11. PSICOLOGÍA DE LA SALUD

11. PSICOLOGÍA DE LA SALUD LUIS ARMANDO OBLITAS GUADALUPE Un iversidad Iberoamericana, Ciudad de México 1. INTRODUCCIÓN Los psicólogos siempre han

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11. PSICOLOGÍA DE LA SALUD

LUIS ARMANDO OBLITAS GUADALUPE Un iversidad Iberoamericana, Ciudad de México

1. INTRODUCCIÓN

Los psicólogos siempre han estado interesados en cuestiones de salud. Sin embargo hasta finales de la década de los 60's no existió un enfoque dentro de la psicología que se pudieta llamar psicología de la salud. Es a partir de 1978 que ésta se constituye formalmente, cuando un grupo de psicólogos de diferentes áreas (clínica, social, experimental, etcétera) interesados en cuestiones relacionadas con la salud forman una División de Psicología de la Salud (División 38) en la American Psychological Association (APA) (Moscoso y Oblitas, 1994, Oblitas, 2000). De acuerdo con Carrobles (1993) (en Ardila, 2000) la psicología de la salud es el campo de especialización de la psicología que centra su intetés en el ámbito de la salud, especialmente sobre los aspectos físicos o médicos, con la principal función de prevenir la ocurrencia de las disfunciones, o de tratar de rehabilitar en caso de que tengan lugar, utilizando pata ello la metodología, los principios y los conocimientos de la actual psicología científica, sobre la base de que la conducta constituye, junto con las causas biológicas y sociales, los principales determinantes, tanto de la salud como de la mayor parte de las enfermedades y problemas humanos de salud existentes en la actualidad. En este capítulo se tratatán algunos de los temas relevantes de la psicología de salud contemporánea: antecedentes de la psicología de la salud, comportamiento y salud, modelos de relación entre personalidad y salud, promoción de la salud, las conductas de la salud, el cambio de hábitos de

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salud, y conductas físicas y salud y la contribución de Rubén Ardila a la psicología de la salud. 2. COMPORTAMIENTO, ESTILOS DE VIDA Y SALUD

De acuerdo con Fusré (2002), el término estrés, introducido en el ámbito de la salud por Selye en 1936, es uno de los más utilizados en la actualidad y quizá por ello uno de los que tiene un significado menos preciso; Selye lo utilizó para designar la respuesta general del organismo a un estresor o situación estresante, pero posteriormente se ha utilizado tanto para designar esa respuesta genetal, como la situación que la desencadena o los efectos de ésta. No obstante, sí parece haber cierta unanimidad para atribuir al esttés la responsabilidad de una gran cantidad de trastornos psicológicos y fisiológicos. Últimamente se le han atribuido también alteraciones producidas como consecuencia de una alteración del sistema inmune (enfermedades infecciosas, enfermedades autoinmunes, cáncer, etc.) (Cohén y Williamson, 1991). Definición del Estrés Según Gutiérrez (2002), la definición que pueda darse de "estrés" varía en función del modelo teórico en que se enmarque tal definición. Actualmente podemos diferenciar básicamente tres enfoques en el estudio del estrés: en primer lugar, puede hablarse de estrés, desde un punto de vista ambientalista, como algo externo que provoca una respuesta de tensión. Esto es, nos referimos a una clase de estímulos o acontecimientos que se denominan estresores, en cuanto que desencadenan el estrés, que son fuente de estrés. Este enfoque engloba a todas aquellas investigaciones que hacen especial énfasis en situaciones que significan cambio y requieren reajustes en la tutina de una persona siendo considerados, generalmente como acontecimientos indeseables. En segundo lugar, están las investigaciones que ha puesto énfasis no en el estímulo sino más bien en la respuesta. Tal es el enfoque del que se ha considerado el padre de las investigaciones sobre el estrés a Selye, quien considetaba el estrés como el resultado no específico de cualquiet demanda sobre el cuerpo que tiene un resultado físico o mental. Dicha reacción la dividió en tres fases: reacción de alarma, fase de resistencia y, finalmente en caso de que el estrés persista, estadio de agotamiento. Selye consideraba las situaciones de estrés como aquellas que requieren ajuste por parte del otganismo. La situación puede ser agradable o desagradable, pero lo que es significativo en la situación es la intensidad de exigencia de ajuste de la conducta. •230.

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Finalmente, desde un enfoque más interaccionista ni estresores ni respuestas estresantes existen separadamente, sino que ambos conforman la llamada experiencia del esttés entendida como un proceso intetactivo entre situaciones y características del individuo. Dicho enfoque es el defendido por Lazarus y sus colaboradores quienes han subrayado fuertemente la interacción entre los agentes estresores y el sistema humano de valoración y evaluación. Lazarus y Folkman (1986) han venido presentando una teoría que define el proceso del esrrés como un proceso de interacción dinámica, en los términos de un modelo que se puede denominar "modelo transaccional", porque su punto central lo constituye la natutaleza de los intercambios, o transacciones entre la persona y su entorno y los procesos cognitivos que intervienen en la relación persona-entorno. Así pues, desde este enfoque entiende el estrés como una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado como amenazante y desbordante de sus recursos, poniendo en peligro su bienestar (Lazarus y Folkman, 1986). Dentro de este modelo, el estrés psicológico es visto como un producto de la manera en que un individuo aprecia (evalúa) y construye una relación con el entorno. En esta relación las demandas del entorno, las apreciaciones cognitivas, los esfuerzos de afrontamiento y las respuestas emocionales están interrelacionadas de manera recíproca de forma que cada una afecta a las otras. El modelo representa una separación de la perspectiva tradicional de estímulo-respuesta que subrayaba un orden singular de los acontecimientos. La concepción de Lazarus sugiere, pues, una visión subjetiva del estiés, esto es, nada es estresante a menos que el individuo lo defina como tal. En este sentido, no hay acontecimientos umversalmente estresantes, sino que el estrés sólo existe cuando una persona lo define como tal. Estilos de Vida Se pueden detecta! tres aproximaciones al concepto de Estilo de Vida (Fuste, 2002). Se puede considerar, en primer lugar, el estilo de vida de una forma genérica en la que se conceptualiza como una motal saludable que cae bajo la responsabilidad del individuo o bajo una mezcla de responsabilidad del individuo y la administración pública, según el ámbito cultura Singer (1982) define el estilo de vida como una forma de vivir o la manera en la que la gente se conduce con sus actividades día a día, mientras que Ardell (1979) lo concibe como aquellas conductas sobre las que un individuo tiene control y que incluyen todas las acciones que afectan a los riesgos para la salud.

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Desde esta misma perspectiva, algunos autores han propuesto la idea de dos estilos de vida: 1. Estilo de vida saludable con dos dimensiones que califican como a) sobriedad, definida por comportamientos que implican no fumar, tomar alimentos saludables, abstinencia del alcohol, etc. y b) actividad, dimensión que viene definida por la participación en deportes y ejercicio regular, mantenimiento de un bajo índice de masa corporal, etc.). 2. Estilo de vida libre caracterizado por comportamientos totalmente contrarios al anterior: consumo de alcohol, toma de alimentos no saludables y no preocupación por la apariencia física. En este punto de vista genérico se engloba el ttabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuyo objetivo principal es la promoción de estilos de vida saludables, esto es, una forma de vivir de la gente que tanto individual como colectivamente y de una forma cotidiana, permitan una mejora de calidad de vida. Desde esta perspectiva, se propone un nuevo paradigma de salud pública dominante en el mundo industrializado que proclama la prevención de enfermedades a través de los cambios en los estilos de vida. Sin embargo, el peligro inherente a esta perspectiva es su excesiva concentración sobre la responsabilidad individual y su falta de sensibilidad sobre circunstancias supraindividuales que pueden estar manteniendo estilos de vida insalubles. Una tendencia alternativa de conceptualización del estilo de vida se caracteriza por socializar el concepto, por lo que hablaríamos de un estilo de vida socializado. Desde esta perspectiva, el estilo de vida no se refiere únicamente a una cuestión de hábitos personales, sino que también tiene que ver como las sociedades organizan el acceso a la información, la cultura, y a la educación. Esta dimensión social entiende el estilo de vida como una interacción de responsabilidad individual y responsabilidad política al entender que, por ejemplo, el individuo no es el único responsable de morir de cáncer tras cuarenta años como fumador. Esto es, el estilo de vida no es sólo una cuestión de voluntad o sentido de responsabilidad y se critica, por tanto, la sobreestimación del nivel de control sobre su propio estilo de vida puesto que muchos elementos con poca o ninguna posibilidad de alteración personal son, precisamente los más peligrosos para la salud a nivel epidemiológico (pobreza, desempleo, etc.). Desde esta perspectiva, se pretende cambiar los estilos de vida a través del cambio de las condiciones de vida. En esta aproximación destaca la definición de estilo de vida propuesta por Abel (1991) quien establece que los estilos de vida en salud comprenden patrones de conducta relacionados con la salud, y valores y actitudes adoptados por los individuos y los grupos en respuesta a su ambiente social y económico.

