VIDA LITÚRGICA, DIMENSIÓN PENITENCIAL E INDULGENCIAS

N.3 – MARZO 2007 VIDA LITÚRGICA, DIMENSIÓN PENITENCIAL E INDULGENCIAS «Dios mío, mi misericordia ¿qué será de los pecadores?» (Actas de Canonización
Author:  Sara Ramos Vera

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N.3 – MARZO 2007

VIDA LITÚRGICA, DIMENSIÓN PENITENCIAL E INDULGENCIAS «Dios mío, mi misericordia ¿qué será de los pecadores?» (Actas de Canonización de S. Domingo, n. 18)

Seguimos según nuestras posibilidades las huellas de nuestro Padre Domingo, y al mismo tiempo damos gracias al Redentor que da a sus servidores, para el camino que recorren, tal guía, y nos engendra por él de nuevo a la luz de la vida santa. Pidamos al Padre de las misericordias que, bajo la guía de este espíritu que hace obrar a los hijos de Dios, merezcamos llegar nosotros también, recorriendo, sin desfallecer, el camino que recorrieron nuestros padres, a aquella misma meta de perpetua felicidad y de eterna bienaventuranza, en la que él felizmente ha entrado, para siempre. JORDÁN DE SAJONIA En este año jubilar 2006-2007 A la Familia dominicana Por la intercesión de Domingo, que este jubileo pueda ser un tiempo de gracia, un tiempo de despertar y de redescubrimiento, de tal modo que el evangelio sea predicado con la vida, con las obras y con la oración de las monjas, de los frailes, de las hermanas, de los laicos, y de todos aquellos que sienten la urgencia de la predicación de la Buena Noticia. Fr. Carlos Azpiroz Costa, o.p. Maestro de la Orden

SUMARIO DE ESTE NÚMERO INTRODUCCIÓN GÉNÉRAL

p.3

I – ORIENTACIONES PARA LA VIDA LITÚRGICE EN LA ORDEN A) Normas de las Constituciones e indicaciones generales de los libros del Proprium O.P.

p.4

B) Extractos de los Capítulos Generales más recientes (1992-2004)

p.5

II – DIMENSIÓN PÉNITENCIAL EN /DE LA VIDA CRISTIANA Y RELIGIOSA A) Orientaciones generales

p.11

B) Nuestra vida dominicana

p.12

III- PALABRA DE DIOS, RECONCILIACIÓN Y TIEMPOS/FORMULARIOS DE ORACIÓN A) Textos bíblicos

p.16

B) Oraciones y penitencia

p.18

C) Celebración no sacramental

p.19

IV – LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS A LA ORDEN A) Introducción (Indulgencias, Fraternidades/Asociaciones O.P.)

p.20

B) Rescriptos de la Penitenciaria Apostólica

p.20

APÉNDICES: ALGUNAS ORACIONES Y TEXTOS

p.27

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San Agustín: «Tarde te amé» Oración del Concilio de Toledo, que puede usarse para comenzar un Capítulo Oración atribuida a San Alberto Magno Oración atribuida a Santo Tomás Papa Pablo VI: extracto de la Constitución Apostólica «Paenitemini» Patriarca Atenagoras: «Grandeza del sacramento de la penitencia » Carta de Savonarola a un novicio

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INTRODUCCIÓN GENERAL Han sido varios los motivos que han movido a la Comisión litúrgica internacional de la Orden a preparar este número de INFO/CLIOP sobre el tema «Vida litúrgica, dimensión penitencial e indulgencias». Recientemente, la Penitenciaría Apostólica ha pedido a los Institutos de Vida consagrada que realizasen un examen de las indulgencias que les habían sido concedidas hasta ahora, con vistas a una puesta al día, a una revisión o a nuevas peticiones. En colaboración con el Procurador general de la Orden, la Comisión se puso a trabajar en el examen de los rescriptos que teníamos para el conjunto de la Familia Dominicana y para las Fraternidades y Asociaciones vinculadas a la Orden (cf. LCO, n. 152 y Apéndice 4). Otra razón más ha motivado a la Comisión a emprender este trabajo, no sólo de presentación de las Indulgencias que nos han sido concedidas sino también de agrupación de las orientaciones de la Orden con respecto a la dimensión penitencial de nuestra vida dominicana. A partir de la carta del M.O fr. Carlos Alfonso AZPIROZ COSTA, de 29 abril 2006, abriendo el Año Jubilar para conmemorar los comienzos de la Orden (1206-1207), ha parecido conveniente agrupar en un sólo documento el conjunto de orientaciones institucionales, Libros de Constituciones de los Frailes, de las Monjas y textos de los recientes Capítulos generales (1992-2004) relativos a la dimensión de conversión y de reconciliación en nuestra vida. Como se recordará en diferentes momentos a lo largo de este boletín, este número de INFO/CLIOP no contiene, como tales, esquemas de celebraciones, sino textos institucionales, referencias a la Palabra de Dios y también ciertas oraciones con tonalidad penitencial que se pueden encontrar en el Proprium O.P. Por otro lado, en el apéndice se presentan textos de oraciones o de espiritualidad, de carácter similar al contenido del boletín. Después de la publicación de los Additamenta ad proprium Missalis et Liturgiae Horarum O.P., la Comisión continua su trabajo de preparación del «Libro de bendiciones y de oraciones» en la Orden. Próximamente, por medio de INFO/CLIOP, la Comisión publicará diversos «Esquemas de celebraciones», así como, a partir del Directorio sobre Liturgia y piedad popular, un inventario de ritos y costumbres en uso en la Orden. Aprovechando la publicación de este número de INFO/CLIOP la Comisión litúrgica internaciones de la Orden desea manifestaros la alegría de trabajar por y con vosotros.

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I – ORIENTACIONES PARA LA VIDA LITÚRGICA EN LA ORDEN A partir de la reforma litúrgica realizada a partir del Concilio Vaticano II, se dieron numerosas orientaciones al conjunto de la Familia dominicana para la vida litúrgica y de oración de nuestras comunidades. Estas orientaciones se dirigieron, de manera analógica, a las diferentes ramas de la Orden: Frailes, Monjas, Hermanas de vida apostólica, Institutos seculares, Laicos dominicanos. A continuación se señalan la normativa que está presente en las Constituciones y las indicaciones de los más recientes Capítulos Generales. A) NORMAS DE LAS CONSTITUCIONES E INDICACIONES GENERALES DE LOS LIBROS DEL PROPRIUM O.P LCO, nn. 56-75

Sagrada Liturgia y oración.

LCM, nn. 74-95

Sobre la oración: Liturgia, Oraciones secretas

LHOP (1982)

MO V. de COUESNONGLE, «Carta de promulgación», (ed. lat., pp. IX-XXVIII; ed. esp. 1988, pp. 11- 26). Introducción general (ed. lat., pp. XXXI-LXIX; ed. esp., 1988, pp. 29-69). Orientaciones para las celebraciones litúrgicas en la Orden de Predicadores (ed. lat., pp. LXXV-LXXXV; ed. esp. 1988, pp. 29-102). Sentido de nuestras celebraciones litúrgicas (ed. lat., pp. 3-22; ed. esp. 1988, pp. 70-90).

MLOP (1985)

MO V. de COUESNONGLE, «Carta de promulgación», (ed. lat., pp. IX-XIX; ed. esp. 1991, pp.10-20). «Introducción general» (ed. lat. pp. XXIII-XLIV; ed. esp. 1991, pp. 23-44).

PROP (1999)

Rituale Professionis Ritus: «Carta de promulgación», pp. 9-11; «Introducción general», pp. 19-28.

PROUI (2001)

Ordo Unctionis infirmorum eorumque spiritualis curae, «Carta de promulgación» e «Introducción general».

PROE (2001)

Ordo Exsequiarum, «Carta de promulgación» e «Introducción general». N.B.: Estas dos secciones del Ritual O.P. fueron enviadas a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en junio de 2001 «para una última recognitio». Las cartas de promulgación del MO T. RADCLIFFE fueron publicadas en INFO/CLIOP n. 1, 2004.

MLOPad (2006)

Additamenta ad proprium Missalis et Liturgiae Horarum O.P.

RFLD

Regula Fraternitatum Laicalium S. Dominici, ed. D. BYRNE, ASOP 95, 1987, pp. 83-88.

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Algunos pasajes de LCO, LCM y RFLD así como algunas partes de las introducciones de los libros del Proprium O.P. con una dimensión más directamente penitencial para la vida cristiana son citadas más adelante. B) EXTRACTOS DE LOS CAPÍTULOS GENERALES MÁS RECIENTES (1992-2004) Se encontrarán en esta sección algunos fragmentos de los últimos Capítulos generales que contienen referencias a la realidad de la oración y a las expresiones «liturgia», «oración». No se reproducen los números que tratan de la contemplación, del silencio o de la vida regular. Con excepción de algunos números del tipo «ordenación» o «recomendación», estos textos se encuentran en los proemia de los capítulos de las Actas de un Capítulo general. En algunos casos, es oportuno poner en perspectiva estas orientaciones con las indicaciones dadas en las «Introductio generalis» de los libros del Proprium O.P. Por ejemplo en la introducción de LHOP (pp. LXXXII-LXXXIV) se evocan los gestos y los símbolos en nuestras celebraciones de una manera estructural, mientras que en ACG (2001, n. 219), una realidad como la danza se presenta como sugerencia.

