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8AÑOS
DE ACREDITACIÓN
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Sedes institucionales
8 Años mas de acreditación 37
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OPINIÓN
Grupos de Investigación
www.urosario.edu.co
Mayor información: Línea InfoRosario 422 5321 - 018000 511888
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Convenios de intercambio
Convenios de doble titulación
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Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 108 años Vol. 108 –número 607– diciembre de 2013 Fundador Monseñor Rafael María Carrasquilla R ector Hans-Peter Knudsen Quevedo C onsiliarios Alberto Fergusson Bermúdez Alejandro Figueroa Jaramillo María Luisa Mesa Zuleta Andrés Pastrana Arango Jorge Restrepo Palacios V icerrector Alejandro Venegas Franco S índico Miguel Francisco Diago Arbeláez S ecretaria G eneral Catalina Lleras Figueroa D ecanos Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales Eduardo Barajas Sandoval Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas Mauricio Linares Porto Facultad de Economía Hernán Jaramillo Salazar
D irector del D epartamento de P laneación A cadémica y A seguramiento de la C alidad Javier Daza Lesmes D irector de la E ditorial Juan Felipe Córdoba Restrepo C apellán Monseñor Germán Pinilla Monroy Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario D irector Luis Enrique Nieto Arango A sistente Karol Joanna Hernández Ramos C onsejo E ditorial Alejandro Venegas Franco, vicerrector Leonardo Palacios Sánchez, decano Gabriel Silgado Bernal, decano Enrique Serrano López, docente – investigador Laura García Matamoros, docente – investigadora E dición de textos Gabriela de la Parra Morales
Facultad de Jurisprudencia Antonio Aljure Salame
D iseño y D iagramación Kilka Diseño Gráfico
Escuela de Administración Fernando Locano Botero
I mpresión Panamericana S.A.
Escuela de Ciencias Humanas Stéphanie Lavaux
C orrespondencia y contacto Carrera 7 No. 12B-41 Segundo piso Tel 2970200 ext. 7738 Correo electrónico
[email protected] [email protected]
Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud Leonardo Palacios Sánchez Decanatura del Medio Universitario Gabriel Silgado Bernal C anciller Jeannette Vélez Ramírez D irectora (E) del C entro de G estión del C onocimiento y la I nnovación María Andrea Contreras
Licencia del Ministerio de Gobierno (Resolución 147 del 11 de marzo de 1934) ISSN: 0120-3975 Revista de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario –108 años– Volumen 108 –número 607 diciembre de 2013
Principios editoriales La Revista del Rosario es la publicación institucional universitaria más antigua del país. Desde 1905, sin interrupciones, sus páginas reflejan los personajes, los temas y los debates centrales que atañen a la comunidad rosarista. Como escribió su fundador, todos los miembros de la comunidad rosarista tienen en la revista “un órgano de publicidad, donde sus escritos hallan, no hospitalidad benévola, sino casa propia en qué vivir”. En cada número “figurarán, al lado de los trabajos de los veteranos en ciencias y letras, los ensayos, inseguros aún de los jóvenes estudiantes del Colegio”; por ello recibimos los aportes tanto de consagrados ensayistas, cronistas, poetas, cuentistas y demás maestros de la literatura, el periodismo y las ciencias, como los de aquellos que apenas inician su camino.
Requisitos para publicar • Textos con lenguaje ágil y de fácil acceso. En resumen, el articulista debe estar muy consciente de que escribe para diez o doce mil posibles lectores con formación académica y profesional disímiles. • El articulista puede pertenecer o no a la comunidad rosarista. Se recomienda identificar su texto con nombre, teléfono, dirección de correo electrónico, facultad, dependencia o actividad. • Tema: se reciben artículos de interés general. • Tipos de aportes: entrevistas, ensayos, artículos de opinión, poemas, cuentos, crónicas y fotoensayos. • Extensión: máximo siete (7) páginas, en fuente Times New Roman, 12 puntos, doble espacio.
Por favor envíe su artículo a
[email protected] hasta el 13 de febrero de 2014
Fe de erratas Referencias Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). (1997). La situación de los refugiados en el mundo 1997-1998. Un programa humanitario. Barcelona: Autor, Icaria Editorial. Castrillón, A. (2009). ¿Migrantes o desplazados? [Reseña del libro El desplazamiento forzoso en Colombia: un camino sin retorno hacia la pobreza, por A. M. Ibáñez Londoño]. Revista de Economía Institucional, 11 (20), 445-451. Cicera Fortea, M. T. (2006). Desplazamientos internos. Problema internacional. Hacia un estatuto jurídico internacional. Revista española de derecho internacional, 59 (19), 463-464. Congreso de la República de Colombia. (1997). Ley 387 de 1997, “Por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado; la atención, protección, consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia”. Bogotá: Diario Oficial No. 43.091, de julio 24 de 1997. Pérez de Armiño, K. (dir.) (2008). Migración forzosa. En Diccionario de acción humanitaria y cooperación al desarrollo (3a ed.) (pp. 364-366). Bilbao: Icaria Editorial y Hegoa.
En el número anterior publicamos el texto titulado “El papel de la comunidad internacional ante el desplazamiento: el caso de Colombia” de Miguel Hernández García. Miguel es miembro colegiado del Ilustre Colegio de Abogados de Cantabria y coordinador de Proyectos de la Asociación de Abogados Defensores de Derechos Humanos (Acadehum). A continuación presentamos las referencias del texto y nuestras más sinceras disculpas por esta omisión.
República de Colombia, Corte Constitucional. (2004). Sentencia T-025 de 22 de enero. M. P. Manuel José Cepeda Espinosa. Rodríguez Garavito, C. (coord.) (2010). Más allá del desplazamiento. Políticas, derechos y superación del desplazamiento forzado en Colombia. Colección de estudios Cijus. Bogotá: Ediciones Universidad de los Andes, Facultad de Derecho. Secretariado Nacional de Pastoral Social, Caritas Colombiana. (2006, noviembre 3). Desplazamiento forzado, conflicto armado y derechos humanos en Colombia. Magnitud, tendencias, problemática de tierras [Diapositivas PowerPoint]. Recuperada de http://goo.gl/NtbUBL
Correo
…Y evoqué
cómo era mi barrio
C
recí en un barrio ubicado en la calle 61 con carrera 4. Mi casa estaba a espaldas del Liceo de La Salle, más concretamente de la cancha de fútbol, hoy convertida en un edificio de la universidad que lleva el mismo nombre. Por mi barrio pasaban, varias veces en la semana, unas mujeres que llevaban en sus manos unos costales raídos —tal vez por el uso— que gritaban: “botellas, papel; botellas, papel” a la espera de que de alguna casa les diéramos los preciados elementos. Eran mujeres quienes, a pesar de que el tiempo les había jugado una mala pasada con su figura juvenil dibujando en sus caras algunas arrugas, lucían siempre una sonrisa y unos hermosos cachetes colorados por el frío. Iban de falda y buzo de lana o un sencillo vestido a media pierna; debajo llevaban unos pantalones para ir más abrigadas. Hace más de treinta años que no oía esas frases. El problema de las basuras ha hecho que por el barrio donde vivo ahora pasen estas mujeres maravillosas que ejercen con dignidad su trabajo de recicladoras, gritando a todo pulmón: “botellas, papel; botellas, papel”. Ya no son tan rechonchas ni cacheticoloradas, visten sudadera, siguen siendo muy sonrientes y en sus manos llevan el costal raído.
El nombre de mi barrio es peculiar; me lo trajo a la memoria Víctor Mallarino en una entrevista que le hicieron en la Radio Nacional: Bosque Calderón Tejada. Ahora todos los pequeños barrios aledaños quedaron incluidos en la zona denominada Chapinero Alto. No sé si los lectores lo habían oído mencionar antes o si alguno viva por esos lares; la verdad es que yo lo había olvidado. Mi antiguo y querido barrio se ha vuelto populoso, las casas dieron paso a edificios no muy altos. Los árboles de las aceras siguen en pie. Mi casa también, pero parece que está deshabitada. Más abajo se encuentra un pequeño parque de forma rectangular. Ya no viven allí mis vecinos. Ahora es un barrio un poco fantasma: no hay niños jugando golosa o semana pintadas en el suelo. Nadie patina ni monta en bicicleta por esas calles empinadas. Lo salva la Universidad de La Salle con sus estudiantes, pero ellos no son sus huéspedes, son simplemente alumnos que llegan, estudian y se van. Mi barrio me dejó los más gratos recuerdos de mi juventud. Ahora, en mi otro barrio, vivo los más gratos recuerdos de mi madurez.
Sara María Posada Núñez Egresada de Jurisprudencia en 1977
Contenido Entrevista
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la etiquieta vilela
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¡Basta ya! Colombia : memorias de guerra y dignidad
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COLOMBIA EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD (2011-2012)
Por: Luis Izquierdo Reyes
Con esta entrevista a Sergio Vilela, director editorial del Grupo Planeta para el área andina, Luis Enrique Izquierdo, filósofo y asesor comercial de la Editorial de la Universidad del Rosario, ganó el premio de Periodismo y crítica para las artes literarias del Programa Distrital de Estímulos.
Opinión
Vol. 108, número 607, noviembre de 2013
Por: Martha Nubia Bello
Este año, el Centro Nacional de Memoria Histórica hizo entrega al país del informe que documenta más de cincuenta años de conflicto armado en Colombia. Por ser la primera vez que un informe de este tipo se le presenta a la nación colombiana y por su importancia para entender las causas de esta latente realidad, hemos decidido publicar la presentación del texto como una invitación para leer no solo el informe, sino algunos de los 24 libros de estudios temáticos que son la base del mismo.
Por: Néstor Osorio Londoño
Por primera vez en la historia de Colombia, el país formó parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y nuevamente un rosarista, Néstor Osorio Londoño, lideró este importante proceso. En el Aula Máxima, presentó este informe ante la Comunidad Rosarista, “dando cuenta de años de excepcional convulsión particularmente en el Medio Oriente donde el reclamo popular de cambios institucionales, apertura democrática y el ejercicio de los derechos fundamentales dio origen a la llamada ‘Primavera Árabe’”.
Crónicas Retratos de mozambique Por: Elkin Bermúdez Aza
Este médico rosarista trabajó durante parte de 2011 y 2012 para la organización Médicos sin Fronteras (MSF) en África. Con sus fotografías y relatos nos transporta a los paisajes y vivencias de tres departamentos de Mozambique: Maputo, Tete y Gaza.
El arcoíris en el agua Por:Enrique Patiño Orozco
Agua transparente, formaciones rocosas, distintas profundidades, plantas acuáticas de diferentes colores. Todo en Caño Cristales es tan bello que parece magia. Los habitantes del lugar hablan tanto de su belleza que el visitante comienza a dudar de la veracidad de los relatos que anuncian una maravilla. Pero una vez allí, se rinde.
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vida rosarista noticia de dos hallazgos historicos Por: Álvaro Pablo Ortíz
El 16 de mayo de este año, el rector de la Universidad, el doctor Knudsen Quevedo, descubrió, al abrir el bargueño, dos documentos de excepcional valor histórico: uno sobre “la traslación de los restos del fundador Fray Cristóbal de Torres” y el segundo con “los expedientes de calidad, limpieza y nobleza del ilustre don José Miguel Masústegui”. Conozca aquí la historia.
los inicios de la tuna del colegio mayor de nuestra señora del rosario Por: Gustavo Samper Rodríguez
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La tuna rosarista vio la luz en 1969, de la mano de este egresado de la Facultad de Jurisprudencia. Ya tenía la autorización de conformar un grupo musical pero solo hasta que se encontró con una tuna en la calle 11 con carrera 7 comenzó a soñar con la organización de la tuna rosarista.
Vol. 108, número 607, noviembre de 2013
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los tesoros que custodia la biblioteca antigua del archivo histórico Por: Camila Gómez Caro
Ocultos entre toneles de vino y conservas, llegaron muchos libros desde España. Formaban parte de las colecciones de virreyes y clérigos. Han pasado más de tres siglos y aún los conservamos en la Universidad. Forman parte de la Biblioteca Antigua UR y pueden ser consultados en nuestro magnífico Archivo Histórico.
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Clásicos UR, 360 años de historia on-line
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Apuntes para la memoria de La Bordadita
Por: Archivo Histórico
El Archivo Histórico lanzó un portal virtual llamado Clásicos UR, que tiene como objetivo promover y difundir las enseñanzas de los clásicos, mediante una investigación detallada y seria de los contenidos de la colección de la Biblioteca Antigua. En este número, conozca dos de los artículos más leídos que aparecen en portal Clásicos UR: “El Tomismo en el Rosario: La protesta de un catedrático” y “Opuscula mathematica, philosophica et philologica 1744”.
Por: Hugo Delgadillo Suárez
La capilla de La Bordadita no era en 1920 como la conocemos hoy. El fundador de esta revista y rector de la Universidad, monseñor Rafael María Carrasquilla contrató a Mauricio Ramelli Adreani, uno de los muralistas más importantes de la primera mitad del siglo XX para que reavivara el espíritu de esta capilla luego del devastador terremoto de 1917. Vea cómo era nuestra capilla.
Efemérides
92 Eduardo Carranza Por: Luis Enrique Nieto
Vol. 108, número 607, noviembre de 2013
94 Nicolás gómez dávila Por: Daniel Raisbeck López
98 El piloto de la Revolución Por: Carlos Villalba Bustillo
LETRAS miseria
¡oh negra y larga partida!
Por: Luis Carlos Pinzón
Por: Magaly Pabón Robayo
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tus mas grandes deseos
fugaz
Por: Luis Eduardo Gómez
Por: Lautaro Ribeiro
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Vol. 108, número 607, noviembre de 2013
Artista invitado
Elkin
Bermúdez Aza* *
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Egresado de la Facultad de Medicina (2000). Realizó estudios de Medicina Tropical en Fiocruz (Brasil) y de Infectología en la Universidad Federal de São Paulo y en la Universidad de California en San Francisco. Ha trabajado en el área de VIH/SIDA y desde 2010 labora con la organización Médicos Sin Fronteras (MSF).
ARTISTA INVITADO
El trabajo fotográfico de Elkin ambienta la presente edición. En las fotos de las portadillas y en su artículo central nos deja ver los retratos de Mozambique que pudo recoger al pasar por esta región del mundo que hace solo 38 años se independizó.
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Editorial
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l año 2013 ha sido pródigo en efemérides, conmemoraciones y triunfos para nuestra institución. Se cumplen 360 años de la fundación del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. El 18 de diciembre de 1653 se celebró la misa solemne que dio inicio a la andadura del Claustro. Ese mismo día el arzobispo fundador, Cristóbal de Torres, anunció los nombres de los primeros quince colegiales que constituían la nobleza secular del reino y entre los que no se contaba con ningún religioso de la Orden de Predicadores. Esto provocó un enfrentamiento de los dominicos con el fundador, quien, en respuesta, revocó el nombramiento del rector y vicerrector que había escogido entre sus hermanos de la orden. El pleito que surgió de esta disputa hizo que el Colegio Mayor apareciera entonces como una entidad atípica para su tiempo: autónoma gracias a las rentas de sus bienes propios y con un gobierno en el cual los estudiantes desempeñaban un papel fundamental. Este es el año de celebración del primer natalicio de un gran rosarista: Alfonso López Michelsen, presidente de la República, patrono, colegial, catedrático y benefactor. El 17 de julio de 1949, cuando era un joven profesor de Derecho Constitucional, celebró con una lección magistral la creación, por parte del emperador Carlos V, de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá. Con este acto se inició la vida jurídica de la nación colombiana, unida a la corriente del Derecho romano-germánico. De esta manera, y contrariando la posición hasta ese momento de su partido, López Michelsen reivindicó la tradición hispánica, de
cuyas bondades esta universidad es el mejor ejemplo en nuestro país. Conmemoramos también el primer natalicio del poeta Eduardo Carranza quien fue profesor de literatura en el Rosario y director de esta revista. Su poesía, de la más alta calidad en la lengua castellana, inspiró y estimuló a sus alumnos, entre ellos ese otro gran poeta Álvaro Mutis quien este año, y a los 90 de su edad, nos dejó para pasar a la eternidad con una obra literaria reconocida en todo el mundo. Así mismo, en el presente año se comprobó, gracias al resultado de las pruebas Saber Pro, que el Rosario es una de las tres mejores universidades de Colombia, al lado de la Nacional y los Andes. Además se construyó en el campus una pequeña capilla para continuar allí la veneración a la Virgen del Rosario en su advocación familiar de la Bordadita, tal como lo quiso el fundador. El rector y los consiliarios designaron como colegiales de número a Karen Aguia Rojas, Juan Pablo Barrios Reina, Patrick Efraín Barros Ortiz, David Guillermo Cano Bermúdez, Karla Yubranny Díaz Parra, Claudia Patricia Dulce Romero, Carlos Felipe Durán Torres, Silvia Patiño Delgado, Olga Alejandra Santamaría Aguilera, Juan Luis Vélez Leal, María Jimena Vernaza Lotero, Sophia Betancourt Kaltsidou, Ángela Daniela Cervantes Ramírez, Kevin Camilo Hartmann Cortés, Lina Margarita Salas Quijano y Felipe Virgüez Álvarez. Esas designaciones se hicieron con el fin de renovar la confianza que el Claustro siempre ha tenido en la juventud y afirmar, una vez más, la vigencia de nuestro lema institucional: “Nova et Vetera”.
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© Elkin Bermúdez Aza
El mercado municipal en el centro de la ciudad reúne productos que llegan de todo el territorio. Con una extensión territorial aproximada a la de Chile y Venezuela, su diversidad regional es grande gracias a la cantidad de lenguas bantúes que se hablan en diversas áreas del estado, lo que hace que la mayoría de los mozambicanos sean bilingües en un país donde el portugués es el idioma oficial.
Entrevista
La etiqueta
vilela
Por: Luis Izquierdo Reyes*
© Archivo personal del autor
Filósofo y asesor para la Editorial del Rosario
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ENTREVISTA
S
ergio Vilela es el director editorial del Grupo Planeta para el área Andina. Su paso por la revista Etiqueta Negra, su obra El cadete Vargas Llosa y la manera como concibe el oficio de editor corroboran que Sergio definitivamente es un creador de etiquetas. [Estoy en la Feria del Libro del Pacífico, en la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero de Cali. Gracias a Andrés Noreña, el director comercial de Planeta para esta región colombiana, conseguí la entrevista con Sergio Vilela. Tengo unos segundos antes de entrar a conversar con él. Sergio es un personaje del mundo editorial; algunos hablan de él con vehemencia, otros, al contrario, critican su trabajo, en especial con lo sucedido con el libro Dios es colombiano, el cual no alcanzó las ventas estimadas, dicen. Sé que escribió un libro sobre La ciudad y los perros de Vargas Llosa y otro sobre Machu Picchu; que trabajó con Julio Villanueva Chang en la revista Etiqueta Negra y eso me interesa especialmente. Creo que el origen es la fuente]. Luis Izquierdo: Sergio, si bien me interesan tres
momentos de tu vida, quiero empezar por el origen, por tu paso por la revista Etiqueta Negra. ¿Cómo llegas a ella? ¿Cuál fue tu experiencia allí? ¿Qué te dejó esa vivencia para tu quehacer como editor? Sergio Vilela: Etiqueta Negra fue mi servicio literario obligatorio, fue mi escuela. Yo ahí aprendí muchísimo. Fue el lugar donde tuve todo el tiempo de aprender a ser editing; imagínate, ¡teníamos dos meses para editar cada número! Eso era un
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Con esta entrevista y un ensayo que será publicado en el siguiente número de la revista, Luis Enrique Izquierdo formó parte del grupo de los seis ganadores del Concurso Periodismo y crítica para las artes de la Convocatoria de las Artes 2012 del Programa Distrital de Estímulos.
privilegio, poder sentarse los cuatro editores a discutir un texto en sus diferentes versiones y trabajar en una y en otra, y llegar a la número dieciséis, después de haberlo “rebotado” con el autor varias veces. Ese tipo de cosas solo te lo permite un proyecto independiente como estos. Como tu revista, como Etiqueta Negra. En esos proyectos el compromiso es con la calidad y con el lector. Es allí donde se consolida una ética del trabajo y una ética del esfuerzo, que después uno ya la lleva consigo. Julio Villanueva Chang, director de la revista, no es solo un gran maestro sino un gran editor; él ve cosas que nadie ve, descubre sentidos que solo él puede ver, cosas que son de un instinto propio que él, como editor, tiene. Pero hay algo fantástico y es que cree en la metodología, y cree en la posibilidad por ello de transmitirla, de enseñar una manera de hacer las cosas. En ese sentido Etiqueta Negra es una escuela también. Una escuela de editores, para unos jóvenes que empezábamos allí que aprendimos a editar con él y con el reto de editar textos de Fernando Savater; bueno, en algunos casos casi ni los editábamos. Recibíamos y leíamos textos de Juan Villoro, Jon Lee Anderson, Martín Caparrós, en fin; y lo más importante era que discutíamos esos textos entre nosotros. Tener la oportunidad de hablar acerca de la identidad del proyecto, pensar hacia dónde queríamos ir, tomar riesgos desde una economía muy precaria, desde unos sueldos absolutamente modestos. Yo, por ejemplo, trabajaba en el periódico El Comercio y me fui a Etiqueta Negra por la mitad de mi sueldo, porque creía en el proyecto y porque quería aprender y fue la mejor inversión que pude haber hecho. Además hay otra cosa que es increíble y que yo me llevo, y es la mística; si Julio le metió algo a esa revista fue mística y la ha sabido mantener. Yo participé en el número cero cuando era su alumno, así que viví una época en la que no había nada. No había ni siquiera
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el número uno. La portada del número cero era la foto de la cabeza de una mujer acostada, con el pelo todo caído y con un logo que no es el actual, con una gráfica que no es la actual, pero ya había cierta cosa rara, ya era una revista extraña, diferente a todo. Y la hacía Julio, él era el único que trabajaba en ese número. Se demoró nueve meses. Yo colaboré con él al final de ese proceso, después me fui y volví para el número seis. Tuve un largo recorrido con la revista. [Etiqueta Negra es un proyecto cultural con una marca personal en América Latina. Su reconocimiento le ha venido no solo por tener en sus páginas a los mejores escritores, sino por atreverse a lanzar jóvenes promesas de la literatura, la crónica y el periodismo cultural]. L.I: Sergio, quería preguntarte ¿qué escritores no-
veles llegaron a la revista que con el tiempo consolidaron su nombre gracias a su trabajo? S.V: La revista es una mezcla entre consagrados y noveles. Estos últimos eran jóvenes que dejaban de creer que tenían que escribir con pudor y con modestia por su edad. Imagina el nivel de la revista, Julio lo ponía muy alto. Si querías publicar tenías que llegar allí, de lo contrario no te publicaban tu texto. Por ahí pasaron Gabriela Wiener, Juan Manuel Robles, Daniel Titinger, Juan Pablo Meneses (cuando recién empezaba), José Alejandro Castaño, y los grandes maestros de la crónica como Caparrós, Villoro, Alberto Salcedo; pensadores como Savater, y gente como Joaquín Sabina, que se enamoró del proyecto. Él aceptó inclusive que le tomáramos unas fotos semidesnudo; y por supuesto, gente como Jon Lee Anderson, que ha sido un escritor generoso y colaborador con la revista. También publicaron Daniel Alarcón y Leo Faccio: su libro sobre Messi empieza en Etiqueta Negra, igual que Missing de Alberto Fuguet, que fue un encargo de la revista para su edición número seis, la cual gira-
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ENTREVISTA
ba en torno a la familia. Le preguntamos si tenía una historia, Fuguet trajo la del tío y a partir de allí empezó Missing. Entonces sí pasó mucha gente, ilustradores, diagramadores, editores, la gente de producción; tuvimos una conformación de equipo bien interesante. Ahora, los cuatro editores que trabajábamos juntos, seguimos de manera independiente en el camino editorial: Julio sigue al frente de Etiqueta Negra, Daniel Titinger dirige un grupo de revistas en el Perú, Toño, hasta hace poco dirigía un grupo de revistas en España, y yo estoy a cargo de Planeta para la región Andina. Finalmente ese equipo que salió de allí después abrió otros espacios, pero lo más importante fue llevarnos de la revista ese compromiso con el lector y, claro, con las buenas historias. [Claro, buenas historias: Sergio, muy joven, se enfrentó a un proyecto muy grande: rastrear el origen de La ciudad y los perros de Vargas Llosa, que es definitivamente una gran historia]. L.I: Y hablando de buenas historias, quiero hablar
con el Vilela periodista y escritor. Te has aventurado a explorar dos elementos fundacionales del Perú, dos piedras angulares de la identidad peruana y latinoamericana, y llevaste a cabo estas dos grandes investigaciones. ¿Cómo llegas allí? ¿Cómo te aventuras a contar la historia de La ciudad y los perros y la de Machu Picchu? Empecemos por El cadete Vargas Llosa. S.V: Ahí había un proceso personal que ha sido muy rico. Lo mejor fue escribir ese libro sin saber nada del mundo de los libros, con el simple convencimiento de querer hacerlo. Yo me acuerdo que cuando acabé la universidad mis padres me preguntaron “¿qué vas a hacer, qué trabajo vas a buscar?”. “No, yo no voy a trabajar”, les contesté, “yo voy a acabar mi libro de Vargas Llosa”, y pasé tres meses en verano terminando de escribir el libro. Bueno, en realidad no pude acabarlo en
esos tres meses, pero cuando los recuerdo siento un infinito placer. Me dedicaba todo el día, no paraba, no era que escribiera durante un rato y después parara, ¡no! Me metía al ciento por ciento y de cabeza. Y llegué a sentir una cosa que ha hecho que ya no deje de escribir: que mi compromiso con la escritura vaya mucho más allá de mi rol como editor. Te quiero contar: en mis primeros años de experiencia como editor de libros estaba muy peleado conmigo mismo, y en un momento dije: “Yo ya no voy a escribir nunca más. No tengo tiempo, no se puede, y además un editor no debe escribir”. En el medio editorial hay muchos escritores frustrados, (risas) diría que el noventa y nueve por ciento, o bueno el noventa y cinco para ser menos radical. Eso hace que entre editores esté mal visto publicar. La crítica es que si eres editor por qué escribes, lo tuyo es editar. Además ese trabajo llega a un punto en el que, por ejemplo, como es mi caso, diriges un equipo de editores que se encarga de leer y de editar y tu trabajo se convierte en el de un publisher, es decir, generar estrategias, gestión, contratos, pensar qué se va a publicar, diseñar los planes editoriales. La gente piensa que el editor lee todo el tiempo, pero básicamente el que yo tengo para ello es el que uso para leer cosas por placer o que me gustan. Es como trabajar en un restaurante y después comer huevo frito, ya no quiero saber nada de restaurante, quiero comer huevo frito con arroz. Ya ves, ese libro nació de la necesidad de llegar hasta el fondo de la historia de Vargas Llosa. Yo también quería saber qué se hacía para ser escritor, y la manera de aprenderlo era de la figura más grande de la literatura de mi entorno. Igual inalcanzable, pero una figura que tenía que ver con mi realidad. Quería aprender a ser escritor, no le iba pedir a Vargas Llosa que me enseñara, pero de alguna manera lo ha hecho. ¿Cómo? Gracias al tiempo que he podido dedicarle a entender su vida. Cuando pienso en un referente de la ética
del trabajo, de la entrega a la causa literaria, siempre pienso en Vargas Llosa, como modelo, como ejemplo. Él es un referente inclusive al margen de sus libros de su literatura. Pienso en él desde el oficio, la entrega; no sabes lo que investiga este tipo para hacer los libros. Sobre la escritura de La fiesta del chivo, Patricia decía: “Cuando Mario va a escribir un libro, una novela que está basada en un tiempo histórico, hay que comprar otra casa para guardar los libros que compra para investigar”. Ese es el punto de su obsesión. El libro fue una aventura que me inició y me dejó marcado para siempre. Fue una experiencia intensa en la cual me pasaron muchas cosas que jamás imaginé. Terminé dando una ponencia en una universidad en Estados Unidos. El libro se publicó cuando yo tenía 24 años y de repente estaba allí en medio de ese mundo; recorrí América presentándolo. Lo publicó una editorial con la que no tenía nada que ver en ese momento que fue Planeta. No tenía idea cómo era el tema de los libros; se vendieron quince mil ejemplares del libro, y la verdad es que todo fue desde la inexperiencia. Esa candidez, todo lo que sucedió, lo que pasó alrededor de Vargas Llosa hizo que el libro todavía me acompañe y siempre sea esa una referencia sobre mi trabajo. [Las personas de seguridad de la biblioteca empiezan a rondarnos y nos miran como diciendo: “Hey, vamos a cerrar”, pero todavía falta un poco, frente a la inminente culminación, tendremos que ir más rápido]. L.I: Bueno, vamos a saltarnos Machu Picchu.
