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Análisis exploratorio de la Presidencia de Michelle Bachelet (Caso de Chile)* Ma. de los Angeles Fernández-Ramil * El presente análisis toma elementos del capítulo del libro de la misma autora titulado “El poder de la biografía: Michelle Bachelet”, de pronta aparición en el libro “Liderazgo político en América Latina”, editado por Jesús Tovar por el Colegio Mexiquense.
1. Introducción: Dado el enigma que todavía supone saber si el género impacta o no el ejercicio político, nos proponemos realizar una aproximación exploratoria al caso de Michelle Bachelet, Presidenta de Chile desde marzo de 2006. Su análisis bien puede ayudar a dilucidar algunas interrogantes que surgen en torno a la relación entre liderazgo político y género, incluyendo también las percepciones acerca de esta relación, así como el impacto de las mujeres en las políticas públicas. Durante los más de tres años transcurridos de su gobierno, Bachelet ha insistido en que el suyo es un liderazgo femenino. Por otra parte, es posible afirmar que es la primera mandataria en la historia contemporánea que no ha vacilado en hacer suyo un discurso de género, sin complejos. Para ello, se sigue el intento de respuesta de un conjunto de lineamientos entregados por las organizadoras del seminario y cuyo análisis, en conjunto, permiten afirmar que la Presidenta Bachelet ha impulsado, a pesar de las críticas y la incomprensión, un liderazgo político de tipo femenino que representa las posibilidades, para las mujeres, de hacer las cosas distintas a pesar de las constricciones que vienen dadas por contextos institucionales que, como el caso de la presidencia, han sido marcados por la experiencia y el desempeño masculino.
2. Advertencias breves de orden teórico a la hora de analizar el liderazgo político femenino: Cada vez que se analiza un liderazgo político femenino como el que nos ocupa, resulta inevitable advertir que los estudios realizados sobre liderazgo político no son específicos en cuanto al género. Su supuesto tácito, por lo general confirmado por la
Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
historia, es que los líderes suelen ser hombres. Thomas (2003: 90), citando a DuerstLahti y Mae Nelly (1995), señala que la noción de liderazgo es, en sí misma un concepto generizado, por cuanto el liderazgo político ha sido desarrollado en ambientes dominados y definidos masculinamente. Autoras como Tamerius (1995: 111) van más lejos cuando afirman que “el liderazgo es el primer lugar del poder de género. Para motivar y facilitar el involucramiento en política, el género es la primera determinante de los tipos de temas alrededor de los cuales emergerá un liderazgo exitoso. Por ello, todos los académicos interesados en el estudio del liderazgo harán bien si consideran el poder de género (y su concomitante, sexo) en su propia investigación”. Los estudios sobre liderazgo político, aplicados a casos de mujeres que lideran países, constituyen una contribución en distintas esferas, tanto generales como específicas. En primer término, pueden aportar tanto al ámbito de reflexiones sobre el liderazgo político –como especialización–, como a la comprensión del concepto de género como una variable definida y relevante políticamente1, para entender las dinámicas del liderazgo político. Por otra parte, los estudios de casos realizados sobre el desempeño de mujeres líderes de países contribuyen a complementar dicho enfoque porque, además de tomar también en cuenta las estructuras institucionales, analizan la situación inmediata, el periodo de poder, la cultura política, el tipo de régimen y la dinámica de seguimiento, así como el estilo del dirigente, la perspicacia política, los rasgos de carácter y los atributos personales que terminan por formar una serie de comportamientos y un conjunto de habilidades. Además, añaden un aspecto: tratan de centrarse en el impacto que el género ejerce en una determinada carrera política al tiempo que procuran identificar dos aspectos centrales: las barreras que obstaculizan el avance de las mujeres con ambiciones políticas por una parte y, por otra, las estrategias que utilizan para neutralizar dichos obstáculos, llegando a veces a transformar aparentes inconvenientes en ventajas por lo que puede esperarse que las mujeres manipulen los estereotipos tradicionales para burlar y desarmar a su oponente. Estos estudios señalan la necesidad de evaluar el efecto que el mandato de la persona ha tenido en relación con las definiciones del género dentro de la sociedad que le correspondió conducir llegando 1
El énfasis en el género es particularmente estratégico, ya que “uno de los aspectos que pueden servir para evaluar el legado dejado por las mujeres que han dirigido sus respectivos países es el efecto que tuvo su mandato al frente del gobierno en relación con las definiciones del género dentro de su sociedad” (Genovese y Thompson, 1997: 21, 29). Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
incluso a plantear que “la eficacia de una líder se mide en el derribamiento de los estereotipos negativos. Si los refuerza, nos encontraríamos frente a un fracaso” (Genovese y Thompson, 1997: 24, 29). Otros estudios sobre liderazgo político femenino que han sido desarrollados desde la Ciencia Política, a pesar de lo todavía inexplorado del tema son, siguiendo a Brewer (2007), el libro de Cindy Simon Rosenthal (1998) titulado When women lead: integrative leadership in state legislators, que explora los estilos de liderazgo de hombres y mujeres en los comités legislativos de los estados en EEUU y perfila la forma en la que las mujeres lideran y el libro de Georgia Duerst-Lahti y Rita Mae Kelly (1995) Gender, power, leadership and governance, que examina críticamente las maneras en las cuales las instituciones están permeadas por el género, planteando nuevas construcciones teóricas para el estudio de las mujeres y el liderazgo político. Estudios realizados desde la perspectiva del desarrollo organizacional arrojan diferencias entre el estilo directivo masculino y el femenino. El primero estaría determinado por el principio de competitividad, el logro del triunfo, el riguroso control, una dirección autoritaria, capacidad para pensar analíticamente o estratégicamente y una actitud objetiva y no emocional con respecto al trabajo. Por su parte, el femenino se basa tanto en lo racional como en lo emocional, la cooperación, el logro de la calidad, control reducido, comprensión, colaboración y niveles altos de rendimiento. Se señala que el liderazgo de tipo transformacional, compuesto por los factores carisma, inspiración, estimulación intelectual y consideración individualizada se asocia más al estilo directivo femenino, centrado en el trabajo en equipo, la cooperación, la dirección participativa y en la orientación a las relaciones interpersonales (Ramos López, 2005: 99-128). Entendemos por liderazgo no sólo la simple detentación del poder. Aunque algunos estudios enfatizan definiciones más relacionadas con la influencia o la capacidad de conducir a otros en la dirección deseada (Genovese y Thompson, 1997: 19), también resulta sugerente tomar en cuenta la perspectiva de Elgie (1995: 4) para quien el liderazgo político se refiere a la cuestión de “quién controla los productos de las decisiones políticas dentro de un Estado y cómo se hace”.