ACG MÉXICO 1992 n° 36 – Extracto del prólogo del Capítulo III: «La vida de comunidad» (ed. esp., p. 35) 3.1 La oración 3.1.1. Pertenecemos a una Orden apostólico-contemplativa, con la riqueza de una espiritualidad propia y en la que, a través de los siglos, muchos hombres y mujeres han llegado a tener, gracias a la oración, una profunda experiencia de Dios. Hoy en día, en un ambiente secularizado y cuando podría parecer que la Orden ha perdido en parte su dimensión contemplativa, descubrimos que muchas personas y muchos movimientos eclesiales y extraeclesiales buscan ansiosamente una mayor interiorización y un encontrarse a sí mismos en el silencio y la soledad. 3.1.2. Esto nos reta en un doble sentido: a) por una parte, debe movemos a dejarnos interpelar por esos nuevos movimientos religiosos, eclesiales o no, así como por la espiritualidad de las grandes religiones universales que, de forma asombrosa, canalizan hoy la búsqueda de Dios de millones de seres; b) por otra parte, debe estimularnos a redescubrir los valores perennes de nuestra dimensión contemplativa, a entregarnos más de lleno a la escucha de Dios en una oración personal silenciosa y a saber ofrecer al mundo de hoy esto que tenemos y que él busca. 3.1.3. Esta misma experiencia enriquecerá sin duda la oración comunitaria y la litúrgica. En ellas se deja espacio al Espíritu para que acreciente la caridad y anime la unidad comunitaria. 3.1.4. En la oración litúrgica oramos en nombre de la Iglesia y somos ala voz de la Iglesia» (SC 99; PC 8). Ahora bien, en tiempos difíciles y de cambio, la oración litúrgica puede convertirse en espacio de conflicto y de expresión de diferencias. Debemos tener la apertura y docilidad de saber asumir métodos, estilos y expresiones diversas. 3.1.5. Es enriquecedor que, además de la oración litúrgica, haya en la Comunidad otros espacios de oración comunitaria, donde poder compartir fraternalmente la fe. Orar por un hermano desarma prejuicios; orar con un hermano abre posibilidades insospechadas (cf. Oak 20).

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3.1.6. En todo caso, el criterio fundamental para discernir la autenticidad de nuestra oración y contemplación es la capacidad que tienen para comprometernos en la acción apostólica. Si no nos compromete, si se queda en un intimismo estéril o en la simple satisfacción del cumplimiento legal, no es oración ni contemplación dominicana. Capítulo IV: La predicación. n° 66 IV, Justicia y paz (ed. esp., pp. 57-58) B.2. b. La vida común El compromiso por la justicia y la paz ha de informar toda nuestra vida personal y comunitaria. Así lo exige nuestra vocación de predicadores. De este modo: b.l. Nuestra atención y acompañamiento a la vida del pueblo sea fuente de descubrimiento de la presencia del Señor en la historia. b.2. La oración y la liturgia han de alimentarse y, a la vez, animar este compromiso. Capítulo IV: La predicación. VIII, Otros temas (ed. esp., p 75) n° 113, El Rosario 113. El Rosario es una forma importante de la espiritualidad encontrada en diversas culturas. Recomendamos que se revitalice como una forma de predicar, recordando su contenido bíblico y su orientación hacia la liturgia (LCO 67, 11; Oakland 65). En este sentido recordamos la ordenación y recomendación de los Capítulos de Ávila (78-79) y Oakland (6667), notando que un laico puede ser el Promotor provincial del Rosario. Un modo importante de predicar el Rosario es que la comunidad lo rece junto con la gente. Capítulo V: La Familia dominicana (ed. esp., pp. 81-82) A. Frailes. n. 122, Exhortación Exhortamos a nuestros hermanos a que hagan real su pertenencia a la Familia Dominicana en igualdad con los restantes miembros de la misma, participando en colaboración leal y fraterna: a. en programas de promoción vocacional conjunta, b. en fomentar la espiritualidad y liturgia dominicanas, c. en la formación permanente, y d. en proyectos comunes de misión. ACG CALERUEGA 1995 Capítulo III: Vida común fraterna (ed. esp., p. 45) n° 43.2 Encuentro fraterno y penitencial. Una espiritualidad fundada en la misericordia de Dios y en la relación fraterna nos debe ayudar a liberarnos de nocivos sentimientos de culpa y debe hacernos responsables para construir juntos una sociedad de hermanos donde cada uno es reconocido por lo que es: imagen y semejanza de Dios, "hijos de la Resurrección" (Lc 20, 36). Una espiritualidad así debe marcar también nuestras relaciones fraternas. Sin embargo, nuestras relaciones fraternas están a veces empañadas por silencios, prejuicios y resentimientos. Por eso es a menudo imposible que intervenga el superior: le es muy difícil reunir las condiciones propicias para dirigir críticas u observaciones a un hermano y corre a veces el riesgo de reforzar las barreras interpersonales; en cuyo caso involuntariamente refuerza la tendencia al individualismo. Además, llevar estas dificultades a una reunión

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comunitaria ordinaria puede transformar el grupo en un tribunal con todos los peligros que esto pueda representar tanto para el individuo implicado, que puede quedar profundamente traumatizado, como para el futuro del grupo mismo. Efectivamente, se podrían provocar fácilmente mecanismos de chivo expiatorio que no resolverían nada. ¿No se podría imaginar un encuentro fraterno y penitencial donde ciertas dificultades de la vida común fraterna puedan manifestarse en un clima de calma, sin juicios ni condenas? Aquí cada comunidad está llamada a la imaginación. Sugerimos, por ejemplo, crear un espacio litúrgico, no necesariamente sacramental, en el cual se pueda escuchar y dialogar, teniendo en cuenta al otro en su contexto comunitario y apostólico. Podría ser una liturgia de tipo penitencial cuyo objetivo es favorecer la reconciliación fraterna, reforzar los lazos de nuestra amistad y de nuestra comunión, contribuir a la acogida de los hermanos en cualquiera de sus dificultades. Podría ser un lugar donde entrasen en juego simultáneamente, la transparencia y la eficacia, evitando quedarse en un nivel superficial. Capítulo IV: Sobre los nuevos lugares de implantación de la Orden (ed. esp., p 57) n° 55. Dominicos de rito oriental En Ucrania y Eslovaquia hay algunos candidatos para la Orden, incluidos algunos sacerdotes, que pertenecen al rito oriental. La Iglesia católica de rito oriental tiene interés en formar a dominicos de este rito. Por ello recomendamos que el Maestro de la Orden y su consejo, junto con los Vicariatos implicados, estudien la posibilidad de tener una presencia dominicana dentro del rito oriental. ACG BOLONIA 1998 Capítulo III: Formación y vida común n. 86. Madurez y formación (ed. esp., p 43) 1. Madurez… 2. Oración y diálogo: La vida de oración, con el silencio interior que exige y con la meditación de la Palabra de Dios que supone, contribuye al desprendimiento personal, necesario para la maduración. Nos reenvía sin cesar al conocimiento personal y a la verdadera soledad. Nos confronta a nosotros mismos, nos invita a desenmascaramos y a purificar nuestras motivaciones. Para que la vida de oración sea benéfica debe ser autentificada por la conversión en la vida diaria: "Cuando presentes tu ofrenda en el altar, si te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda y ve a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5, 2324) El aprendizaje de un verdadero diálogo con los otros en la comunidad -con todo lo que el diálogo implica de silencio, de escucha del otro y también de expresión personal- es otro elemento formativo que nos permite madurar. Recomendación (ed. esp., p 51) n. 110. Recomendamos que los escogidos como formadores muestren las siguientes cualidades: un sincero amor al pueblo y a Dios, siendo conscientes de sus limitaciones; capacidad para escuchar; capacidad para aceptar a los hermanos jóvenes como son y para interpelarles cuando sea necesario. Deberán ser hombres de oración cuyas vidas expresen las

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dimensiones básicas de la vida dominicana, ya que es primordialmente a través de sus vidas como van a predicar y a formar a los frailes jóvenes (RFG 135-136). Vida comunitaria. La relación con Dios y con los otros (ed. esp., p 54) n. 122.2. Oración: Estamos llamados a una oración más profunda, reconociendo la presencia de Dios, acercándonos a Él y abrazándolo desde el centro de nuestro ser. Nuestra relación con Dios, es decir nuestra vida de oración, permite que nos abramos al otro y que vivamos en comunidad. En la práctica de la oración personal, aprendemos algo sobre la importancia de afirmarnos unos a otros, de escuchar, de superar el miedo de compartir la propia fe. El compartir las experiencias de oración, o cualquier otra experiencia espiritual con una o dos personas o en grupos pequeños, puede ser el inicio de una nueva libertad y apertura. Esto ayuda al desarrollo humano y es una buena base para una vida afectiva sana. Capítulo V: La Familia Dominicana (ed. esp., p 70) Sugerencia de algunos criterios básicos para la agregación y admisión de nuevos grupos n. 177. Como explicitación de estos criterios básicos ofrecemos las siguientes sugerencias (…) 4. Comunidad de vida y oración, unidad en la plegaria con toda la Orden; formación y estudio para el ministerio de salvación y las tareas apostólicas a las que han sido llamados. Capítulo VI: El gobierno Condiciones de los hermanos que permanecen diáconos (ed. esp., p 79) n. 202. Recomendamos al Maestro de la Orden que instituya un grupo de trabajo sobre los diáconos permanentes en la Orden y sobre los casos de frailes que han sido ordenados diáconos en vistas al presbiterado, pero que, por diversas razones no han sido o no quieren ser ordenados sacerdotes. Este grupo de trabajo, compuesto por frailes cualificados, tendrá la responsabilidad de examinar los aspectos eclesiológicos y canónicos de esta cuestión, después de haber consultado a los Provinciales sobre estas situaciones particulares; también hará, para el próximo Capítulo general, propuestas orientadas a establecer sobre bases más sólidas, la política de la Orden en este campo, así como sobre el lugar y las funciones del diácono en la vida y la misión de la Orden. ACG PROVIDENCE 2001 Capítulo IV: Vida contemplativa – Vida de comunidad Liturgia (ed. esp. pp 82-83) 213. Es en la liturgia donde encontramos el Misterio Pascual de Jesucristo presente y actuando entre nosotros por obra del Espíritu Santo. Las manos extendidas del Señor Crucificado abrazan todo el universo (cf. Jn 12,32). La cruz y la resurrección de Cristo son el verdadero fundamento de la unión del mundo con Dios.

