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UNA RESPONSABILIDAD ETICA Y PROFESIONAL: EL MEDIO AMBIENTE José Martín Cárdenas Silva*
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La problemática… Quizá uno de los temas que actualmente ha llamado la atención de diversos actores sociales, políticos y gubernamentales sea la cuestión ambiental. Tratar sobre el cuidado del ambiente1 (espacio en el que se desarrolla la vida de los seres vivos, incluido el ser humano, y las relaciones que se dan entre ellos), tiene hoy defensores y detractores. Cuestiones como la protección de áreas naturales, el calentamiento global, la contaminación ambiental o el derecho de cualquier individuo a gozar de un ambiente sano, están a la orden del día. La gerencia social y los gerentes sociales no deben estar ajenos a este tema. En diversos emprendimientos ya sea sociales, gubernamentales, empresariales o en la vida cotidiana, nos tocamos o nos podemos tocar con éstas cuestiones. El tratamiento de la problemática ambiental, no es para nada fácil, diversos intereses se entremezclan o se traslapan: políticas, sociales, económicas, culturales y hasta ideológicas. El tema que deseo enfocar en el presente trabajo versará sobre el ambiente, quizá sea un reto harto complicado, considerando que casi ninguno de los filósofos leídos en clase tratan directamente sobre el mismo2. Tal vez, como me dijo cierto colega, “quizá sea por que en esos tiempos el tema ambiental no era una preocupación”. Comprenderán lo difícil que se me hace entonces. Mi interés por tratar este tema, aparte de ser un reto, es la necesidad de comenzar a plantear respuestas frente a los múltiples aprietos que he tenido (y tengo) en mi práctica profesional, sobre algo que creo es necesario y condición trascendente para lograr ese hasta ahora utópico desarrollo sostenible del que todo el mundo habla. He participado como consultor en proyectos de ciudadanía ambiental y hasta como profesor en cursos sobre gestión de la biodiversidad y en ambas experiencias me he encontrado con personas que se oponían a que se toquen estos temas. Tal vez lo más difícil haya sido encontrarme con aquellos puntos de vista que aducen, que “cuidar el ambiente es una tontería”, “que lo del calentamiento global es una perdida de tiempo”, “que por qué debo preocuparme por las nuevas generaciones, si nadie se preocupa por mi”, entre otros. Como gerente social convencido de que un ambiente sano es una condición necesaria para la buena vida, para una vida plenamente humana, para la dignidad de las
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Utilizo el término ambiente para referirme al medio ambiente
Este artículo ha sido escrito en el marco del curso Ética y Gerencia Social de la Maestría en Gerencia Social de la PUCP, semestre 2009 – 2,
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personas, incluso para la democracia misma, busco que las personas tomen conciencia de este tema tan importante, ¿por qué cuidar el ambiente?, ¿por qué preocuparnos por las futuras generaciones?, ¿por qué debo tomar conciencia de qué mis acciones afectan mi entorno y con ello la vida de otras personas? Demás está decir que el tema del ambiente es un gran desafío para la democracia, para los derechos humanos, incluso para la economía misma, tanto en el contexto nacional e internacional. Debo señalar además, que no profundizaré en las cuestiones ambientales, ni en sus efectos, al contrario intentaré plantear algunas cuestiones y relacionarlos con las ideas de algunos de los autores leídos durante las clases.
¿Por qué es relevante aquello?
Ya es harto conocido, que el ambiente ha sufrido grandes transformaciones en los últimos siglos; con el avance de la tecnología y los sistemas de producción industrial, estos cambios han sido catastróficos en muchas partes del mundo: deforestación, desertificación, cambios de régimen climático, entre otros, son algunos de ellos. “Vivimos en un mundo sometido a profundas transformaciones que afectan las características biofísicas de los ecosistemas y la calidad de vida de la población. Esto se da por el crecimiento exponencial de la población; las innovaciones de la ciencia y la tecnología; la mayor capacidad para producir bienes y servicios; las nuevas formas de gestionar la empresa y el trabajo; los cambios en los estilos de vida y equipamiento en lo hogares; el fortalecimiento de las instituciones internacionales; el cambio climático en curso… La generación que será testigo de sus efectos ya está viva y tiene menos de 33 años. Esto representa el 64% de la población actual, y sufrirá las consecuencias en los próximos 42 años (2008 – 2050)”3 A pesar de lo mencionado líneas arriba, ponernos de acuerdo en hacer algo o mostrar más preocupación sobre la situación del ambiente y las acciones humanas que la configuran, es una tarea que aun no acaba. Quizá un tema de urgente atención sea el del cambio climático. “Las repercusiones del cambio climático no se distribuirán equitativamente, siendo los países y las poblaciones más pobres los que sufrirán las consecuencias antes y con mayor intensidad. En el supuesto de que esta previsión se convierta en realidad, será demasiado tarde para dar marcha atrás. Esto nos obliga, pues, a mirar muy hacia el futuro”4
3 Comunidad Andina (2008). El cambio climático no tiene fronteras. Impacto del cambio climático en la Comunidad Andina. Lima: p. 2 y 7 4 Stern Review: La economía del cambio http://www.deres.org.uy/practicas_pdf/Stern_Review_Spanish.pdf
climático
(2007).