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3. Apuntes biográficos y carrera política: la “compañera”, la ministra2: Michelle Bachelet Jeria nació en Santiago, el 29 de septiembre de 1951. Tiene un hijo y dos hijas. Es médico de profesión, con estudios de posgrado en ciencias militares y dominio del inglés, alemán, francés y portugués. Su madre, Ángela Jeria, es arqueóloga y su padre, Alberto Bachelet, llegó a general de brigada en la Fuerza Aérea de Chile y estuvo a cargo de la denominada Junta de Abastecimiento y Precios (JAP) durante el gobierno de Salvador Allende (1970-1973). Durante el gobierno de la Unidad Popular, se incorporó a la Juventud Socialista. Su padre fue detenido el mismo día del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y fue recluido en la Academia de Guerra Aérea bajo la acusación de “traición a la patria”. Después, fue trasladado a la cárcel pública donde falleció a consecuencia de las torturas padecidas en prisión. Fue detenida, junto con su madre, por agentes de la policía política del régimen militar. Luego de estar en Villa Grimaldi y en Cuatro Álamos, se les permitió salir de Chile y partieron al exilio, en la República Democrática Alemana. Volvió a Chile en 1979, donde retomó sus estudios de medicina. Se integró a diversas actividades políticas y centró su labor profesional en la organización no gubernamental llamada PIDEE (Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia), dando apoyo profesional a hijos de detenidos y de víctimas del régimen militar en Santiago y Chillán. Al iniciar la década de los noventa, fue contratada como epidemióloga en el Servicio de Salud Metropolitano Occidente y luego, en la Comisión Nacional del Sida (CONASIDA). De 1994 a 1997 se desempeñó como asesora del Ministerio de Salud. En 1996 fue candidata a alcalde por la comuna de Las Condes, donde obtuvo sólo 2.35% de votos y fue derrotada por Joaquín Lavín, quien obtuvo 77.76%, con lo que se consolidó como primera mayoría nacional. Luego de su derrota, comenzó un curso sobre Defensa Continental en la Academia de Asuntos Políticos y Estratégicos en la que, por su buen rendimiento y gracias al patrocinio de la Beca Presidente de la República, fue invitada a estudiar al Colegio Interamericano de Defensa, en Washington, DC. De regreso, en 1998, trabajó un año como asesora del Ministerio de Defensa. El 11 de marzo de 2000 fue nombrada ministra de Salud por el presidente Ricardo Lagos, quien 2
Tomados de la página de la Presidencia de la República de Chile: http://www.presidencia.cl, de Guzmán y Rojas (2005) y de Subercaseaux y Sierra (2005). Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
le encomendó la tarea de terminar con las colas (filas de espera) en los consultorios, en tres meses. Aunque no cumplió la meta, sí logró una importante reducción de éstas. Si bien colocó su cargo a disposición del mandatario, éste la confirmó en él. En 2002, tras un cambio de gabinete, Bachelet se convirtió en la primera mujer en la historia de Chile, así como en América Latina, en asumir la cartera de Defensa. Durante su permanencia en ella, comenzó a ganar popularidad en las encuestas, y comenzó a perfilarse como candidata presidencial. A fines de septiembre del 2004, renunció a su cargo, al mismo tiempo que Soledad Alvear, ministra de Relaciones Exteriores. Ambas tenían los mayores niveles de adhesión ciudadana medidos a través de encuestas. A mediados de 2005, ya superaba de manera amplia a Alvear en las encuestas. Aunque originalmente se pensó en la realización de primarias para dirimir quién sería la candidata de la Concertación, la decisión de Sebastián Piñera de presentarse como candidato en representación de los partidos de centro-derecha condujo a la renuncia de Alvear. De esta manera, Bachelet se convirtió en la candidata única a la presidencia de la república en representación de la Concertación de Partidos por la Democracia. El 11 de diciembre de 2005, obtuvo la primera mayoría con 45.95% de votos frente a 25.41% de su más cercano rival, Sebastián Piñera, con quien compitió en segunda vuelta el 15 de enero de 2006. En esta fase, obtuvo 53.5% del total de votos contra 46.5% de Sebastián Piñera. Se convirtió así en la primera mujer en llegar a la presidencia en Chile y la primera mujer electa en un país importante de América Latina que accede, además, sin tener conexiones con un hombre políticamente relevante (Schwindt-Bayer, 2007).3 Más allá de los datos y los eventos que han marcado la vida de la actual Presidenta de Chile, la clase social y el estilo de vida son aspectos, entre varios, que deben ser considerados a la hora de explorar los caminos seguidos por las mujeres hasta llegar al poder político (Saint Germain, 1997: 113). Michelle Bachelet no escapa a las características de la elite política femenina chilena. Sin embargo, en sus discursos, se reconoce distinta: 3
Sin embargo, esto es parcialmente cierto porque ya se informó que su padre, el general de brigada Alberto Bachelet tuvo un importante cargo durante el gobierno socialista de Salvador Allende. Aunque era militar, formó parte del contingente de las Fuerzas Armadas a los que el ex presidente chileno incorporó a labores de gobierno durante su mandato. Por otra parte, es importante señalar que la presidenta chilena forma parte del escaso porcentaje de mujeres que, históricamente, han llegado a ser presidentas (31%), a diferencia de contextos parlamentarios, donde se constata un porcentaje de 69% primeras ministras, tal como se plantea en Gordon (2007: 186). Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Yo no fui criada para el poder y nunca hice nada para obtenerlo. No pertenezco a la elite tradicional. Mi apellido no es de los apellidos fundadores de Chile. Me eduqué en un liceo público y en la Universidad de Chile. Estudié medicina porque me maravillaba la posibilidad de curar a un enfermo, de quitar el dolor, de borrar la angustia y traer de vuelta la alegría al hogar de un niño enfermo (Carta a los Chilenos, en Programa de Gobierno, 2005).
Hardy (2005: 173-174), que ha estudiado las características de las líderes políticas chilenas destaca el hecho de que, independientemente de sus adscripciones políticas y valóricas, comparten rasgos comunes: proceden de sectores urbanos y son de origen citadino, pertenencia a estratos socioeconómicos más altos y de familias acomodadas; alto nivel de escolaridad de sus progenitores, lo que incluye a sus madres; un fuerte peso de la educación pública y de las universidades tradicionales, con altos niveles de escolaridad y la influencia de los familiares de sexo masculino como parte de su modelo de socialización política, entre otras características. Michelle Bachelet, sin duda, no escapa a estas características.
