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c o l o m b i a c u e n ta Colombia QUINTO CONCURSO NACIONAL DE CUENTO HOMENAJE A MANUEL MEJÍA VALLEJO RCN MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL C U E

M E R C A D O B U R S A T I L D E C O L O M B I A
C O M E N TA R I O B UR SAT IL VOLUMEN 3, Nº15 Diana María Peña [email protected] MERCADO BURSATIL DE COLOMBIA MADURACION CUPON PRECIO TASA

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C ATA L O G O 2 012 w w w . m a t e b o m . c o m BOQUILLAS DE VUELO EN ACERO INOXIDABLE ACERO INOX ACERO LISA ACERO INOX CINCELADA ACERO INOX CI

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Tribunal de Arbitramento de Nubiola Colombia Pigmentos S.A. contra La Compañía Mundial de Seguros S.A. ______________________________________________

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Caracterización de la actual política petrolera venezolana La defensa del precio como política La defensa del precio del petróleo, propiciada a través de recorte de la producción, se ha transformado en una de las piedras angulares de la política petrolera del actual gobierno. Tal postura había sido asumida también tanto por gobiernos anteriores, como por otros países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El debate acerca de qué es más importante, el precio o el volumen, no es nuevo en Venezuela. La realidad ha demostrado que en momentos en que se producen caídas bruscas del precio resultado de circunstancias coyunturales, los recortes del volumen producido contribuyen al restablecimiento del valor del producto y por lo tanto son convenientes. Ahora bien, aunque se recorte la producción, nunca se debería permitir una disminución en el potencial de producción, pues allí radica no sólo la fortaleza de un país petrolero, sino también su capacidad de respuesta cuando así se requiera. La discusión no debería plantearse en términos de precio o volumen. El debate relevante debería presentarse en términos de inversión o precio. En un nivel total de agregación, cabría preguntarse, qué es más importante para un país petrolero, ¿las inversiones que se realizan o los precios que se obtienen? Si para aumentar el precio se opta por sacrificar la inversión, el país resulta perjudicado. Ello se debe a que cuando se estimulan las inversiones, el efecto multiplicador de las mismas, así como la confianza que se genera en los demás sectores de la economía, se traducen en una mayor propensión a invertir y en un crecimiento más equilibrado, cuyos beneficios que se van distribuyendo progresivamente en toda la economía. Cuando los países exportadores de petróleo acuerdan colectivamente disminuir el volumen, el resultado que se logra es un aumento del precio, lo cual, como se mencionó con anterioridad, puede resultar necesario y conveniente. Pero el mayor ingreso resultante va directamente a manos del Estado y su efecto sobre la sociedad depende en definitiva de cuan eficiente sea el gasto del Estado y el manejo de los recursos. Se corre el riesgo de que se produzca simplemente una expansión en el tamaño del Estado sin que necesariamente se genere un beneficio equivalente para la sociedad. A la vez se incurre en el riesgo de una exacerbación del modelo rentista. En su búsqueda de mayores precios, el actual Gobierno ha cometido el error de frenar no solamente la producción sino también las inversiones. Para colmo, estos recortes de producción no están siendo acompañados por otros miembros de la OPEP, quienes más bien han incrementado su producción, desplazando a Venezuela de sus mercados. Sin duda alguna el precio ha aumentado, aunque en este caso por razones que tienen más que ver con una situación global de los mercados petroleros y de la economía mundial. En las actuales circunstancias, esos ingresos han permitido un fortalecimiento excepcional del Gobierno a expensas del sector privado y de un debilitamiento institucional del país. Con esos ingresos adicionales, el Gobierno ha propiciado, a través de un aumento del gasto público, una “burbuja de consumo” en la

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sociedad, en momentos en que simultáneamente se han establecido condiciones que desestimulan las inversiones en todos los demás sectores de la economía. El resultado es que nuestra economía se ha tornado cada vez más dependiente, no del petróleo en términos generales, sino del precio del petróleo de manera muy particular. Si los precios del petróleo llegasen a caer, la vulnerabilidad de nuestra economía sería total, ya que al haber disminuido nuestro potencial de producción petrolera, careceríamos de capacidad de respuesta. El país no podría disponer de las divisas necesarias para mantener la importación de los bienes que consume, en momentos en que el aparato productivo no estaría en condiciones de substituirlas.

