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CARVAJAL

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BENALCAZAR Y OTROS ENSAYOS

--CALI--

MCMXXIV CARVAJAL

a

CIA .• EDITORES

BANCO DE:. LA RcFsQues de robles. arrayanes y laureles; su so: tibio y acariciador; sus rumbosos crepúsculos de estio; el seductor encanto de sus Inertos, y sus incomparables praderas, hubieran comunicado frescura, ritmo, color y lozania a sus estrofas gallardas; y el ignipotente y majestuoso Puracé, y su cielo donde se cuajan terribles tempestades, hubieran dado a su ánimo esa impetuosidad avasalladora y ese empeño heroico suyos tan castizamente iberos. Su educación, iniciada en el hogar, continuó en Inglaterra adonde partié con su padre, Que iba en viaje de salud, cuando apenas contaba trece años. En 1838 regresó a Popayán luégo de haber paseado su alma scñad::>ra por el Mediterráneo y visitado a Francia e Italia, trayendo en su equipaje el diploma de Bachiller en Artes de la Universidad de Londres. Y en la Universidad del Cauca completó sus estudios con el conocimiento del Derecho Civil y de las Ciencias Pollticas. A los veintidós años de edad era uno de los jóvenes colombianos mejor prepaados para las funciones públicas.

SllS SllS

[( ENTRADA

E~ LA VIDA

PUBLICA

El parlamentario y el panfletista

En el mismo año de su regreso principió Arboleda a figurar como fundador de una sociedad de tendencias políticas. La guerra de 1840, por la Que «se entró con instinto de ave de tempestad», lo inició en la vida militar de la cual había de salír, en aquella época, con el grado de Coronel. Tuvo entonces ocasión de ensayarse en asuntos diplomáticos en una misión al Ecuador Que le confió el General Pedro Alcántara Herrán. Cuando apareció en la tribuna parlamentaria no tenía aún veintisiete años. Era el Congreso de 1844. u Su aparición», dice don José María Samper, « fué una gran novedad, y todos los líberales de entonces lo saludamos con alborozo. Era un astro, el astro de la

JUI.IO

ARBOLEDA

97

elocuencia y del talento poético y brillante, Que se levantaba en el horizonte de la patria cerna una gran promesa de fuerza, de habilidad y de gloria '" Desde su primer discurso eclipsaba a EzeQuiel Rojas, a Murillo y demás hombres notables Que contaba en las C,imaras el liberalismo» (4). Y Torres Caicedo escribe: (s los ánimos y enlazadas en una, por virtud del genio de Bolivar, las tres banderas de Colombia, Ecuador y Venezuela, se reunió en la Villa del Rosario de Cúcuta, formada por un grupo selectísimo de los sobrevi'¡ientes del inmenso drama, la primera corporación legislativa constituyente de la gran Colombia. De allí salieron nuestra primera carta fundamental; el reconocimiento solidario de la deuda contraida por 103 tres pueblos que constituyeron el grande Estado bo-

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EL

CENTtNARIO

DE

SANTA

L1Elt:lADA

Ji viano; la libertad de partos de los esclavos, y la ley de 28 de julio sobre establecimiento de colegios en las provincias, en la s recoletos. Maestros

y dlscipulos

Por estos claustros han pasado desde e ltonces, como maestros, o como discípulos, Ifls más altos representantes de las generaciones vallecaucanas. ¿ Cuál de los hijos de e :ita ciudad no guarda, escondido en el fondo de su alma, un grato recuerdo de estas bóvedas sagradas que parecen devolver el filmar de los siglos y el eco de nuestras vac~s infantiles? ¿ Cuál no ha sentido que los I,[tidos de su corazón se hacían más presurosos al traspasar el umbral de este viejo y hospitalario instituto que despertó en su espíritu la inquietud de los primeros ensueños, y dio a tántos las armas con que han batallado en la vida? Si, como dice Renán, no debe jamás hablarse sino de aquello que se ama, nunca mis palabras tuvieron una vibración más emotiva que la que en este mo-