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El problema de esta conceptualización tcside en la dificultad en opetacionalizar un concepto tan amplio y el posible enfoque a efectos de intervención. Sin embargo, ha tenido su influencia en los objetivos de la OMS puesto que se ha incorporado a un concepto de estilo de vida más socializado puesto de manifiesto en los intentos de promoción de la salud en el tercer mundo (Ardila, 2000). Finalmente, existe una tercera aproximación al concepto de estilo de vida. Se trata de un enfoque pragmático. Se parte de la evidencia empírica que demuestra que ciertas formas de hacer, decir y pensar parecen ser mejores que otras para la salud. Las definiciones que engloba este enfoque pragmático comparten la característica común de centrarse en ciertas pautas de c o m p o r t a m i e n t o cuyo efecto es la promoción de la salud o la potenciación de los riesgos. Asimismo, se caracteriza por intentar fijar empíricamente los componentes del estilo de vida que son de relevancia para la salud, aspecto éste en el que no se ha llegado a un acuerdo unánime sobre cuáles son las conductas que promueven la salud, pues los distintos estudios en este campo dan como resultado agrupaciones de conductas más o menos consistentes pero que han coincidido en señalar la naturaleza multidimensional del comportamiento ptosalud y de riesgo. Definiciones representativas de este enfoque pueden ser por ejemplo, la de Mechanic (1986) quien se refiere al concepto de "conducta de salud" a los patrones de respuestas relacionados con la salud cuando la persona no tiene síntomas específicos, o la de Matatazzo (1984) quien define inmunógenos conductuales a las actividades o hábitos de vida que reducen elriesgode morbilidady muerte prematura, representando por tanto, una especie de defensas conductuales contra la enfermedad. Más recientemente y aún desde esta perspectiva, Millar y Millar (1993) proponen la distinción entre: a) conductas de detección de enfermedades, entendidas como aquéllas que proporcionan la posibilidad de detección de trastornos y que por sí mismas no permiten que la persona mejore su salud, b) Conductas de promoción de la salud, entendidas como aquellas que por sí mismas permiten que la persona mejore su salud. La mayoría de las definiciones anteriores pueden englobarse en esta última propuesta puesto que defienden tanto la prevención como la promoción de la salud, áreas indiscutibles de intervención en Psicología de la Salud. 3. M O D E L O S DE RELACIÓN ENTRE PERSONALIDAD Y SALUD

Existen varios modelos explicativos que intentan dar cuenta de las relaciones entre la conducta y salud de los individuos. Los modelos

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centtados en los tasgos de personalidad propuestos por Suls y Rittenshouse (1990) intentan explicar la relación entre comportamiento y salud a partir de los rasgos temperamentales y caracteriales que determinan la forma de actuar de los individuos. Básicamente son tres los modelos que proponen una explicación causal entre personalidad y salud: 1) la personalidad induce hiperactividad; 2) predisposición conductual y 3) la personalidad como determinante de conductas agresivas (Fuste, 2002). Personalidad como Inductora de Hiperactividad Ciertas personas en virtud de su constelación de rasgos responden de forma aguda y/o crónica esto es, de forma puntual y/o permanente, con una reactividad fisiológica exagerada a los estresores. Según este modelo la reactividad fisiológica viene determinada por la evaluación de las situaciones como más estresantes de lo que en realidad son, o bien porque las conductas realizadas por estos individuos producen elevadas respuestas simpáticas o neuroendocrinas. Dicha forma de actuar es producto de las características cognitivas propias de ciertos perfiles de personalidad. La reactividad fisiológica resultante puede incluir tanto actividad simpático-adrenal como acrividad pituitaria adrenal. Si esta hiperactividad fisiológica es elevada en intensidad o frecuencia, afectará a los distintos órganos del cuerpo poniendo en riesgo la salud del individuo Un ejemplo claro de la aplicación de este modelo es el patrón de conducta tipo A. Los individuos que presentan este perfil de personalidad caracterizado por una implicación laboral extrema, una urgencia de tiempo, impaciencia, hostilidad y competitividad, necesitan del éxito y el reconocimiento social de una forma constante. La competitividad y hostilidad que los caracteriza delimitan un perfil cognitivo que provoca el desarrollo de sentimientos y percepciones de amenaza lo cual, a su vez, provoca un aumento del atousal fisiológico que desencadena respuestas tales como el aumento de la presión sanguínea, el aumento de la tasa cardiaca, el incremento de la secreción de catecolaminas con el consiguiente efecto nocivo sobre arterias y vasos sanguíneos. Más recientemente y en este mismo sentido se considera a la hostilidad el elemento tóxico del patrón de conducta tipo A, ya que dicha característica es la que genera sentimientos de ira los cuales a su vez, están asociados a un aumento del sistema nervioso simpático, responsable de la de presión diastólica. Así, en los trabajos recogidos por Suls y Rittenhouse (1990) se ha encontrado que los individuos hostiles se caracterizan por presentar conductas de desconfianza e irritabilidad las cuales desencadenan un estado constante de hipervigiliancia asociado a la vasoconstricción del músculo y

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a aumentos de NorAdn y testostetona, lo que puede explicar efectos nocivos tales como la elevación de la tasa cardiaca y presión sanguínea, la agregación plaquetatia, endurecimiento de arterias, factores todos ellos implicados en el riesgo de sufrir ttastornos cardiovasculares. Un segundo ejemplo de la aplicabilidad de este modelo es la relación que se establece entre la activación del Sistema Nervioso Simpático y la depresión del sistema inmunitario, lo que provoca que personas con características de hostilidad y tipo A sufran también de enfermedades no vasculares tales como resfriados y gripe. Modelo de la Predisposición Constitucional La proposición básica que defiende el modelo es que las disposiciones de personalidad asociadas con riesgo de enfermedad p u e d e n ser simplemente maleadores de alguna debilidad física innata o anormalidades orgánicas que aumentan la susceptibilidad a la enfermedad. Asimismo, el estilo de personalidad puede ser por sí mismo inofensivo (desde una perspectiva de la enfermedad física), pues puede servir meramente para indicar la presencia de alguna anormalidad subyacente que crea el riesgo de enfermedad. Las afirmaciones que hace este modelo son fundamentalmente dos: 1. La disposición de personalidad tiene un fuerte origen constitucional. 2. La predisposición constitucional aumenta la susceptibilidad a los patógenos externos y/o al daño degenerativo de los órganos. Desde la perspectiva de este modelo podría explicarse, por ejemplo, que el patrón de conducta tipo A es constitucionalmente hiperreactivo a la luz de los hallazgos de Krantz y Durel (1983) quienes encomiaron que los sujetos con perfil de personalidad tipo A mostraban mayor reactividad (del sistema nervioso simpático y del sistema adrenomedular) incluso bajo anestesia. Ahora bien, al igual que en el modelo anterior, el presente modelo no está exento de problemas. Por una parte, no está ciato p o r q u e la personalidad debería ser un marcador de condiciones física subyacentes; y por otra, sugiere la controversia sobre la heredabilidad de los rasgos. Personalidad como Causante de Conductas de Riesgo Este tercer modelo propone que los rasgos de personalidad confieren mayor riesgo de enfermedad al exponer a los individuos a situaciones y circunstancias arriesgadas. Un ejemplo de la aplicación de este modelo cs

