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QDA A LA PAZ BOGOTA 188 5 BANCO DE LA R BIBLIOTECA LUIS EPUBLlCA -ANGEL ARANGO ODA A LA PAZ. i Salve, fecunda Paz, que al pecho amante De ti, l

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Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia DERECHOS DEL LAZARETO- BOGOTA nlPRENTA 1 CARGO

CONTROL DIGITAL. Por JOHN JAIRO CESPEDES MURILLO
CONTROL DIGITAL Por JOHN JAIRO CESPEDES MURILLO OSCAR DONALDO RODRIGUEZ BERMUDEZ UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA UNAD ESCUELA DE CIENCIAS

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BIBLIOTECA

ALDEAN

A DE COLOMBIA

~L T~SOQO POR

ANGEL MARrA CESPEDES

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~iBLlOTECA LUIS-ANGEL ARANGO ••••••.. 1. ror A

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r"'Io.r"'. Ya por entonces había presentado el juguete (1914), que corre impreso en el periódico «La Niñez», de Bogotá, y «El Tesoro», estrenado en el Teatro de Colón por la compañía española «Jacinto Benavente» en 1916, y que tuvo la más calurosa acogida tanto en su estreno como en la reprise que quien escribe estas líneas le dio con actores colombianos en 1931, para demostrar prácticamente que sí puede crearse escena propia entre nosotros. «El T esoro) es un poema exquisito en que compiten la galanura del verso y la delicadeza del argumento. «Siendo un cuento de Perrault-es-

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cribe Luis Tablanca-puede decirse que no se sale de la realidad de la vida». La pugna política que en 1918 produjeron las candidaturas de los señores Suárez y Valencia para la presidencia de la república, hizo que Céspedes abandonara su retraimiento. Defenrl~,.., e'l 1,.., """"0;:"" Erlua \'u.a. u a del ''''';::;0'' c::.",!, ••o.,. 3 ••..•. •.do Castillo la del señor Valencia. Esto originó una a modo de justa literaria, en que estos dos bardos lucharon en versos magníficos por el triunfo de sus respectivos candidatos. Mas como el debate, no obstante ser en verso, comenzaba a tornarse agrio, sus amigos decidieron dar punto a la polémica, e invitaron a los dos contendores, para reconciliarlos, a una jira en que de parte y parte hubo un derroche lírico de caballerosidad y gentileza. Céspedes versifica también en francés. «Les Annales:. y «Le Gaulois» han publicado piezas suyas altamente elogiadas por Edmond Rostand. Es muy de sentirse que sólo de tarde en tarde se acuerde Céspedes de cantar. Talvez le ha faltado coraje para enfrentársele a la vida en este nuestro ambiente de incomprensión, de desdén por la belleza. Su talento y su sensibilidad, que no son para estos tiempos, se han recogido, por decirlo así, no sé si por timidez o por orgullo, en la paz melodiosa del hogar, donde su madre y su hermana se dedican a consentirlo y admirarlo. .1

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

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y que nos perdone Angel María el habernos permitido revelar estas intimidades que él recelosamente recata, quizá decepcionado de la gloria y .... ¿ por qué no decirlo7 de esta su tierra que no ha sabido apreciado. Ojalá que el reconocimiento que sinceramente sus amigos hacemos de su patriotismo Y sus talentos lo aparte del despego con que parece mirar hoy las actividades que lo hicieron célebre cuando nosotros solíamos ganarle a la golosa.

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EL TESORO CUENTO ESCENICO EN DOS ACTOS .y EN VERSO POR

ANGEL MARrA CESPEDES

Escrito en 1915

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PERSONAJES CARLOS (treinta y cinco años). BERTA (cuarenta años). MARIA (quince años) CAPITAN FERNANDO ACUÑA (veintiún años). EL CONDE (cuarenta años). BELlSARIO, campesino (cuarenta y cinco años). PABLO, ordenanza (diez y nueve años). JULlAN, obrero (cincuenta años). UNA DONCELLA. GENTES DE SERVICIO Y OBREROS.

La acción en un país imaginario.

INTRODUCCION Esta noche la escena quiere volverse niña, romper, como unjuguete, la lente que escudriña, ser ilusión e ingenuidad. y el telón, al alzarse, quiere ser otra cosa que indiscreta cortina del lecho en que reposa un enfermo: la humanidad. La comedia, esta noche, tiene por tanda el cuento y por forma el poema.Con todo, en su argumento hay verdad, puesto que hay dolor.

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Sus versos son-acordes con la intención que callaalejandrinos, puesto que hay ecos de batalla, pareados, puesto que hay amor. Es fuerza que aun la fábula, para no ser absurda, asite entre las flores alguna .zarpa burda; Caperucita, la inmortal, os dirá que este cuento no es menos visionario porque en él fosforezcan, como en el cuento diario, los ojos del lobo del mal. ¡Ensueño! ¡Amor! ¡Pureza! La escena es esta noche niña como la huérfana sin suerte y sin reproche que va a contams su aflicci6n. La escena es otra huérfana, que tiene a la advertida realidad por madrastra; pero que nunca olvida que su madre fue la ilusión. y ahora, como el lienzo que tiene su paisaje al dorso, empieza a hastiarse de ser un cortinaje, me alejo. Pero oídme bien: ya que por un momento la escena, en pro de un cuento, se ha vuelto niña y quiere soñar, por un momento sed niños vosotros también ....

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ACTO PRIMERO Sala ve&tíbulo de una casa de campo. Puerta al fondo; ventana al fondo, derecha (actor). Al fondo, izquierda, escalera que lleva a un piso superior. A ambos lados de la escena puertas de habitaciones. Hacia la derecha y un poco al fondo, compuerta del &ótano ligeramente levantada del lado del fondo. Mesa central con tapete, sobre la cual arde una lámpara. Al lado de ésta, una palmatoria. A la derecha, en el ángulo de la pared, una alacena. Varias silla& de campo alrededor de la mesa. Al levantarse el tel6n, Berta, apoyando un codo en la mesa, se vuelve hacia Carlos, que, junto a la ventana del fondo interroga a la noche, una noche de borrasca, lluvio&a y oscura que fustiga a intervalos el relámpago.

ESCENA PR IMERA (Berta y Carlos) BERTA

-¿No era nadie?

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA CARLOS

-No veo. La sombra es absoluta. Sólo uno que otro rayo los campos desenluta. Un relámpago

¿Ves? BERTA

(estremeciéndose)

-¡Ah! (Carlos entreabre

la ventana)

¿ Qué suena? CARLOS

-El

viento. que muge entre los pinos. Oye. BERTA

-¡Ciérra ~ CARLOS

(cerrando los po&tigos)

-Imposible que con tales caminos y en una noche de éstas, que eriza los cabellos, haya quienes se atrevan .... (Viniendo

hacia Berta)

¡En fin, peor para ellos!

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

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BERTA

-Pero

si fuese nuestro agente .... CARLOS

-¿Belisario? ¡Oh! No vendrá, convéncete. Con tiempo tan contrario no hay promesa que obligue. BERTA

-¿Pero

vendrá mañana?

CARLOS

-Sí, si mejora el tiempo. La aldea está lejana. y el camino es un río. Viajar, si no es con

remos, fuera locura. BERTA

-Pero ... ' mientras tanto, ¿qué haremos? ¡Es preciso libramos de ese ser malhadado qué sólo la indulgencia conserva a nuestro lado! ¡Quién tolera en su casa semblantes lacrimosos. ni manos incapaces!...

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA CARLOS

(filos6fico)

-Ni

.

estómagos gravosos. BERTA

(exaltándose)

-¡Porque

yo no respondo de lo que aquí suceda, si esa desharrapada por más tiempo se queda! ¡Nuestra vida es la vida de dos atormentados!. .. CARLOS

-Cierto

que es poco alegre para

recién casados.

BERTA

-¡ y lo que más me ofende es ese aire que toma de ser, entre las garras del gavilán, paloma! ¿Sustentarla? Lo hacemos.

¿Castigarla? Es preciso. ¿Odiarla? Ella nos pone en este compromiso. ¡Hipócrita! ¡Aparenta que vive de mendrugos, y que, víctima, somos nosotros sus verdugos! ¿y por qué: Largo tiempo fue mi hij astra . Hoy lo es tuya.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

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¡Sobrada base para que la ignorancia arguya! Padrastro, bien lo sabes, es la palabra negra, y ser madrastra es una manera de ser suegra. Yo he pensado en guardarla aquí, como un rezago; pero su aire de mártir no ha de cesar, si lo hago. Esa cara, por mucho que la humildad la encuadre. parece pedir cuentas en nombre de su padre. Y .. " ¡Vamos, que no es justo cuidar de advenedizas, para pasar por ogros de un cuento de nodrizas! CARLOS

-Tienes

raz6n.

Con

todo, no es ese ~l argumento.

BERTA

-¡Y

qué! ¿No está resuelto descartada? CARLOS

-.Un momento. ¿Descartada? Sin duda. ¿Pero en qué nos basamos? ¿ Qué somos de ella'1 ¿Padres? BERTA

(con repugnancia)

-¡Uf!

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA CARLOS

-¿ Parientes? BERTA

..•... 1

Am~s'

. -11"1 0:' ¡.rU LV • CARLOS

-Aguárda. Si su padre se desposó contigo, no tuvo más objeto que procurarla abrigo. Tú fuiste, pues, el aya que un coronel recluta para cuidar la hija que el cuartel le disputa. BERTA

-¡Carlos! CARLOS

-Berta,

es preciso razonar sin engaños.

Tú llenaste tu oficio por diez años. BERTA

-Once

años;

María tenía cuatro, y hoy quince. ¡Amarga cuenta!

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ANGEL ~v1ARIACESPEDES-EL

TESORO

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CARLOS

-Bien.