4. ¿Representa Michelle Bachelet la respuesta a un cambio cultural en la sociedad chilena?: Mucho se especuló en su momento acerca de la posibilidad de que la irrupción, en el escenario político, de Michelle Bachelet podría constituir la respuesta a un cambio cultural que estaría experimentando la sociedad chilena. Autores como Genovese (1997: 21-22) se hace cargo de este tipo de inquietud cuando indica que “la emergencia de una mujer como jefa de gobierno puede ser, a la vez, causa y efecto de un cambio social y de una variación en la distribución del poder político entre hombres y mujeres”. El que una mujer sea Presidenta en Chile ha suscitado muchas interrogantes. Por ejemplo, Serignese y Fridkin (2007: 82) los señalan cuando afirman que el país en el que fue electa Michelle Bachelet es conservador, dominado por hombres y profundamente católico. Ricardo Lagos, el ex mandatario que había nombrado a dos mujeres como ministras en cargos de adscripción masculina por tradición, Defensa y Relaciones Exteriores, se hacía la misma pregunta. Según su apreciación, la participación de la mujer formaría parte de algo más amplio, de un proceso de maduración que se había venido dando en el país, relacionado con un proceso de culminación de la transición, y lo vinculaba con otros factores como la derogación de la pena de muerte, de la censura,
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la modificación de la ley de matrimonio, la existencia de más salas triple
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(películas
para adultos) en Santiago, entre otros (Fernández-Ramil, 2007: 52). El ex mandatario parece indicar que el posicionamiento de dos mujeres en los más altos lugares de las encuestas de opinión pública no es la consecuencia de un cambio cultural más profundo, sino más bien un síntoma de un proceso más amplio (y todavía en curso). En efecto, a la hora de revisar estudios empíricos sobre valores culturales, una referencia inexcusable es la Encuesta Mundial de Valores (WVS). Realizado para Chile en el año 2006, dicho estudio corrobora esta impresión: Chile se habría desplazado, desde 1990 a la fecha, desde el cuadrante más pobre y más tradicional, abandonó el cuadrante más pobre pero continuó en el más tradicional. Si bien todavía tiene un nivel precario de bienestar material, éste es mejor que el que tenía hace dieciséis años y continúa con un sistema de autoridad en su mayor parte tradicional, en que la autoridad jerárquica disminuye levemente y predomina aún como determinante en el comportamiento. Lo más contrastante, añade dicho informe, es que si bien Chile se transforma con rapidez en lo económico, las transformaciones culturales van a paso de hormiga, y señala que se necesitan, al menos, tres décadas para llegar a tener los valores que hoy se identifican con una sociedad moderna. Chile se caracterizaría, entonces, por un desfase entre su desarrollo económico y el cultural. De acuerdo con ello, el ascenso de una mujer a la primera magistratura difícilmente se explicaría por un cambio cultural. Sin embargo, existe otra tesis, la de la feminización de la política, que no debiera ser descartada totalmente. De acuerdo a ella, las mujeres son llamadas a inyectarle a la política la honestidad de la que carece. Siguiendo esta argumentación, de la que han hecho especial eco los medios de comunicación, las mujeres serían más probas que los hombres, con mayor predilección por los temas sociales y partidarias de relaciones internacionales más pacíficas. Encuestas y estudios de opinión tienden a sugerir que las mujeres son menos propensas que los hombres a incurrir en prácticas corruptas.4 Tironi (2005: 189) parece inclinarse por esta tesis, para el caso de Chile cuando hace referencia a una investigación de la Fundación Chile 21 según la cual la inclinación por un liderazgo femenino se explicaría por la búsqueda de los siguientes atributos: honestidad, 67%; posesión de “valores y principios”, 62% e inteligencia, 51%. Como sea, si bien resulta arriesgado por todo lo anterior afirmar que Michelle Bachelet representa la respuesta a un cambio cultural, sí es posible señalar a nivel de hipótesis, 4
En “Género y buen gobierno”, capítulo del libro Igualdad de género. La lucha por la justicia en un mundo desigual (2006), Francia: Instituto de Naciones Unidas para el Desarrollo Social, p. 211. Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
que será necesario comprobar, que ella está contribuyendo a acelerarlo. Quizás resulta más apropiado afirmar que Michelle Bachelet fue un síntoma de algo que está todavía en curso en la sociedad chilena. Su irrupción en el escenario político, primero como candidata y luego como Presidenta, fue sorpresiva entre otras cosas porque desafió el sistema controlado de selección de liderazgos existente. Algunos pensaban que, a punto de finalizar su mandato, se volvería a los parámetros tradicionales de la política. Sin embargo, el surgimiento en la competencia presidencial para el año 2010 de Marco Enríquez-Ominami, diputado socialista que acaba de renunciar a su partido y que desafía al establishment concertacionista con una postulación que pudiera poner en riesgo las posibilidades del abanderado oficialista, el expresidente Eduardo Frei RuizTagle, indica que las condiciones de la emergencia de Michelle Bachelet se mantienen al punto que se ha señalado que “MEO es el candidato más parecido a la Presidenta Bachelet por historia, por empatía, por la idea de ser, hasta ahora, una suerte de Llanero Solitario”5.