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la teoría que se establece para explicar la mayor incidencia de cáncer en los individuos deprimidos. Así, los depresivos no tienen cuidado de sí mismos y por tanto, descuidan su alimentación, no van al médico, no prestan atención a los signos alarmantes (manchas, bultos, etc.), lo que puede favotecer la progresión del cáncer. En esre mismo sentido, los sujetos neuróticos (elevadas puntuaciones en neuroticismo y/o ttastornos neuróticos) fuman en mayor cantidad para hacer frente al estrés lo que favorece el desarrollo de cáncer de pulmón. Según este modelo, ciertas disposiciones de personalidad, llevan al individuo a crear o buscar situaciones que elicitan reactividad, buscan situaciones competitivas o desatienden la propia salud. Los problemas que presenta este modelo se sitúan a nivel metodológico, más concretamente, en la imposibilidad de establecer una independencia absoluta entre personalidad y las situaciones estresantes. Los tres modelos aquí presentados no tienen por qué constituir explicaciones individualizadas sino que mantienen efectos bidireccionales y recíprocos. En este sentido, una disposición genética a la infección puede desarrollar un estilo cognitivo pesimista lo cual, a su vez puede llevar al individuo a desarrollar conductas de riesgo. 4.PROMOCIÓN DE LA SALUD

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la promoción de la salud como "el proceso de capacitar a la población para que aumente el control sobre su propia salud y la mejore" (1987). En este sentido, podríamos señalar, de acuerdo a Fiorentino (2002), los siguientes objetivos específicos que se propone cualquier proceso de promoción de la salud: cambiar conocimientos, creencias, actitudes y valores, aumentar la habilidad para tomar decisiones, cambiar comportamientos, establecer ambientes sanos, conseguir cambios sociales hacia la salud, favorecer la capacidad y el poder de individuos, grupos y comunidades. En la actualidad, el paradigma hegemónico que considera la salud como ausencia de enfermedad, se confronta con uno nuevo, que la entiende como el goce de un alto nivel de bienestar físico, psicológico y social. Este nuevo modelo implica una petspectiva positiva de la salud, que comprende el bienestar y el desarrollo humano y la dimensión de calidad de vida. Se considera, además, que los seres humanos no pueden clasificarse simplemente como sanos y enfermos, no se trata de un asunto

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dicotómico, en realidad el estado de salud es un proceso continuo, que va desde el estado mínimo de salud hasta el óptimo (Ardila, 2000). Se entiende por promoción de la salud toda acción orientada a impulsar a un individuo o a una comunidad, hacia un alto nivel de bienestar, una mejor calidad de vida, el disfrute de la plena expresión de su desarrollo humano, y el más alto nivel de salud posible. Ello implica controlar los deteiminantes externos del bienestar, que satisfacen las necesidades básicas de los seres humanos (empleo, ingreso económico estable, alimentación, vivienda, recreación, capacitación, justicia y un ecosistema apto para la vida), y los determinantes internos (creencias, convicciones, atribuciones, expectativas y emociones); de tal manera que la promoción de la salud implica, f u n d a m e n t a l m e n t e , una acción educativa, persuasiva y motivacional orientada a alentar el conocimienro y la preferencia por los comportamientos humanos saludables. Promoción de la Saludy Educación para la Salud La educación para la salud constituye un instrumento más pata logiai los objetivos de la promoción de la salud y que no es posible definir en qué consiste esta última si previamente no hacemos referencia al concepto de educación para la salud, a la que definen como "un proceso planificado y sistemático de comunicación y de enseñanza-aprendizaje orientado a hacer fácil la adquisición, elección y mantenimiento de las prácticas saludables y hacer difíciles las prácticas de riesgo". Por otra parte, la promoción de la salud es considerada "como cualquier combinación de educación para la salud y apoyos de tipo otganizativo, legislativo o normativo, económico y ambiental que faciliten las prácticas saludables", es decir, se trataría de un proceso amplio por medio del cual los individuos, los grupos y las comunidades mejoran su control sobre los determinantes personales y ambientales de la salud (Florentino, 2002). Promoción de la Salud y Prevención de la Enfermedad Es frecuente hablar de promoción y prevención como si fueran una misma cosa, pero razones de tipo operacional, administrativo y sobre todo financiero, justifican una diferenciación. Los profesionales que se ocupan de prevenir la enfermedad, considerarán exitosa su gestión, en tanto logren que los individuos estén exentos de enfermedad. Pero sabemos, que además dichas personas pueden progresar hacia estados de mayor fortaleza estructural, mayor capacidad funcional y mayores sensaciones subjetivas de bienestar. Este es, en esencia, el verdadero sentido de la promoción de la salud, es decir, propender por el óptimo nivel de salud.

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La prevención es relativa a la enfermedad, es decir enfoca la salud, con una visión negativa; la promoción, en cambio, se refiere a la salud en un sentido positivo, apunta hacia la vida, el desarrollo y la realización del ser humano. La prevención pertenece a ámbitos clínicos y propende por la evitación de una enfermedad específica; por ejemplo una vacuna previene una enfermedad particular o una prueba diagnóstica busca la detección temptana de una enfermedad. Por el contrario, la promoción de la salud es más de ámbitos sociales y propende por el bienestar comunitario, fomenta la exposición a factores protectores de la salud y promueve la adopción de estilos de vida saludables para grupos humanos extensos, pot tanto busca la construcción de ambientes en los cuales se faciliten, al máximo, las mejores opciones para la salud. Belloc y Breslow (1972) señalan siete comportamientos (hábitos) que permiten reducir el riesgo de enfermar: dormir siete u ocho horas diarias, desayunar diariamente, no comet alimentos entre comidas, mantener el peso adecuado a la talla, no fumar, tomar alcohol moderadamente, y practicar una actividad física regular Prevención de la Enfermedad y Promoción de la Salud Se han realizado numerosas investigaciones desde la Psicología Social acerca de la formación y cambio de actitudes y su relación con hábitos de conducta que pueden contribuir a un estado óptimo de salud. Los resultados obtenidos tienden a señalar, como procedimientos más exitosos en la modificación de comportamientos nocivos pata la salud, a las técnicas relacionadas con el aprendizaje vicario u observacional (Bandura, 1982). La exposición a modelos que presentan conductas saludables ha resultado bastante efectiva, para reducir, por ejemplo, hábitos nocivos como fumar. En este sentido, se han diseñado campañas y programas de intervención para promocionar hábitos y estilos de vida sanos presentando modelos con cierto prestigio (deportistas y cantantes famosos) o bien modelos semejantes a los observadores, quienes actuaban rechazando aquellas conductas que resultaban lesivas para la salud. 5. LAS CONDUCTAS DE SALUD

Las conductas de salud son definidas como "aquellas que las personas manifiestan mientras se encuentran sanas, con la finalidad de prevenir la enfermedad" (Kasl y Cobb, 1966); o bien, de acuerdo a Matatazzo (1984), "los esfuerzos de las personas por reducir sus patógenos conductuales y practicar conductas que sirvan como inmunógenos conductuales".

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De acuerdo con Fiorentini (2002) distintos tipos de variables determinan las conductas de salud. I a clase y el entorno social pueden ejercer una notable influencia sobre los hábitos de salud de una persona Por ejemplo, el grupo de pares puede ejercer gran influencia para que los adolescentes comiencen a fumar. La percepción del síntoma influye para que las personas decidan realizar un cambio en sus conductas de salud (una persona decide cambiar sus hábitos alimenticios luego de haber tenido hipertensión), aunque estas modificaciones suelen ser transitotias, cuando dichos síntomas se repiten las personas implementan estrategias de modificación definitivas. El síntoma cumple la función de señal de un problema de salud y los cambios que se implementan tienden a reducir el riesgo a sufrir una determinada enfermedad; los estados emocionales (ansiedad, aburrimiento) suelen desencadenar conductas perjudiciales para la salud (comer en exceso, beber excesivamente alcohol, fumar, sedentatismo); las creencias que sobre la salud sostienen las personas influyen marcadamente sobre sus hábitos. Cada persona construye un modelo explicativo acerca de la salud, de las causas de las enfermedades, el significado que le otorga a la misma, así como el concepto acerca de cómo se deben implementar los cambios. Una persona puede creer que, mediante una dieta vegetariana y actividad física regular, puede evitar el riesgo de contraer cáncer, o bien que, independiente del estilo de vida que se lleve, mediante estudios médicos periódicos se evitará padecer cierto tipo de enfermedad.