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214. La liturgia es, ante todo, lo que Cristo hace en unión con su Iglesia. Celebramos el hecho único del Misterio Pascual de Cristo y creemos que inunda nuestras vidas, transformándonos en la imagen del Hijo Amado (cf. Rom 5,29). 215. La liturgia puede guiarnos hacia la contemplación de Dios, encarnado y presente en la felicidad y el sufrimiento humanos. Del mismo modo, cuanto más contemplamos a Dios en los seres humanos y en la naturaleza, más profunda se hace nuestra celebración de la liturgia. 216. Una vida y vocación verdaderamente dominicanas están alimentadas por la liturgia. Cuando celebramos juntos, es dadora de vida y nutriente. Ayuda a la comunidad a crecer junta y a estar unidos el uno con el otro. Es el alma de nuestra vida común. Inclusive en pequeñas comunidades, donde la liturgia es simple, debemos estar al cuidado de su belleza, tomar el tiempo necesario para la celebración, y al menos cantar alguna parte del oficio y la misa. 217. Venimos a la liturgia como una persona total, cuerpo y alma, esperando alimento para nuestras almas ayudadas por nuestros sentidos corporales. Dios actúa en nosotros a través de todos los elementos de la celebración litúrgica. Debemos, por lo tanto, buscar momentos de silencio, los cuales nos ayudan a la apertura personal de su presencia. No deberíamos tener miedo de pedir prestado a las artes las herramientas necesarias para expresar la sinergia entre lo que Dios está haciendo y cómo nosotros estamos respondiendo. 218. Estas herramientas pueden proceder del teatro, de la danza, de la actuación y de la música. Al usar estas herramientas tenemos que ser concientes de la riqueza de estas formas de expresión humana y estar atentos a las necesidades y a la cultura de la comunidad celebrante. 219. Somos predicadores de la palabra hecha carne. Por lo tanto, es nuestra obligación hacer todo lo posible para ayudar a que el mensaje de Dios se encarne en la sociedad de hoy. Es por eso que la gente espera que los ministros de la liturgia ejerzan sus funciones con dignidad y belleza, y que sean conscientes del mensaje que transmiten con su lenguaje corporal. Si los ministros no están inmersos en lo que están haciendo, esto se va a notar, y eventualmente distraerán a los feligreses, quienes no son solamente una audiencia, sino participantes activos en esta liturgia divina. 220. Del mismo modo, ya que mucha de nuestra liturgia hace uso de salmos e himnos, recordamos las palabras de San Agustín: "Cuando oren a Dios con salmos e himnos, pongan en sus corazones lo que sus labios recitan" (Regla, n. 3). Nuestro intento de sumergirnos en los salmos nos lleva a un aprecio aún más profundo de Escritura en su totalidad, lo que hace de los salmos una oración con más significado. ACG CRACOVIA 2004 a) Relación del Maestro de la Orden (ed. esp., pp 119-120) n. 42. La liturgia es un punto clave de nuestra vida. Leyendo “Journal d’un Théologien” de Yves-Marie Congar, me ha impresionado constatar qué importante era para él, sobre todo en los momentos más difíciles de su vida, el rezo de los salmos en comunidad, más allá de los gustos y sensibilidades personales en el modo de hacerlo. n. 43. El modo como celebramos la liturgia revela también ciertamente el estado de la comunidad. A veces ésta se ve reducida al mínimo dada la multiplicidad de las actividades. Es verdad que debemos armonizar los momentos de oración con el trabajo cotidiano, pero esos momentos siguen siendo los tiempos fuertes de la vida espiritual de la comunidad. ¿La liturgia es un alimento espiritual o se la resuelve como un expediente en un tiempo mínimo para cumplir una obligación? Es ciertamente un tema delicado, toca la fibra íntima de cada

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uno y de todos ¡toca la misma relación con Dios!...pero todas y cada una de las comunidades deben hablar del tema y tener el coraje de emprender los cambios necesarios. Fray Timothy Radcliffe insistía siempre en la oración común, la presencia en nuestras iglesias conventuales, como signo de “visibilidad’ de nuestra vida y su relación con la promoción vocacional. n. 45. A propósito de la vida litúrgica de la Orden, la Comisión Litúrgica de la Orden ha sido renovada en varios de sus miembros y está trabajando con seriedad y competencia en la conservación del rico patrimonio de nuestra tradición litúrgica renovándolo siempre en conformidad al espíritu del Concilio Vaticano II y el de la Orden. b) De los documentos de la asamblea. Capítulo II: La predicación (ed. esp., p. 38) n. 103. La predicación surge de una vida comunitaria vibrante, en la cual el estudio en común, la contemplación y la oración contribuyen a prepararla. Ser valientes para hablar de Dios entre nosotros forma parte del tejido de nuestras vidas. Por tanto, si bien la predicación es en última instancia una expresión personal, animamos a los predicadores a reflexionar en comunidad sobre los textos litúrgicos y, mejor aún, a hacerlo con otros hermanos, hermanas y laicos. Recomendamos también tener, en momentos regulares, una evaluación crítica de nuestra predicación a fin de propiciar una mejor predicación. Capítulo IV: La vida común La comunidad: lugar de encuentro (ed. esp., p. 63) n. 221: Para Santo Domingo, un medio esencial en este aprendizaje de vivir en común era el capítulo de culpas, que no hemos sabido sustituir de forma adecuada por algo equivalente en su intencionalidad: servir de revisión personal y comunitaria de nuestra vida. Se trataría no de recuperar tan sólo su carácter penitencial, como sugiere LCO, 7, II, sino, aún más, de ofrecer un espacio donde cada hermano se sienta libre para sincerarse y presentarse vulnerable ante los otros, exponiéndose a sus observaciones críticas, pero fraternales. Es decir, que llevando el corazón en la mano, tenga oportunidad de expresar cómo se siente, cómo trabaja, cuáles son sus esperanzas, sus frustraciones, sus logros y fracasos, sus ideales y sus debilidades, su búsqueda de la verdad en el estudio, y sus experiencias en la oración. En una palabra, todo el ámbito de su vida. Ese espacio, por tanto, sería una oportunidad para el crecimiento personal y comunitario. El todo de la persona debe tener acogida en nuestra comunidad, de forma que los hermanos crezcan en libertad y dejen caer las barreras que, en gran medida, pueden convertirnos en desconocidos los unos para los otros (cfr. Gál. 6,10). También ha de ser un espacio para expresarnos mutuamente nuestro aprecio, reconociéndonos unos a otros las bondades que la gracia de Dios y nuestro esfuerzo han hecho cuajar en nuestra vida. n. 222: Para Santo Domingo era igualmente importante la oración, precisamente en su dimensión comunitaria. En ella, uniéndonos a Cristo Sumo Sacerdote, elevamos al Padre Eterno las alabanzas de toda la humanidad. También presentamos ante su rostro la vida de los hermanos dándole gracias por los dones que les está dispensando y suplicándole por sus necesidades y debilidades. Esto fortalece los vínculos fraternales pues construye la comunidad (cfr. Bolonia 122; Providence, 203-205).

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La comunidad: lugar de celebración (ed. esp., pp. 63-64) n. 223: Como frailes predicadores estamos llamados a ser portadores de la Buena Nueva. Esto sólo será creíble si la gente nos ve alegres (cfr. Jn 15,11). Así pues, la alegría es parte de la vocación del predicador. De ahí se sigue que una comunidad dominicana debe cuidar la vida equilibrada de los hermanos. Una vivencia comunitaria, así entendida, mejora la calidad de nuestra vida, abre cauce a la libertad personal, conduce a una mayor humanización y hace que nuestras relaciones sean más gratificantes. Para esto no basta lo recomendado por el LCO, 7. Nuestro esfuerzo ha de conducirnos a un conocimiento más personal, conscientes de que sin una sana autocrítica y una verdadera corrección fraterna nuestra vida puede discurrir por derroteros no siempre evangélicos. Para conseguirlo se deberían usar mediaciones que favorecen esa calidad. La convivencia en un retiro fuera del contexto habitual, la celebración de fiestas y acontecimientos internos y personales, son mediaciones que favorecen una cercanía y proximidad que nos van vinculando más estrechamente en la vida fraterna.

