HUMANITAS
diecinueve años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura HUMANITAS Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 2354 6519, Fax (562) 2354 3755, E-mail:
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CR ISTI A NAS C U LT U R A Y R EVISTA
DE
A NTROPOLOGí A
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l volumen “Amar en la diferencia” ‒del cual Cuadernos Humanitas publica una parte‒ reúne los estudios de calificados expertos internacionales en diferentes disciplinas. La intención fue adoptar un enfoque genuinamente interdisciplinario que vaya más allá de una mera yuxtaposición de disciplinas especializadas que podrían no guardar relación la una con la otra. Esto ha sido posible gracias a dos factores. Primero, el método: hubo un diálogo abierto, franco y fructífero en el contexto de un seminario de estudio que duró varios días, realizado en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios del Matrimonio y la Familia. Luego, el contenido: desde sus respectivas perspectivas disciplinarias, a los autores les une el hecho de compartir la luz que ofrece la antropología cristiana para la interpretación del ser humano, permitiendo una visión integral de la persona, en que los aportes particulares de las ciencias y de los académicos tienen su espacio y son puestos en perspectiva, estableciendo su mutuo equilibrio.
C U A D E R N O H U M A N I T A S No 3 1
Melina · Belardinelli · Anatrella · Edart · Rodríguez
AMAR EN LA DIFERENCIA
las formas de la sexualidad y el pensamiento católico
* Congregación para la Doctrina de la Fe Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales
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CUADERNOS HUMANITAS
HUMANITAS Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Cuaderno N° 1
DISPUTATIO FAMILIA Y DIVORCIO: EL DERECHO POSITIVO INTERROGA A LA LEY NATURAL
La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º).
Cuaderno N° 2
FECUNDACIÓN ASISTIDA. EL HIJO: ¿UN PROYECTO A CONSTRUIR O UN DON PARA ACOGER?
DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITÉ EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo Emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomali, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dall’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, Jesús Colina, Luis Fernando Figari, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei, O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy, O.S.B., Antonio Moreno Casamitjana, Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Francisco Petrillo, O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Rodrigo Polanco, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Josef Seifert, Gisela Silva Encina, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Miguel Ángel Velasco, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B.
Cuaderno N° 3 HACIA UNA AUTÉNTICA EDUCACIÓN SEXUAL Cardenal Alfonso López Trujillo Cuaderno N° 4 EL FEMINISMO, ¿DESTRUYE LA FAMILIA? Jutta Burggraf Cuaderno N° 5 ESPIRITUALIDAD CONYUGAL EN EL CONTEXTO CULTURAL CONTEMPORÁNEO Angelo Scola Cuaderno N° 6 ¿LIBERALIZACIÓN DE LA DROGA? Documento del Consejo Pontificio para la Familia Separata Humanitas 8 Cuaderno N° 7 CONSIDERACIONES HISTÓRICAS Y JURÍDICAS EN TORNO A LA LEY DE CULTO Luis Eugenio Silva Cuevas / Jorge Precht Pizarro / José Luis Cea Egaña
Cuaderno N° 15
PROYECTO GENOMA HUMANO Presente y perspectivas futuras
Cuaderno N°16 EN EL JUBILEO DE LOS DOCENTES UNIVERSITARIOS Cuaderno N° 17 DISCURSO CON OCASIÓN DEL OTORGAMIENTO DEL GRADO DE DOCTOR SCIENTIAE ET HONORIS CAUSA AL DR. JUAN DE DIOS VIAL CORREA Cuaderno N° 18
FE, RAZÓN, Y UNIVERSIDAD EN EL PENSAMIENTO DE BENEDICTO XVI Juan de Dios Vial Larraín/Enrique Barros B./ Pedro Morandé C.
Cuaderno Nº 19
A CUARENTA AÑOS DE LA ENCÍCLICA HUMANAE VITAE
Cuaderno Nº 20
A 20 AÑOS DE LA VISITA DEL CARDENAL RATZINGER A CHILE
Cuaderno N° 21
XXV ANIVERSARIO TRATADO DE PAZ Y AMISTAD ENTRE CHILE Y ARGENTINA
Cuaderno N° 22
SATANÁS Y SU OBRA Cardenal Jorge Medina Estévez
Cuaderno N ° 23
UNA TEORÍA DE LA VERDAD (Discurso con ocasión del otorgamiento del grado de Doctor Scientiae et Honoris Causa) Juan de Dios Vial Larraín
Cuaderno N° 8
EL ESPÍRITU SANTO SEGÚN EL SCHEMA, PRESENTADO POR LOS OBISPOS CHILENOS AL CONCILIO VATICANO II Anneliese Meis
Cuaderno N° 9
IMPACTO SOCIAL DE LA MANIPULACIÓN GENÉTICA Ponencias del Seminario realizado el 6 de agosto de 1997
Cuaderno N° 25
REFLEXIONES SOBRE LA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE Cardenal Angelo Scola/Pedro Morandé/ Samuel Fernández Eyzaguirre, Pbro./ Stefano Zamagni/Cardenal Angelo Bagnasco
Cuaderno N° 10
LA VERDAD SOBRE EL HOMBRE Monseñor Antonio Moreno Casamitjana
Cuaderno N° 26
FAMILIA Y SOCIEDAD Cardenal Angelo Scola
Cuaderno N° 11
FECUNDACIÓN ASISTIDA, JORNADA DE ESTUDIO Y REFLEXIÓN Jornada convocada por el Arzobispo de Santiago, Mons. Francisco Javier Errázuriz
Cuaderno N° 27
LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS: ALGUNAS TAREAS INELUDIBLES Cardenal Antonio Cañizares Llovera
Cuaderno N° 28
SOBRE LA ATENCIÓN PASTORAL A LAS PERSONAS HOMOSEXUALES Congregación para la Doctrina de la Fe
Cuaderno N° 29
IX Siglos de la Soberana Orden de Malta 900 años en la mirada de hoy
Cuaderno N° 12 NATURAL - NO NATURAL ¿SON NOCIONES SIGNIFICATIVAS PARA LA MORAL? Prof. Dr. Robert Spaemann Cuaderno N° 13
VERDAD Y LIBERTAD Joseph Cardenal Ratzinger
Cuaderno N° 14
COMENTARIOS A FIDES ET RATIO Cinco estudios sobre la encíclica de S.S. Juan Pablo II acerca de las relaciones entre fe y razón
Cuaderno N° 24 LA ENCÍCLICA EVANGELIUM VITAE A 15 años de su publicación Scola/Chomali/Melina/Bruguès/Vial Correa D’Agostino/Serra/Seifert
Cuaderno N° 30 Teresa de Ávila EDUCAR PARA LA GRACIA DESBORDANTE A. Meis/A. Serrano/S. Cortés/S. D’Ottone
AMAR EN LA DIFERENCIA las formas de la sexualidad y el pensamiento católico
Congregación para la Doctrina de la Fe Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales
CUADERNO HUMANITAS 31
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En orden a facilitar el contacto con nuestros lectores y eventuales suscriptores, se pueden consultar los contenidos de este y de los anteriores cuadernos de Humanitas en Internet. Dicha información se entrega por medio de resúmenes de cada uno de los trabajos publicados.
www.humanitas.cl
HUMANITAS
Diecinueve años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura
HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Design and production: María Pía Toro, Javiera Aldunate | Abril Diseño Impresión: Salesianos Impresores S.A.
Índice
cuaderno humanitas nº 31
presentación 5 Introducción Formas de sexualidad y antropología cristiana Livio Melina / Sergio Belardinelli
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Las diversas formas del fenómeno de la homosexualidad Tony Anatrella
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Hermenéuticas bíblicas recientes sobre la homosexualidad Jean-Baptiste Edart
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La enseñanza eclesial reciente sobre la homosexualidad. Continuidad y novedad Ángel Rodríguez Luño
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Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales Congregación para la Doctrina de la Fe
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R E V ISTA DE A N T ROPOLOGí A Y C ULT UR A CR ISTI A N A S
C U A D E R N O H U M A N I T A S No 3 1
Melina · Belardinelli · Anatrella · Edart · Rodríguez
AMAR EN LA DIFERENCIA
las formas de la sexualidad y el pensamiento católico
* Congregación para la Doctrina de la Fe Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales
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Presentación
Cuando hace poco más de un año, en julio de 2013, fue publicado el Cuaderno Humanitas N° 29, que traducía en forma completa la edición especial (1995) –acompañada de estudios de conocidos especialistas– de la Carta la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, anunciamos ya entonces la próxima aparición de la presente publicación. Se trata aquí de una selección del volumen amar en la diferencia1, el cual contiene la totalidad de las ponencias expuestas en el congreso Las formas de la sexualidad y el pensamiento católico, que tuvo lugar en la Pontificia Universidad Lateranense, en Roma. Su traducción y edición completa en lengua española fue realizada en Madrid por la Editorial B.A.C. (Biblioteca de Autores Cristianos). Con los debidos permisos de la editorial española, humanitas tradujo, seleccionados de ese total, los cuatro importantes trabajos contenidos en este Cuaderno Humanitas N° 31. El interés despertado por el Cuaderno Humanitas N° 28 y su amplia difusión abren una valiosa brecha al conocimiento y divulgación de estos estudios, y harán meditar en la conveniencia de adquirir personalmente por internet u ofrecer a la venta en librerías, en Chile y Latinoamérica, el referido volumen de la BAC. Como han señalado los obispos chilenos2, “ser una persona homosexual no es un castigo de Dios”; empero, lo que piensa la Iglesia “es que todo proyecto humano tiene que regirse por la voluntad de Dios, expresada en sus mandamientos, para llevar
1 L. Melina – S. Belardinelli (a cura de), Amare nella differenza. La forma de la sessualità e il pensiero cattolico: studio interdisciplinare. Librería Editrice Vaticana – Cantagalli, Città del Vaticano – Siena, 2012. 2 “La vida y la familia: regalos de Dios para cada uno de nosotros”. Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile (21.07.14).
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una vida recta, santa y acorde con el proyecto divino para cada uno”. Perseverar en “una vida pura, casta y transparente, en que podamos madurar en el ejercicio de nuestra afectividad”, implica ciertamente no pocos sacrificios para unos y otros. Como una contribución al debate que se prolonga hace tiempo sobre el tema de la homosexualidad y con el fin de ayudar a la señalada maduración en el pensamiento y en la recta afectividad, proceso espiritual y antropológico contra el que hoy confabulan tantas fórmulas invasivas de la interioridad personal, es que entregamos a su circulación este Cuaderno Humanitas N° 31. Este cuaderno contiene, como epílogo, un texto fundamental para todo político y hombre público cristiano, que no forma parte del volumen amar en la diferencia. Se trata del documento oficial emanado de la Congregación para la Doctrina de la Fe el año 2003, consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, en el que se dan respuestas y orientaciones frente a consultas provenientes de países donde estaba en vías de aprobarse o ya aprobada la unión legal entre personas homosexuales, con las penalizaciones anejas a las leyes llamadas de “no discriminación”. Dicho contexto ha constituido y constituye sin duda una interpelación a la fe de los cristianos, razón por la cual no podía ser otro que el mencionado dicasterio (presidido en ese momento por el cardenal Joseph Ratzinger) el que, por indicación expresa del Sumo Pontífice (a la sazón San Juan Pablo II), lo suscribiera. Además de una poderosa ayuda a los cristianos en general, este último documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe debería constituir un auténtico vademécum para todo político cristiano.
REVISTA HUMANITAS
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introducción
Formas de sexualidad y antropología cristiana Por Livio Melina / Sergio Bellardineli
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as formas de vivir la sexualidad en el contexto social contemporáneo plantean al pensamiento católico un desafío que lejos excede el nivel de un mero juicio ético. Con su pretensión de una completa legitimación pública, estas formas cuestionan radicalmente no solo las normas de conducta de una tradición muchas veces centenaria, sino que también la idea misma de una antropología cristiana. Implican una visión alternativa del cuerpo y de las relaciones entre los hombres y las mujeres. En dicha forma de mirar, la diferencia no es ya un elemento calificador destinado a determinar las modalidades de la vocación de amar, una vocación que constituye el profundo anhelo en que se pone en juego el éxito de la vida humana. La privilegiada y constante atención que la Iglesia Católica ha prestado a los asuntos concernientes a la sexualidad es interpretada, de modo reduccionista, como síntoma de una obsesión puritana y de una falta de estima hacia el cuerpo, mientras que, por el contrario, dicho interés pone de manifiesto la conciencia que tiene la Iglesia de la decisiva importancia que reviste esta dimensión, tanto como experiencia de vida de las personas como en el contexto del bien común de la sociedad. Además, semejante atención confirma una visión unitaria de la persona humana (anima et corpore unus, de acuerdo a las palabras de Gaudium et spes, n. 14) y del significado del cuerpo, que Juan Pablo II definió, en sus memorables “Catequesis de los miércoles”, como el “sacramento de la persona”1: la señal invisible de una realidad visible. El éxito de una vida depende de la plenitud de amor que experimenta una persona y de la capacidad de amar que él o ella desarrollan. ¿Cómo, entonces, se articula la vocación de amar en relación a la fundamental diferencia sexual de que dan testimonio el cuerpo masculino y el cuerpo femenino? ¿Cómo evaluar la
La homosexualidad ya no aparece como un problema, sino que como un paradigma de conducta sexual más en medio de otros tantos. El efecto de esto es que el rol de la sexualidad y el concepto mismo de ser humano son puestos en discusión.
1 GIOVANNI PAOLO II, Uomo e donna lo creò. Catechesi sull’amore umano, Città Nuova Editrice, Librería Editrice Vaticana, Roma 1985, Cat. XIX. P. 90
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Para ser capaces de articular una respuesta amplia y adecuada, que considere la dimensión personal, es necesario tomar en cuenta el desafío cultural en cuyo contexto se presenta la pregunta por la homosexualidad, en cuya base se sitúa la revolución sexual de los años veinte del siglo pasado.
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pretensión de ser capaz de vivir la vocación del amor al par de la atracción hacia el mismo sexo, prescindiendo así de la diferencia sexual inscrita en el cuerpo? Para poder responder a estas interrogantes debe necesariamente considerarse la “pregunta” concerniente a las formas de la sexualidad, pues han aparecido diversas características que modifican los términos del debate. El asunto no reside tanto en expresar una evaluación moral de los actos homosexuales, o en definir los términos de un reconocimiento o de una tolerancia social frente al fenómeno de la homosexualidad; lo que parece más bien útil aquí es vérselas con el resultado de una revolución ideológica que presenta este fenómeno como una nueva realidad en el entorno social. En efecto, la homosexualidad ya no aparece como un problema, sino que como un paradigma de conducta sexual más en medio de otros tantos. El efecto de esto es que el rol de la sexualidad y el concepto mismo de ser humano son puestos en discusión. Para ser capaces de articular una respuesta amplia y adecuada, que considere la dimensión personal, es necesario tomar en cuenta el desafío cultural en cuyo contexto se presenta la pregunta por la homosexualidad, en cuya base se sitúa la revolución sexual de los años veinte del siglo pasado. Dicha revolución apareció en estrecha conexión con el feminismo radical, que, en parte, desguarneció a la sociedad a la hora de enfrentar la presión que ejercieron sobre ella determinados mensajes ideológicos. Un enfoque adecuado del asunto nos permitirá comprender que, con miras a responder al desafío, no basta confrontar a la teoría del género (una de las numerosas expresiones de aquella revolución). Deben más bien tomarse en consideración todas las claves interpretativas de dicha revolución, a pesar de que la teoría del género en sí misma ya ha influenciado la política y las legislaciones de los países de Occidente. Fallar en cuanto a adoptar este enfoque resultará en respuestas fragmentarias, que tratarán asuntos que ciertamente son importantes pero incapaces de alcanzar hasta las raíces profundas del problema que debe enfrentarse. La mayor dificultad posible de observar por ahora es la ignorancia, a causa de la cual los cristianos quedan fácilmente perplejos e impresionados al tomar nota de antecedentes que han sido manipulados de acuerdo a una bien definida estrategia. El conocimiento del asunto homosexualidad –en la totalidad de sus aspectos– es muy superficial y, en consecuencia, la postura y los argumentos de los católicos terminan siendo simplistas y meramente negativos. Para enfrentar esta perspectiva y proponer una reflexión fructífera y completa, los puntos que debieran ser
tratados son los siguientes: a) Se necesita reconocer la radicalidad del problema. La ideología homosexual pone en cuestión la verdad de la persona humana en cuanto ser sexuado. En efecto, la sexualidad no puede ser considerada un asunto puramente privado, objeto de una prudente tolerancia. Por esta razón se requiere distinguir entre la persona con inclinación homosexual, y la homosexualidad como problema. Atribuir una naturaleza cultural a la homosexualidad (y considerarla “normal”) implicaría un grave empobrecimiento para la sociedad como un todo, con repercusiones sobre la vida de todos sus miembros. b) Se necesita distinguir entre homosexualidad –o mejor, homoerotismo2– y la ideología homosexual, apoyada por los movimientos “gay”, con los cuales muchas personas homosexuales no se identifican en absoluto. c) Debe reconocerse que la homosexualidad, más que un hecho singular y aparte, es un conjunto de realidades muy diversas. Usar las distinciones apropiadas nos permite aclarar los términos y no enredarnos en una serie de contradicciones que inevitablemente nos conducirían a situar a la homosexualidad en el mismo nivel que la sexualidad propiamente dicha. Por ello es mejor rechazar la igualación de homosexualidad con la así llamada “heterosexualidad”, y frenar la intrusión de soluciones supuestamente universales de problemas específicamente individuales. Es necesario comunicar la idea de que la verdadera preocupación de la Iglesia respecto de la homosexualidad no se agota a sí misma en la mera condena de las relaciones homosexuales. Esta preocupación más bien expresa el deseo de responder a aquellos que viven en esas condiciones de un modo basado en el verdadero conocimiento del fenómeno. En virtud de la multiplicidad de perspectivas que implica el asunto (biológica, médica, educacional, legal, política, antropológica, moral y teológica), debería adoptarse un enfoque amplio. Este enfoque establecería los elementos de contacto entre las diversas disciplinas necesarias para promover un conocimiento armonioso del problema en sí mismo a través de un intercambio
Se necesita reconocer la radicalidad del problema. La ideología homosexual pone en cuestión la verdad de la persona humana en cuanto ser sexuado. La sexualidad no puede ser considerada un asunto puramente privado, objeto de una prudente tolerancia.
2 Como correctamente observa Tony Anatrella, siguiendo a Ferenczi (Congreso de Weimar, 1911), la terminología de “homosexualidad” es contradictoria en sí misma y acarrea una confusión de lenguaje, pues la sexualidad (de sexus –secare) siempre significa “diferencia”. De ahí que sería más apropiado hablar de “homoerotismo”; en lo concerniente a T. ANATRELLA, Le régne de Narcisse. Les enjeux du déni de la difference sexuelle, Presses de la Renaissance, París 2005; y en el mismo sentido: X. LACROIX, In principio la differenza. Omosessualitá, matrimonio, adozione, Vita e pensiero, Milán 2006, pp. 45 – 47 (orig.: Bayard, París 2005). Sin embargo, la terminología de “homosexualidad”, que a estas alturas se ha impuesto, será mantenida.
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de información cada vez mayor entre los diversos especialistas, en orden a construir una perspectiva integral. El volumen aquí presentado es un primer aporte a la labor cuyas directrices esbozaremos en lo que sigue.
1. Identidad sexual y vocación de amar
Se requiere distinguir entre la persona con inclinación homosexual, y la homosexualidad como problema. Atribuir una naturaleza cultural a la homosexualidad (y considerarla “normal”) implicaría un grave empobrecimiento para la sociedad como un todo, con repercusiones sobre la vida de todos sus miembros.
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Con la finalidad de reconsiderar las diferentes dimensiones de la vocación de amar, se requiere proponer la categoría de identidad sexual a modo de clave de interpretación. · Primero que nada, la identidad sexual requiere ser entendida como una identidad dramática, que, partiendo de un contenido de tendencia natural que está intrínsecamente abierto a una vastedad de significados, guía a la persona a descubrir la vocación de amar [de él o de ella] como un don de sí mismo para, subsecuentemente, construir una comunión de personas. En efecto, es la tendencia sexual misma la que en personas diversas da surgimiento a una opción de vivir en matrimonio o de renunciar al matrimonio en orden a vivir en virginidad. De ahí que deba dejarse establecido que la identidad sexual no deriva de características posibles de definir únicamente por la naturaleza biológica. Más bien, dicha identidad posee un contenido personal vocacional. · Es importante comprender la mediación cultural como un elemento que requiere ser considerado, aunque no sea determinante de la formación personal de la identidad sexual. El modo de juzgar el verdadero valor de cualquier mediación cultural tendrá como criterio su capacidad de explicar la relación que guarda con la realización humana. La naturaleza se expresa así en un sentido dinámico en su relación con la racionalidad. · Debe uno entender que la identidad personal incluye significados que abarcan a la persona en cuanto tal, incluyendo la dignidad de él o de ella, y que, por ende, la identidad personal no puede ser objeto de manipulación. · Es necesario recordar que la identidad personal también es corpórea. Por esto no puede ser retrotraída a dualismos, que se encuentran fuertemente arraigados en nuestra sociedad tecnológica e individualista y que ignoran el valor personal de la corporalidad, ni a formalismos que tienden a reducir las relaciones personales a “solo relaciones”. Nuestro auto-conocimiento tiene una base corpórea, como muestra el análisis fenomenológico del sentido de la vergüenza, mientras la intimidad humana posee un valor
personal y un sustrato afectivo, de los cuales la sexualidad es uno de sus muchos contenidos; dichos contenidos articulan sus significados fundamentales desde el interior. En todos estos aspectos las relaciones interpersonales son esenciales para la constitución de esta intimidad corpóreo-afectiva. Al abordar el problema de este modo, uno evitará proponer la orientación sexual en sí como modelo para comprender a la persona humana. Partiendo de la categoría identidad sexual, puede aseverarse que existen solamente dos identidades sexuales, realizadas en la intrínseca relación entre ellas (masculina y femenina), y que cada una se refleja en la triple referencia hijo/hija, marido/esposa, padre/madre. Partiendo de la articulación de estos tres momentos de identidad, uno puede definir identidad sexual y mostrar de un modo más adecuado las deficiencias estructurales de la así llamada identidad fetiche, que pretende superar la diferencia sexual. La relación entre esos tres momentos nos permite entender la verdadera naturaleza de la identidad humana mediante la articulación de las diferencias entre generaciones y entre sexos, sumada la dimensión de fecundidad que pertenece a dichas relaciones. Es aquí donde surgen los significados fundamentales de toda vida humana y social, Esos significados serían incomprensibles si la homosexualidad constituyera el punto de referencia. La identidad sexual integra, por tanto, varias dimensiones fundamentales de la persona: naturaleza, relaciones personales –incluida su base afectiva–, los bienes esenciales para la persona, y una idea de la vida buena referida a la construcción de una verdadera y adecuada comunión de personas. Esta integración también incluye los momentos fundamentales que median en el crecimiento personal: los roles jugados propiamente en la familia, en la educación, y en los elementos culturales y profesionales. Se nos entrega aquí una clave real y fundamental para superar las tensiones epistemológicas entre naturaleza y cultura, que caracterizan los debates sobre este tema. Al mismo tiempo, lo que proponemos es una mejor comprensión del papel de la libertad, en cuanto se halle fundada en la verdad y tienda a la comunión, que por tanto no se podrá reducir a una opción arbitraria. De acuerdo con una metodología diametralmente opuesta a la adoptada por la teoría del género –que parte de una negación a priori de cualquier identidad sexual–, la categoría identidad sexual puede, además, entregar diversas indicaciones generales, más allá de la multiplicidad de manifestaciones de la sexualidad misma.
es mejor rechazar la igualación de homosexualidad con la así llamada “heterosexualidad”, y frenar la intrusión de soluciones supuestamente universales de problemas específicamente individuales.
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2. El aporte de la tradición
Es necesario comunicar la idea de que la verdadera preocupación de la Iglesia respecto de la homosexualidad no se agota a sí misma en la mera condena de las relaciones homosexuales. Esta preocupación más bien expresa el deseo de responder a aquellos que viven en esas condiciones de un modo basado en el verdadero conocimiento del fenómeno.
La referencia a la identidad sexual es esencial para una mejor evaluación de la homosexualidad en el contexto de la tradición cristiana, particularmente con miras a las Sagradas Escrituras. Si bien puede ser difícil hallar en las Escrituras una explicación precisa del problema tal cual se presenta hoy en día, la referencia a las Escrituras puede de todos modos ser útil en cuanto a identificar la visión de la sexualidad que se encuentra en la base de la pregunta que se ha planteado. De ahí que deba procederse de un modo exegético, planteando preguntas a las Sagradas Escrituras en orden a ayudar a los fieles a entender las abundantes perspectivas que abren las fuentes de la revelación. Tendrá que procederse de una forma análoga con la tradición patrística y con el resto de la tradición cristiana, a fin de traer a primer plano un campo general de referencia para la apreciación de la corporalidad y la sexualidad en el contexto de un proyecto divino que ilumina el significado del matrimonio y de la procreación. Es una consideración lo más amplia posible de este proyecto la que da pie al juicio moral respecto del así llamado fenómeno de la homosexualidad como intrínsecamente carente de semejantes bienes, permitiendo de este modo observar la continuidad de esta tradición en relación a la evaluación moral negativa de los actos homosexuales. Es necesario ver el significado preciso de estas expresiones, en particular en lo concerniente a los “pecados contra natura”, que son tipos morales de desorden y no de orden físico.
