UNIVERSIDAD DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS CAPITÁN SILVERIO BLANCO NUÑEZ SANCTI SPIRITUS PEDAGOGÍA 2011

UNIVERSIDAD DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS CAPITÁN SILVERIO BLANCO NUÑEZ SANCTI SPIRITUS PEDAGOGÍA 2011 TÍTULO: ACCIONES EDUCATIVAS PARA LA PREVENCIÓN Y MI

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UNIVERSIDAD DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS CAPITÁN SILVERIO BLANCO NUÑEZ SANCTI SPIRITUS

PEDAGOGÍA 2011

TÍTULO: ACCIONES EDUCATIVAS PARA LA PREVENCIÓN Y MITIGACIÓN DEL CONSUMO NO SOCIAL DE ALCOHOL EN LOS(AS) JÓVENES.

Autoras: MS c. Clementina Ana Padrón Santos. MS c. Ileana Nodarse Älvarez.

RESUMEN El presente trabajo es el resultado de un proceso de investigación. Se realizó a partir de acciones elaboradas y aplicadas por las autoras en función de prevenir y mitigar el consumo no social de alcohol en los(as) jóvenes, constituye una alternativa para la dirección y desarrollo de las instituciones socializadoras, dando un aporte práctico y social, que resulta efectivo para la prevención del consumo de alcohol no social en los(as) jóvenes. Asimismo contribuyó al cambio del modo de actuación de los(as) jóvenes y de los organismos e instituciones sociales involucradas. El contenido del trabajo puede constituir una útil herramienta para los docentes, la comunidad, la sociedad pues socialmente disminuye los factores de riesgos relacionados con las manifestaciones de consumo no social de alcohol y activa las potencialidades de la sociedad, a través de las instituciones socializadoras y los agentes educativos responsabilizados con la prevención social para el rechazo a conductas nocivas, o factores de riesgo que propician y generan la presencia de manifestaciones no responsables hacia el consumo de bebidas alcohólicas. INTRODUCCIÓN. El mundo se ha tornado muy complejo y contradictorio debido al vertiginoso desarrollo científico- tecnológico que abre enormes posibilidades a los hombres para mejorar y empeorar sus condiciones de vida, porque las relaciones de explotación y dominio que lo engendran permanecen inalterables. En otras palabras, el avance de la humanidad en la ciencia y la técnica, contrasta con el deterioro de las condiciones sociales y la decadencia social y evidentemente repercute un peligro para el desarrollo de la salud y mejora en la calidad de vida de la sociedad. El mejoramiento de la calidad de vida en una sociedad está relacionado con los niveles de salud que se alcancen en la población. Los empeños que en esta esfera son desarrollados, se extienden al perfeccionamiento del trabajo educacional para que a través de las vías curricular, extracurricular, de educación familiar y comunitaria sean transmitidos los conocimientos, hábitos, habilidades, convicciones, sentimientos, valores que van conformando en los(as) jóvenes una cultura en salud. Sin duda uno de los problemas que afronta la humanidad en el nuevo milenio es el consumo excesivo o no social de bebidas alcohólicas. Se cree que la única manera

efectiva de prevenirlo es a través del cambio de comportamiento: la disminución o eliminación de las conductas de riesgo y la implantación y generalización de conductas saludables. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), coinciden en señalar un número considerable de habitantes que estarán afectados por estas adicciones; sumado a la repercusión negativa de estas adicciones sobre otras personas, familiares o no, en el rol de padres, hijos, hermanos, amigos, estudiantes, por mencionar algunos. En Latinoamérica el problema no puede ser examinado al margen de la exclusión social que ha provocado el modelo económico neoliberal, con su carga de desigualdad y cuestionamiento utilitarista de los servicios educativos. Cuba no esta exenta de este problema, con el incremento de las acciones preventivas y la cobertura de salud a todo lo largo y ancho del país, se han resuelto muchos problemas. Son muchos los esfuerzo que se han realizado a largo y ancho de toda la isla en este sentido, pero continua existiendo falta de conocimientos, mitos, creencias, tabúes y estereotipos en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas. Se destina poco tiempo a la realización de las actividades que garanticen y favorezcan el desarrollo de estilos de vida sanos. Las investigaciones de corte pedagógico que abordan esta problemática

son

insuficientes.