II – DIMENSIÓN PENITENCIAL EN/DE LA VIDA CRISTIANA Y RELIGIOSA

A) ORIENTACIONES GENERALES Los miembros de la Familia dominicana, frailes, monjas, hermanas, laicos, miembros de Institutos seculares, son invitados, sobre todo en este Año jubilar para la Orden, a redescubrir la dimensión penitencial de la vida cristiana y de la vida consagrada.



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Los libros litúrgicos o catequéticos de la Iglesia nos ofrecen diversas orientaciones: El Catecismo de la Iglesia, evocando la función del Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, señala la finalidad de los dos sacramentos de curación: el sacramento de la Penitencia y de la Unción de los enfermos (n. 1421) El Ritual de la penitencia (edición latina, n. 14) precisa la función de la Iglesia en la remisión de los pecados. La Iglesia, a la vez santa y necesitada de purificación, debe manifestar la santidad de Dios en el corazón del mundo. Como ha recordado el papa Pablo VI en la Constitución Apostólica Paenitemini, 17 febrero 1966 (AAS 58, 1966, pp. 177-198), en su vida, los cristianos intentarán redescubrir la virtud de la penitencia, «que busca solamente que amemos intensamente a Dios y nos consagremos a Él» (ibid.). Los cristianos son invitados, personal y solidariamente a responder a las llamadas del evangelio de diversas formas: perdón mutuo, compartir, rehusar la injusticia y promover la justicia, compromiso evangélico, oración, obras de misericordia y de caridad (cf. Ordo Paenitentiae, n. 4). Estas exigencias han sido asumidas por la Orden, sobre todo a partir del Sínodo de 1974, en los compromisos en favor de la «Justicia y la Paz». El Ritual romano prevé tres formas de celebración del sacramento de la penitencia: reconciliación individual, celebración comunitaria con confesión y absolución individuales y, en situación excepcionales, celebración comunitaria con confesión y absolución generales. El mismo Ritual propone también «celebraciones penitenciales no sacramentales» (Appendix II), mostrando el carácter eclesial de la penitencia y expresando de manera comunitaria el deseo permanente de conversión, como nos recuerdan también los Capítulos generales de la Orden.

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Las Indulgencias, que retoma este número de INFO/CLIOP, y de las que se presentará el contenido en la IV parte, deben situarse en este contexto de profundización en la conversión y de gesto de solidaridad dentro del misterio de la comunión de los santos. B) NUESTRA VIDA DOMINICANA

1) Regla de san Agustín n. 4: Sobre la corrección fraterna. n. 6: Sobre la paz entre los hermanos y el perdón: No tengáis pleito alguno, o terminadlo cuanto antes; para que la ira no crezca hasta convertirse en odio, y de una paja se haga una viga (Mt 7, 3-5), haciendo homicida el alma. Pues así leéis: El que odia a su hermano es homicida (1Jn 3,15). Si alguno ha molestado a otro con injuria, maldición o echándole en cara algún delito, procure cuanto antes reparar con la satisfacción aquello que hizo, y el que fue ofendido perdónele con amabilidad (Mt 6, 12). Pero si la ofensa ha sido mutua, deben también mutuamente perdonarse las ofensas (cf. Mt 6, 12) por vuestras oraciones, las cuales cuanto más frecuentemente las tenéis, tanto más perfectamente debéis hacerlas. Pues es mejor aquel que, aunque se irrite frecuentemente, se apresura, sin embargo, a pedir perdón al que reconoce haber injuriado, que el otro que tarda en enojarse, pero muy difícilmente se doblega a pedir perdón. Y el que nunca quiere pedir perdón o no lo pide de corazón, sin motivo está en el monasterio, aunque de él no sea expulsado. Por tanto, absteneos de las palabras demasiado duras. Si alguna vez las habéis pronunciado, no os avergoncéis de aplicar el remedio con la misma boca que produjo la herida (…). 2) Libro de las Constituciones y Ordenaciones de los Frailes de la Orden de Predicadores (LCO) 7- Ordenación § II. Algunas veces en el transcurso del año hade haber igualmente capítulo regular en el cual los frailes, a tenor de lo que haya dispuesto el capítulo conventual, deben someter a examen su fidelidad, respecto a la misión apostólica y a la vida regular, haciendo también algún acto de penitencia. Puede hacer entonces el superior alguna exhortación sobre la vida espiritual y religiosa y las advertencias y correcciones que considere oportunas. 40- Constitución Pertenecen a la vida regular todos aquellos elementos que constituyen la vida dominicana y la regulan mediante la disciplina común. Entre ellos destacan la vida común, la celebración de la liturgia y la oración privada, el cumplimiento de los votos, el estudio asiduo de la verdad y el ministerio apostólico, a cuyo fiel cumplimiento nos ayudan la clausura, el silencio, el hábito y las obras de penitencia. 52- Constitución § I. La consagración religiosa y la vocación apostólica urgen a los frailes más que al resto de los fieles a negarse a sí mismos, a cargar con su cruz y a llevar en el cuerpo y en el alma la mortificación de Cristo, y de esta manera merecer para sí mismos y para los demás hombres la gloria de la resurrección.

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§ II. A imitación de Santo Domingo «que viviendo en la carne caminaba en el espíritu y no sólo no realizaba los impulsos de la carne, sino que los hacía desaparecer»25, los frailes han de practicar la virtud de la penitencia, sobre todo, cumpliendo con exactitud todo lo que concierne a nuestra vida. 53- Ordenación § I. Corresponde a los capítulos provinciales y conventuales establecer nuevas formas de penitencia en armonía con las circunstancias de lugar y personas, tomadas del actual estilo de vida, sobre todo durante el Adviento y la Cuaresma. § II. Los frailes en particular añadirán también otras obras de mortificación para satisfacer mejor el deber de penitencia. 55- Ordenación § II. Se consideran como principales actos de penitencia: cumplir algunas prácticas espirituales, sufrir algunas mortificaciones o privaciones, realizar algunas obras de utilidad común. 60- Constitución Para favorecer la conversión de toda nuestra vida por la virtud de la penitencia, los frailes practiquen con frecuencia la confesión sacramental. 83- Constitución El estudio asiduo alimenta la contemplación, fomenta con lúcida fidelidad el cumplimiento de los consejos, por su misma continuidad y dificultad implica una forma de ascesis, y es una excelente observancia en cuanto elemento esencial de toda nuestra vida. 105- Constitución § III. El sacramento de la penitencia y la administración del mismo está íntimamente ligado con el ministerio de la palabra, ya que la conversión del corazón que intenta infundir la predicación se consuma con el perdón y la reconciliación con Dios y con la Iglesia, y además contribuye a la iluminación de la conciencia y al progreso en el espíritu evangélico. 142- Constitución Las monjas de la Orden, según el propósito de Santo Domingo, se entrega n totalmente a la comunicación con Dios en su vida religiosa contemplativa, de la cual se nutre la vida apostólica de los frailes como también la de los demás grupos de la familia dominicana, dando testimonio de oración, de silencio y penitencia. 3) Constitución de las Monjas O.P. (LCM) A continuación se indica el comienzo de los números que hacen alusión a la penitencia y a la reconciliación: Regla de san Agustín, nn. 40-42. XI «Paz fraterna y perdón». LCM, n. 1, V: «… practicando de buena gana la penitencia». LCM n. 35, I: La observancia regular. LCM n. 61-67: Las obras de penitencia. LCM n. 72, § II: «Las principales penitencias». LCM n. 84: Sacramento de la reconciliación. § II. Celebración común de la penitencia.

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LCM n. 85: «Confesores ordinarios». LCM n. 100, § II: El estudio… una forma de ascesis y de equilibrio. 4) Regla de las Fraternidades laicales dominicanas (RFLD) La evolución histórica y contemporánea de las orientaciones de la Orden sobre el laicado dominicano se presenta en la siguiente obra, por el momento publicada sólo en francés: J. DOUSSE et B. HODEL (edd.), Les Fraternités laïques et la mission de l’Ordre des Prêcheurs. Les textes officiels 1946-1998, Prefacio del MO T. RADCLIFFE, Paris, Ed. du Cerf, 2000. Es preciso también hacer referencia al PROPRIUM ORDINIS PRAEDICATORUM, IV. Rituale, Professionis Ritus, ed. MO T. RADCLIFFE, Romae, 1999, Pars tertia: «Ordo receptionis et professionis in Fraternitatibus S. Dominici». 10. Para progresar en el cumplimiento de su vocación inseparablemente contemplativa y apostólica, los seglares de Santo Domingo recurren principalmente a las siguientes fuentes: a) La escucha de la Palabra de Dios y la lectura de las Escrituras, del Nuevo Testamento en particular. b) La participación activa en la celebración litúrgica y en la Eucaristía, a ser posible diariamente. c) El recurso frecuente al sacramento de la Reconciliación. d) La oración litúrgica en unión con toda la Familia Dominicana, así como a la oración privada, la meditación y el Rosario. e) La conversión del corazón por el espíritu y la práctica de la penitencia evangélica. f) El estudio asiduo de la verdad revelada y una reflexión constante, a la luz de la fe, sobre los problemas contemporáneos. g) La devoción a la Virgen María, de acuerdo con la tradición de la Orden, así como a N. P. Santo Domingo y a Santa Catalina de Siena. h) Las reuniones periódicas de espiritualidad. 5) En los libros litúrgicos del Proprium O.P. a) Cartas de promulgación e Introducciones Se hace referencia al argumento principal de un pasaje u otro, sin transcribir las notas a pie de página. LHOP

