V E R S I Ó N T A Q U I G R Á F I C A C Á M A R A D E S E N A D O R E S D E L A N A C I Ó N

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REPÚBLICA ARGENTINA

VERSIÓN TAQUIGRÁFICA CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN

REUNIÓN CONVOCADA POR EL SEÑOR SENADOR MORALES “EFECTOS DE LA INFLACIÓN Y LA DEVALUACIÓN” Salón Azul – H. Senado de la Nación 27 de febrero de 2014

Presidencia del señor senador Gerardo Morales

PUBLICACIÓN DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE TAQUÍGRAFOS – En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón Azul del H. Senado de la Nación, a las 15 y 20 del jueves 27 de

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febrero de 2014: Locutor. – Muy buenas tardes, señoras y señores, sean bienvenidos al Salón Azul del Honorables Senado de la Nación para asistir a estas jornadas de reflexión y debate “Efectos de la Inflación y la Devaluación” en el que expondrán distintos especialistas en los paneles que a continuación se van a presentar. Se van a analizar los desequilibrios macroeconómicos profundizados durante los próximos años, así como su consecuencia sobre el consumo, la inversión y las economías regionales. Los presidentes de los bloques legislativos de la Unión Cívica Radical, senador nacional Gerardo Morales y diputado nacional Mario Negri, promueven precisamente el debate sobre el impacto social de la inflación y la devaluación. La organización de la convocatoria agradece la presencia de los señores legisladores del orden nacional y provincial y a las demás autoridades nacionales y provinciales y a los representantes del sector empresarial, gremial, sindical y dirigentes políticos y a todos los representantes y titulares de las distintas instituciones de nuestro país y también a los constitucionalistas presentes y a los invitados especiales. También expresamos el agradecimiento a los amigos de la prensa escrita, radial y televisiva. A todos muchísimas gracias. Primeramente nos van a hablar sobre el propósito de esta jornada de reflexión y debate el presidente del bloque de diputados nacionales de la Unión cívica Radical, don Mario Negri y el presidente del bloque de diputados nacionales del Partido Socialista, Juan Carlos Zabalza. Y luego entraremos en los otros paneles previstos donde se ha de tratar “Los Efectos de la Inflación y la Devaluación sobre el Consumo, las Economías Regionales y el Desarrollo Social” y luego “Los Efectos de la inflación y la devaluación sobre la macroeconomía para el bienio2014–2015”, otro panel sobre “Las Consecuencias de la Inflación y la Devaluación sobre la Producción y los Salarios” y, por último, “Los Efectos de la Devaluación sobre la Política Nacional”. Le cedo la palabra al presidente del bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical, don Mario Negri y posteriormente al presidente del bloque de diputados nacionales del Partido Socialista, don Juan Carlos Zabalza. Cuando gusten. Sr. diputado Negri. – Muchas gracias, quiero agradecerles a todos en nombre del bloque de senadores, que son los anfitriones, y, obviamente, de nuestro bloque de diputados la asistencia de todos y de los panelistas. La idea es que sea una jornada propositiva, de aporte a un debate recurrente en la Argentina que cargamos sobre las espaldas de nuestro pueblo y que la política tiene la obligación, en algún momento, de encontrar un punto de inflexión que pueda generar hacia el futuro previsibilidad, condiciones de inclusión, desarrollo, equidad y un proceso de crecimiento sostenido en el tiempo que nos ubique en el mundo en el lugar preponderante que nos merecemos y no sujetos a los vaivenes a donde nos lleve la coyuntura internacional debido a las políticas equivocadas que implementamos en el país. Voy a dejar la impresión del bloque de diputados radicales en nombre de nuestra responde. Está claro que nuestro desafío común es disminuir paulatina y rápidamente la inflación que vive la Argentina de hoy y demostrar, si es posible, saldar el enorme debate sobre combatir la inflación sin recesión, aportar a la producción y la recuperación del trabajo y del empleo. Se me ocurrió leer una cita que dice que la inflación es una solución irresponsable y populista para que los gobiernos gasten por encima de lo que sea sostenible y distribuyan una riqueza que no se ha generado. Esto lo dijo, hace poco, Dilma Rousseff y tiene que ver con quienes convivimos en la región y la conductora de una de uno de los motores centrales de nuestra integración y de la economía. La primera lucha contra la pobreza es la lucha contra la inflación, esto lo sabemos todos; defender el valor de la moneda, la previsibilidad, fomentar el ahorro sabiendo que el

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dinero no va a perder el valor. Es necesario, por es que la política comienza a incorporar una variable a mediano y largo plazo para el abordaje de este sensible problema que hoy golpea fuertemente en la Argentina. Si el Estado, todos lo sabemos, ignora la inflación y mata al mensajero de la realidad distorsionando las estadísticas, como ha ocurrido, o negándose a reconocer las consecuencias de la misma que comienzan a penetrar en las estructuras de la economía generando problemas en el poder adquisitivo, en el trabajo, aumentando la pobreza, la disminución del crédito para la vivienda, etcétera. La inflación, muchos lo han dicho, es como una enfermedad crónica, silenciosa que va horadando el poder adquisitivo y, en consecuencia, el valor de la moneda nacional. Es un impuesto, en términos fáciles, sobre los billetes que cada uno de los argentinos tienen en el bolsillo o quizás tengan en el banco y, sin dudas, el más regresivo de todos porque recae sobre la población que no tiene la capacidad de protegerse con otros bienes y que vive del consumo diario. Está claro que golpea a los sectores más vulnerables. El 95 por ciento de lo que compone el gasto de los sectores más pobres es sobre el que la inflación tiene la incidencia más directa y más rápida. Ha dejado de ser un problema, ya todos lo sabemos, en casi todas partes del mundo. El 95 por ciento de los países del mundo tienen inflación aceptable, moderada y previsible; la mayoría de ellos con una inflación menor al 5 por ciento. La Argentina está entre los diez países que más tienen inflación y está segundo en la región. Pero no me quiero entretener con esto porque son datos que han sido publicados y muy conocidos. Es cierto que nosotros lo hemos dividido en dos etapas, hemos compartido muchos debates sobre la evolución de la economía argentina en los últimos años, en la última década. Durante los primeros años de este gobierno se mostró que podíamos crecer y contener la inflación, que podía haber objetivos compatibles y también complementarios. De hecho, como bien se ha dicho, hasta 2006 se logró crecer a tasas del doble de las actuales y tuvimos una inflación tres veces menos que la actual. Cifras de otros momentos, obviamente, con los vaivenes de la historia económica de la Argentina que demostró que puede haber crecimiento con inflación moderada. Creer lo contrario, significaría retroceder 30 años. El gobierno, mientras mantenía intervenido el INDEC, que nos sometió a tantos debates desde el 2007, usó una lógica que también usó la política, que creo equivocada, servía para acumular poder pero no para sincerar la discusión de la realidad. Acusando a economistas y dirigentes políticos que advertían sobre el impacto inflacionario que iba a tener sobre la producción y el empleo la inflación si seguía creciendo y no se la sinceraba y no se aplicaba un programa antiinflacionario y se los atacó de ser los abanderados de enfriar la economía. Es decir un criterio equivocado que es el de ideologizar el debate alrededor de los efectos negativos de la inflación. La inflación no es de izquierda ni de derecha, es inflación, aunque sea una obviedad lo que uno esté diciendo. Sin embargo, está claro que la falta de reconocimiento, el apuro, la precipitación de los hechos, la falta de inversión, la pérdida de reservas y la aceleración del proceso inflacionario −aunque se escondieron los índices− permitieron que el gobierno tuviera que acudir a un combo absolutamente rápido. En efecto, se venía con una devaluación pausada y programada −pero que comía las reservas− y, de la noche a la mañana, se produjo una devaluación abrupta −que, por supuesto, en términos de competitividad, era reclamada por muchos sectores de la producción− que no fue acompañada por un programa antiinflacionario simultáneo como bien nos han enseñado los que saben. Reitero, esto construyó un combo que, obviamente, en forma peligrosa, golpea fuertemente sobre los salarios y sobre los que menos tienen. Esa manera de encarar y de asumir el problema hizo aumentar la incertidumbre y redujo la inversión, el crecimiento y el empleo. En otras palabras, la ausencia de un programa de metas antiinflacionarios y el acudir urgentemente al remedio de políticas monetarias −a los efectos de ver si se para parte del problema−, de mantenerse en el tiempo, lo que va a generar es más recesión y más desempleo, como ya se está poniendo en evidencia en muchos sectores

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y en algunos lugares de las provincias. Digo algo para el gobierno, algo que decía Perón en el 49. Al principio, la inflación parece tener efectos benéficos, porque se da en el contexto del aumento de la actividad y del aumento de la ocupación; sin embargo, después, genera desajustes entre las diversas ramas de la economía. De hecho, desaparece la estabilidad de los negocios, hay crisis de divisas, carrera entre precios y salarios y, además, puede relajarse la moral y la confianza. Dije que en las dos etapas y, específicamente, en la segunda de 2007, frente a un fuerte aumento de la demanda que sostenía el gobierno, frente a la oferta, el oficialismo fue incapaz de generar condiciones para incentivar las inversiones. Es más, la falta de previsibilidad y de seguridad jurídica las ahuyentaba; y, mientras en la región llegaban por doquier, en la Argentina se iban a mansalva. No es casual que desde aquel año y específicamente en 2012, la tasa de inversión bruta interna −los que saben más lo tienen muy claro– fue de aproximadamente un 5 por ciento. En esos tiempos, el gobierno mostraba, nos transmitía, ansias de crecimiento, pero ignoraba la inflación. Algo que es absolutamente imposible y que no se puede sustentar ni a mediano plazo; porque la inflación no es una variable que permanece inmóvil, sino que va creciendo en forma escalonada. Luego, avanza su costo político y se debilita el beneficio del crecimiento. Por otro lado, en 2009 tuvimos el impacto de la crisis que deprimió el gasto público. ¿Qué hizo el gobierno? Puso en marcha una política contracíclica para sostener el gasto agregado de la economía. ¿Qué buscó? Compensar desde el sector público el comportamiento del sector privado. En principio, esto aparecía como razonable, sin embargo, se mantuvo durante los dos años siguientes cuando la economía ya había comenzado a recuperarse y el sector privado había retomado los niveles de gastos exteriores. Pero el gobierno quedó enamorado del aumento del gasto público sin equilibrio, sin equidad y sin un orden de prioridades. El mejor ejemplo de ello, archirrepetido, fue la política de subsidios: en el último año, 143.000 millones. No porque puedan existir o no, sino porque fue aplicada sistemáticamente de la manera más inequitativa y sin carácter selectivo. Luego, le llamaron “universales” a los subsidios que premiaban a los que más tenían en detrimento de los que menos tenían. Un esfuerzo fiscal que no se compadecía con el esfuerzo que hacía el país para crecer. Finalmente, como era lógico que ocurriera, el resultado negativo comenzó a verse reflejado en las cuentas públicas. Esto no es una novedad. Entonces, ¿qué hizo rápidamente el gobierno? Fue al Central y buscó financiamiento −y su Carta Orgánica ya había sido modificada−. E independientemente de la filosofía que se tenga o sobre la concepción relativa a los límites que la Carta Orgánica del Banco Central debe tener en relación con la independencia del gobierno o no, mientras la inflación le permitió al gobierno recaudar mediante el impuesto inflacionario y a las entidades financieras les fue muy bien –ya que durante ese tiempo obtuvieron resultados absolutamente positivos–, en forma paralela, la clase media comenzaba a deteriorarse junto con sus ingresos; y también la producción. Todo ello, sin una política activa de incorporación de mano de obra, que se actualmente se encuentra en el mercado laboral marginal, comúnmente llamada “en negro”. El gobierno, con bombos y platillos, ¿qué hizo en el último tiempo? Todos lo sabemos: buscó ajustar precios y convocó a los empresarios; pero estos tenían prohibido pronunciar la palabra inflación, ya que era una palabra maldita. Y a la par de convocar y de ajustar precios mostró un garrote, y comenzó a dar señales absolutamente contradictorias que, además, fracasaron en el pasado; entre ellas: el control de precios que implementó Moreno o lo que realizó el titular de la IPC, una grosería, cuando amenazó escarchar a empresarios. No porque no pueda haber problemas en la formación de precios, pero no se resuelve presentando proyectos que vuelvan a una ley que, a nuestro criterio, ya no existe −como la de abastecimiento−, o agravando penas y amenazando con sanciones penales. Porque si el camino de la recuperación de la confianza es el de la amenaza, lo que se va a generar es más

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desconfianza y, en este sentido, se va a desactivar, como es obvio, la idea del trabajo. Quiero ir terminando, el otro día, en un programa de televisión, Javier González Fraga dijo algo que yo tomé y que tiene que ver con un hallazgo de Aldo Ferrer, y vos también lo mencionaste en días pasados: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Esta vez fue la política económica la que resolvió. El desorden económico produce un río revuelto, pero se ha generado y se ha profundizado por falta de claridad en el gobierno, que ahora sí está acompañado por un desorden político; y eso es un combo absolutamente peligroso igual o peor que la inflación. Considerando el mejor contexto internacional en términos de precios de los commodities y de la tasa de interés desde la segunda guerra, no cabe duda que, lejos de un complot, el gobierno está frente a la incertidumbre de una población que no supo, que no sabe a qué atenerse. Todo vale cuando en una cuadra y media y sobre un mismo producto los precios son distintos. Esto no es el resultado de una conspiración de comerciantes, sino la pérdida de referencia de los valores, independientemente de que el Estado no cumpla con su rol. Ahora bien, todo es posible en la Argentina de hoy si no se vuelve a estabilizar la economía. En ese contexto, por cierto que hay especuladores −¿quién lo puede negar?−, por cierto que hay concentración económica, ahora bien ¿quién favoreció esa concentración económica? La favoreció este gobierno. En efecto, podríamos numerar −está Buzzi acá− lo que pasa con el mercado del trigo y lo que ha pasado en términos de cadenas multinacionales de supermercados, y la mayor concentración se ha producido en los últimos años de esta década. Es decir que no se puede buscar conspiradores donde se construyó la previsibilidad en carácter de socio. En ese contexto, es cierto que han aumentado precios, y como hay asalariados que tratan de evitar la mayor caída de su salario demandan la recomposición de los mismos. Como conclusión, deseo manifestar que discursivamente el gobierno siempre intentó construir un relato que, más allá de que uno no lo comparta, legítimamente, era el pie de apoyo de su proyecto o “modelo” −entre comillas−, pero de lo que queda poco. En ese sentido está transitando un delgado y peligroso camino que es el de la justificación de la baja del salario, poniéndola como primera causa de la baja de inflación. Se olvidan de hablar del tema fiscal al que no solo descuidaron sino que lo dejaron al costado y, por lo tanto, hoy están atados a una política monetarista de coyuntura. Política de la que tienen más la idea de hacerla permanecer en el tiempo, pensando que con eso llegan con comodidad, sin importarles el costo, el precio social, el nivel de tensión o el desempleo en la caída de la producción que va a pagar el pueblo argentino. Muchísimas gracias. (Aplausos.) Sr. diputado Zabalza. – Buenas tardes a los representantes de las organizaciones intermedias que nos acompañan, a las organizaciones de consumidores, a los legisladores y a las legisladoras. Quiero agradecer al bloque de senadores de la Unión Cívica Radical, y obviamente también de Diputados, por esta convocatoria. Mientras hablaba Mario, estaba pensando cuando a veces sin mala intención y otras con intenciones complicadas se plantea por diferentes medios dónde está la oposición, qué hace la oposición, la oposición no existe. Esto es lo que hace la oposición, lo que no hace el gobierno: dialogar entre todos los sectores, con los que está claro que no coincidimos todos. Y eso tiene una lógica impresionante en el mundo, porque no hay pensamientos iguales. Entonces, dialogar para encontrar alternativas. Porque cuando hay un problema, la base de encontrar las soluciones es asumir el problema, que es lo que no hace el gobierno. El gobierno no asume que hay inflación, el problema no se toma. La inflación avanza, de acuerdo a todo lo que ha descripto Mario, y genera situaciones no deseadas para el país. Y estamos hoy en una situación no deseada para el país. Estamos en

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una situación no deseada, primero porque la inflación no es un fenómeno general. Creo que hay un solo país en América latina que nos acompaña en los índices inflacionarios, que es Venezuela. El resto de los países, particularmente lo que corresponde al Mercosur. En Brasil ustedes escuchan a la presidenta, cuando pasó el 5 por ciento de la tasa inflacionaria, preocupada para modificar determinadas políticas. Es decir, la inflación es claramente un fenómeno de la macroeconomía, cuya responsabilidad recae en el gobierno nacional. Ahora bien, reconocerlo y no atacarlo es negar la enfermedad que avance. ¿Qué es la enfermedad? Atentar contra la gente fundamentalmente de ingresos fijos, reales, que son los trabajadores, que son los jubilados, que son los que tienen las ayudas universales, la Asignación Universal por Hijo, que es el impuesto que pagan los trabajadores. Todos los que estamos acá quisimos votar una ley previendo la inflación como proceso para que no se desactualizara el incremento del mínimo no imponible que había dado la presidenta por decreto a fin de año, cosa que no logramos. Pero además, la inflación desalienta la inversión. No hay posibilidades, y esto lo ha vivido el mundo, de reemplazar a la inversión como propuesta para un desarrollo hacia delante en el tiempo de una realidad que es un país como Argentina o como cualquier país del mundo. No se sale de una situación inflacionaria con consumo. El consumo es una herramienta que se puede utilizar parcialmente durante un tiempo determinado para alentar una situación caída como la que vivimos nosotros saliendo del 2001. Pero creer y apostar al consumo como una herramienta para generar un crecimiento sostenido y sustentable de un país es un profundo error. Y está en el a, b, c de quienes manejan las cuestiones macroeconómicas. Hay diversas inflaciones, y así hemos vivido diversas nosotros en la Argentina a través de los años. Pero independientemente del origen, hoy la inflación argentina tiene un fuerte contenido que está determinado por su inercialidad. Hay una cantidad de factores que empujan a que el proceso inflacionario, con medidas independientes, que son absolutamente insuficientes, se pueda modificar. Y la credibilidad. Esto sería bueno recordarlo siempre, a este gobierno y a cualquiera que nos toque gobernar, no se modifica con decretos, se modifica generando instituciones que hagan posible la credibilidad. Y esto es lo que no hace el gobierno. ¿Por qué no lo hace? Porque no cree en el diálogo. Porque se siente dueño de la verdad y pretende empujarnos a una realidad que puede ser un coctel muy explosivo si este proceso económico sigue degradándose como se está degradando en la actualidad. Y esta es una responsabilidad que nosotros como oposición tenemos: obligar a dialogar, aun con los que no quieren dialogar. Porque únicamente en el diálogo está la posibilidad de que empecemos a confiar en alternativas válidas y creíbles. No alcanza con modificar el índice de precios, lo digo sinceramente. Porque no creo que ellos lo modifiquen por convicción de que han cometido un error, lo modifican por imposición del Fondo Monetario, al cual están obligados en este momento a dar una respuesta. No alcanza para dar credibilidad con el control de precios, si ya el proceso argentino a través de los años ha demostrado que el control de precios no genera credibilidad. El control de precios tiene otras variables, y hay gente que lo va a explicar mucho mejor que yo y con ejemplos concretos, pero no sirve para dar credibilidad a la ciudadanía. La credibilidad es el diálogo, y creo que nosotros tenemos que insistir en la posibilidad de un diálogo. Creo que hay herramientas, como los consejos económicos, sociales y políticos que permiten dialogar alrededor de una mesa a todos los sectores políticos, económicos, sociales y obviamente el gobierno, a discutir los problemas y a buscar los consensos necesarios para articular un esquema de medidas, que tienen que ser a un mismo tiempo, al unísono y apuntando en determinada dirección, que –como bien dijo Mario– es tener metas anti–inflacionarias precisas a través del tiempo. Allí estaremos, allí queremos estar. Nosotros no nos plegamos ni nos plegaremos jamás a una idea que es necesaria tomarla, que es bajar el gasto público. Pero el gasto público es un tema muy complejo. No hay gasto público indiscriminado, hay que modificar el gasto público

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en calidad, sabiendo quién va a hacerse cargo de los costos de este proceso de salir de la inflación. Porque cuando nosotros hablamos de gasto público no podemos meter en una misma bolsa los subsidios irracionales que favorecen a sectores de muy altos recursos hoy en la Argentina, como los están recibiendo, con lo que son la inversión en salud, la inversión en educación, la inversión en generar políticas públicas que generen otra realidad. Creo que hay otro elemento, porque también estamos en una situación compleja, que la estamos percibiendo ya en algunas provincias, sobre todo en algunos planos, como el de la industria frigorífica, la industria automotor, que es la realidad de la estabilidad del trabajo. Y este es un costo que nosotros tenemos que lograr también que el gobierno convoque en forma tripartita a las organizaciones de trabajadores, de empresarios y de gobiernos, a poder discutir en una mesa cómo entre todos asumimos la realidad y cómo se distribuyen los costos de este proceso en el que está embarcado la Argentina. Esta es nuestra idea. Yo celebro estar aquí y felicito nuevamente a los organizadores. Espero que tengamos la posibilidad de creer que a través del diálogo se pueden encontrar las salidas que nos permitan reencontrarnos como Nación. (Aplausos.) Locutor. – Vamos a invitar ahora a acercarse al estrado a quienes se van a encargar del próximo panel, tratando “Efectos de la inflación y la devaluación sobre el consumo, las economías regionales y el desarrollo social”, que en esta oportunidad también, y agradecemos la participación, va a moderar el periodista Alejandro Rebossio. En instantes Alejandro también va a hacer la presentación de cada uno de los panelistas. Moderador. – Buenas tardes. En estos treinta años de democracia hemos tenido experiencias de todo tipo: hiperinflación, deflación. Ahora desde 2007 tenemos la experiencia de tener más de 20 por ciento de inflación anual; este año se acerca al 30 por ciento, después de la reciente devaluación, donde el dólar saltó un 17 por ciento. De eso hablaremos. Cada panelista tendrá aproximadamente siete minutos para exponer sobre los efectos de la inflación y de la devaluación en el consumo, que es previsible que se vea afectado; en las economías regionales, que en teoría se deberían favorecer; y en el desarrollo social. Para ello contamos con una gran cantidad de panelistas, así que en una época donde se habla tanto de ajuste, tendremos que ajustarnos. Además se incorpora Claudio Lozano a nuestro panel, quien específicamente hablará sobre el efecto que causa la inflación y la devaluación sobre la macroeconomía en este y en el próximo año. En primer lugar, hará uso de la palabra Graciela Bevacqua, consultora independiente e investigadora en estadísticas sectoriales, a quienes todos recordaremos como la directora del IPC en el INDEC hasta la intervención que hizo el gobierno de Néstor Kirchner con Guillermo Moreno a la cabeza, que empezó por la manipulación del índice de inflación. Así que ella fue una de las que sufrió esa persecución, al igual que tantos otros trabajadores del INDEC en aquel tiempo y en la actualidad. Sra. Bevacqua. – Agradezco la convocatoria. Mi mirada siempre será desde nuestra estimación del índice de precios, es decir desde la observación en el campo, como decimos nosotros los productores de estadísticas. – Durante la exposición de la señora Bevacqua se realiza una proyección en PowerPoint. Sra. Bevacqua. – En la primera diapositiva observamos la evolución de nuestro índice desde 2011 a la actualidad. Si logran ver el gráfico, hay una aceleración en el último trimestre de 2013 y tenemos alto enero de 2014. Dos cuestiones: el índice de enero de 2014 para el área metropolitana hubiera dado 3,4 sin colectivo y la tarifa de avión y turismo. Si miramos la línea de todos los eneros que están ahí, 3,4 es más alto, pero está en línea con la aceleración de los eneros. Si vemos diciembre de 2012 está también el incremento del colectivo, pero si se lo

