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Y AMERICANA PRECIOS DE SUSCRIPCION. AÑO. Madrid................. Provincias............... Extranjero.............. 35 resetas. ¿0 id. CO francos.

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Y AMERICANA

PRECIOS DE SUSCRIPCION. AÑO. Madrid................. Provincias............... Extranjero..............

35 resetas. ¿0 id. CO francos.

1 SEMESTRE. 18 pesetas. 21 id. 2(i francos.

AÑO TRIMESTRE.

AÑO.

- u n i i » ™ ...., soneto, por don Jose Maria de Luna.— Uno de tantos. A mi distinguida amiga la inspirada poetisa Emilia I!. de Iluidobro y \ i vaneo de \ ivaneo, poesia, por D. Julio Romero Oaramendin l'or ambo» mundo» Narraciones cosmopolita», por U. Ricardo Becerro de Béngoa — Sueltos.— Libro» presentados à esta Redacción por autore» ó edito­ re», por G. IL—Anuncios. GRA HADOS.—Retrato del Exento. Sr. General 1). Saba» Mann y Gon­ zález. ile-tinado al ejército de operaciones en Cuba — Retrato del Sr. I). Rafael Gasse! y Chinchilla. ilireefor de FA l i i i/ ia r r i a l y eorresponsal del mismo periodico en la isla di- Cuba. — Un tren ex­ plorador en la linea feriva de Zaza a Sancìt-Spiritus, en Sinta Clara iCubai.—Lanchas . l i m i y I tiir a -n a . y el cañonero de HOO toneladas f'aneu X u f ie s de construidos on Inglaterra para la vigilancia de la» costas de Cuba Retrato de Miguel Ramo» Carrion, aplaudido autor dramático Relias \rr.es: I / c x / i i i ' ri» m i i.r iIn , euailim de Carrier -Hclletiso. .V.it/eiu* ■h In u de Puerto K¡e«>. pre­ cisamente por ser caso de justicia que se asimile en lo posi­ ble aquella leal provincia española á las peninsulares. El v a ­ por v el telégrafo lian acortado de tal manera las distancias entre las regiones más apartadas, «pie cada vez se Imite más fácil la asimilación administrativa «le pueblos sitúa los muy jejo». Si á principios del siglo no podían ser bien gobernu «las desde la metrópoli las colonias, hoy se «la el caso «le po­ derse viajar de Madrid á Puerto Pico en poco más tiempo ■pie se empleaba antes en ir desde esta curte á 11 Ct.ruña , y «le estar al balda constantemente el (¡obierno y las autori­ dades «le San -Juun. El otro suceso notable es la provisión de la capitanía ge­ neral «pie dejó vacante el Mariptés de la Habana c-n el co­ mandante en je fe «leí primer cuerpo d e e jé r ito Ib Fernando Primo «le Rivera, á quien eorresjiomlia por antigüedad y porque la práctica casi constante en este ascenso á la jerar­ quía superior «le la milicia ha sido concederle á los tenientes generales que, aparte de su» servicios y méritos «le guerra, tuviesen una significación política «I«- alta importancia «leutro «le la situación dominante, lo que no se puede negar al nuevo capitán general «le ejército Ib Fernando Primo de R i­ vera. Los hechos «le la guerra continúan limitados á encuentros de más ó menos importancia, actos aislados «le valor, y con­ tradanzas de Jos jefes insurrectos, l ’ uu nota casi coi mea nos trae un periódico «le una república «le la América cení ral. El gremio «le panaderos de «derla ciudad abre una suscrip­ ción en favor de los insurrectos «le Cuba. No creemos «pie saquen el vientre de mal uño con los mendrugos «pie los en­ víen esos panaderos. o o o

