ARCHIVO ESPANOL DE ARQVEOLOGIA

• • I • • • • • • • • ,• • •• ,• SEPARATA DE ARCHIVO ESPANOL DE ARQVEOLOGIA Volumen 58. e.S.Le. 1985. Números 151-152 - 1985 MADRID

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SEPARATA DE

ARCHIVO ESPANOL DE ARQVEOLOGIA Volumen 58. e.S.Le.

1985.

Números 151-152

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1985

MADRID,



RECENSIONES

ámbitos. Deseamos que estudios de este tipo, modélicos en su gé nero, se multipliquen en aras de un mejor y más profundo conocimiento de las etapas históricas, para las que aún no disponemos de testimonios escritos. M .- \RiA PILAR SAN NI COLÁS PEDRAZ

Dpto. de Arqueología y Prehistoria. Centro de Estudios Históricos. C.S.LC

Forme di contatto e processi di trasforma:ione nelle societa antiche. Modes de contacts et proceSSllS de transformation dans les sociétés anciennes. Col!. de LEcole Fran¡;aise de Rome, 67 . Pisa-Roma, 1983. 1 164 págs.

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El libro que aquí comentamos contiene las Actas del Coloquio celebrado en Cortona en mayo de 198 I bajo el mismo título con el que éstas aparecen. La publicación de esta colosal obra ha sido posible, una vez más, gracias a la sólida y fructífera colaboración de la Scuola Normale Superiore de Pisa y la Ecole Fran¡;aise de Roma. El tema del que se ocupó el Coloquio no puede estar más de moda: la aculturación en el mundo antiguo, sus procesos concretos, sus resultados, así como los «instrumentos» de los cambios culturales resultantes. Como es obvio, una relación pormenorizada de todas las aportaciones, que son muchas, de esta obra excedería, y no poco, de los estrictos márgenes de una reseña bibliográfica. Por consiguiente, en aras de la concisión , prefiero pasar brevísima revista a los artículos englobados en las Actas para, acto seguido, incidir en algún tema específico. El libro se estructura en cuatro grandes secciones: -Casos particulares de contaclO y de ¡ransformación. Sin ninguna duda, predominan en este apartado de casos concretos aquellos que hacen referencia a la acción ejercida por los griegos en determinados ámbitos culturales mediterráneos, empezando por la actilturación micénica en Occidente (L. Vagnetti) para abordarse tambien tanto los límites orientales de la acción griega (el caso de Georgia por O. D. Lordkipanidze) como los occidentales (Península Ibérica por M. Almagro Garbea; Galia por A. Nickels). Un lugar destacado merecen unos territorios generalmente poco presentes en ;Ia bibliografía al uso, como los que se encuentran en la orilla oriental del Adriático. Así, hay una puesta al día de la problemática de la colonizacióp. griega en la Iliria meridional (A. Mano), en Dalmacia (D. Rendic-Miocevic). así como las transformaciones que han tenido lugar (N. Ceka) y el reflejo epigráfico del mundo ilirio en las inscripciones griegas (S. Anamali). Otro gran apartado, como no podía ser menos, lo constituye la acción griega sobre diversas regiones italianas: Etruria (M. Cristofani), Italia del Sur y Sicilia (J. de la Geniere: M. Dewailly), Yapigia (F. D'Andria), Sicilia ( V. Tusa) y el caso concreto de Sabucina, en Sicilia (E. de Miro). También la acción .griega en época helenística es objeto de estudio; concretamente en Egipto (F. Dunant). En el apartado de las civilizaciones «marginales» más o menos afectadas por el mundo grecorromano hallamos sendos artículos dedicados al Imperio Aqueménida (O. Bucci) y a una de sus provincias, Egipto (S. Donadoni), a los Cimerios en Anatolia (J. Bouzek), al mundo escita (N. F. Parise) a la Cerdeña nurágica (G. Lilliu). Por último, la presencia fenicia en Occidente es tocada en un solo trabajo (S. F. Bondi), la romanización (en Sicilia) en otro (G. Bejor) y el mundo sumerio-acadio en otro (J. Bottéro). -El segundo gran apartado se : ,tula Relaciones ecónomicas. sociales. políticas y diplomáticas. Los temas tratados muestran aquí una heterogeneidad mayor debida al propio enunciado del tema. Si procedemos desde el punto de vista geográfico veremos cómo hay estudios centrados en Anatolla, tanto pregriega (A. Archi) como clásica ( D. Asheri) y helenística (M. Corsaro). También las áreas sirio-palestina (M. Liverani) y númida (E. Smadja) son objeto de sendas comunicaciones, así como la Galia protohistórica (A. Daubigney) y la romana (M. Clavel-Léveque). Sobre las relaciones económicas en el Occidente griego hay un artículo de J. P. Morel y otro de J. Annequin sobre la esclavitud en los procesos de transformación social. Finalmente, sendos artículos, dedicados uno a los instrumentos y procedimientos en las relaciones griegos-indígenas (G. Nenci y S. Cataldi) y otro a las estructuras de parentesco en el ámbito colonial griego (L. Gallo). -El tercer punto viene constituido por el tema Relaciones culturales: lingüísticas. religiosas. juridicas y técnico-artisticas. A pesar de su título pueden englobarse casi todos los trabajos aquí incluidos en un gran apartado al que podríamos llamar «relaciones culturales griegas con los diferentes mundos indígenas». El único artículo que no encaja en el tema es el de G. Garbini en torno a las relaciones entre la religión hebrea y la fenicia. Volviendo a las restantes comunicaciones, de tema griego, diremos que se tocan problemas de influencias lingüísticas (C. de Simone) y de alfabeto (M. Lejeune); problemas de utilización histórica de los mitos, especialmente el de Heracles (E. Lepare yA. MeIe; M. Giangiulio); problemas de urbanismo y organización de la chora en el Mar Negro (A.

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RECENSIONES P.

Son Fornés 1: la fase talayótica. Ensayo de reconstrucción socio-económica de una comunidad prehistórica de la isla de Mallorca. BAR International Series , 209. Oxford 1984. 186 págs. + 65 figs. + 21 láms.

GASULL.

V.