Por once años fuiste de esa niña parienta, como que era la hija de tu marido. Pero .... Vino la guerra, y hace seis meses que el guerrero .... (Con un ademán que ciega) BERTA

-¡Cálla! ¡No digas esa cifra, que me da espanto! ¡Mi viudez .... abreviada .... se ha comentado tanto! (Se oye un lamento. Poniéndose bruscamente en pie, con los ojos extraviados)

¡Qh! ¿No oyes? CARLOS

-¿Qué7 BERTA

-He

creído sentir algo ....

Un lamento ....

CARLOS

-¡Vamos! ¿Estás soñando1

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA BERTA

-Te

aseguro .. "

CARLOS

-Es

el viento.

BERTA

-¡No,

si ha sido aquí dentro! CARLOS

(inmutado)

-Ya

caigo: es ese ruido

de siempre, en la bodega .... (Tomando un aire tranquilizar a Berta.)

aplomado para

¡Lo tenemos sabido! ¡Nuestros labriegos mismossueltan la carcajada! En todo subterráneo se oye ruido, y no es nada. BERTA

(volviendo asentarse)

. do r.... ..iOh'. iQue~ mle

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

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CARLOS

-¿Deseas

algo?

BERTA

-No,

gracias ....

CARLOS

(1 nsi.stiendo y poniéndole bre el hombro)

la, mano so-

.. Pero .... BERTA

(nerviosa)

-H~bla ... , ¡Háblame! CARLOS

(Le da un beso. Luégo, volviendo a su tono razonador)

-En

fin, sigamos.

(Se sienta)

Al morir tú primero, te unió con ese fruto de un previo desposorio un lazo compasivo, más bien que obligatorio.

______ y ~~~._ .._.

u

n

__

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBiA BERTA

-Comprendo.

Ese lazo forzado ya no existe ....

CARLOS

-tn virtud de tu enlace conmigo. No la asiste el menor parentesco ante tus nuevos lares. Antes bien, esa niña, jirón de dos hogares, es un injerto odioso para el hogar en cierne. Es verdad que un legado cuantioso le concierne. Mas .... lo que en ella gastas, del cartabón se sale. ¡Y además, educarIa, sufrida! ... ¿Eso no vale? BERTA

-¡Que

se vaya! Ojalá mañana mismo .... CARLOS

-Espéra. ¿Can derecho a arrojada,

la arrojamos siquiera?

No. La depositamos en manos de un buen hombre.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

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que, mediante una suma, le cederá su nombre. ¿Hav conducta más recta1 ¡Qué digo! ¿Más piadosa 1 . BERTA

-¡Tóma! CARLOS

-Ahora, el problema consiste en otra cosa: la cuestión pecuniaria, clave de todo asunto. ¿No es un poco grotesco subvencionar -preguntola vida de una extraña, cuando esa extraña puede hacerse útil en casa del hombre que la hospede? BERTA

-¿Ella?

iJ al. .. CARLOS

-No

hay oficio que a palos no se aprenda. BERTA

-Pero

él Slempre querría, ...

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA CARLOS

-Hacerse

a una prebenda.

y vamos, no supongoque estés dispuesta .... BERTA

-¡A todof Lo esencial es dejarla de ver. No importa el modo. (Una mano ttmida entreabre la puerta. Se oye el ruido de la burrasca)

ESCENA SEGUNDA (Los mismos

y Marta)

BERTA

-¡Míra! ¡Han abierto!... CARLOS

(levantándose)

-Es

ella.

BERTA

(a voz en cuello)

-¡Qué (María

quieres!

asoma la cabeza)

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL TESORO

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CARLOS

-¡Entra! (María entra dejando la puerta entreabierta) BERTA

-Ciérra' CARLOS

(a María)

-¿Qué sucede? (Marfa,

intimada,

no puede hablar)

BERTA

-

iHábla, especie de fantasma que yerraf

¿ Acaso éstas son horas de recorrer la casa 1 (A su marido, &ospecho&a)

Creyéndonos dormidos, querría .. -.

j Hum!

CARLOS

-¿ Qué pasa 1 MARIA

(con voz lloro&a)

-Venía ....

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BIBLIOTECA ALDEANA DEJCOLOMBIA CARLOS

-i Acába! MARIA

(tiritando)

~Ustedes

perdonen ....

(A Carlos)

Señorito .... No es culpa mía ... , El viento .... Miren cómo tirito; el viento ha sacudido la ramada en que duermo .... BERTA

-¿y ésa es toda la causa de ese semblante

enfermo? (A Carlos)

¡Míra qué susceptible se ha vuelto la damita! CARLOS

-Verdad

que .... MARIA

-¡Si

no es todo!. ..

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

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BERTA

-¡Pues

vuélvete y tirita!

(María hace un movimiento para irse) CARLOS

(a María)

. -No,

aguárda, explíca un poco.... MARIA

-¡Que el viento se ha ensañado contra mi cobertizo, señor, y lo ha volcado! BERTA

-¡Mientes! CARLOS

(a su mujer)

-Déja. (A María)

¿ Voleado? MARIA

-¡Pero si usted supiera qué espantosa borrasca la que está haciendo fuera!

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BIBLIOTECA ALDEANA DEl COLOMBIA

¡Es horroroso!. ..

¡Viento y lluvia, lluvia y viento!

Volaban tejas, ramas ....

Temblaba mi aposento.

Las ráfagas cortaban .... (haciendo ademán de cortar) iasí,

como una lima'

De pronto, izás! el techo se me desploma encima, BERTA

-¿y dónde están las huellas de ese drama ... soñado? MARIA

(Acercándo.!e

'Y

pre.!entándole un brazo~'

usted ... Este brazo 10 tengo lastimado . Creí que estaba roto ... Cayó un madero . -Mire

BERTA

(Retirando de Marta).

con repugnancia

el bra~o

-¡Bueno!

(Marta se frota el brazo en silencio. Berta a Carlos)

-Decíde

tú el asunto.

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l\NI:;EL MARrA CESPEDES-EL TESORO

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CARLOS

(Después

de una pausa)

-¿ y el establo? MARIA

de agua ...

-Está Pero podría tal vez...

lleno

BERTA

-¡Sí, sí! CARLOS

(Acercándose

a Berta)

-Sería necio agravar las cosas con una pulmonía. (Bajando

la voz)

Las pulmonías cuestan y no están en tus planes. (A María)

Míra, coge tus líos, frazadas y gabanes, y pasarás la noche ... (Señalando qUierdo)

las escaleras del fondo

iz.

bajo esas escaleras. (A Berta)

¿ Te parece?

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA BERTA

-Si

quieres ...

(Carlos corrobora la orden con el gesto) ~v1ARIA

(Transportada)

-¿Es

posible? ¿De veras? -j Oh! j Gracias, señoritos! BERTA

(Con dureza)

-¡Anda!

(Marfa sale con un ligero contoneo de alegria. Su porte, redimido momentáneamente de su humillaci6n habitual, de.scubre cierta gracia y donaire naturalu. Berta la observa)

ESCENA TERCERA CARLOS Y BERTA BERTA

-¿Has notado el aire de soltura postiza, de ficticio donaire con que quiere forjarse la ilusión de que es bella 1

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CARLOS

(Encendiendo

un cigarrillo)

-Sí, sí. La edad mareante se despereza en ella. y las afinidades recónditas germinan. BERTA

-Esas

afinidades ...

Dios sabe en qué terminan. ¡Ah! ¡Confiésa que hay algo grotesco en su talante cuando ensaya, al descuido, un mimo interesante! CARLOS

-¡ja!

¡ja! BERTA

(Con burla envenenada)

-Es ya la malicia dibujando su esguince; los abriles que asoman diciendo: -insistió. «Bien conozco tu orgullo quijotesco; pero mi oferta tiene su lado romanesco: habrá novela, y puedes a su favor, muchacho, satisfacer a un tiempo la bolsa y el penacho!>

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y prosiguió: «Tan pronto como pase la guerra, irás conmigo a un campo que tengo entre la sierra. y te daré yo mismo la llave del secreto. Si muero, irás tú solo. Pero antes, lo prometo te habré esbozado el lance que a tu lealtad confío. » «¿Se trata-preguntéle, bromeando a pesar ~ mlO-

de algun tesoro oculto, de una caja enterrada que quieres que se exhume con sable en vez de azada?» y él, muy grave y muy serio, me dijo: «¡Justamente f» CARLOS

(cuyo interé3 ha ido en aumento)

-¿Es

posible? (M ira a .!u alrededor por precaución ve a María, que de3de hace un rato asoma furtivamente la cabeza por debajo de la escalera. Al distinguirla, .!e pone en pie. Al capitán) 'Y

Un momento, capitán. (Yendo a Berta en voz baja)

La indecente está escuchando.

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BERTA

(inmutada,

volviéndose hacia la escalera)

-¡Cielos! (Se levanta, y &in saber lo que hace, va hacia la escalera) CARLOS

(que ha vuelto a su &itio, en voz alta)

-Que baje la doncella a la bodega y suba- ¿no es cierto?-una botella o dos.... Fernando permanece en &u silla, imperturbable. Buta .!aca a María de su escondite, tirándola de los cabellos. La niña va a gritar, pero ella le impone ,ilencio con un gesto furioso. BERTA

(sordamente a María)

-¡Silencio! CARLOS

(encendiendo la bujía que estará sobre la mesa, y haciendo signo a María)

-LIéva .... (buscando un nombre falso)

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lU8L10TECA ALDEANA DE COLOMBIA

-Tú .... Juana ....

esta bujía.