No

se

aprovechan

suficientemente

las

potencialidades de los(as) jóvenes, sus experiencias y vivencias, los recursos comunitarios y no se concibe al (joven adulto(a)) como sujeto activo en su propia transformación. Surge entonces la siguiente interrogante ¿Cómo prevenir y mitigar el impacto social del consumo no social de alcohol en los(as) jóvenes? Al buscar los antecedentes de esta problemática se constató que las investigaciones efectuadas en el ámbito internacional y en Cuba, está

relacionados con el

alcoholismo y la drogas, sus características, tipos, indicadores y procedimientos de caracterización y diagnóstico (OMS (1969); Calafat (1985); Aizpiri (1986), y González (1999, 2002, 2007); sin embargo no resultan suficientes las investigaciones de corte

pedagógico y trabajos publicados sobre como prevenir y mitigar el consumo de bebidas alcohólicas. Los autores cubanos patentizan la necesidad de que se trabaje en estrecho vínculo con el contexto de actuación del estudiante en las diferentes actividades, que este sea un sujeto activo en ellas (Castellanos, 1997; González, 1997; Portela, 1997; Romo, 1997; Gómez, 1998, Castro, 2004; Carvajal, 2004 y Torres, 2004), pero el tratamiento de la educación antialcohólica en el ámbito escolar se queda en un plano general. A partir de lo anterior y teniendo en cuenta la necesidad de transformar esta realidad, se formuló como objetivo: proponer acciones educativas que contribuyan a prevenir y mitigar el consumo no social de alcohol propiciando cambios en los conocimientos, actitudes; comportamientos y modos de actuación responsables para mejorar la salud y la calidad de vida. DESARROLLO. Antes de

abordar directamente el aspecto central de la ponencia se considera

necesario preguntarnos ¿por qué el consumo de alcohol constituye un problema para la Ciencia? En la actualidad la significación médico-social, económica y ético-humanística del uso indebido de bebidas alcohólicas en personas sin dependencia, es mayor que la determinada por quienes reúnen los criterios diagnósticos de dependencia al etanol, realidad estadística de fácil comprensión si tomamos en cuenta los estimados actuales de que en la población mayor de 15 años, existen a nivel mundial de 10 a 12 consumidores de alcohol sin dependencia, por cada paciente con dicho diagnóstico. La Medicina, las Ciencias Naturales, la Psicología, la Pedagogía, la Filosofía, la Sociología estudian estos fenómenos; por ello ocupa por naturaleza un lugar en la vida social como reflejo del ser social, es decir como forma de la conciencia social que está determinada por las condiciones de vida materiales y analiza, valora reflexiona todo lo concerniente al papel de corrección y mejoramiento de la conducta humana respecto a las necesidades del progreso social.

Además porque es un reto para todas las ciencias en los momentos actuales prevenir el consumo de: bebedores no sociales dado porque el problema está en la proporción de la población que bebe con la creencia de que son bebedores sociales y realmente no lo son, y porque en la actualidad la significación del uso indebido de bebidas alcohólicas en personas sin dependencia, es mayor que las personas con dependencia alcohólica. Algunas nociones fundamentales sobre alcohol, droga y consumo cultural. El alcohol del árabe alkuli (esencia o espíritu) es una sustancia muy conocida en el mundo por su gran utilidad y múltiples consecuencias beneficiosas y perjudiciales. El alcohol puede ser: reaccionante; producto; disolvente; ácido; base. Este compuesto químico orgánico formado por tres tipos de diferentes átomos de C, H y O es un hidrocarburo oxigenado, la presencia de su grupo funcional – OH lo incluye en la categoría de “líquido asociado”. Experimenta varias reacciones no solo a escala industrial, de laboratorio sino también en el organismo. La utilización de esta sustancia por el hombre en forma de brebaje, se supone que data de los más remotos antepasados que tuvieron la experiencia de beber el líquido resultante de la colección de agua de lluvia, a partir del proceso de fermentación de una fruta. La capacidad de observación del hombre primitivo le permitió reproducir dicho fenómeno y obtener el preparado, aunque este solo pudo ser utilizado en cantidades importantes a partir de la cultura del neolítico. La ingestión inicial con finalidades religiosas dio paso a su consumo colectivo con fines festivos, en ocasiones muy especiales alcanzó mayor potencialidad dañina cuando su utilización dependió de la decisión personal. El panorama del consumo de alcohol a nivel mundial es verdaderamente alarmante. Se considera que existen más de 2 000 millones de personas que han ingerido bebidas alcohólicas, cifra que se incrementa cada año. Si valoramos el fenómeno en Estados Unidos, existen 20 millones de alcohólicos (7,5 %) con un 44 % de bebedores habituales, y la expectativa de que los nacidos hoy puedan presentar un alcoholismo alcanza el 13,7%. Se calcula que hay un consumo anual de 500 000 000 de galones de bebidas alcohólicas industrializadas. (González,