Disponible
en:
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Independiente de que los efectos del calentamiento global parece que afectarán en mayor grado a los países y a las poblaciones más pobres del planeta; o de que, sí los países industrializados no limitan las producciones de gases contaminantes, este presagio se hará realidad más pronto de lo previsto; tratar sobre la situación ambiental es un hecho relevante y pertinente, incluso para la gerencia social y los gerentes sociales. El desarrollo, incluso desde el enfoque de capacidades, no podrá concretarse, si las personas no gozan de un ambiente sano donde aplicar esas capacidades, no podrá haber salud física, ni mucho menos emocional, en un entorno perturbado y caótico; y con ello la vida digna de las futuras generaciones nunca logrará concretarse.
Intentando una mirada desde la ética y los autores leídos…
Aquí comienza lo complicado… Hace poco en una conferencia en la que participé, uno de los asistentes al mismo, preguntó al expositor de turno “¿Desde cuándo el ser humano comenzó a preocuparse por el ambiente?” A lo que el expositor sin inmutarse respondió: “desde que comenzó a tener miedo”. Esta respuesta, provocó en mí cierto remezón y también algo de desazón… ¿Por qué debemos preocuparnos por el cuidado del ambiente?, ¿El miedo es la razón fundamental? Preocuparse por el ambiente donde vivimos (cuidarlo y conservado), es una responsabilidad con nosotros mismos, con los otros y con los que nos sucedan; es una reafirmación de nuestra humanidad y de nuestra dignidad. Más que eso, la protección del ambiente es un deber ético, que tiene que ver con el logro de la eudaimonía o la plenitud del ser que perseguía Aristóteles, esa vida buena que postulaba Kant5, o la materialización de aquella lista básica de elementos (capacidades) que hacen una buena vida propuesta por Nussbaum (vida, salud física, integridad física, capacidad de usar los sentidos, entre otros)6. Pero, si es el miedo, lo que nos motiva esa preocupación o ese llamado a asumir el deber ético con el ambiente, significa eso, que si no hubiera ese miedo no haríamos nada al respeto; seguiríamos despreocupados, aun en nuestras vidas cotidianas, por los que pasa en nuestro entorno, no nos importaría ensuciar o destruir los espacios donde viven otras personas, otras comunidades, incluso distantes de nosotros.