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quitamos, en lugar de 2,8 hubiera dado 2,2, que también está en línea con los diciembres. En los eneros de 2012 y 2013 pasa lo mismo: si quitamos el transporte, en lugar de 3,1 daría 2,1 aproximadamente. En el siguiente gráfico se observan tres series: una corresponde a lo que nosotros llamamos IPC COR, la más clarita del verde es el IPC sin alimentos y la línea azul es el IPC calculado por nosotros. El COR es el IPC quitándole la volatilidad digamos, sacando todo lo que tiene que ver con estacionalidad –indumentaria, turismo, frutas y verduras– y todo lo que es tarifa, ya que nos permite ver en el núcleo de IPC cuál es la aceleración. El COR está por encima de la inflación desde hace meses, excepto este en particular, donde lo que aumentó fue el transporte, pero sigue en la misma línea: 2,5, 3,6, 3,7 contra el 3,4 que dije sin transporte, contra el 6 del IPC. El siguiente gráfico representa lo perdidoso que ha sido para la Asignación Universal por Hijo. Podría haber elegido salarios u otra variable, pero como estamos rodeados de economistas, elegí la AUH, que perdió un 24 por ciento desde su creación en octubre de 2009. Hoy está en un valor de 137 pesos de poder adquisitivo comparado con el 180 de octubre de 2009. Esta serie está deflactada por nuestro IPC de alimentos, porque está más asociada al movimiento de alimentos que al IPC general. En la próxima diapositiva observamos dos barras. La oscura tiene que ver con el movimiento trimestral de la canasta básica de alimentos, la otra con alimentos del IPC y el azul otra vez es el IPC. Está analizado por trimestres. A lo sumo, está parejo con la canasta básica, pero siempre está, aunque sea poco, por encima de los alimentos del índice de precios. Terminamos 2013 con 33 por ciento de suba en alimentos, y en la canasta básica particularmente con un 43 por ciento. Estamos hablando de diferencias. En enero tenemos 3,9 de incremento en alimentos en el IPC, pero 4,8 en la canasta básica. En la siguiente diapositiva aparecen cuatro hogares de ejemplo. El segundo es el hogar que oficialmente siempre se publica y es el que tenemos como referencia. Estamos hablando de que un hogar de dos personas con dos hijos menores necesita 3.036 pesos para la canasta básica y 6.984 para la básica total. Aclaro que estos son números de referencia, no la variación del índice, y sigue la misma metodología discontinuada por el INDEC para ser comparable a lo largo del tiempo, con todos los límites que pueda tener la canasta básica del INDEC, la de diciembre de 2006. Aquí es un ranking de alimentos solo para enero. Están entre el 13 y el 7 por ciento. Por eso, ahí no figura la carne que da en promedio 5,3 o 5,6. Y acá da lugar para el debate. Este es nuestro IPC que dio en enero. Elegí solo algunos ejemplos de lo que dieron con la composición entre la primera y la tercera semana de enero contra la cuarta, pos devaluación. En algunos, es harto evidente que el salto es importante, y en otros, no tanto. En electrodomésticos, audio, TV y computación, podemos entrar a cada tema y decir cuál es más y cuál menos. En alimentos sin carne –porque está ahí–, obviamente la suba se concentró en la última semana. Por lo menos, en nuestro relevamiento que está distribuido a lo largo del mes. Nosotros hacemos cuatro semanas. Todos los meses vamos a la primera. El INDEC no está respetando los códigos de buenas prácticas estadísticas, ya que existe el de la Unión Europea, pero también similares desde 2004 en las Naciones Unidas, la CEPAL y todos los organismos internacionales dentro de nuestra región. En cuanto al IPC oficial histórico, saltamos de 1,4 a 3,7. Índice de Precio Mayorista está sin cambio de metodología, de canasta y de base. Salta de 1,5 a 4,9. Durante 46 meses dio 0,9 o 1. Respecto a la credibilidad del nuevo índice, diría credibilidad cero. Los números dieron como se esperaban, es decir, entre 3 y 4. Falta credibilidad y transparencia, siete años de mentiras. Nos mintieron no solo en el índice de precios, sino que se fueron “virusiando” todas las estadísticas oficiales. Las mismas autoridades y los mismos equipos están interviniendo desde enero de 2007. Son los que elaboraron la encuesta de gastos que dio lugar al nuevo índice. ¿Dudamos? Sí.

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Para que ese índice sea creíble se necesita transparencia más que cualquier otro indicador, si después de siete años de mentiras hay que salir con transparencia y credibilidad. Hablan de un IPC nacional publicado por regiones donde publican seis canastas, pero no los índices ni los precios. Estaría cotejando con el índice. ¿Qué es lo que pasa con el índice? El área metropolitana es una de las áreas y se podría comparar con la metropolitana, que fue dejada de publicar oficialmente hasta diciembre. Publicación de encuesta de gastos que dio lugar al índice. En cuanto a la elaboración del índice, la metodología es poco clara, no sólida, y lo que llama la atención desde la experiencia es la celeridad con que lograron resultados definitivos de una encuesta de gastos de 37 mil hogares a marzo de 2013 y pudieron procesarla, lograr seis canastas y levantar más de cien localidades donde algunas no tienen dirección provincial de estadísticas, es decir, un IPC nacional. Les digo que eso en la práctica y en la experiencia es imposible. (Aplausos.) Moderador. – Invito a la gente que esté interesada en hacer preguntas que las hagan, pero anotándolas en un papel y acercándolas a la mesa. La idea es que al final de todas las exposiciones se haga un espacio para preguntas, pero tienen que ser pasadas por escrito. Tiene la palabra Fernando Blanco Muiño, abogado y presidente de la Unión de Consumidores de la Argentina. Sr. Blanco Muiño. – Muchísimas gracias al bloque de senadores y diputados radicales por esta invitación. Escasean los lugares de debate en la Argentina, con lo cual valoramos y ponderamos muy positivamente este. También agradezco a los empresarios y al presidente de la Sociedad Rural. Desde el movimiento de consumidores, tenemos pocas oportunidades para hablar ante un auditorio como ustedes. También quería agradecer a los compañeros de otras asociaciones de consumidores que han hecho el esfuerzo de estar acá también. Quería compartir con ustedes algunas consecuencias de lo que estamos viviendo en este momento en la Argentina. Desde enero, tenemos el nuevo IPC. No tenemos autoridad intelectual para calificarlo desde una asociación de consumidores. Nosotros no tenemos las herramientas técnicas para ponderarlo. De manera tal que lo tomamos como una herramienta anunciada y lo medimos en función de las consecuencias que generan. En ese sentido, lo que vemos después de escuchar al ministro Kicillof y su 3,7 por ciento de inflación es que los trabajadores del INDEC, las consultoras en su momento y las asociaciones de consumidores no nos habíamos equivocado con lo que decíamos. Durante muchos años venimos sosteniendo que la inflación no era la que el INDEC mentiroso compartía con la sociedad argentina. Ahora ha quedado transparentado y confirmado que nuestro trabajo ha sido correcto. Trabajo que generó despidos en el caso de empleados del INDEC; multas y causas penales, en el caso de las consultoras; y suspensiones a las asociaciones de consumidores. Todo eso en el marco de un gobierno que se dice nacional y popular en un sistema democrático. En segundo lugar, desde nuestra consideración y porque lo vimos al ministro anunciar el índice, no lo hace por convicción, sino porque hay una imposición muy clara del Fondo Monetario Internacional para normalizar la medición de precios en la Argentina, de manera que nuestro país vuelva a los mercados de créditos internacionales. Era imposible que eso sucediera si se mantenía el statu quo de Guillermo Moreno. ¿Vieron la cara de enojo del ministro y del jefe de Gabinete cuando anunciaron estas medidas? Estaban enojados con lo que estaban anunciando. Por supuesto, este IPC también cierra definitivamente la gestión de Guillermo Moreno. Una gestión plagada de fracasos en la lucha contra la inflación, que no reconoció nunca, en los congelamientos de precios que nunca movieron un índice hacia abajo, en el comercio exterior, la creación del cepo y en el blanqueo. No creemos que el INDEC pueda volver a medir con certeza, transparencia y credibilidad en la Argentina, en tanto y en cuanto personajes impuestos por Moreno en su conducción sigan manejándolo. Y Edwin y Itzcovich lo son, con lo cual nuestra posición ha

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sido desde el primer momento pedirles la renuncia, que se corran, y que el INDEC genere nuevas autoridades para ganar en credibilidad. El nuevo índice también lo que nos genera es que tenemos que reanalizar la pobreza y la indigencia en la Argentina. Ustedes se acuerdan que con la inflación de Moreno no había pobres en La Rioja, Formosa, Chaco y tantas otras provincias de nuestro país. De manera tal, que es imperioso, también, visualizar el efecto social que tiene. El rol del Poder Legislativo, en ese sentido, nos parece central. Una herramienta pública, como es el presupuesto nacional, ha quedado desvirtuada. Ustedes, señor legisladores, han votado el año pasado un presupuesto que, al día de hoy, es papel pintado. Por último, esto confirma que la Argentina tiene una altísima inflación, como se dijo acá. Sólo superada por Venezuela, en nuestro continente. ¿Qué es lo que vemos como consecuencia de la devaluación? Ha pulverizado el poder adquisitivo de los salarios. Los trabajadores están cobrando salarios acordados en paritarias de hace un año, que han sufrido los efectos devastadores de la inflación. Diluye, ya, el aumento anunciado a los jubilados del 11 por ciento. Se imaginan que, cuando un jubilado reciba su haber con el aumento, después de una inflación del 3,7 oficial más la que se anunciará seguramente en febrero; en marzo, no va a tener ningún efecto positivo. Es decir, no hay recomposición del haber previsional con ese aumento. ¿Qué se debería haber hecho, si el gobierno tenía idea de implementar este índice, ponerlo en práctica hace unos meses y tomar estos valores reales de la inflación para aplicar la ley y establecer un aumento en la movilidad jubilatoria de acuerdo al nuevo índice, no al viejo. El 11 por ciento surge del índice trucho. Por supuesto que, también, desvirtúa una herramienta que creó el gobierno, que es la de precios cuidados, y condiciona las paritarias. Respecto del consumo, para terminar, porque quiero ser propositivo, como dijo el señor diputado Negri; quiero compartir con ustedes que, de acuerdo a estudios actuales el índice de confianza del consumidor está en los niveles más bajos del año 2002. Los 40 millones de argentinos, en términos de confianza respecto a lo que va a ser su situación personal en el corto y mediano plazo, plantean una respuesta negativa. Por último, las propuestas. Nuestra idea, desde la sociedad civil, era que, anunciado el nuevo índice y reconocida la inflación, el gobierno fuera a convocar a todos los sectores políticos, sociales y económicos a una gran mesa nacional. Como bien se dijo acá, la inflación es un problema que afecta a todos los argentinos. Pues bien, eso no ha pasado. Permítanme compartir con ustedes que creo que eso no va a pasar. De manera que lo que hay que definir es una agenda nacional, donde se discutan estas cosas con metas de inflación a la baja, a través de un proceso de diálogo, entre las fuerzas políticas, sociales y económicas, que tengan vocación de construir un país distinto. Nosotros tenemos, junto con Héctor, la posibilidad de interactuar con el gobierno. Vamos a reuniones con el gobierno. Por supuesto que vamos a que nos reten y para que nos digan qué es lo que tenemos que decir en los medios de comunicación. Y si no decimos lo que ellos quieren que digamos, somos sancionados como lo estamos Héctor y yo. Entonces, necesitamos de un Poder Legislativo en movimiento. Los consumidores defendemos día a día el poder adquisitivo de nuestro salario y el compromiso es por una agenda nacional que ponga el tema de la inflación y las demás variables económicas en el primer lugar como prioridad, para superar este desconcierto que vive el gobierno nacional. Muchísimas gracias. Moderador. – Muchas gracias, Fernando. Les presento a Isaak Rudnick, quien es director de ISEPCI, el instituto que elabora el índice de precios barriales, también conocido como el índice de la agrupación Barrios de Pie. Lo invito, Isaak, a exponer sobre los efectos de la inflación y la devaluación del consumo en los barrios populares.

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Sr. Rudnick. – Quiero agradecer al bloque de senadores que propuso y desarrollo esta actividad y nos invitó. Con el grupo de gente con el que compartimos este panel y otros y con los legisladores y legisladoras que están organizando esta actividad hemos compartido otras durante el año, tanto aquí, en el Parlamento nacional como en distintas ciudades del país. Quiero empezar destacando que el contexto político que tenemos hoy es diferente. Durante todo el año pasado y los anteriores, nuestra tarea fue desnudar la falsedad de los datos de los índices oficiales. Compartimos muchas jornadas con los compañeros y compañeras del INDEC que fueron perseguidos y siguen siéndolo y que fueron desplazados. Compartimos todo esto en un marco en que el gobierno negaba la inflación y la posibilidad de que llegáramos a una situación de crisis. Hoy el contexto es distinto. La crisis está entre nosotros. Estamos en una situación en la que la inflación, el aumento y el incremento de precios han dejado de ser negadas por el gobierno y ha venido convalidando una realidad a la que se negaba. Ahora, el objetivo que debemos compartir, aún cuando debamos seguir denunciando, en este caso, la falsedad de algunos de los elementos que muestran el nuevo índice; es unirnos en una pelea para que los efectos de la crisis no sean, una vez más, descargados sobre los sectores populares. Esto es lo que está en discusión acá. ¿Quién va a pagar los efectos de la crisis? El gobierno, claramente, ha tomado un camino que es el de descargar, una vez más, los efectos de la crisis sobre los sectores populares. Ha congelado el valor de las transferencias de rentas a los sectores más postergados, como la asignación universal y la retribución a los cooperativistas de los planes Argentina Trabaja. Intenta ponerle un tope a los reclamos salariales en el marco de las discusiones paritarias. Va produciendo una serie de ajustes que tienen que ver, obviamente, con un ajuste de carácter ortodoxo. Acá se acabo el discurso de la economía heterodoxa. En alguna medida, tenemos que pensar que está es la situación en la que estamos. Y tenemos que ver cómo nos ponemos de acuerdo para defender efectivamente el poder adquisitivo del ingreso de los argentinos y argentinas. Hay muchos compañeros y compañeras que conocen el índice de precios barrial. Pero, probablemente, haya otros que no conozcan de qué se trata. Por eso, brevemente, lo explico. Es un índice que empezamos a medir hace casi tres años. Empezó en Córdoba y, después, seguimos en el conurbano. Es una encuesta de precios de 50 productos de la canasta básica de alimentos que hacen los vecinos y vecinas de los barrios populares en los comercios donde habitualmente compran. Comercios a los que no ha llegado ninguno de los programas de intento de contención del aumento de precios que ha hecho el gobierno en el último año. El año pasado, dos veces y, ahora, con este programa de precios cuidados. Estos programas son acuerdos con las grandes cadenas de supermercados que, generalmente, no tienen bocas en la proximidad de los barrios populares y la gente que habita esos barrios, que es un porcentaje muy alto del conjunto de nuestra población, no tiene los recursos suficientes para poder trasladarse a las bocas de las grandes cadenas y hacer ahí una compra quincenal, semanal o mensual. Viven del día a día y tienen que ir a comprar a los pequeños comercios de los lugares donde viven, pequeños comercios que no pueden dejar de aumentar los precios. Por ejemplo, el caso del conurbano bonaerense nosotros lo vamos a mostrar acá, pero nosotros hoy estamos llevando adelante esta encuesta en ocho ciudades del país. Acá vamos a dar los datos fundamentalmente del conurbano bonaerense. Lo que sucede con los comerciantes, los pequeños comerciantes, que se ven obligados a aumentar los precios y que no están dentro de estos programas que intenta llevar adelante el Gobierno, no es responsabilidad de esos comerciantes. La suba de los precios no es responsabilidad de esos comercios, porque ellos se ven obligados a abastecerse con los productos que van a vender en cuatro o cinco cadenas mayoristas. Entonces, hay un problema de oligopolización que sucede con las grandes cadenas que abastecen al 50 o 70 por ciento de la población. Ahora, el otro 40 por ciento se abastece en los pequeños comercios, y aun

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cuando las bocas son muchas, en realidad, también reciben los precios de los productos de sectores que están sumamente concentrados. Moderador. – Un minuto más tenemos. Sr. Rudnick. – Entonces, me referiré a algunos de los valores de la canasta básica de alimentos, en este caso, comparada con la del INDEC. Este dato es de diciembre de 2013. La canasta básica de alimentos que daba el INDEC era de 787 pesos; esto es para una familia de cuatro personas: dos adultos y dos hijos pequeños. Esto da más o menos unos 8 pesos por día por persona, suma con la que se podría supuestamente cubrir los gastos de alimentos de una persona; desde ya, obviamente es absolutamente irrisorio. El dato nuestro es de 2283 pesos. Esto, para una canasta precaria, una canasta mínima, porque nosotros relevamos los cincuenta productos de la canasta básica de alimentos, pero siempre teniendo en cuenta el producto de precio más bajo, sin depender de la calidad. O sea que estamos hablando de una canasta absolutamente precaria. No voy a tomar lo de las otras diapositivas porque hay algunas cosas que ya fueron adelantadas en la encuesta que hizo Graciela, y vemos que, en líneas generales, es bastante coincidente; lo cual, nos da tranquilidad de la seriedad con la que estamos trabajando porque está corroborada en la seriedad –que sabemos que es probada– del trabajo que lleva a adelante Graciela desde su consultora. Ahora bien, respecto de lo anterior, quiero decirles que el índice de precios nacional anuncia un aumento del 3, 3 por ciento en alimentos; o sea que es más o menos el mismo aumento que nosotros detectamos en enero. La diferencia es que nosotros lo hacemos sobre la canasta básica de 2281 pesos. Nosotros no sabemos sobre qué valor el INDEC hace el anuncio de ese 3,3 por ciento de aumento; es decir, si lo hace sobre los 787 pesos o si lo hace sobre un valor mucho más realista, que en realidad viene reconociendo a la hora de acordar los precios cuidados en valores que no tienen nada que ver con los 787 pesos. Pero como no publican los precios sobre los que están haciendo el índice, nadie sabe de qué estamos hablando. Una última cuestión. Visto en perspectiva –esto tiene que ver con la diapositiva donde mostrábamos los niveles de pobreza y de indigencia del conjunto de país–, podemos sacar una conclusión muy clara de cuál ha sido la intención de la intervención del INDEC que se produjo hace siete años. Hace siete años la conducción kirchnerista tomó una decisión, que fue la de construir un modelo, que por un lado tenía un relato progresista en el que incluía palabras, como la “inclusión”, esto del “progresismo”, etcétera, pero que en los hechos no iba a ser coincidente con la realidad que significaba que la continuidad de ese modelo iba a mantener un porcentaje de la población, que ronda el 30 por ciento, en altos niveles de pobreza. La intervención en el INDEC tenía obviamente –visto en perspectiva– la intención de ocultar esta continuidad y la persistencia de una franja de pobreza en el conjunto del país. Obviamente, desde 2007 en adelante la economía del país en promedio siguió creciendo, pero lo que no siguió creciendo es el avance de la inclusión, y esto se daba de frente, y se da de frente, con el supuesto relato progresista del Gobierno. Esto me parece que es fundamental. Entendemos perfectamente que esto ya está desnudado y que nuestra tarea es pelear para que los efectos de la crisis no se descarguen una vez más sobre las espaldas de los trabajadores y los sectores populares. (Aplausos.) Moderador. – Muchas gracias, Isaac. Les recuerdo a quienes puedan acercar las preguntas anotadas en papel para los distintos panelistas que vamos a leerlas al final de las exposiciones. A continuación, vamos a oír a Héctor Polino, que es representante Legal de Consumidores Libres, otra de las asociaciones de consumidores que sufrió la persecución de la Secretaría de Comercio Interior, de Moreno. Él es ex diputado nacional del Socialismo, por supuesto. Sr. Polino. – Quiero agradecer por la invitación al bloque de senadores de la Unión Cívica

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Radical. En primer lugar, quiero hacer una pequeña corrección. No fue otra asociación sancionada por el Gobierno nacional. Tenemos incorporado un título, que lo exhibimos con mucho orgullo: la primera entidad de defensa de los consumidores que existe en la República Argentina –y hasta donde sé, en el mundo– que fue sancionada por un Gobierno por decir la verdad. De modo que este título lo hemos conquistado en esta lucha de carácter social que venimos llevando a cabo desde hace veinte años de manera ininterrumpida. Los relevamientos de precios son una de las tantísimas tareas que hacemos las entidades de defensa de los consumidores. Y lo hacemos no porque nos sobre el tiempo o no tengamos nada que hacer, lo hacemos porque la Ley de Defensa del Consumidor que aprobó el Congreso, la ley 24.240, en el artículo 56, inciso g), entre otras muchas tareas que les impone a las entidades para permanecer inscripta en el registro es hacer estadísticas de precios y dar a conocer sus resultados. El Gobierno pretendía que cumpliéramos con la ley, pero que mintiéramos sobre los relevamientos que llevábamos a cabo. Eso no lo hicimos ni lo vamos a hacer. El Gobierno, en realidad, tomó la peor actitud frente a este fenómeno de la inflación, que es negarla. Es como un enfermo que niega su enfermedad, y lo viene negando este proyecto político que tiene diez años y medio desde hace siete. Y ahora llegamos a esta situación de desborde, donde ya no puede controlar ninguna de las pautas que establecen, ni se puede arribar a una solución a pesar de los esfuerzos que ahora se advierte que llevan a cabo. Pero esfuerzos totalmente improvisados; no son el producto de un plan anti–inflacionario. Y dentro de un plan anti–inflacionario, se toman medidas que van conduciendo a eliminar, al cabo de un determinado periodo de tiempo, ese problema. Mire, para señalar algunos ejemplos, ¿alguien recuerda hoy la tarjeta "Supercard"? Durante meses se habló permanentemente de esta tarjeta para que los bancos bajen las tasas de interés que les cobran a los supermercados. Yo les señalé en ese momento, porque fui uno de los que promovió y coautor de la primera ley de tarjetas de crédito que hay en este país: si quieren bajar las tasas que cobran los bancos a las cadenas, manden un proyecto de ley al Congreso, modifiquen un solo artículo de la actual ley, y en menos de una semana van a lograr la modificación. Tienen mayoría en ambas cámaras; y, además, de los bloques opositores, ¿quién se iba a negar a bajar las tasas de interés que hasta el 3 por ciento cobran los bancos en las tarjetas de crédito y hasta el 1,5 por ciento en las de débito? No, se constituyó un fondo fiduciario a través del Banco Hipotecario. Creo que se reunieron 80 millones de pesos. Había que imprimir una tarjeta y distribuirla. Hoy ya nadie habla más de esa tarjeta. Podríamos hablar de infinidad de ejemplos como estos. Se aprobó, después de 20 años de lucha, una ley que regula el funcionamiento de las empresas de medicina prepaga. Y resulta que la vienen violando permanentemente, autorizando aumentos retroactivos, violando el decreto reglamentario 1993/11, que firmó la propia presidenta de la república, que establece que se pueden cobrar los aumentos recién a partir de los 30 días hábiles de haberle comunicado por escrito a los afiliados a las obras sociales. Y se viola descaradamente la ley. Hace 20 años que venimos luchando por una ley que regule el funcionamiento de las empresas de telefonía celular, que se declare servicio público a la actividad. Los sectores más pobres de la Argentina pagan las tarifas más caras... Moderador. – Estamos en el último minuto. Sr. Polino. – Corto esta enumeración por la tiranía del tiempo. Nosotros, desde hace 19 años –la entidad tiene 20, pero lo comenzamos a hacer al año siguiente–, cada 15 días hacemos los relevamientos de precios de 38 artículos de la canasta básica de alimentos, y vemos con asombro que los índices, los números, son realmente preocupantes. Por ejemplo, en el mes de enero de 2014, el aumento fue, en la Ciudad de Buenos Aires, de 3,73 por ciento. Toda coincidencia con este dato de inflación que acaba de dar el gobierno es una pura casualidad: 3,73. Pero el relevamiento de enero del año pasado,