R., 1999: 11) Se considera que en dicho país la repercusión económica anual del consumo de drogas alcanza los 250 mil millones de dólares, suma que representa la tercera parte de la deuda externa de América Latina. El 50% de esta cifra se vincula al consumo no social de alcohol. (González, R., 2007: 4) En México según algunos autores el 70% de la población mayor de 16 años consume alcohol en alguna cantidad y de ellos el 19 % se convierte en bebedoresproblema. Francia ocupa el primer lugar en la frecuencia de prevalencia de bebedores excesivos, entre el 25 y 45 %. Argentina e Inglaterra son el segundo y el tercer consumidor mundial y tienen menos problemas de alcoholismo que países de más baja per cápita (González, R., 1999: 9). La

situación

comparativa

de

América

Latina,

cuya

población

duplica

la

norteamericana es también catastrófica, el consumo per cápita anual de preparados alcohólicos supera el de Estados Unidos, que es de 122 litros. Según el estudio epidemiológico realizado por el Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología (INHEM) en 2001, la prevalencia nacional de alcoholismo fue de 4,4 por 100 habitantes mayores de 15 años. Cuba, en un estudio realizado, se determinó que el 45.8% de la población de más de 15 años ha ingerido alcohol. Los indicadores actuales globales de alcoholismo en Cuba al sumar la prevalencia de abuso y dependencia de alcohol rondan el 4% en la población mayor de 15 años, aunque existe otro 10% de habitantes con patrones de consumo alcohólico no recomendables, que los ubican como bebedores de riesgo y cuya forma de consumo nos esforzamos por moderar a tiempo, conscientes de que la tendencia mundial es al incremento del problema. Según datos del Consejo de la administración Municipal (CAM) y la Comisión Municipal de Prevención y Atención Social, (CMPAS) se encuentran 2444 pacientes alcohólicos, lo que representa el 36,3 % de la población, se han rehabilitado 29, que representa solo el 25,3 %, lo que se cree que aún es muy insuficiente el trabajo preventivo, las zonas de mayor consumo de alcohol: Urbano 1, Urbano 2, Potrerillo y Guayos, con un gran por ciento entre 15 y 24 años. (Informe de la Comisión Municipal y Atención Social de Cabaiguán: 2006).

Las estadísticas consultadas, provenientes de varios países, muestran un denominador común: el grupo social de mayor riesgo para el consumo de alcohol lo constituyen los jóvenes y adolescentes. Es, por tanto, fundamental estudiar y combatir esta emergencia; pues la adicción al alcohol no tiene fronteras, lo cual muestra un elevado costo humano de esta patología que, por sus alcances e implementaciones, bien merece la calificación de social. Se conoce la curiosidad natural de los jóvenes y su incontenible deseo de experimentar o vivenciar personalmente las cosas de la vida. Es la edad donde la concepción del mundo, la autovaloración, los ideales y el desarrollo intelectual reciben un impulso decisivo, dado por esta energía juvenil, que implica una nueva posición en su relación con el otro. No hay creación en el acto toxicómano, pues nunca queda muy claro hacia dónde se va y cada vez se va dejando más de lado la relación con el otro social. Para nadie es un secreto que el consumo no social y el alcoholismo sobre todo en lo referente a su modalidad socio-cultural puede proliferar en cualquier contexto etnosociocultural o socioeconómico. La ingestión de alcohol y otras drogas constituye una de las posibles vías de “experimentar” nuevas formas de actuar y de sentir en los(as) adolescentes y jóvenes. Su consumo ha presentado una elevación vertiginosa a partir de los años sesentas del siglo XX. En la escuela, no constituye un problema debido al cumplimiento de la circular 4/99 que prohíbe terminantemente fumar e ingerir bebidas alcohólicas Los jóvenes pueden consumir alcohol por diversas razones: camino fácil y rápido para sentirse bien, modo de ganar aceptación entre paraiguales (grupo social con quién se reúne), reducir trastornos emocionales, aliviar la depresión, mitigar la tensión y el estrés, responder a la presión de la vida, ayuda a modificar sentimientos displacenteros, dificultad para ocupar el tiempo libre, la propaganda y ello se explica por el aprendizaje imitativo así como por el establecimiento de la necesidad de consumo que estimula el ciclo objeto-necesidad, pocas instalaciones y recursos disponibles para un uso sano del tiempo libre.

Dentro de las toxicomanías se destaca el alcoholismo como la más trascendente y difundida, considerada como la drogadicción modelo y además como mecanismo portero para la adquisición de otras dependencias. Estas se han ido arraigando poco a poco en algunos sectores, y han llegado a ganar cierto terreno en el universo juvenil y, con ellas una cultura de uso y abuso. El contexto cultural de las personas esta relacionado son todo un conjunto de prácticas concretas que, en términos de significados, es transmitido a aquellos grupos sociales que entren en interacción con ellas. En la práctica, en la medida que se toma conciencia de las profundas raíces sociales de la ciencia y la tecnología y los impactos contradictorios que provocan en la naturaleza, sociedad y el pensamiento, hace que poco a poco la sociedad vaya comprendiendo que el avance la ciencia y la tecnología se deben al apoyo político, económico, jurídico, cultural que reciben, siendo este apoyo el que orienta la actividad científico – tecnológica por el camino del bienestar material y espiritual de todos los seres humanos. Estos significados deben interpretarse a la luz de de las particularidades culturales del contexto; pero sin duda, rastrear y considerar su origen y su proceso de transmisión constituyen elementos necesarios. Asimismo el principal problema está en definir lo que es el verdadero bebedor social, pues el problema está en la proporción de la población que sin ser enfermos alcohólicos, beben creyendo que son bebedores sociales y no lo son. El consumo de alcohol y tabaco, se encuentra profundamente enraizado en la cultura. Esta especie de naturalización del consumo se transfiere al de las diversas culturas juveniles. Las últimas cifras ofrecidas por la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen (ONUDC) son elocuentes: … cerca de 2 000 millones de consumidores de alcohol. (Monteiro, M. 2003: 6) Según el estudio epidemiológico realizado por el Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología (INHEM) en 2001, la prevalencia nacional de alcoholismo fue de 4,4 por 100 habitantes mayores de 15 años. En Ciudad de la Habana, 80% de la población adulta es bebedora social y especialmente en la capital la cifra alcanza 77,3%.(Centro Provincial de Higiene y Epidemiología, 2001)