LULL y

M. E.

SANAHUJA,

La colección inglesa BAR International ha publicado el primer volumen de una serie de trabajos acerca del poblado mallorquín de Son Fornés (Montuiri) cuyo objetivo, como se indica en la introducción, radica en reconstruir las sucesivas transformaciones económico-sociales de la población indígena talayótica desde sus fases iniciales hasta su plena romanización. Para ello, los autores parten de las excavaciones efectuadas por ellos mismos en el yacimiento, desde 1975 hasta 1979. Este libro, dedicado a la Fase Talayótica, se estructura en seis capítulos, completándose con varios Apéndices con los resultados de un sondeo estratigráfico del Corte 2, clasificación de las pastas y de los acabados cerámicos, análisis de la cerámica talayótica, reconstrucción del paleoambiente, de análisis polínicos, antracológicos, faunísticos y de dos piezas líticas, realizados por varios especialistas. Se cierra con un índice bibliográfico y un resumen de. la obra en inglés. Los autores, tras una pequeña introducción en que agradecen la ayuda prestada por un equipo de investigadores, comienzan con la metodología análitica de la obra (Cap. 1); los capítulos 2 y 3 se ocupan de la situación del yacimiento, las prospecciones 'y metodología de las excavaciones (método de Wheeler y el de Harris, aunque con diversas modificaciones e innovaciones exigidas por el propio asentamiento), cuyos resultados les han permitido precisar la secuencia cultural del yacimiento delimitándolo en la Fase Talayótica, así como el descubrimiento de un talayot (vestigios de otro más pequeño), un muro defensivo que rodeaba el asentamiento y cuatro conjuntos de habitación, que los autores describen exhaustivamente, completándolo con el estudio de los materiales arqueológicos de cada una de las unidades excavadas. El cuarto capítulo se halla dedicado al estudio del sistema constructivo. Dentro de los muros se distinguen tres tipos talayóticos, en base al número de paramentos, tamaño y disposición de las piedras: A) muros de más de 1 metro de anchura, dos paramentos el externo dispuesto a soga y el interno a tizón y un relleno de piedras y tierra; B) muros entre 0,60 y 0,90 m. de anchura, con paramentos de piedra pequeña colocadas irregularmente y trabajadas por piedras aún más pequeñas; C) muros entre 0,24 y 0,50 m. de anchura, formados de un sólo paramento de piedras colocadas a tizón. Se observa que el tipo A se utiliza para tres estructuras: el talayot, la muralla y un muro de la habitación 4; y los tipos B y C únicamente para las viviendas, lo que permite constatar una unidad estructural en ellas. También se han podido definir los pisos de estas construcciones acondicionados a la roca natural, así como la distribución interna del espacio. En cuanto a la techumbre, los análisis estratigráficos y de las diversas muestras orgánicas han detectado que la madera empleada fue la de acebuche. Se termina el capítulo con un estudio analítico de los posibles procesos de trabajo que implica la actividad constructiva, en base a los pueblos primitivos actuales con el mismo nivel de desarrollo que los habitantes de Son Fornés. El quinto capítulo está dedicado al material cerámico, con una clasificación de las pastas, un análisis morfométrico, así como la aplicación de modelos estadísticos que, en opinión de los autores, les permite elaborar hipótesis (que habrían de ser contJ;astadas mediante la comparación con otros poblados coetáneos de la zona) acerca de la funcionalidad de las unidades habitativas a partir de las formas y técnicas cerámicas aparecidas en cada una de ellas. Igualmente se incluye un apartado de tipo antropológico-experimental, de. utilidad, en nuestra opinión, algo dudoso, al menos a falta de un número relativamente alto de ejemplos de otras procedencias. El sexto capítulo contiene lo que podríamos llamar «conclusiones de índole social» del estudio, en las cuales se trata de integrar los datos obtenidos mediante los anteriores análisis en su contexto socio-económico, con hipótesis, generalmente bien fundadas (teniendo presentes, empero, las salvedades formuladas a propósito del capítulo 5:) acerca de los procesos productivos e integración del hábitat con su ecosistema. Igualmente, deducen los autores rasgos acerca de la estructura política de esta población que, según ellos, aparece en los inicios de un proceso de jerarquización. La obra, en su conjunto, es un ejemplo destacado de lo que puede aún dar de sí la Arqueología a partir de la convergencia de múltiples disciplinas hasta ahora tradicionalmente apartadas de estos