5. ¿Qué impacto ha tenido en hombres y mujeres el gobierno de Michelle Bachelet?: Resulta precipitado entregar un veredicto pero es posible realizar algunas aproximaciones que ofrecen variantes, de acuerdo a los niveles en que indaguemos información de dicho impacto. Al nivel de los electores, es posible afirmar que su gobierno impacta a nivel simbólico, en los modelos de rol y particularmente en las mujeres. Es cierto que no existen precedentes de medición empírica del impacto simbólico de este tipo de representación, pero pareciera tener sentido la existencia de una relación poderosa y positiva entre la presencia femenina en cargos electos y las actitudes y comportamientos de las electoras. Otra manera de visualizar el impacto es detectando el apoyo, lo que es facilitado por las encuestas de opinión, aunque no es posible distinguir por sexos. Tal como se aprecia en la encuesta Adimark, la Presidenta Bachelet experimenta, durante el año 2009, un índice de aprobación de más de 60% y, en el caso de la encuesta CEP, la última realizada en junio reporta una aprobación sin precedentes, del 70%:
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Véase “Tomen en serio a Bachelet”, de A. Benítez, publicado en revista Qué Pasa, No. 1989, 22 de mayo de 2009, p. 13. Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Gráfico1. Evolución aprobación presidencial según encuesta Adimark
Gráfico 2: Evolución aprobación presidencial según encuesta CEP
Otra forma de medir el impacto es observar el apoyo que suscitan los mecanismos de cuotas y de paridad, uno de los símbolos del gobierno de Michelle Bachelet a nivel del poder ejecutivo. En el estudio de opinión pública de FLACSO-Sernam del año 2006, de reporta una actitud positiva hacia las mujeres en política de un 93,6% en mujeres y un 89,5% en hombres. En cuanto a la aceptación de las medidas de paridad, un 74,6% de
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mujeres las aceptan frente a un 72% de hombres. Sólo un 5% las consideran un retroceso y un 66,7% las evalúan como un avance hacia una mayor equidad. Las personas de tendencia de izquierda y de centroizquierda se muestran más favorables, así como los más jóvenes. Posteriormente, un estudio realizado por cuatro centros de estudio con el apoyo del PNUD en el año 2008 reporta que un 75% dice estar de acuerdo con que haya una ley que exija igual número de mujeres y de hombres en ministerios, subsecretarias, intendencias y un 65% está a favor de una ley que exija un porcentaje mínimo. Una modalidad distinta de testear la aprobación se puede realizar a través de preguntas de encuestas que han intentado medir la percepción de las dificultades que experimentan las mujeres, en este caso, Michelle Bachelet en la presidencia del país. El programa político de Chilevisión, Tolerancia Cero, así lo hizo en marzo de 2008 a través de las siguientes preguntas: - ¿Cuánto cree ud. que ha mejorado la situación de la mujer por tener una mujer Presidenta? Un 59,6% responde mucho o algo y un 39,9% responde poco o nada. - ¿Ha notado un cambio positivo en estos últimos años en la forma cómo se trata a las mujeres en la vida diaria? Un 64,8% responde positivamente frente a un 33,6% que responde negativamente. - ¿Recuerda alguna política que haya favorecido especialmente a la mujer durante este gobierno? Un 63,1% responde negativamente, lo que es preocupante teniendo en cuenta que la agenda de género es un puntual del gobierno de Michelle Bachelet frente a un 32,1% que responde positivamente, situando en primer lugar la reforma previsional, y enseguida la violencia intrafamiliar y la paridad política. - ¿Fue un acierto o un error la paridad? Mayoritariamente, las mujeres la consideran un acierto con un 60,9% de preferencias frente a un 48,1% de hombres. Sin embargo, son más los hombres que la consideran un error, con un 44,5% frente a un 27,9% de las mujeres. - ¿Cree ud. que la falta de liderazgo se debe a su condición de mujer? Responden hombres y mujeres de manera positiva y equitativamente en un 35,4% los primeros y un 38,5% las segundas. Sin embargo, es mayoritaria la respuesta negativa en ambos sexos, con un 63,6% de hombres frente a un 61,1% de mujeres. - Por el hecho de ser mujer ¿ud. diría que ha sido perjudicada o favorecida por los políticos?
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Ambos sexos presentan porcentajes altos de respuesta positiva a la idea de perjucio, con un 78% de hombres y un 84,7% de mujeres. - Independientemente de su posición política ¿Ud. diría que la Concertación está apoyando suficientemente al gobierno de la Presidenta? La respuesta negativa es mayoritaria, con un 65,1% de personas que creen que su coalición no apoya a la Presidenta frente a un tercio, un 30,7% que piensa que sí. Otra forma de visualizar el impacto es analizar encuestas realizadas a mujeres para medir su percepción acerca de la agenda de género en curso. En la encuesta del año 2007 de Corporación Humanas se realiza una pregunta, desde el enfoque de género, con respecto a si el gobierno de Michelle Bachelet ha tomado medidas en torno a cuestiones específicas. En el año 2008 se realizó una pregunta similar, pero ya no desde el enfoque de género sino que de manera general, por lo que dentro de la pregunta se contenían mayores opciones no específicas con respecto a la agenda de la mujer. De todas maneras, las opciones preguntadas del año 2007 también se incluyeron en la encuesta del 2008. Gráfico 3. ¿Usted cree que durante su gobierno la presidenta ha tomado medidas para promover?
Fuente: Creación propia con datos de las encuestas de la corporación Humanas 2007.
En el gráfico 3, en base a datos de la encuesta de 2007, se puede observar que más del 70% de las encuestadas creen que sí el gobierno de Michelle Bachelet ha tomado Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
medidas con respecto el acceso a métodos anticonceptivos y la participación por igual entre hombres y mujeres en los espacios de decisión. Por otra parte, no existe tanto acuerdo en torno a la distribución igualitaria entre hombres y mujeres de las responsabilidades femeninas, ya que sólo un 55% de las encuestadas cree que se han tomado medidas con respecto a este punto. Lo mismo ocurre con la igualdad salarial entre ambos géneros, donde un 54% cree que se han tomado medidas contra un 44% que no. Gráfico 4. En su opinión, ¿el gobierno ha tomado medidas en los siguientes temas?
Fuente: Creación propia con datos de las encuestas de la Corporación Humanas 2008.
En el gráfico 4, en base a la encuesta de 2008, se puede observar que “ampliar la cobertura del cuidado infantil” tiene sobre el 70% de las menciones con respecto a las medidas que el gobierno ha tomado, seguido por “prevenir la violencia contra las mujeres” con un 62%. En comparación al año anterior, que es lo que nos interesa, el acceso a métodos anticonceptivos, específicamente la píldora del día después, ocupa un 58% de las respuestas positivas, o sea, de mujeres que sí creen que se han tomado medidas con respecto a este tema, en la encuesta de 2007 la percepción sobre esta cuestión es de un 76%. En el tópico de promover la participación equitativa de hombres y mujeres se puede apreciar que sólo el 50% de las encuestadas cree que se han tomado medidas por parte del gobierno, mientras que en la encuesta de 2007 un 72% lo creía. Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Asimismo, sobre la igualdad salarial entre hombres y mujeres, sólo el 46% de las encuestadas cree que se han tomado medidas, manifestando una “similitud” con respecto a la encuesta de 2007, donde un 54% creía eso. Sobre la distribución igualitaria de responsabilidades familiares en la encuesta de 2008 no se incluye esa medida, por lo que no puede ser comparable con el año 2007. Tomamos una pregunta de la encuesta del 2008 que sirve para establecer contrastes con las percepciones anteriores, por tema, y es la relativa al posible cambio del trato hacia las mujeres. Sorprendentemente, la percepción de las mujeres es que el trato se ha mantenido igual con un 48%, las que sienten que ha mejorado un 39%, mientras que las que perciben que ha empeorado representan un 11%. Esto resulta interesante al momento de analizar percepciones de los avances de género, por temas, a una pregunta más genérica, que guarda relación con un comportamiento hacia ellas como es el trato que reciben. Cuando se explora la actitud de las élites con relación a algunos de los temas abordados anteriormente como son las medidas de paridad, las resistencias son mayores. Un estudio de la Corporación Humanas del año 2006 muestra que 50,8% de diputados, la mitad del hemiciclo, se opone a las cuotas de género, manteniendo casi inalterable la misma tendencia que se observó en un estudio realizado por el Sernam en el año 2002. El argumento que se suele esgrimir para la oposición se resume en ideas tales como la necesidad del mérito femenino o que la mujeres se esfuerce más, o bien que las cuotas cortan un proceso natural y son artificiosas. Al menos, a nivel del análisis de medidas que promueven la equidad política, los electores muestran una disposición más favorable que los integrantes de la clase política. Esto explica el hecho de que, a pesar de ser una promesa consagrada en su programa de gobierno, la Presidenta Bachelet no ha podido avanzar en la concreción de una ley de cuotas.