El

CENTENARIO

DE

SANTA

LIBRADA

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mento tienen; en ninguna otra ocasión bro· taron más cálidas de mi alma porque es la primera vez que hablo, a la distancia, de mis dias de colegio, a los cuales va necesariamente unida la evocación del recuerdo del paterno hogar y de los compañeros y maestros, iay I tántos idos yá l, cuya imagen amada viene a mi mente como un ensueño acariciante y vaporoso que deshace el soplo frío e imperativo de la vida que urge y nos impele: por sobre nuestros viejos amores y recuerdos, adelante. es estudiantes, amigos y compañeJe yo también soy estudiante como lUnQue no tenga el deber de la leer la diaria concurrencia a :as aulas; los lo somas, poco más po:::u menas, del camino de la vida; llevad siemel corazón el recuerdo bienhechor lías de colegio memorables y dullr de sus pasajeros nublados; ellos, días d= vuestra infancia y vuestra os abandonarán pronto, porque los je grato vivir son presurosos; IIc'ecuerdo, y si vientos propicios a ¡Juntad y a vuestro esfuerzo os eleo a tantos otros que parecen hado lo Que deben a este claustro, a culminantes, poned, yo os lo ruego, UJa r :rte siquiera de vuestro empeño en Jóvc ros, por: vosotros ción fija porque te a lo lar~ pre sobr de estas ces a pe como lo~ juver:tud: instantes vad ese vuestra , varen co ber olvid posic:one

174

EL

CENT£NARIO

DE

SANTA

lIBBADA

buscar los medios de ayudar a hacer del Colegio de Santa Librada un instituto digno de la ciudad llamada, al decir de Sanín Cano, a ser la llave de la cultura de Colombia.

LA IRRELIGIOSIDAD DE BOLIVAR ARTlCULOS

DE POLEMICA

I Modernos procedimientos histórlco£

AI amor de la paz, Que parece:emplar cada è.ía más su tibio ambiente benéfico en nuestras convulsivas democracias, principia a estudiarse con interés y de acuerdo con los modernos procedimientos, la historia de estas incipie:1tes nacionalidades sobre las que pesan, a lilás del atavismo aborigen, los de las razas europeas anteriores a la Edad Media y los de los pueblos Que invadieron a España hacia el siglo V. Nuestra raza en formación tiene de la sangre de las razas de todas las eé:ades y de todos los Continentcs. De ese mestizaje formado en un mundo Que apenas empieza a conocerse, tiene Que salir una rz.za fuerte de constitución y de ingenio, capaz de quién sabe Qué conquistas, futura ducña tal vez de los destinos del universo. Mas hasta ahora nuestra atención ha ido

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LA

IRRELIGIOSIDAD

DE

BOLIVAR

casi únicamente hacia los hechos y los hombres de la brava lucha iniciada en 1810. La guerra de la independencia, con sus homéricas hazañas, ha cautivado a nuestros historiógrafos que, a fuerza de laboriosidad y de talento, van acumulando el material de donde han de sacar las conclusiones que señalen un derrotero seguro, los futuros sociólogos americanos, material que será al propio tiempo mina de incalculable valor para el historiador definitivo de nuestra edad de hierro y de ingenuos tanteos administrativos. Hoy no satisface la mera relación del conjunto. Se quiere conocer el detalle; la fecha exacta; el por qué de los hechos, sus antecedentes y circunstancias; las intenciones, ideas y propósitos de los actores, y, sobre todo, el pensamiento recóndito del Héroe protagonista del gra ndioso drama. Bolívar es objeto de minuciosos estudios. Se analizan sus costumbres; se le siguen los pasos por doquiera; se intenta penetrar en la hirviente profundidad de sus cavilaciones, desentrañar de sus palabras, de sus grandes y pequeños hechos, de sus entusiasmos y abatimientos, sus pensares íntimos, fuerzas motoras de su indomable voluntad. La tesis de Hispano