Carta de promulgación, el MO V. de COUESNONGLE haciendo referencia a HUMBERTO DE ROMANS (Opera II, p. 106) y a PABLO VI (Const. Apost. Laudis canticum, 1 noviembre 1970; LH I, p. 16) escribe: «Para ello deberemos celebrar la liturgia no sólo movidos por el mero cumplimiento de una ley, sino convencidos de su importancia profunda para nuestra vida interior, a la vez que movidos por su conveniencia para el apostolado y por su eficacia ascética». (Carta de promulgación, n. 7). «La llamada a la conversión evangélica, que se escucha en cada celebración litúrgica, se manifiesta también en la vida

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cotidiana en la que debemos actuar la reconciliación, la ayuda mutua y la alegría, que provienen de la comunión de vida». (n. 9) LHOP

Introducción general: «En los elementos escogidos tiende a conseguir una asimilación viva de la redención, tendiendo a una “conversión más plena» y un seguimiento fiel de Cristo» (n. 50). «La oración por nuestra conversión y la de otros hombres nos lleva a compartir la oración de santo Domingo: “¡Dios mío, misericordia mía!... ¡Qué será de los pecadores!”» (n. 91).

MLOP

Carta de promulgación del MO V. de COUESNONGLE, n. 15: «Para llegar a ser tales testigos, es decir, varones conforme a la Palabra o al Evangelio, necesitamos vivir como hombres fieles al ministerio y a las exigencias del Evangelio y, asimismo, ser capaces de proclamar la fe e intentar profesarla en la acción de gracias y en el sacrificio». – N. 18: En la asamblea… «tiene lugar nuestra reconciliación fraterna».

b) Libros del Proprium O.P. MLOP

PROUI

PROP LHOP

El Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo, en lugar de la antigua costumbre de recitar los «Salmos penitenciales», se sugiere una celebración comunitaria de la penitencia, sacramental o no (cf. ed. lat. pp. 3, 21). Unción de Enfermos y Viático, en el Ritual dominicano renovado, mantiene la costumbre tradicional del «Rito de perdón mutuo» con el hermano a quien se le va a administrar el sacramento. Ritual de la profesión; en el Apéndice, formulario para la «Absolución general de los Regulares». Excerpta e Libello precum in Ordine traditarum (cf. ed. lat. pp. 717 sqq.): presencia de varias oraciones devocionales penitenciales, de las que se indica el incipit más adelante.

6) Experiencias de los Capítulos generales y provinciales - Año jubilar para la Orden a) Además de las llamadas de los Capítulos generales sobre la oportunidad de las celebraciones comunitarias de la penitencias en nuestras comunidades se debe señalar que, en los últimos Capítulos generales, se han llevado a cabo celebraciones o vigilias penitenciales así como peregrinaciones. Varios Capítulos provinciales se inspiran en estas orientaciones. b) Hacemos nuestra la llamada del Maestro de la Orden, fray Carlos A. AZPIROZ COSTA, en su carta anunciando el Año jubilar para la Orden con ocasión de los 800 años de la fundación de la primera comunidad de monjas contemplativas (cf. IDI, n. 443, junio 2006, pp. 149-150). En el título de la carta («Caminemos fieles al amor inicial»), el Maestro hace referencia a la primera carta a las Iglesias en el Apocalipsis (Ap 2, 4): regresar al amor primero. Es un gran estímulo para la revisión y la conversión en cada uno de nosotros y de nuestras comunidades. El «Mensaje a los miembros de la Familia desde Fanjeaux, mayo de 2006», (cf. IDI, ibid, p. 153) es también un motivo que nos estimula a verificar nuestra vida.

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III- PALABRA DE DIOS, RECONCILIACIÓN Y TIEMPOS/ FORMULARIOS DE ORACIÓN

Para recordar o descubrir mejor las propias faltas, el penitente podrá confrontar su vida con algún texto que le parezca sugerente: los mandamientos de Dios y de la Iglesia, el sermón de Jesús en la montaña (Mt 5-7), los últimos capítulos de las cartas de san Pablo y de san Pedro, etc. Para las celebraciones comunitarias de la Penitencia, las Comunidades de la Familia Dominicana utilizarán las indicaciones dadas en el Ordo Paenitentiae (nn. 36-37 y Appendix, pp. 81-115), así como las orientaciones de las Constituciones y de las Actas de los Capítulos generales. Esta sección de INFO/CLIOP recoge esencialmente las referencias a textos bíblicos o a oraciones tradicionales en la Orden. En otro número, el Boletín propondrá sugerencias para las celebraciones. A) Textos bíblicos La reconciliación en la luz de Cristo 1.

Cristo nos llama a la conversión «Convertíos y creed en la Buena Noticia »: Mc 1, 14-15. La oveja perdida: Lc 15, 4-7. La dracma pedida: Lc 15, 8-10. El hijo perdido (el hijo pródigo): Lc 15, 11-32.

2.

Cristo perdona los pecados La pecadora: Lc 7, 36-50. El paralítico: Mt 9, 1-8. Los pecadores: Mt 9, 9-13. Zaqueo: Lc 19, 1-10.

3.

Cristo redime los pecados por su sangre «Padre, perdónalos… Desde hoy estarás conmigo en el paraíso»: Lc 23, 33-43. «La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros pecadores, murió por nosotros»: Rm 5, 6-11.

4.

Cristo confía a su Iglesia el poder de perdonar los pecados «Lo que ates en la tierra …»: Mt 16, 19. «Todo lo que atéis en la tierra …»: Mt 18, 18. «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados …»: Jn 22-23.

5.

La Iglesia ejerce en nombre de Cristo el ministerio de la reconciliación «Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación»: 2 Co 5, 18.

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Revisar la vida según el Evangelio 1.

El programa de vida según Cristo «Amarás al Señor tu Dios. Amarás a tu prójimo» (Mc 12, 28-31); Las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-11). Este texto es de capital importancia como punto de partida para un examen de conciencia en el que se desea ir más allá del uso de un catálogo de pecados para descubrir las opciones profundas de nuestra vida.

2.

Las faltas del cristiano en su fidelidad al Señor «No hago el bien que quiero …»: Rm 7, 14-25. «El cuerpo no es para la impureza sino para el Señor»: 1 Co 6, 12-20. «Sabemos bien lo que produce la carne …»: Gal 6, 16-24. «Que cada uno diga la verdad a su prójimo …»: Ef 4, 25-32. «Moral familiar: marido, mujer, hijos, siervos»: Ef 5, 21-6, 9. «El que no trabaje, que no coma»: 2 Tes 3, 6-12. «Despreciáis al pobre»: St 2, 1-9. «No murmuréis los unos de los otros»: St 4, 1-12. «Como eres tibio, te vomitaré de mi boca»: Ap 3, 14-22.

Palabra de Dios y vida comunitaria 1.

Las Bienaventuranzas en la vida de nuestras comunidades En marzo de 1983, hacia el final de mandato como Maestro de la Orden, Fray V. de COUESNONGLE escribió una carta: «La dimensión contemplativa de la vida dominicana». (IDI, marzo 1983). En la sección titulada «Fundar conventos», establece un paralelismo entre las bienaventuranzas y nuestras reuniones comunitarias. «Las bienaventuranzas nos hablan de los pobres, de los mansos, de los afligidos, de los sedientos de justicia, de los misericordiosos, de los artesanos de la paz, ... Y, siempre en el mismo discurso de la montaña, encontramos lo que Cristo demanda -y que vale para nuestras relaciones mutuas: "El que se enoja con su hermano..."; "Ve primero a reconciliarte"; "No resistas al malvado"; "Vuestro Padre hace llover sobre malos y buenos..."; "Que tu mano izquierda ignore..."; "Perdonen"; "Donde está tu tesoro allí también está tu corazón"; "Nadie puede servir a dos señores..."; "No se inquieten..."; "Busquen primero el Reino de Dios..."; "No quieran juzgar..." {Cuánto se podría extraer de esas "palabras de oro" de Cristo para nuestra vida comunitaria! Cuántas exigencias. ¿Y de todo el resto del Evangelio? (¿No encontraríamos allí como el "vade mecum" del perfecto capitular?). 2.

Verificación y renovación del compromiso comunitario Hch 2, 42-48 Vida de la comunidad cristiana primitiva. Rm 12, 3-13 Humildad y caridad en la comunidad. 1 Co 1, 10-13; 3, 21-23 Que no haya divisiones entre vosotros. 1 Co 12, 3b-7. 12-13 Diversidad y unidad de los carismas. Ef 4, 1-6 Buscad conservar la unidad del Espíritu por medio de la paz. 1 Tes 5, 12-24 Algunas exigencias para la vida comunitaria. 1 Pe 3, 8-9 Tened todos unos mismos sentimientos.

n° 3 – Info CLIOP 1 Jn 2, 3-11; 3-23 1 Jn 4, 7-8. 11-12

18 «El que conoce a Jesucristo es el que guarda sus mandamientos ». Si Dios nos ama, también nosotros debemos amarnos.