¿Cómo nacen Dios es chileno, Dios es peruano, Dios es colombiano? S.V: Mira, Daniel Titinger venía trabajando hacía bastante tiempo en esta obsesión por los fenómenos peruanos de identidad. Estamos hablando de un país, hace siete años, que empezaba a encontrar una identidad menos pesimista, menos derrotista. Es un país que le empieza a ir mejor
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después de décadas de irle mal, de haber sido un país quebrado, en el cual se llegaron a robar todo, y además con terrorismo. Un Perú que con Fujimori y Montesinos tenía un alto grado de corrupción, un país bastante alicaído, acabado anímicamente, deprimido. Y de un momento a otro empieza una efervescencia; nosotros somos la generación de posguerra, aquella que nace después de que se acaba el terrorismo. Como posguerra, no tienes nada, no hay un referente, no hay nada adelante ni atrás, todo es incierto, no sabes qué va a pasar. Con eso te mueves o te mueves, no queda otra. ¿Por qué? Porque está todo por hacerse, todo está en proceso, estás en medio de un cambio. Entonces nosotros, por ejemplo, no tenemos una generación significativa entre los 40 y 45 años, tenemos de ahí para arriba, 50, 55, 60; gente ya mayor muy importante, pero hay una generación que yo llamo perdida que es la de los ochenta. Fue la que vivió un país sin luz eléctrica, pues las torres fueron tumbadas por los terroristas, sin agua. Todas las grandes mentes de esa época se fueron al exterior, a estudiar y a trabajar fuera, y nos quedamos los que nos teníamos que quedar, porque no teníamos de otra. Eso hace que de pronto Titinger encuentre en ese crecimiento un cambio de mentalidad, una serie de referentes que le llaman mucho la atención: la Inca Cola, el ceviche, el pisco, y empieza a configurar estas crónicas que forman un libro con cierto sentido del humor. Cuando discutimos sobre cómo íbamos a llamar ese libro pensamos en muchos títulos, y llegamos a Dios es peruano. De pronto a la ilustradora, que había trabajado en Etiqueta Negra, se le ocurrió utilizar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, pero cuando lo vimos puesto completo era muy chocante, entonces le cortó la cabeza. Le dejamos la cara cortada como a la mitad, se ve de la nariz para abajo, para darle también un guiño de humor. El libro funcionó: salió en un momento muy oportuno, la gente se enganchó con el tema, y a partir de ahí Sergio Gómez, que era editor en
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ENTREVISTA
Chile, dijo: “Está buena la idea, ¿me dejas hacerlo en Chile?”. Conversamos sobre cómo lo íbamos a hacer, y él lo armó con diferentes crónicas y cronistas. Incluso incluyó la del pisco, que es de Titinger en la versión chilena. Cuando llegué a Colombia quería salir con un producto diferente, por lo menos en lo que se venía haciendo en Planeta Colombia, que tuviera un poco más de optimismo, una mirada diferente. Yo siento que si algo falta aquí son temáticas un poco más positivas, dejar aquellas a las que estamos acostumbrados: los libros de secuestrados, de narcos, los cuales siguen. Es importante tener otro frente y en eso trabajamos. Hemos hecho Historias de gigantes, que son las historias de diez colombianos excepcionales. Hicimos Dios es colombiano, en el cual contamos también las grandes épicas de Colombia y su referentes. Estamos haciendo un libro sobre el poder en Colombia, sobre los hombres que han generado revoluciones económicas en diferentes niveles, mi idea es aportar por ahí también. Es como decir, “oye, aquí también pasan cosas, aquí no todo es Pablo Escobar, hay gente que hace proyectos increíbles. A esa gente hay que darle una voz”. [Mientras Sergio habla, se me viene a la cabeza el libro Lo Amador de Roberto Burgos en la colección “Remasterizados”; desde que lo vi me pareció una apuesta audaz, algo diferente y que buscaba cierto público. Lo comenté con la agente literaria de Roberto en ese momento. Y creo tener aquí al artífice de ese proyecto, esa propuesta popular tiene una etiqueta puesta]. L.I: Intuyo que “Remasterizados” es una apuesta
tuya también. S.V: Es una apuesta por enganchar con el público, llegar a la gente más joven, que las tapas no sean aburridas, que sientan los libros más cercanos. También es una apuesta ya no tanto temática, sino más bien estética y a partir de
eso trabajamos mucho en lo visual. Tenemos un equipo muy potente, el director de arte que es el hombre que estaba en Bakanika, que era una revista gráficamente muy interesante. L.I: Desapareció desafortunadamente. S.V: Sí, precisamente él estaba en ese momento de transición y pudo dar el salto, es muy talentoso y ha conformado un equipo muy interesante, que tiene ganas de cambiar de look, de apostar por algo diferente a lo que se hace en el mercado editorial colombiano. Se trata de darle un vuelo global a las portadas de nuestros libros y que ellas puedan ser de Penguin, Random (Estados Unidos) o Phaidon. Es un apuesta por lo global, que tú realmente no sientas que como es nuestro mercado local es un libro feo, o que no está bien logrado. A veces parece que no hay inversión en las cubiertas. Creo que hay un compromiso en eso, que tiene que ver con mi creencia en la apuesta gráfica también. L.I: ¿Cómo van los jóvenes escritores en este engranaje? S.V: Lo que estamos haciendo es relanzar el proyecto de literatura de Planeta, con una línea mucho más clara de publicación en Seix Barral y en Autores españoles e iberoamericanos. Vamos a abrir un sello con cuatro óperas primas, con gente totalmente nueva, que no ha publicado nunca una novela y que es menor de 40 años. Será una apuesta absoluta por la calidad literaria del libro, al margen del mercado, del desconocimiento de la persona, no importa que no sea conocida, que no sea temáticamente comercial. Ya tenemos dos, estamos buscando otros dos para el próximo año. Ya empezamos a dar mensajes al
mercado, a los medios y a la crítica. Un libro como el de Fernando Molano, Vista desde una acera, es una bella historia. No sabes lo que hizo Verónica Londoño por ese libro, lo peleó, insistió y fue un gran descubrimiento. El hecho de que un grupo de editores pueda apostar por aquello que los convence es una ventaja, pues hace que la confianza se fortalezca y que nos ajustemos a grandes proyectos. Tenemos una novela de Luis Fernando Charry que va el próximo mes, muy bien hecha, muy bien escrita. Y el próximo año lanzamos el proyecto que apuntala a los autores de la casa. En un país con tradición literaria como este, la literatura no se puede dejar de lado, postergada o reducida; creo que la vamos a fortalecer y se va a notar. Eso además viene acompañado de un proyecto de colegios: empezamos un proyecto en el que vamos a competir con Santillana, con SM y con Norma en las instituciones educativas, para que los libros de literatura de nuestros autores sean adoptados en los colegios y se lean en las escuelas de toda Colombia. Comenzamos con cien títulos, los cuales convertimos en colecciones especiales, a la manera de las otras editoriales: Planeta rojo, Planeta verde, Planeta azul, Planeta contemporáneo, Planeta clásico con todo el Fondo de austral. Como se dice, sacamos los tanques a la calle para estar en todos los frentes. [Ya no solo la gente de seguridad de la biblioteca deambula por acá. Ya empezaron a hacer aseo y creo que es momento de despedirnos. Solo me queda por anotar que este hombre nacido en Perú y de nombre Sergio, lleva a su espalda la etiqueta Vilela].
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© Elkin Bermúdez Aza
En la región más húmeda del departamento de Tete en Mozambique, esta formación montañosa sobresale cerca del embalse de Cahora-Basa que aprovecha las aguas del río Zambeze para proveer de energía a la región y países vecinos.
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ENTREVISTA
Opinión 23
¡basta ya!
Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad
Informe general Grupo de Memoria Histórica* Por: Martha Nubia Bello
© Jesús Abad Colorado
Coordinadora del informe
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OPINIÓN
La verdad es que estoy muy triste y desilusionada, como no había estado en años, ni si quiera cuando vi correr la sangre por los canales de la que era mi casa, esta tristeza sumada a cansancio y rabia me lastiman profundamente. La guerra se ha propuesto joderme la vida y no se cansa de hacerlo, estoy harta, ya no tengo 35 años como cuando me desplacé, a veces me pregunto ¿cuál ha sido mi pecado?, ¿cuál ha sido mi error? Yo me he tenido que enfrentar a un Estado y una sociedad podridos, a un sistema macabro en donde sobrevive el que tiene los medios para someter al resto. […] no le estamos quitando la tierra a nadie, tenemos derechos, solo queremos que se nos garantice el acceso a esos Derechos. Testimonio mujer en la Costa Caribe
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ste informe da cuenta de más de 50 años de conflicto armado en nuestro país. Revela la enorme magnitud, ferocidad y degradación de la guerra librada, y las graves consecuencias e impactos sobre la población civil. Se trata de una guerra difícil de explicar no solo por su carácter prolongado y por los diversos motivos y razones que la asisten, sino por la participación cambiante de múltiples actores legales e ilegales, por su extensión geográfica y por las particularidades que asume en cada región del campo y en las ciudades, así como por su imbricación con las otras violencias que azotan al país. Dadas la dimensión y la complejidad que implican la tarea de esclarecimiento histórico y la comprensión de las causas de la guerra en Colombia, el Grupo de Memoria Histórica – GMH optó por documentar casos emblemáticos, entendidos como lugares de condensación de procesos múltiples que se distinguen no solo por la naturaleza de los hechos, sino también por su fuerza explicativa.
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Informe presentado al señor presidente de la República, Juan Manuel Santos, por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el 24 de julio de 2013, en el Patio de Armas de la Casa de Nariño. Publicamos aquí solo su presentación a manera de invitación a la comunidad rosarista para que lo lea y divulgue. Agradecemos a la Oficina de Prensa del CNMH todo el apoyo prestado para lograr la reproducción de este apartado.
A través de estos casos, el GMH se propuso analizar la diversidad de victimizaciones provocadas por las distintas modalidades de violencia, de grupos y sectores sociales victimizados, de agentes perpetradores, de temporalidades y de regiones del país. La realización de cada caso se llevó a cabo por medio de procesos de consulta y de negociación con las víctimas y contó con su decidida participación como testigos e investigadores. Los casos emblemáticos y los estudios temáticos han sido publicados en 24 libros,1 cuyos hallazgos son la base de este informe general, que plantea algunas líneas interpretativas y analíticas para entender la lógica, las razones y el modo en que se vive la guerra, y que ofrece una lectura en conjunto y unas tesis sobre sus causas y mecanismos. El contenido de este informe fue recaudado, además, mediante la revisión de fuentes secundarias y archivos locales y nacionales que las comunidades y organizaciones nos facilitaron; la consulta de expedientes judiciales y de archivos de los medios de comunicación; el acercamiento al extenso acervo de investigaciones académicas que sobre la guerra y la paz se han realizado en nuestro país y, especialmente, los cientos de testimonios generosa1
Las publicaciones pueden ser consultadas en la página web del Centro de Memoria Histórica: www.centrodememoriahistorica.gov.co
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mente aportados por las víctimas en el afán de ser escuchadas, reconocidas y, sobre todo, de buscar que lo ocurrido llegue a oídos de una sociedad que muchas veces desconoce, ignora, justifica o naturaliza su tragedia. La información y los hallazgos reportados en los informes se complementaron y profundizaron con las recientes investigaciones de diversos centros, organizaciones de Derechos Humanos e instituciones del Estado, con aquellas que están actualmente en curso en el Centro Nacional de Memoria Histórica – CNMH y con una importante labor de registro de casos y de construcción de bases de datos que combinan fuentes estadísticas y documentales de diversas instituciones y datos recopilados directamente por el GMH. La copiosa información recopilada y la riqueza de explicaciones, interpretaciones y análisis que este trabajo de memoria ha producido en sus más de seis años de desarrollo se recogen en cinco grandes temas que definen los capítulos de este informe, a saber: las dimensiones y las modalidades de la guerra, los orígenes y transformaciones de los grupos armados, las relaciones entre justicia y guerra, los daños e impactos sobre las víctimas, y sus memorias.
Las dimensiones y modalidades de guerra El informe permite confirmar que entre 1958 y 2012 el conflicto armado ha ocasionado la muerte de por lo menos 220.000 personas, cifra que sobrepasa los cálculos hasta ahora sugeridos. A pesar de su escalofriante magnitud, estos datos son
Las razones que explican el origen de los grupos armados, así como sus intereses y referentes de actuación, difieren de un grupo a otro y cualquier intento de construir alternativas y salidas a la guerra ha de tener esto en cuenta.
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aproximaciones que no dan plena cuenta de lo que realmente pasó, en la medida en que parte de la dinámica y del legado de la guerra es el anonimato, la invisibilización y la imposibilidad de reconocer a todas sus víctimas. Además de la magnitud de muertos, los testimonios ilustran una guerra profundamente degradada, caracterizada por un aterrador despliegue de sevicia por parte de los actores armados sobre la inerme población civil. Esta ha sido una guerra sin límites en la que, más que las acciones entre combatientes, ha prevalecido la violencia desplegada sobre la población civil. En Colombia, el conflicto armado no tiene una modalidad de violencia distintiva. Los actores armados enfrentados han usado y conjugado todas las modalidades de violencia. Todos han desplegado diversas modalidades y cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad, haciendo a la población civil la principal víctima del conflicto. Pero no todos los grupos y organizaciones armadas practicaron con la misma intensidad y con igual grado de sevicia las modalidades de violencia, aunque todos fundaron en ella sus estrategias. La evidencia empírica que arrojan los casos emblemáticos y la información cuantitativa registrada en distintas fuentes refleja que, en términos de repertorios de violencia, los paramilitares ejecutaron en mayor medida masacres, asesinatos selectivos y desapariciones forzadas, e hicieron de la sevicia una práctica recurrente con el objeto de incrementar su potencial de intimidación. Las guerrillas, por su parte han recurrido primordialmente a los secuestros, los asesinatos selectivos, y los atentados terroristas, además del reclutamiento forzado y el ataque a bienes civiles. Con respecto a la violencia ilegal de miembros de la Fuerza Pública, se ha podido establecer con base en testimonios y en sentencias judiciales el empleo de modalidades como las detenciones arbitrarias, las torturas, los asesinatos selectivos y las desapariciones forzadas.
Las razones que explican el origen de los grupos armados, así como sus intereses y referentes de actuación, difieren de un grupo a otro y cualquier intento de construir alternativas y salidas a la guerra ha de tener esto en cuenta. Ahora bien, la probada participación de agentes estatales como perpetradores de crímenes, resulta particularmente inquietante para la sociedad, el Estado en su conjunto, y para ellos mismos, dado el grado particular de legalidad y responsabilidad que les compete. Además de su participación directa en la violación de Derechos Humanos, todos los casos documentados por el GMH registran con notable regularidad la connivencia y las omisiones de miembros de la Fuerza Pública, con acciones violatorias de los Derechos Humanos y alianzas con grupos poderosos que por métodos violentos defienden intereses económicos y políticos, o buscan con codicia el acceso a más tierra y/o recursos. Cada uno de los informes sobre las masacres documentadas por el GMH revela la variedad y alcance de las modalidades de violencia en el conflicto colombiano: el dedicado al municipio de Trujillo,2 Valle del Cauca, en los años 1988 y 1994, hizo evidente la convergencia entre el narcotráfico y los grupos paramilitares, a la vez que mostró tanto las alianzas del crimen con miembros de la Fuerza Pública, como la grave y persistente impunidad. El del corregimiento de El Salado3 en Carmen de Bolívar, entre el 16 y el 21 de febrero de 2000, dio cuenta de las implicaciones perversas que genera la estigmatización y sintetizó la convergencia entre el proyecto paramilitar y los poderes local y regional asediados por la guerrilla. El de las masacres de Segovia y Remedios, Antioquia,4 perpetradas en noviembre de 1988, describe la persecución y el exterminio de los lí-
deres, movimientos y partidos de izquierda. La de los funcionarios judiciales en La Rochela5 en enero de 1989, reveló el origen y la degradación del experimento paramilitar en el Magdalena medio y la particular victimización de miembros de la rama judicial. El informe sobre Bojayá,6 en mayo de 2002, mostró la feroz disputa entre las FARC y los paramilitares por el control territorial y los devastadores costos para la población inerme en medio de los combates. Finalmente, la masacre de el Tigre7, en Valle del Guamuez en Putumayo, en 1999, ilustró la disputa por el control de la economía regional de la coca. El desplazamiento forzado fue abordado en los casos de San Carlos,8 Antioquia, municipio donde una cruda combinación de formas de violencia (masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, torturas, amenazas, secuestros, ataques a poblaciones, minas antipersonal, bloqueos económicos y sabotajes) produjo el destierro masivo de sus habitantes; y en el de la Comuna 139 de Medellín, el cual reveló los distintos tipos de desplazamiento y en particular el intraurbano, producto de las dinámicas de guerra en la ciudad. Cada uno de estos casos mostró la profunda degradación de la guerra y la forma en que los actores armados combinaron diversas modalidades de violencia en sus propósitos de controlar, castigar o desterrar. En el proceso de esclarecimiento de las masacres y de los desplazamientos se documentaron modalidades de violencia como la desaparición forzada, la violencia sexual, el reclutamiento ilícito, el secuestro, la sevicia y la tortura, las amenazas, las acciones bélicas y la siembra de minas antipersonales.
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GMH, Trujillo. Una tragedia que no cesa (Bogotá: Planeta, 2008). GMH, La masacre de El Salado: esa guerra no era nuestra (Bogotá: Semana, 2009). GMH, Silenciar la democracia, las masacres de Remedios y Segovia, 1982-1997 (Bogotá: Taurus/ Semana, 2011).
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GMH, La Rochela. Memorias de un crimen contra la justicia (Bogotá: Taurus/ Semana, 2010. GMH, Bojayá: la guerra sin límites (Bogotá: Semana, 2010). GMH, La masacre de El Tigre, Putumayo (Bogotá: Pro-offset editorial, 2011). GMH, San Carlos. Memorias del éxodo en la guerra (Bogotá: Taurus/ Semana, 2010). GMH, La huella invisible de la guerra. Desplazamiento forzado en la Comuna 13 (Bogotá: Taurus/ Semana, 2011).
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Los motivos y las transformaciones de la guerra Los casos emblemáticos y la profusa investigación académica al respecto permiten identificar factores determinantes y recurrentes en el origen, las transformaciones y la continuidad del conflicto armado, entre los que se cuentan principalmente los problemas vinculados a la tierra y las precariedades de la democracia.
Las viejas deudas y los nuevos problemas vinculados a la tierra La apropiación, el uso y la tenencia de la tierra han sido motores del origen y la perduración del conflicto armado. La investigación realizada para el informe sobre tierras en la costa caribe10 permitió documentar los históricos, persistentes y dinámicos procesos de despojo y apropiación violenta de tierras.11 Todos los informes ilustran la gradual convergencia entre la guerra y el problema agrario (despojos violentos, concentración ociosa de la tierra, usos inadecuados, colonizaciones y titulaciones fallidas). Pero a los viejos problemas se suman otros nuevos, que muestran las dinámicas inauguradas por el narcotráfico, la explotación minera y energética, los modelos agroindustriales y las alianzas criminales entre paramilitares, políticos, servidores públicos, élites locales económicas y empresariales, y narcotraficantes, todas ellas señaladas en el informe del GMH sobre tierras y territorios en las versiones de los paramilitares.12 Los informes ilustraron las violentas y fraudulentas acciones de las élites y de los poderes regionales y nacionales para impedir que se concretaran los esfuerzos institucionales, promovidos por el mis10
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GMH, La tierra en disputa. Memorias del despojo y resistencias campesinas en la costa caribe, 1960-2010 (Bogotá: Taurus/ Semana, 2010). GMH/ IEPRI, El Despojo de tierras y territorios: aproximación conceptual (Bogotá: CNRR/ IEPRI, Universidad Nacional, 2009). GMH, Justicia y paz. Tierras y territorios en las versiones libres de los paramilitares (Bogotá: Semana, 2012).
OPINIÓN
mo Estado, en aras de redistribuir o transformar los patrones inequitativos e improductivos sobre la tierra. A las reformas agrarias y a los intentos por democratizar la tenencia de tierras o de restituir a quienes han sido despojados, tanto en el pasado como en el presente, se han opuesto de manera fraudulenta los sectores que han fundado en la tierra su poder económico y político, por medio de artilugios jurídicos y métodos violentos, incluyendo el asesinato de dirigentes y la persecución a quienes integran las organizaciones campesinas. Sin embargo, el informe sobre tierras en la costa caribe también ilustra que, en medio de ese arrasamiento, las organizaciones campesinas siguen reivindicando sus legítimos anhelos por acceder a la tierra y por contar con condiciones seguras para trabajarla y vivir dignamente. Además, continuamente dan muestras de su capacidad para lograr un país que reconozca en el campo y en su gente a sujetos con derechos y con un enorme potencial para superar las crisis y aportar a un desarrollo incluyente y sostenible. En el centro de la violencia, como lo demuestran los informes de Bojayá, el Cauca13 y Bahía Portete,14 está también la disputa por los territorios, que incorpora no solo a las comunidades campesinas, sino a las comunidades indígenas y afrodescendientes. Además de haber sido víctimas de las acciones de despojo, estas comunidades han sido lesionadas por el uso ilegal y arbitrario que actores armados e inversionistas extranjeros y nacionales han hecho de sus territorios. A pesar de los derechos que estas poblaciones tienen sobre sus territorios y que han sido consagrados constitucionalmente, los actores del conflicto han desplegado intervenciones (legales e ilegales) sobre ellos, violentando dramáticamente sus condiciones de existencia. Se trata, además, de una violencia fundada en una manera de concebir la tierra, de ver el mundo y de enten13
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CMH, “Nuestra vida ha sido nuestra lucha”. Resistencia y memoria en el Cauca indígena (Bogotá: Semana, 2012). GMH, La masacre de Bahía Portete. Mujeres Wayuu en la mira (Bogotá: Taurus/ Semana, 2010).
der las relaciones entre seres humanos y naturaleza. Es el enfrentamiento entre una concepción de la tierra como fuente de rentabilidad y otra como recurso para el crecimiento y el desarrollo; entre modelos militares que ven en ella ventajas tácticas como corredores o retaguardias y otra que la concibe como madre y sustento de la vida espiritual, física, social y cultural. Ver la violencia desde la perspectiva de la tierra y los territorios revela otro rasgo distintivo de su historia: la guerra se ha librado mayoritariamente en el campo colombiano, en los caseríos, veredas y municipios, lejanos y apartados del país central o de las grandes ciudades. Es una guerra que muchos colombianos y colombianas no ven, no sienten, una guerra que no los amenaza. Una guerra de la que se tiene noticia a través del lente de los medios de comunicación, que sufren otros y que permite a miles de personas vivir en la ilusión de que el país goza de democracia plena y prosperidad, a la vez que les impide entender la suma importancia de cada decisión, afirmación o negociación política para quienes la sufren. Quienes viven lejos de los campos donde se realizan las acciones de los armados ignoran que, por ejemplo, un acuerdo que pacte un cese al fuego representa para esos campesinos y campesinas la diferencia entre quedarse o huir, entre vivir o morir.
La precariedad y el miedo a la democracia Así como otros informes del GMH, el de la masacre de Segovia y Remedios permite plantear que la guerra también puede ser interpretada como un asunto de precariedad y debilidad de la democracia. Esta precariedad tiene sus expresiones históricas en las características autoritarias que han marcado el régimen político colombiano, en los pactos excluyentes orientados a garantizar la permanencia y alternancia en el poder de los partidos tradicionales y de las élites, cerrando las posibilidades para que fuerzas disidentes, alterna-
tivas y opositoras participen de los mecanismos y escenarios donde se ejerce el poder político y se toman las decisiones que conciernen al conjunto de la sociedad. El cierre de oportunidades legales ha sido uno de los argumentos aducidos como justificación de la opción armada. No obstante, la democracia también ha sido objeto de instrumentalización por parte de los actores armados, que creen ciegamente en el poder de las armas y que a menudo ven en la lucha armada más un principio que una opción. La guerra ha sido también el recurso para impedir la democracia y la violencia el medio para acallar a críticos y opositores, para impedir la denuncia y evitar justos reclamos y transformaciones. Así lo demuestran los testimonios de hombres y mujeres registrados en los informes de San Carlos, La Comuna 13, Segovia y Remedios, Mujeres que hacen historia15 y el de tierras en la costa caribe. Por esa razón, los informes abundan en nombres de líderes políticos, cívicos, sindicales, campesinos, comunales y religiosos, de servidores públicos que cumplían con labores judiciales, de control o de vigilancia, o que desempeñaban decentemente sus funciones, de periodistas, de activistas de derechos humanos, de maestros y maestras, de jóvenes emprendedores de iniciativas culturales y ambientales, asesinados, amenazados o perseguidos por desempeñar esos roles en la sociedad. La memoria de la guerra es la memoria de un déficit de ciudadanía y de democracia, de un uso arbitrario y maniqueo de los mecanismos de participación y decisión, pues se reclama la democracia cuando favorece posturas e intereses propios y se atenta contra ella cuando reconoce los intereses y derechos de los otros. La precariedad democrática se expresa también en la primacía de las salidas represivas y militares para abordar los conflictos sociales derivados de los reclamos de la población frente a la desigualdad, la corrupción, el racismo, la pobreza y 15
GMH, Mujeres que hacen historia. Tierra cuerpo y política en el Caribe colombiano (Bogotá: Taurus/ Semana, 2011).
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la exclusión. A las protestas ciudadanas, como se sustenta en el capítulo 3, se suele responder con tratamientos represivos, y los reclamos sociales son tratados como problemas de orden público. De este modo, la violencia y la represión desplegadas por los organismos militares y policiales siembran una profunda desconfianza en las instituciones y alimentan la noción de que solo por la fuerza y por las armas es posible obtener derechos y mejorar las condiciones económicas. Históricamente han sido escasas las respuestas del Estado que apuntan a establecer reformas políticas y medidas económicas que transformen la fuente de los problemas, muchos de ellos relacionados con la corrupción, pero especialmente con la vergonzosa inequidad que hace de este país como uno de los más desiguales del mundo. Ahora bien, el miedo a la democracia no es un asunto que se limita a quienes detentan el poder. Con igual virulencia se extiende a los contradictores armados y anida incluso en fuerzas disidentes que se inscriben en las normas de la controversia civilista.
