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Gestión sostenible de áreas verdes urbanas
AULA DE ECOLOGÍA URBANA Marzo de 2005
Gestión sostenible de áreas verdes urbanas En relación con las áreas verdes, observamos que ciertos modelos de jardinería, ajenos a nuestros ecosistemas, nuestro clima y nuestra cultura, distan mucho de ser sostenibles. Usan especies vegetales inadecuadas, tienen un consumo desmesurado de agua, utilizan masivamente productos fitosanitarios... La jardinería pública de nuestros pueblos y ciudades nos plantea una reflexión que como ciudadanos hemos de abordar. Quizás estemos en un buen momento para plantearnos si queremos este modelo de gestión de nuestros espacios verdes, y si existen alternativas que permitan incorporar criterios de sostenibilidad y mejoren la funcionalidad y calidad de estos espacios. Para hablar de todo ello el Aula de Ecología contó con la participación de dos expertos en estos temas. El primero en intervenir fue Gregorio Ballesteros, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, Diplomado en Ciencias Económicas, Consultor Ambiental de GEA 21 y especialista en temas agrarios, con la conferencia “Sostenibilidad y espacios verdes urbanos”, cuyo contenido íntegro se adjunta a continuación. Antecedentes En los últimos años, los problemas por la degradación ambiental de las ciudades han comenzado a ser tenidos en cuenta por los diferentes sectores de población Como resultado de estas preocupaciones se han realizado multitud de informes y reuniones en las que se han alcanzado compromisos internacionales que tienen por objetivo la puesta en marcha de medidas que tratan de reconducir los actuales modos de desarrollo hacia otros que incorporan criterios de responsabilidad ambiental. Los primeros informes, como el realizado por el Club de Roma o el Global 2000 (1981) realizado para la presidencia de EE.UU., sirven para dar a conocer el crecimiento espectacular del consumo de recursos y de la producción de residuos a escala planetaria, y constatar que los recursos del planeta son limitados así como su capacidad para asimilar residuos. La creación de la EPA (Environmental Protection Agency) en Estados Unidos (1969), la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1972) y la puesta en marcha del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 1973) son iniciativas institucionales que tratan de hacer frente a las nuevas preocupaciones ambientales. La aparición del informe realizado por la Comisión Mundial de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Nuestro Futuro Común (1987), más conocido por el nombre de su coordinadora G. H. Brundtland, supuso un nuevo impulso institucional a la problemática del desarrollo. En dicho informe aparece por primera vez el término “desarrollo sostenible” entendido como «aquel desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas.» A partir de ese momento el término desarrollo sostenible se incorpora al lenguaje y a la literatura del mundo técnico-científico, del político y de amplios sectores sociales, de forma generalizada. Se suceden numerosas definiciones e interpretaciones del citado término, que a pesar de no conseguir una definición que pueda considerarse ”universal”, favorecen el debate sobre las necesidades de actuar para frenar el progresivo deterioro ambiental.