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del año 2012, nos dio 1,25 por ciento. La primera quincena de febrero del año pasado nos dio 2,07 por ciento. Esta primera quincena nos dio 2,35 por ciento, con congelamiento de por medio. Se estableció, a partir del 1° de febrero, un congelamiento de precios. Por un lado, se negaba la inflación; por el otro lado, se habló de un congelamiento de precios de 10.000 artículos. ¿Alguien conoce un gobierno en el mundo, por mejor organizado que esté, que pueda controlar semejante cantidad de artículos: 10.000? El 31 de mayo se descongelaron 9500, y quedaron congelados 500 hasta el 31 de diciembre. Ahora, ¿saben que en esos artículos no estaba el pan común; no estaba el pescado, por ejemplo? En cambio, había varios artículos de tintura, de ceras depilatorias, pastillas para limpiar alfombras; pero no estaba el pan común. Y en estos 194 artículos de precios ya no congelados, sino precios cuidados, no hay un solo artículo para celiacos, por ejemplo. El 10 por ciento de la población, que padece esta enfermedad, no tiene la posibilidad de adquirir un solo artículo con precios cuidados. Todos los precios son descuidados para este sector de la población. Moderador. – Tiempo cumplido. Sr. Polino. – Una última reflexión y termino. Ahora se reconoce que hay inflación, aunque no en las palabras, sino a través de los números. Ahora hay que combatirla. Y para combatirla, como muy bien se dijo acá, habría que convocar a todos los actores: desde el productor agropecuario hasta el que elabora la materia prima; las cadenas de supermercados; los trabajadores, a través de sus organizaciones, y las entidades de defensa de los consumidores. Para resolver esta cuestión –si tuviera tiempo lo enumeraría– hay que tener en cuenta que la diferencia entre el precio que se le paga al productor de la yerba mate, de las mandarinas, del limón, de la cebolla, del pan francés, de la leche, del arroz, etcétera, y el que paga el consumidor en la góndola, a veces, es del 400, del 700, del 1500 y hasta del 2667 por ciento. ¿En qué eslabón de la cadena se quedan con la parte sustantiva de los precios? Acá hay dos perjudicados en la cadena: el productor y el consumidor. Por eso es que el Congreso aprobó en el año 1999 la Ley de Defensa de la Competencia, que crea un tribunal nacional de defensa de la competencia. Estamos en el año 2014 y nunca se creó este tribunal. Queremos dictar nuevas leyes. ¿Por qué no comenzamos por cumplir las que están vigentes? Creo que hubiéramos avanzado algo en esta lucha contra la especulación. Porque –y termino– la inflación tiene causas económicas, pero produce efectos sociales devastadores; sobre todo, en los sectores sociales de menos ingresos. A los sectores sociales de altos ingresos les afecta muy poco; le afecta a la inmensa mayoría de la población. Quetelet, que fue el inventor de la estadística, dijo, a mi juicio, con mucho acierto: "Si bien es cierto que los números no gobiernan el mundo, por lo menos indican cómo está gobernado". Necesitamos un INDEC que dé los números no sólo de inflación, sino los números exactos de pobreza, de indigencia y de desocupación, para saber cómo estamos gobernados y para saber qué medidas hay que tomar para poder modificar el actual estado de cosas. (Aplausos.) Moderador. – Polino hablaba recién de los efectos macroeconómicos de la devaluación. De eso justamente va a hablar Claudio Lozano, que es economista de la Central de Trabajadores de la Argentina –CTA– y diputado nacional de la Unidad Popular. Sr. diputado Lozano. – En primer lugar, deseo agradecerle al bloque de la Unión Cívica Radical esta invitación. En segundo lugar, quiero pedirles disculpas a los amigos del panel porque voy a meter temas que no tienen que ver con las cuestiones que estaban programadas para este panel, y a los compañeros que iban a estar en el otro, pero hubo una desinteligencia administrativa. Inicialmente esto iba a ser a las 15 y 30, que fue cuando acepté participar; luego, hubo algunas modificaciones y quedé medio desfasado. Me tengo que retirar antes. Por eso, estoy al final de este panel.

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Siete minutos es muy poco tiempo para decir todo lo que hay que decir; seguramente nada alcanzaría porque es demasiado. Sí puedo señalar que hay una frase y un comportamiento que define, de alguna manera, la coyuntura que estamos transitando. Se trata de una frase que seguramente quedará en los anales de la historia como tantas otras. En este sentido, puedo decir que tenemos varias de estas frases; por ejemplo: “El que puso dólares se llevará dólares.”, “El que apuesta al dólar pierde.”; hasta en el universo del radicalismo el amigo Pugliese acuñó: “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. En este caso, tenemos una frase concreta de la señora presidenta de la Nación que dice: “Si quieren devaluar, tendrán que esperar al próximo gobierno”. Efectivamente, esto define una primera cuestión. La segunda cuestión es el comportamiento, dado que hemos sido atosigados con un discurso que hablaba de un conjunto de conspiradores de determinado tenor, que eran los que querían llevar adelante determinadas cosas, lo que nunca supimos es que un gobierno que denunciaba a los conspiradores iba a llevar adelante la política que los conspiradores planteaban, que era devaluar. Esto es lo que efectivamente terminó ocurriendo. Me parece que son dos elementos como para ubicar el momento. Si tuviera que describir en términos políticos y económicos el escenario del bienio 2013–2015 podría señalar que tenemos la sensación de que el dilema del sistema político argentino –cuando digo “sistema político” me refiero al conjunto de las fuerzas políticas y sociales, y al conjunto de sus instituciones– es el siguiente: no existen condiciones para que haya un acuerdo político explícito en la Argentina del sistema para bancar un ajuste, incluso entre quienes están de acuerdo. Segundo, ¿cómo se completa el dilema? La verdad es que creemos que este tipo de convocatorias y los encuentros que hay que hacer para discutir el tema deberían tomar ese punto. Tampoco está claro que hayamos sido capaces hasta aquí de construir las condiciones políticas que nos hagan posible forjar un acuerdo que garantice el proceso de transformación que necesita la Argentina. Ese es el dilema político que tenemos y que atraviesa el período 2013–2015. Por lo tanto, define que si no resolvemos este escenario por la vía de algún tipo de acuerdo político, el primer dato de la situación es que este es un escenario de profunda inestabilidad. Este es el primer elemento. El segundo elemento, que tiene mucho más que ver con el tema económico y, me parece, es el que completa la cuestión, se relaciona con que la situación a la que arribamos es una situación donde los vencimientos de deuda en dólares que tiene la Argentina de cara al 2015 ascienden aproximadamente a 22.000 millones de dólares contra reservas netas del Banco Central que, como mucho, estarán en el orden de los 17.000 ó 18.000 millones de dólares, lo que determina, además de la inestabilidad política, un cuadro de insolvencia, que es el que está planteado como problema. ¿Cuál ha sido la opción oficial? Hasta el momento hay cuatro cuestiones, de las cuales voy a señalar tres porque no corresponde que me meta con la cuarta. La primera opción oficial es el ajuste. Algunos dirán que le falta algún capítulo, pero es ajuste. La segunda opción es el endeudamiento, volver al endeudamiento. La tercera opción se relaciona con apostar al más salvaje y racional extractivismo en materia de modelo productivo. La cuarta es la siguiente: de la mano de transformaciones en el aparato militar del papel del Ejército y de los resultados del acuartelamiento, militarización y control militar del territorio –Milani no es un tema menor–, como control de la inteligencia interna frente a la criminalización de la demanda social. Cuando digo “ajuste” me refiero a la devaluación de un 23 por ciento en un mes y un 60 por ciento en un año; me refiero al hecho de haber dicho que se iba a hacer un acuerdo de precios dos meses antes de hacerlo, generalizando una autorización explícita de que todos suban los precios para después decir que se retrotraigan. La verdad es que claramente el sacudón vino antes. Como tercera cuestión deseo mencionar la suba significativa de la tasa de interés, contracción monetaria afectando, por lo tanto, el nivel de actividad.

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El cuarto capítulo, que es en el que estamos, se refiere a contener la demanda social pautando un aumento jubilatorio inexistente de apenas nueve pesos por día, que se esfuma al momento que se cobra y que determina que en septiembre, antes del próximo aumento, el haber jubilatorio va a estar 14 puntos por debajo en valores reales que en marzo de 2013 y salarios intentando moderar la demanda salarial frente a la escalada inflacionaria. ¿Qué está detrás de esto concretamente? Aquí hay un objetivo explícito de tratar de contener en parte la evolución de los precios con caída en el nivel de actividad económica y sobre la base de reducir el costo laboral en dólares. Este es el objetivo donde se juega buena parte de la estrategia oficial. Por lo tanto, la recesión no es un accidente en todo caso, sino que es un objetivo en el dispositivo de política económica adoptado. Esto cierra sobre la base de buscar mecanismos de endeudamiento o de ingreso de inversiones extranjeras a como dé lugar. Así se explica un acuerdo ignominioso con Repsol, eso implica un modelo con contrato secreto de Chevron y el tipo de cosas que tenemos planteadas hasta aquí. El tema es que necesitamos que haya dólares que puedan venir en este esquema del saldo comercial que debería crecer –para que crezca, el objetivo es la recesión– y que debería venir del endeudamiento; por eso, hacemos los deberes: Club de París, Fondo Monetario, manipulamos el índice para que tenga que ver con una salida ortodoxa, como lo manipulamos antes en una estrategia seudorevolucionaria para decir que la deuda caía, subía el producto y desaparecía la pobreza. Ahora, como necesitamos decir que hay inflación para que nos den luz verde para el endeudamiento decimos otra cosa. Moderador. – El tiempo está cumplido. Sr. diputado Lozano. – En ese marco, menciono como objetivos: recesión, endeudamiento e inversiones de cualquier tipo entregando lo que haya que entregar. Vuelvo a lo que decía al principio para terminar con un planteo propositivo. La verdad es que creemos que este escenario, tal cual está, en tanto no se resuelva el dilema político que mencioné anteriormente y en tanto se mantenga esta estrategia, es un escenario de inestabilidad, de estancamiento, con caída de la actividad económica y deterioro social. El desafío que tenemos es ver si somos capaces de forjar condiciones políticas para un pacto de transformación que suponga un pacto por la inversión, un pacto para refundar el Estado y un pacto social que haga posible resolver los problemas de la Argentina. Quiero decir que es ahí donde tomamos la propuesta del Consejo Económico y Social. Nos parece una propuesta absolutamente válida en tanto esté abierta al conjunto plural de todos los actores, pero también asumiendo que ese es el espacio para realizar alianzas en donde se anclen las políticas públicas para remover los conflictos que tenemos. Quiero señalar tres cuestiones que para nosotros son centrales a la hora de discutir los problemas de la Argentina, que tienen que ver, en primer lugar, con construir un piso de garantía, de ingresos y de derechos para el conjunto de los hogares, que termine con el flagelo donde más del 30 por ciento de la población está en situación de pobreza. Esta es la primera discusión en la que tendríamos que ponernos de acuerdo. La segunda tiene que ver con revisar el tema de la deuda pública y la tercera se relaciona con discutir el comportamiento de los principales capitales trasnacionales existentes en la Argentina. Deseo expresar algunos números que son centrales. El saldo comercial en divisas de la Argentina en el período 2003–2013 fue 148.735 millones de dólares, pagamos deudas por 63.400 millones de dólares y tuvimos fuga de capitales por 88.200 millones de dólares. Con esto quiero decir que no podemos mantener un esquema de tratamiento de la deuda pública que tenga como contrapartida que, además de pagar la deuda, sigue creciendo y encima tenemos que asumir más deuda. Esto debe ser revisado. Segundo, estos 88.200 millones de dólares de fuga de capitales, que en realidad tiene que ver con los principales actores económicos de la Argentina, es lo que está por detrás de una clave para discutir el problema de la inflación, en un país con un 30 por ciento de pobres. La inflación no es un problema de

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demanda, es un problema de insuficiencia de inversión y, por detrás de esos 88.200 millones está la falta de inversión y el comportamiento especulativo de una inversión que, en la mitad de lo que fue en la Argentina, tuvo destinos que no eran los que efectivamente necesitamos y que no nos permiten avanzar en el cambio productivo que la Argentina tiene que llevar adelante. Doy un solo dato y con esto termino. Primero, el listado de quiénes sacaron los capitales existe. Lo tenemos. Ese listado puede ponerse en relación con la situación patrimonial de cada uno de los que sacaron capitales, de los 88.200 millones. Bastaría con hacer una comparación para saber que podemos demandar fiscalmente algo. Apenas una alícuota del 35 por ciento de ganancias, de esos 88.200 millones, son 30.000 millones de dólares. Lo que quiero decir es que no hay derecho, en una etapa donde la amasaron en pala, que terminemos bancando o validando una estrategia que le devuelve al conjunto de los argentinos, sobre sus espaldas, el costo de salida de la crisis. Hay espacio para forjar un acuerdo político transformador y ese debería ser el objetivo en el que deberíamos ponernos de acuerdo. Muchísimas gracias. (Aplausos.) Moderador. – Quedan muchas preguntas para hacer, por ejemplo, sobre el tema de qué medidas concretas se podrían tomar para evitar que la inflación y la devaluación impacten, aún más, en el consumo, sobre todo en las clases popular eso en la clase media que puede caer en la pobreza; o, preguntar sobre el escenario social de los próximos meses. Pero lo que falta es tiempo, así que les agradecemos a los panelistas por haber participado y a toda la gente que también participó escuchando. Muchas gracias. (Aplausos.) Locutora. – Para darle continuidad, invitamos a Javier González Fraga, Miguel Peirano, Alfonso Prat Gay, Jorge Sola y al periodista Maximiliano Montenegro para continuar con “efecto de la inflación y la devaluación sobre la macroeconomía para el bienio 2014–2015. Moderador. – Buenas tardes a todos. Muchas gracias al senador Morales por la invitación y la posibilidad de discutir con estos economistas de distintas extracciones ideológicas y políticas qué es lo que está sucediendo con la economía argentina hoy, con la inflación, la devaluación y, sobre todo, con la producción y el salario que es lo más importante. Les cuento brevemente cómo es la modalidad: la idea es que hagan una breve exposición tanto Alfonso Prat Gay que lo conocen, ex presidente del Banco Central, ex diputado nacional y titular de la Fundación Políticas de Gobierno; Miguel Peirano, ex ministro de Economía y Producción de la Nación; y, Javier González Fraga, otro ex presidente del Banco Central. También, está con nosotros Jorge Alberto Sola, secretario gremial y de Relaciones Laborales del Sindicato del Seguro. La idea es que cada uno haga una exposición breve y, en todo caso, después podamos habilitar preguntas. Tal vez, puedo hacer alguna pregunta yo pero, fundamentalmente, si ustedes quieren hacerles algunas preguntas a los panelistas me las acercan y se las retransmito. Me parece que es interesante esta mesa porque, insisto, me parece que hay visiones encontradas sobre lo que está pasando en la economía argentina y, fundamentalmente, sobre cuáles son las recetas. Quedará para otro momento, senador Morales, la visión oficial del kirchnerismo. En algún momento supongo que estaré moderando alguna mesa en la que también esté incorporado el oficialismo para poder hacer un contrapunto con los amigos y colegas del oficialismo. Alfonso, ¿querés empezar? Sr. Prat Gay. – Si no hay más remedio empiezo. Creo que no era el orden acordado, pero el orden de los factores no altera el producto. Gerardo, muchas gracias por la invitación a vos y a tu bloque, es una buena idea esta iniciativa. Gracias a todos por venir. El tiempo es muy tirano. Realmente, no sé cuánto vamos a poder decir y, quizá, sea más rica la parte de las preguntas. Yo veo que en el programa hay, si se quiere, un abuso del concepto de la inflación. En cada panel hablamos de efectos de la inflación en tal lugar, en tal otro lugar. Todo trata sobre la inflación. Yo no quiero hablar de la

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inflación por dos motivos: primero, porque no creo que la estrategia del gobierno sea una estrategia diseñada para combatir la inflación. Y, en la discusión de cómo van a ser los próximos 2 años, tenemos que entender qué es lo que pasa por la cabeza de los que están a cargo de todos los errores que hemos visto en este tiempo. Y, segundo, porque creo que por la receta que ha adoptado el gobierno, la urgencia dejó de ser la inflación y pasó a ser la recesión. A esto quería referirme, brevemente, cuando tenga estos minutos, no sin antes mencionar la única cuestión que quiero hacer acerca de la inflación, la cual me surgió, un poco, de escuchar los paneles anteriores, pero también de escuchar a otros colegas, a otros formadores de opiniones, periodistas y demás. Parece que ya está resuelto el tema del INDEC y no está resuelto el tema del INDEC. Este dijo la verdad 1 mes y nos mintió durante 7 años. La gente que nos mintió durante 7 años es la misma gente que está produciendo estos mismos informes. Entonces, la verdad y la justicia también se tienen que aplicar al INDEC. Me enerva un poco cuando muchos dirigentes políticos simplemente asumen esto de: bueno ya está, ya lo reconocieron, ya dijeron la verdad. No, dijeron la verdad un mes y nos mintieron durante 84 meses. Y frente a eso hacen falta culpables y hacen falta tomar decisiones porque sino este esfuerzo que se ha visto en el INDEC será una flor de un día. Lo decía bien Yuyo, la picardía del INDEC de fusionar el índice de precios del área metropolitana con otros índices de precios de manera tal, primero, licuar el impacto del aumento de tarifas –a Graciela le dio 6 lo que al índice nacional le da el 3,7. Y, segundo, hacerse los distraídos con la canasta básica. No van a publicar la canasta básica porque la historia de la canasta básica es la historia de los precios de la región metropolitana, este índice es nacional. No hay una apertura por regiones; por lo tanto, blanquearon la inflación, pero no blanquearon la pobreza. Y toda nuestra discusión en torno a la inflación tenía que ver con las consecuencias finales de la pobreza. Si yo como presidente de la Nación creo que la pobreza es del 5 por ciento, tengo un diagnóstico y voy a hacer algo muy diferente a que si creo que la pobreza es como es, cercana al 30 por ciento. Entonces, no digamos ni por un segundo que está resuelta la cuestión del INDEC. Esta es mi primera manifestación. La segunda cuestión, que no está resuelta, es el desequilibrio macroeconómico. Llegamos a esta instancia como consecuencia de un modelo económico que provocó los desequilibrios que ahora empieza a resolver de la misma manera en que los provocó, para el diablo. El ejemplo concreto que tenemos ahora es la discusión del gobierno con Repsol. Hay algunos, incluso no oficialistas, que dicen: “Bueno, pero al final están acordando, están resolviendo el problema. Dada la expropiación había que hacer algo.” ¡No! ¡Dada la expropiación, no! Ellos expropiaron mal, negociaron mal, terminan pagando mal, terminan regalándole más de lo que le correspondía a Repsol y ¿resulta que los tenemos que aplaudir? Creo que tenemos que reflexionar acerca de estas cuestiones. Este es un gobierno que arrancó con la ecuación ideal: heredada de un Gobierno de transición anterior, hay que reconocerlo, de superávit fiscal, superávit comercial, tipo de cambio competitivo, baja inflación. Eso se fue de vuelta al demonio. Y no se fue al demonio porque un día Cristina amaneció y como dicen algunos tomó la pastilla equivocada. Se fue al demonio porque la decisión de Néstor Kirchner fue ir adelante con un populismo que era absolutamente insostenible y ese populismo llegó al callejón, ¿cuándo?, cuando vieron que se quedaron sin reservas. Por eso toda la estrategia política de estos momentos no es bajar la inflación, es defender un nivel mínimo de reservas con el cual puedan llegar al final del mandato. Desde ese lugar es que hay que entender lo que están haciendo y por eso todo lo que vienen haciendo es tremendamente recesivo. Vean, ustedes. Suben la tasa de interés para que sea más atractivo pasarse a pesos que pasarse a dólares. Un chivo, un aviso parroquial: cuando nosotros estábamos en el Banco Central bajábamos la tasa de interés y nos llenaban de pesos.