15 Novi KMURI-: 1895

AMERICANA

Entre las cartas di* estos «lia» liemos recibido una esquela fúnebre «pie nos anuncia la muerte «le un querido amigo, el contador de navio «le primera Ib José Aguilar y t Jarcia, ocurrida en Cartagena el 9 fiel corriente. Por sus servicios al pais, por su caballcrosida 1 y prendas petsonales, merece un recuerdo nuestro amigo en esta Crónica. a o o Sr. Ib Pedro Alcántara Galán l'iiiieute Veneno : Desea usted, á pesar de saber mis ideas respecto de la cri­ tica «le obras amenas, que le diga mi opinión acerca «le su lotnilo tle poesías titulado lli'iiieinliriinzax. Seria descortés no acceder á su «le»eo; pero temo, si esta clase de consultas menudean, que se me clasifique éntrelos critico», califica­ ción «pie no «leseo ni merezco, no por desdén al magisterio que representa, sino porque no me las eolio «Ic maestro. Cumulo lió se tiene historia, ni se ha luchado con las dificul­ tades «Ir la ejecución, y uno esta puro de toda mancha, puede hablar libremente y equivocarse a boca llena, sin responsa­ bilidad: pero ¿con qué autoridad lia de rebuscar y exponer los «lefei tos (le un libro quien tu* lia salii lo rehuirlos y los tiene mayores en sus obras? Además, creo «pte se peca en estos tiempos de exceso «le crítica: para uno «pío teja, hay cuatro «pte se dedican ¡i hacer hilas: _\ si bien la alabanza anima a los «pie la obtienen, ¡mu esa, si es injusta, tiene el ¡iii-oiiveniente «le desanimar á los demás: \ m cuanto á la erítii'a «pie «les favorece, Sobre ser la más f.-'i•-i1. pues nada lo es tanto e««mo lijarse cu los defectos, tiene el peligro dé «losa'cntar á los «pie hubieran podi lo valer mucho. Conocemos obras deplorables \ entera mente olvidadas «le autores em i­ tientes. «pte si se hubieran criticado con dureza acaso hu­ bieran priva lo á España «le mi gran poeta. Los años no pasan en bulilo, y tuntas culpas se acumulan con ellos sobre nosotros, que tiene uno que ser benévolo con las ajenas. Hechas estas salve hules, no quiero que se vuelvan en contra «le su libro, sino «pie sean cuieiiilidis como la repugnancia que trie causa la tarea «le calificador «I" méritos literarios. Tampoco quiero que se entienda como oposición á los «pie hacen la revista cr¡i>d¡.sta para dar atractivo por sus noticias ó asunto á una revista. Hay obras de litera­ tura amena que , por el gran nombre «leí autor ó circunstan­ cias especiales, son «le interés general: éste decae si la fe ­

cundidad del gran autor hace monótona la repetición de méritos y cualidades conocidas. Y como no es muy fácil dar variedad á nuestros escritos los que tenemos tareas tan con­ tinuadas como una revista semanal, debe comprender usted «pie necesitamos rehuir la emisión de juicios pota i el que usted desea, sin perjuicio «le dar alguna opinión de vez en cuando, p «r compromisos ó amistad, ó porque la pluma nos lo jiiila en ciertos estallos del esjn'ritu. Y esos juicios, corno no jiuedeti ser Halo lo extenso» y justificados que requiere un fallo, sobre todo si es condenatorio, tienen que ser brevísi­ mos. Y jiucsto que usted desea una opinión, y esa puedo dársela, sin pretensiones «1«* dómine-, y á su instancia, le diré lealmcnte «>n«len á su titulo: y como inspiradas en recuerdos íntimos, más bien son desahogo» de sentimientos personales «pie propios para satisfacer la impaciente curiosidad «le los lectores modernos, sobre todo cuando la jxtesia romántica abusó tanto «le lo subjetivo, que ya es jireciso, ¡tara darlo vida, mucho calor y novedad y delicadeza «le forma cada vez mayores, Por eso prefiero su liona- M a rio I " lirn ru , aunque en sencillo roman­ ce. y aunque descaria que hubiese dado mayor campo á la invención, á otra» poesía» en metros más difíciles y consonantados. pues si algunas de sus composiciones son más sen­ timentales, encuentro en la leyenda, «jne le premiaron á usted en un certamen, mas color y poesía: condiciones tan esen­ ciales, á mi juicio, que superan á las de la forma, pues ésta, con valer tanto, no |tasa los limites «le un idioma, y aquéllas sobreviven á la traducción y son universales. El estilo ge­ neral «leí libro me parece bueno, sin ser exquisito; y si se escapa algún verso mal medido, es ello tan excepcional que lo atribuyo á errata, dado sti oido musical, bien demostrado en toilo el libro. E», pues, á mi entender, un tomo de jioesias «preciable, «pie hace esperar otros de mayor alcance y reso­ nancia; pero como no jiasi mi opinión de un juicio aislado, lo mejor es que pase á informe «le quien lo ha de decidir: de todo el mundo.

