XXV ENCUENTRO ARETHUSE

XXV ENCUENTRO ARETHUSE INNOVACIÓN EN UNA ECONOMÍA GLOBAL: EMPRESA Y POLÍTICAS PÚBLICAS Efecto del proceso de la Desertificación en la Economía Global:

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XXV ENCUENTRO ARETHUSE INNOVACIÓN EN UNA ECONOMÍA GLOBAL: EMPRESA Y POLÍTICAS PÚBLICAS Efecto del proceso de la Desertificación en la Economía Global: las consecuencias para el desarrollo de la degradación ambiental en el Sahel

1. Introducción En un mundo globalizado como el actual los efectos económicos se hacen notar en lugares aparentemente remotos, desconectados, al menos de forma directa, de las leyes de mercado. Una aproximación a la realidad de estos enclaves, permite observar que allí también se rigen por la ley de oferta-demanda, tanto a nivel local como para mercados internacionales. Sin embargo, en países con bajos niveles de desarrollo, la economía suele estar basada en el sector primario. Y este sector de la producción agrícola o ganadera, no depende sólo de las imposiciones del mercado, sino de algo mucho más tangible, la climatología. No sólo la meteorología, sino los suelos y la degradación de los mismos determinan la viabilidad de las cosechas. Dejando de lado por el momento el debate sobre la propiedad de las tierras, el continuo parcelamiento, los latifundios, la reforma agraria, las imposiciones estatales, etc.; que por supuesto determinan en gran medida la capacidad de progreso de las familias agrícolas y por tanto del sector y en definitiva del país. Determinadas condiciones ambientales definen vastas regiones del planeta, así encontramos la cuenca amazónica, la cuenca mediterránea que ocupa a los Encuentros Arethuse, Oriente Medio, el Caribe, etc. Estas regiones debido a sus dimensiones normalmente abarcan varios países y a pesar de sus diferencias, suelen tener ciertas similitudes derivadas precisamente de la convivencia en un entorno ambiental afín.

En este trabajo se presenta el estado de la cuestión del Sahel, el proceso de desertificación presente en la región y cómo afecta a los niveles de desarrollo humano. En el apartado 2 se realizará una descripción de la región a través de sus características geoclimáticas y geopolíticas. En el 3 (p.4) se tratarán las Sequías, cómo han variado estas en frecuencia y cuál es el impacto en toda la región. En el 4 (p.5) se mostrarán los niveles de desarrollo de la región según datos del Informe de Desarrollo Humano del PNUD (2007). En el apartado 5 (p.7) se hace especial referencia al estado de la sanidad en el Sahel. Y por último en el apartado 6 (p.10) se establece la relación entre cambio climático / variabilidad climática y avance de la desertificación con los niveles de desarrollo (el estancamiento o la imposibilidad de progreso debido a condiciones adversas). En el apartado 7 (p.13) como conclusión se especifican los costos de la crisis climática en el desarrollo humano del sahel 2. Características Geoclimáticas del Sahel Una de estas regiones en vías de desarrollo es el Sahel 1, se trata de un área geográfica y climática del continente africano caracterizada por un clima semiárido de fuertes variaciones, con una pluviometría entre los 200mm y 600mm anuales, con un coeficiente de variación entre el 15% y 30% (Fox and Rockström, 2003). Su clima es tórrido con dos estaciones marcadas: una larga, seca e invernal, y otra lluviosa, entre julio y septiembre, corta y estival.

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Sahel es una palabra árabe que significa “borde”, en referencia a que es la frontera del Sahara.

