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2009. XV Jornadas Técnicas SEAE de Agricultura y Ganadería Ecológica Mediterránea. Mallorca
Conferencia Inaugural
Ecología y paisajes agrarios Antoni Martínez-Taberner, Dep. Biología. Universitat de les Illes Balears. Campus Universitari, Carretera de Valldemossa km 7.5. Palma de Mallorca 07122.
Resumen Se presentan algunas pautas repetitivas del paisaje de las Islas y se relacionan con los servicios ecosistémicos relativos a la ecología del paisaje. Se amplia el artículo con aspectos descriptivos e históricos de los agroecosistemas resaltando sus valores paisajísticos. Palabras clave: agroecosistemas, sistemas agrosilvopastorales, ecología del paisaje, etnoecología, paisaje, servicios ecosistémicos. Introducción Bajo el titulo genérico de ecología y paisajes agrarios se pretenden exponer unos aspectos relativos a la ecología del paisaje y del paisaje como activo estético dentro del territorio rural. Las externalidades positivas que amablemente se socializan desde el mundo rural son altas y no solo estrictamente ambientales, también estéticas. Entendemos que una valoración de los servicios ecosistemicos de los agroecosistemas debe pasar por un cálculo o valoración de las capacidades del agroecosistema en tres aspectos principales y objetivables. El primero deriva de la capacidad de utilización de la energía y su consecuente fijación y almacenaje de carbono, tanto en forma de biomasa activa, como necromasa o como materia orgánica del suelo; un segundo aspecto relevante derivaría de la capacidad de reciclaje y cierre verticalizado de los ciclos biogeoquímicos dentro del propio agroecosistema y un tercer aspecto derivaría de la información y organización que aporta el agroecosistema en biodiversidad y en general a la funcionalidad de la matriz ecológica de paisaje local. Finalmente el valor del paisaje como emoción o elemento que trasciende el objeto físico del territorio, así como la relevancia del paisaje como elemento patrimonial, también serian variables para cuantificar, aunque desde un punto de vista menos objetivable que los anteriores. En cualquier caso el tema está abierto y son bastantes los autores que han reflexionado sobre ello (Kuiper, 2000. Tybirk, et al. 2004. Sans, 2007. Gomez-Sal 2007. Montes 2007).
En esta conferencia transcrita se exponen algunos elementos relativos a la tercera variable a considerar de los servicios ecosistemicos y se añaden algunos aspectos de carácter etnoecológico y estrictamente paisajístico de la Isla de Mallorca que van a servir de presentación de la Isla y del lugar de Raixa a los congresistas de la XV Jornadas Técnicas de la SEAE celebradas en Raixa (Mallorca). Matrices de paisaje Los pastos arbolados. Quedan algunos ejemplos de ecosistemas simplificados por el hombre, como son los pastos arbolados, denominados dehesa, montado o pascolo arbolato en castellano, portugués e italiano. El termino catalán de “devesa”, siguiendo en Maria Barceló 2004, no tiene significado en Mallorca, si en Catalunya y se refiere a un prado o trozo de tierra de abundante hierba y destinado al pastizal. En la isla se encuentra escritos como “darrera el casat de Sa Bastida hi havia una devesa amb alguns magraners plantats i algunes gallines” que traducido seria: “detrás de el casal de Sa Bastida había una dehesa con algunos granados plantados y algunas gallinas” este lugar debe referirse a una parcela cerrada que no corresponde a la idea de dehesa sino a lo que actualmente se llama “pleta”. Por otra parte la Devesa de Girona, es actualmente una plantación de antiguos plataneros y tampoco se adapta a la idea de pasto arbolado. Las dehesas son agroecosistemas que pueden tener diferente origen pero que funcionan con una gestión parecida. El mantenimiento del pasto arbolado necesita de la intervención humana, porque es inviable un pasto con el reclutamiento de nuevos árboles, pero esta manipulación es una intervención sencilla de protección de los árboles germinados o de siembra protegida. También se debe destacar que las formaciones arboladas pueden tener diferentes coberturas arbóreas, monoespecíficas o no, que van desde robles marcescentes hasta olivos, pasando por alcornoques y encinas, además pueden incluir especies acompañantes como algarrobos, almendros, fresnos y almeces, según el clima y la edafología del lugar (Blanco et. al. 1998). Por otra parte las densidades arbóreas