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Revista Sociedad, Ciudad y Territorio, número 03 junio 2012
AGUA, ACEQUIAS, HERIDOS Y MOLINOS. UN EJEMPLO DE DINAMICA AMBIENTAL URBANA. PUEBLA DE LOS ÁNGELES. SIGLOS XVI-XIX. Rosalva Loreto López 1 F
Puebla, se ubicó en medio de un próspero valle el cual era regado por tres ríos. 2 No obstante la abundancia de agua, ésta no corría en igualdad de F
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condiciones en las tres diferentes zonas que constituían la mancha urbana. 3 F
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Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Investigador responsable del Cuerpo Académico: Sociedad, ciudad y territorio. Puebla siglos XVI-XXI. 2 Los ríos eran: San Francisco, que dividía el centro de la ciudad de los barrios, el Alseseca y el Atoyac, estos últimos la rodeaban. 3 Las zonas que componían la ciudad fueron identificadas tomando como principales indicadores la calidad del suelo y del agua, su diferenciación conformó microambientes bien diferenciados dentro del sistema urbano. En este sentido la zona 1 partió de la ubicación del río de San Francisco. comprendiendo dos filas de manzanas dentro de la traza urbana (125 metros partiendo de la orilla del río) desarrollándose hacia los barrios de Analco y la Santa Cruz, incluyéndose las secciones molineras regadas por el río Alseseca. La zona 2 se definió a partir de la línea frontera de las manzanas ribereñas, hasta delimitar con la zona 3 que en coincidencia con la ubicación de las iglesias parroquiales de San Marcos y San Sebastián comenzaba una zona rica en manantiales de agua mineralizada. Al respecto véase Rosalva Loreto López, Una vista de ojos a la Puebla de los Ángeles del siglo XVIII, México, BUAP/CONACYT/INAOEP, 2008.
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Varios fueron los factores de esta diferenciación: las calidades del fluido, dulce en el norte y en el centro y sulfurosa en la parte sur-poniente, la tecnología de la conducción y su distribución. 4 Esta heterogénea composición y variaciones F
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en los usos del agua definieron entre otras razones que el sistema hídrico urbano estuviera sujeto a desigualdades sociales y a desequilibrios naturales que impactaron en las formas de habitar en una ciudad novohispana. Parto de la idea de que el esquema de metabolismo social 5 de una urbe F
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como Puebla, estuvo asociado directamente a la producción para satisfacer la demanda externa. 6 Esto generó un modelo de desarrollo económico que se F
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asoció en términos de exportación como “exitoso” en atención a la capacidad productiva, pero también expresó sus propios límites al estar sujeto a ciclos
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El estudio de José Sala Catalá, “El agua en la problemática científica” en Revista de Indias, Vol. XLIX, núm. 186, 1989, correlaciona la tecnología hidráulica con las políticas metropolitanas aplicada en los virreinatos. El trabajo de Stephen Webre, “Water and Society in a Spanish American City” en Hispanic American Historical Review, núm. 70, febrero, 1990, para el caso de Guatemala muestra la notable similitud que existe entre los patrones urbanísticos coloniales vistos a través de la perspectiva de un servicio como el agua. Para México un trabajo pionero con la perspectiva global es el de Alain Musset, “L’eau et l´organization de l’espace dans le bassin de Mexico XVIe-XVIIIe siècle”, en Annales E. S. C., 46e Annèe, núm. 2, mars-avril, 1991. Como un ejemplo de estudio regional, para el caso de Puebla los estudios de Sonya Lypsett-Rivera en “Indigenus Communities and Water Rights”, en The Americas, Vol. XLVIII, (4), April, 1992 y “Water and Bureaucracy in Colonial Puebla de los Angeles” en Journal of Latin American Studies, num. 25, 1993, además de ser los primeros trabajos aproximativos para nuestro espacio de estudio, permiten analizar comparativamente las diferentes problemáticas sobre el abasto del agua en la ciudad y en su entorno regional. 5 El concepto de metabolismo social hace referencia a la acción de toda sociedad humana cuando produce y reproduce sus condiciones materiales de existencia a partir de su metabolismo con la naturaleza. Éste comprende el conjunto de procesos por medio de los cuales los seres humanos se apropian, circulan, transforman, consumen y excretan materiales y/o energías provenientes del mundo natural. Este concepto lo desarrolla Manuel González de Molina, en el capítulo VI de este libro. 6 Durante el siglo posterior a la conquista el desarrollo de Puebla la caracterizó como el centro agrícola, manufacturero y comercial de la Nueva España. véase. Guadalupe Albi-Romero “La sociedad de Puebla de los Ángeles del siglo XVI”, en Jahrbuch fur Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, 1970, vol. VII. Una de las actividades más importantes para la ciudad de Puebla y su región en la etapa colonial fue la fabricación de bizcocho y jabón cuya producción estuvo dirigida hacia tres mercados fundamentalmente: la ciudad de México capital del virreinato, la misma ciudad de Puebla y el abasto a las islas del Caribe y Filipinas. Esta capacidad de exportación hizo que la urbe se convirtiera en la primera mitad del siglo XVII en la segunda ciudad en importancia en el Virreinato de la Nueva España y que llegara, por momentos, a competir por su supremacía con la ciudad de México. Para crear esta imagen de gran éxito económico y demográfico fue una condición necesaria la articulación diferenciada de importantes zonas agroganaderas destinadas tanto a su autoabastecimiento como al fortalecimiento del sector exportador.
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de crecimiento típicos de sociedades de antiguo régimen. 7 Esto se tradujo a F
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nivel urbano en sobreexplotación de tierras y de mantos superficiales de agua. A nivel regional estos desequilibrios se reflejaron en un estancamiento económico y demográfico. 8 F
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En este trabajo describiré el establecimiento de una de las principales ramas de producción local, la de la molienda, su transformación entre 1535 y 1835 y la huella ecológica de ésta en el sistema hídrico urbano con el objetivo de aportar elementos explicativos del comportamiento de un ecosistema agrourbano destinado a la exportación y su adaptación a la producción fabril. En la parte inicial de este capítulo estableceré las características generales de la microcuenca hidrológica de la cuál dependía la urbe entre los siglos XVI y XIX con el objetivo de mostrar los requerimientos de funcionamiento para un asentamiento
poblacional
de
tipo
medio
(50,000
habitantes)
y
las
consecuencias del desequilibrado modelo de asignación del recurso. Complementariamente esquematizaré el sistema de abasto hídrico dentro de la ciudad a partir de las diferenciadas formas de conducir, asignar y usar el agua destinada a la producción dentro de los molinos. En la última parte de este capítulo describiremos la adaptación y “modernización” de estas unidades de molienda y su transformación en fábricas de hilados y tejidos. Trataremos de mostrar el impacto de la producción textilera en el ecosistema del río de San Francisco a partir del estudio de los procesos de terminado en las fábricas de estampados.
La micro cuenca urbana
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Las ciudades de antiguo régimen estuvieron sujetas a límites de crecimiento definidos por el flujo de energía orientado a la explotación de suelos y a la implementación tecnológica para el aprovechamiento hidráulico. El impacto ecológico de la aglomeración humana y su modelo de soporte repercutió en el desgaste del suelo destinado a la agricultura y al pastoreo generando erosión de bosques, contaminación orgánica y alteraciones hidrogeológicas irreversibles. Sobre el concepto de régimen social metabólico determinado por la base energética y su flujo, véase Rodolf Sierferle, “¿Qué es la historia ecológica?” en Naturaleza Transformada, M. González de Molina y Joan Martínez, editores, Allier, España, Icaria, p.41. 8
Sobre la crisis regional atribuida a la emergencia de nuevos mercados y a una caída en la producción argentífera véase Juan Carlos Grosso y Juan Carlos Garavaglia, “La región PueblaTlaxcala y la economía Novohispana (1670-1821)” en Historia Mexicana, vol. XXXV, 1986, pp. 549-600. Proponemos verla también en términos de sujeción a ciclos de crecimiento típicos de sociedades agrarias que repercutieron en el estancamiento del sistema agrourbano.