Limita al norte con el Desierto del Sáhara, al sur con las sabanas y selvas del Golfo de Guinea y de África Central, al oeste con el Océano Atlántico y al este con el Nilo Blanco. Tiene una extensión aproximada de 4 millones de kilómetros cuadrados incluyendo a los siguientes países: sur de Mauritania, Senegal, Gambia, Malí, Guinea Bissau, norte de Guinea-Conakry, Burkina Faso, Níger, norte de Nigeria, así como Chad y Sudán (según las fuentes consultadas pueden formar parte también de la región saheliana Camerún, Eritrea y Etiopía o no considerarse Sudán). En cualquier caso la definición del cinturón saheliano es dinámico, ya que su extensión depende del patrón de lluvias anuales en la región. De hecho en la actualidad el término Sahel, no se refiere únicamente a una zona geoclimática, sino que forma una entidad geopolítica. En 1973 nueve estados del África Occidental constituyeron el Comité Permanente Interestatal de lucha contra la Sequía en el Sahel (CILSS). De estos, cuatro estados son costeros: Mauritania, Senegal, Gambia y Guinea Bisau; cuatro son continentales: Mali, Burkina Faso, Niger y Chad; y también forma parte de este comité el estado insular de Cabo Verde (CILSS, 2009). Teniendo sólo en cuenta a los países que forman parte del CILSS, en el Sahel habitaban unos 58 millones de personas (datos de 2004) y según informe de la OMS en los últimos 30 años es una de las regiones del mundo de mayor crecimiento poblacional llegando al 120% (World-Health-Organization, 2006). Cada uno de estos países se encuentra en situaciones políticas y económicas muy diferentes, pero comparten sistemas de vida, costumbres y culturas similares; e incluso tienen un bagaje histórico (tanto pre-colonial, como colonial) similar. Todo esto conforma a la región com una unidad a analizar desde la perspectiva de la desertificación y su impacto en el desarrollo humano, a pesar de sus diferencias (tanto a nivel estatal como local). Los une además en la actualidad su preocupación por el avance de la desertificación en la región y los programas de seguridad alimentaria. La desertificación, según definición de la ONU (UNCCD, 2009), es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas (relación entre la precipitación anual y la evapotranspiración potencial comprendida entre 0.05mm y 0.65mm, excluidas las regiones polares y subpolares), resultante de factores tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas adversas.

En esta definición se tienen en cuenta, en contraposición a la desertización, las actividades antrópicas que tienen un efecto negativo sobre el avance de este proceso.

3. Variaciones en la frecuencia de las Sequías en el Sahel Esta región semiárida, caracterizada por las fuertes variaciones en sus precipitaciones, se ha comprobado que puede llegar a experimentar sequías (que varían en grado de intensidad) dos de cada cinco años. Por tanto algunos científicos dudan de la relevancia de la noción de “precipitaciones normales” en el contexto saheliano. La población, está acostumbrada a estos cambios y está adaptada a sobrevivir en este medio (UNEP, 2006). Pero aún así, el Sahel ha sufrido grandes sequías de forma cíclica, y sobre todo las más acuciantes para las nuevas naciones recién independizadas en las décadas de los 70, 80 y 90 que han provocado catástrofes a nivel humanitario. Se ha observado que la frecuencia de estos periodos de sequías ha aumentado, antes se presentaban cada 10 ó 15 años y en la actualidad suelen aparecer cada 5 años o menos (UNEP, 2006). En el siglo XX, la región del Sahel ha experimentado tres grandes periodos de sequía incluyendo 1910-1916, 1941-1945, y el largo periodo de declive sostenido de las precipitaciones llamado “desecación” que se alargó durante la década de los 70 y gran parte de los 80, continuando de forma interrumpida durante los 90. Hubo sequías severas durante los años 1972, 1973 y 1977. Los valores de precipitaciones durante 1983 y 1984 estuvieron entre los más bajos registrados en la historia del Sahel. La sequía de 1984 afectó a todo los países desde Mauritania hasta Etiopía, incluyendo países en el límite sur del Sahel (UNEP, 2006). Como consecuencia de esto, la base económica de la región, los cultivos (y de manera localizada la ganadería), se vieron seriamente afectados, no sólo arrastrando al endeudamiento de los agricultores (y de todo el estado) sino a situaciones de malnutrición generalizada e incluso a la muerte de cientos de miles de niños por hambruna. En 2006, la OMS advertía que la hambruna podría matar a más de 300 000 niños ese mismo año en la región (World-Health-Organization, 2006). La situación de desamparo reavivó conflictos entre los estados de la región y en el interior de los mismos (Mali, Senegal, Chad e incluso Costa de Marfil). El caso singular de Etiopia, cuyo descontrol del crecimiento de población de forma exponencial ha coincidido con el recrudecimiento de estas sequías (no sólo en intensidad sino en

frecuencia), llevando a millones de personas al borde de la supervivencia. En 1999, se calcula que aproximadamente 8 millones de personas fueron víctimas de la sequía; las fuentes oficiales declaraban que fallecían 6 niños menores de 5 años al día a causa de malnutrición aguda (Bhalla, 2000).