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La tasa de interés es el precio de la desconfianza; cuanto más alta es la tasa de interés, mayor es la desconfianza, mayor es la señal de que las cosas se están haciendo por las malas. Todos sabemos que es recesivo, todos sabemos que la estrategia del Banco Central de ir filtrando los pedidos de importación va a provocar una caída en las importaciones y, por supuesto, una caída en la actividad económica. Lo dijo Claudio Lozano al pasar, hay 20.000 millones de dólares de vencimiento de deuda, un poquito más, dependiendo del cupón del PBI, de acá al final de mandato de Cristina. Si la estrategia es la misma estrategia de pagar con reservas esquivando al Banco Central, que ya no tiene patrimonio –dicho sea de paso–, entonces, obviamente que no alcanzan las reservas. Si no alcanzan las reservas van a tener que hacer una de tres cosas: provocar un bum exportador, que hasta ahora la devaluación no está provocando; endeudarse en el exterior, que es lo que siempre nos dijeron que no iban a hacer o, como es el ajuste ortodoxo, reducir en las importaciones que yo creo que es el momento que estamos viviendo en la situación económica actual. Les paso un dato nomás del Banco Central porque esto tiene que ser, se me ocurre, telegráfico. Es muy difícil hacer un diagnóstico en 5, 6, 7 minutos. No dije 6, 7, 8, dije 5, 6, 7. (Risas.) Desde 2006 en adelante el Banco Central le ha regalado al Tesoro Nacional el equivalente a 714.000 millones de pesos en valores de hoy. Esa política no cambió. No nos confundamos ni por un segundo. El Banco Central sigue financiando al Tesoro, incluso sigue financiándolo más que antes. Ahora, en vez de financiarlo con emisión, lo financia con LEBAC. Acá viene la discusión de los próximos meses, ya no de los próximos dos años. Si no hay un reordenamiento de la situación fiscal, lo que se le está exigiendo al Banco Central, que lo que antes provocaba inflación, ahora va a provocar cada vez más recesión. ¿Cuál va a ser la tasa de interés a la cual el Banco Central se tiene que endeudar para poder financiar al Tesoro Nacional? Creciente. ¿Y cuál va a ser el nivel de actividad económica si la tasa de interés es creciente? Decreciente. Y eso ya lo estamos viendo en los números. Alguien mencionó antes el índice de confianza del consumidor de la Universidad Di Tella, es el número más bajo, el de febrero de este año, de julio de 2002. La balanza comercial que era el gran problema de los 90, el déficit comercial; que era el gran tesoro con el que arrancó el kirchnerismo, prácticamente cero en diciembre de este año. En los últimos doce meses la balanza comercial de 8.700 millones es el valor más bajo desde marzo de 2001. La capacidad instalada –lo veo allí a Héctor Méndez, a Cristiano– en enero de este año fue la más baja de todos los eneros desde 2002 en adelante. Alguien le tiene que explicar al gobierno que están provocando una recesión. Alguien le tiene que explicar que no era necesario semejante ajuste para bajar la inflación. Alguien le tiene que explicar que con esta estrategia defenderán las reservas, pero provocarán una recesión que complicarán mucho las cosas de cara al final del mandato. Ya en la segunda mitad del año pasado, y estos son números del INDEC, la economía venía cayendo a un ritmo del 2 por ciento anualizado. Los números de enero son todavía más preocupantes y, seguramente, el primer trimestre de este año va a ser muy flojo. ¿Cuál es la estrategia del gobierno? La estrategia del gobierno es meter la paritaria antes de que los trabajadores se den cuenta para después meter un tarifazo, que va a provocar un nuevo ajuste de las tasas de interés y, eventualmente, una nueva devaluación. Fíjense si no es extraordinaria esa idea para alguien que en algún momento hubiera pensado en la actividad económica. No, ellos están pensando en llegar al final del mandato. Y yo creo que como oposición lo que tenemos que pensar nosotros es qué le vamos a ofrecer a la ciudadanía, conforme se vaya acercando ese final del mandato, para que una alternativa que es posible, además se ser posible, sea creíble. Por eso celebro estos intercambios, los intercambios que tenemos dentro de nuestros partidos, dentro de nuestras propias alianzas políticas que están floreciendo, que se están multiplicando y que son la condición necesaria para que cuando llegue el 2015, de la manera en que lleguemos –lamentablemente, tengo que decirlo así–, haya una alternativa de gobierno

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creíble; plural, por supuesto; con diálogo, con consensos, pero que tenga esa posibilidad de volver a atrapar al electorado. Argentina está en un casillero atrapada no porque nos condenó el mundo sino porque los que nos gobiernan decidieron autoflagelarnos y ponernos en ese lugar. Es fácil sacar a la Argentina de ese lugar; pero, primero, hay que ponerse de acuerdo, hay que tener un diagnóstico, hay que discutir los temas a fondo, hay que consensuar. Las cosas se pueden resolver. Es relativamente sencillo. Fíjense, el tema de la inflación se puede bajar sin ajuste, tenemos la oportunidad que nos da el mundo, tenemos los recursos energéticos, tantas otras cosas más. La verdad es que es inexplicable que a Argentina le vaya como a Venezuela. Si le va como a Venezuela es porque elegimos ser Venezuela y si elegimos ser Venezuela es porque no solamente cuando hay un momento de votar viene la confusión sino porque desde la oposición a veces no terminamos de conformar la generosidad necesaria para que surja una alternativa de gobierno. Muchas gracias. (Aplausos.) Moderador. – Javier González Fraga. Sr. González Fraga. – Gracias a los dirigentes de los bloques radicales por esta invitación y realmente los felicito por organizar esta reunión y que nos permitan, aunque sea en cinco minutos –tienen algo de flexibilidad–, poder decir algunas cosas. Lo primero que quiero que entendamos es por qué estamos donde estamos. Los intelectuales cercanos al oficialismo le echan la culpa a algunos empresarios desestabilizadores o a economistas conspiradores; los que eran kirchneristas hasta ayer le echan la culpa a algunas ideas marxistas de algún par de asesores de la presidenta o a la propia debilidad política de la presidenta; los que eran kirchneristas hasta antes de ayer le echan la culpa a los malos modales de Guillermo Moreno, y yo creo que están todos equivocados; yo creo que estamos como estamos por las ideas económicas de Néstor Kirchner: la idea de que se puede crecer sobre la base del estímulo al consumo a través de la expansión del gasto público. Falsamente, nos hicieron creer que esta idea era keynesiana, y no tiene nada que ver con las ideas keynesianas; está en la base de todos los problemas que hemos estado viviendo. Por supuesto que funcionó un tiempo; siempre el cebador funciona un tiempo, pero si uno sigue con el cebador puesto a la larga se te empasta el vehículo y realmente tenés problemas. Lo mismo pasa con estas políticas de estimular la demanda sin estimular la oferta. No hace falta haber pasado por una clase de economía para saber que si sólo estimulas la demanda y no la oferta generás un desequilibrio inflacionario, y el desequilibrio inflacionario genera pobreza, genera conflictividad social. ¿Qué duda cabe de que todos estos conflictos que estamos teniendo con policías, con maestros, etcétera, desaparecerían si tuviésemos la inflación que tienen tres cuartas partes del planeta menor al 5 por ciento? Creo que estamos ante una situación creada deliberadamente por una falsa política económica, y lo más grave sería no aprender de esta lección y repetir este espectáculo en las próximas décadas. Entonces, creo que tenemos que entender que está en esta proposición de estimular el consumo a través del gasto público, a través del congelamiento tarifario, a través de los subsidios, a través de un crecimiento desordenado del empleo público, a través de una serie de políticas que han ido estimulando el consumo y que han generado también el atraso cambiario al cual algunos se han referido. Yo me voy a referir muy brevemente a este atraso cambiario que ha llevado a la devaluación. Para que tengamos una idea de lo que esto ha significado, si ajustamos el precio del dólar de los últimos siete años hacia atrás utilizando la inflación real y utilizando también la inflación norteamericana para poder hablar de cuánto valdría un dólar de hoy en pesos de hoy, el valor en diciembre de 2007 es de 9,80. Entonces, lo que hay que preguntarse no es por qué el dólar solamente pegó un salto del 21 por ciento, sino por qué lo trajimos de 9,80 a 6,50. Creo que esto es, nuevamente, hablar de la inflación. Pienso que es un tema importante y que no se pueden dejar de lado las políticas que han establecido en estos años, que han sido casi tan costosas como la propia inflación, para tratar

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de disimularla. Mucho se ha hablado –Graciela tiene una enorme autoridad para hablar de este tema– del INDEC. Yo agregaría que, más allá de la manipulación y el tremendo error que ha significado esto –suelo decir que es el error de política económica más grande que he visto en cuarenta años largos que llevo hablado de estos temas–, eso explica, primero, el aislamiento internacional. ¿Por qué importa el aislamiento internacional? Porque estamos pagando el 14 por ciento por los fondos en lugar de pagar lo que paga Evo Morales, el 4,80, Dilma o Lula más cerca del 3, Bachellet, a 35 años… ¿Dónde está la diferencia? Cuando uno mira en qué momento esto empezó a suceder…, en enero de 2007. En enero de 2007 teníamos el mismo riesgo país que Brasil: alrededor de los doscientos puntos. En enero de 2007 el valor de nuestras empresas, medidas en pesos constantes, venía acompañando el índice promedio de la región. Desde entonces, hoy tenemos un riesgo país que es cuatro o cinco veces el de Brasil, y nuestras empresas hoy, después de la recuperación reciente, valen la mitad de lo que valen en el resto de la región, pero hasta hace seis meses valían la tercera parte. Entonces, el daño hecho por este aislamiento a partir del cual se generó la intervención al INDEC, obligó a que el Fondo Monetario y las principales bases de datos del mundo digan “no disponible” en las estadísticas de Argentina; no figuramos en el menú, y esto ha significado un tremendo atraso y una tremenda desvalorización de nuestros activos. Pero también es costosísimo el precio de intervenir el INDEC, porque significó eliminar la única política antiinflacionaria no recesiva que ha permitido que –insisto– tres cuartas partes del mundo hoy tengan una inflación menor al 5 por ciento y no hayan pagado ningún precio recesivo por ello. Perú, que tiene menos de 3 por ciento de inflación promedio en los últimos diez años, es el país que más creció en la región; no es Argentina. Colombia y Chile son también ejemplos de países que han logrado mantener muy baja la inflación manejando las expectativas, no subiendo la tasa de interés o atrasando el tipo de cambio, o generando políticas recesivas, sino simplemente orientando las expectativas. Y cuando uno realmente miente, entonces no puede generar las expectativas. Ahora estoy a la espera de que el ministro venga, ahora que tiene un índice, y diga cuánto quiere para el resto del año. Pero claro, es como decía recién Alfonso: si te han mentido durante ochenta y cuatro meses, a veces dibujando casi graciosamente los números – como fue demostrado por Abel Biglione, de FIEL, economista fallecido hace un par de años–, va a costar mucho que les creamos a los mismos que estuvieron dibujando esos números. Pero creo que este es un tema central: recuperar la credibilidad para poder lanzar una política no recesiva, guiando las expectativas y de la manera en se ha hecho en los países donde esto ha tenido éxito. Yo sé que a veces Graciela piensa que estoy equivocado cuando planteo que esto se debería poder hacer muy rápido Ella, que es mucho más seria que yo, dice que se tardaría meses; yo tardaría 48 horas en echar a todos los que llegaron al INDEC y reponer a todos los que estaban, y después de eso vamos a ver cuánto tiempo se tarda en el tema. (Aplausos.) Gracias. No ha sido menos grave la destrucción de la actividad productiva. ¿Se acuerdan de “la mesa de los argentinos”? Hoy “la mesa de los argentinos”, graciosamente, tiene el pan más caro de la región y la carne más cara de la región. Hemos faenado 12 millones de vientres para alimentar la fiesta de consumo; han desaparecido 6 mil tambos; hemos logrado reducir el área sembrada de trigo en la cosecha anterior a la mitad de lo que fue el promedio de los seis años anteriores, y este es el resultado. Hemos castigado a la producción; hemos destruido el biodiesel; hemos incurrido en enormes gastos solamente para tratar de dibujar un poquitito la estabilidad, por no contar el daño hecho en una cantidad de otras actividades que fueron perseguidas simplemente por tener un poco de precios libres. Creo que esta es la lección más importante que tenemos que entender: cuando uno se mete en estas fiestas de consumo sin tener un correlativo esfuerzo en mejorar la producción y la productividad… Me encantaría que todo el mundo tenga posibilidad de consumo, pero tiene

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que estar apoyado en una lógica productiva, si no, es simplemente una efímera fiesta de consumo que termina mal y, curiosamente, pasa siempre por el atraso cambiario; atraso cambiario –como el que ya comenté– de 9,80 a 6,50; ahora a 8, pero sigue siendo un atraso. No es muy distinta de la fiesta de consumo de los 70, de la tablita de Martínez de Hoz; no es muy distinta la fiesta de consumo de los 90 con un discurso de derecha; está to4do basado en lo mismo: hacerle creer a la gente a través de estas políticas que tiene posibilidad de consumir más allá de las posibilidades productivas del país. Creo que lo más importante –y es el primer mensaje que quiero dar– es que aprendamos la lección para no caer de vuelta, ya sea votando a los equivocados o aplicando estas políticas equivocadas; creo que esto es un primer tema. Coincido –lo dijo muy bien Alfonso– en que este gobierno tiene una política antiinflacionaria; nos distrae con esto de los precios cuidados: distrae a sus propios militantes, distrae a los opinadores con esto de los precios cuidados, pero la verdadera política antiinflacionaria es la recesión; todo lo que he hecho apunta a un ajuste recesivo: apuntan al ajuste recesivo los aumentos de las jubilaciones muy por debajo –como se dijo muy bien en el panel anterior– de lo que hubiera sido recalcular seis meses para atrás, que hubiese sido una muy buena colaboración de este índice nacional urbano, y a lo mejor les podrían haber dado una mano un poco mayor del 11 por ciento a los jubilados. Creo que ha sido recesiva la política de devaluación; es recesiva la restricción a las importaciones; es recesiva la política cambiaria, que pretende que vengan inversiones vendiendo el dólar a 8 y si tienen que girar dividendos los tengan que ir a comprar al contado con liquidación a 11,50, o más todavía. Entonces, quién va a venir a invertir. La Argentina ha desaparecido del listado. No sólo los extranjeros, sino también los argentinos estamos dejando de invertir. ¿Quién quiere vender sus dólares legales en un mercado con este cepo? Estamos ante una política claramente recesiva. Cuando vengan los aumentos de tarifas o la reducción de los subsidios, siempre hay un uso de la terminología que permite engañarnos un poco, vamos a ver otro vuelco recesivo y esto es lo que está apostando el gobierno. La consecuencia de esta inflación es pobreza, conflictividad, desinversión y, por supuesto, aprovechamiento de los poderosos. A eso se refería Mario Negri cuando me citaba y yo a su vez citaba —no sé quién dijo la frase primero— a Ricardo Alfonsín o Aldo Ferrer, después tuve algún comentario al respecto. Pero el tema de “los pescadores en río revuelto” no es saber quiénes son los pescadores, sino quién revolvió el río. Los pescadores están siempre. A mí me hace gracia que persigan a algunos intermediarios por ser, aparentemente, formadores de precios inflacionados cuando estas mismas empresas multinacionales tienen gerencias en otros países donde no se comportan de esa manera. Yo me preguntaría ¿qué habrá en Ezeiza que cuando llegan a nuestro país se transforman en inflacionarios? Este es un tema que, finalmente, tenemos que aprender. Para cerrar, creo que todos en este espacio político amplio tenemos que pensar cómo establecer metas de inflación muy graduales y realistas. No todos los países que adoptan metas las han aplicado bien. Hay países como Brasil, sobre todo, y Uruguay que han aplicado metas demasiado ambiciosas e inconsistentes con sus realidades fiscales y, finalmente, tienen tasas de interés más altas de las que deberían tener y se aprecian sus monedas generando un costo productivo. Pero hay muchos otros que lo han hecho muy bien. No sólo en nuestro continente, sino en otros lugares del mundo como Israel, Canadá, Inglaterra y Nueva Zelanda; hay muchos países que lo han hecho. Tenemos que elaborar metas muy graduales, cuidando lo social, bajemos la inflación sin que sea sobre los hombros de los que menos tienen. Esto se logra con una política inteligente, cuidando muy bien el gasto público, asegurándonos de que cuando bajamos un subsidio, sea un subsidio que favorece a uno que lo puede pagar, cuidando lo social. Robusteciendo los pilares de la política social, se llame Asignación Universal por Hijo o Ampliación Jubilatoria. Eso tiene que estar cuidado del proceso y tenemos que ser

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tremendamente gradualistas en este aspecto. Nada de políticas de shock porque eso nos pone en la historia de siempre que hace pagar a los que menos tienen. Y, simultáneamente con este gradualismo, hay que generar un shock de clima de negocios, productivista animándonos a reducir impuestos y a generar condiciones cambiarias que favorezcan la inversión, a realizar obras de infraestructura que nos coloquen en un boom exportador que genere un boom de inversión, para provocar el país que queremos tener. Por eso, gradualismo en cuanto a la reducción de la inflación pero con un shock productivo. Muchas gracias. (Aplausos.) Moderador. – Gracias, Javier. Andamos con un poco de inflación de tiempo. Por suerte esta inflación nos enriquece a todos. Son muy interesantes las exposiciones. De todas maneras, vamos a tratar de cumplir un poco más los tiempos, así podemos hacer algunas preguntas. Tiene la palabra Jorge Alberto Solá, secretario gremial de relaciones sindicales del Sindicato del Seguro. Sr. Sola. – Buenas tardes. Gracias por la invitación. También soy secretario de Acción Social de la CGT que dirige el compañero Hugo Moyano. Para los trabajadores la economía no es un tema menor. Desde nuestra Confederación General del Trabajo la hemos tomado con enorme preocupación, no sólo porque establece nuestra relación con el salario real, sino también porque a medida de que el INDEC se transformó en una herramienta no creíble, desde la propia CGT, creamos el Observatorio de Datos Económicos y Sociales. Y, a partir de 2013, hemos hecho una experiencia de medición de inflación que después determina también datos de pobreza e indigencia y que, de alguna manera, se adelantó a lo que es el nuevo IPC. Medimos la canasta básica total y alimentaria en 21 ciudades a lo largo y a lo ancho de todo el país. Esa medición nos da una inflación nacional y también la pobreza. En ese aspecto y basándonos en el análisis que realizamos con los compañeros en el Consejo Directivo, vemos que la economía está herida en dos conceptos fundamentales de la propia teoría económica: la confianza y la previsibilidad. Eso ha llevado a este gobierno a un sinceramiento brutal en los últimos tiempos. No entendemos, desde la representatividad gremial que tenemos, cómo hemos pasado en apenas dos años de querer discutir la participación en las ganancias a poner un techo a las paritarias. Evidentemente, aquel concepto que la propia presidenta en las elecciones de 2011 estableció y que decía que comenzaba con un período de sintonía fina, como bien dijo el compañero Hugo Moyano, se asemejaba mucho a un ajuste sobre los trabajadores. Al fin de cuentas es eso lo que está sucediendo y se está haciendo un ajuste con una ortodoxia que a quienes profesamos la ideología peronista realmente nos asusta. La economía debe verse desde un punto de vista social y que esta macroeconomía social está atravesada por tres ejes fundamentales: la cuestión política, la cuestión social como consecuencia de ello y la cuestión económica. En ese aspecto, para referirnos y abordar la cuestión política creemos que hay una agenda actual que está atravesada, regida por las urgencias y esas urgencias en el requerimiento que tienen de solucionarse impiden ver la solución de los grandes temas. Las urgencias a las que nos referimos tienen que ver con el acceso de una canasta de alimentos a la que todos los trabajadores y todos los ciudadanos de la Argentina puedan llegar, al control de la inflación, a la carga tributaria que tienen y a un mejoramiento que deba verse de un modo más federal. Insisto hay un país que sigue estando en Capital Federal y otro en el interior. Los números que se manejan en inflación y precios evidentemente son diferentes de lo que hace Capital. En una charla que hemos tenido con el compañero Juan Carlos Schmidt, que está presente, comentamos que si la asonada policial que provocó 14 muertos se hubiese desarrollado en la Plaza de Mayo, esto se incendia. Sucedió en el interior del país y pareciera que nada ha sucedido. La inflación en el interior del país pega mucho más en los hogares más

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pobres. Eso es en Salta, en el Norte y el Noroeste y denota una visión de país atravesada por la General Paz. Esta necesidad de revitalizar una agenda a mediano y largo plazo para que de una vez por todas podamos establecer las políticas de Estado para una Argentina a 20 años. Para eso necesitan ponerse de acuerdo entre los grandes poderes que hacen la política y las organizaciones sociales. Pero tenemos un vicio político que, a veces, trastoca este objetivo. Ese vicio es mirar la próxima elección. Esta próxima elección ahora es la del 2015, pero después será la del 2017 y después la del 2019. Y miramos apenas a dos años. La Argentina necesita en esta agenda política que empecemos a mirar un país con un futuro de, al menos, dos décadas adelante. Hay un rol oficialista que cumple esto que es el partido gobernante con una mirada pendular sobre los problemas que en esa construcción del relato que tiene lo entrampa y pareciera que los culpables están en otros lados y que el péndulo va de una política de Estado que son ellos los que la llevan adelante a los culpables que están en otro lado: en el poder económico, en el gremial o en los propios opositores. Y, por supuesto, esto tiene que ver con un desprecio a la sana crítica. Nosotros no somos opositores, lo hemos dicho desde muchísimos lugares. Sí somos críticos, porque nuestra representatividad nos obliga a ser críticos y a demandar lo que nuestros representados nos exigen. Y, para esto, se requiere de un rol opositor que contrabalancee esto. Y nosotros vemos que hay muchas actuaciones por reacción en el sector opositor y que es necesaria una unificación de agenda. Pero hay algo que nos parece más grave que es la fragmentación individualista al armar una agenda política que nos contenga a todos los argentinos. En este barco, por más que lo dirija uno u otro, los que estamos adentro somos todos. Pero, insisto, quienes más pagan no somos los que estamos en este recinto, sino los que no llegan a comer en la Argentina. Y, en este momento, los indigentes son más de dos millones de personas. En este sentido, en una ciudad como Rosario, hay habitantes que no llegan a completar su plato diario de comida; entre ellos, la mitad son niños o adolescentes. De hecho, hay más de 12 millones de pobres, es decir que el 30,9 por ciento de la población no llega a tener la canasta básica total, mínima y precaria −como decía Polino− que se necesita para vivir. Esto sucede en un país que supuestamente es proveedor de alimentos en el mundo. Entonces, esta cuestión social −la de la pobreza y la de la indigencia− con estos números que estamos presentando no refiere a una pobreza temporaria sino estructural, con un núcleo duro que persiste y que genera, como consecuencia, subnutrición, analfabetismo y falta de acceso a servicios básicos, como la vivienda y la cloaca; pero también una inseguridad aún tan grave o mayor que la propia inseguridad policial, que es la inseguridad alimentaria. Reitero, hoy hay 12 millones de personas que no saben si todos los días van a tener la posibilidad de comer y de poder llegar a fin de mes. En esta cuestión social que estamos abordando, otro dato que no es menor es el relativo al empleo. Si bien hubo un crecimiento durante los años 2003 al 2008, quizás se haya visto beneficiado por una etapa previa ajena a este gobierno. Luego, en la crisis mundial de 2008 se produjo un amesetamiento y empezamos a tener una caída brusca del empleo. Como consecuencia de ello, hoy en el interior, se nota terriblemente la falta de búsqueda de empleo, la no toma de nuevos empleados y, además, se empiezan a cerrar fábricas. Después me referiré al paradigma del sector cárnico en la Argentina. El empleo pleno de derechos en la Argentina lo tiene el 44,5 por ciento de los trabajadores; es lo que se llama el trabajo en blanco. Es decir que el 44,5 de la población económicamente activa goza de plenos derechos. En cuanto al empleo precario, en negro, este abarca al 35,6 de los trabajadores, y aún no hemos podido bajar ese porcentaje. Asimismo, hay un desempleo puro que es del 9 por ciento, pero a este hay que sumarle la cantidad de planes sociales que existen en nuestro país, provenientes de los distintos ministerios: de Desarrollo Social, de Trabajo y de Planificación. Se trata de 58 programas que pagan 64.500 millones, equivalentes al 7 por ciento de los