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La cuenca del Alto Atoyac 9 donde está situada la ciudad de Puebla es la F
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meseta más oriental del país, está integrada por una serie de llanos y valles interconectados a altitudes entre los 1,600 y 2,600 (msnm) que se extienden 150 Kilómetros de este a oeste y 140 kilómetros de norte a sur. También es la más extensa y variada atendiendo a los indicadores meteorológicos y ecológicos. Grandes zonas de la provincia cuentan con riego natural de ríos y arroyos que descienden de cuatro de los volcanes más grandes de México. Dentro del territorio que conformaba el sistema de hidrológico de la micro cuenca de la región Puebla-Tlaxcala, emergían, provenientes de similares flujos los dos afluentes más importantes: El San Francisco y el Atoyac. Estos se podían representar cartográficamente como una gran pinza abierta que abrazaba el territorio en el que quedó comprendido el ecosistema agrourbano de Puebla. Ambos formaban parte, de los escurrimientos superficiales del gran sistema hidrológico del río Balsas, nutriéndose además de las escorrentías de la montaña llamada la Malinche 10 y de numerosos F
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manantiales que se localizaron en sus riberas. Cartográficamente desde el siglo XVI ambos afluentes estuvieron asociados tanto a la producción agrícola local de inmediata y corta distancia como al emplazamiento urbano. 11 A nivel visual y superficial había perceptibles F
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La cuenca del Alto Atoyac se ubica en el centro de la República mexicana entre los paralelos 18 º, 55´ y 19 º y 45 ´ de latitud norte y los meridianos 98 º y 40´ de longitud oeste de Greenwich. Abarca 27 municipios del estado de Puebla y 47 del de Tlaxcala. Esta cuenca forma parte de la subregión Alto Balsas. Y está delimitada por importantes elevaciones ubicadas dentro de la provincia Fisiográfica del Eje Neovolcánico. Destacan, al oeste los volcanes Iztacíhuatl (5,230 msnm) y Popocatépetl (5,465 msnm) formando parte de la Sierra Nevada y al este el volcán llamado Malinche (4, 461 msnm). Estos volcanes dominan el perfil morfológico de la cuenca y definen los parámetros de funcionamiento de flujos locales, intermedios y regionales. Al respecto véase el capítulo I de este libro de Esther Galicia Saldaña. 10 “Se consideraba que el río de San Francisco/Atoyac nacía propiamente de las estribaciones de la montaña llamada Malintzi en el estado de Tlaxcala y se formaba por las barrancas de Actipac, Xaltona, Santuario, San Aparicio y Huayatla o Guadalupe. Que pasan respectivamente por los pueblos de Resurrección y San Francisco y por los ranchos de los Leones, Guadalupe, La Piedad y La Trinidad. Desde éste último punto toma ya propiamente el nombre de río de San Francisco cerca del rancho de la Trinidad donde (…) aflora dentro del cauce un pequeño manantial a partir del cual principia a llevar aguas permanentes”. Archivo Histórico del Agua, (AHA), caja 4354, exp. 57803. 11 Es importante hacer notar que en las fuentes documentales, aún en las tardías como en el Padrón de población de 1777 los molinos, ranchos, casas y asentamientos poblacionales localizados fuera del trazado y en torno a ambos afluentes fueron considerados como parte de la ciudad. Fue hasta 1830 que fiscalmente comienza una diferenciación y son identificados
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diferencias en el recorrido de esta red fluvial pues mostró características físicas diferenciadas en función de la variabilidad del caudal, del grado de inclinación del suelo, de los conos y meandros que se fueron formando en su trayecto y de las consecuencias de la erosión. Esto determinó la capacidad de arrastre, tipo de carga y la función que les fue asignada por los pobladores a cada afluente. 12 F
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No obstante, que los dos ríos compartieron a nivel regional puntos de recarga superficial, entre uno y otro existieron diferencias debido al sistema de flujos de agua subterránea que los alimentaban en su recorrido, esto condicionó
la
existencia
de
dos
subsistemas
hídricos
locales
bien
diferenciados. Esta disimilitud estuvo en relación directa con los tipos de suelos o sustratos naturales sobre los que se erigió la ciudad.
Veamos con más
detalle: El agua subterránea que emergía en la zona del San Francisco provenía del subsuelo en forma de manantiales de agua no saturada, en su mayor parte potable. Estos formaban secciones de descarga de fluido que recorría, antes de llegar a la superficie, suelos neutros y alcalinos ricos en materiales orgánicos. De este tipo de líquido se abasteció la ciudad desde importantes cuerpos de agua localizados en el norte por donde el río entraba a la ciudad, cerca de las inmediaciones del molino de San Antonio y la parroquia de San José. 13 Ahí el afluente presentaba un caudal mediano en coincidencia con el F
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declive del terreno y la fuerza que traía consigo producto de los escurrimientos como extramuros o cercanías asociándolas con un carácter rural, disociando a partir de entonces y discursivamente un sistema agrourbano antaño cohesionado funcionalmente. 12 El San Francisco y su brazo paralelo el Atoyac son considerados por una parte como modalidad de escurrimiento endorreico pues sus aguas no llegan al océano sino que se quedan en cuencas cerradas. Pero considerando la diversidad de relieves topográficos que definen un sistema jerarquizado de flujos de agua subterránea es considerada una cuenca exorreica. En este artículo solo atenderemos a las secciones del afluente que involucran de manera directa al asentamiento poblacional urbano. 13 A lo largo del San Francisco descargaban flujos locales de tránsito y descarga de agua subterránea que emergían a manera de manantiales de agua dulce (Cieneguilla, Amalucan y Rementería en el norte y fuera de la traza. Xanenetla, Almoloya y San Francisco dentro de la misma). Al respecto puede verse Rosalva Loreto López, Una vista de ojos a una ciudad Novohispana, op. cit. En su trayecto hacia la superficie cruzaban suelos conformados en una planicie aluvial (Qal reciente y Qial antigua). La parte oriente de la ciudad correspondiente al río de San Francisco se erigió sobre una meseta constituida por depósitos lacustres del plioceno (TpL) cuya composición fundamental es limo arcillosa-lacustre con variaciones de espesor (valores máximos de 300 m.), en el área central de la cuenca disminuyen notablemente y llegan a medir entre 8 y 50 m. Con más detalle véase el capítulo 1 de Esther Galicia.
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montañosos, estas características fueron aprovechadas para generar la energía hidráulica que movió los dos primeros asentamientos agroproductivos localizados dentro de la traza desde el siglo XVI. 14 Más adelante su inclinación F
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y las pendientes disminuían, lo que coincidió con un aminoramiento de su carga de agua y con ello de su energía, manteniendo por lo regular un nivel estable ya dentro de la traza urbana. Esta situación cambiaba en tiempos de lluvias pues las múltiples referencias a su desbordamiento se asociaron con las “crecidas” que generaban inundaciones y estragos a la población urbana. 15 F
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Las características físicas del afluente dentro de la ciudad posibilitaron que en su lento curso arrastrara consigo partículas en suspensión de baja densidad y arenas gruesas permitiendo la sedimentación de los pisos de aluviones. La tierra que conformaba sus riberas absorbía los sedimentos de limos y arenas finas consintiendo la formación del suelo arcilloso empleado en ladrilleras y locerías. 16 La humedad generada en ambas orillas del río permitió F
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la explotación agrícola de huertas que se repartieron de manera limitada y jerarquizada étnica y socialmente dadas las condiciones topográficas e hidrográficas y sociales de la zona. Más adelante otros tres molinos se instalaron en su ribera, represándolo y aprovechando su capacidad de arrastre. 17 En su recorrido de cuatro kilómetros, el río también desplazó F
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Nos referimos a los molinos de San Antonio y San Francisco y a sus huertas y terrenos de labor circundantes. 15 En las riberas comprendidas a lo largo de la traza la inclinación del suelo tuvo una pendiente de hasta 11 metros hacia la caja del río y en temporada de lluvias fue común su desbordamiento causando comunes inundaciones dentro de la ciudad. Se ha considerado que en la ribera oriente se realizó el primer intento fundacional de la ciudad pero debido al incremento estacional del caudal fue necesario trasladarlo al lado poniente donde se planteó definitivamente el desarrollo urbano, este margen del río funcionó a manera de límite urbano de la traza española. Como una posible causa de las inundaciones se deben considerar las variaciones naturales y artificiales de la “caja del río” y de su capacidad de contención misma que se veía alterada debido al aumento de torrentes. 16 Son perceptibles diversos micro ambientes en el transcurso del río por la ciudad, por un lado, su caudal dependía de la alternancia de estaciones húmedas y secas a esto se añadía la existencia de diversos sustratos edáficos que se encontraba en su trayectoria, éstos se diferenciaban entre otras cosas por su variable capilaridad. En su entrada a la ciudad por el norte, en el tramo correspondiente a los barrios de Xanenetla, Santa Cruz y Analco, el agua contenida en la caja del río no percollaba del todo, saturando las tierras y el piso conformándose una película muy delgada de minerales y materia orgánica dando origen a un estrato arcilloso de alta porosidad y conductividad hidráulica cuyo excedente de humedad, solamente podía eliminarse en hornos de alta temperatura. Esta condición fue aprovechada productivamente en la elaboración de materiales constructivos y cerámicos. 17 El Carmen, Huexotitla y La Teja.
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consigo y de manera cotidiana desperdicios orgánicos y basura. Gracias a su capacidad de depuración residual el San Francisco comenzó su historia al convertirse en la gran cloaca urbana.
El afluente continuaba saliendo de la traza de la ciudad por el sur señalando como límite al pueblo de San Baltasar, rodeaba a la urbe irregularmente hasta unirse con su brazo mayor, el Atoyac. Éste propiamente en el poniente, recibía recargas de mantos acuíferos más profundos lo que coincidía con cambios en el nivel del suelo, esto originó una elevación del caudal y con él, de la energía y su capacidad de movimiento lo que permitió el establecimiento de otro conjunto agroproductivo. 18 F
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Junto con el Atoyac, en
esta misma zona, se localizó una serie de manantiales y flujos de agua locales provenientes de niveles freáticos subterráneos. En ocasiones la cantidad de
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Hacia el sur en el sentido de las manecillas del reloj se localizaban los siguientes molinos: Mayorazgo, Amatlán, de En medio y Agua Azul. Véase Plano de ubicación de molinos.
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agua excedía la capacidad de filtración de los suelos entonces percolaba formando secciones cenagosas ricas en aguas saturadas. 19 F
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Las condiciones ambientales en la sección poniente fueron notablemente distintas del resto de la urbe pues éstas eran plenamente aprovechables de manera casi exclusiva para la agricultura. En su curso por el subsuelo y en su trayecto hacia la superficie, el líquido recorría mantos sulfurosos y minerales, estas cualidades químicas hacían que el agua de toda esta sección fuera inapropiada para el consumo humano y animal. El subsuelo de esta zona se ha clasificado como “travertino” y se asoció con la formación de cavernas sílico calcáreas y con mantos acuíferos de mayor profundidad. 20 F
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La localización de estos yacimientos, se caracterizó por la generación de humedales salinos en torno a manantiales perennes y/o intermitentes. Una lectura del paisaje sugiere el tipo de vegetación, con especies propias de ambientes acuáticos denominadas hidrófilas. 21 Junto con especies terrestres F
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de corto crecimiento localizadas en la misma zona pero en tierras más altas como las observadas en los planos en las inmediaciones del cerro de San Juan donde estuvieron condicionadas a la existencia de suelos de tipo rocoso.