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La celebración en 1992 de la Tercera Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo organizada en Río de Janeiro bajo el título Cumbre de la Tierra, más conocida como la Cumbre de Río, supone un nuevo impulso al reconocimiento de la necesidad de actuar si queremos asegurar el futuro de las generaciones venideras. El desarrollo sostenible El éxito alcanzado por el término “desarrollo sostenible” se debe, en gran parte, a la ambigüedad del mismo que enuncia un deseo general sin concretar su contenido ni el modo de conseguirlo. Éxito que no se ha visto acompañado de resultados prácticos que hayan permitido reducir la creciente insostenibilidad de los sistemas urbanos, debido a que la citada ambigüedad hace poco operativo dicho término. Esta ambigüedad del término y la vaguedad de la definición “oficial” del mismo han favorecido la existencia de variadas interpretaciones: unas ponen mayor énfasis en el desarrollo y, otras, lo hacen en la sostenibilidad. A pesar de todo, es posible citar algunas ideas que parecen estar presentes en los diversos planteamientos. Una es la referida al actual modelo de sociedad como crecientemente urbano, gran consumidor de recursos y generador de residuos. Idea que lleva a considerar prioritaria la necesidad de intervención en las ciudades para lograr hacer frente a la degradación ambiental y al agotamiento de los recursos. Otra de las ideas que goza de un amplio consenso, emanada de la Cumbre de Río, es la referida a la importancia de la escala local para hacer frente a la degradación ambiental a escala planetaria. Esta idea se concreta en el Capítulo 28 del documento elaborado en la citada cumbre, en el cual, se indica la importancia de las autoridades locales y la población en la difusión del desarrollo sostenible. Así mismo, se recomienda la elaboración de Agendas 21 Locales como herramienta para contribuir a incrementar la conciencia local sobre los temas de desarrollo sostenible. Dos ideas que han calado de manera significativa en Vitoria-Gasteiz, como refleja la Agenda 21 Local actualmente en marcha y las preocupaciones por un manejo sostenible de los espacios verdes que se concretan en actos como este debate sobre la gestión sostenible de las áreas verdes urbanas. Criterios generales de sostenibilidad Las últimas reflexiones en torno al desarrollo sostenible o al concepto de sostenibilidad están superando la problemática que supone la ausencia de una definición universal, mediante la elaboración de unos criterios de sostenibilidad presentes en gran parte de las definiciones acuñadas. El método permite dotar de cierta coherencia a los análisis y propuestas que en el marco de la sostenibilidad se realizan. Estos criterios ya han sido utilizados por Gea21 en otros trabajos y publicaciones realizadas1 y básicamente son los siguientes:
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Comunidad de Madrid. ARPEGIO. “Líneas de actuación para el Planeamiento de una Unidad Residencial Sostenible : El Soto del Henares”. 1.998-99. EuroPraxis. “Programa de Excelencia Ambiental en el Proyecto de Desarrollo Turístico de la Herdade da Comporta” (Alcaçer/Grándola. Portugal). 1999. Departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente. “ Criterios de Sostenibilidad aplicables al Planeamiento Urbano” Mayo 2003.
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Un primer criterio sería el que considera que la degradación ambiental está asociada a una pérdida de calidad de vida de la población situada en ese entorno. Es un criterio que relaciona el respeto al medio ambiente y el bienestar humano, a mayor calidad ambiental mejor calidad de vida. Otro criterio está referido al carácter relacional del concepto de sostenibilidad. En todos los procesos o fenómenos, hasta los más aparentemente independientes, existen unas relaciones de distinto orden, de manera que, una intervención en uno de ellos produce efectos en todos los demás. De este criterio se deriva la importancia de la multidisciplinariedad, es decir, la necesidad de recurrir a diversas disciplinas para conocer los diversos acontecimientos que se pueden desarrollar a partir de una intervención determinada. Otro criterio, no menos importante que los anteriores, es considerar que los flujos de materiales y energía de carácter no renovable necesarios para el funcionamiento de un sistema deben ser utilizados teniendo en cuenta su tasa de reposición o renovación, así como su accesibilidad desde el lugar requerido. De este criterio se deriva la necesidad de Reducir, Reutilizar y Reciclar, que resulta imprescindible para caminar hacia la sostenibilidad en un escenario de crecimiento continuo de los flujos de recursos y de la generación de residuos. Considerar el conocimiento y la información como recursos de significativa importancia. A mayor conocimiento e información sobre los múltiples aspectos que intervienen en un proceso o sistema, mayor capacidad de intervenir y de mejorar la eficiencia de los recursos no renovables utilizados. Dentro de este criterio destacar la importancia de la variable tiempo a la hora de hablar de la renovabilidad de un recurso o de la evolución de la sostenibilidad de un proceso o sistema. El último criterio considerado es el que considera la participación y la difusión como elementos imprescindibles para caminar hacia la sostenibilidad. Entendiendo que, cuanta mayor implicación de los diferentes agentes y usuarios afectados por un proceso, mayor posibilidad de éxito en la consecución de los objetivos planteados y menores posibilidades de conflicto en la ejecución del mismo.