6. E L CAMBIO DE HÁBITOS DE SALUD

El cambio de hábitos riesgosos debe ser percibido como un proceso de autoregulación que puede ser dividido en varios estadios (Prochaska y Di Clemente, 1992; Becoña, 2002), en el cual lograda una fuerte intención de cambiar, la fase de motivación ha concluido y los siguientes procesos son de carácter voluntario. Expectativas de Autoeficacia Percibida Schwatzer y Fuchs (1999) sostienen que son numerosas las evidencias acerca de que las expectativas de autoeficacia percibida están esttechámente relacionada con las intenciones conductuales y con el cambio de conductas relacionadas con la salud, y describen el siguiente enfoque del proceso de acción a favor de la salud. De acuerdo a este modelo cuando una petsona establece como meta un cambio en las conductas de salud, influyen tres tipos de cogniciones:

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1. Las percepciones de riesgo, incluyen las ptopias percepciones de vulnerabilidad y la gravedad percibida de una enfermedad, lo cual posee un valor motivacional en el proceso de toma de decisiones. En ocasiones, los sesgos optimistas de ciertas personas los conducen a subestimar los riesgos objetivos, y por lo tanto, a no poner en prácticas ciertas conductas precautorias con el fin de evitar consecuencias nocivas para su salud. 2. Las expectativas de resultados, se refieren a la estimación que hace una persona acerca de las consecuencias de poner en acción ciertas estrategias de autoregulación. En general las personas aprenden a considerar sus acciones como causa de los sucesos que le acontecen y confían en la posibilidad de cambial sus conductas riesgosas para su salud. Resulta de máximo interés que, en primer lugar, los individuos logren percibirse como agentes efectivos de cambio (expectativas de auto-eficacia), es decir, que se consideren capaces de producir los cambios conductuales necesarios para optimizar su nivel de salud. En la fase de motivación (intenciones) el sujeto decide qué acciones realizará y en la de volición cuánto esfuerzo invertirá y durante cuánto tiempo petsistirá en dichas actividades. Esta última etapa, se divide en dos subprocesos, planes de acción y control de acción. Es decir, una vez modelada la conducta saludable, la intención debe ser transformada en planes de acción, en instrucciones precisas acerca de cómo llevarla a cabo. Si, por ejemplo alguien decide bajar de peso, primero debe estar fuertemente motivado y convencido de que es saludable hacerlo, percibir los riesgo que para su salud conlleva el exceso de peso y posteriormente evaluar las distintas estrategias a seguir para la consecución del objetivo planteado (tipo de dieta a seguir, compra de alimentos de bajas calorías, cuándo y cómo comer, realización de actividades físicas, etc.). Finalmente, una vez iniciada la acción ha de set controlada, realizando las correcciones necesarias, evitando posibles interrupciones por la aparición de tendencias conductuales incompatibles (por ejemplo, sucumbir ante las tentaciones, tendencia al sedentarismo, etc.) y de esta manera, mantener los cambios en el tiempo. 3. La autoeficacia percibida, determina la cantidad de esfuerzo invertido y el nivel de perseverancia. Las personas que confían en sí mismas, que se sienten capaces de llevar a cabo con éxito los cambios propuestos para mejorar su salud persisten en mantener el curso de sus acciones; a pesar de los obstáculos, visualizan alternativas de solución a los mismos y se recuperan fácilmente de las frustraciones. Por ejemplo, si a pesar de seguir una dieta comprueban que no han bajado de peso, analizarán las posibles causas, realizarán las modificaciones necesarias, mantendrán un estado de ánimo positivo, se propondrán objetivos y medios más razonables, modificarán el

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entorno físico y social para favorecer la emisión de la conducta deseada y adoptarán un diálogo interno de auto-manejo en situaciones críticas. Pot último, las barreras y las oportunidades situacionales han de ser consideradas. Si las claves situacionales son excesivas (por ejemplo, disponibilidad de alimentos apetitosos y de altas calorías) ias destrezas meta-cognitivas aprendidas no serán efectivas (el sujeto sucumbirá ante las tentaciones). También una red social de apoyo sirve para mantener y consolidar los cambios efectuados (una familia que adopte una dieta saludable, de bajas calorías, incitará a la persona a persistir en sus nuevos hábitos). Los Estadios de Cambio Prochaska y Di Clemente (1992) sostienen que cuando la gente decide modificar su conducta nociva habitual, pasa a través de una serie de etapas: 1. Pre-contemplación. En esta etapa no se tiene planificado realizar ningún cambio, ya sea porque no se tiene información de las consecuencias de la conducta, o porque no está convencido de los beneficios que reporta el cambio, o acerca de su capacidad para lograr llevarlo a cabo; 2. Contemplación. Se proyecta modificar la conducta dentro de los próximos seis meses, pero aún no se siente en condiciones para poder hacerlo; 3. Preparación. La persona está convencida de que efectivamente va a realizar el cambio, y está comenzando a hacer algo al respecto, tal como disminuir la cantidad de calorías que consume, o el número de cigarrillos que fuma. Esta etapa dura entre uno y seis meses; 4. Acción. En esta etapa realmente efectúa los cambios necesarios y en ella puede tener éxito o no. Dura alrededor de seis meses; 5- Mantenimiento. Esta etapa puede durar hasta cinco años, y en ella ha superado su viejo hábito, aunque aún existen posibilidades de que pueda recaer en el mismo; 6. Terminación. En este nivel se encuentra liberado de las tentaciones. Este modelo fue inicialmente utilizado para predecir el abandono del tabaquismo en fumadores. Prochaska (1992) estimó que la mayoría de los fumadores están en etapa de pre-contemplación (50-60%) o contemplación (30-40%) mientras que únicamente un 10-15% están preparados para el cambio.

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En los últimos años este modelo ha ido ganando adeptos y ha sido ampliado a cambios de conducta como poi ejemplo, disminución de prácticas de riesgo para la infección por el virus de inmunodeficiencia adquirida (Prochaska y cois., 1994), ejercicio físico (Marcus y cois., 1994) y adopción de una dieta saludable (Glanz y cois., 1994). Como en el caso del tabaquismo, la utilización del modelo no solo ha petmitido predecir los cambios de conducta, sino también ha permitido adecuar las recomendaciones preventivas y hacerlas más efectivas, en el caso del consejo sobre el hábito dietético (Campbell y cois., 1994) y en la recomendación de la realización periódica de mamografías (Skinner y cois., 1994). Se han elaborado distintas teorías para explicar la adquisición de los comportamientos saludables y la modificación de las conductas riesgosas. La modificación de conductas de salud implica, fundamentalmente, un cambio en el estilo de vida de las personas, especialmente respecto a sus creencias y actitudes. Modelo de Creencias sobre la Salud Becker y Maiman (1975) explican que las personas producirán cambios conductuales significativos en el área de su salud y cambiarán sus actitudes y creencias, si poseen un mínimo de motivación e información relevante pata su salud. Se a r g u m e n t a que las conductas saludables están detetminadas por la vulnerabilidad percibida por el sujeto respecto a lo amenazada que se encuentra su salud. Se tiene en cuenta la susceptibilidad del sujeto a la enfermedad, la percepción de la severidad de las consecuencias de la misma y los beneficios potenciales de la adopción de medidas preventivas, es decir, que la persona esté convencida de la eficacia de las intervenciones (costos y beneficios) y perciba pocas dificultades pata la emisión de la conducta saludable, en este sentido cumplen una función importante las campañas informativas, las prescripciones, la exposición a modelos, etc. Por ejemplo, para que una persona adopte conductas saludables relacionadas al sexo, a fin de prevenir el SIDA, en primer lugar debe tener conocimiento de la giavedad de la enfermedad y verse a sí mismo como vulnerable a la misma si no adopta ciertas conductas de índole preventivas (uso de condones, evitación de la promiscuidad sexual etc.). Existen, también, "factores de modificación", que incluyen variables demográficas (edad, sexo, raza etc.) y psicosociales (personalidad, clase social, presión del grupo etc.) que afectan indirectamente a las conductas saludables a través de su influencia en las creencias de salud. En general, los adolescentes