La diversificación de los mercados La búsqueda de una mayor diversificación de nuestros mercados petroleros es un objetivo deseable que también ha sido perseguido por gobiernos anteriores. La diferencia es que en el pasado tal diversificación se procuraba a partir de incrementos en el volumen de producción, que se intentaba canalizar hacia otros mercados. El Caribe, Latinoamérica y Europa eran, por razones geográficas y de costo de transporte, los mercados en los cuales se procuraba la diversificación. Asia tenía un papel creciente para determinados productos. El objetivo fundamental por el cual se propiciaba esa diversificación era de carácter económico. En la actualidad, la diversificación de los mercados se propicia más por razones de carácter político y geopolítico y se procura que nuestras exportaciones petroleras se dirijan no a aquellos mercados en los cuales podemos obtener mayores beneficios, sino hacia aquellos países a los cuales el Gobierno quiere favorecer. En la mayoría de los casos esto se hace a expensas de los beneficios que podría obtener el país.

El cambio de las reglas del juego Formando parte del primer paquete de leyes habilitante en 1999, el Presidente aprobó una nueva Ley de Hidrocarburos en la cual se aumenta la Regalía, la cual pasa de un 16, 2/3% a un 30%, se modifica el Impuesto sobre la Renta, y se establecen las empresas mixtas bajo control accionario del Estado. A partir del 2004 se cambian las reglas del juego aplicables a la Apertura Petrolera. Muchas de las nuevas condiciones se justificaban a fin de reestablecer el equilibrio del negocio frente a la lluvia de ganancias extraordinarias que se estaban produciendo con motivo del aumento en los precios del petróleo. Sin embargo, la regla de oro en el negocio petrolero es la palabra “negociación”. Ahora bien, en lugar de la negociación se recurrió al mecanismo de la “imposición”. A las empresas se las obligó a aceptar las nuevas condiciones, bajo la amenaza de que de lo contrario tendrían que retirarse del país. En la Apertura Petrolera -conforme a decisión de la Corte Suprema de Justicia-, Petróleos de Venezuela (PDVSA) siempre mantuvo el control de todas las decisiones mediante un mecanismo conocido como “acción dorada”, a la vez que conservó la propiedad de las riquezas del subsuelo. Las nuevas condiciones impuestas implicaron la conversión de los distintos proyectos de la Apertura a empresas mixtas en las cuales PDVSA pasaba a controlar la mayoría accionaria, aplicando la nueva Ley de Hidrocarburos. Muchas empresas estuvieron

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dispuestas a aceptar esas nuevas condiciones, en vista de los elevados precios que había alcanzado el petróleo en los mercados internacionales. Otras no las aceptaron y procedieron a reclamar sus derechos por vía de arbitrajes internacionales. La seguridad jurídica quedó fuertemente afectada y la pérdida de confianza seguramente perjudicará la posibilidad de nuevas inversiones en la actividad petrolera venezolana.

La nueva PDVSA A raíz del llamado paro petrolero, más de 20.000 trabajadores que en promedio tenían 15 años trabajando en la empresa y que en promedio acumulaban más de 300.000 años de experiencia y conocimiento, fueron despedidos. El impacto sobre la industria petrolera ha sido devastador. A esta situación se suma la falta de inversiones a lo largo de los últimos años. El resultado ha sido una fuerte caída en la producción petrolera del país. Tanto la Agencia Internacional de la Energía como la OPEP ubican la producción actual en una cifra del orden de los 2.350.000 b/d, muy inferior a la que anuncia el Gobierno. Sin embargo, la caída de la producción ha sido compensada con el aumento de los precios. Se ha producido un cambio tanto en la visión como en la misión de la empresa. La visión de la nueva PDVSA se caracteriza por una fuerte politización que responde a los objetivos de la revolución. En ese mismo sentido ha cambiado la misión de la empresa, que hoy en día ha dejado de ser básicamente una empresa petrolera, priorizando ahora actividades de carácter social tales como las misiones, la importación y distribución de alimentos y otros asuntos ajenos al negocio petrolero. Fundamentalmente PDVSA se ha transformado en un brazo de la revolución, que actúa en este sentido no sólo a nivel nacional sino también internacional.