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trabajadores que tienen un plan de empleo que no es genuino. Luego, ese 7 por ciento pasa a engrosar el 9 por ciento de desempleo puro; en efecto, hoy el desempleo en la Argentina supera el 16 por ciento. Con antelación hablé del paradigma del sector cárnico, porque en el país de la mejor carne del mundo, desde hace dos o tres años, el sector frigorífico está pasando por una de sus peores etapas. De hecho, en la actualidad hay más de 150 frigoríficos cerrados, de 17.000 desempleados y de 12 millones de cabezas que no tenemos. Por lo tanto, la política ha sido errada en un país donde nos alimentamos hoy con soja, antes con trigo, pero siempre con carne. Por último, y para cerrar, me referiré a la cuestión económica. Nuestras mediciones en enero nos dieron una inflación del 4,26 por ciento; con un 27 interanual que, ahora, en febrero, va a cerrar en aproximadamente un 30 por ciento, con una devaluación que, desde 2011 hasta la actualidad, es de más del 100 por ciento y con un impacto sobre los precios que es descomunal. Efectivamente, en el último año, en este 2013, los alimentos han aumentado un 40 por ciento. Y los alimentos son lo primero −y a veces lo único− que consumen los pobres. ¿Dónde se dieron los aumentos más graves? Se dieron en las provincias de San Juan, del Chaco, de La Rioja y de Jujuy. Ustedes verán que hay otro país del otro lado. Digo esto porque si comparan el consumo de energía en la Argentina, se van a dar cuenta que en las provincias más productivas del centro del país el valor del kilovatio es un 500 por ciento mayor que el costo aplicado para la Capital Federal. En este sentido, en la provincia de Santa Fe, de donde somos oriundos con el compañero, pagar la electricidad por bimestre a una familia le sale 1500 pesos. Reitero, 1500 pesos. Y, esta es la cifra que se corresponde a la mitad de un salario mínimo, vital y móvil. ¿Qué opinamos de todo esto? Como recién decía Javier, creemos que hay que remodificar toda una estructura tributaria para que paguen los que más tienen y para que el IVA sobre los alimentos y sobre los elementos de consumo masivo sea aún menor. Ahora bien, para ello se necesita una fuerte decisión que no vemos que se esté tomando. Por último, como conclusión, por esta cuestión de la propositividad a la que queremos propender, manifiesto la necesidad de un pacto económico, político y social. Algo que venimos reclamando desde la Confederación General del Trabajo y que nos ha llevado a reunirnos con los distintos estamentos y sectores, y a llevar adelante un diálogo desprovisto de individualismos con la necesidad de aceptar las mejores ideas más allá de las ideologías. Es decir, un acuerdo que contenga medidas de inmediata implementación motivado en los problemas urgentes, pero que presente también la necesidad de establecer políticas de Estado que nos acompañen de acá a veinte años. Nosotros, hace dos años atrás, cuando nos reunimos en La Falda, hicimos un ejercicio y establecimos los veintiún puntos relativos a la agenda de la CGT. Están allí para ser presentados ante todos los que quieran escucharlos. Quizás, no contengan las mejores ideas, pero son buenas, y allí figura nuestra postura. Insisto en que veo que hemos coincidido mucho en este gran marco de diálogo, en este pacto social que busca llevar adelante al país durante los próximos veinte años. Muchas gracias por el espacio. (Aplausos.) Moderador.− Tiene la palabra el licenciado Miguel Peirano. Sr. Peirano. – Muy buenas tardes para todos. Por supuesto que deseo agradecer la convocatoria y la invitación de la Unión Cívica Radical al bloque de diputados y de senadores. En efecto, veo aquí a muchos senadores y diputados presentes. Asimismo, en particular, agradezco a todos en la persona de Gerardo Morales de quien siempre destaco su actitud propositiva y de control de la gestión del Estado con una permanente vocación favorable a los objetivos y a las obligaciones de su tarea.

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Luego, a los miembros de las entidades empresarias, y visualizo a distintos sectores, y a las entidades más importantes del país; a los representantes sindicales de ATE, del INDEC −como Raúl−; y a todos los presentes: a los expositores, a Graciela y a mucha gente que, evidentemente, forma parte de la vida cotidiana de la Argentina. A continuación, deseo realizar unas breves reflexiones sobre un tema tan importante como el de la situación económica argentina y, si bien ya se han hecho las reflexiones más sustanciales relativas a la situación actual, creo que estamos en un momento muy importante para nuestra economía. Este gobierno tiene aún dos años de mandato, es decir, una transición importante y, en términos programáticos, existen desafíos para los distintos sectores políticos presentes y para los futuros en el marco de un país que, a mi entender, presenta paradojas, porque, en primer lugar, este es un país de enormes oportunidades. Y si uno visualiza a la Argentina hacia el futuro encuentra un escenario internacional que abre oportunidades, porque existe una demanda de nuestros productos agropecuarios con tasas de interés internacionales −que, más allá de la volatibilidad y de la incertidumbre, generan oportunidades− y hay una búsqueda de mercados de inversiones frente a las realidades dificultosas de países desarrollados. Asimismo, nos encontramos ante realidades objetivas locales: un sector agropecuario enormemente potente, inversiones, ventajas naturales, capacidad empresarial, un sector industrial diversificado, amplio, con enorme talento emprendedor en todo el territorio nacional, y un reconocimiento de la capacidad de los trabajadores y de la voluntad y capacidad de la dirigencia gremial de acompañar un proyecto de desarrollo. En este sentido, nuestros trabajadores son reconocidos en su capacidad internacionalmente. Me ha tocado tener charlas directas con empresarios internacionales que han resaltado cómo el factor de la capacidad del trabajador argentino es un diferencial a la hora de decidir una inversión. Luego, contamos también con recursos energéticos no explotados. Y uno puede seguir extendiéndose sobre la capacidad humana, sobre la capacidad de los recursos naturales, sobre las ventajas dinámicas, y sobre la vocación gremial y empresarial de generar consensos para lograr el crecimiento. Por consiguiente, nos encontramos frente a un contexto internacional y frente una situación objetiva que efectivamente brinda oportunidades. En segundo término, estamos ante una realidad que, como es evidente, implica una crisis para gran parte del mundo, pero no para la Argentina y tampoco para los países del Mercosur. Es cierto que existe una crisis internacional que afecta fuertemente a ciertos bloques y que genera limitaciones en materia de empleo, de inversiones y de crecimiento, pero no es cierto que esa crisis afecte a todos los bloques, a todas las regiones, a todos los países. Y en el caso particular de la Argentina, de países productores de alimentos, de commodities, con fuerte incidencia de esas producciones, genera oportunidades, incluso en muchos casos vinculada a las consecuencias de la propia crisis en los países desarrollados. Tenemos oportunidades y un escenario internacional favorable. Sin embargo, cuando uno analiza la realidad y los temas que fueron planteados anteriormente por Jorge, Javier y Alfonso, describimos un escenario de dificultades desde la política, la realidad agropecuaria, industrial, financiera. Y esto se vincula a equivocadas decisiones de política económica que generan una pérdida y un costo de oportunidad enorme, además de los problemas concretos que hoy estamos observando. El problema inflacionario es el síntoma de una política económica que no logra ser eficaz, que genera desafíos y complejidades en términos de poder adquisitivo, de competitividad, de certidumbre, de inversiones, y que evidentemente es un problema que no debiera existir. Porque la Argentina no tiene condiciones objetivas para estar enfrentando el problema inflacionario que existe hoy. No existe un contexto de precios internacionales a la suba, no existen factores objetivos que estén determinando que la Argentina enfrenta un nivel

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inflacionario como el que estamos debatiendo respecto al 2014 y al 2015. La realidad es que el Gobierno no solamente no ha tenido una política eficaz o un reconocimiento de la inflación, sino que ha generado inflación. Ha generado inflación con decisiones equivocadas en cada uno de los sectores económicos. Ha generado inflación generando incertidumbre innecesaria, con contradicciones permanentes en la política macroeconómica, en la política sectorial y en cada una de las definiciones que visualicemos. Creo que el problema inflacionario responde a múltiples causas. Yo no creo ni en la teoría monetaria ni en la teoría reduccionista, sino que creo que el problema inflacionario en la Argentina responde a inconsistencias macroeconómicas, cambiarias, fiscales; responde a problemas y a decisiones equivocadas en la cadena agropecuaria y al interior de la cadena agropecuaria en cada uno de los distintos sectores; equivocaciones en materia de definiciones en cada uno de los sectores industriales; dificultades en las cadenas de comercialización; sectores concentrados oligopólicos que generan posiciones dominantes; decisiones equivocadas en materia de negociaciones internacionales; una política de administración de las importaciones que ha generado problemas en términos de competitividad y que terminó siendo un factor también de inflación por reducir la competencia en los mercados y por generar dificultades en materia de insumos y de sectores que requerían abastecimiento. Por ende, al describir la multiplicidad de las causas que generan la inflación, surge que una política anti– inflacionaria tiene que ser integral, tiene que abordar problemáticas macroeconómicas, cambiarias, fiscales, monetarias; también las cadenas agropecuarias. Con distintas realidades, porque cuando uno habla de cadena agropecuaria habla de distintas realidades según el sector, la región y el producto, que hacen a decisiones que favorezcan el aumento de la producción, de la rentabilidad, pero también a la relación de la producción con la comercialización. Cuando uno habla del sector industrial habla de realidades totalmente diversas, según la región o el sector. En cada uno de los sectores existen posibilidades objetivas de adoptar medidas para mejorar los niveles de producción, y en definitiva evidentemente todo esto se traduce también en la necesidad de que todas estas definiciones macroeconómicas y sectoriales generen un incremento muy fuerte de la inversión. La viabilidad y el camino para lograr compatibilizar consumo creciente y poder adquisitivo en un modelo de desarrollo es que la inversión tenga el dinamismo suficiente para poder dar respuesta a las intenciones inflacionarias. El gran desafío futuro –por supuesto también presente– es cómo encaramos una política anti–inflacionaria alejándonos de dos conceptos muy negativos. En primer lugar, aquellas fórmulas explícitas o implícitas del neoliberalismo. Ya conocemos las recetas que en la Argentina se utilizaron en ciertas etapas para enfrentar la inflación y también existen experiencias internacionales donde lo podemos observar. Porque evidentemente intentar atacar la inflación mediante políticas que no solamente no resuelven el problema, sino que terminan generando costos sociales, costoso políticos y problemas en los distintos sectores económicos, es sumamente negativo. El otro camino –que también se enfatizaba en las exposiciones anteriores– es evitar las inconsistencias. Porque las inconsistencias y las negaciones terminan siendo también muy graves, terminan generando incluso consecuencias, como las que estamos observando hoy, en términos de poder adquisitivo, de daño sobre el salario; consecuencias negativas para el conjunto de los sectores económicos. Yo creo que el desafío es lograr las convergencias políticas, los consensos políticos, porque existen muchos consensos técnicos, más allá de matices, más allá de diferencias que evidentemente son válidas, y el camino evidentemente es lograr los consensos políticos necesarios en ese sentido. Creo que es claro –y ya se ha expresado acá– que las decisiones que se han adoptado recientemente en términos de devaluación o distintas decisiones en materia de política de tasa de interés u otras definiciones sectoriales generan dificultades económicas, pérdida de poder adquisitivo y a mi entender tampoco van a resolver ni siquiera por el camino de afectar los

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niveles de actividad el problema inflacionario. Para pasar a las preguntas y no ser reiterativo, porque comparto lo que se ha dicho, creo que el trabajo de los consensos y de las voluntades a nivel político son centrales, y por eso cuando fui invitado a esta jornada lo hice con mucho gusto. Porque la Unión Cívica Radical en ese sentido es una garantía de preservar la equidad y la lucha contra el neoliberalismo. Lo ha hecho en el gobierno y lo ha hecho en la década de los 90 cuando enfrentó con enorme consistencia el neoliberalismo. Así que creo que en este sentido tenemos desafíos presentes, tenemos desafíos futuros. Todos los sectores empresarios que acá están conocen las distintas realidades, tienen un enorme aporte para realizar. Creo que la Argentina tiene oportunidades y tenemos que resolver cómo evitamos las consecuencias de decisiones que se están adoptando, cómo generamos consensos presentes, cómo generamos expectativas hacia futuro y cómo lo hacemos desde esta concepción de desarrollo y de equidad, alejado de los principios neoliberales, explícitos o implícitos, alejado de las inconsistencias o las negaciones. Y este es un desafío que creo que esta jornada realiza un enorme aporte, porque implica lograr consenso, debatir, profundizar los diálogos, los diagnósticos. En definitiva, creo que la Argentina tiene una enorme capacidad en sus sectores políticos de buscar esos consensos y no tengo duda que va a encontrar en los distintos sectores gremiales y en los distintos sectores económicos la decisión de colaborar con un modelo que debe ser definido desde la política y acompañado de los distintos sectores. Por eso reitero el agradecimiento. Traté de ser breve porque creo que las exposiciones de Alfonso, de Javier y de Jorge han sido lo suficientemente explícitas. Termino simplemente con una reflexión, que puede parecer puntual, pero que es determinante, que es qué comportamiento se va a tener frente al pago del cupón del PBI, que implican miles de millones de dólares por un crecimiento sobreestimado, por un crecimiento que debiera ser revisado por un ente autónomo, por la gente que garantiza la credibilidad en las estimaciones, que Alfonso ha planteado en la dimensión legislativa y que lidera este planteo. Porque 3.500 millones de dólares destinados a la especulación implican una definición política. La Argentina no tiene solamente un problema de falta de dificultades económicas, también tiene un enorme problema de asignación de esos recursos. La Argentina tiene en discusión hoy qué hace con 3.500 millones de dólares. Pongo un ejemplo que puede extenderse a los subsidios a los sectores empresarios que no se traducen en inversión o en calidad de los servicios y puede extenderse a muchas otras definiciones. Pero qué se hace en el corto plazo con las estimaciones y con el pago del cupón es un tema no menor. Y por supuesto destaco la tarea de Alfonso porque lo ha planteado desde hace meses. Por supuesto que comparto, pero él le ha dado una dimensión legislativa. Creo que es un tema que todos los sectores políticos, más allá de los objetivos de política económica, de equidad y de fundamentar un proyecto de desarrollo a partir de 2015, tenemos que en el corto plazo, acompañado de gente que puede darnos la claridad sobre la realidad del crecimiento argentino en el 2014, debe ser parte del eje fundamental. Les agradezco sinceramente y creo que el perfil de la convocatoria de este evento define una visión de futuro y de presente, y por supuesto que es sin dudas acorde con la historia y el futuro de la Unión Cívica Radical. (Aplausos.) Moderador. – Gracias, Miguel Peirano. Estamos casi sin tiempo. Tenemos siete u ocho minutos para que llegue el próximo panel, que será muy atractivo en términos de la producción real y el empleo. Pero tomo una pregunta que por ahí está dando vueltas. Han hecho una descripción perfecta de cómo llegamos hasta acá, cuáles han sido los errores que en general todos los economistas identifican. Incluso yo suelo comer los sábados en un club, en Pacheco, y el cantinero Manolo me la venía cantando hace dos años de cómo venía la cosa. Además de hacer muy buenas milanesas napolitanas, pegó en un 100 por ciento cómo venía la economía en los últimos dos

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años. En este punto, mi pregunta es cuál sería el ajuste distinto, porque la economía siempre ajusta. Como decía Keynes, podés hacer cualquier cosa con la economía, menos eludir las consecuencias. Entonces, ¿qué es lo que se tendría que hacer para que el ajuste clásico – devaluación, suma de tasas de interés y ajuste vía inflación a nivel de actividad– sea lo más suave y política y socialmente digerible posible? Sr. Prat Gay. – La tentación que tengo yo es que le preguntemos a Manolo, ya que estamos con poco tiempo (Risas.) Moderador. – Es lo que voy a hacer el sábado. (Risas.) Sr. Prat Gay. – Me parece que Javier lo dijo muy bien: hace falta un programa de metas de inflación gradual que vaya conquistando las expectativas. ¿Qué significa esto? Ahora ya sabemos, está blanqueada la inflación, que será 30 por ciento este año. En ese programa, nos proponemos que al año siguiente sea de 22 por ciento; el siguiente, 15 por ciento; el tercer año, 12 por ciento; y el último año, 8 por ciento. Y el gobierno hará lo que tenga que hacer desde el punto de vista fiscal y monetario para cumplir con esa meta, y en la discusión con el sindicato y las organizaciones empresariales se planteará esa cuestión. No sé si lo dijo Javier recién o en un almuerzo previo que compartimos, pero una vez que todos nos convencimos de que la inflación bajará, baja sola. Ahora bien, es imposible que nos convenza el que nos viene mintiendo con la inflación desde hace siete años. Esto se hizo en 2003 y 2004: la inflación bajó del 40 por ciento en 2002 al 3,7 por ciento en 2003, y crecíamos al 8 por ciento, crecía el empleo y sobraban los dólares. Esto no es ciencia ficción. Se puede hacer. Hace falta credibilidad, convicción y una fortaleza política que hoy no vemos. Decía también bien Javier –le estoy robando las ideas– el shock productivo, pero bien entendido. Creo que en los próximos dos años tendríamos que discutir un plan de infraestructura nacional. Miguel hablaba del cupón del PBI. Imagínense las rutas y puertos que se pueden reorganizar con ese dinero. Y si la Argentina tuviera acceso a los fondos que andan dando vuelta por ahí, transformar esos fondos en nuevas rutas, nuevos caminos, nuevos puertos, nuevas vías ferroviarias, será una manera de ayudar a las economías regionales y a las del interior. Y en el marco de todo eso tener una estrategia de desarrollo donde las políticas sociales tengan un lugar central, donde no sea solamente el reflejo de un partido que quiere perdurar y quedarse en el poder, sino el reconocimiento de un derecho universal, como se dijo en esta mesa y en una anterior, donde como sociedad nos ponemos de acuerdo de que hay un mínimo de ingresos y de oportunidades a partir del cual todos los argentinos tienen que tenerlo garantizado. No lo puedo contestar en cinco minutos, pero me parece que el tema es más sencillo de lo que parece. La dificultad está entre dos patillas que no entienden lo que pasa. Sr. González Fraga. – Como lo dijo Alfonso, yo hice alguna anticipación de esto. Creo que hay que entender que debemos ser muy gradualistas en la reducción de la inflación: tomarnos cuatro años en llegar a un dígito. Y en este proceso ser también muy gradualistas en la reestructuración del gasto público. Cuando hablo de “reestructuración” no quiero que se tome como reducción. O sea, yo creo que hoy el gasto público está lleno de cosas ineficientes, de subsidios a los que no los necesitan, de políticas sociales que han destruido la cultura del trabajo, porque están mal implementadas. Entonces, yo creo que hay que tomarse muy seriamente un tiempo para reconstruir el Estado. Esto no se hace de un día para el otro. El mercado, o las políticas neoliberales, si se quiere, lo haría de un día para el otro, generando un shock de una hiperdevaluación y de una hiperinflación, entonces ajustan rápidamente el gasto público. Pero esto no sirve, porque el país no está social ni políticamente preparado para que un nuevo ajuste lo paguen los que menos tienen, además de que sería inmoral a mi gusto el solo plantearlo. Esto creo que es el tema central. Adoptemos una política

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económica que no permita que una sola familia caiga debajo de la línea de la pobreza. Eso debería ser el lineamiento del cual debe guiarse este tema, y por eso tenemos que ser muy gradualistas, además de muy ambiciosos y audaces a la hora de bajar impuestos. Tenemos que bajar los impuestos que gravan la actividad productiva, se llamen algunas retenciones. Jorge mencionaba los 16 mil empleados que ha perdido la industria frigorífica. Bueno, dicha industria ha tenido retenciones e incremento de retenciones, lo cual es un absurdo en este contexto. Una industria que podría haber sido una potencia mundial y genera cualquier cantidad de empleo distribuido en todo el país. Es una industria que ha sido castigada. Entonces, creo que ahí tenemos que generar un shock audaz de reducción de impuestos. Tenemos que reducir el IVA, animarnos a esto. Y por supuesto habrá que revisar otros impuestos hacia arriba sobre los patrimonios –la Argentina tiene un desequilibrio– y poner impuestos ahí, donde realmente faltan o donde hay políticas que permiten o facilitan no solo la evasión sino la elusión de impuestos. Entonces, creo que tenemos que trabajar en una propuesta de reforma tributaria, que es un tema antipático, para darle forma a un shock productivo en un contexto de muchísimo cuidado en el tema social. Sr. Sola. – Voy a terminar coincidiendo con González Fraga. Estoy temiendo ya. (Risas.) Efectivamente, una de las medidas que nosotros vemos con insistencia es realizar un nuevo esquema tributario. Acá la crisis hay que pagarla. Ajuste suave no hay. Ahora bien, el desafío es que haya equidad entre quienes las pagan. Quienes se llevaron la plata en pala durante tanto tiempo, tantos empresarios que han hecho muy buenos negocios, deberán aportar lo máximo posible para que esa cadena vuelva a reinsertarse y a moverse. Precisamente, necesitamos un redireccionamiento de los subsidios. Estamos de acuerdo, creemos que la participación, la inyección de dinero por parte del Estado, hay que hacerla. Ahora bien, en asistencia social, cuando deja de ser una coyuntura y pasa a mantenerse en el tiempo, evidentemente desactiva la economía. Creemos que ese juego que hace el Estado, esa inyección de dinero, tiene que hacerse en un shock productivo. Una de las cosas que nos parece importante es reactivar sincera y seriamente las economías regionales, pero no como pantallas de televisión a través de una cooperativa de trabajo, sino que los pequeños y medianos productores vuelvan a ser una parte importante de la economía. Por último, insisto con algo: creo que hace falta una federalización de los recursos mucho más clara, más ecuánime en la distribución, que permita que todos los habitantes –sea quien sea al que tengan como gobernador– puedan establecer que esos recursos les lleguen de la mejor manera posible. Sr. Peirano. – En primer lugar, creo que en función del contexto que la Argentina tiene en el mundo y de diversas situaciones, no creo que el ajuste sea un camino para convalidar. Por supuesto que la palabra puede tener distintas interpretaciones, pero creo que no es un momento restrictivo para la Argentina en términos de acceso a mercados, de sectores económicos, de posibilidades de crecimiento. Acá están las máximas autoridades de cada sector. Todos ellos conocen las realidades de los distintos sectores económicos. Y todos los sectores tienen un potencial enorme inmediato. En primer lugar, creo que se trata de dos aspectos: lo que hay que hacer y lo que hay que dejar de hacer. Creo que se ha venido generando inflación y perjuicios por decisiones equivocadas. Trasmito un solo ejemplo, que ha sido trasmitido por distintos sectores. Me refiero a lo que ha sucedido en la cadena de producción del trigo. No se trata de ajustar para solucionar el precio de los bienes esenciales vinculados a los insumos de harina, a la industria harinera o a la producción de trigo. Se trata, al contrario, de aumentar la inversión y la producción con reglas consistentes. Ahora, si la respuesta del Estado, frente al aumento del pan, era que a una determinada hora tenía un valor y después tenía otro; las intervenciones que se adoptaban en el mercado de producción eran totalmente negativas y las consecuencias

