y el servicio a la sociedad

lección 8 17 al 23 de noviembre la iglesia y el servicio a la sociedad «Aunque espero ir pronto a verte, escribo estas instrucciones para que, si m

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EN TORNO A LA NATURALEZA, LA SOCIEDAD Y LA CULTURA Emilio Barrantes Revoredo Obra sumistrada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Prese

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lección 8

17 al 23 de noviembre

la iglesia

y el servicio a la sociedad «Aunque espero ir pronto a verte, escribo estas instrucciones para que, si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad». 1 Timoteo 3: 14, 15

Edición distribuída por: RECURSOS ESCUELA SABATICA ® www.escuela--sabatica.com

Salmo 133; Eclesiastés 4: 7-12; Juan 17: 21-23

Introducción

sábado

17 de noviembre

Es mejor que haya dos

Hace unos meses nuestro director de jóvenes organizó una actividad que requería que dos personas se sentaran en el piso, de espaldas, y que se pusieran en pie utilizando únicamente sus piernas. Esa es una tarea difícil, aunque no imposible; aunque con la ayuda de una tercera persona ambos podrán pararse con facilidad. Realizamos esta actividad con tres y luego con cuatro personas, y la misma se hizo más fácil al añadir otros participantes.

No te aísles tratando de obrar a solas. El mensaje fue claro: alguien que esté caído, necesita ayuda para levantarse. La idea de darle una mano a alguien que haya caído en cualquier sentido de la palabra, es de vital importancia sin importar la razón por la que la persona haya tropezado. Dios valora altamente la unidad y esta necesaria para que ayudemos a los demás a levantarse. De hecho, Dios mismo trabaja en unión con la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo trabajan juntos con un mismo propósito. Jesús mientras estuvo en la tierra oró para que la unidad que él tenía con su Padre se manifestara entre sus seguidores (Juan 17: 21-23). Debido a que hemos sido formados a la imagen de Dios (Gén. 1: 26), debemos reflejar este concepto de unidad en la forma en que nos relacionamos con los demás en la iglesia, especialmente al trabajar esparciendo el mensaje del evangelio y para ser una luz ante el mundo. Salomón reconoció la inutilidad de alguien que trabaja aisladamente, mientras que alabó las ventajas del compañerismo. Lee Eclesiastés 4: 7-12. Existen ventajas en cooperar con los demás. La vida ha sido diseñada para el compañerismo, no para el aislamiento; para la intimidad, no para la soledad. Algunas personas prefieren vivir aislados, pensando que no pueden confiar en nadie. No estamos aquí en la tierra para servirnos a nosotros mismos; sin embargo, estamos aquí para servir a Dios y a los demás. No te aísles tratando de obrar a solas. Busca compañeros; trabaja en equipo.* Como hermanos y hermanas en Cristo, se nos anima a que ayudemos a los demás miembros de iglesia y a todo aquel que necesite de nosotros. Al estudiar la lección de esta semana, mantén presente la importancia de servir a los demás tanto dentro de la iglesia como fuera de ella; recordando que al servir a los demás estaremos reflejando el carácter de Cristo. ______________ *Life Application Study Bible, (Wheaton: Tyndale House, 1991), p. 1140.

Thompson Franklin Robin, Jr., Calgary, Canadá

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domingo 18 de noviembre

Logos

Nuestro propósito, nuestra misión

Mateo 10: 5-8; 1 Corintios 1: 2; Efesios 1: 18-23; Santiago 1: 27; 1 Pedro 2: 9; Apocalipsis 14: 16, 17