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Wasowicz) y en Magna Grecia y Sicilia (G. Vallet), así como el problema de las fortificaciones en este último ámbito (D. Adamesteanu). Se toca también la cuestión de las amonedaciones griegas e indígenas en la Magna Grecia (A. Stazio) y, por último, el reflejo del mundo indígena en los textos y en el vocabulario griegos (M. Moggi; G. Testa). -El último gran apartado al que hemos de hacer referencia se titula Representaciones ideológicas. Como en los anteriores, es en el mundo griego en el que se hace más hincapié. Así, junto con un estudio dedicado a la relación entre tryphé y colonización (G. Nenci) nos encontramos otro dedicado al debatido tema de las mujeres indígenas y los colonos griegos (R. van Compernolle), otro centrado sobre los valores ideológicos del mundo griego arcaico en relación con la colonización (M. Lombardo) y otro, por fin , acerca de la imagen del bárbaro dentro del mundo magnogreco (A. Greco-Pontrandolfo). Por último, nos hallamos con un interesante trabajo acerca de los valores simbólicos del vino en el ambiente latino arcaico (M. Gras) y otro acerca de la propaganda en la literatura helenística (A. Zambrini). Como se ve, si la heterogeneidad es la tónica de este Congreso, aún dentro de la necesaria referencia al tema propuesto para su celebración, creo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que es el estudio del mundo griego (especialmente colonial) el que se lleva la «parte del león». En efecto, son numerosos los aspectos tocados, como hemos podido ir viendo. De esta manera, junto a estudios que cabría considerar «tradicionales» en su planteamiento y que, aun siendo valiosos, no dejan de ser más que estados de la cuestión ampliables en un futuro más o menos próximo, hay otros cuyo enfoque es, al menos desde el punto de vista del que esto suscribe, más novedoso. Entre estos últimos merece mencionarse, como ejemplo de lo que debe ser el procedimiento de investigación sobre realidades indígenas influidas por la cultura griega, el trabajo de E. de Miro, Forme di contallO e processi di trasformazione nelle societa antiche: esempio da Sabucina (p. 335344), en el que se analiza este centro indígena siciliano, en el territorio gelense-acragantino, cuya importancia radica, ante todo, en el hecho de que puede documentarse bastante bien el proceso de helenízación del mismo, con la importancia que ello puede"tener a la hora de establecer el «modelo aculturadof» rodio-cretense en Sicilia. ' Muy importantes también son los trabajos que analizan, desde diferentes puntos de vista, las relaciones entre los colonos griegos "y las poblaciones indígenas y, especialmente, sus mujeres, saliendo decididamente al paso de ideas dominantes hasta hace no mucho, en exceso celosas en la defensa de un mal entendido «purismo helénico». En el presente Congreso, pues, hemos de mencionar los artículos de L. Gallo, Coloniz::azzione, demografla e strutlllre di parentela (p. 703-728); G. Nenci y S. Cataldi, Strumenti e procedure nei rapporti tra Greci e indigeni (p. 581-606); R. Van Compernolle, Femmes indigimes et cólonisatellrs (p. 1033-1049) Y J. de la Geniere, Entre Grecs et non-Grecs en [talie dll Sud et Sicile (p. 257-272). En rel~ción con el mismo problema podemos mencionar las intervenciones referidas a la imagen del indígena en el mundo griego colonial, cuestión que se superpone e imbrica con la, de la elaboración del concepto de «bárbaro», término dotado, en último término, de connotaciones peyorativas. Son destacables, en este sentido, las comunicaciones de A. Greco-Pontrandolfo y A. Rouveret, La rappresentazione del barbaro in ambiente magnogreco (p. 1051-1066) y de M. Moggi , L 'elemento indigeno nella tradizione letteraria sulle «ktiseis» (p. 979-1004). Por último. otro tema en el que las investigaciones de los últimos años están obteniendo importantes progresos es el de la relación ciudad-territorio, concentrada en los problemas que plantea la estructuración urb.¡mística del a"crtu y su relación frecuente con los ejes directores de la distribución de tierra en la xwpa lo que, a su vez. permite analizar tanto los tiempos como los modos de la expansión colonial y el sistema de explotación del territorio, cuanto las relaciones entre la ciudad griega y las regiones no griegas circundantes así como las transformaciones operadas a su sombra. Sobre este punto pueden verse los estudios «paralelos» de G. Vallet y A. Wasowicz, referidos a dos ambientes coloniales relativamente bien conocidos (A. Wasowicz, Urbanisation et organisation de la chora coloniale grecqlle autollr de la mer Noire, p. 911-936; G. Vallet Urbanisation et organisation de la chora coloniale grecqlle au Grande Grixe et en Sicile, p.,937-956). Si tuviera que condensar en pocas palabras las principales aportaciones de las Actas del Coloquio de Cortona no dudaría en afirmar que constituyen, globalmente, un buen ejemplo de cómo pueden salir determinados problemas que tiene planteados la Historia Antigua del relativo impasse a que un mal entendido apego a la letra de las fuentes antiguas y un desprecio (o desconocimiento) de las otras fuentes de información de que dispone el historiador (arqueología, epigrafía, lingüística, iconografía, etc.) les había conducido. En este Coloquio se proponen y en parte se resuelven (o se dan las pautas a seguir en el futuro) problemas que no habían sido planteados antes de forma global, en cierta medida porque se ha estado «idolatrando» en exceso a los «clásicos». El Historiador debe preguntarle al pasado todo aquello que le ayude a comprender a las sociedades antiguas y debe extraer de todas las fuentes de información a su alcance (bien entendido, teniendo siempre muy presentes las limitaciones de cada una de ellas) las respuestas a sus preguntas. En este caso, la pregunta clave podría ser ¿cómo, por qué, cuándo y dónde se producen transformaciones resultantes

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del contacto entre culturas en el Mundo Antiguo? La (o las) respuestas pueden ser múltiples; pero la novedad es que los historiadores antiguos no se plantearon jamás esa cuestión con todas sus consecuencias. Por fuerza, pues, todo estudio que trate de responder, siquiera parcialmente a la pregunta arrojará nueva luz a nuestra visión del Mundo Antiguo y de sus procesos de transforma., clon. J, DOMINGUEZ MONEDERO Universidad Autónoma de Madrid. ADOLFO

Adonis. Relazioni del colloquio in Roma 22-23maggio 1981. Collezione di Studi Fenici, 18. Roma, Consiglio Nazionale delle Ricerche, 1984. 111 págs.