(María. temblando, se acerca a coger la palmatoria que le tiende Carlos, y se retira .sin atreverse a mirar al capitán. Al volver María hacia el fonda, Pablo, que entra en ese momento, deteniéndose junto

a la puerta, la contempla

con marcada

admiraci6n. María llega a la entrada del s6tano, y después de haber hecho la señal de la cruz, desciende de frente al público, toda estremecida 'Y llevando en alto la luz. Berta vuelve a sentarse) CARLOS (al caPitán)

-Probará

usted un vino .... FERNANDO

(a Berta)

-Gracias,

señora mía.

(como quien abrevia)

Pues bien: hé aquí el relato que el coron~lme hizo: el trajín de las armas, instable y cambiadizo, le prohibi6 de continuo gozar de su fortuna; siempre ausente. privado de vacaci6n alguna, su vida fue una alerta constante. Pero su alma

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

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abrigaba el ensueño de un porvenir de calma; por eso, en la esperanza de lograr ese día, (recalcando)

en su casa·de campo, o sea en ésta, había ... (CarlO& empieza

a ponerse en pie)

depositado- ¡juro que éste fue su 1enguaje!un valioso tesoro. CARLOS

(ya de pie, vivamente)

-¿y no indicó el paraje? (Fernando

lo mira jrfamente) BERTA

(levantándose,

Pálida, a Carlos)

-Ahora me ocurre.... y tiemblo . ¡Carlos! esos rumores en la bodega . CARLQS

(pensativo)

-¡ Ahora! BERTA

(cada vez más nerviosa)

-¿Recuerdas

mis temores?

(En una especie de crisis, en que coge las manos de Carlos)

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

iYo no quiero tesoros de manos de un espanto!

¡A la ciudad, mañana!. ... CARLOS

(Delhaciéndose turalidad)

de ella y afectando na-

~Por Dios, no es para tanto. FERNANDO (a Berta)

-Señora,

pido excusas: quizá he sido importuno. BERTA

-No .... señor ....

Si no es culpa de usted, ni de ninguno.... CARLOS

(a Fernando)

-Verá

usted. Es que a veces, en efecto, escuchamos en el sótano .... VOZ DE

MARIA

(bajo la tierra, prolongado)

con un grito agudo y

-¡Ay! BERTA

(petrificada)

¡Carlos! ..

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

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CARLOS

(demudado)

-¡Qué es esto! FERNANDO

-¡Vamos, vamos! .¿ Pero olvidan ustedes que han enviado a la chica a buscar vino? BERTA

(respirando)

-Es

cierto.

FERNANDO

(cogiendo vivamente

la lámpara)

-Perdón ... (Con la lámpara en la mano se encamina hacia la entrada de la bodega) CARLOS

(tratando de sonreir)

-Todo se explica. FERNANDO

(al borde del sótano, hablando hacia abajo con voz clara lJ alegre)

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-¡Suba

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usted! ¡No se asuste! ¡Arriba! ¿Qué ha pasado? (A Carlos y Berta)

¡Tóma! Ya suponía. La luz se le ha apagado. (Reaparece María, muy pálida, con dos botellas debajo del brazo y la palmatoria apagada y humeante todavía. Fernando no puede evitar un movimiento de piedad y de admiración al ver el rostro de María. movimiento que pasa inadvertido para los dos esposos, que aprovechan la oportunidad para decirse algo al oido. Fernando a Maria con dulzura)

-¿Tuvo usted mucho miedo? MARIA

(inclinando la frente y deteniéndose)

-Un

poco, señor...

BERTA

(a María)

-¡Basta! Sírve... CARLOS

(interviniendo)

-J uana...

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

71

(María pone las botellas sobre la mesa y se dirige hacia la alacena. Al pasar por junto a Berta. ésta la pellizca diciéndole por lo bajo) BERTA

-¡Estropaío! CARLOS

(entre dientes)

-Criaturita

nefasta...

BERTA

(a Fernando. temiendo observado el pellizco) _j

que éste haya

Tengo unos nervios! Toda la sangre se me sube ... CARLOS

(a Fernando)

-Siéntese

usted. BERTA

(maquinalmente)

-Sí,

siéntese.

(Todo~ tres se sientan. María, entre tanto, está sacando vasos de la alacena del fondo)

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72

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA PABLO

(al fondo, acercándose a María)

-¿Le

ayudo a usted, querube 7

FERNANDO

(uvero,

sin

volverse)

-¡Pablo! PABLO

(cuadrándose)

-¡Presente! FERNANDO

-A

buen entendedor...

(Pablo se aleja de Marta, :y ésta viene hacia el frente con los oo$OS. Carlo.! sirve. Fernando, alzando su va.!o)

Señora, señor, por la acogida que estoy gozando ahora. (Bebe. Entre tanto, Carlos llena

el va.ro de Pablo)

CARLOS

(llamándolo )

-Para

usted. PABLO

-Muchas

gracias.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

73:

(Recibe el vaso. Se va hacia el fondo) BERTA

(a Marfa,

que observa de soslayo al capitán)

-v é (María

a acostarte.

vuelve a su escondite) CARLOS

(a Fernando, despué, de una pausa, en tono confidencial)

-¿Un tesoro? ¿ Y no expresó la especie? ¿Joyas 1 ¿Billetes? ¿Oro? FERNANDO

(sin mirar a Carlo,)

--Aquel día no hablámos más. Ni un dato siquiera. (Carlos palpita de ari.riedad. Berta ha asumido una franca actitud de despego) CARLOS

-¿ y después 1 FERNANDO

(después de una breve pausa, con profunda melancolía, que va culminando en intensa emoción.)

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@

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

-Quién hubiera creído... Quién hubiera soñado que al siguiente día ...-¡tiene la suerte mezquinas emboscadas de guerrilla !-la muerte debía sorprenderlo, sin la menor alerta, durante una partida de simple descubierta! .. Yo iba con él. -¿ Acaso tuve nunca e tro puesto 7-

Al verle desplomarse sin un grito ni un gesto, salté a tierra, y de hinojos, palpándole la herida, tratando, con mi aliento. de infundirle la vida, concentrando en mí mismo todo el calor disperso -para comunicárselo-que encierra el universo, le oí decir, con una flexión ya muy lejana: e¡El tesoro!»... CARLOS

(impaciente)

-¿ y después? FERNANDO

-Con esa sobrehumana convocación de fuerzas que los instantes fija, después, me asió las manos... y murmuró: «¡Mi hija!» CARLOS

(en el colmo de la anl¡edad)

¿-Y .. ?

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

75

FERNANDO

(sordamente)

-No

habló más.

(Se oye un sollozo. Es el ordenanza, que se ha acercado y se enjuga una lágrima con el reverso de la manga. Carlos se pone en pie, contrariado y caviloso. Fernando, levantándo.!e a su vez.)

Pasadas las bélicas alarmas y gracias a esos héroes, triunfantes nuestras

armas mi primer paso ha sido... ya ustedes lo están viendo. CARLOS

-Alabo

su conducta. FERNANDO

-Gracias,

señor.

CARLOS

(tendiéndole

la mano)

-Le

ofrendo

mi homenaje. (Fernando

contesta con una reverencia

y hace que no ve la mano de Carlos. Lué-

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76

BIBLIOTECA ALDEANA

DE COLOMBIA

go se dirige hacia Berta que, de frente al público, revela en su expresi6n un vivo malestar. Carl03, preocupado por el relato de Fernando, va a pasear3e a la derecha. De tiempo en tiempo se le verá gesticular 30lo como en mudo raciocinio.) FERNANDO

(a Berta, en pie junto

al espaldar de 3U silla)

-Señora, ser viuda de un valiente es encarnar la patria; llevar sobre la frente las auroras de un pueblo; ser el símbolo mismo de que, si ha muerto un héroe, no ha muerto el heroísmo; y compitiendo en gloria con quien se quiso tanto, reflejar sus hazañas en el cristal del llanto. Toda mujer que llora de un mártir la memoria, añade a sus collares un eslabón de historia. Pasiva luchadora de corazón seguro. también sus dedos tejen la trama del futuro. La sombra que proyecta su cuerpo en las murallas, parece, poco a poco, teñirse de batallas. ¡SU rostro es alegórico, su actitud es procera. y en sus ropas de luto tremola una bandera~ (Impresionada por el lenguaje del capitán, Berla prorrumpe en un sollozo nervioso y oculta la frente entre la& ma-

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

77

nos. Fernando se inclina más hacia ella y prosigue asf, con tono resentido y un tanto cruel.)

¡Sí! ¡Llóre usted! ¡Y vierta también

lágrimas mudas por aquellas' que olvidan su dignidad de viudas; por aquellas que pisan sus lauras; por aquellas que siendo ilustres, sólo recuerdan que son bellas. y en su mejilla, ungida de fama transitoria, borran con nuevos besos las huellas de la gloria! BERTA

-Lo

dice usted por. .. FERNANDO

(intencionadamente) -j

Vamos! Creo haber comprendido. BERTA

(secamente)

-¿Qué? FERNANDO

-¿ Me engaño? BERTA

(irguiéndose)

-¡Sí!

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78

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO

-Este

señor. .. BERTA

(con altivez)

-¡Es

mi marido!

FERNANDO

(con naturalidad)

-¡Menos

mal!.. (volViéndose a Carlos)

-Señor mío, ya he cumplido el encargo de un moribundo. Todo lo he dicho. Sin embargo, quiero advertir dos cosas: primera: yo he venido por lealtad hacia el jefe y el camarada ido. jEl luto de la tumba subraya los mandatos! Por lo demás... (hablando también a Serta)

... dispongan ustedes de mis datos. Busquen o no el tesoro. Yo dejo la subasta libre: mi nuevo sueldo de capitán me basta. Eso en cuanto al asunto fiscal, para mí acerbo ... En cuanto a lo segundo...