La justicia y la guerra Nuestra justicia, y en particular nuestra justicia penal, como se expone en el capítulo 3, es incomprensible sin la guerra, pues la primera, a pesar de su relativa independencia y credibilidad entre las instituciones del Estado, ha sido parcialmente configurada tanto por cuenta de actores armados específicos que en determinados momentos han optado por vincular el sistema de justicia a sus estrategias armadas —por la vía de la captura, la instrumentalización, la victimización o la limitación violenta de su funcionamiento— o por cuenta de la dinámica compleja del conflicto armado colombiano, que indujo la creación de diseños institucionales, algunos perversos, para enfrentar lo que en cada momento fue considerado como la más grave amenaza. A la vez, sin embargo, nuestra guerra es incomprensible sin la
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OPINIÓN
justicia, pues buena parte de su sentido general y de sus mecanismos estratégicos se han encauzado en los espacios y los lenguajes de la justicia. El capítulo de 3 muestra los avances, contradicciones y limitaciones de la justicia para afrontar el conflicto armado. Señala con particular énfasis los terribles costos que para la democracia significó la legalización de formas de justicia privada, la instrumentalización del sistema judicial con fines bélicos y la injerencia de organismos militares tanto en procesos judiciales adelantados contra civiles como en el juzgamiento de graves violaciones presuntamente cometidas por miembros de la Fuerza Pública. La justicia —o, para ser más precisos, la impunidad— figuró como objeto de reflexión en todos los casos trabajados por el GMH y se destaca en este informe como uno de los factores que contribuye a mantener y a escalar la guerra, y uno de los principales reclamos en la memoria de las víctimas. Especialmente ilustrativos de la impunidad resultaron los informes de Trujillo y de La Rochela. El primero mostró las perversas alianzas entre políticos, militares y narcotraficantes, y dejó ver las enormes dificultades de la justicia colombiana para esclarecer los hechos y para impartir justicia, al punto que, veinte años después y a pesar de los fallos condenatorios emitidos, la impunidad se mantiene, permitiendo que la tragedia no cese, como dice el título del informe. Las complicidades y alianzas fueron mencionadas por las víctimas en casi todos los casos, por ello en el quinto capítulo se registra como uno de los principales marcadores de su memoria y de sus reclamos. El informe de La Rochela, por su parte, reveló las paradójicas caras de la justicia en nuestro país. De un lado, aquella aliada con el crimen, que evita que los crímenes se investiguen y juzguen como compete y, del otro, aquella que en el esfuerzo por esclarecer y por impartir justicia resulta victimizada.
© Jesús Abad Colorado
Diez meses después de la toma armada de la guerrilla de las FARC que destruyó cerca de 250 viviendas y dejó 5 policías y 18 civiles muertos, la población con apoyo de la gobernación de Antioquia, realizó la marcha del ladrillo para reconstruir su pueblo. Granada, octubre de 2001.
Ahora bien, los informes sobre la Ley de Justicia y Paz16 elaborados por el GMH muestran que los problemas relacionados con la justicia involucran nuevos temas, debates, retos y tensiones relacionados con la justicia transicional. En dichos informes se hace memoria de los largos intentos de gobiernos por plantear escenarios jurídicos y políticos para superar el conflicto armado. En este aspecto, como en otros, Colombia sufre de mala memoria, pues aprovecha y aprende poco de sus experiencias, de sus aciertos y errores. Una y otra vez, distintos mandatarios han puesto en marcha procesos que buscan poner fin a la confrontación armada sin un cálculo acertado de las transformaciones y emprendimientos institucionales que implican y de los costos económicos y de los acuerdos políticos que precisan. Este legado bien puede ser aprovechado a la luz de las discusiones actuales que buscan establecer marcos judiciales alternativos para superar la guerra. 16
GMH, Justicia y paz. ¿Los silencios y olvidos de la verdad? (Bogotá: Ediciones Aguilar, 2012).
En el informe Justicia y Paz: verdad judicial o verdad histórica,17 las versiones libres fueron escenario de observación y de análisis por parte de los investigadores del GMH. El informe constata los esfuerzos de las víctimas para poder asistir y participar dignamente, sin riesgo a ser maltratadas y revictimizadas; las licencias que muchos fiscales concedieron a los perpetradores para que justificaran sus atrocidades, pero también el esfuerzo de otros, especialmente mujeres, por develar la verdad, confrontar al victimario y reclamar un lugar digno y justo para las víctimas. Los desafíos que enfrentan los operadores judiciales y, en general, los organismos de investigación y juzgamiento se ilustran con contundencia en este informe y ejemplifican los retos que deben ser tenidos en cuenta en el marco de la justicia transicional. A pesar de las limitaciones y deficiencias de la Ley de Justicia y Paz señaladas en el informe, es preciso anotar que el proceso ha permitido deve17
GMH, Justicia y paz. ¿Verdad judicial o verdad histórica? (Bogotá: Taurus/ Semana, 2012).
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lar muchas verdades sobre lo que aconteció con las víctimas, los perpetradores y las alianzas criminales. Así mismo, se han conocido atroces métodos empleados por los actores armados y miles de familias han podido hallar los cuerpos de seres amados buscados hasta el cansancio. Las versiones de los victimarios —recogidas por los investigadores en los expedientes judiciales de procesos ordinarios e incluso en entrevistas realizadas en las cárceles— permitieron ratificar algunas denuncias de las víctimas, pero sobre todo han hecho posible que se demuestre todo el horror que venían denunciado, que se compruebe, como se registra en este informe, la existencias de hornos crematorios, de cementerios clandestinos, de escuelas de tortura y descuartizamiento, y que las historias inverosímiles contadas por las víctimas por fin sean creídas. Es a través de las voces de los victimarios que algunos jueces y en parte la sociedad están reconociendo la brutalidad de la guerra que las víctimas han padecido. En algunos informes, el GMH recogió y documentó estos testimonios porque permiten confirmar las verdades narrativas de las víctimas y las complicidades y alianzas entre ejércitos ilegales y legales, entre actores armados, políticos y empresarios. En muchas ocasiones fue a través de estas versiones que se pudo lograr el reconocimiento público de centenares de crímenes. Ahora bien, aunque muchas verdades han salido a la luz pública, una parte importante aún permanece oculta. Los victimarios han escondido
Hacer memoria de la violencia es también hacer memoria de los cambios indeseados, de los seres, los entornos, las relaciones y los bienes amados que fueron arrebatados. Memoria de la humillación, del despojo, de los proyectos truncados. Memoria de la arbitrariedad y de la ofensa. Memoria del enojo, de la rabia, de la impotencia, de la culpa y del sufrimiento.
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aquello que los incrimina y muchos eran simples mercenarios que mataban por incentivos, obedecían órdenes y que desconocen los motivos de la guerra. Las estructuras, los poderes detrás de los armados aún siguen muchas veces pendientes de esclarecer. Es esa verdad la que el país necesita para poder desmotar y transformar las auténticas fuentes del horror.
Las víctimas: los daños y los impactos Documentar la violencia desde la memoria, privilegiando las voces de las víctimas, nos permitió no solo esclarecer hechos, identificar los motivos, intereses e intenciones de quienes ordenaron y perpetraron el horror, sino también acercarnos a las comprensión de las experiencias de las víctimas y reconocer los daños y los impactos que estas han experimentado individual y colectivamente, como se registra en el cuarto capítulo de este informe. Hacer memoria de la violencia es también hacer memoria de los cambios indeseados, de los seres, los entornos, las relaciones y los bienes amados que fueron arrebatados. Memoria de la humillación, del despojo, de los proyectos truncados. Memoria de la arbitrariedad y de la ofensa. Memoria del enojo, de la rabia, de la impotencia, de la culpa y del sufrimiento. Estas revelaciones de la memoria nos llevaron a encontrar otros sentidos y significados que encierra la palabra víctima más allá de la connotación jurídica que reconoce con ella a un sujeto violentado y con derecho a ser reparado. Es la víctima de rostro sufriente y de cuerpo lacerado la que revela la crueldad de los perpetradores y devela el mal y los quiebres éticos de esta sociedad, incluidos sus gobernantes y ciudadanos. En la totalidad de los casos emblemáticos, las víctimas expresaron su dolor por la acción despiadada de los victimarios, pero también por la acción, omisión y complicidad de quienes estaban llamados a protegerlos y a respetarlos. Mostraron indignación por el silencio
y la indolencia de miles de compatriotas que desconocen o no quieren oír su sufrimiento, y que con ello ignoran también la vulnerabilidad y la precariedad de nuestra democracia. Hurgando en la memoria del conflicto armado, las víctimas también mencionaron las múltiples violencias. Por eso al reflexionar sobre la guerra también se habló de inequidad, discriminación, racismo y sexismo. Si bien la violencia ha afectado a toda la sociedad, se ha ensañado de manera más cruenta con los excluidos y los vulnerados. Nadie ha estado exento de la guerra, es verdad, pero los informes y los datos que registran las violaciones a los Derechos Humanos constatan que la guerra no ha afectado a todos por igual. La guerra recae especialmente sobre las poblaciones empobrecidas, sobre los pueblos afrocolombianos e indígenas, se ensaña contra los opositores y disidentes, y afecta de manera particular a las mujeres, a los niños y niñas. Debido a sus particulares relaciones con la tierra y a sus características socioculturales, las comunidades indígenas y afrocolombianas han resultado especialmente vulneradas por las dinámicas de la guerra. Los casos documentados nos permitieron acercarnos a mujeres y hombres de la comunidad indígena wayuu18 en Bahía Portete, quienes hoy luchan por su retorno desde su lugar de destierro en Maracaibo y cuyo caso ilustra las severas afectaciones y el riesgo de exterminio de los pueblos indígenas en la guerra. Las comunidades indígenas del Cauca han sido víctimas de una larga historia de violencia y ocupación de sus territorios ancestrales, librada prácticamente por todos los grupos armados, una historia que atenta no solo contra su autonomía y su cultura, sino contra su supervivencia. Las comunidades indígenas y afrodescendientes de Bojayá y del medio Atrato chocoano fueron vulneradas por una larga guerra y violentados por uno de los más cruentos enfrentamientos entre los actores armados, que
derivó en la explosión de un cilindro bomba en una iglesia que produjo la muerte de 79 personas, además de mutilaciones, heridas y el destierro y la reubicación de muchos. La documentación rigurosa en cada uno de estos casos reveló un patrón de violencia directa que se extiende a otras comunidades indígenas o poblaciones negras, e hizo posible reconocer tanto la histórica exclusión, discriminación y vulneración de estas comunidades como los premeditados y sistemáticos esfuerzos de exterminio desplegados por los actores armados, materializados en prácticas que varios organismos internacionales han calificado de etnocidio y que amenazan con la desaparición de las comunidades que han hecho de este un país pluriétnico y multicultural. El GMH se propuso, además, documentar casos que permitieran develar las formas particulares en que el conflicto armado ha afectado a las mujeres. En este sentido se realizaron los informes: Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano,19 Mujeres wayuu en la mira y en El Placer Mujeres guerra y coca en el bajo Putumayo.20 Estos casos confirmaron el uso de la violencia sexual como arma de guerra y los ataques contra las mujeres por sus ejercicios de organización y liderazgo. Además, ilustraron las profundas relaciones entre la violencia del conflicto armado y las violencias de género propias de una cultura patriarcal y de arreglos de género que han pretendido poner a las mujeres en un lugar de subordinación, de inequidad y de exclusión en los ámbitos privados y públicos, económicos y políticos, y que también ha impuesto un modelo de masculinidad violenta y opresiva. En esa cultura machista y patriarcal se inscriben formas conservadoras de concebir la sexualidad que llevan a los actores armados a desterrar, perseguir y humillar a poblaciones con opciones sexuales que estos consideran transgresoras. 19
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GMH, La masacre de Bahía Portete.
GMH, Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano (Bogotá: Taurus/ Semana, 2011). GMH, El Placer. Mujeres, coca y guerra en el bajo Putumayo (Bogotá: Semana, 2012).
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En todos los casos, las voces de las mujeres fueron centrales para esclarecer los hechos, no solo por su particular liderazgo en la búsqueda de la justicia y de la memoria, sino por su empeño para que sus voces y realidades dejen de ser invisibles y hagan parte de la memoria y de la historia de un país que ha privilegiado las versiones masculinas. Los testimonios de niños, niñas, jóvenes21 y adultos mayores también reclamaron un lugar en los ejercicios de memoria. Los primeros dejaron ver a través de sus dibujos y palabras sus propias lecturas e interpretaciones de lo ocurrido, además del sufrimiento padecido y de las afectaciones causadas, la mayoría de las veces subvaloradas o desconocidas. Los jóvenes escarbaron en su infancia y hablaron de las marcas que hoy los mantienen en unos casos silenciados y en otros activos, creativos y beligerantes en la búsqueda de un país que les permita vivir de una manera distinta. Los adultos mayores mostraron su afán por contar su legado. Para ellos, los ejercicios de memoria llegaban tarde, pues muchos ya no estaban y sus testimonios se habían perdido. La memoria no era para después de la guerra, pues ellos y ellas podrían ya no estar y los riesgos de olvido serían mayores. La memoria, según ellos, debía hacerse en medio de la guerra, para detenerla, denunciarla, reclamar, transformar y construir la paz.
Las memorias: los acentos, la dignidad y la resistencia El capítulo 5 de este informe retoma los relatos para documentar aquello que las personas afectadas por la violencia del conflicto armado interno en Colombia consideran importante recordar y lo que según ellos pasó y cuáles fueron las causas. Son memorias que aportan datos y describen sucesos, entornos y dinámicas políticas y sociales que permiten caracterizar los impactos de las ac21
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El cnmh adelanta junto con el ICBF la investigación titulada: Las voces de niños, niñas y adolescentes.
OPINIÓN
ciones violentas y proporcionan elementos para interpretar los motivos y las lógicas del conflicto. El archivo testimonial acopiado por el GMH expuesto en este capítulo expresa un retrato vivo, descarnado y humano del sufrimiento desencadenado por los hechos violentos. Registra el horizonte del dolor y de la crueldad humana desde el que los testigos y sobrevivientes recuerdan lo que pasó. También destaca el énfasis narrativo puesto en la complicidad de políticos, personajes locales y funcionarios del Estado con la victimización de la población civil y del estigma de ser colaboradores de la guerrilla que se les impuso a líderes y comunidades. Se trata de memorias emblemáticas desde las que las víctimas explican los orígenes y las causas del conflicto armado en su territorio. Del lado de la memoria del sufrimiento, también se registra la memoria de la dignidad y de la resistencia. Si bien estas memorias se hicieron presentes en todos los casos, se documentaron de manera sistemática con los de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare,22 en San Carlos y en la Guardia Indígena del Cauca. En las múltiples conversaciones y talleres, emergieron los relatos que destacan los actos heroicos y de valía de hombres y mujeres que intentaron sobrevivir y apoyar a otros, que se enfrentaron en la más absoluta indefensión a los poderosos para defenderse, encararlos y reclamarles, para arrebatarles de las manos a sus hijos y vecinos. Es la memoria de los esfuerzos para enfrentar la guerra y para construir la paz, es la memoria del coraje y la valentía que habla de la solidaridad extraordinaria de la que también somos capaces los seres humanos. Desde esta memoria emerge otra connotación de la palabra víctima: la víctima como protagonista, como agente social que desafía el poder, que reclama y reivindica, y que 22
GMH, El orden desarmado. La resistencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carere (ATCC) (Bogotá: Semana, 2011).
desde ese lugar no solo sobrevive y se rescata a sí misma, sino que transforma y construye una nueva sociedad. El relato de esclarecimiento histórico sobre la guerra que el GMH entrega al país es también un registro de la resistencia y de las múltiples formas en que la población civil afrontó y resistió las violencias y tomó el control de sus vidas. El imperativo de la no repetición que acompaña la tarea de esclarecimiento histórico también implica el compromiso de reconocer la capacidad de acción y respuesta de quienes fueron victimizados. En suma, la tarea realizada nos ha confrontado con la injusticia, la arbitrariedad, el dolor y la valentía. Detrás de relatos macabros también emergen historias bellas, profundamente humanas y esperanzadoras, así como verdaderas lecciones de organización, persistencia y emprendimiento individual y colectivo. Muchas de ellas se registran en los informes y de manera especial en el texto Memoria en tiempos de guerra, en el cual el GMH documentó múltiples iniciativas de memorias.23 En medio de las balas o de las treguas, las comunidades, en muchas ocasiones alentadas y acompañadas por organizaciones defensoras de Derechos Humanos, resguardaron y conservaron objetos, imágenes y textos para asegurar algún mecanismo de rememoración. También bordaron, cantaron, escribieron, teatralizaron y documentaron sus experiencias para rendir tributo a sus muertos y asegurar que el olvido no hiciera efectivo el designio de destrucción que quisieron imponer los victimarios. Esos gestores y guardianes de la memoria hacen posible la reconstrucción de la historia y con justicia reclaman su protagonismo en la reconstrucción de la historia de este país. La labor de memoria es enorme y aún hay mucho por hacer para continuar la tarea de esclarecimiento y dignificación que ya muchos —como el
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GMH, Memorias en tiempos de guerra. Repertorio de iniciativas (Bogotá: Punto Aparte Editores, 2009).
Este es un documento público cuyo texto completo se podrá consultar en: www.centrodememoriahistorica.gov.co
Centro Nacional de Memoria Histórica24 y varias instituciones académicas, organizaciones sociales y sectores de la sociedad colombiana— han emprendido.25 Y será una tarea necesaria mientras las comunidades sigan pidiendo, con razón, que sus casos sean trabajados y también nombrados como emblemáticos, mientras sigan sintiendo que su tragedia y su resistencia no han sido menores a las de otros y que también precisan ser contadas y divulgadas. Tantos años de guerra demandan muchos esfuerzos y compromisos para hacer de nuestra historia una fuente de aprendizaje, una lección que nos permita transformar lo que hemos sido y nos comprometa en la tarea de reclamar la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición para las víctimas. Solo si la sociedad hace suya las causas de las víctimas y las reclama y las defiende, se hace también constructora y merecedora del apelativo de sociedad democrática que le garantiza su derecho a vivir con dignidad. Esclarecer y arrancar del silencio y del olvido las terribles violaciones de derechos humanos acaecidas en nuestro país es un reto que seguramente comprometerá la labor decidida de varias generaciones de colombianos. Estamos en tiempos de memoria, pero la reconstrucción apenas comienza. Este texto es la reproducción del contenido publicado en el libro que se puede consultar por Internet. No ha sido modificado.
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El cnmh realiza actualmente varios proyectos de investigación orientados a esclarecer modalidades de violencia como la desaparición forzada, el secuestro, tomas e incursiones guerrilleras y el desplazamiento forzado. También adelanta investigaciones sobre fosas comunes, el genocidio de la Unión Patriótica, la victimización de periodistas y de miembros de las iglesias. GMH, Recordar y narrar el conflicto. Herramientas para la reconstrucción de la memoria histórica (Bogotá: CNRR, 2009).
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© Oficina de prensa UR
COLOMBIA
EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD 2011-2012
Por: Néstor Osorio Londoño* Egresado de la Facultad de Jurisprudencia Jefe de la Misión Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas entre 2011 y 2012
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OPINIÓN
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l evaluar el período de dos años (2011-2012) para el cual fue elegida Colombia como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es preciso analizar las actividades desarrolladas y el significado de nuestra participación. Para mí, como embajador de Colombia y representante permanente, ha sido un honor asumir tan alta responsabilidad y haber asegurado una participación de nuestro país en el Consejo de manera seria, ecuánime e independiente. Esto fue posible gracias a los claros lineamientos del señor Presidente de la República, Juan Manuel Santos y de la señora ministra de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín. Además, recibí el valioso apoyo de todo el equipo de funcionarios de la Misión permanente de Colombia ante las Naciones Unidas en Nueva York y de la Cancillería en Bogotá. Han sido años de excepcional convulsión en diversas regiones del mundo, pero particularmente en el Medio Oriente donde el reclamo popular de cambios institucionales, apertura democrática y el ejercicio de los derechos fundamentales dio origen a la llamada primavera árabe. En África también se produjeron acontecimientos que implicaron fractura del orden constitucional de la seguridad interna y del orden social, lo cual exigió la atención de la comunidad internacional y del Consejo de Seguridad. La actividad del Consejo fue de una intensidad sin precedentes y sus debates, análisis y el ejercicio de sus funciones de mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, se tradujeron en estos dos años en la adopción de 119 resoluciones, 51 declaraciones de la presidencia y 149 de*
Discurso leído por el jefe de la Misión Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas, el 27 de febrero de 2013, durante la presentación de su libro “Colombia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 2011-2012”.
claraciones de prensa. Sostuvimos 439 reuniones oficiales del Consejo, seminarios y conferencias, así como deliberaciones de sus órganos subsidiarios. Se me confió la responsabilidad de presidir durante los dos años, los Comités de sanciones relativos a Sudán (Resolución 1591) y el programa nuclear de Irán (Resolución 1737). Además, ejercimos la presidencia del Consejo en los meses de abril de 2011 y julio de 2012. En abril de 2011, Colombia promovió un importante debate abierto sobre Haití, que presidió el jefe de Estado, Juan Manuel Santos, con el propósito de examinar la situación de seguridad y las actividades de recuperación y reconstrucción después del terremoto de 2010 y de propiciar acciones decididas de la comunidad internacional para resolver los problemas de ese país y su población. En dicho debate participaron el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, su enviado especial Bill Clinton, los ministros de Relaciones Exteriores de Argentina, Cuba, Colombia, Chile, Perú, República Dominicana y Uruguay, los viceministros de Brasil, el Reino Unido, España y México, así como los representantes de los organismos regionales de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comunidad del Caribe (Caricom, por su sigla en inglés) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Como resultado de dicho debate se emitió una declaración presidencial reafirmando el compromiso con la independencia, la soberanía territorial y la unidad de Haití. Se dispusieron acciones concretas para contribuir a la seguridad, estabilidad política y al desarrollo económico del país. En febrero de 2012, el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah, por su sigla en francés) se prorrogó el 14 de octubre de 2011, por un período de un año, mediante la Resolución 2012 (2011) y los miembros del Consejo visitamos Haití para
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confirmar el compromiso y determinación de apoyo a la reconstrucción del país. Con ocasión de nuestra segunda presidencia en julio de 2012, organizamos un debate abierto y un diálogo interactivo que, con base en un documento conceptual preparado por Colombia y que fue de generalizada aceptación, trató el tema de la consolidación de la paz después de los conflictos. En dicho evento tuvimos la oportunidad de discutir en profundidad el rol de la Comisión de Consolidación de la Paz. Participaron los presidentes de las configuraciones de los países donde se construye la paz después de haber sufrido los estragos de los conflictos. Los resultados fueron muy positivos, pues de allí salieron propuestas concretas para fortalecer la mencionada comisión y estimular acciones que evitaran el retorno a la confrontación y propiciaran el desarrollo institucional, social y económico de los países que emergen del conflicto.
Medio Oriente, incluida la cuestión de Palestina Este es un asunto de vigencia permanente en el Consejo de Seguridad y todos los meses se aborda su examen, con el principal propósito de estimular el proceso de paz entre Israel y Palestina y evaluar el impacto de los diversos acontecimientos en la región. La posición de Colombia ha sido clara y consistente en el sentido de propender por una paz duradera negociada entre estos países que permita la coexistencia pacífica de dos Estados y dos pueblos. De esta manera, coadyuvamos a las gestiones del secretario general y del Cuarteto y el cronograma de negociaciones propuesto en septiembre de 2011, que infortunadamente no tuvo ejecución dadas las dificultades para establecer un diálogo entre las partes. Los repetidos incidentes de lanzamiento de cohetes, actos terroristas, de la parte palestina, y de la política de asentamiento de Israel, son algunos de los elementos que siguen perturbando las posibilidades de negociación.
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OPINIÓN
La solicitud de Palestina de obtener recomendación favorable del Consejo de Seguridad para su aceptación como Estado miembro de las Naciones Unidas resultó fallida. Colombia, que aún no ha reconocido a Palestina como Estado, sostuvo su posición tradicional: que tal reconocimiento y admisión sería más conveniente y beneficiosa para ambas partes si es el resultado de una negociación con Israel.
Libia Uno de los asuntos que generó preocupación en la comunidad internacional de 2011 fue la cuestión de Libia, país gobernado por Muammar Gadafi, quien para ese entonces gobernaba hacía cuarenta años. Las persistentes manifestaciones de la población en las que llamaba a un cambio y al reconocimiento de sus libertades individuales, fueron reprimidas de forma violenta, con lo cual se produjeron decenas de muertos y heridos en las calles de Trípoli, Bengasi, Zauiya y Zneten. No dudamos en asumir una posición de condena al dictador y respaldo abierto a la defensa de las libertades fundamentales de la población civil. Por solicitud de la Liga Árabe, el 16 de febrero de 2011, e1 Consejo de Seguridad adoptó (por unanimidad) la Resolución 1970 en virtud del Capítulo VII de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, con la que dictó las medidas para poner fin a la violencia y satisfacer las demandas legítimas de la población libia: la Resolución instó a las autoridades a continuar con la máxima mesura, respeto a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario e impuso el embargo de armas al país, la congelación de activos y la restricción de viaje sobre algunas personas clave del régimen. En marzo de 2011 se adoptó la Resolución 1973 promovida por Francia, el Reino Unido y Líbano, la cual contó con diez votos favorables incluida Colombia y cinco abstenciones (Alemania, Brasil, Suráfrica, Rusia y China). Dicho documento exi-
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gió de nuevo el cese al fuego, el fin a la violencia y a todos los ataques y abusos contra los civiles. Además, autorizó a los Estados miembros a adoptar todas “las medidas necesarias” para proteger a los civiles y las zonas pobladas que estuvieran bajo amenaza de ataque en Libia, excluyendo el uso de una fuerza de ocupación extranjera de cualquier clase. Así mismo, estableció la prohibición de vuelos en el espacio aéreo libio y otorgó facultades para hacer cumplir dicho mandato. Las fuerzas de oposición ganaron posiciones en el terreno y reconocimiento en el ámbito internacional, mediante el Consejo Nacional de Transición, tras lo cual las manifestaciones concluyeron con la caída del dictador y la captura de miembros de su gobierno y su familia. El 27 de octubre de 2011 en Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad la Resolución 2016 que reiteró la necesidad de que el período de transición se basara en un compromiso con la democracia y el respeto a los derechos humanos, al tiempo que dio por terminados los mandatos en materia de protección a los civiles y a la zona de
exclusión aérea, como lo estipulaba la Resolución 1973 (2011). Después de muchos años de tiranía y arbitrariedad, Libia avanza en el establecimiento de su sistema democrático. Sin embargo, la seguridad aún es compleja y siguen ocurriendo enfrentamientos y hechos violentos, como el ataque al Consulado de Estados Unidos en Bengasi, en el que perdió la vida el embajador Christopher Stevens y otros funcionarios.
Siria En este país, la violencia interna ha llegado a los más graves extremos. El Consejo de seguridad profirió varias declaraciones a la prensa y adoptó las Resoluciones 2042 y 2043, pero sus llamados no han tenido eco. Al tratar de formular decisiones dentro del ámbito del Capítulo VII de la Carta, el Consejo se dividió y en tres oportunidades -la última en el mes de julio de 2012- fracasó en el intento de emitir resoluciones bajo dicho espectro. Sin embargo, durante nuestra presidencia de 2012 logramos gestionar una resolución para la extensión temporal de la Misión de la ONU en
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Siria, aspecto en ese momento crítico y sobre el cual hubo fuertes debates en el seno del Consejo.
Costa de Marfil Después de la crisis electoral de los años 2010 y 2011, la situación ha mejorado gracias al retorno al orden constitucional y al fortalecimiento de las instituciones. No obstante, subsisten problemas de seguridad, de reconciliación y de una efectiva reforma al sector de seguridad.
Sudán-Sudán del Sur
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Después de la admisión de Sudán del Sur como miembro de las Naciones Unidas en julio de
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OPINIÓN
2011, el Consejo adoptó la Resolución 2046 en mayo de 2012 para endorsar la Hoja de Ruta de la Unión Africana y solicitó a las partes alcanzar una solución negociada a todos los asuntos sin resolver después de la secesión de Sudán. Se han logrado algunos avances en el establecimiento de relaciones pacíficas entre Sudán y Sudán del Sur, como el establecimiento de la Fuerza Provisional de Seguridad de las Naciones Unidas para Abyei (Unisfa, por su sigla en inglés). Sin embargo, aún hay asuntos pendientes de gran envergadura entre los dos países como el estatus definitivo de Abyei, la delimitación, el régimen de fronteras y el manejo de los recursos petroleros.