también son diferentes; deben ser mayores en función de la susceptibilidad de erosión del terreno. Se debe recordar el alto interés de los pastos arbolados para minimizar el riesgo de fuegos forestales y su gran utilidad para crear cortafuegos verdes para compartimentar las masas forestales. Los pastos arbolados tienen cinco o más siglos de existencia segura en la Península Ibérica (Vallejo et. al. 2005) pero podrían ser bastante más antiguos (Stevenson & Harris 1992). En las Baleares tenemos registros de formaciones de este estilo recogidos en las pinturas de Jaume Blanquer (ARM colección de planos y mapas de 1633) donde se pueden ver trabajos agrarios en Grant y l’Oliveta, en la zona de Bunyolí. La imagen muestra a un lado un pasto arbolado dónde se ven recogedoras de aceitunas en hilera y con ganado
comiendo los rastrojos en la zona ya recogida y, al otro lado, parejas de bueyes labrando bajo los olivos. Estamos en una zona llana o con poca pendiente, no hay terrazas, y los olivos están en distribución no uniformo con una cobertura aproximada del 40%. También hay una pintura del siglo XVII de Jaume Nadal que se conserva en las casas de Massanella y dónde se pueden ver los trabajos de injertar los acebuches dentro formaciones de pastos arbolados (Jaume Gual com. per.).
Pinturas de Jaume Blanquer y de Jaume Nadal, con olivos adehesados y con un detalle de los trabajos de injertar los acebuches.
El pasto arbolado permite conducir el flujo de energía solar hacia la producción de los recursos concretos deseados por el agricultor, así en una dehesa la energía solar fotosintetizada acaba en forma de jamón ibérico, que es una pila de combustible metabólico de alta calidad. Se ha utilizado el robledal, el encinar o el alcornocal simplificado en dehesa como un reactor cárnico. Lo que antes era energía que se disipaba dentro una red trófica que mantenía una alta biodiversidad funcional, ahora se reduce a unas cuántas especies clave que son los árboles dispersos, las herbáceas continúas - y con mucha riqueza específica - el rebaño y finalmente el hombre. Es verdad que la red trófica se ha simplificado y hemos cambiado biodiversidad (Marañón 1987), pero el sistema continúa cerrando satisfactoriamente los ciclos biogeoquímicos, sin erosión física significativa si se contemplan las coberturas arbóreas proporcionadas con las pendientes. El flujo de energía solar que llega al lugar se rentabiliza y se direcciona de forma que acaba siendo utilizado por los humanos. Finalmente, el pacto entre lo que debe mantenerse para que la Naturaleza funcione y lo que puede sustraer el hombre para vivir se ha producido, o sea, la apropiación humana de la producción primaria limpia, sólo es un porcentaje del total, como con un caudal ecológico de un río, una parte es para mantener el sistema sostenible gracias a las piezas de biodiversidad por las cuales circula la energía del sistema y solo una parte acaba en el hombre. Con la estrategia expuesta la planta herbácea trabaja radicularmente con los primeros decímetros de tierra, con la humedad de lluvias débiles y rocíos y
aprovechando los nutrientes superficiales. El árbol perennifolio mediterráneo, como la encina absorbe la humedad y nutrientes disueltos a unos 20 cm (donde hay el 50% de las raíces finas), pero al llegar el periodo seco trabaja en profundidad, con el otro 50% de raíces finas (Gracia et. al. 2004), por lo tanto aprovecha las lluvias fuertes o las segundas lluvias que profundizan una parte del agua más allá de las raíces de las herbáceas. Absorbe los nutrientes en profundidad, los bombea y los incorpora a biomasa activa que será posteriormente consumida y reciclada en superficie. Al fin y al cabo una estrategia sostenible, finalmente verticalitzada. Un año bueno da hierba, frutos, madera y carne, un año malo, al menos da frutos y mantenemos el rebaño, pese a que la hierba no haya crecido. Podríamos decir que se trabaja como en bolsa, con valores herbáceos de alta productividad e inseguridad y valores arbóreos de baja productividad pero mucho más seguros, nada nuevo para una estrategia de hace más de cinco o seis siglos. Formaciones con la misma estrategia son el montado portugués, pero también encontramos en Italia, en Marruecos, en Túnez, en Francia y en Argelia formaciones parecidas. Hay que recordar que en las clasificaciones romanas del suelo agrícola y forestal se diferenciaba la silva, el saltus, el ager y el