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL (Reflexiona

y

TESORO

79

luégo)

Más bi.en, me lo reservo. (A Carlos)

Ahora, le suplico que me indique el camino de la fonda más próxima, para ... CARLOS

(obsequ ioso)

-¡Qué desatino! ¡Con tormenta! ¡A estas horas! ¡Y mediando un negocio! Usted es nuestro huésped... ¡qué digo! ¡nuestro socio1 FERNANDO

-Gracias,

señor, acepto. CARLOS

-Su historia me parece veraz y aprovechable... Y su actitud merece el agradecimiento de quien proyecta en serio, buscar desde mañana la clave del misterio. Pensemos: un tesoro ... ¡Novelas! ¡Fantasías!. . ¿Y si otro, más curioso, 10 encuentra? ¡No en mis días! Usted es un escéptico, señor, o un desprendido.

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:80

BIBLIOTECA ALDEANA

DE COLOMBIA

(Ya muy a &Us anchas con su huésped)

¿ Usted sabe, a propósito, quien soy? BERTA

(vivamente)

-jSí!

¡Sí!

FERNANDO

(con naturalidad,

mirando

a otro lado)

-El

marido.

CARLOS

(de$pué& de una pausa algo tirante)

-Alója

a estos señores, mujer. BERTA

(Hace un ademán que indica que e&tá poniendo orden en sus ideas; luégo, señalando hacia la izquerda de la escena.)

.de... de...

j en

-Allí, en la pieza fin! tú comprendes...

(Carlos arquea

las cejas)

del. .. coronel. CARLOS

(a Fernando,

que no lo mira)

(ti Berta)

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

81

Ya te he dicho que puedes nombrarlo sin desdoro. No todo el mundo es héroe ...

¡No! ¡Ni lega un tesoro!

(Esto último lo ha dicho entre diente3. Fernando ha 3eguido a Berta, que abre la puerta de la pieza de la izquierda y entra. Pablo se ha acercado y habla con Fernando en voz baja: Dentro se oye encender una cerilla: el cuarto se ilumina. Carlos. entre tanto, se dirige a la compuerta de la bodega. que ha quedado abierta, y contempla el hueco negro con una mezcla de codicia y temor. Luégo, con un movimiento nervioso, cierra la compuerta y retrocede.Al volver a mirar, encuentra que Fernando lo observa. Entonces, afectando naturalidad, exclama;)

No hay duda. Es en el sótano. Tengo convencimiento. FERNANDO

(sonriendo)

- y tanto, que usted tiembla. CARLOS

(Dirigiéndose a los dos militare.! y abarcando el alojamiento con un ge.sto circular, en son de pedir excusas.)

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82

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

-¡Ja! .. Nuestro alojamiento va a recordar a ustedes la guerra y los cuarteles. FERNANDO

(señalando

-Es

con respeto el cuarto del coronel)

cierto: ¡usted nos hace dormir entre laureles! BERTA

(Saliendo de la pieza y señalando hacia el interior, posesionada de su papel de dueña de casa.)

-¿ Ve usted? Allí hay dos camas... Ya he

prendido la lumbre. El. .. coronel tenía dos lechos, por costumbre, para alojar, llegado el caso, a camaradas. (Durante estas palabra, eL caPitán finge un bostezo y simula e,(uerzos por contenerlo.) FERNANDO

-Aa ... jaaa ... Perdón por esta rebelión de quij adas. El cansancio del viaje ... la vista de ese nido... CARLOS

-Tiene

usted razón.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

83

(Llamando a Berta con un ademán obsequioso 'Y discreto hacia los dos militares.)

Berta... (Berta se desPide con una reverencia 'Y se dirige hacia la e.!calera.) FERNANDO

(mclinándose profundamente)

-Señora,

agradecido...

CARLOS

(Estrechando la mano se la deja estrechar.)

á

Fernando, que

-Buenas noches. FE~ANDO

-Lo mismo. CARLOS

(a Pablo)

-Buenas

noches.

PABLO

(con un movimiento instintivo hacia la vi3era)

señor.

-Muy

buenas,

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84

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA (Mientras tanto, Berta ha coronado la escalera. Carlos empieza a subir con aire preocupado, llevando ia palmatoria encendida. Fernando y Pablo hacen un movimiento hacia la pieza. A media e&Calera, Carlo" se detiene.) CARLOS

(en la escalera, apoyándose en la baranda)

-Es imposible-reconstruyendo escenasque un moribundo... mienta. FERNANDO

(secamente)

- y más, si es un soldado. CARLOS

(Continuando sU ascenci6n amable :Y tranquilizado.)

y con tono

-¡Buenas noches! (desaparece en lo alto de la escalera)

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL TESORO

85

ESCENA SEPTIMA (Fernando

'Y Pablo)

FERNANDO (Vivamente a Pablo, despui.s de convencerse de que ya no lo oyen.)

-Acércate. (Pablo se acerca)

Paso. Estoy empeñado en dos empresas, dignas de un alma bien nacida: complacer a una tumba y salvar una vida. Cuento, pues, con tu ayuda. PABLO

-Mi

capitán, descuide.

FERNANDO

eso es todo 10 que el asunto pide ¿ Sabes qué es diplomacia?

-Diplomacia,

PABLO

-Transformar en alcázar ....

(con gesticulaci6n

un zapato

de protocolo)

.... y abrirle la puerta al candidato.

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86

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO

-Pues

bien, méte en el tuyo, ornándolo a manera de un Boabdll, a todos los de esta madriguera. Yo no me encargo de eso: yo tengo rebeldías.... (sin acabar el pe.r-¿sarniento)

Tú eres ladino: encárgate de las hipocresías. Sé amable, sé acucioso, sé vil, sé necesario.... Haz de un hogar de avaros un nido hospitalario. Mi plan, que aun a tus ojos inadvertido pasa, requiere algunos días de vida en esta casa. Yate haré dar oficios serviles: no te importe. Sonríe, adúla .... En una palabra, házles la corte. PABLO (disponiéndose

-Voy

a dirigirse al fondo)

a empezar, entonces .... FERNANDO

-¿Por

quién?

PABLO

(yendo hacia la escalera)

-Por

la doncella.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

87

FERNANDO (vivamente) -j

Pablo! pABLO (Deteniéndose y volviéndose con la mano en la visera, la palma hacia el, frente)

--¡Presente! FERNANDO

Vuélve. PABLO (volviendo

y señalando

hacia la escalera)

-¡Es sucia .... pero es bella! Pensar que esa escalera le sirve de techumbre .... FERNANDO

-Granjéate

los amos... y no la servidumbre.' (con suavidad

severa)

Por ahora, recógete. PABl.O

-¿ y mi capitán? FERNANDO

-Vela.

PABLO (con cierta sorpresa)

-¿Ah?

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88

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO

-Yo seré esta noche quien haga centinela. Deseo inspeccionar sin que se me inspeccione. Tú mismo, ténte lejos. PABLO

(que ha entrado ya en la pieza)

-Mi

capitán supone ...•

FERNANDO

-Bien,

ciérra. PABLO

(cerrando la puerta)

-Hasta

mañana, mi capitán. ESCENA OCTAVA (Fernando

y luego Naría)

(Fernando se acerca a la lámpara, enciende un cigarrillo 9 discurre unos momentos por el cuarto. con paso discreto. Parece reflexionar. Súbitamente arroja su pitillo, tia hasta la escalera. mira hacia arriba aplicando el oído, 9 tranquilizado. de pie junto a la escalera, dice distintamente. aunque con cierta duda en el tono): FERNANDO

-¡María!

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TESORO

89

LA VOZ DE MARIA

(asustada)

-¿Quién llama? FERNANDO

(para si)

-No

me engaño. (alto)

La amistad, hija mía, MARIA

(apareciendo,

azorada)

-¡Ah!. .. ¿Es usted? FERNANDO

-Yo,

¿y tú ....

el enviado del camarada muerto. no ~ cierto que eres su hija? (María, silenciosa, permanece de pie junto a la escalera. Fernando, trayéndola hacia el frente.)

Oí: ¿ no es cierto1 MARIA

(lentamente)

-No,

señor.

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90

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO

-¿ Qué me dices? ¿Entonces de

quién lo eres? (silencio de Marfa)

MARIA

(con tristeza)

-Yo

no soy hija de nadie. FERNANDO

(Considerándola g tragéndola el frente.)

más hacia

-¿Por qué quieres ocultarme tu historia, cuando no hace un instante pude leerla, línea por línea, en tu semblante lloroso, que alumbraba mi lámpara de amig01 ¿Tu nombre no es María? MARIA

-No. FERNANDO

-Pero

te lo digo

y acudes ....

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TESORO

91

MARIA

-Es

el nombre de todas ....

las que lloran.

(Se cubre la cara con el delantal,

y

l/ora)

FERNANDO

-Ya

comprendo. Tus

labios su confesión . demoran, porque pesa sobre ellos un dedo maldecido. MARIA

(Descubriendo su rostro lacrimoso 9 señalando h~cia arriba con temor)

-Cálle

usted. FERNANDO

(mirándola

-¡Oí

fijamente)

que no hablas. porque te lo han prohibido!

(María, con la cabeza inclinada, tuerce las puntas de su delantal sin decir nada. Luégo levanta los ojos. 9 al trepezar con los de Fernando. que la urge. se desconcierta) MARIA

-Sí .. " Me han hecho que calle mi historia a todo el mundo.