Lamentablemente, según este estudio, 50% de esta población consumidora tiene entre 15 y 28 años, lo cual denota la tolerancia social al alcohol. Es cierto que existe un profundo rechazo social hacia el alcohólico clásico, pero esas cifras demuestran lo permisivos que son los cubanos ante el consumo social, que puede, incluso, pasar por inadvertido por formar parte de la cotidianidad. En 2000 se incrementaron en la capital los casos de muerte por cirrosis hepática alcohólica; 46% de los fallecidos por homicidio, 35% de los muertos en accidentes de tránsito y 16% de los suicidios, estuvieron relacionados con la ingestión de bebidas alcohólicas. Si se analiza el consumo absoluto per cápita, en litros (1970-1990), se observa un incremento progresivo, lo cual vuelve aún más serias las cosas (1,59 en 1970; 2,14 en 1975; 2,26 en 1980; 3,1 en 1985 y 3,6 en 1990). (OMS. 1998) En sentido general, estos datos solo permiten aproximarse al mundo del consumo en Cuba, pues aún se encuentra en fase de análisis una investigación que, a nivel nacional, intenta determinar, la realidad exacta del consumo de alcohol. Es por eso que la ciencia no puede olvidarse de la sociedad para contribuir al mayor bienestar social. Presentar la ciencia-tecnología no como actividad autónoma que sigue una lógica interna de desarrollo en su funcionamiento óptimo, sino como un proceso o producto inherentemente social donde los elementos no técnicos (por ejemplo valores morales, convicciones, intereses profesionales, presiones económicas) desempeñan un papel decisivo en su génesis y consolidación. La complejidad de los problemas abordados y su flexibilidad interpretativa desde distintos marcos teóricos, hacen necesaria la presencia de esos elementos no técnicos bajo la forma de valores o de intereses contextuales. En otras palabras, el cambio científico-tecnológico constituye una compleja actividad humana, sin duda con un tremendo poder explicativo e instrumental, pero que tiene lugar en contextos sociopolíticos dados. En este sentido, el desarrollo científico-tecnológico no puede decirse que responda simplemente a cómo sea el mundo externo y el mundo de las necesidades sociales, pues esos mundos son en buena parte creados o interpretados mediante ese mismo desarrollo (Barnes, 1985; Latour, 1987).

Aún queda mucho por hacer y avanzar en el enfrentamiento de este problema social. Sin duda alguna, la investigación es un elemento indispensable y eslabón fundamental para llegar a entender las verdaderas dimensiones del fenómeno adictivo, así como las posibles formas de erradicarlo. Algunas reflexiones epistemológicas sobre apreciaciones de posibles modalidades de consumo que integran el “uso nocivo” de alcohol y su cultura. El “uso nocivo” como equivalente a la primera etapa nosográfica del alcoholismo se puede expandir para que incluya otros patrones de consumo etílico capaces de dañar al consumidor y sus convivientes en sus niveles biológico, psicológico, social, cultural y espiritual, potencialidades patogénicas generalmente presentes desde mucho tiempo antes de solicitar ayuda profesional. La categoría “uso nocivo” apunta más allá de la concepción biomédica puede ser en el sentido de entenderlas como un fenómeno de salud. La idea apunta a considerarlas una patología social, no solo por las consecuencias que para la sociedad trae el consumo de alcohol (pilar del enfoque biomédico), sino también por constituir un síntoma de disfunción social. En mi opinión, los misterios del “uso nocivo” del alcohol podrán encontrarse realmente en la dimensión cultural. La gran batalla contra el consumo de alcohol debe darse en el terreno que ha sido quizás uno de los más descuidados en la materia investigativa en las ciencias sociales: el campo de la cultura. Como todo fenómeno psicosocial, la toxicomanía se legitima desde y en ese campo. Dicho de otro modo, ella contextualiza y reorienta las cosas a su favor. Con esto intento dejar claro que lo realmente importante no es el alcohol en sí, sino todos los elementos significantes que el sujeto extrae desde la cultura para sostener su adicción como espacio generador de sentido. Concebir las dicciones como tal espacio para los sujetos, trae como consecuencia valorarlo no solo en el ámbito de la semiología, sino a su vez, y sobre todo, desde lo vivencial-emocional. El

espacio generador de sentidos vivenciales sugiere la

existencia de representaciones compartidas alrededor del consumo de alcohol, donde se concretan espacios de actuación, lo cual nos acerca aún más a la idea de la necesidad de estudiar la relación alcohol-cultura.