hortus, por tanto el saltus, entre la silva forestal y el ager del secano agrícola probablemente era un bosque o máquia simplificada y con una función más ganadera que silvícola o cultivable, en fin una dehesa. La relevancia de estos ambientes es significativa como capital natural, por los servicios ecosistémicos que ofrecen y como recurso agrícola. En el sur de Europa la carencia de rentabilidad económica ha hecho que haya un cierto abandono y ha declinado su superficie, mientras que en el norte de África la sobreexplotación es el principal problema para su conservación. Los ejemplos de pastos arbolados de Mallorca no son de encinas, son algunos olivares del llano y de colinas suaves de lugares que no necesitan aterrazar. En estos lugares encontramos olivos desordenados que no siguen la cuadrícula agrícola. Estos espacios corresponden a antiguas máquias o garrigas de acebuche que se han simplificado eliminando el sotobosque y dejando los acebuches dispersos que acto seguido podrán ser injertados de olivo. El sotobosque se mantiene bajo presión ganadera, de forma que ya no puede desarrollarse. En su lugar se mantiene un sustrato herbáceo normalmente rentabilizado por ovejas. Los acebuches o los olivos dispersos, pueden ir acompañados de alguna encina o algarrobo sembrado. Para lograr esta estrategia de pacto con la Naturaleza, que es la misma que la del montado o dehesa, han quitado las especies que no interesaban y han dejado el bosque abierto, para que pueda haber un buen prado de producción y crecimiento rápido. Tanto en Extremadura como las tierras de Mallorca también podemos encontrar los vergers o vergeles adehesados denominados mediterranean forest garden en la literatura científica (Ibañez et. al. 1997). La idea de bosque de frutales se encuentra en las descripciones medievales del Roman de la Rose y corresponde al vergel desordenado como el bosque abierto, pero productivo en frutos, lo cual sugiere unas emociones placenteras.
Maquia de acebuches en Sineu (Mallorca)
La misma maquia adehesada en Sineu (Mallorca)
Entre el pasto arbolado de lugares con litosuelos, con roca aflorando y los vergeles adehesados hay situaciones medianas, que son las más abundantes, dónde encontramos una siembra de cereales o leguminosos en la rotación que el labrador considera más conveniente o con prados de siega o de diente. El Dr. Montserrat dice, refiriéndose a las formaciones arboladas, que prolongan la vida del pasto bajo su sombra y proporcionan hojas caídas en la época más crítica de final de verano y siempre podemos bajar algunas ramas para que los animales se alimenten. Perfeccionar estos paisajes será un trabajo actual para las personas sensibilizadas que saben lo que tienen entre las manos, por su adecuada educación. Debemos completar y perfeccionar estos paisajes hasta conseguir producciones extensivas con poco trabajo dentro estos ambientes diversificados, bellos y muy útiles. Otras matrices de paisajes agrosilvopastorals no mediterráneas son los bosques gallegos de castaños sembrados denominados soutos mansos o las pumaradas asturianas de manzanos con prados que también podemos ver en
regiones europeas más nórdicas. Estas formaciones responden a plantaciones, como lo son los algarrobos adehesados en las zonas litorales mediterráneas. Teselas y pasos escalonados. Los aulets Las manchas de encinar dentro de matrices de cereales o de cultivos forrajeros son llamados aulets en catalán y son formaciones corrientes en la isla de Mallorca. De hecho, existen pequeños bosquetes dispersos por las zonas agrícolas, a menudo inferiores a la media hectárea, con encinas densas con coberturas muy próximas al 100%. Estas zonas corresponden a restos de encinares o siembras posteriores que están limpias de sotobosque. El aulet proporcionaba leña, además de un lugar de sombra estival para el ganado, cobijo de los rocíos invernales y bellotas. El aulet siempre va ligado a un uso estructural de cobijo para el ganado, dentro una vía de producción multifuncional y puede ser de encinas de bellota dulce seleccionadas o injertadas (Montoya Oliver 1993). En el aulet puede haber cierta infraestructura, como abrevaderos o balsas y suele estar abierto. Hay que destacar la belleza de estas formaciones arbóreas dentro del llano normalmente cerealístico, de hecho sugieren las propuestas de los bouquets boscosos del paisajismo ingles de Lancelot “Capability” Brawn o Hamphry Repton.