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

A usted le hablo, porque es, en mi dda, el segundo, ¡ay! después de mi padre, que me habla con dulzura. (llora silenciosamente) FERNANDO

(después de una pausa)

-¡conque

es verdad! .,

¡Conque este poema de amargura que tengo ante la vista, corona, pobre amigo, tu epopeya!... (inclinándo&e afectuosamente

Oye; ¿ y mucho-sé mucho te martirizan?

hacia María)

sincera conmigo-

MARIA

-Un poco. Pero a todo se hace uno. Yo a las cosas forzadas me acomodo. ¿Quién, que es huérfano y sólo por lujo vio a su padre, va a pedirle a una extraña los besos de una madre? ¡Lo que a mí me entristece, porque no me lo explico,

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TESORO

93

(con un acento desgarrador)

es que me odien!. .. Comprendo

que yo los mortifico, y que hacia mí nO tienen obligación alguna. Pero yo he meditado en mi mala fortuna, en mi edad, en mi falta de ingenio, en tantas cosas que me hacen débil .... y hallo que aun cuando' las baldosas no brillen, ni esté toda la ropa remendada, basta, para excusarme, lanzarme una mirada .... y que si soy inhábil y torpe, y me equivoco, no merezco el cariño .... (sollozando)

ipero el odio tampoco! FERNANDO

(cada vez más enternecido)

_ ¡Dios mí0!... Un ser tan frágil.. .. tan dulce .... MARIA

(consolada)

-¿ Usted se aflige

por mí?

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94

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA (Fernando

le enjuga una lágrima)

-¡Si

yo no valgo la pena! ¡Ah! ¡Bien me diie, al verto, que usted era de un corazón distinto! (Cada vez máf expan&iva)

Además, ese traje me gusta por instinto: me recuerda a mi padre. En cada adorno, en cada botón se me figura ver brillar su mirada .... FERNANDO

-¿ Verdad?

(mirándola

complacido)

MARrA

-j Yo me sentía tan feliz, tan segura en sus rodillas, cuando ciñendo a mi cintura sus brazos galoneados, «ejecutaba un trote>, -como él decía-al mismo tiempo que su bigote buscaba mis mejillas, y que entre mis mechones se enredaban, temblando, sus condecoraciones!

(Mirando

con atenci6n

al caPitán)

¡Usted es.... (Recapacitando)

-tres

galonescapitán!

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ANGEL MARIA CESPEDES- EL TESORO

95

FERNANDO

(encantado)

-¡Sí! MARIA

(con un airecillo sabio)

-Yo entiendo de todo eso. Mi padre me explicaba. Comprendo los toques, y conozco las voces militares. (Con renovada melancolfa)

Una· visera ha sido mi alero en los pesares ~ por eso, admiro un kepis, y un sable no me aterra. Yo no he visto la paz sino en traje de guerra. FERNANDO

-¡Bien

muestras tener sangre de un bravo! j y tus cabellos son rubios por el oro de insignia que hay en ellos! MARIA

(con sencillez melanc6lica)

-Eso es porque mi madre fue rubia. Se lo oía a mi padre .... Su nombre era también María.

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96

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

Murió cuando yo estaba pequeña ....

y he pensado que ahora que en el cielo los dos se han encontrado, es imposible que a ambos. viendo el vivir que llevo, les niegue Dios la gracia de reunimos de nuevo. FERNANDO

-¡Cállate! Dios a cada virtud su dicha asigna. ¡Ha aplazado tu parte, para hacerte aun más digna! ¡y la prueba de que eres ya digna de esa parte, ¡María, es que me trae aquí para salvarte! MARiA

-¿ Salvarme? ¿Pero cómo? FERNANDO

-¡ Reconquistando uno por uno tus derechos! MARIA

-¿ Acaso tengo alguno? FERNANDO

-¡Preguntas si los tienes, estrella sin estrella! ¡Basta con ser lo que eres: cuitada, ilustre y bella!

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TESORO

97

MARIA

(en un arranque)

·-jOhf

¡Qué bueno!...

¡Qué bueno que es usted! iYo le pido perdón: estoy charlando sin freno y sin sentido; pero es que rompo un triste silencio de quince años! ¡Hablar! ¡Hablar! ¡Sin miedo de golpes ni regaños! ¡Hay cosas, esta noche, que un sueño me parecel"! Palabras que no insultan Ojos que no aborrecen .... ( .súbitamente)

¿Usted no va

a enfadarse, verdad? . FERNANDO

--¿Por

qué motivo?

MARTA

-¡Aquí

,

se enfadan si hablo .... si me callo, ....

..

SI VIVO.

(Con fiebre creciente)

¡Sí! ¡Ya que usted desea saberlo,

se lo cuento

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

todo! ¡Yo soy la escoria, la máquina,

el tormento! ¡No tengo más amigo que la fuente en que lavo: en sus ondas me miro sufrir, como un esclavo! Su murmullo tiene algo que a mis quejas responde, y sus aguas se ilevan mis lágrimas .... ¿A dónde? ¡Yo soy muy desgraciada! ¡Pero muy desgraciada! (Se cubre la cara con las

manos y llora amargamente)

FERNANDO

(después de una pausa con voz conmovida)

-¿ Pero cómo es posible que en quince años

-¡cuitada!un secreto tan hondo y horrible no taladre la inmensidad y llegue a oídos de tu padre? MARIA

(enjugándose las lágrimas)

-Porque yo le decía, cuando él me preguntaba, que era feliz. (Animándose)

y es cierto: cada vez que él llegaba,

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

yo lo olvidaba todo, y era feliz y además, mi madrastra .

99

un día.

(Mira al fondo amedrentada, como para ver si sus palabras no la han atraído) FERNANDO

-Prosígue ....

¿Qué decía 1

MARIA

-Que

si yo la acusaba, me cortaba la lengua.. (Pausa. durante la cual Fernando, seguido por la mirada de María, da un breve paseo nervioso) FERNANDO

(Deteniéndose a alguna distancia de ella, solemnemente)

-¡María:

por tus lágrimas, por tu incesante mengua, por toda esa falange de oprobios que adivino, por todo lo que tienes de triste y de divino, -¡hija del heroísmo que el martirio ha usurpadolpor mi lealtad de amigo, por mi fe de soldadado, por esa noble frente, que ignoraba tus yugos, te juro, dulce víctima, postrar a tus verdugos!

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100

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MARIA

(acudiendo a él y Juntando

las manos)

-¡No,

por Dios! ¡Yo no quiero que sufran por mI. causa ..... I Adem~s, esto pronto tendrá un fin, o una pausa: ya sé que va a adoptarme una familia pobre, que tal vez un poquito de cariño me cobre .. ¿Ve usted? Eso demuestra que no no son tan malos. FERNANDO

(ciego de ira)

¿Eso? ¡Es infame! ¡El abandono, tras de los palos! Más que nunca, es preciso quedarme aquí unos días. MARIA

(Tran.!portada)

¿Se queda usted? ¡Qué dicha! FERNANDO

(con aire confidencial)

-Probablemente

oirías

de un tesoro .... MARIA

-Sí,

a medias .. Me incorporé en mi lecho..

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

Se hablaba de mi padre

TESORO

101

, Me crel con derecho.

FERNANDO

-Es claro. Pues bien: eso me servirá, confío. De acuerdo con tu padre, ese tesoro es mío. Merezco, pues, al menos, mezclarme en el asunto; y a su sombra .... (Se contiene. Toma entre ambas las manos de Maria)

suyas

Pongámos por esta noche, punto. Si nos sorprenden puede pasar algo terrible. No debo anticiparme. MARIA

(con timidez)

-Capitán: ¿me es posible mirar, por un momento .... (Señala lds insignias del coronel que han quedado sobre la mesa)

-¿Aquí

están todavía-

esas medallas? FERNANDO

(emocionado)

Vaya! ¡son para ti, María, para ti que estuviste presente en su memoria, -j

BANCl.... '._ .....•

,.é.' .."\

BIBLIOTECA lUiS-ANGEL ARANGO

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102

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

cuando segó su espada toda esa

mies de gloria!

MARIA

-¿Puedo cogerlas? FERNANDO

(cogiéndolas, en un arranque, unas tras otras, poniéndoselas en las manos, pasándoselas por los cabellos, hacíéndolas resonar a sus oídos)

-jTómalas! ¡Mézclalas! -ya lo has hechoa tu crencha! ¡Oye en ellas el palpitar de un pecho! y tu padre, que mira desde arriba esta escena, entre el fiel camarada de ayer y la hija buena sentirá que, como antes, sus brazos te hacen cuna, y que esta vez oprimen dos frentes en vez de una. (Al terminar, la tiene delicadamente enlazada con un brazo, míentras con la mano libre agíta las medallas, que inundan ambas manos de María) MARIA

-¿Puedo

besarlas?

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TESORO

103

FERNANDO

(tomando dos o tres de manos de María y lle'Oándolas a los labios de ésta)

-jBésalas! ¡Comúlga con su aliaje glorioso, y bébe en ellas la gracia del coraje! (María las besa con unción silenciosamente) FERNANDO

(después

-Hasta

de una pausa)

mañana .... (María deposita lC18medallas sob,e la mesa y le tiende tímidamente las manos). MARIA

(con voz agradecida 'Y trémula)

-Buenas

noches.

FERNANDO

(sin soltarle las manos)

-¿Amiga?

(María asiente efusi'Uamente con la cabeza. Fernando. con cierta solemnidad emocionada)

¡Amigo!

(Fernando se dirige hacia su cuarto. María permanece junto a la mesa, con la fren-

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104

te inclinada 9 una expresión agitada 9 dichosa, sin atreverse a mirar a Fernando. Es~ te llega a la puerta 9 se vuelve bruscamente. Maria, a su vez, se vuelve hacia él. Silencio emocionado que rompe Fernando, di~ ciendo con voz un poco insegura:

María

¿ Ahora que duermas

vas a soñar conmigo?

MARIA

j Sí! ....

jSí! ....

(turbada 9 expresiva)

(Fernando entra en su cuarto 9 cierra la puerta)

ESCENA NOVENA (María sola) (Una vez cerrada la puerta, da uno, pasos hacia el interior para cerciorarse de que nadie la espía, saca del seno un librito pequeñísimo, lo hojea apresuradamente y, volviendo hacia la lámpara, por el lado del fondo, lee, con la cabeza in~ clinada, lo qUe sigue:)

- y la Cenicienta atizaba entre tanto el fuego que bebía las gotas de su llanto; y cuando alzó los ojos y, palpitante el seno, vio llegar aquel príncipe valiente, hermoso y bueno ....