La formación de una representación social se encuentra en estrecha relación con las condiciones y contextos en los cuales emergen, y con los procesos de comunicación social que configura grupos, y los constituyen desde sus fronteras ideológicas. Las adicciones de alcohol se pueden valorar a partir de dos ejes fundamentales. Uno epistémico-transdisciplinario, pues se trata de una categoría que se erige desde la integración de conceptos tradicionales de carácter disciplinario. Es el caso de conceptos sociológicos como el de memoria colectiva, ideológicas, mitos, creencias y de conceptos psicológicos como el de percepción, relaciones intergrupales, sentido personal, entre otros. Por su visión teórico-explicativa apunta a una integración de saber disciplinario (conjunto de causas o factores invariantes o desde un saber disciplinario concreto). El otro eje objeto es el teórico-práctico. Permite proporcionar a los estudios sobre las adicciones un cuerpo teórico conceptual para integrar y determinar, a nivel diagnóstico, el complejo entremado de los factores de riesgo y protección de una comunidad determinada en un contexto dado con respecto al consumo de alcohol. Las investigaciones en este campo muestran dos conclusiones fundamentales: no existe la combinación perfecta que lleve, de modo seguro, al consumo de alcohol y el consumo puede ser la consecuencia de múltiples combinaciones de factores. De hecho, ante la pregunta ¿cuáles son los factores que favorecen el consumo de alcohol?, las respuestas son casi interminables. Se trata de comenzar a entender cómo en una representación social de un grupo social dado, en un contexto determinado por el consumo de alcohol, se organiza de forma dialéctica un conjunto de factores de riesgo que generan espacios de justificación para el consumo. A su vez, existen factores de protección que generan espacios para la legitimación del no consumo y que impulsan al grupo hacia otros espacios de participación en lo social, por lo cual resulta vital determinarlo para el éxito de cualquier acción preventiva que se pretenda ejecutar. Los patrones de consumo etílico y el uso no social de alcohol como factor de riesgo. El modelo clásico, para definir los bebedores sociales fue desarrollado en una etapa del enfrentamiento social al alcoholismo y se basó en el criterio hegemónico de

cantidad y frecuencia del consumo. Se estableció así un “tope” de la ingestión etílica, “para prevenir los cambios metabólicos determinantes de la dependencia alcohólica. La cifra se estableció por consenso de expertos como aquella en la que los preparados alcohólicos ingeridos no aportaran más del 20% del total de calorías de la dieta del consumidor, lo que implicaba no sobrepasar el cuarto de botella de bebidas fuertes al 40 % de alcohol, o su equivalente de una botella de vino al 10% o 5 latas de cerveza al 5%. No más de tres veces en la semana. También se “aceptaba” hasta un estado de embriaguez ligera mensualmente. Estos criterios propugnados por Marconi y aceptados por la mayoría de los especialistas sobre todo para países con altas cifras de pacientes dependientes al alcohol requieren a la luz de la resolución 58.26 una revaloración, pese a que por su objetividad indiscutible, el parámetro de cantidad y frecuencia se mantiene en los criterios actuales apoyados por la OMS, basados

fundamentalmente en las tres

primeras preguntas del Cuestionario Alcohol use Disorder Identifcation Test (AUDIT), interrogantes que en forma sucesiva investigan la frecuencia de consumo, la cantidad consumida en un día normal y la frecuencia de episodios de consumo elevado.(Jonson, B. 2004) Sobre la base de considerar un trago como equivalente a 10 g. de alcohol en Europa, (13 g. en EEUU) y luego de señalar que cualquier nivel de consumo etílico implica peligros, se plantea por este prestigioso organismo mundial, que el consumo de riesgo es aquel que supera los 210 g. de alcohol semanales en el hombre y los 140 g. de alcohol en la mujer. Por otra parte, los actuales criterios de la OMS superan algunos planteamientos históricos de que las dos formas clásicas de alcoholismo (equivalentes al actual consumo perjudicial o abuso de alcohol y a la dependencia alcohólica) carecían de vínculos evolutivos y reconocen la existencia de un continuo que va desde la abstinencia a la dependencia, pasando por el consumo de bajo riesgo, el consumo de riesgo, el consumo perjudicial y la dependencia. (Babor, T. 2001). Se establecen así las siguientes categorías según González. (González, R. 2007). Consumo potencialmente beneficioso; consumo de bajo riesgo; consumo de riesgo; consumo perjudicial; dependencia del alcohol.