Algo más que un edificio (1 Cor. 1: 2; 1 Ped. 2: 9) La mayor parte de la gente cuando escucha la palabra iglesia piensa de inmediato en un edificio con una cruz en el techo y a donde acuden la gente bien vestida a escuchar la prédica de alguien. Pero, ¿acaso eso es todo? Existen varias definiciones del término iglesia: 1. Un edificio donde adoran los cristianos en forma pública. 2. La adoración pública de Dios, o un servicio religioso celebrado en determinado lugar. Estas dos definiciones resumen lo que la mayor parte de la gente piensa, pero existe una tercera definición: 3. El conjunto de los creyentes cristianos. En este sentido, la iglesia se define como un conglomerado de personas y no como un edificio. Esa definición debería ayudarnos a comprender el propósito de la iglesia. En 1 Corintias 1: 2, Pablo saluda a sus electores diciendo: «a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser su santo pueblo, junto con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo». Aquí Pablo no hace referencia a un edificio o estructura, o a un servicio sabático. Más bien, se refiere a la iglesia como un grupo de personas santificadas, hechas santas, en Jesús. En la Biblia, la palabra iglesia es siempre una traducción del término griego ekklesia, que significa «los llamados». Jesús, Pablo, Pedro, Santiago y los demás no se refieren a un lugar de adoración; sino a un pueblo que es llamado. Tú podrías preguntar: ¿llamados de dónde? «Llamados de las tinieblas a su luz admirable» (1 Ped. 2: 9). Ordene usted, mi capitán (Mat. 10: 5-8; Sant. 1: 27; Efe. 1: 19-23; Apoc. 14: 6, 7) Es importante saber que la iglesia es verdaderamente el pueblo y no sencillamente una estructura o edificio. También es importante conocer cuál es nuestra tarea y quién es nuestro Guía. «Cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no solo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Esta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo» (Efe. 1: 19-23). Sí, Jesucristo es nuestro Maestro y Capitán. Debemos entregar nuestras vidas a él. Observemos que Pablo, después de llamar a Cristo la cabeza de la iglesia, llama a la iglesia el cuerpo de Cristo. Esta es una analogía recurrente en las Cartas de Pablo (Rom. 12; 1 Cor. 12; Efe. 4.) ¿Por qué utilizará esta ilustración? En realidad, a menos que exista un grave problema en el cuerpo este siempre seguirá 78

y ejecutará las órdenes del cerebro. De la misma forma, nosotros los miembros del cuerpo de Cristo debemos hacer su voluntad. Debemos tenerlo como nuestro ejemplo y nuestro objetivo.

Jesús entendió la necesidad de ayudar a la gente. Una gran parte del ministerio de Cristo en la tierra consistía en «proclamar libertad a los, cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos» (Luc. 4: 18). Él entendió la importancia de ayudar a la gente con sus necesidades temporales. Dios se agrada en suplir las necesidades de sus hijos (Mat. 6: 31-33). Por tanto, debemos ser sus agentes al suplir las necesidades de quienes nos rodean. Jesús envió a sus discípulos al mundo para qué sanarán a los enfermos, levantaran muertos y echaron fuera demonios. . ¡Todo gratuitamente (Mat. 10: 5-8)! Después de todo, Dios les había concedido su gracia por lo que ellos debían compartirla con los demás. Santiago 1: 27 resume apropiadamente nuestra misión: «La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo». PARA COMENTAR 1. Cuando consideres a la iglesia como el cuerpo de Cristo, ¿qué cambios desearías realizar en la forma en que te relacionas con dicho cuerpo? 2. Como miembro de la ekklesia de Dios has sido llamado o llamada. ¿En qué sentido se te aplicaría esto en forma personal? ¿Con qué pecados específicos luchas tú? Pide la ayuda de Dios, no en sentido general sino en forma específica. Encuentra algunos textos bíblicos para memorizarlos, que se apliquen a tu situación.

Kofi Opoku Amoah, Ottawa, Ontario, Canadá

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lunes 19 de noviembre

Testimonio

«Aprendan de mí»

Mateo 11: 29

En un mundo donde se nos enseña a ser autosuficientes, nuestra primera reacción al enfrentar cualquier dificultad no necesariamente implica acudir a Dios. Sencillamente no sabemos cómo soltarlo todo y dejárselo a Dios. Hay algunas soluciones que pueden ayudarnos cuando enfrentamos la tentación de la autosuficiencia.