Mali Ante la ruptura del orden constitucional y el deterioro de la seguridad, a causa del golpe militar del 22 de marzo de 2012 y la posterior ocupación del norte del país por grupos terroristas y rebeldes armados, el Consejo adoptó diversas medidas de manera progresiva, con el propósito de incentivar una solución política a la crisis y garantizar la unidad e integridad territorial del país. Con la adopción de la Resolución 2056, el Consejo expresó su apoyo a los esfuerzos de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) y la Unión Africana, y tomó medidas para lograr avances en la restauración del orden constitucional. El 12 de octubre, por medio de la Resolución 2071, en una acción enmarcada en el Capítulo VII de la Carta, el Consejo dio la bienvenida al Gobierno de Unidad Nacional en Mali, y retiró su demanda de que ningún miembro de las Fuerzas Armadas podía interferir en el trabajo de las autoridades de transición, al tiempo que llamó a los grupos rebeldes a cortar todos sus vínculos con las organizaciones terroristas, especialmente Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y sus grupos afiliados. El 20 de diciembre de 2012, el Consejo adoptó la Resolución 2085 (bajo el Capítulo VII de la Carta) con la cual, a pedido de los países africanos y del gobierno de Mali, estableció la Misión Internacional de Apoyo a Mali con Liderazgo Africano (Afisma, por su sigla en inglés). Esta se creó, entre otras cosas, con el propósito de enfrentar junto con el gobierno malí la reconstrucción de la capacidad de las Fuerzas de Defensa y de Seguridad, y recuperar las zonas del norte de su territorio controladas por grupos terroristas y grupos armados presentes en el norte del país.
intermedio de la cual solicitó la restauración y el respeto del orden constitucional de este país. El Consejo, que actuaba bajo el Artículo 41 del Capítulo VII, pidió que el Comando Militar restaurara el orden constitucional que incluyera un proceso electoral democrático, el regreso de los soldados a sus cuarteles y la renuncia de sus miembros a posiciones de autoridad.
Otros temas Estos temas fueron objeto de nuestro especial interés. El informe sobre Colombia logró un nivel de equilibrio en su contenido y sustentación y reflejó nuestra realidad de mejor manera. También se consideraron a escala global los asuntos de mujer, paz, seguridad y protección a civiles, mostrándose con esto el interés de sus miembros en temas nuevos en la agenda. Otros asuntos incluyeron reuniones de alto nivel como el “Mantenimiento de la paz y la seguridad internacional: prevención de conflictos”, así como la consideración del tema “Mantenimiento de la paz y seguridad: nuevos desafíos para la paz y la seguridad internacionales y prevención de conflictos”. Como se dijo anteriormente, nos correspondió un período intenso y de vientos de cambio en el mundo. La sucesión de acontecimientos extraordinarios ha puesto de relieve la importancia y la inmensa responsabilidad que tiene el Consejo de Seguridad en el ejercicio de las funciones y poderes que le otorga la Carta. Desde esa perspectiva cobra mayor trascendencia la activa participación de Colombia en el escenario multilateral y en este caso en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, órgano desde el cual contribuimos a la defensa y restauración de la paz y la seguridad internacionales.
Guinnea Bissau Tras reiterar su condena al golpe de Estado del 12 de abril de 2012, el Consejo adoptó la Resolución 2048 unánimemente el 18 de mayo de 2012, por
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Mozambique tiene la mayor parte de su frontera oriental con el océano Índico. En esta vista del estuario del Espíritu Santo pueden observarse al fondo, algunos de los edificios de los barrios modernos de su arborizada capital Maputo, localizada en la provincia homónima. Las aguas del Índico llegan con suavidad a esta construcción palafítica que ostenta dos banderas del país que consiguió su independencia colonial hace menos de cuarenta años.
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ENTREVISTA
Crónicas
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Retratos de
Mozambique Por: Elkin Bermúdez Aza
Texto y fotografías Egresado de la Facultad de Medicina
Para Elisa y Carmen, dos queridas abuelas
Durante parte de 2011 y 2012 trabajé para la organización Médicos sin Fronteras (MSF) en África. Esta es una breve muestra de imágenes que registré a mi paso por tres departamentos de Mozambique: Maputo, Tete y Gaza.
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CRÓNICAS
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Maputo 1- En el centro histórico, los diferentes momentos del pasado de la ciudad se mezclan en sus edificios de distintas épocas y escuelas arquitectónicas. Los jardines bien cuidados de algunos de ellos regocijan a quien pasa y también a quien espera por transporte, en una capital que, como muchas otras de África, continúa creciendo no siempre con la adecuada planificación urbanística. 2- Esta antigua estación (Estaçao de Maputo) está catalogada como una de las más dignas de visita en el continente africano. De principios del siglo XX, su fachada claramente refleja modelos europeos. Por desgracia el deterioro del sistema de trenes de la región sigue avanzando y hoy en día viejas máquinas provenientes de otros países se albergan en sus patios y forman una especie de museo involuntario. 3- El mercado municipal en el centro de la ciudad reúne productos que llegan de todo el territorio. Con una extensión territorial aproximada a la de Chile y Venezuela, su diversidad regional es grande gracias a la cantidad de lenguas bantúes que se hablan en diversas áreas del estado, lo que hace que la mayoría de los mozambicanos sean bilingües en un país donde el portugués es el idioma oficial.
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4- Después de las guerras civiles y de independencia, Mozambique ha hecho esfuerzos para organizar sus instituciones democráticas y su estructura como nación. Algunos artistas utilizaron partes y desechos de las armas usadas en la guerra para elaborar desde pequeños objetos hasta imponentes esculturas. En una de las salidas de la ciudad, se encuentra esta obra que utiliza partes de viejos tanques y armas empleadas en el conflicto bélico, que simbolizan el intento de transformar oscuros momentos en más límpidas esperanzas.
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5- Turistas y locales se mezclan en una poco organizada entrada a una embarcación que los llevará a una de las islas cercanas. Familias de países vecinos como Sudáfrica aprovechan las ventajas cambiarias para conocer algunos de los destinos turísticos cercanos a su frontera.
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6- Una playa sucia, descanso para embarcaciones sencillas de pescadores humildes que verán su trabajo escasamente recompensado en el mercado local. Las tasas de pobreza y desempleo del país continúan entre las más altas cuando son di-
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CRÓNICAS
vulgadas por las organizaciones internacionales. Sin embargo, un reciente repunte de la actividad minera ha ofrecido nuevas perspectivas de crecimiento económico. 7- Una imagen que ilustra a un país que crece: durante las celebraciones de los Juegos Africanos en 2012 se inauguraron algunos recintos deportivos, el principal de ellos este estadio de atletismo. Allí, momentos antes de los festejos inaugurales, algunas personas se agrupan alrededor de sillas y por medio de estas muestran con orgullo el nombre de su patria. Mozambique ha alcanzado durante los últimos años un importante crecimiento en su economía. No obstante, serios problemas estructurales aún amenazan a los sectores más débiles que reciben un fuerte apoyo de naciones extranjeras.
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8- Como en otras partes y lugares, algunos niños y jóvenes tienen que recurrir al comercio informal para sobrevivir. Con frecuencia viven en situaciones cercanas a la mendicidad; en Mozambique los altos índices de pobreza y la escasez de oportunidades para algunos son todavía una importante causa de marginalidad social. Parte de la vida de estos seres humanos, algunas veces víctimas también del desplazamiento interno, ha sido descrita en obras de escritores nacionales como Mia Couto y europeos como Henning Mankell. 9- Mozambique tiene la mayor parte de su frontera oriental con el océano Índico. En esta vista del estuario del Espíritu Santo pueden observarse al fondo, algunos de los edificios de los barrios modernos de su arborizada capital Maputo, localizada en la provincia homónima. Las aguas del Índico llegan con suavidad a esta construcción palafítica que ostenta dos banderas del país que consiguió su independencia colonial hace menos de cuarenta años.
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Tete 10- Después del fin de la ocupación colonial portuguesa, algunos servicios médicos en apartadas áreas rurales han requerido mayor apoyo de organizaciones extranjeras. En este servicio materno infantil, construido por una comunidad religiosa a mediados del siglo pasado, MSF ha apoyado algunas de las actividades que allí se realizan, especialmente las relacionadas con la prevención de la transmisión vertical del VIH. En el continente más afectado por la diseminación de esta enfermedad infecciosa y otras diversas enfermedades epidémicas, los recursos para su diagnóstico y tratamiento dependen del apoyo de otros gobiernos y organizaciones no gubernamentales. 11
11- Después de su paso por cinco países, las aguas del río Zambeze son aprovechadas por esta provincia para generar energía eléctrica en la represa de Cahora Bassa, considerada el quinto lago artificial más grande del continente. El proyecto de una nueva hidroeléctrica incluye la posibilidad de proveer recursos energéticos a estados vecinos. 12- En un país como Mozambique, fuertemente golpeado por epidemias como la de VIH, la ayuda de organizaciones extranjeras es aún imprescindible. Estos dos carros de MSF realizan el intercambio de elementos de ayuda en uno de los puntos de intersección entre dos distritos del departamento.
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CRÓNICAS
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Gaza
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13- Algunas imágenes recuerdan las que se encuentran en nuestros litorales Caribe y Pacífico. Aguas cristalinas y una amplia variedad de verdes y azules enmarcan pequeñas ensenadas en este departamento localizado al sur del país. 14- Los destrozos provocados por la guerra de independencia en los años setenta y el conflicto civil que le siguió dejaron muchos edificios parcialmente destruidos e inutilizables. Esta mujer seguramente vivió en carne propia la dureza de la guerra que trajo, como muchas otras, dolor y sufrimiento indiscriminados.
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15- Cuando avanzaba para llegar al litoral hacia el oriente de esta región, sentí la necesidad de enmarcar la actitud de preocupación de este hombre que contrasta con la belleza del mar que llega a la costa. 16- Durante los días feriados buena parte de la población de los centros urbanos intenta relajarse en las playas cercanas, sobre todo durante los días más calurosos del año. Chidenguele es un destino popular para muchos mozambicanos que no pueden acceder a los lujosos establecimientos que comienzan a crecer en su litoral.
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Descargo de responsabilidad: las opiniones aquí expresadas solo reflejan el pensamiento del autor y no necesariamente la posición de MSF.
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El arcoíris en el agua Por:Enrique Patiño Orozco Texto y fotografías Lector externo
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CRÓNICAS
¿Es Caño Cristales el río más bello del mundo? Las fotos que allí logramos captar les dan la razón a los más fervientes defensores de esta afirmación. No solo las imágenes: esa idea la reafirma la sensación de estar en un lugar privilegiado en clima y belleza.
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o dicen, lo repiten, insisten, lo recalcan y vuelven a recordarlo a todo turista que llega al municipio de La Macarena, en el departamento del Meta: “Le va a gustar”, “Le encantará”, “Es famoso en todo el mundo”. Lo dicen en el aeropuerto, los guías, los residentes, las personas que no han ido nunca y venden empanadas en la plaza central del pueblo. Tanto, que cuando uno por fin cruza el río Guayabero, paso obligado que divide a La Macarena del inicio del paseo de 8 kilómetros que conducen al que es considerado el río más bello del mundo, uno ya tiene encima el susto de que sea más la publicidad que la realidad. Pero no. Por fortuna no. Por la belleza inmaculada de la naturaleza tienen razón todos ellos. Porque luego de que uno pasa las ansias iniciales de llegar al lugar, después de haber calmado la sed y el cansancio de una caminata bajo un sol violento, unos minutos después de sentarse y respirar el aire caliente que atosiga los pulmones y al mismo tiempo los llena con el aire puro de un lugar sin autos, uno deja de ver con los ojos del turista ansioso. Y empieza a observar distinto a Caño Cristales, un río breve que cruza sobre algunas de las rocas más antiguas de la humanidad. Tan distinto que ya no lo mira con la ferocidad del turista que ansía solo una bella foto, sino que se rinde. Porque eso logra Caño Cristales. Que uno se rinda. Que se doblegue poco a poco, pozo tras
pozo, entre los cientos que surgen en los tres brazos o ramales en los que se divide este río. Que se sorprenda en ese lugar, oculto entre una vegetación amazónica incipiente, con las formaciones rocosas de distintas profundidades y casi todas circulares, en las cuales florecen plantas acuáticas endémicas de color rojo, rosado y de un leve naranja. Que la transparencia del agua deleite tanto como la belleza de las plantas acumuladas que tiñen de rojo sangre el curso del agua. Que esa misma nitidez del agua permita ver hasta 5 metros de profundidad en los pozos más hondos, y que sea posible distinguir el reflejo de las plantas aledañas y el azul del cielo en sus aguas, como si fueran la luna de un espejo casi perfecto. Y que sumados, todos los colores, desde el granito de la superficie hasta el blanco de las nubes reflejadas en sus aguas, hagan que sean más variadas las tonalidades del río que las de un arcoíris. Cuando uno lo comprende, cuando uno se detiene, sin prisa, y se queda a la vera de un pozo, y luego, siguiendo la admiración que guió los rituales de nuestros antepasados, es capaz de dejar atrás la música, el ruido, las cámaras, las charlas, y se sumerge en sus aguas cálidas, uno entiende que sí, que tal vez todos tenían razón: es el río más bello del mundo. O puede que no. Que haya otros. Pero no importa. Uno se siente en la mitad de un arcoíris de agua y plantas, cálido y puro, como si flotara en el cielo sumergido.
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Los locales han bautizado estos hermosos lugares con nombres como la Cascada del Amor, la Cascada de los Cuarzos, la Piedra de la Virgen, la Escalera o Pozo Cuadrado.
El recorrido Enrique y Víctor tienen 70 años. Sus esposas viajan con ellos y son más aventureras y animadas que la mayoría de jóvenes que conozco: eso implica una rutina de viajes que pasa desde bucear en Cuba y pasar por cavernas en Roatán, hasta hacer parapente en Sopó, hacer balsaje y espeleología en Guane y Barichara, celebrar el Año Nuevo en La Guajira, escalar a Ciudad Perdida en la Sierra Nevada o recorrer, caminando a paso de campeones, el trayecto que separa a los turistas de La Macarena a Caño Cristales. Ellos son el ejemplo de la voluntad de los que aspiran a llegar a este río: tenían el objetivo claro de verlo e hicieron lo posible por conseguirlo, y su paso firme y su talante dicharachero lo demuestran, en medio de sus risas, que resuenan por entre los pozos de agua a pesar del fatigoso calor del mediodía. Por-
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CRÓNICAS
que para ellos, el viaje es la aventura, más que el destino mismo. Y la vida misma es una aventura que vale la pena vivir al extremo y con riesgo. Por eso, Caño Cristales les sabe a aventura, en especial durante el recorrido que nos lleva a visitar lugares que los locales han bautizado como la Cascada del Amor, la Cascada de los Cuarzos, la Piedra de la Virgen, la Escalera o Pozo Cuadrado. Ellos también se detienen. Y en un instante dado, se sumergen bajo una cascada y se olvidan del mundo, ensordecidos por el estruendo del agua pura. Alaban el lugar, pero también son conscientes de que hay comodidades que hace tres años parecían imposibles en este municipio. Un par de hoteles básicos, pero cómodos; un espectáculo local de joropo y música tradicional llanera, preparado para los turistas, que acerca al viajero a la cultura local y que se agradece con
el corazón porque así lo organiza la gente de La Macarena; un grupo de guías que no desamparan jamás a los turistas, son incondicionales y se entregan de lleno a esta única fuente de sustento para los jóvenes del municipio; una seguridad que aunque disfrazada de Ejército, igual ha permitido a decenas de turistas volver al lugar; una comida preparada por jóvenes del SENA que se envuelve en hojas de plátano y sirve para comer a orillas del río; y un plan turístico que lo abarca todo, desde el servicio de guía hasta la comida, y que hace que el turista se concentre solo en comprar el agua para no deshidratarse y en disfrutar del viaje. Precisamente con ellos, con esas parejas que rondan los 70 años, es posible comprobar la afirmación de que el río que todos dicen que es el más bello puede que sí lo sea: han viajado por más de medio mundo y tienen alma de viajeros, de caminos tomar. Ellos, en las aguas de Caño Cristales, con snorkel y careta, nadan entre las plantas acuáticas endémicas y emergen para decir que el espectáculo los ha conmovido, y que aunque apenas la región aprende a defenderse en materia de turismo, y son muchas aún las falencias, volverían a sus aguas. Cuando la gente del pueblo, los guías, los soldados, los comerciantes y todo el mundo que nos encontramos pregunta si nos pareció “el mejor río”, “el más bello lugar”, el “curso de agua más espectacular”, etcétera, afirmamos que sí, que sí lo es. Y esta vez lo diremos también nosotros. Pero no mucho. Porque la intención es que el lector no crea que es publicidad, sino una posibilidad real que está esperando a que usted repose de la caminata que lo llevará hasta su orilla, respire, se tome su tiempo y descubra, en calma, ese río que es más bien una especie de arcoíris que descendió y besó el agua. Si se fija, si se detiene un instante más, se verá usted reflejado y entenderá que ese es el mayor mensaje de ir allí: que usted también forma parte de ese espectáculo natural, parte del reflejo de los
Eso logra Caño Cristales, que uno se rinda. Que se doblegue poco a poco, pozo tras pozo. Uno entiende que sí, que tal vez todos tenían razón: es el río más bello del mundo. O puede que no. Que haya otros. Pero qué importa.
tantos colores, parte de la fusión de la naturaleza con el ser humano. Como debe ser. Perfecta, como el reflejo y la nitidez del agua.
Cómo llegar La aerolínea Satena abrió una ruta que lo llevará de Bogotá al municipio de La Macarena en 50 minutos. Sale los viernes en la mañana y regresa los domingos en la tarde. La opción, ideal porque abarca el fin de semana, es la más sencilla para los viajeros y la que le permite quedarse lo justo en el municipio del Meta para realizar al menos dos visitas a Caño Cristales. Sin embargo, hay más opciones por Villavicencio: avionetas que salen del aeropuerto y hacen el recorrido sobre la Serranía de La Macarena para llegar finalmente al municipio.
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© Elkin Bermúdez Aza
En la pequeña isla de Inhaca, a pocos minutos de la capital mozambicana, solitarias y tranquilas playas alojan diversas especies de animales, como esta garza gris (Ardea cinerea) que suele migrar entre diversos continentes, incluyendo Asia y África.
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ENTREVISTA
Vida Rosarista 55
Noticia de dos
hallazgos históricos Por: Álvaro Pablo Ortíz
Profesor titular de las facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales e investigador principal de la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico de la Universidad del Rosario
© Archivo Histórico UR
L Monseñor José Vicente Castro Silva recreaba la vista hasta el cansancio con esta compleja pieza artesanal hija del período renacentista.
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VIDA ROSARISTA
a rectoría de la Universidad del Rosario, aparte de ser el espacio natural donde se cumplen las funciones propias del cargo, de quien es la primera figura en el escalafón jerárquico de la institución, es también un sitio de interés histórico por el valioso material pictórico sumado al mobiliario allí ubicado. Esto explica que sobre todo, a partir de la elección como rector del doctor Hans Peter Knudsen Quevedo en el año 2002, la rectoría hubiese suprimido en afortunado gesto la equivocada idea de constituirla como un lugar infranqueable y a puerta cerrada. En efecto, desde esa fecha hasta hoy, el salón rectoral ocupa junto con el aula máxima, el archivo histórico y la capilla de La Bordadita, uno de los espacios más privilegiados cuando de recorridos históricos del ámbito de pregrado y posgrado se trata, en el del marco de la cátedra de Formación Rosarista y en referente obligado de ilustres visitantes tanto nacionales como internacionales que regularmente acceden al Claustro.
© Oficina de Prensa UR
El señor rector Hans Peter Knudsen Quevedo muestra el lugar en donde fueron hallados los documentos.
El 16 de mayo del año en curso el doctor Knudsen Quevedo se hallaba reunido con el director del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (Icetex), Fernando Rodríguez Carrizosa y con el vicerrector doctor Alejandro Venegas Franco, cuando de repente el primero de los mencionados decidió abrir el bargueño, lo cual no era la primera vez que sucedía. Y es que, sin excepción, todos los rectores del Colegio han tenido que ver con este singular mueble que en sí mismo es una obra de arte. A modo de ejemplo, uno de nuestros rectores más emblemáticos, monseñor José Vicente Castro Silva, recreaba la vista hasta el cansancio con esta compleja pieza artesanal hija del período renacentista y muy probablemente traída allende el mar por el propio fundador. Cuando hablamos del bargueño, estamos refiriéndonos a un mueble que todavía se fabrica en el pueblo de Bargas fundado en la alta Edad Media, adscrito a la provincia de Toledo. Esta población española es célebre desde esas remotas fechas tanto por sus panaderos como por los artesanos de los bargue-
ños. Plenamente posicionado en el Siglo de Oro Español, el bargueño se utilizaba como escritorio, siendo muy apreciado en las casas señoriales. La pieza consta de dos cuerpos: el superior, que es un escritorio cerrado por una tapa abatible y el inferior, dividido en pequeños departamentos y cajones blanqueados por columnillas. Se trata, con otras palabras, de un arca con cajoncitos prevista y diseñada para hacer las veces de un contenedor de objetos pequeños y valiosos. Usualmente existen dos tipos de bargueños: 1) Con el frente abierto y los cajones a la vista y 2) Con cajones laterales siempre separados del soporte (Aguiló, 1993, p. 10). El bargueño ubicado en la rectoría pertenece al primer tipo. Por sus características se puede afirmar que todo bargueño que se respete posee “una inteligencia de escondite” (Villegas, 2003, pp. 182-183), de misterio, de secreto, debida a los múltiples cajoncitos o gavetas, pensados para dejar a buen resguardo, a la manera de una caja fuerte, documentos y objetos de diversa índole. Pero justamente por tratarse de un mueble di-
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Espediente de información de calidad, limpiesa i noblesa; grados i títulos del I. Dn José Miguel Masústegui que presentó al ilustre cabildo de Honda en 17 de febrero de 1753. Catedrático de vísperas en sagrados cánones, i vice-rector en este Colegio Mayor de Nuestra Señora
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del Rosario del Real Patronato
Espediente que se versa sobre la traslacion de los preciosos restos del ilustrísimo i magnánimo fundador Dr. Fray Cristóbal de Torres dignísimo arzobispo de la catedral a la capilla de este colegio de Na. Sra del Rosario en el año de 1792. Siendo rector el Dr. D. Santiago Gregorio de Burgos.
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señado para favorecer una cultura de lo oculto, también de hecho está favoreciendo o mejor, incitando a una cultura de la curiosidad. Lo cierto del caso es que el 16 de mayo, por vía de la curiosidad, la intuición o lo que se nos antoje más apropiado, incluida la vía de la iluminación, el rector advirtió al abrir el bargueño, algo que se asemejaba a un doble fondo que al ser explorado arrojó como resultado el hallazgo de dos documentos de excepcional valor histórico-institucional: el primero “que se versa sobre la traslación de los preciosos restos del ilustrísimo i magnánimo fundador Dr. Fray Cristóbal de Torres dignísimo arzobispo de la catedral a la capilla de este colegio de Nuestra Señora del Rosario en el año de 1792. Siendo rector el Dr. D. Santiago Gregorio de Burgos” (Burgos, 1792)1. El segundo documento tiene que ver con “los expedientes de información de calidad, limpieza i nobleza; grados i títulos del I.DN. José Miguel Masústegui que presentó al ilustre cabildo de Honda en 17 de febrero de 1753. Catedrático de vísperas en sagrados cánones, i vice-rector en este Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario del Real Patronato” (Masústegui, 1753). En relación con el primer escrito, este contiene como explícitamente lo señala el título, toda la argumentación desplegada por el rector2 Santiago Gregorio de Burgos y Villamizar, con el propósito de que los restos de Fray Cristóbal de Torres reposaran de una vez y para siempre en la capilla de La Bordadita. Para esta petición, el rector Burgos, apoyado por Tomás Tenorio Carvajal3 se centró en 1
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Los documentos de José Miguel Masústegui y Santiago Gregorio de Burgos se encuentran en proceso archivístico y de foliación. En dos oportunidades Santiago Gregorio de Burgos y Villamizar ocupó la rectoría del Colegio Mayor del Rosario: de 1790 a 1793, y como rector interino de 1796 a 1799. Abogado de la Real Audiencia, catedrático de Derecho Canónico en el Colegio del Rosario, consiliario y vicerrector de la misma institución y tío de dos ilustres rosaristas que a la postre fueron víctimas del régimen del terror instaurado por el general Pablo Morillo: Camilo Torres y Tenorio, y Francisco José de Caldas y Tenorio.
las propias disposiciones testamentarias del fundador, entre las cuales sobresale, en términos de una exigencia incuestionable que “su cuerpo fuese enterrado en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario que fundó en esta ciudad” (Burgos, 1792, fl. 1). No obstante, para revestir su justa demanda con la mayor claridad posible, señala que de las cláusulas del poder para testar, i testamento, que por testimonio presento con la solemnidad acostumbrada. Pero como por no haverse concluido la capilla, o por otros motivos que no puede tener presentes no tuviese éxito esta disposición al tiempo de su muerte4 se depositó el cadáver en la Iglesia Catedral (Burgos, 1792, fl. 1).
Más adelante, Santiago de Burgos no puede dejar de referirse a las discordias existentes entre el fundador y su propia comunidad religiosa, debidas a factores ideológicos y de orden administrativo. En efecto, la orden de predicadores no veía con buenos ojos el tono secularizante con el que Fray Cristóbal de Torres, octavo arzobispo de Bogotá, quería investir y permear al Colegio del Rosario, al no concebir la educación de seglares y religiosos simultáneamente. En el punto más álgido de esta diferencia de enfoques, el arzobispo Cristóbal de Torres y Motones decidió con un gesto audaz y desafiante para la época “no designar a ningún colegial religioso para el primer grupo de estudiantes, revocando así mismo la donación realizada a sus hermanos de orden” (Plata, 2005, p. 145). Frente al tema administrativo, más de un historiador ha sostenido que los dominicos no se caracterizaron por ser buenos y ponderados administradores de las posesiones del Colegio del Rosario traducidas en: haciendas de clima templado (dotadas de trapiches, ganadería menor, esclavos y mano de obra indígena, par4
Fray Cristóbal del Torres falleció el 8 de julio de 1654. Había nacido en Burgos, Castilla La Vieja, el 27 de diciembre de 1573.
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Más de diez años tendrían que transcurrir para que la autonomía del Colegio Mayor del Rosario en relación con las pretensiones de la medieval orden de predicadores encontrara una justa solución. ticularmente, de la comunidad achagua), construcciones urbanas, solares, dinero, etc. Más de diez años5 tendrían que transcurrir para que la autonomía del Colegio Mayor del Rosario en relación con las pretensiones de la medieval orden de predicadores encontrara una justa solución. Esta llegó por vía de la sentencia favorable de su majestad Felipe IV, acompañada con tres reales cédulas por medio de las cuales el monarca aprobaba las constituciones redactadas de puño y letra por Fray Cristóbal de Torres, asumiendo a continuación la figura y el ejercicio del Real Patronato. El rector Santiago de Burgos resumía así este resonante e inusual pleito: Bien sabidas son las variadas contradicciones y disputas que tuvo que sufrir el primer rector secular de este colegio, y su mismo fundador, de parte del convento de predicadores de esta capital; y el deterioro y disipación de sus fondos, que casi dio en tierra con el colegio en el momento mismo de su erección. Pero si él pudo sostenerse aún en pié contra este golpe mortal, también es cierto que ha caído desde entonces en una especie de languidez y debilidad de que no ha podido convalecer en el largo espacio de casi 140 años. A esta desgracia, y de ningún modo a ingratitud, o tibieza de sus hijos debe atribuirse que la traslación de los huesos del Sr. Torres no haya tenido efecto hasta ahora (Burgos, 1792, fl. 1). 5
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Se refiere al provisor y vicario general Cristóbal de Araque y Ponce de León, nombrado por el fundador rector perpetuo, y quien libró en la Península Ibérica un pleito por cerca de una década, para lograr por parte del monarca español la plena vigencia de las Constituciones del Colegio del Rosario y que se reconociera su autonomía.
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Más adelante, el rector Burgos manifiesta la serie de posibles tropiezos que podrían conspirar para ubicar el lugar exacto de la catedral donde se encuentran los restos del arzobispo. Asunto que queda zanjado gracias al concurso de los historiadores Juan Flórez de Ocariz y Fray Alonso Zamora. Solo un obstáculo podría frustrar, o a lo menos retardar el logro de nuestros deseos: la dificultad de encontrar las cenizas que buscamos. El transcurso de tantos años que ha que se depositó el cadáver del Sr. Torres; la alteración que ha padecido el presbiterio en donde se colocó; eran embarazos que podrían retardar la empresa, o a lo menos darle visos de desesperada; pero por fortuna dos historiadores del reino los han allanado, y ellos nos servirán de guía en la exhumación: Don Juan Flórez de Ocariz en su obra De las Genealogías de este Reyno, y Fr. Alonso Zamora en La Historia de la Provincia de Predicadores (Burgos, 1792, fl. 1).