En mayo del 2005, la resolución 58.26 de la OMS destacó en forma irrefutable, que los costes sociales determinados por el uso nocivo de alcohol son mayores que los determinados por los pacientes con dependencia alcohólica (OMS.2005: 28.26). En otras palabras, En otras palabras, en la actualidad la significación del uso indebido de bebidas alcohólicas en personas sin dependencia, es mayor que las personas con dependencia alcohólica. A la luz de esta resolución se cree oportuno reflexionar sobre la conveniencia de mantener la dependencia alcohólica como paradigma del alcoholismo y destacar como contrapartida la figura del consumo no social de las bebidas alcohólicas, categoría ajena a la abstinencia y al consumo realmente social. De acuerdo con las reflexiones y criterios anteriores el verdadero bebedor social tendría: cautela permanente ante el consumo de alcohol para evitar la embriaguez; consumo preferentemente alimentario o en ocasiones especiales; que el alcohol no “impregne” su estilo de vida

ni dañe su economía; consumo que no viole

orientaciones médicas, ni normas culturales; consumo que no afecte sus responsabilidades familiares, escolares, laborales o comunitarias. Cuando el consumo deja de ser realmente social se delimitan en forma respectiva las diferentes modalidades de consumo no social que pudieran ser: consumo irresponsable, inoportuno, embriagante, contra criterios médicos, en bingo y de riesgo. Por supuesto que estas modalidades de consumo no social pueden expresarse tanto en sujetos que cumplen los criterios diagnósticos actuales del alcoholismo en sus dos formas clínicas, como en quienes no los cumplen, con lo que se delimitarían dos subcategorías: los bebedores no sociales con dependencia alcohólica y los bebedores no sociales sin dicho diagnóstico. Según González esta posibilidad presenta el serio inconveniente de no ajustarse a la resolución 58.26 cuyo corte conceptual se establece entre el uso nocivo y la dependencia alcohólica, por lo que desde su punto de vista, la solución a este conflicto semántico pudiera estar en incorporar como variante del consumo no social al uso perjudicial (o abuso de alcohol) y que en vez de considerarlo una forma clínica

de alcoholismo, fuese valorado como el paso previo e inmediato de la dependencia etílica. De aceptarse este enfoque clasificatorio, la valoración comparativa de las formas de consumo no social que se comentó antes, hace evidente que con la excepción del consumo contra criterios médicos, el resto del consumo no social tiene como esencia, la embriaguez alcohólica, condición que hace retroceder 15 millones de años al ser humano en la evolución de las especies. Estos efectos del alcohol, comunes a todas las drogas que consideramos duras a partir de sus efectos transformadores de la conciencia, la personalidad y el comportamiento se expresan por la trágica afectación de las virtudes, principios y normas ético-morales. Cuando se calculan los costes sociales del uso no social de drogas en países desarrollados como EEUU y se contabilizan los gastos médicos, policiales, jurídicos, de seguros, carcelarios, la disminución de la productividad del trabajo y de la producción de bienes, así como los daños a la propiedad y los implícitos en la extracción pasiva de liquidez, se aprecia que las drogas que nosotros denominamos blandas por no afectar en forma relevante la conducta lideradas por el tabaco, determinan el 50% anual de dicha repercusión, de 548 mil millones de USD, en tanto que el alcohol se aproxima al 27% (Kaplan, H. 2004). El uso no social de alcohol, manifestado por los dependientes a dicha droga y el resto de la población mayor de 15 años, determina cada año a nivel mundial: 3.2% de todos los fallecimientos, 12 años de reducción promedio de la esperanza de vida y 4% del total de años de vida productiva perdidos por discapacidades y muertes precoces y estas cifras son aún mayores en el continente. La práctica científico-tecnológica de la Prevención cubana del consumo de alcohol en el contexto social. Resultan importantes los conceptos de tecnología, tecnología social e innovación. Se considera tecnología un conjunto de conocimientos científicos, técnicos, ingenieriles, organizacionales y empíricos que contribuyen a la creación, producción, distribución, comercialización y utilización de bienes y servicios, así como a su mejoramiento.