En los últimos años ha crecido de manera muy notable el interés por la figura y el significado del dios Adonis. Sin olvidar trabajos tan valiosos como Les jardins d'Adonis. La my/hologie des aroma/es en Grece, París, 1972 de M. Detienne, recientemente ha sido publicada una excelente monografía representativa de esta corriente del italiano Sergio Ribichini, Adonis. Aspeui, «orien/ali» di un mi/o greco. Roma, 198 1; también se ha iniciado ya un corpus completo de las fuentes literarias, epigráficas e iconográficas sobre esta divinidad y su culto, que dentro de la serie ElUdes préliminaires al/X religions orientales dans /'Empire romain dirigida por Maarten J. Vermaseren, pondrá a disposición de los estudiosos toda la documentación y será, por tanto, punto de partida obligado de futuros trabajos. Dentro de este contexto tuvo lugar un coloquio científico en Roma en el año 1981 cuyas comunicaciones publicadas en estas actas pretendían revisar críticamente los métodos empleados y dar a conocer nuevos documentos que enriquecieran la problemática en cuestión. En el creciente interés por la morfología de Adonis manifestado por especialistas de distintas tendencias y disciplinas, ha jugado un ,papel nada despreciable como así lo señala el propio Ribichini el análisis estructural de la mitología griega aplicando los métodos de Dumezil y Lévi-Strauss y las investigaciones de Petazzoni y Brelich. Es evidente, por tanto, que los trabajos de Mannhardt y Frazer tan valiosos por otra parte en su época han quedado ya superados: con ellos ha ido despareciendo también la imagen de un Adonis que muere y resucita, que simboliza la muerte y el crecimiento de la vegetación; frente a la tesis del dying god propuesta por Frazer, han ido surgiendo nuevas interpretaciones y metodologías en los últimos años, Este cambio de planteamiento de los estudiosos ya se comezó a advertir cuando en 1966 fue publicado en París el libro de W. Atallah, Adonis dans la lil/era/ure et /'art grecs, que se alejaba de las posturas mantenidas por los estudiosos de comienzo de siglo. De esta manera, abandonada la interpretación del dios en conexión con la fecundidad, han aparecido nuevos valores atribuibles como la institución matrimonial, el mundo de las plantas aromáticas y la caza. Pero sobre todo han quedado abiertas nuevas cuestiones que en el futuro deberán desarrollarse, Por ejemplo, el problema de la presencia en el área del Próximo Oriente de una morfología divina venerada con el título o el epíteto de Adonis en varios momentos históricos. La hipótesis que va implantándose cada vez con mayor fuerza apunta a una evolución histórica que del culto de los soberanos divinizados llevó a la formación de una de las divinidades políadas fenicias. Los datos que proceden de la documentación de Ugarit, Ebla e incluso de las ciudades fenicias serán partiq.!larmente útiles al respecto; la monografía de Ribichini recoge cómo las tradiciones sobre Adonis van ligadas al área sirio-palestina, cuyas creencias mítico-rituales remontan el IV milenio. Otro punto importante que ya se viene debatiendo en estos años es el de la «interpretatio greca» del personaje; los griegos adecuaron a su cultura las concepciones religiosas orientales de Adonis: la connotación heroica que tuvo en Grecia, los temas del incesto, la prostitución, el perfume y la música son ejemplos muy indicativos. También se presta a un análisis científico la utilización del mito y del culto de Adonis por determinados sistemas filosóficos como el orfismo o la gnosi's. A todas estas cuestiones que en los próximos años han de ir desarrollándose para lograr una imagen más acertada de Adonis, dedican varias comunicaciones algunos de quienes intervinieron en el «Colloquio» de' Roma, Así los trabajos presentados por S. Ribichini Adonis (ra ieri e domani: prospel/ive e metodi di recerca , D Sabatucci JI problema s/orico-religioso di Adonis: confronto tra iI momento frazeriano e iI moderno . U. Bianchi Adonis: al/ualita di una in/erpretazione religions-geschichtlich , y P. Xella Adonis oggi. Un bilancio crítico. Estos autores, grandes estudiosos de la historia de la religión, conocen con profundidad el mito de Adonis y están por ello plenamente autorizados a señalar las líneas de investigación que en el futuro deberán seguirse. Pero también recogen estas actas otras intervenciones que tratan algunos de aquellos nuevos temas que empiezan ya a ser tratados, Me refiero a las comunicaciones de Loretz ADN come epi/elO di Baal e i slloi rappor/i con Adonis e Adonaj ,c. Grottanelli Da Mirrha al/a mirra: Adonis e iI profumo

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dei re siriani . B. Servais-Soyez J1usique et Adonies. Apport archeologique la connaissance du rituel adonidien . J. Servais La date des'Adonies d'Athenes et l'expedition de Sicile . y A.M.G. Capomacchia II mito de Myrrha: aspetty del raporto tra cultura classica ed Oriento Todavía no podemos disponer de lo que Ribichini denomina el «dossier» de Adonis, un trabajo de conjunto organizado sobre las nuevas bases. Pero si a la bibliografía anteriormente citada y al corpus que ya ha comenzado a elaborarse, añadimos esta publicación donde se apuntan las nuevas perspecti vas, muy distintas de las viejas teorías frazerianas, nos daremos cuenta que ese momento no puede tardar mucho en llegar. SANTIAGO MONTERO HERRERO Universidad Complutense. Madrid. ,

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M. PALLOTTINO. Storia della prima Italia. Milán, Rusconi, 1984. 256 págs. + XXXVI láms. M. PALLOTTINO, Etruscologia, ?,a ed. Milán, Hoepli, 1984. 564 págs. + CXXXVIII láms. Reseñamos aquí dos recientes trabajos de conjunto debidos a la pluma del ilustre investigador Massimo Pallottino por cuanto que son, en líneas generales, complementarios entre sí, ¡mnque perfectamente independientes al mismo tiempo. De su lectura conjunta podrá extraer el lector, no obstante las inevitables reiteraciones, una amplia visión acerca de la antigua historia de Italia que de lo general conduce y desemboca en lo particular y detallado. Siguiendo este esquema, empezamos por lo general. La Storia della prima Italia. al menos a juicio del que esto escribe, da la impresión de ser una reestructuración del contenido del libro del mismo autor Genti e cullllre dell'Italia preromana (Roma, 1981) en el que los datos, en lugar de ir dispuestos por orden geográfico, van ordenados cronológicamente. Es probablemente esta disposición cronológica lo que le permite a Pallottino introducir en el título la palabra Storia. En efecto, el libro se divide en cinco grandes capítulos, a saber, «Para una definición del concepto de "Historia Itálica"», «Los orígenes», «La era del florecimiento arcaico (s. VIII-Va. c.»), «La era de la crisis (s. V-IV a. c.») y «Continuidades Itálicas en la unificación romana». Si hay algo que, sobre otras cosas, es digno de alabanza en este libro es, precisamente, que en esta historia de Italia, se nos va a dar una historia de Italia; y no pretendo hacer ningún (dudosamente ingenioso) juego de palabras. Las preocupaciones de Pallottino han estado muy lejos siempre de la visión harto frecuente en Italia (pero no sólo en ella) desde los años treinta, de enfocar la historia teniendo siempre presente que la conclusión «natural» de la misma llevaba al imperio de Roma; visión que, por otra parte, no difería grandemente de la que los propios autores latinos (y griegos interesados por el tema) se encargaron de divulgar, Y si Pallottino se ha mantenido lejos de esa visión se lo debe a su permanente dedicación al estudio de los etruscos, los cuales, desde el punto de vista del clasicismo romano representaban el fracaso frente a Roma y, por ende, su desaparición absoluta ante el empuje de ésta. Las vicisitudes que ha tenido que atravesar la historiografía moderna hasta poder plantearse el estudio de una Historia Antigua de Italia sin la omnipresencia de una Roma descontextualizada son analizadas por Pallottino en el primer capítulo de la obra aquí reseñada. El período de los orígenes es, sin duda, una de las etapas de la protohistoria italiana más decisivas, puesto que es en el mismo en el que se sientan las bases étnico-lingüístico-culturales que van a formar el sustrato sobre el que la actuación de determinadas influencias producirán el inicio de la auténtica historia italiana. Pallottino es totalmente consciente de ello y sintetiza un conjunto de datos procedentes de las tradiciones que tanto griegos como romanos empleaban para sistematizar sus escasas noticias sobre esas remotas épocas; igualmente, el recurso a la arqueología (y las excavaciones de los últimos años adquieren aquí una importancia decisiva) así como un planteamiento del problema lingüístico, le llevan a definir, desde el inicio de la Edad del Hierro una serie de áreas lingüísticas, cuyos pendants arqueológicos son, más o menos"claros a pesar de las incerticumbres y lagunas existentes, algunas de las cuales se irán disipando con el avance de las investigaciones, mientras que otras permanecerán siempre como incógnitas. Como el propio Pallottino afirma, «la estructuración étnica básica de la Italia antigua tiene lugar más o menos contemporáneamente al inicio del primer milenio a. c., en el ámbito histórico-cultural que precede inmediatamente, y acompaña, el inicio de la edad del Hierro» (p. 63). Desde ese momento serán básicamente, sólo dos los elementos que, de modo importante, intervendrán en el proceso formativo de la población itálica: griegos y galos. Los primeros serán los responsables directos de las transformaciones socio-económicas (por no mencionar las ideológico-culturales) que determinarán la aparición de formas de gobierno más complejas y que desembocarán en la emergencia del estado en el ámbito itálico. Es por ello por lo que podem os hablar con Pallottino del «florecimiento arcaico»; una época en la que vemos transplantadas a Italia comunidades que , a pesar de indudables relaciones en los aún oscuros siglos del