«¿Por qué son tantos entre nosotros los débiles e incapaces?» «¿Por qué son tantos entre nosotros los débiles e incapaces? Es porque miramos a nosotros mismos, estudiamos nuestro temperamento y nos preguntamos cómo podremos hacernos un sitio a nosotros mismos, a nuestra individualidad, a nuestras ideas particulares, en lugar de estudiar a Cristo y su carácter».1 En ocasiones olvidamos mirar al proveedor de todas las cosas: a Jesucristo. A través de él podremos verlo todo más claramente. Al observar nuestros caracteres, nuestra atención se desviará de él. «Cristo dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11: 29). ¿Por qué no aprendemos diariamente del Salvador? ¿Por qué no vivimos en constante comunión con él, para que en nuestro trato unos con otros podamos hablar y actuar bondadosa y cortésmente? ¿Por qué no honramos al Señor manifestando ternura y amor unos por otros? Si hablamos y obramos en armonía con los principios del cielo, los incrédulos serán atraídos hacia Cristo mediante su asociación con nosotros».2 «No tenemos derecho a fijar nuestra atención en nosotros mismos, ni en nuestras preferencias y fantasías. No debemos tratar de conservar una identidad particular, una personalidad y una individualidad que nos mantendrían alejados de nuestros colaboradores. Hay un carácter que debemos mantener, pero es el de Cristo. Si tenemos el carácter de Cristo, podemos trabajar juntos en su obra. El Cristo que esté en nosotros responderá al Cristo que esté en nuestros hermanos, y el Espíritu Santo consagrará esa unión de sentimientos y de acción que atestigua al mundo que somos hijos de Dios. Que el Señor nos dé poder para crucificar el yo y nacer de nuevo, a fin de que Cristo pueda vivir en nosotros como principio vivo, activo, capaz de mantenemos en la santidad».3 Todos nosotros debemos morir al yo para que las palabras y las acciones de Dios se manifiesten en nuestras vidas. ______________ 1. Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 150. 2. Ibíd., p. 153. 3. Ibíd., p. 150.

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Nyamal Pal Chang, Calgary, Alberta, Canadá

Evidencia 1 Corintios 1: 10

martes

20 de noviembre

Una cadena de relaciones

A través de las Escrituras Dios propone la unidad de la iglesia y de los miembros de ella. «Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito» (1 Cor. 1: 10).

Dios nos proporciona todo lo que necesitamos. Como discípulos de Jesucristo debemos estar comprometidos a entregarle todo Dios, a estar en perfecta armonía con el Señor. Una unidad puede describirse como un cuerpo o un todo que está compuesto de diferentes partes. La unidad es uno de los principios fundamentales que como iglesia debemos atesorar. En Juan 17: 21-23, Jesús enfatiza la unidad que él, el Padre y el Espíritu Santo comparten. En Juan 2: 19-22, Jesús les explica el poder y la influencia que el Espíritu Santo tendrá cuando él regrese al Padre. La unión de la Trinidad guiará a los discípulos, e influirá sobre el mundo a través del ministerio de ellos. Como iglesia, ¿cómo podremos ser más unidos y obrar juntos por la causa de Dios? Los discípulos venían de diferentes medios sociales, pero ellos se unieron con el fin de trabajar hacia un objetivo. ¿Cómo pudieron trabajar como un solo cuerpo con el fin de llevar a cabo la tarea que Dios les había encomendado? Dios les envió el Espíritu Santo para que los guiara. (Juan 16: 7-16). Podemos mantenernos unidos porque Jesús nos ha concedido el gran don de la salvación. No importa de dónde vengamos, porque Jesús ha venido a nuestras vidas y nos ha mostrado su amor. Es más, Dios nos proporciona todo lo que necesitamos. Unidos en Cristo permanecemos en pie no por nuestros propios medios sino por los medios divinos. Cuando coloquemos a Dios en primer lugar y atesoraremos su Palabra en lo más profundo de nuestros corazones, disfrutaremos de unidad. «Pues así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás» (Rom. 12: 4-5). PARA COMENTAR 1. ¿Cómo puede tu iglesia o congregación trabajar a favor de la causa de Dios? 2. ¿Cómo puedes personalmente colocar a Dios en el primer lugar de tu vida?