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Se reconocieron siete nacimientos de agua sulfurosa en esta zona ya fuesen a manera de “ojos de agua” o de lagunas, los más citados fueron; el de Rancho Colorado, la de la casa de Campo de Flon, el de Agua Santa y la Estrella y los jagüeyes en las cercanías de San Miguelito. Resulta de particular importancia el que se localizaba postrero a la iglesia de Santa Ana, dentro de las inmediaciones urbanas, pues su descripción nos aproxima a las condiciones ambientales de la sección. En medio de huertas y solares se encuentra el “ojo que llaman de San Juaniquito” que linda por el poniente con la calle real de Santa Ana, por el sur con la puerta reglar del convento de San Pablo de los Naturales y por el norte con la calle que va a la iglesia que nombran de San Antoñito para la sabana”. Hugo Leicht, Las calles de Puebla, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, 1992, p. 225. En su trayecto se unían los escurrimientos de cuerpos de agua de menor importancia y en conjunto hidrataban a toda la franja de huertas de la sección poniente de la ciudad. 20 En la zona del poniente se localizó la más importante de descarga acuífera de la ciudad y su entorno. Es considerada como una unidad profunda por que descansan en formaciones geohidrológicas muy antiguas (Pa, Acatlán) y travertinos (Qtr) donde los complejos orgánicominerales existentes a mayor profundidad dieron como resultado suelos ácidos, el agua en su trayecto emergente a la superficie se filtraba a través de yacimientos de rocas con sedimentos sílico calcáreo, sulfatos y ácido sulfhídrico. 21 Las hidrófilas incluyen plantas acuáticas, las cuales normalmente crecen en pantanos, marismas y ciénagas, y en suelos que contienen cantidades de agua que serían superiores al óptimo para las plantas promedio. El tipo de agua no es dañina en sí misma “pero la extrema lentitud a la cual se disuelve y difunde el oxígeno en el agua o en el suelo saturado produce un conjunto de condiciones críticas que las plantas sólo pueden afrontar si están suficientemente especializadas.
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En toda la sección comprendida entre el río Atoyac y estos manantiales, el agua sulfurosa afloraba a nivel del suelo, lo saturaba al mantenerse estancada durante gran parte del periodo de lluvias (mayo a octubre). Esta escasa capilaridad era aprovechada mediante zanjamientos, así junto con el cauce del río, el fluido era conducido y manipulado lo que permitía su retención haciendo factible la producción agrícola y su molienda en toda la sección. 22 F
El papel asignado por los pobladores a los ríos estuvo definido básicamente por dos grandes ecotonos delimitados por las características del sistema hídrico 23 en medio de los cuales se desarrolló un sistema agrourbarno, F
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con ello se delinearon modelos de integración poblacional, económica y social diferenciada en función de su relación con su medio ambiente. 24 F
El agua para la producción agro urbana. Los molinos Sobre la ribera oriental del río de San Francisco bordeando los barrios de la Santa Cruz y Analco, las tierras se sujetaron a la irrigación con derivaciones simples, zanjas o acequias, aprovechaban así la inclinación natural del terreno y el caudal del afluente lo cual, permitió que en esta zona se desarrollasen complejos productivos como tocinerías, curtidurías o tenerías 25 , F
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Utilizando el cauce del Atoyac se ubicaron los grandes molinos de Santa Cruz, El Batán y Mayorazgo. Hacia 1835 comenzó lentamente su transformación en fábricas de hilados y tejidos y de papel. 23 Un ecotono es una zona de transición entre sistemas ecológicos adyacentes que tiene características definidas de manera particular por escalas de espacio y tiempo y por la fuerza de las interacciones entre ambos sistemas. Wayne Joseph Robins, “Indígenas Guaraníes y ecotonos acuáticos-terrestres en el Paraguay oriental”, en Bernardo García Martínez y Alba González Jácome (comps.), Estudios sobre Historia y Ambiente en América, México, El Colegio de México/Instituto Panamericano de Geografía e Historia, T.I, 1999, pp. 37-54. 24 A diferencia de los indígenas que aprovechaban para sus cultivos al máximo la estación de lluvias, los europeos dependerán para la producción triguera estrechamente de la red hídrica permanente y de los sistemas de riego. Esto se debe al alto coeficiente de humedad del trigo. A manera de ejemplo cada unidad de peso de maíz necesita para ser producida la mitad del agua que exige cada unidad de peso del trigo. Juan Carlos Garavaglia, “Atlixco, el agua, los hombres y la tierra en un valle mexicano (siglos XIV-XVII)”, en Alejandro Tortolero Villaseñor (coord.), Tierra, agua y bosques: Historia y medio ambiente en México central, México, Centre Français d’Etudes Mexicaines et Centroamericaines/Instituto José María Luis Mora/Potrerillos Editores, S.A./Universidad de Guadalajara, 1996, p.80. 25 A manera de ejemplo Alonso Fuentes solicita se le otorgue merced de un tostón de agua proveniente de la acequia que va a los molinos para el servicio de su tenería ubicada en la ribera del río de San Francisco (...) a cambio de pagar 100 de oro común como ayuda para la obra de agua. Archivo del Ayuntamiento de Puebla (AAP), Libro de Actas de Cabildo N o.14, 11 de junio de 1607, f.41.
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obrajes, rastros, 26 ladrilleras y locerías localizados a lo largo de su ribera. Con F
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el mismo objetivo y sistema se derivaron los manantiales que descargaban en el citado afluente. 27 F
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La sección occidental del río, la que miraba hacia la traza, contó a lo largo de su recorrido dentro de la ciudad con un marcado declive, esta condición permitió que se adaptara una acequia maestra que la recorría de manera paralela al afluente. Esto implicó un proceso de alteración geohídrica que dio inició hacia 1537 y que continuó conformándose a partir de atarjeados subterráneos y abiertos, zanjamientos y represamientos. Generándose así un primer sistema artificial de abasto de agua. De su variable capacidad energética dependió la activación de una serie de unidades productivas y el abasto indirecto de las casas-habitación del entorno. Aún cuando el rió-acequia proporcionaba cantidades de líquido adecuados para la producción local. A lo largo del siglo XVII, la gran demanda agroproductiva externa hizo necesario incrementar su caudal de manera especial para el caso de la molienda. Mediante atarjeados cubiertos y expuestos se hicieron llegar a los molinos excedentes de agua procedentes de los manantiales, esta modalidad de conducción implicó modificaciones en el cauce, en la recarga natural de los mantos adyacentes a los cuerpos de agua e impactó en el ambiente del entorno si se considera el consecuente incremento de las cantidades de agua de descarga y desperdicios, hacia la acequia-río. 28 (Véase sección de derivaciones en el plano de molinos). F
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Esta conjunción de corrientes de agua se destinó tanto al represamiento necesario para la molturación como para el riego de huertas y tierras de labor. 29 Dada la excelente calidad del agua dulce procedente de los F
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Como lo ilustra la asignación de los solares que están entre las casas de Alonso del Moral y la huerta de Felipe Ramírez de Arellano como sitio para rastro debido a que allí pasan arroyos de agua que van a dar a los molinos de la ribera del río de San francisco. AAP, Libro de cabildo No.15, 9 de febrero de 1619, f.217v. 27 Por estar tan bajos en relación con el río sólo se aprovecharon de manera directa para la producción. Como ejemplo de esto están los lavaderos de Almoloya y las tenerías. 28 El molino del Carmen disfruta de 12 horas semanarias de las aguas del ojo de San Pablo y 18 de las del de Santiago y estas son conducidas desde la esquina de la calle del gato hasta la del Arbolito por atarjea cubierta. Archivo General de Notarias del Estado de Puebla (AGNEP), Avalúo del Molino del Carmen, Not.5, 1853, f. 51. 29 El proceso de molturación requiere de una infraestructura hidráulica de cierta complejidad: acequias forradas para la conducción del agua represada para manipular la presión necesaria
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manantiales que confluían al San Francisco, de manera particular en los molinos del Carmen al sur
y San Antonio por el norte, la ocuparon
directamente para el lavado del trigo y para el consumo humano para posteriormente conjuntarse con el agua sulfurosa destinada para el riego. De esta manera se aprovechó al máximo la riqueza de los suelos de aluvión para la producción triguera en las limitadas huertas que se les asignaron para su asentamiento dentro de la traza urbana. 30 F
Además del impacto causado en sí mismo por la derivación del río dentro de la traza, otro problema se presentó en relación con su capacidad de arrastre y descarga. Esto tuvo que ver con la utilización de la mencionada acequia maestra como desaguadero urbano dada la carencia de sistemas de descarga directa del agua sucia al río. Esta función se complejizó cuando al agua que normalmente corría por su caja se añadía la procedente de las casas que recibían merced de agua en las fuentes internas. 31 Esto generó serios F
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problemas sobre todo en época de lluvias en los tramos donde se encontraba descubierta pues inundaba las calles circundantes a doscientos metros de distancia. En 1604 la acequia estaba totalmente terminada, generándose continuas quejas por el uso inadecuado del conducto como ejemplo tenemos que… Se acordó que Pedro López Florín maestro de obras de la ciudad quite el agua que va por la acequia de los molinos y huertas y la lleve por la madre del río de San Francisco junto al puente (…) y que ninguna persona vuelva a depositar agua en la acequia debido a que causa inconvenientes a las calles reales y entradas de la ciudad por no haber alcantarillas para mover los cubos o de las piedras, acueductos y arquerías con la misma función, agua limpia para lavar el grano, agua para la molienda propiamente y zanjas para el desahogo del agua sucia hacia el río. 30 Dentro de la cuidad, en el norte se asignó un número limitado de huertas a los conventos de San Antonio, ocho y media huertas y a Sebastián de Vargas Formicedo (8 huertas y media). Estas asignaciones siempre asociaron la producción triguera con la molienda y su producción se destinó tempranamente al abasto alimenticio local. En el sur más tardíamente se otorgó merced de tierras conformando “14 huertas de tierra superior” con el mismo fin al Convento del Carmen. 31 Como ejemplo de esto se tiene la “Licencia para terminar la tenería de 6 pilas a José Núñez, dicha tenería está junto al obraje de Cristóbal de Brihuega (...) los vecinos dijeron que no había perjuicio alguno y el 17 de agosto se dio licencia para acabar y usar dicha tenería y que el agua que se tiene de servir vaya a dar a la acequia de los molinos por el desaguadero que tiene hecho”. AAP, Libro de Cabildo No.16, 22 de agosto de 1623, f.156v y 157.