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segundo milenio (por no hablar de unos muchos más difusos «parentescos» indoeuropeos con las poblaciones indoeuropeas de Italia) son portadoras de un as tradiciones esencialmente distintas y potencialmente con más futuro , surgidas en el acaso más propicio solar griego. La historia de Italia es, pues, en parte, historia de la Hélade; pero es también la historia de cómo esas «naciones» que han surgido con caracteres definidos al alba del primer milenio antes de nuestra Era , entran de lleno en la historia de la mano de esos griegos. Y son sin duda los etruscos los primeros que adqui eren una madurez tal que les hace poder seguir muy de cerca los pasos de aquéllos; la época arcaica en Italia, pues, está dominada, y así lo ha visto Pallottino, por el surgimiento de la cultura etrusca. su progresiva expansión a otras regiones itálicas distintas a su ámbito geográfico originario. y sus ininterrumpidas relaciones con los griegos: relaciones que van a ir creando, como apunta nuestro autor, verdaderas esferas de influencia (marítima y terrestre, comercial y política) entre griegos, etruscos y cartagineses, un elemento este último que, aun ajeno en sentido estricto a la historia itálica arcaica, no por ello dejará de marcar una impronta duradera. Es una época de gran din amismo, cuyas notas más destacadas, en palabras de Pallottino podemos detectarlas en el auge de «relaciones diplomáticas, religiosas, culturales, artísticas, económicas, cada vez más intensas. que crean una auténtica y verdadera vida internacional y difunden rasgos comunes de civilización y determinan un desarrollo elevadísimo de los centros individuales, independientemente de su adscripción "étnica"» (p. 95). Una época la arcaica que, al igual que en Grecia, es época de formación en la que los rasgos esenciales de cada sociedad se delimitan al tiempo que se van sentando las bases de las sociedades políticas futuras; es al final de ese período cuando, como afirma Pallottino, se produce la ruptura de los equilibrios arcaicos, iniciándose la fase de los tiranos, uno de cuyos exponentes sería el Thefarie Velianas conocido por las láminas de oro de Pyrgi (pp. 112-113). La época que se inicia en el siglo V es llamada por Pallottino época de crisis; una crisis que se manifiesta en varios aspectos: reducción y casi total desaparición de los lujosos ajuares funerarios de la época precedente, lo que sin duda está reflejando la crisis de los sistemas políticos y económicos anteriormente en vigor; las intensas migraciones de los indi viusos del grupo lingüístico itálicooriental (osco-umbros) que «se transformarán en un aluvión destinado a sumergir gran parte de la Italia centro-meridional» (p. 121) Y que darán al traste con las pretensiones etruscas sobre Campania e, incluso, con algunas de las más florecientes ciudades de la M egale Hellas; las invasiones galas, el otro gran aporte étnico-cultural extra-itálico (desde el inicio del primer milenio a.e.) que desde fines del siglo V y principios del siglo IV, ocuparán una parte importante de la Italia septentrional, realizando correrías por gran parte de la central afectando, en una de ellas, a una ciudad latina. bien situada pero de ninguna manera predestinada a un futuro más grandioso, Roma. Italia entra en esta época de convulsiones en las miras de los griegos de Occidente, no tanto los de la Magna Grecia (afectados directamente por esta crisis) cuanto los de Sicilia e, incluso, los del continente griego. El siglo IV, que se inicia con las turbulentas correrías galas, ve cómo Roma empieza a dar sus primeros pasos en la creación de un marco político autónomo; primero el Lacio; luego, el terrirorio samnita; simultáneamente, relaciones con el terrirorio daunio; victoria sobre los etruscos, tratado con Cartago del 306 ... Poco a poco, la imagen de Italia empieza a cambiar y como subraya Pallottino, en poco más de una generación (entre el 338 y el 295 a. e.) «una ciudad-estado (Roma) y una liga (la liga latina), formalmente no diferentes de las otras ciudades-estado y de las otras ligas, etruscas, griegas, existentes en Italia, se transforman de manera casi prodigiosa e irreversiblemente, en la potencia árbitro del destino del mundo itálico y capaz de cualquier expansión ulteriom (p. 153). Desde ese momento, Pallottino ve dos historias paralelas, la «romana» y la «itálica», pero su principal tesis en este último capítulo de su libro es la continuidad de la historia itálica dentro de la unificación romana, que se consigue por el peculiar modo de actuar romano que nuestro autor sintetiza en dos puntos: imposición de un sistema unitario por la fuerza de las armas v un hábil pragmatismo político y, al mismo tiempo, superposición de este esquema a la pluralidad- y estaticidad de las tradiciones itálicas sin llegar a alterar su imagen formal (p. 154). A pesar de los indudables cambios que se producen (y que son enumerados por Pallottino) es igualmente evidente la continuidad para nuestro autor; una continuidad favorecida por la asunción por parte de Roma de una herencia que es síntesis de las culturas anteriores (etrusca, griega, itálico-oriental), pero dé entre las cuales Pallottino concede preeminencia a la itálico-oriental; en efecto, para él, el tipo de conquista territorial practicado por los pueblos osco-umbros, a diferencia del tirrénico, de carácter más limitado, era potencialmente ilimitado. Roma sabrá capitalizar esto, concluyendo la unificación de Italia. Una última ocasión en la que se manifiesta para Pallottino la continuidad de una conciencia itálica aún no sumergida por Roma, es en la guerra social, en la que «diríamos que existe una sigularmente tardía y casi nostálgica toma de conciencia de una italicidad recuperada y afilIllada frente a Roma» (p. 184). Será Roma quien, obviamente, acabe triunfando aunque sin que se extingan las poblaciones dorvinadas por ella, al menos inmediatamente; las regiones de Italia, creadas por Augusto, guardarán el recuerdo de las «naciones» itálicas unificadas por Roma; pero en los siglos futuros prácticamente esto será lo único que quede de las mismas: el nombre.