Alex Angellakis, Calgary, Alberta, Canadá

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miércoles 21 de noviembre

Cómo actuar

Adventistas de siete días

Romanos 15: 5, 6

Hace algunos años el pastor de nuestra iglesia aceptó una invitación para trasladarse a otro distrito. Durante su último sábado, celebramos una reunión de despedida. Al final de la misma el maestro de ceremonias hizo algunas preguntas respecto a nuestro pastor. Preguntó: «¿Qué cosas siempre dice nuestro pastor y sus sermones?» Recuerdo la expresión de sorpresa en algunos rostros. «¿Recuerdan ustedes qué frase utiliza él siempre?» Ante la confusión del pastor, ¡nadie podía recordarlo!

Nos hemos acostumbrado a ser adventistas del séptimo día. Aunque no es necesario recordar cada detalle de un sermón, uno debe preguntarse si vale la pena despertar el sábado en la mañana para sentarse en un culto de la iglesia, utilizando nuestro tiempo y el tiempo de Dios; si es que eso tendrá algún impacto en nuestras vidas y las vidas de los demás. La iglesia en los días de Pablo no era una reunión que se celebraba una vez a la semana en santuarios cómodos. Más bien en grupos de creyentes, amigos, y familiares que iban de una casa a otra y por los vecindarios intentando crecer juntos en el conocimiento de Cristo. No nos beneficiamos al limitar nuestra experiencia cristiana a un día de la semana. Una vez que comencemos a cumplir la misión que Cristo nos encomendó en nuestras vidas cotidianas (Mat. 28: 18-20), alcanzaremos la unidad que se nos ha prometido (Rom. 15: 5, 6). Para citar a un amigo: «nos hemos acostumbrado a ser adventistas del séptimo día al punto de que hemos olvidado ser adventistas los siete días». A continuación algunas sugerencias que pueden ayudarte a recordar durante la semana los mensajes que escuchas los sábados: • Simplifica el mensaje. Lleva un cuaderno de apuntes a la iglesia y toma nota de las frases clave que el orador mencione, así como los textos bíblicos utilizados. Divide el sermón en dos o tres oraciones que reasuman el mensaje. • Consigna por escrito sus sentimientos. Lo más importante en un culto no son las palabras pronunciadas, sino más bien conocer la forma en que las mismas impactarán tu vida diaria. Escribe algunas deducciones respecto a los puntos expresados en el mensaje, imaginando que es el mismo Dios quien te habla directamente. • Repasa tus anotaciones durante la semana. Léelas en tu trabajo, en la escuela y durante tus devociones. Si lo que has escuchado en la iglesia no se aplica el lunes en la mañana, probablemente no valdrá la pena haberlo escuchado. • Discute tus ideas con algunos amigos. Después del servicio, o durante la se mana, pregúntense como ha impactado el mensaje las vidas de ustedes.

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Jeremy Grant, Ottawa, Canadá

Opinión Romanos 12: 5; Hechos 1: 8

Pies y manos

jueves

22 de noviembre

Muy temprano en mi vida me di cuenta de que todo en el mundo tenía una razón de ser. Poco tiempo después reconocí que esa razón de ser era la naturaleza. El diccionario define la palabra naturaleza como «el carácter inherente o las características básicas de una persona o cosa; su esencia» Esa definición hacen que me pregunte respecto a la naturaleza de la iglesia de Dios. ¿Cómo era la iglesia primitiva? ¿Cuál era su esencia? Con el fin de encontrar las respuestas acudí a las Escrituras.