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Giusti (2008) El soñado bien, el mal presente. Lima: PUCP
Nussbaum, M. “La ética del desarrollo desde el enfoque de capacidades. En defensa de los valores universales” En: Giusti (2000) La filosofía en el siglo XXI: balance y perspectiva. Lima: PUCP
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Kant7 mencionaba hace un buen tiempo que la obediencia de la ley moral producida por el puro interés, por evitarse un mal o darse satisfacción es mera legalidad y no llega a ser una instancia moral. Entonces dónde queda la buena voluntad, ¿o somos seres que actúan sólo por instituto o guiados por bajas pasiones, sin ningún grado de autonomía, a pesar de llamarnos seres racionales? Cuidar y conservar el ambiente como imperativo moral (categórico como lo llama Kant) no sólo es un fin en si mismo, sino que llevaría implícito la idea del otro, de un otro digno de propósito y fin de la existencia; para lo cual y no para la felicidad esta destinada la razón. En ese sentido, contribuir a lograr un ambiente propicio para la vida, cuidar y conservar el ambiente no por deber sino conforme al deber, es un llamado a encontrarnos con la esencia de cada uno, con la esencia de la humanidad, con la trascendencia de la especie humana. Es conforme al deber moral, que un individuo no destruya el lugar donde viven otros seres humanos, tan iguales como él. Una acción, como cuidar el ambiente, que es realizada por ser buena por si misma, demuestra la autonomía de la persona y el respeto al otro como fin en sí mismo. Actuar moralmente es actuar autónomamente y nunca puede ser el resultado de una presión social señalaba Kant8. Sin embargo, todo parece indicar, dada la debilidad de carácter del ser humano, que cuidar el ambiente también constituye un imperativo hipotético, imperativo egoísta antropocéntrico, que debemos imponernos no por ese compromiso con la humanidad y con la vida misma, sino por el miedo a lo que nos pueda pasar cuando el ambiente ya no pueda soportar la excesiva agresión humana. Debo cuidar el ambiente por que es bueno para mi salud, más que por ser mi deber cuidarlo. Incluso, si bien podemos cuidar el ambiente por miedo, también lo podemos hacer para que nuestro barrio esté más lindo que el de los otros, a los cuales consideramos inferiores (algo así como lo presentado en la parodia que exhibe los fines de semana un canal de televisión local, en la que las “limpias viejas pitucas de la Molina”, se enfrentan a los “sucios vecinos de Ate”). Visto así, son las consideraciones del egoísmo las que determinarían el accionar humano para con el ambiente: el egoísmo ético9. Si la gente persigue su propio interés porqué debo yo preocuparme por los otros. Independientemente de si es un imperativo categórico o hipotético, el hecho es que cuidar y conservar el ambiente es bueno para nosotros; significa salvarnos a nosotros mismos y a los que nos seguirían en el futuro. Por ello, incluso en un actuar moral que tiene como centro el ser humano, el cuidado del ambiente debe tener una importancia fundamental.
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Kant (…) Fundamentación metafísica de las costumbres (Lectura proporcionada en el curso Ética y gerencia Social)
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Williams (1997) “La pregunta de Sócrates”. Ética y límites de la filosofía. Caracas: Monte Ávila
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La protección de nuestro entorno resulta una actitud verdaderamente inteligente, y es de seres razonables diría Kant. Sin embargo, y tal como lo he señalado, parece ser que por más razonable que sea el ser humano, no actúa razonablemente, incluso conociendo que su acción sobre el ambiente tiene un efecto que puede ser perjudicial sino lo realiza moderadamente. “En los últimos 500 años la humanidad ha perdido, ha destruido, casi el 50% de los bosques del planeta y basta ver imágenes, fotografías áreas de la Amazonía, de los años 40 en adelante y comparar con las imágenes de hoy día y vemos cómo se está ampliando la tala de bosques…”10 Pero aquí también entre en juego otra cuestión, ¿dónde quedan los animales, las plantas en este meollo? Preocuparse por el ambiente significa que nuestro deber también debe extenderse hacia otros seres no humanos (animales, plantas, naturaleza). El llamado para cuidar y conservar el ambiente necesita una mirada más sistémica e integral de la humanidad o mejor dicho del mundo, demanda reflexionar la vida como un todo, la vida depende de la vida podríamos alegar. Cuidar el ambiente es un deber consigo mismo pero fundamentalmente con la autoconservación de la especie humana. Por ello, si bien la preocupación por cuidar el ambiente tiene su centro en el bienestar del ser humano, ello no excluye la preocupación por otras especies del que también depende nuestra vida. Si enfocamos el tema que estamos tratando de otro modo, y decimos que las personas deben cuidar el ambiente y sobretodo, que para ser verdaderamente humanos, necesitan vivir en un ambiente sano, porque se merecen vivir con dignidad, estaríamos entrando a otro cuestión importante sobre qué es vivir con dignidad o mejor dicho, aludiendo a la pregunta de Sócrates11, cómo uno debe vivir. Responder aquello requiere una comprensión racionalmente reflexiva sobre las prácticas cotidianas que realizamos, requiere trascender el yo, el ego, lo inmediato. Más allá de estar a favor o en contra de preocuparnos por el ambiente, lo fundamental es ponerse de acuerdo sobre una manera de vivir que dignifique a los seres humanos. Este acuerdo no es nada fácil y más aún su concreción. Sucede que muchas veces tenemos las respuestas, la forma es cómo plasmar esas respuestas en la realidad. De otro lado, si la tarea del desarrollo humano es lograr que las personas tengan una vida humana digna12, para las personas que habitan en ambientes degradados y contaminados, es complicado conseguir tal desarrollo.