Efectivamente, gracias a los historiadores mencionados, los restos fueron hallados en la catedral en medio del presbiterio en lo alto de las gradas del altar mayor. Poca cosa quedaba de los restos del fundador: “algunos fragmentos de las vestiduras pontificales, como mitra, guantes, un anillo de ópalo montado en oro; y puesto todo en otro cajón, que el rector tenía dispuesto para este efecto” (Burgos, 1792, fl.1). La traslación de los restos, luego de la autorización emitida por el arzobispo Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, y por el virrey José de Ezpeleta, se hizo feliz realidad el 29 de abril de 1793, cuando fueron llevados a la capilla del Colegio del Rosario luego de la reciente elección de Fernando Caycedo y Flórez como rector. Sobre la relación de los despojos mortales del arzobispo una vez cumplida la diligencia de exhumación (previa excavación mandada a efectuar por Caycedo y Flórez en la tarima del
altar mayor de la catedral) habría que agregar un pedazo de la parte superior del cráneo; dos canillas que parecen ser la una del brazo, y la otra de una pierna; dos dientes, un hueso del cuello… la casulla y dos tunicelas de moer morado con caracolillo de oro fino casi enteras, las chinelas bordadas de hilo de oro sobre terciopelo morado enteras, pero desunidas de la suela. Se hallaron también las medias y birrete todo de seda (Pérez y Martínez, 1955, p. 95). El segundo documento encontrado, como se expresó arriba, corresponde a las informaciones6 sobre Miguel José Masústegui y Archer Calzada, así como de sus ejecutorias académicas7 y profesionales. En términos de su vinculación al Rosario, Masústegui cumplió ejemplarmente con todos los ciclos académicos, hasta llegar a desempeñarse como catedrático del Libro Sexto de Decretales (de 1736 a 1741); vicerrector en dos oportunida6
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Las informaciones equivalían a un minucioso y exhaustivo cuestionario, que permaneció casi que inmodificado desde la fundación del Colegio del Rosario hasta 1845. Por medio de dicho cuestionario el aspirante debía demostrar con los soportes del caso, que sus padres y familiares más cercanos habían ocupado honrosos cargos en el sector público, pues de esta manera se corroboraba por parte de las directivas del colegio la nobleza de la familia. En este ejercicio de orden genealógico el aspirante debía certificar que sus padres eran cristianos viejos, limpios de todas las malas razas que en la Península Ibérica eran, particularmente, los moros o moriscos, los judíos confesos, marranos, gitanos o de otras sectas confesionales reprobadas por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, entre cuyos integrantes se encontraban numerosos miembros de la orden de los dominicos. Para el caso de las provincias españolas de ultramar las malas razas, las que tenían mancha y sangre de la tierra, estaban conformadas inicialmente por los grupos precolombinos (privilegiándose no obstante a la nobleza indígena), los esclavos negros y, más adelante, por el sector mestizo. Sobre las ejecutorias académicas de Masústegui, y concretamente, de su desempeño en cuatro ocasiones como rector, véase el riguroso y documentado texto del historiador y abogado rosarista Fernando Mayorga García (2010), en la parte correspondiente a los antecedentes del Colegio, denominado: El Estado y el Colegio del Rosario en el siglo XIX: una historia de luces y sombras. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.
des: de 1739 a 1740, y de 1746 a 1748. Aparte de lo anterior, fue rector en cuatro períodos. En lo que tiene que ver con su desempeño público, tuvo entre otros cargos el curato y beneficio de la iglesia parroquial, de la ciudad de San Juan de Girón, cura de Paipa, cura del pueblo de Bosa, juez eclesiástico, cura y vicario de la villa de San Bartolomé de Honda, canónigo magistral de la catedral de Santafé, y vicario general del arzobispado (Masústegui, 1753).
Finalmente, queda hacer una salvedad: los documentos hallados por nuestro rector no son inéditos y ya habían sido detectados en el pasado. Sencillamente estuvieron desaparecidos, quizás por décadas. Para una relectura de la totalidad de su contenido, las altas directivas de la Universidad del Rosario ya están contemplando un destino editorial en la modalidad más pertinente y en el momento oportuno.
Referencias Aguiló, M. (1993). El mueble en España. Madrid: Editorial Anticuaria. Mayorga, F. (2010). El Estado y el Colegio del Rosario en el siglo XIX: una historia de luces y sombras. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. Pérez, J. y Martínez. B. (1955). Baltasar Jaime Martínez Compañón Prelado español de Colombia y el Perú 1737-1797. Bogotá: Imprenta Nacional. Plata, W. (2005). La Universidad Santo Tomás de Aquino de Colombia ante su historia. Siglos XVIXIX. Bogotá: Universidad Santo Tomás. Villegas, B. (2003). Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 350 años. Bogotá: Villegas Editores.
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Los inicios de la Tuna del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario* Por: Gustavo Samper Rodríguez Egresado de la Facultad de Jurisprudencia *
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Discurso leído durante el Primer Simposio Internacional de Tunas, organizado por la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 14 de septiembre de 2012.
VIDA ROSARISTA
A
preciados amigos: Quiero expresar mi gratitud con los organizadores de este Primer Simposio Internacional de Tunas por invitarme a participar como expositor en este ilustre escenario, en mi calidad de fundador de la Tuna del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, invitación amable que me obligó a evocar tiempos pasados, a recordarlos y por tanto a vivirlos de nuevo. Mil gracias. En 1969, hace ya 43 años, Colombia era otro país, más amable, rural, de espaldas al resto del mundo, con una organización social bastante ingenua, provincial y cerrada, pero con oportunidades para casi todos. El censo de aquella época nos decía que éramos cerca de 19 millones de colombianos. Bien diferente a lo que somos hoy. Bogotá no llegaba a los 2 millones de personas y por supuesto era más vivible y manejable. Quizás porque muy pocos tenían carro (este era un artículo de lujo), y por tal motivo las vías eran suficientes. Trasladarse en la ciudad a cualquier destino, sin importar la hora, a lo sumo se tardaba 20 minutos. La autopista norte tenía tres puentes y quienes los conocimos, bien sabemos cuál era el primero, el segundo y el tercero, pues eran puntos de referencia reconocidos por todos. El primero quedaba en la calle 100, el segundo en la 134 y el tercero en la 170. Con esos nombres se quedaron para nosotros y hoy todavía nos ubicamos con esas coordenadas geográficas. Claro que cada vez que las mencionamos, son menos los que nos entienden. Son las reglas del desarrollo individual (los años, mijo). El Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario era una universidad que estaba saliendo de largas rectorías clericales y contaba con cerca de 400 alumnos en total en las facultades de Derecho, Economía, Administración de Empresas y Medicina. Monseñor José Vicente Castro Silva, su último rector religioso, recién había fallecido en 1968 y fue sucedido por ese gran humanis-
ta, estadista, literato y académico, el doctor Antonio Rocha Alvira. Él se encargó de ajustar la universidad a los nuevos tiempos y consolidarla como un establecimiento educativo, moderno, abierto y accesible a las nuevas generaciones de estudiantes. El reto era grande. Recordemos que al mundo lo cambiaron las generaciones de los años sesenta y setenta. Y lo cambiaron en todo. La música, las expresiones artísticas, el cine, el pluralismo de ideas y conceptos, la literatura, el acceso a la educación para hombres y mujeres, la ropa, las vestimentas, la minifalda, los pantaloncitos calientes, en fin, todas las expresiones de una generación que quería romper con el pasado y forjar un futuro más abierto para todos. Fue la época de las grandes sublevaciones estudiantiles, como la de Daniel el Rojo, en la Francia de 1968. En este contexto nace, en febrero de 1969, la Tuna del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Este nacimiento estuvo precedido por una gestación bien curiosa y plena de anécdotas. Quien les habla cursaba en 1967 su primer año de Derecho, gustaba de la música y tocaba la guitarra. En ese tiempo el encargado de la relación de los estudiantes con la universidad, algo así como el secretario de estudiantes o secretario académico, era monseñor Carlos Alberto Rodríguez Plata. Como todos los años, durante el primer semestre se empezaron a conformar los distintos grupos de bienestar estudiantil, de teatro, coros, equipos deportivos, etc. Sin tener una idea muy clara de lo que quería, un día, no recuerdo bien si fue en mayo o julio del 1967, le propuse a monseñor Rodríguez Plata formar un grupo musical de voces e instrumentos. Al principio, la verdad, no me paró muchas bolas. Sin embargo, me empeciné en la idea y visité a varios condiscípulos de las diferentes facultades. Así fuimos formando un grupo amorfo, indefinido, pequeño por demás -no éramos más
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de diez-, ya desde el principio mixto, pero sin definición alguna por el género o la música que queríamos interpretar. Pero les cuento: un solo tono afinado con los instrumentos era un sonido embellecedor que nos enamoraba y nos alentaba a continuar. Nunca desistimos. Y, como se dice, cuando las cosas han de pasar… pasan. Ya para fines de 1967 monseñor Rodríguez Plata nos había aceptado y ensayábamos una vez por semana. Generalmente tocábamos música colombiana y uno que otro bolero: “Pueblito viejo”, “Amémonos”, “Pescador, lucero y río”, “La ruana”, “Campesina santandereana”, “Me llevarás en ti”… en fin, varias canciones de ese tipo. No estoy seguro si fue a principios del primer semestre de 1968 o un poco más adelante, en mayo o junio, que vino a Bogotá una tuna española. No recuerdo de dónde era, pero me la encontré en la calle 11 con carrera 7, por la calle, cerca de la Casa del Florero. Sus integrantes iban cantando y caminando y creo que se dirigían hacia el Teatro Colón. Nunca supe si iban para allá, pues luego de oírlos tuve que irme a clase. Pero sí les cuento que el show fue espectacular y me impactó profundamente. Una idea se empezó a formar en mi cabeza, y tuve cada vez más claro lo que debía hacerse: iba a organizar la Tuna del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Para empezar me tocó buscar, primero en la enciclopedia y luego en otros libros, qué era una tuna, qué hacía, qué música interpretaba. Les recuerdo que no había computadores, ni Internet, ni Google, ni mucho menos YouTube. Los discos que conseguí fueron muy pocos, si mal no estoy uno de 33 revoluciones y dos de 78, prestados por la tía de una amiga que me los recomendó a morir. Comenté la idea con varios compañeros del grupo musical y noté de inmediato su aceptación. Debían desarrollarse muchas actividades: definir integrantes, uniformes, instrumentos, repertorio. La carátula del disco de 33 revolu-
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ciones era una fotografía de una tuna, con su vestimenta y los instrumentos que interpretaba. Esa imagen fue la base para todo lo que posteriormente utilizaría la nuestra. Como comprenderán no había antecedentes ni a quién preguntarle nada. Además quisimos hacerlo todo nosotros para que cuando tuviéramos algún tipo de organización y claridad en lo que necesitábamos, pudiéramos hablar con las autoridades de la universidad que, a propósito, estaban cambiando. Monseñor Castro Silva había fallecido en marzo de 1968 y por tal razón para ese momento ya no contábamos con un interlocutor definido. Elegido el doctor Rocha como nuevo rector de la universidad en octubre del mismo año, la nueva administración estaba tomando otro rumbo con el desarrollo de las nuevas políticas rectorales. Este escenario, coyuntural desde luego, prolongó obligatoriamente la definición de nuestra tuna. Recién posesionado el doctor Rocha, hablamos con él sobre nuestro propósito tunante. Desde el primer momento el señor rector acogió nuestra iniciativa y se entusiasmó con ella, al punto que nos puso en conversaciones con el síndico de la universidad para ultimar los detalles de nuestras necesidades. El doctor Ángel María Pachón, así se llamaba el síndico, era un abogado del norte de Cundinamarca, bien centrado en su oficio y dilecto representante de la calma campesina en el buen sentido de la palabra y de la acción. Durante las semanas siguientes se propuso aterrizar nuestra imaginación y ajustar en forma realista nuestro interés, para esos momentos inmediatos pues se estaba acabando el año. No recuerdo cuántas cotizaciones de cada elemento tuvimos que conseguirle y repetir su consecución. Cuando finalmente se decantaron las necesidades y se cuantificó la inversión, llegó la lección de paciencia: debíamos esperar la aprobación del presupuesto por parte de la universidad, que no podría ejecutarse hasta el año siguiente. Y entonces llegaron los exámenes finales y las vacaciones.
© Archivo personal del autor
En 1969, en el Club Rosarista. De izquierda a
Martha Senn, Rafael Mendoza, Ramón Vega, Álvaro
derecha: Vicente Amaya, Carlos Felipe Torres,
Bustamente, Juan Manuel Pardo, María Teresa
Fabio Jiménez, Gustavo Samper, Myriam Rozo,
Barrera, Iván Romero. De rodillas de izquierda a
Melva Guzmán, Eugenia Ordoñez, Gabriel Ramírez,
derecha: María Cristina Uribe y Clara Laignelet.
Antonio Rocha Alvira (rector), Patricia Forero,
Las tunas españolas estaban compuestas solo por hombres. La nuestra, la Tuna Rosarista, fue la primera tuna mixta. Y lo fue desde el principio. Nunca nos cuestionamos el asunto. El grupo inicial, el coro instrumental que les comenté, lo conformábamos hombres y mujeres. Nadie, que yo recuerde, tocó el tema ni hubo lugar a tomar decisiones. Trabajamos desde el principio como tuna mixta. Mientras dábamos todas las vueltas y revueltas que debíamos para darle forma a nuestro sueño, continuábamos ensayando y “montamos” varias canciones, de tuna, obviamente tomadas de los discos que les mencioné. “Clavelitos” fue la primera. También visitamos todas las facultades de la universidad a fin de conseguir nuevos integrantes. Derecho, Medicina, Administración de Empresas, Economía, todas fueron visitadas y en verdad tuvimos mucho eco. Para finales de febrero de 1969 el grupo estaba casi completo y para lograrlo, dada la positiva
respuesta y el número elevado de estudiantes que querían formar parte del mismo, improvisamos unos exámenes de admisión en el que, como en cualquier proceso similar, unos pasaron y otros no. Para ese momento ya habíamos iniciado ensayos, los cuales yo siempre había dirigido. Pero consciente de mis limitaciones musicales y de que queríamos un grupo armónico y musicalmente destacado y definido desde el principio, me di a la tarea de encontrar un director musical. Antes de comenzar la búsqueda, tuve que negociar el tema ampliamente y durante varios días con el doctor Pachón. Aprobado el sueldo para el director, busqué en varias partes. Un día visité el almacén musical de Gonzalo Morales, ya fallecido, músico y fabricante de instrumentos de cuerda que tenía su local en la esquina de la carrera 16 con calle 57, costado suroccidental. En tanto miraba sus instrumentos y tocaba algunos de ellos, le conté en lo que
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andaba y mi necesidad de encontrar un director musical para la tuna. Me escuchó con atención y luego me dijo: “Le tengo el tipo”. De esta forma conocí a Juvenal Cedeño, gran amigo. Valluno, músico de profesión y vida, para ese entonces estudiante de la Universidad Nacional. Interpretaba todos los instrumentos de cuerda, incluido el violín. Fue declarado varias veces ganador o fuera de concurso como intérprete de bandola en diferentes festivales de música colombiana. Tenía un grupo musical con sus hermanos, excepcionalmente bueno. Algunas veces asistí a sus ensayos y presentaciones, varias de ellas aquí, en la Universidad Nacional. Juvenal se convirtió desde ese momento en el director musical y arreglista de la Tuna del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, labor que desempeñó con mucha disciplina y éxito durante varios años. A finales de marzo o en abril de 1969 iniciamos los ensayos con Juvenal. Eran los sábados a partir de las tres de la tarde. La semana era para estudiar. Para esa época también habíamos definido el uniforme de la tuna, pero faltaba lo más importante, ¿quién iba a confeccionarlo? Pues bien, ese fue otro problema. Buscar un sastre que quisiera hacer el trabajo. Eran ocho pantalones de mujer, once de hombre, diecinueve capas y diecinueve blusas, y todo ello debidamente ajustado al presupuesto que nos había asignado la universidad y que había sido discutido ampliamente con el doctor Pachón. Después de muchos ires y venires, finalmente conocí a Alfonso Martínez, sastre independiente, quien tenía su taller a media cuadra del claustro por la carrera sexta. Se comprometió a hacernos el uniforme, salvo las blusas. Estas finalmente le fueron encomendadas a una modista conocida por una de las niñas de la tuna. A estas alturas ya la tuna era conocida en la universidad. No nos habíamos presentado aún pues no teníamos uniforme, pero nos escuchaban can-
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tar y ensayar, y como el número de estudiantes era tan reducido, todos sabían lo que estábamos haciendo. La oficina que nos habían asignado en el segundo piso, muy amplia y confortable por cierto, era nuestro sitio de reunión diaria, y allí guardábamos los instrumentos, que eran propios, salvo el contrabajo, la pandereta, las bandolas y los instrumentos de percusión que eran de la universidad. Todos ellos, incluidos las guitarras y los tiples, permanecían allí toda la semana y, como podrán imaginarlo, eran tocados a diferentes horas del día. Esa oficina se tornó en un lugar muy acogedor gracias a la mano femenina que todo lo arregla y todo lo embellece. Mediante un contrato académico, la universidad le entregaba diplomas con su aval a lo que en ese entonces llamábamos las Escuelas Anexas. Era un centro de formación en Fisioterapia, Terapia Ocupacional y Terapia del Lenguaje que estaba situado en una casona situada en la carrera 7 con calle 76. Recuerdo que allí estudiaban unas niñas excepcionalmente bellas. Pues bien, nos comprometieron a presentarnos en una celebración que tenían para mediados o finales del mes de mayo. Y así lo hicimos. Fue nuestra primera presentación pública. En ella alternamos con la también recién formada Tuna Javeriana. No había más tunas en Bogotá. Las grandes diferencias entre las dos agrupaciones las marcaron los uniformes. Nos inauguramos con anécdota. Alfonso Martínez, el sastre, no obstante haberle manifestado nuestro afán, no había alcanzado a terminar todos los uniformes que ya no eran diecinueve sino veinte con el de Juvenal, quien desde el principio siempre se presentó con nosotros. Esta pequeña razón nos llevó a uniformarnos con blazer azul, pantalón o falda gris y buzo blanco. La Javeriana sí tenía todo su uniforme y comprenderán ustedes el pequeño complejo que soportamos. Pero a la larga no importó. Realmente la tuna sonó muy bien e hizo una presentación
muy decorosa. Las pocas canciones de tuna que teníamos ya montadas las repetimos un tanto y cantamos algunas del antiguo repertorio de música colombiana. Esta primea presentación pública fue realmente inolvidable para todos. Así empezó la Tuna del Rosario, que ha perdurado, con cortas interrupciones, hasta el día de hoy. Fueron muchísimas las presentaciones y serenatas que dimos y, como en toda organización humana, su vida está plena de anécdotas, cuentos y recuerdos. Como invitados especiales estuvimos en Ibagué, San Andrés Isla y Honda. Nos presentamos en muchas universidades y colegios, los días de la banderita de la Cruz Roja tocábamos por todo Bogotá. En fin, con nuestro accionar impulsamos, sin proponérnoslo desde luego, la creación de nuevas tunas en casi todos los establecimientos educativos, primero universitarios y luego de colegios, al punto que, varios años después, casi todos tenían una. Fundamental para la alegría del grupo y el desarrollo de su compañerismo y amistad fue el llamado “comité de aplausos”, conformado por condiscípulos que, sin saber cantar ni tocar un instrumento, no se perdían presentación, serenata, ni final de ensayo de la tuna y disfrutaban, como nosotros, de todos los éxitos. Era un grupo de cerca de diez “gocetas” que no nos abandonaba y en ocasiones coreaba con nosotros frases de alegría entre las estrofas. Nos divertíamos mucho con ellos. Cada cinco o diez años los tunos activos, la universidad o nosotros mismos (no importa quién tenga la iniciativa), nos reunimos para celebrar el cumpleaños de la Tuna, conocer a los nuevos, aplaudir los avances del grupo, los discos que han hecho, las nuevas canciones, las anécdotas y comentarios, en fin… para hacer la fiesta de los tunos.
Por la Tuna del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario han pasado más de quinientos rosaristas. Para terminar quiero honrar los nombres de quienes integramos esa primera tuna y destacar que incluía representantes de todas las facultades que en ese momento conformaban el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Ellos son: De la Facultad de Derecho: Patricia Forero, Clara Laignelet, (q.e.p.d.), Martha Senn (nuestra muy querida y famosa mezzosoprano), María Cristina Uribe, Vicente Amaya, Hernán Romero, Gustavo Samper y Carlos Felipe Torres. De la Facultad de Economía: María Teresa Barrera, Melba Guzmán, Eugenia Ordoñez, Myriam Rozo, Álvaro Bustamante, Rafael Mendoza, Juan Manuel Pardo y Gabriel Ramírez. De la Facultad de Administración de Empresas: Fabio Jiménez. De la Facultad de Medicina: Jorge Luis Aldana y Ramón Vega.
Gracias a todos ellos, ese sueño nacido en 1968 y presentado oficialmente en 1969 se convirtió en una realidad que perdura hasta nuestros días. Una amistad formada al amparo de la alegre y liviana despreocupación de los días de estudiante aún hoy continúa vigente. Felicitaciones a los organizadores de este importante evento internacional, y muchas gracias por escucharme.
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© Camila Gómez Caro
A Jaime Restrepo le corresponde la tarea más encantadora del Archivo Histórico: leer los libros que conforman la colección de la Biblioteca Antigua y descifrar su contenido.
Los tesoros que custodia la Biblioteca Antigua del
Archivo Histórico Por: Camila Gómez Caro
Estudiante de Periodismo y Antropología de la Universidad del Rosario
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a Santafé colonial del siglo XVII contaba con famosas colecciones de libros que penetraban las prohibiciones legales estipuladas por el Nuevo Reino de Granada. Entre conservas y toneles de vino, los libros burlaban las restricciones para llevar a las tierras indias Filosofía, Ciencia, Teología, Literatura, todo un acervo de conocimiento que se gestaba al otro lado del océano a meses de viajes en barco. De estas colecciones, aún se conserva, cuatro siglos después, una compilación de más de ocho mil volúmenes en el Archivo Histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Pertenecen a la Biblioteca Antigua, una de las tres colecciones que custodia el Archivo. Por su valiosa colección formada en la época de la Colonia y porque está abierta al público el tiempo, en este espacio aislado del ruido capitalino, se divide en dos: el pasado que se revive con el paso de los folios y el presente que está deseoso de conocer y seguir viviendo. Los archivos históricos son los archivos de la memoria colectiva e individual de las comunidades. Documentan y preservan la historia misma; cada uno de los documentos que los componen fueron creados en momentos históricos específicos que reflejan la vida o las formas de entenderla en un período anterior. No importa si son textos antiguos, periódicos de antaño, fotografías e incluso cédulas reales, el punto es que estos sean marco de referencia de un pasado común: el nuestro. Estos espacios colmados de conocimiento cobran más importancia en la medida que se conoce la joya que custodian. Así lo entendió Carla Bocchetti, antigua directora del Archivo Histórico, donde por muchos años se conservaron en resguardo los documentos de la Biblioteca Antigua y se consideraban por sí solos tesoros, tesoros sin pulir. Pero solo hasta hace cuatro años en una iniciativa que perdura hasta el día de hoy, la joya expone los trazos de su riqueza. Libros incunables, numerosos libros catalogados como “raros y
curiosos”, variados títulos jurídicos, obras filosóficas de la Escolástica aristotélica-tomista, Medicina, Astronomía y Matemáticas; decenas de títulos están abiertos al público, puestos al servicio de investigadores y alumnos.
Biblioteca Antigua Muebles de madera antigua de techo a piso son los encargados de mantener a salvo las colecciones, los tonos opacos entre ocres y colores tierra predominan en el recinto. A través del cristal de un vidrio se reflejan y con curiosidad se asoman letras y texturas rígidas de encuadernación. El medio para traerlos al año 2013 es una escalera móvil que se pasea por los pasillos, solo ella permite tomarlos en la mano y darles un respiro sobre la mesa. El Archivo, aunque silencioso, es un lugar de constante movimiento. El director, su asistente, dos historiadores, las personas encargadas de catalogar y el trabajo del investigador Jaime Restrepo son los ejes de esta biblioteca. A Restrepo le corresponde la tarea más encantadora del archivo: descifrar el contenido de la colección de la Biblioteca Antigua. Las lenguas clásicas, como el griego o el latín, dejaron de enseñarse hace algunos años en Colombia. Sin embargo, este fue el idioma principal por siglos de la ciencia antigua, de la literatura medieval y renacentista, así como de la iglesia Católica y Anglicana. En este idioma se encuentran escritos los libros de la colección de Archivos Antiguos y Restrepo es quien los interpreta.
Catalogación Descifrar el contenido de los libros de la Biblioteca Antigua implica, en un primer momento, la elaboración de las fichas. No hay nada más importante en una biblioteca que el contenido de las fichas bibliográficas; sin ellas, los libros se sintetizan en objetos físicos puestos sobre un estante. Por esquemáticas que parezcan estas deben aportar la información completa en cabeza del autor, la ficha con-
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tinúa con el título original —en latín o griego por supuesto— acompañado de su posible traducción. Al final los datos básicos como la ciudad de impresión, las personas o taller que lo imprimieron, la fecha de impresión y las características físicas del libro: desde el número de páginas hasta la forma como se encuentra impreso. Párrafo siguiente, el resumen de su contenido, acompañado del idioma en el que está escrito y por último las sugerencias de clasificación. En esta última característica se hacen evidentes las anotaciones a mano, las marcas, el deterioro y en muchas se encuentra la firma del dueño, el donante o el escritor. Como piezas de un mapa en partes, las fichas comenzaron a producir los efectos esperados. Su contenido mostraba eventos precisos de la historia, daba cuenta de la forma como se entendía la medicina en la época, hablaba de las prácticas revolucionarias, no solo de los países que tradicionalmente producían conocimiento, sino también de las aulas del Colegio Mayor y del perfil del estudiante que parte de la institución. Uno de los hallazgos más relevantes fue determinar cuántos libros incunables conserva la Universidad del Rosario. Luego de la búsqueda descubrieron que son nueve los títulos de la primera época de la imprenta en el mundo.
punzones, instrumentos que en un extremo con forma de relieve presentaban la letra a reproducir. Entonces por la fuerza transferida, al dar repetidos golpes en el otro extremo del punzón, la letra quedaba grabada en un bloque de cobre que luego servía de molde de la pieza a trabajar. Esta labor se reprodujo en los talleres de imprenta, estos como su nombre lo indica se encargaban solo de imprimir y dejar el material listo para encuadernación, así los libreros, expertos en hacer libros, continuaban con el proceso en otro lugar. Bajo este principio de elaboración surgen los primeros libros incunables, un calificativo que hace referencia a los libros producidos en los primeros años de la imprenta: desde 1450 hasta 1500. Este criterio exclusivamente cronológico ha sido debatido y para muchos teóricos es una caracterización limitada. Sin embargo, en lo que sí hay sincronía es en la consideración de que este tipo de libros corresponde a una fase artesanal en la que el impresor se expresaba a sí mismo en su trabajo como un maestro independiente y creativo. Así lo confirma Jaime Restrepo, para quien hablar de libros incunables es evidenciar el primitivismo y el oficio artístico en una etapa anterior a la mecanización del trabajo de la imprenta.