6. ¿Hay novedades en la política con una mujer Presidenta, en Chile y en otros países?: Como ya indicamos anteriormente, se suele considerar que se producen novedades y cambios, al menos, a nivel simbólico. En materia de estilos, la Presidenta Bachelet ha reivindicado lo que ella denomina un “estilo femenino de hacer política”, caracterizado por el diálogo y que se intentó concretar bajo la consigna de “gobierno ciudadano” y, más específicamente, a través de las llamadas comisiones o consejos consultivos, los que forman parte de la Agenda pro Participación Ciudadana, específicamente en el eje Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
de una gestión pública participativa. Estudios realizados dan cuenta de que estas instancias se alejarían de un modelo de democracia participativa.6 En materia de estilo, la literatura sobre liderazgo político femenino llama la atención sobre la necesidad de observar las estrategias que las mujeres que lideran países desarrollan, a fin de enfrentar los obstáculos. En el caso de Michelle Bachelet, y sin pronunciarnos si éstas han sido deliberadas o espontáneas, es posible identificar algunos rasgos que caracterizan su estilo de gobierno como son la flexibilidad, materializada en los cambios de gabinete que debió acometer y en con los que se vio obligada a modificar algunos de sus postulados iniciales como los de la no “repetición del plato” o el recurso a personeros que habían desempeñado funciones de gobierno en anteriores administraciones así como la modificación de la regla del superávit fiscal; astucia, expresada cuando recurre a la tesis del “femicidio político” que, si bien no fue acuñada por ella sino por un periodista del diario Punto Final, le sirvió como recursos para expresar el tratamiento, a su juicio injusto y sobre-exigente que los medios hacían de su desempeño, así como la incorporación de Joaquín Lavín, excandidato presidencial y uno de los líderes prominentes de la Unión Demócrata Independiente (UDI), en el Consejo de Trabajo y Equidad, luego de lo cual éste terminó confesándose “bacheletistaaliancista”. Michelle Bachelet ha mostrado una gran habilidad, especialmente en el desarrollo de recursos o estrategias que recurren al género para superar las barreras que le han surgido al camino, junto con pericia y capacidad de previsión para sostente las recomendaciones que su Ministro de Hacienda le dio, en el año 2006 en el que Chile experimentó un aumento de treinta mil millones de dólares en sus arcas fiscales como producto del aumento del precio del cobre, en un momento en que eran incomprendidas y distintos sectores la presionaban para incentivar el gasto fiscal.
7. ¿Cuáles han sido los avances en la agenda de la Presidenta Bachelet en cuanto a equidad de género y justicia social?: Se ha señalado que las mujeres que desempeñan roles de liderazgo político se caracterizan por la importancia que le otorgan a los temas de carácter social (Cádiz, 2007: 4). Es lo que se ha dado en llamar la “ética del cuidado” o una especial 6
En Aguilera, Carolina (2007) “Iniciativas de participación ciudadana en reformas de políticas públicas en el gobierno de Michelle Bachelet: los Consejos Asesores Presidenciales”, América Latina Hoy, 46: 199-143.
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predisposición hacia los más vulnerables o menesterosos de la sociedad. La Presidenta Bachelet calza perfectamente en este molde y ha hecho de la protección social y el avance hacia la instalación de un sistema de derechos garantizados el sello de lo que aspira caracterice su gobierno durante el periodo 2006-2010. En el Discurso Presidencial del 21 de Mayo del 2006, recientemente asumida, la Presidenta Bachelet fijó los que serían las cuatro transformaciones de su gobierno y a los que aludió como su “carta de navegación”: - La primera transformación se centra en el sistema de previsión. Sin pensiones dignas y seguras, no puede haber una vejez tranquila. - La segunda transformación ocurrirá en la educación: necesitamos más salas cunas y jardines para los más pequeños, y escuelas y liceos de mayor calidad para los niños y niñas más grandes. - La tercera transformación tiene que ver con la innovación y el emprendimiento: una nueva política de desarrollo para el crecimiento. - La cuarta transformación nos permitirá tener barrios amables, con calidad de vida para las personas. Si bien estos son los ejes centrales que configuran su carta de navegación, también es importante señalar que le han surgido en el camino otros problemas durante los años 2006, 2007 y 2008 que estaban latentes en la sociedad chilena, algunos expresados de manera aparatosa, como fue la movilización de estudiantes secundarios o las huelgas de los trabajadores contratistas de la mayor empresa estatal, la cuprífera Codelco. Ello ha hecho que el gobierno haya debido enfrentar la deuda de mayor igualdad en áreas como educación, con énfasis en la educación secundaria y superior, así como demandas de mayor justicia en el campo laboral. Un tercer tema no menor han sido los escándalos de corrupción a los que se ha respondido con una Agenda de Probidad y Calidad de la Política presentada a fines de 2006 y, en cuarto lugar, los problemas surgidos como producto de la puesta en marcha de una reforma al sistema de transporte de la capital, heredado del gobierno anterior. Los errores de su implementación afectaron a más de cinco millones de personas, con serias consecuencias para la vida cotidiana de la población. Un quinto problema que ha emergido con fuerza es la crisis energética. Chile no tiene autonomía en la materia y los altos precios del crudo han incidido en el crecimiento económico. Un sexto problema ha sido la demanda indígena, visibilizada por la muerte de un joven comunero. Ello ha llevado al gobierno a diseñar una política
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en el tema y a prometer la creación de una instancia gubernamental para abordarlo, de mayor envergadura y atribuciones que la existente hasta el momento. Estos eventos han convulsionado el programa en su diseño original y han tendido a eclipsar –al menos desde el punto de vista comunicacional y en distintas proporciones– la agenda original del gobierno durante los tres años de ejercicio. Es por eso que la Presidenta Bachelet repite una y otra vez, en casi todos sus discursos, lo que ella aspira a que sea el sello de su gobierno: el establecimiento de un estado social y democrático de derecho para el siglo
XXI.
Lo dijo en la noche en que ganó la elección y lo recuerda
de manera sistemática: Consolidar las bases de un sistema de protección social tiene varios componentes, como educación, previsión, salud, vivienda. Pero lo central del sistema, lo central de nuestra mirada, lo propio, es la concepción de derechos sociales para los ciudadanos […] Al establecer derechos sociales a las personas y, sobre todo, al garantizarlos efectivamente, lo que estamos haciendo es una definición del tipo de país en que queremos vivir.