3. El enfoque de las ciencias humanas La estructura de la identidad sexual sirve perfectamente para la interpretación de los diversos antecedentes que nos ofrecen las ciencias humanas sin perder su valor de referencia personal y sin quedar a merced de interpretaciones en sentido contrario. a) En relación a la biología: faltan pruebas que respalden inequívocamente la hipótesis de un origen genético de los desórdenes sexuales. Los estudios que hasta la fecha han intentado mostrar semejante posibilidad reflejan, en su mayoría, una presuposición no declarada. Algunas veces confirman la contradicción interna de ciertas posiciones ideológicas, que buscan un fundamento físico, mientras que a la par reivindican una opción meramente personal en la configuración de la conducta sexual. En otras palabras: la justificación ideológica de la homosexualidad se basa en dos principios que se contradicen entre sí.
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Los estudios realizados por la biología sexual en materia del desarrollo de las gónadas y de las funciones hormonales parecen capaces de explicar ciertas patologías, pero no justificar la existencia de algún tipo de “tercer sexo”. Los intentos de vincular la homosexualidad con características físicas determinadas no han llevado a conclusiones dignas de crédito. Lo que efectivamente sí puede ser observado son elementos característicos que nos permiten hablar de un cerebro masculino y de otro femenino, pero no de una tercera forma. Los antecedentes que confirman esta dualidad son consistentes, mientras que la hipótesis que favorece la existencia de la homosexualidad como un carácter por sí mismo, es débil. La consistencia de los antecedentes habla de modo elocuente y nos permite excluir algunas opciones que debieran figurar en la lista de la categoría “ideológicas”. En la interpretación de estos antecedentes se ve la imposibilidad de determinar, mediante la sola biología, el modo específico en que una persona vive el propio deseo sexual. b) El estudio psicológico de personas con tendencias homosexuales busca identificar los diferentes modos en que las actitudes y las manifestaciones de las tendencias en sí encuentran su origen. En el contexto de las colaboraciones aquí recogidas, se destacan tres tipologías de inclinaciones: las inclinaciones relacionales (como reacción a una necesidad de reconocimiento), las inclinaciones accidentales (debidas a un error en la interpretación de la experiencia sexual), y las inclinaciones estructurales (arraigadas en el tipo de integración de los roles sexuales durante la infancia). Sobre la base de las pruebas para alcanzar estos resultados parece posible establecer una relación con el modo en que se constituye la identidad sexual. Los momentos más importantes para la definición de la identidad sexual son: la infancia, la adolescencia y, en general, aquellos momentos en la vida de las personas en que son llamadas a construir para sí mismas una imagen de vida consumada, así como a definir su lugar en relación a los otros y al mundo. Es en estas fases transicionales, en que uno pasa de significados más simples a otros más complejos con la finalidad de enriquecer la propia identidad y la percepción del propio cuerpo, es donde pueden ocurrir mermas del equilibrio. · El análisis de los antecedentes relativos a las tendencias homoeróticas revela una dificultad psicológica en materia de integración del amor paterno (ya sea debido a la ausencia del padre ya sea por su autoritarismo desmedido). El fracaso en asumir una identidad filial puede explicar la confusión de una serie de significados sexuales que se hallan precisamente en el nivel de las primeras experiencias de la paternidad. La difundida ocurrencia
la identidad personal incluye significados que abarcan a la persona en cuanto tal, incluyendo la dignidad de él o de ella, y que, por ende, no puede ser objeto de manipulación.
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Partiendo de la categoría identidad sexual, puede aseverarse que existen solamente dos identidades sexuales, realizadas en la intrínseca relación entre ellas (masculina y femenina), y que cada una se refleja en la triple referencia hijo/hija, marido/esposa, padre/madre.
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del fenómeno de la homosexualidad podría, en consecuencia, considerarse como resultado de una sociedad que está centrada en el concepto de autonomía –entendida como la refutación de cualquier paternalismo– y que, vaciando a la figura paterna de todo significado, lleva de ese modo a su errónea comprensión y debilitamiento en nuestra cultura. · Una personalidad caracterizada por las formas de la homosexualidad estructural podría ser incluida en la categoría auto-referencia narcisista, que es débil y deforme, exponiendo a la persona todavía a otro tipo de debilidad de la personalidad. Esta explicación parece ser coherente con otro conjunto de antecedentes que, considerado solo en sí mismo, no sería más que indicativo. La práctica psicológica observa que el fenómeno en cuestión tiende en un significativo porcentaje a ir aparejado con varias patologías graves, sugiriendo de ese modo que el fenómeno en sí no puede ser considerado un antecedente neutro. · La práctica terapéutica que apunta a corregir la tendencia homosexual tiene una tasa de éxito que parece indicar que por lo menos para un considerable porcentaje de personas el origen afectivo del problema es algo real. Sin embargo, es muy difícil afirmar que todos los casos pueden ser sanados. A fin de aplicar una terapia efectiva, deben necesariamente considerarse determinados factores, como, por ejemplo, la decidida colaboración y un gran deseo de sanarse por parte del sujeto. Estas características no siempre son fáciles de encontrar, especialmente en presencia de otros factores desequilibrantes, o en situaciones de cohabitación interrumpida. En cuanto requerimiento pastoral, este aspecto implica la necesidad de asegurar que ya a partir de la infancia los padres asuman un estrecho cuidado de la educación afectivo-sexual de sus hijos. c) De este análisis surge aún otra premura, esta vez concerniente al lenguaje, especialmente en lo que toca a la esfera pública. Es inapropiado hablar de “heterosexualidad” como de un tipo concreto de sexualidad. La sexualidad es siempre relacional, porque incluye en su identidad misma la relación con el otro sexo. En el debate en torno de la así llamada “homosexualidad”, o mejor, del fenómeno homoerótico, no debiera usarse una forma de lenguaje que niegue las características fundamentales de la sexualidad. Por otra parte, parece apropiado evitar la mistificación del prefijo homo: en ciertos momentos es usado como si fuera capaz de caracterizar a la persona en cuanto tal, de modo que afirmar la necesidad de la diferencia sexual pareciera discriminatorio. Al expresar una evaluación negativa de la homosexualidad, uno no discrimina contra las personas de inclinaciones homosexuales, puesto que su
valor personal no reside en ser homosexual. El concepto mismo de homosexualidad es erróneo y tiene su origen en la ideología de los movimientos “gay”. Por este motivo la opción no era establecer un paralelismo con ser hombre o ser mujer, porque también personas con inclinaciones homosexuales son hombres o mujeres y, por tanto, no se las concibe como de menor valor. Por el contrario, es el adjetivo homofóbico el que es discriminatorio hacia personas con tendencias homosexuales, porque, al usar este término, se intenta calificar a estas personas de modo inequívoco sobre la base de su tendencia. En este sentido, parece oportuno reemplazar el término “persona homosexual” por aquel de “persona de inclinación homosexual”, en tanto una inclinación que no asume significados relevantes no puede definir de modo exhaustivo a un sujeto.
4. La evaluación ética Los antecedentes científicos recabados sobre la identidad sexual en perspectiva antropológica nos permiten hacer una evaluación ética del fenómeno de la homosexualidad con miras a ayudar a las personas con inclinaciones homosexuales a descubrir su vocación de amar, una vocación que tienen en común con todos los seres humanos. La perspectiva de la vocación de amar también pertenece a la moralidad en general y nos permite discernir el verdadero bien de la persona en las acciones de él o de ella. Lo que aquí se manifiesta en particular es el papel jugado por la afectividad en tanto una mediación necesaria entre la tendencia natural y la opción personal, en un momento que es fundamentalmente preconsciente. No existen aún estudios suficientemente exhaustivos sobre esta dinámica del acto humano, particularmente en lo que atañe a la dimensión sexual. Sin embargo, es posible indicar un número de significados morales esenciales relacionados con el amor en tanto afecto. Estos contribuyen a guiar e iluminar la moralidad de las experiencias sexuales: unión en la diferencia, exclusividad, fecundidad, intención de comunión, indisolubilidad. A partir de aquí parece posible derivar una “gramática” de lenguaje sexual con contenido moral, un lenguaje que pueda ser entendido como primer criterio útil para el discernimiento de la “verdad del amor”. Dicho criterio es capaz de superar evaluaciones parciales, como ser las naturalistas (que parten de la descripción de la naturaleza física), las emotivas (románticas), o intelectualistas (deductivas). Pareciera que a partir de esta premisa se podría entender el “desorden intrínseco” de la tendencia homosexual, sin calificar
La identidad sexual integra, por tanto, varias dimensiones fundamentales de la persona: naturaleza, relaciones personales –incluida su base afectiva– los bienes esenciales para la persona, y una idea de la vida buena referida a la construcción de una verdadera y adecuada comunión de personas.
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Los estudios realizados por la biología sexual en materia del desarrollo de las gónadas y de las funciones hormonales, parecen capaces de explicar ciertas patologías, pero no justificar la existencia de algún tipo de “tercer sexo”.
moralmente a la persona que vive con ella y que podría no haberla asumido libremente. Por otra parte, la ausencia de significados profundamente humanos puede justificarnos al llamar actos homosexuales por el nombre de “pecados contra natura”, evitando así simplificaciones, o el riesgo de referirnos a ellos como si fueran la consecuencia natural de la simple desviación de una tendencia. Partiendo del afecto, se desarrolla una visión muy positiva de la virtud. Es mediante la virtud que la persona ordena los afectos que tienen él o ella con miras a la realización de actos perfectos. Una verdadera comprensión de la virtud nos permite ver que hablarle de castidad a una persona con inclinación homosexual no constituye represión. La castidad es una virtud que todos están llamados a vivir, cada cual en su propia condición; por tanto, el fundamento de la virtud es el mismo en todos los casos. Al adoptar esta perspectiva, es posible explorar con mayor claridad la alteración causada a la intimidad personal mediante la existencia de una tendencia desordenada, en ocasiones anterior a la práctica de actos homosexuales. Este estar consciente puede formar la base para una mejor comprensión de la virtud, así como ser el primer paso hacia el objetivo de crecimiento personal. Para la verdadera existencia de una virtud es necesario interiorizar una forma de vida excelente, que opere como finis virtutis, es decir, como un objetivo y como un criterio moral que es fascinante en el nivel afectivo. En este caso, la amistad se recomienda a sí misma como una modalidad particularmente llena de significado, además de provechosa, en el itinerario de crecimiento de la persona con inclinaciones homosexuales. Con la finalidad de evitar cualquier malentendido, se da por supuesto que una persona necesita instrucción para reconocer la virtud intrínseca de este tipo de relación. La amistad incluye una relación moral capaz de expresar en forma concreta los objetivos relevantes para una vida realizada, mientras debe excluir elementos de tipo íntimo, que podrían teñir de ambigüedad los significados morales más elementales.
5. La actitud pastoral adecuada Luego del análisis de los antecedentes, podemos formular algunas proposiciones relativas a la actitud pastoral a ser adoptada frente a personas con inclinaciones homosexuales. Sin embargo, aún antes de centrarnos en la solución de casos específicos, es útil formular una perspectiva cultural general para el fenómeno de la homosexualidad. Dicho fenómeno, que
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se inserta en el contexto de un invasivo pansexualismo, debería, antes que nada, ser enfrentado con un enfoque de prevención, que apunte a las raíces sociales del problema. Los padres y los educadores están así llamados a prestar una particular atención a todo lo concerniente a una educación afectivo-sexual de los jóvenes, y concentrarse en aquellas fases descritas como de formación de la identidad sexual (definidas como fases de transición). El objetivo es asegurar, cuanto sea posible, la apropiada formación de dicha identidad en orden a prevenir la situación por la cual una educación en esta área sea reemplazada por la mera información –como infortunadamente acontece también a veces en círculos católicos. Para modificar algunas estructuras e instrumentos pastorales actuales los pastores y educadores son invitados a situarse en el corazón de una renovación que apunta a proponer “la vocación de amar” como pivote de la vida de la Iglesia. Luego de proponer un enfoque preventivo, procedemos a considerar casos particulares que, como lo requiere la evidencia, siempre requieren ser personalizados: las respuestas genéricas no ayudan a confrontar situaciones que de por sí son bastante variadas y que requieren una buena coordinación entre pastores y especialistas. Toda actividad, incluso antes de ser propiamente terapéutica, debiera tomar la forma de un acompañamiento del sujeto, a fin de que él o ella puedan ser capaces de reconocer a –y relacionarse con– una comunidad de apoyo, en orden a recorrer tan difícil camino.
el positivismo tiene manos libres en una sociedad que es dominada por el deseo y que ha olvidado toda referencia al bien común, una sociedad en que cualquier pretensión esgrimida por grupos organizados puede aspirar a ser impuesta como ley, de un modo totalmente ajeno a cualquier consideración de justicia.
6. Dimensiones políticas y legales La pretensión de neutralidad por parte de la sociedad liberal ha producido una debilidad intrínseca que confunde tanto a la acción legal como a la política en el área de la familia, y arriesga igualar a la familia con formas privadas de cohabitación que no tienen relevancia social alguna. Una sociedad que intenta ser neutral frente a importantes valores humanos arriesga ser presa de cualquier discurso impuesto con claves formales y emocionalmente relevantes. Dichas claves son ampliamente usadas por la teoría del género, que con su propuesta de igualdad en la diversidad marginaliza cualquier valor que esté vinculado con la identidad personal basada en la diferencia. Semejante mensaje hunde sus raíces en una ética política que tiende a promover el pluralismo entre los elementos sociales fundamentales, haciendo uso de una terminología y de una estructura que en la práctica no ha debido enfrentar obstáculo alguno en las democracias occidentales. Estas
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(...) Igualar uniones de facto con el matrimonio y acto seguido reconocer la pretensión de “matrimonio” entre personas del mismo sexo, es un modo de desmantelar desde dentro una estructura fundamental de la sociedad. Aquí encontramos la base de los actuales intentos de obtener incluso una reformulación de los derechos humanos en los términos de la teoría del género.
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democracias han desarrollado por su cuenta un enfoque teológico general que, sin embargo, es incapaz de evaluar los efectos sociales de semejante política. De tal modo, lo que requiere ser elaborado son formas de presencia política y social capaces de construir los fundamentos morales de una nueva ética política, que comprenda las directrices para una decidida oposición a las leyes contrarias al bien común. La intención es mantener a la ofensiva un positivismo que busca conferir estatus de ley a formas de cohabitación cuyo único contenido es de naturaleza afectiva. El positivismo tiene manos libres en una sociedad que es dominada por el deseo y que ha olvidado toda referencia al bien común, una sociedad en que cualquier pretensión esgrimida por grupos organizados puede aspirar a ser impuesta como ley, de un modo totalmente ajeno a cualquier consideración de justicia. Igualar uniones de facto con el matrimonio y acto seguido reconocer la pretensión de “matrimonio” entre personas del mismo sexo es un modo de desmantelar desde dentro una estructura fundamental de la sociedad. Aquí encontramos la base de los actuales intentos de obtener incluso una reformulación de los derechos humanos en los términos de la teoría del género. La respuesta que se tendría que esperar debe, necesariamente, incluir la defensa de la institución de la familia, única capaz de confrontar el desierto demográfico de los países de Occidente, situación aún más problemática dado el fenómeno de la migración. De acuerdo con este tipo de políticas, habrá que buscar el reconocimiento público del bien común que se constituye para la entera sociedad a través de la familia –basada en una unión estable entre un hombre y una mujer, abierta a la vida– por cuanto la familia es una instancia capaz de generar “capital social”. El volumen “Amar en la diferencia” reúne los estudios de calificados expertos internacionales en diferentes disciplinas. La intención fue adoptar un enfoque genuinamente interdisciplinario que vaya más allá de una mera yuxtaposición de disciplinas especializadas que podrían no guardar relación la una con la otra. Esto ha sido posible gracias a dos factores. Primero, el método: hubo un diálogo abierto, franco y fructífero en el contexto de un seminario de estudio que duró varios días. Luego, el contenido: desde sus respectivas perspectivas disciplinarias, a los autores les une el hecho de compartir la luz que ofrece la antropología cristiana para la interpretación del ser humano, permitiendo una visión integral de la persona, en que los aportes particulares de las ciencias y de los académicos tienen su espacio y son puestos en perspectiva, estableciendo su mutuo equilibrio.
Las diversas formas del fenómeno de la homosexualidad Por Tony Anatrella
Frecuentemente se presenta la homosexualidad como una alternativa a la heterosexualidad. Se debe poner en cuestión esta evidencia para saber a qué corresponde la homosexualidad dentro del desarrollo psicológico de una personalidad. Con frecuencia es el resultado de un conflicto intrapsíquico entre la identidad y una orientación sexual. La otra cuestión que surge concierne al querer redefinir la pareja, la familia y el matrimonio a partir de la homosexualidad. Ahora bien, esta última no puede ser una fuente de inspiración para la ley civil en lo referente a la vida conyugal, la familia y la educación. La homosexualidad se ha convertido en una cuestión política de serias consecuencias para la sociedad.
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l tema de las diversas formas que presenta el fenómeno de la homosexualidad nos pone frente a un fenómeno relativamente complejo del funcionamiento de la vida psíquica. Ha existido siempre y sin duda seguirá manifestándose entre las vicisitudes de la sexualidad humana. Implica, hoy más que nunca, comprender esta inclinación especial y situarla en el desarrollo de la personalidad. Lo haré poniendo en perspectiva ciertas estructuras psíquicas implicadas en esta problemática. Observando los estudios clínicos y la reflexión teórica del psicoanálisis freudiano, podemos decir que la orientación homosexual es producto de la forma en que desde muy temprana edad, durante la infancia y la adolescencia, el individuo organiza su sexualidad. Esta se manifiesta en contradicción con la identidad sexual, que en sí misma constituye un hecho objetivo de pertenencia masculina o femenina. Mostraré, por otra parte, que no se debe confundir la identidad sexual con una orientación sexual. La confusión llega a ser posible al acentuarse una visión subjetiva de la sexualidad en nombre de la cual cada uno decidiría sobre todas sus opciones y construiría su identidad. Este “pelagianismo” antropológico es una ilusión que no considera los determinismos a partir de los cuales se puede desarrollar y ejercer la libertad.
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La reflexión sobre la homosexualidad se encuentra actualmente limitada en la medida en que por no ser considerada, con razón, una afección mental, se pasa por alto la problemática psíquica representada por la misma y los diversos efectos patógenos que desarrolla. Se presenta a menudo como una sexualidad alternativa en relación con la heterosexualidad, lo cual está lejos de ser evidente. La teoría del género (gender theory) complica aún más la situación al afirmar que aun cuando la diferenciación sexual (hombre/ mujer) está definida físicamente, las identidades masculina y femenina, consideradas como una construcción social, serían reversibles. Esta ideología nos invita a redefinir la pareja, el matrimonio, la familia, la concepción y la adopción de hijos a partir de las orientaciones sexuales, no debiendo ya organizarse la sociedad en función de la diferencia sexual, sino de la diferencia de sexualidades. Nos es difícil seguir esta filosofía idealista de la desencarnación de la sexualidad y de la denegación del cuerpo sexuado a partir del cual se desarrolla la vida psíquica. La reflexión sobre la He tenido ocasión de mostrar1 que esta teoría descansa en un homosexualidad se pensamiento, frecuente en el ambiente, que consiste en disociar reaencuentra actualmente lidades fundadoras de la humanidad. Se ha disociado la procreación limitada en la medida de la sexualidad (contraconcepción y aborto); luego se ha disociado en que por no ser la relación conyugal del matrimonio (concubinato); enseguida se considerada, con razón, ha disociado la parentalidad de la relación conyugal (divorcio); la una afección mental, fecundidad se ha disociado del acto sexual (asistencia médica en se pasa por alto la la procreación), y ahora debería disociarse la procreación del acto problemática psíquica sexual (dispersión de los productos genitales) antes de concebirse la representada por la gestación disociada de la maternidad (madres portadoras) y pronto misma y los diversos la gestación fuera del útero materno (útero artificial). La procreación efectos patógenos que se encuentra actualmente disociada de la identidad sexual (homodesarrolla.(…) sexualidad). Elaboramos los ingredientes psíquicos y sociales para favorecer personalidades de índole sicótica, es decir, que dejarán de tener sentido de las realidades. Todas estas son situaciones generadas por el individualismo, el subjetivismo y el relativismo ético actual, que permiten creer que todo es posible. En este mundo sin límites donde todo puede ser válido, la homosexualidad se manifiesta como una posibilidad entre otras de vivir la propia sexualidad. La supremacía de la igualdad de todos ante la ley impide a la facultad de discernimiento hacer su trabajo con el fin de evaluar lo que está en juego en esta particularidad. La orientación homosexual depende de diversas estructuras psíquicas, que desembocan en múltiples expresiones: cómo puede reacomodarse, descubrirse conscientemente de manera tardía e imponerse como tal en la conciencia psíquica del individuo. Vamos a examinar algunos de estos aspectos. Previamente, quisiera estudiar el lenguaje empleado a propósito de la homosexualidad, para así saber de qué estamos hablando. 1 T. ANATRELLA, Non à la société dépressive, Flammarion, Paris, 1993, colección “Champ” 1995.
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1. La cuestión del lenguaje y de la distinción de los conceptos El lenguaje2 utilizado en el tema de la homosexualidad es a menudo confuso, ya que se adopta de otras realidades de la vida conyugal y familiar que no le corresponden, como, por ejemplo, la noción de “pareja” homosexual, que siempre implica una disimetría sexual y no una relación con un semejante idéntico, o la de “homoparentalidad”, que carece de sentido, ya que la familia y el niño o niña son lógicamente inconcebibles a partir de la monosexualidad, es decir, de un solo sexo. Asistimos a una desviación del lenguaje con el fin de afirmar (sin probarlo) que una relación entre personas del mismo sexo es idéntica a aquella compartida (…) Se presenta a entre un hombre y una mujer. Ahora bien, se trata de una relación menudo como una de distinta naturaleza, puesto que las estructuras psíquicas involu- sexualidad alternativa cradas no son las mismas. La relación de una pareja formada entre en relación con la un hombre y una mujer se basa en la alter sexualidad, mientras heterosexualidad, lo cual el dúo constituido por dos personas del mismo sexo se basa en el está lejos de ser evidente. La teoría del género narcisismo de una relación especular (en espejo).
(gender theory) complica
aún más la situación al 1.1 La cuestión etimológica A partir de los años sesenta del siglo pasado, los “homosexua- afirmar que aun cuando les” se designan en los Estados Unidos de América con el término la diferenciación sexual “gay”. El origen de esta denominación proviene de los lugares (hombre/mujer) está donde se reunían para sus fiestas: buscaban lugares “gay” en el definida físicamente, las sentido de lugares con alegría, como los bares, los clubes noctur- identidades masculina y nos, etc. Así, este término que designaba determinados lugares femenina, consideradas ahora se usa para definir personas. Sería interesante reflexionar como una construcción sobre este desplazamiento semántico y sobre este término que se social, serían reversibles. ha convertido en una designación política. Tanto el término homosexualidad (Karoly Maria Benkert) como el calificativo homosexual y luego la noción de perversión de objeto homosexual (Richard von Krafft Ebing), posteriormente adoptada por Freud, aparecen en el siglo XIX. Otros autores también crearán diversos conceptos para designar a los “sodomitas”: tercer sexo (Carl Wetphal), inversión (Havelock Ellis), uranismo (Carl Heinrich Ulrichs), sexo intermedio (Magnus Hirschfeld). Anteriormente se denominaba a estas personas por sus prácticas entre adultos o con menores: los “sodomitas”, los “pederastas”, o por su condición de “invertidos”, en realidad “bribones” [N.d.T.: en francés “bougres”]3 (entendido en el sentido de aquel que se dedica a actos contra la naturaleza), en oposición a una relación complementaria entre un hombre y una mujer. En el período con2 Id., Le règne de Narcisse. Les enjeux du déni de la différence sexuelle, Presses de la Renaissance, París, 2005. 3 Surgió en el siglo XIII del término bogre del francés antiguo, que significaba “hereje” en el siglo XI y luego “disoluto” en el siglo XII, y provenía del latín bulgarus, “búlgaro”. Los búlgaros eran efectivamente considerados herejes a raíz de la herejía bogomila, que apareció en el siglo X en los Balcanes y negaba varios sacramentos, entre ellos el matrimonio.