4. Niveles de Desarrollo Humano en el Sahel En el último Informe sobre el Índice Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el PNUD (UNDP, 2007), que tiene por título “La lucha contra el cambio climático: solidaridad frente a un mundo dividido”, se resaltan muchos de los aspectos a tratar en esta ponencia. Se hace patente en este informe que el efecto global del cambio climático en regiones como el Sahel influyen sobre el desarrollo de sus pueblos; no sólo obstaculizándolo, sino incluso cayendo en una especie de bucle de retroalimentación negativa que los lleva a un subdesarrollo mayor o cuanto menos a continuar en la misma situación que la actual sin posibilidad de progresar. Los países que comprenden el Sahel tienen un IDH 2 bajo y dado los indicadores utilizados en la elaboración de este índice (no sólo el Producto Interior Bruto), nos da una visión global sobre el estado de desarrollo de estos países en una secuencia temporal amplia. De la Tabla 1 podemos observar que la media de esperanza de vida al nacer en la región no supera los 55 años (frente a los 80 años en España), esto se debe a una mala calidad de los servicios sanitarios reflejada desde las primeras edades con una alta tasa de mortalidad infantil (100 niños por cada mil habitantes nacidos), el número de médicos por cada 100000 habitantes (10 como media para la región frente a los 330 en España), la escasez del acceso a agua potable, etc. Agravado además de forma local debido a las condiciones de las vías de comunicación y el acceso a transporte, que en zonas rurales del Sahel son escasas o de muy mala calidad, condicionando el acceso de los enfermos incluso leves a una correcta atención médica provocando en muchos el fallecimiento de pacientes por enfermedades fácilmente tratables si hubieran tenido la oportunidad de ser atendidos a tiempo.

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El IDH puede ser más o menos acertado, pero es relevante para esta ponencia puesto que los indicadores utilizados revelan situaciones de subdesarrollo y desigualdades no sólo a nivel económico.

El acceso a la educación es también escaso (la media del Índice de Educación 3 para la región es de 0.407, frente a 0.987 española) lo que determina en muchos casos la imposibilidad de adquirir los conocimientos técnicos suficientes para poder progresar. O simplemente el índice de alfabetización, lo que impide el acceso libre a la información, que de otra manera estaría disponible 4. No se debe olvidar que en el contexto de la región, existe una desigualdad de la mujer importante, por una combinación de motivos culturales y religiosos, que colocan siempre a la mujer en un segundo plano, a pesar de que en muchos casos son ellas quienes llevan la mayor carga de trabajo familiar y las de mayor responsabilidad para sacar a la familia adelante. El índice de desarrollo relativo al género (IDG) 5 para la región es de 0.431 frente a 0.944 español. Todo esto supone un obstáculo para el progreso, porque significa que marginar a la mitad de la población de toda la región. A todo esto se ha de añadir los conflictos bélicos que se han dado recientemente sobre todo en Sudán y Chad. Sin olvidar que existen aún hoy en día conflictos localizados entre etnias que cohabitan en el Sahel.

5. La situación de la Sanidad en el Sahel 5.1 Enfermedades Infecto-Contagiosas Las enfermedades infecto-contagiosas endémicas como el cólera, la meningitis, la fiebre amarilla y la malaria conforman el perfil epidemiológico de la región, cobrándose cada año numerosas vidas y sufrimiento humano. Además son también endémicas algunas enfermedades infeccionsas respiratorias agudas; mientras que enfermedades no infecciosas como la diabetes, problemas cardiovasculares y canceres muestran tendencias crecientes.