3.

Penitencia. Conversión (tiempos de Adviento y de Cuaresma) Is 58, 1-10 Tu oscuridad será como el mediodía. Jl 2, 12-18 Volved a mi de todo corazón. Mt 6, 1-6. 16-18 Oración, limosna y ayuno. Mt 7, 21. 24-27 No todo el que diga «Señor, Señor», entrará el el Reino de los cielos. Mc 1, 12-15 Convertíos y creed en el Evangelio. Mc 13, 33-37 Estad atentos, velad. 2 Co 5, 20. 6, 2 Dejaos reconciliar con Dios.

4.

Corrección fraterna. Perdón. Reconciliación. Mt 5, 23-24 Vete primero a reconciliarte con tu hermano. Mt 7, 1-5. 12 No juzguéis. Mt 18, 15-17. 19-20 Todo cristiano es responsable de sus hermanos. Lc 6, 35-38 Sed misericordiosos como vuestro Padre del Cielo. Lc 17, 3-4 «Si tu hermano se arrepiente, perdónale». Jn 18, 21-23 ¿Por qué me golpeas? 2 Co 5, 17-21 Os suplicamos en nombre de Cristo: dejaos reconciliar. Ga 6, 1-6 Llevad las cargas unos de otros. Ef 4, 29 – 5,2 Perdonaos mutuamente. St 5, 16. 19-20 Confesaos mutuamente vuestros pecados.

B) Oraciones y penitencia Salmos penitenciales Desde las primeras generaciones cristianas, la Iglesia ha orado con los salmos. Leyendo en sus versos poéticos los misterios de Cristo, las comunidades de creyentes reciben el lenguaje que estructura los sacramentos y los signos del año litúrgico. Una lista tradicional de siete salmos ha sido comprendida como «más penitencial». La lectura de estos textos puede ayudar en la preparación del sacramento de la reconciliación durante el examen de conciencia, o bien ser propuesta como signo de conversión y de penitencia (satisfacción) (Ordo paenitentiae, n. 44). Sal 6: Sal 31: Sal 37: Sal 50: Sal 101: Sal 129: Sal 142:

Sáname, Señor. Has perdonado mi pecado. No me abandones nunca. Renueva mi espíritu. Señor, escucha mi oración. Cerca del Señor abunda el perdón. Que tu aliento me guíe.

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Otros salmos pueden ser usados en esta perspectiva: Sal 12, 24, 30, 35, 49, 72, 84, 89, 94, 102, 105, 118, 122, 138. Extractos del «Libellus precum» de la Orden En el Suplemento de la Liturgia Horarum O.P. (1982), fue publicada una revisión del Libellus precum. Citamos aquí los títulos de la oraciones con tonalidad penitencial que pueden ser utilizadas, bien individualmente, bien en una celebración comunitaria. Damos las referencias a la edición latina: ¾ Versus de Passione Domini Nostri Iesu Christi (pp. 723-725). ¾ Oratio ad Christum crucifixum (p. 725). ¾ S.Thomas Aq. : Oratio ab omni religioso dicenda (pp. 731-734). ¾ Preces in honorem S. Patris Dominici (p. 739). ¾ S. Albertus Magnus: Oratio “In undecima hora vitae praedicatoris” (pp. 743-744). ¾ S. Thomas Aq. : Oratio “Ad veniam pro peccatis impetrandam” (pp. 745-746). Oratio “ Pro obtinedis virtutibus” (pp. 749-750). ¾ S. Vincentius Ferrer: “Adhortatio et oratio de septiformi affectu ad Iesum crucifixum” (pp. 753-754). C) Celebración no sacramental En los años 1970-1973, cuando la Iglesia elaboraba el Ordo Paenitentiae, con los diferentes tipos de celebración del sacramento de la reconciliación señalados más arriba, las Comunidades de la Orden utilizaron con gusto las «celebraciones comunitarias, sacramentales o no, de la penitencia». Más tarde, esta práctica ha tenido tendencia a disminuir. Como indican LCO y LCM, así como varios Capítulos generales, es deseable, para mejorar nuestra vida litúrgica, retomar esta práctica, al menos en algunos momentos del año. Para estas celebraciones, se tomarán textos apropiados, como Juan 13, 1-17 o 3, 1-21 o entre las listas dadas en el Ritual de la Penitencia (ed. esp., nn. 220-243), o bien de las mencionadas más arriba. Es conveniente prever un gesto adaptado: aspersión con agua bendita, encender cirios, gesto de paz, uso en parte o totalmente de los «Versículos de la Pasión», etc. En ausencia de sacerdote, las «Celebraciones no sacramentales» pueden ser organizadas en los monasterios de monjas, en las comunidades de hermanas o en los grupos de laicos, bajo la animación de los responsables. Organizadas en tiempos privilegiados (Adviento, Cuaresma) o en circunstancias particulares (peregrinación, encuentros de la Familia dominicana), significan o subrayan el deseo de entrar en un camino común de penitencia y de súplica (cf. Ordo paenitentiae, Appendix II). Formularios de «oración común» y de «bendición» pueden ser utilizados por un laico. Estos textos están incluidos en el Ritual. Oraciones alternativas para momentos o circunstancias particulares, así como dos textos espirituales sobre la métanoia se incluyen en el Apéndice de este boletín.

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20 IV – LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS A LA ORDEN

A)

INTRODUCCIÓN (INDULGENCIAS, FRATERNIDADES/ASOCIACIONES O.P.)

1. «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos» (Pablo VI, Constitución Apostólica «Indulgentiarum doctrina», 1965; definición retomada en el Código de Derecho Canónico de 1983, can. 992). Las condiciones definidas son una obra espiritual (peregrinación o estación en una Iglesia, oraciones, ayunos, etc.). La indulgencia puede ser parcial o plenaria (can. 993); puede ser aplicada a los vivos y a los difuntos (can. 994). 2. Después del Concilio Vaticano II, y apoyándose en estudios de historiadores (B. POSCHMANN, 1948) y de teólogos (K. RAHNER 1955, 1967), el Papa Pablo VI retomó la doctrina de las indulgencias, renovándola y proponiendo nuevas normas de aplicación. Las indulgencias son una forma de oración y a la vez un acto de autoridad; son portadoras de toda la eficacia de la intercesión de la Iglesia. Por su parte, el Papa Juan Pablo II, en el contexto de gran jubileo del año 2000, subrayaba que es necesario pasar de las «indulgencias» (en plural) a la Indulgencia (en singular) por excelencia manifestada por Jesucristo. 3. Para las Fraternidades y Asociaciones, la Penitenciaría Apostólica ha dado algunas orientaciones: cf. Mons. Jean-Marie GERVAIS, Indulgenze e Confraternite, Parte I- «Gli Elenchi o Sommari di Indulgenze; Parte II – «Per eventi significativi per i quali riesce pastoralmente utile chiedere il dono dell’indulgenza». Estos textos han sido publicados en CONFRATERNITE OGGI n. 14/2003 y n. 16/2004 (Penitenziera Apostolica, 00120 CITTA DEL VATICANO). B) RESCRIPTOS DE LA PENITENCIARÍA APOSTÓLICA (ASOP 38, A. 1967-1968, PP. 576-584) I. Revisión de las indulgencias concedidas a los miembros de la Orden de los Frailes Predicadores 69/67/R

BEATÍSIMO PADRE, el Maestro general de la Orden de los Frailes Predicadores pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas a los miembros del señalado Orden. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los frailes de la Orden de Predicadores siempre que, cumplidas las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones de Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de realizar fielmente los deberes de la propia vocación:

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I.

– Para todo el Instituto - en las fiestas de la Natividad del Señor, Pascua, Anunciación, Asunción de la B. Virgen María, santo Domingo, santo Tomás de Aquino, santa Catalina de Siena y todos los Santos de la Orden (12 de noviembre)1 - con ocasión del Capítulo general;

II.

– Para cada una de las comunidades - en la fiesta del Patrono principal de la comunidad, - en las fiestas de los Santos o de los Beatos de los que en ese lugar se conserva el cuerpo o una reliquia importante, - en la conclusión de la Visita canónica;

III.

– Para cada uno de los hermanos - en el día de comienzo del noviciado, - en el día de la primera profesión, - en el día de la profesión solemne (perpetua), - en el veinticinco, cincuenta, sesenta y setenta y cinco aniversario de la primera profesión.

Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. II. Revisión de las indulgencias concedidas a las Monjas de la Orden de Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Maestro general de la Orden de los Frailes Predicadores pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a las Monjas de la Orden de Predicadores. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a las Monjas de la Orden de Predicadores siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de realizar fielmente los deberes de la propia vocación: I.

– Para todo el Instituto - en las festividades de la Natividad del Señor, Pascua, Anunciación, Asunción de la B. Virgen María, Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino, santa Catalina de Siena y todos los santos de la Orden (12 de noviembre)2 - con ocasión del Capítulo general;

1 2

[Actualmente el 7 de noviembre; cf. Manuale delle Indulgenze 19794, Norma 13]. [Actualmente el 7 de noviembre; cf. Manuale delle Indulgenze 19794, Norma 13].

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II.