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para el pasaje de la gente, así de a pie como a caballo. 32 F
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La acequia, al igual que le río del que dependía, estaba sujeta a las condiciones específicas de los flujos de agua de recarga y descarga y de las variaciones pluviométricas y climáticas para su adecuado funcionamiento. Con el uso cotidiano de desaguadero urbano se le añadieron funciones alterando su capacidad de arrastre y depuración de residuos.
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Otro paisaje e impacto ambiental se generó en la zona del poniente debido a la natural fuerza del Atoyac. Esta condición estuvo en relación directa con su capacidad productiva como lo muestra el caso del molino de Santo Domingo: Las tierras de esta finca disfrutan del beneficio del agua por medio de una presa que tiene en el río Atoyac y algunas otras obras hidráulicas, más como por esta presa se puede tomar todo el río y el valor a las aguas que puedan caber en el cañón sería no sólo un disparate sino de sumo perjuicio y responsabilidad por no ser por ahora necesarias a la finca. He graduado las que bastan para el regadío atendidas la calidad de la tierra y su inclinación, esta graduación es de dos surcos por caballería siendo el total de los que se riegan con aguas propias trece caballerías y 10 huertas que a razón de dos surcos montan 26 surcos dos naranjas… 34 F
Esta cantidad equivalía a aproximadamente a surtir 170 litros de agua por segundo a las aproximadamente ochocientas hectáreas de tierra de las que se componía esta unidad productiva. 35 F
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AAP, Libro de Cabildo No.13, 16 de julio de 1604, f. 270v. El empleo de acequias y zanjas para regar y abastecer de agua al interior de las ciudades fue común, de igual manera lo fue su mal uso y mantenimiento al respecto puede verse; Adam Warren, “Viviendas miasmáticas y enfermedades en la Lima Borbónica: creencias populares y debate médico” y Mauricio Folchi, “La higiene, la salud pública y el problema de la vivienda popular en Santiago de Chile (1843-1925)” ambos trabajos en Rosalva Loreto López (coord.), Perfiles habitacionales y condiciones ambientales, Historia urbana de Latinoamérica, México, BUAP/CONACYT/DEUTSCHES MUSEUM, 2007, pp. 291-312 y 361-390, respectivamente. 34 AGNEP, Avalúo del Molino de Santo Domingo, Not.1, 1836, f. 570. 35 Un surco se considera como unidad de medida en las distribuciones de agua, rústicas. Produce por minuto 6 1/2 litros por segundo. La naranja es la 144 parte de un buey este equivale a 194 litros por segundo. Cecilio A. Róbelo. Diccionario de pesas y medidas 33
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La derivada directamente del río era empleada para el regadío y era distinta de la destinada a la molienda. La necesidad de aumentar la productividad determinó que a lo largo de los años se fueran anexando tierras a los grandes complejos molineros. Esto impactó en la transformación del ecosistema natural hacia tierras de cultivo. Este cambio de uso del suelo siempre estuvo acompañado de una red de derivaciones acuíferas pues por medio de acequias secundarias se desviaba por largos tramos el agua procedente de los manantiales sulfurosos que quedaban incluidos en las escrituras de compra-venta.
36 F
PLANO DEL MOLINO DE SANTO DOMINGO DONDE SE MUESTRA EL ZANJAMIENTO DE LAS TIERRAS DE LABOR. AAP.
mexicanas antiguas y modernas y de su conversión, Cuernavaca, Imprenta “Cuauhnahuac”, 1908, pp. 5, 14 y 18. 36 El acaparamiento de tierras contiguas por parte de los molineros obedeció a la necesidad de incrementar la productividad de gramíneas destinadas a su transformación y exportación. El funcionamiento del ecosistema agrourbano considera las distancias cortas y medianas como un requisito proporcional a la ganancia pues el balance energético de la cosecha ha de ser positivo incluyendo el costo del transporte. Sobre esta problemática véase Rodolf Sieferle, op. cit., p. 48.
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En los otros casos en aras de aumentar sustancialmente la capacidad productiva de los molinos se emplearon además de zanjas, los heridos del río. Estos activaron, de manera sorprendente para los cronistas, la producción de harinas dentro de la ciudad. El cuadro I da cuenta de manera muy sencilla la forma de abasto del agua destinada a la molienda dentro del ecosistema agrourbano poblano.
CUADRO I MOLINOS ACTIVOS EN LA CIUDAD DE PUEBLA 1531-1863 USOS DE AGUA Y DE SUELO NOMBRE DEL MOLINO Y AÑO DE INICIO DE FUNCIONAMIENTO San Francisco 1531 El Carmen 1531 Huexotitla 1535 Santo Domingo 1543 San Antonio 1569 Amatlán 1580 En medio 1616 Mayorazgo 1616 Agua Azul 1616 La Teja 1590/1650 Santa Bárbara 1695 El Cristo ¿? Guadalupe ¿?
CONDUCCIÓN
TIERRAS QUE COMPONEN LA PROPIEDAD*
Acequia
8 ½ huertas
Acequia y acueducto Herido del río acueducto Zanjas y acueductos
y
Acequia
14 huertas superiores Solares
tierras
19 caballerías 17 huertas y 1 solar y 2 ranchos 15 huertas
Herido del río
Solares
Herido del río
Solares
Zanjas desde manantiales y herido de río Zanjas desde manantiales y herido de río Herido del río
de
Solares Rancho Solares
Herido del río
Rancho de Toledo
Herido del río
Solares
Herido del río
Solares
*Véase tabla de equivalencias. 37 F
37
El solar es una medida agraria en forma de cuadrado que tiene por lado 50 varas y de superficie 2500 varas cuadradas. Equivale a 0.1755610 de hectárea. La caballería de tierra es un rectángulo que tiene 1104 varas de largo por 552 de ancho y una superficie de 609,408 varas cuadrada, equivale a 42,795311 Hectáreas. Cecilio A. Róbelo, op. cit. p. 4.
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Otro problema se presentó a más largo plazo cuando el ecosistema hídrico ya había sufrido repetidas adecuaciones en función de los requerimientos de la producción, de la población y de la demanda. Estas alteraciones impactaban directamente al sistema de funcionamiento de descarga acuífero. Veamos el caso del molino de Huexotitla que estaba ubicado dentro de los límites de la traza urbana, contaba con un represamiento dependiente directamente del río de San Francisco, ésta se conducía y nivelaba mediante un acueducto el cuál permitía la generación de energía hidráulica para el movimiento de los cubos de la citada unidad de molienda. Varias quejas documentadas sugieren que los propietarios del molino retenían cantidades mayores de agua que la necesaria para su producción. A mediados del siglo XVIII este era ya un problema legal por lo cual se obligó a sus propietarios a efectuar el rebaje de la presa para permitir el regadío de un rancho anexo propietario de un importante agricultor. El disminuir la altura de las paredes de contención de la presa ocasionó, según el dueño de Huexotitla, que se desordenase el río, y según interpretamos las descripciones que ¡se invirtiera la corriente del afluente pues no debemos olvidar que la pendiente iba de norte a sur y no a la inversa! ocasionando el derrumbe de los cimientos de los puentes dentro de la ciudad. El propietario del molino planteaba la necesidad de una modificación hidrogeológica del cauce original del San Francisco, pues: …con la modificación de la presa se resentían las tierras del Rancho de Mota pues en tiempo de las avenidas no cabiendo el agua en el cauce del río por la mucha copia de agua que baja por la sierra y llanos y barrancas que se agregan saliéndose de la madre del río se inundaba perjudicando las siembras inundándose. Más era efecto de no correr el río en línea recta, que es lo que siempre buscan las aguas, pues hay varios recodos y torturas muy angostas que causan intumescencia de dichas aguas y su reparo es darle un tajo a dicho río abriéndole más caja –del río- a la parte sur sobre unas tierras inútiles donde se propone la re elevación de dicha presa. 38 F
La propuesta contemplaba dos intervenciones: una desviación del río y un nuevo represamiento. La primera era propiamente “un herido” y representaba 38
AGNEP, Sección Judicial, 23 de febrero de 1767, f. 5-16. El subrayado es mío.
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una desviación de mayor envergadura que impactaba directamente sobre el cauce y el aforo del afluente en cuestión. Esto fue una práctica común, contamos con ejemplos en los cuales se complementó la cantidad de agua derivada por este mecanismo aprovechando infraestructura urbana. 39 Como F
F
puede inferirse, una de las consecuencias de estas alteraciones fue la erosión de las tierras sujetas a descargas estrepitosas e inmoderadas del agua rebalsada. 40 En casos de mayor envergadura y sobre todo en los molinos F
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ubicados en la ribera del Atoyac, estas obras hidráulicas requerían de una gran inversión en fuerza de trabajo dado las características geológicas del suelo, veamos un ejemplo: “Petición presentada por el capitán Antonio de Vargas Guzmán en que solicita licencia para sacar piedra de las pedreras en la parte del río Atoyac para edificar un herido de molino”. 41 Impactando este procedimiento de manera F
F
irreversible en las condiciones geológicas de contención y resguardo del albeo del afluente. En un segundo momento requirieron una mayor infraestructura de arquerías, acueductos y puentes optimizando las condiciones naturales de su ubicación, en el caso del molino de Santo Domingo se aprovechaba el agua para riego de la confluencia del agua de las dos barrancas de San Jerónimo y mediante zanjamiento se conducía a hacia un acueducto “que mueve las piedras del molino, el agua limpia que sirve para lavar los trigos sobre 9 arcos de con 835 varas cúbicas”. 42 F
Socavamientos minerales, erosión, desvío y anexión de manantiales mediante zanjas y acequias y atarjeas generó el desgaste del manto acuífero
39
Un temprano ejemplo de esto fue en el molino de San Francisco que contaba con agua de la acequia y mediante una herido se aprovecho el rebalse de las aguas del río por medio del puente de Nochebuena. AAP, Libro de Actas de Cabildo No.12, 9 de diciembre de 1596, ff. 373v y 374. 40 Como lo hicieron notar los contemporáneos, “Con esta propuesta se pretendía hacer frente al impulso de las aguas y contener la rapidez de su cauce o albeo, para que no se precipiten con tanta fuerza y se les haga caminar con más tardanza y quietud (…) pues de lo contrario nace que los puentes padecerán el ímpetu de las aguas….así se evitaría el robo de tierras al hacerse barrancosas y tepetatosas. AGNEP, Sección Judicial, 23 de febrero de 1767, ff. 5-16. 41 La petición se acompaña de una solicitud de merced para edificar un horno de cal a 50 pies en rededor de las dichas pedreras. AAP, Libro de Actas de Cabildo No.13, 1 de julio de 1605, ff. 304 y 305. 42 De igual manera aprovechando la barranca por un acueducto de cal y canto sostenido mediante 21 arcos que tienen 1558 varas cúbicas se conducía el agua de riego. AGNEP, Not.1, 1836, f.570.