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Como hemos visto, una de las culturas que más peso ha ejercido en la historia de Italia es la cultura etrusca; Pallottino es, sin duda, el padre de la ciencia etrusco lógica moderna y su libro, que lleva por título Etruscologia es, sin duda, el instrumento básico de la misma. Ni que decir tiene que hoy día son muchos y muy variados los estudios parciales y de conjunto que puede utilizar el investigador del mundo etrusco; sin embargo, el recurso a la Etruscologia de Pallottino es (sigue siendo) casi obligado. Comentamos aquí la séptima edición renovada de la obra (la primera data de 1942); voy a prescindir aquí de analizar en su conjunto toda la obra, puesto que no es una obra que aparece por vez primera. Etruscologia es un libro que ha sido reseñado repetidas veces (casi hasta la saciedad) desde su primera aparición; y no es valorar negativamente la presente obra afirmar que sigue siendo la misma de 1942, porque a lo largo de sus numerosas ediciones y reimpresiones ampliadas, el autor ha ido modificando aquellos capítulos que iban quedando anticuados e introduciendo aquellos datos que las nuevas investigaciones propias y ajenas iban aportando. Es, como pocos, un ejemplo de libro «vivo», de obra siempre incompleta y permanentemente en proceso de crecimiento. Me limitaré aquí, por consiguiente, a indicar qué puntos de la nueva edición difieren de la reimpresión de 1982 de la sexta edición. El primer apartado de la edición anterior, «Breve historia de la Etruscología» ha sido sustituido por una «Introducción al conocimiento del mundo etrusco»; cambio necesario por cuanto que hoy día ya no hay que «justificar» un determinado enfoque de los estudios etruscológicos en el sentido de demostrar su derecho a recibir una atención per se. Por lo que se refiere al capítulo primero, «Italia en los albores de la Historia» se mantiene, en líneas generales, la redacción antigua en los apartados de las teorías tradicionales, los datos lingüísticos y la cuestión del nacimiento de las estructuras históricas de la Italia antigua; sí se modifica el apartado de los datos arqueológicos, aunque permanezca la visión de conjunto y vemos cómo se afirma ya decididamente que la cultura villanoviana representa la primera expresión conocida de la expansión etrusca, algo que en la edición anterior se esbozaba como una tímida hipótesis. El capítulo 2.', «El problema de los orígenes etruscos», permanece, en líneas generales, con la misma redacción que en la edición de 1982. El capítulo 3.', que lleva ahora el título de «El florecimiento arcaico» (nuevamente), es uno de los que presentan más novedades y da una visión más completa que el antiguo capítulo 3.', «Los etruscos en el mar» que se integra ahora como un apartado en este nuevo capítulo; se hace hicapié ahora en la cuestión de los recursos mineros etruscos·como fuente generadora de riqueza y productora de importantísimos cambios sociales. Es sumamente positivo, en mi opinión, que Pallottino defienda la veracidad de las informaciones transmitidas por las fuentes griegas acerca de navegaciones etruscas por el Tirreno meridional ya en el siglo VIII, navegaciones consideradas «piráticas» por estas fuentes, frente a las actuales tendencias «rebajistas» que quieren hacernos creer que dichas fuentes pretenden remontar el siglo VIII una situación que «no ha podido ocurrir» antes de la' segunda mital del siglo VI. . Se retoman en este capítulo las redacciones de algunos de los antiguos apartados; así el apartado ,de la «expansión de los etruscos por Italia» retoma el de «extensión territorial y desarrollo de la Etruria interna» del antiguo capítulo 4.'; el nuevo apartado «nuevos equilibrios internacionales. Los sucesos en el área tirrénica desde la mitad del siglo VI hasta el inicio del siglo V» es una reelaboración amplia del antiguo «las guerras navales entre griegos y etruscos»; el apartado «la sociedad y la civilización de la Etruria arcaica: factores, valores, reflejos», retoma «difusión de la civilización etrusca en Italia», del antiguo capítulo 4.'. De cualquier modo, el nuevo capítulo 3.' da una imagen mucho más coherente de lo que representa la fase arcaica en la historia de Etruria, teniendo en cuenta las nuevas aportaciones arqueológicas, pero también las nuevas orientaciones científicas. El nuevo capítulo 4.', «Etruria en el mundo itálico», poco tiene que ver, a pesar de su título, con el antiguo «Los etruscos e Italia» por cuando que los contenidos de este último han quedado integrados en su mayoría en el nuevo capítulo 3.'. Se dedica el nuevo capítulo 4.' al estudio de la Península Itálica y Sicilia durante las épocas clásica y helenística, momentos que no recibían un tratamiento adecuado en la anterior edición. El resto del libro apenas difiere de la edición anterior, aunque hay algunas modificaciones de detalle como el reconocimiento definitivo de que la Volsinii arcaica hay que localizarla en Orvieto, heredando su nombre Bolsena tras el traslado allí de sus habitantes por Roma en 264 a.c., frente a lo que el mismo autor sostenía en la precedente edición (Volsinii = Bolsena; Orvieto, centro de nombre antiguo desconocido); se mantiene prácticamente igual el capítulo 6.', «Sociedad e instituciones» (antiguo «La organización político-social»), así como el 7.', «La religión», el 8.', «Literatura y artes» (únicamente se sitúa el período de los orígenes etruscos entre el siglo IX y el VII, en lugar de entre los siglos VIII y VII), y el 9.', «La vida y las costumbres» (aunque se adscribe ahora al siglo VIII en lugar de al VII la difusión de la cerámica de arcilla depurada, por influencia griega). Por lo que se refiere a la última parte del libro, dedicada a los problemas de la lengua, hay más cambios formales que de fondo; el capítulo JO.', «Planteamiento del problema» conserva, en líneas generales, el esquema previo, aunque integra cuestiones que en la edición precedente eran recogidas en el antiguo capítulo 11.', «Las fuentes y el mé\odo»; el nuevo capítulo 11.', «Los textos etruscos