Es, quizás, en las siguientes frases, donde está contenida, de manera más consistente, la visión doctrinaria de la mandataria en la materia: […] A través de la consolidación de un sistema de protección social, pienso que estaremos reencauzando al país en lo que fue su matriz histórica de construcción estatal, de crecimiento con igualdad, de un Estado preocupado de ampliar las libertades y el bienestar de sus ciudadanos, que primó durante gran parte del siglo XX
[…] Sea cual sea el matiz que coloquemos, lo que aquí aflora es precisamente
la esencia del progresismo: creer en la capacidad humana de conducir su propio progreso. En Chile, el desafío es aún mayor. Porque si en Europa intentan una construcción moderna del Estado de Bienestar, partiendo, llamémosle así, desde la izquierda, nosotros lo hacemos partiendo desde la derecha, desde la matriz neoliberal, asistencialista y subsidiaria que nos legó el gobierno militar. Por eso es que el modelo chileno adquiere tanta relevancia […] Porque tenemos la convicción de que un Estado de Derecho que no garantiza derechos sociales termina siendo un Estado de derecha (Martner, 2006: 41).
Su gobierno busca instalar un sistema con una mirada integradora de la política social existente en base al principio de red, que tiene como acento la adaptación al aumento de las inseguridades en la sociedad moderna. Los focos de dicho sistema son: protección social a la infancia, sistema de protección social Chile Solidario, protección social al
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trabajo, sistema provisional7, profundización del Plan Auge como reforma de salud y una política de ciudad sumada a una política de vivienda. El primero produce en la mandataria un interés particular por su condición de pediatra. No cesa de repetir que las preocupaciones que se colocan durante los primeros años es la mejor inversión a futuro que cualquier sociedad puede acometer. Al respecto, expertos como Esping-Andersen (2007: 33-34) ratifican esta decisión cuando afirman que “una política de acceso universal a guarderías de alta calidad para niños desde cero a seis años mata dos pájaros de un tiro. Ayuda, evidentemente, a resolver el problema de incompatibilidad que enfrentan las madres que trabajan y también se puede afirmar que es una herramienta eficaz en la guerra contra la herencia social. En otras palabras, no sólo es una política ganadora, sino que también es una inversión productiva para las oportunidades de vida de los niños y para la futura productividad de la sociedad”. Así parecen estar reconociéndolo los indicadores internacionales ya que Chile aparece liderando, para el año 2008, el ranking del Banco Mundial sobre oportunidades para niños.8 En materia de género, la Presidenta Bachelet ha producido en lo visible un giro copernicano. Al asumir la presidencia, en marzo de 2006, nombró su equipo de gobierno y escogió el mismo número de mujeres y de hombres, con lo que concretó el principio paritario.9 Esto no debía ser una sorpresa. Durante su campaña lo anunció repetidas veces. Sin embargo, el escepticismo era más fuerte. Sólo otro país en el mundo, para ese momento, había conformado un gabinete paritario: el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, fue el primer gobernante a nivel del poder ejecutivo. En Francia, existía una ley de paridad de géneros que, sin embargo, no incluía al propio poder del Estado.10
7
La reforma a dicho sistema, producida por el actual gobierno, busca asegurar el derecho de todas las personas a tener una pensión digna al momento de jubilarse, sin importar las oportunidades de trabajo que hayan tenido en su vida. Se realizó con una “mirada de género” por cuanto intentó corregir históricas desigualdades del sistema existente previamente, reconociendo el valor de la maternidad y el aporte del trabajo doméstico y el cuidado infantil, permitiendo que las mujeres que han trabajado en forma remunerada tengan una pensión digna. 8 Véase “Chile lidera ranking del Banco Mundial sobre oportunidades para niños”, publicado en La Tercera, 3 de octubre de 2008, p. 20. 9 La paridad es uno de los dos tipos de soluciones que se proponen para terminar con la sub representación política de las mujeres. Consiste en un sistema de cupos exactamente proporcionales adaptado a las mujeres, a diferencia de las cuotas, otra modalidad que supone un sistema de porcentajemeta cuyo punto de partida es la constatación de las desigualdades evidentes que las mujeres enfrentan en el acceso a las posibilidades políticas. Para más detalles, resulta conveniente consultar Marqués-Pereira, Bèréngere (2001: 101 - 121). 10 En Francia, desde el año 2000, la ley electoral mandata a los partidos a nominar 50% de candidatas para todas las elecciones. Para más detalles, consúltese Krook, Mona Lena (2007: 20). Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Ella ha sido la primera mujer a la cabeza de un país que ha tomado una medida de esta naturaleza, lo que ha generado niveles importantes de conmoción en Chile, en particular en el ámbito de la clase política, así como un amplio debate en los medios de comunicación. Si situamos esta decisión en el plano de la experiencia comparada de liderazgos presidenciales femeninos, constituye un hito por cuanto las mujeres que la han precedido comparten una característica en común: ninguna de ellas ha desafiado, de manera importante, la estructura de poder patriarcal de su sociedad (Sykes, 1997: 283). ¿Qué factores pudieran haber llevado a la Presidenta a priorizar el género de este modo? Una combinación de elementos, en los que convergen su historia, experiencia personal y su condición de socialista, por cuanto se adscribe a una postura ideológica que le otorga un lugar importante al valor de la igualdad de género. Al ser consultada sobre si observa problemas de género en la evaluación y comentarios que se realizan acerca de su gestión, la Presidenta plantea: […] Las quejas por la falta de autonomía [de algunos ministros] no son más que una resistencia simbólica a que sea una mujer la que mande. Por lo demás, no sería la primera vez que los análisis respecto de mi gobierno tienen ese sesgo (Peña, 2007).
Cuando se le advierte que el tema de género pareciera tener mucha importancia para ella, responde en la misma entrevista: Me ha impresionado muchísimo el sesgo de género. Yo soy médico y en mi oficio, el hecho de ser mujer nunca existió. En la política, sin embargo, ser mujer importa, los partidos son machistas, hay resistencia a que la conducción esté en manos de una mujer. Eso lo he vivido. Pero no me quejo. Es la cultura patriarcal. Sería tonto negarlo (Peña, 2007).
Cuando se revisan los discursos presidenciales del primer año de gobierno, es difícil encontrar alguno de ellos que escape a la alusión a las dificultades que las mujeres encuentran en los distintos ámbitos de su vida. Sus frases más repetidas en todos los discursos son “palabra de mujer” y “fuerza de mujer”. En su discurso del 21 de Mayo de 2008 pronunció una frase conmovedora: “Mi deber es proteger a las mujeres de Chile”. Ya en su programa de gobierno señalaba: “Necesitamos que las mujeres tengamos no sólo los mismos derechos que los hombres, sino la posibilidad –a través de una verdadera política de apoyo– de ejercer estos derechos. Que una mujer sea Presidenta no debe ser visto como una rareza, sino como un augurio” (Carta a los Chilenos, Programa de Gobierno 2005: 4).
