
cambio
constante.
Los
átomos
que
componen
nuestro
cuerpo
fluyen
incesantemente.
Nacemos,
pasamos
de
la
infancia
a
la
vida
adulta
y
de
ahí
a
la
vejez
y
a
la
muerte.
Nuestros
pensamientos
y
emociones
cambian
a
cada
instante,
a
menudo
a
una
velocidad
imperceptible
para
nosotros
mismos.
Cualquier
cosa
creada
tiene
un
ciclo
vital
sujeto
al
cambio
y
la
decadencia.
Ignorar
esta
verdad
fundamental
nos
hace
vivir
atrapados
en
una
ilusión,
aferrándonos
a
la
idea
de
la
permanencia
y
la
estabilidad
de
las
cosas,
aunque
todas
las
pruebas
indiquen
lo
contrario.
Nos
olvidamos
de
que
esa
taza
que
tanto
nos
gusta
se
romperá,
que
una
relación
amorosa
puede
acabar,
que
una
flor
se
marchitará
y
que
nuestros
amigos
y
familiares
envejecerán.
Al
no
comprender
ni
admitir
estos
hechos,
se
apodera
de
nosotros
la
desdicha
y
la
insatisfacción.
Aunque
en
el
fondo
sepamos
que
todo
cambia,
a
menudo
intentamos
ignorar
esta
verdad.
El
cambio
nos
inspira
temor,
porque
nos
inquieta
pensar
en
lo
que
nos
deparará
el
destino,
si
será
mejor,
más
fácil,
más
feliz
o,
por
el
contrario,
peor,
más
difícil
y
más
triste
que
el
presente.
No
obstante,
una
vida
sin
cambios
sería
inconcebible,
nos
dejaría
sin
esperanzas,
atrapados
en
el
mismo
lugar
sin
la
oportunidad
de
crecer
y
desarrollarnos.
Si
somos
capaces
de
tomar
decisiones
inteligentes
sobre
cómo
invertir
nuestro
tiempo
y
nuestra
energía,
entonces
recibiremos
el
cambio
con
los
brazos
abiertos,
porque
cada
situación
encierra
un
potencial
infinito,
y
depende
de
nosotros
saber
aprovecharlo.
El
éxito
en
la
búsqueda
de
sentido
depende
de
la
capacidad
y
la
disposición
que
tengamos
para
explorar
nuevos
territorios,
es
por
ello
que
a
menudo
esta
búsqueda
recibe
el
nombre
de
«camino».
Es
un
reto
adentrarnos
en
nosotros
mismos,
explorar
nuestras
fortalezas
y
aspiraciones
y
descubrir
cómo
nos
pueden
ayudar
a
llevar
una
vida
plena
y
feliz.
El
camino
no
es
fácil
y
puede
exigirnos
mucha
energía,
pero
es
sin
duda
apasionante
y
profundamente
liberador
descubrir
quiénes
somos,
por
qué
estamos
aquí
y
cómo
podemos
aprovechar
al
máximo
los
años
que
viviremos
en
este
mundo.
Las
cuatro
actitudes
que
conforman
este
ámbito
son:
13.
Aspiraciones
14.
Principios
15.
Altruismo
16.
Valentía
6
DESAFÍOS
PARA
CADA
ACTITUD
1.
Humildad
Pregúntate
si
eres
capaz
de
escuchar
a
los
demás
y
dejar
a
un
lado
lo
que
estás
haciendo
—cocinar,
hojear
el
periódico,
mirar
el
ordenador—
cuando
alguien
intenta
comunicarse
contigo.
Piensa
en
el
modo
en
que
tratas
a
los
demás,
en
si
les
estás
dedicando
la
atención
que
merecen.
En
caso
contrario,
la
próxima
vez
que
alguien
se
dirija
a
ti,
interrumpe
lo
que
estés
haciendo,
míralo
a
los
ojos
y
escúchalo
con
atención.