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y su interpretación», introduce como novedad parcial la traducción y comentario de algunos te xtos etruscos, alguno de los cuales ya habían sido estudiados en el antiguo capítulo 12:. Por últim o el capítulo 12:, «Los conocimientos lingüísticos» sustituye al antiguo «Conocimientos y resultados», donde se reflejan algunos de los nuevos datos gramaticales y lingüísticos producto de las in vestigaciones de los últimos años. Como en la edición precedente, figura un vocabulario etrusco, de innegable utilidad, en forma de apéndice, en el que se recogen algunas palabras nuevas (cana; cela; culSc va; zin; hante; lamas; nacn(u)va; ulpaia; faruan, equivalentes a objeto, cipo; cella sepulcral; de Culsu; hacer (vasos); adelante (?); Ah.puas; grandeza; IlAm¡ y en generar, nacido, respectivamente). Por lo que se refiere a la bibliografía general, apenas ha sufrido modificaciones (las cuales, empero, sí se observan, a lo largo del libro en las notas a pie de página); el número de láminas en blanco y negro ha aumentado, tanto con hallazgos más recientes (por ejemplo, el acroterio de Poggio Civitate, Muria, lámina XCII) cuanto con imágenes más completas de testimonios ya conocidos (como la lámina XXXIV, que recoge la inscripción de Velthur Spurinna con el fragmento superior derecho que permite su identificación~frente a la antigua lámina X, que recoge el mismo elogillln pero sin ese elemento, lo que impide su identificación y, por ello, su utilización histórica).

* * * En conclusión, quisiera destacar como uno de los méritos más importantes de estas dos obras de Pallottino el que nos hallamos aquí con dos trabajos insustituibles, por más perfectibles que puedan ser, por la razón principal de que su autor es el nexo de unión entre unas concepciones de la Historia Antigua en general e itálica en particular, ya periclitadas y que él contribuyó a que así fueran, y las actuales corrientes historiográficas que abordan la historia primitiva de Italia como una parte más de la historia del Mediterráneo desde época arcaica, en la que no hay ninguna «predestinación» y sí un continuo contacto que crea, si no una cultura común sí, al menos una Koiné cultural mediterránea. Esto es algo que ya supo ver Pallottino cua,ndo la communis opinio iba en otra dirección; y, por ello, tal vez hoy día, cuando el estudio de estos temas sigue los caminos abiertos por él, pueda parecer que la aportación de Pallottino no añade nada sustancialmente nuevo. Sin embargo, esto es sólo mera apariencia; no sólo la escuela no ha sumergido al maestro, sino que éste ha sabido mantener el ritmo que él mismo ha marcado y que sus discípulos, con más o menos éxito, han seguido. • •

ADOLFO J. DOMÍNGUEZ MONEDERO . Universidad Autónoma de Madrid.

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FILlPPO COARELLI, JI Foro Romano. Período arcaico. Roma, ed. Quasar, 1983, 329 pp. + 83 figs .; 11 Foro Romano. Periodo Repubblicano e augusteo, Roma, ed. Quasar, 1985, 351 pp. + 91 figs . •

Se presenta en estos dos volúmenes un cuadro de conjunto sobre el Foro romano, desde la época arcaica hasta el período augusteo. No se trata, sin embargo, como advierte el propio autor, de un manual sino de diversos trabajos resultadp de largas actividades científicas y didácticas. Metodológicamente se confrontan los datos de la tradición literaria con la situación topográfica y arqueológi,ca examinada por contextos cronológicos, púes existe en la obra un continuo esfuerzo por distinguir niveles o fases dentro del período arcaico o republicano, atendiendo a la realidad política y social. dedicado a la época arcaica tres son los núcleos que articulan la En el primer volumen exposición: la Sacra Via , el Comitium y la Nova Via. La primera novedad que encuentra el lector es el nuevo recorrido fijado por Coarelli para la Vía Sacra. En su parte oriental ésta no es identificable como se viene haciendo con la vía que va al arco de Tito y de allí a la meta sudan!. Tal identificación nació en su opinión de una acrítica aceptación de los testimonios arqueológicos. Las fuentes literarias indican un recorrido distinto que del Foro se dirige directamente hacia las Cari-

nae. Coarelli describe uno a uno los edificios que la tradición coloca en la Sacra Via summa (el templo de Júpiter Stator, la porta Mugonia, la casa de Tarquinio Prisco, el templo de los Lares, la estatua de Clelia) concluyendo que el trazado oriental de la Sacra Via, en su fase originaria, torcía hacia el noreste, a partir de la puerta Mugonia, en dirección a las Carinae atravesando por tanto oblicuamente la Velia. En la exposición del recorrido de la Sacra Via en su tramo occidental se detiene en las formas y funciones de la Regia, uno de los edificios que mayor polémica ha levantado en los últimos años. Coan¡lli estudia la Regia en sus conexiones con la domus regis sacrorum y el atrium Vestae inclinándose a aceptar la tradición, es decir, considerándola como residencia del rev. • •

