Arte público comprometido y movimientos vecinales en Valencia*

Arte público comprometido y movimientos vecinales en Valencia* *Texto publicado en las revistas: “Fuera de Banda” (1999), “Cimal. Arte Internacional”

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Arte público comprometido y movimientos vecinales en Valencia* *Texto publicado en las revistas: “Fuera de Banda” (1999), “Cimal. Arte Internacional” (2001) y “Ars Nova” (2002)

MIGUEL MOLINA

DESCRÉDITO DEL COMPROMISO (¿PARA QUÉ - PARA QUIÉN?) El arte comprometido siempre se ha movido entre la necesidad y la desconfianza. Necesidad, en tanto que permite la posibilidad de traspasar el arte, su carácter puramente perceptivo, a su proyección social y realización práctica última. Desconfianza, en cuanto a la dificultad del diálogo con los agentes sociales con los que se compromete (véase la relación de los surrealistas con el Partido Comunista Francés), y además se añade la duda de la propia capacidad resolutiva del arte frente a los problemas sociales que se plantea. A esto hay que añadir que el arte comprometido siempre ha sido susceptible a su asimilación, ya sea institucional a través del museo (rebeldía inofensiva en vitrinas), o de mercado mediante la galería (“dáme una protesta que yo haré un negocio”). Por contra, un arte crítico no ha tenido estos problemas, se puede mantener inconformista, independiente e inclusive puede permitirse la contradicción por medio de la autocrítica dentro de su doble asimilación económico-institucional. Su único problema es la esquizofrenia que se le genera entre arte/vida y deseo/realidad, donde unas veces es complaciente y otras traumático (como el rugido del león en su extrema soledad de la selva). Jürgen Habermas ya nos apuntaba que se concede libertad a los grupos sociales que no tiene capacidad de cambiar, y frente a esto los artistas conscientes de ello se han inclinado a comprometerse con los agentes sociales de transformación. Ahora bien, este compromiso en el contexto actual de la posmodernidad/hiperposmodernidad o mundialización/retribalización, ya no se produce desde un discurso iluminista de transformación total de la sociedad y sus estructuras auspiciada por las ideologías políticas-, sino a partir de una postura puntual y fragmentaria. La respuesta ideológica se produce desde la “esfera privada y microsocial” (en palabras de Gerard Imbert), y en consecuencia el artista adopta un posicionamiento también fragmentado y “microcomprometido” (como diría M. Foucault). De ahí, que el arte comprometido actual se centre en problemáticas concretas de grupos sociales (feminismo, sida, xenofobia…) o de lugar (especulación urbanística, conflictos bélicos…), aunque habría que apuntar que recientemente en las últimas manifestaciones antiglobalismo en Seattle (1999) y Praga (2000) frente a las reuniones del G-7, podrían señalar ya una visión crítica más amplia al sistema político-económico mundial imperante, aún centrándose en una reivindicación concreta como son sus consecuencias en el Tercer Mundo. En muchos casos este compromiso se ha reducido a gestos simbólicos de carácter caritativo que se han instrumentalizado y espectacularizado: conciertos solidarios, subastas de arte para recaudar fondos, maratones televisivos por el Tercer Mundo, rifas benéficas…, pero en otras ocasiones, al plantearse la resolución de un problema, ha hecho que el arte traslade su visión crítica mas allá de los espacios intitucionales destinados a él, para invadir el espacio público como forma eficaz de transmisión de sus ideas y de su vinculación a la sociedad en general.