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temporáneo, hemos pasado de una denominación del comportamiento a la afirmación de una identidad y de una reivindicación política. Ahora bien, el hecho de que en conformidad con el lenguaje actual un “deseo” sexual se haya convertido en una “orientación” sexual no implica que constituya por ese motivo una identidad. El término político “gay” es muy discutible y el de “homosexualidad” no es evidente. Examinemos este último término. 1.2 El concepto de homosexualidad El concepto de “homosexualidad” está compuesto por homo –el semejante– y sexualidad, que viene de sexus, cuya raíz latina secare significa cortar, en realidad cortar en dos. Homo y sexus son dos raíces que no concuerdan y significan que dos personas del mismo sexo se cortan o distinguen Esta ideología nos del semejante, si bien no es así, a diferencia de la imagen de lo que invita a redefinir la son el hombre y la mujer. Literalmente, el término “homosexuapareja, el matrimonio, lidad” expresa en realidad lo contrario de lo que enuncia, ya que la familia, la concepción dos personas del mismo sexo se encuentran, en el ámbito del hoy la adopción de moerotismo, en una relación de fusión de lo mismo con lo idéntico. hijos a partir de Constatamos una vez más que la negación de la diferencia sexual las orientaciones produce confusión en los pensamientos. sexuales, no debiendo El psicoanalista Ferenczi (Congreso de Weimar, 1911) eligió la ya organizarse la noción de homoerotismo, que se adapta en mayor medida a la sisociedad en función de tuación relacional de dos personas idénticas. Significa la atracción la diferencia sexual, erótica del semejante y parece más precisa que el término “homosesino de la diferencia de xualidad”. Este no puede entenderse en el sentido de una sexualidad sexualidades. común entre personas del mismo sexo a imagen de lo que ocurre entre un hombre y una mujer, y siempre implica un tercer término ajeno a la práctica homosexual. En efecto, “homo” corresponde a una relación mantenida con un semejante, mientras “sexualidad” supone una distinción de los sexos para ser creativo en muchos aspectos, es decir, una relación mantenida entre dos individuos de distinta naturaleza, con una dignidad personal igualitaria y una complementariedad funcional. El concepto de homosexualidad induce por lo tanto a un ilogismo que remite por otra parte a una forma de sexualidad objetivamente incoherente. Únicamente los hombres y las mujeres están separados sexualmente, cortados cada uno respecto del otro, y pueden por consiguiente unirse en la complementariedad de los sexos. Freud precisa en Tres ensayos sobre teoría sexual4 que la sexualidad humana alcanza una relativa madurez en el sentido de la realización básica del establecimiento de las tres estructuras que la favorecen: cuando la persona integra la diferencia sexual (1), es capaz de tener acceso al estado amoroso entre un hombre y una mujer (2) y acepta ser potencialmente procreadora (3). 4 S. FREUD, Trois essais sur la théorie de la sexualité, Editions Payot, París, 1976.
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Sin embargo, como a pesar de todo estamos acostumbrados a este lenguaje, seguiré empleando aquí el término homosexualidad refiriéndome también a la noción de homoerotismo. 1.3 Homosexualidad y diferencia sexual En la homosexualidad no existe la distinción ni la alteridad se- Esta teoría descansa xual con un semejante del mismo sexo5. No obstante, ambas son en un pensamiento que indispensables para hacer posible el sentido de la relación conyugal consiste en disociar y de la parentalidad, y más precisamente el sentido del amor. El realidades fundadoras amor, en el sentido objetal del término, para estar en la alteridad, de la humanidad. Se ha implica una diferencia fundamental. Esta diferencia fundamental disociado la procreación no existe en la atracción entre personas del mismo sexo, ya que de la sexualidad se encuentran en la similitud del igual y el semejante (relación (contraconcepción y en espejo). Ciertamente, pueden manifestarse sentimientos, emo- aborto); luego se ha ciones y afectos intensos, pero no son aún indicadores del amor y disociado la relación del amor conyugal6. Por este motivo no se puede hablar de amor conyugal del matrimonio y menos aún de amor conyugal para calificar la relación entre (concubinato); enseguida dos personas del mismo sexo vinculadas sentimentalmente. No se ha disociado la basta que haya dos personas y cada una de ellas disponga de una parentalidad de la personalidad singular para que exista una relación de alteridad, si relación conyugal acaso no se ha integrado además el sentido de la diferencia sexual. (divorcio); la fecundidad En otras palabras, no todas las formas de sexualidad basadas en se ha disociado del acto orientaciones sexuales son válidas, sobre todo cuando está ausente sexual (asistencia médica el sentido de la alteridad que depende de la diferencia sexual. El en la procreación), y hijo y la parentalidad son producto de la alteridad sexual. ahora debería disociarse El amor que es un orden relacional basado en la alteridad sexual la procreación del acto del hombre y de la mujer no es un sentimiento; pero las emocio- sexual (dispersión de nes, los sentimientos y las atracciones sexuales se inscriben en el los productos genitales) ordenamiento del amor. Así se conjugan Amor y Verdad cuando antes de concebirse la se reconoce el sentido de la diferencia sexual y se acepta y se vive gestación disociada de íntimamente7. Freud hace observar, siempre en Tres ensayos sobre la maternidad (madres teoría sexual, que el sentido del amor objetal se adquiere realmente portadoras) y pronto la cuando una persona ha integrado en su recorrido psicológico el gestación fuera del útero sentido de lo enteramente distinto, es decir, del ser radicalmente materno (útero artificial). diferente que representa el otro sexo. En cambio, la relación de pareja entre personas del mismo sexo corresponde en mayor medida a una búsqueda de completitud narcisista, a una necesidad de someter al otro a la imagen del padre edípico (una sexualidad incestuosa) al cual desea dominar o al modelo de erotismo relacional descrito por Freud refiriéndose al mito de Narciso. Es un tipo de afecto que no entra en la definición de lo conyugal y lo parental. 5 T. ANATRELLA, Le règne de Narcisse, op. cit. 6 Ver Id., Époux, heureux époux, Flammarion, París, 2004. Traducido al italiano: Felici e sposati, ESD, Bolonia, 2008. 7 Informe Spira, Comportements sexuels des Français, Documentación francesa.
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2. Los aspectos sociales y somáticos en cuestión Hay solo dos identidades sexuales objetivas, la del hombre y la de la mujer. Hay en cambio numerosas orientaciones sexuales, que son consecuencia del funcionamiento de la economía de las pulsiones parciales que constituyen la sexualidad humana, que se armoniza en funciones superiores gracias al reconocimiento de la diferencia sexual y al acceso a la psicología genital. De este modo se alcanza la madurez sexual. La orientación sexual está en el registro de la pulsión, mientras la identidad corresponde al dato objetivo del ser, dato con el cual contará para su realización. El ser no construye su identidad de hombre o mujer; la recibe. Así, la homosexualidad es una orientación sexual y no una identidad. No Asistimos a una es correcto por lo tanto hablar “de identidad homosexual”; sería desviación del lenguaje preferible decir de un hombre o de una mujer que siente atracción con el fin de afirmar por personas del mismo sexo. ¿Es posible descubrir los orígenes de (sin probarlo) que una esta atracción? La persona se enfrenta a muy temprana edad a la aceptación de relación entre personas del mismo sexo es su identidad sexual y al desarrollo de su orientación sexual a partir idéntica a aquella de la interiorización de la imagen del cuerpo sexuado, que en la macompartida entre un yoría de los casos se lleva a cabo con coherencia entre la identidad hombre y una mujer. y la alteridad sexual. El problema reside en saber lo que ocurre, por Ahora bien, se trata de ejemplo, cuando la persona se orienta hacia la homosexualidad y se encuentra en desarmonía con la atracción del otro sexo.
una relación de distinta naturaleza, puesto que las estructuras psíquicas involucradas no son las mismas.
2.1 ¿Qué representa la homosexualidad desde el punto de vista estadístico? Las personas que viven con una orientación homosexual representan un porcentaje muy bajo de la población. En un estudio realizado en Francia en 19928, solo el 4,1 por ciento de los hombres y 2,6 por ciento de las mujeres declararon haber tenido por lo menos una vez en su vida una experiencia homosexual. En la última encuesta, publicada en 2008, se advierte en el total que 4 por ciento de las mujeres y 4,1 por ciento de los hombres de 18 a 39 años declaran haber tenido prácticas sexuales con una pareja del mismo sexo9. Si se omiten en estas cifras las 8 La sexualité en France, Informe de Bajos Nathalie y Bozon Michel, Inserm, La découverte, París, 2008, p. 245. Con todo, esta constatación es muy aleatoria, ya que no permite distinguir la experiencia puntual de la práctica frecuente. De acuerdo con las encuestas, la práctica homosexual culmina sobre todo entre los 18 y los 39 años, reduciéndose posteriormente (p. 247). La infidelidad es más frecuente en las relaciones homosexuales masculinas que en la pareja de distintos sexos [uno de cada tres hombres en una relación homosexual relativamente estable en comparación con 3,5% de los hombres que viven con una mujer (p. 252)]. Sobre la base de las cifras previamente indicadas, 13,4% de las mujeres y 12,4% de los hombres declaran haber tenido al menos una experiencia homosexual únicamente antes de los 18 años de edad (p. 249). Durante los doce últimos meses anteriores a la encuesta, solamente 0,8% de las mujeres y 1,5% de los hombres declaran haber tenido relaciones sexuales con una persona del mismo sexo. 6,2% de las mujeres y 3,9% de los hombres reconocen haber sentido atracción por una persona del mismo sexo (ibídem), y 3,7% de las mujeres y 1,5% de los hombres nunca han llevado esta atracción a la práctica (p. 250). 9 Le Quotidien du médecin, París, 23 de abril de 1999.
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tentativas de la adolescencia, las prácticas reactivas y a causa de desafíos, y la necesidad de responder ante la presión de una moda, el número de personas llamadas “homosexuales” se reduce considerablemente. Los encuestadores del estudio previamente citado registraron que en el transcurso del año 1,1 por ciento de los hombres y 0,3 por ciento de las mujeres tuvieron contactos sexuales con una persona del mismo sexo. Existe por lo tanto un considerable desfase entre la representación social y la práctica real de la homosexualidad en el seno de la sociedad. La invasión y la manipulación de imágenes por los medios de comunicación masiva, la influencia del discurso de los militantes y los efectos de la moda, que se expanden por el hecho de alterarse el sentido de la diferencia sexual en la sociedad, dan la impresión de que existe una cantidad importante de homosexuales, si bien no es así. Constatamos en cambio que este discurso militante La relación de una puede desestabilizar a personalidades inmaduras (de jóvenes o pareja formada entre adultos), incitadas a permanecer en identificaciones primarias o, un hombre y una mujer más bien dicho, a volver a estas y experimentar una regresión en se basa en la alter relación con los procesos de elaboración de las pulsiones parciales.
sexualidad, mientras el dúo constituido por dos personas del mismo sexo se basa en el narcisismo de una relación especular (en espejo).
2.2 Las hipótesis somáticas y traumáticas Diversas hipótesis se han formulado sin éxito para explicar el origen de la orientación homosexual. · Hay quienes han evocado el origen neurobiológico, procurando luego justificarlo –se pensaba– como producto de una deficiencia hormonal o más recientemente del funcionamiento de la hipófisis, uno de los centros que en la base del cerebro regulan la biología sexual. No se proporcionaron pruebas y aquellas que se presentaron no se consideraron válidas. El deseo sexual no procede exclusivamente de la biología. · El origen genético (o la llamada causa esencialista) se utiliza a menudo para hacer creer que el homosexual ha nacido con esta tendencia. Un estudio10 sostuvo que esta orientación provenía del X materno y se situaba en la región del cromosoma Xq28; pero este estudio fue desmentido por otras investigaciones a partir de un panel más amplio que el primero. Ahora bien, un gen no obliga en sí mismo ni condiciona la personalidad a organizarse en torno a un determinismo tan preciso. Así, se habló en una época del gen del criminal y del alcoholismo: son afirmaciones igualmente gratuitas que han sido desmentidas por los genetistas10. · El origen traumático se cita también en un mundo invadido por el lenguaje psicologizante, que hace pensar que un hecho en particular ha orientado súbitamente la personalidad hacia la homosexualidad: una madre posesiva, un padre ausente, juegos sexuales infantiles, la influencia de una persona o una agresión sexual cometida por una persona del mismo sexo; pero la
10 Ver T. TESTARD, Le Désir du gène, Flammarion, París, 1994.
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relación no es evidente, ya que otras personas han vivido estas situaciones sin convertirse por eso en homosexuales. La mayoría de estas investigaciones terminan fracasando y procuran pasar por alto la dimensión psíquica que condiciona la maduración de la sexualidad humana. 2.3 La orientación sexual es producto de una representación de sí mismo La experiencia nos lleva a reconocer que de nada sirve para explicar la homosexualidad un procedimiento de carácter “causalista”. Este no da cuenta de lo que se sabe desde hace mucho tiempo sobre la sexualidad humana y ha sido confirmado por Freud y sus sucesores11. Repitámoslo, la identidad sexual no se construye; se recibe, y es el individuo mismo quien vive este trabajo de integración y de elaboración, comenzando por su cuerpo sexuado, por medio del otro sexo, que le sirve El hecho de que en como revelador. Para el individuo es difícil entrar en este proceso conformidad con el y organizar su sistema de representaciones sexuales fuera de su lenguaje actual un identidad en interacción con la de la otra persona; pero resistencias “deseo” sexual se haya inconscientes pueden frenar este proceso y provocar disonancias. En efecto, numerosas orientaciones sexuales, que son consecuenconvertido en una “orientación” sexual no cia del funcionamiento de la economía de las pulsiones parciales implica que constituya (etapa oral, anal, fálica, y las identificaciones primarias), componen por ese motivo una la sexualidad humana, que se armoniza en funciones superiores identidad. gracias al reconocimiento de la diferencia sexual y al acceso a la psicología genital. De este modo se alcanza la madurez sexual. Al situarse sin considerar su identidad sexual, la persona corre el riesgo de atribuir a su orientación sexual carácter de identidad. Una orientación sexual buscada por sí misma en contradicción con la propia identidad y con la etapa genital que participa en la transformación de las pulsiones parciales es a menudo expresión y síntoma de un conflicto psíquico no resuelto. El individuo que se fija en la orientación sexual de voyeur, fetichista, homosexual, pederasta u otras formas de representaciones sexuales incoherentes refleja no haber modificado una pulsión parcial. Aquí estamos ante un conflicto estructural entre la identidad y la orientación sexual en la representación de sí mismo. La sexualidad humana depende en mayor medida de las representaciones psíquicas que el individuo hace de sí mismo integrando de alguna manera su imagen corporal que de causas externas, que ejercerían sobre el mismo una determinada influencia, aun cuando esta última tuviese cierta importancia.
11 Ver A. GREEN, Les chaînes d’Eros, Odile Jacob, París, 1996.
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Las diversas configuraciones de la homosexualidad La experiencia del homoerotismo, es decir, de la atracción erótica del semejante, es múltiple y variada. Y en este sentido es preferible hablar de las “homosexualidades”. El homoerotismo puede tener relación con atracciones juveniles y estéticas cuando la persona no tiene seguridad en sí misma; con encuentros iniciáticos bien conocidos en la historia; con experiencias pasajeras más o menos durables e irresistibles, o también puede producirse después de haberse organizado relativamente en torno a la heterosexualidad, como ocurre, entre otras, con personas que se han casado y luego se han instalado en el homoerotismo o siguen alternando entre la homosexualidad y la heterosexualidad. Este comportamiento suele ser síntoma de una depresión oculta y de una profunda inmadurez. El término El homoerotismo o –si se prefiere– la homosexualidad se presenta “homosexualidad” entonces mediante diversas formas, que es posible reducir bre- expresa en realidad vemente al menos a tres situaciones representativas, sin por eso lo contrario de lo que encerrarse en esta tipología, ya que la vida psíquica tiene más enuncia, ya que dos movimiento. personas del mismo · Una homosexualidad reactiva (o sintomática), a menudo sexo se encuentran, síntoma de una atracción estética, de una necesidad de seguridad o en el ámbito del de reconocimiento, de una necesidad compensatoria, del efecto de homoerotismo, en una un aislamiento en un medio cerrado, de una efusión afectiva. Está relación de fusión de lo por lo tanto vinculada con un determinado problema psicológico, mismo con lo idéntico. que puede modificarse, mantenerse o abrirse a la heterosexualidad. Constatamos una vez Es preciso destacar que una experiencia homosexual no constituye más que la negación como tal una homosexualidad. de la diferencia sexual · Una homosexualidad accidental (o circunstancial) a través de produce confusión en los experiencias buscadas para afirmar la propia identidad o para pensamientos. expresar un gran apego hacia otra persona o por encontrarse el individuo arrastrado en una confusión relacional, o para iniciarse en ritos de paso o en algo impuesto en ciertos medios, pero que no implica un deseo erótico duradero. · Una homosexualidad estructural, que da al individuo la impresión de haber nacido así aun cuando aquella proviene de un problema profundo vinculado con diversas etapas del desarrollo de la sexualidad infantil, y depende, entre otras cosas, de la etapa del espejo y de una problemática narcisista. Esta forma de homosexualidad puede ser relativamente irreversible. Estas distintas formas de homosexualidad –como tantas conductas humanas posibles– descansan en determinadas motivaciones psíquicas. Estas pueden modificarse y ocasionar cambios en el individuo gracias a su evolución personal y eventualmente con ayuda de una psicoterapia.
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4. La problemática psíquica de la homosexualidad ¿Cómo se presenta la problemática psíquica homosexual? Quisiera situarla en la perspectiva dinámica de la economía de la vida psíquica. 4.1 La función de la elección de objeto homosexual Los psicoanalistas no hablan de elección de objeto homosexual en el sentido de una atracción erótica, como se produce en la homosexualidad, que por lo demás debería definirse como homoerotismo, sino de la necesidad en el niño y el adolescente de identificarse con el semejante para acomodar su identidad sexual. El psicoanálisis freudiano reconoce el rol de “la función hoEl concepto de mosexual” en el desarrollo psíquico. Se trata de una experiencia homosexualidad induce a un ilogismo constituida por deseos e identificaciones en el momento en que la que remite a una personalidad del niño, y más tarde del adolescente, se encuentra en forma de sexualidad una identificación especular, es decir, consigo mismo y con el igual a objetivamente sí mismo, para reconocer ahí su imagen y afirmar su identidad. El incoherente. individuo se contempla en sí mismo y en el otro, idéntico a sí mismo, Únicamente los para así adquirir mayor seguridad. Esta identificación, constituida hombres y las mujeres por deseos e imitaciones psíquicas del padre y de otras personas están separados del mismo sexo, representa una etapa provisoria para constituirse a sexualmente, cortados partir del doble de sí mismo, pero también para diferenciarse de este cada uno respecto del y encaminarse hacia una elección de objeto sexualmente distinta otro, y pueden por a uno mismo. Esta diferenciación se produce entre lo idéntico y lo consiguiente unirse en diferente. Se trata entonces de una etapa indispensable en la formala complementariedad ción de la personalidad para desarrollar el propio self y adquirir así de los sexos. confianza en sí mismo, con lo cual el narcisismo de la persona se alimenta positivamente aceptándose, entre otras cosas, a través de su cuerpo sexuado y su identidad sexual. Pero el individuo corre el riesgo de fijarse en esta identificación especular por diversos motivos y de erotizar la relación con las personas del mismo sexo. La elección de objeto homosexual se convierte en una búsqueda homoerótica, que da forma a la homosexualidad. El homoerotismo se encuentra así en la intersección del desarrollo del Yo y de la disfunción de la organización psíquica del vínculo con el objeto (es decir, con el otro). En esta etapa de desarrollo, la fijación es a menudo una “solución” defensiva para tranquilizarse con el fin de evitar una depresión a raíz de una carencia de aportación narcisista, como veremos más adelante. La función de la elección de objeto homosexual que se prolonga y se convierte en homoerotismo marca así el fracaso de un juego de identificación y de un deseo primitivo que no logran elaborarse. En este caso, al provocar el fracaso una frustración en un aspecto estructural de sí mismo, el individuo corre el riesgo de erotizar lo que no consigue obtener mediante la identificación
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malograda. Las primeras identificaciones tienen relación con la imagen del padre y de las demás personas del mismo sexo. Se reactivan en la adolescencia. ¿Qué ocurre cuando no se producen? La imagen inconsciente del padre del mismo sexo suele ser incierta o conflictiva o estar ausente, queriendo afirmarse al respecto y descalificándose la imagen hasta llegar a ser perseguidora. El individuo atribuirá este rol perseguidor a los demás cuando lo viva como dificultad de reconocimiento y como víctima. Cree ser víctima de los demás para no tener que reconocer la presión que experimenta con sus propias representaciones sexuales. Cuando el individuo toma conciencia de que el origen de sus representaciones se encuentra en él mismo, se sitúa de otra manera en relación consigo mismo y con los demás. Se proporciona los medios para actuar sobre sí mismo y sobre su economía interna. Puede decir “Yo” y llegar a ser más autónomo. Estas distintas formas Se suele hacer una distinción entre “la homo afectividad” y el de homosexualidad “homo erotismo”, que tiene un aspecto intelectualmente seductor, –como tantas si bien no parece ser pertinente desde el punto de vista psíquico: conductas humanas estamos en el marco de la psicología de la homosexualidad y sin posibles– descansan embargo la distinción solo se comprende en la heterosexualidad. en determinadas En nombre de esta concepción, estaríamos dispuestos a recono- motivaciones cer que ciertos gestos podrían expresarse mejor en una de estas psíquicas. Estas categorías que en la otra (besos, abrazos, caricias, etc.). ¿Debemos pueden modificarse y interrogarnos para saber si este tipo de gramática gestual no es ocasionar cambios en una concesión ética que parece ser una tentativa por salir del el individuo gracias a paso? Se trata siempre de gestos homosexuales aun cuando no su evolución personal hay gestos directamente sexuales. La mentalidad compasional de y eventualmente la época actual suele dar a entender que sería deseable otorgar a con ayuda de una pesar de todo cierta liberalidad a las personas comprometidas en psicoterapia. ciertas situaciones. Actuando de este modo correríamos el riesgo de justificar y trivializar situaciones y prácticas contrarias al sentido de la pareja y de la familia. La reflexión ética no puede reducirse a mera investigación de la gestión de los comportamientos humanos en nombre del mal menor y de una interpretación aproximativa de la ley de gradualidad12. 4.2 El rol de la bisexualidad psíquica Si bien la identidad es un dato objetivo de hecho (somos hombre o mujer), el deseo sexual (en lenguaje actual, la orientación sexual) se elabora según las etapas específicas del desarrollo de la vida afectiva. La etapa de la bisexualidad psíquica es especialmente decisiva para articular la identidad con la orientación sexual. ¿Cómo debe entenderse el concepto freudiano de bisexualidad psíquica? Estructuralmente, lo que está en juego es lo siguiente: esta bisexualidad se 12 Ver J. M. LUSTIGER, “Gradualité et conversión”, La Documentation Catholique, n. 1826 del 21 de marzo de 1982, Editions Bayard Presse, pp. 315-322.
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produce cuando la persona interioriza la diferencia sexual. Eso significa que llega a ser capaz de hacer dialogar a ambos sexos en su interior y no, como se afirma a menudo, de ser a la vez hombre y mujer. No somos ni sexualmente indeterminados ni portadores de ambos sexos: somos varón o hembra, con todas las consecuencias psicológicas y simbólicas propias de esta disposición. La vida psíquica opone a menudo resistencia a aceptar la dualidad de los sexos a causa de la fantasía de la unisexualidad (el niño imagina que solo hay un sexo) y aun más al pretender la persona que la naturaleza se ha equivocado de cuerpo cuando psicológicamente su deseo (homosexualidad, travestismo, transexualismo) va al encuentro de su identidad corporal. Al asumir la realidad del cuerpo sexuado del hombre y de la mujer, el individuo tiende a pensar que el sexo constituye La teoría del género el género, a pesar de ser esto negado por la teoría del género. Esta se presenta como ideología se presenta como un nuevo idealismo, suponiendo que un nuevo idealismo, la persona humana puede disociar y pasar por alto su cuerpo real suponiendo que la en beneficio de un cuerpo ideal. La ideología del género participa persona humana puede en la desencarnación del cuerpo y la sexualidad en nombre de la disociar y pasar por supremacía del deseo concebido como una hipóstasis a través de alto su cuerpo real en la noción pseudo–ontológica y sacralizada de orientación sexual. El beneficio de un cuerpo individuo, encerrado en su representación sexual, la confunde con ideal. La ideología del un deseo, como si la pulsión debiese encontrar su fin en sí misma, género participa en en vez de dejar despertar y desarrollarse su deseo en contacto con la desencarnación del los demás y con la realidad para así entrar en una relación objetal. El fracaso del proceso de la bisexualidad psíquica favorece dicuerpo y la sexualidad versas tendencias sexuales problemáticas: no simbolización de la en nombre de la diferencia sexual; alternancia de la relación con personas del mismo supremacía del deseo concebido como una sexo o del otro sexo; dificultad de acceso al sentido de las distinhipóstasis a través ciones afectivas, racionales y sociales; reivindicaciones narcisistas de la noción pseudo- desplazadas de lo que está realmente en juego; vacilación y confuontológica y sacralizada sión de la identidad al aparecer deseos homoeróticos, transexuales de orientación sexual. o incluso pederastas. Estas constituyen por consiguiente una serie de etapas y tareas psíquicas que si no se modifican, pueden instalar al individuo en los primeros estados de la vida afectivo–sexual. El niño, al igual que el adolescente, experimenta vacilaciones de identidad que modifica gracias a la bisexualidad psíquica para así inscribirse en la dinámica de la alteridad sexual. Esto explica por qué hombres y mujeres casados y con hijos dicen “cambiar” de orientación sexual, a menudo después de una secuencia depresiva, y se divorcian. Así, la homosexualidad suele ser síntoma de una depresión originaria (angustia de pérdida) cuyas regresiones en la edad adulta reactivan conflictos intrapsíquicos enmascarados tras diversas resistencias.