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De acuerdo con el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), organismo gubernamaental a cargo de los temas de género, la acción de gobierno hacia la equidad de género apuntaría a cuatro grandes objetivos: eliminar o reducir la discriminación contra las mujeres, eliminar o reducir la brechas que existen entre hombres y mujeres, ampliar los derechos y responsabilidades de las mujeres en el ámbito público y de los varones en el ámbito privado, con lo que se contribuirá a hacer más igualitarias las relaciones entre los géneros y al empoderamiento de las mujeres como sujetos sociales y en tanto protagonistas del desarrollo de las familias, de la comunidad y de la sociedad toda. Un aspecto particularmente visibilizado por la Presidenta Bachelet y que constituye una deuda pendiente de la transición democrática con las mujeres es la necesidad de aumentar la presencia femenina en cargos de decisión política. Ya en su programa de gobierno prometió una Ley de Cuotas, de forma de generar mecanismos que posibiliten la presencia de más mujeres en la vida política. Dadas las dificultades evidentes y la escasez de consenso a nivel de la clase política para reformar el sistema electoral, condición fundamental para insertar una ley de cuotas que sea eficaz, se estudian en la actualidad otros mecanismos como la creación de incentivos financieros diferenciados para las candidatas electas, así como la creación de pisos mínimos de porcentajes de candidatas, por partido.11 Resulta prematuro evaluar el impacto del mandato de la Presidenta Bachelet en materia de género. Aunque es probable que anteriores gobiernos de la Concertación hayan concretado mayor número de leyes en la materia12, la actual administración ha logrado varios hitos indesmentibles: el primero, ser conducida por una mujer; la segunda, 11
El tema no es menor por cuanto “el diagnóstico actual es preocupante: 87.4% de los parlamentarios; 87.95% de los alcaldes y 73.3% de los concejales en Chile son de sexo masculino. Según la Unión Interparlamentaria Mundial, con 12.6% de mujeres en el Congreso, Chile se encuentra por debajo del promedio mundial (17.5%) y del continente americano (19.9%)”. Véase “Política y participación femenina”, de Marcela Ríos, publicado en La Tercera, 10 de septiembre de 2007, p. 2. De manera adicional, es importante consignar que, si no se introduce alguna medida, recién en cuarenta o cincuenta años más, Chile tendrá un cuarenta por ciento de representación política de las mujeres en el Congreso, preocupación expresada por la presidenta Bachelet en el seminario Paridad y participación política, organizado por la CEPAL el 5 de octubre de 2006. Por otra parte, el 29 de octubre de 2007 la presidenta Bachelet envió al Congreso el Mensaje Presidencial No. 860-355 denominado Proyecto de ley que establece la participación política equilibrada de hombres y mujeres, en el que establece pisos mínimos de participación femenina e incentivos financieros para los partidos políticos y para las candidatas electas. Para mayores detalles del proceso desarrollado para impulsar una ley de cuotas en Chile, consultar Fernández-Ramil, Ma. de los Angeles (2008) “Equidad política de género en el Chile actual: entre promesas y resistencias”, Anuario de Derechos Humanos, Santiago, Centro de Derechos Humanos, Universidad de Chile. 12 Durante la administración Bachelet se han materializado las siguientes leyes: la que libera del impuesto a la renta las compensaciones económicas originadas al término del matrimonio (Ley 20.239); la que adecua el funcionamiento de la justicia de familia (Ley 20.286) y la ley de brecha salarial entre hombres y mujeres. Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
mantener la paridad ministerial a pesar de los sucesivos cambios de gabinete13; el tercero, impulsar una reforma previsional con mirada de género que ha permitido corregir históricas desigualdades del sistema anterior por medio del reconocimiento del valor de la maternidad, del trabajo doméstico y del cuidado infantil y en cuarto lugar, visibilizar permanentemente la importancia del aporte femenino al desarrollo de la sociedad en su conjunto. Para despejar estas dificultades, se recurre al llamado Indice de Potenciación de Género (IPG), mundialmente reconocido, pudiera ser una contribución. Se trata de un indicador social que busca reflejar la situación de la mujer. Para esto, mide esencialmente el nivel de oportunidades que éstas tienen en la sociedad enfocándose en tres dimensiones: 1) participación política y poder de decisión, 2) participación económica y poder de decisión y 3) control sobre los recursos económicos. Estas dimensiones son medidas de la siguiente forma: proporción de mujeres y hombres con escaños parlamentarios; participación de mujeres y hombres en puestos legislativos, altos funcionarios y directivos, además de la participación de mujeres en puestos profesionales y técnicos y estimación de los ingresos percibidos por mujeres y hombres14. En la siguiente tabla, se muestran los datos para el caso chileno. Estos datos contienen el ranking que ocupa el país a nivel mundial, el valor del IPG para cada año considerado y las tres dimensiones desagregadas que considera el Índice de Potenciación de Género. De esta forma, se pretende evaluar si ha habido algún cambio en el valor del IPG desde que asumió Michelle Bachelet en el año 2006 hasta el último informe de 2007/2008.
13
A marzo de 2009, la Presidenta Bachelet habría realizado cinco cambios de gabinete. Véase “Administración Bachelet marca récord en cambios de gabinete en gobiernos de la Concertación”, publicado en La Tercera, 13 de marzo de 2009, p. 12. 14 Información obtenida de Índice de Potenciación de Género http://www1.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0341/CA4.htm) El IPG tiene un valor que va de 0 a 1. Mientras más cerca se está de la unidad, la participación entre ambos géneros será más equitativa en estas tres áreas que comprende el índice. Además del valor, los países se clasifican por un ranking elaborado por el PNUD, que sirve principalmente para ver la posición que tiene un país en comparación con los demás, pero en términos sustantivos no tiene impacto en el índice en sí mismo.