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

(Se detiene, levanta el rostro maquinalmente:)

Valiente ....

hetmoso ....

'Y

105 rePite

y bueno ....

(Entonces, volviéndose hacia la izquierda, clava los ojos en la puerta por don-: de ha desaparecido el capitán, mientras la lámpara, que le da de lleno en las facciones, alumbra en ellas una expresi6n de infantil Y profunda esperanza) TELON

LENTO

ACTO SEGUNDO (Terraza entablada de la misma casa de campo, limitada al fondo y a la derecha (actor) por paredes con puertas hacia el interior. La pared del fondo termina en dos o tres metros del extremo límite izquierdo de la escena, dejando un espacio libre entre su terminación y aquél. Dicho espacio libre representa un corredor que se pierde detrás de la esquina así formada. haciendo ángulo agudo con la latitud de la terraza. Bordea el corre•• dar, a la izquierda, una balaustrada a cuyas columnas se abrazan enredaderas frondosas. y que arrancando del marco exterior del escenario, corre diagonalmente hacia el foro, hasta que la intercepta a la vista el filo de la pared del fondo). (Cerca de la balaustrada, y a proximidad del frente de la escena hay varias

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106

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA silla4 de paja en torno de una mesita redonda de estllo campestre. Por entre los intersticios de las enredaderas se calca un cielo matinal ligeramente nublado)

ESCENA PRIMERA BERTA,

invisible. MARIA, barriendo (Después de barrer un momento, María se detiene y sacando un billete del .seno, lo lee para 8ft apoyada en el mango de la é8coba) BERTA

(del interior de la casa)

-¡Hola! MARIA

(estremeciéndose)

-¿Señora?

... BERTA

(con acritud)

-¡ Bárre! (María reanuda 8U tarea; pero al cabo de un instante se detiene nuevamente

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

107

'Y continúa su lectura. De nuevo se oye

la voz trritada de Berta)

-¿Quieres barrer, maldita? MARIA

(asustada)

Sí, sí ....

señora.

(Barre abresuradamente; pero pasado un intervalo, va deteniéndose poco a po.co y, cogiendo la escoba con una sola mano, hace por barrer, mientras reanuda su lectura. Terminando la lectura, con emoción.)

Tuyo, Fernando.~

«

(Besa el papel en el seno)

y

lo vuelve a guardar

JULIAN

(desde fuera, hablando por entre las enredaderas)

-¡Señorita!

ESCENA SEGUNDA MARIA

Y JULIAN

(Toda esta conversación en voz baja)

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108

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MARIA

-¿Yo? jULIAN

-tv1Íre usted; acérquese, MARIA

(acercándose a la balaustrada :Y haciendo siempre luido con la escoba)

-¡Pronto~ jULIAN

se trata

-No seré largo: simplemente de entregarle este encargo. (Pa.!a por sobre la quete abultado)

baranda un pa-

MARIA

-¿Para mi? jULIAN

-Sí.

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ANGEL MARlA CESPEDES-EL

TESORO

109

MARTA

-¿ De quién es? jULIAN

--Del capitán. MARTA

-¡Pasito!

jULIAN

-Ayer, para la villa, me dio un papel escrito. y esta fue la respuesta. MARIA

-¿Qué

habrá dentro? jULIAN

-Lo

ignoro.

(María toma el paqu,te sin dejar de barrer con una mano)

y me despido. ¡El sótano me aguarda, y . el tesoro!.. A bien que estoy perdiendo la fe: ya tres jornadas cavando, en compañía de mis dos camaradas, y en premio, indicios... ¡muchos! Pero tesoro ... ¡ni esto! En fin, me marcho.

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110

BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MARIA

(mirando

el paquete

con curio3idad)

-¡ Gracias! (Julián

de3aparece. María,

mirando

a todo.! lado,)

¿ Dónde encontrarle puesto? (Sobreviene Pablo por el corredor)

ESCENA TERCERA (María,

Pablo y

luégo Berta)

PABLO (muy

gentil)

-¿ Puedo ayudarle en algo, preciosa

barrendera? MARIA

(afanosa)

-Sí,

gracias. Este atado .... PABLO (tomándolo)

-¿ Dónde?

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

111

MARIA

(alocada) -j

Donde usted quiera!

PABLO

(consideran1o el paquete)

¿ Qué contiene? MARIA

-No sé. PABLO

(de,puls de esconder el paquete debajo de su chaqueta}

~Venga, en pago, la escoba. MARIA

-Para .... PABLO

(haciendo notar la perogrullada)

-¡Barrer! (Echa mano a la escoba con dulzura)

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112

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MARIA

(vivamente)

-No .... PABLO

(1 n&i.stiendo cariñosamente

'Y

qUitándo.sela)

-Sí. ... (En e,te momento aparece Berta en la puerta, con expresi6n colérica. Pablo, que la advierte, cambia de actitud y dIce, rechazando a María):

-¡Quita allá, inepta, boba! siquiera sospechas tu oficio! j Qué dijera la señora, de verte barrer de esa manera!

j Ni

(Se pone a barrer frenéticamente) BERTA

(confu.sa)

¡Pablo! iPor Dios! ¿ Barriendo? ¿ Usted?

Ya es un exceso.... (A María, abalanzándose

¿Y

hacia ella)

tú, desvergonzada, cómo consientes eso?

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

113

PABLO

(acudiendo en defema de María y deteniendo a Berta)

-¡Señora ..•. es culpa\'mía: su juicio no se tuerza! (Volviendo a tomar 8U aire fingido de repugnancia por Marta)

jLo hace tan mal ... No puede... ¡Se la quité a la fuerza! BERTA

-¡ Pero ya no es posible! iPero usted se . propasa! jUsted se sacrifica mucho por esta casa!.. PABLO

(mirando de reojo a María)

-j No por la casa ... excuse usted: por las personas! jOh, simpatía!.. jC6mo las almas aprisionas!.. ¿ No es justo que en ser útil me empeñe cada día, si soy el siervo de una dichosa tiranía? BERTA

-¡ Vamos! Usted nos hace favor ....

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114

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA PABLO

(mel ifluo)

-y usted, favores. (Suspirando)

¡No haberme dado a ustedes el cielo por I senores.... ~ BERTA

(capciosa)

-¿ Y el capitán, entonces? PABLO

(suspirando de nuevo) -j Yo siempre he suspirado por verme señoreado, que no capitaneado! BERTA

-Verdad

que es un muchacho bruscote .... PABLO

(enfático) -j

Un hotentote!

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

115

BERTA

(estimulada)

-Indiscreto. PABLO

iDe oficio! BERTA

-¡Quijote! PABLO

(cuya ~nfasi3 ha ido subiendo)

-¡Requijotef (Vuelve abarrer) BERTA

-Si

por usted no fuera... Pero es que usted posee... PABLO

(deteniéndose)

-¡Señora,

le he pedido, por Dios que me tutée como a un paje cualquiera!. .

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116

BIDLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA Mientras dice e&to, por la puerta del fondo entra Carlos con un Vi8tOlOgorro de interior. Pablo, dirigiéndo8ele):

-y usted. señor. lo mismo,

ESCENA IV LOS MISMOS Y CARLOS CARLOS

(con 8everidad fingida, abriendo una caja de corbata8)

-i Esto es intolerable!"

iYa

raya en el cinismo!

PABLO

(haciendo ,l intimidado)

-(. 'Q ue'?... CARLOS

(a Pablo)

-¡Que

con tus obsequios continuos me maniatas! PABLO

(con modeltia)

Ja ... Ja ...

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO'

117

CARLOS

(o Berta, enseñándole !obre sí mi.smo lo que va enumerando)

-Anteayer,

pañuelo ... Ayer, gorro ... Hoy, corbatas. PABLO

(como excusándose)

-Los obreros van todas las noches a la aldea: aproveché. ¡Es tan simple! ¡Corbatas! CARLOS

-Por

hoy, sea;

jpero, no más! (Enseña la caja de corbatas a Berta) BERTA

-¡ Lindísimas! PABLO

(entre dientes, acercándose a María) -j

Así 10 ahorquen!...

CARLOS

(que no ha oído, volviéndose a Pablo)

-j Gracias!

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118

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA PABLO

(reanudando la barrida, con un cantito de trabajador alegre)

-¡ A barrer!

Berta :y Caria.! lo contemplan complacidos. De pronto, la caja que le ha confiado María empieza a salirse por debajo de su chaqueta. Marfa, que había permanecido con la cabeza inclinada, lo mira con angustia. Pablo' a Marta, bruscamente) :

¿ Qué me miras, montón de crenchas lacias? MARIA

(ca.!i sin poder hablar)

-Que

se... le está ... cayendo ... PABLO

(examinando suce.!ivamente la escoba y el mango)

-¡Qué! ¿La escoba... o el palo? (En el movimiento que hace, el paquete cae al suelo, Pablo, acordándose y viendo que Carlos :y Berta se han enterada):

¡Ay! BERTA

-¿ Un paquete?

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

119

CARLOS

Apuesto que es un nuevo regalo!

-j

PABLO

(recogiéndolo, zalamero)

-No

lo niego. (Dándoselo a María, con tono brusco)

¡Usted! ¡Sirva para algo! ( Volviéndose a ellos)

¡Una friolera! BERTA

-¿ Sorpresa? (Pablo asiente con un mimo afectuoso) CARLOS

(confuso)

-¡Vamos! .. PABLO

(a Marfa, duramente)

-Guárdela .... MARIA

(con un relámpago de malicia)

-. ¿06nde?