— ¿Ha visto usted ai hombre salvaje? ■— ¿ i, señor; tiene una piel tan velluda que le permite prescindir del sastre en el invierno. — Ni los pobres naciesen vestidos como él..... — Se acabaría el pauperismo, poique los cazarían para forrar con su piel los gabanes de los ricos. — Mucho debe ganar Toribio con sus libros: ayer estuve en su casa y tne asombró ver la biblioteca «jue lia compra­ do: lo menos t iene cuatro mil volúmenes. -— Si tendrá: jiero no son comprados osos libros. — Pues ¿quien se los regala? — Non los suyos que no tienen salida. — — — —

¿Tiene» un cigarro? — dice un cadete á otro. Me lie quitado el vicio. ¿Tú? Ni. Ya sólo fuman los muchachos.

Pe Iro duerme «le «lia. y tiene un pájaro para el cual amaucee «Miando se enciende la lámpara. — Mañana entro en tu alcoba— dice un am igo— y pongo el pájaro en la ventana jiara que goce «leí Sol. ¿No compren­ déis que 1«* echará de menos? -— T e equivocas. Ni aun sabe que existe. J osé F ernández P ulmón .

N U ESTUO S

( i H A B A DOS.

I! Xi: MO. slt. I*. sAllá.» MARÍN Y «¡oNZÁl.KZ, teniente general destinado al cjrreito de Cuba. El general Marín ingresó en el Colegio (Jeneral Militar el año -1 2, y el 4S obtuvo jior gracia especial el gnu lude teniente. (Janó la cruz de San Femando de 1.“ clase, por servicios prestados en la persecución de las facciones de Cataluña, en 1855: el empleo de cajiitin por los sucesos de Madrid en Julio del ói>: el «le 2." comandante en la campana de Africa; el «le coronel, por la batalla de Alcolea: y el de brigadier, por la eficacia con que persiguió á los carlistas en 1872. En Cuba operó con gran actividad y energía, hallándose en muchos encuentros; filé ayudante de D. A núcleo hasta ol II «le Febrero de IK78, y gobernador general de aquella isla en 1885. En Julio «le I8S7 fue ascendido á teniente general Cuenta cincuenta v tres años de servicios, y tiene, a letnts «le la cruz «le San Fernando citada, la «le segunda ciase «leí Mérito Militar blanca, y las grandes cruce» de Isabel la Católica, San Hermenegildo y del .Mérito Militar blanca. Publicamos su retrato en la primera página de este número. o o o I*. RAKAKI. asistiendo iiiuclms personas ñolaliles de la provincia y de fuera de ella. Obtuvo el primer premio el Sr. D. Francisco Fontanáls y Aranjo. Terminada la ceremonia, celebróse un banquete, antes del cual el fotógrafo Sr. Goiisi retrató en un solo grupo á todos los comensales, de cuya fotografía se lia hecho nuestro grabado de la pág. 285. TOMÁS ESTRADA CALMA V 1'ioXZAI.O i,(IT.SADA,

tul' iiiinli\ cuban o. De estos dos enemigos de España nada digno de atención podemos decir á l"S lectores, sino que el primero fué presi­ dente de la titulada líepública cubana en los tiempos de la decadencia ■le la pasada insurrección, y que habiendo cuido en poder de nuestras tropas, debió la vida á la generosidad del vencedor. Las autoridades españolas, en vez de fusilarle, mandáronle desterrado á la Península, donde, según él lia confesado no hace mucho, fué muy bien tratado. Ahora es je fe ó presidente de la junta que los laborantes tienen en Nueva York. N o es hombre «le gran inteligencia, ni de no­ table instrucción (véase su retrato en la pág. 28*).