– Para cada uno de los monasterios - en la fiesta del Patrono principal de la comunidad, - en las fiestas de los Santos o Beatos de los que en ese lugar se conserva el cuerpo o una reliquia importante, - en la conclusión de la Visita canónica;

III.

– Para cada una de las Monjas - en el día de comienzo del noviciado, - en el día de la primera profesión, - en el día de la profesión solemne (perpetua), - en el veinticinco, cincuenta, sesenta y setenta y cinco aniversario de la primera profesión.

Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. III. Revisión de las indulgencias concedidas a los miembros de la tercera Orden regular3 El Rescripto para los miembros de la Tercera Orden regular ha sido revocado por la misma Penitenciaría Apostólica. Cada una de las congregaciones de hermanas debe solicitar el propio indulto. En la petición deben indicar: ƒ lugar de la Casa Generalicia, ƒ diócesis, ƒ elenco de las ocho festividades para las que se desea la indulgencia plenaria, ƒ una carta de recomendación del Ordinario del lugar. Esas ocho festividades deben indicarse en orden de preferencia. Debe tenerse en cuenta que la Penitenciaría Apostólica pretende, de ahora en adelante, conceder la indulgencia plenaria en los días que más abajo se indican: I.

– Para todo el Instituto - en la fiesta del Santo titular o del Patrono principal, - en la fiesta del Santo o del Beato fundador, - con ocasión del Capítulo general;

II.

– Para cada una de las comunidades - en la fiesta del Patrono principal de la comunidad, - en las fiestas de los Santos o de los Beatos de los que en ese lugar se conserva el cuerpo o una reliquia importante, - en la conclusión de la Visita canónica;

III.

– Para cada una de las religiosas - en el día de comienzo del noviciado, - en el día de la primera profesión, - en el día de la profesión solemne (perpetua), - en el veinticinco, cincuenta, sesenta y setenta y cinco aniversario de la primera profesión.

3

Cf. ASOP, a. 1967, p. 306.

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IV. Revisión de las indulgencias concedidas a los miembros de la Tercera Orden secular de Santo Domingo BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Tercera Orden secular de santo Domingo pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de la Tercera Orden secular de Santo Domingo. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Tercera Orden secular de Santo Domingo siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; en el día de la profesión; - en las festividades de la Natividad del Señor, Pascua, B. Virgen María del Rosario, santo Domingo, santa Catalina de Siena, Anunciación, Asunción de la B. Virgen María. Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. V. Revisión de las indulgencias concedidas a la Cofradía del SS. Nombre de Dios y del SS. Nombre de Jesús, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Cofradía del SS. Nombre de Dios y del SS. Nombre de Jesús, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores, pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de dicha Cofradía. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Cofradía del SS. Nombre de Dios y del SS. Nombre de Jesús siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; - en las festividades de la Natividad del Señor y del 1 de enero, Pascua, Cristo Rey, Anunciación, Asunción de la B. Virgen María, san José obrero.

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Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. VI. Revisión de las indulgencias concedidas a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores, pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de dicha Cofradía. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; - en las festividades de la Natividad del Señor, Pascua, Inmaculada, Anunciación, Purificación de la B. Virgen María4, Asunción de la B. Virgen María, Virgen del Rosario. Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. VII. Revisión de las indulgencias concedidas a la Asociación de la Milicia Angélica o del Cíngulo de santo Tomás, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Asociación de la Milicia Angélica o del Cíngulo de santo Tomás, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores, pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de dicha Cofradía. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Asociación de la Milicia Angélica o del Cíngulo de santo Tomás siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo 4

[Esta fiesta ha sido sustituida por la del 2 de febrero, Presentación del Señor; cf. Manuale delle Indulgenze 19794, Norma 13].

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Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; - en las festividades de la Natividad del Señor, Pascua, Anunciación, Asunción de la B. Virgen María, Inmaculada, santo Tomás de Aquino y Todos los Santos. Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. VIII. Revisión de las indulgencias concedidas a la Archicofradía de la Buena Primera Comunión, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Archicofradía de la Buena Primera Comunión, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores, pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de dicha Archicofradía. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Archicofradía de la Buena Primera Comunión siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; - en las festividades de la Natividad del Señor, Pascua, Inmaculada, Anunciación, san Pío X, santo Tomás de Aquino y de la B. Imelda Lambertini. Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. IX. Revisión de las indulgencias concedidas a la Pía Asociación del Rosario Viviente, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Pía Asociación del Rosario Viviente, instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores, pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de dicha Pía Unión. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Pía Asociación del Rosario Viviente

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siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; - en las festividades de la Natividad del Señor, Pascua, Anunciación, Asunción de la B. Virgen María, Purificación de la B. Virgen María5, Virgen del Rosario, Inmaculada Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. X. Revisión de las indulgencias concedidas a la Pía Unión Primaria de la «Obra Apostólica de Jesús obrero», instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores BEATÍSIMO PADRE, el Asistente espiritual de la Unión Primaria de la «Obra Apostólica de Jesús obrero», instituida bajo la protección de la Orden de los Frailes Predicadores, pide humildemente que, a tenor de la norma de la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum doctrina’ de 1 de enero de 1967, n. 14, sean renovadas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a los miembros de dicha Pía Unión Primaria. 25 de octubre de 1967 La SAGRADA PENITENCIARÍA, por especial y expresa autoridad apostólica, benignamente concede la indulgencia plenaria a los miembros de la Unión Primaria de la «Obra Apostólica de Jesús obrero» siempre que, cumplidas las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) formulen o renueven, al menos privadamente, la promesa de observar fielmente los estatutos de la propia asociación - en el día de la inscripción; - en las festividades de la Natividad del Señor, Natividad de la B. Virgen María, Anunciación, Siete Dolores de la B. Virgen María6, san José (19 de marzo y 1 de mayo). Todo lo presente será válido in perpetuo sin necesidad de ningún Breve de la Sede Apostólica. No obstante cualquier disposición contraria. Todos estos Rescriptos han sido concedidos POR MANDATO DEL EMINENTÍSIMO. I. Sessolo, Regente A. Lovelli, secretario

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[Esta fiesta ha sido sustituida por la del 2 de febrero, Presentación del Señor; cf. Manuale delle Indulgenze 19794, Norma 13]. 6 [Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, 15 de septiembre].

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APÉNDICES: ALGUNAS ORACIONES Y TEXTOS San Agustín ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y abraséme en tu paz. (Confesiones X, 27) Oración «Adsumus» En el IV Concilio de Toledo (633) fue utilizada la oración «Adsumus», de tradición mozárabe, y que después del Vaticano II se ha incluido en el Ordo litúrgico para la celebración de los concilios. Desde hace tiempo, es utilizada en los Capítulos de las comunidades monásticas o canonicales. Se propone emplearla en una sesión importante de un Capítulo provincial o de un Capítulo general. Aquí nos tienes, Espíritu Santo, Señor que das la vida y nos guías hasta la verdad plena. Conocemos nuestra debilidad, pero estamos reunidos en tu nombre. Ven a nosotros y asístenos; dígnate iluminar nuestros corazones; enséñanos lo que debemos hacer; muéstranos el camino que tenemos que seguir; actúa Tú mismo en lo que nosotros hacemos. Que solo Tú sugieras y realices nuestras decisiones, porque solo Tú eres Dios, con el Padre y su hijo Jesucristo. No permitas que nos convirtamos en obstáculos a tu justicia y a tu santidad. No permitas que nos desviemos por ignorancia, que nos debilite el favor, que nos degrade la acepción de personas. Mantennos unidos a Ti por la gratuidad de tu amor, para que seamos en Ti un solo corazón y una sola alma y en nada nos desviemos de la verdad. Que, puesto que estamos congregados en tu nombre, lo tratemos todo en la fe, el amor y la justicia.

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De este modo, nuestras decisiones no se apartarán de Ti en nuestra labor actual, y en el futuro podremos alcanzar la corona de la justicia por haber realizado un buen trabajo al servicio de la Iglesia y de todos los hombres. A Ti, Espíritu Santo, con el Padre y con Jesucristo su Hijo, gloria y alabanza en la Santa Iglesia por los siglos de los siglos. Amén. Oraciones atribuidas a San Alberto Magno y a Santo Tomás de Aquino El «Libellus precum», reproduce en la LITURGIA HORARUM (Proprium officiorum O.P., Romae, 1982, pp. 743-756) algunas «Oraciones que, a partir del siglo XIV fueron atribuidas a santos de la Orden. La de san Alberto se inspira en el Leccionario litúrgico en uso en la época; la «atribuida a santo Tomás» está marcada por la corriente de la «devotio moderna». «En la hora undécima de la vida del Predicador» (cf. Mt 20, 1-16) Señor Jesucristo, supremo padre de familia, que me llamaste a la primera hora de la mañana a tu viña, pues me has conducido desde mi juventud para trabajar en la religión por el premio de la vida eterna. Cuando todo se haya consumado y ya en el juicio final premies las acciones, ¿qué me darás a mi que estuve todo el día ocioso, no ya en la plaza del mundo sino en la misma viña de la religión? Oh, Señor, que no mides nuestras acciones con el peso público, sino con la balanza del santuario, haz que al menos caiga en la cuenta y me convierta en la hora undécima y que no sea hallado envidioso, porque tú eres bueno. Amen. (Cf. S. Alberto Magno, Ed. Borgnet, t. 13, p. 353 ; LHOP, ed. esp., p. 1815) «Para pedir el perdón de los pecados» A ti, oh Dios, fuente de la misericordia, me acerco como pecador que soy. Dígnate, pues, lavar a este inmundo. Oh sol de justicia, ilumina a este ciego; oh médico eterno, cura a este herido; oh Rey de reyes, viste a este desnudo. Oh mediador entre Dios y los hombres, reconcilia a este reo, oh buen pastor, endereza a este descarriado.