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cuando han recibido una adecuada información acerca del SIDA adoptan medidas precautorias, de lo contrario, se creen invulnerables a la enfermedad, desconocen su gravedad y guían sus conductas por las creencias del grupo de sus pares. Esta teoría se basa, fundamentalmente, en el supuesto de que el cambio de actitudes y creencias constituye un prerrequisito indispensable para la modificación de la conducta. Numerosas investigaciones han explorado cómo promover este cambio Teoría del Aprendizaje La teoría del aprendizaje aplicada al ámbito de la salud sostiene que las conductas saludables son hábitos aprendidos y por lo tanto, su adquisición, mantenimiento y modificación están sujetas a los piincipios del aprendizaje. Con base a este supuesto se ha propuesto la aplicación de los piincipios y técnicas conductuales para la modificación de hábitos de salud. El análisis funcional de la conducta (Ardila, 1997), implica, en primer lugar, especificar y operacionalizar la conducta a modificar, luego, establecer bajo qué condiciones antecedentes (estímulos discriminativos) aparece la conducta no saludable y cuáles son las consecuencias (refuerzos) que le siguen y que hacen que se mantengan. Se parte de la premisa que la conducta, como variable dependiente, está en función de las variables independientes, que pueden ser manipuladas por los profesionales, con el fin de modificar la conducta perjudicial para la salud. Desde los enfoques cognitivo-conductuales se tiene en cuenta, además, las variables internas (cogniciones) entre los que se incluyen lo que las personas se dicen a sí mismas acerca de sus conductas de salud. En este sentido, Meichenbaum (1974) sostiene que el entrenamiento autoinstruccional resulta una estrategia de intervención muy efectiva para el cambio de c o n d u c t a . Por ejemplo, una persona diabética p u e d e autoinstruirse acerca de los pasos que debe seguir para adherir a la dieta adecuada a su problema de salud. Otro planteamiento dentro de este modelo es cómo mantener en el tiempo los nuevos hábitos saludables adquiridos. En general para el manteni-miento de las conductas se apela a programas de reforzamiento intemitentes, entre ellos, los más resistentes a la extinción son los de razón o de intervalo variable. Y por último se espera que las conductas saludables se mantengan por los reforzadores naturales que provienen de la realización de la actividad misma. Por ejemplo, se tiene la expectativa de que la persona que abandonó el hábito de fumar o de comer excesivamente,

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obtenga gratificación por sentirse mejor (bienestar físico y psicológico), más enérgico, con mayor predisposición a la actividad física, etc. Modelo de Aprendizaje Social Bandura (1980) considera que las variables cognitivas son fundamentales en la explicación de la adquisición de los aprendizajes y la modificación de los comportamientos. Desde esta perspectiva, basada en el paradigma del procesamiento de la información, las personas son consideradas como agentes que activamente procesan información (atención, decodificación, codificación, retención y recuperación de la información) y toman decisiones. En esta teoría son relevantes los conceptos de autocontrol (autorre-guiación) y de autoeficacia. El concepto de autocontrol se refiere a la capacidad que tienen las personas de regular su conducta. Se argumenta que gran parte de la conducta del hombre está motivada y regulada por criterios internos y reacciones autoevaluadoras ante sus propios acciones y que todo acto incluye entre sus determinantes las influencias autoproducidas. Las personas se proponen normas, objetivos, niveles de ejecución, que funcionan como motivadores de la conducta actual. A su vez, permanentemente, los individuos evalúan en qué medida han alcanzado lo que se han propuesto y lo hacen mediante criterios de comparación (sociales, personales, modelados). Si los procesos autoevaluatorios señalan que se ha conseguido lo propuesto, emerge un sentimiento de orgullo y autoconfianza (autotrefuerzo); por el contrario, si se estima el alejamiento de los objetivos, aparece la autocrítica, la autodevaluación y sentimientos negativos que conducen al autocastigo. De acuerdo a Bandura (1990) la autoeficacia "se relaciona con las creencias de las personas acerca de sus capacidades para movilizar su motivación, sus recursos cognitivos y los cursos de acción necesarios para ejercer el control sobre las exigencias de una tarea". Por otra parte, Bandura (1987) relaciona explícitamente la autoeficacia con la salud, cuando sostiene que "a no ser que el individuo crea que puede dominar y cumplir hábitos que favorezcan su salud es poco probable que dispense el esfuerzo suficiente para conseguirlo" y agrega que " lo que necesita saber el individuo es la forma de regular su conducta y disponer asimismo de una creencia firme en su eficacia para convertir la preocupación por posibles enfermedades futuras en una conducta preventiva eficaz". De acuerdo a estos conceptos, es importante que las personas sostengan fuertes creencias de que los conocimientos y destrezas que poseen en relación con su salud, le son

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útiles para regular y modificar su conducta y que se sientan capaces de llevat a cabo distintas conductas preventivas. Bandura (1988) distingue otra capacidad distintiva humana que es la vicaria; se refiere a la posibilidad que tiene el sei humano de aprender guías de acción, mediante la observación de la conducta de otras personas, y de las consecuencias que tal conducta produce. La capacidad vicaria permite a los sujetos adquirir las reglas necesarias para generar y regular patrones de acción, abreviándose así los procesos de adquisición, muy importantes para el desarrollo y la supervivencia del hombre. De acuerdo a esto, las personas expuestas a modelos que poseen conductas saludables tendetán a incorporar a su repertorio dichos comportamientos, si a las mismas le siguen consecuencias positivas (refuerzos); mientras que, por el contrario, cuando se los expone a modelos con hábitos nocivos y observan los efectos perjudiciales para su salud, esto tiene un efecto inhibidor. Además distingue Bandura la capacidad de autorreflexión, la cual posibilita a la persona analizar sus experiencias y reflexionar sobre sus procesos mentales. La misma le permite alcanzar un conocimiento genérico sobre sí mismo y sobre el entorno, además de poder evaluar y modificar sus pensamientos. La autotreflexión sobre sus cogniciones y conductas; la predicción de acontecimientos, juzgar si son adecuados o no a partir de los resultados y su modificación a través de procesos metacognitivos, puede ser fuente tanto de pensamientos adaptativos como de patrones de pensamiento distorsionados. 7. CONDUCTAS FÍSICAS Y SALUD

A continuación se describirán tres comportamientos de naturaleza física que contribuyen a la salud, a saber: nutrición, ejercicio y contacto con la naturaleza (Labiano, 2002). Nutrición Del alimento que ingerimos a diario depende, en gran medida, el grado de bienestar que tenemos y también cómo nos sentiremos en el futuro. La comida diaria determina lo que ocurre en nuestro cuerpo a nivel celular y metabólico, un nivel donde se originan procesos vitales. El proceso de envejecimiento puede retrasarse o acelerarse en función de los nutrientes que incorporamos día a día. Por ejemplo, a mayor edad, necesitamos incorporar mayor cantidad de vitamina D (a través de la leche y vegetales) para prevenir la osteopotosis, necesitamos tomar sol y mantenernos activos, a fin de que el cuerpo contenga cantidad suficiente de esta vitamina. •245

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Hay fuerte evidencias de que las personas que consumen abundanres frutas y verduras están mucho más sanas, tienen índices patológicos significativamente más bajos, mayot nivel energético, y menos riesgo de exceso de peso que los que no incorporan en su dieta estos alimentos. El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, en 1992, recomendó que la gente ingiriera por lo menos cinco y hasta nueve porciones de media taza de frutas y verduras todos los días, ya que esto podría reducir los riesgos de cáncer y enfermedades cardíacas de origen arterioesclerótico (Pickering, 2000). Las frutas y las verduras (a excepción del aguacate o palta, las aceitunas y el coco) no contienen grasas, colesterol, ni sodio. Estos nutrientes brindan vitalidad y ayudan a mantener un peso apropiado evitando la obesidad y sus enfermedades asociadas, tales como la diabetes y la hipertensión. Cuando estamos estresados, necesitamos ingerir mayor cantidad de calcio y vitaminas B. Si queremos prevenir el cáncer necesitamos comer regularmente verduras de las familias de las coles, como la coliflor, el brócoli, coles de Bruselas, col común. También ingerir frutas cítricas, fresas y kiwis. El consumo de legumbres (principalmente soya) y arroz integral es recomendado por lo menos cinco veces a la semana en reemplazo de las carnes. Hay suficientes evidencias acerca de que el consumo excesivo de carnes rojas está asociado a afecciones cardíacas y cáncer de colon y próstata. La dieta mediterránea tiene como alimentación básica, en primer lugar, los carbohidratos (cereales, granos, papas, pastas); en segundo lugar, las frutas, verduras, frijoles y otras legumbres; en tercer lugar, el aceite de oliva; en cuarto lugar, los productos lácteos y por último, los alimentos cárneos (dándole preeminencia al pescado, el cual debería ser comido varias veces por semana). Pero el organismo no sólo necesita nutrirse sino también liberarse de toxinas y desechos, por lo cual se aconseja evitar los alimentos procesados y refinados, y tomar varios vasos de agua por día. Analizar los hábitos alimentarios descubriendo las carencias que se mantienen y cómo puede mejorarse la dieta habitual es muy importante para afrontar más adaptativamente las situaciones estresantes. La alimentación puede controlar o prevenir la presión arterial alta, las úlceras gastrointestinales, la obesidad, dolores de cabeza, la diabetes, las caries dentales.