T)e.sfiiir*■ ¡te nii éxito, cuadro de P. Ciirrler-Hclleuse. Xnticins ih‘ In guerra. dibujo de M. Picoto. Después de un éxito, titula el autor el bonito cuadro que representamos en la pág. 280. La historia no puede ser más original. Aquel hermoso garito negro es un sabio, un verda­ dero sabio, que liare en cierto circo las mayores habilida­ des y las más graciosas monerías. Su unía y maestra le aca rieia en pago del triunfo que, con otros compañeros, acaba de conseguir y que sin duda será de beneficiosos resultados. ¡Dirán algunos que e! guio es animal egoísta que de nada bueno sirvo! Cierto que no se le puede comparar con el perro en punto á virtudes; pero declararle inútil para todo, es in­ justicia notoria. Todos esperamos noticias de la guerra: unos porque tienen en ella á parientes y amigos, otros por interés patrio, algu­ nos por curiosidad. La nación v¡i saliera!"de su indiferencia y sopor, causa principal de tum bos de los males que la afli­ gen, y lee con avidez los periódicos. Maceo, Gómez y Uoloff son tan populares en España como en América, con la «I i fe renda de que por acá no les tienen muy buena voluntad, y que lo que con mayor ansia so desea sabei os ■jnr* luui sido castigados romo merecen. El grupo del dibujo de Pícelo, que publicamos on la pá gina 284, veso diariamente reproducido en calles y plazas, donde nunca falta alguien que lea los papeles y lleve cuenta de los encuentros y bajas de la campaña, ni curiosos que le escuchen. ¡Ojalá tenga pronto la curiosidad popular otro tema en que emplearse! o o o iiv i Eno. Fachada principal de la catedral. La catedral de Oviedo es uno de los más venerables mo­ numentos arquitectónicos do España, porque a su gran an­ tigüedad reúne el mérito extraordinario de la fábrica. La reedificó Alfonso el Casto, y levantó el edificio de nueva

X. XI. II

LOS TEATROS. hum J»*. en el teatro tic I. a C o m e d i a . —Don .luán iheinh nh■en el E s­ t a ñ o !.. — Sanili litT iib a rli y M ana tí Herrero. — AY ' "»