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de donde emergían originalmente los cuerpos de agua. Al impedir las recargas naturales se generaban inundaciones artificiales tanto por las descargas a las corrientes del río como por su represamiento arbitrario como lo muestra el ejemplo citado anteriormente del molino de Huexotitla, otro testimonio da cuenta de estas consecuencias: Cuando la presa del molino se rebajó igualando la corriente del río (éste) elevó tanto la corriente del agua que anegó toda la calle que va del hospital de San Cristóbal a la Alameda (San José) y toda la calle de Mesones de modo que los vecinos de esta calle y de la plazuela se subieron a las azoteas por ver sus casa anegadas de agua. (…) El banco del herrador que estaba inmediato a la casa de tocinería que posee don Juan de Rabanillo, el agua se lo llevó. Metió esto tanta confusión en los vecinos de dicha plazuela que a gritos pedían confesión por el ímpetu del agua que corría… 43 F
Por el sur y el poniente, gracias a la abundancia de agua, se estableció entre las secciones de molienda y la traza urbana una importante zona de huertas que eran propiedad del clero regular y de seglares connotados. Esta zona constituía el más importante de cinturón de abasto agrourbano de la ciudad de corta distancia y sus tierras eran trabajadas por indígenas procedentes de Tlaxcala y Cholula, que agrupados en tlaxilacales o barrios habitaban las tierras cenagosas de la urbe. 44 F
De Molinos a Hilanderías hidráulicas Durante la primera mitad del siglo XIX se presenciaron cambios en el uso del agua de los ríos Atoyac y del San Francisco y de sus suelos colindantes. Éstos se debieron a la iniciativa de un nuevo grupo de empresarios que en torno al proceso del hilado y del tejido del algodón invirtieron de manera sistemática capital fijo en la industrialización poblana. De manera paralela fue 43
AGNEP, Sección Judicial, 23 de febrero de 1761, ff. 16 y 17. El concepto de Tlaxilacalli o parcialidad indígena hace referencia a la asignación territorial de un asentamiento poblacional. Por lo regular se asoció con secciones de tierra destinadas a la producción agrícola en las modalidades de sementeras o sembradíos. En estas manzanas se levantaban cuartos de vivienda hechos de material deleznable. El predominio de actividades agrícolas y en menor medida habitacionales en secciones periféricas urbanas se asoció con los ritmos y la movilidad cíclica de sus habitantes en relación con las temporadas de cosecha de sus pueblos de origen. Al respecto véase Rosalva Loreto L. op. cit., pp. 31-37.
44
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en el proceso de estampado donde los nuevos procedimientos tecnológicos impactarían ecológicamente en ambos afluentes. A lo largo de la década de 1830 diez de los doce molinos trigueros localizados en las riveras de los ríos poblanos modificaron sus funciones y adaptaron tecnología mecánica destinada al aprovechamiento de la fuerza motriz para mover máquinas cardadoras e hiladoras. 45 La primera hilandería de F
F
algodón de todo México se estableció en Puebla alrededor de 1831 en las instalaciones del molino de Santo Domingo, antaño el más grande e importante conjunto de molienda de la ciudad. 46 Aproximadamente la inversión de capital F
F
en la adaptación y equipamiento de la nueva empresa se invirtieron casi 300,000 pesos. 47 Lo que significó, en términos económicos, que hacer una F
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inversión mayor al 60% sobre el valor inicial del molino era parte de una estrategia que garantizaba la rentabilidad a partir de articular las instalaciones y el uso productivo proporcionado por la fuerza motriz del afluente. Su fundador Esteban de Antuñano, aprovecho la corriente y los desniveles del Atoyac y estableció, kilómetros abajo otra hilandería hermana de la anterior: La Economía.
45
De manera similar fue notable esta nueva tendencia de inversión del capital en México, Jalisco, Veracruz, Durango, Querétaro, Colima, Yucatán, Guerrero, Coahuila y Sonora. Robert Potash, El Banco de Avío de México. El fomento de la industria, 1821-1846, México, FCE, 1959, pp. 219-242 y Dawn Keremitsis, La industria textil mexicana en el siglo XIX, México, Secretaria de Educación Pública, 1973, pp. 9-40. 46 La Constancia fue establecida por Esteban de Antuñano y Gumersindo Saviñón, veracruzanos e hijos de inmigrantes españoles quienes adquirieron el molino más valioso de Puebla a fines de 1831 junto con las ricas tierras trigueras que lo rodeaban, en 1827 se calculó un valor de 172,121 pesos. Antuñano de manera especial se caracterizó por activar la industrialización en concordancia con sus intereses comerciales, él era uno de los más importantes abastecedores de algodón proveniente de Tlacotalpan donde además poseía dos despepitadoras. Su base económica de arranque fueron una serie de préstamos recibidos del Banco de Avío. Además de La Constancia y La Economía poseyó La Amistad, una pequeña fábrica ubicada dentro de la traza de la ciudad, en el barrio del alto, contigua al río de San Francisco. Al respecto véase el importante bosquejo y actualización que hace Thomson, sobre la industrialización poblana en Puebla de los Ángeles: industria y sociedad de una ciudad mexicana, 1700-1850, Puebla, BUAP/Gobierno del Estado de Puebla/UIA-Puebla/Instituto de Investigaciones J. M. L. Mora, 2002, pp. 332 y ss. 47 En 1835 comenzó la producción de paños de algodón, en enero se produjeron entre 1 000 y 1 200 libras de hilo de algodón al día, de 1560 husos de los proyectados 3 840 husos de Arkwright. La Constancia y La Economía producían exclusivamente trama apropiada para telares mecánicos que requerían determinadas tensiones en la fibra para evitar el rompimiento pero sólo servían como una muy burda urdimbre para el telar manual. Thomson, op. cit., pp. 332 y 335.
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A partir de 1837 el molino La Teja sufrió similar inversión funcional y de capital. En este caso, de manera particular a pesar de la mecanización fue necesario recurrir a la tradicional producción humana y animal como complemento del ciclo productivo. Aunque se propuso igual que en el caso anterior implementar maquinaria según el principio Arkwright (1,500 usos) fue necesario establecer 40 telares mecánicos en una hilandería situada en la calle del señor San José pues la fuerza del río San Francisco resultó insuficiente para impulsar el tiempo requerido la maquinaria. Por esta razón en agosto de 1838 se integraron al complejo productivo, tierras en alquiler para permitir el tránsito de los bueyes y las mulas que moverían el cabrestante. 48 F
F
En
apariencia fue desventajosa la inversión de capital en este molino pues además de estar en mal estado se encontraba cargado de hipotecas, pero a largo plazo resultó ser una buena combinación productiva pues durante todo el decenio de 1840 esta empresa fue una de las más importantes abastecedoras de hilo y tramas para los tradicionales telares manuales poblanos. De esta manera se utilizaba la escaza corriente del río que cruzaba la ciudad y sus tierras aledañas tanto para mover maquinaria como para alimentar y hacer transitar a la fuerza animal necesaria. Según Thomson los esquemas manufactureros establecidos en Puebla entre 1835 y 1850 no representaron el modelo de la modernización de la hilandería pues aunque estaban ya mecanizada “eran pequeñas y su producción limitada por la escases de los recursos de agua de los dos ríos de Puebla, el Atoyac y el San Francisco y por que la mayor parte de la unidades pequeñas dependían de malacates movidos por mulas o por energía humana”. 49 No obstante la validez de esta aseveración, el resultado de esta F
F
combinación productiva representó un avance altamente rentable en el camino de los textiles hacia la industrialización. Los más claros exponentes de este exitoso proyecto fueron La Constancia y El Patriotismo pues sus inversionistas se convirtieron en los más importantes abastecedores de hilo y tratantes de
48
AGNEP, Not.1, 1838, f.538. Citado por Thomson, op. cit., p. 334. Esta necesidad justificaría una nueva transformación de ciertas secciones de producción agrícola maicera y triguera en alfalfares. 49 Thomson, op. cit., p. 337.