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fueron que en un país que tiene un campo extraordinariamente ventajoso en términos de recursos, productores enormemente aptos, inversiones realizadas y tiene todo naturalmente para tener una extraordinaria producción; el Estado realiza intervenciones que afectan la producción. Esa es una clara señal de que no se trata solamente de pensar en términos restrictivos, sino por el contrario. Cuando recién analizábamos el pago del cupón del PBI. Sincerar el no pago del cupón del PBI no implica ajustar, al contrario, implica liberar fondos para obras, como decía Alfonso, que pueden ser de infraestructura o de distinta índole. Ordenar y controlar los subsidios a sectores empresarios que no se vinculan con inversiones, con calidad de servicios, no implica ajustar. Al contrario, creo que el ajuste surge y está surgiendo de la ineficacia de las políticas económicas. Una política económica que fuera explícita, que diera señales para los próximos dos años, que fuera previsible en sus reglas… Y la previsibilidad no es un concepto vinculado a la ortodoxia, sino al sentido común. No es la previsibilidad de los 90, donde los sectores más concentrados intentaban imponer reglas. La previsibilidad es que los distintos actores conozcan las reglas presentes y futuras, con la obvia dinámica que pueden tener las reglas en materia económica. Las decisiones en materia de integración con Brasil. Tener una política consistente en el Mercosur. Es todo lo contrario al ajuste. Es que vuelva a establecerse la certidumbre para los sectores estratégicos en las relaciones con Brasil, que vuelva a haber flujo de inversión. Proyectos de inversión de Brasil que se paralizaron en la Argentina por la inconsistencia macroeconómica. Entonces, la salida y el camino no es el ajuste. Es el contrario. Por supuesto que en el corto plazo hay que dar los debates para que las consecuencias de las decisiones ya adoptadas o en curso no se trasladen a los trabajadores, a los sectores de pequeñas y medianas empresas y a la competitividad de la economía. Pero, el camino de búsqueda de consensos es para el desarrollo, porque el escenario internacional, las posibilidades para la Argentina, todavía condiciones subjetivas en los distintos sectores, permiten que el objetivo sea mucho más rico. Creo que no hay que convalidar que el ajuste es el camino y que hay que debatir qué tipo de ajuste, sino que el ajuste está siendo generado por las equivocaciones del gobierno. Vuelvo a decir, así como el neoliberalismo, en sus distintas versiones recurre al ajuste como mecanismo de equilibrios económicos y sociales y evidentemente fracasan; también, las negaciones y las inconsistencias terminan a la corta o a la larga generando procesos con estas características. Creo que la actividad agropecuaria, las distintas cadenas, en la industria, en el sector financiero, en los servicios y en cada sector que analicemos, Argentina puede estar con una agenda totalmente distinta si hay reglas explícitas. Ahora, nuevamente, si hace dos años entraste en el cepo, primero planteaste que el cepo era virtuoso, que no había que ahorrar en dólares, después cambiaste los criterios, dijiste que el tipo de cambio paralelo no tenía influencia en la economía, después vendiste e interviniste en el mercado y reflejaste todos los grados de contradicción posible en una variable como la cambiaria; si en las importaciones… He defendido en los 90 la necesidad de la protección comercial. Pero, si en las importaciones recurrís a una política donde faltan medicamentos, insumos y bienes no producidos en el país; es un problema de sentido común. Primero, se trata de tener sentido común y, después, de los desafíos complejos que evidentemente implica el desarrollo. Pero, creo, nuevamente, y no por subestimar matices, diferencias o escuelas, que existen suficientes consenso en términos económicos para generar un núcleo de decisiones básicas. Creo que tema y el desafío, básicamente, es político. Por eso, remarco que me parece que esta jornada es mucho más importante que el propio debate porque pone en el centro de análisis la posibilidad de empezar a encarar y generar propuestas que avancen en una lógica de

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desarrollo. Yo hablé de los sectores empresarios. Cada uno de los señores senadores o señores diputados que, evidentemente, conocen sus realidades regionales y provinciales, saben que hoy, objetivamente, existe una posibilidad de estar totalmente distinta. No es una situación en la que el mundo nos pone restricciones. Han existido etapas donde el escenario de la Argentina implicaba resolver desafíos complejos restrictivos en términos de ingreso de divisas, de tasas de interés, de las situaciones sectores, de distintas dificultades. Hoy los desafíos pueden ser mucho más ricos. Deben serlo. Por eso, cuando vos remarcás qué tipo de ajuste y cómo es el ajuste –entendiendo que a la palabra le podés dar distintas interpretaciones–, me parece que el camino, justamente, es marcar que el ajuste no va a solucionar los problemas económicos, va a retroalimentar los problemas sociales, va a conducir a vulnerabilidad y dificultades políticas y la economía y la realidad social y política se vinculan. Creo que se trata es de aportar desde lo técnico y lo económico propuestas y medidas para que la situación social y la consolidación política garanticen un proceso exitoso. Moderador. – Gracias a los cuatro expositores. Ha sido muy interesante el panel. (Aplausos.) Locutora. – Para el siguiente panel, invitamos a Eduardo Buzzi, Héctor Méndez, Juan Carlos Schmidt, Pablo Micheli y Silvia Naishtat. Moderadora. – Vamos a comenzar con esta mesa tan interesante acerca del impacto que ha tenido la devaluación sobre la producción y los salarios. Y creo que Hugo Moyano se la pierde, aunque nos ha mandado a su canciller, Juan Carlos Schmidt, que es el Director de Relaciones Internacionales de la CGT. También está presente Héctor Méndez, presidente de la Unión Industrial Argentina. Creo que va a ser muy interesante escucharlo porque justamente ayer estuvo ensayando algo, que no es una novedad pero es políticamente muy impactante, que es el encuentro entre los industriales y los sindicalistas en medio de lo que es una negociación salarial compleja, justamente después de la devaluación. Está presente también Eduardo Buzzi, presidente de la Federación, en un momento muy especial, cuando el Gobierno está esperando los dólares de cosecha gruesa. En un minuto estará con nosotros Pablo Micheli. Comenzaremos con Eduardo Buzzi. Son siete minutos los que tienen para hacer uso de la palabra así que les vamos a pedir, por favor, respeto por el tiempo así después tiene lugar la mesa que nos sigue. Sr. Buzzi. – Como dice el dicho de Landrisina, “Vamos a ver qué sale, dijo Margarita mientras le miraba la bragueta al novio.” (Risas.) Primero, además de agradecer a los amigos del bloque de senadores y diputados radicales, quiero valorar el sentido de oportunidad que han tenido Gerardo Morales y Mario Negri para celebrar este encuentro. Destaco este ámbito por oportuno además de ser necesario. Oportuno porque va a suceder –de hecho, sucede– 48 horas antes del discurso del sábado. Yo tengo la memoria respecto de casi un año atrás de asistir a un largo discurso presidencial, con la consigna de la “década ganada” y las virtudes y las bondades de esa “década ganada” cuando para muchos de nosotros creo que fue, por lo menos, una década desperdiciada, aunque no sé si perdida para otros. Entonces, aunque esto no esté siendo trasmitido en cadena nacional nos encuentra en esta oportunidad de poder reflexionar y decir: “Bueno, a ver, hay problemas en la Argentina”. Concretamente, hay inflación, ha habido una devaluación, cómo impacta esto. Porque seguramente dentro de 48 horas asistirán los que tengan que estar sentados ahí a un discurso que va a defender la gestión, lo cual es lógico, pero difícilmente encontremos en ese sábado la autocrítica como una de las variantes de esa exposición. Entonces, como la verdad no es absoluta y no está de un solo lado, es importante que exista esto para aportar las cuestiones que hay que resolver, las cuestiones que hay que

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discutir, las cuestiones que hay que profundizar, y entre esas cuestiones, esta de la inflación y la devaluación. Y lo primero que me parece que vale la pena señalar, por lo menos desde los representantes de los productores agropecuarios, es lo siguiente. Yo leía ayer una carta, una carta abierta, la número 15, donde se hace un gran esfuerzo intelectual para expresar que lo que pasó en realidad es culpa de otro. Entonces, en un párrafo dice: Lo cierto es que han conseguido forzar e imponer una depreciación del peso no querida por el Gobierno ni conveniente para las mayorías populares. Pero, de hecho, lo hicieron igual. Entonces, lo primero que tenemos que decir los productores agropecuarios es que no somos ni devaluadores, ni especuladores, ni beneficiarios. Ninguna de las tres cosas. No tuvimos que ver con forzar, no tuvimos que ver con devaluar ni con especular, y mucho menos que nos pongan en el pelotón de los grandes beneficiarios, porque esa fue la otra cuestión dentro del relato. Dicen: “Acá están, estos son los que ganan”; me refiero a los sojeros. Como si el campo de la Argentina fuera nada más que soja y como si además todos los productores tuviesen hoy la totalidad de la cosecha de soja que se hizo en marzo del año pasado. Por lo tanto, ¿cuántos productores tienen soja? Resulta que en un punto del mes enero nos encontramos con que el problema de la economía argentina era la disponibilidad de soja que no se liquidaba. Ese es el problema de la economía argentina. Entonces, lo concreto y lo primero que tenemos que decir es que no tenemos nada que ver con eso. Sí hemos dicho que a partir de 2007 se dio un proceso gradual de pérdida de competitividad, que tenía que ver con un proceso de retraso cambiario, con un proceso de aumento de costos internos, con un proceso de distorsión de mercados a la hora de poder exportar y comercializar con normalidad. Era más caro transportar desde Salta o de Jujuy hasta Buenos Aires o hasta los puertos de Rosario que transportar desde los puertos de Rosario hasta Ámsterdam. Y, además, el 6 o 7 por ciento de la producción se comercializa o se transporta por redes ferroviarias, muy poco por barcazas en los ríos que tenemos y la mayor parte se hace con transporte automotor, y un transporte automotor que carga un combustible que cada vez es más caro. De tal manera que todo esto fue dando pérdida de competitividad. Sumado a eso la presión fiscal, nacional y provincial, porque también las provincias siguieron aumentando. Entonces, todo ese conjunto de cuestiones fue generando distorsiones, fue generando pérdida de competitividad y, en definitiva, había que abordar el conjunto de problemas que no estaba haciendo que especialmente las pymes tengamos los problemas que veníamos teniendo con endeudamiento, etcétera, etcétera. Pero de ninguna manera dijimos del bloque agropecuario –acá hay un colega que me acompaña– que la salida era la devaluación, sino que hay que abordar el problema de pérdida de competitividad. Como bien dijeron tanto Miguel Peirano, como Alfonso Prat Gay y González Fraga, que se metió tanto en lo agropecuario que me exime de tener que profundizar mucho más, es un problema gradual de pérdida de competitividad producto de un conjunto de cuestiones. Ese conjunto de errores del equipo económico llevó a practicar una devaluación en cuotas, gradual, durante todo 2013, más la “guinda” de enero de 2014 totalizando 60 por ciento de devaluación, que no es una cuestión menor. Por lo tanto, no se quiso abordar que el problema es mucho más complejo, que hay que ver qué pasa con la emisión, qué pasa con la inflación, que mientras más emisión más se alimenta ese proceso inflacionario, qué pasa con los gastos excesivos hacia, muchas veces, el capitalismo de amigos. Además, no se ha querido desmontar los procesos de concentración de la economía argentina, en particular a la hora de los actores de la comercialización exterior de granos, por ejemplo, o de la comercialización que tiene que ver con las cadenas de vendedoras de alimentos en el mercado doméstico, trabas a las exportaciones; es decir, una cantidad de errores y de mala praxis económica que fue llevando a esta situación presente. Los temas más emblemáticos para los productores claramente tienen que ver con lo

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que les pasó a los productores trigueros, a los productores de carnes y a los productores lácteos. Con respecto a la leche, el pan y la carne, necesario y básico en la mesa de todos los días de los argentinos, tuvieron una profunda distorsión a la hora de tratar a los productores pero no resolvieron el problema de atemperar los costos al nivel de los consumidores. Hoy comentábamos con Luis Miguel Etchevehere que el último de los dislates es que no se está pudiendo exportar leche en polvo. De tal manera a que contrariamente a lo que decía Miguel Peirano respecto de que no es oprimiendo o reprimiendo como se resuelve el problema –cambian el collar, pero sigue siendo el mismo perro–, la Secretaría de Comercio lo que está teniendo es otros modales pero la misma lógica. Por lo tanto, no pudiendo exportar leche, no pudiendo exportar carne, no ordenando el mercado triguero no es como se va a resolver que haya más trigo, que haya más leche y que haya más producción de carnes. Parafraseando al célebre pensador Capitanich, que descubrió que con el trigo se hace harina y con la harina se hace pan, podemos decir que si no hay más vacas, no hay más terneros y si no hay más terneros no hay más costeletas. Esta es la cuestión que hay que hay que tratar de resolver lo antes posible. Pero evidentemente siempre se busca poner la culpa en los demás. Este es un Gobierno que tiene la característica de andar a las tres de la mañana por la avenida 9 de Julio y buscar un árbol con el cual chocar. Esta es la lógica que se tiene. Algo se ha hecho muy mal y no somos nosotros los responsables. Ya lo hemos dicho, nosotros somos parte de la solución. Este Gobierno en 2011 tenía el 54 por ciento de los votos y 50.000 millones de reservas. Dos años más tarde tiene el 27 por ciento de los votos y menos de 30.000 millones de reservas. De eso no somos responsables ninguno de los que estamos acá. Por eso, creo que el tema de la autocrítica debería ser una de las primeras cuestiones que debería reaparecer alguna vez en el vocabulario y en el diccionario de quienes gobiernan. Tampoco somos beneficiarios. La mayoría de los productores no producen soja, no somos productores de soja. La mayoría de los productores producimos yerba, azúcar, frutas, leche, carne diversas que van al mercado interno, y allí es donde hay un gran tema por delante. El gran tema es que tenemos mayores costos después de la devaluación y con la inflación, y le vendemos a un mercado interno, que representan los compañeros de la CTA y la CGT y que cada vez tienen menos capacidad de consumo. Por eso somos solidarios y estamos muy atentos al proceso de discusión salarial, porque esos trabajadores del Estado, de la salud, de la educación, de la seguridad, los trabajadores de la industria, los trabajadores del sector privado son nuestro mercado interno. Son los que compran la yerba, la azúcar, etcétera. La mayor parte de la producción tiene que ver con eso. Por lo tanto, si no quiere ser ajuste, no es el laburante la variable de ajuste, no es con el 22 por ciento de aumento salarial como se resuelve el problema. Claramente, se debe fortalecer la capacidad de consumo y eso es parte de la solución. Nosotros somos productores mayoritariamente que obtenemos más costos y le estamos vendiendo a un mercado que cada vez consume menos o tiene menos capacidad adquisitiva, y este es uno de los grandes problemas. La soja se exporta y son un puñado de productores o un grupo de productores que puedan recibir algún beneficio parcial. Tampoco vamos a demonizar a la soja, porque es una producción importante, estratégica en la Argentina, pero no puede ser que sea la única estrategia productiva que tenga un país. Lo que necesitamos como país es que haya más diversificación, que haya más valor agregado y, en consecuencia, en la parte propositiva lo que nosotros decimos es que hace falta un país que tenga diversidad de producción y fundamentalmente tenga arraigo de la gente en el interior. Cuando uno va al centro o a la plaza del partido de Moreno, por ejemplo, encuentra tonadas chaqueñas, tonadas correntinas, tonadas misioneras, tonadas de una cantidad enorme de gente que terminó trasladándose al conurbano bonaerense y forma parte de un país desquiciado, donde a cien kilómetros del Obelisco hay 17 millones de personas.

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Hace falta un modelo productivo de arraigo, de valor agregado, de contención de la gente en el interior y en consecuencia la obra pública tiene que estar pensada en esa lógica, los planes estratégicos tienen que estar pensados de esa manera y por sobre todas las cosas hace falta la voluntad política. Creo que este encuentro, este nucleo de debate, nos da la posibilidad de que nos escuchemos, de que vayamos tirando lluvia de ideas y de que vayamos poniendo bases de consenso y de concertación para que pensemos el país, como bien se dijo en paneles anteriores, no a dos años sino a veinte años, de manera tal de que haya más empleo, más producción, más respeto al medioambiente y por sobre todas las cosas, gente ubicada en todo el territorio nacional y no amontonada en las grandes ciudades. Muchas gracias. (Aplausos.) Moderadora. – Ahora, nos va a hablar Héctor Méndez, el presidente de la Unión Industrial Argentina. Sr. Méndez. – Buenas tardes. Agradezco al senador Morales y a su bloque por la invitación. Recién decía que me honra estar en esta mesa, donde no soy sindicalista pero casi soy sindicalista de los empresarios, porque, en definitiva, mi trabajo es un trabajo de representar a otros y no a mis propios intereses. Recién oía a Alfonso, que decía que él no iba a hablar de inflación. Yo sí voy a hablar de inflación, porque tengo miedo que me pase lo que le sucedió a un ex presidente que se equivocó de discurso. Yo lo que tengo es inflación, no me animo a cambiarlo. (Risas.) Claramente, la inflación no es un problema que admite reduccionismos o facilismos a la hora de enfrentarlo, y esto se aplica para muchas de las problemáticas que vemos en lo cotidiano. De nada nos sirve mantenernos en la pelea que estamos cotidianamente viviendo y que deja en otro plano la verdadera problemática, que es el verdadero problema de la inflación, que afecta a toda la sociedad, porque no es un problema que le toca a un determinado sector. Esto se generaliza. La actitud madura sería el diálogo, y nosotros lo hemos propiciado y lo hemos dicho a través del tiempo; a veces, no hemos tenido el éxito necesario. Siempre hemos abierto las puertas de la institución al diálogo con el sector trabajador y con el sector político, y lo seguimos intentando. Ahora hemos organizado una agenda de reuniones a partir de ahora. He hablado con el compañero Smidth, que también sabe que lo estamos esperando dentro de unos días. Es decir, con todos los sectores queremos hablar porque la falta de diálogo es lo que nos pone en casilleros distintos y cada uno tiene una visión equivocada de la situación. Nosotros, desde la Unión Industrial, nos hemos comprometido a hacer trabajos que analizan cuáles son los puntos en que la sociedad a veces nos castiga, fundamentalmente, el gobierno. Hoy estamos en un periodo de demonización industrial en cuanto a los costos de la cadena productiva. Ustedes habrán oído que nosotros no hacemos inversiones, que tenemos que hacer más inversiones. El sector industrial creció un 220 por ciento, mientras que las inversiones crecieron el 296 por ciento. Es decir, nosotros invertimos más de lo que crecimos en los últimos 10 años, con lo cual la factura de que no hay inversión y que eso provoca la inflación no nos sirve a nosotros, no la aceptamos y no la reconocemos. El sector industrial ha hecho los deberes en cuanto a sus inversiones. También les podemos decir, aunque sea antipático desde el punto de vista laboral, que nosotros hemos tenido aumentos salariales enormes a través de estos tiempos. Cuando digo "enormes", hablo de miles en porcentaje a través de estos años. No nos hemos opuesto a las negociaciones. Y nadie puede pensar que las negociaciones han sido fáciles. Yo tengo la suerte, o la desgracia, de haber sido presidente por tercera vez; me tocó el primer mandato de Néstor Kirchner y el de Hugo –quien lamento que no esté acá–. No fue fácil negociar con las empresas en las condiciones en las que estábamos en ese momento; sin embargo, se fueron haciendo, el diálogo funcionó y nosotros fuimos aceptando que los costos laborales no eran costos, sino que eran parte del arco que teníamos que tener para poder tener un retorno en cuanto al consumo. Por eso no aceptamos este castigo que hoy el gobierno quiere imponernos sobre la

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responsabilidad en la cadena de la inflación. Y de ninguna manera se lo queremos pasar a otros. No estamos que hablando de que no lo tiene la industria pero lo tiene el agro o lo tienen los trabajadores; no. Este es un problema que debe resolver el gobierno, porque para eso fue elegido. A mí no me pueden pedir que yo tenga respuestas de gobierno, porque yo no soy gobierno; no lo quiero ser y no lo voy a ser. Entonces, yo quiero exigir que el gobierno tenga las respuestas necesarias para ver cómo resolvemos los problemas. Cuando me preguntan cómo se resuelve el problema, yo les digo: pregúntenle al gobierno, yo no estoy preparado para resolver un problema de inflación. El problema de inflación lo tiene que resolver el gobierno. Entonces, si todo esto es producto del gobierno, el gobierno tiene que salir y buscar el camino para ver cómo lo resuelve, y no tratar de colocar responsables fuera de su ámbito. Esto seguramente tiene costos para mí, pero no me importa, yo ya tengo asumido que lo digo y lo soporto. Pero volvamos a la inflación. Si la inflación es grave en todos los terrenos, en el sector industrial es gravísimo, porque no hay ninguna posibilidad de tener previsibilidad. Ustedes saben que las inversiones industriales son de larga data, es decir, nadie pone una industria hoy para que funcione o para que tenga respuesta mañana; necesita mucho tiempo. Cuando ustedes cambian las reglas de juego permanentemente, no tienen ninguna posibilidad de hacer cálculos. No hablamos de los cálculos económicos; hablamos inclusive de las reglas de juego. No es lo mismo que cuando tocan la pelota en el área a uno le digan que es penal o que vale. Entonces, a nosotros nos cuesta mucho armar una estructura de trabajo eficiente, óptima. Nosotros nos peleamos para ser competitivos. No hay posibilidades de ser competitivo cuando uno tiene reglas de juego cambiantes permanentemente. En esto también asumimos que hay parte de responsabilidad nuestra. Nosotros hemos sido, yo diría, tolerantes a través del tiempo en muchas de las cosas que han pasado. Hoy los resultados son estos: tenemos que estar corriendo para resolver los problemas, intentando analizar cómo hacemos para resolverlos, preocupándonos por la puja salarial, cosa que durante diez años estuvo más calmada, pero hoy le quita el sueño a todos, principalmente al gobierno. No sé cómo vamos a hacer para resolverlo. También ahí el gobierno piensa que nosotros lo podemos resolver; y nosotros vamos a resolver razonablemente. ¿Qué autoridad moral tengo yo para discutir cuál es el número que necesita un trabajador? Ayer me preguntaban eso en una reunión algunos de mi sector, el del plástico. Es imposible; nosotros no tenemos autoridad moral. Lo que el trabajador necesita, necesita. Pero si el empresario tampoco defiende la fuente de trabajo, el daño también es para el trabajador, esto es inevitable. Entonces, hay que buscar un equilibrio entre ambas partes. Cuando hay un proceso inflacionario como este, esta es otra de las cosas que tiene la inflación: deja a todo el mundo en una posición de offside –parezco un futbolero, pero no lo soy–. Deja a la gente pagando, nadie sabe qué es lo que va a pasar mañana. Cuando nos preguntan cuál es el número, les decimos que no lo sabemos. ¿Cómo vamos a saber nosotros hoy el número que va a haber mañana? Cuando los trabajadores vienen, plantean con mucha sabiduría. Como dijo ayer uno: no planteamos por lo que viene, queremos plantear por lo que pasó, que no nos alcanza ya. Esto nos pone en una situación complicada a nosotros para la defensa de los intereses de las empresas. Así que la inflación es un flagelo. Lo hemos dicho todos. Nos toca a todos, le toca al sector trabajador quizás con más fuerza, a la gente común. Pero el sector industrial es víctima también de la inflación, y una víctima importante, porque está siempre sujeta a los vaivenes; porque no tiene la posibilidad de hacer previsiones y de trabajar con futuro, y porque necesita tiempo, que las condiciones actuales, como decían antes, no lo dan. Los tiempos hoy están dados así. Hace unos días un periodista me dijo que mañana en la Argentina es mañana. No es dentro de un año o dentro de un mes; es mañana para nosotros. Creo que esta es una realidad. (Aplausos.) Moderador. – Ahora vamos a escuchar a Juan Carlos Schmidt, director de Relaciones