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El índice de educación mide el progreso relativo de un país en materia de alfabetización de adultos y matriculación bruta combinada en educación primaria, secundaria y terciaria 4 En este punto obviamos el debate sobre el acceso a la información y la información como fuente de poder y desarrollo. Siendo conscientes que esto también determina la imposibilidad de desarrollo sobre todo de zonas rurales a pesar de estar alfabetizadas o con índices de educación aceptables. 5 IDG - promedio no ponderado de los tres índices de los componentes: el índice de esperanza de vida igualmente distribuido, el índice de educación igualmente distribuido y el índice de ingresos igualmente distribuido. No se tiene en cuenta el Índice de Potenciación de Género (IPG) porque no existen datos para la región, salvo Etiopía.

Tabla 1 IDH

clasificación Países del Sahel según IDH

13 137 147 155 156 157 158 160 169 170 173 174 175 176

España (ref.) Mauritania Sudan Gambia Senegal Eritrea Nigeria Guinea Conakry Etiopía Chad Mali Niger Guinea Bissau Burkina Faso

IDH

Tasa de Esperanza Alfabetización de vida de adultos

0.949 0.550 0.526 0.502 0.499 0.483 0.470 0.456 0.406 0.388 0.380 0.374 0.374 0.370

Fuente: Informe sobre Desarrollo Humano, 2007.

80.5 63.2 57.4 58.8 62.3 56.6 46.5 54.8 51.8 50.4 53.1 55.8 45.8 51.4

51.2 60.9 39.3 69.1 29.5 35.9 25.7 24 28.7 23.6

Tasa bruta combinada de matriculación en primaria, secundaria y terciaria 98 45.6 37.3 50.1 39.6 35.3 56.2 45.1 42.1 37.5 36.7 22.7 36.7 29.3

PIB per capita

27179 2,234 2083 1921 1792 1109 1128 2316 1055 1427 1033 781 827 1213

Índice de esperanza de vida

0.925 0.637 0.540 0.563 0.622 0.527 0.359 0.497 0.446 0.423 0.469 0.513 0.347 0.440

Índice de Educación

0.987 0.493 0.531 0.450 0.394 0.521 0.648 0.347 0.380 0.296 0.282 0.267 0.421 0.255

Índice del PIB

0.935 0.519 0.507 0.493 0.482 0.402 0.404 0.524 0.393 0.444 0.390 0.343 0.353 0.417

Coeficiente de Gini

34.7 39.0 50.2 41.3 43.7 39.6 30 40.1 50.5 47.0 39.5

La Malaria, causada en un 90-95% por el Plasmodium falciparum, es responsable de entre un 20 y un 30% de las consultas externas, siendo la primera causa de morbilidad y mortalidad. Los niños menores de 5 años y las mujeres embarazadas son las más vulnerables. En Burkina Faso, Níger, Mali y Mauritania, el promedio anual de casos comunicados es alrededor de 850 000 y aumenta de forma continuada. En Senegal se registraron 1.2 millones de casos en el 2000. El Sahel pertenece al “cinturón de la meningitis”. Durante el periodo epidémico 2005-2006 se registraron casi 25 000 casos, incluyendo los más de 18500 en Burkina Faso y 4200 en Níger. El cólera es frecuente en el África Occidental, y en la sub-región del Sahel fue especialmente acuciante en el 2005. Una oleada que comenzó en octubre de ese año y continuó en 2006, afectó a varios países. Desde principios de 2006 se registraron 1100 casos y 77 muertes causadas por cólera, incluyendo 962 en Níger, 57 Senegal, 56 en Chad y 25 en Mauritania. Los casos notificados de forma oficial no reflejaban el impacto de la enfermedad, como resultado tanto de infravaloraciones por miedo a viajes injustificados y sanciones relacionadas con el comercio, como debido a otras limitaciones del sistema de vigilancia. La fiebre amarilla también es endémica en la región; 136 casos fueron registrados en Senegal y 66 en Burkina Faso entre el 200 y 2004. En 2005 hubo numerosas epidemias en África Occidental, afectando a Mali (58 casos y 25 muertes registradas), Burkina Faso (14 casos y 4 muertes registradas) y Senegal. El recrudecimiento durante dicho año puede explicarse parcialmente por las elevadas precipitaciones de ese año en la región, promoviendo una explosión tanto de cólera como de fiebre amarilla. Existe una creciente preocupación por el aumento de la proporción de población vulnerable a enfermedades como el tifus, shigelosis o la hepatitis. Aún se seguían registrando casos de polio en 2006 en Níger, en Mali y Chad en 2005 (World-HealthOrganization, 2006).