ARTE Y MOVIMIENTOS VECINALES EN VALENCIA: ARTE PÚBLICO COMPROMETIDO COMO ESTRATEGIA DE ACCIÓN COLECTIVA. En esta última década se han producido una serie de movimientos sociales en diferentes barrios de Valencia, surgidos para hacer frente al expansionismo urbanístico. Éste se ha sustentado sobre criterios especulativos de la economía privada y ha venido avalado por una política municipal de intereses creados que pretenden destruir algunos barrios históricos (Cabanyal, El Carme, Russafa y Velluters), la huerta y zonas verdes ( alquerías medievales del Pouet, la huerta y barracas de La Punta, el jardín del Botánico y de Russafa, Les Llometes) y la antigua zona industrial (fábricas de Atzucat, Cros, Ceramo y antiguas naves de Renfe). Todo este expansionismo (y no precisamente de progreso) no implica solamente la destrucción de un patrimonio, sino la construcción de una ciudad sin espacios colectivos de socialización (plazas públicas, centros culturales, espacios verdes) y además sin una identidad diferenciadora que determina cada espacio vivencial, desde una casa o una calle, a toda una urbe. Frente a una agresión de este tipo, la gente que habita estos barrios no se ha quedado impasible y han necesitado organizarse y movilizarse. Esta organización generalmente empieza por las Asociaciones vecinales, se va extendiendo a otros grupos sensibles a esta problemática dentro y fuera del barrio, para conformarse finalmente en Coordinadoras y Plataformas (aglutinadas en Valencia a través de los diferentes “Salvem”). Raramente se canalizará a través de un partido político concreto, aunque alguno pueda sumarse puntualmente. Hay que tener en cuenta que las reivindicaciones van más allá de una ideología partidista, aunque se demanden soluciones políticas. En contraposición a una visión global de transformación de la sociedad, los posicionamientos surgen de la esfera micro-social ante una problemática concreta. De ahí la creación de coordinadoras y plataformas , que bajo el sentido común recogen en su seno políticas opuestas y clases sociales diferentes. Pero los problemas surgidos de la esfera micro-social tienen el peligro del aislamiento, instrumento del que se sirve el sistema para marginarlos y separarlos del interés general. Por ello, los movimientos sociales de barrio toman conciencia que su problemática tiene que extenderse más allá de su ámbito y vincularla al propio interés de la ciudad, es decir, de la acción local a un pensamiento global. El propio aparato ideológico-simbólico del poder político hará lo suyo sirviéndose de los medios de comunicación para silenciar unas veces o manipular otras, con el fin de dividir estos movimientos sociales e inclusive se introducirá en los mismos barrios a través de campañas de contramovimiento que venderán promesas y contrapartidas a los mismos vecinos (un ejemplo ha sido la campaña del Ajuntamiento en el Cabanyal-Canyamelar ofreciendo subvenciones al Museo de Semana Santa y al Mercado). Otros métodos de desintegración social son los creados por la complicidad político-económica-policial: los políticos dictaminan leyes de desprotección patrimonial, las constructoras ofrecen contrapartidas y los policías trasladan la droga y marginalidad al lugar. Al final, no necesitan echar al vecino porque éste se va directamente, atribuyendo la culpabilidad a los drogadictos, los gitanos y a emigrantes. Este contexto de manipulación y conflicto obliga a movilizarse y generar acciones colectivas de choque y apoyo que ayuden a resolver los problemas.Algo hay que hacer pero ¿qué? y ¿cómo?. A lo largo de la historia, los movimientos sociales han empleado diferentes “repertorios de acción”, como han sido la barricada, levantamiento, ocupación, acción directa, manifestaciones pacíficas.., definidos por Charles Tilly como “la totalidad de medios que dispone un grupo para plantear exigencias de distinto tipo a diferentes individuos o grupos”. Las acciones llevadas a cabo por las coordinadoras en Valencia son de distinta índole, unas recogiendo repertorios heredados:

manifestaciones, mesas redondas, recogida de firmas, recursos judiciales…, y otras aportando creativamente desde cada barrio nuevas propuestas de intervención, depediendo de la singularidad del lugar y de sus habitantes: Pasacalle con Falla Móvil, Campaña “cap d’any”, Convocatoria Lluerna, Cantada d’albades a los nuevos demonios, hacer “coques i pastissos” por las casas de la huerta, Cacerolada desde los balcones, bicifestaciones, Paellas solidarias, diferentes sabotajes al III Milenio o al 1er. Encuentro Mundial de las Artes (cuando no se lo esperan), y extensión de ello mismo han sido todas las actividades que de arte público que se han realizado como otra táctica más de acción colectiva. Los binomios acción/reacción, acción/confrontación que implican una lucha de choque al agresor, se emplean otros como acción/vinculación y acción/participación, que pretenden sensibilizar al ciudadano acercándolo al conocimiento y disfrute del propio barrio sobre un interés común. Podríamos resumir la diversidad de acciones en tres bloques diferenciados: 1-Manifestaciones culturales y festivas, que son todas aquellas que se realizan en mismo barrio -prefentemente en la calle y lugares públicos- que intentan acercar a un máximo de personas a la problemática e interés del lugar. Entraría desde el teatro de calle e intervevenciones artísticas ( véase las pasadas “Portes Obertes” en el Cabanyal-Canyamear y en l‘Atzucac), pasando por la recuperación de alguna tradición perdida de carácter festivo (“Guitarrà a l’estil de l’horta i entrada de dimonis” en el Pouet), hasta los pasacalles, “bicifestaciones” y aquellas que van alrededor de la comida (cómase las susodichas paellas solidarias en plazas públicas o la “coques y pastissos” en las mismas barracas de la huerta). 2-Acciones de información y difusión. Dado que generalmente los medios de comunicación se encuentran al servicio de los intereses económico-políticos, todas las reivindicaciones de barrio se encuentra susceptibles de silenciarse unas veces, de manipularse en otras y de hacer contraargumentación en la mayoria de las ocasiones. Esto significa aislar el problema, tener una opinión pública mayoritaria en desacuerdo y legitimar las actuaciones políticas consiguientes. Frente a ello, las coordinadoras y plataformas, se plantean a la par una labor de información y contrainformación que amplie y reste los efectos mediáticos recibidos. Se le intenta responder con los mismos medios: radio, prensa y televisión, siendo conscientes de la limitación de la disposición de estos mass media. Por ello, cuando el acceso es limitado se hace uso de los medios alternativos: Radios Libres (Radio Klara, Radio Funny…), Televisiones comunitarias (Canal 25 Mislata), prensa (boletines de Agró), Internet (Webs de La Punta y del Cabanyal), mesas informativas en los barrios y en ferias alternativas. Cualquier medio será importante para informar y difundir, desde una pegatina, una participación de lotería, hasta un panfleto del Pouet -a modo de “revolución en marcha”- que se le ofrecía a todos los automovilistas para que lo llevaran pegado en el el cristal de sus coches a cambio de caramelos y turrones. Todos los medios de comunicación posibles servirán para hacer llamamientos, convocatorias, debates, desmentir la información…, en suma un “altavoz” a la reivindicación y a la sensibilización. 3-Acciones judiciales, de protesta y choque, que irían desde las políticamente correctas (recursos contenciosos, cartas y firmas de adhesión, y manifestaciones pacíficas), las políticamente molestas (“caceroladas” y “plantà” de una huerta frente al ayuntamiento, preguntas incómodas en un acto “per al III Mileni” con la presencia de Darío Fo, huevos podridos y grabaciones aterradoras en la fábrica de Atzucac a los que pretendían demolerla…), hasta las políticamente inaceptabes (paralización de obras en La Punta y Atzucac, pintadas contínuas y campaña “cap d’any” delante de Expo Hotel como protesta al que va a construirse frente al Botànic, intento de estrangulamiento de Rita Barberá por una vecina del Cabanyal o la huelga de hambre realizada por los mismos vecinos, etc.). Cuando la vía ética y política se pierde o se encuentra vendida, sólo queda la autodefensa llevada a sus últimas consecuencias. El hecho que se haya planteado desde las coordinadoras y asociaciones vecinales (e inclusive desde los mismos artistas), el interés de proponer actividades artísticas como una táctica más de acción, nos hace reflexionar que su utilidad en las luchas sociales no es gratuita o forzada,

aunque se cuestione su nivel de eficacia. El poder establecido no se lo cuestiona y lo está utilizando en todo momento para legitimarse: qué mejor cortina de humo que las palabras de “arte” y “cultura” para que la gente inspire y pille una menopea gratificante y no vea el auténtico rostro de quién le domina. Por esta razón el arte no tiene que tener complejos sobre su propio poder aunque también reconozca sus limitaciones. Lo que respecta a las aportaciones artísticas a los movimientos vecinales en Valencia, éstas han sido de diversa índole, desde la puramente solidaria mediante la cesión de obras para exposición y subastas en la recogida de fondos, hasta la implicación directa en la organización y realización de diferentes eventos concebidos expresamente para el lugar y su causa. En este punto, las experiencias realizadas han significado una aportación recíproca a los mismos artistas y a muchos interrogantes que se plantean en el arte contemporáneo: arte público/privado, alta/baja cultura, arte/vida, etc. Las mismas problemáticas de los distintos lugares ha llevado a la utilización del arte público como la forma más adecuada de arte comprometido. La razón es doble: por un lado, ha permitido el acercamiento de la ciudadanía y a los medios de comunicación al conocimiento y difusión de los propios lugares afectados; y por otro, ha hecho que este tipo de arte se inserte en todos los espacios habitables y en la propia vida cotidiana del barrio, vinculando a la vez a la gente y al lugar sobre una misma causa. Las consecuencias de esta relación entre arte público comprometido y movimientos vecinales en Valencia, las podemos sintetizar en dos aportaciones fundamentales:

1- Diálogo entre la ciudad y el espacio natural. El propio crecimiento urbanístico de la ciudad de Valencia ha llevado a especular con las zonas verdes en el centro y con la huerta en la periferia. El jardín Botánico o el jardín del antiguo palacete de Russafa son claros ejemplos, donde se realizaron diferentes manifestaciones de arte público: murales, teatro y música en la calle, plantada de zonas verdes y diferentes “performances” como la encintada de verde y campaña fin de año con los “Papás Noël” a las puertas de ExpoHotel y del Ayuntamiento. Este expansionismo de la ciudad de Valencia se está limitando a “transformar su territorio en periferia y planificando contra su propio territorio, contra su huerta”, como así lo ha señalado el arquitecto Miguel del Rey Aynat. Los casos de la huerta de La Punta y el Pouet así lo atestiguan, donde las constructoras han empezado a intervenir, una para la realización de un megapuerto y otra para convertirlo en un barrio dormitorio. Desde estos lugares se han realizado diferentes manifestaciones públicas, como la “Convocatoria Luciérnaga” que era una protesta nocturna con linternas contra la creación de una subestación de Iberdrola en La Punta. Ya sea desde los vecinos, arquitectos y artistas se plantea que el crecimiento de la ciudad no implique la destrucción de la huerta, sino que ésta se integre dentro de ella como un elemento diferenciador, manteniendo el trazado natural de caminos y acequias, alquerías, eras y emparrados, concibiendo un “Jardí de l’Horta” frente a jardines prediseñados o pseudo-evocadores que se encuentran proyectados para este lugar. 2- Diálogo entre la ciudad y la memoria industrial. Este crecimiento urbanístico no sólo ha afectado a la huerta sino también a la antigua zona industrial del s. XIX y principios de este siglo. La convocatoria de arte público en la misma fábrica Cros (al igual que “Injerencias” de Sagunto), ha sido apoyada por artistas, vecinos y los antiguos trabajadores de la fábrica (contando también con la presencia y apoyo de los artistas Bernd & Hilla Becher aprovechando su exposición en el IVAM), fué el inicio que motivó la presentación de una moción en el Pleno de Ayuntamiento y salvar una de las naves del derribo. Otro caso como las intervenciones urbanas en la fábrica y espacios adyacentes de L’Atzucac en pleno casco histórico de la ciudad, han servido para paralizar las obras de destrucción y promover un proyecto para el uso público de una parte de la zona. La valoración del patrimonio industrial es muy reciente, reducido a veces a lo meramente arquitectónico olvidando su contexto, su conservación se reduce a fachadas y chimeneas que se han covertido en fríos testigos de una destrucción.

3- Diálogo entre lo público y lo privado. En las diferentes convocatorias de “Portes Obertes” en el Cabanyal-Canyamelar, ha recogido simultáneamente intervenciones públicas, performances, animaciones callejeras…, por todos los espacios del barrio: calles y plazas, teatros, antigua lonja del pescado, establecimientos comerciales, etc. Además, se intervino en el interior de las propias casas que estaban destinadas a la destrucción, en caso de ampliarse la avenida Blasco Ibañez. Esto último le dió un carácter personal y entrañable: podías entrar en la casa de una familia donde una abuela te enseñaba (¡y explicaba poéticamente!) el arte contemporáneo que se entremezclaba entre las demás instalaciones-altares de la casa. Verdaderamente, por un momento sentías que se rompían los límites de lo público/privado, alta/baja cultura, arte/vida, artista/ciudadanía…, y todo se había conseguido por la sencilla razón de exponer arte, pero luego se producía un diálogo artistas-lugar-visitantes que permitía nuevas vinculaciones. Las propuestas artísticas iban desde las meramente solidarias exponiendo cuadros y esculturas, hasta las concebidas expresamente para el lugar o generadas por el propio contacto con las personas que habitaban la casa. A todo esto hay que añadir que en la 3ª Convocatoria de Portes Obertes consistió en exponer la obra de Josep Renau en el interior de las diferentes casas del barrio, adoptando un verdadero sentido “popular y revolucionario” que tanto defendió Renau durante toda su vida . 4-Discusión información-contrainformación. Hasta ahora hemos hablado de los muros, la calle, las casas, las fábricas…, faltaría mencionar los espacios públicos de la información: los mass media. Todas estas manifestaciones artísticas mencionadas han servido para llamar la atención a los medios de comunicación sobre la problemática del barrio para su difusión. Unas veces así lo ha sido (radios libres o por cadenas opuestas al gobierno) pero en otras han sido manipuladas o silenciadas (como Canal 9 TV que en su reportaje de “Portes Obertes” eliminó toda referencia a la oposición de ampliación de la avenida que los entrevistados declaraban y lo mostró como simple manifestación ociosa y lúdica). Por ello, se han creado su propios medios de difusión, y un soporte que lo permite por sus bajos costes es Internet, de ahí la elaboración de sus propias páginas Webs de La Punta y el Cabanyal-Canyamelar. Las radios libres han servido también como soporte para la difusión (debates en Radio Klara) y la creación (“Concierto para cacerolas y radios”, realizado en colaboración con Radio Funny, donde había una participación activa de la gente en el espacio público de la calle con el propio espacio público radiofónico). Finalmente, señalaremos que todas estas discusiones surgidas desde el compromiso del artista como ciudadano en el entorno y sociedad que vive, abre nuevas vías de trabajo y de reflexión más allá de las crisis maniqueístas de mercado y de concepto. La repetida crisis, que no es sino la duda sobre la propia labor y función del arte que siempre está en cuestionamiento y que tiene el peligro de caer en la melancolía de la duda total, se cambia de discurso y de trampa para plantear nuevos diálogos con la vida cotidiana y con nuestro tiempo. En definitiva, queda mucho por hacer y vivir.

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