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Exteriores de la CGT. Sr. Schmidt. – Quisiera expresar mi agradecimiento a la Unión Cívica Radical, con quien hemos tenido recientemente una reunión de parecidas características a esta que se está desarrollando aquí. Es un gusto estar al lado de compañeros como Micheli o como Buzzi, con quienes hemos compartido largas luchas, particularmente en los noventa. Y también quisiera destacar la relación madura que nos une, si bien no con toda la frecuencia que quisiéramos, con el titular y con hombres de la Unión Industrial Argentina. En realidad, aquí debería estar el compañero Hugo Moyano, pero no ha podido estar por un problema de agenda y porque está con un conflicto en su sector. Yo voy a intentar expresar una serie de conceptos, de afirmaciones y de opiniones sin dar detalles de carácter económico, porque creo que muchos de nosotros hemos sido suficientemente ilustrados por los legisladores y hombres que han pasado por la gestión pública; en el caso de nuestra CGT, por el compañero Sola, que ha sido muy preciso en la elaboración del informe sobre otros aspectos como la pobreza, la exclusión y algunas otras cuestiones. Lo primero que yo voy a definir categóricamente, que ya lo hemos dicho en la ronda de conversaciones con los partidos políticos y con los sectores empresarios, es que nosotros no vamos a aceptar, bajo ningún punto de vista, que el costo de la paritaria y la discusión del salario es la que provoca esta recesión y esta devaluación. Esto, para nosotros, es terminante. En todo caso, nosotros somos las víctimas de este proceso, y no los que lo hemos promovido. Lo segundo que quiero decir es que antes de que se produjera la devaluación y esta aceleración, como efectivamente se dijo aquí, ya venía un proceso de aumento de precios. La pregunta es: ¿ese periodo del último tramo del año pasado hasta ahora, quién lo paga? Creo que en la misma pregunta está la respuesta: lo vamos a pagar los trabajadores. Lo va a pagar el sector asalariado, el sector de ingresos fijos, y, por debajo de ese escalón, aquellos compañeros, esos miles de compatriotas que todavía no han tenido acceso a un trabajo digno en la República Argentina. Trabajo digno para nosotros representa trabajo con representación sindical, con derecho a la seguridad social, con vacaciones pagas, con aguinaldo y con convenio colectivo de trabajo. Todo lo demás puede ser caracterizado por la inclusión, pero no tiene nada que ver con la visión que tenemos nosotros de la dignidad del trabajo. Lo otro que queremos significar es esto: hemos atravesado 10 años con un crecimiento económico notable en el país; sin embargo, pensar el país hacia el futuro no ha estado absolutamente en la agenda de este gobierno. Lo que dice Buzzi es cierto, no solamente en la infraestructura de lo que significa la exportación. Si realmente este país tiene los saldos exportables y el sostén de su crecimiento económico en el comercio exterior, ¿por qué no se ha hecho absolutamente nada en materia ferroviaria, en materia caminera, en la navegación interior, en la ampliación de los puertos, para preparar al país que supuestamente debe llegar a una frontera agrícola de los 200 millones de toneladas? Cuando ocurra eso nos vamos a encontrar nuevamente con los cuellos de botella que ya pasaron en algunos periodos de estos 10 años. Entonces, en esto quiero ser un poco incisivo y atrevido, si se quiere. Pero esto que estoy diciendo no es producto de estos 10 años. Hace más de 30 que no hacemos esto. Y de repente nos sentamos aquí y señalamos todos los errores que tenemos, pero pasamos por la gestión pública, estuvimos en los gobiernos, y esto ha estado ausente o se ha discutido para adelante, porque son obras que normalmente son de largo plazo y que, por lo tanto, trascienden la gestión de un solo gobierno. De modo tal que estoy convencido de que este impacto de la devaluación y de la inflación lo vamos a pagar los trabajadores, ya lo estamos pagando. Es más, en los próximos meses vamos a asistir a mucho ruido mediático, denuncias, etcétera, una verdadera cortina de humo para que dejemos de hablar de esta cuestión porque, señores legisladores, empresarios y público en general, lo que se está poniendo en escena es el verdadero curso de las acciones

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que ha tomado el gobierno y se corre el velo de la mentira de un relato oficial que nunca tuvo como objetivo que la clase trabajadora sea un actor principal y, mucho menos aun, que tuviéramos un país para pensar hacia el futuro. Cuando la presidenta de la Nación, en esta última ocasión, zamarrea en público a un secretario general y después le pide disculpas en privado está demostrando que hay un desprecio hacia el rol que tiene que jugar la clase trabajadora. En eso somos muy firmes y lo decíamos con total tranquilidad: estamos atados al destino de este país seguramente como muchos productores y empresarios. Pero es la clase trabajadora la que está más fuertemente atada al destino del país. La clase trabajadora no fuga capitales, no especula en la plaza financiera ni hace balances anuales para repartir beneficios. Por eso, piensa y actúa en el largo plazo. Ese largo plazo es el que nos da la autoridad para decir que podemos forjar una democracia con justicia social y ése es el imperativo del ahora. Por supuesto, estoy firmemente convencido de que el camino, el primer escalón, es llegar no sé si a un consejo económico social, pero básicamente a un acuerdo donde estos grandes trazos los podamos resolver entre todos para salir de esta crisis. En efecto, las relaciones internacionales y las oportunidades que hay en el contexto internacional tienen una onda que todavía va a poder aprovechar nuestro país. El problema está en las decisiones que tomemos. Este regreso al mercado y a las deudas implica que tomando la deuda tanto externa como interna se puede avanzar, pero es seguro que no vamos a progresar y que los problemas del presente se van a volver a repetir más adelante. Mi impresión sobre este impacto es que a pesar del ruido que hagan para ocultarlo, aquí hay que definir claramente que este gobierno ha llevado adelante una devaluación y un ajuste sobre la espalda del trabajador y ha echado por tierra el relato que decía que ellos no venían para llevar adelante este tipo de acciones. (Aplausos.) Moderadora. – Estoy realmente asombrada porque están cumpliendo con el tiempo. Para cerrar, hará uso de la palabra Pablo Micheli de la CTA. Sr. Micheli. – Buenas tardes a todas y todos. La verdad es que me honra estar en este panel con los compañeros que lo integran y también con Méndez, presidente de la UIA, a quien no considero un compañero, pero lo respeto como persona calificada. Quiero saludar al bloque de senadores y diputados de la Unión Cívica Radical por la invitación y por la iniciativa, dado que el momento que vive el país amerita que este debate de ideas lo hagamos con más frecuencia y que lo tomemos con seriedad. En este momento particular de la Argentina, esta no es una crisis más de todas las crisis cíclicas que hemos vivido durante los últimos años. En realidad, después de haber vivido y cometido errores quienes gobernaban sistemáticamente, aplicando planes que ya fueron derrotados por la realidad y que generaron tristeza, pobreza y desgracia para nuestro pueblo, volver a insistir con las mismas recetas ya no es tropezar dos veces con la misma piedra, sino varias veces con la misma piedra. Me parece muy importante esta iniciativa, la saludo vehementemente y la agradezco. Ojalá pudiéramos hacerlo en el marco de un espacio más plural, como acaba de decir mi compañero Juan Carlos Schmidt; no sé si será un consejo económico o una mesa de diálogo, pero donde no participen solamente los amigos de la presidenta, los que piensan igual, sino que exista la posibilidad de que sea más plural y diverso porque lo amerita el momento que estamos atravesando. No vamos a resolver los problemas con la unilateralidad que lleva adelante el Ejecutivo y mucho menos con la soberbia con la que se maneja. Cuando ingresé me preguntaron sobre el impacto del título de la propuesta del debate de hoy, es decir, el impacto de la inflación y la devaluación en los salarios de los trabajadores. La primera palabra que me salió fue “devastador”. La verdad es que ese es el impacto que tienen la devaluación y la inflación en el salario de los trabajadores argentinos. Digo esto porque venimos atravesando un período en el cual hasta que ocurrió la devaluación del mes pasado ya veníamos sufriendo el tema de la inflación en la Argentina, con todo lo que ello

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implica para el bolsillo del trabajador. Por ejemplo, se puede hablar de que se paralizó la generación de empleo desde hace un tiempo a esta parte, de los altos niveles de precariedad laboral que genera la inflación y de la caída del salario real en todas las ramas. El ejemplo más notorio es que en el sector público, en estos últimos diez años, el salario real ha caído el 40 por ciento; un trabajador del Estado cobra un 40 por ciento menos de lo que cobraba hace diez años. Es un golpe tremendo. Sin embargo, no ha sido un gobierno que ha hablado o que ha aplicado la reducción del gasto público, donde siempre se buscaba esa reducción del gasto público reduciendo o congelando los salarios de los trabajadores estatales. En definitiva, la inflación afecta directamente al bolsillo de los trabajadores y las paritarias no llegan a compensar la pérdida que tenemos por efecto de esa inflación y el aumento de precios. Sobre llovido mojado, es decir, sobre este cuadro de situación, no por obra de la casualidad, sino por decisión del grupo económico y político que gobierna la Argentina –apoyado por un sector empresarial muy importante– viene a ocurrir la devaluación. Y digo sobre llovido mojado porque a partir de esta devaluación, como se ha dicho en las últimas estadísticas, 500.000 argentinos más pasan a formar parte de los millones que ya hay bajo la línea de pobreza. La verdad es que esta situación nos pone en peores condiciones que antes. Respecto de la devaluación o la inflación, si bien Méndez decía que es algo que ellos como empresarios también combaten y con lo que no están de acuerdo, en realidad existen ganadores y perdedores. No es cierto que a todos nos afecta de la misma manera. Sería absolutamente injusto decir que es lo mismo para todos. Juan Carlos lo explicaba perfectamente: los más perjudicados frente a esta situación somos la clase trabajadora en la Argentina, los que generamos la riqueza, los que producimos el consumo, los que generamos la posibilidad de la industrialización del país; y somos los que hoy vemos pulverizada nuestra posibilidad. Enfrentamos esta situación con una estadística que decía, antes de la devaluación, seguramente Claudio Lozano al que no alcancé a escuchar debe haber hablado de esto, que siete de cada diez argentinos cobran menos de 5.000 pesos. Cómo estaremos ahora y cómo estaríamos si efectivamente se aplica esta imposición unilateral del gobierno nacional de querer, en gran medida avalada por los empresarios de este país, que el porcentaje de aumento no sea superior al 25 por ciento. Entonces, es verdad que no es sólo una cifra o un porcentaje determinado lo que hay que discutir. Es lógico que haya que discutir una cantidad de cuestiones más que dieron cuenta detalladamente en los pocos minutos que tenemos, tanto Juan Carlos como Eduardo Buzzi. Yo agregaría, simplemente, algunas cuestiones más a eso que ellos planteaban, por ejemplo, dar un dato más importante, es decir que lo ha informado el Banco Central de la República Argentina, que en el 2013 el sector financiero, los bancos en la Argentina han ganado 30.000 millones de pesos más que en el año anterior. No ha sido igual para todos. Es decir, las ganancias en nuestro país no han sido de la misma manera. ¿Cómo salimos de esta situación? En primer lugar, nosotros desde la CTA insistimos con la cuestión de la convocatoria a este espacio de diálogo. Entendemos que si no es dialogando maduramente, aceptando que tenemos un problema que va mucho más allá de los salarios y las paritarias, es un tema grave y que hoy está en la tapa de todos los medios de comunicación y de todos los diarios. Pero también tenemos otros problemas graves. Tenemos el problema grave de los chicos en la escuela, el problema de la escuela pública en la Argentina y, justamente, en este momento está todo interrelacionado, porque el salario de los maestros está ligado al tema de la situación de los chicos. La presidenta acaba de anunciar un aumento en la ayuda escolar primaria, pero si uno toma los datos, lo que ha aumentado durante estos 10 años la ayuda escolar primaria, que está en quinientos y pico de pesos, no recuerdo exactamente el número al cual llegó en su última cadena o en la anterior el aumento de la ayuda escolar primaria, partiendo de que estaba en 130 cuando llegó este gobierno, el aumento ha sido casi del 300 por ciento. Uno dice, bueno. Y estas son cifras que utiliza la

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presidenta cuando le gusta hablar y decir: ha crecido la jubilación mil y pico por ciento. Lo que no dice es que con 2.700 pesos se mueren de hambre los jubilados en nuestro país y que el 82 por ciento móvil lo vetó. No dice en realidad la otra parte de la película. Cuenta solamente una parte de la película. Es lógico que ya el pueblo no le crea. Volviendo a lo de los pibes, el 300 por ciento, parece como un número... porque hablar de los números a veces genera esta sensación. Pensar que los docentes pidieron 61 por ciento de aumento parece que es desubicado o que están equivocados. Están hablando de un sueldo de 3.500 pesos. Sabe Juan Carlos y sabe Jorge de lo que estoy hablando. Los maestros están pidiendo un 61 por ciento de aumento sobre el sueldo de 3.500 pesos. Su salario sería de 3.000 pesos menos de lo que ganaría un policía recién iniciado. O sea que un maestro ganaría 3.000 pesos menos que un agente de policía que recién comienza en la provincia de Buenos Aires. Entonces, de qué estamos hablando cuando hablamos de irresponsabilidad a la hora de hablar de salario. Volviendo a lo de los chicos decía300 por ciento de aumento, pero en verdad si es por lo que ha sido el costo de la canasta escolar, la verdad es que la canasta escolar y escuchen bien, ha subido 827 por ciento desde aquel tiempo a esta parte. O sea que todavía a ese aumento que ha planteado la presidenta le debe el 500 por ciento de aumento, nada más y nada menos. Por lo tanto, para tener una canasta escolar como corresponde debería tener 1.200 pesos de ayuda escolar primaria cada hijo, y no sólo abarcar a los 3 millones de pibes que abarca, sino a los 10 millones que están en edad escolar en la Argentina. Esos son algunos de los temas que deberíamos discutir en ese Consejo Económico y mesa de diálogo. Otro de los temas que deberíamos discutir, y no me voy a explayar, sino que voy a dar el título nada más, es cómo recuperamos las instituciones de la democracia, cómo en verdad el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil y la Producción no es una foto para que la presidenta vaya una vez al año y se la saque con los amigos, con los empresarios y diga que aumentó el salario y es mayor que el de Bolivia. Yo respeto mucho a los bolivianos, al gobierno de Evo, pero esta es la Argentina y a mí no me importa si es mayor que el de Bolivia. Resulta que acá con 3.600 pesos los trabajadores, los que lo cobran, porque hay montón que no lo cobran, se mueren de hambre. Entonces, hay que recuperar las instituciones en serio para que sean de funcionamiento regular y permanente en nuestro país. Hay que democratizar el PAMI y el ANSES para que los jubilados puedan disponer de los fondos del ANSES y no sea una caja que sirva para que el gobierno manotee, perdonen la expresión brutal, vulgar y de nuestro estilo, para campañas electorales para tapar agujeros permanentes, y debería pasar a control de los verdaderos dueños que son los jubilados. Deberíamos hablar y discutir sobre el comercio exterior, como dijo Juan Carlos; discutir el tema del control de la comercialización de granos; discutir el tema, en definitiva, de cómo se debería resolver lo que sí, para nosotros en esta etapa coyuntural es muy importante: la paritaria. Nosotros entendemos y exigimos que la paritaria sea libre y democrática como es en cualquier país democrático del mundo. Que no sea con imposiciones y que, en todo caso, los límites los pongan las partes que componen esas paritarias, y esas partes son el sector empresarial y el sector trabajador. Esto es todo en términos generales, y acotado en el tiempo. Gracias por los minutos. (Aplausos.) Moderadora.– Realmente hay que agradecer la iniciativa de los dos bloques, senadores y diputados del radicalismo, porque esta mesa ha estado muy interesante, porque no todos piensan lo mismo. Vamos a abrir preguntas al público, tenemos tiempo para tres preguntas para la mesa. Si nadie levanta la mano, las hago yo entonces. La primera pregunta está referida a que acá hay una diferencia. Micheli habló de la ganancia de los bancos, tenemos un banquero muy importante en primera fila, y habría que ver qué dice Méndez, porque en realidad de alguna manera también hay una posición encontrada respecto de lo que piensa el sector sindical del

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sector empresario. Sr. Méndez.– Nosotros no representamos a los bancos, pero vamos a honrar que estamos en una mesa donde también están los bancos. Es un tema que nos preocupa. Nosotros hemos planteado hace pocas horas que esta tasa de interés que el gobierno consideró inteligente para poder escapar a su crecida de inversiones en el dólar, las pagamos nosotros y las pagan todos: el trabajador, mi hija, su hija, sus nietos, cuando compran un vasito o cualquier cosa, porque está cargado ahí el cuarenta y pico por ciento de tasa. Así que no puedo estar feliz con eso. De cualquier manera, como digo, yo no tengo un mango gracias a Dios, entonces no podría hacer una defensa cierta de cuáles son los motivos por lo que los bancos han ganado. Conozco algunas etapas en que la han pasado mal; esta, aparentemente, la están pasando muy bien a confesión de parte. Moderadora. – La otra pregunta es en general para toda la mesa. Buzzi habló de que acá se había cambiado el collar, pero siguen los mismos métodos, ¿cómo llegamos hasta el 2015? Méndez nos va a retar porque él dijo que no había que pedir respuestas de gobierno, pero cómo se llega. Todos advirtieron que va a haber ruidos, sobre todo Schmidt y Micheli. Sr. Buzzi. – Nos cuesta ver cómo llega el gobierno o cómo llegan ellos, quienes gobiernan. Nosotros podemos hablar de para qué nos preparamos. Decimos con los colegas de la mesa de enlace: “tiramos todos los centros que pudimos”. Yo como soy hincha de Boca digo: “tiramos centro a lo Riquelme”. Antes, cuando jugaba. Hace rato que no juega. Vamos con fluidez a la olla, ahí, al centro del área chica. Y quieren seguir teniendo enemigos. Necesitan elegir enemigos para aglutinar la jauría de fanáticos propios; entonces, tienen que definir quiénes son los enemigos. Están Moyano, Micheli, Buzzi, ¿qué sé yo? Ponen a todos los enemigos. – No se alcanzan a percibir con claridad las palabras del orador. Sr. Buzzi. – Así funciona. Entonces, ¿para qué nos preparamos? Primero, no vemos ningún tsunami ni que explote en mil pedazos nada ni ninguna crisis institucional por delante. Aspiramos a que la presidenta transite este tiempo y el 10 de diciembre de 2015 entregue la banda presidencial a otra opción política en la Argentina. Y, en todo caso, nos preparamos para resistir a la insensatez. Inclusive pasado el mundial de fútbol porque acá el mundial nos va a tener un poco anestesiados, pero hay vida después del mundial, y después de un mundial de fútbol yo creo que no sería nada raro que se vaya recrudeciendo la puja y el conflicto, que es lo que uno ve por delante. Sr. Micheli. – En realidad, yo no puedo asegurar cómo va a transitar el gobierno, casi dos años, el 10 de diciembre del 2015. A veces me da escalofríos, miedo pensar en que si siguen con esta línea vamos a tener una confrontación permanente. Lo que sí está claro y tengo el convencimiento es de cómo lo vamos a transitar nosotros, si sigue esta política. Y lo vamos a transitar con confrontación, con movilizaciones, con medidas de acción. Lo vamos a transitar con siendo parte y generando este tipo de debates porque es fundamental convencer al pueblo argentino de que vote otra cosa; porque no se puede seguir teniendo un Congreso con una hegemonía de este gobierno que termina votando todas las leyes o en su mayoría en contra de los trabajadores y el pueblo. Me parece que esta cuestión no es un detalle menor. ¿De qué manera? No lo digo desde el punto de vista partidario, lo planteo desde el punto de vista de que con la repetición de errores de este tipo de gobiernos y aplicando este tipo de medidas que siempre favorecen a un grupo minoritario y van en detrimento de la mayoría de la población, particularmente de los trabajadores, que llegue el momento del convencimiento de que no se lo vote más, que no puedan seguir sosteniendo esta hegemonía. Eso es lo que nosotros en esta etapa deberíamos hacer. Moderadora. – La última pregunta para Schmidt. Todos los economistas vaticinan que va a haber recesión este año o que la economía, por lo menos, no va a crecer. Y en eso estamos viendo algunas automotrices, Volkswagen, por ejemplo, que ha suspendido toda la planta por