5.2 Malnutrición Los niños son los más afectados por la degradación de la seguridad alimentaria, se estima que unos 300 000 niños mueren anualmente por esta causa en la región. Efectos externos como inundaciones, plagas de langostas, y niveles de precipitación ligeramente inferiores a los valores normales, tienen un impacto en las formas de vida y su

vulnerabilidad. La reducción de la ingesta de alimentos y la falta de una dieta variada conlleva a una malnutrición y deficiencia en micronutrientes que resulta en un incremento de la morbilidad y mortalidad, particularmente a causa de enfermedades infecto-contagiosas. Por otra parte, estas mismas enfermedades agravan las pérdidas nutricionales. En Níger, una evaluación llevada a cabo por UNICEF en un Centro de Control de Enfermedades del gobierno local en octubre de 2005, reveló que 15.3% de los niños entre 6 meses y 5 años sufrían de malnutrición aguda, excediendo al umbral de emergencia del 10% de la OMS, mostrando por tanto un empeoramiento de la situación. En Burkina Faso, la última encuesta demográfica y sanitaria realizada en 2003 mostraba una prevalencia de un 18.6% de la malnutrición aguda y de un 38.7 para la malnutrición crónica en niños menores de 5 años. En Mali, con un 10.6% de malnutrición aguda y 38.2% de crónica en niños menores de 5 años sigue siendo preocupante. Teniendo en cuenta que además en determinadas regiones la malnutrición aguda llega a valores de 19%. En diciembre 2005 en Mauritania se registraban valores de malnutrición aguda en niños menores de 5 años de 12.8%; esta tasa es especialmente preocupante ya que se observó tras la temporada de lluvias, cuando normalmente el suministro de alimentos es suficiente (World-Health-Organization, 2006). Según el Informe de desarrollo humano se puede calcular para el Sahel una media del 30% de la población desnutrida (UNDP, 2007)

5.3 Acceso a agua potable, saneamiento y sanidad La vulnerabilidad a la malnutrición se agrava por el limitado acceso al agua potable y las redes de saneamiento, así como por la falta de un sistema de sanidad adecuado, a menudo no disponible en zonas rurales o comunidades aisladas. Para la región se ha calculado con datos del Informe sobre Desarrollo Humano (UNDP, 2007) una media de 30% de la población que utiliza saneamiento mejorado (destacando valores del 9% para Eritrea y Chad y del 13% de Etiopía y Burkina Fasso); y un 55% de la población utiliza una fuente de agua mejorada. Estos datos hacen referencia al total de cada uno de los estados, es evidente que en el interior existen zonas rurales aisladas en que el acceso es más restringido aún.

Teniendo poca capacidad para manejar el problema tanto a nivel nacional como internacional, existe un elevado riesgo de brotes de enfermedades infecto-contagiosas y que estos se esparzan rápidamente. A pesar de las ayudas proporcionadas por organizaciones internacionales, el acceso a una sanidad operativa y asequible no está garantizado para gran parte de la población vulnerable de las comunidades rurales.