Recientemente se ha suscitado en Bogo·. tá una interesante discusión sobre las ideas

LA

IRRELIGIOSIDAD

DE

BOLIVAR

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religiosas del Libertador. Camelia Hispano, en un artículo publicado en El Nuevo Tiempo, afirma, apoyado en valiosos testimonios, que Bolívar no fué nunca católico, y ag-rega que « ésta es cuestión agotada y archivada, excepto para aquellos que no han leído más historia patria que la eclesiástica de Groot». Parece innegable que Bolívar prestó poca atención al problema religioso desde el punto de vista personal, y sólo buscó en el catolicismo el aspecto social como fuerza unificadora propicia a nuestras democracias y firme base del orden político y moral. ¿ Pero en verdad no fué creyente Bolivar? ¿ No tuvo en sus grandes penas, en sus decepcior.es inmensas, en sus profundos abatimientos a q:.tién volver las miradas más allá de los etéreos horizontes? ¿ No cupo una fe sobre~latural en esa alma enorme? Don Miguel de Unamuno dice que un hombre así suele culminar en su religión, y se pregunta cuál fué la de Bolívar, para contes1arse él mismo que es ese el problema más oscuro de su vida, y concluír que su religión fué su obra. Y realmente, cuando se esbdia esa vida admirable, se halla que todo su pensamiento, el calor todo de su alma volcánica. las energias de su organismo entero estuvieron exclusivamente consagrados al ideal de patria y libertad.

1S0

LA

IRR£lIGtOSIOAO

El maestro

D ~ BOLIVAR

del Libertador

La razón de su frialdad religiosa puede hallarse, más que en una inclinación natural, en las enseñanzas de sus primeros afios· Sabido es que a la muerte de don Juan Vicente Bolivar, padre del futuro padre de Colombia, quedó éste bajo la tutela del licenciado Sanz, de la que pasó poco después, cuando aun era muy niño, a la de don Simón Rodriguez. Don Simón fué, pues, el escultor que, en carne viva, modeló la figura espiritual de ese prodigioso creador de patrias. Con las primeras enseñanzas, de las que forma parte importantísima la sugestión del ejemplo, nacieron, crecieron y se afianzaron siempre las ideas religiosas. Por eso los sentimientos inculcados en el hogar cobran en el trascurso de la vida tanta fuerza. Don Simón Rodriguez era un producto amelÎcano del enciclopedismo francés. Los autores galos del siglo XVIII fueron su lectura predilecta, y yá se sabe hasta donde llegó la irreligión en la patria de San Luis en aquel siglo. Basta, para dar una idea de la época, copiar estas palabras de Horacia Walpole (] ) al volver a Francia en ] 765: «¿ Sabeis lo que son los filósofos y lo que significa hoy esta palabra? Por de pronto comprende a (I) Citado por Taine Francia contemporánea.

en

Los orígenes

de la

LA

IRRELICJOSIOAD

DE

BOLI\lAH

lS1

todo ~I mundo; después designa a las personas que se declaran enemigas d£l papismo, çero que, en su mayoría, tienen por objeto la destrucción de toda religión .... Voltaire mismo no les satisfacfa yá; una de las damas que le seguían me decía de él :-Es un santurrón, un deísta». Ved ahora hasta donde habían calado en Rodríguez aquellas ideas. Don Eloy G. González, notable historiador venezola~lo, dice en un estudio biográfico del raro personaje a quien cupo en suerte ser el maestro del Libertador: «Según es tradición en la familia Carreiío, apellido paterno de don Simón, cierto día, después de haber almorzado con uno de S'JS hermanos, éste lo invitó a rezar en acción de gracias; don Simón se negó porque ea se creyó obligado a darIas. Surgió de aqui una disputa entre ambos, la que finalizó don Simón diciendo: Ni tú tendrás más por qué avergonzarte de mi incredulidad ni yo de tu fanatismo, porque me quitaré hasta el apellido». y desde entonces se llamó Simón Rodríguez». CI:

Ese el maestro. Con todo, entre los distintivos característicos del discípulo no se señaló en su vida, al menos de manera manifiesta, el de la irreligiosidad. ¿ Razón de estado? ¿. Respeto al credo de sus conciudadanos, a la fe de. sus mayores? Tal vez.