Evaluación de las políticas Implicaciones económicas Como resultado del elevado precio alcanzado por el petróleo en los mercados internacionales, los ingresos petroleros percibidos por Venezuela durante los últimos años son los más altos de su historia. El país ha debido aprovechar esa situación para promover un proceso de desarrollo económico sustentable en el tiempo, capaz de contribuir a la solución a problemas sociales que se venían acumulando. Lamentablemente no ha ocurrido así. Lo que estamos observando a lo largo de los últimos años es un crecimiento acelerado y desordenado del gasto público, que ha generado profundas distorsiones en la economía venezolana. Si bien se han destinado grandes sumas de dinero a las diferentes misiones, estas no han sido capaces de solucionar de manera permanente los graves problemas sociales que aquejan al país. El crecimiento del gasto ha generado una “burbuja de consumo” que no ha podido ser satisfecha con producción nacional, en buena medida porque la inversiones resultan insuficientes. La inseguridad jurídica, las amenazas a la propiedad privada, las invasiones a fincas, los controles de precios, el control de cambios, la inadecuada política monetaria y, en general, las políticas económicas desacertadas, se han traducido en un fuerte desestímulo a las inversiones. Como resultado de lo anterior, el

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país depende cada vez más de las importaciones, que el año pasado superaron los 45.000 millones de dólares, y que sólo podrían mantenerse si los precios del petróleo siguen subiendo de manera indefinida. El Producto Interno Bruto de Venezuela creció en un 8,4% en el año 2007. Casi todos los sectores de nuestra economía se beneficiaron también de saludables tasas de expansión. Tal crecimiento fue sin duda impulsado por el gasto público. Ahora bien, el PIB Petrolero - el sector del cual en última instancia depende el gasto público – decreció ese mismo año en un 5,3% como consecuencia de la caída de la producción. El incremento en los precios del petróleo sumados a una fuerte caída en el nivel de actividad en el sector de los hidrocarburos, no ha hecho otra cosa que profundizar en Venezuela el modelo rentista. Esto ha generado profundas distorsiones en la economía del país. Quien controla la renta, que es el Estado, controla totalmente la economía. El aparato productivo ha sido gravemente afectado y de manera progresiva el país ha pasado a depender de un nivel creciente de importaciones. Por otra parte, a pesar de de elevado nivel de los precios del petróleo, en el año 2007 la Balanza de Pagos de Venezuela arrojó un saldo negativo. Comenzando el año 2008, la economía venezolana parece estar enfrentándose a una importante desaceleración. En el primer trimestre del año, el saldo negativo de la Balanza de Pagos alcanzó a 3.849 millones de dólares, a pesar de que el valor de las ventas petroleras aumentó en un 68% con respecto al primer trimestre del 2007. Para este año se proyecta una inflación del orden del 30%, una de las más altas del mundo. Más grave aún, la inflación en el sector de los alimentos se estima que podría ubicarse e torno al 40%. El país parece enfrentado a dos problemas que lucen muy difíciles de resolver y que sin duda se traducirán en graves problemas de orden social: la inflación y la escasez.

El endeudamiento de PDVSA El acelerado endeudamiento de PDVSA es uno de los factores que arroja mayor incertidumbre con respecto a la viabilidad de las políticas petroleras venezolanas. En menos de un año PDVSA colocó bonos en el mercado por un valor de 7.500 millones de dólares; se endeudó en 4.000 millones de dólares con China y 4.000 millones de dólares con Mitsui de Japón; el mes pasado confirmó una nueva línea de crédito con dos empresas japonesas –Sumitomo e Itochu Corporation- por 3.500 millones de dólares y en este momento está negociando un nuevo endeudamiento de 4.000 millones de dólares con Glencore. Hablamos pues de un monto de endeudamiento del orden de los 23.000 millones de dólares. La situación se hace tanto más grave por cuanto la mayor parte de esos pasivos no están destinados a ser invertidos en la industria petrolera. Frente a la eventualidad de una caída de los precios del petróleo, el país no podrá hacer frente a sus requerimientos, ya que en muchos casos PDVSA se ha comprometido a pagar esas deudas con petróleo a futuro.