Aulet con charca en Porreres
Aulet en el Campus de la Universitat de les Illes Balears
Las pletes suelen tener una función parecida y corresponden a parcelas cerradas que a menudo son de acebuches o encinas, su función es parecida, pero permiten retener el ganado. Ecológicamente ambos espacios representan manchas dentro matrices rurales de paisaje, que también pueden actuar de conectores discontinuos o stepping stones y lograr de esta manera una función ambiental relevante (Pino & Rodó, 1999). Otras manchas en los paisajes no mediterráneos son los claros de prados dentro del bosque de hayas denominados rasos o vedaus. También podemos encontrar manchas de bosque muy aclarado que se denominan boalares con olmos, fresnos y robles, dentro matrices boscosas y densas de los Pirineo y otras formaciones que quedan pendientes de estudio en su valoración como servicios ecológicos (Montes, 2007). Elementos singulares Las mates mosqueres Las mates mosqueres también son un elemento tradicional que consiste en indultar a una Pistacea lentiscus para que crezca entre los cultivos agrícolas y finalmente pueda actuar como una estructura de cobijo. Es posible que tiempo atrás se obtuviera la almáciga, también aceite de sus frutos para alumbrar, incluso sabemos que los antiguos pobladores de las islas mezclaban la savia de la mata con sangre y se untaban sus cuerpos (Gil et al. 2003) pero aparte de la etnologia ligada a esta especie, su función principal actual es la de hacer sombra al rebaño.
Mata mosquera en Son Joan Arnau (Mallorca)
Las figueres amb talons Otra forma tradicional que personaliza el paisaje, en este caso el de la isla de Formentera son las higueras con sus muletas o estolones. El crecimiento de las ramas de las higueras repite una pauta anual que consiste en elevar una pequeña rama y desde el mismo punto y por debajo de esta alargar una segunda rama; al año siguiente la rama elevada deja de crecer mientras que la que había crecido por debajo rebrota repitiendo la misma pauta, una pequeña rama elevada y otra por debajo mas larga y así sucesivamente. Con el tiempo el conjunto se traduce en formas decumbentes que acaban tocando el suelo. La tradición consiste en poner muletas a las ramas de manera que nunca alcanzan el suelo, sino que se extienden en un plano horizontal de crecimiento indefinido. Estas higueras son arquitectura primigenia y ofrecen una sombra estival muy valiosa para el rebaño y si además llegan a algún higo mucho mejor. Hay que destacar la baja altura de estas higueras, entre el suelo y el plano inferior de la copa hay algo más de un metro y la altura total de estas puede llegar a los 2 metros. Hay que pensar que el viento marino no permite un fácil desarrollo vertical y actúa como un trabajador de la topiaria. La higuera y sus higos tiene una tradición antigua en las Islas y particularmente en Eivissa y Formentera. Los higos ya se exportaba en periodo romano, así lo destaca Plinio en su Historia Natural (XV:82).