Los incunables
El libro más antiguo depositado en la Universidad data de 1473 y el último de esa era es de 1494. Entre los elementos más representativos de los incunables es posible resaltar las similitudes con los códices manuscritos, estos libros tienen exactamente el mismo aspecto, usaban el mismo tipo de letra y decoración. Esto tenía un sentido y era que la gente ya estaba familiarizada con el tipo tradicional de formato de lectura. Tuvo que pasar un siglo para que los impresos se liberaran de dicha influencia y crearan su estilo propio. Llamado el Utilísimo catálogo sobre la maldad de herejes y apóstatas este es un manual que en orden alfabético expone las formas de cómo
Para hablar de los primeros libros hechos en papel, hay que retroceder unos cuantos años y comprender la relación estrecha que tienen los incunables y el desarrollo de la imprenta. Los primeros son el resultado de esta técnica que transformó la producción de la literatura en el mundo. El gran invento que produjo Johannes Gutenberg fue la sustitución de la madera por el metal en la tipografía. Sobre los tipos metálicos móviles se grababan las letras que eran fundidas, lo cual producía tal deterioro en la pieza que siempre era necesario fundirla para crear una nueva. Estos moldes de letras escritas permitieron producir
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proceder con los herejes y los apóstatas en diferentes casos. “Se imprimió en la noble ciudad de Valencia en el año 1494 de la Natividad del Señor; exactamente el día 16 del mes de septiembre”. Como todo incunable carece de portada, entiéndase una página inicial con los datos de la obra. Estos textos en suplencia iniciaban los encabezados con expresiones latinas como íncipit (comienza) o feliciter íncipit (felizmente comienza), seguida de una descripción del autor y del tema a tratar en el escrito. En cuanto terminaba el texto en un breve párrafo se usaba explicit (terminó) y una descripción del autor y el tema como la inicial, más abreviada. De 1493 encontramos el texto Comentarios a la guerra de las Galias, de Julio César y Comentarios a la guerra de España, a la guerra de Alejandría y a la guerra de África, escrito por Aulo Hirtio Autopio. Este último libro fue elaborado por varios autores, uno de ellos Julio César Cayo quien fue personaje central de la transición romana a la República del Imperio. Este es un relato sobre las experiencias y percepciones de la guerra civil, tiene una particularidad y es un índice de ciudades, ríos y lugares para comprender mejor los comentarios desarrollados en el texto. Llama la atención un grabado final con un dibujo de San Antonio Abad, en la parte superior se encuentra tachada la frase: defendenos beate pater Antoni (defiéndanos, Santo Padre Antonio), esta imagen fue el símbolo que identificó en su momento a la edición Philippo Pincio. Lo impreso se consideró, en sus inicios, sinónimo de vulgar; su soporte, el papel, estaba condenado a un prematuro final. Europa no encontraba mayores ventajas para sustituir el pergamino por el papel, puesto que temían que por su material se destruyera fácilmente. Los incunables fueron impresos sobre papel artesanal de contextura fuerte, gruesa y robusta (semejantes a los manuscritos), de alta calidad y consistencia para soportar seis siglos de existencia.
En cuanto al diseño de los textos, los incunables se imprimieron en dos columnas y en línea tirada. La primera permitía la reducción de costos al economizar papel, su mayor uso fue en libros litúrgicos, filosóficos y jurídicos. En cuanto a la línea tirada, los impresores italianos fueron quienes prefirieron esta técnica que consistió en imprimir los libros a reglón seguido, fue la forma utilizada para los libros clásicos griegos. El inventario antiguo de la Universidad en 1800 aceptó con exactitud al autor del siguiente título: Comentarios a La Consolación de la Filosofía de Boecio, por el Pseudo-Tomás de Aquino, 1484-1485. En aquella época era común que los escritores hicieran comentarios de obras famosas o tratados filosóficos. Este libro fue elaborado por Fray Thomas Walleys, pero atribuido a Santo Tomas de Aquino. Este recurso fue usado frecuentemente en la Edad Media con un doble propósito: evitar problemas de censura y otorgar nombre y prestigio a obras con poca salida. Las primeras letras de los párrafos principales eran para las mayúsculas capitales. Se dejaban así con el propósito de que los iluminadores las ornamentaran. El proceso no era una labor sencilla, se hacía en dos partes, el copista dejaba el espacio para que luego un maestro en caligrafía o un pintor de iniciales le diera vida. Muchos incunables, al igual que este, conservan los espacios en blanco. Así también los textos tenían aires a los costados con el fin de que los lectores hicieran propio este espacio y plasmaran sus comentarios. Los tipos de imprenta en los primeros años eran el mejor secreto guardado de cada taller; el conjunto de juegos tipográficos, denominado letrería, era la firma propia del impresor quien trabaja principalmente con dos tipos de letras: la gótica y la romana. Cada detalle de estos libros da cuenta del desarrollo de este proceso, de lo que estaba
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en juego en cada impresión y las implicaciones existentes entre el lector y el taller de imprenta. La historia y la memoria que conservan los incunables de la Biblioteca Antigua del Rosario invitan a socavar en sus folios y poner de manifiesto que estos y el patrimonio que conservan son vestigios de conocimiento perpetuados a lo largo del tiempo.
Los incunables del Rosario 1. Sobre restituciones, usura y excomuniones, de Fray Francisco de Platea (1473) 2. Explicaciones sobre el Evangelio de S. Lucas, de San Ambrosio (1476) 3. Ocho libros de Cartas, de Cayo Plinio Segundo (1483) 4. Comentarios a La Consolación de la Filosofía de Boecio, de Pseudo-Tomás de Aquino (14841485) 5. Disquisiciones sutiles y alegatos de Nicolás Tedeschi, de abad de Palermo (1490) 6. Sermones, de Francisco de Mayronis (1493) 7. Utilísimo catálogo sobre la maldad de herejes y apóstatas, Anónimo (1494) 8. Comentarios a la guerra de las Galias, de Julio César. Y Comentarios a la guerra de España, a la guerra de Alejandría y a la guerra de África, de Aulo Hirtio Autopio (1494) 9. Lecciones, de Juan Calderini y otros (1496)
Libros antiguos Los incunables tienen una temporalidad definida hasta 1500; por libros antiguos se entiende que son aquellos cuyo tiempo de producción finalizó en el año de 1800. Frontera que además distingue el libro impreso antiguo del libro moderno. Para entonces la técnica de la imprenta tomó más fuerza y creció hasta consolidarse en un importante gremio. Con el paso del tiempo el cuestio-
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namiento no giraba en torno a cómo producir los textos, sino qué debía reproducirse en ellos.
DE LA INQUISICIÓN A LA PROTESTA Adicional a su valor histórico, los libros antiguos registran el cambio de pensamiento institucional. De uno completamente cerrado y censurador a uno que cuestiona y busca nuevos horizontes. Mentalmente la palabra inquisición nos enlaza con historias dramáticas de estas instituciones judiciales creadas en la Edad Media que cumplían con la misión de sentenciar a las personas culpables de herejía. En América Latina la Iglesia estuvo subordinada a la autoridad de los monarcas españoles, dicha subordinación se permeó con la llegada de los colonizadores a estas tierras. Sumado a ello la cristianización masiva de los pueblos indígenas permitió que se fortaleciera el poder de las estructuras religiosas, lo cual permitió el establecimiento de los tribunales inquisitoriales. El temor de que la Reforma Protestante de Europa penetrara España y sus colonias produjo una estricta revisión de cada producto proveniente de embarcaciones; por supuesto, los libros fueron blanco de dicha prohibición. La censura fue una herramienta político-religiosa para controlar el pensamiento y la publicación. El monarca cerraba sus fronteras a escritores de países protestantes; generaba un ambiente tenso de castigo y presión moral en sus súbditos. Se penalizaba al impresor, al vendedor y a todo aquel al que le fuera encontrado un texto no permitido. Este tipo de situaciones empezaron a hacerse visibles en los textos de la Biblioteca Antigua. Los libros fueron expurgados, la técnica consistía en tachar líneas enteras de contenido para hacer que la lectura fuese imposible de realizar. Uno de los casos más dramáticos es el libro de Isaac Newton a quien no solo tacharon sus hojas, sino
para tal época, la nueva ciencia daba de qué hablar en los pasillos y los alumnos eran el ejemplo más diciente de esta transformación. En realidad poco importa qué tan lejos llegue nuestra lectura o si atraviesa imperios o repúblicas, lo sorprendente es cómo esta nos brinda elementos para transformar nuestro presente. Estos cuatro años de trabajo de Jaime Restrepo, durante los cuales ha traducido e interpretado los contenidos de la colección de Libros Antiguos, nos han mostrado personajes, anécdotas, saberes, técnicas y detalles de la memoria del Claustro y de Occidente. Quizá la mayor enseñanza de este proceso es comprender el valor que tiene la tradición que no es ciega a sí misma y que, por el contrario, se conserva y se reinventa para hacerse eterna. © Archivo Histórico UR
que optaron por rasgarlas enteras. No había una forma única de censura; de hecho, ocurrían censuras previas a la impresión o en otros casos al inicio de los textos los acompañaba una frase escrita a pulso: “Este libro fue expurgado por____ según orden de la Inquisición el día___”. Sin embargo, tiempo después apareció el registro de la posibilidad de la protesta en este Colegio Mayor, en el libro de Santo Tomás con Comentarios a Aristóteles. Se evidenció en los comentarios escritos por un catedrático que declaró como no válida la doctrina filosófica de Santo Tomás de Aquino para dar explicación al cielo y la tierra en el siglo XVIII, un canto de libertad de pensamiento, anota Restrepo. Los cambios en la mentalidad de las generaciones nuevas frente a las antecesoras eran consecuencia de los avances en el conocimiento;
Libros incunables, numerosos libros catalogados como “raros y curiosos”, obras filosóficas de la Escolástica aristotélica-tomista, Medicina, Astronomía y Matemáticas; están abiertos al público, puestos al servicio de investigadores y alumnos.
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Clásicos UR 360 años de historia on-line
© Archivo Histórico UR
Por: Archivo Histórico
Portada del ejemplar del tercer volumen, custodiado por el Archivo Histórico.
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a Universidad del Rosario tiene la fortuna de contar con una biblioteca antigua que se ha venido forjando a lo largo de sus 360 años de historia. Esta apasionante colección de más de 8.000 volúmenes cuenta con ediciones europeas, impresas entre los siglos XV y XIX, dentro de los cuales hay nueve obras incunables y numerosos libros catalogados como “raros y curiosos”. Estos libros están escritos principalmente en latín, pero también existen ejemplares en griego y castellano. Su consulta y difusión presentan una oportunidad única para reactivar el conocimiento del mundo clásico en Colombia. Con ese propósito en mente, en el año 2013, el Archivo Histórico lanzó un portal virtual llamado Clásicos UR (http://clasicosarchivohistoricour. org/), que tiene como objetivo promover y difundir las enseñanzas de los clásicos, mediante una investigación detallada y seria de los contenidos de los libros de la Colección. Esta página web, que ya tiene más de 2.000 seguidores en distintos países y ha obtenido más de 16.000 visitas, cuenta actualmente con cerca de 37 artículos de temas variados, desde un análisis de los libros incunables hasta relatos de antiguas conspiraciones en el Imperio Romano. Cada artículo está complementado con imágenes de los libros, las cuales le brindan al lector la oportunidad de sumergirse en las estanterías de la Biblioteca Antigua del Rosario desde la comodidad de su casa. En vista de lo anterior, en la presente edición, el Archivo Histórico presenta dos de los artículos que aparecen en el portal Clásicos UR: “Opuscula mathematica, philosophica et philologica 1744” y “El Tomismo del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario: La protesta elegante y clásica: un catedrático rosarista se cuestiona sobre el alcance del juramento que tuvo que prestar para ejercer su cátedra”, ambos ejemplos de la riqueza histórica de su colección.
Opuscula mathematica, philosophica et philologica, 1744 Por: Juan Carlos Lara Traducción: Jaime Restrepo Z. Investigador y traductor de los textos de la Biblioteca Antigua del Archivo Histórico
Isaac Newton es una de las figuras más trascendentales, y polémicas, de la historia de la ciencia. Miembro del Trinity College en Cambridge desde 1667, del Parlamento Inglés en 1689, director de la Moneda en 1696, presidente de la Royal Society en 1703, en 1705 fue nombrado caballero (Knight Bachelor) por la Reina Ana (16651714), como recompensa a los servicios prestados a Inglaterra. A menudo calificado como el científico más grande de todos los tiempos, sus trabajos sobre el cálculo infinitesimal, la óptica y el desarrollo de la ley de la gravedad son reconocidos universalmente como obras cúlmenes de la revolución científica. Sus turbulentas disputas con otros científicos y filósofos de la época como Robert Hooke (1635-1703) y Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), sus controversias religiosas y políticas con el rey católico Jacobo II (16331701; depuesto en 1688), y su fascinación por la alquimia y la teología también, han sido objeto de numerosas investigaciones y debates. La Opuscula mathematica, philosophica et philologica, compilada, traducida al latín y editada en suiza en 1744 por Juan de Castiglione, da cuenta de algunos de los intereses científicos, filosóficos y religiosos de Newton. El ejemplar custodiado por el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario es de particular interés para la historia de la ciencia, la religión y la educación en el país, ya que el Opúsculo XV denominado “Observaciones a las profecías de Daniel y del Apocalipsis de S. Juan” fue objeto de censura, tal y como se explica en un texto manus-
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crito en latín, sin fecha, inserto en la página 282, en el cual el expurgo se justifica así: Mihi de hocce opusculo saepius invecta religione primo expurgandum ab innumeris quibus scatebat erroribus, deinde plurimis chartis mulctandum duxeram quathenus (sic) ita meram expositionem legentibus daret. Sed cum subinde novus exoneretur scrupulus animum instigante ea, quam bullam dicunt in Coena Domini, quod omnis fere Europae subscribere juditio non auderem, bullam hiuiusmodi iamdu (sic) dudum explodentis, primo quia non quo ad partes omnes in stupariis repugnata, nec ab executione nisi unius vel alterius capitis supplicari, vetustis id attestantibus autoribus; deinde, quia moribus et usu admisa et aprobata, firmata iam et stabilita […] utentium consensu videbatur: ergo quandoquidem dissipare chartas perniciem toti afferebat volumini, non utique styllum imitere (sic) transversum, neque littera perpetua funditus evertere sensum, vel ipsa deformitate libri, quidquam moratus sum.
La traducción del investigador Jaime Restrepo es la siguiente: Me pareció conveniente expurgar primero este Opúsculo, en el que con más insistencia se ataca a la religión de los innumerables errores que difundía. Pero solo después consideré que también debía ser castigado en muchísimos de sus folios, con el fin de ofrecer a los lectores un texto sin contaminación. Así aliviaba una nueva inquietud, movido mi espíritu por aquella bula que llaman In coena Domini, que no me atrevería a someter al criterio de la mayor parte de Europa, que recientemente rechazó esta obra. En primer
La Opuscula mathematica, philosophica et philologica, compilada, traducida al latín y editada en suiza en 1744 por Juan de Castiglione, da cuenta de algunos de los intereses científicos, filosóficos y religiosos de Newton.
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término, porque ella no fue impugnada en todas sus partes como merecedoras de la hoguera y porque solo se pidió la eliminación de uno u otro capítulo, como lo atestiguan los autores antiguos. Además, porque era algo aprobado y aceptado, tanto por las costumbres como por la práctica. Y aunque tardé algo en eliminar los folios que ocasionaban el mal de todo el libro, lo hice ciertamente no para dar libertad a un estilete [pluma] equivocado, ni para echar por tierra el sentido fundamental de las Sagradas Letras, sino movido por la misma ignominia del escrito (libro). Por las anotaciones al libro se sabe que los tres volúmenes pertenecieron a don Eloy Valenzuela, quien los adquirió en 1779 y los donó al Colegio del Rosario en 1831. No hay certeza, sin embargo, sobre la identidad del expurgador ni de la fecha de la censura. Gran parte de las páginas de este Opúsculo fueron tachadas a mano, a renglones intercalados. También hay tachaduras en algunas apostillas o en notas a pie de página. Cuando lo que afirma el texto parece ser más grave, el párrafo completo aparece tachado (por ejemplo, páginas 398 y 399). Este ejercicio reiterado en unas doscientas páginas muestra claramente la intención de impedir la lectura del texto impreso. Pero la segunda y más radical forma de censura fue la mutilación de la obra, pues fueron arrancadas páginas enteras (por ejemplo de la 361 a la 364, de la 375 a la 378, de la 387 a la 388, de la 415 a la 418, de la 421 a la 424, de la 447 a la 450, de la 462 a la 466 y de la 484 a la 488). Aún está pendiente un análisis detallado de los textos censurados en este ejemplar. No obstante, el hecho de que Newton se opusiera a la doctrina de la Trinidad divina y señalara a la Iglesia católica romana de ser la bestia del Apocalipsis, permiten intuir qué tipo de contenidos fueron eliminados de este ejemplar del volumen 3. Ver extracto del libro en PDF: http://repository. urosario.edu.co/handle/10336/3915
© Archivo Histórico UR
Fenómenos de refracción de la luz. por
© Archivo Histórico UR
Newton. Tomus Secundus p. 258.
Portada del capítulo del sobre el profeta Daniel de la Opuscula Mathematica, Philosophica et Philologica de Newton, p. 258 del tercer volumen.
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Título: Isaaci Newtoni equitis aurati Opuscula mathematica, philosophica et philologica / collegit partimque latine vertit ac recensuit Joh. Castillioneus Jurisconsultus… Traducción: Opúsculos matemáticos, filosóficos y filológicos de Isaac Newton, caballero dorado. El jurista Juan de Castiglione los recopiló, revisó y tradujo parcialmente al latín Autor: Isaac Newton (1743-1727) Traducida por: Juan de Castiglione Fecha: 1744 Lugar de publicación: Lausana y Ginebra, Suiza Editor: Marco-Miguel Bousquet Idioma: Latín Ubicación: estante 07, libro: 065 V.1. Estante 07, libro: 065 V.2. Estante 07, libro: 065 V.3. Contenido de la obra Volumen 1: Tomus Primus. Continens Mathemática. Accesit commentariolus de vita auctoris [Tomo Primero. Matemáticas. Se incluye una breve nota sobre la vida del autor]: Análisis de ecuaciones infinitas por el número de términos; Método de flujos y series infinitas; su aplicación a las curvas geométricas; Cuadratura de las curvas; Enumeración de las líneas de tercer orden; El método diferencial; Solución de dos problemas propuestos por Juan Bernouille; cartas varias de Newton (fragmentos). Volumen 2: Tomus Secundus. Continens Philosophica [Tomo Segundo. Opúsculos filosóficos]: El sistema del mundo; Lecciones de óptica: Refracciones de los rayos de luz; Origen de los colores; escritos insertos en las Transacciones filosóficas; cartas de Newton. Volumen 3: Tomus Tertius. Continens philologica [Tomo Tercero. Opúsculos filológicos]: Crónica de las antiguas gestas de Europa; Cronología de los Antiguos Reinos; Respuesta a las críticas que se hicieron a la crónica; Sobre los vaticinios del profeta Daniel y del Apocalipsis de San Juan; Observaciones.
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El tomismo del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario parte I: La protesta elegante y clásica: un catedrático rosarista se cuestiona sobre el alcance del juramento que tuvo que prestar para ejercer su cátedra Por: Jaime Restrepo Z. Investigador y traductor de los textos de la Biblioteca Antigua del Archivo Histórico
La Biblioteca Antigua del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario conserva una edición (Venecia, Domenico Nicolini da Sabio, 1593 a 1596) que incluye varias obras filosóficas y teológicas de Santo Tomás de Aquino. Entre las primeras, destacan sus comentarios a Aristóteles. El tomo II corresponde a un comentario del santo a los libros de la Fysica: incluye la exposición acerca de los ocho libros de la Física, los cuatro libros Sobre el Cielo y el Mundo y los comentarios a los libros Sobre la Generación y la Corrupción (número topográfico antiguo E 28 nº163). La presencia de una obra como esta no es ninguna novedad en una biblioteca colonial latinoamericana. Y menos aún puede extrañar en un colegio mayor que nace expresamente para subsanar la carencia que se experimenta en la Nueva Granada “de personas que lean la Doctrina de Santo Tomás” y con el propósito de que “los seglares se pudiesen hacer varones insignes en la doctrina de Santo Tomás, leyéndola, y así deseamos dejar en este reyno dilatada la doctrina de Santo Tomás, y muchos varones seculares consumados en ella”, como relatan los documentos fundacionales. Es su objetivo, y una parte de su misión, diríamos hoy, que el Colegio se convierta en semillero “de la Doctrina de Santo Tomás, y sus colegiales imágenes formadas a la semejanza del Santo Doctor Angélico” (Constituciones, folio 12. Título IV).
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Portada del libro de Santo Tomás de Aquino. Con Comentarios a Aristóteles. Editado en Venencia por Domingo Nicolini da Sabio y Compañía en 1594. Portada del ejemplar del segundo volumen, custodiado por el Archivo Histórico.
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El aprecio y estima de Cristóbal de Torres por la doctrina de Santo Tomás se derivó no solo del legítimo aprecio por su compañero de hábito, de la presión que, en su condición de Arzobispo, lo urgió a aplicar las directrices del Concilio de Trento a favor de una doctrina sana y segura que, según las insistentes enseñanzas pontificias, solo se encontraban en las lecciones del doctor angélico. También pesaba sobre él lo que era voz común en el mundo católico occidental, por no hablar de España. Fray Cristóbal bebió, en su formación, de las fuentes de la primera neoescolástica tomística que tuvo su centro en el Convento de San Esteban de Salamanca (con los también dominicos Vitoria, Cano, Soto y Medina). Estuvo en contacto con el ala más radical de esta escuela (Báñez). Aprendió las artes y la teología en las lecciones de los primeros y formó parte de ese fogoso y radical espíritu de las escuelas teológicas. Él mismo contó que fue formado en las enseñanzas de fray Domingo de Soto: “Así estudiamos nosotros, oyendo en voz el Curso del sapientísimo Padre Maestro Fray Domingo de Soto” (Constituciones, folio 13 V. Título V). Por ello se afanó en obtener libros para que, en Santafé, sus alumnos conocieran las obras y enseñanzas del padre fray Juan de Santo Tomás, dominico portugués y catedrático en Alcalá. O los comentarios a Santo Tomás del padre fray Domingo Báñez. Sobra decir que también reclamó para los futuros estudiantes de teología volúmenes con las “partes” de Santo Tomas (la Summa Theologica). En consecuencia, no puede extrañar que la destreza en la filosofía escolástico-tomista fuera para Fray Cristóbal un prerrequisito para avanzar en los estudios de Artes. Y que estos se convirtieran en una condición necesaria para iniciar los estudios teológicos (Constituciones, folio 13 V. Título V). Tampoco puede sorprender, en este contexto, y al referirse a los catedráticos, que ordenara taxativamente que estos debieran jurar que se ajustarían a la doctrina del Santo Doctor Dominico: “De primera instancia constituimos
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que todas las personas de cualquier manera pertenecientes a este Colegio, juren de ajustarse con la doctrina de Santo Tomás, excepto en lo que pertenece a la materia de la Concepción inefable de nuestra Señora…”. (Constituciones, folio 13. Título V. Constitución I: De los catedráticos). Que la orientación tomista del Colegio Mayor se captó perfectamente en Santafé por los contemporáneos del Arzobispo, lo demuestran detalles que pueden pasar desapercibidos a una mirada superficial. Por ejemplo, las ocasiones en que, en los documentos oficiales de la Fundación, se llama a este colegio “Mayor de Santo Tomás de Aquino” (Documentos Notariales sobre Fundación, folio 13 R) y “Mayor de Señor Santo Tomás de Aquino” (Documentos Notariales sobre Fundación, folios 13 V y 14 R). Según el mejor conocedor de la nomenclatura de las calles santafereñas durante la Colonia, la actual carrera 6ª, entre calles 13 y 14 se llamaba indistintamente “Calle de Santo Tomás” o “Calle del Colegio del Rosario” (De la Rosa, 1938, p. 88). Y la primera capilla colegial también se conoció al principio como Capilla de Santo Tomás. ¿Por qué alguien marcó uno de los libros de la Biblioteca Antigua (Juan Bautista Gonet, O. P. Manuale Thomistarum seu totius theologiae brevis cursus in gratiam et commodum studentium editus) escribiendo: “Pertenece al Colegio Mayor del Rosario de Santo Tomás”? “El autor del cuestionamiento conocía perfectamente el contenido del libro que debía estudiar o explicar. Y tenía una valoración propia acerca del mismo; por ella, no podía aceptarlo”. Al concluir el libro segundo Sobre el Cielo y el Mundo (folio 60 R) un lector culto e instruido, muy probablemente un catedrático, planteó un cuestionamiento serio y un interrogante, que expresó en latín: “Utrum haec commmentaria arcte comprehendantur sub juramto [sic] a sociis hujus Ros. Virg. Coll. praestito, determinare tuto nequit nulli vero hodie Phylosophi [sic] sunt addicti jurare in vba [sic] magistri, quod neque solum
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Detalle del libro de Santo Tomás, con Comentarios
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a Aristóteles.
Detalle de la portada que representa a Santo Tomás de Aquino, autor de estos comentarios.
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“¿Cómo no cuestionar e impugnar sus elucubraciones sobre una Física de muchos siglos atrás, por genial que fuera quien la propuso en su tiempo? Nuestro protagonista lo hizo. pero con un verso de Horacio”. et experientia exedant [sic]. Adeoque singulorum scripta physica cum tempore labuntur et senescunt. Anno Dni. 1779”. [No puede determinarse con seguridad si estos comentarios deben quedar incluidos, estrictamente, bajo el juramento que han hecho los miembros (socii) de este Colegio de la Virgen del Rosario pues hoy a ningún filósofo puede hacérsele jurar acerca de la doctrina (verbis) de un maestro. Con ello se apartan no solo de la experiencia, sino también de que los escritos sobre la naturaleza, obra de particulares, (singulorum scripta) caen con el tiempo y pierden vigencia (labuntur et senescunt). En el año del Señor de 1779”].
El cuestionamiento de un supuesto catedrático sobre la doctrina tomística, en 1779 El autor del cuestionamiento conocía perfectamente el contenido del libro que debía estudiar o explicar. Y tenía una valoración propia acerca del mismo; por ello, no podía aceptarlo. Esto determinó en él un auténtico conflicto de conciencia, se debatía entre lo prometido y lo inadmisible. Un argumento tomado de las polémicas moralistas de la época (entre lo “probable”, lo “más probable”, lo “seguro” y lo “más seguro”), pareció tranquilizarlo… Al respecto llama la atención la cita que hizo de una de las Cartas de Horacio (Epístola 1. A Mecenas, líneas 14-15), en donde afirma el poeta latino: “Ac ne forte roges quo me duce, quo Lare tuter; nullius addictus iurare in verba magistri, quo me cumque rapit tempestas, deferor hospes”. La traducción literal sería:
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Y si acaso me preguntas quién es mi guía y bajo qué deidad me acojo, [te diré que] no estoy atado a jurar sobre las palabras [doctrinas] de ningún maestro. Y me declaro huésped de cualquier lugar al que me arrastre el temporal.
Sus matices se aprecian en las siguientes traducciones al inglés, al francés, al italiano y al español: • “You ask, perhaps, what Sect, what Chef I own; / I am of all Sects, but blindly sworn to none; / For as the Tempest drives I shape my Way” (Philip Francis) • “Que si tu me demandais par hasard sous quel chef de secte et dans quelle école, je me défendrai: résolu a ne jurer sur les paroles d’aucun maitre, te dirais-je, j’aborde, indifferent étranger, partout ou la courante m’entreine” (Montfalcon). • “Y porque no preguntes quién o cómo / Mis pasos guía o mis progresos cela / Diré que sin seguir ninguna escuela, / Donde el viento me empuja tierra tomo” (Burgos). • “E perchè forse a chieddermi non abbi / Qual duce, quale assil mi rassecuri; / Errante peregrine, d’alcun maestro/ sopra i detti a giurar ligio non mai, / Sbalzar mi lascio, ove mi spinga il vento” (Gargallo). • “Si a cuál maestro adhiero o qué doctrina / haya adoptado averiguar deseas, / a ninguno he jurado vasallaje: / yo soy la ola que a doquier me lleva” (Caro). En todas ellas se descubre que este texto es un canto a la libertad de pensamiento y a la independencia intelectual que no pueden estar sometidas a juramentos de fidelidad. El autor del cuestionamiento, hijo de otra época y de otro tiempo, no podía concebir que la Física de Aristóteles, aunque estaba explicada por el mismo Santo Tomás de Aquino, fuera parámetro válido para explicar Sobre el Cielo y el Mundo en pleno siglo XVIII. Habían llegado a los claustros y a las cátedras santafereños nuevos conceptos; se sabía de
otras ciencias y de otras filosofías de la naturaleza. ¿Cómo pretender que no se hundieran y hubieran perdido toda vigencia las tesis físicas de Aristóteles, así se le considerara “el Filósofo”? “¿Cómo no cuestionar e impugnar sus elucubraciones sobre una Física de muchos siglos atrás, por genial que fuera quien la propuso en su tiempo? Nuestro protagonista lo hizo, pero con un verso de Horacio”. Aquí es la misma base la que falla. No hay proporción entre la realidad del objeto y la supuesta explicación. Era la misma crítica que, posteriormente, hablaría de la escolástica como una repetición, cada vez más distante de la realidad, cada vez más pobre y menos creativa. En la segunda vertiente del siglo XVII y a lo largo del XVIII, el cuadro general que ofrece la Escolástica es el de una vida excesivamente estática y lánguida, en una repetición didáctica, muchas veces rutinaria, de Cursos y Comentarios. El signo de decadencia va más sobre la inmovilidad de esa enseñanza de signo demasiado suficiente y segura de sí, su impermeabilidad para lo de fuera y los tonos negativos de su diálogo polémico con lo nuevo (Hirschberger, 1970, p. 450).