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4.3 Los problemas psíquicos que dan origen al homoerotismo En sus primeros trabajos (1905)13, Freud considera que la homosexualidad es una orientación “perversa” y no una enfermedad: “Los homosexuales no deben ser tratados como enfermos, ya que una orientación perversa está lejos de ser una enfermedad”. La definición de sexualidad “perversa”, es decir, una fijación con fines sexuales primitivos, le permite abordar la homosexualidad como un complejo, un conflicto intrapsíquico, que pierde su movilidad en la vida interna y se encuentra restringido en la negación íntima de la diferencia sexual, provocando diversos efectos patógenos14. Ciertamente, un conflicto psíquico no constituye como tal una enfermedad psiquiátrica aun cuando esté ligado con otras fases de la libido e impida su desa- No hay lugar para la rrollo. Este conflicto se presenta no obstante como una atrofia de alteridad. Ciertamente, la sexualidad. Determinará psicológicamente la personalidad y dos personalidades condicionará sus representaciones y su relación con los demás, que distintas están a menudo presentan problemas. Tendrá asimismo consecuencias claramente en presencia tanto más importantes en el comportamiento y en la vida social una de otra y pueden en la medida que la cultura no siempre proporciona medios para experimentar apego sublimar y transformar en vínculo social las identificaciones pri- y sentimientos muy marias homosexuadas. fuertes, pero la relación En 1935, Freud precisa su pensamiento: ”La homosexualidad no homosexual carece de las es ciertamente una ventaja, pero (…) nos parece ser una variante del condiciones psicológicas desarrollo sexual”. Al utilizar esta última noción de “variante”, está para tener acceso al indicando que el desarrollo afectivo y sexual ha seguido un itine- sentido de alteridad, rario especial y desemboca en una forma de sexualidad carente de de lo totalmente la interiorización de una dimensión esencial: la alteridad sexual. distinto basado en la No se trata entonces de una sexualidad alternativa en relación interiorización de la con la heterosexualidad, como se pretende actualmente, sino de diferencia sexual. un deseo de la economía sexual infantil, es decir, de la primera sexualidad, que no se ha modificado. Se presenta como una defensa y una forma de desviación en comparación con la realización que representa el acceso a la heterosexualidad y al deseo de una relación establecida entre un hombre y una mujer. Puede considerarse como un fracaso provisorio o permanente de la persona al no saber abordar las pulsiones parciales en la psicología genital y no poder diferenciar el Yo de las pulsiones. Esta falta de distinción es consecuencia de un problema narcisista del individuo, que no logra aceptarse y estimarse. La personalidad narcisista tiene a menudo una confusión entre el Yo y las pulsiones, y presenta una carencia de simbolización de lo sexual cuando el pene (órgano masculino) se confunde con el falo (coincidencia consigo mismo, confianza en sí mismo y en sus propias fuerzas). El individuo se toma así por objeto de su propio deseo a través del igual y el semejante y en 13 S. FREUD, Trois essais, op. cit. 14 Ver A. LEVY-VALENSI, Le grand désarroi aux racines de l’homosexualité, Éditions Universitaires, París, 1973.
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este sentido es pertinente considerar esta inclinación interna como efecto patógeno de una dimensión de lo real que él no logra integrar. Freud decía que las personalidades homosexuales estaban “en busca de un objeto imposible de encontrar” a través de la sobrevaloración del pene. Las numerosas hipótesis psicológicas puestas en perspectiva por Freud son confirmadas y renovadas por la experiencia clínica. Gracias a esta última, la elaboración de la teoría psicoanalítica ha avanzado considerablemente en el tema de los orígenes y la economía psíquica de la homosexualidad. Esta presenta una serie de problemáticas vinculadas entre sí, de las cuales recuerdo las principales: Si toda fijación · la relación primordial con la madre cuando el niño constituye el homoerótica está mismo cuerpo con ella sin lograr diferenciarse: busca relaciones de relacionada con el fusión con este cuerpo; ámbito de la depresión, · la fase del espejo, es decir, de la identificación especular; el profesional no debe · el conflicto de la bisexualidad psíquica y la interiorización de la dejarse confundir diferencia sexual; por la actitud del · la elaboración de ciertas pulsiones parciales (analidad con el propaciente al presentar blema de la posesión y el dominio, y fálica con el problema de la problemas sexuales, aceptación y la confianza en uno mismo); sino identificar y · la problemática de identificación con el padre del mismo sexo, con trabajar en psicoterapia la relación de objeto homosexual de la infancia (identificación con el o en tratamiento igual a uno); psicoanalítico los · el complejo de Edipo, con el rechazo de la imagen del padre como déficits y los desórdenes principio de diferenciación con la madre; narcisistas del · la modificación de la sexualidad pubertaria y del narcisismo; individuo. · la proyección inconsciente de los conflictos recién señalados, entre otros de los padres en el hijo. Es importante volver aquí a la problemática de la bisexualidad psíquica y precisar brevemente que la homosexualidad masculina y la femenina no se manifiestan del mismo modo. La bisexualidad psíquica, como hemos dicho, representa una de las realidades del estado inicial de la sexualidad humana. Es parte de la sexualidad infantil, que permanece siempre presente y activa en el inconsciente. No se confunde con la sexualidad del niño15. Constituye toda la problemática sexual del inconsciente, que se encuentra presente tanto en los niños como en los adultos. Por diversos motivos, el individuo puede estar sometido a la misma en vez de servirle de fuente de inspiración para elaborar sus pulsiones parciales mediante sublimaciones, es decir, producciones superiores. Las pulsiones parciales no pueden expresarse directamente sin ser mediatizadas por conductas sostenibles en lo real, siendo de lo contrario destructoras de vínculo. En cambio, las pulsiones parciales transformadas en el desarrollo libidinal genital, gracias a la resolución edípica y a la interiorización de la 15 Ver J. BERGERET, La sexualité infantile et ses mythes, Dunod, París, 2004.
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diferencia de los sexos y de las generaciones, producirán un tipo de necesidades variadas y complejas, que encontrará caminos de realización en la relación sexual de carácter mixto entre el hombre y la mujer. La bisexualidad psíquica tiene también un rol cuando el niño va a integrar su identidad sexual en la continuidad del cuerpo sexuado a partir de una identificación inconsciente con los aspectos masculinos y femeninos de sus padres, pero también en la adolescencia con las imágenes del hombre y la mujer presentes en la sociedad. En efecto, la bisexualidad psíquica es la capacidad de reconocer íntimamente e interiorizar ambos sexos y hacerlos dialogar dentro de uno mismo y no el hecho de tener los dos sexos o de jugar a vivirlos al mismo tiempo. Contribuye asimismo a la interiorización de lo femenino en ambos sexos y a entregarse a la misma sin padecer la angustia de perder la propia identidad o ser devorado por Los líderes de opinión, la abertura del cuerpo femenino. Es una estructura dinámica de inspirándose en la transformación psíquica que da acceso al otro al mismo tiempo que teoría del gender, el sí mismo se funde, y luego al otro sexuado en sí mismo; pero es considerando que cada también señal de estado incompleto de la sexualidad cuando el uno está en libertad para adolescente vacila entre sentirse atraído por las personas de su atribuirse la identidad propio sexo y del otro. Así, la homosexualidad encuentra su origen, que desee, quieren entre otras cosas, en la alteración o el fracaso de la elaboración de la sobre todo redefinir la bisexualidad psíquica. Traduce la evitación precoz de la castración pareja, el matrimonio, la simbólica, es decir, la aceptación de los límites del propio sexo y la familia, la concepción, salida de la propia autosuficiencia sexual para dar espacio en ambos la adopción y la sexos a lo femenino. La aceptación de lo femenino, tanto en el mucha- educación de los hijos, cho como en la niña, es condición necesaria para el paso al sentido determinando a partir de la alteridad sexual. El padre tiene aquí un rol preponderante. de un hecho minoritario La mujer será para el homosexual objeto de aversión. Él se lo que estructuralmente protegerá de esta aversión con un compañero del mismo sexo con depende de un hecho el pretexto de que se tratará “de otra forma de amor” o de una “al- mayoritario y universal. tersexualidad”. Sin embargo, esta no existe, es expresión de mala fe y no es sino un juego de palabras que impide pensar en el otro, puesto que la alteridad es el otro sexo; pero a este otro no puede representárselo ni tener acceso a su representación simbólica, y más aún cuando confunde el pene (sexo) con el falo (sentimiento de poder). En realidad, con este neo–lenguaje está enmascarando el rechazo del Tercero, su dificultad, es decir, su incapacidad de abandonar lo maternal y tener acceso a la alteridad sexual. Esta actitud es tan propia de la mujer como del hombre que se fija en la monosexualidad. ¿Cómo se presenta esta tendencia en la mujer y en el hombre? · Para la mujer lesbiana, la madre se vive como un ser a quien es preciso proteger. Adopta una actitud de rivalidad con su padre para mostrarle que es más capaz que él de ser fuerte y amorosa para sostener a su madre (junto con despreciarla inconscientemente por otra parte y compensar excesivamente este complejo negativo queriendo protegerla). La joven se
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imagina victoriosa frente a su padre afirmando que no necesita un hijo: procederá totalmente sola en la autosuficiencia de la madre todopoderosa. No reconoce en la madre ni la menor carencia. Va a amar a otras mujeres con el fin, evidentemente inconsciente, de realizar con ellas la imagen viril del padre. Es una imagen infantil constituida por poder y potencia, y no por intercambios y complementariedad. La persona (hombre o mujer) rechaza la idea de que es el hombre quien revela a la mujer su feminidad y la mujer quien revela al hombre su masculinidad. Este discurso de alteridad sexual es insostenible para la persona lesbiana u homosexual que se visualiza en su integridad como la madre. · En el hombre homosexual, la madre también se vive inconscientemente como una persona sin carencia alguna. Él se identifica con esta in¿Es preciso recordar tegridad que garantiza la suya. Tomar conciencia de que la madre nuevamente que los podría presentar alguna señal de carencia es intolerable para él y asuntos de este tipo no pone en tela de juicio su rechazo de la castración, es decir, en este se regulan en términos caso, estar limitado en su identidad sexual. La angustia de este de compasión sino de límite se transforma en descompensación, en una depresión, que razón? Seguimos no marca la imposibilidad de alcanzar la alteridad sexual. El carácter obstante procediendo depresivo es inherente en la inauguración de la homosexualidad y con la misma ceguera no proviene en modo alguno de un influjo social como se sugiere intelectual mientras ante ciertos suicidios. Una serie de conflictos, sin ser exhaustivos, se traduce en fijanos encontramos en un contexto de ciones en las cuales la persona no se permite encaminarse hacia la guerra ideológica con heterosexualidad. Existen por lo tanto diversas formas de homosemilitantes que libran xualidad basadas en distintos condicionamientos psíquicos, algunas combate por modificar de las cuales pueden modificarse hacia la heterosexualidad mientras las normas en materia otras son más complejas. La modificación de una orientación sexual de sexualidad. depende de la movilidad psíquica y del deseo del individuo de cambiar y vivir de otro modo. Ciertos individuos, que han tenido un período de prácticas homosexuales, pueden modificarse o mantenerse y asumirse en la heterosexualidad sin necesariamente sufrir por eso, mientras otros vivirán lo contrario. Repitámoslo, es preciso visualizar aquí un movimiento de la economía de la bisexualidad original y de los conflictos de la vida psíquica, que son relativamente plásticos. Así, las personas pueden vivir modificaciones de su economía afectiva y de sus representaciones sexuales, es decir, asumirlas en la heterosexualidad o fijarlas en complejos. 4.4 Un problema narcisista Lo esencial de la orientación homoerótica tiene lugar en una fijación en el narcisismo primario. Se trata de una fase clásica de la evolución sexual intermedia entre el interés por uno mismo y el interés por el otro. Freud resume este proceso clásico y necesario en el niño: “El individuo comienza 16 S. FREUD, Cinq psychanalyses, le cas du président Schreber: une paranoïa (1911), PUF, París, 1954.
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por considerarse a sí mismo, a su propio cuerpo, objeto de amor”16, lo cual le permite la unificación de sus pulsiones parciales en el funcionamiento del Yo, mientras estas últimas son relativamente autónomas en el inconsciente. En Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad17, el fundador del psicoanálisis insiste en este proceso narcisista para dar cuenta de la elección de objeto en los homosexuales, afirmando lo siguiente: estos “se consideran ellos mismos objeto sexual; parten del narcisismo y buscan personas parecidas a ellos a quienes puedan amar como su madre los ha amado a ellos mismos”, o más precisamente, del modo como han concebido su vínculo materno, a partir del cual han interpretado las diversas etapas de evolución El homoerotismo no deja de su vida afectiva. Su actitud no significa que busquen a su madre, de ser en alguna medida sino que están fijados en este modo de economía afectiva hasta un problema psíquico en la elaboración de la vida llegar a convertirlo en una estructura relacional. Freud y sus sucesores mostraron debidamente el rol del nar- sexual del individuo. cisismo secundario en el desarrollo de la vida psíquica de toda La homosexualidad personalidad y el rol que se impone en la economía afectiva de ya no aparece como las personas homosexuales. Este tipo de narcisismo designa una tal en el Manual vuelta de la libido al Yo, separada de sus inversiones objetales. diagnóstico y estadístico Se trata de una regresión en la cual el otro importa menos que la de los trastornos necesidad de afirmarse y estar retenido como objeto principal de mentales (DSM-IV interés con el igual y el semejante. No hay lugar para la alteridad. TR). La categoría de Ciertamente, dos personalidades distintas están claramente en los “trastornos de la presencia una de otra y pueden experimentar apego y sentimientos identidad sexual” muy fuertes, pero la relación homosexual carece de las condicio- se reduce de manera nes psicológicas para tener acceso al sentido de alteridad, de lo formal y superficial totalmente distinto basado en la interiorización de la diferencia (behaviorismo) al sexual. Es un narcisismo tan defensivo, invasor y exigente que travestismo y al los demás se dejan fácilmente hipnotizar, intimidar y someter a transexualismo. Se este efecto de espejo. Así, una personalidad narcisista tendrá más descarta totalmente la poder para imponerse y reducir a los demás a sus inducciones dimensión intrasubjetiva inconscientes que una personalidad que haya integrado el sentido de la elaboración de las de la diferencia sexual y tenga sentido de los límites relacionales. pulsiones sexuales. Esta última no necesita reconocimiento intempestivo personal y social ni expresarse en forma de queja ni procurar constantemente seducir e imponerse para ser reconocida. Siendo autosuficientes y negando tener carencias como toda persona humana, las personalidades que se encuentran en una configuración unisexuada del igual con el semejante corren riesgo a veces de desarrollar más fácilmente relaciones conflictivas cuando tienen la sensación de que los demás no tienen cabida en su sistema. Relaciones de odio, en el sentido freudiano del término, es decir, de una necesidad de autoafirmación sumamente agresiva, pueden manifestarse en una violencia extrema. En estas 17 Versión de 1910, PUF, París, 1978.
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condiciones, el diálogo suele ser difícil ya que hay dimensiones de la vida afectiva, relacional, social y moral que se le escapan al individuo. Con posterioridad a Freud, la reflexión clínica psicoanalítica ha destacado a menudo los vínculos existentes entre la paranoia (creerse perseguido por los demás y deseo de denunciarlos, es decir, de entablar procedimientos) y la homosexualidad (la culpabilidad psíquica es inherente en la homosexualidad, con riesgo de proyectarse en los demás tratándolos como culpables)18. Algunas personas interpretan excesivamente a quienes critican sus reivindicaciones considerándolos homofóbicos u homosexuales reprimidos, o interpretan necesariamente toda amistad entre hombres o entre mujeres La homosexualidad como homosexualidad (como si debieran vivir como ellos). Se trata no puede concebirse de una interpretación proyectiva que manifiesta una exigencia de como una diferencia, reconocimiento social cuando algunas personas no logran aceptarse por cuanto representa a sí mismas, y manifiesta asimismo, en determinados individuos, una negación de la un apetito por erotizar su relación con los demás. Este sistema de diferencia sexual. No pensamiento –lo destaco nuevamente– depende psíquicamente de la confusión entre el Yo y las pulsiones.
es ni una alternativa ni una opción sexual entre otras ni una condición de vida que se podría instituir.
4.5 La homosexualidad es un síntoma En la perspectiva de una problemática narcisista, es preciso considerar el homoerotismo como síntoma y no como mera dificultad de orden sexual, y menos aún como forma alternativa de sexualidad. Se trata en este caso de una interpretación excesivamente ideológica, que quisiera hacernos creer que estamos en presencia de otra forma de sexualidad, comparable con la que se vive entre un hombre y una mujer. En realidad, el homoerotismo constituye una sexualidad compleja y sintomática, vinculada con las identificaciones primarias, y corresponde a una tentativa de restauración de la carencia narcisista que se encuentra en el fondo de la personalidad. La imagen del padre, tal como el niño la concibe, suele ser problemática. La mayor parte del tiempo hay individuos que sufren y se quejan de vivir con esta “orientación sexual” que los angustia y perturba profundamente. La viven como “una enfermedad”19. Algunos se resignan y se culpabilizan; otros se defienden más o menos agresivamente reprochando a su entorno el hecho de no ser aceptados. Desplazan así su problema buscando motivos fuera de ellos mismos. Por otra parte, algunos procuran olvidar con festividades y conductas adictivas, pero el clima depresivo está muy presente y activo. La tendencia homosexual suele ser difícil de asumir debido a la distancia existente entre la identidad y el deseo de buscar al igual a uno mismo. En cambio, quienes viven su deseo del otro (la persona del otro sexo) de manera coherente con su identidad sexual no enfrentan este tipo de separación ni experimentan sufrimiento, al menos en 18 Ver Id., Névrose, psychose et perversion, PUF, París, 1973. 19 P. PALMADE, “Interview”, Paris Match n. 3094, 4-10 de septiembre de 2008, p. 69.
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este plano. Esta mera constatación muestra muy bien que la homosexualidad no cae por su propio peso y revela un problema en la organización psíquica de la representación mental del vínculo sexual. A menudo escuchamos decir que una “homosexualidad” es imposible de curar si bien la interrogante se plantea de manera totalmente distinta. Si toda fijación homoerótica, como lo han mostrado numerosos trabajos psicoanalíticos y psiquiátricos20, está relacionada con el ámbito de la depresión –es decir, con una carencia de inversión, y por tanto es narcisista–, el profesional no debe dejarse confundir por la actitud del paciente al presentar problemas sexuales, sino identificar y trabajar en psicoterapia o en tratamiento psicoanalítico los déficits y los desórdenes narcisistas del Ya no se trata aquí individuo. “De acuerdo con la metodología clínica del psicoanálisis de prestar atención freudiano, tenemos la posibilidad de contribuir a la determinación a personalidades con de los conflictos subyacentes en numerosas dificultades planteadas dificultades, sino de por los pacientes cuyas fijaciones homoeróticas representan una hacer todo lo posible por tentativa de resolución de su conflicto. El basamento depresivo de cambiar la concepción toda defensa homoerótica se manifiesta por último en la evolución de la sexualidad humana espontánea bien conocida de los individuos que han creído poder y llevar a cabo una rechazar toda ayuda psicológica en la medida en que poseían un acción política contra la poder de seducción narcisista suficiente sobre sus objetos privilesabiduría de los pueblos. giados. Con la edad, esta capacidad de seducción se debilita y la depresión se manifiesta más visiblemente en diversos grados cuya intensidad no siempre es fácil prever anticipadamente”21. Por este motivo, la frecuencia de tentativas de suicidio y suicidios llevados a cabo en esta población es un hecho inherente en la economía psíquica del homoerotismo si bien se desearía interpretarlos como producto de una influencia social negativa. ¿No es el hecho de proceder de este modo una manera de liquidar los conflictos intrapsíquicos y la escena interna de la persona, es decir, su inconsciente? Al envejecer, la mayoría de las personas homosexuales ven manifestarse dificultades depresivas que han permanecido subyacentes anteriormente en su vida psíquica, enmascaradas por sus prácticas sexuales. Las interrogantes subsisten y asedian dolorosamente a la mayor parte de las personas. Pueden compensarse nuevamente con actitudes reivindicatorias y agresivas y con ideales emocionales contra la sociedad y la Iglesia. Es comprensible que en una sociedad en la cual las personas son cada vez más narcisistas, se valoricen los fenómenos vinculados con el homoerotismo. En el contexto actual, es difícil preguntarse al respecto y ver un problema psíquico en la génesis del desarrollo afectivo de la personalidad. Los líderes de opinión, inspirándose en la teoría del gender, considerando que cada uno está en libertad para atribuirse la identidad que desee, quieren sobre todo 20 Ver A. GREEN, La causalité psychique, Odile Jacob, París, 1995. 21 J. BERGERET, L’érotisme narcissique, Dunod, Paris, 1999.
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redefinir la pareja, el matrimonio, la familia, la concepción, la adopción y la educación de los hijos, determinando a partir de un hecho minoritario lo que estructuralmente depende de un hecho mayoritario y universal. En la teoría del género22, se afirma curiosamente que si la diferencia sexual (hombre/ mujer) es secundaria, cada uno es libre de atribuirse la identidad que desee. Encontramos una vez más la confusión entre orientación e identidad sexual, que es síntoma de la confusión entre las pulsiones y el Yo, la cual desemboca en la confusión entre sentimientos e ideas. La persona permanecería así en los indeterminismos sexuales iniciales. Semejante visión de la sexualidad es regresiva y no incita a elaborar la economía de las pulsiones parciales a imagen de ciertas producciones del arte contemporáneo.
La homosexualidad se ha convertido en un nuevo paradigma a partir del cual habría que concebir de otro modo la sociedad. Lo que está en juego y la lucha son aspectos de carácter político, como ya lo recalqué al señalar el nuevo apelativo con el cual desean reconocerse algunas personas: los gay.
5. La problemática social anula la reflexión sobre los orígenes de la homosexualidad
La homosexualidad fue eliminada de la lista de afecciones mentales de la sección 302, titulada “Desviación sexual”, a raíz de la acción política de las asociaciones homosexuales (en 1973 por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA): de 10.000 papeletas de votación, 5.816 a favor, 3.817 en contra y 367 abstenciones)23. Esta votación se llevó a cabo sin discusión alguna y menos aún recurriendo a estudios científicos. Fue producto de una vigorosa militancia y de la presión de las asociaciones homosexuales. Por primera vez en la historia, se quiso reglamentar una cuestión científica mediante una mera votación, sin recurrir a una reflexión seria. Esta decisión se tomó pasando por alto los conocimientos disponibles en materia psicológica y antropológica sobre la sexualidad humana. La APA quiso dar una respuesta política a un problema que requería una respuesta científica. Sin embargo, como se infiere al examinar el procedimiento aplicado, los miembros de la APA procuraron más bien favorecer un clima susceptible de ser más acogedor en relación con las personas afectadas por este problema psíquico que tomar una decisión definitiva en el tema de la homosexualidad. A pesar de todo, esta decisión se interpretó como una sentencia científica, suprimiéndose todos los debates ulteriores al respecto. ¿Es preciso recordar nuevamente que los asuntos de este tipo no se regulan en términos de compasión sino de razón? Seguimos no obstante procediendo con la misma ceguera intelectual mientras nos encontramos en un contexto de guerra ideológica con militantes que libran combate por
22 Ver CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA, Lexicón: Términos ambiguos y discutidos sobre familia, Librería Vaticana. Traducido al francés: Paris, Téqui. Obra traducida también al inglés, alemán, árabe y español. 23 Ver nota en Anexo.
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modificar las normas en materia de sexualidad. Sería preciso –nos dicen– suprimir las normas heterosexistas en beneficio de normas plurisexuales. Es una visión paradojal, por cuanto la sociedad solo puede ser heterosexual aun cuando haya personas viviendo de otro modo. Casos individuales y situaciones específicas pueden merecer la atención y la solidaridad de los ciudadanos, pero nunca han sido fuente de inspiración para establecer normas que por definición tienen valor universal. El homoerotismo no deja de ser en alguna medida un problema psíquico en la elaboración de la vida sexual del individuo. Si bien ha sido considerada en un período reciente “un trastorno” de la identidad sexual, la homosexualidad ya no aparece como tal en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM–IV TR)24. La categoría de El problema que debería los “trastornos de la identidad sexual” se reduce de manera formal abordarse en la esfera y superficial (behaviorismo) al travestismo y al transexualismo. Se psíquica se desplaza descarta totalmente la dimensión intrasubjetiva de la elaboración al ámbito social para de las pulsiones sexuales mediante un sistema de representaciones así considerarse únicamente en el plano psíquicas idiosincrásicas. Después de suprimirse la homosexualidad en la lista de afeccio- político. Sostener a nes sexuales, y bajo el influjo de las asociaciones militantes, hemos partir de esta situación pasado por una serie de consideraciones, empezando por enfocar la idea de que gracias la homosexualidad como una diferencia y mera alternativa en relación a una psicoterapia con la heterosexualidad. Luego, en un segundo período, se presentó o un tratamiento como una de las múltiples formas de la sexualidad humana. En la psicoanalítico ciertas época contemporánea, debería aparecer como una condición sexual personas han podido, en (una identidad) que posee enteramente su valor en sí misma al igual ciertos casos, modificar que otros tipos de sexualidad (ver la teoría del gender o la teoría su orientación sexual se queer). Como hemos dicho, la homosexualidad no puede concebirse considera inaceptable, como una diferencia, por cuanto representa una negación de la es decir, incluso está diferencia sexual. No es ni una alternativa ni una opción sexual prohibido pensarlo. entre otras ni una condición de vida que se podría instituir. Ya no se trata aquí de prestar atención a personalidades con dificultades, sino de hacer todo lo posible por cambiar la concepción de la sexualidad humana y llevar a cabo una acción política contra la sabiduría de los pueblos. La mayoría de los ciudadanos permanece ciega ante estas reivindicaciones y todavía no se da cuenta de los cambios que se le imponen al modificarse las legislaciones y los textos escolares destinados a enseñar las Ciencias de la Vida, que difunden una concepción de la sexualidad basada en las orientaciones sexuales, la contraconcepción y el aborto. Es una visión que no considera
24 Asociación Americana de Psiquiatría, DSM-IV TR, Masson, París, 2003, p. 666 y p. 672. Este manual, de inspiración comportamentalista, es una regresión intelectual y hace caso omiso de todos los descubrimientos hechos recientemente en materia psiquiátrica gracias al psicoanálisis freudiano. No considera la historia de la personalidad del individuo ni sus conflictos internos ni la forma de elaboración de las pulsiones sexuales. Esta al unísono con la crisis de la interioridad contemporánea. 25 Ver T. ANATRELLA (ed.), La tentation de Capoue, Cujas, París, 2008.