Higuera estolonada de Ca’n Pere Mestre, en Formentera
El almez En la isla de Mallorca una casa rural sin algunos almeces es impensable. El hecho de su utilización para hacer herramientas y el recurso de sombra que aporta es relevante, de forma que siempre ha tenido un espacio entre jardinero y utilitario. Hay algunos árboles, entre los cuales el almez, que siempre se han considerados como introducidos por el hombre durante la prehistoria sin embargo existe un rastro paleobotànico a lo largo del cuaternario (RenaultMiskowski et. al. 1984, Garcia-Antón et. al. 1990) y, además, se ha encontrado una semilla de este árbol en la Cueva del Mirador (Atapuerca, Burgos), hecho que indica que no es un árbol transportado por fenicios o romanos, sino que ya existía (Rodriguez-Cruz, 2005, Burjachs, 2006). Estas trazas o pocas evidencias se pueden atribuir a que este árbol no forma bosques grandes, más bien, con su dispersión ornitòcora, tiende a estar muy disperso y los bosques naturales que encontramos, desde Turquía (Andirin) (Boydak 1988) hasta la Península Ibérica, tanto en la parte más occidental, en Arribes del Duero (Blanco et. al. 1998) o al Barranco de Túnez (Granada) como en la parte oriental, a Alpuente (València), siempre se presenta en pequeños bosques, normalmente dentro de barrancos, bajo peñascos visitados por aves, sobre derrubios calcáreos con piedras y tierra, un hábitat natural que se reproduce parcialmente en las paredes secas y en los sedimentos urbanos de escombros y tierra. En algunos barrancos naturales de la Isla podemos encontrar almeces que, con toda seguridad, no los ha sembrado ningún humano, los han dispersado las aves y muy probablemente ya lo hacían antes de la llegada de los humanos a las Islas. El emparrado del safareig
Un diseño repetido y personalizador del mediterráneo son los emparrados de viña ante las fachadas con exposición a mediodía, pero el emparrado también aparece sorprendentemente en las albercas o estanques con pilares perimetrales y emparrados con lo cual se minimiza la perdida estival de agua por evaporación. Son lo que podríamos llamar verdaderas soluciones bioclimáticas. Corredor fluvial El passeig de la senyora Clementes Steenbergen en su libro sobre arquitectura y paisaje del 2001 hace notar que Catalina de Medici se encuentra muy cerrada dentro las murallas del París de Enrique II, su esposo, y se hace construir el Palacio de las Tuileries el 1564 y su jardín, junto al Sena, puesto que estaba acostumbrada a sus paseos por la ribera del Arno en Florencia. El 1594 los jardines de las Tuileries tenían cipreses y moreras que probablemente hizo sembrar Maria de Medici, casada con Enrique IV, la cual continuó la obra de Catalina, y también hizo construir los jardines de Luxemburgo. En 1664 Lluís XIV abre las Tuileries al público previa remodelación realizada por Andre Le Nôtre. Esta pauta de ajardinamiento de los antiguos bosques de ribera se repite en muchos lugares. En Palma, y salvando las distancias de todo tipo, también había un paseo para la ostentación extramuros, el paseo de Jesús y las 4 Campanas, paralelo al torrente, algo ajardinado y extramuros. Los jardines de Raixa también tienen unas connotaciones relacionables con esta pauta de mantener a un lado del torrente un espacio ajardinado o de utilidad compartida para el ocio y una cierta producción. Júlia Román nos hizo notar que en Raixa en 1740 (ARM, A Marqués de la Torre) había moreras para alimentar gusanos de seda. Evidentemente solo el espacio que queda junto a la ribera del torrente podría ser apto para las moreras y seguramente consistía en un ajardinamiento útil, del mismo modo que lo eran los jardines de cítricos, mayoritarios alrededor de las casas de Raixa. Los lugares entre las zonas agrícolamente útiles y el espacio forestal o el espacio de la rambla peligrosa del torrente, representan terrenos que se pueden transformar en paseo ajardinado y en la toponimia a menudo aparecen como paseo o paso de la señora. Nos encontramos con una situación de compromiso entre la ribera natural y el aprovechamiento antrópico, en este caso para el ocio compatible con una productividad algo sofisticada como es el caso de las moreras. En las partes altas de la montaña el agua