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Da, oh Dios, misericordia a este miserable, indulgencia a este delincuente, vida a este muerto, justificación a este impío, y la unción de la gracia a este endurecido. Dios de bondad, haz volver ya a este fugitivo, atrae al que se resiste, levanta al que cae, sostén al que está en pie, dirige al que camina. No te olvides de quien te olvida, no abandones a quien te abandona, no desprecies a quien peca. Pues yo he pecado, Dios mío, y así te he ofendido a ti, hice daño a ni prójimo, y no tuve piedad de mí mismo. He pecado, Dios mío, por fragilidad, contra ti, Padre todopoderoso, por ignorancia, contra ti, Hijo lleno de sabiduría, por malicia, contra ti, Espíritu Santo, y en ellos te he ofendido a ti, oh excelsa Trinidad. ¡Ay, miserable de mi! cuántas veces he pecado, y qué cosas he perpetrado. ¡Te he abandonado a ti, Señor! Solicito tu bondad• cuando me he dado a un falso amor, cuando me humillé ante un injusto temor; por ellos he preferido abandonarte antes que carecer de lo que amaba; antes he preferido ofenderte que incurrir en lo que me daba miedo. Oh Dios mío, cuánto daño he hecho de palabra y de obra: he pecado abiertamente, ocultamente, continuamente. Por ello te suplico por mi fragilidad, a fin de que no tengas en cuenta mi iniquidad, sino tu inmensa bondad, y con compasión me perdones lo que he cometido, dándome el arrepentimiento de lo pasado, y una eficaz cautela para el futuro. Amen. (Cf. S. Tomás de Aquino: Ed. Parme, t. 24, p. 241; LHOP, ed. esp., pp. 1816-1817) Papa Pablo VI: «La nueva disciplina del precepto de la penitencia». La invitación del Hijo a la metánoia resulta mucho más indeclinable en cuanto que él no sólo la predica, sino que él mismo se ofrece como ejemplo de penitencia. Pues Cristo es el •

De bonitate tua conqueror, presenta una dificultad en el texto latino. En la traducción, se podría decir literalmente: «¡Me he de quejar ante tu bondad!», pero según un experto, el texto del Libellus precum es erróneo; debe leerse conquaeror, pedir, solicitar y no conqueror, quejarse.

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modelo supremo de penitentes; quiso padecer la pena por pecados que no eran suyos, sino de los demás. Con Cristo, el hombre queda iluminado con una luz nueva, y consiguientemente reconoce la santidad de Dios y la gravedad del pecado, por medio de la palabra de Cristo se le transmite el mensaje que invita a la conversión y concede el perdón de los pecados, dones que consigue plenamente en el bautismo. Pues este sacramento lo configura de acuerdo con la pasión, muerte y resurrección del Señor, y bajo el sello de este misterio plantea toda la vida futura del bautizado. Por ello, siguiendo al Maestro, cada cristiano debe renunciar a sí mismo, tomar su cruz, participar en los padecimientos de Cristo; transformado de esta forma en una imagen de su muerte, se hace capaz de merecer la gloria de la resurrección. También, siguiendo al Maestro, ya no podrá vivir para si mismo, sino para aquél que lo amé y se entregó por él y tendrá también que vivir para los hermanos, «completando en su carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia». (Cf. Constitución Apostólica «Paenitemini», 17 febrero 1966: AAS 58, 1966, pp. 177198). Patriarca Athénagoras: «Grandeza del sacramento de la penitencia» La métanoïa no nos humilla en el sentido de degradación enfermiza, sino que nos libera, nos alivia, nos reúne, nos vivifica. Nos hace penetrar en nuestra verdadera naturaleza, la vida sin límites en el Espíritu Santo. Es la razón por la que el sacramento de la penitencia es tan grande: somos miserables, pero en lugar de encerrarnos orgullosamente en nuestra miseria, sea negándola, sea complaciéndonos en ella, en lugar de transformar nuestra desesperación en odio hacia la vida, ofrecemos todo a Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. El sacerdote está ahí para atestiguar el perdón de Dios y dárnoslo, para sembrar la vida nueva en la tierra del corazón y no en la superficie, en las buenas intenciones, donde las preocupaciones y las riquezas de este mundo la ahogarían rápidamente como las zarzas. A menos que el demonio, nos dice el Evangelio, encontrando la casa limpia pero vacía, no vaya a buscar, para ocuparla, otros siete demonios todavía más crueles … El confesor debe saber hacer penetrar la luz en el centro mismo de la persona. Entonces, a partir de los «pastos del corazón», como dicen nuestros escritores espirituales, ganará poco a poco toda la existencia. Poco a poco el ser humano se transformará, no utilizando sus fuerzas irrisorias, sino dejando madurar en él la vida de Cristo. (Tomado de: O. CLEMENT, Dialogues avec le Patriarche Athénagoras, 2ª ed., París, Ed Fayard, 1976, p. 292) Carta de Savonarola a un novicio Como conclusión de este número de INFO/CLIOP (n° 3, marzo 2007) sobre «Vida litúrgica, dimensión penitencial e Indulgencias», reproducimos esta carta de Savonarola a un novicio, ya que su tono espiritual y regular puede ayudar a todos los momentos de la historia de la vida dominicana. Utilizamos las traducciones inglesa, española y francesa que se han publicado en Initialis Formatio Fratrum Ordinis Praedicatorum. Documenta recentiora, Roma 1999. A Fray Esteban de Codiponte “La paz de Dios que supera todo conocimiento posea vuestro corazón en Cristo" (Fil,4,7).

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Queridísimo hermano: La presión de muchos compromisos me ha impedido satisfacer antes tu deseo. Porque, ni descuidándome de vez en cuando de mí mismo, logro cumplir lo que pienso y quiero. Sin embargo, presionado por tu caridad y por tu celo, me veo obligado a recomendarte que sigas adelante en la vocación a la que has sido llamado. Recuerda esto: en el cielo están sólo los buenos; en el infierno los malos, pero en este mundo están juntos buenos y malos; así que no te será dado encontrar buenos sin que haya malos. He ahí por qué muchos que desean vivir en el bien, pero sin someterse a personas más ancianas, buscan algo imposible en este mundo. Pretenden vivir con los santos y excluir a todos los malos e imperfectos. Como no encuentran esto, abandonan su vocación y se dedican a vagabundear. Engañados por el demonio, caen en el error y el pecado; ya no volverán al recto camino de la sabiduría. Vivir bien consiste en hacer el bien, soportar el mal y perseverar así hasta la muerte. ¿Quién podría vivir mal entre los santos si no es el perverso o quien está totalmente privado de la gracia de Dios? No tiene mucho mérito vivir entre los buenos. No digo esto porque sean malos aquellos con quienes te encuentras, por el contrario, son buenos, si bien alguno será imperfecto; sino porque quieres convertir una paja en una viga. Ciertamente se ha de huir de los malos y perversos; porque "con el santo serás santo, con los elegidos elegido, mientras que el perverso te pervertirá", (Sal 17,26 ss.). Pero para evitar a todos los malos habría que salir de este mundo. Es cierto, has salido de este mundo y pensabas que entrabas inmediatamente en el paraíso. Pero no, has entrado en la antecámara del paraíso, todavía no en el paraíso. En el mundo se vive entre escorpiones; en el convento te toca vivir entre perfectos, entre proficientes y entre imperfectos; pero no entre malvados. Puedes encontrarte con algún falso fraile, no te sorprendas, más bien te deberías sorprender de lo contrario. En realidad impíos, perseguidores de los buenos se encuentran en la casa de Abraham, en la de Isaac, en la de Jacob, de Moisés, de David y también en la de nuestro Señor Jesucristo. ¿Cómo puedes pensar que exista en este mundo una casa sin malos? Te equivocas, hermano, te equivocas. Es una gran tentación preparada con astucia por el diablo. Por tanto: "busca la paz, persíguela", "camina delante del Señor", "humíllate bajo la mano poderosa de Dios", "trata de coger la rosa entre las espinas", "estima al otro más que a ti mismo". Cuando veas algo que no te gusta, piensa que se ha hecho con buena intención: muchos son interiormente mejor de lo que parecen. Serénate, por tanto, hijo mío, serénate: ejercítate en la humildad, en la sumisión, en la obediencia; ora ininterrumpidamente, sábete que el Señor mora en la paz. Ruega por mí y recuerda a tu maestro y a tus condiscípulos. Florencia, 12 de mayo de 1492 Fray Jerónimo Savoranola, O.P. Destinatario. Su queridísimo novicio Esteban de Codiponte, Pisa, Convento de Santa Catalina «Lettera a un novizio»: in Girolamo Savonarola: Itinerario spirituale, a cura di P. Tito Santo Centi, O.P., Edizione Studio Domenicano, 1993, p 262-264.

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