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LA IRRELIGIOSIDAD

DE

BOLIVAR

O'Leary escribe en sus Memorias que el Libertador « creyó siempre necesario conformarse con la religión de sus conciudadanos", y García Calderón ha dicho que « Bolívar llegaba a la intolerancia en su afán conservador" (1). Respeto de Bolivar al credo de sus mayores

Es digno sí de nobrse que durante su permanencia en Bucaramanga en 1828-según cuenta Peru de Lacroix-no dejó de ir a la iglesia en los días de fiesta. Y escribe en su Diario el día de Corpus: « Hoy el Libertador no quiso ir a misa para evitar asistir a la procesión; pero nos llevó a todos para visitar los altares construidos en las calles, y aquella santa visita nos sirvió de paseo" Bolivar tenia el más profunda respeto por las cosas sagradas. (.En la iglesia, « sigo citando a Peru de Lacroix ", se mantiene con mucha compostura y respeto, y no permite que los que van con él se aparten de aquella regla. Un día notó que su médico, el doctor Moore, estaba sentado con una pierna sobre la otra, y le mandó a decir con un edecán que era indecente cruzar las piernas en la iglesia y que observara como èl tenía las suyas ". (I) F. García Calderón. tinente.

La creación de un Con-

lA

El Libertador

IRRELIGIOSIDAD

Ot

se acoge para morir II. Iglesia

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BOLIVAR

al seno de

católica

No hay duda de Que el Libertador recibió los auxilios espirituales la noche del 10 de diciembre, siete días antes de su muerte, en pleno uso de sus facultades mentales. Asi lo testifica el doctor Reverend en SLl Bolefin número 12 del Diario de la enfermedad: «Habiendo estado por la tarde más despejado a beneficio del caústico, S. E. hizo sus disposiciones espirituales y temporales con la mayor serenidad y no le reparè la menor falta en el ejercicio de sus facultades intelectuales .... », y en su Relación de los últimos momentos: «El Cura de la aldea de Mamatoco, cerca de San Pedro, acompañado de sus acólitos y unos pobres indígenas, vino de noche, a pie, llevando el Viático a Simón Bolívar,.. El escribano público José Catalina Noguera dice en actuación del 11 del mis11:0 mes: « •••• firmó (Bolívar) la anterior alocución Que dirige a los colombianos, en su entero y cabal juicio, el dia diez de los corrientes después de haber recibido los auxilbs espirituales .... » Acordes los historiadores en Que el Libertador recibió los últimos sacramentos de la Iglesia católica, discrepan en el sacerdote Que se los administrara. La mayoria afirma que fué el señor Obispo de Santa Marta doc-

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LA

IRRElICIOSIDAD

DE

BOLIVAR

tor José María Estévez, fundados sin duda en la aseveración del señor Juan de Ujueta, testigo presencial, y en la del escribano Noguera, quien en su actuación certifica que el Libertador firmó su última proc:ama en presen_ cia del Ilustrísimo señor Estévez el que suscribió como testigo, la diligencia (l). Mi ilustrado amigo y conterráneo Camelia Hispano sostiene, en la publicación a que en el principio de este artículo he aludido, que fué el humilde Cura de Mamatoco quien asistió en esos momentos al Libertador, y se funda para su afirmación en el dicho, muy respetable sin duda, del doctor Reverend que no nombra entre los testigos de la proclama al señor Estévez, y en el del General Ramón Centeno, también testigo presencial, que asevera, como Reverend, que no fué el Obispo sino el Cura de Mamatoco el sacerdote que administró el Viático a Bolívar. «Bolívar amaba la verdad», escribe Peru de Lacroix, y repite muy oportunamente Hispano al abrir el Diario de Bucaramanga. En sus postreras horas, cuando aceptaba el Libertador los auxilios de un apóstol de Cristo, no podía seducirle yá la verdad humana, que, hallada o no, quedaba atréis para ser por otros perseguida; en ese momento solo (I) Blanco y Azpurúa. Documentos para la historia de la vida pública del Libertador. Tomo XIV, página 460.

