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EL TAà IDO DE CARMELINA SOTO Escritora colombiana “Si cuanto soy ya no ha de ser mañana Qué me importa el recuerdo y qué el olvido” Carmelina Soto Buscar las huellas de muchas escritoras colombianas, no es tarea fácil. Apenas hace pocos años se abrieron las páginas ocultas por el desconocimiento y la invisibilización social de la mujer. Uno de esos casos es el de Carmelina Soto, que si bien parece, construyó una personalidad sencilla, no fue su intención pasar inadvertida ni en su patria chica ni en Colombia., puesto que era mujer de buen roce social y activa ciudadana, al punto de ocupar el cargo de Auditora de la Presidencia de la República. Nacida en 1916 y muró de 76 años. En el Diccionario de Escritores colombianos, Ma. Luisa Sánchez López le dedica algunas lÃ−neas que la definen como “profesora y poetiza, nacida en el QuindÃ−o, lÃ−rica con originalidad, emoción e inspiración, autora de versos hermosos y sinceros”, consideraciones que podrÃ−amos afirmar, son comunes al mal y rápido trato que en las minúsculas reseñas escribieron sobre las poetas que en ese tiempo eran vistas peyorativamente como “poetizas”, de versos para los hijos, escritos en dÃ−a domingo. En el Manual de Literatura colombiana, de Fernando Ayala Poveda dice: “Obra: Octubre, Tiempo inmóvil, Campanas del alba. Romántica formal. Sus textos exhalan notas idÃ−licas, inocentes, candorosas. Testimonio del amor ideal”, reseña que deja mucho qué desear del compilador. Sin embargo, su obra fue grande porque - en medio de los prejuicios contra la escritora- mereció la inclusión en estos dos volúmenes, asÃ− sea minimizada, por no decir devaluada en su verdadero precio en las letras nacionales. En cambio, Jaime Lether, en el libro “Tiempo inmóvil”, selección poética de Carmelina Soto publicada en 1983, en la segunda edición dice: “…era insular en su obra y en su vida. Por tanto es difÃ−cil encontrar los hilos que han movido su estilo admirable y su existencia Ã−ntima. CrÃ−tica innata, tiene pensamiento profundo y universal en el concepto. Se apartó de la literatura de alcoba; es una poesÃ−a de gran trabajo idiomático”. Maruja Vieira elaboró su discurso de recibimiento en la Academia Colombiana de la Lengua, como homenaje a Carmelina Soto. Escribió: “Entre duros trabajos, relojes, calendarios, entre papeles áridos, tuvo la capacidad de no dejarse vencer, de construir un lenguaje rico y sonoro para, más allá del monólogo interior o del poema narrativo, hablar a esa indispensable segunda persona del singular, tú, el interlocutor inevitable, el nombre del amor…” 1
Rogelio EchavarrÃ−a, compilador del libro Quién es Quién en la poesÃ−a colombiana, como uno de los mejores poetas del siglo pasado, reconocido asÃ− por la Casa de PoesÃ−a Silva y condecorado como tal, afirma: “Aunque la aparición de su primer libro coincidió con el auge del piedracelismo, su voz es independiente, rebelde, personal, y supera las modas con su claridad, hondura y expresividad para instalarse en la antologÃ−a colombiana como una de las voces más altas”. Es posible que la actividad polÃ−tica de Carmelina Soto le cerrara algunas puertas; en 1964, en su liderazgo en la Universidad del QuindÃ−o durante una semana cultural dijo: “Mujeres de mi estirpe, varones de mi raza. El don de la palabra es un don divino. Por él toma forma y acción el pensamiento y cuando se ilumina por la gracia de la poesÃ−a, se expresa por la boca del hombre como una llama que canta” En 1968, en un homenaje ofrecidos por mujeres expresó: “En circunstancias de urgencia y también en las no urgentes, lo milagrosos es vivir. Vivir en el ardor del existencialismo apasionado y común individualismo fervoroso que nutra sus raÃ−ces en los propios limos”, palabras que repitió poco tiempo después, teniendo como referente el fracaso del Nadaismo En 1973, con el tÃ−tulo “noviembre mes de recuerdos” afirmó: “En las grandes urbes crecen ciudades de mármol, rascacielos de cemento, con criptas a la medida de los cansados huesos, con milimétricos dormitorios abovedados para los habitantes del misterioso “más alla” OBRAS: Campanas del alba (1941) / Octubre (1952) /Tiempo inmóvil (1974) /
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