circula creando estructuras de convergencia que se van uniendo en ángulos agudos. A medida que aumenta el nivel de orden, los torrentes van adquiriendo las formas sensuales de las curvas abiertas y crean corredores fluviales, paisajes de caducifolios, verdes en verano, cuanto todo se seca, y amarillos en otoño. Bosquetes de ribera, paisajes de energía tranquilizada, con almeces entre tierra y roca, donde el torrente joven todavía es aceptor dominante de agua y la inundación del suelo muy poco probable. Después, ya en el llano, donde se hace dominante la función donadora de agua del torrente y dónde la tierra puede quedar empapada por periodos más o menos prolongados, los fresnos, olmos y
chopos van vistiendo las riberas, con alguna higuera y granado naturalizados, sin olvidar los robles de Puigpunyent. Estos paisajes son los lugares plácidos representados por los primeros pintores del romanticismo, el paisaje pintoresco de Constable y los hermanos Ruisdael o de las paredes pintadas de las salas del balcón del casal de Alfàbia. Los bosquetes de ribera son la última frontera a la erosión física de la tierra, el espacio de humedad estratégica que se conserva hasta acabar la primavera, sobre todo en los torrentes que drenan el llano poco permeable de la Isla y por si todo esto fuera poco actúan de corredor ecológico. Aun así todavía hay quien piensa que el torrente es el mejor lugar para una cloaca o un vertedero y urbanísticamente se han abandonado, como si su función urbana y de seguridad no fuera relevante para crear una red amable y bella de movilidad blanda. Urge la restauración de las riberas de los torrentes por motivos ambientales y paisajísticos y la situación ya es acuciante dentro del ámbito urbano. Se trata, tan sólo, de recuperar, donde sea posible, el passeig de la senyora, por el paisaje y para el resto de biodiversidad que cohabita la Isla con nosotros. Corredores de banda estrecha Los setos Los setos o bardisses de cierre vegetal con plantas espinosas como zarzales y rosales silvestres, a menudo van acompañados de árboles como el almez que crece protegido dentro de las espinosas y gracias al tractivo de los frutos de los zarzales que atraen a los pájaros que excretan sus semillas. Estos setos ofrecen material para herramientas, biodiversidad antiplagas (Altieri & Anderson 1986), espacio de reserva de la fauna edáfica, recursos alimentarios y de hábitat para la fauna en general, además de proporcionar el efecto pantalla que protege los cultivos y evita el exceso de evapotranspiració amortiguando el viento (Ryszkowski, 2002). Finalmente, estas estructuras lineales pueden actuar satisfactoriamente de conectores entre masas boscosas y así facilitar un intercambio genético y menguar el efecto de fragmentación dentro los paisajes agrícolas (Pino et. al. 2006).
Seto de encinas en Ca’n Raiò de Lear, Sencelles (Mallorca)
Seto de almeces y zarzales en Ruberts (Mallorca).
Los setos de ciprés son algo diferentes. El ciprés es una planta del mediterráneo oriental y del norte de África introducida probablemente por griegos y romanos (Páez de la Cadena 1982). En Creta se desarrolla una comunidad vegetal denominada Acero Cupression, con acers y cipreses que es de una alta calidad estética, pero aquí el ciprés es introducido y su presencia a menudo va ligada a huertos de cítricos. El ciprés, junto con el rosal hace pantallas impenetrables, actúa de indicador antiplagas y además durante la floración del rosal el conjunto resulta de una muy alta calidad jardinera, no hace falta recordar que serían los jardineros los primeros que se dedicaron al cultivo considerado ornamental de los cítricos. El ciprés junto con pinos, también lo encontramos formando paisajes toscanitzados en los caminos de entrada a las casas más o menos señoriales y en los jardines históricos como los de Raixa, Sa Granja, Canet, Son Berga, Son Forteza, Defla y otros muchos jardines, que a menudo no son del todo interpretables en su estilo. En cualquier caso el paisaje rural de Mallorca tiene una abundancia de cipreses y un carácter
italianizante, tal y como sucede con las construcciones de los palacetes de Palma que se inspiran más en pautas estilísticas del este tirreniano que no del oeste ibérico.