LA lRREL.IGtOQtDAO

DE

BOL.IVAR

185

podía atraerle otra verdad, la más interesante y misteriosa, la que principió para él la tarde del 17 de diciembre de 1830.

II Los testigos

de "¡sapno contradicen sus afirmaciones

El número 5.263 de El Nuevo Tiempo de Bogotá, llegado por el último correo, trae un nuevo artículo de Camelia Hispano, tendiente a demostrar su primitiva tesis en lo rela~ tivo a las ideas religiosas del Libertador, artículo al cual quiero referirme, porque a estár de acuerdo con la realidad de los hechos una de las afirmaciones en él c:>ntenidas, quedaría virtualmente infirmada la última parte del mio, La irreligiosidad de Bolívar. Dije en aquella publicación: "No hay duda de que el Libertador recibió los auxilios espiritua:es la noche del 10 de diciembre, siete días antes de su muerte, en pleno uso de sus facultades mentales"; y más adelante: «Acordes los historiadores en que rccibià los últimos sacramentos de la Iglesia católica, discrepan en el sacerdote que se los administrara" . Hispano asienta en su nuevo artículo: «Fué el Cura de Mamatoco, caserío de indios, distante un cuarto de hora de San Pedro, quien

1%

LA

lRR£LIC10SIDAD

or

BOLIVAR

llamado por [a noche del mismo 10 de diciembre, administró probablemente la extremaunción (el subrayado es mio) a Bolivar, según declaraciones contestes de tres testigos presenciales: Reverend, médico de cabecera, y los Generales Centeno y Rodriguez, y además, del Edecán Andrés Ibarra que aceptó la relación de Reverend. Contra esos cuatro testimonios se alega únicamente e[ de Juan de Viueta, quien por aquellos días se encontraba en servicio militar en Santa Marta ...

"

Observaré primeramente a mi amigo Hispano que de sus «tres testigos presenciâles» sólo Reverend estaba en San Pedro la noche del 10 de diciembre. (Véanse la Relación del Genera[ Centeno, y [a carta del Genera[ Rodríguez a don Ramón Azpurúa, páginas 457, 458 Y 459 del tomo XIV de los Documentos para la historia de la vida pública del Libertador ordenados por e[ Genera[ José Félix Blanco y don Ramón Azpurúa). En cambio, e[ señor Juan de Viueta afirma haber llegado la tarde del 10 a San Pedro y pasado alii parte de la noche. (Obra citada, página 456 del tomo XIV). Yo incurrí en mi anterior artículo, en el error de hablar del General Centeno como de testigo presencial aquella noche. Sus deberes militares lo obligaban a permanecer de ordinario en Santa Marta.