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El petróleo y la renta petrolera como instrumentos del Socialismo del Siglo XXI Más que como una herramienta para propiciar el desarrollo equilibrado de la Nación, nuestro potencial energético y en particular la renta petrolera vienen siendo utilizados como un instrumento para promover un nuevo modelo revolucionario al cual se le da el nombre de “Socialismo del Siglo XXI”. Tal objetivo se ha visto favorecido por el hecho de que los precios del petróleo se han mantenido a niveles excepcionalmente elevados durante un período inusualmente largo, otorgando al Gobierno el manejo de una renta que lo dota de prerrogativas extraordinarias sobre el resto de la sociedad. Tal situación se agrava al considerar los pocos controles que existen en el manejo de esa renta. De hecho, una parte importante de la renta petrolera es transferida al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), sin que se sepa el uso que se les da a esos recursos. El equilibrio de los poderes, característico del sistema democrático se ha visto profundamente afectado. Los mecanismos de pesos y contrapesos han desaparecido. La primacía del Poder Ejecutivo sobre todos los demás Poderes se hace cada vez más evidente. A la vez, la población es progresivamente más dependiente de los favores que el Gobierno puede distribuir gracias al petróleo. Ahora bien, la equidad en la distribución de esos favores queda gravemente distorsionada desde el punto de vista político, puesto que parecen vincularse cada vez más a los objetivos de la revolución y por tanto sus beneficiarios se ven obligados a aceptar condicionamientos de carácter político. En la práctica, la renta petrolera se está utilizando como un instrumento para el manejo del poder en el plano doméstico.

Implicaciones en el plano internacional Pero los objetivos de la revolución no se limitan al territorio venezolano. Los recursos del petróleo son utilizados también para promover la revolución en otras naciones del continente. Las ayudas a Cuba -cuna de la revolución- sobrepasan todos los límites de la racionalidad. Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Paraguay y varias naciones de Centro América y el Caribe han sido beneficiarias de los programas político petroleros del gobierno venezolano, que curiosamente se han extendido también a Londres y a algunas ciudades de los Estados Unidos (EEUU). Por otra parte, varios gobiernos latinoamericanos se han visto obligados a protestar las injerencias crecientes de la revolución venezolana en sus asuntos internos, como ha ocurrido, entre otros, con Colombia, Perú, México e incluso Argentina.

El petróleo como instrumento de la lucha antiimperialista En el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007–2013 se hace constante mención a la creación de un mundo multipolar que tenga por objeto promover la lucha antiimperialista con otras naciones alineadas en semejantes trincheras o con otros polos de poder que contribuyan a quebrantar la hegemonía del imperio norteamericano:“La creación de un mundo multipolar implica la creación de nuevos polos de poder que representan el quiebre de la hegemonía del imperio norteamericano …”.

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Como parte de la nueva visión geopolítica de la revolución, el gobierno venezolano está utilizando cada vez más nuestro potencial energético para desarrollar nuevas áreas de interés geoestratégico extra regionales como es el caso de Rusia, Bielorrusia, Irán, Siria, Vietnam, Malasia, China, etc.

¿Hacia dónde van los precios del petróleo? Dada la importancia que el tema tiene para Venezuela, resulta importante analizar los distintos puntos de vista –con frecuencia contradictorios- que se plantean al respecto:

Un primer escenario: precios en alza Muchos analistas consideran que el nivel de los precios puede todavía elevarse de manera considerable. Quienes así opinan se basan en la teoría conocida como “El punto de Hubbert”. King Hubbert era un geofísico al servicio de la Shell, que hacia 1956 predijo que la producción petrolera de los EEUU alcanzaría su máximo en 1970 -al agotarse la mitad de las reservas de ese país- y comenzaría a declinar a partir de entonces. Tuvo razón. Hacia el año 2000 la oficina de estudios geológicos de EEUU (US Geological Survey) estimó que las reservas recuperables totales de petróleo “convencional” en el mundo alcanzaban a unos 3,3 trillones de barriles. Algunos analistas –estableciendo un paralelo con las teorías Hubbert- consideran que la mitad de esa cifra se habrá agotado antes del año 2020 y que a partir de ese momento la producción no aumentará pero la demanda continuaría expandiéndose, lo cual provocaría un precio creciente del petróleo. Basándose en esas teorías, Arjun Murti –especialista en materia de precios petroleros- predice que éstos podrían llegar a 200 dólares por barril. Tal posición ha sido respaldada por algunos bancos de inversión tales como Goldman Sachs y Morgan Stanley. Cabe desatacar que existen razones que explican el incremento de los precios en los últimos años. Entre el 2003 y el 2006, durante cuatro años consecutivos, se produjo el mayor crecimiento económico global que se haya registrado. A ese crecimiento contribuyó el auge económico en China y en la India, además de una expansión generalizada tanto en el mundo desarrollado como en el llamado Tercer Mundo. Esto generó una inmensa demanda de petróleo en momentos en que existían restricciones por el lado de la oferta debido a incertidumbres geopolíticas en Irán, Irak, Nigeria y Venezuela, así como circunstancias de carácter natural tales como el Huracán Katrina. El resultado fue un aumento en los precios.

Un segundo escenario: Precios a la baja La burbuja de los precios petroleros Una menor expansión económica debería incidir en una disminución en los precios del petróleo. Sin embargo, no ha ocurrido así. A lo largo del último año los precios del petróleo se han duplicado, a pesar de que de acuerdo con el Departamento de Energía de los EEUU la oferta petrolera mundial de los dos últimos años ha superado el crecimiento de la demanda. El resultado es que los inventarios actuales son los más altos en casi una década. Incluso, se estima que para el año 2010 la oferta petrolera

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podría superar en al menos tres millones de b/d a la demanda del producto. Entonces, ¿cómo se explica en estas circunstancias que los precios hayan seguido creciendo? Pues bien, la recesión estadounidense ha provocado agudas oscilaciones y caídas en los mercados bursátiles, además de una devaluación del dólar. Para protegerse de estos fenómenos, importantes inversionistas tales como los fondos de pensiones, hedge funds, instituciones financieras y muchos otros actores relevantes han adquirido fuertes posiciones en petróleo para entrega a futuro. Están especulando con el petróleo, en un mercado que carece de regulaciones y controles. No es la demanda la que está moviendo el precio. De ser así, “el perro estaría moviendo la cola”. Pero en este caso “es la cola la que mueve al perro”; es decir, es la especulación la que está provocando el aumento del precio. Lo que está creciendo son los contratos de petróleo a futuro, mucho más que la demanda real del producto. En realidad, el mercado no sabe distinguir entre un barril demandado por un consumidor y un barril demandado por un especulador. Según PFC Energy –que asesora a gobiernos y grandes empresas en temas de energía y finanzas- en la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX) se están transando 150 millones de barriles diarios, casi el doble que la producción mundial real que es de unos 86 millones de b/d. Evidentemente se está produciendo una “burbuja” en los precios del petróleo. El riesgo es que esa burbuja se reviente, en cuyo caso los precios podrían caer abruptamente. El factor tecnológico Cuando el año 2000 la US Geological Survey estimó que las reservas recuperables de petróleo “convencional” en el mundo eran de unos 3,3 trillones de barriles, no tomó en consideración las enormes reservas de petróleo “no convencional” cuya explotación es hoy en día posible gracias a los avances tecnológicos. Tal es el caso por ejemplo de la Faja Petrolífera del Orinoco –la mayor acumulación de petróleo “in situ” que se conoce- y de las enormes reservas petrolíferas en las arenas bituminosas de Athabasca en Canadá. Pero más allá de las reservas “no convencionales” que existen en depósitos gigantes como los antes mencionados, el avance tecnológico está permitiendo un incremento impresionante en el porcentaje de recuperación del petróleo existente en yacimientos viejos que hasta ahora se habían considerado agotados. Estos avances tecnológicos, sumados al aumento de los precios del petróleo, están contribuyendo a cambiar el panorama. En lugar de un agotamiento de las reservas mundiales, muchos analistas predicen ahora que el petróleo será más abundante que nunca. Entre quienes así opinan vale la pena mencionar a Daniel Yergin, Presidente del Cambridge Energy y autor de The Prize, obra ganadora del Premio Pulitzer. Cambridge Energy Research ha estimado que las reservas de petróleo recuperable superan los 4,8 trillones de barriles y que esa cifra irá aumentando con el avance de las tecnologías. La posición de actores relevantes Alí al-Naimi, Ministro de Petróleo de Arabia Saudita y uno de los mayores expertos mundiales, considera que no existe ninguna justificación para que los precios del petróleo hayan alcanzado el nivel actual y atribuye tal circunstancia a un fenómeno