¿Por qué no se advirtió, con todas sus consecuencias, ese resquicio que el mismo Fray Cristóbal abrió cuando, como se citó antes, pidió que en teología se siguiera en todo a Santo Tomás, menos en lo que se refería al tema de la Concepción Inmaculada? Porque en esa materia, la doctrina
del Santo Doctor se apartaba de las creencias y afectos del Arzobispo… ¿Es que estaba inmune de fallar en otros campos? ¿Cómo no cuestionar e impugnar sus elucubraciones sobre una Física de muchos siglos atrás, por genial que fuera quien la propuso en su tiempo? Nuestro protagonista lo hizo, pero con un verso de Horacio.
Referencias Aquino, T. (1594). Libro de Santo Tomás de Aquino. Con Comentarios a Aristóteles. Venencia: Domingo Niccolini Da Sabio y Compañía. Auffray, J. (2000). Newton ou le triomphe de l’alchimie. París: Éditions Le Pommier. Aughton, P. (2003). Newton’s Apple: Isaac Newton and the English Scientific Renaissance. Londres: Weidenfeld & Nicolson. Gonet, P. Fr. J. (1681). Manuale Thomistarum seu totius theologiae brevis cursus in gratiam et commodum studentium editus [Manual de los tomistas. Curso abreviado de toda la teología. Editado pensando en los estudiantes y en su comodidad]. Lyon: Taller de los Anisson y de Juan Posuel. Granés, J. (2005). Isaac Newton. Obra y contexto: una introducción. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Hischberger, J. (1954). Historia de la filosofía. Barcelona: Herder (2 vols.). Torres de, Don Fray C. (1666). Constituciones del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en la ciudad de Santa Fé de Bogotá, hechas, y ajustadas por su Insigne Fundador, y Patrono. Madrid: Juan Nogués.
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Apuntes para la memoria de
La Bordadita Por: Hugo Delgadillo Suárez
Historiador, Archivo Histórico, Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico. Universidad del Rosario
En resumen, en esta capilla los artistas, sirviéndose de la facilidad con que los edificios religiosos se prestan a la belleza, pues en las construcciones cuyo carácter predominante es la utilidad, aquella no puede ir sino como ornamento, pusieron todo el arte y la ciencia que podía caber dentro de los límites estrechos pero grandiosos de este sagrado recinto. © Cromos. Volumen XXXIV. Número 827. Agosto 20 de 1932.
Daniel Ortega Ricaurte, 1920
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Interior de la capilla de La Bordadita, aspecto que presentó entre los años 1920 y 1953. VIDA ROSARISTA
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las 6:30 de la mañana del viernes 31 de agosto de 1917, se presentó por quince segundos un fuerte movimiento sísmico que causó varias víctimas, docenas de heridos y gran pánico en Bogotá. Este evento validó algunos mitos urbanos, como la profecía del padre Francisco Margallo y Duquesne, quien noventa años antes del suceso había señalado que: “El 31 de agosto, sucesivos terremotos destruirán Santafé”. A causa de las múltiples réplicas, numerosas familias damnificadas por temor durmieron en toldas y campamentos improvisados en las calles y plazoletas, donde lograron acomodar los muebles y enseres de sus casas y quintas hechas ruinas. Asimismo se desplomó la torre del templo de Lourdes y sufrieron graves daños, la capilla del Sagrario, el Seminario Conciliar, el hospital San Juan de Dios, la iglesia de San Ignacio y la capilla del cerro de Guadalupe (El Liberal, 1917). Ante la gravedad de los daños presentados en el claustro del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y en la capilla de La Bordadita, monseñor Rafael María Carrasquilla (1857-1930) inicialmente asignó los trabajos de su reconstrucción al ingeniero Alberto Manrique Canals (1853-1922). Pero más tarde, la dirección de la obra fue confiada al ingeniero y arquitecto Arturo Jaramillo Concha (1876-1956), contratado para dirigir el proceso de restauración donde se aspiraba armonizar lo antiguo con lo viejo de ambas edificaciones (Palau, 2009). Para la época, Jaramillo era considerado como una de las figuras más representativas del arbitraje de la arquitectura bogotana a inicios del siglo XX. Entre sus trabajos se destacaron la remodelación del Café Windsor, el Asilo de Niños de San José y de las facultades de Derecho e Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia, además de su participación en la construcción del Palacio de San Francisco, de las iglesias de Las Nieves, Lourdes, y el diseño y la dirección de la Quinta de Mutis.
Los trabajos comenzaron en el claustro y continuaron en la capilla. Esta intervención no fue una simple casualidad, pues La Bordadita, al igual que varios edificios e iglesias de origen colonial como Santo Domingo, Las Aguas y La Veracruz fueron previamente remodelados, como respuesta al discurso modernizador y a la noción de progreso que existió durante el último período histórico de la denominada arquitectura de época republicana en la ciudad. Para llevar a cabo las obras en La Bordadita fueron necesarias reformas estructurales, de tal forma que se elevaron los muros (en relación con la capilla colonial) y se construyó una bóveda cilíndrica de cañón que alojó dos filas de nuevos ventanales, inspirados en el gótico del siglo XIV. Los trabajos presentaron como eje de coherencia e identidad un extenso repertorio decorativo con el que se revistió La Bordadita, donde la superposición de distintos estilos y escuelas tuvieron lugar, gracias al historicismo ecléctico que experimentaba Bogotá. Allí participó un destacado grupo de artistas y artesanos, entre ellos, Juan Fajardo que hizo la carpintería del altar, mientras que el dorado estuvo a cargo de Eugenio Vargas (Carrasquilla, 1920, p. 578). Además el nuevo piso presentó mosaicos hidráulicos de la Compañía de Cemento Samper y listones de madera. La nueva obra contó con la participación del Taller de Artes Decorativas de la familia Ramelli, que entre los años 1883 y 1933 fue considerado como el centro artístico de ornamentación más importante de la ciudad, su trabajo fue asociado con el buen gusto y lo moderno; de hecho, algunas de las edificaciones que cuentan con sus decoraciones han sido consideradas referentes urbanos y otras actualmente presentan la categoría de Monumento Nacional. Este taller fue establecido en 1884 por Luigi Ramelli Foglia (1851-1931), ornatista suizo que estudió decoración en Florencia. Llegó a Colom-
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bia en 1883, trabajó en la decoración del Teatro Cristóbal Colón, el Palacio Echeverri, el Capitolio Nacional y el Palacio de la Carrera, entre otros. Además cumplió una excepcional labor como director de la Sección de Ornamentación en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde sus numerosos discípulos propagaron sus enseñanzas en diferentes regiones del país. Luego de su partida de Colombia en 1911, su hijo Colombo Ramelli Adreani (1884-1946) quien había nacido en Grancia, Suiza, y había estudiado en la Scuola Professionale delle Arti Decorative di Firenze, continuó con la tradición artística del Taller Ramelli. Entre las obras de decoración que realizó se encontraban el Hotel Granada, el Teatro Faenza, Villa Adelaida y la Estación del Ferrocarril de la Sabana. Por petición de Arturo Jaramillo, Colombo participó en la decoración de La Bordadita, elaborando los trabajos de ornamentación en yeso. Entre ellos se encuentran el barandal del comulgatorio, las cabezas de ángeles y molduras que se instalaron sobre las ventanas inferiores de arco de medio punto. Sin embargo, el único vestigio decorativo que actualmente sobrevive es el cornisamento que aloja molduras lisas y dentículos. Además de los trabajos de decoración efectuados en la capilla, Colombo Ramelli adelantó la ornamentación en yeso y cemento en el claustro, puntualmente, la ornamentación del cielo raso del Aula Máxima y el nuevo refectorio. También diseñó sobre el patio una balaustrada de cemen-
La expresión artística predominante en esta intervención de La Bordadita fueron los trabajos de pintura mural. No obstante, prácticamente son inexistentes las referencias historiográficas acerca de ella; de hecho, hasta la fecha es insuficiente la documentación en donde se establezca una relación de la pintura decorativa que este lugar exhibió por más de tres décadas.
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to que se instaló en el segundo piso como antepecho, al igual que los pasamanos de la escalera principal y el plafond abovedado que, a manera de marco, albergó la Alegoría del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario obra de Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930). La expresión artística predominante en esta intervención de La Bordadita fueron los trabajos de pintura mural. No obstante, prácticamente son inexistentes las referencias historiográficas acerca de ella; de hecho, hasta la fecha es insuficiente la documentación en donde se establezca una relación de la pintura decorativa que este lugar exhibió por más de tres décadas1. El trabajo artístico fue comisionado por Arturo Jaramillo y monseñor Rafael María Carrasquilla a Mauricio Ramelli Adreani (1891-1973), pintor, vitralista y escenógrafo bogotano que adelantó estudios en la Escuela Superior de Artes de Milán, Pintura y Decoración de Interiores en la Accademie di belle Arti di Brera. Hacía pocos meses acababa de regresar a Bogotá luego de una larga estadía en Europa, motivo por el cual su trabajo en La Bordadita es considerado como la primera obra mural que realizó en la ciudad. Esta precede a las pinturas que realizó en la Iglesia de Nuestra Señora de Egipto 1922-1923 y en la decoración del plafond del Teatro Municipal de Bogotá inaugurado en el mes de junio de 1923 (demolido)2. Gracias a su labor, Mauricio no es considerado solo como el pintor colombiano que ejecutó la obra mural religiosa más extensa en Colombia, sino que también es uno de los mu1
A excepción del artículo titulado “la Capilla de La Bordadita” del catedrático Daniel Ortega Ricaurte, que describe y trata algunos aspectos de los trabajos de su reconstrucción, publicado el 1 de noviembre de 1920 en la Revista del Colegio Mayor del Rosario y que nuevamente se editó en el número de febrero-marzo-abril de 1946. 2 Obra pictórica que se suma a los importantes trabajos efectuados previamente por el padre S.J. Santiago Páramo en la capilla de San José, localizada en San Ignacio, inaugurada el 23 de abril de 1899 y la decoración emprendida por Pedro Alcántara Quijano (1878-1953) en la Iglesia de La Candelaria, cuya inauguración se verificó el 3 de noviembre de 1912.
ralistas más importantes de la primera mitad del siglo XX. Debido a la existencia de registros fotográficos de 1920, fecha en la que se concluyeron los trabajos en la capilla, se puede establecer que la pintura decorativa se caracterizaba por su sobria pincelada. Puesto que es complejo ubicar su trabajo en una escuela o corriente artística definida, no es posible afirmar con precisión qué técnica de manufactura utilizó Mauricio Ramelli para decorar la capilla, pues su trabajo es una aproximación de distintos estilos, aunque se puede inferir por su formación académica que la obra desarrollada en La Bordadita está influenciada por la pintura barroca y renacentista, como sucedió con la posterior ejecución de otros trabajos desarrollados por el artista (la Iglesia de San Francisco y el Teatro Municipal en Cali y las capillas de los Colegios de María Auxiliadora de Bogotá y Soacha). La composición de las escenas religiosas elaboradas no presentaba antecedente alguno expuesto en otra iglesia bogotana, esto se expresa en sus dimensiones, representación escénica y la temática empleada que, en términos visuales, va a ser determinante sobre el espacio arquitectónico que fue recreado mediante el uso de un repertorio de imágenes, motivos y diversidad de formas geométricas como una respuesta al gusto modernizador y eclecticismo histórico de la época, donde la capilla no fue la excepción. Acerca de las representaciones figurativas del conjunto pictórico, localizadas en el muro testero y la bóveda del presbiterio, en el arco toral, en la bóveda y muros de la nave es importante hacer una breve descripción formal de la pintura decorativa: En el muro testero la pintura representaba un grupo de nueve ángeles con rostros femeninos, que además de servir de telón de fondo del altar neogótico, constituyeron una corona en torno al cuadro de la Virgen del Rosario, advocación de La Bordadita. Para acompañar las figuras centrales se dispuso de una serie de variados motivos
La composición de las escenas religiosas elaboradas no presentaba antecedente alguno expuesto en otra iglesia bogotana, esto se expresa en sus dimensiones, representación escénica y la temática empleada que, en términos visuales, va a ser determinante sobre el espacio arquitectónico que fue recreado mediante el uso de un repertorio de imágenes, motivos y diversidad de formas geométricas como una respuesta al gusto modernizador y eclecticismo histórico de la época, donde la capilla no fue la excepción. geométricos, florales y de plantillas de mosaicos de baldosas hidráulicas que se utilizaron como fondo de la escena principal, en las columnas a manera de pilastras y el arco toral. Por su parte, la escena localizada en la bóveda del presbiterio presentó como figuras centrales dos ángeles que rodeaban una cartela plana que abrigaba el escudo del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Alrededor de la escena se pintó una figura geométrica de libre interpretación a manera de cuadrilóbulo que, a su vez, fue enmarcada por un círculo interrumpido en cuatro extremos por líneas yuxtapuestas. Finalmente en la bóveda de la nave se representó la mayor fuerza escénica de la decoración realizada en la capilla, obra que reseñó monseñor Carrasquilla en los siguientes términos: El fresco de la bóveda principal simboliza a la maravilla nuestras creencias y nuestros afectos. En lo más alto de la gloria está la Santísima Virgen con blancas vestiduras, insignia de su pureza virginal y con el niño Dios en los brazos. Tiene los ojos misericordiosos vueltos a este valle de lágrimas donde gimen y lloran los desterrados hijos de Eva. Más abajo se destaca la figura ascética del Pontífice del Rosario, martillo de las herejías restaurador del culto divino.
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La capilla fue inaugurada solemnemente el domingo 10 de octubre de 1920, con motivo de la celebración de la fiesta de La Bordadita, aunque, los trabajos de restauración concluyeron con la terminación de la torre en el año 1929. En tal ocasión predominaron las obras de carácter eminentemente decorativo, que permanecieron entre 1920 y 1953 sin intervención alguna. El Papa San Pío V, promotor y profeta de la jornada inmortal de Lepanto. Su actitud es mitad de adoración, mitad de anhelo por llegarse a los pies de la Reina. A su lado aunque en plano inferior, como corresponde a un sacerdote en presencia del Vicario de Cristo, se halla el doctor por excelencia, comparado al sol, porque en su presencia se eclipsan los demás astros; a los ángeles por la pureza de la vida y la sublimidad de la inteligencia [...]. Finalmente, en el límite de los bienaventurados y el universo visible, encuéntrese el ángel tutelar del Colegio, sosteniendo nuestro insigne escudo, que es la misma cruz de Calatrava, más gloriosa que por los méritos y hazañas de sus caballeros, por ser emblema de Nuestra Señora del Rosario (Cromos, 1920).
La decoración complementaria se caracterizó por repetir en sus diferentes secciones figuras geométricas, entre ellas, octágonos y círculos que imitaban mosaicos que no se asemejaron a los trabajos diseñados en el presbiterio; también, presenta la interrupción en cuatro extremos por líneas yuxtapuestas que flanqueaban las ventanas superiores que fueron abiertas para dar paso a la entrada de luz. Entre tanto, que la pintura de los muros tenía por objetivo simular sillares en ladrillo y piedra. Además, Mauricio Ramelli hizo una pintura de caballete de San Francisco de Asís, que fue instalado en el muro sur.
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La capilla fue inaugurada solemnemente el domingo 10 de octubre de 1920, con motivo de la celebración de la fiesta de La Bordadita, aunque, los trabajos de restauración concluyeron con la terminación de la torre en el año 1929. En tal ocasión predominaron las obras de carácter eminentemente decorativo, que permanecieron entre 1920 y 1953 sin intervención alguna. Sin embargo, este conjunto perdió su representación visual en el espacio arquitectónico de la capilla porque fue ocultado, con ocasión de la intervención adelantada por Luis Alberto Acuña (1904-1994) por motivo de la celebración de los 300 años de la fundación del Rosario. Agradecimientos a: Esther Ramelli de Villegas, Catalina Ramelli Prati y Germán Reitz Ramelli (q.e.p.d) por su valiosa colaboración en el presente artículo.
Referencias Carrasquilla, R. (1920). La fiesta de La Bordadita y el Estreno de la Capilla. Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, XV (150), 578. Palau, F. (2009). Transformaciones arquitectónicas del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario Siglo XX. Trabajo para optar el título de Magíster en Patrimonio, Cultura y Territorio. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Pinilla, G. (1973). Noticia y guía de la Capilla de La Bordadita. Bogotá: Colegio Mayor de Nuestra señora del Rosario (Departamento de Publicaciones). Sin autor (4 de septiembre de 1917). Después de los movimientos sísmicos. El Liberal, año VI, serie IV, 2050. Portada. Sin autor (1920). La capilla del Rosario. Cromos. X (233).
© Fotos de la colección Esther Ramelli de Villegas
Detalle de la pintura mural que se hallaba en el muro testero.
Pintura mural que se localizaba sobre la bóveda
Pintura decorativa que se encontraba en la bóveda
del presbiterio.
principal.
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© Elkin Bermúdez Aza
Al atardecer, en la pequeña isla de Inhaca a pocos kilómetros de la capital del país, la marea alta cubre parte del modesto muelle que sirve como principal vía de comunicación para todo tipo de embarcaciones.
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Efemérides 91
© Kilka Diseño Gráfico
Eduardo
Carranza
Por: Luis Enrique Nieto
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ste año el Gobierno nacional ha ordenado celebrar el primer natalicio de Eduardo Carranza, nacido en Apiay el 23 de julio de 1913 y fallecido en Bogotá el 13 de febrero de 1985. Poeta destacado del grupo Piedra y Cielo, Carranza sobresalió además como periodista, catedrático y diplomático. Dirigió con lujo de competencias la Biblioteca Nacional de Colombia y esta revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario durante la década de los cuarenta, en cuyas páginas dio a conocer a jóvenes talentos que descubrió gracias a su fina intuición y a
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su sensibilidad poética, abonada por su inmenso conocimiento de la Literatura universal y, particularmente, de la lengua castellana. Desde la cátedra de literatura en el claustro rosarista, Carranza iluminó, con sus encendidas lecciones, a muchos jóvenes que, gracias a su influencia, incurrieron en el noble pecado de juventud que es cometer versos. Entre ellos uno, el genial Álvaro Mutis, siempre confesó que las clases de Eduardo Carranza le habían señalado su camino: un recorrido en el que recibió todos los reconocimientos nacionales e internacionales que lo llevaron a ocupar, al lado de Gabriel García
Márquez, el más alto lugar en el parnaso de la literatura colombiana. La poesía de Carranza tiene un acento singular e inconfundible. En su primera juventud le cantó al amor, a las muchachas, a la naturaleza de la patria y, particularmente, a los Llanos Orientales, en los cuales vio la luz en la hacienda La Esperanza, de propiedad de su padre. En la madurez su lírica ganó en profundidad y en sensibilidad. La melancolía y la nostalgia del tiempo ido se agudizaron y se expresaron en unos versos de profundo sentimiento. Eduardo Carranza vivió en olor y amor de poesía. Su alta y espigada figura recubierta de una capa castellana y tocada con una boina vasca era el arquetipo de poeta que, con el timbre de su voz, creaba un ambiente íntimo y mágico a la vez. Quien esto escribe, sucesor suyo en la dirección de esta revista, gozó de la amistad del poeta. De sus labios escuchó, animadas por la llama de la poesía, las anécdotas detrás de sus versos perfectos: Teresa Holguín, la niña caleña “en cuya frente el cielo empieza”. Carmiña Valleceleste “en Popayán de piedra pensativa”. Yolanda Arroyo “asomada a la orilla de su nombre”. Y la misteriosa dama francesa que “se llamará silencio en adelante”. Oyó también citar a los “poetas que adoró mi adolescencia” y sintió “el tiempo leñador que va talando/mis días como árboles...”. Eduardo Carranza fue un devoto enamorado de la patria. La soñó grande y vigorosa y algunas veces incursionó en aventuras poco ortodoxas, inspiradas en el modelo hispánico que él conoció bien en la madre patria, donde representó dignamente a Colombia. Alguna vez, en una pequeña tienda campesina en la que saboreábamos algún plato con un fuerte ají, muy de su gusto, al recordarle, con alguna sorna, sus intrépidas acciones políticas, replicó:
Eduardo Carranza vivió en olor y amor de poesía. Su alta y espigada figura recubierta de una capa castellana y tocada con una boina vasca era el arquetipo de poeta que, con el timbre de su voz, creaba un ambiente íntimo y mágico a la vez.
“He perdido dos batallas: la del ají y la de que no me digan conservador”. Amante de la buena mesa, cuando “contaba con bienes de fortuna” que era, precisamente, cuando recibía algún dinero como regalías de sus muchos libros, se empeñaba en invitar a sus amigos, generosamente, a un gran restaurante que escogía con sumo cuidado, pues decía que, a su edad, un almuerzo ya no era uno más sino uno menos. Su amor por el Rosario lo expresaba mediante la fábula en la que monseñor Castro Silva le encargó la custodia de la imagen de La Bordadita el 9 de abril de 1948, la cual guardó celosamente bajo su cama de la calle 73, donde murió y vivió rodeado de sus libros. Su esposa, Rosita Coronado, fiel y discreta compañera, cultivó el arte culinario con primor y lo enseñó, como la mejor embajadora de la gastronomía colombiana, en sus misiones en Santiago de Chile y en Madrid. Su hijo Ramiro, abogado rosarista, fue también un destacado diplomático y profundo conocedor de la filosofía. Hoy, su cuerpo sin vida yace en algún lugar de las montañas de Colombia, víctima de ese horrible flagelo que es el secuestro. Su hija María Mercedes, de inmensa sensibilidad como el poeta, se quitó la vida en el año 2003. El menor de sus hijos, Juan, guarda hoy la memoria de su padre y de un tiempo, acaso más feliz, en el que se sacrificaba un mundo por pulir un verso.
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Nicolás Gómez Dávila
Por: Daniel Raisbeck López Director del Archivo Histórico
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s curioso que la conmemoración del centenario del nacimiento de Nicolás Gómez Dávila se lleve a cabo en varias universidades colombianas, principalmente porque el mismo Gómez Dávila ni obtuvo un título universitario —de hecho, no lo intentó— ni perdía oportunidad para cuestionar a la academia y en especial a las facultades de humanidades, a las cuales calificaba de gremios compuestos por arribistas y seudoeruditos. “Un diploma de dentista es respetable —escribió en
sus escolios1— pero uno de filósofo es grotesco” (Gómez Dávila, 2005, p. 35). Quien haya leído su obra, o al menos parte de ella, como es mi caso, debe preguntarse cómo reaccionaría el patricio Gómez Dávila al presenciar la conmoción que de repente han causado sus escritos en algunos sectores de la academia criolla, aquella petite-bourgeoisie intelectual según el jerárquico punto de vista gomezdaviliano. En mi opinión —y nunca conocí personalmente a Gómez Dávila— se podría parafrasear lo que es1
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Aforismo entero: “Mientras mayor sea la importancia de una actividad intelectual, más ridícula es la pretensión de avalar la competencia del que la ejerce. Un diploma de dentista es respetable, pero de uno de filósofo es grotesco” (Gómez Dávila, 2005, p. 35).
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cribió Christopher Hitchens al enterarse de que en Sarajevo se idolatraba a Lucky Jim (o, como diría un serbo-croata, Ze Lucky Jim), la magistral novela cómica del gruñón inglés Kingsley Amis: “Cómo hubiese sonreído el viejo gavilán, con una mezcla de orgullo y desprecio, al pensar que era tan admirado por un montón de académicos profesionales -no, de pedantes titulados” (Lucky, 2002, p. 103). Y supongo que a Gómez Dávila no solo le hubiera causado gracia saber que su obra ha inspirado congresos internacionales con ponencias tituladas, por ejemplo, “La trascendencia como anhelo en el pensamiento de Nicolás Gómez Dávila”, sino también el esfuerzo que han hecho últimamente algunos periodistas locales por presentarlo como “uno de los mejores escritores que ha dado Colombia”
(Constaín, 2013). En realidad, Gómez Dávila le dedica un buen número de sus aforismos a justificar para sí mismo el hecho de que no nació en una de las antiguas y orgullosas naciones del Viejo Mundo civilizado, sino en lo que Martin Mosebach (2005), literato alemán que viajó a Bogotá explícitamente para conocer al autor de los escolios, llamó “un lugar de exilio en los márgenes de la tierra habitada”. Su conclusión: El problema básico de toda antigua colonia: el problema de la servidumbre intelectual, de la tradición mezquina, de la espiritualidad subalterna, de la civilización inauténtica, de la imitación forzosa y vergonzante, me ha sido resuelto con suma sencillez: el catolicismo es mi patria (Gómez Dávila, 2005, p. 31).
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Si según los tecnócratas la meta es “renovar la marca país”, vale más la obra de un erudito independiente que toda la propaganda estatal que se pueda exportar con fondos del fisco.
El caso de lo que en términos pedantes se llama “la recepción” de Gómez Dávila en su tierra natal es parecido al de Jorge Luis Borges. Como escribe Mario Vargas Llosa (2009), Borges era “un ilustre desconocido hasta que Francia, Europa y los Estados Unidos hicieron saber a los argentinos que tenían un genio en casa”. En cuanto a Gómez Dávila, fueron sobre todo los alemanes los que lo “descubrieron” e informaron a los colombianos que en una señorial residencia de la calle 76 con carrera 11 de Bogotá —hoy convertida en una oficina de Servientrega— vivía uno “de los más grandes pensadores católicos del siglo XX” (Pizano, 2009). De ahí surgen los congresos académicos, artículos periodísticos y centros de estudios epónimos que señalan el principio de la deificación del sabio. Luego se erigen estatuas y se nombran avenidas en su honor. Otro paralelo entre la vida de Borges y la de Gómez Dávila es que ambos recibieron su educación formal, la cual no pasó del gimnasio humanístico, en Europa. Tanto Borges en Ginebra como Gómez Dávila en París fueron educados bajo el viejo modelo clásico, basado en la enseñanza del griego y del latín, aquellas artes quibus ingenia ad magnae fortunae cultum excitantur2 que al principio del siglo anterior empezaron a desaparecer en una región llamada, irónicamente en este caso, América Latina. La influencia de los clásicos sobre Borges es seguramente más conocida; para Gómez Dávila, “el 2
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Traducción aproximada: “Artes que inspiran a los hombres a actuar con grandeza” (Tito Livo).
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occidente habrá muerto cuando muera la presencia de Grecia en un alma cristiana” (Gómez Dávila, 2005, p. 93). En cuanto al estudio del griego y del latín, escribe lo siguiente: “Las lenguas clásicas tienen valor educativo porque están a salvo de la vulgaridad con que la vida moderna corrompe las lenguas en uso” (Gómez Dávila, 2005, p. 159). Y agrega: “El que no aprendió latín y griego vive convencido, aunque lo niegue, de ser sólo semi-culto” (Gómez Dávila, 1992, p. 112). Tal vez basten estas razones para seguir estudiando los clásicos, tal como lo hacen aún los europeos cuyo descubrimiento de Gómez Dávila contiene más de una lección para nosotros. La primera vez que oí su nombre fue en Berlín, donde un historiador de Tübingen me preguntó, al enterarse de mi nacionalidad, si conocía los escolios. Posiblemente fue la única vez en que una conversación de ese tipo no condujo a los inevitables temas de la violencia y el narcotráfico, esto pese a los millones que ha gastado el Estado en inanes campañas publicitarias como la de “La respuesta es Colombia”. Si según los tecnócratas la meta es “renovar la marca país”, vale más la obra de un erudito independiente que toda la propaganda estatal que se pueda exportar con fondos del fisco. Como sabía Gómez Dávila, “la política sabia es el arte de vigorizar la sociedad y debilitar el Estado” (2005, p. 12). Que sea infinitamente menos leído él que García Márquez, cuyo comunismo es la filosofía del Estado omnipotente, es sin duda, una de las mayores tragedias colombianas.