A la misma hay que analizarla en su sentido amplio, es decir, como práctica tecnológica donde están presentes los aspectos propiamente técnicos, culturales y organizacionales. “La tecnología hay que verla como un proceso social, una forma de actividad humana, prácticotransformadora que integra factores psicológicos, sociales, económicos, políticos y culturales siempre influidos por valores e intereses”. (Fernández FM. Abril, 2008). Por tecnología social, se entiende “…las normas y procedimientos para la producción de procesos sociales, no necesariamente vinculados a la esfera productiva, tales como los relacionados con la orientación vocacional, prevención de delitos, movilización de la población ante desastres naturales y actividades sindicales y políticas.” (Fernández FM. Abril, 2008). Por otro lado Innovación se considera “…la transformación de una idea en un producto o proceso nuevo o mejorado, y la subsiguiente utilización exitosa del mismo en las esferas de la producción material o espiritual de la sociedad. La innovación puede abarcar tanto los aspectos técnicos productivos, como los referentes a la gerencia empresarial, la dirección y organización en general”. (Fernández FM. Abril, 2008). El análisis del surgimiento y desarrollo del enfoque de la prevención social en Cuba, no puede deslindarse del contexto histórico- social, político y económico existente en el país en cada una de sus etapas, por ello al examinar la evolución de la prevención en dicho contexto, resulta necesario tener en cuenta las características propias de la sociedad cubana en su historia. Hablar de prevención y atención social en Cuba antes del 1ro de Enero del 1959 resulta una tarea difícil por su práctica casi inexistente. En la actualidad la prevención descansa en los logros y ventajas socioeconómicas, políticas e ideológicas del presente proyecto social: el sistema de gobierno, los sistemas de salud y educación, la fortaleza de la ideología cubana, la política de empleo, la seguridad y asistencia social, entre otros. El impacto que tuvo el triunfo de la Revolución en todas las esferas de la sociedad cubana sentó las pautas de la praxis preventiva. Con el objeto de atender las problemáticas sociales más urgentes y desarrollar, con una orientación preventiva, la

asistencia y rehabilitación de los individuos y grupos más vulnerables, se puso en vigor el 27 de Febrero de 1959 la ley no. 111 que instituía el Ministerio de Bienestar Social. Desde el punto de vista estructural y organizativo, la prevención social sufrió diversos cambios desde el año 1959 con el triunfo de la revolución socialista cubana hasta el 1976. En tal sentido se crearon: Ministerio de Bienestar Social (1959); Departamento de Servicio Social del poder local (1961); Primeras Comisiones de prevención (1967); Órganos del Poder Popular (1976). En el año 1986 el Consejo de Estado de la República de Cuba dicta el Decreto ley 95, que crea el Sistema Nacional de Prevención y Atención Social el cual surge como una necesidad histórica, que reconoce cuatro funciones fundamentales a la prevención: optimizar la acción formadora de la sociedad contra la conducta social de todo ciudadano que infrinja las normas y principios morales; proteger los valores e intereses del Estado y la sociedad; desarrollar un trabajo sistemático de influencia y persuasión con el propósito de evitar el surgimiento o desarrollo de conductas antisociales o delictivas, el análisis integral y sistémico de los problemas sociales que permita la toma de decisiones socio-económicas. (Gaceta Oficial. 1986) En el 1992 se organizaron los grupos de prevención a nivel de Consejo Popular y de Circunscripción, a raíz de esta organización gubernamental en el país, a esta instancia de gobierno se consolidó el proceso de acercamiento de las estructuras preventivas a la comunidad. La labor de prevención durante esta década se desarrolló con el impacto de múltiples cambios a nivel internacional en todas las esferas. En el ámbito nacional también se operaron cambios a escala macrosocial, por el impacto que el período de crisis económica posterior a la caída del campo socialista dejó en la sociedad cubana en el orden económico, social e ideológico, lo que se expresa, tanto a nivel macrosocial, comunitario, familiar e individual. La esencia del trabajo preventivo consiste en evitar que, quienes no consumen se mantengan alejados del alcohol y los que consumen dejen de hacerlo. Es prevenir la pérdida de valores, y deterioro de la persona en todas las esferas; intelectual, emocional, laboral, biológica y social. Por consiguiente, se debe entender la

prevención como un proceso consciente, concebido con el fin de garantizar la reproducción efectiva de las relaciones sociales. Las acciones educativas deben fortalecerse y perfeccionarse de forma integral, en interés no solo de prevenir la salud, sino potenciar la dignidad, los valores y la ética en general, lo que requiere visualizar al crecimiento cultural y su protagonismo en el desarrollo social. El impacto de la propuesta de acciones educativas para la prevención y mitigación del consumo no social de alcohol. Las vías y métodos de esta propuesta incluyen: en primer lugar, el diagnóstico del nivel de conocimientos acerca de la conceptualización de los términos droga, cultura, alcoholismo, alcohol, adicción, droga modelo por parte de los estudiantes y profesionales de la educación; en segundo, el estudio de los factores de riesgo de las manifestaciones de consumo de alcohol en los(as); en tercer lugar, las acciones educativas para la prevención y por último, la medición de su impacto en los profesionales de la educación y en los(as) jóvenes. Consta de tres momentos. 1. Diagnóstico a los profesores del centro de educación objeto de estudio. Para la realizar el diagnóstico, se emplearán los siguientes métodos y técnicas: Entrevistas a los(as) jóvenes y profesores: con el objetivo de obtener datos de sobre sus hábitos, preferencias, costumbres y conductas nocivas en los ambientes de actuación. Encuestas a miembros de instituciones socializadoras (PCC, CDR, FMC, UJC, INDER, ACRC, entre otras): el objetivo está encaminado a valorar el nivel de riesgos acerca del consumo no social de alcohol y conductas asociadas (incumplimiento de los deberes escolares; agresión, violencia, prostitución, y otros), de los(as) jóvenes, así como conocer su visión general acerca de los problemas existentes. Análisis de documentos: Determinar las posibilidades para darle salida a la prevención del consumo no social de alcohol desde las asignaturas; las posibles causas del consumo y la estrategia educativa seguida. 2. Acciones educativas con vista a prevenir y mitigar el consumo no social de alcohol, para así contribuir al desarrollo de estilos de vida cualitativamente superiores