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puramente especulativo. Más aún, está convocando a una reunión mundial de países consumidores y productores, con el objeto de acordar mecanismos de control que permitan frenar la especulación y devuelvan la racionalidad a los precios. Considera que una caída de los precios del petróleo no debería ir más allá de los 60 ó 70 dólares el barril, ya que ese es el precio requerido para que puedan desarrollarse los biocombustibles y las arenas bituminosas. Por su parte, el Secretario General de la OPEP, Abdala Salem El-Badri, afirmó que la OPEP está segura de que el actual nivel de los precios “no tiene nada que ver con elementos (de oferta y demanda) sino con especulación … hay suficiente petróleo en el mercado” y agregó que “debe ser controlada la especulación” Asimismo, recientemente una comisión del Senado de las EEUU convocó a los presidentes de las mayores compañías petroleras que operan en ese país, con el objeto de investigar la situación de los precios. Según refiere Bloomberg, dichos altos ejecutivos declararon que el precio del petróleo debería ubicarse por debajo de los 90 dólares el barril. Sin embargo, John Hofmeister, Presidente de la Shell en EEUU declaró, según afirma Bloomberg, que el rango debería ubicarse entre 35 y 65 dólares.

Conclusiones Las políticas petroleras del gobierno venezolano no son viables ni siquiera en el caso de que los precios petroleros se mantengan al nivel actual. Tales políticas sólo serían sostenibles en un escenario en el cual los precios del petróleo no sólo siguieran creciendo de manera indefinida, sino que además lo hicieran a un ritmo mayor que el crecimiento del gasto público del país. Por otra parte, mientras más alto sea el precio del petróleo y mayor sea la incertidumbre en el suministro petrolero, existirá mayor estímulo para desarrollar otras fuentes de energía que en el largo plazo irán desplazando al petróleo. Al nivel actual de los precios estamos siendo testigos de un resurgimiento del carbón, que con las nuevas tecnologías puede ser gasificado y utilizado en forma mucho más fácil de transportar y a la vez menos contaminante. Hay que recordar que EEUU tiene las mayores reservas mundiales de carbón; China, Europa y Rusia también cuentan con importantes reservas de este mineral. También se está viviendo un acelerado desarrollo del etanol y los biocombustibles en general, así como también está creciendo el número de vehículos que disponen de motores policarburantes. Con mayor velocidad aún se están multiplicando los automóviles híbridos. Adicionalmente, las angustias con respecto a los problemas del calentamiento global, también están contribuyendo al desarrollo de agentes energéticos limpios tales como la energía eólica, la energía solar y otras. Hay también un resurgimiento por el interés en la energía atómica. Parece probable que la ola especulativa que se ha desarrollado en materia de precios petroleros conducirá al establecimiento de mecanismos de control a nivel internacional, ya que así lo están reclamando tanto los países productores como los países consumidores de petróleo. Si eso llega a ocurrir, muchos expertos consideran –tal como lo señalan algunas de las opiniones antes recogidas- que los precios podrían experimentar reducciones importantes. Controlado el factor especulativo, el “barril marginal” pasaría a ser relevante en la determinación del precio. Es decir, cuando sobren barriles en el mercado, no sólo bajará el precio de esos barriles, sino el de toda la producción. A la vez, cuando falten barriles en el mercado, no sólo subirá el