6. Efecto del proceso de Desertificación sobre el Desarrollo del Sahel Aceptando la hipótesis del cambio climático, a nivel internacional existen dos vías de actuación la “mitigación” (intentando disminuir los efectos de los gases invernaderos) o la “adaptación” (una vez que ocurre el fenómeno, buscar formas adaptativas para sobrellevarlo) En el caso del Sahel, la respuesta es claramente adaptativa, dado que es una región donde el impacto de la variabilidad climática es constante. En el Sahel (como en la mayoría de los países en vías de desarrollo), la economía está basada en el sector primario(UNEP, 2006), la industrialización es escasa (cuando no inexistente a nivel local) y la dependencia de los estados de la ayuda externa es patente. En casos extremos de crisis como las vividas por Etiopía, la ayuda exterior se hace necesaria para la supervivencia de la población (Holmes, 2003). En general para la región la Ayuda Oficial para el Desarrollo supone una media del 14 % del PIB, destacando los casos de Eritrea (36.6%) y Guinea Bissau (26.3%) (UNDP, 2007). Los países sahelianos colocan a la agricultura en el corazón de su desarrollo socioeconómico y en la lucha contra la pobreza extrema. De esta manera el sector juega papeles muy importantes como: (1) mejora de la seguridad alimentaria; (2) creación de empleo y obtención de ingresos para la población rural 6; (3) proporcionar materia prima para las agroindustrias; (4) absorción de parte de la producción industrial o semiindusutrial (pesticidas, fertilizantes, maquinaria, etc.); y (5) la generación de comercio exterior. Los estados sahelianos han elaborado una gran variedad de planes de desarrollo, programas, políticas y proyectos; conteniendo la mayoría de ellos una mejora en la

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Incluso existen experiencias como el plan REVA en Senegal de regreso al medio rural, para descongestionar la sobrepoblación de la capital y permitir que muchos que han abandonado ese medio por falta de oportunidades regresen a éste, ya que en la ciudad carecen igualmente de ingresos.

producción agrícola. Si bien es verdad que no suelen mencionar el cambio climático, sí mencionan la necesidad de encontrar una respuesta a la gran variabilidad climática de la región, si se quiere incrementar la seguridad alimentaria y reducir los niveles de pobreza. En la última década se están comenzando a tomar medidas para evitar la dependencia de los cultivos al régimen de precipitaciones, mediante la creación de pozos, sistemas de irrigación, construcción de estanques de almacenamiento de agua, etc. Son también significativos los esfuerzos realizados para mejorar la fertilidad de los suelos o la recuperación de los mismos, lo cual es esencial para permitir un desarrollo sostenible del sector. Los bajos niveles de desarrollo e insuficiente industrialización, eximen de culpabilidad a la región de emisión de los gases de efecto invernadero 7, causantes en último término del calentamiento global. Por tanto, pocas o ninguna de sus acciones frente al cambio climático tienen que ver con la mitigación del mismo. Pero sin embargo, debido a la fragilidad bioclimática, es una de las regiones en las que el efecto global más se nota. Acuciado además por el crecimiento poblacional que fuerza a las poblaciones rurales a realizar prácticas poco o nada sostenibles para su supervivencia a corto plazo. Esto provoca un estrés ambiental añadido y un empeoramiento de las condiciones locales, favoreciendo el proceso de desertificación e incluso el avance del desierto hacia el sur (Eden-Foundation, 1994). Uno de los legados de la variabilidad climática en el Sahel, que seguramente se vea agravado por el cambio climático, ha sido la apremiante disminución del forraje en la temporada seca. Esta situación no es el resultado sólo de un pobre almacenamiento, sino que está relacionado con el hecho de que algunas especies de arbustos y árboles de utilidad, que antaño producían este forraje, están desapareciendo rápidamente debido a una combinación de factores entre las cuales están los recientes periodos de sequía (cada vez más frecuentes), la expansión de la agricultura y la explotación de estos árboles de manera insostenible (UNEP, 2006).

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A pesar de que en ciudades sobrepoblados como Dakar, donde algunas industrias, pero sobre todo la contaminación atmosférica derivada del uso de vehículos puede llegar a niveles de contaminación locales similares a urbes del Norte; sus aportes son minoritarios en comparación con los países industrializados.

Esta disminución ocasiona una aceleración del proceso de desertificación, además de una degradación de los suelos cultivables. Establecer sistemas agroforestales requiere que el laboreo se reparta entre la producción agrícola y plantación y mantenimiento de masa forestal; operar estos dos componentes puede sobrepasar la capacidad de trabajo de las comunidades rurales. Pero incluso cuando es posible, los agricultores no suelen sentirse muy atraídos a hacerlo ya que no perciben los beneficios a corto plazo del costo que esto les supone. Es por ello que los agricultores estarán más dispuestos a adoptar tecnologías agroforestales si estas producen algún tipo de beneficio inmediato. Por tanto a pesar de que las técnicas agroforestales están pensadas para la sostenibilidad ambiental a largo plazo, se intentan diseñar técnicas que incluya la obtención de beneficios a corto plazo si se quiere que estas sean adoptadas a gran escala.