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piezas de mantas de algodón compradas directamente a los tejedores manuales y expendidas en sus almacenes en el centro de la ciudad. 50 F
Pero el impacto ambiental de la utilización de los ríos se vería en el acabado final de la producción de telas. La masiva producción de hilo para abastecer a los tejedores manuales, de tramas y urdimbres para las fábricas locales y para la producción regional llegó a ser en 1842 de 51,625 libras de hilo semanal valuados en 24,062 pesos. Los antiguos molinos del Atoyac ahora convertidos en las fábricas La Constancia, la Economía y la llamada del Molino de Enemedio producían 1,200 piezas 51 de manta a la semana. Durante el F
F
siguiente decenio continuó la inversión en maquinaria para el tejido de manta, para 1855 la Teja llegó a vender 40,407 piezas producto de 60 telares mecánicos lo que equivalió a manera de ejemplo a 1,080887.7 metros lineales de tela. Este auge productivo obedeció a condiciones específicas de la demanda y a la coyuntura proteccionista implementada por este conjunto de nuevos empresarios que participaban activamente en la política hacendaria. 52 Pese al F
difícil
momento
económico
por
el
que
atravesó
esta
inicial
F
oleada
industrializadora, 53 la participación de la producción textil poblana en el F
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contexto de la hilandería nacional entre 1843 y 1845 osciló entre el 32% y el 38% y alcanzó en 1852 porcentajes que variaron entre el 40% y 55%. No obstante la persistencia de rasgos tradicionales, la producción de hilo y tejido con maquinaria movida por energía hidráulica complementada con la humana y animal dentro de unidades especializadas representaron uno de los más 50
Antuñano escogió el mejor punto para la utilización de la energía hidráulica del Atoyac monopolizando el agua corriente abajo y potencializando su utilización, Junto con La Economía, este empresario adquirió además la hacienda La Noria en 1840 con el objeto de aumentar su control al acceso de la valiosa energía del Atoyac. Los inversionistas se dirigieron hacia Atlixco o Tlaxcala, con excepción de Dionisio de Velasco que logró alquilar y luego comprar 500 varas del Atoyac en un sitio corriente abajo del afluente y fundar El Patriotismo la única fábrica que le hacía competencia a la Constancia. 51 Cada pieza de manta equivalía a 26.75 metros lineales. 52 En 1833 Antuñano solicitó que se prohibiera la importación de hilo en defensa de la “industria nacional”. En 1837 la prohibición de importaciones de hilos y tejidos de algodón con la implementación de una nueva ley aduanal incentivó nuevas inversiones en la producción textil. Sin embargo en este periodo varias empresas textiles tuvieron que hacer frente a la crisis monetaria entre 1840 y 1842. 53 A manera de ejemplo, La Amistad, propiedad de Antuñano, cerró en 1841 por causa de escasez de agua, dificultades técnicas de la maquinaría, en el mismo periodo vendió a Dionisio de Velazco la sección del Atoyac para la construcción del Patriotismo.
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significativos avances tecnológicos de este periodo. 54 Tal impulso productivo F
F
tuvo un mayor alcance cuando para el terminado de las telas se realizaron importantes inversiones de capital para el montado de fábricas de estampado de tejidos de algodón. El teñido y decorado de los textiles aumentaba el valor de éstos y proporcionaba una diversificación de la producción que permitía aprovechar la oferta ante la competencia nacional y extranjera. Fue con la aplicación de una nueva tecnología hidráulica y química que dio inicio propiamente la agonía del río de San Francisco misma que compartió con el Atoyac. LAS FABRICAS DE ESTAMPADOS O LA LENTA MUERTE DE UN AFLUENTE.
El proceso de entintado y estampado no era nuevo en Puebla, procedía de la tradición obrajera de la manufactura lanera desde el siglo XVI. Estos establecimientos se localizaron en las riberas de los ríos, aprovechando las acequias maestras 55 y los manantiales 56 dada la necesidad de agua en el F
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proceso del batanado. 57 El agua también se hizo necesaria cuando además de F
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54
En 1830 se calculó la existencia de 841 tejedores manuales. AAP, Padrón de población de 1830. En 1841 aún se contabilizaron 1 300 trabajando 1040 telares que producían 16 000 varas de mantas diarias (500 piezas) con un consumo de 3, 500 libras de hilo de algodón, Memorias de la industria, 1843-1845, citado por Thomson, op. cit., p. 340 y 370. 55 Hasta el momento se pueden reconocer dos secciones en las que se ocuparon derivaciones del río o manantiales en forma de acequias para la producción obrajera en el siglo XVI: San Agustín, al poniente y San Francisco al oriente. En el caso de ubicarse los obrajes próximos a la acequia fue necesario hacerles alcantarillas o zanjas de desvío del agua sucia, en algunos casos directamente hacia el río, con el objeto de evitar ensuciar el agua que debía correr hacia los molinos. Véase “Notificación a Alonso Gómez y Juan Rivas para que hagan alcantarillas junto a sus obrajes”. AAP, Libro de actas de cabildo Núm.11, 21 de julio de1581, ff. 90 y 90v. 56 La derivación o el desvío de manantiales abastecedores del río de San Francisco con fines productivos fue común durante toda la etapa colonial. Esto a largo plazo impactó tanto en la recarga natural del cuerpo de agua como en la contaminación causada por su utilización al momento de desembocar al río una vez utilizada. Por ejemplo: “Juan Alonso de la Rosa dice que tienen una casa de trato de tejer paños y que tiene indigencia de agua para lavar las lanas para la fábrica de paños y al estar contigua la dicha casa a un ojo de agua que llaman de Almoloya pide se le haga merced del derrame de dicho ojo de agua para conducirlo a su casa. El Cabildo acordó hacer Vista de Ojos. AAP, Libro de Cabildo Núm.46, 21 de abril de 1746, f.213. 57 El batanado consistía en golpear la fibra ya tejida y húmeda con el objeto de uniformar su textura. Los batanes textiles eran movidos por la fuerza hidráulica para mover unos mazos pesados golpeaban el paño empapado de agua con tierra de batán (greda). El batanado se funda en la propiedad que tienen las filas de lana de afeltrarse, es decir, de unirse entre sí al imbricarse sus escamas. Esta unión es facilitada por el calor, la fricción y la presión, sobre todo en la presencia de agentes químicos apropiados. Durante el batanado las fibras se juntan, los hilos se aprietan y el tejido que es por naturaleza laxo, se encoge en todos los sentidos y cobra
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producir el tejido, este se teñía. 58 Cabe hacer notar que en este proceso F
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existieron diferencias entre el entintado de cada textil y el impacto que cada procedimiento efectuaba en la acequia o en el río. 59 En el caso de la seda en la F
F
aplicación del color negro se usaron productos vegetales. 60 Las lanas y mantas F
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utilizaron además colorantes minerales y en ambos casos de manera especial el alumbre desempeñó un papel importante. 61 Estos productos fueron también F
F
empleados en la curtiembre de pieles ocasionando ambas utilizaciones una cíclica contaminación de tipo orgánica. 62 Ésta llamó la atención de sus F
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así cuerpo y consistencia. Las fibras superficiales se entrecruzan y al aplastarse forman una fibra más o menos tupida que cubre la trama del tejido transformándolo en paño. Si el tejido que se abatana es simplemente mojado con agua se obtiene un enfeltrado imperfecto. Con el empleo de soluciones jabonosas y según la duración del batanado se elabora una variedad de paños medios y gruesos. Tomás de Galiana Mignot, Pequeño Larousse de ciencias y técnicas, México, 1975, p.153. 58 Gaspar de Herrera propietario de una casa de tinte cerca del convento y del río de San Francisco solicita que “por ser de gran utilidad para esta ciudad y para la cual me sirve el remanente de agua que su merced me está hecha merced”, solicita se le restituya el agua una vez que anexo a la casa de tinte construyó un molino. AAP, Libro de Actas de Cabildo Núm.8, 17 de julio de 1559, f. 74. 59 Los colorantes no naturales ni minerales son derivados de alquitrán pueden clasificarse en las siguientes categorías: colorantes ácidos, éstos tiñen la lana en baño ácido y no el algodón. O básicos que tiñen la lana en baño neutro y el algodón con mordiente de tanino (alumbre por ejemplo). Galiana Mignot, op.cit., p. 267. 60 Para obtener ese color se recomendó usar cáscara de granada o agalla fina. Una contravención a la ordenanza explicita este procedimiento: “Un alguacil denuncia a Antón Sánchez, de profesión tintorero de contravenir las ordenanzas del arte de la seda, pues en vez de teñirla con agallas lo hizo con cascalote. Al comparecer ante el juzgado de diputación, Antón Sánchez reconoció haber violado la ordenanza que establece teñir la seda sólo con cáscara de granada o agalla fina, confesando que para la tinta del color negro se echa cascalote porque éste género entra en lugar de la agalla (que no existe en esta tierra) asegurando que se obtiene un mejor color, lo cual es utilizado en toda la Nueva España y en la ciudad de México. Los jueces le sentencian a cumplir las ordenanzas de su oficio previniéndole ser castigado conforme lo señalan las ordenanzas si reincide”. AAP, Libro Núm. 2 (9), Aranceles, ordenanzas y bandos. 20 de noviembre de 1610, ff. 211 y 212. La utilización del cascalote parece haberse aprobado en el entintado de pieles, son múltiples las quejas causadas por su empleo al ensuciar y obstaculizar las corrientes del río San Francisco. 61 Químicamente el alumbre es sulfato doble de potasio y aluminio hidratado. Es un sólido incoloro de sabor azucarado que al ser calentado funde en su propia agua de cristalización a la temperatura de 91 grados. Se fabrica industrialmente tratando arcillas puras con ácido sulfúrico o bien calentando ligeramente la alunita. Se usa en tintorería como mordiente. También tiene la propiedad de proteger las materias animales de la putrefacción y se utiliza pues como curtiente. También sirve para endurecer yeso, encolar la pasta y el papel. Galiana Mignot, op. cit., p. 60. 62 Se reconocen tres causas de contaminación del agua dulce: La contaminación térmica, la contaminación por escorrentía que arrastra los nitratos y otros productos de origen agrícola y la contaminación orgánica. En referencia a ésta última cuando los vertidos contaminantes son poco importantes, la autodepuración de las aguas permite a los ríos recuperar el agua, poco contaminada a una cierta distancia del punto de emisión. La autodepuración consiste por un lado en la eliminación de ciertos microbios (en particular microbios patógenos) y por otro lado en la oxidación de la materia orgánica, ésta desaparece poco a poco bajo la acción de
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contemporáneos pues se cita para el caso de la seda que después de pintada “el agua se engrasa, empuerca y truécala de color y se pudre”. 63 F
F
El siguiente
cuadro da una idea aproximada de las cantidades de alumbre empleadas en el entintado textil durante el siglo XVIII. 64 F
CANTIDAD DE ALUMBRE NECESARIA PARA EL ENTINTADO DE PAÑOS.SIGLO XVIII TEXTIL Paños de lana
MEDIDA 65 varas= 53.95 metros
Paños de lana
65 varas= 53.95 metros
Paños de lana dieciseisenos
Paños de lana Catorcenos
Bayetas anchas (mantas)*
1 pieza=26.75 m
PESO 120 libras de lana= 55.2 kgrs. 120 libras de lana= 55.2 kgrs.