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el sentido de la pareja, de la familia y del matrimonio ni el sentido de la sexualidad en la pareja constituida por un hombre y una mujer25. Junto a este movimiento ha habido una voluntad ideológica que se niega a examinar las motivaciones y las razones que conducen a una personalidad a orientarse hacia el homoerotismo. La homosexualidad se ha convertido en un nuevo paradigma a partir del cual habría que concebir de otro modo la sociedad. Lo que está en juego y la lucha son aspectos de carácter político, como ya lo recalqué al señalar el nuevo apelativo con el cual desean reconocerse algunas personas: los gay. El problema que debería abordarse en la esfera psíquica se desplaza al ámbito social para así considerarse únicamente en el plano político. Sostener a partir de esta situación la idea de que Esta negación es, gracias a una psicoterapia o un tratamiento psicoanalítico ciertas por decir lo menos, personas han podido, en ciertos casos, modificar su orientación extraña por cuanto sexual se considera inaceptable, es decir, incluso está prohibido hay profesionales pensarlo. Esta negación es, por decir lo menos, extraña por cuanto observando esta hay profesionales observando esta transformación en su experiencia transformación clínica. Es importante por consiguiente preguntarse por los orígenes en su experiencia del homoerotismo; pero en el contexto actual se impide a los clínicos clínica. Es importante y a los investigadores entrar en este cuestionamiento a menos que por consiguiente justifiquen el fenómeno de la homosexualidad. La estrategia es delibepreguntarse por radamente política con su intención de aceptar, validar y modificar los orígenes del la ley integrando el fenómeno homosexual. Se han ejercido también homoerotismo; pero en presiones sobre la Iglesia para que piense y proceda más allá de la el contexto actual se relación de pareja establecida entre un hombre y una mujer. Y lo que impide a los clínicos es aún más grave, se ha establecido socialmente una verdadera ceny a los investigadores sura, y en nombre de la homofobia se ha creado un delito de opinión entrar en este en la legislación francesa (2005). Además, medidas penales pueden cuestionamiento a en lo sucesivo sancionar declaraciones sobre la homosexualidad, lo menos que justifiquen cual neutraliza la reflexión y la investigación clínica. La policía de el fenómeno de la las ideas está así en acción y muestra una vez más que es difícil y homosexualidad. peligroso pensar contra la propia época.
Conclusión 1. He querido destacar que el origen del fenómeno de la homosexualidad debe buscarse más bien en la forma como la persona organiza sus representaciones sexuales en conformidad con las distintas fases del desarrollo de su vida psíquica que en un determinismo genético o biológico. Las diversas formas de homosexualidad son producto de las pulsiones parciales o de las identificaciones iniciales no modificadas y están vinculadas con las mismas. Si bien ciertas investigaciones no excluyen la posibilidad de detectar efectos genéticos en otras localizaciones del genoma humano, eso no modifica en gran medida los problemas presentados por lo que se llama
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la homosexualidad, sobre la cual hay quienes quisieran demostrar y justificar que es una realidad natural y por lo tanto normal. Se trata de saber si se puede redefinir la pareja, el matrimonio y la filiación a partir del homoerotismo e institucionalizar la homosexualidad. 2. Sabemos que en otro plano de las patologías pueden existir tendencias en forma latente y por ello sin manifestarse. De hecho la sexualidad depende al menos de cien genes, y como destacan los genetistas, es preciso tomar en cuenta también la influencia del medio ambiente, el posicionamiento afectivo del individuo y la psicología individual para comprender el desarrollo de la personalidad y de su orientación sexual. Cabe señalar que existe una tendencia actual a “ontologizar” la expresión orientación sexual en situaciones en que no hace mucho tiempo simplemente Cuando en nombre hablábamos de deseo. La identidad del individuo es permanente de la homofobia se sobre todo cuando existe coherencia con sus deseos (su orientación quiere presentar sexual). En cambio, el deseo (denominado orientación sexual) puede la homosexualidad llegar a ser cambiante e inestable si bien en el mejor de los casos como sexualidad está regulado por el principio freudiano de constancia. alternativa, los jóvenes En otras palabras, una orientación y en mayor medida un deseo experimentan un no constituyen una identidad. Hoy confundimos orientaciones con profundo malestar. la identidad sexual, y especialmente en personalidades que no lo- Tienen la impresión gran articular sus deseos (orientaciones) con su identidad sexual. de ser incitados a La identidad sexual es algo dado que el hombre o la mujer reciben, experimentar una aceptan e integran, mientras la orientación (el deseo) es producto regresión hacia donde de una elaboración de las pulsiones sexuales. La psicología de la han logrado en su personalidad siempre se desarrolla como extensión de la forma recorrido psíquico en que el individuo interioriza su identidad sexual a partir de su elaborar sus primeras cuerpo sexuado. identificaciones 3. En algunos casos, gracias a la psicoterapia o al tratamiento narcisistas, la psicoanalítico, ha sido posible para un individuo vivir una modi- bisexualidad psíquica y ficación profunda de su orientación sexual. Se trata del resultado la diferencia sexual. de un verdadero trabajo psíquico consigo mismo y no de una reeducación inducida y forzada mediante métodos psico–religiosos discutibles; pero en el contexto actual los profesionales no tienen derecho a dar a conocer su experiencia clínica en la materia. Se admite más fácilmente que un heterosexual se convierta en homosexual, pero no lo contrario, ciertamente, lo cual muestra la influencia ideológica al respecto. 4. Sería peligroso e inútil querer educar a los jóvenes a partir de la homosexualidad. Esta no constituye un modelo transmisible con el mismo título con que los educadores van a ayudar a los jóvenes a desarrollarse para alcanzar una madurez afectiva y sexual en coherencia con el dato de su identidad, con el fin de tener en perspectiva la formación de una pareja y una familia mediante el compromiso del matrimonio. Cuando en nombre de la homofobia se quiere presentar la homosexualidad como sexualidad alternativa, los jóvenes experimentan un profundo malestar. Tienen la
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impresión de ser incitados a experimentar una regresión hacia donde han logrado en su recorrido psíquico elaborar sus primeras identificaciones narcisistas, la bisexualidad psíquica y la diferencia sexual. El discurso social sobre la homosexualidad tropieza con una madurez en proceso de construcción, haciendo suponer a los jóvenes que pueden permanecer y vivir en conformidad con los modos primarios de la sexualidad, de la no resolución del complejo de Edipo y del mantenimiento de la crisis pubertaria. Dicho en términos simples, deberían fijarse en una sexualidad adolescente y en las prácticas de la sexualidad infantil. Semejante perspectiva es contraproducente a largo plazo, contradictoria para la maduración afectiva y sexual y la calidad del vínculo social, y fuente de inseguridad para las personalidades cuando el discurso cultural ya no es capaz de honrar lo que El discurso social sobre humaniza la sexualidad humana.
la homosexualidad tropieza con una madurez en proceso de construcción, haciendo suponer a los jóvenes que pueden permanecer y vivir en conformidad con los modos primarios de la sexualidad, de la no resolución del complejo de Edipo y del mantenimiento de la crisis pubertaria.
a) ¿Qué dice la teoría del género? · Presenta la construcción del género masculino o femenino separada de la identidad corporal. El individuo es abstraído de su cuerpo dándose a entender que su identidad es consecuencia de los modelos sociales de una época. La ley democrática es lo que produciría al hombre. Por consiguiente, no habría nadie detrás del cuerpo. · El gender es una filosofía que niega la identidad personal del individuo y la diferencia sexual que constituye la humanización de las personas. La diferencia de sexualidades debería sustituir la diferencia sexual del hombre y la mujer. · De este modo a la homosexualidad se la muestra como otra diferencia, si bien es la negación de todas las diferencias. No puede representar un valor social a partir del cual la sociedad podría organizarse y fundar el matrimonio y la familia. · El derecho a la paternidad debe ser reconocido para todos en nombre de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, independientemente de la situación de cada uno en particular. Ahora bien, el matrimonio y la paternidad requieren condiciones objetivas para ser posibles. El matrimonio solo tiene relación con el compromiso de un hombre y una mujer, los únicos que pueden formar una pareja. Un hijo es igualmente inconcebible entre personas del mismo sexo. No es posible concebir a otro con el igual y el semejante. El llamado a la vida de otro solo se realiza con otro, y es preciso ser tres para amar conyugal y familiarmente. Así, en la homosexualidad faltan numerosas dimensiones de lo real. Por este motivo, la pareja, el matrimonio y la vida conyugal, la familia y la paternidad solo pueden fundarse y compartirse en el seno de una relación constituida por un hombre y una mujer, los cuales representan un principio de humanización requerido por la sociedad para manifestar el sentido de la alteridad, de la generación y del amor. · La teoría del género se basa en la inversión de los valores que imponen el matrimonio de los contrarios. Se trata de una impostura que la mayor
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parte del tiempo bloquea la inteligencia de los ciudadanos y ciega a los responsables políticos cuando toman decisiones legislativas en oposición a la verdad de la vida conyugal y familiar. b) La homosexualidad se desarrolla sobre la base de un conflicto intrapsíquico a menudo vinculado con la imagen del Padre (como función simbólica de la diferenciación, de la autoridad y de la autonomía psíquica). Como lo he mostrado, en este tipo de psicología se desarrolla una forma de odio en sentido freudiano. Este se traduce en términos de violencia contra la persona misma y eventualmente contra su entorno y todas las instituciones que dictan la ley (la sociedad, la familia y la Iglesia). Dicho en términos Son actitudes que reflejan un conflicto con respecto al Padre y una simples, deberían necesidad de reconocimiento que no puede realizarse en cualquier fijarse en una tipo de condiciones. sexualidad adolescente Deseo recordar nuevamente que, a pesar de esta constatación, y en las prácticas de hay quienes llegan a sostener distinciones entre “homo afectividad” la sexualidad infantil. y “homo erotismo” (ver el teólogo moralista francés X. Thévenot). Semejante perspectiva es Parecen interesantes a primera vista, pero ante la reflexión pre- contraproducente a largo sentan problemas en el plano psicológico y ético. En efecto, estas plazo, contradictoria distinciones solo pueden comprenderse, como ya he destacado, con para la maduración una psicología heterosexual de acuerdo con la cual el individuo afectiva y sexual y la haya integrado la dualidad de los sexos, pero son más discutibles calidad del vínculo en el marco de una psicología homosexual. En otras palabras, lo social, y fuente de que es concebible en el marco de la heterosexualidad es más difícil inseguridad para las de concebir en el marco de la homosexualidad. Lo mismo ocurre personalidades cuando el con la concepción de una gramática de los gestos posibles en un discurso cultural ya no caso más bien que en otro. Es una perspectiva conceptualmente es capaz de honrar lo que agradable, pero difícilmente sostenible y aplicable en la realidad y humaniza la sexualidad menos aún con una base teórica. Sería inoperante y contrario a la humana. verdad ética adoptar este tipo de enfoque en una pastoral. No se debería transformar la teología moral –sumamente influenciada por las ciencias humanas– en moral de situación ni en moral del consenso en nombre del mal menor. Debemos acompañar a algunas personas para que puedan asumirse y progresar psicológica y moralmente más que ser justificadas y reconfortadas en nombre de una moral de gestión (L. Melina)26, en situaciones problemáticas y sin esperanza. Es propio de la misión de la Iglesia llamar a las personas a vivir y asumir ciertas particularidades en conformidad con su enseñanza, inspirada en las Escrituras, y no mantener situaciones incompatibles con el sentido conyugal y de la familia. La persona inserta en la heterosexualidad muestra haber logrado la madurez afectiva y sexual, es decir, que las estructuras básicas de su personalidad se encuentran relativamente establecidas. En cambio, la homose26 Ver L. MELINA, “Des limites pour la liberté? Les conflits de devoir”, Anthropotes 2 (2004), pp. 379-391.
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xualidad es síntoma de una profunda inmadurez y de no haberse llevado a cabo el desarrollo afectivo y sexual del individuo. No se visualiza de qué manera un complejo psíquico constituiría una fuente objetiva de derechos (más allá de los derechos inherentes de todos los hombres) y una fuente de inspiración de normas o de atenuación de las normas morales. En nombre de la “cultura” gay, se prohibiría a los demás expresarse contra esta forma de “cultura” (sería más justo hablar de “moda” que de cultura) y sería legítimo reconocer toda especie de reivindicaciones vinculadas con el matrimonio y la filiación bajo pena de ser tratados como homofóbicos, la nueva infamia mediática. Por este motivo debemos evitar desplazar la necesidad de reconocimiento de sí mismo (lo cual el individuo no logra realizar cuando presenta un self desfalleciente) en términos de reconocimiento social, lo cual no es lo mismo en el plano social y en el plano pastoral.
La homosexualidad no es un don y menos aún un don de Dios como afirman algunos so pretexto de sentirlo así. Tampoco es admisible dar a entender, en el dominio pastoral, que en la medida en que las personas homosexuales se amen y sean fieles, su “unión” sería legítima.
c) La homosexualidad no es un don y menos aún un don de Dios como afirman algunos so pretexto de sentirlo así. Tampoco es admisible dar a entender, en el dominio pastoral, que en la medida en que las personas homosexuales se amen y sean fieles, su “unión” sería legítima. Por este motivo es importante comprender y saber qué es la homosexualidad; de lo contrario, corremos riesgo de conclusiones precipitadas a imagen de lo que ocurre en la sociedad. La acogida pastoral de estas personas –tema ya abordado por la Congregación para la Doctrina de la Fe– es siempre un componente de la acción pastoral, evitándose generar estructuras especiales. Existen algunas asociaciones que tienen una acción positiva con estas personas manteniéndose al mismo tiempo fieles a la enseñanza de la Iglesia. En cambio, otras asociaciones que se presentan como “cristianas” desarrollan discursos y adoptan conductas que se oponen al espíritu del Evangelio y al Magisterio. Estas últimas pretenden querer hacer evolucionar a la Iglesia con el fin de conducirla a aceptar la homosexualidad como una forma “de amor” deseada por Dios. Son a menudo apoyadas por sacerdotes y producen graves confusiones pastorales. Los obispos deben recordar a unas y otros que se alejan de las Escrituras y de la Tradición eclesial y que en ningún caso pueden recibir el apoyo de la Iglesia. Así, a menudo se comprueba que quienes están directamente involucrados en la homosexualidad encuentran grandes dificultades para interrogarse realmente sobre ellos mismos y ponerse en tela de juicio. Permanecen en argumentos de autosatisfacción y autojustificación, y procuran demostrar que viven otra forma “de amor”. Solo se puede encontrarles razón destacando que ciertamente se trata de un amor, pero un amor narcisista que en nada corresponde con el amor oblativo que está en el origen de la pareja, del carácter conyugal y de la filiación. Está incluso en contradicción con
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el sentido del amor cristiano tal como se manifiesta en la esencia del Dios Trinitario: la Caritas27. La pastoral de las personas con diversas dificultades afectivas debe inscribirse en la pastoral de la vida conyugal y familiar. Así mostrará a partir de qué realidades estructurantes es posible abordar y tratar las dificultades con el fin de vivir una auténtica vida espiritual alimentada por el sacramento de Cristo. El enfoque pastoral del ministerio de la misericordia siempre se lleva a cabo en la alianza de la verdad y la caridad.
ANEXO: HISTORIA DE UNA NORMALIZACIÓN A propósito de la decisión de la Asociación Americana de Psiquiatría de suprimir la homosexualidad en la lista de afecciones sexuales en 1973.
La acogida pastoral de estas personas –tema ya abordado por la Congregación para la Doctrina de la Fe– es siempre un componente de la acción pastoral, evitándose generar estructuras especiales. Existen algunas asociaciones que tienen una acción positiva con estas personas manteniéndose al mismo tiempo fieles a la enseñanza de la Iglesia.
Con anterioridad a 1973, la homosexualidad era clasificada por esta asociación como una afección mental en la sección 302 titulada “Desviación sexual”. La sección 302 especificaba, entre otras cosas, que las personas homosexuales “constituyen una categoría de individuos cuyo interés sexual está prioritariamente dirigido hacia objetos distintos a la persona del otro sexo, hacia relaciones sexuales (…) llevadas a cabo en circunstancias extrañas (…). Si bien algunos consideran sus propias prácticas desagradables, sin embargo no son capaces de sustituirlas por un comportamiento sexual normal”. Entre 1970 y 1972, la Asociación Americana de Psiquiatría es víctima de represalias recurrentes de parte de grupos de presión que militan por la promoción de la homosexualidad. En sus tres congresos anuales, algunos miembros de estos grupos, falsificando tarjetas de asistencia, producen sistemáticamente agitación, llegando a arrancar el micrófono de manos de los conferencistas para dirigirse por la fuerza a los congresistas y amenazarlos. En 1972, Frank Kameny, una persona homosexual militante asociada al Frente de Liberación Gay (Gay Liberation Front), logra obtener dentro de la organización el apoyo de algunos psiquiatras de alto rango con tendencia homosexual. Kent Robinson, miembro de la APA, lo ayudó a formular una solicitud de eliminar la homosexualidad en el DSM–II28. Ese año, durante
27 Ver BENEDICTO XVI, Deus caritas est. 28 El Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) es el manual de diagnóstico y estadística de los trastornos mentales más utilizado por los profesionales de la salud mental en los Estados Unidos para codificar sus diagnósticos. Es un instrumento discutible, que no da cuenta de la realidad de todas las afecciones. Es más ideológico que propiamente clínico.
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el congreso, militantes homosexuales consiguieron incluso instalar allí un quiosco llamado “Gay, orgulloso y sano de espíritu”. Se autorizó a Kameny participar en un panel de debate sobre la homosexualidad. Poco antes del congreso siguiente, de 1973, varios psiquiatras contrarios a la gestión de Kameny se organizaron para obstacuEn cambio, otras lizarlo. Los doctores Irving Bieber y Charles Socarides, psicoaasociaciones que se presentan como nalista (uno de los más eminentes especialistas en el tema de la “cristianas” desarrollan homosexualidad y un excelente profesional), participaron en esta discursos y adoptan iniciativa. Con posterioridad a importantes presiones políticas, un conductas que se comité de la APA tuvo un encuentro a puerta cerrada para debatir oponen al espíritu sobre la solicitud de Kameny. Según el testimonio del doctor Jeffrey del Evangelio y al Satinover (autor del libro Homosexuality and the Politics of the Truth), Magisterio. Estas solo se concedieron quince minutos a sus opositores para presentar últimas pretenden sus argumentos. En definitiva, el comité decidió por mayoría soquerer hacer meter la solicitud de Kameny a una próxima votación de los 10.000 evolucionar a la miembros de la APA. Se prefirió proteger las sensibilidades en vez Iglesia con el fin de de reconocer el sentido de la sexualidad humana en lo que tiene conducirla a aceptar la de más coherente y más constructivo. Una vez más, una minoría homosexualidad como activa tomó el poder y fue seguida a ojos cerrados por personas una forma “de amor” importantes, poco preocupadas de las consecuencias de su ceguera deseada por Dios. y de las manipulaciones de las cuales eran objeto. A varios miembros de la APA, esta manera de proceder les pareció una flagrante falta de metodología, que solo puede explicarse por la intimidación ejercida en la profesión por los efectos combinados de la revolución sexual, del movimiento de los derechos civiles, de los derechos de las minorías y de los derechos de la mujer. En vez de consultar lo que afirmaba la ciencia reciente sobre el tema, especialmente el psicoanálisis, la organización estadounidense prefirió más bien hacer caso omiso de los
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estudios y proceder a una votación. Es algo nunca visto en la investigación científica. Al parecer, el olvido del sentido de la diferencia sexual hace perder la razón de las cosas en muchos ámbitos. La National Gallery Task Force no tardó en adquirir la lista de miembros de la APA y hacerles llegar individualmente una carta Quienes están pidiéndoles votar a favor de la eliminación de la homosexualidad directamente de la lista de afecciones mentales. La APA no informó a ninguno involucrados en la de sus miembros que el envío postal fue financiado por la organi- homosexualidad zación Pro-Gay. El resultado en el recuento de votos fue de 5.816 encuentran grandes votos a favor de normalizar la homosexualidad y 3.817 votos para dificultades para mantenerla como afección mental (367 abstenciones). Desde ese interrogarse realmente momento la homosexualidad quedó excluida de la sección 302 sobre ellos mismos del DSM-II. y ponerse en tela de Por primera vez en su historia –y por lo demás la única– la juicio. Permanecen organización, a pesar de agrupar a un gran número de científicos, en argumentos de dio una respuesta política para algo que requería una respuesta autosatisfacción y científica. Después de esa votación, la Organización Mundial de autojustificación, y la Salud (OMS) y numerosos países a su vez excluyeron la homo- procuran demostrar que sexualidad en la lista de afecciones mentales. viven otra forma Según Joseph Berger, miembro inminente de la APA, desde el “de amor” comienzo de estos procedimientos no habituales, “el objetivo al cual se apuntaba no era entregar una decisión científica definitiva sobre la homosexualidad, sino crear un clima favorable para reducir la intolerancia y la estigmatización con respecto a las personas homosexuales. Desgraciadamente, como suele ocurrir, lo que una generación decidió con el fin de mejorar el clima social fue interpretado por la siguiente como una conclusión científica sólidamente respaldada”29.
29 Extracto del artículo: The APA Vote On Same-Sex Marriage: The Inside Story (http://www.narth.com/docs/apavote.html).
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Hermenéuticas bíblicas recientes sobre la homosexualidad Por Jean-Baptiste Edart
San Pablo condena los actos homosexuales en tres textos (Rm 1,18-27; 1Tm 1,10; 1Co 6,9). Algunas interpretaciones recientes quieren excluir la posibilidad de recurrir a estos versículos para fundar una condena similar en nuestros días, argumentando que la posición del apóstol surge de un contexto cultural diferente del nuestro. El artículo muestra, a través del estudio de las fuentes de Rm 1,18-27, que la argumentación de Pablo se enraíza en una larga tradición que reposa sobre la diferencia sexual expresada en Gn 1-2 y sobre el carácter sagrado de la ley divina. No se trata pues de una simple cuestión cultural específica del primer siglo d. C., sino de una estructura de pensamiento fundamental de la Revelación. Prescindir de esta condena de los actos homosexuales bajo el pretexto de un contexto cultural diferente, conduce a adoptar una antropología diferente de la bíblica, caracterizada por la diferencia sexual.
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l presente estudio trata sobre la interpretación reciente de Rm 1,18-32, 1 Co 6,9 y 1 Tm 1,10, referencias habitualmente utilizadas cuando se procura saber lo que dice el Nuevo Testamento sobre la homosexualidad1. Si bien la interpretación de estos pasajes como condenación de los actos homosexuales no constituyó problema alguno durante mucho tiempo, no ocurrió lo
1 El empleo del término “homosexualidad” en la Biblia es un anacronismo. Este término, que apareció en el siglo XIX, designa un conjunto de elementos de los cuales no tenía conciencia el autor bíblico. Esta habla únicamente de los actos o los deseos sexuales entre personas del mismo sexo. Nosotros siempre hablaremos por tanto de actos o deseos homosexuales o entre personas del mismo sexo. Al emplear el adjetivo, no tenemos en modo alguno la intención de afirmar que la Biblia hable de la homosexualidad como estado psicológico. Para un estudio de los textos del Antiguo Testamento, remitimos a los aportes de I. HIMBAZA y A. SCHENKER en I. HIMBAZA – A. SCHENKER – J. B. EDART, Clarifications sur l’homosexualité dans la Bible, Lire la Bible 147, Cerf, París, 2007.