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Referencias Constaín, J. E. (2 de enero de 2013). Cien años de soledad. El Tiempo. Recuperado de http://www. eltiempo.com/opinion/columnistas/juanestebanconstain/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12489262.html Gómez Dávila, N. (1992). Sucesivos escolios a un texto implícito. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. Gómez Dávila, N. (2005). Escolios a un texto implícito. Bogotá: Villegas Editores. Hitchens, C. (mayo de 2002). Lucky Jim, Kingsley Amis’s comic masterpiece, may be the funniest book of the past half century. The Atlantic Monthly, p. 103. Mosebach, M. (2005). Einsiedler am Rand der bewohnten Erde [prólogo a N. Gómez Dávila]. Notas: Unzeitgemäße Gedanken. Berlín: Matthes & Seitz Berlin. Pizano, D. (22 de mayo de 2009). Don Nicolás Gómez Dávila y su biblioteca. El Espectador. Recuperado de http://www.elespectador.com/impreso/ cultura/articuloimpreso142206-don-nicolas-gomez-davila-y-su-biblioteca Vargas Llosa, M. (22 de febrero de 2009). Farsa elogiosa repugnante. El País (España). Recuperado de http://elpais.com/diario/2009/02/22/opinion/1235257212_850215.html
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A los cien años de su natalicio, que se cumplieron el pasado 30 de junio, es imperativo descubrirse ante lo que hizo y dijo en cincuenta años de protagonismo.
CENTENARIO DE LÓPEZ MICHELSEN
El piloto de la revolución*
Por: Carlos Villalba Bustillo**
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Una versión de este artículo fue publicada el 14 de junio de 2013 en el periódico El Tiempo.
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Exmagistrado del Tribunal Nacional de la Judicatura, y expresidente de la misma corporación. Ha sido rector de la Universidad de Cartagena, magistrado y presidente del Consejo Superior de la Judicatura. Mienbro de la Academia de Historia de Cartagena y autor de numerosos libros.
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lfonso López Michelsen no hizo política mientras su padre estuvo activo. Se limitaba a opinar en la cátedra y la prensa sobre los problemas del país y la actividad de los partidos. Pero antes de iniciar su periplo, en 1958, envió desde México un folleto titulado “Consideraciones sobre la alternación forzosa en la Presidencia de la República”, en el que enjuició el pacto Lleras-Gómez sobre los turnos de los presidentes del Frente Nacional (FN) y lo destacó como un bache antidemocrático de la nueva política. Conocido por buena parte de la opinión nacional el torpedo de López contra la alternación, un grupo de jóvenes sobresalientes (Álvaro Uribe Rueda, Felipe Salazar Santos, Ramiro de la Espriella e Iván López Botero) visitó a López Pumarejo para que convenciera a su hijo de hacerse cargo de un Movimiento que luchara contra las cortapisas antiliberales del FN. El viejo les preguntó: -¿Para qué quieren traerse a Alfonsito si a él no le gusta la política sino los negocios? –Para que abandone los negocios y se dedique a la política- dijo uno de los cuatro. -Muy bien, les aviso cuando tenga la respuesta. López se vino de México. Él y sus amigos tuvieron en el semanario La Calle el palenque que necesitaban para divulgar y explicar su proyecto. Todos eran hombres de ideas políticas y sabían lo que era y debía ser el liberalismo del futuro. Conocían el Estado, su economía y su estructura social. Se sentían los actores principales de un retorno inminente al juego democrático. Sus editoriales y columnas en La Calle fueron el reflejo de sus convicciones.
La plataforma En El Búho, una sala de teatro experimental ubicada en un sótano de la Avenida Jiménez, López dio a conocer el Plan de Enero (Salud, Educación y Techo, SET), ampliado semanas más tarde con Tierra y Trabajo. La sigla, como bien lo anotó
Álvaro Uribe Rueda, anunciaba el rumbo que tomaría la nueva agrupación política. López fue elegido Jefe Único. El Plan de Enero se formuló siendo ejes de nuestra economía el café y otras materias primas. De las exportaciones del grano, el algodón, el azúcar, el banano, el tabaco y el petróleo dependía la mayoría de nuestros ingresos. Los servicios de salud eran precarios, la educación de baja cobertura y la vivienda un lujo esquivo a las clases populares. La cuestión social tenía que ser prelación en un país donde nos asustaba la desproporción entre la renta nacional y los recursos presupuestales. Colombia requería inversión de capital para generar empleo, pero también tierra propia para los pequeños productores. Por eso la tierra y el trabajo entraron a reforzar el techo que, junto con la salud y la educación, constituyeron el objetivo programático del Plan. Tanta razón tuvo el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), que un vistazo sobre la realidad de hoy permite observar que el Estado tomó la salud, la educación, la vivienda y la tierra como elementos esenciales de su programa. Con normas específicas se propone garantizar la atención médica, la calidad educativa, la restitución de tierras y vivienda gratis para los destechados. Ojalá que las bondades de la legislación lleguen al enfermo, al estudiante, a la víctima de las injusticias y a los compatriotas marginados por un modelo económico deshumanizado.
Tropel de militantes Pero la primera prueba de acción proselitista del MRL fue la asamblea nacional que se efectuó en el Cine California. La concurrencia parecía un tropel de “militantes peregrinos en busca de buena ventura”. Fue la multitud arremolinada allí la que les mezcló esperanza y alegría al ver que el despunte simuló un cohete de mística y entusiasmo liberales.
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En las plazas, el Congreso, las universidades, los sindicatos y las organizaciones campesinas el equipo brillaba. López hablaba con el tono reposado del profesor, sin mucha ayuda de su voz, pero la fuerza de sus discursos radicaba en la sobriedad y la precisión con que transmitía su mensaje. Estaba armado intelectualmente para encender la intrepidez popular y cautivar a la juventud.
¡Oh sorpresa! El liberalismo oficialista no desestimó el reto que representó el MRL. Invitaron a López a su convención nacional, la del 24 de febrero de 1961, con el fin de que planteara los puntos básicos de sus cuestionamientos. Larga e hiriente fue su intervención, porque les enrostró a los liberales oficialistas su papel de idiotas útiles de los factores reales de poder. La crítica de López a las fórmulas del plebiscito sorprendió a una convención que esperaba por lo menos un atisbo de aproximación. La sensación de los oficialistas, al oír aquellas discrepancias con su Dirección y su junta de parlamentarios, fue la de que la división liberal no tendría una nueva oportunidad. Si algo faltaba para que la división se ahondara más de lo que estaba, el MRL resolvió entrar al debate presidencial de 1962 con candidato propio: una rebelión total contra la alternación, fundada en la tesis que le otorgaba al constituyente primario facultades para revocar lo que había aprobado en el plebiscito de 1957. En el forcejeo entre la novedosa tesis y la maquinaria, se impuso esta y desapareció el peligro de una situación de hecho que violara la Constitución.
Duros y blandos Hasta ahí, López y los cuadros del MRL estuvieron identificados. Contaban con una amplia representación en las corporaciones públicas. De mayo al 7 de agosto de 1962 nada había varia-
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do. Sin embargo, el presidente Valencia les puso una tentación que los escindió, ya que el nombramiento de Juan José Turbay como ministro de Minas destapó dos líneas: la de los colaboracionistas, denominada blanda y encabezada por López, y la opuesta a toda colaboración burocrática, denominada dura, encabezada por Uribe Rueda y Ramiro de la Espriella. Lo más triste fue que a los cuatro meses, por motivos políticos, Juan José Turbay renunció al Ministerio, pero las pugnas internas no cesaron. A muchos simpatizantes les causó desazón la cercanía de López con el sector laureanista del conservatismo en 1962. López y Gómez enfilaron sus cañones contra la Reforma Agraria. Gómez contra el cronograma de expropiaciones que el Incora aplicó contra tierras adecuadamente explotadas, y López contra el retroceso social que la Ley 135 de 1961traería con sus incongruencias y vacíos.
Declive y salto En consecuencia, el error táctico de López le redujo la representación parlamentaria en las elecciones de 1966 y, lo que resultó peor, desertaron dos o tres dirigentes que retornaron a las filas oficialistas en busca de ministerios, gobernaciones y alcaldías en el tren de la Transformación Nacional, lanzado por los dos Lleras en otro de los banquetes consagratorios del Salón Rojo del Tequendama, a fines de 1965. Fue cuando López urdió, solo, a la espera de la oportunidad propicia, la jugada de irse con sus amigos de la línea blanda para las capillas del oficialismo que tanto combatió. Se despediría de la revolución para declararse “burgués progresista”. Surgieron los acercamientos informales con el presidente Lleras Restrepo, quien tuvo como prioridad la reforma constitucional que se aprobó en 1968. En el contenido del proyecto, antes de su presentación, avizoró López la coyuntura que le diera un matiz conceptual a su tránsito de la rebeldía a la disciplina, y puso sus condiciones.
La reforma del 68 Buena parte del articulado del proyecto fue fruto de los aportes de López a la reforma. Una de las disposiciones clave para él fue la que consagraba, separándola del Artículo 121 de la vieja Constitución, la declaratoria de emergencia económica en los casos en que hechos muy graves para la economía del país lo aconsejaran. Habría un orden público físico y un orden público económico, con mandatos distintos, para que la institución del estado de sitio dejara de producir más estragos. Otra de las normas fundamentales para López era la que ponía la economía a cargo del Estado, a efecto de planificarla desde el epicentro del poder y redistribuir de modo racional y equitativo la riqueza. Satisfechas las condiciones que puso, el presidente Lleras Restrepo le extendió el primer contado: la Gobernación del recién creado Departamento del Cesar. Con esa estrategia que dio calculada preponderancia a unas ideas que contribuyeron a retocar el Estado y renovarle sus instituciones, justificó López su ingreso a la fila india de los jefes liberales en turno para la Presidencia. Los pasajeros que estuvieron a bordo de la nave de la revolución perdieron el piloto y la mitad de la tripulación.
Piloto de otra nave El día de su arrolladora victoria en la lid presidencial de 1974 rompió López un récord electoral con tres millones y medio de votos. Si el objetivo
del político es el poder, López no tenía por qué lamentarse de haber sido el jefe de un Movimiento desencantado por su fuga del campamento. No obstante las realizaciones de su Mandato Claro, los colombianos esperaron mucho más de su gestión y lo demostraron los escasos guarismos de la votación liberal en 1978, muy pareja con la de Belisario Betancur. Pero López era López: inteligencia, cultura, pluma, opinión y amigos leales. Arisco por lo que se decía de sus desaciertos presidenciales, y blandiendo sus aciertos en materia de crecimiento económico y política exterior, buscó el mando, otra vez, en 1982. No podía decir que quería completar la obra inconclusa de su primer período, pero confiaba en sus artes de ajedrecista político. Dejó regados en el camino a Virgilio Barco y a Augusto Espinosa, y a un joven y fogoso orador con ganas de ser presidente, Alberto Santofimio. Su segunda pretensión dividió y tumbó al liberalismo. ¿Quién podía pensar que López escribiría páginas laudatorias sobre Eduardo Santos, los dos Lleras, Ospina Pérez y Misael Pastrana, todos objetivos militares de sus flechas verbales y sus sarcasmos acidulados? Pues ahí están, en su último libro: Visiones del siglo XX colombiano. A los cien años de su natalicio, que se cumplieron el pasado 30 de junio, es imperativo descubrirse ante lo que hizo y dijo en ciencuenta años de protagonismo.
De derecha a izquierda: el señor rector Hans Peter Knudsen Quevedo, el doctor Alfonso López Michelsen y su esposa, la señora Cecilia Caballero de López durante el acto de presentación del libro “Alfonso López Michelsen: el retrato del intelectual” escrito por el doctor Fernando Mayorga García.
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Ejemplares de un tipo de baobab que es muy frecuente en la parte semiárida del departamento de Tete al noroccidente del país. Estos árboles suelen ser muy longevos, pero antes de alcanzar su larga vida producen unos frutos que en Mozambique son llamados malambes, de los cuales se pueden hacer jugos y diversos postres.
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ENTREVISTA
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Por: Luis Carlos Pinzón Estudiante de Jurisprudencia
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a decepción embargó a Gabriel tan pronto terminó de escribir su último libro. Pese a que dedicó sus esfuerzos postreros a esa obra, no valieron las múltiples correcciones que soportaron esas frágiles líneas para lograr construir algo más que aquella historia mediocre que reposaba en su escritorio. Era la consagración de su derrota. El hambre y el calor de las cinco de la tarde asediaban la pequeña oficina de Gabriel, justo cuando empezó a escribir la carta que acompañaría su libro y enviaría a la editorial. Marcado por el aura doliente de esa tarde grisácea, encontró en la epístola una vía de desahogo a la gratuidad de su vida. Así, escribió inútilmente cómo ya eran treinta años desde que rentó ese despacho al abrigo de la esperanza juvenil de consagrarse en los sueños dorados, que como soles, daban sentido a su existencia. Contó cómo entonces sus anhelos tomaron vida en ese escritorio, en esas hojas amarillas que se resquebrajaban en las repisas y en la tinta reseca que nunca fue usada. Se dio cuenta de que nunca fue tan feliz como entonces, cuando toda la motivación que necesitaba se reducía al sol que destellaba por el ventanal que ofrecía, sin mayor esfuerzo, el verano citadino. Las palabras fluían como mieles sobre las hojas que no se cansaban de ser corregidas, aduladas y vueltas a corregir. Eran otras épocas, que se prolongarían artificialmente el tiempo necesario para que esas reminiscencias llegaran a su destino.
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Miseria
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Tras evocar esas tardes, Gabriel terminó la carta. A continuación, con la meticulosidad que le aportaba la experiencia, tomó las páginas, las ordenó, las marcó con la caligrafía excelsa que lo caracterizó siempre y procedió a guardarlas en el sobre lacrado que, dirigido a la Editorial X, lo llenaba de profunda desesperación. Sabía bien que si esa novela no se publicaba, nada lograría salvarlo del profundo abismo de la pobreza, si bien el no necesitaba más que sus hojas y su arcaica pluma para vivir. Al menos ese era su consuelo cada vez que sufría por los instintos gástricos del apetito, que le recordaban que estaba atado hasta la muerte a ese cuerpo gastado que ya no reconocía. Las arrugas tomaron su piel, la nieve cubrió su cabello y el peso de su historia curvó su espalda. Los años permitieron que su mirada se desgastara y que su espíritu se apagara ante esas hojas en blanco que antes significaban su vida. Necesitaba el dinero de esa obra para permitirse una vejez más pasajera, y así poder decirse al menos que no todo en su vida había terminado en decepción. Antes de cerrar el sobre, intentó memorizar por última vez las palabras de su libro, pero se resignó a entender que no importaría cuantas veces leyera su obra: hoy no tenía en definitiva más que sus frases oxidadas por el sereno paso del tiempo, que después de tanto uso no le permitieron escribir una última novela que valiera la pena. Destrozó su experiencia en el cliché contemporáneo del amor idílico, cuando no sentía más que rabia por no poder escribir una historia real, más consecuente con la que vivía, más tocada por el desconcierto de su vida miserable. Quería escribir
sobre los años que se llevaron, uno a uno, todos sus amigos, sus amores y sus pasiones, para entender mejor la broma que le había jugado el destino para que terminara solitario frente a su escritorio. Sintió tristeza de pensar en todo lo perdido, en la resignación de ver partir lo amado, y en la eterna lamentación de no haber luchado lo suficiente por mantener algo más que las letras en su vida, que, al fin de cuentas, cabían perfectamente en ese sobre café que sostenía entre sus viejas manos. Se había condenado al ostracismo silencioso de sus libros y, en ellos, ya no encontraba la escapatoria a su realidad. Abandonó el cuarto para enviar el sobre. Ya la noche había invadido los espacios de esa ciudad desierta que no tenía lugar para un viejo escritor en sus calles. Gabriel imaginó a los editores haciendo críticas refinadas al estilo aristócrata que los caracterizaba, elogiando los versos y las concluyentes frases que para él no significaban nada. La ira embargó su cansado cuerpo, y sintió de nuevo desprecio por la vida que lo había llevado hasta ese estado de miseria. A la miseria del alma, más profunda que la que llama al hambre. A la miseria que con serenidad envejecía su espíritu. El camino a la oficina de envíos se agotó en estos pensamientos, y se acentuó el signo triste de ese día melancólico. El hambre era ya insoportable, y Gabriel se acercó a la ventanilla para despedirse de una vez y para siempre de esa última obra. Recordaría para siempre el último contacto humano que tuvo, cuando el encargado le preguntó qué tipo de mercancía iba a enviar. -Mierda- respondió.
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¡Oh negra y larga partida! Por: Magaly Pabón Robayo
Filósofa, egresada de la Universidad del Rosario
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a bella dama guardó con disimulo el pequeño retrato de Francisco de Paula en su bolsillo luego de retornar bruscamente a la fría realidad de sus quehaceres. Se había dejado llevar por uno de esos momentos de debilidad en los cuales el pasado irrumpe con una fuerza descomunal y los recuerdos se atropellan sin orden en la mente de manera tan clara, vívida, que no podía huir de ninguna minucia. La trampa de la memoria. Con tristeza pensó que el tiempo no aminoraba su dolor aunque la gente dijera lo contrario. Con la llegada de la República, Santafé de Bogotá había cambiado. No sabía Nicolasa Ibáñez por qué los días le parecían más largos y aburridos. A pesar de que trataba de distraerse con trabajos planeados con antelación y con la atención de un primoroso almacencito al que llegaban enseres desde Europa, un sentimiento permanente de hastío inundaba su alma. Quizás, pensaba para sus adentros, así terminaba la vida de todas las matronas, entre chucherías, tules y charlas banales, mirando transcurrir el día y haciendo la cuenta de los meses que caían pesadamente. Este pequeño almacén era uno de los legados que le había dejado Santander antes de casarse con una muchacha más joven que ella, Sixta Tulia Pontón, hija de una respetable familia pero des-
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provista de belleza y gracia. Con este matrimonio se habían esfumado para siempre sus esperanzas de casarse con el prócer de la patria a quien había amado y se había entregado enteramente desdeñando a su marido ciego y las normas sociales, que en aquellos años de Independencia parecían perder consistencia. Después de todo, ¡qué importaba dejarse llevar por un loco amor si el mundo se iba a acabar! Nicolasa vio por la ventana cómo la espesa y fría niebla bajaba lentamente por las montañas y sintió el viento helado golpear su rostro sin compasión. En esos momentos se sacudió de su hastío. Al triunfo de la Independencia había seguido una extraña calma que, sin embargo, era tan pesada y tan sinsentido que nadie, en aquellas tardes oscuras, habría entendido los ánimos exaltados y los impulsos románticos con que ella había empeñado buena parte de la fortuna familiar a la causa libertadora. Tanto su padre como sus hermanos eran patriotas y se habían sacrificado por la causa, entregando algunos de ellos sus vidas. Nicolasa y su hermana Bernardina habían sido amantes de Bolívar y Santander. Nicolasa había sido cortejada primero por un ardiente Bolívar que luego prefirió a Bernardina. Nicolasa, posteriormente, cayó enamorada hasta la desesperación de Santander. A él dedicó
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sus mejores años y su entrega fue de tal magnitud, que poco le importaron el desdén de la sociedad, la pobreza y el escarnio público. Santander siempre estuvo allí encomendándole sus asuntos que ella llevaba con gran disciplina: la administración de sus bienes, sus cartas y cruciales secretos militares. Velaba por ella y estaba omnipresente en su vida aun cuando estuviera cabalgando hacia una lejana batalla. “Mi señora Nica”, le decía. Ante un amor así, pensó ella, el sacrificio no era nada. Pero en este nuevo orden republicano, ella con su belleza ahora otoñal y delicada no tenía cabida. Ya viuda, un desastroso incidente había hecho trizas su ilusión de ser finalmente la esposa del general Santander cuando este la encontró con José Ignacio de Márquez, ilustre hombre que había sucumbido a los encantos de Nicolasa y, de manera galante, le había llevado un obsequio en el día de su cumpleaños. Santander, un cuarentón aún apuesto, quiso tirar por la ventana al pequeño hombre, pero Nicolasa, de fuerte carácter, se lo impidió. El escándalo fue espantoso y aún más en aquella pequeña población que era Santafé de Bogotá: la figura inmensa de Santander tratando de tirar por la ventana a su diminuto rival. Francisco de Paula decidió entonces que a sus 40 años debía sentar cabeza, tal y como escribió a Obando en una carta: “Yo ya no estoy para bellezas, necesito a una mujer respetable que me cuide en mis males”. Y así lo hizo. Contrajo nupcias con aquella joven morena, desgarbada, ingenua y tontarrona, que era Sixta Tulia, quien además tenía una fama irremediable de camandulera. Con ella tuvo dos hijas de exuberante belleza. Luego de la boda de Santander con Sixta Tulia ya no quedaba nada para Nicolasa. A la admiración por su ímpetu durante la época de la Independencia siguió la fría indiferencia de la sociedad. De nada habían valido sus interminables esperas a Santander, la miseria, los ruegos de su
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marido mancillado en su hombría y la insoportable carga de tantas desdichas. “¡Cómo cambian los tiempos!”, pensó amargamente para sus adentros. En vano, trataba de mitigar su desazón rodeándose de aquella clerical disciplina. Un día se descubrió limpiando de manera compulsiva la platería como si quisiera paliar la tristeza brillando aquellos objetos fatuos y sintió seca la boca. Toda esa calma se rompió por una serie de hechos inusitados. Una banda había empezado a asaltar la ciudad. La tranquilidad ahora se veía rota por el temor de las gentes ante una banda de ladrones que asaltaba de manera inmisericorde a los pacatos ciudadanos. Nadie se salvaba, ni siquiera los piadosos frailes del convento agustino adonde los bandidos entraron sigilosamente disfrazados de monjes capuchinos entonando letanías. Los ataques de la banda se repitieron varias veces ante la mirada atónita de la sociedad santafereña. El cuerpo policial fue destituido ante la sospecha de que ciertos miembros se hallaban involucrados en los robos, la ciudad tomó medidas y todas las familias empezaron a improvisar alarmas con campanas amarradas con cuerdas y conectadas entre casa y casa. Sin embargo, un nuevo asalto sobrevino y fue justamente en la casa de Bernardina, hermana de Nicolasa. La otrora amante de Bolívar, ahora esposa del ministro de Hacienda Florentino González, quien encandilado por su belleza decidió desposarla a pesar de que tenía una hija fuera del matrimonio. Bernardina vivía en una de las mejores casas de la ciudad, gracias a que González se había empeñado en decorarla con los objetos más valiosos que encontraba en sus correrías por Europa. Por tal motivo, aquella casa de la Calle de San Juan era uno de los lugares más codiciados por el grupo de malandrines que conformaban aquel grupo apodado la Banda del Cubo.
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Los ladrones se presentaron una tarde fría y lluviosa, tocaron a la puerta y una de las doncellas abrió, ellos penetraron y apreciaron la belleza aún imponente de Bernardina, quien se hallaba de pie en el comedor bajo la luz de una lámpara de lágrimas de cristal, sus ojos negros brillaban. Con voz firme, Bernardina, sabiéndose víctima de la tenebrosa banda, increpó: “¡Pueden llevarse lo que quieran pero a mí no me toquen!”. Los ladrones procedieron a robar todo lo que contenía aquella noble mansión. Al día siguiente, la ciudad se levantó con la nueva noticia de que la casa de Florentino González había sido robada, ni siquiera la morada de aquel ilustre hombre se había salvado. Las gentes corrían de un lado para otro contando la historia de la infortunada Bernardina y de cómo se había enfrentado a los ladrones. La noticia impresionó a Nicolasa pero ella, al igual que el resto de la gente, por fin tenía algo de qué hablar, de nuevo la adrenalina corría por su cuerpo como en las épocas de la Independencia. Su pobre hermana asaltada de esa manera… Un jueves en la mañana llegó al almacén de la dama un pasquín en el que se le informaba que corría el riesgo de ser robada como su hermana. Al parecer, un allegado de la Banda del Cubo que tenía simpatía por ella, se compadeció y de forma anónima había decidido advertirle del peligro que enfrentaba. Ella que se sentía tan desdeñada, tan odiada, lo agradeció de corazón. Nuevamente atisbó por la ventana. La niebla, como de costumbre, caía espesa sobre los techos de las casas como si quisiera comérselas y el frío golpeó como siempre su cara, cerró los ojos dejando que la brisa la acariciara por completo. El hastío, sí, el hastío desaparecería para siempre si ella se iba de allí, lejos. Aquellos criminales le daban ahora una excusa para huir decorosamente y dejar de luchar contra aquellas gentes falsas e indiferentes a quienes veía como molinos de viento. Miró con tristeza las chucherías
te escribiendo aquel garabato en el Claustro del Rosario. ¡Qué diferencia tenía con su partida de Santafé de Bogotá! Tan simple, aburrida, motivada por el hastío y el corazón roto por un amor. Ella, que también se había entregado a la causa independentista, ahora se rendía ante el sinsentido y el desdén de la gente: ¡Cómo cambian los tiempos! Y se dio cuenta de que ya no tenía cabida en aquel universo. Así, aquellos ladronzuelos le dieron la excusa perfecta para su larga y negra partida. © Kilka Diseño Gráfico
traídas de París y de aquella manera tan trivial eligió su destino. ¿Estaría mejor allá? ¿Se liberaría de sus recuerdos inmisericordes? Como si con cambiar de lugar ella también pudiese mudar de piel. Recordó aquel jeroglífico escrito por el sabio Caldas antes de ser fusilado por los españoles durante la Independencia: ¡Oh negra y larga partida! Aquel hombre lo había entregado todo por la causa de la libertad y se había resignado a irse valientemen-
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Por: Luis Eduardo Gómez Estudiante de Jurisprudencia
Pídeme, amada mía, que deje de lado mis sentimientos. Pídeme que piense con un corazón obtuso y con la frialdad de un invierno. Pídeme que deje de lado la vida, que huya y que no busque salida. Pídeme que no actúe por temor a la muerte y que en ella no busque mis verdades. Pídeme que deje de amarte, que deje de pensarte, que deje de rodearme de luchas y de estúpidas memorias. En ese mismo instante cambiaré mis huesos por tornillos y mis músculos serán engranajes, mis ojos serán dos pantallas y mis oídos unos negros altavoces, mis manos titánicas pinzas, de la misma forma serán mis pies. Y mi corazón. ¡Maldita fuente de mis ilusiones! Será una máquina de vapor que andará en busca de un destino incierto que lo aleje de tus insensatos deseos.
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Tus más grandes deseos
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Fugaz Por: Láutaro Ribeiro
Difícil camino encontrarán tus amantes cuando quieran palpar tu cuerpo gitano.
Abismos voluptuosos, ríos inconexos, tristezas escondidas…
Correrán el riesgo de perderse en cada vértebra,
en cada espasmo de tu sonrisa,
en cada puente colgante de tus cabellos…
Caminos de herradura recorrerán, machacados por los huesos rotos de tus suspiros,
agrietados por la saliva del tiempo,
absurdos, como los dientes de tus deseos…
Olvidarán a sus amigos y a su patria… Serán tus colores breves momentos de confusión y alivio: el rojo pálido de tus sueños,
el naranja encendido de tus pestañas,
el gris ratón de tus rencores…
Seguramente morirán…
Y sonreiré en la distancia:
lejano, como cada barco que atraca en tu puerto,
melancólico, como el suicidio de un marinero viejo,
plácido, como el recuerdo más vivo de tu piel morena.
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