A estos criterios, sin duda, se les puede añadir algún otro, según pongamos el énfasis en uno u otro de los elementos que componen la definición de desarrollo sostenible. A pesar de todo, consideramos que los aquí enunciados, quizás por su carácter genérico, permiten ser utilizados como marco de referencia para entrar en el campo más específico de la sostenibilidad y los espacios verdes. La jardinería sostenible Cuando tratamos de aplicar el concepto y las estrategias del desarrollo sostenible a un proceso determinado como es la gestión y el mantenimiento de los espacios verdes, tampoco existe consenso sobre los criterios o indicadores que hacen operativa la sostenibilidad. A pesar de todo, en la actualidad la sostenibilidad forma parte de todo documento, declaración o estrategia relacionada con el desarrollo de cualquier actividad. Se habla de urbanismo sostenible, de agricultura sostenible, de turismo sostenible, de explotación sostenible de los recursos forestales, y también de jardinería sostenible. Con relación a esta última, indicar que la ausencia de criterios consensuados también resulta evidente y se manifiesta desde el primer momento al tratar de encontrar un término común para nombrarla. Jardinería sostenible es, sin duda, una de las expresiones más utilizadas, aunque también es posible encontrarse denominaciones como: jardinería inteligente, jardinería diferenciada,
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jardinería ecológica, llegando incluso a considerar la xerojardinería como término adecuado para referirse al manejo sostenible de los espacios verdes. Para tratar de justificar la necesidad de incorporar la jardinería sostenible o de manera más específica la gestión y mantenimiento sostenible a los espacios verdes, algunos autores resaltan los aspectos económicos, otros ponen el acento en las cuestiones ambientales y, los menos, en los aspectos sociales. Aspectos que no sólo deben ser considerados en todo proceso de sostenibilidad, sino que, además, deben situarse en un mismo plano de valoración. Tampoco existe una posición consensuada entre los profesionales y agentes implicados en el sector tanto para establecer sistemas de gestión y mantenimiento sostenible, como para diseñar nuevos espacios verdes. A pesar de todo, las reflexiones son cada vez más numerosas y de mayor calado y es posible seleccionar algunos criterios que suelen estar presentes en gran parte de estas reflexiones. •
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El primer criterio se basa en la consideración de los espacios verdes como un ecosistema, con vida propia y con grandes interrelaciones con el sistema urbano en el que se integra. Desde esta consideración se puede afirmar que “la sostenibilidad de tales sistemas dependerá de la capacidad que tienen de abastecerse de recursos y de deshacerse de residuos, así como de su capacidad de controlar las pérdidas de calidad (tanto interna como ambiental) que afectan a su funcionamiento (J. M. Naredo 1997)”2. Una concreción de este criterio sería la reducción del consumo de recursos, la reducción de las necesidades de mantenimiento, la reutilización del agua o el reciclaje de los residuos vegetales. Otro criterio es el que reconoce la importancia de adecuar los elementos que conforman los espacios verdes, principalmente la vegetación, a las características edafológicas y climáticas del entorno. La “naturalización” de los espacios verdes y la utilización de especies autóctonas o adaptadas son algunas de las acciones que favorecen el cumplimiento de este criterio. La necesidad de incorporar nuevas técnicas para el mantenimiento o conservación de los espacios verdes, principalmente en relación al manejo del suelo y al control de plagas y enfermedades. Técnicas que son similares a las utilizadas en los modos de producción de la Agricultura Ecológica o de la Producción Integrada3. La necesidad de que las acciones emprendidas para caminar hacia la sostenibilidad de los espacios verdes mejore su funcionalidad y calidad. Aspecto que debe ser contrastado con las opiniones y actitudes de los usuarios y que está relacionado con los procesos de participación e información de la población. No sólo es necesario que los técnicos y responsables de la gestión y mantenimiento de los espacios verdes crean en la bondad de los nuevos métodos, también es necesario que las mejoras sean percibidas por los ciudadanos. La conveniencia de disponer de una información adecuada tanto para la toma de decisiones, como para la valoración de las acciones puestas en marcha. Las áreas verdes urbanas tienen múltiples valores paisajísticos, ecológicos, artísticos, culturales y socio-recreativos, que deben ser adecuadamente identificados y diagnosticados desde una perspectiva multidisciplinar. Dentro de este criterio destacar la utilidad de establecer una clasificación de los espacios verdes en función de códigos de mantenimiento
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José Manuel Naredo. “Sobre el origen, el uso y el contenido del término sostenible”. Cuadernos del Guincho. Lanzarote. 1997
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La Agricultura Ecológica se caracteriza por la no utilización de productos químicos de síntesis. La Producción Integrada se basa en la Lucha Biológica y contempla la utilización, de manera excepcional, de productos químicos no genéricos y de baja toxicidad.