Piensa
en
una
cosa
nueva
que
hayas
aprendido
al
hacerlo.
2.
Paciencia
¿Hay
alguien
que
te
irrite
de
verdad,
o
que
te
suele
poner
muy
nervioso?
Tómate
cinco
minutos
de
silencio,
busca
un
lugar
tranquilo
para
reflexionar
e
identifica
qué
es
exactamente
lo
que
te
molesta
tanto.
Pregúntate
si
esa
persona
tiene
alguna
cualidad
o
actitud
que
tú
también
posees
y
que
te
cuesta
aceptar.
Piensa
si
esta
reflexión
te
puede
aportar
un
poco
de
espacio
para
afrontar
mejor
la
situación.
3.
Satisfacción
Pregúntate
si
sueles
sentirte
inquieto
o
insatisfecho.
La
próxima
vez
que
tengas
esa
sensación,
en
lugar
de
emprender
alguna
actividad,
quédate
completamente
inmóvil.
Resiste
al
impulso
de
comer,
beber,
fumar,
iniciar
una
conversación
o
cualquier
otra
cosa
que
suelas
hacer.
Respira
hondo
varias
veces
e
intenta
aceptar
las
cosas
como
son.
Continúa
en
este
estado
durante
cinco
minutos.
Piensa
si
este
ejercicio
puede
cambiar
de
alguna
forma
lo
que
eliges
hacer.
4.
Alegría
Piensa
en
cuándo
fue
la
ultima
vez
que
te
sentiste
completamente
alegre.
Pregúntate
si
eres
capaz
de
alegrarte
de
verdad,
sin
reservas,
por
algo
que
suceda
hoy.
Termina
el
día
celebrando
esos
momentos
en
lugar
de
centrarte
en
los
problemas
y
las
dificultades.
5.
Bondad
Pregúntate
si
deseas
dar
y
recibir
bondad
de
los
demás.
Comienza
por
interesarte
por
una
persona
en
particular,
piensa
en
las
pequeñas
cosas
que
puedes
hacer
para
que
se
sienta
bien;
quizás
tan
sólo
ofrecerle
un
café
o
una
sonrisa.
Asegúrate
de
que
lo
que
das
pueda
ser
recibido
con
facilidad.
Pregúntate
si
este
pequeño
acto
de
bondad
ha
supuesto
algún
pequeño
cambio
en
cómo
has
vivido
el
día.
6.
Honestidad
Pregúntate
si
hay
alguna
cosa
que
te
inquieta,
si
has
exagerado
tus
cualidades
o
tergiversado
algún
asunto
relacionado
con
tus
finanzas
en
alguna
situación.
Sé
honesto
contigo
mismo
para
poder
ser
honesto
con
los
demás.
7.
Generosidad
Pregúntate
si
podrías
hacer
un
mayor
esfuerzo
por
ser
generoso
con
los
demás
y
en
qué
consistiría
ese
esfuerzo,
ya
sea
en
términos
de
tiempo,
habilidades
o
recursos.
Piensa
si
estás
dispuesto
a
involucrarte
en
un
gesto
de
desprendimiento
con
alguien
que
no
forma
parte
de
tu
entorno
habitual
o
con
quien
no
te
sientes
cómodo.
Intenta
asumir
un
compromiso
ahora
mismo.
8.
Habla
positiva
Recuerda
cuándo
fue
la
última
vez
que
dijiste
algo
que
te
avergonzó.
Pregúntate
si
puedes
controlar
durante
al
menos
una
hora
cada
palabra
que
pronuncias.
¿Eres
capaz
7
de
decir
sólo
las
palabras
que
contribuyen
al
bienestar
de
la
persona
con
la
que
estás
hablando?
Observa
con
atención
cuáles
deberían
ser
esas
palabras.
9.
Respeto
Si
tuvieras
que
escoger
a
alguien
como
modelo
de
vida,
piensa
a
quién
elegirías.