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En estos versículos se considera que los actos homosexuales son sumamente graves y constituyen ofensas directas contra la Ley divina. Esta enseñanza es perfectamente coherente con el judaísmo de esa época de la cual tenemos una repercusión en Flavio Josefo o Filón de Alejandría.
mismo en el siglo XX, especialmente con el desarrollo de la ideología gay en el mundo anglófono. Numerosos autores estudiaron entonces estos textos, creyendo demostrar con sus trabajos que el Apóstol Pablo se refería a algo distinto a los actos homosexuales en esos versículos de literalidad tan cruda. Boswell es uno de los representantes más conocidos de esta tendencia2. Se han propuesto cuatro líneas principales de interpretación3: 1. Pablo condenaría la pederastia o la prostitución4. 2. Pablo no tomaría en cuenta el hecho de que las personas heterosexuales podrían tener una relación homosexual, por desconocer el Apóstol la cuestión de la orientación sexual, y no se habría pronunciado sobre este punto5. 3. Pablo denunciaría el coito entre personas del mismo sexo, ya que en esta relación el hombre perdería la posición dominante que le es propia, dominación que en la cultura pagana de la época condiciona su dignidad6. 4. Pablo, hablando aquí del pecado de los paganos en un diálogo imaginario con un judío, condenaría los actos homosexuales7. En los últimos diez años, el problema ya no reside en el sentido literal del texto, sino en su actualización8. Casi todos los estudios reconocen que en Rm 1,25-27 Pablo habla de actos y deseos homosexuales, y también en 1 Co 6,9. Hay en cambio quienes no consideran pertinentes estos versículos como base para un juicio moral negativo sobre la homosexualidad, por entenderse aquí como una condición psicológica asumida y vivida. La obra de Winterer es el mejor ejemplo al respecto9. Tras un largo estudio
2 Ver J. BOSWELL, Christianty, Social Tolerance, and Homosexuality: Gay People in Western Europe from the Beginning of the Christian Era to the Fourteenth Century, Chicago, 1980. La obra adolece de graves errores que la crítica no ha dejado de destacar. La obra de Scroggs tuvo también mucha influencia: R. SCROGGS, The New Testament and Homosexuality Contextual Background for Contemporary Debate, Filadelfia, 1983. 3 Retomamos en parte esta clasificación de Gagnon en D.O. VIA – R.A.J. GAGNON, Homosexuality in the Bible, Two Views, Minneapolis, 2003, pp. 74-75. 4 Ver R. SCROGGS, The New Testament, op. cit. 5 Ver D.G. MYERS – L.D. SCANZONI, What God Has Joined Together: The Christian Case for Gay Marriage, Nueva York, 2006, p. 93. Ver también M. NISSINEN, Homoeroticism in the Biblical World. A Historical Perspective, Minneapolis, 1998, y W. WINK, “Homosexuality and the Bible”, en T. WINK (ed.), Homosexuality and Christian Faith: Questions of Conscience for the Churches, Minneapolis, 1999. 6 Ver B.J. BROOTEN, Love Between Women, Early Christian Responses to Female Homoerotism, Sexuality, History and Society, Chicago-Londres, 1996, pp. 359-362. 7 Ver R.A.J. GAGNON, The Bible and Homosexual Practice: Texts and Hermeneutics, Nashville, 2001, p. 247. 8 La vulgarización siempre tiene cierto retraso en relación con las investigaciones científicas que se dan a conocer. Por este motivo, podemos advertir hoy la difusión relativamente importante y frecuente de obras según las cuales el texto de la Biblia no se opondría a la homosexualidad. Ver, por ejemplo, D. HELMINIAK, What the Bible Really Says about Homosexuality, Alamo, 1994. ¡El autor, militante gay, no vacila en afirmar que el episodio de la curación del esclavo del centurión en Lc 7 permite pensar que Jesús aprobaba la homosexualidad! El resto es por el estilo. 9 Ver A. WINTERER, Verkehrte Sexualität – ein umstrittenes Pauluswort, Eine exegetische Studie zu
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serio y detallado, el autor niega el carácter pertinente de los versículos bíblicos, aludiendo a los actos homosexuales en las últimas tres páginas de su trabajo10. Responder esta pregunta sobre la actualización requiere en primer lugar hacerse cargo nuevamente de esos versículos, y sobre todo Rm 1,18-32, para así determinar qué alcance revisten los argumentos utilizados. ¿Se limita este alcance a la función de los versículos en la argumentación y en su contexto cultural, o por el contrario su valor es independiente de este marco argumentativo e histórico?
1. Los datos neotestamentarios 1.1 Una condenación clara (1 Co 6,9; 1 Tm 1,10) Antes de considerar Rm 1, debemos detenernos brevemente en 1 Co 6,9 y 1 Tm 1,10. Estos dos textos recurren en listas de vicios a dos términos que evocan la homosexualidad: arsenokoitês (1 Co 6,9) y malakoi (1 Tm 1,10 y 1 Co 6,9). Estos dos sustantivos se encuentran en una lista de vicios que impiden el acceso al Reino de Dios. 1 Co 6: ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni malakoi11, ni arsenokoitai12, 10ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni ultrajadores, ni explotadores heredarán el Reino de Dios”13.
Aquí solo nos interesa la argumentación desarrollada por Pablo. ¿Por qué el Apóstol relaciona los actos homosexuales con la idolatría? ¿Qué significa “contra natura”? El trasfondo de esta condenación está constituido por tres fuentes (...)
1 Tm 1: “8Sí, ya sabemos que la Ley es buena, con tal que se la tome como ley, 9teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos, 10adúlteros (pornoi), arsenokoitais14,
Röm 1,26f. in der Argumentationsstruktur des Römerbriefes und im kulturhistorisch-sozialgeschichtlichen Kontext, Europäische Hochschulschriften, Reihe XXIII, vol. 810, Frankfurt, 2005. 10 Ver Ibíd., pp. 336-338. 11 Los depravados (Biblia de Jerusalén y Osty), los pasivos (Biblia Bayard), los afeminados (Segond). La TOB traduce los dos términos con una sola expresión: los pederastas de todo tipo. 12 Las personas con costumbres infames (BJ), los sodomitas (Osty, Biblia Bayard), los infames (Segond). Las traducciones inglesas y estadounidenses no vacilan en proponer en ciertos casos “practicing homosexuals” (New American Bible, 2ª edición). 13 Citamos la Biblia de Jerusalén. 14 En este caso, la TOB traduce también como “pederastas”.
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traficantes de esclavos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana doctrina”15.
(...) La primera y principal fuente es la corriente sapiencial que, según un estudio de Esler, proviene del desarrollo de la tradición vinculada con Sodoma y Gomorra, transmitida a través de la Biblia y los escritos apócrifos.
Estos sustantivos son sumamente poco frecuentes: malakos solo aparece aquí en San Pablo; en cuanto a arsenokoitês, es primera vez que se recurre al término como sustantivo en toda la literatura griega16. Malakos significa literalmente “suave, sedoso, delicado”. En un contexto erótico, claramente establecido en 1 Co 6,9 por los otros vicios enunciados, este término designa tanto al compañero pasivo en un coito homosexual como al prostituto homosexual. Algunos autores juegan con esta polisemia procurando negar la condenación de los actos sexuales entre personas del mismo sexo17. El estudio del sentido de arsenokoitês y el contexto claramente sexual de la lista de prohibiciones invalida estas interpretaciones marginales. Arsenokoitês significa literalmente “acostándose (koitê: “cama, lecho”, keisthai: “estar acostado”) con un hombre (arsên: “macho”)”18. Formado por la asociación de dos palabras presentes en Lv 18,22 y 20,13, probablemente apareció en un contexto judeohelenístico. En el texto griego de estos dos versículos, “hombre” (arsenos) y “acostado” (koitên) van seguidos de manera inmediata, facilitando así la formación del neologismo. Esta construcción tiene una repercusión en la tradición rabínica, donde se encuentra la expresión “acostarse con un macho” (miškab zâkûr), formulación extraída del texto hebreo de Lv 18,22 y 20,13 para expresar la relación homosexual19. Todos estos elementos permiten afirmar que este término alude explícitamente en 1 Co 6,9 a hombres con rol activo en un coito homosexual. Así, el sentido de arsenokoitês permite restringir el sentido de malakos al compañero pasivo en una relación sexual entre dos hombres20. 15 Citamos la Biblia de Jerusalén. 16 Se puede encontrar el verbo arsenokoitein en Les Oracles Sybillins, La Bible, Ecrits Intertestamentaires, trad. V. Nikiprowetsky, París, 1987, 2, 73. 17 Ver B. MARTIN, “Arsenokoitês and Malakos, Meanings and Consequences”, en Biblical Ethics and Homo-sexuality, pp. 117-136; R. SCROGGS, Homosexuality, 1983, pp. 106-108. Scroggs demuestra la formación de arsenokoitês a partir de Lv 18,22 y 20,13. 18 Boswell apoya su interpretación en una falsa distinción lingüística entre los compuestos con arsen y los con arren. Entiende arsen como sujeto (el hombre que se acuesta) y no como objeto (el que se acuesta con el hombre). Wright denuncia esta falsa distinción, sin valor semántico, y establece por el contrario que en las palabras compuestas cuyo segundo miembro es un verbo (como koites aquí), el primer término es objeto del verbo. D.F. WRIGHT, “Homosexuals or Prostitutes? The Meaning of ARSENOKOITAI (1 Cor 6:9; 1 Tim 1:10)”, Vigiliae Christianae 38 (1984), pp. 125-153. 19 Ver Talmud de Babilonia, Sanedrín 54ª; Talmud de Babilonia, Shabat 17b; Talmud de Babilonia, Sukkah 29ª; Talmud de Jerusalén, Berakot 9.50.13c. 20 No estamos de acuerdo con Elliott cuando afirma que el sentido de estos términos es demasiado ambiguo como para servir de base en un discurso moral sobre la homosexualidad. Arsenokoitês solo puede aludir a un hombre en una relación sexual con otro hombre. Elliott evita afrontar detalladamente la crítica de Wright. Pone en duda el hecho de que arsenokoitês pueda designar al compañero activo en la relación homosexual, apoyándose para eso en el hecho de que los padres de la
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Por lo tanto, en estos versículos se considera que los actos homosexuales son sumamente graves y constituyen ofensas directas contra la Ley divina. Esta enseñanza es perfectamente coherente con el judaísmo de esa época de la cual tenemos una repercusión en Flavio Josefo o Filón de Alejandría21. No se indica distinción alguna en relación con una cuestión de orientación sexual o de circunstancia en el acto planteado. Lo condenado es el acto en sí mismo. La cultura ambiente distinguía entre el compañero activo y el compañero pasivo en su juicio moral. El hombre solo conservaba su honor si era activo. Pablo establece claramente que las dos actitudes están igualmente en oposición con el reino de Dios.
1.2 La manifestación de la impiedad (Rm 1,18-32) 1.2.1 La función retórica de Rm 1,18-32 La moralidad de los actos homosexuales no es el primer objeto de este texto. Está inserto en un desarrollo mucho más amplio, que comienza en Rm 1,18 y termina en Rm 3,20. Los actos homosexuales evocados son tales únicamente por cuanto intervienen en una estrategia más amplia. Por lo tanto, es necesario comprender esta estrategia antes de hacer cualquier análisis del texto. El objetivo de toda la primera parte de la epístola a los Romanos (Rm 1-4) es mostrar que la justificación se lleva a cabo por la fe y no por la práctica de la Ley. La primera etapa de la argumentación de Pablo consiste en ilustrar la sumisión de toda la humanidad a la ira de Dios22, tanto de judíos como de paganos23. El versículo 1,18 enuncia la tesis que se demostrará en dos etapas: un relato preparatorio (narratio retórica) (1,19-32), que describe la situación de los hombres idólatras, y el cuerpo de la argumentación (probatio) (2,1–3,18), demostración propiamente tal de la tesis. Los versículos 3,19-20 constituyen la conclusión.
Esta superposición permite comprender que en la idolatría, al venerar el ídolo, el hombre adora la imagen de sí mismo o de un animal y no el Dios a imagen del cual fue creado. Se convierte entonces en esclavo de esa imagen (...)
Iglesia, que aluden en gran medida al tema, no emplean este término. Luego, para fundamentar su hipótesis, recurre al argumento de autoridad refiriéndose a un artículo de Banker, autor calificado como “lexicógrafo sin igual”. En este artículo, el autor alude a la pederastia. Elliott cita enseguida los textos judíos en que se condenan las relaciones homosexuales, olvidando considerar el hecho de que esos textos no hablan necesariamente de pederastia, sino también de relación entre personas adultas. H. ELLIOTT, “No Kingdom of God for Softies? or, What Was Paul really Saying? 1 Corinthians 6:9-10 in Context”, Biblical Theological Bulletin 34 (2004), pp. 28-31. 21 FILÓN DE ALEJANDRÍA, De Abrahamo, Introducción, Traducción y Notas de J. Gorez, Oeuvres de Philon d’Alexandrie 20, París, 1966, pp. 78 y 81; FLAVIO JOSEFO, Les Antiquités juives, Vol. I: Libros I a III, Texto, Traducción y Notas de E. Nodet, París, 20003, pp. 53-54. 22 La ira de Dios no es un castigo divino exterior al hombre, sino la exposición del mismo a todas las consecuencias de su pecado. 23 Para un desarrollo completo, ver J.N. ALETTI, Comment Dieu est-il juste, Clefs pour interpréter l’epître aux Romains, Parole de Dieu, París, 1991, pp. 54-79.
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(...) Las criaturas ya no están sujetas a la dominación del hombre, sino simbólicamente, a través del culto que se les rinde, es el hombre quien está sujeto a las criaturas. Estos elementos permiten comprender por qué los actos homosexuales se presentan en Rm 1,23-27 como consecuencia de la idolatría. En Gn 1,26-27, el hombre fue creado para glorificar a Dios y dominar la creación. (...)
Winterer no identifica el relato preparatorio, pero ve en Rm 1,18-32 una demostración. Es verdad que Rm 1,19-32 aclara Rm 1,18, pero no hace una demostración propiamente tal. Winterer analiza Rm 1,18-32 mediante un método lingüístico moderno tomado de Roland Harweg24. Este método es ciertamente útil para identificar el movimiento de la argumentación en una unidad literaria, pero no permite identificar la naturaleza exacta de estos versículos en la argumentación retórica grecorromana empleada por Pablo. Ahora bien, la función del relato preparatorio (narratio) en un discurso retórico es anticipar la demostración. Presenta los hechos que permitirán establecer el juicio. El orador orienta su relato de una forma que le permita fundamentar su argumentación. Además, estos hechos deben ser irrefutables por la parte contraria en el marco de un proceso, y en este caso para el lector. Para Pablo, no se trata entonces de demostrar el carácter condenable de los actos homosexuales. Le son útiles en la medida en que se reconocen como la expresión simbólica más fuerte de la impiedad en la cultura de esa época. Pablo debe enseñar al comienzo de su demostración que todos los hombres están sometidos a una justa retribución: la ira de Dios, y tanto los judíos como los paganos, ya que todos los hombres son pecadores, independientemente de estar o no sometidos a la Ley de Moisés. Este punto de vista no es aceptable a primera vista para un cristiano proveniente del judaísmo. Por este motivo, Pablo comienza con este relato construido a partir de lugares comunes típicos de la polémica antipagana en el ambiente judío. Es suficiente considerar, por ejemplo, la Carta de Aristeas a Filócrates (152): “La mayoría de los hombres, efectivamente, se manchan en relaciones entre ellos, cometiendo así un gran crimen, y países enteros, ciudades enteras se vanaglorian de esto. No se contentan con tener relaciones con los varones, y además manchan a su madre y también a sus hijas. Nosotros, en cambio, hemos permanecido apartados de esos vicios”25. El Libro de los Jubileos (20,5) presenta el episodio de Sodoma como símbolo de la corrupción de los paganos26. Filón de Alejandría, en su Vida de Abrahán (135-136), estima que los actos
24 Ver A. WINTERER, Verkehrte Sexualität, op. cit., pp. 193-194. 25 Lettre d’Aristée à Philocrate, n. 152, trad. A. Pelletier, Sources chrétiennes 89, París, 1962, p. 175. 26 Les Jubilés, La Bible, Ecrits Intertestamentaires, traducción A. Caquot, La Pléiade, París, 1962, p. 175.
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homosexuales son condenables por cuanto ponen en peligro la procreación, pero no considera directamente la oposición judíospaganos27. En cambio, los Oráculos sibilinos (3, 185; 3.595-600) y Flavio Josefo, en el Contra Apión (2, 273-275), son más explícitos28. Retomando este lugar común del judaísmo, Pablo da la impresión a un auditorio de origen judío de partir de su punto de vista. Ahora bien, ciertos detalles del texto muestran que incluye también a los judíos en esta narración. No olvidemos que el Apóstol quiere mostrar que todos están sometidos a la ira de Dios. Hace alusión al Sal 105, 19-20 en Rm 1,23.24.25, identificando así la idolatría pagana con la del pueblo adorador del becerro de oro en el Sinaí. Es preciso advertir también que Pablo no designa a las personas de las cuales habla. Se contenta con hablar de “toda impiedad e injusticia de los hombres” (1,18) y de “toda injusticia” (1,29), evocando puramente acciones y no actores. Eso le permitirá en Rm 2 incluir explícitamente a los judíos entre las personas sometidas a la ira de Dios. 1.3 Análisis de los datos No entraremos aquí en el análisis detallado de todo el pasaje. Damos por sentado en lo sucesivo el hecho de que los actos homosexuales son condenados29. Aquí solo nos interesa la argumentación desarrollada por Pablo. ¿Por qué el Apóstol relaciona los actos homosexuales con la idolatría? ¿Qué significa “contra natura”? El trasfondo de esta condenación está constituido por tres fuentes. Su empleo tiene una función retórica. Son además, desde el punto de vista hermenéutico, un referencial importante. La primera y principal fuente es la corriente sapiencial que, según un estudio de Esler, proviene del desarrollo de la tradición vinculada con Sodoma y Gomorra, transmitida a través de la Biblia y los escritos apócrifos. Sb 14 ilustra los frutos de esta tradición. El auditor judío, familiarizado con la misma, la reconoce de inmediato en el discurso del Apóstol30. Rm 1,18-32 presenta una secuencia común con Sb 14,22-31: una perversión del conocimiento de Dios (14,22), el desarrollo de la idolatría, una acumulación de vicios,
(...) En la idolatría, está dominado por la criatura que adora, no otorgando de este modo lo que únicamente corresponde al Creador. Se produce una especie de inversión del proyecto divino inicial manifestado en la diferencia de sexos.
27 Ver FILÓN, De Abrahamo, Traducción y Notas de J. Gorez, Oeuvres de Philon d’Alexandrie 20, París, 1966, p. 79, o también De Specialibus Legibus II, 50, Introducción, Traducción y Notas de S. Daniel, Oeuvres de Philon d’Alexandrie 24, París, 1975, 267, y De Specialibus Legibus III, 37, Introducción, Traducción y Notas de A. Mosès, Oeuvres de Philon d’Alexandrie 25, París, 1970, p. 81. 28 Ver Oracles Sybillins, La Bible, Ecrits Intertestamentaires, 1062 y 1085. FLAVIYS JOSEPHE, Contre Apion, T. REINACH – L. BLUM (eds.), París, 1930, p. 107. 29 Para un desarrollo completo, ver nuestro estudio en I. HIMBAZA – A. SCHENKER – J.B. EDART, Clarifications, op. cit., pp. 75-106. 30 Ver P.E. ESLER, “The Sodom tradition in Romans 1.18-32”, Theological Biblical Bulletin 34 (2004), pp. 4-15.
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En el acto homosexual, esta diferenciación no se toma en consideración. Por este motivo, constituye para Pablo la mejor ilustración posible de la impiedad.
y especialmente vicios sexuales (14,24-26), el enunciado de una condenación (14,30-31). Hay quienes ven en Sb 14,26 una alusión a la homosexualidad en la expresión geneseôs enallagê (literalmente “inversión del origen”). La Biblia de Jerusalén la traduce incluso como “crímenes contra natura”. El sentido de esta expresión es problemático, especialmente el de Génesis. Se trata según Larcher de una “perversión del orden natural”, o “la perversión de una función sagrada desnaturalizada en su modo o privada de su fin normal”31. La expresión en sí misma puede aludir a cualquier cambio. Sin embargo, advertiremos que el contexto inmediato es claramente sexual (“desorden matrimonial, adulterio y libertinaje”). Eso es corroborado por un pasaje del Testamento de Neftalí, citado por Winterer, que refiriéndose al pecado de Sodoma dice que “alteraron el orden de su naturaleza”32. Semejante interpretación tendría entonces cierta coherencia. La segunda fuente es el relato de la creación en Gn 1. Se hacen dos alusiones en Rm 1,23 empleándose un vocabulario típico de la creación: la enumeración “aves, bestias y reptiles” y los términos eikon (imagen) y homoiôma (parecido) que aluden a Gn 1,26. La tercera alusión es el uso de thêlus (hembra) y de arsên (macho) en Rm 1,26.27, empleados en Gn 1, 27. Estas alusiones son confirmadas por la referencia en 1,20 al acto creador, presente así como trasfondo en todo el razonamiento. Dt 4,16-18 contiene estas mismas expresiones, pero en un contexto vinculado con la idolatría, al igual que en Rm 1. Está escrito: “16No vayáis a pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea figura (eikona homoiôma) masculina (arsenikou) o femenina (thêlikou), 17 figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las aves (orneoupterôtou) que vuelan por el cielo, 18figura de alguno de los reptiles (herpetou) que se arrastran por el suelo, figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra”. Por último, la tercera fuente es la filosofía estoica. Advertimos diversos términos empleados con frecuencia por esta corriente de pensamiento. Diógenes Laercio da la definición de la pasión (pathos) de Zenón, fundador del estoicismo, como “un movimien-
31 C. LARCHER, Le livre de la Sagesse ou la Sagesse de Salomon, Etudes Bibliques, Paris, 1985, pp. 834-835. 32 “Enêllaxe taxin physeôs autês”, Testament de Nephtali 3, 4, citado por A. WINTERER, Verkehrte Sexualität, op. cit., p. 120.
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to del alma irracional y contra natura (para physin)”33 . Diógenes describe el deseo (epithymia) como “ganas irracionales” (alogos orexis)34 . Sin embargo, el hecho de volver a emplear un vocabulario característico del estoicismo no significa necesariamente que Pablo retome el concepto en su forma de comprensión estoica. Este vocabulario puede haberle llegado a través de la tradición judeo-helenística. La dificultad de este pasaje reside precisamente en la articulación entre estas distintas fuentes y en la comprensión de la expresión “natural/contra natura” (physikên/para physin). El trasfondo de la argumentación es claramente bíblico. Además del hecho de apoyarse Pablo en la tradición del relato de Sodoma, las referencias al relato de la creación a través de Dt 4 y Gn 1 constituyen sus principales elementos. Un verbo indica una estructura lógica importante del relato que se nos hace: “cambiar” (êllaxan v. 23, metêllaxan v. 25.26). Establece el vínculo lógico entre la idolatría y los actos homosexuales. Estos últimos se presentan como consecuencia de la primera. El análisis de esta relación ayuda a comprender la relación establecida entre las distintas fuentes. ¿En qué está vinculada la idolatría con los actos homosexuales? Pablo, en Rm 1,23, retoma el Sal 105,20 (LXX) (“cambiaron la gloria de Dios por la imagen de un rumiante”) y sustituye el complemento por la lista de criaturas tal como aparece en Dt 4,16-18 en la prohibición de la idolatría35. Si bien el Sal 105,20 también habla de “parecido” (omoitôma), no habla, como Pablo, de imagen (eikon). Este término proviene de Dt 4,16. El orden de las palabras empleadas por Pablo y la referencia a la idolatría muestran que se apoya en Dt 4,16-18. Sin embargo, se requiere una última precisión. El vocabulario es más cercano a Gn 1 que a Dt 4, indicando así que el relato de la creación está en un trasfondo, lo cual confirma la referencia a la creación del mundo de Rm 1,20. Esta superposición de Sal 105, Dt 4 y el vocabulario de Gn 1 permite comprender que en la idolatría, al venerar el ídolo, el hombre adora la imagen de sí mismo o de un animal y no el Dios a imagen del cual fue creado. Se convierte entonces en esclavo de esa imagen. Las criaturas ya no están sujetas a la dominación del hombre, sino simbólicamente, a través del culto que se les rinde, es el hombre quien está sujeto a las criaturas.
Rm 1,32 podría ofrecer una última confirmación de que Pablo se basa en la ley natural. Vimos en Lv 20,13 que los actos homosexuales merecían la pena de muerte. Filón de Alejandría retoma eso vigorosamente en sus escritos. (...)
33 DIÓGENES LAERCIO, Lives of Eminent Philosophers, vol. 2, trad. R.D. Hicks, Cambridge-Londres, 1991, 7.110. 34 Ibídem, 7.113. 35 Ver A. PITTA (ed.), Lettera ai Romani, EMP, Milán, p. 92.
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(…) Pablo afirma que Dios declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solo si las llevan a cabo, sino también si aprueban a quienes las cometen (Rm 1,32). Esta pena atañe a las personas que cometen actos homosexuales. Este versículo 32 es el final de Rm 1,18-32.
Estos elementos permiten comprender por qué los actos homosexuales se presentan en Rm 1,23-27 como consecuencia de la idolatría36. En Gn 1,26-27, el hombre fue creado para glorificar a Dios y dominar la creación. En la idolatría, está dominado por la criatura que adora, no otorgando de este modo lo que únicamente corresponde al Creador. Se produce una especie de inversión del proyecto divino inicial manifestado en la diferencia de sexos37. En el acto homosexual, esta diferenciación no se toma en consideración. Por este motivo, constituye para Pablo la mejor ilustración posible de la impiedad38. Habiéndose aclarado el trasfondo de la argumentación ¿cómo comprender el uso de la expresión “natural/contra natura”?, según algunos autores norteamericanos39, deberíamos entender estos términos en la perspectiva de la sociedad romana. En esa cultura, una relación era contra natura si no respetaba la relación dominante-dominado en el seno de la pareja, y no la estructura femenino/masculino. El hombre debía dominar. Perder esta posición significaba entrar en conflicto con la estructura fundamental del cosmos, que desea la superioridad de lo masculino40. La unión de un amo con uno de sus esclavos no se consideraba contra natura en Roma si el ciudadano romano dominaba físicamente a su compañero. En cambio, una relación homosexual femenina era sistemáticamente contra natura porque la mujer cambiaba necesariamente su rol pasivo y sometido por un rol dominante y activo. Pablo conocía la cultura grecorromana, pero el predominio de la cultura bíblica en todos sus escritos demuestra cuál era su referencia de fondo. Los versículos 1,20-24 están construidos a partir del relato de la creación, donde tenemos una visión clara de la estructura hombre-mujer en el acto creador. Por otra parte, en las epístolas de Pablo encontramos afirmaciones poco compatibles con la visión romana: él invita a la mujer y al hombre a
36 Ver K. HOLTER-STAVANGER, “A Note on the Old Testament Background of Rm 1,23-27”, Biblische Notizien 69 (1993), pp. 21-23; A. WINTERER, Verkehrte Sexualität, op. cit., p. 279. 37 En el tema de la diferenciación sexual, puede ser interesante consultar el siguiente artículo: J.B. EDART: L’Androgyne ou la communion des personnes”, Communio 188 (2006), pp. 83-96. 38 En un estudio filosófico, Fessard llega a la misma conclusión. No podemos sino aconsejar vivamente la lectura de esas páginas proféticas de poco común clarividencia: G. FESSARD, De l’actualité historique, I. A la recherche d’une méthode, Recherche de Philosophie, París, 1960, pp. 187-195. 39 Ver M. NISSINEN, Homoerotism, op. cit., pp. 57-88; D.M. SWANCUTT, “The Disease of Effemination”: The Charge of Effeminacy and the Verdict of God (Romans 1:18-2:16), en S.D. MOORE - J.A. ANDERSON (eds.), New Testament Masculinities, Semeia Studies, Society of Biblical Literature, 2003, pp. 192-233. Hay muchos otros autores. Es interesante advertir que todos defienden la “normalidad” de la homosexualidad y utilizan la categoría de “género” (concepto cultural en oposición al sexo, que sería estrictamente biológico), concepto desarrollado a partir de 1955, que no se abstienen de proyectar en el pensamiento antiguo y bíblico. 40 Para una presentación detallada, ver el artículo muy bien elaborado de R.B. WARD, “Why Unnatural? The Tradition behind Romans 1:26-27”, Harvard Theological Review 90 (1997), pp. 263-284.