Combinaciones arbóreas repetitivas El olmo y la vid La viña y el olmo también tienen una historia. Luís Gil (Gil et al. 2004) y su equipo descubrieron que muchos olmos derivan de un clón único que los romanos transportaron de Italia a la Península Ibérica y de allá a las Islas Británicas con el objetivo de trabajar como portadores de la viña. Columella, en su tratado De Re Rustica, recomienda utilizar el olmo como pértiga para la viña y en el mito de Ovidio la viña crece emparrada al olmo. Si vamos a los museos también encontramos pruebas de esta pauta de cultivo. En un relieve del Museo Británico de 645 BC, que representa Asurbanibal y la Reina durante una comida en sus jardines de Nínive al norte de Irak, se pueden ver dos viñas emparradas a árboles, probablemente pinos y en otro relieve asirio se encuentran árboles a la orilla de una ribera y abiertos con la viña emparrada al árbol (Balsari & Sciencia 2004). En el Staatliche Museen aparece un cuadro de Francesco Melzi que representa Pomona y Vetrumnus (1517-1520) con un olmo y una viña de fondo. Paolo Balsari y Attilio Scienza (2004) muestran más testigos iconográficos antiguos relativos a las modalidades de cultivo de viña sobre tutor vivo, y también incluyen modalidades de alineaciones de árboles de apoyo a viña, como los actuales lambruscaie de la Maremma toscana, el sistema del Chianti, el sistema reggiano, el toscano en cadena, el sistema de Mantua, las arboledas paduanas o trevisanas, casertanas, avekinesas, romañesas, de Módena y de Saboia en Francia y el sistema Bellussi originario. Actualmente todavía podemos encontrar en algunos huertos domésticos de la Isla alineaciones de árboles frutales que soportan estructuras para la viña, siguiendo la tradición antigua. Almo Farina en uno de sus libros (Farina 2000) muestra una fotografía de viña emparrada a fresnos, en este caso Fraxinus ornus, y en los jardines de Raixa encontramos algunos fresnos que no son el autóctono Fraxinus angustifolia, sino el F. ornus con formas bifurcadas, como si en algún momento hubieran tenido un uso para emparrar. Árboles terminales Otras combinaciones que son corrientes y fáciles de ver y que caracterizan el paisaje son las siembras de algarrobos terminales en las alineaciones de almendros. Estos algarrobos eran la fuente de energía para el ganado de tracción, la gasolina super que necesitaban para poder realizar actividades de mayor esfuerzo. Otras terminaciones las encontramos en las alineaciones de cítricos con sus nísperos del Japón terminales e incluso la presencia de rosales, indicadores inmediatos de plagas, en las mas modernas alineaciones de viña.
Alineación de almendros con algarrobos terminales en s’Esglaieta (Mallorca)
Conclusión Tanto los pastos arbolados, como los aulets y las otras formaciones son figuras territoriales que hace falta divulgar, recuperar y recrear porque personalizan el territorio y son pautas ambientalmente amigables que hace falta clasificar, cartografiar y cuantificar porque representan una cultura y un modo de vida que fue efectivo durante muchos años. Otros modelos propios de la revolución verde y ciertamente alejados del slow movement, sólo se mantienen gracias a la fotosíntesis fósil y, evidentemente, no son perdurables ni ecológicamente ni psíquicamente, pese a que los modelos económicos simplistas, que continúan socializando los problemas ambientales y sociales, digan lo contrario. Los resultados de mantener estas pautas etnoecológicasy agrosilvopastorales son territorios persistentes con un regalo que es la elevación del territorio a la categoría de paisaje. Agradecimientos Han colaborado con sus conocimientos, fotografías y sugerencias, de forma directa o indirecta, Maria Adrover, Jaume Vadell, Júlia Román, Jaume Andreu, Joan Mayol, Catalina Rigo, Salvador Canyís, Jaume Gual, Biel Moyà, Luís Núñez. Bibliografía Altieri, M.A. & Anderson, M.K. 1986.- An ecological basis for the development of alternative agricultural systems for small farmers in Third World. Am J. Alt. Agric. 1: 30-38. Balsari, P & Scienza, A. 2004.- Formas de cultivo de la vid y modalidades de distribución de los productos fitosanitarios. Ed. Mundi-Prensa- Bayer CripScience. 339 pp. Barceló, M.- 2004.- El casat de les possessions a la Mallorca baixmedieval. Estructura i funció. Boll. Soc. Arq. Lul·liana 60. 101-126.
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