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¿Afecta la dieta nuestro estado de ánimo? Sí, una dieta inadecuada puede estar asociada a estados emocionales depresivos, ansiedad, fatiga, insomnio. Hay sustancias, como el azúcar, que cuando se consume excesivamente, puede favorecer estados depresivos (al elevar el nivel de concentración de azúcar en la sangre, después la glucosa tiende a bajar marcadamente, por la mayor secreción de insulina. Al bienestar inmediato ie sigue un periodo de abstinencia, caracterizado por cansancio, cambios de humor, produciendo así, la necesidad de más azúcar. Las dietas deficitarias en vitamina C, calcio, hietro, magnesio, selenio y zinc pueden provocar depresión, irritabilidad, cambios de humor. Para aumentar el nivel energético se recomienda incrementar el consumo de nueces y semillas, productos lácteos y legumbres cocidas (Labiano, 2002). Recuerde que es conveniente comer tranquilo y frecuentemente (tres veces en el día). Así se mantendtá un nivel más constante de glucosa en sangre y evitará las tensiones asociadas a la sensación de hambre. Ejercicio Físico Hay evidencias contundentes acerca de que la práctica regular de ejercicio físico constituye un factor protector para la salud física y emocional, retrasando el envejecimiento. El estrés agudo o crónico se reduce, y hasta puede anularse, a través del movimiento adecuado y tegular. Tanto el ejercicio ocasional como el sostenido llevan a un mejoramiento en el humor, disminuyendo la depresión y la ansiedad e incrementando sentimientos de vigor. También, hay algunas evidencias de que el buen estado físico modula los efectos adversos que tienen en la salud los eventos vitales negativos. En general, los estudios indican que el ejercicio ocasional o permanente mejora el estado de ánimo, pero la intensidad y el tipo de ejercicio pueden influen-ciar los resultados. Existen dos tipos fundamentales de ejercicio: el aeróbico, el cual está basado en el movimiento repetitivo de grandes grupos musculares y comprende actividades tales como caminar, andar en bicicleta, correr, nadar; y el anaeróbico, como levantar pesas. Como señala Pickering (2000), son abrumadoras las pruebas acerca de que la inactividad física es un factor de riesgo para la salud, contribuyendo a aumentar la presión arterial. La hipertensión arterial es una afección prevalente en las poblaciones occidentales que predispone a accidentes cerebrales, ataques cardíacos y ottas formas de altetaciones cardiovasculares. El ejercicio físico contribuye -en casi todos los casos- a reducir esta alteía-

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ción, la osteoporosis, las afecciones cardíacas, la probabilidad de diabetes, la arterioesclerosis. Las recomendaciones más recientes indican que aún no está esclarecido cuál es el nivel óptimo de ejercicio en cuanto a intensidad requerida (ejercicio moderado o vigoroso) para disminuir el riesgo de enfermedades coronarias, pero se sugiere que, por lo menos 30 minutos de intensidad moderada, (por ejemplo, caminar con energía) la mayor parte de los días, sería suficiente (Labiano, 2002). En cuanto a la duración de la actividad física ideal, hay pocos estudios que intentan cuantificar lo que se necesita para reducir el riesgo de cardiopatías. El ejercicio adecuado y regular es la forma ideal de aumentar la fuerza, dureza y flexibilidad muscular. Se libera la tensión musculat y los espasmos, tics y temblores. Ayuda a acelerar el metabolismo, quemando más grasa, y a controlar el apetito. Hay mejor utilización del oxígeno, el corazón se fortalece. Previene los dolores de la espalda y cuello, los problemas de digestión y estreñimiento. También combate la fatiga crónica, el insomnio, la ansiedad en general. La secreción de neurotransmisores (catecolaminas) celébrales, la liberación de endorfinas en la sangre, contrarestan la depresión (asociada normalmente a un déficit de catecolaminas). Al realizar ejercicio físico, la mayor producción de endorfinas o narcóticos naturales, neutraliza el dolor y mejora el ánimo. La vida sedentaria favorece la acumulación de tensiones y el desarrollo de todo tipo de alteraciones físicas y emocionales. Por el contrario, los beneficios de realizar sistemáticamente una práctica de ejercitación física, son profundos y múltiples, tanto desde el punto de vista de la salud corporal como del bienestar psicológico. Recuerde que hacer ejercicio es la forma más natural de liberar tensiones cotidianas, retrasar el envejecimiento, y mejorar su estado emocional. Recuerde que por regla general, en los movimientos de extensión (cuando cstita btazos y/o piernas) inspire, y, cuando flexiona (brazos y/o piernas), exhale; la gimnasia tiene que ser consciente; su mente debe estat atenta a lo que realiza su cuerpo, tome conciencia de su respiración coordinándola con el movimiento que está ejecutando: y disfrute lo que hace (Labiano, 2002). Respiración La regulación respiratoria es esencial para el mantenimiento de la salud psicofísica de los individuos. A través de una multiplicidad de trabajos experimentales se ha fundamentado que el proceso respiratorio se encuentra

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estrechamente vinculado a procesos cognitivos y de comportamiento. En diferentes idiomas, el significado etimológico de la palabra está ligado a los tétminos de vida, alma o espíritu. La mecanicidad y habituación a la acción de respirar puede llevar a pensar que este acto es demasiado simple en sí mismo y sin mayor importancia en cuanto a su poder modificador del estado de salud individual. Sin embargo, la potencialidad del acto respiratorio ha sido reconocida desde hace miles de años por los antiguos yoguis en sus técnicas de ptanayama (piaña = energía vital y yama = control) y en los chinos, en sus prácticas de qigong. El arte de la respiración se conceptualizó así, como una práctica poderosa en el control de la energía vital y en la creación de estados psíquicos especiales (Labiano, 1996). Un patrón respiratorio inadecuado es más frecuente observarlo en las mujeres que en los hombres. Por respiración inadecuada se entiende un tipo de respiración asociada a niveles alveolares bajos en CO , con una frecuencia incremenrada, con un volumen de gas inspirado disminuido y con una ventilación predominantemente torácica. La forma en que respiramos afecta nuestra manera de pensar, de sentir y de comportamos y también, los pensamientos, emociones y conductas afectan nuestra forma de respirar. Labiano (2002) señala cómo la respiración puede considerarse una variable independiente que afecta aspectos emocionales, cognitivos y de comportamiento, como así también, una variable dependiente que refleja los cambios que se producen en estos tres niveles. Esta característica bidireccional de la respiración encierra importantes implicaciones desde el punto de vista de la Psicología de la salud. Incrementando la profundidad de la respiración se produce un aumento de la frecuencia cardíaca, y variabilidad en la frecuencia de ésta; también, generalmente, se incrementa el flujo sanguíneo a los músculos esqueléticos y a la frente, disminuyendo en las manos y en los pies. Por otra parte, la retención de la respiración —entre la inspiración y la exhalación— produce una rápida y pronunciada bradicardia; aumentando el flujo sanguíneo al corazón y al cerebro (Labiano, 2002). Respiración diafragmática o profunda (RD). Schwartz (1987) señala la efectividad de la RD para promover un estado de relajación generalizada. La ventaja es que se la puede utilizat en cualquier situación para inducir un estado de tranquilidad. Los estudios realizados indican que la práctica de la RD produce efectos de incrementar o bien, estabilizar la temperatura periférica, lo cual está asociado a la disminución del arousal simpático. La