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Se apoya para ello en la arquitectura etrusca, particularmente en los palacios de Acquarossa y Murlo. Para compatibilizar la residencia del monarca con las conocidás cellae consagradas a Ops y Marte en su interior, Coarelli propone evitar el término de santuario y considerarlo como sacrarium. un lugar consagrado que podía quedar comprendido en edificios privados. Completa la descripción del recorrido con un estudio de la capilla de Cloacina y del santuario de Jano para terminar, tras prestar su atención al Arx y al Auguraculum. con una nueva hipótesis: la localización del templo de Juno Moneta en los jardines de S. María in Aracoeli. Pero el arqueólogo italiano va aún más lejos al tratar también de determinar las funciones de la Sacra Via. Su función principal sería, en opinión suya, la de unir la Regia con el Arx y el Comitium lo que permitiría al rex acceder con facilidad a los lugares donde se desarrollaban sus principales actividades políticas, jurisdiccionales y religiosas. Tal sistema, en sus niveles más arcaicos, sería anterior a la fundación de la ciudad histórica, es decir, a la época de los Tarquinios. La segunda parte de este volumen es quizá -por conocida la menos interesante de las tres: contiene trabajos que, aunque ampliados y reelaborados, han sido ya publicados en diversas revistas italianas. Recordaremos, sin embargo, el valioso examen de la cronología absoluta de las fases del Comicio y de los edificios relacionados con él. En la zona del Comitium Coarelli sitúa el mundus que, por su relación con el area Salllrni, cree que en origen coincide con la pavimentación del Foro y del comicio y con la construcción de los primeros edificios públicos, fase que con cierta seguridad se sitúa entre fines del S. VII e inicios del VI. El mundus sería, a su juicio, identificable con el umbilicus-omphalos, término empleado desde el siglo II a. e.; parece '! La aculturaclón que se produce en el Valle del Ebro no produce un cambio de población (A. Beltrán, Ampurias, 38-40, 1976-78, p. 208) y es probable que tampoco en la región soriana. Por ello, no comparto la denominación de «protoarévacos» (ni la de «protovacceos»). Probablemente, no hay apenas cambios de población significativos desde los inicios de la Edad de Hierro, y quizá entonces tampoco sean tan numerosos como se piensa. En este sentido, es interesante la comunicación del Prof. Ruiz Zapatero, que plantea la posibilidad (o la realidad efectiva), de una continuidad de poblamiento entre el Bronce Fina'l y el primer Hierro (p. 180) lo cual, por otra parte, es algo perfectamente lógico. Que Cogotas I como «cultura» se halle desintegrada, no quiere decir que los portadores de la misma hayan desaparecido de la faz de la Meseta Norte. De ahí el peligro de dar más atención a las cerámicas que a las personas que las hicieron y que, perfectamente podían hacer otras distintas al día siguiente (si aprendían cómo y manteniendo más o menos visibles, algunos rasgos peculiares). El intercambio de influencias culturales queda claro si tenemos presente la casa circular del Castro de Zarranzano, publicada por el Prof. Romero, que se sitúa en los últimos momentos de la primera Edad del Hierro (p. 197) y, como se sabe, este tipo de planta es típico del horizonte del Soto de Medinilla (fases I y 11), en el centro-este de la Meseta Norte (p. 195). En la sección de Arqueología Clásica y junto con la amplia panorámica de las excavaciones de Tiermes por J. L. Argente, hay algunas comunicaciones interesantes. Puede destacarse la del Prof. Espinosa acerca de la integración jurídica de las ciudades de arévacos y pelendones en el Alto Imperio de la que, aunque comparto sus puntos de vista, me gustaría precisar que no estoy totalmente de acuerdo con que vinculaciones «étnico-tribales» de «arévacos» o «pelendones» pierdan su significado (p. 318). Precisamente el ejemplo que el autor aporta, el de Ptolomeo, que aun las emplea en el siglo 11 d.C., debería ponemos en guardia fr.:nte a un concepto quizá demasiado globalizador de esa integración, acaso no tan extendida a todos los núcleos de población del territorio, como pudiera pensarse por el hecho de estarlo los principales. La comunicación del Prof. Balil, por su parte, sobre la estatua de Saturno de la Villa de los Quintanares, pone d::, relieve la existencia de asentamientos rurales de alto nivel en la región, y ya en época alto-imperial (p. 332). Tras una serie de comunicaciones dedicadas a problemas concretos (Ierra sigillata, Uxama, Tiermes, mosaicos), la del Dr. Caballero nos presenta un amplio estado de la cuestión de la arqueología tardorromana y visigoda en la provincia, que todos agradecemos, y en el que yo sólo querría hacer dos puntualizaciones. En su relación. no queda ya clara la interpretación a dar a las «necrópolis del Duero» tras rechazarse su insostenible carácter de limitanei, y no haberse elaborado otrl'; teoría precisa que las explique (p. 442) (a este respecto puede verse un artículo mío en Rerisla de Guimariies, 93, 1983, pp. 101-132). En la cuestión del asentamiento visigodo aplica la teoría tradicional del asentamiento' popular frente al asentamiento nobiliario, interpretando bajo la misma el material de tipo visigodo que allí aparece. Recientemente, yo he reaccionado contra esa vieja teoría, y la indudable «superposición» de la zona de las «necrópolis visigodas» y de la «sub-cultura del Duero», así como la evidente perduración de elementos d~ ésta en los siglos VI y VII (p. 443-444) debe ser tenida en cuenta en un análisis histórico serio de la problemática. Por último, la sección de Arqueología Medi'eval quizá resulte demasiado corta y circunscrita a temas muy específicos y localizados si exceptuamos la Ponencia del Sr. Zozaya que da un rápido repaso a la situación de la Arqueología Islámica en esa excéntrica región de Al-Andalus. En suma, unas actas variadas a las que el estudioso de los temas sorianos en particular, y meseteños en general, deberá acudir de ahora en adelante. Simplemente lamentamos, ya para concluir, la gran profusión de erratas tipográficas a lo largo de todo el volumen que, sin duda, podríarl haber sido subsanadas fácilmente.

J. DOMINGUEZ MONEDERO Universidad Autónoma de Madrid ADOLFO

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