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y calidad. Códigos que se establecen, a su vez, en función de variables como el uso, la ubicación o la historia del espacio verde. El último criterio está relacionado con la variable tiempo y se podría enunciar diciendo que los cambios en un sistema, como los espacios verdes, necesitan de un cierto tiempo para conseguir sus objetivos debido a la necesidad de que las acciones programadas estén adaptadas a los ritmos de la naturaleza.
La jardinería sostenible en Europa La aplicación de técnicas de manejo sostenible a los espacios verdes de las ciudades europeas comenzó en los años 80 con la puesta en marcha de experiencias piloto en algunas de ellas. Los primeros encuentros europeos de cierta consideración se celebran en 1993 en Rennes (Francia) bajo el título de “Los espacios verdes urbanos: la diferencia ecológica”. Es un seminario para intercambiar ideas y experiencias sobre la aplicación de criterios ecológicos en la gestión del verde urbano. En octubre de 1994, en la ciudad de Estrasburgo, se celebró una reunión de responsables de los Departamentos de Parques y Jardines de diferentes ciudades europeas bajo el título “Hacia la gestión diferenciada de los espacios verdes”. La celebración en 1996 en Estambul de la Cumbre de las ciudades: Habitad II supone un nuevo impulso a la incorporación de la gestión sostenible en los espacios verdes, al considerar éstos como elementos destacados de la calidad de vida en las ciudades. En el terreno de las experiencias prácticas, cada vez son más numerosas las ciudades europeas que aplican técnicas de gestión y mantenimiento sostenible. Algunas, aplican estas técnicas desde hace más de dos décadas como Bruselas, Augsburg o Zurich, y sus buenos resultados están favoreciendo considerablemente la extensión de estos nuevos modos de gestión del verde urbano. Una de las experiencias prácticas más reconocidas es la llevada a cabo en la ciudad de Helsinki (Finlandia)4 bajo el título de “Estrategia de biodiversidad urbana para la naturaleza en Helsinki”. Está enfocada al desarrollo de las zonas verdes de la ciudad y al aprovechamiento de los espacios verdes públicos y, entre sus objetivos, cita: la protección del medio ambiente, incrementar el contacto social, estimular la utilización de los espacios urbanos, aumentar la concienciación de los habitantes acerca de la importancia de la naturaleza en la ciudad o la creación de una base de información. La jardinería sostenible en el Territorio Español En el territorio español la jardinería sostenible está adquiriendo en los últimos años un significativo impulso, similar al de otros países europeos. La escasez de recursos hídricos, el considerable aumento de los espacios verdes producido en los últimos 20 años y, el aumento de la sensibilización de la población hacía los problemas ambientales son las principales causas que están favoreciendo este impulso. La mayoría de las acciones emprendidas se centran en aspectos como: la mejora de los sistemas de riego y la reutilización de aguas recicladas en el riego, la utilización de variedades cespitosas resistentes a la sequía y que necesiten menos cortes al año, la reducción del césped, la utilización de variedades autóctonas o la reducción de los productos químicos utilizados.
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Esta experiencia fue seleccionada en el Concurso de Buenas Practicas celebrado en Dubai en 1996.