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misma está asociada psicológicamente, con estabilidad emocional, sentido de control sobre el ambiente, calma, alto nivel de actividad mental y física y ausencia telativa de estresores. Se ha demostrado cómo esta respiración puede ayudar cuando se sufre de dolores de cabeza, ansiedad, presión arterial alta, alteraciones en el dormir, manos y pies fríos, etc. (Labiano, 2002). Durante la inspiración, el diafragma (principal músculo respiratorio) se aplana hacia abajo. Este movimiento crea más espacio en la cavidad del pecho permitiendo que los pulmones se llenen más completamente. Durante la exhalación, el diafragma se relaja y vuelve a su forma de cúpula. El procedimiento para la RD es como sigue (Schwartz, 1987): Inicialmente, es más fácil practicar la RD acostado, de espaldas, en una cama, en un sillón reclinable, o en el piso sobre almohadones. Una vez que se aprende a respirar fácilmente en esta posición, puede practicarse sentado, y luego, de pie. Evite cualquier ropa ajustada, especialmente alrededor de su abdomen y cintura. Deje sus pies ligeramente separados. Coloque una mano sobre su abdomen, cerca del ombligo, y la otra mano sobre su pecho. Al principio, es preferible que cierre sus ojos. Inhale por su nariz, ya que esto permitirá que el aire se filtre y esté cálido. Exhale por su boca o por su nariz. Quédese tranquilo, concentrado en su respiración por algunos minutos. Tome conciencia de cómo su mano se eleva y baja con cada respiración. A medida que respira, imagine el aire fluyendo, cálido y relajante. Imagine esta calidez fluyendo pot todas las partes de su cuerpo. Al sacar el aire, imagine que toda la tensión contenida también fluye hacia afuera. Las aplicaciones de la RD están indicadas para los esrados de ansiedad, fobias, ataques de pánico, e insomnio; hipertensión arterial; y problemas circulatorios, alteraciones en el nivel de tensión muscular, alteraciones digestivas, bronquitis crónica. La regulación de la respiración constituye un componente esencial en el mantenimiento de la salud psicofísica y en el control del estrés. Calidad Ambientaly Contacto con la Naturaleza. La capacidad individual para modificar, elegir o crear ambientes que se adecúen a las propias condiciones psíquicas es considerada una característica de la salud mental. La participación activa en el manejo ambiental es un ingrediente clave en el funcionamiento psicológico positivo (Labiano, 2000).

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La conexión con la naturaleza del mundo exterior (a través de la contemplación pasiva o activa; del cuidado y protección de elementos naturales, etc.) puede ayudar a equilibrar nuestro mundo psíquico interno. Ella nos acerca a nuestras propias raíces, a nuestro centro interior. La tierra, el sol, las plantas, los ríos, el mar, las montañas, son todos elementos del mundo natural que nos armonizan internamente cuando nos conectamos con ellos. Si necesitamos hacer una revisión de nuestra vida, de nuestros valores, tomar decisiones importantes para reorientar nuestro comportamiento, pasar unos días en un ambiente natural puede facilitar este proceso. Cuando interactuamos con el mundo natural nos tranquilizamos, reduciendo el estado de estrés, disminuyendo —a nivel fisiológico— la activación simpático-tónica. Si necesitamos recuperarnos de una situación vital estresante, la naturaleza puede colaborar en nuestra curación. La conciencia y el sentimiento de pertenecer a una totalidad mayor surgen cuando nos armonizamos con el mundo natural. Tomamos conciencia de que somos sólo una parte de esa totalidad mayor. Locke y Colligan (1991) hacen referencia a la investigación de Roger Ulrich (Universidad de Delaware) el cual hizo un seguimiento, durante ocho años, a pacientes internados en un hospital de Pennsylvania por razones quirúrgicas. Observó que aquellos pacientes que se encontraban en habitaciones cuyas vistas daban a paredes de ladrillo, tomaton más analgésicos, sufrieron más complicaciones postoperatorias y quedaron internados por más tiempo, que los que tenían ventanas con vista a un grupo de árboles. Ulrich confirmó así, la importancia del ambiente físico natural en la calidad de vida. Es fundamental que nuestro estilo de vida incluya actitudes y conductas de protección y cuidado hacia el ambiente exterior y que incorporemos el contacto con la naturaleza a nuestra vida diaria. La observación de ésta ayuda a eliminar el aburrimiento, estimulando el asombro y la curiosidad. La naturaleza es fuente de inspiración; nos recuerda la fragilidad y la vulnerabilidad de la vida; nos enseña humildad (Labiano, 2002). 8. LA CONTRIBUCIÓN DE RUBÉN ARDILA A LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD

Considero que la principal contribución de Rubén Ardila en el campo de la psicología de la salud ha sido la investigación teórica sobre algunos temas relevantes de la misma, así como la difusión al conocimiento científico sobre la psicología de la salud en Latinoamérica. Como una muestra

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de su aporte a continuación se hace un breve resumen sobre algunos de sus artículos publicados sobre el tema. Análisis Experimental de la Conducta y Psicología de la Salud En el campo de la salud, los principios del análisis experimental de la conducta han dado origen a numerosos métodos entre los cuales cabe citar el control de contingencias, el refuerzo positivo y negativo, el autocontrol, el aprendizaje por observación, y biofeedback, etcétera. Existen conductas que alteran los procesos de los cuales dependen la salud y la enfermedad. El estudio de estos procesos psicológicos relevantes para la salud y la enfermedad ha sido objeto de importantes trabajos en décadas recientes. La psicología de la salud y/o medicina conductual han logrado avances considerables en esta tarea. La conttibución del análisis experimental de la conducta a la problemática de la salud ha quedado demostrada en la (a) utilización clínica de las técnicas derivadas del análisis, experimental de la conducta —terapia y modificación de conducta- en la evaluación, prevención y tratamiento de la enfermedad física o de trastornos fisiológicos, y (b) en la dirección de la investigación que contribuye al análisis funcional y a la comprensión del comportamiento relacionados con trastornos médicos y problemas del cuidado de la salud. En opinión de Ardila (1997), el análisis experimental de la conducta posee una serie de ventajas competitivas comparadas con otros enfoques psicológicos, ya que dispone de técnicas que dan origen al análisis conductual aplicado, como la bioretroalimentación y el condicionamiento operante para el control de los síntomas físicos de la enfermedad; tiene una fundamentación metodológica para la investigación empírica de las causas, el tratamiento, la rehabilitación y la prevención de la enfermedad; y, tiene factibilidad de aplicarse a prácticamente todos los trastornos médicos. Investigaciones realizadas por Ardila nos permiten conocet algunos hallazgos significativos en el desarrollo de la psicología de la salud, entre los que cabe mencionar los siguientes: los procesos de condicionamiento son capaces de influir o modular en forma directa la función inmunológica afectada por el estrés; potencia la adeherencia terapéutica; la relajación progresiva y el entrenamiento autógeno reduce la presión arterial; se ha tratado exitosamente sin drogas casos de alcoholismo, tabaquismo, obesidad, etc.; programas efectivos para modificar el Patrón de Conducta Tipo A (asociada con trastornos cardiovasculares); implementación de estilos •252.