7. Conclusión – Costo de la crisis climática en el desarrollo humano 7.1 Pérdidas en productividad Un ejemplo de costo de la crisis del clima en el desarrollo humano previo al suceso es la aversión a la innovación. En general la productividad en esta región es reducida, no sólo por tratarse habitualmente de zonas rurales con suelos medianamente pobres. Sino porque además los productores intentan evitar mayores riesgos en inversiones que podrían proporcionarle mayores retornos. Esta negación a la innovación, no es sólo por carecer del capital necesario, sino es una estrategia adaptativa al carecer de seguros formales y de afrontar mayores riesgos, sabiendo que ya de por sí su situación es riesgosa por la variabilidad climática. Por otra parte cuando ocurre el suceso, por ejemplo, las sequías; estas tienen un impacto mucho mayor que la simple pérdida de una cosecha. Para una comunidad esto puede suponer escasez de alimentos, pérdida de ingresos, de empleos. Para paliar los efectos, la respuesta adaptativa es la malnutrición y la venta de activos que puede por tanto repercutir en una pronta recuperación. Los efectos que las actuales crisis del clima tienen en los seres humanos proporcionan un telón de fondo, que ha sido ampliamente ignorado, para comprender las implicancias del cambio climático en el desarrollo humano. Aumentan los niveles de desnutrición y las personas se ven atrapadas en la pobreza. Si son correctos los escenarios que predicen que aumentará tanto la frecuencia como la intensidad de las

sequías y de las inundaciones, las consecuencias podrían ser retrocesos rápidos y a gran escala del desarrollo humano en los países afectados. 8 7.2 Deterioro de los activos: bienes de capital La desertificación y el aumento de la frecuencia de las sequías conllevan, como se mencionó en el apartado anterior, en algunos casos sobre todo a las comunidades pobres a vender sus bienes, como los animales; que representan algo más que la seguridad para enfrentar las variaciones climáticas, son también un recurso productivo, de nutrición, aval para créditos y fuente de ingresos para gastos de salud y educación Por tanto su pérdida aumenta la vulnerabilidad de estas comunidades. Además al afectar por lo general a comunidades completas, estas se enfrentan a un mercado saturado con sus propios productos a los cuales deben reducir el precio de venta. Esta pérdida de valor puede implicar mayor vulnerabilidad al afectar a las estrategias de superación, ampliando así las desigualdades 7.3 Trampas de desarrollo humano bajo en acción Se ha descrito, en los puntos anteriores, el vínculo que existe entre una crisis climática y la vulnerabilidad de una comunidad. Este efecto además puede que sea permanente, ya que si se pierden los bienes con los cuales se podría haber salido más rápidamente de la crisis, es posible que la vulnerabilidad sea tal que no se consiga salir de esta. Esto es análogo a las denominadas trampas de pobreza, en general referidas a los ingresos y a la inversión. En este caso las trampas de pobreza serían el umbral por debajo del cual las personas son incapaces de construir activos productivos, educar a sus hijos, mejorar la salud y la nutrición y aumentar el ingreso en el tiempo. En el caso del cambio climático, al producirse cada vez con mayores frecuencias estas crisis climáticas a las cuales las poblaciones más pobres del Sahel les es imposible una respuesta adaptativa (no es lo mismo hacer frente a una sequía cada 10 -15 años, que una o varias cada 5). Sin embargo si se modifica ligeramente la perspectiva de este concepto de trampas de pobreza, sin ignorar la función del ingreso, pero haciendo hincapié en el desarrollo humano; se podría hablar de “trampas de desarrollo humano bajo”, cuando las