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Brack, A “La realidad ambiental en el Perú”. En: Morales, F. (comp.) (2008) Hacia la justicia ambiental. Acceso a la justicia ambiental en el Perú y América Latina. Lima: Fondo Editorial del Congreso de la Republica del Perú, p. 24
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Des Gasper (2007) La ética del desarrollo humano y las Frontiers of justicia de Martha Nussbaum. Desacatos, N° 23, enero – abril, p. 291 – 318
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De qué vale tener capacidades o ejercerla cuando te desenvuelves en un entorno enfermo y caótico (me viene a la mente la imagen de la Oroya, ciudad ubicada en los Andes centrales del Perú y declarada como una de las más contaminadas del mundo, en la que los pobladores se sienten felices por tener trabajo en una fundición instalada hace muchos años en esta zona, no obstante estar enfermos debido a la gran contaminación por plomo existente en la ciudad). Hay ciertas formas de vivir que son verdaderamente humanas, que son propias de la dignidad de un ser humano, y otras que no los son. El listado de capacidades de Nussbaum13 no podrá materializar en estas condiciones. En ciudades aglomeradas, hacinadas, caóticas, conseguir aquello es muy difícil, seguirá siendo una utopia lo que propone Nussbaum. Si bien, la lista de capacidades que se propone son elementos necesarios para gozar de una vida plenamente humana y digna de un ser humano, ello está directamente relacionado con el gozar de un ambiente que ayude a concretarlos y sobretodo que permita el buen desempeño de las personas. La capacidad de vivir bien, la salud y la integridad física, la capacidad de usar los sentidos, el desarrollo emocional, esta relacionado con el gozo de un ambiente sano y que permita a las personas desempeñarse adecuadamente. La capacidad no tiene valor fuera de su papel en la promoción del desarrollo humano menciona Nussbaum. Incluso, el derecho al ambiente sano exige que se procure medidas y mecanismos para no contaminar: educación, tachos en las calles, servicios higiénicos, acceso a agua potable, entre otros. De qué vale que se nos exija cuidar el ambiente cuando no tenemos medios para realizar aquello, y por otro lado, de qué sirve tener trabajo, educación, si vivimos a expensas de una ambiente que denigra. En ese sentido, promocionar el desarrollo humano también tiene que ver con hacer que las personas gocen de un ambiente que les permita una mejor calidad de vida. El ambiente donde habitan las personas debe permitir el funcionamiento o desempeño de las mismas. Es más, vivir bien requiere satisfacer necesidades psicológicas y espirituales, y para eso, una condición es tener también un ambiente sano donde se pueda vivir una buena vida. La exigencia de cuidar el ambiente, requiere de una forma de conducta que sea consciente de la red de relaciones de la que depende el ambiente y la vida misma. Esto también implica repensar los derechos humanos y reafirmar lo que sostiene Rorty14, que los derechos humanos deben estar marcados por el bienestar y libertad de cada individuo. Por ello una teoría de la justicia debe tener en cuenta la pobreza, el género, la educación y también el ambiente. Por lo observado, demás está decir que en el tema del cuidado del ambiente y en los problemas vinculados a ello se entrecruzan diversas problemáticas, derecho a la salud,
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Nussbaum, M. “La ética del desarrollo desde el enfoque de capacidades. En defensa de los valores universales” En: Giusti (2000) La filosofía en el siglo XXI: balance y perspectiva. Lima: PUCP
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Rorty (2000) Verdad y Progreso. Barcelona: Paidós
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derecho a la vida, derecho a la justicia, entre otros. Al contaminar el entorno donde habitan otras personas, estoy excluyendo a los otros de ese derecho a un ambiente sano, pero también de otros derechos. Actuar de esa manera podría incluso estar mostrando la desconsideración a la vida de los otros diferentes a nosotros. Según Rorty, con ese no reconocimiento de los otros estaríamos degradando a las demás personas a inhumanos. Lastimosamente en nuestro país, muchos ciudadanos no son considerados como humanos y no se les respeta su derecho a un ambiente sano. Por ello, debemos conservar al ambiente, ya que corresponde a nuestra responsabilidad para con los otros tan humanos como nosotros. El gozar del derecho a un