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de vida saludables; control operante del dolor, manejo psicológico de enfermedades rerminales. Como el cáncer y el SIDA (intervención en crisis, apoyo social, manejo del estrés, control de la depresión, etcétera.). Psicología y SIDA La principal contribución de Ardila sobre el tema es la sistematización de los hallazgos sobre los aspectos psicológicos del SIDA (Ardila, 1989, Ardila, 1994). Debido a que el SIDA es una enfermedad mortal, similar a algunas enfermedades terminales, como el cáncer, que implica tener la percepción de la muerte, las actitudes que se asuman hacia la muerte puede detenet y/o acelerar el proceso hacia la muerte física. En el caso del SIDA además juega un papel importante desde la perspectiva de la Psicoinmunología los sentimientos de culpa y de depresión que están presente, los cuales pueden ser tratados con terapéutica psicológica, en forma semejante como se tratan estos problemas que no están asociados a una enfermedad terminal. Los pacientes con SIDA padecen de intensos episodios de depresión que pueden conducirle al suicidio, ya que la persona se culpa a sí misma de su problemática y recibe desaprobación y rechazo de su familia y la sociedad, es probable que su pareja lo abandone, que sea despedido del trabajo, etcétera, todo lo cual puede sumir al paciente en una mayor depresión. Algunos supuestos básicos de la psicoinmunología han sido reportados por Bayés (1988), citado por Ardila (1999), entre los que cabe mencionar: los sistemas nervioso e inmunológico se encuentran interconectados; en una situación de esttés ocurre un desbalance entre las demandas o presiones ambientales y la capacidad que posee la persona para enfrentarlas,; los acontecimientos muy estresantes pueden generar inmunosupresión en los seres humanos; la inmunocompetencia puede incrementarse por medio de prácticas psicológicas, tales como la relajación y la meditación. Es un hecho comprobado que el manejo adecuado de algunos factores psicológicos, como el afrontamiento de la muerte, manejo del estrés, etcétera, influye en el sistema i n m u n o l ó g i c o , fortaleciéndolo y/o debilitándolo según sea el caso, y esta situación influye en forma significativa en la salud y la enfermedad. Existen diferencias individuales con respecto a la susceptibilidad para la adquisición y mantenimiento de las enfermedades, por ejemplo el grado

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de tolerancia al estrés influye en la polaridad salud-enfermedad. En el caso del SIDA, algunos factores que afectan el sistema inmunológico son: la separación o el divorcio, el duelo, la calidad de vida en el hogar y en el trabajo, etcétera; por el contrario un adecuado apoyo social y emocional de los familiares del paciente atenúan los estragos de la enfermedad. Las acritudes hacia la salud y la enfermedad varían en los grupos humanos, ya sea por ignorancia o por falta de interés. Hay personas que acuden a un facultativo cuando el problema de salud ya es grave, en cambio hay otros que optan por el chequeo regular para evitar la aparición de problemas de salud. Esto tiene una clara repercusión con el SIDA, ya que según las actitudes podrá o no hacerse un examen del SIDA, acudirá o no a tratamiento, etcétera. Los comportamiento proSIDA tienen consecuencias satisfactorias a muy corto plazo, como por ejemplo, sexo sin preservativo, uso de drogas, etcétera, ya que los efectos negativos en la salud, como la aparición del SIDA no son inmediatos, sino a largo plazo, es decir sus secuelas aparecen mucho después. El énfasis en programas de prevención destinados a que la personas vea las consecuencias aversivas a largo plazo sobre la salud conttibuyen a inhibir las conductas de riesgo. Prevención Primaria en Psicología de la Salud Ardila (2000) señala que los psicólogos de la salud fueron adaptando sus técnicas a un nuevo campo de aplicación, en el cual además de la rehabilitación es necesaria la prevención y la promoción de la salud. La prevención implicaría una mejor inversión social en salud y, por tanto, en una adecuada calidad de vida. La prevención primaria está relacionada con importantes factores culturales, asociados con prejuicios, estereotipos, tendencias históricas, etcétera. Un ejemplo de esto es la nutrición, ya que nosotros no comemos lo que es más adecuado, no comemos lo que necesita el organismo, sino lo que nuestra cultura nos indica qué debemos comer. El ejercicio físico es otro ejemplo. Los expertos insisten mucho en la necesidad de hacer ejercicio físico en forma regular. Todas las personas necesitan hacer ejercicio y la vida sedentaria de las metrópolis no es lo más conveniente. A pesar de saber esto, sólo un porcentaje reducido de la población hace ejercicio. La cultura que más enfatiza en el ejercicio físico es la anglosajona, en cambio hay otras que muestran un desprecio por esta actividad. Resulta significativa la importancia de los factores culturales en

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el campo del ejercicio físico, al igual que la alimentación y otros hábitos que tienen que ver con la salud. La atención primaria se define como "La asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnologías, científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad, mediante su plena participación y a un costo que la comunidad y el país puedan soportar en todas y cada una de las etapas de su desarrollo, con espíritu de autoresponsabilidad y autodeterminación" (Ardila, 2000, p. 57). El objetivo de la atención primaria en salud es brindar atención a todos los grupos poblacionales. Lograr accesibilidad económica, culrural, geográfica y funcional. Esto implica educación para la salud y una adecuada organización comunitaria. Por tanto, la atención en salud debe sei accesible, suficiente, eficiente, racional, continua, oportuna y personalizada. En la prevención primaria, el énfasis pasa de la enfermedad a la salud. Este cambio implica cuestionar valores, modelos, formas de organización y prácticas sociales. El concepto de salud deja de ser exclusivo de la medicina y toma en cuenta otros factores ligados con la forma de vida y el desarrollo social. Así, la salud se considera un problema social más que un problema médico. La salud se considera como consrrucción social y lo mismo la enfermedad. En la prevención primaria dentro del contexto de la psicología de la salud se tienen en cuenta los recursos de la comunidad y los recursos de las organizaciones, tanto recursos humanos como técnicos, conceptuales y financieros. Se concede importancia a las creencias y prácticas, a las formas de control social, a las pautas de socialización, a la forma de enfrentar los problemas; es decir se concede mayor atención a toda la estructura cultural y comunitaria dentro de la cual se entienden la salud y la enfermedad. Especial importancia posee la psicología de la salud comunitaria, una muestra de ello es ia relevancia del apoyo social y los vínculos de solidaridad e identidad. Se busca ampliar las opciones de participación en el trabajo, la educación, las relaciones sociales, la cultura, la recreación, el ámbito familiar y, en general, todas las facetas de la vida cotidiana. Así, pues, la prevención primaria se considera como el conjunto de actividades destinadas a disminuir el riesgo y la aparición de problemas de salud, a propiciar y reforzar los factores protectores y las actitudes de la comunidad .incluyendo el personal de salud- que permitan la detección temprana de los problemas y acceso a los servicios disponibles (Ardila, 2000).

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El Problema Mente-Cuerpo: Implicaciones para la Psicología de la Salud Hablar de mente y cuerpo presupone de enrrada que existen dos entidades separadas. En nuestro contexto cultural, el término "cuerpo" se refiere a las características materiales del organismo y a sus actividades; "la mente", por otra parte se refiere a un ente inmaterial que supuestamente maneja el cuerpo. La conciencia nos permite conocer la mente, así como entender el mundo y aprehenderlo. La formulación de las leyes psicológicas depende en buena parte de la manera como se solucione la problemática mente-cuerpo. En el reduccionismo, las leyes psicológicas deben ser idénticas a las leyes biológicas, y reduce los procesos psicológicos o mentales al funcionamiento del sistema nervioso; en el interaccionismo, se afirma que se puede conocer el funcionamiento de la mente observando el funcionamiento del cuerpo; y, en la teoría del doble aspecto, se afirma que ni la mente ni el cuetpo pueden considerarse como entidades independientes. El ser humano es una entidad única, compuesta de cuerpo y mente, y ninguna de éstas puede existir sin la otra. Por otra parte, la teoría del doble aspecto sostiene que las leyes de la conducta abierta nos sirven para entender el funcionamiento de la conducta encubierta. La cognición es conducta de la misma manera como lo son los demás comportamientos de un individuo. (Ardila, 1999). Todas estas aproximaciones al problema mente-cuerpo tienen importantes implicaciones para la psicología de la salud, y para otras áreas de la psicología. Como es evidente, estas implicaciones pueden enfrentarse de manera diferente; por ejemplo, con la llamada medicina psicosomática, con los enfoques "alternativos" o con los "holísticos" y con la moderna medicina conductual. Se supone que la mente está compuesta por estados o procesos mentales, entre ellos se encuentran procesos como: pensar, desear, imaginar, percibir, sentir, recordar, imaginar, percibir, sentir, recordar, etcétera. Una importante implicación de este problema es que el modelo psicológico se fundamenta en la teoría general de sistemas; trabaja con una conceptualización monista, no dualista y se refiere a los distintos sistemas o procesos psicológicos (Engel, 1980, en Ardila, 1988). En el enfoque psicológico no se presupone que un nivel sea más importante que otro. El objetivo es investigar y comprender cada sistema en sí mismo y su interacción con los demás sistemas (modelo biopsicosocial).

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Este modelo considera los siguientes factores: los síntomas físicos del paciente como persona, el contexto social de los síntomas; las actividades, sentimientos, y conducta del paciente, las relaciones sociales y familiares del paciente, las reacciones ante el tratamiento, etcétera. REFERENCIAS

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