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Se incluyen aquí parcialmente las conclusiones derivadas del Informe de Desarrollo Humano (2007) que puedan hacer referencia al efecto del cambio climático en regiones como el Sahel.

personas son incapaces de traspasar el umbral más allá del cual pueden lograr un círculo virtuoso de expansión de sus capacidades humanas 9 . El cambio climático, y en concreto la desertificación y la frecuencia de la variabilidad climática en el Sahel constituye una de las fuerzas más potentes que sostienen estas trampas de desarrollo humano bajo. Un estudio realizado por el equipo que elaboró el Informe del IDH (2007) corroboró, que en Etiopía y en Níger existe mayor propensión a la desnutrición de los niños que han nacido en tiempos de sequía. Esto demuestra que ya de por sí una crisis climática puntual, tiene un impacto sobre la pérdida de las capacidades humanas de un porcentaje importante de una comunidad determinada de bajos ingresos o por debajo del umbral de la pobreza. Si la frecuencia de las sequías aumenta, se convierte en un ciclo de desventajas del cual es difícil salir sin ayuda externa. Los mayores riesgos asociados al cambio climático tienen el potencial de reforzar estos ciclos de desventaja. 7.4 Respuesta del CILSS frente a la situación actual y planificación futura No se ha querido en esta ponencia proponer una batería de soluciones posibles para esta situación. Existen ya denodados esfuerzos de organismos internacionales, estados afectados, ONGs y otras instituciones que realizan una labor nada despreciable sobre el terreno aportando soluciones ya sean paliativas de emergencia o a medio y largo plazo. Es por esto que aquí se presentan a modo de ejemplo, las propuestas realizadas por el Comité Interestatal para la Lucha contra la Desertificación en el Sahel (CILSS), que focaliza sus esfuerzos en dos frentes una es la lucha contra la desertificación per se y la otra es el refuerzo de la seguridad alimentaria, como vía para asegurar el desarrollo en la región (a continuación se presentan los marcos de referencia de estos dos enfoques). Existen además planes y programas en los países que no pertenecen al CILSS pero aún así se ven afectados por las variaciones climáticas del Sahel, pero ninguno de ellos tiene la vocación globalizadora de los instrumentos contemplados por el CILSS 10. Acción para reforzar la seguridad alimentaria del CILSS El Marco Estratégico de Seguridad Alimentaria (CSSA), es el documento de referencia del CILSS en materia de seguridad alimentaria. Fijandose cinco objetivos,

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Se entiende por capacidades humanas la nutrición, la salud y la educación www.cilss.bf

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que deben concurrir sobre la base de una mejora en la gestión de los recursos regionales para la obtención de una seguridad alimentaria para el Sahel en el 2015. i. Promocionar una agricultura productiva, diversificada, sostenible y regionalmente integrada ; ii. El desarrollo, la fluidificación y sistemas de irrigación subregional de mercados nacionales iii. Mejora sostenible de las condiciones de acceso de los grupos y zonas vulnerables a la alimentación y servicios básicos sociales iv. Mejora de dispositivos de prevención y de gestión de crisis coyunturales v. Refuerzo de las capacidades de los actores y promoción de buena gobernabilidad de la seguridad alimentaria La Lucha contra la desertificación del CILSS El documento de referencia para la lucha contra la desertificación del CILSS es el “Programa de Acción Subregional de Lucha contra la Desertificación del África Occidental y del Chad” (PASR-AO). Que tenía como objetivos entre 2005-2008 los siguientes: i. Crear sinergias de las acciones del conjunto de actores en la lucha contra la desertificación, a fin de consolidar las bases de un desarrollo sostenible de la región; ii. Apoyo a las redes emplazadas para compartir experiencias de ciruculación de información sobre los recursos transfronterizos; iii. La coordinación de un cierto número de proyectos ya identificados por el CILSS; iv. La realización de estudios de viabilidad de nuevos proyectos transfronterizos, en especial aquellos que conciernen a la gestión integrada de recursos hídricos, promoción de energías renovables y domésticas, la salvaguarda de la biodiversidad, el pastoreo, etc. Además de la creación de un forum y de informes finales sobre el progreso de estos apartados.

Bibliografía

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