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precio de esos barriles, sino el de toda la producción. Tal fenómeno introduce un elemento de incertidumbre a la hora de analizar hacia dónde van los precios del petróleo. Por ello no es conveniente para un país exportador de petróleo como Venezuela, la extrema dependencia y vulnerabilidad imperante con respecto al precio del producto. Los precios exageradamente elevados no sólo crean graves perjuicios para el resto de las naciones -en particular las más pobres a las cuales se les hace imposible pagar su factura petrolera- sino que además contribuyen en países como el nuestro a una exacerbación del rentismo. Por esta vía, no sólo se estimula la concentración de todo el poder económico y político en manos del Estado, muchas veces en detrimento de las libertades ciudadanas, sino que a la vez se atenta contra la eficiencia de ese mismo Estado. Los ingresos fácilmente obtenidos desestimulan el aparato productivo nacional y crean fuertes dependencias con respecto a las importaciones, en ocasiones en sectores tan estratégicos como el de los alimentos. Al tomar en consideración todos los factores anteriores, resulta importante comprender el riesgo que implica para una economía como la venezolana la extrema dependencia con respecto, no ya al petróleo, sino al precio del petróleo. Por el momento la fuerte caída que ha experimentado nuestra producción petrolera se ha visto compensada con el incremento de los precios. Ahora bien, si simultáneamente llegasen a caer la producción y los precios, las consecuencias para la economía venezolana serían devastadoras y el país podría verse enfrentado a una profunda crisis económica, política y social.

Propuestas • •





• • •

La simple búsqueda de precios altos no puede ser la piedra angular de la política petrolera venezolana. Es necesario reactivar las inversiones en el sector petrolero con el objeto de promover un crecimiento tanto en el nivel de producción como del potencial de producción. Si esto no se hace, Venezuela carecerá de capacidad de respuesta frente a eventuales oscilaciones del mercado. Frente al falso dilema acerca de qué es más importante, si los “volúmenes” o “el precio”, deberíamos entender que la prioridad son las “inversiones”. Es posible y hasta recomendable recortar la producción en situaciones coyunturales con el objetivo de fortalecer el precio, pero en ningún caso deberían abandonarse las inversiones ya que ello conduce a la caída del potencial de producción y a la progresiva pérdida de importancia como país petrolero. Para lograr el objetivo anterior resulta determinante establecer mecanismos claros a través de los cuales puedan atraerse las inversiones requeridas, nacionales o extranjeras, que puedan sumarse a los esfuerzos del Estado para la reactivación de la industria petrolera. Restablecer la confianza y seguridad jurídica será fundamental para la reactivación del sector de los hidrocarburos. PDVSA debe frenar inmediatamente el acelerado nivel de endeudamiento en que está incurriendo. PDVSA debe concentrar sus mayores esfuerzos en las actividades que le incumben, tales como la exploración, producción, refinación, transporte y comercialización de hidrocarburos, sin por eso descuidar algunos asuntos de carácter social. A la vez, la empresa deberá esforzarse en aumentar sus niveles de eficiencia con el objeto de maximizar sus aportes al Estado a través del pago de Impuesto sobre la Renta, Regalía y Dividendos, a fin de dotar de

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• •



recursos al Estado. Es este último el que debe encargarse, a través de los organismos especializados y que estén mejor preparados para ello, de las funciones indeclinables que le corresponden. No puede una empresa petrolera atender simultáneamente las actividades que le son propias, si a la vez debe asumir otras que tienen que ver con misiones, salud, educación, infraestructura e importación y distribución de alimentos y, mucho menos, de carácter político o geopolítico, ya sea a nivel nacional o internacional. El Estado debe prepararse para enfrentar la posibilidad de una eventual caída de los precios petroleros, que sumado a la caída de la producción, podrían provocar una severa crisis económica, política y social. No puede un Estado apostarlo todo a la única alternativa de un incremento permanente de los precios. El Estado debe abandonar la política de exacerbación del rentismo en que ha venido incurriendo Venezuela con motivo del aumento de los precios del petróleo. El Estado debe entender que los ingresos petroleros de Venezuela deben destinarse prioritariamente a la atención de los problemas sociales del país así como a la promoción del desarrollo económico nacional. Sin descuidar las obligaciones de carácter internacional, no puede la riqueza petrolera del país desviarse a la promoción de una revolución en todo un continente y mucho menos a la resurrección de un sistema que ya fracasó en el mundo. Es indispensable entender la diferencia entre las posiciones de un gobierno y las políticas de un Estado. Pretender utilizar el potencial energético venezolano como bastión de la lucha “antiimperialista”, implica condenar a la población venezolana a una pobreza creciente, obligándola a desperdiciar inmensas oportunidades que han debido servir para la solución de los problemas sociales que la aquejan.

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