Reflexiona
sobre
las
cualidades
que
esa
persona
posee
y
que
tú
desearías
tener,
y
también
sobre
los
puntos
fuertes
que
ambos
compartís.
Pregúntate
de
qué
manera
puedes
expresar
esas
virtudes.
Durante
la
próxima
semana,
disfruta
al
observar
cada
vez
que
practiques
esas
cualidades
y
recuerda
a
la
persona
que
te
ha
inspirado.
10.
Perdón
Piensa
en
la
persona
que
más
te
hace
enfadar.
Pregúntate
cuánto
tiempo
inviertes
pensando
en
ella.
Quizás
te
molesta
que
no
cumpla
tus
expectativas
ni
se
adapte
a
tus
necesidades;
tal
vez
esas
expectativas
y
necesidades
no
sean
realistas.
Intenta
crear
un
espacio
mental
para
que
el
perdón
pueda
florecer.
Reflexiona
sobre
si
la
próxima
vez
podrías
enfadarte
menos.
11.
Gratitud
Piensa
en
qué
aspectos
de
tu
vida
te
hacen
sentir
bien.
Pregúntate
si
puedes
identificar
al
menos
a
seis
personas
que
hayan
contribuido,
directa
o
indirectamente,
a
ese
bienestar.
Recuerda
si
les
has
expresado
tu
gratitud
a
esas
personas.
Quizás
en
algunos
casos
no
sea
fácil
demostrar
tu
agradecimiento.
Piensa
en
la
mejor
manera
de
hacerlo.
12.
Lealtad
Piensa
en
alguien
cercano
que
esté
atravesando
por
una
mala
situación.
Tómate
unos
minutos
para
reflexionar
sobre
sus
problemas
y
sus
necesidades.
Pregúntate
si
hay
algo
que
puedas
hacer
para
ayudarlo.
¿Estás
dispuesto
a
intentarlo?
En
caso
contrario,
pregúntate
qué
es
lo
que
te
detiene.
13.
Aspiraciones
Pregúntate
si
has
soñado
alguna
vez
con
convertir
el
mundo
en
un
lugar
mejor.
Piensa
en
una
acción
para
lograrlo
que
sea
tan
inmensa
e
inspiradora
que
una
sola
vida
no
bastaría
para
llevarla
a
cabo.
¿Estás
dispuesto
a
dar
el
primer
paso?
Averigua
cómo
puedes
empezar.
14.
Principios
Averigua
qué
cosas
te
apasionan,
por
qué
sientes
pasión
por
ellas
y
qué
relación
guardan
contigo.
Tómate
unos
minutos
para
identificar
cuáles
son
las
pautas
que
guían
tu
modo
de
pensar
y
de
actuar.
Habla
de
ello
con
alguien
cercano.
Pregúntate
si
estás
viviendo
de
acuerdo
con
esas
pautas
y,
en
caso
contrario,
lo
que
puedes
hacer
al
respecto.
15.
Altruismo
Pregúntate
si
te
sientes
agotado,
si
sientes
que
ya
no
te
queda
nada
para
dar.
Quizás
estés
ayudando
a
los
demás
a
expensas
de
tu
propio
bienestar.
En
la
próxima
semana,
realiza
una
acción
para
mostrarte
compasión
a
ti
mismo.
Intenta
aportar
la
misma
ternura
y
compasión
la
próxima
vez
que
hagas
algo
por
alguien.
16.
Valentía
Pregúntate
si
quieres
conseguir
algo
que
realmente
te
importa
y
qué
es
lo
que
te
impide
hacerlo.
Quizás
el
motivo
sea
el
miedo.
Piensa
en
qué
fuerza
tiene
ese
temor.
¿Estás
dispuesto
a
conseguir
lo
que
quieres
a
pesar
del
miedo?
Intenta
asumir
un
compromiso
ahora
mismo.
¡Que
todos
los
seres
sean
felices!
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