ambiente sano es una condición necesaria para la realización plena de la persona. Pero, si a pesar de lo mencionado en la última línea del párrafo anterior, ensuciamos y contaminamos los lugares por donde pasamos con el pretexto de no vivir allí, ¿cuál es el mensaje que estamos transmitiendo? El malestar de la humanidad descrito por Taylor15 también se refleja en esta indiferencia y decidía por lo que pasa con el ambiente y con las personas que viven en zonas altamente contaminadas. El no pensar en los otros cuando indiferentemente arrojamos basura en la vía publica, el no alarmarnos por el deterioro de espacios naturales sin considerar la vida de las comunidades que habitan en éstos, el hecho de no importar que el humo de mi fabrica afecte la salud de las personas con tal de ganar más dinero, o la perdida de mi capacidad de decidir sobre el manejo de los recursos naturales de mi comunidad son algunos ejemplos de esta aseveración. La confluencia de individualismo, razón instrumental y perdida de libertad política han hecho que se pierda el sentido por la vida y el ambiente, creándose un espectro negativo que se vuelca sobre la humanidad y que se ve reflejada en el agravamiento de los problemas ambientales; en este punto cabe la pena mencionar, que si bien la tecnología ha proporcionado mejoras en nuestras vidas, también ha ocasionado la expansión de los problemas ambientales. ¿Por qué preocuparnos por las nuevas generaciones, por gente que aún no ha nacido? ¿Por qué preocuparnos por el ambiente si tenemos otros problemas más importantes? Un experto en el tema ambiental, del cual no recuerdo su nombre, hace algunos meses atrás aseveró que resulta intrigante como con el pasar del tiempo hemos cambiado la forma de ver el futuro. Antes el futuro se constituía en motivo de esperanza, en la actualidad es fuente de una preocupación en aumento. Preocuparnos por las futuras generaciones se constituye en un deber moral y una extensión de nuestra humanidad más allá de nuestra vida terrenal. Significa darles a las futuras generaciones la posibilidad de la felicidad y la buena vida, es una cuestión de justicia. Aunque esas personas no vivan ahora, tenemos que tomar en cuenta su felicidad y su derecho a una vida buena; es injusto dejarles más basura, más riesgos, negarles su derecho a un ambiente sano. Si bien, la despreocupación de las
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Taylor (1994) “Tres formas de malestar”. En: Ética de la autenticidad. Barcelona: Paidós
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generaciones pasadas nos han impedido ver cangrejos y peces en el Río Rímac o nadar en sus aguas (un vecino de 92 años me contó que acá en Lima se podía ver o hacer eso hace muchos años), no impidamos que las futuras generaciones gocen de lo que hasta hoy aun existe en la naturaleza cercana a nuestras ciudades. La preocupación por nuestro futuro y el de las generaciones posteriores motiva un enfoque más prudente sobre nuestras acciones y una actitud mucho más concienzuda hacia el ambiente y los recursos limitados que posee. De este modo, incluso una preocupación por el ambiente (un ambiente sano) tiene que ver con un mayor compromiso con el proceso democrático. Tanto para la consolidación democrática, como para un mayor compromiso con el ambiente, se requiere más educación, más igualdad entre la gente, más diálogo y mecanismos transparentes para clarificar nuestras preferencias completamente informadas16. El respeto al ambiente y un manejo adecuado de sus recursos, requiere un freno a la degradación del planeta; también necesita promover una perspectiva más amplia de en torno a definir, en qué consiste nuestro bienestar y la vida digna de un ser humano. La democracia puede fomentar la conversación y el diálogo sobre el ambiente. Optar un tipo de democracia deliberativa17 que reconozca la importancia de la participación de todos los actores, en el tratamiento de temas que afectan nuestro ambiente es transcendental. Por ello, el derecho a un ambiente sano es también un aspecto que debe promover la democracia, la visión del desarrollo debe hacer participar a la gente en la gestión de sus recursos naturales y en el tipo de desarrollo que prefiere. La protección del ambiente, deberá recordar a aquellos que se oponen a esto, el concepto de libertad negativa que propone Berlín18, y que dice que uno puede actuar sin restricciones hasta que no afecte los derechos de otros. En ese sentido, gozar de una libertad negativa sería bueno para el entendimiento, pero en el caso que nos toca para el ambiente, para la buena vida de las personas. Hay derechos negativos que implican el deber de no actuar de cierto modo. Tú tienes derecho a un ambiente sano, me exige que me abstenga de omitir ese derecho. Incluso si uno quiere gozar de una libertad positiva19 y ser autónomo, debe actuar de una manera racional en relación al ambiente. Quizá una de la formas para hacer que las personas comprendan y reconozcan su responsabilidad con el ambiente, o comenzar a lograrlo, empiece por la educación sentimental20 de las personas. Comenzar a educar nuestros sentimientos para 16