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Tabla 1. Índice de Potenciación de Género en Chile 2005- 2008 IPG Escaños en Mujeres en IPG ranking Valor el cargos a nivel parlamento legislativos, mundial ocupados altos por mujeres funcionarios y administrativos 2005 61 24% 0.475 10,1% 2006
Participación en puestos profesionales y técnicos
52%
Proporción estimada de las rentas de trabajo entre hombres y mujeres 0,39
52
0.506
12,7%
24%
52%
0,39
2007/2008 60
0.519
12,7%
25%
52%
0,40
Fuente: Informes de Desarrollo Humano, PNUD 2005- 2008
Como se puede apreciar, en la Tabla 1, el Índice de Potenciación de Género ha aumentado su valor progresivamente desde el año 2005. Del año 2005 al 2006, se ve un incremento de 0,031 en el valor del IPG, esto significa un acercamiento a una proporción más igualitaria entre hombres y mujeres con respecto a las tres dimensiones que mide este índice: participación política y poder de decisión; participación económica y poder de decisión y control sobre los recursos económicos. Además, se observa un mejoramiento en la posición a nivel mundial del país pasando del puesto 61 al puesto 52. Este aumento coincide con la llegada al poder de Michelle Bachelet en el año 2006 y el aumento en el porcentaje de mujeres con escaño en el parlamento. En los años 2007/2008, también se observa un aumento en el valor del IGP, de 0.506 a 0.519, aunque éste no es tan significativo en comparación al experimentado el año 2006. Una de las explicaciones que se puede hacer a esto es que no ha habido nuevas elecciones parlamentarias, por lo que los escaños se siguen manteniendo en un 12,7%. Asimismo, los otros datos igualmente se siguen manteniendo, salvo un pequeño aumento en la proporción estimada de las rentas de trabajo entre hombres y mujeres de 0,39 a 0,40. 8. ¿Asiste el país a una transformación social relevante?: El gobierno de Michelle Bachelet se caracteriza por ser el primero en el que hay un intento por denominar al Estado chileno de alguna forma. Ella ha sido taxativa en indicar que su gobierno intenta colocar las bases de un “Estado de Derechos”, asumiendo la protección social como deber del Estado y como derecho de los ciudadanos, apartándolo de la lógica individualista y asistencialista, para entrar en la lógica del bienestar y la democracia. Como ya se ha indicado, los focos de dicho sistema son: protección social a la infancia, sistema de protección social Chile Solidario,
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protección social al trabajo, sistema previsional, profundización del Plan Auge como reforma de salud y una política de ciudad, sumada a la política de vivienda. El avance logrado no sólo es importante en términos normativos (por el reconocimiento de derechos, superando la lógica focalizada y las políticas asistencialistas), sino por el avance que supone en materia de institucionalización, en dos sentidos: por un lado, los beneficios están consagrados de manera permanente, gracias a la disciplina que ha caracterizado el manejo de las finanzas públicas y, por otro, por el reciente envío al Congreso de u proyecto que, junto con institucionalizar el Chile crece Contigo, crea un Sistema Intersectorial de Protección Social que “coordinará las acciones de los ministerios sectoriales, para todos aquellos problemas que requieren una mirada y una intervención sistémica, como la pobreza”.15
9. ¿Tienen futuro las leyes de igualdad y los gobiernos paritarios? No existe una respuesta unívoca a esta pregunta. Depende del cumplimiento de ciertas condiciones y de las áreas que se observen. Chile se encuentra enfrentando una campaña electoral, que permitirá la elección de parlamentarios y de un nuevo Presidente, que asumirá en 2010. Existe, evidentemente, un piso instalado desde el que avanzar, que viene dado por la existencia del Servicio Nacional de la Mujer, desde 1991; los Planes de Igualdad de Oportunidades 1994-1999 y 2000-2010; la creación del Consejo de Ministros y Ministras por la Igualdad de Oportunidades, instancia transversal de alto nivel político, cuyos acuerdos son vinculantes para el resto de los ministerios, desde 2000; la creación de las Comisiones Regionales (PRIO) y Sectoriales de Género; la elección de la propia Presidenta como primera mujer que asciende a la magistratura más importante del país; la incorporación del Sistema de Género en el Programa de Mejoramiento de la Gestión (PMG) y el Sistema de Programación Gubernamental y la creación del Código de Buenas Prácticas Laborales y no Discriminación para la Administración Central del Estado. A pesar de todos estos avances, las mujeres chilenas no han superado la barrera de acceso a los cargos de representación política. Si bien la Presidenta Bachelet ha logrado mantener la paridad en el orden del 45% de mujeres ministras al año 2009, dicho mecanismo depende de su voluntad y nada garantiza que quien ocupe próximamente la Presidencia lo mantenga. Asimismo, no se ha podido lograr una Ley de Cuotas durante 15
Véase “El verdadero debate social”, de P. Quintana, publicado en La Tercera, 26 de junio de 2009, p.
4. Ponencia presentada en el Panel “Género en el poder: Chile, Argentina, Alemania y España” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
la actual administración. A diferencia de otros países que han logrado impulsar dichos mecanismos, Chile carece de una bancada transversal femenina en el Congreso y, lo que resulta más dificultoso de remover, se caracteriza por la difusión de un ethos cultural marcado por el individualismo liberal que enaltece la igualdad de oportunidades en sentido formal e impermeable a la instalación de medidas de acción afirmativa. Dado que, por primera vez, las encuestas reflejan una mayor posibilidad de que la derecha tradicional acceda a la Presidencia, los avances en materia de equidad de género logrados por los gobiernos de la Concertación se ven amenazados. De concretarse esta posibilidad, es probable que se observe una transformación sustantiva del Servicio Nacional de la Mujer, con un vuelco de su institucionalidad a un enfoque familista y el regreso a políticas asistencialistas de género. De ganar la Concertación por quinta vez, existe garantía de que se mantendrá lo existente, continuando con los Planes de Igualdad de Oportunidades, los PMG de género y el enfoque transversal pero ¿resulta suficiente para el país y, en específico, para las expectativas de las mujeres, muchas de las cuales demandan una igualdad que no sea retórica sino efectiva?, ¿no será inevitable asistir a la superposición de demandas y expectativas como la equidad política efectiva, problema que se ha arrastrado por mucho tiempo, por un lado y la conciliación vida privada y vida laboral, aspiración más reciente, por otro? En todo caso, los desafíos que Chile enfrenta a más largo plazo pasan por la instalación de una cultura de igualdad (de tal forma que los que toman decisiones dejen de ver los asuntos de género como un tema subalterno y que los electores los valoren de tal forma que condicionen su apoyo a los partidos políticos que no están dispuestos a respaldar y asumir las demandas de género) así como generar condiciones para la corresponsabilidad de hombres y mujeres en las tareas domésticas. Sin enfrentan la división sexual del trabajo y la manera cómo ésta se expresa en la vida doméstica, resulta difícil que las mujeres se incorporen crecientemente a la esfera pública. Bibliografía - Aguilera, Carolina (2007), “Iniciativas de participación ciudadana en reformas de políticas públicas en el gobierno de Michelle Bachelet: los Consejos Asesores Presidenciales”, América Latina Hoy, 46: 119-143. - Benítez, Andrés (2009) “Tomen en serio a Bachelet”, en revista Qué Pasa, 22 de mayo, no. 1989, p. 13.
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