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Las experiencias o programas como “Sevilla, Ciudad Verde”, “Plan Verde para una Ciudad Patrimonio de la Humanidad, Segovia” o el “Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz” son reflejo de las nuevas preocupaciones por incorporar los criterios de sostenibilidad a los espacios verdes urbanos. Pero, sin duda, una de las experiencias más relacionada con la gestión sostenible de los espacios verdes es la que lleva a cabo, desde hace más de cuatro años, el Instituto Municipal de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Barcelona. Una experiencia que en 1999 se convirtió en un “Plan de Actuación Municipal (PAM) 1999-2003”. Los objetivos del mismo, tal y como recoge la Memoria Anual de 1999, son los siguientes: • • • • • •
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La mejora del arbolado urbano. Con especial atención a las enfermedades del arbolado y a la selección de especies adecuadas. El ahorro de agua. Mediante la utilización del agua del subsuelo y la automatización de los sistemas de riego. La elaboración de compost. Mediante la creación de mini-puntos verdes para hacer compost en origen. La creación de corredores verdes. Con el fin de comunicar los espacios verdes. Incrementar el verde urbano. Creación de nuevos espacios y renovación y ampliación de los existentes. Reintroducción de especies autóctonas para favorecer la sostenibilidad. Mediante la transformación gradual de las zonas verdes existentes con la incorporación de plantas mediterráneas. Acercar el verde urbano. Mediante la creación de zonas verdes a menos de 250 metros (5 minutos andando) de cada ciudadano. Impulsar los huertos urbanos. Tanto para actividades de jardinería, como de agricultura.
Los resultados de los primeros años son claramente satisfactorios tanto en relación al ahorro de recursos como el agua potable, como la recuperación de residuos vegetales o la utilización de métodos ecológicos y de lucha biológica para el control de plagas y enfermedades.
Intervino después Luciano Labajos, Jardinero del Ayuntamiento de Madrid en el vivero de la casa de campo, educador ambiental, colaborador habitual de la revista Quercus y del programa de RNE 1 Reserva Natural, y autor del libro “Manual de Jardinería Ecológica” entre otros, con su conferencia “Impacto ambiental de la jardinería. Algunas ideas prácticas para minimizarlo”. Jardinería tradicional frente a jardinería “industrial” La jardinería tradicional ofrece modelos bastante diferentes a los que la jardinería actual está imponiendo. En el ámbito privado encontramos modelos tradicionales muy interesantes como el patio, con estilos variados (patios, corrales...) o la huerta jardín, más popular y que puede ser bella y proporcionar gran satisfacción y bienestar. En lo público desde antiguo se han utilizado la alameda, el paseo o el prado como espacios públicos para el ocio y la relación. La jardinería pública actual impone un modelo “industrial”, que ofrece miles de hectáreas de zonas verdes con un gran consumo de recursos, y se tiende también a una jardinería privada imagen y semejanza de la pública, al servicio de la cultura de adosados tan ampliamente extendida.
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El impacto ambiental de la jardinería Efectos sobre el paisaje cultural: en el afán por crear espacios verdes se deja al margen a los habitantes del lugar y se destruyen paisajes culturales. Efectos sobre los ecosistemas: se utilizan especies vegetales inadecuadas y se eliminan especies y vegetación autóctona o mejor adaptada. Consumo de agua: son frecuentes en jardinería enfoques y diseños que no consideran el agua como el recurso valioso y escaso que es, como lo demuestra el empeño en diseñar jardines con céspedes que tanta agua requieren. Empleo de plaguicidas y herbicidas: en las zonas ajardinadas actuales es corriente el uso y abuso de biocidas en cantidades importantes, tóxicos en mayor o menor grado tanto para el entorno como para las personas. La jardinería industrial como consumo: para satisfacer una necesidad consumista más. Los biocidas: caros y peligrosos Es necesario un máximo cuidado en la utilización de estos productos. Además, en la jardinería no se da la misma situación que en la agricultura, en la que puede haber una mayor dependencia de estos productos para no perder las cosechas. Hay que intentar utilizar especies resistentes, mejor adaptadas, que demuestren ser muy rústicas. La lucha biológica o los tratamientos alternativos, cada vez más fáciles de encontrar comercialmente al menos para los pequeños jardines particulares, son las mejores opciones si es necesario actuar. No hay que olvidar que, en muchas ocasiones, cuando surge un problema es porque algo ha ocurrido o está ocurriendo en las raíces y están siendo sometidas a algún tipo de estrés. El agua en el jardín: la xerojardinería Es básico tener en cuenta estos tres aspectos: diseño adecuado del jardín, análisis de suelos y selección de especies. · Utilizar especies xéricas, esto es, que resistan la escasez de agua. Pueden reducirse o eliminarse zonas de césped. · Elegir el sistema de riego adecuado, teniendo en cuenta su ajuste con la vegetación, planificar para ahorrar más agua, dividiendo el jardín en zonas con distintas necesidades de riego, y realizar un mantenimiento adecuado del sistema de riego. · Disminuir las superficies de evaporación, cubriendo el suelo con acolchados, areneros... El compostaje Los buenos suelos tienen gran importancia en jardinería. Antiguamente los jardines se situaban sobre viejas huertas. Ahora las zonas tradicionales de huerta están bajo asfalto (infraestructuras, usos residenciales e industriales...) y los jardines se sitúan en muchos casos sobre escombreras o espacios similares, sin análisis previos ni enmiendas. Es necesario aportar abono a la tierra. La técnica del compostaje es muy utilizada y existen sobre ella muchas publicaciones. Sería muy interesante que las ciudades pudieran disponer de sus propias plantas de compostaje para el suministro de abono. Lo que se vende en el mercado es en ocasiones dudoso o puede proceder de la esquilmación de turberas. Hoy en día hay sustratos que pueden sustituir a la turba.