COLORES Morado,leonado,envinado de grana y colombino
ALUMBRE 10 libras= Kgrs.
Tinto en encarnado
12 libras= 5.5 Kgrs.
grana
o
4.6
Verde oscuro, amarillo, encarnado de Brasil, verde limón, morado Brasil, leonado Brasil y envinado Brasil. Cabellado
8 libras=3.6 Kgrs.
Verde oscuro, amarillo, encarnado de Brasil, verde limón, morado Brasil, leonado Brasil y envinado Brasil.
6 libras=2.6 Kgrs.
10 Kgrs
libras=4.6
Verde oscuro, amarillo, encarnado de Brasil, verde limón, morado Brasil, leonado Brasil y envinado Brasil Amarillo y verde limón
5 libras las anchas=2.3Kgrs. 4 libras las angostas=1.8 kgrs. Palmillas 1 pieza = 6 libras=2.7 26.75 m kgrs. Fuente: AAP, Libro Núm. 2 (9), Aranceles, ordenanzas y bandos, f. 147v., 1738.
fermentaciones aerobias que la transforman en dióxido de carbono y en sales minerales que pueden ser usadas por la vegetación. Cuando las emisiones de materia orgánica son demasiado importantes, la autodepuración se hace insuficiente y la contaminación aparece y se acrecienta. Roger Dajoz, Tratado de ecología, Madrid, Ediciones Mundi-prensa, 2002, p. 92. Durante la etapa colonial se presentaron casos que denuncian el encharcamiento de sustancias putrefactas en tiempos de secas, cuando el río presentaba menor capacidad de arrastre. 63 Francisco Barrio Lorenzot, Ordenanzas de Gremios de la Nueva España, citado por Jorge González Angulo, “Los gremios de artesanos y la estructura urbana”, en Alejandra Moreno Toscano (coord.), Ciudad de México: Ensayo de construcción de una historia, México, SEP/INAH/Departamento de Investigaciones Históricas, 1978. 64 El alumbre funcionaba como mordiente, con el se trataban los tejidos antes de teñirlos. Dado que las materias colorantes forman combinaciones poco estables con las fibras vegetales y animales se utiliza el mordiente con el objetivo es que estos se puedan impregnar adecuadamente pues funciona como aglutinante y fijador. Galiana Mignot, op. cit., p. 705.
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*La medida de cada pieza varió en función del ancho del telar manual. En este caso sugiero utilizar como medida de unidad, la pieza de manta que tenía 26.75 metros. Una libra equivale a .46 Kgrs. Una vara equivale a .83 metros Una pieza de manta equivale a 26.75 metros
La industria rebocera heredó la tradición del teñido del hilo previo al tejido en base al añil 65 y la grana. 66 De manera paralela a los tejedores en el F
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siglo XVIII aparecieron citados los indianilleros o estampadores de indiana como también se les reconoció. En 1830 diecinueve de ellos se localizaron laborando dentro de casas próximas al río de San Francisco y en el norte de la ciudad habitando en el barrio de tejedores de San José. Para el mismo periodo se citan 55 tintoreros y 15 sederos. 67 F
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A mediados de la década de 1830 se presentó un gran cambio tecnológico asociado con la introducción de tecnología con el objetivo de blanquear y uniformar el color de la manta a partir de suprimir el color natural de la fibra. Los tejidos de algodón al salir de los telares mecánicos y manuales se hallan impregnados de una materia resinosa propia a los filamentos del algodón, de la materia colorante peculiar del vegetal, de jabón cobrizo, de oxido de hierro, suciedades y polvo elementos algunos inherentes a la fibra y otros adheridos de manera especial durante el procedimiento del encolado. 68 F
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El blanqueo o albeo era un procedimiento indispensable previo al estampado. Esta tecnología estaba ya muy avanzada en Inglaterra y Francia, de manera general primero se procedía al chamuscado mediante el cual se destruían mediante calor los filamentos sobrantes de la fibra con el objeto de
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Género de plantas papilonáceas entre las que figuran los arbustos llamados Indigófera tintoria. Originarios de África y América que suministran una materia colorante y azul llamada añil o índigo. Su extracción se obtiene por métodos sencillos pues basta con dejar macerar el tallo y las hojas de las plantas y batir después el líquido para que se deposite en el fondo de la cuba un precipitado del añil. Galiana Mingot, op. cit., p. 85. 66 Familia de insectos cóccidos entre los cuales figura la cochinilla del nopal (Coccus cacti) propia de México. Seca y pulverizada constituye un hermoso colorante color carmín. Galiana Mingot, op. cit., p. 262. 67 AAP, Padrón de población de 1830. 68 Los urdidores mecánicos necesitan el encolado de los hilos para aumentar la solidez y facilitar su deslizamiento entre los nudos del peine y los nudos de los lizos. En esta operación como el urdido se a mano con el auxilio de la mecánica se aplica también a los tejidos manuales. La preparación contiene: Fécula, 15 partes en peso, almidón tostado y sulfato de cobre, algunas veces se suple éste último por sulfato de zinc más agua, la cochura se hace al vapor. Joaquín Nombela, Manual del cultivo del algodón. De su fabricación y de los diversos usos a que se aplica, segunda edición, Librería de CH. Bouret, 1878, pp. 186 y 187.
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facilitar la penetración de los líquidos. Enseguida se procedía al blanqueo en dos fases: blanqueado y decolorado (en el cálculo se considera el peso de 30 kgrs. por cada mil piezas de percal). El blanqueado consistía en someter al tejido durante diversos periodos a baños o inmersión en soluciones, entre cada una de ellas siempre había un proceso de lavado y enjuagado con agua pura. En la primera fase se efectuaban dos inmersiones en cal 69 que hacía las veces de lejía, se lavaba y F
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conseguía el primer grado del aclarado. En el siguiente paso se sometía el tejido a una inmersión en ácido sulfúrico 70 diluido en agua caliente, previo F
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enjuague se pasaba otra vez a una solución de lejía a base de carbonato de sosa (este podía ser reciclado del proceso del decolorado) para finalmente lavarse. El decolorado requerido para entintar también incluía varias fases con el objeto de limpiar de sustancias grasas a los tejidos. El mecanismo también se basaba en inmersiones y enjuagues a diversos tiempos. Los textiles se
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La cal viva u oxido de calcio es un cuerpo sólido o blanco opaco e infusible, algo soluble al agua con la particularidad de ser lo más en frío que en caliente un litro de agua disuelve a 15 grados 1.28 gramos de cal. Absorbe la cal el agua con gran rapidez, formando el hidrato de cal, elevándose en este acto la temperatura hasta la ebullición y el desprendimiento de vapor de agua, terminando por transformarse en e l hidrato que resulta en forma de un polvo fino y blanco que recibe el nombre de cal apagada. (…Se combina con todos los ácidos grasos forma jabones insolubles e ineficaces para el lavado; También saponifica las materias resinosas por cuya razón se emplea en el blanqueo de fibras vegetales. Marcelino García López, Manual del tintorero o arte de teñir toda clase de tejidos y fieltros, nuevos o usados, seguido del arte de quitar manchas, Madrid, Librerías de Cuesta, 1881, p. 73. 70 Acido sulfúrico. A manera de ejemplo se conoce como aceite de vitriolo es líquido e incoloro. Es tal su afinidad por el agua que cuando se mezcla con ella se produce una notable elevación de la temperatura que puede llegar hasta la ebullición y si el agua está caliente de ante mano suele producirse una proyección de líquido fuera del recipiente en que se opera. El AS se debe verter poco a poco agitando sin cesar, debe evitarse proceder en sentido inverso vertiendo agua en el ácido. Los recipientes que lo contienen deben estar forrados de plomo. Es una sustancia muy usada en la tintorería pues comunica a la seda el crujido tan buscado en los tejidos y permite que los colores se fijen uniforme y duraderamente. Tiene la propiedad de disolver el índigo sin hacerle perder su potencia colorante. Es también importante en la extracción de materias colorantes de la rubia y en el blanqueo de los tejidos. Es un líquido corrosivo produce en la piel quemaduras peligrosas descomponiendo y carbonizando todas las materias vegetales y animales. Se combina en frío y en caliente con casi todos los metales formando sulfatos y desaloja a casi todos los demás ácidos de sus combinaciones salinas. Marcelino García López, op. cit., p. 113.
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sumergían por 3 horas con un cloruro decolorante 71 para producir el F
desprendimiento del cloro. 72 F
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De ahí se pasaba a otra tina para recibir un baño acidificado con acido clorhídrico a 3 grados. 73 Para después someterse a otro enjuague y una nueva F
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inmersión en carbonato de sosa por 24 horas, se lavaba y repetían las inmersiones en cloruro decolorante y ácido clorhídrico con enjuagados de por medio.
74 F
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En Puebla este complejo procedimiento se adoptó supliendo ciertos componentes locales que abarataban el proceso como el tequesquite 75 y el F
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ácido sulfúrico. 76 De igual manera que durante la época colonial, se empleo el F
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agua del río para el establecimiento de las primeras fábricas de estampados, éstas aprovechaban la corriente del agua para el movimiento motriz, su desvío para el procedimiento del blanqueado y teñido y su capacidad de arrastre para deshacerse del agua sucia.