en los(as) jóvenes, la familia y la comunidad, además de fomentar a la vez una vida sana, feliz y responsable. Para su elaboración y aplicación se tuvo presente: _Propiciar adecuadas relaciones interpersonales que eviten el deterioro de su conducta, estimulando los sentimientos de amor y respeto por la familia y el medio en que se desarrolla, desarrollando hábitos y valores en el sentido social y personalmente significativo, para ello debe aprovecharse en la interacción grupal. _Realizar concursos, encuentros, actividades culturales como vías para implicar a los(as) jóvenes en el proceso de preparación. _Realizar actividades que propicien el análisis de causas y consecuencias que ocasiona el consumo no social de alcohol desarrollando una actitud reflexiva, creativa. _Propiciar debates problematizadores para que los(as) jóvenes y familia se identifiquen con los modos de actuación y se proyecten positivamente en este sentido. _Propiciar mediante reflexiones de textos poéticos, las consecuencias positivas que se evidencian en el comportamiento de los/las jóvenes cuando abandonan el hábito de ingerir bebidas alcohólicas teniendo en cuenta sus motivos, necesidades y vivencias afectivas. _Estimular la integración de la familia a la institución escolar hacia el trabajo preventivo en cuanto al consumo no social de alcohol en los(as) jóvenes. _Crear espacios para que los jóvenes expresen sus sentimientos, emociones, opiniones, planteen sus puntos de vistas relacionados con el consumo de alcohol, los intercambien con los de sus compañeros, y de ese modo fortalecer el desarrollo de la crítica y la autocrítica, elevar su autoestima. - Realizar charlas educativas sobre el consumo no social de alcohol y su repercusión biopsicosocial. 3. Evaluación del impacto de las acciones educativas: Para evaluar el impacto se empleará los mismos métodos y técnicas que en el diagnóstico inicial, así como los resultados estadísticos relacionados con las manifestaciones del consumo no social de alcohol. Esta evaluación permitirá obtener nuevas necesidades y reorientar las acciones educativas de prevención.

CONCLUSIONES 1.

La acciones educativas dirigidas a prevenir y mitigar el consumo no social de

alcohol en los(as) jóvenes, se fundamentó en presupuestos teóricos, sociológicos, pedagógicos, jurídicos y médicos; los mismos demostraron las necesarias de interrelación de las instituciones socializadoras del entorno, en el contexto histórico – cultural en que se desarrolla la construcción de la sociedad socialista cubana. Por lo que transformó la visión de los profesores sobre el tratamiento de la prevención, argumentó su carácter sistémico e integral, como un proceso socio-cultural 2.

Las acciones educativas, constituye una alternativa para la dirección y

desarrollo de las escuelas de jóvenes y adultos, dando un aporte teórico – social al activar las potencialidades de la sociedad a través de la escuela, que resulta efectivo para la prevención del consumo no social de alcohol en los(as) jóvenes y centros de enseñanzas. Asimismo contribuyó al cambió del modo de actuación de los(as) jóvenes y de los organismos e instituciones sociales involucradas. BIBLIOGRAFÍA 1. Acevedo Díaz, J. y otros. (2002) Papel de la educación CTS en una alfabetización científica y tecnológica para todas las personas. En: Revista Electrónica de Enseñanza de las Ciencias. Vol. 2, No.2. 2. Anderson, P.; Gual, A.; Colón, J. (2008).”Alcohol y atención primaria de la salud.Informaciones clínicas básicas para la identificación y el manejo de reisgos y problemas” Washington D.C. OPS. 3. Arencibia Sosa, V. y otros. (2005) Gestión de la actividad de Ciencia e innovación en la Ecuación cubana. Órgano Editor. Educación cubana. 4. Ausubel, D., J. Novak y H. Hanesian. (1983). Psicología Educativa. Un punto de vista cognitivo. Trillas, México. 5. Babor, T.; Higgins-Biddle.; Saunders, J.;Monteiro, M. (2001)“Cuestionario de Identificación de trastornos debidos al consumo de Alcohol”.Organización Mundial de la salud.Ginebra. 6. Blanco, A. (2003). Filosofía de la Educación. La Habana: Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La habana.

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