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2. E ncierran las citadas fechas los años de A lfon­ so X I, y á los episodios de su vida hay que refe­ r ir , por lo tanto, dos escenas reproducidas, una d en tro , otra fuera de la bella fábrica. E s la prim era una repisa con un rey y varios personajes moros que le presentan espadas. T ienen éstas la particularidad de ser de las usadas por los cristianos, y búllanse los orientales en la actitud »le ren d ir hom enaje al príncipe, doblando en tie­ rra la rodilla el más cercano, é inclinando su ca­ beza los demás. Varias fueron las embajadas reci­ bidas por aquel monarca: pero al reseñar la crónica, en su capitulo r X L I V , la enviada por Alhohazén, »I«- .Marruecos, dice: «Et tra.vieron al Ley muchas donas que le enviaba el Rey Alhohazén, que eran m uchas espadas guarnidas de oro et de plata, et con piedras.... •>, induciendo la descripción á creer que es ésta la allí recordada. Consiste la segunda en una lucha tenaz de peo­ nes y jin etes, que form a un friso colocado en la parte externa y más elevada de la capilla, bajo la estatua de un prelado que bendice, eternam ente á los fieles y al sagrado recinto que corona. La for­ ma y disposición de estos relieves bien descubre (pie el autor ha querido representar una batalla, por más que sea muy reducido el núm ero de. figu­ ras, y hacen muy probable la sospecha de referirse la composición á la del Salado, el momento en que debió hacerse el rem ate de la preciosa joya arqui­ tectónica, y la resonancia que la defensa contra los benimerines tuvo, hasta el punto do pensarla el cronista más im portante que la de las Navas. A las leyendas históricas hay que agregar las fantásticas, no muy numerosas en nuestras comar­ cas, pero si repetidas hasta la saciedad como copla »le cuentos antiguos, ó modificación de sim bolis­ mos religiosos en formas distintas, unas poéticas y otras vulgares, con aspecto y detalles de m ayor ó m enor verosim ilitud, según los distintos caracteres de los pueblos m oradores de la región en que se narran. El m ito de A ndróm eda y Persoo: el santo y her­ moso símbolo cristiano de la hija del Rey sacrifi­ cada al monstruo para bien del pueblo, y de su salvación milagrosa por San Jorge: algún hecho real de destrozos causados por anim ales dañinos, y muchos detalles falsos agregados, como se agregan siempre, al pasar las noticias de boca en boca, se han combinado con mejor ó peor fortuna para en­ gendrar tradiciones idénticas en su fondo y sólo diferenciadas en sus ropajes variados. E n la puerta de San Ibo, de la catedral de Bar­ celona, la reproducen cuatro relieves tal como corría, por lo visto, en el siglo x i v , aplicada á la historia del caballero Yillardel. Era el hidalgo, se­ gún la fam a, hombre valiente, pero vanidoso al mismo tiempo. Acercóse cierto día un pobre á su p uerta: dirigióse hacia las habitaciones interiores el buen señor á buscar algo con que socorrer sus necesidades, y cuando salió, el m endigo había des­ aparecido, dejando una espada y la orden divina de m atar con ella al dragón que por aquellos días asolaba la ciudad y sus campos. Hubo do cum plir con el celeste m andato el guerrero, combatiendo al enem igo com ún, y cuando, gozoso de la victo­ ria , exclam aba: «¡Olí fuerte espada del caballero Y illard el!», perdió en el mismo instante su vida, por unas gotas de sangre que desde el arm a caye­ ron á su pie. Más piadoso el artista que el inventor de la le­ yen d a, no quiso representar el trágico fin del hé­ roe por una culpa no extraordinaria, (pie de ser hoy penada con la m ism a severidad, nos dejaría sin oradores ni hom bres de Estado. Presenta, sí, al campeón en tres posiciones distintas: frente á fren­ te del adversario, y en dos períodos de su te rri­ ble lucha con la repugnante fiera: y en el cuarto relieve refleja la imagen llena do calma y placidez de la comarca, serena ya por aquel triu n fo que libró de terrores á las personas y de destrucción á los ganados. Form an contraste al lado de las espantables es­ cenas las fábulas picarescas contadas con gracia sum a por unas cuantas esculturas de líneas no m uy correctas. Deben citarse, en prim er térm ino, la dol gato que se hacía el m uerto para cazar me­ jor á los ratones, la del burro bautista y la de aque­ lla zorra que desdeñó por veriles las uvas que no podía coger. La prim era está en la catedral de Ta­ rragona; la segunda en una de las fajas ornam en­