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ser sumisos los unos a los otros (Ef 5,21); cada cónyuge tiene un derecho recíproco simétrico sobre el cuerpo del otro (1 Co 7). El fondo de su pensamiento es claramente bíblico. Por lo tanto, aquí no podemos considerar válido el referencial dominante-dominado. ¿Cómo comprender entonces esta expresión? En la Escritura, la expresión es típica de Pablo41. Esta fórmula es clásica en la filosofía antigua, en la cual la naturaleza y la ley se distinguían claramente. La naturaleza se identificaba con la razón. Crisipo afirma que “la expresión ‘contra natura’ en la definición de las pasiones significa algo contrario a la razón natural recta”42. Cicerón será el primero en hablar de la ley natural entre los latinos, Filón será su iniciador en la lengua griega. Platón ya establece un vínculo entre naturaleza y sexualidad43. Musonio Rufo, estoico del siglo I D.C., caracteriza las uniones entre hombres como contra natura (para pisin)44 . El empleo de esta expresión por Filón es aún más interesante, ya que estamos cerca del universo cultural de Pablo. Dice en relación con Sodoma y Gomorra: “Rechazan como un yugo la ley de la naturaleza (ton tês physeôs nomon), “los acoplamientos anormales son los fines que persiguen”, de tal manera que “hombres se unían con seres machos sin que los que eran activos tuviesen vergüenza de ser del mismo sexo que los que eran pasivos”45. Comentando así la Torah, hace corresponder la ley de la naturaleza con la Ley divina. Además de nuestra recurrencia, Pablo emplea ese término siete veces (1 Co 11,14; Ga 2,15; 4,8; Rm 2,14.27; 11,21.24). En 1 Co 11,14, el sentido es ambiguo. Algunos autores lo traducen como “costumbre, uso”, pero nosotros no seríamos tan categóricos. Efectivamente, se dice: “¿no os enseña la physis que para un hombre es una vergüenza tener el pelo largo?”. Nuestro universo mental nos lleva a entender “costumbre, uso”; pero “naturaleza” tendría también sentido en la medida en que un comportamiento puede juzgarse o no en conformidad con la naturaleza masculina. Esto nos parece mucho más probable, ya que todas las demás recurrencias de physis son perfectamente claras. Se trata de “la naturaleza” en el sentido de la esencia de una cosa. Este sentido
La interrogante ha dado origen a numerosas polémicas tanto a raíz del desarrollo de la ideología gay como del debate que ha surgido en las comunidades cristianas anglicanas en torno a la admisión de las personas homosexuales en el ministerio pastoral. Estas polémicas encuentran cierto eco en medios católicos.
41 De las 14 recurrencias del Nuevo Testamento, 10 se encuentran en las cartas reconocidas como auténticas, de las cuales 7 están en la epístola a los Romanos. 42 J. VON ARNIM, Stoicorum Veterum Fragmenta, III, Lipsiae 1905, n. 389. 43 Ver PLATÓN, Las Leyes, 636c. 44 MUSONIO RUFO, Diatribe, 12. 45 FILÓN DE ALEJANDRÍA, De Abrahamo, 135. Este atribuye la causa de este exceso a “la abundancia sin cesar renovada de sus recursos”, ya que según Menandro “el origen principal de los males es el exceso de bienes”, ibídem, 134.
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1 Co 6,9 y 1 Tm 1,10 corresponden a listas de vicios. Estas pueden haber sido elaboradas específicamente por Pablo o tomadas de fuentes externas, y eso en nada altera el hecho de que el Apóstol las hace suyas para su razonamiento. (...)
es perfectamente coherente en Rm 1 y por lo demás el término se repite con esta misma acepción en Rm 2, 14.27. El hecho de basarse de manera importante Rm 1 en el relato de la Creación muestra la coherencia de esta visión desarrollada entre los filósofos estoicos y en el judaísmo del siglo primero con el pensamiento de Pablo. Es natural para el hombre lo que es coherente con el proyecto destinado al mismo por el Creador. Se dirá que un coito entre dos personas del mismo sexo es “contra natura” porque se opone a la finalidad de la sexualidad humana, inscrita en la diferencia sexuada y perceptible en la creación. Rm 1,32 podría ofrecer una última confirmación de que Pablo se basa en la ley natural. Vimos en Lv 20,13 que los actos homosexuales merecían la pena de muerte. Filón de Alejandría retoma eso vigorosamente en sus escritos46. Ahora bien, Pablo afirma que Dios declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solo si las llevan a cabo, sino también si aprueban a quienes las cometen (Rm 1,32). Esta pena atañe a las personas que cometen actos homosexuales. Este versículo 32 es el final de Rm 1,18-32. Ciertamente evoca a Lv 20,13 y se puede pensar que Pablo remite a este texto o alude, en la lógica del relato de Sodoma, al castigo divino que afectó a la ciudad. ¿Cómo explicar entonces que los paganos puedan tener conocimiento de esa sentencia divina, siendo evocado también en estos versículos el pecado de los paganos? Podría ser una alusión a la ley natural inscrita en los corazones, tema sobre el cual volverá en Rm 2,14-1547. Afirmarlo es imposible, ya que este final retórico puede ser una repercusión de Gn 19 y tener como función recordar al auditorio lo sucedido a los sodomitas, una manera paroxística de mostrar la gravedad de la alteración de la verdad en la impiedad.
2. Hermenéutica Habiéndose definido claramente el sentido de estos textos, ahora se presenta el problema de su interpretación y de su actualización. La pregunta que se hace con frecuencia es la siguiente: ¿En qué medida estos tres textos (1 Co 6,9; 1 Tm 1,10 y Rm 1,18-32) permiten fundamentar un juicio moral negativo sobre la homosexualidad? M. Gilbert respondía en 1987 que no se puede poner en tela de juicio el hecho de que la enseñanza de la Escritura condena-
46 Ver Id., De Spectalibus Legibus, 3, 38. 47 R. PENNA (ed.), Lettera ai Romani, Rm 1-5, EDB, Bolonia, 2004, p. 202.
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ba claramente la homosexualidad en cuanto comportamiento48. Si adoptamos su conclusión, es conveniente dar algunas respuestas a argumentos presentados vigorosamente durante estos últimos años. La interrogante ha adquirido más vida y ha dado origen a numerosas polémicas tanto a raíz del desarrollo de la ideología gay como del debate que ha surgido en las comunidades cristianas anglicanas en torno a la admisión de las personas homosexuales en el ministerio pastoral. Estas polémicas encuentran cierto eco en medios católicos. Vemos desarrollarse numerosos estudios según los cuales es imposible recurrir a estos textos para justificar una calificación negativa de la homosexualidad. Se presentan distintos tipos de argumentos. Algunos remiten directamente al texto: al sentido de los términos, al contexto literario, a la función retórica de las perícopas donde aparecen los términos. Otros remiten al contexto cultural específico del cual se toman los argumentos, un contexto muy distinto al nuestro. Distinguiremos los argumentos vinculados con el texto de los argumentos vinculados con el contexto cultural. 2.1 Valor intrínseco de los argumentos El sentido de los términos es claro. 1 Co 6,9 no da pie para ambigüedad alguna en la interpretación. Lo mismo ocurre con Rm 1,26-27. Si en el límite podemos preguntarnos a qué actos alude la expresión “contra natura” para las mujeres (relaciones sexuales sin coito vaginal), está claro que Pablo expresa un juicio negativo sobre las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. ¿Justifica el contexto literario y retórico una relativización del juicio expresado por Pablo? No nos parece. 1 Co 6,9 y 1 Tm 1,10 corresponden a listas de vicios. Estas pueden haber sido elaboradas específicamente por Pablo o tomadas de fuentes externas, y eso en nada altera el hecho de que el Apóstol las hace suyas para su razonamiento. Ahora bien, si malakoi y arsenokoitês se incluyeron en esas listas, es precisamente porque el Apóstol los evalúa negativamente. La relación sexual entre dos hombres excluye, según Pablo, del reino de los Cielos. En Rm 1,18-32, Pablo no tiene intención de tratar sobre la moralidad de los actos homosexuales ni de dar su etiología. Su perspectiva es teológica. Quiere mostrar que todo hombre está expuesto a la ira de Dios. Para eso parte del lugar común que expresa de manera paroxística la impiedad en la tradición judía. Eso no relativiza por ello el juicio pronunciado sobre los actos sexuales entre personas del mismo sexo en esos versículos.
(...) Si malakoi y arsenokoitês se incluyeron en esas listas, es precisamente porque el Apóstol los evalúa negativamente. La relación sexual entre dos hombres excluye, según Pablo, del reino de los Cielos.
48 Ver M. GILBERT, “La Bible de l’homosexualité”, Nouvelle Revue de Théologie 109 (1987), p. 94.
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Precisamente porque Pablo y sus auditores han hecho suyo este juicio, el Apóstol puede recurrir al mismo. El Apóstol no enuncia un nuevo juicio sobre una realidad humana, pero emplea un dato de la Revelación bíblica, fruto de Lv 18,21 y Gn 19, para su razonamiento. Tiene entonces poca importancia que el primer objeto de su demostración no sea la moralidad de los actos homosexuales. Es lo contrario. La integración en su razonamiento de un juicio fruto de la Ley con valor de lugar común ilustra la importancia y la fuerza de este juicio. El hecho no se presta para una discusión. Su demostración perdería toda su fuerza si no considerase, con los cristianos de su época, la inmoralidad de estos actos. Su perspectiva [la de Pablo] es teológica. Quiere mostrar que todo hombre está expuesto a la ira de Dios. Para eso parte del lugar común que expresa de manera paroxística la impiedad en la tradición judía. Eso no relativiza por ello el juicio pronunciado sobre los actos sexuales entre personas del mismo sexo en esos versículos.
2.2 Contexto cultural e inspiración 2.2.1 Replanteamiento contemporáneo La cuestión del contexto cultural es más ambigua y compleja. Numerosos autores replantean el juicio del Apóstol aludiendo a la evolución cultural reciente en materia de sexualidad. Stowasser desarrolla varios argumentos según los cuales el juicio del Apóstol hoy ya no sería pertinente. En la perspectiva de las ciencias humanas, se habría tomado conciencia de la importancia de la dimensión psicológica de la homosexualidad, pero también de sus dimensiones social y genética (!), de manera que es cada vez más difícil clasificar la homosexualidad como falta o pecado49. También según Stowasser, la percepción de la sexualidad ha evolucionado. Lo constataríamos en la Biblia misma con el paso de la poligamia a la monogamia. El Concilio Vaticano II ilustraría también un cambio de la visión de la sexualidad en el seno de la Iglesia Católica. El matrimonio ya no tendría como primer fin la procreación, sino la realización de los dos cónyuges50. Así, esta evolución haría posible un cambio en la evaluación de la homosexualidad. Finalmente, nuestro autor cita un último argumento, vinculado con la teología bíblica. Da varios ejemplos de cambios internos en el corpus bíblico o en la comprensión de ciertas prohibiciones. Por ejemplo, el Nuevo Testamento da testimonio de la abrogación de numerosas disposiciones del Antiguo Testamento. Las normas sobre la mujer de 1 Co 11 y 1 Tm 2,12-15 hoy se consideran obsoletas51. Estas formas de evolución justificarían según Stowasser una nueva manera de ver la homosexualidad. 49 Ver M. STOWASSER, “Homosexualität und Bible. Exegetische und hermeneutische Ûberlegungen zu einem schwierigen Thema”, New Testament Studies 43 (1997), p. 522. 50 Ver ibídem, p. 523: “Einer Erfüllung der beiden Partner”. Él justifica su afirmación citando Gaudium et spes, nn. 48-50 con el comentario de B. HÄRING, LThK 3 (1968), pp. 429-440. 51 Ver M. STOWASSER, “Homosexualität und Bible”, op. cit., p. 525. Su conclusión resume debidamente su posición: “Wolte man den Sachverhalt bibeltheologisch formulieren, leiβe sich resümieren, dass die Bibel Normen nicht als Gesetze aufaβt, sondern als Gebote. Die Erstarrung zu ahistorischer
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La última posición desarrollada hoy es la acusación “de heterosexismo” en la interpretación de la Escritura. Los exégetas tendrían una lectura condicionada por su heterosexualidad, que les impediría un enfoque objetivo del texto52. Asimismo, ciertos autores replantean la noción de diferencia sexual apoyándose en los resultados de ciertos análisis biológicos que permiten constatar anomalías cromosómicas. Así, Davies se permite afirmar que “claramente no existe una distinción absoluta entre hombre y mujer, sino únicamente un continuum de más o menos”53. Estos últimos desarrollos son fruto ideológico de un militantismo gay. No nos corresponde dar respuesta a esto aquí. 2.2.3 Permanencia y evolución Es conveniente en primer lugar aclarar un punto importante. Muchos autores, como Stowasser, identifican estado psicológico con acto moral. Esto puede ser un error lógico o una opción militante54. Tenemos ahí una distinción fundamental para la teología moral y la vida cristiana. Pablo y su cultura desconocían la dimensión psicológica de la homosexualidad. Solo tomaban en consideración el acto en su materialidad, lo cual incluye el deseo libremente consentido. La Iglesia no consideraría por consiguiente la homosexualidad como un pecado, sino como un desorden objetivo de la naturaleza humana55. La cuestión de la evolución de la moral sexual en el seno de la Escritura o de la Tradición de la Iglesia merecería un amplio desarrollo que no podemos llevar a cabo aquí. Permítasenos simplemente señalar que, en lo tocante a la enseñanza de la Iglesia, las formas de evolución indicadas por Stowasser no tienen relación con la estructura de la sexualidad humana. Más allá de la discu-
Es conveniente aclarar un punto importante. Muchos autores, como Stowasser, identifican estado psicológico con acto moral. Esto puede ser un error lógico o una opción militante. Tenemos ahí una distinción fundamental para la teología moral y la vida cristiana.
Gesenzlichkeit ist jedenfalls nicht ihre Sache”: íbidem, p. 526. 52 “Heterosexism maintains that «heterosexuality is the normative form of human sexuality. It is the measure by which all other sexual orientations are judged»”, cita de P. BEATTIE JUG y R.F. SMITH, An Ethical Challenge, Albany 1993, pp. 13-14, citado por D.B. MARTIN, “Heterosexism and the interpretation of Romans: 1:18-32”, Biblical Interpretation 3 (1995), p. 332. 53 “Clearly, there is no absolute distinction of male and female, only a continuum of more or less: M. DAVIES, «Homosexuality and sexuality in Romans 1:26-27»”, Biblical Interpretation 3 (1995), p. 323. Además de reducir ingenuamente la identidad sexual al patrimonio genético, esta autora comete el error lógico de atribuir un carácter normativo a lo que está fuera de la norma desde el punto de vista biológico. Una anomalía genética no pone en tela de juicio la normalidad de la cual constituye una excepción. ¡Es simplemente una anomalía! 54 La negación de esta distinción es consecuencia lógica de la reivindicación gay. El hecho de distinguir entre los actos y la condición psicológica abre una brecha para la condenación de los actos independientemente de la culpabilidad del sujeto. Es la política de lo peor. Advertiremos también la confusión de los argumentos presentados por la propaganda pro gay. Hay quienes reivindicarán la legitimidad de la homosexualidad afirmando que no la han elegido y por consiguiente no se les podría reprochar por la misma. ¡Por el contrario, los partidarios de la teoría del “trans-gender” la reivindicarán como libre opción! 55 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357.
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Pablo simplemente retoma y acepta una enseñanza ampliamente admitida en su época. esta enseñanza encuentra su raíz en la visión antropológica de la diferencia sexual de gn 1-2 y en la autoridad de la ley divina. no se trata de una mera cuestión cultural específica propia del siglo i d.c., sino de una estructura de pensamiento fundamental de la revelación bíblica.
tible propiedad de su afirmación sobre el Concilio Vaticano II, la evolución vinculada con los fines del matrimonio consiste en un cambio de acento y no en un replanteamiento de la estructura fundamental de la sexualidad humana. Ahora bien, la evolución por él esperada para la homosexualidad sería de naturaleza totalmente distinta a la evolución de los fines del matrimonio. La cuestión de fondo es el valor de los argumentos utilizados por Pablo en Rm 1, 18-32. Como decíamos, él no busca una etiología de la homosexualidad. Elige los actos homosexuales como la mejor ilustración posible de la impiedad del hombre. Eso está vinculado en primer lugar con el hecho de que en la tradición judía, inspirada por Gn 19, estos actos son considerados los más abominables que existen, y en segundo lugar se consideran características de los paganos. Pablo no podía golpear con más fuerza el espíritu de sus auditores. En nuestro análisis hemos podido precisar que los actos homosexuales tenían una coherencia lógica con la idolatría, en la medida en que tanto aquellos como esta se oponen a la voluntad divina manifestada en el relato de la creación. Este argumento de Pablo se apoya en un factor esencial: la voluntad divina manifestada en la Torah y en el relato de la creación a través de la diferencia sexual. Las alusiones señaladas en Gn 1, Dt 4 y Gn 19 lo atestiguan. Esto significa que replantear el juicio expresado por Pablo lleva a replantear la comprensión que tuvo Israel de Gn 1 y en último término la noción de Revelación divina de la Escritura. F. Martin mostró muy bien en su contribución la importancia de la diferencia sexual en la revelación bíblica56. Es un elemento estructurante de la misma57. En definitiva, estos textos de Rm 1,18-32, 1 Co 6,9 y 1 Tm 1,10 podrían parecer poco significativos en sí mismos, perdidos en la masa de la Revelación bíblica. Del mismo modo, Lv 18.20 solo da un pequeño espacio a la cuestión de la homosexualidad. Sin embargo, el hecho de que esta enseñanza descanse en la voluntad de Dios expresada en Gn 1-2 les otorga un mayor peso y nos impide considerarlos no pertinentes desde el momento que se da crédito a la Revelación bíblica. Cierta cantidad de leyes del Antiguo Testamento perdió su valor con la Salvación que trajo Cristo. Son las leyes vinculadas con el culto y por consiguiente con la pureza
56 Ver F. MARTIN, “Biblical Teaching on Human Gender”. 57 Winterer afirma que la antropología de Pablo está superada y es incompatible con la antropología humanista del siglo XXI. “Während Paulus theologisch-metaphysisch argumentiert, herrschst in den säkularen westlichen Gesellschaften des 21, Jahrhunderts eine humanwissenschaftlich fundierte Antropologie vor. Und das ist eben nich kompatible”. A. WINTERER, Verkehrte Sexualität, op. cit., p. 338. La lectura de las líneas anteriores a dicha afirmación permite comprender que es fruto de la confusión entre acto humano y acto del hombre.
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ritual, y aquellas que distinguían a Israel de las demás naciones (las leyes sobre la alimentación). Así, la prohibición de la unión durante las menstruaciones, una ley que parece tener relación con la sexualidad, ya no tiene valor por cuanto de hecho se refiere a la impureza que podría contraerse en el contacto con la sangre menstrual. No se trata de una evolución de la moral sexual en el seno de Israel. Las demás leyes conservan todo su valor: sobre el adulterio, el incesto, etc. En el proceso de la Revelación bíblica, es la voluntad divina lo que les otorga su fuerza y no la comprensión, a menudo hipotética, que podamos tener de su origen. La aparición de una ley podría ser justificada eventualmente por un contexto histórico preciso. Esto no quiere decir que el editor del libro bíblico la haya conservado considerando su carácter sagrado y no su posible etiología. Para interpretar hoy esta ley, es preciso considerar ante todo el hecho objetivo de la formación del canon y de su implicación para la hermenéutica58.
Conclusión Las interpretaciones recientes de Rm 1,18-32, 1 Tm 1,10 y 1 Co 6,9 reconocen que Pablo condena las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. El debate se ha centrado en la cuestión de la hermenéutica de esos versículos. Ahora bien, su estudio permite identificar que Pablo se apoya en tradiciones enraizadas en la Ley divina y más especialmente en Gn 1, Gn 19, Lv 18.20 y Dt 4. Esta enseñanza se ha retomado y desarrollado en la tradición sapiencial (Sb 14,22-32) y en la literatura intertestamentaria. Por lo tanto, Pablo simplemente retoma y acepta una enseñanza ampliamente admitida en su época. Esta enseñanza encuentra su raíz en la visión antropológica de la diferencia sexual de Gn 1-2 y en la autoridad de la Ley divina. No se trata de una mera cuestión cultural específica propia del siglo I D.C., sino de una estructura de pensamiento fundamental de la Revelación bíblica. Replantear esta condenación de los actos homosexuales so pretexto de un contexto cultural diferente llevaría de hecho a la adopción de una antropología distinta a la antropología bíblica, caracterizada por la diferencia sexual.
replantear esta condenación de los actos homosexuales so pretexto de un contexto cultural diferente llevaría de hecho a la adopción de una antropología distinta a la antropología bíblica, caracterizada por la diferencia sexual.
58 Ver al respecto lo que dice Benedicto XVI en el prólogo de su libro Jesús de Nazaret, Flammarion, París, 2007. La exégesis histórica, “necesaria por el hecho mismo de la estructura de la fe cristiana” (p. 13), “debe dejar la (palabra) en el pasado” (p. 12). Es la exégesis canónica, fruto de la unidad de la Escritura, lo que permite transformar la lectura histórica en teología (p. 15).
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La enseñanza eclesial reciente sobre la homosexualidad. Continuidad y novedad Por Ángel Rodríguez Luño
En los últimos decenios la cuestión homosexual ha adquirido una notable importancia y se ha hecho cada vez más compleja, adquiriendo nuevas facetas sociales, jurídicas y políticas. Esto explica que desde 1975 a la fecha el Magisterio de la Iglesia se haya ocupado más de una vez de los diversos aspectos del tema. Se confirma el juicio moral negativo sobre los comportamientos homosexuales que la Iglesia ha sostenido siempre. Las novedades del Magisterio reciente se refieren, por un lado, a una mayor atención a la persona con tendencias homosexuales, en cuanto se insiste en el respeto de su dignidad, sobre la cautela a la hora de valorar la responsabilidad moral subjetiva y sobre las cuestiones referentes a la atención pastoral. Por otro lado, es nueva la reflexión sobre aspectos sociales, jurídicos y políticos relacionados con el problema de la homosexualidad.
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n las últimas décadas, el problema de la homosexualidad ha adquirido notable importancia, llegando a ser bastante más complejo que en toda época anterior. La complejidad es producto en primer lugar del fenómeno homosexual mismo, que no es unitario: existen diversas formas de homosexualidad, que luego cada persona puede vivir con distintas actitudes. Es preciso tener en cuenta además la acción desarrollada a nivel internacional por la “cultura gay”, que busca activamente un reconocimiento social y legal específico, mucho más allá de los derechos generales de libertad, y dificulta enormemente cualquier trabajo de información y de formación, que será fácilmente objetado como “homofóbico” o “discriminatorio”1. Así, el problema de la homosexualidad presenta hoy importantes 2 Para una primera visión global del problema es muy útil la obra de A. M. PERSICO, Omosessualità tra “scelta” e sofferenza. Conoscere per capire, capire per andare oltre, Alpes, Roma, 2007.
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Es preciso tener en cuenta además la acción desarrollada a nivel internacional por la “cultura gay”, que busca activamente un reconocimiento social y legal específico, mucho más allá de los derechos generales de libertad, y dificulta enormemente cualquier trabajo de información y de formación, que será fácilmente objetado como “homofóbico” o “discriminatorio”.
implicaciones sociales, jurídicas y políticas, lo cual explica el hecho de que desde 1975 hasta ahora el Magisterio de la Iglesia se haya ocupado en diversas ocasiones de los distintos aspectos del problema. Únicamente la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado cuatro importantes intervenciones sobre el tema, en los años 1975, 1986, 1992 y 20032. Me parece que las enseñanzas esenciales incluidas en estos documentos pueden expresarse de manera muy sintética en las siguientes tesis: 1) La Iglesia considera que “la teología de la creación, presente en el Libro del Génesis, suministra el punto de vista fundamental para la comprensión adecuada de los problemas puestos por la homosexualidad”3. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios como varón y hembra, y está llamado a reflejar la unidad interna del Creador en la complementariedad de los sexos. Dicha complementariedad se basa en el designio de Dios creador, y no puede visualizarse como una mera construcción cultural humana enteramente sometida al poder humano4. 2) Sobre esta base, en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia se verifica una clara reprobación moral de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo5. Una característica esencial de la enseñanza bíblica es que los diversos aspectos que pueden advertirse en la sexualidad humana (amor-pasión, fecundidad, relación estable entre dos personas que implica intercambio sexual) se encuentran inseparablemente unificados dentro de una realidad única: el matrimonio entre el hombre y la mujer, que excluye cualquier otra forma de comunicación sexual. 3) “Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su ordenación necesaria y esencial (…) Los actos homosexuales son por su naturaleza intrínseca desordenados y en ningún caso pueden
2 Ver CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Declaración “Persona Humana” acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, 29-XII-1975: AAS 68 (1976), pp. 77-96: Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1-X-1986: AAS 79 (1987), pp. 543-554; Id., Algunas consideraciones acerca de la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24-VII-1992; Id., Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 3-VI-2003: AAS 96 (2004), pp. 41-49 [Reproducido in integrum al final/inicio de este Cuaderno Humanitas n.31] Además de estos documentos, se considera también el Catechismus Catholicae Ecclesiae, Ed. Latina typica, 15-VIII-1997 y CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas, 4-XI-2005. 3 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 6; ver Id., Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, nn. 3-4. 4 Ver también: Id., Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesia y el mundo, 31-V-2004: L’Osservatore Romano, suplemento (1-VIII-2004). 5 Ver Id., Declaración Persona humana, n. 8; Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, nn. 5, 6, 8; Id., Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, n. 4; Catechismus, n. 2357.