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12 O

BmLIOTECA

ALDEANA DE COLOMBIA PABLO

-j

Donde usted quiera!

Al decir esto, ha imitado el tono del «donde uded quiera» d, María en la escena l/l. Sale Marta por la puerta de la derecha. Berta la mira con aversi6n, y Pablo imita la actitud de Berta, de modo que é.sta lo note.)

ESCENA

V

(Los mismos, menos Marta) CARLOS

(a Pablo)

-Mil

gracias de antemano. Te las doy sin prosodias. BERTA

-Gracias

por otra cosa. PABLO

-¿ Por qué 7 BERTA

(con

I70Z

siniestra) -j

Porque la odias!

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

121

PABLO

(estren1ecié~se)

-¿Yo? (Recobrándose)

Cierto. ¡A qué negarlo! La aborrezco. No es charla. ¡Ay! ¡Quisiera oprimirla!.. ¡Morderla!.. (Con ternura)

-¡ Estrangularla! BERTA

(a Carlos)

Cuán distinto de su amo, que adalid se pretende del débil, y al oímos reñirla, la defiende!

-j

PABLO

-¡Tan

noble! BERTA

(extrañada)

-T e desdices. ¿ Tan noble?

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122

BmLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA PABLO

(guiñando un ojo)

-Es

ironía.

CARLOS

-¿ D6nde está? PABLO

-Preparándose

para la cacería.

CARLOS

-Anda.

vé si está listo. PABLO

(galante)

-Con

su permiso.

(Se echa la escoba al hombro por el corredor, tarareando)

y

&eva

ESCENA VI (Carlos

y

Berta)

CARLOS

(una vez que Pablo ha delaparecido, brulCatnlnte)

-Bueno. Ya la suerte está echada. ¿ Te alegras?

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

128

BERTA

-¡Me

enajeno!

CARLOS

-Bien.

Belisario llega dentro de media hora. BERTA

¿ y el capitán, en tanto? CARLOS

-El capitán adora el cuerno y la escopeta. Bien ya me he dado traza, ayer, de combinarle su partida de caza con otro hijo de Diana, nuestro vecino el conde. El ardid es completo y a nuestro plan .responde. ¡Antes de media hora vendrá su compañero, y la batida debe durar el día entero! BERTA -j

Admirable! CARLOS

- Tenemos más tiempo que el previsto.

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124

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA BERTA

-¡Que

me place! CARLOS

- Pasemos a lo tuyO: ¿se han visto? BERTA

-No

he dejado de expiarIos a tarde y a mañana. y María .... CARLOS

-No

digas María. BERTA

-Es verdad: Juana. Juana no ha estado sola con Fernando un instante. CARLOS (frotándo&e la" mano.) -j

Bien! (Se oyen lo" pa&o&del capitán en el corredor. Carlos a Berta:)

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL TESORO Diga lo que diga,

muy

125

cuerda, ..... muy galante ....

(Aparece el capitán, de uniforme, pero calzando botas de cazador, con espuela, y látigo en la mano.

ESCENA VII (Carlos, Berta, Fernando, Pablo, que permanece a cierta di.stancia; de.spuél de un momento, una doncella, y por 11ltimo María) BERTA

-Salud,

querido huésped. FERNANDO (Inclinándose fríamente)

-Señora,

buenos días.

Señor .... CARLOS (amable)

-¿ Ya está usted listo para sus correrías? (Volviéndose, vivamente a Berta)

Querida, el desayuno.

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126

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA (Berta sale acuciosa por la puerta del fondo. Carlos invita a Fernando a .sentarse. Luego:)

-Tengo

informes propicios. FERNANDO (sentándose con despego)

-¿ Respecto .... ? CARLOS -j

Del tesoro!

FERNANDO (indiferente)

-Me

alegro.

CARLOS

-5610 indicios. j Pero

tan convincentes!. ...

jCalcule usted: primero, se han hallado, enterrados, unos zunchos de acero! FERNANpO

-jZunchos

en las bodegas! No es extraño.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

127

CARLOS -j

Enterrados!

FERNANDO

-¡Bah! CARLOS j De

acero! FERNANDO (burl6n)

-¿ y el oro? CARLOS -j

Hay que marchar por grados f FERNANDO

(de8pués de una pausa)

-¿ Qué más? CARLOS (dando grande importancia a lo que dice)

-Esto:

un

fragmento

de

pica y dos azadas

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128

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

compañeras, roídas de herrumbre y sepultadas de un modo .... extraño, a cierta profundidad. FERNANDO

-Despojos usuales en el campo. CARLOS (sentándose frente a Fernando decidido a convencerlo)

-¿ y esto? iUn par de cerrojes clavados en el muro, por dentro a cierta altura, .el cual ha descubierto, después de su fractura, s los jardines una salida insospechada! FERNANDO

-No

quiere decir nada.

(Ha vuelto Berta con la doncella 'Y entre las do& &irven a Fernando) CARLOS (continuando)

- ¡Pero ..•.. es curioso ! Todos confiamos, aun yo mismo.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL TESORO ¡Y usted,

que

dio

la alerta,

129

guarda su escepticismo!

FERNANDO

-¿ Qué quiere usted?

La busca del oro no me afana.

Yo sueño otros tesoros .... (Suavemente)

¿ Por qué no viene Juana? LA DONCELLA (presentándole el azucarero) ¡, Cuántos

pedazos? FERNANDO

-Juana

sabe el número exacto. BERTA

(tomando las pinzas para servirle) FERNANDO (un tanto .seco)

-¿ Está ocupada?

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130

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA BERTA (vacilante)

-Sí

.

CARLOS (vivamente a Berta)

-Que

venga en el acto.

FERNANDO (con naturalidad)

-Es

cuestión de costumbre. CARLOS

-Costumbres

son razones.

BERTA

-¡J uana!

(llamando) (Despidiéndo.$e la doncella)

Está bien. (La doncella

le

retira)

MARIA (apareciendo por la derecha)

-¿ Señora1

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL TESORO

131

BERTA (fingiendo

suavidad)

~ , - SIrve aqUl. MARIA (acercándose y sirviendo,

con lo.! ojol bajos)

-Dos

terrones.

FERNANDO

-Sí. ... sí.... MARIA

-Café,

tres dedos

.

FERNANDO

-Bien. MARIA

-Leche .... FERNANDO

Más ....

No tema.

MARIA (en voz baja)

-Es

que voy poco a poco: oscuro . pardo ... , crema..

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132

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO

-Basta. (Re bulle el café con aire di.ftrafdo) BERTA (aparte, a Carlo&)

-Obsérvalo. CARLOS (aparte. a Berta)

-Nada

sabe.

(a Fernando)

El conde no tarda. (Marta se retira hacia el fondo) FERNANDO (mirando al espacio)

-Si

no viene, no importa. La atm6sfera está parda .. , . BERTA (instintivamente)

-1·Oh"N ,1

o."Q1 ue venga.,I ...

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

133

CARLOS -j

C6mo desperdiciar un día!

¡Y usted, que tanto debe de amar la cacería! BERTA

-¡Sí! CARLOS (a Fernando)

-¿ No es verdad? FERNANDO

-Me gusta. CARLOS

la Berta con tono adul6n para Fernando)

-Le

recuerda la guerra, los ardides que encierra ....

¿ comprendes? Las fatigas .... BERTA

-¡Sin

duda! (Berta hace un signo a María de que se vaya. María se dirige hacia la puerta)

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134

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO (vivamente a María)

--Otro poquito de café. (María se acerca con rapidez) CARLOS (a Berta entre dientes)

-Gbsérva. (María sirve. Fernando la detiene lulgo con la mano. Durante este momento la actitud de ambos es exactamente la de un señor y Una criada. BERTA (a Carlos. por lo bajo)

-Ignora. (María vuelve a su sitio primitivo) CARLOS (a Berta)

-Siéntate. (Se s ientan los dos en frente del capitán. Carlos con aire natural e in.sinuante)

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

135

Capitán, ya que hablamos ahora de guerra, ¿ quiere usted, mientras que llega el conde, hacemos el relato de ese episodio . donde ? FERNANDO (excusándose)

-¡Oh!. ...

¡No! BERTA (a un signo

que le hace Carlos)

-Sí .... Sí.... CARLOS ~ (ins istente)

-No

olvide que usted nos lo ha ofrecido. (Fernando observa un instante a Marfa 'Y ve en su rostro el interés que ha despertado en ella la idea de un relato de guerra)

FERNANDO (decidiéndose)

-¡Va, pues!

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136

BIBLIOTECA ALDEANA DE OOLOMBIA (Recapacita un momento)

Es uno de esos pasajes que no olvido, pues matizado el campo donde el cañón revienta, semejantes a un iris en medio a la tormenta, demuestran que si hay lobos vestidos de corderos, son corderos vestidos de lobos los guerreros .. Como que es instintivo, cuando el soldado mata, apoyar en el hombro derecho la culata, porque el tiro no parta del corazón El caso fue el siguiente. BERTA (en voz baja

-Tú

á

Maria)

tienes que hacer. Márchate. ¿Acaso FERNANDO (vivamente)

-he

exigido reserva? CARLOS

-No .... Que es mortificante que alternen ..

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TESORO

131

BERTA (altanera)

-¡Con

los amos!