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cuatro días. ¿Qué actitud va a tener la CGT? Sr. Schmidt. – No escuché la primera parte. Moderadora. – Que casi todos los economistas vaticinan que en 2014 la economía no crece y puede haber recesión. Sr. Schmidt. – Yo reitero que los errores que se han cometido en la gestión económica son los que trazan el presente de conflictividad que tenemos. Había un célebre personaje que decía que el arte de la política era trazar un diagnóstico falso, buscar problemas donde no los hay y aplicar los remedios equivocados. Se llamaba Marx, pero no era Karl Marx, era un cómico. Parece que acá se confundieron los libretos o algo porque están explicando esto que decía Groucho Marx. Si hay recesión y esto implica caída de la actividad económica y se traduce en despidos y en suspensiones, va a haber conflicto. Esto no hace falta que lo diga este hombre que está aquí. Naturalmente va a surgir el conflicto. De modo tal que, indudablemente, estos errores y estas resoluciones las tiene que resolver el que está en el puente de mando. El que está en el puente de mando no se puede confundir. Yo que vengo de esa actividad, cuando hay marejada y hay temporal, todo el mundo comienza a comentar: “vamos para estribor”, “vamos a cambiar el rumbo”, “vamos a fondear”, “vamos a dar máquina atrás”; pero cuando se empiezan a agotar los argumentos, todos levantan la vista y miran al puente de mando, allí no puede haber confusión. Yo espero que no le gane la confusión al Ejecutivo y tome las medidas que tiene que tomar. Y que no haga ningún ruido; porque cuando hablé del ruido del conflicto, hablo del ruido que va a generar el Ejecutivo para tapar este debate donde se han cometido o se han introducido dos elementos que dijeron que no iban a llevar nunca a cabo, que son la devaluación y la inflación. Moderadora. – Muchísimas gracias por esta mesa y muchísimas gracias a los panelistas. (Aplausos.) Moderadora. – Muchas gracias a todos. Invitamos al señor senador Rodríguez Saá, al señor senador Gerardo Morales y Rubén Rabanal para darle un broche de oro a esta jornada. – Luego de unos instantes. Moderador. – Vamos a arrancar con este último tramo del seminario y del debate y, quizás, uno de los momentos clave de la discusión, porque se trata de los efectos de la inflación y la devaluación sobre la política nacional. Estamos con Adolfo Rodríguez Saá, senador nacional y presidente del Intrebloque Federal, y con Gerardo Morales, presidente del bloque de senadores de la Unión Cívica Radical. Muchas gracias. Yo arrancaría preguntándole al senador Rodríguez Saá –que por estas horas creo que está de festejo porque sumó un senador más a su interbloque–, con su conocimiento pleno del peronismo, ¿cómo piensa que va a impactar en la interna de todos los partidos, y específicamente del oficialismo, esta decisión que tomó el gobierno de dar marcha atrás con diez años de promesas, que los economistas los analizan desde el punto de vista económico pero que adentro del gobierno han sido una bandera política? Como, por ejemplo, la cantidad de veces que hemos escuchado de la presidenta de la Nación decir que el lobby devaluacionista no los iba a alcanzar y, por otro lado, que ellos no iban a enfriar la economía y que no iban a subir las tasas de interés. ¿Cuál es su opinión, con el conocimiento que usted tiene, en cuanto a cuál va a ser el impacto que esto va a tener hacia adentro de la política, inclusive hacia adentro del propio gobierno, en los próximos dos años? Sr. senador Rodríguez Saá. – Primero, debo decir que me parece que los efectos de la devaluación y de la inflación los definió en forma brillante Micheli recién: son devastadores. Es una enorme transferencia de riqueza, de recursos, de un sector a otro sector. Con la inflación y la devaluación la riqueza se transfiere de los pobres a los poderosos; el más

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poderoso: el Estado; el gran beneficiado: el Estado. Creo que en la política –si no somos hipócritas– muchísimos sectores festejan, y fueron grandes devaluadores, pero también creo que es una política absolutamente nefasta. Yo diría que la clase política argentina deberíamos discutir el tema, y ese sí debería ser uno de los grandes temas: luchar contra la inflación; defender el valor de la moneda debería ser uno de los grandes temas de estado, al que todos los partidos políticos deberíamos defender. Por eso se dictó una norma bastante buena del Banco Central, que hoy ha sido modificada, que era la que controlaba el valor de la moneda directamente entre el Banco Central y el Congreso de la Nación, y se solicitaba requisitos especiales para la designación de las autoridades. Me parece que hay que defender el valor de la moneda, y creo que es una enorme transferencia de riqueza tramposa, estafadora. En la historia de la humanidad, la primera estafa con la moneda la hizo Calígula para pagarle a sus ejércitos; no alcanzaba el oro para pagarle a los ejércitos, entonces tomó la moneda de oro y le limó y le sacó un pedacito, y nadie lo advirtió. Con eso empezó a imprimir la misma moneda pero de menos peso, con lo cual había más monedas con el mismo oro. Y se produjo la primera gran inflación. El único ganador aparente: el Estado; por supuesto que lo desmoronó. Después siguieron otros. Si me permiten, lo voy a recordar. Nerón redujo el contenido en plata al 90 por ciento; Marco Aurelio, luego, lo redujo al 75 por ciento: la misma moneda pero con el 75 por ciento de plata –25 por ciento más de moneda–; después Cómodo lo hizo en un 67 por ciento, y luego se redujo al 50 por ciento: grandes estafas que produjeron calamidades en la humanidad. Hoy la devaluación y la inflación producen ese efecto: grandes perdedores, que son las provincias, los municipios, las universidades, los trabajadores y los pobres. Estos son los sectores que tributan para que el Estado nacional siga despilfarrando. Me parece a mí que estamos en un problema serio, y me parece a mí que la clase política debe abordar este tema con toda seriedad. Discrepo cuando uno de los expositores dice: “hay que reducir el gasto, pero…”. No, no hay que tener miedo: hay que reducir el gasto; no es un ajuste: hay que reducir el gasto y no pagarles más coimas a los delincuentes. ¿Cuánto gasta el estado en las coimas?, ¿cuántas denuncias tiene la Unión Cívica Radical por coimas? Esas coimas no hay que pagarlas, y van a ver cómo se reducen los gastos del Estado, con contrataciones transparentes y correctas; ganamos todos. Hay que suprimir los gastos superfluos e innecesarios. Por supuesto que es un trabajo serio el que hay que hacer, pero eso no es un ajuste ni sobre los asalariados, ni sobre los pobres, ni sobre los sectores más desprotegidos; al contrario: es la forma de fortalecer las arcas del Estado. Entonces, esto es lo que debe reflexionar la clase política; me parece que toda la clase política debemos reflexionar sobre esto. (Aplausos.) Moderador. – Tomando un argumento final de Rodríguez Saá, me gustaría preguntarle a Gerardo Morales cómo se hace política con este marco, porque la sensación que da es que después de estas decisiones a la política, incluso a los candidatos oficialistas, no le queda otro escenario que dar malas noticias. Después de diez años y de dos presidentes que daban buenas noticias, ahora les toca la peor parte a los que vienen. ¿Cómo se hace política anunciando el ajuste, por ejemplo? Sr. senador Morales. – A ver, me parece que hay que separar dos planos. Los partidos políticos vamos a hacer política y vamos a construir, y creo que tanto desde distintos sectores del peronismo como desde la oposición vamos a trabajar en la línea de brindarle a la sociedad argentina una alternativa. Así que no hay que preocuparse por eso, ya que va a haber movimiento. A algunos nos irá mejor y a otros peor, pero la idea es que por ese andarivel lleguemos a lograr alternativas que se sostengan en proyectos y que nos permitan aprovechar una gran oportunidad, que creo que vamos a tener después de 2015. El tema es cómo recuperamos la política, porque creo que el problema de la inflación y el problema económico están centrados, fundamentalmente, en un problema político. Nosotros estuvimos, con Ernesto Sanz, Mario Negri y Javier González Fraga, con

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Fábregas, el presidente del Banco Central, y nos vimos bastante conscientes de cuáles son las limitaciones que tienen las medidas que están tomando. Y por lo que escuchamos, reafirmamos la conclusión de que el problema está en la política. En todos los paneles se han planteado alguna de las líneas de acción que debiéramos tomar para reconstituir el sujeto político en el país y el diálogo. Tenemos una gran oportunidad para el 2015 porque va a haber otra estructura de poder, va a ser diferente porque no van a gobernar quienes gobiernan. Todos, aún muchos de los que están en el gobierno, tenemos que pensar en lo que viene y lo que viene hay que reconstituirlo a partir del diálogo y ha habido una propuesta transversal y que plantearon todos que es el Consejo Económico y Social. Hay que institucionalizar ámbitos de diálogo y de debate. También hay que reconstruir el vínculo. Uno de los retrocesos más importantes que desde el punto de vista económico y cultural ha generado este gobierno es la ruptura de la sociedad. Y hay miembros de una familia que son hermanos o primos y porque unos están a favor del gobierno y otros en contra, ni se hablan. Hay que reparar eso; reconstruir el vínculo, las normas de convivencia y el diálogo. Esa es la gran tarea que tenemos hasta 2015. Maximiliano Montenegro, que estuvo antes moderando un panel, decía que había varios economistas en el panel de los economistas que tienen pensamientos diversos, pero queda pendiente y tiene razón, incorporar economistas kirchneristas. Debemos tratar de lograr eso. Obviamente, hacemos grandes esfuerzos, de hecho no hubiéramos podido hacer esta conferencia –que creo es plural y bastante diversa– si no lo hubiéramos definido desde el lugar de quienes creemos en el diálogo. Ahora vamos a la apertura del período ordinario. Empezamos el día sábado, mañana tenemos una sesión –espero que no esté tan complicada como lo marcan las últimas noticias que tenemos– en la que se van a constituir las comisiones. Allí vamos a plantear este tema y la posibilidad de que generemos este ámbito de debate con todos. Eso no es fácil porque no podemos muchas veces ni traer a un funcionario. Al gobierno le dijimos traigan a Galuccio para hablar de YPF, ya que votamos a favor, aunque teníamos otro proyecto, que el tiempo nos está dando la razón de que era mejor. Ni siquiera podemos lograr eso. Entonces, tenemos que hacer un gran esfuerzo para institucionalizar el marco de diálogo y debate y reconstruir la política frente a un escenario que va a ser una gran oportunidad. El gobierno que viene y el país van a tener una gran oportunidad. Recién, Peyrano, daba datos de cómo está el mundo –al igual que en un almuerzo que tuvimos con Javier González Fraga y Alfonso Prat Gay– y también daban datos del mundo y de la posibilidad de acceso a inversiones en la medida en que nos vean bien. Todo esto enmarca para el 2015 una gran oportunidad que tiene que ver con qué aportes hagamos para institucionalizar el diálogo y recomponer la fisura de la sociedad argentina, poder sentarnos a hablar y ser parte de un proyecto común que genere un boom productivo y modifique el modelo dependiente del Estado y de los planes sociales teniendo cuidado de que el ajuste no lo paguen los pobres y los trabajadores y que sea gradual. Pero debemos pensar en recuperar la cultura del trabajo y el trabajo como eje del modelo de inclusión. Creo que debemos rediscutir el modelo de inclusión. Ese modelo con tantos miles de millones de pesos que gasta e invierte el Estado es para dominar. Entonces, parece que en la medida en que recompongamos el sujeto político e institucionalicemos el diálogo, creo que tenemos una gran oportunidad. A alguien le va a tocar gobernar que es diferente de este gobierno. Será nuestra propuesta que conforman el FAP, la Coalición Cívica, Proyecto Sur y el resto de las fuerzas políticas o alguna versión del peronismo o dos, falta tiempo para el escenario político. Pero el que gobierne tiene que llegar con la fisura de la sociedad resuelta y con mecanismos institucionalizados de diálogo. Ángel Rozas y nuestro bloque presentó un proyecto, con modificaciones que había presentado Raúl Alfonsín, el Partido Socialista también, donde te sentás te plantean el Consejo

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Económico. Y también sectores del peronismo, algunos senadores peronistas han planteado este tema. Desde la oposición tenemos que plantearle al oficialismo que institucionalicemos el diálogo y el tratamiento del Consejo Económico y Social. Cuando tengamos ese marco no va a ser difícil. Aquí se ha hablado con responsabilidad, racionalmente de cuáles son los límites de las discusiones paritarias –Schmidt ha sido muy claro– en las que no le podemos echar la culpa a los trabajadores. Los trabajadores no van a ser el pato de la boda porque están discutiendo las paritarias y tienen razón. Uno de los temas que han sido transversales, y es uno de los ejes que hay que trabajar, es la institucionalización del diálogo. Creo que el Consejo Económico y Social tiene que ser parte de la agenda. Moderador. – Tiene la palabra el señor senador Rodríguez Saá. Sr. senador Rodríguez Saá. – Me quería referir a la misma pregunta. Creo que tenemos muy buenas noticias para dar. Primero tenemos que elevar la autoestima de la clase política y de la clase dirigente argentina. ¿Cuál era el tema de debate hace un año y medio? ¿Cuál era el problema más grande de la política argentina hace un año y medio? La re–reelección. La reforma constitucional. Tuvimos una reunión madura, seria. Las cabezas de los dirigentes, de los senadores nacionales, nos reunimos en un departamento e hicimos una estrategia reservada, la discutimos, la analizamos y firmamos un compromiso al día siguiente de bloquear la reforma constitucional. Inmediatamente los diputados nacionales hicieron lo mismo, con lo cual aseguramos que, cumpliendo lo pactado, no podían tener bajo ningún concepto los dos tercios y quedaba bloqueada la reforma constitucional. Y bloqueamos la reforma constitucional y bloqueamos el proyecto de re–reelección, no se habló más. Fue un enorme mérito del diálogo y de la construcción política. El dinero estable permite el planeamiento estratégico. Cuando hay estabilidad, se puede pensar en los tiempos que vienen. Un ejemplo simple: una familia de clase media con su sueldo y sus ahorros puede pensar en adquirir su vivienda a través de un crédito hipotecario, pagarlo y pagar los estudios universitarios de sus hijos y cambiar su auto y tener vacaciones. Eso con estabilidad. Con inflación: tiene que estar pensando cómo paga las cuentas, cómo paga la boleta de la luz o de dónde saca plata para el supermercado porque no le alcanza. ¿Cuál es el resultado? Entonces, una nos, la segunda, trae aparejado el debate del día a día; es la situación actual. No nos deja pensar en el futuro. La estabilidad nos permite pensar en el futuro. Debemos hacer un compromiso de gradualmente llegar a una situación de estabilidad económica sin inflación ni devaluación que nos permita proyectar el futuro. ¡Le vamos a dar grandes y buenas noticias al pueblo argentino! Va a poder proyectar su futuro el trabajador, el profesional, el comerciante, los grupos económicos y los productores agropecuarios. Todos reclaman estabilidad y previsibilidad. Y la primera previsibilidad la da el valor de la moneda. Por eso en el mundo se admite una inflación del 1, del 2 o del 3 por ciento anual que va a producir el Estado, como lo hacía Calígula quitándole un pedacito a la moneda, para emplear esa diferencia en el bien común. Pero acá no le sacan un pedacito, le sacan la mitad o la cuarta parte y la reparten entre unos pocos, y eso nada tiene que ver ni con el progreso ni con el crecimiento ni con la educación ni con la mejora de la calidad de vida. Entonces, en primer lugar, tenemos que mejorar la autoestima de la clase dirigente a fin de que digamos: ¡Podemos hacer esta transformación, podemos hacernos cargo del país, podemos sentarnos en la mesa del diálogo, podemos debatir los temas, acordar, y darle tranquilidad al pueblo argentino, para que vea que somos capaces de tener un proyecto de país en los lineamientos generales comunes! Por supuesto, teniendo en cuenta la diversidad del pensamiento de cada partido político. En segundo término, con la estabilidad económica, con la estabilidad de la moneda, sin

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devaluación y cuidando el valor de esa moneda, queremos poder llegar a un pensamiento estratégico que nos permita pensar en el progreso. Por ejemplo: ¿Cómo vamos a volver al autoabastecimiento energético? Tenemos que tener un plan para ello; luego, ¿cómo vamos a producir más maíz, trigo y soja?... No hay que tenerle miedo al yuyito. ¡Basta de tenerle miedo al yuyito! Asimismo, nos ocuparemos del tema de los ferrocarriles y, por supuesto, también de tener una buena cosecha, algo que para la Argentina siempre fue una buena noticia, porque significa el ingreso de divisas. Eso sí, tenemos que darle posibilidad a los productores para que la tengan y promocionar que la agroindustria la elabore. Reitero, ¡tenemos muy buenas noticias para dar! Ahora bien, también debemos tener una conducta disciplinada, de diálogo. Yo he escuchado que todos los expositores se congratularon, primero, por la invitación; segundo, se sintieron honrados; y, tercero, manifestaron que este diálogo debe hacerse en forma más frecuente. Por consiguiente, estamos en el momento oportuno y esta convocatoria nos muestra que este es el camino correcto. (Aplausos.) Moderador. – Retomando un tema sobre el que ambos se han pronunciado, me interesaría saber cuándo comienza todo esto, porque a fin de que se abra el diálogo por ahora contamos con una parte, pero en cuanto a la otra parte −como se sabe y tenemos la experiencia−, si una persona no da la orden, no hay diálogo. ¿Esto sucederá antes de 2015? Sr. senador Saá.− El diálogo tiene que ser entre todos los argentinos. Moderador. – Sí. Sr. senador Saá.− Si ella lo quiere convocar, tenemos que dialogar. Moderador.− Señor senador, reconózcame que hay un partido político por el que si una persona no da la orden, nadie se sienta a dialogar. Ustedes lo están viendo esta noche con la discusión que están teniendo con el presidente provisional, así que… (Risas.) Sr. senador Morales.− Pero ya tienen la orden. Moderador. – Por lo tanto, sabemos cómo son las cosas. Por ese motivo estoy consultando: para que alguien aparezca dando la orden, ¿hay que esperar hasta 2015 o va a ser antes? Sr. senador Morales. – No sé. En primer lugar, me parece que la realidad le está dando en la cara al gobierno y que no sólo le da al gobierno, sino que nos da a todos; porque el conjunto de los trabajadores tiene que pagar los platos rotos de la inflación y de la devaluación, y aquí también debemos mencionar a los que no tienen trabajo. Me parece que se van agotando los tiempos y acá no hay mucho margen; en efecto, en algún momento, al gobierno le tiene que caer la ficha y se tiene que dar cuenta de que tampoco tiene tanto margen. Por consiguiente, hay que esperar que tengan una actitud reflexiva. Algún panelista dijo: “Que tengan algún sentido autocrítico”, y no que siempre la culpa sea de alguien que esté acechando. Por consiguiente, creo que se tienen que ir dando las condiciones y creo también que desde la oposición sí hemos madurado el tema, aún más allá de los individualismos y de la feria de vanidades que hay en nuestros dirigentes, algo que es responsabilidad nuestra. Ahora bien, hace cuatro meses era impensado que nos sentáramos a construir un espacio con el socialismo y con la Coalición Cívica, sin embargo, es algo que ya estamos haciendo; y el peronismo disidente también lo está haciendo porque va a dar esquemas de diálogo. Entonces, en algún punto nos está cayendo la ficha, dado que el que gobierne no va a tener un Congreso a su favor −por lo menos de lo que se ve: tres tercios−, entonces no hay mucho margen para la locura. Así que yo tengo mucha expectativa en que, por lo menos con estos tres tercios, podamos establecer reglas, dialogar y tener, en ciertos puntos, una mirada común hacia el futuro, porque a algunos nos va a tocar gobernar. Y la verdad es que hay una

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gran oportunidad, pero hay que poner los pies sobre la tierra y hacerlo a su vez con una gran responsabilidad. Reitero, ya hay realidades que le están golpeando la cara al gobierno y, entre ellas, hasta hace un mes, era impensado que reconociera la inflación; hoy lo hace aunque aún le da vueltas alrededor. En efecto, ha hecho cambios en el ADN, así que se trata de una modificación bastante estructural y genética; pero considero que en algún punto le tiene que caer la ficha sobre el hecho de que necesitamos dialogar. Por ese motivo vuelvo a tratar los temas −ya que hoy también hablé algo de eso con algunos− relativos a la devaluación en la inflación y a la recesión. Es decir que ese ya es otro problema que nos va a modificar la vida y que nos va a perjudicar bastante, por lo tanto, tengo muchas expectativas de que pueda darse un diálogo y me parece que, dentro la lucha que tenemos que dar, voy a presentar nuevamente el tema del Consejo Económico y Social, porque es allí donde debemos definir algunas pautas mínimas para el país. Moderador. – Si quieren, ¿abrimos el tiempo a fin de que se realicen las preguntas? − La participante realiza manifestaciones fuera del alcance del micrófono. Participante. − … Claro que va a haber una integración diferente del Congreso… − La participante realiza manifestaciones fuera del alcance del micrófono. Participante. − ….en que se presente un proyecto para bajar el Impuesto al Valor Agregado, que es un impuesto usurario y el más alto del mundo, y toca el consumo del pobre y del no tan pobre con una tasa de evasión que, sin dudas, supera el 60 por ciento de la tributación. Ahora bien, en la Argentina ser un evasor del IVA conviene, porque se gana el 21 por ciento, pero en países desarrollados como los Estados Unidos, este impuesto oscila entre el 6 y el 8 por ciento y, por lo tanto, no vale la pena ser un evasor. Por otra parte, aquí no hay controles y cualquiera que recorra una cierta cantidad de negocios de Buenos Aires −y esto se repite en el interior− va a poder observar que no hay entrega de IVA ni de facturas; no hay entrega de tickets, entonces, la gente no factura y, además, pregunta, como si fuera inocente, si se necesita una factura. Entonces, acá no hay conciencia fiscal; hay una conciencia de evasor porque conviene. Por consiguiente, sugeriría que uno de los primeros proyectos que se tendría que presentar es el de la reducción del Impuesto al Valor Agregado del 21 al 10 por ciento. Esto es algo que resultaría una buena noticia para el consumidor, por lo tanto, entiendo que debemos empezar por ese camino. Moderador. – Muchísimas gracias. ¿Alguna otra pregunta? − El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del alcance del micrófono. Sr. senador Morales. – La verdad es que en ese sentido hay varios proyectos que también tienen que ver con una cuestión a la hora de abordar la propia realidad relativa a la competitividad de las economías regionales. Reitero, hay proyectos de promoción de inversiones, de baja de aportes para todas las regiones y de contribuciones en beneficio de todas las pymes; asimismo, hay un proyecto de exención del IVA para los productos de la canasta familiar. Es decir que incluso hoy, con los economistas, reafirmamos algo sobre lo que nuestro equipo económico está trabajando: se trata de una gran reforma impositiva, porque ya la presión fiscal, especialmente para la pequeña y mediana empresa y para las economías regionales, se ha vuelto imposible. Por lo tanto, tenemos que tener una mentalidad transformadora si es queremos un boom de producción que genere trabajo como columna vertebral de un modelo de inclusión. Me parece que por ese camino vamos a tener que transitar en el debate que hay que dar, pero

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hay varias iniciativas. Participante. – Para poder meter las retenciones devaluaron la moneda en exceso. Eso no lo dice nadie. Se devaluó la moneda más allá de lo que se requería en su momento para poder meter las retenciones, para hacerse de fondos el Estado. Y eso está muy mal. Porque esa paridad cambiara elevada aumenta los valores de las importaciones. Entonces hay un doble efecto negativo: primero, les impide a los productores desarrollarse porque están siempre con la amenaza de que le sacan una parte de su renta, porque el productor debe recibir el valor neto del precio internacional de su producción; y el otro efecto negativo es que se encarecen las importaciones e influyen en los aumentos de precios. Moderador. – Muchas gracias a todos por la participación. Le damos el uso de la palabra al senador Morales para la despedida. Sr. senador Morales. – Solamente agradecerles a todos los panelistas. Han sido muy buenos paneles que enriquecen el debate. Muchas gracias a todos por la presencia y vamos a tratar de ampliar este ámbito de debate también a los referentes del gobierno, en la medida en que ellos estén de acuerdo. Les dejamos ese compromiso. Muchísimas gracias por la presencia. (Aplausos.) – Son las 19 y 42.

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