Somos sus manos. Jesús les dijo a los primeros creyentes: «Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hech. 1: 8). Por tanto, en primer lugar la iglesia es un conjunto de creyentes que testifican por Cristo. Entonces, ¿será que mi testimonio como cristiano está de alguna forma relacionado con la naturaleza de la iglesia? La respuesta que ofrece la Biblia es un sí categórico. Piensa por un momento que la iglesia es el cuerpo de Cristo. Los miembros que componen la iglesia poseen diferentes habilidades, talentos y experiencia vital. El Espíritu Santo le concede dones a cada miembro con el fin de ayudar a que la iglesia lleve a cabo su misión. Todos tienen dones y habilidades únicas. Sin embargo, aunque alguien crea que esto podría ser motivo de confusión es más bien parte del plan de Dios: algo que contribuye a la armonía y a la eficiencia y al logro de los objetivos divinos. De hecho, Romanos 12: 5 nos dice que somos el cuerpo de Cristo: «También nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás». Somos diferentes, pero es el mismo Espíritu Santo el que obra a través de nosotros, permitiéndonos formar parte del cuerpo de Cristo para que podamos ayudar a los demás así como Cristo lo hizo. Somos sus manos. Del mismo modo que sus manos se extienden hacia los demás, las muestras deben también hacerlo. Somos su boca. Del mismo modo que Cristo habló palabras de ánimo mencionando el tierno amor del Padre, nuestras bocas deben hablar del amor de Cristo por la humanidad caída y de su pronto regreso. Esa es la naturaleza de la iglesia. PARA COMENTAR 1. Tomando en cuenta la naturaleza de la iglesia, ¿cuál es nuestro papel como cristianos individuales? 2. ¿En qué forma el Espíritu Santo ayuda a definir la naturaleza de la iglesia? 3. Como miembro de la iglesia, ¿cómo te integras al cuerpo de Cristo?

Yual Chiek, Kingston, Canadá

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viernes 23 de noviembre

Exploración

Permanecemos unidos

1 Corintios 12: 12

PARA CONCLUIR ¿Cómo es que una iglesia repleta de individuos puede llegar a cualquier conclusión, e incluso trabajar a favor de una misma causa? Únicamente es posible cuando los miembros comparten un mismo enfoque. Como cristianos nuestra mirada debe estar fija en Jesús; en lo que él ha hecho por nosotros y en lo que nos ha ordenado que hagamos por él. Morir al yo no es un acontecimiento único, sino una decisión continua de hacer las cosas a la manera de Dios. Quienes mueren al yo y viven por Dios estarán listos para recibir el derramamiento del Espíritu Santo. Entonces la iglesia llevará a cabo su misión final proclamando la invitación final de Dios a un mundo que perece. CONSIDERA • Diseñar un afiche que ilustre la idea de la unidad. • Hacer una lista de los beneficios que implica pertenecer a la familia de la iglesia. Luego decidir cómo los ordenarías de mayor a menor, de acuerdo a tus propias necesidades. • Parafrasear 1 Corintios 13 pensando cómo se puede amar, tanto a los miembros de iglesia como los que no son parte de ella. • Seleccionar algunos himnos del Himnario Adventista que mejor ilustren la misión de la iglesia contemporánea. Leer o cantar dichos himnos, meditando en la forma en que puedes involucrarte en la obra que ellos describen. • Pensar en las personas de tu iglesia que necesitan ser animadas. Llamar, escribir o visitar algunas de ellas durante la próxima semana. • Llevar un registro de las actividades que realizas en tu iglesia. Si has sido únicamente un espectador, escribe la forma en que podrías involucrarte activamente y luego realízalo. • Hacer una caminata tratando de identificar ejemplos en la naturaleza que ilustren el concepto de la unidad en la diversidad. PARA CONECTAR A Life To Die For, W. Clarence & Stephen Schilt (Pacific Press).

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Renee Coffee, Gobles, Michigan, EE. UU.

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