ILUSTRACIÓN

KS LAÑOLA

Y

A M E LIO \ N A

tales del claustro de San Ju a n de los Reyes de Toledo, restaurado con am or por el Sr. M élida; la últim a se repite en m ultitud de motivos del gótico florido. La llamada procesión de las ruta* se halla d iv i­ dida en dos cuadros: á la izquierda va el gato so­ bro unas angarillas, y acompañan al supuesto ca­ dáver gran núm ero de los infelices roedores, ga­ nosos de tributar al tem ible enem igo vencido esas honras fúnebres que son para algunos de los su­ pervivientes un tributo, y para otros una satisfac­ ción: á la derecha salta el felino sobre la fácil pre­ st». desgarra á los más cercanos entre sus dientes, y entierra en su estómago á los que. querían darle sepultura. La fábula del burro bautista está reproducida en una sola y muy expresiva ligura. KI asno se apoya derecho sobre sus patas traseras, cual si h u ­ biera elegido cómoda posición antes de entregarse a sus ensayos artísticos; entre las pezuñas de las otias extrem idades coge el instrum ento músico, que más parece clarineie que flauta: la alegría pro­ ducida por el exitazo inesperado de arrancar con su hocico el sonido á un trozo de m adera, se ex­ presa en la abertura de sus ojos y la dirección de sus grandes orejas, probando su actitud cuán fáci­ les son de envanecer todos los seres hasta con los triunfos más ajenos á sus méritos. Numerosas formas pequeñas, sem bradas entre los demás elem entos ornam entales, se prestan á un estudio tan interesante sobre el genio de los im agineros antiguos, como las esculturas de ma­ yor em peño, los motivos piadosos que llenan los capiteles, los muy estudiados sim bolism os de las portadas, los tantas veces descritos asuntos idean­ tes y las licencias nada pulcras. R euniendo las que se conservan, puede formarse por ellas idea más clara de otras civilizaciones que acudiendo al exa­ men exclusivo y algo frío de docum entos políti­ cos, no todos tan fehacientes como fuera de de­ sear, dado el im perio eu los antiguos y modernos tiempos de las razones de Estado y las m entiras convencionales. E n r iq u e S e r r a n o y F a t í g a t e

L A S MU J E R E S UE BEBEN.

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in o lv id a b le

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](/¿' malogrado autor dram ático P areos óm I Coki ,i.o, llevó al teatro, y las llevó •t: l,ur cierto muy feliz y muy atinadam ente. Las mujeres i/ue matan: ju/">el>e ofrecer al punto la petaca, diría: 1.a »pie entre amigas celia su iraguito. Debe ofrecerá todas el ira» puto. El médico inglés, que m altrata á sus com patrio­ tas con verdadero ensañam iento, agrega á lo ante­ rio r, que no es poco, lo siguiente: «Muchas veces, por la noche, he sido llamado para asistir á algunas herm osísim as damas que volvían del teatro en tan lastimoso estado, que es casi imposible describirlo.» « Si veis—dice—que una rubia angelical, á quien contem pláis embebecidos destle la butaca, se lleva, en un momento dado, el bordado pañuelo á los encantadores ojos del color del cielo de España, no creáis «pie se lia conmovido y »jue la emoción estética le hace derram ar dulces lágrim as, es que lia sentido ganas de em pinar el codo.» Muchas hay q u e, en lugar del frasquito de tales esencias, llevan cajas de bombones, los cuales bombones están llenos de ron ó de ginebra, ó de cualquier otra bellida igualm ente delicada y cuya suavidad puede com petir con la de nuestro cara­ manchel ó la de nuestra bata rasa. Y no llevan la bebida solam ente en bombones é. en frascos de sales: han introducido m il otros m edios, á cual más ingeniosos, para beber sin que nadie lo note. Aunque ya se com prende que por el olor cualquiera notará la bellaquería. Precisa­ m ente por consideraciones á ese sentido del olfato

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NOTICIAS D IB U J O

DE

LA

GUERRA.

DE M . P IG O L O

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L É R I D A . — C E R TAM E N MÉDICO P R O V IN C IA L CELEBRADO E L 13 DE OCTUBRE ÚLTIM O. — AU TO R ID A D E S DE LA P R O V IN C IA , Y PROFESORES MÉDICOS A S ISTE N TE S A L CERTAM EN. (De fotografía de D. Victoriano Muñoz.)

LA

280 — n .° xi.il

aconsejaba Don Quijote á su escuelero, convertido en gobernador, que no comiese, ajos ni cebollas. Unas llevan dentro del manguito botellitas ci­ lindricas terminadas en un tubo, á manera de bi­ berón: las portadoras de ese artefacto se acercan el manguito á la cara como para resguardarla del frío y realizan sosegadamente la succión: otras dan á sus recipientes la forma de un portamonedas: es­ tas meten el licor predilecto en vasos que semejan libros de oración: aquellas en vasijas contenidas en el mango del abanico ó en el asidero de los ge­ melos de teatro ó de los impertinentes.