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El uso de abonos industriales, fundamentalmente en agricultura pero cada vez también más en jardinería, está provocando la contaminación de suelos y de aguas superficiales y subterráneas. También la ganadería en zonas de acumulación de granjas está provocando contaminación por los desechos de los animales, lo que constituye una paradoja pues estos desechos podrían ser utilizados como abono en agricultura y jardinería. El jardín natural: la tradición silvestre Siempre ha habido cierta tensión entre el jardín más cuidado y el jardín más natural, más silvestre. He aquí algunos elementos a considerar para conseguir vida silvestre en un jardín: · Grupos de árboles y arbustos, de especies autóctonas si puede ser o si no adaptadas. No hay que empeñarse demasiado en el uso de especies autóctonas, a veces en la ciudad no es posible. · Setos y plantas espinosas. · Refugios en árboles. · Ramas y hojarasca. · Praderas estacionales, con mantenimiento diversificado entre praderas de siega y de diente. Hay que acostumbrarse a las praderas pardas del verano y el otoño. · Flores: las flores de vivero son bonitas pero apenas atraen a los insectos, ya que al ser híbridos tienen muy poco néctar. Cualquier planta aromática o silvestre tiene más néctar. · Caminos sin pavimentar. · Muros y paredes en los que se deje espacios para la fauna (lagartijas, culebrillas, saltamontes...). · Charcas y estanques, capaces de atraer una interesante fauna acuática. Los jardines históricos Existen buenos ejemplos de jardines y paseos históricos, como son los huertos de los conventos, el Parque del Retiro en Madrid, los Jardines del Generalife en Granada, o en el ámbito más cercano, el Parque de La Florida o el Paseo del Prado. Es necesario adaptar la tradición al momento actual. Los jardines históricos tienen muchos paralelismos con los espacios naturales y requieren también de medidas de conservación entre las que deberían incluirse las siguientes: · Realizar inventarios y planes directores. · Realizar estudios de impacto de uso y restringir, si así lo aconsejaran los estudios, actividades públicas y privadas así como limitar el número de visitantes. · Aportar medios materiales y humanos para la conservación. · Educar ambientalmente al público y a los propios jardineros. Estimular la implicación social en la conservación de estos espacios. · Aplicar medidas de restauración y rehabilitación. Aspectos sociales de la jardinería El problema de especulación y mal uso del suelo que vivimos actualmente no es exclusivo de esta época. En los años 20 ya había personas con sensibilidad que hablaban y escribían sobre esta misma cuestión. La idea de que todo progreso es bueno requiere al menos de una reflexión, hay progreso o aspectos del progreso que pueden no interesar. Hay que reivindicar la importancia de lo tradicional, aunque actualizado (no regresivo ni retrógrado),
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intentar la austeridad. Es necesario cambiar el prejuicio, la consideración degradante que tiene en la actualidad el trabajo manual, lo que incluye la labor del jardinero o del agricultor.
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