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recibir aprobación”6. El hecho de experimentar una inclinación El problema de la hacia personas del mismo sexo no constituye en sí mismo una homosexualidad culpa moral7; “constituye sin embargo una tendencia, más o menos presenta hoy fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el importantes punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe implicaciones sociales, ser considerada como objetivamente desordenada”8. jurídicas y políticas, lo 4) Dada la complejidad psicológica del fenómeno homosexual cual explica el hecho de contemporáneo, se requiere cierta cautela para juzgar en cada caso que desde 1975 hasta en particular el grado de culpabilidad subjetiva9, y “es de deplorar ahora el Magisterio con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean de la Iglesia se haya todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. ocupado en diversas Tales comportamientos (…) revelan una falta de respeto por los ocasiones de los demás, que lesiona unos principios elementales sobre los que se distintos aspectos del basa una sana convivencia civil. La dignidad propia de toda per- problema. Únicamente sona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y la Congregación en las legislaciones”10. para la Doctrina de 5) El debido respeto por todos no implica considerar que las la Fe ha publicado relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no sean desor- cuatro importantes denadas ni proponerlas como una opción moralmente aceptable o intervenciones sobre el al menos inocua. Resulta aún menos admisible el reconocimiento tema, en los años 1975, legal de las uniones entre personas del mismo sexo por el hecho de 1986, 1992 y 2003. otorgarles el derecho de adopción11. Esta tesis no pretende negar a nadie –y de hecho no lo niega– el derecho civil que todos tenemos como personas y como ciudadanos. Se constata únicamente que la importancia pública del matrimonio no se basa en el hecho de ser una determinada forma institucionalizada de amistad o de relación humana, sino en su condición de estado de vida estable, que por su propia estructura, propiedad y finalidad, aceptadas libremente por los cónyuges, pero no establecidas por ellos, cumple una función esencial y multiforme en favor del bien común: en el orden de las generaciones, en la supervivencia de la sociedad, en la educación y socialización de los hijos, etc. Dicho rol social de importancia jurídica pública no lo cumplen, ni siquiera de manera análoga, las uniones entre personas del mismo sexo, las cuales no se ve cómo podrían considerarse células fundamentales de la sociedad humana. La pretensión de equiparar o asimilar las uniones homosexuales con el matrimonio es manifiestamente
6 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Declaración Persona humana, n. 8. Ver Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 10; Id., Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, n. 4. 7 Ver Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 3. 8 Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n.3. Ver Id., Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, n. 4. 9 Ver Id. Declaración Persona humana, n. 8; Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 4. 10 Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 10. Ver Catechismus, n. 2358. 11 Ver CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, passim.
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El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios como varón y hembra, y está llamado a reflejar la unidad interna del Creador en la complementariedad de los sexos. Dicha complementariedad se basa en el designio de Dios creador, y no puede visualizarse como una mera construcción cultural humana enteramente sometida al poder humano.
infundada, y de ser aceptada implicaría una redefinición del matrimonio gravemente nociva para el bien común12. 6) La tendencia sexual no constituye una cualidad comparable con la raza, el origen étnico, etc., respecto a la no discriminación. Incluir la tendencia homosexual entre las consideraciones según las cuales es ilegal discriminar, puede llevar fácilmente a considerar la homosexualidad como fuente positiva de derechos humanos, por ejemplo, en relación con la así llamada “acción positiva”, o tratamiento preferencial en tema de contratos de alquiler13. No es aceptable la promulgación de leyes que en la práctica solo dejan a los ciudadanos libertad para aplaudir el estilo de vida homosexual. 7) Quienes afirman tener tendencias homosexuales deben ser acogidos con la misma amistad y comprensión debidas a todos los demás fieles. Con los medios espirituales a disposición de todos, entre los cuales tienen especial importancia los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, y con ayuda del médico cuando eso sea necesario o conveniente, se llega a la capacidad de controlar las propias tendencias, objetivo por lo demás hacia el cual todas las personas deben tender. Los fieles con tendencias homosexuales están llamados, como todos los demás, a luchar por vivir las virtudes cristianas, incluyendo la castidad, aspirando mediante esa lucha a la santidad de los hijos de Dios14. Se puede decir, en definitiva, que el reciente Magisterio de la Iglesia confirma el juicio moral negativo sostenido siempre por la Iglesia sobre los comportamientos homosexuales. Las novedades del Magisterio reciente tienen relación, por una parte, con una mayor atención a la persona con tendencias homosexuales, en cuanto se insiste en el respeto de su dignidad, en la cautela al juzgar la responsabilidad moral subjetiva y en las cuestiones vinculadas con la atención pastoral. Por otra parte, también es nueva la atención concedida a los aspectos sociales, jurídicos y políticos vinculados con el problema de la homosexualidad.
12 Aquí he retomado lo escrito en A. RODRÍGUEZ LUÑO, Cittadini degni del vangelo (Fil 1, 27). Saggi di etica politica, Edizioni Università della Santa Croce, Roma, 2005, pp. 117-122. 13 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Algunas consideraciones acerca de la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales, nn. 10, 11, 13. 14 Ver Id., Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, nn. 12, 13, 15, 17; Catechismus, nn. 23582359.
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Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
El presente documento, aprobado por el Papa Juan Pablo II en audiencia con la Congregación para la Doctrina de la Fe el 28.III.2003, fue publicado con la firma del entonces Prefecto de esa Congregación, Cardenal Joseph Ratzinger, y de su entonces Secretario, Monseñor Angelo Amato, el 3 de junio del mismo año 2003.
Introducción
1. Recientemente, el Santo Padre Juan Pablo II y los Dicasterios competentes de la Santa Sede1 han tratado en distintas ocasiones cuestiones concernientes a la homosexualidad. Se trata, en efecto, de un fenómeno moral y social inquietante, incluso en aquellos países donde no es relevante desde el punto de vista del ordenamiento jurídico. Pero se hace más preocupante en los países en los que ya se ha concedido o se tiene la intención de conceder reconocimiento legal a las uniones homosexuales, que, en algunos casos, incluye también la habilitación para la adopción de hijos.
Las presentes Consideraciones tienen también como fin iluminar la actividad de los políticos católicos, a quienes se indican las líneas de conducta coherentes con la conciencia cristiana para cuando se encuentren ante proyectos de ley concernientes a este problema.
1 Cf. Juan Pablo II, Alocución con ocasión del rezo del Angelus, 20 de febrero de 1994 y 19 de junio de 1994; Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, 24 de marzo de 1999; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2357-2359, 2396; Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, n. 8; Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986; Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992; Pontificio Consejo para la Familia, Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa sobre la resolución del Parlamento Europeo en relación a las parejas de homosexuales, 25 de marzo de 1994; Familia, matrimonio y «uniones de hecho», 26 de julio de 2000, n. 23.
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La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la complementariedad de los sexos repropone una verdad puesta en evidencia por la recta razón y reconocida como tal por todas las grandes culturas del mundo. El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas. Ha sido fundado por el Creador, que lo ha dotado de una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades.(…)
Las presentes Consideraciones no contienen nuevos elementos doctrinales, sino que pretenden recordar los puntos esenciales inherentes al problema y presentar algunas argumentaciones de carácter racional, útiles para la elaboración de pronunciamientos más específicos por parte de los Obispos, según las situaciones particulares en las diferentes regiones del mundo, para proteger y promover la dignidad del matrimonio, fundamento de la familia, y la solidez de la sociedad, de la cual esta institución es parte constitutiva. Las presentes Consideraciones tienen también como fin iluminar la actividad de los políticos católicos, a quienes se indican las líneas de conducta coherentes con la conciencia cristiana para cuando se encuentren ante proyectos de ley concernientes a este problema2. Puesto que es una materia que atañe a la ley moral natural, las siguientes Consideraciones se proponen no solamente a los creyentes, sino también a todas las personas comprometidas en la promoción y la defensa del bien común de la sociedad. I. Naturaleza y características irrenunciables del matrimonio 2. La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la complementariedad de los sexos repropone una verdad puesta en evidencia por la recta razón y reconocida como tal por todas las grandes culturas del mundo. El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas. Ha sido fundado por el Creador, que lo ha dotado de una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades3. Ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas. Así se perfeccionan mutuamente para colaborar con Dios en la generación y educación de nuevas vidas. 3. La verdad natural sobre el matrimonio ha sido confirmada por la Revelación contenida en las narraciones bíblicas de la creación, expresión también de la sabiduría humana originaria, en la que se deja escuchar la voz de la naturaleza misma. Según el libro del Génesis, tres son los datos fundamentales del designo del Creador sobre el matrimonio. En primer lugar, el hombre, imagen de Dios, ha sido creado «varón y hembra» (Gn 1, 27). El hombre y la mujer son iguales en
2 Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, 24 de noviembre de 2002, n. 4. 3 Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 48.
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cuanto personas y complementarios en cuanto varón y hembra. Por un lado, la sexualidad forma parte de la esfera biológica y, por el otro, ha sido elevada en la criatura humana a un nuevo nivel, personal, donde se unen cuerpo y espíritu. El matrimonio, además, ha sido instituido por el Creador como una forma de vida en la que se realiza aquella comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne» (Gn 2, 24). En fin, Dios ha querido donar a la unión del hombre y la mujer una participación especial en su obra creadora. Por eso ha bendecido al hombre y la mujer con las palabras: «Sed fecundos y multiplicaos» (Gn 1, 28). En el designio del Creador, complementariedad de los sexos y fecundidad pertenecen, por lo tanto, a la naturaleza misma de la institución del matrimonio. Además, la unión matrimonial entre el hombre y la mujer ha sido elevada por Cristo a la dignidad de sacramento. La Iglesia enseña que el matrimonio cristiano es signo eficaz de la alianza entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 32). Este significado cristiano del matrimonio, lejos de disminuir el valor profundamente humano de la unión matrimonial entre el hombre la mujer, lo confirma y refuerza (cf. Mt 19, 3-12; Mc 10, 6-9). 4. No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales, en efecto, «cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso»4. En la Sagrada Escritura las relaciones homosexuales «están condenadas como graves depravaciones... (cf. Rm 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10). Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía sean personalmente responsables de ella; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados»5. El mismo juicio moral se encuentra en muchos escritores eclesiásticos de los primeros siglos6, y ha sido unánimemente aceptado por la Tradición católica. Sin embargo, según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y
(…) Ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas. Así se perfeccionan mutuamente para colaborar con Dios en la generación y educación de nuevas vidas
4 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357. 5 Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, n. 8. 6 Cf. por ejemplo S. Policarpo, Carta a los Filipenses, V, 3; S. Justino, Primera Apología, 27, 1-4; Atenágoras, Súplica por los cristianos, 34.
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mujeres con tendencias homosexuales «deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta»7. Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la castidad8. Pero la inclinación homosexual es «objetivamente desordenada»9, y las prácticas homosexuales «son pecados gravemente contrarios a la castidad»10.
No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales no pueden recibir aprobación en ningún caso.
II. Actitudes ante el problema de las uniones homosexuales 5. Con respecto al fenómeno actual de las uniones homosexuales, las autoridades civiles asumen actitudes diferentes: A veces se limitan a la tolerancia del fenómeno; en otras ocasiones promueven el reconocimiento legal de tales uniones, con el pretexto de evitar, en relación a algunos derechos, la discriminación de quien convive con una persona del mismo sexo; en algunos casos favorecen incluso la equivalencia legal de las uniones homosexuales al matrimonio propiamente dicho, sin excluir el reconocimiento de la capacidad jurídica a la adopción de hijos. Allí donde el Estado asume una actitud de tolerancia de hecho, sin implicar la existencia de una ley que explícitamente conceda un reconocimiento legal a tales formas de vida, es necesario discernir correctamente los diversos aspectos del problema. La conciencia moral exige ser testigo, en toda ocasión, de la verdad moral integral, a la cual se oponen tanto la aprobación de las relaciones homosexuales como la injusta discriminación de las personas homosexuales. Por eso, es útil hacer intervenciones discretas y prudentes, cuyo contenido podría ser, por ejemplo, el siguiente: Desenmascarar el uso instrumental o ideológico que se puede hacer de esa tolerancia; afirmar claramente el carácter inmoral de este tipo de uniones; recordar al Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública y, sobre todo, que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno mismo. A quienes, a partir de esta tolerancia, quieren proceder a la legitimación de derechos específicos para las personas homosexuales convivientes, es necesario recordar que la tolerancia del mal es muy diferente a su aprobación o legalización. 7 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2358; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986, n. 12. 8 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2359; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986, n. 12. 9 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2358. 10 Cf. Ibíd., n. 2396.
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Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de estas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo. En esta materia cada cual puede reivindicar el derecho a la objeción de conciencia. III. Argumentaciones racionales contra el reconocimiento legal de las uniones homosexuales 6. La comprensión de los motivos que inspiran la necesidad de oponerse a las instancias que buscan la legalización de las uniones homosexuales requiere algunas consideraciones éticas específicas, que son de diferentes órdenes. De orden racional La función de la ley civil es ciertamente más limitada que la de la ley moral11, pero aquella no puede entrar en contradicción con la recta razón sin perder la fuerza de obligar en conciencia12. Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón, y respeta los derechos inalienables de cada persona13. Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo. Considerando los valores en juego, el Estado no puede legalizar estas uniones sin faltar al deber de promover y tutelar una institución esencial para el bien común como es el matrimonio. Se podría preguntar cómo puede contrariar al bien común una ley que no impone ningún comportamiento en particular, sino que se limita a hacer legal una realidad de hecho que no implica, aparentemente, una injusticia hacia nadie. En este sentido es necesario reflexionar ante todo sobre la diferencia entre comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo como comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de las instituciones del ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no solo es más grave, sino también de alcance más vasto y profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social. Las leyes civiles son
Según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales «deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta». Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la castidad. Pero la inclinación homosexual es «objetivamente desordenada», y las prácticas homosexuales «son pecados gravemente contrarios a la castidad».
11 Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 71. 12 Cf. Ibíd., n. 72. 13 Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiæ, I-II, p. 95, a. 2.
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principios estructurantes de la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal. Ellas «desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres»14. Las formas de vida y los modelos en ellas expresados no solamente configuran externamente la vida social, sino que tienden a modificar en las nuevas generaciones la comprensión y la valoración de los comportamientos. La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos valores morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.
Es necesario discernir correctamente los diversos aspectos del problema. La conciencia moral exige ser testigo, en toda ocasión, de la verdad moral integral, a la cual se oponen tanto la aprobación de las relaciones homosexuales como la injusta discriminación de las personas homosexuales.
De orden biológico y antropológico 7. En las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia que podrían fundar razonablemente el reconocimiento legal de tales uniones. Estas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana. El recurrir eventualmente a los medios puestos a disposición por los recientes descubrimientos en el campo de la fecundación artificial, además de implicar graves faltas de respeto a la dignidad humana15, no cambiaría en absoluto su carácter inadecuado. En las uniones homosexuales está además completamente ausente la dimensión conyugal, que representa la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales. Estas, en efecto, son humanas cuando y en cuanto expresan y promueven la ayuda mutua de los sexos en el matrimonio y quedan abiertas a la transmisión de la vida. Como demuestra la experiencia, la ausencia de la bipolaridad sexual crea obstáculos al desarrollo normal de los niños eventualmente integrados en estas uniones. A estos les falta la experiencia de la maternidad o de la paternidad. La integración de niños en las uniones homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho a violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los pequeños, para introducirlos en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano. Ciertamente tal práctica sería gravemente inmoral y se pondría en abierta contradicción con el principio, reconocido también por la Convención Internacional de la ONU sobre los Derechos del Niño, según el cual el interés superior que en todo caso hay que proteger es el del infante, la parte más débil e indefensa.
14 Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 90. 15 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitæ, 22 de febrero de 1987, II. A. 1-3.
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De orden social 8. La sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio. La consecuencia inevitable del reconocimiento legal de las uniones homosexuales es la redefinición del matrimonio, que se convierte en una institución que, en su esencia legalmente reconocida, pierde la referencia esencial a los factores ligados a la heterosexualidad, tales como la tarea procreativa y educativa. Si desde el punto de vista legal, el casamiento entre dos personas de sexo diferente fuese solo considerado como uno de los matrimonios posibles, el concepto de matrimonio sufriría un cambio radical, con grave detrimento del bien común. Poniendo la unión homosexual en un plano jurídico análogo al del matrimonio o la familia, el Estado actúa arbitrariamente y entra en contradicción con sus propios deberes. Para sostener la legalización de las uniones homosexuales no puede invocarse el principio del respeto y la no discriminación de las personas. Distinguir entre personas o negarle a alguien un reconocimiento legal o un servicio social es efectivamente inaceptable solo si se opone a la justicia16. No atribuir el estatus social y jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la justicia, sino que, por el contrario, es requerido por esta. Tampoco el principio de la justa autonomía personal puede ser razonablemente invocado. Una cosa es que cada ciudadano pueda desarrollar libremente actividades de su interés y que tales actividades entren genéricamente en los derechos civiles comunes de libertad, y otra muy diferente es que actividades que no representan una contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la sociedad puedan recibir del Estado un reconocimiento legal específico y cualificado. Las uniones homosexuales no cumplen ni siquiera en sentido analógico remoto las tareas por las cuales el matrimonio y la familia merecen un reconocimiento específico y cualificado. Por el contrario, hay suficientes razones para afirmar que tales uniones son nocivas para el recto desarrollo de la sociedad humana, sobre todo si aumentase su incidencia efectiva en el tejido social.
Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón, y respeta los derechos inalienables de cada persona. Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo.
De orden jurídico 9. Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento
16 Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiæ, II-II, p. 63, a.1, c.
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La integración de niños en las uniones homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho a violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los pequeños, para introducirlos en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano. Ciertamente tal práctica sería gravemente inmoral y se pondría en abierta contradicción con el principio, reconocido también por la Convención Internacional de la ONU sobre los Derechos del Niño.
institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común. Es falso el argumento según el cual la legalización de las uniones homosexuales sería necesaria para evitar que los convivientes, por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto personas y ciudadanos. En realidad, como todos los ciudadanos, también ellos, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco. Por el contrario, constituye una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social17. IV. Comportamiento de los políticos católicos ante legislaciones favorables a las uniones homosexuales 10. Si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia. Ante proyectos de ley a favor de las uniones homosexuales se deben tener en cuenta las siguientes indicaciones éticas. En el caso de que en una Asamblea legislativa se proponga por primera vez un proyecto de ley a favor de la legalización de las uniones homosexuales, el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley. Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral. En caso de que el parlamentario católico se encuentre en presencia de una ley ya en vigor favorable a las uniones homosexuales, debe oponerse a ella por los medios que le sean posibles, dejando pública constancia de su desacuerdo; se trata de cumplir con el deber de dar testimonio de la verdad. Si no fuese posible abrogar completamente una ley de este tipo, el parlamentario católico, recordando las indicaciones dadas en la Encíclica Evangelium Vitæ, «puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas
17 No hay que olvidar que subsiste siempre «el peligro de que una legislación que haga de la homosexualidad una base para poseer derechos pueda estimular de hecho a una persona con tendencia homosexual a declarar su homosexualidad, o incluso a buscar un partner con el objeto de aprovecharse de las disposiciones de la ley» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992, n. 14). 18 Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 73.
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encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública», con la condición de que sea «clara y notoria a todos» su «personal absoluta oposición» a leyes semejantes y se haya evitado el peligro de escándalo18. Eso no significa que en esta materia una ley más restrictiva pueda ser considerada como una ley justa o siquiera aceptable; se trata de una tentativa legítima, impulsada por el deber moral, de abrogar al menos parcialmente una ley injusta cuando la abrogación total no es por el momento posible.
Conclusión 11. La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad. El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de marzo de 2003, ha aprobado las presentes Consideraciones, decididas en la Sesión Ordinaria de la misma, y ha ordenado su publicación.
En las uniones homosexuales está completamente ausente la dimensión conyugal, que representa la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales. Estas, en efecto, son humanas cuando y en cuanto expresan y promueven la ayuda mutua de los sexos en el matrimonio y quedan abiertas a la transmisión de la vida.
Dado en Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 3 de junio de 2003, memoria de San Carlos Lwanga y Compañeros, mártires.
Joseph Card. Ratzinger Prefecto
Angelo Amato, S.D.B. Arzobispo titular de Sila Secretario
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Sobre los Autores
LIVIO MELINA. Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia. Director de la revista Anthropotes, Universidad Lateranense. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista h u m a n i ta s . SERGIO BELARDINELLI. Profesor titular de sociología de la Universidad de Bolonia y del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios del Matrimonio y Familia. TONY ANATRELLA. Sacerdote. Psicoanalista y especialista en psiquiatría social. Profesor de las Facultades Libres de Filosofía y Psicología de París. Consultor del Pontificio Consejo para la Familia y el Pontificio Consejo para la Salud. JEAN-BAPTISTE EDART. Profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II, para estudios del Matrimonio y Familia. ÁNGEL RODRÍGUEZ LUÑO. Profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Croce, Roma.
CUADERNOS HUMANITAS
HUMANITAS Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Cuaderno N° 1
DISPUTATIO FAMILIA Y DIVORCIO: EL DERECHO POSITIVO INTERROGA A LA LEY NATURAL
La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º).
Cuaderno N° 2
FECUNDACIÓN ASISTIDA. EL HIJO: ¿UN PROYECTO A CONSTRUIR O UN DON PARA ACOGER?
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Cuaderno N° 15
PROYECTO GENOMA HUMANO Presente y perspectivas futuras
Cuaderno N°16 EN EL JUBILEO DE LOS DOCENTES UNIVERSITARIOS Cuaderno N° 17 DISCURSO CON OCASIÓN DEL OTORGAMIENTO DEL GRADO DE DOCTOR SCIENTIAE ET HONORIS CAUSA AL DR. JUAN DE DIOS VIAL CORREA Cuaderno N° 18
FE, RAZÓN, Y UNIVERSIDAD EN EL PENSAMIENTO DE BENEDICTO XVI Juan de Dios Vial Larraín/Enrique Barros B./ Pedro Morandé C.
Cuaderno Nº 19
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Cuaderno Nº 20
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Cuaderno N° 21
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Cuaderno N° 12 NATURAL - NO NATURAL ¿SON NOCIONES SIGNIFICATIVAS PARA LA MORAL? Prof. Dr. Robert Spaemann Cuaderno N° 13
VERDAD Y LIBERTAD Joseph Cardenal Ratzinger
Cuaderno N° 14
COMENTARIOS A FIDES ET RATIO Cinco estudios sobre la encíclica de S.S. Juan Pablo II acerca de las relaciones entre fe y razón
Cuaderno N° 24 LA ENCÍCLICA EVANGELIUM VITAE A 15 años de su publicación Scola/Chomali/Melina/Bruguès/Vial Correa D’Agostino/Serra/Seifert
Cuaderno N° 30 Teresa de Ávila EDUCAR PARA LA GRACIA DESBORDANTE A. Meis/A. Serrano/S. Cortés/S. D’Ottone
HUMANITAS
diecinueve años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura HUMANITAS Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 2354 6519, Fax (562) 2354 3755, E-mail:
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CR ISTI A NAS C U LT U R A Y R EVISTA
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l volumen “Amar en la diferencia” ‒del cual Cuadernos Humanitas publica una parte‒ reúne los estudios de calificados expertos internacionales en diferentes disciplinas. La intención fue adoptar un enfoque genuinamente interdisciplinario que vaya más allá de una mera yuxtaposición de disciplinas especializadas que podrían no guardar relación la una con la otra. Esto ha sido posible gracias a dos factores. Primero, el método: hubo un diálogo abierto, franco y fructífero en el contexto de un seminario de estudio que duró varios días, realizado en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios del Matrimonio y la Familia. Luego, el contenido: desde sus respectivas perspectivas disciplinarias, a los autores les une el hecho de compartir la luz que ofrece la antropología cristiana para la interpretación del ser humano, permitiendo una visión integral de la persona, en que los aportes particulares de las ciencias y de los académicos tienen su espacio y son puestos en perspectiva, estableciendo su mutuo equilibrio.
C U A D E R N O H U M A N I T A S No 3 1
Melina · Belardinelli · Anatrella · Edart · Rodríguez
AMAR EN LA DIFERENCIA
las formas de la sexualidad y el pensamiento católico
* Congregación para la Doctrina de la Fe Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales
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