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Uno de los primeros empresarios del ramo fue Joaquín de Abaroa quien introdujo la primera máquina de vapor para el calentamiento del agua necesaria para el blanqueado y rodillos giratorios para el estampado de la tela. Su compañía logró una producción en 1842 de 1,009 piezas, (26,990.75 m.) que llegarían a 8,291 piezas (221,784 m.) en 1845 en su procesamiento
se
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Cloruro decolorante o cloruro de cal, es una mezcla de de cloruro e hipoclorito cálcicos. Es fácilmente soluble al agua es muy usado en el blanqueo. Marcelino García López, op. cit., p. 117. 72 Es un cuerpo simple que sólo se presenta combinado con otros en la naturaleza. Es gaseoso, de color verde claro y olor fuerte y sofocante que excita a la tos es más denso que el aire y se disuelve en el agua hasta 3 veces su volumen. Posee una gran acción decolorante su empleo suele hacerse al estado gaseoso o en disolución de agua. En el primer caso los cuerpos que se han de blanquear deben estar húmedos y en el segundo basta sumergirlas en la solución. Una derivación es el uso de hipocloritos o agua de Javelle o agua de Lavarreque. Son disoluciones de hipoclorito de potasa de sosa y se obtiene haciendo accionar el cloro sobre soluciones de carbonatos alcalinos. Marcelino García López, op. cit., p.115 73 Acido clorhídrico es también conocido como ácido muriático o espíritu de sal, se forma de la combinación de cloro con hidrógeno descomponiendo la sal común en ácido sulfúrico el cual desaloja al ácido clorhídrico de su combinación. Es muy soluble en agua a bajas temperaturas. Marcelino García López, op. cit., p. 113. 74 Se usaban 5 Kars. de carbonato por cada 100 metros de tela. Ídem. 75 El tequesquite es carbonato de sosa. 76 El gobierno abastecía de ácido sulfúrico procedente de su propia fábrica y “a bajo costo” a todas las fábricas de estampados. AGN, Banco de Avío, Vol. II, Expediente 114, 24 de octubre de 1843 y memoria de Industria 1844, p. 308, Citado por Thomson, op. cit., p. 379. 77 La segunda fábrica de estampados poblanos se estableció en 1840 y para su adecuado funcionamiento, mediante merced, hizo traer agua del Paseo Viejo pues las aguas del río se habían vuelto muy contaminadas. AAP, Presupuestos y bienes Municipales, Vol. 201, p. 8.
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consumían
8,150
libras
mensuales
de
productos
químicos
y
tintes
extranjeros. 78 F
En 1848 se instaló la más grande fábrica de estampados en las riberas del río San Francisco. Para su adecuado funcionamiento, su propietario José María Ortega firmó un convenio con el comisionado de paseos para poder tomar una merced de agua que haría conducir delante de la presa de San José, cerrando dicha conducción “luego que acabe sus labores”. 79 F
El edificio de la fábrica no se delimitó a lo propiamente construido sino que en el terreno lateral y de manera paralela al margen del afluente se instalaron los tanques de blanqueo y entintado. 80 Para 1852 ya existían 14 F
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fábricas de estampado y varias de ellas arrendaban el agua y los mencionados terrenos presentando el conjunto un paisaje poco alentador para la sobrevivencia del río. La segunda parte del la década de 1850 representó serios problemas para el erario público haciéndose necesaria una revisión de las finanzas municipales, en un informe el Comisionado de Paseos expuso: …que tratando de proporcionar algunos recursos para los gastos (…) ha conseguido que los dueños de las fábricas de estampados paguen algo más de arrendamiento por el uso que hacen de los tanques que hay entre el río y el paseo de San Francisco para el lavado de sus estampados. Del que antes han estado pagando 44 pesos mensuales, en 78
Joaquín de Abaroa formó una compañía con Edward Turnbull, comerciante inglés y Frederick Vallenburg llamada “La Aurora Industrial, Estampados Poblanos”. Citado por Thomson, op. cit., p. 378. 79 En 1854 se hace referencia al siguiente escrito: “Como regidor comisionado de paseos he convenido con José María Ortega fabricante de pintados de añil que tome de las aguas con que se riega el Paseo Viejo (paralelo al río de San Francisco) una merced para el beneficio de sus pintados”. Se pagarían mensualmente 3 pesos, sobre entendiendo que no se trataba de una venta sino arrendamiento de la toma por un año. AAP, Serie de Expedientes, Vol. 201, 22 de agosto de 1854, f. 244v. 80 Una descripción del tanque de entintado nos aproximará a calcular el costo de inversión y el costo ecológico de este proceso. “Se introducen las fibras: madejas o tejidos, en una caldera giratoria capaz de soportar una presión de 6 atmósferas y se cierra herméticamente. Un árbol que pasa por el centro de la caldera gira en sentido inverso y recoge con sus aspas las sustancias fibrosas y las sumerge alternativamente en los fluidos que penetran en la caldera por medio de tubos. Enseguida se introduce una columna de aire comprimido bastante poderosa para poder operar una presión de 30 a 40 libras por pulgada cuadrada del volumen interior de la caldera y hacer que esta gire y limpie la fibra. Se da paso a los colores y se trata de la misma manera a presión hasta que se ha saturado perfectamente el tejido para después ser lavados y enjuagados. Joaquín Nombela, op. cit., p. 236.
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adelante pagarán 25 pesos mensuales. En el caso de la señora Velasco y Cia. Deben pagar 10 pesos por cada uno de los tanques que tienen y cinco pesos José María Ortega por el que así mismo tiene. Igual cantidad deberá dar cada uno de los otros tanques que obran nuevamente. 81 F
Se cobraba el uso de las aguas para el lavado de estampados y por supuesto los dos más grandes inversionistas en el ramo se negaron a pagar.
Conclusiones A lo largo de 300 años el río de San Francisco mostró un adecuado funcionamiento como sistema de desecho de la ciudad. Fue a partir de 1850 cuando comenzó a reconocerse un nuevo punto de aglomeración de basura en el cauce del río y no era casualidad que el principal problema se presentara en torno a la presa de San José y en su otra orilla frontera, el río de San Francisco, en cuyas inmediaciones se localizó el conjunto fabril. Se argumentó que el problema resurgía a consecuencia de la cantidad de escombros y basura, por esto “las aguas cambian de dirección hacia el lado izquierdo chocando con la referida presa”. 82 Pero ¿había en realidad más escombros F
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que en 1777 cuando la ciudad contaba con 51,032 habitantes, una cantidad semejante de población a la de 1870? indirectamente las referencias nos hacen saber que la capacidad de arrastre y de depuración del río había disminuido pues ya no bastaba con desazolvar los ojos de los puentes para que su caudal volviera a la normalidad. Se puede pensar que ¿a la contaminación orgánica que de manera más o menos regular depuraba el San Francisco se comenzaron a añadir mayores cantidades de residuos a partir de 1835? 83 Con la instalación de las primeras F
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El dinero se aplicaría para el reparo de los Paseos. AAP, Serie Expedientes, Vol. 201, 5 de junio de 1857, ff. 260-261. 82 AAP, Serie Expedientes Vol. 246, 25 de abril de 1870, ff. 221-225. 83 Podemos sugerir que hasta la década de 1830, el río antes de entrar a la ciudad tenía capacidad de transformar la materia orgánica en nitritos o en nitratos. Una vez que el afluente recorría el tramo urbano se daba inicio un proceso donde se modificaba la materia orgánica por el efecto de las actividades productivas en aminoácidos, sales amoniacales y nitritos, en ese hábitat se localizaban bacterias, hongos, cianobacterias, algas y animales flagelados. Aún con el impacto de los desechos provenientes de las fábricas de hilados y tejidos el afluente
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fábricas de estampados dio inicio la contaminación térmica causada por el uso de ácidos sulfhídrico y clorhídrico. Similares cantidades de agua pura que entraban para el procesamiento del blanqueado salían hacia el río a altas temperaturas sobrecalentándola física y químicamente con lo que se activó el proceso de descomposición funcional del afluente. 84 F
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Como parte de la política urbana comenzó a prohibirse arrojar al río de San Francisco escombro, tierra, basuras y cuanto pueda impedir el curso de las aguas. 85 Dentro del concepto de limpieza no se consideraron los líquidos ni su F
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descomposición. La ciudad y su río continuaron sufriendo desbordamientos e inundaciones en parte debido a sus características naturales de recarga por escorrentías y lluvias. Pero llama la atención que para la segunda mitad del siglo XIX varios de los desastres descritos se debieron al estancamiento de las materias contenidas en los caños maestros. La comisión inspectora declaró al verlos con sorpresa “que al llegar al desemboque de los caños al mencionado río la arena y las inmundicias tenían un altura de más de 80 centímetros sobre las referidas bocas o salidas. 86 F
Una de las probables razones del cambio de comportamiento de las aguas del afluente se debió a la saturación y estancamiento de desechos líquidos y semilíquidos provenientes de las fábricas de estampados además de la basura que cotidianamente ahí se vertía. De manera similar el Atoyac presentaría los mismos problemas cuando al proceso de manufactura de algodón, en las dos más importantes fábricas se añadiera el proceso del teñido.
continuó gracias a su capacidad de recarga y de arrastre funcionando como soporte de desecho de la ciudad. Al respecto ver Roger Dajoz, Tratado, p.93. 84 Las emisiones de agua caliente pueden provocar una elevación anómala de temperatura incompatible con la supervivencia de organismos o bien permiten la proliferación de organismos que tienen necesidad de una temperatura elevada para desarrollarse. Las bacterias Spirillums, Zoogloea, Ramigera y los protozoos como la amoeba, bodo, Vorticella, anélidos y los insectos dípteros son abundantes en las zonas muy contaminadas pobres en oxígeno siendo proclives a la formación de dióxido de carbono. Roger Dajoz, op. cit., p. 93. 85 AAP, Serie de Expedientes, Vol. 81, 12 de octubre de 1852, f. 289/IMPRESO. Véase también Serie Expedientes, 13 de julio de 1881, Vol. 287, ff. 172-175 y de la misma Serie, Vol. 341, 13 de marzo de 1886, ff. 300-307. 86 El reconocimiento arrojó que: en el puente del Toro el caño tiene una altura de 35 centímetros y la arena ha subido 30 por lo que sólo tiene luz para el desagüe de 5 centímetros. El Puente de Romero Vargas tiene de altura 60 centímetros y la arena ya subió 40 centímetros sobre la boca del caño habiendo quedado este totalmente tapado. Los demás caños se encontraban en similares condiciones. AAP, Serie Expedientes, Vol. 452, 7 de Septiembre de 1904, ff. 29-31.
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Finalmente tras varios intentos de desazolve, desvío y estacamiento del río, fue entubado y ocultada su raquítica corriente superficial mediante la construcción de un moderno boulevard. De tal manera que ahora oculto, el San Francisco continúa siendo la gran cloaca urbana.
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