Rorty (2000) “Derechos humanos, racionalidad y sentimentalismo”. En: Verdad y progreso. Barcelona: Paidós
17 Habermas (1999) “Tres modelos normativos de democracia”. En: La inclusión del otro: estudios de teoría política. Barcelona: Paidós 18
Berlín (1998) “Dos conceptos de libertad”. En: Cuatro ensayos de libertad. Madrid: Alianza Editorial
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reconocer a los otros, para reconocernos como parte de un único planeta que debemos cuidar y proteger. El terreno de los sentimientos puede ser más eficaz que el de la razón para comenzar a mirar y reconocer a los otros decía Rorty21, y para revalidar nuestro derecho y el de los otros a un ambiente sano, esto también es necesario. Sólo mediante esto, podemos asistir a otros humanos y a otros seres no humanos que habitan con nosotros en este planeta. Lograr empatía con el ambiente, con la naturaleza, con la vida misma. Los sentimientos nos permiten ser más capaces para el asombro, para mirar más allá de lo material o monetario, nos permitirá incluso comprender la insignificancia de nuestra vida en la inmensidad del universo. Parece razonable que si aumenta el reconocimiento y la sensibilización por el derecho a un ambiente sano y equilibrado se vería beneficios en muchos de los sentidos tocados en este escrito.
A modo de cierre…
Si bien, como lo menciona Hortal22, el contexto en el que se desarrollan los profesionales (incluidos los gerentes sociales) a veces posibilita y otras veces recortan los limites de su actuación, no debemos olvidar que la razón de cada una de las profesiones debe ser contribuir a lograr la buena vida de las personas o lo que otros llamarían el desarrollo humano. Independientemente del contexto en que nos desarrollemos, seamos profesionales liberales o dependientes, proteger el ambiente y tomar medidas para disminuir nuestros impactos es parte de esa responsabilidad profesional que debemos ejercer. Ningún tipo de mediatización, sea ésta técnica, económica o institucional deberá impedir que nosotros mostremos ese respeto por el otro, por la humanidad y también por el ambiente. Recobrar ese sentido de pertenencia a un mundo que depende de todos es fundamental. Podemos ser liberales en lo profesional pero nunca debemos dejar de ser serviles a la humanidad. Podemos manejar bien las técnicas de nuestra profesión, pero si nos quedamos sólo en eso, corremos el riesgo de convertirnos en meros entes mecanizados. Quizá el texto que acabo de escribir parezca un simple análisis o esté algo confuso, pero para la existencia de la humanidad y de las futuras generaciones, no es nada simple lo que he tratado de transmitir. Los gerentes sociales deben tomar conciencia que su deber ético consiste también en contribuir a forjar un ambiente que sea digno 21 22
Ítem 15 Hortal (2002) Ética general de las profesiones. Bilbao: Desclée
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para la vida. Porque tal como lo dijo Aristóteles23, una golondrina no hace un verano, la atención a los problemas del ambiente requiere que no uno sino todas las profesiones tomen cartas en el asunto, y a la gerencia social también le corresponde aquello.
Figura tomada de: http://sine-die.blogspot.com/2008/12/caricatura-ambiental.html
*Biólogo, con estudios de Maestría en Gerencia Social, Diplomado en Consejería, experto en facilitación de aprendizajes y Diplomado en Animación Sociocultural. Con experiencia en proyectos de desarrollo, en fortalecimiento organizacional y en la organización de actividades académicas y de capacitación. Destaca su capacidad de análisis y de síntesis. Líder-socio de Avina, Miembro de InnovAcción – Grupo para el Diseño y Transformación Institucional, y Miembro de la Red Alumni América Latina Alemania - RE@L. Perú.
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Aristóteles (…) Ética a Nicómaco (Lectura proporcionada en el curso Ética y gerencia Social)