LA

IRRELIGIOSIDAD



BOLIVAR

187

Por lo que hace a la clase de auxilios espirituales que recibiera el Libertador, véase lo que dicen los testigos citados por Hispano. El doctor Reverend, cuyo testimonio es irr~cusable para mi amigo, cuente:. en su Relación. que como el Obispo Estévez, llamado por el General Mantilla, hablase a Boliyar de testamento y confesión, éste exclamó: « j Cómo saldré de este laberinto!,,; y agrega Reverend: «No fué lance tan apretado cuando por la noche de este mismo día (10 de diciembre) se le administró (sic) los sacramentos .... El Cura de la aldea de Mamataco, cerca de San Pedro, acompañado de sus acólitos y unos pobres indigenas vino de noche, a pie, llevando el VIÃTICO a Si· mó, Bolívar». (Blanco y Azpurú;J, tomo XIV, página 472). El General Centeno escribe: «No me encontré en la hacienda de San Pedro precisamente cuando recibió el VIÁTICO el Libertador .... "; y más adelante: « '" no fué el señor Obispo, enfermo a la sazón como lo haré ver después, sino el Cura de Ma,natoco quien administró el VIÁTICO al gran Bolívar" (Obra citada, tomo XIV, página 457). El General Rodriguez d~clara que «soare la divergencia hacia el incidente de quién le administró el sacramento de la Eucaristía y de la Extremaunción" al Libertador, se adhiere a lo aseverado por el doctor

188

LA

IRR£LtClCJSIDAD

DE:

BOLIVAR

Reverend. Yá he dicho que el General Rodríguez no se hallaba en San Pedro el día de la administración de Bolívar. Como se ve, con los mismos testigos citados por Hispano, he probado una vez más que Bolívar recibia antes de morir y en pleno uso de sus facultades mentales, el VIÁTICO, es decir el sacramento de la Eucaristía, y consecuencialmente el de la penitencia. A esa hora yá no presionaba su voluntad la razón de Estado. Luego la irreligiosidad de Bolívar fué algo superficial debido, sin duda, a las enseñanzas de un maestro ateo, al ambiente irreligioso que respiró en su primera juventud, y tal vez-¿por qué no?a la hostilidad irreductible del clero español. Su vida fué una perpetua lucha. Cuando principiaba la hora de la serf'nidad, de la meditación y del reposo lo sorprendió /a muerte. Volvió entonces los ojos al Dios de sus padres y recibió, como un buen cristiano, los últimos sacramentos de la Iglesia católica. Hispano rectificará, no lo dudo, su errada creencia de que al Libertador sólo se /e administró en su hora postrera el sacramento de la Extremaunción. El aspira, con titulas para e/lo, a ser uno de nuestros más fie/es historiadores de Ia éra boliviana. Cuenta "un escritor francé5 de Michelet,

lA

IRRELlGrOSCOAD

O~ SOllVAR

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que, víctima de imperfectas informaciones, acusó al gobierno imperial de Napoleón III de haber Querido y provocado la guerra franco-prusiana. Mas como viera luégo su error, seriamente preocupado de que su nombre ccrriera al pie de una inexactitud histórica, se apresuró a recoger su primitiva afirmación y a señalar como responsable a la férrea Prusia de los HohenzolIern. Así se hacen IJs historiadores y así se es::ribe la historia.

UNA NOVELA HISTORICA

El naturalismo triunfante

Veinte años después de haber aparecido novela caucana, obra de indiscutible mérito, a la que sólo falta para ocupar el prominente lugar que le corresponde en la novela americana, el que sea debidamente conocida, pues una edición como la que su autor hizo en 1886, escasa de ejemplares y hoy completamente agotada, y alguna otra deficiente que la siguió, no eran lo bastante para que fuera leida más allá de los limites de la región ea ucana ( 1 ). Esa obra que, para los que nacimos en esta vieja villa, es familiar desde niños, se llama El Alférez Real, y su autor es el doctor Eustaquio Palacios, distinguido humanista y profesor, muerto en una noche de septiem:Jre hace un cuarto de siglo. No sé si el haber vivido desde mis priMarla vio la luz en esta ciudad otra

( 1) Algún tiempo después de aparecido este articul::>se hizo una copiosa y correcta edición.

194

UNA

NOVELA

HISTORICA

meros años los parajes, el ambiente y algunas de las costumbres vivas aún, de que con tanta exactitud se habla en ese libro, motive mí admiración y cariño a él. Pasa por esas páginas desprovistas de toda pose literaria, sèncillas y sin adornos retóricas, un hálito tal de vida que desde que principian a leerse atraen y cautivan el

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