Si todo esto lo hubiera dicho y publicado un viajero francés, ya sé, ya sabemos todos, el cré­ dito que habíamos de dar á sus afirmaciones. Esos viajeros superiic.ialísimos son los que ha­ blan todavía de nuestras manólas, y cuentan muy graves que la mujer española lleva la navaja en la liga, y mil adefesios por el estilo.

Lien se comprende que el que pinta á las espa­ ñolas con navaja en la liga, puede retratar ¡i las in­ glesas con fraseos de irixfcy en el manguito. Pero aquí lo gravo del caso es que todo eso lo dice un inglés, que además de inglés es médico, y médico famoso; todo lo cual presta á sus afirma­ ciones cierta autoridad de que carecerían si el ar­ ticulista fuese de nación diferente. Sea de esto lo que fuere, yo. imitando á Pilatos, lavaré entre los inocentes mis manos: y si alguno creyere, como yo mismo creo, que hay exageración en este relato de lux nntjri'fs 7 m- l.vlwu, repetiré con el poeta: fumo me lo contaron. te lo cuento.

A. SÁNCHEZ UlREZ.

V I D /:O

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' i l S KTu. Y vi un coreel que. desboondo y cicgo, Lnnzóse cu rupidisinm cnricni, Saltando (Uscio e! monte u la piadera, l ’ara estrellarse entro la- peiìas laegu. Y vi tandiién a mi liombre à ipiien el rilego T>e su propia ruzón im disnadiera, II acer con b u s pusiones una buggera Y morir consumido por su fiieg’o. l’ero el calmilo que al correr volabu, A su inllexil'le doma lor temia Y ile freno v espnelas csettpalm: M¡entra« ipie el hunibre. la ruzón pur guia, En sus propias pasioncs se nhmsuba Y de su propi» pcnsnmieuto luna. J osk M ari a ih-; L i n a .

UNO

DE T A N T O S .

Á MI msTl.VUflKA A MICA I..V IXM'lflAI'A t'oKTISA

EM ILIA H. DE UUJDOBHO Y VIVANLO DE VIVANLO. ¿ L o quiere E »¡,a iia t..... ¡ ¡ “ce* *ea ! Se dijo: y dejó su aldea, Fiel a la voz «leí deber, Con ánimo de vencer 0 morir en la pelea, l'nido á su batallón Cruzó en triunfo la nación, Atravesó el

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SIN REPASAR

EGROT

Cab.° de laLegión de Honor

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alegar en favor del Agua, los P olvos* y la P a s t a «ientifi-k-a «le I«»* B e ­ n e d ic tin o s d«-l m o n te IHajella. Para evitar toda equivocación, lo mejor es dirigirse á M r . S c n c t, a d m in is t r a d o r , ru é d u Q u a t r c S c p te m b r e , .H F>,I’aris.—Depósitos en Madrid: P e r f u m e r ía O r ie n t a l. C a r m e n , 2; A g u i r r e y M o l i n o , P r e c ia d o s , 1; U r q u io t a , M a y o r , l : y en Barcelona: S e ñ o r a V iu d a d e

L a f o n t é H ij o s ; V ic e n te F e r r a r y C ‘ , p e r fu m is ta s .

PERFUMERIA ORIZA, de París tiene el honor de prevenir su clientela al por mayor y al detalle que á partir del 1* de Enero de 1896, serán puestas ¿ la venta sus principales especialidades :

l'0 riza -0 il, l ’Ess-Oriza et l ’Orlza-Powder M O D IF IC A D A S en su aspecto exterior y en su forma, con el objeto de impedir las innumerables y detestables falsificaciones de sus tan conocidos productos. i

Reservados todos los derechos de propiedad artística y literaria.

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