CARLOS (cortés)

-y con el visitante. FERNANDO

-Pero cada cual tiene la libertad, yo creo, de su entusiasmo. El tema le agrada, bien 10 veo.... (a María)

¿Eh? MARIA

(con énfalis,

avergonzada)

-¡Mucho! .... FERNANDO (con naturalidad)

¿ y qué nos dice que aunque murmura

apenas,

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138

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

no tenga también sangre marcial entre las venas ? BERTA

-¿ Por qué? CARLOS (interviniendo vivament~)

En fin, que se quede. (El ¡ostro de l'viaría :e -ilumina)

Capitán, lo escuchamos. FERNANDO

-Pues

bien, en un combate-que

por cierto ganámos-

sucedi6 que la lucha, con su vaivén forzó a nuestros jinetes ....

rabioso,

(a Berla)

.... al mando de su esposo, a rodear un cerro de recia contextura,

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

139

en busca de una trocha para ganar la altura. Arriba, a media cuesta, mirando a la hondonada, descollaba una granja desierta y arruinada: todos nos orientamos hacia aquel signo blanco .. Pero a la misma hora por el opuesto flanco del monte, gracias a una pendiente menos brava, la infantería adversa su ascenso apresuraba, j y asomó en breve sobre la cresta, en pleno cielo! Los nuéstros, sorprendidos, se aprestaron al duelo; en lo alto, el enemigo su frente disponía, y .. -la batalla tiene también su ortografía-· quedó la granj a en medio del faz a faz guerrero, como un punto entre dos paréntesis de acero. cj Ay-pensé-del incauto que por amor al nido haya vuelto a ese frágil alero combatido!> El diálogo de fuego se estableció. Los nuéstros subían desmontadG>s, mordiendo los cabestros y apuntando al espacio, como en los ritos chinos. La cumbre, coronada de copos blanquecinos, se fundió con las nubes remotas. Flotó un velo uniforme y mortífero. La bóveda del cielo parecía llenarse del trueno de la tierra y usar contra nosotros los rayos de la guerra ..

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140

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA (Poniéndose

en pi~)

¡y escalando aquel monte fulminados y ciegos, nos sentimos titanes, como en los mitos griegos! De pronto, entre la niebla de la fusilería, -tal como entre el incienso se alza la eucaristíasurgió del techo en ruinas y erró sobre las lomas una pávida y nívea bandada de palomas. ¡Vagarosa, alocada, de su terror cautiva, oyendo el trueno abajo y hallando el trueno arriba, sin saber a qué abismo encomendar su suerte, era el volante, y era la raqueta, la muerte! ¿ Qué pasó en ese instante? ¿ Quizá lo inesperado ejerció su dramática presión sobre el soldado? ¿El temor de una injusta lesión a la inocencia aleteó, cual otra paloma, en la conciencia? ¿ Un pudor repentino nos penetró de un franco bochorno de ser rojos delante de lo blanco? ¿ La pluma del penacho reconoció la pluma? ¿ De esos picos de rosa se desprendió en la bruma algún ramo impregnado de bíblicos sosiegos? . No sé .... j Pero unos y otros suspendimos los fuegos! iY fue por entre un épico silencio de adversarios

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

141

como aquellos viajeros, de albura dignatarios, acallando un momento las iras y las balas, pasaron, con su blanco salvoconducto de alas!.... Así que se orientaron hacia su casa etérea, el humor se abrió campo: c:1 Viva la escuadra aérea!~ -gritó un soldado.-Y otro: «jBuen tránsito os deseo! ¡Traed cartas de amores a vuelta de correo!~ y un vate clamó alzando la testa melenuda: «¡Ave de Venus, díle que Marte la saluda!» Después, continuó el duelo con más ahinco que antes A la tarde, pisamos la cúspide, triunfantes. En derredor, la muerte, la ruina. el alarido, charcas de sangre; pero .. ¡ningún plumaje herido! CARLOS (expres iva)

-¡Qué

curioso episodio! BERTA

-Muy

hermoso....

FERNANDO a María

-Tú,

dime

tu adje-tivo.

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42

BmLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MARIA (alzt¡ndo hacia él su.! ojo, anegádos)

-Mis

-Lo

lágrimas.

encuentras, pues, sublime.

(Volviéndo.!e a Carlos

'Y

Berta)

¿Ya ven ustedes? Tuve razón de insistir tanto: si se marcha, le ahorramos una ocasión de llanto. BERTA (mirando a Carlos extrañada)

-¿Eh? CARLOS (mirando al capitán realoso)

-¿ Cómo? FERNANDO (riendo)

-No se alarmen ustedes. ¡No hay motivo! Yo hablo de llanto, pero de un llanto admirativo. ¿Acaso hablé de lágrimas, de sufrimiento?

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL CARLOS

TESORO

143

Y BER TA

(tranquilizados) -j

'Ahl•••••

(Suena, lejana. la campanilla del jardín) BERTA

(sin poder ocultar su alegría)

-¡El conde!

. , - QUlza.

FERNANDO

(M ira su reloj)

-No.

No es la hora.

(María se dirige al corredor para ir a abrir) CARLOS

(a María, señalándose a sí mismo 'Y a Berta)

-Si que ya vamos.

nos buscan, responde

(Berta lale vivamente por la puerta del fondo)

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144

BmLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA PABLO (PreciPitándose detrás de María)

-j Aguárda mentecata del diablo! ¡Si no te aguijoneo no vas a abrir!

FERNANDO (no creyendo a sus oídos)

-¿ Qué? (Levantándose violentament,)

¡Pablo f PABLO (reapareciendo con la mano en la visera) -j

Presente! FERNANDO (energúmeno)

¡Desgraciado! ¿ Tú ultrajando a una niña? ¿ Tú,

un soldado? ¿ Tú, un hombre de honor? CARLOS (acercándose, conciliador, al capitán)

-Están de riña.

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO'

145

FERNANDO (cada vez mds alterado

y

sin parar atención en Carlo,)

-¿ Qué tienes, miserable? ¿Qué contagio

indecente, qué virus canallesco bebiste en el ambiente? (Berta vuelve a

toda prisa)

CARLOS (intercediendo)

-

.; .... eapltan FERNANDO (a punto de estallar, avanzando hacia Carlos)

-Bien

me explico que usted .... (Pero Carlos se ha vuelto hacia Berta y no advierte la actitud del capitán.) CARLOS (a Berta)

-¿ Quién? BERTA (ráp idamente)

-Belisario.

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J46

BmLIOTECA ALDEANA DE 'COLOMBIA CARLOS (nervioso)

-¡Ah! (Volviéndo3e a Fernando)

Capitán, dispénsenos: un pobre arrendatario que nos busca en sus cuitas .... Usted está en su casa. FERNANDO (domindndoJe con amabilidad)

-Muchas

gracias.

(Berta le hace una inclinación de cabeza)

-Señora,

a sus pies.

(Salen Carlos y Berta por el fondo)

ESCENA VIII Fernando 'Y Pablo tUn silencio, durante el cual Pablo permanece inclinado, 'Y Fernando lo con,idera lleno de extrañeza) FERNANDO ~¿

Qué te pasa?

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TESORO,

147

No es posible que un hombre se aplebeye en tres días. Aquí hay algún misterio. Díme: ¿por qué ofendías a esa pobre cuitada, bella como un lucero y endeble como un junco? PABLO (humildemente

despué.s de una pau.sa)

-Señor ....

porque la quiero.

FERNANDO

-No

entiendo. ¿Estás de broma? PABLO (cobrando verbosidad a medida que habla)

- Voy a explicarle todo, mi capitán. Tratarla con dureza es un modo de ganarme a los amos. Ganarme a esas panteras es cumplir la consigna de usted. FERNANDO

-No,

no. Exageras.

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148

BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA PABLO

-Lo hago adrede. Y ahora, prosigo: si exagero, SI más que un diplomático soy un perro faldero, si me pierdo en piruetas, si alargo la cabeza, si con el alma rota le ladro a una tristeza, mi capitán, con este lujo de servilismo, he aquí lo que pretendo. (con humildad)

ganármelo a usted mismo. FERNANDO (impaciente)

-Vamos,

no es necesario .. ,. ¿Y para qué? PABLO

(con voz trémula de aentimiento :Y de sinceridad) -j Mi sueño, señor-si usted se digna favorecer mi empeñoes decirle a esa niña que injurio, que la adoro!. ... ¡Y que en vez de una vida de afrentas y de lloro, le ofrezco una existencia de amor y rendimiento!

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TESORO

149

FERNANDO

-¿ Tú no le has dicho nada? PABLO

-¿ Sin su consentimiento, capitán? ¡Imposible! Conozco la obediencia. y además, que al mirarla, su rostro .... su presencia, no sé por qué, me imponen. Pero a mí me parece que en rigor la merezco; como ella me merece. Nuestro nivel se toca: no soy más que soldado, pero ella, aquí es aun menos que criada. y he pensado que por librarse de ellos,' me aceptará .... FERNANDO (con melancolía)

-¡Hijo mío, no sigas! iNo enredemos más este triste lío!.. PABLO (sorprendido)

-¿ y qué? ¡Dios no permita!. .... ,¿Mi.. . capltan tiene una objeción?

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA FERNANDO

-No.

Dos. PABLO (angustiado)

¡Tiemblo! FERNANDO

-Una, que no es ninguna: que de esa misma niña, también y por su lado, se halla profunda, loca, cruelmente enamorado . tu capltan. /

PABLO

-¡Qué escucho! ¿ Usted? ... ¡No! ¡No es creíble! ¡No! ¡Mi capitán quiere burlarse! ¡Es imposible! ¿ Usted? ... ¿ Enamorado de una simple doncella? FERNANDO (con lchtima)

-Aquí

entra mi segunda objeci6n:

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ANGEL MARIA CESPEDES-EL

TESORO

151

PABLO -j

Cielos!

FERNANDO (con cierta dificultad

Piadosa)

-Ella ..

Es otra. PABLO (desorientado)

-,Otra? FERNANDO

-Distinta. Esa infeliz que vemos, la maritornes trágica que ambos compadecemos, la triste prisionera vestida de gitana, la esclava que querías redimir, ella, Juana .... es María, la hija del coronel. (Pablo, anonadado, abarca en un instante todo,u engaño. Luego, reaccionando, tiene un brusco y vibrante arr

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